Recortes de prensa Grandir

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Grandir,

el documental de Etienne Moine Grandir es un documental rodado en Ecuador y dirigido por los franceses Etienne Moine y Bernard Josse, que hace un par de semanas abrió en Guayaquil el espacio del MAAC Cine, Abre que voy al cine. El filme -cuyo título traducido del francés al español quiere decir “crecer”- se basa en el trabajo de la fundación Amigos de la Vida, ubicada en Pifo, Quito, y que acoge bebés y niños abandonados o maltratados y hace de ellos personas seguras y capaces de enfrentarse de nuevo con su destino. Grandir trata esa relación adulto-niño desde las primeras horas de vida. Mientras la mayoría de instituciones estimula al menor para que aprenda las costumbres y hábitos de los adultos, esta fundación los acompaña en el descubrimiento totalmente libre y progresivo de sus funciones vitales y de su relación con los demás, proporcionándoles el gusto de la autonomía. Con estas palabras describe su trabajo Etienne Moine, quien llegó por primera vez a Guayaquil en 1978 y decidió establecerse en el país. Aunque su profesión es la Ingeniería Industrial, ha hecho de profesor, arquitecto, agricultor, operador turístico y ahora cineasta. La función que inauguró el espació Abre que voy al cine lo sorprendió en el foro posterior, pues no imaginó que su filme resulte atractivo para niños, porque no hay acción, hay silencios largos y diálogos de varios minutos. “A pesar de que eran niños bastante pequeños fueron reflexiones muy interesantes. Estuve muy sorprendido. Tenían entre 7 y 15 años, y hubo bastante tranquilidad, interés y concentración de parte de ellos. Vieron lo esencial de la película: que a los niños hay que tratarlos bien”. Etienne cuenta que el motor de esta cinta no fue hacer un filme sobre la fundación. “Lo que me interesa es la manera de cómo trabajar con las familias, con los niños, me

El francés presentó hace dos semanas, en Guayaquil, su filme. También lo ha llevado a París, Hawái y Lima. En la foto de abajo junto a Bernard Josse durante el rodaje. Además dos fotogramas del documental rodado en Pifo, Ecuador. parece que hay un enfoque muy interesante que merecía ser mostrado”. Cinco semanas duró este rodaje, cuya idea nació hace cuatro años, aunque recién pudo materializarlo al encontrar a Bernard Josse, editor de cine. Al inicio la directora de la fundación no estaba de acuerdo, por la repercusión que la cámara pudiera tener en el trabajo con los infantes. “Le dijimos que íbamos a ser muy discretos, entonces dio autorización para una primera vez; de a poco ganamos la confianza y pudimos trabajar con bastante tranquilidad, respetando mucho el ambiente. Eso también nos favoreció, porque al final esa discreción y respeto que la cámara tiene a los niños, es sentida por el espectador”. La película sigue tres casos. La mitad se desarrolla en la fundación y la otra con las familias... “Hay dos pequeños que papá y mamá recuperaron después de haber tenido una historia trágica, de peleas, de fuga de la madre, de prostitución... Otro ejemplo es el del abuelo en la amazonia que se entera de que

tiene un nieto y ahora vive con él... El tercero es el tío de una niña que fue masacrada -tuvo 16 fracturas- por el conviviente de su progenitora. Tenía dos años, estaba prácticamente por morir, pero se salvó. Pasó dos años y medio en la fundación y, el tío, que era un hombre que tomaba y poco aceptado en la casa, se emocionó por este caso y poco a poco demostró y dijo voy a cuidarla”. El filme, que ya ha sido exhibido en Francia, Estados Unidos yPerú, se presentará entre octubre y noviembre en Guayaquil; también se proyectará en Argentina. “A pesar de que yo conocía ese trabajo, al hacer una película tienes que ponerte en otra posición y observar. Creo que todavía me impacta más. Su calidad, su ternura y lo importante de todo los detalles de una buena atención, de la gran responsabilidad de un adulto, que atender bien a un niño no es solamente la palabra, es todo un ritual, ponerse a su altura, respetarlo realmente. El niño es capaz de hacer muchas cosas, si no interferimos los adultos”.

