Las Cuatro Nobles Verdades del Budismo

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Las Cuatro Nobles Verdades

del Budismo Octavio DĂŠniz


Las Cuatro Nobles Verdades del Budismo El Buda histórico (Siddharta Gautama) expuso su doctrina de las Cuatro Nobles Verdades en un sermón en Deer Park, en Sarnath, cerca de la ciudad india de Varanasi (Uttar Pradesh), en el año 528 antes de la Era Cristina. Este primer sermón, que fue recibido por cinco personas, está contenido en un Sutra denominado Dhamacakkappavattana y representa la primera y más importante revelación realizada por el Buda tras su Iluminación acaecida en Bodh Gaya. En resumen, las Cuatro Nobles Verdades muestran: la existencia del sufrimiento, sus causas, el cese del sufrimiento y el camino que conduce a su cese. Constituyen un cuerpo de enseñanzas único, que no puede entenderse si no se estudia en su totalidad y que es de características eminentemente prácticas. Pese a su simple formulación, son verdades de largo alcance, amplias y profundas, que requieren de mucha reflexión, observación y práctica. Las Cuatro Nobles Verdades siguen una secuencia lógica, de modo que cada una sugiere la siguiente y arroja luz sobre ella. Así, la práctica de cada una crea las condiciones para entender y desarrollar todo el sistema. En muchos textos antiguos se asemeja al Buda con un médico para los males del espíritu. A través de las Cuatro Nobles Ver-

dades, él actúa como un galeno que primero observa la enfermedad, luego la diagnostica, a continuación pronostica la posibilidad de una recuperación y por último prescribe el tratamiento correspondiente. Pero más allá de eso, en cada una de las Nobles Verdades hay también una descripción (pariyatti), una prescripción (patipatti) y un resultado de la práctica (pativedha). Es decir, que hay tres aspectos para cada una de las cuatro verdades, lo que nos da un total de doce comprensiones. En la escuela budista antigua, un Arahant es alguien que comprende las Cuatro Nobles Verdades y practica los aspectos de ellas derivadas.

Créditos Textos: © Octavio Déniz, 2017. Imágenes: Budas alineados y Cara de Buda © mrsiraphol, Freepik. Hombre con tarjeta © kues1, Freepik. Mujer meditando © Pressfoto, Freepik. Rueda del Dharma © Viniciuscb, English Wikipedia. Concepto y maquetación: © Octavio Déniz, 2017. www.octaviodeniz.com


Primera Noble Verdad. El sufrimiento La Primera Noble Verdad nos dice que estar vivo implica tener la experiencia del duhkha, término que comúnmente se traduce como “sufrimiento”. Los tres aspectos a través de los cuales se desarrolla esta verdad se resumen en: “Existe el sufrimiento. La existencia del sufrimiento debe ser comprendida. La existencia del sufrimiento ha sido comprendida.” Aunque solemos ver el sufrimiento como algo propio: “mi sufrimiento”, la Primera Noble Verdad nos lo muestra como un hecho objetivo, que existe independientemente de nosotros. Es decir, que el sufrimiento existe como algo no personal, como el reflejo de algo que no forma parte de nuestra naturaleza

esencial. Cuando sufrimos, no somos el sufrimiento, sino que éste está en nosotros, del mismo modo que no somos el aire que respiramos, aunque este se incorpore y posteriormente se elimine. Así, la afirmación de que “existe el sufrimiento”, constituye la primera comprensión de esta Noble Verdad. Además, el sufrimiento es un nexo común entre los humanos, pues todos sin excepción lo experimentamos en un momento u otro. De hecho, sólo podemos nacer a la compasión (karuna) en la medida en que somos conscientes del sufrimiento ajeno. Si vemos a los otros como seres susceptibles de sufrir en la misma medida que nosotros, evitamos causar daño. La palabra que empleó Buda para definir el sufrimiento es dukkha, que significa literalmente: “incapaz de satisfacer”. Es decir, que el sufrimiento surge de la imposibilidad de ver satisfechas nuestras necesidades. Incluso el placer es insatisfactorio, pues su naturaleza es temporal y finita. Como dice el maestro Ajahn Sumedho: “Las cosas son como son, así que podemos reconocerlas y apreciarlas en sus formas cambiantes sin aferrarnos. Aferrarnos es querer atrapar algo que queremos; querer deshacernos de lo que no queremos; o querer obtener algo que

