Antonio García de Diego Martínez
La Materialización del Pensamiento
CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS UDEM
2007
La materializaci贸n del pensamiento
Antonio García de Diego Martínez
La Materialización del Pensamiento La línea como herramienta fundamental de la cultura
Antonio García de Diego Martínez
La materialización del pensamiento
UNIVERSIDAD DE MONTERREY Rector Dr. Francisco Javier Azcúnaga Guerra Vicerrector de Educación Superior Lic. Rafael Garza Mendoza Director de la División de Derecho y Ciencias Sociales Lic. Jorge Manuel Aguirre Hernández Directora del Departamento de Ciencias Sociales Mtra. Miriam Hinojosa Dieck Director del Centro de Estudios Históricos Dr. Óscar Flores Torres
Título original: La materialización del pensamiento Primera edición: marzo de 2007 Editor: Óscar Flores Torres Diseño de portada e interiores: Diseño 3/ León García, Erika Rojas. Imagen de portada: Museo Ciudad de las Artes y las Ciencias; Valencia, España. Archivo Santiago Calatrava. © Antonio García de Diego Martínez © 2007 Universidad de Monterrey © 2007 Centro de Estudios Históricos UDEM Av. Ignacio Morones Prieto 4500 Pte., San Pedro Garza García, Nuevo León, México Conmutador (81) 8215-1000. Lada sin costo 01-800-801-UDEM. www.udem.edu.mx Quedan rigurosamente prohibidos, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico ISBN 968-6858-22-9
Antonio García de Diego Martínez
Presentación
La Universidad de Monterrey, a través del Centro de Estudios Históricos, cumple como parte de su misión, el apoyar publicaciones que aporten nuevos conocimientos a nuestra labor académica. En esta ocasión, presentamos a la comunidad el presente texto del profesor e investigador Antonio García de Diego Martínez, quién con una mirada retrospectiva nos lleva de la mano a los inicios de la actividad creadora del ser humano. La “línea” y sus múltiples manifestaciones es creada en tiempos prehistóricos y sin embargo, sigue siendo nuestro instrumento más primitivo de innovación. García de Diego, fue profesor invitado en nuestra institución en el año de 2004. Ahora de regreso a sus labores cotidianas, se encuentra como catedrático en el Departamento de Periodismo II, de la Facultad de Ciencias de Información en la Universidad Complutense de Madrid. Los cursos que imparte en pregrado son: “Producción periodística de nuevas tecnologías” e “Influencias socioculturales en nuevas tecnologías”; así como el curso de postgrado denominado “Las nuevas tecnologías de la información y su influencia bidireccional en los medios”.
Óscar Flores Torres
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Agradecimientos
Esta obra se desarrolló, principalmente, durante mi estan-
cia sabática en la Universidad de Monterrey (UDEM). Ella fue posible gracias a Silvia Panszi, Directora del Área de Comunicación, quien, además de su amistad, me brindó todo tipo de facilidades para poderla llevar a cabo. Quiero agradecer a toda la Institución académica y muy especialmente a su Rector, el Dr. Francisco Javier Azcúnaga, el distinguido trato que siempre me dispensaron. No puedo sino tener un vivo recuerdo para la profesora Dora Martínez, pues ella, siendo entonces directora del Departamento de Comunicación, fue la causante de que ahora me sienta tan unido a la UDEM, segunda alma mater para mí después de la Universidad Complutense. Mi recuerdo y gratitud también a todos mis alumnos, que tuvieron que soportar mi acento y otro sistema de enseñanza, como era el mío. Y, cómo no, a los profesores con quienes compartí innumerables momentos inolvidables. Muy especialmente quisiera expresar mi agradecimiento al Vicerrector de Estudios Superiores, Rafael Garza, pues él no solamente me prestó en todo momento el apoyo institucional que necesité, sino que me ofreció también su tiempo familiar,
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que quiso compartir conmigo. Le estoy particularmente agradecido por haberme hecho partícipe de sus anhelos, preocupaciones y entusiasmo por hacer de la Universidad un lugar de encuentro donde los alumnos puedan alcanzar no solamente unas exclusivas miras de excelencia profesional, sino un grado de conciencia elevado sobre el ser humano y su especial dignidad, en un tiempo y en un contexto de lo global como el nuestro, predispuestos a aceptar los continuos cambios y a que lo “último” sea lo “mejor”. Como este libro tiene que ver también con esa visión humanística, le debe mucho a sus planteamientos y no sólo por el optimismo que trasmitían todas sus ideas, docentes y no docentes, sino también porque me ayudó a superar las dificultades que aparecieron en la recta final de este libro, y que han sido felizmente superadas.
Monterrey– Madrid 2004, 2005.
Antonio GarcĂa de Diego MartĂnez
A Patro, Almudena, Paloma y Diego
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Sumario Agradecimientos
I. La
energía en el ámbito de la comunicación
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La energía como fuente en el proceso comunicativo Acto comunicativo Comunicación social La comunicación estática Manifestaciones ancestrales de la comunicación estática: Las pinturas rupestres Los elementos sígnicos como ayuda de la comunicación
II. La
línea: herramienta fundamental en la comunicación
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La línea, elemento base de la comunicación sígnica
III. La línea como protagonista de los diversos contextos comunicativos
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La comunicación mediante líneas en el ámbito pictórico La comunicación a través de la escultura La arquitectura como elemento comunicativo La música como unidad de comunicación La escritura: la singularidad comunicativa de la línea
IV. La escritura como elemento trascendental en la evolución humana
La evolución de la escritura Tecnología de la escritura Los escribas El soporte escritoreo La escritura china El punto de apoyo para escribir
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V. La
línea, el gran eslabón entre culturas
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La línea y el dominio del espacio La línea como refugio del saber y la cultura La cultura tras la caída del Imperio El resurgimiento de una nueva cultura, el Imperio de Carlomagno Influencia irlandesa. Creación de la letra carolingia La línea en otras culturas no occidentales El Renacimiento. La línea elemento para enlazar con el pasado El resurgir de Euclides: la divina proporción
VI. La línea en el simbología
contexto de la
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La línea: contenedor simbólico El tótem: origen comunicativo a través de símbolos Totemismo egipcio La supervivencia totémica en Creta y Grecia Otros pueblos con creencias totémicas El culto de las enseñas en Roma La heráldica, un hito simbólico entre la caligrafía y el arte
Epílogo
La línea y el ordenador: herramientas del pensamiento
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La Materialización del Pensamiento La línea como herramienta fundamental de la cultura
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I. La energía en el Ámbito de la comunicación La energía como fuente en el proceso comunicativo
Comunicación es todo acto necesario entre dos o más suje-
tos para poder llevar a cabo o exponer entre ellos acciones, hechos, ideas o sentimientos de manera comprensible o inteligible. El proceso comunicativo se pone en marcha a través de una determinada cantidad de energía que liberan y someten a control los sujetos. Son ellos quienes modulan esa energía y tratan de transformarla eficazmente de acuerdo con el plano espacial y sus propias aptitudes físicas. La cantidad de energía liberada con esa intención, que llega del individuo emisor al que la recibe, es el “mensaje” (1). La emisión y la recepción de esta energía ¿se deriva de actos voluntarios, en mayor o menor grado conscientes, o son actividades espontáneas? Es manifiesto que existen reacciones comunicativas que parecen espontáneas, tales como expresiones de dolor, de miedo, de hambre, etcétera. Estas acciones parecen espontáneas bien porque se producen casi instantáneamente, 1.- GOLDSTEIN supone que todo lo que sucede en el organismo es una acumulación, distribución, y/o descarga de energía. Este principio corresponde a la homeostasis de Cannon, al equilibrio de Pavlov y al principio de la cons-tancia de Freud. Citado por WOLMAN, Benjamín B.: Teorías y sistemas contemporáneos en psicología. Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1968, pág. 221.
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bien porque resultan de unos comportamientos significativos en los individuos que se producen sin predeterminación. Esto no quiere decir que la energía necesaria para iniciar esos procesos no esté controlada, pues no es casual que tales expresiones se den en unos momentos determinados pero no en otros. En otras palabras, dichos estados se asocian exclusivamente a determinadas circunstancias concretas. Hemos de advertir también que esas manifestaciones, además de un proceso comunicativo, son una reacción ante un proceso de entropía. Cuando un individuo grita por el dolor que siente, no solamente está expresando su necesidad de ayuda, de defensa, etc.; al mismo tiempo, está liberando una energía orientada a regenerar el equilibrio perdido. La reacción humana genera una información homóloga a la causa desencadenante del proceso, que actúa de manera negaentrópica. Fisiológicamente, se trata de un proceso sicosomático que se manifiesta en reflejos condicionados —una retroalimentación de procesos mecánicos e informativos, que está en la base también de los sistemas cibernéticos. En todos estos procesos, aun cuando se trate de animales y se realicen de manera inconsciente, hay implícita una intención de manifestarse. Es en esta intencionalidad donde se advierte la trascendencia del uso de la energía para el fin concreto de la comunicación, que nos permite además comprender cómo el proceso de comunicación es una actividad mental. En este sentido, el maestro alemán Gabelentz ha establecido las siguientes tres características esenciales del lenguaje humano. Primero y fundamental, la existencia de un propósito claro y definido de la manifestación lingüística. Segundo, que cada una de estas manifestaciones se presentan con una significación permanente: idéntica a sí misma y, en consecuencia, apta para ser repetida con su nítida individualidad en circunstancias idénticas. Tercero, que estas manifestaciones se prestan a ser representadas de una manera diferenciada que afecta, en consecuencia, también a su expresión oral (2). 2.- GABELENTZ , G. von der: El conocimiento del lenguaje, misión, técnica y resultados anteriores. Leipzig, 1891
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La perfección del proceso comunicativo dentro de cada especie está condicionada por el hábitat; la energía que los individuos de esa especie puedan o sepan emplear; y las aptitudes físicas (los canales posibles) que hayan podido socializar para que tal energía llegue de manera comprensible de un sujeto a otro. Hay que tener en cuenta que parte de la energía liberada se pierde por la propia condición del medio que se transporta. Podemos decir que las especies más evolucionadas son las más capaces de controlar y aprovechar los canales de comunicación, pues facilitan el aprovechamiento óptimo de las energías de que disponen. La energía emitida por un sujeto, al que llamamos con razón “emisor”, no se propone solamente hacer llegar el mensaje a quien lo recibe —a quien llamamos con razón el “receptor”. Ésta es habitualmente la función principal, sin duda, pero no pocas veces parte de la energía liberada por el emisor buscar crear un efecto de retro-alimentación en quien la ha puesto en marcha. Se trata de un test de resultados valorativos por parte del emisor. Su satisfacción está condicionada por las expectativas previas que se había hecho acerca de la reacción del receptor, de modo que la emisión del mensaje, con esa energía supletoria de verificación, hace posible la rectificación por parte del sujeto emisor. Este mecanismo se ha estudiado en función del lenguaje articulado, en su calidad de instrumento principal de la comunicación oral, en teorías como la Bühler y Jakobson, y la de Ducrot (3) e incluso en alguno de los argumentos mecanicistas que Hobbes emplea en el Leviatán. Pero no es nuestra intención adentrarnos ahora en esta teoría lingüística, si no aproximarnos más bien a los principios de los Primeros Analíticos de Aristóteles, para comprender desde ellos cómo el hombre es el ser que ha llegado a liberar y controlar más perfectamente esa cantidad de energía. O dicho de otra manera: ha llegado a 3.- DUCROT, O y TZVETAN,T.: Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Siglo XXI. México,1995, Págs. 380 y ss. Véase también BÜHLER, K.: Teoría del lenguaje. Revista de Occidente. Madrid, 1967 y JAKOBSON, R.: Fundamentos del lenguaje. Ayuso. Madrid, 1984.
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tener un organismo magistralmente concebido para la función comunicativa. ¿Cómo ha conseguido la especie humana esa síntesis que le permite exponer sus sentimientos y sus ideas y lograr el dominio del entorno? Los argumentos para dar respuesta a esta pregunta, que enlaza directamente con el origen de nuestra especie, siguen sucediéndose en nuestros días, sin que ninguna formulación total o global científica se haya aceptado todavía. No se trata con ello de obviar los planteamientos, sino de todo lo contrario, de dejar claro que en este campo científico se sigue trabajando y por ello, a pesar de que las nuevas tecnologías de la información y comunicación parezcan que nos alejan a velocidades luz de los orígenes, la cierto es que también sirven para aglutinar el saber y sintetizarlo de manera más exhaustiva. Las nuevas tecnologías van a permitir acercarnos, muy posiblemente, no solamente al futuro sino también cada vez más al pretérito, pues allí mora la incógnita que de una manera u otra, pero siempre de forma consciente, el hombre ha intentado descifrar.
Acto comunicativo La comunicación es una función innata de los seres vivos, cuya competencia o facultad se transmite por herencia filogenética. Se trata de una facultad esencial para el logro de la supervivencia en cada especie. El hombre es el animal que debido a su constitución fisiológica, ha podido y sabido desarrollar y canalizar mejor esa facultad, hasta lograr la perfección del acto comunicativo. La creación del lenguaje es, de acuerdo con Dauzat, una facultad que distingue al hombre de las demás especies animales (4). De tal logro depende además el proceso social. Uno de los principales efectos de la capacidad de comunicación lingüística es el dominio del entorno. Sin acto co4.- DAUZAT, A.: La philosophie du lengage. Enest Flammarion, París,1912. Pág. 200.
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municativo ese dominio hubiera sido imposible. En dicho proceso el hombre fue acumulando datos y por simplificación, creando otros nuevos que sintetizaban el conjunto. Este hecho hizo que una palabra adquiera varias acepciones y que el lenguaje no fuese permanente sino que fluctuara, acomodando al entorno los conceptos, tanto emocionales como físicos. Así, por ejemplo, las palabras “choza”, “casa” y “cueva” pueden denotar un objeto que satisface una misma necesidad, pero como no pertenecen al mismo entorno, son necesarias las tres acepciones para poder emitir el mensaje de forma comprensible de acuerdo a diferentes medios de referencia. Tan importante son estos entornos, que llegan a influir decisivamente en la estructura y conformación de las culturas y sus lenguas. Ahora bien, ¿a qué denominaríamos acto comunicativo? “Acto” es la noción abstracta correspondiente al cambio realizado. Tiene su origen en el verbo “agüere” —actuar, obrar—; y puesto que “acto” proviene del participio pasivo de ese verbo (“actum”), significa “lo llevado a cabo”. De acuerdo con la Física de Aristóteles, tal acepción atendería tanto a la “forma” como al “fin”, y se contrapondría a la noción de “potencia”. También la filosofía moderna considera, en fin, el acto como algo operativo. Podemos decir, por tanto, que la capacidad humana de aprehensión de conceptos y la necesidad biológica de transmitirlos, avocan a un producto —la palabra concreta— cuyo fin es la propia transmisión y la consiguiente puesta en común de esos conceptos. Pero esa puesta en común no es casual o azarosa, sino intencional, es decir: se realiza con el objetivo de que cumpla su función, de que sea operativa. De ello se concluye que acto comunicativo es todo acontecimiento que se encamine a actualizar total o parcialmente, de forma inteligible, el conocimiento (5).
5.- También Santo Tomás nos habla de ello en sus comentarios a Aristóteles, In duodecim lib. Metaphysicorum, y en Quaestiones disputatae: De Potentia. Para Ricci Bitti y Bruna Zanis: La comunicación como proceso social, Grijalbo, México, l990. El acto de la comunicación es la unidad más pequeña susceptible de formar parte en un intercambio comunicativo.
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El referente de esa actualización comunicativa serían uno o varios agentes distintos del emisor. El sentido de la actualización no implica necesariamente la introducción de elementos nuevos, pues la comprobación por parte del emisor de las actitudes que le dispensan el o los receptores de su mensaje, es ya un elemento comunicativo que le mostrará si el acto de comunicación ha producido o no, o en qué grado, los cambios que él esperaba. Por ejemplo, al decir: ¡hola!, dependiendo de la forma en que se haya dicho y dependiendo sobre todo de la manera en que sea respondido, se podrá inferir la actitud del receptor hacia el emisor. Al mismo tiempo, también aquel advertirá si ha conseguido o no crear la actitud en éste, que pretendía cuando contestó a su saludo. Quizá esto podría estar dentro de lo que Wilbur Schramm (6) denomina “marco de referencia”, toda vez que hay un significado latente. Sin embargo, nosotros no queremos limitar el marco de referencia a las coordenadas de las actitudes interpersonales, como ha hecho él, pues también la Naturaleza es un agente de comunicación, y agente principal, y por lo tanto su observación y experimentalidad respecto a ella es de primera magnitud. Por eso podemos sostener que el fin último de todo comunicativo es la producción de acción. Ello viene determinado por la energía que desarrolla el individuo, y consiguientemente obliga a tener presente el agente, la acción misma y el efecto que produce tal acción. Cuando el hombre descubre que esa formalización de energía o acto comunicativo es una técnica, puede acometer la lucha por el domino del espacio comunicativo —de su entorno— con una seguridad y destreza mucho mayores. Cabe así entender por qué los avances tecnológicos no son sino consecuencia de acumulaciones progresivas del proceso comunicativo. Ni la estructura ni el progreso social se pueden concebir sin una tecnología adecuada, pero ésta no existe sin un cúmulo de conocimientos que se verifican a través de procesos comunicativos.
6.- SCHRAMM, W.: Hombre, mensaje y medios. Forja. Madrid, 1995.
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Hay que convenir sin embargo que estas acumulaciones, de las que resulta, vía comunicación, el progreso social, se producen a través de etapas complejas y largas, por más que nosotros pretendamos comprenderlas sintetizándolas al máximo. Digo complejas porque no solamente interviene el individuo o su grupo, sino que entran también en juego los factores naturales y los planteamientos derivados de la interrelación de ambos. Y digo también etapas largas, porque el hombre tiene que ir descubriendo la tecnología adecuada para cada circunstancia y lograr adaptarla. Este es uno de los retos siempre difíciles, pues no basta tener una idea o saber cómo realizar una acción, sino que se precisa también tener los elementos adecuados. Y para ello, una técnica sola no basta, es necesaria habitualmente una tecnología también para hacerla operativa, que o no se conoce o de la que no se dispone. Si comparamos al hombre trashumante y al sedentario encontraremos múltiples ejemplos de lo que acabamos de exponer, pues las necesidades que plantea la ganadería, o la agricultura o el dominio de los metales, de la arquitectura, etc., con completamente distintos y específicos. Y lo mismo ocurre con el proceso comunicativo: nosotros no nos acordamos ya del esfuerzo que hicimos para aprender nuestra lengua; y nos acordamos muy poco del que hicimos para aprender otros procesos comunicativos, puesto que el cerebro ya estaba preparado filogenéticamente para ello a través de miles de años. También en la sociedad de la información advertimos que las nuevas tecnologías modifican el proceso de comunicación o crean otros nuevos.
Comunicación social La singularidad de la comunicación humana prevalece sobre cualquier otro género de comunicación animal, por su enorme complejidad. Ésta es tal que requiere poner en funcionamiento todo una proceso organizativo para desarrollar, de manera interdependiente e integradora, acciones verbales y no verbales. Y como todo ese proceso se encamina a “poder anticipar la 21
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respuesta del otro” (7), la comunicación se convierte en la actividad social más importante del ser humano. El acto comunicativo por excelencia es la comunicación personal. Ésta goza de título tan honroso porque es la más rica en contenidos. Como tal, trata de mitigar las pérdidas inútiles de energía, aprovechando al máximo, como queda dicho, los canales de transmisión de que dispone. En este tipo de comunicación hay una intensa interacción entre emisor, receptor y medio, de la mayor riqueza. Es en este contexto donde cabe contemplar la comunicación como un proceso de influencia, en el que cabe incluso la persuasión. No es casual que el ejemplo característico de este tipo de procesos se refiera a los cambios sociales que tienen su origen en las palabras y discursos de un “líder de masas”. “El proceso de comunicación es la base de todo lo que llamamos social en el funcionamiento del organismo viviente. En el hombre, resulta decisivo para el desarrollo del individuo, para la formación y la existencia ininterrumpida de grupos y para sus interrelaciones” (8), ha señalado Hartley. En casi todos los manuales sobre comunicación humana se señala que la palabra “comunicación” proviene del latín communicatio; pero cabría establecer también un paralelismo con la palabra communico —poner en común— y con communis —común—, ya que al comunicarnos pretendemos poner algo en común con alguien. Aunque la primera necesidad humana que aboca a la “creación” del lenguaje se considera orgánica, lo cierto es que éste abarca un plano más extenso. El lenguaje humano supera la función de la mera supervivencia, pues el habla le permite al hombre contextualizar su entorno. Y esto es lo que realmente le diferencia de los otros animales. Diderot señala esta importancia, poniéndola en boca de un príncipe de la Iglesia que pasea por los jardines del rey, que al ver a un orangután enjaulado y 7.- RICCI BITTI, P.E. y ZANI, B: La comunicación como proceso social. Grijalbo. México 1990, pág. 225. 8.- HARTLEY, Eugene L. y otros.: Importancia y naturaleza de la comunicación. Alfred A. Knopf. Inc. New York,l961,págs.18-33. SMITH, A.G.: Comunicación y Cultura I, Nueva Visión Buenos Aires 1977.
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encontrando un gran parecido humano se detiene ante él y le dice: “Habla y te bautizo”. No hay texto religioso que narre el origen del hombre, en el que el habla no figure como un elemento principal. Así, en el capítulo 1:3 del Génesis se lee: “Dijo, pues, Dios: sea hecha la luz [...] a la luz la llamó día, y a las tinieblas noche [...]” . Y, más adelante, se cuenta cómo Dios conduce hasta Adán a los demás seres de la Creación “para que viese cómo los había de llamar” (2:19). Pero además, en estos ejemplos que evidencian la trascendencia del habla, advertimos también que los sonidos y el vocabulario son los elementos que hacen peculiares y exclusivos a los grupos social. Ser admitido o rechazo en ellos depende del lenguaje, tal y come se significa en el pasaje bíblico donde se explica el proyecto de los adamitas de construir una torre que llegase hasta el cielo: “El mundo entero hablaba la misma lengua...; pero allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y los dispersó por la superficie de la tierra” (9). Se hace realidad, 9.- Génesis 11,1-9. Sobre el origen del lenguaje Sófocles, en Antígona, dice: “El lenguaje, el pensamiento veloz como el viento/ y los sentimientos que dan vida a la ciudad/ los ha aprendido el hombre por sí mismo”. Ahora bien, el aprendizaje, entre otros supuestos, podría ser considerado como: es el proceso o serie de actos repetitivos que permiten acumular un conocimiento encaminado a una actividad material o inmaterial. Cuanto mas compleja es la estructura, en todos los órdenes, de una sociedad, tanto más difícil será acceder a ella. Tal complejidad puede estar motivada por una serie de factores que hacen que al individuo, por condiciones fisiológicas, no siempre adecuadas, llegue a no lograr el nivel de eficacia que los demás individuos autóctonos del grupo, por ejemplo en los sonidos, aunque si lo consiga en otras actividades. De igual manera ocurre con las normas sociales y morales. En tal sentido es interesante recordar las experiencias llevadas a cabo en Francia por el doctor Itard, a quien le fue encomendada la educación de un niño encontrado en los bosques de Aveyron, en “estado salvaje”, y a quien se le puso por nombre Víctor. Aunque, al parecer el joven poseía síntomas de oligofrenia, el relato que describe en su obra: De la educación de un hombre salvaje. Los primeros desarrollos físicos y morales. Joven salvaje del Aveyron, publicada en 1801, y las conclusiones extraídas son realmente interesantes. Entre otras, Itard, cree que el hombre no es poseedor de una condición presocial y que su gran cualidad es la adaptabilidad. Parece evidente que el doctor Itard, tuvo que readaptar a una persona que vivía en soledad, aparentemente sin conocimiento de su especie, lo cual no es normal. Esto es, que al margen de los problemas mentales que tuviese Víctor, lo lógico es que el individuo intente “socializar” con un grupo por la mera cuestión de la pervivencia, se cuenta como fue “educado”, pero no cuando fue abandonado y en que circunstancias se mantuvo.
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pues, que la lengua es la primera, o una de las primeras, fronteras sociales con las que tropieza el hombre. Si los rasgos físicos son un factor pertinente para situar a un individuo dentro de un grupo étnico, la lengua puede ser determinante para situarlo en su grupo social. El edificio lingüístico se ha construido partiendo ya de piedras angulares, como ha expuesto Vendryes: Casi todos los que, de cien años a esta parte, han escrito sobre el origen del lenguaje, no han hecho más que errar; y su error principal ha consistido en abordar el problema por su lado lingüístico, como si el origen del lenguaje se confundiera con el origen de las lenguas. Los lingüistas estudian las lenguas que se hablan y que se escriben y siguen su historia con la ayuda de los documentos más antiguos que se han descubierto; pero por muy alto que ellos se remonten en esta historia, nunca encuentran otra cosa que lenguas muy evolucionadas, que tienen detrás de sí un pasado considerable del cual nada sabemos. La idea de que por la comparación de las lenguas existentes se llegaría a la reconstrucción de un idioma primitivo, es quimérica (10).
La importancia histórica de la comunicación, principalmente de la oral, se produjo cuando el hombre fue capaz de producir y entender mensajes seleccionados. Ésta puede ser unas de las claves del origen del lenguaje, y en todo caso constituye una de las preocupaciones ya expuestas por Platón en el Cratilo. Porque el desarrollo del lenguaje como sistema comunicacional sólo es posible a través de un sistema social, pues como Childe ha dicho, refiriéndose al lenguaje en sociedad, «la experiencia humana puede ser mancomunada» (11). El contexto tiene por eso una trascendencia mayor que la de una simple organización del entorno, pues permite procesos en los que se comunican o transmiten sentimientos. Los elementos que intervienen en el proceso comunicativo también participan de la energía que el individuo utiliza en dicho proceso, de tal 10.- VENDRYES, J.: El lenguaje. UTEHA, México,1967. Pág 80. 11.- GORDON CHILDE,Vere: Qué sucedió en la historia, Planeta-Agostini, Barcelona 1985, pág.24.
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suerte que cada elemento aislable en ese proceso pasa a tener no solamente un valor nominativo, sino también un poder en sí. Lo vemos en el ejemplo bíblico ya expuesto: “Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre […] y ese nombre les quedó” (12) No se trata simplemente de dar un nombre para ordenar a los animales y las aves sino que el nombre determina además una serie de cualidades y eso es lo trascendente, la palabra que le designa, el nombre “[…] y ese nombre les quedó”. Ahora bien, llegar a esta situación requiere unas reglas establecidas que gobiernen el acto comunicativo. Son ellas las que van a permitir transmitir y entender el proceso comunicativo y, por lo tanto, permitirán establecer las bases para acumular la experiencia humana. Esas mismas reglas son las que originan los planteamientos analíticos comunicativos, y de las que parten los silogismos que cuestionan las propias reglas. De la complejidad y la diversidad de estudios que se derivan del análisis del lenguaje, bien puede darnos idea el siguiente esquema: LITERATURA
FILOSOFÍA
FÍSICA (Acústica) FISIOLOGÍA
EL LENGUAJE
LÓGICA LINGÜÍSTICA
EL LENGUAJE como SISTEMA
GEOGRAFÍA (Ver edad y registros)
PATOLOGÍA (Afasia, etc.)
EL LENGUAJE como CONOCIMIENTO
PSICOLOGÍA EL LENGUAJE como COMPORTAMIENTO PSICOLINGÜÍSTICA
SOCIOLINGÜÍSTICA ANTROPOLOGÍA CULTURAL
PSICOLOGÍA SOCIAL
SOCIOLOGÍA
12.- Génesis 2, 19-20
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La comunicación estática Cuando el hombre conoce su entorno mediante el dominio de la técnica lingüística, accede a otro aprendizaje comunicativo y necesario: el de la comunicación gráfica. Sobre el origen y la evolución de la misma, hasta dar con la escritura, es más fácil reconstruir una historia, precisamente por tratarse de una comunicación estática y no dinámica, como lo es el lenguaje oral. Entendemos por estática la definición que nos aporta el diccionario: “Que permanece en un mismo estado, sin mudanza en él”. En el ámbito de la comunicación esto lo conseguimos a través del proceso gráfico. Tratándose, por ejemplo, del trazo, los rasgos físicos de la escritura permanecen fijos, no cambian de forma. Lo cual no quiere decir que el soporte donde están ubicados no pueda sufrir alteraciones; ni que la interpretación, o lectura, que se haga de tales signos no sea, o no pueda ser, incorrecta, o que no permita desarrollar un pensamiento conceptual a resultas de los significados personales que un lector obtenga de su lectura. Cabe decir que rasgos del trazo pueden estar sujetos a evolución y de hecho así ha sucedido históricamente. En todo caso, lo decisivo de la comunicación gráfica es que ésta no busca al sujeto receptor, sino que es éste quien tiene que ir a la información, porque ésta es estática. En la comunicación oral, como hemos visto, la energía liberada para producir la comunicación es la que, por el contrario, “busca” o permite llegar al receptor, y por eso la consideramos dinámica. El hombre tiene necesidad de plasmar gráficamente sus ideas para hacerlas reales, y esto lo realiza cuando logra la abstracción. Ahora bien, decir que se puede reconstruir, de manera más o menos fidedigna, la historia de la comunicación gráfica no es cuestión de punto y aparte. Si mantenemos como hasta ahora la importancia de la relación “hombre - entorno”, podemos observar cómo varios autores, entre ellos Morgan, sostienen la idea no solamente de una estructura de etapas o estadios, con características propias, en la evolución de cultura humana (13), sino también una serie de costumbres y experiencias que están en relación con la división geográfica. 26
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Una de las consecuencias más importantes que se desprende del estudio de la obra de Morgan, y de otros autores, tales como Childe, Toynbee, Berger, Maspéro, Menggs, Spengler, etcétera, a la hora de adentrarse en este campo de estudio, es la necesidad de contar con la existencia de dos hemisferios con dotaciones naturales distintas. Y esto es trascendental para el desarrollo de la especie humana, pues ni es improcedente considerar la domesticación de animales como algo característico de los pobladores del hemisferio oriental y el cultivo a través de regadío de los del occidental, ni el que unos empleen la piedra y otros el adobe en la construcción. Tampoco lo es la climatología, ni la estructura del terreno, por ejemplo ¿Y qué significado puede tener esto con la comunicación gráfica? Como hecho aislado ninguno; pero en las fases étnicas a los que nos estamos refiriendo, el hombre ha tenido que superar y configurar todos estos factores: la subsistencia; el gobierno; el lenguaje; la familia; la religión; la vida en el hogar y la arquitectura; y el significado de propiedad. Llamémosle a todo esto el contexto tecnosociológico. Cada una de las cuestiones recién enumeradas son tan importantes por sí mismas que han dado lugar a campos de estudios específicos. Todos ellos han observado cómo, dentro de un mismo continente, diversos pueblos han poseído desarrollos muy diversos en un mismo período de tiempo (14).
13.- MORGAN, Lewis Henry: La Sociedad Primitiva. Editorial Ayuso. Madrid, 1971. 2 Edición. Págs.82 a 85. Hemos manejado también para el estudio de este punto las obras de: GORDON CHILDE, V.: Qué sucedió en la Historia. Editorial Planeta-Agostini. Barcelona, 1985.; TOYBEE, Arnold J.: Estudio de la Historia. Editorial Planeta-Agostini. Barcelona, 1985.; VENDRYES, o.c.; BERGER, Ph.: Historia de la escritura en la antigüedad. París, 1891.; BLANCHARD, Gérard.: La Letra. CEAC. Barcelona, l988. MEGGS, Philip B.: Historia del Diseño Gráfico. Editorial Trillas. México, 1991.; SODI M, Demetrio: Mesoamérica. Editorial Panorama. México, 1985.;etc. 14.- Toynbee señala veintiuna sociedades, pero dice en relación con las civilizaciones: “En 1915 tres antropólogos occidentales, tratando de realizar un estudio comparado de sociedades primitivas y limitándose a aquellas de que se disponía una información adecuada, registraron unas 650... Es imposible formarse una idea del número de sociedades primitivas que deben haber existido y desaparecido desde que el primer hombre se tornó humano... El predominio numérico de las sociedades primitivas sobre las civilizaciones es abrumador... Si pudiéramos hacer un censo de los miembros de las cinco civilizaciones
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Cuando el hombre accede a plasmar una idea o un pensamiento, su acto no está exento de ese contexto tecnosociológico porque sabe lo que quiere hacer; dónde lo quiere hacer y cómo debe hacerlo. Ello supone el conocimiento y acceso al posible dominio del entorno, como también a la necesidad de tal dominio. Porque el hombre se da cuenta de la necesidad de que su historia sea contada, su existencia explicada y su saber transmitido; de no ser así, estaría en permanente búsqueda del conocimiento. El concepto de: “lo que quiere hacer”, lleva aparejado un significado y un significante, de ahí que, el individuo, encuentre tempranamente el logro satisfactorio de dicha tarea mediante la ejecución de signos simbólicos, entendiendo por tales lo que dice el DRA: “Imagen, figura o divisa con que materialmente o de palabra se representa un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen”. Esto es, el símbolo a que hacemos alusión, puede estar constituido por signos o por otra referencia cuya misión sea hacer las veces de la realidad representada. Lo que sirve de símbolo es el significante; y aquello que expresa, su significado. Pero quizá lo más trascendente de ésta comunicación simbólica sea la capacidad de significar. Es decir, la excelencia que consigue el hombre mediante una representación, ya sea gráfica, esculpida o edificada, porque esa representación va a ser capaz de transmitir no solamente conceptos sino también sentimientos. Cuando el hombre aprende esto, toma la representación simbólica como nexo entre él mismo y la realidad en la que vive. ha abrazado más seres humanos de los que pudieran exhibir todas las sociedades primitivas juntas”. Págs. 39 y 40. Tomo I. En la misma línea se expresa Childe cuando expone: “ Hasta las proximidades de la última Edad de Hielo sólo se conocen en toda Europa cuatro fragmentos incompletos de homínidos fósiles, pese a que los hombres de ciencia y aficionados están por doquier a la búsqueda de “eslabones perdidos”. ¡Cuatro fósiles para representar a la población homínida de nuestro Continente durante unos 200.000 años! Asia ha resultado más productiva. Sumando los “hombres” de Java y los de China , llegamos a verintitantos”. Pág. 42.Por su parte Spengler en: La decadencia de Occidente, hace una comparación entre las culturas ,(el autor cita nueve) y las plantas, en cuanto a su ciclo vital. En la actualidad hay que hacer referencia a Atapuerca y a las descubrimientos arqueológicos llevados a cabo.
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A partir de aquí podemos estudiar la cantidad de contenido y de expresión.
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-- Donde plasmar la idea -- Cómo llevarla a cabo
reclama una tecnología apropiada.
Es acuerdo general que el hombre deja sus primeras huellas simbólicas en fases muy avanzadas de su desarrollo: es ya un consumado cazador, dispone de arco y flechas, domina y utiliza el fuego y hay atisbos incluso de una precaria alfarería. Todo ello evidencia unos conocimientos tecnológicos y, por tanto, un hábito de observación y de experimentalidad. Pero los criterios tecnológicos llevan implícito no solamente el conocimiento de la técnica sino también la habilidad de ejecutarla. Esto hace pensar que tanto el proceso de lenguaje como el simbólico pudieran exigir un grado de interactividad tan alta, como la que exige la capacidad de mimetismo en el individuo. Así, el cazador imitaría los sonidos de sus presas e intentaría identificarse con ellas a través de sus pieles, dejando sus huellas o pintándose el cuerpo. Por las observaciones realizadas con algunos pueblos de cultura primitiva parece ser que esto fue un denominador común en los pueblos antiguos. Si esto es así, queda patente, por un lado, el grado de observación desarrollado ya en estos estadios de la civilización; y por otra, la existencia de procesos experimentales que han permitido obtener esos elementos y usarlos. Dentro de este desarrollo social advertimos también el empleo de otros elementos que refuerzan la comunicación estática, tales como: utensilios y tocados; y un elemento importante que la Naturaleza ofrece también con fines comunicativos: el color (15). A través de él, el hombre ha abierto multitud de variables 15.- El color es uno de los argumentos que ofrece la naturaleza y que mejor aprovechan los seres vivos para comunicarse. Creemos que el hombre llega al uso del color a través de procesos de observación y de experimentar con diferentes sustancias y materias con el objeto de embellecimiento, de atracción
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operativas, de modo que en la actualidad el empleo del color se evalúa con metodologías cognoscitivas propias. En cuanto a la elección de un lugar determinado, eso es en sí mismo un acto simbólico, pues implica una ligadura entre dos elementos, que son la materia y el espacio. Esta es la que establece Aristóteles en el libro IV de su Física, cuando habla del “lugar” como límite del cuerpo continente y del primer límite inmóvil del continente. Quiere esto decir, en el caso concreto que nos ocupa y de una manera elemental, que aquel lugar elegido para representar dibujos, crear monumentos o establecer edificaciones habitables, religiosas o funerarias, sería la superficie tangencial que envolvería un espacio determinado o que lo pondría en comunión con otro espacio o cuerpo.
Manifestaciones ancestrales de la comunicación estática: las pinturas rupestres Desde el Paleolítico hasta el Neolítico, es decir, entre 35.000 a 4.000 años a. C., los pueblos de los diversos continentes ejecutaron representaciones gráficas con características comunes: zoomorfismo, ideomorfismo y antropomorfismo (representación de animales, signos y figuras humanas). Es aquí donde uno advierte con más claridad lo que Vendryes apunta acerca de las sociedades conformadas, pues se observa que el arte lleva aparejado un valor comunicativo en cualquiera de sus formas y de acuerdo con sus propias utilidades. Pero cabe observar también que en tales sociedades hay ya elementos que permiten y exhibición de poder. Así consigue a través de minerales, cuya aplicación, en un principio, no era otra que ésta, tales como el hierro, manganeso, aluminio, cobre, carbón vegetal, caolín, etc., los cuales disolvían en agua, jugos vegetales, resinas, sangre, clara de huevo, miel derretida, grasa animal [...] Varios de éstos componentes se siguen utilizando en la actualidad con fines pictóricos también. Lo que no se tiene certeza es en cuento a la preparación de las superficies rocosas para la utilización de los colores.
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hablar de conocimiento dual: el de la existencia efímera y el de la trascendente. Es pertinente por tanto preguntarse por la necesidad, significación y técnica empleadas en estas representaciones, las más genuinas de las que conocemos.
Manos sobre una roca Sahara Occidental
Si es ineludible una experimentación para llegar a los logros de determinadas herramientas y sus usos, hemos de admitir en paralelo el hábito de la observación. Ella es la cualidad primera para la percepción directa de la realidad sensible. A consecuencia de ella, el hombre modifica su propia conducta y su comportamiento con el entorno. Sabemos, por algunos pueblos que aún conservan un débil cordón umbilical con el pasado, como los de Kakadú, al norte de Australia, cuál era el significado principal de estas pinturas. Y éste no parece que fuera sino el de estar en contacto con la Naturaleza. Así, por ejemplo, sobre ciertas rocas, en un lugar determinado, dejan la huella de una mano, mediante la técnica de pulverizado. De ésta manera se toma posesión del lugar, o se tiene acceso a él —el signo opera, en este caso la mano, con una actitud racional. Vendryes señala cómo “el lenguaje de los signos participa de todos los accidentes mágicos del lenguaje hablado: las interdicciones, por ejemplo, y los eufemismos. Es 31
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tan peligroso dibujar un tigre o un hipopótamo como nombrarlos, pues la imagen, lo mismo que el nombre, forma parte del dominio místico del ser” (16). Esos pueblos, como el que hemos indicado, aún persisten en las pinturas zoomorfas, tal como lo hicieran sus antepasados de la Era Auriñaciense, Solutrense o Magdaleniense (17). Cualesquiera que sean las especulaciones a que den lugar el carácter y la significación de esas pinturas, lo mismo que su realización, los prehistoriadores están de acuerdo en que los temas comunes son los de la caza y la fecundidad. Asimismo, se aceptada la idea, sobre todo por la prueba que aún nos brindan algunos pueblos australianos, africanos y amazónicos, que en los lugares elegidos para pintar se ha observado la acumulación de sucesivas capas pictóricas pertenecientes a varias épocas. Es decir, que ésos son lugares mágicos para una civilización determinada, lugares donde implícitamente existe una sustancialización en el contexto individuo-lugar: una simbología tan 16.- Vendryes.O.C. págs. 322 - 323. 17.- Auriñaciense.- Durante éste período hay un predominio del color ocre, tal vez por una semejanza con la sangre y la tierra sobre la que están los animales y el propio hombre, de éste color se pintan techos y suelos. Las figuras se definen a través de trazos y rasgos elementales y planos. La mayoría de las veces los contornos de las mismas son incompletos, pero siempre queda una constancia bien definida del testuz, lo que demuestra la importancia que le otorgaban a ésta parte del cuerpo, de ahí se puede desprender también toda la simbología de los tocados. En éste período ya hay alguna representación de manos y motivos tectiformes, esto es, en los techos; claviformes, escutiformes, etc. A lo largo del Auriñaciense se mejora la técnica, tanto en la pintura como en el grabado, lográndose en éste último, al final del período, un trazo más profundo. Solutrense.- El arte alcanza un estilo más clásico que se desarrollará posteriormente en el Magdaleniense. En Solutrense se alcanza el mayor apogeo artístico dentro de las cuevas. El artista aprovecha los salientes y entrantes de las rocas para dar corporeidad a las figuras, lo que junto a los trazos más largos para realizar el dibujo y el sentido de las luces en la figura, esto es, llenando ciertas zonas de color, con lo cual se consigue un mayor relieve y profundidad en las mismas, denota una gran seguridad y conocimiento tanto de la anatomía como de la finalidad artística. En algunas ocasiones se une la técnica pictórica a la del grabado. Así Jordá estudia como mediante varios trazos se puede obtener una figura, consiguiendo resultados similares a los logrados con el claroscuro. Magdaleniense.- Esta etapa es la de mayor apogeo y superación del arte en el Cuaternario y la decadencia de la manifestación artística del Paleolítico, las figuras son policromas, se pintan en lo más profundo de las cuevas. La exaltación de éste arte, por excelencia, está en la zona franco- cántabra.
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simple o compleja como la unión del hombre con el entorno y que también es palpable en el ámbito totémico.
