1939 clarooscuro, una lectura del lopecismo

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OBED DELFÍN


ÍNDICE A MODO DE INTRODUCCIÓN PRIMERA LECTURA LO ANTROPOLÓGICO I. HOMBRE 1. Antropología lopecista 2. La mujer 3. Paradigma antropológico II. EDUCACIÓN 1. Fundamentos 2. Mujer y educación 3. Objetivos y metas III. CONDICIÓN HUMANA 1. Los habitantes 2. La propiedad 3. Clase sociales 4. Higiene y salud 5. El arte 6. Lo demográfico y lo urbano

IV. ANTAGONISMO ANTROPOLÓGICO SEGUNDA LECTURA LO POLÍTICO I. EL ESTADO 1. Fundamentos 2. La población 3. La soberanía 4. El territorio II. CIUDADANÍA 1. Ciudadano y pueblo III. AXIOLOGÍA DEL ESTADO 1. Bolívar: heraldo de la virtud 2. Las Fuerzas Armadas 3. La justicia lopecista

IV. RÉGIMEN MÁS APTO 2


1. Democracia lopecista 2. Gobierno de la minoría 2. Representación indirecta V. ORGANIZACIÓN DEL ESTADO 1. Centralización VI. JUSTIFICACIÓN Y FIN DEL ESTADO 1. Existencia del Estado 2. La libertad política VII. DE LAS LEYES 1. Gobierno de las leyes 2. Fin y objeto de las leyes

TERCERA LECTURA LA CIUDAD COMO SIGNIFICANTE I. CONFIGURACIÓN Y REPRESENTACIÓN 1. Afirmación y negación II. LA FUNCIÓN SIMBÓLICA 1. Simbología del poder 2. El eje dominante: lo eterno 3. Forma y orden III. EL ESPACIO DE LA VIDA HUMANA 1. Espacio público – espacio común 2. Espacio privado: la segregación urbana 3. El espacio disciplinario

EPILOGO EL PLAN NO REALIZADO: UTOPIA O ATOPIA

FUENTES DOCUMENTALES

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A MODO DE INTRODUCCIÓN Con el paso de los años el gobierno de López Contreras ha perdido esa aura de gobierno inocentón e incluso la figura del General de Queniquea ya no se percibe como aquella figura desprovista de ambición. Es cierto que el gobierno de López resulta un tanto desdibujado ante la recia figura de su antecesor y no es para menos. No obstante, durante muchos años su gobierno fue mostrado como un gobierno conciliador, pacífico e incluso fue titulado como un «gobierno de transición a la democracia», lo que resulta paradójico, por cuanto la lectura actual del período lopecista no muestra ninguna democracia real, entonces, ¿transición hacia qué tipo de régimen? El aura que la historia impuso al gobierno de López se ha venido develando poco a poco; las lecturas actuales, más criticas, muestran al gobierno de López como un gobierno bastante intransigente. Creo que esa aura de inocencia política estuvo manipulada por la contraposición entre el gobierno de López y el de Medina Angarita, a este último es a quien le dan el golpe de Estado, entonces, se señala como el malo de la película. De allí, considero, inventó la leyenda política de gobierno bueno y gobierno malo. El gobierno de la cordura ante el de la desmesura. El gobierno de López, en última instancia, es la secuencia de la vida republicana de la Nación; secuencia políticamente subrepticia de un férreo régimen dictatorial. Pero, como en toda secuencia, pervive en ésta elementos del pasado y nacen nuevos elementos para el futuro. Y esto es lo que interesa, durante el gobierno de López se planificó el «Plan Monumental de Caracas de 1939», hecho urbano novedoso en el país por la envergadura del proyecto, el cual permanece como hito arquitectónico-urbano y determinante posterior de la configuración de Caracas. Este plan urbano, en cuanto actividad urbanística es un acontecimiento nuevo en la vida de la Nación; sin embargo, ¿son los fundamentos políticos y antropológicos, de este plan urbano, igualmente nuevos? El Plan Monumental es una reorganización urbana que, desde nuestra perspectiva de análisis, propone un tipo de ciudad. Toda ciudad asienta sus bases, sean teóricas o materiales, en fundamentos antropológicos, políticos, éticos, ontológicos, arquitectónicos y urbanísticos, de allí que se constituya y represente una concepción del mundo y de la vida.

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Representación compleja, pues la ciudad es un palimpsesto, siempre un texto inacabado, en el cual o a través del cual es posible leer a ésta desde diferentes ángulos y posiciones. Entre las diversas lecturas o visiones que permite la ciudad, nos interesan dos en particular. La primera, una lectura desde la filosofía política, por cuanto el hombre y la ciudad son tema y tarea de ésta. Desde esta lectura, la ciudad es un conjunto de leyes, una estructura administrativa y jurídica, una organización política; un ámbito de acciones humanas específico de un determinado grupo de individuos unidos por vínculos naturales, por costumbres, por necesidades individuales y colectivas. En este sentido, la ciudad es una realidad intangible, antropológica-política, que da existencia y permanencia al Estado. La segunda lectura que nos interesa asume la ciudad como palabra y escritura, como significante y expresión de una realidad tangible, arquitectónica y urbana, controlada y organizada por la estructura del Poder. Desde esta lectura, la ciudad es la formalización visible de un proceso de fuerza entre quienes tienen el poder de decidir; proceso escriturado por la impronta de lo antropológico-político que la estructura de Poder desea imponer. Estas dos lecturas, constituyen el propósito general de este análisis. Propósito que pretende dilucidar lo claro y lo oscuro en que se fundamentó el Plan Monumental de Caracas de 1939. ¿Por qué claro y oscuro? Para nuestro propósito, lo claro radica en los fundamentos reales de tal plan urbano, lo que no es evidente y que está soterrado en la visión lopecista del poder. Lo oscuro, por su parte, es lo explícito, lo que aparentemente es evidente y transparente en la exposición del Plan Monumental. Hemos indicado, previamente, que llevaremos a cabo dos lecturas. Sin embargo, la antropológica-política se efectuará por separado dando lugar a dos objetivos específicos que versan sobre los antropológico y lo político respectivamente. Esto quiere decir, que este análisis está conformado por tres temas: el antropológico, el político y el significado de la forma de la ciudad. ¿Por qué una lectura de esta naturaleza? Porque hasta el presente no se ha realizado una lectura filosófica sobre el Plan Monumental, que es el paradigma urbano más importante en la historia arquitectónica y urbanística de Venezuela, aun cuando se han realizado estudios políticos, sociológicos, arquitectónicos y urbanísticos del mismo. Por otra parte, pretendemos, contribuir a la lectura filosófica de nuestras ciudades.

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En este estudio aplicamos dos enfoques que corresponden a la historia de la filosofía. El primero, el «enfoque cultural»1, que consiste en hacer explícitas las relaciones entre las ideas y las reacciones humanas en la medida que éstas revelan los cimientos conceptuales de la cual surgieron. En este enfoque aplicamos el método comparativo en el análisis de las diversas lecturas entre sí, con el fin de determinar las concordancias, las diferencias y las consecuencias que entre éstas existe. De esto se deriva que el estudio de cada lectura de la ciudad en particular esté íntimamente ligado con las demás lecturas. El segundo, el «enfoque erudito»2 se basa en la descripción y comprensión objetiva del pasado sobre la base de lo que revelan los documentos y acontecimientos del periodo en estudio. La investigación teórico-documental ha permitido la compilación y reconstrucción de los contenidos teóricos que se encuentran en diversos documentos de variada índole, estos documentos conforman lo que denominamos «pensamiento lopecista». Para ambos enfoques, aplicamos el método analítico-exegético, que permite develar los fundamentos y reconstruir el entramado de motivos no manifiestos, factores intangibles y circunstancias implícitas de las lecturas estudiadas. En algunos casos el método es más descriptivo, razón por la cual hacemos uso extenso de citas bibliográficas, mas nunca excesivas, ya que éstas permiten apreciar mejor la situación planteada. Con respecto a lo que llamamos «pensamiento lopecista», es necesario precisar dos aspectos. Primero, denominamos propiamente pensamiento lopecista a las declaraciones y manifestaciones expresadas por Eleazar López Contreras, éste sería el pensamiento lopecista primario o de primer grado; en segundo término, englobamos en lo que denominamos «pensamiento lopecista» a todo el conjunto de declaraciones, escritas o de palabras, expresadas por todos aquellos individuos adeptos y simpatizantes al gobierno, al pensamiento y a la acción de López Contreras, como es el caso de: ministros, diputados, senadores, planificadores, entre otros; este sería el pensamiento lopecista en segundo grado. Ahora bien, hasta qué punto el pensamiento lopecista estuvo determinado por el positivismo y cuánto influyó éste en las acciones del gobierno lopecista. Durante el período

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Cfr. Jorge Gracia. La filosofía y su historia, México, UNAM, 1998, pp. 317-320. Ibid., pp. 339-346.

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de López Contreras no se destaca en particular ningún ideólogo del régimen, e incluso la identificación con alguna ideología resulta difusa, esta es una característica del lopecismo. El gomecismo, por el contrario, se había identificado con el positivismo, esto por medio de las figuras de Gil Fortoul, Vallenilla Lanz, Manuel Arcaya y Cesar Zumeta quienes conformaron la tercera etapa del positivismo en Venezuela, que abarcó el primer tercio del siglo XX, etapa que constituyó la expresión madura del pensamiento político positivista en Venezuela. Estos pensadores interpretaron la historia desde la perspectiva de un positivismo spenceriano, esto con el fin de justificar la dictadura gomecista como etapa necesaria que aseguraba el orden evolutivo del pueblo venezolano hacia el progreso de la Nación 3. En esta etapa del pensamiento venezolano predominan los postulados de Augusto Comte, en particular las referidas a la posibilidad de descubrir las leyes sociales, la conexión con la metodología de las ciencias físicas y naturales, y el principio de los tres estadios a través de los cuales se produciría el advenimiento del espíritu positivo; se produce, además, la exaltación extrema del progreso como meta de las colectividades a través de un proceso ordenado de la vida gregaria. El régimen gomecista culminó en diciembre de 1935 con la muerte del dictador y con éste la tercera etapa del positivismo en Venezuela; ya que, los pensadores positivistas, a partir de 1936, fueron oficialmente relegados por gomecistas, asunto que debía quedarse en el pasado. Sin embargo, no es posible decir lo mismo acerca de las ideas positivistas; ya que éstas pervivieron y fueron el fundamento, no admitido, del gobierno lopecista convirtiéndose el positivismo en un capítulo inacabado en la historia del pensamiento venezolano. Por lo cual, las ideas positivistas fueron una influencia descontrolada, ya que no se discutió con los pensadores positivistas directamente, se prescindió de éstos con una ruptura silenciosa que pretendió conjurar su influencia. No obstante, el paradigma positivista permaneció arraigado en el pensamiento venezolano4. El positivismo, y en parte el evolucionismo spenceriano, fueron los fundamentos del pensamiento antropológico y político del lopecismo; esto determinó, en última instancia, la selección del equipo de urbanistas franceses, que ideó el Plan Monumental de Caracas de

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Cfr. Arturo Sosa A. “Los pensadores positivistas y el gomecismo”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 6, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. XXIV. 4 Ibid., p. XLIII.

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1939, que provenía de la Societé Francaise des Urbanistes influida por la École des Beaux Arts, que representaba el modelo pedagógico academicista dando hegemonía a la razón científica que se deriva de los hechos, y descarta las opiniones personales o la imaginación especulativa; todo esto en correspondencia con el pensamiento lopecista. Además, las ideas de este urbanismo decimonónico francés, que se sustentan en la funcionalidad vial, el higienismo positivista y las ideas de la estética urbana que afianzaba la belleza arquitectónica y paisajística, están muy acordes con la proposición de la Comisión de Obras Urbanas de julio de 19375

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Véase. J. J. Martín Frechilla. Planes, planos y proyectos para Venezuela: 1908-1958, Caracas, UVC., 1994, p. 347.

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PRIMERA LECTURA LO ANTROPOLÓGICO

I. HOMBRE 1. ANTROPOLOGÍA LOPECISTA

En el lopecismo no existe una ontología del hombre; esto por la determinación positivista, sólo se da una definición y una aspiración sociológica del hombre. Como observaremos en la lectura, el lopecismo se enfrenta, en términos generales, a dos tipos o naturalezas de hombre, ambos son antagónicos, como bien ha sido en la tradición positivista en América Latina. Por una parte, está el hombre fáctico, el hombre natural; por la otra, el hombre positivo, al cual aspira el lopecismo como heredad de la aspiración positivista. Según el lopecismo, la naturaleza del hombre es un compuesto formado por pasión y cordura. La cordura está fundada en la razón; las pasiones, por el contrario, son fuerzas, que conducen al hombre a acciones carentes de provecho; las pasiones al no existir la prudencia, la cual pertenece a la razón, se desatan de modo incontrolable. Como apreciamos, la definición lopecista del hombre es una definición clásica, pues define al hombre como un compuesto racional-irracional; definición que determina al hombre como un ser dual y en sí mismo un ser antagónico. Ya que, cordura y pasión, son fuerzas contrarias. En esta dualidad antagónica, que es el hombre, nada útil ni duradero resulta de las pasiones, en particular de las pasiones desenfrenadas, que son las más peligrosas. Pues éstas, en un empeño descontrolado, pretenden realizar en pocos días lo que es obra del tiempo6, es decir, las pasiones no esperan la lenta evolución natural tan grata a los positivistas, evolución que debe ser construida con los esfuerzos de la cordura. López deja atrás la definición de hombre, y se adentra en los pro y contra de tal naturaleza con mira a los fines políticos y sociales que tal dualidad puede aportar al Estado, que es en verdad, lo que le interesa.

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Cfr. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 101.

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En este sentido, las pasiones deben ser sometidas por la fuerza de la sensatez en aras del bien colectivo; “la hora es de trabajo y sacrificio de nuestras pasiones en aras de los sagrados y permanentes intereses de la Patria, cuya felicidad nos importa a todos por igual”7. La pasión es concebida como un mal, que sólo atiende a lo individual malo, a lo egoísta; de allí que engendre al hombre pasional o irracional; quien es causa del desorden, de lo infecundo, de lo efímero y de lo inoperante, pues está guiado por un movimiento ciego y carente de razón que lo impulsa a realizar actos imprudentes que atentan contra el bien colectivo representado por el Estado. La pasión es contraria al Estado, máxima expresión de la razón. Por la cual, cuando la pasión es sometida por la sensatez, en tanto fuerza opuesta, aquella se transforma en un bien colectivo subordinado a la Patria; esta transformación es trabajo en pro del Estado. La cordura, opuesta a la pasión, representa la sabiduría, lo útil, lo permanente, lo que permite la realización del trabajo necesario para alcanzar el bienestar. Por ello, la fuerza de la cordura debe estar dirigida a dominar las pasiones y éstas deben ser sacrificadas y subordinadas a los intereses de la razón, es decir, de la patria8. Una primera división dicotómica nos señala: cordura-razón, pasión-irracional; cordurabien, pasión-mal; cordura-bien colectivo, pasión-caso colectivo; cordura-Estado, pasióncontrario al Estado; cordura-paz, pasión-guerra civil. La dicotomía cordura-pasión y la consiguiente subordinación de la pasión a la razón permiten al lopecismo definir al hombre, en una segunda instancia, como un accidente, es un accidente con respecto a la Nación. El hombre, en este sentido, es algo que ocurre y pertenece a la vida de la Nación sin constituir un elemento esencial de ésta; éste siendo fortuito y contingente no es necesario ni constante con respecto al Estado, que es lo permanente y eterno9. En esto el lopecismo continúa a Auguste Comte, para quien “el hombre propiamente dicho no existe, no puede existir más que la Humanidad, puesto que todo nuestro desarrollo se debe a la sociedad, desde cualquier punto de vista que se le mire”10. El hombre, en este sentido, es directamente social. Dos aspectos podemos señalar al respecto, primero, la razón es lo eterno, la pasión lo efímero; segundo, lo individual es

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Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 101. Cfr. Idem. 9 Cfr. Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 243. 8

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accidente, la Nación (lo colectivo) es lo permanente; lo individual no existe, la Nación existe. Continuamos la división dicotómica. La definición del hombre como accidente conlleva a determinar, tercera definición, al hombre como un elemento. López hace referencia “a los elementos más necesitados de nuestra población”11; término que designa el último componente humano del conjunto de la Nación; éstos no tienen existencia por sí mismos y conforman la multitud dominada por las pasiones; razón por la cual están excluidos de participar en los asuntos del Estado. A partir de la tercera definición el lopecismo caracteriza un personaje representativo de ésta, el popular «Juan Bimba12». ¿Qué es Juan Bimba? Primero, es un elemento humano; segundo, representa el hombre o grupo social que en la actualidad se denominan excluidos sociales. Juan Bimba es el arquetipo del hombre enfermizo, enclenque, desnutrido, indolente, ineficaz, haragán, carente de espíritu creativo, indisciplinado, irresponsable, un infeliz ataviado con todos los complejos de inferioridad, un Don Nadie. Juan Bimba es el anti-paradigma del hombre lopecista, el cual repugna al lopecismo. No ha sido, por desgracia rasgo característico de los venezolanos el destacarse como directores o como administradores, porque no son comunes entre nosotros las múltiples cualidades cuyo conjunto forman la eficiencia: espíritu de creación y de renovación; capacidad directiva y administrativa; laboriosidad; constancia y disciplina; penetración de las corrientes económicas y fuerza de voluntad para adaptar su actitud a situaciones que no han sobrevenido todavía. Ni es tampoco frecuente sino muy rara la eficiencia en los dirigidos, en la mano de obra para la producción, porque en general carecen de tradición, de educación, de diligencia, disciplina y de voluntad de poner de sí, en el trabajo, todo lo posible y de la mejor manera posible; en una palabra, carecen de sentido de responsabilidad13.

El criollo venezolano es un ser incapaz de aprovechar las posibilidades económicas que brinda el territorio nacional. Las causas, expuestas por el lopecismo, de esta incapacidad son: la indolencia de las razas mezcladas, estimulada por el clima; las tradiciones seculares contrarias a la implantación de una economía enérgica y progresiva; ausencia de una

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Auguste Comte. Discurso sobre el espíritu positivo, Madrid, Alianza Editorial, 1985, p. 94. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 383. Las negritas son nuestras. 12 Cfr. Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 372. 13 Ibid., p. 359. 11

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concepción dinámica del trabajo y la riqueza. Por otra parte, los análisis psicológicos realizados en Caracas en niños y adultos de todas las esferas y actividades señalan una impresionante preponderancia de las facultades imaginativas sobre las analíticas 14. Asunto que a Uslar Pietri le parece muy reprobable.

Nuestra población actual se compone, según el último censo, de 20 por ciento de blancos, 8 por ciento de negros, 7 por ciento de indios y 65 por ciento de razas mezcladas... Si estudiamos el espíritu de cada uno de estos factores encontraremos muchos motivos que explican nuestro atraso presente... La decadencia española es el caso de la inadaptación de un espíritu determinado a las necesidades de un inmenso mundo que estaba naciendo a una vida nueva y más compleja. El indio era aun mucho más incapaz de valorización que el español. Nunca tuvo ni capacidad ni resignación para el trabajo sistemático. Al hablar del indio las palabras pereza y vicio surgen constantemente... El negro, por su parte, tampoco constituye un aporte que pueda beneficiar a la raza. La mezcla resultante no ha superado los componentes originales 15.

Tal caracterización antropológica está signada por la discriminación racial y social propia del siglo XIX, que desprecia lo americano y lo muestra como algo inferior con respecto a lo europeo; lo que sirve y justifica, como veremos más adelante, la política inmigratoria que «mejorará y blanquera» a la población autóctona. Además, esta caracterización está influida por un determinismo biológico, geográfico y cultural muy del gusto de los positivistas venezolanos y latinoamericanos, por medio del cual desarrollan la antítesis entre civilización y barbarie, indudablemente la barbarie es propia de la naturaleza de los americanos.

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Cfr. Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, Caracas, publicado en el Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas, 1937, p. 9. 15 Ibid., pp. 11-12.

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2. LA MUJER

Definida la naturaleza del hombre y caracterizado éste, en general, es preciso indagar sobre las consideraciones que tenía el lopecismo con respecto a la mujer, en particular. Las opiniones acerca de la mujer fueron bien expuestas cuando ante el Congreso Nacional se solicitó el derecho al sufragio para ésta. El debate que se llevó a cabo sobre este asunto es una muestra explícita de la caracterización lopecista acerca de lo que es la mujer. Sigamos el debate, en cuestión: Quien solicita tal derecho para la mujer es Francisco Vetancourt Aristeguieta, diputado por Sucre, quien argumenta, que la mujer presta al Estado una contribución biológica al formar y criar al ciudadano, tributo que ésta ofrece al sistema impositivo según el sistema indirecto de contribución; asimismo, la mujer contribuye a la guerra al ceder sus hijos para la defensa de la patria. Por tanto, concluye Aristeguieta, no es natural que sólo los varones ejerzan el derecho de sufragio16. La caracterización de Vetancourt Aristeguieta, determina a la mujer como objeto utilitario, un instrumento biológico capaz de dar una contribución indirecta al Estado; un «elemento» de uso que «sirve» para lo fines del bienestar de la patria. Vetancourt Aristeguieta, por otra parte, admite que la mujer no está en las mismas condiciones culturales que el hombre, debido al sistema educativo, ésta se encuentra en un nivel más bajo con respecto al varón17. Federico Garrido, diputado por Carabobo, alega que si los venezolanos mayores, entiéndase varones, de veintiún años no saben ejercer el derecho de voto mucho menos sabrán ejercerlo las mujeres. Puesto que, la mujer es un espíritu impresionable y más fácil de dejarse sugestionar, de lo cual se aprovecharán los curas; ya que la institución religiosa hace uso del confesionario para sus intereses particulares; de esta manera, los curas votarán por intermedio de las mujeres18.

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Cfr. Francisco Vetancourt Aristeguieta (diputado, estado Sucre) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 15. 17 Ibid., pp. 42-43. 18 Cfr. Federico Garrido (diputado, estado Carabobo) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, p. 16.

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Para Garrido, la mujer es una imbécil por toda la calle del medio, pues carece de la capacidad de hacerse un criterio propio, una Juan Bimba pero inferior al varón. Además, con tal derecho se convierte en un peligro político, el cual hay que evitar. Celis Paredes, diputado por Trujillo, defiende el derecho de la mujer al sufragio aduciendo que excluir a ésta de tal derecho es falsear el principio básico de la democracia19, que es el gobierno de todos y para todos. Paredes no defiende el derecho al sufragio para la mujer por la condición propia de ser ésta persona, sino por la definición que encarna el régimen político, una defensa abstracta en la que mujer queda subsumida en el régimen político. Por lo cual, será muy fácil para Celis Paredes cambiar posteriormente de opinión. Ante este cambio de opinión alega: mientras la mujer no tenga el derecho de adquirir, administrar sus bienes —se refiere al Código Civil de 1922— y no exista una perfecta separación de los bienes entre el marido y la mujer no podrá tener derecho de sufragio; ya que el derecho al sufragio es una función mucho más alta. Por tanto, a la mujer no debe dársele el derecho de voto. De la misma manera que hizo una defensa abstracta a favor de la mujer, realiza ahora un cambio de opinión, siempre fundado en el hecho que la mujer no es una persona. Alega, además, que si la mujer norteamericana tiene tal derecho es porque los Estados Unidos constituyen una verdadera democracia, mientras que en Venezuela no se ha llegado a tal; complejo político de inferioridad padece Celis Paredes. Y postula, como un buen spenceriano, la evolución no anda a saltos, deben esperarse los procesos naturales para que la democracia llegue a su etapa 20. Por último, considera que las mujeres verdaderamente conscientes se abstendrían de ir a las urnas electorales e irían las que no convienen. Nuestra mujer, la mujer sufrida que se encierra, podemos decir, en una casa a criar hijos; esa mujer honorable que no sale casi a la calle, que solamente vive en la casa en el trabajo del hogar; esa mujer, no va a votar. Van a votar unas pocas mujeres, a quienes no podemos de ninguna manera dar el voto. La mujer de nuestra provincia, esa mujer que, como dice, se encierra en su casa a criar sus hijos, a formar los

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Cfr. Celis Paredes (diputado, estado Trujillo) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, p. 17. 20 Ibid., p. 39.

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hombres del mañana, esas son las verdaderas espartanas, no las que salgan a la calle, a las urnas electorales, a librar las batallas que en ellas se van a librar 21.

Celis Paredes no puede ser más cretino. Murillo Chacón, diputado por Lara, señala, en un discurso fantoche, que dar a la mujer el derecho al sufragio equivaldría a sustraer a ésta del hogar donde es considerada una «diosa», para «arrogarla» a los azares de la política, siendo ella ajena a todo sentimiento que no sea la «paz del hogar». Retórica estúpida, alambicada y sexista de pacotilla esta de Murillo Chacón. Considera, además, que la verdadera contribución de la mujer al Estado es el aporte biológico; para el diputado larense, la mujer sólo debe parir y criar como bien corresponde, por natural, a los animales domésticos. Por lo que en Venezuela, según Murillo, no se necesitan amazonas, lo que se necesitan son mujeres de hogar, mujeres que sean femeninas. Agregamos nosotros, paridoras. Por otra parte, señala el diputado larense, aquellos pueblos en los cuales la mujer ha asumido cargos políticos son pueblos en decadencia, porque los hombres se han degenerado y han cedido sus puestos políticos a la mujer. Para Murillo Chacón, la mujer es un ser decadente. Concluye el diputado, en caso de aprobarse tal derecho la elite de las mujeres venezolanas no irían a las urnas electorales —por honor, vergüenza, pudor y dignidad— ni tampoco irían las mujeres de la clase proletaria porque éstas no saben leer ni escribir. Por tanto, sentencia, en la conciencia de todos está quiénes irían a votar —las mujeres de la más baja condición moral, posiblemente las comunistas— El sufragio sería, según Murillo Chacón, “una merienda de negro”22. Posición en la que concuerda con Celis Paredes. Cuadro miserable el que pinta este diputado. Para Miguel Jiménez Rivero otorgar el voto a la mujer es un hecho contraproducente porque éste sería para la extrema derecha —hace referencia al mismo argumento de Federico Garrido con respecto a los curas— o para la extrema izquierda. Esto debido a que la mujer es incapaz de tomar una decisión por sí misma y siempre estará influida por otro, no

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Ibid., p. 44. A. Murillo Chacón (diputado estado Lara) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, pp. 35-36. La cursiva corresponde al texto citado. 22

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posee criterio propio, no piensa por sí misma. Considera, además, que otorgar tal derecho a la mujer es extemporáneo23, en esto concuerda con Federico Garrido y Celis Paredes. Por supuesto, no hay que ser adivino para saber que se aprobó la propuesta de Murillo Chacón negándose el derecho de sufragio a la mujer. La caracterización de la mujer es consecuencia de la definición antropológica agregando grados de inferioridad con respecto al varón. Los sectores opuestos al gobierno de López consideraban que la mujer era el factor decisivo, capaz de inclinar la balanza a uno u otro lado político, por esta razón pugnaron porque fuese reconocido el derecho femenino al sufragio; ya que de hecho ésta participaba en la actividad política.

3. PARADIGMA ANTROPOLÓGICO

Entre el hombre pasional y el hombre racional es indudable que este último es la aspiración del lopecismo. Con mayor precisión el paradigma lopecista es el varón racional, si tenemos en cuenta la caracterización la mujer; el paradigma lopecista es un asunto de género y en éste un problema de naturaleza. Cómo debe ser este varón ideal. Uslar Pietri lo caracteriza de manera explícita: Hombres de recia disciplina moral y social, contra la anarquía, la indolencia que por tantos años nos ha destruido; hombres con capacidad técnica para el trabajo y la producción, contra el empirismo, la improvisación y el escaso rendimiento; hombres capaces de luchar con éxito contra la naturaleza hostil; hombres con claro sentido del deber para con la Patria, para con los demás venezolanos y para consigo mismo; hombres, en una palabra, capaces de sacar adelante la empresa de crear una gran nación en el maravilloso marco geográfico de Venezuela 24.

El ideal del hombre lopecista no es de ninguna manera el hombre venezolano, ya que éste no corresponde con ninguna de las características del hombre positivo, el Juan Bimba

23

Cfr. Miguel Jiménez Rivero (diputado estado Bolívar) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, p. 40. 24 Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) Memoria y Cuenta (año de 1940) Ministerio de Educación Nacional, Caracas, Editorial Sucre, 1941, p. VIII.

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es la antitesis de éste. Puesto que, el criollo es carente de disciplina y espíritu de cooperación25. La aspiración lopecista es «el hombre positivo», modelo de hombre que hace clara alusión al positivismo; sin embargo, abarca al empirismo, al liberalismo y al pragmatismo, él encarna el principio de autonomía, de iniciativa, responsabilidad, actividad, pluralidad de conocimientos y creatividad26. Este hombre es el inmigrante europeo; ya que ingleses y holandeses han “hecho milagros en medios geográficos muchos más adversos que el nuestro”27. Éstos representan el paradigma lopecista. La fascinación por el inmigrante europeo es herencia del positivismo latinoamericano y de los ideólogos del régimen gomecista. El inmigrante modificara la composición étnica de la población «mejorando la raza» y logrando

así

una

“población

relativamente

densa,

físicamente

fuerte,

moral

e

intelectualmente educada”28; sólo de esta manera es posible cambiar el curso de la historia y hacer de la nación un Estado moderno29. Es necesario inyectar al país una formidable cantidad de sangre nueva que con un nuevo concepto de la vida, con una agresiva mentalidad económica, comience la transformación de nuestra ruinosa estructura económica y social. La condición previa de todo paso efectivo de progreso es la canalización de una gruesa corriente inmigratoria que transforme y eleve el nivel de nuestra población actual ponga a Venezuela en el pórtico de una era de progreso verdadero que le permita igualarse con los pueblos más avanzados del Continente. Antes que todo, Venezuela necesita inmigración30

Tal eurocentrismo antropológico o antropocentrismo europeo es recogido y exaltado en el Plan Monumental de Caracas hasta ser convertido en una parodia aberrante. Según los fundamentos del Plan Monumental, Venezuela se convertiría en una nueva “civilización que

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Cfr. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 118. 26 Cfr. Octavi Fullat. Filosofías de la Educación, p. 354. 27 Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, p. 11. 28 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 84. 29 Cfr. Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, p. 13. 30 Ibid., p. 13.

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ha de surgir del Mar de las Antillas... Destinada a recibir una fuerte inmigración”31. La analogía entre el Mar Mediterráneo y el Mar Caribe es de una estupidez mayúscula; en aquel la raza blanca se ha desarrollado normalmente, en éste se han venido aclimatando otras razas, pues ambos mares son puntos de encuentro y mezcla de grandes civilizaciones32; esto es una burda falacia, fundada en el determinismo geográfico y defensora de la idea colonialista que busca convertir a América del Sur en el África del Nuevo Mundo33. El ideal lopecista del hombre se funda en una clara concepción racista y en un complejo de inferioridad, ya que el inmigrante le resulta imprescindible. Esta absurda ficción presenta una anomalía expuesta por el mismo López Contreras, quien señala: Cuando el país haya alcanzado el pleno goce de las libertades fundamentales, indispensables para su paz ordenada, y cuando comiencen a recibir solución metódica los problemas de la higiene pública, del trabajo, de las comunicaciones, de la educación nacional, de la agricultura, de la política tributaria y comercial, podrá emprenderse un plan de inmigración y colonización con extranjeros34.

