MONTERREY ORIGEN Y DESTINO
MONTERREY ORIGEN Y DESTINO Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980) Ă“scar Flores
Municipio de Monterrey
Lic. Adalberto A. Madero Quiroga Alcalde de Monterrey Ing. Ramón de la Peña Manrique Secretario de Desarrollo Humano Lic. José Antonio Olvera Sandoval Director de Cultura Lic. Ernesto Castillo Ramírez Editor
Museo Metropolitano de Monterrey Zaragoza y Corregidora, Zona Centro, Monterrey, N.L. Tel. (81) 8344-2503 Fax. (81) 8344-1971 dicultura@monterrey.gob.mx Consulta electrónica en: http://encicloregia.monterrey.gob.mx
Primera edición, 2009 Municipio de Monterrey
©
Impreso en Monterrey, México Printed in Monterrey, México
ÍNDICE I. REVOLUCIÓN (1910-1923) 1. Monterrey en 1909
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2. La restauración maderista
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3. Los estertores del reyismo
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4. El constitucionalismo en Nuevo León
67
5. Consolidación de la Cámara Nacional de Comercio (1915-1917)
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6. El carrancismo y el movimiento obrero
101
7. La política fiscal durante el régimen de Álvaro Obregón
122
8. El nuevo Estado y el movimiento obrero organizado
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Citas bibliográficas
146
Fuentes consultadas
166 168
Referencias bibliográficas II. INDUSTRIA 1.Desarrollo económico (1890-1940)
175
2. Características del crecimiento industrial (1940-1985) 3. Los grupos económicos tradicionales de Monterrey
188 206
4. Migración en busca de fortuna: las familias Azcúnaga y Llaguno
250
Citas bibliográficas Fuentes consultadas
266 276
Referencias bibliográficas
277
III. METROPOLIZACIÓN 1. Salud y dinámica sociodemográfica
287
Citas Bibliográficas
325
Fuentes consultadas
327
Fuentes consultadas
329 330 331 358 362
Referencias bibliográficas
362
IV. INFRAESTRUCTURA 1.Las condiciones generales de la producción como factor locacional en Nuevo León 2. La infraestructura del AMM como soporte de su producción industrial Citas bibliográficas
V. EDUCACIÓN 1. Legislación
371
2. Educación básica primaria. Situación en 1910
376
3. Escuelas Normal del Estado y Superior
397
4. Instituciones de educación media
399
5. Instituciones de educación superior, el quehacer de la universidad
404
Anexos
438
Citas bibliográficas
477
Fuentes consultadas
489
Referencias bibliográficas
489
Índice de fotografías
497
Directorio
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Monterrey: origen y destino
CAPÍTULO I REVOLUCIÓN (1910-1923) 1. Monterrey en 1909 La Guía Terry´s, prestigiosa compañía estadounidense que publicaba, a fines de siglo XIX y principios de siglo XX, guías de diferentes países del mundo, a fin de facilitar a los turistas su estancia en estos lugares, publicó, en 1909 –y una reedición en 1922– una guía turística sobre México. En ella se encuentra una amena descripción de la ciudad de Monterrey en 1909. He aquí esta imagen: Llegadas. Hay una estación de ferrocarril de la Unión. Estación de los Ferrocarriles Nacionales de México, donde llegan y de donde parten todos los ferrocarriles. Ferrocarril y restauran.
Taxis; carros de renta (ver pág. xxxviii). Taxis (para 2-3 personas) $3 la hora; $1,50 por hora o menos. Carros de renta (Volkswagen) $1.50 la hora; 75 centavos por hora o menos. Automóviles para cuatro personas $4 dólares la hora; $2 por hora o menos. Tarifas más altas en domingos y días festivos. Esto es valido para varios lugares de la ciudad. Tranvías (tranvías). Atraviesan la ciudad y son muy usados por los más adinerados. Buen servicio. Hoteles (comp. P. XLVII). Hotel Ancira; Hotel Colonial; Hotel América; todos cerca de la
El Hotel Reforma en 1900.
El sistema ferroviario tuvo un importante crecimiento a principios del siglo XIX.
plaza Zaragoza (Pl.E.4). Tarifas: cuartos desde $3 a $8. Comidas a la carta en el restauran. Bancos. Banco de Nuevo León (correspondiente a la Corporación del Banco de México, S.A.), Calle Morelos (Pl.D.4). Banque FranÇaise, calle Dr. Mier y Galeana (Pl.D.4).
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La calle Morelos a principios del siglo XX.
Oficina de telégrafos. (Telégrafos Fede-rales), Calle Morelos (Pl.D.4) Oficina postal (Correos). Lado sur de la Catedral. Clubes (casinos, clubes). Club Extranjero (Foreign Club) er piso sobre el Sonora News Co. Store, de frente a la Plaza Zaragoza (Pl. E. 4). El Casino, de frente a la Plaza ZaragozaClub Alemán, calle Matamoros. Entretenimiento (teatros y cines). Hay un número considerable de cines, pero los mejores
filmes pueden ser vistos por lo regular en el Teatro Independencia y en el salón de variedades “El Progreso”; ambos especializados en filmes americanos. Tiendas americanas. Con lo que el viajero necesita, periódicos americanos, revistas, bolígrafos, cámaras y otros consumibles; libros, ropa y otros artículos americanos. The Sonora News Company, de frente a la Plaza Zaragoza (Pl. E. 4), donde se habla inglés. Existe un número de tiendas de la región, pero no siempre tienen lo que el viajero necesita. Consulados (cónsules). De muchas naciones tienen sus oficinas en Monterrey, pero su residencia cambia constantemente, al viajero se le aconseja consultar el directorio local. Sociedades secretas. El Templo Masón está en la calle Lerdo de Tejada. Los Caballeros de Pythias; Los Hombres del Bosque del Mundo y otras sociedades se encuentran aquí. Para adquirir las direcciones, vea el periódico o el directorio local. Líneas de ferrocarril. Van de Monterrey a Tampico (Ruta 3, pág. 11); a Torreón (pág. 36), a
Las Grutas de García han sido un paseo recreativo para los viajeros o excursionistas que visitan el Área Metropolitana de Monterrey.
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Matamoros (pág. 12), a Laredo (pág. 1) y a la Ciudad de México (pág. 12), a Reata (pág. 100). Para consultar horarios de partida y otra información, consulte la Guía Oficial. Excursiones. Existen varios lugares en los alrededores que el viajero con tiempo libre querría visitar: Topo Chico, con sus manantiales minerales, descritos en la pág. 10; las Grutas de García (descritas en la Págs.9-10), son no tan grandes o interesantes como las inigualables Cavernas de Cacahuamilpa (descritas en la pág. 454), pero son fáciles de acceder. Las exploraciones están en progreso y vale la pena ver algunos de los nuevos salones. El viajero interesado en el desarrollo petrolero de México puede ser testigo de esto en Tampico, descrito en la pág. 48. Hay viajes frecuentes y con buen servicio. El espacio entre las dos ciudades es semitropical, extremadamente rico y muy pintoresco. Tampico por sí solo es un lugar digno de ser visitado. Está destinada a ser una de las grandes ciudades de la república, si no es que de Latinoamérica. Monterrey (King’s Mountain). A 1,500 pies sobre el mar, con una población de 100,000, en el pintoresco y fértil valle de Santa Catarina (St. Cathe-rine). Río es el aposento del obispo y antes era la más grande y más importante ciudad en el norte de México; sin embargo, el fenomenal crecimiento de Tampico, 322 millas al sureste, en el Golfo de México, ha ahogado algunas de sus industrias poco a poco debido a su progreso. Casi toda la ciudad está rodeada por montañas, y su peculiar posición geográfica (cerca de 200m al norte del Trópico de Cáncer) le da un clima variable, con una temperatura de 86º F en el verano a 30º en el corto invierno. Ligeras nevadas marcan el mes de enero y febrero. A pesar de los cambios de clima bruscos, es una región saludable. Monterrey es una interesante y bilingüe ciudad, esencialmente mexicana, pero con un aspecto extranjero que hace recordar a la ciudad fronteriza de Texas. El número de vehículos con luz y ruedas
que pueden observarse en las calles acentúa esta impresión. Los habitantes son inteligentes y están progresando, con un gobierno local bueno y un considerable orgullo cívico. Se habla inglés tanto como español, y el dinero americano y mexicano es usado frecuentemente. Las muchas ventajas de Monterrey muy pronto atrajeron la atención de los americanos, y por lo tanto la colonia americana se hizo un factor importante en la vida de la ciudad. Hoy es una de las ciudades más americanas de la república, y los mexicanos dicen que está muy americanizado. La localidad apareció primero en la historia cerca de 1560, en ese tiempo los españoles conquistadores avanzaban hacia el norte, peleando el territorio con los indios y estableciéndose puestos y misiones de manera que avanzaban. Cuando estos conquistadores entraron en la región, Francisco de Urdiñola, capitán de la expedición, lo llamó El Nuevo Reino de León (New Kingdom of León-lion) como la provincia española con ese nombre. Estaba parcialmente habitado por salvajes nómadas que vivían de la caza. Mientras que el nuevo territorio prometía, fue rápidamente ocupado por aventureros españoles que ya habían llenado la Ciudad de México donde esperaban noticias de nuevas tierras conquistadas o la localización de minas ricas. En 1579, Felipe II declaró a don Luis Carvajal y de la Cueva gobernador de la provincia, el principal asentamiento español de donde era el pueblo de Santa Lucía. En 1585, el nombre fue cambiado a Ciudad de León, y en 1596 don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey, luego virrey (9º) de la Nueva España, la nombró la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey –The Metropolitan City of Our Lady of Monterrey–. Fue por mucho tiempo un puesto fronterizo de civilización en avance. El edificio más fino de la ciudad es el nuevo Palacio de Gobierno, en la Plaza 5 de Mayo (Pl.E.3), terminado en 1908 con un costo de un millón de pesos. La arenisca en color rojo usada en los ocho pilares de composita en forma de flauta y los pilares
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Miramón y Mejía en Querétaro (ver pág. ccxxxi). Cada fusil tiene el nombre de cada soldado y del hombre al que disparó. Un viejo estandarte del 2º Batallón del Imperio Mexicano bajo el mandato de Maximiliano está también en la vitrina. La pintura del general don Porfirio Díaz es el trabajo de A. Vargas, en 1898. La escultura de madera en el gran salón de recepción es de artesanos mexicanos. Las desvanecidas escenas alegóricas en el techo son trabajo de Guerini, un pintor italiano. Antiguo Palacio Municipal de Monterrey en 1909. Se aprecian los rieles del tranvía. Desde el frente de las ventanas en el piso superior se con las columnas y demás adornos de la fachada es de Quarries, cerca de San Luis Potosí. En el centro puede ver la Sierra Madre mientras sobresale contra de la plaza se encuentra un monumento a Benito el cielo. En la parte más alta, al pie de las colinas, Juárez, con una placa conmemorativa que recuerda está la una vez residencia, llamada El Mirador, del que “el estado de Nuevo León la erigió en 1906 para gobernador del estado. La vista de las bizarras moncelebrar el 100º aniversario de su nacimiento”; que tañas Cerro de la Silla (llamadas así por su parecido “él salvó la constitución en 1857”; “dictó las Leyes a una silla de montar) al este y la extraña Montaña de Reforma en 1859” y “salvaguardó el país durante de la Mitra (la Mitra) en el suroeste, atrás del Obisla intervención extranjera de 1862 y1867”. La ale- pado, son muy atractivas. Otra montaña, el Topo goría de un niño pequeño avanzando delante de un Grande, es visible desde el sur. El aspecto semitroleón en un sembradío de flores es muy cautivadora. pical de la ciudad, con su ocasional atardecer, para Los seis ventanales del pórtico, son trabajo de la acabar sobre las cumbres, es muy placentero a los casa de Pellandini, de la Ciudad de México; desde ojos norestenses. La vieja iglesia (nada interesante) el interior del edificio el primero en verse es el de que se sitúa inmediatamente atrás del palacio es SaBenito Juárez; el 2º el general Zaragoza (el héroe de grado Corazón de Jesús. La Catedral, una gran estructura con una la batalla de Puebla, p. 510); el 3º es el general Juan Zuazua, alguna vez gobernador de Nuevo León y sola torre, en el lado este de la Plaza Zaragoza (pl. héroe en la Guerra de Reforma. El 1º a la izquierda E,4), empezó a construirse en 1630, pero quedó es Miguel Hidalgo y Costilla, precursor de la Inde- sin terminar hasta 1800, y no se le avanzó hasta el pendencia de México, el 2º es el general Escobedo, 4 de julio de 1833. Fue seriamente dañada durante el 3º es el Padre Mier, ambas prominentes figuras la invasión americana de 1846-47, cuando fue usaen la historia del estado. No es necesario tener un da por las tropas como bodega de pólvora y objeto permiso para explorar el edificio. En la antesala del de varios y fieros bombardeos. La austeridad de su piso superior hay una vitrina con tres pistolas viejas construcción y lo pausado de los trabajos de arte en del batallón de Nuevo León, usadas para dar el tiro el interior se debieron a que no se tenían minas ride gracia al emperador Maximiliano, y el general cas, para ayudar y apoyar. Su distancia desde Pue-
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Monterrey: origen y destino
Plaza Zaragoza en 1909.
bla –gran centro de producción de ladrillo (comp. P.lxxi) en la Colonia Real– es causa de la ausencia de estas características decorativas que le dieron tal encanto a las otras iglesias mexicanas. La arquitectura interior, de una sola nave y dos pasillos laterales, no contiene nada interesante para el viajero. La Asunción de la Virgen manchada por el tiempo, sobre el alto altar, es una copia indiferente de un murillo, pintura muy famosa en la Catedral de Guadalajara. La figura central de este altar es una estatua policromática (de origen español) de la Inmaculada Concepción, la santa a la que la iglesia está dedicada; no vale la pena ver la sillería a la izquierda del altar. El coro y su órgano ocupan el lugar izquierdo. La sacristía es un cuarto solo sin retratos que ameriten verle. La fachada tallada ejemplifica la idea local de un trabajador de lo barroco. El campanario de la Catedral sobre el moderno reloj es un placentero recuerdo de los días de las misiones, pero un pequeño gallo que sobresale en lo alto como una veleta es una adición muy incongruente. La casa del arzobispo (Arzobispado) está adjunta al edificio en la Catedral de San Flanking; en el norte está el Casino de Monterrey (Pl. E., 4), el club más popular de la ciudad, con sus sun-
tuosas decoraciones interiores y un gran número de miembros. La vieja iglesia parroquial de San Francisco, a una cuadra al sur de la plaza (Pl. D, 4), es la antigüedad arquitectónica más interesante en la ciudad. Data de 1590 y fue fundada como la Parroquia de San Francisco con San Andrés como su santo patrono. Es la iglesia más vieja de la ciudad y es un buen ejemplo de la austera pero fornida arquitectura clasificada como Franciscana Temprana, y descrita en la pág. cxxix. La pintoresca inscripción latina que va al largo de la viga que apoya el desván donde se encuentra el órgano está desde la entrada (Porta Caeli-puerta del cielo), en 1842. La Basílica de Lateranenses de Nuestra Señora del Roble (Our Lady of the Oak) está de frente a la Plaza de Zuazua (Pl. D,3), en la parte norte de la ciudad (tranvía marcado Cuarteles o Juárez, 5c), y tiene como patrono al santo (también protector de la ciudad) y una imagen muy venerada, la Virgen del Roble, que se dice, data del siglo XVI y que lleva ese nombre por haber sido encontrada en un tronco de roble por un indio explorador. La iglesia data de 1855, y como no se le construyó bien, el techo se cayó la noche del 24 de octubre de 1905.
El templo de San Francisco.
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En 1853 fue reconstruida y se le agregaron los brazos de la ciudad. Otra de las plazas es La Purísima (con una iglesia nada interesante del mismo nombre), en el punto más alto de la ciudad (Pl. D,3), Bolívar (Pl. D,4), el general Zuazua (Pl. D,4), 5 de Mayo (Pl. D,3), Cuauhtemoc (Pl. C,4), Colón (Pl. D,4), Colegio Civil (Pl. D,3), Plaza de Armas (Pl. C,2), P. de Oaxaca (Pl. E,2), etc. La Alameda Porfirio Díaz (Pl. C, 3) es la más famosa. No lejos de ésta (al noroeste) se encuentra la (comp. pág. xcvii) Plaza de Toros (Pl. C, 3). La iglesia de La Purísima. La ciudad tiene un gran número de iglesias La imagen, una ligera pieza tallada de frágil made- protestantes, la Bautista, la Metodista, La Presbira, fue encontrada enterrada bajo toneladas de roca, teriana, y por qué no: hay tarjetas con el horario de sin daños, y los indios atribuyeron su preservación los servicios y otra información se encuentra en los milagrosa a la intervención de la Providencia. El lobbies de los hoteles. El viejo Obispado (Bishop’s old palace) en interior de la iglesia, ahora reparada, no contiene cosas interesantes para el visitante. Cada uno de los lo alto de la colina Chepe Vera (Pl. A, 4), en el suasientos tiene una limpísima placa metálica con un burbio suroeste (tome el tranvía Obispado al pie de la colina), fue construido por la orden del obispo nombre –una práctica no muy común en México. La mejor de las plazas es la P. Zaragoza (Pl. Verger, en 1785, pero fue abandonada a su muerte, E, 4), en el centro de la ciudad, alrededor de la cual en 1790. El jardín que una vez adornó lo alto de la se encuentra la vida comercial del lugar. Coronada colina ahora está en ruinas. La llamativa y pequeña de rosas, lugar de descanso y citas desde el tiempo capilla es interesante sólo por sus asociaciones hiscuando la emperatriz Carlota tuvo la idea de con- tóricas y por sus vistas; debe ser visitada sólo por el vertir la plaza coronada de piedra en una plaza con panorama de Monterrey, el Cerro de la Silla y las vistas desde ahí. jardines y flores. El secuestro del Ciertas tardes de te-rreno de la igledomingo hay músia, la capilla fue sica en el kiosco convertida en un tocada por bandas cuartel; sólo los vimilitares. gilantes (sin paga) El Palacio viven ahí ahora. La Municipal (Pl. E, po-sesión de la co4), cuyos lados eslina fue disputada tán al oeste y está por los mexicanos separado de la cony los ejércitos ametigua Plaza de Hi- El Obispado fue construido en 1785 por orden del obispo Verger. ricanos invasores en dalgo (con una gran estatua de bronce a este patriota, erigida por el mu- 1847. Su captura y el bombardeo a la ciudad fue uno nicipio en 1893), es una de las señales de la ciudad. de los eventos más trágicos en su historia.
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Excursiones. A las Grutas de García (cavernas) a 21 millas en ferrocarril (1a clase $1.10), cuya estación se encuentra a 2 millas de la Villa de García. Los vehículos pueden obtenerse en la ciudad para hacer el viaje a las cuevas 2 millas más allá. A caballo, viaje redondo, el costo es $2.50; un carruaje que lleva a cuatro personas, $5. Se necesita un tipo de guía, de $2 a $5 dólares según el número de personas. Se usa regatear. Los precios cambian según la demanda. Las cuevas son a veces llamadas Cavernas de Pesquería. El camino lleva a un campo de magueyes (magueyales) cruzando un valle (llamado el Potrero) hasta las colinas. La entrada, a la que se llega por un camino en zigzag, está a la mitad del camino de un cerro alto. El guía le provee de linternas. Entramos en una gran sala llamada El Teatro, por la formación de estalactitas con mucho parecido a los balcones de un gran teatro; cruzando un piso de piedra que se arquea para llevar a una caverna baja, cuyo desnivel se siente en los pies, llegamos a la sala de junto, con estalactitas que parecen grandes columnas. La Sala de los Balcones (balcones) es de una altura inmensa, grandiosa y adornada. Descendemos por una esca-lera estrecha formada por las rocas, el viento sopla por las columnas, tejiendo un camino extraño y oscuro y entramos a la Caverna de las Nubes –Cavern of the Clouds–. La brillante luz solar se filtra por la delgada, semitransparente sección de yeso en el techo de la cueva, y se mezcla con el adornado interior, produciendo un efecto de nube muy curioso. Ahora pasamos a la Sala de las Campanas (Chamber of the Bells), donde cada estalactita y estalagmita nos da un claro sonido cuando chocan, produciendo un efecto
como si fueran campanas de una iglesia. A través de un hoyo en el techo de la Sala de la Luz (Chamber of the Light) entra la luz del sol sobre el piso y produce un hermoso efecto. Más adelante está el Palacio del Obispo, una sala blanca con forma de altar, una estalagmita tiene forma de figura humana, y muchas estalactitas delgadas, como pipas de un órgano. Más allá está la Cueva de los Murciélagos, un lugar oscuro, brumoso, maloliente, donde viven los murciélagos. Pasamos una escalera llamada El caracol (snail); la Sala del Lago, con una piscina de agua fresca; una sala golosina, llamada Cuarto de Niñas donde las paredes son de un blanco puro teñido con rosa; y de ahí al Cuarto del Corazón Roto, llamado así por una formación a manera de corazón en la sala. Más adelante está el fin de la exploración. En la oscuridad se encuentran, de casualidad, muchos pasajes y salas sin descubrir. Nadie sabe el largo o profundidad de las cuevas. Manantiales del Topo Chico (7km al noroeste desde la plaza principal, ver los tranvías, pág. 5), el origen de una excelente agua mineral embotellada bajo el nombre de Topo Chico; es un popular lugar de descanso placentero, los baños de 25 y 50cm forman una corta excursión. Los manantiales y el lugar de descanso están en el inmediato opuesto
Huertas en el municipio de Montemorelos, Nuevo León.
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de la plaza oscura, al término de la línea del tranvía. El agua burbujea violentamente agua caliente a una temperatura de entre 104 y 110º Fahrenheit. Se dice que es de eficacia en enfermedades reumáticas. Cerca de los manantiales está el Hotel Mármol (construido de mármol derretido encontrado en los alrededores); $2 a $5 Am. Pl. Nuevo León, uno de los estados más ricos y en desarrollo del de México, con una población de 400,000 y un área de 62,998 kilómetros cuadrados, está delimitado en el norte, oeste y noroeste por Coahuila; en el sur y suroeste por San Luis Potosí, y en el noreste, este y sureste por Tamaulipas; ocupa la cuesta oeste de la Gran Meseta Central, extendiéndose en una dirección noroeste. Por cuestiones políticas está dividido en 28 municipios, la mayoría nombradas en honor a héroes militares. La capital, Monterrey, está en la División del Centro. El clima varía con la altitud, pero es, en general, templado y sano. El calor extremo se siente en las tierras bajas de las secciones norte y oeste. Las montañas de la Sierra Madre atraviesan el estado a una elevación de 5,600 pies y termina en el Pico del Potosí, que se cubre de nieve en parte del invierno, aunque éste es corto. Doce ríos y 100 corrientes, ninguna de ellas navegable, irrigan el estado. El río más largo, el Río Salado (Salt River), produce buenos peces y ostras con perlas dentro (comp. pág. 87). En los alrededores hay manantiales medicinales; el más conocido entre ellos es el Topo Chico, con referencia en la pág. 10. Con menor importancia, San Ignacio (cerca de Linares); Potrero Prieto (cerca de Galeana); La Boca (a unas cuantas millas al oeste de Santiago Guayuco), y las Huertas (a 25 km al sur de Montemorelos). La fauna y la flora son muy extensos: al principio incluía leones de montaña, tigres, leopardos, gatos salvajes, verracos salvajes, lobos y otros animales pequeños (comp. pág. lxxvii). Pájaros esplendidos y caza de faisanes en las regiones con bosque, patos y otra fauna acuática del invierno y
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Las instrucciones que traía Bernardo Reyes eran sumamente precisas: acabar con el cacicazgo Treviño-Naranjo, y someter a esta región al proceso nacional de pacificación desarrollado por el régimen del general Díaz.
animales de los pantanos. Brema, pez gato, anguilas y camarones abundan en algunos de los ríos. Ganado y cosecha de frutas son industrias en crecimiento.1 La caída del procónsul El 18 de octubre de 1909, el benemérito general Bernardo Reyes, mandatario del estado de Nuevo León –casi ininterrumpidamente desde 1885–, recibió la orden terminante del presidente Porfirio Díaz de renunciar a la gubernatura. Su presencia fue requerida de forma inmediata en la Ciudad de México; la reacción del procónsul ante la noticia fue sencilla y sin provocación. Contestó el telegrama de enterado sin titubear, dando así una muestra más de fidelidad al caudillo. Como siempre, desde casi treinta años atrás, estampó su firma con la mano izquierda, rasgo que tenía su origen en la casi inamovilidad del brazo derecho a causa de las heridas sufridas en una
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entrada a la capital –de la que alguna vez fuera del Nuevo Reino de León– del décimo regimiento federal al mando de un altivo brigadier de treinta y seis años de edad. Las instrucciones que traía Bernardo Reyes en ese entonces eran sumamente precisas: acabar de una vez por todas con el cacicazgo Treviño-Naranjo, y someter este rincón del país al proceso nacional de pacificación desarrollado por el nuevo régimen. Esto no era nada nuevo para el joven general, su carta de presentación era impecable. De Genaro Garza y Francisco Naranjo. menos edad que cualquier cacique militar de esta de tantas refriegas que llenaron su hoja de servicio. región, pertenecía a una generación cuya experienEl grupo de los “científicos” había logrado influencia se basó en la participación activa en las diverciar por fin al viejo dictador sobre la peligrosidad sas luchas intestinas por las que atravesó el país. del gobernador norteño en la ansiada perpetuación El sofocar insurrecciones por órdenes del centro se del régimen. Aquéllos, no conformes con las últihabía vuelto su especialidad; iniciado en la carremas desgracias de éste, hicieron sentir “todo el peso ra de las armas contra el imperio francés, continuó –mencionaría posteriormente el reyista de hueso con la espada desenvainada en sinuosas campañas colorado José López Portillo y Rojas– de su poder desde Sinaloa a Michoacán y posteriormente en y su venganza” (Arellano, 1985:104). Este aconteTamaulipas. Pacificador de la Huasteca potosina y, cimiento, ocurrido en Monterrey, marcó el inicio de en los últimos años, jefe militar de los estados fronun importante giro no sólo en la vida política nacioterizos del noroeste, irrumpía por primera ocasión nal, sino en el devenir cotidiano en Monterrey. de la urbe mejor conocida como Los vicios capitales la ciudad de las “industrias de de esta población eran el fuego”. desorden político-administrativo y el continuo agoHistoria de una vieja rencilla tamiento de la hacienda pública.2 La mano de hierro no La labor de Bernardo Reyes se hizo esperar. en el noreste Ante el asombro del cacique regional GeróEl arraigo del jalisciense en la nimo Treviño, la impetuofrontera norte era fruto de una sidad del recién llegado lo larga y sinuosa historia; en colocó rápidamente en una 1885, emergiendo de la tolvaposición de ventaja frente nera que ocasionó el trepidar a aquél. Fortalecido prede los cascos sobre el suelo maturamente con base en árido del noreste, la población la distribución estratégica Treviño, considerado el cacique de esta de Monterrey observó pasiva, Gerónimo de sus efectivos militares región, fue uno de los promotores de la insurrección mas no sin murmuraciones, la que derrocó a Porfirio Díaz. en toda la ciudad, pasó sin
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mayor problema al desconocimiento del gobernante elaborar un “proyecto de ley de reclutamiento para electo, Genaro Garza García, quien era apoyado por el servicio militar obligatorio”. Al segundo día de su estancia en México, la Gerónimo Treviño y el exministro de guerra Franciudad fue informada de su presencia; los restos de cisco Naranjo. El informe de la situación imperante que los que meses atrás representaron la fuerza del moenvió Bernardo Reyes a Porfirio Díaz facilitó a éste vimiento reyista volvieron a brotar por las arterias de los argumentos para justificar ante el senado la ne- la gran ciudad en incontenibles manifestaciones a cesidad, a juicio de Daniel Cosío Villegas (1970), su favor bajo el símbolo del “clavel rojo”, distintivo de arrebatar el poder político al más fuerte cacicazgo de los partidarios reyistas utilizado sobre la solapa del lado izquierdo. Precisamente éste era el verdaregional que quedaba en pie en todo el país. Una vez que se logró el objetivo inicial de dero motivo por el cual Reyes abandonaba el campo Díaz, correspondió a Reyes imponer el respeto ha- político. cia la autoridad central representada en su persona. Los poderes públicos estatales fueron eclipsados El cacicazgo Treviño-Naranjo por completo a través de un decreto que emitió el senado, designándose, en consecuencia, a Reyes A principios de 1909, y ante la proximidad de las como gobernador provisional. Desde ese entonces, elecciones, la oposición a la reelección del candidaa excepción del paréntesis del gobierno del gene- to oficial a la vicepresidencia, Ramón Corral, cenral Lázaro Garza Ayala (1887-1889), se había hecho cargo del poder ejecutivo estatal ampliando los horizontes de su influencia no sólo hacia los estados circunvecinos, sino también hacia las fibras sensibles de la sociedad mexicana: los burócratas, las logias masónicas y el ejército. Sin embargo, en 1909 tuvo que cubrir la dolorosa formalidad de pedir al congreso local un permiso para separarse temporalmente del poder. Asimismo, aceptó un duro golpe en su orgullo, al entregar el cargo a un viejo subordinado de Treviño, el general José María Mier. La respuesta del congreso, el 24 de octubre de 1909, agilizó el cauce y precipitó los acontecimientos; se amparó en la licencia indefinida recientemente otorgada y viajó de incógnito a la Ciudad de México. El día 26 de octubre reapareció en la casa de su hijo Rodolfo, en la colonia Santa María, sin perder un solo instante se presentó ante el presidente de la república, Díaz no dio más rodeos; lo obligó a aceptar una comisión gubernamental en Europa con el objeto de Banco Mercantil de Monterrey, fundado en 1899.
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tró su atención en el gobernador norteño. El éxito que obtuvo como mandatario estatal, y la excelente impresión que sembró entre 1900 y 1902, cuando ocupó la cartera de ministro de Guerra y Marina, desencadenó una fuerza frenética por parte de sus simpatizantes, coordinados por los clubes reyistas en todo el país. En consecuencia, esto empezó a preocupar al grupo de los “científicos”, que apoyaban al candidato oficial. De la misma manera, Porfirio Díaz, celoso por la creciente popularidad que alcanzó Reyes en los últimos meses, empezó una ardua labor de hostigamiento. En agosto del mismo año, el gobierno del centro jugó su carta más fuerte: el viejo divisio-nario y exministro de Guerra de setenta y tres años, Gerónimo Treviño, fue arrancado de la oscuridad pública y designado jefe de la Tercera Zona Militar con sede en Monterrey. A pesar de aceptar “sin entusiasmo y casi con indiferencia” (Cantú, 1948:28) el nuevo nombramiento, no desaprovechó la oportunidad, que siempre ansió, de destrozar el poder de Reyes a través del control del ejército que volvía a sus manos después de casi 25 años. Originario de la hacienda “La Escondida”, municipio de Cadereyta, Nuevo León, y al igual que los generales nuevoleoneses que tanta gloria recabaron en las guerras de Reforma e Intervención –Mariano Escobedo, Francisco Naranjo, Lázaro Garza Ayala y el capitán Nicolás Gorostieta– inició su carrera militar en contra de las incursiones de los indios “bárbaros” en el noreste de México.3 Primero en su lucha contra el salvaje y posteriormente en las guerras de Reforma y contra el Imperio, Gerónimo Treviño era uno más de los excelentes jinetes que surgieron en las praderas norteñas. Su hoja de servicio lo recuerda como uno de los artífices del contundente Ejército del Norte, comandado por Mariano Escobedo, mismo que se extendió desde la frontera noreste para arrollar, materialmente, a su paso hacia la capital, toda oposición intervencionista. El mismo que engulló a los ejércitos republicanos del centro y occidente en marzo
Municipio de Galeana en 1909, ubicado al sur de Monterrey.
de 1867, para desembocar en el acorralamiento, sitio y aniquilamiento en Querétaro del emperador Maximiliano dos meses después. Al triunfo de la República, él y Francisco Naranjo dominaron el panorama político y militar en la región. Al ser gobernador en tres ocasiones, de 1867 a 1871, acaudilló la rebelión de La Noria en ese último año, para acabar amnistiado al año siguiente por el presidente Sebastián Lerdo de Tejada. De nuevo, al apoyar a Díaz en una nueva revuelta llamada de Tuxtepec, en 1876, Treviño fue derrotado inicialmente –al lado del futuro dictador– en lcamole, Nuevo León, para finalmente triunfar y hacerse cargo de la gloriosa División del Norte alguna vez comandada por Mariano Escobedo. Este último, al ser ministro de Guerra en el efímero gabinete de Lerdo, tuvo que desterrarse a Nueva York. En 1880 logró hacerse cargo de la Secretaría de Guerra y Marina, desocupándola al año siguiente para regresar de nuevo como jefe de Zona en el norte. Comisionado por Díaz para pacificar el noreste, realizó un convenio para abatir el bandolerismo rural con el general 0rd, encargado de las fuerzas militares del otro lado de la frontera. Casado en segundas nupcias con la hija del general Ord, Bertha
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Augusta, Treviño logró reafirmar Por otra parte, los tensu poderío en este lejano rincón táculos del círculo Treviñodel país. Al morir repentinamente Naranjo empezaron a extenesta última, contrajo matrimonio derse para capturar puntos espor tercera ocasión con María tratégicos dentro del panorama Guadalupe Zambrano, miembro político-militar nacional. En de una de las familias más respe1882, otro nativo del estado, el tadas y ricas de Monterrey. divisionario Francisco Naranjo, Como organizador de la amigo y compañero de armas Compañía Deslindadora de Teen la lucha contra el indio y en rrenos Baldíos, por parte del golas subsiguientes guerras intesbierno, su contacto con los magtinas, fue nombrado ministro nates citadinos se estrechó aún de Guerra y Marina por el premás, a la vez que amasó inmensas sidente Manuel González. propiedades rurales en Coahuila Porfirio Díaz, conscienFrancisco I. Madero, sucesor de Díaz en la presiy Nuevo León –territorio arrebate de la hegemonía que podían dencia, era sobrino de Gerónimo Treviño. tado al bárbaro– derramó imporhaber alcanzado los pupilos de tantes inversiones en infinidad de Escobedo, mandó maniatar el compañías mineras, hasta llegar, incluso, a ser uno caciquismo a través de su procónsul Bernardo Rede los accionistas fundadores del Banco Mercantil yes, quien con toda eficacia lo sometió limpiamente de Monterrey en 1899; pero sus ambiciones políti- hasta agosto de 1909. cas iban a la par con su espíritu aventurero dentro Resurgimiento político de Treviño del mundo de los negocios. Cuando Gerónimo Treviño era ministro de Guerra y un potente hacendado norteño, llegó a La decisión que tomó Díaz se volvió un arma de plantear al mismo presidente Manuel González su dos filos; el regresarle la autoridad militar perdida interés por la máxima investidura. Figura política a Treviño, con el solo objeto de amedrentar a Reyes de primera línea, hizo cumplir un pequeño capricho para hacerlo desistir de su aparente interés por la personal: en 1883, el mismo Porfirio Díaz repenti- vicepresidencia, significó equilibrar con exagerada namente visitó Monterrey por siete días, con el solo precisión una balanza cuyo fracaso desembocaría en funestas consecuencias. objeto de apadrinarle un hijo. Con base en la recuperación de la confianza perdida, el cacique de “La Escondida” empezó a erosionar los cimientos de un régimen local agobiante para toda oposición en los últimos veinticinco años. El interés de Treviño por rehacerse como el principal hombre de respeto en la entidad –y en todo el noreste–, no tardó en encontrar el camino más efectivo: su poder se acrecentaría conforme la figura de Reyes tendiera a debilitarse; su primera maniobra El desbordamiento del río Santa Catarina, en 1909, arrasó la parte sur de la ciudad. como jefe de zona lo evidenció. Cobró la vida de cerca de cinco mil muertos.
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Aprovechando la estadía del jalisciense en el municipio de Galeana –200 kilómetros al sur de la capital– sustituyó la oficialidad militar reyista por personal de su confianza (Cantú, 1948). Una vez que obtuvo el rígido control del ejército, marchó intempestivamente a México a solicitud de Díaz, para regresar a Monterrey vía Saltillo con precisas instrucciones verbales. La entrevista Díaz-Treviño se desarrolló bajo un ambiente tenso, el cacique norteño puso las cartas sobre la mesa: si Díaz y el grupo “científico” querían desgastar la presencia nacional de Reyes, la libertad de maniobra para Treviño en el lejano noreste se volvía una concesión esencial del gobier-no central como parte del plan de hostigamiento político dirigido al procónsul. A corto plazo era una solución viable, pero entregarle a Treviño el absoluto control del ejército del norte era como firmar un aplazamiento en la ejecución de una sentencia de muerte dirigida al régimen; Díaz lo tomó en cuenta y se la jugó (Cantú, 1948).
El general José María Mier fue gobernador interino de Nuevo León y seguir de la ideología de Treviño.
Un año más tarde, Treviño se volvió uno de los principales promotores de la insurrección que derrocó al dictador; el líder de ésta y futuro sucesor de Díaz era nada menos que un sobrino de Treviño: Francisco I. Madero. Treviño regresó satisfecho de la plática sostenida en México, pero no esperó llegar a Monterrey para empezar a consolidar su poder fuera de Nuevo León. A su paso por la ciudad de Saltillo, el gobernador coahuilense, Miguel Cárdenas –íntimo amigo de Reyes–, fue requerido por Treviño en el pullman en que este último viajaba. Al reconstruir el encuentro entre ambos personajes con base en las declaraciones hechas posteriormente por el mismo Miguel Cárdenas, Treviño se comportó como el dictador que nunca llegó a ser. “Sin inmutarse en ningún momento”, comentó Cárdenas, el jefe militar “colocó sobre su mesa la renuncia” a la gubernatura, a la vez que ordenó a Cárdenas imperativamente, “golpeando con su puño derecho sobre la hoja tamaño oficio” la firma requerida.4 Días después, la legislatura de Coahuila nombraba nuevo sucesor. A fines de agosto de 1909, buena parte de la ciudad de Monterrey era devastada por la catástrofe natural más trágica jamás registrada: el desbordamiento del río Santa Catarina arrasó la parte sur de la ciudad para cobrar cerca de cinco mil muertos (Buentello, 1965). El 2 de septiembre, estupefacto ante la noticia, “el atrincherado de Galeana” –nombre con que se le llamó a Bernardo Reyes por creer que su estancia en aquel municipio era con el objetivo de organizar una insurrección (Arellano, 1985) – emprendió por la serranía el regreso a caballo hacia la capital. Este último suceso fue la gota que acabó con su paciencia; lleno de hostigamientos, intrigas e injurias emanadas desde el poder central, el 3 de septiembre escribió un telegrama a López Portillo y Rojas donde anunció categóricamente su renuncia a la candidatura para la vicepresidencia. Este hecho desanimó por completo a sus seguidores, diez días
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después, culminando su Los magnates de Monefímera actividad a traterrey reciben un nuevo vés de un “manifiesto a gobernador la nación”, se dio por disuelto el Comité Central El sentimiento antirreyisReyista en el país, único ta urbano grupo de oposición a los científicos y con un amEn 1909, la transferencia plio margen de autonodel poder en la entidad mía dentro del aparato no presentó en absoluto estatal porfirista. ningún contratiempo; el Hasta aquí, el de noviembre tomó pocapítulo referente al sesión como gobernador fenómeno reyista pareinterino el general José cía haber terminado; su María Mier, quien no hacorta estancia en Méxibía ocupado ningún carco, en octubre de 1909, go político o militar en su volvió a reanimar las estado natal desde 1878, y pasiones en estado de en apariencia se encontrareflujo. Saliendo entre ba desligado de todo grulos vítores de sus parti- La prensa tuvo una participación crucial durante la etapa prerrevo- po político local en pugna lucionaria. darios frente a la casa de desde el momento en que su hijo Rodolfo, logró era enviado desde Méxillegar a la estación del ferrocarril para transportarse co. Pero la fidelidad a Treviño durante su mandato a Monterrey. El 5 de noviembre salía definitivamen- no fue más que el resultado de una larga historia. te de esta última ciudad con rumbo a Europa, vía Oriundo del mismo terruño, el municipio Nueva York. de Cadereyta, María Mier se unió a la asonada Sin embargo, los ánimos se encontraban tuxtepecana como jefe del Estado Mayor del geencendidos. La sucesión presidencial a verificarse neral Treviño en la División del Norte. Los dos en 1910 hacía converger todos los factores de des- años siguientes al triunfo de la revuelta los dedicó contento en un tremendo haz de rayos. Buena parte a constantes campañas de pacificación contra toda de los que conformaron el ya decadente movimiento sublevación en la entidad. Una vez eliminadas las reyista darían decididamente su apoyo político a un voces de oposición en el noreste, se le requirió por hombre de pequeña estatura e influencia, hasta ese la Secretaría de Guerra en otras partes de la repúblimomento, dentro del panorama nacional. ca. El general Mier ocupó diversos cargos durante Originario de un pequeño poblado del esta- el perpetuo régimen antes de llegar a ser, en 1903, do de Coahuila, era portador de una larga tradición subsecretario de la misma dependencia (Cavazos, familiar basada en el comercio, a pesar de que en los 1985). últimos veinte años las inversiones de la familia MaA su llegada, en noviembre de 1909, pudo dero se habían volcado materialmente en el sector advertir, a través de la ventanilla de su camarote, financiero e industrial de Monterrey la dimensión espacial adquirida últimamente por
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la capital estatal. En efecto, el impresionante crecimiento demográfico en los últimos treinta años fue consecuencia directa de la prosperidad y del desarrollo económico en que se vio inmersa la ciudad. Mientras que al principio de la década de los ochenta del siglo XIX poseía 35 mil habitantes, el censo de 1910 arrojaría la cifra de 81 mil individuos citadinos, colocando a Monterrey como la cuarta urbe de mayor población en el país, después de la Ciudad de México.5 El municipio regiomontano que acaparó, en 1910, 23.3 por ciento de la población de la entidad, rápidamente incrementó sus fondos públicos y superó a los manejados por el mismo estado. Por lo que no era extraño que el impuesto federal arrancado a la capital nuevoleonesa, el cual representaba apenas 70
La fábrica textil La Fama fue fundada por Gregorio Zambrano, Mariano Hernández, Valentín Rivero y Pedro Calderón.
si los viejos caciques, que se relegaron al olvido, no hubieran dado carpetazo final a la guerra contra el bárbaro el mismo año en que llegó el jalisciense a la región. El problema era ancestral, desde los fallidos intentos de fundación de la propia ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XVI, hasta 1881, cuando el gobernador Viviano L. Villarreal todavía lamentaba la situación de la ganadería en los municipios norteños, por el continuo “azote de los bárbaros” quienes sembraban “muerte y desolación” en sus constantes correrías.6
Gregorio Zambrano fue uno de los más ricos comerciantes de Monterrey e impulsor de la industria textil en la entidad. Ilustración: Héctor Carrioza.
mil pesos al año en 1881, aumentara, casi al finalizar el siglo XIX, a más de 90 mil mensuales (Vizcaya, 1971). Si bien el desarrollo económico impulsado durante la paz porfirista tuvo su apoyo gubernamental en el procónsul, aquél se hubiera retrasado
Las familias y los hombres de negocios, como la Calderón-Muguerza, tenían un perfil empresarial mucho más definido en comparación con sus similares en algunas otras partes de la república.
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El general María Mier lo sabía y él más que nadie reconocía la injusticia de la que fue objeto el cacique que mayores glorias obtuvo en la conformación de la entidad norteña; ni al mismo presidente le ocultó su lealtad a Treviño. Unas semanas antes de ser nombrado gobernador, a petición de Treviño, tuvo la oportunidad de conversar informalmente con Díaz. Cuando el presidente le preguntó su opinión sobre la dudosa situación política en Nuevo León, María Mier se limitó a manifestar su respeto al gobierno central, pero la advertencia fue clara: si Gerónimo Treviño osara rebelarse “puede usted, comentó, ordenar que se me aprehenda y se me fusile” (Cantú, 1948:36). El nuevo mandatario, de 63 años de edad, se hizo de inmediato popular al impulsar la supresión absoluta de los juegos de azar, los cuales se habían desarrollado en proporciones alarmantes al amparo del anterior gobernante (Aguilar Belden, 1970). Estos centros de vicio constantemente acarreaban problemas como escaramuzas, disparos y heridos en el centro de la ciudad. El cierre por decreto de la mayoría de ellos tuvo tal efecto en la población que tendió a nutrir el sentimiento antirreyista urbano. Otro problema inmediato por resolver fueron las elecciones municipales que, anual-mente y cada segundo domingo de noviembre, se llevaban a cabo en la entidad. El rígido control sobre el proceso electoral impuesto por Reyes, no llegó a ser más que una simple formalidad, sin ningún poder de decisión por parte de un importante sector de la sociedad con derecho al voto. La lista oficial de candidatos era preparada de antemano por las autoridades salientes para su posterior apro-
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bación. Esta maquinaria política, que funcionó a la perfección por casi 25 años, se alimentó esencialmente por elementos de la clase media urbana en el caso de Monterrey, y por potentes hacendados en el ámbito rural. Pero en noviembre de 1909 se notó “una agitación política como hacía años no se había visto” (Cantú, 1948:41), con motivo de la nueva situación imperante. Esto favoreció a unas elecciones menos controladas y más abiertas, desde el momento en que la prensa dio cobertura a los “nuevos hombres” (Cantú, 1948) que se presentaron a participar en la contienda pública. El resultado de esta apertura, por parte de la administración estatal, fue la pérdida política, para el partido oficial, del municipio de Lampazos. El ayuntamiento oposicionista que encabezó el comerciante Celso Canales fue respetado durante toda su gestión (Flores, 1991). El mismo Francisco I. Madero reconoció la figura de María Mier y pensó en él como el candidato de la transición hacia el nuevo régimen. En carta escrita desde San Pedro de las Colonias, el 23 de febrero de 1910, a Juan Sánchez Azcona, director del diario México Nuevo en la capital, reiteró la conveniencia de no dirigir ataques por parte de este
Fábrica de camas Salinas y Rocha, fundada en 1906.
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periódico a tan distinguido “demócrata, pues en Nuevo León, decía, dejó libertad para las elecciones municipales” (Vizcaya, 1971:127). Por otra parte, Ildefonso Zambrano, un rico Comerciante e industrial, fundador de la Cámara Nacional de comercio de Monterrey, y eventual cuñado de Treviño, obtuvo la alcaldía en esas últimas elecciones.
Los magnates de la ciudad La familia Zambrano era una de las más respetadas en los altos círculos sociales, pero, sobre todo, una de las más añejas. El historiador Mario Cerutti (1983: 77) comenta al respecto: El gestor de esta poderosa familia fue Gregorio Zambrano, que dejó, a su muerte, en 1873, una casa comercial en marcha con ramificaciones en la industria (sobre todo textil), la minería y la explotación de tierras. Tuvo nueve hijos, entre ellos sobresalen, como sólidos empresarios: Eduardo, Emilio, Onofre, Ildelfonso y Adolfo, muchas veces asociados entre sí y otras en forma individual.
Gregorio Zambrano aparece en Monterrey, desde 1852, como uno de los más ricos comerciantes radicados en esta tormentosa región. Impulsor de la industria textil en la entidad, funda, en 1854, en unión con Mariano Hernández, Valentín Rivero y Pedro Calderón –prósperos comerciantes fronterizos– la fábrica La Fama de Nuevo León, con un capital inicial de 75 mil pesos (Vizcaya, 1971). Diecisiete años más tarde estructura otra sociedad civil, al lado de Valentín Rivero, llamada El Porvenir, asociado con sus hijos Eduardo y Emilio bajo la firma Zambrano Hnos. y Cía. (Rojas, 1997 y Vizcaya, 1971). Ligados por estrechos lazos con otras prestigiadas familias de la urbe, los Zambrano contaban, para 1905, con una participación tan diversificada en la economía como lo muestran las acciones que poseían: treinta y ocho compañías mineras, ocho industrias –en los ramos de fundición, siderurgia, textil, azúcar, vidrio, cartón, ladrillera y editorial–, tres casas bancarias, dos compañías de transporte ferroviario urbano en Monterrey, dos compañías de espectáculos, una empresa periodística y una compañía deslindadora en Tamaulipas (Cerutti, 1995, 1992 y 1983).
Monterrey, entre 1882 y 1891, quedó conectado por el ferrocarril hacia uno de los mercados más vigorosos del planeta: los poblados fronterizos de Piedras Negras y Laredo.
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sus similares en algunas otras partes de la república, poseían un objetivo común: reproducir y ampliar sus fortunas representadas por mercancías y dinero. Este empresariado se puede considerar como productivo –y no totalmente especulativo– desde el punto de vista El establecimiento de la industria siderúrgica en Monterrey colocó a Nuevo León como el estado con mayor porcentaje de valores en el país. capitalista, porque invierte y se apropia El poderío de los descendientes de Gregorio de los medios de producción de mercancías en esZambrano era solamente una muestra de la compleja cala. maraña de negocios registrados por un número cirPara el año del estallido revolucionario, el cunscrito de familias. Los Zambrano se articularon grupo empresarial regiomontano se nos presenta en más de una ocasión con los Armendaiz, Belden, unido y coherente, consciente de su poder. Estas Calderón-Muguerza, Ferrara, Hernández-Mendirifamilias, cuya levita oscura era de rigor, retenían chaga, Madero, Milmo, Rivero y Sada-Muguerzaholgadamente casi 95 por ciento de la producción Garza, entre otras (saragoza, 1988). industrial que se daba en Monterrey y área circunHombres de negocios cuyo perfil empresavecina. La persistencia de los apellidos, sus estrerial era mucho más definido en comparación con chas alianzas empresariales y nupciales, e incluso la cerrazón como clase, por decirlo así, a fines de siglo, nos ayuda a delimitar con mayor precisión los contornos de la misma. Llamada por la población de la época la “aristocracia de la ciudad” o magnates,7 representaba escasamente un núcleo de no más de 200 miembros, para constituir evidentemente un grupo cerrado de aproximadamente 0.3 por ciento del total de El empresariado industrial de la ciudad organizó un baile en el Casino Monterrey en agradecimiento al presidente Díaz. la población citadina de
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Monterrey. Sustituir el papel de la nobleza existente en otros países le da aún más peso: el que le confiere la tradición. El hábito de vida llevado a cabo por ella –fuertemente influenciado por el modo de
lugar en las esferas dirigentes. Subsiste otro grupo más tradicional, lejos de los humos de las fábricas –y del presente estudio–, en tranquilos y pequeños poblados lejos de la capital, que vive de las rentas y se mantiene en contacto con el mundo rural sin embarcarse en audaces empresas (Olvera Sandoval, 1999, Sieglen, 1995 y Zúñiga, 1990).
Progreso económico y poder político (18901910)
La participación de prominentes magnates en puestos públicos, como lo fue Carlos Berardi, favorecieron el boom económico de la ciudad. Ilustración: Héctor Carrioza.
vida estadounidense–, constituye el modelo de imitación del nuevo rico surgido tanto a fines del Porfiriato –un ejemplo son los Salinas y Rocha–, como en el mismo transcurso del periodo revolucionario. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en otras partes del país, este grupo de magnates estaba constituido esencialmente por empresarios industriales, que también abarcaban las actividades relacionadas con las finanzas, el comercio y en ocasiones la tierra. Pero esta radiografía corresponde sólo a una parte de los magnatus que se aprovechan del desarrollo capitalista, de la que es el motor, y ocupa un
El despegue del capitalismo industrial en Monterrey, a partir de 1890, modifica profundamente el funcionamiento de un sistema económico donde la industria se afirma como el sector dominante del futuro, al imponer su ritmo de crecimiento y fluctuación y modificar una sociedad donde la burguesía –que comparte el poder político al lado de la vieja burocracia porfiriana– se reafirma cada vez más como clase dominante. Entre 1890 y 1910 quedó fundada la industria básica de la ciudad, provocando una verdadera revolución, a juicio de Vizcaya Canales. En el número relativamente considerable de factores que determinaron el despegue industrial, se encuentran esencialmente dos: el primero consiste en la demostración de solidez que proyectó el mercado interior mexicano, articulándose en buena medida con el mercado de allende el Bravo: y el segundo estaría condicionado por la política socioeconómica nacional del régimen liberal de Díaz, e implementada en esta región por el benemérito general Bernardo Reyes. Monterrey fue franqueado, entre 1882 y 1891, en sus cuatro costados, por la sutura del ferrocarril; quedó conectado por las vías hacia uno de los mercados más vigorosos del planeta: los poblados fronterizos de Piedras Negras y Laredo. Esta accesibilidad hacia el norte, aunada a las facilidades aduaneras norteamericanas de la época, permitió cubrir parte importante de la demanda de metales industriales no ferrosos generada en el mercado de
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Estados Unidos. La salida al mar giró hacia el puerto de Tampico; al mismo tiempo, y en dirección opuesta, se comunicó con algunas plazas del occidente mexicano. En agosto de 1888 el tendido ferroviario hacia la capital de la república, vía Saltillo-San Luis Potosí, quedó concluido definitivamente (Vizcaya, 1971). Entre los hombres de empresa que celebraron estos jugosos contratos se encontraron el general Treviño, Emeterio de la Garza y el coronel J. A. Robertson, siendo este último uno de los ejemplos más convincentes, en este periodo, del arribo sistemático del capital estadounidense (Vázquez, 1999). La metamorfosis de la estructura productiva hacia el dinamismo industrial se respaldó y auspició por el poder gubernamental; la legislación estatal aseguró, a toda aquella empresa que fuera conside-
Evaristo Madero fue un estricto negociante en esta región desde mediados del siglo XIX.
rada de “utilidad pública”, importantes exenciones de impuestos –estatales y municipales–, facilidades en ubicación y accesibilidad a los servicios públicos, entre otras cosas.8 Los capitales previamente acumulados a través de diversas vías como la guerra de secesión
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en Estados Unidos –1861-1865–; el contrabando, el cual recibió un golpe mortal en 1870 con la ley federal de contra, resguardo, y, finalmente, la especulación, apropiación y explotación de la tierra, convergieron aventureramente para embarcarse en uno de los progresos jamás imaginados. En 1910, el empresariado asentado en Monterrey demostró su capacidad fabril en los fríos números divulgados por la administración pública. Solamente las dos más grandes fábricas de la metalurgia básica, aunada a la única siderúrgica de América Latina, asentadas todas en Monterrey, generaron valores por 30 millones 400 mil pesos frente a los 5 millones 700 mil arrojados por el sector agrícola estatal (Flores, 2000, 2000ª y 1995). Rosenzweig (1974) indica que, en 1902, Nuevo León era el estado que producía mayor porcentaje de valores en el país (desde el punto de vista industrial) con 13.5 por ciento, superando 11.7 y 11.2 por ciento producidos por el Distrito Federal y el estado de México, respectivamente. Este empresariado industrial tuvo la oportunidad de demostrar su agradecimiento y su suntuosidad al presidente Porfirio Díaz en diciembre de 1898, en su única visita oficial al “Chicago de México”, organizando en su honor un gran baile, el 21 de ese mes, en el Casino Monterrey. Así, las viejas rencillas entre los caciques locales con respecto a Reyes y al gobierno del centro encontraron un momento de armisticio. Los maestros de ceremonia fueron el presidente municipal y connotado empresario Adolfo Zambrano –hijo de don Gregorio Zambrano– y Francisco G. Sada, gerente de la compañía cervecera más importante del país: la Cervecería Cuauhtémoc. En la mesa de honor, sentados al lado del presidente, se encontraban el gobernador Bernardo Reyes y los ministros de Hacienda y Gobernación. Entre otros invitados destacaron las gallardas figuras de los generales de división: Mariano Escobedo, Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo.9 Ésta fue una muestra fehaciente de que el boom económico había venido montado sobre la
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estrecha vinculación entre el poder público y el empresariado industrial, cuyos magnates no dejaron, en ningún momento, de participar activamente en la toma de decisiones. La estructura política en Monterrey durante el Porfiriato representó nada menos que la segunda generación de los empresarios fundadores, la cual buscó constantemente nuevos medios de expansión y reproducción capitalista. La alianza que desarrollaron con los inversionistas extranjeros, sobre todo estadounidenses, y la reelección política inveterada de algunos de sus promi-
1889 y 1909, también rigió los destinos de la ciudad de Monterrey como alcalde en dos periodos, en 1897 y 1898. Manuel G. Rivero se desempeñó seis veces como diputado (suplente y propietario) entre 1897 y 1909, llegando a ocupar el puesto de gobernador interino entre agosto y noviembre de 1902. Finalmente, Berardi, aparte de ser gobernador interino en diversos lapsos entre 1891 y 1895, cosechó puestos como los de diputado local (en cuatro ocasiones), alcalde de Monterrey (1893-1896) y senador (1892 y 1896). Ciertamente las modificaciones de estructura y de desarrollo económico son particulares de la capital nuevoleonesa. Los cambios, en apariencia, son modestos en la economía y en la sociedad rural de la entidad, ya que el campesino sigue en las mismas condiciones de trabajo que tuvieron sus antepasados. Pero si no se beneficia del progreso, se ve directamente afectado por el desarrollo económico que experimentan algunas ciudades cercanas; por el relativo abaratamiento de los precios agrícolas en comparación con otros productos, y por el tendido del ferrocarril. Este sector de la población agraria será el que intentará evadirse de su cada vez más deteriorada forma de vida, al engrosar las filas del movimiento armado. En fin, la llegada del general José Mier, en noviembre de 1909, no modificó en absoluto esta
El Plan de San Luis, redactado por Francisco I. Madero, declaraba nula la reelección de Porfirio Díaz y hacía un llamamiento a la nación a participar en un levantamiento armado.
nentes representantes, dieron una coheren-cia tal al aparato público que no sería gravemente afectado hasta el año de 1914. En la participación de prominentes magnates en puestos públicos, resaltan como ejemplos los casos de Adolfo Zambrano, Manuel G. Rivero y Carlos Berardi (Flores, 1994 y 1991). Adolfo Zambrano, elegido en doce ocasiones para el cargo de diputado local y federal entre
La estación del ferrocarril no dejó de proyectar sus ramales a las industrias metalúrgicas de Monterrey.
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Paz, orden y civilización. Monterrey en el Centenario
La comitiva maderista visita Monterrey Elegido como candidato a la presidencia por la Convención Nacional del Partido Antirreleccionista, el 15 de abril de 1910, el nieto de Evaristo Madero tocó la ciudad de Monterrey el 6 de junio del mismo año alojándose en la residencia que antes, irónicamente, había sido propiedad de Bernardo Reyes. La llegada del Para 1912, Isaac Garza y José A. Muguerza, empresarios de la Cervecería Cuauhtémoc, “Apóstol de la Democracia” a la capifueron de las personas que pagaron más contribuciones directas al estado por bienes raíces. tal de Nuevo León estuvo antecedida compleja red de poder, sino todo lo contrario: por intimidaciones dirigidas al centro la reafirmó, ya que el procónsul y sus partidarios financiero del monopolio de la familia Madero en polarizaron las opiniones de una buena parte de la el noreste: el Banco de Nuevo León. La policía sepoblación, poniendo en serio peligro la base de suscreta de Díaz mantuvo bajo custodia –meses antes tentación del sistema político porfirista. en Monterrey– el banco mencionado, con el fin de comunicar al gobierno central, en caso necesario,
2. La restauración maderista
En palabras de Stanley Ross: “La organización política de Madero creció conforme el reyismo se desintegraba. Para los Independientes y para muchos reyistas, abandonados por su selecto caudillo, el movimiento maderista fue la salvación” (Ross, 1959:75). Sin embargo, a pesar de los innumerables intereses familiares que tenían los Madero en Monterrey –gallinero reyista–, la acogida del maderismo por algún grupo visible y organizado, a excepción de los treviñistas, fue poco más que nula. Veinticinco años de reyismo no fueron borrados por la endeble rebelión y por el tenue cambio de personajes públicos que se dio en Nuevo León; un nuevo régimen bajo un vetusto estilo fue lo que caracterizó la restauración política de Francisco I. Madero. El empresario Isaac Garza.
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la existencia de algún respaldo financiero hacia la campaña de Francisco I. Madero. Para fortuna de la familia Madero, la policía no pudo encontrar nada que comprometiera a la institución financiera.10 El patriarca de esta famosa dinastía, y miembro de la oligarquía regiomontana, fue don Evaristo Madero, quien se destacó desde mediados del siglo XIX como un estricto negociante. Traficante algodonero con el sur estadounidense –particularmente durante la guerra de Secesión, bajo el amparo del gobernador Santiago Vidaurri–, acumuló grandes extensiones de tierra y ganado en todo el norte de México. La diversificación de sus intereses también cubrió los ramos de la industria textil –fábrica La Estrella– y la vitivinicultura. Hombre de avanzada, introduciría, a juicio de José Vasconcelos (1958), el primer molino de cilindros “de todo el norte del país” en la Jurisdicción de Parras, Coahuila. Al emparentarse y estrechar vínculos con nuevos socios como, entre otros, los Villarreal, González Treviño y Zambrano, se perfiló como una pieza más en el monopolio ejercido por la alta esfera social empresarial asentada en Monterrey. Su trascendencia econó-
dura en Coahuila entre 1880-1884. En 1892, ante la vastedad y la dispersión de sus negocios, Evaristo Madero, dice Vasconcelos (1958:211), se vio en la necesidad de crear un “organismo que centralizase la dirección y fomento de sus empresas, y al efecto
La Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey fue puesta en marcha en 1903 por las principales familias locales y por una mínima parte de capital extranjero.
creó el Banco de Nuevo León”, para converger en éste “indirectamente, el eje de los negocios de la familia Madero”. Sin embargo, en 1910, su nieto observó, a la llegada a esta capital, la represión de la que eran objeto, por parte de la policía gubernamental, diez mil individuos que intentaron recibirlo apoteósicamente. Ante la dispersión de los mismos, y bajo un ambiente sumamente tenso, sus familiares y amigos tomaron una resolución conjunta con Madero y su comitiva: continuar ese mismo día la gira hacia Torreón. No obstante, las órdenes La American Smelting and Refining Co (ASARCO), obtuvo la concesión en 1890. Esta planta del centro eran terminantes: hosfue impulsada totalmente con capital estadounidense de la familia Guggenheim. tigar en la mayor medida posible a la comitiva antireelecionista. Al mica también se reflejó en el ámbito político, como lo demuestran sus actuaciones en la diputación de desplegar un impresionante dispositivo de vigilanCoahuila-Nuevo León en 1857 y la máxima investi- cia sobre el candidato, la policía urbana se presentó
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ante Madero cuando se disponía a subir al automóvil que lo llevaría a la estación del ferrocarril. El hostigamiento fue selectivo, la orden de aprehensión contempló sólo a Roque Estrada, su secretario particular. Ante la negativa de entregarlo, Estrada saltó del automóvil y se introdujo a la casa de los Madero.
a la penitenciaría del estado, Madero recibió un poco más tarde a Estrada, quien se entregó al alcalde Zambrano.11 El mismo Estrada comentaría posteriormente el hecho de la siguiente manera: Se había consumado la torpe celada. El candidato antireeleccionista se encontraba preso, pero muy lejos estaban las autoridades de aprisionar la voluntad ciudadana que exigía el cambio de régimen (Cantú, 1948: 44). La historia le daría la razón, Francisco I. Madero fue llevado a la prisión de San Luis Potosí, de donde logró fugarse en octubre del mismo año. Al tomar como base de operaciones la ciudad de San Antonio, Texas, Francisco I. Madero participó en la redacción del Plan de San Luis, en el que declaró nula la reelección de Porfirio Díaz, e hizo un llamamiento a la nación, como nuevo presidente provisional, a participar en un levantamiento armado general programado para el 20 de noviembre a las seis de la tarde.
El precio del progreso: la desigualdad social
Para 1910, la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey empleaba dos mil obreros en sus diferentes departamentos.
La firme entereza de Madero provocó la retirada de la policía, la cual ya no volvió a entorpecer su ansiado viaje hacia la estación. Una vez acomodado en el pullman junto a su esposa, los agentes del orden hicieron nuevamente acto de presencia; la nueva advertencia consistía en que si su secretario particular no era encontrado, Madero tendría que ir en sustitución de aquél tras las rejas. Después de una minuciosa búsqueda sin encontrar rastro alguno del primero, el inspector de policía, Ignacio Morelos Zaragoza, acompañado del Juez Segundo de lo penal, extendió la orden respectiva de aprehensión contra el Apóstol. Trasladado a la inspección de policía, y al día siguiente
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Las celebraciones del Centenario de la Independencia se desarrollaron en todo el país al amparo de un régimen cuyos representantes públicos, envanecidos a la sombra del poder, implantaron, en los últimos treinta y cuatro años, una paz implorada por la misma población, la cual también sufrió pérdidas incalculables desde el inicio del movimiento separatista. La vivencia de la prosperidad económica que difundía la nación hacia el extranjero representó una visión distorsionada de la cruda realidad. A excepción de algunas zonas perfectamente localizadas, cuyos productos eran capaces de competir en el mercado nacional e internacional, el resto de la población se encontró inmersa en una economía de subsistencia. Asimismo, las redes del poder político se proyectaron en el campo mexicano bajo las figuras de destacados caciques, los cuales se per-
Monterrey: origen y destino
petuaron mientras mostraron fidelidad al régimen impuesto por la rebelión tuxpecana. Sin embargo, la dilatada burocracia gubernamental no mostró límites en el financiamiento a las atenciones y agasajos con que recibieron a los representantes de los gobiernos extranjeros y sus comitivas. La justificación del régimen político porfirista, cuya legitimidad se impuso a las guerras intestinas que sucedieron a la Independencia, no halló campo más propicio que las fiestas del centenario. Los beneficiarios del sector más dinámico de la economía no dejaron de estar presentes en la magna celebración. La oligarquía industrial regiomontana había hecho una excelente mancuerna con el aparato estatal en su ardua tarea “civilizadora”. Libre de la incursión de los “bárbaros”, e impulsado por el boorn económico, el corazón de Monterrey se metamorfoseó de una manera violenta. El centro de actividad se desplazó hacia las grandes fábricas situadas en la periferia, o bien hacia la estación del ferrocarril, que no dejó de proyectar sus ramales a las industrias metalúrgicas. El auge en la construcción dio lugar a la especulación; grandes propietarios especularon con el valor del suelo, y con las perspectivas de extensión de la ciudad. Para principios de 1912, entre las diez personas que pagaron más contribuciones directas al estado por bienes raíces se encontraron los notables empresarios industriales Isaac Garza y José A. Muguerza, presidente y secretario, respectivamente, de Cervecería Cuauhtémoc.12 Posteriormente, Isaac Garza obtendría, en 1922, una importante concesión para planificar y construir una colonia residencial al sur de la ciudad. Años después, ésta albergaría una buena parte de la oligarquía industrial. Aquí se distribuyeron inteligentemente los espacios verdes y “bien aireados”, donde se erguían impresionantes edificios provistos de gas, agua, energía eléctrica y servicio telefónico.13 Este nuevo proyecto no hizo más que acentuar el contraste con los barrios que concentraron a la mayoría de la población desde fines del Porfiriato.
Estos últimos presentaron una higiene deplorable, altos índices de prostitución, alcoholismo y criminalidad, amén de las consecuencias de los centros de azar que proliferaron durante el reyismo. La insalubridad en algunas zonas de la ciudad era consecuencia directa de su expansión y de la consiguiente especulación –y explotación de los inquilinos– por parte de los renteros urbanos sin escrúpulos. El ejemplo más evidente lo encontramos en Regino N. Gutiérrez; acaparador nato, sobresalía como propietario de varias vecindades cuyos rasgos esenciales eran la renta de pequeños cuartos sórdidos, oscuros, sin ventilación ni mantenimiento, donde se adaptaban pésimamente de uno a dos retretes por vecindad. La alta cantidad de mujeres de mala nota que vivían en esos inmundos vecindarios hicieron suponer, en más de una ocasión, a las autoridades, el amparo y la explotación de las que pudieran ser objeto por parte de Gutiérrez.14 Por otro lado, las innumerables peticiones de condonación de impuestos recibidas por la oficina de recaudación municipal demuestran que el impuesto sobre las fincas urbanas nunca dejó de ser gravoso para un importante sector de la población. En ocasiones, los comerciantes en pequeño también sintieron la presión del fisco, y muchas veces manifestaron conscientemente su papel fundamental en el engranaje de la estructura productiva, al amenazar con “gravar más” sus productos en perjuicio de la industria y de la población si los impuestos seguían ahogándolos. El caso más claro lo encontramos en la solicitud enviada al gobernador, en febrero de 1911, por Ramón N. González y Cía., en representación de la agrupación de “Expendedores de Leña”, González se queja por las “fuertes alcabalas” que tienen que soportar entre el trayecto del carro de ferrocarril donde se “recibe la leña”, a los depósitos particulares: La leña es un artículo de tanta importancia que está relacionado con la vida fabril de la ciudad y con las necesidades del pueblo [...] Este juicio obligará convenir en que si
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un artículo de tal naturaleza, como la leña, se gravara demasiado con contribuciones, los comerciantes del ramo nos veremos obligados a aumentar su precio para obtener una utilidad razonable; y ese aumento es en perjuicio público, sobre todo de la clase menesterosa, que es quien más sufre los estragos de la penuria general por que se atraviesa (sic).15 En efecto, la industria regiomontana, desde sus inicios, consumió grandes cantidades de combustible de origen vegetal, especialmente las dedicadas a la fundición de metales. Aunque éstas, para 1910 dependían más del carbón mineral, la leña representó un artículo indispensable en las pequeñas fundiciones y en todo hogar urbano.
Monterrey en el Centenario Las grandes plantas metalúrgicas iniciaron el despegue de 1890; la compañía Minera, Fundidora y Afinadora Monterrey, mejor conocida como la Fundición número 2, logró exención de impuestos por el término de veinte años. Inicialmente operó con un capital de 600 mil pesos y lo elevó a 8 millones en 1904 (Flores, 2000). La Fundición número 3, conocida posteriormente como la American Smelting and Refining Co. (ASARCO), obtuvo la concesión en 1890 con el mismo plazo de exención de impuestos. Esta planta fue impulsada totalmente con capital estadounidense de la familia Guggenheim. En 1909 su capital contempló 10 millones de pesos, con capacidad para beneficiar 400 mil toneladas de mineral al año. Junto con la Fundición número 2, dio empleo a más de mil seiscientos obreros citadinos (Flores, 2000). La forma más sublime de concentración lograda por la burguesía regiomontana fue la implantación de la primera siderúrgica en toda América Latina. La Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey fue puesta en marcha en 1903 por las princi-
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pales familias locales y por una mínima parte de capital extranjero representado por los franceses León Honorat y León Signoret, por el español Antonio Basagoiti y por el norteamericano Tomas Braniff. Al arrancar con una inversión inicial de 10 millones de pesos, pudo permitirse el lujo de adquirir la maquinaria más sofisticada: el convertidor Bessemer –que transforma directamente el arrabio en acero–, y los hornos de aceración tipo Siemens-Martin, capaces de producir acero a través de la fusión del arrabio con hierro de bajo contenido en carbono. Sus productos fueron absorbidos casi totalmente por un pujante mercado interior, sobre todo por la expansión del ferrocarril. Situación totalmente diferente a la de la etapa revolucionaria en que, desarticulada temporalmente de las zonas de abastecimiento y consumo, su producción se volcó irremediablemente a las fábricas de implementos de guerra del mercado norteamericano. En el año del Centenario empleaba dos mil obreros en sus diferentes departamentos: el Horno Alto, con capacidad para 500 toneladas diarias; los tres Hornos de Aceración, con 300 toneladas de manejo por unidad, cinco trenes laminadores con 25 máquinas de vapor para la producción de acero estructural, comercial y rieles de ferrocarril con mil toneladas diarias de capacidad; el taller de reparación de la maquinaria interior, y la fundición que producía piezas para maquinaria, columnas de fierro vaciado y ruedas de ferrocarril. Los talleres estaban dotados de 15 grúas eléctricas, nueve locomotoras y tres grúas locomotoras que rodaban sobre 25 kilómetros de vía propia en los terrenos en que estaba asentada la empresa, y que abarcaban más de un millón de metros cuadrados (Flores, 2000, 1993 y 1988). La potencia total consumida por el movimiento de sus talleres –equivalente a 30 mil caballos de fuerza– era suministrada en su mayor parte por la planta de fuerza de la ciudad (Flores, 2000). “Anualmente la planta podía generar 100 mil toneladas de
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rieles de acero y vigas; 10 mil toneladas de hierro comercial; 12 mil de hierro en lingotes, y 8 mil de hierro vaciado” (Cerutti, 1983: 90). El historiador Alejandro Saragoza (1981) manifiesta que la superioridad del capital local sobre el extranjero en el sector industrial no era comparable con ninguna otra parte del país. La oligarquía industrial regiomontana poseía en inversiones, a principios del siglo, casi 17 millones de pesos, en contrapartida a los 3.36 millones de dólares en manos de estadounidenses –de los cuales 2.5 millones se concentraban en la planta de los Guggenheim–, y los 400 mil dólares de inversión europea. Las industrias regiomontanas eran reconocidas en su ramo como la vanguardia nacional, basta ver lo expresado por la Memoria de la Secretaría de Fomento correspondiente a 1910-1911: [...] para extraer el fierro de nuestros ricos y abundantes yacimientos se emplean desde el primitivo procedimiento catalán, como pasa en las pequeñas ferrerías en la Sierra de Oaxaca y de otros lugares, con lo cual se
Nicéfóro Zambrano fue organizador del Partido Antirreleccionista y perteneciente al Partido Popular Obrero. Ilustración: Héctor Carrioza
pierde 30 y hasta 40% del metal, hasta los altos hornos que funcionan en Monterrey y que [...] representan y resumen los esfuerzos metalúrgicos de cerca de un siglo.16 La suntuosa celebración del centenario no pudo ofrecer un marco más espléndido para celebrar, con gran jolgorio, un importante ciclo de progreso económico cuya tarea civilizadora hizo de Monterrey la prefigura de la ciudad mítica del expresionismo: mecanizada, triste, trituradora de energía. Una rebelión pasa desapercibida
La revuelta maderista en Nuevo León A principios de septiembre de 1911, un acontecimiento singular conmovió a los habitantes de la ciudad: una compañía de espectáculos, instalada provisionalmente bajo una carpa de lona, expuso, a través del arte cinematográfico, a “los más prominentes personajes de la Revolución”. El movimiento armado que en tan sólo seis meses había impuesto la renuncia de Porfirio Díaz y su expulsión del país, era gozado por el público regiomontano como una “atracción”, ya que la violencia nunca se había presentado en Monterrey.17 Lo cierto fue que el general Gerónirno Treviño, jefe de la Zona Militar y rico terrateniente ganadero, no metió las manos al fuego por su anciano compadre. A sus 75 años, Treviño se había labrado un prestigio que era poco comparable con algún otro cacique regional; además de poseer bajo su mando el ejército federal de los tres estados del noreste, difería de sus colegas en otro aspecto: la magnitud de sus intereses. Sus biógrafos parecen coincidir en otorgarle el premio a uno de los principales promotores locales de la caída de Bernardo Reyes primero, y de la rebelión maderista después. En más de una ocasión, los grupos maderistas organizados en Coahuila fueron sorprendidos vendiendo para el
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financiamiento de la causa, allende la frontera norte, ganado mayor marcado con el fierro ardiente de la hacienda del cacique: “La Babia” (Peña de Villarreal, 1968). Un editorialista del periódico El Noticiero, de nombre Juan Luis Cantú, aseguró, a fines de 1910, que Treviño y su sobrino político, Francisco I. Madero, estuvieron en constante comunicación e hicieron un pacto de no violencia en el estado, por parte de los correligionarios de este último (Cantú, 1948). A pesar del pacto y como un síntoma de presión por parte de los pequeños grupos revolucionarios armados que trashumaban en la entidad, se inició tardíamente, en mayo de 1911, una serie de incursiones en las cabeceras municipales. Entre el 2 y el 17 mayo, los jefes maderistas: Pablo de los Santos Jr., Celedonio Villarreal y Sánchez Fuentes, robaron las tesorerías municipales de seis poblados adquiriendo un botín de 2 mil 341 pesos;18 en algunas ocasiones se conformaron con préstamos emanados de los bolsillos de las autoridades. Este fue el caso del alcalde de los Aldamas, quien pagó “los haberes de la tropa” del jefe Celedonio Villarreal.19 Estos incidentes, aunque fueron variados, respetaron el acuerdo de “no violencia” sin registrarse enfrentamiento armado alguno; inclusive, las providencias tomadas para el caso por la burocracia estatal y municipal, iniciaron de marzo en adelante. El día 3, todos los alcaldes recibían ins-
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trucciones por parte del gobernador para prevenir que se alterara el orden público autorizándoles, para ese fin, “los gastos que les fueran indispensables”.20 En mayo se creó un nuevo Cuerpo de Seguridad Pública del Estado a nivel de Infantería, compuesto por 54 elementos sostenidos por la tesorería municipal de Monterrey, siendo disuelto seis meses después por “haber cesado las causas que motivaron la organización”.21 El cuerpo estatal de caballería incorporó al mismo tiempo a once miembros más, 53 en total, bajo el mando inmediato del capitán cubano Pedro Hernández.22 Las medidas fueron del todo tardías si se toma en cuenta que el armisticio
Los jefes norteamericanos, Niggle y Rehu, de la fábrica de cementos.
nacional se pactó el día 22 de mayo, la paz el 24 y la renuncia de Díaz antes de terminar el mes. En junio, las fuerzas Insurgentes que operaron en el estado fueron licenciadas sin dificultad por el jefe de la policía Morelos Zaragoza, irónicamente autor del encarcelamiento de Madero cuando visitó esta ciudad como candidato en 1910. Las armas y municiones recogidas fueron remitidas inmediatamente a Emilio Madero como jefe de la Segunda División del Norte.23
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Los terratenientes se disputan el poder A petición del nuevo presidente, Francisco León de la Barra, el general José María Mier renunció a su puesto de gobernador, el 7 de junio de 1911, para hacerse cargo de la Zona Militar asentada en Querétaro. Ante esta situación, Treviño y Madero volvieron a fecundar el terreno de las relaciones amistosas, al elegir mutuamente al candidato para gobernador en la renovación de los Supremos Poderes del Estado llevada a cabo los días 4, 11 y 18 de junio. Si bien Treviño se inclinó inicialmente por el ingeniero Francisco Naranjo, hijo de su entrañable amigo, del mismo nombre –fallecido por muerte natural en 1906–, no obstaculizó la victoria de Viviano L. Villarreal al computar a su favor 91.8 por ciento de los votos emitidos en Monterrey. Las cifras oficiales le otorgaron 37 mil 696 votos a nivel estatal, suficientes para derrotar en unas elecciones relativamente pacíficas al candidato independiente, Francisco Naranjo.24 Viviano L. Villarreal, quien contaba con 73 años, era un político civil y un rico terrateniente que había sido relegado del ámbito público, durante el preconsulado de Bernardo Reyes. Abogado de formación, fungió como diputado en 1867 para renunciar ese mismo año al ocupar el cargo de secretario general de Gobierno en los tres periodos que Treviño fue gobernador (1867, 1869 y 1871). Durante un breve retiro de la luz pública, para participar en la frustrada rebelión de La Noria al lado de Treviño, contrajo nupcias en Parras, Coahuila, con Carolina Madero, hija del primer matrimonio de Evaristo Madero, cuyos negocios comerciales transitaban por una notoria prosperidad. Apoderado posteriormente de Evaristo en un sinfín de negocios industriales y mineros, se le comisionó, en 1877, para intervenir en el conflicto internacional fronterizo contra el bandolerismo, ante el general Ord.
Electo gobernador de Nuevo León en 1879, Viviano L. Villarreal impulsó la primera exposición industrial en la entidad para finalmente retirarse a sus negocios privados a partir de 1885 y consolidarse así como un firme administrador de la fortuna de los Madero. En 1892, al fundarse el Banco de Nuevo León con un capital de 600 mil pesos, de los cuales 260 mil correspondían a Evaristo, Villarreal sería nombrado presidente del Consejo de Administración; se retiró de este último cargo al ser nuevamente candidato a la gubernatura en 1911 (Cavazos, 1985). Francisco Naranjo, hijo, nació en el municipio de Lampazos, Nuevo León. Titulado de ingeniero civil en Chester, Pensilvania, trabajó como inspector técnico de los ferrocarriles en México a fines de siglo. Se caracterizó siempre por ser un fuerte terrateniente, al igual que su padre, y un brillante orador político en contra de Bernardo Reyes y del Porfiriato en general; en 1900 fundó el Club Liberal Lampacence, filial del antirreleccionista de San Luis Potosí. Disuelta implacablemente aquella agrupación, por Reyes en 1903, se le encarceló aumentando su odio hacia el régimen político existente. Materia dispuesta a la rebelión, se incorporó al movimiento maderista. Al perder las elecciones para gobernador en 1911, organizó el “Regimiento de voluntarios de Lampazos”, a petición de Madero e intermediación de Treviño, para orquestar una importante campaña contra los insurrectos zapatistas en Morelos. El gobierno federal lo nombró gobernador provisional de Morelos; a los seis meses fue destituido por entablar pláticas y encuentros extraoficiales con algunos jefes zapatistas como Genovevo de la O y Gildardo Magaña.25 Entre la salida de Porfirio Díaz del país y la llegada de Francisco I. Madero al sillón presidencial, emergieron a la arena política regiomontana partidos, clubs y organizaciones en pos del poder. En líneas generales, se puede advertir que la prefe-
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rencia política se polarizó entre 1911 y 1912 en dos grandes grupos: los reyistas y los antirreyistas; estos últimos ligados al maderismo y cuyo matiz regional giró en torno al cacique Gerónimo Treviño. Tanto Treviño como Francisco I. Madero no otorgaron la más mínima concesión, en materia electoral, en el proceso de elección a los poderes Judicial y Ejecutivo estatal. Sin embargo, sucedió todo lo contrario en la disputa por los escaños de la legislatura local. Los clubs reyistas, aglutinados en el Partido Reformista Independiente, lograron la mayoría de curules dentro del parlamento estatal. Por su parte, las organizaciones maderistas que surgieron en esta etapa se sumaron a las antirreyistas conformadas entre 1909 y 1911. La influencia floresmagonista plasmada tácitamente, en todas ellas, en el transcurso de sus actividades políticas, otorgaron a un amplio sector de la clase obrera la capacidad de cohesionarse partidariamente y entablar alianzas coyunturales con sectores medios de la sociedad. Las raíces de su descontento, muy diversificadas por cierto, se remontan a principios de siglo y se anexan al resentimiento de los viejos caciques relegados por el procónsul. Durante el desempeño de Bernardo Reyes en el Ministerio de Guerra en México (1900-1902) la oposición logró una organización inusitada. A su regreso, en pleno preparativo para la reelección, la oposición, bajo la consigna del antireleccionismo, se volcó a las arterias citadinas y se mezcló en el fastuoso desfile del 2 de abril de 1903, el cual se realizaba año con año. Bernardo Reyes y sus partidarios no titubearon; la policía gubernamental reprimió con lujo de fuerzas a los antireeleccionistas. La manifestación se dispersó entre muertos y heridos; la cárcel estatal no dio cabida a los numerosos arrestados. Los que lograron huir salieron de la entidad y muchos, como Antonio I. Villarreal, se hospedaron temporalmente en la hacienda de La Babia, en Coahuila, perteneciente al cacique Gerónimo Treviño. Los clubs antirreyistas, algunos filiales del
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Partido Antireeleccionista de San Luis Potosí, fueron disueltos, cargando con la pérdida de locales, papelería, arrestos e intimidaciones. La oposición volvió a la disidencia. La primera válvula de escape se presentó en 1909 con la renuncia del procónsul; la segunda fue abierta por el maderismo. La llegada de Francisco I. Madero a la presidencia fue un anhelo cumplido y un descanso familiar a las presiones de las que fueron objeto, especialmente su padre y abuelo, por parte de las autoridades del gobierno de Díaz. Sin embargo, a menos de dos meses del triunfo definitivo del maderismo, el patriarca norteño Evaristo Madero, de 82 años de edad, dejó de existir en Monterrey, el 6 de abril de 1911. Así dejó a sus descendientes y socios un poder cuyas ramificaciones serían seriamente mermadas por una revolución que apenas iniciaba. Nuevo régimen, vetusto estilo
El Club Popular Obrero La participación en los comicios para elegir nuevos representantes públicos estuvo regida por una inusitada proliferación de partidos, clubes y organizaciones políticas que giraron alrededor de personajes seriamente comprometidos con algún estrato social. Tal fue el caso del Club Popular Obrero, que tenía entre sus filas a individuos de experiencia floresmagonista como Nicéfóro Zambrano, organizador del Partido Antirreleccionista y exconductor de carros de mercancías entre las ciudades de Parras, Monterrey y Matamoros, y a pequeños negociantes como el maderista Jerónimo Siller, un exobrero de la fundición La Estrella y dueño de un taller de fundición. El Club Popular Obrero aglutinó una gran cantidad de profesionistas, pequeños comerciantes y obreros. En octubre de 1911, la prensa lo reconocía como “el club más fuerte del momento por la can-
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tidad de sus miembros”.26 Dos meses antes, el se- fue objeto, el Club Popular Obrero se dividió en manario El Trueno mostró su preocupación por los octubre, antes de participar en las elecciones de logros alcanzados en los últimos sufragios, donde el noviembre, en tres grupos,31 de los cuales dos se club ganó la segunda diputación estatal con el mi- separaron y se independizaron para formar nuevos nero y pequeño propietario Eusebio Cueva, el cual clubs políticos, restándole la fuerza necesaria para ser un competidor importante en la justa del penúlcomputó 2 mil 499 votos.27 Aliado con otro partido como el Reformista, timo mes del año. apoyó el triunfo más contundente del sufragio que A pesar de la dispersión obrera, Jerónimo correspondió al diputado y jurista Jesús L. González Siller y Nicéforo Zambrano obtuvieron, en 1912, los en el primer distrito, con un número de votos jamás puestos municipales de la Comisión de Panteones y visto: 5 mil 569.28 El artículo de agosto subestimó a Festividades, y de regidor, respectivamente.32 Amlos obreros por “no conocer más exigencias que las bos cargos fueron una muestra fehaciente de una propias”, anulando de antemano, por sus actitudes, movilidad social antes obstaculizada por el viejo las “aspiraciones” de las demás “clases sociales”. El régimen. llamamiento fue dirigido a las “personas notables de La relativa apertura pública que proporcionó la ciudad”, para que enfrentaran el posible peligro el régimen de Francisco I. Madero inició un largo de caer en una ‘tiranía popular’, como resultado de proceso de concentración política en estratos socialas próximas elecciones municipales. Lo importan- les anteriormente poco participativos. La irrupción te, afirmaba el artículo, era “continuar con el sistema violenta en los comicios de personajes ligados a orestablecido”, siendo “imprudente trastocar el actual ganizaciones obreras y de trabajadores urbanos de orden de cosas”.29 diversas categorías impactó en la sólida moralidad Los obreros de Monterrey que lograron porfiriana. Las grandes manifestaciones que brotaelegir un diputado se sienten capaces de elegir un ron por las arterias citadinas de Monterrey despertaalcalde y todo un gobierno municipal, para satisfa- ron duras críticas de los defensores del status quo. cer de ese modo sus aspiraciones de mejoramiento La concientización política de la masa trasocial. Muy bella es esa ambición y merecería no bajadora se volvió un peligro para las instituciones sólo la aprobación, sino también la ayuda de todo establecidas, particularmente para aquéllas creadas ciudadano amante de la equidad político-social, si por el empresariado urbano. La reacción de este úlno fuera porque el atraso en que desafortunadamen- timo fue la de restablecer un órgano, desintegrado te está nuestra clase en 1899, de coordinación de esfuerzos para obrera, la hace incapaz la defensa de sus intereses. La Cámara Napara gobernar a toda la cional de Comercio de Monterrey, creada a 30 sociedad. fines de 1911, incorporó a todos los empresaPara tranquirios industriales, comerciantes, banqueros y lidad del columnista, acaparadores del suelo urbano.32 Sin embargo, durante el maderismo, y debido a la crecienel trato hacia los obreros no varió en nada te heterogeneidad de con respecto al anterior régimen; el gobiersus miembros que lo no maderista no se preocupó por modificar caracterizó desde su nacimiento, y muy Los reformistas citadinos establecieron reu- la relación existente entre patrón-trabajador. organizadas todos los martes y sábaA fines de 1911, la problemática obrera contiprobablemente al ata- niones dos en la noche en un local frente al Mercado nuó siendo vilipendiada. que constante del cual Juárez.
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En noviembre de este año el Club Obrero Hidalguense, ubicado en el municipio de San Nicolás Hidalgo, buscó protección con el gobernador Viviano L. Villarreal. La misiva fue dirigida para contrarrestar los posibles abusos a cometerse por los nuevos funcionarios municipales, quienes se caracterizaban por ser empleados de la fábrica de cemento (Cementos Hidalgo) instalada desde 1906 en ese lugar.33 En mayo de 1912, el problema se presentó tal y como lo había previsto el club obrero seis meses atrás. Los jefes norteamericanos Niggle y Rehu, de la fábrica de cementos, ordenaron el aumento de las horas de trabajo sin salario extra. Resultado de varias reuniones entre los 138 trabajadores inconformes por la medida, se acordó no trabajar más allá de las diez horas diarias normales. Ante los oídos sordos de la burocracia municipal –en su mayoría empleados de confianza de la empresa–, decidieron expresar nuevamente su descontento al gobernador; comprometiendo en esta ocasión a Viviano L. Villarreal para llegar a un arreglo con la compañía. El 11 de junio, Villarreal trató cómodamente el asunto con el apoderado de la empresa y exfuncionario reyista Pedro Benítez Leal, diputado estatal en once ocasiones entre 1887 y 1911, y gobernador interino entre 1900 y 1902. En esta ocasión, como en muchas otras, la arbitrariedad empresarial fue pasada por alto sin sanción, y la resolución fue dada en perjuicio de los obreros. La compañía se comprometió a pagar según las horas que trabajase cada obrero, quedando arbitrariamente a consideración de los jefes de departamento el decidir si se laboraban las diez horas efectivas del día. En caso de no ser así, el salario de cada obrero dependería de las horas trabajadas.34 La diplomacia del viejo funcionario apoderado de la empresa no pudo rendir mejor satisfacción: la confluencia de intereses entre el poder político y el económico marcó crudamente la política obrera a llevarse durante el maderismo.
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Descontento en el agro nuevoleonés Por su parte, la población agrícola económicamente activa en el estado mostró una tendencia hacia el estancamiento, si no a la baja, en los últimos quince años del Porfiriato. El fenómeno se percibe desde el momento en que la entidad tuvo un incremento poblacional, en este periodo, de 18.6 por ciento, ligeramente por debajo del índice nacional que fue de 20.1 por ciento.35 Al mismo tiempo, el municipio de Monterrey crecía, entre 1895 y 1910, un 54.4 por ciento,36 algunas de las causas aparentes de este poco llamativo crecimiento en el área rural son: la absorción de mano de obra que requirió la actividad económica de Monterrey; el tendido del ferrocarril, que facilitó la transportación no sólo a nivel interestatal sino allende El Bravo, y, por supuesto, el punto medular de toda migración, el agotamiento de las perspectivas de mejoramiento de vida. Lo anterior es confirmado por la amplia documentación encontrada en el AGENL, referente a evitar por parte de la burocracia gubernamental, la migración hacia el vecino país del norte. En el verano de 1912, el gobernador Villarreal recibió un informe procedente de la aduana de Laredo, Tamaulipas, aduciendo el aumento en el índice de migración hacia el país vecino de la población masculina fronteriza “entre los 18 y 35 años”.37 Días después, varias autoridades municipales se quejaron de no poder contener el flujo migratorio debido a que “los habitantes de los pueblos preferían ir a engrosar las filas de la Revolución, a (querer) prestar su contingente al ejército federal”.38 Los factores que impulsaron el descontento en el agro eran tan diversos como añejos. El gobierno maderista estatal continuó como sus antecesores, comprometido en principio con el empresariado industrial citadino y en segundo plano con los sólidos grupos porfirianos de hacendados y comerciantes. La explosiva rebelión en Chihuahua, a principios de marzo de 1912, por parte de un resentido maderista,
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don Pascual Orozco, actuó como detonante en un campo abonado de resentimientos, humillaciones y represalias en la entidad. El mismo general Treviño se encontró involucrado al ofrecerte el movimiento orozquista, en caso de triunfar, la presidencia provisional de la república. El asunto se ventiló rápidamente en la ciudad de México. W.C. Whiffen, corresponsal en México de The Associated Press, se entrevistó el 24 de febrero con el presidente Madero para abordar la posible asonada en Chihuahua. Las preguntas del periodista norteamericano fueron dirigidas, igualmente, a cuestionar la fidelidad manifiesta por parte de Treviño hacia el nuevo régimen. Francisco I. Madero se concretó a responder que la entrañable amistad que los unía, tanto con Orozco como con Treviño, le daba la pauta para no dar crédito a las “habladurías”.39 En Monterrey, el viejo general mostró una actitud casi indiferente, pero la sola posibilidad, aunque remota, de sentarse en el sillón presidencia lo halagó. En su accidentada carrera militar y política, más de una vez estuvo a un paso de obtenerlo, inclusive pagó su imprudencia con el alto casto del retiro obligado a la vida privada. Al enterarse de la propuesta que se le hacía por parte de la inevitable rebelión, comentó en una ocasión: Estoy muy viejo [...] no tengo ya dientes para comer el tasajo. Batallo para subir al caballo, por las reumas. Ojalá tuviera treinta años menos [...] (Peña de Villarreal, 1968:33). Y si así fuera, tal vez no lo hubiera pensado dos veces. Pues bien, las puertas de la Historia se abrían nuevamente para aquéllos que no lo pensaron dos veces. Enfrentando el rostro adusto de Treviño, el telegrama con carácter urgente que recibía a mediados de marzo de 1912 pedía refuerzos a la zona militar a su mando para rechazar los primeros saqueos de que eran objeto las rancherías del municipio de China.
Nemesio García Naranjo fue un audaz defensor del antiguo régimen y crítico mordaz del maderismo.
El perfil de la rebelión maderista Inmediatamente se pusieron en marcha el primer y segundo Regimiento de Caballería del Cuerpo Irregular de Voluntarios, bajo las órdenes de los capitanes Pedro Hernández y Maximiliano Villarreal, respectivamente. El primero se dirigió a los municipios incrustados al sur del estado y el segundo a los ubicados al oriente. Hernández les entregó, a las autoridades del municipio de Dr. Arroyo, 43 carabinas calibre doce y 3,800 cartuchos acabados de desempacar del poderoso vecino norteño;40 los brotes de sublevación estaban por doquier. El 19 de marzo, el revolucionario vazquista, Hexiquio Eguía García, irrumpía con 25 hombres en el pacífico poblado de Mier y Noriega llevándose los fondos de la Tesorería Municipal de las Oficinas de Timbre, de Correos y de Recaudación de Rentas.41El jefe de Rurales del municipio de Za-
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ragoza, Félix Pérez, abrazaba la causa orozquista el 9 de abril para posteriormente internarse en la sierra colindante con Tamaulipas;42 dos días antes, 25 sirvientes del rancho “El Buey”, y siete del rancho “Japona”, a cuatro leguas de distancia de aquél, se incorporaban a una gavilla local levantada.43 Los alzados iban delineando con mayor precisión la forma que habría de tomar la insurrección en el estado hasta mediados de 1913: mostrando un reflujo entre la derrota de Orozco y el levantamiento del brigadier Félix Díaz en Veracruz, las gavillas revolucionarias se caracterizarían en primera instancia por un número relativamente pequeño de componentes. Al parecer, no rebasaron casi nunca la cifra de 50 hombres, inclusive siendo ésta un caso excepcional. Sin embargo, las incursiones desequilibraron gravemente la vida cotidiana de numerosos poblados. En la madrugada del 31 de octubre de 1912 fue tomada a sangre y fuego la plaza de Doctor Arroyo, uno de los poblados más importantes del sur del estado, siendo depuestas las autoridades municipales, saqueadas las casas comerciales, incendiados los archivos de las oficinas públicas y robado el armamento, parque y caballos entregados por el gobierno siete meses atrás. El número de asaltantes que participaron fue poco menor a los 45 hombres armados.44 Otro punto convergente fue la extremada movilidad que les proporcionó su inferioridad numérica; las regiones preferidas de actividad se concentraron en los límites interestatales de Tamaulipas, Coahuila y San Luis Potosí, donde encontraron facilidad para escabullirse en caso de peligro, más allá de la frontera nuevoleonesa. Finalmente, otra generalidad que es de apreciarse fue su falta de interés por mantener y controlar las zonas ocupadas. Los que se vieron más afectados directamente por tal situación fueron los hacendados. De la noche a la mañana vieron afectados sus bienes con acciones como la destrucción de cercas, robo
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de animales, huida de sirvientes, comunicación insegura hacia el exterior de la hacienda, entre otras.45 Más de uno pidió autorización al “Supremo Gobierno” para formar “pequeños destacamentos, montados, armados y expensados” por su cuenta para “perseguir, aprehender y consignar a las autoridades competentes” a todos aquéllos que atentaran contra sus bienes.46 Si bien es cierto que el gobierno estatal nunca aprobó estas medidas, es evidente que los hacendados que consideraron ineficaz la protección pública tomaron la justicia por su cuenta. Tal fue el caso del terrateniente Emilio A. Dávila, vecino de Laguna de los Indios, municipalidad de China, a quien se le acusó de mantener una fuerza armada particular de “diez monteros”.47 “Cualquier gasto [...] será pagado por mí”
El Partido Reformista Independiente de Nuevo León Sobre el intento de insurrección reyista, fraguado del otro lado de la frontera, no les faltó información a los resentidos gobernantes nuevoleoneses. Después de haber regresado de su exilio, de más de año y medio, en junio de 1911, el general Reyes encontró una pundonorosa hostilidad por parte del movimiento maderista triunfante, al presentarse como el opositor más fuerte del caudillo de la revolución. A fines de septiembre decidió salir nuevamente del país con rumbo hacia la ciudad de San Antonio, Texas, alojándose en la casa de su antiguo amigo y exnegociante regiomontano de juegos de azar, Miguel Quiroga. Aun cuando Viviano L. Villarreal le informó a Madero, en noviembre de 1911, sobre la poca importancia que tendría un posible movimiento reyista en el país, “y ahora menos [...] después de conocido el discurso del cuerpo diplomático –estadounidense, sobre todo– por la subida de usted
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a la presidencia”,48 la nueva legislatura estatal surgida de las elecciones de junio representó abrumadoramente los intereses de los reyistas locales. El semanario El Trueno comentó, una vez pasados los comicios, el triunfo rotundo del Partido Reformista Independiente y del Popular Obrero en contra del “sentimiento antirreyista” que caracterizó el periodo del general María Mier.49 El Reformista Independiente de Nuevo León nació y aglutinó a todos aquellos seguidores del procónsul –en la apertura política dada por la revolución maderista– el 13 de mayo de 1911, con el objetivo de participar en las elecciones en puerta.50 Casi veinticinco años de presencia reyista en Nuevo León no podían borrarse de un solo plumazo, como podría pensarse que sucedió en el periodo comprendido entre octubre de 1909 a mayo de 1911. Este último periodo, que se inicia con la salida de Bernardo Reyes del país y prosigue con la clara política gubernamental porfirista de desmantelamiento de toda organización ligada a él, dio como consecuencia callar institucionalmente, mas no de manera individual, el partidismo aguerrido de los portadores del “clavel rojo”. Triunfantes los reyistas en la mayoría de los distritos electorales, daban cuenta de lo profundo de las raíces dejadas por uno de los personajes más prominentes del “antiguo régimen”. Los reformistas citadinos establecieron reuniones organizadas todos los martes y sábados en la noche en un local frente al Mercado Juárez. Las asambleas llegaron a ser presididas por un decidido personaje que llegó a efectuar, con este solo objetivo, viajes constantes a Monterrey desde México: Samuel Espinosa de los Monteros (Cantú, 1948). Sin embargo, los ánimos empezaron a caldearse a partir de agosto; al temer que resultara “un conflicto sangriento de lamentables consecuencias”, las autoridades estatales pudieron controlar en un primera ocasión un posible enfrentamiento entre las dos corrientes políticas del momento, al anular, para el día 20 de ese mes, un par de manifestaciones, de cada una de ellas, aprovechando el onomástico
del general Reyes.51 Mientras los reyistas optaron por acceder a la respuesta gubernamental, el club antirreeleccionista “2 de abril de 1903” –nombre en recuerdo a la fecha de una de las represiones más violentas de las que fueron objeto los opositores de Reyes–, llegó a realizarse sin alterar el orden.52 Éste fue sólo un aviso de los acontecimientos que estarían por desarrollarse. El 5 de septiembre los reyistas se reunieron como de costumbre en su local. En el momento en que la oratoria hizo acto de presencia entre los correligionarios, un grupo de maderistas se presentó a las puertas del salón “lanzando gritos subversivos con el deliberado objeto de impedir el acto político, “interrumpiendo a los oradores con vivas a Madero y mueras a Reyes”.53 El acontecimiento empezó a cobrar importancia cuando numerosas personas, atraídas por la inesperada concentración política, empezaron a tomar partido. Incluso llegaron a “injuriar gravemente a un pobre anciano, haciéndole que se cortara la barba sólo por creerlo reyista”.54 La feria que se llevaba a cabo en la acera de enfrente alimentó el tumulto; la descripción dada por un periódico local es bastante elocuente: Las mesas de las mujeres que venden cena en los andadores del Mercado Juárez, lado poniente, fueron tomadas por asalto, y convertidas en tribunas donde oradores improvisados se dirigían a los escandalosos [...] tras hacer una quebrazón de mesas y loza de las mujeres vendedoras que corrieron inmediatamente, siguió la chusma gritando por la calle Juárez, Aramberri y otras, disolviéndose luego que se presentó un piquete de Fuerza de Seguridad Pública, de Infantería y otros de la misma fuerza de Caballería, así como la policía municipal, a pie y a caballo. La policía logró hacer varias aprehensiones de individuos considerados como instigadores.55 Al día siguiente, el presidente del partido agredido, Jorge B. Warden, escribió al gobernador
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dumbre se presentó esa noche y estalló lo inevitable; sin saber quién fue el que dio el primer golpe, el mitin degeneró en una contienda pública. Acto seguido, un grupo de maderistas atacó el recientemente instalado cuartel de seguridad, y ocasionó así los primeros disparos. La inmediata concentración de grupos policíacos provocó una represión con lujo de fuerza; el reLa fundación de planteles educativos dentro de las grandes compañías asentadas en Monsultado oficial arrojó 105 arrestados, terrey demostró una vez más la complejidad de una profusa ideología proempresarial. 42 heridos y tres muertos, aunque pidiendo garantías para su agrupación y reafirmó a extraoficialmente se habló que la vez que de ninguna manera los reyistas se ame- perdieron la vida once personas.59 La investigación drentarían por los sucesos acaecidos, ya que con- posterior sobre las causas del escándalo dio como tinuarían sus sesiones en el mismo local y bajo los resultado también la consignación de dos redactores días y horarios preestablecidos.56 La garantía ofre- de El Renacimiento, uno de ellos, el cual respondía cida por el gobierno fue el establecimiento de un al nombre de Antonio de la Paz Guerra, logró su licuartel permanente de Seguridad Pública al norte bertad al respetársele el fuero como diputado.60 de la plaza Juárez.57 Los periódicos locales enconSin embargo, como lo manifestó Warden traron su mina de oro al explotar toda actividad de- al gobernador, los reyistas continuaron con su casarrollada por los reyistas; la prensa se convirtió en lendario de actividades. Sólo que ahora seriamente un catalizador del descontento. mermado, debido a que su candidato a la presidenEl periódico treviñista denominado El Re- cia optó por el exilio y la disidencia en los últimos nacimiento informó e incitó, con actitud despectiva, días de septiembre de 1911. “a injuriar el mitin a realizar por los reformistas en su local el 15 de septiembre”.58 Una gran muche- Captura del general Bernardo Reyes
La Escuela Politécnica Cuauhtémoc fue inaugurada el 1 de octubre de 1911, y era sostenida por la cervecería más importante del país.
