Presencia española en Puebla, siglos XVI-XX

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Presencia española en Puebla¡ siglos

XVI-XX

AGusríN

GRAJALES

LILIÁN

ILLADES

COMPILADORES

INSTITUTO BENEMÉRITA

EMBAJADA

DE CIENCIAS

SOCIALES

UNIVERSIDAD

DE

y HUMANIDADES

AUTÓNOMA

ESPAÑA

EN

DE PUEBLA

MÉXICO


BENEMÉRITA

UNIVERSIDAD

AUTÓNOMA

DE PUEBLA

Enrique Doger Guerrero RECTOR

Guillermo Nares Rodríguez SECRETARIO GENERAL

Roberto M. Vélez Pliego DIRECTOR DEL INSTITUTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

EMBAJADA

DE ESPAÑA EN MÉXICO

José Ignacio Carbajal

Gárate

EMBAJADOR

Julio Montesino Ramos CONSEJERO CULTURAL

Marcelo Gauchat COORDINACIÓN

EDITORIAL

Jorge Lépez Vela DISEÑO

Susana Plouganou CORRECCIÓN

© Primera edición, 2002 INSTmJTO

DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES-BUAP

Av. Juan de Palafox y Mendoza Puebla, Pue. 72000

ISBN 968 863 478 6

Impreso y hecho en México Prillted alld made

ill Mexira

208


í

e

e

d

n

Prefacio

7 AGUSTíN

y LILIÁN ILLADES

GRAJALES

Introducción

15 E. LIDA

CLARA

23

Losespañoles en la historia de la ciudad de Puebla LETlCIA

GAMBOA

OJEDA

Puebla extremeña

31

SALVADOR

CRUZ

MONTALVO

La Puebla española de Garcés

35

y de suscorregidores letrados ante el problema del agua ALBERTO

CARABARfN

GRACIA

Diego de Anzures y la emigración de Brihuega a Puebla IDA

ALTMAN

La herencia de LuisEraso,un pastor vasco en Puebla, JUAN

43

JAVIER

1570-1621

55

PESCADOR

Don Rodrigo de Vivero y Aberruza,

1564-1636,

65

conde del Valle de Orizaba, criollo y español EVA ALEXANDRA

UCHMANY

Poetas sevillanos en Puebla, siglo XVI MARGARITA

PEÑA

83


El regio patronato indiano y el retablo principal de la catedral de Puebla MONTSERRAT

GAlf

91

BOADEllA

Ilustrados en Puebla, los socios de la

107

Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País MARíA

CRISTINA

TORAlES

PACHECO

Una familia de inmigrantes en la transición

121

del México colonial al independiente: susalianzas políticas, familiares y la reproducción de un saber LlllÁN

IllADES

AGUSTíN

GRAJAlES

Grandes empresarios españoles del centro de México, 1870-1900.

143

Elprivilegio de una época MARíA

DEl PilAR

PACHECO

ZAMUDIO

Marcelino G. Presno y la propiedad agraria en Puebla ROBERTO

M.

VÉlEZ

López de Letona: familia vizcaína de empresarios porfirianos BLANCA

Inmigración

y

E. SANTlBÁÑEZ

179

TIJERINA

aculturación,

Losespacios de articulación social de los españoles en Puebla a fines del siglo XIX y principios del xx CORAlIA

155

PLIEGO

GUTlÉRREZ ÁlVAREZ

191


Puebla en las celebraciones del IV centenario del

205

descubrimiento del Nuevo Mundo ALFONSO

VÉLEZ PLIEGO

Empresarios y diplomáticos españoles en Puebla durante

245

el gobierno interino de Francisco León de la Barra ÓSCAR

FLORES

Gallegos en Puebla: lugares de origen, inserción socioprofeslonal y cadenas migratorias, ELIXIO

VILLAVERDE

261 1764-1936

GARCíA

Un fracaso de la política inmigratorio en México,

285

Elcaso de los refugiados españoles en Puebla MARíA

MAGDALENA

ORDÓÑEZ

ALONSO

Losespañoles en Puebla durante la Revolución:

297

algunas consideraciones metodológicas DAVID

G.

LAFRANCE

Testimonios gráficos y orales de inmigrantes

303

españoles en Puebla EVERARDO ÁNGELA

RIVERA

ARZINIAGA

319

EpDogo ÁLVARO

Bibliografía

MATUTE AGUIRRE

321



p

r

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o

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o

La migración internacional hacia México en una perspectiva histórica es un tema que ha sido copado por los estudios acerca de la población española por motivos de raigambre social, política y cultural. En el ámbito de este segmento historiográfico, hasta ahora ha predominado una visión de los flujos y sus actores con un enfoque político y diplomático, económico y comercial, social, étnico y cultural. Muy poco se ha podido abordar el asunto de los movimientos en su dimensión cuantitativa y demográfica. La historiografía migratoria es muy reducida y está compuesta por algunas obras generales y escasas investigaciones encaminadas al estudio de determinada nacionalidad. En virtud de los lazos coloniales y posindependientes de México con España, son estos flujos, de allá hacia acá, obviamente los más analizados. No obstante, de acuerdo con Clara E. Lida, especialista en la temática, no sólo hay una ausencia notable de estudios sobre los desplazamientos de peninsulares sino que se carece también de análisis comparativos y globales que incluyan otras migraciones internacionales. Este último fenómeno empieza a revertirse ya que en estos tiempos las migraciones no solamente tienen un carácter de un sentido único sino que ahora es la antigua metrópoli colonial la que empieza a acoger población latinoamericana, e inmersa en ella la mexicana.!

1

Elda E. González Martínez, "Españoles en América e hispanoamericanos

en España:

cara y cruz de un fenómeno", Arbor, Madrid, CUY, 607, julio, 1996, pp. 15-33.

7


Las etapas históricas que han atraído más la atención de los analistas son el siglo de la Conquista -en gran medida, merced a los catálogos de pasajeros-, el Porfiriato -que corresponde a las grandes emigraciones masivas de Europa hacia el Nuevo Mundo-, y el lapso que va de la Revolución Mexicana al periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas. Para el conocimiento del arribo de peninsulares durante la etapa colonial destacan las publicaciones de Aguirre Beltrán, Boyd-Bowman, Pérez Bustamante y Sánchez-Albomoz, de las cuales se da referencia más adelante en el apartado bibliográfico. El primero de ellos se aboca igualmente al esclarecimiento de la inmigración forzada de la población negra. De los diversos estudios que proporciona la historiografía colonialista se desprende que luego de la inmigración intensa de guerreros y colonizadores españoles durante los primeros años de conquista sobrevino una disminución importante. No obstante, a lo largo de la segunda mitad del siglo

y durante el reinado de los Felipes se dio un crecimiento lento pero

XVI

positivo. En el siglo

XVIII

disminuyeron los flujos migratorios pero hubo un repunte en los

años finales del régimen colonial. Acerca del perfil de la población española en México: sus orígenes geográficos, su status y rasgos sociodemográficos en la última etapa, se puede conocer a través de los numerosos padrones de población que formaron el Censo de Revillagigedo. Algunos estudios basados en estos listados nos acercan al fenómeno migratorio, pero tocó al barón de Humboldt extraer el primer fruto de ese empadronamiento ilustrado.2 Para el siglo

XIX

y

XX,

se cuentan entre otras publicaciones, lo obra original y de recopi-

lación de Clara E. Lida, la de Nicolás Sánchez-Albomoz y los estudios de Carlos Illades, quien ha seguido de cerca las vicisitudes de los hispanos y analiza los efectos del movimiento armado de 1910 sobre aquel grupo; en relación con el exilio y sus actores destacan las aportaciones de Ascensión H. de León Portilla y de Eugenia Meyer, y entre los estudios más focalizados hacia la provincia mexicana se hallan los ensayos de Leticia Gamboa, Óscar Flores y Mario Cerutti, tocantes a los empresarios regionales en Puebla y en el norte de México? Entre la época colonial y la contemporánea, uno se percata de la aculturación española a través del trabajo integrador de Guillermo Bonfil Batalla, en donde se describen los orígenes del mestizaje mexicano con el desembarco de población europea a lo largo de los siglos; se reconocen los influjos de la cultura medieval y renacentista durante la época novohispana yse da fe de los encuentros con el mundo árabe. Fuera del contexto hispano y con un enfoque más reciente se localizan las raíces e intercambios genéticos y culturales con pobladores de diversas naciones europeas, del África subsahariana 2

Alejandro

de Humboldt,

Ortega y Medina, 3

Ensayo político

México, Ponúa,

y

los acercamientos de México con la India,

sobre el reino de la Nueva Espaiia, Sta. ed., estudio preliminar

A lo largo de la lectura del presente libro se podrán apreciar con detalle las aportaciones mencionados,

además de que se recogen sus referencias

Cabe destacar

que en este breve esbozo historiográfico

medida en este país y se debe estar consciente países sobre la misma temática.

8

de Juan A.

1991, "Sepan Cuántos ...", 39.

en el anexo bibliográfico sólo se recoge la actividad

de la omisión

de los distintos

investigadores

que aparece al final del mismo. de investigación

sobre la obra de investigadores

publicada

en gran

en España y en otros


China y Japón; asimismo no se soslayan las influencias culturales contemporáneas de los vecinos anglosajones al norte de México.4 También, en relación con las migraciones históricas de diferentes grupos nacionales, étnicos o religiosos, desde la consumación de la Independencia de México en 1821 hasta 1970, se dispone de la obra de Moisés González Navarro y de un cuerpo de trabajos que recoge la investigación sobre las inmigraciones asiáticas.5 Durante el Porfiriato, el despoblamiento relativo del país fue considerado como un obstáculo al progreso, ya que la ideología dominante de la época identificaba al volumen de población con riqueza. A los argumentos de cuño poblacionista se agregó la idea de la necesidad de incorporar población europea, preferentemente originaria del norte del continente, que iba a trasladar a través de las familias y sus herramientas el espíritu de orden y trabajo necesario para encauzar "el progreso". En realidad, lo que se buscaba era "mejorar la raza", que de acuerdo con Adela Pellegrino, era un intento de las élites de ampliar su hegemonía sobre las masas mestizas cuya participación en las guerras de independencia

y en las

guerras civiles les había dado niveles importantes de autonomía y de confianza.6 Al igual que muchos gobiernos latinoamericanos, el mexicano expidió leyes y decretos para alentar el internamiento de los grupos europeos que emigraban masivamente en búsqueda de espacios. No obstante, su incorporación en México no fue una realidad como en los países del cono sur: Argentina, Uruguay y Brasil. Por razones variadas -grado de inserción en los circuitos internacionales, tráfico de compañías navieras y leyes más protectoras de los asalariados, entre otras- al resto de naciones latinoamericanas llegaron montos muy reducidos. En cuanto a México, un factor importante que coadyuvó a su menguado poder de atracción fue la mayor densidad demográfica, a diferencia de las perspectivas que ofrecían los despoblados e inmensos países del extremo sur del continente. Merced a algunas cifras históricas se calcula que entre mediados del siglo

XIX

y 1930

zarparon de Europa con destino de ultramar poco más de 50 millones de personas. Según estadísticas presentadas por Carr Saunders, Morner y Sims, los contingentes más numerosos provinieron de las Islas Británicas (18 millones), de Italia (10 millones), del centro de Europa -Austria-Hungría

y la otrora Checoslovaquia-

(5 millones 200 mil), de Alemania (4

millones 900 mil) y un poco menos de España (4 millones 653 mil); igualmente hubo migraciones rusas, suecas, finlandesas, portuguesas y francesas además de otros países? 4

Guillermo

Bonfil Batalla (comp.). Simbiosis

Cultura Económica. 5Moisés González vol. II y vol.lII, Mishima

Navarro, Los extranjeros México,

Simbiosis

en México y los mexicanos

Centro de Estudios Históricos

Adela Pellegrino, Cooperación

Centro de Estudios

"La migración

Internacional,

internacional

y su cultura en México, México,

Fondo de

de Culturas. en el extranjero,

de El Colegio de México,

et al. (coords.), Destino México: un estudio de las migraciones

El Colegio de México, 6

de Culturas. Los inmigrantes

1993, Sección de Obras de Historia,

asiáticas

1821-1970,

vol. I (1821-1867)

1993 y 1994; María Elena Ota a México, siglos

XIX

y xx, México,

de Asia y África, 1997. en América Latina", Pensamiento

Madrid, núm. 28,1995,

1beroamericano,

Agencia Española

de

p. 183.

lEIda E. González Martínez, op. cit., p. 18; Magnus Mornery Harold Sims, Aventureros y proletarios. Los emigrantes en HispOlwamérica, Madrid, Fundación

MAPFRE

América 1992, Editorial

MAPFRE,

1992; Moisés González Navarro, op. cit., vol. !l, p. 268.