Los elementos sígnicos como ayuda de la comunicación La simbología rupestre supone un hito de referencia al totemismo y a la comunicación gráfica, no solamente en la pintura y en la escultura (fundamentalmente los bajorrelieves, por lo que implica de dominio del trazo sobre una superficie determinada) sino también en la escritura. Hay tan numerosos y ricos estudios sobre estas materias que tan solo referirse a ellos como punto de partida. Interesa resaltar el sentido extraordinario de los primitivos artistas, así como su gran conocimiento de la técnica. Lograr en una roca caliza, por ejemplo, un vaciado para obtener un friso de varios metros de longitud, requiere unos conocimientos (proyección espacial, habilidad), unos utensilios (más dominio de los mismo) y una experiencia del tiempo (saber que el proyecto puede llevarse a cabo). Desde este punto de partida, la comunicación icónica fue adoptando criterios diversos, de acuerdo con las necesidades y el entorno en que se desenvolvían las diversas comunidades. El sistema sirvió para vivificar la historia de las sociedades históricas concretas, de acuerdo con una necesidad que es común en el hombre. Podemos decir que hay un denominador común en cuanto a esta comunicación gráfica: a) una o muy pocas personas tenían el derecho y la habilidad para lograr la realización del contenido total del relato; b) por tanto, es presumible que la interpretación del mismo también estuviera en posesión de esas mismas pocas personas. Esto aún se ha podido estudiar en épocas recientes, en pueblos australianos, africanos y de la selva amazónica; c) que la manera de transmitir ese saber fuera legándolo a otros miembros, en un contexto iniciático. A través de 33
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esa herencia, el individuo que recibe el saber productivo, es el único que queda capacitado para articular el espacio y el medio en que se desenvuelve el grupo, con el resto de los seres. Sólo él está legitimado para imaginar, concebir y realizar la obra, en el contexto de la sociedad en la que vive. Así pues, a través de estos procedimientos el individuo es capaz de configura y cambiar el contexto del entorno. Consecuentemente, en cada entorno, en cada civilización, esta transformación es distinta ya que depende, en alto grado, de su espacio vital. Es una identificación personal y por tal motivo produce un doble efecto: la determinación del hecho, esto es, el sentimiento externo o la propia realización; y la significación interna. Y estas dos premisas son las que van a conformar una identidad y un sentimiento comunitario. Se ha podido observar en pueblos primitivos de nuestros días, que ciertas representaciones tienen una interpretación mística y otra racional. De tal suerte que, su simbología, sirven en una primera instancia para interpretar secuencialmente la narración o, si se quiere, para ir marcando las pautas de la misma. Esto es, son una ayuda a la memoria y se convierte en un signo mnemotécnico. Dice Vendryes: Con razón, pues, debe verse en las señales de propiedad y en los signos mnemónicos el punto de partida de la escritura. Sin embargo, con los signos mnemónicos no hemos llegado más que a medio camino de la escritura. Pues si bien pueden servir para representar ciertas formas del pensamiento, no expresan nunca el pensamiento mismo. Un ejemplo célebre nos lo suministran los bastones de mensajero, los “stick-messages” de los australianos. Estos bastones, cubiertos de muescas, sirven para transportar informes, órdenes y a veces series de órdenes muy complicadas; un profano no sabría interpretarlos. El bastón de mensajero sin el mensajero mismo es incomprensible (18).
Dentro de este mismo apartado se encuentran los “quipu” pe18.- Vendryes o.c. pág. 324.
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ruanos, de los cuales los antropólogos sostienen que no tienen otra misión más que la de guardar la información estadística (19); y los “wampums” de los indios de América del Norte, rosarios de perlas realizadas de conchas de moluscos que servían como moneda de cambio, de adorno y de elemento comunicativo, según los colores y el código establecido. También lograban con los wampums, como si de estelas de un mosaico se tratase, representar escenas muy ela-boradas, esto es, descriptivo – representativas (20). En el libro IV de su Historia, Herodoto habla de un sistema similar, empleado por los escitas cuando enviaron a Darío el siguiente mensaje: un pájaro, una rata, una rana y cinco flechas. El sentido de dicho mensaje fue interpretado por Gobrias, de manera diferente a como lo hiciera Dario (21). En nuestro contexto actual, repleto también de símbolos, la ayuda a la memoria no es algo que haya quedado relegado a los tiempos pasados. Las “aleluyas” medievales tenían la finalidad de narrar secuencialmente un relato, si bien había otra forma, la del dibujo, que hacía más verosímil éste, al mismo tiempo que acercaba el sujeto a la acción. Hoy sustituimos aquellos procedimientos con las agendas, los nudos en los pañuelos, cambiar el anillo de dedo o mano, etc. 19.- LELAND LOCKE, L.: The Ancient Quipu, a Peruvian Knot Record. En American Antropologist, N.S.XIV, l9l2, págs. 325-332 20.- MALLERY,G.: Picture-writing of the American Indians. Décimo informe anual de Etnología. Washington, 1893. Pág. 228-231 21.-”..y determinaron enviarle un heraldo que le regalase de su parte un pájaro, un ratón y cinco saetas. Los persas no hacían sino preguntar al portador les explicase que significaban aquellos presentes; pero él les respondió que no tenía más orden que regresar con toda prontitud, una vez entregados los dones, y que bien sabrían los persas si eran tan sabios como lo presumían, descifrar lo que significaban los regalos. Oído lo que el enviado les decía, pusieronse los persas a discutir sobre el enigma. El parecer de Dario era que los escitas con aquellos dones se rendían a su soberanía, entregándose a sí mismos, entregándole la tierra y entregándole el agua, en lo cuál se gobernaba por sus conjeturas; porque el ratón, decía, es un animal que se cría en la tierra y se alimenta de los mismos frutos que el hombre; porque la rana se cría y vive en el agua; porque el pájaro es muy parecido al caballo; y en fin porque entregando las saetas venían ellos a entregarle toda su fuerza y poder... pero Gobrías...conjeturó que con aquellos presentes querían decirles los escitas: Si vosotros, persas, no os vais de aquí volando como pájaros, o no os metéis en la tierra hechos unos ratones, o de un salto no os echáis en las lagunas convertidos en ranas, nos os será posible volver atrás, sino que todos quedaréis aquí traspasados con estas saetas”. HERODOTO: Los nueve libros de la historia. Porrúa. México, 1986.
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Estos procesos son manifestaciones muy avanzadas donde podemos advertir una diversificación y desarrollo de los campos sígnicos comunicativos, en los cuales la línea ha alcanzado su consolidación como herramienta. De una parte, en la evolución de los elementos planos, que darán origen a la escritura y a la pintura; y de otra, en el empleo y estudio de los volúmenes, que abocarán a la cerámica, la escultura y la arquitectura.
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II. La línea: herramienta fundamental en la comunicación La línea, elemento base de la comunicación sígnica
La línea es uno de nuestros grandes hallazgos. Al descubrirla
como elemento capaz de ser gobernado de manera sencilla y advertir que a través de ella podrá materializar su pensamiento, el hombre inmediatamente hace de ella su herramienta más elemental y precisa. De hecho, podemos considerarla como la herramienta humana por excelencia, pues no ha sido sustituida a lo largo de nuestra historia en ninguno de los terrenos donde el pensamiento humano haya tenido que intervenir y materializarse. En el ámbito de la comunicación dinámica, se suele considerar al lenguaje oral como el proceso comunicativo más noble; y este, junto con al lenguaje gestual, suman posiblemente la práctica totalidad del campo en el que se desenvuelve la materialización de la actividad psicológica. Pero en el ámbito de la comunicación dinámica, la línea surge como instrumento capaz de conservar y gestionar el momento mayestático que configura la fuerza de nuestras emociones y la respuesta de nuestros sentimientos, instrumentalizando su energía en el tiempo y el espacio. Así es como nacen todas las manifestaciones de comunicación sígnica —también la línea—a través de la cual el hombre no solamente eterniza su cuerpo, sino que hace posible la “permanencia” del alma, pues todo desencadenamiento de fuerzas es susceptible de lograr ser materializado.
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La energía puede ser captada, capturada y almacenada por la línea y ella puede ser, a su vez, desarrollada sobre los más diversos soportes para ser posteriormente transportada fácilmente y ejecutada. Todo ello le confiere un valor añadido inestimable. Ninguna tecnología humana ha tenido un valor tan permanente como la línea, ni ha resistido tan inalterable a lo largo de la historia del hombre, ni ha contribuido como ella al desarrollo no solo del pensamiento sino de cualquier manifestación humana. La línea ha participado, de una manera u otra, en todo descubrimiento humano de que se tenga constancia. Este elemento es el único que nos permite seguir manteniendo el poder de la posesión, concepto que proviene del acto de potencia. Es decir que, la línea, sirve de herramienta capaz de contener parte de esa energía procedente del intelecto y que es promovida para organizar la conformidad de nuestra experiencia. Será la línea quien nos ofrezca la posibilidad de volver o retrotraernos a planteamientos pasados del pensamiento y ser poseedores de la continuidad del mismo y por lo tanto permite llegar más fácilmente a una armonización con el propio individuo. En este contexto, fundamentalmente la línea es el elemento que facilita al hombre revelar su metamorfosis pues contribuye, como ninguna otra herramienta, tanto a exponer la más esplendorosa manifestación del entorno como las causas que le pueden llevar a un aislamiento. La línea es el elemento más simple capaz de contener el espacio, de hacerlo y deshacerlo. El dominio de la línea y su uso como agente asociativo, convertida en elemento sincrético, significa el comienzo de la creación razonada o consciente, pues es con dicho elemento que el hombre solidifica todo el proceso cultural y la estructura social. Estas razones y el flujo energético que es capaz de contener y distribuir la línea, determinaron que tuviera sus raíces en el contexto de los asuntos sagrados. Su desarrollo se halla, en los comienzos culturales de cualquier civilización, como un don divino y como tal, es un elemento casi inmaterial —la cristalización de lo inmaterial. Por eso la línea ha servido de igual modo para dejar constancia de los fines más humildes y también de los más nobles. Sola38
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mente aquello que destruye la naturaleza es capaz de destruirla a ella, incluso tal como ocurre con otros elementos se petrifica, se convierte en fósil, esto ocurre cuando queda envuelta en un entorno determinado pero faltan los códigos precisos, se hace inaccesible. Sin embargo, si el obstáculo desaparece la energía contenida se manifiesta dando satisfacción al ansia de conquista humana. Por eso, esta herramienta tiene la particularidad de establecer la confianza mutua. Es ella la que se convierte en celoso garante y guardián, pues sólo ella es capaz de mantener la voz viva de lo que la palabra consagra. La línea es la gran portadora del ensanchamiento del pensamiento humano, hasta hacerse capaz de contener el argumento entero del cosmos. Si modernamente se nos dice que la línea no es sino una sucesión de puntos, se establece que es necesario un primer elemento para desencadenar a los demás: el famoso punto de apoyo. Es este, ciertamente, un planteamiento lógico, pues la línea en su inmaterialidad, siendo sólo concepto, no establece nada ni contiene nada, al igual que ocurre con el punto. Porque el punto genera una línea cuando se materializa, es decir, cuando se le dota de energía. Porque en sí mismo, el punto no genera ninguna línea, necesita de una energía que establezca la sucesión conforme a un orden. En esta energía consciente radica el origen de la herramienta, pues nace del propósito claro y definido. Por eso, cabe incluso considerar el punto como la condensación de la línea, como si ésta estuviera contenida en aquél, de tal manera que al ser prolongado, se configura la línea. La línea es una herramienta que precisa necesariamente de la energía: es —podríamos decir— el primer soporte virtual. Como elemento simple y de fácil manejo es idónea para poder llevar a cabo y concretar las ideas y proyectos más complicados. Y por añadidura, algo fundamental: es muy fácil de transportar. La línea está a la base de los mecanismos que logran cristalizar los hábitos, establecer el contorno de los espacios, sostener al color, aprehender la imagen de cualquier ser y proyectar la energía encerrada en su contorno. Con este instrumento, el individuo logra establecer la continuidad en el tiempo. Pasado, presente y futuro quedan contenidos y unidos a través de la 39
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línea, y gracias a ello se hace posible y efectiva la perpetuidad humana. La línea es el elemento que, inequívocamente, ha permitido no solo la expansión y conquista cultural, sino que ha invitado también al planteamiento de la integración sociocultural. ¿Por qué? Porque la línea es una unidad moldeable pero no mutable. La línea fue y es el elemento capaz de traspasar todo conflicto y convertirse en el recurso sensu lato: en la herramienta ontológica por antonomasia. Su capacidad económica es tal que pudo y puede dar respuesta a todas las demandas culturales. La trascendencia de la línea radica, pues, en su facultad contenedora y en su portabilidad. Como puede ser llevada sobre cualquier soporte, es herramienta universal que ha permitido transportar y perpetuar por doquier el pensamiento. Es por medio de la línea como el hombre ha logrado la formalización de su estructura psíquica, en una proyección que es necesaria para nuestra especie. La diversidad circunstancial que es capaz de alcanzar la línea ha hecho que, después de tantos siglos de uso, haya pasado de ser considerada como algo “sagrado” a ser un elemento tan común que resulta imperceptible e irrelevante. A pensar de ello, no hay naciones sin fronteras; ni edificios ni ciudades, sin planos previos; ni conocimientos geográficos sin mapas: y todos tienen como base la línea. La línea es el único elemento capaz de contener la abstracción y materializarla. Hasta el horizonte, como elemento de infinitud, es tratado con una línea. Como instrumento, es el elemento que permite materializar la idea, y ser considerada como unidad elemental para materializar la construcción y todo proceso abstracto. En tal sentido no solamente el acto científico tiene como protagonista a la línea, sino que el drama social está inmerso en la propia línea, de tal suerte que sin el conocimiento interpretativo de la línea uno quedaría seriamente mermado como actor social. Esta última consideración fue una de las razones que en algún tiempo (ignominioso) se adujo para que algunos quedaran excluidos de aprender a leer y escribir. El comercio del pensamiento humano tiene como mojón de partida el dominio de la línea. Por eso, en el contexto de las 40
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tecnologías de la información, podemos exponer ampliamente que la línea supuso la primera herramienta de la virtualización, de tal suerte que se puede establecer un paralelismo con el ordenador. La línea es el primer elemento que, utilizando un significado actual, permite la globalización, ya que encontramos dicha herramienta con la misma función en todas las culturas. Es un arquetipo empleado para los mismos procesos y utilizando los mismos procedimientos en cualquier lugar donde haya habitado el hombre. Así pues, la línea es “el” elemento de toda codificación sígnica. La aporía sobre este tema está en que, generalmente, la línea no se contempla como un bien aislado y básico en la abstracción originaria del individuo, ni estudiada como un recurso univalente de primer orden para la expresión polivalente de los diversos “lenguajes” abstractos. Instrumento idóneo para la producción seriada, cualquier aproximación al ámbito sígnico nos advierte que, a través del mismo, vamos a dar a un proceso “racional”. Precisamente cuando nos encontramos ante un símbolo —ante una codificación sígnica—, la propia energía contenida en él nos hace valorar el fenómeno: buscamos buscar verdades científicas y hacemos ejercicios de regresión que nos permitan desvelar la causa e intención de algo cuyo referente es desconocido, pero que sin lugar a dudas tendría que ver con la vivencia y la experimentación del entorno de un grupo social. En consecuencia, la línea es la herramienta que consigue hacer tangible el motivo de esa creación y, en definitiva materializarla. Y esa propiedad legitima a la línea como herramienta por excelencia, sin posibilidad de desafío alguno, pues la línea no ha sido, o no ha podido ser, sustituida por ningún otro elemento que cumpla las mismas características. Pero además la hallamos no solamente como elemento común que tal vez por su obviedad, pocas veces es tomado en cuenta por sí mismo. Objeto de estudio de la comunicación gráfica desde tiempos remotos, se puede observar la plenitud de la capacidad de la línea en la dualidad línea-color, que permite desarrollar y exponer de una manera amplia las aptitudes físico-psicológicas. Eso es así, porque la función trascendente 41
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de la línea la conocemos sólo en el desarrollo de los sistemas diferenciados. Como un ejemplo válido de todo ello podríamos tomar el desarrollo que algunos estudiosos de las escrituras y lenguas prehistóricas ven en los diez símbolos siguientes: y que corresponderían a la materialización de una concepción filosófica arcaica. El primero de ellos II dos columnas, se identificaría con la “L” la idea de un dios. El segundo semeja a un dolmen, y sería la “M” madre Tierra. El tercero I es como un menhir, “N”, y ven en él al hijo, completando así la triada divina. El cuarto símbolo pertenece a la “R” y se interpreta en él a la luna. Una de las explicaciones de su no redondez sería la carencia de la herramienta precisa para poder trazar el círculo. Algo similar ocurre con el quinto de los símbolos, , que representa al sol y que es identificado con la letra “S”. El sexto es una cruz “T”, semejante a una estrella. Este segundo triduo de símbolos correspondería al universo. El séptimo de los símbolos es la “F”, una línea en zigzag, y representa la luz. La letra “K” viene a ser como un individuo que anda o quizá acostado: en todo caso es una acción humana. El noveno la letra “B”, se refiere a la fuerza bruta. Este tercer terceto se refiere a los fenómenos. Y por último , la “D”, se destina a representar al hombre en sí. En otro orden de cosas se acepta que el uso de la línea se cumple a través de la escritura y la aritmética, pero no tan claramente así en otros campos. Por ejemplo, en el dibujo, ya fuera artístico o geométrico ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de dominar la línea, de manera amplia, por medio del dibujo? ¿No nos dominaríamos mejor a nosotros mismos? ¿Acaso la línea no ejerce una función dominante al ser ella la que materializa los “sentimientos”, nuestra esfera abstracta? ¿No es la línea la que materializa la conformidad o disconformidad, la diferencia o la igualdad, la ofensa o el halago, entre culturas? Y todo ello logra la línea con la coordinación entre la mente y la mano (22). Muchas de las teorías que relacionan el habla y la 22.- Sabemos que algunas personas, discapacitadas o mutiladas, se sirven de los pies o de la boca para escribir o pintar.
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mente han tenido su desarrollo experimental a través del ejercicio y dominio de la línea, puesto que si a través del lenguaje se pueden detectar reacciones emocionales, el empleo de la línea no solamente materializa el complejo consciente, sino que también puede materializar el inconsciente. De hecho esto se advierte en algunas pruebas psicológicas. El dominio, pues, de la línea puede establecer niveles entre los individuos de una misma cultura, y entre los de ésta con los de otra. Ciertamente que la línea es capaz de materializar ciertas expresiones del individuo, pero no todos poseemos esa capacidad, porque no hemos sido adiestrados para conseguir la destreza requerida para llevar esto a cabo.
Figuras en la Sonda espacial Pionner 10.
Aun cuando las modernas tecnologías oculten la importancia de la línea, podemos advertir hechos que subrayan la naturaleza singular de la misma. El 3 de marzo de 1972 se lanzó la sonda espacial Pionneer 10 para explorar el espacio. A ella se le había confiado también la misión de ser portadora del primer mensaje gráfico que se enviaba a alguna posible civilización, distinta de la nuestra. En ese mensaje, cuyo contenido fue encomendado al científico Carl Sagan, y en el que colaboró también Frank Drake, la jerarquía de la línea se volvió a manifestar. Consistía en una placa de aluminio recubierta de oro, sobre la cual la esposa de Sagan, Linda Salzman, dibujó —con líneas— la figura 43
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de un hombre y una mujer, cuyos rasgos fueron determinados a través de un programa de ordenador que analizó las fisonomías de las razas humanas. Las figuras, desnudas —un detalle que no gustó a algunos norteamericanos—, están colocadas en la parte central-derecha de la placa, sobre la silueta de la nave. El hombre, a la derecha de la mujer, tiene el brazo derecho levantado en ángulo de noventa grados y la palma de mano abierta como gesto de buena voluntad. La mujer, que queda más cerca del borde de la placa, es un poco más baja que el hombre. Junto a su cabeza, en paralelo, lo mismo que junto a su pie, hay sendas marcas, entre las cuales se encuentra el número 8, en binario. En la parte central-izquierda, una serie de líneas que emanan de un punto representan al sol. El total conforman la distancia de los 14 púlsares conocidos y están representados por números binarios y calculados en el momento del despegue. Además, una de las líneas marca también el centro de nuestra galaxia. En el pie de la placa nuestro sistema solar y la silueta de la nave con su trayectoria desde la Tierra hacia el espacio. En la parte superior, la transición del átomo neutro de hidrógeno, ya que éste es el elemento más común del universo, y por eso se convierte en el elemento clave para la interpretación del mensaje: los números que hemos señalado han de multiplicarse por 21, que es la longitud de onda del hidrógeno. Así, por ejemplo, la estatura media de una mujer sería de 8x21= 168 cms. En definitiva, se trataba de explicar a través de líneas nuestra pertenencia al tiempo y al espacio. Cinco años más tarde, el 5 de septiembre de 1977, se lanzó la nave Voyager, con una misión similar. También en esta ocasión se volvió a mandar un mensaje, consistente esta vez en disco circular de unos 30 centímetros de diámetro, asimismo dorado (cobre recubierto de oro). Además de contener varios de los símbolos enviados previamente en la Pionneer, la línea aparecía en ese disco, otra vez, como la protagonista junto con una tecnología más compleja. De nuevo se trataba de codificar algo de la historia de nuestro planeta, tarea que volvió a ser encomendada al profesor Sagan. El equipo que él dirigió decidió 44
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incluir 115 imágenes, hora y media de selecciones musicales de diferentes culturas y épocas, sonidos naturales tal como el ladrido de un perro, el del viento, el del beso…, así como saludos orales de diversas personalidades y en distintas lenguas (cincuenta y cinco en total, desde el akkadian que se hablaba hace mas de 6000 años a las mas modernas, como el wu). El disco, en definitiva, fue lanzado, de acuerdo con Carl Sagan, como una botella al océano cósmico (23). La importancia de la línea para el lenguaje matemático queda clara a partir de los Elementos, de Euclides, en cuyo Libro 1, definición 2, se trata el concepto de línea mediante precisiones lógicas: “borde de una superficie” o “longitud sin anchura”. Desde entonces, la obra de Geometría de Cavalieri, o la de Pascal, Barrow, Descartes, Cantor, etc., vuelven sobre ella. En 1883, por ejemplo, Cantor establece esta definición de la línea, paralela a la de Euclides: “Conjunto continuo de puntos del plano sin puntos interiores”. Cumple, pues, la línea una función trascendente, cual es la de hacer tangible el pensamiento del hombre. A través de ella, el ser humano puede aprehender su presente, ser poseedor del mundo que le circunda o incluso de una realidad que puede no existir. El hombre es capaz de descontextualizar y reordenar el entorno, gracias a la línea. Con ella consigue manejar de manera tangible, y perpetuar, su capacidad de abstracción. Con el dominio de la línea, el hombre se crea además una estructura que constituye la base de la mayor parte de los paradigmas del acto humano. Todas estas razones pueden explicar ese halo mítico que circunda el nacimiento de los lenguajes sígnicos; y en ellas, podemos encontrar tal vez la razón de la división de los lenguajes expresivos que la línea hace posible y contiene, como lo son la pintura, la escultura, la arquitectura, la música y la
23.- En relación a este mensaje Sagan dijo: La nave espacial será encontrada y los registros serán escuchados únicamente si existen civilizaciones avanzadas en materia de viajes espaciales en el espacio interestelar. Pero el hecho de arrojar esta botella en el océano cósmico habla de la esperanza acerca de la vida en este planeta.
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escritura. Cada una de estas formas de expresión, que no ocurren sin un uso específico de la línea, pone en marcha procesos de comunicación independientes y cuya importancia es tal que bien constituyen ciencias “per se”, o forma parte importante de otras ciencias. Ello es lo que estudiaremos a continuación.
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III. LA LÍNEA, COMO PROTAGONISTA DE LOS DIVERSOS CONTEXTOS COMUNICATIVOS
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uando hablamos de emisor y receptor nos referimos a la capacidad de crear y emitir mensajes y a la capacidad de recibirlos. Estas capacidades quedan determinadas por las fórmulas que, en cada caso, puedan emplearse para hacer llegar tal información, de manera eficaz y comprensible, al receptor. Por eso el emisor buscará aquellas tecnologías que sean de mayor utilidad para hacer llegar el mensaje, a la vista de cuáles sean los canales de percepción del receptor. Y como éstos no son otros que sus sentidos, el emisor empleará métodos capaces ampliar el umbral de sensibilidad de los mismos. Así ocurre también con la línea. En tanto que agente activo en el proceso comunicativo, la línea ha configurado de manera sígnica o simbólica el contexto tanto de la pintura, la escultura, la arquitectura o la composición del sonido, como diversidad de códigos y símbolos interpretativos. Ciertamente, hay otros elementos que han actuado asimismo bajo una razón de intensificación similar, como las señales ópticas que, hasta nuestros días, han llegado codificadas en las luces de los faros marítimos, los semáforos, los anuncios publicitarios, etétera. Hay quien ha querido ver el origen del arte de la danza en esa conjunción de los ámbitos óptico y acústico, orientada por sentido eminentemente comunicativo, como el que ha dado lugar también al teatro. 47
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Pero al hablar de tecnologías que amplían las capacidades del emisor y del receptor, estamos introduciendo un binomio fundamental: el espacio - tiempo. Todas las tecnologías de la comunicación y de la información han tratado de hallar, y así siguen haciéndolo en nuestros días, la economía más eficaz para controlar dicho binomio, del que depende en proporción directa el progreso humano. Referido a la realidad existencial, el espacio permite al individuo hacer presentes sus necesidades comunicativas. Y ello enlaza con el tiempo y la tecnología, puesto que precisará de elementos procesuales que hagan efectiva la comunicación —que transmitan la información. La agilización de este proceso será más importante cuanto mayor sea el valor material de la información. Pues bien, el hombre ha dado con una solución estática al problema de la materialización del proceso comunicativo-informativo, precisamente a través de la línea. Abordemos de manera sucinta los contextos comunicativos en los que la línea interviene como elemento determinante, capaz de plasmar, acotar o encerrar las ideas, los sucesos o los sentimientos de manera que días, años o siglos después, otro hombre —un receptor— puede volver, o al menos intentar, reconstruir los mensajes codificados tiempo atrás por medio de líneas.
La comunicación mediante líneas en el ámbito pictórico La pintura es el elemento referencial esencial de la comunicación icónica. Se trata de una diversificación sígnica que ha sido conservada después de muchos siglos de evolución. Jugando con elementos que es capaz de determinar sobre un plano, el hombre ha resuelto allí su necesidad de proyectar los resultados de su reflexión sobre el entorno, es decir: cómo concibe y comprende el espacio en el que vive. Sin técnica y sin condiciones personales, convenientemente combinadas, no puede surgir esa capacidad de representación pictórica del espacio. 48
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El diccionario de la RAE ha definido el arte como: “Virtud e industria para hacer algo”; pero en nuestro contexto comunicativo, nosotros vamos a entenderlo aquí como el producto resultante de la utilización de una determinada materia, cuyas partes son ordenadas de manera tal que lo intangible se hace tangible, que la fuerza desconocida quede contenida en la materia, que lo incomprensible se aproxime de algún modo a lo comprensible. La línea es el elemento básico del arte pictórico. A partir de ella o sobre ella se construyen los espacios pictóricos. Adviértase o no, es la línea la que delimita las formas en el espacio, actuando como “soporte” que sostiene la idea que se quiere proyectar. Gracias a este criterio podremos interrelacionar la pintura con la comunicación escrita, puesto que la obra de arte —en este caso, la pintura—, tiene una función cognoscitiva. Se trata, en efecto, de una exteriorización racional cuya representación tiene una virtualidad sintáctica, es decir: los signos representados comunican unos valores de cambio amparados en las distintas esferas de la vida social (cultural, política, religiosa), y que tras haber librado duras batallas, son contemplados por la antropología, la historia, la psicología o la semiótica como signos de un lenguaje.
Este estudio de anatomía de Leonardo, sirve de ejemplo para mostrar que la única posibilidad de materializar el conocimiento es la línea, a través del dibujo y que este goza de mayor fuerza e intensidad con la escritura y el color.
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Este arte pictórico ha ido evolucionando de acuerdo con su utilidad y los soportes empleados. Durante mucho tiempo se mantuvo en sus orígenes, pues se seguía pintando en paredes, con las técnicas del fresco o del temple, y también sobre tabla —papiro, pergamino— o sobre telas —seda, entre otras. Podemos decir que la gran evolución de la comunicación pictórica es moderna, ya que comienza propiamente en el siglo XV, no sólo con la técnica de la pintura de caballete al óleo, principalmente por obra de Van Eyck, sino también por la «ciencia pictórica» que, en forma de tratado, se publica en Florencia por Alberti. En su obra, en efecto, se recogen los principios de la perspectiva (1), una técnica pictórica que revolucionó el modo de concebir el espacio respecto de su precedente, que era el modelo gótico-bizantino. Por lo que se refiere a los materiales colorantes, estos proceden de pigmentos minerales y vegetales, principalmente, aunque también pueden extraerse de seres vivos. Tal es el caso de la “cochinilla” abundante en los nopales, insecto que, reducido a polvo, era utilizado para la obtención de colores rojizos (más aplicado, no obstante, en la tintura de seda y lana que como agente pictórico). Estas sustancias colorantes se mezclan en mayor o menor grado con aceites, resinas, gomas, colas, grasas animales, miel, huevo, etc., que permitirán la adherencia del color a las diversas superficies. El otro elemento muy principal que utiliza el pintor es la luz. Esto ya supone una manera evolucionada de utilizar los pigmentos del color, pues, mediante su mezcla, el pintor tratará de conseguir lo que se denominan «tonos». Es gracias a ellos, a su manera de estar dispuestos sobre las superficies y al efecto de la refracción de la luz sobre ellos, como se consigue que, al ser percibida la imagen pictórica, se obtenga la sensación de volumen a la par que las distancias, esto es, la sensación de cercanía o lejanía. 1.- La perspectiva es un fenómeno óptico por el cuál los objetos cambian o adquieren variantes según el color, distancia, etc.,aunque adquiere su desarrollo en el Renacimiento. Los egipcios, los griegos, etc. conocían la perspectiva, aunque no del modo que analiza Alberti, una línea en el horizonte donde convergen en un punto las líneas de fuga. Sin embargo el buen uso de la perspectiva lineal está demostrado en la corrección óptica del Partenón.
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La luz en los cuadros ha sido significativa según las épocas, determinando escuelas y estilos. En el Renacimiento fue ampliamente estudiada, especialmente a través de la técnica del claroscuro, en la que Leonardo o Rafael fueron grandes maestros. Con Vermeer, la escuela flamenca inundó las estancias de luz. En el otro extremo, el tenebrismo logra efectos bien distintos; durante el Barroco los lienzos se inundan por los rayos del dios astro y el Romanticismo la utiliza con más timidez. Llegamos así al Impresionismo, estilo para el que la luz no es «un» elemento sino «el» elemento. El tratamiento pictórico de la luz es objeto muy principal de una técnica en este arte, que logra comunicarnos cómo fue una época, cómo concebía al hombre y a su entorno en un periodo determinado de tiempo. Y por encima de eso, vemos cómo, en esas grandes obras de la pintura, se buscan también una simbología que unas veces nos parece oculta y que otras sale a la luz gracias a las más modernas tecnologías, que las recatan de los fondos de la propia pintura y nos muestran los planteamientos originales de esa obra. Pues bien, todas estas singularidades que advertimos en las pinturas de los grandes maestros pueden ser advertidas también, haciendo todas las salvedades oportunas, en las pinturas de antiguas civilizaciones. Más, si tomamos como ejemplo las pinturas ancestrales, tal como las desarrolladas durante el periodo del arte rupestre en alguno de esos lugares destacado por la cantidad o por la belleza de las obras que allí se han acumulado, podremos comprobar cómo generalmente existen zonas donde se han superpuesto una o varias capas de estas pinturas. También en estos “santuarios” de la pintura rupestre, no se trataba solamente de reproducir una imagen antigua, sino de perfeccionarla, en clara similitud con lo que hemos observado anteriormente. Si la pintura, como parece, ha conservado la transmisión del procedimiento, los secretos y la destreza desde la antigüedad hasta nuestros días, es porque su búsqueda no se limita a lo bello sino que se extiende a lo inédito. Por lo que se refiere a la búsqueda de símbolos, queremos referirnos a las pinturas de la cueva de Altamira —la capilla sixtina del Arte Prehistórico, según la definió el abate Bruil. 51
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En el techo de la sala de entrada, que mide 18 metros de largo por 9 de ancho, todas las protuberancias de la roca han sido aprovechadas para pintar bisontes, cada uno en una actitud diversa, un impresionante rebaño desplegado a los pies de una corza de más de dos metros de longitud. La interpretación de este impresionante conjunto pictórico ha dado lugar a las teorías más diversas. Por un lado, algunos estudiosos sostienen la existencia de diferentes escuelas; otros creen que las pinturas fueron realizadas por pintores especialistas en representación de animales. Hay quienes han comenzado a ver ya la representación de algunos dioses, tales como Diana Cazadora en la figura de la cierva. Se trata, por tanto, de un entramado complejo, pero a través del cual cabe estudiar épocas y emitir hipótesis. Y lo mismo ocurre, en realidad, cuando se contemplan las imágenes rupestres en cualquiera de los muchos lugares donde existen, pues en las paredes de las cuevas han quedado reflejadas las formas de actuar y de ser de una sociedad: qué es lo que cazaban —si se trata de escenas de caza—, cómo eran sus tocados, sus armas, si utilizaban cuerdas para trepar [...] Miles de años después, también nosotros podemos hacer una lectura similar de, por ejemplo, un cuadro de Bruegel, en relación a la sociedad flamenca del siglo XVI, los vestidos de los hombres de aquella época, sus costumbres, hábitos de comida, etcétera.
Bisontes de la cueva de Altamira
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Por otra parte, la pintura ha estado unida durante mucho tiempo a la escritura. Ésta ha servido de apoyo a aquella, mediante leyendas escritas sobre la superficie pictórica, o dando título a una obra al pie de la obra, o describiéndola, entre otras. En todos estos casos, la escritura se ha empleado como referente de lo se describe mediante imágenes. Hay, pues, aquí, una comunión de dos mundos icónicos originalmente rígidos. Esta unión logra humanizar el espacio que ocupan, al desactivar el distanciamiento que ocasionarían cualquiera de los dos elementos actuando por separado y permitir, en cambio, con su unión, adentrarse en la esencia de los contenidos y sugerir nuevos elementos de análisis. Se cumple así una función social importante. Es esta una segunda razón por la que interesa hablar de la pintura como elemento vinculante a la comunicación escrita. También es importante llamar la atención sobre la firma del autor, en tanto que reveladora no sólo de la época en la que vive sino también de la forma particular como trataba de establecer comunicación con sus espectadores. Hoy en día, cuando la imagen se ha convertido en una parte de nuestro entorno cotidiano, es más fácil entender que la obra pictórica no es un monólogo, sino un diálogo que busca vocabulario nuevo en cada generación. En este contexto tiene sentido también analizar los lugares donde se realizan las obras y también aquellos otros destinados a su exhibición. Ya desde la antigüedad, el lugar tiene una gran importancia y, aunque con algunas connotaciones distintas, en la actualidad sigue ocurriendo con los museos. No es casualidad que éstos se hayan descrito no pocas veces como los “lugares sagrados” de nuestros días: centros neurálgicos para el estudio sociocultural y que, con las nuevas tecnologías, abarcará una dimensión pedagógica mucho más amplia.
La comunicación a través de la escultura Se ha insistido en que la escultura comienza con la observación 53
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de los cantos rodados y de los útiles que se emplean cada día, ya que la escultura puede ser definida como la reordenación tridimensional de una materia determinada, esculpiendo, modelando o tallando dicho material. Si la pintura queda delimitada por el espacio físico donde se ubica, la escultura, podríamos decir, goza del privilegio de la movilidad. La pintura se tiene que valer del color para simular una tercera dimensión que, realmente, no puede ser contemplada en el contexto de un plano, como el que utiliza este arte. Pero la escultura es más compleja, porque depende de varios ángulos de observación. Es cierto que, en la pintura, la perspectiva resuelve bastante bien esta cuestión, pero la resolución de espacios y la fuerza creadora es muy distinta en ambas artes.
El Profeta de Pablo Gargallo es un ejemplo de la trascendencia de la línea en la escultura.
Venus de Laussel
Venus de Winllendorf
Sin embargo, existe un elemento técnico común a la pintura y a la escultura, que es la línea. Porque tratándose de la escultura, el perímetro de cualquier cuerpo estará determinado por líneas. Asimismo, existe el punto tangencial de la funcionalidad, en mayor o menor grado, aunque algunas veces resulte ciertamente 54
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complicado en virtud de su utilización o destino y de la época en que se desarrolle. Los primeros vestigios escultóricos datan del Paleolítico Superior (Auriñaciense y Magdaleniense), encontrados en varios lugares de Europa y Asia, y desde el lago Baikal hasta el norte de la península Ibérica. Ejemplo de estos trabajos son las Venus de Laussel (Dordoña), que figura en la pared de la roca; la austriaca de Willendorf; o la famosa Venus de Lespugue, tallada en colmillo de mamut, con sus 14,7 centímetros de altura. Los productores de estas esculturas estaban en posesión de una técnica importante, pues sus obras manifiestan un acorde perfecto entre el cerebro y la mano. Hay que admitir también un grado de observación muy desarrollado, ya que la conjunción de esos elementos permite exagerar unos rasgos pero estilizar otros y hacerlo, además, dentro de unos parámetros, es decir, con proporcionalidad. También la escritura ha ido vinculándose progresivamente a la escultura, en un proceso de personalización y contextualización similar al que ya hemos observado a propósito del arte pictórico.
La arquitectura como elemento comunicativo Si la pintura y la escultura son formas de expresión artística individual, la arquitectura reclama la unión de la creatividad del hombre con las fuerzas de la naturaleza. Valoramos la arquitectura no solamente como el arte del dominio humano del entorno, sino también como la manifestación del hombre sobre ese entorno y la conciencia que tiene de su poder transformador. En este arte, entendido como un sistema de comunicación a través de la creación de espacios, vemos también que el empleo de la línea es un elemento esencial del desarrollo creador. Y como en las otras manifestaciones artísticas, estos es evidente también desde sus orígenes, que se sitúan en el Paleolítico y más concretamente en la economía del Neolítico y Megalítico. 55
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En la arquitectura la línea es fundamental, en este ejemplo de la catedral de Gaudí se advierte en la definición de la misma.
Si determinadas necesidades sociales de un grupo sedentario podrían justificar la aparición de espacios creados con fines prácticos —como por ejemplo guardar el ganado, las cosechas—, de un modo muy distinto parece ser que orientó la construcción de dólmenes y menhires. Porque, al margen de los condicionamientos técnicos derivados del comportamiento de los materiales que se emplean (su capacidad de flexión, de tracción, etc.), las edificaciones arquitectónicas, no importa en qué época hayan aparecido, obedecen a una simbología adecuada a la tecnocultura de su tiempo. Por eso cabe decir que la arquitectura es también la acotación de un espacio con fines determinados por la estructura social. Los nichos para enterramiento, las estelas, los arcos conmemorativos, las fortificaciones, las pirámides, los palacios, los templos, las murallas, los castillos, las catedrales y los rascacielos, tienen todos una significación social, es decir, obedecen a una simbología concreta que era perfectamente comprensible para los contemporáneos de esas construcciones. El espacio arquitectónico ha convivido armoniosamente con las otras dos formas de expresión artística —la pintura y la escultura—, además de hacerlo con la escritura. Pero la arquitectura, al igual que cualquiera de estas otras formas consideradas como soporte comunicativo, son realmente complejas en sí mismas y requieren, por eso, del dominio de una técnica 56
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específica, que determina un campo particularizado de acción expresiva. Y aunque la tecnología ha cambiado todos estos procesos constructivos, no lo ha hecho respecto a las necesidades: y la línea sigue siendo necesaria, imprescindible, en el lenguaje específico de la Arquitectura. En ella, los planos siguen siendo necesarios y no hay otra manera de realizarlos que no sea a través de la línea.
La música como unidad de comunicación La música ha sido definida de múltiples maneras, en respuesta a la naturaleza altamente compleja de los procesos de comunicación que ella hace posible. Así, en los tratados o manuales de enseñanza musical se ha podido definir la música como la creación de una forma sonora; o como el arte de combinar sonidos y silencios en un tiempo determinado; o como la composición de melodía, ritmo y armonía […] Común a todas esas descripciones de la música es la misión que le señalan de combinar determinados sonidos, producidos por instrumentos adecuados, de modo que sean percibidos por el individuo con una finalidad concreta. Al igual que nos ocurre con tantas otras cuestiones el concepto de música nos llega desde una estructura social ya muy desarrollada y con unas características definidas que damos por supuestas. Así por ejemplo, se han encontrado frisos de la antigua Mesopotamia donde se representa a un grupo de hombres tocando lo que se supone eran las arpas y flautas de aquella civilización. También del Egipto faraónico hay restos de pinturas que muestran a grupos de mujeres tocando el arpa y la flauta, y posiblemente también cantando. Cuando nos referimos a la música, muy pocas veces entrevemos el ángulo comunicativo, pues casi de inmediato la relacionamos con la emotividad o los sentimientos. Considerada como una de las artes, y no en vano, pues, de acuerdo con las tradiciones de los pueblos de la antigüedad, la música era una de las donaciones 57
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que los dioses hicieron a los humanos; y quienes poseían tal ciencia o capacidad pueden llegar a interpretar o cantar como los ángeles —una propuesta no gastada ni secularizada del todo en la actualidad.
En este grabado la línea sirve para contener la abstracción en su grado más alto, música más dibujo y color.