¿Quién va a realizar estas mejoras? ¿Cómo será esto posible? Si los criollos son unos indolentes, indisciplinados y miserables. Acaso el criollo construirá la patria para que el inmigrante lo colonice; paradójico este argumento, pues quien va ser colonizado construirá las condiciones necesarias para que lo colonicen. Las condiciones previas que posibiliten el plan inmigratorio y colonizador serán impulsadas por la elite nacional, única que es capaz de promover los cambios para alcanzar una nueva sociedad semejante al ansiado modelo europeo. ¿Será este el fin último del plan urbano? Una nueva ciudad para una nueva raza. Construir una ciudad nueva para el despliegue del hombre positivo.

31

Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, año I, número 1, noviembre, Caracas, 1939, p. 19. 32 Ibid., pp. 17–19. 33 Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, p. 88. 34 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 84.

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II. EDUCACIÓN 1. FUNDAMENTOS

El panorama educativo, en 1936, es desolador. Carece de principios que orienten el proceso educativo, de organización y de objetivos a corto y mediano plazo. La educación es asunto de ínfimas minorías, las grandes masas de la población permanecen excluidas de ésta. Está caracterizada por el elitismo y por la inutilidad práctica, es concebida en función de las clases acomodadas que tienen como único fin alcanzar el título universitario. Es una actividad ajena al desarrollo económico-social del país35. La escuela venezolana tiene un carácter marcadamente intelectualista y un énfasis en el aprendizaje de memoria, funda el aprendizaje en los instrumentos culturales, en la recitación de algunos libros escolares y en la audición y repetición de las palabras del maestro. Es una escuela autoritaria, donde el alumno es concebido como un ser pasivo36. Por estas razones, el gobierno de López Contreras toma la decisión de dar una nueva orientación a la política educativa del país aprobando, en 1940, la Ley de Educación, que impulsaría la renovación educativa y definiría el nuevo espíritu de la nación. “Esperamos iniciar -señala López Contreras- la revolución del sistema secular de nuestra enseñanza primaria, reemplazando el verbalismo académico y la tendencia privilegiada por la capacitación tecnológica del alumnado y su mayor democratización” 37 La Ley de Educación establece:

El Estado venezolano considera la educación como un proceso integrador del individuo desde el punto de vista de su desarrollo biológico y de su desenvolvimiento mental y moral. Con fines primordiales el Estado venezolano asigna a la Educación Pública los de levantar progresivamente el nivel espiritual y moral de la nación venezolana, adiestrar a los ciudadanos para el desarrollo de su capacidad productora, intelectual y técnica y fortalecer los sentimientos de cooperación y solidaridad nacional 38

Para Uslar Pietri, “la educación primaria constituye la clave, la esencia, y la condición necesaria de todo el sistema educacional. Con una escuela primaria deficiente o mal

35

Cfr. Alexis Marquez R. Doctrina y proceso de la educación en Venezuela, p. 105-107. Cfr. Lorenzo Luzuriaga. La Educación Nueva, Buenos Aires, editorial Losada, 1958, pp. 20-21. 37 Eleazar López Contreras. Op. cit., pp. 249-250. 38 Ley de Educación de 1940, Capitulo 1, Articulo Nº 1. 36

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orientada se desnaturaliza y anula la eficacia de todas las otras ramas de la enseñanza, y lo que es peor se desnaturaliza y anula la capacidad latente del hombre en el niño”39. Además, la educación fundada en teorías y nociones abstractas cae en el desarraigo, en el olvido, en el abandono del medio y de los requerimientos específicos permaneciendo en lo conceptual abstracto40. Por lo cual,

La educación pública no puede ser un sistema que esté desconectado de la realidad circundante, sino que antes bien, debe estar inspirada en las necesidades de aquel a quien se pretenda educar… La educación pública oficial, y cualquier otra que discipline las facultades del individuo, no deben dejar a éste en los portales de la incompetencia, frente a la actividad cada día más apremiante de la vida social o ciudadana 41.

Se necesita, pues, una educación adecuada para una realidad histórica, social y económica, una educación para un ser real y no para un fantasma intelectual. Por tanto, la escuela venezolana tiene que ser preparación para la vida venezolana 42. Para López, la “capacitación tecnológica es fundamentalmente necesaria en un país donde los programas de enseñanza se han basado siempre sobre el memorismo, con olvido notorio en todo lo que se relaciona con las profesiones manuales y las artes mecánicas” 43. La reforma educativa tiene su fundamento en los postulados de la «Escuela Nueva». La cual se funda, desde finales del siglo XIX, en el ideal pedagógico esbozado por Montaigne, quién en los Ensayos indica que los maestros deben andar al ritmo de los alumnos; lo que determina el puerocentrismo escolar y la pedagogía funcional, para la cual cada fase y cada tarea de la educación responden a un ciclo vital44. La escuela es concebida como vida, en ella se aprende resolviendo problemas reales de la cotidianidad y no a través de transmisión de saberes, lo fundamental es la orientación dada al trabajo educativo, el cual tiene mayor importancia que la enseñanza de contenidos abstractos. La condición práctica

39

Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 214. 40 Cfr. Arturo Uslar Pietri. “La escuela venezolana”, Educar para Venezuela, Madrid, Editorial Lisbona, tercera edición, 1982, p. 13. 41 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 176. 42 Cfr. Arturo Uslar Pietri. Op. cit., p. 17. 43 Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 249. 44 Cfr. Rafael Fernández Heres. La educación venezolana bajo el signo de la Escuela Nueva (1936-1948) Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996, p. 70.

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de la educación se fundamentó en el pragmatismo de J. Dewey, quién postuló «learning by doing»45. En la «Escuela Nueva» predomina, a fines del siglo XIX, la tendencia representada por Herbert Spencer y la herbartiana de Ziller, Stoy, Rein46; la influencia de Augusto Comte es fundamental en el culto a la experiencia y la creencia en el progreso. En el siglo XX, predomina la tendencia de Jhon Dewey, Decroly en 1907, Montessori en 1909 y Kerschensteiner en 1912, quienes impulsaron las más importantes experiencias de ésta. Las bases fundamentales son el empirismo, el positivismo, el liberalismo, el pragmatismo y el existencialismo47. La pedagogía positivista no era nueva en Venezuela, ésta había entrado al sistema educativo venezolano cuando Gil Fortoul fue Ministro de Instrucción Pública (1912) Para ese entonces apareció en el programa educativo, por primera vez en Venezuela, la ciencia y la técnica como parte de la educación. En 1932, en un nuevo intento de renovación educativa impulsado por Prieto Figueroa se retomó el arranque inicial del positivismo pedagógico, el cual se enfrentaba a la educación de «palmeta y memoria», y a los maestros formados en los conceptos herbartianos de la educación48. Luis Beltrán Prieto Figueroa es el principal propulsor de la «Escuela Nueva», no el gobierno de López Contreras. Prieto Figueroa sintió admiración por Claparède, Decroly y por la pedagogía social de Jhon Dewey49. La reforma educativa contó con el apoyo del lopecismo ya que ésta satisfacía los intereses democráticos y el nuevo orden político a que aspiraba López Contreras 50; en este sentido, la reforma educativa tiene como objetivo la preservación de las normas y las instituciones del Estado. Tal objetivo se funda en la disciplina que inculca obediencia, respeto y principios éticos para con la familia, la sociedad y el Estado. Ya que, “cuando de las mentes en formación se apodera el frenesí de las ideas anárquicas y disolventes, cuando tal sucede,

45

Cfr. Octavi Fullat. Filosofías de la Educación, Barcelona, Ediciones CEAC, 1978, p. 352. Cfr. Lorenzo Luzuriaga. La educación nueva, Buenos Aires, editorial Losada, 1958, pp. 20-21. 47 Cfr. Octavi Fullat. Op. cit., pp. 337-348. 48 Cfr. Guillermo Luque. Momentos de la educación y la pedagogía venezolana (entrevista a Gustavo Adolfo Ruiz) Caracas, U. C. V., 2001, p. 159. 49 Cfr. Rafael Fernández Heres. La educación venezolana bajo el signo de la Escuela Nueva (1936-1948) Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1996, p. 70. 50 Ibid., p. 36. 46

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es porque la corrupción ha invadido todos los campos de la actividad social” 51. Acciones propias de la parte irracional del hombre; las cuales deben eliminarse por medio de la disciplina educativa, que consiste en educar la sensibilidad domando los instintos primitivos y formando el carácter hacia esfuerzos armónicos para el logro “del bien y de justicia” 52, esto es, la instauración de la cordura como principio fundamental de la educación para la consecución del progreso social. Para López, opuesto a las ideas «anarquistas y disolventes», considera que para alcanzar el progreso del hombre es fundamental “la forma evolutiva, que educa e incorpora al hombre a una categoría de pensante superior”53. El lopecismo, identificado con el evolucionismo spenceriano, confía en que a través del proceso evolutivo la sociedad alcance el progreso social; ya que las sociedades no se hacen sino que crecen 54. La educación como parte necesaria de la evolución social tiene el fin de transformar al venezolano en un ciudadano democrático y liberal que apuntale el progreso del país, y cumple, de esta manera, el cometido histórico que el gobierno se ha impuesto55. Tal cometido histórico es la preservación y consolidación del Estado democrático liberal. ¿Cómo hacer compatible la antropología lopecista con los postulados de la reforma educativa? Si ésta tiene “como norte formar hombres virtuosos y capaces de hacer valer toda la riqueza potencial de nuestro territorio”56, hombres racionales y emprendedores para el progreso. Algo ajeno, según el lopecismo, al venezolano. La reforma educativa establece la interrelación entre las características físicas del país y el género de vida del venezolano al considerar el carácter racial, ambiental e histórico de éste. La reforma inserta en la visión evolutiva permitirá

educar al venezolano

“progresivamente para el ejercicio de los derechos políticos” 57. No obstante, esperar el cumplimiento del ciclo evolutivo no despeja la duda de la incompatibilidad entre antropología

51

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 91. 52 Ibid., p. 185. 53 Ibid., p. 407. 54 Cfr. Herbert Spencer. Creación y Evolución, Buenos Aires, Editorial Tor, s.f., p. 19. 55 Cfr. Arturo Uslar Pietri. “Memoria y Cuenta de 1941”, Educar para Venezuela, Madrid, Editorial Lisbona, tercera edición, 1982, p. 251. 56 Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 23, p. 110.

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y educación lopecista. Para Manuel Egaña es “indispensable realizar una enérgica y acertada política inmigratoria que es uno de los aspectos más provechosos de la política de educación”58. La confianza en la evolución spenceriana no era tan sólida; ésta debía acelerarse por medio de la inmigración. La educación lopecista está dirigida formar el hombre positivo; éste sólo se atiene a los fenómenos y encarna en sí el principio de autonomía, de iniciativa, de responsabilidad y cooperación. Con la formación del hombre positivo se pretende lograr la eficacia en las ciencias, en consecuencia, el progreso del país. Opuesto al hombre positivo está el criollo, en quien predominan “las facultades imaginativas sobre las analíticas”59, tales facultades incapacitan al venezolano de tener una concepción moderna y dinámica del trabajo y de la riqueza. Las facultades imaginativas son rechazadas porque éstas no se apoyan ni en certezas ni en leyes científicas. Para Uslar y López lo que no puede ser sometido a los principios de la ciencia carece de valor y es visto con desagrado. El lopecismo estableció (por medio de la Constitución Nacional60) una elite dirigente fundada en el hombre positivo capaz de llevar los destinos de la patria, con lo cual articula un régimen excluyente y de las minorías. La reforma educativa estuvo limitada por la naturaleza liberal del gobierno lopecista61. Lo que interesaba al lopecismo era el reconocimiento y la aceptación del Estado liberal; este es el fin primordial de la reforma educativa, a saber, el “anhelo de vivir en una República en donde la libertad sea un culto y el respeto a la autoridad un deber fundamental del ciudadano”62. En última instancia, la educación es un instrumento ideológico de sometimiento. En este sentido, López apela a la figura del Libertador. Busqué refugio y consejo en las enseñanzas de los Padres de nuestra nacionalidad. Fulge con lumbre imperecedera en el vértice de esas enseñanzas el ideario bolivariano, que abarca desde la forma política de gobierno que más conviene a

57

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 407. 58 Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 373. 59 Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, Caracas, publicado en el Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas, 1937, p. 13. 60 Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Titulo IV, Artículo 40. 61 Cfr. Guillermo Luque. “Estado y educación en la Venezuela del siglo XX: Una síntesis para la reflexión y la polémica”, La educación venezolana historia, pedagogía y política, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 245. 62 Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 337.

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nuestra democracia, hasta las reglas de conducta pública que deben observar los ciudadanos. Ideario nacionalista, de paz y de justicia social, de respeto mutuo, de jerarquías disciplinadas, de igualdad ante las leyes, de libertad dentro del orden, y de pujanza patria, así en el país como fuera de sus fronteras63.

Equipara, soterradamente, la figura del Libertador y de los Padres de la patria con la figura del Estado. Por tanto, se debe a éstos, es decir al Estado, sometimiento y respeto. 2. MUJER Y EDUCACIÓN

El derecho a la educación de la mujer había sido considerado en 1821, cuando el Congreso General de Colombia promulgo la ley sobre el establecimiento de escuelas primarias para niños de ambos sexos 64. José María Vargas, en 1838, había pedido que se intensificara la educación de la mujer 65. Las primeras escuelas para mujeres, fundadas en el siglo XVIII en Venezuela, hacen hincapié en que la educación femenina debía estar limitada a completar el papel de la mujer como madre y esposa expresando el asenso social y enseñando lo que ésta necesitaba para actuar en sociedad. La mujer concebida como animal reproductivo, recordemos el debate sobre el derecho al sufragio. Esta actitud se modificó parcialmente mediante la admisión de la mujer en las universidades. No obstante, la educación de la mujer está determinada por la preeminencia del rol de madre y esposa, ésta sólo estudiaba lo que le permitía combinar el rol de madre y esposa con su carrera profesional. El Estado, por otra parte, contribuye a estereotipar las ocupaciones y el papel de la mujer al establecer formas específicas de educación para ésta. El Estado, por medio de las leyes, fijó los linderos de los actos de la mujer y la posición de ésta en la sociedad66. La Constitución de 1936 no niega el derecho de la mujer a la educación. La reforma educativa de 1940, por su parte, contempla el establecimiento de la Escuela Superior de Artes y Oficios para Mujeres. En esta escuela la mujer debía “tener como base un

63

Ibid., p. 282. Cfr. Angelina Lemmo. La educación en Venezuela de 1870, Caracas, U. C. V., 1976, p. 12. 65 Ibid., p. 15. 66 Cfr. Asunción Lavrin. Las mujeres latinoamericanas (perspectivas históricas) México, F. C. E , p. 352. 64

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aprendizaje artístico, pues sólo por medio de él, intensificando, por ejemplo, los estudios de dibujo y composición, se pueden preparar especialistas capaces, no sólo de copiar modelos y formas rutinarias, sino también de desarrollar una labor creadora” 67. Aun cuando la Constitución Nacional no excluye a la mujer de la educación, ésta, por las condiciones reales, está excluida del sistema educativo y sólo pueden participar de éste una minoría. Además, como podemos apreciar, la inclusión de la mujer en la educación está signada por la concepción antropológica, razón por lo cual sólo es considerada para el aprendizaje de los oficios manuales y de las artes, que pertenecen al ámbito de las facultades imaginativas, reforzando así la condición de la mujer como ser inferior con respecto al varón. La reforma educativa preserva la discriminación social y de género contra la mujer, ya que ésta al carecer de ciudadanía no puede ejercer los mismos cargos que el varón; además, sólo es educada para ser un elemento en la cadena productiva del país ocupando un puesto marginal; este papel tiene que compartirlo con el de animal reproductor, que es su rol fundamental, sólo que el Estado liberal necesita de la mayor cantidad de mano de obra posible y para eso está la mujer. La educación de la mujer sólo sirve al progreso de la nación, no al mejoramiento de ésta en cuanto persona.

3. OBJETIVOS Y METAS

Como hemos indicado anteriormente, el propósito fundamental de la reforma educativa es el reconocimiento y sometimiento al Estado liberal, cualquier objetivo específico deriva de este propósito fundamental, por ejemplo, el logro del progreso económico-social propio de la concepción liberal. El lopecismo pretende formar, por medio de la educación, hombres para la libertad y la democracia, es decir, hombres liberales. Cuando en la Constitución de 1936 se señala que “la educación moral y cívica del niño es obligatoria, y se inspirará, necesariamente, en el

67

Arturo Uslar Pietri. “Proyecto de Ley de Educación”, Pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 23, Caracas, Ediciones Congreso de la República, 1986, pp. 111-112.

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engrandecimiento nacional y la solidaridad humana” 68, se establece que la educación tiene como fin la formación del hombre liberal, el único al cual la Constitución reconoce. La reforma educativa venezolana tenía cuatro objetivos principales. Éstos eran a saber:

En primer lugar, estar concebida para la formación del carácter moral y del sentido de la responsabilidad en el educando; en segundo término, extensión suficiente y estrecha coordinación de los distintos planes de estudios que garanticen al educando en cada etapa y en cada sector el mínimum de una buena información científica y cultural; luego, y concomitante con el anterior requisito, formación e información adecuadas para hacer al hombre útil al medio en que va a actuar; y por último, como condición necesaria, para hacer posibles los tres objetivos anteriores, disposiciones legales generales y uniformes que garanticen e impongan su realización 69.

Cada objetivo por separado y éstos en conjunto atienden, insistimos a un solo fin, a la consecución del hombre liberal, que sólo se reconoce en el Estado liberal. En este aspecto, el lopecismo es monotemático y todo objetivo deriva de éste. La educación responde a un solo y último fin, el Estado. La consolidación y el progreso del Estado es lo que importa. La insistencia en el carácter moral de la educación es relevante. Sin embargo, ésta tiene un trasfondo político más que de orden moral. El objetivo moralizador de la educación pretende alejar a la población de las tendencias comunistas y anarquistas, las cuales eran consideradas contrarias a la independencia, a la forma política y a la paz social de la Nación. Y por éstas,

Sufre el país una crisis desorientadora, a causa del extravío ideológico de un grupo de hombres cuya vida espiritual fue envenenada en el exterior por doctrinas nacidas en medios donde la lucha por la existencia tiene proporciones verdaderamente trágicas; sufre por la vanidad de unos, por el exhibicionismo de otros, y por el egoísmo de los más; y bajo la influencia de esa disolvente campaña el desconcierto cunde y la 70 República retrasa su avance y el desenvolvimiento normal de sus actividades .

Como observamos, el objetivo moral es en realidad un objetivo político. De allí el uso de la figura del Libertador como figura moral, por cuanto éste encarna a la República en tanto

68

Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 15. Arturo Uslar Pietri. Memoria y Cuenta del Ministerio de Educación Nacional de 1940, Caracas, Editorial Sucre, 1941, p. X. 70 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 132. 69

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fundamento del espíritu del pueblo y de la conciencia nacional. Contrario a los anarquistas y comunistas que representan y encarnan doctrinas extrañas. Por la misma razón López enarbola el ideario bolivariano, ya que éste abarca: “La forma política de gobierno que más conviene a nuestra democracia, hasta las reglas de conducta pública que deben observar los ciudadanos. Ideario nacionalista, de paz y de justicia social, de respeto mutuo, de jerarquías disciplinadas, de igualdad ante las leyes, de libertad dentro del orden, y de pujanza patria, en el país como fuera de sus fronteras”71. Por cuanto este ideario sirve a los intereses fundamentales de la Patria, fue necesario revivir las ideas del Libertador y erigirlas en normas de conducta cívica. Con este ideario, se pensaba situarse “en el rol de los pueblos que defienden y aman los principios inmutables y eternos de la justicia y del bien, y repudian, por verdadera constitución, la violencia, la revolución y la demagogia que destruye lentamente el hábito del orden y conduce hacia la descomposición social y política”72 Al poder superar la disonancia política, la reforma lopecista pretendía formar venezolanos “íntegramente útiles para la faena mental, espiritual y práctica” 73. El lopecismo reformó las leyes educacionales con el fin de hacerlas más adecuadas a las necesidades del progreso del país. De esta manera, la educación pública se orientó hacia fines prácticos profesiones manuales y las artes mecánicas con el fin de eliminar “el parasitismo social, que es consecuencia forzosa de la mala preparación en la escuela pública” 74. La reforma educativa tenía el propósito de identificarse con la realidad nacional. Una educación que “consulte las peculiaridades de la vida nacional y que capacite al educando para comprender y actuar con eficacia en el medio social venezolano” 75. No obstante, ¿cómo identificarse con una realidad que era en exceso precaria, según el lopecismo? Esto entraña una contradicción insuperable, se pretende educar para una realidad; sin embargo, ésta es rechazada, lo que indica que la realidad pretendida es abstracta, ideal. La educación es, para

71

Ibid., p. 282. Ibid., p. 433. 73 Arturo Uslar Pietri. Memoria y Cuenta del Ministerio de Educación Nacional de 1940, Caracas, Editorial Sucre, 1941, p. XIV. 74 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, pp. 176-177. 75 Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) “Proyecto de Ley de Educación”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 23, pp. 110-111. 72

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el lopecismo, transformación preconcebida a partir de los ideales positivistas, no comprensión de la realidad. La educación se proyecta desde la realidad positivista, con el objeto de imponerla a una realidad existente. La Ley de Educación fue aprobada en el año de 1940, el gobierno de López duró hasta 1942, esto indica que por razones de tiempo las reformas de la Ley no pudieron ser implementadas, lo que convierte a ésta en un proyecto inconcluso. Segundo, porque la reforma educativa fue un asunto de minorías y no estuvo relacionada con la ciudadanía76, ni con el país ni con la tradición ni con el clima. La reforma educativa sólo estuvo relacionada con la ciudadanía en función de la naturaleza del Estado liberal, esto la convierte en un mero verbalismo académico.

76

Cfr. Guillermo Luque. “Estado y educación en la Venezuela del siglo XX: Una síntesis para la reflexión y la polémica”, La educación venezolana historia, pedagogía y política, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 245.

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III. CONDICIÓN HUMANA 1. LOS HABITANTES

La colectividad humana a través de lo social, lo demográfico y económico coexiste en un espacio-tiempo determinado, estas circunstancias configuran las posibilidades reales de la condición humana. Tal condición está determinada por las actividades bajo las cuales el hombre lleva su existencia. La población rural y urbana, entre 1936 y 1941, registra mínimas modificaciones. La población es mayoritariamente campesina, habita en caseríos y está diseminada en chozas, la que se había ubicado en el ámbito urbano es muy escasa77. La mayoría está mal alimentada, mal vestida, mal alojada. Disminuida en su capacidad de vida útil por: la ignorancia, el paludismo, el anquilostomo, el aislamiento, la mortandad infantil y las enfermedades de origen hídrico diezmaban la población78. La vida cotidiana significa condiciones

sociales

infrahumanas,

Infra-alimentación,

insalubridad

enfermedades

endémicas y epidemias incontrolables, lo cual determina la elevada mortandad y el estancamiento en el incremento natural de la población79. Como consecuencia de la ocupación demográfica impera el latifundismo como sistema de producción. Los peones y campesinos mantienen una relación de servidumbre. El peonaje al no tener poder de adquisición se convierte en un libre asalariado y, al depender de las tierras del amo, su libertad personal es anulada. Las condiciones de vida de los campesinos sometidos al régimen del peonaje, es decir, la mayoría, coloca a éstos en “en real estado de servidumbre y, no pocas veces, de esclavitud disimulada”80. La condición del campesino y del obrero es lo que Hannah Arendt denomina la condición de labor. “Laborar significaba estar esclavizado por la necesidad, y esta servidumbre era inherente a las condiciones de la vida humana. Debido a que los hombres

77

Cfr. Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, p. 44. 78 Arturo Uslar Pietri. Venezuela en el petróleo, Caracas, Urbina & Fuentes editores, 1984, p. 52. 79 Cfr. Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, Caracas, U. C. V., 1996, p. 403. 80 Ibid., pp. 494-495.

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estaban dominados por las necesidades de la vida, sólo podían ganar su libertad mediante la dominación de esos a quienes sujetaban a la necesidad por la fuerza” 81. La oligarquía, contraria al asalariado, se hace libre al someter al peón a la labor; lo que el peón deja tras sí es la libertad del terrateniente y del oligarca, lo mismo sucede con el obrero que libera al patrón de la labor. “El animal laborans, llevado por las necesidades de su cuerpo, no usa este cuerpo libremente como hace el homo faber”82 El homo faber es dueño de sí mismo y de sus actos, no es posible decir lo mismo del animal laborans quien está sujeto a la necesidad de su propia vida. La labor es destructiva y devoradora de la misma actividad laborante. En consecuencia, para el animal laborans no existe el espacio público, por cuanto éste no es ciudadano, éste carece de vida pública, de mundo; está excluido de habitar la esfera pública, de la vida mundana. El homo faber, por su parte, está capacitado para vivir la esfera pública aunque ésta no sea propiamente la esfera política83. El Juan Bimba, por su condición de animal laborans, carece constitucionalmente del derecho al sufragio; en consecuencia, carece de ciudadanía y no es hombre público; por lo que está excluido de la esfera política. La oligarquía, por su parte, se apropia del ámbito político reforzando para sí su capacidad hegemónica por medio del control de todos los procesos demográficos84. El homo laborans no está capacitado para llevar a cabo el desarrollo económico, intelectual, político y social de Venezuela. En consecuencia, el lopecismo, considera necesario el «aporte de sangre nueva»; por lo que plantea la necesidad de configurar una población físicamente fuerte, moral e intelectualmente educada para el desarrollo de una economía próspera por medio de la inmigración europea. “En buena doctrina de positivismo político, lo que necesitamos urgentemente es, sin duda alguna, el mejoramiento del material humano en cantidad y en calidad”85 El inmigrante europeo traería costumbres civilizadas, un alto nivel de vida, hábitos higiénicos, educacionales y el fermento de una noción elevada de la dignidad humana y la

81

Hannah Arendt. La condición humana, Barcelona, Editorial Seix Barral S. A., 1974, p. 117. Ibid., p. 160. 83 Cfr. Ibid., pp. 213-214. 84 Cfr. Marcos Negrón. “Territorio y sociedad en la formación de la Venezuela contemporánea 1920-1945”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U. C. V., 1991, p. 26. 85 Critica (editorial) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 27, p. 460. 82

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vida civil86. En particular, después de la primera guerra mundial (1914-1918) y estando en preparación la segunda guerra mundial (1939-1945) en la cual dejaron a Europa devastada y dieron una excelente demostración de alto nivel de humanidad en los campos Auschwitz y otros más. ¿Pensaría el lopecismo utilizar a los europeos varones como sementales, y a las hembras europeas como vientres a cargar para lograr una buena cosecha de crías? Lo que propone el lopecismo, en última instancia, es la eugenesia. El lopecismo, demuestra tener el mismo complejo, o tal vez un simplejo, de inferioridad racial de los positivistas latinoamericanos, quienes rinden un culto desmesurado a la cultura europea como aspecto fundamental de su servilismo intelectual. La predica de López Contreras, Uslar Pietri y Manuel Egaña, entre muchos otros, es un predica vacua; lo que ésta muestra es el profundo desprecio que tienen hacia lo criollo, desprecio fundado en la discriminación racial y social. El culto lopecista a lo europeo ahonda el desequilibrio en la psicología colectiva, los europeos como buenos y nobles, los criollos bajos y malos. El criollo es hundido en el más profundo nivel de inferioridad. Con el europeo, en cambio, se crea una aristocracia racial que termina denominándose meritocracia. Para la consecución del Plan Monumental la inmigración es un factor esencial. Puesto que ésta contribuiría a la prosperidad económica apuntalada por el petróleo y aseguraría el porvenir del país87. Los fundamentos del Plan Monumental coinciden plenamente con la tesis de Uslar Pietri, para quién: “la condición previa de todo paso efectivo de progreso es la canalización de una gruesa corriente inmigratoria que transforme y eleve el nivel de nuestra población actual ponga a Venezuela en el pórtico de una era de progreso verdadero que le permita igualarse con los pueblos más avanzados del Continente. Antes que todo, Venezuela necesita inmigración”88. Sin inmigración no era posible llevar a cabo el Plan Monumental. Porque el Juan Bimba no era un ser apto ni contribuía de ninguna manera al progreso del país.

86

Cfr. Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, Caracas, Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas, 1937, p. 18. 87 Elbano Mibelli. “Plan Monumental de Caracas”, Revista Municipal del Distrito Federal, p. 17-19. 88 Arturo Uslar Pietri. Op. cit., p. 13. La inmigración es un precepto constitucional consagrado en el Artículo 32, numeral 8º, apartado 3, de la Constitución de 1936.

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2. LA PROPIEDAD

La Constitución Nacional, en el Artículo 32, 2º, señala que la propiedad, es inviolable, y sólo por causa de utilidad pública o social podría ser expropiada 89. El lopecismo garantiza la propiedad, porque ésta es pilar fundamental del Estado liberal. Por lo que,

Las garantías individuales y la propiedad deben defenderse y protegerse no sólo para sanción moral, sino para dejar de una vez, inequívocamente establecido, que si mi gobierno garantiza y respeta libertades bien ejercidas, no tendrá contemplación alguna para el vagabundaje, ni la tendrá tampoco para los extremistas urbanos que estimulan y fomentan tan dañinas prácticas90.

Hemos observado que la gran mayoría de la población vive en la miseria; por lo cual, la propiedad es algo de lo que ésta carece, sólo tiene el cuerpo y este lo vende por un precio miserable; en consecuencia, esta mayoría forma parte de «el vagabundaje». El lopecismo defiende el derecho de propiedad de los terratenientes, comerciantes y oligarcas. La propiedad latifundista, en el gobierno de López, se fortaleció e incrementó a expensas de las tierras de dominio público; se desarrolló una estructura económica que impuso una política de concesiones basada en las necesidades de los monopolios. La política agraria del gobierno de López no se propuso “ni siquiera rozar la estructura de la secular propiedad territorial latifundista existente en enezuela”91. El desarrollo de la explotación petrolera, por otra parte, fortaleció el latifundio; las empresas petroleras dominaron extensas áreas territoriales convirtiéndose en el primer latifundista del país. Estas empresas controlaron las mejores tierras de producción agrícola transformando éstas en zonas de exploración y reservas petrolíferas92. La permanencia del modo pre-capitalista determinó la configuración espacial del territorio nacional. El alto grado de segregación social y el desprecio racial determinaron la configuración del Plan Monumental de Caracas.