no tenemos.” La segunda comprensión nos dice que “el sufrimiento debería ser entendido”. No se trata por tanto de evitarlo o de huir, ya que el sufrimiento existe y lo vamos a encontrar en nuestra vida. No se trata de reaccionar ante él de un modo apresurado, sino de analizar las causas que lo generan. El mundo sensorial nos expone de manera continua al placer y al dolor, al dualismo del Samsara. Pero nuestra tendencia natural es evitar el dolor, no sólo a nivel personal, sino colectivo. El objeto de esta Primera Noble Verdad no es llevar a las personas a caer en el pesimismo, sino hacer una observación realista sobre la condición humana, que evite la negación o la ignorancia. Una parte importante del sufrimiento proviene de la interacción con otras personas o con el entorno. Pero es fundamental comprender que aunque los demás, o las circunstancias, pueden ser una fuente de molestia, el sufrimiento proviene de nuestra reacción ante la vida. Los mismos hechos que causan dolor a unas personas son irrelevantes para otras. De este modo, cuando empezamos a no identificarnos con el dolor, comenzamos a desarrollar la tercera comprensión de esta verdad, que el sufrimiento ha sido eliminado.

“Esta, monjes, es la Noble Verdad de dukkha: el nacimiento es dukkha, la vejez es dukkha; la tristeza, el lamento, el dolor, la pena y el desespero son dukkha; la asociación con lo que no se ama es dukkha; la separación de lo que se ama es dukkha; no conseguir lo que se quiere es dukkha. En breve, los cinco agregados del apego son dukkha.” - Buda


Segunda Noble Verdad. Las causas del sufrimiento Los tres aspectos asociados a la Segunda Noble Verdad son: “Hay un origen del sufrimiento, que es el apego al deseo. El apego debe ser eliminado. El apego ha sido eliminado”. Como muestra el texto citado, hay tres clases de deseo: el deseo del placer de los sentidos (kama tanha), el deseo de existir y devenir (bhava tanha) y el deseo de dejar de existir y de dejar de devenir (vibhava tanha) El deseo de satisfacer los placeres de los sentidos es fácil de comprender. Cuando estamos experimentando algo agradable, deseamos que esa sensación perdure, o si ha terminado, buscamos su repetición. Pero ninguna experiencia, sea placentera o dolorosa, es permanente y ni siquiera la repetición nos asegura que el placer experimentado por primera vez se repita de nuevo, ya que todo cambia, todo se está convirtiendo en otra cosa. Del mismo modo, la búsqueda repetitiva de esta satisfacción nos encadena en una rueda que nos esclaviza y acaba por conducirnos al dolor, lo que nos devuelve a la Primera Noble Verdad. El deseo de existir y devenir puede ser entendido en un nivel muy básico como el apego por querer convertirnos en algo diferente. Cuando buscamos ser más ricos, más poderosos o más atractivos, o cuando deseamos cambiar nuestro carácter, nos

apegamos a una búsqueda que lleva a la desilusión y que siempre acaba siendo insatisfactoria. Incluso el deseo de alcanzar la Iluminación o de llevar una vida espiritual puede convertirse en un apego que conduzca al dolor. Ninguna cantidad de dinero, de poder, de amor o de conocimientos resulta satisfactoria a la larga, pues mientras estamos atrapados en la rueda del deseo, siempre querremos más. Derivado de este deseo de existir y devenir, nace el deseo de dejar de existir, de dejar de devenir. Por ejemplo, el deseo de dejar de sufrir, o de suprimir determina-

dos rasgos de nuestro carácter es de nuevo una vía para la insatisfacción y el dolor, ya que estos rasgos no van a desaparecer porque deseemos librarnos de ellos. Además, el deseo de librarse de algo, por negativo que sea, es también un deseo. Lo más importante es comprender que del mismo modo que no somos el sufrimiento, tampoco somos su causa, que es

