DE RAPIÑA ANGLO-CHILENA DE
LA GUERRA SECRETA DEL PERU
En la Guerra de Rapiña anglo-chilena de 1879
Queda autorizada la reproducción y difusión parcial o total del contenido de esta obra con fines educativos, previa comunicación al autor.
PRIMERA EDICION 2022
Editado en Arequipa Perú
Se inició en mayo 2019
En Honor a los héroes anónimos, civiles y militares, que dieron sus mayores esfuerzos para hacer conocer al gobierno del Perú y al Comando militar, las intenciones, posibilidades y debilidades del enemigo del Sur, en la Guerra de Rapiña anglo-chilena de 1879.
INDICE
Pág.
PRESENTACION: 08
CAPITULO I
PRIMERAS INFORMACIONES DE INTELIGENCIA 10 Génesis de la Inteligencia Peruana 10 1865, Intrigas de Chile en Ecuador 11 1866, Buques misteriosos y Blindados de EE UU 13 1867, Doce años antes 16 1868, ¿Contra quién se arma Chile? 17 1869, Diez años antes 21 1870, Nueve años antes 21 1871, Ocho años antes 22 1872, Siete años antes 24 Fracasa Acción de Fuerza de Chile contra Bolivia 30 1873, Seis años antes 33 Un Tratado Secreto… a voces 38
CAPITULO II INTELIGENCIA ANTES DE LA GUERRA 41 1874, Cinco años antes 41 El “Cochrane” y la “Magallanes” en el Pacífico Sur 43 1875, Cuatro años antes 45 1876, Tres años antes 47 1877, Dos años antes 50 1878, Por 10 centavos de Salitre 52 Un cuento de la Inteligencia chilena 55 Marcha hacia el Norte 57
CAPITULO III
INTELIGENCIA AL INICIO DE LA GUERRA 61
1879, Chile inicia la Guerra de Conquista 61 Red de espionaje 64 Fantasía del espionaje chileno 65 Suenan tambores de guerra 68 Chile prepara el zarpazo a Bolivia 71 Fin de la Soberanía Boliviana en el Pacífico Sur 74 Bolivia, Seis días después de la invasión chilena 78 Ambición de Chile, el Perú 79 Temor a la Marina Peruana 83 W.R. Grace y Compañía 85 Argentina deja al Perú en las garras de Chile 86 La Misión Lavalle y la Felonía de Joaquín Godoy 88
CAPITULO IV ODIO Y ENVIDIA DE CHILE AL PERU 95
Un sueño anhelado 95 Reorganización de la Inteligencia Peruana 101 Prado y la Espada de Oro 102 Golpe al espionaje chileno 103
Ejército de procesados y condenados 105 Ayuda de Piérola a los chilenos 106 Luxor, Al borde de la guerra con el Imperio Alemán 109
CAPITULO V ESPIAS, MERCENARIOS Y VIDENTES 111
Captura de saboteadores y espías chilenos 111
Las fantasías del español Granja 112
El mercenario Silva Montt 114
Robert Harvey, espía o especulador 117
Un cuento o imaginación 119 Pisagua, falta de Inteligencia 121
Los Vencedores de Tarapacá 121
El manco Gordon 125 Enrique Garland von Lotten 126 Ramón Enrique Bryce López Aldana 131
El espía que engañó a Tirios y Troyanos 135
CAPITULO VI
OPERACIONES DE INTELIGENCIA
140
Sistemas de claves 140
Flint, atrapado entre dos frentes 141 Torpedos para la Armada 143 Lancha Torpedera Alay 144 Tomás Lama, su misión en Centroamérica 147
Un panameño con corazón peruano 149 Chipana, operación audaz 150 Esplendida victoria y lamentable desgracia 151 El huésped inesperado 153 Operación “Kosmos” 155
Yate de paseo o Lancha Torpedera 156 Embarques chilenos frustrados 157 Sorpresa de la “Pilcomayo” en Tocopilla 160 La Escuadra chilena humillada y desairada 161
Un trofeo sorprendente 162 Prensa de Chile, ayuda inesperada al Perú 165 Lancha Torpedera Internacional 166 Golpe de mano 167 Lanchas torpederas Herreshoff 169 Por 40 centavos de Salitre 171 El crucero Arturo Prat 172
CAPITULO VII
INTELIGENCIA EN EL ISTMO DE PANAMA 174
Colombia y Panamá apoyan al Perú 174 Reclamos del cónsul chileno 175 Cañones bolivianos y Torpederas peruanas 176 Amenaza chilena por la torpedera Alay 177 Iniciativa del cónsul peruano 178 Juerga y piratería chilena en Panamá 180
CAPITULO VIII
OPERACIONES ENCUBIERTAS
CAPITULO IX
181
Acciones en la prensa nacional y extranjera 181 Torpedos peruanos o minas marinas 183 Inteligencia peruana en Europa 185 Sabotaje en Pacay 187 Operación “Almvick Castle” 188 Incursión nocturna con doble sorpresa 190 Audaz incursión del “Oroya” 191 Celada en Locumba 193 Minado del Puerto del Callao 195 Emboscada en Moquegua 196 Ataque con minas flotantes 197 Minas o polvorazos en Arica 198 Sorpresa en Chacalluta 200 El francés Carlos Wueguelin 204 Operación “Cazabobos Loa” 206 Operación “Destrucción y Engaño” 209 Informaciones de la guerra 211 Operación de engaño “La Patria” 214 Operación “Cazabobos Covadonga” 214 Golpe de mano de las Fuerzas Sutiles 216 Nuevo ataque de la Marina con torpedo peruano 219 Guillermo Bogardus y el Cap. Paul Boyton 220 El Toro Submarino 221
CAMPAÑA DE LIMA 224
Inteligencia y Operaciones especiales 224 Sabotaje al desembarco chileno 224 Sorpresa nocturna en Herbay bajo 226 Ardid peruano 227 Sabotaje camino a Cerro Azul 229 Emboscadas en el camino del calvario 230 Curayacu, la escopeta de tres cañones 232 Guerra de espías 234 Sorpresa en Pueblo Nuevo 234 Espías y Exploradores en la Batalla de Lima 235
La Inteligencia durante la ocupación 236
CAPITULO X LA RESISTENCIA 1881 237
Honor a José Eusebio Sánchez Pedraza 237 Cáceres engaña a la inteligencia chilena 239 Comité Patriótico de la Resistencia 240 Inteligencia en La Breña 243 Operaciones Especiales de las Guerrillas 245
El Clero en la Resistencia 247 Incursiones sobre Chosica 247 Emboscada en Callahuanca 249
Conspiración en Lima 251 Hermanos contra Hermanos 252 Golpe de mano en Chicla 254 Ardid y Estragemas en Qda. Honda 255 Hostigamiento en Canta y Matucana 256 Emboscada en Cajamarquilla 257 Vilcabamba, morir matando 258 Emboscada en San Rafael 261 Sángrar “Hoy o Nunca” 261 Emboscada en Puente Verrugas 264 Operación de engaño “Rearme” 264 Operaciones de las guerrillas del Sur 266 Chile abandona Chosica 266 Acciones de las montoneras del Norte 267 Traiciones y Atentados 269
CAPITULO XI LA CONTRAOFENSIVA 1882 272
Hostigamiento y Escaramuzas diversionistas 272 Emboscada en Carampoma 273 Fracaso del plan chileno 273 Sorpresa en San Jerónimo 274 Sierra Lumi, victoria del pueblo 276 Tormenta en los Andes 279 Emboscada en Malpaso 281 Sabotaje y Emboscadas en el Mantaro 283 Un comasino a carta cabal 287 Incursiones sorpresivas 288 Rejón contra bayoneta 289 Operaciones de Reconocimiento 289 Red de espionaje chileno en Tambo 291 Hienas contra hienas 293 Misión: Vencer y vencieron 294 Desesperación chilena 299 Los cañones de Sincos 299 Cecilio Limaymanta Coronel 301 Doble sorpresa en La Oroya 303 Hostigamiento en Chacapalca 304 Sabotaje en Chicla 305 Fuga y derrota chilena 306 Golpe audaz en San Bartolomé 307 Nueva fuga chilena 309 Retirada chilena, Realidad o Ficción 310 Resistencia patriota en el Norte 311 Traición de Miguel Iglesias 313 La Quebrada de la guerra 313 La Guerra de las emboscadas en el Sur 314 Sorpresa en Sunampe 315
Holocausto en Monte Jato 316
Sabotaje y hostigamiento en Ica 319 Sorpresa en Milla 18 320 Guerrilleros de la Sierra en Ica 323 Borrado del escalafón militar 324 Un chileno convertido en Montonero 324 La heroína de ébano 325 Armas para el Perú 327
CAPITULO XII CAMPAÑA DEL NORTE 1883 329
Entre Hamburgo y Arequipa 329 Armas, Informaciones y El Infiernillo 330 Traición en Canta 331
Incursión contra espías chilenos 332 Engaño y minas 333 Operación de distracción 334 Nueva expedición chilena 336 Emboscada en Purhuay 337 Alfilerazos guerrilleros 339 Marcha estratégica al Norte 341 Ardid de Yungay 344 Resistencia en el Centro 346 Sorpresa en Yaután 349 Hostigamiento en Huánuco viejo 350 Resistencia en Pallasca 350 Inteligencia de la huida chilena a Huamachuco 352 La Senda del Honor 354
CAPITULO XIII CAMPAÑA DE LAS BALAS FRIAS 1883 359
El nuevo Ejército de la Resistencia 359 La lucha continúa 360 Expedición de rapiña 362 Últimos combates 364 Una vez más, en campaña 366
EPILOGO 367
369
PRESENTACION
La lectura del libro “Servicio Secreto Chileno en la Guerra del Pacifico”, por el historiador chileno Guillermo Parvex, me dio curiosidad por conocer si el Perú había realizado algo parecido; sobre todo, ante las afirmaciones de Parvex manifestando que el Perú no desarrolló ninguna capacidad de espionaje hacia Chile. Por esta razón es que decidí investigar todo aquello relacionado con el tema de Inteligencia y Contrainteligencia y he podido comprobar, que dicha aseveración, no se acerca en lo más mínimo a la realidad que se vivió en esa época.
Inclusive el mismo Guillermo Parvex, posteriormente reconoce que: “Las redes secretas de Chile y Perú en Estados Unidos, Centro américa y Europa, efectuaron tareas de contrainteligencia; ya que, a diferencia de lo que ocurría en el Teatro de Operaciones, el Perú mantuvo por varios años un muy eficiente servicio secreto operando en el exterior”.
Las informaciones de la mayoría de los diferentes historiadores peruanos y extranjeros, tratan este tema en forma tangencial y sin darle mayor importancia; salvo, los historiadores chilenos, que a pesar de más de un siglo de haber transcurrido los sucesos de 1879, siguen fieles a su tradición de darle méritos superlativos a todas sus informaciones, imprimiéndoles un carácter épico y de grandes guerreros a todos sus actores, en cualquier aspecto relacionado con la Guerra de Rapiña anglo-chilena.
Este libro es para hacer conocer, que si bien es cierto, que el Perú no realizó al comienzo de la guerra, Inteligencia Táctica; si lo hizo con la Inteligencia Estratégica, que en esa época no se conocía como tal, ya que las ambiciones expansionistas de Chile hacia el Norte (Perú y Bolivia) y hacia el Este (Argentina) eran conocidas por el Perú, desde el primer gobierno de Ramón Castilla y Marquesado (1845-1851) que con el lema “Si Chile compra un barco de guerra, el Perú debe comprar dos”, adquirió los primeros buques de guerra a vapor en Sudamérica, haciéndonos ver su desconfianza en la política chilena.
Posteriormente durante el gobierno de José Balta y Montero (1868 1872), se confirma el peligro eminente de la voracidad chilena por apoderarse del Guano y el Salitre de Atacama en Bolivia y Tarapacá en Perú, con la compra excesiva de armamento moderno para el ejército y la construcción de dos buques blindados, adquiriendo Chile de esta manera, la superioridad naval en el Pacífico Sur. Balta decide adquirir dos acorazados, que permitieran a la Armada Peruana neutralizar a la flota chilena y aún superarla.
Pero lo increíble de esta historia es, que mientras en Chile sus políticos no solo hacían caso de las informaciones del posible adversario y prepararon a su población y sus Fuerzas Armadas ante el evidente conflicto; en el Perú, los políticos no solo no creían las informaciones sobre el armamentismo chileno; sino, además desarmaron y desatendieron a las Fuerzas Armadas y al pueblo mismo.
El gobierno de José Pardo y Lavalle (1872-1876) comenzó por no utilizar la partida presupuestal dejada por el presidente José Balta para la compra de dos blindados, realizando un gobierno de imprudencia suicida y; el gobierno de Mariano Ignacio Prado (1876 1879) privilegió sus negocios personales, a los problemas de la nación; desarrollando un gobierno increíblemente irresponsable.
El historiador Cap. de Frag. Francisco Yabar Acuña señala: “En realidad no hay excusa que justifique a los gobernantes de la década de 1870 por su falta de visión en el aspecto naval y militar, pues estuvieron bien advertidos de las construcciones navales chilenas desde que se iniciaron. La culpa por descuidar al Ejército y la Armada, la comparten todos los gobernantes de esa década, junto a la multitud de militares y civiles que ensombrecieron el periodo, con revoluciones y vergonzosos cuartelazos, que no hicieron más que arruinarnos económicamente”.
Gral. Div. EP OSCAR GOMEZ DE LA TORRE OVALLEPRIMERAS INFORMACIONES DE INTELIGENCIA
Génesis de la Inteligencia Peruana
Todos los historiadores peruanos, chilenos, bolivianos como extranjeros, coinciden que, en los tres países en conflicto no existía un Servicio de Inteligencia tal cual lo conocemos actualmente, con redes de espionaje formadas con personas profesionalmente dedicadas exclusivamente a las tareas de búsqueda de información de un potencial enemigo de la Patria, sea externo o interno; y mucho menos con un Servicio de Contrainteligencia que pueda negarle al enemigo nuestras intenciones y posibilidades de defensa o ataque.
En la época de la Guerra de rapiña anglo chilena de 1879 contra el Perú, casi toda la información sobre las intenciones de Chile, la compra de armamento y material bélico, era aportada por el Cuerpo Diplomático peruano, obtenida normalmente de fuente abierta, a través de los periódicos de Santiago, Valparaíso y países extranjeros o, de informantes involuntarios chilenos y extranjeros; principalmente funcionarios del gobierno, congresistas, militares, empresarios, comerciantes, amistades y/o conocidos en reuniones sociales y culturales, que daban algunas pistas o indicios sobre el porqué del armamentismo chileno, contra quien se iban a emplear y las posibles acciones del gobierno de turno, pero sin establecer su real importancia presente o futura.
La mayor parte de las informaciones así obtenidas por los ministros plenipotenciarios (embajadores), encargados de negocios y empleados consulares, era trasmitida por medio de la valija diplomática, con la consabida demora y a veces tardío conocimiento por las autoridades del gobierno peruano. Con el empleo del telégrafo y del cable submarino, se comenzó a trasmitir las informaciones, algunas veces en claro y en otras utilizando claves muy simples, pero que daban cierta seguridad de su contenido.
Inicialmente los Diplomáticos peruanos, Embajadores, Encargados de Negocios, agentes consulares, jefes de comisiones en Europa y Estados Unidos, militares en misiones especiales, etc. trabajaron en forma anónima y casi siempre por iniciativa propia, tratando de obtener información sobre las compras de material bélico que realizaba Chile, particularmente en Europa (Inglaterra, Francia, Alemania, Austria y Bélgica) y en EE.UU. No se distinguía entre la Inteligencia Estratégica y la Inteligencia Táctica, cualquier información se comunicaba indistintamente a las autoridades del gobierno y/o a los Jefes militares en campaña.
Inclusive el reconocimiento y exploración del campo de batalla solo se realizaba por medio del arma de Caballería, como en las Campañas Terrestres del Sur y Lima; y en muy pocas oportunidades, se realizó empleando espías sembrados a propósito, para determinar las intenciones del enemigo mediante la observación directa sobre su dispositivo, composición, fuerza y capacidad de ataque o defensa; solo en la Campaña de La Resistencia, el uso de redes de espionaje fue el común denominador
1865, Intrigas de Chile en Ecuador
El 26 de noviembre de 1865, el Coronel Mariano Ignacio Prado Ochoa, fue proclamado Dictador del gobierno peruano, conformando un gabinete plural, al cual el historiador Jorge Basadre Grohmann lo denominó como el “Gabinete de los Talentos”, por la calidad intelectual de todos los integrantes: El abogado y político cajamarquino José Gabriel Gálvez Egúsquiza, presidente del Consejo y secretario de Guerra y Marina; el abogado y político arequipeño natural de Camaná José María Quimper Caballero, secretario de gobierno; el economista y político limeño Manuel Justo Pardo y Lavalle, secretario de hacienda; el jurista y diplomático arequipeño Toribio Pacheco y Rivero, secretario de Relaciones Exteriores y el abogado y político arequipeño natural de Andaraes-Condesuyo José Simeón Tejeda Mares, secretario de justicia, instrucción y beneficencia.
Ante el problema de España, el 05 de diciembre de 1865 y a pedido de Chile, se firmó una “Alianza Defensiva y Ofensiva” con ese país, Perú le declaró la guerra a España el 14 de enero de 1866; el Ecuador se unió a la “Alianza” el 30 de enero de 1866 y el 22 de marzo lo hizo Bolivia, conformándose la llamada “Cuádruple Alianza”.
Todo esto sucedía a pesar que en diciembre de 1865, el ministro plenipotenciario del Perú en Ecuador, el abogado y político Manuel Benjamín Cisneros, remitió al secretario de Relaciones Exteriores Toribio Pacheco y Rivero su Memoria Confidencial adjuntando las pruebas en la cual Chile solicitaba la ayuda de Ecuador en caso de una guerra contra España y en correspondencia, Chile se comprometía a defender al Ecuador en caso de una guerra contra el Perú
El arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán describe la memoria confidencial del ministro plenipotenciario del Perú en Ecuador:
“Al señor secretario de Relaciones Exteriores del Perú.
Quito, diciembre de 1865
Señor secretario:
… Es necesario, ante todo, traer a la memoria la torcida conducta que, desde mí llegada a esta capital, ha observado para con la Legación a mi cargo, el señor don José Nicolás Hurtado de Mendoza, encargado de negocios de Chile…
… El señor Nicolás Hurtado de Mendoza no ha cesado de proclamar sin cautela alguna y cuantas veces se le ha ofrecido en los círculos sociales de esta capital, la solidaridad de intereses y aún de peligro que existe entre Chile y el Ecuador respecto de España y del Perú…
…Logré saber que no, el señor Pablo Herrera Gonzales ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador ciertamente, sino el mismo señor Gabriel García Moreno, presidente de la república, había hecho voluntarios, variados y repetidos ofrecimientos al gobierno de España en caso de guerra contra el Perú… Que el 24 de setiembre de 1863 en reunión del señor García Moreno y el diplomático español señor Paz Mendiola, acordaron una especie de memorándum…
Por más que me insinué, no pude conocer entonces en que consistían esas promesas, pero más tarde he logrado tener en la mano aquel despacho, cuyo extracto, que es lo único que me ha sido posible sacar, ahora adjunto a este oficio con la mayor complacencia.
Absteniéndome de todo comentario sobre ese acusador documento, no puedo dejar de ceder a la tentación de consignar aquí la triste reflexión que me provocó su lectura; la primera persona… en aconsejar, estimular y prometer eficaz ayuda para la captura de nuestro territorio y, de nuestro tesoro, fue un americano, presidente de una república vecina y hermana nuestra, que no solo formó una misma nacionalidad con nosotros bajo el imperio primitivo, sino que además, nos debe su existencia como estado independiente y soberano.
… Tomó entonces mayor cuerpo mi sospecha sobre el acuerdo secreto entre Chile y el Ecuador y, se acrecentaron mis temores de que el acuerdo implicase mucho de grave contra el Perú… Inquieto con esta idea, resolví ser, más que nunca, incansable en mis investigaciones; y ante todo procuré orientarme, con maña, del señor Francisco Javier Salazar Arboleda ministro de Guerra y Marina, íntimo amigo mío y asistente casi diariamente a mi tertulia nocturna.
Este me reveló francamente que había en efecto cordial y estrechísima inteligencia entre su gobierno y el de Chile… El señor Manuel Bustamante del Mazo ministro de Relaciones Exteriores, acababa de elevar todos los antecedentes al Congreso para que éste, en sesiones secretas, resolviese la actitud internacional que debería asumirse… Instigado, más y más con estas reservas, me puse en contacto con varios senadores y diputados, cuyos precedentes de amistad y de franqueza me hacían esperar las ejercitaran en esa ocasión.
… El día 9 de noviembre, el diplomático español dio por existente, según datos positivos que aseguró tener, la alianza entre el Ecuador y Chile contra España, como precio de igual alianza contra una tercera república, que él dijo presumía ser el Perú… el 11 de noviembre, me proporcionó feliz ocasión el convite que el delegado apostólico dio a las cámaras legislativas, en celebridad de la terminación de las negociaciones para la firma del concordato.
Resuelto a no perder esta oportunidad… tuve la fortuna de aprovecharla realmente y a medida de mi deseo, cuando concluido el banquete, el vino que comienza a hacer sus efectos, abre a todos el corazón y docilita la lengua… solicité al señor Bustamante que me explicara el género de compromisos que se habían contraído con Chile y el modo como se pensaban cumplirlos…
…al fin llegué a obtener de su boca, la verdad desnuda y completa. Me confesó que en realidad había una especie de “pacto foederis” entre el Ecuador y Chile, acordado en conferencias y consignado en dos notas, fechadas a fin del año corriente, la una, y a principios de junio la otra, entre el señor don Pablo Herrera ministro de Relaciones exteriores de Ecuador y, el señor don Nicolás Hurtado encargado de negocios de Chile. Que, en caso de guerra entre Chile y España, el Ecuador se compromete a tres cosas (que en sustancia no son sino una misma) enviar su pasaporte al representante de s.m.e., declarar rotas las relaciones oficiales y asumir la actitud de beligerante.
“En correspondencia, llegado el caso de que el Perú ofendiera u hostilizara al Ecuador, Chile se obliga a defender a esta nación contra aquella”…
… Después de terminado este oficio y, antes de darle curso, he tenido la inesperada fortuna de obtener copia del “pacto Foederis” materia principal de este despacho. Tal es en su importancia, que no creo autorizado a correr el peligro de entregarla al correo; tanto más, cuanto que, estando yo para partir al Perú, dentro de dos o tres días, puedo ser el portador de ese documento y de las pruebas que sobre su autenticidad poseo. Para cuando, llegado a esa capital, tenga el gusto de poner a disposición de U.S. tales piezas, me reservo, no solo darle más amplias explicaciones, sino manifestarle también los medios de que últimamente me he valido para obtenerlas, que por cierto son naturales y no tienen nada de ilícito.