89

Cfr. Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, Artículo 32, numeral 2º. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, pp. 47-48. 91 Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, p. 93. 90

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3. CLASES SOCIALES

El programa de gobierno de López estuvo impulsado por la necesidad de aumentar la capacidad económica del país. Lo que se traducía en estimular la capacidad productiva del trabajo y las ofertas del mismo. Este programa económico se basaba en un principio constitucional, ya que en la Constitución de 1936 se establecía que: La ley dispondrá lo necesario para la mayor eficacia y estímulo del trabajo, organizándolo adecuadamente y estableciendo la protección especial que deberá dispensarse a los obreros y trabajadores, para proveer el mejoramiento de su condición física, moral e intelectual, y al incremento de la población. El Estado promoverá el amparo de la producción y establecerá las condiciones del trabajo en la ciudad y en el campo, teniendo en vista la protección social del obrero y del jornalero y los intereses económicos del país93.

De este modo, se ampara la libertad de industria y de trabajo, las cuales sólo tendrán las limitaciones que impongan el interés público y las buenas costumbres. No era para menos en un Estado liberal. Las libertades relativas al trabajo deberán reglamentarse con el objeto de evitar los conflictos sociales a que puedan dar lugar cuando se ejerce en contra de los intereses de la comunidad. En un régimen de legalidad, los derechos de los patronos y de los obreros tienen que concurrir a una finalidad común, o sea, la de crear la mayor suma de riqueza pública y de bienestar individual94.

El interés de López consiste en garantizar la paz, pero una paz que siempre estará subordinada a los intereses y en beneficio de la clase propietaria de los medios de producción. Existe una intrínseca relación irrenunciable entre la imposición del modelo liberal y la subordinación de las mayorías; mantener esta intrínseca relación es lo que el lopecismo denomina el interés nacional. “La consigna que debe guiar nuestros esfuerzos debe ser la de

92

Cfr. Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, p. 379. Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, Artículo 32, numeral 8º. 94 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 76. 93

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trabajar, en armoniosa conjunción de voluntades, en un solo propósito: el bien de la Patria y la felicidad común”95. La «felicidad común» en un país de infelices Juan Bimbas, una ironía. El lopecismo como régimen democrático liberal desconoció la existencia de las luchas de clases. Para López, en Venezuela no había lucha de clases porque no existía el capital y el trabajo no se había desarrollado. Un argumento muy bien forjado, no hay capital ni trabajo, por tanto, no hay luchas de clases. El desarrollo económico introdujo cambios fundamentales en la estructura social venezolana. La población rural liberada de la dependencia de la tierra e incorporada como mano de obra asalariada a las explotaciones petroleras integró los primeros elementos para la formación de una nueva clase social. El moderno proletariado venezolano se caracterizó por estar en íntima conexión con las formas más avanzadas de la economía industrial y sin más propiedad que la de vender su fuerza de trabajo96. La huelga de los trabajadores petroleros de 1937 finalizó con la ilusión de una democracia feliz. La clase media participó en la lucha de clases organizándose en partidos políticos. La burguesía nacional, por su parte, mantuvo el modo de producción pre-capitalista y semi-feudal, sacando provecho de la ausencia de un desarrollo industrial, convirtiéndose en un freno para el capitalismo industrial. Lo que hizo esta burguesía parasitaria fue aumentar el capital usurario surgido de inversiones en actividades improductivas 97 y además reforzado por la ausencia de una política económica98. 4. HIGIENE Y SALUD

La higiene pública se convirtió en el gobierno de López en asunto constitucional. Puesto que la insalubridad y la miseria disminuían la capacidad útil de vida de los venezolanos; el paludismo, el anquilostoma, la mortandad infantil y las enfermedades de origen hídrico diezmaban la población, junto a enfermedades relacionadas con las condiciones infrahumanas en que vivía la mayoría de los habitantes. Las condiciones sanitarias frenaban el crecimiento natural de la población. La explotación petrolera, por su

95

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 152. Cfr. Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, pp. 409-419. 97 Cfr. Ibid., p. 409. 96

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parte, aumentó la mortandad causada por los accidentes industriales, ya que el obrero no sabía hacer uso de este modo de producción99. En la Constitución de 1936 se la necesidad de “observar las disposiciones de higiene pública, conservación de bosques, aguas y otros aspectos semejantes que las leyes establezcan en beneficio de la comunidad” 100, en función de las leyes y reglamentos federales sobre sanidad y bajo la inspección del servicio sanitario federal. De esta manera, la higiene y la salud se constituyen en una posibilidad de la condición humana, pues “una democracia no puede ser justa en sus principios ni fecunda en sus resultados sin el bienestar individual de los hombres que la integran, y el primer bienestar es el que se relaciona con la salud física y la holgura económica del hombre” 101. Caso extremo de insalubridad y deterioro lo representa, en Caracas, El Silencio considerado “una lepra que come poco a poco la cuadratura urbana y los espacio verdes de la época colonial”102. La ciudad tradicional está afectada físicamente, lo cual trae como consecuencia la desvalorización urbana de toda la ciudad. Pero esto se repite, al carecer de buenos servicios de higiene pública, en todas las ciudades del país El Plan Monumental de Caracas, como medio para alcanzar el progreso, pretendía erradicar la insalubridad urbana, al ofrecer una forma sana, agradable y útil de vida; puesto que, “en una ciudad sana, construida armoniosamente se economizan numerosos hospitales; una ciudad limpia y llena de luz no conoce la criminalidad que germina en los barrios de alojamientos oscuros y de calles tortuosas”103. El Plan urbano es una medida de orden higiénico que pretende mejoras en las instalaciones públicas, en las viviendas y una mejor organización urbana; por medio del mismo se procura una profilaxis de orden fisiológico y social.

98

Cfr. Rómulo Betancourt. Venezuela, política y petróleo, Caracas, Monte Ávila Editores, 2001, p. 119. Cfr. Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, Caracas, U. C. V., 1996, pp. 404-405. 100 Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, Artículo 32, numeral 2º. 101 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 245. 102 Carlos Eduardo Misle. “El Silencio de ayer, de anteayer y de hoy”, El Silencio y sus alrededores, Caracas, FUNDARTE, 1985, p. 13. “En 1941 los diarios ofrecieron otros interesantes datos sobre los inmuebles de le ‘El Silencio’. En los trabajos previos se destruyeron 1.792 habitaciones, de las cuales 1.132 estaban dedicadas a prostíbulos, ventas de licores y casas de vecindad. En la zona se registraron en el momento de su desocupación 465 casos de tuberculosis, 2.327 de sífilis y enfermedades venéreas”, p. 15. 99

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5. EL ARTE

Para el lopecismo, la misión del Estado, entre otras, consiste en establecer las relaciones necesarias para la integración y difusión de la cultura concebida ésta como historia y esencia normativa de la vida104. La cultura, para Uslar Pietri, tiene el fin de cumplir un papel normativo, un rol moral; esto es, fomentar y consolidar la subordinación al Estado. La cultura como ideología del Estado. Las capacidades imaginativas no son del agrado del lopecismo, éstas deben ser domadas por cuanto son instintos primitivos. La educación lopecista se funda en la disciplina para el logro del bien y la justicia del Estado, y a éste debe estar sometida toda acción, “del deber de disciplina; disciplina intelectual, disciplina de voluntad, disciplina de procedimiento, todo encerrado precisamente dentro del bien común” 105 Sólo una actividad cultural basada en los principios de la conciencia nacional es posible lograr una “educación sólida para el civismo, la libertad y el decoro ciudadano” 106. De esta manera, es posible que el ciudadano alcance el nivel de educación artística que la ciudad necesita. El gobierno realizó exposiciones de antiguos maestros de Bellas Artes porque éstos representaban el ideal de dicho gobierno. La noción artística del lopecismo se fundamenta en el principio positivista del orden y progreso expresados en los edificios neoclásicos del Museo de Bellas Artes y de Ciencias Naturales. Paralelamente, estuvieron el Realismo Social y la Escuela de Caracas que no tuvieron respaldo oficial, por ser movimientos pictóricos de compromiso social107.

103

Elbano Mibelli. “Plan Monumental de Caracas”, Revista Municipal del Distrito Federal, pp. 16-20. Cfr. Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 222. 105 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 138. 106 Ibid., p. 324. 107 Cfr. Simón Noriega. El Realismo Social en la pintura venezolana 1940-1950, Mérida, U. L. A., 1989, p. 83. 104

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6. LO DEMOGRÁFICO Y LO URBANO López señala que las peculiaridades geográficas influyeron “en que la marcha de la Nación no tuviera esa cohesión necesaria para la unidad espiritual; quizá las distancias, la falta de comunicación y de intercambio, crearon pasiones y formaron cierto espíritu de escisión y alejamiento de los hombres de las diversas latitudes venezolanas...”108. Podemos considerar dos aspectos en esta cita. Primero, el reconocimiento de una realidad fáctica; en la cual, el modo de ocupación demográfica generó una distribución y ocupación heterogénea caracterizada por grandes diferencias y conflictos urbano-rural109 agravada por la ausencia de un intercambio eficaz dentro del territorio, lo cual fue propicio para el desarrollo de regionalismos contrarios a la formación de la unidad de la nación. Segundo, la aceptación de un determinismo geográfico, muy apreciado por los positivistas, que moldea el carácter de los venezolanos dando como resultado la inconsistencia del sistema democrático. Para Egaña, el determinismo geográfico es un hecho cierto; ya que para él los países de las zonas templadas son más desarrollados que los países de las zonas tórridas. El interés de Egaña consiste en establecer el predominio de la raza blanca llamada a implantar nueva estructura en las relaciones políticas, sociales, económicas y culturales en el país. Si en verdad es un punto muy discutido el de sí los trópicos, a causa de circunstancias eternas e invencibles no son capaces de sustentar grandes núcleos de población rica, sana y culta, especialmente de población europea; o si son las enfermedades las que se oponen al desarrollo de los pueblos tropicales sobre todo a su colonización por los blancos, puestos que en los trópicos se originaron en la antigüedad grandes civilizaciones y culturas, es un hecho cierto que los países americanos situados en zonas templadas tiene hoy un desarrollo económico y cultural mucho mayor que los países situados en la zona tórrida; y que en Venezuela las regiones elevadas sobre el nivel del mar, son las que han traído mayor población y propiciado mayor riqueza 110.

Tal determinismo quedó atestiguado en la exposición del Plan Monumental de Caracas. En éste se señala:

108

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 358. Cfr. Marcos Negrón. “Territorio y sociedad en la formación de la Venezuela contemporánea 1920-1945”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U. C. V., 1991, pp. 22-23. 109

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Si se efectúa un estudio comparativo entre el continente Americano, el Europeo, y el Africano, nos encontramos con que existe una curiosa analogía entre las funciones del Mar Mediterráneo y el de Las Antillas... Ambos mares tienen la misma función. Forman la rótula de dos mundos distintos: uno nórdico, con clima templado, en donde la civilización de la raza blanca se ha venido desarrollando normalmente; el otro, tropical, en el que han venido aclimatándose otras razas. Así como el Mediterráneo fue, el punto en donde se encontraron y mezclaron grandes civilizaciones, el Mar de Las Antillas, con sus aguas templadas, será el centro de unión de las civilizaciones provenientes del norte y del sur del continente Americano111.

Más adelante se agrega, Venezuela: Experimentará principalmente la influencia de la nueva civilización, y se beneficiará del intercambio cultural, industrial y comercial que le brindará el Mar Caribe… Y quizá, se producirá en la América del Sur una ruptura de civilizaciones semejante a la constatada, durante el transcurso de los siglos, en África… Fue allí donde prosperaron las civilizaciones egipcias, cartaginesa, romana, árabe, y, más tarde, la francesa. Esa parte de África está orientada definitivamente hacia el norte y en las riberas del Mediterráneo vienen a reunirse las civilizaciones respectivas de Europa y de las tierras africanas112.

La comparación es una burda falacia fundada en el determinismo geográfico propio del positivismo gomecista. Expone abiertamente la idea colonialista que dicho plan urbano entraña, al equiparar a América del Sur con África113. Además, justifica el delirio mercantil para vender dicho plan urbano. El cual reafirma la configuración espacial de Venezuela establecida por la oligarquía colonial, con el objetivo de asegurar, por medio de la cohesión de la clase dominante, la continuidad del régimen oligárquico. Con la llegada de López Contreras al poder, el centro de la ciudad se transformó y consolidó como área comercial y gubernamental, ya que Caracas fue nuevamente la capital del país. No obstante, la ciudad tradicional presentaba “abigarramiento del tráfico, denso y congestionado, las calles llenas de baches, plagadas de desperfectos, y la presencia de

110

Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 363. 111 Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 17. 112 Ibid., p. 18. 113 Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, p. 88.

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casuchas y edificios ruinosos hasta en el centro mismo de la urbe, es un espectáculo deprimente que hemos presenciado hasta ahora”114. Esto traía como resultado la rápida desvalorización de toda la ciudad. Por tanto, las casas viejas, los edificios ruinosos y las calles estrechas de la ciudad colonial debían ceder el paso a la civilización y al progreso que traía en sí el Plan Monumental de Caracas. El plan urbano prometía crear una ciudad bien construida, hermosa y agradable; en la cual se viviría de manera confortable y plácida; en esta ciudad “desaparecen las dificultades sociales, los trastornos políticos y los odios de clases que tanto entorpecen la economía humana”115. Estos objetivos son semejantes a los propuestos en la reforma educativa, los cuales son muy apreciados por el lopecismo. El Plan Monumental, como proyecto racional, evitaría cualquier error de planificación, pues su acertada proyección produciría una mayor economía 116. No obstante, éste preserva y consolida el modelo de ocupación territorial existente, al fortalecer a Caracas como centro de la nación, esto terminó por convertir a la capital en la macrocefalia urbana que es en la actualidad. La realidad urbana, como la reforma educativa, no fue interpretada; a ésta le fue impuesta una realidad urbana extraña que acentuó la contradicción lopecista entre interpretación de la realidad e imposición de la misma. La clase alta, después de abandonar el centro de Caracas, se ubicó en los «barrios modernos» de El Paraíso, La Florida, Country Club; la clase media se vio obligada a ocupar viviendas pequeñas ubicadas en San Agustín y El Conde117 y la mayoría fue segregada al oeste de la ciudad. El Plan Monumental de Caracas determinó la sectorización de la ciudad y la separación física de la población según los niveles de ingreso, esto dividió la ciudad en dos. En el Oeste, en Catia, San Juan, El Cementerio, y El Valle se ubicó a los sectores más pobres, los barrios de obreros. Desde San Bernardino hacia el Este habitarían los sectores

114

Revista Elite (editorial) “Por que necesita Caracas un plan de urbanismo”, Revista Elite, año XIV, Nº 723, Caracas, agosto 12 de 1939, pp. 12-15. 115 Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 20. 116 Ídem. 117 Cfr. Ibid., pp. 38-39.

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más ricos118. Aun cuando en el Este se han ubicado estratos pobres, esto ha ocurrido espontáneamente no porque lo haya previsto el plan urbano. Martínez Olavarria, señala que quizá fue un gran error del Plan Monumental diferenciar de forma “un poquito arbitraria las diversas clases de residencias, determinando sitios de residencia obrera, sitios de residencia de alta clase con grandes lotes, y solamente un pequeño sector para edificaciones verticales. En realidad, el concepto no era equivocado, era traducir lo que representaba la ciudad en aquel momento” 119. El concepto no era equivocado siempre y cuando diera cuenta de los postulados positivistas, en eso consistía traducir lo que la ciudad representaba, llevar a cabo la segregación racial y social tan del gusto de los positivistas lopecistas. El plan urbano de 1939 es la concepción de un urbanismo colonial manifiesto en el uso del suelo, en la diferenciación social y la homogeneización de cada una de las áreas residenciales120 establecidas en éste. El éxito de la segregación aprendida, por los urbanistas, en París es aplicado en los territorios coloniales, donde desarrollaron la posibilidad de experimentar “la legislación y los organismos de control urbano sobre los territorios sometidos a la mano militar”121. La desagregación no era asunto nuevo en el país, ya durante el gobierno de Gómez se habían construido barrios obreros al oeste de la ciudad, los barrios de Propatria y Lídice. El Plan Monumental de Caracas profundizó y legitimó planificadamente tal segregación. En los centros urbanos subsistieron las viejas categorías sociales, pero con algunas variantes: aumentó el peso específico de la burguesía comercial (importadora, exportadora y negociante en dinero y valores), que se favoreció ampliamente con el incremento del comercio exterior venezolano… Y también como un nuevo elemento, en algunos centros urbanos, se observa el desarrollo de los primeros elementos de una nueva capa de la burguesía nacional, relacionada con las inversiones de capital en formas incipientes de la industria ligera122

118

Cfr. Marcos Negrón. “La gestación del plan urbano de Caracas de 1939 y su incidencia en la formación de la tradición urbanística venezolana: conversación con Leopoldo Martínez Olavarria”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U. C. V., 1991, pp. 151-153. 119 J. J. Martín Frechilla. “Cuando la urbanística no estaba en entredicho (Rotival y Lambert en una historia del urbanismo francés en Venezuela de 1936 a 1950) La ciudad: De la planificación a la privatización, Caracas, U. C. V., 1994, pp. 34-35. 120 Cfr. Ibid., p. 33. 121 J. J. Martín Frechilla. “Rotival de 1939 a 1950, de la ciudad como negocio a la planificación como pretexto”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U. C. V., 1991, p. 85.

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El fracaso para controlar la dinámica de la configuración territorial desde 1938 ha dependido, en gran parte, de la incapacidad de comprender la lógica socio-económica de la nación, y del carácter predominante normativo de los instrumentos utilizados, así como del sesgo puramente sectorial o espacialista de tales enfoques123. La ciudad creció a expensas de la población campesina biológicamente depauperada, la cual fue lanzada hacia Caracas y otros centros urbanos por la crisis total del latifundio venezolano y de la economía latifundista124. No se cumplieron los excelsos postulados de la nueva raza que iba a surgir según se predicaba en el Plan Monumental.

122

Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, Caracas, U. C. V., 1996, p. 410. Cfr. Marcos Negrón. “Territorio y sociedad en la formación de la Venezuela contemporánea 1920-1945”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U. C. V., 1991, p. 35. 123

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IV. ANTAGONISMO ANTROPOLÓGICO

La constante antropológica del lopecismo es que el hombre debe ser disciplinado y ordenado. Lo que conlleva a que éste sea trabajador, productivo, planificador, eficiente, exitoso y responsable, esto en función de la Patria, necesitada “calma y cordura”125. Hemos señalado que esta caracterización corresponde al hombre positivo, el paradigma antropológico. Lo diametralmente opuesto a este paradigma lo representa, por una parte, el Juan Bimba, quien carece de toda iniciativa, disciplina… La otra figura es el adversario político del lopecismo, esto es, anarquistas y comunistas, quienes representan la actitud de intolerancia y constante diatriba; éstos avivan la discordia y siembran “la anarquía y los odios de clase, que son elementos de disgregación que debilitan cuando se rompe la unidad espiritual del República”126. Por lo que, la libertad de pensamiento, de conciencia y de trabajo, según López Contreras, “ha resultado perjudicial, porque carecemos efectivamente, por falta de educación del verdadero concepto del deber y del derecho y hemos abusado de ellas no para la obra constructiva que demanda el momento sino para la anarquía y el escándalo” 127. La actitud para toda condición humana radica en la frase de López Contreras «calma y cordura». El orden constituye sumisión, la condición fundamental y necesaria para el progreso del individuo y del Estado. Porque, según los positivistas, el deber primordial del gobierno es el de contener toda tentativa de alteración del orden, ya que ninguna nación puede vivir ni prosperar en el desorden. A pesar de todos los llamados de López por establecer el orden positivista, el gobierno de éste fue una época de intensas luchas. Las fuerzas opuestas al gobierno plantearon una propuesta democrática que se contraponía a la propuesta democrática hecha por el lopecismo128. Con respecto a estas luchas, López Contreras señala que “el momento no es de luchas estériles ni de pugnas ideológicas, sino de intención honrada y de armonía de las

124

Cfr. Federico Brito Figueroa. Op. cit., p. 557. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 89. 126 Ibid., p. 120. 127 Ibid., pp. 131-132. 128 Cfr. Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, p. 32. 125

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distintas corrientes que concurran a los debates parlamentarios con un solo y único propósito: el bien común”129. Aferrado en el principio del orden, el régimen lopecista desconoció la opinión de la mayoría, por considerar que los reclamos y peticiones de éstas fomentaban la indisciplina, el desorden y no acataban la máxima de calma y cordura. La actitud del lopecismo estuvo enfocada hacia la reorganización social, más acorde con el punto de vista positivista, sobre los principios de la moral cívica, la conciencia por las tradiciones republicanas y en el encauzamiento hacia “la absoluta observancia de las leyes”130. El gobierno de López se desarrolló entre las alternativas de civilización y barbarie, a partir de esta alternativa se explica la necesaria acción redentora propuesta por el lopecismo. Acción que conlleva a la ausencia de movimiento que supone la negación de toda disidencia; pues la disidencia supone una transformación, la cual el lopecismo rechaza.

129 130

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 160. Ibid., pp. 324-325.

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SEGUNDA LECTURA LO POLÍTICO I. EL ESTADO 1. FUNDAMENTOS

El Estado es la organización jurídica coercitiva de una determinada comunidad; éste no es, históricamente, el producto de un arreglo convencional entre los individuos por medio de un acto de libre facultad, es más bien un acto de sumisión forzada a exigencias sociales que no depende de los individuos eludir. El Estado ha nacido fuera de todo acto voluntario de sus miembros y hasta sin su conocimiento, cuando los hombres empezaron a darse cuenta del Estado hacía ya tiempo que éste existía. Lo que constituye al Estado es el establecimiento de una potestad pública que ejerce autoritariamente sobre todos los individuos que forman la nación. El Estado es, ante todo, una comunidad humana, una forma de agrupación social caracterizada por ser una colectividad pública que se sobrepone a todas las agrupaciones particulares de orden doméstico o de interés privado, e incluso de interés público local que pueda existir entre sus miembros. Lo que constituye al Estado es el establecimiento de una potestad pública, la cual se ejerce autoritariamente sobre todos los individuos que conforman la nación. De esta potestad deriva un poder coercitivo que permite a la voluntad así constituida imponerse a los individuos. Esta voluntad de dirección y dominación se ejerce con un doble fin; por una parte, se relaciona con la comunidad, por otra, realiza actos de autoridad al emitir preceptos imperativos y obligatorios, y al obligar a ejecutar tales preceptos131. El Estado tiene su fundamento en el hecho de que existen numerosas necesidades e intereses colectivos a los cuales sólo él puede atender132; lo que distingue a éste de cualquier otra agrupación es la «potestad estatal» que implica el concepto de soberanía. El Estado está constituido por una doble idea fundamental, el de ser una persona colectiva y una persona soberana133. El Estado es la comunidad creada por un orden jurídico nacional,

131

Cfr. R. Carré de Malberg. Teoría general del Estado, México, F. C. E. / U. N. A. M., 2000, pp. 22-26. Ibid., p. 66. 133 Ibid., p. 31. 132

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es la personificación de esta comunidad o del orden jurídico nacional que la constituye 134. El Estado es una unidad de asociación organizada conforme a un orden de poder. Se pueden distinguir tres concepciones fundamentales del Estado. Primero, la concepción organicista, para la cual el Estado es independiente de los individuos y anterior a ellos. Segundo, la concepción atomística o contractual, según la cual el Estado es una creación de los individuos. Tercero, la concepción formalista, para ésta el Estado es una formación jurídica. Las dos primeras concepciones se han alternado en la historia del pensamiento político occidental, la tercera es la concepción moderna. En esta última se inscribe el Estado que representa el gobierno lopecista. En el siglo XX, la democracia ocupa el lugar central de las polémicas que antes tenía la república, tanto en el ámbito teórico como en el práctico. Esta polémica ha adoptado distintas formulas, por ejemplo, democracia formal versus democracia sustantiva; democracia procedimental versus democracia participativa; democracia moderna versus democracia clásica. El gobierno de López se define, según la Constitución Nacional, como una democracia representativa. El Estado venezolano “conserva en su fondo el espíritu liberal de los creadores de nuestra nacionalidad”135; es rasgo esencial del liberalismo la centralidad del individuo en toda organización política. Tres aspectos definen el Estado moderno, estos son: la población, el territorio y la soberanía, lo cual queda de manifiesto en el Titulo I de la Constitución Nacional de 1936, en el cual se asientan los fundamentos del Estado venezolano.

134

Cfr. Hans Kelsen. Teoría general del derecho y del Estado, México, Imprenta Universitaria, 1958, pp. 215-216. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 338. 135

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2. LA POBLACIÓN En el Titulo Primero de la Constitución de 1936 se establece que la Nación “es la reunión de todos los venezolanos, en un pacto de organización política con el nombre de Estados Unidos de Venezuela. Ella es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de toda dominación o protección de potencia extranjera” 136. En este Artículo quedan determinados, de una vez, los fundamentos del Estado venezolano: la población, el territorio y la soberanía. La población es la sustancia humana que conforma al Estado, a los individuos que constituyen la población se les designa los nacionales, en este caso los venezolanos; éste es el vínculo social que reúne a todos los miembros de la nación en el cuerpo único de la sociedad. Los hombres que pertenecen a un Estado forman en su totalidad la población del mismo. La reunión de los venezolanos sometidos a un pacto de organización política con carácter jurídico constituye el Estado venezolano, de éste deriva, entonces, el poder coercitivo que permite al Estado, por medio de leyes imperativas y obligatorias, imponerse a los individuos. Los individuos, en cuanto población, delegan en el Estado el poder de las leyes. El Estado, en este aspecto, es la colectividad unificada, una individualidad global distinta a sus miembros particulares y transitorios. El Estado venezolano es la persona jurídica que representa los intereses de los venezolanos, de la población. La esencia del Estado consiste en la unidad de éste a pesar de la pluralidad de sus miembros y de los cambios que se operan entre éstos. Por lo cual, la Constitución establece que “los Estados jamás podrán romper la unidad nacional”137; ya que, el Estado es uno. Para el gobierno de López, lo más importante no es la libertad del individuo, sino la unidad del Estado. El Estado pretende regular las relaciones de organización y las funciones de los individuos imponiendo la voluntad de éste a cada miembro de la nación. Sin embargo, no podrá imponer a los nacionales una voluntad distinta a la del conjunto mismo. La preocupación por la estabilidad y el buen funcionamiento del Estado conlleva a López a señalar: 136 137

Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Título Primero, Artículo 1º. Ibid., Artículo 12.

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La conciencia colectiva aunque difícil de encauzar y de guiar por su heterogénea y disímil formación sociológica y étnica, va cobrando lentamente el espíritu de adaptación a las normas legales y estoy seguro, que de continuar intensivamente esa obra de educación para el deber y para el conocimiento integral del derecho; lograremos situarnos en el rol de los pueblos que defienden y aman los principios inmutables y eternos de la justicia y del bien, y repudian, por verdadera constitución, la violencia, la revolución y la demagogia que destruye lentamente el hábito del orden y conduce hacia la descomposición social y política138.

Las doctrinas comunistas y anarquistas representan, para López, lo contrario a los principios de la población, es decir, el pacto de organización política, ya aquellas buscan destruir dicho pacto. El Plan Monumental se configura como medio para resguardar la unidad de la población, al ofrecer una a ésta “vida grata y cómoda a más de un millón de habitantes, lo ideal sería que no sobrepasase la cifra del millón”139. No obstante, este número fue superado la cifra quedó como un dato ideal. Según Martínez Olavarría, las razones del errado cálculo consisten en que se considero que el crecimiento demográfico, de los años treinta, no duraría y la capacidad de atracción de Caracas no se mantendría, ya que el plan urbano no consideraba la industria como actividad relevante para la capital; por otra parte, no se imaginó la capacidad de adaptación del sector informal140. ¿Por qué se escogió esta cifra como el número ideal? De acuerdo a los planteamientos del plan urbano, la cifra inmediata de habitantes sería de 500 mil por las mejoras previstas; contrario, a las alabanzas dadas al plan urbano, en su carácter de planificación científica, éste es un fracaso en cuanto al cálculo señalado. Lo cierto es que la dinámica urbana estuvo más allá de los timoratos cálculos positivistas. Tal vez la cifra estimada respondía a una población militarmente fácil de controlar, o no se creía en poder controlar los males endémicos que sufría la población; o los Juan Bimbas ocuparon más espacios de los que les fueron reservados por la segregación racial y social impuesta en el Plan Monumental.

138

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 433. 139 Elbano Mibelli. “Definición de la Región de Urbanismo”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 23.

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3. LA SOBERANÍA

La soberanía del Estado venezolano queda establecida en el Artículo I de la Constitucional Nacional, en éste se señala que el Estado venezolano “es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de toda dominación o protección de potencia extranjera”. La soberanía del Estado está en el todo, no en las partes que lo constituyen. La nación es soberana en cuanto es una unidad corporativa. El Estado por ser soberano tiene como fin resguardar la seguridad de la nación respecto de las naciones extranjeras. La soberanía es la potestad que tiene el Estado de determinarse jurídicamente y de obligarse a sí mismo141. El Estado se instituye un orden sobre la base de un carácter jurídico. La potestad del Estado de determinarse es una facultad que sólo se concibe en el Estado y constituye el signo distintivo de éste. La soberanía es el carácter supremo de un poder supremo, un poder que no admite a ningún otro ni por encima de él ni en concurrencia con él. Por tanto, el Estado es soberano ya que no depende de ningún otro poder y no puede ser igualado por ningún otro poder142. La soberanía se divide en soberanía externa y soberanía interna. La externa se manifiesta en las relaciones internacionales entre los Estados, excluye cualquier tipo de subordinación y de dependencia respecto a otro Estado. La interna, por su parte, implica que el Estado posee una autoridad suprema con respecto a aquellos individuos, agrupaciones públicas o privadas que son miembros de éste; la autoridad del Estado predomina sobre toda otra autoridad sea de individuos o grupos. La soberanía interior y exterior se reduce a un concepto único de poder, que no reconoce a ningún otro por encima de él. Ambos modos de soberanía significan que el Estado es dueño de su territorio143. No obstante, según Battaglini, tres hechos denuncian la subordinación del Estado venezolano al imperialismo norteamericano. Primero, el otorgamiento de nuevas concesiones petroleras en las mismas condiciones desfavorables que habían regido este tipo de

140

Cfr. Leopoldo Martínez Olavarria. “La gestación del Plan Urbano de Caracas de 1939 y su incidencia en la formación de la tradición urbanística venezolana”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 151. 141 Cfr. Georg Jellinek. Teoría General del Estado, México, Oxford University Press, 1999, p. 286. 142 Cfr. R. Carré de Malberg. Teoría general del Estado, México, F. C. E. / U. N. A. M., 2000, p. 81. 143 Ibid., p. 82.