9


De acuerdo con otras cifras, elaboradas por Chesnais, entre 1821 y 1932 hubo alrededor de 56 millones de personas provenientes de Europa.8 De ellos, 60% partieron hacia los Estados Unidos de América, 22% hacia América Latina, 9% hacia Canadá y 6% haciaAustralia y Nueva Zelanda. De los más de 12 millones de emigrantes cuyo destino fue América Latina, alrededor de la mitad se dirigió a Argentina, poco más de la tercera parte a Brasil, alrededor de 800 000 a Cuba, y otro tanto a Uruguay; el resto se distribuyó en cantidades insignificantes en los otros países latinoamericanos. Dos terceras partes de los emigrantes que pisaron tierras latinoamericanas las componían italianos, primero, y españoles, después. No obstante la reducida magnitud de la inmigración europea en México, su importancia cualitativa fue considerable, no sólo en los ámbitos económico y social, sino qué también tuvo incidencia en la política. De acuerdo con Carlos Illades, los pobladores españoles se integraron a la vida económica y social del país adquiriendo intereses de grupo -en tanto minoría- y de clase -porque obtuvieron la calidad de propietarios-,

y estos intereses se

expresaron en las relaciones diplomáticas entre México y su país de origen.9 Especialmente durante el mandato de Porfirio Díaz los grupos de inmigrantes crecieron y se encumbraron. En 1880 había sólo 6 500 españoles en México, en 1900 aproximadamente

16000 Yalrede-

dor de 40 000 en el año de 1910. Los peninsulares sobresalían entre los terratenientes, comerciantes y empresarios industriales. En Puebla, gran centro industrial en el ramo textil, su presencia era especialmente sorprendente, además, eran dueños de tres bancos regionales que daban apoyo a sus empresas. La mayoría de los autores de ensayos, artículos y obras de mayor amplitud coincide en que desde el punto de vista numérico, por causas comprensibles, son los flujos de españoles los más abundantes en México, no obstante, y en esto también hay un acuerdo generalizado, durante la época moderna del país la presencia de oriundos peninsulares y en consecuencia de otros grupos extranjeros no ha sido significativa en términos cuantitativos. Algunos segmentos de estos grupos adquirieron relevancia cuando se insertaron en nichos específicos de influencia comercial, industrial, académica y cultural, sin embargo, otra proporción importante pasó al anonimato diluyéndose entre la población que la acogió. La historiografía sobre la inmigración española en México estudia de manera privilegiada a los individuos que se asentaron en la ciudad de México, o bien hay autores que llegan a verter reflexiones sobre números globales en el ámbito nacional. Muy pocos son los artículos que tocan aspectos del quehacer y de la huella que han plasmado estos grupos o individuos en la provincia mexicana. En virtud de la existencia secular de peninsulares en Puebla y su entorno, y con el ánimo de reflexionar sobre el origen de la fundación española, su naturaleza, la permanencia y el gCitado por Adela Pellegrino, 9

Carlos Illades, Presencia Instituto

10

op. cit., p. 184.

española

de Investigaciones

en la Revolución

Mexicana,

1910-1915,

Dr. José Ma. Luis Mora, 1991, p. 9.

México, Facultad

de Filosofía

y Letras-uNAMI


abandono de pautas, la amplitud de la migración, así como su impacto en los diversos niveles del ejercicio humano a lo largo de 450 años de habitar en esta tierra de promisión, se convocó a cerca de 60 investigadores y estudiosos del fenómeno, ubicados en diversos centros de investigación de México y de España, de otros países europeos y de América del Norte, a presentar los avances y resultados de sus investigaciones, a su confrontación y a considerar el estado de la cuestión sobre la presencia española en Puebla. Con este afán previo, y con la motivación académica común en el desarrollo de la historia social y de la demografía histórica mexicanas, Juan Javier Pescador, Leticia Gamboa y quienes suscriben, se dieron a la tarea de iniciar los trabajos de organización que culminaron en el otoño de 1995 con la realización del Coloquio Internacional Presencia española en Puebla, siglos

XVI-XX,

auspiciado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 10 Bajo la presidencia del licenciado Alfonso Vélez Pliego, entonces director del Instituto, se completó el comité de organización con el apoyo del doctor Ricardo Téllez Girón, Marcelo Gauchat, la administradora Margarita Muñoz Loyola y el arquitecto Alfredo Saldívar. En la labor de edición de los resúmenes de las ponencias y materiales diversos participaron también Susana Pluganou y Alicia Mendoza. El Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades se complace en haber auspiciado el mencionado foro académico, de singular importancia, en donde se expusieron las investigaciones históricas más recientes. Las ponencias presentadas por los académicos de diversas instituciones de educación superior del país y del extranjero abarcaron desde la fundación de la ciudad hasta tiempos muy recientes y fueron revestidas de seriedad académica, lo mismo que despertaron grandes inquietudes por continuar los estudios relativos al tema. Las veinticinco ponencias que se presentaron en diversas mesas fueron dirigidas, moderadas y comentadas por especialistas en el orden siguiente de intervención: doctor Ernesto de la Torre Villar, doctora Pilar Gonzalbo, doctora Ida Altman, maestra María Esther Pérez Salas, arqueólogo Eduardo Merlo, maestro Renato González Melo, doctor Juan Javier Pescador, doctor Álvaro Matute, doctor Mario Cerutti, maestro Héctor Azar, doctor Carlos Illades, doctor John Mraz y doctora Clara E. Lida, quien, además, ofreció un balance sucinto del coloquio a manera de discurso de clausura. Para la realización del evento se contó con el apoyo generoso de la rectoría de la Universidad, en cuyo esfuerzo contribuyeron instituciones públicas y privadas: el Gobierno del Estado de Puebla, el H. Ayuntamiento de la Ciudad de Puebla a través de la Dirección de Promoción Cultural, la Embajada de España en México representada por el Ministerio de Asuntos Culturales, el Patronato del Parque España de Puebla y la Sociedad Española de Beneficencia de Puebla.

10

La realización

de este coloquio

número 5-4591S

financiado

surgió al mismo tiempo como una de las actividades

por el Consejo Nacional

del proyecto

de investigación

de Ciencia y Tecnología.

11


Paralelo al desarrollo de las reuniones académicas -que tuvieron lugar en el antiguo Colegio del Espíritu Santo, edificio central de la Universidad Autónoma de Puebla, en la, Biblioteca Lafragua, y en el salón de cabildos del H. Ayuntamiento de Puebla, en donde pende la cédula real de fundación de la ciudad-, se celebraron diversos encuentros culturales que hicieron patente la impronta española. Con la venia y apoyo del Arzobispado se efectuó una sesión frente al altar de los Reyes de la catedral y hubo una alocución en el coro del cabildo angelopolitano, además, se prosiguió con una visita a los tesoros artísticos de la seo poblana al mismo tiempo que se disfrutó de un imponente concierto ejecutado por el maestro Rafael Delgado, organista titular. Otra presentación de una ponencia extramuros universitarios -sobre la influencia de poetas sevillanos del siglo

XVI

en Puebla preparada por la doctora Margarita Peña- se llevó

a efecto en la plazuela Gutierre de Cetina ubicada en la esquina que forman la avenida 12 Poniente y la calle 5 de Mayo, la cual fue inaugurada con motivo de este encuentro por el desaparecido maestro Héctor Azar, entonces Secretario de Cultura, quien develó el busto del poeta y a continuación pronunció una breve semblanza de su vida y obra, así como la obligada referencia a su estancia trágica en la ciudad. En la gran sala de lectura de la Biblioteca Lafragua de la institución universitaria poblana, el profesor Salvador Cruz Montalvo promovió una exposición de joyas impresas en España que seleccionó entre los acervos pertenecientes a la biblioteca. En ocasión de la muestra pública, el literato español Carlos Colchero Rozas, maestro de numerosas generaciones, ofreció una presentación erudita de algunos materiales. Otra muestra y aportación cultural de inmigrantes recientes tuvo lugar en uno de los patios del edificio virreinal, conocido como la Casa de los Muñecos, que alberga en la actualidad al Museo Universitario; ahí se llevó a escena la obra del poeta y dramaturgo español arraigado en Puebla, Alfonso Simón Pelegrí, titulada: ÚlZeyenda de Gutierre de Cetina bajo la dirección de Manuel Reigadas, criollo poblano. Él mismo fue productor del montaje de la comedia de Juan Ruiz de Alarcón, Mudarse por mejorarse, que escenificó el Centro de la Búsqueda Teatral de Puebla en la antigua penitenciaría del estado. En el marco de la residencia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, la Casa Presno, modelo de habitación de principios del siglo xx de un industrial y empresario español, tuvo lugar una peiformance referente a la visión folklórica de la cultura hispano criolla y en uno de sus salones se realizó una exposición fotográfica y un montaje tridimensional de buena hechura y originalidad que recogió diversos materiales, recuerdos, utensilios de oficios y testimonios orales de inmigrados españoles en la localidad, algunos de los cuales se reproducen en el presente libro a manera de artículo visual. En relación con el encuentro académico, sobra mencionar que naturalmente no pudieron ser satisfechas gran cantidad de interrogante s sobre la cuestión, merced a la vastedad en el tiempo de observación, así como a la abundancia de enfoques y temáticas de estudio; empe12


ro, la publicación que se ofrece al lector es una recopilación que logra llevar al interesado un corpus de investigación único y primero en su género por lo que toca a la inmigración española en una sola ciudad y su entorno durante más de cuatro siglos. El libro reúne investigación histórica reciente sobre el origen regional de los inmigrantes, en algunos casos se esboza su cantidad, se analizan sus actividades, cualidades y desencuentros, así como la percusión de sus actividades en la vida social, económica, política y religiosa, en las mentalidades y en la cultura poblana. Cabe agradecer encarecidamente a todos los académicos que contribuyeron con sus comentarios y escritos, así como a las personas que han intervenido en la producción editorial: Marcelo Gauchat, Jorge Lépez y Susana Plouganou. De manera primordial se reconoce el apoyo de la Embajada de España en México, del maestro Roberto M. Vélez Pliego, director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, así como de la rectoría y otras superioridades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