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La Voz del Pueblo, boletín editado en Villaldama por el club Democrático Santos Degollado, resumía con suma precisión el fracaso del proyecto democrático emanado del movimiento maderista. La revolución, comenta, nos trajo nuestros derechos de ciudadanos, pero no sabemos ejercitar ese derecho, vemos a nuestros adversarios políticos como enemigos personales, cuando alcanzamos el poder ejercemos represalias, y lo que es peor todavía, no nos hemos acostumbrado a perder [...].61 Eso fue a lo que nunca se acostumbró Gerónimo Treviño, principal enemigo de Bernardo Reyes: a perder.
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A mediados de octubre, la ciudad de San Antonio se volvió un centro importante de conspiración contra el gobierno maderista. Una vez que Madero lo ratificó como jefe de la Zona Militar del noreste, y tal vez, esencialmente, motivado por una vieja rencilla, Treviño hizo vigilar por su cuenta constantemente a Reyes y a sus partidarios, tanto de uno como del otro lado del Bravo. Prueba de ello se encuentra en la intensa relación epistolar entre Treviño y Juan A. Valls, district attorney, fiscal de distrito, de la ciudad de Laredo, Texas. En uno de estos escritos, fechado el 9 de noviembre, Treviño le agradecía a Valls los informes enviados por este úl-
sidente provisional, obligándose con esta medida a restablecer el orden. El plan tuvo una profusa difusión, y aunque no logró despertar el interés de sus antiguos seguidores como lo habría tenido dos años antes, sí puso en posición comprometida a las autoridades estadounidenses. Dos días después de conocido el documento contrarrevolucionario, éstas presentaron orden de aprehensión contra Reyes y otros organizadores. Puesto en libertad bajo fianza de 5 mil dólares, fue nuevamente arrestado días después y aumentada la suma a 10 mil dólares, cifra que se pagó por sus partidarios; la libertad bajo fianza implicó un juicio posterior ante la Corte, al que debería asistir a principios de abril de 1912. Debido a una decisión repentina del gobierno federal de los Estados Unidos –de adelantar el juicio a la segunda semana de diciembre– y esperanzado de encontrar elementos suficientes de apoyo a su contrarrevolución, Bernardo Reyes decidió cruzar la frontera el 13 de diciembre acompañado por sólo cinco personas más. A pesar de eludir los centros importantes de población, el grupo subversivo se vio en la necesidad de enfrentarse a una acordada Cervecería Cuauhtémoc ofrecía un modelo alternativo a la enseñanza pública. que logró separar a Bernardo Reyes de sus acompañantes. Después de once días de fatídica aventutimo sobre las actividades reyistas. A la vez le pedía no escatimar ni esfuerzo ni dinero alguno, ya “que ra, completamente solo, sin que nadie acudiera en cualquier gasto, decía, que pudiera ser necesario su auxilio, decidió entregarse “a cualquier tropa o en el sentido de descubrir las maquinaciones de los autoridad” que encontrara en su camino (Arellano, trastornadores del orden en México en esa parte del 1985; Ulloa, 1978; y Niemeyer, 1966). El 25 de diciembre, cuando el general Gepaís, será pagado por mí”.62 Mientras tanto, el general Reyes elaboraba rónimo Treviño se disponía a entregarse al placer un plan revolucionario que se fechó el 16 de no- gastronómico del medio día en unión de su esposa y viembre en la población de Soledad de Tamaulipas. familiares, un sirviente le entregó un telegrama enEn él desconocía los poderes públicos emanados de viado desde la población de Linares. La noticia no los últimos sufragios y adquiría el carácter de pre- podía ser más halagadora; el ansiadamente buscado
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Bernardo Reyes se había visto obligado a entregarse en la madrugada de ese día, hambriento, sediento y con las ropas desgarradas, a un oscuro oficial de un pequeño destacamento de rurales de esa municipalidad.63
Las pugnas internas del maderismo. Los privilegios familiares
El sentir popular entre los partidarios del maderismo parecía favorecer a Emeterio de la Garza Jr., hijo del jurisconsulto del mismo nombre, quien había llegado a ser presidente, apoderado general y socio del general Gerónimo Treviño en varios negocios de la compañía del ferrocarril Monterrey-Tampico. Abogado de 39 años y apoderado de varias empresas regiomontanas en México, tenía tras de sí una larga experiencia política reflejada en sus cuatro reelecciones para diputado por Nuevo León ante el Congreso de la Unión, entre 1898 y 1910. Pero Gustavo A. Madero, como representante del centro, hizo a un lado su curriculm vitae.
Una vez resuelto el problema que representó el moribundo movimiento reyista, el partido de la revolución triunfante, llamado “Constitucional Progresista”, no sólo encontró obstáculos en los sufragios para determinar a la legislatura estatal, sino también a la federal. En la visita del secretario de Gobernación –Gustavo A. Madero– a Monterrey, en junio de 1912, los candidatos a diputados federales por el partido maderista quedaron plenamente confirmados por el centro. Entre ellos sobresalían Jesús H. Treviño, Jesús Aguilar González y Alfonso Madero, respectivamente, tío, primo y hermano del presidente de la república. Pero el cuarto distrito ubicado en el norte del estado Bernardo Reyes, Félix Díaz y el general Mondragón comandaron un contingente que desembocó en el bien guarnecido Palacio Nacional. Esta acción le costó la vida al general Reyes. representó un grave problema para el partido maderista; cualquiera que fuera ahí el personaje apoyado Tras una larga entrevista con su suegro, el goberpor el Constitucional Progresista, tenía que enfren- nador Viviano L. Villarreal optó por la elección de tarse a un descendiente de una de las familias más un candidato que tuviera, como los demás elegidos. activas en el terreno de la política desde mediados una relación más íntima con la familia Madero. La del siglo pasado. Éste era Nemesio García Naranjo, designación del contendiente por el cuarto distriaudaz defensor del antiguo régimen y crítico mor- to recayó en Lázaro N. Villarreal, hijo de Felícitos daz del maderismo, quien intentaba reelegirse como Villarreal, hermano este último del mandatario estadiputado federal por segunda ocasión consecutiva. tal.64 Nacido en Lampazos, al igual que Nemesio, se
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El empresariado industrial y el maderismo
Los acontecimientos del 19 y 20 de octubre de 191
El general Victoriano Huerta era el encargado de abatir la insurrección.
creyó que podría provocar una fisura en aquella rígida solidaridad hacia los Naranjo presentada por los lampacences. En el momento en que fue asignado como candidato por el partido, fungía como secretario general de Gobierno. Por su parte, y a pesar de no haber obtenido la candidatura oficial del Constitucional Progresista, Emeterio de la Garza participó en las elecciones de 1912. Mientras tanto, los naranjistas, lejos de mostrar divisiones, estructuraron una impresionante organización que llegó a ser coordinada por el ingeniero Francisco Naranjo, primo de Nemesio, quien se encontraba en ese momento como gobernador interino de Morelos. Probablemente los ataques constantes de los enemigos políticos, e incluso del mismo Francisco I. Madero, en buena medida coadyuvaron también a esta eficaz organización. El resultado del sufragio, dado a conocer en junio, fue un triunfo rotundo del trabajo realizado por los partidarios de Naranjo. Éste obtuvo casi 70 por ciento de los votos, frente a la humillante derrota caracterizada por la desorganización, los privilegios familiares y las pugnas interpartidarias del maderismo.65
Fiel a la preferencia recibida en los últimos 25 años, los empresarios industriales de Monterrey no se contagiaron del virus maderista. A principios de mayo de 1911, los representantes de los sectores industrial, financiero y comercial de Monterrey enviaron sendos telegramas de “adhesión incondicional” a Díaz.66 Sin embargo, en octubre de ese mismo año, Madero, ya con el cargo de presidente electo, volvió a visitar la ciudad que tan fríamente lo había acogido en junio de 1910. La junta que se designó para la organización de los festejos de bienvenida quedó integrada por empresarios tan sobresalientes como los Zambrano y los Ferrara; la comitiva de recepción encabezada por su tío, el gobernador Viviano L. Villarreal, lo recibió en la mañana del 19 de octubre en los patios de la estación de las Líneas Nacionales. Aunque millares de personas entorpecieron el orden preparado de antemano para la recepción, Francisco I. Madero fue trasladado inmediatamente al edificio que albergaba los Supremos Poderes del Estado. Después de pronunciar un largo discurso en el imponente palacio construido durante el gobierno del procónsul, pasó a hospedarse a la residencia de su tía Victoriana Madero, viuda de Villarreal, hermana de la esposa del gobernador y viuda de un hermano del mismo, Melchor Villarreal (Saldaña, 1945). El día siguiente fue dedicado de lleno a los magnates; a mediodía se le ofreció un banquete en la Quinta de José Calderón, uno de los principales accionistas del grupo cervecero local. La entrada quedó sumamente restringida a las altas personalidades de la “aristocracia de la ciudad”. Para culminar el festejo al lado del nuevo presidente, la casta empresarial organizó un suntuoso baile nocturno llevado a cabo en el Casino de Monterrey.
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Justamente ahí trece años antes, comenta Saragoza (1988:53), la misma élite celebraba la visita de Porfirio Díaz. De hecho, la actual recepción de Madero parecía la puesta en escena de una obra ensayada con diferente vestuario en 1898; sólo que ahora el actor principal era otro presidente. El escenario y el reparto permanecían los mismos. Ésta era sólo una muestra de la capacidad de sobrevivencia que mostraría el grupo económico local en el transcurso de la década revolucionaria que se avecinaba. Un periódico citadino no dejó pasar desapercibido lo que era demasiado obvio: Los que apoyaron el antirreeleccionismo en la época del peligro, los que fueron encarcelados junto con el Sr. Madero, los que fueron perseguidos sólo por haber sido maderistas, no figuran hoy en primera fila. Son los porfiristas de ayer los que reciben y agasajan al Sr. Madero; son los porfiristas de ayer los que se perfilan para alcaldes y munícipes.67
El programa político-educativo del maderismo El maderismo ciertamente intentó enterrar su origen revolucionario. Una franca muestra de esta afirmación fue el licenciamiento inmediato de todos aquellos grupos armados que enfrentaron al ejército federal porfirista. Asimismo, el haber dejado inalterados fuertes intereses del antiguo régimen provocó un gran descontento, el cual se manifestó a través de constantes levantamientos y críticas furibundas de la prensa escrita contra el nueva régimen. En Nuevo León, en el discurso pronunciado como programa de gobierno en la toma de protesta como gobernador por parte de Viviano L. Villarreal, el 4 de octubre de 1911, en manos del presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Leobardo Chapa, quien tuvo a su cargo el interinato a partir de la renuncia de María Mier, no presentó en su proyecto de gobierno reforma profunda alguna.68 Los puntos
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medulares de su programa se redujeron a tres débiles iniciativas. La primera consistió en la reglamentación de los derechos de las propiedades rústicas indivisas llamadas “comunidades”. Este tipo de tenencia de la tierra ocupó aproximadamente, en 1911, 70 por ciento del territorio estatal. La característica fundamental que las identificó consistía en el disfrute y uso en común de la tierra por parte de sus propietarios, siendo inherente la indivisión legal de cada propiedad particular. El conjunto de los propietarios representaba 7 por ciento de la población total, para demostrar así el alto proceso de concentración al que fue sometido el agro nuevoleonés durante el Porfiriato (Flores, 1989 y 1987). Como buen terrateniente, el gobernador maderista nunca se preocupó durante su mandato por estimular la iniciativa de ley referente al decreto de reglamentación, amén de los serios obstáculos que interpusieron los caciques a una posible y prematura reforma agraria. El segundo punto se refería a la elaboración de una ley sobre beneficencia privada, para dar una amplia cobertura y protección a las fundaciones benéficas. La existencia de dos grandes centros privados de beneficencia con gran tradición en Monterrey –Hospicio Ortigosa y Melitón Villarreal–, plantearon al Estado Liberal la necesidad de canalizar la ayuda, ya fuese individual o institucional, hacia estas fundaciones. El proyecto de ley fue aprobado por el Congreso unos meses después de la toma de protesta.69 En el tercer y último punto destacaba la “imperante necesidad” de “retocar la Ley de Instrucción Pública”, piedra angular del ideal empresarial en la conformación de “una sociedad ilustrada, sana y respetuosa del derecho ajeno y celosa de los derechos propios”.70 La preocupación por extender la educación en el estado era añeja. Las estadísticas que proporcionó el Porfiriato en 1910 demuestran esta aseveración. Nuevo León fue la entidad que contó, proporcionalmente a su población, con el menor porcentaje
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de analfabetos en el país. El tiraje de los periódicos locales solamente tenía comparación con los demás estados norteños (Flores, 1993ª y 1988). Y, por supuesto, la politización de una buena parte de la población urbana, a partir de la salida de Bernardo Reyes primero y de la revuelta maderista después, no dejó de consumir la lectura de panfletos, periódicos y manifiestos relacionados con las alternativas políticas difundidas por los diversos grupos en pos del poder. Definir en manos de quién se quedaría la impartición de la educación pasó a ser un asunto de vital importancia para el empresariado de Monterrey; la coyuntura para lanzar, por vez primera, nacionalmente el proyecto de reproducción de este
y posterior al maderismo habrá de atender en definitiva a su influencia dentro del estado en víspera de la revolución. Ciertamente hay pruebas fehacientes, durante el periodo examinado, del surgimiento de profesores que tuvieron una influencia determinante en el transcurso del periodo revolucionario. Los ejemplos más elocuentes se encuentran en el maestro rural y general Antonio I. Villarreal, y en el profesor y empresario Joel Rocha. El primero llegó a gobernar su estado natal durante la etapa más radical del constitucionalismo, y esgrimió una política educativa anticlerical y de prorreforma agraria; mientras que el segundo, aparte de perfilarse como un pequeño empresario a fines del Porfiriato en el ramo del comercio y la producción
Salomé Botello y la Junta Proveedora de Cereales.
ideal, parece ser que se presentó durante el régimen maderista. Sin embargo, el estudio del impacto que tuvo la educación privada en Nuevo León durante
de enseres domésticos, bajo la firma de “Salinas y Rocha”, fungió como maestro de la Escuela Normal del Estado, regidor del ayuntamiento (1919) y alcalde provisional de Monterrey en 1920.
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Pero la fundación de planteles educativos el programa oficial”, la instrucción, a nivel preparadentro de las grandes compañías asentadas en Mon- toria, de artes y oficios y de especialidades y agrícoterrey demostró una vez más la complejidad de una las.72 En un informe elaborado en abril de 1912 por profusa ideología proempresarial, que permeó insti- el director estatal de la institución primaria, Gaspar tuciones vitales de toda una sociedad. La reproduc- Fernández, se resaltó que a ese nivel se encontraban ción de obreros calificados y de elementos técnicos matriculados 651 alumnos, 240 niños en el turno para su especialización, o posible incorporación, en diurno y 411 adultos en el turno nocturno, con una el aparato productivo de la misma empresa, fue el asistencia media de 50 por ciento. El edificio, que tenía una extensión de 990 objetivo inicial del programa educativo dirigido a los trabajadores y a los hijos de los trabajadores. El metros cuadrados, era atendido por once empleaproyecto de crear escuelas no gubernamentales para generar los valores humanos a favor de la iniciativa privada individual, tuvo comparación sólo con el poder que la Iglesia, guardando la debida proporción, logró obtener sobre la instrucción durante el largo periodo colonial en México. Paralelamente, La política de defensa regional, propuesta por Salome Botello, tuvo una acogida masiva por los ciudadanos de la la casta empresarial ciudad. durante el periodo revolucionario continúo, con mayor razón, la dos con un promedio salarial para maestros de 0.85 tradición porfiriana de enviar a sus descendientes pesos diarios. Las instalaciones, continuó Fernána prepararse en el extranjero, particularmente a las dez, constaban de excelente amplitud, ventilación universidades estadounidenses. y alumbrado. La enseñanza, que era enteramente El ejemplo más convincente del grado de gratuita, contemplaba la dotación de los útiles de influencia que lograron dentro de la enseñanza trabajo y todos aquellos indispensables para el desaalgunos centros fomentados por el empresariado rrollo físico, “pudiendo decirse que nada faltaba de industrial fue la Escuela Politécnica Cuauhtémoc, lo necesario para impartir la enseñanza”.73 El modelo de educación que el empresariainaugurada el 1 de octubre de 1911, y sostenida por do industrial contempló de forma muy temprana –y la cervecería más importante del país.71 Este proyecto empresarial tenía contem- que lograría cristalizar a nivel profesional a partir de plado impartir, además de la “enseñanza primaria, la década de los cuarenta-, fue la formación nacioelemental y superior, para niños y adultos conforme nal de un mayor número de escuelas sostenidas por
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Entre los primeros en responder a la propuesta relacionada con el cuerpo de seguridad se encontraron los empleados y obreros de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.
particulares. La Escuela Politécnica Cuauhtémoc pretendía presentarse como el modelo alternativo a la enseñanza pública, y así se lo hizo saber el gerente Francisco G. Sada al presidente de la república en la primera oportunidad que tuvo. En octubre de 1912, Francisco G. Sada le comentó al presidente Francisco I. Madero, a la vez que le entregaba el folleto de la escuela y sus planes de estudio, la posibilidad de que buena parte de la instrucción pública pudiera ser sostenida en las demás partes del país por las empresas privadas que tuvieran capacidad para ello. Esto siempre y cuando la soga de los impuestos no sólo locales, estatales y municipales, sino federales, no “apretaran” tanto a las compañías, aligerándose así, comentó Sada, “la pesada tarea que actualmente está al cuidado de nuestro gobierno”.74 La respuesta de Madero mostró la posibilidad de llevar a cabo en otras partes del país la propuesta de Sada. La efímera relación epistolar que
establecieron tendió a intentar perfeccionar el plan de estudios de la Escuela Politécnica para su aplicabilidad en otras zonas. El 26 de octubre de 1912, el presidente de la república sugería incorporar al referido plan la instrucción militar, “pues creo conveniente, advertía, desarrollar en los jóvenes educandos el espíritu de disciplina desde sus primeros años, a efecto de que les sea útil cuando sea un hecho el servicio militar obligatorio”.75 En noviembre de 1912, Sada volvió a insistir. Fundamentó la “universal aceptación en los países sajones” de las materias impartidas en su empresa. Respecto a la propuesta del presidente, el gerente de la cervecero prefirió establecer y conservar en toda forma la institución de los Boys Scout, ese sistema, continuó, que está muy de acuerdo con el espíritu de los niños, les despierta todas sus aptitudes y está reconocido que produce el mejor material para el soldado del porvenir,
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desarrollando el amor al prójimo, la veneración a la patria y el honor, lo mismo que sus mejores sentimientos, y acostumbrando a los niños a la vida del campo, abastecerse a sí mismos y a aprovechar todas sus aptitudes físicas e intelectuales.76 La importancia de la reforma educacional proempresarial para la política social maderista de la entidad y para el empresariado industrial de Monterrey fue innegable a partir de 1911. El constitucionalismo y los regímenes inmediatos no llegaron jamás a interferir en el proceso de consolidación de esta tendencia. A lo sumo, sólo exigieron relativo apego a la estructura y contenido del programa educacional que proyectaron. Por su parte, en noviembre de 1912, el ya encallecido héroe de La Escondida renunció a la jefatura de la Zona Militar por una seria dolencia contraída en su sinuosa carrera militar. Sin embargo, no tenía una sola idea de que los acontecimientos que se presentarían en unos meses más tarde lo arrancarían contra su voluntad del retiro planeado como definitivo.
3. Los estertores del reyismo A principios de 1913, los civiles que ocuparon la mayoría de los escaños en la legislatura local habían desarrollado en cuestión de meses una línea independiente, opositora a los privilegios de un poder ejecutivo que adquirió demasiadas facultades –irónicamente– durante el mismo régimen de Bernardo Reyes. El golpe de febrero de 1913 permitió a esta generación fresca de reyistas poner en práctica un programa de emergencia tal y como lo hubiera hecho el general Reyes, pero ahora bajo un renovado gobierno civil. A la administración huertista, sinónimo de la intransigencia restauradora de la contrarrevolución,
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le tocó cobrar los favores que el procónsul concedió, en materia económica y política, al empresariado citadino. La simbiosis del poder público y el poder económico durante el huertismo fue sólo una exacerbada tendencia de la política reyista de antaño. La sólida oligarquía regia y la administración local formaron un frente común contra la revolución constitucionalista venida de afuera. Aunque los años de paz y progreso porfirista habían aliviado los rigores de otros tiempos, la defensa de una vida dedicada al despegue económico, comercial y financiero de toda la estructura productiva capitalista, sin comparación en cualquiera otra región del país, se había vuelto indispensable. La situación hegemónica del empresariado dentro de la sociedad regiomontana, que facilitó en ocasiones la ostentación y el lujo, era una cosa que debía defenderse por sí misma, situación que podía desaparecer en cuanto el aparato gubernamental huertista, como máxima autoridad política y represiva, se desvaneciera. El imperativo de la defensa de un espacio vital como lo era Monterrey –lugar donde se concentraban las fábricas y las ins-tituciones comerciales y financieras representantes todas de un capitalismo en plena efervescencia– fue de hecho salvaguardar como clase hegemónica su propia sobrevivencia. El ocaso de Gerónimo Treviño
La decena trágica Al final de 1912 y principios de 1913, la camarilla maderista en la ciudad de México se había convertido en un mare magnum de intrigas, mentiras, miedo y descontento, en donde sobresalió la figura siniestra del embajador norteamericano Henry Lane Wilson. El complot, como era de esperarse, estalló la madrugada del domingo 9 de febrero de 1913. Sus artífices:
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personajes muy estrechamente ligados de una u otra forma al antiguo régimen, los cuales, más que caudillos de grandes alcances con capacidad de crear importantes movimientos sociales o militares, eran importantes focos catalizadores del antimaderismo. Ese mismo día, los acontecimientos desarrollados en la Ciudad de México estremecieron a los grupos reyistas diseminados en el país, particularmente a los de la capital nuevoleonesa. La rebelión, tal y como fue planeada, otorgó la libertad a los cabecillas Bernardo Reyes y Félix Díaz, sobrino del anciano exdictador, quienes, junto con el general Mondragón, comandaron un grueso contingente que desembocó en el bien guarnecido Palacio Nacional. Al detenerse la columna insurrecta, el benemérito general Bernardo Reyes “se alzó sobre los estribos picando espuelas y avanzó a galope”, seguido solamente por seis voluntarios y su hijo Rodolfo Reyes; el desenlace fue fatal. Las fuerzas federales que resguardaban el Palacio Nacional abrieron fuego ante la embestida de este grupo de locos. Alcanzado por la descarga mortal, Bernardo Reyes cayó muerto de inmediato ante los ojos de su propio hijo, quien huyó ileso entre muertos y heridos. Los rebeldes restantes se replegaron y se fortalecieron por espacio de diez días en el viejo bastión denominado la Ciudadela, en donde urdieron las intrigas y entablaron un acuerdo de golpe de Estado con el general Victoriano Huerta, encargado de abatir la insurrección (Arellano, 1985; Niemeyer, 1966 y Reyes, 1951). Mientras tanto, en Monterrey, el 17 de febrero, el alcalde Nicéforo Zambrano se reunía con el cabildo para dar un extenso informe sobre los “problemas políticos” acaecidos en la ciudad de México. Acordó de antemano con el gobernador la creación de una policía secreta de quince hombres y una policía municipal de sesenta hombres más, al mando del exalcalde maderista Alfredo Pérez. Ratificada la decisión por el ayuntamiento, se propuso
formar una comisión que fuera a recaudar fondos “espontáneos” de la banca, industria y comercio de la ciudad.77 En México, los sucesos tomaron su propio cauce. El 18, el presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente Pino Suárez fueron arrestados por las fuerzas del general Blanquet, al día siguiente, mientras Gustavo A. Madero era torturado y asesinado despiadadamente, los arrestados firmaron su renuncia y a la vez su sentencia de muerte, ejecutada cuatro días después, a los respectivos cargos que ocupaban. En el momento en que el gobernador Viviano L. Villarreal recibía el telegrama del nuevo presidente provisional Victoriano Huerta, el alcalde Nicéforo Zambrano pedía al cabildo “libertad para obrar según su criterio en lo económico y en lo ejecutivo”, centralizado así el poder de mando.78 Todo era confusión; los informes enviados desde México no eran del todo exactos, pero el presagio del golpe militar ya no era una situación latente, sino totalmente manifiesta. Dos días antes de ser asesinado su sobrino en México, el gobernador Viviano L. Villarreal decidió renunciar a su cargo para dejar sin alternativa al congreso en la elección de un personaje que impusiera orden y no provocara un distanciamiento inmediato con el gobierno central. Después de horas de intensa discusión, el congreso dictaminó por unanimidad el regreso del general Gerónimo Treviño a la gubernaturs.79
Gerónimo Treviño, gobernador por un mes Si bien en un principio el maderismo no había prendido de una manera violenta entre los regiomontanos, abrió una rendija donde nuevos personajes públicos se asomaron por primera vez al panorama político. La muerte de Madero caló profundamente en aquellas instancias donde se congregaron los más firmes seguidores del caudillo de la Revolución. Tal fue el caso del ayuntamiento de Monterrey, esta institución que mostró desde un inicio
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sus divergencias políticas con respecto al gobierno golpista, renunció masivamente en marzo.80 Entre los regidores renun-ciantes destacaron Benjamín Madero, medio hermano del expresidentes, y Joel Rocha, próspero comerciante liberal.81 El peligro que representó el ayuntamiento fue resuelto rápidamente por el ejército federal, al apresar y enviar a México a sus principales líderes. Entre otros se encontraban el alcalde Nicéforo Zambrano, el jefe de la policía secreta y municipal, Alfredo Pérez, y el regidor Jerónimo Siller (Cantú, 1948). Los arrestados fueron puestos en libertad unas semanas después en la Ciudad de México, gracias a la intervención de Rodolfo Reyes y del general Gerónimo Treviño. Posteriormente ambos se unirían al movimiento carrancista. A mediados de mayo, Siller fue presentado a Carranza, cuando éste se encontraba en Piedras Negras, “como un hábil mecánico” que podría ayudar La compañía Fundidora Fierro y Acero experimentó una abrupta caída de sus ventas. a la causa en “el trabajo de fundición de cañones”.82 caracterizarse por bandas de reducido número para Al mismo tiempo, la revolución contra el convertirse, a partir de marzo, en gavillas conforgobierno del general Victoriano Huerta empezamadas, en algunas ocasiones, por más de 200 inba a propagarse. A la misma hora en que Viviano dividuos. No hubo plaza fuera de los municipios L. Villarreal hacía entrega del poder al héroe de la concentrados alrededor de Monterrey que no fuera “Escondida” –ante el congreso en pleno–, el capiobjeto del amague de los sublevados.83 tán Pedro Hernández, quien cumplía más de cuatro Hacía ya tiempo que el nuevo gobernador meses en constante campaña de pacificación en el había dejado atrás el fuste y el olor a pólvora; a sus sur del estado, informaba acerca de la situación resetenta años, y vestido de levita, no representaba el volucionaria que se complicaba cada día más. coraje y el espíritu aventurero que lo caracterizaron El desconocimiento del gobierno central durante la asonada tuxtepecana. Gerónimo Trepor parte del gobernador de Coahuila, Venustiano viño, como divisionario al viejo estilo, otrora goCarranza, y su consiguiente evacuación de Saltibernante que sin más tardanza aplacaba cualquier llo, dificultó el panorama. La guerrilla rural local se levantamiento, no tardó en reconocer que desde el alimentó del estado vecino y rápidamente dejó de sillón gubernamental se volvía solamente un sím-
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bolo, y no el eficiente mandatario de la unidad regional amenazada. La falta de liderazgo político en Nuevo León –ahí el por qué del regreso de Treviño– fue sólo un resultado del dominio absoluto e indiscutible por más de veinte años del general Bernardo Reyes en el estado. La represión a toda iniciativa individual, no digamos grupal, que se opusiera al procónsul, creó un grave vacío de liderazgo político a partir de su abandono de la silla gubernamental. El regreso de los viejos políticos locales a la gubernatura, como José María Mier (1909-1911), Viviano L. Villarreal (1911-1913) y Gerónimo Treviño, fue una muestra palpable de esto. La gerontocracia no parecía haber abandonado el panorama político en Nuevo León. Existía otro problema que no era fácil de deglutir por parte de Treviño: el ejército federal asignado en Monterrey se había adueñado de la capital y maniobraba bajo órdenes directas del centro. Su comandante, el general Emiliano Lojero, quien sustituyó al general María Mier a principios de año, no tenía la más mínima intención de subordinarse a Treviño. Huerta conocía el prestigio que gozaba el cacique en su tierra, por lo que una vez reconocido su gobierno por el congreso local no quedaba más que tenerlo estrechamente vigilado como lo hubiera vuelto a hacer su exprotector Bernardo Reyes. Gerónimo Treviño, acostumbrado a la lealtad incondicional militar, no pudo soportar la desconfianza de Lojero. El 19 de marzo, sin mayor explicación, presentó su renuncia a la cámara legislativa.84 Los diputados volvieron a congregarse en su recinto, mientras las tropas federales aguardaron por la resolución, impacientes, en las escalinatas exteriores.85
Imposición de un joven mandatario La petición de renuncia tomó por sorpresa tanto a los representantes públicos como a la población
en general; la falta de un personaje del calibre de Treviño que lo sucediera en momentos tan críticos hizo que el cuerpo colegial no aceptara la pretendida separación del cargo. Para ello tardaron seis días en recodos legales que justificasen ante el centro la necesidad de no tomar una decisión precipitada. Esa evidente fisura, o agotamiento, en la estructura del poder político regional fue aprovechada por el gobierno federal. El asunto fue manejado por Rodolfo Reyes –hijo de Bernardo y conocedor de la problemática–, miembro del gabinete golpista. Mientras el congreso local se veía imposibilitado, por sí mismo, de tomar una decisión, Rodolfo Reyes recomendó a Huerta lo sano que sería para el régimen mantener a Treviño lo más alejado posible de la gubernatura, imponiendo en su defecto a una persona conocida y leal, pero esencialmente manipulable. Sin embargo, este individuo no se podría hallar entre los militares, pues en esta zona tan apartada del poder central se corría el riesgo de formar, a la larga, otro cacicazgo como el que se combatía. No, la solución era su contrapartida, un civil, supeditado al ejército de la federación, cuyos jefes se someterían a un sistema de rotación que evitara el arraigo y la insubordinación militar. Rodolfo Reyes sacó la carta debajo de su manga y se la presentó a Huerta (Cantú, 1948). La elección recayó en un joven abogado masón de 36 años de edad. Excompañero de estudios de Rodolfo en México y fiel partidario de don Bernardo, lo cual le costó el arresto y encarcelamiento en la prisión de Belén en 1902, reflejaba a la vez experiencia política al haber sido elegido como diputado local en la última legislatura porfirista. El 26 de marzo, el general Lojero se presentó con un piquete de soldados frente al recinto del congreso. En forma parca, pidió al presidente del mismo, Generoso Garza, aceptar irrevocablemente la renuncia de Gerónimo Treviño “para estar en concordancia con el señor presidente de la república”, y emitir el nombramiento a favor del licenciado Salomé Botello. No sin antes aclarar que a la hora
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del escrutinio él estaría presente para que todo aquel diputado que no votara a favor de Botello fuese conducido de Inmediato a México a fin de explicarle a Huerta, “personalmente, los motivos que tuviera para ello” (Cantú, 1948: 49). Al día siguiente, llevado por el voto unánime del congreso, Botello tomó las riendas del estado. Esa misma tarde convocó a los representantes de la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey a una reunión a puerta cerrada en su despacho (Mendirichaga, 1983). Salomé Botello era un firme representante del grupo de empresarios (aunque no de los magnates), además, había participado como articulista en el periódico La Protesta durante el ministerio de Reyes en México; una vez gobernador, no encontró la más mínima oposición por parte de la legislatura. El linaje de los Botello era uno de los de mayor arraigo y respeto en Nuevo León; sus ancestros eran reconocidos como los fundadores de varios poblados norteños a fines del siglo XVII. En cuanto al general Treviño, el gobierno militar le encontró una salida honrosa; el 28 de marzo fue conducido a la ciudad de México y condecorado por sus “servicios a la patria” por el presidente Victoriano Huerta (Cantú, 1948). Con este hecho, el héroe de la Reforma y de la Intervención aceptó en definitiva su eliminación del mapa político y dio paso a las nuevas generaciones deseosas de poder. La experiencia empresarial en la administración de los recursos: La Cámara Nacional de Comercio de Monterrey
La política huertista de pacificación Salomé Botello era una persona de baja estatura, delgado de complexión y escaso de cabello, pero su mirada penetrante y la contundencia de sus argumentos lo llevaron a tomar resoluciones prácticas
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planteadas a quienes tenían la capacidad de resolverlas; y quiénes mejor que los amos de la economía de Monterrey. El problema atañía a todos: la Revolución acorralaba a la capital y el gobierno no tenía los recursos para la creación y sostenimiento de una fuerza de seguridad para la defensa de la ciudad. En esta primera reunión como nuevo gobernante, Salomé Botello exigió a la Cámara de Comercio que nombrara una comisión con el fin de determinar la mejor forma de arbitrar los fondos (Mendirichaga, 1983). Al día siguiente, la directiva de la Cámara llegó a la conclusión de optar por hacer extensiva la obligación de que todo habitante citadino debía cooperar en forma líquida para la defensa. El mecanismo propuesto por la Cámara respondía a la creación de una contribución especial sobre todas las cargas impositivas ya existentes. Botello descartó de inmediato la propuesta, negándose a imponer un nuevo aumento a los impuestos. Como todo buen norteño, ya no le dio más vueltas al asunto. Él estaba seguro de que la creación de la expresada fuerza de seguridad beneficiaría más que a nadie, a los negocios citadinos, por lo que les exigió una vez más la cooperación voluntaria para hacer ese desembolso extraordinario, comprometiéndose el Estado a cooperar con los fondos necesarios para el equipamiento militar de la misma (Mendirichaga, 1983). Para incentivar el donativo propuesto a todos los comerciantes y empresarios, el nuevo mandatario solicitó al gobierno central, el 5 de abril, la exención de contribución federal de los donativos particulares para gastos de pacificación.86 Esta política de defensa regional ante el embate del exterior tuvo una acogida masiva; paralela a la cooperación empresa-rial, los obreros y profesionistas citadinos apoyaron, de distintas maneras –manifestaciones y discursos públicos, donativos en metálico, entre otros– al régimen golpista.
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1) Una comisión de esta Cámara se acercará a los comerciantes, industriales, profesionistas y propietarios para que aporten un donativo especial, una cuota equivalente al valor de un año de las contribuciones que actualmente se paguen en el Estado, para formar un fondo que se destinará al sostenimiento de las fuerzas auxiliares que dependen directamente de ese gobierno, en la defensa de la ciudad de Monterrey. 2) El monto se cubrirá en el término de tres meses recaudándose en las oficinas del gobierno, dando mensualidades de una tercera parte del monto total. 3) Se extenderían las gestiones a aquéllos que El Banco Mercantil tuvo que cerrar temporalmente sus oficinas en diciembre de 1913. no formen parte de ella. 4) El local de la Cámara Entre los primeros en responder a la prose abrirá para registrar ideas y donaciones puesta del gobernador se encontraron los empleapara darlos a conocer al Gobierno del Estados y obreros de la compañía Fundidora de Fierro do.89 y Acero de Monterrey, quienes recaudaron una imDe aquí en adelante la burocracia estatal y portante cantidad voluntaria “para el sostenimien- municipal huertista acopló su maquinaria con la red to de un cuerpo de seguridad que resguardara la del poder económico. La Cámara entregaría, diez ciudad”.87 El 12 de abril, la Secretaría de Hacienda le días después, la primera lista de donaciones, de un comunicó a Botello que las cantidades recolectadas total de siete listas, donde se detallaron los datos para ese fin no causarían contribución federal;88 seis particulares del contribuyente y la cantidad mensual días después, la Cámara de Comercio especificó los voluntaria asignada por el término de tres meses. mecanismos a través de los cuales el gobierno y los La lista inicial arrancó con 162 donantes, industriales recolectarían y canalizarían los recursos entre ellos todas las instituciones bancarias, con un para la defensa: monto total de más de 43 mil pesos;90 la eficiencia de
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la oficina de recaudación se dejó entrever en diciembre del mismo año cuando informó al gobernador haber recolectado, para el sostenimiento de 250 plazas, 97 por ciento de la suma inicial propuesta el 20 de junio, fecha en que se entregó la última lista, equivalente a 76 mil 444 pesos 84 centavos.91
La “Junta Proveedora de Cereales” La búsqueda de recursos para la defensa de la ciudad era solamente un pequeño engranaje del complicado aparato creado a instancias de Botello. A principios de junio, Monterrey empezó a sentir con mayor gravedad las consecuencias de la Revolución: se deterioraban en forma progresiva los medios de comunicación hacia el exterior; la restricción del mercado para sus productos industriales; esencialmente había escasez de los artículos de primera necesidad. El día 12, el alcalde Gregorio D. Martínez y los industriales Vicente y Miguel Ferrera, Adolfo Zambrano, José L. Garza –este último gerente del Banco Mercantil de Monterrey– y tres connotados empresarios más, se reunieron de nueva cuenta en el despacho del gobernador. La discusión giró sobre el delicado problema de la carestía. Si nos atenemos a las palabras de Botello, los asistentes fueron llamados debido a “su pericia financiera y comercial, así como de su representación social para que no hubiera mal entendido sobre una posible especulación”.92 El resultado de la entrevista fue la creación de una “Junta Proveedora de Cereales” presidida por el gerente de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Vicente Ferrara. Éste manifestó que, sin pérdida de tiempo, se pondrían en “ejecución los proyectos de la Junta, pidiendo al
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extranjero por la vía más rápida aquellos artículos como maíz, frijol y harina”.93 El 8 de julio, la Junta mostró su capacidad de autofinanciamiento cuando el tesorero de la misma, José L. Garza, abrió una cuenta de crédito en el Banco Mercantil de Monterrey por la cantidad de 50 mil pesos para los fines de la comisión.94 El crédito fue garantizado moralmente por las personas que formaban parte de ella, quedando en calidad de garantía todas las mercancías que llegaran a “comprarse con los fondos procedentes del crédito arriba citado”.95 El movimiento se haría por medio de cheques autorizados por el tesorero o en su defecto por el presidente. Paralelamente, el gobierno estatal pidió a la Secretaría de Hacienda la eliminación de todo im-
Tropas del ejército carrancista en la ciudad de Monterrey.
puesto de importación e impuesto del timbre por las ventas que se llevarían a cabo al menudeo. Para ello, el telegrama enviado a México recreó un cuadro por demás crítico: La paralización de las industrias y demás negociaciones ha dejado a mucha gente sin trabajo y su situación es precaria. Con seguridad, las cosechas en el Estado, en el corriente año, serán por demás exiguas. La carestía de artículos de primera necesidad se
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deja sentir y va en escala creciente. La interrupción de las comunicaciones por lapsos considerables de tiempo ha dado ocasión a que especuladores sin conciencia eleven inmoderadamente los precios de dichos artículos, creando así una situación bien angustiosa para la clase trabajadora [...] este Gobierno cree de su deber para asegurar la tranquilidad pública del Estado, tomar algunas resoluciones encaminadas a evitar los prejuicios inminentes que semejante situación pudiera acarrear; y a este efecto se ha constituido una Junta compuesta de personas de reconocida honorabilidad y representación financiera [...] para que se encarguen de adquirir los artículos de primera necesidad, principalmente maíz, frijol y harina, para revenderlos únicamente al menudeo sin propósitos de especulación, es decir, a precios de costo o a un precio más bajo si las circunstancias lo exigen; en el concepto de que el Gobierno cubrirá la diferencia de valores.96 Aun cuando la Secretaría de Hacienda no aceptó liberar de impuestos a los artículos mencionados, la importación se realizó en pequeña escala debido a la reanudación de las comunicaciones y, por consiguiente, al acceso a las zonas productoras de cereales.97 Obreros, algodón y estado castrense
Contra lo que se podría pensar, no hubo una preocupación tan marcada por las condiciones del obrero industrial en Monterrey, en regímenes anteriores, como la que presentó el huertismo. Los cuestionarios enviados –para su vaciado– por la Secretaría de Fomento y el Departamento de Trabajo sobre las huelgas, sus causas, sus consecuencias y sus demandas inundaron la entidad. Con base en esta información se puede afirmar que fue en el
ramo textil donde se mostró más inconformidad por parte de los trabajadores. Al final del maderismo, los empresarios comenzaron a incumplir el reglamento y los ope-rarios del algodón vieron cómo se deterioraban sus prerrogativas. En enero de 1913, el obrero Francisco Alejo, de la fábrica La Industrial, se quejó, en representación de sus compañeros, ante el Departamento del Trabajo por el pago de rentas sobre las habitaciones de los obreros. Francisco Alejo afirmaba que esto “nunca se había hecho en esta región”, ya que siempre “gozamos de casas gratuitas mientras prestamos nuestros servicios en las fábricas”.98 Éste no era el caso de la queja que se presentó en la fábrica El Porvenir, la cual se caracterizó por facilitar el acceso a sus oficinas a un comerciante que semanalmente les hacía a los obreros “fuertes descuentos en sus rayas” en el momento mismo en que recibían su jornal.99 Las quejas parecen ir delimitando los problemas más comunes: los empresarios son acusados constantemente de precipitar a los obreros a la huelga debido a la rebaja de pagos, al cobro de rentas, a la falta de servicio médico, escuelas y explotación de niños menores de catorce años. Las respuestas del Departamento durante el mandato de Madero, con respecto a mandar un inspector, siempre fueron evasivas. Este último se concretó a exigir a los quejosos que siguieran en su trabajo y fundamentaran más sus escritos “sobre sus dificultades”.100 Las dificultades disminuyeron en la medida que el Departamento demostró más interés durante el Estado castrense. Las estadísticas elaboradas por el gobierno militar fueron más detalladas en los aspectos del medio donde se desarrollaban las labores del obrero. A mediados del 1913, los trabajadores textiles tuvieron la oportunidad de dialogar ampliamente con el visitador del Departamento en México, quien realizó un informe minucioso sobre las condiciones de trabajo existentes en las cuatro fábricas textiles instaladas en Nuevo León.101
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Promulgación de la Constitución de 1917 por Venustiano Carranza.
Ante la manifestación de apoyo del gobierno federal a las quejas presentadas, los empresarios tuvieron que ceder y apegarse al reglamento vigente, aprobado en la última Convención Nacional Textil. En julio, el visitador Jesús Heredia encontró
un compromiso visible de todas las compañías en el seguimiento del reglamento. La excepción correspondió a la fábrica La Fama; ésta mostró unas condiciones higiénicas pésimas reflejadas en la falta de ventilación e iluminación en sus instalaciones102 (ver cuadros 1 y 2).
Cuadro 1. Producción, venta, jornal y condiciones técnicas de las compañías textiles en Nuevo León, enerojunio de 1913. Concepto Kilos de algodón consumidos Número de tejidos o piezas estampadas producidas Total de ventas (pesos) Núm. de usos modernos Núm. de telares Núm. de operarios Hrs. de trabajo diarias Jornal promedio por semana
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La Fama 90,860 26,658 3,010 117 130 10 7.25
Nombre de la compañía EL Porvenir La Leona 203,814 68,525 61,005 28,340 133,871.36 3,296 120 150 10 7.50
10,420 409 550 10 8.00
La Industria 60,778 12,963 42,755.45 3,168 22 150 10 7.00
Monterrey: origen y destino
Cuadro 2. Condiciones de trabajo de las compañías textiles en Nuevo León, enero-junio de 1913.
José Soto como presidente de la “Unión Fraternal de Obreros” de la fábrica La Fama, ubicada a unos kilómetros de MonNombre de la compañía Concepto terrey, comunicaba al La Fama La Industria La Leona EL Porvenir Departamento la desRige Reglamento si si si si de la Converción organización y el amedrentamiento de que era Condiciones Pésima, falta de ventiAceptable Aceptable Aceptable Higienicas lación e iluminación objeto el sindicato.103 En diciembre de Servicio Médico por Médico y medicinas Médico y Médico y me- Médico y meparte de la comen caso de accidente, dicinas... medicinas... dicinas... 1913, un ejército federal pañía pagándole al obrero ½ sueldo ávido de sangre nueva había irrumpido en la Habitaciones a La compañía proporPago por Gratuitas por Pago de habitobreros ciona una habitación ación de 0.50 habitación de semana mencionada fábrica, con dos piezas y pesos por 0.50 pesos donde arrestó a quince un patio a un costo semana por semana, de 0.50 pesos por exceptuando obreros. La respuesta semana obreros del Departamento de La fábrica sostiene una Trabajo a la queja de los Educación escuela para hijos de ----------------------obreros trabajadores significó un giro de 180 grados con respecto a meses La órbita de acción del Departamento de anteriores. El telegrama remitido desde México se Trabajo se constriñó a fines de año para dar priolimitó a aclarar que el asunto dependía de las “autoridad a los asuntos militares. En febrero de 1914, ridades militares”, ya que “dadas las circunstancias
La penitenciaría de Monterrey.
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anormales de esta región, aconsejó, sería prudente suspendieran sus trabajos sociales y al recobrarse la tranquilidad pública reanudarlos”.104 En mayo de 1913, la reducción, por órdenes del centro, de la planta de empleados y trabajadores, e incluso del superintendente, en la división ferrocarrilera de Monterrey, provocó la suspensión completa del tráfico de fletes.105 Tal acción tuvo como consecuencia inmediata la paralización de negociaciones industriales y la desocupación de miles de operarios que dependían del abastecimiento y envió de los productos a través del “caballo de hierro”. La revocación de tan discutida orden se gestionó y agilizó tanto por medio del gobierno estatal como de la Cámara de Comercio;106 éste fue solamente un primer aviso de lo que se avecinaba. El proceso revolucionario tuvo su impacto negativo sobre la industria y economía regiomontana, aun cuando la ciudad permaneciera, por el momento, al margen de la lucha armada. Pronto las industrias locales empezaron a sentir el corte de sus líneas de abastecimiento en el mercado nacional, proponiéndose fortalecer los canales de abaste-cimiento que las conectaba hacia la frontera norte. La “Junta Proveedora de Cereales” ya había aprovechado ese conducto. Las quejas patronales fueron numerosas, tres de las compañías de hilados y tejidos, en una declaración conjunta en julio de 1913, se quejaron de encontrarse paralizadas por la falta de algodón mexicano, para lo cual requerían la autorización e compra de algodón estadounidense. De no ser así, amenazaban con cerrar las fábricas.107 La Compañía Fundidora de Fierro y Acero experimentó, en 1913, la abrupta caída de sus ventas a un poco más de dos millones de pesos, comparada a los casi seis millones que recabó por el mismo concepto el año anterior.108 En este último año, su producción se empezó a reorientar hacia el mercado internacional –principalmente a Estados Unidos y Cuba–, llegando a absorber, en 1918, el consumo de 80 por ciento de sus productos.109 Pero el colapso económico empezaría a mostrar verdaderamente
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sus crudos síntomas a partir de la irrupción de los carrancistas en las goteras de la ciudad a fines del mes de octubre.
La revolución llega de afuera A fines de abril, el alcalde del municipio sureño de Galeana, Aurelio Torres, le comunicó al gobernador Botello su preocupación por la crítica situación por la que atravesaba la municipalidad: Las fincas de campo de más importancia y algunas de menos, han sido abandonadas por sus dueños y hasta por sus administradores, y la gente que habitualmente ocupan en sus trabajos, que suma en conjunto quizá más de un millar de hombres, se halla ociosa, ofreciendo un fácil y grande contingente al carrancismo [...] y sí a esto no se le halla pronto una solución, tendremos desolado todo cuando en esta parte del estado significa cultura, civilización y progreso.110 El alcalde Torres interpretaba muy bien, en estas tres últimas palabras, lo que había significado el porfirismo y los regímenes posteriores para sus beneficiarios. Mas no para aquellos desheredados del poder que aceleraron el crecimiento del embrión que posteriormente se transformaría en la división rebelde del noreste. Desde el momento en que Botello realizó la toma de protesta como nuevo mandatario, el control del centro administrativo militar e industrial que era Monterrey, sobre el territorio estatal, inconexo e incendiado por la crisis revolucionaria, no pasó a ser más que un mero formulismo. Además, el empresariado citadino no se preocupó en lo más mínimo por invertir en la infraestructura de defensa fuera del límite urbano, creando en Monterrey, en contrapartida, un complicado sistema de obras de fortificación. En los cuatro puntos cardinales de la ciudad se erigieron block house –torretas cilíndricas de madera– de diez metros de altura por siete de diámetro, circundadas
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por un foso y alambrado exterior de cincuenta metros de extensión.111 La defensa fue reforzada por las baterías federales fijas, ubicadas en puntos elevados como el Cerro del Obispado, y por zonas minadas en puntos estratégicos de la capital.112 Para mediados de octubre, “el espectro monstruoso de la Revolución” se presentó a las puertas de la ciudad tras haber arrasado materialmente todas las avanzadas federales al norte del estado.113 La situación era demasiado comprometida para el gobierno huertista, el rebelde carrancista Pablo González había tomado la fábrica de Cementos Hidalgo y le exigía la entrega de 10 mil pesos “so pena de prender el edificio”.114 Al poco tiempo, las “chusmas revolucionarias de Jesús Carranza” entraron en contacto con González Garza tras haber perdido la plaza de ciudad Porfirio Díaz –hoy Piedras Negras- a manos del general huertista Joaquín Mass;115 de ahí en adelante los acontecimientos se precipitarían. El 21 de octubre se reunieron urgentemente en el Palacio de Gobierno, para ultimar los detalles de la defensa, la Cámara de Comercio, el general en jefe de la plaza, Adolfo Iberri, quien contaba con sólo 600 hombres, y el gobernador Botello.116 Los acuerdos fueron fructíferos; los empresarios con
plantas de energía eléctrica propias e independientes de la fuerza motriz que alimentaba la ciudad, se comprometieron a ponerlas a disposición de las autoridades militares a fin de hacer estallar las minas que rodeaban Monterrey.117 Asimismo, se telegrafió una vez más al centro de México para pedir auxilio militar a la Secretaría de Guerra (Cantú, 1948). La respuesta no fue esperanzadora, los refuerzos tardarían algunos días en llegar. Por su parte, la población regiomontana se organizó espontáneamente y se incorporó al dispositivo de seguridad implementado por el aparato público. Un ejemplo de ello fue la formación del “Cuerpo Cívico de la Defensa Social”, compuesto por 135 individuos de la clase media.118 Los revolucionarios, con una fuerza de cuatro mil hombres, visualizaron la fortaleza artillada el mediodía del 22 de octubre; en la madrugada del día siguiente “la piqueta demoledora de la bárbara irrupción” inició por el lado norte.119 Después de un nutrido tiroteo cayeron en manos revolucionarias las instalaciones de la Cervecería Cuauhtémoc, replegando las tropas federales, al finalizar el día, a sólo 600 metros al norte del Palacio de Gobierno. Esta compañía fue defendida por una guardia privada que se sostuvo con base en 100 carabinas, parque y diez ametralladoras; una vez “tomada” la cervecería, los revolucionarios adquirieron como botín esos pertrechos de guerra, dinero, caballos, mulas, carruajes, transportadoras, entre otros, bajo amenaza de incendio.120 Ante el embate revolucionario, las autoridades huertistas tomaron una decisión esa La ciudad de Monterrey en 1913.
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misma noche: si los refuerzos no llegaban en la tarde del segundo día de resistencia, la plaza tendría que ser entregada a las “hordas carrancistas” (Cantú, 1948). El 24, el combate recrudeció “y la aristocracia, desde sus fincas“, disparó al invasor (Cantú, 1948). A las diecisiete horas, los esfuerzos federales, en cantidad de cuatro mil soldados, penetraron por el poniente de la ciudad para encontrar al gobernador Botello y a parte de la burocracia estatal sobre sus corceles a punto de retirada. Ante la inesperada llegada de los militares, los carrancistas huyeron en desbandada y sin orden hacia la vía de Matamoros, desistiendo momentáneamente de su objetivo (Cantú, 1948). Una vez a salvo del saqueo, el gobierno estatal reorganizó sus dependencias públicas y colaboró casi incondicionalmente, al igual que un buen sector de los sacerdotes católicos, con las autoridades militares.121 Durante el frustrado ataque, parte de la población apoyó arduamente a los su-blevados, provocando así que las represalias estu-vieran a la orden del día. Como demostración de escarmiento, el ejército federal capturó docenas de presuntos simpatizantes carrancistas llevándolos al paredón, o bien ahorcándolos en los postes telegráficos.122 El fin de una “era de cultura, civilización y progreso”
El colapso financiero de la política huertista A partir del fallido intento de toma de la ciudad por los rebeldes, la administración pública dependió cada vez más del ejército federal como de las tropas de Seguridad Pública. Los recursos absorbidos por ambos iban en marcado ascenso; al finalizar el año, las vetas a las que recurrió el gobierno estatal se encontraban exhaustas. Así lo demostró el general en jefe de la División del Bravo cuando, en diciembre de 1913, pidió al gobierno estatal la ayuda de 60 mil
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pesos argumentando que la situación porque atraviesa la División de mi mando con relación a sus labores, ha llegado a un extremo, en que, agotados los recursos de préstamos de comercio, bancos y particulares, las tropas tienen cuatro días de no ser socorridas.123 La sustentación de hombres para el ejército federal por medio de la leva se volvía un arma de dos filos en el momento en que las perspectivas de pago por sus servicios se debilitaban, creándose así el ambiente para una posible sublevación. El gobernador Salomé Botello lo sabía, y sin recabar la autorización del congreso giró, sin pérdida de tiempo, las “instrucciones necesarias para que la Tesorería del Estado” otorgara sin dilación el referido préstamo.124 En enero de 1914, la Cámara de Comercio otorgó una nueva y última donación “para aliviar un tanto las circunstancias de los heridos habidos en los combates de esos días de octubre de 1913”.125 El paso siguiente fue la modificación de la ley; en febrero, el Congreso aprobó una reforma tardía a la ley de ingresos en el estado, para decretar así “un impuesto adicional extraordinario de pacificación de 20 por ciento sobre todas las contribuciones del estado y municipales.”126 También se gravaron por primera vez todos aquellos movimientos relacionados con “las herencias, legados, donaciones e indemnizaciones por seguros de vida”, restableciéndose, al mismo tiempo, impuestos suprimidos por anteriores regímenes.127 Pero la modificación legislativa fue sólo un acontecimiento aislado, sin apego a la realidad. De hecho, el mecanismo hacendario estatal quedó desintegrado desde el inicio de la administración huertista: Pudiendo decirse, sin exageración, corroboró Botello posteriormente, que durante mi gestión administrativa, a excepción del escasísimo contingente de los municipios inmediatos a la ciudad de Monterrey, y de algunos otros conectados por las vías generales de comunicación, que aun cuando es-
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que terminaron por cerrar.131 Entre ellos destacó la compañía minera ASARCO, a la cual se le agotaron también “completamente sus existencias de combustible y minerales”.132 La crisis económica revistió todas las facetas; la inundación de diversos “bilimbiques” complicó las transacciones La Cervecería Cuauhtémoc fue ocupada el 2 de mayo de 1914 por militares. Fotografia: Eugenio Espino-Barros/ comerciales, espeColección FEMSA. cialmente las destinadas al mayoreo. tuvieron mejor protegidos, nunca lo estuvieEl 27 de febrero la Cámara de Comercio presionó a ron permanentemente [...] los ingresos del la jefatura de hacienda para que se le canjearan “los estado estuvieron de hecho limitados a los valores puestos en circulación regional por papel de de la recaudación de la ciudad de Monte128 circulación forzosa en todo el país”, ya que el correy. Sin embargo, las medidas fiscales ayudaron mercio tropezaba en la adquisición de mercancías a acrecentar la incertidumbre y el descontento ya en otros mercados, donde la moneda regional pagaexistente en la población. El pánico alimentado des- ba grandes descuentos por el cambio, aumentando de octubre hizo que la clientela del sector financiero, “considerablemente los costos ya tan elevados de concentrado en el empresariado urbano, se abalan- por sí en los artículos de primera necesidad” (Menzara sobre las sucursales bancarias. En diciembre dirichaga, 1983: 60). En marzo, el alcalde regiomontano se comde 1913, el Banco Mercantil de Monterrey clausuró “temporalmente” sus oficinas fundamentándose en prometía a aliviar en parte esta situación, al facilila demanda de “fondos en grado excepcional”, que- tar el depósito en cualquier oficina pública de “la dando éstos muy limitados “sin que podamos traer- cantidad de vales del gobierno” que tuvieran “en su los de fuera, comentaba el gerente, por la dificultad poder a fin de situarles en efectivo la suma corresque hay en las comunicaciones, y por la escasez de pondiente” (Mendirichaga, 1983). Estas facilidades otorgadas a la “aristocracia de la ciudad” reviraron operaciones en la plaza.129 Siete días después, las sucursales del Ban- en franca cooperación. A principios de 1914, la Cámara comisionó a co Nacional de México y del Banco de Londres y México se trasladaban a la capital de la república dos de sus miembros para que rindieran un informe “por orden de la matriz, llevándose consigo los li- detallado diariamente a Botello sobre las entradas y bros y existencias”.130 La escasez de moneda líquida salidas de toda mercancía a la ciudad, quedando así afectó irremediablemente a infinidad de negocios bajo su control y sin restricciones –ya fueran buro-
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cráticas o militares–, todo intercambio económico realizado (Flores y Cerutti, 1997).
Los fondos huertistas quedan en manos de los Milmo Pero el aparato estatal no estaba del todo intacto, ya que había sido cimbrado desde el subsuelo. A esto hay que sumar las fricciones que empezaron a brotar entre el gobierno civil y el régimen militar, si habremos de creer lo que comentó Botello años después: Por aquel entonces, el gobierno comenzó a desarrollar una política exclusivamente militar, sustituyendo a todos los gobernadores civiles de los estados con miembros de ejército y en mi puesto llegué a sentir las primeras insinuaciones de un cambio en el personal del Ejecutivo [...] temeroso de que las reservas del tesoro, de suyo pobre, se menoscabaran en manos de un nuevo personal extraño al estado [...] se me presentaban dos caminos: aumentar el efectivo de las fuerzas del Estado, en unas cuantas plazas, que en nada robustecerían su contingente militar o cubrir con esos fondos, aun cuando fuera parcialmente, algunas de las obligaciones ineludibles del propio estado.133 Optando por el segundo camino, las maniobras financieras de Botello se hicieron a espaldas del ejército federal. Las deudas estatales contraídas con algunas compañías de servicios como la de Agua y Drenaje de Monterrey, la cual ascendía a un cuarto de millón de pesos, fueron cubiertas antes del segundo ataque para evitar un posible colapso urbano.134 Después de los desastres de las divisiones federales del Norte, del Nazas y del Bravo, cuyos diezmados restos se retiraron a Saltillo y a Monterrey, Huerta exigió los fondos existentes en el estado, a lo que Botello respondió alejándose de la posible “manipulación” deseada por el centro:
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[...] ordené oficialmente a la Secretaría de Gobierno y a la Tesorería General que se retirase la totalidad de los fondos existentes en la casa de los señores Patricio Milmo e Hijos Sucs. Y se situasen en México a disposición de la Tesorería General de la Federación, con cuya suma ayudaría el Estado al gobierno Federal, para el caso en que la plaza de Monterrey cayera en poder de la revolución. Al mismo tiempo arreglaba confidencialmente con la casa depositaria que se cumpliese con las órdenes recibidas, se documentasen debidamente, se corriesen los asientos respectivos, pero bien entendidos de que todo lo hecho sería convencional, que todo se limitaba a una simple precaución, a efecto de que se pudiera comprobar que los fondos no existían en su poder y evitar que dispusiera de ellos cualquiera persona o grupo armado, sino para entregarlos al restablecerse el orden constitucional, en la inteligencia de que los fondos continuarían en su poder y a disposición del Gobierno del Estado y sujetos en todo a sus condiciones normales; depósito en cuanta corriente, en términos de antiguo convenidos, debiendo darme una constancia escrita de este acuerdo, como se hizo por carta de fecha 18 de abril de 1914 [...].135 Los fondos fueron ocultados por los banqueros Milmo durante siete años, tiempo en que regresó Botello del exilio para dar cuenta de lo ocurrido.136
La toma de Monterrey Mientras tanto, la división revolucionaria del noreste –comandada por el brigadier Pablo González Garza– volvía a abastecerse, desde el lejano norte de Tamaulipas, para desplazarse arrolladoramente hacia la capital nuevoleonesa. La revancha contra el ejército federal, atrincherado en Monterrey, se concedió a los sublevados el 18 de abril de 1914.
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Las primeras avanzadas fueron rechazadas totalmente por el ejército federal. El clero católico demostró en esos acontecimientos un franco apoyo a las victorias momentáneas del ejército federal, al tocar todas las campanas de la ciudad (Cantú, 1948). Al tercer día de sitio, el general encargado de defender la plaza, Wilfredo Massieu, se comunicó con González Garza para proponerle el alto a las hostilidades y la unión de los bandos en contra de la invasión norteamericana iniciada en Veracruz.137 La política carrancista no cayó en el anzuelo como lo hizo Madero, respecto a la negociación con los representantes del antiguo régimen, por lo que no permitió ningún tipo de colaboración con las autoridades huertistas, hasta su total derrota militar incondicional. Mientras se detenía el fuego indefinidamente para recabar con mayor precisión informes y nuevas órdenes por ambas partes, el cónsul norteamericano en Monterrey, Philip C. Hanna, era aprehendido en su domicilio particular y llevado bajo arresto al Palacio de Gobierno (Cantú, 1948). Las protestas del cuerpo consular de los diferentes países establecidos en la ciudad no se hicieron esperar (Cantú, 1948). Sin embargo, la situación del gobierno huertista era insostenible, por lo que la determinación de las autoridades militares para evacuar la plaza se llevó a cabo la madrugada del 24 de abril de 1914. La entrada del ejército carrancista del noreste encontró, tras la evacuación, tanto el destierro voluntario hacia el vecino país del norte de una buena parte de los empresarios industriales, como “la mueca relamida de los representantes de Dios en la tierra”.138 Contra ellos se ensañó la represión revolucionaria.
4. El constitucionalismo en Nuevo León La historiografía reciente ha esclarecido que el constitucionalismo fue radical en su política, pero con-
La política revolucionaria de Carranza siempre tuvo roces con el grupo de industriales del norte.
servador en su estructura. Una naciente burguesía nacional se incorporó rápidamente a la Revolución para eliminar una serie de obstáculos en su camino a la obtención del poder. El acceso a este último y a las fortunas personales fue el resultado de este largo proceso. La llegada de los carrancistas, en abril de 1914, al centro tradicional de irradiación de poder en Nuevo León, la ciudad de Monterrey, puso en práctica el vasto abismo entre aquella ideología radical y la factibilidad de poder sostener la práctica constitucionalista. Si bien el radicalismo del primer gobernador preconstitucional, Antonio I. Villarreal, lo llevó a insospechados extremos como las expropiaciones de grandes empresas –la Cervecería Cuauhtémoc y Cementos Hidalgo, entre otras–, el fracaso general, a fines de 1914, de las autoridades militares en Nuevo León respondió esencialmente a la incapacidad de los programas constitucionalistas de regeneración social y económica.
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A pesar de que las autoridades carrancistas controlaron relativamente la entidad entre abril y diciembre de 1914, ya que en este lapso no enfrentaron grupo militar opositor de consideración, la sociedad local mostró una clara antipatía por la política radical presentada, y creó serias dificultades para la consolidación de una autoridad política efectiva. La depresión de la economía local y la escasez de recursos para el sostenimiento de los programas desfondaron dramáticamente al primer gobierno preconstitucional. Los enemigos políticos aumentaron conforme se implantó la ideología radical revolucionaria. La política anticlerical, el desamparo del movimiento obrero y la incautación de los bienes inmuebles y de producción de la que fueron objeto los terra-
pales. El principio de “Municipio Libre” sería decretado, al menos en papel, por Venustiano Carranza, en diciembre de 1914. Además, la autonomía municipal estuvo sometida a violación directa por las autoridades militares locales, regularmente jefes interventores; el abuso de poder por los jefes militares hostilizó en gran medida el derecho ciudadano. La detención y encarcelamiento, sin previo juicio legal, al que se vio sometido todo civil “sospechoso”, y la confiscación de bienes y mercancías privadas, se volvió una práctica común; la política radical se convirtió en una política rapaz. Hay pruebas suficientes en las áreas específicas de la política carrancista en Nuevo León, y en particular en Monterrey, para mostrar el poco acierto de atraer u obligar a los nuevoleoneses, en especial al poderoso grupo empresarial urbano, a aceptar el constitucionalismo radical de 1914.
Anticlericalismo
Comerciantes y el gobierno revolucionario.
tenientes y el poderoso grupo empresarial de Monterrey, minaron la popularidad del carrancismo en Nuevo León. Posteriormente este radicalismo se atenuó a partir de mayo de 1915, al evacuar Monterrey las tropas villistas, asentadas desde enero, y entrar de nuevo al ejército constitucionalista, éste marcó el tono y el tenor del gobierno carrancista. El vacío del poder político con el que se enfrentó Antonio I. Villarreal lo obligó a nombrar y destituir autoridades municipales. El poder dictatorial del Ejecutivo excluyó, en la mayoría de los casos, la posibilidad de celebrar elecciones munici-
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El anticlericalismo radical propagado por el constitucionalismo es ampliamente reconocido por la historiografía abocada al fenómeno revolucionario. El hecho de que Nuevo León, como todos los estados norteños, fuera conocido por el relativo desapego al catolicismo, parecía vaticinar que la política carrancista referente a la relación Estado-Iglesia pasaría desapercibida. Pero como en última instancia la intensidad de la aplicación de ésta quedó a disposición de los jefes militares locales, el impacto en Nuevo León fue más grave de lo que podía esperarse. El principal “come curas” fue el propio gobernador y comandante militar de las fuerzas armadas: Antonio I. Villarreal. El alto mando de la División del Noreste expidió en Matamoros un decreto, el 9 de abril de 1914, donde exponía la política a seguir por los gobiernos revolucionarios que se instalaran en los “territorios liberados”.139 En la elaboración de este documento participaron Antonio I. Villarreal y los
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El gobierno revolucionario coartó, en ocasiones, los proyectos de expansión de varias fábricas, tal fue el caso de Cementos Hidalgo.
seguidores de Lucio Blanco. Éstos influyeron radicalmente en el aspecto agrario, mientras el gobernador nuevoleonés, designado por Carranza en enero de 1914, atacó la base de sustentación de la institución religiosa que había demostrado mayor arraigo y permanencia a lo largo de más de cuatro siglos en México: el clero católico. En el manuscrito original, Antonio I. Villarreal intentó combatir al “credo católico” en su propio terreno. El segundo punto del decreto establecía acceder, por parte de las autoridades revolucionarias, a toda solicitud de cualquier culto protestante que deseara propagarse; “como medida trascendente para crear, frente al intransigente y anticuado credo católico, un nuevo poder religioso que contrabalancee y debilite, expresaba el manuscrito, el actualmente imperante en el país”.140 Pero la reacción de Pablo González Garza, comandante en jefe de la División del Noreste, y Venustiano Carranza fue de no penetrar en un asunto que resultaba complicar más la tarea revolucionaria. A final de cuentas, pertenecían a una generación que había nacido bajo la concepción de la separación entre Iglesia y Estado, y el mantener alejada a aquélla de los asuntos del poder público era no sólo un derecho, sino una obligación que podía llevarse a efecto sin necesidad de provocaciones. Este segundo punto del decreto original fue anulado por completo. El cuartel del ejército del noreste se limitó a proclamar algunos lineamientos que posteriormente serían proyectados a escala nacional, al quedar gra-
bados en la Carta Magna de 1917. Lo fueron, entre otros, la jornada máxima de ocho horas diarias de trabajo y el derecho de todo trabajador a exigir el pago de un porcentaje de salario en caso de enfermedad. El programa de gobierno, esbozado en el decreto del 9 de abril de 1914, contempló igualmente los puntos siguientes: fundación, apoyo y estímulo, por parte de las autoridades revolucionarias, a la creación de periódicos revolucionarios de carácter doctrinario, encargados de difundir los “ideales de justicia y libertad para modificar radicalmente el estado social y económico del país”; ocupación garantizada en todos los pueblos conquistados para todos aquéllos que sepan arreglar armas y limpiarlas; creación de escuelas rudimentarias rurales; suspensión de las “Jefaturas Políticas” por ser “instrumentos de opresión de los gobiernos personalistas”; ayuda a huérfanos y viudas de la Revolución; salario mínimo de un peso diario; casas para los peones en condiciones salubres cuya distribución no sea menor de cuatro cuartos, retrete y un pequeño corral; seguro de invalidez y ancianidad a todo jornalero que haya trabajado para un hacendado más de diez años; creación de talleres públicos y colonias agrícolas e industriales para la rehabilitación de los vagabundos, y, finalmente, el derecho de confiscar, por parte de las autoridades militares, todo carbón de piedra, hulla o petróleo que exista cerca de los ferrocarriles con el fin de utilizarlo para su movimiento, a excepción del que se destine a usos domésticos e industriales fabriles de producción alimenticia.141
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Sin embargo, a principios de 1914, la errante administración de Antonio I. Villarreal mostró una franca provocación; instalado provisionalmente en el poblado de Los Aldamas, Nuevo León, el gober-
La primera huelga en Monterrey se suscitó el 21 de noviembre de 1914.
nador carrancista emitió, en una primera circular dirigida a los jefes de armas en el estado, la orden de sacar las tropas alojadas en las escuelas públicas –situación reinante a falta de cuarteles– e ir a tomar posesión de las iglesias rurales.142 El resentimiento hacia el catolicismo había sido cultivado por Villarreal desde que empezó a enseñar las primeras letras en los áridos poblados del norte de la entidad, y en su posterior actividad política contra el régimen senil de Porfirio Díaz. Encarcelado por varios años al lado de los Flores Magón, en las ciudades de los Ángeles, California, y en Yuma, Arizona, por conspiración violatoria de las leyes de neutralidad, se incrustó
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en la lista de los precursores intelectuales del movimiento armado que estallaría con Francisco I. Madero en 1910. Al triunfo de la revuelta maderista, fue nombrado cónsul general de México en España (Cavazos, 1985); pero el verdadero motivo del “castigo”, como lo llamaría él, al clero católico radicaría en su evidente apoyo al estado castrense y en su rígida influencia en los centros de instrucción que solamente un maestro rural de corte liberal podía sentir en carne propia. A partir de su entrada, en abril, al palacio de gobierno bajo la investidura de gobernador interino y comandante de las fuerzas armadas en Nuevo León, las tentativas de enfrentamiento pasaron a un plano de ataque frontal. Cuando se reinstaló buena parte del ayuntamiento encabezado por Nicéforo Zambrano, disuelto por Victoriano Huerta en 1913, las represalias contra los sacerdotes se adelantaron al nombramiento del secretario del Juzgado Militar de la plaza encargado de enjuiciar a los traidores.143 A principios de mayo, los clérigos Pedro M. Del Campo, Jesús Villanueva y H. Salazar Martínez, vieron irrumpir, en sus respectivas capillas, a los soldados constitucionalistas, quienes los capturaron y los llevaron con lujo de fuerza a La Casa del Obrero Mundial tuvo un papel determinante en cuanto a las exigencias de los trabajadores.
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la penitenciaría de Monterrey.144 Un mes después, el juez del poblado de Pesquería Chica, Cornelio Guerra, recobró su libertad de la cárcel municipal al comprobarse que su único delito fue el haber tenido un enfrentamiento verbal público con el fraile de la villa, el cual, inmediatamente tuvo que huir por temor a las represalias.145 De igual forma, el nuevo secretario de gobierno, Antonio de la Paz Guerra, envió sendos telegramas a todos los alcaldes de la entidad, donde autorizó la conservación de las llaves de los templos y la expulsión de los frailes.146 Cuatro días después, el 6 de junio, un nuevo telegrama fue leído por los presidentes municipales: era imprescindible que antes de facilitar las llaves de los templos a los “fanáticos”, se procediera a quemar los confesionarios.147 Las medidas para impactar a la población fueron brutales. A la par de perseguir y encarcelar sacerdotes, el ejército alimentó con la madera de los confesionarios hogueras gigantescas a las puertas de los edificios católicos y profanó las imágenes de los santos protectores de la comunidad, al efectuar fusilamientos improvisados.148 Pero el fusilamiento de “imágenes” todavía no tocaba el extremo del fanatismo anticlerical; en julio, la política de “sometimiento y castigo al clero católico romano en el estado” sistematizó sus planteamientos en un decreto emitido por “motivos de salud pública, moralidad y justicia”.149 En el decreto, el clero era exhibido como un “factor de desorganización y discordia” en la historia de México, abocado, se decía, “a conquistar la dirección de los asuntos públicos y políticos del país”, mostrando una evidente “alianza con gobiernos reaccionarios y despóticos” como los de Díaz y Huerta. Por otra parte, “su excesivo privilegio y poder” lo había llevado a una corrupción tal, que representaba “una amenaza para la moralidad” de todo mexicano, llegando a ser, “el confesionario y la sacristía”, unos verdaderos “antros de prostitución”.
Por lo tanto, se dictaba como una obra “sana y regeneradora” la irrevocable “clausura de los colegios católicos” que no se sometieran “estrictamente a los programas y textos oficiales”; la expulsión de “todos los sacerdotes católicos extranjeros y los jesuitas de cualquier nacionalidad”, prohibiéndose también la confesión y la entrada del público a la sacristía.150 Este documento especificó la expulsión de todos los frailes a excepción de cinco templos que “no estuvieron al lado del cuartelazo”, por lo que estos últimos serían los únicos abiertos al nuevo culto católico”, manteniéndose “dentro de los límites de su misión espiritual, sin influencia política, económica o educativa”. Con respecto a las campanas de los templos, que representaron durante el huertismo un factor de impulso y apoyo al ejército federal, su uso se restringió a la celebración de las “fiestas patrias y a los triunfos de las armas constitucionalistas”. Finalmente, se especificó que la infracción de cualquiera de las anteriores disposiciones se castigaría con una multa de 500 pesos o bien un arresto de cuatro meses.151 La aplicación de las medidas no se hizo esperar, en la ciudad de San Luis Potosí fueron aprehendidos y devueltos a Monterrey treinta y tres canónigos que habían huido de la entidad por encontrarse seriamente comprometidos con el régimen militar.152 Entre ellos se encontraba el clérigo Jiménez, a quien se le impuso una multa de 100 mil pesos o en su defecto al encarcelamiento inmediato.153 La biblioteca del Obispado corrió la misma suerte, al ser incautada y extraída de la catedral metropolitana más de cuatro mil volúmenes que resultaron emparedados en uno de los cuartos del palacio de gobierno.154 Todavía a fines de año, Antonio I. Villarreal continuó con su política implacable. En diciembre el gobierno dictaminó la supresión de todo oficio religioso relacionado con el día 24, por lo que las
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religiosas del Colegio de San José, en su mayoría de nacionalidad norteamericana, pidieron al cónsul Philip Hanna155 que abogara por ellas para llevar a efecto la ilegal celebración. Hanna lo pidió como un “favor personal”, a lo que el joven general de 35 años se negó rotunda y caballerosamente, arguyendo el haber rechazado con anterioridad el “permiso al Colegio de Damas”.156 La resistencia popular a las medidas anticlericales fue notoria. En numerosos municipios llegaron a romper “las emplomadas y forzar las puertas” de los templos clausurados para poder ingresar a ellos.157 El poder social, político y económico de la Iglesia Católica había disminuido considerablemente a partir de la reforma liberal de 1856. Durante el Porfiriato (1877-1911), en Nuevo León, como en casi todo el norte del país, la Iglesia no pareció haber recobrado el nivel de influencia y autoridad, como sucedió en la zona del Bajío. Todas las pruebas existentes indican que, durante la etapa radical del constitucionalismo, la Iglesia no padeció graves confiscaciones de latifundios, simple y sencillamente porque no los poseía en la entidad. La ocupación e intervención de los edificios eclesiásticos propiamente dicho, levantó una ola de indignación social que tuvo que ser tomada en cuenta por los militares villistas que pernoctaron en Monterrey y en buena parte de la entidad entre enero y mayo de 1915. Sin embargo, la confiscación de algunos edificios urbanos como la residencia del arzobispado todavía pedía ser devuelta a sus anteriores dueños a mediados de 1920.158
más amplios, desatada antes de la derrota definitiva del ejército federal y el derrocamiento de Victoriano Huerta, en julio de 1914, por las tropas constitucionalistas. El eje del complejo apartado creado para el sostenimiento de los “reaccionarios” fue la “Oficina de Intervención y Decomisación de Fincas” que empezó a funcionar desde el 1 de mayo de 1914. Ésta logró tener bajo su cargo, solamente en Monterrey, para el día último del año, la administración de más de setenta fincas urbanas, del Teatro Independencia y de la Administración de Correos.159 Los inventores constitucionalistas plagaron rápidamente el mapa político del estado, al enquistarse y vivir al estilo y lujo porfiriano en las haciendas incautadas a los enemigos de la causa. En el municipio de Linares, al sur de la capital, el aparato estatal capturó un sinnúmero de haciendas y ranchos, la planta de luz eléctrica y fuerza motriz de la ciudad y la única fábrica de hielo perteneciente al doctor Joaquín Benítez.160 Igualmente en Mier y Noriega, veintitrés haciendas, cuatro ranchos, un almacén y una compañía de líneas telefónicas entraron al círculo gubernamental.161 Pablo de los Santos, insurrecto maderista de 1911, y posteriormente defensor de la causa huertista y de la ciudad de Monterrey, en octubre de 1913,
La intervención y el decomiso de bienes inmuebles La incautación de los templos fue sólo el inicio de una represión con caracteres
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Francisco Villa tuvo un gran impacto en el ámbito empresarial de la ciudad.
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le fue decomisada una finca en el poblado de Linares.162 La misma suerte corrió José María Bonilla, hacendado del mismo municipio, al ser intervenida su hacienda llamada “Puente Honda”, cuya producción anual era equivalente a más de mil cargas de piloncillo.163 Fue notorio el relevo que caracterizó a muchos interventores con respecto a los viejos hacendados cuando el mayor Abraham Nuncio retomó la sementera de caña de esta hacienda y pagó a la oficina sólo la tercera parte de su producción.164 En el caso de las haciendas decomisadas de Mier y Noriega, la explotación del ixtle de palma y lechuguilla había acumulado en las bodegas de la oficina gubernamental, para septiembre, más de trece mil kilogramos de mercancía para su posterior comercialización.165 Esta última cifra era relativamente baja comparada con el cálculo hecho por el interventor en el municipio de Dr. Arroyo, Miguel Rincón Ríos, con relación a lo que producirían mensualmente las dieciséis fincas rurales explotadoras de Ixtle decomisadas en ese municipio, y que apuntaban a una cosecha de 27,600 kilogramos.166 En este mismo municipio se encontró el caso de dos haciendas productoras de guayule que introducían al mercado mensualmente 48 toneladas.167 En el sector rural, la instrumentación de las prácticas intervencionistas pretendió ser reforzada, el 23 de junio, con un decreto agrícola para el “aprovechamiento inmediato de las tierras cultivadas en el estado”.168 La política carrancista aspiraba a que quedaran “provisionalmente a disposición del gobierno todas las tierras cultivables del mismo” que no estuvieran sembradas y en producción, otorgándolas en arrendamiento a todos aquellos agricultores mexicanos que garantizaran “ponerlas inmediatamente en cultivo”.169 En el municipio de Allende, las haciendas “Los Ébanos”, “Caracol” y “La Santísima Virgen” fueron inmediatamente arrendadas a medieros locales.170 En Lampazos, setenta y dos campesinos
resultaron agraciados con tierra de regadío y repartimiento de aguas.171 El plazo otorgado por la ley para su aplicación vencía el día 10 de julio de 1914; asimismo, estipuló el pago al gobierno de todo aquél que arrendara este tipo de tierras, en dos pesos por hectárea si fuera regadío, y un peso en casa de ser de temporal.172 Un mes antes, el 17 de mayo, Villarreal expidió un decreto donde quedó “estrictamente prohibido exigir trabajos personales en compensación de deudas”.173 Sin embargo, las características de la estructura rural y el rápido desmoronamiento del gobierno radical carrancista impidieron la aplicación extensiva de tal medida. La intervención de las fincas rústicas no revistió mayores problemas, ya que la mayoría de sus dueños había decidido abandonarlas en el transcurso del año anterior. La larga ausencia de los hacendados provocó dificultades para los nuevos renteros; las utilidades se retrasaron debido a la inversión de tiempo y trabajo en poner las tierras nuevamente en condiciones de producir. Según un documento presentado a Villarreal, por el estado que guardaban las fincas industriales, agrícolas y urbanas en septiembre, se consideraba que la mayoría de las tierras daría sus frutos a partir de marzo de 1915.174 Lo producido hasta ese momento no había ido a parar al fomento de la instrucción pública, como se tenía previsto, sino al sostenimiento de las jefaturas militares estacionadas en los municipios.175 La situación de las fincas era desastrosa; el interventor y mayor Abraham Nuncio se quejaba, en agosto de 1914, desde el poblado de Galeana, uno de los municipios más extensos del estado, de no poder cobrar los impuestos correspondientes a las fincas de campo de aquella municipalidad, por encontrarse deshabitadas y olvidadas por sus propietarios.176 El ejército constitucionalista y la jefatura de armas establecidos en los poblados del sur de Nue-
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vo León absorbían, en septiembre de 1914, 50 por ciento de lo producido por las fincas incautadas.177 El desarticulado mecanismo hacendario continuó en vías de agotamiento durante 1914, debido a una importante huida de capitales y a la falta de garantías ocasionada por la política de incautación. Un ejemplo de esto lo encontramos en el municipio más acaudalado de la entidad, donde la recaudación municipal correspondiente a 1914 decayó casi 25 por ciento con respecto al año inmediato anterior. La recaudación en Monterrey atrajo anualmente, en 1912, 582,118.84 pesos; en 1913, 583,628.46, y en 1914, 440,960.00, representando, en los tres años mencionados, el impuesto a ventas y el ramo de degüello las partidas más codiciadas.178 Y precisamente ahí mismo, en Monterrey, la guillotina de la oficina cercenó el acceso a las fincas pertenecientes a un reducido número de la clase acomodada urbana, llegándose incluso a facilitar el acceso a la prisión estatal a 139 individuos, cuyos delitos se reducían a etiquetarles el nombre de “colaboradores huertistas”.179 La prensa opositora también recibió un duro golpe. Las instalaciones de los periódicos El Noticiero y La Prensa fueron saqueadas y clausuradas; Federico Gómez y Oswaldo Sánchez, directores de los vespertinos respectivos, fueron encarcelados.180 El taller de imprenta donde se editaba La Prensa era propiedad del exgobernador huertista radicado para ese entonces en San Antonio, Texas.181 A Salomé Botello, quien era la cabeza más visible del poder espurio, le fue incautada su residencia y ocho fundos mineros ubicados tanto en su municipio natal de Villaldama como en el de Salinas Victoria.182 “La figura enemiga de más relieve en el estado”, catalogación adjudicada al exmandatario por el régimen revolucionario, sufrió la presión del nuevo régimen para que regresara los fondos que extrajo del arca pública, a través de la confiscación de sus bienes personales y de la hostilidad hacia su familia. Su tío, Arnulfo Botello, fue encarcelado durante varias semanas.183
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Sin embargo, los fondeos públicos exigidos a Botello por Villarreal nunca salieron de Monterrey, ya que fueron confiados bajo pacto secreto a los banqueros Milmo. La misma familia Milmo vio mermados sus intereses rústicos, al haber perdido buena parte de la cosecha, varias docenas de ganado vacuno y los ranchos de “San Patricio” y “El Álamo”.184 Ambas propiedades de la hija de uno de los miembros más renombrados de la familia, Prudencia Milmo, casada con un miembro de la realeza rusa y a la vez cónsul del imperio en Monterrey: el príncipe Alberto Radziwill. Los problemas ocasionados sobre las propiedades de los Milmo estuvieron estrechamente relacionados, durante el gobierno de Villarreal, por “atropellos” causados por los jefes constitucionalistas instalados en esa región. Las quejas sobre daños causados a las haciendas y ranchos, propiedad de extranjeros en la entidad, durante 1914, por actividades derivadas del movimiento armado, no fueron reducidas. El ciudadano norteamericano B. Hibler, hacendado del municipio de Galeana, elevó su queja, en octubre, al consulado estadounidense por los daños hechos a su hacienda “Pablillos”, por fuerzas del general tamaulipeco Alberto Carrera Torres. De este modo presionó al gobernador Antonio I. Villarreal, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para que destinara fuerzas armadas al cuidado exclusivo de la propiedad.185 La zona de influencia de la familia contrarrevolucionaria de apellido Naranjo, en el municipio de Lampazos, arrojó una lista extensa de enemigos. Entre las setenta y ocho personas no gratas a las nuevas autoridades destacaron el empresario y terrateniente italiano Miguel Ferrara Volpe, por haber ayudado de una manera pecuniaria y facilitado a su casa para fortín al extinto ejército federal; Fortunato Zuazua, alcalde de Lampazos entre enero y mayo de 1914; Nemesio García Naranjo (exmiembro del famoso cuadrilátero), quien llegó a colaborar al lado de Victoriano Huerta como ministro de Instrucción Pública, y su primo Francisco Naranjo, dirigente de
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las fuerzas irregulares que defendieron el poblado ante la embestida carrancistas y al que le incautaron la inmensa Hacienda de Dolores.186 La oficina dirigió su mira hacia los miembros del potente grupo empresarial radicado en Monterrey, en especial a los Calderón-Muguerza y Garza-Muguerza-Sada, debido a su aparente colaboración con el gobierno castrense a través del nombramiento de Enrique Gorostieta, consuegro de Francisco G. Sada y exsenador porfirista, como ministro de Justicia y posteriormente de Hacienda en el gabinete huertista. La oficina gubernamental de incautación no sólo se limitó a incautar la residencia urbana de los Gorostieta, sino a ocupar militarmente, el 2 de mayo, las instalaciones de la Cervecería Cuauhtémoc, para hacerse cargo “de la existencia de cerveza y hielo que tenía esta negociación y aplicar su producto al préstamo especial de guerra”.187 Temiendo el rumbo que tomaba la política revolucionaria, buena parte del clan familiar decidió exiliarse a las ciudades de Austin y Houston, Texas. Colateralmente, no satisfecha con las incautaciones realizadas a la familia empresarial, la Comisión Revolucionaria de Préstamos exigió, a fines de abril de 1914, al empresario José Calderón –quien se encontraba en Houston–, la suma de 100 mil pesos.188 Ante el préstamo exigido por Antonio I. Villarreal, Calderón dio una extensa explicación epistolar, el 1 de mayo, sobre la situación que enfrentaban los negocios, y en la que destacaba lo siguiente: Debido a las circunstancias de hace tres años acá y en especial al último año, las pérdidas han sido importantes al grado de obligarnos a abandonar los negocios y salir de nuestro país con nuestras familias. Por otra parte, en Monterrey no hay dinero suficiente, ni siquiera para las necesidades generales de la gente de trabajo, del comercio y de las industrias, y como las comunicaciones están interrumpidas y los Bancos han cerrado completamente las puertas a todo negocio
de crédito desde hace meses, no hallamos la manera de conseguir cantidades de dinero de ninguna consideración aun menores que al que se me indica.189 En el mismo caso estuvieron los banqueros Rodolfo M. Garza y Lázaro N. Villarreal, accionistas del Banco de Nuevo León, a quienes se les pidió un “préstamo forzoso” bajo orden directa de Carranza.190 En fin, la política de Intervención desarrollada por el carrancismo radical de Antonio I. Villarreal, a partir de la caída de Monterrey en abril de 1914, y el subsiguiente dominio del vital enlace ferroviario, proporcionaron nuevas ocasiones de peculado y corrupción tanto a jefes militares como a los administradores de los ferrocarriles. Tanto unos como otros se confabularon y dispusieron de sus privilegios para ofrecer recursos pecuniarios ilegales a los mejores postores, en particular a los empresarios regiomontanos. Los desmanes que ocasionaban los jefes militares en las zonas alejadas de la capital, y la impunidad con que manejaban su autoridad personal, ofrecieron una total falta de seguridad, obligando a los pocos comerciantes, mineros y hacendados que se quedaron, a huir fuera del estado, principalmente a los Estados Unidos. El resto propició la defensa de sus intereses, y de su propia vida, y generó con esto el cacicazgo militar y la corrupción. La centralización de los recursos financieros por parte del aparato estatal cambió los papeles de un gobierno que se perfilaba como el gestor directo de la economía, por sus más tradicionales funciones de simple recaudador de “contribuciones extraordinarias”. El criterio fundamental de la intervención fue guiado por una causa totalmente política: se afectó a los enemigos de la causa, no a los representantes de una clase. Pero los enemigos de la causa tendieron, por lo general, a coincidir con los grandes industriales, comerciantes y hacendados porfirianos nacionales, no extranjeros, de Nuevo León.
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El carrancismo radical y los empresarios En Nuevo León, los últimos restos del antiguo orden y del antiguo progreso se desvanecían y los revolucionarios se precipitaban a ocupar su lugar. En Monterrey, a los magnates no les quedó otra que aceptar el notable cambio que se registraba a su alrededor. El gobierno estatal carrancista se encontró bien plantado y aparentemente no tenía, a partir de abril de 1914, grupo militar opositor de consideración. De la noche a la mañana, las nuevas cabezas visibles del poder provenían de los jefes militares radicados en la región, quienes repentinamente adquirieron un peso decisivo en las transacciones económicas locales. El control de fletes y circulación de mercancías por parte del gobierno revolucionario permitió influir en suministros y precios para favorecer a ciertos grupos económicos y perjudicar a otros. Por lo tanto, la necesidad de establecer un vínculo, por parte de los empresarios citadinos con el gobierno carrancista, se volvió más que indispensable. La Cámara Nacional de Comercio intentó establecerlo este vínculo; con esto, los magnates se
presentaban como un todo homogéneo y sin escisiones. Los empresarios casi nunca aceptaron prebendas individuales y aisladas. Para ellos siempre fue imprescindible su aceptación, por la parte contraria, como una organización consciente de su papel de clase social. Su dominio decisivo en la economía y su habilidad política perfiló a la Cámara de Comercio como un organismo capaz de llenar los vacíos de poder que se avecinaban. Su solidez y sobrevivencia durante la etapa revolucionaria radicó en estas premisas; y así actuó, no como una institución en decadencia y caduca, sino como un jugador que está consciente de tener el “as” bajo la manga. Después de los combates de abril, los socios de la Cámara compartieron reuniones intensas de donde surgió la actitud generalizada de colaborar con el gobierno constituido, e iniciar las gestiones necesarias para recobrar la fuerza que los caracterizó durante los regímenes anteriores. La primera petición a las autoridades fue precisamente el intentar reforzarse como clase, ya que se había visto relativamente mermada con la migración de algunos de sus miembros. En mayo, Jesús Ferrara gestionó con relativo éxito el permiso de regreso, “con toda clase de garantías”, a todos los que se encontraban en Estados Unidos” (Mendirichaga, 1983). La segunda prueba de fuego, por cierto no muy halagadora, se les presentó a fines de mayo de 1914.
El puente San Luisito fue un de los cuatro expendios donde la población encontraba los productos básicos.
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Por esas fechas, el varón de Cuatro Ciénegas arribó a Monterrey para hospedarse en la casa del empresario Eugenio F. Castillón. La Cámara Nacional de Comercio no desaprovechó la ocasión de manifestar su más incondicional apoyo al futuro mandatario nacional, para ello, Venustiano Carranza fue invitado a una comida ofrecida en su honor en la Quinta de José Calderón, el 2 de junio. El jefe máximo se presentó puntual a la cita acompañado del gobernador militar. La oratoria siempre fue un arte dominado por los miembros de la Cámara, por lo que las frases de bienvenida y augurios del próximo triunfo de las fuerzas constitucionalistas plagaron la atmósfera de la selectiva reunión. Acto seguido, la palabra fue cedida por el presidente de la Cámara a Venustiano Carranza, quien se había mantenido sereno e inconmovible en su asiento, sólo observando detenidamente uno a uno a los contentos oradores que aseguraban la legitimidad del movimiento armado. El jefe máximo de la Revolución, cuyas características esenciales eran la cabellera entrecana y la indumentaria militar caqui, contrastó bruscamente con la levita almidonada de los negociantes citadinos. Aunque a los empresarios les pareció una eternidad, su discurso fue verdaderamente corto; las facciones de los asistentes cambiaron de una manera violenta. Aparentemente molesto por la actitud expresada, Carranza se pronunció contra todos aquellos antirrevolucionarios que fueran quienes fueran, tendrían que caer bajo la sanción de la ley y de la justicia”, ya que al participar “directa e indirectamente” en el régimen emanado del “cuartelazo de febrero”, pagarían, aseguró, “aún con su propia vida” (Cantú, 1948). En la culminación de su exposición, y antes de retirarse abruptamente de aquel lugar, Carranza subrayó que los “banquetes en su honor” no torcerían la política por él expresada.191 La rudeza del trato recibido marcó el distanciamiento que regiría de ahí en adelante entre industriales y gobierno durante el mandato de Antonio I. Villarreal. El 11 de junio, el nuevo presidente de la
Cámara, Constantino de Tárnava, se presentó ante el general Pablo González Garza para recibir el mismo gesto.
José Videgaray fue electo alcalde primero, con apoyo de la Cámara de Comercio.