Dios guarde a U.S.
(Fdo.) Manuel B. Cisneros”
1866, Buques misteriosos y Blindados de EE UU
En agosto de 1866, el cónsul peruano en Valparaíso, Miguel Ríos, informaba al Dictador Crl. Mariano Ignacio Prado, sobre la adquisición de naves de guerra por parte de Chile sin el conocimiento de sus aliados Perú, Ecuador y Bolivia, particularmente porque se desconocía el origen de dichas naves y sus potencialidades.
“Consulado del Perú Nota reservada Señor presidente
Valparaíso, agosto 30 de 1866
En conversaciones con oficiales de la marina chilena, se ha podido conocer que, en agosto 22 del presente, la fragata española “Gerona” había capturado a la altura de la isla de Madeira, a la corbeta chilena “Tornado”, a la cual también se le conoce como “Pampero” , pese a estar navegando con bandera inglesa.
Así mismo, se ha podido conocer que otra corbeta chilena denominada “Cyclone” , “Pampero” o “Texas” , que se había adquirido junto con la “Tornado” , estaba rumbo al puerto de Valparaíso. Al parecer, la compra de las dos naves de guerra se ha realizado en completo secreto, porque se desconoce dónde han sido adquiridas, en qué condiciones y cuáles eran sus nombres anteriores.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Ríos”
A fines de 1866, Chile hizo esfuerzos denodados para comprar en secreto al vapor Blindado americano “Idaho” inicialmente y, después el “Dunderberg”, sin avisar ni hacer de conocimiento a sus aliados Perú, Bolivia y Ecuador.
El ministro plenipotenciario de Chile en Estados Unidos de Norte América Francisco Solano Astaburuaga, no pudo ocultar las negociaciones y fue relevado de su cargo acusándolo de desleal por el propio ministro de Relaciones Exteriores de Chile Alvaro Covarrúbias. El nuevo encargado de negocios chileno Mariano Sánchez de Fontecilla; ridículamente, quiso continuar con la trama de ocultar a los países aliados las negociaciones que hacia Chile para adquirir un vapor blindado
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile Alvaro Covarrúbias, en sesión extraordinaria de la Cámara de Diputados y descrito en el Boletín N° 2 del Congreso Nacional manifestó: “Que el 01 de setiembre de 1866 se ordenó a los agentes chilenos en Estados Unidos que no prosiguiesen con las adquisiciones de los vapores blindados “Idaho” y “Dunderberg”, ya que el gobierno estaba informado y sabía perfectamente, que no era posible conseguir buques poderosos y de las condiciones que deseaba en los Estados Unidos. No queriendo gravar más al estado con nuevas adquisiciones de buques inadecuados a nuestras necesidades, dio la orden para no comprarlos y romper si era posible, los compromisos que se hubiesen contraído”.
Sin embargo, el político chileno Maximiano Errázuriz Valdivieso que realizaba gestiones ad honorem para el gobierno de Chile especialmente en relaciones comerciales con Estados Unidos, remitía el siguiente informe:
“Nueva York, setiembre 10 de 1866
Señor ministro de Relaciones Exteriores
He abierto de nuevo la negociación sobre el “Dunderberg”, y a la fecha casi puedo decir que está todo arreglado, faltando solamente que el vendedor logre salvar algunas dificultades relativas al armamento, lo que espera saber en pocos días.
Los términos son los siguientes: tres millones de pesos en bonos de 7% en 5, 6 y 7 años, debiéndosenos entregar el buque con su armamento, 4 cañones de 15 pulgadas y 12 de 11 pulgadas, completa dotación de munición, armas menores, toda clase de aperos, víveres y carbón en Colón.
Se incluyen en el dicho precio comisiones y gastos de toda especie, sin excepción ninguna. El contrato quedará en todo caso sujeto al resultado de las pruebas que aún faltan para que el buque llene cumplidamente todas las condiciones requeridas y, antes de la entrega, tendrá que pasar además por la de largos viajes, como que para lograr el armamento tendrá probablemente que comprometerse el vendedor a mandarlo a Europa.
(Fdo.) M. Errázuriz”En otro informe del ministro Alvaro Covarrúbias a la Cámara de Diputados manifestó lo siguiente: “A mediados de octubre de 1866, el señor José Victorino Lastarria Santander ministro plenipotenciario chileno en la república argentina, comunicó que habían llegado a Río de Janeiro dos vapores acorazados mandados a construir por el gobierno del Brasil y, que no le convenía recibirlos, porque no eran aparentes para la navegación en sus ríos.
Sin pérdida de tiempo se despachó para Buenos Aires al Capitán de Fragata José Anacleto Goñi Prieto para que en compañía del ministro Lastarria reconociese esos vapores, dándole instrucciones terminantes para que no fuese muy exigente respecto a sus condiciones, en atención a la urgencia que teníamos de hacernos de esa clase de buques y enviando instrucciones en el mismo sentido al Sr. Lastarria. Al mismo tiempo se abría un crédito a cargo de los señores Baring Hermanos, para que el Sr. Lastarria dispusiera de la suma que él había indicado.
Este negocio no tuvo efecto, porque cuando llegó a Buenos Aires el Capitán de Fragata José A. Goñi, ya el gobierno del Brasil había hecho uso de esos acorazados para las operaciones de guerra contra el Paraguay.
Con respecto a la fragata “Idaho”, que había sido adquirida por el gobierno y cuya negociación quedó sin efecto mediante la compensación de 35 mil pesos, que hubo que dar a su dueño a fin de rescindir el contrato Se tuvo que hacer dicho pago, en vista que el gobierno tuvo informaciones de lo inadecuado de ese buque y que de ninguna manera nos convenía”.
Al respecto, el ministro plenipotenciario José Antonio García y García, dio cuenta mediante una carta al ministro de Relaciones Exteriores del burdo engaño que querían hacer los agentes chilenos, que incluso habían nombrado como agente confidencial del gobierno chileno en EE UU, al político Benjamín Vicuña Mackenna, para la compra del blindado americano. El historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán describe la carta remitida por José Antonio García y García:
“Legación del Perú
Al Excmo. señor secretario de Relaciones Exteriores del Perú
Washington, noviembre 16 de 1866
… Se trataba de comprar a ocultas, para que el Perú no lo supiese, el vapor blindado americano “Idaho” …
… El señor ministro de Relaciones Exteriores de Chile Alvaro Covarrúbias acusaba al gobierno americano de enemigo; al señor Francisco Solano Astaburuaga ministro plenipotenciario de Chile en Estados Unidos de Norte América de desleal y, tanto, que lo relevó del destino que había desempeñado con tanto celo como pobreza. El señor Astaburuaga, había sido por muchos años, valeroso representante diplomático de aquella república en los Estados Unidos…
… El señor Covarrúbias no admitía la paz; sino, con previa satisfacción por el bombardeo de Valparaíso…
Es ahora, con fecha 16 de noviembre, después de la queja del señor Pardo (ministro del Perú en Santiago), después de las discusiones en la Cámara de Chile y, de conocerse que el Perú aceptaba las bases de arreglo, que solo una insensata presunción o un pueril capricho pueden rechazar; es ahora, que se dan órdenes para renovar la negociación de compra del vapor blindado americano “Dunderberg”, a la vez que se retira de su cargo al señor Astaburuaga, quizá porque ha precedido franca y lealmente.
Sé que se le acusa de haber dado conocimiento de esa orden que se ha querido tener oculta
… La falta de completa franqueza, de una absoluta lealtad minaría por su base la Alianza y, destruiría los frutos que sus partidarios hemos esperado de ella…
… Las conquistas, las anexiones reposan hoy en otras bases: la tendencia a la unidad de las razas, a la fusión donde los intereses materiales son idénticos, han suplantado a la clava y al rifle…
Soy de Ud. Señor muy atento servidor S.M. (Fdo.) J.A. García y García”
Ya a finales de 1866, el ministro José Antonio García y García, remite su última información:
“Legación del Perú
Al Excmo. señor secretario de Relaciones Exteriores del Perú
Washington, diciembre 16 de 1866
En los diarios de Washington y de otros estados, han publicitado la adquisición de cuatro vapores mercantes construidos en 1860 y treinta y cuatro cañones navales de 150, 200 y 300 Lbs, por el agente confidencial de Chile Sr. Benjamín Vicuña Mackenna. Según se dice, para hacer frente a la guerra con España.
Al parecer, los cañones navales son para transformar a los vapores mercantes en transportes armados.
Soy de Ud. Señor muy atento servidor S.M. (Fdo.) J.A. García y García”
1867, Doce años antes
En junio de 1867, el cónsul peruano en Valparaíso, Miguel Ríos, informa sobre la incorporación de la corbeta “Abtao” a la marina chilena:
“Consulado del Perú
Nota reservada
Señor presidente
Valparaíso, junio 3 de 1867
En junio 1 del presente, fue incorporada a la escuadra chilena la corbeta “Abtao” al mando del capitán de fragata Enrique Simpson Baeza.
Algunos oficiales de la marina, señalan que fue adquirida en Estados Unidos, pero otros manifiestan que su compra se realizó en el Reino Unido de la Gran Bretaña.
Desplaza 1,100 Ton, tiene aparejo de bergantín, en su cubierta al centro del buque se han colocado tres cañones Armstrong de 150 Lbs junto con un cañón Parrot de 20 Lbs, en la batería lleva cuatro cañones Whitworth de 32 Lbs, dos por banda. Su velocidad es de 10 nudos y tiene una tripulación de 200 hombres.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Ríos”
En agosto de 1867, el ministro plenipotenciario del Perú en Estados Unidos informa de nueva compra de armamento por parte del gobierno chileno.
“Legación del Perú
Nota Reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Washington, agosto 10 de 1867
En un artículo periodístico de esta ciudad, se informa que la fábrica de armamentos Winchester Repeating Arms Company ha realizado la venta al gobierno de la república de Chile de, seiscientas carabinas Spencer calibre 12.7 mm modelo 1865, mil cuatrocientas carabinas Winchester “Yellow boy” calibre 10.8 mm modelo 1866 y la munición correspondiente sin precisar la cantidad.
Soy de Ud. Señor muy atento servidor
S.M.
(Fdo.) J.A. García y García”
1868, ¿Contra quién se arma Chile?
Después del Combate del Callao del 02 de mayo de 1866, existió de hecho la suspensión de las hostilidades, pero la guerra continuó de derecho. Según el Tratado de la Cuádruple Alianza, ninguno de los países aliados (Perú, Chile, Ecuador y Bolivia) podía firmar, ni iniciar un Convenio o Tratado de Paz alguno, sin previo acuerdo o consentimiento de los otros.
Sin embargo, el cónsul general del Perú en Londres, Fernando Casós Flores, comunicó al ministro plenipotenciario peruano en el Reino Unido de la Gran Bretaña, don Francisco de Rivero, sobre el convenio firmado por Chile con España para sacar ambos países sus buques de guerra de los astilleros ingleses con la aprobación del gobierno británico, por lo cual Francisco de Rivero remitió el informe siguiente:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, enero 10 de 1868
En enero 7 de 1868, el gobierno de Chile ha obtenido en Londres, en virtud de un pacto con España, un acuerdo para que el gobierno del Reino Unido de la Gran Bretaña, permita a los españoles sacar de sus astilleros a los poderosos blindados “Victoria” y “Arapiles”, a cambio de lo cual se permita, a su vez, retirar de los astilleros ingleses las corbetas chilenas “Chacabuco” y “O’Higgins” que se hallaban en construcción. Las naves de guerra de ambos países se encontraban detenidas en el Támesis, por el gobierno inglés, a causa del conflicto de 1866.
Dios guarde a V.S.
S.M. (Fdo.) F. De Rivero”
El presidente interino del Perú, el arequipeño Gral. Brig. Pedro Nolasco Diez Canseco Corbacho, informado de la gestión chilena, eleva su protesta por ese convenio celebrado sin su conocimiento e intervención, que estima contradictoria con la Alianza vigente entre los dos países, y que evidentemente perjudica al Perú por no incluirse en el arreglo, a las naves peruanas detenidas en aguas de Inglaterra y de Estados Unidos, desde que se iniciara la guerra con España.
Las protestas del Perú el 12 de marzo de 1868 ante el gobierno británico a través de sus representantes en Londres, Crl José Jara Almonte y Mr. Veguelin, por medio de avisos en la prensa, consultas a abogados y apelaciones directas al parlamento y al ministro de RR.EE. británico, continuó para impedir la entrega, agudizándose las relaciones entre los dos países
El historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán relata: “El ministro del Perú en Washington, don José Antonio García y García, justamente alarmado, escribió a su gobierno en abril de 1868 lo siguiente”:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Washington, abril 8 de 1868
La prensa de Europa y de este país, acaba de revelar un hecho llamado a influir de un modo pernicioso en la guerra que las repúblicas aliadas sostienen con España…
La versión que encontrará usted señor en el adjunto fragmento de un diario, manifiesta que los ministros de España y Chile en Londres, de común acuerdo, se dirigieron a Lord Stanley, en enero último, en solicitud de que se les permitiese extraer del Reino Unido los buques armados que sus gobiernos tenían en esa jurisdicción, asegurando que el Perú asentía expresamente a ese convenio; y que alcanzaron la autorización a pesar de las protestas del
representante peruano; bajo promesa de cada una de las dos partes, de que sus buques no atacarían a los de la otra en su viaje de Inglaterra a los puertos de las respectivas naciones.
No es posible apreciar por las reglas del criterio común, la conducta de Chile en ese asunto. Las reflexiones que sugiere ese hecho verdaderamente anómalo y que ha sorprendido a todos, son tan poco favorables a la sensatez como a la buena fe y a la lealtad de nuestro aliado
Durante las operaciones activas de la guerra, Chile, el más irritado de los contendores, no hizo en el deseo de armarse ningún esfuerzo extraordinario, ni fue como ahora hasta el sacrificio del amor propio En los anales de la guerra no ofrece quizá un solo caso la historia del mundo de que un beligerante haya coadyuvado deliberadamente a mejorar la condición de su adversario en la esperanza de merecer su favor
…Los ministros públicos, los jefes de marina, los emisarios secretos, todos, en fin, cuantos de Chile han ido a Inglaterra, saben perfectamente que los acorazados españoles “Victoria” y “Arapiles” son poderosas máquinas de guerra, ante las cuales sería ridículo pretendiesen siquiera presentarse las nuevas corbetas chilenas “O’Higgins” y “Chacabuco”; y sin embargo de esto, Lord Stanley aseguró en el parlamento inglés, que los buques españoles y chilenos, cuya salida había permitido “se compensaban”; aseveración contraria a la verdad, de lo que es responsable el ministro de Chile
¿Qué ha podido pues inducir a Chile a obrar de la manera que lo ha hecho?... Favoreciendo manifiestamente a España, a despecho de la resistencia y de las protestas de su aliado y, la seguridad que tiene el gobierno de Chile de que sus corbetas son de todo punto impotentes para castigar el incendio de Valparaíso y, en consecuencia, que no ha podido tener en mira ese objeto para la extracción de aquellas…
…Ud. Señor podrá medir exactamente la tendencia y alcance de lo que se ha hecho, darse cuenta del destino de esos buques, que se solicitan festinatoriamente a última hora; si se les llama acaso del Pacífico, si se les necesita allí y, conjurar con prudencia y firmeza toda alteración de la paz entre las dos repúblicas…
Soy de V.S. muy atento servidor (Fdo.) J. García y García”
Al respecto, el historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán se pregunta: “¿Qué propósito tenía Chile de armarse a toda costa?, ¿Contra quién?; no contra España, que públicamente había manifestado ya su deseo de restablecer la armonía con las repúblicas del Pacífico; tampoco contra la república Argentina, con la cual se hallaba en perfecta paz y amistad, ni contra Bolivia o el Ecuador, con las cuales le ligaban Tratados ventajosos y, por consiguiente muy cordiales relaciones; pues ya tenía trazado planes secretos más o menos perfeccionados; luego no podía dudarse de que se armaba contra el Perú, cuyas
riquezas y prosperidad inspiraron siempre a Chile sentimientos innobles y manejos indignos contra aquel”
En setiembre de 1868, ya en el gobierno de José Balta y Montero, el cónsul peruano en Valparaíso, Miguel Ríos, remite un informe indicando:
“Consulado del Perú Nota reservada Señor presidente
Valparaíso, setiembre 15 de 1868
En un informe del ministro de Guerra y Marina al congreso de Chile manifestó que: “Al regimiento de Artillería N° 1 de Chile le han entregado siete nuevos cañones de montaña de bronce, de ánima rayada modelo francés 1858 La Hitte de avancarga de 4 Kg. Con un alcance de 2,500 metros fabricados en la Fundición de Limache, perteneciente al estado chileno”. A pesar que el resultado de los cañones La Hitte no fue enteramente satisfactorio, el congreso chileno aprobó por 48 votos a favor y 03 en contra, una partida de 22,331 pesos para la continuación de sus trabajos. Disponiendo actualmente de ocho cañones de esas características.
Además, dicho Regimiento ya disponía de tres cañones de campaña de bronce, de ánima rayada modelo francés 1858 La Hitte de avancarga de 12 Kg. Con un alcance de 4,700 metros, tres cañones de campaña de bronce, de ánima rayada mismo modelo de 4 Kg. Con un alcance de 4,000 metros y cuatro cañones Krupp alemanes de avancarga de 90 mm modelo 1867 de ánima rayada y de acero fundido.
Así mismo, la Fundición de Limache ha remitido 06 cureñas de fierro para las fortificaciones del Puerto de Valparaíso y una máquina para montar cañones.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Ríos”
En diciembre de 1868, otro documento remitido por el cónsul Miguel Ríos señala lo siguiente:
“Consulado del Perú Señor presidente
Valparaíso, diciembre 12 de 1868
Por información de oficiales del ejército chileno, se ha conocido que a los cinco cañones Rodman de 15 pulgadas comprados en Estados Unidos de Norte América en 1866, para la defensa de costa; se les está realizando mantenimiento, por tener algunas de sus partes oxidadas y han ordenado que por lo menos tres deben ser instalados en el anillo de fortificaciones del puerto de Valparaíso.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) M. Ríos”
1869, Diez años antes
El encargado de negocios del Perú en Santiago de Chile, el Poeta arequipeño Pedro Ignacio Noboa Benavides dio cuenta al ministro de Relaciones Exteriores sobre el informe que dio el ministro de Guerra y Marina de Chile al Congreso Nacional en setiembre de 1869, referente a la organización de la Guardia Nacional en ese año.
“Legación del Perú en Chile
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago de Chile, setiembre de 1869
Según informes de diputados amigos, el ministro de Guerra y Marina en su informe anual al Congreso Nacional, indicó que la Guardia Nacional como reserva del ejército, se encontraba perfectamente organizada y disciplinada conformando diferentes cuerpos a lo largo de todo el país y que en el presente año se había dado instrucción y entrenamiento a 54,992 hombres, cifra superior a los cuatro años anteriores.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Pedro I. Noboa”
1870, Nueve años antes
Conforme pasaba el tiempo, las informaciones de los diplomáticos peruanos eran cada vez más exactos. Así el cónsul peruano Miguel Ríos informaba de un viaje de instrucción de los cadetes de la Escuela Naval de Chile a la Isla de Pascua.
“Consulado del Perú
Señor presidente
Valparaíso, enero 10 de 1870
En enero 8, zarpó del puerto de Valparaíso la corbeta “O’Higgins” al mando del capitán de fragata José Anacleto Goñi Prieto y como segundo comandante el teniente primero Arturo Prat Chacón, en un viaje de instrucción de dos meses hacia la isla de Pascua.
Asisten al viaje 22 cadetes de la escuela naval y 52 de la escuela de aprendices de marineros, durante el viaje realizarán prácticas de marinería y ejercicios de náutica, trabajos de exploración y conocimientos de hidrografía, geología e historia de la isla
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) M. Ríos”
Posteriormente, el cónsul peruano en Valparaíso Miguel Ríos, da cuenta de la llegada del viaje de instrucción a ese puerto, procedente de la Isla de Pascua.
“Consulado del Perú Señor presidente
Valparaíso, marzo 8 de 1870
En marzo 6, llegó al puerto de Valparaíso, la corbeta “O’Higgins” de su viaje de instrucción a la isla de Pascua, donde además realizaron un levantamiento hidrográfico de las costas de la isla. Con su tripulación embarcaron doce nativos de dicha isla como aprendices de marinero.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Ríos”
1871, Ocho años antes
En 1871, un año antes de finalizar el gobierno del Coronel José Balta y Montero, el precio del salitre y el guano, aumentó considerablemente en Europa, determinando una mayor producción de estos fertilizantes, tanto en la provincia peruana de Tarapacá, como en la provincial litoral boliviana de Atacama. También en esa época, se descubre en territorio boliviano, en la frontera con Chile, grandes extensiones de plata, cobre y otros metales.
Debido a un cambio de las autoridades en el gobierno boliviano, decididas a obtener mayores beneficios del guano, el salitre y las nuevas minas de cobre y plata en su territorio de Atacama, determinan que las discusiones entre Chile y Bolivia por cuestiones de límites se agudicen. Razón por la cual, el presidente José Balta temía que Chile, conocido por su afán expansionista, pueda utilizar su poder militar para apoderarse del litoral boliviano de Atacama y del ambicionado territorio peruano de Tarapacá.
El historiador naval Rosendo Melo Moreno señala: “En noviembre de 1871, el Cap. de Navío José María Salcedo Carvallo, marino peruano que residía en Chile desde su retiro de la Armada en diciembre de 1869, escribió a un amigo del ministerio de Guerra y Marina del Perú, advirtiendo sobre las intenciones de Chile por adquirir dos buques blindados en Inglaterra” .
“Señor ministro de Guerra y Marina Muy reservado
Santiago, noviembre de 1871
A pesar de estar en el retiro, mi deber como peruano, me señala que es necesario que se tenga conocimiento de las intenciones del gobierno de Chile por adquirir dos buques blindados para su Armada; actitud que la tuvieron desde el año de 1868, en que solicitaron la intervención de mi persona para encargarme de la adquisición de un monitor blindado más poderoso que el “Huáscar”, el cual se
iba a construir en los astilleros Laird Hnos. en Birkenhead del Reino Unido por un valor de 112,000 Libras esterlinas, debía tener 1,625 Ton de registro, dos torres de artillería con dos cañones de 300 Lbs cada uno y doble hélice.
Encargo al cual me rehusé y, que al final no se llegó a consumar por la crisis económica en que se encontraba Chile. Sin embargo, actualmente se ha tratado en sesión del Senado, de facultar al gobierno para mandar construir en Europa dos blindados por el valor de 2’000,000 de pesos y fijándose en mí, para que vaya a ejecutar esa comisión.
