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Luis Eduardo Aute, un artista polifacético

La muerte de Luis Eduardo Aute en abril de 2020 ha sumido a la música de autor española en un profundo vacío. Con él se ha ido una forma de hacer canción en la que la parte lírica sobresale ligeramente por encima de la musical, y la simbiosis de ambas eleva la obra a otro plano.

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TEXTO Patxi Garro [Com 89]

Aute cantó al amor de manera magistral, y a la soledad, a la belleza, al erotismo y a las relaciones personales como quizá nadie lo había hecho antes. La personalidad de Aute sobrevolaba por cada uno de los textos que componían su obra, pero no solo la musical, también la pictórica, la cinematográfica, la escultórica o la poética, con la que inundó su vida y nos regaló para amenizar las nuestras.

Nació en Manila el 13 de septiembre de 1943. Hijo de un español emigrado a Filipinas y de una filipina hija de españoles de la alta sociedad, creció en aquella ciudad devastada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial buscando la belleza en las obras de arte y aprendiendo a transmitirla por medio de sus pinceles. Aute acudía habitualmente con su padre a una de las pocas librerías que había quedado en pie en Manila en busca de libros de pintura. Cuando a los once años llegó a Madrid, el choque con la realidad de una ciudad triste fue brutal. Su padre le regaló una guitarra a los quince y su amor por Elvis Presley y Bob Dylan le empujó a aprender sus primeros acordes, pero su principal objetivo consistía en dedicarse a sus grandes pasiones: el dibujo y la pintura. De hecho, un año después de recibir esa guitarra, expuso por primera vez su colección pictórica y recibió críticas favorables.

Su inquietud le introdujo en grupos de rock (Los Sonor, Los Pekenikes) pero, a principios de la década de los sesenta, viajó a París, donde ejerció de meritorio del ayudante de dirección en películas de Mankiewicz (Cleopatra, 1963), Jean Luc Goddard o Luis Malle y descubrió el cine, al que se dedicó después. Otra de sus pasiones era la literatura y comenzó a escribir poemas. Como se manejaba con la guitarra, el siguiente paso fue poner música a esos versos, y tras conocer a Massiel, le entregó varias canciones («Rosas en el mar», «Aleluya n.º 1», entre otras) que esta vocalista encaramó a las listas de éxitos.

Aute se mostraba muy reacio a grabar sus propios temas porque no quería perder tiempo para pintar. Finalmente, accedió con la condición de no presentarse en directo ni hacer promoción de esas grabaciones. Así editó en 1967 «Diálogos de Rodrigo y Jimena» y al año siguiente con 24 canciones breves dio por finalizada su etapa discográfica. Su intención era dedicarse a la pintura, con la que ya había accedido al mercado internacional con exposiciones en varios países.

Su lírica alcanzó su máxima expresión haciendo convivir el surrealismo con el costumbrismo de forma natural y llegando a retorcer el lenguaje hasta el punto de convertirlo en un arma única y, al mismo tiempo, de naturalizar la poesía como modo de expresión

Su obra pictórica y escultórica encontró hueco en Italia, donde consiguió el primer premio de la Mostra Fondazione Michetti, en la Bienal de París (1964), la de São Paulo (1967) o en multitud de ocasiones en la madrileña ARCO.

No fue hasta 1973 cuando volvió a la música con «Rito», al que siguen «Espuma» (1974), «Babel» (1975), «Forgesound» (1976) y «Sarcófago» (1977), además de realizar bandas sonoras para largometrajes de García Berlanga, Jaime Chávarri o Fernán Gómez, y de poner música a la obra de teatro «Cinco horas con Mario» de Miguel Delibes. Durante esos años cedió sus composiciones a otros artistas como Mari Trini o Rosa León, quien grabó una de sus canciones más aclamadas, «Al alba», que Aute incluirá en su disco de 1978, «Albanta».

Uno de los momentos clave tuvo lugar en 1983, con la edición de un disco doble en directo, Entre amigos, rodeado por algunas de las figuras más importantes de la música internacional de autor, como Pablo Milanés, Teddy Bautista, Silvio Rodríguez o Joan Manuel Serrat, en el que repasa toda su carrera y con el que consiguió el Premio Nacional del Disco. Ya había superado su pánico al escenario y se embarcó en giras por todo el mundo. Su lírica alcanzó su máxima expresión haciendo convivir el surrealismo con el costumbrismo de forma natural y llegando a retorcer el lenguaje hasta el punto de convertirlo en un arma única y, al mismo tiempo, de naturalizar la poesía como modo de expresión.

Canciones como «Las cuatro y diez», «Una de dos», «Alevosía», «Pasaba por aquí», «Prefiero amar», «Slowly» y tantas otras más convertidas en acervo popular no impidieron que siguiera tocando otros palos artísticos. Publicó multitud de libros de poesía, dirigió varios cortos, compuso para largometrajes y en 2001 presentó en el Festival de Cine de San Sebastián un film de animación, «Un perro llamado Dolor», realizado a partir de cuatro mil dibujos a lápiz de los que se encargó personalmente, además de crear la banda sonora.

Aute defendía que la existencia es un continuo aprendizaje y que la muerte determina lo que uno ha hecho en vida. Poco antes de morir, dirigió un documental basado en su propia trayectoria, Aute Retrato, en el que justificaba su inminente muerte con su propia obra. Como escribió: «Si yo solo pasaba, pasaba por aquí». Nt.

APUNTES

LA ESTELA DE UN ARTISTA. La obra de Aute ha sido reconocida por diferentes artistas. En el año 2000 se publicó ¡Mira que eres canalla, Aute!, un disco homenaje con nombres como Joan Manuel Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Rosendo, Jorge Drexler o Fito Páez, entre otros. En 2015 llegó otro, Giralunas, en este caso realizado por artistas de generaciones posteriores como Leiva, Xoel López, Rubén Pozo, Depedro…

Su obra literaria es extensísima desde que en 1975 editó «La matemática del espejo». En 2004 publicó «Cuerpo del delito», donde reunió por primera vez las letras de sus canciones y, varios años después, lo actualizó en «Claroscuros y otros pensamientos», cuando el número de canciones superaba las cuatrocientas. Revisó y reeditó su obra poética el año pasado en «El sexto animal», donde incluyó más de doscientos cincuenta poemas y diversos textos que abarcaban toda su trayectoria.

«Al alba»

Entendida como un canto de protesta por los últimos fusilados del franquismo en septiembre de 1975, Rosa León grabó «Al alba» por primera vez un año antes. La canción se incluye en Albanta y consiguió esquivar a la censura gracias a sus poéticos versos.

SELECCIÓN

Auterretratos vol. 3 [2009]

Entre amigos [1983]

Albanta [1978]

Rito [1973]

Diálogos de Rodrigo y Jimena [1967]

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