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negociación durante la dictadura gomecista. Segundo, las nuevas legislaciones petroleras aprobadas, una por el antiguo congreso gomecista y puesta en vigencia por López Contreras en 1936, otra aprobada en 1938 que representó un salto atrás con respecto a la de 1936. Tercero, la firma del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos144. Brito Figueroa, por su parte, considera que en Venezuela durante el siglo XX se destacaron dos períodos cualitativamente diferentes de subordinación. Primero, la época de la penetración imperialista; segundo, la época del neocolonialismo. La primera comprende las primeras cuatro décadas del siglo XX145, i. e., hasta el gobierno de López Contreras (1936-1941). El Plan Monumental, por su parte, representa el anhelo por el gusto francés propio del siglo XIX, y sometimiento al dominio intelectual del modelo artístico de la École des Beaux Arts. Con lo cual se dejó de lado el trabajo realizado por arquitectos e ingenieros venezolanos.

4. EL TERRITORIO

El territorio que ocupa el Estado venezolano está definido en el Artículo 2º de la Constitución 1936, en el cual se señala: “El territorio de los Estados Unidos de Venezuela es el que antes de la transformación política de 1810 correspondía a la Capitanía General de Venezuela… Este territorio no podrá ni en todo ni en parte ser jamás cedido, traspasado, arrendado ni en ninguna forma enajenado a Potencia extranjera, ni aún por tiempo limitado”. La nación, al quedar determinado el territorio, adquiere consistencia in concreto. Pues la población adquiere en un espacio propio en el cual habitar y se afirma como soberana e independiente; ya que en su territorio impone su potestad y rechaza la intervención de toda autoridad ajena. El significado jurídico del territorio se determina de dos maneras. Primero, en sentido negativo, en tanto está prohibido a cualquier otro poder, no sometido al del Estado, ejercer

144

Cfr. Oscar Battaglini. La democracia en Venezuela (una historia de potencialidades no realizadas) Caracas, Ediciones FACES/U. C. V., 2001, pp. 60-61. 145 Cfr. Federico Brito Figueroa. Historia económica y social de Venezuela, Tomo II, Caracas, U. C. V., 1996, pp. 349-350.

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funciones de autoridad en el territorio sin autorización expresa de éste. Segundo, en sentido positivo, en cuanto las personas que se hallan en el territorio quedan sometidas al poder del Estado146. El territorio tiene dos propiedades. La primera, es una parte del Estado considerado como sujeto; los hombres que conviven de continuo en ese territorio son miembros del Estado. La segunda, el territorio es el fundamento espacial para que el Estado pueda desplegar su autoridad sobre todos los habitantes que viven en él, sean ciudadanos propios o de país extraño. La autoridad del Estado sólo pueden realizarse dentro de su territorio, en este sentido, el territorio es un objeto de domino del Estado147.

II. CIUDADANÍA 1. CIUDADANO Y PUEBLO

En la democracia liberal, la ciudadanía tiene como objetivo alcanzar la igualdad de derechos del ciudadano frente al Estado, esto implica que el ciudadano tiene acceso a los derechos políticos. Ser ciudadano significa participar del sistema político, en tanto constituye parte fundamental en la formulación de las normas y procedimientos constitucionales. El lopecismo presenta dos caracterizaciones del ciudadano). La primera, y más importante, ciudadano es quien goza de derechos políticos por medio de los cuales forma parte del gobierno de una ciudad o de la nación, lo cual está consagrado en el Titulo II de la Constitución Nacional, Sin embargo, es necesario que el ciudadano cumpla “fielmente los deberes que las leyes le imponen” 148. En este sentido, la mayoría de la población queda excluida del derecho a ser ciudadano. Puesto que, para participar en los asuntos del Estado es obligatorio, por precepto constitucional, saber leer y escribir; con lo cual concedía a una minoría el derecho y privilegio de ciudadanía, ya que el grado de analfabetismo para el año de 1935 era de 80%. De esta manera, se preserva la oligarquía.

146

Cfr. Georg Jellinek. Teoría General del Estado, México, Oxford University Press, 1999, p. 234. Ibid., p. 237. 148 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 69. 147

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La segunda noción, es una mera formalidad, consiste en un trato de cortesía por parte de los funcionarios del Estado, “no se dará otro tratamiento oficial que el de ciudadano y usted, salvo las fórmulas diplomáticas”149. Lo que consideramos una patraña del gobierno lopecista, con tal deferencia política pretende ocultar la continuidad de una política elitista y excluyente. Con respecto al pueblo, López ofrece dos acepciones. La primera, incluye a toda la población, en el término pueblo “está comprendido el conjunto de hombres de todas las esferas públicas y sociales en sus diferentes actividades”150. El segundo sentido, sólo se refiere a “los individuos de las esferas más bajas, es una masa que se compone de hombres cuya mayoría (desgraciadamente) carece de instrucción” 151, es de carácter excluyente, y se refiere, en particular, a aquella parte de la población que carece de ciudadanía; al Juan Bimba. La Constitución de 1936 consagra que en el pueblo reside la soberanía, la cual es ejercida por medio de los Poderes Públicos152. Aquí pueblo significa ciudadanos, pueblo en su primera acepción; ya que esta parte de la población es la única que real y efectivamente puede delegar su poder por medio del sufragio. En el pueblo, en su segunda acepción, no radica ninguna soberanía, por cuanto él no detenta ninguna ciudadanía. La distinción y separación entre ciudadano y pueblo generó un enfrentamiento contra el régimen lopecista denunciando la incapacidad de éste para asimilar la idea del gobierno como representación del pueblo, es decir, como una democracia. El gobierno, por su parte, mostró una conducta represiva frente a quienes defendían las libertades públicas y se manifestó inepto para resolver con fórmulas democráticas los problemas del país 153. La mujer, como hemos señalado antes, carecía de ciudadanía; ya que por la sola condición de ser mujer no tenía derecho al sufragio. Los integrantes de las Fuerzas Armadas están excluidos de la ciudadanía. Ya que éstas “sólo sirven a los intereses nacionales y son extrañas a las luchas políticas” 154. El concepto republicano de Fuerzas Armadas, en el Estado moderno, excluye a ésta de toda

149

Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 32, numeral 18, apartado c. Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 33. 151 Ibid., p. 58. 152 Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, Titulo IV, Artículo 40. 153 Cfr. Rómulo Betancourt. Venezuela, política y petróleo, Caracas, Monte Ávila Editores, 2001, p. 90. 150

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actividad ciudadana; así la reforma militar de 1910 consideró que el ejército es un aparato apolítico subordinado al gobierno central. Desde este punto de vista, el apoliticismo de las Fuerzas Armadas fue condición necesaria para la continuidad política de la nación. La consolidación de una organización única y obediente al Presidente de la República fue una de las condiciones esenciales para la fortaleza del régimen es imposible, pero también es indudable que los avances que tuvo la Institución durante este tiempo fueron la base para que se conformase la unidad nacional y con ello se pudiesen dar las condiciones para la paz y el progreso que hemos obtenido en tiempos posteriores155

Más que apoliticismo, debe hablarse de conveniencia política, ya que los militares, vestidos de civil, daban continuidad al poder político-militar.

154

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 84.

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III. AXIOLOGÍA DEL ESTADO 1. BOLÍVAR: HERALDO DE LA VIRTUD

La axiología de las formas de gobierno sistematiza un orden jerarquizado de valores, este sistema permite pasar, por medio de una escala de preferencias, de lo bueno a lo malo, de lo mejor a lo peor mediante el menos bueno y el menos malo. Para el lopecismo, la población debe obediencia al Estado. La misma que es un valor moral, que se manifiesta en la defensa a la Patria, el cumplimiento y la obediencia a las leyes dictadas por la República156. Este valor lo representa, como figura máxima, el Libertador Simón Bolívar, quien encarna los máximos valores del Estado. La primera acción de López Contreras al llegar a Caracas, el 20 de diciembre de 1935, para asumir el cargo de Presidente de la República es visitar la tumba del Libertador en el Panteón Nacional, ante la misma jura ser respetuoso de la ley e imponer la alternativa republicana. ¿Qué hace Bolívar en estas cosas de la política diaria? La respuesta la ofrece el mismo López Contreras: “fui a rendir en el templo de la patria un tributo de reverencia a la memoria del Libertador, y a pedir inspiración a su pensamiento, ejemplo a su vida, y a pedir a su obra las ideas esenciales para modelar la doctrina y formular la acción de mi Gobierno” 157. El Libertador se convierte en la guía moral del gobierno lopecista. López, posteriormente, afirmará que ha gobernado inspirado “en el pensamiento bolivariano, única y constante guía de mis actos de Magistrado”158. La doctrina bolivariana fundada en los principios normativos de libertad, orden, paz social, imperio absoluto de la ley y la justicia es asumida por el lopecismo como norte del régimen. “Mi gobierno creyó necesario levantar el adormecido culto por nuestro Héroe Máximo, Bolívar, por su Obra de Liberación Continental y por sus Principios Doctrinarios”159

155

Emilio Fuentes Latorraque. Síntesis de la evolución histórica de las Fuerzas Armadas venezolanas, Caracas, Ediciones del Instituto de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, 1996, p. 87. 156 Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 31. 157 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 110. 158 Ibid., p. 329. 159 José Guzmán Pérez. López Contreras, el último general, Caracas, ediciones de la Gobernación del Distrito Federal, 1983, p. 41. (El autor cita textual a López Contreras)

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El lopecismo canaliza el valor moral de la doctrina bolivariana estableciendo una estrecha relación entre el valor moral del Estado y el culto al Libertador. En este culto se funde la totalidad del Estado, para ser enraizado en la conciencia del pueblo. Con este propósito se fundó la «Sociedad Bolivariana», cuyos fines consistían en llevar a la práctica los postulados del Libertador para el mejoramiento social y moral del pueblo; mejoramiento que consiste en inculcar «el pensamiento democrático» en la opinión pública y en el espíritu del pueblo. Asunto que siempre tiene, para el lopecismo, carácter de sumisión al Estado, y rechazo a todo otro tipo de pensamiento político. Se concentra todo el sentido patriótico y moral de la Nación en torno a la palabra textual del Libertador; se piensa lo político como algo moral, tanto por el ejemplo como por las propias ideas del Libertador. A partir del culto a Bolívar el pasado y el futuro son parte intrínseca del presente político que se va generando por la praxis política. De este modo, el valor moral que representa la figura de Bolívar se convierte en fuerza activa de la cultura política que intenta imponer el lopecismo. Bolivarianismo y lopecismo pretenden identificarse. El mito de Bolívar determina, ahora, toda la mitología de la patria. El Libertador es elevado al rango de conciencia cultural y política de los venezolanos, generando una filosofía de la historia que traza idealmente, a través de la vida y muerte del Libertador, el ideario de una teología fundamental, una libertad inequívocamente ilustrada160. La política se convierte en religión fundada en la doctrina de Bolívar. En ésta se inserta y circunscribe toda la vida política venezolana; la historia política se convierte en un acto perfectible del hacer bolivariano. El mito de Bolívar alcanza una tensión religiosa ambivalente, a la vez, sagrada y profana, secular y cívica. Éste se convierte en el mito de una paternidad infalible y en la vida de una existencia caída161, puesto al servicio de un culto proteico transformó el ideario de Bolívar en un credo, en el que “tenemos el foco de luz inagotable que marca derroteros a nuestros destinos y a todos los pueblos de América”162. Sin embargo, el mito e ideario de Bolívar se manifiesta como la causa nunca alcanzada.

160

Cfr. Luis Castro Leiva. De la patria boba a la teología bolivariana, Caracas, Monte Ávila Editores, 1991, p. 119. Ibid., pp. 124-125. 162 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 335. 161

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El Libertador se convirtió en símbolo de la idea de hombre universal, sus frases en máximas y su historia en leyenda163. El lenguaje político de López recurre permanente a la historia entendida como gesta patriótica, origen de la nacionalidad venezolana y como fuente de inspiración para un presente continuador de la obra de Bolívar. El Libertador es la síntesis del espíritu de la Patria, el texto sagrado en el que hay que fundamentar cada acción. El progreso y la emancipación liberal del país sólo son concebidos en la medida que sea posible la consecución del pensamiento de Bolívar, lo cual encierra un estado de pura perfectibilidad e idealidad, que mantiene las formas ejemplares del ideario bolivariano convertido en imperecedero. No queda en pie ningún personalismo, sólo existe la Patria 164, es decir, la causa bolivariana. El culto a Bolívar resistió, desde el guzmancismo, diversos y variados intentos de sustitución. Dentro del positivismo, el pensamiento de Bolívar se convirtió en un comtismo, en un pre-positivista. Resistió el embate del evolucionismo, al hacer de Bolívar un exponente claro y moderado del bio-tipo venezolano; y salió airoso de la prueba de fuerza marxista165. El López Contreras elevó el culto de Bolívar con el fin de oponerlo: A las nuevas doctrinas; llámense nazista, fascista o comunista, que han estado tratando de infiltrarse y dominar todas las actividades humanas, espíritu, mentalidad y conciencia. Aun más, con una doctrina patriótica y nacionalista se podría contener y eliminar las tendencias a que cada grupo triunfante en nuestras contiendas civiles y políticas, volviera con la funesta tradición de imponer una nueva causa sectaria, con su correspondiente caudillo y organizador de otro gobierno arbitrario y despótico 166

2. LAS FUERZA ARMADAS

Las Fuerzas Armadas construyen el segundo elemento de la axiología del Estado, éstas son la base fundamental de la disciplina y el orden en el Estado.; por lo cual, López rechaza la tesis del César Democrático, propuesta por Vallenilla Lanz. Ya que, las Fuerzas

163

Cfr. Luis Castro Leiva. Op. cit., p. 124. Cfr. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 50. 165 Cfr. Luis Castro Leiva. Op. cit., pp. 157-158. 166 José Guzmán Pérez. Op. cit., p. 41. (El autor cita textualmente a López Contreras) 164

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Armadas es la única organización nacional capaz de asumir la conducción del proceso político dirigido a implantar la democracia. “La rechazo, por sobre todo, poniendo de presente el modo normal como se ha venido desenvolviendo la vida venezolana, en sus diversos aspectos, en el lapso transcurrido desde el punto en que con todo el empuje y la fogosidad de su carácter, el país empezó de nuevo a trillar la senda republicana”167 Cuando López asume el poder convergen una serie de circunstancias que obligan a los sectores dominantes a plantearse la sustitución de la dictadura militar personalista por un modelo político de base consensual enmarcado en los parámetros de la institucionalidad democrática burguesa168. Ante este nuevo panorama político era obvio que el César Democrático debía dejarse de lado. Por tanto, el lopecismo impulsó el discurso político en procura de una estructura democrática contraria a toda dictadura personalista. López se ajusta a la nueva situación política y habilidosamente se convierte en vocero del discurso de las clases dominantes. Se ha iniciado una nueva era política con viejos políticos en el poder. Para López, las Fuerzas Armadas son el valor moral tangible en que se erige el Estado. Las Fuerzas Armadas son, en primer lugar, la base fundamental del Estado y la fuerza del orden existente, segundo, es la única organización nacional capaz de asumir la conducción del proceso político dirigido a implantar la democracia.

El prestigio del Estado, tanto en el interior como en el exterior, depende en buena parte de sus fuerzas armadas. El Gobierno debe dedicarles preferente atención y procurar que el Ejército, la Marina y la Aviación se conviertan en fuerzas siempre más eficientes, en sus cuadros, en la tropa, en el armamento, y en la disciplina, de manera, que sean capaces de garantizar nuestras propias instituciones y defender la integridad del territorio nacional169.

Si el Libertador es el valor moral intangible, las Fuerzas Armadas son el espíritu tangible del Estado, por cuanto éstas ejemplifican el orden, la cordura y la disciplina de la Nación. “Su firme concepto del deber cívico, base de la disciplina, y la arraigada convicción que abriga y fortalece a toda hora de que sólo la defensa de la Patria, de sus poderes

167

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 333. 168 Cfr. Oscar Battaglini. La democracia en Venezuela (una historia de potencialidades no realizadas) Caracas, Ediciones FACES/U. C. V., 2001, p. 57. 169 Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 84.

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legalmente constituidos y de cumplir, han sido las orientaciones definidas que han permitido el paso certero de la República hasta la conquista de esta hora democrática”170 El valor del ejército radica en que él es capaz de imponer la justicia, el orden y la disciplina, esto es, la civilización positivista. El cambio que va del régimen de Gómez al régimen de López Contreras está determinado por la transformación de la axiología del Estado. De un lado, la antorcha de la ciencia y el arte, de la cultura, el deseo de un vivir civilizado, racional, hecho de deberes y obligaciones, de cara al futuro. Del otro, la barbarie, un pasado oprobioso, resignado, de autoritarismo desmedido. No extraña, entonces, que la Guardia Nacional, creada por López Contreras, tenga como lema «El Honor es nuestra divisa». El ejército que tiene por norte único a la Patria, tiene por divisa el honor, y por medio la ciencia, el valor, y la disciplina. De allí que, la Fuerza Armada se piense como guardiana de los valores e intereses de la nación, al personificar el Estado de todos171. Se unifica el valor moral y cívico de las Fuerzas Armadas, como sostén de las garantías sociales y de la vida constitucional al crearle la conciencia de que ella está al servicio de la patria.

Creo justo que se elimine definitivamente el criterio absurdo que pretende crear una especie de antagonismo en el militar y el político, al querer atribuir a aquél la responsabilidad de los gobiernos de hecho, pues no fueron propiamente los regímenes militaristas los que coartaron la acción cívica, sino los procedimientos arbitrarios o dictatoriales implantados en fuerza de las circunstancias172.

Las Fuerzas Armadas se convierten en una institución efectiva y controlada que responde a los fines del Estado. En este orden, las Fuerzas Armadas garantizaban la implantación de un régimen que combinaba la gradual introducción de los mecanismos institucionales de la democracia burguesa formal con las prácticas represivas que

170

Ibid., p. 220. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 84. 172 Ibid., p. 345. 171

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demandaron las compañías petroleras en contra de las fuerzas sociales y políticas opuestas al gobierno lopecista173.

3. LA JUSTICIA LOPECISTA

El tercer valor en que se funda el gobierno de López es el orden y la paz, en dar cumplimiento a éstos consiste la justicia. “La conservación del orden y la paz será la norma inquebrantable del Gobierno que entro a presidir”174; la búsqueda de la paz y el orden representan la orientación de dicho régimen, y para conseguir ambas mantendrá un actitud enérgica. Por una parte, el ideal bolivariano, por la otra, el ejército, serán las dos formas de alcanzar dicha justicia. Lo justo, para López, es hacer realidad un “republicanismo sano y de una democracia disciplinada”175. Disciplina significa orden, en particular, disciplina en sentido militar, jerarquía y obediencia, lo que conduce a la paz. El orden, por ser obediencia, se resigna a esperar el desenvolvimiento del proceso natural de la evolución social. Cuando López vio amenazadas la paz y el orden que su gobierno imponía acudió a las medidas de emergencia previstas en la Constitución y en la ley de Orden Público, “con el deber impretermitible de amparar la paz del país, amenazada por la infección de doctrinas disolventes y por ideologías exóticas”176. Existe en el lopecismo, la necesidad imperiosa de mantener el orden y la paz a todo trance, de librar al país del contagio de ideas y doctrinas contrarias al liberalismo. La axiología lopecista se estatuye en función de rechazar las doctrinas anarquistas y comunitas, contrarias a la preservación y mantenimiento del Estado liberal. Por lo que, habrá “de contemplarse la extirpación radical de la tesis confiscatoria, error que pudo explicarse en momentos en que se perfilaba una transición política, pero que hoy no tiene razón de existir

173

Cfr. Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, pp. 84-85. 174 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 31 175 Ibid., pp. 297-298. 176 Ibid., pp. 406-407.

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ni de perpetuarse en un ordenamiento de amplia visión evolutiva” 177. Tal transición es sólo una patraña política para impedir cualquiera otra forma de pensamiento opuesto al desarrollo de esta supuesta evolución. Tal evolución implica el paso de lo indefinido a lo definido, que consiste en asegurar el proyecto andino de poder. Todo intento de apresurar el curso de la evolución histórica perturba el proceso de la auténtica evolución social, es decir, del modo de instaurar y permanecer en el poder. Ante las doctrinas igualitarias, se impone la necesidad de un gobierno fuerte capaz de mantener la disciplina y el orden, para frenar tales ambiciones. Por lo que juzgaría “de antipatriótica toda campaña política encaminada a encender las pasiones del pueblo y estimular la lucha en los diversos sectores sociales” 178. La justicia lopecista es un valor de eficiencia y sumisión, de obediencia y de no deliberación.

IV. RÉGIMEN MÁS APTO

Las formas de gobierno son modalidades que afectan la constitución política del Estado, pero no su esencia; éstas pueden variar sin que los caracteres del Estado sean modificados; puesto que, el concepto de Estado es superior al de gobierno. En la Constitución de 1936 queda establecido cual es el régimen más apto, en ésta se determina que el gobierno de los Estados Unidos de Venezuela “es y será siempre republicano, federal, democrático, electivo, representativo, responsable y alternativo” 179. La república no es, en primera instancia, democracia. Pero por su carácter de gobierno libre y anti-autocrático contiene un elemento fundamental de la democracia moderna, en la medida que por democracia se entiende toda forma de gobierno opuesto a todo modo de despotismo. En una república el jefe de Estado es elegido directa o indirectamente por el pueblo. En la república democrática, el discurso sobre los principios ciudadanos tienen lugar en una sociedad de iguales. Por el contrario, una democracia aristocrática presupone una

177

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 408. 178 Ibid., p. 296.

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sociedad de desiguales basada en la diferencia de rangos, en la presencia de órdenes o grupos privilegiados a quienes se les confían exclusivamente los cargos públicos. No obstante, aun cuando en el gobierno de López se habla de una sociedad de iguales, las condiciones reales de poder distan mucho de tal igualdad, como apreciamos en la lectura acerca de lo antropológico; la realidad está más cercana a una democracia aristocrática, que no se llamará así, por supuesto; ésta se denominará meritocracia; en última instancia, será una democracia aristocrática o democracia oligárquica adornada con un discurso igualitario. La Constitución consagra que los Estados Unidos de Venezuela es democrático y representativo. La teoría política moderna, sostiene, a través de Constant, Tocqueville y John Stuart Mill, que la democracia representativa es la única forma de democracia compatible con el estado liberal. La doctrina liberal establece que las funciones del Estado deben limitarse a conservar el orden, para facilitar el libre desenvolvimiento de las iniciativas y de los esfuerzos individuales, todo lo que coarte o canalice la libre expansión individual es adverso al desarrollo de la riqueza pública y privada180. En la democracia representativa, la tarea de hacer las leyes concierne a un cuerpo restringido de representantes elegidos por aquellos habitantes a quienes se les reconocen derechos políticos, esto es, a los ciudadanos. La doctrina liberal, por otra parte, privilegia y contrapone la democracia representativa a la democracia directa y participativa, la cual adversa el lopecismo. López defendió la democracia liberal restringida a una elite política, cultural y social, impulsó una democracia excluyente de y para uso de las minorías, fue un régimen liberaloligárquico cuyas formas constitucionales y políticas desconocieron la opinión popular181. La república federal es concebida como una república plural y dividida. La voluntad de la federación es el resultado entre la voluntad de los estados y la nación. El principio en el cual se fundamenta el Estado federal es la pluralidad de centros de poder soberanos coordinados entre sí. Al gobierno federal, en primer término, se le confiere una cantidad mínima de poderes indispensables para garantizar la unidad política y económica del Estado.

179

Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 13. Cfr. Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 226. 180

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En segundo lugar, los estados federales, a quienes compete su propio territorio, se les asignan los poderes restantes. El gobierno federal está fuertemente limitado porque los estados federados disponen de poderes suficientes para regirse autónomamente. La Constitución de 1811, texto fundador del Estado venezolano, además de la influencia del liberalismo político de la Revolución Francesa, recibió el influjo directo de la Constitución de los Estados Unidos de América, en cuanto a la configuración del Estado como un Estado Federal. Esta influencia fue bien recibida debido a la situación de autonomía local que tenían los Cabildos y Ayuntamientos de las Provincias que posteriormente conformaron el Estado venezolano; a partir de ese momento, el fantasma de la idea federal ha acompañado toda la historia política y ha acondicionado las instituciones desde su mismo nacimiento. Por otra parte, el establecimiento de la formula federal de 1811 tuvo su causa en el temor de los primeros republicanos de que se estableciera una autoridad fuerte y central de mando, y porque los representantes de las Provincias temían la hegemonía de Caracas182. Con la llegada de Cipriano Castro a Caracas, al frente de la Revolución Liberal Restauradora, se inició un giro en el panorama institucional y político del país que condujo a la eliminación del caudillismo, de los partidos políticos tradicionales —Liberal y Conservador— y de la forma federal del Estado. En consecuencia, se logró la integración de la política nacional mediante el establecimiento de un Ejército Nacional como soporte del poder central183. Cuando López asume el poder existe, de facto, un estado centralista, que continúa en su administración; al contrario de lo establecido en la Constitución Nacional.

181

Cfr. Guillermo Luque. “Educación y democratización, 1936-1958”, Historia de la educación venezolana, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 168. 182 Cfr. Allan Brewer Carías. “50 años de la evolución institucional de Venezuela 1926-1976”, Venezuela Moderna (medio siglo de historia 1926-1976) Caracas, Editorial Ariel, 1979, p. 542.

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1. DEMOCRACIA LOPECISTA

Ya hemos indicado que el gobierno de López es determinado como una democracia representativa, una democracia liberal, que evidencia el conjunto de reglas cuya observancia es necesaria para que el poder político sea distribuido efectivamente entre la mayor parte de los ciudadanos. Es una democracia como gobierno para el pueblo. La democracia lopecista es más formal que auténtica. Ya que, ésta estuvo limitada a la clase oligárquica; la gran masa de la población estaba dominada por grupos de políticos que regían el país pese a la apariencia de elección democrática. La democracia, para López Contreras, se define a partir de cuatro aspectos. Primero, la democracia es paz. Segundo, es justicia igual para todos. Tercero, es libertad sin otras limitaciones que las de la ley. Cuarto, es fraternidad184. El segundo y tercer aspecto responden al concepto de democracia formal-liberal; el primer y cuarto, corresponden a al positivismo. En consecuencia, la democracia es unión, convivencia y solidaridad entre las fuerzas que componen la sociedad. El nexo entre liberalismo y democracia es posible porque ambos tienen como punto de partida común al individuo. No obstante, el individuo del liberalismo no es el mismo que el individuo de la democracia, es decir, el interés individual que el liberalismo pretende proteger no es el mismo que pretende proteger la democracia; lo cual explica que la relación entre liberalismo y democracia solamente es posible, mas no necesaria. Para Uslar Pietri, el gobierno democrático tiene por objeto satisfacer la voluntad, las necesidades y los intereses de la mayoría, no de todos. La democracia considera los intereses de la mayoría porque esto coincide con el interés nacional185. Para Uslar Pietri, democracia es la formación de decisiones políticas vinculadas con los intereses de la comunidad. Lo que señala Uslar es un estado benefactor. Lo que en última instancia está planteando es una combinación especial de la democracia con bienestar social y capitalismo.

183

Cfr. Allan Brewer Carías. “50 años de la evolución institucional de Venezuela 1926-1976”, Venezuela Moderna (medio siglo de historia 1926-1976) pp. 550-551. 184 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 111. 185 Cfr. Arturo Uslar Pietri. Las responsabilidades de la democracia, entrevista en RCTV, 22-02-1958, S/P.

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La democracia, señala Uslar, es el sistema político fundado en el respeto por la personalidad humana, donde cada uno respeta a los demás (e incluso a los que no piensan como él) atendiendo a un conjunto de leyes y reglas que pautan lo que se debe y puede hacer, esto es, a los derechos y deberes de todo individuo elevado a la categoría de ciudadano. El argumento de Uslar tiene su fundamento en la inestabilidad política que existía en el país. Las clases gobernantes percibieron lo peligroso de apoyar una nueva dictadura y esto era una manera de contener a las masas populares y preveer una alternativa al anarquismo y al comunismo. La cuestión urgente es resolver la crisis política dentro de la forma democrática, siempre y cuando la democracia se amplíe y considere el bienestar de la población. Se proponen proyectos políticos en favor de fines sociales, que buscaban el crecimiento económico a fin de producir bienestar social general. Este tipo de estado hace referencia a la provisión de bienestar para la preservación del Estado mismo fundado en principios democráticos, sociales, culturales, humanos y éticos. En este estado de beneficencia se inserta el Plan Monumental, al ofrecer el bienestar de una ciudad bien construida, sana, agradable y útil; de alojamientos higiénicos, donde sea posible vivir de manera confortable, sin los problemas sociales, los trastornos políticos y los odios de clase; una ciudad modelo, esto es, una ciudad positivista. Aun cuando en el discurso lopecista se señalen los beneficios para el individuo y la sociedad; el fin principal del liberalismo es el desarrollo de individualidad más rica y dotada, en detrimento de los individuos más pobres y menos dotados. Opuesto al igualitarismo, donde el fin principal es el desarrollo de la comunidad en su conjunto. Lo que interesa, en última instancia, es preservar el poder y los privilegios de quienes se han proclamado representantes de la democracia. La democracia lopecista estuvo garantizada por la unidad del gobierno central, no preocupó a López que la oligarquía latifundista, aun habiendo perdido la hegemonía política del Estado, lograra preservar una posición relevante en la estructura del poder existente. La clase dominante trató de lograr una fórmula que ampliara la participación para lograr estabilizar el poder; de este modo, se falseó la necesidad histórica que exigía la participación real de nuevas fuerzas sociales. El régimen elitista de López caducó ante la realidad social, expresándose como una autocracia

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democrática y elitista186. Lo que importa en esta lucha política es que las fuerzas partidarias del orden sin cambio, de la implantación progresiva y autoritaria de la democracia burguesa, venzan a las fuerzas sociales partidarias de una transformación democrático-popular. El régimen lopecista no es un régimen del pueblo, como afirma y repite el discurso oficial; lo que dejó implantado fue esencialmente un régimen autoritario y antipopular, éste no estuvo concebido como régimen de naturaleza consensual. La mentalidad de López, formada bajo el régimen de Gómez, no cambió al enfrentarse con la realidad concreta de los hechos. Por ello, el lopecismo gobernó dentro de la ley que había legalizado todos los atentados, reduciendo la libertad de los venezolanos a su mínima expresión, hasta llegar a expulsar a quienes se opusieron a los procedimientos de este régimen. El quinquenio de López se caracterizó por vacilar entre la democracia y la dictadura, entre la libertad y la represión. La posición democrática de López Contreras constituyó una verdadera impostura. Primero, por el contenido profundamente autoritario de la estructura del poder y del Estado heredado del gomecismo. Segundo, la naturaleza conservadora y reaccionara de las fuerzas sociales y políticas que constituyeron el lopecismo. Tercero, por el rechazo al proyecto democrático que los sectores populares plantearon a López, el cual proponía la superación radical del orden gomecista187.