El enojo de las autoridades militares se basaba en innumerables quejas de la población, las cuales denunciaban el aumento “en demasía y sin haber motivo para ello”, a juicio del mismo González Garza, de los precios de los artículos de primera necesidad despachados en las casas comerciales de C. Holk, Juan Cram y José Calderón y Cía. (Flores 1991ª). Las dos primeras eran propiedad, respectivamente, de los ciudadanos alemanes Paul Buchard (excónsul del imperio) y Adolfo Scheford. El representante de la casa Calderón era el administrador Arturo Padilla, quien, junto con Buchard y Scheford, fue citado por la directiva de la Cámara de Comercio para exigirle la reducción de los precios, y tratar así de eliminar cualquier obs-
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táculo posible que se interpusiera para el buen entendimiento entre los comerciantes y el gobierno revolucionario (Flores, 1995). Esta disposición del gobierno tuvo su antecedente inmediato, ocurrido dos días después del altercado que se presentó en la Quinta Calderón. El 4 de junio la administración carrancista emitió un decreto contra los acaparadores.192 En esa ocasión se descubrió y se multó a algunos comerciantes por esconder los artículos y permitir el alza inmoderada de los precios, fijando así, Antonio I. Villarreal, un precio máximo para cada producto “so pena de infraccionar” su incumplimiento.193 El 4 de junio de 1914, Antonio I. Villarreal hizo una nueva disposición contra los comerciantes especuladores, exigiéndoles que pusieran inmediatamente a la venta los productos disponibles en sus bodegas, a un precio máximo estipulado por el gobierno. Asimismo, en un ámbito más amplio, González Garza prohibía, desde el 23 de mayo, la exportación de ganado de todas las clases por las aduanas de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.194 La queja de los comerciantes no se hizo esperar; justificaron el aumento de los precios debido a la inundación de billetes constitucionalistas, que mantenían un valor más bajo que los billetes de banco o la plata acuñada, los cuales tenían forzosamente que comprar y retribuir “un premio más o menos alto” que llegaba hasta 20 por ciento.195 Por otra parte, el rumor de la falsificación del circulante contribuía a “disminuir la buena aceptación de los billetes de que se trata, comentaba un prestigiado industrial, con resultados bien desfavorables para el comercio e industria locales”.196 La escasez de moneda fraccionaria también repercutió en los negocios de menor envergadura, pero de consumo masivo, como lo fue el “ramo de molinos para nixtamal” en Monterrey. El 24 de septiembre, los comerciantes del ramo se quejaron por la falta de circulación de monedas de uno y dos centavos, las cuales eran utilizadas tanto por el ven-
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dedor como por el consumidor en la transacción al menudeo. La falta de “feria chica”, debido a que la única que circulaba con fluidez era la de cinco centavos, estaba por provocar un colapso en este tipo de negocios. La salida más viable aceptada por el gobernador fue la autorización para producir vales por esas mismas cantidades, uno y dos centavos, resellados previamente por la presidencia municipal, a fin de controlar la emisión de un máximo de 100 pesos.197 Sin embargo, la Cámara continuó con el control de toda transacción comercial e informando constantemente al aparato público de las existencias de los productos de primera necesidad en la ciudad. En caso de urgencia, siempre se buscó la intervención del gobierno para facilitar el acceso a las zonas productoras, cuya comunicación, en ocasiones, se interrumpía debido a la anarquía existente en el país. El 25 de noviembre la Cámara solicitó a Antonio I. Villarreal tomar las medidas necesarias para aliviar la escasez de algunos artículos indispensables. El argumento no sólo fue la desarticulación con las zonas de cereales, sino el caos monetario surgido por la circulación de billetes de los diferentes grupos en pugna (Flores, 1993ª). La colaboración entre el empresariado y el gobierno revolucionario, a través de la Cámara, no sólo se limitó a facilitar el acceso de los productos básicos de la ciudad, y posteriormente a las “clases menesterosas”, sino también existió un claro apoyo al ejército constitucionalista por parte de algunas empresas. Éste fue el caso de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la cual asesoró y prestó sus instalaciones al mayor Daniel Mariñelarena, enviado personal de Carranza, para la fabricación de “unos aparatos lanza bombas, para emplearlos en las Divisiones Constitucionalistas”.198 Durante este periodo las actividades económicas siguieron registrando serias dificultades para su buena marcha, coartando en algunas ocasiones
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tendencias de expansión proyectadas durante el régimen castrense. Un ejemplo de ello fue la caída brutal de la producción de la fábrica de Cementos Hidalgo, que se encontraba en plena expansión a principios de 1913. En el momento en que Victoriano Huerta se colocó en el sillón presidencial, la compañía aumentó su capital social en medio millón de pesos más.199 Al mismo tiempo desembolsó, en la compra e instalación de nueva maquinaria alemana; esta última tenía como fuente de energía el “gas pobre” producido por carbón nacional proveniente de los minerales de Sabinas, Coahuila.200 Pero los dolores de cabeza para los accionistas que se atrevieron a efectuar el proyecto de expansión y modernización de la fábrica en un momento tan crítico empezaron a mediados de 1914. El problema inició cuando la instalación de los implementos comprados y entregados desde Europa quedó trunca; las causas fueron varias: la dispersión de los peritos alemanes encargados de esta labor a causa de la guerra existente tanto en el viejo continente, como la desarrollada en el país; la interrupción del servicio de ferrocarriles provenientes de la región carbonífera y del puerto de Tampico, de donde procedía el petróleo crudo utilizado en la quema de la materia prima para la obtención del cemento, y la desarticulación de los mercados principales ubicados al norte de Torreón.201 La pésima planeación y los numerosos acontecimientos imprevistos por parte de los dirigentes administrativos redundaron en una catastrófica paralización total del proceso productivo, engrosando las filas de desempleados a casi doscientos trabajadores. El gobierno revolucionario exigió la reanudación de las labores bajo amenaza de intervenir la compañía. Ante la negativa de los accionistas, el gobierno procedió a cumplir su amenaza el 5 de octubre de 1914.202 De los problemas más urgentes para el gobierno carrancista, indudablemente destacó el de or-
den económico. El efímero gobierno de Antonio I. Villarreal se esforzó por mantener un precario equilibrio entre el control gubernamental de la economía para fines políticos y de ingresos, y el incentivo a la regeneración de la economía, que daría las bases para los beneficios socioeconómicos prometidos por la ideología del constitucionalismo. Pero la puesta en práctica de la reorganización de la economía en Nuevo León se vio frustrada por los problemas generales del periodo: escasez e inflación en el precio de los artículos de primera necesidad; inestabilidad de la moneda; e interrupción del comercio nacional e interregional. Junto a la reorganización económica, el gobierno preconstitucional se enfrentó con una fuerza social emergente: el movimiento obrero organizado.
Movimiento obrero y empresas metalúrgicas El 21 de noviembre de 1914, la situación económica originó la primera huelga de consideración en Monterrey, éste se dio en la Compañía Minera, Fundidora y Afinadora Monterrey, S.A. Aquí se suministraron los lineamientos embrionarios que posteriormente asumiría el movimiento obrero a partir de 1918. El problema comenzó cuando ocho trabajadores del “Departamento de Descarga y Muestras” manifestaron al mayordomo el deseo de aumento en los salarios, contestándoles el encargado que el trabajo por tarea era más remunerativo que el trabajo por jornal. Ante esta respuesta, los obreros se abstuvieron de seguir el diálogo con el jefe del departamento y se retiraron a continuar sus labores.203 Al día siguiente, los obreros descontentos, bajo la forma de un incipiente sindicato, entregaron al gerente Vicente Ferrara una solicitud de mejoría en las relaciones de trabajo, con el argumento de que el salario percibido no les alcanzaba ya para comprar los artículos de primera necesidad. El documento
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hacía hincapié en tres puntos fundamentales: respeto por parte de los superiores a los trabajadores; aumento de 25 por ciento sobre el salario devengado, y la reducción de las horas de trabajo de diez a nueve horas diarias. La actitud de Ferrara demostró haber tomado el asunto a la ligera. Creyendo que el problema
José A. Muguerza, empresario regiomontano.
no rebasaría el ámbito de respeto hacia el patrón establecido desde el Porfiriato, citó a los trabajadores, sin mayor preocupación, para el 23 de noviembre. Mientras tanto, los obreros habían pedido apoyo a los demás departamentos y a los miembros de la Casa del Obrero Mundial, organización anarquista que mantenía un local en el corazón de la ciudad. El día 23, más de cien trabajadores de otras fábricas se introdujeron a los talleres de la fundición para dialogar con los trabajadores y demandar el cumplimiento de la petición a través del abandono
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voluntario de las labores.204 El incentivo promovido por la preocupación de otros grupos gremiales en la ciudad favoreció la concientización de los trabajadores; el problema tendría más probabilidades de resolverse a su favor si se unían a la huelga. El turno diurno aceptó la propuesta y abandonó las instalaciones ese mismo día, comprometiéndose a nombrar una comisión que hiciera guardia a la entrada de la fábrica para impedir la entrada a los del turno nocturno. La actividad desarrollada en el turno de la noche alcanzó el éxito deseado; al día siguiente la administración de la fundición destacó fuerzas de seguridad alrededor de la fábrica, con el fin de facilitar el acceso a un grupo de trabajadores no acordes con las medidas realizadas por la mayoría de sus compañeros. La noche anterior, en el local de la Casa del Obrero Mundial, fue convocada una Asamblea General por los huelguistas, llegándose a redactar una segunda petición mucho más elaborada y exigente que la previa. Esta última fue anulada “por haber sido hecha por un solo Departamento”.205 La Comisión de Huelga del sindicato, emanada de la asamblea, se presentó el 24 de noviembre de 1914, a las nueve de la mañana, ante el perspicaz Ferrara. La nueva solicitud exigía, entre otras cosas, un “aumento diario de 0.50 centavos para todos los operarios, la reducción de la jornada diaria a ocho horas”, y la destitución del maestro carpintero de origen estadounidense, Mac Nalli, un déspota, temido en el trabajo por los obreros a su cargo.206 Para su desgracia, el movimiento fue entrando lentamente en el papeleo burocrático tanto de la empresa como de las autoridades municipales, dando largas a una resolución definitiva. Finalmente, la compañía desconoció lo acordado por la organización obrera, debido a que el tesorero del sindicato, Serapio Rodríguez, nunca había trabajado en esa fábrica. Ante la dilatación de la huelga y la intransigencia del Consejo Directivo de la compañía, los obreros optaron por regresar a sus labores para ceder de momento a sus peticiones originales.207
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El desarrollo de este conflicto desmitifica la idea de que el gobernador de Nuevo León en esta época era un radical social declarado. Lo fue en el asunto religioso, mas no fomentó ni apoyó al movimiento obrero organizado en contra de sus patrones, como se le ha adjudicado por parte de la historiografía local. En 1914 la reforma laboral y agraria del carrancismo en Nuevo León no rindió los frutos propuestos por los apologistas de la ideología constitucionalista.
El fracaso de la política incautatoria Tanto la guerra como la política intervencionista y anticlerical de las autoridades carrancistas dañaron seriamente no sólo la economía de la entidad, sino la estabilidad social en sus fibras más sensibles. La pretendida modificación de la estructura social por Antonio I Villarreal pronto demostró lo inadecuado de la estrategia, diseñada al vapor de la efervescencia por el triunfo y el fanatismo liberal del grupo en el poder. La marcha atrás fue inevitable, la desarticulación entre las diferentes zonas del estado y la pérdida de irradiación de poder por parte de la capital hacia ellas terminó por consolidar un proceso nacido durante la jefatura de Salomé Botello. Las autoridades militares encargadas de incautar las fincas rústicas se apropiaron de las antiguas haciendas, despreocupándose por la planeación de las cosechas y por la liberación de los peones. Los interventores oficiales se mezclaron y compartieron los intereses de los caciques y hacendados porfiristas, permaneciendo imperturbables y al margen del ligero reacomodo político que experimentó el agro nuevoleonés. La ineficiencia de la mayoría de los personajes encargados de hacer producir las propiedades que se encontraban bajo la órbita del estado provocaron un colapso en la economía y una falta de credibilidad hacia los carrancistas como nuevas cabezas visibles del poder.
Los efectos no se dejaron esperar. En primer lugar se secaron los canales de captación de impuestos debido a que los dueños de las tierras y fábricas decomisadas se negaron a proporcionar las cargas impositivas. En segundo, si bien la producción agrícola se trató de impulsar a través del arrendamiento de la propiedad a campesinos desposeídos, éstos se toparon rápidamente con dificultades como la falta de instrumentos de trabajo adecuados, semovientes y accesibilidad a los centros de comercialización para sus productos. En noviembre de 1914 la Cámara de Comercio se quejó por la incapacidad gubernamental para hacer frente a la problemática agrícola. En un detallado informe del stock de los artículos de primera necesidad existentes en la entidad, se ponía énfasis en la “existencia casi nula” de frijol, el cual podía ser traído solamente, a juicio de los comerciantes, del área incomunicada del sur de San Luis Potosí y Durango. En cuanto al maíz, éste era casi inexistente en Monterrey, pero se consideraba suficiente, en algunos puntos en el estado, para el consumo de dos meses; la harina escaseaba por la inseguridad en las zonas productoras de trigo. Finalmente, el informe aseguró que el piloncillo, como “sustituto de azúcar”, estaba en peligro de agotarse por la paralización de buena parte de las moliendas (Flores, 1995). Ante el fracaso en puerta, la administración carrancista intentó vanamente, en diciembre, readecuar la política intervencionista. En principio, aceptó que los recursos extraídos de las fincas rústicas y urbanas nunca se habían destinado al fomento de la instrucción pública, por lo que era imprescindible, para nuevamente redistribuirlas a través del interventor oficial, la desocupación de todas ellas a más tardar para el 1 de enero de 1915. El interventor recibiría las solicitudes de todos aquéllos interesados en firmar contratos de arrendamiento, “debiendo en todo caso además de pagar estas rentas, las correspondientes por los
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servicios de agua, drenaje y luz eléctrica”.208 Dedicándose exclusivamente todos los productos que se obtuvieran “al ramo de la instrucción pública en el estado”.209 El retorno de algunas negociaciones a sus anteriores dueños cambió la política inicial del gobierno de Antonio I. Villarreal con respecto a la propiedad privada. En algunas, como fue el caso de la Cervecería Cuauhtémoc, las presiones externas jugaron un papel todavía no del todo aclarado. El grupo familiar tuvo que ir a radicar a Texas por miedo a las represalias, pero de ningún modo tomó una actitud pasiva ante los aparentes hechos consumados. El hijo de J.M. Shneider, accionista norteamericano de la cervecera, se quejó ante las autoridades estadounidenses por el ataque sufrido a sus intereses. De esta manera presionó al gobierno norteamericano para que enviara una reclamación, que resultó escrita en un tono demasiado diplomático y sutil al mismo Venustiano Carranza, sobre las posibles consecuencias que acarrearían el sostenimiento de este tipo de prácticas contra propiedades ligadas al capital norteamericano.210 Pero este factor, como determinante en la devolución de la compañía, pareció estar estrechamente ligado con el tipo de administración que se implantó en la cervecería. Éste vislumbró la obtención de numerario a un plazo mediato para el sostenimiento del poder público y militar, con lo que desestabilizó el proceso de inversión y agotó así las reservas de materia prima que posteriormente serían difíciles de adquirir. Por ambas razones, la decisión de regresar la fábrica a sus dueños se tomó el 5 de diciembre de 1914, después de siete meses de administración revolucionaria.211 Cuatro días después la política de “marcha atrás” se reafirmó al ser entregada también la compañía Cementos Hidalgo, con el acuerdo honroso de sus propietarios de reanudar sus actividades en “un plazo no menor de seis meses”.212
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Retiro de las tropas carrancistas Al triunfo de la revolución carrancista, los grupos rebeldes iniciaron la disputa del cómo administrarla y garantizarla; la partición, difícil de arreglar, compactó dos grandes grupos dispuestos a pelearse por el poder. La disputa quedó en familia, ambas facciones pertenecían al movimiento constitucionalista. Una era la que apoyaba al fundador del movimiento y ahora primer jefe, Venustiano Carranza, y la otra, la oposicionista agrupada en la figura del general revolucionario más reconocido de la contienda: Francisco Villa. El vano de conciliación de intereses y rencores acumulados se llevó a cabo en Aguascalientes, a través de una Convención Soberana durante octubre y noviembre de 1914. Las consecuencias, una guerra civil cruenta entre los aliados zapatistas y villistas y el repliegue de los carrancistas al dominio de unos cuantos puntos seguros y estratégicos: Veracruz, Tampico, una parte de Jalisco y Yucatán y un exiguo contingente en Agua Prieta, Sonora. El 10 de noviembre el primer jefe le comunicó en un telegrama a González Garza la destitución de la que fue objeto por la Convención. Por lo que lo alentó para que la división a su cargo “cumpliera su deber” secundándolo, ya que “no me retiraré”, decía el varón de Cuatro Ciénegas a González Garza, “hasta que las condiciones que he exigido para separarme se cumplan, pues no quiero dejar al país en la anarquía”.213 Pablo González Garza reafirmó su alianza con Carranza y lanzó, el 18 de noviembre, un “Manifiesto a la Nación” en el poblado de San Juan del Río, Querétaro. En él, calificó a la Convención de una farsa preparada por Francisco Villa y Felipe Ángeles, a quienes denominó los nuevos “acuchilladores de la Decena Trágica”.214 Análogamente, González Garza reunió a su ejército y emprendió su marcha forzada rumbo al noreste, territorio medular del arraigo militar y po-
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lítico de la división a su mando. Al prevenir el enfrentamiento con la maquinaria villista en la frontera entre Coahuila y el estado insurrecto de Chihuahua, optó por adquirir prematuramente los pertrechos de guerra necesarios para acondicionar por un largo periodo en campaña a cualquier ejército. La orden para adquirirlos fue dictada al agente de compras y proveedor de la soldadesca carrancista Domingo González Garza, hermano del divisionario, radicado en Matamoros, Tamaulipas. Domingo cumplió rápida y satisfactoriamente el pedido; el grueso de armamento fue otorgado al general y gobernador de Nuevo León, Antonio I. Villarreal.215 Comisionado carrancista, este último, para detener en los estados norteños de Coahuila y Nuevo León el posible avance de la tropa villista proveniente de Chihuahua. Para el 17 de diciembre de 1914, Antonio I. Villarreal se jactaba, en un comunicado dirigido a González Garza, de no haber permitido a las fuerzas villistas avanzar “un solo palmo” sobre el territorio custodiado por él.216 La espera culminó el 6 de enero de 1915, cuando los puestos de avanzada de la división Ángeles ocuparon Saltillo, a 80 kilómetros al suroeste de Monterrey, tras ser evacuada por las tropas constitucionalistas. El alto mando de la división, Antonio I. Villarreal, decidió presentarse con todas sus fuerzas ante el enemigo en la misma capital coahuilense. La movilización militar se efectuó al día siguiente, al transportar a sus efectivos en catorce locomotoras y más de noventa carros de ferrocarril. Ese día, la columna carrancista inició el ataque por el poblado de Ramos Arizpe, al norte de Saltillo, donde logró hacer retroceder a una escolta enemiga que resguardaba a un tren en reparación. Sin embargo, con esta acción se perdió tiempo valioso que obligó a retardar hasta el día siguiente el intento de toma de Saltillo.217 El combate crucial se desarrolló al amanecer bajo una densa neblina. El general carrancista Maclovio Herrera, al mando en la batalla, penetró
hasta el centro de la ciudad dando pie a que la neblina revolviera a las tropas en pugna, las cuales tuvieron que pelear cuerpo a cuerpo “resultando una carnicería espantosa de ambos lados”, como refería posteriormente Villarreal.218 Cuando los defensores optaron por evacuar, el grueso de la división Ángeles, que se encontraba al inicio del combate en las afueras de la capital, penetró por el poniente de la ciudad bajo una intensa lluvia de metralla para desfondar rudamente la ofensiva carrancista. Los atacantes optaron por retirarse dispersos y en desorden, siendo perseguidos por las tropas de Felipe Ángeles por más de veinte kilómetros sobre el camino a Monterrey. Tras su denigrante huida, los carrancistas incendiaron, sin llegar a destruirlos por completo, los carros de ferrocarril.219 El fabuloso botín capturado por la Convención consistió, entre otras cosas, en todos los furgones de ferrocarril, a excepción de 20 que se perdieron por completo en el incendio, “dos millones de cartuchos para fusil, once mil granadas de artillería, vestuarios, armamentos y equipos nuevos”. Así como 460 soldados “a quienes se puso en libertad una vez desarmados”, ignorándose la pérdida de vidas por parte de los constitucionalistas.220 Después de destrozar la vanguardia del ejército carrancista, la División Ángeles quedó acuartelada en Saltillo sin preocuparse, momentáneamente, por continuar internándose en le territorio norestense. Mientras tanto, los restos de las tropas carrancistas, que se dieron cita en Monterrey, tomaron la determinación, a instancias de Villarreal, de evacuar la ciudad sin nombrar oficialmente autoridades que sustituyeran al derrotado gobierno radical.221 Esto contribuyó a agravar la situación citadina, que empezaba a tomar matices desesperantes. Los villistas aportaron su grano de arena al bloquear todo cargamento cuyo destino apuntara a Monterrey. En efecto, los desórdenes populares empezaban a estallar en diferentes puntos de la capital y a exigir a los grandes acaparadores y comerciantes
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en pequeño la venta a precios razonables de todos aquellos artículos alimenticios indispensables para la sobrevivencia familiar (Flores, 1991). La evacuación por parte de los carrancistas, y el espectro amenazante de los disidentes del constitucionalismo en la vecina capital, crearon un caldo con sabor a anarquía en cuyos ingredientes resaltaron el desmantelamiento gubernamental, la voracidad de los especuladores y el descontento de amplios sectores de la población residente, que veía en esta coyuntura el detonante para lanzarse a romper con la represión implantada en los últimos meses. Este factor no sólo se originó en el desconocimiento oficial de la tradición religiosa, sino también en aquellos sólidos grupos tradicionales que el movimiento armado intentó destruir a través de la incautación de sus bienes, como lo fueron los terratenientes, algunos industriales y, por supuesto, el clero católico. Ante esta perspectiva, sólo un organismo había permanecido intacto ante las embestidas del gobierno revolucionario: la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey. A raíz del anuncio de la huida, el 11 de enero de 1915, por parte de la administración carrancista, los amos de la economía regiomontana saltaron de sus residencias a las limosinas para darse cita, junto con el cuerpo consular, en una junta general extraordinaria en el local de la “comuna empresarial”. Los acuerdos que se vertieron ese día y los siguientes en el salón de socios de la Cámara, demostraron no sólo quiénes eran los pilares de una estructura social en aparente agonía, sino su capacidad de reorganizar las instancias de control y distribución de los servicios públicos prestados a la ciudadanía, en ausencia de un aparato burocrático político que regularmente asumía ese derecho.
5. Consolidación de la Cámara Nacional de Comercio (1915-1917) Con la embestida del ejército villista en el norte, la Convención ocupó de manera efímera, entre di-
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ciembre de 1914 y mayo de 1915, casi todos los estados fronterizos, y toda la línea de abastecimiento hasta la propia Ciudad de México. La facción carrancista hubo de replegarse a puntos estratégicos y de fácil evacuación, en caso de ser necesario, hacia el exterior del país. En este toma y daca, los vacíos de poder se presentaron con frecuencia en zonas colindantes entre ambos ejércitos. La anarquía, la presencia de viejos caciques o grupos de poder y la autoridad de nuevos personajes emergidos de la revuelta, condicionaron el impacto de la revolución en estos espacios geográficos delimitados por causas coyunturales. En Monterrey, en más de una ocasión se presentaron tales circunstancias. La primera vez fue a partir del 11 de enero de 1915, cuando los carrancistas evacuaron la ciudad. De esa fecha hasta la designación de nuevas autoridades municipales, a fines de ese mes, y estatales, 16 de febrero, los miembros de la Cámara de Comercio ejercieron y administraron los servicios públicos y políticos del ayuntamiento. A partir de la reconstrucción del aparato estatal revolucionario, se inició una etapa de consolidación y deslinde de funciones políticas, empresariales y militares entre el gobierno, el empresariado regiomontano, de corte porfirista, y el ejército constitucionalista. En la práctica, sólo durante la gubernatura de Nicéforo Zambrano, un connotado civil, entre 1917 y 1919, la separación entre el poder civil y militar fue evidente. Una variedad de circunstancias nacionales, el constitucionalismo en sí, influido por un poder militar dividido, y regionales, la activa participación del empresariado urbano, impidieron la organización y desarrollo de un gobierno civil estatal fuerte, y un grupo empresarial prerrevolucionario desentendido del poder político. Durante el carrancismo, el gobierno local nunca logró centralizarse, y su debilidad le impidió controlar al empresariado urbano e imponer sus
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condiciones en la puesta en práctica del programa de reformas socioeconómicas del movimiento constitucionalista. Hubo una militarización del gobierno civil y el grupo empresarial, pieza clave de la sociedad civil, se fortaleció en una poderosa organización indispensable en la toma de decisiones. Entre mayo de 1915 y diciembre de 1917 se tejieron los matices que posteriormente darían forma y contraste al producto final. La sólida organización empresarial, representada en la Cámara Nacional de Comercio, hegemonizó toda la actividad económica entablada en Monterrey y regiones circunvecinas, evitando así el acceso a los grandes negocios de forma autónoma, a la nueva y ascendente burguesía revolucionaria. La industria pesada, las finanzas, el comercio a gran escala y el ayuntamiento de Monterrey fueron predominio absoluto de este grupo empresarial prerrevolucionario. La burguesía nacionalista, emergida de la revolución, se conformó con la adquisición de bienes raíces, antiguas haciendas porfirianas y el comercio interregional, en especial el contrabando proveniente de los Estados Unidos. Asimismo, se marginó al añejo grupo empresarial, a sus magnates, pero no a sus representantes, de los altos puestos burocráticos, esencialmente a las diputaciones federales y estatales, y por supuesto de la gubernatura. La legislación laboral y la gestoría del estado en las actividades económicas empezó titubeante durante este periodo. La relativa estabilidad social y militar que otorgó el carrancismo en la región, hasta 1920, propició el repunte paulatino de los negocios en Nuevo León, particularmente en Monterrey. La búsqueda constante de nuevos rubros de producción por parte de la burguesía regiomontana, dentro de la economía nacional, garantizó una esfera social selecta de corte porfiriano emparentado estrechamente con el poder público. Las autoridades políticas, civiles y militares posteriores al exilio del procónsul comprendieron rápidamente que el empresariado industrial era parte imprescindible, si no esencial, en el aparato estatal. El gobernador
carrancista Antonio I. Villarreal intentó purgar a los empresarios de este último por medio de una feroz represión. La consecuencia fue menguar la fuerza con que el régimen revolucionario local trató de provocar un cambio de tipo estructural en los principales rubros de la actividad social.
La comuna empresarial El 11 de enero de 1915, mientras el grueso de las tropas carrancistas evacuaban la ciudad, e incendiaban tras de sí la estación del ferrocarril, los socios de la Cámara de Comercio y los cónsules extranjeros acordaron crear un centro urbano de decisiones, una especie de comuna empresarial, en sustitución del gobierno nuevamente errante de Antonio I. Villarreal. En efecto, el término de comuna empresarial fue utilizado por la prensa222 y por la comunidad en general durante de1915, para definir la administración municipal por parte de los empresarios. Este compromiso entre el cuerpo diplomático y la Cámara de Comercio no era nada extraño, una buena parte de los socios de origen, o bien de descendencia extranjera, ocupaban cargos diplomáticos. Entre otros se encontraban Paul Buchard, excónsul y encargado de negocios del imperio alemán desde hacía más de 25 años; Miguel Ferrara, agente consular italiano; John Bertrams Sanford, vicecónsul de Gran Bretaña desde 1907, y el mismo presidente de la Cámara, Constantino de Tárnava, quien fungía como cónsul de Bélgica.223 Es importante aclarar que la obtención y la reproducción de sus capitales se desarrollaron siempre en el ámbito de influencia de la capital nuevoleonesa. Con esto se descarta de antemano que este grupo representara al capital extranjero más allá del ámbito diplomático. De hecho, la Cámara de Comercio, desde su refundación, en noviembre de 1911, existió como un órgano parlamentario de asesoría y en ocasiones de decisión, sólo ratificado por el gobernador, en materia política y económica. La participación de la Cá-
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mara en asuntos públicos otorgó coherencia y peso a las decisiones de una clase social claramente identificada con el progreso capitalista impulsado durante el Porfiriato: el empresariado regiomontano. Entre los cónsules asistentes a la reunión del 11 de enero destacó uno en especial: Philip C. Hanna. El representante de los intereses norteamericanos en Monterrey era un diplomático de carrera; nunca penetró en el complicado mundo de los negocios a pesar de ostentar el cargo desde 1899. Pero la gravedad de la situación motivó su asistencia puntual ese día. Una vez reunidos, la discusión se centró en dos problemas medulares relacionados entre sí. El primero de ellos era la ausencia temporal de autoridades encargadas tanto del gobierno municipal de Monterrey como del gobierno estatal. Ante esta perspectiva, el segundo problema se desprendía inevitablemente de aquél: la gran carestía de artículos de primera necesidad estaba a punto de provocar agitaciones populares, dentro del espacio urbano, difíciles de controlar sin autoridades constituidas. De hecho, ya parte importante de la población exigía, con “insistencia y en desorden”, la venta de los productos de subsistencia (Flores, 1991 y Treviño Villarreal, 1998). El primero en proponer una solución viable, tal y como lo había previsto De Tárnava, fue el cónsul Hanna. El cónsul norteamericano puso a disposición de la Cámara diez bultos de maíz almacenados en el consulado. La propuesta de Hanna fue secundada en acto seguido por dos empresarios más; el primero de ellos fue el estadounidense B.C. Bailey, gerente de la Compañía de Agua y Drenaje de la ciudad, otorgando cuatro bultos más. El otro fue el representante de la compañía textil Industrial de Monterrey, S.A., quien ofreció 30 bultos más. Las propuestas fueron aceptadas bajo la consigna de “que serían devueltos al tenerse bastante existencia en la plaza” (Mendirichaga, 1983). Se optó por venderlos “sin demora” al público en la estación
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del ferrocarril, mientras se formaban tres comisiones para procurar maíz, pan y carne. La creación de un órgano coercitivo contra posibles desmanes fue resuelta al extender, al comerciante José Videgaray, la autoridad, supeditada a la Cámara, para organizar un cuerpo de policía provisional. Una vez puesto en marcha el mecanismo, la asamblea representada por las “fuerzas vivas de la ciudad” se decretó permanente, y programó la próxima sesión a las diecisiete horas de esa misma tarde (Flores y Olvera, 1988). Las comisiones encargadas de adquirir los productos básicos trabajaron arduamente durante los días siguientes. La distribución de los productos, como la harina y el pan, se llevó a cabo a precio de costo, a través de cuatro expendios que operaban en los puntos cardinales de la capital. El precio galopante de la carne no se pudo controlar, pero la comisión no volvió a preocuparse por la venta de este artículo ya que no afectaba “a la clase menesterosa, pues como es sabido, informó la comisión ante el pleno, ésta no hace gran uso de la misma” (Mendirichaga, 1983: 66). Las sesiones continuaron a diario sin interrupción. Pronto los servicios públicos comenzaron a funcionar sin percances bajo la administración empresarial. El día 13 por la mañana, Videgaray informó sobre la labor desarrollada por la policía a su servicio, la cual impidió varios intentos de robo. También se acordó en esa sesión otorgar una contribución voluntaria con el objeto de crear un fondo provisional para el mantenimiento de la policía y las oficinas públicas (Flores y Olvera, 1988). La asamblea permanente fungió del 11 al 15 de enero; las comisiones para procurar los productos básicos abrieron cuatro expendios ubicados en el puente de San Luisito, el Mercado Juárez, Mercado Colón y en la bodega del comerciante Prisciliano Elizondo. Si bien la carne se convirtió rápidamente en un artículo de lujo que solamente una minoría pudo consumir, la Cámara logró otorgar un salvo-
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conducto al ganadero Silvano Delgado para que pudiera traer a la ciudad “20 reses y 400 cabezas de ganado menor que tenía en el cerro del Topo” (Mendirichaga, 1983: 68). Pronto la ciudad volvió a agitarse. La madrugada del 15 de enero el bullicio fue causado por el retiro del resto de las tropas carrancistas. Éstas tenían conocimiento de la llegada de los convencionistas esa misma tarde. La asamblea permanente de la Cámara, que se había convertido en el verdadero rector de los asuntos públicos de la capital, optó por organizar una nueva comisión que tuviera como objetivo ponerla en contacto con la División Ángeles. Esta comisión rindió su informe en la tarde del 15 ante la asamblea en pleno, donde explicó haber entablado el diálogo con los convencionistas, quienes, informados de la labor desarrollada por la Cámara desde el día 11, exigieron que continuaran las cosas como se estaban llevando a cabo, y esperaran la entrada de las fuerzas militares suficientes para lograr el completo restablecimiento de la paz y el orden (Mendirichaga, 1983). Al término de esa sesión, cuando los socios estaban a punto de retirarse, la ciudad acogió la llegada del grueso de las tropas del general Felipe Ángeles.
La Convención en Monterrey, febrero-mayo de 1915 El ejército de la Convención se acuarteló en la ciudad sin molestar en lo más mínimo las actividades desprendidas de la comuna empresarial. La institución continuó con el control de las entradas y salidas de remesas de productos básicos, así como su transporte, distribución y, finalmente, venta al consumidor. En un plebiscito celebrado el 24 de enero entre los socios de la Cámara, y posteriormente llevado a cabo entre la ciudadanía, las autoridades militares eligieron un nuevo ayuntamiento; José Vi-
degaray, organizador de la policía urbana, resultó electo como alcalde primero (Flores, 1991). El evidente apoyo de la Cámara a Videgaray se revirtió posteriormente en concesiones políticas a esta institución. Entre ellas destacaron el voto de autorización para la entrega de remesas de maíz que llegaran a la ciudad, con el fin de que siguiera regulándose “el precio de venta”;224 y el anuncio del 25 de enero, cuando Videgaray dio la lista de colaboradores que integrarían el cabildo municipal, formado éste por miembros distinguidos de la honorable Cámara de Comercio.225 Los personajes prominentes invitados por Videgaray a formar parte del Cabildo fueron, como regidores: Benjamín Buchard, Francisco Zambrano, Carlos Garza Cantú, Adolfo Garza Zambrano y Eusebio Cueva; y como alcalde suplente, renunciando el mismo día en que fue nombrado, Lorenzo H. Zambrano. Irónicamente, la puesta en práctica del Plan de Ayala por los militares convencionistas, programa aprobado por la Convención Nacional Revolucionaria, reforzó el predominio del grupo empresarial en el poder público de Monterrey. El 16 de febrero, los generales de brigada en el noreste cumplieron con el artículo 13 del referido Plan, consistente en la elección de un gobernador provisional y comandante militar en cada estado ocupado. La elección resultó siete votos a uno en contra del general Felipe Ángeles, quién había estado temporalmente en ese cargo, a favor de un miembro por demás conocido del empresariado regiomontano.226 Nieto menor por parte del primer matrimonio de don Evaristo Madero y, por consiguiente, hermano del “Apóstol” asesinado, Raúl Madero fue elegido nuevo mandatario estatal. La elección se llevó a cabo en el lujoso carro “Ramos Arizpe”, capturado a A.I. Villarreal en la batalla del 8 de enero, que servía como alojamiento al general Ángeles en Monterrey. Aunque en el momento de la designación, tres de los generales no
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se encontraban en ese lugar, tuvieron la precaución de enviar por telegrama el voto a favor de su candidato.227 El nuevo gobernador retomó como consejo consultivo a los comerciantes e industriales de la ciudad, al fomentar algunas actividades emanadas de la asamblea permanente de la comuna empresarial que concluyó en aquel estado a la entrada de los villistas. Por su parte, para aliviar la crítica situación popular, el gobierno de la Convención adquirió los cuatro expendios donde anteriormente se vendían los artículos de primera necesidad, no sin antes comprometerse a continuar vendiéndolos a precio de costo y a repartirlos en forma gratuita en caso de escasez. La circular correspondiente al 13 de marzo especificó los mecanismos para la repartición y venta de los susodichos artículos. Se expedirían tarjetas de la Secretaría de Gobernación, donde se registraban el nombre del consumidor, el número de personas que componían su familia, así como el oficio o empleo a que se dedicaban.228 Sin duda, el abastecimiento a la ciudad de estos productos agrícolas estaba estrechamente relacionado con la capacidad de producción del agro nuevoleonés. He aquí la preocupación existente en la política agrícola del gobierno de la Convención en Nuevo León, al intentar estabilizar la producción agraria. Esta se encontraba seriamente mermada por las constantes guerras intestinas, cuya decadencia repercutía en el espacio urbano, donde se provocaban agitaciones populares difíciles de controlar por los efímeros gobiernos revolucionarios. La creación de instrumentos para canalizar el apoyo al campo tomó prioridad en la política del gobernador Raúl Madero. Tenemos, por ejemplo, la creación, con un capital inicial de un millón de pesos, del Banco Refaccionario de Nuevo León, para el fomento del comercio y de la pequeña propiedad agrícola e industrial en el estado.229 Esta preocupación también se vio en el decreto expropiatorio de todas las tierras sin cultivar, para cederlas a aquellas personas que la solicitasen.
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El decreto exigía el compromiso a los arrendatarios de tenerlas sembradas a más tardar en un mes en parcelas no mayores de diez hectáreas por individuo.230 Otro proyecto que fue desempolvado por la legislación convencionista fue la Ley de Parcelación de Comunidades Rurales, emitida durante el mandato de Viviano L. Villarreal, la cual salió nuevamente a la luz pública en abril de 1915.231 Sin embargo, las medidas convencionistas tendientes a modificar la estructura agraria quedaron en el papel. Las causas de que esto sucediera así fueron diversas. En primera instancia, la administración villista nunca tuvo el pleno dominio, ni militar ni político, del estado. Las zonas montañosas del sur de la entidad donde se concentraba la mayor población agrícola continuaron en manos de los carrancistas. En segundo lugar, el tiempo efectivo de ocupación no rebasó los tres meses, dirigiendo sus energías a asuntos de mayor importancia para la causa convencionista en Nuevo León, como la administración militar y el acercamiento con los empresarios regiomontanos; y, finalmente, la escasez de personal técnico que en última instancia llevaría a cabo esta magna empresa. Otros decretos, con el fin de lograr la pacificación y la estabilidad económica en la entidad, fueron: retirar de circulación los billetes del gobierno de Carranza; amnistía a los carrancistas que estuvieran de acuerdo en deponer sus armas y la tibia reforma de algunos artículos de la ley hacendaria estatal, que buscó una mayor recaudación a través del aumento de la cuota mensual del “derecho de patente”.232 El gobierno del general Raúl Madero también retomó y operó la oficina confiscadora, para adquirir así recursos importantes destinados al mantenimiento de la administración pública. Sin embargo, la política anticlerical llevada a efecto por la administración carrancista fue desechada, y devueltos los bienes incautados al clero católico: esto queda de manifiesto con el retorno
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a la biblioteca del Arzobispado, a través de la Biblioteca Pública del Estado, de 4,322 volúmenes intervenidos en septiembre de 1914, que junto con numerosas bibliotecas privadas fueron requisadas por pertenecer a “enemigos de la causa”.233 Con la llegada, el 13 de marzo, del general Francisco Villa a la ciudad, la directiva de la Cámara no titubeó en lograr una primera entrevista, a través de Raúl Madero, para extender y reiterar el apoyo existente con la Convención. El caudillo se negó a dialogar ampliamente con la directiva, por lo que exigió la asistencia de todos los socios al día siguiente en el salón de recepciones del palacio de gobierno. El día catorce asistieron puntualmente 150 hombres de negocios, entre comerciantes, industriales y banqueros acompañados por todos los cónsules acreditados en la capital. Tras la espera por espacio de varios minutos, los asistentes tuvieron el privilegio de ver la entrada de Francisco Villa al salón, rodeado, como era de esperarse, de sus más cercanos colaboradores, entre ellos el gobernador Raúl Madero. Antes de que los invitados pudieran articular alguna palabra, el divisionario acusó acremente a todos los comerciantes de encarecer, acaparar y enriquecerse por la venta de las mercancías. Exigiéndoles, acto seguido, la cantidad de un millón de pesos a más tardar para el día 20 de marzo. El flamante regidor y presidente de la directiva, Carlos Garza Cantú, no pudo más que tartamudear y mostrarse sorprendido por las acusaciones; este mismo le comentó a Villa que tal exigencia era una tarea que se presentaba poco menos que imposible. La negativa de Garza Cantú no hizo más que enfurecer al caudillo quien ordenó su aprehensión y su fusilamiento inmediato. Ante el ambiente tenso que se respiraba, Raúl Madero intercedió por los comerciantes y logró cambiar la decisión de Villa por mantener solamente como rehenes a los integrantes de la Junta Directiva, mientras los demás miembros recaudaban la caprichosa cifra (Aguilar Belden, 1970).
Al culminar la entrevista, la Cámara decidió volver a llamar a sesión permanente a partir del día 15, hasta contabilizar la posible derrama económica con base en los estados en que se encontraban los diversos negocios. Cuarenta y ocho horas bastaron para entregarle al gobierno la lista de los donantes y su cantidad respectiva. Los primeros donativos empezaron a ser recaudados el 20 de marzo a través del Banco de Nuevo León, cuya principal accionista era la familia Madero. El cierre de la derrama se hizo el 29 del mismo mes; se recaudaron más de 300 mil pesos, que se destinaron a “socorrer al pueblo” a través de la entrega de una cantidad fijada por el banco a casi 800 familiares.234 Entre los negocios y negociantes más castigados, según la lista entregada, estaban: M. Cantú Treviño y Hermano con 50 mil pesos, la Fundición número 2 con 15 mil pesos; Casa Holck y Cía., con 20 mil; L. Madero S. de C. con 20 mil pesos; José A. Muguerza, Roberto A. Bremer y Cía., la empresa textil La Fama de Nuevo León, y José Calderón y Cía. Sucs., con la cantidad de 10 mil pesos cada uno; así como Vicente Ferrara, Francisco Zambrano y Valentín Rivero Sucs., con 5 mil cada uno.235 A pesar de esto, la designación de José Videgaray como alcalde de Monterrey, el 24 de enero, y de Raúl Madero como gobernador, el 16 de febrero, sólo marcó el respeto hacia los magnates de la ciudad. La comuna empresarial continuó con sus funciones entre enero y mayo de 1915, como órgano de control y asesoría del aparato estatal convencionista. Sin embargo, desde el punto de vista del cónsul español en Monterrey, José Pío Lagüera, con Raúl Madero al frente del estado, las actividades económicas fueron monopolizadas por parientes y amigos cercanos a la familia del primer presidente revolucionario. Esta burguesía ascendente dentro del villismo mostró los mecanismos por los cuales la Revolución se tornaba una fuente importante de enriquecimiento personal. José Pío Lagüera escribió,
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el 31 de mayo de 1915, al embajador español acreditado en Washington: Establecido el gobierno del general Raúl Madero, empezó el nepotismo más descarado y la absorción completa de todos los negocios comerciables, sólo personajes de la política como D. Daniel Madero y otros amigos de la familia eran exclusivos para el acaparamiento de mercancías y artículos de primera necesidad, dándose el caso frecuente de llegar consignaciones a otros particulares, que fueron inmediatamente detenidos o gravadas. Recogieron el piloncillo que existía en manos particulares y de comerciantes, pagándolo a razón de 40.00 pesos la carga y este mismo artículo de necesidad tan grande para este pueblo, pues es el sustituto del azúcar, fue vendido a continuación a precios que oscilaron entre 70.00 y 100.00 pesos la carga. Al pueblo, por el cual dicen todos que vienen luchando, lo trataron en este periodo del modo más inconsiderado teniéndolo a ración de maíz, mientras que se ha aclarado que por la frontera de Piedras Negras exportaban en grandes cantidades ese grano; la idea magnífica del general Villa, de emplear el millón de pesos con que se castigó a este comercio en artículos de primera necesidad para auxiliar en sus necesidades al pueblo, se ha visto frustrada en su mayoría, pues(to) que el encargado de la compra de tales artículos (primo del general Madero) se fue con dinero suficiente a los puntos productivos de aquéllos y bien poco maíz envió a esta ciudad, cuya situación hambrienta no ha podido aún resolverse de una manera favorable a la clase menesterosa.236 La articulación de los jefes militares revolucionarios con los negociantes locales no fue nuevo durante la revuelta. El apoyo que pudieran brindar estos últimos siempre fue imprescindible para la buena marcha del poder público local. La expe-
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riencia del gobierno radical de 1914 en Nuevo León llevó a replantear la política carrancista a partir de mayo de 1915, y a atenuar notablemente los programas de regeneración social y económica, basados en el hostigamiento y deslinde radical de la presencia del empresariado prerrevolucionario en el aparato público. El carrancismo negociador
La evacuación del gobierno convencionista Los dos combates de abril en Celaya, entre el villismo y las tropas de Obregón, donde los primeros no salieron bien librados, dieron la pauta para el comienzo del repliegue de la punta de lanza convencionista en el noreste. Amagado constantemente en los municipios lejanos a Monterrey por tropas carrancistas volantes de reducido número, el gobierno de Madero volteó la mirada hacia su lugar de origen.237 La decisión del 19 de mayo de trasladar su administración -sin haber sido vencida militarmente- a la Hacienda de Anhelo, Coahuila, fue sólo un síntoma del desmoronamiento militar y moral del villismo en otras partes del país. El retiro de la administración pública de Raúl Madero a la Hacienda de Anhelo le permitió permanecer en ese lugar hasta los últimos días de agosto, antes de exiliarse voluntariamente en los Estados Unidos (Covarrubias, 1979 y Cavazos, 1985). El alejamiento del efímero gobierno de la Convención obligó nuevamente a la capital de Nuevo León, como refirió en su Informe el cónsul norteamericano Hanna, a quedar “enteramente sin autoridad ni policía que pudiera contrarrestar los desórdenes y saqueos que se iniciaban”.238 La Cámara de comerciantes salió de nueva cuenta al ruedo; mostrando una cohesión inquebrantable en los momentos de crisis, llamó a asamblea permanente para contrarrestar la situación acéfala por la que atravesaba la administración pública.
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Elevador del Horno Alto.
El mismo alcalde Videgaray se retiró por miedo a la represión que pudiera sufrir a manos de los carrancistas junto con las tropas del general Madero. Bajo el amparo de la comuna empresarial, el capitán primero, Juan B. Doria, organizó en pocas horas una policía urbana que pronto logró el restablecimiento del orden.239 Ante la ausencia de Videgaray, los negociantes regiomontanos elevaron a la alcaldía municipal al regidor y socio connotado de la Cámara de Comercio: Francisco Zambrano. Sin embargo, sus días como alcalde suplente fueron contados.240
El Fondo de Auxilio Para el 23 de mayo las tropas de la división norestense volvían a pasearse por las calles citadinas de
Monterrey, pero ahora la lección fue asimilada. El joven grupo en el poder se retractó de iniciar otra ola represiva contra el grupo empresarial; la Revolución no pudo desprender de los asuntos públicos a los magnates de la economía regiomontana. Aquéllos, para su buena marcha, requerían de la mejor convivencia con la fuente de riqueza y de recursos que a final de cuentas sostendrían el aparato político. En pocas palabras, la revolución dejó intacta a esta elite porfiriana que tuvo, sin embargo, que adaptarse a los nuevos requerimientos del embrionario Estado revolucionario. En Monterrey, las autoridades fueron reinstaladas y nombrado un gobierno interino cuya jefatura recayó en el general ldelfonso Vázquez. De inmediato la administración carrancista pidió el apoyo de los miembros de la Cámara de Comercio para hacer frente a una de las hambrunas jamás registradas en la capital. A principios de junio, la Cámara Nacional de Comercio, las autoridades militares y el cuerpo diplomático se vieron obligados a sesionar conjuntamente, ante el peligro que podían representar los brotes de desorden que aparecían cada vez con mayor frecuencia en todos los rumbos de la ciudad. El pueblo se dedicó a buscar y saquear, en los pequeños y grandes almacenes, los productos básicos que notoriamente escaseaban como resultado de casi cinco años de revueltas intestinas. El dictamen de la reunión fue unánime; se creó un “Fondo de Auxilio” con el objeto de vender estos artículos a precios más bajos que el de costo: absorbían las pérdidas, momentáneamente, los grandes comerciantes, no sin antes arrancar el consentimiento, a las nuevas autoridades, del reembolso una vez saneado el erario municipal. Esto se haría a través de diversos mecanismos contemplados, como la rebaja de impuestos o bien la entrega líquida de la deuda.241 El consulado norteamericano también se comprometió a absorber temporalmente el precio de costo y transporte de una importante remesa de maíz
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y frijol, facilitada por la Cruz Roja norteamericana al “Fondo de Auxilio”.242 De esta forma, la experiencia adquirida por la comuna empresarial y el consulado estadounidense guiaron a los todavía inexpertos representantes públicos a aceitar un aparato cuya maquinaria había sido ensayada con anterioridad. Al mismo tiempo que los miembros activos de la Cámara distribuían en sus casas comerciales los productos básicos a un precio irrisorio, el cónsul Hanna y la Cruz Roja texana repartían a la población “más de 3,000 tarjetas de auxilio, que representaban no menos de 20,000 almas, para suministrar gratuitamente dos veces por semana raciones de maíz y frijol”.243 La cuesta del hambre fue rebasada hacia el mes de julio. Al concluir las tareas desarrolladas por la Cámara, el informe final arrojó una pérdida para los socios de 17 mil 797 pesos; además se adeudaba a la Cruz Roja norteamericana 9 mil 191 pesos, por suministro de los productos de frijol y maíz a la ciudad, responsabilizándose, en ese momento, el gobierno de Vázquez a cubrir esta última cantidad (Flores y Cerutti, 1997).
En busca de la conciliación La radicalización de la revolución carrancista llegó hasta donde los recursos económicos le permitieron. Las tropas que penetraron en mayo a Monterrey tuvieron que ser auxiliadas a través de préstamos otorgados por los principales banqueros regiomontanos. El 1 de junio, los Milmo no sólo subsanaron la bancarrota manifiesta del ayuntamiento, sino que también facilitaron los haberes de las tropas del general Vicente Dávila.244 En una circular hecha pública el 29 de junio, el gobierno pidió de nuevo el salvavidas a los comerciantes e industriales, al crear un “impuesto temporal para la reorganización de los servicios públicos” de 50 por ciento, sobre las contribuciones ordinarias.245
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Unos días antes, el 15 de junio, un experimentado militar de carrera durante el Porfiriato e incorporado al movimiento armado con González Garza desde 1910, el general Pablo A. de la Garza, en su papel de relevo en la gubernatura nuevoleonesa, clausuró de manera definitiva la oficina de incautación y decomisación de fincas de los enemigos de la causa.246 Los trámites para recobrar los bienes intervenidos fueron simples; se requería urgentemente de recursos y quien los tuviera a la mano y estuviera dispuesto a llegar a un arreglo, no encontraría ningún problema. Los requisitos se especificaron: “se pide la documentación del verdadero dueño; el previo pago de los gastos de administración, y el valor de las cosechas, en el caso de las fincas agrícolas, por producirse”.247 La decisión del gobernador de la Garza se adelantó por varios meses, ocho en total, a la prohibición nacional de intervención de bienes y a la orden de devolución de bienes ya confiscados a sus dueños originales. El respeto a las propiedades particulares fue piedra angular del programa constitucionalista, esencialmente a partir de 1916. En una carta fechada en junio de 1916, firmada por Venustiano Carranza y dirigida al general Jacinto B. Treviño, jefe del cuerpo del ejército del noreste, se explicaban los motivos por lo que deberían desaparecer las oficinas de incautación, entre otros, debido a “la ineficacia de las mismas y las dificultades que nos ha originado por la falta de honradez de los miembros que las integran” (Hernández, 1984: 200). También las comisiones reguladoras de bienes públicos desaparecieron, a excepción de la del henequén y la del algodón. El rencor igualmente fue guardado bajo llave y olvidado. En una convocatoria fechada el 18 de junio, el gobierno preconstitucional invitó a todos aquéllos “que hayan servido antes a cualquier administración pública y sean honrados”, previa carta al gobernador, a solicitar de nuevo su ingreso.248
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Lentamente la capital nuevoleonesa recobró su sitio como centro hegemónico de irradiación de poder. De la Garza, gobernador de junio de 1915 a mayo de 1917, se abocó rápidamente a crear “cuerpos regionales, sostenidos por el gobierno estatal”, cuyos jefes natos asumían la primera autoridad política del lugar.249 Los cuerpos de policía rural, como el municipio de Dr. Coss, con 18 hombres, se alimentaron con vecinos del poblado “sin percibir sueldo, salvo la exención del pago de contribuciones”.250 La extensa campaña de reinstalación de autoridades municipales durante 1915 bajo el lema de la honradez, aunque hubieran participado como defensores del antiguo régimen porfiriano, fue llevada a cabo por el hermano del gobernador y jefe de la brigada Nuevo León, el coronel Diódoro de la Garza.251 La consolidación de las autoridades carrancistas instaladas en Nuevo León se legitimó en la circular de gobierno general, el 24 de noviembre de 1915. Ésta prohibía hasta que se restableciera el orden constitucional, la fundación de agrupaciones políticas, “cuyas tendencias casi siempre” no tenían “otro fin que trabajar a favor de los caciques regionales”.252 Por lo tanto, se suspendían la convocatorias a elecciones generales y locales, tal y como lo preveía el actualizado artículo cuarto del plan revolucionario de Guadalupe. Astutamente, los carrancistas no permitieron la libre elección de representantes estatales y municipales hasta agosto de 1917; los jefes militares preconstitucionales en Nuevo León eran una copia burda de los viejos burócratas porfirianos. El mismo gobernador Pablo A. de la Garza, rico terrateniente ganadero, había servido al extinto ejército federal. De hecho, para fines de 1915, en todo el país, eran pocos los militares radicales o de origen social precario con posiciones de mando importantes. Es verídica la afirmación de que el alto mando carrancista del noreste también destacó por su participación en negocios jugosos. Los nuevos
hombres de empresas encontraron con eficacia la forma de no sólo amasar fortunas personales, sino de mantenerse a flote, militar y políticamente. Los ejemplos son numerosos. El general Jacinto B. Treviño, jefe del cuerpo del ejército del noreste, y por lo tanto el más alto en la jerarquía militar de la región, fue presidente de la Comisión Reguladora de Algodón en la región lagunera, donde se producía 90 por ciento del algodón del país (Hernández, 1984). Al ser sustituido por Francisco Murguía, en 1916, los negocios del noreste encontraron un empresario más audaz y astuto (Hernández, 1984). Lo mismo podría decirse del personaje civil de mayor confianza de Carranza en la región; Nicéforo Zambrano fue elegido como diputado federal en noviembre de 1916, y, posteriormente, electo gobernador en julio de 1917. Zambrano no sólo estuvo al lado de Venustiano Carranza cuando éste entró al Congreso constituyente en México, el día de la protesta de la nueva Constitución Política del país, en febrero de 1917, sino también figuró en la localidad como un prominente terrateniente en Coahuila y Nuevo León, y como un audaz acaparador del espacio urbano en Monterrey. También era miembro distinguido de la Cámara Nacional de Comercio.253 Pero lo más representativo fue su candidatura al cargo de ejecutivo del estado que lanzó el Partido Constitucional Progresista, que se formó precipitadamente en vísperas de las elecciones. El partido fue sostenido por el empresariado citadino cuidándose de no aparecer en primer plano.254 Al igual que el presidente del partido, Jerónimo Siller, Zambrano representó la alianza del empresariado con los revolucionarios locales más conservadores (vieja fórmula política Siller-Zambrano). Nicéforo Zambrano fue el primer candidato sólido del empresariado regiomontano a un alto puesto público por elección popular en la etapa constitucional.
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La política laboral del carrancismo (19161917) Mientras el villismo y el zapatismo eran reducidos a sus lugares de origen y sus grandes ejércitos sometidos a una difícil guerra de guerrillas en su propio medio ambiente, el sector económico de Monterrey experimentó los indicios de una ansiada estabilidad política entre 1916 y 1917. Los industriales coadyuvaron a una política económica más consistente por parte del gobierno emanado de la contienda desde el momento en que las medidas de presión, para forzarlos a respetar las decisiones de régimen revolucionario, cobraban cada vez mayor legitimidad. La principal veta explotada por los constitucionalistas en Nuevo León para consolidarse se fincó en el derecho otorgado al naciente Estado para conciliar los intereses entre capital y trabajo; los ejemplos son palpables.
La industria textil En septiembre de 1916, el sindicato de obreros textiles de la fábrica El Porvenir y Anexos exigió, a la directiva empresarial y al gobierno estatal, el aumento en el salario “por alza en los productos básicos”; instrucción para los obreros y “más trabajo”.255 Ante la presión gubernamental, el gerente general y dueño de la fábrica, Manuel G. Rivero, se comprometió a ayudar y sostener una escuela para sus trabajadores. En cuanto a su negativa para el aumento salarial, Rivero argumentó la baja en el precio de las mercancías, “debido a que el Gobierno Constitucionalista tiene el control de la región”.256 Esto último, dijo, dio pie a que quedara “abierta la comunicación entre Monterrey, Laredo y Matamoros”, situación contrastante con la inseguridad de las comunicaciones de los años anteriores.257 Rivero se quejaba al mismo tiempo de la incomunicación que padecía con la ciudad de Torreón, lugar de donde provenían sus remesas de al-
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godón; asimismo, la guerra en Europa complicó la importación de los productos tintóreos, provocando que el departamento de tintorería de la fábrica tuviera serios problemas.258 La postura que tomó Rivero fue bastante cómoda; delegó el compromiso de exigencia salarial hacia el Departamento de Trabajo, dependiente de la Secretaría de Fomento, “para que el Comité Ejecutivo de Obreros y el Comité Permanente de Industriales lo acuerden [...] para que si se aprueba se haga extensivo a todas las fábricas, y no quedar en desventaja competitivamente”.259 Sin embargo, el gobierno estatal no consideró necesario canalizar el trámite por la vía más dilatada y burocrática, la petición de aumento salarial encontró así una resolución favorable y contundente, debido “a que en esa fábrica el salario, comentó el gobernador De la Garza, es muy exiguo”;260 al empresario Rivero no le quedó más que acatar la decisión. En abril del año siguiente, 1917, la solidez del grupo empresarial textil había llegado a un grado de franca provocación ante las autoridades locales: se habían negado a cumplir con los últimos acuerdos salariales emanados del poder constitucionalista. La intervención del gobierno federal fue más que necesaria. El 2 de abril, el jefe máximo, Venustiano Carranza, mandó un ultimátum a los industriales regiomontanos: la cita era obligatoria en el despacho del gobernador para todos los representantes de las instituciones fabriles, con el fin de acordar salarios convenientes para la clase trabajadora. “Advirtiendo a los dueños de las fábricas, subrayó Carranza en el telegrama, que si no dan cumplimiento a esta disposición, serán intervenidas sus negociaciones y administradas por cuenta del gobierno”.261 Las reuniones para entablar los acuerdos iniciaron el 14 de abril; en mayo, el gobierno tuvo que ceder. Los empresarios textiIes “aceptaron el aumento de 30 por ciento del salario fijado en 1912, siempre y cuando se trabajase no 8, sino 10 horas, debido a que estas horas estaban estipuladas en la tarifa de 1912”.262
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En mayo de 1918, la Fundidora empleaba a mil 162 trabajadores.
La industria cervecera En febrero de 1917 la Cervecería Cuauhtémoc pasó por el mismo trance; había sufrido la presión desde el 6 de agosto de 1915, cuando las autoridades militares convinieron con el empresario E. Sada Muguerza el aumento de los jornales en un 50 por ciento. El acto se llevó a cabo bajo una formal celebración en presencia del gobernador De la Garza y del general Jacinto B. Treviño. En esa ocasión el jornal mínimo para hombres y mujeres se estipuló en dos pesos por día.263 En realidad nunca se cumplió. Las protestas de los obreros y empleados de la cervecería se elevaron a los oídos del gobernador en 1916. Los trabajadores descontentos exigieron el aumento salarial establecido medio año atrás, “o en su defecto, se les vendiera artículos de primera necesidad a un
precio que de ningún modo excediera un 50% del de plaza”.264 De un “modo intempestivo”, la administración de la cervecería comunicó al gobernador “la clausura de la fábrica, so pretexto de pérdidas, dejando sin trabajo a 300 empleados”.265 En el telegrama, fechado el 1 de febrero y enviado por de la Garza a Carranza, se comunicó la decisión empresarial. En el sentir particular del gobierno estatal, resaltó la preocupación por el destino de los obreros desocupados, así como por la fábrica de hielo instalada en la propia cervecería, de indiscutible utilidad pública para el estado. La suspensión de trabajo en ésta, aclaraba de la Garza a Carranza, “haría que se clausurara el laboratorio antirrábico que actualmente atiende a más de 30 personas mordidas por perro o coyote”.266 La actitud de respeto hacia la autoridad constituida que siempre dejó sentir Carranza a los
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industriales regiomontanos, se plasmó en la áspera respuesta del 3 de febrero. Textualmente Carranza expidió la “autorización para que se incaute la fábrica de hielo por parte del Ayuntamiento; llevando cuenta de la administración respectiva”.267 Para evitar roces innecesarios con los industriales, De la Garza los llamó y les leyó el telegrama para explicarles que haría caso omiso de él si se reanudaban las labores y se satisfacían las peticiones obreras. Dos días después, la compañía acordó “reanudar los trabajos, accediendo humildemente a las demandas, por demás justas, de los obreros”.268
Aplicación del programa económico-social del constitucionalismo La elevación del primer jefe de la Revolución a la presidencia de la república, por medio de la protesta ante la nueva Constitución Federal, en mayo de 1917, sentó las bases legales de un desarrollo en la política de intervencionismo estatal no sólo en la economía, sino en numerosas actividades sociales que el régimen de don Porfirio no se había preocupado más que de vigilar que se desenvolvieran sin obstáculos y sujetas casi únicamente a su propia trayectoria e intensidad. Por lo cual, grupos minoritarios, como los industriales de Monterrey, a quienes la política de privilegios del Porfiriato los benefició y protegió, encontraron en la Carta Magna de 1917 francas provocaciones que mermaban este sistema preferencial de la cual habían obtenido la mejor parte. En una consulta conjunta al gobernador interino y general Alfredo Ricaut, mandatario del 24 de marzo al 30 de mayo de 1917, el 5 de julio de 1917, los cuatro gerentes de las cuatro compañías más grandes en el ramo de la metalurgia pidieron asesoría en la interpretación “del Artículo 123, fracción XXI de la nueva Constitución, ya que ésta previene que el patrono que despida a un obrero sin causa justificada, está obligado, a elección del trabajador, a cumplir el contrato o a indemnizarle con el importe
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de tres meses de salario”.269El descontento por parte de los accionistas tendía a desconocer la aplicación rígida de tal medida a este tipo de “fundiciones de metales”, donde el número de trabajadores, por cierto bastante elevado, era siempre fluctuante: Y como la actividad de los hornos está sujeta a las cantidades de mineral que se reciben, del mismo modo el número de jornaleros tiene que estar también sujeto a dicha cantidad de minerales, porque si nos viéramos obligados a emplear continuamente un número fijo de trabajadores, llegaríamos al caso de tener muy a menudo gente desocupada pagándole sus salarlos corridos, y esto, como es natural, nos ocasionaría fuertes pérdidas que no nos es posible sufrir.270 La respuesta del gobernador, el 13 de julio, mostró despreocupación en la interpretación literal de la ley y antepuso la real situación de su inaplicabilidad. De otro modo, comentó visionariamente Ricautm, provocaría una verdadera agitación empresarial y, por consiguiente, la obstaculización a la principal fuente de recursos para el sostenimiento del naciente gobierno constitucional. Ricaut agregó que el gobierno a mi cargo no puede dar una interpretación auténtica porque él no expidió la ley, pero lo que es indudable, es que cualquier patrono, tendrá derecho de despedir a un obrero si no tiene para él trabajo, puesto que ésta será una causa de las más justificadas a que se contrae la ley.271 El empresariado industrial volvía a obtener otro gran éxito. Las tres compañías procesadoras de metales, y sus respectivos gerentes que consultaron a Ricaut, fueron: Jesús Ferrera por la Fundición número 2, C.L. Backer por la ASARCO (Fundición número 3); y E.M. Villarreal por la Compañía de Minerales y Metales. El gerente de la única siderúrgica en el país en 1917 era León Scheweitzer.272 El 6 de julio, una nueva queja en bloque por los mismos gerentes, representantes del poderío industrial de Monterrey, cuestionaba la ley consti-
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tucional que aparecía en el artículo 123, fracción II, sobre la jornada máxima de trabajo nocturno estipulada en siete horas. El discurso empresarial se basaba en la planeación práctica de la producción y en el máximo aprovechamiento de los recursos humanos, mostrando el hilo más delgado entre las relaciones empresarios industriales y el gobierno. La retórica empresarial expresaba textualmente: la maquinaria y hornos de nuestras fundiciones son de tal naturaleza que es de imperiosa necesidad que trabajen sin interrupción las 24 horas del día. Con tal motivo hemos dividido siempre el día de trabajo en turnos de ocho horas cada uno a efecto de mantener constantemente los hornos en actividad. Así que si los turnos nocturnos trabajasen únicamente siete horas, nos veríamos precisados a suspender el trabajo por una hora en cada turno, lo que no nos es posible hacer por los grandes perjuicios que ésta ocasionaría.273 Ante la presión empresarial, Ricaut no se comprometió más y se declaró incompetente al pedirles que mejor se dirigieran al Congreso de la Unión. La reorganización de las medidas hacendarias federales durante el inicio del régimen constitucional también provocó molestias entre los negociantes establecidos en la capital. En octubre de 1917, los comerciantes e industriales de la ciudad protestaron ante el gobernador por la “excesiva severidad” con que eran tratados por los visitadores del timbre al imponerles multas “sumamente fuertes”.274 La actitud conciliadora del primer gobernador constitucional postrevolucionario Nicéforo Zambrano, de julio de 1917 a octubre de 1919, sometió a la más severa crítica las actuaciones de los inspectores federales. El 24 de octubre el gobierno constitucional elevó la queja hasta la Secretaría de Hacienda en México, por no considerar el estado en que estuvo el país [...] siendo imposible haber llevado los libros con excesivo detalle, a más si muchos de los empre-
sarios salieron del país y dejaron sus negocios a subalternos que muchas veces no contaban sino con lo más indispensable para sostener el negocio.275 La dura realidad económica del periodo hizo que la administración carrancista no diera mayor protección y garantía, en el ramo fiscal, a la inversión capitalista.
La economía local Si bien es cierto que Zambrano adoptó regularmente durante su mandato una postura proempresarial, esencialmente ante los ojos de la Federación, el comercio y la industria regiomontana mostraron, especialmente en estos años, cicatrices profundas por el paso zigzagueante del fenómeno revolucionario. Numerosas negociaciones se vieron forzadas a detener sus actividades; el sector productivo de mayor peso en la capital, representado en las compañías metalúrgicas, no escapó a la debacle económica.
Las industrias regiomontanas El norteamericano E. H. Silvelli, quien obtuvo una concesión en 1908 por siete años ante el fisco para instalar la compañía manufacturera Fundición Hidalgo,276 se lamentó ante el gobierno revolucionario, en abril de 1917, de haber tenido más de 3,000 mil dólares de pérdidas durante los años del conflicto armado.277 Al mismo tiempo le perjudicó la exigencia, por parte de la Hacienda estatal, del pago de la carga impositiva en oro nacional.278 Silvelli comentó las pérdidas constantes de las que eran objeto todos los accionistas. Similarmente, se quejó de la crisis monetaria por la que atravesaba todo el país, la falta de materias primas y la escasez de refacciones para la maquinaria como consecuencia, esta última, de la guerra europea. En una petición posterior reiteró el regreso al pago de impuestos en papel moneda como se acostumbraba en 1915.279
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A partir de noviembre de 1916, el gobierno federal obligó a los estados a aceptar como único medio legal de pago el oro y la plata. Estas medidas y la baja producción de oro y plata durante el periodo carrancista, sin mencionar las violentas fluctuaciones de su valor en el mercado internacional, limitaron la tarea de controlar el abasto de moneda metálica a la economía nacional. He ahí el porqué de la resistencia de muchos negocios a la legislación carrancista en Nuevo León. En el mismo año, Vicente Ferrera, presidente de la Fundición número 2, informó al fisco municipal de la parálisis en la compañía minera debido a la destrucción por el paso de los ejércitos en disputa, “en su mayor parte, de numerosos talleres, causándonos así fuertes y considerables pérdidas de las que no podremos reponernos en mucho tiempo”.280 Ferrara coincidía en buena parte con Silvelli. Los factores adversos radicaban en la “falta de comunicaciones material rodante”; en la escasez del combustible y de materias primas; así como los “estragos causados” por las nuevas disposiciones laborales desarrolladas por el régimen triunfante en la revuelta, que exigió disminución en las horas de trabajo y aumento de salarios a los obreros, “ocasionándole a la fábrica gastos mayores” en una época de crisis.281 Pero la que indudablemente resintió en forma dramática las consecuencias y los alcances destructivos de la Revolución fue la industria siderúrgica. La Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S. A. mermó su producción en los diferentes departamentos al grado que algunos de ellos cerraron por varios años. En el caso del Departamento “Hornos de Aceración”, donde su máxima producción anual de acero, desde su fundación en 1903, se registró en 1911 con un total de casi 85 mil toneladas, computó en el crítico 1915 solamente 6,656. Nuevamente repuntó en 1916 con más de 19 mil toneladas282 de producción (véase cuadro número 3). El departamento de ventas de la compañía
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(como se observa en el cuadro número 4) decayó de la obtención de más de seis y medio millones de pesos en 1911, a sólo 98676.73 pesos en 1915, notándose una recuperación paulatina a partir de 1916, con la cifra de un millón y medio de pesos más que el inmediato anterior. Cuadro 3. Producción anual del Departamento “Hornos de Aceración”, 1903 y 1917.
Años 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911 1912
Producción de acero (toneladas) 8 823 29 552 21 612 33 463 31 806 28 900 67 944 --------84 697 66 820
*No hay datos. Fuente: “Informe rendido por el Consejo de Administración de la Fundidora de Fierro y Acero...”, el 26 de mayo de 1923, El Porvenir, Monterrey, 25 al 28 de junio de 1923.
Cuadro 4. Ventas anuales de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, 1905 y 1917.
Años 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911 1912 1913 1914
Producción de acero (toneladas) 2 368 005.17 3 700 691.52 3 526 449.99 3 351 109.75 5 106 475.92 6 206 691.26 6 651 256.91 5 722 364.13 2 269 128.66 789 976.04
Fuente: “Informe rendido por el Consejo de Administración de la Fundidora de Fierro y Acero...” del 26 de mayo de 1913, El Porvenir, Monterrey, al 28 de junio de 1923.
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Precisamente, en 1916, el empresariado industrial tuvo que recurrir a un crédito hipotecario contra las propiedades que poseía la Fundidora en todo el país por valor de 3 millones 900 mil pesos. Éste fue cedido por la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura, a través del Banco Nacional de México, para enfrentar y aminorar la angustiosa situación.283 La Cervecería Cuauhtémoc no escapó al impacto demoledor de la crisis económica. En 1914 los administradores de la compañía cervecera se quejaron por la caída de las ventas, que llegaron a representar más de 50 por ciento sobre lo vendido en el transcurso de 1909. En este último año, empleaban más de mil quinientos obreros en las diferentes actividades incrustadas dentro de la fábrica.284 En 1916, en pleno declive económico, las instalaciones de la compañía albergaban más de 300 trabajadores y empleados de confianza.285 Sin mencionar, por supuesto, las pérdidas, calculadas por el gerente Francisco G. Sada años más tarde, en casi dos millones de pesos durante la incautación carrancista de 1914.286
Enemy trading lists También la situación mundial repercutió de manera directa en la crisis económica y política local. A partir de octubre de 1917, las negociaciones alemanas concentradas en la capital de Nuevo León encontraron crecientes dificultades en la introducción de sus productos en el mercado estadounidense. Con la incursión del vecino país del norte a la guerra europea en 1917, los intereses alemanes en los diferentes países fueron detectados y archivados en largas Enemy trading lists (listas negras) elaboradas por los estadounidenses;287 México no fue la excepción. Uno de los objetivos esenciales de su elaboración fue el cierre de buena parte del mercado internacional a los productos alemanes. En diciembre,
la Cámara Nacional de Comercio de Nuevo Laredo publicó una extensa lista negra hecha en los Estados Unidos, reproducida parcialmente por el periódico local El Liberal, que afectaba a más de 300 casas comerciales en México.288 En Monterrey, donde los germanos establecidos representaban una parte importante de la economía, las negociaciones consideradas como el blanco enemigo, y por lo tanto cerrado al mercado estadounidense tanto para su abastecimiento como para la venta de sus productos, eran en total nueve. Encontrándose en peligro de caer en la misma situación, toda persona o empresa que tuviera relaciones de negocios con aquéllos;289 incluso a la misma siderúrgica se le presentó el problema. Su gerente general, desde 1915, era León Scheweitzer, nacido en Hingarten, Alemania, y cuya nacionalidad siempre conservó a pesar de haber contraído matrimonio con una regiomontana en 19l6.290 Sin embargo, a fines de 1917, ante la clara política exterior estadounidense y la posibilidad de concretizar un jugoso contrato con algunas empresas de implementos de guerra de esa nación, para proveer productos y artefactos manufacturados destinados a la contienda contra Alemania, el consejo de administración de la compañía y Scheweitzer acordaron que el camino más viable para allanar futuras dificultades era su irrevocable separación del cargo.291
Nicéforo Zambrano y el restablecimiento de la confianza perdida El gobierno constitucional de Zambrano inició el 30 de julio de 1917 en medio de una escasez de cereales crónica, un repunte titubeante de los negocios urbanos, una agricultura y ganadería en ruinas, y una hacienda estatal exhausta, por lo que los métodos estatales de recaudación fiscal buscaron siempre, hasta 1919, con base en experiencias anteriores, la vía meno s espinosa con el empresariado industrial
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sobreviviente del Porfiriato. Este último inició una nueva etapa de expansión organizativa nacional, al quedar constituida en la ciudad de México, el 3 de noviembre de 1917, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO). El gobierno civil de Zambrano visualizó, desde un inicio, como una de las tareas primordiales de su mandato, y por supuesto del gobierno carrancista en general, la orquestación de una constante y eficaz campaña de pacificación en la entidad. En los primeros días de su administración estableció las primeras reuniones formales con los magnates regiomontanos. El 3 de septiembre las gestiones dieron sus frutos: el gobierno estatal anunció haber acordado con los principales negocios citadinos un préstamo extraordinario a su favor por más de 20 mil dólares, si consideramos que el valor del peso mexicano en ese momento no rebasaba los cinco centavos de dólar.292
El gobierno de Álvaro Obregón favoreció las demandas obreras de la región.
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Las compañías ASARCO, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la Fundición número 2 y la Minerales y Metales S.A., cedieron la cantidad de mil dólares cada una para lograr la pacificación en el estado, con el compromiso, al igual que las demás negociaciones, de no sufrir el recargo de 60 por ciento del impuesto federal.293 El préstamo sería considerado legalmente como una contribución extraordinaria sobre el capital raíz. Por su parte el gobernador Zambrano entabló las gestiones a fines de octubre con la Secretaría de Hacienda para lograr que el dinero otorgado por comerciantes e industriales de Monterrey no causara impuesto federal. La respuesta de noviembre enviada desde la Ciudad de México argumentó en su discurso no permitir “la ley General del Timbre [...] exenciones de esa naturaleza”, viéndose “en la imposibilidad de poder acceder a su petición”.294 La actitud de la Secretaría de Hacienda puso en un serio aprieto a los poderes públicos en el Estado. El 16 de agosto, el Congreso local había aprobado la iniciativa de Zambrano para arbitrarse los fondos necesarios en el sostenimiento del cuerpo de Seguridad Pública. En una nueva reunión concertada en noviembre, el gobernador y los magnates, consideraron “sumamente gravoso para los causantes” el impuesto federal, por lo que resolvieron, en ese mismo instante, a que renunciara Zambrano a imponerlo. Sin embargo, la sesión se prolongó; la pacificación de la región era tan importante, o más, para la tan castigada economía local como para la estabilización del nuevo régimen. Después de una intensa discusión, los asistentes aceptaron recurrir a un “préstamo voluntario y sin rédito alguno hasta la cantidad de 50 mil pesos”.295 Nicéforo Zambrano demostró nuevamente sus dotes de mandatario. Hasta el 5 de diciembre, la cifra parcial recabada por el fondo de pacificación a través del préstamo voluntario alcanzó 62 mil 795 pesos, que sumada con la cantidad otorgada por el gobierno al mismo fondo computó un total de 121,260.49 pesos.296
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Después de todo, Zambrano reunía las mínimas condiciones que el empresariado citadino podía ver en un gobernante ilustrado. Lejos de pertenecer al grupo de los militares que encontraron en los altos mandos del ejército constitucionalista la única oportunidad de destacar frente al almidonado empresariado porfiriano, Zambrano era un político de trayectoria, edad y apariencia respetable. Aunque de origen social humilde, Zambrano labró su prestigio durante el Porfiriato como conductor de carros de mercancías en toda la frontera norestense. Al final del antiguo régimen había logrado superar su modesto punto de partida al contar entre sus bienes algunas propiedades rurales y un sinnúmero de lotes urbanos posteriormente codiciados. Esto denota una cierta movilidad social incluso bajo las condiciones del antiguo régimen. Sin embargo, lo cerrado del sistema le obstruyó la carrera política que seguía siendo la vía más segura para un ascenso social mayor. La revolución maderista, y las consiguientes guerras civiles que le precedieron, ofrecieron a Zambrano y a muchos más –Jerónimo Siller, Juan M. García, Alfredo Pérez, entre otros– una mayor y repentina movilidad política que los llevó a ocupar altas posiciones de poder. Para Zambrano, la promoción económica y social consistió en haber ascendido al grupo de los terratenientes, para reflejar con ello una fuerte continuidad con el modelo porfiriano (Flores, 1995 y Hernández, 1980). La levita y la abundante barba entrecana hicieron del gobernador Zambrano y de sus dos años de gobierno un sueño al retorno de la época dorada del proconsulado. En palabras de José Alvarado (1987), “los caballeros pensaban ¡dónde iba a inspirar más respeto la barba de don Nicéforo que la de don Bernardo!”. El 16 de diciembre de 1917, los tres poderes públicos de Nuevo León protestaron frente a la nueva Constitución política del Estado, cuyas bases esenciales eran emanadas de la Constitución Ge-
neral elaborada en la ciudad de Querétaro. El ambiente de gran jolgorio capturó las silbatinas de los talleres y fábricas, y “el repique de las campanas de la iglesia en la ciudad”.297 La aparente culminación de las inquietudes de los grupos revolucionarios vencedores, al ser promulgada una nueva carta general, fue sólo el inicio de un largo trayecto, todavía violento, de reacomodo y negociación entre las fuerzas sociales desatadas durante la confrontación. La constitución estatal, que empezó a regir a partir del 1 de enero de 1918, otorgó la pauta donde la confrontación entre capital y trabajo remarcó fuertemente las características del periodo subsiguiente. El grupo de empresarios industriales volvió su mirada al interior de sus talleres, comprendiendo que el problema futuro a lidiar no se encontraba en los altos mandos de la jerarquía militar constitucionalista, ahora más que nunca interesados en mantener el status quo, sino en los que habitaban diariamente sus fábricas: los obreros.
6. El carrancismo y el movimiento obrero La Junta de Conciliación y Arbitraje Las demandas obreras para un mejoramiento en el nivel de vida, a partir de 1918, contaron a su favor con un medio de presión legalmente aceptado por la Carta Magna de 1917: el derecho de huelga. Los puntos medulares de la lucha entre los trabajadores y lo patrones fueron el aumento salarial y el reconocimiento de las organizaciones sindicales. Las huelgas que se suscitaron entre 1918 y 1920 en Monterrey dan una muestra evidente de la planeación, concientización y solidaridad de las organizaciones obreras para modificar la vieja relación entre el trabajador y los empresarios. En este proceso se inmiscuyó el aparato público que intentó consolidarse como árbitro entre
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La fundidora Número 2 llegó a emplear, en 1918, a más de tres mil obreros.
la partes en disputa. La instancia promovida por el gobierno constitucionalista para jugar su papel de conciliador fue la Junta Central de Conciliación y Arbitraje. La convocatoria para la creación de la Junta Central, en una plaza de tan alta concentración industrial como lo era la ciudad de Monterrey, fue expedida a fines de enero de 1918.298 Diez días después, veintinueve agrupaciones obreras nombraron a Luis G. Cortez y Alfredo de León como sus representantes ante la misma.299 Por su parte, la Cámara Nacional de Comercio y las principales industrias regiomontanas enviaron su representación a fines de marzo, mostrando así cierta renuncia a llevar a efecto la fracción XX del artículo 123 de la Constitución. Finalmente, la composición de la Junta quedó integrada por los obreros ya mencionados, por un representante del gobierno estatal, y por los empresarios Roberto Gayol, gerente de la siderúrgica, y
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Santiago M. Zambrano, descendiente de la dinastía fundada por don Gregorio Zambrano.300 La clave del poder revolucionario se halló en estas Juntas consagradas por la flamante constitución; esta última, empezó a cobrar vida desde el momento en que los conflictos obrero-patronales invocaron su presencia. La oposición a la constitución por parte de los empresarios regiomontanos fortaleció la imagen revolucionara del nuevo Estado y de los personajes que la defendían. Por otra parte, el matrimonio entre el alto mando carrancista y los obreros fue corto. El 31 de julio de 1916, los sindicatos afiliados a la Casa del Obrero Mundial decretaron una huelga general en la Ciudad de México. Esta medida dio a conocer, por primera vez al gobierno Constitucionalista, los alcances de un movimiento obrero organizado. Se paralizaron los servicios públicos: teléfonos, transportes, y las compañías que otorgaban los servicios de agua y energía eléctrica. El primer jefe de la revolución, Venustiano Carranza, reaccionó violentamente al decretar la pena de muerte no sólo a los huelguistas, sino a sus simpatizantes. Los líderes fueron arrestados, pero la actitud conciliadora del caudillo Álvaro Obregón impidió la aplicación de la pena de muerte a las cabezas insurrectas. La huelga de 1916 inició, en palabras de Pablo González Casanova (1973: 25), “la nueva historia de la insurrección obrera, larga y contenida. Para alejarla empezó a nacer también el Estado mexicano”. Las huelgas en Nuevo León, entre 1916 y 1917, encontraron unas autoridades que a veces los apoyaron, y en otras se aferraron a la alianza con el grupo empresarial regiomontano. La protesta recurrente frente a la grave crisis económica y monetaria –inflación, carestía, especulación y la ruina de los billetes carrancistas– fue la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. A partir de 1918, a esta demanda se anexa otra que rompe con el molde porfiriano de contención obrera: el derecho a la organización.
Monterrey: origen y destino
Los primeros sinsabores: los tranvías y la ASARCO El avance legislativo en materia laboral con respecto al antiguo régimen, canalizó el descontento de los trabajadores hacia formas de presión –para obtener un mejoramiento en el nivel de vida– anteriormente prohibidas. El 28 de febrero de 1918 el periódico El Nacional, de la ciudad de México, informó del apoyo otorgado por la Federación Nacional de Tranvías a los huelguistas del ramo en la capital nuevoleonesa, quienes en número de sesenta y cinco rehusaron, debido al bajo salario percibido –consistente en dos pesos diarios– y al excesivo trabajo al que eran sometidos, continuar obedeciendo órdenes superiores, ya que llegaban a laborar hasta doce horas al día.301 La experiencia de la huelga de 1916, que afectó notablemente los servicios públicos en la ciudad de México, fue un antecedente directo que pesó sobre la decisión de las autoridades constitucionalistas en la resolución del conflicto tranviario en Monterrey. El Departamento de Trabajo dio, en un principio, muestras de favorecer al movimiento. Pero cuando todo parecía indicar una resolución favorable a los obreros, el mismo Departamento aniquiló de tajo esta esperanza. A casi un mes de iniciada la huelga, la resolución del Departamento de Trabajo cayó como un balde de agua fría; el 20 de marzo apoyó la decisión de las autoridades locales de quitar el empleo a los sesenta y cinco obreros y contratar nuevos trabajadores en sustitución, por parte de la compañía.302 Para ese entonces, el apoyo logrado en la ciudad de México al principio del movimiento se había desvanecido, a los huelguistas no les quedó más que acatar la resolución de un poder revolucionario que se alejaba de las demandas populares. En el transcurso de 1918, la Junta de Conciliación, como órgano de mediación y decisión de la
problemática laborar, fue rápidamente aceptada por los trabajadores. El 22 de mayo, los obreros Cortez y de León, en su calidad de miembros de la Junta, enviaron un memorial al gobernador Zambrano. En éste acusaron acremente a la compañía metalúrgica norteamericana ASARCO por no cumplir con las leyes del país, “donde explota sus riquezas y de paso a sus hombres, pisoteando nuestro flamante artículo 123 Constitucional”.303 Las flagrantes faltas y atropellos de los que eran víctimas los trabajadores consistían en la falta de reconocimiento del horario nocturno estipulado en siete horas; otorgamiento del séptimo día como descanso; participación del obrero en las utilidades de la empresa; nivelación salarial entre extranjeros y mexicanos; aplicación del reglamento sobre la higiene en el espacio ocupado por el trabajador; y la puesta en vigor de la ley de accidentes de trabajo promulgada por el general Bernardo Reyes en 1907.304 La ley de accidentes promulgada por Bernardo Reyes era una reglamentación avanzada para su época; además de ser detallista en el aspecto preventivo, aseguró pensiones para los familiares de la víctima en caso de muerte ocasionada durante o por el trabajo. Entre otros atropellos que menciona el memorial, destacaron los privilegios de que gozaban los extranjeros, en particular los estadounidenses. Los ejemplos abundan, si nos hemos de guiar por la impotencia mostrada por los obreros de la ASARCO: Los maquinistas Norte Americanos (sic), que habla en el servicio de la grúa como eran extranjeros, ganaban seis u ocho pesos diarios, y los Maquinistas actuales como son indios mexicanos haciendo exactamente el mismo trabajo ganaban de dos tres pesos [...] el Norte Americano que bino (sic) a manejar un aparato para soldar con autógeno,
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ganaba diez pesos, y el operario mexicano lo maneja actualmente a satisfacción, gana tres pesos hay alguna diferencia.305 El memorial incitó a la aplicación de reglamentos que eliminasen el pesado ambiente donde se desempeñaba el obrero: Individuos hay que han contraído enfermedades por las emanaciones deletéreas, del trabajo que ejecutan, otros que sin proporcionarles la empresa medios para preserbarse (sic), han ido a ejecutar trabajos, donde quiza (sic) por ignorancia y por el criminal descuido de sus patrones, han encontrado la muerte, como los operarios que entran a las cajas de humo [...] Cierto es que hay un doctor, pero no es exclusivo (sic) de la Compañía, y que vive hasta el centro de la ciudad y que para un caso apremiante como el herido a perdido mucha sangre, o quizá pueda haber sucumbido, dándose casos de no encontrar al doctor, por encontrarse éste en sus vicitas (sic) [...] y se comete un atentado de leza humanidad, existiendo focos de infección, lectrinas (sic) asquerosas (sic), respirando una atmósfera cargada de gases
Francisco G. Sada, empresario regiomotano.
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desprendidos de los hornos, y que minan necesariamente la salud de los mal alimentados obreros que por su necesidad y desgracia tienen que trabajar con esa compañía.306 La contaminación que se desprendía de las grandes fábricas era causa de constantes quejas. El 18 de diciembre de 1919, la organización obrera local Unión Minera Mexicana, con ramificaciones, comités locales, en Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Zacatecas y Guanajuato, se quejó de los gases tóxicos que emanaban de las chimeneas de la Fundición número 2 en Monterrey, causando grandes males entre los operarios. Se tuvo conocimiento de 28 enfermos por esa causa.307 Las medidas de la compañía para contrarrestar el movimiento no se hicieron esperar. La ASARCO intentó desbaratar la incipiente organización que empezaba a formarse en su seno, ‘”al destituir, se quejaron los obreros, casi en masa, la Mesa Directiva del Sindicato”.308 Días antes, la compañía había recibido el memorial de la Junta de Conciliación, acto que sólo sirvió para desconocer a esta última instancia. El mismo documento ya preveía en su último apartado la posible reacción empresarial: Las diferencias entre el obrero y el patrón no Sr. no serán resueltas en la Junta de Conciliación y Arbitraje, ellos son los amos, ellos pagan, fabor (sic) con ocupar al obrero, ¿quiénes son los de la Junta? los desconocen no pueden tratar con ella.309 La actitud del gobernador Zambrano hacia la ASARCO, en respuesta a las quejas obreras, fue enérgica. De antemano exigió el reconocimiento del organismo conciliador como único medio legal de solucionar los conflictos obrero-patronales.310 De inmediato nombró una comisión del “Consejo de Salubridad del Estado” para practicar una visita obligada a las instalaciones de la fundición.311 El informe del 31 de mayo corroboró las denigrantes condiciones higiénicas existentes en habitaciones y patios de las viviendas de los trabajadores.
Monterrey: origen y destino
La respuesta del gobierno carrancista para el mejoramiento del espacio habitacional se resumió en la necesidad de transformar “el sistema de escusados por el de pozos chicos que pueden asearse periódicamente cada dos meses”.312 Asimismo, era imperante el aumento del “número de ellos a razón de uno para cada cinco habitaciones”.313 Con esta acción, el gobierno carrancista local mató dos pájaros de un tiro; ratificó la intervención del Estado en los conflictos obrero-patronales, y de paso demostró el compromiso existente entre la Revolución y las causas populares por terminar con las prerrogativas que poseían las empresas extranjeras a riesgos del conflicto diplomático o del debilitamiento de las bases sociales del mismo régimen. En el conflicto gobierno-empresas extranjeras, el grupo empresarial regiomontano adoptó la práctica nacionalista, rompió la antigua alianza con la inversión extranjera, dada en el antiguo régimen, y arremetió en favor de una mayor protección estatal a la inversión nacional. La Constitución cobraba vida.
El primer conflicto metalúrgico: mayojulio de 1918 Pero el movimiento obrero no hizo distinción, en su vertiginoso ascenso, entre los empresarios extranjeros y nativos. La lucha obrera que se avecinó envolvió por igual, en una frenética espiral, al grupo empresarial industrial asentado en Monterrey.
El diario EI Nacionalista de la ciudad de México publicó en primera plana, el 22 de mayo de 1918,314 la reanudación de las labores en la única siderúrgica del país. Esto se debía a la aceptación, por parte de la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, de varios contratos con algunas compañías estadounidenses para el envío de productos y artefactos manufacturados, destinados al conflicto contra Alemania.315 Al mismo tiempo, se esperaba absorber casi dos mil trabajadores, recobrando así el nivel de captación de empleo con el que se despidió el Porfiriato. Pero esa satisfacción en el ámbito nacional por el repunte paulatino de la siderúrgica en Monterrey contrastaba bruscamente con el ambiente laboral que se respiraba en esos días en los departamentos “Alto Horno”, “Planta de Aceración” y “Molinos Laminadores”.
La situación de la siderúrgica A mediados de 1918, el consumo de los productos de la Fundidora de Fierro y Acero en toda la república representó solamente 20 por ciento de la capacidad productora de la planta: para el restante 80 por ciento se requería del mercado exterior, esencialmente de los Estados Unidos y Cuba, donde la competitividad restringía seriamente la accesibilidad para colocar los productos manufacturados en México.316 El ingreso, de lleno, a los mercados extranjeros, implicó como punto medular la reducción de los costos de producción. En ese año, las compañías estadounidenses lanzaron al mercado la tonelada de fierro lingote a 32 dólares, mientras a la Fundidora Antonio I. Villarreal.
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le costaba el coke –insumo necesario para producirla–, los fundentes, transportes y mano de obra, alrededor de 50 dólares.317 Lo mismo sucedió con el acero y el fierro comercial que tenían gran demanda en los Estados Unidos, pero que por una situación coyuntural, por la construcción de buques y la fabricación de implementos de guerra, las fundiciones particulares estadounidenses no podían acaparar. Según datos proporcionados por la dirección de la empresa, el costo de la mano de obra necesaria que producía una tonelada de hierro en el “Alto Horno”, sin incluir materia prima ni transporte, había sufrido un incremento, para 1917, de 89.7 por ciento sobre el costo de 1911.318 Asimismo, en los departamentos de molinos de 40 y de 32/28 pulgadas, el aumento registraba, para 1918, un 275.2 y un 356.6 por ciento, respectivamente, en relación al año en que cayó Díaz.319 Hay que hacer notar que las estadísticas, hasta marzo de 1917, contemplaron los turnos de trabajo de doce horas diarias, incrementando el porcentaje en forma descomunal a partir de abril del mismo año, al crearse tres turnos diarios de ocho horas (véase cuadro 5).
El alto costo de la mano de obra, disparado por un mercado interno sin competitividad, se volvió un lastre al ingresar al mercado internacional. En 1918, la compañía aseguró que en 17 años de trabajo no había dado a sus accionistas más que dos dividendos. Uno de 3 por ciento y otro de 4 por ciento, con ello afirmó que las acciones no tenían valor mayor a una cuarta parte de su precio pagado en efectivo. Sin embargo, la administración se comprometió a “poder reducir, en lo futuro, el costo de producción”, invirtiendo para esto “sumas considerables de dinero y dos años de trabajo para conseguirlo”.320 Por lo mismo era necesario que el aparato estatal mantuviera el control de los obreros como se dio en el Porfiriato. Así se evitaría que éstos no afectaran con movimientos huelguísticos la producción, ni exigieran aumento salarial por el término señalado. Para 1923, la siderúrgica había logrado su objetivo: mantener un alto nivel de competitividad en el mercado exterior, al reducir drásticamente el costo de producción a base de constantes innovaciones en el proceso de producción y de un movimiento obrero desgastado y, relativamente, bajo control. Una estadística publicada en The lron Age, correspondiente a 1922, ubicó a la siderúrgica de Monterrey como uno
Cuadro 5. Costo de la mano de obra por tonelada de producción en los diferentes departamentos de fierro y acero (1911-1918). Año
Alto Horno
Aceleración
$1 peso 2% $1 peso 2% 11.5 5.84 6.1 7.49 32.80 12.21 11.94 3.8 7.9 6.02 14.70 27.8 19.89 72.9 10.07 89.7
1911 1913 1914-15 1916 1917
Molino40 $1 peso 2% 2.79 29.7 3.62 5.11 108.80 6.30 125.80 7.54 170.20
Molino32 $1 peso 2% 5.08 11.4 5.66 11.57 127.7 60.6 8.16 17.56 245.6
Molino 8/12 $1 peso 2% 12.84 12.08 14.06 9.5 11.36 31.7 16.92 166.3
1918
23.43
103.7
10.47
275.20
23.20
356.6
34.27
1. Costo de la mano de obra por tonelada de producción, sin incluir materia prima ni transporte. 2. Aumento en % sobre el valor del peso de 1911. Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de AGN, D. de T., c-25, e-54.
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Turnos Horas al dia 12 12 12 12 8 (a partir de abril)
Monterrey: origen y destino
de los principales productores de lingotes de hierro, comparando los costos de producción con otros países.321 Cuadro 6. Principales siderurgias del mundo y su costo de producción, 1922 (por lingote / en dólares). Ubicación
Costos de Producción
Lorena, Francia Bélgica Birmingham, EUA Monterrey, México Gran Bretaña Oriente, EUA
12.30 15.25 16.35 19.71 20.70 25.00
Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de Iron Age, 1922.
