Galway, 8 de enero, 2015 Querido Eider: Quizás, aún no te has dado cuenta de lo cerca que estamos y de lo lejos que nos sentimos. Que hemos iniciado una guerra de la que no formamos parte y de que nos hemos convertido en espectadores de esta lucha constante entre cabeza y sentimientos. Quizás, tampoco te has dado cuenta del problema que estamos tragando metidos en este laberinto al que llaman vida cuya solución compensan con amor, pero, si el único camino que acaba con la vida es la muerte, ¿dónde queda el amor?. Me llevó tiempo comprender que el amor quedaba en el camino y es la única oportunidad que te ofrece el laberinto para sentirte vivo. No hay nada más bonito que morir en vida ansiando la imposibilidad de querer, pero dicen que es bueno creer en algo, así como creo yo en ti, que me haces experimentar la más impura de las emociones y desear el más imposible de los cuentos. Tiempo, necesitamos tiempo … para curar heridas y cumplir sueños. Dolor, imprescindible en este sufrimiento antagónico entre lujuria y anhelos. Ganas, nos sobran las ganas … esta es la ambición que provocan tus labios en mi cuerpo. Y son esos los besos que más quiero, es cuando de verdad siento tu cuerpo en mi cuerpo. Y tus ojos … claros, profundos e infinitamente tristes que contrastan con los míos, negros y desconocidos, como cuando una ola grande choca con un precipicio. Y te necesito, como aire para respirar, como las aves el viento para volar. Soledad … a tu lado es impensable, pero no me imagino sin ti … No sería capaz de sobrevivir al vacío interno que tu marcha provocaría. A esa desnudez semejante a la que sienten los árboles cuando se acerca el frío invierno y sus hojas se alejan con el viento. Pero, en el hipotético caso en que el azar del mundo te separase de mi, yo, como algún día dijo Mario Benedetti . “No sabes cómo valoro el sencillo coraje de quererme…” P.D. : Te quiero. Inconscientemente, como cuando mi mano busca tu mano.
Siempre tuya, Dana