Cine y reflexión Abre que voy al cine es un espacio de cine foro gratuito creado por Ocho y Medio y el MIES para grupos u organizaciones que estén interesados en usar el MAAC Cine para funciones que motiven el diálogo y la reflexión. Para mayores informes contactarse con Billy Navarrete al email: billynavarrete@yahoo.com

José Javier Roldós C.

extraido de: http://expresiones.expreso.ec/ediciones/2011/08/31/ cine/grandir-el-documental-de-etienne-moine/


La casa donde el amor puede curar

Grandir, un filme de Etienne Moine y Bernard Josse, producido por OCHOYMEDIO, se estrena en las pantallas de nuestros cines este mes. Una película que nos introduce a un lugar lleno de esperanza y cariño. Por María Campaña Ramia Recuerdo claramente la primera vez que vi Grandir. Era una tarde fría de febrero, en medio proceso de selección del programa para los EDOC. Sola, en casa, puse el DVD en el reproductor, sin mayores referencias: mejor así. De pronto estoy en un centro de acogida para niños en su primera infancia. Todos han tenido un comienzo difícil en su vida y han encontrado refugio en una casa de madera en el valle de Tumbaco donde –al menos así lo presiento yo– cuando el viento sopla huele a eucalipto. Algunos son todavía bebés y ninguno de ellos pasa de los seis años. Pero en su historia personal ya están escritos el maltrato, el descuido, la violencia y el abandono. Incluso su memoria genética está impregnada de ciclos constantes de abuso y ruptura familiar. A menudo, una amiga muy querida me habla con un convencimiento profundo de la resiliencia de los niños, de esa capacidad inmensa que tienen de sanarse y recomponerse física y emocionalmente y de aquello que nosotros, adultos, podemos provocar. Ella piensa, y yo he aprendido a creer gracias a ella, que el amor por sí solo puede curar. La recuerdo cuando veo Grandir, una película tan respetuosa, delicada y comprometida que me llega como un regalo y me llena de esperanza. Grandir en francés significa crecer, y hay que ver cómo se hacen grandes estos niños en su nuevo hogar, y con ellos las mujeres que los cuidan, el carpintero

que fabrica sus cunas y muchas veces sus padres, quienes desde afuera tratan de recomponer sus propias vidas para poder restaurar una relación familiar quebrantada. Cinco minutos después del inicio del filme, el jardinero de la casa nos regala su historia. Los realizadores Etienne Moine y Bernard Josse le ceden la palabra por completo y así, sin interrupciones, un hombre diáfano comienza a recordar. Es el testimonio de un niño que se crió solo y que renació cuando una mujer, pobre como él, lo acogió como uno más de sus ocho hijos y le enseñó lo que era el cariño. En este registro se mantiene la película durante las más de dos horas que siguen. Confesiones espontáneas, una mirada cuidadosa, silencios, gestos de ternura y reflexiones que no dejan de hacer eco. La cámara está casi siempre fija, atenta y en la posición adecuada. No perturba a los niños pero tampoco se aleja de ellos. Así, y de a poquito, Grandir nos introduce en esta casa que es la antítesis de los orfanatos típicos del cine. En este espacio cálido –como la luz que captada en los interiores, los susurros de las mujeres cuando hacen dormir a los niños, la manera como se comunican con ellos– el niño crece como un ser libre y competente y se va reconciliando con un pasado difícil, pero siempre al tanto de su historia personal. Tiene un papel muy importante la naturaleza. Los árboles, la huerta y la tierra, sugiere la imagen, son el símbolo de que, como una madre, ese espacio rico y fértil de donde venimos está ahí para alimentarnos y acogernos. El componente observacional del documental se complementa con los testimonios de las cuidadoras de los niños, de algunos de los padres y especialmente aquellos de María, el motor del filme y de la casa. María es una mujer de hablar pausado,

serena y convencida de las certezas que la motivan. De entre tantas otras, quizás su más grande empresa sea la de recuperar la capacidad del niño para sentir al adulto y acercarse a él sin temor, ayudarle a que pueda volver a confiar y sólo así logre sentirse a sí mismo y recomenzar. La película tiene momentos dolorosos y al mismo tiempo emocionantes, como cuando María y Elena visitan a las familias de los niños. La posibilidad de escuchar y conocer a los padres le confiere un matiz mucho más amplio a la historia. Con el mismo cariño que los realizadores filman a los niños, se aproximan a sus papás y nos permiten descubrir a personas que también han sido heridas y merecen otra oportunidad. Detrás del maltrato, la negligencia, el abandono, hay circunstancias que aprendemos a ver con empatía y sin juzgar. Si habría que hacerlo, tan solo reprocharía en el filme –y solo en instantes– un tono acaso un poquito redentor, tal vez algunos minutos de más que pueden redundar y alejarnos de ese espacio en vez de mantenernos allí. Pero esto no es lo importante. Yo prefiero celebrar que haya sido el cine, y la clase de cine que defiendo, el que me haya otorgado esta bella confirmación: “Claro que se puede curar con amor”. Ahora comprendo aún mejor de lo que habla mi amiga: de un amor que no quiere poseer, que no busca dominar, un amor que defiende para el niño –por más pequeño que sea– su libertad, su integridad y su dignidad. “Nos hemos olvidado de lo importante que son los primeros años de la vida”