2. GOBIERNO DE LA MINORÍA

En la teoría general del Estado, al formularse el derecho electoral, se reconoce que este derecho ciudadano se da en función de la constitución; así, cuando el elector acude a votar lo hace en virtud de una vocación que desciende de la Constitución, y en virtud de un título otorgado y derivado por ésta. El derecho al sufragio no es, entonces, un derecho individual ni cívico, sino una función constitucional; el derecho de elección no es, para el ciudadano, el ejercicio de un poder propio, sino el ejercicio del poder de una función estatal. El ciudadano al votar no actúa por su cuenta particular, como persona distinta al Estado o

186

Cfr. Hugo Calello. Los verdugos de la democracia, Caracas, Alfadil Ediciones, 1989, p. 53. Cfr. Oscar Battaglini. La democracia en Venezuela (una historia de potencialidades no realizadas) Caracas, Ediciones FACES/U. C. V., 2001, p. 81. 187

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anterior al Estado, sino que ejerce una actividad estatal en nombre y por cuenta del Estado. El elector tiene una competencia constitucional, que sólo ejerce dentro de los límites y dentro de las condiciones que la misma Constitución le ha determinado. En la democracia representativa no se considera al cuerpo electoral como dotado de una personalidad o soberanía especial, sino que forma un órgano estatutario del Estado. El estado liberal ha convivido con una u otra forma de sufragio censitario, negando a los sectores más o menos numerosos del pueblo el derecho de igualdad. El estado liberal es un estado de derecho pero no necesariamente un estado democrático. La democracia liberal se caracteriza por una participación escasa de los ciudadanos en los procesos políticos. La cuestión consiste en saber si la democracia tiene algún significado cuando la mayoría de la población queda excluida de los asuntos del Estado. Aunque democracia puede ser, en última instancia, una mera denominación. López indica que su gobierno es “un gobierno del pueblo y para el pueblo”188. López funde los dos significados de democracia, i. e., democracia liberal y democracia igualitaria; lo cual es una contradicción, ya que ambas formas de democracia son incompatibles. La democracia liberal, establece el conjunto de reglas necesarias para que el poder político representativo sea ejercido sobre los ciudadanos; la democracia igualitaria, determina que el gobierno debe inspirarse en la igualdad de todos los ciudadanos, quienes tienen el derecho al sufragio. Bien sabemos que la democracia lopecista no es una democracia igualitaria. Por tanto, engaña a la población al indicarle que son ciudadanos sin que efectivamente lo sean, la mayoría sólo son habitantes cuya obligación es acatar las leyes, sin más derechos que esta obligación. Cuando López señala: “mi mandato, nacido de la opinión pública, con la forma moral que le da esa misma opinión y fortalecido con la alta dignidad profesional del Ejército y de la Armada, se ha conservado y se sostendrá fiel a los dictados saludables de la ley”189 falsea la realidad. López no fue electo por la opinión pública, fue designado Presidente por el Congreso Nacional, que en ningún momento representaba a la opinión pública. Ya que las «elecciones» presidenciales eran de tercer grado. En la Constitución de 1936 el sistema de

188

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, pp. 96-97. 189 Ibid., p. 129.

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sufragio permaneció inmodificado en cuanto al carácter indirecto. Además, la Constitución restringió aún más el derecho al sufragio, al excluir a los analfabetos, quienes ya en la Constitución de 1858 participaban de este derecho. Consagró expresamente la exclusión del voto femenino, lo cual no estuvo establecido expresamente en ninguno de los textos constitucionales anteriores a 1936190. Por otra parte, bien sabe López que su gobierno se mantiene en tanto las Fuerzas Armadas sigan siendo leales al Estado, esto es, a las clases dominantes, e insiste, como lo hará siempre, en el sometimiento a la ley por parte de la mayoría. El bloque dominante implanta un régimen de recambio político, que niega el libre ejercicio de la soberanía popular, al establecer una práctica autoritaria, oligárquica y restringida de la democracia. El Movimiento Popular, por su parte, propuso la instauración y realización de un régimen democrático basado en la voluntad soberana de las mayorías 191. Resulta contradictorio cuando López Contreras señala que “en la representación popular finca el país sus esperanzas de alcanzar nuevas y amplias conquistas”192. No hubo representación popular, el pueblo estuvo excluido constitucionalmente de la actividad política. Que López invoque «la representación y la opinión popular» sólo se entiende en la medida que la teoría elitista concibe la opinión y la representación popular en términos unidimensionales, es decir, sólo se alcanza el interés general cuando la política del gobierno concuerda con la opinión de la elite. La teoría elitista hace hincapié en el logro de una política pública esclarecida, la elite es el sector esclarecido, en consecuencia, la política fijada por la elite constituye el interés público. Las teorías elitistas descansan en el supuesto básico de que las masas son, en primer lugar, intrínsecamente incompetentes; en segundo término, que las mismas son, en el mejor de los casos, materia inerte y moldeable a voluntad; en el peor de los casos, seres ingobernables y desenfrenados con una tendencia insaciable a minar la cultura y la libertad. La concepción elitista, por otra parte, tiene como corolario directo la necesaria e inevitable tendencia a crear una elite capaz de guiar a esa masa incompetente. El elitismo se basa

190

Cfr. Allan Brewer Carías. “50 años de la evolución institucional de Venezuela 1926-1976”, Venezuela Moderna (medio siglo de historia 1926-1976) p. 626. 191 Cfr. Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, p. 167.

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principalmente en que el bien del pueblo y de la propia civilización depende de la capacidad de los más dotados para conducir a las mayorías a lograr el bienestar general 193. El elitismo y la exclusión fue una actitud permanente del gobierno lopecista. Esto se refleja en el desarrollo del Plan Monumental de Caracas, el cual se sustrajo de la opinión pública, como era obvio, alegándose que esta clase de estudios “debieron efectuarse dentro de la mayor discreción y secreto, a fin de substraerlos de la crítica inconsulta y fraccionada que ellos hubieran provocado indudablemente, y, también para evitar la especulación” 194. Los visionarios de la futura ciudad positivista evitaron el contagio de los irracionales, pues ellos estaban dotados para captar la idea acerca de como debía ser la ciudad. No obstante, esto no podía realizarse unilateralmente en una oficina de planificación, se necesitaba de una opinión pública, pero esto era algo inconcebible para el elitismo lopecista. El gabinete de Elbano Mibelli, quién contrato el Plan, constituyó la más alta exposición liberal burguesa del gobierno de López Contreras195.

3. REPRESENTACIÓN INDIRECTA

En la democracia representativa todas las funciones del Estado se ejercen mediante representantes, lo que implica cierta participación de los ciudadanos en la gestión pública al participar como elector. En ésta la representación no sólo deriva de la imposibilidad de reunir al pueblo, sino que se funda en que la mayoría de la población no posee la capacidad y la prudencia necesarias para discernir las medidas que demanda el interés nacional. En este sentido, la democracia representativa tiende a la formación de oligarquías políticas, las cuales reducen el número de ciudadanos con pleno derecho; la vida política es dirigida por estas oligarquías que restringen la participación de los ciudadanos en el gobierno y en el ejercicio de la ley. La opinión política la constituye ella misma, con lo cual genera un sistema

192

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 328. 193 Cfr. Peter Bachrach. Crítica de la teoría elitista de la democracia, p. 20. 194 Elbano Mibelli. “Exposición del Gobernador”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, noviembre, Caracas, 1939, p. 14. 195 Cfr. Juan Bautista Fuenmayor. Historia de la Venezuela política contemporánea 1899-1969, tomo II, Caracas, Tipografía de Miguel Ángel García e Hijos, 1975, p. 336.

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de control y de limitación confiado a los mecanismos representativos de transmisión del poder196. El elector es admitido simplemente para elegir sus representantes, quienes son tomados entre «lo mejor de los ciudadanos», asunto muy dudoso este, con aptitudes suficientes para dirigir los asuntos del Estado. El modelo representativo-elitista determina que la democracia no es más que un mecanismo para legitimar entre dos o más grupos de autoelegidos. El papel de los votantes no es decidir cuestiones políticas, sólo se remite a elegir los representantes que adoptarán las decisiones. En la democracia lopecista, las elecciones son de tercer grado. Las Cámaras del Congreso eligen al Presidente, los representantes de las Cámaras son elegidos por la Asamblea Legislativa de cada Estado, y los miembros de la Asamblea Legislativa son electos por los ciudadanos197. De esta manera, se establecieron los controles necesarios que limitaban la participación e impedían la influencia política de los sectores mayoritarios de la población. En la democracia representativa, los representantes no son responsables frente a sus electores, porque el representante ha sido designado para tutelar los intereses generales de la nación, entiéndase clases dominantes, no los intereses particulares de alguna comunidad. Los representantes toman las medidas que les parecen más convenientes. El fundamento de la representación tiene por objeto hacer que la soberanía se ejerza por el cuerpo representativo sin el concurso del pueblo, e incluso con exclusión del mismo 198. El elegido ejerce una función libre, independiente del elector. Ante esto, el modelo de la representación lopecista no era satisfactorio, porque no respondía a los verdaderos anhelos del pueblo, éste pedía elecciones libres para 1936; pedía se le dejara ejercer el libre ejercicio al sufragio universal, por medio del cual se hubiese convertido en realidad el precepto constitucional «la soberanía reside en el pueblo». Mientras los poderes públicos no fueron elegidos por el pueblo éste no fue dueño de su destino. La elección indirecta de los Diputados por medio de los Concejos Municipales fue otra burla199.

196

Cfr. Giovanni Sartori. ¿Qué es la democracia?, Bogotá, Altamir Ediciones, 1994, p. 137. Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 14¸ 55 y 59. 198 Cfr. R. Carré de Malberg. Teoría general del Estado, México, F. C. E. / U. N. A. M., 2000, p. 922. 199 Cfr. Luis B. Prieto Figueroa, (diputado Estado Nueva Esparta) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, pp. 49-50. 197

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Para que exista realmente una democracia representativa no es suficiente que se nombren representantes, éstos tienen que ser responsables ante la comunidad. Para que haya verdadera democracia los individuos, hombre y mujer, tienen que convertirse en individuos públicos, no excluidos políticos. El régimen lopecista no expuso un programa orientado a la transformación social y política, sólo una democracia liberal restringida y defendida desde el siglo XIX por la elite política200. En el régimen lopecista, en teoría, cualquier ciudadano tenía derecho a desempeñar cualquier cargo político; en la realidad, los cargos más elevados se encontraban en manos de la clase dominante, que estaba en situación de ocuparse de los asuntos del Estado y poseía por «tradición» la necesaria experiencia para ello.

V. ORGANIZACIÓN DEL ESTADO 1. CENTRALIZACIÓN

La organización del Estado venezolano, establecida en la Constitución Nacional, es la forma federal. Este tipo de Estado se fundamenta en la pluralidad de los centros de poder coordinados entre sí; por esta razón, en la forma federal concurren dos potestades, el gobierno federal y los estados federados. El gobierno federal posee los poderes indispensables para garantizar la unidad política y económica de la nación, a los estados federados se le asignan los poderes restantes. En teoría, el gobierno federal está fuertemente limitado porque los estados federados disponen de poderes suficientes para regirse autónomamente. El modelo federal lleva a cabo la división del poder soberano de acuerdo con la división territorial, el equilibrio constitucional se mantiene por la primacía de la Constitución sobre todos los poderes. De esta manera, los estados que forman la Unión “reconocen recíprocamente sus autonomías; conservan en toda su plenitud la soberanía no delegada… y declaran que el primer deber suyo y de la Federación es la conservación de la independencia

200

Cfr. Guillermo Luque. “Estado y educación en la Venezuela del siglo XX: Una síntesis para la reflexión y la polémica”, La educación venezolana historia, pedagogía y política, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 245.

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y la integridad de la Nación… se obligan a mantener el régimen y gobierno de la unión”201. El gobierno federal domina, por la superioridad de su potestad, a los estados particulares, éste emite decisiones que se imponen sobre los estados federados. Puesto que, el interés nacional priva sobre el interés regional. No obstante, la federación es una mera noción constitucional. Ya que con la llegada al poder de la Revolución Liberal Restauradora se inició la eliminación de la forma federal del Estado; al desaparecer el caudillismo, por la concentración del poder militar y del latifundio en manos de Juan Vicente Gómez, la Federación pasó a ser un mero recuerdo histórico de las luchas civiles del siglo XIX. Cuando López asume el poder existe un Estado centralista. El ingreso petrolero permitió obtener y desarrollar los instrumentos de dominación propios de este tipo de Estado. Finanzas propias, fuerzas armadas y cuerpos democráticos permitieron acentuar el proceso de concentración y centralización del poder. López Contreras dispuso de un poder más vasto que su antecesor. Las facultades otorgadas a Gómez por la Constitución no le fueron eliminadas a López; entre tales facultades contaba con el poder de nombrar a los presidentes de los estados federados, con lo cual se hizo inoperante la teoría federalista; el gobierno centralizado no concede a las autoridades subordinadas una competencia propia. Además, el Ejecutivo controlaba una importante mayoría en el Congreso202. En este marco de determinaciones, la nación es “un todo orgánico animado por idénticos sentimientos y aspiraciones” 203. López Contreras retoma la concepción orgánica del Estado, doctrina que no compete al Estado liberal.

201

Constitución de los Estado Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 12. Cfr. Ramón Díaz Sánchez. Transición (política y realidad en Venezuela) Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1983, pp. 74-75. 203 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 328. 202

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VI. JUSTIFICACIÓN Y FIN DEL ESTADO 1. EXISTENCIA DEL ESTADO

El Estado debe su existencia al conjunto de voluntades que lo hacen posible, y, en particular, al hecho que posee una Constitución y un conjunto de leyes que proveen a la colectividad de órganos capaces de asegurar su voluntad y hacen de ésta una persona estatal. Por esto, “la función esencial del Gobierno es la de proteger por igual esos derechos”204, no imponiendo a la Nación una voluntad distinta a la de ella. Por lo que, la misión primordial de todo gobierno será integrar a la población al goce efectivo de los derechos consagrados en las leyes. Cuando López asume el poder, el Estado venezolano es un conjunto de leyes, organismos, facultades, jurisdicciones y poderes constituidos; le correspondió a éste promover la reestructuración del mismo. “La República necesita de un Poder ejecutivo fuerte, de poderes fuertes y organizados, que no tengan otro horizonte que el de trabajar incansablemente por su felicidad. De un Poder Legislativo que cree leyes para la salvación del país, y de un Poder Judicial que interprete éstas dentro del marco de justicia”205 La acción debía ser estimulante y orientadora, para promover, fortalecer y proteger los intereses de la colectividad. “La labor de administración pública debe ser la expresión de un plan armónico, para que la evolución en lo material exhiba a la vez un significado moral en la vida de los pueblos”206 No obstante, el elitismo lopecista no obedece a los intereses de la colectividad, ya que la idea de igualdad es incompatible con la existencia de grupos superiores e inferiores propuesto por la teoría elitista y positivista. Nuestra democracia por eso mismo se ha convertido en uno de los equívocos más agudos y perjudiciales para la buena marcha de los asuntos del Estado, que son asuntos del pueblo. Así, hombres sin profesión, sin antecedentes siquiera de aptitudes en el desarrollo de empresas privadas, sin capacidad reconocida para la dirección de la propia vida individual, han sido escogidos para no importa qué función administrativa en cualesquiera de los diferentes departamentos del Ejecutivo o para los gobiernos 204

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 76. 205 Ibid., pp. 189. 206 Ibid., p. 324.

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seccionales. La democracia es precisamente selección, es decir, garantía de aptitud, de honradez y de actividad provechosa. Poner en manos de inhábiles la buena marcha del país es comprometer la seguridad, el progreso y el bienestar de la República 207.

Para el lopecismo, el conjunto de voluntades que hace posible la existencia del Estado es la elite gobernante, no la colectividad. El gobierno de López permanece porque las fuerzas de poder lo mantienen, no porque fuese realmente un régimen democrático; ya que su contenido político seguía siendo abiertamente oligárquico-autoritario208. La elite dominante impuso desde el Estado una concepción y una práctica autoritaria, oligárquica y restringida de la democracia; en oposición a la voluntad de las mayorías nacionales que estaban inspiradas en un contenido antiimperialista, antilatifundista, anticaudillista, antimilitarista209.

Vigilaré sin desmayo por librar este pueblo de las doctrinas que expresamente prohíbe nuestra Carta Fundamental y enturbiar la conciencia de buena parte del mundo, las cuales continuaré combatiendo como hasta ahora en el terreno de la persuasión, de la prédica y del consejo honrado, usando, cuando preciso sea, de las armas que me da la ley para la defensa de los fueros sociales, del orden público y de los principios que nos rigen”210

López esgrime la doctrina del Estado-gendarme, la cual sostiene que la misión del Estado se limita a desempeñar un papel policíaco y a mantener el derecho. El Estadogendarme corresponde al despotismo, cuyo carácter es ser estático y siempre igual a sí mismo. López entiende la política como la aplicación de normas que deben dirigir el pensamiento de los individuos. Lo cual es opuesto a la creación de una comunicación de pensamientos políticos capaz de iniciar una posición de equilibrio, una armonización entre el pensamiento político y la realidad social concreta. Para el lopecismo, el poder político es la emanación activa y enérgica del Estado en oposición a la opinión pública; un fenómeno elitista contrario a lo colectivo que impone usos y vigencias.

207

La Esfera (editorial) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 27, p. 495. Este periódico era un vocero leal del gobierno. 208 Cfr. Oscar Battaglini. La democracia en Venezuela (una historia de potencialidades no realizadas) Caracas, Ediciones FACES/U. C. V., 2001, pp. 57-58. 209 Cfr. Oscar Battaglini. La democracia en Venezuela (una historia de potencialidades no realizadas) p. 74. 210 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 295.

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2. LA LIBERTAD POLÍTICA

La democracia está asociada con la libre discusión de los problemas políticos y con el derecho que cada ciudadano tiene de diferir, derecho que le compete a cada ciudadano en su participación dentro del ámbito político. Sólo en la medida que es posible la opinión pública la comunidad se hace partícipe de los asuntos del Estado; el sistema político es convertido en una organización de la comunidad. La democracia significa que cada ciudadano es un ser político, porque participa de lo público por medio de la palabra, del discurso. Aun cuando la toma de decisiones políticas haya sido delegada a los representantes. Sin embargo, ni los representantes ni los partidos políticos garantizan que la política funcione de modo democrático, ya que éstos pueden convertirse en instrumentos de manipulación de las masas para beneficio de una elite. Los grupos de interés se convierten en instrumentos importantes en la organización del poder político, e influyen sobre la toma de decisiones del gobierno o aseguran la ejecución efectiva de las decisiones políticas; también median entre la población y el proceso político, en la medida que organizan las demandas populares y las introducen en este proceso. Los grupos de poder, presuntamente, traducen los intereses de los ciudadanos y promueven la racionalización de éstos, de manera que tales intereses ofrezcan atractivo a todos, siempre que sean compatibles con el interés nacional, esto es, con el interés de los grupos de poder. Estos grupos llegan a convertirse en una oligarquía que se enriquece de la función pública organizándose para suprimir toda amenaza a su poder y riqueza 211; además, sirven de medios para controlar y manipular al pueblo, puesto que establecen los controles necesarios a la participación ciudadana, con los cuales limitan toda influencia política. Con frecuencia se imponen en la democracia otras clases de restricciones a la participación política. Los grupos denominados extremistas son excluidos de la actividad política y sus miembros son encarcelados o discriminados por causa de sus preferencias políticas212. La Constitución de 1936 procuró, por un lado, contrarrestar la acción de las izquierdas políticas al acordar unas elecciones condicionales de carácter urgente; por otro, 211 212

Cfr. Robert Mac Iver. Teoría del Estado, Madrid, Editorial Tecnos, 1966, p. 175. Cfr. David Roth. Estudio comparativo de la política, México, F. C. E., 1983, pp. 198-199.

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estableció un sistema represivo contra el ímpetu político de la oposición al declarar fuera de la ley las doctrinas comunistas, anarquistas y a sus promotores. Esto en función de que “la paz, el orden y la armonía de la familia venezolana fuesen base firme para esa convivencia espiritual necesaria para la consolidación de las instituciones y para la educación del pueblo en el hábito de la libertad y del respeto por los poderes legítimamente constituidos” 213. A través de la Ley del Trabajo se concedió, por una parte, al trabajador una beligerancia que hasta entonces no conocía; por otra, esta misma ley se atenuó con restricciones que a la larga hicieron engañosas las conquistas laborales. Asimismo, se aprobó la Ley de Censo Electoral y de Elecciones, con la cual se reglamentó las disposiciones de la Constitución, que excluía a la mujer y los analfabetas de la ciudadanía. Se aprobó la Ley de Orden Público con el objeto de reducir al mínimo las libertades políticas214. A esta se denominó Ley Lara, porque el Ministro Alejandro Lara introdujo al Congreso Nacional tal Proyecto de Ley a “fin de garantizar el orden público y el ejercicio de los derechos ciudadanos. En la necesidad de reglamentar las actividades de la ciudadanía, en resguardo de ella misma” 215. El Ministro, en cuestión, señalaba que: Ante la contumancia de los dirigentes del sector aludido —comunistas—, el Ejecutivo no ha podido continuar por más tiempo en su noble tolerancia y, así, ha determinado que dichos dirigentes sean detenidos, aplicándoseles la pena de confinamiento en vez de la de expulsión del territorio nacional, para cuya imposición lo faculta el inciso 6º del articulo 32 de nuestra Constitución216.

Con la Ley de Orden Público se aplicaron las normas constitucionales que prohibían la práctica del «comunismo, el anarquismo, el nihilismo y el terrorismo»; se reglamentó el derecho de asociación cerrando el paso a las organizaciones políticas de izquierda, y se controlaron las manifestaciones callejeras con el recurso de la fuerza pública; esta ley fue declarada inconstitucional, ya que algunos de sus artículos limitaban la libertad ciudadana y 213

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 433. Cfr. Ramón Díaz Sánchez. Transición (política y realidad en Venezuela) Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1983, p. 65. 215 Alejandro Lara (Ministro de Relaciones Interiores) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 23, p. 261. 216 Alejandro Lara (Ministro de Relaciones Interiores) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 27, p. 78. Guión nuestro. 214

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dañaba los derechos de los venezolanos consagrados en la Carta Fundamental 217. (Estos denominados comunistas y anarquistas fueron los dirigentes políticos en los gobiernos de Gallegos, Betancourt, Leoni, Caldera y Pérez) Ante la aspiración de los partidos y grupos de oposición, el lopecismo hizo uso intensivo del ideario bolivariano y puso en marcha organizaciones políticas que lo tomaron como fundamento ideológico, como fue el caso de las Cívicas Bolivarianas218. López aplicó un elástico sistema de estira y afloja respecto al ejercicio de las libertades públicas, había cierto margen de libertad de prensa matizado de clausura de periódicos independientes y de enjuiciamientos a periodistas por el delito de vilipendio. Por ejemplo, López Contreras señala “reconozco la conveniencia de la crítica sana y orientadora, sea de la prensa o de los particulares”219. Sin embargo, en el Congreso se planteó la aprobación de la Ley de Defensa Social calcada ésta de los códigos del fascio italiano220. La Esfera, en apoyo al gobierno de López, publicó: “el General López Contreras no sólo devolvió al pueblo una libertad cuyo ejercicio le estaba vedado desde hacia largos años, sino que le garantizó la plenitud de una libertad que no había disfrutado nunca, de una libertad que el pueblo venezolano desconocía”221. El Heraldo, por el contrario, publica: “La lucha es condición esencial de la democracia, que se basa en la libertad; y que por lo mismo hace resaltar más agudamente las diferencias naturales de los hombres ofreciendo oportunidades de elevación al más apto, y trasladando los antiguos privilegios hereditarios al terreno de la competencia individual”222. La oposición entre las amplías mayorías y el gobierno de López se mantuvo constantemente; por eso se apeló a la coacción, a la represión física para impedir las aspiraciones populares, que aspiraban a una democracia real y efectiva. La persistencia de

217

Cfr. Simón A. Jiménez (diputado estado Zamora) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, p. 329. 218 Cfr. Diego Bautista Urbaneja. “La nación, Estado, petróleo y democracia en la historia de Venezuela”, Comprensión de nuestra democracia (40 años de historia venezolana) Caracas, Fondo editorial Contraloría General de la República, 1998, p. 146. 219 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, pp. 190. 220 Cfr. Rómulo Betancourt. Venezuela, política y petróleo, Caracas, Monte Ávila Editores, 2001, p. 80. 221 La Esfera (editorial) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 27, pp. 105-106 222 El Heraldo (editorial) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 27, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 311.

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este antagonismo determinó que el gobierno en ningún momento pudiese unificar la confianza popular y el asenso ciudadano, requisitos que constituyen la base del ejercicio legítimo del poder; por eso carece de veracidad histórica la afirmación de López al señalar haber implantado «con la cooperación del pueblo» un régimen político basado en el consentimiento y en la legalidad democrática223. Una muestra de tal cooperación fue impedir “el regreso de los expulsados que han continuado en sus manejos ilícitos y en sus actividades revolucionarias, ya que la entrada de ellos al territorio nacional o su permanencia en él sería perjudicial al orden público y a la tranquilidad social”224 El gobierno lopecista no fue un régimen basado en el «querer del pueblo», sino un régimen autoritario y anti-popular que no pudo dotarse de una base política e ideológica de naturaleza consensual y legítima. Este gobierno tomó decisiones que fueron denunciadas como violaciones de los derechos políticos y contra la libertad de prensa. López Contreras dictó un Decreto mediante el cual quedaron disueltos los partidos políticos y fueron expulsados del país los líderes de la oposición. Elbano Mibelli, por su parte, Gobernador del Distrito Federal y propulsor del Plan Monumental de Caracas, ordenó la clausura de algunos periódicos y programas de radio 225. Además, negó la autorización a los partidos de izquierda porque éstos no acataron la condición impuesta por la Gobernación de expulsar algunos miembros del Partido, y porque reafirmaron su solidaridad con las ideas políticas de las personas expulsadas226. Con respecto al Plan Monumental, Mibelli ordenó el decomiso de la revista Elite porque ésta publicó un reportaje acerca de dicho Plan urbano; se arrestó y enjuició, por violación de

223

Cfr. Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936-1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, p. 163. 224 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, pp. 295-296. 225 Cfr. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, Caracas, Ediciones Congreso de la República de Venezuela, 1985, p. 345. Los diarios clausurados fueron Fantoches, La República, La Voz del Estudiante y el programa radial La familia Buche y Pluma. Además, a comienzos de 1939 fue allanada la casa del diputado por el estado Guárico Ricardo Montilla siendo violada la inmunidad parlamentaria de éste. Por su parte, el Gobernador Mibelli ordenó la detención de los concejales Alberto López Gallegos y Luis Alberto Padrón. Igualmente, detuvieron al director de la revista ‘Elite’ Juan de Guruceaga, y al periodista Luis Barrios Cruz, director del diario Ahora, quien fue llevado a El Rastrillo. Por orden del mismo Gobernador fueron detenidos Raúl Leoni y el 20 de octubre de 1939 Rómulo Betancourt, quien desde el Decreto de marzo de 1937 había permanecido clandestinamente en el país. 226 Cfr. José R. Gabaldón, (Presidente del Partido Demócrata Venezolano) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 19, pp. 110-111.

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secreto, al Editor de esta revista, aun cuando el proyecto del Plan Monumental se había convertido en un secreto a voces227. Ante estos hechos, Rómulo Gallegos señala: “creo que vamos por una pendiente de represión

del

pensamiento

que

traerá

consecuencias

funestas para

la

dignidad

228

venezolana”

. Puesto que, impedir la libre manifestación de la personalidad creando una

atmósfera de inseguridad y amenaza plantea el dramático conflicto entre la dignidad y la conveniencia, lo cual induce al relajamiento de las virtudes cívicas y conlleva a la desmoralización y envilecimiento de los espíritus. En torno al gobierno se congregaron las fuerzas del despotismo cuyo interés primordial era retrotraer al país al estado de los apetitos y de la concupiscencia del caudillismo 229. El gobierno lopecista apeló a la anulación de elecciones recaídas en individuos de izquierda, incurriendo en contravenciones de la ley. De esta manera, la acción reaccionaria se desplazó del poder legislativo al judicial. El sistema democrático fue débil por obra y gracia del espíritu intransigente de la política criolla, dispuesta siempre a imponer por la fuerza una manera de pensar uniforme 230.

227

Cfr. Revista Elite (Editorial). “Por que necesita Caracas un plan de urbanismo”, Elite, año XIV, Nº 723, Caracas, 12 agosto de 1939, pp. 12-15. Según Martín Frechilla, el 15 de julio de 1939 la Comisión designada acordó informar al público sobre los pormenores del Plan Monumental. Sin embargo, el 4 de agosto la Gobernación ordenó el decomiso de la Revista Elite. La publicación oficial se hizo efectiva en noviembre de ese año. 228 Rómulo Gallegos. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 20, p. 423. 229 Cfr. Ibid., pp. 350-352.

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VII. DE LAS LEYES 1. GOBIERNO DE LAS LEYES

El Estado de derecho es aquel Estado que formula prescripciones relativas al ejercicio de su potestad administrativa, y asegura a los administrados el poder jurídico de actuar ante una autoridad jurisdiccional con el objeto de obtener la anulación, la reforma o, por lo menos, la no-aplicación de los actos administrativos que hubieran infligido a éstos. La Constitución Nacional garantizaba “el derecho de acusar ante los Tribunales competentes a los funcionarios que incurran en quebrantamiento de sus deberes” 231. El interés del Estado de derecho está en salvaguardar al ciudadano, al atender la protección de sus derechos; sólo es posible ordenar o imponer algo prescrito en el orden jurídico vigente. La ley constituye el basamento que obliga a los ciudadanos a subordinarse a la autoridad administrativa fundado en la sujeción y el deber de obediencia. “La ley respetada por el magistrado y obedecida por el ciudadano, es la condición de todo pueblo libre”232 Si nos atenemos a este postulado, el gobierno de López estaría dejando fuera de la ley a, aproximadamente, un 75% de la población, que no está en el status de ciudadano, como antes hemos señalado; la aplicación de la ley sólo se da en una minoría. Por otra parte, aquel que no es considerado ciudadano podría señalar que no tiene obligación para con la ley ni para con el Estado. En verdad, la ley no es sólo para el ciudadano, sino para la población por estar ésta bajo la potestad del Estado y ser fundamento de éste. En el Estado de derecho sólo se pueden emplear medios autorizados por el orden jurídico, el Estado está obligado a respetar las leyes, no puede ir en contra de las leyes existentes ni apartarse de las mismas. “Al aceptar el cargo de Presidente de la República lo hice penetrado de la idea de que mi misión era hacer efectiva la constitución y las leyes” 233 El Estado es un sistema que obedece las leyes que el mismo se ha dictado. En este aspecto, el gobierno lopecista establece un régimen de legalidad, de respeto por los derechos

230

Cfr. Luis Beltrán Prieto Figueroa. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 21, p. 356. 231 Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936. Artículo 32, numeral 13. 232 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 75. 233 Ibid., p. 73.

