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15 y

15 y

LA SINGLADURA DE LA JOSEFINA (1815) Y III

Mario Ocaña

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A finales de año, el 18 de noviembre, la Josefina reaparecía de nuevo en Algeciras.

Relata el capitán que salió el día 7 del citado mes de Lisboa con el barco “... fuerte, firme y estanco al agua, aparejado y pertrechado con todo lo necesario.” Llevaba las bodegas cargadas de azúcar, café, cacao y otros géneros de la casa Viuda de Segalerba y Cía. con rumbo a Trieste. Navegaron sin novedad hasta que descubrieron que el barco hacía agua en la sentina. Empezaron a trabajar sacándola con la bomba, pero el nivel no bajaba de las ocho pulgadas (1 pulgada = 2´54 cms). Se mantuvieron bombeando agua hasta el día 13 que, con viento favorable y mar bonancible, intentaron averiguar por donde les entraba el agua y descubrieron “...que era por una costura de Estribor, a la flor del agua, por debajo de la mura del buque...” A pesar de las reparaciones no pudieron evitar que el agua siguiera entrando. El día 14, con viento NNW y mar buena, navegando con todas las velas y alas, descubrieron el cabo Espartel y al amanecer entraron en el estrecho de Gibraltar. A las doce de la noche estaban frente a Tarifa sin dejar de hacer agua. El capitán Inglott decidió convocar una junta con los oficiales de a bordo que acordaron que lo más conveniente era arribar a puerto para reparar. A Algeciras llegaron a las cuatro y media de la madrugada del 15 de noviembre. El capitán ordenó al día siguiente desocupar el forote de proa y vio que el agua entraba por babor a tres pies de la quilla. Inglott desembarcó en el puerto y visitó al vicecónsul inglés para que le recomendase un buzo con el fin de reconocer el casco por fuera.

...dando dicho inteligente ocho zambullidas descubriendo a la primera que el agua entraba por la frente de una tabla que estaba desmentida, cuyo daño remedió en las demás zambullidas como mejor pudo con cebo y carbón con lo cual se consiguió aminorar el agua...

El día 17 visitaron la Josefina el maestro mayor de calafates, Ginés Abril, y el práctico del puerto de Algeciras don Cristóbal Morcego. Tras reconocer la avería ambos manifestaron que el buque no se hallaba en condiciones de navegar salvo que se le hiciese un reconocimiento por fuera. El capitán Inglott manifestó su desacuerdo y propuso que el buzo le colocase una pretina de plomo a la zona dañada y, para mayor seguridad, de acuerdo con el vicecónsul inglés, pidió solicitar dos peritos al capitán de puerto de Gibraltar pero – casualidades – el capitán de puerto gibraltareño se hallaba ese día en Algeciras y fue de la misma opinión que sus colegas españoles por lo que finalmente el capitán Inglott decidió trasladarse a Gibraltar “... para hacer la indicada operación respecto a que en esta Bahía [de Algeciras] se carecía de los utensilios necesarios del arte para conseguirlo.”

No aparecen más noticias del capitán Inglott ni de la Josefina. Esperemos que hubiese permanecido navegando muchos años, y con menos problemas, por las aguas del sur de Europa.

POESÍA

Fernando Blanco Pradas

Foto con maletas

Mi padre ha viajado con maletas de cartón. Mi madre, también. Para más seguridad se solían atar con una cuerda. Llevaban el neceser de la posguerra española, jerseys de lana que picaba y ropa arreglada en casa con algún suspiro de por medio. La mano que las sujetaba tenía la fuerza concentrada, los equipajes aún no conocían la rueda. Un poco de nervios y cansancio anticipado, viajar era más pesado entonces, también menos frecuente. Las fotos en blanco y negro disimulan bien estas cosas, de tal modo que solo ves las caras sonrientes y las ganas de llegar: la familia esperaba al final de unas horas de hollín y traqueteo. Me viene a la memoria esa foto y, me doy cuenta, de que estoy dos veces en ella. La primera como un niño despreocupado. La segunda, como adulto entristecido que llora al ver la imagen de una estación de Ucrania.

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