Ciertamente no es este el lugar para ir, en cuanto a la música, más allá de los análisis que hemos hecho a propósito de las otras artes. Nuestro objetivo es observar la necesidad que también el procedimiento sonoro tiene de la línea para poder fijar su lenguaje, materializar sus composiciones y garantizar así su repetición de manera inmutable cuantas veces sea necesario. Tuviera o no su origen en algún proceso mimético, gracias al cual el hombre imitó a algún otro ser o a la propia naturaleza, lo cierto es que los sonidos musicales forman parte de su entorno habitual y que él está dotado del sentido auditivo: junto con la vista, el canal más activo de recepción informativa. El empleo del sonido como elemento comunicativo se desvanece en el tiempo como la propia onda que lo transporta, pero en las culturas más ancestrales de cuya existencia hemos llegado a tener noticias, la base del procedimiento se consigue, principalmente, 58
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por medio de percusión y por modulación de la voz (2). Ambos procesos son simples y aun cuando admiten gran número de variaciones y combinaciones, éstas son limitadas, siempre que se utilice un solo elemento. En consecuencia, la enseñanza y el aprendizaje de dicha estructura musical originaria no era compleja, fundamentalmente porque es un proceso comunicativo que nace necesariamente con vocación popular. Si esto es así, podríamos admitir también que la evolución de la expresión musical no está determinada tanto por eventos socioeconómicos, cuanto por el deseo del goce personal. Añadamos a esto que, tanto el instrumento musical como la voz humana, tienen un sello personal único —una huella, podríamos decir. Los hallazgos antropológicos indican que la música y la danza progresaron desde antiguo de la mano, en los ritos que aún han llegado hasta nuestros días a través de viejas culturas aún vivas. La danza y los cantos o las músicas son parte primordial de esos rituales en la medida que actúan como vehículo de comunicación con el ser superior, como instrumento de un encuentro estimulante y metafórico donde la gravedad del cuerpo se desvanece entre el ritmo de la danza y la difusión de los sonidos. Hasta el desarrollo de la cultura griega, no encontramos vestigios ciertos de una escritura musical. Esto no significa que la musical griega fuera original; los estudiosos en este campo sostienen la gran influencia de Mesopotamia y de Egipto, de donde la pudieron heredar. Tanto Platón en la República como Aristóteles en la Política defienden la bondad de la música y la conveniencia de que se incluya en el proceso educativo del niño. Porque la música, sostiene este último, «es una imitación directa 2 .- Se tiene conocimiento desde el Paleolítico Superior el uso de instrumentos de percusión, pequeños bastones de bambú que golpeaban unos contra otros, incluso el golpeo en tablas colocadas sobre un hoyo, de esta manera hacía de caja de resonancia. Estos evolucionan a los troncos huecos y de ellos a otra variedad de instrumentos, realizados a base de madera como el tam-tam, o en metal como el gong, etc. En musicología a esta familia de instrumentos se les clasifica dentro de los idiófonos. El siguiente paso es hacia el tambor, esto es, una caja de resonancia a la cual se cubre con una piel (membranófonos) y posteriormente el uso de cuerdas y el viento (cordófonos y aerófonos), el arpa y la cítara, cuyos vestigios se remontan al menos 3000 años a.C.
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de las sensaciones morales. Cada acento hace experimentar en las almas emociones diferentes. Así, el modo mixolidiense inspira al alma tristeza; otros acentos inspiran languidez y ternura, mientras otros, como el dorio, inspiran tierna dulzura, o como el frigio despiertan el entusiasmo […] La diversidad del ritmo tiene igual influencia y excita en el alma, ora los movimientos impetuosos, ora los pacíficos y sentimentales. Es, pues, imposible negar el poderío moral de la música» (3). La trascendencia de este medio de comunicación no verbal que afecta directamente a nuestro subconsciente, movilizando el área emocional, ha hecho de él un lenguaje universal. Por eso, aunque su técnica compositiva pudo ser transmitida de manera personal y directa gracias a determinadas reglas mnemotécnicas, (4) tan pronto como se advirtió lo difícil que era lograr una transmisión fiel de las composiciones, se inició la búsqueda de un sistema que permitiese garantizar unidades de tiempo homogéneas para determinar tanto la duración como el intervalo entre las notas. Ya en el siglo V a. C., los griegos utilizaron letras de su alfabeto para notaciones musicales, indicando el sonido y el tiempo que tenía que durar. Pero la notación musical tal como la conocemos hoy data del siglo XI. Desde sus comienzos, el cristianismo incorporó el canto a sus ceremonias litúrgicas. Durante la Edad Media, la civilización occidental, refugiada en los monasterios, necesitaba, entre otras cosas, de la cultura: y entre las materias del quadrivium que estudiaban los monjes, se hallaba la música. El estilo de vida de las órdenes monásticas está determinado por las respectivas reglas, que los monjes cumplen invariablemente; y este mismo hecho se proyectó también sobre el canto. El enlace que establecieran Boecio y Casiodoro entre la cultura griega y la cristiana incluía la ciencia especulativa de la música. Un siglo más tarde que ellos, San Gregorio redujo las normas de codificación musical, para simplificar la práctica del 3.- ARISTÓTELES: La Política. Alba. Madrid, 1985. Pág. 164. 4.- Las notaciones que se hacen a base de comas, puntos y rayas, etc., las mismas reciben el nombre de neumas, pero tenía la dificultad de no saber exactamente la tonalidad.
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canto llano litúrgico. Es a finales del siglo IX y comienzos del X cuando se establece un nuevo criterio para lograr referencias precisas de los parámetros sonoros, y este sistema se basa, una vez más, en la línea. Regino de Prüm (840-915) realizó las notaciones musicales sobre una línea y así pudo medir más fácilmente los intervalos, esto es, el tiempo o distancia que media entre un sonido de otro. El sistema resulta impreciso, por lo que el monje Hucbaldo de Saint-Amand (840-930) añadió otra línea más, esto es, empleó dos líneas paralelas—para diferenciarlas bien una la pintó en rojo y otra en amarillo— además estableció entre ellas una distancia de cinco tonos. A mediados del siglo XI, el Papa Juan XIX apoyó las ideas del monje benedictino de la Abadía de SaintMaur-des-Fossés, Guido, que ha pasado a la historia como Guido d’Arezzo (quien vivió entre los años 990-1050), posiblemente por su lugar de nacimiento. El método consistía en la disposición de cuatro líneas paralelas, tetragrama, manteniendo también el color rojo y amarillo además del negro. Este monje introdujo asimismo una nueva nomenclatura para la notación musical, más fácil de memorizar y apta para entonar las notas. Se sirvió para ello de una regla nemotécnica, tomando las primeras letras de las estrofas con que comenzaba el Himno para las vísperas de San Juan Bautista, probablemente de origen alemán y que en latín decía: Ut queant láxis, Resonare fibris, Mira gestorum, Fámuli tuorum, Sólve pollúti, Labii reátum, Sáncte Ioan-nes . Posteriormente se cambiaría Ut por Do, comienzo de la palabra latina Domine. No obstante hay que decir que la idea de emplear letras para designar las notas musicales parte de Boecio. Desde entonces, esta nomenclatura musical se sigue manteniendo (Do, Re Mi, Fa, Sol, La, Si) y finalmente, al tetragrama se le incorporó una línea horizontal más, quedando establecido definitivamente el pentagrama. La línea aparece, una vez más, como la herramienta idónea para plasmar la naturaleza abstracta y en este caso nada menos que la singularidad de la música. ¿Cómo hubiera sido posible llegar al concepto actual de música sin el concurso de la línea? ¿Hubiera sido posible repetir una y otra vez un concierto o 61
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sinfonía? Con unas simples líneas se puede establecer la frecuencia de las notas, la fracción de tiempo que ha de durar cada sonido, la velocidad a que se debe producir el mismo, el tramo de frecuencia en que se debe de producir, etc. Si la música es la combinación de sonidos en un determinado tiempo y a lo largo de un tiempo, la línea es la herramienta capaz de contener no solamente la estructura del sonido, si no el concepto mismo del tiempo.
La escritura: la singularidad comunicativa de la línea La escritura es la formalización más genuina de la línea como herramienta que permite materializar el pensamiento. Además, es la que se utiliza con más asiduidad y por tanto, es habitualmente la mejor dominada por los individuos. Posiblemente tal formalización sea la consecuencia lógica en la que culmina un proceso de abstracción simbólica, que está en relación directa con un determinado entorno y en el que intervienen los factores espacio, tiempo y tecnología. Wolfgang Köhler, uno de los promotores de la psicología de la forma, sostuvo, tras sus estudios en psicología zoológica, que las soluciones vienen habitualmente de manera imprevista; y posiblemente ese fuera el modo como el individuo encontró la trascendencia de la línea entendida como elemento fronterizo. En el ámbito comunicativo, en efecto, la línea es una frontera, la cual, en determinados momentos es necesario “conquistar”, ya que hay que obtener con esfuerzo y habilidad aquello que la línea dice y guarda; y otras, por el contrario, en que la línea delimita la apropiación. Dice el diccionario de la RAE que escribir es representar las ideas con letras u otros signos (las letras son signos) y que la escritura es el arte de escribir (5). En esta acepción se incluye, por tanto, a este medio de comunicación en el dominio de las 5.- Arte, lo recoge el diccionario proveniente de, es decir de la técnica, de la ciencia y el oficio.
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artes, de modo que todas las características que conforman la columna vertebral del concepto o idea del arte, serán propios también de la escritura. Y no puede ser de otra manera, porque el experimento realizado por el hombre con la línea, en cualquiera de sus manifestaciones, ya fuera mediante inspiración milagrosa o humanamente organizado, ha dejado la huella necesaria para poder reconstruir gran parte de la cultura y estructura social de distintos pueblos y épocas. Así ha ocurrido en Mesopotamia y en la meseta anatoliana (6), en las riveras del Nilo y las del Indo, a lo largo de las costas de Levante o en las más septentrionales y en las islas del mar Egeo o a las del Atlántico y, en todos los casos, sorprendentemente, se han servido de la misma herramienta: la línea. Por eso es necesario tratarla como algo independiente, con atributos y leyes propias. En el caso de la escritura, como ella materializa el pensamiento, es capaz de producir una acción exterior y por eso es aprovechada en la estructura social. Así ocurre desde el poder, en lo relativo a la dualidad de mando y obediencia. La escritura solidifica las voluntades y creencias, al materializarlas, y por ello es inmanente a la actividad social. Más aún, materializa el lenguaje y por lo tanto permite visualizar el habla, como Vendryes ha observado: “las lenguas antiguas no las conocemos más que desde el momento en que fueron escritas; pero muchas las conocemos desde ese momento mismo y a menudo el primer texto que de ellas poseemos es también el primero que se escribió” (7). El razonamiento de Gaur complica esta observación, cuando apunta a que “esta actitud lleva consigo automáticamente una escritura jerárquica. Si el fin de la escritura es reproducir el lenguaje, resulta que la forma más satisfactoria y, consiguientemente, más avanzada de escritura es aquella que reproduzca el lenguaje de la forma más exacta y económica, lo cual inevitablemente lleva al alfabeto” (8). 6.- Anatolia, del griego anatholé: oriente. Se refiere al Asia Menor, hoy es el territorio que ocupa Turquía. En la Grecia antigua se le conocía como Asia y su nombre se extendía a todo el continente. 7.- Vendryes, o . c. pág. 321 8.- GAUR, A.: Historia de la escritura. Ediciones Pirámide, Madrid, 1990. Pág. 7
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Aún cuando el método reduccionista de Gaur no es el óptimo en este caso, a nuestro entender, sin embargo este autor llega a establecer conclusiones de conformidad al hacer pivotar su razonamiento en unos parámetros análogos a los de las nuevas tecnologías de la información, a saber: almacenamiento y economía. En cualquier caso, lo cierto es que “la escritura es una cosa bien extraña” (9), pues este procedimiento, como ya hemos dicho, permite al hombre conocer fácilmente su historia. Sobre los primeros sistemas de escritura, Childe apunta que Los sellos, tales como los que encontramos ya en las aldeas halafianas (habitantes de cavernas), son al principio amuletos que confieren maná a sus afortunados portadores. Pero son tallados, imitando a un tótem u “objeto poderoso”, o llevan grabados motivos mágicos o representaciones del tótem. Estos motivos, junto con su magia podían, ser transferidos a un pedazo de arcilla. Apretando su amuleto-sello contra esa arcilla pegada sobre la tapa de un cántaro, un individuo podía imprimirle un “tabú”, traspasarle parte de su personalidad y marcarlo con propiedad suya. Los halafianos usaban así los amuletos-sello, que indican, presumiblemente, el reconocimiento de los derechos de propiedad. Digamos de paso que los símbolos uniformados grabados en el sello con tal propósito, contribuirán a proporcionar los caracteres de una escritura convencional, cuando la revolución urbana haya hecho necesaria la escritura (10).
9.- LËVI-STRAUSS, C: Tristes trópicos. Paidós. Madrid, 1988. Pág. 323. 10.- CHILDE, o.c., págs. 98 - 99.
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IV. LA ESCRITURA COMO ELEMENTO TRASCENDENTAL EN LA EVOLUCIÓN HUMANA La evolución de la escritura
La línea fue el elemento sine qua non que posibilita la escri-
tura. Gracias a la línea, la escritura ha podido desarrollarse en los más diversos soportes y ha resistido el paso del tiempo, de manera que hoy podemos tener acceso al pensamiento creado por la Antigüedad y su posterior configuración y evolución a través de las estructuras sociales. Es, pues, la escritura una técnica que ha permitido y permite al hombre perpetuar y definir inequívocamente a sí mismo. “Mientras que los demás animales viven reducidos a las impresiones sensibles o a los recuerdos, y apenas se elevan a la experiencia, el genero humano tiene, para conducirse, el arte y el razonamiento”, observó, al comienzo de su Metafísica, Aristóteles (11). De las diversas teorías de los lingüistas, la etnocentrista, que goza de bastante prestigio, afirma que la escritura pudo tener un origen único: Sumeria. La sumeria presidiría la elaboración de las escrituras elamitas, indica o cretense, de acuerdo con este teoría. Pero apoyándonos en los estudios de Vendryes, podríamos decir también que cada civilización habría tenido la habilidad suficiente, posiblemente, para desarrollar su propia escritura: bastaría que se diera la correspondiente complejidad 11.- ARISTÓTELES, Metafísica, o.c., pág.5
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de la estructura social, para verse abocado a ello. El desarrollo económico, por ejemplo, exigiría el soporte de una organización capaz de llevar la teneduría, el inventario de mercancías, el salario de los obreros, etcétera; y así en el resto de las actividades. El problema se complica, sin embargo, porque la paleografía observa la aparición de escrituras muy distintas, en lugares y épocas diferentes; por ejemplo, a lo largo del Nilo, y en Elam (suroeste de Irán) y en Sumeria (Mesopotamia meridional), hacia el tercer milenio; en el valle del Indo y un poco más tarde en Creta, en el 2000 a. C. En cuanto a su evolución, también hay criterios distintos para dar razón de ella. Hay quienes defienden la existencia de varios estadios. Uno primero mnemónico, para ayudar a la memoria, y del que ya hemos hablado; un segundo estadio pictórico, en el que el relato aparecería expresado por medio de pinturas; ideográfico el tercer estadio, donde tendrían cabida los jeroglíficos egipcios; y el cuarto y último establecería un sistema fonético, en él los signos representan sonidos. Ésta y otras teorías sobre la evolución del lenguaje parecen aceptar, pues, sin problema, que la escritura actual es el resultado de un desarrollo a partir de otros signos que tenían originariamente por misión representar los objetos. Esto es, que la pintura habría engendrado por evolución unos símbolos, los cuales, uniéndose, dan lugar a un sonido que corresponde a una idea o a un objeto. Cada signo sería, pues, un segmento para formar la palabra que designará al objeto. Y si esto es así, quiere ello decir que la evolución no solamente es gráfica sino también sensorial, puesto que aquello que se quiere comunicar se transmite visualmente. Nos encontramos aquí, claramente, en la conjugación de dos vertientes, que son la forma y el contenido. Si no hubiera una interrelación entre el habla y lo que se pintaba o dibujaba, la tarea de la comunicación sería muy difícil, dado la cantidad de signos que sería preciso adoptar para transmitir los mensajes debidamente contextualizados. Ello nos lleva a presuponer, además, la necesidad de un cierto grado de iniciación para llevar a cabo tal tarea, de una parte; que permitiría lograr el dominio de la línea, de otra; para saber, 66
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finalmente, cómo poder transmitir correctamente aquello que se quiere comunicar. Nos vemos abocados así de nuevo a otro planteamiento dualista: que bien sea toda la comunidad —o la mayor parte de sus miembros— quienes tenga la posibilidad de lograr tales conocimientos; o bien que estos estén custodiados en beneficio propio por un determinado segmento social. En el primer caso, tendríamos que contemplar un sistema de educación pública, mientras que en el segundo determinadas escuelas privadas detentarían la autoridad para impartir tales enseñanzas. Ello implicaría a su vez que los poseedores de tales conocimientos estuviesen revestidos de una autoridad emanada del propio centro y transmitida por los maestros. Esta podría ser una razón por la cual ciertas escrituras no evolucionaran de la manera que se advierten en otras, no solamente por la dificultad de su ejecución, sino para que ciertos signos conservaran su carácter iniciático e hierático (12). De ser así, quedaría también de manifiesto del valor que tiene la comunicación y la trascendencia de las herramientas para llevarla a cabo.
12.- Sobre el carácter sagrado de la escritura hay varios testimonios: los semitas, siguiendo la tradición de otros pueblos más antiguos, sostenían que “para existir es preciso tener un nombre”. En el Talmud (Sabbat, 29) también se recoge como Moisés cuando sube al cielo encuentra a Dios ocupado en concluir los trazos de las letras. Tarde, en su obra: Lógica social, pone de manifiesto que en Groenlandia encuentra la idea de que: El hombre se compone de tres partes, cuerpo, alma y nombre. Las dos últimas son inmortales. Las Runas o caracteres primitivos escandinavos, se usaban en las ceremonias mágicas, ya que al nombrar algo, y por lo tanto escribirlo, tiene el mismo significado: evocarlo. Los griegos creían que la escritura les había sido otorgada por Prometeo, el dios “primo” de Zeus, a quien engañó para beneficiar a los hombres. Otros autores creen que fue Cadmo, quien inventó la escritura, si bien lo que especifican de Cadmo, algunos de ellos, es que introdujo, en la escritura griega, letras nuevas tomadas de los fenicios. Asimismo se le concede a Palamedes el honor de haber introducido durante la guerra de Troya, en el alfabeto griego, cuatro nuevas letras,: theta; ki; phi y xi. Por su parte los egipcios otorgan la escritura a Minos y otros a Thot. En relación con el valor divino de la escritura Mar-Zuthra dice: “Al principio Dios dio a los israelitas la Ley en escritura ibera y en lengua santa. En tiempos de Esdras la otorgó, por segunda vez, en escritura asiria y en lengua araméa. Los israelitas han escogido para sí la escritura asiria y la lengua santa, y han dejado a los ignorantes la escritura ibera y la lengua aramea”.
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Las mismas teorías lingüísticas sobre la evolución de la escritura nos hacen observar, de otra parte, cómo se va produciendo un alejamiento del concepto pictográfico a la vez que se origina un desarrollo en dos direcciones paralelas. De una parte, gran número de signos adquieren valor fonético, es decir, concluyen por representar un sonido y no una idea. De otra, la forma de los signos se estiliza, perdiendo poco a poco toda semejanza con el objeto primitivo dibujado. La base de este supuesto está en que lo escrito entra en interrelación con el habla, de modo que adquiere importancia el valor auditivo frente a lo meramente visual, eliminando así una competencia compleja. La comunicación oral recupera justamente su lugar privilegiado en el ámbito comunicativo. Ahora bien, todas las teorías evolucionistas sobre la escritura parten de signos perfectamente elaborados y estructurados. Vendryes sostiene que “La escritura era ya la ciencia” (13), y la ciencia se define como cognitio certa per causas. Asimismo, en su Metafísica, Aristóteles sostienes que “el carácter principal de la ciencia consiste en poder ser transmitida por la enseñanza [...] los hombres de experiencia saben bien que tal cosa existe, pero no saben porqué existe; los hombres de arte, por el contrario, conocen el porqué y la causa” (14). Quiero esto decir que la experiencia tiene un valor primordial; no en vano se compara aquí con la ciencia y el arte, ya que a través de ella logran una y otra su progreso. Vendryes va más allá y plantea la escritura desde el ángulo del temor que la ciencia ha representado, ya que el conocimiento de la misma implicaba tener poder para realizar el bien o el mal. No con éste temor pero si con cierta cautela, describe Sócrates los caracteres de la escritura: «este conocimiento […] hará más sabios a los egipcios y vigorizará su memoria: es el elixir de la memoria y de la sabiduría lo que en él se ha descubierto. Pero el rey respondió: […] una cosa es ser capaz de engendrar un arte, y otra cosa es ser capaz de comprender que daño o provecho encierra para los que de él han de servirse, y así tú, [se refiere a Theuth] que eres 13.- Vendryes, o.c., pág.334 14.- Aristóteles, Metafísica, o.c. pág.5
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padre de los caracteres de la escritura, por benevolencia hacia ellos les has atribuido facultades contrarias a las que poseen. Esto, en efecto producirá en el alma de los que lo aprendan el olvido, por el descuido de la memoria, ya que, fiándose a la escritura, recordarán de un modo externo […] No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio» (15)
No solamente es que estemos partiendo de escrituras ya conformadas, sino que la propia escritura se nos presenta con planteamientos específicos y concretos. Más aún, ella estaría condicionada por la estructura social, un factor importante para la evolución de la escritura misma, ya que el comportamiento en una sociedad eminentemente teocrática no sería igual que en otra que no lo fuera. De ello se deriva que la estructura social permitirá y obligará a la escritura, al igual que tantas otras actividades, a situarse y avanzar en grados diversos, en cada una de las distintas capas sociales. Cobra así mayor sentido el planteamiento aristotélico sobre la experiencia y el arte, ya que la escritura disminuye el esfuerzo y aumenta la validez de los procesos éticos y sociales que configuran la realidad social. La escritura será la tenedora que conserve el patrón con el que se organiza el comportamiento social. Por lo tanto, la escritura adquiere jerarquía en el mismo plano que lo hace el lenguaje. Hay, no obstante, teorías que sostienen que en la escritura desaparece la experiencia del habla; pero a nosotros no nos parece así. Pues si se siguen conociendo los códigos que interrelacionan ambos procesos comunicativos —el oral y el escrito—, el reconocimiento de experiencias tales como la cadencia, la entonación, etcétera, del proceso oral, queda depositada en el propio signo que conforma la escritura y transmitida por el complejo devenir energético que la conforma. De ese modo quedará también implícito el binomio espacio-tiempo, el cual se desvanece tras el proceso tanto oral como escrito, aunque en este se conserva parte de la energía promovida para la organización y elaboración del mensaje. 15.- PLATÓN: Fedro. Mestas ediciones. Madrid, 2004. Pág. 179. El corchete no está en el texto.
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Ciertamente que la escritura suele darse en un plano diferente entre el receptor y el emisor y que la experiencia de uno y otro, generalmente, suele ser desigual. Pero si la experiencia transmite cosas particulares, la escritura puede encerrar cuestiones universales y, en tanto que ciencia, puede ser enseñada, porque la escritura exporta la experiencia particular, establece niveles jerárquicos y le pueda otorgar el criterio de inmovilidad. Ahora bien, la escritura, que goza de carácter repetitivo, puede tener un simple comportamiento lineal en el receptor, no añadiéndole nada. La energía transferida por el emisor, que queda encerrada en la propia línea, estaría en estado latente, en este caso. Pero si esa energía traspasa la frontera de la forma y llega a la experiencia del receptor, este puede reedificarla, aumentando o corrigiendo su conocimiento, o activar el proceso del pensamiento y generar nuevas experiencias. Siguiendo las huellas de diversas etapas dejadas por la línea, advertimos cómo unos pueblos han desaparecido y cómo otros han sido reconstruidos: los sumerios, los asirios, los babilonios e hititas [...] los egipcios, chinos e indios [...] los fenicios, griegos y cananeos [...] A través de su arquitectura, pintura, escultura, sellos de identificación, enseres cotidianos o de lujo, armas y, principalmente, a través de vestigios gráficos o escritos, conocemos su historia y formulamos hipótesis sobre los rasgos de sus respectivas existencias. Pese a las dificultades que entraña descifrarlos, los documentos escritos o gráficos quizá sean, entre los tesoros de las excavaciones, los más valiosos, porque, como dice Voltaire, la escritura es la pintura de la voz —en este caso, una pintura realizada por civilizaciones muy desarrolladas. La escritura, elemento necesario en los menesteres burocráticos, en su concepción más amplia y técnica de comunicación de gran alcance, no ha escapado a los procesos de influencia que los medios de comunicación ejercen entre sí, ya sea desde el ángulo de la propia tecnología que los conforman, como de la cohesión de la estructura interna. Es decir, que al igual que las distintas lenguas ejercen influencia entre ellas, ocurre lo mismo con la escritura. Tal vez no sea una causación “directa”, pero la propia evolución social y la presión de determinadas normas y estilos culturales sí que influyen notablemente. 70
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La caligrafía no es sino uno de sus resultados. Podemos observar entre la arquitectura y la escritura un paralelismo en cuanto a la estructura formal, comparando los diversos estilos arquitectónicos con la forma de las letras usadas en las mismas épocas. Ello ya es indicativo de la estrecha relación que hay el uso de la línea en los diversos órdenes. No solo la extensión social del ámbito cultural es factor de cambio, también lo es la convivencia de determinadas culturas dentro de un mismo espacio geográfico. Esta hipótesis haya su confirmación en el hecho, no ya sólo evolucionado sino también de máxima trascendencia, de que algunos documentos fuesen escritos en varias lenguas. El complejo entramado del proceso evolutivo no ha dejado de ser considerado en nuestros días; persiste en los estudio del logograma al signo silábico, de los signos fenicios y griegos (16) y en la teoría sinaítica, con las que se trata de explicar el establecimiento de lo que hoy denominamos alfabeto.
Tecnología de la escritura
Manifiestamente la escritura forma parte de la epidermis cultural de un pueblo, de su “técnica”. Al igual que la búsqueda de contenedores para líquidos y sólidos llevó a la alfarería, y el telar fue consecuencia de una tecnología para tejer con fibras, lana, lino, seda, etcétera, así también la escritura procedió de la búsqueda de una fórmula capaz de comunicar lo público y lo privado y la posibilidad de almacenarlo. 16.- MILLARES CARLO, A.: Introducción a la Historia del libro y de las Bibliotecas. Fondo de Cultura Económica, México,1971, pág.31 y ss., afirma que los griegos: “conocieron la escritura desde tiempos antiquísimos y desde luego anteriores al siglo VIII a.C. fecha probable de la adopción de la adopción de los signos del alfabeto fenicio a la expresión de los sonidos de su lengua”. Tanto los nombres de las letras del antiguo alfabeto griego como su orden y características gráficas, tienen una gran semejanza con las semitas del norte. Debido a las relaciones, muy posiblemente de índole comercial, se estima que entre los años 1300 al 700 a. de C. los griegos, tal vez a través de los fenicios, adoptaron y evolucionaron su alfabeto. Estos habían sido conquistadores de la isla de Thera, lugar donde había llegado Cadmo antes de pisar Grecia, Heródoto llama a las letras “fenicias o cadmeas”. La aportación griega al alfabeto fueron las vocales con lo cual se completó la expresión fonética.
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Desde el planteamiento tecnológico, la escritura es un procedimiento o sistema de comunicación humana realizada por medio de signos icónicos convencionales, expuestos o representados en un soporte. Y como toda técnica empleada por el hombre, también éste tiene la posibilidad de evolucionar, a partir de las condiciones del ámbito económico e industrial. Pero la evolución de la tecnología escriturística es poderosamente llamativa, porque ha sido muy pequeña y nunca ha abandonado su estructura elemental, que es la línea. La tecnología de la escritura debe ser considera a partir de la simbiosis que se verifica entre el signo y el soporte que lo contiene. En esta dualidad del continente y el contenido radica un factor principal de su evolución. Desde el ángulo de su propia industria, la escritura es un procedimiento sumamente económico. Cabe decir que ha sido de las tecnologías más rentables que se hayan inventado nunca. Este planteamiento nos conduce a la observación de que la escritura no es meramente una estructura de formas. El establecimiento de una cadena de valor, abarcando la adquisición de la habilidad para escribir y los útiles de escritura, hasta llegar al consumo de la misma, nos enfrenta a una cuestión: ¿qué consumimos? Es aquí donde el poder del contenido y la importancia de la forma, su continente, se hacen presentes. Desde el planteamiento económico, el producto elaborado mediante la línea es una consecución casi perfecta toda vez que puede ser “usado” —“consumido”, “manejado”, etcétera— por millones de personas y permanecer inalterado. Por ello no deja de llamar la atención que existan ciencias que estudian las formas aisladamente, y otras que se centren en los contenidos también aisladamente, pero ninguna que contemple ambas cuestiones conjuntas, es decir, la escritura como un todo, con su cuerpo y con su alma. Al igual que ocurre con la pintura o la escultura o con la música, se le otorga reconocimiento a la obra descubierta y a la persona que la descubre, conjuntamente. Ciertamente que cuando la técnica pasa al dominio público se convierte en norma y por lo tanto el activo es mínimo, esencialmente para quien lo 72
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posee, pues quien no logra una habilidad mínima desmerece socialmente. En este contexto, pues, lo más importante ha de ser el contenido y cuando eso es útil, cuando puede afectar a la mayoría, cuando ésta lo acepta, lo más importante entonces es la repetición. La escritura logra, técnicamente, la repetición de las ideas y por lo tanto se convierte en un factor económico. La tecnología de la escritura en sí no existe ni viene provocada como rémora del habla o del pensamiento. Nace más bien como una necesidad, al igual que la vasija se crea como necesidad para contener los líquidos. Aquí la necesidad es la de contener lo inmaterial, y por lo tanto no es que escritura “utilice” al pensamiento ni que “viva” del pensamiento, sino justo al revés: es el pensamiento quien “utiliza”, se “sirve” o “necesita” de la escritura. El pensamiento no vive del habla, es el habla quien precisa de la escritura para materializarse como pensamiento. La gran pregunta que han venido haciéndose los expertos es: ¿por qué no se ha creado una metaescritura? ¿Por qué la escritura no se ha convertido en ciencia? La escritura es una de las mutaciones de la línea y la línea es una herramienta muy simple, aunque con ella se haya podido determinar el espacio. En la historia conocida de la escritura sí que cabe encontrar indicios de haber sido ciencia, aunque mejor hablaríamos del dominio de la línea dentro de un contexto científico y la escritura como una parte de ese contexto, toda vez que podía encerrar conocimientos muy complejos, una simple vasija con un preciado contenido. Hoy en día se puede contemplar como una forma en sí, porque exactamente es esa su naturaleza; pero la escritura tuvo un comportamiento más proteico y complejo. La escritura refleja aquello que se quiere decir, pero al mismo tiempo hay que saber cómo se dice. Por eso, no era solamente el conocimiento de los signos o símbolos, sino que era preciso dominar también el decir y el cómo decir a través de signos o símbolos. En definitiva, había que dominar el arte de la oratoria, un arte que es la razón de ser del escriba. Se trata de una figura social que despierta curiosidad porque, aunque nos aparezca, a veces, como un simple amanuense, era en su cultura el 73
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portaestandarte de los valores sociales, tanto de los conocimientos religiosos como de los históricos. Esta técnica o tecnología, que comporta ciencia y arte a un mismo tiempo, comporta, por parte del enseñante, para ser transmitida, un conocimiento pleno de que la escritura establece una conexión con el pensamiento. Por ello la escritura encuentra medios propios para las necesidades concretas, es una herramienta flexible que se acomoda a la estructura social. No parece haber un desarrollo de escritura en los pueblos nómadas, tal vez porque no lo necesitaron: no se asientan largo tiempo en un sitio, su bagaje es ligero, apto para el traslado, conviven en comunidades reducidas, etcétera. Son gentes, pues, que han de acomodarse a las circunstancias y no las circunstancias a ellos. Sus leyes realmente son sencillas y por lo tanto pueden ser transmitidas con facilidad de manera oral, no precisan proteger sus territorios ni sistemas burocráticos para reflejar sus posesiones ni bienes, tan solo conservar la ley de la convivencia y la tecnología de la pervivencia. En la tecnología de la escritura debemos considerar, al igual que en cualquier otro procedimiento de comunicación donde se emplee la línea, dos aspectos. Uno, el adiestramiento en el manejo de la línea, en cuanto a la coordinación cerebro-mano; y el otro, la consideración de su utilidad, qué es lo que se ha de transmitir y cómo ha de hacerse. Los conocimientos que tenemos de otras culturas más arcaicas que la occidental, en estructura y planteamientos sociotécnicos, pero cercanas en el tiempo, nos enseñan etapas comunicativas que presumiblemente también pudieran aplicarse a aquellas culturas. El estudio de esta transmisión ha hecho hincapié en los procesos físicos, la utilización de un útil activo sobre otro pasivo y sobre ello versamos el grado de dificultad para manejar los elementos activos y pasivos que intervienen. Porque no tiene el mismo comportamiento la línea trazada sobre un soporte rígido, como puede ser la piedra, por un elemento cortante —por lo tanto tallado (petroglifo)—, que esa otra línea realizada de manera superficial, esto es, pintada (petrograma). Pues además de la dificultad que representa el tallado sobre el 74
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petrograma interviene el factor visual. Como el arte de escribir conlleva el saber leer y leer imágenes, el tratamiento de la línea para crear la imagen que ha de ser leída aporta elementos cognitivos derivados del juego entre los elementos que la conforman. Hay consenso a la hora de admitir que la tecnología de la escritura es similar en pueblos con culturas sedentarias y que la escritura más trascendente es aquella que utiliza signos silábicos para formar logogramas. Dicha tecnología abarca: a) los signos, configurados por líneas (puede intervenir el color, los cuales tienen un valor propio, esto es, tienen una imagen característica); b) El soporte donde se plasma la imagen y c) El elemento o elementos que transfieren los signos o imagen al soporte. El manejo y combinación de estos elementos configuran de una u otra forma la estructura comunicativa. De esta tecnología se ha dicho que era difícil y complicada, por lo cual se requería de un largo aprendizaje, si bien no entraba en el contexto de los oficios artesanales, pues la “alfabetización estaba limitada a una clase especial de iniciados [...] Los adeptos gozaban de una posición privilegiada [...] Un papiro egipcio coteja las perspectivas de un escriba que puede “llegar a ser funcionario de alta jerarquía” y “será eximido de toda tarea manual” (17).
Los escribas Dos culturas nos presentan de manera nítida la figura del escriba en una concepción que podríamos denominar clásica: la sumeria y egipcia. Si bien se ha podido reconstruir en gran medida la sociedad egipcia, en cuanto a costumbres y forma de vida, no ha ocurrido lo mismo con la sumeria. De cualquier forma, se tienen datos para saber que ambas sociedades tenían centralizado el poder. Egipto, amparada por el desierto y sus pocos anhelos de expansión, desarrolló una sociedad hermética. Por su parte, los pueblos del área mesopotámica fueron más abiertos, en cuanto 17.- CHILDE, o.c. pág. 144.
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tenían deseos de conquistas. Esto suponía una concepción distinta en el empleo de criterios comunes, tal como puedan ser la concepción del poder político, religioso, entre otros. La acumulación de esos poderes se va a centralizar y va a permitir el origen de la burocracia (18). Un sistema desarrollado por el Estado para controlar y disciplinar al pueblo. Para ello se crean unas premisas cuyo saber y entender no está en manos de muchos sino de unos pocos, ya que entonces carecería de valor efectivo. Estas sociedades necesitaron de elementos que fueran capaces de estructurar y potenciar las propias clases sociales. Para ello, era necesario, de una parte, conservar las tradiciones; y de otra, convenía controlar la técnica y los diversos tipos de saber que eran patrimonio del pueblo. El reconocimiento de su importancia se la dan los gobernantes cuando deciden que los escribas quedarán bajo su protección y autoridad, lo mismo que lugares y personas en las que se van a depositar tales saberes y costumbres. De esta manera se crea el primer instrumento público de información y tecnificación del Estado. Esa “herramienta humana” forma un grupo social definido, con unas relaciones muy cercanas a la esfera del poder y por lo tanto crean unas influencias especiales entorno a la sociedad. A este respecto y siguiendo a Eisenstadt, se observa cómo En la mayoría de tales sociedades se desarrolló una política que pretendía separar la acumulación del saber e información técnicos de los más simbólicos y, en cada una de estas esferas o sectores, separar las “partes” o aspectos del saber y la información que eran “asignados” como a diferentes partes de la sociedad […] En la mayoría de estas sociedades solían desarrollar varios tipos de restricciones a la acumulación y difusión de estos tipos diferentes de saber, información y comunicación. Los esfuerzos iban encaminados a “separar los principales 18.- La burocracia se entiende como el conjunto de funcionarios públicos y la actividad que desempeñan. Este término, posiblemente empleado por vez primera en 1745, por el fisiócrata francés V. de Gourmay, es una contracción que proviene del francés “bureau” (mesa de escritorio, despacho) y del griego “cratos” (poder, gobierno). Hoy, la burocracia, es un fenómeno universal y se tiene como un instrumento indispensable para lograr el orden y la eficacia en la vida social.
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tipos de comunicación existentes para los diversos grupos de la sociedad y para reducir el acceso de los grupos más bajos a los más “centrales” ; separar los símbolos de identidad de las comunidades locales y de parentesco de los símbolos de las comunidades políticas y religiosas más importantes; monopolizar los tipos simbólicos y normativos de comunicación más importantes […] Refrenar el desarrollo de los comunicadores especializados y, hasta el punto en que se desarrollasen tales especialistas, asegurar el dominio sobre ellos (19).
De esta manera, el saber y el arte militar desembocan en la política. El poder de la fuerza, que es lo que une o al amparo del cual se une una masa social, va desapareciendo en períodos de paz, y de ahí que se necesiten normas que controlen esa unión elegida o impuesta. Las promesas hechas en tiempos de guerra y los cumplimientos en tiempos de paz, remarcando las élites sociales, será la tarea que enmarca a la política. Igual ocurre con el saber tecnológico. Éste alcanzará su valor óptimo en el ámbito de la economía. Todo ello, junto a la esfera religiosa, se acumula para dar valor al Estado, sentido a la centralización y manifestación al poder. Para transmitir, de manera ordenada, el cúmulo de saberes se precisa normas que vayan en sentido descendente, pero tam19.- Tomado de la Revista española de la opinión pública, nº 28, abril – junio, 1972, en la misma hay un estudio sobre los modelos de comunicación en los imperios centralizados. S.N EISENSTADT, en su obra Los sistemas políticos de imperios. Prensa libre. Nueva York, 1969, estudia los problemas y tensiones en las sociedades tradicionales, arcaicas e históricas, en relación con los sistemas de comunicación y como se desarrolló en ellas: a) una diferenciación creciente dentro de la prevalerte estructura de las unidades sociales más bajas de la sociedad y, especialmente, entre la periferia y la estructura de los centros; b) una creciente diferenciación socioeconómica interna dentro de los centros y periferia por igual y un desarrollo concomitante de algunos estratos más amplios o clases; c)una creciente diferenciación en la definición simbólica de las relaciones entre las prevalentes unidades existentes y la expresión simbólica de los diversos centros; d) una general disgregación de las esferas simbólicas y su arraigo en símbolos primordiales[…] y el creciente desarrollo de diversos sistemas o esferas simbólicos o autónomos en la filosofía religiosa; e) creciente diferenciación y especialización entre sociedades[…] la autonomía e importancia de las esferas simbólicas en general y de la comunicación en particular tendió a aumentar y a plantear varios problemas cruciales, especialmente ante las élites de esas sociedades. Todo ello tiene que ver con la enseñanza de los escribas y la cultura del pueblo, consiguientemente con el dominio de la línea.
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bién criterios para compartimentarlos. En base a estos criterios, dicha información, es decir, dicho saber, será distribuido de manera equilibrada y de acuerdo a los grupos sociales al que se dirija. Todo este mecanismo lleva a la existencia de miembros que lideren el desarrollo de los intereses estatales. Por lo tanto, ellos son valedores y portadores de los valores que representan. A estas parcelas donde se acumula tal responsabilidad se les permitirá aristocratizarse, lo que a su vez conlleva un protocolo burocrático paralelo y dependiente del Estado.
Imagen de escriba en posición para escribir
En esta tesitura se ubica el escriba, persona socialmente considerada custodio del saber político, económico, científico y religioso. Los conocimientos le eran transmitidos de manera iniciática, pues tan elevados saberes, en sí mismos una doctrina, además de requerir en el individuo unas dotes innatas, se le imbuía de una experiencia espiritual. El sentido iniciático posibilita, además, el estableciendo de estadios y por lo tanto de una enseñanza selectiva. Entre las características del escriba sumerio y egipcio, en términos generales, se pueden advertir ciertos paralelismos. Estos podrían ser estructurados de la siguiente manera: 1.- Dominan la lectura y escritura. 2.- Su formación es ardua. 3.- Conocían e interpretaban el dominio de la línea, la tecnología de la escritura (no solo el conocimiento y habilidad para 78
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preparar los medios y útiles donde escribir, si no cómo, cuándo y qué escribir). Ejercitaban muchísimo la memoria y, dependiendo del grado, aprendían aritmética, geometría, geografía, ingeniería, contabilidad, medicina, magia, astrología, etcétera. 4.- Los alumnos son hijos de escribas o de altos funcionarios, si bien, a veces, abren las puertas de la enseñanza a las clases bajas, a aquellos que mostraban rasgos de inteligencia. 5.- El aprendizaje se realizaba en escuelas, las cuales, generalmente, estaba en los templos (20) 6.- Socialmente son considerados un estamento muy alto. 7.- Estaban exentos de cualquier otro trabajo que no fuese su menester, así como del pago de contribuciones. 8.- Determinan, en definitiva, la configuración política, religiosa, científica y administrativa de la sociedad o pueblos. La importancia del escriba está en lo que representa; y por ello, aunque será desigual su figura en las distintas épocas y sociedades, realmente su imagen encarnó la misma ciencia. El grado de importancia atribuida dependió de la estructura social y de los entornos a los que se circunscribía. Así, en Mesopotamia, al estar todo bajo el amparo del dios local, la influencia de la casta sacerdotal era predominante. 20.- En Mesopotamia se les denominaba “casa de las tabletas”. Sin embargo tanto los sumerios como los egipcios gozaban de otros centros más importantes que estas escuelas que eran “las casas de la sabiduría” y la “casa de la vida”. En los primeros, debido a los descubrimientos realizados, la mayor parte de los libros encontrados hacen referencia a asientos contables, se cree que se trata de centros de contabilidad La “casa de la vida” era el lugar donde el escriba iba a tomar datos y realizar investigaciones. En su Historia Universal, Cesar Cantú escribe: “Cerca de 2550 [documentos] formaban el libro principal de la gran casa comercial Egibi, en el que estaban registradas las operaciones de casi dos siglos, desde el reinado de Senaquerib hasta los conquistadores persas. En el año 622 a.C. este dato: “Señal de la uña de Atar Suru. Señal de la uña de Anat-Suhala. Señal de la uña de Sukaki, propietario de la casa vendida”. Siguen otras cuatro de estas uñadas y luego dice: “Toda la casa con las obras de madera y las puertas, situada en Ninive, contigua a la casa de Manunciahi y de Iluciyu, vendió Sukaki en propiedad y Tsilla Asur, astrónomo egipcio, por un maneh de plata real, en presencia de Sarruludari, de Attar Suru y de Anat Suhala, mujer de su propietario, la ha recibido. Tu has contado toda la suma. Entraste en posesión. El cambio y el contrato están cerrados, no es posible desdecirse”. Concluye con la fecha.” Tomo I, pág. XXV, Barcelona, 1886.
