E
l domingo después de Pentecostés está dedicado a Todos los Santos, tanto a los que conocemos, como a los que solo Dios conoce. Ha habido santos en todos los tiempos, y han surgido desde todos los cofines de la tierra. Ellos fueron Apóstoles, Mártires, Profetas, Jerarcas, Monásticos, y Justos, mas todos son perfeccionados por el mismo Espíritu Santo. El descendimiento del Espíritu Santo hace posible para nosotros el levantarnos de nuestro estado caído y alcanzar la santidad, y con ello cumplir el mandamiento de Dios de “ser santo, porque Yo soy santo” (Levítico 11:44, 1 Pedro 1:16, etc.). Por lo tanto, es apropiado el conmemorar a Todos los Santos el primer Domingo después de Pentecostés. La fiesta pudo haberse originado en una época temprana, quizás como una celebración para todos los mártires, y después fue ampliada para incluir a todos los hombres y mujeres que