Por otra parte, la inestabilidad en la que vivía el país había provocado una importante depreciación de la moneda nacional frente al dólar, causando, a juicio de la siderúrgica, una pérdida de 20 por ciento sobre los precios de venta;322 por lo que era imprescindible para los accionistas, asegurar que no hubiera un nuevo recargo en el costo de producción, y mucho menos exponerse, una vez que los hornos se encontraran encendidos, a una posible agitación obrera. Esta última queja parecía estar fuera de lugar, ya que la venta de productos al extranjero, especialmente a los Estados Unidos, redituó grandes ganancias, aumentándose éstas por la depreciación del peso mexicano frente al dólar. Imposición de una circular-convenio
Para cumplir con los compromisos contraídos en mayo de 1918, los departamentos de funcionamiento continuo tenían que trabajar día y noche, ininterrumpidamente, por seis meses o más. Para implantar esta condición en el contrato, la Dirección General mandó una circularconvenio a los obreros exigiéndoles trabajar todos los días de la semana sin excepción alguna, en las
Juan M. García, gobernador de Nuevo León, encontró en la veta fiscal un medio relativamente descuidado por el carrancismo para no sólo imponer las bases de una nueva forma de operar de las empresas extranjeras, sino también de restablecer la confianza del pueblo en la arruinada figura de la autoridad pública.
mismas condiciones de jornal: mientras, se decía, se pueda sostener la marcha de los molinos y hornos, comprometiéndose la gerencia a implantar los turnos que sean necesarios para no pedir sino ocho horas de trabajo.323 Si bien la mayoría de los operarios de los departamentos firmaron la circular-convenio, los del “Departamento de Maquinaria” lo rechazaron “por ser anticonstitucional”, mandado de inmediato un oficio a la Junta de Conciliación y Arbitraje.324 A fines de mayo de 1918, la Fundidora empleaba a 1,162 trabajadores, y tenía proyectado dar empleo a 800 más cuando se pusieran a funcionar los hornos. El objetivo esencial del convenio consistía en sostener la producción continua durante seis o más meses, y obligar a los obreros a no exigir aumento de salario durante ese lapso “por perjudicar, a juicio de la compañía, la producción”.325
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La Junta de Conciliación logró reunir a sus componentes en dos ocasiones el cinco de junio. En el primer acercamiento los obreros pidieron el retiro de la circular, o, en su defecto, el pago de doble jornal del día correspondiente al descanso después de seis días de trabajo. Ante la negativa patronal, los obreros exigieron en vano ver los libros de la compañía para verificar la autenticidad de las condiciones por las que no se aceptó.326 Al término de dos horas de discusión, se dio por terminada la sesión sin llegar a ningún arreglo, ese mismo día, en sesión extraordinaria, el representante gubernamental, Juan Torres, propuso y logró la aceptación, por ambas partes, del pago de salario y medio los domingos y días festivos en los tres departamentos.327
La huelga Pero el fallo de la Junta y por consiguiente de los representantes obreros fue desconocido al día siguiente por la asamblea de la “Sociedad de Gremios Unidos” de la Fundidora. El argumento plasmado por la asamblea fue la injusta retribución, ya que el trabajo “era bastante arduo, laborioso y de los que reportan grandes utilidades a la compañía”.328 Ante la negativa obrera, la compañía optó por iniciar una represión con base en despidos arbitrarios para debilitar y amedrentar lo que empezó a tomar forma de movimiento huelguístico. El 12 de junio, después de diez días de infructuosos intentos por llegar a un acuerdo, los “Gremios Unidos” decretaron el paro general en los talleres de la compañía.329 El renuente intento empresarial para llegar a un acuerdo solamente propició que la agenda de peticiones tendiera a engrosarse con nuevas demandas. Éste fue el caso del anexo de un noveno punto donde se exigieron las indemnizaciones correspondientes por los días no trabajados. Esta última petición se incorporó a las demandas el 24 de junio,
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y se le dio difusión dos días antes con una nueva circular al pueblo regiomontano, en la que se solicitaba la “solidaridad moral del pueblo y la clase trabajadora de Monterrey” contra la “imposición de la Fundidora”.330 El 29 de junio, el gobernador intercedió por la compañía en contra del sindicato. Aquél argumentó la improcedencia del pago de indemnizaciones por lo perjuicios que ocasionaría a la fábrica; a la vez pidió continuar las sesiones en la Junta. El 2 de julio, los obreros propusieron nuevas bases para la negociación, empresarios y representantes obreros acordaron su envío al Consejo Administrativo de la compañía en México, y esperaron una respuesta a más tardar para el día ocho. Nuevamente, esa noche la asamblea sindical desconoció el acuerdo emanado de la Junta y lanzó, al día siguiente, una comunicación al gobier-no sobre el retiro de sus demandas si no se daba una respuesta antes de las dieciocho horas.331 La respuesta nunca llegó y el apoyo solidario a los obreros huelguistas se extendió con rapidez a otras corporaciones. En la mañana del 5 de julio, el superintendente de la ASARCO le comunicó al gobernador Zambrano haber sido “informado, de fuente fidedigna”, que una delegación de los huelguistas de la Planta de Acero intentaría ir a mediodía, “con el objeto de inducir a los empleados de esta planta suspender sus labores y declararse en huelga”.332 El intento de paro general, decretado por los obreros descontentos para ese día a la una de la tarde, casi logró su propósito al abandonar sus labores los trabajadores de numerosos talleres de la localidad, sin haber hecho ninguna petición o queja a los patrones ni a la Junta.333 Al día siguiente, el periódico local Nueva Patria expresaba que la cantidad de obreros que abandonaron sus trabajos en apoyo a la huelga de Fundidora se elevó a doce mil, “existiendo el temor fundado de la paralización general de las industrias”.334
Monterrey: origen y destino
Atemorizada por la proporción que tomó el movimiento, la Junta de Conciliación tuvo que agilizar los arreglos y retractarse de las declaraciones hechas desde el 4 de julio cuando desconoció la huelga por “haber faltado a sus compromisos”.335 Asimismo, ante una posición de evidente fuerza, el movimiento aglutinó, el 8 de julio, a catorce agrupaciones sindicales, para presentar al mismo tiempo un amplio pliego petitorio a la Junta, donde se incluía, entre otras peticiones, la aceptación de huelga en las diferentes compañías metalúrgicas afectadas, además de la Fundidora, por la separación de sus trabajadores –ASARCO, la Minerales y Metales y la Fundición número 2– y el reconocimiento de “la personalidad social de cada gremio por cada una de las empresas”.336 El 18 de julio, la huelga comenzó a rebasar los límites de orden impuestos por el comité de representantes gremiales: algunos obreros detuvieron varios carros de ferrocarril en la salida de los patios de la ASARCO, sustituyendo a los “obreros libres” que los conducían por personal huelguista;337 los grupos de trabajadores adheridos al movimiento también empezaron a impedir, por la fuerza, la entrada de los “esquiroles” a la compañía siderúrgica.338 Paralelamente, en el centro de la ciudad, los mítines y marchas de apoyo a las demandas exigidas por los obreros descontentos preocupaban tanto a las autoridades como a los empresarios, por lo que convinieron, estos últimos, reanudar nuevamente las conferencias con el comité de huelgas y mostrar obligadamente una faceta de conciliación, ante los alcances que podría sufrir el conflicto.339
Participación de líderes de la lnternational Workers of the World
general Gregorio Osuna, sobre las últimas actividades llevadas a cabo por ellos en las huelgas de 1917 acaecidas en el puerto de Tampico. La respuesta, dirigida el 9 de julio por la Policía Especial de la Jefatura de la Línea Fronteriza, los identificó como los principales agitadores de los obreros en Tampico desde hacía un año. Contaban en su haber numerosos encarcelamientos en el presidio de Ciudad Victoria. Ambos eran miembros de la “Sociedad de Obreros Industriales del Mundo” (IWW). En el caso de Hernández, su trayectoria intelectual lo situaba como escritor del periódico socialista de Tampico, denominado Germinal, en el que exponía “furibundos artículos, a juicio de las autoridades tamaulipecas, excitando a los obreros a la rebelión y a la huelga”.340 El mismo día que llegó la información, el mayor Ramón Hinojosa, jefe de la policía reservada, pasó por órdenes superiores al Hotel El Golfo para aprehender y encarcelar, en la penitenciaría del Estado, a ambos líderes obreros, desligándolos así del cauce tomado por el movimiento. Los delitos imputados consistían en la excitación hecha aun gran número de obreros en un “meeting” el 8 de julio en el Teatro Juárez, desconociendo al gobernador del estado y provocándolos públicamente a cometer actos atentatorios contra los compañeros que libremente quisieran trabajar en las negociaciones paralizadas con motivo de la huelga actual, habiendo resultado, como consecuencia de la provocación, algunos obreros heridos... y el hecho de que muchos de los huelguistas se proveyeran de palos y varas para cometer iguales atropellos contra los que iban a trabajar libremente.341
Los obreros imponen sus condiciones La dimensión de la huelga atrajo experimentados líderes obreros como, entre otros, Ricardo Treviño y Rafael Hernández. La policía reservada carrancista se encargó de identificarlos y pedir información al gobernador provisional de Tamaulipas,
Una vez encarcelados los llamados agitadores, el gobernador entabló, el 9 de julio, una entrevista privada con Juan Torres, comunicándole el proceder de la administración y planteándole la necesidad de
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poner fin al conflicto con la publicación de un “Ultimátum” a más tardar al día siguiente.342 El 10 de julio, la Junta de Conciliación envió un manifiesto a los “Representantes del Congreso de Sociedades Obreras” donde se acusó al movimiento huelguista de haber degenerado de tal suerte y a tal grado, que los obreros han asumido una actitud verdaderamente hostil y violenta, ejecutando actos que han atacado no sólo a las personas e intereses de las empresas, sino que han llegado a detener un tren apoderándose del personal que lo conducía, y sustituyéndolo con personal huelguista, e indebidamente han ejecutado actos violentos igualmente contra los empleados de la compañía Fundidora de Fierro y Acero. En una palabra, los obreros en general, con su proceder incorrecto y hostil, han causado alarma entre el pueblo, molestias a las autoridades y perjuicios a las empresas.343 La Junta consideró, con base en lo expuesto, catalogar la huelga como ilícita, para manifestar el estar fuera de su misión [...] conocer las quejas de los obreros, cuando éstos han cometido actos violentos, y faltado a los compromisos contraídos formalmente ante la Junta.344 Era imprescindible, a juicio del gobernador, comentó Juan Torres, la reanudación de las labores por parte de todos los obreros, con el fin de someter y tramitar todas las quejas y diferencias existentes a la Junta, comprometiéndose a respetar los acuerdos que de ella emanen.345 Nuevamente la Junta volvió a reunirse, en esta ocasión los obreros ganaron la iniciativa al presentar un proyecto de peticiones y sentar las bases para una nueva relación entre patrones y trabajadores.346 La asamblea sindical, promotora y rectora del movimiento, expidió y presentó los lineamientos generales para la cristalización de cuatro convenios, dirigidos a las principales compañías procesadoras de metales en la ciudad. Los representantes obreros Jesús Ma. Lozano, Paulino Faz y Federico R. Luna, firmaron, en las oficinas de la Junta de Conciliación
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y Arbitraje, los respectivos convenios, entre el 11 y el 13 de julio de 1918, ante los gerentes y apoderados jurídicos de las cuatro compañías.347 Los representantes patronales firmantes por cada empresa fueron: C.L. Baker, L.B. Harrison y Ricardo E. Mora por la ASARCO; Francisco Nagel, T.W. Werpel y Lázaro de la Garza por la compañía Minerales y Metales; Roberto Gayol y Antero Valdés Gómez por la siderúrgica, y por la Fundición número 2 se presentó Jesús Ferrara.348 Los acuerdos, que contemplaron hasta once puntos, coincidieron en el logro de peticiones nunca antes admitidas por el grupo patronal. Entre éstos se encontró el reconocimiento de lo exigido inicialmente por los obreros huelguistas de Fundidora, referente a la anulación de “firmar un acta por medio de la cual abdicaban de ciertos derechos Constitucionales y se sometían a las disposiciones de la empresa”.349 Pero el acuerdo más importante, y punto inicial de los convenios, era el reconocimiento por parte de las cuatro compañías de todos los representantes por cada unión sindical, de las que se formen o estén formadas entre los trabajadores, y estas Uniones, a su vez, se obligan a no declararse en huelga sin antes dar cuenta a la Junta de Conciliación y Arbitraje, y agotar todos los medios legales para llegar a un advenimiento.350 El problema que originó la huelga en algunos departamentos de la siderúrgica se resolvió favorablemente para los obreros en el punto seis del acuerdo con esa compañía, y aceptado por las otras tres, en donde se le concedía al trabajador un día de descanso después de seis de trabajo. Con esto la empresa se comprometía a que cuando requiriera de los servicios del obrero o empleado a quien le tocara descansar “únicamente se le pagará tiempo doble”.351 Otros acuerdos importantes fueron el pago de tiempo extraordinario; aplicación del reglamento de accidentes de trabajo vigente en el Estado; observación de las prescripciones legales relativas a hi-
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giene y salubridad; el compromiso de la empresa de no ejercer represalias “de ningún género y (de que) todo el personal afectado en este movimiento ocupará su puesto al reanudarse los trabajos”; finalmente, compromiso con el gremio obrero de ferrocarrileros, para que todas las locomotoras propiedad de la(s) compañía(s), sean reparadas y no se les pongan dificultades de ninguna clase en los talleres de los ferrocarriles constitucionalistas de México.352 Como acto final, la Comisión de Huelga publicó un voto de agradecimiento no sólo a la Junta de Conciliación y Arbitraje, sino a la solidaridad que mostró la población urbana con respecto al movimiento.353 El éxito de la huelga metalúrgica mostró la necesidad de un nuevo equilibrio de fuerzas sociales diferentes del que existió durante el antiguo régimen. En aquél se inculcaron hábitos de disciplina social que fomentaron y defendieron el patrimonio de una minoría opulenta. No obstante, el descontento popular hervía sigilosamente debajo del panorama tejido por fuerzas sociales, económicas y políticas y rara vez brotaban a la luz pública. Durante el periodo del progreso porfiriano, los obreros fueron vigilados por un aparato policíaco represivo auspiciado por las condiciones laborales impuestas por el antiguo régimen. Salvo excepciones, los trabajadores metalúrgicos aguantaron en silencio las penas de su situación. Hay que recordar que la ausencia de alternancia en el trabajo fabril con faenas agrícolas en los obreros de la industria pesada, en los términos que esto implica en la estructura del poder, de los ritmos y oportunidades de empleo y de la posibilidad de movilidad social, hicieron de su trabajo industrial el quehacer primordial de una clase sumamente politizada en el momento de la explosión huelguística. La prolongada huelga del verano de 1918 enfrentó a las cuatro empresas más importantes de la ciudad y a la única gran siderúrgica de toda América Latina. Pero no sólo eso, sino a un empresariado industrial que representaba, en esos momentos, la
vanguardia capitalista en el país y la cúspide de la estructura social regiomontana desde hacía más de medio siglo. Gracias a su combatividad, y al apoyo que recibieron de la comunidad, los obreros metalúrgicos lograron negociar cuatro contratos colectivos en fila. Por primera ocasión se obligó a tres empresas regiomontanas y a una extranjera –la ASARCO–, a negociar en términos favorables un contrato colectivo, y a reconocer los derechos sindicales de sus trabajadores.
Las huelgas ferrocarrileras. La lucha por el derecho sindical En la empresa pública de los Ferrocarriles Nacionales, los obreros sindicalizados también empezaron a ser víctimas de represalias, por fomentar su derecho de organización a mediados de septiembre de 1918. Los Ferrocarriles Nacionales de México fueron el resultado de una fusión de varias empresas extranjeras en 1908. Sus anexiones posteriores los convirtieron en una unidad de administración y operación de suma importancia, abarcando 80 por ciento de las líneas de todo el país con un promedio de cerca de 40 mil operarios a su servicio. Entre 1915 y 1925, el gobierno revolucionario no sólo poseía la mayoría de las acciones, sino que fue el administrador directo, por incautación de la propia empresa. Por sus dimensiones, no hubo otra unidad en operación más grande dentro del sector de la economía. Sin embargo, este sector de servicio y de trascendencia económica, política y militar tan importante, era objeto siempre de la injerencia y de la atención de los poderes públicos. He aquí la explicación de la actitud gubernamental tan represiva ante posibles dificultades en su funcionamiento. En 1918, los ferrocarrileros se sumaron a la oleada huelguística y, por supuesto, a la violenta represión que recorrió Monterrey y el país. El 18 de septiembre, en un comunicado al gobernador Zambrano, la “Unión de Mecánicos
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Las triquiñuelas y el abuso de autoridad no se hicieron esperar. Por la tarde de ese mismo día, al ver que la actitud de los trabajadores era resuelta, Vázquez citó a diez huelguistas con el fin de entrar en arreglos: pero al estar dentro de los talleres hablando del problema, el mismo mayordomo mandó buscar a la policía para que los aprehendiera, “so La compañía de Tranvías, Luz y Fuerza de Monterrey fue la primera empresa en poner resistencia a la pretexto de que lo habían política de imponer las necesidades de la reconstrucción estatal a todo interés privado. amenazado de muerte”.358 Ante tales atropeMexicana Sucursal No. 9” consideró, después de llos, los huelguistas restantes organizaron una maincansables intentos por llegar a un arreglo,354 “ago- nifestación de protesta por las principales avenidas tados todos los recursos para evitar actos de violen- de la ciudad. Antes de la finalización de ésta, un cia”. En esa ocasión, el gobierno estatal manifestó piquete de soldados reprimió ferozmente el movique por ningún motivo toleraría esos actos “estando miento, arrestando a numerosos obreros.359 La amedispuesto a evitarlos enérgicamente”;355 esta enérgi- naza, para el 4 de diciembre, de sumarse a la huelga ca contestación provocó un relajamiento temporal por parte de todos los obreros del ramo en el país,360 de las tensiones. no dejó otra alternativa a las autoridades gubernaA final de año los operarios volvieron a la mentales locales más que acceder a sus peticiones, ofensiva. El 27 de noviembre, sin buscar más la logrando así un resultado favorable para los huelvía conciliatoria, veinticinco mecánicos y treinta y guistas al aceptar la empresa retirar de su cargo a cuatro ayudantes sindicalizados abandonaron sus Juan Vázquez.361 labores en protesta por la actitud hostil del maestro Los operarios de los ferrocarriles continuamecánico, quien no conforme con despedir a nume- ron, durante 1919 y los siguientes, con su lucha por rosos trabajadores sustituyéndolos por personal “no el reconocimiento de sus organizaciones sindicales. unionista, porta pistola a la vista de los empleados El 29 de abril de 1919, el resultado de una junta de dentro de los talleres, manifestó la queja, queriendo todos los miembros de las sociedades gremiales en con esto coartar hasta cierto punto los derechos in- el Salón Obrero de Monterrey fue abandonar las ladividuales del ciudadano”.356 bores debido a las intransigencias de los directores. Para el 1 de diciembre, la huelga era se- En esta ocasión se decidió no reanudar el trabajo cundada por todos los obreros de los talleres me- hasta que se reconociera la alianza de las sociedades cánicos, arguyendo maltrato por parte del jefe del gremiales en todo el país, y cesaran las dificultades Departamento y del mayordomo del mismo, Juan contra los operarios de la ciudad de AguascalienVázquez.357 tes.362
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Al día siguiente, los gremios de Monterrey, que aglutinaban a casi mil trabajadores en huelga, giraron notas respectivas a las principales empresas metalúrgicas, para exigir el respeto de los intereses “de los compañeros ferrocarrileros”.363 Esto fue con el objeto de que no se prestaran, durante el mencionado paro, las locomotoras privadas a la empresa en conflicto por el perjuicio que ocasionarían al movimiento: por lo que pedimos, reiteraba la circular, se nos evite tomar una medida extrema que traería como consecuencia un cese de labores en esa industria por parte de los miembros de esta Institución.364 Si bien la huelga tomó un carácter nacional para el 1 de mayo, dos días después se llegó a un arreglo entre el Comité de Huelga de la alianza y el director de los ferrocarriles en la Ciudad de México. Los ferrocarrileros cedieron en casi todos los puntos de sus demandas: únicamente lograron el derecho de nombrar comités de todos los talleres dependientes de las líneas, “con el fin de que éstos pusieran en conocimiento de la Dirección, las quejas que tengan que hacer por las inconsecuencias de los jefes”.365 Ciertamente, los ferrocarrileros se vieron envueltos en situaciones ajenas a su voluntad, por ser en última instancia las líneas férreas parte de territorios en que el cacicazgo militar y político era imprescindible para el mantenimiento del poder. La militarización, en muchas ocasiones, de los trenes, tripulaciones y estaciones, restó mucha fuerza al movimiento. En Monterrey, la estrecha relación entre el transporte de carga pesada y las empresas metalúrgicas hicieron del problema ferrocarrilero un asunto sumamente espinoso. Las huelgas oscilaron entre la represión sangrienta, como la del 2 de diciembre de 1918, y la negociación con aparentes soluciones favorables como las del 4 de diciembre de 1918 y del 3 de mayo de 1919.
El deterioro de los acuerdos de julio de 1918 La lucha obrera por el derecho a un salario que permitiera obtener el acceso a los productos básicos fue en muchas ocasiones, no en todas, el origen de movimientos huelguísticos. Las empresas administradas por el empresario Jesús Ferrara, entre otras las fábrica textil La Industrial y la Fundición número 2, fueron una evidencia sintomática del grado de lucha que se dio por adecuar las viejas condiciones laborales del antiguo régimen a los nuevos tiempos revolucionarios. El 17 de mayo de 1919, Ferrara, como accionista principal de la fábrica La Industrial, le comunicó a los trabajadores la improcedencia de continuar con la producción de artículos manufacturados por existir una saturación en el mercado, y tener en sus almacenes mercancías con un valor de 100 mil pesos.366 El comportamiento del mercado llevó a clausurar casi todos los departamentos de la fábrica por más de cuatro meses. Los obreros desocupados rebasaron el número de 160, sin que obtuvieran ningún apoyo gubernamental –como lo pudo haber sido la intervención de la Junta de Conciliación– en las quejas externadas. Días después el periódico capitalino El Economista informó del “denigrante salario” percibido por los operarios textiles de La lndustrial.367 El Departamento de Trabajo, que elaboró la estadística del paro en mayo, manifestó que el salario promedio en esa empresa era de un peso 49 centavos, muy por debajo del jornal medio otorgado por las industrias urbanas locales.368 Para atenuar un posible conflicto, el gobernador otorgó a los obreros desocupados cartas de recomendación para que buscaran trabajo en otros establecimientos, particularmente en la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la cual estaba a punto de reanudar sus trabajos en el Alto Horno.369 La política de bajos salarios desarrollada por Ferrara, se corroboró una vez más en enero del año
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siguiente, 1920, al lanzarse a la huelga los obreros sindicalizados de la Fundición No. 2, en protesta, entre otras cosas, por la imposición de una cuota mensual “por razón de hospital”.370 Los problemas con la dirección de la empresa, cuyo gerente era el propio Ferrara, habían empezado en junio de 1919, cuando la cuota mencionada se implantó para todos aquellos operarios que disfrutaran de un sueldo diario mayor de un peso 25 centavos y trabajasen más de diez días durante el mes.371 Ante la imposición de la cuota y la merma de salarios ya de por sí raquíticos, ya que el salario mayor era de tres pesos 50 centavos, los trabajadores del departamento de metales decidieron, en octubre de 1919, abandonar sus trabajos por un solo día en actitud de protesta. Las tareas se normalizaron al día siguiente cuando los obreros lograron que se cumplieran algunas de sus peticiones por parte del propio Ferrera.372 Entre éstas, destacó un aumento salarial basado en el trabajo realizado y no en un jornal fijo. A fines de diciembre de 1919, los trabajadores consideraron que este último acuerdo más que beneficiarlos los perjudicó, por lo que exigieron nuevamente a la empresa un aumento de cincuenta centavos sobre el sueldo original; abolición de la cuota de hospital, “quedando la compañía con la obligación de atender a los operarios que se enferman por causas de trabajo”; suspensión del mayordomo y del rayador por mostrar una actitud hostil hacia el sindicato, y la creación de una comisión compuesta por la dirección de la compañía y el sindicato, para tratar de arreglar todas las deficiencias que podrían surgir de ahí en adelante en los departamentos.373 La respuesta de la empresa fue tajante al no acceder a un solo punto de las demandas, por lo que dispuso a los obreros a declararse en huelga el 1 de enero de 1920.374 Después de seis días de infructuosas reuniones entre los obreros, los representantes de la empresa y el gobierno, los trabajadores acordaron
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suspender la huelga “dejando en pie sus demandas, a reserva de poder justificar sus peticiones”.375 La reanudación de las labores, el 6 de enero de 1920, se dio bajo las siguientes condiciones: “no despedir a ningún trabajador por haber tomado parte activa o pasiva en el movimiento de huelga”; y en caso de separación, “la compañía tendrá la responsabilidad legal de indemnizar al obrero con los tres meses de salario que señala el artículo 123”.376 Las fricciones entre capital y trabajo suscitadas en las empresas de Ferrara no fueron casos aislados. En abril del mismo año, 1920, la ASARCO volvió a demostrar, como lo había hecho la Fundición No. 2, el deterioro de los acuerdos logrados por el movimiento obrero de mayo-julio de 1918. El día 15 de abril los obreros del “Departamento de Hornos y Romana” dirigieron una carta al superintendente norteamericano L.B. Harrison, donde pedían un ligero aumento en sus salarios sin fijar cantidad alguna “dejándolo al libre albedrío de la Cía.”.377 La respuesta de la compañía comunicó que, con gran sacrificio, se les daría un premio mensual de cincuenta centavos a los operarios que trabajasen 26 días al mes.378 La aberrante proposición provocó un disgusto tan grande, que decidieron irse a la huelga más de 100 trabajadores. La presión que se ejerció fue tal que en una semana los huelguistas lograron regresar a sus labores con 25 por ciento de aumento salarial en sus bolsillos.379 La huelga se volvió un arma poderosa a favor de los obreros organizados, es decir, sindicalizados. En esta ocasión el gobernador y general José E. Santos –gobernador de octubre de 1919 a mayo de 1920–, al igual que su antecesor, Nicéforo Zambrano, continuó con la política nacionalista de Carranza de apoyo al movimiento laboral en contra de los abusos cometidos por las empresas estadounidenses. El nuevo Estado constitucionalista se erigía como representante de los trabajadores y el mejor sostenedor de sus demandas, siempre y cuando el
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derecho de huelga se ejerciera contra los “intereses reaccionarios extranjerizantes”. Así, el Estado se guardaba el derecho de reconocimiento de sus demandas, dependiendo contra cuáles intereses sociales, económicos y políticos iba dirigida la huelga, sin embargo, el carrancismo nunca pudo incorporar en el proletariado de Monterrey su programa ideológico. La presión y protesta obrera empezó a adquirir la perspectiva de la negociación bajo los signos riesgosos de la represión gubernamental, cuando el poder público consideraba que rebasaban el Estado de derecho. Entre 1919 y mediados de 1920, el gobierno carrancista se preocupó cada vez más por someter al movimiento obrero y dictar, en la mayoría de los casos, fallos favorables dirigidos a los intereses empresariales. Ese hecho no pareció ser privilegio de Monterrey, sino de una política nacional. Sin embargo, esto no impidió cohesionar lentamente una fuerte solidaridad y concientización de clase entre las diferentes organizaciones gremiales surgidas durante el conflicto armado. Las coyunturas políticas también contribuyeron a la creación de condiciones favorables, para la sólida orquestación de movimientos huelguísticos que fincaron precedentes en la historia obrera. La rebelión de los militares sonorenses, en abril de 1920, y la creación de un gobierno de transición hacia la toma del poder por la máxima figura de la revolución, Álvaro Obregón, significó una de estas coyunturas que aprovecharon los obreros; en especial, los metalúrgicos. La economía regiomontana de fines del carrancismo
La política arancelaria La guerra civil impactó de una forma negativa a la economía nacional. Ésta venía presentando el auge más importante en casi cien años, gracias a la paz
y a los estímulos que procuró el antiguo régimen; la producción de metales preciosos no fue la excepción. Las insuficientes existencias, durante el carrancismo, de oro y plata, obligaron al gobierno federal a restringir la salida de plata y prohibir totalmente la de oro (ver cuadro 7). Esta política económica afectó particularmente a una de las compañías metalúrgicas de Monterrey. En agosto de 1918, la Fundición número 2, adquirida meses antes por la también compañía regiomontana Minerales y Metales, se quejó a través del apoderado general de esta última, Santiago M. Zambrano, de no estar trabajando su planta de afinación por restricciones impuestas por el Gobierno Federal para la exportación de los “metales, lo que ocasiona que la compañía tenga improductivo el gran capital que costó la mencionada planta y sin empleo de operarios”.380 Cuadro 7. Producción minera nacional (19101920). Años
Oro (kilogramos)
Plata (toneladas)
Cobre (toneladas)
1910 1915 1919 1920
41,420 7,358 23,586 23,370
2,417 1,231 2,050 2,069
48,160 206 52,262 49,192
Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de Nacional Financiera, 1965: 69.
La Fundición No. 2 era la única en el país que poseía una planta especial para afinar oro, plata y plomo, “hasta el grado de obtenerlos absolutamente puros”.390 La nueva reglamentación en materia económica exigía a los exportadores de plata que importaran al país una cantidad de oro equivalente al valor de 25 por ciento de la plata exportada en forma de piedra mineral o de barras de plomo o cobre argentíferos, y 50 por ciento de la que exportaran en forma de barras de plata.381
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Asimismo, los impuestos federales que gravaron la exportación de este mineral, en forma de barras de plata fina, no observaron ninguna distinción con respecto al gravamen de que eran objeto las barras de plomo o cobre argentífero. Esto implicó desproteger la industria nacional de afinación de plata, a la cual se le dejó en desventaja competitiva, en contrapartida de aquellas fábricas que, sin utilizar el costoso proceso de afinación, tenían “menos dificultades para la exportación de sus productos y menores gastos”.382 La legislación porfirista al respecto preveía una barrera proteccionista para inducir a otras negociaciones a establecer la industria en sus fundiciones, reiteró nostálgico Zambrano, gastando en ello fuertes capitales y haciendo en el país el trabajo que de otra manera tiene que hacerse en el extranjero. 383 Los incentivos durante el antiguo régimen resultaron eficaces. El código de minería de 1892 concedía, a quienes obtenían concesiones mineras, exención de impuestos federales y locales, así como de los derechos de importación sobre materiales y maquinaria y de los impuestos a la exportación de producción minera. Al inicio de la Revolución se vio un giro notable en el nuevo papel del Estado. Durante el gobierno de Francisco I. Madero, 1912, el impuesto federal que gravaba la plata de exportación en forma de piedra mineral, sin ningún beneficio metalúrgico, pagaba 3.5 por ciento de su valor; en forma de barras de plomo o cobre argentíferos, pagaba 2.5 por ciento, y la plata fina, pura absolutamente, sólo pagaba 1.5 por ciento de dicho valor.384 Durante el gobierno de Carranza se reflejó una clara legislación nacionalista. Esto se da principalmente en el artículo 27 de la Constitución de 1917, al declarar que sólo los ciudadanos mexicanos por nacimiento o naturalización tenían el derecho de adquirir concesiones para la explotación de minas o depósitos de minerales.
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El artículo estipuló también la concesión a extranjeros, pero el proceso y los requisitos burocráticos se complicaron. Si bien el cumplimiento de estas leyes en todo el país fue poco estricto por la urgente necesidad de ingresos para la Hacienda Nacional, también fue cierto que durante los años constitucionalistas se observó una baja de la inversión extranjera. Los altos impuestos a la explotación de mineral dictados por Carranza, en respuesta a la crisis monetaria, fue un duro golpe a la industria metalúrgica. Si bien en todo el país provocó grandes protestas de las compañías mineras extranjeras, detentadoras de la mayoría de los fundos mineros, en Monterrey el péndulo fiscal osciló sobre el grupo empresarial regiomontano. Estas medidas, puestas en vigor por las autoridades carrancistas en Nuevo León, exacerbaron el conflicto de intereses entre el régimen y el empresariado citadino e hicieron poco por aliviar la crisis económica. Sin embargo, el repunte de la economía regiomontana, a partir de 1918, no se debió al programa de reestructuración económica del constitucionalismo, sino más bien a la demanda que generó el mercado mundial a raíz de la guerra.
Auge y estabilización internacional de los productos minerales A pesar de las dificultades que planteó la política arancelaria carrancista, la Fundición número 2 y las
La Confederación Revolucionaria de Obreros Mexicanos, junto con los sindicatos y el Partido Laborista Mexicano, apoyaron al movimiento obrero.
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demás empresas metalúrgicas entraron coyunturalmente a un efímero auge desde el momento en que los Estados Unidos ingresaron a la contienda europea. El filón en la veta consistió en el abastecimiento de materias primas a las grandes compañías estadounidenses, las cuales volcaron su producción a los requerimientos militares. La misma Fundición No. 2 llegó a emplear, a finales de 1918, más de tres mil obreros.385 La Fundidora de Fierro y Acero computó en su departamento de ventas, en 1916, un millón y medio de pesos, mientras que en 1918, tras los jugosos contratos en Estados Unidos, vio ingresar por concepto de ventas más de cinco millones de pesos, a pesar que solamente aumentó en una cuarta parte su capacidad de producción de dos años antes.386 Sin embargo, al firmarse el armisticio mundial y al estabilizarse la demanda en el mercado internacional, el precio de los productos primarios para la fabricación de implementos de guerra se encontraba tan inflado que no tardó en registrar una brutal caída. A principios de 1919, The American Metal Co. Ltd. de Nueva York mandó un telegrama a la compañía Minerales y Metales S.A., representante de aquélla en la ciudad de Monterrey, para que detuviera bruscamente la producción de todas aquellas fundiciones que regenteaba en el país, entre otras las ubicadas en Torreón, Minas Viejas, Cerralvo y, por supuesto, el departamento de fundición de la Fundición No. 2.387 La depreciación de los elementos necesarios para fabricar implementos de guerra en las fábricas estadounidenses afectó sobre todo al plomo. Al terminar la guerra europea, el plomo obtuvo su más alta cotización a 7.5 dólar la libra, y la plata a un dólar y un centavo la onza; en febrero de 1919, el desplome de ambos productos los hacían valer cinco y 89 centavos de dólar, respectivamente, en el mercado internacional.388 El 13 de febrero, en una entrevista en un periódico local, el subgerente de la Fundición No.
2 comentó el aumento en el stock de la compañía, al tener almacenadas más de cinco mil toneladas de plomo que no había podido colocar en los mercados de la ciudad de Nueva York.389 Esto dio pie a ordenar el paro de la fundición, y despedir a 200 obreros con el objeto de evitar saturar el mercado de ese producto e influir en la precipitada caída del precio;390 el paro se extendería por más de dos meses. El cierre de las referidas fundiciones, y las consecuencias inmediatas de reducción de personal fue catalogado, el 11 de febrero, por el periódico El Economista de la Ciudad de México “como juegos bursátiles para lograr la baja en el precio de las acciones”.391 La especulación en el mercado por la Fundición número 2 fue pasada por alto por el gobierno carrancista en perjuicio de los obreros.
Añejos y nacientes inversionistas Pero el fin de la contienda civil en el estado también abrió caminos nuevos a ansiosos inversionistas. El 7 de diciembre de 1918, dos incipientes empresarios regiomontanos, Hernán y Américo Larralde, le proponían al presidente Carranza la compra en Francia de maquinaria automática, con el objeto de instalar una fábrica de granadas para cañones de 75 milímetros, “pues con la maquinaria con que actualmente se trabaja en la Fundición Nacional de Artillería, argumentaron, no se puede llegar a un buen trabajo económico”.392 Amparados ambos por varios años de estudios y práctica en el ramo de la ingeniería, tanto en la ciudad de París como en el vecino país del norte, la propuesta contempló la compra e instalación de la mencionada fábrica a cargo de los Larralde. El proyecto establecía dos condiciones para su inversión: uno era que la vieja fundición de artillería fuera sustituida por este nuevo modelo de fábrica; y segundo, que la tradicional compra de la maquinaria en Francia fuera sustituida por la compra de maquinaria en los Estados Unidos, ya que en ese momento se encontraba mucho más barata en ese país.
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El proyecto original fue presentado a Obregón cuando éste ostentaba el cargo de Ministro de Guerra, pero en esa ocasión, el embargo decretado por el gobierno de Estados Unidos sobre maquinaria, comentaron los Larralde, y lo difícil de la situación en nuestro país, no coronaron el proyecto. 393 El proyecto nunca se llevó a cabo a pesar que se presentó en diferentes ocasiones al gobierno federal, pero la visión empresarial del naciente empresariado posrevolucionario en Monterrey, al término del conflicto europeo, es evidente en este ejemplo. La proliferación de negocios aumentó durante 1919 y 1920. En abril de 1919, el gobierno otorgó una concesión de exención de impuestos, por quince años, para la instalación en Monterrey de una compañía manufacturera fabricante de jarcia.394 Un año después, Juan Lambretón establecía una fábrica de artefactos de madera concernientes a los ramos de agricultura y minería: con un capital inicial de 50 mil pesos, producía, vendía y embarcaba a San Antonio, Texas, su primera remesa, el 26 de abril de 1920.402 En marzo de 1920, miembros del añejo grupo empresarial asociados con los nacientes empresarios, diversificaron sus inversiones. Alfonso Madero –hermano del “ Apóstol”–, José A. Treviño, Eugenio Zambrano y Elías Villarreal constituían la compañía Ladrillera Unidas, S.A., con un capital inicial de 80 mil pesos, para adquirir dos plantas productoras de ladrillos, con sus consiguientes edificios y maquinaria, propiedad de Fernando Ancira.403 Contemplaron también el negocio de compraventa de bienes raíces; la compañía ladrillera compró, en abril de 1920, 40 manzanas de terrenos semiurbanos a los terratenientes Maiz Hermanos.404 Lentamente la economía local empezó a despertar de un largo letargo. Para 1920, los militares y administradores carrancistas de alto rango en el estado se incorporaron a la nómina de la clase pudiente; los ejemplos son numerosos.
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A fines de 1918, el asesor legal de los asuntos gubernamentales en el estado, Diódoro de los Santos, poseía una hacienda en el norte de la entidad equiparable, en demanda de jornaleros y trabajadores agrícolas, sólo a las haciendas de viejos ganaderos porfiristas, como lo eran todavía la familia Bortoni, en el municipio de Lampazos, y el gerente de la Cervecería Cuauhtémoc, Francisco G. Sada.405 El alcalde carrancista de Monterrey en 1919, Juan M. García, amasó tal suma de dinero que, para 1920, poseía enormes bodegas repletas de mercancías en la ciudad fronteriza de Laredo, Tamaulipas.406 Al término de su mandato, el gobernador Nicéforo Zambrano fue nombrado presidente de la Cámara Local de Propietarios, para asegurar así el liderazgo de una de las asociaciones más importantes y de mayor influencia de la urbe.407 El último gobernador militar carrancista, José E. Santos, no desaprovechó la oportunidad de reafirmarse como cacique y terrateniente ganadero, durante su gestión, en el noreste de la entidad. La jefatura del ejército del noreste también permitió el lucro personal; los ejemplos más palpables los tenemos en los generales Jacinto B. Treviño y Francisco Murguía (Hernández, 1984). Para mediados de 1919, el carrancismo en la entidad olía a corrupción y a autoritarismo; fiel reflejo de la política del centro.
El poder cambia de manos. La rebelión de los sonorenses La implantación del nuevo sistema político, emanado a través de los cauces legales del sufragio electoral, no pudo llevarse a cabo en amplias zonas del estado durante todo el periodo carrancista. Las elecciones fueron suspendidas por causas diversas, como continuos levantamientos revolucionarios, bandolerismo y la difícil topografía de la zona. El gobierno constitucional carrancista se vio obligado en la necesidad de extender numerosos nombramientos de autoridades municipales a título
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provisional. Entre 1917 y 1918 se dieron nombramientos provisionales de alcaldes en los municipios de Zaragoza, Mier y Noriega, Aramberri y doctor Arroyo.408 Esto de ninguna forma obstaculizó la proliferación de partidos, centros y clubes políticos que se estructuraron alrededor de nuevos personajes que asumieron la candidatura pública entre 1917 y 1920. El lanzamiento de la candidatura a la presidencia de la república del caudillo Álvaro Obregón dividió radicalmente la opinión política en la entidad. Los disidentes del carrancismo, como los exalcaldes de Monterrey, Alfredo Pérez y Juan M. García, quienes perdieron la carrera electoral hacia la gubernatura, a mediados de 1919, en manos del general José E. Santos, apoyaron localmente la candidatura del sonorense al impulsar partidos políticos de oposición; entre otros figuraron el Socialista Obrero y el Constitucional Progresista.409 Alfredo Pérez, quien fue alcalde de Monterrey en 1912, se postuló para gobernador en 1919, al igual que el alcalde regiomontano Juan M. García. A juicio de los periódicos locales y con base en la publicación de los votos acumulados al inicio del escrutinio, ambos lograron mayoría de votos con respecto a los demás contendientes, asegurándose incluso que García sería el nuevo gobernador. Pero el triunfo fue otorgado a un general impopular e incondicional del presidente Carranza y del divisionario Pablo González Garza, José E. Santos. El periódico local El Porvenir, de reciente creación, informó después del sufragio, el 8 y 9 de junio de 1919, que las 85 casillas en el municipio de Monterrey habían arrojado 6 mil 754 votos a favor de García; mil 413 a Pérez; mil 402 al general Marciano González; 436 al general Pablo A. de la Garza y 218 votos a Santos.410 Los problemas dentro del mando carrancista eran añejos; en 1917, Carranza, una vez elegido presidente constitucional, alejó de los asuntos públicos al jefe militar que más sombra le hacía, el general Álvaro Obregón. El retiro de Obregón significó una
importante fisura dentro del grupo de los constitucionalistas. El jefe militar con mayor carisma y popularidad se retiró a Nogales, Sonora, donde sólo un año le bastó para controlar, junto con sus socios, 90 por ciento de la producción de garbanzo en Sonora, el volumen de venta rebasó en 1918 los ocho millones de pesos (Flores, 1995). El Obregón empresario, prototipo de la nueva burguesía nacionalista y revolucionaria, pronto dispuso de una fortuna considerable que le permitió hacer política independiente y patrocinar, con el apoyo en su momento de la mayoría de los jefes militares, su propia candidatura a la presidencia de la república en 1920.
La rebelión obregonista en Nuevo León La gira electoral de Obregón tocó Monterrey el 4 de abril de 1920, para continuar la tradición que hubiera hecho tan popular al “Apóstol” diez años atrás. Y como en aquel entonces, el celoso gobierno central eligió la “ciudad de las industrias de fuego” para hostilizar a la comitiva de propaganda y desvanecerla bruscamente. Se exigió, durante su estancia en Monterrey, la presencia del general Obregón en la ciudad de México ante un jurado militar, por acusarlo de complicidad con algunos levantamientos subversivos.411 La comparecencia duró poco tiempo, ya que Obregón huyó de la ciudad de México y reapareció en Guerrero días después. Obregón suspendió su campaña electoral y llamó al país a tomar las armas. El 23 de abril, las autoridades militares de Sonora, en un gesto de apoyo al héroe de Celaya y de defensa a la soberanía de la entidad, emitieron el Plan de Agua Prieta, en el que desconocieron los poderes centrales y aceptaron a su gobernador Adolfo de la Huerta como el nuevo caudillo de la Revolución. Antes de la emisión del referido plan, Nuevo León volvió a convulsionarse con una serie de
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levantamientos espontáneos en los alrededores de Monterrey, los cuales secundaron la hegemonía del mando militar sonorense, como posteriormente se ratificaría, al interior del constitucionalismo. Los rebeldes Absalón y Félix Lozano, presidente y secretario del partido obregonista local de nombre Constitucional Progresista, comenzaron a merodear el sur de la entidad a partir del 18 de abril de 1920.412 Juan M. García y Alfredo Pérez, este último presidente del partido obregonista cuyo nombre era El Socialista Obrero, huyeron de Nuevo León y se internaron en territorio estadounidense para ponerse a las órdenes del disidente carrancista Antonio I. Villarreal, quien se encontraba exiliado de México desde que cayó de la gracia de Carranza por la desastrosa derrota en Saltillo ante las tropas villistas en enero de 1915.413 Juan M. García era un comerciante a mediana escala y un contrabandista de los más respetados. El 12 de mayo desertó de su cargo como administrador de la Aduana en Laredo, Tamaulipas, para sumarse totalmente a la rebelión obregonista.414 Sin embargo, el hombre de confianza de los sonorenses en la región fue un joven general de brigada llamado Porfirio G. González. Proveniente de una familia de ganaderos del municipio de China, se incorporó a la Revolución en 1913 para experimentar un ascenso vertiginoso dentro de la jerarquía militar bajo el mando de Obregón. Al retirarse Obregón a la vida privada, González encontró, debido a su temperamento irascible, continuas hostilidades dentro del cuerpo del ejército. En 1917 fue procesado por desobediencia y abuso de autoridad; igualmente en 1919, antes de ser destinado a la plaza de Puebla y posteriormente a la jefatura de Operaciones en el noreste. En este último puesto fue acusado de pillaje y encarcelado por un corto tiempo en la prisión de Tlatelolco (Cavazos, 1985). Pero ya para el 22 de abril de 1920, El Porvenir informaba del levantamiento de Porfirio G. Gon-
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zález, llevado a cabo dos días antes en el municipio de General Terán, “desconociendo al gobierno del centro”.415 Secundado por el jefe de la estación del ferrocarril en Montemorelos, así como por algunos miembros de las fuerzas de seguridad del estado, empezó una serie de incursiones hacia las principales cabeceras municipales fuera de Monterrey. A principios de mayo, entró en contacto con los rebeldes anticarrancistas en Tamaulipas, Juan Andrew Almazán, Eugenio López y Nieves García.416 Para la primera semana de mayo, las industrias locales empezaron resentir los efectos de la rebelión. En la madrugada del día 7, el destacamento federal de la ciudad de Saltillo se sublevó y tomó la ciudad por más de dos horas, para retirarse posteriormente con todo el material rodante de ferrocarril. En este acontecimiento, la Cervecería Cuauhtémoc perdió seis furgones cargados de cerveza cuyo destino era el sur del país. También el comerciante regiomontano Benito Guerra se despidió de un envió consistente en un furgón lleno de tequila y dos furgones de azúcar.417 Al ver que la rebelión se propagaba rápidamente, el 7 de mayo las autoridades civiles y militares de la ciudad acordaron conferenciar con los representantes de la comuna empresarial. El gobernador carrancista José E. Santos, y el jefe de operaciones de la entidad, general Isidro Cardona, plantearon a los empresarios y comerciantes Ferrera, Salcido, Hernández, Gayol y Bremer la necesidad de “recoger caballos, armas y monturas con el fin de equipar las fuerzas de seguridad”.418 Por la tarde, el gobernador reforzó su política militarista al pedir una nueva partida presupuestal de 50 mil pesos al Congreso, para el sostenimiento y aumento del contingente de las fuerzas estatales.419 Ante la imposibilidad de contener la revuelta obregonista en la entidad, las autoridades carrancistas hicieron su última patraña. En la madrugada del 12 de mayo, el gobernador Santos organizó una
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guardia personal de 50 hombres con quienes huyó de la ciudad llevándose el erario público.420 A mediodía, el cabildo municipal requirió de una junta de emergencia con la comuna empresarial a la que asistieron el presiente de la Cámara de Comercio, Jesús Ferrara, los empresarios Roberto Gayol, Adolfo Schefold y Óscar Westendarp, entre otros.421 De nuevo, ante el vacío de poder, los empresarios tomaron decisiones de carácter público. Los acuerdos emanados de la reunión comprometieron a los comerciantes en otorgar “una ayuda pecuniaria” para el aumento de los elementos del cuerpo de gendarmería municipal. También se decretó que, en caso de abandono de la plaza por el resto de la administración estatal, y ante la proximidad de las fuerzas insurrectas, se pediría a los cónsules extranjeros acreditados en la ciudad, salir a conferenciar con los jefes rebeldes y evitar así, como años anteriores, la irrupción violenta de los alzados a la urbe.422
Un brindis a las nuevas autoridades La huída del presidente Venustiano Carranza de la Ciudad de México, y el hallazgo de su cuerpo acribillado a balazos el 21 de mayo en la ranchería de Tlaxcalantongo, corroboró la magnitud y el triunfo de la revuelta. La entrega del poder estatal bajo la más soberana calma por parte del general encargado de la plaza, Humberto Barrios, al rebelde Porfirio G. González, abrió el camino para una nueva reestructuración del poder público. Para el 18 de mayo las cabezas visibles del poder político habían cambiado. Porfirio G. González era reconocido como gobernante interino y jefe de las operaciones militares;423 el coronel Absalón Lozano como jefe de la guarnición;424 y Antonio I. Villarreal, quien recibió una bienvenida apoteósica el día 14, ostentó la jefatura militar de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, para asegurar inmediatamente el término de las hostilidades en las entidades mencionadas.425
Antonio I. Villarreal regresó a Monterrey después de entrevistarse con Álvaro Obregón en la ciudad de San Luis Potosí. A su llegada, asistió, el 16 de mayo, a un brindis en su honor a cargo del empresariado industrial en los salones exclusivos del Foreing Club,426 donde, acompañado por personalidades como José Vasconcelos, se llevó a cabo una de las más fastuosas celebraciones de armonía entre los amos de la economía en Monterrey y los nacientes representantes del Estado revolucionario. La comuna empresarial en pleno reiteró una vez más la capacidad de sobrevivencia y la puesta en práctica de viejos recursos, al escuchar Villarreal, otrora opositor radical al control que ejercían los empresarios prerrevolucionarios, el brindis en su honor a cargo del exalcalde de Monterrey y empresario Joel Rocha. Joel Rocha hizo énfasis en la importancia y trascendencia que tenía el sector económico, y sus representantes, dentro del “organismo social”. En su discurso, reiteró a Villarreal lo indispensable que era “el capital como nervio, la industria que es el músculo, y el comercio que es el movimiento”, como zonas fundamentales de una sociedad “altamente culta y civilizada” como lo era Monterrey. Finalmente, Rocha levantó la copa ofreciendo “el pan y el vino de este sencillo ágape”, para aclarar que iba dirigido “al amigo, no al funcionario”.427 Entre los asistentes se encontraron Francisco G. Sada, Roberto Gayol, lsaac Garza, Salvador y Alfonso Madero, José Calderón, Lorenzo Zambrano y Jesús Ferrara. Antonio I. Villarreal se incorporaría posteriormente al gabinete de Obregón como secretario de Agricultura y Fomento. La retórica empresarial expresada en tan magna celebración dejó entrever, una vez más, que la importancia del respaldo económico y político de una portentosa infraestructura comercial, industrial y financiera, era carta meritoria de presentación para contribuir privilegiadamente no sólo a la reconstruc-
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ción nacional, sino a formar parte del Estado, ahora revolucionario.
7. La política fiscal durante el régimen de Álvaro Obregón La muerte del presidente Venustiano Carranza y el ascenso del general Álvaro Obregón matizaron una nueva forma de gobernar el Estado. La apertura política del gobierno del sonorense dio cabida a las demandas obreras y realizó, con ello, una serie de complejas alianzas con el poder regional, representado por los caudillos y los líderes obreros. La elección fue aprendida; los líderes obreros rápidamente encontraron un medio de ascender en la jerarquía social al no hacer un partido separado del caudillo principal. Los gobiernos obregonistas en Nuevo León comprendieron la necesidad de la alianza con los obreros, para contrarrestar al todopoderoso grupo empresarial de origen porfiriano. El equilibrio de las alianzas gubernamentales con el empresariado prerrevolucionario por un lado, y el proletariado urbano por el otro, resultaron el mejor medio para preservar el poder de los personajes públicos a partir de mayo de 1920. Después del Plan de Agua Prieta, ninguna revuelta de consideración tomaría las riendas del poder, con esto se confirmó la reputación de los obregonistas de ser los únicos revolucionarios capaces de unificar, relativamente, el país. Por su parte, el movimiento obrero se vio maniatado en esta zona del país por las particularidades de la conformación del poder en la región. El sistema social implantado por el grupo empresarial regio nunca fue amenazado realmente por una clase obrera sin proyecto revolucionario para tomar el poder. Tres días después de ocurrida la muerte de Venustiano Carranza, el Congreso de la Unión eligió al gobernador sonorense insurrecto Adolfo de la
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Huerta, presidente provisional, para que se encargara de convocar a elecciones. Subordinado al proceso electoral, el nuevo caudillo de la Revolución, Álvaro Obregón, tomaría el cargo de presidente electo a fines de 1920. La monografía de Héctor Aguilar Camín y los estudios posteriores al respecto, han demostrado que la política radical y de simpatía por el movimiento obrero mostrada por la “dinastía sonorense”, que monopolizó el poder presidencial en los años veinte, se formuló como una respuesta a los acontecimientos particulares de su estado natal durante el Porfiriato, y por la experiencia y el ejercicio del poder político durante las guerras civiles que le precedieron. La política nacionalista en Nuevo León, impulsada con nuevo brío durante el mandato de Obregón, capturó el apoyo del empresariado nativo contra la creciente influencia de la invasión extranjera en el país. El nacionalismo revolucionario puesto en práctica por el gobernador Juan M. García, mandatario entre febrero de 1921 y abril de 1922, encontró en la veta fiscal un medio relativamente descuidado por el carrancismo para no sólo imponer las bases de una nueva forma de operar de las empresas extranjeras, sino también de restablecer la confianza del pueblo en la arruinada figura de la autoridad pública. Un congreso local competente y decidido a recuperarse de la total dependencia en la que se vio sojuzgado al Ejecutivo desde el Porfiriato, dio un nuevo carisma al poder público ante la opinión popular. La temporal interdependencia de los tres supremos poderes del Estado durante el obregonismo en Nuevo León facilitó y retomó la vieja política de alianzas que urdió durante el conflicto civil el sólido grupo empresarial industrial asentado en Monterrey. Esto significó un total acatamiento del gobierno local a los intereses empresariales, hasta la toma de un nuevo rumbo con la aparición en Monterrey, en 1936, del presidente Lázaro Cárdenas.
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El escandaloso asunto con la Cervecería Cuauhtémoc No hubo gobierno revolucionario que no se dedicara arduamente a buscar recursos para el sostenimiento de la administración pública, la creación de nuevas fuentes de ingreso se convirtió en un instrumento de presión para lograr la legitimización del nuevo orden de cosas. Los años iniciales de la Revolución hicieron del “préstamo forzoso” una práctica común entre los inestables gobiernos provisionales para sostener los ejércitos en campaña. A partir de 1920, las cargas fiscales que se aprobaron por vías legalmente aceptadas, como el congreso estatal, facilitaron a las nuevas administraciones intentar nivelar el déficit, ocasionado por casi diez años de revolución, entre lo que ingresaba y lo que egresaba, no siempre con el beneplácito del poder empresarial industrial.
La hacienda estatal carrancista La hambrienta hacienda estatal despertó al final del régimen carrancista. La Ley de Hacienda que el Congreso aprobó, en febrero de 1920, atacó diversas fuentes omitidas por anteriores administraciones. En primer término, los nuevos impuestos se dirigieron sobre el producto redituado por las fincas urbanas, donde el grupo empresarial industrial realizó substanciales transacciones y acumuló importantes propiedades durante le desarrollo de la década revolucionaria. Anteriormente el gravamen residía en un impuesto fijo de ocho al millar sobre el valor de la propiedad. Con la ley de 1920, el físico tomaría 3 por ciento sobre el producto directo de las rentas urbanas.428 Otra fuente que se localizó y se explotó por la ley fue el metal extraído de las minas del estado, al cual ser le fijó un impuesto cuatro veces mayor que el año inmediato anterior, es decir, un 2 por ciento
sobre su valor bruto.429 Este impuesto golpeó duramente a la minería por la circunstancia de la baja del precio del plomo y el zinc, únicos metales importantes en explotación. Por otra parte, el impuesto de los metales siempre fue de poca significación para el gobierno, pues en 1919 apenas produjo un impuesto de cuatro mil pesos.430 Tanto la Cámara Nacional de Comercio como la Cámara Nacional de Minería, a través de sus respectivos presidentes, Jesús Ferrara y Faustino Roel, respectivamente, elevaron duras críticas al gobierno del general carrancista José E. Santos.431 Sin embargo, el principal objetivo del fisco estatal entre 1920 y 1921 se dirigió a una sola empresa: Cervecería Cuauhtémoc. Fundamentado en la “vergonzosa evasión de impuestos llevado a cabo por esta compañía”, la recaudación de rentas del estado impulsó una ley de hacienda con un fuerte gravamen contra esta empresa en el rubro de la producción, que empezaría a regir a partir del 1 de marzo de 1920. Esta ley, en el último párrafo del artículo 38, decía: Los establecimientos donde es elabore cerveza deberán pagar, mensualmente, a razón de un peso 80 centavos por cada cinco docenas de medias botellas y 60 centavos por cada octavo de quince litros que se elabore, debiendo pagarse en cada mes por la producción habida en la anterior según los datos recojan los recaudadores.432 “La política de agresión declarada contra la cervecería”,433 frase atribuida a su gerente general, se justificaba en una evidente evasión fiscal descubierta ese año. La oficina recaudadora manifestó que en sus libros se le tenía cotizada en 300 mil pesos por concepto de “giro industrial”, por lo que se cobraba en consecuencias una cuota anual de 6 mil pesos. Al mismo tiempo, la negociación aceptó tener invertido en capital social 5 millones de pesos y
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en fincas rústicas 107,295 pesos, lo que le daría un impuesto anual, sobre la suma total de la inversión, de casi 100 mil pesos.434 Con la nueva fiscalización, la cervecería pagaría anualmente, junto con el 50 por ciento del impuesto federal y en referencia a la producción de 1919, casi un millón de pesos.435 Ante tal actitud, el gerente general, Francisco G. Sada, avisó, el 26 de febrero, la decisión de interrumpir la elaboración de cerveza a partir del día que entrara en vigor la ley antes de aclarar que la fábrica contaba con una existencia de 1,871,247 litros del referido líquido en los toneles de sus “bodegas frías”.436 Para marzo la situación nacional tendió a volcarse desfavorablemente hacia Carranza, por lo que para evitar mayores problemas, y ante la intransigencia de la compañía, el tambaleante gobierno carrancista decidió, el día 24, suspender temporalmente la aplicación de la ley, tanto en lo correspondiente a la elaboración de cerveza como en los conceptos de giro industrial y fincas rústicas y urbanas.437 Para alivio de la cervecera, el 18 de mayo el gobernador provisional Porfirio G. González, quien secundó la rebelión obregonista en la entidad, mostró estar dispuesto a entablar un acercamiento entre
La industria textil fue apoyada por las mujeres obreras.
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el nuevo poder y el grupo empresarial, al derogar las leyes de Hacienda tanto del estado como del municipio, decretadas por la facción derrotada.438
Juan M. García y el impuesto a la cerveza El gobierno provisional de Porfirio G. González, del 28 de julio de 1920 al 4 de febrero de 1921, dejó intacta la ley hacendaria de 1919, la cual retomó durante su mandato, logrando con esto no complicar las relaciones entre el empresariado citadino y el nuevo régimen. El reglamento fiscal hasta el gobierno de Nicéforo Zambrano (1917-1919) no había modificado en esencia la ley hacendaria estatal promulgada por el procónsul Bernardo Reyes en 1907. De hecho, era una copia fiel y exacta de las prerrogativas porfirianas que dieron apoyo indiscutible a la industrialización. La anulación de las reformas fiscales del general José E. Santos y el regreso a la vieja legislación porfirista fue una excelente medida política del general Porfirio G. González, la cual calmó los ánimos exaltados de la rancia burguesía y dio pauta para reformar al régimen constitucional y a la elección popular de los personajes públicos sin mayores altercados.
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Las elecciones estatales que encumbraron a los nuevos representantes en febrero de 1921, sirvieron al General González, que no compitió en la justa, para ensalzar su reputación y reconocerlo como cacique regional de arraigo popular. Su prestigio lo regresaría al sillón gubernamental en diciembre de 1923. Pues bien, las lecciones para suceder al general González elevaron al joven exalcalde y comerciante Juan M. García, quien utilizó el aparato estatal como un instrumento de presión para eliminar los privilegios fiscales tanto del empresariado regio como de las empresas extranjeras. Juan M. García labró su prestigio y estatus socioeconómico en la etapa posporfirista, anhelando siempre el éxito y la admiración. Se había esforzado toda su vida, unas veces cautelosamente y otras con osadía por la oportunidad que ahora se le ofrecía. Siendo un representante fiel de la nueva generación de comerciantes que se enriqueció durante la Revolución, García siempre participó políticamente en los nuevos regímenes, incluso perteneció por conveniencia económica, como todo comerciante en pequeño, a la Cámara Nacional de Comercio. Su actividad ambivalente, pequeño empresario y a la vez político, lo dispusieron a confiar a la Cámara de Comercio, diez días después de entrar al palacio de gobierno, el proyecto del presupuesto de egresos de la entidad. El objetivo de presentar tal proyecto fue que la comuna empresarial formulase el de ingresos “haciendo una derrama equitativa para el pago de los impuestos respectivos”.439 El 16 de febrero de 1921, la comuna empresarial acordó formar una comisión financiera que estudiase el proyecto y formulara la ley de ingresos. El presupuesto de egresos presentado por García planteó una erogación de más de un millón de pesos durante el año fiscal de 1921. El nuevo proyecto elaborado por la comisión redujo el gasto público a menos de 800 mil pesos y equiparó la misma entrada con base en un raquítico
aumentó fiscal en sólo cuatro ramos, siendo éstos los de fincas rústicas y urbanas y los giros mercantiles e industriales. Tres días después la comisión entregó el estudio a García.440 La reacción de este último fue de enfado por la restricción hecha a juicio de los empresarios. En primera instancia, la Cámara suprimió, entre otras, la partida de 60 mil pesos propuesta por García en su campaña política para fundar la escuela de “Artes y Oficios”. En segundo lugar, el presupuesto de ingresos mostró un desequilibrio evidente; la sujeción era poco equitativa en el aumento de los ramos mencionados, “dado los tipos de cotización que son el 8 al millar por las fincas rústicas y urbanas y 20 para los giros mercantiles e industriales, pues se traduce, decía García, en un aumento de 50% para las primeras y 29% para los segundos, haciéndonos más gravosos los impuestos”.441 El Ejecutivo desechó la propuesta de la Cámara de Comercio y dejó a un lado el aumento a los impuestos “tradicionalmente establecidos”, para “crear dos nuevas fuentes de ingresos”: “las herencias directas y la fabricación de bebidas alcohólicas”, en especial la cerveza.442 El nuevo impuesto apuntó con tres cuartos de centavo hacia cada botella de cerveza producida, más centavo y medio sobre todos los productos en general producidos por la negociación.443 Con ello resultaba, si se llegase a cumplir, un ingreso al fisco anual, por este solo concepto, de 500 mil pesos.444 El municipio también dirigió sus baterías hacia la cervecería, según el recaudador de rentas municipales, Luis Tijerina Almaguer, la compañía tenía una producción bimestral equivalente a más de 900 mil pesos. Correspondiendo pagar al municipio 1 por ciento bimestral sobre ese producto, la empresa debía estar cotizada en 54 mil pesos anuales y no en 18 mil como se encontraba realmente.445 En total, tanto por concepto de venta (al municipio), 18 mil, como por el giro industrial (al estado), 6 mil, la compañía entregaba anualmente
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al fisco la ínfima suma de 24 mil pesos, cuando la magnitud de la empresa no tenía comparación con
ninguna otra en su ramo dentro del país446 (como se podrá ver en el cuadro 8).
Cuadro 8. Diferentes compañías productoras de cerveza en el país. Cargas impositivas y número de y empleados (1921). Compañía Cía. Cervecería Cuauhtémoc, S. A., Monterrey Cía. Cervecería Toluca y México, S. A., Orizaba Cía. Cervecería de San Luis Potosí, S.A., San Luis Potosí Cía. Cervecería Yucateca, S.A., 81 Mérida Cía. Cervecería de Chihuahua, S.A., Chihuahua, Chih. Cía. La Perla, S.A., Guadalajara Cía. Cervecería Sabinas, S.A., Sabinas, Coah. Cía La Estrella, Guadalajara
Cargas fiscal anual, estatal y municipal
No. de obreros
No. de empleados
$24 000.00 $9 977.58 $32 640.96
1138 344 187
60 44 14
$2,700.00 $9 406.00 $2 511.72 $4 800.00 $1 893.84
103 39 35 32
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1. El impuesto federal se sumaba a las contribuciones locales. Ésate se establecía a razón de 50% de lo pagado a nivel estatal. 2. La Cervecería Cuauhtémoc pagaba aparte un % sobre fincas; una cuota sobre el sueldo de sus empleados y un impuesto llamado de patente sobre su centro distribuidor en Monterrey. Sin embargo, la cantidad anunciada arriba representó, ese año, el grueso de las contribuciones. La cuota se modificó en octubre de ese año por la cantidad mencionada arriba. Fuente. AGENL, ramo concesiones, 1921, y AGN, Departamento de Trabajo, c-280, e-3.
La Cervecería Moctezuma, S.A., ubicada en Orizaba, Veracruz, pagó, en 1921, casi 33 mil pesos por concepto de impuestos estatales y municipales, y solamente empleaba 187 obreros. Probablemente la más favorecida era la compañía Cervecera Toluca-México, S.A., en el estado de México, con un total de 388 trabajadores contratados entre obreros y empleados y con sólo un gravamen local de 10 mil pesos anuales.447 Pues bien, en 1921 el gobierno –emanado del Plan de Agua Prieta– no estuvo dispuesto a ceder, como lo había hecho el físico carrancista un año antes. El actual régimen se encontraba aparen-
La compañía Cementos Portland Monterrey revitalizó el ramo de la construcción, ya que para 1923 presentaba una capacidad de producción de cuatro mil sacos de cemento.
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temente del todo sólido y no inconsistente como el anterior. En una entrevista al gobernador Juan M. García, difundida por el periódico citadino El Porvenir, se ventiló la problemática referente a la implantación del impuesto a los licores. Al mostrar su firme resolución, el mandatario comentó: que el gobierno y el pueblo de Nuevo León verían con mucho agrado que desaparecieran de nuestro medio todas las fábricas –de licores, por supuesto–, con lo cual saldríamos ganando mucho.448 El gobierno de Juan M. García contó con el respaldo del nuevo régimen, a diferencia del gobernante carrancista José E. Santos. Éste, a principios de 1920, tuvo que retractarse del pretendido aumento en el impuesto a la cerveza, y a buscar un mayor apoyo político local ante la hegemonía política de los militares sonorenses en el país. El grupo empresarial encontraría finalmente, en octubre de 1920, una fisura en el aparato político, lo que aprovechó para terminar en un arreglo de mutuo beneficio. Los empresarios de le cerveza le hicieron la siguiente propuesta al nuevo gobernador: la cervecera financiaría una parte del proyecto de gobierno de García –para lograr así una importante reducción en el rubro fiscal–, al otorgar un donativo de 62 mil 500 pesos para la construcción de la “Escuela de Artes y Oficios”.449 Dicha instancia fue uno de los puntos del programa político de García como candidato. Sin embargo, para su desgracia, el Congreso local rechazó la partida para impulsar la mencionada escuela. Paralelamente al donativo, García aceptó la retribución al fisco por ese año de sólo 37 mil 500 pesos por el concepto de venta de cerveza, más 27,252.54 de impuesto al giro industrial.450 Esto significó que la compañía se comprometía a emitir un desembolso total –sumado el monto del fisco al donativo para la construcción de la escuela / de 127,252.54 pesos, para dar “una prueba más de su desprendimientos en pro de la instruc-
ción popular”, a la vez que el gobernador demostró ante el Congreso el deseo “de proteger la industria local y no lastimar intereses creados”.451 El arreglo era de mutua conveniencia. El financiamiento dado por lo empresarios al proyecto político de García, que había encontrado obstáculos en el Congreso local, no sólo fue una muestra de descomposición evidente del poder político, sino que también lo hicieron vulnerable al menor ataque. Su destitución, en abril de 1922, fue una prueba de ello. La base de sustentación política de Juan M. García rápidamente se desmoronó; sin García al frente del poder público, la cervecera encontró peldaños legales para retener el mayor tiempo posible la entrega del dinero acordado. El 18 de septiembre de 1922 –a un año de distancia/, el congreso todavía excitaba al nuevo mandatario a proceder a “hacer efectivas las contribuciones relativas a la ley de hacienda” correspondientes a 1921 y 1922.452
Reformas impositivas a la propiedad urbana La hacienda estatal, durante el mandato de García, buscó todos los medios para proveerse. En marzo de 1921 el gobernador se había reunido con los 51 munícipes con el fin de entrar en arreglos para el pago del adeudo de los municipios al estado y cubrir así la elevada cifra de 315 mil pesos.453 Los préstamos de los particulares al gobierno volvieron a reactivarse. El 8 de junio, el Congreso facultó al Ejecutivo para recurrir a un préstamo por la cantidad de 75 mil pesos; los principales empresarios e instituciones privadas cedieron la cantidad mencionada, a través de dos pagos entre el 10 y el 22 de junio.454 En marzo del siguiente año, el ayuntamiento de Monterrey y los bancos locales acordaron nutrir al erario público con un préstamo por la cantidad de 30 mil pesos, para pagar “principalmente adeudos como sueldos de instrucción pública y gendarmería urbana”.455
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La ayuda de los empresarios y comerciantes para reestructurar el aparato y servicios públicos también contempló el aporte de 30 mil pesos por parte de la Cámara de Comercio, para crear un cuerpo de bomberos en la ciudad de Monterrey, en julio de 1923. La iniciativa surgió cinco días después de un tremendo y pavoroso incendio que consumió la mayoría de las instalaciones de la negociación J. Cram y Cía, donde se perdieron más de medio millón de pesos en mercancías.456 El precedente impuesto por el gobernador Santos no tardó en ser retomado también por García. El 1 de julio de 1921, el congreso estatal recibió un proyecto de reforma de la ley hacendaria de marzo. La retórica del Ejecutivo argumentó una hacienda en bancarrota, siendo preciso socorrer a su nivelación para que el Estado subsista. Tomando en cuenta las dificilísimas condiciones por las que atraviesa el comercio en la actualidad, continuó García, había decidido modificar en algunos puntos la ley de Egresos, dejar sin nuevos gravámenes los giros comerciales y la propiedad rústica, hacer economías en los egresos y aumentar 4% en los impuestos de la propiedad urbana, de modo que siendo ésta la que percibe mayores rendimientos por el crecimiento de la densidad de la población y el innegable aumento que recientemente han adquirido las rentas de las habitaciones, sea ella quien aporte un poco más de dinero al tesoro público.457 Por lo tanto, la cuota fiscal para las fincas urbanas aumentó 12 por ciento al millar. También se contempló, entre las reformas, una reducción mínima en las partidas para Gastos extraordinarios, Seguridad Pública, a sólo 42 plazas, y en la Banda del Estado.458 Las medidas provocaron gran agitación, los primeros en protestar por la espiral inflacionaria que provocaría la primera medida fueron los integrantes de la Cámara de Propietarios, dirigida por el exgobernador Nicéforo Zambrano. Argumentando lo injusto del gravamen por recaer solamente en las propiedades urbanas, los principales propietarios
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del suelo como José Calderón, Manuel y Carlos Berardi, Virgilio y Hernán Larralde, Eulalio San Miguel, Antonio Muguerza y Jesús Montemayor, entre otros, apelaron al amparo.459 El aumento de la renta fue inmediato, el impacto provocó la organización de una “Unión de Inquilinos” constituida el 29 de julio, que se quejó por el “alza inmoderada de rentas de casas de habitación, cobros de pisos, etc.”.460 El aumento de 50 por ciento mensual en las rentas fue desproporcionado a juicio de las familias que pagaban alquiler; era desproporcionado a su juicio, ya que los propietarios de bienes raíces solamente sufrirían 50 por ciento de aumento anual sobre las contribuciones del estado. En cambio, a ellos se les aplicó en el alquiler mensual. Las quejas aseguraban que tal inmoderación consumía la mitad del sueldo de raya mensual de la mayoría de los obreros.461 A fin de cuentas, el objetivo de Juan M. García fue cumpliéndose. Con tal ritmo, la situación hacendaria del estado mejoró noblemente para 1923. Según declaraciones del tesorero Francisco Garza Nieto, el déficit de 1922, que consistía en 101,061.09 pesos, se redujo considerablemente para mayo del siguiente año a solamente 29,566.48.462 A esta mejoría en las finanzas públicas también coadyuvaron los cobros atrasados a los municipios y a la aparente estabilidad política a nivel nacional.
El nacionalismo revolucionario de Juan M. García La precariedad de la situación obligó a Juan M. García a erigir, contra toda consideración, la necesidad de la recaudación fiscal. La regularización del sistema hacendario, que conllevó a un fin político y social, no se dio sin que el gobierno local impusiera sus razones y sus necesidades a causantes antes intocables, particularmente a las firmas extranjeras. García entendió con acierto la premisa emanada de la revolución: imponer las necesidades de la reconstrucción estatal a todo interés privado. Si este
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último correspondía a inversionistas extranjeros, la popularidad del gobierno y de sus representantes subiría como la espuma.
La compañía de Tranvías, Luz y Fuerza Motriz de Monterrey
había entablado en virtud del gozo de la concesión dada durante el Porfiriato.463 Ante esta decisión del gobierno estatal, la empresa estuvo en desacuerdo con el ínfimo aumento, a su juicio, autorizado para cobrar a sus clientes por el servicio. Por ello, la compañía logró el amparo ante la justicia federal, y pasó el asunto a la Suprema Corte para que dictara una resolución definitiva.464 La compañía elaboró un desplegado donde publicó y comparó el precio del kilowatio/hora en plantas de fuerza en el país, así como el tipo de fuerza motriz utilizada para producirlo.465 En este desplegado se mostraba que aunque el gobierno comparaba el cobro hecho por ellos en México, era superior a lo realizado en las ciudades de Estados Unidos; en México, la compañía era la más castigada en la tarifa del kilowatio/hora. Mientras la tarifa de kilowatio/ hora en Monterrey era de 0.18 pesos, en Chihuahua era de 0.60 pesos (véase el cuadro 9).
La primera empresa extranjera en poner resistencia a la política de cuestionamiento de privilegios gozada durante el antiguo régimen fue la compañía canadiense de Tranvías, Luz y Fuerza Motriz de la ciudad. Todo se inició por una medida táctica del Departamento de Hacienda. A final de 1921, el gobierno autorizó a la compañía el cobro de una tarifa al consumidor de 0.18 centavos oro nacional por kilowatio a partir de enero de 1922. Tal medida se basó en que esta compañía tenía una ganancia mensual de 100 mil pesos, que a su vez, ésta sacaba del país y se llevaba a Canadá, sustentándose en una producción de energía eléctrica cuyo costo era inferior a la Cuadro 9. Tarifa y tipo de fuerza necesaria para la producida en su país y en ciudades de los Estados producción de energía eléctrica en las principales ciudades de México (1922). Unidos. Las razones Ciudad Cobro en pesos kw/hora Tipo de fuerza era obvias: la tarifa Ciudad de México 0.30 hidroeléctrica aprobada continua- Tampico 0.30 vapor (fácil acceso al combustible) 0.30 hidroeléctrica ba siendo 50 por Puebla 0.31 hidroeléctrica ciento más alta que Guadalajara San Luis Potosí 0.35 hidroeléctrica la de las ciudades Nuevo Laredo 0.35 vapor norteamericanas, Torreón 0.40 gas 0.40 vapor a pesar de que los Durango Saltillo 0.40 gas jornales pagados en Zacatecas 0.50 vapor Monterrey corres- Mérida 0.60 vapor 0.60 vapor pondían sólo a una Chihuahua vapor (tarifa autorizada por el 0.18 tercera parte de los Monterrey gobierno para 1922) que recibía el operario en los Estados La negligencia de la empresa al no negociar Unidos; igualmente, el combustible –chapopote– con el cual se generaba la energía eléctrica, valía la con el gobierno revolucionario, provocó una repremitad; el agua utilizada por la empresa no le costaba sión dirigida desde el aparto estatal. El 3 de enero de un solo centavo, y su entrevista con el fisco nunca se 1922, por órdenes directas del gobernador, el alcalde
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de Monterrey procedió a derribar algunos postes de la compañía en la ciudad. Por la tarde, varios diputados, ante el congreso local, auspiciaron una manifestación pública en repudio a la empresa y apoyo a las medidas gubernamentales.466 Los sucesos pronto acapararon la atención nacional. El día 5, el encargado de negocios de Inglaterra en la Ciudad de México fue entrevistado por un periódico capitalino sobre el problema de la empresa de fuerza motriz en Monterrey. El encargado expresó que las reclamaciones extranjeras tropezarían con algunas dificultades ya que la compañía había sido organizada conforme a las leyes mexicanas, por lo que, en consecuencia, los accionistas renunciaban a sus derechos como, según condiciones impuestas por el general Bernardo Reyes.467 Mientras tanto, el hostigamiento gubernamental se acentuó. Al esgrimir la defensa de la seguridad pública, el gobierno giró una comunicación al día siguiente para que la compañía sustituyera los durmientes de madera, en ciertas partes de la ciudad, por los de concreto; que en lugar de los postes de madera para soportar las líneas de fuerza eléctrica, se instalaran de fierro; y finalmente, era imprescindible reparar “los cables conductores de corriente de alta tensión, en los lugares donde los ha ido encontrando en malas condiciones el inspector técnico del gobierno”.468 El Congreso también manifestó su apoyo a través del diputado Martínez Celis, quien dijo en una entrevista, el 7 de enero: que la actitud asumida por el mismo gobierno en defensa de los intereses de la colectividad, iba resuelta a acabar con los monopolios y hacer cumplir la ley a todas las empresas que ha venido burlándola sistemáticamente.469 Al mismo tiempo, la empresa fue vulnerada por las críticas del público, en particular por los conductores de vehículos de la ciudad, que exigieron, a través de una manifestación, se dotara por parte de
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la compañía a los tranvías urbanos de frenos de aire, a fin de que se evitaran los accidentes ya frecuentes por este tipo de negligencias. Lentamente los intereses extranjeros tuvieron que someterse a la presión ejercida por un gobierno que captaba cada vez más la atención del público. La llegada a Monterrey, el 11 de enero, de uno de los directores de la compañía, W.H. Moore, derivó en una relación más dócil por parte de la empresa hacia el gobierno.470
La Junta de Mejoras Materiales Pero la empresa canadiense no fue la única afectada por este reacomodo económico dirigido por el naciente aparato estatal. A principios de 1922, la junta de Mejoras Materiales de la ciudad, formada a iniciativa del Ejecutivo, quedó integrada por elementos del gobierno y la Cámara de Comercio, quienes aprobaron la aplicación de un impuesto extra a las grandes empresas para destinarlo a la pavimentación de las principales arterias citadinas.471 Asimismo, la recaudación estatal de rentas hizo una nueva revaloración de los giros industriales asentados en Monterrey.472 La colaboración del grupo empresarial industrial regio con el gobierno revolucionario en este tipo de acuerdos se contrapuso a la actitud expresada por la compañía metalúrgica estadounidense ASARCO, que vio mermarse paulatinamente el fuero económico del que estuvo rodeada. Anteriormente, cuatro años atrás, el gobernador Zambrano se había inmiscuido en la política de la compañía. Ahora, en marzo de 1922, la protesta se canalizó en contra de la revaloración del giro industrial, así como a la carga de nuevos impuestos como el destinado a la pavimentación.473 Dicho impuesto era equivalente a 10 por ciento del gravamen existente por concepto de fundiciones. La aparente “ingenuidad” de los argumentos explicitados por la empresa estadounidense de-
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mostró el goce ilimitado de privilegios. Ante el cobro de impuestos atrasados, la compañía fundamentó su disculpa debido a que los encargados “eran extranjeros, en su mayoría, que ignoraban e ignoran las leyes del país”. García sufrió el desafuero del congreso en abril, pero la nueva administración continuó un dilatado pleito legal contra la ASARCO, que promovió un juicio de amparo por no estar de acuerdos con las nuevas cotizaciones. El conflicto llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de México, la cual otorgó la razón al Estado.474 Los pleitos ganados a las compañías extranjeras –Tranvías y ASARCO–, debilitaron sus posiciones y el prestigio frente al gobierno local, especialmente si se comparan estas derrotas con las notables ventajas de las que habían gozado hasta entonces. Sin embargo, ambas empresas, a partir de 1923, volvieron a traer técnicos del exterior; a invertir en la mejora de sus instalaciones; revisaron proyectos; reacondicionaron obras e instalaron nuevas. Exigir a las compañías extranjeras y facilitar hasta cierto punto las cosas a las empresas nacionales y al grupo empresarial industrial local, fueron hechos contrarios desde el punto de vista de la política hacendaria, pero confluentes, desde el punto de vista del sostenimiento del nuevo Estado. Pelear a muerte contra el grupo empresarial industrial local, sustento indiscutible de la generación de riqueza en la entidad, hubiera sido políticamente ruinoso –como lo verificaría para su desgracia posteriormente García–, no sólo por su influencia política y económica dentro y fuera de la entidad, sino por los muy concretos intereses que representaba en la economía en reacomodo en Nuevo León.
Derrumbe del gobierno de García Una tirantez en las relaciones entre los empresarios locales y el Ejecutivo, así como una mayor independencia y hegemonía de la Cámara Legislativa con
respecto de los demás poderes públicos, fueron las tendencias con las que se enfrentó el gobernador Juan M. García a principios de 1922. En el primer caso, la historia se originó en un hecho aparentemente sin trascendencia: el 28 de enero, un representante gubernamental –el oficial mayor de la tesorería– fue obligado a desalojar la sesión ordinaria que los miembros de la Cámara de Comercio llevaron ese día por la tarde. Tal suceso fue interpretado por el gobernador García como una provocación hacia el aparato público, por lo que tomó la radical resolución de no recibir ni tratar con ningún miembro de la Cámara de Comercio, ni a recibir a ninguna comisión de ella mientras no se le demuestre plenamente que tal actitud no tiende a obstruirlo. Además de esto, reiteró, para el Gobierno no debe haber puerta cerrada en tanto lo que detrás de ella se trate sea correcto; y por lo mismo me parece sospechoso que la Cámara de Comercio quiera funcionar como sociedad secreta o dándose apariencia de junta de conspiraciones.475 Las imputaciones gubernamentales hacia una de las instituciones de mayor reconocimiento de la sociedad regiomontana no sólo demostraban la rápida disolución de los valores porfirianos, sino el enfrentamiento de lo más representativo del empresariado urbano con un poder público estatal renovado en su política. Las estrechas y amables relaciones entre el general Bernardo Reyes y la alta esfera social quedaron abruptamente enterradas en el devenir revolucionario. Los empresarios no tardaron en dejar sentir todo el peso de su poder. La crítica furibunda de García hacia la comuna empresarial, a la que llamó vulgarmente “junta de conspiradores”, hizo que la Cámara no se portara como una institución al margen de la ley, sino todo lo contrario, por encima de ella, al no poder aceptar que la honorabilidad de todos y cada uno de sus miembros, quede a merced del juicio de cualquier autoridad por alta que sea su investidura.476
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La contraofensiva empresarial agitó todos los mecanismos que fue labrando lenta y sigilosamente durante el conflicto armado. Su influencia dentro de la sociedad regiomontana fue tan vasta como la organización –humana y técnica– de sus proyectos industriales y de comercialización. El “talón de Aquiles” del gobierno de García fue la corrupción y el amparo a los juegos de azar; sobre él dio la estocada el grupo empresarial citadino. Mientras el altercado con la comuna empresarial acaparó la atención del público por espacio de varios días, el amparo del cabildo municipal hacia los juegos de azar, en especial a “La Rifa Zoológica” –la cual aportaba una cantidad generosa de impuestos y corrupción–, fue duramente atacado por la prensa escrita y por un numeroso grupo de empresarios, comerciantes y propietarios. Dichos personajes enviaron, a través de las instituciones que los agrupaban –como la Cámara de Comercio, entre otras–, un telegrama al presidente Obregón pidiéndole su intervención en repulsa a la mencionada rifa.477 La contestación de Obregón al día siguiente, 18 de marzo de 1922, no sólo manifestó repudio a la tolerancia gubernamental hacia el juego, sino pidió encarecidamente al gobernador García la supresión de tal actividad “que tan directamente afecta el prestigio de su administración y lesiona seriamente los intereses generales de la entidad”.478 El telegrama de Obregón fue comprendido. Tres días después en sesión extraordinaria, el cabildo determinó clausurar la rifa para evitar así “un enfriamiento de las relaciones entre el gobierno del estado y el Ejecutivo de la Unión”, quien fue sorprendido en su buena fe por un grupo de personas enemigas políticas del gobierno del estado.479 La rifa fue finalmente clausurada, pero la ira del gobierno se revirtió hacia los comerciantes. El cabildo prometió elaborar un proyecto de “derrama proporcional entre el Comercio de Monterrey, para que sustituya los impuestos que se dejaran de recibir por la supresión de la rifa”.480
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El rápido desgaste de García redundó en una serie de fisuras políticas dentro de los supremos poderes del Estado. El golpe de gracia lo dio la Cámara de Diputados. El primero de abril, al inaugurarse las sesiones del año, un grupo homogéneo y mayoritario de legisladores, aprovechó la pérdida de autoridad del Ejecutivo para atacarlo duramente por haber violado la ley, “pasando por sus preceptos al inmiscuirse en asuntos de materia electoral, fallados por la Cámara”.481 El problema radicó en una iniciativa de García entregada a la Cámara de Legisladores donde pidió el desafuero de dos diputados integrantes de la misma, “por no tener la edad necesaria –25 años- para ser representantes populares”.482 Tras una gran confusión dentro del recinto, los diputados descontentos lo abandonaron e instalaron su propia legislatura en el Hotel Terminal.483 Los días siguientes sirvieron a los diputados disidentes para elaborar cargos concretos contra el gobernador, llegándose a presentar la oportunidad definitiva el 3 de abril. García, al presentir que había perdido el apoyo del centro, se trasladó, el mismo 3 de abril, hacia la capital de la república para conferenciar el asunto con el secretario de Guerra, Plutarco Elías Calles. El congreso mayoritario aprovechó la ocasión y desaforó al gobernador por haber salido del territorio nuevoleonés sin permiso de la Cámara, y designó como sustituto a uno de sus miembros, el doctor Ramiro Tamez.484 Tamez gobernó hasta fines de 1923, año en que volvió a entregar el poder al general y cacique local Porfirio G. González. Su mandato se caracterizó por evitar los conflictos con el sólido grupo empresarial, para sentar este prerrequisito como fundamental, para la sobrevivencia de todo alto funcionario constitucional a partir de 1922. Por lo tanto, no es de extrañar que en enero de 1923, el congreso haya accedido a una petición, apoyada por el gobernador, enviada por la Cervecería Cuauhtémoc, otorgándole una concesión
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en materia de impuestos insólita, ya que la Carta Magna de 1917 estipuló la eliminación de este tipo de concesión y de las exenciones de impuestos que florecieron durante el Porfiriato. La nueva concesión estipuló el pago al Estado, por el término de diez años, la cantidad de 50 mil pesos anuales, y al municipio por el mismo término de años, la suma de 18 mil al año. Comprometiéndose a invertir en sus instalaciones un millón de pesos, y depositar como garantía en la tesorería estatal la irrisoria cantidad de 500 pesos.485 El término de los diez años nunca se cumpliría ya que un nuevo decreto del Congreso, fechado el 7 de noviembre de 1927, declararía la concesión del 17 de enero de 1923 como “insubsistente por anticonstitucional”.486 La derogación de la concesión en 1927 no sólo pone en evidencia, también demuestra cómo fue el largo proceso de legitimación de los regímenes posrevolucionarios. Éstos, conforme encontraron una mayor estabilidad, eliminaron los arreglos temporales, que entablaron con otros grupos sociales, los cuales lo colocaban en una posición de debilidad y desventaja. Por otra parte, a nivel local, la prensa escrita –en particular El Porvenir, fundado en enero de 1919– y las cámaras disciplinadas a la de Comercio, como la de Pequeños Comerciantes, Propietarios y Agricultores, manifestaron ser voceros del ímpetu del capitalismo nacional de los grandes empresarios. Juan M. García sólo inauguró una triste etapa hegemonizada por la corrupción y la anarquía pública: entre 1921 y 1927, ocho administraciones cruzaron fugazmente el palacio estatal de gobierno. La purificación de la imagen contrarrevolucionaria del grupo empresarial industrial en esta etapa sólo ayudó para que asumiera la “misión” de defender al pueblo de los vicios de sus gobernantes revolucionarios, de sus tonterías, de sus indisciplinas y de sus relajamientos.
8. El nuevo Estado y el movimiento obrero organizado El general Antonio I. Villarreal regresó a Monterrey el 19 de junio de 1921 como secretario de Estado de la dependencia de Agricultura y Fomento. La faceta del revolucionario demoledor de viejas tradiciones e injusticias quedó en el pasado. Su retórica radical, insistente en el cambio de la estructura social, mostró una metamorfosis al formar parte del nuevo régimen, el cual continuó halagando a aquéllos que, pasados los años aciagos, preservaron los privilegios de siempre. La revolución nunca manifestó estar en contra del proyecto industrial del empresariado local, al contrario, su política debilitó a los inversionistas extranjeros y en consecuencia, el grupo industrial regiomontano pasó cubrir su lugar. Al día siguiente de su llegada, el grupo empresarial urbano hizo partícipe a la administración pública estatal y a Antonio I. Villarreal en particular, de un banquete en el tradicional chalet de la Quinta Calderón. Ante 200 comensales, Antonio I. Villarreal devolvió el halago con suma elocuencia: es merced al estado de la organización y de cultura de los neoloneses que no existen aquí prácticamente, ni el problema agrario ni el obrero; su adaptación a las modalidades de la época se ha llevado a cabo sin turbulencias, sin manifestaciones bruscas ni excesos de ningún género debido al perfecto entendimiento y a la armonía que existen entre los trabajadores y los hombres de dinero.487 “Sin turbulencias y en armonía” nunca dejó de ser el ideal porfiriano de la concepción del progreso. Después del agradecimiento, Antonio I. Villarreal volvió a tomar su lugar dentro del convivio, sentándose al lado de Vicente Ferrara y del gobernador Juan M. García. A simple vista, los revolucionarios se confundían con los distinguidos empresarios.
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Villarreal y García, vestidos de traje negro y sombrero –como correspondía a dignatarios– y más entrados en carnes que cuando andaban en campaña, fueron sorprendidos por el fotógrafo de un diario local. La etapa hostil de la revolución hacia el potente grupo industrial prerrevolucionario parecía haber terminado. Sin embargo, las consecuencias, todavía de las últimas huelgas, vaticinaban la verdadera revolución social en gestación dentro de las grandes fábricas y en las conciencias de los trabajadores urbanos. Si en la década de los veinte la Iglesia y los gobiernos revolucionarios se enfrentaron en el centro y el occidente de México, su equivalencia en Monterrey fueron las fricciones entre el capital y el trabajo.
El nuevo Estado y el movimiento obrero organizado A lo largo de toda la sucesión presidencial de 19191920, y hasta la toma del poder por los sonorenses en este último año, los obreros organizados apoyaron al caudillo Álvaro Obregón y jugaron un papel significativo en la formación del nuevo Estado. De hecho, se trató del mismo juego de alianzas creadas con la Casa del Obrero Mundial (organización obrera de tendencia anarco-sindicalista) durante la etapa armada del movimiento revolucionario. Sólo que ahora, los mecanismos de alianza cobraron vitalidad con nuevos pactos secretos entre los sindicatos, la central obrera denominada Confederación Revolucionaria de Obreros Mexicanos (CROM, fundada en mayo de 1918), y un partido, el Laborista Mexicano. A diferencia de la tendencia ligada al Partido Comunista Mexicano –fundado en 1919– y de otros grupos revolucionarios de origen anarquista que carecían formalmente de organizaciones sindicales y políticas, una cada vez más hegemónico sector de la clase obrera quedó en posición de luchar pro su autonomía, e inclusive por el socialismo,
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desde los aparatos del Estado. Esta última tendencia empezó a participar en el sindicalismo, la política y los beneficios relativos al sector público de la economía. La acción múltiple, a juicio de Pablo González Casanova, se convirtió en una experiencia extremadamente novedosa y rica para los dirigentes de la clase obrera y para una parte de ésta. Su política electoral abarcó todas las gamas, desde el apoyo al candidato hasta la conspiración. Su experiencia comprendió desde la participación en los inicios secretos de una sucesión presidencial, pasando por la campaña electoral y las acciones y presiones abiertas y encubiertas, pacificas y violentas, directas y complementarias, que las acompañan, hasta las maniobras de enfrentamiento con patrones y autoridades enemigos, la lucha real y simbólica contra el imperialismo y la guerra civil (González Casanova, 1980: 126). Políticos y caudillos advirtieron en los obreros una fuerza que les permitiría avanzar en sus posiciones; por su parte, los líderes sindicales vieron en esos personajes un aliado en potencia. En efecto, a la luz de este juego político de concesiones reformistas y de hegemonía del gobierno en la alianza, no es sorprendente, más tarde, ver a Luis N. Morones, exsecretario general de la CROM, como secretario de Industria, Comercio y Trabajo en el gabinete de Plutarco Elías Calles. La movilización y el crecimiento del movimiento obrero fue la constante que debieron enfrentar la industria siderúrgica y las empresas metalúrgicas asentadas en Monterrey, entre la suave transición del poder por los militares sonorenses y la presidencia del caudillo Álvaro Obregón. Estos hechos no parecen tener comparación alguna con sus similares en el país. He aquí la descripción de los principales acontecimientos huelguísticos entre 1920 y 1923, y
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de las prácticas más comunes desarrolladas por los trabajadores y empresarios en esta época, los cuales perdurarán, inclusive, hasta nuestros días. La gran huelga de junio-agosto de 1920
En busca de un organismo rector Durante el interinato del presidente Adolfo de la Huerta, los diferentes gremios de los trabajadores que habían participado dos años atrás en una movilización obrera jamás vista en Monterrey, nuevamente presentaron una demanda conjunta a tres de las compañías metalúrgicas involucradas en la huelga de 1918. Sólo que en esta ocasión los gremios se presentaron a través de una organización que los aglutinó: la Federación de Sociedades Gremiales Ferrocarrileras (FSGF). La Federación de Gremios tuvo su embrión durante la gran huelga de 1918, cuando la acción directa y espontánea se cristalizó en la creación de un organismo rector que aglutinó catorce sindicatos, con más de ocho mil trabajadores (recordemos que la ciudad de Monterrey tenía una población, en 1920, de casi 113 mil habitantes). Con el tiempo, la vertiginosa politización de la masa obrera hizo insuficiente la estructura organizativa que se creó en 1918. En efecto, fue necesario proyectar, crear e improvisar, a pasos forzados, una poderosa organización que diera cauce a las demandas de más de doce mil trabajadores urbanos y encontrar así una representatividad obrera que tuviera acceso a los beneficios redituados por las alianzas con los caudillos y gobiernos revolucionarios. Su reconocimiento como miembro de la CROM –instancia obrera de arraigo nacional– lanzó a los trabajadores de la industria pesada de Monterrey, después de años de aislamiento, a la historia global del país. La iniciativa de los operarios de los Ferrocarriles Nacionales de México en Monterrey
para consumar esta ardua tarea, redituó al nombrarla Federación de Sociedades Gremiales Ferrocarrileras, denominación alejada de la realidad heterodoxa de los miembros que la fundaron. Ante el deterioro del nivel de vida de la mayoría de los obreros metalúrgicos, la FSGF abrió fuego el 8 de junio de 1920 al exigir, entre otras peticiones: aumento en el salario de un 100 por ciento para todos los operarios; reconocimiento de diez días festivos –además de los domingos– durante todo el año; comprometer a cada empresa a que en vez de reducir el personal por necesidad económica, se aminoraran días u horas de trabajo, “pero no desocupando obreros”, y, por supuesto, no pudo faltar el estricto cumplimiento del pacto firmado con esas empresas en julio de 1918.488 Ante semejante petición, la reacción de las empresas metalúrgicas Compañía Minerales y Metales, S.A., y la empresa de predominio de capital estadounidense, la ASARCO, así como la única siderúrgica en América Latina, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., fue una negativa rotunda. Estas empresas se negaron a aceptar la discusión de asuntos internos con personajes ajenos a las fábricas.
Huelga e ideología empresarial La negativa de las empresas mencionadas a sentarse en una mesa de negociación, provocó la radicalización el movimiento obrero y el llamado a la huelga decretado el 21 de junio, por el comité central de la FSGF. El estallido huelguístico se propagó sobre las principales fábricas. Ese mismo día en la siderúrgica pararon 238 trabajadores especializados; en la ASARCO casi mil obreros, y en la compañía de Minerales y Metales más de 800 operarios. Mientras la huelga se generalizaba, el discurso empresarial tomó forma y contenido ante los ojos de un nuevo orden político. La posición más recalcitrante a aceptar una nueva forma de gobernar
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las fábricas –donde la voz del obrero empezaba a tener más peso– fue la de la siderúrgica. La retórica del presidente del Consejo Administrativo de la Fundidora sintetizó claramente el viejo estilo de conducir a toda compañía capitalista, a pesar de la regeneración social y económica que experimentaba la sociedad mexicana, después de una violenta revolución social (1910-1920). La fase de amedrentamiento que sufrió el empresariado industrial durante los gobiernos revolucionarios constitucionalistas (1915-1920) había concluido, y el gobierno de Álvaro Obregón daba otro rumbo al programa revolucionario. Al grupo empresarial regiomontano se le presentó la oportunidad, ante la impotencia del gobierno provisional del general Porfirio G. González, de sentar en la misma mesa de negociaciones a los representantes obreros y patronales (por negativa de estos últimos). Los canales de presión del grupo industrial remontaron el ámbito regional. La revolución volvió a centralizar el poder en la capital de la república. El Consejo Administrativo de la siderúrgica se estableció permanentemente ahí; el libre acceso al despacho presidencial y el manejo de la información no sólo en los periódicos de Monterrey, sino también en los de la Ciudad de México, no tardaron en dar sus frutos. La ideología empresarial del noreste no tardaría en convertirse en paradigma a escala nacional. Los empresarios regiomontanos empezaron a transitar libremente por una nación en vías de regeneración social y económica. El arquitecto de esta ideología fue indudablemente el español Adolfo Prieto, presidente del Consejo de Administración de la siderúrgica. El 24 de junio de 1920, Prieto fue abordado por los reporteros del periódico capitalino Excelsior. Al preguntársele sobre la disponibilidad de los industriales en referencia a las demandas de los operarios en Monterrey, Adolfo Prieto comentó:
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No solamente los escucharemos con gusto, sino que ya les hemos insinuado que estamos perfectamente dispuestos a hacerlo, siempre que depongan su actitud, pueden nombrar sus comisiones y formular por medio de ellas sus demandas. Preferimos que éstas estén integradas por obreros de igual oficio, a fin de que sean justas las reclamaciones y las concesiones: ¡Ah! Y que los comisionados tengan por lo menos un año de trabajar con nosotros [...] Estamos dispuestos a todo, como lo he dicho, inclusive a mantener clausurada la planta de Monterrey por tiempo indefinido [...].489 La enérgica actitud de los empresarios de Monterrey a tratar los asuntos por gremios, y desconocer de antemano a la federación sindical, no sólo contó con la reprobación incesante del gobernador Porfirio G. González en los telegramas enviados al presidente De la Huerta,490 sino del mismo inspector del Departamento del Trabajo, Francisco Sánchez de Tagle. Este último fue enviado exclusivamente para informar, mediatizar y agilizar las divergencias entre las partes en conflicto. Tras largas y agotadoras reuniones, el 6 de julio, Sánchez de Tagle logró abrir una fisura entre las sólidas condiciones impuestas por las compañías a sus trabajadores. Éstas siempre objetaron que “previamente a cualquier arreglo reanudaran sus labores” y definiesen posteriormente su actitud sobre aumentos de salarios (Flores, 1994). En este sentido, la primera compañía en ceder fue la ASARCO. Ésta se comprometió a presentar, media hora después de reanudarse las labores, “su nueva tarifa de aumentos” (Flores, 1994). Pero la propuesta de la American Smelting and Refininf Co. no prosperó. El comité de huelga de la FSGF acordó, en asamblea extraordinaria, ese mismo día, que todo arreglo debería ser global, es decir, con las tres empresas tal y como lo habían hecho dos años atrás (Flores, 1994).
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El movimiento pierde el apoyo gubernamental Sin embargo, ante la firmeza empresarial, el movimiento obrero tendió a decaer. Entre otras razones encontramos: la falta de apoyo nacional de organizaciones de su mismo tipo, como era el caso de la CROM –que mostró una actitud tímida y de expectativa–,491 porque se le coludió con simpatizantes del levantamiento del general Pablo González Garza, cuya residencia se encontraba en Monterrey, enemigo político del caudillo de la revolución y candidato a la presidencia,492 y a un agotamiento gradual de los recursos que sostenían, por espacio de más de un mes, a casi tres mil obreros en estado de huelga.493 El miedo que tuvieron los sonorenses de que el movimiento pudiera ser utilizado por el general Pablo González Garza para su beneficio político, coartó toda la ayuda posible del gobierno federal y de la CROM. El fracaso total de la huelga se presentó en el umbral de una posible solución favorable. Sin el apoyo del gobierno del centro y de organizaciones afiliadas como la CROM, el movimiento quedó desamparado y al arbitrio de los empresarios. Ante el deterioro del conflicto, los obreros tomaron una resolución: firmar convenios modestos y reanudar las labores. El primer convenio se celebró el 24 de julio y el último el 3 de agosto.494 En todos se excluyó a la Junta de Conciliación y Arbitraje, creada por la Revolución en 1918 en Monterrey, y a la FSGF. Los obreros de las tres compañías lograron, en promedio, un aumento salarial que iba de 20 a 50 por ciento.495 A pesar de la intransigencia de las compañías a no reconocer el objetivo fundamental del movimiento obrero, que fue la aceptación de los sindicatos como forma organizativa de presión para el logro de sus demandas, además inscrita en la Carta Magna de 1917, cedieron a final de cuentas en el
aspecto económico. Pero contra lo que se podría pensar, los sindicatos obreros, aunque no lograron reconocimiento, continuaron su expansión y se reorganizaron a principios de 1922 en una nueva Federación Regional de Sociedades Obreras (FSRO) –para suplir a la antigua FSGR– compuesta por más de 17 mil afiliados distribuidos en alrededor de treinta gremios.496 La firma de los convenios de julio y agosto de 1920 sólo minó la capacidad rectora del Estado. Los empresarios aprovecharon la coyuntura política del momento –levantamiento del general Pablo González Garza en Monterrey– y acorralaron a la Federación Gremial contra la pared. La exclusión de la Junta de Conciliación y Arbitraje en la firma final de los arreglos fue el último intento de los empresarios regiomontanos por retornar al antiguo régimen, donde los problemas laborales no rebasaban el ámbito de la fábrica. Los arreglos a puerta cerrada entre patrones y trabajadores de la misma empresa, sin mediación gubernamental y sin elementos ajenos a la fábrica, fue la fórmula indiscutible del Porfiriato. Por otra parte, el desconocimiento del la FSGR como órgano rector del movimiento que envolvió a tres de las más grandes empresas, fue un duro golpe al proceso organizativo del proletariado. Asimismo, la tendencia nacional de alianzas y tratados entre los líderes de sindicatos obreros y el gobierno revolucionario se vio menguada en Monterrey por la temprana aparición de los sindicatos llamados blancos (dicho en otras palabras, sindicatos empresariales). Esta política de dividir el movimiento obrero, y restarle fuerza a sus pretensiones, que inició con gran éxito la Cervecería Cuauhtémoc en 1918, sería posteriormente retomada por la siderúrgica en 1923.497 La repentina aparición de grandes contingentes de trabajadores que suplían a los huelguistas, con la venia de los empresarios, empezó a tornarse
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un problema crónico. La política del esquirol pasó a una etapa de mayor sutileza; la creación de sindicatos proempresariales, dentro de la fábrica, no tardó en dar no sólo especificidad al movimiento obrero en Monterrey, sino que también mostró que ya para 1923 los empresarios habían dado una eficaz solución al conflicto. Segunda gran huelga, septiembre-octubre de 1922
Las causas La noche del 14 de septiembre de 1922, dos operarios del turno B del departamento de aceración de la siderúrgica, Juan F. Rodríguez y Domingo Moreno, mayordomo y fundidor, respectivamente, participaron en la horadación de un horno instalado en esa sección, perdiendo por negligencia –a juicio del jefe de departamento– una importante vaciada de acero. El castigo patronal hacia los obreros mencionados consistió en la suspensión laboral de ocho días sin derecho a percibir su salario. La represión se consideró injustificada por los operarios, argumentando, al día siguiente, que la pérdida se debió a que la vaciada estaba muy cargada de sílice, por lo que la Unión de Fundidores y Similares envió a sus representantes ante el gerente español Melitón Ulmer, haciéndole saber que de no disminuir el castigo de suspensión del trabajo a sólo cuatro días, decretarían paro parcial.498 Melitón Ulmer prometió resolverles pronto el problema, “pero como no lo hizo al siguiente día ni en el transcurso de dos días festivos que siguieron –según reporte del inspector de trabajo Humberto Lombardo Toledano–, consideraron que la Dirección de la compañía hacía caso omiso de su petición”, por lo que resolvieron abandonar sus puestos.499 Ante la inminencia de la huelga, Ulmer contrató nuevos trabajadores en el departamento de aceración “para continuar, dijo la gerencia, las labo-
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res que habían abandonado los referidos operarios”, parte que envió ese mismo día a la Junta de Conciliación y Arbitraje.500 El día 27, en sesión del consejo ejecutivo de la FSRO, el caso de la Unión de Fundidores obtuvo el apoyo del Frente Único, por lo que la federación acordó enviar una comisión formada por un representante, de cada una de las 34 ciudades societarias, a la dirección de la siderúrgica a fin de conminaros de manera ecuánime, pero enérgica, para que cuando antes determine la solución equitativa, razonable y justa, en las dificultades surgidas entre esa Dirección y los operarios que prestan sus servicios en el Departamento de Aceración.501 El apoyo de la federación llegó a un momento en que las entrevistas y los intentos de arreglo entre patrones y trabajadores se encontraban empatados. El 20 de ese mes los huelguistas habían llevado sus demandas a la Junta de Conciliación y pedían reconocimiento de la Unión y readmisión de todos los huelguistas, como pago íntegro del tiempo no trabajado. La intransigente compañía no aceptó ninguna demanda y propuso, en contrapartida, que se dejara en libertad para ocupar paulatinamente a los obreros que necesitaban.