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Ejemplo de ello podemos encontrarlo en Asurbanipal, el cual había sido educado para ser sacerdote, pues no era cualidad común el refinamiento y la cultura entre los reyes asirios. Considerado como un monarca muy culto y con un gran amor a los libros, su gran esfuerzo estuvo centrado en la creación de la biblioteca de Nínive y nunca fue a una campaña bélica (lo que no le impidió demostrar su crueldad). En Egipto, el dios supremo está encarnado en la figura del fa-raón, generando con ello una autarquía mayor. Las ciencias y artes proceden de los dioses y así, en algunos jeroglíficos, vemos al dios Toth quedar reflejado como el protector de la escritura. Es el escriba el que posibilita la tecnología de la escritura; por lo tanto, el que posee la ciencia de la misma. Esta estructura, tanto educativa como social del escriba, permitió el desarrollo cultural conservador y tradicional en las civilizaciones que la implantaron. Pues no solamente tal modelo fue propio de los pueblos mesopotámico y egipcio, con sus respectivas particularidades; también podríamos encontrar rasgos similares en las culturas mayas e incaicas, en la cultura china, etcétera. Sin embargo, el rasgo iniciático, tan cercano al oscurantismo, es una de las causas que desencadenan las últimas consecuencias, a saber, la destrucción de los templos o las escuelas, y consecuencia de tan nefasta opción, de la pérdida del eslabón que nos llevaría al conocimiento, y no al esfuerzo de la interpretación actual, de las culturas de tales pueblos (21). Esta figura del escriba no se mantiene como tal en culturas más cercanas a nosotros. Los criterios conservadores cambian con la evolución social y, consecuentemente, la estructura inmovilista obliga al ámbito económico, entre otros, a no progresar. Ello termina por romperse en beneficio de criterios más ágiles. Por lo tanto, la exclusividad que le otorgaba aquel sistema 21.- En Mesopotamia podríamos decir que la cultura se basa en criterios sumerios. Si bien la ciudad más importante fue Babilonia, en tiempos de su administrador y legislador amorita Hammurabi, cuyo código legislativo lo hizo grabar en una columna de piedra de dos metros y medio de altura, primero los hititas y después los kasitas, hicieron que esta cultura volviera nuevamente a la barbarie.
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desaparece con el mismo, y el escriba ha de adaptarse a un nuevo estatus quo tanto por la parte social como profesional. El progreso socioeconómico suele llevar aparejado la apertura de un portillo que delimita lo espiritual de lo material, lo que lleva a la consecución de ciertos progresos culturales de manera exponencial. Así, la escritura se convierte en herramienta universal, como ha ocurrido también con el ordenador. Como el estatus social no es una cualidad relevante para navegar por internet, así también la escritura tiende a vulgarizarse. Pero al perderse la connotación iniciática, los organismos religiosos o colaterales no tardaron en encontrar medios y argumentos para dictar reglas que les permitieran no perder la totalidad del poder que suponía controlar la lectura y escritura. El complejo entramado que se creó de las derivadas que ofrecen los presupuestos económicos, culturales y religiosos, hace que el arte de la escritura y lectura pueda estar tanto en el rey como en el esclavo (reacuérdese, entre otros, a Tiron, esclavo de Cicerón). Lo cierto es que, en cualquier cultura, podemos encontrar una estrecha relación entre la escritura y la estructura religiosa, un hecho que no solamente afectará a la exclusividad de las normas de uso y aprendizaje, sino también a los candidatos a acceder a tal conocimiento. Por ello, en la mayoría de las ocasiones, la mujer estaba excluida de dicho aprendizaje (22). No obstante la figura del escriba, como tenedor del “saber”, ha estado presente, de una manera u otra hasta épocas que podríamos considerar recientes, si bien, matizados por la cultura y estructura social en la que estaban insertados y no muy alejados del estamento religioso. Además de las culturas mesopotámica y egipcia, posiblemente quien más haya hecho trascender la palabra escriba ha sido la cultura israelí, ya que así queda constancia en las Escrituras Sagradas (23). 22 .- En algunas culturas orientales, las que sabían leer y escribir eran mujeres públicas 23.- Se denomina escriba: “un hombre instruido, un doctor de la Ley. Entre los judíos gozaban los Escribas del mismo honor y veneración de los sacerdotes… A más de los Escribas de la Ley, había Escribas del pueblo, los cuales
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Mientras Oriente es capaz de asentarse en la convicción de sus tradiciones, Occidente ensaya las más diversas opciones sociales para lograr la evolución y el progreso social. En este estadio, el escriba se convierte en copista o amanuense, atenuándose el rango de “sabiduría” que aportaba la lecturaescritura. Esto ya sucede en la cultura grecolatina, y queda más de manifiesto en la Edad Media, donde el planteamiento de la estructura social y el desarrollo del comercio establece una clara distinción entre el sabio y el culto. No obstante, tenemos que admitir que no se cumplió, durante un gran periodo, aquello de: “Puede aprenderse para sí, para los amigos o para la virtud todo arte, sin perder el carácter de hombre libre; pero ejercitarle para los demás es convertirse en mercenario o esclavo” (24) ¿Qué hubiera sido de nuestra cultura sin la bondad, magnanimidad y el concepto que entrañaba la misma, en los altos dignatarios? Así pues, el escriba muta hacia la condición de calígrafo, siendo una “especie” residual hasta la llegada del ordenador, herramienta que disuade al acercamiento en el aprendizaje del arte de la escritura. Todo ello no escapa a la influencia ejercida por el complejo conjunto tecnosocioeconómico, de tal suerte que conforme la cultura vaya conquistando espacios económicos, se intenta parcelar e independizar. De ello depende que cada campo pueda desarrollarse más intensamente, sin dejar por ello de estar interconectado con los otros. En el caso concreto de la escritura, al comercio del libro y todas las industrias subsidiarias.
El soporte escritoreo ¿Por qué hacer una escritura sobre un soporte y no sobre otro? ¿Por qué hacerla de una manera o de otra? ¿Por qué si se está tan cercano en el origen de la cultura, existen diferencias tan grandes? eran sus magistrados, y llamábanse Escribas en general los notarios y Secretarios del sanedrín o Consejo… Escriba es a veces lo mismo que secretario, empleo muy principal en la corte de los reyes de Judá.” La Sagrada Biblia, Editorial Sopena Argentina, 1969, pág. 1423 24.- Aristóteles, La Política, o.c. pág. 158.
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Cualquier tratado sobre escritura la contempla como un fenómeno complejo y arduo, tanto por la técnica como por la cantidad de signos que se han de manejar. La tecnología empleada en el desarrollo de la escritura está unida al entorno, al contexto social, si bien, claro está, posee su propia naturaleza. Pero también se puede advertir, en la mayoría de estos escritos que han llegado a nosotros, una estructura redaccional culta, acorde a la naturaleza del asunto de que se trata, ya sea jurídico o narrativo, literario, descriptivo [...] Ello muestra una disposición en sus ejecutores que los presenta como algo más que los meros depositarios de la interpretación y ejecución de los signos. Cuando menos, deja ver una preparación de experto en la materia, así como un notable conocimiento en cuanto a la redacción y narración, esto es, un hablar para escribir. Nada de esto es extraño, toda vez que lo que se conoce de la educación, descrita por los propios escribas, en el fondo y la forma aparece como difícil y rigurosa. No en vano esta tecnología provenía de los dioses y era asunto sagrado, de ahí que las figuras más atrayentes sean la sumeria y egipcia aún cuando en las culturas posteriores tuvieran una relevancia muy marcada. De otra parte, si el escriba es el poseedor y ejecutor de la escritura, es quien puede juzgar su tecnología y permitir su evolución, asunto muy complejo cuando ha de intervenir la conjugación de la tradición y el altar, pues en ellos se hunden los pilares de sus privilegios. Cualquier elemento material que el hombre ha tenido a su alcance y ha podido dominarlo, ha sido empleado para contener información gráfica. Sin embargo, además del criterio trascendental, ha empleado también el criterio económico. Los primeros vestigios conocidos son los dibujos sobre las paredes, lo cual no quiere decir que no lo hicieran anteriormente sobre otros soportes, tales como la tierra o la madera. El estudio de los soportes parte de los soportes ya conocidos entre nosotros, para acomodar y dar sentido así al ámbito iconográfico, esto es, que tales materiales son los que condicionan a la tecnología de la escritura. De otra parte, la escritura es un elemento que permite la repetición de sí misma y por lo tanto de su contenido y para ello 83
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se utilizará el material más idóneo, en cuanto al espacio, tiempo y coste para llevar a cabo tal cometido. En consecuencia, se ha de considerar el argumento económico. A ellos hay que añadir finalmente el ascendente divino, factor que también encuentra eco en el soporte. Cuando el hombre utiliza la línea como herramienta, consiguiendo a través de las distintas variaciones una transustanciación en la misma, es algo que siente y participa individualmente, de tal manera que esa unión saber-ejecución queda expuesta a la excitación del dominio. Consecuentemente, a todas las propuestas, incluida la del realismo epistemológico, los objetos son percibidos aún cuando no lo sean por nosotros. Entre la escritura y el individuo se establece una relación instrumental, que éste ha de combinar con las reglas heredadas y el contexto social, pero también con la motivación y la percepción. Todo ello tiene que ver con el soporte, toda vez que la enseñanza no exime al individuo de su propia personalidad y del goce de su quehacer. Mientras no hubo intermediarios entre la línea y el hombre, por el propio principio de ósmosis, este proceso de comunicación pasó al pueblo. Pero como el consumo social requiere de cuestiones prácticas y no complicadas, nos encontramos en ocasiones con varias clases de escritura en una misma cultura y consecuentemente con soportes distintos. Los estadios de las clases sociales quedan escenificados en gran medida en su boato, y así a lo largo de la historia, la exclusividad ha formado parte de la grandeza. De ahí que el arte fuera, en general, ubicado en el protocolo de la nobleza, pues aun cuando la obra de arte, en cualquiera de sus manifestaciones, se pueda copiar, difícilmente un artista repetirá exactamente igual la misma obra. Con la escritura ocurrirá lo mismo. Hubo virtuosos que ejecutaron perfectamente los cánones, pero obviamente también quien desarrolló su propio estilo sin dejar por ello de observar estrictamente las reglas. La comunión que se establece entre el escriba y la tecnología, los soportes, las normas y su propia personalidad permitirá una experimentación en la forma, aportar el sentido creador al 84
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placer de manipular la línea y adornar el pensamiento, todo ello ayudado por el pragmatismo económico, que hicieron posibles los cambios formales. La tradición ha venido sosteniendo el origen de las culturas entre las cuencas de los ríos Tigris y Eufrates, pero los avances de la antropología, la arqueología y la biología han difuminado ese epicentro. Ello hace que el origen de la escritura ya no esté tan claro, por lo que las hipótesis cambien en función de los intereses. Así, para unos lo más importante es descifrar los signos, para otros establecer que la contabilidad precedió a la escritura en sí; para un tercero, la consolidación de las tradiciones. Realmente, cuando accedemos a la escritura lo hacemos como a un producto acabado y parece que cuando comparamos varias escrituras lo que hacemos es comparar las propias culturas. Precisamente, la escritura sumeria, más conocida como escritura cuneiforme —un fonograma en forma de cuña, o “dedos”, como les llamaban los sumerios—, aunque era complicada, su propia estructura la hacía más útil y práctica que los pictogramas o ideogramas. El soporte principal fueron las tabletas de barro, aunque también escribieran sobre metal (oro, plomo), piedra, y otros. Este tipo de escritura lo utilizaron, junto a los sumerios, los acadios, los babilonios, los asirios, los hititas, los urarteos, los persas aqueménidas, entre otros pueblos. Ello deja entrever que la escritura cuneiforme tambien actuó como un instrumento de unificación.
Tablilla de arcilla con escritura cuneiforme conocida como poema de Gilgamesh. Narra las aventuras de este rey de Uruk y su amigo Enkidu. Esta considerada la narración más antigua conocida, Al parecer la gesta fue escrita para el rey Asurbanipal.
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Las tabletas de barro, generalmente de forma plana, adoptaron también la de cono, prisma o cilindro, con lo cual se establecía una unidad de lo escrito en un mismo soporte. Ello puede entroncar con la idea actual de libro o tuppu, para los sumerios. Aunque algunos estudiosos creen que se utilizó la tinta y otros soportes, tales como pieles e incluso papiro, lo cierto es que dichos elementos no eran los más idóneos para este tipo de escritura, cuya connotación característica se lo da la unidad activa, un útil de punta ancha y sección triangular, comúnmente de caña, aunque también se hizo de madera dura, metal, hueso [...] Al incidir sobre las planchas de barro, generalmente de unos 15 por 20 centímetros, el punzón lograba un denso compendio de líneas características por sus terminaciones. La especulación sobre el soporte puede establecerse desde la singularidad religiosa, pues el barro es recogido por varias culturas como materia divina. Tal es el caso del libro del Génesis (2,7); o como un elemento conocido de antiguo, al menos desde 25000 años a. de C. a través de las esculturas de barro secas. Al mezclar la arcilla con agua se convierte en un producto muy manejable y dúctil, que conserva la forma que se le confiere cuando se seca.
Piedra Rosetta, tallada en granito negro, hallada en la localidad que le da su nombre –Rosetta, cerca de Alejandríaen 1799 por zapadores franceses, se encuentra en el Museo Británico.
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A esta versatilidad, la arcilla, un material muy abundante en la naturaleza, aporta también la cualidad de resistencia e impermeabilidad. De ahí que se utilizase desde la antigüedad de manera utilitaria, siendo un elemento crucial ya fuera para el arte (exvotos y figuras), para la alfarería (vasijas domésticas y de transporte) o como material constructivo y como soporte de la escritura. Si la escritura es importante por lo que representa, el soporte debe de estar en relación con la misma: ¿cómo se iba a realizar algo trascendente sobre un soporte que no ha de reunir las características de la misma trascendencia? Pero además, el soporte comporta también la particularidad de posibilitar la repetición, lo cual lleva aparejado la fácil obtención del mismo, tanto por la producción como por el costo. De ahí que, además de otras circunstancias, el soporte influya en la estructura formal de la escritura. Esta última característica, unida a la propia forma de los signos, hacía poco recomendable otra tecnología que no fuera la descrita. Además, este soporte permitía fácilmente la corrección. Las tabletas se endurecían poniéndolas al sol o cociéndolas en un horno. Como algunos de los documentos escritos podían ser órdenes o mensajes secretos, al objeto de darle tal consideración se les protegía introduciéndolos en una funda, también de barro, la cual se sellaba. La escritura, como herramienta, tiende a ser útil. Los sumerios (25), al comienzo de utilizar su escritura cuneiforme, datada 25.- Como se sabe los sumerios fue un pueblo que se asentó en Mesopotamia (tierra entre ríos) entre el 3200-2800 a.C., quizá procedían del Este y estuvieran emparentados con la cultura del Indo. Es un pueblo que conoce el metal, con una cultura social elevada, el núcleo de la ciudad lo constituye el templo, el cual edifican a base de ladrillo y sobre una terraza elevada, con muros decorados, donde habitaba la divinidad local, la cual era propietaria de las tierras que dominan la ciudad. Asimismo era el núcleo económico, pues no solamente se recibían las ofrendas sino que también se realizaban las transacciones pecuniarias, todo ello administrado por los sacerdotes. El poder político y militar lo tenía un rey hereditario. Utilizaban la rueda, un sistema sexagesimal para el cómputo del día, un calendario de doce meses y una religión politeísta. Con éstos presupuestos culturales y sociales, no es que sea fácil de entender que surgiera la escritura, es que era necesaria la escritura, era necesario establecer un sistema que hiciera eficaz, simplemente, la burocracia. La burocracia según los planteamientos sociales estaba en los templos y es por lo tanto allí donde surgen las escuelas y la metodología de
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en el 3700, contaban, según los descubrimientos realizados en Uruk, con más de mil signos diferentes, y al parecer todos con nombres propios. Mil años después se habían reducido a poco más de quinientos, y casi la tercera parte eran silábicos. ¿Qué es lo que había ocurrido? Junto al criterio de utilidad se había impuesto el concepto de economía, sustituir signos por valor fonético. Los signos de palabras eran empleados principalmente para designar nombres y verbos; otros para nombres propios y pronombres. Un aspecto muy interesante que advierten los lingüistas es que la estructura gramatical y el valor de los signos cambia no solamente en los dialectos, sino también en otras culturas, tales como las elemita, asiria, babilónica, etcétera. Además de otras cuestiones, esto indica el sentido de propiedad diferenciada. Este tipo de escritura fue de una gran consideración, así nos lo hace ver la importancia que tuvo su difusión, como lo prueban las tabletas que contienen tratados entre hititas y egipcios. De otra parte, el carácter hegemónico de éstos pueblos no lo fue solamente en lo civil sino también en el aspecto religioso. De ahí que este tipo de escritura se mantuviera en boga dentro del campo científico y esotérico. Todo ello contribuye a evolucionar hacia la forma silábica e inmediatamente a la alfabética, conseguida por los fenicios y difundida por los arameos. De allí salen dos grandes ramas, una lleva a las escrituras semíticas, otra a las escrituras europeas. El barro como elemento común no solamente fue básico en el ámbito de la arquitectura de los pueblos mesopotámicos que ha llegado hasta nosotros, sino que como soporte escritoreo, a pesar de su aparente fragilidad. En escritura cuneiforme nos fue transmitido, entre otras cosas, el código de Hammurabi o el bello poema de Gilgamés. Si la escritura mesopotámica es considerada por su antigüedad, la egipcia lo es por ser la primera que emplea soportes un lenguaje, de una fórmula, que permitiese la continuidad de un sistema y la perpetuidad de unas convicciones. Este entendimiento, en mayor o menor grado, con mayor o menor fortuna, es común en los pueblos sedentarios.
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similares a los actuales, esto es, un soporte flexible, útil para recibir tintas y de origen vegetal: el papiro. La escritura jeroglífica de los egipcios (26), cuyas primeras apariciones datan, según los estudios, del tercer milenio antes de Cristo, presenta realmente un valor ornamental con su prodigiosa sucesión de figuras, de cabezas, de siluetas y líneas más diversas, lo que acusa, en principio, un parentesco con la escritura sumeria, influencia que también se refleja en su antigua arquitectura. La suya fue una escritura nacional, forjada en un pueblo cuya cultura se desarrolló al amparo de las fronteras del desierto. Un pueblo que no sintió los deseos de expansión en la media de sus contemporáneos, y cuando decidieron hacerlo, la tradición acumulada era tal que esa cultura fue inamovible así como las connotaciones que comportaba. Esta escritura, exclusiva de los antiguos habitantes del Nilo, que no fue compartida por ningún otro pueblo, aún cuando Egipto fuera dominando políticamente, como ocurrió con los asirios, persas, griegos o romanos. La escritura egipcia fue descifrada gracias a los estudios del inglés Thomas Young y posteriormente por Champollion en 1822, gracias al hallazgo de la famosa piedra Rosetta. La cual da referencia de un decreto aprobado por un estamento sacerdotal durante el primer año de reinado de Ptolomeo V. Esta dinastía de origen helénico, posiblemente, decretó que los documentos oficiales hubieran de ser redactados en las dos lenguas, de ahí que esta piedra, “huida” de la destrucción, contenga la egipcia y la griega, si bien en ella se hallan tres escrituras: jeroglífica, demótica y griega. La escritura jeroglífica es una escritura que hubo de conservar, además de sus reglas propias, dos criterios: el divino y el narrativo. La manera en que está desarrollada y los lugares donde principalmente fue ejecutada le confieren el carácter de monumentalidad. La lectura de la escritura conlleva la visualización de las líneas, lo que a su vez acompaña una actividad 26.- La palabra jeroglífico, en griego hieroglyphikós: hierós = sagrado y glýpho = grabar. Este nombre se lo dieron los griegos porque cuando conocieron la escritura egipcia, ésta, se usaba como escritura monumental, bien en las paredes de los templos o en estelas.
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auditiva y psicológica. La escritura jeroglífica está restringida a un entorno muy determinado. La concreción en las tumbas señala la importancia en que esta se desenvuelve. El escriba revela los hechos, la vida del dios encarnado; a través de la armonía de la línea y el color, narra la memoria de su existencia, los pasajes más notables. Se trata de un legado divino que ha de ser leído y escuchado por la divinidad. De ese modo cumple esta escritura su función, que es la de testimonio permanente a través de la abstracción de la línea, en la cual queda imbuido el espíritu de lo que se narra y de quien lo narra. La fortaleza de la imagen desarticula y disipa dudas a quien lee y ve la narración, acotando así el campo de la interpretación. Tanto la propia belleza de la escritura jeroglífica como su ámbito sincrético han hecho que esta, así como de la propia cultura egipcia, goce de un halo de misterio, consecuencia de su manifiesto entronque con lo divino, no alcanzado por ninguna otra. En función de que la grafía transcienda a un mayor espectro social, se irá acomodando más al habla. Es este un elemento significativo para la transformación, al gozar la escritura de la vitalidad del lenguaje oral, y así vemos cómo aparece una escritura más simple, primero hierática y posteriormente otra, la demótica. La primera es denominada así por Clemente de Alejandría, ya que había sido relegada en su tiempo para los textos sagrados. A diferencia de la jeroglífica, la hierática es mucho más rápida de reproducir, ya que en definitiva es una simplificación de aquella y se escribió también de derecha a izquierda. Heródoto, en su libro segundo, denominó demótica a un tipo de escritura cursiva, utilizada para usos civiles e incluso religiosos, más ligada que la anterior donde desaparecen los grupos de signos en beneficio de uno sólo. Estos cambios son debidos a la conjunción de una pluralidad de hechos en los que la tecnología es elemento integrante del eje que cambia y comporta los escenarios. La huida de los israelitas de Egipto significa una despoblación importante. La Torá habla de 600 mil hombres mayores de 20 años, los que salieron acompañados de sus mujeres e hijos, lo cual, necesariamente, conllevó aparejado un debilitamiento en el ámbito social y tal vez institucional, porque son las instituciones 90
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quienes malogran o permiten conseguir, tanto las necesidades primarias o básicas, como los anhelos personales, haciendo que el individuo se acomode y adapte a las mismas, ya sea en una cultura u otra, los planteamientos generales del individuo son los mismos, serán los matices los delatores de las diferencias. Ejemplo de ello lo tenemos en la aparición del copto, un sistema de escritura que aparece en el año 300 d. C., en plena expansión del cristianismo, casi coincidente con la anexión de Egipto como provincia de Roma. Este tipo de escritura que consta de 32 letras tomadas del alfabeto griego y de la escritura demótica (de la cual la copta adoptará siete de sus rasgos) se da con un nuevo planteamiento de cultura y por lo tanto de institución. Fue un instrumento importante sobre todo para la clase baja, ya que la alta estaba helenizada, razón principal por la que aún en la alta Edad Media esta lengua era familiar a los cristianos y se utilizaba como litúrgica. A diferencia de los sumerios, los egipcios emplearon un soporte más elaborado para su escritura, como también lo era esta, si bien la materia prima de donde lo obtenían era abundante y la elaboración relativamente sencilla, pues el barro lo emplearon para la alfarería y la piedra para la construcción. Tal elemento fue el papiro, planta de la cual también fabricaban calzado, ropa, velamen y otros utensilios. Según nos describe Plinio en su Historia Natural, capítulo XII del libro XIII: el papiro es una planta que nace en los lugares pantanosos de Egipto o en las aguas quietas del Nilo, donde después de haber recorrido las del quedan estancadas, no exceden dos codos la hondura que hicieron sus corrientes. Tiene la raíz el grueso de un brazo y torcida triangulados los lados, no excede de diez codos de largo, adelgazándose hasta la punta [...] Los de aquella tierra usan las raíces para leña; solamente para el fuego, sino para hacer también otras cosas de que usan, como vasos. Del mismo papel tejen naos y de la corteza hacen velas y esteras y también vestidos y cobertores de cama y sogas. También lo comen crudo y cocido, tragando solamente el zumo. Nace también en Syria, en aquel lago, alrededor del que nace el cálamo, llamado oloroso, y no fue usado para otras cosas,
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sino para hacer de ello sogas, de que servía el rey Antígono en las cosas navales porque aún no se le había comunicado el uso del esparto (27)
La elaboración de este papel que nos habla Plinio, obtenido de las fibras que se hayan en el interior del tallo de esta planta, la cual alcanza entre tres y seis metros de altura, que se extraen con suma facilidad gracias a la sustancia viscosa que las envuelve, requiere de una técnica específica tanto para las distintas calidades de su manufactura como para la consecución de sus dimensiones. Las fibras se extraían con un punzón, estas hebras delgadas se colocaban sobre una tabla, paralelamente una capa y a esta se le superponía otra perpendicular de acuerdo con la anchura; se golpeaba para obtener una materia compacta; se le echaba cola y se dejaba un tiempo en las aguas pantanosas del Nilo, posiblemente, para que el fango reforzase la cola (28). Posteriormente se satinaba, se volvía a dar cola, se prensaba y se dejaba secar al sol para después pulirlo. Las hojas así obtenidas se dejaban rectas cortando los bordes, y para evitar roturas se reforzaban pegando unas tiras. Generalmente median entre 15 y 40 centímetros de altura y el ancho también podía llegar a los 40 centímetros. Evidentemente la calidad variaba según las fibras procediesen del centro o más cercanas a la corteza, más calidad en el centro (29). Su color era blanco, con cierta tonalidad ocre, pero con el paso de tiempo adquieren un color parduzco. 27.- Hemos consultado para las notas de la fabricación de papiro, gomas, etc., la edición de la Historia General de Plinio, realizada por Gerónimo de la Huerta, de la cual hemos entresacado la cursiva. Dicha obra está fechada en Alcalá de Henares en l624. También la edición impresa por la Universidad Autónoma de México en 1966 y que se debe a Francisco Hernández. 28.- Posiblemente la arcilla del fango o cualquier otra sustancia que se encontrase en el mismo es lo que podría reforzar, pero realmente la explicación de Plinio da lugar a dudas en este punto. 29.- La carta sacada de en medio y cortada de allí con orden, antiguamente se le denominaba hierática, y solamente se gastaba en los libros religiosos y por adulación ha tomado el nombre de Augusto, como la segunda de Livia su mujer y así sucede la hierática en el tercer lugar y nombre. La próxima a esta fue llamada Anfiteatrica, del lugar de donde se hacía. Comenzó a hacerse en la oficina de Fannio y la adelgazó de tal manera que de plebeya se hizo principal, y la dio su nombre, y aquella que no salía tan bien obrada y perfecta siguió con el nombre de anfiteatrica. Después de esta era la Saytica, llamada así del pueblo, donde se hacía en gran abundancia de los mas viles desechos.
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En cualquier caso, el grosor no era mayor que una hoja de papel actual, de tal suerte que Plinio nos habla de la delgadez y de como la tinta se traspasaba, la demasiada delgadez de la carta Augusta (obtenida del centro), no era bastante para sufrir las plumas y fuera de esto transparentándose las letras, daba temor de borrarse con las contrarias de la otra parte. Y también era cosa fea verlas traslucidas (30). Con los pliegos, los egipcios lograban rollos de varios metros de longitud, entre los que se encuentran en el Museo Británico uno alcanza 40 metros. Estos rollos se conseguían pegando los extremos de los pliegos y volviendo a pulir la junta, de tal suerte que apenas si se notaba. Aunque no fuese su cometido, el escriba, estaba perfectamente versado en la fabricación, calidad y cualquier manejo del papiro. Se escribía por una sola cara que se denominaba recto, aquella en que las fibras quedaban de manera horizontal, la otra cara, el verso, generalmente quedaba peor acabada. El soporte activo con que se realizaba la escritura era una caña de unos veinte centímetros de larga y entre dos y tres milímetros de gruesa, cuyo extremo estaba hábilmente machacado a guisa de pincel, generalmente era el extremo de la caña de cálamo, de ahí su nombre. Otro elemento a tener en consideración en este soporte fue la tinta. De acuerdo con los documentos, al parecer, fueron los egipcios los primeros que emplean la tinta para escribir, lo cual lleva implícito una técnica pictórica, la propia escritura en sí era proclive a ello. Utilizaron dos colores, el negro y el rojo, el negro se conseguía mezclando goma con carbón y con ocre el rojo. Al parecer no había normas fijas para el empleo de la tinta roja, el texto se escribía con tinta negra, pero lo que el escriba quería destacar, los comienzos del texto o de párrafo, palabras importantes, títulos, etcétera, lo ponía en rojo. De esta manera conseguía un mayor énfasis en el proceso comunicativo y valoraba más el sentido icónico de lo escrito. Es también más parecida a corteza la Teniotica, llamada así del lugar vecino, la cual ya se vende más por el peso que por la bondad; porque la llamada Emporetica siendo inútil para escribir, es buena para cubierta de cartas, y se gasta para envolver las cosas de mercería. Pág. 29 Tomo II de la obra de Gerónimo de la Huerta. o.c. 30.- Evidentemente en este caso Plinio habla del papiro obtenido en Roma, y de su uso en tiempos del Imperio.
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Conviviendo con el papiro conocemos que hubo otros soportes, uno de gran trascendencia, tanto por la duración de su uso como por el comportamiento en el ámbito estructural de la de la escritura, fue el pergamino. Pero antes que nos apartemos de Egipto, diremos la naturaleza del papel, pues es cierto que en el uso de las cartas consiste principalmente la humanidad la vida, y la memoria. Y esto escribe Marco Varrón que fue hallado en la victoria de Alejandro Magno, siendo edificada la ciudad de Alejandría en Egipto: y que antes no había habido uso de cartas; porque primero se escribía en hojas de palmas, después en corteza de algunos árboles, y después se comenzaron a escribir los decretos públicos en libros de plomo, y poco después los particulares se comenzaron a hacer en paños de lino, o en cera, porque hallamos en Homero, que antes de las guerras Troyanas había uso de Pugilares; y escribiendo él esto, no era toda tierra, que hoy se llama Egipto, porque en Sebenytico, a lo menos en su termino, nace toda la carta, o papel, después fue acrecentada del Nilo, porque desde la isla de Pharo que ahora se junta a Alejandría, con un puente, escribió que había camino de un día y una noche para un navío que caminase con velas. Después con la emulación que hubo acerca de las librerías de los reyes Ptolomeo y Eumeno, vedando Ptolomeo que no se sacase el papel de Egipto; escribe el mismo Varrón que fueron halladas las membranas de Pergamo. Después fue manifiesto es uso de uno y otro con que permanece inmortal la memoria de los hombres (31).
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31.- Plinio, o.c. pág.29 y ss. de la edición de Gerónimo de la Huerta. Aunque de menor importancia pero no menos trascendente por los datos que aporta, otro soporte fueron los ostrazas o ostrakas, piezas de cerámica sobre los que se encuentran desde transacciones comerciales a poemas. En Grecia se puso en práctica a finales del s. Va.c. el destierro por ostracismo, consistía en que los ciudadanos que creaban problemas eran juzgados por la Asamblea, si se les halla culpables de destierro, se procedía dos meses después a una votación pública para lo cual se escribía el nombre del que iba a ser desterrado en un trozo de concha: qvxalqy(ostrakon), ya fuere de hueso o barro, si el nombre de la persona alcanzaba un número suficiente se marchaba antes de diez días y por un máximo de 10 años, sin que por ello perdiera su condición de ciudadano griego y pudiendo ser perdonados más adelante por la asamblea. 32.- MILLARES CARLO, A.: Historia del libro y de las bibliotecas. F.C.E. México, 198 pág. El pergamino procede generalmente de los animales ovinos cabra, oveja o carnero, puesto que la utilización de la piel era más fácil de obtener ya que se criaban en rebaños. También abundan los de ternera.
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Sobre el pergamino, Millares Carlo dice que “indiscutiblemente, el uso de éste es mucho más antigua [del que cita Varrón], pero el nombre con que se le conoce revela que fue Pérgamo el centro principal de su producción” (32). El tratamiento de la piel a raíz de ser elevado a la categoría de soporte escritoreo adquiere importancia porque este se convierte en un producto comercial de primera magnitud. El mismo se obtenía de animales ovinos, cabras, incluso de asnos, tratada y seca la piel sin necesidad de emplear métodos de curtido. Se alisaba por ambas caras generalmente con piedra pómez, hasta conseguir la delgadez idónea. Los agujeros se solían cerrar con cola. Evidentemente que la piel de los animales era empleada como vestimenta o para otros fines domésticos desde que se tiene conocimiento del hombre como tal. A través de escritos y pinturas conocemos que algunas pieles de animales eran tratadas de manera singular, así la piel de pantera o tigre eran utilizadas por sacerdotisas de Dionisos. Jasón irá con sus argonautas en busca del vellocino de oro, la piel del león de Nemea sirvió para proclamar a Hércules. Y ya la Biblia nos habla de la piel para cubrir la desnudez humana. El progreso de la línea en cuanto a herramienta solo es posible por el propio soporte y por la acción que sobre el mismo se lleva a cabo, de tal suerte esto es así que la religiosidad o secularización de la escritura estará potenciada por el propio soporte.
La escritura china En una silenciosa estancia de un templo situado sobre una montaña, un anciano sacerdote está ultimando los detalles para comenzar a escribir: para proteger los tatamis coloca un pedazo de fieltro sobre el suelo y encima extiende cuidadosamente una hoja de papel fino y blanco […] deposita una antigua moleta, una pequeña jarrita de agua, y, sobre un recipiente de porcelana cuya forma se semeja a una montaña en miniatura, algunos de sus pinceles favoritos. Además, coloca una barrita de tinta china con un ligero aroma a incienso. Vierte un par de gotas en la moleta y a continuación frota la barrita de tinta
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china hasta que se forma el preciado líquido […] para escribir es preciso que la tinta sea de un negro intenso […] El anciano se arrodilla delante de la hoja de papel […] toma el pincel y lo sumerge en la tinta […] No lo sumerge demasiado, ya que si no el papel se empaparía…respira profundamente y traza entonces la primera y genial pincelada. Las pinceladas son anchas y negras o finas y delgadas, incluso quebradizas, cuando el pincel está quedando sin tinta. Y así, cual bailarinas, surgen los signos sobre el papel (33).
Esta descripción literaria sobre la caligrafía china nos da una percepción de la importancia que tiene esta en su estructura social. La escritura china está formada por ideogramas y los primeros signos tienen una antigüedad de más de cinco mil años, si bien los expertos en este tipo de escritura prefieren datarla en la dinastía Shang tardía, es decir, hace unos tres mil años. Cualquier persona que se considerase culta en China debía de saber caligrafía, la cual era considerada la más noble de todas las artes, por encima de la música, la pintura o el juego de damas, “cuatro ocupaciones nobles”. Se dice de la caligrafía china que en su ejecución interviene el corazón y el espíritu de quien la realiza, y por eso los signos gozan de un carácter personal. De modo que a través de la manera como están realizados los trazos, se puede llegar al carácter del autor. Es en este sentido en el que se produce la materialización del taoísmo, porque esta es la única vía en la que se hace visible la intuición, la sensibilidad, la espontaneidad, donde puede darse la posibilidad de “ver” o “intuir” las tres fuerzas (positiva —lo masculino, lo seco—, la negativa —lo femenino, lo húmedo— , y la conciliadora –es la superior, aquella que contiene a las otras dos). Este tipo de escritura tiende a llenar el espacio vacío para que se manifieste el todo, ciertamente algo imposible, pero no deja por ello de transportar ese deseo a través de la línea. 33.- FAHR-BECKER, G.: Arte asiático. Könemann. Francia, 2000. Pág. 255 La tinta china se obtiene mediante negro de humo, el cual se consigue mediante calcinación de aceite vegetal o madera, generalmente de coníferas, luego se mezcla con pegamento- en este caso suele ser el obtenido de la cocción de pieles de vaca- a veces se le añade a esta mezcla incienso, alcanfor, perlas trituradas, polvo de oro, hierbas, etc., todo ello para conseguir determinados efectos.
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El ejercicio de la caligrafía en China estaba estrechamente ligado al erudito distinguido […] Sus obligaciones le permitían encontrar siempre el tiempo necesario para formar parte de círculos poéticos y participar en conversaciones filosóficas. También tenía tiempo para dedicarse a la vida contemplativa de su entorno y de los ciclos estacionales. Daba gran importancia al hecho de disponer de un buen equipamiento de objetos de escritorio y los seleccionaba con la esperanza de que estimularían su creatividad o que elevaría su espíritu a una esfera que daría alas a su inspiración” (34).
El hecho de utilizar pinceles para realizar la caligrafía estribaba en poder alcanzar, más satisfactoriamente, la belleza y expresividad, la cual debe predominar sobre la legibilidad. El texto escrito por un maestro calígrafo, además de su contenido literario, es considerado una obra de arte. La trascendencia de esta escritura, además de lo expuesto, es que forma parte de la cultura de una población que supone una cuarta parte de la humanidad.
El punto de apoyo para escribir Si trascendente es la línea como herramienta y los soportes que han de sostenerla, no menos importante es la manera o forma de elaborar el producto, en términos actuales, esto es, la manera de llevar a cabo la realización o copia de un texto o libro. El escriba apoya el papiro o la tableta bien sobre sus rodillas o sujetaba el soporte en la mano mientras hacía su labor de pie. Esta manera de escribir o de copiar llega hasta el siglo XIV, y condiciona necesariamente los rasgos de la escritura y consecuentemente también el lugar donde el escriba o el copista realiza su obra. Se trata de una norma más de aquel que debe dominar este oficio. Hay que tener en cuenta que no había mesas, en el sentido actual; que éstas eran soportes más 34.- Ibidem, Pág. 257.
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bien bajos. Los copistas del medievo emplearon posiblemente unas tablas sobre sus rodillas. Se sabe que tanto el papiro (su uso regular llegó hasta el siglo IV, d. C.) como el pergamino lo apoyaban sobre sus rodillas; podían estar sentados sobre un banco sin respaldo y bajo los pies un soporte que les mantuviese las piernas levantadas. La posición y lugar para llevar a cabo la realización del documento, es decir la acción, el acto de escribir, tenía mucho que ver con el soporte, con el tiempo para realizar el trabajo y con la propia forma o rasgos. Así pues, el ángulo ergonómico nos deja entrever no sólo dificultades sino también maneras y posibilidades de llevar a cabo lo escrito. Los rollos de papiro nos sugieren que el escriba estuviese acostumbrado al dictado, al igual que se desprende de alguna estela sumeria, donde se advierte que los escribas van tomando notas mientras caminan. Esta misma técnica del dictado se aplica a los scriptorium benedictinos, lugar donde los monjes, de manera ordenada, se dirigían a realizar un trabajo bajo estrictas normas, entre ellas las del silencio. Esta manera de copiar al dictado sugiere asimismo la idea de la especialización del lector y la trascendencia tanto de la lectura como de lo leído. De manera que podemos llegar a considerar a la lectura como una puesta en escena, una dramatización y en el mismo sentido hay que otorgarle una habilidad al copista para saber interpretar correctamente la “actuación” del lector (35). Tan importante es esto en la evolución del copista que está restringido al quehacer de copiar. Por ejemplo, existen documentos de la Edad Media donde se da a entender que el copista tan sólo
35.- Dentro del estudio de las “Artes liberales” estaba la Gramática, la cual preparaba para el arte de interpretar, esto es, cual era el significado e interpretación que ofrecía un texto, de ahí que el individuo debía: ser conocedor de las reglas para hablar y escribir bien, así como de los conocimientos precisos para comentar las obras literarias. Tales habilidades estaban a su vez estructuradas: la lectura (lectio) la explicación de un texto (enarratio) corrección del texto (emendatio) valoración del escrito, tanto desde el ángulo literario como moral o ético (judicium)
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es un oficio, es decir, que quien escribe un libro raramente lo hace él, sino que generalmente se dicta. Ello indica que el libro habría de ser estructurado mentalmente con anterioridad. Por este camino podemos considerar también la trascendencia de lo escrito y de quien tiene autoridad de escribir. Es este “punto de apoyo” quien permite sugerir la conveniencia de un útil activo y de su modificación, lo que lleva implícito los estilos caligráficos, la unión o separación de palabras, etcétera.
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V. LA LíNEA, EL GRAN ESLABÓN ENTRE CULTURAS La línea y el dominio del espacio
A
través del uso y el tiempo, la línea se fue convirtiendo en una herramienta artesanal, cuyo empleo se circunscribía a situaciones y espacios específicos con características particulares. De ese modo logró su independencia, pues había adquirido un lenguaje propio para cada situación. Así ha ocurrido con la línea en civilizaciones con una compleja estructura social, y donde ha intervenido como un elemento lógico en los ámbitos científicos. Se ha dicho que la escritura significa el fin de la barbarie, y a ella podríamos añadir otros hitos tecnológicos —el ábaco, por ejemplo— capaces asimismo de señalar el abandono del salvajismo por parte de los pueblos. Y en todo caso, lo que sabemos de aquellas primeras civilizaciones es que había clases sociales que vivían en el ocio, es decir: que tenían todas las necesidades sociales y económicas cubiertas. Sin la existencia de estas clases ociosas es de hecho difícil que exista el escriba, el sacerdote, el arquitecto, el artesano […] (1). Tipos todos ellos de individuos con preparación o, al menos, con tiempo suficiente para pensar y poder poner en práctica su pensamiento sin tener que preocuparse de la procuración de alimento, vestido, vivienda, etcétera. Son los primeros hombres 1.- Sobre la importancia de la tecnoeconomía y del ocio véase Historia de la Tecnología, Tomo1, de Derry y Trevor, E. Siglo XXI. México, 1991, pág. 9 y ss.