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ciudadanos, con prédicas de moral política, afianzamiento en las instituciones, respeto a la ley y los principios democráticos establecidos. La Constitución Nacional garantizaba la inviolabilidad de la vida; la propiedad; la libertad personal y de pensamiento; la igualdad en virtud de la cual todos serían juzgados por las mismas leyes234, entre otras garantías consagradas en el texto constitucional. Al estar estos derechos protegidos jurídicamente, los mismos son mecanismos constitucionales que impiden el ejercicio arbitrario e ilegítimo del poder. De este modo, el Estado obliga a los individuos y queda obligado, jurídicamente, al cumplimiento de éstos. El Estado mediante la ley persuade a las personas para que concuerden su voluntad con lo que la ley dicta, y como la ley es la voluntad del Estado éste se obliga a sí mismo. “Se ha probado que se puede gobernar sin apelar a la fuerza; en él se ha probado también que nuestro pueblo es capaz de elevarse a una alta concepción del derecho y también del deber cívico”235 Todo el conjunto de las leyes está, para el lopecismo, en función de las prácticas del «orden y del bien», para estimular, en última instancia, la conciencia del deber para con el gobierno. Para López, el Estado de derecho está en función de lo que Foucault denomina los «mecanismos disciplinarios»236 más cercano al Estado policía que al de derecho. De allí, que la noción de ciudadano sea, en el lopecismo, restringida, porque eso limita la protección de ley a un conjunto minoritario de la población; por lo cual, el Estado de derecho y policial pueden convivir sin contradicción. El gobierno lopecista surge en un Estado de derecho, pero de derechos reales para una minoría. Por lo que siguió prevaleciendo un autoritarismo, no personal, sino legal sobre las mayorías, que falseaba la participación de la población dentro de los parámetros de la democracia liberal; y limitaba de manera real toda otra forma de derechos ciudadanos.

234

Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, Artículo 32. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 109. 235

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2. FIN Y OBJETO DE LAS LEYES

El buen gobierno, en la teoría política moderna, se distingue del malo según dos criterios. El primero, se refiere al gobierno en función para el bien común, contrario al gobierno para el bien propio. El segundo, es cuando el gobierno se ejerce según las leyes establecidas, en oposición al gobierno arbitrario, en el cual las decisiones son tomadas fuera de toda ley. El discurso lopecista, y en América toda, el discurso político siempre ha tenido esta característica, todos son gobiernos buenos; nadie declararía que hace un gobierno malo. Por tanto, “corresponde perfeccionar nuestro ordenamiento jurídico en vigencia, para adaptarlo a las necesidades de la vida presente, pues el cambio de sistema político, el tránsito de un estado de hecho a uno de legalidad”237. López funda su convicción en que los hombres se educan y progresan con la ley; por lo cual, las leyes deben tener el fin de educar para el progreso del país, además, tienen el objeto de proteger a la nación de doctrinas indeseables que conspiran contra el estado de cosas. El gobierno, entonces, se encargara de: Demostrar que tiene clara conciencia de la misión que le compete cumplir ante las tendencias que, al amparo de la legalidad que he implementado en la República, conspiran contra la conservación de la paz; ante los impulsos vehementes y destructores; ante los sistemas que pretenden acabar con el principio de autoridad, con la familia, con la religión, con la propiedad y con todo aquello que da sentido a la vida del hombre y que sintetiza los ideales y aspiraciones238.

Aun cuando hemos señalado que el fundamento de las leyes lopecistas es el positivismo y el liberalismo, la promulgación de éstas deriva de una constante oposición ideológica. Puesto que, las leyes sancionadas “tendrán su aplicación para poner término a las corrientes ideológicas que al sembrar el desconcierto en el pueblo y en la sociedad, sólo sirven para entorpecer el plan de reconstrucción que nos hemos trazado y retardar el advenimiento de la era de tranquilidad y de justicia social a que aspiramos” 239. Las leyes son

236

Véase. Michel Foucault. Vigilar y castigar (nacimiento de la prisión) Madrid, Siglo XIX Editores, 1997. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 89. 238 Ibid., p. 115. 239 Ibid., p. 144. 237

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un instrumento político para detener toda fuerza social contraria al capitalismo. La obsesión anticomunista determina el comportamiento político, jurídico y legal del gobierno de López, que sólo ve el mundo en una dicotomía política: buenos –malos; liberales-comunistas. La legitimación ideológica adquiere dimensión constitucional al converger la razón moral del Estado y el uso del bolivarianismo como elementos para la defensa del paradigma liberal-republicano prometiendo vigilar sin desmayo a Las doctrinas que expresamente prohíbe nuestra Carta Fundamental y enturbiar la conciencia de buena parte del mundo, las cuales continuaré combatiendo como hasta ahora en el terreno de la persuasión, de la prédica y del consejo honrado, usando, cuando preciso sea, de las armas que me da la ley para la defensa de los fueros sociales, del orden público y de los principios que nos rigen 240.

El objeto y fin de las leyes es la conservación y preservación del orden político y social, ante los impulsos destructores —según López— de las doctrinas comunistas y anarquistas que “pretenden acabar con el principio de autoridad, con la familia, con la religión, con la propiedad y con todo aquello que da sentido a la vida del hombre241. Del hombre de la elite social, porque los otros carecen de todo lo que da sentido a la vida del hombre. Cuando López señala que debe asegurarse la libertad de pensamiento, está asegurando la libertad de pensamiento de todos aquellos que favorecían al gobierno, de aquellos que buscan la estabilidad y prestigio del mismo. Por lo cual, luego señalará, que fue indispensable precisar los límites dentro de los cuales se desenvolvía la libertad de pensamiento242, pues se corría el riesgo de toda clase de excesos, que perturbarían el orden y crearían un ambiente de intranquilidad social. Todo pensamiento que disentía de las acciones del gobierno López lo llama fuerzas hostiles. Por esto, las leyes tienen que poner término a las corrientes ideológicas que sólo sirven para entorpecer el plan de reconstrucción de la Nación, el advenimiento de la tranquilidad y de la justicia social que aspiraba el lopecismo.

240

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 295. 241 Ibid., p. 115. 242 Cfr. Ibid., p. 71.

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La autoridad se mantuvo como condición necesaria para que el orden liberal ni se relajara ni se subvirtiera. En consecuencia, las leyes debían impedir que las tendencias contrarias arraigaran en el país, para ello se expulsó a los adeptos y se les impidió permanecer en el territorio nacional. El gobierno de López terminó siendo “el quinquenio socarrón, albacea de la dictadura”243.

243

Rómulo Betancourt. Venezuela, política y petróleo, Caracas, Monte Ávila Editores, 2001, p. 129.

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TERCERA LECTURA LA CIUDAD COMO SIGNIFICANTE I. CONFIGURACIÓN Y REPRESENTACIÓN 1. AFIRMACIÓN Y NEGACIÓN

La ciudad es configurada en función de diferencias y jerarquías, por medio de las cuales se establece un conjunto de significaciones que son alcanzadas en la medida que las estructuras relacionales se consolidan entre sí. La ciudad constituye el conjunto operativo de las relaciones colectivas entre los hombres; ésta es un territorio de prácticas sociales y de representaciones organizadas que se manifiestan en lugares reales o imaginarios, que permiten crear los límites colectivos en los cuales se enmarca el devenir de los significados urbanos. La ciudad representa la relación de uno con el otro, que no necesariamente es una relación presencial, de allí la presencia del monumento, del obelisco, la plaza, el edificio gubernamental, la avenida, el puente, de lo religioso, de lo político; en las cuales están expresadas las formas de concebir el mundo. La ciudad, en tanto imagen, permite a los hombres identificarse con su pasado y su presente como una entidad cultural, política y social. La ciudad es el territorio donde el poder se hace visible, donde el simbolismo del poder se materializa; donde la colectividad se fotografía o queda desdibujada; ésta es el terreno privilegiado de la política, en ésta cualquier asunto es enunciado políticamente, donde el discurso, el interés y el propósito constituye una acción política. La ciudad es el escenario donde los «lugares privilegiados» son marcas fijas. La configuración urbana no es un acto ingenuo, en ella se estampa la concepción política y antropológica dejando su huella de manera muy profunda. La ciudad es un conjunto de signos y símbolos que establece ritmos de vida y comunica categorías de valores, con el objeto de consolidar un determinado sistema socio-político y de reproducir dicho sistema; por lo que los significados urbanos son la expresión de una ideología de dominio. El espacio urbano, en consecuencia, es constitutivo de la ideología, esto es, la ideología expresada en el espacio. La lectura de la ciudad está mediada por una comprensión del mundo al que ésta pertenece, tal lectura es contextual y connotativa. La ciudad es un texto visual, que narra 83


vínculos de coherencia e incoherencia emitidos al mismo tiempo de manera continua, este texto permite percibir las formas discursivas y los poderes de representación que configuran la ciudad, pues quien maneja el poder político, maneja también el poder de representación. Los objetivos del Plan Monumental no coinciden con los intereses reales de la ciudad. El análisis y exposición de motivos sólo justifica ideológicamente al plan mismo, éste no es una etapa del proceso proyectivo. El urbanista impone a la ciudad un futuro que es el más conveniente244 a su previa concepción, asigna de antemano una forma de crecimiento específica. De esta manera, cuando se señala que “Caracas no debe aplazar más su vital necesidad de ser urbanizada conforme a un vasto programa que solucione con eficacia la marcha regular de los servicios públicos de la población y prevea su futuro de gran ciudad moderna”245, previamente estamos ante un discurso que moldea a Caracas según las representaciones del lopecismo. El principio de modernización de la ciudad fue la ruptura del casco antiguo, tanto para ensanchar las calles como para organizar fáciles comunicaciones con las nuevas áreas edificadas. No obstante, este esquema preservaba la vocación barroca que se manifestó en la preferencia por edificios públicos monumentales con amplia perspectiva, monumentos emplazados en lugares destacados, grandes avenidas, servicios públicos modernos y eficaces que debían asombrar al viajero, según una reiterada frase de comienzos del siglo XX246. De allí que la ciudad quedará sometida a la acción de una racionalidad positivista, la cual consideró que:

El casco viejo no podría dejarse intacto, pero faltó la audacia de pensar en el desplazamiento de las grandes oficinas municipales y del Estado hacia las nuevas zonas libres en el Este, sacrificando en este modo la ciudad tradicional, que a partir de entonces empieza a desaparecer. Se quiso colocar la ciudad nueva encima de la antigua, y en esto la escuela francesa actuó a base de las experiencias de Hausmann y de Napoleón III247.

244

Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 136. 245 Elbano Mibelli. “Creación de la Dirección de Urbanismo”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 3. 246 Cfr. José Luis Romero. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo Veintiuno Editores, 1976, p. 275. 247 Leszek Zawisza. “El Silencio: arquitectura y urbanismo”, El Silencio y sus alrededores, Caracas, Fundarte, 1985, pp. 4748.

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¿Por qué no ubicar las oficinas al oeste o al sur-oeste? Más adelante veremos que Zawisza es partidario de la segregación establecida en el plan urbano. Sin embargo, se percibe que el texto urbano se comienza a escribir desde una ideología determinada. París seguía encandilando a los gobernantes de turno. La concepción de dominio estableció la configuración del espacio urbano y los símbolos de la ciudad propuesta. La codificación cultural no atiende a signos de identidad colectiva, se plantea como práctica cultural de la élite. La forma de concebir la calle, la plaza, de subdividir los ámbitos de trabajo, de reposo, de negocio y ocio se resume como la estratégica concepción positivista aupada por el lopecismo. La ciudad en su esfuerzo natural de expansión querrá desplazarse rápidamente desde sus calles estrechas hacia superficies más amplias, aireadas y soleadas. Los lugares modernos de hoy, reservados a las habitaciones, se cubrirán de inmuebles comerciales y la ciudad actual se tornará en una ciudad antigua e insalubre donde no podrán vivir sino elementos infelices de la población248.

El interés económico justifica la intervención sobre la memoria colectiva de la ciudad, las mejoras urbanas deben efectuarse rápidamente para evitar “una rápida desvalorización de toda la ciudad actual”249 Lo importante era la revalorización del suelo, la protección de los bienes inmuebles de quienes los poseían, que eran pocos. Como señala Egaña: “apretar gente y riqueza en los lugares altos y salubres se nos presenta como objetivo fundamental de un programa demográfico y económico de penetrantes proyecciones en lo futuro” 250 La intervención urbana afirma los imperativos que guían los principios lopecistas, se elaboró una estrategia de clase que apuntaba a la remodelación de la ciudad prescindiendo de su propia realidad. La formula urbana replantea hasta su disolución el rol socio-cultural y político de la vida urbana hasta el presente. La ciudad lopecista plantea la preeminencia del eje monumental que desplaza el centro histórico como centro de la ciudad, en éste se ubican

248

Elbano Mibelli. “Exposición del Gobernador”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, pp. 14-15. 249 Ibid., p. 24. 250 Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 375.

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los edificios gubernamentales y los símbolos del poder; además, plantea la segregación residencial de acuerdo con las clases sociales. Ante la ciudad criticada por insalubre e infuncional, el plan urbano conlleva en sí las representaciones y contradicciones que acusan al Estado de tradicional y atrasado. Entre el Plan Monumental y la cultura no existe una relación, el plan urbano sólo se refiere a la función y al funcionamiento de la ciudad en el interior del sistema total impuesto a la fuerza. El plan urbano refleja una cultura decimonónica y descubre la capacidad para cumplir las tareas institucionales de un pasado imperial que nunca ha existido en el país; este plan concierne a la institución y organización de un ser socio-político, el cual da cuerpo y estructura a la acción elitista del hombre y da significado a sus representaciones urbanas. El modelo urbano cuadricular fue suplantado por la supremacía de París. La ciudad asumió la imagen metropolitana de los trazados de Haussmann. La elite local asimilaba el ritmo de las vanguardias metropolitanas a través del constante vínculo especular con los modelos artísticos y culturales de Europa251. La estructura arquitectónica aparece como la expresión constitutiva y expresiva de un Estado sin presente, sobrepuesta a un plan de vialidad, de continuidad viaria que sirve para ignorar las zonas subalternas, El Plan urbano es “articulado y jerarquizado alrededor del proyecto arquitectónico para el nuevo centro cívico, y la Avenida Bolívar como justificación fundamental para una vía comercial”252

Todo esto garantizaba la ruptura urbana, al

desarrollar las tendencias e innovaciones de la estructura mercantil. Caracas crecería a partir del centro por medio de autopistas que conducirían a las nuevas urbanizaciones, el automóvil es ahora quien dicta la forma urbana. Así se cumplía el cuarto principio de Haussmann, para París, que consistía en facilitar la circulación que condujera directamente a los centros comerciales y residenciales, evitando retrasos y congestionamiento vehicular. La perdida del centro histórico significó que la ciudad estuviese dominada por el flujo vehicular. La pérdida del centro urbano supuso la configuración de una nueva ciudad a partir de circuitos conectados a un ordenamiento que privilegiaba avenidas y autopistas, con capacidad para operar como enlaces y conexiones de flujos que estaban en contra de la

251

Cfr. Antonio Vélez y Roberto Segre. “¿Por qué hablar de modelo europeo de ciudad en América Latina?”, Revista de Occidente, julio-agosto 2001, Nº 230-231, Madrid, p. 19.

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intensidad del encuentro y la aglomeración que posibilita la calle y la plaza. La fragmentación, producto del flujo vehicular, conduciría al desuso del centro de la ciudad como espacio público cargado de significado durante mucho tiempo. La ciudad adquirió el régimen general de la velocidad; “la ciudad en su esfuerzo natural de expansión, querrá desplazarse rápidamente, desde sus calles estrechas, hacia superficies más amplias, aireadas y soleadas”253 El andar se impuso sobre el estar. El movimiento rápido priva al individuo de la sensibilidad social, lo hace sufrir la perdida táctil, al convertir a la ciudad en un territorio de espacios neutros. El individuo, en movimiento incesante, pierde su vínculo con otros individuos y con los lugares por los cuales se desplaza. Los urbanistas trataron de convertir a Caracas en un lugar en el cual el individuo pudiera «desplazarse y respirar con libertad», tal libertad se expresa como un espacio meramente sometido. La logística de la velocidad separa al individuo de los espacios por los que se mueve. La avenida es convertida, en el Plan Monumental, en el centro ceremonial del vehículo, ésta se planifica para que en ella se pueda celebrar la ceremonia de movimiento hacia un objeto determinado, convirtiendo al movimiento en un fin en sí mismo. Esta mecánica del movimiento considera indigna o injusta la resistencia social, ambiental o personal. “Allí, donde se vive confortable y plácidamente, desaparecen las dificultades sociales, los trastornos políticos y los odios de clases”254, la soltura, la comodidad, la facilidad en las relaciones de movimiento se presentan como garantía de la libertad individual. El Plan Monumental, a semejanza del de Haussmann, privilegia el movimiento de los individuos segregando el de las masas urbanas, al intentar “encausar el sentido principal de la circulación por medio de una avenida central que, por sus proporciones y las fachadas de sus edificios de a la ciudad un aspecto monumental imprimiéndole un carácter especial” 255, se separa y divide a la comunidad por medio del tráfico. La avenida central establece el control social que implica la forma lineal, al dividir a la masa urbana en grupos antagónicos. Las anchas avenidas conectan monumentos con otros monumentos, no con grupos sociales;

252

Juan J. Martín Frechilla. Planes, planos y proyectos para Venezuela: 1908-1958 (Apuntes para una historia de la construcción del país) Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1994, p.357. 253 Elbano Mibelli. “Exposición del Gobernador”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, pp. 14-15. 254 Ibid., p. 20.

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con lo cual se pretende crear un espacio transparente de libertad, esto es una mera vaciedad, una apatía inducida; puesto que se pretende un espacio de libertad sin conexión humana permanente. El ejemplo de Haussmann, con su impulso demoledor, alimentó la decisión lopecista y de la burguesía caraqueña de borrar el pasado urbano y transformar la fisonomía de la ciudad. Una suntuosa avenida, una arquitectura de progreso, revelaron esta decisión; aunque no se logró desvanecer el fantasma de la vieja ciudad256. La pretensión positivista se avergonzaba de la ciudad colonial; “porque el atractivo de nuestra capital no irradia en las angostas calles del viejo núcleo pseudo colonial, sino de las modernas barriadas de los alrededores”257, así demolieron sectores cargados de tradición. La demolición de lo viejo daría paso a un nuevo trazado urbano, a una nueva arquitectura que resumía el supremo triunfo del progreso. “La gran ciudad, con sus bellos bulevares, parques, teatros, jardines, clubs, etc. Las afueras, con sus hermosas ciudades-jardín y sus clubs deportivos unidos a la urbe por medio de cómodas y hermosas arterias de rápida circulación… harán de nuestra ciudad uno de los centros más atractivos del Nuevo Mundo”258. La pretendida comodidad vehicular reducía la intensidad del intercambio urbano que puede presentarse en una comunidad heterogénea. El Plan Monumental se convertía en una propuesta de homogenización, porque “el atractivo de nuestra capital no irradia en las angostas calles del viejo núcleo pseudo colonial, sino de las modernas barriadas de los alrededores”259, lo urbano se convierte en un garante del continuo orden social del Estado. En lo sucesivo, el cauce de la acción social debe quedar domesticado, la acción social será reemplazada por la planificación social; el conflicto es excluido como amenaza a una vida urbana mejor. El núcleo fundacional de Caracas quedaría aislado al separar los viejos barrios de la ciudad colonial del moderno eje dominante. El planificador superpuso a la ciudad colonial una nueva red de calles anchas y rectilíneas formando un sistema de comunicaciones entre los nuevos centros principales de la vida ciudadana. Aseguraba, de esta manera, las directrices

255

Elbano Mibelli. “Solución escogida”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 25. Cfr. José Luis Romero. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo Veintiuno Editores, 1976, p. 249. 257 Luis Roche. Sur-América vista por un venezolano, Caracas, Tipografía La Nación, 1945, p. 43. 258 Elbano Mibelli. Op. cit., p. 21. 259 Luis Roche. Op. cit., p. 43. 256

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eficaces de tráfico que aíslan el espacio político (por excelencia) de la ciudad, esto es, la Plaza Bolívar. II. LA FUNCIÓN SIMBÓLICA 1. SIMBOLOGÍA DEL PODER

La estructura ideológica subyace en todo el conjunto simbólico. La ideología funda los fenómenos relativos a la lucha por el poder simbólico, a la nominación de las relaciones sociales y de las representaciones de los grupos sociales. La simbólica urbana se da a partir del uso de formas espaciales que dependen de las mediaciones de los procesos ideológicos. El lenguaje urbano es un proceso cultural a partir de una ideología dominante, la cual fuerza el discurso del reconocimiento, entre los sujetos, a partir de una lectura homogénea de los códigos de dominación, que hacen posible la aprehensión de la vida ciudadana. La ciudad revela significados simbólicos a través de un pensamiento esencial y subyacente, representaciones que concuerdan con lo interno y se revelan en lo externo; la ciudad es un conjunto de imágenes, la cuales es necesario develar. Imágenes manifiesta por medio de lo edificado. Una arquitectónica que expresa significaciones simbólicas de la voluntad de poder. La función simbólica trasciende lo que la mera ciudad es, y ésta carece de cualquier otro sentido fuera de lo simbólico. La ciudad es símbolo de una arquitectura de autoridad o arquitectura como símbolo de poder. El discurso de la ciudad se manifiesta a través del espacio y de la forma arquitectónica y urbana. El eje monumental en el Plan Monumental se configura como símbolo del orden, del progreso y de la axiología del Estado; éste es el crisol del ordenamiento espacial. El eje anuncia el devenir del hombre civilizado, paradigma de la antropología lopecista. Determina, por otra parte, el prestigio de la ciudad como factor relevante en las relaciones entre gobierno y ciudadanos. El prestigio de la ciudad se transfiere al gobierno logrando el respeto del pueblo, con el fin de ganarse la buena voluntad y el afecto de éste260. En efecto, [Caracas] como capital política del país, con su puerto y la región que la circunda, Caracas constituye el centro natural del mismo [país]... Así pues, no sería

260

Cfr. Arnold Toynbee. Ciudades en marcha, Madrid, Alianza Editorial, 1973, p. 101.

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aventurado afirmar que en lo futuro, Caracas podrá ser la capital del sur de esa nueva civilización caribe, como San Luis, sobre el Misisipi, será la capital del norte. México y La Habana, correrán al oeste y al este del círculo armonioso donde se desarrollará, dentro de poco, con una vitalidad extraordinaria, la nueva civilización americana261.

El Plan Monumental tiene el objetivo de mostrar una nación que se transforma por medio de un “plan armónico de desarrollo científicamente estudiado” 262. La planificación de la ciudad es reflejo del país, se justifica, en entre otras cosas, por medio de un determinismo geográfico, que es más un ardid monetario que una teoría científica, pues se hacen análogos el Mar Caribe y el Mar Mediterráneo, ya que “ambos mares tienen la misma función. Forman la rotula de dos mundos distintos”263. La tradición colonialista del urbanismo francés es evidente en este contenido geopolítico, la analogía marítima expresa la idea colonialista de que América del Sur es el África del Nuevo Mundo, cuya completa madurez sólo se logrará mediante el intercambio económico y cultural con el hemisferio norte264 No obstante, lo oscuro del discurso muestra que Caracas es París, Venezuela la Europa de América. Este es el mensaje, el primer objetivo del acto comunicativo, del plan urbano, “se trata de algo monumental, de una obra de extraordinaria dimensiones que colocará a Caracas a la alturas de las grandes metrópolis modernas por lo que concierne a su estructura arquitectónica” 265 Es el conjunto de símbolos que muestra al Estado-emisor estableciendo un discurso directamente perceptible por el ciudadano-receptor. El discurso posee un sentido triunfal, que el Estado pretende establecer con el ciudadano. El discurso urbano se muestra como el triunfo de la razón, del Estado, sobre el pasado oprobioso que se pretende dejar atrás y sobre las tendencias comunistas-anarquistas del presente. “Al caraqueño progresista que le hablen de avenidas modernas y amplias, de calzadas por donde el tráfico ha de deslizarse sin inconvenientes morosos, de edificios

261

Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 19. 262 Ibid., p. 3. 263 Ibid., p. 17. 264 Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, p. 88. 265 Elite (editorial) “La transformación arquitectónica de Caracas”, ELITE, año XIV, Nº 722, Caracas, agosto 5 de 1939, pp. 12-15.

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esbeltos y erguidos hacia lo alto, en alarde de progreso arquitectónico y de buen gusto, tiene que rebosarle el optimismo”266 El Plan Monumental implica el reconocimiento a un modelo no-problemático, que asume imágenes universales con explícitos contenidos ideológicos, heredero de la corriente historicista de la «Nueva Tradición», que concebía a la arquitectura como símbolo de poder. En el Plan Monumental predomina el carácter relevante del eje de la Gran Avenida, coronada por el sagrario dedicado al Libertador, que expresa la gran senda del futuro; los edificios gubernamentales, con un lenguaje neoclásico, refuerzan el carácter monumental de la misma con el objeto de perfeccionar la obra de los fundadores de la patria y dar un sentido glorioso al ideario del Libertador. La arquitectura clásica se utiliza para conferir inmortalidad a los creadores de la nación. Se confía en este modelo porque él contiene, supuestamente, principios universales, el uso del mismo tuvo amplia aceptación en las primeras décadas del siglo XX, alcanzó su cenit en los años treinta entre las diversas formas de gobiernos totalitarios. La preferencia por lo neoclásico consistió en atribuir un valor de eternidad a este lenguaje. La ideología que se sustenta en este modelo artístico es conservadora, elitista, centralista y pragmática, con un componente ocasional de fundamentalismo místico utilizado para catalizar a las masas. Esta tendencia utiliza lo neoclásico como un medio efectivo de propaganda, lo clásico es utilizado como expresión del esplendor de político. En lo urbano es empleado tal lenguaje como un triunfo perpetuado en monumentos267, el espacio urbano es proyectado como una estructura simbólica que refleja los intereses ideológicos que signan las formas y los significados de los ideales del Estado. La «Nueva Tradición» supone una interpretación racista de la arquitectura268, con lo cual se fustiga a aquellos que han perdido toda idea del engrandecimiento de la Patria, engrandecimiento tan grato a López. El Plan Monumental es proyectado para olvidar el pasado oprobioso de una nación bárbara y atrasada, por medio de éste se intenta “la conquista de un porvenir mejor” 269. El lopecismo intentó consolidar su

266

Elite (editorial) “Por que necesita Caracas un plan de urbanismo”, ELITE, año XIV, Nº 723, Caracas, agosto 12 de 1939, pp. 12-15. 267 Cfr. Albert Elsen y otros. La arquitectura como símbolo de poder, Barcelona, Tusquets Editor, 1978, pp. 7-8. 268 Cfr. Charles Jencks. Movimientos Modernos en arquitectura, Madrid, H. Blume ediciones, 1983, pp. 45-46. 269 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 90.

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popularidad con testimonios tangibles, e intentó hacer más difíciles futuras revoluciones demoliendo la ciudad que las había engendrado. Las tendencias del urbanismo moderno fueron excluidas del plan urbano para Caracas, ya que no cumplían con los postulados del positivismo, además, tales tendencias eran condenables por ser un movimiento internacional, que en muchos casos, eran de tendencias opuestas a las formulas lopecistas. El lopecismo exigía la adhesión al discurso ideológico impuesto por el régimen, que debía ser representado por un determinado estilo arquitectónico y urbanístico; esto equivalió a rechazar la arquitectura moderna y a regresar a un historicismo neoclásico270. La presencia de fórmulas arquitectónicas clásicas, historicistas y académicas, en el Plan Monumental de Caracas, se explica porque las formas abstractas dictadas por las tendencias de la arquitectura moderna eran inadecuadas para representar la ideología del régimen lopecista. La urbanística conservadora impuesta por el lopecismo fue un instrumento del poder, semejante a la que reorganizó, en la segunda mitad del siglo XIX y en los primeros decenios del siglo XX, las ciudades europeas y las ciudades coloniales dependientes de las potencias de Europa. La decisión de Elbano Mibelli de contratar urbanistas franceses, para la elaboración del Plan Monumental, coronaba el viejo sueño parisiense para Caracas, en nombre del prestigio cultural y del glorioso pasado haussmanniano. Francia era investida en América Latina, durante los años treinta, de una supremacía urbanística de la cual carecía en Europa271. El Plan Monumental de Caracas se funda en el urbanismo francés denominado «urbanismo de regularización», el cual fue desarrollado por la École Française d’Urbanisme, resultante del eclecticismo de la Société Française d’Urbanistes y mezclado con la tradición monumental heredada de Beaux Arts. Este urbanismo fue fomentado en las colonias africanas y en América Latina debido a las necesidades colonialistas del urbanismo francés272. Aquí se aprecia el carácter claro-oscuro del discurso lopecista; por una parte, el uso de lenguaje neoclásico como discurso del poder, por otra, la elección de un urbanismo

270

Cfr. Leszek Zawisza. “La arquitectura del Estado totalitario: una reflexión en el año orwelliano”, Punto Nº 66, Caracas, diciembre, 1996, p. 51. 271 Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, p. 86.

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conservador y colonialista. Lo oscuro del discurso dice que el plan urbano es el discurso del futuro, el adalid del progreso, la consecución del desarrollo del hombre positivo, la libertad política y la plenitud de la democracia. Un discurso que oculta lo claro. Lo claro expresa que los planteamientos que influyeron en el Plan Monumental fueron la exigencia de asegurar el orden y el sometimiento colectivo, ganarse el favor popular con obras imponentes para uso de la élite y asegurar la especulación urbana. Además, de mostrarse servidores de un ideal francés caduco y retrogrado. Lo oscuro, un discurso del poder; lo claro, una actitud de su sumisión.

2. EL EJE ORDENADOR: LO ETERNO

En Plan Monumental se determinó estructurar la ciudad por medio de una forma lineal que rompía definitivamente la cuadricula milesia de la ciudad colonial. Este elemento ordenador representa el poder de un Estado nuevo. El eje implica una línea de contacto entre el elemento dominante y el observador, otorga significado nuevo tanto a la ciudad como a los individuos. El eje monumental, con su lenguaje neoclásico, constituye el elemento más relevante y significante del discursivo urbano; los elementos que lo constituyen reafirman el carácter simbólico del mismo, al situar el discurso axiológico del Estado en interacción con lo urbano. Es el elemento que compendia la carga significante del espacio urbano, por medio de éste se organizan los elementos que convergen en la interacción discursiva, que determina los procesos de reproducción y transformación de las relaciones sociales en función de la organización espacial de la nueva ciudad. El eje monumental es configurado como un elemento de comunicación que cumple un objetivo socio-político determinado; éste tiene una función conmemorativa, y didáctica, capaz de comunicar un desarrollo coherente de las premisas dadas por la simbólica del poder, el eje es el arquetipo del poder de dominación. La génesis del eje, desde un punto a otro, está proyectado entre lo eterno, lo atemporal y lo futuro. El eje simboliza el principio generatriz del nuevo estado de cosas, el origen y la proyección de la extensión y la duración del progreso, éste engendra la integridad 272

Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, pp. 87-88.

