Existe un paisaje interior que proyectamos hacia fuera en cada instante. Existe un mundo exterior que forja nuestra alma con cada estímulo emitido. Es un flujo de marea, una osmosis. Es difícil establecer el linde, la línea que marca la separación entre afuera y adentro, interior y exterior, yo y el mundo.
Este trabajo es una investigación personal sobre el margen entre conciencia-materia, natura-cultura, sujeto-objeto, particular-universal, a través de una poética intimista. Me refiero a estas polaridades en un sentido, una concepción, muy cercana a la cultura taoista china. No se trata de oposiciones maniqueas: dualidades de tipo occidental como bueno/malo, macho/hembra, luz/oscuridad; más bien de polaridades de gradientes en los cuales se encuentran términos aislados y puros solo a las extremidades de la escala, mientras que en general siempre encontramos y tenemos que tratar algún término medio, alguna mezcla variable de dos tendencias.