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que puede contemplarse frente a la naturaleza, frente al entorno, frente al universo, para adquirir un saber y un pensar que toma como medida al hombre y que se sumerge en su naturaleza. Protágoras lo comenta en el siglo V a. C. de una manera radical: “El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son”. La experiencia sensorial se manifiesta a través de la línea y la propia línea sirve para establecer los cánones entre el hombre y el resto del universo. En las civilizaciones de las que parte nuestro análisis, ya hay una seguridad intelectual, y ello conduce a teorías dogmatizadas, es decir, que afectan a la manera de convivir y de planificar esa convivencia, de transmitir la doctrina, etcétera. Se explica así que la línea aparezca en la Antigüedad como un elemento donde se materializa el dogma, ya sea en su acepción de dokein o como verdad absoluta. Y allí, en la propia naturaleza de la búsqueda del conocimiento, se encuentra inmerso el ritmo y la simetría, y será a través de la línea donde se manifieste o delimite. En estas sociedades donde el hombre se considera parte integrante e indiscutible del cosmos, todos los saberes especulativos: como las matemáticas, el arte, el color, la escritura, son elementos que pueden ser estudiados por sí mismos, en su específica singularidad. Sin embargo, todos están interrelacionados y obedecen a unos criterios y comportamientos determinados, cuya estructura es establecida de forma inexorable por la conducta sociocultural, pero con elemento común para poder ser materializados: la línea. Un ejemplo claro del establecimiento del espacio por la línea nos lo proporciona la geometría, que nos aparece desde sus comienzos como un compendio de lo especulativo y lo práctico. Herodoto se refiere a ella de manera esquemática (2), 2.- Del griego cfsnfxuk de la raíz ch tierra y nfxquy medir. Herodoto en la parte referida a Euterpe, cuenta que: “El mismo Sesostris, a lo que decían, hizo la repartición de los campos, dando a cada egipcio su suerte cuadrada y medida igual de terreno…. si sucedía que el río destruyese parte de alguna de dichas suertes, debía su dueño de dar cuenta de lo sucedido al rey, el cual, informado del caso, reconocía de nuevo por medio de sus peritos y medía la propiedad…Nacida de tales principios en Egipto la geometría, creo pasaría después a Grecia”. HERODOTO: Los nueve libros…o.c págs. 89-90.
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cuando menciona su aplicación en la agrimensura. Sin embargo, la geometría tiene una vertiente filosófica y por lo tanto más trascendente en estas civilizaciones antiguas, como sabemos a partir de los filósofos griegos. Gracias a ellos conocemos las teorías simbólicas depositadas en las figuras geométricas. Recuérdese la inscripción que rezaba en el umbral de la Academia de Platón: “No entre nadie que no sepa Geometría” y es que la geometría en tales contextos filosóficos ejerció una gran influencia entre las disquisiciones del cosmos y el microcosmos. Russell confirma que “la influencia de la geometría en la filosofía y el método científico ha sido profunda” (3). Así, por ejemplo, los egipcios consideraron el triángulo como un elemento perfecto y establecieron su semejanza con el propio universo. Esto se desprende, entre otros escritos, del relato que hace Plutarco en Los misterios de Isis y Osiris, acerca de esta figura geométrica: “El ángulo rectángulo como macho, la base como hembra y la hipotenusa como el producto de uno y otro. El primero está re-presentado por el número tres, la base por el cuatro y la hipotenusa por el número cinco” (4). No sería, pues, casualidad que los “harpedonaptas” (así se llamaban los peritos en mediciones) tomasen para realizar su oficio una cuerda que dividían en tres, cuatro y cinco partes. En la marca de las tres partes colocaban una estaca; desde ahí tomaban cuatro partes y colocaban otra estaca; siendo el resto de la cuerda igual a cinco partes, unían los dos extremos que quedaban libres para obtener el consabido triángulo rectángulo. La base asemeja la tierra —lo femenino—, donde se siembra y produce, y está además limitado. Lo vertical es lo masculino, el agente que siembra y es ilimitado. La hipotenusa se obtiene como resultado de la unión de ambos. Esta teoría simbólica de los números volvemos a hallarla, con el mismo significado, profundamente asentada en la escuela pitagórica, que hecha sus raíces tanto en los conocimientos egipcios como en los mesopotámicos. En estas culturas lo fundamental acerca de la abstracción, es decir, acerca del razonar sobre 3.- RUSSELL, B: Historia de la Filosofía. R.B.A. Barcelona, 2005, pág. 80 4.- PLUTARCO: Los misterios de Isis y Osiris. Indigo. Barcelona, 2002, págs. 89-91.
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lo limitado y lo ilimitado —la importancia de los gnómones—, fue la posibilidad de representar visualmente los números, ya que la estructura de las cosas dependía en su concepción de las formas geométricas y éstas se definían mediante números. En una acotación de espacio se puede crear un microcosmos; la delimitación o cierre de cualquier espacio, de manera elemental, sólo se establece mediante un círculo (unión de los extremos de una línea) o mediante la unión de tres puntos. La importancia de la geometría o de las matemáticas en el seno de la filosofía la encontramos ya desarrollada en Tales de Mileto (5), uno de los siete sabios de Grecia. Junto con Anaximandro y Anaxímenes, fue él uno de los maestros de Pitágoras. Al saber de sus predecesores, añadió éste sus conocimientos sobre la doctrina órfica: sus teorías y estudios sobre los números y la geometría hacen pensar en una recopilación de los saberes mesopotámicos y egipcios, cuando menos, ya implícitos en sus maestros, a los que añadió su propia adaptación personal. Así, por ejemplo, aun cuando la fórmula sobre el valor de la hipotenusa en relación a los catetos fuera ya conocida por los egipcios, fue establecido por Pitágoras en la relación 3, 4, 5. Desafortunadamente para Pitágoras, “este teorema condujo al descubrimiento de los inconmensurables, que parecía refutar toda su filosofía” (6). 5.- THALES era conocedor de la astronomía y matemáticas babilónicas, hay que recordar que parte de su fama le vino por haber predicho un eclipse por el año 585 a. C. De Egipto aprendió en los misterios de su religión y de su geometría, se le atribuyen cinco teoremas geométricos y la resolución de dos problemas prácticos: Las cuatro primeras aparecen en el libro primero de los Elementos de Euclides: - Todo círculo queda dividido en dos partes iguales por su diámetro. - Los ángulos de la base de todo triángulo isósceles son iguales. - Los ángulos opuestos por el vértice que se forman al cortarse dos rectas son iguales. - Si dos triángulos tienen un lado y los dos ángulos adyacentes respectivamente iguales, entonces los triángulos son iguales. - Todo ángulo inscrito en una semicircunferencia es un ángulo recto. - Resolvió la altura de la pirámide Keops, (el método egipcio para tal medición, se encuentra en el papiro denominado Rhind, en él hay una tabla para todo tipo de operaciones aritméticas, tiene unos cinco metros de longitud y es una copia de otro anterior. Es importante la frase que se puede leer: “Razonamiento exacto para averiguar las cosas y el conocimiento de todas las cosas, misterios... todos los secretos”.) - Calculó la distancia de una nave a la costa. 6.- RUSSELL, o. c. pág. 79.
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El pensamiento trascendental del hombre en relación al cosmos se escenifica a través de la línea, porque a través de ella es como puede materializarse la idea del cosmos y el microcosmos. Esa es la idea que en definitiva ha servido de inspiración a la actividad científica hasta nuestros días. No es vana la influencia pitagórica en esta concepción, pues la armonía entre lo místico, lo filosófico y lo científico tuvo consecuencias a partir de él no sólo en el ámbito de la filosofía griega, y muy especialmente en Platón (7) y en la escuela platónica heredada en la cultura occidental (8), sino también en la antigua Roma. En sus Disputaciones tusculanas dice Ciceron: “En Roma nadie era considerado instruido si no era pitagórico” (9). En Platón, la importancia de la geometría queda patente a través de varias de sus obras, en particular a través de la República y el Timeo. Atraído por las teorías pitagóricas, lleva a sus esquemas de razonamiento el saber matemático, de modo que éste sirva de pilar para fundamentar gran parte de su doctrina filosófica. Platón, basándose en la doctrina pitagórica 7.- La influencia de la escuela pitagórica le pudo venir a través de Teodoro de Cirene a quien se le atribuye el desarrollo de los números irracionales y la famosa espiral, y Arquitas de Tarente, quien tuvo gran importancia en el desarrollo de la teoría musical, “la octava pitagórica”, las razones numéricas de los intervalos, etc. La teoría de los intervalos también la aplica al Universo. Plutarco le imputa haber dicho que “Dios siempre hace geometría”. 8.- Desde una perspectiva puramente religiosa las ideas pitagóricas y platónicas se mezclan en Espeusipo, Jenócrates y especialmente en Ammonio Saccas y Filón de Alejandría, quien también toman algunos criterios aristotélicos y estoicistas para dar lugar al movimiento denominado Neoplatonismo. Se parte de Platón por aquello de que todo conocimiento es aprehensión de ideas y de Pitágoras por la doctrina de los números. Se trata de especular sobre la idea del conocimiento de la divinidad en cuanto es uno, a través de lo cual se llega a la tesis de la teología negativa. “El uno es anterior al algo. Por ello en verdad es inefable. Con cualquier cosa que se diga, se dirá algo. Y lo que está más allá de todas las cosas, más allá de la más alta inteligencia de la verdad que hay en todas las, cosas, no tiene nombre. Porque este nombre sería una cosa distinta de él.” PLOTINO, Enéadas texto recogido por VERNEAUX, R.: Textos de los grandes filósofos. Herder, Barcelona 1982, pág.122. El Neoplatonismo ejerció influencia en San Agustín, Dionisio Areopagita, Escoto Eríugena, quienes influyeron definitivamente en la filosofía del medievo, no solamente en la cultura cristiana, también en la judía y musulmana, conocida es la influencia de este movimiento en Avicena. Russell, dice que “la combinación de matemáticas y teología que se inició con Pitágoras caracterizó la filosofía religiosa en Grecia, en la Edad Media, y en los tiempos modernos hasta Kant” o.c.. pág. 81. 9.- CICERÓN, M.C.: Disputaciones tusculanas. Gredos. Madrid, 1990, I,1, XVI.
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y no siendo partidario de la búsqueda de soluciones a través del compás y la regla, establece, a partir de triángulos, cinco poliedros fundamentales: debemos explicar cuáles serían los cuatro cuerpos más perfectos, que, aunque disímiles entre sí, podrían nacer unos de otros cuando se desintegran […] la unión de cuatro triángulos equiláteros según tres ángulos planos genera un ángulo sólido, el siguiente del más obtuso de los ángulos llanos. Cuatro ángulos de estos generan la primera figura sólida, que divide toda la filosofía de la esfera en partes iguales y semejantes […] sea, pues […] la figura de la pirámide elemento y simiente del fuego […] El segundo elemento se compone de los mismos triángulos, cuando se unen ocho triángulos equiláteros […] el tercer cuerpo nace de ciento veinte elementos ensamblados […] cada uno rodeado de cinco triángulos equiláteros planos y con veinte triángulos equiláteros por base […] digamos que la segunda en la generación corresponde al aire y la tercera al agua. Para la cuarta figura parte del triángulo isósceles por composición de cuatro triángulos y reunión de sus ángulos rectos en el centro para formar un cuadrilátero equilátero […] la figura del cuerpo creado fue cúbica con seis caras de cuadriláteros equiláteros […] asignemos, pues, la figura cúbica a la tierra, puesto que es la menos móvil y la más maleable entre los cuerpos […] las caras más estables. El dodecaedro “el dios la utilizó para el universo cuando lo pintó”. (10)
De acuerdo con la doctrina del Timeo, no son simplemente líneas las que forman los triángulos, círculos o cuadrados de que se compone el universo, sino que son más bien la materialización de la idea, el modelo tangible, porque esos elementos forman parte de lo intangible y ello sólo puede ser aprehendido por la razón. La importancia de la línea para formar esos cuerpos geométricos que sustentan según Platón el universo, es que vuelve a ser la herramienta que nos permite escenificar el pensamiento 10.- PLATÓN: Timeo. Gredos. Madrid, 1992. Págs. 209 y ss. La alteración en el orden del texto se ha realizado para hacer coincidir la figura geométrica con su significado.
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—o si se prefiere, el idealismo. Las ideas están por encima de cualquier modelo canónico y por ello la línea es la herramienta fundamental para albergar no sólo la sustancia del ser sino también el elemento que ha de sostener el concepto y la energía de la creación. Es ahí donde la línea actúa como refugio y donde el entendimiento acude. Tanto en la República como en Timeo, la geometría patrocina no solo la ciencia del conocimiento del ser, sino también el de la belleza: Debemos pensar que todas estas cosas son en verdad tan pequeñas que los elementos individuales de cada clase nos son invisibles por su pequeñez, pero cuando muchos se aglutinan, se pueden observar sus masas y, también, que en todas partes dios adecuó la cantidad, movimientos y otras características de manera proporcional y que todo lo hizo con la exactitud que permitió de buen grado y obediente la necesidad (11).
Así, pues, la línea se convierte en común denominador de lo divino y lo humano, de lo abstracto y lo concreto, en algo tan simple como un elemento que une dos puntos o que delimita un espacio. El ejemplo representativo lo tenemos en los Elementos de Euclides, no sólo porque vuelve ociosa “cualquier obra anterior de análoga factura en geometría” desde el s. III a. C., sino porque con dicha obra se asienta el método axiomático (12). De acuerdo con este método, se establece que: 1) un punto es lo que no tiene partes. 2) Una línea es una longitud sin anchura. 3) Los extremos de una línea son puntos. 4) Una línea recta es aquella que yace por igual respecto de los puntos que están en ella. 6) Los extremos de una superficie son líneas (13). 11.- PLATÓN, o.c. pág. 211. 12.- EUCLIDES: Elementos. Gredos. Madrid, 1991. Págs.7 -8. En el Monasterio de Yuso existe una impresión a dos tintas en latín traducida del árabe, fechada en 1482 en Venecia y atribuida a Erhard Ratdolt, quien al parecer pudo ser discípulo de Gutenberg. 13.- Euclides ya no hace referencia al punto en el sentido pitagórico de mónadas, o como la filosofía de su tiempo para referenciar lo anterior a lo posterior. o.c. págs. 189-192.
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De esa manera, Euclides ya no contempla en sus Elementos la defensa a ultranza del riguroso método deductivo para estudiar geometría. En su libro, la línea ha pasado a ser herramienta común, deja de pertenecer al patrimonio particular para convertirse en patrimonio generalizado. Ello comporta evidentemente que la esencia acumulada por la característica propia y exclusiva de la particularidad sufra un desvanecimiento, toda vez que no siempre es ya portadora de una carga de energía tan reveladora. Esa palidez no se aprecia tanto en el arte ni en determinada simbología. Ciertamente, el libro XIII de los Elementos fue para los neoplatónicos algo más que Matemática: significó una piedra angular donde apoyar su pensamiento en la demostración cósmica y la simbolización teológica a través de la geometría. Esta concepción tendrá gran trascendencia tanto en la arquitectura como en la escritura y en las artes en general. Los Elementos proporcionan el ejemplo genuino de lo que representa la línea en el domino del espacio, tal y como ha señalado Sarton: representa la culminación de un esfuerzo de más de mil años […] Euclides fue el primero que reunió en una síntesis todos los conocimientos alcanzados por los demás y por él mismo, y que puso a todas las proposiciones conocidas un sólido orden lógico […] Muchas de las proposiciones de los Elementos pueden atribuirse a geómetras anteriores; pero es posible suponer que las que no se pueden adjudicar a otros fueran descubiertas por Euclides, y su número es considerable. Respecto al orden, se puede asegurar que es, en gran parte, obra de Euclides. Construyó un monumento tan maravillosos por su simetría, belleza y claridad internas como el Partenón, pero incomparablemente más complejo y duradero (14).
La obra euclidiana pone de manifiesto que la línea era ya un elemento de uso común. Como se había convertido en herramienta universal, él resuelve planteamientos puramente algebraicos a 14.- SARTON, G. : Ciencia antigua y civilización moderna. F.C.E. México, 1960. Págs. 31-33.
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través de soluciones geométricas. Esto podría parecer un paso atrás comparado con los métodos del álgebra de los babilonios y nos preguntamos cómo pudo haber sucedido. Es muy probable que la causa fundamental de esta regresión radique en el torpe simbolismo de la numeración griega; ¡era más fácil manejar líneas que los números griegos! (15).
La línea, en definitiva, no encuentra sustituto en sus funciones principales, que son, como ya hemos dicho, la de soporte de almacenamiento comunicacional y elemento definidor de espacio.
La línea como refugio del saber y la cultura Es innegable la influencia de la línea en la evolución del lenguaje, la escritura y la tecnología. Una y otra vez volvemos a los mismos planos para estudiar y buscar los ancestros de nuestra cultura, del desarrollo social, de la tecnología […] Los egipcios tenían un calendario de 365 días, cuatro mil trescientos años a. de C. Se recurre a las matemáticas sumerias o a los conocimientos astrológicos de los babilonios, a su arquitectura o a la egipcia, a los conocimientos de anatomía, etcétera, para explicar este devenir. Sin embargo ni el saber científico ni la tecnología mesopotámica-egipcia, fascinaron tanto como el acontecer griego. Grecia fue, o ha sido, durante siglos, el referente de la cultura y tecnología occidental. Las especulaciones sobre el por qué de la primera época oscura que se genera entre aquellas culturas y el deslumbramiento griego —un apagón, en el que al mismo tiempo hay una transmisión y acumulación de saberes hacia el Egeo— han sido muchas, y aun cuando nuestro propósito no es especular sobre ello, hemos de admitir que durante más de cinco siglos Grecia fue el centro cultural del mundo. No importaba dónde 15.- Ibídem, pág. 39.
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estuvieran los orígenes y cimientos del conocimiento que los griegos exhibían, porque la tendencia de su saber fue separar definitivamente lo humano de lo divino. Esta solución la encontró parcialmente en el mito y ayudó a que el pensamiento racional pudiera implantarse en el mundo conocido. El transmisor universal de esta cultura fue Alejandro. Los doce años de conquistas lograron que no solamente el área mediterránea fuera helenizada. Desde Persia al Nilo, se trataba de un espacio casi triangular donde Grecia haría notar su influencia ya que la clase gobernante de las ciudades que conquistara y de las que también fundara, fueron griegos. La más conocida de ellas fue Alejandría, fundada a orillas del Nilo, tras la conquista en el 331 a. C., y proyectada bajo la dirección de Dinócrates de Rodas. Este arquitecto la diseñó a base de líneas rectas (16) en la ubicación denominada entonces Rakotis, un poblado de pescadores que atrajo la atención de Alejandro. Esta ciudad fue la más atrayente del mundo conocido desde el 300 al 50 a. C. (su importancia fue tal que se hablaba de Alejandría y de Egipto). Como se sabe, a la muerte de Alejandro, los generales gobernaron su imperio, convertido en colonias, en nombre de Filipo Arrideo, su hermanastro y Filipo IV, hijo póstumo de Alejandro. El diadoco Tolomeo Soter, designado sátrapa de Egipto, es proclamado por su ejército rey, adoptando el nombre de Ptolomeo I Soter. Se inicia así la dinastía de los Ptolomeos. Alejandría pasó a ser la nueva capital de Egipto y el centro del conocimiento. La helenización de Egipto fue trascendental para el mundo, pues Ptolomeo I siguió mostrando tanto interés por la cultura (17) como lo hiciera Alejandro. Tal vez 16.- Dinócrates diseñó la ciudad de acuerdo a la costumbre que se había impuesto en Grecia desde el s. V. Una avenida central en línea recta, de una anchura aproximada de unos treinta metros, y perpendicular a ella se iban trazando calles y haciendo bloques en ángulo recto. La ciudad llegó a tener cinco distritos administrativos, cada uno de los cuales se conocía por las cinco primeras letras del alfabeto griego. Enmarcándose en el estilo dórico y jónico. 17.- “Tolomeo y sus inmediatos sucesores eran defensores de la ciencia y trabajaron para convertir Alejandría en la capital intelectual del mundo. En esto vencieron.. Construyeron una espléndida biblioteca y una famosa universidad, llamada el Museo porque era una especie de templo dedicado a las Musas, que eran las diosas protectoras de las ciencias y las bellas artes.”
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haya que pensar que la capacidad de persuasión de Demetrio de Falera (peripatético y compañero en el Liceo de Teofrasto y Alejandro) fuera decisiva para llevar a cabo un centro capaz de superar la Estoa de Zenón, la Academia platónica, el Liceo de Aristóteles o la Escuela de Epicuro (18): un lugar donde el pensamiento transcendiese lo público. Fue así como dio comienzo a la construcción del Museo y la Biblioteca, dos templos del saber y la ciencia, y será aquí, de manera manifiesta, donde la línea se proclama herramienta universal, aun cuando ya lo fuere. El Museo será el lugar de encuentro de los hombres de ciencia y un centro de investigación (19). En él, la línea vuelve a ser fundamental, pues el almacenamiento del conocimiento se hará a través de la escritura o de representaciones geométricas, mapas, etc. El Museo se dividía en cuatro departamentos (20), posiblemente atendiendo a la idea pitagórica de quadrivium potenciada por Platón. Ello facilita al hombre extender sus conocimientos, construirlos y ordenarlos, de tal suerte que se puede hablar de distintos saberes o de la emancipación del saber, construido como una epistéme, es decir: como un conocimiento preciso, estructurado y metódico, tan bien descrito en la Metafísica por Aristóteles. Alejandría, pues, pasa a competir y superar a Pérgamo, y ello es posible gracias a su prosperidad económica y a su estabilidad política con un poder centralizado. Mediante ventajas mateASIMOV, I.: Enciclopedia biográfica de ciencia y tecnología. Alianza. México, 1982 . Pág.23. A esta simple referencia, Sarton, o.c., y otros le dan una consideración e importancia mucho mayor. 18.- BOUCHÉ-LECLERCQ, en Histoire des lapides, I (Paris, 1903), pág.128, escribe : « A Demetrio hay que atribuir el primer proyecto de las memorables instituciones que tomaron forma oficial y definitiva durante el reinado de Filadelfo : el Museo y la Biblioteca » citado por MILLARES, o.c. pág. 228. 19.- El museo era el templo de las nueve musas griegas las cuales presiden el pensamiento en todas sus formas. En relación con el de Alejandría, Estrabón en el libro XIII de su Geografía dice: “El Museo ..tiene un paseo público, atrios con asientos y una casa grande en la que se encuentra el lugar de reunión común de los sabios [...] este grupo de hombres tienen sus pertenencias en común”. 20.- Literatura que a su vez comprendía (poesía, crítica, filología, comedia) Astronomía (astronomía, geografía), Matemáticas y Medicina. El quadrivium pitagórico estaba compuesto por Aritmética, Geometría, Música y Astronomía.
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riales, al igual que otras cortes, los Ptolomeos atraen a sabios, escritores, filósofos y artistas (21). El arte y la ciencia tuvieron una gran cita en Alejandría, y constituye la primera referencia histórica a una financiación gubernamental de fomento de la actividad intelectual. No obstante, es preciso reconocer que lo científico sobrepasó a lo artístico, posiblemente para satisfacer necesidades prácticas (22) . Destacadas presencias científicas fueron las de Arquímedes, Ctesibo y Herón de Alejandría. La Arquitectura se hizo notar más por la cantidad de construcciones de diversa índole, que por buscar soluciones diversas a las establecidas. Los trabajos de ingeniería en irrigación ampliaron las zonas cultivables. Los estudios en Geografía y Astronomía hicieron progresar la navegación y el comercio, destacando la presencia del peripatético Dicearco, que fue quien estableció la circunferencia de la Tierra en 54.000 kilómetros. Aristarco de Samos formuló la hipótesis de un universo heliocéntrico; Seleuco desarrolló la teoría de las mareas; Eratóstenes trazó un mapa dividido en paralelos y meridianos de toda la superficie terrestre conocida y Eudoxo, además de realizar un catálogo de estrellas fijas, intentó calcular la circunferencia de la Tierra y en Matemáticas trabajó sobre el método infinitesimal. Entre otros estudios, Arquímedes creó un sistema similar al cálculo diferencial, Herón desarrolló la trigonometría y Euclides publicó sus Elementos. En cuanto a la Medicina, se comenzó a estudiar el cuerpo humano mediante la disección. Herófilo y Erasístrato compusieron verdaderos tratados de anatomía y de análisis de la función del sistema nervioso y la del corazón, las venas y las arterias. En su Historia de las plantas, Teofrasto realizó uno de los mejores tratados de Botánica que se escribiera hasta los tiempos modernos. En pintura, se alcanza un gran perfeccionamiento técnico destacando Protegenes, Teón y Aeción. Asimismo, en esta época, se fecha la aparecieron de los mosaicos polícromos. También la literatura tiene una nueva vertiente con Menandro, lo que vino 21.- CROUZET, M.: Historia general de las Civilizaciones. Oriente y Grecia Antigua. Destino. Barcelona, 1969. Pág. 575 22.- BERNAL, J.: Historia social de la ciencia. Península. Barcelona, 1967. Pág.177.
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a llamarse la comedia nueva; o con Calímaco de Cirene, poeta de la corte, que destaca por sus epigramas, poesías cortesanas, elegías, y escritos sobre el origen de las costumbres. Dos causas hay que destacar en este mecenazgo ptolomeico. Una, la de buscar el reconocimiento de la posteridad, pues querían superar a Atenas. Y la otra, la búsqueda de soluciones para diversas necesidades de índole técnico (23). Sea como fuere, el éxito alcanzando fue innegable. Se cree que ya en tiempos de Ptolomeo II Filadelfo, la mitad de la población alejandrina leía y escribía en griego (24). No obstante, es necesario decir que algunos autores como Bernal consideran que las aplicaciones técnicas y avances que se obtienen en el Museo no son todo lo considerables que se cree, lo que no desmerece para que el autor resalte su trascendencia (25). Junto con el Museo murió asesinada la belleza y el saber de Hipatia, la primera mujer, de la que hay constancia, que llegó a dirigir un centro científico. Por lo que se refiere a la Biblioteca, Millares, entre otros, asume que en las postrimerías del reinado de Ptolomeo II contaba con más de cuatrocientos mil volúmenes, que con exclusión de los repetidos, podrían reducirse a unos noventa mil. Además 48, 800 volúmenes – probablemente los duplicados – se instalaron en el Serapeum, donde, en tiempos de este último monarca, se comenzó a organizar una segunda biblioteca.
Una de las cuestiones importantes es que en la biblioteca del Museo se redactó el “canon”, que tanta influencia tuvo en épocas posteriores, y que no era una clasificación bibliográfica, sino una nómina de los escritores que podían considerarse como mo-
23.- CROUZET o.c. pág 535; GRIMAL, P.: El Helenismo y el auge de Roma. (El mundo Mediterráneo en la Edad Antigua). Siglo XXI, Madrid, 1972. Págs. 120123; LÉVÈQUE, P.: La aventura griega. Labor. Barcelona, 1968. Págs. 433 y ss. GARCÍA FONT, J.: Historia de la ciencia. Danae. Barcelona, 1974.Pág. 113. 24.- ABBAGNANO, N. y VISALBERGHI, A.: Historia de la pedagogía. FCE. México, 1964. Págs. 120 y ss 25.- BERNAL, o.c. Pág. 185 y ss.
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delos en cada uno de los géneros literarios… La biblioteca del Museo pereció en tiempos de Julio César, después de la batalla de Farsalia… La biblioteca del Serapeum, después de la ruina de la del Museo, adquirió gradualmente mayor importancia. Plutarco nos ha conservado la noticia de que Marco Antonio regaló a Cleopatra doscientos mil ejemplares sustraídos a la biblioteca de Pérgamo. Generalmente se admite que la de Serapeum pereció al ser saqueado y destruido el templo de Serapis por los cristianos dirigidos por el patriarca Teófilo, en tiempos de Teodosio” (26).
Estas cifras dan una idea de la magnitud de la obra emprendida y la cantidad de dinero que hubo de invertirse. Sobre la parte técnica de los manuscritos, Svend Dhal nos refiere: no ha llegado a nuestros días ningún rollo en su integridad, pero sin duda lo corriente sería una longitud de 6 a 7 metros; arrollados, formaban un cilindro de 5 a 6 cm. De grueso, de fácil manejo, por lo tanto […] no se mantenía ninguna separación entre las palabras, lo que, naturalmente, dificultaba la lectura. En cambio era costumbre el señalar el final de un período en el texto con un rasgo, conocido por “paragraphos”, al comienzo de la última línea del período; la palabra se sigue utilizando hoy para indicar las partes del texto [...] Los escribas que producían los manuscritos literarios constituían una profesión importante con no escasa educación y eran retribuidos por el número de líneas, probablemente calculadas por término medio, o según la clase de manuscrito. Cuando el escriba había terminado su trabajo seguía la corrección del texto, bien hecha por él mismo, bien por un corrector, que enmendaba los errores del escriba e incluso escribía al margen observaciones críticas para la interpretación del texto (27).
Tras Alejandría, tomaron el relevo Pérgamo y las bibliotecas privadas, como la de Lucio Lucino Lúpulo, “quien poseyó dos bibliotecas, una en Roma y otra en Tusculum” (28). Pero cuando 26.- MILLARES, o.c. Págs. 227- 230. 27.- SVEND DHAL, o.c. Págs. 26-27. 28.- MILLARES, o.c.. Pág. 231.
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esto acontece el mundo ya había cambiado. Desde que Alejandro tuviera su visión globalizadora —la Hélade global—, el comercio mediterráneo había entrado en la época de pleno auge y Roma comienza a ser una realidad porque es la única que sabe asimilar de lo griego (29) y lo lleva a la realidad. Alejandría, la primera aldea global conocida, proyecto multicultural y multilingüístico, tendría un tímido brote en Toledo durante el s. XIII. La gran pirámide intelectual quedaría simplemente reducida a recuerdo, un recuerdo sostenido por la línea a través de los escritos porque “las más importantes fuentes históricas son las escritas, que se dividen en fuentes principales o documentos, y obras literarias en el más vasto sentido de la palabra” (30). ¿Cómo sería posible establecer la contribución de una lengua a otra u otro tipo de estudios comparativos sin estas fuentes? Es ahí pues donde quedó principalmente el conocimiento y quien lo sostuvo fue la línea a través de la escritura, documentos, planos, etc. Pero la línea, a la par que se universalizó, perdió parte de su valor mayestático. El uso común no permitía que tuviese otra función que la de herramienta y la letra había pasado también a ser la herramienta comunicativa por excelencia y contenedora del pensamiento. Fue, por así decir, como pasar del trueque a pagar con monedas. La tecnología y el propósito alejandrino permitieron que el concepto de comunicación trascendiera hacia una nueva y mayor dimensión. La demanda de información creó una participación activa mucho más amplia de la que se venía dando, estableciendo una propuesta más universal del saber y por lo tanto del proceso comunicativo. Se generó una reflexión dis29.- “A partir de la época de la guerra con Pirro y más aún de las guerras púnicas […] los romanos entraron en relaciones militares, diplomáticas y económicas con los griegos; tuvieron oportunidad de observar con sus propios ojos el alto nivel de vida de los griegos […] tan distante de la rústica simplicidad de la vida romana […] los actores y los traductores de obras griegas hicieron conocer a los romanos el verdadero teatro; los maestros, los doctores, los músicos y otros representantes de las “profesiones libres” eran casi sin excepción griegos”. KOVALIOV, S.I.: Historia de Roma. Akal. Madrid, 1979. Pág. 335 30.- KOVALIOV, o.c. Pág. 9
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tinta sobre el hecho de almacenar y usar esa información, en un estadio también distinto de todos los anteriores. Aparece claramente la figura del copista, el escriba deja de ser creador para desempeñar una mera función mecánica, también retribuida y distinguida, pero con un papel diferente al que desempeñaba. La escritura se convierte así en un arte, en el sentido de techné; y su ejecución, en un oficio. De ello surge claramente la propuesta de una sociedad del usuario del saber. Cuando menos, los modos de acceso al conocimiento se modifican, ya no basta simplemente la enseñanza oral sino que debe ser considerado el referente de autoridad de lo escrito. Es la globalización de producción de contenidos lo que sugiere Alejandría, cuando los textos se traducen a varias lenguas y de varias lenguas. En este desempeño aglutinador de saberes queda expuesto nítidamente el tema mercantilista del conocimiento. No se puede asegurar que haya una modificación de actitudes previas, pero sí que se agiganta con la compra masiva de escritos. Pero además, hay que contemplar el impulso centralizador, qué es lo que implica y cuáles son sus consecuencias. En un contexto más o menos estable, la centralización implicaba el poder. Evidentemente, el mecenazgo siempre ha sido el néctar para crear la colmena cultural, el punto central donde se produce y desde donde se parte: es el foco emisor, el lugar de referencia y por supuesto donde está el alimento. Pero casualmente también es por ello el lugar envidiado, lo que supone ser también el centro de todos los ataques. Alejandría nos proporciona al respecto un gran ejemplo. Todo este aglomerado hace que la cultura acceda al espacio económico con personalidad propia. Por lo que se refiere al saber, este impulso se concentrará en los libros, un soporte sobre el cual se almacenará eficazmente el conocimiento y las creencias. También en ellos, la síntesis del pensamiento humano y toda esa materialización de energía que contienen, es posible gracias a un elemento abstracto como es la línea y almacenado sobre un soporte elemental y frágil —tan fácilmente controlable para su uso como para su destrucción. Por esta razón, se transfieren al libro todos los valores innatos de la línea, en tanto que 116
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soporte que materializa el pensamiento. A ello se le ha añadido además el concepto mercantilista. En el contexto actual, la línea ha perdido su identidad como tal en la escritura. Si nos proponemos el ejercicio de establecer que es la escritura, en algún momento podríamos acordar que es un sistema o conjuntos de signos […], si nos preguntamos acerca del signo encontramos que es una señal o figura y que una señal es una marca […] y así podríamos continuar pero en ningún contexto aparecerá la línea como causante. Cuando se enseña a alguien a escribir no se le dice que la “a”, por ejemplo, es una línea que forma un semicírculo cerrado por otra línea perpendicular, por ejemplo, porque además de ser tremendamente prolijo, también resulta farragoso enseñar de esta manera el alfabeto. Las letras pasaron a ser algo en sí mismo, como una creación ex profeso. Cuando miramos un tratado de la evolución de los signos del alfabeto, nos parece una cosa singular e incluso curiosa de cómo del dibujo de una cabeza de buey se llega a la “A” y es que efectivamente en la fase fonética el signo pasa a tener valor propio, por ello la línea su propia identidad y pasa a ser herramienta común, tal como el hierro que sirve para hacer un martillo, el yunque, la espada o el arado. Es por ello que la escritura, ya conformada, no es sino un don que los dioses dieron a los hombres.
La cultura tras la caída del Imperio Herodoto habla de los etruscos; Apiano de Alejandría, en su Historia de Roma, traza la cronología de las invasiones y conquistas romanas desde la antigüedad hasta Trajano; Tito Livio las amplía hasta Druso; Plutarco aporta datos en sus Vidas Paralelas; Varrón nos introduce en el origen de la Lengua latina; y el gran Virgilio nos regala la Eneida. A través de estos autores, sabemos cómo la pequeña tribu de los latinos que ocupaba la parte septentrional del Lacio, a base de pactos con las tribus itálicas y leyendas, pasa de una prospera comarca agrícola a ser una realidad que en el siglo III a. C. ya supera los confines de la península de los Apeninos, para comenzar y llegar a convertirse 117
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en la “potencia mundial que encerrará en sí todos los elementos de las formaciones estatales que le habían precedido en la zona del Mediterráneo”. Pero en este imperio dual de patricios y plebeyos, la heredad helénica sigue teniendo una gran importancia. Roma fue arrastrada a la órbita de las relaciones mediterráneas cuando ya la civilización helénica había alcanzado un grado tal de desarrollo, que a Roma no le quedaba otro camino que imitarla o copiarla. Por esto la vida romana no fue del todo original. El mérito de Roma consiste principalmente en la difusión en el Occidente atrasado aún, de la civilización helénica, adaptada a las exigencias romanas (31).
Escapa a nuestro propósito establecer aquí una cronología de cultura romana que tal vez podría comenzar con las inscripciones de la llamada “estela arcaica” —una escritura realiza de manera boustrofédica (del griego buey; y: volver, andar en sentido contrario, es decir, la lectura se hace en el primer reglón de derecha a izquierda y en el segundo de izquierda a derecha y así sucesivamente, es cómo si se estuviese arando un campo)— con los anales de los pontífices o los versos saturninos de Nevio. Y si la escritura tiene una clara ascendencia helénica, al igual que el teatro, la arquitectura y artes figurativas, también lo tiene supuestamente la enseñanza. Ella, a pesar de los avatares políticos y económicos con que se tejieron el Imperio y que siguen acosándolo desde el s. II a. C., no sufre menoscabo, muy al contrario, es fundamental para la clase alta y media. La cultura, engrandecida en tiempos de Augusto, poco cambia hasta las invasiones bárbaras, donde el sentido de lo helénico perdura pero con la superioridad que da el Imperio y desde luego sin perder el criterio dualista. Así, por ejemplo, los centros culturales más importantes de la Galia, Hispania, Britannia, etcétera, adoptan el latín como lengua escrita para asuntos oficiales y por lo tanto como lengua oficial. Se trataba de un privilegio que, como dice Childe, era menester solicitar. De 31.- KOVALIOV, o.c. Págs. 4 y 5.
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esta manera la burocracia interviene en la determinación de la cultura y acaba implantando también un mimetismo proveniente de los centros más importantes. Una influencia que se advierte desde los tipos de letra hasta los autores y obras potenciados en la corte. Necesariamente se debe conocer a Homero o a Menandro, aun cuando se estudien los textos de Virgilio u Horacio. De acuerdo con Platón o Aristóteles, se sigue aprendiendo algo de música y de astronomía, antes de pasar a la escuela de retórica donde se aprendían las técnicas de la elocuencia. El quebranto del criterio disciplinario romano, los problemas socioeconómicos y las luchas intestinas, da lugar al desmembramiento del Imperio. Es interesante la exposición que Pierre Dockés hace de la situación: la crisis del Estado, la económica, la monetaria, la fiscal, la urbana, son explicables parcialmente a su nivel local (hay una cierta autonomía en la dinámica de ellas), pero ante todo repercuten unas sobre otras de manera aparentemente inexplicable. Hasta el extremo de que lo más difícil de comprender no es tanto este tejido de efectos acumulativos, estas retroacciones de efecto multiplicador, como las causas de la remisión, hasta brillante a la postre, de la cual se beneficia el Imperio. Es necesario, pues, formular hipótesis para descubrir los encadenamientos, las causalidades dominantes. El proceso plurisecular de concentración de las tierras, de enriquecimiento y de reforzamiento de los poderosos, la pauperización de las clases intermedias, se nos presentará como una cuestión estratégica: responsable en cierto modo de la crisis, se refuerza en ésta. Efectivamente, en el siglo III los grandes propietarios se enriquecen, extendiendo sus dominios, se reafirman y se autonomizan sobre sus villae. Productores y acaparadores de víveres, especuladores, obtienen considerables beneficios y los reinvierten en tierras (tanto más cuanto que la moneda pierde muy rápidamente su valor). Paralelamente, los pequeños campesinos son agobiados por el fisco; son los más pobres los que deben vender en primer lugar, pero pronto las clases medias urbanas y aquellos de sus miembros que eran hacendados debe ceder también. Los poderosos, refugiándose en sus villae, obligan a seguirles a las masas que dependían de sus subsidios
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y de sus gastos. En los campos no hay ya más que los grandes propietarios y quienes dependen de ellos. La crisis general de la sociedad, reforzando el proceso de concentración de las tierras, divide a la sociedad civil (los libres) en dos únicas clases, los poderosos y los pobres, elimina las capas intermedias (32).
La división de Oriente y Occidente abre un gran portillo histórico, no simplemente en la estructura socio-política sino también en la cultural y religiosa. Roma y Bizancio fueron dos mundos cada vez más alejados. La invasión de los germanos, las tribus que llevan a cabo la “conquista” del Imperio de Occidente, no son esas multitudes de guerreros feroces afluyendo de Germania como la leyenda lo refleja. Se trata de hordas debilitadas, vencidas y diezmadas por los razzias esclavistas. No hay guerras de conquistas, sino ante todo de penetración paulatina, prácticamente pacífica, en un Imperio donde toda estructura central se ha derrumbado, de germanos pasmados en ver caer los muros de ese Imperio a cuyas puertas, hasta ese momento, golpeaban y en el que entraban de puntillas (33).
Esta conquista germana determina una estructura social diferente, principalmente por el sentido de la libertad. Llegará un momento, entre el siglo IV y V, en que todo es parecido al bandidaje, por ello la adquisición de la cultura por parte del individuo se reducen al mínimo en la parte occidental, mientras que Oriente puede mantener durante algún tiempo el ritmo de la vida urbana con todas sus implicaciones. La escritura no fue olvidada. En Alejandría y Bizancio los textos científicos y literarios fueron copiados y guardados cuidadosamente (34).
La creación, en Occidente, de los reinos vándalos, borgoñeses, francos, etcétera, tienen una nota común, que es la sustitución 32.- DOCKÉS, P.: La liberación medieval. Fondo de Cultura Económica. México, 1984. Págs.99 - 100. 33.- DOCKÈS, o.c. pág. 105-106. 34.- CHILDE, o.c. pág.295.
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paulatina de la cultura grecorromana por otras culturas de características nacionalistas, aunque no tan ricas de contenidos como aquella. Vuelve pues a producirse otra época oscura, pero esta vez mayor alcance y más devastadora. Será nuevamente la línea quien salve parte del legado cultural y científico humano; pero también será la línea causa de pérdidas irreparables, pues de la misma manera que lo guardado en un libro sirve para inspirar o promover la creación, también sirve para argumentar la destrucción. Lo cierto es que desde la época en que van apareciendo reinos personales y patrimoniales, la Administración vuelve a ser rudimentaria y el saber acumulado queda debilitado: como ya no es posible transmitirlo de manera homogénea ni en la misma proporción, sólo los escritos son capaces de conservar la bondad del pensamiento humano. Pero esa energía contenida en la escritura —en los libros—, no es percibida por todos como una síntesis del legado humano a través de los siglos, sino como una fuerza que afecta o puede afectar, según los casos, de manera positiva o negativa en el devenir del individuo. Por eso, desde el año 600 a. C. y hasta el 700 d. C., la humanidad se había adentrado en unos planteamientos religioso-filosóficos que afecta a su trazo esencial. Mientras lo que podemos considerar religión oficial se desmorona, aparecen individuos con propuestas universales ético-religiosas que hacen tambalear definitivamente a las viejas creencias, sin importar ya la condición social. Desde Oriente a Occidente, desde Lao-tse y Confucio hasta Mahoma, cada propuesta iba dirigida al individuo de manera particular, el ofrecimiento ultraterreno era para todos y en la misma consideración. Estas proposiciones que culminan en promesas, aceptadas por las comunidades y además en forma escrita, no sólo fueron concebidas como algo local sino como una doctrina revelada de una manera u otra, y que afectaba a todo el género humano. De esa forma, que el devenir religioso futuro está basado en la integridad y grandeza de las conductas personales. Pero esos articulados religiosos escritos no están al alcance de cualesquiera, sino que son depositados en legítimos herederos y tan importantes son los fundamentos como quienes los 121
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promovieron, ya que en ellos se ve la cercanía del propio Dios. La interpretación o el deseo universal hace que estas creencias alcancen y se incorporen en los planteamientos políticos por unas causas u otras, y lo que hoy conocemos como fundamentalismo es algo que se vivió durante décadas, incluida la fórmula cruenta, para conseguir que el hombre pudiese alcanzar libremente el bienestar y la felicidad en el mundo ultraterreno. De tales interpretaciones, en una u otra cultura, se siguió la destrucción de millones de libros y es posible que de toda esa energía desprendida y devuelta al eter, aplicando la teoría de Anaxímenes, se fuese solidificando poco a poco, durante ese periodo que se denomina Edad Media. Una época donde la cultura en Occidente encuentra su refugio en los monasterios y la línea, que conserva en la escritura los rasgos romanos, fundamentalmente de la cursiva, vuelve nuevamente a convertirse en una aislada y poderosa herramienta que almacena todo tipo de conocimiento, en un soporte con un gran poder propio, pues aún cuando ya lo tuviera, ahora nuevamente se le incorpora la incidencia del ámbito espiritual. La línea volverá a ser fuente inagotable para el pensamiento. Otro tanto pasará con la arquitectura. Asuntos que pudieran parecer secundarios a primera vista tienen en la vida cotidiana de aquel tiempo una gran influencia. Hablando de los gustos de la época —de lo que vulgarmente se conoce como moda—, la toga, por ejemplo, se cambia por la túnica, ceñida al cuerpo y que da mayor libertad de movimientos. La desnudez que distinguía, en la Grecia clásica, al hombre civilizado del bárbaro, pues éste iba vestido, pasó al olvido, al igual que el atletismo, para dar paso a los juegos circenses. La guerra era un oficio, de tal suerte que cuando había períodos de paz, era preciso sustituir esta y así se organizan cacerías de animales exóticos traídos de otros países a cualquier precio. Los contextos socioculturales fueron cambiando, tanto en Bizancio como en aquella Alejandría, dentro de la esterilizante atmósfera de un estado teocrático. Comenzó a revivir un clima más benigno del Irán sasánida (en la Universidad de Jundîshâpur, 530-580) [...] la corriente
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sanguínea del viejo organismo, enriquecido por las nuevas experiencias asimiladas por los árabes, se estaba vertiendo en un nuevo recipiente, en Europa, a través de las provincias moras de España y Sicilia (35).