AGUSTíN LILIÁN

GRAJALES ILLADES

13



n t

CLARA EL

COLEGIO

E. DE

ro

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n

LIDA MÉXICO

Este libro, compilado'por Agustín Grajales y Lilián lllades, es el resultado de un coloquio internacional que tuvo lugar en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla en noviembre de 1995. Los artículos que aquí se reúnen son los textos revisados de las ponencias originales, que abarcan una amplia gama de temas y de problemas sobre la presencia española en Puebla a lo largo de 400 años. El volumen se inicia con un artículo de Leticia Gamboa Ojeda en el cual nos presenta una rica síntesis sobre los españoles en la historia de esta ciudad. Con pluma ágil y conocimiento sólido, la autora nos permite entender a cabalidad la preponderancia española en Puebla desde su fundación como república de españoles hasta hoy, cuando la cuatricentenaria ciudad todavía muestra su perfil criollo y la decidida impronta hispánica. Este primer escrito presenta un panorama completo y complejo de esta presencia española y enmarca muy adecuadamente los estudios que a continuación examinamos. Ya sabemos que la fundación de la ciudad de Puebla obedeció a varias circunstancias, pero la más significativa fue la de crear un poblado en el largo e importante camino entre la Ciudad de México y el pl'~rto de Veracruz. Salvador Cruz Montalvo muestra cómo la característica principal de esta cons15


trucción fue la de ser una ciudad de españoles, sin indios, aunque rodeada de ellos, construida en estilo renacen tista y poseedora en sus alrededores de excelentes tierras de labranza a las márgenes del río San Francisco, y que atrajo a los pobladores hispánicos, entre los cuales se encontraba un significativo número de extremeños. Los caudales del río y los abundantes manantiales públicos de la zona le permitieron un gran desarrollo hidráulico, excepcional para el centro de México, como lo muestra Alberto Carabarín Gracia. No es de extrañar, pues, que gracias a la fuerza fluvial la ciudad pudiera desarrollar desde temprano una mecanización que contribuiría a lo largo de su historia a su importante desarrollo textil y manufacturero. Por el estudio de IdaAltman sabemos que esta región se pobló también con inmigrantes de Castilla. Ella examina cómo, gracias a la presencia pionera en la Puebla de los Ángeles de un joven nativo de Brihuega (villa cercana a Guadalajara), Diego de Anzures, que triunfó social y económicamente y envió por sus hermanos, sobrinos y otros parientes del pueblo, las noticias sobre las oportunidades en la Nueva España contribuyeron al entusiasmo por el tránsito desde aquella villa a la nueva Angelópolis. Muchos de éstos habían tenido en su Brihuega natal experiencia en la industria textil y en la instalación de obrajes. Según la autora, entre 1550 y 1620 estas estrechas redes locales facilitaron la emigración de más de 25 por ciento de los habitantes de Brihuega que de modo sistemático y extenso se asentaron en Puebla como un grupo coherente e integrado. Esta inmigración briocense influyó decisivamente en el desarrollo industrial de la nueva Puebla, pero además muestra una de las pautas constantes de le emigración española: cómo los vínculos, redes y cadenas contribuyeron desde el comienzo para que el asentamiento español en América fuera exitoso y duradero. Otro importante contingente migratorio fue el representado por los vascos, quienes se instalaron en Puebla y sus alrededores, dedicándose a diversas actividades urbanas y ganaderas. Juan Javier Pescador muestra el desarrollo de este grupo al seguirle los pasos al pastor Luis Eraso y a través de él mostrar el desarrollo de la ganadería y carnicerías locales, así como para examinar las dificultades y trabas que experimentaban los deudos en la Península para cobrar las herencias de quienes morían en Indias. Entre los personajes que destacaron en la vida poblana durante su primer siglo de existencia están los miembros de la familia del conde del Valle de Orizaba, en particular su hijo Rodrigo de Vivero, a quien Eva Alexandra Uchmany dedica su estudio. Éste es el caso de un pequeño criollo que desde niño sirvió en la corte de los Austria y eventualmente se convirtió en un destacado funcionario de la Corona en ultramar. Rodrigo pasó a las Filipinas y al Japón, país del cual se volvió gran admirador. Este conde criollo escribió su tratado Avisos a la Monarquía, en el cual no sólo elogia las provincias ultramarinas en Asia, sino también las Indias, y pide a la Corona velar por su bienestar. Esta biografía nos permite adentrarnos en la mentalidad de la primera generación criolla perteneciente a la aristocracia novohispana y percibir las tensiones y dilemas de pertenecer a la vez a una y otra orilla de la monarquía hispánica. 16


Además de ser un centro económico importante, Puebla en el siglo XVI también se convirtió en un centro cultural y literario para los españoles que se trasladaban a la Nueva España. Sin duda, el más singular de estos escritores fue el español Gutierre de Cetina, cuya trágica y prematura muerte analiza Margarita Peña. Con Cetina y otros poetas amigos llegó al Nuevo Mundo el soneto petrarquista y la moda italianizante y la ciudad adquirió merecido renombre poético. A la creación de la ciudad renacentista, en el siglo XVII le siguió la expansión de la ciudad barroca, cuyo ejemplo culminante es el diseño del retablo principal de la catedral de Puebla comisionado por el obispo Juan de Palafox y Mendoza al maestro aragonés Pedro García Ferrer. La riqueza de este retablo permite a Montserrat Galí Boadella situar al barroco novohispano en un significativo movimiento de modernidad artística y de creatividad propia. Esta obra, como lo señala la autora, muestra la riqueza y diversidad cultural del Nuevo Mundo sintetizada en esta excepcional expresión artística de un maestro español y plasmada en un retablo mexicano. Con la Ilustración llegaron a Puebla las ideas reformadoras de los borbones hispánicos y las nuevas corrientes modernizadoras vinculadas con la educación, las artes y las ciencias. Un ejemplo particular fue la creación en Puebla de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. María Cristina Torales Pacheco muestra cómo los vascos que emigraron a América mantuvieron con su país natal no sólo sus vínculos de familia y económicos, sino también los de su identidad cultural e intelectual. Gracias a ellos se logró la instauración en México de la Real Sociedad, que había sido apoyada por el ministro Pedro Rodrigo Campomanes para todos los territorios del Estado español. La ciudad de Puebla se constituyó así, a partir de 1777, en una sede de la Sociedad Bascongada, en parte debido a la emigración de quienes habían participado en ella en la Península, y además por otros vecinos de Puebla que se acercaron a la Real Sociedad. Los miembros poblanos de la Bascongada incluyeron a hacendados y comerciantes, así como a gente de letras, sacerdotes~'militares y funcionarios. En otras palabras, un sector importante de las élites poblanas se uniÓ en un proyecto ilustrado del Estado borbónico. Lilián Illades y Agustín Grajales estudian la presencia española en la transición del Virreinato al México independiente, siguiendo las alianzas matrimoniales de los españoles solteros que llegaban como funcionarios de la Corona con ricas herederas de origen criollo, particularmente. Al usar como hilo conductor a la familia Mangino, los autores permiten ver las imbncaciones de los grupos hispanocriollos con el poder político y económico de Puebla desde fines del Imperio español hasta bien entrado el siglo XIX. Esta larga continuidad reflejaba el fenómeno que, en otras páginas, he calificado como endogamia desplazada, que a la vez permitía la cohesión endógena del grupo y significaba una cierta apertura a sectores más fuertemente "mexicanizados", como podían ser los acaudalados criollos novohispanos. Este estudio confirma así el carácter privilegiado logrado por quienes llevaban a cabo estas alianzas, creando importantes estirpes hispanocriollas entre las oligarquías locales. 17


Esta tendencia no se quebró después de la Independencia de México. En realidad Puebla mantuvo su fuerte perfil hispánico gracias a la continua actividad y fuerza económica de los españoles y de sus descendientes. En el último cuarto del siglo

XIX,

Puebla se convirtió

nuevamente en una ciudad receptora de emigrantes españoles que gracias a redes y vínculos tradicionales se insertaron en la vida económica de la ciudad, especialmente en el ámbito empresarial y financiero.l Roberto Vélez Pliego muestra este fenómeno al seguirle los pasos al español Marcelino G. de Presno, quien también esposó mujer criolla y supo combinar su propia fortuna con la de su suegro, Félix Pérez y Pérez, para transmitida luego a sus herederos. Los Presno-Pérez se convirtieron así, antes de la Revolución de 1910, en unos de los mayores propietarios agrícolas del estado de Puebla, dueños también de aserraderos, fábricas y redes de transporte. Al igual que muchas otras familias de empresarios hispanocriollos, los Presno vieron esfumarse su poderío económico y propiedades agrícolas a raíz de la violencia revolucionaria y la Ley Agraria de 1917 que transformó el régimen de propiedad de la tierra a partir de entonces. María del Pilar Pacheco Zamudio estudia la actividad del grupo de españoles que en la segunda mitad del siglo

XIX

llegaron al país y destacaron por su capacidad de vincularse con

el comercio, las finanzas, la industria, los transportes, la agricultura, etcétera. Éstos alcanzaron un gran crecimiento económico mediante la acumulación e inversión de capitales en diversas áreas de la economía regional y nacional, e incluso internacional, convirtiéndose así en un sector muy "privilegiado" de la vida económica del país. Este conjunto de grandes empresarios españoles en el centro de México -los Noriega, Basagoiti, Sánchez Ramos, Félix Cuevas, Ibáñez, Barroso y Romano Gavito- fue uno de los más poderosos grupos empresariales en el país hasta comienzos de la Revolución de 1910. Leyendo a Pacheco Zamudio no queda más que preguntarse, de manera contrafactual, qué hubiera sido de estos pujantes y modernos empresarios hispanomexicanos de no haberse producido la Revolución de 1910. Es posible aventurar, sin lugar a dudas, que su empuje empresarial los hubiera llevado a convertirse en una gran fuerza motora del desarrollo capitalista mexicano en el siglo xx. Entre estos empresarios, Blanca Santibáñez Tijerina destaca el interesante caso de los vascos que, como los López de Letona, desarrollaron una notable actividad económica al probar fortuna en Puebla y, eventualmente, repatriada a Vizcaya e invertida en empresas locales en las últimas décadas del siglo

XIX

y en las primeras del xx. Como en tantos otros

casos de inmigrantes, el origen de este capital se remontaba al pequeño comercio y a la habilidad y tesón para expandido y multiplicarlo del primero de ellos, Santos López de Letona. De allí a la diversificación había sólo un paso, y éste era invertir en las fábricas textiles de la región de Puebla y Tlaxcala, ampliando también el capital a empresas agrícolas

I Sobre este tema véanse también los artículos publicados en la revista Historia Mexicana, México, El Colegio de México, núm. 192, 1999.

18


y a las financieras, como el Banco Oriental de México y otros. A diferencia de otros peninsulares, Santos deja sus negocios mexicanos en manos de sus hijos y él regresa a Vizcaya, donde continúa con diversas actividades productivas que lo llevan de la banca a la minería, el transporte, la industria textil y eléctrica. Tanto él como sus hijos pudieron desarrollar así una doble vertiente empresarial poblano-tlaxcaltexa-vizcaína

de carácter excepcional.