El ministro de guerra A. Pinto, amigo antiguo mío, le dijo también a su pariente y amigo mío, el coronel Saavedra, que me vendría a necesitar en todo este mes, cuando esté todo acordado o arreglado para hacerme las propuestas más ventajosas a fin de que acepte; dejándole entender, que se me abonarán mi antigüedad y todos los derechos adquiridos en el Perú.
Mi delicadeza me prohíbe, pues, aceptar aquí los derechos que allá tengo adquiridos, ni tampoco puedo perder lo que allá tengo sin avergonzarme, como sucedería aquí, si aceptase.
(Fdo.) Cap. de N. José M. Salcedo”
Por un sentido lógico de previsión natural, el presidente José Balta encarga a don Adolfo Salmón Fernández de Villalta, cónsul del Perú en Valparaíso; que, en salvaguarda de los sagrados intereses de la Patria, le informe inmediatamente de cualquier medida de carácter bélico que adopte el Gobierno de Chile.
La respuesta no tarda en llegar, el historiador Geraldo Arosemena Garland indica: “En carta fechada en Valparaíso el 20 de diciembre de 1871, el cónsul peruano don Adolfo Salmón informa al presidente José Balta del propósito de Chile de adquirir buques blindados para hacer la guerra al Perú”:
“Señor presidente:
Valparaíso, diciembre 20 de 1871
A todas luces parece que el gobierno de Chile se prepara para luchar contra nosotros… Para que pueda Ud. Apreciar en toda su verdad lo lógico de mi opinión, le adjunto un rasgo del discurso del señor diputado Enrique Tocornal Grez, fíjese Ud. En el sentido de las palabras: “Pueden ofrecer en venta uno o más buques de primer orden que convenga adquirir pronto en prevención de eventualidades que se temen y que pueden realizarse”. ¿Qué eventualidades teme Chile pronto, que no debe esperar construir sus buques y necesita comprarlos hechos?
Añade el cónsul peruano: Pero el velo se corre al poco rato por boca del General de División José Manuel Pinto Arias, consejero de estado del presidente Federico Errázuriz Zañartu, quien en dos palabras nos dice que el enemigo somos nosotros: “Es muy urgente poner fin al negocio de la gratificación peruana”. ¿Por qué esa urgencia en enajenar los bonos de la gratificación peruana?... es muy claro, para no perjudicar a los tenedores chilenos en la eventualidad de los acontecimientos que se temen.
La carta concluye con estas palabras: Ud. me encargó mucho que le avisara cuando se aprobara el proyecto del Gobierno chileno para comprar buques y cumplo con su encargo, advirtiéndole que esté muy precavido porque, según entiendo, tratan no de construir, sino de comprarlos hechos, y quizá ya estén comprados. Cuidado señor, esta gente pica muy alto y son muy cautos.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. Salmón”
1872, Siete años antes
El presidente José Balta después de leer la carta del cónsul Adolfo Salmón, se convence de los propósitos agresivos del gobierno chileno y, para evitar todo peligro, resuelve adquirir en Inglaterra dos poderosos acorazados que no sólo permitan neutralizar el poderío de la flota chilena, sino aún, superarlo. Simultáneamente, encarga a su ministro de Relaciones Exteriores, Dr. José Jorge Loayza y Cossío, que solicite a nuestros representantes en las legaciones de Francia, Inglaterra y Alemania, que investiguen cuidadosamente todas las gestiones que lleven a cabo, en París, Londres y Berlín, los oficiales chilenos, que se sabía habían viajado a Europa con el exclusivo encargo de comprar o mandar construir buques blindados y para adquirir armamento terrestre.
También encarga el presidente José Balta al ministro plenipotenciario en Chile, el arequipeño señor Ignacio Noboa Benavides y al cónsul en Valparaíso, Adolfo Salmón, se informe en forma inmediata al Gobierno, del ingreso de armas o la llegada de buques para la armada a territorio chileno.
Las informaciones que recibe nuestra cancillería, durante la administración de los presidentes José Balta, Manuel Pardo y Mariano Ignacio Prado, constan de las Notas Reservadas de nuestras legaciones en París, Londres, Berlín, Santiago y Valparaíso, cuyos originales se conservan en los archivos de la Cancillería en Torre Tagle.
El historiador Geraldo Arosemena Garland relata: “El ministro de Relaciones Exteriores, Dr. José Jorge Loayza y Cossío, remitió el 10 de febrero de 1872, una Nota Reservada solicitando información a don Pedro Gálvez Egúsquiza ministro plenipotenciario de Perú en Francia e Inglaterra y a don Pedro José Calderón ministro plenipotenciario en Alemania, sobre la compra de armamentos y particularmente la construcción de buques blindados por parte de la república de Chile”:
“Ministerio de Relaciones Exteriores
Nota circular reservada N° 10
Señor ministro plenipotenciario del Perú en Francia y Reino Unido Señor ministro plenipotenciario del Perú en Alemania
Lima, febrero 10 de 1872
Habiéndose agudizado las tensiones entre las repúblicas de Chile y Bolivia por cuestiones de límites, es posible que Chile actúe militarmente contra Bolivia y, trate también, llevado por su afán expansionista, de apoderarse de la ambicionada zona de Tarapacá.
En guarda de los sagrados intereses de la patria, sírvase investigar cuidadosamente e informar, todas las gestiones que lleven a cabo en París, Londres y Berlín, la comisión de oficiales chilenos que se sabe ha viajado a Europa con el exclusivo encargo de comprar o mandar construir buques blindados y adquirir armamento terrestre (cañones, ametralladoras y fusiles).
Dios guarde a V.S.
S.M. (Fdo.) José J. Loayza”
En el mes de marzo, el ministro plenipotenciario en París don Pedro Gálvez Egúsquiza, da respuesta haciendo un estudio del mercado de armas en Europa, dando a conocer las mayores posibilidades donde Chile podría comprar o mandar construir sus blindados y la compra de armamento terrestre más adecuado:
“Legación del Perú Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
París, marzo 15 de 1872
Hoy he tenido el honor de recibir la estimable nota circular reservada de V.S. fecha febrero 10 último N° 10, relativa a los armamentos que se propone obtener el gobierno de Chile y, no creo necesario dar a V.S. la seguridad de que averiguaré y comunicaré todo lo que sea posible sobre este asunto.
Haré por lo pronto algunas reflexiones: La compra de buques, que parece no haberse decidido todavía, se hará probablemente en el Reino Unido o Estados Unidos y no me parece dudoso que la elección recaiga por fin sobre los Monitores o Blindados, cuyos sistemas lejos de caer en descrédito, es el que se sigue actualmente, sobre todo en la creación de la Marina Alemana.
No es posible tampoco, que los cañones se adquieran en Francia, pues la última guerra ha demostrado la superioridad de los cañones alemanes y, en este país no están todavía de acuerdo sobre el sistema que deberá preferirse. No se puede decir lo mismo del fusil Chassepot y de las ametralladoras de fábrica francesa, cuya excelencia vino a demostrar esa guerra y, cuya adquisición se hará por lo mismo verosímilmente en este país.
Dios guarde a V.S.
S.M.
(Fdo.) P. Gálvez Egúsquiza”
Como se puede observar, las reflexiones del diplomático don Pedro Gálvez Egúsquiza, no pudieron ser más proféticas, tanto para la construcción de los dos blindados en Inglaterra, como para la compra de los cañones Krupp en Alemania, pero aun así, nuestros gobernantes (Pardo y Prado) no solo no hicieron nada, pero sí redujeron los efectivos del Ejército, los presupuestos para la defensa y dejaron a los buques de la Armada abandonados, sin repuestos, ni municiones, licenciando a la mayoría de las tripulaciones, con el único afán de reducir el déficit fiscal, producto de la corrupción imperante en los gobernantes de la época.
El 30 de marzo de 1872, la legación peruana en Londres, obtiene las primeras informaciones sobre el armamentismo que Chile había decidido realizar con el único afán de conquistar los territorios de Atacama en Bolivia y Tarapacá en Perú
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, marzo 30 de 1872
Referente a su nota circular reservada N° 10, sobre la construcción de buques de guerra por el gobierno de Chile, se ha podido obtener la siguiente información:
El ministro de Chile en el Reino Unido, Señor Alberto Blest Gana, ha contratado en marzo 4 del presente año, con el astillero Ravenhill y Co. de Londres, Inglaterra, la construcción de un buque tipo cañonera denominado “Magallanes”, de casco de fierro con arboladura de corbeta, carena de 950 toneladas, con dos hélices, un andar de 11 nudos, para una tripulación de 200 hombres. Se desconoce el tipo de armamento.
Dios guarde a V.S. S.M. (Fdo.) P. Gálvez Egúsquiza”
Así mismo, la legación peruana en Francia, obtiene información de la construcción de un buque de transporte para la Armada chilena, lo cual da cuenta de inmediato al ministro de Relaciones Exteriores:
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Paris, abril 05 de 1872
Referente a la construcción de buques por el gobierno de Chile, se ha podido obtener la siguiente información:
La comisión a cargo del ministro de Chile, Señor Alberto Blest Gana, ha realizado en el mes de marzo pasado, un contrato con el astillero F. y G. Rennie de Francia, para la construcción de un vapor de ruedas tipo transporte militar, denominado “Toltén”, construido con casco de fierro, carena de 300 toneladas y andar de 10 nudos.
Se continuará informando tan pronto se obtengan nuevos datos.
Dios guarde a V.S.
S.M. (Fdo.) P. Gálvez Egúsquiza”
El 16 de abril de 1872, el mismo ministro plenipotenciario don Pedro Gálvez Egúsquiza, informa al ministro de Relaciones Exteriores que, los agentes peruanos de la legación en Inglaterra han podido obtener datos más exactos sobre la construcción de dos blindados para Chile, mediante la Nota Reservada N° 52.
“Legación del Perú Nota reservada N° 52 Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, abril 16 de 1872
Referente a su nota circular reservada N° 10 de fecha febrero 10 de 1872, respecto a los blindados que se propone adquirir de gobierno de Chile, en este país, se ha podido obtener la siguiente información:
El ministro de Chile en el Reino Unido, Señor Alberto Blest Gana, inició en Londres gestiones para la construcción de dos buques blindados, asesorado por el Cap. de Navío Leoncio Señoret Montagne y tres oficiales de la armada que se encontraban en esta ciudad en misión de estudios profesionales.
Ha contratado al diseñador naval Sir Edward James Reed, ex arquitecto naval del almirantazgo inglés como asesor técnico, quien recomendó forrar el interior de los blindados con madera de Teca y Zinc, de manera de mejorar su estabilidad y protección
Gestionó el diseño y remitió a varios constructores las especificaciones técnicas sobre el blindaje, carena de 3,000 a 3,500 toneladas, velocidad de 12 nudos y otras especificaciones, habiéndolos citados para el 18 del presente mes, para que presenten con la reserva del caso, sus presupuestos del costo por los dos buques.
Así mismo, el Crl. Emilio Sotomayor Baeza y otros oficiales chilenos que llegaron a esta ciudad, tienen el propósito de realizar compras de armamento terrestre.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Gálvez Egúsquiza”
Al respecto, el historiador Geraldo Arosemena Garland relata: “La decisión del representante chileno en Londres, era la de cerrar tratos para la construcción de los blindados, sin pérdida de tiempo y dejar concertado el arreglo. Chile tenía vivo interés en que los acorazados se ejecutaran con la mayor celeridad y así lo confirma la Nota Reservada N° 62 del 01 de mayo de 1872 de nuestra legación en Londres al ministro de Relaciones Exteriores, en que después de informarle que la construcción ya se había iniciado, se agrega, textualmente, esta frase: La principal condición que le ha impuesto es la prontitud en la ejecución del contrato”.
“Legación del Perú
Nota reservada N° 62
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, mayo 1 de 1872
En comunicación del 16 del pasado mes, trasmitió a Ud. esta Legación, el aviso de que el ministro de Chile, había pedido, con cierta reserva, a varios constructores, el presupuesto del costo de construcción de dos buques blindados, con arreglo a la especificación que se envió a V.S. copia y traducción.
Hoy tengo el honor de participar a V.S. que según informes fidedignos que he recibido últimamente, dicho funcionario ha contratado los dos buques con el astillero Earle`s Shipbuilding & Engineering Co. Ld., en Hull, Yorshire, Reino Unido para su construcción y que la principal condición que le ha impuesto es la prontitud en la ejecución del contrato.
Hasta ahora no tengo noticia segura que se haya ocupado del armamento mayor para esos buques o para otros objetivos, pero lo sabré pronto y cuidaré de informar a V.S. con puntualidad, en cuanto se me comunique a este respecto.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Jara Almonte”
En junio de 1872, Chile decide nombrar una nueva comisión para supervisar la construcción de los dos blindados y, la cañonera “Magallanes”
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, junio 20 de 1872
A mediados del presente mes, ha llegado a esta ciudad, una comisión de marina al mando del capitán de navío José Anacleto Goñi Prieto, el teniente Luis Uribe Orrego, dos oficiales de la armada y dos ingenieros mecánicos para supervisar la construcción de las dos fragatas blindadas y la cañonera “Magallanes”.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Jara Almonte”
El peruano Jonatan Saona señala en su blog: “Daniel Ruzo, presidente de la Comisión de delegados Fiscales, desde Londres, envía una comunicación al ministro de hacienda en el que manifiesta su preocupación por la construcción de los blindados chilenos y el rumor que Chile se apoderaría del litoral boliviano y a cambio ayudaría a Bolivia a obtener Moquegua” .
“Londres, agosto 31 de 1872
Señor ministro:
Con algunas reservas se habla en esta ciudad de que las Repúblicas de Chile y Bolivia se encuentran secretamente aliadas en contra del Perú. El objeto que se les atribuye es arrebatar a nuestra patria el departamento de Moquegua, para que se lo anexe Bolivia, quien por su parte y en pago del auxilio que recibiría en esa desatentada empresa, cederá a Chile el territorio de Mejillones que le pertenece, y que Chile codicia tan manifiestamente.
Aunque este asunto es del todo extraño al encargo de la Comisión, los deberes del ciudadano celoso de la honra e integridad de mi patria me exigen, no obstante, confirmar por lo que respecta a la Comisión, los informes o avisos que sobre el particular reciba por otros conductos el Supremo Gobierno.
Los periódicos europeos que más se ocupan de las repúblicas sudamericanas y que no se manifiestan, ciertamente muy afectos al Perú, aseguran constantemente que hay mala inteligencia entre ambas repúblicas.
La verdad es que se construyen actualmente para Chile, en los astilleros de Europa, dos fragatas blindadas, y que la comisión de marinos chilenos encargados de esa obra, no se expresa, según informes privados, en términos muy amistosos respecto al Perú.
El simple hecho de que Chile, país que no cuenta con sobrados recursos fiscales, emprenda la construcción de dos fragatas blindadas, es por sí solo muy significativo
A mi juicio, envuelve una amenaza contra el salitre de Tarapacá, que hasta aquí se ha explotado casi exclusivamente en beneficio de Chile, y aun presentándose en los mercados europeos como producto chileno, pero que el Perú tiene que reivindicar, no sólo en la opinión de esos mercados, sino también y de una manera más positiva, convirtiendo ese producto en una verdadera fuente de ingresos fiscales.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Daniel Ruzo”
Pese al conocimiento de las autoridades peruanas del armamentismo chileno y, de la práctica habitual de sus diplomáticos por consolidar su política expansionista con engaños y mentiras a costa de sus vecinos, el gobierno de Manuel Pardo continuó con sus sueños de la hermandad americana. La nota de Daniel Ruzo fue leída en el Consejo de ministros, y se sumaría a otros comunicados que se recibieron sobre el mismo tema.
Acta del Consejo de ministros
Sesión de octubre 4 de 1872
Reunidos los señores ministros que suscriben, bajo la presidencia del señor ministro de Relaciones Exteriores, el señor ministro de hacienda dio lectura a un oficio del presidente de la comisión de delegados fiscales en Londres, el doctor don Daniel Ruzo; en que participa al gobierno la premura con que Chile hace construir, en los astilleros de aquel reino, dos fragatas blindadas de gran poder y los rumores que circulaban allí acerca de una alianza entre Chile y Bolivia contra el Perú, con el objeto de procurarle a Bolivia alguna parte del territorio peruano en cambio de la cesión que la haría a Chile de Mejillones.
Tomados en consideración los términos de esa nota, se acordó por unanimidad contestarla manifestando al oficiante la satisfacción con que veía el gobierno el celo que le anima y que esperaba no omitirá comunicarle cuanta noticia pueda adquirir con relación a ese asunto.
(Fdo.) José de la Riva Agüero y Looz Corswarem ministro de Relaciones Exteriores.
(Fdo.) José María de la Jara y Alvizuri ministro de hacienda.
(Fdo.) Gral. Miguel Medina Elera- ministro de Guerra y Marina.
(Fdo.) Francisco de Paula Rosas Balcázar ministro de gobierno.
(Fdo.) José Eusebio Sánchez Pedraza ministro de justicia, instrucción, culto y beneficencia”
En otras palabras, la total indiferencia y miopía de los ministros de Manuel Pardo, el Congreso de la República y los políticos de la época, era de tal magnitud, que no tomaron precaución alguna, lo que contribuyó sin lugar a dudas, al descalabro de la defensa del Perú en la infausta guerra de rapiña que nos hizo Chile respaldado por Inglaterra siete años después.
Fracasa Acción de Fuerza de Chile contra Bolivia
El 01 de agosto de 1872, partió del puerto de Valparaíso el General boliviano Quintín Quevedo con un grupo de 180 revolucionarios entre bolivianos, chilenos y otros extranjeros, con la finalidad de derrocar al gobierno del presidente de Bolivia Agustín Morales; movimiento sedicioso que Chile apoyó en su organización y preparación, y que, bajo el pretexto de observar los sucesos en Bolivia y en prevención de cualquier emergencia para resguardar en caso necesario, los intereses de Chile allí radicados; el gobierno chileno dispuso el zarpe de su escuadra hacia el litoral boliviano. Las corbetas “O’Higgins” y “Chacabuco” se dirigieron a Mejillones, y la corbeta “Esmeralda” y la cañonera “Covadonga” a Tocopilla.
Ante la gravedad de la situación, el gobierno peruano ordenó que el monitor “Huáscar” y el transporte “Chalaco” se dirigieran hacia aguas bolivianas para apoyar al gobierno legítimo de Agustín Morales; al mismo tiempo, el ministro de
Relaciones Exteriores dispuso que el ministro plenipotenciario del Perú en Chile presentara el reclamo por la presencia de la escuadra chilena en costas bolivianas, indicando que el Perú no podía permanecer indiferente a la ocupación de territorio boliviano por fuerzas extrañas
Ante el fracaso de la asonada del General Quintín Quevedo y su asilo en la corbeta chilena “Esmeralda”; la escuadra chilena se retiró silenciosamente hacia Chile, ya que sabían perfectamente que, ante cualquier eventualidad, el “Huáscar” podía hundir fácilmente a los cuatro buques chilenos.
El historiador Mariano Felipe Paz Soldán describe el documento remitido por el ministro de Relaciones Exteriores don José de la Riva Agüero:
“Ministerio de Relaciones Exteriores
Nota reservada
Señor ministro plenipotenciario del Perú en Chile
Lima, agosto 28 de 1872
De poco tiempo a esta parte ha cundido cierta alarma en este país, con motivo de los armamentos que, según se sabe, está haciendo el gobierno de Chile, y especialmente por la compra de dos buques blindados de gran poder, que los agentes chilenos han mandado construir con cierta reserva en Inglaterra.
Esa alarma ha crecido últimamente con la noticia de la llegada del General don Quintín Quevedo y su cruzada al litoral boliviano y, en cuya expedición se atribuye cierta injerencia al gobierno de Chile. Después de estos hechos se ha sabido con extraordinaria sorpresa que la escuadra chilena se había presentado en Mejillones y Tocopilla casi al mismo tiempo que don Quintín Quevedo desembarcaba en las costas de Bolivia.
Las sospechas acerca de la injerencia de Chile, han venido a robustecerse más todavía; y no es pues extraño que tales hechos, que pueden tener una significación gravísima, hayan llamado la atención pública de las Cámaras y del gobierno.
Usted señor sabe, que la cuestión de límites entre Bolivia y Chile no ha llegado aún a arreglarse y presenta serias dificultades para su solución. En tanto que aquella república, apenas salida de una terrible crisis revolucionaria, ha estado ocupada en su organización interna. Chile se ha contraído a preparar sus elementos de guerra y fuerza naval, cuando no tenía motivo ninguno especial que la aconsejara precaverse de enemigos exteriores. No es pues arriesgado suponer que tales preparativos hayan tenido una mira hostil y agresiva, cuando no se explican por la necesidad de la defensa.
El gobierno del Perú, en vista de estos antecedentes y, ante la gravedad de los sucesos apuntados, no puede permanecer espectador e indiferente. La situación que se viene creando en el litoral boliviano, es harto grave; y es por consiguiente necesario que la bandera del Perú este allí representada. Con este motivo se ha dispuesto que el “Huáscar” y el “Chalaco” zarpen para el sur
Usted señor al recibir la presente nota, solicitará una conferencia al Excmo. Señor Ibáñez para expresarle los vivos deseos que animan al gobierno del Perú, de que Chile y Bolivia ligados por tantos vínculos de común interés, arreglen sus cuestiones pendientes de una manera honrosa y satisfactoria para ambas partes.
Así mismo, manifestará usted a ese gobierno, que el del Perú, que en todo caso verá con sumo sentimiento la interrupción de las amistosas relaciones entre esos dos países, no puede ser indiferente a la ocupación del territorio boliviano por fuerzas extrañas. S.E. el presidente confía en que usted señor, interpretando fielmente las miras y el espíritu de confraternidad americana que lo anima, tratará este asunto con la sagacidad y prudencia que él requiere y, de que V.S. ha dado tantas pruebas; comunicando a este despacho el resultado de sus gestiones.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. De la Riva Agüero”
En la obra “Historia General del Ejército Peruano” se indica que, en el mes de agosto de 1872, el ministro plenipotenciario del Perú en Francia Pedro Gálvez Egúsquiza, da mayores pruebas de la carrera armamentista en que estaba empeñado el gobierno chileno en la nota que a continuación se detalla:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
París, agosto 20 de 1872
Se ha podido conocer que la comisión chilena al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza, realizó visitas a diversos fabricantes de este país para adquirir fusiles Chassepot modelo 1871. Pero las negociaciones no llegaron a buen término, porque el gobierno francés se negó a dar la autorización para la fabricación de armas para Chile, aduciendo que en esos momentos los talleres estaban exclusivamente consagrados a la fabricación de fusiles Chassepot modelo 1871, para la reorganización del armamento del Ejército Francés.