El avance del cristianismo, consolidado por Constantino como sabia medida política, y declarado religión oficial del Estado por Teodosio a finales del siglo IV, vino a plantear aspectos transcendentales en las culturas. Aunque quedaban escasas reminiscencias de la antigua profetisa Sibila de Cumas, los círculos dirigentes del cristianismo hubieron de hacer frente a las herejías del gnoticismo, montanismo, arrianismo, paganismo, neoplatonismo, etcétera. El emperador Juliano publicó un edicto prohibiendo a los filósofos, gramáticos y rétores cristianos enseñar en las escuelas [...] Todo ello fue una secuela que se prolongó hasta Teodosio, quien pese a erigir el grandioso templo de Santa Sofía en Constantinopla, como testimonio del poder del Imperio y de su devoción como emperador, no pudo evitar que la aristocracia tendiera hacia un eclecticismo en sus afiliaciones religiosas, mezclando diversos cultos. Este sincretismo religioso estuvo soterrado durante siglos y sirvió, entre otros movimientos, como caldo de cultivo para la iconoclasia. Constituía ésta un reflejo de la expansión islámica y la tradición judía (36), que prohibían elementos figurativos en los recintos religiosos. En ellos, los elementos decorativos y artísticos tuvieron como elemento principal la línea. Así, por ejemplo, en la cultura árabe hay un gran desarrollo en la percepción visual de la lengua, de modo que la escritura está integrada en el arte —es un arte en sí misma. De esta suerte, en siglo VIII, la querella iconoclasta llevó a los teólogos a tratar no solamente de cuestiones religiosas sino también de arte y cultura. Se consiguió así que el apogeo artístico que se diera ya en 35.- CHILDE. o.c. pág.296 36.- En el Corán no se prohíbe explícitamente la imagen, lo que promulgan los musulmanes es el “aniconismo” la vacilación en la creación de imágenes. El evitar imágenes, está apoyado más por argumentos intelectuales y teológicos, ya que sólo Dios puede dar la vida y está condenada la idolatría, con la representación de un ser vivo hay sospecha de idolatría.
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el siglo IV y que pudo haber engrandecido el arte paleocristiano, se viera truncado por considerar que había reminiscencias con las tradiciones paganas, quedando solamente un débil cordón umbilical con la cultura helenística. Como contrapartida, se refuerzan el sentimiento ascético y la expansión del monasticismo. El arte paleocristiano y bizantino nos interesa por la cantidad de símbolos que maneja, la colocación de los mismos, así como también por las inscripciones y mensajes que aparecen tanto en los frescos como en los mosaicos e íconos. Lo mismo le ocurre al musulmán, que adopta la estrella en formas diferentes y desarrolla a partir de ella unas complicadas ramificaciones geométricas. A ellas se le añade, en muchas ocasiones, una exhibición floral, posiblemente de influencia India. De otra parte, la elección de figuras y la solución de los problemas técnicos y visuales en relación con los espacios, así como el color, tienen mucho que ver con las ilustraciones o miniaturas (37) de los manuscritos religiosos. Como se sabe, los egipcios ya iluminaban o ilustraban sus libros, en particular el Libro de los Muertos. También esta tradición pasa de Egipto a Grecia y la relación que mantiene la filosofía griega con las ideas cristianas abarca esta tradición de iluminar manuscritos, fundamentalmente en la cultura de influencia bizantina. La cultura romana no puso empeño en la ornamentación del libro, sino que su cuidado se centró en la pulcritud de la escritura. No obstante, en la Edad Media, ante la incultura popular y para la comprensión del pueblo aparecen escritos litúrgicos miniados. Las técnicas bizantinas se extienden por los monasterios, al igual que influencias provenientes de las islas británicas, muy especialmente de Irlanda. Ya en los siglos VII y VIII los códices merovingios son de una gran importancia. La suntuosidad de las letras capitulares, la decoración de los títulos e incluso de páginas enteras son de una bella complejidad y magistral resolución, a través de colores 37.- Miniatura procede del latín miniare. El minio es óxido de plomo de color anaranjado que se empleaba para subrayar o pintar el título de un libro, sus capítulos o capitulares. Por extensión también se denominó a sí a las ilustraciones que acompañaba al texto.
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amarillos, verdes, rojos, azules y la utilización de pan de oro, a la usanza bizantina. En el alto medievo, los monasterios serán el espacio apropiado para la protección de la cultura, ya que, generalmente, están construidos en lugares deshabitados. En principio no poseen riquezas y fomentan la función caritativa y benéfica, con lo cual más que despertar el ansia de la posesión despiertan el deseo de protección. Esta circunstancia hará que la vida cultural y educativa occidental quede bajo la protección de la Iglesia. Un proceso que se delimitará más cuando vaya afianzándose el feudalismo, mereced al cual la estructura social, política y religiosa realiza unos giros muy significativos. La pérdida de libertad de los colonos lleva aparejado, de alguna manera, el innecesario afán por la cultura, ya que un modelo de sociedad autárquico y carente de importantes transacciones mercantiles no la requiere, apenas si hay más horizontes que el feudo. Así, pues, la cultura queda delimitada en Occidente, durante la Edad Media, a los monasterios, mientras que en Oriente aún quedan algunas escuelas, la mayoría regidas por clérigos, aunque ya con diferencias de pensamiento respecto a la Iglesia romana. En esta estructura social, casi en las postrimerías del siglo V surge la figura de Boecio, hombre de profundos conocimientos neoplatónicos (38), adquiridos en Atenas y Alejandría. Senador, Cónsul Romano y Magister Officiorum —cargo que le otorgó, en Rávena, Teodorico—, sus enseñanzas y fundamentalmente sus traducciones al latín de una parte de la obra de Aristóteles, fueron esenciales para el pensamiento del medievo. Aunque Boecio fue ejecutado cuando sólo contaba 45 años, su alumno Casiodoro le siguió en fama o tal vez le aventajó. Su saber y sus escritos unieron el mundo antiguo con el medievo, 38.- Filosofía místico-religiosa, fundada en el s. III por el filósofo Plotino, sobre la base del platonismo y con fuertes tendencias gnósticas. Los neoplatónicos se representaban el mundo como emanación de la fuerza divina, proveniente de un absoluto inalcanzable (Dios). Los neoplatónicos ponían en cada fase de la emanación a los dioses y a los demonios de las religiones orientales. Historia de Roma, o.c. pág. 819
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a la par que establecían en los recintos monásticos un quehacer cultural por medio de las diversas escuelas, a saber: las Artes Liberales (que hacen libres a los hombres) y cuyos estudios lo forman la gramática, la retórica y la dialéctica (trivium); más la aritmética, la geometría, la astronomía y la música (quadrivium). La rememoración pitagórico-platónica es evidente. Estableció además escuelas de Teología, de copistas, de traductores, etcétera. Desde el monasterio de Vivarium, fundado y dotado por Casiodoro (que, aunque nunca fue monje, se retiró allí tras la muerte de Amalasunta, madre de Atalarico), se expande la idea de que los monasterios son establecimientos de ciencia, saber y aprendizaje. Islas en medio de un mar de incultura y de unos Estados a los que nada importa la enseñanza, Casiodoro establece la figura de “doctor”: un especialista en Sagradas Escrituras y en cultura general, que perfecciona el modelo agustino (39). El copista, según Casiodoro, era como un de guerrero, pues con las “armas” de la escritura, el poder hacer copias de los textos sagrados era como levantar murallas, defender a las almas desvalidas e indefensas ante el mal. Más aún, a través de la copia se podía llagar a la salvación (40). De ahí también que elogiara la labor del copista, el cual tenía que ser absolutamente fiel al original, pues aquel continente —la obra escrita—, era el lugar donde se encontraba la sabiduría y los símbolos con que alcanzar la salvación. Interesa destacar de entre sus obras, además de su Variae, un compendio de reglas ortográficas De orthographia, recopilada a partir de autores latinos, ya que la enseñanza de tal materia en esta época tenía grandes dificultades. Junto a Boecio y Casiodoro, es una de las figuras importantes en Italia por cuanto marcan un hito en la cultura del 39.- San Agustín, en su obra De doctrina cristiana, es quien defiende la utilidad del conocimiento de las artes profanas, para la comprensión de las Sagradas Escrituras, así como de la gramática. La enseñanza de la gramática encontró una dura oposición en los principios del cristianismo, como algo pagano, ya que los romanos lo consideraban como una ayuda al bien común y otorgaba satisfacción al individuo. 40.- En el ámbito escolástico era conocida la historia del monje copista, el cual para expiar sus culpas se propuso la copia de un grueso volumen. Tras su muerte, este trabajo le sirvió de mérito para no quedar encadenado a las penas del infierno y poder volver así a la tierra para terminar su remisión.
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Medievo. Un papel similar cabe asignarle a Gregorio de Tours en Francia, a Isidoro de Sevilla en España y al monje benedictino Beda en Inglaterra (41). Entre los siglos V y VI, el descontrol social también influye en el clero, de tal suerte que conversos y estudiantes acudían a las enseñanzas de los grandes maestros cristianos para apartarse de “la corrupción de la ciudad y de la vida frágil”. Por ello, en la búsqueda de la perfección cristiana una de las fórmulas las encontraban en el eremitismo y el monacato. El monaquismo, proveniente del anacoretismo, estaba ya muy arraigado en Constantinopla en el siglo IV. En sus cenobios no solamente era exclusiva la motivación teológica, sino también la cultural (42). Aunque había reglas que regían la congregación, los monjes, principalmente en Occidente, no sintieron esa conformación familiar hasta la creación de la Regla de San Benito. Hasta entonces, podían vivir unos cuantos monjes en comunidad pero sin atenerse a unos criterios comunes. Por eso, las normas establecidas en Montecasino no sólo tuvieron 41.- “Todo esto concerniente a la historia eclesiástica de los Bretones, y en especial de los Ingleses, yo Beda, servidor de Cristo y presbítero del monasterio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, de Wearmouht y Jarrow, lo he redactado con la ayuda del Señor, recogiéndolo, en cuanto he podido, de los antiguos documentos, de la tradición de los ancianos y de mis propios conocimientos. Nací en el territorio del predicho monasterio, y a los siete años mis parientes me confiaron al abad Benito, y luego al abad Ceolfrido, para ser educado. Mi vida le he dedicado a la meditación de la palabra divina, y en medio de la monástica observancia y después del oficio coral, mis ocupaciones preferidas han sido estudiar, enseñar y escribir. A los diecinueve años fui promovido al diaconado y a los treinta al sacerdocio. Desde mi ordenación sacerdotal hasta el presente, cuando cuento ya cincuentainueve años, recogiendo textos de los padres o interpretando su mente, he compuesto varios comentarios bíblicos, para mi utilidad y para la de mis hermanos”.Recogido por Canal Sánchez, J. M. en Enciclopedia Ger, Tomo 3, pág.833. 42.- San Pacomio, fundador de la vida cenobítica, en Egipto, en sus Preceptos 139 a 141 dice: “Al recién llegado al monasterio se le enseñará primeramente lo que debe observar; luego, cuando después de esta primera instrucción haya aceptado todo, se le indicará que aprenda veinte salmos, o dos epístolas del Apóstol, o una parte de otro libro de la Escritura.”/ “Si es analfabeto, irá, a la primera, a la tercera y a la sexta hora, a encontrarse con aquel que puede enseñarle y que fue designado para ello. Se mantendrá de pie delante de él y aprenderá con la más grande atención y gratitud. Seguidamente se le escribirá las letras y las sílabas, los verbos y los sustantivos, y se le forzará a leer aunque rehuse hacerlo.” / “En general, nadie en el monasterio quedará sin aprender a leer y sin retener en su memoria algo de las Escrituras, como mínimo el Nuevo Testamento y el Salterio.”
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una gran importancia en el orden religioso, sino también y muy significativamente en el cultural (43). La vida cotidiana monástica, según la regla benedictina, estaba estructurada en una sabia proporción entre oración, lectura y trabajo. De esta manera “el arte de escribir pasó de los esclavos a los monjes, por la necesidad en que se encontraron de propagar los escritos, las polémicas, las oraciones...” San Benito impuso por obligación a los monjes de su orden el copiar; también hubo monjas que se ejercitaron en este trabajo. Guignes, prior de la gran Cartuja, decía en sus estatutos: “Inmortal es la obra del copista; transcribir manuscritos es la tarea que más se adapta a religiosos letrados”; y añade: “Enseñemos a leer a todos los que recibamos entre nosotros por el anhelo de conservar los libros como eterno pasto del alma” (44). La bondad y aceptación que presentaba esta Regla era de tal magnitud que el Congreso de Aquisgrán, en el 817, optó por que los monasterios se rigiesen por tales normas. Benito de Aniano promovió dentro de la orden benedictina la tendencia ritualista, cuyo exceso de oraciones, ceremonias y solemnidades, obró en detrimento de la lectura y el trabajo, como había sido constante en el monacato medieval. Los monjes se pasaban gran parte de su tiempo en el coro, suprimiendo definitivamente el trabajo manual. La proporción que se había establecido en Montecasino quedaba rota y marcaba el inicio de una decadencia. La máxima expresión de Aniano se centró en Cluny, monasterio fundado en el 910, que a lo largo de los siglos X y XI fue el más influyente y poderoso centro de reforma, no sólo en cuanto a imposición de normas y estructura monacal sino en la asunción de cargos políticos y eclesiásticos y consecuentemente en el 43.- San Benito en los capítulos 48 y 73 de su Regla dice: “La ociosidad es enemiga del alma. Por eso los hermanos deben ocuparse en ciertos tiempos en el trabajo manual, y a ciertas horas en la lectura espritual…. Desde la hora cuarta hasta aproximadamente la hora de sexta, dedíquense a la lectura” / “Porque ¿qué página o qué sentencia de autoridad divina del Antiguo o del Nuevo Testamento, no es rectísima norma de vida humana? O ¿qué libro de los santos Padres católicos no nos apremia a que, por un camino recto, alcancemos a nuestro Creador?” 44.- CANTÚ, C.: Historia Universal. F. Seix Editor, Barcelona,1901.Tomo V, pág. 6
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dominio de la cultura (45). En el siglo X, la escuela Fleury-surLoire, del monje cluniacense Abbón de San Benito, llegó a contar con más de cinco mil escolares y exigía la copia de dos tomos a cada uno de ellos. Esta escuela fue famosa porque vino a paliar las deficiencia literario-filosóficas y teológicas del llamado «agujero del siglo X». Las crónicas y cronicones (crónicas en verso, tal como la de Eusebio de Cesárea, segunda parte de La Crónica, realizada a base de cuadros sincrónicos en columnas sinópticas paralelas, con glosas indicadoras de los principales sucesos de la historia y traducida al latín por San Jerónimo en Constantinopla), al igual que los anales de casi toda la Edad Media, se deben y conservan gracias a los monjes, hasta finales del XII, en que se comienza a escribir en lengua vulgar. La escritura de libros llega a ser de tal importancia que los monjes pedían a menudo el derecho de caza, con el fin de obtener así el pergamino y material de encuadernación. En la Baja Edad Media, los monasterios habían alcanzado otro significado y otra trascendencia muy distinta a la primigenia, de tal suerte que los prelados seculares, reyes y señores laicos gozan canónicamente de los bienes monacales como si fuesen religiosos profesos. Es preciso recordar aquello de San Jerónimo, “el oficio de monje es sufrir y no leer”.
El resurgimiento de una nueva cultura, el Imperio de Carlomagno Pipino el Breve, llamado así por su estatura, es consagrado por segunda vez (46), en la abadía de St. Denis, el 28 de julio del 754, 45.- Los cluniacenses no sólo invadieron los monasterios sino también las cortes reales, episcopados, prelaturas incluso el papado, Gregorio VII y Urbano II. Lucharon desde estos sitiales con denuedo contra la simonía, el nicolaísmo y otros abusos y desviaciones clericales. Potenciaron la disciplina, pero sobre todo crearon lo que se dio en llamar “Ordo cluniacensis”, suprimiendo la autonomía de los monasterios y sujetándolos a una casa central o a una de sus sucursales a las cuales llamaban “hijas de Cluny”. 46.- La primera vez fue en noviembre del 751, cuando fue depuesto y encerrado en el monasterio de St. Bertin, el último rey merovingio Childerico III, haciéndose elegir y consagrar Pipino por el legado pontificio en St. Médard de Soisson, convirtiéndose así en el primer rey carolingio
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por el Papa Esteban II, con el título de Patricius Romanorum, para sí y sus descendientes. Estrecha de esta manera la relación del reino franco con la Iglesia de Roma y abre una nueva época en la cultura de Occidente, consolidada por su hijo Carlomagno quien trata de lograr una imagen original en un soberano descendiente de “bárbaros”. Recuérdese que Carlos Martel, en el 725, había confiscado las tierras de los obispos y de los monasterios con el objeto de retribuir a los señores feudales que les habían ayudado a sofocar las revueltas de las regiones periféricas y vencer a los sajones y a los sarracenos. A propósito de tal hecho, un obispo dijo haber tenido un sueño en el cual el rey sufría los suplicios del infierno. Carlomagno, junto con su hermano menor Carlomán, fue coronado rey de los francos en el 768. Tres años más tarde, sin que apenas las discordias entre ambos hubieran sido posibles, muere Carlomán, dejando un heredero de corta edad, por lo que los francos designan único gobernante a Carlomagno. Las primeras décadas estuvieron encaminadas principalmente a las actividades políticas y militares, pero tras el sometimiento de los avaros, pueblo turco-mongol, instalado en Europa central, hacia el 780 y la consecución de su fabuloso tesoro (se precisaron 15 carretas tiradas cada una por cuatro bueyes, para transportar solamente el oro, la plata y ornamentos preciosos), hacen posible un magnánimo mecenazgo. El rey se propone emular a Augusto y conseguir la resurrección cultural del Imperio junto con los días de gloria romana. En la Navidad del año 800, el Papa León XIII, le corona emperador con la fórmula Romanum Gubernans Imperium. El palacio de Aquisgrán fue el símbolo más representativo de la Nueva Roma que ahora rivaliza con Constantinopla. Carlomagno supervisa el trazado donde debe situarse cada establecimiento, cuyo conjunto palaciego ocupaba 20 hectáreas, el foro, el senado, los baños, el acueducto, etc. En la capilla palatina se ha querido ver una réplica a la de San Vital de Rávena, erigida por Justiniano, aunque su arquitecto Eudes de Metz puso su originalidad en la cúpula y en la altura total, tal vez llegó a medir 36 metros y fue la expresión del poder imperial. Para esa iglesia de planta octogonal, el Emperador hizo traer de Ravena columnas 130
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y capiteles tallados, rejas, entre otros, y consiguió expertos en fundición para realizar en relieve puertas de bronce con pomos de cabeza de león. Aunque no se tiene certeza de ello, es muy probable que acudieran a la corte artistas bizantinos y sirios, además de italianos e incluso de las Islas Británicas, expertos en escultura, pintura, arquitectura, fundición, entre otros. El afán de romanización no solamente abarca la vida secular sino también la clerical. El canto gregoriano llevado a París por los cantores del Papa Esteban II para la coronación de Pipino, a quien le entusiasmó e introdujo en Francia con ayuda de su tío el obispo de Metz, fue una obra que terminó Carlomagno, de tal suerte que a su muerte, el gregoriano había desplazando al canto y rito galicano. Carlomagno se da cuenta de que para la administración de su reino necesita de hombres fieles e instruidos, y no halla éstos entre los francos. Su reino se encuentra en absoluta decadencia cultural, sin apenas escuelas ni maestros que enseñaran. De otra parte, el compromiso adquirido con la Iglesia hace que se plantee elevar el nivel cultural del clero, al menos para poder leer los textos sagrados en latín. Para ello potenció la creación de escuelas monásticas donde se recogen la tradición literaria pagana y paleocristiana, articulando la educación en las artes liberales (trivium y quadrivium), copiando códices comprados en Roma y que enriquecieron las bibliotecas de las abadías de San Martín de Tours, Corbie, Saint-Gall, Reichenau, Bobbio, San Amand, Corvey, Metz, etc. Más que una Nueva Roma, el reino de Carlomagno parece un brote de Alejandría. El Renacimiento cultural carolingio cuenta con sabios palatinos provenientes de Irlanda, España, Lombardía, Italia [...] El más característico es Alcuino de York, quien fundó la Schola Palatina y posteriormente fue abad de St. Martín de Tours. Junto a él trabajan Pablo Diácono, historiógrafo de los lombardos; Pedro de Pisa, Paulino de Aquileya, el hispanogodo Teodulfo, sacerdote instruido y de vastos conocimientos que introdujo en Francia la Vulgata de San Isidoro, y a quien Carlomagno nombrará obispo de Orleáns. Entre los seglares se encuentra el que será biógrafo del Emperador, el franco Eginardo, quien había comenzado sus estudios en el monasterio de Fulda, de 131
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donde era originario y completado su educación en la Escuela Palatina, dirigida por Alcuino, a petición del abad Baugulf. En esta escuela itinerante, “Nardillon”, sobrenombre irónico a causa de su pequeña estatura, es muy considerado por maestros y condiscípulos.
Influencia irlandesa. Creación de la letra carolingia Irlanda nunca estuvo incorporada al Imperio romano. En los siglos IV y V su unidad nacional estaba motivada más por la cultura que por aspectos políticos. El encuentro de la cultura céltica con la cristiana durante los siglos VI y VII tuvo un desarrollo distinto al del continente, pues este encuentro, aunque difícil, fue ajeno a perturbaciones bélicas. La evangelización tuvo su fruto en la fundación de varios monasterios. Esta institución monástica pronto asumió la influencia cultural de toda Europa, adquiriendo una gran sabiduría en comparación con el nivel cultural del continente de la época, así como un gran desarrollo en el arte. La influencia de Irlanda en la Europa Occidental fue así muy considerable. El magnífico desarrollo de la miniatura en los escritorios monásticos irlandeses se inicia en el siglo VI con el llamado Catach de San Colombano, que es un fragmento de salterio [...] En él ya se advierte la tendencia a realzar el valor de las iniciales y a las abstractas estilizaciones por las que las formas naturales se geometrizan en un maravilloso mundo de lazos, espirales y rasgos sinuosos. Ee finales del siglo VII son los evangelarios de la catedral de Durham y de Lindisfarne. A este mismo momento debe corresponder el libro de Durrow, en el que se funden claramente temas de origen celta con estilizaciones sajonas y otros motivos tomados de la metalistería, todo ello aparentemente complejo, pero ejecutado conforme a sencillos procedimientos a base de compás. De principios del siglo IX es el magnífico libro de Kells, de exuberante riqueza tanto en colorido como en motivos, una de las obras más be-
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llas del arte occidental, particularmente la llamada página de los ocho círculos y el principio de los Evangelios. También es característico el libro de Armagh (47).
Aunque en el siglo XI todo este esplendor comienza a empobrecerse, quizá por la influencia que ejercen las luchas fraticidas, podemos contemplar, antes de esa decadencia, algunas figuras eminentes tal como el venerable Beda o su discípulo Alcuino. Alcuino de York es considerado gran figura cultural del Carolingio. Fue discípulo del arzobispo Egberto, se instruyó en las artes del trivium y el quadrivium, y destacó en la gramática y la retórica. En el año 767, cuando contaba 31 años de edad, se hizo cargo del establecimiento fundado por Egberto, convirtiendo el centro en una notable escuela que regentó hasta el año 781. Fue entonces cuando aceptó el cargo de dirigir la escuela palatina de Aquisgrán, que le ofreció Carlomagno, tras el encuentro producido en Parma. Alcuino había ido a Roma comisionado por el arzobispo de York, para entrevistarse con el Papa Adriano I. De vuelta a York y tras el consentimiento del rey Eteraldo, Alcuino se instaló en Aquisgrán, con una serie de alumnos suyos, adoptando el nombre del poeta romano Albinus Flaccus, como consejero eclesiástico y organizador de la enseñanza. Le impresiona Carlomagno como gran rey cristiano, a quien le pondrá por sobrenombre David, dado el interés y defensa que muestra por los derechos, su aspiración a la sucesión del decaído Imperio, así como el empeño por infundir en sus súbditos un sentido de lealtad y unidad. Su deseo por la cultura, promoviendo la copia y producción de libros, archivando éstos en iglesias, monasterios y bibliotecas, libros para leer y para la oración, pretendía ser una forma de demostrar que los francos no eran bárbaros sino herederos naturales de los romanos. Entre esos libros y contactos cabe destacar la correspondencia mantenida con Beato, abad de San Martín de Turieno, un monasterio en el Valle de Liébana, cercano a los Picos de Europa, y más conocido como Beato de Liébana, quien escribió 47.- AZCÁRATE, J.M. de. Enciclopedia Ger. Tomo XIII, pág.89.
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Comentario al Apocalipsis de San Juan, previendo el fin del mundo y que se convirtió en uno de los libros más copiados de la época. La copia realizada en el monasterio de San Salvador de Tábara fue uno de los más celebres, por los miniados terriblemente impactantes que portaba, a base de líneas de colores impetuosos. Alcuino elogia no solamente el Comentario sino que apoya al abad Beato en las disputas que este tiene con Elijando, obispo de Toledo.
Las dos primeras líneas están escritas en uncial, el resto en carolina o carolingia
Alcuino, que fue también maestro de la familia imperial, alcanzó su fama como hombre erudito y brillante de su tiempo. En el 790 volvió un corto período a Inglaterra y en el 796 es nombrado abad de San Martín de Tours, donde funda una nueva escuela a semejanza de la de York. Allí da un gran impulso a la letra conocida como minúscula carolingia, aparecida hacia el año 780 en la abadía de Corbi, lo mismo que a los conceptos fundamentales en los que se basarían los músicos de occidente durante muchos años. A usanza de Platón en su Academia en relación con la geometría, Alcuino coloca en el frontispicio de San Martín: “Noble tarea es la copia de libros sagrados”. Desde allí escribe cartas importantes dirigidas a Homero, nombre latino del abad laico de St. Riquier y amante de Berta, hija de Carlomagno. Por esta época también escribe su obra De Ortographia, un tratado sobre el oficio de escribir y que sirve de 134
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base para la labor creadora de lo que pudiésemos denominar estilos de letra, así como la obligación de que el trabajo fuese revisado por un maestro. El resultado de esta propuesta fue un camino hacia la unificación de estilos y normas. Las letras utilizadas en la última etapa del Imperio fueron resucitadas y utilizadas junto a la nueva minúscula, para los títulos, subtítulos, los comienzos de los capítulos y al finalizar la obra. De esta manera la escritura comenzó a jerarquizarse, al tiempo que por el propio trazado de la letra daba a la página una mayor claridad y elegancia. Esta articulación de la escritura se ha conservado hasta la actualidad. La característica principal de esta letra consistió en suprimir los arabescos y rizos que habían quedado en las escrituras bárbaras de la época, pues, aunque decorativos, eran elementos superfluos. La carolingia fue el resultado de un esfuerzo por conseguir una grafía homogénea, que a la vez simplificara la escritura y la lectura. Las letras, separadas, eran más fáciles de leer y ello no restaba belleza. La fama de Alcuino y la trascendencia del Sacro Imperio hicieron que esta letra desplazase a las otras utilizadas y que alcanzase carácter internacional. Tal hecho se consiguió al redactarse un texto estándar de la regla benedictina, lo mismo que una revisión, realizada por Alcuino, de la Vulgata, entre los años 796 y 800, con este tipo de letra. Se trataba de una simbiosis de la romana con rasgos celtas, los cuales, tal como se desprende de su arte y bien al contrario de lo que pudiera parecer, es muy proclive a la armonía de las líneas. Tras las invasiones danesas que arrasaron los monasterios, la reconstrucción de estos, fundamentalmente a través de la resurrección benedictina, sirvió para que la letra minúscula carolingia desplazara a la anglosajona. Realmente la idea de Carlomagno había triunfado: la vuelta al Imperio no solamente significaba la conquista de tierras, sino el entendimiento común. Ello permite entrever un tímido y malogrado Renacimiento. Hacia el 780 se consigue la reforma monetaria, aparece un nuevo de tipo de letra y quiere que la cultura también se expanda por su reino. Siete años más tarde, el Concilio de Nicea, promovido por la emperatriz Irene, decide restaurar el culto a las imágenes, causalmente contestado por 135
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los francos. Y esto servirá para poner de manifiesto cómo la Iglesia está bajo la “protección” de Carlomagno: “los buenos reyes son aquellos que gobiernan justamente”. Esta gran preocupación por enseñar al pueblo la vida del Señor la pone de manifiesto en su Admonitio generalis: “Que la paz, la concordia y la unión reine entre el pueblo cristiano, los abades, los condes y todos nuestros representantes, grandes y pequeños; porque sin la paz, no se haría el deseo de Dios”. Esta Admonitio emitida en el 789 aportaba las condiciones que debían observarse en la copia y corrección de las obras, la labor de los monjes en cuanto a la lectura, escritura y canto, debiendo estos especializarse en cada una de estas funciones. Se resalta con ello la diferencia de la lectura y del lector, de la del copista y también de aquellos que interpretaban lo escrito a través del canto. En el sometimiento de la Iglesia, el Emperador encuentra un equilibrio perfecto entre laicos y eclesiásticos. Y su autoridad se ve plenamente manifestada en el sínodo de Francfort, donde Carlomagno convoca a la Iglesia de Occidente para condenar las herejías y decisiones del Concilio de Nicea. La línea, a través de la cultura, el arte y la arquitectura vuelve a mostrar su importancia y será en el ámbito eclesiástico donde encuentre otra vez su refugio y gran velador, muy fundamentalmente entre los siglos XI al XIV. En ellos, la expresión más firme será la arquitectura, aunque su fuerza también se refleja en la orfebrería religiosa. Fue este un periodo de desarrollo social, político y económico a la vez que lleno de calamidades causadas por las guerras, hambrunas y epidemias, tal como la peste, acaecida entre 1347 a 1351, que redujo a la población europea de setenta millones a cincuenta. Entre los hitos de esta época está el concepto de ciudad, algo fundamental entre la caída del Imperio y la Revolución Industrial. Ella representa algo nuevo sobre todo en el ámbito económico y en la aparición de una clase social que tendrá mucho que decir en las diversas esferas de la compleja estructura social y también en la diversidad cultural: la clase burguesa o clase social media (48). Una clase social extraña que nació de 48.- Desde Carlomagno la agricultura había comenzado un desarrollo que irá del autoabastecimiento a la consecución de excedentes, ello permitió la insta-
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las relaciones entre la nobleza y los dignatarios eclesiásticos y que nunca tuvo vocación de establecerse en este estadio medio de la sociedad. La línea se había consolidado como herramienta, pero también había comenzado su declive como transmisora de energía: con ella no se transmitía creación, sino sólo mimetismo u oficio. Así, en los monasterios, aquellos que eran considerados que no reunían las condiciones necesarias para seguir estudios, se les dedicaba a la preparación del soporte escritoreo y a escribir. El copista sabía leer y escribir, por tanto, pero no necesariamente interpretar y por ello su obra era pobre en transmisión. De ahí que se insistiese tanto en la consecución de identidad con el original, incluidas las faltas, no aportando nada personal. Los dedos del copista estaban guiados desde lo alto, por ello era más estimado cuanto más fiel era al modelo original. En ese periodo mencionado del XI al XIV, hay que hablar necesariamente de la figura del franciscano Roger Bacon (cuyo verdadero nombre era David Dee de Radik) y de su obra Opus Majus, casi una enciclopedia escrita a mediados del siglo XIII y entregada personalmente al papa Clemente IV (49). En esta lación de agricultores (más bien terratenientes) en las ciudades y por lo tanto un mayor desarrollo económico, que se robustece con la mayor protección de los caminos y la mejora de las rutas comerciales dando también lugar al desarrollo del cambio, los créditos y los seguros, todo ello, casi siempre, en manos de la clase media, la cual surge del emparentamiento con la nobleza o la voluntad de imitación de vida de esa clase noble, o bien por las alianzas y acuerdo que se establecen con dignatarios eclesiásticos para administrar las finanzas, es en esta voluntad administrativa donde tiene un desarrollo muy grande los talleres de orfebrería, vidrieras, miniaturistas, etc. 49.- No hay acuerdo si Bacon conoció al cardenal Guy le Gros de Foullques (más tarde papa Clemente IV) en Inglaterra cuando el papa Urbano IV, mandó a dicho mandatario eclesiástico a mediar en conflicto que Enrique III tenía con la nobleza o dicho encuentro se produjo en Francia, lo cierto es que Bacon había manifestado a dicho cardenal su desacuerdo en diversos aspectos de los estudios eclesiásticos a lo que el purpurado le había pedido que lo pusiera por escrito, sobre Bacon pesaba entonces,1266, una prohibición de que sus escritos debían ser revisados y autorizados por sus superiores bajo el dolor de perder el libro y ser sometido al ayuno varios días con sólo pan y agua, por ello cuando el cardenal fue nombrado papa le pidió mediante una carta, que le hiciese llegar dicho escrito lo cual hizo a través de su Opus Majus, este escrito fue presentado por su alumno John de París, junto con varios dibujos relacionados con la física. Con el fin de facilitar la lectura de dicho texto al papa, escribió el Opus Minus, que era una recopilación de pensamientos principales de la anterior.
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obra, Bacon expone, principalmente en la parte quinta de las siete que se compone la obra, referida a ópticas o perspectiva, la desconexión existente entre las imágenes y el pueblo, desconexión entre emisor y receptor. Una falta de comprensión que este científico y estudioso de la luz y el color achaca a la influencia que los teólogos ejercían sobre el arte, en cuanto a la manera de representar las figuras, generalmente en pintura, para que estas alegorías aportaran un sentido místico (espiritual y moral) a los fieles. Pero su desconocimiento en el ámbito de la geometría y óptica (perspectiva) hacían que tal pretensión fuese nula y que ni tan siquiera en el ámbito didáctico para hacer entender los texto sagrados, dichas imágenes fuesen útiles. Por ello resaltaba en su Opus Majus la necesidad de acudir a los Elementos de Euclides, pues recuerda que las culturas anteriores se sirvieron de las imágenes para hacer visibles la verdad de las palabras y del significado espiritual que de ellas se desprende […] ¡Oh, cuán indeciblemente hermoso sería el resplandor de la sabiduría divina y cuán infinitamente se reproduciría su beneficio, si todas las cosas palpables geométricamente contenidas en las escrituras se nos presentaran ante los ojos con formas corpóreas!... Todo lo que narra la Biblia lo percibiríamos como si estuviera en nuestra presencia. Podríamos adentrarnos con nuestra vista en el Templo de Salomón, sí, incluso en la Jerusalén celestial avistada sólo en espíritu por los profetas…De ahí que no considere yo nada más digno de un erudito de la sabiduría de Dios que la representación que haga evidente a nuestros ojos las formas tridimensionales de ese tipo (50).
Por lo tanto Bacon esta refiriendo la importancia del tratamiento de la línea a través de la perspectiva y del desconocimiento de sus efectos por los artistas del s. XIII. Dicha obra sirvió también para criticar con dureza la ignorancia de los teólogos, 50.- MAcLEAN, A.: La arquitectura italiana de la Baja Edad Media, en la obra conjunta Renacimiento, Könemann, Madrid, 1999, pág.49. El subrayado es nuestro.
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que descuidaban totalmente el conocimiento no solamente de los idiomas orientales como fórmula para acceder a los libros sagrados en su origen, sino también de las matemáticas, óptica, ciencias experimentales y filosofía moral —ciencias que debían ser aplicadas para el entendimiento de las Escrituras y los dogmas. Las teorías de Bacon no pudieron ser consideradas por Clemente IV, ya que falleció al poco tiempo de habérsele entregado la obra, pero su sucesor Nicolás III, aunque sólo duró tres años en el cargo pontifical, sí parece que recoge las recomendaciones del franciscano. Pues designa a otro miembro de la orden, Peckham, a quien Bacon considera un erudito, para llevar a cabo una serie de frescos en la capilla palatina de Roma y son realizados de manera al menos distinta de cómo se venía haciendo, pues las imágenes allí representadas tienden a visualizar las descripciones de la historia narrada. Se pone así de manifiesto la necesidad de que la línea vuelva a ser capaz de expresar la metáfora y el símbolo, a contener la fuerza de la estructura hierática. La obra de arte, en cualquiera de sus manifestaciones, literaria, monumental o artística, debía invitar al recogimiento, a la consideración sobrenatural, e incitar a la fe por medio de la belleza. Además Bacon aporta elementos para establecer criterios con que comparar y valorar una obra de arte, y ello será duradero, aún cuando no se hable jamás de la Opus Majus. Las bases puestas por Bacon tendrán una respuesta muy positiva en Asís, pues desde el taller de Cimabue partirá Giotto.
La línea en otras culturas no occidentales Tanto la cultura musulmana como la india, china, precolombina, etcétera, nos sumergen en la riqueza del tratamiento de la línea como soporte universal en todos los presupuestos que conforman la estructura sociocultural. Este empleo de la línea como soporte global deja entrever una intercomunicación entre las distintas culturas, una transmisión relativa de ideas 139
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y no un aislamiento. La línea es empleada en cada una de las culturas para consolidar el desarrollo artístico, intelectual, arquitectónico, y es a través de ella que cada uno de los pueblos alcanza y expresa su monumentalidad. No es nuestro propósito adentrarnos en tales entornos, pero sí advertir que se pueden establecer parámetros comunes. Así lo es, por ejemplo, el ámbito religioso, donde la línea tiene un destacado papel, bien sea en la escritura o en los dibujos de símbolos sincréticos, con un perfecto conocimiento de la armonización geométrica, matemática y como continente para el color […] y que, de una manera u otra, es una herramienta que en cada lugar tiene una estrecha relación con la divinidad.
El Renacimiento. La línea elemento para enlazar con el pasado El Renacimiento nace con el individualismo, el despertar de una búsqueda insistente tras la belleza y la marcha triunfal del placer mundano y de la felicidad vital, como ha señalado Huizinga. Se trata, en definitiva, del reencuentro con el Universo de una manera consciente, según el alemán Burckhardt (51). Este autor explica el resurgir del ámbito cultural (pensamiento, literatura, educación, arte ...), gracias a una dimensión distinta que encuentra el arte a través de la geometría y que también ayudará a la vuelta de la humanitas. Petrarca es quien parece marcar la primera huella profunda en un periodo que abarca la mitad del siglo XIV y la del XV, y que comienza en la Toscana. Siete siglos después de la caída del Imperio, Roma sigue mostrando la fuerza contenida en sus ruinas y es esa fuerza la que inspira la búsqueda más profunda del cordón umbilical greco-romano. La obra de Petrarca muestra no solamente una nueva manera de escribir, sino su voluntad de encontrar al verdadero Platón y Aristóteles en lugar de la oferta que de ellos hace la escolástica, pues como afirma Lorenzo Valla: 51.- BURCKHARDT, J.: La cultura del Renacimiento en Italia. Orbis. Barcelona, 1987.
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Desde Boecio, el mundo medieval en su totalidad ha deformado no sólo a los clásicos, sino también al cristianismo […] Los “modernos”, como se denominaban, los estudiosos de los siglos XIII y XIV, han impulsado la “barbarie”, en cualquier aspecto y hasta sus resultados más extremos: en el derecho, en la filosofía, en la oratoria, en las lenguas, en el arte” (52). Aunque el mismo autor se admira también del esplendor de esta época y por ello dice: “No sé por qué las artes que más se aproximan a las liberales —la pintura, la escultura en piedra y bronce y la arquitectura— habían caído en tan larga y profunda decadencia, hasta casi morir con la literatura misma; ni por qué han despertado y revivido en esta época; ni a qué se debe el que tengamos ahora tan buena cosecha de buenos artistas y escritores” (53)
El siglo XIII marcó un hito cultural. La reciente creación de universidades hace que el libro deje la exclusiva residencia eclesiástica para instalarse en el ámbito laico. De esta suerte, los reyes, nobles y magnates invirtieron en bibliotecas como signo de prestigio, lo que no resta para que alguno de ellos fuese un verdadero erudito y gran amante de la cultura. De cualquier manera, esto hizo que poseer una biblioteca fuese obligado como signo de condición social. De ello se siguió que los talleres de los libreros alcanzasen suma importancia y que el libro adquiriese un gran valor. Muy posiblemente esto sería una de las cuestiones que moviera a Juan Gutenberg a llevar en el 1450, con feliz éxito, la invención de la imprenta mediante tipos móviles metálicos. Un invento que permitió y posibilitó la difusión del pensamiento y la comercialización de la cultura a gran escala, toda vez que el negocio de la impresión se conocía en Europa a través de la xilografía. Esta técnica consistía en el vaciado de un bloque de madera para obtener así las líneas necesarias que delimitaran una imagen, generalmente siguiendo el hilo de la veta, y poste52.- Citado por GARIN, E., en La cultura del Renacimiento, dentro de la obra Las grandes culturas Europeas. Espasa- Calpe. Madrid, 1989. Pág. 515. 53.- Citado por PANOFSKY, E., en Renacimiento y renacimientos en el arte occidental. Alianza. Madrid, 1999. Pág.50.
