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POESÍA

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NUESTRA COMARCA

NUESTRA COMARCA

Manos

La mano, loca, tocaba y conocía su cuerpo de una manera que la cabeza no sabía, no podía hacer. Era extraña esa sintonía, revelada ya en el primer contacto, la mano daba y recibía y no parecía haber entre los dos sino una conexión refleja que no alcanzaba al pensamiento, pero que lo transformaba.

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La piel y su subsuelo se llenaban de caminos, ofrecían un laberinto en el que solo cabía entrar, sin salida. La mano lo resolvió inundándolo, llenándose mutuamente, no era placer, fue misión.

Cuando las cabezas se dieron cuenta, les pareció extraño, quizá hablaron pero no encontraron el camino de vuelta.

Decidieron sorprenderse, no hacer nada más, dejar que el tiempo hiciera las revelaciones y éste, se vengó, desapareciendo: les dejó fuera, congelados, sin futuro, con una memoria en la que solo compartían el asombro, una extraña sensación de pérdida y un deseo de no saber.

Así lo recordaron después. Aunque puede que fuera de otra forma. Ahora, continuamente, preguntan: ¿qué hora es?

Microrrelatos

¡QUE VIENE FELICIA!

Los niños caribeños se reían cuando oían decir a los mayores: «Si te portas mal, vendrá el coco y te llevará». Ya no funcionaba. Por eso, aquel abuelo, sabiendo lo traviesos y poco estudiosos que estaban siendo sus cuatro nietos, les contó una historia real a la tenue luz del fuego del hogar. «Ella se llamaba Felicia y cojeaba de su pierna izquierda —dijo con voz lo más grave posible—. Vivió en Ennery y falleció en 1907, tras una larga y desconocida enfermedad. Pues bien, veintinueve años después, apareció por el pueblo una mujer andrajosa que caminaba como una sonámbula. Sus ojos estaban en blanco, su piel pálida, arrugada y escamosa, y lanzaba gritos que causaban terror entre los presentes. Algunos de ellos reconocieron aquella figura destartalada, y fue definitivo cuando apreciaron que cojeaba… ¡Era Felicia!». «¿Y qué pasó?», preguntó uno de los niños, algo acongojado. «Pues que fue acogida por su familia. Y nadie supo más, porque no se la volvió a ver. Aunque…». «¿Aunque qué, abuelo?», balbuceó otro de los niños, sintiendo un escalofrío. «¡Pues que, si no os portáis bien, vendrá a haceros una visita!». Y los cuatro niños corrieron a hacer los deberes, ante la mirada de asombro de la madre.

(Relato basado en el caso real de Felicia Felix-Mentor)

La F Brica

El empresario Fred White y el abogado Luis Cortés llevaban media hora charlando en el despacho de este sobre las razones de abandonar White su país. El tema de conversación estaba focalizado en aquella fábrica de Luisiana, propiedad del empresario, que comenzó generando grandes beneficios hasta que se torció la trayectoria y devino en un desastre total. «¿Por qué ese desaguisado?», preguntó. «El uso de materiales tóxicos provocó enfermedades y dolencias entre los trabajadores, llegando a fallecer algunos —aclaró White—. Antes de que se supieran las causas, reestructuré la plantilla y despedí al ingeniero jefe. Entonces todo volvió a funcionar de maravilla y nadie llegó a padecer la más mínima molestia». «Vamos a ver, señor White, si cambió al capataz por un ingeniero más capacitado, ¿dónde está el problema?», volvió a interesarse Cortés, sin saber aún el motivo del cierre de la fábrica y la huida de Estados Unidos para refugiarse en España. «En verdad, aquel tipo no era ingeniero, sino un houngan », aclaró. «¿Un houngan ?», preguntó intrigado. «Sí, un sacerdote vudú. Y la plantilla que él trajo estaba compuesta por zombis esclavizados para trabajar a sus órdenes», sentenció. Tras revelación tan descabellada, encadenada con una carcajada interminable que reverberó en el despacho hasta herir los oídos del abogado, este pensó que estaba ante un tipo loco de atar, y, para su seguridad, decidió tocar el botón del pánico.

No Estaba Muerto

«… Y al salir de la discoteca a las cuatro de la madrugada, me lo encontré en un callejón oscuro. Caminaba dando tumbos. Como me dijeron que había fallecido, el susto fue morrocotudo», comentó Rodolfo a su amigo. «¿Y no estaba muerto?», preguntó este, extrañado. «No —respondió de inmediato—. ¡Estaba de parranda!»

CARTELERA del viernes 26 de Mayo al jueves al 01 de Junio

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