En un libro como éste no podían faltar referencias a 1492, y Alfonso Vélez Pliego centra su atención en el IV Centenario. En el caso específico de Puebla son interesantes las actividades de la colonia española, reunida alrededor del Círculo Católico, con sus representantes de los sectores hispanopoblanos más destacados del estado. También se señalan otras actividades, como la fundación del club deportivo Colón, de la Academia de Jurisprudencia y Legislación tres años después, en 1895, y la participación de Puebla en la Exposición Universal de Chicago, en 1893. Por su parte, Coralia Gutiérrez Álvarez explora los espacios de recreación que los españoles establecieron en Puebla por medio de centros regionales y nacionales, como el Casino Español y el Centro Asturiano, entre muchos otros. Por otra parte, también señala las imbricaciones sociales y matrimoniales de los miembros distinguidos de la colonia española con familias de origen criollo, lo cual evidentemente

significa una endogamia

desplazada2 y disfrazada. La autora además examina la fundación de periódicos que sirvieron para dar cohesión a la comunidad hispánica poblana. Otro aspecto de este trabajo es el vínculo que se estableció entre los peninsulares, la Iglesia y la ~ventual creación del Círculo Católico, en 1887. Éste aglutinó gran número de españoles acaudalados entre sus socios y directivos, y aunque el Círculo no estaba destinado exclusivamente a las élites, el nexo con éstas fue, sin embargo, característico. Frente a este grupo, al comenzar el siglo xx se percibía la confrontación entre los españoles del Círculo y los nuevos sectores protestantes liberales

agrupados

en el Instituto Metodista

Mexicano.

Este conflicto

fue

premonitorio de los choques sociales y antiespañoles que se produjeron en la Revolución, y que ha estudiado Jean Pierre Bastian. El artículo de Óscar Flores muestra las actividades del embajador Bernardo Cólogan y del cónsul español en Puebla, Manuel Rivero Collada, destacado empresario hispánico, durante el gobierno interino de León de la Barra hasta el régimen maderista, y las actividades políticas de las élites económicas de la colonia española en Puebla durante el proceso revolucionario y sus posibles ligas con Bernardo Reyes. Estas tomas de partido de los grandes empresarios españoles de Puebla y de los diplomáticos peninsulares explican, en parte, el fracaso de estos sectores a partir de la caída de Madero en 1913, que en el ámbito nacional ha estudiado Josefina MacGregor.

2

Véase el uso de este concepto Siglo XXI EditoresJEl

en Clara E. Lida,lnmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español, México,

Colegio de México,

1997, caps. I-III.

19


Elixio Villa verde García hace un seguimiento de los gallegos que se asentaron en Puebla, particularmente en los siglos XIX y xx, aunque algunas de sus consideraciones se remontan hasta el siglo

XVIII.

El autor enmarca el caso de los gallegos en Puebla dentro del fenómeno

general de esa inmigración a México, así como dentro del funcionamiento de las cadenas migratorias gallegas a este país y, en particular a Puebla, con su posible paso por otras ciudades americanas, entre las cuales La Habana desempeñó un papel muy destacado. Por otra parte, el estudio explora los aspectos relacionados con la inserción socioprofesional del grupo. Muchos se insertaron en el comercio, en todos sus niveles; otros en las industrias -a menudo como administradores y capataces, pero también como propietarios-, y tampoco faltaron los artesanos ni los hoteleros. Con la Guerra Civil española, el gobierno de México permitió que arribaran a este país varios miles de refugiados republicanos. Esta autorización generó oposición entre varios sectores de la sociedad mexicana que no veían con simpatía la llegada de este grupo político o que creían que su competencia económica amenazaría a los mexicanos en sus puestos de trabajo. En este contexto, el gobierno de Cárdenas, junto con las organizaciones de evacuación de los propios republicanos, promovió que quienes se asentaran en México tuvieran destinos seguros en diversos lugares del país. María Magdalena OrdóñezAlonso estudia el caso específico de los dos centenares de refugiados españoles que fueron trasladados a Puebla para que allí reiniciaran su vida en el exilio. Al examinar un caso concreto, este artículo muestra las dificultades y penurias que muchos de los refugiados que fueron a provincia tuvieron que experimentar por carecer de los empleos que se les habían prometido o no tener la capacitación previa que se requería, como en el caso del trabajo agrícola. Muchos de ellos pronto se vieron obligados a dejar la provincia para trasladarse a la Ciudad de México donde las oportunidades eran mayores. En este artículo se muestra el fracaso de los objetivos delineados por la política migratoria mexicana en relación con los refugiados españoles en este país. David G. LaFrance intenta una metodología para analizar el estudio sistemático de las fuentes existentes sobre los españoles en Puebla durante la Revolución. Señala como ejercicio central la necesidad de sentar las bases para determinar quién era un español, cuáles eran sus características y cómo se distinguía de los extranjeros y de otros mexicanos. El autor también nos recuerda que no todos los españoles pertenecían a la élite económica e incita a conocer mejor a los miembros de otros sectores sociales. En este sentido subraya que, obviamente, los españoles no eran un grupo homogéneo y que sus intereses eran muy plurales. Según LaFrance, todo lo anterior permitiría afinar de un modo más preciso la importancia que los españoles tuvieron en Puebla durante el periodo revolucionario. El libro concluye con una serie de testimonios gráficos y biográficos de españoles en Puebla. Éstos permiten conocer algunos semblantes y semblanzas de quienes llegaron a esa ciudad a lo largo de un siglo, desde el XIX hasta la Guerra Civil española, y que incluye tanto a clérigos como civiles: hombres y mujeres que se ocuparon en diversas actividades del quehacer poblano. 20


Para concluir, es evidente por la síntesis realizada, que este libro es un variado mosaico de distintos aspectos de la presencia española en Puebla durante más de 400 años. Como todo volumen de esta naturaleza es lógico que se echen de menos ciertos temas y queden por tratar más algunos otros. Sin embargo, el volumen muestra la riqueza y la pluralidad que esta emigración peninsular representó en el desarrollo poblacional de la ciudad de Puebla desde el siglo

XVI

al xx. Sin duda, el lector notará diferencias de enfoques y de método entre

unos artículos y otros y extrañará alguna referencia pertinente aquí o allá, así como algún análisis más complejo de talo cual problema. Pero es evidente que quien se acerque a estas páginas encontrará mucha y muy rica materia de reflexión, nuevos y variados caminos para seguir explorando y, gracias a la bibliografía final, una notable recopilación de fuentes secundarias con las cuales continuar ampliando el estudio de la inmigración española en Puebla desde su fundación hasta la Guerra Civil española.

21



Empresarios españoles

y diplomáticos en Puebla

durante

el gobierno interino de Francisco León de la Barra

ÓSCAR UNIVERSIDAD

FLORES DE MONTERREY

INTRODUCCiÓN

La relativa apertura del régimen político mexicano entre 1908 y 1910 sólo sirvió para detectar los diversos personajes e intereses que pretendían llegar al poder. Entre los distintos grupos de oposición al dilatado gobierno de Díaz hubo uno que fue el más importante por su capacidad de organización nacional, el que llegó a captar a buena parte de los decepcionados seguidores del general Bernardo Reyes.l Éste fue el P::¡rtidoAntirreeleccionista que postulaba para presidente de la República al llamado "apóstol de la democracia", Francisco 1. Madero, quien era miembro de un acaudalado clan familiar con grandes inversiones en el noreste de México. Ante las imprevistas dimensiones que cobró el movimiento maderista, Díaz decidió actuar. Después de violentas represiones que las autoridades locales llevaron a cabo en sus respectivas comarcas contra las manifestaciones a favor de Madero, el gobierno central logró aprehender al candidato y declaró a Díaz presidente electo. Una vez pasadas las elecciones, Madero

1

Véase el movimiento y sedición. Monterrey, Biblioteca Monterrey,

de oposición

Burguesía,

reyista en Óscar Flores, Comuna empresarial

militares y movimiento

obrero en Monterrey.

1991, y el Archivo privado del general Bernardo Alfonso Reyes de la Universidad

Autónoma

1909-1923,

Reyes (ABR),

de Nuevo León,

México.

245


salió de la cárcel y luego huyó a los Estados Unidos. Ahí hizo un nuevo llamamiento al pueblo de México; deponía a Díaz del cargo público que ostentaba, se proclamaba a sí mismo presidente provisional de la República, y convocaba a sus seguidores a derrocar al régimen a través de un levantamietlto nacional que tendría su inicio el 20 de noviembre de 1910.2

LA

REBELiÓN

MADERISTA

La revuelta no estalló por igual en todas las regiones. Con excepción de unas zonas francamente defmidas en el norte y en el estado sureño de Morelos, los levantamientos eran aislados, esporádicos y fácilmente controlados. Los estados fronterizos de Sonora, Chihuahua y Coahuila albergaron los levantamientos que tuvieron resonancia y consecuencias posteriores. Madero, que tenía su base de operaciones en la frontera, en el estado de Chihuahua, logró éxitos militaresque si bien no eran de envergadura sí hicieron tambalear al vetusto régimen de Díaz. Además las fuerzas gubernamentales se mostraron incapaces para sofocar los levantamientos e incluso perdieron la plaza de Ciudad Juárez -frontera con El Paso, Texas- a manos de los revolucionarios. Para el ministro plenipotenciario español en México, Bernardo Jacinto Cólogan y Cólogan, la crisis interna del gobierno se explicaba en la ancianidad de Díaz, en su férrea posición por mantenerse en el poder y en no haber escuchado a tiempo a las fuerzas sociales que pedían acceso al mismo. Decía que la mayoría de estos grupos estaba en contra de la reelección, "ya también imposible para su edad".3 Admirador de José Ives Limantour, "el único Ministro que brilló con Díaz

[oo.]

por su orgullosa actitud ante los Estados Unidos",4 quien le comuni-

có en alguna ocasión a Cólogan lo que pensaba la oligarquía terrateniente, financiera e industrial mexicana que hasta ese momento había favorecido al longevo presidente: "Hay que distinguir, entre la revuelta y la opinión. A ésta hay que procurar satisfacerla, la primera debe ser vencida por las armas".5 En efecto, lo anterior fue lo que guió el comportamiento de la vieja oligarquía terrateniente cuando no era posible sostener el régimen dictatorial. La coyuntura se presentaba en ese momento; ante el derrumbamiento evidente, procuraron satisfacer en parte las aspiraciones políticas de la revuelta -aliados con el ala conservadora del movimiento maderista- y retiraron su apoyo incondicional a Díaz.

2Yéase a Stanley Ross, Francisco

l. Madero, apóstol de la democracia,

México, Grijalbo,

Plan de San Luis en Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución Económica, J

l

4 AMAE 5

(MAE

Madrid,

Madrid), Cólogan

[bid., d-53. México,

246

1977, y el texto completo

del

vol. 1, México, Fondo de Cultura

1960, pp. 133-143.

Archivo del Ministerio Madrid

Mexicana,

de Asuntos Exteriores legajo-2557, al

MAE

en Madrid

despacho-52,

(AMAE

Madrid, 1-2557, d-43, México,

6 de abril de 1911.