Ante esta imposibilidad, la comisión chilena acudió a la fábrica Auguste Francotte & Co de Lieja en Bélgica, contratando la construcción de tres mil fusiles Comblain II modelo 1871 al precio de 70 francos cada uno. También se conoce que dicha comisión ha viajado a Prusia para adquirir cañones Krupp de campaña y de montaña. Se continuará informando.
Dios guarde a V.S.
S.M.
(Fdo.) P. Gálvez Egúsquiza”.
“A partir de 1872, el espionaje chileno en el Perú estuvo dirigido por sus cónsules y contaba con la colaboración de ciudadanos mapochinos, que desde hacía muchos años vivían en el país y los gastos que requerían eran sufragados
por la casa inglesa Gibbs de Lima y sus sucursales en provincias. La prensa chilena desató progresivamente una campaña anti peruana hasta llegar a declarar abiertamente que la meta de Chile era geopolítica y su aspiración apoderarse del salitre de Tarapacá. Esa propaganda fue alimentada desde el parlamento y el gobierno” (Alfonso Bouroncle).
1873, Seis años antes
El 02 de agosto de 1872, se inició el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle, teniendo como ministro de Relaciones Exteriores a don José de la Riva Agüero y Looz Corswarem, quien recién después de 9 largos meses de gobierno, remitió al ministro plenipotenciario del Perú en Inglaterra la Nota Reservada N° 32, a fin de conocer los avances de construcción de los dos blindados adquiridos por Chile.
“ministerio de Relaciones Exteriores
Nota reservada N° 32
Señor ministro plenipotenciario en el Reino Unido
Lima, mayo 13 de 1873
En relación a los dos buques blindados que la república de Chile ha encargado en el Reino Unido de la Gran Bretaña, sírvase informar los avances de construcción y cualquier otro dato importante.
Este dato debe informarse cada quince días o cada mes rigurosamente, o al momento de alguna ocurrencia
Dios guarde a V.S.
S.M.
(Fdo.) J. De la Riva Agüero”
El Contralmirante Fernando Casaretto nos da a conocer que: “El Capitán de Navío Miguel Grau Seminario escribió el 27 de mayo de 1873 al presidente Manuel Pardo una carta en el que le informa desde Iquique lo siguiente”:
“Iquique mayo 27 de 1873
Señor presidente del Perú don Manuel Pardo
… Con mucha generalidad se habla particularmente entre los pasajeros que vienen de Chile, sobre cierto plan que según se asegura se confecciona allí para proteger la separación de Bolivia de todo su litoral, formando un estado hanseático que comprenda todo el territorio entre los grados 23° y 25° y, acordar enseguida su completa independencia. Se comprende muy bien cuál es la idea del gobierno de Chile al apoyar este plan que seguramente ha sido sugerido por él…
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) Cap. de Navío Miguel Grau”
El 10 de junio de 1873, el Capitán de Navío Alejandro Guillermo Muñoz Sologuren que había sido comisionado a Londres para verificar los avances de construcción de las cañoneras peruanas “Chanchamayo” y “Putumayo” que se mandaron a construir en Inglaterra en marzo de 1872, aprovechando su estadía en esa ciudad y con el apoyo del encargado de negocios en Londres, Coronel José Jara Almonte, visitó los astilleros donde se construían los blindados chilenos, con la finalidad de obtener la mayor información posible sobre sus capacidades y poderío, remitiendo un informe sobre lo visto al Ministro de Guerra y Marina.
“Londres, junio 10 de 1873
Señor ministro de Guerra y Marina:
Después de haber inspeccionado el avance de la construcción de las cañoneras “Putumayo” y “Chanchamayo”, de lo cual se remitió el informe correspondiente y, gracias a los buenos oficios del señor coronel José Jara Almonte encargado de negocios, pude visitar el astillero Earle’s Shipbuilding en Hull, Yorshire, de esta ciudad y observar el avance de construcción de los dos blindados encargados por la república de Chile, lo que paso a detallar:
Los dos buques son gemelos tipo fragata blindada, llevarán los nombres de “Almirante Cochrane” y “Valparaíso”, se inició la construcción del primero en abril de 1872 y el segundo en junio del mismo año. La carena será de 3,500 toneladas, eslora de 64 metros, manga de 14 metros y calado de 6 metros.
El casco está construido en hierro remachado, poseen doble casco y 7 compartimentos estancos, en la proa tendrán un espolón en forma de ariete de 2 metros aproximadamente, el blindaje está compuesto por una coraza de 9 pulgadas, tendrán dos máquinas a vapor tipo compound que harán girar 2 hélices de cuatro palas que le permitirán una velocidad de 12 nudos
Respecto al armamento, solo se conoce que el armamento principal serán seis cañones Armstrong de 9 pulgadas de avancarga, montados en un reducto central, tres por banda. Se comenta que, debido a los retrasos por diferentes motivos, los blindados estarán listos para 1875.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) Cap. de Navío Alejandro Muñoz”
En junio de 1873, el encargado de negocios en Londres, Coronel José Jara Almonte remite un informe sobre el avance de construcción de los dos blindados chilenos
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, junio 16 de 1873
En cumplimiento de la prevención que se sirve V.S. hacerme en su respetable nota de mayo 13 N° 32, tendré el honor de informar a V.S. de los dos buques blindados que el gobierno chileno contrató en ésta, a mediados del año anterior, y que se construyen en el puerto de Hull.
En los dos días útiles que han mediado, de la llegada del vapor a hoy, no me ha sido posible obtener datos completos a este respecto, pero el gobierno debe poseer al presente lo que le ha trasmitido el capitán de navío Muñoz, a quien le procuró la legación medios para poder visitar los astilleros, en que esos buques se construyen y adquirir cabal idea de su poder, dimensiones y demás circunstancias.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Jara Almonte”
Ya en el mes de julio, la legación del Perú en Londres remite un nuevo informe sobre los blindados chilenos, confirmando lo visto por el Capitán de Navío Alejandro G. Muñoz.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, julio 1 de 1873
Tengo el honor de informar a V.S. que los dos buques blindados que se construyen en Hull para el gobierno de Chile, tienen una carga de 3,500 toneladas; su eslora es de doscientos diez pies, su manga de cuarentiseis pies y su puntal de veintiún pies y ocho pulgadas. En su centro lleva una sección cuyo blindaje es de ocho pulgadas de espesor, en la parte principal y de seis en el resto.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Jara Almonte”
En el mes de junio de 1873, el Coronel Emilio Castañón fue enviado en comisión a Europa a comprar nuevo armamento, en especial el fusil Comblain II, que ya estaba en uso en nuestro ejército desde 1872, los cuales fueron comprados en número de 2,000 por el Crl. Francisco Bolognesi Cervantes en su comisión del año 1869.
El Crl. Emilio Castañón al llegar a Europa, se dirigió a Francia y Bélgica para adquirir el armamento que se le había encargado, remitiendo en agosto de 1873 el informe siguiente:
“Paris, agosto de 1873
Señor ministro de Guerra y Marina:
En relación con el encargo para la compra de armamento para nuestro ejército, debo informarle lo siguiente:
En Francia recién llegado, se discutía con ardor la transformación del fusil Chassepot aplicándole el cartucho metálico o su reemplazo con otro nuevo fusil propuesto por el Capitán Gras, cuyo modelo fue aceptado definitivamente sobre el fusil Beaumont que se le oponía.
Igual cosa sucedió en Bélgica y Alemania con el fusil Dreyse y otros sistemas y, como según mis instrucciones debía preferir el fusil Comblain II del que tenemos ya en uso dos mil, me dirigí a Lieja en Bélgica para contratar con el fabricante Mordant la construcción de los cinco mil fusiles Comblain II que se me encargaron.
Al llegar a Lieja encontré que el señor G. Mordant había fallecido y una nueva sociedad Petit Syndicate, administraba su fábrica. Al entrar en tratos con los nuevos dueños, estos manifestaron que se hallaban imposibilitados de admitir un nuevo contrato, por estar ya comprometidos en la fabricación de nueve mil quinientos fusiles Comblain II modelo 1873 para el gobierno de Chile y doce mil fusiles Comblain II modelo especial para Brasil.
A pesar de los argumentos legales que les manifesté, no pude lograr ningún acuerdo que asegurara la producción buscada, por lo que es imposible la construcción de los fusiles Comblain II para nuestro ejército. Mientras espero respuesta, viajaré a Alemania en busca de un modelo de fusil que reemplace al fusil Comblain II.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) E. Castañón”
La información llegaba cada vez más fluida, y en el mes de agosto se obtiene nueva información; esta vez, sobre la cañonera “Magallanes”.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, agosto 5 de 1873
Tengo el honor de informar a V.S. que la cañonera “Magallanes” que se construye en ésta, para el gobierno de Chile, fue lanzada al agua en julio 28 del presente.
Tiene de eslora 200 pies, manga de 27 pies y puntal de 17 pies y le van a instalar dos máquinas a vapor tipo compound que harán girar dos hélices de cuatro palas que le permitirán una velocidad de 11 a 12 nudos
El armamento consiste en un cañón Armstrong de avancarga de 115 Lbs en línea de crujía, un cañón Armstrong de avancarga de 64 Lbs y, dos cañones Armstrong de retrocarga de 20 Lbs.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Jara Almonte”
El gobierno de Manuel Pardo y sus ministros continuaban imperturbables ante las graves informaciones que se iban recibiendo de Europa, sin tener ninguna reacción, ni prever la preparación del Ejército y en particular de la Marina, conociendo la superioridad naval que adquiría Chile con sus dos fragatas blindadas, en la campaña naval que sería la primera fase de cualquier conflicto entre Perú y Chile.
El 07 de octubre de 1873, asume sus funciones como nuevo ministro plenipotenciario en Alemania y Rusia el diplomático peruano José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra. Sus primeras actividades fueron verificar la información que su antecesor estaba recibiendo, sobre la compra de armamento moderno para el ejército de Chile, remitiendo el siguiente informe:
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Berlín, noviembre 1 de 1873
En referencia a la nota circular reservada N° 10 de fecha febrero 10 de 1872, se ha podido conocer que el coronel Emilio Sotomayor Baeza y una comisión de oficiales del ejército chileno, han visitado la fábrica de acero fundido Fried. Krupp A.G. habiendo adquirido el siguiente armamento:
Doce cañones Krupp de montaña de 60 mm, de ánima estriada y de retrocarga con un alcance de 2,500 metros y cuatro cañones Krupp de campaña de 78.5 mm, de ánima estriada y de retrocarga con un alcance de 3,000 metros, los dos tipos de cañón son modelo 1872
Así mismo, han comprado munición tipo bombas de fragmentación, tarros de metralla, granadas tipo Shrapnel y, pólvora correspondiente para cada cañón.
Dios guarde a V.S.
S.M. (Fdo.) J. De Lavalle”
En diciembre de 1873, el ministro plenipotenciario de Perú en Chile, el diplomático arequipeño Pedro Ignacio Noboa Benavides, remitió un informe sobre la llegada del transporte a ruedas “Toltén” al puerto de Valparaíso:
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Santiago, diciembre 10 de 1873
En diciembre 8 del presente año, llegó al puerto de Valparaíso, el transporte de ruedas “Toltén”, construido en Francia para la armada de Chile, tiene de eslora
130 metros. El buque vino al mando del Capitán de Navío Leoncio Señoret Montagne
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Noboa Benavides”
Un Tratado Secreto… a voces
En noviembre de 1872 y ante la constante intromisión chilena en territorio boliviano, pese al Tratado de Límites de 1866 firmado con Chile, la Asamblea boliviana autorizó secretamente a su gobierno negociar y ratificar una Alianza Defensiva con Perú, sin necesidad de su aprobación posterior por la Asamblea.
El 06 de febrero de 1873 fue firmado en Lima el Tratado de Alianza Defensiva, por los representantes de Perú y Bolivia, José de la Riva Agüero y Looz Corswarem y Juan de la Cruz Benavente respectivamente. El Congreso del Perú, presidido por Francisco de Paula Muñoz, lo aprobó el 22 de abril, con solo nueve votos en contra; entre ellos, el del diputado por Tacna Modesto Basadre y Chocano que escribió sobre el tratado:
“Unos cuantos combatimos la tal alianza; yo el más encarnizado… se aprobó el Tratado de Alianza a las tres de la mañana. Pedí la palabra y dije: … que tenía pleno convencimiento que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos maldecirán la aprobación de ese fatal Tratado”.
El historiador chileno Mario Barros asegura que: “El embajador chileno en Bolivia Carlos Walker Martínez, sabía de su existencia; que el embajador chileno en Lima Joaquín Godoy Cruz, lo memorizó casi correctamente; que el embajador chileno en Buenos Aires Guillermo Blest Gana, conoció el contenido del Tratado poco después de ser debatido en la Cámara de Diputados; que Brasil lo publicó íntegramente en su Boletín de Pactos Internacionales y posteriormente los EE UU lo habría publicado en la revista Foreign Relations en la edición del 15 de enero de 1874” .
Por el contrario, otro historiador chileno Sergio Fernando Villalobos Rivera manifiesta que: “Carlos Walker Martínez no dio crédito a los rumores sobre el Tratado y por eso había comenzado las negociaciones que dieron como resultado el Tratado de límites con Bolivia de 1874; que Joaquín Godoy Cruz no sabía de la existencia del Tratado, ya que el 28 de enero de 1874 informó que el proyecto para una Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia, había quedado solo en buenas intenciones; que Guillermo Blest Gana tenía solo conocimientos vagos e imprecisos, ya que informó al gobierno chileno, que la sesión secreta en el congreso argentino fue una sesión para la compra de armas”
Sergio Villalobos, también afirma que: “La aceptación chilena de una mediación peruana en el conflicto con Argentina, en 1877, es una prueba concreta de que el gobierno chileno desconocía o no tomaba en serio los rumores acerca de un Tratado Secreto entre Bolivia y Perú; así mismo, manifiesta que la supuesta edición brasilera jamás ha sido encontrada y, la publicación estadounidense, era solo una nota que concluía en que el Tratado nunca fue aprobado” .
Versiones chilenas totalmente opuestas, pero que al final lo que buscan ambas teorías, es justificar que la declaración de guerra de Chile al Perú se hizo por la existencia del Tratado Perú-boliviano y, que fue realizado con la única intención de perjudicar a Chile, por lo que se le mantuvo en secreto hasta el último momento
El historiador chileno Guillermo Parvex, ha dado a conocer en su obra “Servicio Secreto chileno en la Guerra del Pacífico”: “Que Joaquín Godoy Cruz debido a su gran red de contactos, le permitió enterarse del Tratado de Alianza Secreta entre Perú y Bolivia, tan solo tres días después de su firma… Información que dio origen al establecimiento del primer servicio de inteligencia de Chile”.
También señala que: “Carlos Walker Martínez, en sus memorias, recuerda que, a través de informantes en Bolivia, pudo corroborar la existencia del Tratado de Alianza Defensivo con el Perú, lo que informó a la cancillería chilena, comprobándose así, la información entregada previamente por Joaquín Godoy Cruz desde Lima… Esto permitió que, a partir del segundo semestre de 1873, el incipiente servicio secreto ya estaba en plena actividad en territorios del Perú y Bolivia”.
Según Guillermo Parvex: “Esta actividad de Inteligencia se debió iniciar dada la tensa e incierta situación que generaba el Tratado Secreto entre el Perú y Bolivia y, Chile requería tener un adecuado y oportuno conocimiento de los alcances de esta Alianza”.
El historiador peruano Jorge Basadre Grohmann señala: “Que fue un error que fuera firmado con carácter de secreto, ya que un documento de ese tipo, que debía pasar forzosamente por tres cancillerías y tres parlamentos para su aprobación, era imposible que se mantuviera secreto”
Pero quien dio a conocer fehacientemente la forma como Chile se enteró del Tratado Defensivo Secreto entre Perú y Bolivia, Tratado que no tenía nada de secreto, fue el diputado y publicista chileno Anselmo Blanlot Holley; primero, durante una disertación ante la “Sociedad Chilena de Historia y Geografía” en 1918 y posteriormente, en un artículo escrito en el periódico “La Época” de Madrid el 20 de febrero de 1919 titulado “Cómo fue descubierto el Tratado Secreto de 1873”
Narra el diputado chileno Anselmo Blanlot Holley: “En setiembre de 1873 se presentó en el despacho del ministro plenipotenciario chileno Guillermo Blest Gana en Buenos Aires, su colega del Brasil Joao Maurício Vanderlei, Barón de Cotegipe, quien todo alarmado, le habló de una confabulación continental en contra de Chile y Brasil y, puso al ministro chileno, sobre la pista de lo que se estaba tramando en el Congreso argentino, indicando que era necesario descubrir esa tenebrosa maquinación.
Guillermo Blest Gana investigó la nómina de los deudores morosos de los bancos. Eligió uno de ellos, miembro del congreso argentino, deudor insolvente de 20,000 pesos; requirió esa suma del ministro del Brasil, canceló el crédito e hizo remitir el documento cancelado al legislador insolvente.
No pasaron muchas horas desde que se consumó la operación, cuando el favorecido tocaba la puerta de la legación chilena y, en prueba de gratitud hacia
el diplomático que le sacara de apuros, le reveló la naturaleza del proyecto: “Se discute una invitación de Alianza secreta hecha a la Confederación Argentina por las repúblicas de Bolivia y Perú”. El mismo día el diplomático brasilero recibía la fausta nueva
Al cabo de algunos días, Guillermo Blest Gana conocía en forma completa el Tratado del 06 de febrero de 1873 y, lo trasmitía, copiado de su puño y letra, al presidente de la república don Federico Errázuriz Zañartu, entregando a su reserva de magistrado y caballero aquel secreto de estado”.
Ya sea que el gobierno chileno no conocía el Tratado Defensivo entre Perú y Bolivia o lo conocía, pero no le daban importancia, por no encontrar nada que vaya contra la soberanía chilena; sin embargo, años después, las autoridades políticas chilenas lo usaron como el mejor pretexto para declarar la guerra al Perú y, para soliviantar a la población y obtener su respaldo en la guerra de rapiña que habían planeado con el apoyo de Inglaterra.
- - - OGO - - -
INTELIGENCIA ANTES DE LA GUERRA
1874, Cinco años antes
En enero de 1874 el ministro plenipotenciario del Perú en Chile, el diplomático arequipeño Pedro Ignacio Noboa Benavides, informó al ministro de Relaciones Exteriores sobre los preparativos bélicos que el gobierno chileno preparaba, información obtenida de diputados amigos, según las memorias presentadas por el ministro de Guerra y Marina de Chile al congreso en 1873.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores: Santiago, enero 15 de 1874
En referencia a la memoria presentada por el ministro de Guerra y Marina de Chile ante el Congreso Nacional, se ha podido conocer que el gobierno de Chile activaba en lo posible la mayor rapidez en la construcción de los dos blindados y de la cañonera “Magallanes”, autorizando a su ministro en Londres Alberto Blest Gana, para que el constructor ponga de 500 a 600 trabajadores diarios, sin suspender los trabajos durante la noche, ni aun los domingos.
Así mismo, el ministro de Guerra y Marina indicó que se había pasado una prolija revista de inspección del departamento de arsenales para el mejor servicio de la marina, que se había completado el personal que demandaban los nuevos buques, sacando los alumnos de la Escuela Naval, los de los buques de guerra ingleses, en donde algunos oficiales chilenos perfeccionaban sus estudios y, los que se encontraban en Europa en diversas comisiones.
También señaló que, debido a un gran esfuerzo del gobierno, se había podido contratar en Inglaterra cirujanos, sangradores, condestables e ingenieros mecánicos; se aumentó el sueldo de los marinos y el precio de enganche y, al batallón de Artillería de Marina se aumentó su efectivo a 600 plazas.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Noboa Benavides”
A pesar que la comisión chilena del Crl. Emilio Sotomayor Baeza trataba con la mayor precaución posible de evitar que los agentes peruanos se enteraran de las adquisiciones que hacían en las diferentes factorías de armamentos; de una u otra forma, los agentes peruanos en Londres, París, Bélgica y en Berlín, se las ingeniaban para obtener dicha información lo más precisa posible y con el mayor grado de certeza; es así, que los ministros plenipotenciarios peruanos en esas ciudades, pudieron informar al gobierno sobre las compras chilenas de armamento.
“
Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, marzo 10 de 1874
Tengo el honor de informar a V.S. que la comisión chilena al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza, ha adquirido seis ametralladoras Gatling calibre 11 mm de diez cañones, modelo 1865, fabricadas en el Reino Unido de la Gran Bretaña por la empresa Armstrong, con patente del inventor norteamericano; además de la munición correspondiente.
Su sistema de disparo es de cañones rotativos accionados mediante una manivela manual y sus disparos son devastadores; utiliza un afuste con ruedas de radios por ser demasiada pesada, alrededor de 50 Kilos y tienen un alcance de 1,500 a 2,000 metros.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Jara Almonte”
El ministro plenipotenciario peruano en Alemania José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra, daba mayores informes sobre el armamentismo chileno y el poder de fuegos que su artillería adquiría cada año que pasaba.
“Legación del Perú en Berlín Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Berlín, abril 1 de 1874
La comisión de oficiales del ejército chileno al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza, ha retornado a esta ciudad para verificar el estado de los cañones Krupp adquiridos el año anterior a la fábrica Fried. Krupp A.G. habiendo manifestado su satisfacción por la calidad del armamento.
Debido a esto, se ha podido confirmar que el coronel Sotomayor ha hecho un nuevo pedido, esta vez se trata de veinticuatro cañones Krupp de campaña de 87 mm, modelo 1873, de ánima estriada y de retrocarga con un alcance de 4,800 metros. Para estos nuevos cañones, han comprado la munición y pólvora correspondiente.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. De Lavalle”
El 06 de agosto de 1874, el congreso chileno aprobó un contrato con la “Compañía Sudamericana de Vapores” (CSAV) cuya mayoría de accionistas eran chilenos y su directorio residía en Valparaíso; con el pretexto que ésta, pueda sostener la competencia con las empresas extranjeras que realizaban
simultáneamente el cabotaje en las costas chilenas; de esa manera, el gobierno de Chile se aseguraba una escuadra de transportes para el caso de guerra.
El ministro plenipotenciario del Perú en Chile, el arequipeño Pedro Ignacio Noboa Benavides informó sobre ese contrato; en particular, por las condiciones que se establecían:
“Legación del Perú en Chile Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Santiago, agosto 10 de 1874
Se ha conocido que en el Congreso chileno se ha tenido un ardoroso debate para la aprobación de un contrato especial con la “Compañía Sudamericana de Vapores” por la fuerte cantidad de dinero que el estado tendrá que subvencionar a dicha compañía. La subvención es por diez años de 100,000 pesos anuales que incluían las siguientes condiciones:
Art. 1.- Servir al transporte de correos (oficial o particular) entre todos los puertos que toque, ahora o en el futuro.