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riormente, una vez entintada la tabla, mediante presión se estampaba esta en un soporte. Tal sistema se utilizó mucho para imprimir estampas de santos. Como ejemplo característico se hace mención a una estampa de San Cristóbal, la cual tiene una leyenda a pie del dibujo, también lograda mediante este procedimiento y fechada en 1423. Este sistema de impresión es muy anterior al siglo XV. También se sabe que dicho sistema se empleaba para la impresión de naipes, los cuales eran coloreados manualmente tras la impresión. En este procedimiento la línea es el elemento fundamental, ya sea para delimitar el dibujo o para la obtención del claroscuro. Durero usará esta técnica a finales del XV y en el XVI para llevar a cabo varias obras tales como El Apocalipsis y Vida de la Virgen. La exhumación de los manuscritos de las obras clásicas y el interés por el estudio del medievo desde donde se advierte la agonía de la cultura que intentan renacer, para sustituir a la farragosa e inefectiva existente, viene de la mano de las proclamas que los eruditos de aquella época no tienen recato de publicar. Uno de estos textos lo encontramos en el Príncipe: A todos repugna esta dominación de los bárbaros. Abrace, pues, vuestra ilustre familia esta causa con ardor […] a fin de que bajo su enseña la patria se ennoblezca y bajo sus auspicios se realice la aspiración de Petrarca: Virtú contra furore / prenderó l’arme: e fia’l combatter corto, / Chè l’antico valore / Negl’itailici cuor non è ancor morto (La virtud tomará las armas contra el atropello: el combate será breve, pues el antiguo valor en los corazones italianos aún no ha muerto)(54).
En tal camino afloran disputas platónicas y aristotélicas, y entre ese quehacer el lenguaje griego surge no sólo en cuanto al aprendizaje del idioma, sino en los posibles escenarios del arte y el pensamiento. El foco renacentista se centra tanto en la conducta como en la educación humana, influyendo y cambiando las instituciones. Tan importante fue esto que la propia forma de escribir señalaba quiénes estaban a favor del cambio 54.- MAQUIAVELO, N.: El Príncipe. Porrúa. México, 1989. Pág. 47
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y quiénes no, pues la cursiva humanística vino a significar lo que en su momento representó la carolingia: una ruptura, en este caso con el medievo. De ello también se hace eco, entre otros, Petrarca, quien tildaba a la gótica de «vaga y lujuriosa» y defendía una letra cuidada y clara. El nuevo planteamiento humanista rechaza lo gótico, por ampuloso y barroco. Así por ejemplo, Vasari dice del gótico: Los pórticos, adornados con columnas delgadas y retorcidas, para que la vid crezca agarrada a ellas, no pueden sostener ni el más ligero peso. Y para todas sus fachadas y otros ornamentos crean una endiablada cantidad de pequeños nichos, colocados uno sobre otro, con tantas pirámides, puntas y hojas que no sólo no podrían sostenerse por sí mismas, sino que parece imposible que pueda sostenerse mutuamente. Y ponían en estas construcciones tantos saledizos, filigranas, ménsulas y pámpanos que rompían las proporciones de sus obras (55).
También Silvio Piccolomini, más tarde Papa con el nombre de Pío II, en una de sus obras, habla de la claridad de la letra humanística frente a los ornamentos. En el Renacimiento, la gótica es considera letra de bárbaros, mientras que la humanística viene a recordar los rasgos de la letra romana. Posiblemente tuvo mucho que ver en ello la recopilación que hizo Poggio Bracciolini de inscripciones epigráficas romanas y la letra que él mismo usó en la copia de obras de Cicerón. Lo cierto es que este tipo de letra se impuso a través de la imprenta, ya que durante el periodo de los incunables Italia fue el país que más libros imprimió y los punzones abiertos por Jonson y mejorados por Aldo Manuzio, estaban basados en la humanística, con clara influencia de los caracteres romanos. Esta letra viene a resaltar la línea en sí además de conservar una estructura armónica. Algunos de estos tipos al igual que la caja del libro tenían como referencia la divina proporción ternaria. Téngase en cuenta que el libro no era algo menor en el ámbito humanístico, pues hay una extensión que le alcanza, en cuanto a 55 .- GARIN, o.c. Pág. 545.
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concepto de obra, con las demás artes y muy especialmente con la Arquitectura. Por lo tanto, si un edificio albergaba la monumentalidad y grandeza, y para alcanzarla era preciso basarse en la geometría y en la matemática, y así conseguir las justas proporciones y relaciones armónicas, estableciendo con ello un orden, el libro era considerado contenedor del saber y por lo tanto tenía que contener la grandeza y monumentalidad del pensamiento humano. Por eso el libro debía ser considerado en la misma tesitura que el resto de las artes, hasta el punto de que empezó a hablarse de Arquitectura Tipográfica, y es que al igual que un edificio ha de guardar armonía entre todos sus elementos, y deben guardar ellos entre sí cierta proporcionalidad, así ocurre también con los elementos tipográficos, orlas, blancos, caracteres, etc. Cuando se acomodan armónicamente, pueden llegar a concebir obras de singular belleza y en cierta medida también establece un orden.
El “hombre de Leonardo” conocido así este dibujo basado en las teorías de Vitrubio y en las propuestas de Alberti.
No obstante, hay artistas como el gran Rafael que consideraban al libro impreso como algo «indigno e innoble». La divina proporción permitió establecer proporcionalidad y conseguir un equilibrio a escala, que junto a otros menesteres y sabiduría del oficio, pronto generó maestros especialistas en la tarea. Así, la imprenta fue arte complejo no sólo por la cultura de los 144
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impresores, sin duda manifiesta, sino también por el elevado costo que suponía adquirir las cajas de tipos (al menos un mínimo, según el argot tipográfico), disponer de un taller, que necesariamente debía ser espacioso; y desde luego contar con un buen capital o un buen mecenas para llevar a cabo la impresión de obras, ya que sólo la apertura de punzones lo requería, sin contar el papel, tintas, ni posibles elementos de adorno y de la encuadernación (56). Hasta tal punto esto es fue así que el impresor no quedará dentro de un gremio menor, sino que será muy considerado, teniendo que llegar a refrendar la instalación de su taller el propio gobernante.
El resurgir de Euclides: la divina proporción Mientras Médicis, Sforza y los papas se dejan convencer por Bramantes y Rosettis, por la necesidad y entusiasmo de la construcción, la pintura había tomado otro curso gracias a Giotto di Bondone. La tendencia bizantina comienza a modificarse por una nueva concepción basada en la perspectiva y la unificación del espacio. Esta nueva manera es consagrada por Masaccio, quien a pesar de su corta vida —muere a los veintisiete años—, logra alcanzar plenamente la transformación iniciada por Giotto. Esto ocurría en una Florencia mercantilista y de mecenazgos,
56.- La imprenta, además de todo el carácter comercial, aportó una industria entorno a los caracteres y reglamentó la estructura del libro, siendo lo más significativo, además del diseño de la letra y apertura de punzones: la cubierta, la portada, la caja, el colofón, el exlibris, el registro, la fe de erratas, más tarde el índice. El tamaño del libro tenía mucho que ver tanto con el aprovechamiento del pliego de papel, como con la estructura de diseño que la propia caja o mancha en relación con el formato final. El estudio de la propia cubierta, realizada de las materias más nobles y de manera artística y rica, a veces, en pedrería, utilizando hierros especiales para su grabación y decoración. La fabricación cada vez más perfecta del papel, con su sus filigranas o marca de agua, como prestigio y garantía. La combinación de impresión papel y pergamino, no sólo para darle belleza, sino también solidez. El empleo de más de una tinta, el embellecimiento con capitulares y miniados.
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que jerarquiza la pintura en el centro del nuevo humanismo (57), allí donde no sólo el pensamiento es acogido, sino que la propia industria mercantil hacen converger la artesanía y el arte (58). Además de Masaccio, se beneficiarán Fra Angelico, Filippo Lippi, Piero della Francesca, Leonardo, Miguel Ángel, Rafael […] La línea vuelve otra vez a ser protagonista como elemento pictórico y así lo encontramos en Paolo Ucello, en cuyos cuadros se advierten líneas que titubean buscando una perspectiva y huyen hacia el infinito. De Andrea del Castagno a Leonardo, tanto el pensamiento como la pintura, arquitectura y escultura se desarrollan con una intensidad desconocida. De ello dan buena prueba Ghiberti o Donatello, quien esculpe el primer desnudo desde el periodo clásico: David. La línea vuelve a ser protagonista para llegar a conseguir tanto la expresividad y fuerza dramática como el movimiento de los ropajes, porque es el estudio y empleo de la línea lo que en definitiva lleva a la perspectiva y a la obtención de los delicados efectos y armonía que se consiguen, ya sea en pintura como en los relieves y esculturas. El contorno —escribe Alberti— consiste en la justa colocación de las líneas, a lo qual se llama hoy dibuxo […] En mi sentir el dibuxo se debe hacer con líneas muy sutiles, que apenas las distinga la vista, así como hacía Apeles, que desafió á Protógenes a tirar líneas casi imperceptibles. El dibuxo consiste en señalar los contornos (59) 57.- Acepción que Leonardo Bruni toma de Cicerón y Gellio, para referirse a los estudios humanitas (humanos), también otros se refieren a los umanisti (sabios) cualquiera de ellos llegan a referenciar al trivium (gramática, dialéctica y retórica) como base de aprendizaje. Los estudios de las Humanidades están referidos a las culturas griega y romana. En esta palabra se han basado algunos autores para ver en el Renacimiento no sólo el aflorar de la cultura grecolatina sino también una dudosa secularización del arte o si se prefiere un renacer también del paganismo, por aquello de que el hombre es la medida de todas las cosas y querer encontrar este significado en las obras de Alberti o en las pinturas de Botticelli o en las esculturas de Donatello y Miguel Angel, y todo porque se habla de los templos y dioses, de Marte y Venus. 58.- Casi hasta el s.XVI, la consideración de artista, tal como lo entendemos hoy, no la tenían los pintores o escultores, sino los estudiantes, ya que ellos se dedicaban al conocimiento de las artes liberales. Fueron los hombres del Renacimiento con su saber y erudición quien consiguieron dicho estatus social. 59.- ALBERTI, L,B.: Los tres libros de la pintura. Colegio de Aparejadores y Arquitéctos Técnicos de Murcia. Murcia, 1980. Pág. 226.
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En tierras toscanas nace a principios del siglo XV aquel que sería el creador de un nuevo arte en el tratamiento de la figura, la perspectiva y la luz y, en definitiva, del “espacio geométrico”: Piero della Francesca. La unión de la física y las matemáticas, el planteamiento de la perspectiva lineal y la vuelta de la mirada hacia la teoría del movimiento alcanzó dimensiones espectaculares; pero sobre todo fue el estudio de la geometría, posiblemente potenciada por el neoplatonismo, y contemplada con los ideales de la época, lo que logró que tanto las teorías platónicas vertidas en el Timeo, como los Elementos de Euclides resurgieran con viva fuerza hasta conformar un nuevo entendimiento. Es posible que quienes primero recogieran estas ideas fuesen los arquitectos, un flujo que no solamente les llevó a la nostalgia de los arcos derruidos, sino también a romper con la tradición del medievo. De una parte, huir del anonimato, pues en el Renacimiento cobra importancia la figura del arquitecto. Y en segundo lugar, para dejar todo el simbolismo que, como una hermética argamasa, conforman los números y los libros que contienen las doctrinas religiosas, ya fueran cristianas, musulmanas, hindúes […] emparejadas a los canteros y al arte de construir y que hasta en nuestros días genera tanta literatura.
Propuesta de Giorgio . Francesco di Giorgio Martín, para una iglesia basándose en el cuerpo humano
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Este interés hace volver la mirada no sólo hacia Arquímedes, Platón y Euclides, sino también a las ideas de Vitrubio vertidas en sus Diez libros de Arquitectura (60). Se trata de un compendio que ha influir en la concepción que Felipe Brunelleschi tendrá sobre perspectiva. Estudioso de la arquitectura romana, Burnelleschi modificó el gótico florido de su época, tal como se puede advertir en la construcción del tambor octogonal que hizo para la cúpula de la catedral florentina. Se trata de una gran obra no sólo arquitectónica sino también de ingeniería, pues fue realmente él quien encontró soluciones científicas, a través de las matemáticas, para llegar a la perspectiva. Pero posiblemente donde más trascendencia tuviese la obra de Vitrubio fuese en Alberti y en consecuencia en Leonardo. Vitrubio había tenido en cuenta al hombre como medida, ¿estaba ahí la idea de Protágoras? Lo cierto es que el humanismo toma al hombre como idea central y de ahí los escritos del arquitecto romano cuando escribe: La naturaleza ha hecho el cuerpo humano de manera que el rostro, medido desde la barba hasta lo alto de la frente y la raíz de los cabellos sea la décima parte de la altura total…la cabeza, desde la barba hasta la coronilla, es la octava parte de todo el cuerpo […] Asimismo, como, naturalmente, el centro del cuerpo humano es el ombligo […] un hombre tendido en decúbito supino, con las manos y los pies extendidos, si se tomase como centro el ombligo, trazando con un compás un círculo, éste tocaría los dedos de ambas manos y los de los pies (61).
Cuando Alberti estudia la obra de Vitruvio dice al respecto: El arquitecto Vitruvio mide al hombre por el pie; pero a mi me parece más digno que todos sus miembros se sujeten á la 60.- VITRUVIO: Los diez libros de arquitectura. Iberia. Barcelona, 1995. En dicha obra expone que las medidas del cuerpo humano están distribuidas de la siguiente manera: Cuatro dedos hacen una palma, cuatro palmas hacen un pie, seis palmas hacen un codo, cuatro codos hacen la altura de un hombre, cuatro codos hacen un paso y veinticuatro palmas hacen un hombre. 61.- VITRUVIO, o.c. Págs. 67 y 68.
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dimensión de su cabeza, bien que, segun yo he observado, en casi todos los hombres la longitud del pie es igual á la que hay desde la barba hasta el vértice ó parte superior de la cabeza: por lo cual es necesario medir todos los demas miembros por uno de estos dos (62).
Leonardo materializará esta descripción entre 1476 y 1490, en el famoso dibujo que se conserva en la Academia de Venecia. Alberti, en su Tratado de la pintura, pone énfasis en que todas las partes que intervienen en la obra han de concordar, es decir, que todos los elementos que se encuentren en la obra, desde el dibujo al color, formen un grupo y que todos ellos sean entre sí proporcionados. Esta concordancia solamente podrá lograse a través de la línea, que será capaz de sujetar y unir los elementos. La línea es capaz de condensar la abstracción, como ocurre con el razonamiento matemático cuando quiere exponer la precisión y exactitud de las cosas. Por eso, no en balde Alberti expone que “habiendo de escribir acerca de la Pintura en estos breves comentarios, tomaré de los Matemáticos, para hacerme entender con mas claridad” (63). Y quizá por ello también se basase Leonardo en cálculos matemáticos para dibujar su arquetipo (64). Esta idea de la precisión matemática en comunión con el arte se vuelve a recuperar con intensidad en el periodo humanístico. Buena prueba de ello son los diversos escritos de la época tal como el tratado de arquitectura editado entorno a 1480, por Francesco di Giorgio Martín. En él se trazan los planos de una ciudad sirviéndose de la figura de un cuerpo humano y de acuerdo a sus proporciones. Al lado de Piero, Alberti, Leonardo…aparece la figura de Luca Pacioli da Borgo Sansepolcro, quien a la edad de 27 años entra 62.- ALBERTI, o.c. Pág. 253. 63.- ALBERTI, o.c. Pág. 197. 64.- Leonardo Da Vinci expuso: “si abrimos las piernas hasta disminuir la altura en ¼, y extendemos los brazos levantándolos de tal modo que los dedos medios estén al nivel de la parte superior de la cabeza, debemos saber que el ombligo será el centro de un círculo del que los dedos de las manos y los pies tocan la circunferencia. El espacio entre las piernas forma un triángulo equilátero”. El espacio entre los brazos extendidos de un hombre es igual a su altura.
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en la orden de los Franciscanos Menores (65). La amistad con Piero no sólo le permitiría conocer y consultar en las buenas bibliotecas de Sansepolcro, Perugia, Venecia, Roma […] También es muy posible que los conocimientos del pintor y autor de Libellus de quinque corporibus regolaribus, un gran estudio sobre de los poliedros de Arquímedes, escrito en 1480 y que se conserva en la Biblioteca Vaticana, ayudara a despertar la vocación de Pacioli por la geometría y las matemáticas. Asimismo podría aceptarse la teoría de que el propio Piero le introdujese también en la obra de Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci (66), y a quien Pacioli le expresará su admiración a través de sus escritos. La obra de Pacioli: La divina proporción, editada en Venecia en el año 1509, aún cuando haya sido interpretada por algunos como casi una copia de Libellus de quinque de Piero, lo cierto es que si della Francesca acude a la Geometría y las Matemáticas para aplicarlas a la pintura. Frater Lucas Pacioli, como él se denominaría, vuelve a poner de relieve en su obra los planteamientos de Euclides y a resaltar de manera nítida la trascendencia de la línea como elemento base y primordial de la composición armónica. De ahí que además de los planteamientos eucledianos, queden bien patentes las propuestas pitagóricas y platónicas. Ninguno de estos planteamientos va a escapar a los intelectuales de la época, ya sea en el propio ambiente renacentista italiano como fuera de él. Así ocurre en el caso de François Rabelais, en su Gargantúa y Pantagruel, donde podemos hallar referencia a Pausonias; o de las Vidas paralelas de Plutarco (67). 65.- El celo entre las ordenes mendicantes, fundamentalmente entre dominicos y franciscanos, tuvo mucho que ver en el arte renacentista. 66.- Fibonacci (hijo de Bonacci) él se hacía llamar Bigollo (bueno para nada) debe su celebridad, no sólo por ser un excelente matemático, él nos trajo la influencia indoárabe, también por haber propuesto una sucesión de números (1,1,2,3,5,8,13,21,34,…) conocida como serie Fibonacci, llamada así por el francés Edouard Lucas. Esta sucesión que comienza con dos unos, y que la obtuvo tras un estudio sobre la cría de conejos, dice que: cualquier término de la misma se obtiene al sumar los dos anteriores y que la cual es infinita. Esta serie está íntimamente ligada al número áureo: 1, 68033988… 67.- RABELAIS es un personaje singular, desde los románticos a los marxistas han encontrado en su obra una base y contexto con que alimentar sus
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No solamente del conocimiento de la obra della Francesca, también los escritos de Alberti y los encuentros con Leonardo, quien ilustraría profusamente la Divina proporción, influirían este tratado sobre medidas estéticas, un tema que atrajo e interesó a los artistas del Renacimiento y considerado como un legado esotérico y místico del medievo que no quisieron perder. Si bien habría que tener muy en cuenta a Roger Bacon. De las treinta y tres proposiciones que consta el libro VI de Euclides, la mayoría hacen referencia a la proporcionalidad de triángulos (la segunda se conoce como el teorema de Thales). La trigésima está dedicada a: Dividir una recta finita dada en extrema y media razón, lo que determina una media geométrica que se conoce como proporción Áurea. Esto es, si tomamos una recta AB y la dividimos en un punto de manera tal que al establecer la proporción AC/AB es igual a la proporción
A
C
B
CB/AC, AC/AB = CB/AC, se crea una razón áurea. El cálculo se realiza así: si AB = 1 y AC = x, entonces x/1 = (1 - x)/x; por lo tanto x2 = 1 – x; x2 + x-1 = 0 ; x = (-1 + √5) /2 = 0, 6180339 […] Dada la importancia de la Matemáticas en esta época, Pacioli establece, en primer lugar, lo que ha de entenderse por tal disciplina o enseñanza y escribe: “Disciplinas matemáticas se entienden la aritmética, la geometría, la astronomía, la música, la perspectiva, la arquitectura y la cosmografía, así como cualquier otra dependientes de éstas” (68). Con ello Pacioli antepone las argumentos. De postulador franciscano a miembro de la orden benedictina y médico, en 1532 publica Pantagruel, donde hace referencia a textos latinos y griegos, máxime en esta serie de libros referidos a la enseñanza, y donde ya expone un leguaje satírico para describir el ambiente sociopolítico del XVI, de ahí que tomase para sus diálogos modelos de Plutarco o de Platón y otros autores latinos, para “poder satisfacer también a Dios mi creador”. De otra parte no hace nada que no sea habitual en los humanistas de la época. Hay varias ediciones de su obras, una de las más estimadas es la ilustrada por Gustavo Doré. 68.- PACIOLI, L.: La Divina proporción. Akal, Madrid, 1991.Pág. 38.
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matemáticas a cualquier otro saber, de tal suerte que más que considerar una influencia neoplatónica, que evidentemente la hay por cuantas referencias a Platón incluye, no deja de ser interesante un sesgo pitagórico-euclediano, tanto por el estudio de los números como por el desarrollo geométrico de los poliedros y de la medida de los demás cuerpos regulares y sus dependientes. Posteriormente explica que el nombre de Divina Proporción proviene de la correspondencia y semejanza que encuentra entre la proporción y Dios mismo, que resume en las siguientes consideraciones: La primera es que ella es una sola y no más, y no es posible asignarle otras especies ni diferencias. Y dicha unidad es el supremo epíteto de Dios mismo, según toda la escuela teológica y también filosófica. La segunda correspondencia es la de la santa Trinidad […] así como hay una misma sustancia entre tres personas —Padre, Hijo y Espíritu Santo—, de igual modo una misma proporción se encontrará siempre entre tres términos, y nunca de más o de menos […] La tercera correspondencia es que, así como a Dios no se puede propiamente definir ni puede darse a entender a nosotros mediante palabras, nuestra proporción no puede nunca determinarse con un número inteligible ni expresarse mediante cantidad racional alguna, sino que siempre es oculta y secreta y es llamada irracional por los matemáticos. La cuarta correspondencia consiste en que, así como nunca puede cambiar y está todo Él en todo y todo en todas partes, de igual modo nuestra proporción es siempre, en toda cantidad continua y discreta, grande o pequeña, la misma y siempre invariable, y de ninguna manera puede cambiar ni de otro modo puede aprehenderla el intelecto […] La quinta […] así como Dios confiere el Ser a la virtud celeste […] llamada quinta esencia, y mediante ella a los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego, y a través de éstos da el ser a cada una de las otras cosas de la naturaleza […] nuestra santa proporción confiere el ser formal […] al cielo mismo (69).
Los planteamientos pitagóricos y platónicos vuelven a ponerse de manifiesto y aún cuando Platón niega el uso del compás y la 69.- Ibidem, Págs. 41-42.
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regla, Pacioli lo usa para lograr tanto las proposiciones de Euclides como el desarrollo que hubieran de tener las columnas de los edificios, ya sean exteriores o interiores. La proporcionalidad es algo que tiene, si cabe, más trascendencia en arquitectura que en pintura y la influencia de la arquitectura en la pintura desde el Renacimiento es bien manifiesta, aún cuando tampoco sean ajenas a otras artes, como la música. De ahí que todo ese afán y simbolismo de las proporciones arquitectónicas y la relación con el cuerpo humano, que quedó como un saber esotérico durante el medievo, cobrase tanta importancia durante el Renacimiento. De ahí también el afán del aprendizaje de las matemáticas en el arte, pues de manera determinante el hombre es la medida de todas las cosas. La Divina proporción, pues, impulsada por Leonardo, cobra importancia más como tratado matemático y geométrico, con aplicación artística, que como el desarrollo simbólico en el que se ocultara el quehacer del Demiurgo descrito por Platón. Pacioli no desvela una geometría secreta, donde el perfil de las líneas de los cinco poliedros encierre la sabiduría y belleza de la creación, y tal como queda dicho, Pacioli antepone las matemáticas a cualquier otro saber o consideración. Por ello escribe: Nada digo de la dulce y suave armonía musical ni de la suma confortación intelectual de la perspectiva, ni de la disposición de la arquitectura, la descripción del universo marítimo y terrestre o la doctrina de los cursos y los aspectos celestes, porque lo dicho hasta ahora acerca de todas esas materias está claro (70).
Desde que Vasari expresase que la obra de Pacioli no había sido sino un plagio de la de Piero della Francesca, hubo un deseo mayor si cabe para demostrar que desde antiguo, los egipcios y posteriormente los griegos, se había manejado la divina proporción, aunque ciertamente nunca con este nombre ni dando las explicaciones que sobre ella había dado el frater Lucas. A quien, por otro lado, tampoco se le ocultaban las alegrías de 70.- Ibidem, Pág. 36.
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la ascendencia pitagórica ni el conocimiento que Platón vierte sobre la misma, cuando escribe: Según dice el mencionado Vitruvio, el gran júbilo y alegría que tuvo Pitágoras cuando […] hubo encontrado la verdadera proporción de las dos líneas rectas que contienen el ángulo recto […] por lo cual inmoló cien bueyes […] Los más grandes geómetras lo llaman angulus iustitiae, ya que sin su conocimiento es imposible distinguir el bien del mal en ninguna de nuestras proporciones […] Entiendo que Platón atribuyó, como se ha dicho, tales elementos a cada uno de los cuerpos simples, argumentando así como un magnífico geómetra y profundísimo matemático (71).
La divina proporción no es sino el encuentro nuevamente del hombre con el concepto de armonía: el cosmos en relación con el microcosmos. El hombre (microcosmos) es la referencia mensurable de la estética, el módulo de las proporciones. Y aunque es uno, el hombre está compuesto de partes y hay una proporcionalidad entre el todo que él es y sus partes. Vitruvio lleva este concepto a la arquitectura, que no es, en su concepción, sino una de las partes en la construcción del hombre «humano»: el hombre que quiere poseer las virtudes de la antigüedad y que, en definitiva, quiere apropiarse de la paideia (educación) en su más amplia acepción. Es, por tanto, en esta confluencia del arte y la filosofía, de la literatura y el pensamiento donde surge el contexto de la humanitas. El hombre adquiere la vitalidad de la libertad en el redescubrimiento del contexto humano de la cultura clásica. No se busca la obra de Platón o de Aristóteles, sino a Platón y a Aristóteles y consecuentemente sus obras. Por lo tanto el hombre encuentra su dimensión propia en el propio hombre.
5 8 1 1 2
71.- Ibidem, Págs. 101 y102.
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Espiral de Durero
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En este contexto la grandeza de la línea no pierde su valor sincrético total, pero precisamente por ese tejido humanístico que propicia, se afianza cada vez más como herramienta. Es como si fuese ajena a cada uno de los menesteres en los que interviene, un elemento en el pasaje pictórico distinto al del escultórico o del arquitectónico, distinta cuando interviene en música o en la escritura. Líneas, sí, pero aisladas en un contexto donde la energía que manifiesta es tan propia como excluyente. Por eso la armonización se alcanzará por la propia disposición de las líneas, lo que ocurrirá cuando pasa casi inadvertida la comunión entre línea y energía. En cualquier caso, la divina proporción, sección áurea o número de oro, representada también con la letra phi [r] desde comienzos del siglo XX en honor a Fideas, al advertir que el Partenón también estaba influenciado por esta proporción, no ha dejado de ser considerada desde que Pacioli publicara su obra. El patrón que expusiera Vitruvio no solamente fue representado entre otros por Leonardo, también Cesare Cesariano y Corneille-Agrippa, mostraron sus versiones, en ocasiones no exentas de polémicas, pero siempre con la intención de mostrar que la medida equilibrada y de máxima belleza reside en el hombre y se manifiesta en la naturaleza. Desde la espiral de Durero, la espiral logarítmica, se ha intentado relacionar la formación de las conchas de las caracolas con dicha proporción de oro, y ver en la sucesión de Fabinocci, la disposición de los pétalos en las flores, encontrarla también en la mano humana, en las cerdas en que las abejas alimentarían a sus larvas, en la estructura externa de las piñas, la disposición de una pluma de ave, la distribución de las hojas en un tallo, etcétera. (72). También encontramos frecuentemente el número de oro en la impresión de libros así como en otros documentos. La importancia y trascendencia del número de oro, o de la serie de Fabinocci ha sido tal que se ha buscado su aplicación en otras las culturas. Una cuestión ésta que también se advierte 72 .- GHIKA, M. C.: El Número de Oro I: Los Ritmos. Poseidón. Barcelona, 1968. Pág. 29.
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en la cultura india, a través de los tantras, en los que la línea conforma una serie de bellas figuras geométricas que encierra toda una simbología que tiene que ver con las energías y el universo. Aun cuando se puede advertir algún que otro periodo de letargo, cabe decir que desde el Renacimiento hasta nuestros días el número de oro no ha dejado de interesar en casi todos los órdenes, consiguiendo otras propuestas, tal como la geometría no euclídea (aquella que no verifica el axioma de las paralelas) la geometría proyectiva (dos líneas paralelas se cortan en el infinito) la geometría fractal (aquella que describe objetos cuya forma es muy irregular), etc. Se ha constatado que en la construcción de instrumentos de cuerda, como el violín, la viola o el laúd, la sección de oro ha estado muy presente. Se admite también que en la sinfonía número cinco de Beethoven, el tema principal se desarrolla de acuerdo a una estructura coincidente con el canon del número de oro. Lo mismo ocurre con las sonatas de Mozart. De hecho, las estructuras ternarias empleadas en composiciones musicales tienen claramente una influencia áurea. La magnífica impresión que se hizo de la Biblia Políglota Complutense, en cuatro lenguas —griego, latín, hebreo y arameo—, bajo el mecenazgo del cardenal Cisneros, el área de impresión se determinó mediante la divina proporción. La seducción del número de oro no sólo se produjo en Pitágoras para establecer su famoso pentágono y hacer de él su consigna: también sedujo a Descartes, Shakespeare, Kepler, Goethe […] No sólo a Leocares para esculpir su Apolo de Belvedere: otros artistas más cercanos y conocidos, como Velázquez la usó en la realización de las Meninas, De Chirico en sus Musas Inquietantes, Dalí en su Leda Atómica, lo mismo que Picasso, Mondrian, entre otros. Pero posiblemente el resurgimiento más claro y llamativo sea el Modulor de Le Corbusier: El modulor es un instrumento de medida de la estatura humana y de la matemática. Un hombre con el brazo levantado suministra en tres puntos determinados de la ocupación del espacio —el pie, el plexo solar, la cabeza, la extremidad de los dedos
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con el brazo levantado— tres intervalos que engendran una serie de sección de oro, llamada de Fibonaci. Por otra parte la matemática ofrece la variación más simple y más fuerte del valor: el simple, el doble, las dos secciones de oro (73).
A mitad del siglo XX el planteamiento antropomórfico de Le Corbusier, publicado en «El Modulor, Medidas Armónica a Escala Humana, Aplicable Universalmente en la Arquitectura y la Mecánica», tomando como base a un individuo de 1,70 metros de estatura, vuelve a replantear la proporcionalidad del hombre como elemento principal de armonía y desarrolla, a partir de ahí, principios conceptuales sobre la arquitectura, entendiéndola como algo racional y aplicable, fundamentalmente, a la vivienda.
El Modulador de Le Corbusier
En la actualidad la sección áurea se está utilizando en elementos tan cotidianos como el carné de identidad o en una tarjeta de crédito. 73 .- Exposición del propio Le Corbusier, citado por RAMIREZ, J.A.: Edificioscuerpo. Siruela. Madrid, 2003. Pág.42.
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En definitiva, la divina proporción a nadie ha dejado indiferente, ya sea arquitecto o escultor, botánico o pintor, luthier o músico o impresor … Desde hace algún tiempo se viene hablando además del número de oro, de la proporción plástica o número plástico, de acuerdo con las teorías del arquitecto y monje benedictino Hans van der Laan, fallecido en 1991, y cuyo resultado dio a conocer en 1928, siendo su medida la de 1,3247179... Ésta le sirvió de base para llevar a cabo la construcción de la capilla de la abadía de Saint Benedictusberg.
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VI. La línea en el contexto de la simbología La línea: contenedor simbólico
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a sea desde la estructura del pensamiento, o desde la del interés y la necesidad, el individuo tiende a poner de manifiesto sus acciones. De esa tendencia proceden los signos, símbolos y señal que crea por doquier. La materialización de los usos que hará de esas creaciones adquiere una forma permanente gracias una vez más a la línea. Es cierto que las tecnologías de la información han logrado un estadio de creación icónica más compleja, como lo manifiesta por ejemplo la fotografía. A pesar de ello, por su propia naturaleza, la línea sigue siendo difícil de eliminar, pues como herramienta que es reclama de cada individuo un uso particular. La palabra «signo» proviene de la raíz griega sema y del latín signum. De acuerdo con el DRA, signo es aquella cosa que por su naturaleza o convencionalmente evoca en el entendimiento la idea de otra”. Por lo que se refiere al término «símbolo», procedente del griego «symbolon», queda definido por la misma Academia de la Lengua como “imagen, figura o divisa con que materialmente o de palabra se representan un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen.
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En el terreno de la comunicación, Moles ha definido el símbolo como la base de toda comunicación, puesto que el lenguaje escrito, al menos en sus orígenes, fue de naturaleza simbólica. El símbolo tiene ciertamente como función esencial evocar de modo breve, claro y universal, un conjunto bastante complejo de ideas o nociones (las señales de tráfico, por ejemplo). Es la ventaja que tiene sobre el signo puramente abstracto (74)
El manejo de ambos conceptos en el contexto comunicativo ha permitido que símbolo y signo tiendan, en muchas ocasiones, se empleen con el mismo significado. Desde un planteamiento comunicacional, podríamos decir que el símbolo es siempre un elemento gráfico, de modo que queda implícito su carácter al mismo tiempo de signo, pues requiere de un metalenguaje. El signo es un elemento de acción. Denota una consecuencia. Por ejemplo, cuando se dice: «hay signos evidentes de recuperación»; o: «el humo es un signo de que hay fuego». En este sentido, el signo es conceptualmente más elemental que el símbolo. De acuerdo con Moles, el signo, desde la perspectiva icónica, al ser más abstracto, ha tenido que desprenderse de la carga comunicacional que portaba consigo el símbolo. Por tanto, podemos considerar el signo como un elemento simple. Ejemplo de ello nos lo proporciona el uso de los signos matemáticos, tales como el de la suma, la resta, la multiplicación y la división. Nosotros denominamos signo “por” (X) o signo de la multiplicación; signo “más” (+) para la suma, etcétera. Esos elementos no tienen más función que representar una acción, de manera análoga a como el humo no es sino consecuencia de la acción del fuego. Pero además, el signo necesita de un espacio, de un tiempo y de la experiencia del receptor. El símbolo en cambio implica una serie de cualidades. Es la materialización relacional entre idea y palabra. Si decimos el símbolo de la multiplicación, no solamente nos estamos 74.- MOLES, A.: La comunicación y los mass media. Ediciones Mensajero. Bilbao, 1975. Pag.628.
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refiriendo al acto o acción de multiplicar, sino que a través de ese signo vamos a compendiar una serie de particularidades inherentes a aquel y no a otro símbolo. Quiere esto decir que el símbolo personaliza y concentra en sí la universalidad, es particular y exclusivo. Pongamos un ejemplo. Esso, la marca registrada de la Standard Oil, se sirvió de un tigre corriendo por el agua para destacar la energía. Aquí encontramos dos símbolos. De una parte, el de la empresa, que se identifica como tal con ese icono; de otra, el símbolo de lo que representa el animal. Ambos son independientes, si bien el uno transfiere al otro un significado expresivo que permite comprender y ser persuadido acerca de las facultades inherentes de la empresa propietaria del logotipo. Por su parte, el signo es un elemento con el que cabe hacer combinaciones, creando símbolos o señales. Cuando el signo tiene que ser transportado comunicacionalmente, se convierte en señal. De esta manera, en el contexto de la tecnología de la información, parece que estas tres acepciones quedan perfectamente delimitadas. El término “señal” fue utilizado para definir el impulso o estructura energética en la que se codifica un proceso comunicativo por medios eléctricos, electrónico u ópticos, para poder ser transportada y posteriormente decodificada. De ahí que cuando un signo, como el humo, se utiliza o maneja como elemento de comunicación, se le denominan «señales de humo»; o cuando se emplea la luz con el mismo fin se le denomina «señales ópticas». La señal se convierte así en el elemento comunicativo situado entre el signo y el símbolo. El análisis de estas acepciones tiene interés porque se han convertido en elementos indispensables de nuestro entorno vital. Desde principio del siglo XX, el desarrollo de las comunicaciones, y consecuentemente del comercio y la industria, ha hecho que se necesiten lenguajes universales y fáciles de representar. De ahí que los símbolos constituyan un elemento importante en este proceso. El éxito en estos campos ha trascendido posteriormente al terreno de lo cultural. Esa internacionalización del lenguaje emplea indistintamente el concepto de signo, señal y símbolo. Desde el planteamiento 161
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expuesto, la señal caería dentro del campo de la semiología, en la medida en que hay que codificar aquello que se quiere transmitir. En relación al signo y al símbolo, las señales son elementos no codificados sino consensuados, de manera que los reconocemos en aquello, o por aquello, que quieren transmitir. Nos estaríamos moviendo aquí, por tanto, dentro de la teoría del conocimiento y más concretamente en el campo de la Metafísica (75), ya que se procede de lo sensible a lo insensible. Tal sería la mutación del símbolo en signo. Desde este campo y más concretamente, desde el pragmatismo, Sanders Pierce, filósofo de Harvard, perteneciente al grupo del «club metafísico» del último tercio del siglo XIX, establece una serie de principios que han sido aplicados a las cualidades del signo, que son: —relación monódica, esto es, relación del signo consigo mismo en su condición material. —relación diádica hacia el objeto, al cual designa. —relación triádica, que se establece entre el receptor de signos (interpretante) y el objeto designado, pero normalmente no con el objeto original existente (76). La relación monódica se refiere a lo que podríamos denominar “estadio presencial” del signo, esto es, a su magnitud, intensidad, textura, color, familia, etc. La segunda, denominada por Pierce diádica, se orienta “al estadio de procedencia y significativo”, es decir, al signo que representa. La grafía: “(,)” indica una coma dentro de un paréntesis pero nada más; mientras que la grafía “A”, por más que se piense en su posible origen como la abstracción de una cabeza de buey, como representación gráfica nos hace pensar inmediatamente en una vocal o en la primera letra del alfabeto. En cuanto a la relación triádica, nos llevaría al “estadio interpretativo y referencial”, es decir, nos indicaría lo que ese signo comporta en relación con los otros signos dentro de un contexto. Por ejemplo, si decimos: “un campo tiene 5 a. de extensión”, la grafía “a”, en este caso, indicará “áreas”. 75.- Nos referimos a la epistema tis (ciencia cierta), descrita en el libro IV, cap. 1, de la Metafísica de Aristóteles, para designar el estudio del ente en cuanto ente y de sus propiedades en cuanto tal. 76.- Recogido por AICHER Y KRAMPER: Sistemas de signos en la comunicación visual. Gustavo Gili, Barcelona,1979.Pág.10.
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Hemos expuesto de manera muy breve este contexto, donde tanto tienen que decir las tecnologías de la información y que, como expusimos al principio, modifican el proceso comunicativo o crean otros nuevos. Pero cuando quieren plasmar sus resultados, las nuevas tecnologías precisan de la línea, por más que, en no pocas ocasiones, ésta encierre una energía solamente valorada por expertos. Así sucede, por ejemplo, con el osciloscopio, o la lectura de un electrocardiograma. Pero no pocos de nuestros contextos simbólicos están unidos de alguna manera a otros más ancestrales, de los que expondremos a continuación los que nos han parecido más importantes.
El tótem: origen comunicativo a través de símbolos El símbolo es el vehículo que liga dos realidades, o mejor dicho, dos planos de una misma realidad. Participa por eso de ambas: de ahí su pluralidad de significados. Para la Antigüedad, el símbolo era el representante de una energía-fuerza que permitía la ruptura de nivel, el acceso a otros mundos, o la obtención del conocimiento de diferentes planos de este mismo mundo, caracterizados por distintos grados de conciencia. El Símbolo era y es, en consecuencia, el medio de comunicación entre los dioses y los hombres, objeto sagrado por excelencia, ya que él cuenta la historia verdadera, la eficaz, y no la siempre cambiante, de múltiples falsas apariencias (77).
Esa comunicación a través del símbolo se encuentra realizada en el tótem. El término aparece por vez primera en una obra de J. Long, publicada en Londres en 1719 con el título: Voyages and travels of an indian interpreter and trader. Este autor estudió la forma y costumbres de vida de los indios ojibway, pertenecientes a las tribus ubicadas en los Grandes Lagos. Los miembros de dichas tribus denominaban a sus antepasados o 77.- Presentación de la obra de GONZALEZ, F.: Simbolismo y Arte. Editorial Símbolos. Barcelona, 1998.
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parientes: otótemam, y de ahí que Long empleara el término «tótem» para referirse a los símbolos que distinguen una tribu o clan de otro, y que encarna a su antepasado o protector (78). Posteriormente, Durkheim describiría el tótem como un símbolo o expresión material de alguna otra cosa. ¿Pero de qué? … Por un lado constituye la forma exterior y sensible de lo que llamamos el principio o dios totémico… por otro lado, constituye también el símbolo de esa sociedad determinada llamada clan. Es su bandera; es el signo por medio del cual cada clan se distingue de los otros (79).