La huelga La generalización de la huelga en la Fundidora se llevó a cabo el día 28, antecedida por un ultimátum hecho a Ulmer por la FRSO. Los gremios de laminadores, mecánicos, forjadores, paileros, remachadores, albañiles y carpinteros abandonaron sus labores a las diecinueve horas.502 El mismo gerente se vio obligado, cinco horas después, previendo actos de violencia, a apagar el alto horno “quedando cesantes 200 obreros más”.503 El conflicto repercutió y presentó ecos en algunos órganos del poder público local; el aparato de gobierno se inclinó hacia uno u otro bando, según el equilibrio de poder. Un ejemplo concreto fue
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el ayuntamiento de la ciudad de Monterrey, el cual había sido presa de los grupos empresariales en las últimas elecciones. El propio alcalde propietario, Hilario Martínez, en funciones durante 1922, corroboró posteriormente, un año después, las críticas emanadas del movimiento obrero durante el conflicto, al expresar, al departamento confidencial de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la influencia del gerente de la siderúrgica, Melitón Ulmer, sobre el cabildo, en donde encontró un decidido apoyo para reprimir el cauce tomado por los huelguistas. Ulmer explotó la veta representada por el regidor primero, y a la vez encargado de la Comisión de Policía, Flavio Galindo, subordinando al gerente español por ser maestro fundidor en la siderúrgica, quien envió y mantuvo permanentemente, por un mes y medio –tiempo que duró la huelga–, a 60 miembros de la gendarmería municipal en las instalaciones de la Fundidora, con el fin de permitir la entrada de esquiroles y resguardar el patrimonio del grupo empresarial. Las declaraciones del alcalde Martínez formaron parte de una amplia investigación que desarrolló la Secretaría de Relaciones Exteriores en contra del español Melitón Ulmer en junio de 1923, a quien se le imputaron numerosos cargos de “flagrantes violaciones” a las leyes federales y estatales mexicanas.504 La investigación se inició sobre la base de las quejas de la FRSO enviadas a la mencionada Secretaría. El informe final, presentado por el Departamento Confidencial, acusó al gerente de la Fundidora de violación a las leyes mexicanas, y minimizó las quejas de la FRSO por haber sido “un resultado de problemas entre grupos políticos locales que al final de cuentas se disputaban el poder estatal”.505 En contrapartida, los obreros también tuvieron, durante el mandato del alcalde Martínez, un representante con el cargo de regidor y al mismo tiempo miembro de la Junta de Conciliación y Arbitraje, José Martínez Campos, mecánico de oficio,
quien siempre impugnó contra las arbitrariedades de la policía urbana, comandada por el subteniente Alfredo Lerma. La actuación de la policía fue constantemente cuestionada por llegar a golpear “impunemente” a los obreros huelguistas apostados a la entrada de la siderúrgica.506 Simultáneamente, a partir del 29 de septiembre, la presión del movimiento obrero alcanzó a paralizar otras actividades prioritarias de la compañía. El periódico local El Porvenir anunció el boicot contra los trenes de la empresa desde las trece horas, dado que todas las sucursales de las sociedades laboristas que residen en lugares de donde la fundición obtiene metales y combustible, habían contestado en el sentido de que por solidaridad no harían movimiento alguno de los trenes de dicha empresa regiomontana.507 La Junta de Conciliación y Arbitraje continuó reuniéndose paralelamente al conflicto por la inclusión de un cuarto punto dentro de las demandas obreras: “La expulsión de todos los esquiroles o rompehuelgas”, como una condición más para el regreso a las labores.508 No hay duda de que la huelga fue campo fértil para la aparición de líderes obreros carismáticos. El enfrentamiento, la capacidad organizativa y rectora del movimiento obrero a través de la federación gremial labró el prestigio del secretario general del consejo ejecutivo de la FRSO y líder de los telegrafistas en la ciudad de Monterrey: Modesto B. Arreola. Por su parte, el empresariado industrial se encontró sorprendido por ese despertar de solidaridad que daba coherencia al movimiento obrero, ya que concientizaba a cada uno de sus integrantes como parte de una clase social con derechos y aspiraciones propias. En una entrevista realizada por un periódico local a los directores de las siderúrgica, expresaron que no entendían cómo un grupo de hombres trabajadores y conscientes declaren huelga, que por dos de sus compañeros perderían 100 pesos en cuatro días de suspensión y se resuelven
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a perder todos 5 mil pesos diarios por tiempo indefinido.509 La magnitud del problema llevó incluso a que la Cámara de Comercio (la institución más representativa del grupo comercial e industrial de la ciudad) nombrara, el 3 de octubre, dos comisiones para acercarse a los líderes del conflicto a fin de “evitar que la vida industrial de Monterrey sufra un golpe de muerte”.510 A partir del 9 de octubre de 1922, el conflicto se recrudeció; los huelguistas aumentaron el contingente que integró la comisión de propaganda –la cual se encontraba en las vías de acceso a la siderúrgica-, con el fin de impedir el paso de los “obreros libres”.511 Al día siguiente, con un nuevo aumento en el contingente, se impidió el paso a la mayoría de los “rompehuelgas”, a quienes obligaron a bajar de los tranvías y “julias”.512 Sin embargo, a pesar del bloqueo sindical, el 11 de octubre 800 “rompehuelgas” lograron entrar con la ayuda y protección del cuerpo de policía urbana y un destacamento de la policía rural.513 A pesar de que el comité de huelga acusó a los policías de fungir “como representantes de las empresas”, el cuerpo de seguridad pública continuó arengando a los esquiroles a entrar a la fábrica diciéndoles que “las puertas de la Fundidora están abiertas para todo el que desee laborar”.514 De ahí a la violencia en los límites de la empresa sólo faltó un paso; el primer hecho de sangre se registró el 17 de octubre: en el exterior de la maestranza, un huelguista fue herido a machetazos por un obrero libre de nombre Hilario Villarreal, inmediatamente aprehendido.515 Dos días después el bloqueo al acceso a la siderúrgica se reforzó. El comité de propaganda detuvo a decenas de esquiroles, empleados administrativos y un furgón cerrado que al abrirlo encubría a 25 obreros libres que intentaban ingresar a la fábrica.516
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Efervescencia social Las pláticas entre las partes en disputa no parecían llegar a un arreglo en un marco de constante deterioro de la estabilidad social urbana: manifestaciones de apoyo a los obreros por las avenidas céntricas de la ciudad; actos de violencia y sangre como los del día 17; daños a la propiedad pública y privada como destrucción de cables telefónicos y telegráficos, entre otros. Por otro lado, las manifestaciones de apoyo a los huelguistas desafiaron con creces al poder público. El 13 de octubre, un numeroso contingente desembocó en el palacio de gobierno improvisando oradores frente al recinto oficial. Conforme avanzó la arenga, el desafío empezó a radicalizarse; al alcalde le llamaron “oídos de mercader” y al gobernador le gritaron que si no salía lo iban a sacar. Al exaltarse los ánimos, la manifestación decidió continuar hasta las instalaciones de la Fundidora. Para prevenir desórdenes mayores, ahí se concentraron el propio gobernador Tamez, el alcalde y todos los jefes de policía, disuadiendo de sus objetivos a los manifestantes.517 El día 20 otra manifestación pidió justicia en la casa del gobernador; en su marcha también injuriaron al periódico El Porvenir, a la comandancia de policía, a las oficinas de otro periódico local al que agredieron con violencia por “haber publicado cosas falsas y desagradables al movimiento”, y destruyeron parte de sus instalaciones; finalmente se dirigió a la casa del regidor Flavio Galindo, jefe de una de los departamentos de la Acero, en la “cual le lanzaron pedradas e insultos”. La manifestación no terminó ahí; dejando una huella de destrozos a su paso, una parte del contingente continuó para desembocar en la Fundidora con el propósito de “sacar por la fuerza” a los “obreros libres”. Al llegar a los
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límites de la empresa, el contingente se topó con la gendarmería urbana destacada ahí y en posición de línea de tiradores, para fortuna de ambos bandos, las cosas no pasaron a mayores. Ante el despliegue de las fuerzas policíacas, la manifestación decidió desintegrarse.518
Los empresarios interpretan la Constitución A un paso del desbordamiento social, el comité de huelga optó por la cordura. El 19 de octubre la dirigencia tomó la decisión crucial al desechar la ante-rior agenda de peticiones y suplirla por una demanda única: el deseo de ocupar sus anteriores puestos.519 A pesar de que el comité de huelga dio así el primer paso hacia la conciliación, la empresa no cedió y manifestó un apoyo contundente a los rompehuelgas. Ante la negativa de la empresa, la Junta de Conciliación y Arbitraje acordó levantar una irónica acta que envió a la Secretaría de Industria y Comercio en la ciudad de México, para que interpretara la fracción 17 del artículo 123 (de la flamante Carta Magna de 1917 surgida de la Revolución) en lo que se refiere a si los obreros huelguistas tienen el derecho a regresar a los mismos puestos que tenían antes de iniciarse la huelga, o si la empresa tiene la facultad de ocupar otros, y al convenir en el regreso de los que habían salido, puede emplearlos en otros puestos que tengan la misma ca-tegoría y salario, por estar ocupados sus puestos por otros obreros que por ausencia de los huelguistas están desempeñando el trabajo de estos últimos.520 EL director de la compañía se comprometió a “poner en conocimiento del Consejo de Administración de la misma, la resolución que la Secretaría dé sobre el respecto”.521 La nueva Constitución parecía tomar forma. Pero el telegrama que recibió Ulmer el 20 de octubre, del presidente del Consejo de Adminis-
tración de la siderúrgica radicado en la ciudad de México, Adolfo Prieto, fue concluyente. Se despejaron dudas y se mostró la férrea posición de la empresa. El ultimátum, que reconocía al inspector de trabajo Lombardo Toledano como mediador, fue leído en la junta de Conciliación: El consejo, deseando poner término a pretexto para dificultades, acepta reanudar trabajos sucesivamente por departamentos, reconociendo salarios antes de la huelga, pero no puede renunciar a su libertad de colocar a los trabajadores en los puestos que le convenga, respetando categorías. Es imposible reconocer inamovilidad a los obreros. Sírvase comunicarse con agente de Industria y Comercio, Sr. Lombardo, quien recibe instrucciones para hacer impartir a ustedes garantías y tomar en cuenta esta interpretación. Si los alborotos se repiten por falta de vigilancia, fijemos el día 1 de noviembre para clausurar definitivamente nuestros talleres por tiempo indefinido, suspendiendo toda gestión de arreglos.522 Tan pronto llegó el telegrama, los directivos de la fundición mandaron una carta al gobernador pidiéndole la impartición de garantías, ya que los huelguistas habían inutilizado todas las líneas telefónicas y de conexión de ferrocarril que daban a la estación Acero.523 Aceptado el ultimátum por el Comité de Huelga, hicieron una última petición: indemnizar por tres meses a Severo Cerda, jefe del Departamento de Bessemer y cuya sección quedaría suprimida. La respuesta de Prieto fue favorable, demostrando así “nuestro deseo de restablecer cuanto antes cordiales relaciones que siempre existieron con nuestros obreros”.524 La firma del convenio para el regreso a los talleres se firmó a las catorce horas del 23 de octubre
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de 1922.525 Al siguiente día se reanudaron las labores en los departamentos de Aceración, Estructura, Tornillos, Remaches, Maquinaria y Fragua.526
Rasgos de un nuevo orden social La huelga que padeció la siderúrgica en el otoño de 1922 sintetizó las titubeantes tendencias políticosociales que se manifestaron en los anteriores conflictos metalúrgicos. En ella se consolidó el gobierno como órgano mediador en el conflicto, aceptado por ambas partes. A pesar de que el gobierno local se encontró debilitado por una división que experimentó en su interior –respecto a la toma de una decisión definitiva de apoyo a uno u otro bando–, logró imponer el respeto hacia la Junta de Conciliación y Arbitraje. Por lo demás, la administración de Ramiro Tamez no cayó en la provocación a pesar de la dinámica de los acontecimientos, que redundaron en constantes manifestaciones que alteraron sobremanera la vida cotidiana. Daños considerables a la propiedad privada y pública fue el resultado de una exaltación explosiva de los ánimos populares contenidos. A pesar de que el poder público fue desbordado por una sociedad en efervescencia, la represión violenta hacia las manifestaciones tumultuosas no fue utilizada. Esto hubiera provocado una indignación pública difícil de contener, el gobierno local sólo exhibió el aparato represivo llevándolo a la práctica de manera selectiva, en momentos de alta tensión social en los límites de la empresa siderúrgica. Por su parte, los dirigentes de la siderúrgica, en especial los españoles Adolfo Prieto y Melitón Ulmer, mostraron la más sólida renuencia a ceder en demasía el viejo estilo de gobernar las fábricas. La utilización de esquiroles y el apoyo de la gendarmería municipal mermaron seriamente el desenvolvimiento de la huelga. La ideología empresarial se
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guardó siempre el derecho de interpelar los artículos y fracciones más espinosas de la Constitución. El derecho a colocar de nuevo a los trabajadores huelguistas en puestos que le “convengan” a la compañía fue una prueba de ello. A partir de la huelga del acero en 1922, los empresarios regiomontanos mostraron una novedad en las industrias metalúrgica y siderúrgica: disputaron el control del movimiento obrero a los gobiernos revolucionarios. Tal y como lo hizo la Cervecería Cuauhtémoc en 1918, al fomentar un sindicato proempresarial, para controlar las iniciativas de los obreros organizados; la siderúrgica, a través de su gerente, Melitón Ulmer, facilitó, a principios de 1923, las gestiones para formar un sindicato blanco. Los llamados “obreros libres” que participaron como rompehuelgas en el conflicto de 1922 formaron, en mayo de 1923, una sociedad –reconocida por la gerencia de la compañía como sindicato– que denominaron Círculo Protector de Empleados y Obreros de la Fundidora de Fierro y Acero, dirigida por los mayordomos y capataces.527 Los canales de acceso de los patrones al poder político incluyeron los despachos del presidente de la república y del secretario de Industria y Comercio. Adolfo Prieto consiguió siempre neutralizar, en esos mismos despachos, una posible actitud favorable a los obreros por parte del gobierno federal. El grupo empresarial industrial regiomontano empezó a tener cada vez más presencia en los centros mismos del poder político en México. El empresariado pudo ser y fue un interlocutor con el poder central, pasando sobre los gobiernos locales. En cuanto al movimiento obrero organizado, pronto reconoció que las alianzas con el gobierno lo favorecían más que mostrar una práctica de enfrentamiento; las alianzas le redituaron posiciones dentro del mismo aparato estatal. El caso del líder del movimiento de 1922, Modesto B. Arreola, es significativo, durante el mandato de Porfirio G.
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González, en 1924, logró el cargo de diputado por el partido progobernista. No hay duda que los dirigentes sindicales comenzaron a tener acceso a los responsables del gobierno y poco a pocos éstos a ligar sus intereses a él. De esta manera se coopta a los líderes y el Estado se encarga de promulgar autoritariamente una legislación social. En efecto, debido a la importancia electoral y de apoyo que pudiera brindar, el movimiento obrero pasó a formar parte prioritaria de todo proyecto político elaborado por los grupos que se disputaron el aparato público. Durante 1922, el gobierno del estado de Nuevo León, en busca de una base social propia, promulgó una detallada ley sobre la jornada máxima de trabajo y el descanso obligatorio para empleados y obreros, para atraer el apoyo de las masas trabajadoras hacia la nueva administración, la jornada diaria decretada consistió en ocho horas en el turno diurno y siete horas y media en el nocturno, y exigió la rotación de los mismos cuando menos cada 15 días. Asimismo, prohibió a las mujeres y a los menores de 16 años el trabajo nocturno industrial. Los jóvenes mayores de 12 años y menores de 17 no podrían rebasar la jornada máxima de seis horas. También contempló que las mujeres tendrían derecho a un mes de descanso después de dar a luz, con goce de salario íntegro conservando su empleo. En el periodo de lactancia tendrían dos descansos extras por día, de media hora cada uno. Otros aspectos contemplados por el decreto marcaban la jornada diurna como no continua, y preveían la necesidad de dividirla por medio de un receso de una hora. También, la hora de trabajo extra se abonaría como salario doble, nunca excedido de tres horas diarias ni de tres consecutivas para cada obrero. Pero no sólo las demandas obreras correspondientes al ámbito laboral fueron escuchadas por los gobiernos revolucionarios; la movilización
rebasó con creces al estricto espacio y práctica de la fábrica para inmiscuirse y apoyar problemáticas que afectaban a la mayoría de la población citadina. Entre éstas destacaron las luchas por una mayor representación en la esfera política; por el alto costo de la vivienda, el transporte, y por un fácil acceso a los artículos de primera necesidad. En resumen, la debilidad de las autoridades locales frente a la tradicional y todopoderosa organización del empresariado prerevolucionario dio margen al movimiento obrero, para que buscaran su apoyo con el fin de contrarrestar la posición empresarial dentro de la estructura de poder. Saldos de la Revolución
Crisis económica Los gobiernos revolucionarios, como la población urbana en particular, tuvieron que enfrentarse a una recesión económica supeditada tanto a los vaivenes del mercado internacional como a las consecuencias inmediatas del fenómeno armado. Fueron numerosas las empresas afectadas, pero no siempre por razones del conflicto armado. El 3 de enero de 1921, la ASARCO anunció el paro de labores en el único horno en funcionamiento, debido a una “tremenda baja en los precios de la plata, plomo y cobre” en el mercado internacional. Los obreros afectados rebasaron el número de 120.528 La baja en los precios de los minerales obligó a los mineros, a falta de ganancias, a cerrar las explotaciones en Saltillo, Monclova, Múzquiz y en el distrito de Concepción del Oro, Zacatecas, principales proveedores de la ASARCO.529 En abril del mismo año, la compañía textil La Industrial quedó paralizada por “falta de ventas [...] y dificultades que se presentaron para obtener combustible”.530 Los ferrocarriles también dejaron de tener la eficacia que el antiguo régimen les otorgó. Igual-
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mente en 1921, la mayoría de las fábricas de ladrillo del estado se vieron forzadas a suspender sus labores –y dejar sin trabajo a más de mil operadores–, a consecuencia del aumento del flete establecido en la división Monterrey-Tampico. Las quejas de los productores se centraron en la imposibilidad de competir con el ladrillo fabricado en el extranjero.531 El problema ferroviario impactó de igual modo al desproteger a ciertas industrias, frente a los productos foráneos, como en la vida comercial. La misma Cámara de Comercio designó, en mayo de 1921, una comisión de ferrocarril con el fin de cooperar con los jefes ferrocarrileros para el mejoramiento del tráfico.532 Un mes antes, la Cámara había logrado reactivar el tráfico entre Monterrey y Laredo al avalar un préstamo de diez locomotoras, para la mencionada ruta, de la empresa estadounidense International & Great Norten.533 La Cámara de Comercio, que el 23 de junio de 1921 se fusionaría oficialmente con las Cámara de Minería e Industria del Estado, y se constituiría como Cámara de Comercio, Industria y Minería del Estado,534 no sólo designó una comisión que interviniera para agilizar el tráfico ferroviario, sino que convenció al representante de la compañía estadounidense en Monterrey –al empresario Enrique Sada–, para avalar el préstamo mencionado.535 En una entrevista referente al cierre de algunas casas comerciales locales, en junio de 1921, el presidente de la Cámara de Comercio, Rafael Pozas, socio principal y gerente de la firma M. Cantú Treviño Hnos. Sucs., expresó que la incosteabilidad que provocaba la quiebra no se debía precisamente al alza de impuestos, sino a la imposibilidad de seguir haciendo negocios bajo una base incosteable con el deficiente servicio ferrocarrilero, que no permite ningún cálculo seguro sobre las operaciones comerciales.536 Las entrevistas sobre la crisis realizadas a los principales empresarios de la ciudad, llevadas a cabo por un periódico local, arrojaron como cau-
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sas el mal servicio otorgado por los ferrocarriles, el contrabando, el alza de los impuestos a los giros comerciales y una baja generalizada en el precio de las mercancías.537 Otro rubro de la producción seriamente afectado fue la minería. El 16 de septiembre de 1919, el gobernador Zambrano expresó ante la Cámara de Diputados la precaria situación por la que atravesaba este sector en el estado, al referirse al abandono de 266 fundos mineros en contrapartida a las 66 minas activas.538 Cuatro años más tarde, en 1923, el Departamento de Trabajo contabilizó en la entidad solamente nueve compañías mineras, con un total de 1,539 obreros y 51 empleados y un mísero jornal que fluctuaba entre 1,96 y 2.96 pesos.540 La paralización del sector minero golpeó duramente la vida comercial y económica de algunos municipios. Entre otros, Lampazos vio paralizarse, para octubre de 1922, setenta y siete fundos mineros; General Escobedo, veintiocho; Santa Catarina, veintisiete, y el municipio de Monterrey, diecinueve.541 La siderúrgica anunció haber parado todas las minas de su propiedad para diciembre de 1920. El futuro gobernador Juan M. García suspendió sus trabajos mineros en mayo de 1920; el exgobernador Zambrano, en febrero de 1921, anunciaba que no explotaría más su única mina denominada La Subterránea; y la firma M. Cantú Treviño Hnos. Sucs. postergó para mejores tiempos la explotación minera en 1921.542 Con la quiebra generalizada de varias casas bancarias en el país, el sistema crediticio y financiero sufrió un duro golpe. El cierre del Banque Francaise du Mexique, el 15 de noviembre de 1922, en la Ciudad de México y en la sucursal de Monterrey, provocó la suspensión de pagos de una buena parte del sistema bancario.543 Las compañías bancarias Monterrey S.A., Sucesores de Sada Paz Hnos. y la tradicional Casa Milmo, tuvieron que acogerse, a fines del año, al beneficio de la liquidación judicial para garantizar los intereses de sus clientes.544
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Génesis de una nueva diversificación Al margen de la crisis, el grupo empresarial industrial empezó a diversificar lentamente sus audaces inversiones, a partir de 1920, a rubros nunca antes explotados. Así fue como nació la Compañía Petrolera Tantoyuca S.A., con un capital inicial de 400 mil pesos. La referida sociedad anónima adquirió mil hectáreas en la región del municipio de Tempoal, cantón de Tantoyuca, Veracruz. También participó en el mismo estado, con el lote 162 de Amatlán, cantón de Tuxpan. Esta compañía –que entró en producción en junio de 1921– incluyó en el consejo directivo los apellidos ya familiares de Belden, Larralde, González Garza, Berardi y Garza Zambrano.545 Cinco meses después, en noviembre de 1921, empresarios y comerciantes regios de menor calibre, entre ellos el gobernador Juan M. García, formaron una sociedad petrolera que arrendó, para llevar a cabo los trabajos iniciales de explotación, más de 20 mil hectáreas en la municipalidad de Linares, Nuevo León, y todo el norte del estado.546 En mayo de 1921, una incursión en la producción de artículos alimenticios se llevó a cabo por Francisco y Octavio Zambrano, quienes lograron una exención de quince años ante el fisco por dos terceras partes de los impuestos ordinarios. Las instalaciones consistieron en una fábrica de pastas y galletas y un molino de cilindro anexo, en la ciudad de Monterrey. El ramo de la construcción fue revitalizado a partir de la nueva década. El 8 de junio de 1920, cinco miembros de la dinastía Zambrano, dos de la familia de los Madero –Alfonso y Salvador–, y Santiago Belden, entre otros, constituyeron la compañía Cementos Portland Monterrey, S.A. Esta compañía adquirió un terreno mayor a las 16 hectáreas del empresario Vicente Ferrara, y presentaba una capacidad de producción, para 1923, de cuatro mil sacos de cemento, bajo un capital social de un millón 200 mil pesos.547
En junio de 1921, el ramo de la construcción de fincas encontró nuevos inversionistas, logrando una importante reducción de impuestos durante cinco años; Antonio Muguerza y Enrique F. Farías invirtieron un capital no mayor de 140 mil pesos para la fabricación y explotación de materiales y artículos destinados a la expansión infraestructural de Monterrey y el área circunvecina.548 Para diciembre de 1923, durante la rebelión delahuertista, el grupo empresarial industrial asentado en Monterrey aún se mantenía intacto y con gran ímpetu de diversificación de sus capitales. Las políticas de reconstrucción de la economía nacional –no así sus consecuencias sociales– llevadas a cabo por los gobiernos emanados de la Revolución, particularmente a partir de 1920, no representaron una ruptura con los procesos de modernización ocurridos en este rubro durante el antiguo régimen. Esta continuidad entre el Porfiriato y la Revolución –a excepción de algunos altibajos en el proceso de acumulación de capital– es especialmente aplicable a las industrias pesadas asentadas en Monterrey. Después de trece años de guerra civil, los empresarios industriales de Monterrey sobrevivieron a la etapa más cruenta y radical de una revolución que desató fuerzas sociales contenidas que pudieron haberlos arruinado, o por lo menos hecho más larga la reconstrucción de sus intereses.
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Citas bibliográficas 1. Terry´s Guide to Mexico. The Riverside Press. Cambridge, USA. 1922. 2. Sobre la carrera político-militar de Bernardo Reyes y el movimiento reyista en ésta y las siguientes páginas, véase: Archivo del general Bernardo Reyes (ABR), ramo Correspondencia; Arellano, 1985 y Niemeyer, 1966.
referencia en los estados occidentales europeos (y particularmente en los reinos orientales de Polonia y Hungría) durante el medioevo, a los hombres ricos e influyentes de estas regiones. En España se le denominó grandes, un título honorífico llevado por la clase más alta de la nobleza española; y durante nuestra era moderna esta definición se aplica a los grandes capitalistas.
6. Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL), Memoria del gobierno de Viviano L. Villarreal, (1881) s/p. Sobre la problemática indígena véase: Cerutti, 1983: José Reséndiz, 1983; y también un minucioso informe sobre la presencia de las poblaciones indígenas en los estados del noreste en los años setenta del siglo pasado llamado lnforme de la Comisión pesquisidora de la frontera norte al Ejecutivo de la Unión. México, Gobierno de la República, 1875.
8. Sobre la legislación estatal nos dice Cerutti: las dos leyes básicas sancionadas para promover la inversión industrial en Nuevo León fueron: la del 21 de diciembre de 1888 y la del 22 de noviembre de 1899. La primera tuvo como propulsor directo al gobernador Lázaro Garza Ayala, y en su parte fundamental disponía que los giros industriales que se establecieran con un capital mayor de mil pesos quedaran exentos de todo impuesto; procuraba, asimismo, estimular la explotación de tierras no utilizadas e Incentivar la producción agrícola. Las posibilidades y perspectivas de los inversionistas se ampliaron notoriamente con el segundo instrumento legal mencionado, promulgado ya por Bernardo Reyes. Su artículo único concedía exención de contribuciones (municipales y estatales) hasta por 20 años, periodo que, en los hechos, era rebasado cuando se trataba de grandes proyectos, como en el caso de la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., a la que se otorgó treinta años. El criterio de “obras de utilidad pública” era obviamente aplicado a muchas inversiones de carácter fabril, lo cual indica toda una postura con respecto a la promoción industrial (Cerutti. Burguesía y capitalismo en México, 1850-1910. México, Editorial Claves Latinoamericanas. 1983. p. 130).
7. En efecto, a falta de un adjetivo mejor, se ha optado por continuar usando el nombre en latín de magnatus, palabra con la que se hizo
9. “El solo anuncio de esa visita” bastó para conmover “hasta la más íntimas fibras del cuerpo social”, comentó un cronista anónimo, autor
3. Trayectoria político-Militar de Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo, de aquí en adelante remítase a: Aguilar Belden, 1970; Cavazos, 1985 y 1965; Cossío Villegas, 1970; Duclos Salinas, 1903 y Cantú, 1948. 4. Entrevista con Miguel Cárdenas en Cantú, Juan Luis. Memorias de un modesto e ignorado revolucionario, 1908-1915, 3 volúmenes, Monterrey. 1948. p. 28-32. 5. Los datos demográficos fueron tomados del Censo Estatal de Población de 1891 y de los Censos Nacionales de Población de 1895, 1900 y 1910. México.
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Monterrey: origen y destino
de La visita del Gral. Porfirio Díaz a Monterrey, 1898. p. 8 y en Pérez-Maldonado, Carlos. El Casino de Monterrey, bosquejo histórico de la sociedad regiomontana, Monterrey, Impresora Monterrey. 1950.
20. Ibid. Circular del 3 de mayo de 1911.
10. Documentos relativos a la vigilancia del Banco de Nuevo León en AGENL, Concluidos, c-1908-1910.
22. AGENL, Ramo Militar, 1911, c-2.
11. La gira de Madero en Monterrey en Aguilar, 1970, p. 122-125; Ross, 1959, p. 104-107; Saldaña, 1945, p. 145-148; Cantú, 1948, p. 44-45.
24. Proceso electoral y cómputo de votos en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, Monterrey, del 26 de septiembre de 1911: 6. Véase también el semanario El Trueno, Monterrey, 11 de junio de 1911: 1-2 y 18 de junio: 1-2.
12. Proyecto de urbanización del cerro del Obispado, presentado ante el Gobierno del Estado por Isaac Garza, AGENL, Concluidos, 1922, c-11, e-456.
21. AMM, Acta de Cabildo, 1 91 1, p.51 y Periódico Oficial del Gobierno del Estado (P. O.) del 12 de mayo al 1 0 de octubre de 1911.
23. Idem.
15. AGENL, solicitud enviada al Gobernador del Estado por Ramón, N. González y Compañía, en representación de la agrupación, “Expendedores de Leña”, Concluidos, 1911, c-4, e-174.
25. Perfil de Francisco Naranjo, hijo, en Cavazos, 1985. El regreso de los caciques preporfiristas a la luz pública durante el maderismo, se corrobora una vez más, con la designación del general Lázaro Garza Ayala –cuando contaba con 82 años– para senador por Nuevo León. Experimentado militar, participó activamente en las luchas intestinas e internacionales que caracterizaron buena parte del siglo XIX. Como funcionario público, destacó como gobernante en 1869 y en 1887-1889. Cavazos Garza, Israel. Diccionario biográfico de Nuevo León, Monterrey, UANL. 1985.
16. Memoria de la Secretaría de Fomento, 1910-1911. México, 1911: X.
26. El Trueno, Monterrey, 22 de octubre de 1911: 1.
17. La recreación del público asistente a la “Carpa Renacimiento” es registrada por el diario El Noticiero, Monterrey, del 6 de septiembre de 1911: 2.
27. El Trueno, Monterrey, 11 de junio de 1911: 1 -2.
18. Robo de tesorerías municipales en AGENL, Minutas, 1911, c-S.
29. El Trueno, Monterrey, 6 de agosto de 1911: 1.
13. Proyecto de Isaac Garza, AGENL, Concluidos, 1992, c-11, e-456. 14. AGENL, Concluidos, 1912, c-4, e-434.
19. AGENL, Minutas 1911, c-7.
28. El Trueno, Monterrey, 23 de junio de 1911: 1.
30. El Trueno, Monterrey, 20 de agosto de 1911: 1.
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
31. El Trueno, Monterrey, 28 de octubre de 1911: 4.
46. El Liberal, Monterrey, septiembre-octubre de 1912.
32. AMM, Actas de Cabildo, 1912, p. 4.
47. AGENL, Concluidos, 1912, c-6.
33. AGENL, Correspondencia con la Secretaría de Fomento, c-1910-1913.
48. AGENL, Ramo Militares, 1912. Los terratenientes del municipio de China fueron los más inconformes con respecto a la protección que otorgaron las autoridades locales. Este municipio semidesértico se caracterizaba por su enorme extensión, por su población dispersa y su ineficiente comunicación. Las especificidades de la región habían logrado establecer una estructura administrativa que reforzó la protección otorgada por el aparato gubernamental ante las incursiones de los bárbaros, desde principios del siglo XIX. Esta herencia organizativa volvió a resurgir ante los embates de los grupos revolucionarios. Las rancherías estaban divididas en 1912, en doce “Encargaturas”, cabeceras para el auxilio de la administración del municipio, donde había un Juez Auxiliar con su suplente respectivo. La residencia de la “Encargatura” se fijaba en la cabecera de la ranchería más inmediata a su jurisdicción. Estas cabezas administrativas fueron reduciéndose durante el Porfiriato, volviendo a aumentar su número posteriormente, ante la inseguridad que registró la zona.
34. AGENL, Concluidos, 1 91 1, c-3, e-346. 35. AGENL, Concluidos, c-6, 8-473. El primer consejo de administración de esta empresa estuvo integrado, entre otras personas, por el estadounidense Juan B. Brittingham, Francisco Belden, Valentín Rivero Gaja y por el chihuahuense Juan Terrazas. 36. Porcentajes extractados de los Censos Nacionales de Población de 1895 1900 y 1910. México. 37. Idem. 38. Información presentada por Viviano L. Villarreal al presidente Madero en Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Revolución (RR), 56212124. 39. Idem. 40. AGN, RR, 41611118.
49. Correspondencia entre V. L. Villarreal y Madero, AGN, RR, 247 y 259/1/1.
41. AGENL, Concluidos, 1912, e-1. 42. AGENL, Concluidos, 1912, c-1 y c-6. 43. Idem.
50. El Trueno, Monterrey, 20 de agosto de 1911. p. 1. 51. El Trueno, Monterrey, 16 de mayo de 1911. p. 1.
44. AGENL, Ramo militares, 1912, c-I y c-6. 45. El Liberal, Monterrey, noviembre 1 al 15 de 1912.
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52. Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, Monterrey, 22 de agosto de 1911. p. 1.
Monterrey: origen y destino
53. Periódico Oficial, Monterrey, 22 de septiembre de 1911: 3-5. Multa económica por desobediencia.
mento, los gastos algo pesados que originaba la crecida vigilancia que tenía que despegarse en ambos márgenes del Bravo con ocasión de las conspiraciones”, AGN, R.R. 355/1/15.
54. El Noticiero, 6 de septiembre de 1911. p. 6. 65. AGN, Fondo Francisco I. Madero, 954/36. 55. Idem. 56. Idem. 57. AGENL, Concluidos, 1911, c-6, s-71.
66. Sobre el Proceso electoral en Nuevo León véase, AGN, R. R., 539/2. 67. El Trueno, Monterrey, 22 de octubre de 1911. p. 1.
58. AGENL, Concluidos, 1911, c-6, 9-424. 59. El Renacimiento, Monterrey, 15 de septiembre de 1911. p. 1.
68. El Trueno, Monterrey, 22 de octubre de 1911. p. 1. 69. P.O. Monterrey, 6 de octubre de 1911p. 1.
60. El Trueno, Monterrey, 24 de septiembre de 1911. p. l.
70. P.O., Monterrey, 12 de diciembre de 1911p. 1.
61. Idem. 62. La Voz del Pueblo, Monterrey, 20 de octubre de 1912. p. 1.
71. P.O., Monterrey, 6 de octubre de 1911. p. 1-2. 72. P.O., Monterrey, 13 de octubre de 1911.
63. AGN, R.R., 1911, 242/1/1 0. 73. Idem. 64. Un día después, por su parte, el gobernador nuevoleonés no pudo ocultar su alegría al felicitar al presidente Madero por la sumisión definitiva del Gral. Bernardo Reyes a su gobierno: “Este acto, decía, representa la definitiva conquista de la paz y tranquilidad públicas de que tanto ha menestar nuestra nación. La realización de este acto dependió sin duda de las acertadas medidas que te serviste a dictar, concediendo amplias facultades en los ramos de Hacienda y Guerra a los jefes y autoridades encargados de la persecución y asedio del que se titulaba jefe de la Contrarrevolución y del grupo de sus secuaces [...] por lo que afortunadamente se suprimirían a partir de este mo-
74. AGENL. Concluidos, 1912, c-2, e-170. 75. AGN, Fondo Francisco 1. Madero, 10491/39/297 93-83. 76. Idem. 77. Idem. 78. Archivo Municipal de Monterrey, Monterrey (AMM), Acta de Cabildo de 1913: 13-14. 79. Ibid, p. 15.
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
80. Idem.
98. Ibid. e-del 20 de agosto de 1913.
81. AGENL, Concluidos, 1913.
99. AGN, Departamento de Trabajo (DT), 1913, c-34, e-9.
82. Idem. 83. Archivo de Venustiano Carranza, ciudad de México (AVC), CONDUMEX, c-2, d-145.
100. AGENL, Secretaría de Gobernación (SG), 1913, e-46. 101. AGN, DT, 1913 c-34, e-9.
84. Informe de Hernández sobre la dimensión tomada por la revolución, AGENL, Concluidos, 1912-6.
102. AGN, DT, 1913 c-31, e-2. 103. AGN, DT, 1913 c-34, e-11.
85. Archivo Histórico del Honorable Congreso del Estado de Nuevo León, Monterrey (en adelante AHCENL), Actas legislativas, 1913; y AGENL, Congreso del Estado, c-1913.
104. AGN, DT, 1913 c-75, e-37. 105. Ibid, respuesta fechada en marzo de 1914.
86. Idem.
106. AGENL, Minutas, 1913, c-6.
87. AGENL, Minutas, 1913, c-6.
107. Idem.
88. Idem. 89. Idem.
108. La declaración la hicieron las fábricas de hilados El Porvenir, La Industrial y La Fama, AGENL, Concluidos, 1913, c-4, e-388.
90. Idem.
109. El Porvenir, 28 de junio de 1923. p.6.
91. AGENL, Minutas, 1913, c-6.
110. AGN, DT, c-125, e-34.
92. Idem.
111. AGENL, Concluidos, 1917, c-7.
93. Ibid, expediente del 12 de junio de 1913.
96. Idem.
112.Archivo particular del general Pablo González Garza (PGG), COLMEX, microfilm, v-31. La obtención de esta información por parte de González Garza quien dirigió el ataque rebelde contra Monterrey, se dio a través de su servicio de espionaje en la ciudad. Éste era coordinado por el exalcalde maderista y exjefe de la policía secreta urbana Alfredo Pérez.
97. Idem.
113. Idem.
94. Ibid, expediente del 13 de junio de 1913 95. AGENL, Minutas, 1913, c-6, e-del 8 de julio de 1913.
150
Monterrey: origen y destino
114. Véase el libro La gloriosa defensa de la ciudad de Monterrey, escrita por un autor anónimo en 1914. p. 6.
rrey, A.C. 1983. Véase también Mendirichaga, 1996 y 1992. 127. AGENL, Minutas, 1914.
115. Ibid, p. 7. 116. Ibid, p. 9. 117. Idem.
128. P.O. del 10 de febrero de 1914, p.1; y AGENL, Circulares, c-1914, e-116. La reforma contempló también la rectificación de capitales urbanos y rústicos en Monterrey, AGENL, Ramos Militar, 1913, c-4, e-1410.
118. Ibid, p. 10-11. 119. Ibid, p. 18-20. 120. Ibid, p. 21. 121. AGENL, Ministerio de Gobernación, c-1914.
129. En febrero de 1920, Botello regresó del exilio y escribió un extenso informe sobre su gestión administrativa en 1913 y 1914. Este documento se encuentra en el AGN, Dirección General de Gobierno, 1920, c-3, e-A.200.29. p. 1. 130. AGENL, Concluidos, 1913-8, c-28.
122. La participación de apoyo al régimen huertista por parte del clero católico se deja entrever en los procesos posteriores instruidos a los “cómplices del usurpador Huerta”, llevados a cabo por el gobierno revolucionario de Antonio I. Villarreal, donde las medidas contra esa institución son demasiado severas (Cantú., op. cit. 1948).
131. AGENL, Concluidos, 1914, c-4. 132. AGENL, Concluidos, 1915-4, e-92. 133. AGENL, Concluidos, 1913-1, e-124. 134. AGN, DGG, 1920, c-3, e-A.200.29, p. 3,4.
123. Idem.
135. Ibid, p. 4,6.
124. AGENL, Concluidos, 1913, c-1, e-107.
136. Ibid, p. 9,10.
125. Idem.
137. Al regreso de Botello, los Milmo reconocieron el haber conservado parte del erario público de la administración de 1913 y 1914, el cual ascendía a casi 200 mil pesos. Pero ante el reclamo de ese dinero por el nuevo gobierno revolucionario, manifestaron no poseer la cantidad líquida en ese momento, a lo que se llegó a un acuerdo de pago distribuido en varias anualidades.
126. El donativo de la Cámara de Comercio, en enero de 1914, consistió en la suma de 10,063.43 pesos, invertido en la compra de “enseres y útiles que se destinaron para el envío de hospitales militares”. Mendirichaga, Rodrigo. 100 años de comercio en Monterrey, Monterrey, Asociación de Editores y Libreros de Monte-
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138. APGG, COLMEX, microfilm, v-35.
152. Idem.
139. Cita de un artículo anticlerical aparecido en el semanario local La Voz del Pueblo, Monterrey, 26 de octubre de 1912. p. 1-2.
153. AGENL, Minutas, c-1914.
140. APGG, “Decreto del Ejército Constitucionalista del Noreste sobre los territorios liberados”, 9 de abril de 1914”, COLMEX, documento – 122, vol. 35, microfilm.
155. AGENL, Concluidos, 1915.
154. Idem.
156. AGENL, Minutas, c-1914. 157. Idem.
141. Ibid, p. 1. 158. Idem. 142. Ibid, p. 1-4. 159. AGENL, Minutas, c-1920, julio 23. 143. AGENL, Circulares, c-1910-1917, circular número uno, del 10 de febrero de 1914. 144. Reinstalación del ayuntamiento que encabezó Nicéforo Zambrano un año anterior, Archivo Municipal de Monterrey (en adelante AMM), Actas de Cabildo, abril-mayo de 1914. Nombramiento del coronel Vidal Garza Pérez como secretario del juzgado militar en AGENL, Ramo Militar, 1914-1.
160. La Oficina de Intervención y Decomisación de Fincas Urbanas en Monterrey poseía una existencia monetaria líquida, para el 30 de noviembre de 1914, de 12,878.31 pesos. Los detalles de cada propiedad confiscada aparecen en un inventario elaborado por la oficina, AGENL, Concluidos, 1914-16, e-255. 161. AGENL, Concluidos, 1912-4 e-263.
145. AGENL, Minutas, c-1914.
162. AGENL, Concluidos, 1914, c-1.
146. Idem.
163. AGENL, Concluidos, 1914-4, e-263.
147. AGENL, Telegramas, c-1914, 2 de junio de 1914.
164. Idem. 165. Idem.
148. AGENL, Telegramas, c-1914, 6 de junio de 1914.
166. AGENL, Concluidos, 1914-1.
149. AGENL, Minutas, 1914.
167. AGENL, Concluidos, 1914-4, e-262.
150. AGENL, Minutas, 1914, e-201.
168. Idem.
151. Idem.
169. AGENL, Circulares, 1910-1917, decreto del 23 de junio de 1914.
152
Monterrey: origen y destino
170. Idem.
184. Idem.
171. AGENL, Secretaría de Fomento, 1914.
185. AGENL, Ramo Militar, 1914-1.
172. AGENL, Expediente relativo a la Comisión Agraria de Nuevo León –fundada por Antonio I. Villarreal en 1914. p. 13-16.
186. AGENL, Ramo Militar, 1914-1.
173. AGENL, Circulares, 1910-1917, decreto del 23 de junio de 1914. 174. AGENL, Circulares, 1910-1917, decreto del 17 de mayo de 1914.
187. Lista de enemigos de la causa constitucionalista en Lampazos, AGENL, Correspondencia particular del general Antonio I. Villarreal, 1914, c-1. 188. AGENL, Concluidos, 1914-16.
175. AGENL, Concluidos, 1914-4 e-263.
189. AGENL, Correspondencia particular de Antonio I. Villarreal, 1914. C-2.
176. Idem.
190. Ibid, 1 de mayo de 1914.
177. AGENL, Concluidos, 1914-1916.
191. AGENL, Concluidos, 1914.
178. AGENL, Concluidos, 1914-4, e-262.
192. Idem.
179. AGENL, Correspondencia con Alcaldes, Monterrey, 1912-1913.
193. AGENL, Circulares, 1910-1917, Decreto de la División del noreste del 23 de mayo de 1914.
180. AGENL, Ramo Militar, 1914-1. Entre los encarcelados destacaron Valentín Rivero Martínez y el exgobernador Leobardo Chapa.
194. Idem. 195. AGENL, Circulares,
181. AGN, Dirección General de Gobierno (en adelante DGG), 1916, c-3, e-10. 182. Idem. 183. En cuanto a la incautación de los bienes del mandatario estatal Salomé Botello, entre éstos se encuentran las minas de Puerto de Cacho, en el municipio de Villaldama, así como las de Dolores, Saturno, Milpillas, Porvenir, Victoria, Purísima y la Perla en el municipio de Salinas Victoria. AGN, DGG, 1916, c-3, e-10.
196. Queja del 15 de junio del encargado de la Compañía, de Tranvías, Luz y Fuerza al Secretario de Gobierno, AGENL, Concluidos 1914. 197. Idem. 198. AGENL, Concluidos, 1913-2, e-309. 199. AVC, CONDUMEX, carpeta-11, documentos-1091. 200. AGENL, Concluidos, 1913-2, e-244.
153
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
201. Ibid, p. 2.
218. Idem.
202. Ibid, p. 2-3.
219. APGG, vol.-31, enero 8 e 1915
203. Ibid, p. 3-5.
220. APGG, vol.-31. Enero 14 de 1915.
204. AGENL, Correspondencia del Alcalde de Monterrey, c-1913-1914.
221. Idem.
205. Idem.
222. Hemeroteca Nacional, UNAM-ciudad de México, Diario de la Convención, T. II, 26 de enero de 1915. p.1.
206. Idem. 223. AVC, carpeta-24, d-2423. 207. Idem. 208. AGENL, Correspondencia del Alcalde de Monterrey, c-1913-1914. 209. Idem. 210. Se destacó también la preferencia que tendrían las casas intervenidas. El ideal propuesto era que fueran utilizadas para “escuelas, oficinas públicas o cuarteles”. AGENL, Circulares, 1914-1915. 211. Idem. 212. AVC, CONDUMEX, carpeta-12, y Saragoza, 1981.
224. Véase los diarios El Noticiero, Monterrey, entre 1911 y 1914 y La Revolución, Monterrey, en 1915. 225. La información sobre comerciantes y empresarios en el cuerpo diplomático de Monterrey fue extraído del AGENL de los ramos Concluidos, Relaciones Exteriores y Minutas entre 1909 y 1917. 226. Anuncio de los integrantes del Ayuntamiento en AMM, Actas de Cabildo, 1915. p. 3-4. 227. Idem. 228. AGENL, Ramo Militares, 1915, c-1.
213. AGENL, Concluidos, 1914-1916. 229. Idem. 214. AGENL, Concluidos, 1913-2, e-244. 215. APGG, microfilm, vol.-31, 10 de noviembre de 1914.
230. AGENL, Circulares, 1910-1917, circular del 13 de marzo de 1915.
216. APGG, vol.-31, 18 de noviembre de 1914.
231. AGENL, Circulares, c-1910-1917, circulares, marzo-abril de 1915.
217. APGG, vol.-31, enero 8 de 1915.
232. Idem.
154
Monterrey: origen y destino
233. Idem. 234. Idem. 235. El regreso se hizo el 24 de abril de 1915 por orden directa del gobernador Raúl Madero, AGE NL, Minutas, c-1914.
239. Ataques carrancistas a los poblados nuevoleoneses durante el gobierno villista en AGENL, Concluidos y Militares, cajas de 1915 y 1916. 240. Hanna al gobernador estatal carrancista en julio de 1915, AGENL, Concluidos, 1916, c-l. 241. AGENL, Concluidos, 1917, c-8, e-937.
236. AGENL, Minutas, 1917, c-27, e-21. 237. Idem. 238. AMAE Madrid, Lagüera a Riaño, 1-2558, Monterrey, 31 de mayo de 1915; ver también, Riaño a MAE Madrid, 1-2558, anexo a d311, Washington, 9 de junio de 1915. La situación económica en Monterrey era desesperante. El gobierno de la Convención se mostró incapaz de abastecer los productos mínimos de primera necesidad a la población de la ciudad. Lagüera escribió: “Se da a diario el impresionante espectáculo de ver a este pueblo recorrer las calles, visitando expendios sin lograr lo más necesario. En la época del carrancismo, esta ciudad tenía comunicación con Tampico, Laredo, Matamoros y Saltillo hasta Torreón, puntos donde se surtía y donde se conseguía algo de primera necesidad; pero hoy estamos comunicados únicamente con Torreón y El Paso, Texas. Torreón es un punto más bien consumidor que surtidor de esta plaza y aparte de algunas semillas que se han conseguido allí, son de Durango, punto productor, donde al no haberse hecho siembras, nada podemos esperar de ayuda y más que allí han de necesitar también. Si llegase el momento estamos dispuestos a salir de aquí en algún vapor español, “Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid” (en adelante, AMAE Madrid), Lagüera a Riaño, 1-2560, Monterrey, 31 de marzo de 1915.
242. El Porvenir, Monterrey, 30 de noviembre de 1921. p. 1. 243. AGENL, Concluidos, 1916 c-1. 244. AGENL, Concluidos, 1916 c-I. 245. Idem. 246. Préstamo de 10 mil pesos por parte de los Milmo al ayuntamiento, así como para los haberes de las tropas de Dávila. Mendirichaga., op. cit. p. 75. 247. AGENL, Circulares, 1910-1917, circular del 29 de junio. 248. AGENL, Concluidos, 1914-1916. 249. AGENL, Concluidos, 1914, c-4. 250. AGENL, Circulares, 1910-1917, convocatoria del 18 de junio de 1915. 251. AGENL, Informe del gobernador al pueblo de Nuevo León, 16 de septiembre de 1915, s/p. 252. Ibid, s/p. 253. AGENL, Minutas, 1915, c-659.
155
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
254. AGENL, Circulares, 1910-1917, circular del gobierno federal del 24 de noviembre de 1915.
271. AGENL, Concluidos, 1917, c-2, e-546.
255. Datos recopilados en AGENL, Ramos, Concluidos y Minutas, 1911-1920.
273. Idem.
272. Idem.
274. Idem. 256. El Porvenir, Monterrey, 8 de marzo de 1923: 1; AVC, CONDUMEX, fondo XXI, carpeta-2, documento 145; e –1 y Cavazos, 1985.
275. AGENL, Concluidos, 191 7, c-2, e-547. 276. AGENL, Minutas, 1917.
257. AGENL, Minutas, 1917, c-27. 277. Idem. 258. Idem. 278. AGENL, Concluidos, 1917, c-2, e-436. 259. Idem. 279. AGENL, Concluidos, 1917, c-2, e-436. 260. Idem. 280. Idem. 261. AGENL, Minutas, 1917, c-27. 281. Idem. 262. Idem. 263. Telegrama de Carranza al gobernador Alfredo Ricaut, AGENL, Minutas, 1917, c-664.
282. AGENL, Concluidos, 1918, c-6, e-83, del 7 de noviembre de 1917. 283. Idem.
264. Acuerdo del 10 de mayo de 1917, AGENL, Minutas, 1917, c-666. 265. El jornal se acordó pagarlo con papel circulante, AGENL, Concluidos, 1915, c-3, e-277. 266. AGENL, Minutas, 1917, c-27, e-67.
284. Datos de producción y ventas, recopilados en el “Informe rendido por el Consejo de Administración de la Fundición de Fierro y Acero de Monterrey ante la Asamblea General de Accionistas” el 26 de mayo de 1923, publicado por El Porvenir, Monterrey, 25 al 28 de junio de 1923.
267. Idem. 285. Idem. 268. Idem. 269. AGENL, Minutas, 1917, c-27, e-67.
286. AGENL, Registro público de la propiedad, diciembre 24 de 1916, notario Daniel Castro de la Ciudad de México, inscripción # 67.
270. Idem. 287. AGENL, Concluidos, c-1909.
156
Monterrey: origen y destino
288. AGENL, Concluidos, c-1914 y c-1916. 289. AGENL, Concluidos, c-1923. 290. Objetivos y fines de las llamadas listas negras, véase a Hernández 1984.
cargos patronales suplentes recayeron en Luis G. Sada y José Rivero Martínez, AGENL, Concluidos, 1918, c-2. 302. Idem. 303. Idem.
291. El Liberal, Monterrey, 14 de diciembre de 1917. p. 3. 292. Idem. 293. Datos biográficos de Scheweitzer, nacido en 1877 y casado el 12 de mayo de 1916 con Consuelo Quiroga en Monterrey, AGENL, Concluidos, 1916, c-5, e-845, acta de matrimonio.
304. El Departamento de Tranvías ocupaba 207 trabajadores, de los cuales sólo 65 se sumaron a la huelga. El Nacional, México, 28 de febrero de 1918. p. 1. 305. AGN, D. de T., c-118, e-4. 306. AGENL, Concluidos, 1918, c-1, Memorial del 22 de mayo de 1918. p. 1,2.
294. AGN, D. de T. c- 1 25, e-34.
307. Idem.
295. AGENL, Minutas, c-1917, e-71.
308. Idem.
296. Idem.
309. AGENL, Concluidos, 1918, c-1, Memorial, 1918. p. 1.
297. Idem. 310. AGENL, Concluidos, 1920, c-1. 298. AGENL, Minutas, c-1917, e-71. 311. AGENL, Concluidos, 1918, c-1. 299. Idem. 312. AGENL, Concluidos, 1918, c-1. p. 2. 300. El programa oficial del 16 de diciembre fue expuesto por el periódico El Liberal, Monterrey, 10 de diciembre de 1917. Referencias al ambiente que privó en esa ocasión, AGENL, Minutas, 1917.
313. AGENL, Concluidos, 1918, c-1. 314. Idem. 315. Idem.
301. La convocatoria apareció el 25 de enero; los empresarios enviaron a sus representantes definitivos el 25 de marzo, ya que los designados inicialmente, Valentín Rivero Fernández y Jesús Ferrara, no aceptaron su postulación. Los
316. Idem. 317. El Nacionalista, México, 22 de mayo de 1918. p. 1.
157
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
318. Mención del contrato entre la Fundidora y las empresas norteamericanas, AGN, D. De T., c-125, e-34, f-58.
336. Idem. 337. Nueva Patria, Monterrey, 6 de julio de 1918. p.1.
319. AGN, D. De T., c-125, e-34, f-58. 338. AGN, D. de T., c-125, e-34. 320. Idem. 339. Idem. 321. AGN, D de T., c-125, e-54. 340. AGENL, Concluidos, 1918, c-2. 322. Idem. 341. Idem. 323. AGN, D. de T., c-125, e-34. 342. Idem. 324. El Porvenir, “Informe rendido...”, Monterrey 25 de junio de 1923. p. 3.
343. AGENL, Concluidos, 1918, c-2.
325. AGN, D. de T., c-125, e-34.
344. Idem.
326. Idem.
345. AGENL, Concluidos, 1918, c-2, expediente del 9 de julio de 1918.
327. Idem. 346. Ibid, expedientes del 10 de julio de 1918. 328. Idem. 347. Idem. 329. AGENL, Concluidos, 1918, c-2. 348. Idem. 330. Idem. 349. AGENL, Concluidos, 1918, c-2. 331. AGN, D de T. C-125, e-34. 332. Idem. El sindicato anunció al público regiomontano el 12 de junio el paro de la Fundidora, por medio de una circular obrera donde aparte de expresar los motivos, se pedía solidaridad con el movimiento.
350. AGENL, Concluidos, 1918, c-2, Convenios del 11 al 13 de julio de 1918. 351. Idem. 352. Nueva Patria, Monterrey, 6 de julio de 1918. p. 1.
333. AGENL, Concluidos, 1918, c-2. 334. AGN, D de T., c-125, e-34.
353. AGENL, Concluidos, 1918, c-2, Convenios del 11 al 13 de julio de 1918.
335. Idem.
354. Idem.
158
Monterrey: origen y destino
355. Idem.
373. AGENL, Concluidos, 1919, c-1.
356. El Progreso, Monterrey, del 15 de julio de 1918. p. 1.
374. Idem. 375. Idem.
357. AGENL,Concluidos, 1918 c-6. 358. Idem.
376. AGENL, Concluidos, 1919 c-1. 377. Idem.
359. AGN, D. de T., c-118, e-5. 378. AGENL, Concluidos, 1920, c-1. 360. El Universal, México, 1 de diciembre de 1918. p. 1. 361. AGN, D de T., c-118, e-5. 362. Sucesos, México, 4 de diciembre de 1918. p.1.
379. Idem. 380. El Porvenir, Monterrey, 22 de abril de 1920. p. 1. 381. El Porvenir, Monterrey, 23 de abril de 1920. p. 1, 4.
363. Idem. 364. AGENL, Concluidos, 1918, c-6. 365. El Porvenir, Monterrey, 1 de mayo de 1918. p. 1 y 4.
382. El Porvenir, Monterrey, 23 de abril de 1920. p. 1, 4. 383. AGENL, Minutas, 1918, c-43. 384. Idem.
366. Idem. 385. AGENL, Concluidos, 1920, c-3, e-354. 367. Idem. 386. Idem. 368. El Porvenir, Monterrey 2, 4 de mayo de 1918. p. 1,4. 369. El Porvenir, Monterrey, 18 de mayo de 1919. p. 1,4. 370. El Economista, ciudad de México, mayo 22 de 1919. p. 1. 371. AGN, D. de T., c-147, e-17.
387. AGENL, Minutas, 1918, c-43. 388. Idem. 389. El Porvenir, Monterrey, 12 de febrero de 1919. p. 1. 390. El Porvenir, Monterrey, 23 de junio de 1923. p. 6.
372. Idem.
159
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
391. El Porvenir, Monterrey, 12 de febrero de 1919. p. 1.
408. Gira de Obregón en Monterrey, El Porvenir, Monterrey, 5 y 6 de abril de 1920.
392. Idem.
409. El Porvenir, Monterrey, 22 de abril de 1920. p. 1.
393. El Porvenir, Monterrey, 13 de febrero de 1919. p. 1.
410. El Porvenir, Monterrey, 23 de abril al 12 de mayo. p. 1.
394. Idem. 395. El Economista, Ciudad de México, 11 de febrero de 1919. p. 1. 396. AVC, CONDUMEX, c-126, d-14320. 397. Idem.
411. El Porvenir, Monterrey, 13 de mayo de 1920. p. 1. 412. El Porvenir, Monterrey, 22 de abril de 1920. p. 1. 413. El Porvenir, Monterrey, 2,5 de mayo de 1920. p. 1.
398. AGENL, Concesiones, c-26, e-270. 399. AGENL, Concesiones, c-26, e-273. 400. AGENL, Concesiones, 1920, c-4. e-326.
414. El Porvenir, Monterrey, 9 de mayo de 1920. p. 1. 415. El Porvenir, Monterrey, 8 de mayo de 1920. p. 1.
401. Idem. 416. Idem. 402. AENL, Concluidos, 1921, c-4, e-1020. 403. El Porvenir, Monterrey, 15 de agosto de 1920. p. 1.
417. El Porvenir, Monterrey, 13 de mayo de 1920. p. 1. 418. Idem. p. 4 y 8.
404. AGENL, Concluidos, 1920, c-4. 419. Idem. p. 1. 405. AGENL, “Informe del gobernador Nicéforo Zambrano ante la Cámara de Diputados”, 1917-1919, s/p. 406. El Porvenir, Monterrey, 8 de junio de 1919. p. 1. 407. El Porvenir, Monterrey, 8, 9 de junio de 1919. p. 1 y 4.
160
420. AGENL, Circulares, 1917, 1922. 421. El Porvenir, Monterrey, 14 de mayo de 1920. p. 1 y 6. 422. El Porvenir, Monterrey, 15 de mayo de 1920. p. 1 y 6.
Monterrey: origen y destino
423. El Porvenir, Monterrey, 21 de mayo de 1920. p. 1.
439. AGENL, Secretaría de Fomento, 1921, Ley de Hacienda estatal de 1921.
424. Idem.
440. Idem.
425. AGENL, Ley de Hacienda del Estado de Nuevo León, de 1920, Monterrey, 1920: 3.
441. El Porvenir, Monterrey, 24-26 de febrero de 1921. p. 1 y 8.
426. Ibid, p. 6.
442. El Porvenir, Monterrey, 29 de julio de 1921. p. 1 y 8.
427. AGENL, Informe rendido ante el Congreso del Estado por el gobernador del Estado Nicéforo Zambrano, 1917-1919, Monterrey, Gobierno del Estado, 1919. s/p.
443. Datos extraídos del AGENL, Concesiones, 1921 y AGN, D. de T., c-280 y E-3. 444. Idem.
428. AGENL, Concluidos, 1920. 429. AGENL, Ley de Hacienda de 1920. p. 8. 430. Protesta de Francisco G. Sada en AGN, DGG, c-3,A.2.00.31,e-31. 431. El Porvenir, Monterrey, 29 de julio de 1921. p. 1 y 8. 432. AGN, DGG, c-3, A.2.00.31, e-31.
445. El Porvenir, Monterrey, 24 de junio de 1921. p. 8. 446. AGENL, Concesiones, c-25, e-276, y El Porvenir, Monterrey, del 18 de octubre de 1921. p. 1. 447. Idem. 448. El Porvenir, Monterrey, 18 de octubre de 1921. p. 1.
433. Idem. 434. Idem. 435. El Porvenir, Monterrey, 19 de mayo de 1920. p. 1. 436. El Porvenir, Monterrey, 17 de febrero de 1921. p. 1.
449. AGENL, Congreso del Estado, 1922, 18 de septiembre de 1922. 450. La reunión contempló también a los jueces civiles del estado y a los recaudadores municipales. El Porvenir, Monterrey, 21 de marzo de 1921. p. 1. 451. AGENL, Minutas, 1921, c-518.
437. El Porvenir, Monterrey, 19, 20 y 21 de febrero de 1921. p. 1 y 4.
452. El Porvenir, Monterrey, 3 y 7 de marzo de 1922. p. 1.
438. El Porvenir, Monterrey, 22 de febrero de 1921. p. 1 y 4.
161
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
453. El Porvenir, Monterrey, 3,7 de marzo de 1922. p. 1.
467. El Porvenir, Monterrey, 12 de enero de 1922. p. 1.
454. El Porvenir, Monterrey, 1 de julio de 1921. p. 1,6 y 8.
468. AGENL, Concluidos, 1922, c-7, e-764. 469. Idem.
455. El Porvenir, Monterrey, 20 de agosto de 1921. p. 1,6 y 8. 456. El Porvenir, Monterrey, 30 de julio de 1921. p. 4. 457. AGENL, Concluidos, c-2, e-773; y El Porvenir, Monterrey, 18 de agosto de 1921. p. 2 y 4.
470. Idem. 471. Idem. 472. El Porvenir, Monterrey, 29 de enero de 1922. p. 1. 473. El Porvenir, Monterrey, 31 de enero de 1922. p. 1 y 4.
458. Idem. 459. El Porvenir, Monterrey, 29 de mayo de 1923. p. 6. 460. El Porvenir, Monterrey, 4 de enero de 1922. p. 1. 461. Idem. 462. El Porvenir, Monterrey, 7 de enero de 1922. p. 1 y 5. 463. El Porvenir, Monterrey, 4 de enero de 1922. p. 1.
474. El telegrama enviado a Obregón con fecha del 17 de marzo era firmado por la Cámara Nacional de Comercio, la Cámara de propietarios de Monterrey, Unión de Comerciantes al menudeo y pequeños industriales de Monterrey, y por el Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey, en El Porvenir, Monterrey, 19 de marzo de 1922. p. 1 y 2. 475. Idem. 476. Sesión del cabildo del 21 de marzo en El Porvenir, Monterrey, 22 de marzo de 1922. p. 1 y 4. 477. Idem.
464. Entrevista reproducida en El Porvenir, Monterrey, 6 de enero de 1922. p. 1. 465. El Porvenir, Monterrey, 7 de enero de 1922. p. 1 y 5. 466. El Porvenir, Monterrey, 8 de enero de 1922. p. 1.
478. El Porvenir, Monterrey, 1 de abril de 1922, páginas extras: 1 y 2. 479. Idem. 480. Idem. 481. El Porvenir, Monterrey, 4 de abril de 1922. p. 1.
162
Monterrey: origen y destino
482. AGENL, Concluidos, 1923, c-1.
498. AGENL, Concluidos, 1922, c-1.
483. P.O. del 9 de noviembre de 1927: 1, decretado por el Congreso.
499. Idem. 500. Idem.
484. El Porvenir, Monterrey, 21 de junio de 1921. p. 1.
501. AGN, DGG, c-7, D.2.84.41, e-40
485. Las compañías involucradas en el conflicto eran la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la ASARCO y la Compañía Minerales y Metales, S.A., AGENL, Departamento de Trabajo, Monterrey, Sección Concluidos, 1918, c-2.
502. Idem.
486. Excelsior, México, 25 de junio de 1920. p. 1.
505. Idem.
487. Telegramas entre González y De la Huerta entre el 23 de junio y el 10 de julio en el AGENL, Monterrey, Sección Concluidos, 1918.c-2. 488. AGN, D. De T., c-213,e-11.
503. Idem. 504. El Porvenir, Monterrey, 30 de septiembre de 1992. p. 1.
506. El Porvenir, Monterrey, 4 de octubre de 1922. p. 1 y 6. 507. Idem. 508. El Porvenir, Monterrey, 10 de octubre de 1922. p. 1 y 6.
489. Idem. 490. Idem. 491. Idem.
509. El Porvenir, 11 de octubre de 1922. p. 1 y 6. 510. El Porvenir, Monterrey, 12 de octubre de 1922. p. 1.
492. Idem. 493. AGENL, Concluidos, c-1. 494. Idem.
511. El Porvenir, Monterrey, 11 de octubre de 1922. p. 1 y 6. 512. El Porvenir, Monterrey, 18 de octubre de 1922. p. 1 y 6.
495. AGN, D. de T., c-10, c-5: 1. 496. Idem. 497. AGENL, Concluidos, 1992. p. 1 y 6.
513. El Porvenir, Monterrey, 20 de Octubre de 1922. p. 1 y 3. 514. El Porvenir, Monterrey, 14 de octubre de 1922. p. 1 y 4.
163
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
515. El Porvenir, Monterrey, 21 de octubre de 1922. p. 1 y 6. 516. El Porvenir, Monterrey, 20 de octubre de 1922. p. 1 y 3.
entidad. La nueva cuota equivalía a pagar 24 pesos por millar de ladrillos. AGENL, Minutas, 1920, c-678 531. El Porvenir, Monterrey, primero de mayo de 1921. p. 1.
517. Idem. 518. Idem. 519. El Porvenir, Monterrey, 22 de octubre de 1922. p. 1.
532. El Porvenir, Monterrey, 3 de abril de 1921. p. 1. 533. AGENL, Concluidos, 1921, c-8.
520. Idem.
534. El Porvenir, Monterrey, 3 de abril de 1921. p. 1.
521. El Porvenir, Monterrey, 23 de octubre de 1922. p. 1 y 3.
535. El Porvenir, Monterrey, 19 de junio de 1921. p. 1.
522. Idem.
536. Idem.
523. El Porvenir, Monterrey, 24 de octubre de 1922. p. 1 y 3.
537. AGENL, Informe del gobernador del Estado Nicéforo Zambrano, 16 de septiembre de 1919. s/p.
524. Idem. 538. AGN, D. de T., c-207, e-44. 525. AGN, DGG, queja elevada por el FRSO al Secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, con fecha del 23 de mayo de 1923.
539. AGN, D. de T., c-400, e-3, f-106-107. 540. AGN, D. de T., c-206, e-1.
526. AGENL, Concluidos, 1922, 19 de mayo, decreto 71.
541. El Porvenir, Monterrey, 20 de noviembre de 1922. p. 1 y 4.
527. AGENL, Concluidos, 1921, c-8, e-37. 528. Idem. 529. Anuncio del paro por Jesús Ferrara, en AGENL, Concluidos, 1921. 530. El capital invertido en las fábricas de ladrillos rebasaba el medio millón de esos en la
164
542. El Porvenir, Monterrey, 21 de noviembre de 1922. p. 1 y 4. 543. Entre los nuevos empresarios surgidos durante la revolución figuraban en la compañía: Julio Derby, Juan M. Fernández, José F. Farías, Gabriel Romero y Pedro Lozano, El Porvenir, Monterrey, 19 de junio de 1921. p. 1.
Monterrey: origen y destino
544. El Porvenir, Monterrey, 20 de noviembre de 1921. p. 1. 545. El capital inicial era de 25 mil pesos, AGENL, Concesiones, c-25, e-275. 546. AGENL, Concluidos, 1920, c-4. 547. El Porvenir, Monterrey, 15 de abril de 1923, secci贸n V: 4. 548.AGENL, Concesiones, c-26, e-277.
165
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
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CAPÍTULO II INDUSTRIA 1. Desarrollo económico (1890-1940) El sector industrial en México En la actualidad en México la actividad industrial y el sector comercial y de servicios son los factores más importantes en la generación del producto nacional. Éstos contribuyen con más de cuatro quintas partes del total y proporcionan empleo a más de tres cuartas partes de la población económicamente activa del país. Después de una etapa crítica, debida al movimiento revolucionario que conmovió a México durante la segunda y parte de la tercera década del siglo XX, el gobierno mexicano (particularmente a partir de la década de los cuarenta) creó una serie de condiciones favorables de carácter financiero para estimular la inversión extranjera y para participar de forma directa a través de la industria pública y privada en prácticamente todos los rubros de la economía nacional. En este marco, la industria manufacturera y el resto de las actividades económicas fueron recobrando vitalidad y crecieron a ritmos muy altos. Durante los primeros años (1952-1970), la orientación básica buscó la sustitución de las importaciones de bienes de consumo con el objetivo de lograr la consolidación de las fábricas y equipos de transporte, de productos químicos y de maquinaria, entre los sectores más importantes; sin embargo, las importaciones de productos intermedios y de bienes de capital continuaron y continúan siendo significativas. Este proceso de crecimiento industrial y comercial siguió un patrón concentrado geográficamente, ya que las áreas metropolitanas de la Ciudad
de México, Monterrey y Guadalajara generan las dos terceras partes de la producción nacional de manufacturas. Por su parte, las restantes ciudades del país disponen, en general, de un relativo bajo nivel de industrialización y de una estructura productiva poco diversificada, orientada principalmente a la producción de alimentos, prendas de vestir y otros bienes de consumo no duradero. En México, las plantas industriales se caracterizan por una estructura con múltiples establecimientos medianos y pequeños, además de un reducido número de grandes empresas que aportan una proporción sustancial de la producción, como es el caso de la industria básica que conforma el núcleo central para el abastecimiento de los restantes sectores productivos. El futuro es promisorio para las actividades económicas, y un ejemplo de este dinamismo, visto históricamente en el transcurso del siglo XX, es el que se desarrolló en Nuevo León, y de forma particular en el Área Metropolitana de Monterrey (en adelante AMM). En este apartado veremos cómo se fue consolidando el AMM y en particular el municipio de Monterrey, como una de las urbes con mayor actividad industrial, comercial y financiera en México.
Los inicios (1890-1910) El despegue del capitalismo industrial en Monterrey, a partir de 1890 y particularmente en 1900,
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modifica profundamente el funcionamiento de un del planeta, por los poblados fronterizos de Piedras sistema económico donde la industria se afirma Negras y Laredo. Esta accesibilidad hacia el norte, como el sector dominante del siglo, al imponer su aunada a las facilidades aduaneras estadounidenses ritmo de crecimiento y fluctuación y modificar una de la época, permitió cubrir parte importante de la sociedad donde el empresario y el obrero industrial demanda de metales industriales no ferrosos genese reafirman como actores sociales fundamentales rada en el mercado de la Unión Americana. La salien la estructura social. Entre 1890 y 1910 quedó fun- da al mar giró hacia el puerto de Tampico. Al mismo dada la industria básica de la ciudad, provocando tiempo, y en dirección opuesta, se comunicó con una verdadera revolución (Flores, 1991; Vizcaya, algunas plazas del occidente mexicano. En agosto 1971). En el número relativamente considerable de factores que determinan el despegue industrial, se encuentran esencialmente dos: el primero consiste en la demostración de solidez que proyectó el mercado interno mexicano, articulándose en buena medida con el mercado allende el Bravo; y el segundo estaría condicionado por la política socioeconómica nacional del régimen liberal de Porfirio Díaz e implementada en esta región por el benemérito general Bernardo Reyes (gobernador de Nuevo León entre 1885 y 1909). Las bases de este despegue indus- La llegada del telégrafo y del teléfono a principio del siglo XX, facilitó las transacciones comerciales. trial se encuentran en la sutura del ferrocarril (1882-1891) que atraviesa la ciudad de Monterrey por sus cuatro puntos cardinales y la de 1888, el tendido ferroviario hacia la capital de la conectan hacia uno de los mercados más vigorosos república, vía Saltillo-San Luis Potosí, quedó concluido definitivamente (Cerutti, 1983; Vizcaya, 1971). Entre los hombres de empresa que celebraron estos jugosos contratos se encontraban el general Gerónimo Treviño, Emeterio de la Garza y el coronel J.A. Robertson, siendo este último uno de los ejemplos más convincentes, en este periodo, del arribo sistemático del capital estadounidense (Vázquez y González, 1987). La llegada del telégrafo (1881) y del teléfono a principio del nuevo siglo facilita las transacciones comerciales. La metamorfosis de la estructura productiva hacia el En agosto de 1888, el tendido ferroviario hacia la capital de la república, vía Saltillo-San Luis dinamismo industrial se respaldó Potosí, quedó concluido definitivamente.
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Monterrey: origen y destino
y auspició por el poder gubernamental. La legis- diciembre de 1898, en su única visita oficial a la urbe lación estatal aseguró a toda aquella empresa que bautizada por Andrés Molina Enríquez como la ciufuera consideraba de utilidad pública importantes dad de las industrias de fuego (Molina, 1910). En esa exenciones de impuestos tanto estatales como mu- ocasión se organizó en su honor un gran baile, el 21 nicipales, facilidades en ubicación y accesibilidad a de ese mes en el Casino de Monterrey. Los maeslos servicios públicos, vías de comunicación, infra- tros de ceremonia fueron el presidente municipal, estructura urbana, entre otras (Flores, 1991). el connotado empresario Adolfo Zambrano –hijo de Los capitales previamente acumulados en Gregorio Zambrano– y Francisco G. Sada, gerente Nuevo León, a través de diversos modos como las de la compañía cervecera más grande del país: Cercoyunturas de la guerra civil estadounidense (1861- vecería Cuauhtémoc. En la mesa de honor, senta1865); el contrabando –el cual recibió un golpe mor- dos al lado del presidente, se encontraban el gobertal en 1870 con la ley federal de contraresguardo–; nador Bernardo Reyes y los ministros de Hacienda y finalmente la especulación, apropiación y relativa y de Gobernación. Entre otros invitados destacaban explotación de la tierra, convergieron aventurera- las gallardas figuras nuevoleonesas de los generales mente para embarcarse en uno de los progresos jamás imaginados en población alguna en México (Flores y Olvera, 1988). En 1910, los industriales de Monterrey demostraron su capacidad empresarial en los fríos números divulgados por la administración pública. Solamente las dos más grandes fábricas de la metalurgia básica, aunadas a la única empresa siderúrgica en América Latina –asentadas todas ellas en Monterrey, generaron valores por 300 millones 400 mil pesos frente a los 5 millones 700 mil arrojados por el sector agrícola estatal (Flores, 1991ª). Para mediados de la primer década del siglo XX, Nuevo León producía el mayor porcentaje de valores industriales en el país con un 13.5 por ciento, superando el 11.7 y el 11.2 por ciento producidos por el Distrito Federal y el estado de México, respectivamente (Rosenzweig, 1974). Este proceso irreversible donde la industria se reafirma como el motor económico de Nuevo León se basó en un clima de convivencia social, política y económica sin precedentes entre los principales actores sociales en el estado. El mejor ejemplo es el recibimiento La compañía Minera, Fundidora y Afinadora de Monterrey, conocida como la Fundición número 2, logró exención de impuestos por el término de veinte años. que tuvo el presidente Porfirio Díaz en
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de división, veteranos de la lucha contra el imperio de Maximiliano de Habsburgo y exministros de la guerra, Mariano Escobedo, Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo (La visita..., 1898 y Pérez-Maldonado, 1950). En efecto, libre de la incursión de las tribus nómadas hostiles (el último ataque a Monterrey fue en la década de los setenta del siglo pasado) e impulsado por el boom económico, el centro urbano de Monterrey se metamorfoseó de una manera violenta. El centro de actividad se desplazó hacia las grandes fábricas situadas en la periferia, o bien hacia la estación del ferrocarril, la cual no dejó de proyectar sus ramales a las industrias procesadoras de metales. Las grandes plantas metalúrgicas iniciaron el despegue de 1890 (Flores, 1993, Rojas, 1997 y Vizcaya, 1971). La Compañía Minera, Fundidora y
llones de pesos, con capacidad para beneficiar 400 mil toneladas de mineral al año. Junto con la Fundición número 2, dio empleo a más de mil seiscientos obreros citadinos. La tercera empresa de estas dimensiones fue la Cervecería Cuauhtémoc, la cual nace de una concesión otorgada por el Gobierno del Estado el 16 de diciembre de 1890 al empresario regiomontano Isaac Garza y al empresario estadounidense J.M. Schnaider. Con una inversión inicial de 125 mil pesos, la empresa establecida con el objeto de producir hielo y “cerveza de exportación” logró una exención de impuestos por el término de doce años. Las operaciones iniciaron a fines de 1891 y originalmente la producción anual de la Cervecería fue de 60,000 barriles de cerveza y 8,000 toneladas de hielo. La expansión de la empresa aprovechó la estabilidad social y política que brindó el dilatado régimen de don Porfirio Díaz. Para 1900, el capital se elevaba a 2 millones de pesos, y para 1909 éste era oficialmente de 5 millones. Al final del régimen del general Porfirio Díaz, la industria cervecera regiomontana tenía una capacidad de producción de 300 mil barriles de cerveza al año. Embotellaba diariamente 300 mil unidades y producía 750 toneladas de hielo, empleando 1,500 obreros (Flores, 1991). El centro de actividad se desplazó hacia las grandes fábricas situadas en la periferia de la ciudad. Nuevas empresas surgieron en los albores de la ReAfinadora Monterrey, mejor conocida como la Fun- volución, siendo entre otras: Cementos Hidalgo dición número 2, logró exención de impuestos por (fundada en el municipio de Hidalgo en 1905) que el término de veinte años. Inicialmente operó con para 1913 tenía un capital de 2 millones de pesos; un capital de 600 mil pesos y lo elevó a 8 millones la Compañía Vidriera Monterrey, S.A. constituien 1904. La Fundición número 3, conocida poste- da el 28 de diciembre de 1909 representando a la riormente como la American Smelting and Refining comunidad de accionistas Isaac Garza y Francisco Co. (ASARCO), obtuvo la concesión de 1890 con Garza Sada (su antecesora era una compañía llael mismo plazo de exención de impuestos que la mada Fábrica de Vidrios y Cristales de Monterrey Fundición número 2. Esta planta fue impulsada fundada en 1899 y clausurada cuatro años después). totalmente con capital norteamericano de la familia En 1906, Joel Rocha y su cuñado Benjamín Salinas Guggenheim. En 1909 su capital contempló 10 mi- establecieron en Monterrey una fábrica de muebles
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de madera y camas de latón y fierro, empresa madre de lo que sería una de las cadenas de tiendas comerciales más grandes y antiguas de México: Salinas y Rocha. A estas empresas se sumaban las añejas empresas textiles Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Fama de Nuevo León (fundada en el municipio de Santa Catarina en 1854), la Fábrica de Hilados y Tejidos El Porvenir (fundada en lo que hoy es el municipio de Santiago en 1871), la Fábrica de Hilados y Tejidos La Leona (fundada en el municipio de Garza García en 1874) y Ladrillera Monterrey, fundada en este municipio en 1891 (Flores, 1991). El comercio a principios de siglo también interactuaba con la actividad industrial. Para fines del Porfiriato se estimaba que el capital invertido en este rubro en Nuevo León era de 40 millones de pesos. De éstos, 30 millones se concentraban en la ciudad de Monterrey con mil 110 giros comerciales. Los principales artículos que se comerciaban de Monterrey eran aquellos que producía la propia industria de la ciudad, así como los productos agrícolas de la región que se concentraban en las principales casas comerciales o bien en los mercados populares como era el caso del Mercado Juárez. Entre otras mercan-
A las nuevas empresas se sumaban las añejas fabricas textiles como
Las industrias de Monterrey eran reconocidas en su ramo como la vanguardia nacional.
cías estaban: lienzos de algodón y lana, jabones, piloncillo, azúcar, maíz, frutas, ixtle, licores, cerveza, pieles, productos de hierro, entre otros. Los vendedores ambulantes, llamados entonces pacotilleros, no rebasaban, según el censo de 1900, el número de 40 en la capital del estado (Mendirichaga, 1983). Sin embargo, la forma más sublime de concentración lograda por el empresariado de Monterrey fue la implantación de la primera siderúrgica en toda América Latina. La Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, constituida en de 1900 y puesta en operaciones en 1903 por las principales familias locales y por una mínima parte de capital extranjero representado por los franceses León Honorat y León Signoret, por el español Antonio Basagoiti y por el estadounidense Tomas Braniff. Al arrancar, con una inversión inicial de 10 millones de pesos, pudo permitirse el lujo de adquirir la maquinaria más sofisticada, como lo fue el convertidor Bessemer –que transforma directamente el arrabio en acero–, y los hornos de aceración tipo Siemens-Martin, capaces de producir acero a través La Fama y El Porvenir. de la fusión del arrabio con hierro
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
de bajo contenido en carbono. Sus productos fueron absorbidos casi totalmente por un pujante mercado interior, sobre todo por la expansión del ferrocarril. Situación totalmente diferente a la de la etapa revolucionaria (1910-1920), en que desarticulada temporalmente de las zonas de abastecimiento y consumo, su producción se volcó irremediablemente a las fábricas de implementos de guerra del mercado estadounidense. En el año del centenario del inicio de la Independencia de México (1910), empleaba dos mil obreros en sus diferentes departamentos como, entre otros: el Horno Alto, con capacidad para 500 toneladas diarias; los tres Hornos de Aceración, con 300 toneladas de manejo por unidad; cinco trenes laminadores con 25 máquinas de vapor para la producción de acero estructural, comercial y rieles de ferrocarril con mil toneladas diarias de capacidad; taller de reparación para la maquinaria interior, y
El Faro del Comercio conmemora el centenario de la Cámara Nacional de Comercio del estado de Nuevo León, organismo cúpula del sector económico de Monterrey.
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fundición que producía piezas para maquinaria, columnas de fierro vaciado y ruedas de ferrocarril. Los talleres estaban dotados de 15 grúas eléctricas, nueve locomotoras y tres grúas locomotoras que rodaban sobre 25 kilómetros de vía propia en los terrenos en que estaba asentada la empresa, y que abarcaban más de un millón de metros cuadrados (Flores 1991ª). La potencia total consumida por el movimiento de sus talleres –equivalente a 30 mil caballos de fuerza- era suministrada en su mayor parte por la planta de fuerza de la ciudad. Todas estas grandes empresas se convirtieron en el catalizador que puso en operación un aumento en el número de fábricas y talleres de carpintería, herrería, fábricas de muebles y demás bienes de consumo duradero. También se incrementó el número de servicios y obras urbanas. La producción, sobre todo la minera e industrial, tendió a convertirse en negocios firmes y lucrativos. Este dinamismo exigió más capitales y engendró más y nuevos pequeños y medianos empresarios. En resumen, hasta ese año el capital local sobre el extranjero en el sector industrial no era comparable con ninguna otra parte del país. El empresariado nativo poseía en inversiones, a principios de siglo, casi 20 millones de pesos, en contrapartida a los 3.4 millones de dólares en manos de los estadounidenses –de los cuales 2.5 millones se concentraban en la planta de los Guggenheim–, y los 400 mil dólares de inversión europea (Flores y Cerutti, 1997). Las industrias de Monterrey eran reconocidas en su ramo como la vanguardia nacional, basta leer lo expresado por la Memoria de la Secretaría de Fomento correspondiente a 1910-1911: [...] para extraer el fierro de nuestros ricos y abundantes yacimientos se emplean desde el primitivo procedimiento catalán, como pasa en las pequeñas ferrerías en la Sierra de Oaxaca y de otros lugares, con lo cual se pierde el 30 y hasta el 40 por ciento del metal, hasta los altos hornos que funcionan en Monterrey y que... representan y resumen los esfuerzos metalúrgicos de cerca de un siglo (Memoria de la Secretaría de Fomento, 1912: X).
Monterrey: origen y destino
La suntuosa celebración del centenario no pudo ofrecer un marco más espléndido para celebrar, con gran jolgorio, un importante ciclo de progreso económico cuya tarea civilizadora hizo de Monterrey la prefigura de la ciudad mítica del expresionismo: mecanizada, triste, trituradora de energía. Revolución y reconstrucción nacional (19111940)
Los empresarios y sus organizaciones La caída del antiguo régimen y la irrupción del movimiento revolucionario que auguraba el desquiciamiento de la actividad económica influyeron en la pronta reorganización de los empresarios comerciales e industriales en Nuevo León. En consecuencia, se reanudaron las actividades de la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey (CANACOM), a fines de 1911, después de doce años de inactividad. Estas agrupaciones tenían, desde 1908, un marco jurídico nacional con la creación de la primera Ley de Cá-
El Centro Patronal de Nuevo León fue creado a iniciativa de Luis G. Sada en 1929.
maras de Comercio. A través de ella se legalizaba la colaboración entre el poder público y el privado. En efecto, las Cámaras de Comercio no sólo aglutinaban a los pequeños y grandes comerciantes, sino también –y el caso de Monterrey es ilustrativo– a los terratenientes, a los dueños de fundos mineros y a los promotores del desarrollo financiero e industrial. Por ello, no sorprende que quedara constituido por fusión, en mayo de 1921, el organismo cúpula del sector económico de Monterrey: la Cámara Nacional de Comercio, Industria y Minería del Estado de Nuevo León (CANACOIM). Este organismo perdurará hasta principios de la década de los cuarenta. Fue de esta forma como el empresariado industrial, comercial y financiero de Monterrey, la convirtió, hasta 1940, en la organización más sólida para sortear la crisis social, económica y política que acarreó el movimiento armado. Cabe destacar otras asociaciones menores que facilitaron la organización de los comerciantes, como lo fueron la Unión de Comerciantes al Menudeo y Pequeños Industriales de Monterrey, fundada en 1921, y la Cámara de Propietarios de Nuevo León, creada durante la etapa armada (Flores y Olvera, 1988). La CANACOM siempre evidenció en estos años una fuerte voluntad de liderazgo político, siendo capaz, incluso, en momentos de vacío de poder, de hacerse cargo del aparato estatal local. Durante la administración directa del poder político en momentos históricos coyunturales del proceso revolucionario –1915-1920– solucionó temporalmente los problemas cotidianos: correo, cabildo, policía urbana, etcétera. En momentos de escasez se importó maíz y se controló la distribución de los productos de consumo básico a bajo precio y en ocasiones gratuitamente, a través de la creación de centros distribuidores en diferentes puntos de la ciudad de Monterrey y en el estado. La comuna empresarial –como se le llamó en su época a la administración de la ciudad por la CANACOM- resistió la dispersión del poder central y se robusteció en Monterrey y en la entidad como el poder regional más homogéneo y fuerte de la nación. Los fondos de auxilio a la población para el abasto y distribución de los productos primarios y los continuos préstamos a los gobiernos locales
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Luis G. Sada dirigió la COPARMEX.
revolucionarios y posrevolucionarios –por parte del empresariado y comerciantes– crearon una vasta red de poder empresarial que condicionó, en gran medida, la aplicabilidad del programa de reforma social y económica del constitucionalismo en su etapa más radical.1 Y no sólo eso, sino que proyectaron a toda la nación su visión económica del proyecto nacional en plena época revolucionaria (Flores, 1993ª). La participación nacional en altos puestos de decisión por parte del empresariado de Monterrey data desde el triunfo mismo del constitucionalismo. La presencia activa del bloque homogéneo de comerciantes e industriales locales en los Congresos Nacionales –que darán forma a las Confederaciones de Cámaras de Comercio e Industria–, los lleva a asumir el liderazgo empresarial durante la conformación del Estado postrevolucionario. El 13 de septiembre de 1918, ante 28 delegaciones industriales, se constituyó en México la Confederación Nacional de Cámaras Industriales, siendo elegido como primer presidente el español don Adolfo Prieto. Éste no sólo era representante de la industria textil del estado de México, sino que también era presidente, desde 1906, del consejo ejecutivo de la
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siderúrgica de Monterrey. Un año antes, al constituirse la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO), los empresarios de Monterrey ya habían logrado sobresalir. En esa ocasión, ante el pleno de 37 delegaciones comerciales, la primera comisión ejecutiva quedó presidida por el industrial de la cerveza Enrique Sada Muguerza. Los ejes de negociación de estas organizaciones ante el poder público emergido de la revolución giraron sobre tres aspectos básicos, todos estaban relacionados con el papel que le confería la Constitución de 1917 al nuevo gobierno. El primero de ellos fue el papel del Estado en la economía, particularmente la aplicación del artículo 27. El segundo, la delimitación del campo de acción y participación de la actividad privada en el desarrollo económico. Y, finalmente, en la especificidad de las relaciones obrero-patronales. La injerencia del Estado en la economía, la crisis económica de 1929, y la discusión gubernamental sobre el Código Federal del Trabajo, antecedente inmediato de la Ley Federal del Trabajo promulgada en 1931, presionaron a los empresarios de Monterrey a crear organismos de defensa a sus intereses. Fue así como, a iniciativa del industrial Luis G. Sada, se creó, en 1929, el Centro Patronal de Nuevo León. Esta alternativa de organización empresarial, innovada por los industriales de Monterrey, pronto se proyectó a escala nacional. El llamado Grupo Patronal, encabezado por el mismo Luis G. Sada, resolvió crear, en septiembre de 1929, un organismo de carácter nacional. Entre los objetivos iniciales se contempló no sólo crear una agrupación que superara las limitaciones existentes, sino que también fuera una organización independiente del poder público, para garantizar así el respeto de los intereses del capital. Fundamentada en la fracción XVI del artículo 123 de la Constitución, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) sería de tipo sindical y estaría dirigida –entre otros industriales– por Luis G. Sada.2
Monterrey: origen y destino
Esta organización patronal, que incluso actualmente es símbolo del poder organizativo del sector privado en México, fue la proyección más elaborada que partió de la estructura orgánica del sector económico de Monterrey. Es decir, la experiencia del empresariado de Monterrey al crear un organismo local cúpula –desde 1883 hasta 1940que aglutinara a todos los patrones sin importar el sector de producción del que procedieran, ni su participación en otras organizaciones o cámaras, les facilitó proyectar nacionalmente, a través de la COPARMEX, una conciencia de clase empresarial diferente a todos los demás grupos sociales existentes en el país.
Crisis y repunte de la industria La situación de la sociedad regiomontana después de una década de guerra civil distaba mucho de la sociedad de 1910. A principio de la tercera década del presente siglo, las industrias, el comercio y las finanzas volvieron a reactivarse. El repunte económico que se inició en la región a fines del carrancismo era tímido pero constante; la Revolución había respetado en lo fundamental los intereses de los empresarios. Para 1916 la mayoría de los indus-
triales exiliados había regresado para ampliar sus inversiones, diversificarse y adaptarse a las nuevas circunstancias políticas. La articulación del proyecto empresarial de Monterrey al mercado allende el Bravo se profundizó. Su relación con él, a principios de siglo, era sólo de carácter complementario, ya que el grueso de la producción iba dirigido al pujante mercado nacional de fines del Porfiriato. Con el arribo de la revolución, el mercado nacional se desarticuló y los escasos mercados regionales se contrajeron. Lo sucedido en esta época lo ejemplifican con suma elocuencia las cifras de producción que registraron dos de las más grandes compañías industriales del periodo. La que indudablemente resintió en forma dramática las consecuencias y los alcances destructivos de la Revolución fue la industria siderúrgica. La Compañía de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., vio mermarse su producción en los diferentes departamentos al grado que algunos de ellos cerraron por varios años. La cifra de producción de acero que registró en 1911, 85 mil toneladas, no llegaría a ser rebasada hasta 1928. Por su parte, el Departamento de Ventas de la compañía decayó de seis y medio millones de pesos en 1911, a menos de cien mil en 1915, por el concepto de entradas por ventas de mercancías. La Cervecería
El Grupo CEMEX tiene origen en 1906 y fue una de las primeras fábricas cementeras del país.
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Cuauhtémoc no escapó día y noche. En esta al impacto demoledor de última el Alto Horno la crisis económica. En permanecía encendido 1914, los administradores más de seis meses. Por de la compañía cervecera lo tanto si anteriormente se quejaron sobre la caíse ocupaban dos turnos da de las ventas que llepara cubrir un día, ésgaron a representar más tos se elevaron a tres. A del 50 por ciento de lo esto se sumó el derecho vendido en el transcurso de huelga y el reconocide 1909. Sin mencionar miento de algunas orgapor supuesto las pérdinizaciones sindicales. das calculadas en casi Bajo este panorados millones de pesos ma, el mercado exterior por el gerente Francispasó a ser un área prioco G. Sada, durante los ritaria para los empresaocho meses de incautarios. La expansión del ción que sufrió la emmercado externo en una presa por las autoridades etapa coyuntural, como carrancistas. En 1909, lo fue la guerra europea esta compañía empleaba La actividad corporativa en Monterrey data de finales de la década de –a partir de 1917 cuando los veinte. los Estados Unidos ina más de mil quinientos obreros en diferentes gresan en la contienda–, actividades dentro de la fábrica. En 1916, en pleno revitalizaron la economía. Nuevamente el ejemplo declive económico, las instalaciones de la compañía de la siderúrgica es gráfico: la Fundidora de Fierro albergaban a no más de 300 trabajadores y emplea- y Acero de Monterrey pasó de proveer, en 1910, dos de confianza (Flores, 1987). casi exclusivamente al mercado nacional, a volcar, Los empresarios enumeraron los factores en 1918, 80 por ciento de su producción al mercado adversos que dieron forma a esta situación. Por un estadounidense y cubano. Por su parte, el mercado lado se encontraron las causas que directamente se interno se nutría de nuevos y ansiosos inversionisrelacionaban con los estragos materiales causados tas que dieron impulso a la economía local. A partir por el conflicto armado. Éstos eran: la falta de comu- de 1919, la proliferación de negocios aumentó. Esta nicaciones y material rodante de ferrocarril; escasez nueva expansión del mercado externo e interno esde combustible, de materias primas y de refacciones tuvo ligada a la diversificación de las inversiones, a para la industria; y la crisis monetaria que atravesó la introducción de cambios técnicos en la productodo el país, en particular al final de la segunda dé- ción y a un mayor control del emergente movimiencada. Por otra parte, se encuentran las consecuen- to obrero (Flores, 1995, 1994, 1993ª y 1989). cias sociales: las nuevas disposiciones laborales que exigieron disminución en las horas de trabajo –ocho Nuevas industrias horas diarias máximo cuando regularmente se laboraban doce– y un desembolso mayor en salarios y Entre 1920 y 1940, la infraestructura industrial de prestaciones a los obreros. Monterrey, y en menor medida en el estado, se Estas últimas consecuencias eran tanto más fortaleció no sólo con la consolidación de algunas importantes para la industria pesada de Monterrey, empresas fundadas durante el antiguo régimen, sino especialmente para la siderúrgica, pues laboraban también con la constitución de industrias nuevas.