Madrid),

Cólogan

al Ministerio

México, 5 de abril de 1911. 17 de marzo de 1911.

de Asuntos Exteriores

en


En mayo de 1911 la balanza estaba resueltamente a favor de los revolucionarios. El gobierno, consciente de la situación, entabló negociaciones con la dirigencia del movimiento revolucionario en el norte y trató así de evitar el colapso total del sistema político. Las conversaciones que tuvieron lugar en Ciudad Juárez -que estaba en poder de los rebeldes- dieron como resultado un pacto de paz firmado el21 de mayo por los enviados de Díaz y el mismo Madero. El Tratado de Ciudad Juárez fue un rotundo éxito de la diplomacia del antiguo régimen. Si bien el presidente octogenario y su vicepresidente, Ramón Corral, debían abandonar sus cargos y salir inmediatamente del país, el aparato gubernamental porfirista quedaba intacto. El Ejército federal, el sistema judicial, el Congreso y el Gobierno Provisional-que

basado

en el Tratado tendría como misión organizar las elecciones lo más pronto posible- quedaron en manos de acérrimos seguidores de Díaz. El Tratado dejó de lado cualquier compromiso de las instituciones gubernamentales para modificar hasta en lo más mínimo la estructura social y económica de la sociedad mexicana. Y como si esto todavía no fuera suficiente, el gabinete del presidente provisional y ex embajador de México en Washington, Francisco León de la Barra, se comprometía a licenciar, en el menor tiempo posible, a las tropas insurrectas.6 En una evidente posición de fuerza, los dirigentes maderistas y su ala conservadora se negaron a destruir definitivamente el sistema porfrrista. La actitud conéiliadora de buena parte de los dirigentes con los representantes del antiguo régimen no fue compartida por la facción radical del movim.iento. Varios de ellos le hicieron saber a Madero la magnitud del error que estaba por cometer. Incluso militantes que no eran propiamente considerados como parte integrante del ala radical veían en ese Tratado el principio del fm de la Revolución. En este último caso puede situarse Venustiano Carranza, ex senador y hacendado norteño que estuvo presente en la mesa <;le negociación en Ciudad Juárez. Cuando los delegados porfrristas propusieron la conciliación y la necesidad de crear un gobierno interino, Carranza interrumpió el dialogo y vociferó: La revolución es de principios

[oo.]

revolución que transa es revolución perdida

[oo.]

las revolucio-

nes para triunfar de un modo definitivo necesitan ser implacables. ¿Qu¿ ganaremos con la retirada de los señores DÍaz y Corral? Quedarán sus amigos en el poder, quedará el sistema corrompido que hoy combatimos; el interinato será una prolongación viciosa, anémica y estéril de la dictadura; aliado de esa rama podrida, el elemento sano de la revolución se contaminará; sobrevendrán días de luto y de miseria para la República y el pueblo nos maldecirá, por un humanismo enfermizo, por ahorrar unas cuantas gotas de sangre culpable, habremos malogrado el futuro de tantos esfuerzos y de tantos sacrificios. Lo repito: la Revolución que transa, se suicida?

Los tratados se firmaron. Como estaba estipulado, Díaz y Corral salieron del país a fines de mayo, y De la Barra y el aparato porfirista incólume se dedicaron con ahínco durante los cinco meses siguientes -hasta la toma del Poder Ejecutivo por Madero- a desprestigiar, 6Yéase Isidro Fabela, Documentos

históricos

de la revolución

mexicana.

Revolución

y

régimen maderista,

vol. 5, México,

Jus, 1960. 7

Rogelio Femández

Guel, Episodios

de la Revolución

Mexicana,

San José, Costa Rica, Trejos, 1914, pp. 69-7i.

247


desarticular y reprimir lo que en algún momento se presentó como una oposición armada en contra del sistema establecido. Lo dicho por Limantour se cumplió: la opinión generalizada de derrocar a Díaz fue satisfecha por la oligarquía terrateniente, pero el brazo armado de la Revolución fue desmantelado y reprimido durante el Gobierno Provisional.

LA

COLONIA

ESPAÑOLA

Y

LA

TRANSICiÓN

POLíTICA

Bajo el Gobierno Interino las elecciones fueron convocadas y Madero -como era de esperarse- ganó la contienda ocupando el cargo de presidente de la República el6 de noviembre de 1911. La gran rebelión iniciada un año antes se vio seriamente mermada por la política de licenciamiento de los principales grupos armados maderistas, pero no se contuvo del todo. Durante el Gobierno Interino y después, con el efímero gobierno del apóstol, las revueltas en favor de una amplia reforma agraria y los levantamientos contrarrevolucionarios

debili-

taron el nada sólido y pretendido régimen democrático. La rebelión maderista y sus secuelas ocasionaron pérdidas de vidas y serios destrozos en las colonias extranjeras. Entre éstas, probablemente la española fue la que más sufrió con el impacto revolucionario, por su cantidad numérica, su dispersión geográfica y sus e·strechas alianzas de sangre con las diferentes facciones contendientes en la lucha. Según el censo de 1910, la española era la más numerosa de las colonias extranjeras que había en México. Los españoles sumaban 29541, siguiéndoles 21 334 guatemaltecos y en tercer lugar 20 639 ciudadanos estadounidenses. Las demás colonias de europeos (franceses, ingleses, alemanes e italianos) oscilaban entre seis y tres mil connacionales.8 Aunque es de suponer que estas cifras iban en constante ascenso, ya que el ministro español en México calculaba en 1911 que los súbditos de Alfonso XIII radicados en este país rebasaban con creces los 35 miJ.9 La emigración española a América se disparó precisamente en 1910, debido a que hubo 32 por ciento más de emigrantes que el año anterior, sumando 161 mil, de los que según datos del Consejo Superior de Emigración del Reino, 2 264 tuvieron como destino la República mexicana (véase Cuadro 1).

8Censo General de la República hispanos

representaban

Mexicana.

. otros a Pedro Pérez Herrero, "Algunas en Clara Lida (coord.), México,

Tres aspectos

1981; Las estadísticas

tabla de la población

1910, México,

1910. En el año del centenario

25.35 por ciento del total de extranjeros

extranjera

hipótesis

de trabajo sobre la inmigración

de la presencia

sociales

del porfiriato,

española

México,

248

Madrid,

Cólogan

al

MAE

México.

El Colegio de

1956, p. 197; Y la reproducción

de una

(basada en el censo general de 1900) en el periódico La

Época, Madrid, 24 de abril de 1914, p. 2. 9 AMAE

los

europeos. Véase entre

española a México: los comerciantes",

en México durante el Porfiriato,

1877-1910,

en México a raíz del conflicto

de la Independencia,

y 60 por ciento de los residentes

Madrid, 1-2557, d-54, 7 de abril de 1911.


Cuadro 1. EMIGRANTES DESTINO

ESPAÑOLES Y PRINCIPALES DESTINOS (1909-1910)

EMIGRANTES EN 1910

EMIGRANTES EN 1909

Argentina

69 110

109415

Cuba

20920

27452

Brasil

13409

14514 2501

Uruguay

2264

México Otros

7619

4790

Total

111058

160936 1910 y 1911.

Fuente: BN, Madrid, Consejo Superior de Emigración,

A diferencia de otras naciones más desarrolladas, el español que emigró a México no trajo consigo gran capital ni representaba ninguna corporación empresarial. Esto dificulta en cierto modo la disección de sus actividades económicas, es decir, su capital por rubros; situación distinta con los capitales norteamericano, alemán, inglés y francés, los que a través de sus grandes trusts es posible calcular el peso específico que tenían dentro de la economía mexicana. Pero lo que es indudable es que los españoles, a diferencia de aquéllos, desarrollaban actividades económicas de todo tipo a lo largo y ancho del país. Su integración a la sociedad mexicana, por conocidas razones históricas, fue más completa, estableciendo vínculos de sangre que difícilmente pudieron sustraerse no sólo a la polarización, sino a la atomización que presentó en determinado momento la sociedad durante la Guerra Civil. Un panorama de su amplia distribución poblacional y de su importancia específica por regiones se puede deducir de las legaciones diplomáticas de España en México. En 1915 éstas estaban distribuidas en cuatro, con personal de carrera en las ciudades de México, Mazatlán, Torreón y Veracruz y 29 viceconsulados en las principales ciudades y puertos del

Después del norteamericano, el cuerpo diplomático

país.1O

español era el más numeroso y estratégico -por su ubicación geográfica- en el país. Participaron en actividades variadas y aunque no estaban concentradas en los rubros económicos más dinámicos y representativos del capitalismo industrial, su peso específico en el conjunto de la sociedad mexicana no era desdeñable. Los cálculos fueron diversos -en 1914, un periodista mexicano calculaba el capital español en el país en 1 500 millones de pesetas-, II pero las actiIOHasta 1914 existían sólo dos consulados españoles crearon

en las regiones

en ese año dos consulados

anteriores

de carrera, el de México y el de Veracruz. Debido a los importantes

del norte -especialmente

a la Revolución

de carrera más en las ciudades

se encontraban

Celaya, Ciudad Victoria, Coatzacoa1cos, Mérida, Tabasco),

México, Monterrey,

en la zona de La Laguna-

en las siguientes Cuernavaca,

More1ia, Oaxaca, Puebla, Querétaro,

San Luis Potosí, Tampico, Tapachula,

Véase Gonzalo G. Travesi, La revolución A juicio de este periodista manos de españoles,

mexicano

Guaymas,

se

Los demás viceconsulados Chihuahua,

Chilpancingo,

Jalapa, Matamoros,

Salina Cruz, San Juan Bautista

Mazatlán,

(hoy Villahermosa,

y Veracruz, AMAEMadrid, Ministro

de España

16 de junio de 1919.

de México y el imperialismo

antiyanqui,

Aguascalientes,

Guadalajara,

Toluca, Tuxtia Gutiérrez

en México al MAEMadrid, 1-1-1690, d-106, México, 11

de Torreón y Mazatlán.

poblaciones:

Durango,

intereses

y del Pacífico norte-occidental,

yanqui, Barcelona,

Maucci,

exiliado en España, el monto del capital invertido

1914, pp. 133-136. en México

en

supera al de otras naciones.

249


vidades más constantes fueron el comercio a pequeña y mediana escala, principalmente tiendas de abarrotes y cantinas, entre otros. La especulación y la usura tampoco escaparon a su campo de acción e incluso parece ser que los monopolizaban. Los prestamistas y las casas de empeño eran en su mayoría españoles, cuando menos en la Ciudad de México.12 La tierra siempre fue apreciada por ellos, se calculaba que para principios de la tercera década, 80 por ciento de las propiedades rurales en manos de extranjeros pertenecían a españoles, especialLos cargos de administración en haciendas y en fábricas eran casi

mente a terratenientes.l3

en exclusiva de ellos.14 En el sector industrial, las grandes factorías textiles de Puebla e importantes acciones en el rubro minero y de fundición estaban en sus manos; asimismo, el cultivo, cuidado, recolección, empaquetado y comercialización del algodón de La Laguna. Como se podrá apreciar, la diversidad y diversificación de las inversiones se realizaron en general con capital creado y reinvertido a su vez en México. Por lo anterior, la inestabilidad social que creó la contienda civil, los hizo partícipes de una u otra forma en ella. Debido al nivel social adquirido y privilegiado que les proporcionó el antiguo régimen siempre apostaron por su restauración, manifestándose de una manera contrarrevolucionaria ante las posibles reformas sociales que planteó el movimiento revolucionario. Pero su renuencia al cambio no sólo se deduce de la posible pérdida del prestigio social, sino por la eliminación del sustento que les daba ese prestigio. La Revolución de 1910 a 1920 fue en esencia reivindicativa de los derechos agrarios de los campesinos y comunidades indígenas. La gran propiedad se convirtió en el enemigo de la causa, y su repartición a los campesinos sin tierra y la devolución de las propiedades que el terrateniente despojó a las comunidades de indios

pasaron a ser asuntos prioritarios en el ala radical de toda facción revolucionaria. Aunque esta política no fue generalizada, las pretensiones siempre estuvieron latentes y despertaron como es de suponer el odio de los terratenientes españoles hacia los radicales.15 12 AMAE

Madrid,

13 /bid.,

Ministro de España en México al

Cólogan

al

MAE

Madrid,

12557, d-91, México, MAE

1 de junio de 1911.