Art. 2. Rebajar en un 50% la tarifa para empleados, tropa y carga estatal; las autoridades estaban exentas de cobro.
Art. 3.- Abastecer de carbón a la Armada, por el precio del costo, en los puertos donde la empresa tuviera depósitos de dicho combustible.
Art. 4. Disponer naves para expediciones estatales, con buques fuera de itinerarios, y aun con cualquier nave, si recibía un aviso previo de diez días.
Art. 5. Poner a disposición del gobierno las naves y tripulaciones de la “Compañía Sudamericana de Vapores” para el desempeño de cualquier comisión, cada vez que el gobierno lo exija y, quedarán a disposición del estado bajo el mando de oficiales de la armada cuando la ocasión así lo requiera, en cuyo caso se convendría un valor de ocupación de servicio.
Art. 6 Construir los buques que se empleen en adelante, bajo la inspección y de acuerdo con los agentes del gobierno, a fin de que por su construcción puedan adaptarse al servicio de transportes para uso militar
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P Noboa Benavides”
El “Cochrane” y la “Magallanes” en el Pacífico Sur
En setiembre de 1874, El ministro plenipotenciario de Perú en Inglaterra, Don Pedro Gálvez Egúsquiza, informa al ministro de Relacione Exteriores sobre la situación de los dos blindados y el enorme poder que disponían para garantizar el éxito del gobierno chileno en la conquista de sus objetivos respecto a su política exterior.
A pesar de todas las informaciones que se recibían, el gobierno de Pardo seguía con su necia ceguera y la falsa creencia que el “Huáscar” y la “Independencia” eran más que suficientes para mantener la superioridad naval en el Pacifico Sur. El historiador Geraldo Arosemena Garland indica:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, setiembre 16 de 1874
Referente a la construcción de los dos blindados chilenos, he tenido la oportunidad de conversar con el señor Mansfield Cummings, oficial de la Real Armada del Reino Unido de la Gran Bretaña, el cual ha manifestado que los blindados que se construyen en Hull para Chile, son más poderosos que el Aironclad (Tipo de vapor acorazado) “Bellerophon” de la Real Armada, en el cual había hecho sus prácticas como guardiamarina.
Se conoce que el blindado “Almirante Cochrane” está bastante avanzado y es probable que esté en condiciones de viajar hacia Valparaíso a fines del año próximo de 1875. En cuanto al blindado “Valparaíso” debido a problemas en su construcción, es probable que no pueda salir del astillero hasta mediados de 1876.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) Crl. J. Jara Almonte”
En octubre de 1874, el presidente chileno Federico Errázuriz Zañartu, seriamente alarmado por la crisis económica que se avecinaba, la manifestación de fuerza realizada por el Perú en Mejillones, acción que aumentó el odio y la envidia hacia el Perú y, ante el temor que Argentina firmara la Alianza Defensiva con Perú y Bolivia, ordenó que el “Cochrane” zarpe hacia Chile en cualquier estado que se hallare. El “Cochrane” zarpó de Inglaterra sin el forro de madera y zinc y otros detalles que no impedían su uso como buque de guerra. Este dato fue informado por el encargado de negocios Crl. J. Jara Almonte a la Cancillería peruana:
“
Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, octubre 16 de 1874
El 9 del presente ha salido de Hull para el Pacífico, el buque blindado “Almirante Cochrane”, según se conoce inconcluso en algunos detalles, pero con toda su artillería completa
Personas competentes que lo han visitado, aseguran que, en su clase, es uno de los buques de guerra más completo que se han construido en estos diques.
En cuanto al otro blindado, no podrá concluirse antes de diez meses, porque ha habido que rehacer algunas de sus principales piezas que resultaron inaparentes.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Crl. J. Jara Almonte”
En diciembre de 1874, Chile cumple su primer objetivo de la guerra que preparaba silenciosamente, la llegada a Valparaíso del blindado “Cochrane” y de la cañonera “Magallanes” le daba la superioridad naval en el Pacifico Sur que tanto ansiaba; comenzó a batir sus tambores de guerra, su diplomacia se mostró abiertamente confrontacional e insolente en su trato con sus pares peruanos y bolivianos y, la oscuridad de la irresponsabilidad y la imprudencia suicida de los gobiernos de Pardo y Prado cayó como un telón sobre el Perú.
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Santiago, diciembre 30 de 1874
En diciembre 25 del presente año, llegó al puerto de Valparaíso el blindado “Almirante Cochrane” al mando del capitán Ingles Comyn, siendo recibido con alborozo por todas las naves de la escuadra chilena surtos en dicho puerto y por las autoridades chilenas precedidas por el presidente Federico Errázuriz Zañartu.
Tres días después, en diciembre 28 hizo su ingreso a puerto la cañonera “Magallanes”, siendo recibida de igual forma.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. Chacaltana”
1875, Cuatro años antes
Al inicio del año de 1875, el ministro plenipotenciario del Perú en Santiago de Chile Agustín Reynaldo Chacaltana Reyes, informó al ministro de Relaciones Exteriores sobre el viaje de instrucción de la corbeta chilena O’Higgins a la Isla de Pascua.
“Legación del Perú en Chile
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, enero 25 de 1875
La corbeta “O’Higgins” realizó su segundo viaje de Instrucción a la Isla de Pascua, al mando del capitán de fragata Juan Esteban López Lermanda, llevando 20 cadetes de la escuela naval y 50 de la escuela de aprendices de marineros;
zarparon del puerto de Valparaíso el 22 del presente, con la misión de realizar prácticas de marinería y ejercicios de navegación y combate
Así mismo se les ha dado la misión de realizar la exploración hidrográfica de las islas esporádicas. El viaje tendrá una duración de dos meses aproximadamente.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. Chacaltana”
En el mes de febrero, la preparación de Chile para la guerra, sufre un ligero traspiés, al determinar el Congreso nacional el cierre de la Fundición Nacional de Artillería en Limache, lo que informa el ministro plenipotenciario del Perú en Chile.
“Legación del Perú en Chile
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, febrero 20 de 1875
Los diarios de Santiago, han dado la información que el congreso nacional de Chile en una controvertida decisión, han decretado el cierre total de la fundición nacional de artillería que funcionaba en San Francisco de Limache, ante el malestar de las maestranzas particulares por la competencia desleal que les hacía, argumentando que no era su giro. Han dispuesto, además, que sus maquinarias y enseres pasen a la fábrica y maestranza del ejército en Santiago.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. Chacaltana”
El historiador Geraldo Arosemena Garland indica que, en mayo de 1875, el encargado de negocios en la legación peruana en Londres, informa sobre el lanzamiento al agua del segundo blindado chileno.
“
Legación del Perú en Londres
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, mayo 16 de 1875
El segundo buque blindado que se construye en Hull para Chile y que se denomina “Valparaíso” ha sido lanzado al agua el 8 del actual y dentro de tres meses podrá recibir sus máquinas y armamento. Es semejante en poder, forma, etc., al primero, que ya está en el Pacífico, pero va a sufrir algunas alteraciones, que se cree mejorarán notablemente sus condiciones marineras.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Jara Almonte”
El segundo blindado cuando zarpó hacia Valparaíso, salió completo con su blindaje, armamento y forro interior con madera de Teca y zinc, mejorando su estabilidad y protección; al parecer, esas eran las alteraciones a que se refería el informe del 16 de mayo de 1875 con respecto al primer blindado, que tiempo después tuvo que regresar a Inglaterra para completar justamente esos detalles, a fin de ser exactamente iguales en tonelaje, andar, fuerza y blindaje.
En julio de 1875, el ministro plenipotenciario del Perú en EE UU, Crl. Manuel Freyre Santa Cruz dio cuenta de la compra de carabinas Winchester por el gobierno chileno, evidenciándose la política armamentista que se había impuesto.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Washington, julio 10 de 1875
Se ha podido comprobar que la fábrica de armamentos Winchester Repeating Arms Company ha vendido al gobierno de Chile, dos mil quinientas carabinas Winchester calibre 10.8 mm modelo 1873, además de la munición sin conocerse la cantidad.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) M. Freyre”
En noviembre de 1875, el segundo blindado construido para Chile estaba terminado y listo para zarpar con destino al Pacífico Sur, tal como lo informa el encargado de negocios peruano en Inglaterra.
“Legación del Perú en Londres Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores:
Londres, noviembre 20 de 1875
El buque blindado “Valparaíso”, después de realizar las pruebas de mar y completada su tripulación con marinos ingleses, ha zarpado con dirección al puerto de Valparaíso a mediados del presente. Se estima llegue a dicho puerto los primeros días de enero de 1876. El blindado está totalmente terminado con todo su armamento y aparejos.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Jara Almonte”
1876, Tres años antes
En enero de 1876, el encargado de negocios peruano en Santiago de Chile, Félix Cipriano Coronel Zegarra y Castro, informa al ministro de Relaciones
Exteriores, la llegada al puerto de Valparaíso, del segundo blindado para la armada chilena:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, enero 26 de 1876
En enero 24 del presente, los diarios de esta ciudad informaron de la llegada al puerto de Valparaíso del blindado “Valparaíso” al mando del capitán ingles Comyn, que había sido contratado por 4,500 libras esterlinas, siendo recibido por las naves de la escuadra chilena y por las autoridades precedidas por el presidente Federico Errázuriz Zañartu y por el ministro de Guerra y Marina Mariano Sánchez Fontecilla.
Llegaron a bordo los miembros de la comisión naval encargada de vigilar la construcción del blindado, Los tenientes 1° Alejandro Walker Martínez y Luis Anacleto Castillo, los tenientes 2° J. Tomás Rogers y Luis Alberto Goñi, el inspector general de máquinas Antonio Marazzi y el ingeniero 2° Cipriano Encina.
También señalan, que el jefe de esta comisión naval el contralmirante José Anacleto Goñi, regresará de Inglaterra en un vapor de carrera junto con su familia, para no ser disminuida su autoridad ante el capitán ingles que comanda el blindado.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) F. Coronel”
Con la llegada del segundo blindado chileno, la superioridad naval de la escuadra chilena en el Pacífico Sur se completa al 100%, su capacidad de combate es tal, que supera ampliamente a las flotas de Perú y Argentina juntas Inclusive supera a la vetusta flota de monitores de la Armada de EE UU. Mientras el gobierno de Manuel Pardo continúa con su ceguera y política irresponsable de desarmar al Ejército y a la Marina de Guerra.
Por el contrario, Chile no se duerme en sus laureles, sabe que de nada sirve el poder de sus blindados, si no tiene la tripulación completa, disciplinada y entrenada convenientemente, por lo que da inicio a la reorganización de su armada en todos los aspectos necesarios para ponerla en pie de guerra; lo que es puntualmente informado el gobierno de Manuel Pardo y de Mariano Ignacio Prado por el encargado de negocios peruano en Santiago de Chile, el diplomático don Félix Cipriano Coronel Zegarra y Castro.
“Legación del Perú Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, setiembre 17 de 1876
En setiembre 5, falleció almirante Blanco Encalada, como reconocimiento a sus méritos militares y ser prócer de la independencia de Chile, en setiembre 15, se le cambio el nombre del blindado “Valparaíso” por “Blanco Encalada”.
En la ceremonia realizada en el puerto de Valparaíso, se pudo observar que al “Blanco Encalada” además de los cañones, se le había instalado una ametralladora Nordenfelt de cuatro cañones calibre 25 mm en la cofa del trinquete, su sistema de disparo es con palanca accionada manualmente; se dice, que tiene una rapidez de fuego de 300 a 400 disparos por minuto.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) F. Coronel”
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, octubre 22 de 1876
Debido a la crisis de la hacienda pública y la situación industrial en la frontera norte, el gobierno de Chile ha visto la necesidad de contar con un puerto que compitiera con el de Antofagasta en Bolivia, para atraer a la población y al comercio que existe en ese puerto boliviano.
Se ha nombrado una comisión al mando del capitán de fragata Francisco Rondizzoni de la Cotera, capitán de corbeta Luis Pomar, teniente 1° Luis Uribe Orrego, teniente 1° Alvaro Bianchi Tupper y los ingenieros del gobierno Eugenio Plazolles y Macario Sierralta para realizar dicha tarea.
En octubre 21, la comisión se embarcó en la corbeta “Abtao” y zarpó iniciando la búsqueda de un puerto apropiado en la costa de Atacama, que pudiese comunicar con el interior del desierto, habiéndose establecido el puerto de Taltal.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) F. Coronel”
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, noviembre 17 de 1876
Como parte de la reorganización que se está dando en la escuadra chilena, el gobierno por decreto supremo, ha establecido un nuevo plan de dotación de oficiales y marineros para los buques de la armada; así mismo, ha formulado un nuevo plan de señales por destellos, por medio de un aparato denominado semáforo.
La escuela de aprendices de marineros ha sido transformada en escuela de grumetes, iniciándose la enseñanza con 50 plazas. Su sede será la corbeta “Abtao”.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) F. Coronel”
1877, Dos años antes
En 1877, Chile continuaba con su preparación para la guerra dando prioridad a la armada, sabían que cualquier conflicto que surgiera en las extensas costas del Pacífico sur, el primer escenario bélico sería el dominio del mar, el país que dominara el mar sería de hecho el vencedor.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, enero 15 de 1877
Los diarios de Santiago y Valparaíso, han informado profusamente de la partida del blindado “Cochrane” en los primeros días del presente hacia el Reino Unido de la Gran Bretaña, a fin de limpiar fondos y completar su alistamiento tan igual al blindado “Blanco Encalada”
El ministro de Guerra y Marina don Belisario Matías Prats Pérez, declaró que se está aprovechando este viaje, para enviar a Europa a jóvenes oficiales de la armada, para seguir estudios en buques de la marina británica y de la armada francesa; habiéndose embarcado cuatro tenientes 2° y nueve guardiamarinas.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) F. Coronel”
En febrero de 1877, Miguel Grau viajó a Valparaíso para recoger los restos de su padre fallecido y tuvo la oportunidad de ver al blindado chileno “Blanco Encalada” en puerto. Como experto en materia naval, efectuó la comparación con los blindados peruanos, apreciando la enorme inferioridad en que se encontraba la escuadra peruana.
Al retornar a Lima, manifestó e insistió, como en oportunidades anteriores, de la necesidad urgente de adquirir dos poderosos acorazados, única forma de disuadir a Chile de sus planes expansionistas territoriales. Lamentablemente en esta oportunidad, tampoco fue escuchado
En la sesión del consejo de ministros realizada el 27 de marzo de 1877, se trata por primera vez de los “Graves y próximos conflictos entre Bolivia y Chile y de la necesidad de reparar y aumentar las unidades navales e incrementar los efectivos del ejército”; pero todo quedo en simples deseos, ya que no se hizo absolutamente nada.
El 02 de abril de 1877, el consejo de ministros en la sesión correspondiente a esa fecha hace conocer su “Preocupación por el incremento que han tomado los rumores de una segregación del litoral boliviano para anexarlo a Chile”.
El ministro de guerra y marina pidió comprar nuevos buques, poderosos y modernos, pero poco después, se optó únicamente por reemplazar las calderas de la fragata “Independencia”, mientras se esperaba más noticias sobre los acontecimientos que sucedían en el sur.
No hubo tiempo para ello, el 07 de mayo de 1877 se presentaron serios problemas en el orden interno, el monitor “Huáscar” fue tomado por los partidarios del nefasto Nicolás de Piérola en otra de sus aventuras revolucionarias, ningún buque pudo salir para detenerlo o enfrentarlo, porque no estaban en condición operativa para hacerlo. El gobierno invirtió dinero, armamento, tiempo y vidas para debelar la insurrección, pero lo peor fue que la armada continuó con sus falencias y no se hizo nada para cambiar la situación.
El poeta, historiador y diplomático peruano Pedro Manuel Nicolás Paz Soldán y Unanue más conocido en el ámbito de la literatura como “Juan de Arona” fue nombrado encargado de negocios de la legación peruana en Santiago en octubre de 1877, sus advertencias del proyecto bélico que se tramaba en Chile, cayó en saco roto durante el gobierno irresponsable de Mariano Ignacio Prado.
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, noviembre 7 de 1877
Por información de parlamentarios amigos, se conoce que el ministro de guerra y marina de Chile en su informe a la Asamblea Nacional señaló: Que el gobierno se había preocupado por equipar a la escuadra nacional contratando a especialistas extranjeros como maquinistas, pilotos y artilleros, realizando ejercicios frecuentes para adiestrar a sus tripulaciones en navegación, maniobra y tiro. Que se había suprimido los cursos teóricos de la escuela naval, para que sus alumnos puedan familiarizarse y realizar sus prácticas en las naves de la escuadra
Así mismo, el gobierno chileno, por ley de noviembre 5 de 1877, ha dispuesto la venta en subasta pública del transporte armado “Ancud” de 670 toneladas convertido en vapor mercante y la corbeta “Abtao”
Previamente se les retiró a ambas naves el armamento que disponían. Al no haberse presentado ningún postor, el gobierno ha decidido ponerlos a la venta el año próximo.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
1878, Por 10 centavos de Salitre
Mientras Chile preparaba su Plan de Conquista y Rapiña y, el Perú dormía el sueño de los justos; el gobierno boliviano emitía una Ley aprobada por la Asamblea Nacional de Bolivia en su sesión del 14 de febrero de 1878.
“Legación del Perú Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, febrero 23 de 1878
En febrero 14 del presente, la Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia aprobó una ley exigiendo el pago de un nuevo impuesto a la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, cuyo texto impreso en la gaceta oficial de Bolivia es el siguiente:
“Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en noviembre 27 de 1873 con el apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, a condición de hacer efectivo, como mínimum, un impuesto de 10 centavos en quintal de salitre exportado”.
Dicho impuesto ha sido rechazado por el señor John Hicks gerente de la compañía, indicando que está violando lo establecido en el Tratado de 1874 entre Bolivia y Chile; así como la licencia de explotación de noviembre de 1873 otorgada por el gobierno boliviano. En algunos diarios se dice que el gerente de la compañía en lugar de recurrir a un tribunal de derecho civil ha solicitado la intervención del gobierno chileno.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
El directorio de la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta radicaban en Valparaíso y, parte importante de su accionariado eran funcionarios del gobierno chileno, por lo que de inmediato solicitaron del gobierno amparo diplomático, a pesar que la cuantía del impuesto (10 centavos por quintal) era relativamente baja; pero, bajo la premisa de dejar pasar sin protesta una contribución de 10 centavos, era autorizar una de cualquier tipo más adelante, pese a las garantías que estipulaba el tratado de 1874 y la licencia de explotación otorgada por el gobierno boliviano en 1873.
El escritor chileno Víctor Herrero relata: “La compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta tenía como accionista mayoritario a don Agustín Edwards con el 42 % del capital; la empresa inglesa Gibbs el 24 % y entre varios funcionarios del gobierno el 34 % restante.
El presidente Aníbal Pinto tenía la situación de moroso ante el Banco Edwards, cuyo dueño era precisamente don Agustín Edwards, quien a su vez era dueño del diario “El Mercurio” y, a través del periódico, presionaba al presidente
Aníbal Pinto para que defienda su empresa en Antofagasta. Dato curioso es que, finalizada la guerra, el Banco Edwards condonó la deuda de Aníbal Pinto”.
El gobierno chileno consideró justificadas las preocupaciones y temores de la empresa, a pesar que era privada y, ordenó a su representante en La Paz amparar las reclamaciones de la compañía. En abril de 1878, el ministro plenipotenciario del Perú en La Paz, informaba sobre los reclamos realizados por el representante chileno en Bolivia.
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, abril 20 de 1878
Respecto a las conversaciones que ha realizado el señor don Pedro Nolasco Videla encargado de negocios de Chile en La Paz, con el señor ministro de hacienda don Manuel Ignacio Salvatierra, en relación al impuesto de 10 centavos a la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, han convenido en dejar en suspenso dicha resolución, hasta encontrar una solución prudente al problema.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Quiñones”
En mayo de 1878, el encargado de negocios de la legación peruana en Santiago de Chile, informaba sobre la venta de dos buques de la Armada chilena:
“Legación del Perú Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, mayo 10 de 1878
En los diarios de Santiago y Valparaíso, el gobierno chileno anunció en marzo del presente, la venta en subasta pública del ex transporte armado y hoy convertido en vapor mercante “Ancud” y la corbeta “Abtao”, por obsolescencia. Solo se pudo vender el “Ancud”, quedando la corbeta “Abtao” para una segunda subasta que se realizó en abril del presente, vendiéndose por 15,000 pesos al empresario J.F. Fernández.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Paz Soldán”
En julio de 1878, el encargado de negocios de Chile don Pedro Nolasco Videla remitió una Nota de protesta al canciller de Bolivia.
“La Paz, julio 2 de 1878
Señor ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia:
…haciéndole recordar cómo el consejo de estado de Bolivia declaró “ilegal e improcedente” el impuesto de tres centavos que se quiso cobrar a la compañía en 1875 por el mismo concepto de exportación de salitre.
…que la ley de febrero 14 ponía en tela de juicio el Tratado de 1874, y llevaba la cuestión “a un terreno delicado y resbaladizo”; que la compañía, al ver vulnerados sus derechos, podría verse obligada a suspender sus trabajos dejando a millares de pobladores y operarios en la ociosidad, lo que posiblemente acarrearía una sublevación que ni el gobierno de Chile ni el de Bolivia podrían mirar con indiferencia.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P Videla”
El gobierno de Bolivia dejó sin respuesta la nota del señor Videla y no insistió en el pago del impuesto.
El escritor peruano Jonatan Saona indica: “En agosto de 1878. El señor Aniceto Arce, vinculado con capitalistas chilenos en su empresa minera de Huanchaca, convencido de que el atraso de la república tenía por principal causa la falta de vías de comunicación, propuso al presidente Daza unir la costa con el altiplano por medio de una línea férrea. Ofreció que su empresa minera pondría los fondos necesarios para el estudio inicial del trazo más conveniente, adelantando el pago de sus impuestos. El General Daza aceptó que el señor Arce viajase a Chile en busca de capitales y declaró que el impuesto de los 10 centavos no sería cobrado.
El impuesto quedó olvidado. En octubre de 1878, mientras los señores Arce y Peró seguían en Santiago buscando dinero para el ferrocarril y eran agasajados por el presidente Pinto y personalidades de la banca y la industria, el encargado de negocios de Chile en La Paz, ofreció un banquete al General Daza. En los discursos, todos los oradores bolivianos, entre ellos los ministros Martín Lanza Saravia, Serapio Reyes Ortiz y Otón Jofré, el arzobispo y los políticos Antonio Quijarro y José Rosendo Gutiérrez, abundaron en expresiones de amistad para con Chile”
En noviembre de 1878, las legaciones peruanas de Inglaterra y Francia, daban cuenta de nuevas compras de armamento por parte de Chile, aumentando su poderío en forma alarmante.