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Monterrey: origen y destino
principio la estrategia a seguir, ya que ahorra buen número de brazos –dijo la gerencia en 1923–, pues el propósito de la empresa al introducir esta nueva organización es mantener sus instalaciones y sus sistemas al más alto grado de perfeccionamiento, única forma de que puedan subsistir, dentro de la competencia, todas las industrias […] (Flores, 1991:248). Issac Garza, presidente de la fábrica, comentó orgulloso –en una entrevista realizada por un periódico local ese misFábrica de galletas y pastas La industrial. mo año– que era “la primera industria de vidrio en gran esEl origen del Grupo Cementos Mexicanos cala con éxito en nuestro país” (Flores, 1993:66). (CEMEX), una de las primeras fábricas cementeras Para satisfacer la demanda de nuevos productos, en el país, data de 1906, año en que se fundó, en el se formó un departamento de cristalería en 1927. municipio de Hidalgo, Nuevo León (30 kilómetros Un europeo, soplador de vidrio, fue puesto como al noreste del AMM). Catorce años después, en encargado en esta sección para entrenar un grupo 1920, fue fundada la otra empresa que completaría selecto de trabajadores, éste formó en diez años a la base de arranque del futuro grupo cementero: trabajadores especializados en el área de cristalería. Cementos Portland Monterrey, S.A., ubicada en la Es precisamente en 1936 cuando el departamento ciudad de Monterrey. El 8 de junio de 1920, cinco se transforma en una nueva empresa ligada a la emmiembros de la familia Zambrano, dos de la dinas- presa primigenia: Cristalería, S.A. Es también en tía de los Madero –Alfonso y Salvador– y Santiago 1927 cuando se construye una planta productora de Belden, entre otros, constituyeron esta compañía. vidrio plano. Ésta se realizó en coinversión con inAl adquirir un terreno mayor a las dieciséis hectá- dustriales de Bélgica en el ramo, a fin de construir y reas del empresario Vicente Ferrara, presentaba una poner en operación dicha planta. En junio de 1928, capacidad de producción, para 1923, de cuatro mil los empresarios del vidrio en Monterrey firmaron sacos diarios de cemento, bajo un capital de un mi- el primer contrato con empresarios estadounidenllón 200 mil pesos (Flores, 1993 y 1991). En 1931, la ses, el cual originó, en 1930, la llegada del primer fusión de ambas empresas en una sola denominada gasoducto desde Texas a Monterrey, y por ende Cementos Mexicanos, S.A., da como consecuencia a abastecer del vital energético (gas natural) a las el surgimiento de la piedra angular del grupo indus- industrias del vidrio (Flores, 1994ª). Para los años trial actual (Caintra, 1983). treinta, su actividad estaba dividida en tres áreas: la En cuanto a la compañía Vidriera Monte- producción del envase, cristalería y la de vidrio plarrey, su planta fue ampliada en 1923, y alcanzó una no. Para satisfacer la creciente demanda de envases capacidad de 150 mil piezas de vidrio por día, desti- de vidrio en el centro del país, se creó la empresa de nadas a embotellar cerveza, vino, droguería, alimen- envases Vidriera México, S.A., entre 1934 y 1936, tos, entre otros productos. La sustitución de la vieja en la Ciudad de México. Dos compañías más fuemaquinaria por otras más sofisticada fue desde el ron creadas en 1936 al modernizarse sus respectivos
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
departamentos en la empresa madre: Vidrio Plano, Monterrey a fines del siglo XIX, Santiago Clariond S.A. y Cristalería, S.A. (Cordero, 1977 y Flores y Desdieau, quien contrajo matrimonio con la joven Olvera, 1988). María del Consuelo Garza. Clariond Desdieau funEs también en 1936 cuando se creó una de dó, en compañía de sus dos cuñados (Arturo y Eulas tres primeras sociedades corporativas en Monte- genio Garza), y con un capital de 14 mil pesos, un rrey, me refiero a Fomento de Industria y Comercio negocio de venta de ropa al mayoreo y abarrotes al (FIC), empresa predecesora de Vitro, S.A. (las otras menudeo, denominado Garza Hermanos y Compados son Industrias Monterrey, S.A. y Valores Indus- ñía. A pesar de que Clariond Desdieau falleció el 30 triales, S.A.). Esta sociedad controladora de cartera de abril de 1921, y el negocio original de ropa y abaera la principal accionista de las empresas del primi- rrotes se disolvió, a principios de la década de los genio grupo: Vidriera Monterrey, S.A., Vidrio Pla- treinta, su viuda y dos de sus hermanos, junto con no, S.A., Cristalería, S.A., y Vidriera México, S.A. Eugenio Domínguez, fundaron la sociedad llamada (Flores y Dávila, 1996). Centro Mercantil de Monterrey, S.A. el 20 de abril Otra de las empresas insignes de Monte- de 1932. Es ésta la sociedad primigenia de lo que serrey inició sus trabajos en los años treinta, teniendo ría cuatro años después Industria Monterrey, S.A., como antecedentes el comercio y la industria del misma que fue fundada por los mismos empresavestido. Industrias Monterrey, S.A. se creó jurídica- rios, aunados a ellos el hijo de Clariond Desideau mente el 14 de febrero de 1936 en la ciudad de Mon- y María del Consuelo: Eugenio Clariond Garza. La terrey. Los socios fundadores fueron: Arturo Garza, base de Industrias Monterrey fue y es hasta hoy la Roberto Garza, Eugenio Clariond Garza, Eugenio División Acero. La Planta Galvanizadora de LámiDomínguez y María Garza viuda de Clariond. Tal y como sucedió con las sociedades controladoras creadas por la familias Garza y Sada en 1936, Fomento de Industria y Comercio, así como Valores Industriales; IMSA aparece como una empresa controladora más. IMSA nace como una entidad que agrupa las principales acciones de cuatro industrias: Fábrica de Ropa La Sultana, Molino de Trigo Nuevo León, Fábrica de Artefactos de Madera La Sultana El Centro Mercantil de Monterrey fue creado en 1932. Esta sociedad fue primigenia de lo que posteriory la Planta Galvanizadora mente sería Industrias Monterrey S.A. de Lámina La Sultana. Las actuales familias (y principales accionistas del grupo), Clariond Reyes na inició sus trabajos con lámina de acero importada y Canales Clariond, son descendientes de Eugenio de Estados Unidos (Rojas, 1997). y María del Consuelo Clariond Garza, quienes a su La Cervecería Cuauhtémoc y sus empresavez fueron hijos del inmigrante francés que llegó a rios –y sucesores– fueron promotores y creadores,
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Monterrey: origen y destino
a la vez, de otras empresas y negociaciones insignes de la historia industrial regiomontana (Flores, 1993). Al buscar la integración vertical y horizontal del proceso productivo se fueron creando las industrias Vidrios y Cristales, fundada en 1899, clausurada en 1903 y refundada en 1909 con el nombre de Vidriera Monterrey; Fábricas Monterrey, en 1920 (fabricante de tapones y corcholatas, tapas para refrescos, gas carbónico, empaques de cartón, fundas y forros de cartón corrugado y papel engomado); Malta, en 1928 (empresa abastecedora hasta 1989 de productos alimenticios en las áreas de agricultura, ganadería, avicultura y porcicultura); y Empaques de Cartón Titán, S.A., en 1936 (productora de cajas de cartón corrugado).
nacional en constante expansión. Un año después la familia Santos procesaba su propia materia prima a través de un enorme molino de trigo que operaba en su nueva fábrica denominada Harinera Monterrey.
Banca y comercio
Las instituciones bancarias jugaron un papel importante en la canalización de recursos a las grandes compañías. Ya desde fines del Porfiriato, la banca consagró cada vez más sus servicios a la industria, como fueron los casos del Banco de Nuevo León (fundado en 1892) y el Banco Mercantil (1899). Las finanzas crecieron en importancia, después de las medidas de reorganización que en este sector llevó a cabo el gobierno federal a partir de 1925, con la fundación del Banco Único de Emisión: Banco de México. En 1925 se creó el Centro Bancario de Monterrey, A.C., influido por la Ley Federal de Instituciones de Crédito del 24 de diciembre de 1924. Por su parte, las financieras en México, especialmente a partir de la primera de Entre otras, en Monterrey se fundaron instituciones bancarias como: Crédito Industrial de Monterrey (1932), Banco ellas, fundada en Popular de Edificación y Ahorros (1934), Compañía General de Aceptaciones (1936), Financiera del Norte (1939). Monterrey en 1933 y denominada SoOtra de las grandes industrias que surgieron ciedad General de Crédito, S.A. (con un capital soal terminar la etapa armada se encuentra la fábrica cial autorizado de un millón y medio de pesos), se de Galletas y Pastas La Industrial (empresa madre crearon bajo la protección de la Ley General de Insdel grupo industrial GAMESA), que inició opera- tituciones de Crédito del 28 de junio de 1932, que ciones en 1925 con un capital inicial de 25 mil pe- incluía (a diferencia de la de 1924) por vez primera sos y 150 trabajadores. La demanda de productos en el sistema a las sociedades generales o financieras alimenticios tuvo una gran acogida en un mercado con el carácter de instituciones auxiliares de crédito.
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Éstas se concibieron como instrumentos para procurar la organización y el funcionamiento de empresas, y el otorgamiento de créditos a plazos y en condiciones que la banca de depósito no satisfacía. De tal forma se fundaron en Monterrey, en la década de los treinta (además de la mencionada Sociedad General de Crédito), las siguientes instituciones bancarias y financieras: Crédito Industrial de Monterrey, S.A., fundada el 29 de enero de 1932 con un capital social inicial de 500 mil pesos; el Banco Popular de Edificación y Ahorros, S.A., constituido el 2 de marzo de 1934 con un capital de 500 mil pesos; la Compañía General de Aceptaciones, S.A. (ahora Financiera Aceptaciones, S.A.) se creó el 29 de septiembre de 1936, con un capital igualmente de 500 mil pesos; Financiera del Norte se constituyó el 9 de diciembre de 1936, con un capital social de 300 mil pesos; y finalmente, el 20 de febrero de 1939 se fundó Financiera de Crédito, S.A. En cuanto a compañías de seguros se fundaron dos en este lapso, una fue la Compañía de Seguros Monterrey del Círculo Mercantil, S.A., el 8 de abril de 1937 y la otra fue Aseguradora del Norte, S.A., compañía de seguros contra incendios constituida el 4 de diciembre de 1939 con un capital autorizado de un millón de pesos (Flores 1997 y Morado, 1996). El comercio, después de una fuerte tendencia a la escasez de productos a mediados de la segunda década, se volvió a reactivar en la década de los veinte. Entre las nuevas tendencias que aparecen en estos años está la primer queja de envergadura de los comerciantes establecidos en el centro de la ciudad sobre la proliferación de comerciantes ambulantes en la calle Morelos (1925); la competencia desleal que tiene que afrontar el comercio con las personas que viajan y vuelven de la ciudad texana de Laredo con ropa para venta en las aceras de la ciudad (y a través del ofrecimiento de la mercancía casa por casa) a precios más bajos (1929);3 y el contrabando de mercancías (ropa calzado, etcétera) por automóvil de la frontera a Monterrey. Finalmente, en 1939, se instaló en la capital del estado el Comité Regulador del Mercado de Subsistencias, el cual
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empezó a fijar precios de venta al menudeo a artículos de primera necesidad, como frijol, maíz y chile.
2. Características del crecimiento industrial (1940-1985) Según el XII censo industrial de 1984, de los cuatro sectores económicos en Nuevo León –minería y extracción de petróleo, industrial manufactureras, electricidad y agua y construcción–, destacó el sector de la industria manufacturera, la cual representó 90.8 por ciento de los establecimientos, 88.5 por ciento del personal empleado, y 87.8 por ciento de la producción bruta total de la industria de la entidad. Es sintomático también que, en 1984, 95 por ciento de los establecimientos industriales se encontraban en el área metropolitana de la ciudad de Monterrey. Es debido a esta alta concentración y hegemonía del sector manufacturero sobre los otros sectores de la economía, lo que nos conduce a centrar el presente estudio sobre su comportamiento histórico y su situación actual. Este proceso de crecimiento económico, basado en la industria y sostenido por la infraestructura del AMM, así como por el sector comercial y de servicios, asumió el siguiente conjunto de características entre 1940 y 1985: mayor producción de bienes de capital y consumo duradero; concentración y centralización del capital; estrategias financieras y acumulación de capital y la creación de grupos industriales.
Mayor producción de bienes de capital y consumo duradero En el censo industrial de 1944, los subsectores industriales con mayor presencia en el sector manufacturero de Nuevo León continuaron siendo los siguientes: productos metálicos, maquinaria y equipo; sustancias químicas, productos derivados del petróleo y del carbón, de hule y de plástico; manufacturas de productos alimenticios e industrias metálicas básicas.
Monterrey: origen y destino
Estos cuatro subsectores industriales representaron 61 por ciento de las unidades económicas censadas; 70.4 por ciento del personal ocupado en el sector, y 79.7 por ciento de la producción bruta total del sector manufacturero en la entidad. Sin embargo, el sector manufacturero de Nuevo León, así como corroboró algunas tendencias que ya se venían dando desde décadas atrás, también mostró cambios importantes en su estructura industrial. En primer lugar evidencia “un cambio continuo hacia ramas modernas intensivas en capital, para la producción de bienes de capital” (Flores y Olvera, 1988:106). Esta tendencia es clara en algunos tipos de mercancías producidas en el área metropolitana de la ciudad de Monterrey. Mientras en 1970 la fabricación de maquinaria, aparatos, accesorios y artículos eléctricos y electrónicos sólo representaba menos de 5 por ciento del total de la producción industrial de la ciudad, este porcentaje se incrementó hasta 20 por ciento en 1984 (ver cuadro 1).
1. Esta información corresponde al Estado de Nuevo León. Sin embargo la aplicamos al AMM donde se concentra el 95% de la industria y de la producción bruta total de la entidad. Este avance de los bienes de capital y consumo duradero dentro de la estructura industrial del AMM se dio a costa de la producción de mercancías de bienes intermedios de algunas empresas. Éste fue el caso del subsector industrial de las empresas dedicadas a la industria metálica básica, las cuales, en 1980, aportaban 41.7 por ciento del total de la producción industrial del AMM. Este subsector industrial fue el que realizó, como ya vimos, una verdadera revolución en la época porfiriana, a fines del siglo XIX. La importancia de la industria metálica básica fue desde ese entonces emparentada con el desarrollo industrial de la ciudad de Monterrey, hasta los inicios de la década de 1980. La crisis económica de 1982 y el cierre en 1986 de la industria insigne de Monterrey, la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, fundada en 1900, repercutie-
Cuadro 1. Subsectores industriales por tipos de productos más importantes elaborados en el AMM entre 1960-1994. Porcentajes sobre el total de la producción industrial del AMM. Subsectores industriales y tipos de productos
1960
1970
1980
19941
Manufactura de productos alimenticios
16.6
13.0
7.6
19.8
Bienes intermedios
Fabricación de sustancias químicas, productos derivados del petróleo y del carbón, de hule y de plástico
7.8
9.5
10.7
23.3
Bienes de capital y consumo duradero
Industrias metálicas básicas
26.9
36.9
41.7
Fabricación de maquinaria, aparatos, accesorios y artículos eléctricos y electrónicos
4.9
12.6
26.9
9.7
51.3
64.3
72.4
79.7
Bienes de consumo Bienes no duraderos
Total
Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de INEGI, 1995; y SPP, 1962-1995.
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ron de manera negativa a este subsector industrial Concentración y centralización de capital del sector manufacturero (Flores, 1993). El parteaguas hacia una nueva y novedo- Como segunda característica del periodo 1940-1985 sa estructura industrial en el AMM lo establece el se encuentra un aceleramiento en la tendencia hacia censo de 1989, el cual cierra un ciclo de cien años la concentración y centralización de capital. de duración en Monterrey al mostrar a las empreDe las empresas industriales existentes en sas metálicas básicas con 1.7 por ciento de las uni- 1984 en Nuevo León, 92 por ciento son empresas dades censadas (0.6% para 1994), 6 por ciento del pequeñas, 6.1 por ciento medianas y sólo 1.9 por personal ocupado en el sector (3.5% para 1994), 6 ciento son consideradas grandes empresas. Estas por ciento del total de activos fijos netos y 10.6 por últimas poseen 67.2 por ciento del capital invertido ciento de la producción bruta total del sector ma- y emplean 50 por ciento de la fuerza de trabajo innufacturero, agudizándose esta tendencia para 1994 dustrial (Flores, 2000). cuando representó 9.7 por ciento (ver cuadro 2). Este subsector industrial muestra su declive por primera Cuadro 2. Sector manufacturero en Nuevo León, 1994. vez en un siglo y da paso a las em(PORCENTAJES) Valor de la presas productoNúmero de unidades Subsectores producción Personal ras de bienes de industriales económicas censadas bruta total ocupado capital y consumo 31.7 26.9 38.6 duradero (como Productos metálicos, maquinaria y equipo. Incluye inlas que fabrican strumentos quirúrgicos y de maquinaria, apa- precisión ratos, accesorios y 6.9 23.3 13.3 artículos eléctricos Sustancias químicas, producy electrónicos); a tos derivados del petróleo y del carbón, de hule y de los productores de plástico bienes interme21.8 19.8 15.0 dios, en especial Manufacturas de productos a las empresas fa- alimenticios. Incluye bebidas y tabaco bricantes de sustancias químicas, Industrias metálicas básicas 0.6 9.7 3.5 productos deriva6.1 9.5 10.9 dos del petróleo y Productos minerales no metálicos. Excluye los derivados carbón, de hule y del petróleo y del carbón de plástico y a las 9.9 3.4 9.0 empresas produc- Textiles, prendas de vestir e industria de cuero toras de minerales no metálicos; Papel y productos de papel, 10.5 5.7 6.2 y finalmente al imprentas y editoriales subsector indus12.5 1.7 3.5 trial de bienes Otros no duraderos, Total 100.0 100.0 100.0 manufacturador de productos ali- Fuente: Elaboración propia con datos del INEGI, 1995. menticios.
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Simultáneamente las industrias pequeñas La participación de la entidad en 1985 en (92%) tienen sólo 11.3 por ciento del capital total in- el Producto Interno Bruto Nacional (PIB), la ubivertido y emplean 24.2 por ciento de la fuerza de ca en cuarto lugar (con 5.9% del PIB Nacional) trabajo. Sin embargo, el concepto de pequeña em- por abajo del Distrito Federal (27.4%); del estado presa es engañoso. De la totalidad de las empresas de México (10.8%); y del estado de Jalisco, el cual bajo esta denominación, 75 por ciento son conside- aporta 6.9 por ciento. En efecto, estos tres estados radas microempresas, dan empleo a 9.8 por ciento y el Distrito Federal, aportaban 51.5 por ciento del del total de trabajadores y disponen de 3.5 por ciento total del PIB nacional (ver cuadro 3). del capital industrial invertido en el estado. Es- Cuadro 3. Participación de Nuevo León en el Producto Interno Bruto tas empresas, las cuales nacional (1970-1995). mantienen un promedio de 3.2 trabajadores por Porcentajes sobre el total Nacional unidad, ahondan más las diferencias con respecto a 1980 1995 1975 1985 1970 Entidad Federativa la categoría siguiente: la 25.2 27.4 26.1 27.4 27.6 Distitro Federal pequeña empresa. En efecto, si 11.0 10.7 10.2 10.8 8.6 Estado de México tomamos con mayor ri6.6 6.9 7.0 6.9 7.1 gurosidad esta categoría, Jalisco contemplamos que ésta, Veracruz 5.8 5.1 6.0 5.2 6.5 con sólo 16.2 por cien5.9 6.5 5.8 5.9 5.9 to del total de empresas Nuevo León existentes en el estado, Total 54.5 56.6 55.1 56.2 55.7 capta 14.4 por ciento del empleo y representa 7.8 por ciento del capital invertido (Flores, 2000). Continuando con el tema de la concentración y centralización de capital, de las 149 grandes Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de INEGI, 1995; y SPP, 1962empresas registradas en el AMM en 1984, sólo 31 1995. de ellas dominan el panorama industrial de Nuevo La presencia de Nuevo León en el rubro del León, ya que éstas emplean a más de mil empleados comercio exterior lo ubica con una participación, y concentran la mayor parte de capital invertido en en 1980, de 8.7 por ciento del total nacional en las esta categoría. Estas 31 empresas emplean casi 40 exportaciones y 7.7 por ciento en las importaciones por ciento del personal ocupado en la categoría de que realizó en ese año. La exportación e importagrandes empresas y 33 por ciento del total de la in- ción de productos en el estado –en una clara exversión industrial en el AMM. presión de la conducta nacional al respecto– estuvo A pesar de que Nuevo León sólo cuenta fuertemente centrada y dirigida a un solo país: los con 4 por ciento de la población total del país, su Estados Unidos. El 89.23 por ciento de las exporindustria generaba 12 por ciento del producto in- taciones estatales se dirigieron a la frontera norte, dustrial nacional y las exportaciones representan 15 mientras 91.02 por ciento de las mercancías que inpor ciento de la exportación manufacturera nacional gresaron a la entidad provenían de la misma nación (Flores, 2000). (Flores, 2000).
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Grupo VITRO incursionó en la Bolsa Mexicana de Valores en 1976.
La concentración y centralización también se acentuó en la elevada aglomeración de la población y de las actividades económicas en esta ciudad del norte oriental. El 95 por ciento de la industria de la entidad se concentra de manera espectacular en su área metropolitana. El 65 por ciento de las fábricas están asentadas en el municipio de Monterrey, 11 por ciento en San Nicolás de los Garza, 10 por ciento en Guadalupe, y las demás en los municipios metropolitanos restantes (Flores y Olvera, 1988).
El fenómeno de la conurbación del área metropolitana de Monterrey comenzó a partir de la década de los setenta, cuando las áreas urbanas de los municipios de Monterrey, Guadalupe, Garza García, San Nicolás de los Garza y Santa Catarina, se unen físicamente mediante la vialidad, transporte, fraccionamientos vecinos y una comunicación más fluida entre ellas, principalmente por el fenómeno de la industrialización de la zona (García Ortega, 1988; y Gobierno del Estado de Nuevo León, 1988). Para 1984, a través de un decreto del Ejecutivo del Estado se integran los municipios de Escobedo y Apodaca; y se declara la existencia de una zona conurbada, con la finalidad de que ésta participe en su desarrollo a través de una planeación unificada (Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, 23-I1984). Posteriormente se integraron dos municipios más, Villa de García y Juárez, conformando así lo que actualmente se conoce como el área metropolitana de la ciudad de Monterrey. Para 1986, fecha de la conformación oficial de lo que hoy conocemos como la superficie urbana
La crisis económica de los ochenta dio un duro golpe a los grupos corporativos, ejemplo de ello fueron los recortes laborales que tuvo que hacer el grupo industrial FEMSA .
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del AMM, ésta posee 36,097 hectáreas, de las cuales 69.0 por ciento lo conformaban tres de los nueve municipios: Monterrey (35.0%), Guadalupe (19%) y San Nicolás de los Garza (15%). En la distribución del uso del suelo urbano en el AMM destaca que 60 por ciento del área destinada a la vivienda se encuentra concentrada en los municipios de Guadalupe y Monterrey; 51.5 por ciento del total del área industrial está en Monterrey y San Nicolás de los Garza; y 43 por ciento del equipamiento propio de una urbe se encuentra en Monterrey (ver cuadro 4).
primario; el cual, para 1984, representaba 0.5 por ciento de la PEA total del área (ver cuadro 5). El crecimiento de la PEA, principalmente en la década de 1970 a 1980, obtuvo una tasa media anual de crecimiento de 5.4 por ciento, rebasando así a la población total (4.8%) (Gobierno del Estado de Nuevo León, 1988 y Vellinga, 1988). Este factor sienta las bases para una explicación de la tercialización de la economía local. En efecto, el acelerado aumento de la PEA y sus bajos niveles de calificación desbordan la capacidad de oferta de las actividades secundarias y obstaculizan en consecuencia el acceso a los empleos Cuadro 4. Usos del suelo urbano en el área metropolitana de la industriales. Esta conciudad de Monterrey, 1986. centración de la industria (Superficie en hectáreas) en el AMM en el último Total Área medio siglo tiene que ver Urbana Industria Vivienda Equipamiento Vialidad Municipio con el cambio en los fac36,097 4,934 23,669 3,287 4,207 Área Metroplitana tores determinantes de la 2,576 690 1,487 76 323 Apodaca localización industrial en el país. En un primer mo1,415 129 880 234 172 Gral. Escobedo mento esta localización 6,982 328 5,500 725 429 Guadalupe se encontraba ligada a los 12,563 1,221 8,592 1,330 1,420 Monterrey recursos naturales, poste5,479 1,320 3,233 520 424 San Nicolas de los Garza riormente, al mercado y al aprovechamiento de las San Pedro Garza economías de aglomera188 1,918 940 714 García 3,760 ción que se generan por la 391 1,549 52 153 Santa Catrina 2,145 gran actividad industrial, 667 510 García 667 comercial y de servicios manifiesta en el área meJuárez 510 tropolitana de la ciudad de Monterrey. (cuadro 5) Fuente: Gobierno del Estado de Nuevo León, 1988.
En cuanto a la población del AMM, ésta ha ido obteniendo cada vez más un peso abrumador sobre la población total de la entidad. Para 1980, casi 90 por ciento de ésta se encontraba en el AMM. Paralelamente, en la población económicamente activa (PEA) del AMM, encontramos una concentración de ésta en los sectores secundario (35.2%) y terciario (64.3%), desapareciendo progresivamente el sector
Estrategias financieras y acumulación de capital En tercer lugar, la acumulación del periodo 19401985 fue obtenida principalmente por medio de ciertas estrategias financieras (Castañeda, 1998; Flores y Olvera, 1998; Luna, 1986; Vellinga, 1988). Antes de 1940, las grandes industrias de Monterrey habían logrado edificar un sistema financiero relativamente sólido. Sin embargo, a partir de
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Cuadro 5. Población del área metropolitana de la ciudad de Monterrey (1930-1995). Año
Población total
1930 1940 1960 1970 1980 1990 1995
155 123 220 250 722 130 1 272 485 2 008 017 2 573 528 2 988 081
Población económicamente activa (PEA) 245 257 367 086 641 522 955 330 1 725 260
PEA Sector primario1
27 502 14 634 11 331 6 803 8 626
PEA Sector secundario2
PEA Sector terciario3
107 961 173 707 304 419 452 030 605 086
109 794 178 745 325 772 496 497 1 111 548
Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de V, VI, VII, VIII, IX, X y XI, Censo General de Población y Vivienda, México, 1930, 1940, 1950, 1960, 1970, 1980 y 1990 respectivamente; Gobierno del Estado de Nuevo León, 1988; INEGI, 1996 y SPPINEGI, 1985. 1. El sector primario incluye actividades agrícolas y extractivas; 2. El sector secundario la producción industrial; 3. El sector terciario el comercio, transportes, comunicaciones y los servicios públicos.
1940 y específicamente después de 1950, la banca muestra signos de prosperidad. Esta última fecha corresponde a la fundación de la Bolsa de Valores de Monterrey, y a la proliferación de las instituciones financieras nacionales. La consecuencia directa del desarrollo financiero es el auge industrial mexicano y el cambio estructural que sufre en ese momento la economía de México. En otras palabras, la fabricación de bienes de producción aumentó más rápidamente que los de consumo. Generalmente, al referirse a la historia del desarrollo de las fuentes primarias de financiamiento de las empresas privadas en México, se afirma que se realizó con la fusión de capitales y con la reinversión de sus utilidades. Simultáneamente, se sostiene que a partir de los años setenta hubo un cambio en la fuente de los recursos para el crecimiento, pasando de los recursos internos a los externos (Cordero, 1977; Cordero y Santín, 1976; Dávila, 1997; Flores y Dávila, 1996; Flores, 1993; Flores y Olvera, 1988; Hoshino, 1991 y Medina Cervantes, 1984). El caso de las grandes industrias regiomontanas no fue la excepción, aunque este proceso lo podemos detectar en una época temprana. El financiamiento industrial en Monterrey fue generado por dos mecanismos bastante claros: los recursos internos y los externos. En el caso de los primeros, tuvieron dos vías de canalización: los flujos de capital internamente generados (reinversión
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de utilidades), y el drenaje que hicieron las compañías financieras y bancos pertenecientes (hasta 1982) a los grupos regiomontanos. Dos ejemplos son el Grupo Visa-Banca Serfín y el Grupo VitroBanpaís (Flores y Olvera, 1988; Hamilton, 1986 y Luna, 1986). Como ya vimos, Monterrey siempre fue una plaza financiera importante en el país. Hasta antes de la nacionalización de la banca mexicana (1982), la AMM poseía 214 oficinas de la banca privada y mixta, correspondiéndole una captación de recursos de 15 por ciento del total nacional y un total de 14 por ciento de créditos otorgados (CAINTRA, 1983). Hasta 1982, los bancos con sede en Monterrey y que fueron afectados por la nacionalización eran siete: Banco Mercantil de Monterrey (fundado en 1899), Banpaís (originalmente Banco de Nuevo León, 1892), Banco Popular (1934), Bancam (1940), Banco Monterrey (1943), Banco Regional del Norte (1947) y Banca Serfín (1971). Pero la expansión económica de los grupos industriales, particularmente en los años setenta, demostró –que la capacidad de los bancos nacionales para financiar el crecimiento era limitada. Limitada –a juicio del empresario regiomontano Bernardo Garza Sada– “fundamentalmente por razones de tamaño, costo y disponibilidad. El sistema bancario mexicano se ha desarrollado mucho en las últimas décadas, pero aún es insuficiente para satisfacer las demandas de fondos de las grandes
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empresas, en plazos adecuado a sus necesidades” (Flores y Olvera, 1988:120). A pesar de ello, la deuda interna fue importante –es decir, el préstamo conseguido en pesos–, siendo regularmente el banco que estaba en el mismo grupo industrial, el primer acreedor de las empresas del grupo, sobre todo en el caso del préstamo a largo plazo. Es notorio que las empresas que poseían un banco dentro del grupo presentaban mayor oportunidad de obtener el financiamiento a largo plazo que las que no tenían banco. Pero el banco dentro del grupo no era el único que otorgaba el préstamo, en muchas ocasiones existían bancos acreedores ajenos a los corporativos, siendo generalmente bancos extranjeros. El segundo mecanismo de financiamiento industrial en Monterrey fueron los recursos externos. Éstos presentaron dos canales importantes para obtenerlos: uno fue a través de la Bolsa de Valores por la venta de acciones y la emisión de papeles comerciales, quirográficos, entre otros; y otro fue el capital prestado por instituciones bancarias extranjeras. Debido a la expansión económica que provocó el auge y la euforia petrolera de los setenta, los préstamos en el extranjero se acentuaron en esta última década (Dávila, 1997; Flores y Olvera, 1988). Durante los años setenta, muchas empresas, entre ellas las industrias regiomontanas, se suscribieron en la Bolsa de Valores, motivadas por dos factores: la necesidad de recursos y la preferencia impositiva otorgada conforme al decreto de la sociedad de fomento industrial. Este decreto, emitido en junio de 1973, concedía estímulos “a las sociedades y unidades económicas que fomentaran el desarrollo industrial y turístico del país” (Flores y Olvera, 1988). El decreto otorgó un trato preferencial en cuanto a impuesto a las empresas que eran controladoras de acciones. Para que se aplicara la preferencia impositiva, había que satisfacer por lo menos cinco de los requisitos siguientes: 1. Mexicanización de sociedades con mayoría de inversión extranjera. 2. Creación de nuevos empleos. 3. Creación de nuevas empresas industriales y de turismo. 4. Desarrollo tecnológico nacional.
5. Aumento de las exportaciones. 6. Aumento de las importaciones. 7. Inversión en zonas de menor desarrollo económico. 8. Industrialización de recursos naturales. 9. Ampliación de las empresas industriales y de turismo. 10. Colocación de acciones entre el público. Atraídas por dos factores –necesidad de recursos y preferencia impositiva–, la imagen de las empresas se modificó. La actividad de los corporativos industriales en la economía nacional se volvió más diáfana. Aquí es donde nos podemos preguntar el porqué de esta transparencia. Bueno, uno de los requisitos para la suscripción de la Bolsa es hacer pública la información de la empresa, por lo cual sus modalidades que antes eran desconocidas se pusieron a la vista. Ya Taeko Hoshino ha demostrado que en la historia de la Bolsa Mexicana de Valores, la década de los setenta, sobre todo durante la segunda mitad, representó una etapa de crecimiento extraordinario. Esto se debió al aumento de la demanda de los recursos en las empresas y la afluencia del capital a la Bolsa, causados por el auge económico general (Hoshino, 1991). Dentro de las empresas industriales, comerciales y de servicios que hasta 1985 estaban en la Bolsa Mexicana de Valores, una tercera parte se suscribió en la segunda mitad de los años setenta. Más de la mitad de las empresas regiomontanas que se incluyen en este estudio también llevó a cabo la suscripción en esta época. Nos referimos al Grupo CYDSA que los hizo en 1973; el Grupo VITRO, S.A. en 1976; Cementos Mexicanos también en este último año; el Grupo Industrial ALFA en 1978, al igual que el Grupo Valores Industriales, S.A., hoy FEMSA. Es notorio que la política del gobierno en los años setenta, en cuanto a promoción de la colocación de acciones entre el público, ayudó a la expansión de la actividad bursátil. Inclusive en los años de ajuste ante la crisis (1982-1988) por parte de los grupos económicos, los rendimientos reales de algunas empresas regiomontanas en la Bolsa
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Mexicana de Valores fueron superiores al resto de las industrias suscritas. En el periodo de diciembre de 1982 a septiembre de 1988, VITRO encabezó la lista de rendimientos reales en el mercado de valores con 960 por ciento; CYDSA en tercero con 580 por ciento; ALFA en séptimo con 470 por ciento; y CEMEX, en noveno lugar nacional con 450 por ciento (Bolsa Mexicana de Valores, X-1988). El otro mecanismo de financiamiento industrial de tipo externo fue le capital prestado por instituciones bancarias extranjeras. El único inconveniente con estos préstamos fue que la mayor parte de ellos se encontraban en dólares. Esto trajo como consecuencia que los cambios en la condición de la economía internacional afectaron directamente los estados financieros de la empresa, lo que sucedió en realidad a mediados de 1981 y más claramente al año siguiente. La profunda crisis económica de 19811982 acarreó a los corporativos industriales regiomontanos varios problemas que aparentemente han sido resueltos en la actualidad. Los factores adversos a los que tuvieron que enfrentarse a partir de 1982 fueron: el crecimiento de las tasas de interés internacionales, agudizado por la posterior devaluación del peso mexicano; disminución de los subsidios estatales y el descenso de sus acciones en la Bolsa de Valores. Esto significaba dos grandes problemas para su supervivencia: la deuda externa y la contracción del mercado. La resolución del problema de la deuda externa se dio a través de la negociación de la reestructuración de la deuda con los bancos extranjeros. Un instrumento eficaz para la agilización de las negociaciones entre los corporativos industriales y las instituciones bancarias extranjeras fue el establecimiento, en marzo de 1983, por el gobierno federal, de un sistema que se llamó Fideicomiso para la Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA). El objetivo del FICORCA era evitar que los riesgos cambiarios afectaran a las empresas que tenían deuda externa y que en ese momento estaban negociando la reestructuración y, además, asegurar la captación de dólares con la tasa controlada, o sea, a bajo costo. Casi todas las grandes empresas regiomontanas que tenían deuda externa hicieron un
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contrato con el FICORCA tan pronto éste se creó. Esto significa que con dicho contrato las empresas se salvaron de las pérdidas que la devaluación del peso les podría causar. Sin embargo, el mismo contrato no libera a las empresas del peso de la deuda. El funcionamiento del sistema FICORCA era el siguiente: La empresa que tiene la deuda externa contrata con el banco nacional un préstamo en pesos cuyo monto equivale al monto de su deuda externa, pero convertido en la tasa de cambio controlado. Con este préstamo la empresa compra los dólares con la tasa de cambio controlada y lo presta al FICORCA. El reembolso del préstamo en pesos al banco nacional se hace mensualmente desde cuando se hace le contrato. Cuando empieza el reembolso de la deuda externa de la empresa esto se hace a través del FICORCA. En realidad, con esta operación no mueven los dólares, sino las cifras en el libro (Hoshino, 1991:349). En efecto, las pérdidas que serían ocasionadas por la devaluación del peso se trasladan al gobierno federal. Es de hacer notar que el contrato entre la empresa y el FICORCA se establece que la responsabilidad del pago a los adeudos a los bancos extranjeros es de la empresa y no queda sustituido por el FICORCA. No hay duda que el instrumento FICORCA resultó eficaz en un momento coyuntural y crítico para la mayoría de las empresas endeudadas. Ahora bien, con la reestructuración de la deuda externa, los bancos extranjeros obligaron a las empresas a aceptar ciertas limitaciones respecto al manejo de la empresa. El caso más sobresaliente fue el del Grupo ALFA, el cual tuvo que aceptar que una parte de su deuda, 300 millones de dólares, se capitalizará mediante un aumento de capital por 30 por ciento de capital social de la empresa (Dávila, 1997). Esto significó que los bancos participaran como accionistas en el consejo de administración. En la carta dirigida a los accionistas, fechada el 11 de mayo de 1984, el director ejecutivo del Grupo, el ingeniero Rafael R. Páez, comunicó los acuerdos sobre la reestructuración del pasivo de la controladora:
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doce años con cinco de gracia para su pago; y la no participación directa de los bancos como accionistas de la controladora, ni en el Consejo ni en los demás órganos de la administración de la empresa (Alfa, 1983:9). Con respecto al Grupo VISA, la investigadora Taeko Hoshino (1991) encontró que las limitaciones exigidas por los bancos extranjeros para reestructurar su deuda, fueron esencialmente cuatro: 1. Restricción al pago de dividendos. 2. Mantenimiento de activos o fondos. 3. Restricción a la obtención de pasivos adicionales. 4. Restricción para otorgamiento de garantía adicional. Aunque estas restricciones impuestas por los bancos extranjeros disminuyeron el margen de manejo de la empresa por parte de los empresarios mexicanos, éstos adoptaron diversas estrategias para volver a ampliar su margen de control. El recurso para resolver el problema fue el aumento de la producción. Pero como el mercado interno era sumamente restringido de momento –por la crisis– se optó por la racionalización de la producción y el impulso hacia la exportación. La primera estrategia se llevó a cabo a través de la venta y el cierre a las empresas deficitarias y el despido masivo de empleados y obreros. Por ejemplo, el corporativo ALFA anunció oficialmente, a fines de 1981, haber prescindido de 4,300 empleados y haber vendido empresas con valor de 5,697 millones de pesos. (Flores, 1988). Todos los grandes corporativos La familia Garza-Sada es una de las familias empresariales de la ciudad de Monterrey cuyos miembros han resintieron seriamente ocupado y ocupan una posición en la directiva de grupos industriales. En diciembre del año pasado firmamos un Memorándum de Entendimiento con los bancos del Comité de Acreedores de la empresa controladora. Este documento preliminar contiene las bases para reestructurar la deuda de alrededor de 750 millones de dólares, correspondiente a Grupo Industrial Alfa, S.A. que significa aproximadamente 33% del pasivo institucional consolidado. De estos acuerdos en principio sobresalen: la capitalización, mediante aumento de capital de 300 millones de dólares de pasivo –cerca de 40% del pasivo de la controladora– por 30% del capital social de la empresa; conversión de otros 50 millones de dólares de pasivo en obligaciones convertibles a comunes a doce años que no causan pagos de intereses en efectivo sino hasta su vencimiento y que serán convertidas por 15% del capital de la controladora; la tasa fija de interés del 10% para el remanente de la deuda –cerca de 400 millones de dólares– a un plazo de
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el recorte de personal en sus empresas (ver cuadro 6). Existen casos dramáticos como el del Grupo Valores Industriales, S.A. (hoy FEMSA) que recor-
de personal se explica con la desincorporación de varias de sus empresas y por la introducción de tecnología de punta, la cual es altamente robotizada. En lo que respecta a los demás corporativos, éstos demuestran en 1997 una Cuadro 6. Número de personal empleado en los grupos económicos priva- gran vigorosidad en este rudos tradicionales 1979-1985). bro después de la crisis de 1982. Grupo 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 El impulso a la exIndustrial portación de sus productos Grupo Industrial 32 865 49 019 41 277 33 951 31 721 30 876 Alfa, S.A. fue utilizado por la mayoría Valores 33 508 48 032 54 490 34 002 33 097 33 212 32 937 de las empresas para comIndustriales, pensar la pérdida en el merS.A. de C.V. cado interno. Aunque todos Grupo Cydsa 6 349 8 213 10 066 8 249 7 841 7 973 8 135 los corporativos industriales Grupo Imsa 2 827 3 563 4 023 4 023 2 745 3 292 3 635 regiomontanos poseían una Grupo Cemex 3 493 4 082 4 850 5 298 5 298 5 708 6 374 experiencia exitosa en el Industrias Axa 5 558 6 622 7 660 ramo exportador, es hasta Vitro 32 437 36 616 35 723 33 026 28 941 26 329 30 255 1983, con la contracción del mercado interno, cuando el Grupo Protexa 15 600 peso de la exportación denFuente: Cuadro elaborado sobre la base de los Informes anuales (1979-1985) de las empresas Grupo tro de la venta total subió en Industrial Alfa, S.A., Vitro, S.A., Cydsa, S.A., y Grupo IMSA; Caintra, 1988; Caintra, 1983; Exmuchas empresas. pansión, 19 de agosto de 1981; Expansión, 18 de agosto de 1982; Expansión, 17 de agosto de 1983; Expansión, 15 de agosto de 1984; y Expansión, 21 de agosto y 4 de septiembre de 1985. Las políticas gubernamentales también fató, entre 1981 y 1983, 21,393 empleados; el Grupo vorecieron claramente esta tendencia. Desde julio Industrial ALFA, que prescindió entre 1980 y 1984, de 1985 se decidió acelerar el proceso de liberación de 18,143 empleados, y el corporativo VITRO per- del sector externo de la economía. En esa fecha se dió a más de diez mil empleados entre 1980 y 1984. En general, casi todos los Cuadro 7. Número de personal empleado en los grupos económicorporativos manifiestan una cierta re- cos privados tradicionales (1980, 1990 y 1997) cuperación en este aspecto a partir de 1980 1990 1997 1985. Sólo dos grupos industriales, Ce- Grupo Industrial mentos Mexicanos y Grupo GAME- Alfa 49 019 27 084 32 444 SA, continuaron su proceso expansivo FEMSA 48 032 38 003 37 184 –aunque limitado– a pesar de la crisis Grupo Cydsa 8 213 9 094 10 498 de 1982 (Flores 2000). Grupo IMSA 3 563 10 444 11 245 Para 40 por ciento de los corpoGrupo Cemex 4 082 14 425 19 595 rativos que incluimos en el estudio, la 1 16 000 6 622 5 903 crisis de principios de los ochenta había Industrias Axa Vitro 36 616 46 004 33 136 dejado sus niveles de personal emplea2 Grupo Protexa 15 600 do todavía para 1997, por debajo del alcanzado en 1980. Éstos son los casos del Grupo Industrial ALFA, FEMSA, Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de Caintra, 1991; Caintra, 1988; Caintra 1983; y México, 19 de agosto de 1981; Expansión, México, 1997 y No. 747, agosto y Vitro (ver cuadro 7). Aunque hemos Expansión, 12 de 1998 e Informes Anuales 1980, 1990 y 1997 de Alfa, FEMSA (anteriormente Visa), de aclarar que parte de esta reducción Cydsa, IMSA, Cemex y Vitro.
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eliminó el permiso previo a 3,604 fracciones del impuesto general de importaciones, equivalente a 36.9 por ciento del valor total de las importaciones. Aunado a la liberación de 24.5 por ciento en fechas anteriores, en conjunto llegó a 61.4 por ciento de las compras al exterior liberadas de permiso previo (Gaeta, 1988). Otro instrumento de suma utilidad ha sido el Fondo para el Fomento de las Exportaciones a través del Banco de Comercio Exterior (Concamin, 1986). Finalmente, la necesidad de la exportación para que estos corporativos siguieran produciendo se reflejó en las consultas previas que antecedieron a la formal adhesión de México al GATT el 24 de junio de 1986 (Gaeta, 1988). Dos meses después, el 24 de agosto del mismo año, México se convirtió en la nonagésima segunda parte contratante. En síntesis, después de 1955 y particularmente a partir de 1960, este movimiento de flujo de capitales financieros a Monterrey se compensa con las inversiones regiomontanas en todo el país, y HYLSA experimentó un crecimiento acelerado debido a la demanda nacional de hierro y aun en el extranjero, a través de acero. sus poderosos grupos industriales. Estos proyectos de inversión en otras áreas geográficas de la república se dan especialmente en las ramas de bienes de capital, a las instituciones bancarias como Bancomer, Serquímica, petroquímica y en los sectores pesquero y fín, Banorte, Banpaís, Confía y Banco de Oriente, agropecuario (Flores y Dávila, 1996). poseían 40 por ciento de los activos y pasivos banHemos de recordar que el proceso de repri- carios nacionales, 42 por ciento del capital contable, vatización de la banca nacionalizada en 1982 se llevó 46 por ciento de las utilidades, 43 por ciento de los a cabo entre 1991 y 1992. En este proceso, las gran- ingresos y 35 por ciento del capital social.4 Estas des empresas industriales de Monterrey y sus hom- cifras se modificaron en los últimos años debido a bres de negocios optaron por participar en la com- la quiebra de Banca Confía (1997), la compra de pra de algunas de las instituciones bancarias. Para Banpaís (por Banorte en 1997) y a la fundación de 1993, los empresarios de Monterrey que compraron Banregio (1995).
199
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Formación de los grupos industriales Finalmente, en lo que respecta al sector de la industria nacional, el desarrollo económico ha propiciado la formación de grupos industriales. En éstos confluyen una diversidad y una diversificación de intereses más allá del énfasis industrial. Los sectores comercial, financiero, de servicios, turismo y comunicaciones constituyen una integración horizontal, vertical y territorial. La integración vertical fue una respuesta inicial a un mercado incierto e imperfecto que les permitió a las grandes compañías aliviar incertidumbres en cuanto a los proveedores de insumos y disminución de costos. Por su parte, la integración horizontal y la diversificación de la producción les permite a estos mismos corporativos aumentar los flujos de información y disminuir el margen de error en la toma de decisiones sobre inversiones y producción. En efecto, en los corporativos se concentraron las acciones de las empresas y la función administrativa del grupo en su conjunto. Con esta reorganización, los grupos industriales aparecieron como una entidad más clara, que tiene en su cúspi-
de un corporativo. Además de la función administrativa del grupo en conjunto, el corporativo tiene a su cargo la vigilancia de la utilidad de las empresas y a veces la planeación y la coordinación de las actividades del grupo (Cordero y Santín, 1976). Con la expansión de los grupos industriales, toda iniciación de nuevas actividades, por parte de estos corporativos a través de la creación de empresas nuevas, propició la participación del capital extranjero. Ya sea éste directamente o a través de licencias internacionales. El ejemplo de los corporativos industriales nativos de la ciudad de Monterrey, y que siguen manteniendo sus centros de decisión ahí, es elocuente al respecto, sobre todo a partir de la década de los setenta. Los ocho corporativos que abarca el presente estudio responden en esta década a una reorganización dirigida en este sentido, aunque la mayoría de ellos ya había creado una estructura organizativa similar desde casi cuarenta años atrás. En consecuencia, lo que les sucedió en los años setenta a los grupos tradicionales de Monterrey fue sólo una reorganización administrativa debido a las nuevas posibilidades de expansión (véase cuadro 8).
Cuadro 8. Año de formación de las sociedades controladoras y empresas madre de los GEP. Año de formación de la empresa controladora
GEP
Empresa madre
Año de fundación
Lugar de Fundación
Origen del capital
Grupo Alfa
1936
Hojalata y Lámina
1943
Monterrey
Local
FEMSA
1936
Cervecería Cuauhtémoc
1890
Monterrey
Local
Cydsa
1970
Celulosa y Derivados
1945
Monterrey
Local
IMSA
1936
Planta Galvanizadora de Lámina La Sultana
1930´s
Monterrey
Local
CEMEX
1931
Cementos Portland Monterrey
1920
Monterrey
Local
AXA
1974
Conductores Monterrey
1956
Monterrey
Local
Vitro
1936
Vidriera Monterrey
1909
Monterrey
Local
Protexa
1975
Productos Técnicos
1945
Monterrey
Local
Fuente: Cuadro elaborado sobre la base de Caintra, 1993, 1991 y 1988; y los Informes Anuales de 1997, de Alfa, EMSA, Cydsa, IMSA, Cemex y Vitro.
200
Monterrey: origen y destino
En esta última década el estímulo gubernamental fue crucial para la formación de corporativos. Recordemos que el mismo gobierno federal estimuló su existencia a través del ya mencionado decreto de junio de 1973 que creaba las llamadas Unidades de Fomento Industrial y Turístico. Según la información que se ha obtenido en entrevistas con los empresarios regiomontanos, la preparación del decreto empezó con la propuesta de parte de la iniciativa privada, sobre todo de grandes grupos industriales. También es de hacer notar que el secretario de Hacienda y Crédito Público que se encargó de la elaboración del decreto en aquel tiempo fue José López Portillo, y las estrategias que aparecieron en el decreto se desarrollaron como su política durante su régimen presidencial (1976-1982). Aunque esta transformación en grupos industriales parece ser más una consecuencia de los estímulos gubernamentales para la formación de empresas controladoras de acciones que fomentaron el desarrollo industrial y turístico del país, las grandes empresas no dejaron pasar esta oportunidad. Éstas encontraron el momento propicio para reedificar sus estrategias de negocios bajo la cobertura de una estrategia corporativa. Para la descripción de esta transformación se ha partido de tres de las características en común que emergieron al hacer un corte transversal de los grupos industriales regiomontanos. Estas características son: a) Todos los grupos, menos uno, mantuvieron la mayoría de la tenencia de acciones en manos de las familias fundadoras. b) Todos los grupos se transformaron en estructuras divisionales con unidades estratégicas de negocios (UEN) y con un corporativo en el ápice organizacional al mando. c) En todos los grupos la estrategia corporativa se concentró en la integración y diversificación industrial.
Empresas familiares La presencia de la dirección familiar detrás de cada grupo industrial (Flores, 1997; Camp, 1995; Hoshi-
no, 1991 y Alba y Kruijt, 1988) es más visible cuando se habla de la tenencia de acciones y sucesión administrativa. Cuando los grupos industriales empezaron a cotizar en la Bolsa de Valores formaron empresas denominadas holdings o tenedoras de acciones de los corporativos industriales, dueños, a su vez, de las UEN. Ésta fue una estrategia para que las familias fundadoras no perdieran la propiedad o la administración de los grupos (Hamilton, 1986). La definición tradicional de las empresas familiares es en la que el dueño o los dueños, y los miembros de su familia, participan activamente en la administración y dirección de las mismas. En el caso de los grupos industriales regiomontanos, la propiedad ha pasado exitosamente a través de la tercera generación, siendo algunos de estos grupos administrados ya por miembros de la cuarta generación. Varios autores interesados en el tema han descrito con exactitud los árboles genealógicos de las familias empresariales de la ciudad de Monterrey, y la posición directiva que ocuparon y que ocupan sus descendientes en algunos de los grupos industriales, en especial el de la familia Garza-Sada (Camp, 1995; Luna, 1986; Hamilton, 1986; Saragoza, 1988). Por ejemplo, Isaac Garza, quien se casó con Consuelo Sada Muguerza, hermana de Francisco Sada Muguerza, fundó –con otros inversionistas– la Cervecería Cuauhtémoc en 1890, la Fábrica de Vidrios y Cristales, y la Compañía Fundidora de Fierro y Acero, empresas engendradoras de los grupos industriales en Monterrey. Entre sus hijos más destacados se encuentran Isaac Garza Sada; Eugenio Garza Sada, quien fuera presidente del consejo de Cervecería Cuauhtémoc, Hojalata y Lámina, y Empaques de Cartón Titán;5 y Roberto Garza Sada, anterior de las Compañía General de Aceptaciones (Banca Serfín) y de Vidriera Monterrey. Entre los nietos están Dionisio Garza Sada; Bernardo Garza Sada, director ejecutivo fundador, y después presidente del consejo de administración del Grupo Industrial Alfa; Eugenio Garza Lagüera, actual presidente de Bancomer y del Grupo FEMSA e hijo de Eugenio Garza Sada; y Alejandro Garza Lagüera, anterior director general de Cervecería
201
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Cuauhtémoc. La familia incluye además muchos otros hijos y nietos. Entre estos últimos nos encontramos a Dionisio Garza Medina, actual presidente del Grupo Alfa y presidente del consejo ejecutivo de la Universidad de Monterrey. Por otro lado, se encuentra Francisco G. Sada Muguerza, cofundador de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero y del Banco Mercantil de Monterrey. Entre sus hijos se encuentra Andrés G. Sada García, miembro del consejo de Vidrio Plano; Camilo G. Sada García, anterior presidente del Grupo Acero que controlaba a Hojalata y Lamina; Diego G. Sada García, anterior director general de Troqueles y Esmaltes, y miembro del consejo del Grupo Industrial Alfa; Luis G. Sada García, miembro del consejo de Cervecería Cuauhtémoc; y Roberto G. Sada García, anterior presidente de Vidriera Monterrey. Entre los nietos se encuentran: Fernando Sada Malacara, anterior vicepresidente del Grupo Cydsa; Adrián G. Sada Treviño, anterior presidente del Grupo Vitro; y Andrés Marcelo Sada Zambrano, anterior presidente del Grupo Cydsa. Entre los nietos más destacados se encuentran Adrián Sada González, presidente del Grupo Vitro y Banca Serfín; y Tomas González Sada, actual presidente del Grupo Cydsa. Por su parte, los socios fundadores, en 1936, de Industrias Monterrey, S.A., fueron: Arturo Garza, Roberto Garza, Eugenio Clariond Garza, Eugenio Domínguez y María del Consuelo Garza viuda de Clariond. Las actuales familias (y principales accionistas del Grupo IMSA), Clariond Reyes y Canales Clariond, son descendientes de Eugenio y María del Consuelo Clariond Garza, quienes, a su vez, fueron hijos del inmigrante francés que llegó a Monterrey a fines del siglo XIX, Santiago Clariond Desdieau, quién contrajo matrimonio con la joven María del Consuelo Garza. En acuerdo con Camp (1995), el enlace entre las familias de los grandes empresarios a través de diferentes medios –matrimonios cruzados, posesión de acciones en común, y participación activa en consejos directivos– ha permitido que el control económico de los grupos industriales se continúe manteniendo. Sin embargo, existen otras caracterís-
202
ticas importantes de mencionar que han permitido que este control siga siendo familiar, refiriéndonos principalmente a las estrategias de financiamiento. Aquí se puede hablar de: a) El financiamiento por medio de la reinversión de capital proveniente del mismo núcleo familiar, aunque en ocasiones éste ha salido de esas fronteras se sigue obteniendo recursos de familias relacionadas en consanguinidad. b) De la participación accionaria en los principales bancos nacionales, fuente de recursos económicos externos. c) De coinversiones o alianzas estratégicas con inversionistas extranjeros seleccionados.
Estructura organizacional del grupo industrial Aunque se considera por la mayoría de los investigadores que es la década de los setenta la que marca la transformación de las grandes empresas mexicanas a grupos industriales, tres empresas regiomontanas ya empezaban a operar como tales desde 1936: Valores Industriales S.A. (anteriormente Visa, ahora FEMSA), Fomento Industrial y Comercial (FIC, ahora Vitro y Alfa) e Industrias Monterrey, S.A. (IMSA) (véase el cuadro 8). Para 1936, los accionistas principales de las empresas Cervecería Cuauhtémoc, Vidriera Monterrey y de la Planta Galvanizadora de Lámina La Sultana habían creado sus propias sociedades de cartera, donde concentraron la participación accionaria principal de las empresas madre y sus subsidiarias. De esta forma, fundaron tres sociedades de cartera dueñas a su vez de la mayoría de las inversiones de las otras empresas, adjudicadas originalmente tanto a la empresa cervecera Cervecería Cuauhtémoc, a la Vidriera Monterrey y a la Galvanizadora La Sultana. Éstas fueron Visa, la cual se convirtió en dueña de las inversiones de otras empresas controladas por Cervecería Cuauhtémoc y la empresa engendradora de Vitro, la cual se adjudico la mayoría de las acciones de las empresas que pertenecían a Vidriera Monterrey. Entre otras motivaciones para esta reor-
Monterrey: origen y destino
ganización, estaba el evitar repercusiones originadas por la industria cervecera sobre otras industrias del grupo y, por supuesto, para eliminar la apariencia de monopolio de ambas empresas madre sobre las nuevas que se iban creando, y así evitar fricciones entre los diversos intereses familiares y de negocios con otros accionistas (Archivo de Manuel Gómez Morin, 1936; Hamilton, 1986). Es posible afirmar que la estructura organizacional adoptada por estos grupos industriales es más una consecuencia directa de factores internos como del entorno, que una consecuencia de su planeación estratégica organizacional. Dentro de los primeros se destacan la identificación de las habilidades iniciales alrededor de las cuales la empresa se desarrolló. En el caso de los grupos industriales regiomontanos, todos iniciaron sus operaciones con una empresa madre: Vitro tuvo a Vidriera Monterrey, fundada en 1909; FEMSA tiene a Cervecería Cuauhtémoc que inició operaciones en 1890; el Grupo Industrial Alfa cuenta con Hojalata y Lámina, fundada en 1943; IMSA, entre otras fábricas podemos tomar a la Planta Galvanizadora de Lámina La Sultana fundada en los años treinta; PROTEXA tiene a una fábrica de impermeabilizantes denominada Productos Técnicos S.A., fundada en 1945; CYDSA a Celulosa y Derivados, S.A., fundada igualmente en 1945; AXA tuvo su empresa madre denominada Conductores Monterrey, fundada en 1956; y, finalmente, el Grupo Cementos Mexicanos que, aunque inició operaciones con Cementos Hidalgo (1906), y posteriormente con Cementos Portland (1920), adquirió gran fuerza con la creación de la empresa del mismo nombre (1931). De la identificación de estas habilidades iniciales es fácil descubrir la posición en donde los grupos empezaron sus cadenas de abastecimiento industrial, y por consiguiente sus estrategias de expansión. Dentro de la cadena industrial Cementos Mexicanos es la empresa que tiene experiencia distintiva no sólo en la extracción de materia prima, sino también en la manufactura primaria y fabricación de productos con un valor agregado para el comercializador. Cervecería Cuauhtémoc se encuentra dentro de la cadena industrial en la posición de fabricante
de productos dirigidos al último consumidor. Hojalata y Lámina ha sido considerada como fabricante de productos a partir de la materia prima. Ahora bien, al estudiar las empresas y sus competencias tecnológicas que se empezaron a desarrollar o adquirir alrededor de la empresa madre, podemos encontrar cierto número de éstas que permitieron a la empresa madre obtener una posición más competitiva en el mercado. Por ejemplo, Cervecería Cuauhtémoc desarrolló sus propios fabricantes de material primario como las botellas para envase, la lámina para sus corcholatas, empaques de cartón para su transportación, así como las materias primas con la empresa Malta. Otras empresas siguieron estrategias de expansión a través de la adquisición de otras firmas del mismo giro aunque ubicadas en diferentes zonas geográficas del país. Éste es el caso de Cementos Mexicanos que, al adquirir diversas cementeras, obtuvo presencia en todo México, permitiéndole la comercialización de sus productos bajo diferentes marcas.6 Esto mismo se puede decir de Hojalata y Lámina, origen del Grupo Industrial Alfa. El origen del Grupo Industrial Alfa se remonta a la historia de Hojalata y Lámina, fundada en 1943 con un capital inicial de 3 millones de pesos (Flores, 1993). En ese entonces la empresa contaba con 179 trabajadores, y llegó a producir 4,300 toneladas durante el primer año de operación. Los directivos de aquella época concibieron una empresa dedicada sólo a la producción de acero, cuyo objetivo era el de abastecer a su empresa madre, Cervecería Cuauhtémoc, del acero necesario para la fabricación de corcholatas. Fue durante la segunda guerra mundial que se presentó la necesidad imperativa de aumentar y diversificar la producción nacional de hierro y acero, ya que su importación se vio interrumpida. Esto puso al mercado nacional de frente a la industria siderúrgica, e hizo experimentar a HYLSA un acelerado crecimiento no planeado. Y para 1948, la empresa llegó a producir 20,000 toneladas de acero a partir de chatarra con el uso de hornos eléctricos. Es a Camilo Sada, el primer director de Hojalata y Lámina, a quién se le atribuye la visión de impulsar esta empresa en la fabricación de lámina, así como apoyar el proceso
203
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
de fierro esponja a escala comercial. Este proceso, bautizado con el nombre HyL, alcanzó para 1973 un nombre mundialmente aceptado al instalarse por primera vez en Brasil, en una planta con la asesoría de los ingenieros HYLSA (Expansión, 1995). Esta innovación tecnológica, la cual le ha dado prestigio mundial a esta empresa (como el resultado de factores tanto externos como internos a la organización), fue el detonador de la estrategia de integración que siguió la empresa. Como factor interno se señala, principalmente, la agudeza administrativa para desarrollar estrategias que permitieron a la empresa tener un mejor control sobre sus proveedores y así no sólo controlar, sino también influir en ese sector del ambiente externo; en este caso a la industria de la chatarra. En aquel entonces era necesaria la utilización de más mineral, por lo que se pusieron en marcha las estrategias de integración hacia atrás dentro de la cadena de abastecimiento industrial en la fabricación del acero. La búsqueda de reservas de mineral de hierro condujo a la creación del complejo minero Las Encinas. Este complejo consistía de una planta trituradora, un teleférico que transportaba el mineral triturado a la segunda planta que era la peletizadora, representando una inversión de 400 millones de pasos (Flores, 1993). Por otro lado, HYLSA también participa con un 30 por ciento de las acciones en el proyecto de Peña Colorada (Acle, 1995). Ambas inversiones consolidadas en el estado de Colima. La diversificación de HYLSA se dio desde una edad temprana con la compra de ACEROS Alfa Monterrey en 1954. La compra de esta empresa se debió a la expansión en la demanda por una mayor variedad de productos. Esta adquisición cubriría la demanda de tubería de acero negro y galvanizada, ya que producía 900 toneladas mensuales, aunque después de la compra se amplió la planta llegando a producir 1,200 toneladas mensuales en 1958. A estas empresas que se desarrollaron o adquirieron alrededor de la empresa madre con el objetivo de obtener una mejor posición en el mercado se les denomina Unidades Estrategias de Negocio (UEN). Así que dentro de los factores internos que permitieron la formación de grupos industriales
204
fue, por un lado, la posesión de un gran número de UEN. Unas ubicadas dentro de la misma posición en la cadena industrial (fabricación o productor), otras colocadas a lo largo de la misma (extracción o manufacturación primaria). Y, por otro lado, se encontraron otras empresas que no tenían ninguna liga industrial con la empresa madre pero que miembros de la familia emprendedora estaban bajo el control de las mismas. Por lo tanto, las estrategias de expansión –adquisición y creación– y por consecuencia la inversión en sistemas administrativos de planeación y control para cada una de las empresas, y la expansión territorial, fueron los factores internos que pesaron más en la formación de los grupos industriales regiomontanos. Dentro de los factores contextuales que se han encontrado está la capacidad de los bancos nacionales para financiar el crecimiento industrial, el acercamiento de los empresarios a los bancos extranjeros para obtener fondos con el mismo propósito anterior, y los decretos de la Sociedad de Fomento Industrial emitidos en junio de 1973 y en 1979. Por lo tanto, la estructura organizacional más recomendable para apoyar a una empresa con negocios múltiples es la divisional con un corporativo al frente (Williamson, 1983). Hacia esta transformación estructural se movieron los grupos industriales regiomontanos desde la década de los setenta, aunque ya desde 1936 tenían un esquema organizacional prístino similar. Así, en un momento dado, estos grupos se fueron consolidando y tuvieron que definir su estrategia de negocios a escala corporativa y en el ámbito de sus UEN o, mejor denominadas, subsidiarias.
Estrategia corporativa Una vez formados los grupos industriales, surgió la necesidad de desarrollar una estrategia corporativa (para el grupo en su conjunto). De acuerdo con Porter (1987), la estrategia corporativa debe contestar a dos preguntas: ¿en qué negocios debe competir la compañía? y ¿cómo es que el corporativo debe de manejar las diversas unidades de negocios? Por los antecedentes que tenemos de la formación de los
Monterrey: origen y destino
grupos industriales, podemos encontrar dos estrategias corporativas genéricas: una, la diversificación en varias industrias y dos, la integración, a su vez, dentro de una y varias industrias. Ejemplos claros de que los grupos industriales siguieron estas estrategias corporativas fueron la adquisición y creación de empresas múltiples administradas bajo ciertas divisiones. En retrospectiva, el Grupo Industrial Alfa es un buen ejemplo de la utilización de la estrategia de diversificación. Para 1978, el constante crecimiento del Grupo Industrial Alfa obligó a una reestructuración organizacional que permitirá incluir a las nuevas actividades en las cuales se había comprometido y además seguir manteniendo las ya exitosas. Entre las adquisiciones hasta ese año están La Florida, empresa productora de acero galvanizado que ocupaba el segundo lugar en el país dentro de la especialidad. Esta adquisición le permitió a Alfa División Acero consolidar las exportaciones comenzadas el año anterior, reflejando así un importante incremento en el volumen de producción. Con la finalidad de controlar el suministro estable en precio y disponibilidad en la materia prima de pulpa de pino para las empresas de la División Papel y Empaque, a principios de 1979, y continuando con al estrategia de integración hacia atrás, el grupo adquirió la empresa Celulósicos Centauro. Continuando la considerable actividad en términos de expansión, y utilizando principalmente la adquisición como estrategia de crecimiento y en menor medida la inversión directa, en Alfa División Industrias, en el ramo de la petroquímica se adquirió Petrocel, fabricante de materias primas esenciales para la elaboración de fibras sintéticas. Asimismo, se compraron Poliuretanos de México, principal fabricante de ese material en el país hasta la fecha. Además se expandieron las instalaciones de Polioles a dos nuevas plantas para la fabricación de espuma de poliestireno expandido. Para completar la línea de productos de Philco, de la rama electrónica comercial, se adquirieron las empresas fabricantes de Admiral y Magnavox. Por otro lado, el ambiente económico y político para el desarrollo industrial
fue propicio para la inversión en el ramo de bienes de capital, donde el grupo se asoció por medio de Megatek con una firma japonesa para la fabricación de motores y generadores de potencia a través de Nemak, con Ford Motor Company, para la fabricación de cabezas de motor de aluminio. Empresa, esta última, creada con la finalidad de exportar toda la producción a los Estados Unidos y Canadá. En el ramo de bienes raíces y turismo, Casolar inició proyectos de construcción y la comercialización del Club Maeva. En el sector de fibras sintéticas se creó Arka, administradora de Nylon de México y Fibras Químicas, estrategia que coloca a Alfa en el primer lugar entre los fabricantes nacionales. Hasta ese entonces, Alfa proyectó una imagen de seguridad afirmando que sus decisiones de inversión estaban fundamentadas en su larga experiencia industrial, estudios de viabilidad apoyados en análisis realistas de las condiciones internas y externas del país, así como una sólida estructura financiera (Grupo Industrial Alfa, 1979). En su informe anual de 1980, rendido a los accionistas del grupo, el presidente del consejo y el director ejecutivo comunicaban que Alfa contaba con 157 filiales diseminadas en 39 ramas de la economía. Aunque en su división de Acero contaba con Hojalata y Lámina y Acero de México representando 43.6 por ciento del total de las ventas, 39.9 por ciento de los activos, y 24.8 por ciento del personal empleado del grupo, la estrategia de diversificación se orientó hacia ramos de la economía que no tenían ninguna liga industrial con los ramos existentes dentro del grupo (Alfa, 1980). Históricamente la estrategia de diversificación ha sido etiquetada como una de las estrategias corporativas más difíciles de implementar. Los que han estudiado la administración de la estrategia de diversificación utilizada por el Grupo Industrial Alfa a finales de los setenta (Camp, 1995 y Dávila, 1997) argumentaban dos factores que influyeron en el fracaso de la misma. a) La estrategia fue financiada por capital extranjero, por lo que al aproximarse la crisis a mediados de 1981, éste fue el grupo que
205
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
más resintió, quedando fuertemente endeudado con bancos del exterior. b) Las políticas de contratación de los ejecutivos de la alta dirección –tomadores de decisiones– cambiaron drásticamente. Se contrataron administradores de alto nivel que carecían de experiencia práctica, y los que tenían ésta se hacían cargo de empresas acerca de las cuales sabían muy poco. Es por esto mismo que el corporativo juega un papel muy importante para la definición de la dirección de la diversificación y Alfa tuvo problemas para definir este papel. Después de la amarga pero rica experiencia organizacional de este grupo industrial, se quitó la etiqueta de “industrial” y pasó a una etapa superior de organización que denominaremos como grupo económico.7 La lección fue aprendida y ahora Alfa se encuentra estructurada exitosamente de la siguiente forma: un Corporativo en el ápice y cinco grupos (Hysalmex, Alpek, Sigma, Versax y Onexa) que cotizan individualmente (aunque de momento no todos, pero tienen esa libertad) en la Bolsa de Valores. Estas divisiones transformadas en grupos industriales son consecuencia de una estrategia de diversificación que pretende obtener una posición dominante en el mercado mediante esfuerzos en el desarrollo de nuevos productos en aquellas empresas dedicadas a la fabricación de mercancías dirigidas al último consumidor, y mediante la producción a bajo costo para aquellas empresas que se encuentran en la manufactura y fabricación de materia prima. Así encontramos dentro del Grupo Hysalmex a empresas como Hylsa, Galvak, Galvamet y Acerex; en el Grupo ALPEK (la antigua división Petroquímica) están las empresas Petrotemex, Akra, Polioles e Indelpro; en Sigma tenemos a Sigma Alimentos; en Versax a Nemak, Selther-Simmons, Terza y Total Home; y finalmente en Onexa a Alestra.
En resumen, Alfa está colocando sus empresas en diversos puntos de la cadena industrial, aunque siempre manteniendo sus competencias tecnológicas. La importancia de concentrarse en las competencias tecnológicas, aun siguiendo una estrategia de diversificación, es poder seguir con una estrategia de expansión a través de la transferencia de habilidades más certeramente (Porter, 1987). Veamos detenidamente el crecimiento en este periodo de los principales grupos industriales de Monterrey
3. Los grupos económicos tradicionales de Monterrey El tipo de desarrollo industrial seguido en las últimas décadas ha propiciado en Monterrey la concentración del poder económico en un reducido grupo de empresas conformadas en grupos económicos que dominan casi por completo el escenario nuevoleonés. Ya desde los años sesenta, muchas de estas empresas aparecían como líderes no sólo en su ramo, sino entre las más grandes de México (véase cuadro 9) y de igual forma como grupos económicos, tal y como lo apreciamos en el cuadro 10. Su presencia en el concierto nacional es significativa todavía hoy, tal y como lo comprobamos en el cuadro 11 con información al cerrar el siglo XX. A pesar del ajuste administrativo crítico ante las últimas crisis, particularmente la de 1982, el control de estos grupos por las familias de los miembros de los fundadores sigue existiendo. Este control se ha mantenido principalmente a través de los siguientes mecanismos: por medio de la tenencia directa de la mayoría de las acciones; por la concentración de estas acciones en empresas controladoras por medio de los corporativos y por el ejercicio de la mayoría de los cargos del consejo de administración.
Cuadro 9. Relación de las 50 mayores empresas industriales en el Censo de 1965.* Número
Nombre Altos Hornos de México, S.A.
1
206
Inicio de Actividades 1942
Tipo de capital predominante**
Tipo de organización
A
Estatal
Monterrey: origen y destino
2
Cía. Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A.
1900
C
Grupo Fundidora
3
Fábrica-Automex, S.A.
1938
B
Subsidiaria de Chrysler Co.
4
Hojalata y Lámina, S.A.
1942
C
Grupo Hylsa
5
Ford Motor Company, S.A.
1925
B
Subsidiaria de Ford Motor Co.
6
Industrial de Abastos, S.A. de C.V.
1951
A
7
Cervecería Cuauhtémoc, S.A.
1890
C
8
General Motors de México, S.A. de C.V.
1935
B
9
Metalúrgica Mexicana Peñoles, S.A.
1934
D
10
Anderson Clayton & Co., S.A.
1931
B
11
Cía. Cigarrera La Moderna. S.A.
1936
B
12
Celanese Mexicana, S.A.
1948
D
13
Tubos de Acero de México, S.A.
1954
D
14
Cervecería Moctezuma, S.A.
1896
C
Estatal Grupo Cervecería Cuauhtémoc Subsidiaria de General Motor Co. Grupo Cremi y American Metal Clímax Inc. Anderson Clayton Grupo El Águila y La Moderna. Subsidiaria de Wallbrook Tobacco Co. Subsidiaria de Celanese Co. Grupo Pagliai y Dalmine and Dalmine And Siderca. Grupo Cremi
15
Empresa Longoria, S.A.
1930
C
Grupo Longoria
16
Cervecería Modelo, S.A.
1925
C
Grupo Cervecería Modelo
17
Cía. Manufacturera de Cigarros El Águila, S.A.
1924
B
Subsidiaria de B. American Tobaco Co.
18
Colgate-Palmolive, S.A.
1925
B
Subsidiaria de Colgate Palmolive Co.
19
Compañía Nestlé, S.A.
1934
B
Subsidiaria de Nestlé
20
Cía. Hulera Euzkadi, S.A.
1936
B
Subsidiaria de B.I. Goodrich Co.
21
Cía. de las Fábricas de Papel de San Rafael y Anexas, S.A.
1894
C
Grupo San Rafael
22
ASARCO Mexicana, S.A.
924
D
Grupo Pagliai y American Smelting and Refining Co.
23
Cía. Hulera Ciood Year Oxo, S.A.
1932
B
Subsidiaria de Good Year Tire Grupo CANANEA y Condumex y Anaconda Cooper Co. Subsidiaria de General Electric Co.
24
Cobre de México, S.A.
1943
D
25
General Electric, S.A. de C.V.
1948
B
26
Aceros Nacionales, S.A.
1948
D
Grupo Amco Steel Co.
27
Guanos y Fertilizantes de México, S.A.
1960
A
Estatal
28
Diesel Nacional, S.A.
1954
A
Estatal
29
Condumex, S.A.
1952
D
30
Cordomex, S.A. de C.V.
1961
A
Grupo Condumex y Anaconda Wire and Cable Estatal
31
Industria Eléctrica de México, S.A.
1945
B
Subsidiaria Continúa
Ingenio de San Cristóbal y Anexas, S.A.
1909
A
Estatal
32
207
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
33
Volkswagen de México, S.A. de C.V.
1964
B
Subsidiaria de Volkswagen Werke,
34
Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril. S.A.
1952
C
A.G. Estatal
35
Bacardí y Cía., S.A.
1931
B
36
Aceros Ecatepec, S.A. Ralston Purina de México, S.A. de C.V. Compañía Industrial Jabonera del Pacifico. S.A. Vehículos Automotores Mexicanos, S.A. de C.V.
37 38 39
1951
C
Subsidiaria de Bacardí and Co. E.I.
1956
B
Subsidiaria
1926
B
E.I.
1946
A
Grupo Somex
40
General Popo, S.A.
1924
B
41
Atoyac Textil, S.A.
1921
C
42
Philips Mexicana. S.A de C.V.
1946
B
43
La Tabacalera Mexicana, S.A.
1907
D
44
Empaques de Cartón Titán, S.A.
1936
C
45
Procter & Gamble de México. S.A.
1952
B
46
Vidriera Monterrey, S.A.
1909
C
47
Campos Hermanos, S.A.
1938
C
Subsidiaria de General Tire and Rubber Grupo Atoyac Subsidiaria de Philips Subsidiaria de Ligget and Myers Tobacco Co. Grupo Cervecería Cuauhtémoc Subsidiaria de Procter & Gamble Co. Grupo Vidriera Grupo Campos Hermanos
48
Monsanto Mexicana, S.A.
1950
B
49
Fertilizantes de Istmo, S.A.
1960
A
Subsidiaria de Monsanto Chemical Estatal
50
Cía. Industrial de Orizaba, S.A.
1889
C
Grupo El Asturiano CIDOSA
*Relación de empresas elaborada con base en informaciones no publicadas del riii Censo Industrial de 1965. ** Esta clasificación se hizo utilizando diversas fuentes y representa su situación hasta 1973. A: Empresas con predominio de capital estatal. B:presas con predominio de capital extranjero. C: Empresas con predominio de capital privado nacional. D: Empresas de capital privado nacional con participación minoritaria de capital extranjero. Fuente: Cordero (1986: 45-57).
Cuadro 10. Grupos económicos privados nacionales y sus empresas en 1965.* No. Grupo
Grupo
No. Empresa según listado
Grupo Fundidora
Empresas
Año de fundación
2
Cía. Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A.
1900
4
Hojalata y Lámina, S.A.
1942
91
Fierro Esponja, S.A. Aceros Alfa Monterrey, S.A. Aceros de México, S.A. Cervecería Cuauhtémoc, S.A.
1955
1 2
Grupo Hylsa
94 121 Grupo Cervecería Cuauhtémoc
3
208
7
No. de empresa por grupo
2
1954 1958 1890
3
Monterrey: origen y destino
44 101 4
Grupo Cremi
14 167
5 6 7
Grupo Cremi y American Metal Clímax Inc. Grupo Longoria Grupo Cervecería Modelo
9 15 16 129 191 242
8
Grupo San Rafael
21
9
Grupo Atoyac Grupo Vidriera Monterrey
41
10
46 114 192
11
Grupo Campos Hermanos
47
12
Grupo El Asturiano
235
13
Grupo El Asturiano
50 251
14
CIDOSA
236
15
Grupo (us)
70
16
Grupo Santos
71
17
Grupo GonzálezRivero
77 81
18
Grupo Canadá
80
19
Grupo Loreto
84
20
Grupo Claudio Zapata
100
Empaques de Cartón Titán, S.A. Fábricas Monterrey, S.A. Cervecería Moctezuma, S.A. Central de Malta, S.A. Metalúrgica Mexicana Peñoles, S.A. Empresa Longoria, S.A. Cervecería Modelo, S.A. Empaques Modernos San Pablo, S.A. Empaques de Cartón United, S.A. Aranguren y Cía., S.A. Cía. de las Fábricas de Papel de San Rafael y Anexas, S.A. Atoyac Textil, S.A. Vidriera Monterrey, S.A. Vidriera México, S.A. Vidriera Los Reyes, S.A. Campos Hermanos, S.A. Cía. Industrial veracruzana, S.A. Cía. Industrial de Orizaba, S.A. Cía. Industrial de Guadalajara Fábrica de Máquinas, S.A. Cía. Industrial de San Cristóbal, S.A. Galletera Mexicana, S.A. Fábrica de Aceites La central, S.A. Industrias González, S.A. Fábrica de Calzado Canadá, S.A. Fábrica de Papel de Loreto y Peña Pobre, S.A. Envases de Hoja de Lata, S.A.
1936 1936 1896
2
1957 1934 1930 1925
4
1959 1954 1954 1894 1921 1909
3
1935 1944 1938 1899 1889
2
1899 1943 1954 1920 1944
2
SID 1955 1906 1949
209
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Grupo Pagliai y Dalmine Dalmine and Siderca Grupo Pagliai y American Smelting and Refining Co. y Anaconda Cooper Co. Grupo CANANEA y Condumex
21
22
23
13
Tubos de Acero de México, S.A.
1954
22
Asarco Mexicana, S.A.
1925
24 Grupo Ameo Steel Co. Grupo Condumex y Anaconda Wire and Cable Grupo Vallina
24 25 26
26 29 97 228
Grupos Vallina y Trouyet y Snia
27
33
Viscosa Grupo Cydsa y R. Brown D. Grupo Condumex y American Brass Grupo ICA y American Foreign Power Clark Equipment Grupo ICA Grupo Ramírez Grupo Fundidora Harbison
34
Walker Refractaries Co. Grupo de Dirección
28 29 30 31 32
Grupo Aarón Sáenz y First
35
210
Cobre de México, S.A. Aceros Nacionales, S.A. Condumex, S.A. Aceros de Chihuahua, S.A. Bosques de Chihuahua, S. de R.L. C.V
1943 1948 1952 1955
1952
53
Celulosa de Chihuahua, S.A.
59
Celulosa y Derivados
61
Nacional de Cobre
1952
90
Transmisiones y Equipos Mecánicos
1963
104
La Tolteca. Cía. de cemento Portland
1912
110
Industria del Hierro
1948
119
Trailers de Monterrey
122 124
127
Fábrica de Ladrillos Industriales Refractarios Harbinson-WalkerFlir Industria embotelladora de México Ingenio Xicoténcatl o Cía. Azucarera del Guayalejo S.A.
1
1954 1945
1927
1967
1948
2
Monterrey: origen y destino
36 37 38
National City Bank Grupo Aarón Sáenz y Sugar Co.United Grupo Aarón Sáenz y steel Co. Grupo Aarón Sáenz
56 157 154 299
39 40 41 42 43 44
45 46 47 48 49 50
Grupo Grumasa Grupo Resistol y Monsanto Chemical Grupo Termo Asbestos Grupo Brener Ibero-mex Grupo Ruiz Galindo Grupo Lance
Grupo el Águila y La Moderna Grupo IMSA Grupo Cementos Mexicanos Grupo Industrial Saltillo Grupo Suberbie Grupo Claudio Zapata
132 133 134 137 140 142
Compañía Azucarera de Los Mochis Productos Metálicos Steele, S.A. Ingenio Tamazula, S.A. Compañía Industrial Azucarera. S.A. Molinos Azteca. S.A. Adhesivos Resistol, S.A. Termo Asbestos, S.A. Empacadora Brener, S.A. D.M. Nacional, S.A. Fábrica de Galletas y Pastas Tres Estrellas o Lance Hnos., Ahora Lance
143
Tabaco en Rama
144
Industrias Monterrey
146
Cementos Mexicanos
149 153
Cía. Fundidora del Norte Extractos y maltas
161
Tapón Corona
1917 1950 1944
2
1939 1950 1941 1956 1952 1929 1948
1946 1936 1920 1935 1949 1936
*Esta relación fue tomada de una muestra de las 300 empresas industriales más grandes del país de acuerdo a su producción bruta total. Fuente: Cordero y Santin (1977) y Garrido (2002)
Cuadro 11. Los GEP tradicionales de monterrey y su La expansión de estos grupos industriaposición respecto a otros GEP de México, sobre la base les se dio en la década de los setenta y principios de sus ventas totales en 1984, 1990 y 1997. de los ochenta a través de dos formas: una fue la ampliación de la capacidad de producción en las unidades productivas que ya existían dentro del GEP 1984 1990 1997 grupo; y la segunda fue la diversificación de la Alfa 1 3 6 producción por la vía de la adquisición o la creaFEMSA 4 5 10 ción de unidades productivas o de empresas. La diversificación se dio a través de dos Cydsa 8 14 42 caminos: el avance hacia la producción que tiene IMSA 20 16 25 alguna liga industrial con los productos ya abarcaCEMEX 12 8 7 dos; y el proceso hacia el conglomerate (es decir, el avance hacia los ramos que no tenían ninguna AXA liga industrial con los ramos que existían dentro Vitro 6 2 11 del grupo). Protexa 9
211
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Sin embargo, esta tipología ya no es válida para el siglo XXI a raíz de los profundos cambios estructurales que llevaron a cabo la mayor parte de los grupos industriales, su estructura interna se modificó al igual que su plan de internacionalización y su posicionamiento externo. Estos cambios fueron parte de sus estrategias para consolidar su liderazgo sobre la base de crear una dinámica expansiva sostenida tanto a escala nacional como internacional. En efecto, esta reestructuración satisfactoria de los grupos industriales que incluso se quitaron la etiqueta de “industrial” para sólo denominarse por su nombre tradicional, fue resultado básicamente de la interacción de dos órdenes de factores: a) los cambios de las condiciones del entorno tanto nacional como internacional y b) las novedosas estrategias de reestructuración y crecimiento que implementaron los propios grupos económicos (en adelante GE). Los cambios en las condiciones del entorno son los relacionados con la competencia: las estrategias de reforma económica definidas por los organismos del gobierno federal, las cuales responden a los nuevos requerimientos mundiales para acceder a los recursos y a los mercados del planeta; y a las transformaciones de los patrones industriales que requieren una mayor especialización en las manufacturas sobre la base de un irrestricto soporte tecnológico. Por su parte, los cambios que implementaron los propios GE como ya se mencionó fueron: cambios en su estructura organizacional, empresa con negocios múltiples y con un corporativo en el ápice, el cual funciona como una empresa controladora de las acciones sobre las empresas del grupo, y que además cotiza en la Bolsa de Valores; y el desarrollo de una estrategia corporativa para el GE en su conjunto. Esto último se refiere a la adquisición y creación de empresas múltiples administradas bajo ciertas divisiones. Estos cambios fueron implementados por todos los GE y se presentaron en la década de los noventa con un nuevo rostro. Sin embargo, hubo dos GE que llevaron los cambios hacia a una estructura organizacional sumamente compleja y que mostraron una autonomía menos estricta a sus anti-
212
guas divisiones en materia de decisiones y financiamiento; hasta el punto de crear en ellas nuevos GE que cotizan en la Bolsa de forma independiente y son manejados por una empresa controladora en el ápice. Éstos son los Grupos Alfa y FEMSA, cuyos orígenes se remontan a los años treinta. Indudablemente, el entorno nacional cambió en los noventa. Los procesos de apertura y desregulación que experimentó la economía mexicana desde el ingreso al GATT (1986) hasta la puesta en vigor del TLCAN, en 1994, en su primera fase, obligaron a enfrentar a los GE una competencia bajo modalidades globales en su propio territorio: 1.una de las estrategias a seguir fue la puesta en marcha de la modernización de sus plantas productivas a través de fuertes inversiones en sus instalaciones y equipos, con lo cual les permitirían enfrentar a los nuevos competidores externos produciendo mercancías con estándares de calidad más próximos o equivalentes a los internacionales. 2.a partir de 1982, la reestructuración de las deudas en dólares con acreedores internacionales trajo consigo una reorganización interna no sólo organizacional, sino también de reespecialización productiva. Dicho en otras palabras, regresaron a sus habilidades iniciales y las empresas no prioritarias fueron desincorporadas del grupo. Aunque se debe aclarar que no abandonaron del todo las estrategias de diversificación siempre y cuando estuvieran ligadas a sus habilidades iniciales. 3.para compensar esta competitividad interna, los GE expandieron sus negocios en el exterior, a fin de ampliar sus mercados y mantener el flujo de transferencia financiera, tecnológica y de información a sus empresas locales. 4.la nueva estructura organizacional interna de los GE estableció una organización más descentralizada a fin de modificar sus formas de propiedad y control para facilitar las alianzas estratégicas con los capitales externos, tal y como lo hicieran los grupos
Monterrey: origen y destino
de Cervecería, Vidriera e IMSA en los años treinta, sin que ello significara abandonar la tradicional estructura de propiedad familiar.
conocido como hierro esponja (HyL), patentado en 1957 (Dávila, 1997). Al constituirse legalmente como corporativo, Alfa quedó integrado por la empresa siderúrgica Grupo ALFA Hojalata y Lámina, S.A. (Hylsa) y sus extensiones, por empaques de Cartón Titán, S.A., y 25 por ciento Este corporativo adquirió su estructura autónoma de acciones de la compañía de comunicaciones Teen 1974, al realizarse la separación del Grupo Acero levisa. En 1974, Alfa comenzaba con tan sólo doce del corporativo Valores Industriales S.A. (Visa), hoy filiales (Flores y Olvera, 1988). Aunque Empaques FEMSA. Aunque 1974 es un parteaguas, esta sepa- de Cartón Titán es una empresa fundada en 1936, ración fue producto de un proceso paulatino que el soporte y empresa madre del corporativo fue y sidesembocó en la división del corporativo privado gue siendo Hylsa, la cual inició sus operaciones de más importante de México. Su antecedente inme- 1943. No hay duda alguna que cuando menos hasta 1991, año en que el gobierno privatizó las siderurgias paraestatales, Hylsa era la empresa privada más importante dentro de la industria nacional del acero. La empresa Hojalata y Lámina nació en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y paralelamente al proyecto siderúrgiEl Grupo Industrial ALFA es un claro ejemplo de utilización de la estrategia de diversificación. co del estado: Altos Hornos de México, diato es la constitución de la Sociedad Corporación S.A. (AHMSA), constituido en diciembre de 1941 Siderúrgica S.A. en 1967, con un capital social de (Flores, 1993). La ciudad de Monterrey ya cono425 millones de pesos. Sus accionistas principales, cía una experiencia anterior; la primera siderurgia con 800 mil acciones cada uno, fueron Bernardo implantada en América Latina fue la Fundidora de Garza Sada, Lorenzo Garza Sepúlveda y Alberto Fierro y Acero de Monterrey, instalada en 1900 y Zamora Mendoza. Estos accionistas aportaron 56.5 cuyo inicio de operaciones fue en 1903. Clausurapor ciento del capital inicial de la sociedad (Rojas da en 1986, la Fundidora de Monterrey siempre se y Rodríguez, 1988). El éxito del Grupo Acero fue dedicó a la fabricación de productos no planos, que inmediato. En 1970 se puso en marcha la primera se destinaban tanto al mercado nacional como al inplanta peletizadora de México con una inversión ternacional (Flores, 1991ª). inicial de 250 millones de pesos (Flores 1993). Si Hylsa, hay que recordarlo, nace como multáneamente, en 1971 se vendió a una empresa parte de la estrategia de expansión y diversificación extranjera, Usina Siderúrgica de Bahía (USIBA), del futuro Grupo Valores Industriales, S.A. (Visa), del Brasil, la primera planta siderúrgica dotada con proceso que se manifiesta en una etapa muy tempratecnología propia: el proceso de reducción directa, na en las empresas regiomontanas y que los inves-
213
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
tigadores sobre el tema en México lo ubican en una etapa más tardía en el contexto nacional (Hoshino, 1991; Medina Cervantes, 1984; Palomares, 1983; Castañeda, 1982; Concheiro y Fragoso, 1979; Cordero, 1977 y Cordero y Santín, 1976). Enfoque que prevalece hasta la actualidad porque los problemas, en cuanto a los corporativos industriales, se intentan explicar por el dominio del capital extranjero o del poder del Estado. Es importante analizar el mecanismo interno de su formación y desarrollo más que los factores externos, los cuales han atraído desmesuradamente la atención de los investigadores. En efecto, en 1936 se crea una de las tres sociedades corporativas en Monterrey: Valores Industriales. Esta sociedad controladora de cartera era la principal accionista de las empresas del primigenio grupo cuya empresa madre era Cervecería Cuauhtémoc, fundada en 1890. Al fundarse Hylsa, ésta se incorpora como una empresa más controlada por la tenedora de acciones VISA. La escasez en los años cuarenta de algunas materias primas que venían importándose de Estados Unidos motivó a los empresarios de la cerveza a montar una planta laminadora para proveer de tapones al envase de la cerveza producida por la compañía Cervecería Cuauhtémoc (El Porvenir, 27-IV-1943). Así fue como el 25 de abril de 1943 se produce en Hojalata y Lámina, la cual poseía sólo 24 trabajadores, “la primera lámina con planchón importado de los Estados Unidos” (Rojas y Rodríguez, 1988:58). Posteriormente, con la adquisición, en 1945, de un horno eléctrico, Hylsa se transforma en una empresa productora de acero (Flores 1993). Durante la década de los cincuenta, la empresa Hylsa avanza hacia la modernización y a su integración como industria acerera. Las nuevas instalaciones inauguradas en 1953 por el presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortínez (posteriormente realizó una nueva visita al complejo industrial el 5 de diciembre de 1957), fueron modernizadas con nuevos equipos y maquinaria adquirida en el extranjero, gracias a dos vías de acceso al capital líquido: una fue el préstamo que se logró con el Export-Import Bank de Washington, recurriendo como aval a la institución gubernamental Nacional Financiera; y la otra se logró con la emisión de acciones (Flores,
214
1993). Ambas políticas financieras que se nos presentan como novedosas por algunos investigadores en la década de los setenta para la mayoría de los grupos industriales era una práctica común décadas atrás para las empresas regiomontanas. A pesar de la renovación de su maquinaria en esta década, a Hylsa le faltaba por resolver un problema para incorporarse de lleno al mercado nacional del acero: la materia prima. Ésta seguía imponiendo a la empresa una seria dependencia de los proveedores de chatarra estadounidenses, los cuales empezaron a limitar su exportación a México por la guerra de Corea. Tras un intenso esfuerzo de investigación y experimentación, los técnicos de Hylsa desarrollaron el primer proceso industrial de reducción directa de fierro esponja en el mundo, denominado HyL, el cual le permitió usar mineral de hierro sin la enorme escala e inversión de un alto horno. En 1957, bajo la dirección de Camilo Sada, Hojalata y Lámina patentó el nuevo método, representando éste, la aportación fundamental de Hylsa a la siderurgia mundial (Rojas y Rodríguez, 1988). La infraestructura de la ciudad de Monterrey facilitó el proceso HyL. Éste no requiere de carbón, solamente gas, por lo que se necesita un lugar donde exista o llegue suficiente volumen de este combustible. En la misma década de los cincuenta, la integración de esta industria acerera se logró con la exploración de yacimientos de minerales en el estado de Colima. En la década de los sesenta la empresa acerera tiende a expandirse: en 1960 se creó la compañía Sociedad Fierro Esponja de México (FEMSA); y en 1962 se construye el teleférico en Alzada, Colima, con una extensión de 22 kilómetros con el objetivo de unir “la planta trituradora del mineral con los patios de almacenamiento” (Flores, 1993:96). La expansión también se logra a través de la adquisición de otras empresas; en 1963 se adquiere la empresa Aceros de México, S.A., instalada en uno de los municipios del Área Metropolitana de la ciudad de Monterrey (Apodaca) con la cual, Hojalata y Lámina incursiona en la fabricación de productos no planos, como la varilla y el alambrón. Continuando con esta línea de fabricación de productos no planos, Hylsa instala, en 1969, una planta en el estado de Puebla. Ésta contaba con una “planta de reduc-
Monterrey: origen y destino
ción directa y un departamento de aceración con tres hornos de arco eléctrico, con capacidad total de 300 mil toneladas de acero por año y con dos sistemas de colada continua para procesar el acero”; la primera en su tipo en México (Flores, 1993:97). Durante la década de los setenta, Hylsa pasó a formar parte medular del corporativo más importante de México. Si algún grupo industrial se benefició y creció en forma desmesurada durante esta década –denominada década del auge petrolero– fue Alfa, constituido en 1974. Cuatro años después de su creación, la gigantesca expansión del grupo era evidente. Según la clasificación de 1978 en la revista Fortune, de las 500 corporaciones más poderosas fuera de los Estados Unidos, Alfa aparecía en un honroso lugar 373, tan sólo superada por otra empresa mexicana de capital estatal: Petróleos Mexicanos (PEMEX), que ocupaba el lugar 66 (Flores y Olvera, 1988). En su informe anual de 1980, rendido a los accionistas del corporativo, Alfa comunicaba que contaba con 157 filiales diseminadas en 39 ramas de la economía. Ese año la División Acero –Hylsa y sus extensiones– representaba 43.6 por ciento del total de las ventas, 39.9 por ciento de los activos y 24.8 por ciento del personal empleado. Durante la década de los setenta, particularmente en su segunda mitad, el corporativo avanzó hacia ramos de la economía que no tenían ninguna liga industrial con los ramos ya existentes dentro del
grupo. El financiamiento extranjero fue parte fundamental de la política de crecimiento. En su ascenso, el capital foráneo fue recibido con beneplácito. Entre otras asociaciones, Alfa compra, en 1977, Fibras Químicas, en la que la transnacional AKZO participa como socio minoritario; compra Megatek en asociación con la Hytachi; y coinvierte, en 1978, con la multinacional Ford Motor Company, en la empresa Nemak, para fabricar cabezas de aluminio para motores. En efecto, el crecimiento de este corporativo fue principalmente financiado por capital bancario externo.8 Por ello, al avecinarse la crisis a mediados de 1981, fue el grupo que más la resintió, quedando fuertemente endeudado con bancos del exterior. En 1974, la empresa se denominó “Grupo Industrial Alfa” como unidad de fomento y a sus subsidiarias “sociedades promocionadas”. Era indudablemente el grupo industrial privado más grande de México con activos de más de 500 millones de dólares y más de 9 mil empleados. El entorno económico y social no era nada favorable y la escasez en la materia prima, insuficiencia de energía y créditos limitados eran una realidad cotidiana. A un año de fundada, Alfa adquirió varias empresas y así respondió a su objetivo de crecimiento tal y como lo dicta la estrategia de diversificación; se creó Casolar para el desarrollo de complejos turísticos. En 1975 esta empresa compró la mayoría de las acciones de Las Hadas, un complejo hotelero ubicado en Manzanillo, Colima, así como más de quinientas hectáreas que rodeaban al hotel para futuros desarrollos. Su división Nylmex adquirió, en 1975, 56 por ciento de las acciones de Nylon de México en asociación con Dupont, líder mundial en tecnología de fibras sintéticas. También en ese año, Alfa adquirió Philco, empresa dedicada a la manufactura de productos Hojalata y Lámina inició el 25 de abril de 1943 con 24 trabajadores.
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Para 1979, el Grupo Industrial Alfa incursionó en el sector agroindustrial.
y partes electrónicas para venta al menudeo. A partir de 1977, cuando Alfa es considerado un corporativo, su director general ejecutivo y su comité de asesores cumplen un nuevo rol al que se le asigna la responsabilidad de la alta administración y el de “crear los negocios del futuro”. Para agosto de 1978, Alfa emitía dos ofertas públicas (una en acciones y otra en bonos) para continuar financiando su expansión (Dávila, 1997). En 1979, Alfa incursionó en el sector agroindustrial con la adquisición de Agromack, empresa que controlaba el 100 por ciento de las acciones de la empresa Massey Ferguson de México, productora de tractores industriales y agrícolas, así como equipo para la agricultura. Ese mismo año se funda la División Alimentos, división que aglutinó las numerosas adquisiciones de procesadoras de productos de carne, aceites vegetales y enlatados. Fueron diez las empresas que se adquirieron en este ramo: Almak, International Meat and Food Productos, Empacadora Fud, Empacadora de Chihuahua, Empacadora de Juárez, Empacadora y Ganadera de Occidente, Aceitera El Salto, Industrializadora del Cerdo, Nueva Empacadora Ibero-Mex y Empacadora de Carnes de Zacatecas (Dávila, 1997 y Flores y Dávila, 1996).
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Para 1980, la División Industrias seguía siendo la más importante e incluso ese año mostró una vigorosa expansión: se adquirieron las empresas La Marina, fabricante de lonas, redes e implementos para la pesca; se adquirió Corporación Industrial Mexicana, fabricante de lavadoras, secadoras y lavadoras de vajillas, vendidas bajo las marcas Easy y Excell; se formó Telko, empresa en el área de las telecomunicaciones; se formó Maztra en coinversión con la firma japonesa Yamaha, Ltd; se fundó Turbomak en asociación con Siemens; y finalmente se creó la empresa Vektor, donde Alfa incursionó en el negocio de servicios especializados en ingeniería y construcción de tecnología avanzada.9 La crisis que afrontó el conglomerado a mediados de 1981 se debió al brusco cambio que sufrió la economía mundial y nacional en este período. Entre otras razones por las que el corporativo notificó oficialmente, en mayo de 1982, ante 134 bancos extranjeros, su incapacidad financiera se encuentran: la devaluación del peso mexicano; el crecimiento de las tasas de interés internacionales; disminución de los subsidios estatales, y el descenso de sus acciones en la Bolsa de Valores (Flores y Olvera, 1988). Para amortiguar la crisis del grupo tuvo lugar un financiamiento extraordinario por parte del gobierno federal a través del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS).10 Este financiamiento se otorgó en buena medida a la política que había llevado Alfa en años anteriores, la cual era invertir en empresas consideradas clave para el desarrollo industrial del país. Los recortes presupuestales dentro del corporativo no se hicie-
Monterrey: origen y destino
ron esperar; a fines de 1981, el corporativo anunció oficialmente haber prescindido de 4,300 empleados y haber vendido empresas por un valor de 5,697 millones de pesos (Flores, 1993). La crisis de este gran conglomerado regiomontano repercutió en otras zonas del país, particularmente en aquéllas donde el grupo tenía proyectos de inversión. El caso más sobresaliente fue el paro de la construcción del gran complejo en Altamira, Tamaulipas, ahí se tenía planeado construir dos plantas siderúrgicas y otras industrias petroquímicas. El gobierno, a través del Fondo Nacional de Desarrollo del Puerto Industrial (FONDEPORT), había hecho ya una inversión inicial de tres mil millones en obras de infraestructura. Esta concesión otorgada a Alfa estuvo estipulada en forma exclusiva e intransferible, lo que dio lugar a un “vacío de operaciones” (Lavín Higuera, 1983). Para salir de su situación crítica, Alfa logró negociar la reestructuración de su deuda con los bancos extranjeros. En efecto, Alfa practicó como estrategia corporativa, desde su fundación y hasta la crisis de 1981, la adquisición y creación de empresas múltiples administradas bajo ciertas divisiones. La diversificación terminó por demostrar un margen mínimo de control sobre sus Unidades Estratégicas de Negocios (UEN) por parte del corporativo para responder ante crisis tan profundas como la de 1981-1982. En un proceso largo y sinuoso de reestructuración que inició en 1982, Alfa logró sanear sus finanzas (sobre la base de desincorporaciones masivas de empresas y concentración en sus sectores clave) y presentar un nuevo rostro organizacional en 1993. Dicho en otras palabras, “Alfa actuó inmediatamente; primero determinó cuáles eran las operaciones críticas. Segundo, diseñó una serie de estrategias para amortiguar el impacto de la crisis en esas operaciones. Y tercero, empezó una nueva etapa, con nuevos objetivos, con estrategias mejor dirigidas, con una administración moderna y con miras a una internacionalización de sus productos” (Dávila 1997:17). La estrategia financiera que se gestó en 1982 no sólo reforzó la posición financiera de las empresas de los diferentes grupos de Alfa, sino también, a decir de Dávila (1997), su posición competitiva.