el apego por el deseo. Ni siquiera el deseo es de por sí una causa de dolor, sino el apego hacia el deseo, es decir, pensar que “yo soy lo que deseo”, o bien “yo no soy lo que deseo evitar”. Así, el sufrimiento surge cuando nos apegamos a los ideales, a toda la complejidad que creamos en torno a las cosas y a nosotros mismos. En esta comprensión, vemos que como seres humanos tenemos necesidades y que éstas deben ser cubiertas. El propio Buda abandonó los métodos ascéticos después de probarlos, entendiendo que no se logra el Despertar cuando se daña el cuerpo. Como el apego por el deseo es algo natural en el ser humano, lo observamos sin juicio, lo reconocemos como tal. No hay nada teórico en ello. El cuerpo, por ejemplo, necesita ser alimentado y cuidado, y es preciso permitir que se comporte de acuerdo a su naturaleza. Se le permite ser como es, sin intentar que cambie su naturaleza esencial. No se le abandona. Del mismo modo, no hay problema en tener posesiones materiales, sino en apegarse a ellas. Los objetos son necesarios, pero es el deseo de tenerlos o el miedo a perderlos lo que nos causa infelicidad. Todas estas son condiciones que surgen en la mente, pero no forman parte de nuestra naturaleza esencial.

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del origen de dukkha: el aferramiento que provoca el consiguiente devenir y que es acompañado por la pasión y el deleite, probándolo ahora aquí y ahora allí. El aferramiento al placer de los sentidos, el aferramiento a que algo aparezca, el aferramiento a que algo no aparezca.” - Buda


Tercera Noble Verdad. El cese del sufrimiento Los tres aspectos asociados a la Tercera Noble Verdad son: “El cese del sufrimiento se alcanza liberándose del apego. La liberación debe ser alcanzada. La liberación ha sido alcanzada”. La Tercera Noble Verdad nos invita a contemplar que “todo lo que surge, está destinado a cesar”. Es decir, que mientras haya creación habrá cese. Así, el propio sufrimiento que ha sido generado, en algún momento acabará. Esta es la norma en el reino de los sentidos. Como se indicó anteriormente, el término que utiliza Buda para designar el sufrimiento es dukkha. Pero dukkha no es sólo sufrimiento o dolor en el sentido que solemos entender estos términos, dukkha es también lo insustancial, lo ilusorio. En este sentido, la propia existencia, el devenir, es ilusorio y carente de una entidad propia. En la Tercera Noble Verdad observamos el proceso de lo que surge y desaparece, lo que solemos denominar samsara, el devenir. En cambio, el Nirodha (una palabra de significado equivalente a Nibbhana) es el cese del dukkha. Es importante establecer la diferencia entre el cese y la eliminación. El cese es un proceso natural que sigue de forma ineludible al surgimiento. Todo lo que surge, nace o comienza lleva consigo un destino: cesar, morir o acabar. Los seres han de morir porque han nacido, las

estaciones del año acaban porque han comenzado, la luz que se apaga en algún momento se encendió. Y lo que queda tras el cese es la paz. Pero cuando intentamos eliminar algo, estamos haciendo algo que es antinatural, impuesto. La eliminación de algo nos enreda en la rueda del devenir, en el samsara. Intentar eliminar algo nos apega a aquello que deseamos suprimir, generando kamma. Por ese motivo, una de las claves de la meditación consiste en observar los estados mentales, no en suprimirlos. Así, cuando simplemente observamos el surgimiento de nuestros pensamientos, conductas o emociones, somos también testigos de su cese, sin necesidad de reprimir o negar ninguna idea, conducta o emoción. El cese viene cuando algo se deja ir, cuando se abandona o se libera, cuando renunciamos al apego. El Dhamma (enseñanza, verdad) es algo que debe ser comprendido y aplicado aquí y ahora. Consiste en ver las cosas tal como son, en comprender la vacuidad esencial de todo lo que existe en el mundo de los sentidos. No existe un mundo externo que pueda ser ob-

servado sin un mundo interno que lo observe. Pero el observador es en sí un ser vacío, un ser que cultiva la realización de que “no hay un yo aquí adentro” (anata). Este conocimiento o prajna es un tipo de comprensión intuitiva que va más allá del dominio del intelecto, se trata en fin de una capacidad de discernimiento espiritual que nos permite ver la naturaleza ilusoria e insatisfactoria de la realidad material. Como se suele decir: “Un arahant [despierto, iluminado] no necesita saberlo todo, excepto que todo lo que está sujeto al surgimiento está sujeto al cese.” Por supuesto, este prajna no nos evita actuar sobre el mundo en el que vivimos, tal como reconoce Ajahn Sumedho: “Hacemos las cosas porque es lo correcto en este momento y lugar, en vez de por un sentido de la ambición personal o por el miedo al fracaso.”