“Legación del Perú en Londres
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Londres, noviembre 10 de 1878
Se ha podido conocer que el ministro de Chile en el Reino Unido, señor Blest Gana ha solicitado a la empresa Armstrong, fabricante de la ametralladora Gatling, un pedido de una a dos baterías de ametralladoras Gatling calibre 11 mm, modelo
1866 (de cuatro a ocho ametralladoras) y su correspondiente munición. Además, ha adquirido 600 cascos militares tipo salacot o tropical de corcho modelo inglés.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Jara Almonte”
“Legación del Perú en Paris Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Paris, noviembre 15 de 1878
La comisión de oficiales chilenos al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza, ha llegado a esta ciudad y se ha puesto en contacto con fabricantes de armas, habiendo mostrado interés en los fusiles Beaumont calibre 11 mm modelo 1871, pistolas, sables, municiones, pólvora, uniformes, polainas blancas francesas y otros elementos bélicos.
También se ha podido conocer que dicha comisión tiene previsto viajar a Alemania, llevando un pedido de dos Baterías de cañones Krupp de montaña (ocho cañones) y la munición correspondiente.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. De Goyeneche”
Mientras esto sucedía en Europa, el gobierno de Mariano Ignacio Prado y su gabinete soñaba en cualquier cosa, menos en el peligro de una guerra que preparaba Chile. De las 26 sesiones del consejo de ministros que tuvieron ese año, en ninguna se trató sobre reforzar a la Marina y al Ejército, pese a las noticias cada vez más frecuentes y alarmantes del armamentismo chileno y sus actos de provocación, principalmente a través de su prensa que en forma sistemática y abiertamente atacaba al Perú.
En Santiago de Chile, el gobierno entró en una etapa vertiginosa para poner en condiciones operativa a su Armada, completando sus cuadros de oficiales y, tratando de obtener informaciones mediante el espionaje, tanto de las posibilidades como los defectos de la Armada peruana hasta en su menor detalle. Tal era el temor y el miedo del mando naval chileno que, a pesar de tener la superioridad marítima, querían conocer todos los secretos de la organización y del mando de la escuadra peruana, tal como lo señala el escritor chileno Guillermo Parvex.
Un cuento de la Inteligencia chilena
El escritor chileno Guillermo Parvex relata: “Ante la necesidad imperiosa de Chile por conocer con precisión el estado actualizado de la Marina peruana, encargó la investigación al periodista, funcionario consular de la legación chilena en Lima y agente de inteligencia Ramón Rivera Jofré”, quien presentó en noviembre de 1878, su informe o mejor dicho un cuento de fantasía de la Armada peruana, por los increíbles errores garrafales de conocimiento.
Describió a los monitores “Manco Cápac” y “Atahualpa” como Blindados con capacidad de maniobrar en el mar, sin embargo, era conocido por Chile desde que llegaron al Callao en 1870, que dichos monitores eran de río e inservibles, que no podían navegar en el mar y que solo servían como baterías flotantes para la defensa costera, que tal fue el uso que se les dio durante la Guerra de Rapiña.
A la fragata “Independencia” le puso más armamento de lo que realmente tenía, ya que consideró además de lo que disponía, 02 cañones de 150 Lbs los cuales habían sido retirados en 1871.
Incluyó en su lista al monitor “Loa” como nave blindada, cuando en realidad era una goleta cañonera de madera a vapor; en abril de 1864 se le construyó en el Callao un blindaje de circunstancia, adosando planchas de hierro de los rieles del ferrocarril a sus bordes. En 1877 se le retiró el blindaje y su armamento, quedando como Buque de Adiestramiento de Grumetes, y a mediados de 1878 fue dado de baja de la Armada peruana, antes de la presentación del informe.
Consideró a la fragata “Apurímac” como un buque poderoso con 12 cañones de 32 Lbs, cuando en realidad era un pontón; en 1871 explotaron sus calderas y se le retiraron sus máquinas y el blindaje de la línea de flotación, en 1873 se le consideró Buque Escuela de Grumetes, en 1877 se le retiró la hélice y su armamento y desde esa fecha quedó solo como un pontón.
Al Vapor “Mayro” lo describe como una nave de madera operativa y artillada con 07 cañones; cuando en la realidad desde 1874 ya no se encontraba en servicio en la Marina del Perú.
A la Barca “Nereyda” la consideró con un desplazamiento de 208 Ton cuando en realidad desplazaba 587 Ton y, que se usaba como escuela práctica para el Colegio Naval Lo real es que solo en dos ocasiones, en 1872 y 1874 sirvió para la práctica de los alumnos de la Escuela Naval; en 1875 fue vendida al armador Carlos Elis.
En lo que respecta a buques transporte, el agente chileno los llama “Naves de fierro”, solo informa de 03 transportes: “Chalaco”, “Marañón” y “Meteoro”, se olvidó o nunca se enteró que el Perú disponía también de los Transportes “Limeña” y “Talismán”, que los podía ver a simple vista en la rada del puerto del Callao.
En cuanto al “Chalaco”, lo señala como un buque sin artillería, a pesar que el transporte tenía 02 cañones Parrot de 30 Lbs desde el año 1873.
El transporte “Marañón” en el momento del informe chileno, ya era solo un pontón, por tener sus máquinas y calderas inservibles y, nunca pudo ser empleado en la Guerra de Rapiña.
El transporte “Meteoro” un año antes del informe en 1877, ya estaba en condición de chata, sin máquinas y sin calderos y, nunca se usó en la Guerra de Rapiña.
El transporte “Limeña” no fue considerado en la lista del agente chileno, a pesar que fue adquirido el 11 de mayo de 1877; es decir, un año antes del informe y se encontraba plenamente operativo.
El transporte “Talismán”, tampoco fue considerado en el informe chileno, pese a que fue incorporado a la marina peruana en 1875; es decir, 03 años antes del increíble informe y, fue empleado ampliamente en la Guerra de Rapiña.
Pero, en lo que no es posible entenderlo, es que el agente chileno no haya considerado en su informe de inteligencia, a la cañonera “Pilcomayo”, histórica nave de guerra, que tuvo una actuación notable en la Guerra de Rapiña, construida en Inglaterra entre 1872 y 1874, llegando al Callao el 11 de enero de 1875.
De todo lo expuesto, podemos confirmar que el informe de inteligencia sobre la Armada peruana, que remitió el agente chileno Ramón Rivera Jofré en noviembre de 1878 al jefe de la inteligencia chilena en el Perú Joaquín Godoy, era lo que ya se conocía sobre los buques de guerra del Perú, pero la mayor parte del informe está plagado con datos falsos, totalmente desactualizada y con crasos errores sobre sus capacidades.
Se podría inferir, que el agente de inteligencia chileno, lo hizo sin tener un adecuado conocimiento o, quiso obtener un mayor reconocimiento de sus jefes dando información falsa o, se trataba en realidad, de un agente doble trabajando a favor de los peruanos.
Al parecer, podría ser ese el motivo por lo que el almirante Juan Williams Rebolledo, Comandante General de la marina chilena, desobedeció las órdenes del gobierno de atacar a la flota peruana en el Callao el primer día de la guerra o, el temor que siempre tuvieron los marinos chilenos frente a sus pares peruanos.
Marcha hacia el Norte
El escritor y político arequipeño, Carlos Paz Soldán y Benavides escribió: “A fines de 1878, el presidente y el ministro de Guerra y Marina pidieron al Congreso la compra de buques de guerra, pero el Congreso de ese entonces, no tenía tan clara la amenaza y se negó drásticamente”.
Carlos Paz Soldán dijo del Congreso conformado por tramoyistas políticos que: “… no quiso dar autorización ni aún para partidas destinadas a reparaciones urgentes; redujo hasta las que siempre se habían señalado en todos los presupuestos para reponer armas de fuego y blancas; suprimió la de cien mil soles pedida por el gobierno para este objeto, asegurando que el Ejército estaba perfectamente armado y que en el parque existía suficientes repuestos para un bienio…”
En diciembre de 1878, el diplomático Pedro Paz Soldán y Unanue remite una información clave sobre las relaciones entre Chile y Argentina, como lo señala el historiador Jorge Basadre:
“Legación del Perú
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, diciembre 7 de 1878
En círculos oficiales de la cancillería chilena se ha podido confirmar que el cónsul general de la Argentina en Chile don Mariano E. Sarratea con el apoyo del publicista chileno Benjamín Vicuña Mackenna, logró suscribir con el canciller de Chile don Alejandro Fierro, en diciembre 6 del presente; un pacto, por el cual se instituye un tribunal arbitral encargado de resolver sobre los territorios disputados en la Patagonia y el statu quo de los mismos.
Aunque dicho pacto no ha definido límites, por lo menos asegura a ambas partes el statu quo por un año y prorrogable. En tertulias diplomáticas, se asegura que para Chile significa que podrá orientar sus esfuerzos diplomáticos y militares a resolver su conflicto con Bolivia.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
De esta manera, Chile decide jugar sus cartas en su marcha hacia el norte, neutralizando a la nación argentina para impedir su apoyo al Perú y Bolivia, con el enorme costo de abandonar 750,000 Km2 de la Patagonia que legítimamente le correspondía y haber perdido para siempre la única oportunidad de ser un país bioceánico
El encargado de negocios Pedro Paz Soldán y Unanue, remite otra información; esta vez, era imposible dudar sobre las manifiestas intenciones chilenas contra quien se arma y cuáles son sus objetivos políticos.
“Legación del Perú Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, diciembre 10 de 1878
Por fuentes confiables de la marina chilena, se conoce que el gobierno ha ordenado que las dos fragatas blindadas que se encontraban en Lota se dirijan de inmediato y directamente al puerto de Caldera, sin tocar Valparaíso.
Al parecer la urgencia es tal, que es muy probable que el gobierno chileno está dispuesto al empleo de su poder naval en su disputa con Bolivia; no descartándose involucre al Perú teniendo como objetivo las riquezas de Tarapacá.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
A fines de diciembre el ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia da cuenta de las negociaciones que se realizan entre La Paz y Santiago.
“Legación del Perú
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, diciembre 19 de 1878
En reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, señor Martín Lanza Saravia, me informó que el gobierno de Bolivia dio respuesta a la nota de protesta del gobierno de Chile en diciembre 13 del presente, indicando: “Que, de acuerdo al informe del ministro de hacienda, la ley de febrero 14, afectaba a un contrato privado, que la empresa puede apelar ante los tribunales de justicia, si estima atropellados sus derechos y que, por tanto, no está sujeta a discusión diplomática.
Así mismo, informó a don Pedro Nolasco Videla, que, en diciembre 17, el presidente general Hilarión Daza había decidido hacer efectivo el cobro del nuevo impuesto
Lamentablemente la respuesta del encargado de negocios de Chile, señor Pedro Nolasco Videla, en diciembre 18 fue: “Que el cobro del impuesto a la compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, significaba la ruptura del Tratado de límites de agosto 6 de 1874, hoy vigente entre Chile y Bolivia y que, las consecuencias serán de exclusiva responsabilidad del gobierno de Bolivia”.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Quiñones”
En otro informe del ministro plenipotenciario del Perú, se advierte del deterioro de las negociaciones entre Bolivia y Chile:
“Legación del Perú Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, diciembre 26 de 1878
En diciembre 26 de 1878, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia don Martín Lanza Saravia, propone al representante chileno: “Someter el caso a un arbitraje previsto en el Tratado complementario de 1875”.
A lo que el representante chileno pide que: “Se suspenda la ley del impuesto de los 10 centavos para iniciar conversaciones sobre el arbitraje”.
El ministro Martín Lanza condiciona el arbitraje al previo pago de los impuestos, lo que fue rechazado por el encargado de Chile don Pedro Nolasco Videla.
Se continuará informando.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Quiñones”
Ese mismo día, el cónsul peruano en Antofagasta el escritor don Manuel María Seguín y Figuerola, daba cuenta de la presencia en aguas bolivianas del blindado chileno “Blanco Encalada”.
“Consulado del Perú en Antofagasta Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
Antofagasta, diciembre 26 de 1878
El día de hoy diciembre 26 del presente año, el buque de guerra chileno “Blanco Encalada” fondeó en la bahía de Antofagasta, mostrando sus cañones en forma amenazadora, abusiva y prepotente, sabiendo que no existe peligro alguno ante su presencia, ya que Bolivia no cuenta con ningún buque de guerra, ni siquiera un transporte armado.
El cónsul de Chile en esta ciudad, don Salvador Reyes, ha manifestado nerviosamente, que la presencia del blindado está destinada para evitar actos bochornosos o revueltas en la población y, servir de amparo a las personas e intereses chilenos.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín” - - - OGO - - -
INTELIGENCIA AL INICIO DE LA GUERRA
1879, Chile inicia la Guerra de Conquista
La presencia del blindado chileno “Blanco Encalada” en aguas bolivianas, motivó que el gobierno peruano, el 02 de enero de 1879, diera instrucciones precisas a sus representantes en La Paz y en Santiago, con la finalidad de evitar que se inicie una escalada de rompimiento de las relaciones entre Bolivia y Chile y; de como consecuencia, una situación belicista que pueda comprometer al gobierno del Perú.
“Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú Nota reservada N° 1 Señor ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia. Señor encargado de negocios del Perú en Chile
Lima, enero 2 de 1879 (…)
Tan terminantes declaraciones de ambos gobiernos hacen temer que sobrevenga alguna alteración en las relaciones amistosas de los dos países, lo que sería profundamente sensible y lamentable.
En previsión de esta eventualidad… S.E. el presidente me ha encargado que recomiende a U.S. preste a este asunto una atención muy esmerada, procurando instruirse de cuanto ocurra al respecto y trasmitirlo en el acto a este despacho, aun haciendo uso del cable, si la importancia y urgencia de la noticia lo requiere, a juicio de U.S.
Me ha encargado, además, S.E. que autorice a U.S. para que, en el caso de que se presentase un peligro inminente, que amenazase la paz de esas Repúblicas, interpongan en el acto los buenos oficios del Perú, procurando, al mismo tiempo, obtener en una forma amistosa, la suspensión de cualquier acto o medida de los dos gobiernos que tendiera a agravar el estado de la cuestión y hacer difícil una solución pacífica.
Dios guarde a U.S. (Fdo ) M. Irigoyen”.
Al día siguiente, el ministro plenipotenciario del Perú en La Paz, don José Luis Quiñones, comunicaba al ministro de Relaciones Exteriores, la propuesta del Canciller chileno Don Alejandro Fierro al gobierno boliviano. Esta y otras comunicaciones desde 1878 eran de su conocimiento por amistad con los ministros bolivianos, ya que fue recibido oficialmente por Daza, recién el 02 de febrero de 1879.
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, enero 3 de 1879
El día de hoy, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia recibió una nota diplomática del ministro de Relaciones Exteriores de Chile don Alejandro Fierro, en la que señala la necesidad de negociaciones entre Bolivia y Chile o el arbitraje por parte de una nación amiga; en ambos casos, sobre la base de la suspensión del cobro del impuesto. A la vez exigió una respuesta terminante y categórica en un término breve y perentorio y, advirtió que el cobro del impuesto significaría el rompimiento del tratado de límites y que renacerían para Chile los derechos sustentados antes de su firma.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Quiñones”
La respuesta de Daza fue ordenar al Crl. Don Severino Zapata Prefecto de Antofagasta, que obligara a la compañía chilena a pagar el impuesto desde el 14 de febrero de 1878, fecha de la resolución de la Asamblea Nacional.
El historiador chileno Pascual Ahumada Moreno en su libro, describe el informe del cónsul peruano en Antofagasta:
“Consulado del Perú en Antofagasta
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Antofagasta, enero 12 de 1879
En enero 6 del presente, el Prefecto de Antofagasta coronel don Severino Zapata, notificó a la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta el pago de 90,848 bolivianos y 13 centavos por conceptos de impuestos.
Al negarse al pago, en enero 11 dio orden al diligenciero de hacienda don José Félix Valda, aprese y conduzca a la cárcel pública al señor John Hicks, gerente y representante de la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta y realice el embargo de sus bienes
El gerente se refugió en casa del cónsul chileno don Salvador Reyes y se procedió al embargo de bienes de la Compañía, confiscando un terreno, nueve casas edificadas y dos grandes depósitos de salitre elaborado.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
En el mismo libro se documenta otro informe; esta vez, del ministro plenipotenciario peruano en La Paz don José Luis Quiñones:
“
Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, enero 21 de 1879
En enero 20, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia recibió una nota diplomática del encargado de negocios de Chile en La Paz, en la cual formulaba la proposición de arbitraje, dejando constancia que entendía que las cosas volverían al estado anterior a la ejecución de la ley y, pedía respuesta inmediata por estar el asunto colocado en un pie en la que no podía prolongarse sin menoscabo de la dignidad de Chile.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
El encargado de negocios del Perú don Pedro Paz Soldán y Unanue, ante la grave situación que tomaba la cuestión de las salitreras de Antofagasta entre Chile y Bolivia, decidió entrevistarse con el presidente Pinto a fin de ofrecerle los buenos oficios del gobierno peruano para que el problema no se transforme en un conflicto entre las dos naciones. Informando al ministro de Relaciones Exteriores sobre el cumplimiento de su misión, en la cual hace notar la falsía de Pinto y sus ministros y su decisión de llegar a la guerra.
El historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán documenta dichos informes en su obra sobre la Guerra del Pacífico:
“Legación del Perú en Chile
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, enero 24 de 1879
Deseoso yo de dar cumplimiento a las instrucciones consignadas en la nota de U.S de enero 2, número 1, me dirigí hoy a Valparaíso con el objeto de hablar con el presidente mismo.
Después de dar la bienvenida a s.e., le manifesté mi deseo de saber lo que hubiera de cierto acerca de la cuestión boliviana, a que tanta gravedad atribuían unánimemente todos los diarios, excusándome al propio tiempo con el excmo. señor Pinto, de tocarle esa cuestión, por hallarse ausente el señor ministro del ramo correspondiente.
S.e. empezó por decirme que casi nada de lo que propalaba la prensa a este respecto merecía crédito, y añadiendo en seguida “la cuestión es la siguiente”, me hizo la prolija historia de los tratados celebrados con Bolivia desde hace doce años, hasta llegar al estado actual de la cuestión pendiente.
El Excmo. señor Pinto abriga la esperanza de que el gobierno boliviano acepte el medio del arbitraje que se le ha propuesto, y que el mismo,
espontáneamente, había también insinuado por su parte, al ministro chileno en La Paz.
¿Y cómo es, me permití observar, que tanto ellos como ustedes siguen precipitando sus medidas, poco menos que de guerra?
- Eso es lo que me sorprende, replicó s.e. porque si el gobierno de Bolivia persiste en sostener su decreto, no cabe la aceptación del arbitraje, y es inevitable un conflicto.
Me explicó, asimismo s.e., la presencia de un blindado chileno en Antofagasta, y la de otro de reserva en Caldera, como medidas precautorias para conservar el orden público en Antofagasta, de acuerdo con las autoridades de tierra, como ya se han hecho otras veces, en que esas mismas autoridades bolivianas han solicitado la cooperación de guarniciones chilenas para reprimir desórdenes.
Toda la conversación de s.e. rodó sobre estos dos puntos: el gobierno de Bolivia aceptará el arbitraje; pero si persiste en su decreto, será inevitable un conflicto”
.
- Yo también creo que aceptará el arbitraje, le dije; y así lo he insinuado a mi gobierno.
¡Ojalá que el Perú tomara parte! Sería lo más justo, exclamó s.e.
A este deseo, tan francamente manifestado, no pude menos de contestar.
El Perú ofrecerá sus buenos oficios, si llega el caso, y yo estoy autorizado para ello.
Con mucho gusto, con mucho gusto; me dijo por varias veces el presidente.
¿Y si surge una emergencia grave, que obligue a ustedes a tomar una medida extrema? Pregunté yo, pensando en el último párrafo de la nota de u.s.
No tenga usted cuidado, contestó el presidente; que yo le haré dar aviso de cualquier novedad que ocurra.
Con lo cual concluyó nuestra conversación, que me es grato trasmitir a u.s.
Solo me resta comunicar a u.s. que el señor Pinto espera la contestación del gobierno boliviano a la oferta de arbitraje para los últimos días de este mes.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Paz Soldán”
Red de espionaje
Desde 1873, Chile formalizó un servicio de espionaje 6 años antes de la guerra de conquista contra Perú y Bolivia; inicialmente, con agentes en territorio peruano y boliviano, extendiendo su organización a partir de 1875 a EE UU, Centroamérica y Europa, en 1878 incluyó a la Argentina
En tanto Perú, preparó su servicio de espionaje, recién en 1879 al estallido de la guerra, manteniendo por varios años un muy eficiente servicio secreto operando en el exterior, tal como lo reconocen todos los historiadores chilenos. Al parecer, solo Bolivia no hizo nada al respecto.
Los historiadores chilenos Rafael Mellafe Maturana y Mauricio Pelayo Gonzáles en su obra “La Guerra del Pacífico” con respecto al servicio de inteligencia peruano relatan: “En Lima los peruanos organizaron una red de espionaje altamente calificada, infiltrada en las altas esferas y muy bien organizada. Esta red se extendía hasta Santiago, donde a los espías peruanos no les costaba mucho informar a sus jefes, bastaba leer el diario “El Mercurio” de Santiago o de Valparaíso o asistir a las sesiones del Congreso Nacional para estar debidamente informados de los planes del gobierno. Las campañas y las acciones de la guerra tenían que pasar por la aprobación del Congreso chileno.
Fantasía del espionaje chileno
Según el historiador chileno Guillermo Parvex: “en las altas esferas del gobierno chileno se estimaba que el conflicto era cada vez más cercano y se fue forjando la convicción de que tarde o temprano habría que actuar militarmente”, tanto contra Bolivia como contra el Perú, que era su objetivo principal; para ello necesitaban información cartográfica y militar
En enero de 1879, el ministro plenipotenciario de Chile en Lima Joaquín Godoy Cruz, creador del servicio secreto chileno, llamó al ingeniero danés Holger Birkedal quien había trabajado en el Perú desde 1870 y tenía un amplio conocimiento de la geografía, vías de comunicación, puertos y capacidades industriales peruanas. Siendo captado por el servicio secreto chileno desde diciembre de 1875 por 20 pesos al mes, pero la realidad indica que “sufrió un profundo desengaño en sus tratos con algunos personajes de la alta sociedad de Lima que lo menospreciaron, razón por la cual juró vengarse”, entregando a los chilenos toda la información, croquis y apuntes, fruto de años de observación del terreno donde trabajó.