extraido de: Periódico 119 OCHOYMEDIO Julio 2011


Grandir:

EL DESAFÍO DE CRECER Etiene Moine y Bernard Josse llevan a la pantalla conmovedoras historias de niños ecuatorianos. Una casa en medio del campo es el refugio de 15 niños. Ninguno sobrepasa los seis años. Todos son diferentes pero tienen algo en común: son víctimas del abandono, del maltrato o la violencia. Las razones para vivir situaciones tan complicadas son tan diversas como sus orígenes. Algunas responden a los niveles de pobreza o a su capacidad de ser diferentes. Pero en medio de esa adversidad existe la luz: un rincón donde las cosas pueden ser distintas y en el que quienes lo habitan son iguales. Lo expresa en un primer instante del documental el hombre encargado de cuidar las plantas que rodean la casa, cuando da su testimonio y recuerda, en voz alta, que fue un niño que se crió solo. En su transitar desamparado encontró una mujer que se hizo cargo de él. Ella era humilde, tenía ocho hijos pero lo acogió como uno más. Allí supo lo que era el amor, el calor de hogar. Aprendió a trabajar y adquirió las herramientas necesarias para llegar hasta el lugar en el que está: una pequeña finca agrícola, ubicada a 25 kilómetros de Quito, parte del proyecto de la

Fundación “Amigos de la vida” (AMI). No es la única confesión que graba la cámara. En el transcurso del filme, las caricias, los susurros, las risas y las miradas, cuentan las historias. Poco a poco, el espectador se apropia de la casa de la Fundación AMI. Conoce a los niños y niñas que la inundan de alegría y de juegos. La calma es un elemento esencial. La naturaleza, la tierra, el césped, se convierten en los espacios perfectos para sanar, olvidar y

renacer. Doce cuidadoras están atentas de las necesidades individuales de los niños. Cada una lleva un registro donde va anotando cada reacción, estado de ánimo, avance. También está presente la imagen de un carpintero, que es quien participa en el mantenimiento de la casa y elabora las pequeñas cunas, cuando llega un nuevo integrante. Pero son María y Elena las que nos transportan a los momentos más emocionantes del documental. Ellas visitan a las familias de los niños, exploran las realidades, comparten los problemas y al mismo tiempo festejan las uniones, las reconstrucciones. La idea es llegar al fondo y tratar de entender sin juzgar. Enseñar a las personas que es posible perdonarse y corregir lo que no está bien hecho, con amor y con respeto. Grandir significa, en francés, crecer. Es un verdadero desafío, porque a veces duele y en ese proceso hay que superar muchos obstáculos, pero es necesario. Para Etiene Moine, llevar a la pantalla todo esto fue un reto: desde el tiempo que tardó en madurar la idea, hasta el trabajar sin perturbar la tranquilidad de la casa y de los niños. Él destaca algo fundamental que muchas veces se pasa por alto: la importancia de los primeros años de vida en el desarrollo del ser humano.

Información *El documental es una producción del cine Ocho y Medio. El filme estará en cartelera hasta el domingo 31 de julio de 2001. *Ganó el premio de apoyo en producción de documental otorgado por el Consejo Nacional de Cinematografía, 2010. *Estuvo programado en festival Edoc, en el 2011.Aquí, fue seleccionado dentro de los 10 mejores del voto del público. *La cinta tiene una duración aproximada de noventa minutos y recomendada para personas mayores de ocho años de edad.

