Cuento creado e ilustrado por los alumnos y alumnas de 1ºB C.P. PR. JOAQUÍN BENJUMEAQ BURÍN
Érase una vez un bebé murciélago que vivía en una cueva con su familia.
Cuando dormía, colgado del techo, notó que una piedra chocó en su pata, y cayó al suelo.
No se podía levantar porque se había hecho mucho daño.
Su madre lo vio en el suelo, lo cogió y lo subió de nuevo al techo. Le colocó una escayola porque su patita estaba rota.
Al poco, su pata se curó y como ya aprendió a volar, toda la familia se fue de excursión a un lugar exótico de playas y árboles frutales.
Les gustó tanto aquel lugar que decidieron quedarse varios días.
Se ba単aron un poco y jugaron a enterrarse en la arena.
A los pocos d鱈as, volvieron a casa con un poco de fruta. Se la comieron y se fueron a dormir.
De repente, un grupo de ni単os y ni単as que jugaban por aquel lugar a la pelota, entraron en la cueva para investigar.
Los murciélagos, al escuchar ruido, se despertaron, y al ver a los niños, volaron hasta el fondo de la cueva.
Allí encontraron un pequeño agujero en el que se metieron.
Estuvieron tranquilos hasta que se fueron.
Al salir encontraron la pelota y con mucho cuidado, la cogieron y la llevaron a los niĂąos.
A partir de ese momento los niĂąos decidieron visitar diariamente a su amigos, los murciĂŠlagos.