Madrid, 1-2563, d-s/n, México, julio de 1924. Sobre este importante aspecto véase

la tesis doctoral inédita de don Vicente González Loscertales, titulada "España y México en el siglo xx. El problema de los terratenientes Aseveración

14

españoles bajo el régimen revolucionario. hecha por Luis Cabrera -futuro

constitucionalistaWashington, 15

Actualmente

al embajador

1910-1930", Universidad Complutense

ministro carrancista

español en Washington.

existe una extensa bibliografía

inmigración

eSPQliola en México, México,

vols., México,

hispana en México,

/909-1920,

empresarios

México,

y diplomacia

1906- /929, Puebla,

1982; Bernardo

México,

México,

/826-1939,

250

Madrid, 1-2558, d- 238,

MAE

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1979; Juan de Dios Bojórquez,

1932; Pierre Broue y E. Termine, La revolución

Óscar Flores, Diplomacia

1984; Victoria Leticia Gamboa

emigración

mexicano,

de Madrid, Madrid, 1975.

de la Revolución

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sobre el comportamiento

1962; Isidro Fabela, Historia diplomática

Buenos Aires, 1958-1959;

México,

Madrid, Riaño al

12 de junio de 1914. Véanse también los excelentes

Entre otros véase Vicente Blasco Ibáñez, El militarismo

. Propietarios,

AMAE

y uno de los ideólogos

de la revolución

mexicana

eSPQliola y revolución

(/912- /917),2

mexicana.

La

y la guerra en España, 2 vol., México!

Oligarquía y contrarrevolución

1995; Óscar Flores y Mario Cerutti, ESPQlioles en el norte de México . (/850- /920), Monterrey,

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García Martínez,

1973; Vicente González

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dominante

Guía del Archivo Histórico Loscertales,

"Política

de la inmigración

en la industria de la Embajada

del porfiriato,

peninsular

textil de Puebla, de España

emigración

canaria (1881-1911)",

en

peninsular en Primer

y


y

EMPRESARIOS

DIPLOMÁTICOS

ESPAÑOLES

EN

PUEBLA

Para algunos residentes españoles, antes del estallido revolucionario, la situación se había vuelto peligrosa e insostenible. Como sucedió en el estado de Yucatán,16 en la ciudad de Monterrey17 y en el Distrito Federa1.1s Pero tal vez la región más castigada por los insurgentes durante la primera etapa de la Revolución fue aquella donde las inversiones industriales españolas estaban sumamente Coloquio de Historia (1900-1970), Ascensión

Canario Americano.

México,

H. de León Portilla, EspOlia desde México. Vida y testimonios

Lida (coord.), Espinoza,

Tres aspectos de la presencia española

Catálogo del ramo expulsión

de la revolución

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México,

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Tratados

culturales

Huerta y la revolución

ratificados

Descolonización

y convenios

ejecutivos

Latina. Siglo

4 vols., México,

celebrados

España. Transición)'

Óscar Flores, "Revolución

autor "El movimiento

mexicana

y

"Reportes diplomáticos

Y

Olveda (coord.), Economía)'

México,

y diplomacia

maderista,

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México,

México,

Mexicana,

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XIX,

destacan

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villista", en Jaime

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Loscertales, Complutense,

vol. 26, núm. 107, 1977, pp. 341-356; Clara E. Lida, "Inmigrante s españoles durante el porfiriato: problemas Historia Mexicana mexicans

vol. xxxv, núm. 2, 1985, pp. 219-240; Douglas W. Richmond,

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Paralelamente

también existen excelentes

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negocios

radicados

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adelantos

núm. 41, 1984, pp. 215-228.

Relaciones México-InglateJTa,

Diplomac)'

1900·1950

Y

México,

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over Mexico. 1913, The University of Oklahoma,

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por parte de las

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México,

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en Yucatán, en Óscar Flores, Revolución

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y temas", en

and reconciliation:

trabajos sobre la diplomacia en México durante la Revolución

Mexicana,

intervenida.

expresada

171bid. Intervención

"Confrontation

véase entre otros a Friedrich Katz, La guerra secreta en México, 2 vols., México,

Coker, United States-British

16

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en México, XVI

españolas),

1982 e Historia

en Siglo

1930;

1976; del mismo autor, Historia

19 vols., México,

española",

Jalapa,

espOlioles en México, 4 vols.,

Senado de la República

espOlioles. 1831-1921,

cambio, México,

villista visto por la diplomacia española",

núm. 1, 1993, pp. 69-85

XIX,

internacional

internacional,

(las reclamaciones

1949-1968;

por México,

en México; el collj1icto entre mexicanos

y Luisa Treviño, México)' siguientes:

(1839-1898),

1985;

1981; Rogelio López

exterior de EspOlia (siglos

Aires/Madrid,

en México

México,

1978; Clara E.

vistos por la esposa de un diplomático

al estudio de la política

entre EspOlia y América

hispano-mexicanas

México,

a la historia de los refugiados

1930; Carlos M. Rama, La crisis española del siglo xx, México/Buenos de las relaciones

México,

Carranza y su política

1983; Juan Carlos Posadas Nogueira, México ante el derecho internacional

diplomáticas

sociedad

1980; Eduardo Luquín Romo, La política

1957; José Mancisidor,

1971; Juan Carlos Pereira, Introducción

de transterrados,

y

mexicana,

mexicana ... , 1995.

en 1909 del Banco de Nuevo León de parte del gobierno

de Díaz y extorsión

a los

ligados a esta institución. de comerciantes

españoles

Este decreto establecía

en contra del decreto de mayo de 1911 del gobernador

que no se descontaría

hechos por las tiendas de raya. El gobernador

pago de los trabajadores,

los que se veían obligados

Guillermo

a los obreros de su salario en las fábricas,

no quería cancelar

las deudas sino suavizar los términos

a pagar un interés semanal monetario

de

los de

de 18 por ciento por el

préstamo otorgado en especie por las tiendas de raya. El decreto además exigía que el salario se entregara en su totalidad al trabajador dejando al margen las deudas y ponía una fuerte cortapisa al negocio del comerciante, orden sólo podría vender al contado o a plazo pero sujetándose

pues a partir de esa

en caso necesario para el cobro, a la legislación

común.

251


concentradas a lo largo del río Atoyac, en el estado de Puebla. Cabe destacar que este estado, junto con los de Veracruz, Yucatán y el Distrito Federal reunían más de 68 por ciento de los. residentes españoles en el país (véase Cuadro 2). Cuadro 2.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA EN MÉXICO DE LOS RESIDENTES HISPANOS EN 1910

PORCENTAJE 1910 31.7 29541 100.0 12227 41.4 5.0 3.9 9371 1479 1 135 18.0 5329

ESTADOS

deral

Fuente: Elaboración

propia basada en el Censo General de la República

Mexicana,

1910.

El río Atoyac servía de fuerza motriz a 42 fábricas de hilados y tejidos de lana y algodón estampados, de las que 38 pertenecían a españoles.19 En la misma zona se erguían imponentes haciendas como la de Atencingo, cuyos dueños también eran hispanos. Región específicamente crítica por su cercanía a los movimientos campesinos más radicales que tuvo la Revolución hasta 1920, escenificó numerosos encuentros violentos entre las tropas federales y los zapatistas. Paralelamente, el movimiento obrero que se desarrolló en las numerosas fábricas textiles llegó a exigir a los trabajadores un alto grado de concientización sobre sus derechos de clase. En julio de 1911, tres factorías españolas fueron saqueadas por los revolucionarios. El 13 de julio fueron asaltadas La Carolina, situada en las inmediaciones de la ciudad de Pueblero y La Covadonga, donde se registraron varios muertos. Ésta era propiedad del terrateniente y cacique don Ángel Díaz Rubín y empleaba 14 españoles -uno de ellos muerto en el ataque-, tres alemanes y un austriaco, estos últimos mecánicos. Aunque el austriaco escapó, los alemanes murieron en la toma de la fábrica.21 Dos días antes -el 11 de julio- la factoría El Mayorazgo, cercana también a Puebla, fue asaltada por los insurrectos muriendo dos dependientes españolesP En mayo del mismo año, la textilera de Metepec fue objeto de un saqueo por los propios obreros, que descontentos por lo que habían recibido como pago semanal, tomaron la fábrica e infringieron "tormento inhumano" a su administrador, oriundo de la Península Ibérica, Faustino Díaz Caneja. Los 23 empleados españoles huyeron ante posibles represalias y no participaron en ninguna de las acciones anteriores.23 19 AMAE

Madrid, Cólogan

20 AMAE

Madrid, Memorándum

1-2558, México, 21

¡bid. y

22 AMAE 23

AMAE

al

MAE

AMAE

México,

21 de julio de 1911.

de S. M. a la Secretaría

de Relaciones

Exteriores

de México

(SRE

México),

7 de abril de 1913.

Madrid, Cólogan al

Madrid, Memorándum

¡bid. y

Madrid, 1-2557, d-ll2, del Gobierno

MAE

Madrid,

1-2557, d-ll2,

México,

21 de julio de 1911.

...

Madrid, Cólogan al

MAE

Madrid, 1-2557, d-74, México

II de mayo de 1911. El odio existente contra el capataz

español se demostró al "atarlo de los pies y manos a las respectivas cabezas de silla de dos caballos, a los que azotaron en

252


Pero el acontecimiento que indudablemente indignó a la colonia española en su conjunto y a la que radicaba en Puebla en particular, fue el ocurrido el 24 de abril de 1911entre revolucionarios y empleados ibéricos en la hacienda de Atencingo, ubicada en una zona conflictiva por pleitos constantes de tierras entre los grandes propietarios y las comunidades indígenas despojadas. El hecho exacerbó los ánimos y polarizó los intereses en juego como hacía tiempo no sucedía. La detonación fue un acto concreto. El 24 de abril, un grupo revolucionario de campesinos, descontentos por los despojos llevados a cabo en años anteriores y que reclamaban importantes porciones de tierra colindante con la hacienda, irrumpieron en el casco de la gran propiedad, capturaron a diez empleados españoles y procedieron a fusilarlos después de un juicio sumario. Siete de ellos murieron, los restantes sobrevivieron porque los atacantes creyeron que estaban sin vida.24 En un primer momento, el suceso contado por los sobrevivientes parecía totalmente sanguinario, arbitrario y sin causa aparente. Sin embargo, versiones posteriores enmarañaron el asunto. El 29 de abril, un periodista de Puebla aseguró entrevistar testigos oculares que contradijeron esa explicación. Un artículo en el diario católico El País de la Ciudad de México decía que una partida de hombres armados, campesinos sublevados de la región, había llegado a la hacienda el 21 de abril, exigiendo armas y caballos para continuar sosteniendo la causa. Los dependientes españoles, al no tener posibilidad de resistir, decidieron entretenerlos con alcohol de caña y emborracharlos, mientras llamaron a las temidas tropas federales que estaban en Atlixco. Cuando éstas arribaron, los campesinos registraron muchas bajas por el enfrentamiento abierto que se generó en la huida. De esta manera, los sucesos acaecidos tres días después, correspondían a una venganza contra la "jugada" que les habían hecho los españoles.25 El2 de mayo, el terrateniente y dueño de la hacienda negó la versión del periodista. La colonia española en Puebla y México provocó una tormenta de protestas y presiones contra la supuest~ debilidad de las autoridades para controlar la rebelión.26 El 27 de abril, en un diario capitalino, Cólogan reclamó por la muerte de sus connacionalesP En la misma fecha el comercio español en la capital cerró sus puertas en señal de protesta.28 El acontecimiento rebasó las fronteras nacionales. En esos días, el presidente Taft llamó al embajador español en Washington, Juan Riaño y Gayagos, para preguntarle si había recibido algún comunicado de protesta o si se había delineado alguna política concreta a seguir

sentido contrario. Felizmente -{;omenta Cólogan-

alguno cortó la cuerda y no murió descuartizado,

aunque quedó mal

herido. Su esposa y criada pasaron la noche en el monte". 24

AMAEMadrid. Nota dirigida por Cólogan a Pedro Lascuráin, ministro de lasRE, México, 1-2557, México, 10 de septiembre de

25

El País, México,

26

Díaz Rubín y uno de los sobrevivientes

1912. En ésta aparece la lista completa de los españoles fusilados y sus historias de vida. 29 de abril de 1912. de nombre Baltasar Cueto desmintieron

la versión enEI Diario, México,

el 2 de

mayo de 1911. 27 28

¡bid., 27 de abril de 1911. ¡bid.