1.primero, el proceso de descentralización que empezó en 1982, culminó en 1993 al hacer pública la nueva estructura de Alfa Ápice. Ésta se compuso por cuatro grupos independientes de empresas de los cuales se pretendió que tres cotizaran en la Bolsa. Estos grupos fueron Hylsamex, Sigma, Alpek y Versax. Cabe aclarar que este último grupo fue el que se planeó que no cotizara en la Bolsa y Alpek es fecha (1998) que todavía no cotiza. A esta estructura organizacional se agregaría un nuevo grupo, la compañía tenedora Onexa, en octubre de 1996. Para 1997, Alfa Ápice se constituyó por encima de estos cinco grupos cuyos corporativos representan a las cinco empresas controladoras, que a su vez controlan la mayoría de las acciones de las numerosas empresas subsidiarias. En este sentido, Alfa Ápice es propietaria o controla directa o indirectamente la mayoría de las acciones comunes (representativas de sus capitales sociales), no solamente de sus empresas controladoras, sino también de sus subsidiarias. 2.segundo, la autonomía que les dejó la descentralización del corporativo, permitió que cada grupo formara un Consejo de Directores con miembros externos a la administración de las empresas. Esto trajo como consecuencia una visión más amplia para dirigir las operaciones del grupo. 3.tercero, las empresas de cada grupo operaban con tecnología de punta, con estándares internacionales, y con un nivel de productividad más alto que el del país. Alfa reportó, entre 1988 y 1993, un índice de productividad constante de 9 por ciento, en comparación de un seis por ciento promedio que el país reportó en la industria manufacturera antes de la crisis de 1995. 4.por último, en dos de los grupos (Sigma y Versax) se nombraron, en 1993, nuevos directores generales, miembros también, como Garza Medina, de la cuarta generación de la familia fundadora del grupo. Asimismo, la participación de Alfa en el proyecto Ales-
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tra –en alianza estratégica con AT&T– se amplió a otros miembros de la familia fuera de la empresa controladora. La participación de Alfa y VISA-Bancomer en Alestra es administrada por la compañía tenedora Onexa, de la cual ambos son propietarios. El consejo de administración de Alestra es presidido conjuntamente por Dionosio Garza Medina y Eugenio Garza Lagüera, quienes también son presidentes de los Consejos de Alfa (desde 1994) y VISA-Bancomer (desde 1974), respectivamente.11 Paralela a la compra, en diciembre de 1997, de 70 por ciento de la Siderúrgica de Orinoco (Sidor) (ubicada en Venezuela) por parte del consorcio denominado Amazonía –en la cual Hysalmex participa con 30 por ciento– se nombró al presidente y director general de Hysalmex, Alejandro Elizondo Barragán, como presidente del consejo de adminstración de Sidor.12 Al iniciar la década de los noventa, el país mostró una mejoría económica substancial. El producto interno bruto creció por arriba de 3 por ciento anual entre 1990 y 1992. La inflación se redujo a menos de 20 por ciento anual hasta llegar a un dígito el último año del sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Al mismo tiempo, el gobierno federal inició un proceso de privatización de las empresas y bancos estatales, y de desregulación de los mercados. Todo ello tuvo el objetivo de preparar al país para enfrentar una economía mucho más abierta que culminaría con el arranque del TLCAN el 1 de enero de 1994. Esta transformación nacional permitió a Alfa que redefiniera sus negocios en términos de industrias globales y a enfocarse a desarrollar su competencia internacional. Al inaugurar la década de los noventa, desempeñaba sus actividades a través de 108 empresas subsidiarias ubicadas en más de 50 ciudades del país. Incluyendo ocho entidades tenedoras intermedias y 100 operadoras (Caintra, 1989). En cuanto a su reestructuración interna, para 1990 el grupo contaba con cuatro sectores en los que se apoyaba la administración de las empresas. Éstos eran: Acero Básico, Petroquímica, Empresas Diversas y Alimentos.
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En el sector Acero Básico se encontraba la empresa madre del Grupo, Hylsa, además de Atlax y Metalmex. En Petroquímica se tenía a las empresas Arka-Fibras Químicas y Nylon de México, Petrocel, Polioles y Selther. En Empresas Diversas (aquí se encuentran la industrias hacia donde avanzó el conglomerado y que no tenían alguna liga industrial con los productos abarcados inicialmente, con excepción de la empresa Titán): Terza, La Marina, Makrotek, Galvak y Nemak. Finalmente, en el sector alimentos estaban Sigma Alimentos y Alimentos Libay productores de las marcas FUD y San Rafael. Para 1990 el corporativo mostraba asociaciones estrechas con firmas importantes en el extranjero. Entre otros se encontraban asociados con BASF y GHH-MAN de Alemania; Gechem de Bélgica; Duro Felgen de España; Dupont, Hercofina, Ford Motor Company y Dravo de los Estado Unidos de América; AZKO y ESTS de Holanda y Kawasaki Heavy Industries de Japón (Caintra, 1989). Estas alianzas estratégicas formaban parte de su preocupación por la internacionalización de sus negocios. Desde mediados de la década de los ochenta, Alfa, como los otros corporativos de México, ha establecido un proceso de reorientación hacia los mercados de exportación. Una muestra de ello fue que, en 1988, las ventas de Alfa al exterior fueron de 310 millones de dólares; lo que representó un incremento del 36 por ciento con respecto al año anterior (Flores, 1993). Entre las principales empresas exportadoras (1989) se encontraba Petrocel con cerca del 36 por ciento del total del corporativo; Arka con 23 por ciento; Hylsa con 19 por ciento y Nemak con 10 por ciento (Flores, 1993). Para 1993, una nueva reestructuración interna del grupo facilitó la descentralización de cuatro grupos independientes de los cuales se pretendió que tres cotizaran en la Bolsa. Estos grupos fueron Hysalmex, Sigma, Alpek y Versax, a los cuales se incorporó la compañía tenedora Onexa en octubre de 1996. Con ello, las anteriores divisiones y empresas subsidiarias de Alfa consiguieron mayor libertad para obtener fondos a fin de financiar sus proyectos de inversión no sólo a través del crédito, sino también a través de capital, y así mostrar un mayor margen y flexibilidad en la toma de riesgos financieros.
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Para fines de 1994, México volvió a convulsionarse a la devaluación, sus productos compitieron en otra crisis, en esta ocasión la más fuerte caída del agresivamente en los precios con los de los Producto Interno Bruto de su historia reciente, caproductos extranjeros (Dávila, 1998: 19). yendo éste, en 1995, a menos 6 por ciento. A pesar El presidente del Consejo y director ejecude ello, y en comparación con la macrocrisis anterior tivo de Alfa, Dionisio Garza Medina, expuso, en de 1982, Alfa estaba preparada para enfrentar con el Informe Anual de 1994, que las ventajas coméxito la crisis de 1995. Para entonces, y gracias a la petitivas del consorcio se ubicaban en: “Plantas de reestructuración profunda que implementó varios producción modernas; alianzas estratégicas; costos años atrás, su estrategia de operación era firme y ro- competitivos reforzados por el valor del peso; altos busta, amén de sus exportaciones en constante cre- niveles de exportación que les ofreció acceso a mocimiento. Estas exportaciones se basaban y se ba- nedas y financiamientos extranjeros; mayor producsan en dos pilares: en la tividad que el promedio producción de bajo costo de la industria mexicana que a su vez estimula sus de manufactura; y, finalíndices de productividad mente, una estrategia altamente competitivos. financiera flexible desde Esto le redituó, pues en que dos de sus subsidia1994 se convirtió en el rias cotizan en la Bolsa exportador de producMexicana de Valores.” tos manufacturados más Un año después, en grande del país después 1995, Alfa reportaba un de la industria automoaumento en su índice de triz. A pesar de que la productividad de 6 por macrodevaluación del ciento, comparado con 1 peso frente al dólar en por ciento de la industria 1995 impactó los márgemanufacturera del país. nes de operación de las En efecto, uno empresas del Grupo, a de los impulsores de la decir de Dávila (1997), reestructuración de Alfa este efecto se revertió de en los últimos años ha forma positiva por dos sido su actual presidente razones: y director general, DioUna, porque la pronisio Garza Medina.13 Con 45 años de edad (en ductividad de las 1999), este empresario subsidiarias continuó graduado en ingenieincrementándose; y ría industrial y con una dos, las industrias del maestría en Stanford y acero y la petroquímica tuvieron su repun- Dionisio Garza Medina presidió, junto con Eugenio Garza Lagüera, otra en administración los consejos administrativos de Alestra, Alfa y VISA-Bancomer. en la Escuela de Graduate en los mercados dos de Harvard, regresó internacionales. Esto a trabajar a México en lo que estimaba una empresa se vio reflejado en el nivel de exportaciones floreciente en 1979.14 Sin embargo, un año después, que tuvieron en el año y que fue de 21 por Alfa se cimbró ante el presagio de una de las más ciento del total de los ingresos... Además, fuertes crisis económicas que ha tenido México en Alfa también empezó a recuperar su posisu historia reciente. Trabajando ante un entorno ción en el mercado nacional ya que, debido
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económico adverso y hostil, Garza Medina endere- (que tiene alianzas estratégicas con MAN GHH zó la empresa más antigua del Grupo: Empaques de Alemania, Kvaerner Davy de los Estados Unide Cartón Titán. A su juicio, éste fue su primer reto dos y con Kawasaki Heavy Industries de Japón), ya que Titán presentaba más pasivos que activos.15 Galvak, Galvamet, Hylsa-Bekaert, que comparten Gracias a la exitosa reestructuración de la empresa 50 por ciento con la firma N.V. Bekaert de Bélgica que le tocó dirigir, fue encomendado por el Consejo y finalmente Acerex, que posee 50 por ciento con Ejecutivo, en 1990, para sanear otra de las empresas Worthington Industries de la Unión Americana. El del grupo, en esta ocasión Sigma Alimentos. Como Grupo petroquímico y de fibras sintéticas de Alfa director de la empresa, entre 1990 y 1994, reestruc- (ALPEK) tiene a Petrocel y Tereftalatos Mexicanos turó negocios, cerró otros, se cambió la manera de en asociación con la firma estadounidense Amoco operar y redujo costos. El resultado: el paso de una (9%); a Akra en alianza con Dupont (40%); Poempresa que no tenía liquidez para pagar a sus seis lioles en alianza con BASF de Alemania (50%); e mil empleados a los quince días que fue nombra- Indelpro, productora de resinas de poliuretano, en do Garza Medina, a una empresa potente, en pleno alianza con Montell de Estados Unidos (49%). El crecimiento y sostén del conglomerado Alfa.16 El tercer Grupo es SIGMA, cuya empresa principal es Consejo Ejecutivo alabó su labor como el arquitecto Sigma Alimentos, productora de carnes procesadas, de la reedificación de Titán y Sigma Alimentos, por productos lácteos y comidas mexicanas refrigeralo que se pensó que si había realizado una verdade- das, en alianza con Óscar Mayer (EUA), Sodima ra labor de salvamento con dos de las empresas del (Francia) y Tyson Foods. El cuarto Grupo es VERgrupo en un entorno económico adverso, ese era el SAX, autodenominado Negocios Diversos, en la hombre que necesitaba el puesto cúspide de Alfa. cual se encuentran las empresas Nemak, productora En 1994, Garza Medina es nombrado presidente de de cabezas de aluminio para motores en asociación grupo; fiel representante de una nueva generación con Ford (20%); Selther-Simmons, fabricante de de empresarios, Garza Medina considera que los colchones; Terza, fabricante de alfombras y Total hombres de negocios deben tener, en este México Home, tiendas de distribución de materiales para de la transición democrática sin precedentes, un construcción. Finalmente Onexa, cuya empresa rol más activo en la sociedad, por ello no nos debe principal es Alestra, compañía telefónica de larga sorprender el que haya sido elegido como presidente del Consejo Ejecutivo de la Universidad de Monterrey. Para fines del siglo XX, Alfa poseía cinco grupos de los cuales dos cotizaban en Bolsa. El porcentaje de tenencia que tiene en cada uno de estos Grupos es el siguiente: en Hysalmex 82 por ciento; en Alpek 100 por ciento; en Sigma 87 por ciento; en Versax 100 por ciento, y, finalmente, en Onexa 51 por ciento. Las principales empresas del Grupo Siderúr- El Tratado de Libre Comercio redefinió los negocios en términos de industrias globales y gico (Hysalmex) son Hylsa desarrollar una competencia global.
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Sigma Alimentos, bajo la dirección de Dionisio Garza Medina, se convirtió en el sostén del conglomerado ALFA.
distancia y asociada con AT&T de Estados Unidos y con el Grupo mexicano Bancomer-Visa (Flores, 2000).
Industrias AXA
and Cable (Cordero, 1977). Actualmente, cuarenta y tres años después, esta empresa muestra cómo su diversificación productiva estuvo basada en la identificación de sus habilidades iniciales: produce cables de cobre y aluminio para distribución y transmisión eléctrica, cables aislados de energía de uno a 115 KV, cables para mina, cables flexibles, cables para la industria electrónica, alambres y cables para la construcción, cables telefónicos y alambre magneto redondo y rectangular. El crecimiento general experimentado en México durante la década de los setenta facilitó su expansión. Pronto se convirtió en uno de los principales fabricantes del ramo. Entre 1975 y 1977, se consideró su más “exitosa trayectoria”. No era para menos, en 1975 adquirió Luminisistemas, compañía que diseña y fabrica balastras y luminarias. Al año siguiente no sólo inició operaciones Prolec, fabricante de transformadores eléctricos, también fue adquirida la moderna planta elaborada de carnes frías Kir Alimentos (Flores y Olvera, 1988). Simultáneamente, en 1976, el corporativo sufre una nueva reorganización donde se procede a la separación de la función administrativa del grupo en conjunto, se expande la empresa Multilec fabricante de arneses automotores e industriales, y deja de ser una división más de Conductores Monterrey para pasar a ser una compañía independiente (Flores, 1993). En estas fechas también Kemek, dedicada a la elaboración de barnices, esmaltes y otros
El Grupo Industrias AXA, el más joven de los diez, fue constituido en 1974 con el nombre de Industrias CM. Posteriormente, en 1985, la corporación adopta su actual razón social. La empresa madre del grupo, que iniciara sus operaciones en 1956 con tan sólo 35 trabajadores, fue Conductores Monterrey, fabricante de alambres y cables eléctricos en general (Flores y Olvera, 1988). Esta empresa, con predominio de capital privado regiomontano (Grupo Garza Hnos.), inició con una participación minoritaria de capital Dionisio Garza Medina fue elegido presidente del Consejo Ejecutivo de extranjero, representado por Canadá Wire la Universidad de Monterrey.
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productos químicos; y Celeco, fabricante de artículos de porcelana eléctrica, se reafirmaron como las divisiones más importantes de Conductores Monterrey y de Prolec, respectivamente. En 1983, a pesar de la crisis, son incorporadas Tisa y su subsidiaria Tisamatic, fabricantes de piezas de fundición. En 1987, su proceso de expansión hace entrar en operaciones a la empresa Axa Yazaki, ubicada en el área metropolitana de la ciudad de Monterrey, en coinversión entre el corporativo regiomontano y Yazaki Corporation, líder mundial en la fabricación de arneses automotrices de alta calidad (Caintra, 1989). En la década de los noventa se fundan cuatro plantas más: dos en México y dos más en Brasil. En México se funda INDA, empresa que elabora recubrimientos en polvo termoendurecibles de aplicación industrial; y TelRed, empresa en el ramo de las telecomunicaciones que se dedica a la construcción de infraestructura de redes para la transmisión de voz, datos e imagen. En Brasil iniciaron operaciones Helfont, en Sao Paulo, una planta con tecnología mexicana que fabrica balastros para lámparas fluorescentes y de HID; y Sao Marco, empresa ubicada en Sao Paulo y la otra en Minas Gerais, ambas fabricantes de alambre magneto (Flores, 2000). El avance hacia la exportación ha exigido a esta empresa, como a las demás, la innovación y el continuo desarrollo tecnológico. Esto ha hecho que numerosos productos del corporativo sean reconocidos –tras un largo proceso de control de calidad (1986-1989)– por institutos y asociaciones de Estados Unidos y Canadá.17 La garantía de calidad que ofrecen estas asociaciones de Norteamérica ha sido la base para poder penetrar en los mercados allende el Río Bravo y ahora, en la década de los noventa, en el MERCOSUR.
Grupo Cementos Mexicanos El origen del Grupo Cementos Mexicanos (CEMEX), data de 1906, año en el que se fundó, en el municipio de Hidalgo, Nuevo León, una de las primeras fabricas cementeras en el país. Catorce años después, en 1920, fue fundada la otra empresa que
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completaría la base de arranque del futuro grupo cementero: Cementos Portland Monterrey, S.A., ubicada en la ciudad de Monterrey. El 8 de junio de 1920, cinco miembros de la familia Zambrano, dos de la dinastía de los Madero –Alfonso y Salvador–, y Santiago Belden, entre otros, constituyeron esta compañía. Al adquirir un terreno mayor a las dieciséis hectáreas del empresario Vicente Ferrara, presentaba una capacidad de producción, para 1923, de cuatro mil sacos diarios de cemento, bajo un capital de un millón 200 mil pesos (Flores, 1991). En 1931, la fusión de ambas empresas en una sola denominada Cementos Mexicanos, S.A., da como consecuencia el surgimiento de la piedra angular del Grupo Industrial actual (Caintra, 1983). La creciente demanda del ramo de la construcción en la ciudad de Monterrey y alrededores, favoreció las expectativas de crecimiento de esta industria cementera. A partir de 1964, no sólo logra satisfacer con creces la demanda del mercado de cemento local, sino que inicia una etapa de descentralización y expansión industrial, al adquirir nuevas plantas en otras regiones del país. En 1966, CEMEX adquiere la empresa Cementos Maya en Mérida, Yucatán; al año siguiente se inicia la construcción de las plantas de cemento en Torreón, Coahuila y Ciudad Valles, San Luis Potosí. La reconversión industrial que se proyecta en la década de los setenta inicia en 1972 con la ampliación de sus plantas y la puesta en marcha de nuevos y modernos hornos en Mérida y Monterrey. Al año siguiente se adquiere una planta cementera ubicada en León, Guanajuato, con una capacidad de 500 mil toneladas. Es en 1976 cuando CEMEX, al igual que otros grupos industriales, cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Ese mismo año adquiere la firma Cementos Guadalajara e inicia su internacionalización al exportar parte de su producción. La continua modernización de sus plantas favorece la operación de nuevos hornos en las fábricas de Mérida, Monterrey, Torreón y Ensenada, entre 1978 y 1979 (CEMEX, 1999). Su participación en el mercado del cemento nacional es cada vez más elocuente: en 1971 el 11.7 por ciento del cemento producido en el país
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En 1987, el grupo realizó una trascendental proviene de las industrias CEMEX; en 1980 contabiliza 28.3 por ciento; y en 1992, monopolizaba 63 operación para conservar y aventajar su liderazgo: por ciento de la producción nacional en este rubro adquirió la empresa Cementos Anáhuac y sus dos plantas con una capacidad conjunta anual de casi (Flores, 1993). Ante la contracción del mercado interno en 5 millones de toneladas. Éstas eran las plantas de 1982, particularmente ante la caída de los grandes mayor capacidad existentes en el país: la planta Baprogramas de inversión pública, CEMEX toma la rrientos con una capacidad de 2.5 millones de tonedecisión de virar hacia la satisfacción de los media- ladas anuales, y la planta Anáhuac del Golfo, con nos y pequeños consumidores, pero, sobre todo, vi- una capacidad similar (2.45 millones de toneladas sualiza como una oportunidad el mercado externo. anuales). Con esta adquisición la expansión territoAl año siguiente (1983) el grupo duplica sus expor- rial de CEMEX en el mercado nacional se completaciones al implementar el traslado por carretera de mentó, ya que la presencia de Cementos Anáhuac buena parte de su producción a los mercados fron- en el istmo y en el centro del país se sumó a la ya terizos como Texas, Nuevo México, Arizona y Cali- existente por CEMEX en el norte, en el occidente fornia. El año de 1985 es trascendental para el grupo, y en la península de Yucatán. Aunado al flete que ya que inicia un ambicioso proyecto de globaliza- poseía Anáhuac por vía marítima a las costas del ción que traerá como consecuencia los cambios más Golfo de México (flete del que carecía CEMEX), profundos en su estructura productiva y organiza- particularmente a la Florida y Louisiana, el grupo cional. La expansión y el crecimiento bajo altos es- pudo ampliar su mapa de exportaciones además de tándares de calidad tiene como principal artífice a las ya consolidadas al sur de Estados Unidos (vía un nuevo director general de 42 años y egresado de terrestre), el Caribe y Centroamérica (García de la Universidad de Stanford: Lorenzo H. Zambrano. León, 1993). De esta forma, es en la segunda mitad de la El propio Zambrano declaró a la revista Expansión, en 1987, la nueva visión del grupo: o se consolidaba década de los ochenta cuando el Grupo CEMEX como una empresa de talla mundial o se quedaba amplió su cobertura tanto interna como externa y observando cómo los grandes holdings extranjeros se convirtió en el primer productor y exportador de absorbían el mercado en los países en desarrollo. Cemento Portland –principal productor de esta inZambrano comentó que de no hacerlo: “No pasaría mucho tiempo en convertirse en una pequeña empresa regional, sufriría la expulsión de sus mercados de exportación del sur de Estados Unidos y reduciría sustancialmente su participación en el mercado nacional”.18 Bajo esta estrategia, a partir de 1986, se iniciaron cambios tecnológicos importantes en los hornos y circuitos de molienda en sus principales plantas. Asimismo, se dio un fuerte impulso a los proyectos de exportación del grupo con la formación (1986) de dos compañías comercializadoras en Estados Unidos: la Southwestern Sunbelt Cement y la Texas Sunbelt Cement, ambas sociedades en coparticipación con empresas cementeras de la Para 1993, CEMEX se posicionaba como la cuarta compañía de cemento Unión Americana. más grande en occidente, así como la cuarta en ventas a nivel mundial.
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dustria– no sólo en México, sino del subcontinente latinoamericano.19 Para 1987, CEMEX poseía una producción total de 13 millones de toneladas anuales, de las cuales casi una tercera parte se destinaba a la Unión Americana. Es también en 1987 cuando el grupo se asoció con la cadena Marriot Corporation, iniciando al año siguiente la construcción de dos hoteles de gran turismo e inaugurados en octubre de 1990: uno en Puerto Vallarta, Jalisco, y el otro en Cancún, Quintana Roo, con una oferta conjunta de 898 habitaciones (Caintra 1990). A partir de esta asociación se crea la División Turismo, dentro de la estructura organizativa del grupo (ya desaparecida debido a las nuevas reestructuraciones internas). Esta diversificación respondió en su momento, según su director general, a la necesidad de invertir los activos sujetos a una depreciación acelerada y evitar así la descapi-
Lorenzo Zambrano ocupó la presidencia de CEMEX en 1985.
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talización por una alta carga fiscal. Zambrano comentó a Expansión: De ahí que, con la capacidad de inversión adicional que tenemos, decidimos incursionar en el turismo, porque es una rama en la que podemos tener depreciaciones a corto plazo relativamente fuertes.20 La política agresiva de expansión en México se completó prácticamente en 1989 al adquirir en junio la mayoría de las acciones de la segunda empresa cementera del país: Cementos Tolteca y sus siete plantas con una capacidad conjunta de 6.8 millones de toneladas anuales. CEMEX adquirió 49 por ciento de las acciones puestas en venta por la compañía inglesa Blue Circle, coaccionista del Grupo Mexicano Tolteca, compuesto por varios accionistas independientes. En la transacción financiera con Blue Circle, el grupo adquirió dos empresas productoras de cemento ubicadas en el estado de Texas, la Gulf Coast Portland Cement, productora de 40 por ciento de la producción total del área de Houston, y la empresa Houston Shell and Concrete (García de León, 1993). Esta estratégica y compleja operación significó para CEMEX un gran salto en todas sus cifras. Su producción anual se elevó de 13.5 a 20.3 millones de toneladas; sus exportaciones se elevaron de 4 a 5 millones de toneladas anuales, llegando a concentrar 85 por ciento de las exportaciones totales de la industria cementera; el número total de trabajadores se incrementó de 9,000 a 14,500, e internamente pasó a controlar 66 por ciento de la producción y del mercado nacional, por encima de la participación del Grupo Apasco (14%) su más cercano competidor.21 Con esta adquisición se convirtió en la cuarta compañía más grande de cemento en el hemisferio occidental y la cuarta en ventas en el ámbito mundial, después de las poderosas
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transnacionales cementeras Holderbank de Suiza; Italcementi en Italia y Lafarge de Francia.22 De hecho, este ascenso entre las principales holding planetarias se hizo a costa de desplazar en el mercado doméstico a la empresa Holderbank y Lafarge, quienes también estaban interesados en adquirir las acciones de Blue Circle. En esta transacción, la Holderbank perdió la posibilidad de consolidar su primera posición en el suroeste de los Estados Unidos, y para la empresa Lafarge le habría abierto las puertas al mercado mexicano y el control de sus exportaciones al vecino país del norte. Pronto le cobraron factura a CEMEX, en esta ocasión no en México, pero sí en el mercado estadounidense donde estaba el principal destino de sus exportaciones. Al año siguiente CEMEX continúa con su impulso hacia el crecimiento, e inaugura la Planta Yaqui con una capacidad inicial anual de producción de 1.2 millones de toneladas, en un solo horno. Para fines de ese año, y aunado a la modernización y crecimiento de la producción de otras plantas, el Grupo alcanzó una capacidad instalada de producción en todas sus plantas de 27 millones de toneladas anuales (CEMEX, 1999). Sin embargo, el primer obstáculo que enfrentó CEMEX en su meteórica incursión internacional fue la cerrada competencia que tuvo en el vecino país del norte. Para 1989, CEMEX tenía consolidado el mercado del sur de Estados Unidos y parte de la costa de Golfo, lo que empezó a inquietar cada vez más a los productores domésticos. Aunque es de aclarar que para ese año, alrededor de 65 por ciento del capital de la industria cementera en ese país estaba en manos extranjeras, principalmente de las grandes compañías europeas. En 1989, y de acuerdo a la legislación comercial vigente en Estados Unidos (la cual establece que cualquier empresa u organización puede solicitar a las autoridades que se apliquen gravámenes contra las importaciones que son introducidas a precios dumping, es decir, por debajo de sus costos de producción), el Comité de Productores de Cemento Estadounidense, que agrupa a los fabricantes de los estados fronterizos de México y la Florida, presentó ante las autoridades de comercio una queja interpuesta por siete compañías cementeras acusando a sus competidores mexicanos de
vender su producto a mitad de precio en los Estados Unidos.23 Entre las empresas demandantes estaban la Boxcrow y la Ideal, subsidiarias de la Holderbank y socias de Apasco. La demanda, no queda duda alguna, fue una respuesta contundente ante la agresiva expansión de CEMEX y su nueva estrategia de penetración al mercado estadounidense a raíz de la compra del Grupo Tolteca. Después de un año de enfrentar y defenderse de la demanda antidumping ante las autoridades de comercio en el vecino país, en agosto de 1990 se dictaminó que efectivamente las importaciones mexicanas dañaban a los productores domésticos al venderse por debajo del costo de producción, por lo que el producto fue gravado con un impuesto compensatorio de 58 por ciento, aplicable durante diez años (fecha en que se volverá a revisar el caso) a partir del primero de octubre de 1990. El impacto inmediato fue la caída en el siguiente año de casi 80 por ciento de las exportaciones de CEMEX hacia Estados Unidos.24 De nueva cuenta Zambrano y su equipo de asesores tuvieron que realizar ajustes en los planes de internacionalización del sector cementero mexicano. Para este equipo empresarial, la alternativa más viable ante las dificultades enfrentadas fue tratar de diversificar el destino de sus exportaciones, pero en esta ocasión se fue más allá de lo practicado hasta entonces. La novedad consistió en una política de comprar empresas posicionadas en países estratégicos, pero necesitadas de inversión y modernización en sus instalaciones. Con ello se pretendió consolidar y posteriormente fortalecer su posición de liderazgo mundial. Para Zambrano y su equipo, la solución estaba en que si no se podía exportar cemento a precios competitivos a Estados Unidos desde sus plantas en México debido al gravamen, pues se exportaría desde otros puntos del planeta. De esta forma se diseño la nueva expansión de CEMEX para los noventa. Zambrano la definió así en 1998: Entonces, en 1992, decidimos ir a Europa y se presentó la oportunidad de entrar en forma muy importante en España. La idea de ser grande y de esa manera poder defendernos de nuestros competidores,
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las dos principales cementeras en ese país, Valenciana y Sansón. Con ellas se adquiría la participación de 28 por ciento de ese mercado nacional.26 Dos años después CEMEX vivió su mejor época financiera, adquirió las empresas Vencemos en Venezuela y Cemento Bayano en Panamá. Meses después volvía a incursionar en el mercado estadounidense con la adquisición de la planta Balcones en La empresa dominicana de Cementos Nacionales fue adquirida por CEMEX en 1995, consolidando la expansión de la empresa mexicana. New Braunfels, en el estado de Texas. la verdad fue una estrategia que en aquel Para 1994, el grupo cementero tenía una capacidad tiempo se veía riesgoso y algunos nos critide producción instalada de 42 millones de toneladas caron, porque cómo se atrevía una compañía anuales y su valor en la Bolsa rebasaba los 11 mil mimexicana a comprar empresas en España y llones de dólares (CEMEX, 1999). Pero la profunda Estados Unidos, cómo las iba a manejar, crisis mexicana, iniciada en 1995, y la consiguiente pero tenemos sistemas de información muy devaluación de la moneda mexicana, hicieron bajar avanzados que nos ayudaron en el manejo el precio de las acciones de CEMEX en un 50 por de las empresas. ciento. Todavía en 1998, CEMEX era valorada en Normalmente tenemos tecnología de punta la Bolsa en 6 mil millones de dólares, 5 mil millones en nuestros procesos de negocios y manumenos que hacía cuatro años.27 factura, así que no les cabía a muchos de Sin embargo, la crisis no intimidó la expannuestros competidores y banqueros, sobre sión planeada por los altos directivos de CEMEX. todo europeos, que una compañía mexicana En 1995 se inauguró la planta cementera más grande podía hacer lo que decíamos, lo que hacíadel grupo: la planta Tepeaca, en Puebla, con una camos y que podíamos manejar bien esos nepacidad de producción de 3.2 millones de toneladas gocios en Europa y Estados Unidos. al año. Ese mismo año también se adquirió CemenAhora no hay duda de eso, pero en aquel tos Nacionales, empresa cementera localizada en la entonces se nos criticó, ahora se ve esa diRepública Dominicana. Los logros indiscutibles versificación geográfica y no dicen que fue de Lorenzo Zambrano en diez años como director una estrategia arriesgada, sino al contrario, general fueron recompensados en 1995 por los prinque fue una estrategia prudente para bajar el cipales accionistas del grupo, quienes lo nombraron riesgo del negocio.25 presidente del Consejo de Administración, el puesEn efecto, en 1992 los directivos de CEMEX to más importante y codiciado dentro CEMEX, visitaron y concretaron la adquisición en España de compañía que indudablemente revolucionó.28
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La expansión de CEMEX en el extranjero continúa hasta la actualidad. En 1996 adquiere la participación mayoritaria de Cementos Diamante y Cementos Samper de Colombia. Al año siguiente adquiere una participación del 30 por ciento de la compañía Rizal Cement, en Filipinas, y para 1998 adquiere 14 por ciento de PT Semen Gresik, el productor de cemento más grande de Indonesia (Flores, 2000). A juzgar por la misión de CEMEX en la actualidad, su objetivo se centra en “satisfacer las necesidades de construcción de sus clientes y crear valor para sus accionistas, empleados y otros sectores relevantes, consolidándose como la organización cementera multinacional más competente del mundo” (CEMEX, 1999). La estrategia que guía el crecimiento del grupo a partir de 1992 está basada en tres puntos esenciales: •Concentración en su negocio tradicional: cemento, concreto premezclado y agregados. •Minimización de costos y maximización de la eficiencia y rentabilidad de la empresa, mediante la revisión y análisis de las operaciones existentes. •Diversificación hacia nuevos mercados emergentes (CEMEX, 1999). La revolución de la empresa que ha desarrollado la nueva administración, la cual ingresó en 1985 con Lorenzo Zambrano al frente, ha creado un grupo con características globales entre las que destacan: •Una administración con experiencia y estructura definida. •Bajos costos de operación. •Tecnología de punta en sistemas de información y métodos de producción. •Una sólida estructura financiera y una fuerte e innovadora administración de sus finanzas. •Liderazgo en el mercado en regiones con necesidades crecientes de infraestructura y vivienda.
Grupo CYDSA El Grupo Cydsa inicia su historia en 1945, año en que se instala la industria química madre, denominada Celulosa y Derivados, S.A. Su objetivo inicial fue incursionar en el campo del rayón textil, del que pronto pasó a la producción de rayón para cuerdas de llantas. Esta empresa regiomontana con participación minoritaria de capital extranjero29 –con la firma R. Brown D. (Flores y Olvera, 1988)– le dio otros usos a su materia prima: la viscosa. Cydsa avanzó en las siguientes décadas hacia la fabricación de fibras, películas de celofán y empaques, química básica y petroquímica y de plásticos. Además produce polipropileno biorientado, fibras acrílicas, resinas y tuberías de PVC, toloedisocianato y sal industrial y comestible (Caintra, 1991). Dentro de los productos de química básica fabrica, entre otras cosas, gases refrigerantes, propelentes y espumantes, fungicidas y aceleradores orgánicos. La diversificación del grupo lo llevó a crear la central Cydsa, S.A., con la cual incursionó en el sector inmobiliario y el consorcio Intermex, encargado de comercializar fuera de México estos productos. Los grupos económicos siguen teniendo futuro en México, donde la diversificación de líneas de negocio ofrece protección contra la volatilidad. Sin embargo, los inversionistas del siglo XXI están cada vez más interesados en aquellos GE que se concentran en un grupo de negocios que no sólo son variados, sino rentables. Es por ello que Cydsa tiene que hacer converger ambas situaciones, ya que es uno de los conglomerados mexicanos más diverso que existe actualmente. La primer medida de importancia para su reorganización administrativa y de capital fue en octubre de 1997, cuando se eliminaron las participaciones cruzadas que tenía este conglomerado con el Grupo Vitro y con el grupo Financiero Serfín. Vitro aceptó transferir su participación del 49.99 por ciento en la compañía Cydsa a Tomás González Sada, presidente de la junta directiva, y a
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El Grupo Cydsa inicia su historia en 1945.
los miembros de su familia. Por su parte, González Sada y su familia aceptaron transferir su participación de 13.2 por ciento en Vitro a un fideicomiso que venderá las acciones a beneficio de Vitro en el lapso de 1998 y 1999.30 Este canje de acciones fue significativo para González Sada, porque fueron él y su familia, y no la propia empresa, los que intercambiaron sus acciones en Vitro por 230 millones de dólares en títulos de Cydsa. En resumidas cuentas, González Sada y su familia apostaron su capital en reorganizar al Grupo Cydsa. Ahora que se han independizado económicamente Cydsa de Vitro y viceversa, los ejecutivos del Grupo Cydsa tendrán más libertad para hacer planes estratégicos a largo plazo, aunque he de destacar que las juntas directivas de sus empresas incluirán a muchos de sus familiares, inversores estos en otras GE de Monterrey. Uno de los problemas inmediatos que enfrenta Cydsa es que se trata de una mezcla de 18 filiales de negocios diferentes. Esta empresa fundada en 1945 para fabricar rayón, ahora fabrica además, productos acrílicos, cloro, lejía, sal de mesa, tuberías de polivinilo, sistemas de purificación de agua y de riego y materiales para embalaje. También fabrica suéteres y ropa de cama.31 El mismo González Sada
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comentó, a fines de 1997, que “ninguna otra empresa del mundo tiene tantas líneas de negocio”.32 Para 2000, el Grupo Cydsa estaba formado por cinco divisiones operativas: Química, Empaque, Fibras, Hiladuras y Textiles para el Vestido, Textiles para el Hogar y Mejoramiento Ambiental (Flores, 2000).
Grupo Fomento Económico Mexicano, S.A. (FEMSA) Este grupo, cuya empresa madre se fundó en Monterrey en 1890 bajo la razón social de Cervecería Cuauhtémoc, participa actualmente en los negocios de bebidas, alimentos y empaques en lámina, papel y plástico. La Cervecería Cuauhtémoc nace de una concesión otorgada por el Gobierno del Estado el 16 de diciembre de 1890 al empresario regiomontano Isaac Garza y al empresario estadounidense J.M. Schnaider. Con una inversión inicial de 125 mil pesos, la empresa establecida con el objeto de producir hielo y “cerveza de exportación”, logró una exención de impuestos por el término de doce años (Vizcaya, 1971). Las operaciones iniciaron a fines de 1891 y
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originalmente la producción anual de la Cervecería fue de 60,000 barriles de cerveza y 8,000 toneladas de hielo (Flores, 1993). La expansión de la empresa aprovechó la estabilidad social y política que brindó el dilatado régimen de don Porfirio Díaz. Para 1900, el capital se elevaba a 2 millones de pesos, y para 1909 éste era oficialmente de 5 millones (Vizcaya, 1971). Al final del régimen del general Porfirio Díaz, la industria cervecera regiomontana tenía una capacidad de producción de 300 mil barriles de cerveza al año. Embotellaba diariamente 300 mil unidades y producía 750 toneladas de hielo, empleando 1,500 obreros. El producto rebasó el mercado nacional y pronto exportó cantidades importantes de mercancía a los Estados Unidos de América, Cuba y Centroamérica (Flores, 1991ª). La cerveza de esta empresa obtuvo numerosos reconocimientos internacionales por su calidad, entre ellos están los otorgados en las siguientes exposiciones: Exposición Universal de Chicago (1893), Exposición de San Luis Missouri (1904), Exposición de Milán (1906) y Exposición Universal de Amberes en 1907. Para este último año, la Cervecería Cuauhtémoc fue invitada a presidir el Jurado Internacional de Cervezas en la Exposición Internacional celebrada en Madrid. En un acto dentro del programa de la Exposición de Madrid, el rey Alfonso XIII concedió a esta fábrica el ser una de las Proveedoras de la Casa Real, a la vez que autorizaba a la Cervecería Cuauhtémoc –según nos dice Isidro Vizcaya (1971)– el uso de las Armas Reales en las facturas y etiquetas de sus productos. Sus primeras marcas de éxito fueron las cervezas Carta Blanca, Bohemia, Cuauhtémoc (posteriormente denominada Indio), Estrella, Salvator y Saturno. Para 1912, la Cervecería Cuauhtémoc producía más de dieciséis millones de litros de cerveza. El Consejo Administrativo de la empresa –hasta la época revolucionaria– quedó integrado por Isaac Garza como presidente, José A. Muguerza como secretario; José Calderón como tesorero; José M. Schnaider como vocal; Alberto Sada como comisario; y Francisco G. Sada como gerente general (Vizcaya, 1971). Tras pasar momentos amargos durante la década armada de la Revolución –es incautada durante ocho meses por el gobierno radical constituciona-
lista del general Antonio I. Villarreal, gobernador de Nuevo León entre marzo de 1913 y enero de 1914–, la empresa cervecera presencia un nuevo periodo de expansión (Flores, 1991). En cuanto a la mano de obra calificada, la cual dependía de los técnicos extranjeros, se superó con la creación, en 1911, de la Escuela Politécnica Cuauhtémoc.33 En ella se empezaron a impartir cursos de educación elemental, artes y oficios, electricidad, refrigeración, sistemas técnicos de fermentación, física, química, comercio, agricultura y veterinaria.34 Este nuevo grupo de obreros y empleados de la Cervecería que vivió la caótica década revolucionaria, fundó una asociación de trabajadores para ayuda mutua: la Sociedad Cooperativa de Ahorros e Inversiones para los Operarios y Empleados de la Cervecería Cuauhtémoc, S.A., el 30 de marzo de 1918. Con el objetivo inicial de proveeduría, o sea, en surtir los artículos de primera necesidad a precios más bajos que en el mercado, esta organización se transformó en lo que hoy es la Sociedad
Cervecería Cuauhtémoc obtuvo numerosos reconocimientos internacionales por su calidad.
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Blanca, Tecate Light Cuauhtémoc y Famosa Premier, Bohemia, (SCYF). Superior, Cerveza La Cervecería XX, XX Lager, Indio Cuauhtémoc se emy Sol.35 pezó a expandir dentro La Cervedel mercado nacional cería Cuauhtémoc con la adquisición de y sus empresarios otras industrias cervefueron promotores y ceras ya posicionadas creadores, a la vez, en diferentes regiones de otras empresas del país. De esta forma y negociaciones inse adquiere, en 1929, signes de la historia la Cervecería Central, industrial regiomonS.A., ubicada en la Ciudad de México. En La Sociedad Cuauhtémoc y Famosa (SCYF) inició con el objetivo de surtir tana. Al buscar la artículos de primera necesidad a precios más bajos que en el mercado. integración vertical 1935 son adquiridas la y horizontal del proCervecería Cruz Blanca de Ciudad Juárez y la Cervecería Occidental de ceso productivo se fueron creando las industrias Guadalajara, la cual cambió su nombre a Cervecería Vidrios y Cristales, fundada en 1899, clausurada en del Oeste y, posteriormente, en 1954, cambio su ra- 1903 y refundada en 1909 con el nombre de Vidriera zón social por el de Cervecería Cuauhtémoc, S.A. Monterrey; Fabricas Monterrey, en 1920 (fabricante de C.V., pasando así a formar una planta más de la de tapones y corcholatas, tapas para refrescos, gas empresa madre. A principios de la década de los cin- carbónico, empaques de cartón, fundas y forros de cuenta es adquirida la Cervecera Humaya en Culia- cartón corrugado y papel engomado); Malta en 1928 cán, Sinaloa, cambiando en 1958 su razón social a (empresa abastecedora, hasta 1989, de productos Cervecería Cuauhtémoc. En 1954 se compra la Cer- alimenticios en las áreas de agricultura, ganadería, vecería Tecate, en Tecate, Baja California, empresa avicultura y porcicultura); Empaque de Cartón Tifundada en 1943. Esta planta tiene actualmente un tán, S.A. en 1936 (productora de cajas de cartón coárea de extensión de 46 mil metros cuadrados y una rrugado); Hojalata y Lámina en 1943 (empresa acecapacidad de producción (para 1998) de 3.8 millo- rera abastecedora de lámina, material indispensable nes de hectolitros de cerveza al año. Las marcas que para el envasado de la cerveza); y Grafo Regia en produce son Carta Blanca y Tecate. En 1945 se ad- 1957. Esta empresa inició sus actividades con nueve quiere la Cervecería Nogales, en Veracruz, la cual, trabajadores y tenía como cometido el proveer las desde 1933, le maquilaba algunas de las marcas a la etiquetas para los productos de las empresas ligadas Cuauhtémoc. Con una producción que rebasaba a la Cervecería Cuauhtémoc. Actualmente es una los 2 millones de hectolitros anuales, la Cervecería empresa diversificada y dedicada a la producción Cuauhtémoc adquirió, en 1965, la Compañía Arren- de empaques para cigarros, dulces, jabones, aceites, dadora de la Cervecería de Ciudad Juárez, S.A., cervezas, atoles, café, productos farmacéuticos y befundada en 1931 y cuya razón social cambió en 1968 bidas.36 En el ámbito de la educación y de la cultua Cervecería Cruz Blanca. Finalmente, en 1969, se adquiere la planta cervecera de Toluca. Ésta es ra, el empresario y director general de la Cerveceactualmente una fábrica que se extiende en más de ría Cuauhtémoc, Eugenio Garza Sada, fundó con 340 mil metros cuadrados y tiene una capacidad de otros empresarios la institución Enseñanza e Inproducción de 5.4 millones de hectolitros de cerveza vestigación Superior en 1943, asociación que a su al año. Las marcas que produce son Tecate, Carta vez creó ese mismo año el Instituto Tecnológico y
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Eugenio Garza Sada, empresario y director general de Cervecería Cuauhtémoc.
de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), con lo cual se buscó crear nuevas generaciones de profesionistas que enfrentaran los nuevos retos del entorno nacional e internacional. Para fomentar y controlar este crecimiento hacia la diversificación, se creó la compañía controladora, en 1936, Valores Industriales, S.A., conocida como VISA. Esta compañía controladora funcionó con esta razón social hasta 1997, cuando cambió a Fomento Económico Mexicano, S.A. La sorprendente dimensión que adquirió este conglomerado a través de un impresionante proceso de integración vertical y horizontal trajo como consecuencia, en 1974, una reestructuración en su modelo organizativo. Parte medular del comúnmente llamado Grupo Monterrey, este impresionante corporativo se dividió en dos grandes grupos industriales: Visa y Alfa. El potencial económico de este corporativo antes de su división se puede apreciar con datos del censo industrial de 1965. En ese entonces, sus más grandes compañías, Hojalata y Lámina (Hylsa) y Cervecería
Cuauhtemoc, ocupaban el segundo y tercer, lugar, respectivamente, dentro de las empresas industriales con el predominio de capital nacional privado más grandes del país, de acuerdo a su producción bruta total (Cordero, 1977). Sólo eran superadas por otra empresa con asiento también en Monterrey, la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la cual albergaba en su consejo de accionistas a miembros distinguidos del corporativo regiomontano. Sin embargo, ya como grupo independiente, visa finca su progreso de consolidación en la industria de la cerveza. El avance en este ramo era ya exitoso. A decir de la propia Cervecería Cuauhtémoc, esta empresa ha sido pionera en algunas innovaciones en el mercado nacional. Éstas son algunas de ellas, las cuales fueron divulgadas en la celebración de sus primeros 95 años de vida (1985): en 1892 sustituyó las barricas que antes empleaba para empaquetar las botellas de cerveza por cajas de madera; en 1893 lanzó al mercado la cerveza de barril; en 1903 revolucionó a la industria cervecera introduciendo la corcholata, en lugar de los corchos que hasta entonces se habían usado; en 1923 introdujo el uso del gas carbónico para servir la cerveza de barril, al proporcionar la espuma compacta que le da carácter y singularidad a ésta; en 1926 inicia el empaque de botellas de cerveza en cajas de cartón corrugado; en 1930 hizo aparecer el barril de cerveza metálico que sustituyó a los barriles de madera; en 1948 introdujo la refrigeración en puntos de venta y centros de consumo basándose en hielo triturado; en 1953 lanzó el envase transparámbar, que protege la cerveza contra la acción de la luz; en 1960 introduce en el mercado el envase tamaño “Caguama”; en 1964 pone en el mercado nacional la lata “abresolo”; en 1967 lanza el envase de cristal no retornable con tapa “quitapón”; en 1969 introduce en el mercado el envase abridor, que tiene un destapador en el fondo de la botella para abrir otra similar; en 1971 creó la división de plástico para el empaque de las cervezas, de la que posee patente mundial y resulta más durable y ligera; en 1972 lanzó la moderna caja de plástico con tapa especial para 24 botellas; y en 1979, lanza la primera cerveza ligera al mercado.37 Ya como grupo independiente, en el año de 1985, visa se convierte en socio mayoritario de
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Inauguración de las instalaciones del Tecnológico de Monterrey.
una de las empresas cerveceras con más tradición: la Cervecería Moctezuma, fundada en Orizaba, Veracruz, en 1896. De esta manera, la Cervecería Cuauhtémoc pasa a denominarse consorcio Cuauhtémoc Moctezuma (Caintra, 1991). La planta de Orizaba actualmente tiene una producción de 6.9 millones de hectolitros por año y produce las marcas Superior, Cerveza XX y XX Lager, Sol y Noche Buena. Junto con esta planta se incorporaron la Planta Guadalajara 1, fundada en 1970 y productora de 3.1 millones de hectolitros al año a través de las marcas Tecate, XX Lager, Sol, Carta Blanca, Cerveza XX y Superior; y la Planta de Novojoa, Sonora, inaugurada en 1991 sobre 500 mil metros cuadrados y con capacidad de producción de 4.2 millones de hectolitros por año. En efecto, con esta adquisición, 60 por ciento del mercado nacional de la cerveza quedaba bajo su control. En la clasificación de las empresas privadas más grandes de 1965, la Cervecería Moctezuma ocupó el cuarto lugar (Flores y Olvera, 1988). Hasta el decreto de la nacionalización de la banca privada mexicana, el 1 de septiembre de 1982, el corporativo visa también había avanzado hacia el sector financiero. El grupo bancario perteneciente al corporativo era el Grupo Serfín, con sede en Monterrey, y cuyos servicios financieros integrados encontraron su matriz en la ciudad capital de la república.38
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Tal y como sucedió con los demás grandes grupos regiomontanos, el corporativo visa inició, a raíz de la crisis de 1982, un proceso de consolidación y de incremento en sus exportaciones. Este proceso le ha permitido fortalecer sus negocios básicos. Actualmente el Grupo FEMSA representa a la empresa controladora de cuatro grandes grupos: la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, la cual tiene alianzas estratégicas con la firma Canadian Brewery, John Labatt Limited; el Grupo Coca Cola, el Grupo Empaques y finalmente Ventas al Menudeo (Flores, 2000). Coca Cola Femsa, S.A. de C.V. es una asociación entre FEMSA, la compañía más grande de bebidas en México, y The Coca Cola Company de los Estados Unidos. Este grupo es el cuarto embotellador de productos Coca-Cola en el mundo. FEMSA posee 51 por ciento de las acciones, 30 por ciento es propiedad de una subsidiaria de The Coca Cola Company y el 19 restante se encuentra en poder del público inversionista. Las acciones en poder del público inversionista son acciones L con derecho de voto limitado y se encuentran listadas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV: KOFL) y en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE: KOF). Actualmente (1998) la compañía cuenta con trece plantas embotelladoras en México y dos en Buenos Aires, Argentina. Atiende a más de 215 mil detallistas en México y más de 60 mil en el área de Buenos Aires.39 El Grupo Empaques está conformado por siete compañías. La primera de ellas es la ya mencionada Fábricas Monterrey, S.A. (FAMOSA), establecida en 1920 y con plantas en las ciudades de Monterrey, Ensenada, Baja California y Toluca. La segunda es Sílices de Veracruz, esta empresa formaba parte de la división de vidrio y silicatos en la planta de cervecería de Acayucan cuando FEMSA adquirió Cervecería Moctezuma. La tercera es
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geradores verticales y horizontales para comercio y máquinas para guardar hielo.40 Ventas al Menudeo tiene el control de las tiendas de conveniencia OXXO.41 Por otra parte, el Grupo FEMSA tiene una estrecha alianza con el Grupo Bancomer-VISA. Bancomer se fundó en la Ciudad de México en 1932 bajo la denominación de Banco de Comercio, S.A. (“Banco de Comercio”). A lo largo de los siguientes 25 años, Banco de Comercio fundó 34 bancos regionales localizados en toda la república mexicana, formando así la red de bancos afiliados conocido como SisteEn 1926 se inicia el empaque de botellas de cerveza en cajas de cartón corrugado. ma Bancos de Comercio. En 1977, las distintas entidades Quimiproductos, la cual inició operaciones en 1968, diez años después se fusionó con TAMEX S.A. de que formaban el Sistema Bancos de Comercio fueC.V. de Orizaba, Veracruz, formando una sola com- ron consolidadas en Banca Múltiple, bajo el nombre pañía: Quimiproductos manufactura y distribuye de Bancomer, constituyéndose como una institución productos industriales químicos en sus plantas lo- con mayor eficiencia operativa y fuerte presencia calizadas en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, regional. Bancomer, al igual que la mayoría de los y en Orizaba, Veracruz. La cuarta empresa es Grafo otros bancos comerciales mexicanos, fue nacionaliRegia, fundada en 1954, orientada a la producción zado por el gobierno mexicano en 1982. A finales de de empaques flexibles para las empresas de FEM- la década de los ochenta, el gobierno mexicano iniSA. Su planta está localizada en Monterrey. Corru- ció una serie de medidas para desregular el Sistema gados Tehuacán, S.A. de C.V. es la cuarta empresa Financiero Mexicano, que culminó a principios de que inició operaciones en 1936 y produce papel y 1991 con el proceso de reprivatización de los bancos, cajas de cartón corrugado para las industrias agrí- incluyendo a Bancomer.42 colas, de alimentos, bebidas y para el mercado de productos industriales. Sus plantas están localizadas en Ixtaczoquitlán, Veracruz, Tehuacán, Puebla y Jalapa, Veracruz. La sexta compañía es Plásticos Técnicos Mexicanos, S.A. de C.V., la cual se fundó Foto de Bancomer-Visa o del Banco Comercial. cuando se integraron los departamentos de inyecEl Grupo Bancomer-Visa tiene una estrecha alianza con el Grupo ción de plásticos y moldes térmicos de las empresas FEMSA. Cervecería Cuauhtémoc y Grafo Regia, respectivamente, esta planta está localizada en San Juan Como resultado del proceso de reprivatizadel Río, Querétaro. Finalmente Vendo de México, ción de la banca mexicana, el 28 de octubre de 1991, S.A. de C.V., la cual inició operaciones en 1941 en la el grupo mexicano Vamsa-Visa adquirió el control Ciudad de México, su línea de productos son refri-
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Grupo GAMESA. La empresa madre del grupo fue Harinera Santos, fundada en 1921 por Alberto Santos González. Con la formación y la adquisición de otras empresas, en los años treinta y cuarenta, el grupo continuó su avance en la industria de alimentos. Las empresas de la familia Santos sufrieron una reorganización en 1948 adoptando su corporativo un nuevo nombre: Galletera Mexicana, S.A. (Flores y Olvera, 1988). En los años cincuenta (1953) entró en funcionamiento su mayor planta al norte del municipio de Monterrey, con una capacidad inicial de 18,750 toneladas de galletas por año (Flores, 1993). Los años setenta muestran para este corporativo el periodo de mayor expansión. En 1970, el grupo explota el gran potencial que representa el área del Pacífico, y su importancia como centro productor El Grupo Gamesa es uno de los grupos regiomontanos más exitosos en relación con los de materias primas. Ese mismo año se productos alimenticios. inaugura una planta en Ciudad Obregón, Sonora. de Bancomer. El precio fue de 7.7 billones de pesos Con ello queda formado un proceso integral (2.99 veces el valor de los libros). Los accionistas de producción que consta de cinco unidades principales fueron Eugenio Garza Lagüera, presiprincipales que son: Fábrica de Galletas, dente de visa; Ricardo Guajardo Touché, presidenFábrica de Pastas, Molino de Trigo, Molite de Vamsa; Héctor Hernández Cervantes, director no de Oleaginosas y Fábrica de Manteca y de Bancomer y 5,100 personas más. En noviembre Aceite Vegetal (Caintra, 1988:XXXIX). de ese mismo año se conformó el Grupo Financiero En 1974, siguiendo con sus planes de exBancomer (GFB), como empresa controladora de pansión, es adquirida la Fábrica de Galletas y Pastas Bancomer y otras subsidiarias no bancarias. Ban- Tepeyac, localizada en la ciudad de México. Y en comer fue la principal subsidiaria de GFB, cuyas 1979 se suma al explosivo crecimiento del mercado operaciones y directrices se encuentran altamente del sudeste al incorporar en su seno a la organizaintegradas con las de las otras subsidiarias de GFB. ción Gallera Palma, ubicada en Mérida, Yucatán Posteriormente este banco fue adquirido por el Ban- (Flores, 1993). Un año antes el grupo había expeco Bilbao Vizcaya, constituyéndose como el BBVA- rimentado otra reorganización; su identidad corpoBancomer. rativa cambió, aunque es hasta 1981 que se autodenomina sobre la base de importantes cambios en su Grupo GAMESA estructura organizacional como Grupo GAMESA. Este último año recrudece su tendencia hacia la Uno de los grupos regiomontanos que participó con búsqueda del monopolio del mercado alimenticio mayor éxito dentro de los bienes no duraderos ma- (galletas y pastas). El Grupo GAMESA se fusiona nufacturando productos alimenticios fue sin duda el con Nabisco Famosa, fabricante de galletas, pastas,
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bió la propuesta de vender GAMESA a Pepsi Co. a través de la firma J.P. Morgan. Aunque la oferta inicial era de 530 mil millones de pesos, posteriormente la compañía refresquera de los Estados Unidos sumó otro billón de pesos a la oferta primigenia (El Porvenir, 23-IX-1991). Alberto Santos relató su experiencia sobre la Para la década de los ochenta Gamesa se expande al incorporar cuatro empresas más al grupo. venta a la revista Expansión. La propuesta de Pepsi Co. de asociarnos harinas preparadas y alimento canino. A estas altufue evolucionando hasta que comentaron su ras la diversificación es más elocuente. En 1982, el decisión real de tomar el control de la emgrupo incursiona en alimentos y prendas infantiles presa... por razones emotivas, personales, al adquirir el porcentaje mayoritario de acciones de estaba en contra de la idea de vender... desproductos Gerber de México. Dos años después se graciadamente, o afortunadamente, como incorporan dos empresas más: Marcas Alimenticias lo quiera ver, la mayoría (de sus hermanos) Internacionales y Compañía Dulcera Lady Baltivotó por vender (Expansión, I-1991) more (Flores y Olvera, 1988). El grupo diversifica Sobre este negocio la revista estadounidense así su producción hacia el mercado alimenticio en el campo de dulces, chicles, postres, polvo para de negocios Fortune señaló: Michael Jordan, presidente de Pepsi Co. hornear y botanas. Para 1990 el Grupo GAMESA Internacional Snackand Beberage Busiposeía once plantas y 30 centros de distribución en nesses, en septiembre pasado (1990), llael país, en los que laboraban 14,840 personas, sin mó al presidente mexicano Carlos Salinas contar su infraestructura administrativa y la empresa de Gortari esperando ganar su aprobación Desarrollo Industrial GAMESA, S.A. de C.V., con al plan de Pepsi Co. de comprar GAMEla cual incursiona al campo de los proyectos ElecSA, la productora de galletas más grande trodomésticos de Construcción y Arquitectura. Sus de México. En años pasados, como Jordan ventas en 1989-1990 ascendieron a un billón 104 mil bien sabía, esto podría tomar cerca de 18 143 millones de pesos y las exportaciones al sur de meses de persistente galanteo para cerrar un los Estados Unidos en ese tiempo sumaron 30 mil trato como ése, pero –continua Fortune– la millones de pesos (Expansión, I-1991). Es a fines de administración de Salinas trabaja diferente. 1990, cuando sucede un hecho inusitado hasta ahoEl presidente ya había girado instrucciones ra en la historia de los corporativos regiomontanos. para la venta y estaba entusiasmado con el La transnacional estadounidense Pepsi Co. (y su trato de 300 millones de dólares de Jordan. división Frito Lay, propietaria de Sabritas, es dueña Deseaba conocer cómo podría ayudar; Jorde las cadenas de restaurantes Pizza Hut, Taco Bell dan dijo que quería la nueva compañía en el y Kentucky Fried Chicken) adquiere la mayoría de Mercado de Valores para el próximo lunes, las acciones del Grupo GAMESA a través de su cinco días después. Por su parte, Salinas compañía subsidiaria en México, Sabritas, S.A. de mencionó que la compra sería aprobada en C.V. (Caintra, 1991). Alberto Santos de Hoyos reci-
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vo, tal y como lo conocemos hoy, ha desarrollado una variedad de productos enmarcados en la industria de la construcción, transformación y el comercio en general. Este corporativo incursionó en la manufactura de productos de acero, equipos y herramientas para empaques y embalaje de todo tipo de mercancías, construcción de edificios industriales, servicios para la industria maquiladora, así como la fabricación de muebles para el hogar, instituciones e infantiles. Participa además en el sector de servicios de comercialización de vehículos automotores y equipos e implementos para la agroindustria. Industrias Monterrey, S.A. se creó jurídicamente el 14 de febrero de 1936 en la ciudad de Monterrey. Los socios fundadores fueron: Arturo Garza, Roberto Garza, Eugenio Clariond Garza, Eugenio Domínguez y María Garza viuda de Clariond. La planta galvanizadora de lámina La Sultana inició sus actividades en la década de los treinta. Tal y como sucedió con las sociedades controladoras creadas por los próximos días. Y así fue, Jordan expresó: la familias Garza Sada en 1936, ‘¡Asombroso!’ (El Porvenir, 23-IX-1991). Fomento de Industria y Comercio, así como ValoLa revista mexicana Expansión, en su edito- res Industriales, IMSA, aparece como una empresa rial de enero de 1991, no dejó pasar desapercibido tal controladora más. IMSA nace como una entidad que negocio calificándolo de un paso trascendente para agrupa las principales acciones de cuatro industrias: GAMESA y para el futuro de los negocios en Méxi- Fábrica de Ropa La Sultana, Molino de Trigo Nueco. Esta empresa con ventas superiores a un billón vo León, Fábrica de Artefactos de Madera La Sultade pesos anuales (1990) tomó una “decisión contro- na y la Planta Galvanizadora de Lámina La Sultana. vertida –afirmó Expansión– que sólo la historia se Las actuales familias (y principales accionistas del encargará de ponerla en su lugar”. Grupo), Clariond Reyes y Canales Clariond, son descendientes de Eugenio y María del Consuelo Grupo IMSA Clariond Garza, quienes, a su vez, fueron hijos del inmigrante francés que llegó a Monterrey a fines del La empresa madre del grupo es la Planta Galvaniza- siglo XIX, Santiago Clariond Desdieau, quien condora de Lámina La Sultana, la cual inició activida- trajo matrimonio con la joven María del Consuelo des de galvanizar láminas de acero a principios de la Garza. Clariond Desdieau fundó, en compañía de década de los treinta. A partir de esto, el corporati- sus dos cuñados (Arturo y Eugenio Garza) y con
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un capital de 14 mil pesos, un negocio de venta de ropa al mayoreo y abarrotes al menudeo, denominado Garza Hermanos y Compañía. A pesar de que Clariond Desdieau falleció el 30 de abril de 1921, y el negocio original de ropa y abarrotes se disolvió, a principios de la década de los treinta, su viuda y dos de sus hermanos, junto con Eugenio Domínguez, fundaron la sociedad llamada Centro Mercantil de Monterrey, S.A., el 20 de abril de 1932. Es esta la sociedad primigenia de lo que sería cuatro años después Industria Monterrey, S.A., la que se fundaría por los mismos empresarios aunados a ellos el hijo de Clariond Desideau y María del Consuelo: Eugenio Clariond Garza (Rojas, 1997). La División Acero se convirtió con el tiempo en lo que es hoy: la base de Industrias Monterrey. La Planta Galvanizadora de Lámina inició sus trabajos con lámina de acero importada de Estados Unidos. A juicio de Javier Rojas: En sus inicios, el sistema de galvanización era muy rudimentario: el procedimiento consistía en la inmersión, hoja por hoja, de la lámina de acero, en una paila que contenía cinc fundido. De esa manera las láminas se bañaban en cinc, logrando con ello el recubrimiento protector contra la corrosión. Lo cierto es que no sólo se galvanizaba lámina, sino también diversas piezas y estructuras de acero (Rojas, 1997:278). Para 1947, Industrias Monterrey crea centros de almacenamiento, distribución y servicio en la capital del país; cinco años después abre nuevas oficinas en la segunda ciudad más grande: Guadalajara. En 1954, IMSA incursiona en la producción de flejes de acero revestido con metal para evitar la oxidación; a este procedimiento, pionero en el ámbito nacional, se le conoce como pavonado. En 1955, el grupo adquiere Automotriz del Noreste, distribuidor autorizado de Ford Motor Co., en Matamoros, Tamaulipas. Con esta adquisición se avanza hacia la compra de nuevas distribuidoras de automotores. En 1959 se adquiere la agencia de automóviles más grande de la ciudad de Monterrey: Automóviles, S.A., distribuidor de camiones y automóviles Ford (Grupo IMSA, 1997).
La década de los sesenta es decisiva para el grupo: se funda en 1962 Zintro, empresa dedicada a la fabricación de lámina de acero galvanizada troquelable. Esta planta no sólo es la más grande de América Latina en su género, sino también es pionera en México al poner en operación la primera línea de galvanizado continuo. En 1963 se instala en sus plantas de galvanizado la primera línea de acanalado continuo. Al disponer de lámina en rollos, IMSA instala la primera roladora o acanaladora continua que produce lámina acanalada de largo indefinido. En 1964 se avanza en la producción de alcantarilla metálica y defensas para carreteras. En 1967 se instala la primera línea de pintado continuo en América Latina, trayendo consigo un nuevo producto: Pintro, la cual es la lámina de acero galvanizada y pintada (Flores y Olvera, 1988). En los setenta, IMSA manifiesta una fuerte diversificación hacia otros productos relacionados con el galvanizado. En 1971 se crea Robertson Mexicana, S.A. (Romsa), en asociación con la firma estadounidense H.H. Robertson. Esta empresa introduce en México la tecnología más avanzada en sistemas de construcción metálicos: techos, entrepisos Losacero, muros y ventilación industrial, así como el manejo de poliéster siliconizado Duracil (acabados de pintura de alta tecnología para el metal). Para 1978, esta misma planta fabrica sistemas estructurales con sistema de alma abierta denominados: Joist. En 1972 se crea Multypanel, un nuevo producto de IMSA consistente en la fabricación de
En 1962 se funda Zintro, empresa se convierte en la más grande de América Latina y pone en operación la primera línea de galvanizado continuo.
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dos láminas de Pintro unidas con un núcleo de espuma rígida de poliuretano. Para 1977 se funda, en Ciénega de Flores, N.L, una fábrica especializada en su producción, a la cual denominaron Multypanel. En 1973 se crea la División Forjas Metálicas de IMSA, que se transformará, en 1983, en una nueva empresa denominada Formet. En 1975 adquiere 66 por ciento de las acciones de la empresa Stabilit, fábrica de alta tecnología de laminados plásticos en México y la planta de mayor producción en América Latina en su género. Cuatro años más tarde, IMSA adquiere la totalidad de las acciones de la empresa. En 1979 se constituye Tractomotriz del Noreste, que distribuye los tractores agrícolas e industriales Ford y las trilladoras Allis Chalmer. Finalmente, IMSA, al igual que los demás GE, se reorganiza al crearse el actual holding denominado Grupo IMSA, el 15 de octubre de 1976, siendo este corporativo la empresa controladora de las Unidades Estratégicas de Negocio creadas hasta ese año (Flores, 1993 y Rojas, 1997). A partir de 1981, el Grupo avanzó hacia la producción de equipos para exploración y perforación petrolera en sociedad con National Supply Co., División Armco Steel (Caintra, 1983). Sin embargo, la División que continuó siendo la piedra angular del Grupo fue la procesadora de productos de acero. En 1982 se pone en marcha la tercera línea de galvanizado Zintro 3, lo que aumentó sobremanera su producción. Dos años después se lanzó al mercado un nuevo producto: la lámina Unyugal, lámina galvanizada por un solo lado y dirigido a la industria automotriz para la fabricación de carrocerías y autopartes. En 1985, en asociación con Bethlehem International Engineering Corporation, adquiere y moderniza sistemas y equipo con tecnología de punta para producir, por vez primera en México, el más moderno y efectivo recubrimiento para el acero. Durante el primer semestre de 1988, la División Acero generó un ambicioso proyecto en el renglón de la perfilería, orientado a la fabricación de perfiles galvanizados con acabado bunderizado, utilizados en ventanerías, marcos para puertas, barandales y otras aplicaciones (Caintra, 1989). Finalmente, en esta división se adquieren molinos de laminación en
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frío, lo que impulsan su productividad y su capacidad de exportación. Para fines de esta década, los mercados externos más importantes de IMSA están en los Estados Unidos, Canadá, Brasil, Venezuela, Costa Rica y Argentina. Por otra parte, en 1983 se crea la División de Sistemas Constructivos que aglutina a las empresas Romsa,43 Formet,44 Stabilit, Cumsa (Cubiertas Metálicas, S.A.) y Multypanel.45 IMSA Signode es la empresa que se dedica a toda la gama de productos para la industria del empaque (originalmente con la fabricación de flejes de acero pavonado). Esta empresa nació con la fusión, en 1978, del grupo IMSA con Signode, S.A. Signode adquiere, en 1982, las acciones de la empresa Extrusión, S.A., fabricante de una variada línea de fleje de plástico, con lo que se convierte en una empresa diversificada (flejes de acero y plástico) y finalmente, en ese año, en una empresa cien por ciento mexicana, al comprar IMSA la totalidad de participación en esa empresa de la firma Signode Corporation. Signode continúa creciendo en esta década: al ampliar sus plantas industriales; al adquirir en 1986 la empresa Grapas y Engrapadoras Industriales, ubicada en el Distrito Federal; y al mejorar un nuevo tipo de recubrimiento rico en zinc para proteger flejes de acero. En septiembre de 1987, dentro de sus proyectos de diversificación, el Grupo IMSA adquirió la mayoría de las acciones de la empresa regiomontana Acumuladores Mexicanos (Acumex), y Acumuladores del Centro, fabricantes de acumuladores para uso automotor e industrial (Grupo IMSA, 1988). En el momento de su adquisición, Acumex (empresa fundada en 1928) controlaba el 67 por ciento del mercado nacional en su ramo (Grupo IMSA, XI-XII- 1987). En ese mismo año la expansión del Grupo continuó y las empresas ESB de México, S.A. y Exide de México, S.A. de C.V. pasaron a formar parte integral del corporativo, avanzando en la fabricación de acumuladores de diseño especial para sistemas de telecomunicaciones, centros de computo, equipo ferroviario, sistemas de iluminación de emergencia, minería, montacargas, entre otros (Grupo IMSA, 1997). La década de los noventa también fue fructífera para IMSA, particularmente para la División
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Acero, la cual adquirió, en 1991, junto con el Grupo Acerero del Norte (GAN), la planta de Aceros Planos, perteneciente a la empresa siderúrgica fundada en 1900 y declarada en quiebra en 1986: la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.46 Entre 1993 y 1994, y con una inversión de 94 millones de dólares, los socios de Aceros Planos de México (APM), IMSA, con 51 por ciento de las acciones y GAN con 49 por ciento, transformaron a esta empresa en la planta de laminación en caliente más moderna de América Latina, capaz de embarcar productos de clase mundial. Para 1994 tenía ya una capacidad de producción de un millón de toneladas anuales de lámina rolada en caliente y placa de acero. Parte de la inversión inicial (9 millones de dólares) se destinó a las nuevas prioridades que exige una empresa de esta índole: un sofisticado equipo anticontaminante, a la rehabilitación de una planta de tratamiento de aguas negras y a una nueva planta de aguas residuales. La adquisición de moderna tecnología adelgazó la vieja planta de la Fundidora de Fierro y Acero que daba, hasta 1986, trabajo a más de 1,000 obreros a la cifra actual de 360 trabajadores, algunos, incluso, exmiembros de la nómina antes de la quiebra (Expansión, No. 640, 1994). Esta última década es fundamental para la expansión del grupo. Entre 1988 y 1997, IMSA se transformó prácticamente en una empresa multinacional con presencia en Norte, Centro y Sudamérica. La estrategia consistió en una serie de inversiones, adquisiciones y alianzas, con lo cual alcanzó, en 1997, a exportar 42 por ciento de las ventas netas consolidadas.47 Entre las empresas subsidiarias y alianzas estratégicas en el extranjero se cuentan las empresas Ingasa de Guatemala y CSN-IMSA Acos Revestidos de Brasil en lo que respecta a la División Acero; en el área de baterías y autopartes se encuentran Inacel de Argentina, Enermex Industrial do Brasil (Brasil) y Advantage Battery Corp. en los Estados Unidos; por lo que respecta a la división IMSALUM, elaboradora de productos para la construcción fabricados de aluminio, se encuentran las alianzas con los consorcios estadounidenses de Davidson Ladders y Davidson Manufacturing; y, finalmente, en la división IMSATEC (productos para la construcción de acero y plástico), están las
empresas Ipac de Chile y las estadounidenses MetlSpan y Gasteel.
Grupo PROTEXA Uno de los más jóvenes grupos industriales es indudablemente el Grupo PROTEXA. Lo que iniciara en 1945 como una pequeña fábrica de impermeabilizantes de techos (PROTEXA, S.A. cuyo fundador fue el regiomontano Humberto Lobo), es hoy uno de los corporativos más vigorosos y diversificados dentro del sector económico de la nación, especialmente dentro de la producción de bienes de capital. El fundador de la empresa original denominada Productos Técnicos, S.A., “PROTEXA”, con un capital de 25 mil pesos, fue Humberto Lobo Vi-
PROTEXA inició en 1945 como una pequeña fábrica de impermeabilizantes de techos, posteriormente se convertiría en uno de los corporativos más importantes del sector económico nacional.
llarreal. Nacido en Monterrey, en 1917, trabajó en el área comercial desde joven para varias empresas de la localidad como Vidriera Monterrey (donde trabajó como mensajero en el Departamento de Ventas); en una compañía alemana que producía tapas de baquelita; y a los 17 años entró como subgerente en una tienda del Mercado del Norte, en la que vendía loza de segunda de la compañía Troqueles y Esmaltes, S.A.48 Fundó su propia empresa, en mayo de
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los sesenta, PROTEXA estableció doce filiales en países latinoamericanos. No cabe duda alguna que parte del crecimiento del grupo fue acompañado principalmente a los contratos de obras públicas con el gobierno federal y estatal. A fines de los sesenta la empresa marcó el camino a la diversificación de sus actividades, que la llevaron, en la década de los setenta, a involucrarse a un ritmo de crecimiento mayor. El grupo incursionó en la industria petroquímica, en el ramo de la exploración y perforaciones terrestres PROTEXA incursionó en la industria petroquímica en la década de los setenta. y obras marinas (de pozos petroleros), 1945, misma que ubicó en el patio de su casa donde transportación aérea y marina (proporinstaló el taller que consistía de una hornilla, seis cionan servicios de transportación de petróleo en tambores de brea y un tanque para derretir asfalto. buques tanque) y en la producción de bienes de caSu personal inicial eran tres empleados de oficina, pital. En este último renglón destacan las empresas cinco obreros, una secretaria y un chofer. Las labo- Celasa y Mekano, fabricantes de plataformas marires empezaron a crear una cartera de clientes, la cual nas y de pailería pesada, respectivamente (Flores y se formó llamando puerta por puerta a fin de ofrecer Olvera, 1988). sus servicios de impermeabilizaciones que realizaba En la década de los setenta el grupo conbasándose en asbesto y alquitrán de hulla a las resi- tinuó su avance hacia ramos que no tenían ningudencias urbanas de Monterrey. na liga industrial con los ramos que existían dentro La expansión de esta pequeña empresa se del mismo. Se involucró en bienes raíces, viviendas inició en los años cincuenta, cuando, en 1952, con- de interés social y en la industria alimentaria con la siguió el contrato de impermeabilización del ga- pesca de anchoveta y el procesamiento industrial de soducto a Monterrey, que empezaba a construir la harina de pescado en las costas de Baja California empresa estatal de Petróleos Mexicanos. Eso motivó (Caintra, 1983). Esta última división, la de Alia que el grupo instalara ese mismo año una fábrica mentos tuvo sus inicios en 1975, cuando se incluyó de materia básica para impermeabilización y protec- a la empresa Pesquera Zapata Corporation, en el ción anticorrosiva. El contrato de PEMEX estimuló recién reorganizado Grupo PROTEXA. Es entona la empresa al avance hacia el área de construcción ces cuando la empresa inicia un proceso de divery tendido de ductos para combustibles, aceites y sificación en el campo pesquero-alimenticio. Para aguas (Caintra, 1983). A su quehacer inicial de im- fines de 1980 se inicia la captura de atún con dos permeabilizantes, tendido y protección de oleoduc- barcos de mil 400 toneladas cada uno. A mediados tos, gasoductos y poliductos, sumó pronto, entre de 1981, PROTEXA se asocia con Formex Ibarra 1952 y 1969, la construcción de muelles y tendido para la comercialización de alimentos. En la actualide redes eléctricas (nacionales y en el extranjero); dad, esta última empresa produce, empaca y comerobras hidráulicas, puentes, carreteras, el montaje de cializa atún, sardina, mayonesa, mostaza, aceituna plantas industriales, entre otras (Flores, 1993). En- y salsa catsup, entre otros productos.49 Para 1983, tre 1966 y 1969, PROTEXA realizó trabajos fuera su expansión en el noreste de México comprendía de México, en esos años tendió en Colombia un las siguientes empresas: Productos Lince, empresa total de 795 kilómetros de tuberías de seis a doce dedicada a la oxidación de asfalto, ubicada en Altapulgadas de diámetro. Y para fines de la década de mira, Tamaulipas, y cuyas operaciones mineras se
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basan en el plomo, zinc, oro y piezas automotrices con proceso de electroforesis. Finalmente, en el ramo de la elaboración y distribución de refrescos y aguas gaseosas, se encuentra la Embotelladora la Isleta y Azul de la Laguna, ubicadas en Tampico y Gómez Palacio, respectivamente. Los años noventa también fueron para PROTEXA, como para los otras GE, años de reestructuración interna en sus plantas a fin de enfrentarse con las nuevas condiciones internacionales, aunque es importante aclarar que a diferencia de la mayoría de las grandes GE de Monterrey, PROTEXA no cotiza en Bolsa. Un nuevo impulso a los negocios del grupo lo logró con el contrato que realizó en 1995 con PEMEX Petroquímica. El convenio estableció que PROTEXA iniciaría la construcción de un complejo petroquímico en la refinería de Cadereyta, Nuevo León, en enero de 1996, con una inversión de mil cien millones de dólares. La construcción de este complejo se realizó entre 1996 y 1999, y contempló el establecimiento, a decir de su presidente Humberto Lobo Morales, de once nuevas plantas que permitieron elevar la producción de la refinería. Al término del proyecto, la refinería PEMEX en Cadereyta obtendría un volumen adicional de 132 mil barriles diarios de productos destilados. Para la realización del proyecto se instalaron oleoductos y poliductos, indispensables para almacenar materias primas y distribuir productos petroquímicos.50 El 12 de diciembre de 1996, PROTEXA y la firma estadounidense Texaco inauguraron en Monterrey un nuevo negocio: el primer centro de Lubricación Express Lube en el país.51 Para 1999, PROTEXA esperaba inaugurar 40 de estas franquicias en el país. Dos años después (1998), el Grupo PROTEXA, a través de su división Empresa Construcciones, ganó una licitación con PEMEX para un proyecto de diseño, suministro, fabricación, carga, amarre y asistencia técnica en la instalación de dos plataformas marinas, por un monto de 38 millones de dólares.52 Las plataformas son octópodas (de ocho columnas), denominadas Akal Lki y Akaltm del activo Cantarel, y en total tendrían un peso de 10 mil 600 toneladas. La especialidad de estas platafor-
mas, cuyas dimensiones de superficie son 70 por 40 metros de ancho, es perforar pozos y pueden llegar a excavar hasta 18 de ellos. Son instaladas en una profundidad de agua no mayor a 45 metros. Domingo Chin Ley, gerente de planeación y control de la División Industria Petrolera de PROTEXA, expresó en esa ocasión que las plataformas contarían con el equipo básico para separar el gas del líquido, y el petróleo se enviaría a los ductos continentales o bien tendrá la posibilidad de exportarse directamente. Chin Ley comentó que PROTEXA tenía amplia experiencia en la construcción e instalación de pailería pesada para PEMEX, ya que hasta ese año había fabricado 30 por ciento de todas las plataformas marinas que tenía la empresa paraestatal y había instalado 97 por ciento de éstas. Para 2000, el grupo estaba dividido en seis divisiones: Industrias, Obras Marinas, Construcciones, Turismo e Inmuebles, Servicios y Medio Ambiente y Alimentos y Embotelladoras.
VITRO El Grupo Vitro, al igual que CEMEX, optó por la diversificación tan pronto se formó la empresa madre del grupo. Aunque esta empresa madre es comúnmente considerada la industria Vidriera Monterrey, fundada en 1909 como la productora de la botella para la cerveza, existe una empresa primigenia. Los fundadores de la empresa Vidriera Monterrey ya habían establecido, en 1899, una fábrica denominada Vidrios y Cristales de Monterrey, S.A., con un capital de 100 mil pesos, la cual, por problemas laborales, fue declarada en quiebra en 1904 (Flores, 1991). Los conflictos internos de la empresa prima se iniciaron por los 51 experimentados sopladores de vidrio alemanes que fueron contratados para iniciar las labores de la fábrica. Ante la falta de un entendimiento entre los administradores de la flamante empresa y los “sopladores extranjeros” en cuestiones como aumento de salarios, viviendas accesibles y adecuadas, entre otras, tuvieron que intervenir el gobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes, y el cónsul germano en Monterrey, Paul Buchard (Flo-
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de vidrio al día. La primera dificultad que enfrentó la fábrica fue la falta de personal capacitado (ingenieros, dibujantes, maquinistas, horneros, entre otros), dificultad que se cubrió con creces con obreros dispuestos a aprender. La segunda fue adecuar la nueva maquinaria al entorno, la materia prima, instalaciones, horno, etcétera. Roberto G. Sada comenta en sus memorias cómo enfrentaron, en 1911, este problema inicial: El técnico norteamericano que dirigía las operaciones tuvo que retirarse a consecuencia de una grave enfermedad. Hubo que dar la responsabilidad del mando a un dirigente sustituto. Éste pidió inmediatamente auxilio al propio inventor de las máquinas, quien aceptó hacer el viaje de Toledo, Ohio, a Monterrey. Tras una rápida ojeada a la planta, Mister Owens recomendó que se cambiara el combustible, que se reconstruyera el horno y que fueran mejoradas las instalaciones (Sada, 1981: 25). La empresa empezó inmediatamente en esta década revolucionaria (después de un periodo de paralización de la producción entre 1913 y 1915) su diversificación dentro del ramo del vidrio. Ampliada su planta en 1923, alcanzó una capacidad de 150 mil piezas de vidrio por día, destinadas a embotellar cerveza, vino, droguería, alimentos, entre otros productos (Flores, 1993). La sustitución de la vieja maquinaria por otras más sofisticadas fue desde el principio la estrategia a seguir, ya que ahorra buen número de brazos Vidrios y Cristales de Monterrey es otra de las empresas que alentaron el crecimiento industrial de la ciudad. –dijo la gerencia
res, 1991). El conflicto encontró solución en el cierre de la fábrica y el pago del pasaje de regreso al imperio alemán de los 51 “sopladores de vidrio”. En 1909, la empresa, bajo los mismos miembros fundadores, logró una nueva concesión con un capital inicial de un millón 200 mil pesos, para reanudar su trabajo. Un año después, debido a la molesta experiencia de siete años atrás, la compañía Vidriera Monterrey adquirió patentes de maquinaria automática (patente Owens) y máquinas Lynch para fabricar botellas que sustituían a los obreros sopladores (Flores, 1991). Del capital inicial se pagó sólo una tercera parte en efectivo. El resto del capital se completó con dos tipos de aportaciones: la primera incluía varios terrenos y algunos edificios; y la segunda consistía en el derecho de uso de la maquinaria automática ya descrita. Su primer gerente general fue el ingeniero civil Roberto G. Sada, quien contaba con 24 años de edad. Estas primeras instalaciones contaban con un horno y dos máquinas automáticas Owens que tenían una capacidad para producir 20 mil botellas
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en 1923–, pues el propósito de la empresa al introducir esta nueva organización es mantener sus instalaciones y sus sistemas al más alto grado de perfeccionamiento, única forma de que puedan subsistir, dentro de la competencia, todas las industrias […] (Flores, 1991:248). Issac Garza, presidente de la fábrica, comentó orgulloso –en una entrevista realizada por un periódico local ese mismo año– que era “la primera industria de vidrio en gran escala con éxito en nuestro país” (Flores, 1993:66). Para satisfacer la demanda de nuevos productos se formó un departamento de cristalería en 1927. Un soplador de vidrio, venido desde Europa, fue puesto como encargado para entrenar a un selecto grupo de trabajadores, éste formó en diez años a trabajadores especializados en el área de cristalería. Es precisamente en 1936 cuando el departamento se transforma en una nueva empresa ligada a la empresa primigenia: Cristalería, S.A.
Es también en 1927 cuando se construye una planta productora de vidrio plano. Ésta se realizó en coinversión con industriales de Bélgica en el ramo, a fin de construir y poner en operación dicha planta. En junio de 1928, los empresarios del vidrio en Monterrey firmaron el primer contrato con empresarios estadounidenses, que originó, en 1930, la llegada del primer gasoducto a Monterrey desde Texas, y por ende a abastecer del vital energético (gas natural) a las industrias del vidrio. Para los años treinta, su actividad estaba dividida en tres áreas: la producción del envase, cristalería y la de vidrio plano. Para satisfacer la creciente demanda de envases de vidrio en el centro del país, se creó la empresa de envases Vidriera México, S.A., entre 1934 y 1936, en la Ciudad de México. Dos compañías más fueron creadas en 1936 al modernizarse sus respectivos departamentos en la empresa madre: Vidrio Plano, S.A. y Cristalería, S.A. (Flores y Olvera, 1988; y Cordero, 1977). Es tam-
El grupo Vidriera se conformó en la década de los cuerenta.
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bién en 1936 cuando se creó una de las tres primeras sociedades corporativas en Monterrey: Fomento de Industria y Comercio (FIC), empresa predecesora de Vitro, S.A. Esta sociedad controladora de cartera era la principal accionista de las empresas del primigenio grupo: Vidriera Monterrey, S.A., Vidrio Plano, S.A., Cristalería, S.A., y Vidriera México, S.A. (Vitro, 1999). Es la década de los cuarenta cuando Vidriera Monterrey y sus industrias próximas se conforman organizacionalmente en un corporativo. La diversificación del grupo en esta década le permite incursionar en el mercado de bienes de capital, de ingeniería de producción, de productos químicos y de explotación de materias primas. Esto significa un proceso de integración vertical de la producción. Se crea la empresa Fabricación de Máquinas, S.A. (FAMA), la cual inicia operaciones en Monterrey en 1943. El objetivo, como su nombre lo indica, es desarrollar su propia tecnología, como una respuesta al incierto mercado de bienes de capital. La segunda gran guerra trae como consecuencia la escasez de equipo y repuestos de maquinaria utilizados por las empresas del Grupo, los cuales tenían un origen principalmente alemán, británico y en menor medida estadounidense. Para fines de la guerra, la mayor parte del equipo y maquinaria de origen extranjero de todas las fábricas del grupo fue reemplazada por las máquinas construidas por la empresa FAMA. El Grupo sigue expandiéndose, formando nuevas empresas y adquiriendo otras ya existentes. Entre ellas adquiere, en 1944, Vidriera los Reyes, S.A., localizada en Tlanepantla, estado de México y dedicada a la fabricación de silicatos para la elaboración de jabones y pegamentos. Aprovechando su ubicación y la amplitud del terreno, se construyó en la misma empresa un horno para la fabricación de envases de vidrio, capaz de producir originalmente 240 toneladas de envases de vidrio al día. Conforme el grupo se expandía y aumentaban las empresas y su capacidad instalada, fue necesario tener seguridad en el insumo energético, por ello se crearon en Monterrey dos nuevas industrias entre 1945 y 1946 con este fin: Gas Industrial de Monterrey, S.A. y Copropiedad Planta Eléctrica Grupo Industrial, S.A. Ambas empresas constituyeron la infraestruc-
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tura energética necesaria para las industrias del grupo y para trece empresas más de la localidad en esta década. Por vez primera, también fueron fabricadas en FAMA las máquinas del sistema IS (Sección Individual), las cuales producían envases de vidrio y eran importadas desde Estados Unidos. Al comprar la patente, las cinco mil piezas de las máquinas fueron hechas y ensambladas en Monterrey por los técnicos e ingenieros del grupo (Vitro, 1999). La década de los cincuenta fue fructífera en el incremento de la capacidad productiva de las plantas, se crearon nuevos departamentos y la tecnología sufrió modificaciones a fin de elevar la calidad de los productos que empezaron a exportarse. Las primeras exportaciones de FAMA (maquinaria y bandas transportadoras de envases y moldes) se ubican en 1950 y se realizaron a Uruguay, Australia y a la República Democrática Alemana. Al año siguiente (1951) se adquiere Vidriera Guadalajara, S.A., planta que poseía un horno y cuatro máquinas Lynch para la fabricación de envases de vidrio; en los años siguientes se construyeron dos hornos más para la producción de vidrio en diferentes colores. Otro avance estratégico del grupo en esta década fue hacia la adquisición de depósitos de fuentes locales de arena sílica y carbonato de sodio, los dos elementos esenciales en la elaboración del vidrio. Hasta ese momento, la mayor parte de esos insumos minerales eran de importación y la industria del vidrio en México dependía de los vaivenes del mercado internacional. El primer depósito de arena sílica que se incorporó al Grupo FIC se localizaba en Jáltipan, Veracruz, en 1952. En ese lugar se construyó una planta para purificar y enviar la arena sílica a las empresas del vidrio. El suministro de este insumo a las plantas de vidrio fue reforzado por un segundo descubrimiento en San José Iturbide, Guanajuato. Aunque no presentaba una pureza a tal grado como el depósito de Veracruz (ya que el material estaba mezclado con arcilla y otras impurezas), la purificación de la arena sílica fue posible con la construcción de una fábrica experimental en ese lugar, misma que todavía está en funcionamiento. Debido a los descubrimientos de los depósitos minerales, el grupo creó, a mediados de la década de los cincuenta, la empresa Materias Primas Monterrey, S.A.,
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con sede en esta ciudad para dar servicio a las empresas de arena sílica y feldespato. Bajo la dirección de esta empresa se construyeron dos fábricas para la purificación de estos materiales, una en Lampazos, Nuevo León, y la otra en Ahuazotepec, Puebla, cerca de las fábricas de vidrio (Vitro, 1999). En 1956 fue inaugurada Vidrio Plano de México, S.A., en el estado de México. La construcción de esta fábrica marcó el comienzo de un desarrollo importante en el centro del país: vidrio plano y productos de construcción, así como para la industria automotriz. Esta primera fábrica tuvo una capacidad diaria de 120 toneladas. Un segundo horno con la misma capacidad fue instalado dos años más tarde debido a una creciente demanda. Un problema técnico impidió hasta fines de los cincuenta que los trabajadores de vidrio plano en esta fábrica pudieran obtener vidrio pulido para instalar en ventanas y aparadores comerciales. Esto motivó a que el grupo buscara una coinversión con una firma inglesa a fin de adquirir el proceso para su fabricación. Fue así como se construyó el primer horno de vidrio flotado en México y en América Latina en una coinversión entre el FIC y la Pilkington Brothers, Lth. Este nuevo proceso revolucionó la elaboración del cristal para ventanas, automóviles, construcción y vidrio de seguridad en México. Una segunda coinversión nació en 1957 entre FIC y la firma estadounidense Owens Corning Fiberglas Co. (en aquel entonces la primera compañía de fibra de vidrio en el mundo), a fin de fundar Vitro Fibras, S.A. Esta planta fabricó y comercializó en sus inicios fibra de vidrio para los mercados acústicos, de aislamiento, textiles y de reforzamiento. Paralelamente, en 1957, fue adquirida Cristales Mexicanos, S.A., fábrica productora de vajillas y productos de vidrio para el hogar, situada en Monterrey. Para fines de la década de los cincuenta, el grupo encuentra nuevos depósitos de sal en el municipio de Villa de García, N.L., lo que le permite la creación de Industria Alcali, puesta en funcionamiento en 1960 con el propósito de producir carbonato de sodio a través del método “Solvay”. Dos años después esta empresa desarrolla el cloruro de calcio, producto que encontró gran demanda en
Estados Unidos y Canadá, ya que se usaba para derretir el hielo de las carreteras. En 1964 el FIC crea una nueva empresa internacional, Comegua, ésta se funda para penetrar al mercado Centroamericano y del Caribe a fin de satisfacer materias primas y envases de vidrio a las plantas fabricantes de estos productos en Costa Rica y Guatemala. Como parte de su internacionalización en esta década, la sociedad de cartera, FIC, forma una nueva sociedad en alianza con Philadelphia Quartz Co., llamada The PQ Corporation (1964) para formar la empresa Silicatos de Sodio y Metasilicatos (ahora llamada PQ Química), a fin de producir silicatos de sodio y metasilicatos en la Unión Americana. Ese mismo año se inaugura en Monterrey la fábrica denominada Industria del Plástico y Representaciones, S.A., la cual comenzó la producción de envases de plástico y tapas. Cuatro años más tarde, otro éxito del grupo consistió en la instalación de su primera línea de vidrio flotado en la empresa Vidrio Plano de México, S.A., un avance tecnológico de suma importancia para elevar tanto la producción como la calidad del vidrio producido en México (Vitro, 1999). En los setenta, al igual que todos los grandes corporativos, la expansión de éste se acelera y se incorporan al grupo cinco empresas en la división de envase, dos empresas en vidrio plano, dos en cristalería (una de ellas es Cristales Inastillables de México, S.A. en 1972, donde se producía el vidrio de seguridad automotriz) y una en materia prima. La década de los setenta representa una revolución en los grupos económicos del país y de Monterrey en particular. En 1976 el FIC se convierte en una empresa pública al emitir acciones y registrarse en la Bolsa Mexicana de Valores, con ello sus fuentes de financiamiento se amplían (Flores, 1993). Dos años después el FIC se asocia con Owens-Illinois para elaborar en sus fábricas en México productos de vidrio borosilicato. De esta forma el grupo ingresa al mercado de frascos y productos especializados como los de laboratorio. Un año antes (1977) el FIC funda un centro de investigación para el desarrollo tecnológico de sus fábricas, a través de un fideicomiso llamado Vitro Tec. El cambio organizacional
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no se hace esperar y la vieja estructura de Fomento este renglón en los Estados Unidos, y la incorpora de Industria y Comercio como empresa controlado- como una división estratégica más. Su adquisición ra del grupo, creada en 1936, requiere adaptarse a amplía las expectativas del grupo para incursiones las nuevas disposiciones de propiedad y estructura a los mercados extranjeros y busca constituirse en de capital: en 1979 cambia su razón social a Vitro, un competidor global en la industria del envase de vidrio53(Caintra, 1991). Finalmente, en este rubro es S.A. La década de los ochenta presenta una tra- adquirida, en 1986, la fábrica Envases Cuautitlán, yectoria de expansión y reorganización interna en S.A., productora de envases de plástico. Vitro sufre una nueva reestructuración en los grupos económicos regiomontanos. La crisis económica de México que inicia en 1982 y se extien- 1986, al crearse la división Vitro Enseres Domésde a casi toda la década impulsa a las GE a buscar el ticos a partir de la adquisición de Supermatic, S.A., mercado internacional para sus productos, así como fábrica de refrigeradores. Esta división crece de fora refinanciar sus deudas contraídas en dólares. A pe- ma acelerada en plena crisis en los siguientes dos sar de ello Vitro mantiene una expansión constante años. El grupo adquiere, entre 1986 y 1987, las emdurante la década. En 1980, Vitro y Ford Motor presas Estufas y Refrigeradores Nacionales, S.A. de Company establecen una alianza, hasta ahora exitosa, para la fabricación de vidrio automotriz. En 1982, Vitro aumenta su participación accionaria en CYDSA, S.A., e incursiona con mayor ímpetu en esta GE del ramo químico. Este aumento de participación es una “participación cruzada” entre las familias Sada, con el fin de obtener un apoyo mutuo durante la crisis de 1982. Ese mismo año se inaugura una nueva fábrica de vidrio flotado en el municipio de García, N.L., subsidiaria de Vidrio Plano. Ante la contracción del mercado interno Vitro buscó con mayor ímpetu el mercado foráneo. Se compran los activos de Riekes Crisa y se funda Crisa Corporación, que Apodaca es un complejo industrial de 50 tiene como objetivo comercializar El Centro Industrial Acros-Whirlpool localizado enhectáreas donde se cocentran seis fábricas. todos los productos de cristalería hechos en México, en los Estados Unidos. En 1985, el mercado exterior sigue sien- C.V.; y las empresas de componentes electromecádo la prioridad. Ese año se funda la división Vitro nicos para los enseres domésticos Acrotec, S.A. de Packaging con sede en Dallas, Texas, para vender C.V. y Fabricación de Compresores, S.A. de C.V. en ese país los envases de vidrio producidos por Crolls Mexicana, S.A. de C.V. (fabricante la lavadosus plantas en México. En 1989, Vitro adquiere ras) es incorporada a la nueva división en 1987. Pala empresa norteamericana Anchor Glass Contai- ralelamente, Vitro forma (1987) una asociación con ner, la segunda empresa en importancia dentro de Whirlpool Corporation, empresa estadounidense
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líder mundial en tecnología y comercialización de electrodomésticos a fin de crear una compañía en coinversión la cual se llamó Vitromatic, S.A. de C.V. Esta diversificación hacia productos anteriormente no abarcados, respondió en su momento al igual que lo hizo CEMEX, a la necesidad de invertir, por parte de Vitro, los activos sujetos a una depreciación acelerada y evitar así la descapitalización por una alta carga fiscal. Finalmente hay que recordar que el grupo poseía una institución bancaria, el grupo financiero Banpaís, el cual, en 1982, fue nacionalizado al igual que todo el sistema bancario mexicano (Caintra, 1983). Para mediados de los ochenta, Vitro era un corporativo industrial y comercial integrado por más de noventa empresas, cuyo rubro económico fundamental era el vidrio y productos afines. Cinco años después (1990), Vitro se diversificó hacia la fabricación de aparatos y componentes electrodomésticos (estufas, lavadoras, refrigeradores, entre otros), contaba con más de 100 empresas y sumaba más de 46 mil trabajadores en toda la república. Para consolidar su expansión y lograr mayor eficiencia en su desempeño industrial, el corporativo sufrió una nueva reorganización en 1990 y se crearon ocho divisiones operativas, éstas fueron: Envases, Vidrio Plano, Crisa, Industrias Básicas, Fibras y Silicatos, Enseres Domésticos, Fama y Anchor Glass Container (Caintra, 1991). La década de los noventa es nuevamente una década de expansión en todos los ordenes por parte de Vitro. Vidrio Plano inaugura la década en 1991 con la puesta en operación de un segundo horno de vidrio que aumenta la capacidad de producción en esta planta. La fabricación de vidrio automotriz se especializa cada vez más, y por ende se inaugura la empresa Auto Templex, S.A. de C.V., para la fabricación de vidrio automotriz de curvaturas complejas. La sociedad de coinversión de Vitro, Vitromátic, inaugura el Centro Industrial Acros-Whirlpool en un complejo de 50 hectáreas situado en Apodaca, N.L., donde se concentran seis fábricas. Entre 1991 y 1992 se adquieren dos nuevas industrias: Emper Industrial, S.A. de C.V., ubicada en San Martín Texmelucan, Puebla, y Alum de México, S.A. de
C.V., ubicada en Guadalajara. Ambos son productores de sulfato de aluminio, material que se utiliza en el tratamiento de aguas municipales e industriales. Un año después, en 1993, estas empresas se fusionaron a la división Vitro PQ Química, S.A. de C.V. para maximizar la eficiencia de las operaciones administrativas. La internacionalización de Vitro logra, al principio de la década, tres timbres de éxito: en 1991 realiza una coinversión con la firma estadounidense World Tableware International Inc. (WTI), empresa que comercializa cuchillería de acero inoxidable para uso doméstico, hoteles y restaurantes; ese mismo año Vitro coloca sus primeras acciones en la bolsa de valores de Nueva York (bajo el índice NYSE:VTO); y en 1992 adquiere la empresa ACI America (VVP America Inc.) con lo que incrementa de manera espectacular su participación de vidrio plano en la Unión Americana, con más de 200 puntos de venta en ese país. Paralelamente, el grupo participa en la reprivatización del sistema bancario, con lo que se adjudica, entre otros inversionistas, en 1992, a Banca Serfín. Ese año el grupo se expande territorialmente hacia el noroeste mexicano y la costa oeste de Estados Unidos al inaugurar Vidriera Mexicali, S.A. de C.V., siendo ésta la séptima fábrica de envases de vidrio en México. En 1992, Vitro vendió 49 por ciento de la división Vitrocrisa a la firma estadounidense Owens Corning Fiderglas (OCF). En la misma transacción en la que surgió en México la empresa Vitro-Corning, el corporativo Vitro adquirió 49 por ciento de esta división de artículos de mesa de Corning surgiendo en los Estados Unidos la firma Corning-Vitro (El Porvenir, 3-V-1993). Las coinversiones se multiplican en esta década. En 1993 se da otra coinversión con OwensIllinois a fin de fabricar en México botellas y tapas de plástico a través de transferencia de tecnología patentada por la firma Owens. En 1994 se constituye en Querétaro la empresa Vitro American National Can en asociación con la firma francesa Pechinery International para la producción de latas de aluminio. Al año siguiente se establece una asociación con la firma multinacional Monsanto Co. en
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México, para la elaboración exclusiva de película de polyvinyl butiral para los parabrisas de automóvil que produce su división Vidrio Plano. En 1994 Vitro incursiona con inversión directa en el mercado sudamericano, aunque en esta primera ocasión de forma minoritaria. Funda, en asociación con la firma peruana Backus & Johnston, la Compañía Manufacturera de Vidrio del Perú, Ltda. para la elaboración de envases de vidrio cuyo mercado va dirigido a los países del cono sur. Asimismo, la firma peruana firma un contrato de transferencia tecnológica con una de las empresas del grupo: Vidriera Monterrey, a fin de modernizar su proceso de elaboración del vidrio. Un año después el grupo adquiere Vidrio Lux, el fabricante más grande de envases y botellas de vidrio en Bolivia. En 1996, Vitro adquiere 51 por ciento de la empresa colombiana Vitemco, dedicada a la producción de vidrio automotriz para el mercado de repuesto y al procesamiento y distribución de vidrio arquitectónico (Vitro, 1999). Sin embargo, 1996 fue un año crítico para el conglomerado. La crisis de 1995 que sufrió el país exigió decisiones inmediatas para consolidar y sanear las finanzas del grupo. Vitro anunció, el 14 de agosto de 1996, que los resultados de la empresa en su conjunto del primer semestre de ese año, habían contabilizado pérdidas por 537.7 millones de pesos. Las causas eran diversas, pero había que enfocar soluciones inmediatas.54 •Por una parte, la dilución de la participación del grupo y generación de reservas en Serfín. El grupo costeó en buena medida 100 por ciento de cobertura de reservas a cartera vencida y un índice de capitalización de 12 por ciento del banco. Asimismo, su participación pasó de 20 a 11.46 por ciento en esa institución. •El grupo se vio afectado por la contracción del mercado de envases de vidrio en Estados Unidos a través de Anchor Glass, la cual afectó con 577 millones de pesos en ventas y 236 millones de utilidad de operación de Vitro. Federico Sada, director general de Vitro, expresó que la utilidad de operación de
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Vitro incluyó “un cargo por reestructuración de 171 millones de pesos correspondientes al cierre de la planta de Anchor Glass en Cliffwood, Nueva Jersey, en el primer semestre de 1996” (El Norte, 15 de agosto de 1996). Ese día Vitro anunció la venta de Anchor Glass. La administración de Anchor Glass a partir de su adquisición, en noviembre de 1989 estuvo siempre llena de dificultades para Vitro. Sin duda el impacto más fuerte fue el cambio drástico que experimentó en esos años el mercado estadounidense de envases de vidrio hacia productos y envases de plástico. Entre 1990 y 1991, Vitro inició una reducción de costos en esta compañía al cerrar cinco de 22 plantas de Anchor Glass, manteniendo el nivel de producción. La caída más vertiginosa de la demanda de envases de vidrio en los Estados Unidos fue entre 1991 y 1993. Ante esto Anchor Glass decide (19931995) retirarse del mercado refresquero debido al desplazamiento de los embotelladores a otro tipo de envase. La empresa decide enfocarse al mercado de la cerveza y el té helado, cuya demanda cae en 1995. A pesar de ello Vitro intenta salvar a Anchor Glass con inversiones anunciadas a fines de 1995 por 100 millones de dólares para los años de 1996 y 1997. En enero de 1996 Anchor Glass firmó un acuerdo para obtener un crédito revolvente con Foothill Capital Corporation y Congress Financial Corporation por 130 millones de dólares de deuda, y 50 millones de dólares para capital de trabajo. Al mismo tiempo, Anchor anuncia el cierre de dos plantas, una en Nueva Yersey y la otra en Houston, Texas. A pesar de todos estos esfuerzos Vitro no puede reactivar a Anchor Glass, empresa que cada vez más requiere inyecciones de dinero provenientes de otras fábricas del grupo. Finalmente, en agosto de 1996, Vitro informó que Anchor Glass afectaba negativamente los resultados de la empresa al primer semestre y solicitaba ofertas de posibles compradores. La venta de Anchor se logró a fines de 1996.55 Una vez desincorporada Anchor Glass, Vitro se enfrentó, en 1997, a un nuevo problema: la falta de sinergia entre los tres grandes grupos de la familia Sada: el Grupo Cydsa, el Grupo Financiero
Monterrey: origen y destino
de Adrián Sada González, alto ejecutivo de Serfín y primos ambos a su vez de Tomás González Sada. No hay duda que este cruzamiento de participaciones accionarias supusieron un mutuo apoyo durante las recurrentes crisis económicas que sufrió México entre 1982 (año del aumento de participación accionaria de Vitro en Cydsa) y 1995. Sin embargo, para los analistas, los intereses de la familia se impusieron a veces por encima de otros accionistas. Un ejemplo de ello es Serfín, el cual recibió una buena dosis de recapitalización en 1995 a costa de los beLos tiendas establecidas por Agustín Azcúnaga Cirión iniciaron con el concepto de autoservicio neficios y de la posibilidad de compitiendo con los mercados y tlapalerías de la ciudad. reducir la deuda de las empresas de Vitro y Cydsa. A raíz del Serfín y Vitro. Esta interrelación, es decir, participaciones accionarias cruzadas entre estos grupos, canje de acciones familiares en 1997, Tomás Gonzátendían más a la consolidación del poder económi- lez Sada ilustró la presión interna que existía en la co que a ser atractivos para los inversionistas forá- toma de decisiones al comentar: “Uno siempre tenía neos que quieren participaciones bien definidas en que pensar en los intereses de la otra empresa”.57 Finalmente, Vitro modificó su estructura de México. A cuatro años de haberse puesto en vigor el TLCAN, la familia Sada reconoció que para man- capital en marzo de 1998. El acuerdo tomado el 26 tener la competitividad ante la caída de las barreras de marzo de ese año, en la Asamblea Extraordinaria comerciales, se deben concentrar la administración de Accionistas, se estableció la actualización de sus y los capitales en los negocios cruciales. Por ello, estatutos de la compañía a las leyes del mercado de en octubre de 1997, Vitro aceptó transferir su par- valores vigente. De esta forma, el Grupo pasó de ser ticipación de 49.9 por ciento en la compañía de una Sociedad Anónima a una Sociedad Anónima productos químicos Cydsa a Tomás González Sada, de Capital Variable. Igualmente, debido a acuerdos presidente de la Junta Directiva desde 1994, y a los sostenidos con la comunidad financiera y para dar miembros de su familia. A su vez, la transacción in- representación internacional al grupo, fueron incorcluyó que Tomás González Sada y su familia acep- porados nuevos consejeros a fin de dar una mayor taron transferir su participación de 13.2 por ciento capacidad de acción y flexibilidad a la toma de deen Vitro a un fideicomiso donde se vendieron las cisiones.58 Para 1997, Vitro tenía una capacidad para acciones a beneficio del fabricante de vidrio. Paralelamente, tanto Vitro como Cydsa han reducido elaborar 40 millones de botellas al día (la fábrica su participación en el grupo bancario Serfín.56 Es- primigenia de 1909 tenía una capacidad inicial de tas participaciones cruzadas estaban contempladas 40 mil botellas al día), estaba presente con instalapor los analistas debido a que el director general del ciones productivas en siete países de América y exGrupo Vitro, Federico Sada González, es hermano portaba a más de 60 países del orbe (Flores, 2000).