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de la manifestación espacio-tiempo, la totalidad de la manifestación de un orden positivo. Es el símbolo de la realización existente, la representación de una dinámica desde la unidad hacia la multiplicidad guiada y vigilada por lo imperecedero. El eje determina el dominio visual de esta expansión, el punto dominante desde el que parte a un campo visual de la nueva organización urbana de Caracas. El sagrario del Libertador ubicado en la colina de El Calvario ocupa la posición dominante y más relevante del eje monumental, éste es el punto de origen desde el que se proyecta la nueva visión del progreso. Es la imagen simbólica, forma y figura de lo sagrado, lo que en sí y para sí unifica a la población. La axiología del Estado instaura el ideal de una ciudad estable y jerárquica, en la cual cada parte se fusiona en un todo ordenado. La nueva identidad urbana se estructura por medio de una línea de procesión y acceso, por el dominio de lo que está arriba respecto a lo que está abajo, del centro sagrado con respecto a lo mundano.

La colina El Calvario, que domina la ciudad, ha constituido tradicionalmente un motivo de estética de considerable importancia. Esta colina se levanta en el triángulo de esas grandes vías de comunicación que permiten el acceso a la ciudad por la parte occidental... Podemos afirmar, que ninguna otra disposición podría rematar mejor, al oeste de la avenida; al este, la solución elegida confirma lo anteriormente expuesto 273.

Este es el lugar privilegiado para elevar “como digna coronación del proyecto…un gigantesco monumento al Libertador, monumento cuyas proporciones majestuosas estarían a la escala sublime de su genio redentor”274. Desde lo sagrado se determina el nuevo ordenamiento formal, la composición ordenada, la racionalidad del trazado y la armonía entre las partes. En este sentido, López indica que “en el credo bolivariano tenemos el foco de luz inagotable que marca derroteros a nuestros destinos y a todos los pueblos de América” 275. En el Calvario, culminación oeste del eje monumental, se planteó un gran basamento piramidal, a la manera precolombina, en el interior de éste debía colocarse el sagrario del

273

Elbano Mibelli. “Exposición del Plan Monumental de Caracas”, Revista Municipal del Distrito Federal, año 1, número 1, noviembre, Caracas, 1939, p. 27. El paréntesis es nuestro. 274 Luis Roche. “Embellecimiento de Caracas”, El Universal, miércoles 3 de marzo de 1936, p. tres. 275 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 335.

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Libertador276. La monumentalidad de éste y el desarrollo de rituales magnificadores insistirán en representar el predominio del ícono. La permanencia física, en tanto perduración de la idea, se convertiría en el símbolo que fundamentaría la reproducción social del Estado lopecista: “fui a rendir en el templo de la patria un tributo de reverencia a la memoria del Libertador, y a pedir inspiración a su pensamiento, ejemplo a su vida, y a pedir a su obra las ideas esenciales para modelar la doctrina y formular la acción de mi Gobierno” 277. Bolívar es convertido en símbolo de lo eterno, en signo que denota las ideas de todos los tiempos; en lo sagrado capaz de mantener unidos a todos los individuos, esta cohesión constituye el primer contenido de la simbología del poder. El símbolo existe como lazo que une el todo y las partes. El punto jerárquico del eje monumental por su relevancia y significación corresponde a la imagen de magnificencia y esplendor otorgada a la figura del Libertador. El sagrario como símbolo es un sistema de valores definido según los deseos del Estado. En este punto del eje monumental predomina la forma y el espacio jerárquicamente más importante, convirtiéndose en una excepción, en una anomalía dentro del modelo positivista. “Las ideas del Libertador, nuevas en todos los tiempos, vienen a ser hoy el áncora suprema de nuestra salud”278. La localización estratégica del sagrario, dentro de la composición, determina una articulación de relevancia, el hito de mayor significación. El sagrario mira hacia el este de la ciudad, hacia el lugar predestinado para el progreso de Caracas. Da la espalda al oeste, a las zonas obreras. La Gran Avenida, como eje ordenador y articulador, está constituida por un conjunto de elementos discursivos que componen un todo dentro de este universo. En el eje monumental se definió el punto focal oeste ubicando el sagrario del Libertador; en el punto este, para lograr el equilibrio, el balance formal y dominar el espacio urbano, permitiendo la relación en función de un ordenamiento y una secuencia del acontecimiento discursivo, se planteó la plaza circular de distribución con dos columnas a modo de propileos, que, por una

276

Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 141. Señala la autora: el sagrario era “un impresionante espacio en forma de cono escalonado, compuesto también por escalinatas, columnas y muros inscritos, con una abertura cenital que ilumina la tumba dramáticamente, recuerda los monumentales, perfectos e inconstruibles proyectos, al mismo tiempo clásicos y románticos de Etienne–Louis Boullée”. 277 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 110. López Contreras se refiere al Panteón Nacional. 278 Ibid., pp. 282-283.

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parte, marcan el vestíbulo a la Gran Avenida y, por otra, marcan la puerta hacia la región del progreso de la ciudad, al este caraqueño. El eje monumental, como tal, queda definido por el sagrario y la redoma este, entre estos dos puntos se expresa arquitectónicamente el poder del Estado. Los hitos con los cuales inicia y culmina el eje, determinan la importancia de la monumentalidad y simbolizan la renovada fuerza nacional que el lopecismo intentó imprimir a la nación. El modelo urbanístico que se adopta para Caracas es el mismo que el de las ciudades europeas de finales del siglo XIX: bulevares, plazas de formas geométricas; estatuas, fuentes y obeliscos que constituyen hitos visuales; modelo convertido en el sistema unitario del racionalismo de la ilustración279, muy del agrado del positivismo lopecista. En el Plan Monumental se optó, para representar estas ideas, por una simetría que justificaba la distribución de los usos, las direcciones del tráfico, la ubicación de calles y plazas. Un esquema rigurosamente simétrico sólo indica la importancia atribuida a lograr una determinada imagen monumental de la ciudad, de acuerdo con modelos académicos280 que simbolizarían la magnificencia de ícono bolivariano. El eje monumental expresa la contradicción entre el orden positivista y la anomalía insalvable del culto bolivariano, que representa las prácticas y creencias del gobierno lopecista afirmadas y renovadas en la configuración del espacio urbano, el cual se estructuró en la figura iconográfica del Libertador. El monumento simbólico, como propaganda arquitectónica, conmemora, a la vez, la gloria del Libertador y las instituciones lopecistas. La arquitectura asociada a la simbólica de la grandeza, de la perduración, es convertida en un recordatorio constante del poder del Estado281, ésta refuerza visualmente las estructuras políticas predominantes. Cuanto más magníficos y monumentales sean los lugares oficiales mayor será la admiración del pueblo hacia el poder del Estado. La Gran Avenida es el símbolo de un programa de poder. Al proponer el monumento al Libertador —el sagrario— Luis Roche señala que “por medio de este gran movimiento nacional Bolívar muerto lograría lo que no pudo cuando vivió: la unión total de un Pueblo en

279

Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, pp. 138-139. 280 Ibid., p. 140.

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torno a un Ideal”282. El símbolo es utilizado para mantener la lealtad a la unidad política y motivar el apoyo de las masas a las metas del régimen.

3. FORMA Y ORDEN

La geometría, como medio de control formal, sirve para organizar el espacio. El reconocimiento de las formas geométricas determina la relación espacial entre las partes de la ciudad. Caracas, según la representación del Plan Monumental, sería una ciudad a imagen y semejanza de París; un centro colonial intervenido a la manera haussmanniana con modernos centros nucleares a su alrededor, unidos por medio de vías rápidas283. Este ordenamiento urbanístico “realiza en su afán de cambiar la fisonomía nacional y devolver al país el lustre a que es acreedor por su glorioso pasado” 284, un pasado bolivariano, no urbano. La ciudad es reducida a lo simbólico. El Plan Monumental es un símbolo de lo político, que consiste en ligar a significantes representaciones de órdenes, de conminaciones o incitaciones, significaciones que se hacen valer como tales. En este sentido, la ciudad significa un sistema de ordenadas relaciones como condición primaria para la vida humana; por lo cual sólo puede existir orden si existe ley. Para el momento en que se elaboró el Plan Monumental de Caracas, las ideas del racionalismo neoclásico eran usuales, éstas estaban influidas por el pensamiento de Comte285. A partir del positivismo de Comte, se había elaborado una estética científica, una estética positivista fundada en la selección natural, la herencia y en la correlación de la fuerza; sin embargo, la estética positivista es una masa indigesta de hechos aislados, ya que los únicos principios que el positivismo posee tiene que pedirlos prestados de la física general, por lo cual deja intacto el fenómeno estético286. En el Plan Monumental no se tuvo

281

Cfr. Albert Elsen y otros. La arquitectura como símbolo de poder, Barcelona, Tusquets Editor, 1978, p. 14. Luis Roche. “Embellecimiento de Caracas”, El Universal, 4 de marzo de 1936, página tres. 283 Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 141. 284 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 291. 285 Cfr. Leonardo Benevolo. Historia de la arquitectura moderna, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1979, p. 131. 286 Cfr. Marcelino Menéndez Pelayo. Historia de las ideas estéticas en España, Vol. V, pp. 149-151. 282

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prejuicios en adoptar ideas y resultados formales de sistemas arquitectónicos diversos, asumiendo así una posición ecléctica, según se consideró más adecuado para resolver cada situación. Las ideas y formas eclécticas no se contradicen con los criterios racionales; por tanto, se adoptó la arquitectura clásica y moderna entendiendo que éstas son estilos capaces de convivir en armonía; por medio de las cuales se configura la misma ciudad, incluso una misma calle. Ambos estilos coinciden y son el resultado de ideales (y reglas) prefijados y en tener pretensiones de ser permanentes y universales287. La ciudad sirve como instrumento y punto de difusión del cambio social que se produce en la nación. El modelo que se toma para la elaboración del Plan Monumental es el plan del barón Haussmann para París. Por esto, en la solución escogida para Caracas se planteó la destrucción de la cuadrícula colonial, al proyectar un trazado nuevo y distinto, tal como hizo Haussmann en París288 “derrumbando totalmente las manzanas necesarias”289. El análisis del pasado y del presente de la ciudad sólo sirve para justificar un futuro novedoso. El planificador construye un nuevo futuro y lo impone a la ciudad290. En el plan urbano para Caracas algunas zonas subalternas, correspondientes a la degradación de la estructura urbana preexistente, quedaron aisladas del nuevo desarrollo urbano; otras desaparecían casi por completo, hasta el punto de no ser identificables como tales. La diferencia tipológica y posicional permitió la utilización de una intervención urbanística de contenido diverso dentro de un único diseño a escala urbana y manifestó la exigencia de representación sobre la calle, que es una de las características de la ciudad burguesa en su máxima realización arquitectónica291. Esto significó transformar un área articulada por un eje vial —eje monumental— con una especificación de tipologías expresivas y funcionales. No obstante, en 1937, entre otras aberraciones formalistas, el culto al eje estaba muerto o al menos agonizante292. En el Plan Monumental se hizo uso de un formalismo en decadencia.

287

Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 133. 288 Ibid., p. 135. 289 Elbano Mibelli. “Solución escogida”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 14. 290 Cfr. María Fernanda Jaua. Op. cit., p. 136. 291 Cfr. Carlo Aymonino. Orígenes y desarrollo de la ciudad moderna, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1972, p. 31. 292 Cfr. Colin Rowe. Manierismo y arquitectura moderna y otros ensayos, Barcelona, editorial Gustavo Gili, 1980, p. 120.

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El eje, en la composición urbana, es el medio más elemental para organizar formas y espacios arquitectónicos; puesto que, se trata de una línea recta que une dos puntos en el espacio y a lo largo del cual se determinan las diversas formas y espacios. Un eje, aunque sea imaginario e invisible, es un elemento con poder dominante y regulador, implica simetría pero exige equilibrio293. El Plan Monumental fue el resultado de acatar un orden preestablecido, respetando una serie de principios decretados con anterioridad a la práctica. Este orden fue, sobre todo, de carácter formal: una disposición geométrica disciplinada y armoniosa de las partes. Orden y disciplina son términos privilegiados para caracterizar las realizaciones consideradas ejemplares en la urbanística francesa, la confusión y la arbitrariedad formal son ajenas a ésta. A través del Plan Urbano se pretendía organiza la totalidad del espacio, al proyectar en el tiempo el desenvolvimiento del futuro294. El eje monumental definido por elementos verticales, columnas e hitos, es un artificio de ordenación utilizados para conmemorar acontecimientos de importancia y para establecer puntos singulares en el espacio urbano295. El sagrario del Libertador y las columnas de la redoma al este del eje fijan el orden y la forma de este espacio urbano, que proporciona puntos focales que limitan la Gran Avenida. El eje como elemento ordenador determina la dirección y el movimiento hacia el este caraqueño, queda así definido el interés urbano que regirá la ciudad en su futuro.

293

Cfr. Francis Ching. Arquitectura: forma, espacio y orden, México, Editorial Gustavo Gili, 1998, p. 322. Cfr. María Fernanda Jaua. “Lógica y eclecticismo o los buenos modales de Maurice Rotival”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, pp. 133-134. 294

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III. EL ESPACIO DE LA VIDA HUMANA 1. ESPACIO PÚBLICO – ESPACIO COMÚN

La participación en la vida social realiza el atributo de habitar, modela la plasticidad del espacio urbano, cada individuo se define en y a través de la convivencia con el espacio urbano, se representa a sí mismo y al otro en la medida que posee este espacio. Lo cívico implica un destino entrelazado con otros, un cruce de situaciones. De esta manera, lo antropológico y lo político están vinculados a un espacio de convivencia, esto sólo es posible en la presencia activa de los individuos, quienes convierten a la ciudad en lugar de encuentros. El espacio urbano es convertido en una posibilidad dinámica en la que cada individuo interactúa con los otros, esta condición de posibilidad configura a la ciudad en la forma más amplia de intercambio social, se conforma entre y en el tejido del espacio común, del público y del privado. La ciudad en cuanto posibilidad es, por una parte, un espacioterritorio; por otra, un espacio entendido como una posibilidad constante y cambiante, una abertura, una posibilidad; ambas formas son, a la vez, condición y proyección de lo individual y lo colectivo. Es importante señalar que, para esta lectura, espacio público es espacio político, el mismo puede estar o no configurado arquitectónica o urbanísticamente. A diferencia del espacio común o comunitario que puede carecer o incluso prescindir de lo político; como es el caso actual en muchas comunidades en las que los integrantes prescriben en los estatutos de las «normas de convivencias» que la actividad política no debe ser ejercida en el espacio comunitario; en este sentido, el espacio común es convertido en un espacio apolítico, aunque esto puede ser discutible. La relación entre un espacio y otro es permanente, aunque no necesaria. El espacio público, antes de tener una dimensión jurídica y urbanística, es una dimensión sociocultural por ser lugar de relación y de identificación, de contacto entre las personas y de expresión comunitaria. El espacio público es una práctica, un hacer. Sin embargo, se ha transfigurado esta afirmación al determinar el espacio común como espacio público. En algunos casos, existe el espacio político que no es espacio común, por ejemplo, el hemiciclo del Congreso, éste es un espacio político, pero no común. El mismo es un lugar 295

Cfr. Francis Ching. Arquitectura: forma, espacio y orden, México, Editorial Gustavo Gili, 1998, p. 10.

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concebido para esa función, además, para esa única función; el espacio común no tiene cabida en el espacio público, ni siquiera pueden coexistir, se da necesariamente la exclusión del espacio común. El espacio público es convertido en espacio privado, aun cuando esto parece una contradicción, es así, porque la actividad política pertenece a un grupo restringido que la ejerce como una profesión u oficio. El espacio público está legalizado y regulado jurídicamente para la práctica de la política. Esta es la manera como el lopecismo concibe el espacio público, como lo ya establecido; no permitirá la aparición de ninguna otra forma de espacio público, por lo cual sólo promoverá el espacio común. En otros casos, el espacio público y el común conviven permanentemente alternándose según las circunstancias que vive la ciudad. Cuando esto ocurre el espacio público no está regulado sino que se constituye a partir de las prácticas y acciones de los individuos; por lo que la acción política encuentra su sitio en calles, plazas, cafeterías, bares, estaciones, transportes públicos… allí donde todo está por manifestarse; en estos lugares encontramos la movilidad, la co-presencia y la visibilidad mutua que hacen posible la acción pública. Durante el periodo de López Contreras, el espacio público es determinado por la copresencia física y está materializado en la ciudad, ya que lo político es una acción vital; por ejemplo, la Plaza Bolívar representa el espacio público por excelencia. A diferencia del momento actual, donde el espacio público no es necesariamente un espacio urbano; por ejemplo, la televisión o Internet convierten lo público en un espacio metafísico. Sin embargo, sea virtual o físico, el espacio público es práctica social. Donde se actúa políticamente se crea un espacio de intercambio necesario para la práctica política. En este sentido, el espacio privado puede convertirse en público, ya que donde se da la actividad política se crea el espacio público. Por el contrario, si en la plaza o en el Congreso no se produce la actividad política, entonces éstos no son espacios públicos. Lo determinante es el contenido de la acción, no el lugar. El espacio político reconvierte al espacio común y al privado cuando se los apropia, o abandona la condición de público al retornar a su condición de común o privado; ya que, por su condición social, es dinámico. El espacio público está dominado por la pluralidad y la diversidad del discurso, que determina las acciones y representaciones del mundo; ya que la acción política es actividad discursiva, expresiva y creadora. El espacio común, por el contrario, es homogéneo, 101


unidimensional, un receptáculo para el disfrute. Es importante establecer esta diferencia, porque comúnmente espacio público y espacio común se representan o se significan como lo mismo, esto es, el lugar que todos los individuos pueden usar. Nosotros señalamos que no son lo mismo. La lectura antropológica-política nos ha permitido apreciar que el hombre político no es necesariamente aquel que el Estado ha determinado como ciudadano. El ciudadano es el hombre político reconocido por el Estado, el que constitucionalmente ostenta la patente oficial para el hacer político. Ante el Estado y el ciudadano está el pueblo, que ejerce la función de hombre político sin esperar la autorización del Estado; la ejerce por función propia, pues él posee el poder máximo ante toda forma de gobierno, aun cuando la soberanía le haya sido limitada o conculcada de modo efectivo. El pueblo es, en última instancia, el ser político supremo. El homo faber, hemos señalado, a diferencia del animal laborans, cuya vida carece de mundo social, está capacitado para establecer una esfera pública de relaciones, aunque ésta no sea propiamente política. Sin embargo, en una democracia de elección universal y directa o en un régimen donde los actores políticos lleven una lucha por conseguir tal logro, el animal laborans es involucrado en la acción política; ya que el discurso político lo involucra en la acción política haciéndolo parte del todo, lo convierte en un ser político. Sólo en las democracias elitistas y en los regimenes de participación selectiva es posible la exclusión del animal laborans, como es el caso del régimen lopecista. Esta es la lucha fundamental entre el lopecismo y las fuerzas políticas opuestas al gobierno. Para el hombre político la vida entera es pública y ésta transcurre en el espacio que le pertenece. El territorio, y en él la ciudad como lugar para la acción política, es, ante todo, un modo colectivo de vivir, esto es, político. En la ciudad, el hombre hace las pautas de conducta, el espectáculo y la inteligibilidad de este espacio. Por el contrario, el espacio común es ofrecido como un espacio previamente elaborado, aun cuando el mismo también surge por la dinámica entre los individuos. El espacio público es elaborado por los individuos, más allá que éste haya podido ser concebido para el ciudadano. La organización del espacio público surge del actuar y del dialogar, el mismo llega a estar conformado por individuos que comparten intereses comunes, aunque con enfoques opuestos. La acción y el discurso crean el espacio que 102


encuentra su propia ubicación en la ciudad; el espacio público es espacio de comunicación, distinto a los lugares funcionales y fraternales establecidos, por el vínculo social, en interés del bien general. El espacio público es el espacio de y para la controversia. Según los planteamientos del Plan Monumental, Caracas sería una ciudad bien construida, hermosa y agradable. Ya que, “donde se vive confortable y plácidamente, desaparecen las dificultades sociales, los trastornos políticos y los odios de clases que tanto entorpecen la economía humana”296. El objetivo fundamental del plan urbano es el espacio común; el plan busca convertir a la ciudad en un espacio apolítico, en última instancia, en el espacio positivo. Al lopecismo le interesa el espacio común, no el espacio público. Por ello cuando López señala que el fin del mecanismo constitucional es el “desarrollo de las actividades públicas y para la satisfacción plena de sus actividades democráticas” 297, está haciendo referencia a las actividades comerciales, de trabajo, a los asuntos que llevan a cabo los individuos en su vida ordinaria; asuntos, que además, deben satisfacer la aspiración lopecista de orden y disciplina. Por ello se proyecta un plan urbano para que los hombres convivan en una forma sana, agradable y útil 298; principios que hemos apreciado en los postulados políticos-antropológicos del lopecismo. El espacio propuesto en el Plan Monumental, que aviene a los intereses del lopecismo, es un lugar de comunicación basado en formas de conciliación y cooperación. Un espacio de sociabilidad no-problemática. En oposición, al carácter problemático del espacio público que no está previamente definido, sino que es resultado de la construcción social. La tentativa del plan urbano de 1939 consiste en establecer las relaciones urbanas en términos de civilidad, de conveniencia definidas por su carácter estable; lugar de reglas y ajustes incesantes de la distancia y la proximidad, de la presencia y de ausencia, de la interacción social concertada sin cuestionar los procesos de producción de la vida social. Por el contrario, la esfera pública la constituye un espacio de divergencia, donde el hombre es capaz de salir de sí mismo, donde supera su propio mundo. Espacio de encuentro, en el cual

296

Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 20. 297 Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 123.

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el diálogo no está regido por la disciplina de la sumisión, donde, en tanto hombre, descubre su tiempo y su lugar, el sentido pleno de su existencia social. No es extraño el interés por la iniciativa privada, ya que el mismo se funda en el pesimismo y desprecio antropológico que tiene el lopecismo hacia la colectividad y el individuo venezolano. Por eso el Estado debe determinar las condiciones necesarias para éstos. Ya que el venezolano nunca fue visto, realmente, como esperanza de renovación social; simplemente fue considerado un medio para el triunfo ideológico, nunca un fin en sí mismo. En esto radica lo claro del discurso lopecista, ante lo oscuro que expresa lo contrario. Esta dualidad es la representación y expresión de la ciudad lopecista. Contra todo el conjunto de competencias cívicas, de operaciones comunicativas, de prácticas auto-ordenadas de organización de la co-presencia opuesta al gobierno de López, quedaron prohibidas, por decreto, «ciertas reuniones y discursos en las plazas públicas» porque éstas adquirían un carácter «extremista», lo que para el lopecismo constituía un grave peligro299; se apelaba a la solidaridad en procura del orden público y a la sumisión de las acciones cívicas300. El lopecismo evita el orden frágil del espacio público. Por esto fue necesario establecer una Junta de Censura, con el fin de controlar todo el material de publicación que era llevado a la prensa y a las estaciones de radiodifusión; con el objeto de evitar la «propaganda subversiva» cuya tendencia era alterar la normalidad, que impide el cumplimiento de la ley, cuya función reparadora que le estaba encomendada 301. La expresión jurídica de la censura será manifiesta en la forma urbana, la cual evita el lugar de aparición y de encuentro entre los hombres. Lo político, aparentemente, no aparece en el discurso del Plan Monumental, éste permanece invisible. Sólo se privilegia en el discurso técnico, estético y mercantil que parece fundamentar la propuesta urbana para Caracas; en éste se proyecta el espacio común de intercambio de los intereses privados; el espacio político es restringido al nuevo Capitolio y la Plaza Mayor como práctica privada y privilegiada de los sectores de poder.

298

Elbano Mibelli. “Exposición del Gobernador”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 16. 299 Cfr. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 58. 300 Ibid., p. 33.

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El plan urbano de Caracas llevó la dimensión monumental al centro de la ciudad garantizando, de esta manera, el orden y la separación del espacio público. En la Gran Avenida es el escenario, arquitectónico y urbano, en que se manifiesta el poder y los intereses del gobierno lopecista. Lo público es convertido en una dimensión política de poder donde el discurso no es diálogo, la palabra es imperativa, la práctica es el poder. La significación de la política y la construcción del espacio público pasan por un comportamiento cívico, el cual supone que todos los individuos comparten el mismo fin que el Estado; ser político comporta asumir el mismo objeto que el Estado, donde la actividad pública sólo es potestad de quienes han sido elegidos para ésta. Para el lopecismo, en cuanto el espacio público esté más acotado, será mayor la expresión de la democratización política y social. Las dinámicas sociales, por el contrario, suponen la negación de lo político, porque atentan contra la democracia y el Estado, de allí la negación del espacio público.

Después de cuatro años de vida democrática, durante los cuales el pueblo ha ido adquiriendo el hábito de la libertad y del respeto por la autoridad, la organización social y política de Venezuela se ha modelado paulatinamente, y comprobado que la estructuración institucional de los pueblos sólo puede lograrse por medio de una dirección ordenada que tenga por inspiración la justicia y por armas la palabra persuasiva y orientadora del Jefe de Estado302

El espacio público quedó en el Plan Monumental de Caracas configurado para la clase política, como clase especializada, que hacia uso exclusivo la actividad política. En tanto el espacio público es restringido a una elite, las representaciones populares no cobran existencia como espacio de aparición. El pueblo ocupó los alrededores del centro de la ciudad, como espectador de la actividad política oficial. La clase alta caraqueña, por su parte, se excluyó del espacio público refugiándose en el «club privado». La configuración del espacio urbano en el Plan Monumental está limitada por la conservación del orden y la paz, norma inquebrantable del Gobierno de López; lo cual constituye la homogeneización del espacio, esto es, la configuración del espacio apolítico.

301 302

Ibid., p. 72. Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 357.

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2. ESPACIO PRIVADO: LA SEGREGACIÓN URBANA

La ciudad al ser definida según usos específicos es subdividida en espacios que inducen a una actividad homogénea. La racionalización de la ciudad es de carácter sistemático, y para que el sistema sea sistemático es preciso que el comportamiento de los habitantes también lo sea303. La negación de la ciudad convierte a ésta en sólo un reflejo del centro de poder; lo que se espera de la ciudad es que sea eficiente y no cree problemas. A tal efecto, las relaciones humanas son confinadas al espacio privado, al resguardo de las indiscreciones. Para ello, se debe permitir que “la iniciativa privada actúe en armonía con sus disposiciones… lo que sí es necesario es que los intereses de la comunidad predominen sobre los intereses particulares”304; los intereses de la comunidad son los intereses de los grupos dominantes, ya que éstos son los únicos que interesan. Para el desarrollo urbano del este Caracas no se le pondrá límites a la iniciativa privada, ya que “el desarrollo de la ciudad se realizaría automáticamente mediante el esfuerzo exclusivo de la iniciativa privada”305, esta iniciativa tiene como núcleo de su acción el sentido de propiedad, de privacidad. El privilegio del espacio privado se centra en el este de Caracas, la ciudad se promueve y se vende como una mercancía de consumo; este es este el segundo objetivo del Plan Monumental. La acción del Estado ha de ser estimulante, orientadora, intuitiva, no lo es menos que no debe ir más allá del logro del desarrollo de la Nación, como un conjunto armónico. Debe intervenir, bien sea de manera directa o indirecta, mediata o inmediata, para promover, alentar, fortalecer actividades económicas y para proteger los intereses de la colectividad cuando se vean amenazados o perjudicados. No debe pretender sustituir a los particulares en la posesión y administración de las empresas privadas, porque malograría las mejores fuerzas del progreso humano: la expansión de la personalidad y la competencia; más tampoco debe permitir la amplitud ilimitada del círculo de actividades e influencias de unos en detrimento de otros. No debe de dirigir a los que son capaces de administrar y desarrollar sus intereses y empresas en sacrificio de otros intereses y empresas; pero debe acudir cada vez que se pida su intervención

303

Cfr. Paulo Novaes. Ciudad y Recursos humanos, Montevideo, Cinterfor, 1976, p. 10. Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 19. 305 Ibid., p. 31. 304

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porque no se sepa o no se pueda hacer un uso correcto y fructífero de la potestad de dirección y administración306.

El privilegio del espacio privado se funda en la segregación social y racial, que establece para ello el concepto de zonas. En la representación urbanística el término zoning implica separación, segregación y aislamiento de los sectores ordenados sobre el territorio307. Un aspecto que justifica el plan urbano es la protección de la ciudad tradicional. Sin embargo, dicho plan propició una intervención intensiva y extensiva sobre la «ciudad tradicional», que la fragmentó. Además, favoreció la desvalorización y el abandono de la ciudad y privilegió el desarrollo de nuevas urbanizaciones al este de la ciudad, ya que esta zona brindaba mayores ganancias comerciales. Lo cual muestra lo oscuro del discurso sobre la ciudad; lo claro, por su parte, muestra el objetivo de segmentar la ciudad, sin importar realmente la ciudad tradicional. El plan urbano ahonda la configuración de una ciudad fragmentada y segregada al establecer identidades diferenciadas y contradictorias por medio de la sectorización. Tal sectorización —según Martínez Olavarría— fue la más grave consecuencia que produjo el Plan Monumental de Caracas; ya que la misma terminó por dividir a la ciudad en dos. El plan urbano “proponía que en el Oeste se localizarán los sectores más pobres (las Zonas Residenciales Obreras, como se les llamaba) y de San Bernardino hacia el Este los más ricos”308. Tal segregación se justificó, con respecto a las zonas obreras, aduciendo que la misma constituiría en una institución educadora, dinámica, incorporada en piedra 309. Lo claro del discurso expresa la segregación urbana impuesta por el lopecismo. El Plan Monumental privilegia una casta social que se presenta como superior, que arguye preeminencia social y se arroga el derecho de administrar exclusivamente a la ciudad. Esta clase es poseedora de los recursos colectivos, de la memoria y los inventarios

306

Manuel R. Egaña (Ministro de Fomento) “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 18, p. 289. 307 Cfr. Henri Lefebvre. El derecho a la ciudad, Barcelona, Ediciones Península, 1978, p. 120. 308 Leopoldo Martínez Olavarría. “La gestación del plan urbano de Caracas de 1939 y su incidencia en la formación de la tradición urbanística venezolana”, El Plan Rotival (La Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, pp. 151-152. 309 Cfr. Manuel R. Egaña. Op. cit., p. 381.