A través de sus estudios de campo, realizados en Australia y entre los indios norteamericanos, Lewis Morgan, ha llegado a la conclusión de que el esqueleto de la organización social primitiva se dio entre “gente” con afinidad de parentesco. Otros estudiosos del tema, además del citado Long, como Thevenet ó Mac Lennan, han llegado a una conclusión similar. Pero Morgan ha subrayado la importancia de la relación originaria entre hombre y mujer, y sus consecuencias para la evolución de la familia. Pues de ella surgiría el concepto social de «familias» o «gente», estableciendo categorías de pertenencia y de parentesco (80). 78.- LEVIS_STRAUSS, C., en su obra: El totemismo en la actualidad. F.C.E. México, 1971, ve en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres de Rousseau, el planteamiento central de la antropología, el tránsito de la naturaleza a la cultura, y por lo tanto un antecesor a Long. 79.- DURKHEIM, Emil: Las formas elementales de la vida religiosa. Akal. Madrid, 1982, pág. 194. 80.- MORGAN o.c. pág.117. El estudio de las categorías de familias que conservan tradiciones tan arcaicas, puede resultar complejo por las incompatibilidades y los derechos, esta puede ser, a veces, una resistencia al progreso social. Así entre los kamilaroi, pueblo australiano, encuentra, en dos divisiones, las siguientes gentes en relación con el derecho matrimonial: 1.- 1) Iguana (Duli); 2) Canguro (Murriira); 3) Zorra Mochilera (Mute). 2.- 4) Emu (Dinoun); 5) Bandicoot (Bilba); 6) Víbora negra (Nurai). Ni el varón ni la mujer pueden contraer enlace con un miembro de su propia gente; los hijos pertenecen a la gente de la madre. Por otra parte Levi-Strauss, en su obra El totemismo en la actualidad, nos plantea en la introducción, el deseo de nuestra civilización de no querer saber nada con reminiscencias ancestrales, “para mantener en su integridad y fundar, al mismo tiempo, los modos de pensamiento del hombre normal, blanco y adulto, nada podía ser, por tanto, más cómodo que el reunir fuera de él costumbres y creencias alrededor
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Esta regla de pertenencia no se da en ciertas tribus de indios norteamericanos, como entre los iroqueses, por ejemplo. Allí, el hijo adopta la gente del padre, dato importante sobre todo para el sachem o jefe civil de la tribu, pues el cargo es hereditario (81) y confiere el poder de sellar con la marca de la tribu o nación todo tratado. En todo caso, también en estas tribus se mantiene un símbolo, que actúa como divisa por la cual es designada cada tribu y por la que se distingue del resto: “águila”, “pantera”, “tigre”, “bisonte”, “víbora”, “tortuga”, “ardilla”, etcétera. Las tribus pertenecen por su parte a una nación, que también posee su símbolo propio. La definición de totemismo se ha realzado desde diversos terrenos científicos, tales como el etnográfico, el sociológico o el religioso. Y así, se ha sostenido: a) Que ciertos grupos humanos primitivos o semicivilizados toman su nombre de un objeto determinado y preferentemente animal, que es el tótem del grupo; b) Que deben respetar su tótem y evitar matarlo, comerlo o destruir ningún animal o planta u objeto de la misma especie o semejante a él; c) Que están persuadidos de la existencia de un lazo de filiación entre ellos y el tótem; de modo que los miembros de estos grupos que llevan el mismo nombre, respecto al objeto o animal, constituyen una vasta familia. Los estudiosos del totemismo toman como referentes principales a sociedades australianas y a la de indios norteamericanos de las cuales se efectuaría la cristalización... El totemismo es la proyección, fuera de nuestro universo, y como por obra de exorcismo, de actitudes mentales que son incompatibles con la exigencia de que exista entre el hombre y la naturaleza una discontinuidad considerada esencial por el pensamiento cristiano” (pág.11 y 12) 81.- Morgan recoge el estudio de Carver sobre los indios iroqueses: “Toda banda tiene un jefe a quien llaman el Gran Jefe o el Guerrero Jefe, y a quien escogen en consideración a su experiencia en la guerra y reconocido valor, para dirigir sus operaciones militares y administrar todo lo perteneciente a este departamento. Pero dicho jefe no es te nido por cabeza del estado; además del gran guerrero, que es elegido por sus aptitudes militares, existe otro que goza de preeminencia por derecho hereditario y ejerce la más inmediata dirección de sus asuntos civiles. Este jefe pudiera denominarse con mayor propiedad el sachem, cuyo asentimiento es exigido en todo contrato o tratado, al que sella con la marca de su tribu o nación”
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y ponen de manifiesto la complejidad de su significación, por más que algunos estudiosos hayan querido ver en el totemismo una forma elemental de vida religiosa. En todo caso, bien para llegar a las conclusiones de exogamia tal como lo hicieran Morgan y Besson, bien para realzar otros significados, lo cierto es que encontramos organización totémica en casi todas las culturas ancestrales, incluso las más cercanas a nosotros —en Egipto, Grecia, Creta o Roma. La representación de estas creencias se llevaron a cabo teniendo a la línea como elemento principal, pues en ella se depositaba la energía que debía ser transmitida por el clan (82).
Totemismo egipcio La presencia de numerosos animales-dioses y bestias sagradas, el respeto profundo —verdadero tabú— del que los antiguos egipcios rodearon ciertas especies animales (el gato, entre otras), más la división en clanes, la existencia de símbolos representando estos u otros animales o alguna categoría de objetos, ha incitado a los egiptólogos a encontrar en la civilización y 82.- LEVI-STRAUSS, En relación con la energía y la línea, de lo cual ha de participar el sentimiento religioso para poder ser comunicado, establece un paralelismo entre el resumen que hace Bergson sobre su metafísica en su obra Las dos fuentes: “Una gran corriente de energía creadora se lanza en la materia para obtener lo que puede. En la mayoría de los puntos queda detenida; estas detenciones se traducen a nuestros ojos por otras tantas apariciones de especies vivientes, o sea de organismos en los que nuestra mirada, esencialmente analítica y sintética, discierne una multitud de ele-mentos que se coordinan para cumplir multitud de funciones; el trabajo de organización sin embargo, no era sino la detención misma, acto simple, análogo al hundimiento del pie que determina instantáneamente que miles de granos de arena se extienden para formar un dibujo. Este texto es comparado con el relato cosmológico de un indio dakota que recoge de Dorsay, se puede observar como el escrito de Bergson guarda un paralelismo con el sentir totémico: Cada cosa al moverse, en un momento o en otro, aquí y allá, pone un tiempo de detención. El ave que vuela se detiene en un sitio para hacer su nido y en otro para descansar. El hombre que anda se para cuando quiere. Así el dios se ha detenido.El sol, tan brillante y magnífico, es un lugar donde se ha detenido. La luna, las estrellas, los vientos – es allí donde estuvo. Los árboles, los animales son todos sus puntos de detención, y el indio piensa en esos lugares y a ellos dirige sus plegarias para que lleguen al lugar donde el dios se ha detenido, y obtener ayuda y bendición”. o.c., págs.142-43.
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en la religión del pueblo del Nilo supervivencias de organización totémica. La fijación exacta de la extensión y el valor intrínseco de estas reminiscencias, o la época donde los documentos nos permitan examinar la forma de organización política y social del Egipto antiguo, no son fáciles de precisar. Es más fácil, en cambio admitir que en las tribus que encontramos en el origen del mundo egipcio, el totemismo fue la primera armazón de aquellas federaciones remotas en las que consistieron los primeros imperios. Una pregunta necesaria para los estudiosos de esta cultura es: ¿de donde proviene esta raza egipcia, que la fuerza de los faraones ha transformado en una gran nación? Se ha abandonado la hipótesis de una inmigración semiótica-asiática y en cambio, se mantiene con fuerza la teoría de los pobladores descendientes de las altas mesetas abisinias, es decir, del origen etíope de esta civilización. El lenguaje primitivo de los habitantes de las orillas del Nilo, dicen los expertos casi de manera indiscutible, era hamítico, una característica que permitía compararlo con el abisinio antiguo. Por otra parte los esqueletos hallados en las tumbas de la época predinástica no ofrecían ningún carácter negroide. Los diversos estudios en los campos de la Arqueología pueden llevar a interpretar que es probable que la tierra conocida como Egipto fuese colonizada por clanes de hombres de raza morena y que los mismos pudiesen ser Hamitas. De ser así, este pueblo practicaba el totemismo. Es preciso notar cómo los estudiosos encuentran identidad de culto en algunas tribus Galas y Hamitas modernas, una reminiscencia totémica, pues veneraban la serpiente y al cocodrilo. También los estudios nos informan de cómo algunos pueblos del alto Nilo, que han estado en contacto con los conquistadores egipcios, aceptan en buen número, ya desde el comienzo de la formación del Egipto faraónico, ritos totémicos. El clan de los hombres morenos que se establecieron en las diferentes partes del antiguo Egipto procuró señalar con signos especiales el centro de donde procedían. Estos emblemas iban a ser útiles sobre todo en caso de ataque, como indicadores de reunión y recordatorios del origen y hasta del nombre del clan. Estas imágenes representaban, generalmente, el animal tótem de 167
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la tribu, estaban fijadas al extremo de un mástil y eran utilizadas en todos los pueblos del mismo clan. Se tiene constancia de que estas tribus entraron en lucha entre ellas y si bien el curso de estas querellas históricamente nos ha llegado de manera defectuosa, se puede precisar que dos clanes llegan a dominar a los otros. En el Delta, el clan de Set, cuyo tótem era un animal de raza canina con largas orejas y un hocico puntiagudo; y el del Alto Nilo, el clan de Horus o del Halcón. Los otros tótem quedan relegados o en el mejor de los casos se transforman en dioses locales, puesto que se confunde con el ancestro patriarcal del clan. ¿Es el totemismo de los clanes hamitas, de la prehistoria egipcia, a lo que se debe la domesticación de diferentes animales? Pregunta controvertida, y realmente importante, ya que permite explicar el origen del culto de los animales sagrados, tan significativo en el tiempo de los faraones: los bueyes Apis, el macho cabrío de Mendes, el gato de Bubaste, el cocodrilo del lago Moeris, el buitre de Nekhbet, el león de Leontopolis, etcétera. Todos ellos son vestigios de esta creencia que ha traído la domesticación de todos los animales, susceptibles de habitar junto al hombre. El nombre de Arsinoita tenía por tótem un cocodrilo el cual poseía un gran santuario en Arsinoe y se veneraba en cada pueblo de su nombre; los Ptolomeos afirmaban que descendían de este animal-dios.
Mitra blanca o hedjet del Alto Egipto
Mitra roja o desheret del Bajo Egipto
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Moret precisa lo siguiente: La primera dinastía fue precedida de un largo período preparatorio donde los egipcios buscaron una organización social eficaz para asegurar la seguridad y la regularización del trabajo colectivo en el valle. La tradición conservada por los papiros de Turín y por Manethon atribuye la creación de las instituciones políticas a las dinastías divinas donde figuran los grandes dioses de Egipto faraónico Ra o Re-Harakhté; ellos estuvieron reinando durante cientos de años con Menés. A los dioses le sucedieron reyes residentes en el Bajo Egipto; después una familia de soberanos el Alto y Bajo Egipto, llamados servidores de Horus; después de ellos vendría Manés y la primera dinastía. Las figuras que aparecen en los monumentos anteriores a Menés nos muestran otros eficaces protectores de los hombres, pero no son Ra, Osiris, Horus, las grandes figuras de la época histórica. Estos patrones son: un halcón, un buitre, una galgo, un escorpión, pescado, un disco solar, dos flechas cruzadas, etc. Es decir, las señales de las ciudades neolíticas ya figuradas sobre los vasijas. Es de notar que estos signos no eran aún los dioses de los cuales los hombres estaban unidos por lazos religiosos; ellos eran, por lo menos, fetiches y ejercían en los hombres de cada clan lo que los monumentos permiten ahora señalar de manera explícita (83).
¿Tiene este fetiche el carácter protector del tótem? Hay que plantearse si las relaciones entre los egipcios y sus patrones sagrados eran propias de los clanes cara a cara con su tótem, es decir, si el régimen del clan totémico era igualitario y comunitario. Los nombres con sus signos han sido, en alguna medida, las células primitivas de donde han salido verdaderos Estados. Estos agrupamientos totémicos se constituirían en federación, que acabaría por constituir al menos dos reinos, el del Norte y el del Sur. Sucede curiosamente que los reyes del Bajo Egipto llevaban en la cabeza una mitra forrada de rojo donde se enrollaba la serpiente Ouazet, mientras que en el Alto Egipto tales mandatarios portaban la mitra forrada de blanco, defendida por 83.- MORET, A. y otros: De los clanes a los imperios. Hispano América. México, 1956. Pg. 176.
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la diosa buitre Nekheb; cuando los dos reinos, poseedores de un poder sobrenatural, se fundieron en uno solo, las dos coronas formaron el Pschent (84).
Pschent. Unión de las dos coronas.
Poco a poco los guerreros empezaron a servir al dios halcón Horus, cuyo símbolo llevaban sobre el escudo como único emblema. Esto representó un nuevo progreso, que fue la centralización. Se logró ésta al imponer el culto a Horus en todo Egipto, momento a partir del cual el rey representa la encarnación viviente del dios. Él es sobre la tierra el Dios Halcón y de él toma el nombre, un símbolo que precederá siempre al suyo personal de rey. Por eso Moret ha observado: “el jefe hechicero de antaño llega poco a poco a rey-soldado pasa al rango de rey-dios”. Difícil resulta determinar cómo la “fuerza del tótem”, que se distribuía sobre todos los miembros del mismo clan, pasa a concentrarse en un sólo individuo, es decir, cómo una “sociedad comunitaria”, cual era el clan, se debilita hasta el punto de transformarse en una monarquía centralizada. Después de haber pasado por los estadios de una gerontocracia —precedente de las monarquías locales—, el faraón lleva ciertamente el nombre del tótem que, además, le sirve de enseña de guerra. Dentro del mismo contexto es significativo el hecho epónimo 84.- El nombre Pschent, proviene de una deformación de Pa-skhemty, “los dos poderes”.La corona en sí, era un elemento muy importante, era un símbolo que tenía su propio santuario y se les rendía un culto especial sobre todo a las coronas blanca y roja, símbolo de las dos tierras. La coronación era un rito especial porque el faraón recibía sobre su cabeza el poder, los atributos de los dioses, en definitiva la unión de los totéms.
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de que periódicamente el tótem se unía a una mujer del clan, con preferencia del jefe: según una tradición que no se revela, es que en época posterior el rey de Egipto nacía también de la unión carnal de la reina con el dios tutelar de la dinastía que sustituye, en este papel, al halcón. Otros hechos aportan la creencia de la existencia de un totemismo egipcio. Así, los tabúes que desarrollan la personalidad del faraón y le impide tomar tal o cual alimento. O los «prohibidos» de caza, pesca, etc., que se encuentran enumerados en los templos, al lado de los nombres personales. También han sido constatadas costumbres referentes a la prohibición de comer de los tótem locales. Contra la suposición de la existencia de un totemismo prehistórico en Egipto, se ha argumentado que los campesinos, como también los faraones y sus dignatarios, practicasen la endogamia y de ningún modo la exogamia. Al respecto, no tenemos certeza sobre cuál era la regla matrimonial en la época donde podía existir el totemismo en el valle del Nilo; tampoco es, por lo demás, tema de este estudio. De otra parte, se puede advertir en el culto a los animales, no durante el período histórico sino el practicado en el Egipto divido en clanes territoriales, que en los actos de zoolatría hay pruebas evidentes de la creencia del parentesco de un grupo humano con una especie natural.
La supervivencia totémica en Creta y Grecia Se ha dicho, entre otros por M. Adolfo Reinach (85), que la religión cretense se derivaba de una civilización totémica en la cual se encuentran los aspectos generales en las célebres leyendas cretenses del Minotauro y Pasifae, Dictina o Britomartis y Amaltea. Es como dice Reinach, en una diosa serpiente como en una diosa leona, en una diosa vaca como en una diosa cabra, hacia 85.-Varios de estos comentarios quedan recogidos en la obra de BESSON, Matrice: Le totémisme. Rieder. París,1929. Pág. 58 y ss.
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quienes van dirigidos los homenajes de los cretenses. En la Creta primitiva, los fieles se disfrazaban con máscaras de animales durante las fiestas sagradas. Y en las comidas en común, donde se consumía el animal venerado en el transcurso de fiestas, los participantes se vestían frecuentemente con la piel de este. Algunos han querido ver en estas diversas manifestaciones formas de zoolatría opuestas al totemismo; pero Reinach señala que esto que se sabe por la literatura de Minos y del Minotauro y los toros de Pasifae y de Europa, es singularmente esclarecedor desde que se revela, en el palacio de Knosos, las trazas de un culto del toro con las corridas sagradas donde las mujeres tomaban parte. Estos cultos explicarían los ritos de bestialidad que tendrían por principio una unión sexual con el animal tótem de regenerarla «fuerza vital totémica del clan». Los historiadores no han podido concertar si el culto tributado en los diversos santuarios de Creta a los animales, así como la existencia de signos representando animales, podrían ser atribuidos a la existencia de un antiguo totemismo local. Las tradiciones totémicas penetraron en Grecia. Los rasgos del totemismo griego son animales que, tal como se advierte en diversas manifestaciones artísticas, acompañan las imágenes de los dioses y se puede creer que son la supervivencia de las imágenes y de las estatuas de los tótem primitivos. Así ocurre con el águila de Zeus, la cierva de Artemisa, la lechuza de Atenea, el jabalí de Adonis, etc. Recordemos también que los arcadios llevaban el nombre de un animal, los osos; que los mirmidones significaban hormigas; y que los originarios de Frigia se consideraban hijos de una serpiente.
Otros pueblos con creencias totémicas Los celtas fueron un pueblo con un culto a los animales y a la naturaleza muy desarrollado. Éstos estaban estrechamente asociados a los dioses de la tierra y el cielo, y al culto al sol, principio de toda fecundidad terrestre. Algunos estudiosos 172
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sostienen que la domesticación de los animales acabaron con los cultos totémicos. Salomón Reinach y otros aseguran, no obstante, que los romanos nombraban a algunas tribus galas por un sobrenombre, el cual, muy posiblemente, proviene de su antiguo tótem. Así, hablaban de “los Eburons”, es decir, “los del jabalí”; o “los Brannovices”, esto es, “los del cuervo”. Más característico es el culto que los druidas dieron a los árboles y especialmente a los bosques. Los estudios sobre este tema son de tal índole que se ha pensado que incluso los dólmenes y los menhires aportan una naturaleza totémica y esto mismo se piensa de las piedras de la isla de Pascua. También es singular, en este aspecto, los pueblos nórdicos, que tenían como centro de su ámbito cúltico a Odín. Para algunos estudiosos, éste no era sino un nexo entre clanes cuyo ancestro mítico y, por lo tanto totémico, era el dios-caballo. Con la llegada de la romanización, los tótem locales se va mezclando con los dioses romanos y las costumbres de otros pueblos.
El culto de las enseñas en Roma Tácito llama a las enseñas del ejército romano: “las verdaderas divinidades”; y Tertuliano dice que el culto de las enseñas constituye, en alguna medida, la religión del ejército y que debe ser considerada sobre todos los otros dioses. Entre las enseñas, el águila es la general de la legión, su bandera. El ave, de pie sobre sus patas con las alas levantadas y frecuentemente un rayo entre las garras, estaba situada en una base cuya forma recuerda más o menos el tronco de pirámide; el asta y sin ningún ornamento y llevaba simplemente una clase de espolón de metal. Las centurias y los manípulos tenían sus banderines, caracterizados por una mano, una corona o algún otro signo, alternando la longitud del mástil con los discos de metal. Las unidades de caballería poseían enseñas especiales, lanzas coronadas de una barra transversal, etcétera. 173
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El águila romana
El empleo de estos signos, adoptados por los ejércitos romanos y cuyo número estaba cuidadosamente reglamentado, fue precedido en los primeros tiempos de la formación de la fuerza de Roma, por los signos de adhesión representados por animales y sus historias, apunta Rene, que si analizáramos las causas, ya demasiadas lejanas, del culto a las enseñas en las tropas romanas, tal vez descubriríamos que hay una supervivencia del totemismo. Las enseñas romanas con representación animal llevaban las figuras de lobos, caballos, jabalíes, águilas y minotauros. Estas cinco categorías eran objeto de cultos especiales, pero es difícil asegurar que fueran todas la representación de cinco tótem ancestrales. El lobo era objeto, como se sabe, de un verdadero culto en Roma. René da la siguiente explicación al respecto: El lobo airoso sobre la cumbre de una enseña romana recuerda a los legionarios el carácter legendario de este animal y se sabe que en Grecia, el ateniense que mataba a un lobo tenía que enterrarle para no desagradar a Apolo, siguiendo un rito determinado. La tradición de los hombres-lobos en Grecia tenía una viva fuerza. En el país latino las tribus sabinas contenían dos clanes: los Hirpi y los Herpini, de la palabra lobo, Hurpus.
Para nosotros, el tótem, como ya dijimos, es el vínculo del hombre con la Naturaleza, el cordón umbilical que lo sujeta al entorno del cual surge y que domina o intenta dominar. El hombre se identifica con aquel animal que ha domesticado, que le sirve de acompañante e incluso le defiende; o aquel que imita en su fuerza, en su astucia, sagacidad; o con aquella planta que le ha aportado algo característico. En suma, aunque el hombre 174
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haya dominado el entorno, no así a las fuerzas naturales, y por eso precisa de «aliados», de ciertos elementos que él carece. Surge de esta manera la necesidad de esa identificación con una fuerza «aliada» que procediendo de la Naturaleza, queda oculta en ella. De esta manera, primero materializamos un valor inmaterial en algo externo al grado humano; y en segundo lugar, el individuo, en un principio, no tiene la competencia de poseer los poderes inherentes al tótem, se podrá matar a los miembros que pertenecen a un tótem, pero no al tótem, porque es el tótem quien confiere las virtudes. Estos poderes son los que se van desvirtuando, en cuanto a su significado, pero va quedando el símbolo, de tal suerte que si se ha perdido el ritual o la leyenda, queda la tradición del símbolo. Éste será siempre el elemento que comunica una idea, que lleva implícita las bondades de dicho elemento o los rasgos más transcendentes. Así, el toro, el león o el tigre se toman como símbolos del poder, la fuerza o la energía; de la serpiente, su astucia, etcétera. Toda esta simbología entroncó en los campos más expresivos de la comunicación, como pueden ser la pintura o la arquitectura. Y también en otros aspectos donde el signo comportaba una concentración de poder, como era el caso de la heráldica y de la astrología (86). El símbolo pasa en ellos a ser una marca de identificación, con una poderosa connotación social, que prevalece hasta nuestros días. Con posterioridad, el hombre se sitúa como eje del universo y se encuentra frente a dos corrientes contradictorias. De una parte, aquella que le permite subsistir como individuo; y de otra, aquella que le lleva al tronco común de los seres y de las 86.- La astrología, en la Edad Media tiene el mismo significado que astronomía, pero ambas ciencias no deben de confundirse con la “astrolatría”. En la época del enciclopedismo se extendió la idea de la importancia de la astrología entre los caldeos. Hay estudio muy interesantes en torno a civilizaciones neolíticas con culto a los astros, lógicamente con posturas más o menos encontradas, por defender o no la importancia al culto lunar de pueblos agricultores con características matriarcales y al Sol por pueblos cazadores. Se da por cierto que en IV milenio se crea el calendario en el Próximo Oriente, surgiendo con ello el Zodiaco, con los doce signos, a la par que toda la mitología relacionada con la bóveda celeste y los astros.
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cosas. El hombre ha dominado su entorno pero no lo conoce plenamente, hasta el punto de que para ubicarse en él primero destruye y después lo configura, pero aún no conoce totalmente las fuerzas de la naturaleza.
La heráldica, un hito simbólico entre la caligrafía y el arte La propia organización social distingue individuos y familias. Las nociones contrarias de oposición y sinergia, aplicados a los diferentes niveles de la organización social y cuyas líneas de fuerza se entremezclan en el individuo, se encuentran al principio de la heráldica y condicionan su desarrollo (87). El fin de la caligrafía ha sido encontrar los rasgos que definen la belleza de la escritura, resaltando el valor ornamental de la palabra. La caligrafía más elaborada se utilizaba para los textos destinados a importantes dignatarios. Hoy día, debido a las nuevas tecnologías, la caligrafía ha caído en desuso, fundamentalmente en países industrializados. La costumbre de escribir a mano va desapareciendo poco a poco, de una parte debido a la facilidad que ofrecen los ordenadores, y de otra, porque nuestras comunicaciones personales, generalmente,
En este espacio geométricamente definido y enmarcado se ubicará la convergencia de la filosofía del tótem y la estructura del símbolo 87.- Parece ser que la Heráldica, como tal, nace en el Oeste de Europa a mediados del siglo XII. Según Galbreath: Manual del Blasón, pág.132, los primeros
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ya no las hacemos por carta sino telefónicamente o por e-mail. Fueron los calígrafos quienes introdujeron los emblemas heráldicos como elementos decorativos, ya fuera en los libros o perfilando la ornamentación de los escudos de armas. La heráldica se ha convertido en una ciencia amparada por las coronas reales. Los heraldos eran los mensajeros (nada tenían que ver con los efebos portadores de trompetas), que transportaban mensajes orales o escritos, o actuaban como diplomáticos y oficiales de plantilla. A finales del siglo XI ya funcionaban como mayordomos en los torneos y por eso, tenían que conocer las diferentes insignias e identificarlas, fundamentalmente en el campo de batalla. Estas insignias, que a partir del siglo XII se convirtieron en hereditarias, eran registradas y reguladas, la mayoría de las veces por los heraldos. Dicha sistematización se va haciendo más compleja conforme avanzan las técnicas de la armería, como por ejemplo el yelmo. La importancia de la heráldica es que desde su nacimiento se convierte en un símbolo y por lo tanto en un elemento de comunicación. Ese es el aspecto que a nosotros nos interesa aquí. Las insignias eran pintadas o modeladas tanto en el escudo, que era el soporte principal, como en las capas de lino o en las túnicas que se sobreponían a las cotas de malla. El soporte donde se ubican las insignias era, en principio, cualquier elemento geométrico, un cuadrado, un círculo, un rombo, etcétera. Entre los siglos XII y XIII, uno de esos elementos surge como definitivo: son los soportes que se utilizaban como calentadores y cuya forma es semejante a una plancha. Esta silueta comenzó a ser considerada como la más elegante para contener las insignias, sin que por ello se descarten otras más elaboradas. En cuanto a las insignias, ciertos historiadores han visto reminiscencias totémicas en algunas de ellas, fundamentalmente en las adoptadas en Inglaterra. Estas insignias permiten unir ciertos símbolos nórdicos o vikingos, como el cuervo, el signos se dieron alrededor del lago Constanza, siendo el símbolo totémico una especie de pantera, la cual puede también confundirse con un lobo, con patas de griffo, posiblemente por una amalgama con el águila austriaca, en vez de orejas lleva una especie de cuernos y el hocico lo tiene como si fuese un pico.
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dragón, etcétera, u otros de origen celta, con el símbolo cristiano de la cruz. Así ocurría con la insignia del rey Arturo. Los animales fueron elementos muy representativos: el águila, el león, la salamandra, el puercoespín, el lobo, ciervos, ciervos alados, cigüeñas, etc. Estos símbolos marcan la diferencia de su propietario con respecto al grupo social, a la vez que representaban una fuerza, un poder, mayor o menor según la identidad del propio signo. Es decir, éstos desarrollaban y creaban una sinergia social, que unidos a la escritura o leyenda que figura en el emblema, condicionaban la presencia del individuo. El hecho de poder detentar un escudo propio pone de manifiesto el deseo de poder y de superioridad, más aún cuando tal simbología se individualiza y reglamenta (88). El apogeo de la heráldica llegó en la época de las Cruzadas, donde cada caballero que iba a luchar contra el infiel portaba su propia insignia. Era ésta como un guardián protector proveniente de una antigua herencia, cuyo valor estaba contenido en la representación de un lenguaje simbólico. Porque ninguno de estos animales se tomaba al azar o por capricho, sino que realmente encerraban una simbología, la mayoría depositarias de doctrinas esotéricas y celosas de su hermetismo. Así, por 88.- LEVI- STRAUSS, pone de manifiesto un estudio de LINTON: “Durante la primera Guerra Mundial, Linton había pertenecido a la 42ª división, o “División Arco Iris”, nombre elegido arbitrariamente por el estado mayor porque esta división reunía unidades pertenecientes de numerosos estados, de manera que los colores de sus regimientos eran tan variados como los del arco iris. Pero, desde que la división llegó a Francia, esta designación pasó a ser de uso corriente: cuando se les preguntaba a los soldados a que unidad pertenecían, respondían: “soy un arco iris”. Hacia febrero de 1918, es decir, unos cinco o seis meses después de que la división hubo recibido su nombre, la opinión general reconocía que la aparición de un arco iris constituía para ella un presagio feliz… más tarde se afirmaba… que se veía un arco iris cuando la división entraba en acción. En Mayo de 1918, la 42ª división estaba desplegada cerca de 77ª, que adornaba su equipo con su emblema distintivo, la estatua de la Libertad. La división Arco Iris adoptó este uso… pero también con la intención de distinguirse. Hacia agosto-septiembre, el llevar una insignia con la imagen del arco iris se había vuelto general a pesar de la creencia de que el portar insignias distintivas tenía su origen en un castigo inflingido a una unidad derrotada. De manera que, al finalizar la guerra, el cuerpo expedicionario estadounidense estaba organizado en una serie de grupos bien definidos, a menudo celosos los unos de los otros, y cada uno de los cuales se caracterizaba por un conjunto particular de ideas y de practicas”, o.c. pág. 18
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ejemplo, se cree que la pantera pudiera tener una significación sustitutoria del dragón, el cual ocupaba el centro del cielo. Su estrella Alfa, en la época de la construcción de las pirámides, era la equivalente a nuestra estrella Polar. Dicho animal actúa también como sustituto del lobo, el cual es un símbolo de los celtas y de los griegos con connotaciones solares. Se puede advertir incluso un deseo de unión del macrocosmos con el microcosmos. Para Robert Viel (89), la simbología de los escudos heráldicos es un hermetismo que no ha encontrado un Champollion ni un Mariette, para poder explicar todos sus detalles. Porque aunque se haya insistido tanto en que el orden interior de los escudos se debe al azar o a un capricho, la disposición de los símbolos y motivos obliga a entender otra cosa. Se dice, por ejemplo, que las armas de Aragón, en un principio, eran de oro y que posteriormente se adoptó en su campo cuatro barras de gules, porque después de una batalla contra los normandos, Carlos el Calvo habría pasado cuatro dedos mojados en la sangre de Godofredo el Velloso, príncipe de Aragón, sobre el escudo de este. También el escudo de Navarra parece provenir de la batalla de las Navas, cuando el 16 de julio de 1212, Sancho el Fuerte vence a Aben-Mahomet en Ubeda. Para ello tiene que atravesar un escuadrón cerrado, rodeado de doble cadena de hierro, que servía de defensa al rey árabe. Estas cadenas, que rompen la valentía de Sancho, fueron puestas por él como emblema de Navarra, llevando aún de gules a la doble cadena de oro, puesta en cruz en banderola y orla. Ya en el siglo XV nos encontramos con tratados muy elaborados sobre esta materia, tales como el de Sassoferrato, De Armis et Insignis; o De nobilitate et rusticitate, de Felix Hammerlin. Este último recoge un texto de 1281, de Conrado de Mure, donde se describen, en verso, los principales escudos heráldicos de esa época. La importancia de la heráldica como ciencia auxiliar de la historia es tal que, durante los siglos XVII y XVIII, fue materia universitaria, sobre todo en Alemania. La precisión geométrica 89.- VIEL, Robert: Los orígenes simbólicos del Blasón. Berg Internacional, Editor. París, 1972. Véase también la obra de GASSICOURT y PAULIN: El hermetismo en el arte heráldico. Editado por H. Daragón, 1907. París.
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en que ha de quedar divido un espacio determinado, iguales o desiguales, así como los colores empleados — “esmaltes”, en lenguaje heráldico—, para expresar de manera codificada y a través de símbolos una estructura narrativa, otorgan a la línea y al color contenido un valor sin parangón. Este tipo de comunicación es uno de los más problemáticos, ya que al perderse el contexto y la causa por la que fueron creados, el estricto significado dado a cada símbolo, espacio o color, el mensaje solo aporta los elementos comunes que sugieren los propios símbolos, mientras que el resto de los significados quedan encriptados. Tal como apunta Whitehead, la arquitectura era simbólica, el ceremonial era simbólico, la heráldica era simbólica […] El simbolismo se halla al margen de la vida […] el hecho mismo de que pueda ser adquirido en una época y descartado en otra, prueba su naturaleza artificial (90).
En lo expuesto no hemos pretendido hacer un tratado sobre el símbolo sino traer el alcance universal que la línea aporta. Somos conscientes de que el totemismo no es un tema mayor en el ámbito de la comunicación. Tal como apuntan estudiosos del tema, el totemismo de clan tiene su origen en el totemismo individual, siendo este último considerado como un genio protector, o también como una forma de zoolatría donde el culto de los ancestros humanos ha sido cambiado por los ancestros animales. Motivos todos ellos que nos inducirían a estudios comparativos de las teorías propuestas por los especialistas. Ahora bien, de alguna forma se sostiene que ese culto sigue vivo (entendemos que con todas las salvedades necesarias) y ello lo advierten quienes lo comparan con el culto de las marcas; la necesidad de ciertos grupos o personas para poderse identificar dentro de su contexto social; la creencia de considerarse más segura o más importante por llevar una prenda o poseer un objeto, cuyo costo es elevado o muy elevado en relación con su 90.- NORTH WHITEHEAD, A: El simbolismo. Su significado y efecto. UNAM, México, 1969.Pág.9
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utilidad y otros productos similares, etc. Todos estos fenómenos nos acercarían a las teorías del campo totémico. De otra parte, los diseñadores, al tomar en algunas ocasiones ciertos animales o elementos para identificar de manera gráfica la transmisión de su idea o mensaje, permiten mantener el estado latente de los planteamientos expuestos.
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Epílogo
La línea y el ordenador: herramientas del pensamiento
S
i la línea queda delimitada nítidamente como la primera herramienta capaz de materializar el pensamiento, el ordenador ha venido a significar un útil en esta misma dimensión. Ambas herramientas tienen en común que ayudan a la función intelectual; diríamos, vulgarmente, que prolongan la función del cerebro. Ninguna otra sirve con tal eficacia, como lo hacen la línea y ahora el ordenador. De otra parte, el mayor cometido de ambas herramientas es el de posibilitar el almacenamiento de la información, no importa cómo lo consigan. Más aún, ambas herramientas son las que pueden conformar el ámbito de la denominada virtualización. Si el ordenador es la máquina capaz de tratar, procesar, guardar y recuperar la información, y para ello se requiere un proceso de codificación y decodificación, la línea tiene el mismo sentido, pues es la herramienta o el soporte donde se ha depositado nuestro pensamiento. Tal almacenamiento se realiza, también, mediante un proceso de codificación. Este es el caso de la escritura, sin duda, y a esta podemos darle el tratamiento que consideremos oportuno. Sin embargo, hay una relevante diferencia entre ambas herramientas. Mientras que el ordenador necesita para su funcionamiento de una energía externa, la línea requiere de la energía 183
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humana para los mismos fines. En este hecho tan significativo podemos basarnos para aventurar la evolución del ordenador tanto en el almacenamiento de datos como en la recuperación de los mismos. La evidencia constata que el uso del ordenador como herramienta, en los casos más avanzados en que se tiene una gran empatía, no exime definitivamente del uso del papel. Ello indica, de alguna manera, la necesidad de tener un contacto físico con la información, de ser poseedores de la misma, algo que se elimina por completo con el ordenador, donde toda información almacenada queda totalmente fuera de nuestro alcance sin el concurso de la máquina. Con el ordenador, es la máquina quien manipula, codifica y decodifica; mientras que, tratándose de la línea, es el individuo el que realizar tales operaciones. Ciertamente que el individuo interviene en el proceso, pero también es cierto que cuando utiliza el ordenador solamente hay una actitud mecánica para pulsar un teclado y materializar nuestro pensamiento a través de unos signos totalmente estandarizados. Ello hace que no exista una tensión en el ámbito sígnico, que sí se advierte en un escrito manual (91). Aunque en este juego de las similitudes podríamos hablar de que el signo es una expresión biológico-mecanicista. No en vano se admite la grafología, por ejemplo, y que cabe conocer a través de ella la naturaleza íntima de la persona. Un ejemplo más claro nos lo podría proporcionar una pintura, donde unas características 91.- Esta tensión no tiene nada que ver con el clima que una narración nos puede llevar a alcanzar en la lectura, esa es precisamente lo que da validez a la línea como herramienta, pues si no fuese por la línea convertida en signo y conocedores de tales signos no habría posibilidad de llevarlo a cabo. Por otra parte, la propia dinámica de la lectura acondiciona para ello. Aún cuando es sugestivo y provocador adentrarse en el ámbito de la grafología, no en vano llamó la atención de Goethe, George Sand o Dumas, entre muchos otros, Klages, el filósofo alemán que sigue a Heráclito, a principios del siglo pasado se ocupó de la grafología y expuso que la que la vida de la escritura se halla en la intensidad de la forma y su voz es el ritmo. Pues bien, en este sentido primero la tipografía y después el ordenador, establecen la democracia de la forma, la estandarización de la escritura sustrae casualmente la expresión vital de la misma, de ahí que solamente se establezca una transmisión de datos. La escritura manuscrita permite compartir la energía personal, por ello, necesariamente la máquina será capaz de transportar también la escritura.
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determinadas —la forma de dar las pinceladas, etc.— comportan el estilo de un pintor o de una escuela. Advirtamos el valor que tiene un libro manuscrito, o las correcciones sobre las galeradas o ferros. El valor de una partitura musical original… Este “conflicto” es el que, de alguna manera, ha de resolverse con el tiempo. En esta confrontación, el signo mecanizado nos hace contemplar nuestra creación alejada de lo “biológico” y por lo tanto no desde el acto creativo sino desde la creación terminada. Las disimilitudes entre ambas herramientas no oscurece este hecho compartido: su dependencia. Cada una, a su manera, obliga al individuo a una dependencia bien manifiesta, lo cual exige un comportamiento determinado, que volverá a incidir sobre el entorno. Ello obliga a poner sobre el tapiz muchos de los planteamientos aquí estudiados, así como otros implícitos o derivados de los mismos: el comportamiento de la lectura, el soporte, la ejecución […]. Nos llevará a una forma distinta de la interpretación del mensaje ya sea desde aquel planteamiento de la gramática escolástica, como desde el planteamiento mcluhaniano, o el actual. Ciertamente que la línea sigue siendo la transmisora del signo en el ordenador, potenciándose aún más el significado de la abstracción, pues la intervención sobre él es ocurre de manera abstracta, por ser virtual, es decir: no hay una interacción física. El signo no es interpretado por el individuo, sino que es ejecutado por la máquina. Más aún, se pierde con el ordenador totalmente el sentido de la posesión. Si ya con el invento de Gutenberg quedaba establecida la uniformidad, y se aceleraba el ámbito del individualismo cultural —el criterio de posesión: adquirir una obra y poderla significar como pertenencia mediante signos, subrayados, etc.—, con el ordenador la uniformidad es aún mayor tanto con el signo como con el soporte. También con el ordenador se potencia el individualismo. Hay en la actualidad una combinación entre el ordenador y la mano, que debe ser observada. Porque mano y cerebro humanos llevan cientos de años interactuando de una manera determinada, pero con la entrada del ordenador el individuo se 185
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ve obligado a plantearse otro tipo de actividad para llevar a cabo la ejecución o materialización de su pensamiento. Ahora es a través de un teclado y del ratón, una nueva fórmula en la cual la persona, de alguna manera, pierde el ejercicio de la coordinación gráfica que, por ejemplo, se realiza entre mano y cerebro para llevar a cabo el dominio de la línea. El ordenador no es la máquina de escribir, ni el papel colocado en la misma tenía el significado que actualmente tiene de la pantalla del ordenador. La dependencia de este nuevo invento es tal que incluso para muchos ya no tiene sentido estudiar las reglas gramaticales, pues el propio ordenador advierte de la faltas ortográficas, de concordancias, entre otras. Todos estos planteamientos no tienen más significado que el de observar la importancia de esta nueva herramienta que ha marcado el nacimiento de un nuevo tiempo, un punto de inflexión en nuestra historia que necesariamente dará paso a nuevos planteamientos culturales. Máxime, cuando la próxima generación de estas máquinas sea una realidad, pues poco se parecerán a las actuales, al menos en velocidad y en prestaciones. Si la línea hizo posible el almacenamiento de la información y la tecnología posibilitó la comercialización de la misma, primero con los manuscritos y después con la imprenta, el ordenador ha hecho que la información adquiera la consistencia de “producto” y que como tal se haya asentado en el mercado. El producto informativo concurre en el mercado como un bien de primera magnitud y con unas características que no tiene ningún otro: 186
a) Puede ser transportado a muy bajo coste, sin importar las distancias. b) Puede ser empaquetado, en soportes muy ligeros, baratos y de una muy alta capacidad. c) El “consumo” de la información no la destruye ni la altera, pudiéndose servir, de la misma información, un número indefinido de personas sin que esta sufra deterioro alguno. d) Puede ser almacenada por un largo tiempo de acuerdo con el soporte y el tratamiento del mismo.
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e) puede ser reelaborada y ponerla nuevamente en circulación.
Todo ello hace que no exista otro producto que comporte las mismas características. La información, potenciada por la convergencia tecnológica, logró entrar en el siglo XXI, como uno de los sectores más potentes y de mayor concentración. La línea, herramienta que permitió materializar la idea, como unidad más elemental de construcción y proceso abstracto, protagonista del acto científico y contenedor del drama social, seguirá siendo protagonista, al menos aún durante un largo periodo, porque sin el conocimiento interpretativo de la línea el hombre queda seriamente mermado como actor social. De hecho, esta posible carencia fue un factor utilizado en otras épocas. El ser analfabeto llevaba a una sumisión y exclusión del individuo a la participación social, casi comparable en la actualidad al manejo del ordenador. Ambas herramientas comportan un significado especial en el ámbito de la educación y en la conformación del pensamiento, de tal suerte que el avance hacia la sociedad del conocimiento y gracias a la influencia del ordenador, el sentido de libertad y el acceso a la cultura es cada vez más fuerte y demandado. Por otra parte, la ya citada convergencia tecnológica o las denominadas «tecnologías de la información», han hecho que la información vaya en busca del usuario, le pueda abordar en cualquier lugar y a cualquier hora. Ello supone una influencia manifiesta, que se verá aún más potenciada cuando la voz ejerza su pleno dominio en tales tecnologías. Pese a todo, ninguna de las dos herramientas, tal vez por su misma condición de tales, pueden ser estudiadas como algo con rango científico propio, no obstante ser ellas las que más han contribuido, y contribuirán, al desarrollo del intelecto humano, a su puesta en común y al dominio humano del entorno.
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La materialización del pensamiento, se terminó de imprimir en marzo de 2007 en los talleres de Diseño 3 y/o León García Dávila, Valle de San Juan del Río 10, Col. Vista del Valle, Naucalpan, Estado de México. Supervisión de la edición: Óscar Flores Torres. Diseño de portada e interiores: Diseño 3/León García Dávila, Erika Rojas Sierra, Marco Antonio Hernández Pérez. Formación de interiores: Diseño 3/León García Dávila, Erika Rojas Sierra.
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