La crisis con Bolivia estaba caminando por sendas peligrosas. Joaquín Godoy dispuso que Birkedal hiciera un “levantamiento de las fuerzas militares y navales peruanas y su potencial crecimiento para una campaña”. De acuerdo con la documentación conservada en los archivos del ministerio de Defensa chileno, la información recopilada por Birkedal indicó: “…que ni el Ejército ni la Marina peruana estaban en condiciones de enfrentar una campaña prolongada con éxito”.
Joaquín Godoy había recibido información que las fortificaciones del Callao habían sido reforzadas, y los reportes que Birkedal había realizado sobre estas fortificaciones estaban desfasados; razón por la cual, según Parvex: “La primera semana de febrero de 1879, Godoy tomó contacto con el profesor José Abelardo Núñez Murúa que viajaba en misión de estudiar los sistemas educativos de EE UU y Europa” y que, según el historiador, también pertenecía al servicio secreto chileno.
Parvex señala que: “Godoy juntó a Núñez con Birkedal para que hagan un levantamiento actualizado de las fortalezas del Callao. Godoy presentó a Núñez al presidente Prado como un empresario colombiano avecindado en Francia, experto en puertos Prado congenió con al agente chileno y, ante el pedido que siendo admirador de la Fortaleza del Callao y que era su anhelo conocerla, Prado accedió y le entregó un pase libre para visitarlas.
Terminada la visita a Prado, Abelardo Núñez se reunió con Birkedal y el danés le explicó detalladamente en que consistían los Fuertes, a fin de orientarlo en sus observaciones y le entregó un croquis como referencia. Al día siguiente Abelardo Núñez llegó a las fortificaciones del Callao siendo recibido por el Cmdte. AP Federico Alzamora quien lo guio por todas las instalaciones, terminando con un almuerzo con varios oficiales peruanos. Núñez en su recorrido fue anotando disimuladamente el número de cañones de cada puesto, su calibre y tipo. El resultado de esta visita quedó plasmado en un informe elaborado por Núñez y Birkedal y, enviado por intermedio del ministro Alejandro Fierro al secretario general de la Marina Eulogio Altamirano”.
Esta fantasiosa historia tiene algunos pequeños grandes detalles que lo hacen increíble, comenzando que la visita al Perú del profesor Abelardo Núñez fue entre los meses de enero y febrero de 1879. Fue en enero y por recomendación del senador chileno Domingo Santa María Gonzáles que, Mariano Ignacio Prado su amigo personal, lo recibió en Palacio de gobierno; tal como lo describe el abogado y político peruano Víctor Andrés García Belaunde, en su obra “El Expediente Prado”:
“Finalmente la última carta que hemos obtenido (del Archivo Nacional de Chile Colección Domingo Santa María pieza B9447) data del 10 de enero de 1879; y en esta misiva de lo más curiosa Prado le escribe a Santa María: “He recibido a su recomendado, señor Núñez, y me parece un caballero muy estimable. Tendré pues, el mayor gusto de atenderlo en todo lo que necesite como personalmente le he manifestado”
Es decir, es imposible que Abelardo Núñez fuera presentado a Prado en enero y después otra vez en febrero como asegura Parvex. Lo real es que lo recibió como un eminente educador y político chileno en los primeros días de enero y, no como un empresario colombiano avecindado en Francia, experto en puertos, al siguiente mes.
Los historiadores chilenos Rafael Mellafe Maturana y Mauricio Pelayo Gonzáles en su obra “La Guerra del Pacifico” relatan respecto a José Abelardo Núñez, que después de sus investigaciones realizadas a dicho personaje, pueden concluir que José Abelardo Núñez no tuvo nada que ver con el servicio secreto chileno.
El Cap. de Navío Ignacio Federico Alzamora Chaparro, era en esos momentos Jefe del Estado Mayor de las Fortificaciones del Callao y, por su antigüedad en la Marina de Guerra del Perú, es inconcebible que pueda haber realizado un tour por las Baterías que ni siquiera se habían puesto en servicio, ya que las labores para ponerlas operativas se iniciaron recién en el mes de mayo y, en junio se paralizaron, sin haberse culminado los trabajos, por falta de fondos.
Al parecer Godoy inventó esa historia como inventó otras informaciones que están plasmadas en sus informes remitidos a su gobierno y documentadas por el historiador chileno Pascual Ahumada Moreno y el historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán.
En cuanto al informe, no debería tener algún error garrafal, ya que los cañones fueron adquiridos en 1865 y fueron colocados en sus emplazamientos de Batería para el Combate del Callao del 02 de mayo de 1866, con los nombres que conservó hasta el 21 de Julio de 1879.
Teniendo hasta esa fecha un total de 16 cañones en las Baterías de los torreones más 02 cañones del monitor “Atahualpa” que se encontraba como batería flotante, haciendo un total de 18 cañones y no los 45 que indican los agentes chilenos en su informe.
Otro detalle, es que el informe señala a la Batería Independencia con 06 cañones de 32 Lbs. Cuando en la fecha del informe (febrero de 1879) tenía 02 cañones Blackely de 11 pulgadas. La Torre de la Merced la consideran con 02 cañones Armstrong de 300 Lbs cuando en realidad eran Vavasseur de 250 Lbs y la Batería del Torreón Manco Cápac la consideran con 04 cañones Vavasseur de 300 Lbs cuando su calibre real era de 250 Lbs.
Sin embargo, lo que no pusieron en su informe y que se observaba a simple vista, era que los cañones por su antigüedad, ninguno había sido modificado o modernizado, por lo que al inicio del conflicto el alistamiento del material no era óptimo y debió trabajarse por varios meses para mejorarlo.
Otro problema que no advirtieron era la pólvora y la munición; la pólvora era de diferente origen y debía de calcularse su poder de acuerdo a la procedencia para evitar sobrecargar las piezas, y la munición era escasa y se tuvo que fabricar en la Factoría Naval de Bellavista usando todo el fierro disponible.
Por decir lo menos, debieron preguntar a Vicuña Mackenna, que había vivido en el Perú y que conocía el estado de nuestro armamento, ya que él escribió: “que al principio de la guerra nuestros cañones estaban tirados en el Callao”, lo que era cierto, porque los historiadores navales peruanos lo han confirmado señalando que los cañones de las fortificaciones del Callao a principios de 1879, estaban arrumados en un barracón ubicado frente a la Capitanía de Puerto del Callao.
Otro aspecto de gran importancia que no fue considerado en el informe de los agentes chilenos, era que las Baterías no habían realizado un solo ejercicio de tiro después del Combate del Callao del 02 de mayo de 1866. Tal es así, que, a fines del mes de Julio de 1879, el presidente Prado escribió desde Arica al ministro de Guerra manifestándole: “Es indispensable que las Baterías del Callao hagan ejercicios de bala, porque estando expeditos los artilleros que las sirven, es lo mismo que si no existieran…”.
Es cierto que todo esto no lo pudieron conocer, si es que no lo preguntaban por lo menos, durante el almuerzo con los Oficiales peruanos o, simplemente, porque el almuerzo y ese famoso paseo por las fortificaciones del Callao nunca existió.
Pero lo que al parecer nunca se le ocurrió a Joaquín Godoy fue tener en cuenta que sus agentes que hicieron el informe no solo eran espías; sino, principalmente profetas, magos o videntes, ya que en su informe de febrero de 1879 consideran a la Batería Maipú con 02 cañones de 32 Lbs la cual recién se constituyó el 19 de abril de 1880. Al igual sucedió con la Batería Provisional que se conformó recién el 19 de abril de 1880 con el nombre de Batería Provisional Santa Rosa y después el 21 de abril de 1880 se le cambio el nombre por Batería 21 de diciembre
Otros casos mágicos o proféticos fueron la Batería Zepita, la Batería Abtao, y la Batería Pichincha, todas nombradas en el informe de febrero de 1879, pero que recién fueron emplazadas entre el 15 y 22 de abril de 1880. Una consideración principal que no tuvieron en cuenta, fue que la configuración de las Baterías fue variando con el tiempo, de tal manera que el emplazamiento de los cañones en febrero de 1879 no era igual al de julio de 1879 y estas no eran igual al de abril de 1880, ni estas fueron igual a las de diciembre de 1880; por lo que su fantasía sea cierta o no, no les pudo servir de mucho ante la realidad de la historia.
Suenan tambores de guerra
Debido a la negativa de la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a pagar el impuesto, el gobierno de Hilarión Daza cambió de estrategia y anuló las licencias concedidas mediante un Decreto, aduciendo que al rechazar la compañía la ley del impuesto, rechazaba también las licencias. El presidente Daza comunicó al prefecto de Antofagasta la noticia mediante una carta, documentada por el historiador Gonzalo Bulnes:
“La Paz, febrero 2 de 1879
Querido amigo:
Tengo una buena noticia que darle. He fregado a los gringos decretando la reivindicación de las salitreras y no podrán quitárnoslas por más que se esfuerce el mundo entero. Por lo demás usted verá si conviene arrendarlas o explotarlas por cuenta del estado.
Espero que Chile no intervenga en este asunto empleando la fuerza; su conducta con la Argentina revela de manera inequívoca su debilidad e impotencia; pero si nos declara la guerra, podemos contar con el apoyo del Perú a quien exigiremos el cumplimiento del Tratado Secreto. Con este objeto voy a mandar a Lima a Reyes Ortiz.
Ya ve usted como le doy buenas noticias que usted me ha de agradecer eternamente; y como le dejo dicho, los gringos están completamente fregados y los chilenos tienen que morder y reclamar nada más.
Manténgase con energía y no tema, porque en mi hallará todo el apoyo, desde que su conducta es en bien de Bolivia y, yo no tengo otro anhelo que el bien de mi patria. Esperando que así lo haga usted y se conserve bueno, lo saluda su amigo y compatriota.
Hilarión Daza”
Al respecto el ministro peruano José Luis Quiñones informaba:
“Legación del Perú
Nota reservada N° 11
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, febrero 5 de 1879
El excelentísimo señor doctor Martín Lanza, ministro de Relaciones Exteriores, tuvo a bien invitarme a una conferencia (…)
Se sirvió el excelentísimo señor ministro dar lectura al Decreto Supremo expedido el 1º del mes en curso, por el cual se declara rescindido y sin efecto el contrato de transacción con la “compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta” de noviembre 27 de 1873 y, en consecuencia, sin efecto la ley de febrero 14 de 1878 El ministro del ramo dictará las órdenes convenientes para la reivindicación de las salitreras detentadas por la compañía.
Según ellos, de esta manera se terminaba el pleito con Chile y cualquier queja de la compañía debía ser presentada a los tribunales comunes bolivianos. Y, en conclusión, me dijo que el deseo del gobierno boliviano era preferir en la explotación de sus salitres del litoral a su hermana y aliada, la República del Perú, con el objeto de evitarle competencia en la explotación de las que tiene.
Agradecí con toda la efusión que el patriotismo inspira los benévolos sentimientos emitidos en favor de los intereses del Perú.
Así mismo me comunicó que el ministro don Serapio Reyes Ortiz, viajará a Lima para entrevistarse con el presidente Prado, a fin de obtener el apoyo del Perú en su conflicto con Chile.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
Según el historiador chileno Gonzalo Bulnes, ese mismo día el ministro José Luis Quiñones remitía un segundo informe a su gobierno sobre la situación y acciones que el gobierno boliviano tenía en mente para llevar al Perú a una guerra contra Chile.
“Legación del Perú Nota Reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, febrero 5 de 1879
Por varios miembros del gobierno y personas fidedignas, en especial por el excmo. señor Doria Medina, sé que S.E. el señor general Daza y su gabinete están resueltos a no cejar un punto en el giro que le han dado a la cuestión, aun cuando el gobierno de Chile ocupe por la fuerza todo el litoral de esta república.
Porque quieren aprovechar de que Chile haya declarado rotos los Tratados y las cosas queden en el estado que tenían antes de 1866, para procurarse por las vías diplomáticas o por la fuerza, un Tratado que consulte la soberanía y los derechos de Bolivia en el litoral.
Soberanía y derechos que son un sarcasmo según los Tratados del 66 y 74, contando para esto con la justicia de su causa y con la lealtad del gobierno del Perú, en cumplimiento del Tratado de Alianza Defensivo de febrero de 1873.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
El 07 de febrero de 1879, el diplomático peruano José Luis Quiñones, informaba sobre los últimos acontecimientos que vivía Bolivia:
“Legación del Perú
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, febrero 7 de 1879
El día de ayer a las 7 P.M. estuvo en esta legación el señor doctor don Serapio Reyes Ortiz, me manifestó que el ministro Martín Lanza, se vio en el caso de dimitir la cartera en la mañana del mismo día, porque su Excelencia el presidente de la República y el resto de su gabinete estaban decididos a sostener los derechos de la nación hasta el último extremo.
Que se había entregado al encargado de negocios de Chile, el decreto de reivindicación de las salitreras y, que sabiendo a qué atenerse respecto a la actitud del Perú, se trasladará al litoral boliviano, con el fin de organizar las fuerzas necesarias para arrojar de Antofagasta a la compañía de Hicks, y recuperar las salitreras.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
El 08 de febrero, el encargado de negocios de Chile, don Pedro Nolasco Videla al saber la renuncia del doctor Martín Lanza y sus motivos, comunicó al gobierno de Santiago, los acontecimientos que se estaban dando y la provocación y amenazas que hacia el gobierno boliviano. Comunicación que Pascual Ahumada la documenta en su obra sobre la Guerra del Pacífico.
“Señor ministro de Relaciones Exteriores de Chile
La Paz, febrero 8 de 1879
Los acontecimientos que en este país se desarrollan con motivo del conflicto originado por la cuestión del salitre, son cada día más graves y manifiestan que este gobierno busca y provoca un rompimiento con Chile
La última nota del ministro de Relaciones Exteriores, que en copia he remitido a usted hace dos días, ha producido la salida del señor Lanza del ministerio, el reemplazo de éste por el señor Reyes Ortiz y el nombramiento del señor Julio
Méndez, declarado enemigo de Chile, para la cartera de justicia, culto e instrucción pública
El gobierno tomó a mal la oferta de arbitraje hecha por el señor Lanza en la parte final de su nota y esto es lo que ha ocasionado la crisis ministerial.
Sabedor de estas cosas, he dirigido al ministro de Relaciones Exteriores la nota cuya copia remito a usted. Espero casi con certidumbre una respuesta negativa. De consiguiente, es muy probable que el lunes 10 del presente haya pedido mis pasaportes
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Videla”
Chile prepara el zarpazo a Bolivia
El 08 de febrero, el encargado de negocios de Chile comunicó al gobierno boliviano que, en el término de 48 horas, manifestara claramente si aceptaba o no, el arbitraje sobre la cuestión de la Compañía de salitres y ferrocarril de Antofagasta.
Al respecto el ministro plenipotenciario del Perú don José Luis Quiñones informaba al gobierno sobre el ultimátum y la eminente guerra que preparaba el gobierno chileno:
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, febrero 8 de 1879
El ministro de Relaciones Exteriores señor Reyes Ortiz me ha hecho conocer que ha recibido el día de hoy del encargado de negocios de Chile señor Pedro Nolasco Videla, un ultimátum, indicando que el gobierno boliviano manifieste en forma categórica, si acepta o no, el arbitraje sobre la cuestión de las salitreras de Antofagasta, dando un plazo perentorio de 48 horas, para dar su respuesta.
Previamente, deberá suspenderse toda innovación hecha en el litoral con respecto a la cuestión expresada.
De conformidad con la nota reservada N° 1 de enero 2 de 1879, le indique al ministro Reyes Ortiz, que el gobierno peruano iba a interponer sus buenos oficios, a fin de conseguir por medios diplomáticos se dé una solución pacífica ante el peligro que amenaza la paz entre Bolivia y Chile.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) J. Quiñones”
Ese mismo día 08 de febrero, mientras el Perú ingenuamente trataba de solucionar por medios diplomáticos el diferendo entre Bolivia y Chile; el ministro del
interior de Chile, señor Belisario Prats desde San Bernardo, escribía al ministro de Guerra y Marina Crl. Cornelio Saavedra la siguiente carta, en la cual con total desparpajo pide la ocupación de Antofagasta y prever el apoyo de Ecuador ante cualquier indicio de intromisión del Perú, carta que es documentada por el historiador chileno Gonzales Bulnes:
“San Bernardo, febrero 8 de 1879
Mi amigo:
Hoy escribo a Pinto diciéndole que debemos impedir el remate y ocupar si es necesario a Antofagasta No ceda Ud. por nada. Sería una vergüenza. Prontitud y energía le recomienda su amigo.
(Fdo.) B. Prats
Postdata:
Hoy escribo a Pinto y a Fierro en el mismo sentido. Ud. sabe que Pinto es optimista. Pónganse ustedes de acuerdo. Yo por lo que a mi hace, exijo si es preciso, que en el acto se disponga todo para la ocupación de Antofagasta y que se haga efectiva si no se suspende el embargo, y vuelve todo al estado anterior a la primera requisición hecha a las autoridades locales.
Le digo a Fierro que tendremos que emigrar de Chile si los bolivianos nos burlan. Le aconsejo también el envío de un encargado de negocios a Quito, en el caso de cualquier indicio de intervención de los peruanos” .
La carta del ministro chileno Belisario Prats se hizo realidad, ya que ese mismo día, 08 de febrero de 1879, el cónsul peruano en Valparaíso señor don Luis Enrique Márquez García remitía una nota con carácter Secreto del envío de tropas chilenas en la corbeta “O’Higgins” hacia el puerto de Caldera.
“Consulado del Perú en Valparaíso secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú Valparaíso, febrero 8 de 1879
El día de hoy a las 11 A.M. se embarcaron en la corbeta “O’Higgins”, cien hombres del regimiento de artillería N° 1 al mando del capitán Exequiel Fuentes y cien hombres del batallón “Artillería de marina” al mando del mayor José Ramón Vidaurre, con armamento, equipos y pertrechos, cuatro cañones Krupp de montaña, dos ametralladoras Gatling, 500 fusiles Comblain y su munición respectiva.
Los doscientos efectivos se embarcaron precedidos por tres cornetas que tocaban marcha, todos al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza y su ayudante capitán José Borgoño Lastarria. La corbeta “O’Higgins” zarpó a media tarde con dirección al puerto de Caldera, la muchedumbre que se reunió en el muelle despidió alborozada a las tropas.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) L. Márquez”
“Consulado del Perú en Valparaíso secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Valparaíso, febrero 11 de 1879
Los diarios de Valparaíso han señalado que el congreso ha autorizado la reparación y mantenimiento de la cañonera “Virgen de Covadonga”, mantenimiento del casco de la corbeta “Esmeralda” y la construcción de nuevas calderas para las corbetas “O’Higgins” y “Chacabuco”.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) L. Márquez”
En la noche del 11 de febrero en Viña del Mar, el Dr. Pedro Paz Soldán Unanue, se había enterado de la resolución de Chile de ocupar el litoral boliviano. En la mañana del 12 de febrero recibió una esquela del ministro Fierro en el que le solicitaba una conferencia, Pedro Paz Soldán fue a verlo ese mismo día.
“Legación del Perú en Chile
Nota urgente
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Valparaíso, febrero 12 de 1879
Esta mañana recibí una esquela del ministro Fierro, pidiéndome que viniera a este puerto, con lo que me confirmé en la necesidad y resolución de venir hoy. El señor Fierro me expuso y confirmó lo que ya sabía yo desde anoche
Cuando me comunicó la resolución invariable de su gobierno, de ocupar con sus fuerzas el litoral boliviano, le dije que creía llegado el momento de ofrecer oficialmente los buenos oficios del Perú, y que esperaba que, dado este paso, se suspendiera la ocupación decretada, siquiera por algunos días.
El ministro me contestó que con cualquiera otro país que no fuera Bolivia, se apresuraría a acceder a mis deseos, pero que se habían convencido de que el gobierno de esa república se estaba burlando de ellos; y que su último decreto rescindiendo el contrato con la compañía de salitres, por toda contestación a las gestiones de la legación chilena en La Paz, lo estimaba este gobierno como una burla y un bofetón.
Que Bolivia quería ganar tiempo, que los chilenos del litoral estaban ardiendo por sublevarse; y que por todos estos motivos no había más remedio que proceder a la ocupación, la cual quedará consumada mañana o pasado
Todas mis reflexiones fueron inútiles. Observé al señor Fierro, que, aceptados los buenos oficios del Perú, yo le avisaría al gobierno por el cable; que por el mismo órgano se comunicaría de Lima a La Paz, y tal vez por intermedio del señor doctor Zoilo flores, y que en dos o tres días podríamos saber el efecto que ellos produjeran en esa ciudad.
Replicó el señor Fierro que Chile y su gobierno, burlado y abofeteado por el de Bolivia, y retirada la legación, tenían forzosamente, y hasta por prudencia, que proceder a la reivindicación de ese litoral.
En este momento se celebra un meeting, exaltando al pueblo a la guerra, al mismo tiempo que se festeja el aniversario de Chacabuco. Hablan los oradores Isidro Errázuriz y Máximo Lira.
El cónsul de Bolivia en este puerto acaba de retirar su escudo
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
Cuando acabó la conferencia, el Dr. Pedro Paz Soldán mandó un despacho por cable con carácter urgente al gobierno peruano que decía:
“
Legación del Perú en Chile
Nota urgente
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Valparaíso, febrero 12 de 1879
Chile juzga inaceptables buenos oficios, en vista actitud Bolivia. Ocupa hasta grado 23
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Paz Soldán”
Fin de la soberanía boliviana en el Pacífico Sur
La mañana del 14 de febrero de 1879, Chile cumplía su primer objetivo político y de la guerra, la ocupación del territorio boliviano de Antofagasta y, como es de su costumbre y tradición, sin una declaratoria de guerra, pero con prepotencia y alevosía; dando fin para siempre, con la soberanía de Bolivia sobre su litoral en el Pacífico sur, convirtiéndolo en un país mediterráneo.
“Consulado del Perú en Antofagasta
Nota urgente
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 14 de 1879
El día de hoy, a las 6.00 A.M., ingresaron al puerto de Antofagasta los buques chilenos “Cochrane” y “O’Higgins”, sumándose al “Blanco Encalada” que permanecía en dicha bahía desde diciembre 26 del año anterior.
A las 7.30 A.M., el coronel Emilio Sotomayor Báez, comandante de las fuerzas expedicionarias de Chile, notificó al prefecto boliviano coronel Severino Zapata, que, por orden del gobierno de Chile, harán ocupación del territorio comprendido en el grado 23, considerando roto por parte de Bolivia el tratado de 1874. La autoridad boliviana expresó su rechazo a la medida chilena y anunció que se resistirán con todas sus fuerzas.