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de la ciudad, se diferencia de los demás al apropiarse de la identidad y el destino de la colectividad, se convierte en depositaria del devenir de la colectividad. Por tanto, la constitución de la ciudad se realiza bajo un modelo de específica división social que estructura las relaciones entre el hombre y el espacio, se agudiza la división del espacio urbano, y surge una ciudad fragmentada que confirma unidades totalmente heterogéneas 310. Para llevar a cabo el Plan Monumental se considera el factor de la higiene y la aglomeración urbana del centro de Caracas. La forma de la ciudad entró en crisis porque la exclusión social no fue coyuntural. La segregación producto del plan urbano —según Martín Frechilla— es la implementación exitosa de la segregación aprendida en la metrópoli y aplicada en los territorios coloniales311. La nueva urbanización del este caraqueño abarca y connota una noción higienista, además, más importante aún, determinará la vida ciudadana. Las nuevas urbanizaciones elaborarán una cultura urbana que rompe con la tradición del espacio público como lugar de la puesta en escena y de transgresión. El modelo de segregación sigue una lógica de separación y de abandono del espacio público312. La sectorización de la ciudad fue avalada por la elite caraqueña que habitaba en las «modernas» urbanizaciones caraqueñas, donde se ubicaron las viviendas lujosas con el deseo de aislamiento. Los miembros de esta clase trataron de mantener sus privilegios, al aislarse de la clase inferior que vivía en el centro de la ciudad; el aislamiento simboliza un mayor status dentro de la elite de poder; en el mundo moderno, es una correspondencia del urbanismo como forma de vida313. El aislamiento urbano había logrado consolidarse, como imagen de la Caracas ideal, durante el gobierno de Cipriano Castro con el desarrollo de la urbanización «El Paraíso», que pasó a ser la más importante y exclusiva zona de residencia de las familias caraqueñas de mayores recursos; así se produjo, por primera vez, una ruptura en el esquema básico de la ciudad. El casco tradicional se consolidó como centro

310

Cfr. Nora Clichevsky. Construcción y administración de la ciudad latinoamericana, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1990, p. 16. 311 Cfr. J. J. Martín Frechilla. “Rotival de 1939 a 1950, de la ciudad como negocio a la planificación como pretexto”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 85. 312 Cfr. Marie–France Prévôt Schapira. “América Latina: la ciudad fragmentada”, Revista de Occidente, pp. 37-38. 313 Cfr. Duncan Timms. El mosaico urbano (hacia una teoría de la diferenciación residencial) Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1976, pp. 15-16.

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gubernamental, financiero y comercial; en cambio, la función residencial se debilitó con la consolidación las nuevas áreas residenciales periféricas314. Durante el gobierno de Gómez, se desarrolló, por medio de la inversión privada, un nuevo proceso de urbanización, este modelo urbano lo heredó López Contreras. El nuevo modelo residencial, lejos del centro de la ciudad y diseñado para la elite capitalina, estableció el nuevo paradigma de vivienda urbana con grandes lotes para insertar en ellos la vivienda aislada, esto es, «la quinta». Este modelo de urbanización incluía el «club privado», nuevo centro de reunión social. De esta manera, surgieron las urbanizaciones del este caraqueño que desbordaron los límites administrativos de la ciudad315. El centro quedaría abandonado a su propia decadencia social. La segregación urbana conlleva la separación étnica, cuanto mayor es la distancia social entre los grupos, la diferencia residencial será mayor. La disimilitud residencial está correlacionada con la distancia social entre los grupos, cuanto menos deseable sea para un grupo la relación con otro, la disimilitud residencial será mayor316. En el Plan Monumental, la residencia de más valor urbano no está en el área donde es posible aprovechar las mejores facilidades estratégicas de la ciudad, es decir, el centro; el patrón urbano es modificado con la introducción del transporte rápido, esto es, la Gran Avenida. La teoría de la sectorización coincide con el advenimiento del automóvil317. La Gran Avenida “reunirá fácilmente todo el tráfico que se efectúa hacia la zona habitada del Este” 318, ésta comunica en línea recta al este de la ciudad con el centro de Caracas, permitiendo un fácil desplazamiento de entrada y salida a los habitantes de las nuevas urbanizaciones del este; este fue el factor que permitió el desarrollo de estas nuevas áreas residenciales, y promueve abiertamente la segregación social y racial de la ciudad. El eje monumental constituye la “espina dorsal de la gran Caracas del mañana”319; la Gran Avenida une de manera expresa las nuevas urbanizaciones del este con el centro de poder; no hay

314

Cfr. Ciro Caraballo. “Los últimos días de aquella de los techos rojos, o los «planes» antes del «plan»”, El Plan Rotival (la Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, p. 61. 315 Ibid., p. 65-66. 316 Cfr. Duncan Timms. Op. cit., p. 17. 317 Ibid., p. 389. 318 Elbano Mibelli. “Solución escogida”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, p. 27, noviembre, 1939. 319 Luis Roche. “Embellecimiento de Caracas”, El Universal, 4 de marzo de 1936, p. tres.

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mediación urbana, el vInculo es directo, lo cual consolida la segregación urbana. Segregación copiada del Plan de Haussmann. El nuevo modelo de segregación urbana es el encanto de la nueva ciudad; puesto que, “el atractivo de nuestra capital no irradia en las angostas calles del viejo núcleo pseudo colonial, sino de las modernas barriadas de los alrededores” 320. Tal segregación reforzó la minusvalía del espacio público, que para el régimen lopecista no tenía ninguna significación, pues este espacio no cumplía ningún rol para el sistema dominante. Lo oscuro oculta la segregación bajo un discurso de progreso, de aspiraciones colectivas, “al caraqueño progresista que le hablen de avenidas modernas y amplias, de calzadas por donde el tráfico ha de deslizarse sin inconvenientes morosos, de edificios esbeltos y erguidos hacia lo alto, en alarde de progreso arquitectónico y de buen gusto, tiene que rebosarle el optimismo” 321. Aquí está en funcionamiento el proceso enajenador, pues hace creer a la comunidad que los intereses de la elite son sus propios intereses, al imponer una diferenciación social y una homogeneización de cada área residencial. Esto es lo oscuro del discurso lopecista. La segregación urbana tiene su origen en la propiedad privada y en el privilegio de la tierra que determina la diferenciación social del espacio; tal segregación establece una ciudad dividida socialmente, ésta es avalada por la teoría de la «zonificación» que pretende dar un cariz técnico a un hecho social, pretende dar un carácter neutro al espacio. La zonificación justifica como «normal y natural» la diferenciación social del espacio, al vincular la imagen urbana con una práctica técnica y científica, lo que en última instancia es ideológico322.

En cuanto a las masas populares, principalmente integradas por campesinos, que no estaban evidentemente acostumbrados a los alojamientos modernos sino a la vida del campo, de donde ellas proceden en su mayoría, viven en la actualidad en condiciones sumamente desfavorables y poco higiénicas. Para remediar este estado de cosas es necesaria la creación de barrios obreros con sus campos de deporte, jardines, espacios libres323.

320

Luis Roche. Sur-América vista por un venezolano, Caracas, Tipografía La Nación, 1945, p. 43. Revista Elite (editorial) “Por que necesita Caracas un plan de urbanismo”, Elite, año XIV, Nº 723, Caracas, agosto 12 de 1939, pp. 12-15. 322 Cfr. Maruja Acosta y Roberto Briceño León. Ciudad y capitalismo, Caracas, U. C. V, 1987, pp. 153-154. 323 Elbano Mibelli. “Resumen final”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, pp. 38-39. 321

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La historiografía venezolana ha sostenido que el proletariado urbano se formó con los contingentes de campesinos emigrados hacia las ciudades y los campos petroleros; según Battaglini, esta afirmación no se corresponde exactamente con la verdad histórica324. En el Plan Monumental se propuso la segregación urbana como un mero hecho técnico, urbanístico; cuando en verdad contradecía los valores y necesidades de la mayoría, ésta sólo respondía a los intereses estructurales de la clase dominante, que organizó la ciudad tanto espacial como figurativamente, según la ley del máximo beneficio, saldando en un único sistema dos hechos aparentemente contradictorios.

Lo más grave, y que se ha criticado mucho y con mucha razón, fue la sectorización física de la población según niveles de ingreso propuesta por el mismo plan… La ciudad terminó dividida en dos: el plan proponía que en el Oeste se localizarán los sectores más pobres (las Zonas Residenciales Obreras, como se les llamaba) y de San Bernardino hacia el Este los más ricos… En cuanto a la sectorización, la realidad es que se la acepto (a Rotival) sin mucha discusión y se tradujo en el planteamiento del plan325.

La segregación urbana convierte a la ciudad en un «capital». La clase trabajadora, considerada un personal de servicio, estorba a la especulación inmobiliaria. Se impone a esta clase la oferta de una «casita» en los barrios obreros anexos a las fábricas.

Resolver, en fin, el problema de la vivienda obrera, escogiendo juiciosamente su ubicación en las proximidades de los terrenos de deporte, de las escuelas y de los pequeños centros comerciales y de aprovisionamiento. Prohibir las construcciones en los terrenos no apropiados o en aquellos no acondicionados previamente, que requerirían más tarde, gastos diversos de saneamiento. En una palabra, fijar las zonas reservadas o prohibidas326.

Los terrenos del oeste caraqueño serán el resguardo para la clase trabajadora. Las viviendas de la clase trabajadora debían construirse donde la ganancia económica de los propietarios de los terrenos y de los empresarios fuera menor. Además, debían estar separados de la actividad ciudadana, lo cual establecía una participación segmentada y

324

Vid., Oscar Battaglini. Legitimación del Poder y Lucha Política en Venezuela 1936 – 1941, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1993, pp. 50-51. 325 Leopoldo Martínez Olavarría. “La gestación del plan urbano de Caracas de 1939 y su incidencia en la formación de la tradición urbanística venezolana, El Plan Rotival (La Caracas que no fue) Caracas, U C V, 1991, pp. 151-152. 326 Elbano Mibelli. Op. cit., p. 25.

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sectorial de lo colectivo; el ciudadano por una parte, el pueblo por la otra. Esta clase social desaparece en la representación del orden total. El oeste es convertido en lo indeterminado, lo amorfo, excluido de la otra parte de la ciudad. La ciudad terminó, por lo menos, dividida en dos. En el Plan Monumental se propuso que en el oeste se localizarán los sectores más pobres (lo indeterminado) en el este los sectores dominantes y más ricos327 (lo determinado); tal formalización supone la determinación de las actividades cívicas; la supremacía de lo determinado sobre lo indeterminado. La ciudad funcionará por partes diferenciadas. El destino urbano del individuo es el individuo mismo, no la ciudad. La zonificación es el recurso urbano para evitar los conflictos humanos, el modelo a imitar es el Plan Urbano de Haussmann que codificó y explicitó el modo de vida burgués328. La burguesía venezolana, pieza clave en la ejecución del recambio político, definió una posición que planteó estrechar los lazos entre las fuerzas dominantes interesadas en mantener la estabilidad de la estructura de poder existente. López, en la práctica, se negó a ir más allá de la simple implantación autoritaria de algunas formalidades políticas democrático-burguesas329. La imagen de la ciudad interesa más que los problemas sociales que ésta engendra, se pretende la formación de una conciencia colectiva; por ello la ciudad se convierte en el elemento más relevante del discurso político; la ciudad es la imagen arquitectónica del Estado, la propaganda que promueve el nuevo orden políticosocial; El Plan Monumental es utilizado como propaganda política generadora de consenso, para justificar la imposición de la ideología lopecista.

327

Cfr. Leopoldo Martínez Olavarría. Op. cit., pp. 151-152. Cfr. Carlo Aymonino. Orígenes y desarrollo de la ciudad moderna, p. 34. 329 Cfr. Oscar Battaglini. Op. cit., p. 94. 328

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3. EL ESPACIO DISCIPLINARIO

La ciudad es un proceso de relaciones y significaciones. El espacio público es el escenario de diálogo y consensos, situaciones conflictivas y enfrentamientos; el privado es del aislamiento. El espacio público es una forma de conocimiento social y de interpretación de la realidad. El espacio común, por el contrario, está organizado e instituido por el grupo dominante de acuerdo a sus necesidades. El espacio común es una representación ideológica. La monumentalidad de la Gran Avenida representa el aspecto esencial de la ideología lopecista, el carácter jerárquico de la estructura social dominante y la axiología en que se funda el régimen de López. La organización del espacio en el Plan Monumental constituye el mantenimiento de la dominación político-social, instrumento para la reproducción de tal dominación. Este carácter instrumental del espacio se sustenta en la acción deliberada de la planificación, que lleva a cabo una práctica optimizada del factor ideológico. La planificación urbana es, por una parte, ideología en sentido funcional, ya que sirve para la dominación; por otra, es ideología en el modo de presentar de dicha práctica, en una actitud inocente y neutra330. La organización del espacio se manifiesta como una «expresión natural» del grupo de poder que la genera. El Plan Monumental, como práctica ideológica, racionaliza la ciudad con el objeto de disipar los conflictos y las contradicciones; que son aparentemente atenuados por medio de una solución parcial, que logra solucionar el problema de unos cuantos, y deja a los demás en las mismas condiciones; o por medio de la ocultación, al trasladar a los excluidos a zonas no visibles. El Plan Monumental, semejante al Plan de Haussmann, tiene obsesión de los «contagios», de las revueltas políticas, del desorden y de la falta de disciplina. Impone el orden ante el desorden. A través de éste se desea erradicar, lo que Foucault denomina, «la peste»331, la cual, en tanto forma real e imaginaria del desorden, tiene por correlato político, la disciplina. La ciudad es convertida en el espacio diferenciado; los individuos están insertos en lugares determinados, los acontecimientos registrados según la norma. Con el fin de excluir toda confusión se prescribe a cada cual su lugar, por medio de la racionalización de la ciudad, que consiste en instaurar el lugar del poder formalizado, de las distinciones entre los 330 331

Cfr. Maruja Acosta y Roberto Briceño León. Ciudad y capitalismo, Caracas, U. C. V, 1987, p. 137. Cfr. Michel Foucault. Vigilar y castigar (nacimiento de la prisión) Madrid, Siglo XIX Editores, 1997, p. 36.

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individuos y de la estructura colectiva. La disposición del espacio urbano pasa por la separación de las actividades y de los grupos sociales. La normalización máxima del lugar supone la existencia del orden. La racionalización del espacio es el intento de construir una sociedad disciplinada; modo de ejercer el poder sobre los hombres, de controlar las relaciones entre ellos y desenlazar las peligrosas componendas; es la ciudad inmovilizada por el funcionamiento de un poder extensivo que se ejerce de manera distinta sobre lo colectivo. Es la utopía de la ciudad perfectamente gobernada, el ejercicio pleno del poder disciplinario. El Plan Monumental es el espacio racionalmente regulado, el cual supone la regulación política de la población y la normativización del ciudadano. La estructura geométrica es expresión de la estructura del orden objetivado, de la imposición de la razón política. La ciudad es concebida como un todo racionalmente planificado, las funciones disciplinarias marcan el espacio y las unidades funcionales de ésta. La organización urbana afirma la prioridad de las instituciones políticas, de las instituciones del poder. En el fondo del esquema disciplinario persiste la imagen de la «peste» que es el equivalente de las confusiones y el desorden; asimismo, persiste la imagen de la «lepra» que representa el esquema de la exclusión. La propuesta urbana para Caracas es el espacio de exclusión, la técnica del poder propia de la organización disciplinaria, que trabaja con el método de la distribución analítica del poder; éste colectiviza a los excluidos por medio del procedimiento de zonas, con lo cual marca las exclusiones reguladas por el poder disciplinario. La asignación coercitiva y la distribución diferencial del espacio determina donde se debe estar y permanecer, además, se debe reconocer cómo actuar en él. La división entre lo normal y lo anormal marca la distinción binaria de la ciudad, por medio de la existencia de un conjunto de técnicas e instituciones que se atribuyen la tarea de medir, controlar y corregir a los anormales332. El plan urbano no es ni política ni socialmente neutro. La aparente neutralidad de éste es la fuerza misma de la acción ideológica que pretende naturalizar el carácter clasista del mismo333. El Plan Monumental es discurso del ocultamiento, de la naturalización de las contradicciones que le dan origen. Por una parte, un discurso visible —lo oscuro—, un 332 333

Ibid., pp. 202-203. Cfr. Maruja Acosta y Roberto Briceño León. Ciudad y capitalismo, Caracas, U. C. V, 1987, p. 154.

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lenguaje simbólico de progreso y civilización propio del positivismo lopecista, en el cual “el país marcha resueltamente hacia la conquista de un porvenir mejor” 334. Por otra, un discurso invisible —lo claro— el del poder totalitario, excluyente y racista; que somete al grupo dominado a las creencias del dominante, y enfatiza la ineptitud del primero para asumir el control de la ciudad y la forma de gobierno335, “nuestra población actual no sólo es insuficiente, sino evidentemente incapaz de sacar partido de todas las posibilidades económicas de Venezuela”336, de allí la necesidad de una elite gobernante. Se incrementa así la presencia de una identidad que permite a los dominados reconocerse como miembros de un grupo nacional pero de manera negativa, se trata de colocar el centro de referencia fuera de sí mismo, en el grupo de poder. El programa del Plan Monumental se funda en la disposición analítica del espacio. El poder está presente y visible, impone su forma ideal, el funcionamiento de la ciudad es abstraído de todo obstáculo. La ciudad es el escenario en que cada grupo social está puesto en su lugar. El panoptismo es el fundamento de una estructura política cuyo fin son las relaciones de disciplina y subordinación, el funcionamiento de una sociedad determinada por mecanismos disciplinarios. Por un lado, la disciplina-bloqueo, que consiste en detener el mal, romper las comunicaciones y suspender el tiempo; por el otro, la disciplina-mecanismo como dispositivo funcional capaz de mejorar el ejercicio del poder volviéndolo más eficaz, por medio de un diseño de coerciones sutiles para una sociedad futura. Se fijan las zonas de la ciudad. “Conveniente que los estudios que se realizaban estuvieran al mismo tiempo controlados y sujetos a la critica de expertos nacionales cuyas funciones, en razón de su profesión y vasto conocimiento de la ciudad los ponía en capacidad de apreciar particularmente los problemas locales y sus convenientes soluciones” 337 Lo que se pretende establecer es la sociedad disciplinar. Las disciplinas funcionan como técnicas que fabrican individuos útiles. “Las prácticas del orden y del bien, han sido la norma de mi Gobierno para estimular la conciencia del deber

334

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 90. 335 Cfr. Maritza Montero. Ideología, alienación e identidad nacional, Caracas, U. C. V, 1991, pp. 52-53. 336 Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, Caracas, publicado en el Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas, 1937, p. 9. 337 Elbano Mibelli. “Exposición del Ciudadano Gobernador ante el Concejo Municipal”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 13.

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público, a fin de que podamos contar, como paso previo para establecer un sólido sistema de educación en el ejercicio de los derechos ciudadanos, con la necesaria disciplina de la inteligencia, del carácter y de la voluntad”338 La disciplina es un tipo de poder, una modalidad para ejercer éste por medio de instrumentos, de técnicas y de procedimientos. La disciplina es una física del poder, una tecnología339. El Plan Monumental de Caracas, como la culminación de las aspiraciones afrancesadas, encubre la voluntad del barón Haussmann, la cual se erigió por encima de la sociedad para tratar a ésta como un botín del poder. Haussmann modeló París para cubrirla con ametralladoras; los espacios libres proclamaban la gloria y el poderío del Estado francés340. Las grandes avenidas tenían un propósito policiaco. El poder político temía no poder sofocar rápidamente los motines debido a la imposibilidad de mover las fuerzas represivas por las callejuelas de París341. La finalidad de los trabajos emprendidos por Haussmann consistía en asegurar la ciudad contra la guerra civil, al hacer imposible la construcción de barricadas debido al ancho de las nuevas calles, además, éstas serían caminos más breves entre los cuarteles y los barrios obreros. Los contemporáneos bautizaron a la empresa de Haussmann como l’embellissement stratégique 342. Detrás de la abstracción de la remodelación urbana, se esconde la sociedad de la vigilancia. “Vigilaré sin desmayo por librar ese pueblo de las doctrinas que expresamente prohíbe nuestra Carta Fundamental y enturbian la conciencia de buena parte del mundo ”343. La propuesta urbana reafirma el lugar del poder, por ello el espacio político precisa de la imagen de un poder supremo, ésta se expresa en el sagrario del Libertador, que convierte al espacio político en una axiología del poder. Los límites del poder se ensanchan más allá del conjunto arquitectónico, adquieren una dimensión metafísica. La mirada abarca toda la ciudad. El espacio urbano queda bajo la dominación de quien mira desde la eternidad. La disposición del sagrario determina la dominación sobre el territorio, el espacio urbano queda

338

Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 129. 339 Cfr. Michel Foucault. Vigilar y castigar (nacimiento de la prisión) Madrid, Siglo XIX Editores, 1997, p. 218. 340 Cfr. Henri Lefebvre. El derecho a la ciudad, Barcelona, Ediciones Península, 1978, p. 31. 341 Cfr. Fernando Chueca Goitia. Historia de la arquitectura occidental, Eclecticismo, Madrid, Editorial Dossat, 1986, p. 30. 342 Cfr. Benjamin Walter. “París, capital del siglo XIX”, Sobre el programa de la filosofía futura y otros ensayos, Caracas, Monte Ávila Editores, 1970, p. 137. Además, véase Sigfried Giedion. Espacio, tiempo y arquitectura, Madrid, Editorial Dossat, 1978, p. 684.

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bajo la estructura dominante del poder. El sagrario representa el orden y la disciplina bajo la mirada del Libertador. El Libertador —en lo oscuro— es convertido en un símbolo punitivo. “Las ansias renovadoras del presente momento histórico, cuya finalidad no puede ser otra que la de remozar la República dentro de la justicia, el orden y la disciplina”344. Tal símbolo es concebido para estar sobre aquellos a quienes vigila y educa, es la mirada alerta a cualquier alteración de los destinos de la nación. La arquitectura del poder y punitiva se ejerce por medio de la figura del Libertador. El Sagrario del Libertador, ubicado en la colina de El Calvario, es el punto más relevante del eje monumental, éste con su forma piramidal domina toda la ciudad. A los pies del sagrario el nuevo Capitolio y la Plaza Mayor, desde ésta se despliega hacia el este la Gran Avenida con los edificios gubernamentales a ambos lados; el eje remata en la redoma de distribución vehicular enmarcada por dos columnas que dan inicio a la Caracas del este, la ciudad del futuro. La organización jerárquica dispone de los centros y canales de poder, que definen los modos de intervención capaz de imponer a los individuos un modo de vida. Esta aplicación de poder estriba en, aparentemente, no intervenir jamás, en ejercerse espontáneamente y sin ruido, en construir mecanismos que se encadenan unos a otros. La arquitectura actuará directamente sobre los individuos; “encausar el sentido principal de la circulación por medio de una avenida central que por sus proporciones y las fachadas de sus edificios dé a la ciudad un aspecto monumental imprimiéndole un carácter especial” 345

343

Eleazar López Contreras. Op. cit., p. 295. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 116. 344

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EPILOGO EL PLAN NO REALIZADO: UTOPIA O ATOPÍA El Plan Monumental de Caracas fue un proyecto irrealizable porque en sí mismo contenía las contradicciones de su imposibilidad. Las contradicciones entre la propuesta de nueva ciudad, como escenario de las acciones humanas, sustentada en el racionalismo y en la retórica de los expertos urbanos, en tanto proyección política y arquitectónica que minimiza las contradicciones; y la ciudad como el complejo conjunto de actividades humanas resultado del diálogo y del hacer de los habitantes, contiene en sí los conflictos dados por la oposición entre diversas voluntades que determinan la estructura de la ciudad. Al proyectar la ciudad, escenario de las acciones humanas, se instaura el paradigma de la valoración arquitectónica sobre el complejo conjunto de actividades humanas. La técnica se hace superior a lo social. La instrumentación de la ciudad, con su carácter científico-técnico, considera a ésta como un objeto perfectible; en consecuencia, se proyecta lo ideal que pretende imponer un modelo de orden y armonía a los hombres. El Plan Monumental configura una nueva dimensión urbana. Sin embargo, los postulados y principios que sustentan a éste son postulados que no se corresponden con el momento histórico que vive el país; dichos postulados están en decadencia, no dan respuestas a las inquietudes y aspiraciones de los venezolanos; éstos son la imposición de quienes proclaman el futuro basado en el pasado, esto es, el pasado es el futuro. El futuro que se proclama niega la realidad, porque se afirma en unos postulados que están históricamente superados, desfasados, en decadencia. Para finales de la década de los treinta, la estética y el paradigma formalista de la École Française d’Urbanisme ya era obsoleta y estaba desgastada en el contexto internacional. El Plan Monumental muestra el agotamiento de la era afrancesada en medio de la americanización de la ciudad346. El neoclasicismo del Plan Monumental se destaca por el eje monumental y el edificiosímbolo. La monumentalidad de la Gran Avenida más por razones estéticas que funcionales; la simetría cartesiana bifurcada artificialmente en ambos extremos de ésta, el ecléctico

345

Elbano Mibelli. “Solución escogida”, Revista Municipal del Distrito Federal, número 1, Caracas, noviembre, 1939, p. 13. Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, pp. 97–98. 346

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despliegue de edificios públicos reforzaba la imagen Beaux Arts del conjunto coronado por el piramidal Sagrario del Libertador, monumento que asociaba la tumba de Napoleón en los Inválidos con la Pirámide de la Luna en Teotihuacan347. El esquema divino subsiste en el Sagrario del Libertador, como el templo de lo divino que corona la ciudad. Eleva la figura del Libertador al rango de héroe mítico, se transforma el ideario bolivariano en credo, el nombre en símbolo de hombre universal, sus oraciones en máximas, su historia en leyenda. El mito asegura el orden inmutable del mundo. El Libertador es convertido en el ideario del discurso urbano. El mito Bolívar proporciona el punto indiscutible de la identidad nacional, todo es remitido a él para su identificación. El progreso se funda en la voluntad del Libertador. La razón histórica de la ciudad se universaliza a través de la voluntad del Libertador 348. En él se funda el modelo de reconocimiento que afirma la conciencia patria, y se sobrepone al lenguaje afrancesado; se da un deslinde con lo afrancesado, lo cual acusa las contradicciones existentes. No obstante, todo esto está sobrepuesto a una realidad existente. Las contradicciones del lopecismo se encarnan en el Plan Monumental, esto hace que el mismo no se lleve a cabo o se realice en parte, por ejemplo, el trazado de la Avenida Bolívar. Ante dicho plan se da una actitud ambigua, no se lleva a cabo, pero tampoco se realiza otro proyecto urbano, cabe señalar que la permanencia e influencia de Maurice Rotival, en el urbanismo caraqueño, se extendió hasta la década de los setenta. El Plan Monumental permanece como lo inconcluso, a la vez, es una presencia permanente; que lo convierte en una utopía. Sin embargo, considero más acertado considerar que el Plan Monumental es, en realidad, una atopía urbana. Con respecto a la utopía, ésta se vincula a múltiples realidades más o menos lejanas. La utopía social considera que el hombre será más feliz, más productivo si se movilizan y dirigen las energías sociales de forma apropiada. La utopía urbanística, por su parte, espera un futuro mejor por medio del ordenamiento y perfeccionamiento de la ciudad; esta utopía supone que los hombres disfrutarán de mejor salud, de mayor sentido de responsabilidad cívica, se sentirán más satisfechos y serán más sensibles a la belleza si el ámbito urbano en el cual habitan es acertadamente acondicionado y ordenado. Para este utopismo, el

347

Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, p. 96. 348 Cfr. Luis Castro Leiva. De la patria boba a la teología bolivariana, Caracas, Monte Ávila Editores, 1991, p. 180.

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bienestar social y el comportamiento individual están condicionados por las características del entorno físico, las aspiraciones humanas pueden ser colmadas en gran parte, sino del todo, por un medio urbano apropiado; el mejoramiento del entorno urbano comporta, por sí solo, un fortalecimiento de los valores morales. La misión explícita del urbanismo es conseguir que la ciudad sea un lugar mejor para vivir349. El utópico está convencido que con sólo colocar al hombre en un medio social o físico adecuado éste se comportará inevitablemente tal y como él lo ha previsto; en ambos casos, la utopía tiene un marcado sentido ambiental y moral. Selecciona determinadas instituciones sociales, ciertas condiciones urbanas y las proyecta hacia un futuro; es selectivo y arbitrario en el proyecto que elabora350. El utopista sabe que esta imagen no se realizará, coloca la ciudad en un espacio y en un tiempo imposible, proyecta la ciudad en el futuro como la dimensión más incierta o en un pasado inmemorial. El lugar de la ciudad es distante e indefinido, al margen del horizonte o más allá; el habitante de la ciudad ideal es una estatua animada. El utopista imagina un proceso histórico neto y lineal, con un recorrido sin obstáculos, ni errores ni caídas. La utopía significa desconfianza en la eficacia de la acción. El diseño de la ciudad finge prefigurar el porvenir, sin embargo, en tanto modo de pensamiento, es arcaico351. Toda reforma esbozada sobre el fondo ilusorio de la utopía es el resultado de una crítica cerrada y metódica de destrucción de la tradición, en cuanto esa tradición se configura como un problema actual. El utopista vincula elementos urbanísticos, sociales, religiosos y políticos para los cuales proyecta una ciudad especial, que sólo es una idea, un entretenimiento intelectual o una solución óptima que carece de realidad fáctica. El fin de lo utópico es la utopia. La ciudad ideal está fundada en la disciplina, el orden y la armonía. Lo decididamente estable constituye un ensueño; porque lo perecedero, lo que deviene, constituye la dimensión inherente a la realidad; es esto lo que la ciudad ideal pretende eliminar. La ciudad ya no tiene su fundamento y causa en sí misma, sino en un ser distinto de ella; lo sensible es

349

Cfr. Lowdon Wingo (editor) Ciudades y espacio (el uso futuro del suelo urbano) Barcelona, Ediciones Oikos-Tau, 1976, p. 6. 350 Cfr. Martin Meyerson. “Tradiciones utópicas y urbanismo”, La metrópoli del futuro, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1967, pp. 272-278. 351 Cfr. Giulio Carlo Argan. Proyecto y Destino, Caracas, U. C. V, 1969, pp. 12-13.

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declarado nulo, no existente; y lo que no existe, el ser distinto de la ciudad, es declarado real y existente, en esto consiste la inversión idealista de la ciudad. En la ciudad ideal, la actividad humana es un antihumanismo porque el hombre no conoce ni domina su designio, puesto que no determina su acción en la ciudad. Esto significa que quien decide en el destino ciudad es una entidad que está más allá del hombre. El Plan Monumental de Caracas, en tanto ideal urbano del lopecismo, está fundado en el imaginario antropológico representado por el hombre positivo y en el ideal político de orden y disciplina. En suma, es la idea positivista. Lo antropológico, lo político y lo urbano configuran la totalidad positivista. Sin embargo, el lopecismo representa el ocaso del positivismo; con él el Plan Monumental es el crepúsculo de una concepción urbana agónica, que ya no podía tener cabida en el movimiento de la historia. El Plan Monumental de 1939 no es utopía, es más bien una atopía urbana. Un plan extraño y excéntrico para Caracas y para el momento histórico. Este plan urbano está fuera de lugar, por eso es un atopos, es absurdo en el contexto de la situación que vive Venezuela. Pero, a la vez, es algo admirable y maravilloso, por esto también es una atopía, porque es el primer plan urbano de gran envergadura que se proyecta en la historia de la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo venezolano. El proyecto para Caracas es una excentricidad, un atopos, si se aprecian las propuestas urbanas que realizan los arquitectos que impulsan los postulados de la arquitectura moderna. A esta característica de atopía se debe su permanencia y presencia en el imaginario arquitectónico y urbanístico del país. Él inaugura la posibilidad para pensar la ciudad como una totalidad.

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