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del cese de dukkha: la restante disminución y cese del aferramiento, la renuncia, el abandono, la liberación, el dejar ir ese mismo aferramiento.” - Buda


Cuarta Noble Verdad. El camino que conduce al cese del sufrimiento La Cuarta Noble Verdad, presenta como las tres anteriores, tres aspectos en su práctica: “Existe un Sendero Óctuple que libera del sufrimiento. El sendero debe ser desarrollado. El sendero ha sido totalmente desarrollado.” A través de la Cuarta Noble Verdad, Buda nos muestra la fórmula para la eliminación del apego al deseo, causante del dukkha o sufrimiento. Esta solución se expresa a través de lo que se conoce como el Sendero Óctuple (atthangika magga). Las ocho vías del camino óctuple se resumen en tres categorías fundamentales: desarrollo de la sabiduría (prajna), que genera moralidad (sila), que a su vez conduce a la meditación (samadhi), es decir, a la liberación definitiva a través de la purificación del corazón. Cuando define este sendero, Buda rechaza una idea que es básica en muchas de las religiones del mundo: se abandona la fe en un Dios creador de cuya existencia dependa la salvación o la seguridad de los seres humanos. Hay que aclarar aquí que el camino budista no rechaza la existencia de Dios, sino que simplemente no la considera. El sendero óctuple es una vía humana para la eliminación del sufrimiento en este mundo. Se trata de un camino práctico, orientado hacia una meta defini-

El Sendero Óctuple se desarrolla a través de tres aspectos esenciales. Estos son: Aspectos relacionados con la sabiduría: Comprensión correcta (samma ditthi). Implica estudiar y comprender el Dhamma (enseñanzas) no como un pensamiento filosófico, sino como una realidad que debemos comprender hasta sus más raíces más profundas. Pensamiento correcto (samma sankappa). Cultivar una mente positiva, que huya del odio, del deseo de herir o de los apegos. Aspectos relacionados con la moralidad: Palabra correcta (samma vaca). Evitar la charla intrascendente, la frivolidad. No mentir, no criticar, no usar términos desagradables o violentos, etc. Acción correcta (samma kammanta). Actuar con buena intención. No matar, no robar, no hacer daño, no cometer abusos, etc. Ocupación correcta (samma ajiva). Implica la necesidad de ganarse la vida de un modo honesto, en una ocupación que no sea dañina para otras personas. Aspectos relacionados con la meditación: Esfuerzo correcto (samma vayama). Nos anima a transformar las energías y actitudes negativas en otras positivas. Atención correcta (samma sati). Desarrollar la consciencia tanto de los acontecimientos externos, como de los internos: sensaciones corporales, emociones y pensamientos. Concentración correcta (samma samadhi). Meditar de un modo aplicado y con la aspiración más elevada, sin desear sólo el propio despertar.

da, que debe ser desarrollado a partir de este preciso momento. Aunque los ocho senderos se presentan en un orden determinado (ver recuadro), que fue el que Buda nos legó en el sermón de Varanasi, estos no se desarrollan de manera secuencial, sino

que el practicante debe trabajar con todos ellos al mismo tiempo. La finalidad del Sendero Óctuple, resumen final de las Cuatro Nobles Verdades es la de superar el samsara y entrar en el Nibbana o liberación total.

“Y esta, monjes, es la Noble Verdad del camino de práctica que conduce al cese de dukkha: precisamente este Noble Camino Óctuple: el correcto punto de vista, la correcta resolución, el habla correcta, la acción correcta, el modo de vida correcto, el esfuerzo correcto, la atención correcta, la concentración correcta.” - Buda


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