253


por parte del gobierno de Madrid, "referente a lo ocurrido recientemente a unos españoles en México con las fuerzas insurrectas".29 Finalmente, e12 de mayo, El Heraldo Mexicano daba la noticia de que habían sido capturados y ejecutados sin juicio previo por las tropas de la dictadura, dos de los participantes en los sangrientos sucesos de Atencingo.30 La colonia se volvió a manifestar en los periódicos porfiristas asegurando que se había hecho justicia,3l mientras Cólogan mostraba su satisfacción en una entrevista y aplaudía la severidad del régimen contra los insurrectos zapatistas.32 Los asesinos de Atencingo crearon un ambiente por demás denso en Puebla. El vicecónsul hispano en este lugar, Manuel Rivero Collada, manifestó a Cólogan que a raíz de los sucesos mencionados "ha habido publicaciones y protestas de la colonia, esto ha exacerbado los ánimos y la situación es delicada".33Rivero Collada tuvo que calmar en parte la exaltación, ya que la colonia y los grandes textileros propusieron llevar a cabo "solemnes honras" durante el entierro de los difuntos.34Al saber esto el Ministerio de Relaciones Exteriores en México prohibió "este acto público que puede redundar en represalias contra los españoles asistentes al acto",35 Desde el mismo día de los hechos de Atencingo, el movimiento revolucionario en Puebla mostraba una amplia organización y definía claramente, entre los enemigos a vencer, a los terratenientes españoles en la región, quienes años atrás se habían apropiado de propiedades pertenecientes a comunidades indígenas. Las intimidaciones contra el vicecónsul Rivero Collada empezaron el mismo día 24 de abril a través de un escrito anónimo.36 (Véase Anexo). INTROMISI6N HISPANA EN POlÍTICA INTERNA

No sólo los campesinos organizados iniciaron un amplio movimiento de protesta contra las irregularidades que presentaban las actividades de los ibéricos en Puebla. Los obreros de las fábricas textiles aprovecharon la inquietud de la colonia española que se sentía agredida y el 26 de abril acusaron a Rivero Collada ante Cólogan de inmiscuirse en la política interna del estado. En un escrito dirigido a Cólogan y firmado por decenas de trabajadores denunciaban al vicecónsul por apoyar pecuniariamente al señor Rafael Isunza, candidato porfirista para ocupar el cargo de gobernador del estado y en ese momento gobernador interino.37 29 AMAE

Madrid, Riaño al

30

El Heraldo Mexicano,

31

¡bid.

32

¡bid. y

JJ AMAE

AMAE

MAE

Madrid,

México,

Madrid, Cólogan al

Madrid, Cólogan

al

MAE

1-2557, d-96, Washington,

6 de mayo de 1911.

2 de mayo de 1911.

MAE

Madrid, 1-2558, d-73, México,

2 de mayo de 1911.

Madrid, 1-2558, d-66, México, 4 de mayo de 1911.

3'

¡bid., Rivero Collada a Cólogan, 1-2558, telegráma cifrado,Atlixco,

35

¡bid., telegrama cifrado, México, 20 de abril de 1911.

J6

¡bid. Los obreros textiles a Cólogan (con copia a Rivero Collada) en Cólogan al MAE Madrid, 1-2558, d-66, anexo lII, México,

31 AMAE

24 de abril de 1911.

Madrid, Cólogan al

MAE

México, 4 de mayo de 1911.

254

Puebla, 20 de abril de 1911.

Madrid, 1-2558, d-66 (Anexo el escrito de los obreros fechado en Puebla el26 de 1911),


Los mecanismos de poder labrados durante el antiguo régimen aparecían a flor de tierra en ese periodo de transición revolucionaria. Rivero Collada era gerente de la institución financiera más importante del estado y uno de sus principales accionistas, ya que el Banco Oriental de Puebla albergaba 80 por ciento del capital hispano.38 La relación con Isunza antiguo funcionario porfirista y uno de los hombres más acaudalados de la región- era clara. Rivero no negó -ante el cuestionamiento de Cólogan por sus actividades-la

amistad que lo

unía al gobernador interino y que databa de 18 años atrás, desde que fungía como su abogado y asesor jurídico. Aunque, como era de suponer, desmintió haberse inmiscuido en alguna ocasión en cuestiones de política interna.39Lo sucedido años después objetaría esta última afirmación. Lo anterior no fue la única acusación contra miembros prominentes de la colonia española por interferir de forma omnímoda en las contiendas electorales desarrolladas en ese periodo de apertura democrática. En el proceso electoral de mediados de 1912, en el estado de Veracruz, una delegación de representantes de grandes propietarios españoles que apoyaban la candidatura de Tomás Braniff -rico hacendado y candidato del Partido Regenerador Veracruzano de corte conservador- se presentaron en la legación española en México ante Cólogan. La petición de los poderosos hacendados tenía la intención de desacreditar al candidato opositor Adrián Carranza para que no pudiera aspirar a la candidatura por ser hijo de españoles.40En buena medida, era una pugna interna dentro de la colonia española en aquel estado, ya que Carranza --jefe de una antigua e importante casa comercial española del puerto de Veracruz- tenía el apoyo "con influencia y dinero" de una buena parte de las clases medias y bajas de la colonia y del estado. La investigación realizada por Cólogan dio como resultad041 la viabilidad de la candidatura de este postulante por tener la nacionalidad mexicana en perfecta legalidad.42 Sin embargo, la propuesta de Braniff y los terratenientes españoles tenía un trasfondo deshonesto. Cólogan escribió a Madrid al respecto: "Braniff solicitaba que el Ministerio de Relaciones Exteriores y yo diésemos los pasos necesarios para evitar la indebida intromisión, peligrosa por los atavismos latentes en las clases bajas, así como las animosidades y conflictos que pudiera provocar".43 Pero ciertos sectores de la colonia española aspiraban a un control de los aparatos de poder más allá del ámbito puramente local. El 15 de agosto de 1911, en plena campaña electoral por el sillón presidencial, el Partido Maderista descubrió que uno de los hacendados ibéricos más potentes del país era "socio mercantil de Bernardo Reyes" -único candidato opositor de consideración-, y que "la mayor parte de los fondos de su campaña provenían de 38

Ibid.

39lbid. 40 AMAE 41

Ibid.

42

Ibid.

43

lbid.

Madrid, Cólogan al

MAE

Madrid, 1-2557, d-88, México,

29 de junio de 1912.

255


él".44 La persona que formuló en privado la protesta ante Cólogan fue Sánchez Azcona, director del periódico capitalino Nueva Era y plataforma ideológica del movimiento revolucionario maderista. Días después, una nueva estrategia por parte de la oposición conservadora representada por Reyes dio la pauta para pensar que existía algún tipo de vínculo con miembros prominentes de la colonia en la Ciudad de México. El 19 de agosto aparecieron pegados por las principales arterias de la ciudad, pasquines de protesta firmados por supuestos miembros de la colonia contra el periódico Nueva Era. Éstos decían:

Españoles Alerta Gachupines nos llama el periódico Nueva Era, órgano político del señor Francisco 1. Madero, a cuyos partidarios fue debida la muerte de nuestros compatriotas en Atencingo. Aunque nuestro carácter de extranjeros nos veda mezclamos en la política de este querido país, debemos defender nuestras vidas y estar prevenidos contra el maderismo, hostil a los hijos de la vieja patria. Protestamos contra el ultraje.45

Cólogan, al temer una reacción violenta de los maderistas por los pasquines, pidió explicaciones al respecto a miembros de la colonia cercanos a él, pero no obtuvo ninguna respuesta.46 El 30 de agosto, la Inspección General de Policía, que había arrancado de su lugar la mayoría de los libelos en,tre órdenes y súplicas de Cólogan -quien los acompañó en su labor en todo momento-, descubrió por indagaciones propias que los 600 ejemplares distribuidos por la ciudad habían salido del despacho de Bernardo Reyes.47El resultado oficial de la pesquisa fue el encarcelamiento de los seis empleados a sueldo de Reyes que se encargaron de fijar los pasquines en el transcurso de la noche del 18 al 19 de agosto, y por consiguiente las firmas que aparecían como autoras del libelo eran apócrifas.48 Con esto la colonia española quedaba en apariencia fuera de toda sospecha. Hasta el momento, todo parecía indicar que la misma era sólo una víctima más de las convulsiones internas por las que transcurría el país. En este momento cabe preguntarse hasta qué punto el contenido de los pasquines era obra de los potentes hacendados españoles del valle de México. No existe ningún indicio que personajes como Íñigo Noriega participaran de algún modo en la elaboración, impresión y distribución de ellos. Sin embargo, es difícil de imaginar que no estuvieran enterados de la táctica pensada por los empleados de Reyes, máxime si estos impresos habían salido de su despacho, lo que indica que fueron autorizados personalmente por él. ¿Qué objetivo perseguían con ello? Capitalizar el descontento de buena parte de la colonia española que veía 44

[bid., Cólogan entrevista

45

[bid.

46

[bid.

47

[bid.

48

[bid.