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4. Migración en busca de fortuna: las familias Azcúnaga y Llaguno
La firma comercial Azcúnaga Hermanos, fundada en 1946, poseía hasta 2000 diez tiendas de autoservicio en el ramo de comestibles en la ciudad de Monterrey, ubicadas todas ellas en barrios residenciales o zonas donde el ingreso es por arriba del promedio de la población urbana. Indudablemente la tradición juega un papel esencial, Azcúnaga Hermanos fue la primera tienda de autoservicio en Nuevo León y la segunda en México. El fundador, Agustín Azcúnaga Cirión (1875-1963), fue un vasco nacido en Arcentales, provincia de Vizcaya. Conocedor del ramo comercial (su padre tenía una tienda de comestibles en su comunidad natal), llegó a Monterrey en 1893 y trabajó durante 27 años en dos casas comerciales cuyos dueños, vecinos del poblado de Arcentales, nos recuerdan la cadena migratoria común de la época. A partir de 1921, ya casado con una regiomontana, se vuelve un comerciante independiente. El caso de la familia Azcúnaga en el desarrollo histórico del último medio siglo en las actividades económicas, sociales y culturales en Monterrey es de cierta notoriedad, ya que la capacidad de asimilación y adaptación a la comunidad regiomontana fue, en buena medida, exitosa.59
Numerosos estudios sobre la emigración española a México durante el dilatado periodo porfiriano apuntan a que el emigrante llegó a México por su cuenta y riesgo.60 Al iniciar la Revolución mexicana la colonia extranjera más numerosa era la española, y sus integrantes provenían tanto de las regiones más deprimidas de la península, como de otras con gran desarrollo económico como fue el caso del País Vasco, el cual también aportó migrantes a México. El objetivo de este apartado es mostrar que, desde mediados y hasta finales del siglo pasado, existió una cadena migratoria relevante entre el poblado de Arcentales y la capital de Nuevo León; existían algunos casos de inmigrantes vascos con experiencia de trabajo anterior y que después desarrollaron este mismo en México; sus empresas tuvieron un perfil administrativo y de control familiar, y, finalmente, que estas empresas desarrollaron estrategias de expansión y de penetración en el mercado bien definidas, las cuales se describen con el propósito de que puedan arrojar luz sobre el proceso de crecimiento económico que experimentó la ciudad de Monterrey en el último medio siglo. El ejemplo de Agustín Azcúnaga Cirión es elocuente en cuanto al tipo de migración que se dio, al tipo de trabajo que profesó y al proceso de acumulación de capital que desarrolló a fin de afincarse como un próspero comerciante.
Migración
Inmigración e integración a la nueva sociedad
Durante el siglo XIX, principalmente durante el Porfiriato (1877-1911), la política de poblamiento del territorio en México se promovió, en parte, mediante la inmigración de los países europeos. Aunque la emigración europea a México no fue elevada, si la comparamos con otros países latinoamericanos, su importancia cualitativa fue considerable, debido a la gran actividad económica y social que desarrolló. El emigrante español, al igual que los demás emigrantes europeos que se integraron a la vida económica y social del país, no tardó en adquirir intereses de grupo (aunque fuere minoritario) y de nivel jerárquico socioeconómico, en tanto obtuvo con el tiempo la calidad de propietario.
Agustín Azcúnaga Cirión nació en diciembre de 1875 en el poblado de Arcentales, provincia de Vizcaya, a sólo 30 kilómetros de Bilbao, España. Hijo de un comerciante en pequeño, en el propio poblado de Arcentales, Agustín Azcúnaga empezó a familiarizarse con la tienda de abarrotes que poseía su padre frente a la plaza principal. Fuente de sustento de la familia Azcúnaga, la tienda de abarrotes no sólo era también un punto de confluencia entre los diversos nativos del lugar, sino también del emigrante vasco que iba a probar fortuna allende el Atlántico.61 Fue ahí, en la tienda de abarrotes de su padre, y mientras él despachaba a la clientela cuando, a mediados de 1893, un comerciante del mismo poblado de
El caso de la familia Azcúnaga
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Monterrey: origen y destino
Arcentales visitó a su padre. Francisco Armendaiz, socialización y asimilación a la sociedad regiomonpróspero comerciante e industrial asentado ya en tana. Los paisanos lo relacionaron con el conjunto ese entonces en Monterrey, México, habló de las de la colonia española en Monterrey, en cuyo seno grandes oportunidades de prosperar que existían existió, en esa época de auge, las condiciones y la en este lugar. En plena conversación, Agustín in- posibilidad de elevar su nivel de vida y el futuro enterrumpió a Armendaiz y le solicitó trabajo en sus riquecimiento del recién llegado.65 prósperas casas comerciales americanas. Decidido a probar fortuna en Cuadro 12. Distribución geográfica de los residentes españoles en la México, Agustín Azcúnaga partió a república mexicana (1877-1910). México ese mismo año (1893); fue Estados 1877 1887 1895 1900 1910 uno de los poquísimos inmigrantes Aguascalientes 50 24 15 21 102 de la España monárquica que llegó Baja California 20 3 38 19 60 (por esos años) a Monterrey, a los 18 Campeche 80 147 278 205 197 años, a trabajar como empleado en 50 84 110 215 922 la casa Francisco Armendaiz62 (véa- Coahuila Colima 30 3 2 13 se cuadro 12). 40 86 129 26 252 De esta forma se corrobora Chiapas 100 33 112 178 552 que la migración, en el caso de Agus- Chihuahua 2 139 4 124 6 302 12 227 tín Azcúnaga, se realizó al igual que Distrito Federal 1 300 100 135 130 257 453 la mayoría de sus compatriotas del Durango País Vasco, de acuerdo con el siste- Guanajuato 300 388 388 422 583 ma basado no sólo en el parentesco, Guerrero 80 109 80 103 147 sino en el “paisanaje”. Éste no fue Hidalgo 100 225 218 216 408 el único de su familia que emigró Jalisco 200 174 85 144 246 a América, un hermano suyo fue México 200 325 417 501 793 a probar fortuna a Argentina, y su Michoacán 100 143 135 80 398 destino es hasta hoy un misterio.63 Morelos 250 247 189 239 297 Paralelamente, siete fueron las famiNayarit (Tepic) 92 34 48 103 lias que emigraron de ese pueblo y Nuevo León 100 158 174 198 298 alrededores de Bilbao a Monterrey. Oaxaca 150 294 344 259 530 Sus apellidos nos son familiares: Puebla 300 585 688 1 138 1 135 Armendaiz, Maiz, Odriozola, SanQuerétaro 100 77 74 94 181 jines, Llaguno, Mendirichaga y Az64 Quintana Roo 98 cúnaga. 500 303 423 404 593 Ahora bien, ¿cómo se vincu- San Luis Potosí 200 34 110 149 178 ló este inmigrante con los antiguos Sinaloa 100 39 73 104 259 residentes y de qué manera acumuló Sonora su capital inicial? Para ambos casos Tabasco 500 324 578 555 561 los lazos de paisanaje jugaron un pa- Tamaulipas 250 142 305 383 684 pel fundamental. Agustín Azcúnaga Tlaxcala 30 44 28 73 132 llegó a Monterrey con un trabajo Veracruz 900 2 628 2 760 3 134 5 329 asegurado y una habitación con los Yucatán 100 491 729 721 1 479 paisanos que emigraron previamen- Zacatecas 150 80 88 112 131 te; lo que garantizó al inmigrante la Totales 6 380 9 553 12 859 16 302 29 541 obtención de los satisfactores vitales y sirvió de base para su paulatina Fuente: Flores, 1996.
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Fue así como trabajó tres años como despachador en la casa de Francisco Armendaiz (18931896), pasando a trabajar en mejores condiciones económicas a otra firma comercial ubicada a cincuenta metros de ahí, denominada Maiz Hermanos (frente a la plaza Zaragoza, en la esquina noreste de las calles Zaragoza y Corregidora), cuyo dueño principal, Pedro Maiz, era también originario de Arcentales.66 La acumulación de capital se dio de forma lenta pero segura para Agustín, ya que antes de poner su negocio trabajó 25 años (de 1896 a 1921) en el comercio familiar de los Maiz, hasta llegar a ser apoderado de esta firma comercial.67 El trabajo como dependiente en los establecimientos comerciales de sus paisanos y el cubrir jornadas laborales de más de doce horas por día durante la semana entera, permitió a este emigrante vasco acumular el capital inicial para aventurarse en un negocio propio. Aunado al apoyo de miembros prominentes de la colonia, el establecimiento de su negocio se realizó con bases más firmes. De no haber sido así, las posibilidades de éxito hubieran sido limitadas: “su vida transcurría en el comercio y en las fábricas como empleado de cuenta ajena o en la agricultura de mando intermedio, administrador, capataz o mayordomo”.68 Otro elemento que se corrobora al elaborar el perfil de Agustín Azcúnaga como emigrante vasco de fines de siglo pasado es la emigración a una edad joven (18 años) y el viajar solo, en este caso, soltero. Por tal motivo no fue extraño que se casara con una mexicana, tendencia que operó como un factor más de integración en la sociedad regiomontana. Su casamiento con la regiomontana doña Dolores González Garza completó el círculo de asimilación en México. González Garza era hija de don Juan B. González Sepúlveda y de doña Josefa Garza Zambrano, esta familia de abolengo en Monterrey muestra el evidente entroncamiento del migrante Agustín con la clase alta propietaria (mas, en este caso, no empresarial) en la ciudad por medio del matrimonio.69 Si bien don Agustín Azcúnaga mantuvo su nacionalidad española, su capital fue creado e invertido en México; por ello, su empresa y capital, por su historia, pueden considerarse regionales.
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Independencia económica e inicio de la empresa familiar De una forma tardía, tal vez debido al fenómeno revolucionario que envolvió a México entre 1910 y 1920, Agustín Azcúnaga emprendió su propio negocio en 1921.70 Si inicialmente la independencia de la familia Maiz fue de alguna forma forzada ya que, a decir de su hijo, la administración de la casa comercial Maiz Hermanos pasó por esos años a una nueva generación de los Maiz, con los cuales el experimentado apoderado de la casa comercial, don Agustín, “no se entendió”,71 su independencia lo llevó a ampliar su capacidad para administrar negocios en el giro mercantil. A decir de su biógrafo: A los cuarenta y seis años emprendió su propio negocio en una casa vecina a su hogar, que pertenecía a la familia de su esposa, Dolores González Garza, desde el siglo XVIII. Fue un pequeño local de tres por ocho metros dedicados a la venta al menudeo de comestibles; en el reducido espacio se colocaron estanterías repletas de productos ordenados y dos mostradores en el ángulo. Por el breve pasillo intermedio circulaban el propietario y su hijo Agustín, entonces de trece años, ayudados por dos empleados; la grande y vigorosa caja registradora, de manivela, presidía las actividades como un monumento de modernidad. Estaba ubicado en Padre Mier y Diego de Montemayor, barrio populoso de familias acomodadas. A la usanza de los tiempos, la tienda llevó el nombre del propietario, que ya era una garantía de seguridad y buen trato, Agustín Azcúnaga.72 Este primer negocio lo animó a intentar diversificar sus inversiones. En 1925 abrió un negocio en el cual compraba y vendía fierro en forma de chatarra, su principal comprador era la siderúrgica Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.73 Para 1936 continuó invirtiendo en el ramo del mayoreo de ciertos productos de la región, como el piloncillo, alpiste, cacahuate, pero, sobre todo, la espiga de escoba. Esta diversificación no dio los frutos espe-
Monterrey: origen y destino
rados y don Agustín volvió a concentrar su capital (después de retirarse de estos giros comerciales) en el rubro que mejor manejaba: las tiendas de abarrotes.74 Éste es un elemento decisivo para entender cómo se conformó la estructura organizacional años después. En otras palabras, don Agustín Azcúnaga y, posteriormente, sus hijos y nietos, encontraron e identificaron las habilidades iniciales alrededor de las cuales la empresa se desarrolló. Si bien la tienda Agustín Azcúnaga había iniciado con dos empleados, hacia 1935, el local había sufrido constantes ampliaciones y su razón social había cambiado a Agustín Azcúnaga Junior.75 De esta forma el giro comercial fue cedido a su primogénito, Agustín, quien junto con su padre llevaría el control de la tienda hasta 1945, año en que cerraron el viejo local y reabrieron una nueva tienda de comestibles en la calle de Morelos 133 Poniente.76 Ésta cerró en 1964 a costa de una nueva estrategia de negocios que abrió el camino a la expansión del comercio de la familia: la creación de las tiendas de autoservicio.
Estrategias de expansión y de penetración en el mercado El concepto de autoservicio no era del todo difundido en México. El antecedente inmediato era la firma comercial Supermercados S.A., llamada regularmente Sumesa, firma radicada en al Ciudad de México, y que hacía no más de dos años había implantado esta nueva forma de comercializar los productos.77 Pero la influencia decisiva fue la de haber entrado en contacto con los comercios de Laredo, Texas. Tanto Agustín como su primogénito tenían tiempo ya de haber observado el sistema de autoservicio que ofrecían las tiendas de la frontera de Estados Unidos con México. El constante ir y venir a Laredo, Texas, por razones de importación de productos (un porcentaje alto de los comestibles vendidos por la firma Agustín Azcúnaga eran
importados de Estados Unidos), los llevó después a reflexionar sobre la posibilidad de implantar este sistema en Monterrey.78 El nuevo sistema fue diseñado y puesto en práctica en 1946, un año después que la firma comercial cambiara de nuevo su razón social por el de Azcúnaga Hermanos, S.R.L. (Sociedad de Riesgo Limitado),79 mostrando así la línea tradicional de expansión a través del control familiar de la empresa y el acceso a ella de los demás hijos de don Agustín. El fundador tuvo seis hijos, tres varones (Agustín, Francisco y José) y tres mujeres (María Aurora, Margarita y María Teresa). El cambio abrupto en el tradicional trato familiar y personal del fundador dado a la clientela, por la frialdad del nuevo sistema de autoservicio, no tardó en ser extrañado por aquéllos. Un pasado de relación directa con la clientela no pudo eliminarse enseguida, pues seguían acudiendo al privado del dueño para pedirle que enviara productos a sus casas y para solicitar crédito. El cambio se daba, pero la gente no respondió de inmediato; si el sistema imponía mayor rapidez y eficacia en el servicio, ello requería la participación de los clientes, éstos tardaron en acostumbrarse, ya que no querían empujar los carritos inicialmente y hubo que poner empleados a hacerlo por algún tiempo.80 Esta forma tradicional de vender no fue desechada en la tienda “madre”, de Morelos 133 poniente, sino hasta 1958, en que se convirtió en una tienda de autoservicio, la única del sistema comercial Azcúnaga que siguió (hasta esa fecha) con el viejo esquema de venta.81 Paralelamente a la expansión de México y en particular a la ciudad de Monterrey (véase cuadros 13 y 14), la firma comercial Azcúnaga Hermanos nuevamente amplió su capital social y eliminó el título de Sociedad de Riesgo Limitado por el de Sociedad Anónima en 1949,82 razón social que conserva hasta la actualidad (1998).
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
Cuadro 13. México, población de las 63 ciudades con más de 100 habitantes en 1990 (1940-1990).a Población Media b 1940
1950
1960
1970
1980
1990
1
ZM Cd. de México
1962278
3307566
5426000
9006723
13921372
14983988
2
ZM Guadalajara
288201
462255
878973
1518428
271106
2908698
3 4 5
ZM Monterrey ZM Puebla ZM León
220250 244349 130837
386446 356154 191888
722130 453993 361744
1272485 44625 478516
2008017 1140332 724522
2573528 1419637 951551
6 7 8 9 10 11 12 13
ZM Torreón ZM Toluca Cd. Juárez, Chih. Tijuana, B.C. ZM S.L. Potosí ZM Tampico ZM Mérida ZM Chihuahua
191600 161185 50306 17165 105993 134228 130265 91396
298342 193933 123180 60321 165686 161630 175354 119926
3930694 249991 262843 152945 266732 213651 208040 193084
89959 380639 412219 282298 302651 332567 269249 286543
590884 599639 545584 430795 472544 470447 456425 412996
878287 827163 789522 721819 658712 571185 558702 534699
14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
Acapulco Gro. ZM Coatzacoalcos ZM Veracruz Aguascalientes Mexicali, B.C. ZM Cuernavaca Morelia, Mich. Saltillo, Coah. Culiacán Sin. Hermosillo, Son. Querétaro
10326 72757 77972 82561 19514 29752 44800 49967 22582 19102 34031
28614 88734 110712 93545 65032 60188 63439 70002 49114 43746 49263
49540 145408 160372 126901 174990 94798 101124 99141 85387 96345 67891
178376 249660 257054 184866 266301 177162 165123 164893 172089 180385 116081
303045 404542 368281 294123 342169 278897 298804 285552 306079 298241 216941
515374 514042 470701 440425 438377 431875 428486 420947 405046 406417 386458
25
Irapuato, Gto.
32808
49517
83942
118450
170580
362915
26 27 28
ZM Jalapa Durango, Dgo. Celaya, Gto.
68154 34018 23052
84665 59600 34546
109125 97571 58964
169496 153883 81864
264234 258872 142234
350146 348036 310569
29 30 31 32 33 34 35 36 37
Tuxtla y Terán Chis. ZM Monclova Matamoros, Tamps. Reynosa, Tamps. Mazatlán Sin. ZM Orizaba Villa Hermosa, Tab. ZM Oaxaca Cd. Obregón, Son.
17873 31416 16234 9798 32382 85493 25343 32862 12857
30568 49712 46057 34202 41918 102860 33676 51915 31151
44683 89822 92558 74426 75967 145594 52473 81319 68178
73846 137269 189530 189350 122084 191679 101464 122384 116145
131637 186074 189155 195161 200538 251385 158721 167986 165994
289626 281628 266055 265663 267705 262314 261776 245753 219988
38
Nuevo Laredo, Tamps.
29503
57848
92902
150723
202153
218413
39
Tepic, Nay.
17733
24723
54232
89379
146253
206967
67097
105548
160040
204311
31913 48602 31498 61072
50957 62038 45897 76853
85572 92072 84023 116368
140657 140580 123183 156405
194996 191326 187623 187336
40
Salamanca, Gto
41 42 43 44
Cd. Victoria, Tamps. ZM Zacatecas Uruapan, Mich. ZM Córdoba
191113 40895 20057 37715
45
ZM Poza Rica
13872
34419
85204
145584
199298
185958
46 47
ZM Zamora ZM Cuautla
3553 27355
47286 43361
68413 59979
110411 94323
149039 138406
185445 180573
a Incluye las 26 zonas metropolitanas (ZM) del país delimitadas para 1980. b Es la población estimada al 30 de junio del año correspondiente (excepto 1990). c Para 1990 se consideró la población municipal, por encontrarse en la región urbana del Bajío. Fuentes: Cuadro elaborado basándose en: 1940 a 1980 de Cresencio y Tepichini 1987; INEGI, 1991. La Identificación de las 26 zonas metropolitanas se obtuvo de Negrete y Salazar, 1986.
254
Monterrey: origen y destino
Cuadro 14. Monterrey: dinámica demográfica de los municipios metropolitanos (1940-1990).a (Miles de habitantes) Zona Metropolitana Monterrey Guadalupe San Nicolás Garza García Santa Catarina Apodaca General Escobedo Juárez García
1940
1950
206.2 190.1 4.4 4.1 2.8 4.8
1960
375.0 339.3 12.6 10.5 5.2 7.4
1970
708.3 601.1 38.2 41.2 14.9 12. 9
1980
1281.0 871.5 170.2 118.1 48.3 38.1 18.6 10.5 5.7
1990
2001.5 1090.0 370.9 280.7 82.0 89.5 37.1 37.8 13.5 10.4
2753. 5 1069. 2 335.6 436.6 113.0 163.9 115.9 98.2 28.0 13.1
(Tasa de Crecimiento)
Zona Metropolitana 6.2 6.6 6.1 Monterrey 6.0 5.9 3.8 Guadalupe 11.1 11.7 16.1 San Nicolás 9.8 14.6 11.1 Garza García 11.1 12.5 Santa Catarina 11.4 Apodaca General Escobedo Juárez García
4.6 2.2 8.1 9.0 5.4 8.9 7.1 13.7
2.5 -0.2 3.7 4.5 3.2 6.2 12.1 10.0 7.6 2.3
a La línea escalonada señala los municipios que a partir de 1950 constituyen el área metropolitana de Monterrey, conformada por ocho municipios en 1980 y con la incorporación de García en 1990. Fuentes: Cuadro elaborado sobre la base de: 1940 a 1970 de Unikel y Garza, 1976; Negrete y H. Salazar, 1986; e INEGI, 1991
A diferencia de otras firmas comerciales de la localidad, que se expandieron hacia otros sitios de la república mexicana, en el extranjero y hacia áreas no necesariamente compatibles con el ramo original,85Azcúnaga Hermanos, S.A., realizó, hasta 1972, una tímida expansión (más amplia a partir de 1990) apuntando a las nuevas zonas de altos ingresos en la ciudad de Monterrey y el municipio residencial más importante del área metropolitana: San Pedro Garza García. Ya rota la tradición de servicio personalizado en las principales tiendas de Monterrey, Azcúnaga Hermanos abrió su primer sucursal en 1950 en la
vieja zona residencial del Obispado, en el cruce de las calles de Padre Mier y Bravo (esta sucursal cerró en la década de los sesenta y se reabrió en la misma zona pero en la calle de Hidalgo cruz con 20 de Noviembre).86 En 1953 abrió una segunda sucursal en la prestigiosa colonia Del Valle, en San Pedro Garza García. Un año después, en 1954, se inaugura la tercera sucursal en la colonia Vistahermosa, en el cruce de las calles de Gonzalitos y avenida Madero. En 1960 se abre la cuarta sucursal en la colonia Chepevera, en el cruce de las calles Simón Bolívar y Washington, en la misma zona residencial
255
Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
de altos ingresos donde ya existía la inaugurada en 1954. Cuatro años más tarde, en 1964, incursionan al norte de la ciudad de Monterrey, bajo el mismo esquema, buscando zonas residenciales de medios y altos ingresos. En esta ocasión, en la colonia Mitras, entre las calles de Simón Bolívar y Paseo de los Leones. En los años setenta (1972), la firma comercial sólo abre una sucursal más, en la zona poniente de la colonia Del Valle, San Pedro Garza García, siguiendo la expansión de esta zona residencial que inició al oriente y se extendió al poniente del municipio. Este local en la actualidad es el más grande de todos y posee 2,400 metros cuadrados en el área de venta al público, sin sumar la zona de estacionamiento de automóviles, bodega y servicios. Definitivamente, los años de mayor expansión y agresividad en su estrategia de negocios, por parte de la familia Azcúnaga, en el ramo comercial, fueron los años noventa. De forma paralela a la expansión de las clases de ingresos medios y altos durante la década de los ochenta y los primeros cuatro años de los noventa, la familia Azcúnaga inauguró otras cuatro sucursales entre 1990 y 1995. Suman así, en la actualidad, diez tiendas y una gran bodega, donde se concentran las oficinas generales y la administración cúpula familiar. En 1990 se inauguró la sucursal de San Jerónimo, por la calle de Insurgentes, dentro del nuevo
concepto de formar parte de un complejo comercial que distingue al gran comercio en México. En 1992 fue abierta la séptima sucursal de la familia en la avenida Lázaro Cárdenas, en una zona de gran potencial económico, y en la frontera entre los municipios de Monterrey y San Pedro Garza García. En 1993 fue inaugurada la tienda más pequeña de todas en una zona descuidada por la estrategia de negocios de la familia: la colonia Cumbres, al norponiente de la ciudad de Monterrey y en una zona de ingresos medios y altos en gran expansión urbana. Este local sólo posee 600 metros cuadrados en el área de venta al público, pero, a decir de su director general y apoderado de la firma Azcúnaga Hermanos, es la que más vende en proporción a sus metros cuadrados de exhibición de mercancía. Además de ser la única con servicio denominado express, el cual consiste en que un cliente no debe tardar más de quince minutos frente a la caja registradora. Finalmente, en 1995, se abre la tienda Azcúnaga Hermanos en una plaza comercial al surponiente de la ciudad de Monterrey y en uno de los sectores también tardíamente atendidos por la familia: la colonia Contry. Cabe destacar que siete de las diez tiendas que existen actualmente, poseen su propio horno de pan, por lo que la panadería es un departamento más junto con los tradicionales departamentos de latería, vinos y licores, carnicería, embutidos, frutería, congelados y diversos (véase cuadro 15).
Cuadro 15. Tiendas de autoservicio, año de inauguración, ubicación y dimensiones del área de ventas de las sucursales de la empresa comercial Azcúnaga Hermanos (1998). Año de inicio de operaciones
Ubicación municipio-zona-calles
Metros cuadrados del área de venta
Incorporado a una plaza comercial1
19212
Monterrey-centro Padre Mier y Diego de Montemayor
243
no
19544
Monterrey-centro Morelos 133 poniente
200
no
19505
Monterrey-Col. Obispado Padre Mier y Bravo
350
no
1953
San Pedro-Col. Del Valle Missisipi-Centrito
1 000
no
1954
Monterrey-Col.Vistahermosa Gonzalitos 910 norte
800
no
1960
Monterrey-Col. Chepevera Washington y Simón Bolívar
700
no
256
Monterrey: origen y destino
1964
Monterrey-Col. Mitras Simón Bolívar, 1750 norte
1 100
no
1970
Monterrey-Col. Obispado Hidalgo y 20 de noviembre
1 500
sí
1972
San Pedro-Col. Del Valle Humberto Lobo y Calzada del Valle
2 400
sí
1990
Monterrey-Col. San Jemo Insurgentes, 1600
1 500
sí
1992
Monterrey-Av. Lázaro Cárdenas
1 500
no
1993
Monterrey-Col. Cumbres
600
sí
1995
Paseo de los Leones y Rangel Frías Monterrey-Col Contry Av. Alfonso Reyes
1 500
no
1970
Oficinas Generales y Bodega Monterrey- Av. Pablo González
Se refiere a la concentración del capital del gran comercio a través de sus nuevas formas de comercialización como el hipermercado y los centros o plazas comerciales. Esta tienda primigenia cerró en 1945. 3 Metros cuadrados al momento de inaugurar la tienda. Posteriormente se le hicieron reformas a la construcción con la finalidad de ampliarla. 4 Esta tienda cerró en 1964. 5 Esta tienda cerró en la década de los setenta. Fuente: Este cuadro fue elaborado en base en las siguientes fuentes: Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa, y entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga, director general de Azcúnaga Hermanos, S.A., realizada el 8 de noviembre de 1995; Mendirichaga, 1992; El Diario de Monterrey, Monterrey, 29 de octubre de 1995; y Emporio Monterrey, septiembre de 1995. 1
2
Empresa familiar La presencia de la dirección familiar detrás de cada gran empresa industrial o comercial regiomontana es toda una tradición.87 Ésta es más visible cuando se habla de la tenencia de acciones y de la sucesión administrativa. En el caso de las empresas Azcúnaga Hermanos, éstas no cotizan en la Bolsa de Valores; aunque, a partir de 1945, cuando su razón social cambió de Sociedad de Riesgo Limitado, tuvieron la opción de emitir acciones a fin de aumentar su capital social, a cualquier persona física o moral externa al núcleo familiar. A partir de 1949, cuando se convirtió en Sociedad Anónima, la cotización en la Bolsa de Valores se convirtió en una nueva opción de expansión. En efecto, los cambios de razón social en 1945 y 1949 fueron una estrategia de la empresa Azcúnaga Hermanos para que la familia fundadora no perdiera la propiedad o la administración de la empresa. La definición tradicional de las empresas familiares es en la que el dueño o los dueños y los
miembros de su familia participan activamente en la administración y dirección de las mismas. En el caso de los grupos industriales regiomontanos, la propiedad ha pasado exitosamente a través de la tercera generación, siendo algunos de estos grupos administrados ya por miembros de la cuarta generación.88 En el caso de la familia Azcúnaga, su empresa no es un grupo industrial, pero su comportamiento de control como empresa familiar fue y es muy similar. Su fundador, Agustín Azcúnaga Cirión, permaneció al frente de la empresa hasta su muerte en 1963. A partir de 1935, su hijo Agustín Azcúnaga González fue heredero de la empresa, cambiando incluso el nombre a Agustín Azcúnaga Junior. En 1945, la empresa familiar cambió su nombre a Agustín Azcúnaga Hermanos, denotando la incorporación activa de los otros hijos de don Agustín Azcúnaga Cirión.89 Simultáneamente, el enlace entre la familia Azcúnaga con otras familias de abolengo en la ciudad a través de diferentes medios como el matrimonio, la posesión de acciones en común
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
y la participación activa en consejos directivos, ha permitido que el control económico de la empresa comercial familiar se continúe manteniendo. Actualmente los puestos más importantes y, por lo tanto, de control de la compañía son los siguientes: el director general de la empresa familiar es Francisco Azcúnaga González, uno de los hijos del fundador; el director administrativo es el licenciado Jorge Azcúnaga Ayala, sobrino de don Francisco; y el cargo de director comercial lo ocupa el ingeniero José Luis Azcúnaga Guerra, hijo de don Francisco.90 Asimismo, existen otras características importantes de mencionar que han permitido que este control siga siendo familiar. En referencia con las estrategias de financiamiento, la empresa familiar de los Azcúnaga ha seguido la siguiente política: 1.El financiamiento de sus empresas por medio de la reinversión de capital proveniente del mismo núcleo familiar, aunque en ocasiones éste ha salido de esas fronteras se siguen obteniendo recursos de familias relacionadas en consanguinidad. 2.Como fuente de recursos económicos externos se ha buscado el apoyo de bancos nacionales. 3.Se han logrado alianzas estratégicas con inversionistas extranjeros seleccionados con el fin de surtir y distribuir en Monterrey mercancía importada. Recordemos que 20% de la mercancía que se vende al consumidor en las tiendas Azcúnaga Hermanos proviene del extranjero.91 El proceso de asimilación de Agustín Azcúnaga Cirión a la sociedad mexicana tuvo, indudablemente, mayor posibilidad de cumplirse en Monterrey no sólo a causa del reducido número de residentes hispanos, sino también a la cadena de paisanaje que se logró crear entre los pobladores de Arcentales y Monterrey. Una generación anterior de inmigrantes vascos de Arcentales logró una sólida base económica que los incorporó de manera inmediata con la sociedad regiomontana y con el despegue económico (comercial e industrial) que experimentó en el último tercio del siglo XIX. Lengua y religión fueron también rasgos culturales que facilitaron la incorporación de los
258
vascos (que hoy conocemos que fueron exitosos) a la sociedad regiomontana. Otro elemento que deberá tomarse en cuenta para explicar, en parte, el éxito obtenido por algunos miembros de inmigrantes vascos, es el antecedente de trabajo que se trajeron consigo al emigrar. Agustín Azcúnaga triunfó en la esfera del comercio en Monterrey y estableció las bases de una empresa familiar con gran tradición en la ciudad. Aunque también es cierto que tenía experiencia de trabajar atrás del mostrador en la tienda de abarrotes de su padre en Arcentales; lo que nos habla de que si no llegó con gran capital, sí con grandes esperanzas de mejorar su nivel de vida anterior y con experiencia de trabajo previa en el ramo. Las situaciones adversas durante la Revolución mexicana (1910-1920) y de nueva cuenta la apertura política y social de la sociedad mexicana ante la colonia española en los años treinta, favorecieron contextualmente el proceso de aculturación que, finalmente, concluyó con el matrimonio de Agustín con una mexicana y herencia de sus bienes (capital regional) a manos de sus hijos ya con nacionalidad mexicana. La tienda de abarrotes creada en 1921 por Agustín Azcúnaga fue la piedra angular de una expansión comercial sostenida. Hasta 1995, la empresa familiar de la familia Azcúnaga poseía diez tiendas de autoservicio y una gran bodega (entendida ésta como la matriz, donde se concentraron las oficinas generales), en las zonas de mayor ingreso en la ciudad de Monterrey. El éxito de esta estrategia de negocios es cubrir un mercado definido, pero restringido a ciertas áreas de la ciudad. Esta empresa se caracteriza, como muchas otras de capital nacional creadas en Monterrey, por tener la presencia de la dirección familiar. A pesar de los cambios de razón social en el transcurso de su existencia (en 1935, 1945 y 1949), sus objetivos respondían a una estrategia administrativa bien definida, para que la familia fundadora no perdiera el control de la administración de la empresa. En efecto, Azcúnaga Hermanos, S.A., fue una institución creada por un inmigrante vasco originario de Arcentales y afincado en Monterrey. Esta institución y la tradición cultural que imprimió a ésta no tuvieron como única finalidad mantener su
Monterrey: origen y destino
etnicidad. El resultado fue la integración y la asimilación a una comunidad mexicana, que se mantiene a través de la segunda y tercera generaciones de descendientes del fundador.
El caso de la familia Llaguno Éste es un ejemplo más del enriquecimiento cultural, económico y social que trajo para México la migración europea y en particular la española (Flores y Cerutti, 1997, y Flores 1996 y 1995). En el caso de la ciudad de Monterrey, existió, desde mediados del siglo XIX, una cadena migratoria relevante entre algunos poblados cercanos a Bilbao y aquella región mexicana. Este apartado tiene como objetivo mostrar esta cadena migratoria que tenía como protagonista al inmigrante vasco, quien presentaba un contorno muy definido: experiencia de trabajo anterior y el desarrollo de este mismo en México. Sus empresas ya fundadas en México con capital creado en este país tuvieron un perfil administrativo y de control de grupo (familias propietarias reconocidas en el ámbito empresarial local); la adquisición en México de una experiencia empresarial que, sin duda, facilitó el pasaje hacia otro tipo de actividad económica (industria, finanzas, servicios y educación, incluso); y, finalmente, que estas empresas desarrollaron estrategias de expansión y de penetración en el mercado bien definidas, las cuales se describen a fin de que puedan arrojar luz sobre el proceso de crecimiento económico que experimentó la ciudad de Monterrey después de la Revolución. El ejemplo del inmigrante José Llaguno de la Serna (y particularmente de su hijo nacido en Monterrey, Jesús Julián Llaguno Cantú) es elocuente en cuanto al tipo de migración que se dio, al tipo de trabajo que profesó y al proceso de acumulación de capital que desarrolló a fin de afincarse como un próspero empresario industrial. 92 Cabe aclarar que en el caso de Llaguno y en el de las familias Hernández Luengas y Mendirichaga Hernández, nacidos todos ellos en Villaverde de Trucios e inmigrantes afincados en Monterrey, son considerados en este trabajo como parte de la inmigración vasca. Las razones son varias, entre ellas
existe el antecedente común que estas familias provenían de prósperos comerciantes que poseían sus casas comerciales en Bilbao, Vizcaya; que incluso al afincarse en Monterrey no perdieron sus vínculos comerciales y afectivos con Bilbao (varios de ellos –Mariano Hernández y Tomás Mendirichaga– se retiraron de la actividad comercial e industrial, y pasaron los últimos años de su vida en esta ciudad vizcaína); y, finalmente, estos inmigrantes y sus familias actuaron desde Monterrey como un grupo de apoyo a la inmigración vasca que encontró en ellos un empleo seguro, hospedaje y manutención a fin de integrar al recién llegado a la sociedad receptora.
Inmigración e integración a la nueva sociedad José Llaguno de la Serna nació en 1866, en el poblado de Villaverde de Trucios, hoy conocido como La Matanza, enclave que pertenece a la provincia de Santander dentro de la comunidad de Vizcaya, a sólo cincuenta kilómetros al oeste de Bilbao, España.93 Hijo de un comerciante asentado en Bilbao, don Nicasio Llaguno,94 José ya había escuchado de las grandes oportunidades de prosperar que existían en América, particularmente en México. Conocedor de la existencia de prósperos comerciantes e industriales vascos en este país latinoamericano, decidió probar fortuna a principios de la década de 1890, siendo uno de los dieciséis españoles que llegaron entre 1887 y 1895 al estado de Nuevo León (Flores, 1996 y 1995). Al igual que sus compatriotas Agustín Azcúnaga, Pedro Maiz y Francisco Armendaiz y Arzuaga (todos de Arcentales, Vizcaya, y asentados en Monterrey), la migración de Llaguno se realizó dé acuerdo con el sistema de paisanaje (Flores, 1996). José Llaguno llegó a Monterrey probablemente alentado por los éxitos comerciales e industriales de dos familias originarias de Villaverde de Trucios y asentadas desde 1852 en Monterrey: los Hernández Luengas95 y sus parientes Mendirichaga Hernández96 (Cerutti, 1995). Estas familias continuaron detentando sucursales de sus casas comerciales en Bilbao, lugar que frecuentaban, y hacían reuniones donde hablaban de las amplias expectativas que tenían sus establecimientos en México
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Monterrey, una ciudad internacional (1910-1980)
(Cerutti, 1995, y Mendirichaga, 1992). Fue aquí donde a través de los negocios de su padre se relacionó con sus paisanos del valle de Trucios y decidió probar suerte en América. Este inmigrante se vinculó con los antiguos residentes y a través de ellos fue presentado con las familias importantes de Monterrey. Sus antecedentes de comerciante fueron factor importante para que iniciara negocios con los principales personajes que manejaban este rubro en la localidad, en cuyo seno existieron, en esa época de auge, las condiciones y la posibilidad de elevar su nivel de vida y el futuro enriquecimiento del recién llegado (Flores, 1996 y 1995). Su paulatina socialización y asimilación a la sociedad mexicana se dio gracias a otro factor que caracterizó al emigrante vasco promedio de finales del siglo XIX: emigración a una edad relativamente joven (25 años) y el viajar solo, en este caso soltero. Por tal motivo, no fue extraño que se casara con una mexicana, tendencia que operó como un factor más de integración en la sociedad regiomontana. José Llaguno contrajo nupcias por la Iglesia católica con María Cantú Treviño (nacida en 1873),97 miembro de una destacada familia de comerciantes y ganaderos originarios del municipio de Salinas Victoria (a treinta kilómetros al norte de Monterrey) y afincados en la próspera capital del estado. Hay que puntualizar que los miembros de esta familia eran los principales socios comerciales de los Mendirichaga Hernández (Cerutti, 1992 y Mendirichaga, 1992). El dinámico de la familia Cantú Treviño era Manuel, hermano de María, quien, junto con sus hermanos José y Rufino, estableció en marzo de 1891 la tienda de ropa Sorpresa y Primavera, con un capital inicial de quince mil pesos. Manuel encontró un fuerte apoyo en José Llaguno cuando llegó la desgracia a la familia Cantú y afectó la organización del negocio. En 1893 murió Rufino, y José en 1897. Siendo único dueño, Manuel asoció a su hermano Florentino (Mendirichaga, 1992). A juicio de uno de sus biógrafos, las actividades empresariales de Manuel Cantú Treviño tuvieron un auge sin precedentes entre 1898 y 1900.
260
En el año que cerró el siglo, amplió sus inversiones participando desde entonces en la industria al adquirir en 200,000 pesos la fábrica de hilados y tejidos La Leona, establecida desde 1874 en el municipio de Garza García, cercano a Monterrey por el poniente. Viniendo de Saltillo, la construcción de sólidos sillares reforzados con contrafuertes, anunciaba el arribo a una población que empezaba a multiplicar sus chimeneas. Y, acompañando el ritmo que impulsaba a la ciudad, Manuel Cantú Treviño siguió participando con su capital y conociendo el mundo de los negocios en nuevos proyectos industriales, porque el mismo año (1899) fue uno de los fundadores de la Fábrica de Vidrios y Cristales, antecedente de Vidriera Monterrey, y miembro del Consejo de Administración de Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, fundada en 1900 (Mendirichaga, 1992:44). Para entonces la firma comercial Manuel Cantú Treviño y Hermanos tenía un capital de un millón de pesos, plasmado en un gran edificio de tres niveles en el centro de la ciudad. La construcción, cuyo costo fue de 145,000 pesos, destacaba no sólo por sus grandes aparadores, sino también por sus ventanales superiores rematados con columnas neoclásicas (Mendirichaga, 1992). Esta familia de abolengo en Monterrey muestra el evidente entroncamiento del inmigrante José Llaguno con la clase alta propietaria, comercial y empresarial en la ciudad, por medio del matrimonio. Es de aclarar que si bien José Llaguno mantuvo su nacionalidad española, el capital acumulado por él, pero especialmente por sus descendientes, fue creado e invertido en México; por ello, sus empresas y capital, por su historia, pueden considerarse regionales.
Inicio de la empresa familiar El 9 de enero de 1899, ante el juez primero del Estado Civil en la Oficialía 1a. en el municipio de Monterrey, José Llaguno, a la edad de 33 años, presentó al que habría de ser el empresario más osado y decidido de la dinastía Llaguno: su hijo Jesús Julián
Monterrey: origen y destino
Llaguno Cantú, nacido ese mismo día a la 1:45 de la madrugada. Era el segundo de sus hijos nacido en México, ya que dos años atrás, ante la misma Oficialía, presentó a Juana Llaguno Cantú, primogénita de la familia.98 Jesús J. Llaguno recibió una educación esmerada, como le correspondería a la nueva generación de futuros empresarios nacidos en Monterrey entre finales de siglo pasado y principios de éste. Cursó sus estudios en el colegio privado de más renombre de la localidad, el Instituto de la Sagrada Familia, el cual había sido fundado por los maristas franceses en 1905. Posteriormente fue enviado a los Estados Unidos a completar su ciclo educativo; estuvo en Clason Point Military Academy en Nueva York y, finalmente, en Pierce School, en Filadelfia, en donde adquirió sus primeros conocimientos teóricos en el ramo del comercio y la administración de negocios (Mendirichaga, 1992). Regresó a Monterrey, a mediados de la década revolucionaria, a trabajar en los negocios de la familia de su madre. Trabajó atrás del mostrador en la empresa pionera de la firma comercial Manuel Cantú Treviño, Sorpresa y Primavera, hasta 1926. Fue en ese año que cambió el rumbo de su vida; en 1926 un incendio consumió la totalidad del edificio comercial (Mendirichaga, 1992), situación que obligó a Jesús Llaguno (casado dos años antes) a independizarse y a crear su propio negocio, en esta ocasión en el giro industrial. La empresa primigenia de la familia Llaguno fue Industrias Textiles, S.A., establecida originalmente en un solar al fondo de su casa en 1926.99 A principios de ese año Jesús J. Llaguno solicitó al Congreso del Estado de Nuevo León determinadas facilidades para el establecimiento en la ciudad de Monterrey de una fábrica de tejidos de punto. La respuesta del Congreso se dio a fines de ese año; en ella se sirvió resolver que debería ampararse y sujetar la mencionada solicitud a la Ley sobre Protección de la Industria expedida el 3 de diciembre de 1927.100 De acuerdo con el artículo 10 de la mencionada ley, Llaguno manifestó, el 23 de diciembre, hacer una inversión inicial de 100,000 pesos. Ésta
constaría de 20,000 pesos en edificios, terrenos y mejoras; 60,000 en maquinaria, equipo, motores, refacciones, entre otros aspectos, y, finalmente, 20,000 pesos consolidados en materias primas y un efectivo inicial para arrancar el negocio.101 La maquinaria con la que inició el negocio en terrenos de su propiedad fue toda nueva (exigencia de la nueva ley a fin de ser considerada industria nueva y, por lo tanto, ser susceptible de exención de 75 por ciento de impuestos municipales y estatales hasta por veinte años). Para hilar se utilizó maquinaria de la Whitin Machine Works y de la SacoLowell Shops; y para tejidos de punto de la Scott & Williams, Inc.102 Se proyectó como plazo para la iniciación de la producción nueve meses, contando a partir del día en que se otorgó la concesión (10 de abril de 1928), y doce meses a fin de que quedaran construidas las instalaciones. Las mercancías que se obtuvieron en su fase de producción inicial –el 1 de enero de 1929– y, posteriormente, en producción total, el 16 de abril de 1929, fueron hilazas e hilos de algodón, así como artículos de bonetería.103 A juicio de Jesús J. Llaguno, esta industria debería considerarse industria nueva entre otros conceptos porque la mercancía producida, es decir, la hilaza e hilos de algodón, estaba comprendida dentro de la fracción I del artículo 4º, pues hasta ese momento no existían en la entidad fábricas dedicadas a producir hilaza devanada para la venta.104 Paralelamente, Llaguno advirtió en su solicitud que las fábricas de hilados y tejidos del país producen la hilaza que necesitan para sus géneros de tejidos planos, pero no la ponen a la venta para el público. Además, la hilaza o hilos de algodón que nos proponemos elaborar son para usarse en la fabricación de tejidos de punto o artículos de bonetería y para bordar, y en consecuencia el producto referido se destina a un uso diverso, por lo cual la industria que se dedica a elaborarlo debe considerarse como nueva de acuerdo con la fracción I del artículo 4° de la ley citada, y la fracción B, del artículo 5° de la propia ley.105
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Además, Llaguno mostró una novedad en las industrias del ramo en cuanto al concepto de seguridad laboral. También debe considerarse la nuestra como industria nueva, independiente de lo que se ha dicho [...] pues nuestra fábrica será la primera instalación de su naturaleza en el estado que se moverá con motores eléctricos individuales, eliminándose totalmente el uso de bandas y transmisiones, con lo que se disminuyen considerablemente los riesgos de los obreros, para quienes dichas bandas y transmisiones constituyen el mayor peligro.106 Por lo que respecta a los artículos de bonetería, también había justificación para considerarla industria nueva: pues las pequeñas fábricas que existen actualmente sólo producen medias y calcetines de articela, y por nuestra parte produciremos todo lo que entre dentro del ramo de bonetería, por lo que la materia para ser empleada diferirá en más de un setenta y cinco por ciento, tomando en cuenta el volumen total de nuestra producción.107 La solicitud de Jesús J. Llaguno ante el gobierno del estado fue turnada por el propio gobernador para su recomendación al selecto grupo de industriales textiles de la entidad. El 13 de abril de 1928, los descendientes del empresario asturiano Valentín Rivero, dueños de la Fábrica de Hilados y Tejidos El Porvenir y Anexos, fundada en 1871, recomendaron ampliamente la solicitud de Llaguno. Rivero manifestó “que después de estudiarla, encontramos que la fábrica de bonetería que ofrece establecer el mismo Sr. Llaguno, puede a nuestras luces considerarse como una industria nueva”.108 Y terminó puntualizando que “deseamos también hacer presente que por nuestra parte no nos oponemos a que se le otorgue la concesión solicitada”.109 Finalmente, la inspección municipal de las autoridades sanitarias, realizada a las instalaciones en abril de 1929, observó que los edificios y los talleres reunían todas las condiciones de higiene y seguridad establecidas por la nueva legislación de protección a la industria de diciembre de 1927.110
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Estrategias de expansión y de penetración en el mercado Una rápida revisión de las compañías fundadas, entre 1928 y 1970, por Jesús J. Llaguno permite detectar tres elementos de vital importancia en su estrategia de expansión: 1.la diversificación de sus inversiones. 2.la ramificación regional del capital y de las actividades que impulsaba. 3.las múltiples asociaciones entre los dueños del capital, es decir, la creación de nuevas empresas o adquisición de ellas a través del mecanismo de la sociedad anónima, la cual permitió la reunión de los capitales de varias familias o grupos empresariales en un plazo relativamente breve. Este dinamismo se vio favorecido porque, a partir de finales de los años veinte y particularmente de 1940 en adelante, la economía mexicana empezó a repuntar al salir de la turbulencia revolucionaria de lustros atrás. En esta época se fundaron centenares de empresas mineras, agrícolas, pecuarias, bancarias, de servicio y fabriles. Bajo este concepto, los empresarios abordaron estos proyectos estimulados y protegidos, por cierto, por las condiciones sociopolíticas (a partir de 1940, especialmente) y jurídicas111 cimentadas por los regímenes posrevolucionarios. Indudablemente, Jesús J. Llaguno, al igual que los antiguos comerciantes de origen hispano y sus descendientes, estuvo entre los principales diseñadores y constructores de la sociedad capitalista posrevolucionaria en el norte de México. En el cuadro 16 se ilustra la considerable participación de Jesús J. Llaguno en el ciclo de fundación de compañías que se desencadenó en Monterrey y sus alrededores entre 1928 y 1970. Se trata de un total de 22 sociedades, cuya división interna suponía en términos cuantitativos un amplio predominio del sector de la industria fabril (59.1%), y un significativo segundo lugar (27.3%) para el sector financiero (véase el cuadro 17).
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Cuadro 16. Empresas fundadas o adquiridas por Jesús J. Llaguno (1928-1970). Fundada o adquirida
Empresa y año de fundación
Ramo
Industrias Textiles S.A., 1928
Industria
Ladrillera Monterrey, S.A., 1932
Industria
Crédito Industrial de Monterrey, S.A., 1932
Finanzas
Fundador Adquisición (fundada en 1890) Cofundador
Sociedad General de Crédito, S.A., 1933
Finanzas
Cofundador
Textiles del Norte S.A., 1940 (nueva razón social de Industrias Textiles de 1928)
Industria
Fundador
La Leona, S.A., 1940
Industria
Monterrey, Compañía de Seguros Sobre la Vida, S.A., 1940
Servicios
Banco Capitalizador de Monterrey, S.A., 1940
Finanzas
Banco de Nuevo León, S.A., 1940
Finanzas
Enseñanza e Investigación Superior, 1943, asociación que fundó en ese año el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM)
Educación
Cofundador
Instituto Regiomontano, 1943
Educación
Cofundador
Hilados del Norte, S.A., 1947
Industria
Cofundadora*
Banco Inmobiliario de Monterrey, S.A., 1947
Finanzas
Cofundador
Acabados Monterrey, S.A., 1948 Leona Textil, S.A., 1951 Confecciones Lemont, S.A., 1955 Fábrica de Papel Santa Clara, S.A., 1956 Fábrica de Tejido y Punto RYL, S.A., 1957 Financiera de Nuevo León, S.A., 1957 Nylon de México, S.A., 1958 Policrón de México, S.A., 1962 Polisac, S.A., 1969 Polioles, S.A., 1970
Industria Industria Industria Industria Industria Finanzas Industria Industria Industria Industria
Cofundador Cofundador Fundador Adquisición Fundador Cofundador Cofundador Cofundador Cofundador Cofundador
Adquisición (fundada en 1874) Cofundador Cofundador Adquisición (fundado en 1892)
*En esta empresa no aparece en el acta constitutiva como fundador Jesús J. Llaguno, sino su hermana Juana Llaguno Cantú, junto con el empresario descendiente de vascos, Justo A. Odriozola, y los empresarios regiomontanos Enrique Domene, Juan S. Farías, Bernardo Elosúa e Ignacio Martínez hijo. La empresa quedó constituida el 28 de abril de 1947, con un capital de tres millones de pesos y sobre un terreno de cinco hectáreas y 4,893 metros, en el poblado de La Leona, municipio de Garza García, Nuevo León (a diez kilómetros de Monterrey). Véase AGENL México, Concesiones, 1946, legajo 89, caja 69/8; y avisos de la instalación de la factoría de hilos de algodón en El Porvenir, 5, 12 y 19 de diciembre de 1945, y en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, en las mismas fechas. Fuente: AGENL México, Concesiones 1928-1948; Flores, 1993 y 1988; Morado, t. 2, 1996 y Mendirichaga, 1992.
Dentro de la industria fabril, la primera columna del cuadro 16 muestra que, a pesar de la diversidad de las inversiones, éstas se concentraban en esencia en la industria textil. De ahí que las empresas que se fundaron o se adquirieron dentro de este ramo, entre 1928 y 1957, se basasen en la producción de hilazas e hilos de algodón –Industrias Textiles, S.A. (1928); Textiles del Norte, S.A.
( 1940); La Leona, S.A. (1940); Hilados del Norte, S.A. (1947); Acabados Monterrey, S.A. (1948); Leona Textil, S.A. (1951); Confecciones Lemont, S.A. (1955); y la fábrica RYL, S.A. (1957)–, avanzando posteriormente, a finales de la década de los cincuenta, a las industrias fabricantes de fibras sintéticas –Nylon de México, S.A. (1958); Policrón de México, S.A. (1962); Polisac, S.A. (1969); y Polio-
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accionista del grupo empresarial que las adquirió: las empresas Crédito Industrial de Monterrey, S.A. (1932);114 Sociedad General de Crédito, S.A. Monterrey, (1933);115 Compañía de Seguros Sobre la Vida, S.A. (1940);116 Banco Capitalizador de Monterrey, S.A. (1940);117 Las tiendas Azcúnaga Hermanos fueron los primeros en la ciudad establecer el supermercado. Banco de Nuevo León, S.A. (1940); Banco Inles, S.A. (1970)–, modelo de producción acorde con mobiliario de Monterrey, S.A. (1947),118 y la nueva materia prima que empezaba a desplazar a Financiera de Nuevo León, S.A. (1957).119 las fibras naturales (Flores, 1993 y 1988). Asimismo, encontramos las inversiones Cuadro 17. Composición de la inversión de Jesús J. en el sector de materiales para la construcción –LaLlaguno (1928-1970). 112 drillera Monterrey, S.A. (1932)– y en el sector de Fuente: Cuadro elaborado con base en la información del cuadro 16. producción de papel, esta última empresa denominada Fábrica de Papel Santa Clara, S. A., adquirida Institución Giro Matríz en 1956. Probablemente esta transacción hecha por Grupo Sefín Servicios Bancaria Monterrey Servicios Financieros InteMéxico, D.F. Llaguno se debió a una compra con base en una Banca Serfín Almacenadora Serfín grados México, D.F. oferta de oportunidad, ya que éste no era precisa- Almacenadora Azteca Almacenes y depósitos México, D.F. Seguros Monterrey Servicios Bancarios México, D.F. mente su ramo preferido de actividad. Serfín Seguros México, D.F. El cuadro de inversión en el transcurso de Afianzadora Serfín Fianzas México, D.F. Arrendamiento Financiero México, D.F. estos años descritos se complementa con la parti- Arrendadora Serfín Factoring Serfín Factoring cipación en los ramos de finanzas, servicios y educación. Esto nos muestra una de las características Las financieras en México, especialmente a globales del empresario que actuaba en Monterrey partir de la Sociedad General de Crédito, S.A., se desde el último tercio del siglo pasado: diversificafundaron al amparo de la Ley General de Institucioción de las inversiones que trajo consigo la ramificanes de Crédito del 28 de junio de 1932, que incluía ción regional del capital y de los ramos que impulsapor primera vez en el sistema a las sociedades geneba.113 Este proceso de expansión se dio a través de la rales o financieras con el carácter de instituciones estrategia empresarial ya descrita y con base en dos auxiliares de crédito. Éstas se concibieron como constantes, con las cuales se logró una gran penetrainstrumentos para procurar la organización y el ción en el mercado lograda por sus empresas: funcionamiento de empresas, y el otorgamiento de 1.una fue la expansión hacia el rubro de la créditos a plazos y en condiciones que la banca de industria textil, la cual concentró la mayor depósito no satisfacía (Flores, 1993). parte de su capital. Aquí encontró e identiLa gran captación de recursos y su canalificó las habilidades iniciales alrededor de las zación a las empresas en este periodo es por demás cuales la empresa se desarrolló. elocuente. Si en 1950 sólo 13.5 por ciento de los re2.el financiamiento de sus empresas por cursos de los bancos privados pertenecían a las fimedio de la reinversión de capital provenancieras, en 1970 (año en que Jesús J. Llaguno fue niente del mismo núcleo de empresas en cofundador de su última empresa) alcanzaban 47.1 el ramo financiero y en las cuáles tenía una por ciento120 (Flores, 1993). participación como fundador, o bien, como
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los Hernández Luengas y Mendirichaga Hernández, lograron una sólida base económica que los incorporó de manera inmediata a la sociedad regiomontana. Lengua y religión fueron también rasgos culturales que facilitaron la incorporación de estas familias (que hoy conocemos que fueron exitosas) a la sociedad regiomontana. La empresa primigenia, Industrias Textiles, S.A., creada por Jesús J. Llaguno en 1926, fue la piedra angular de su futura expansión industrial. Hacia 1970, las empresas de la familia Llaguno, cuyo eje principal era Jesús Julián, eran 22, diversificadas en cuatro La primera empresa que fundó José Llaguno de la Serna era en relación a la ramos: industria fabril, finanzas, educación y industria textil. servicios. El éxito de esta estrategia de negocios fue la consolidación de las habilidades iniciales, es decir, el rubro de la industria textil No quiere decir esto que no se continuara (donde se concentró la mayor parte del capital) y ejerciendo la antigua actividad comercial o que alguno de los descendientes de Jesús Llaguno y de el financiamiento de sus empresas, por medio de la su hijo José Julián no estuviera comprometido en reinversión de capital proveniente del mismo núcleo la gran propiedad de la tierra, particularmente en la de empresas del ramo financiero y en las cuales pocría de ganado mayor, en la cual una rama familiar seía una notoria participación. El entorno jugó también un papel imporllegó a destacar a nivel necional.121 tante; las leyes estatales de protección a la indusEsta información hace poner en duda la tria de 1927 y 1940, así como la Ley General de excesiva generalización que algunos autores adjudiInstituciones de Crédito de 1932, sirvieron de base caron al comportamiento de los españoles y descenpara el despegue de nuevas y diversas empresas en dientes de éstos en México a partir del desarrollo inla entidad. Y si a eso le sumamos, entre otros facdustrial de fines del siglo pasado. En otras palabras, tores, el apoyo que recibió del grupo tradicional de pone fin a la idea comúnmente aceptada de que se empresarios textiles en Nuevo León para que se le dedicaban al comercio (sobre todo minoristas), a otorgara la concesión inicial, y las múltiples asociaadministrar la tienda de abarrotes, o bien que eran ciones que realizó Jesús Julián y su hermana Juana grandes propietarios de tierras. Si bien es cierto, en entre los dueños del capital regional para la creación parte, estas actividades económicas estuvieron ende nuevas empresas o adquisiciones de ellas a través marcadas por actividades tan modernizantes y de del mecanismo de la sociedad anónima, tendremos tan alto riesgo como la industria fabril, la banca y una visión más clara del desarrollo capitalista en los servicios. El proceso de asimilación de José Llaguno Monterrey en el transcurso del presente siglo. En efecto, las empresas en las que participade la Serna a la sociedad mexicana tuvo indudablemente mayor posibilidad de cumplirse en ron Jesús J. Llaguno y su familia no fueron creadas a Monterrey, no sólo a causa del reducido número raíz de mantener una etnicidad, sino todo lo contrade residentes hispanos, sino también de una sóli- rio, tuvieron como resultado la integración y la asida cadena de paisanaje que se logró crear entre los milación a la comunidad mexicana. Esta situación se pobladores de Villaverde de Trucios (con negocios mantiene actualmente a través de la tercera y cuarta en Bilbao) y Monterrey. Dos generaciones ante- generaciones de descendientes del inmigrante José riores de inmigrantes de Villaverde de Trucios, Llaguno, originario de Villaverde de Trucios.
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Citas bibliográficas 1. Entre estos préstamos hemos de destacar la exigencia, el 14 de marzo de 1915, de Francisco Villa a los empresarios y comerciantes de Monterrey de la suma de un millón de pesos para socorrer a la población más necesitada. Si bien no se pudo juntar esa cantidad, se reunieron más de 300 mil pesos a través del Banco de Nuevo León, que fueron repartidos por las autoridades villistas a 800 familias de escasos recursos (Flores, 1991). 2. Acta Constitutiva de la COPARMEX, 1935. 3. Tema de la Sesión del 17 de julio de 1929 de la directiva de la Unión de Comerciantes al Menudeo y Pequeños Industriales de Monterrey (Mendirichaga 1983). 4. Porcentajes obtenidos sobre la base de los informes publicados y enviados por los bancos a la BMV correspondientes al primer semestre del año de 1993. Véase El Porvenir, Monterrey, 25 de agosto de 1993. 5. Actualmente (1996), esta empresa es propiedad del Grupo Industrial Durango. 6. Es en una fecha posterior a la formación del grupo industrial cuando se adquieren y desarrollan empresas que le ayudan a obtener un valor agregado a su producto principal. Ejemplo de esto es la producción del cemento y concreto premezclado, cal y bolsas de papel. 7. Esta definición será analizada en el siguiente capítulo, donde se propondrá como nueva categoría para estos conglomerados el de grupo económico privado tradicional (GE). 8. Entre los préstamos que bancos extranjeros hicieron a Alfa y en los que Hylsa participó estuvieron los siguientes: en 1976 se concedió un préstamo por diez millones 800 mil dólares a pagarse entre 1976 y 1986 por el Bank of America de Nueva York, el Girard Turst Bank de Filadelfia y el Export-Import
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Bank de Washington. Entre 1976 y 1977 se dieron dos créditos más: uno por 21 millones de dólares (1977), y otro por 913 millones de pesos que Hylsa solicitó a diversas instituciones internacionales y que obtuvo entre 1976 y 1981 (Rojas y Rodríguez, 1988). 9. Grupo Industrial Alfa, Informe Anual, 1981, Monterrey, 1981. 10. Este financiamiento consistió en 17 mil millones de pesos por parte de BANOBRAS. Originalmente, las condiciones fueron las siguientes: 7 mil millones de pesos a la tasa corriente del mercado, al 40 por ciento, 5 mil millones al 17 por ciento y 5 mil millones a tasas preferenciales del 12-11 por ciento. Posteriormente, en 1984, se restauraron todos los adeudos y acciones preferentes de sus subsidiarias en poder de BANOBRAS (Hoshino, 1991). 11. Alestra fue formada en enero de 1996 por el grupo estadounidense AT&T y el grupo mexicano Alfa para aprovechar las oportunidades que creó la apertura del mercado mexicano de telefonía de larga distancia. En octubre de 1996, VISA-Bancomer formalizó la incorporación a sus planes de inversión en el mercado de larga distancia al proyecto Alestra, adquiriendo un paquete de acciones de Alfa. De esta forma la composición accionaria de la compañía quedó conformada como sigue: Alfa con 26.6 por ciento, VISA-Bancomer, 25.4 por ciento, y AT&T con 49 por ciento restante. AT&T es una empresa global que poseía, en 1997, una Red Inteligente Mundial, la más grande del planeta, que trasmitía diariamente más de 200 millones de mensajes de voz, datos y video. Con esta alianza Alfa espera heredar de Alestra el acceso a la formación de alianzas estratégicas internacionales en industrias clave que pueden interesar al grupo mexicano. Por su parte, VISA-Bancomer contribuye con la red bancaria más extensa del país (más de mil sucursales) y su participación en el sector de venta al menudeo. Alestra ejerció, en 1996, 450 millones de dólares en acciones para construir una red de fibra óptica, la cual, en 1997, manifestaba tener una extensión de 4,200 kilómetros de extensión (Alestra, 1997).
Monterrey: origen y destino
12. El consorcio Amazonia resultó ganador, en diciembre de 1997, de la venta de 70 por ciento de la siderúrgica venezolana Sidor, al ofrecer un monto de 2 mil 301 millones 703 mil dólares por ella. El consorcio pagó, en febrero de 1998, 1 mil 201 millones de dólares. El consejo de Amazonia está formado por once personas, de las cuales cuatro son de Hysalmex, cuatro de Technit y el resto de las otras empresas miembros, o sea, las potentes siderúrgicas Siderar de Argentina, Usiminas del Brasil, Tamsa de México y Sivensa de Venezuela. Hysalmex contrató un crédito por 250 millones de dólares con JP Morgan, Bancomer y Banamex de los cuales dispuso 210 millones para pagar su participación dentro del Consorcio Siderúrgico Amazonia en la compra de Sidor. La participación de Hysalmex dentro de el consorcio es del 30 por ciento, el de Technit (formado por Sidear, Tamsa y Technit Engineering Co. de Panamá), es del 40 por ciento; el de Sivensa el 20 por ciento y finalmente el de Usiminas con el 10 por ciento restante (El Norte, 1997 y 1998). 13. Dionisio Garza Medina es hijo del matrimonio de Dionisio Garza Sada y de María Teresa Medina. Dionisio Garza Sada (ex director de la Empresa de Cartón Titán) es hijo de don Roberto Garza Sada. 14. “Los negocios como credo”, en El Norte, Monterrey, 7 de septiembre de 1998. 15. Ibid. 16. Ibid. Véase también, “Ni crisis asiática ni recorte frenan expansión de Alfa”, en El Norte, Monterrey, 24 de abril de 1998; “Es economía de mercado el mejor esquema: Alfa”, en El Norte, Monterrey, 4 de octubre de 1997; y Alfa, Informe Anual, 1997, Monterrey, 1998. 17. Es decir, Underwriters Laboratories Inc.; Rural Electrification Administration; Mine Safety and Healt Administration; Certificada Ballast Manufacturers Association; y Canadian Standars Association (Caintra, 1989).
18. “La salida del cemento, ¿está en el exterior?”, en Expansión, No. 469, julio de 1987:17. La trayectoria empresarial de Lorenzo Zambrano es digna de elogiarse. Después de graduarse de ingeniero mecánico administrador en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y de la maestría en administración de empresas de la Universidad de Stanford en 1968, ingresó al Departamento de Ingeniería de CEMEX. En 1971 fue nombrado gerente general de la planta de Torreón, y cuatro años después fue promovido a la gerencia general de la División Monterrey de CEMEX. Más tarde, en 1981, es designado director de operaciones de CEMEX, y en 1985 obtiene el cargo (director general del grupo) que le dará la oportunidad de mostrar su concepto de lo que es una empresa global. Diez años después (1995) Zambrano es nombrado presidente del Consejo de Administración de CEMEX, a la que transformó totalmente de una empresa regional hasta posicionarla (en 1998) como el tercer productor mundial de cemento con una capacidad de 50 millones de toneladas al año. Véase La Jornada, México, “Reconocimiento en Estados Unidos a Lorenzo Zambrano”, 11 de febrero de 1998: 22; y El Norte, Monterrey “Criticaron nuestra idea de ser grandes”, 4 de marzo de 1998. 19. Aunque no existe un estudio analítico publicado y accesible al público, el crecimiento del corporativo CEMEX se puede rastrear en diversas fuentes. Entre ellas tenemos la información anual que proporciona el corporativo a Caintra de Nuevo León; los periódicos locales como El Porvenir y El Norte entre 1985-1999; en el ámbito nacional El Financiero (1985-1999); y algunos artículos en revistas como Expansión (1985-1999). 20. “Lorenzo H. Zambrano: El Hombre de Expansión”, en Expansión, No. 482, enero de 1988: 36. 21. El Financiero, México, 19 de septiembre de 1989: 23.
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22. Es de destacar que Cementos Mexicanos se convirtió en ese año en el cuarto productor mundial en su ramo, a pesar de estar presente en sólo cuatro países (Canadá, Estados Unidos, México y España). El Corporativo Italcementi participa en 20 países: Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, México, Argentina, Uruguay, Francia, España, Turquía, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Grecia, Chipre, Bélgica Marruecos, Luxemburgo, Portugal, Reino Unido y Rumania. El corporativo la Lafarge en dieciséis países: Canadá, Estado Unidos, Honduras, Brasil, Venezuela, Francia, Alemania, España, Turquía, Austria, Checoslovaquia, Kenia, Camerún, Marruecos, Chipre e Indonesia. Finalmente Holderbank posee plantas en Canadá, Estados Unidos, México, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Venezuela, Suiza, Nueva Zelanda, Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, España, Grecia, Holanda, Hungría, Australia, Chipre, Filipinas y Líbano (Flores, 1993).
28. Véase CEMEX, 1999 y “Apostando en la crisis”, en El Norte, Monterrey, 24 de agosto de 1998. 29. Según declaraciones del director de finanzas del Grupo, Cesáreo Frías, hasta 1992 la participación de extranjeros en las acciones del corporativo era del cuatro por ciento. O sea, cuatro millones de acciones de mil millones que tenía Cydsa hasta ese año estaban en manos de extranjeros. (El Porvenir, 29-I-1993). 30. “Sobrepagamos por el control”, en El Norte, Monterrey, 22 de octubre de 1997. 31. Cydsa, Informe anual, 1997, Monterrey, 1998. 32. “Las participaciones cruzadas quedan atrás para la familia Sada”, en El Norte, Monterrey, 10 de diciembre de 1997. 33. Periódico oficial del Estado de Nuevo León, 13 de octubre de 1911.
23. La Jornada, México, 14 de agosto de 1990. 24. “La industria cementera: situación actual y perspectivas”, en El Mercado de Valores, No. 4, febrero de 1992: 20-21. 25. El Norte, Monterrey “Criticaron nuestra idea de ser grandes”, 4 de marzo de 1998, Negocios, p. 7ª. 26. Al año siguiente, los analistas extranjeros dan grandes expectativas sobre las posibilidades de una continua expansión del consorcio regiomontano. Esta afirmación lo confirma el economista Donald A. Pattison en un estudio sobre CEMEX publicado por la casa de Bolsa C.J. Laurence el 13 de Enero de 1993, institución subsidiaria de Deutsche Bank. El análisis de Pattison es todavía más optimista al asegurar que: “Cementos Mexicanos es la compañía mexicana líder en la industria mundial del cemento en cuando a utilidades, flujo de efectivo, márgenes, crecimiento y participación en su mercado local” (El Porvenir, 26-I-1993.) 27. El Norte, Monterrey “Criticaron nuestra idea de ser grandes”, 4 de marzo de 1998, Negocios, p. 7A.
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34. En un informe elaborado en abril de 1912 por el director estatal de Instrucción Primaria, Gaspar Fernández, se resaltó que a ese nivel se encontraron matriculados 651 alumnos, 240 niños en el turno diurno y 411 en el turno nocturno, con una asistencia media del 50 por ciento. El edificio, que tenía una extensión de 990 metros cuadrados, era atendido por once empleados con un promedio salarial para maestros de 0.85 pesos diarios. Las instalaciones –continuó Fernández– constaban de excelente amplitud, ventilación y alumbrado. La enseñanza, que era enteramente gratuita, contemplaba la dotación de los útiles de trabajo y todos aquellos indispensables para el desarrollo físico, “pudiendo decirse que nada faltaba de lo necesario para impartir la enseñanza.” Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL), Monterrey, Sección Concluidos, 1912, caja-2, expediente-170. 35. FEMSA, Plantas de Cerveza, Monterrey, 1999, FEMSA. 36. Ibid.
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37. “Suplemento especial. 95 aniversario: Cervecería Cuauhtémoc”, en El Norte, Monterrey, 10 de octubre de 1985. 38. El Grupo Serfín hasta 1982 se encontraba estructurado de la siguiente forma (Flores, 1993:119).
mercados de vivienda institucional y privada de interés social. En esta década, y a través de un nuevo producto denominado Econopanel, participa activamente en los programas nacionales de vivienda popular de Infonavit, Fovissste y Fonhapo (Grupo IMSA, 1997).
39. Reporte Anual, 1997, Coca-Cola-FEMSA, S.A. de C.V., Monterrey, 1998, FEMSA.
46. “Grupo IMSA. Voluntad de Acero”, en Expansión, México, No. 640, 11 de mayo de 1994.
40. FEMSA, Compañías de Empaque, Monterrey, 1999, FEMSA.
47. Grupo IMSA, Informe Anual, 1997, Monterrey, 1998.
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48. “Grupo PROTEXA: diversificando la misión”, en El Diario de Monterrey, Monterrey, 1 de septiembre de 1996.
42. Grupo Financiero Bancomer, México, 1999, GFB. 43. En 1985, Romsa fusiona a la empresa Vigacero. Paralelamente introduce al mercado el ducto integral Romsa. Éste consiste en un sistema de alta flexibilidad para la condición de instalaciones eléctricas, de computación y de intercomunicación. Se asocia con la empresa brasileña Marko Ltd. para el diseño y fabricación de estructuras desarmables de acero galvanizado (Grupo IMSA, 1997). 44. En 1985, Formet incursiona en la manufactura de equipos especiales para el manejo de granos, baterías de silos y silos tipo tova. Esta incursión es atraída por un programa del gobierno federal que tiene la finalidad de construir centros de almacenamiento de granos en el medio rural y semiurbano. Formet también inicia la producción, a fines de 1985, de productos de acero galvanizado dirigidos a los señalamientos viales, los cuales lanza al mercado en 1987 (Grupo IMSA, 1997). 45. Ésta es una de las fábricas más exitosas de IMSA. En 1985, crea dos divisiones internas: Refrigeración (dirigida a la refrigeración comercial e industrial, donde se ofrece soluciones de aislamiento, estructura, obra civil, equipo e ingeniería) y Vivienda, la cual ofrece nuevas alternativas a los
49. La muerte prematura de su fundador Humberto Lobo, el 29 de junio de 1976, terminó por consolidar las responsabilidades de sus hijos (Fernando, Humberto, Francisco, Javier y Rodrigo) en la toma de decisiones dentro de las diversas áreas de la empresa. 50. Véase “Construye PROTEXA un complejo petroquímico en Cadereyta”, en La Jornada, México, 24 de enero de 1996. 51. “Abre PROTEXA primer centro de lubricación”, en El Norte, Monterrey, 13 de diciembre de 1996. 52. “Construirá PROTEXA plataformas”, en El Norte, Monterrey, 12 de agosto de 1998. 53. En una reestructuración posterior, el corporativo denomina a esta división Vitro Envases Norteamérica, la cual, en 1993, operaba todas las plantas en México, una compañía en Estados Unidos: Anchor Glass y otras en Guatemala y Costa Rica (El Porvenir, 3-V-1993). 54. “Pierde Vitro $537.7 millones”, en El Norte, Monterrey, 15 de agosto de 1996. 55. Véase El Norte, Monterrey, entre 1990 a 1996; los indicadores de la Bolsa Mexicana de Valores
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en los mismos años y el Informe Anual de Vitro de 1997, Monterrey, 1998. 56. Véase “Logra Vitro acuerdo con González Sada para vender acciones de Cydsa”, en La Jornada, México, 22 de octubre de 1997; “Formaliza Vitro la venta de participación en Cydsa”, en El Porvenir, Monterrey, 22 de octubre de 1997; y “Sobrepagamos por el control”, en El Norte, Monterrey, 22 de octubre de 1997. 57. Véase “Las participaciones cruzadas quedan atrás para la familia Sada”, en El Norte, Monterrey, 10 de diciembre de 1997. El acuerdo definitivo de venta establece que el plazo límite para la venta de las acciones de Vitro (47.6 millones de acciones) que realizará la familia González Sada en el mercado es de 26 meses, acciones que fueron depositadas en un fideicomiso. Mientras que la entrega de las acciones de Vitro a la familia González Sada se realizó el 15 de diciembre de 1997. 58. “Modifica Vitro su estructura de capital”, en El Norte, Monterrey, 27 de marzo de 1998. 59. Este trabajo fue publicado en una primera versión en Óscar Flores “Los vascos en el comercio de Monterrey. El caso de la familia Azcúnaga, 18751995”, en Amaya Garritz (coord.), Los vascos en las regiones de México. Siglos XVI-XX, T. 2, México, Universidad Autónoma de México-Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco-Instituto Vasco Mexicano de Desarrollo, 1996: 259-275. Trabajo presentado en el II Congreso Internacional “Los vascos en las regiones de México, Siglos XVI-XX”, celebrado en la Universidad de Reno Nevada, EUA, del 6 al 8 de diciembre de 1995. 60. Flores, 1995; Illades, 1991; y Lida, 1985 y 1988. 61. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga González el 8 de noviembre de 1995 en Monterrey, N.L. 62. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. Véase también el trabajo de
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Mendirichaga, 1992, p.14-18. El caso de la familia Armendaiz ha sido estudiado por Mario Cerutti y Oscar Flores, 1997. Esta familia tuvo una intensa actividad económica desde el último tercio del siglo XIX hasta 1910, con inversiones en los sectores de la minería, servicios, transportes, agropecuario, actividades deportivas, finanzas, industria y el comercio entre otros. 63. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. Agustín no fue el único Azcúnaga que emigró a Monterrey. Posteriormente vino a esta ciudad un primo de Agustín, de nombre Francisco Asueta Azcúnaga, que se estableció y se casó con una regiomontana: vivió en Monterrey hasta su muerte. Otros tres primos de don Agustín llegaron a Monterrey a principios de siglo XX en busca de trabajo: José y Alberto Cirión, así como Ángel Laurrieta. Los tres regresaron al País Vasco sin mayor éxito a los pocos años de haber desembarcado. 64. Cerutti y Flores, 1997, Cerutti, 1992; Flores, 1990; Mendirichaga, 1992. 65. Sólo puntualizaré algunos factores a considerar como contexto, que permitieron el crecimiento del capitalismo y del comercio y la industria en Monterrey entre 1890 y 1910: a) el nacimiento de una metalurgia pesada, sostén de su industrialización y del auge de la minería regional; b) estabilidad política y social que facilitó la inversión de grandes capitales comerciales en el rubro del sector manufacturero; c) el tendido de los ferrocarriles, por los cuales se comunicó a Monterrey con el pujante mercado de Estados Unidos y atrajo mano de obra de otras partes de la república mexicana; d) finalmente, el brote fabril de Monterrey fue estimulado claramente por una política gubernamental que pareció tener conciencia de la situación de desarrollo capitalista que se estaba experimentando. Para una información más exhaustiva remítase a Cerutti, 1994 y 1990. 66. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. Véase también, Mendirichaga, 1992. Sobre las actividades de la familia Maiz en el nordeste de México véase a Flores, 1995 y1990.
Monterrey: origen y destino
67. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. 68. Icazuriaga, 1979: 175. 69. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. 70. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga y Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa. Sobre el impacto del fenómeno revolucionario en el comercio y la industria en la ciudad de Monterrey y alrededores, véase Flores, 1991. 71. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. 72. Ibid. 73. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga. Véase también Mendirichaga (1992); El Diario de Monterrey, Monterrey; 29 de octubre de 1995; 13 D, y Emporio, revista mensual, CanacoMonterrey, septiembre, 1995, p.12-15. 74. Ibid. 75. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga y Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa. 76. Idem. 77. Idem. 78. Idem. 79. Idem. 80. Mendirichaga, 1992: 16. 81. Entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga y Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa. 82. Ibid..
83. Se puntualizará en algunos factores que inevitablemente deben vincularse con lo acaecido a partir de 1940 y que permitieron un nuevo impulso al desarrollo capitalista y al comercio e industria regiomontano entre 1940 y 1990, una vez recuperado del impacto revolucionario. a) A partir de 1940, el proceso de industrialización en México recibió un fuerte estímulo al pasar a ser una de las principales estrategias de desarrollo del Estado mexicano, la política de sustitución de insumos industriales; b) simultáneamente, en este mismo periodo y hasta la actualidad (1998), la expansión de la industria regiomontana fue resultado de dos factores importantes; por un lado, la actividad promotora del Estado, a través de estímulos fiscales y financieros, subsidios y apoyos de infraestructura al área metropolitana de Monterrey; y, por otro, debido al comportamiento hacia la concentración y la centralización del capital de parte de las principales empresas asentadas en ella; c) una tendencia en el sector industrial a una mayor producción de mercancías de bienes intermedios de algunas empresas; d) encontramos una concentración y comercialización de capital a través de los grandes grupos industriales; e) la acumulación de capital en este periodo se obtuvo a través de estrategias financieras. Los recursos por los que optó el financiamiento industrial y comercial de Monterrey fueron de orden interno (flujos de capital internamente generados) y de orden externo (a través de la Bolsa de Valores, venta de acciones y de los préstamos en dólares obtenidos en el extranjero); f) el control de las grandes empresas industriales y comerciales de origen regiomontano, en manos de las familias del o los fundadores, continuó por medio de la tenencia directa de la mayoría de las acciones y en la ocupación de buena parte de los cargos del consejo de administración; g) finalmente, para que se facilitara la expansión de las grandes empresas industriales y comerciales, se llevó a cabo una reorganización de su estructura administrativa. En ella confluyeron una diversidad y una diversificación de intereses, más allá del énfasis industrial. Los sectores comercial, financiero, de servicios, turismo y comunicaciones constituyeron una integración horizontal, vertical y territorial. Véase los casos de los grupos Cementos Mexicanos, Vitro, Industrias
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Axa, Industrial Ramírez, Cydsa, GAMESA, PROTEXA, IMSA, Alfa y Visa, en los primeros capítulos de este libro. 84. Los datos de la inauguración de las tiendas fueron recopilados a través de la entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga y Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa. 85. Cerutti, 1994; Flores, 1993 y 1988 y Pozas, 1993. 86. Flores y Dávila, 1995. 87. Los datos de la inauguración de las tiendas fueron recopilados a través de la entrevista de Óscar Flores con Francisco Azcúnaga y Azcúnaga Hermanos, S.A., archivo privado de la empresa. 88. Ibid. 89. Ibid. 90. Este trabajo fue publicado en una primera versión en Óscar Flores “Villaverde de Trucios en la industria de Monterrey”, en Amaya Garritz (coord.), Los vascos en las regiones de México. Siglos XVI-XX, T. 3, México, Universidad Autónoma de México-Ministerio de Cultura del Gobierno VascoInstituto Vasco Mexicano de Desarrollo, 1997: 329-341. Estudio presentado en el III Congreso Internacional. Los vascos en las regiones de México. Siglos XVI-XX, celebrado en la Universidad Nacional Autónoma de México, ciudad de México, del 12 al 14 de marzo de 1997. 91. Datos proporcionados por José Llaguno al dar fe del nacimiento de su hijo Jesús J. Llaguno Cantú. Archivo General de Nuevo León (en adelante AGENL México), Sección Oficialía Mayor de Gobierno, Dirección del Registro Civil del Estado de Nuevo León (en adelante DRCENL), Oficialía 1a., Nacimientos, 1899, Monterrey, N. L., f. 6 y 7. 92. Ibid. Sus padres fueron Nicasio Llaguno y Cipriana de la Serna.
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93. Mariano Hernández se afincó en Monterrey desde 1852 a los 35 años de edad. Llegó como apoderado de Juan Francisco Penilla, propietario de una importante casa comercial y cónsul de España en la ciudad. 94. De esta familia llegaron originalmente dos hermanos: Félix Mendirichaga Hernández, en 1873, y Tomás Mendirichaga H., en 1875. 95. AGENL México, DRCENL, Oficialía 1ª., Nacimientos, 1897, libro 511, f. 153. Los padres de María Cantú fueron Aniceto Cantú y Juana Treviño. 96. AGENL México, DRCENL, Oficialía 1a., Nacimientos, 1897, libro 511, f. 153. 97. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg. 58. “Solicitud de concesión para la instalación de la fábrica Industrias Textiles S. A., suscrita por Jesús Llaguno al gobernador del estado”, Monterrey, N.L., a 23 de diciembre de 1927. En esta solicitud Jesús Llaguno aclaró que: “Debo hacer constar que esta compañía se organizó hace poco más de un año, pero hasta la fecha se ha dedicado, con un reducido capital de veinte mil pesos, prácticamente a trabajos de experimentación, sin haber podido iniciar formalmente sus trabajos de producción, en la forma proyectada, y sin haber instalado la maquinaria que se pretende adquirir, y sin haber construido sus propios talleres en la forma en que se piensa hacerlo al obtener la franquicia que solicita, porque nunca se resolvió en ningún sentido la solicitud que elevó al H. Congreso del Estado a principios de año, por lo cual se trata en realidad de una industria nueva en el Estado”, p. 2. 98. AGENL México, H. Congreso del Estado de Nuevo León, acuerdo número 29 del 11 de noviembre de 1927. 99. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg. 58. “Solicitud de concesión para la instalación de la fábrica Industrias Textiles S.A., suscrita por Jesús
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100. Ibid. La nueva Ley de Protección a la Industria en Nuevo León de 1927 también contemplaba la publicación del anuncio del establecimiento de cada industria nueva. Esto se hacía antes de darse la concesión, en un periódico local y en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, a fin de dar a conocer la petición “para los que estimen tener derecho a oponerse”. Véase también la publicación relativa al establecimiento de Industrias Textiles, S. A., en El Porvenir, 30 de diciembre de 1927, Monterrey, y el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, de la misma fecha.
107. Ibid. Aun cuando Rivero aclaró que la fábrica de hilazas e hilos de algodón “correspondería exactamente a las instalaciones para hilar que tanto nosotros como los demás industriales de nuestro ramo tenemos; aunque también podrá considerarse esta parte de la instalación como una fase complementaria de la industria de bonetería.” Ello nos deja entrever que si bien la solicitud de Llaguno no era del todo fundamentada para considerarse industria nueva, los Rivero otorgaron una amplia recomendación al gobierno ya que propusieron que la fábrica de hilazas e hilos de algodón fuera considerada una fase complementaria de la industria de bonetería, la cual a todas luces era nueva, para que éste otorgara la concesión solicitada.
101. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg.58.
108. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg. 58.
102. Esta situación la corrobora un folleto, impreso por la Sección de Estadística de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, relativo a fábricas de hilados y tejidos en el país, y que comprende el semestre de mayo a octubre de 1926, siendo el último folleto que se había publicado en el momento de la petición de Llaguno a favor de la concesión a principios de 1927.
109. Recuérdense las leyes de protección a la industria que se dieron en Nuevo León en 1927 y 1940.
Llaguno al gobernador del Estado”, Monterrey, N. L., a 23 de diciembre de 1927, p.1.
103. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg. 58. “Solicitud de concesión para la instalación de la fábrica Industrias Textiles S. A., suscrita por Jesús Llaguno al gobernador del estado”, Monterrey N. L., a 23 de diciembre de 1927, p. 1. 104. Idem., p. 1 y 2. 105. Idem, p. 1. 106. AGENL México, Concesiones, caja 35/3, leg. 58. “Respuesta de Rivero al Gobierno del Estado sobre la solicitud de Jesús J. Llaguno para obtener una concesión de acuerdo con la Ley en vigor sobre industrias nuevas”. Monterrey N. L., a 13 de abril de 1928.
110. Aunque su biógrafo personal menciona que esta empresa fue fundada en 1932, lo más probable es que haya sido una adquisición. Ladrillera Monterrey, S. A. fue fundada en 1890 por William W. Price y David I. Jones, y comprada años después por el coronel estadounidense asentado en Monterrey, Joseph A. Robertson (Cerutti, 1992; de León, 1978; Flores, 1988; y Vizcaya, 1969). A decir de su biógrafo (Mendirichaga, 1992), Llaguno presidió esta empresa entre 1940 a 1975. 111. También son de mencionar las asociaciones de servicio y clubes privados fundados por los comerciantes e industriales de Monterrey. Entre las asociaciones fundadas entre finales del siglo pasado y los años veinte se encuentran el Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey, Factores Mutuos del Comercio, la Sociedad Comercial de Viajantes y el primer Club Rotario. En el caso de Jesús J. Llaguno, este empresario participó en la fundación, el 9 de julio de 1936, del Club Sembradores de Amistad. Es gracias a la iniciativa de este club que se fundó la Delegación en Monterrey de la Cruz Roja Mexicana el 18 de febrero de 1937.
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112. Crédito Industrial de Monterrey, S. A. se constituyó en la ciudad de Monterrey el 29 de enero de 1932, con un capital social de 500,000 pesos, siendo inaugurado el 10 de febrero del mismo año. A partir del 1 de febrero de 1950, cambió su nombre a Banco Industrial de Monterrey, S. A. Finalmente, el 30 de noviembre de 1962, se fusionó al Banco de Londres y México (Morado, t.2, 1996: 280-281). 113. El 9 de mayo de 1933 se constituyó en la ciudad de Monterrey la Sociedad General de Crédito, S. A. Ésta fue, según sus cronistas, la primera institución financiera fundada en México, con un capital social autorizado de un millón quinientos mil pesos y capital suscrito de doscientos cincuenta mil pesos, en dos mil quinientas acciones con valor de doscientos cincuenta mil pesos cada una, aportado por las siguientes personas y empresas con asiento en Monterrey: Emilio Leonarz, Matías Elizondo, Francisco G. Sada, Roberto Garza Sada, Roberto G. Sada, José L. Garza, Ignacio Albo, Prisciliano Elizondo, Roberto Riveroll, Rodolfo J. García, Rodolfo M. Garza, José Zambrano Gutiérrez, Lorenzo H. Zambrano, Vicente Ferrara, Manuel Santos, Ignacio A. Santos, José E. Rivero, Jorge G. Rivero, Manuel M. Ortiz, Víctor de Lachica y, por supuesto, Jesús J. Llaguno. En cuanto a las empresas participantes, éstas fueron: Banco Mercantil de Monterrey, S.A., Banco Nacional de México, S.A., Cementos Mexicanos, S.A., Cervecería Cuauhtémoc, S.A., Cía. de Seguros la Nacional, S.A., Cía. Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., Cía. Industrial de Parras, S.A., Crédito Industrial de Monterrey, S.A., Fomento y Urbanización, S.A., Santos Hermanos, S. en N.C., V. Rivero Sucs, y Vidriera Monterrey, S.A. (Morado, t. 2, 1996: 281-284). 114. Hoy denominada Monterrey Compañía de Seguros, S.A. (1998) inició sus actividades en la ciudad de Monterrey el 1 de junio de 1940, con un capital de dos millones de pesos y un capital pagado de quinientos mil. El primer consejo de administración estuvo integrado por Roberto G. Sada (presidente), y Antonio L. Rodríguez (secretario). Los vocales propietarios suplentes eran: Ignacio A.
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Santos, Jaime E. Garza, Benjamín Salinas, Ángel Urraza, Maximino Michel, Eugenio Garza Sada, Ricardo Chapa, Virgilio Garza Jr., Jesús J. Llaguno, Joel Rocha, Roberto Garza Sada, Efraín González Luna, Luis G. Sada, Jorge G. Rivero, Manuel Santos, Juan S. Farías, Alberto Santos, Andrés Chapa y Antonio Chávez Orozco. 115. Este banco se constituyó en la ciudad de Monterrey el 15 de junio de 1940, con un capital autorizado de un millón de pesos y capital pagado de 250,000 pesos. Jesús J. Llaguno formó parte del primer consejo de administración como vocal, integrándolo además Joel Rocha como presidente y Manuel S. Farías como secretario. El resto de los vocales fueron Manuel Santos, Antonio L. Rodríguez, Aurelio González Jr., Virgilio Garza Jr., Luis G. Sada, Roberto Garza Sada, Maximino Michel, Ángel Urraza y Roberto N. Garza. Rómulo Garza fue designado comisario y Juan S. Farías gerente general. El 1 de noviembre de 1964 este banco se fusionó con el Banco Inmobiliario de Monterrey, S.A., tomando el nombre de Banco Capitalizador e Inmobiliario de Monterrey, S.A. (Morado, 1996: 288-289). 116. Esta institución de ahorro y préstamo para la vivienda familiar fue construida en la ciudad de Monterrey el 23 de agosto de 1947, mediante autorización concedida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el 3 de julio del mismo año. Inició operaciones con un capital social de un millón y medio de pesos y fue inaugurada el 31 de octubre de 1947. El primer consejo de administración estuvo integrado por Aurelio González Jr., como presidente; Juan S. Farías, director general, y Francisco J. Cirilo Jr., como secretario. Los vocales eran Jesús J. Llaguno, Hernán Sada Gómez, Diego G. Sada, Ignacio A. Santos, Ricardo Chapa e Ignacio Martínez Jr. (Morado, t. 2, 1996: 297-298). 117. Financiera de Nuevo León, S.A. fue probablemente la institución financiera con mayor participación de la familia Llaguno. Esto se refleja en su primer consejo de administración. Fue constituida en la ciudad de Monterrey el 9 de julio de 1957 con un capital autorizado de seis millones de pesos y
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totalmente pagada la mitad de esa cifra. Inició operaciones el 6 de septiembre de ese año y su primer consejo de administración lo presidió Virgilio Garza Jr., acompañado de los siguientes vocales: Justo A. Odriozola, Bernardo Elosúa, Ignacio Martínez Jr., Ernesto Ortiz Quevedo, Miguel Margáin Zozaya, Fernando A. González, Juan S. Farías, Viviano L. Valdés y por parte de la familia Llaguno fueron considerados vocales Jesús Julián Llaguno, José F. Llaguno y Manuel R. Llaguno (Morado, t. 2, 1996: 304). 118. Jesús Julián Llaguno Cantú falleció en 1987 en Monterrey, a la edad de 88 años. 119. Otro descendiente de José Llaguno Farías, obispo de la Tarahumara (estado de Chihuahua), en las décadas de los setenta y ochenta. Perteneciente a la corriente episcopal progresista, fue un luchador social que dejó profunda huella en la legislación a favor de los pueblos indígenas de México.
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