Tomado de: http://www.revistafamilia.ec/index.php/articulosmi-ecuador/2390


Grandir:

crecer con el poder del amor

Con una sensación de tranquilidad, se vislumbra la soledad de varios pequeños en la cinta documental Grandir, cuyo significado en francés es crecer, dirigida por Etienne Moine y Bernard Josse. La naturaleza, una casa y el campo son el refugio de 15 niños que se encuentran asilados en este hogar conformado por 12 mujeres, quienes cuidan de los pequeños las 24 horas del día. Historias de profunda tristeza llevan los niños en su corta existencia. El argumento de este filme es mostrar la relación niño-adulto basada en el respeto que pretende recuperar su vida del maltrato y abandono a los que han sido expuestos.

en cuenta no perturbar el entorno de los niños”, explicó.

sus ojos vuelven a construir poco a poco la relación con el adulto.

Esa es una de las razones primordiales para la fotografía del filme que en determinados momentos se desconecta de la mente de los niños, ambientándolos a la cámara, con el objetivo de no intervenir con el delicado entorno de descubrimiento y aprendizaje.

Los testimonios cargados con una emotividad palpable presentan a los diferentes protagonistas de esta historia, los niños, volviendo a los hogares y los padres, con una forma distinta de ver la vida.

El amor se presenta casi de inmediato con la sencillez de la realidad de las mujeres, quienes con profunda humanidad prestan protección a los niños que ante

Las personas se sentirán identificadas con estos seres que demuestran que es posible, con el apoyo de todos y dejando de lado el egoísmo, curar con el poder del amor.

Etienne Moine, uno de los directores de la cinta, comentó que la idea nació de mostrar a los niños que están en orfanatos o casa hogares de una manera diferente, resaltando la técnica de cuidado que poseen las educadoras. “Tomó bastante tiempo realizar el documental porque yo no soy cineasta, contacté a Bernard Josse en París, el tema le conmovió mucho porque él había adoptado a dos niños y, después de tres meses, se inició la grabación tomando

Tomado de: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/grandircrecer-con-el-poder-del-amor-487978.html


Etienne Moine

co-director de Grandir habla sobre la película ¿Qué significó para ti involucrarte con los niños a quienes documentas? En realidad yo estoy comprometido con este trabajo desde el inicio y las visitas permitidas a la casa de los niños son muy pocas y tienen reglas muy definidas para que perturben lo menos posible a los niños. Nosotros nos acoplamos a estas reglas y es por eso que la cámara está siempre ubicada en puntos fijos y que nos movíamos muy poco en el ambiente. Pronto los niños se olvidaban de nosotros. Esto es muy importante y permite también una tranquilidad al espectador que mantiene esta misma distancia aún si a veces ciertas cosas obstaculizan la mirada, puede observar detalladamente sin tener la impresión de perturbar o de entrar a la intimidad de los niños. ¿Cómo lograste entrar en el entorno de la vida familiar y acercarte con confianza a tus personajes? Con los personajes es más un asunto de relación humana, de llegar con mucho respeto, de dejar tiempo para que la confianza mutua se establezca, de hacer pocas preguntas y sobre todo de pensar siempre en la comodidad del personaje antes que en los detalles técnicos. Todas las entrevistas fueron

cortas, son siempre una sola toma y yo preguntaba poco dejando que cada uno se exprese libremente y evitando siempre poner al personaje en una situación delicada. Es así que para la entrevista al jardinero que abre la película estuvimos con el apenas veinte minutos, y al terminar el me dijo que esta historia nunca la había contado a nadie ¿Cuáles fueron las mayores dificultades con las que se encontró tu proyecto? En realidad más que dificultad se necesitó tiempo para madurar la idea, quería hacer la película pero no soy

cineasta. Son muchas cosas las hay que resolver. Al niño en el mundo de hoy no lo tomamos casi en cuenta y nos hemos olvidado de lo importante que son los primeros años de la vida. Pero ¿cómo traducir todo eso en la pantalla? En la fundación teníamos una gran oportunidad pero María temía mucho que perturbemos el ambiente y eso fue uno de los retos más grandes, lograr ser lo más discretos posibles porque era muy claro que logramos una autorización provisional pero que se podía suspender a cada momento si se notaba interferencia. Eso fue probablemente lo más difícil y a la vez lo más importante. (Entrevista cortesía del blog Elotrocine).

ETIENNE MOINE

BERNARD JOSSE

Miembro del Consejo de Programación y Editorial de OCHOYMEDIO – Ecuador. Grandir es su primer trabajo cinematografico

Realizador, Editor en Jefe, Consejero Técnico y Artístico. Actualmente realiza un documental acerca de un artista pintor y músico de jazz alemán: Peter Brotzmann



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