256

al MAE Madrid, 1-2557, d-s/n, México,

reservada

a raíz de la denuncia

2 de septiembre

de 1911. Aunque el 17 de agosto lo negó en

que realizó con Íñigo Noriega.


en los grupos rebeldes maderistas una tendencia a agredirla, especialmente por los hechos sucedido s en Atencingo y alrededores de Puebla. Malestar que si bien no podía manifestarse en votos electorales por no poseer la nacionalidad mexicana gran parte de ellos, era probable que buscaran brotes de violencia que desprestigiaran al grupo maderista y obligaran al gobierno interino a desconocer los Tratados de Ciudad Juárez y restaurar el antiguo régimen. Un pilar importante para lograr este objetivo indudablemente sería el viejo Ejército federal, en el que un amplio sector reconocía al general Bernardo Reyes como líder indiscutible. Cabe señalar que este general estaba en España cuando el régimen de Díaz empezaba a tambalearse. En su visita a Madrid se entrevistó con prominentes personajes de la monarquía constitucional y en especial con el rey Alfonso XIII, quien le obsequió un abrigo que luciría ostentosamente el día que encabezara la rebelión de febrero de 1913.49 Los beneficios que traería la restauración, por parte de uno de sus más fieles representantes como lo era Reyes, nunca fueron menospreciados por la oligarquía terrateniente española del valle de México. Los sucesos posteriores dan una amplia explicación de por qué este grupo veía en serio peligro sus intereses, mientras los maderistas detentaran el poder. Pero el ala radical -autodenominada

los "renovadores"-

del grupo revolucionario

maderista, estaba consciente que dentro de la colonia existían intrigas contra el nuevo poder constituido. La contraofensiva de este grupo a través de los diarios capitalinos Nueva Era y El Heraldo Mexicano señalaron y denunciaron al miembro español más prominente y reaccionario del valle de México: don Íñigo Noriega. Ante las desigualdades sociales y la corrupción que caracterizaban a la sociedad mexicana, los renovadores siempre presionaron dentro del gobierno de Madero para llevar a cabo reformas estructurales. Entre éstas destacaba la reforma agraria y la devolución de las tierras -acaparadas por los terratenientes- a las comunidades indígenas y campesinas del centro y sur de México. El mencionado grupo tenía plena conciencia de que el gobierno revolucionario no podía mantenerse por mucho tiempo sobre la base de una estructura social y económica con intereses creados, que nunca los apoyó y que en el primer momento que tuviera les arrebataría el poder político. Fue por ello que desde la tribuna del Congreso y desde los periódicos revolucionarios clamaron por la repartición de las tierras y la erosión del poder de los terratenientes heredados del Porfiriato. El poder de éstos había quedado intacto durante la etapa armada y en esos momentos el gobierno revolucionario tendría que buscar y satisfacer a sus bases campesinas con algún tipo de reforma. En efecto, entre octubre y diciembre de 1911,los radicales maderistas acusaron a Íñigo Noriega de haber creado vastas e ilegales empresas a la sombra de la seguridad inquebrantable de su compadre Porfrrio Díaz, de haberse apropiado de terrenos en el valle dé México a costa de

49 AMAE

Madrid,

notas verbales entre el encargado de negocios

139, Madrid, enero-abril

de México en España Amado Nervo y

MAE,

1-1660, d-109 Y

de 1911.

257


despojar a los indios colindantes y de tener a su disposición una terrible fuerza armada a la que responsabilizaba de haber causado tropelías, desmanes y asesinatos contra los indios de la zona.50 Noriega era poseedor de la extensa hacienda de Xico, ubicada en parte en el distrito de Xochimilco -en el Distrito Federal- y en Chalco, estado de México. Era llamado el señor feudal de Xico, tanto por la extensión de sus propiedades como por los métodos usados para conseguidas. Al ensanchar sus posesiones, sus víctimas fueron los vecinos pueblos de origen náhuatl de Huitzilzingo, Mixquis, San Juan Ixtayupan, Tlahuac, entre otros.5! Al prever el triunfo de la Revolución, Noriega, íntimo amigo de Díaz, conversó con él sobre la mejor manera de proteger sus vastos intereses. El presidente le dio carta blanca ante el ministro de Guerra, González Cosío, y al día siguiente de la entrevista este último le proporcionó un contingente de soldados federales uniformados de color caqui, con sombreros de cinta verde, y gran cantidad de municiones y armas, "para protección de mis propiedades".52El destacamento federal continuó en sus dominios a pesar de la caída del antiguo régimen, del gobierno provisional y de la subida al poder del gobierno revolucionario. La animosidad que dio cobertura al movimiento armado maderista hizo que numerosos indígenas colindantes reclamaran sus tierras, recibiendo como respuesta ráfagas de fusilería y linchamientos por parte de la tropa federal ya en poder de Noriega.53 Estos hechos fueron los que terminaron con la paciencia del ala radical maderista que ya antes sospechaba de sus lazos con Bernardo Reyes. En octubre, los periódicos revolucionarios Nueva Era y El Heraldo Mexicano iniciaron una campaña de difusión de las "tropelías, desmanes y asesinatos" cometidos por las fuerzas armadas al mando de Noriega.54 El!7 de diciembre aparecieron pasquines por toda la ciudad denunciándolo y se realizó una numerosa manifestación organizada por los miembros radicales del maderismo -Juan Sánchez Azcona, Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Antonio 1. Villarreal, entre otros-, y los indígenas directamente afectados.55Ante la magnitud del acto de protesta, el gobierno del Distrito Federal tomó medidas estrictas de seguridad, envió policías y gendarmería montada para asegurar que no se produjera ningún incidente.56Cólogan recorrió personalmente las calles durante la manifestación que se llevó a cabo pacíficamente, a su regreso a casa se encontró con Noriega. Éste estaba disgustadísimo y le dijo que sería capaz de cualquier cosa con tal de defender sus intereses, incluso, por encima del poder constituido. Cólogan escribió: "me dijo que se había armado con gente suya y estaba dispuesto a defenderse en caso de que la policía y gendarmería no emplearan vigorosa energía".57 50

Nueva Era, México,

28 de octubre de 1911.

Sllbid. 52 AMAE 53

S4

Madrid, Cólogzn

al

MAE

Madrid, 1-2557, d-s/n, México,

2 de septiembre

de 1911.

Nueva Era, México, 28 de octubre de 1911 y AMAE Madrid, Cólogan al MAE Madrid, 1-2557, d-167, México, 2 de septiembre de 1911. El Heraldo Mexicano, personal

55 AMAE

56lbid. 511bid.

258

México,

24 de octubre de 1911. Artículo que describe los asesinatos

impunes realizados

de Noriega.

Madrid, Cólogan al

MAE

Madrid, 1-2557, d-179 Y 176, México,

18 de diciembre

de 1911.

por el


Después de la entrevista y a petición de Noriega, Cólogan acudió a la Inspección General de Policía y exigió con éxito la destrucción de los pasquines que fueron fijados en apoyo de la manifestación.58 Pero la ayuda incondicional de Cólogan no fue la única. Lo más representativo de la colonia española en la Ciudad de México, caracterizado por su acentuado antimaderismo, defendió a Noriega en el Diario Español-por

espacio de dos meses- donde

300 firmas de la clase más acaudalada del país pidieron "justicia" y "paz".59Este periódico, "destinado a servir a los intereses de la colonia española en la República Mexicana" era el portavoz de la clase alta española en la capital. A raíz de la Revolución, el Diario Español surgió el 5 de agosto de 1911 como órgano de defensa y de divulgación de los intereses institucionales más representativos de la mencionada colonia. Fue en esta publicación donde se mostró más efectiva la ayuda de dicho sector contra las acusaciones de Noriega. El desplegado de apoyo aclaraba que "por fomentar (como nadie usted ha sabido) la riqueza nacional" los presidentes de las principales instituciones españolas a nombre de la colonia se unían y pedían el cese de las acusaciones.6o Las firmas de las diez instituciones más prominentes, como el Casino Español, la Junta Central Española, el Centro Asturiano, el Centro Vasco, entre otras, se amparaban en los grandes hacendados como sus representantes; fueron los casos de Indalecio Sánchez Gavito y Feliciano Cobián.61 El18 de noviembre, Noriega -quien aclaró tener más de 40 años en México- agradeció a las anteriores instituciones "la prueba de confianza y adhesión de la Colonia"

.62

El caso Noriega rebasó los estrechos límites de competencia interna del país y estuvo a punto de provocar un desagradable conflicto diplomático entre España y México.

CONSIDERACIONES

FINALES

La clase acaudalada española radicada en México se mantuvo fiel a la preferencia que le brindó el dilatado régimen del general Porfirio Díaz (1877-1880 Y 1884-1911). Durante la primera fase de la Revolución Mexicana este grupo social no se contagió del virus maderista. Todo lo contrario, lo combatió abiertamente mientras permaneció el gobierno interino de Francisco León de la Barra (1911) y durante la efímera administración de Madero (1911S8lbid. 59

El Diario Espaííol. México, Sánchez Gavito, presidente

17 de noviembre

la Junta Espaííola de Covadonga; Machin

de 1911. Los presidentes

que firmaron este desplegado

del Casino Espaííol; José Guisante Verea de la Beneficencia

de la Lonja Mercantil;

fueron lndalecio

EspGliola; Eusebio Sánchez

Juan lrigoyen del Centro Vasco; Agustín Núñez del Centro Comercial;

Ulpiano Sañudo del Centro EspGliol; Fe1iciano Cobián del Centro Asturiano;

Oliver del Orfeo Catalán, e lndalecio

de

Francisco

Sánchez Gavito de la Junta Central Espaíiola; todas ellas instituciones

Fernando de la

Ciudad de México. 60lbid. 6]lbid. 62

El Diario espGliol, México,

18 de noviembre

de 19i1.

259


1913). Durante el interinato,

los poderosos

México

y Puebla,

Callada,

entraron en negociaciones

Reyes,

encabezados

y estuvieron

directamente

hacendados

por Íñigo Noriega con el candidato

a punto de provocar

con el gobierno

lación de los Tratados

de Madrid.

incidentes

españoles

y el cónsul en Puebla,

del valle de

Manuel

opositor y militar porfirista,

Rivera

Bernardo

graves no sólo a nivel interno,

Sus principales

objetivos

que consistían

sino

en la anu-

de Ciudad Juárez por De la Barra, la toma del poder efectivo por un

líder militar hasta cierto punto indiscutible ciones implantadas

y empresarios

por el Porfiriato,

dentro del viejo Ejército,

terminaron

y la vuelta a las condi-

en fracaso.

ANEXO

Ciudadano Manuel Rivero Collada Sabemos que los españoles piensan hacer alguna demostración

por los acontecimientos

de

Atencingo. Nos apresuramos a decirle a usted que ponga su valimiento para que se abstengan de hacerlo, pues ocasionará esto serias consecuencias. Deben tener en cuenta los Díaz Rubín, que al venir al país nuestro, han comenzado por robar en las pesas y medidas al consumidor, luego han hecho fuerte contrabando y han robado al gobierno, después han robado al trabajador pagándole ínfimo jornal y tratándolo como a un esclavo, luego se han robado los terrenos del pobre, y el agua con que se sostenía trabajando. Así lo hicieron los paisanos de usted en la conquista, entregaban cuentas de vidrio y se llevaban oro puro, siempre engañando. Ahora sois unos déspotas cuando tenéis cuatro tlacos, y queréis tratar al mexicano mal, muy mal. Comprended, si es que ya alcanzásteis alguna educación, que es antipatriótico y enteramente impolítico, tratar mal al nativo de un pueblo en el cual venís a prosperar y con la mancha de la mala fe, que os puede siempre probar. La infamia de Díaz Rubín es conocida, la de sus dependientes en emborrachar a los alzados y después entregarlos para que los mataran como perros, es inaudita, después de haberlos despojado de sus tierras, agua y de sus derechos los traicionan y mandan matar. Lo que digo es verídico y tengo las pruebas, que si el caso lo exige presentaré, pero levantando entonces el grito de rebelión contra toda la colonia, en la que sólo se encuentran contados individuos que no han sido como el resto de la totalidad. Ya no queremos más ladrones, como Íñigo Noriega, Ramos, Díaz Rubín, Arta Sánchez y tantos como han robado nuestro rico y hospitalario país. Alerta, no echéis la leña para la venganza justa. Sois aquí bandidos disfrazados de hombres trabajadores, aguantad las consecuencias. No estáis bien en esta tierra, idos a vuestro pueblo a trabajar la tierra, allí tal vez os obliguen a ser honrados.

Fuente: AMAEMadrid, "Los obreros textiles a Cólogan" d-66, anexo 1Il, México, 4 de mayo de 1911.

260

(con copia a Rivera Callada),

en Cólogan

alMAE Madrid, 1-2558,


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