Una hora más tarde, desembarcaron tropas del batallón “Artillería de marina” al mando del mayor José Ramón Vidaurre, junto con el jefe de las fuerzas expedicionarias, coronel Emilio Sotomayor. Las tropas bolivianas no opusieron ninguna resistencia entregando su armamento. Las fuerzas chilenas procedieron a ocupar todas las instalaciones bolivianas, izando en ellas el pabellón nacional.
La población chilena enardecida se dirigió a la Prefectura. Allí arrancaron el escudo boliviano y lo rompieron a punta pies, arriaron la bandera boliviana y cuando iba a ser quemada, la niña boliviana Genoveva Ríos de tan solo 14 años, hija del comisario Clemente Ríos, la rescató ante el silencio sepulcral de la turba; que asombrada, no atinó a mover ni un dedo.
Prácticamente no se disparó ningún tiro y los soldados chilenos fueron aclamados por los casi cinco mil chilenos que viven en Antofagasta y que constituyen el 85% de su población.
El hasta ese momento cónsul de Chile en Antofagasta Nicanor Zenteno, asumió el cargo de gobernador político y civil del territorio ocupado de Antofagasta y, el capitán de corbeta Javier Molinas como gobernador marítimo del puerto.
Un destacamento de 70 hombres del batallón “Artillería de marina” al mando del capitán Francisco Carvallo se dirigió por ferrocarril para tomar posición de Salar del Carmen y el poblado de Caracoles. La tropa boliviana se retiró a Cobija.
Los oficiales chilenos han manifestado que el día de mañana zarpará la “O’Higgins” para Mejillones y el “Blanco Encalada” para Tocopilla y Cobija, fin dar protección población chilena y vigilar el litoral.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
El 14 de febrero, Pedro Paz Soldán, da mayores alcances sobre la decisión chilena de ocupar territorio boliviano bajo la pantalla de reivindicación.
“Legación del Perú
Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Valparaíso, febrero 14 de 1879
Cuando llegué a la conferencia solicitada por el señor Fierro, se hallaba, tal vez en consejo, con el presidente, y solo vino al cabo de mucho rato, que se me mandó anunciar.
Entro en estos pormenores, a fin de que conste que el señor ministro no fue tomado por sorpresa, y que pudo consultar con s.e. y quizá con todo el gabinete la propuesta de buenos oficios que ya esperaban de mí en ese momento.
Así no tendrá disculpa el gobierno de Chile ni ante propios ni ante extraños, si la precipitada medida de ocupar militarmente el litoral boliviano hasta el grado 23°, le trae algún descalabro, o graves complicaciones, como es muy de temerse.
Nada costaba tentar el medio consiliario de los buenos oficios, sobre todo los del Perú, que para Bolivia habrían sido muy atendibles. Si no se llegaba a una resolución pacífica, siempre se ganaba tiempo, y había lugar de aplicar con alguna justificación, el mimo procedimiento de la fuerza, prematuro hoy, y que ha disgustado a las personas sensatas, y aun al cuerpo diplomático de aquí.
(…)
Se conocía que la resolución del gobierno era inflexible, aunque repentina.
(…)
Desde que se inició la cuestión, el gobierno ha dado por hecho que lo que el de Bolivia deseaba, era proporcionarse fondos, buena o malamente.
(…)
Mientras tanto, el público y la prensa, están ebrios de orgullo y satisfacción. El “Mercurio” llama ya “La primera victoria”, en un pomposo editorial, el mero envío de fuerzas a Antofagasta.
Si la mente del gobierno guarda conformidad con los rumores públicos, creeré de mí deber llamar la atención de u.s. muy seriamente sobre esta ocupación, harto alarmante en sí misma.
Se dice, aun en los buenos círculos, que no se va a la guerra sino a la conquista; que esos dos grados geográficos van a servir para echar toda la población de desecho, con la que la policía no sabe ya que hacer aquí. Por de costado, confían también en que reportarán grandes beneficios, estableciendo aduanas e impuestos.
El gobierno riñe, al propio tiempo, la gran batalla eleccionaria.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Paz Soldán”
“Legación del Perú en Chile
Nota N° 30
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, febrero 14 de 1879
Entre aquellos valiosos intereses salitreros figuran, nada menos que las acciones del señor ministro de guerra. También debe atribuirse alguna parte de la presión ejercida en el gobierno, a sordos trabajos de la casa Gibbs, la más comprometida en el asunto.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
“Consulado del Perú en Antofagasta
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 16 de 1879
Hoy desembarcó 320 hombres del batallón “Artillería de marina” al mando coronel Ramón Ekers.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
En Antofagasta la efervescencia bélica llegaba a su clímax, el Coronel Emilio Sotomayor Báez, rápidamente formó 04 batallones cívicos y una brigada con los pobladores chilenos que en masa pedían un puesto en el ejército.
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 17 de 1879
A la fecha se han formado cuatro batallones cívicos de 600 hombres cada uno en el territorio ocupado de Antofagasta; batallón cívico “Antofagasta” N° 1 al mando teniente coronel Bernardo Gutiérrez, batallón cívico “Antofagasta” N° 2 al mando del comandante Matías Rojas Delgado, el batallón cívico “Carmen Alto” al mando del sargento mayor Waldo Díaz y el batallón cívico “Caracoles” al mando del teniente coronel José Joaquín Cortés Arriagada.
En la población se comenta la próxima llegada de más tropas de línea y el equipamiento para los batallones cívicos recién formados.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) M. Seguín”
“Consulado del Perú en Antofagasta
secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 19 de 1879
Oficiales de la marina chilena manifiestan que, en la fecha, la corbeta “O’Higgins” desembarcó tropas del batallón “Artillería de Marina” ocupando el puerto de Mejillones sin resistencia alguna y con el alborozo de la población chilena que habita en dicho puerto, formándose de inmediato la brigada “Mejillones” al mando del mayor Nicanor Unzúa con 50 hombres.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
Bolivia, seis días después de la invasión chilena
El ministro plenipotenciario del Perú en La Paz remite al canciller Manuel Irigoyen, un informe del deplorable estado en que se encontraba Bolivia y su nula capacidad bélica y económica para enfrentarse en una guerra contra Chile
“Legación del Perú en La Paz
Señor ministro:
La Paz, febrero 20 de 1879
Instruido de la situación en que se halla nuestro país respecto a la guerra declarada entre esta República y la de Chile, faltaría a un deber de patriotismo si no informase a V.S., para que a su vez se digne poner en conocimiento de S.E., del deplorable estado en que se hallan el pueblo y gobierno de esta República. Paso pues a cumplir con tan penoso deber.
La opinión pública se pronuncia más y más, en cada día que pasa, contra S. E. el general Daza, por el casi completo abandono en que se hallan los aprestos para la guerra; el entusiasmo del pueblo no se utiliza debidamente, y si se han acuartelado tres batallones de la guardia nacional de esta ciudad, ese acuartelamiento es quimérico, porque en los respectivos cuarteles mal que apenas se encuentra el cuerpo de guardia por falta de armas y de un céntimo de diario que no se les suministra.
El parque, uno de los primeros establecimientos que ha debido organizar para la composición del poco armamento con que cuenta para la guardia nacional, no se ha iniciado hasta hoy, a pesar de que pueden disponer de muchos y buenos armeros; el ejército permanente que mal que apenas se compone de tres batallones, una brigada de artillería y un regimiento de caballería, con un total de 1,300 hombres, no se piensa en aumentar ni siquiera hasta el número de 3,000, que pueden armar con otros tantos rifles de precisión que tienen; ni mucho menos se piensa en equiparlos convenientemente.
El erario público se halla exhausto, y aun cuando se ha proyectado contribuciones, y ayer se ha publicado por bando un decreto en que se impone a la nación el empréstito de un millón de bolivianos, es general el rechazo a todo género de contribuciones y empréstitos; y, en fin, el tiempo se pasa en impropios entretenimientos, esperando todo del Perú y nada más que del Perú
Si de un momento a otro, como es muy probable, se desarrollan las operaciones de la guerra, verá V.S. que este Gobierno no ha de poder movilizar su diminuto ejército en estado de campaña, ni podrá llevar más de 1,500 hombres de tropas regulares y otros tantos de guardias nacionales o, lo que es igual, de montoneros.
En las pocas veces que he podido ver a S.E. el señor general Daza, porque su vida es sumamente distraída, me he permitido insinuarle se sirva llenar las necesidades que dejo apuntadas, porque sus ministros, que deploran tal situación, no tienen la suficiente influencia; pero desgraciadamente no veo nada que satisfaga las aspiraciones del patriotismo, ni mucho menos las que demanda la situación.
Dios guarde a V. S. (Fdo.) J. Quiñones”
El chileno Parvex relata un informe del espía chileno en Bolivia Juan Francisco Campaña, sobre el estado desastroso del ejército boliviano en los primeros días de abril de 1879:
“Si se medita en que se han formado 26 batallones de infantería, estaríamos observando una fuerza de 20,000 hombres, pero en la práctica y según he observado, cada batallón, al menos los de Potosí, Chuquisaca y Cochabamba no alcanzan a 150 hombres cada uno en promedio.
De la caballería el tema es aún más débil, ya que los llamados escuadrones no alcanzan siquiera a una compañía y la tan renombrada Legión Boliviana, ha podido reunir a tres semanas de la orden de formación a ciento y tantos jinetes
Si las listas de hombres son escuálidas, las armas y equipos son aún más pobres y hay casos, como el batallón Potosí, que cuenta al día de hoy con 232 hombres, entre oficiales, sargentos, cabos y soldados y con solamente unos 30 rifles. Ese es el estado de las milicias movilizadas al día de hoy. Muchos generales y coroneles y casi nada de soldados
(Fondo Correspondencia, Ministerio de Guerra y Marina, Chile)”
El marino estadounidense Theodorus Mason describe en su obra “Guerra del Pacifico Sur” como fue la salida de las tropas bolivianas hacia el litoral entre el 17 al 30 de abril de 1879; es decir, dos meses después del informe del ministro plenipotenciario peruano José Luis Quiñones: “Salieron con el general Daza varios millares de indios mal uniformados, si es que uniforme tenían, con ojotas o descalzos, armados con armas de fuego de todos los calibres y todos los periodos históricos menos el presente, sin abastecimientos, transportes ni servicios médicos, a unirse a los peruanos en Tacna”.
Ambición de Chile, el Perú
El encargado de negocios peruano Pedro Paz Soldán y Unanue, vuelve nuevamente a señalar al gobierno con precisión, que la guerra que busca Chile no es solamente contra Bolivia y, que su ambición principal es el Perú y su rico
territorio de Tarapacá, que se debe estar alerta ante cualquier eventualidad, pero el gobierno sigue con su sueño de la hermandad americana, ignorando los avisos que le siguen llegando puntualmente, sin pensar en preparar al Ejército y la Marina.
“Legación del Perú Nota N° 39
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, febrero 21 de 1879
Sigue la alarma respecto a la actitud del Perú en la cuestión de Bolivia. Sé también que, a pesar de estas alarmas, hay personas osadas que dicen por lo bajo, que el término de esta expedición será Iquique.
La baladronada no puede ser más pueril; pero como muchas veces un primero y fácil triunfo (la toma de Antofagasta), despierta los adormecidos instintos rapaces de algunos países, conviene estar alertas. Sin duda, los chilenos que se creyeron obligados a intervenir en el Perú para la expulsión de Santa Cruz, temen ahora las represalias de nuestro país, en la invasión del territorio boliviano hecha por ellos.
Los rumores respecto al Perú, de que he tenido el honor de hablar a u.s. al principio de esta nota, se acentúan hoy con verdadera gravedad. Unánimemente convienen todos en que hay un parte del señor Godoy, que termina diciéndole a su gobierno que redoble sus aprestos bélicos Completamente ignorante de lo que está pasando en el Perú en estos momentos, observo una conducta ambigua que pueda convenir a cualquier situación que resulte.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 23 de 1879
El 22 del presente llegó a este puerto el transporte “Rímac” desembarcando el batallón 2° de Línea con 400 hombres al mando del teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina y 130 hombres del batallón Artillería de marina al mando del sargento mayor Bartolomé Vivar.
El día de hoy llegó el transporte “Toltén” remolcando al pontón “Valdivia”, para ser utilizado en reparaciones menores, acopio de agua y carbón para la escuadra. Desembarcaron 50 hombres del batallón Artillería de marina y 300 hombres del batallón 2° de Línea.
Además de material para la instalación de una línea telegráfica entre Antofagasta y Caldera, 1,000 fusiles Comblain para los batallones cívicos, 400,000 tiros cal. 11 mm, 60 camas para hospital, medicinas e instrumental médico.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
Legación del Perú en Chile
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, febrero 25 de 1879
Habiendo llegado a hacerse insoportables las prevenciones de este público para con el Perú, a causa del cablegrama que se atribuía al señor Godoy, determiné irme a ver con el señor ministro de Relaciones Exteriores, el 22 del presente.
El señor Fierro se había ido a Santiago; pero el señor Godoy, jefe de sección y único empleado que se hallaba presente, me dijo que todas las noticias que tenían de Lima eran tranquilizadoras, inclusive un parte de su hermano, que acababan de recibir y que no veía inconveniente en leerme, ya que yo le aseguraba no saber nada. Dicho parte decía poco más o menos: “Hoy sale para esa Lavalle, misión especial”
Me fui a ver a S.E., Aníbal Pinto, quien me dio las mismas seguridades, siendo las primeras y las únicas que oía en estos días, pues los rumores enconados contra el Perú, por la actitud que se le atribuye, y que se refieren los más a despachos del señor Joaquín Godoy, empiezan a circular, por decirlo así, desde los primeros grupos que rodean al gobierno.
Me leyó así mismo S.E. el presidente Pinto, espontáneamente, el parte que ya me era conocido, con estas palabras más: “ofrecer mediación Perú” El presidente parecía muy satisfecho con la noticia; mas no con la satisfacción del 24 de enero, cuando por insinuación suya y cumpliendo con mis instrucciones, le ofrecía yo los buenos oficios del Perú; ni con la del señor Fierro, cuando el caso del Devonshire, no obstante reconocer que llegaban tarde, como bien lo sabía yo; sino con la del que ve providencialmente eliminado el único obstáculo que le preocupaba en sus planes.
Con esta oportuna actitud del Perú, Chile podrá ganar tiempo, porque mientras ella dure, por lo menos, debe esperar que se suspendan las represalias de Bolivia, y cuenta con una garantía positiva de la neutralidad del Perú, que es lo que aquí más se duda.
Tarapacá, Iquique, el Perú mismo, he aquí la meta que aun los más formales parecen haberse señalado. Como peruano y como su representante, cumplo con el doble deber de dar la voz de alarma a mi patria.
Cualquier sorpresa, como la sustracción de nuestros buques de la bahía del Callao, ahora cuarenta años, por esta misma República, o como la ocupación de las islas de Chincha, que, sin embargo, tuvo sus agoreros, nos tomaría desprevenidos e inermes
Sé que el cónsul chileno en Iquique ha remitido a su gobierno, una lista de los chilenos avecindados en ese litoral; y que ella ha producido un agradable efecto, haciendo creer que, a la larga, esos territorios podrán prestarse a la misma fácil ocupación que Antofagasta.
Todo Chile piensa hoy en el litoral norte, y más allá, como los antiguos españoles pensaban en las Indias después de la conquista. Por lo bajo, se fomentan
emigraciones de proletarios a Tarapacá, como criados u otros oficios, a fin de irse preparando allí una base nacional como en Antofagasta. Ya, desde hoy, dicen los diarios y todo el mundo, con inequívoca amenaza, que Iquique y Tarapacá están llenos de chilenos
La prefectura de esa provincia litoral, es hoy de la más alta importancia política para nuestra República. Si nada de lo que dejo expuesto es cierto en las relaciones oficiales, es la idea de todo el mundo; y será, por lo tanto, tarde o temprano, la idea del gobierno.
Yo no me atrevo a usar del cable, mientras no reciba de usted la cifra que he solicitado. Aún la cifra está ya sindicada por la recelosa suspicacia de los chilenos, como lo verá Ud. por el adjunto recorte de El Mercurio.
Antes de separarme de S E , el presidente Pinto me preguntó: “¿Qué había de un pacto secreto entre Bolivia y el Perú?”
Le contesté que nada sabía.
– “Pardo lo negaba mucho”, repuso el señor Pinto.
Al salir de Palacio, un soldado a caballo, a galope, repartía hojas impresas al populacho que le seguía. Era una ardiente proclama a los porteños, llamándoles a enrolarse en el ejército, y designando los cuarteles a que podían dirigirse.
Los exagerados aprestos militares de todos los días, según el decir general, son para el Perú y no para Bolivia…
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
En la siguiente nota reservada, Pedro Paz Soldán hace recordar que Chile embriagado con el triunfo fácil de la toma de Antofagasta y habiéndose preparado convenientemente desde hace mucho tiempo, su próximo objetivo será el Perú, sin importarle que tenga o no derechos sobre los territorios codiciados y, que se tenga especial cuidado con la casa Gibbs que está decidida a apoyar a Chile.
“Legación del Perú en Chile
Nota N° 42 reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, febrero 25 de 1879
Recuerde U.S. las doctrinas políticas de uno de los ministros de estado de Chile, sorprendidas en las cartas que le publicó don Manuel Bilbao:
“
Ganar tiempo, y a la falta de mejores títulos, adquirir las de una larga ocupación” (Don José Alfonso, en la correspondencia con Barros Arana, ministro en la Argentina). Este pueblo, famélico, ha sentido ya el olor del botín; y embriagado con los primeros y fáciles sucesos en el norte (Antofagasta), será capaz de irse hasta el Istmo de Panamá, si no se le ataja.
En la respetable casa Gibbs que tanta parte ha tenido y tendrá en la expedición chilena que hoy conmueve a tres repúblicas, ocurrió ayer una acalorada conversación sobre la actualidad.
Estos señores decían que convenía a sus intereses que el Perú se mantuviera prescindente; pero que, si éste no se apresuraba a tomar una actitud enérgica desde ahora, estaba irremisiblemente perdido. Que Chile se fortificaría en el grado 23, siendo ese su centro de operaciones para proceder en seguida a invadir el Perú, Que ofrecería a la república Argentina la parte que le conviniera de Bolivia, tomándose Chile el resto y el Perú. ¡Ese país tan rico y tan mal explotado!, exclamaban al mismo tiempo los que se hallaban presentes.
Dios guarde a V.S.
(Fdo.) P. Paz Soldán”
Temor a la Marina Peruana
Chile sabía que el país que domine el mar, ganaría la guerra; su temor a la Marina del Perú era tal, que a pesar de tener en el papel la superioridad naval, su gobierno no confiaba en la capacidad de sus marinos para derrotar a los buques de guerra del Perú, aun sabiendo que por cantidad y poder de fuegos eran superiores, razón por la cual decidieron aumentar sus unidades navales de guerra comprando más blindados nuevos o usados, tal como lo hacen conocer los informes de los diplomáticos peruanos.
“Consulado del Perú en Valparaíso Nota reservada
Señor presidente Mariano Ignacio Prado
Valparaíso, febrero 26 de 1879
Los diarios de Valparaíso han informado del viaje a Europa de una comisión naval al mando del capitán de navío Luis Lynch para traer dos blindados de Inglaterra, desconociéndose sus características y si son usados o recién se construirán. Así mismo señalan que por decreto del gobierno, el batallón “Zapadores” debe organizarse como regimiento.
También informan que la corbeta “Chacabuco” se encuentra en el puerto de Lota cargando carbón, terminado su viaje de exploración por los canales magallánicos, siendo su próximo destino el puerto de Antofagasta para reunirse con el resto de la escuadra chilena.
La prensa de Valparaíso se ha vuelto insultante y cada vez con mayores amenazas, señalando que la guerra no es contra Bolivia sino contra el Perú. En previsión a una sorpresa a la que tiene acostumbrada la marina chilena, se debe tratar de no escalonar nuestros buques de guerra a lo largo de nuestra costa.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Luis E. Márquez”
El gobierno chileno siguió transportando tropas hacia Antofagasta con la finalidad de ocupar lo que ellos llamaban la “Línea del Loa”; es decir, ocupar la totalidad del litoral boliviano llegando hasta el río Loa frontera con el Perú, constituir una Base de Operaciones en Antofagasta y lanzar sus garras sobre el Perú.
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, febrero 27 de 1879
El 26 del presente, fondearon en este puerto los transportes “Lontué” y “Santa Lucía” desembarcando la 1ra compañía del escuadrón de Cazadores a caballo con 120 hombres al mando del sargento mayor Rafael Vargas y 120 caballos; una compañía de infantería de 110 hombres del batallón 4° de Línea al mando del capitán Juan José San Martín y 100 hombres del cuerpo de Policía al mando del mayor Demetrio Guerrero.
El día de hoy, llegó el transporte “Limari” conduciendo al batallón 3° de Línea con 460 hombres al mando del teniente coronel Ricardo Castro
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
Con todas estas informaciones, el Cap. de Frag. Francisco Yábar Acuña señala: “Con mucho tiempo y dinero perdidos, y con una clase política que tenía una idea equivocada de lo que representa en realidad la inversión en armamento, recién el 28 de Febrero de 1879, cuando Chile y Bolivia estaban ya en conflicto, el Consejo de Ministros, bajo la presidencia de Mariano Ignacio Prado, determinó que se envíe un telegrama al segundo vicepresidente José Francisco Canevaro, que se encontraba en Europa, para que de acuerdo con los comisionados peruanos y nuestros agentes diplomáticos en ese continente, procediesen de inmediato a la compra de uno o dos blindados a cualquier precio y otros armamentos”. El telegrama decía lo siguiente:
“Señor José Francisco Canevaro Segundo vicepresidente del Perú
Lima, marzo 04 de 1879
Compre de inmediato, cueste lo que cueste, uno o dos blindados mejores o iguales a los de Chile. Obtenga fondos de cualquier forma. Comunique esto a Araníbar
Envíe por Panamá primer vapor cuatro condestables primera clase y doce torpedos Whitehead con un hombre práctico para usarlos.
Dios guarde a V.S
(Fdo.) M. Prado”
Un telegrama inmediatamente posterior decía:
“Señor José Francisco Canevaro Legaciones del Perú en Europa Circular reservado
Lima, marzo 04 de 1879
Presidente ordena ratifiquemos telegrama del cuatro. Si no consigue blindado listo para la mar, mejor o igual que chilenos en Inglaterra, vea italiano “Roma” u otro superior. Verificada compra enarbole inmediatamente pabellón peruano con nombre “Amazonas”, dando mando a Muñoz. (Cap. de navío Alejandro Muñoz)
Dios guarde a V.S (Fdo.) M. Irigoyen”
W. R. Grace y Compañía
El pedido para la compra de uno o dos blindados para la escuadra peruana solo quedó en sueños y nunca se pudo realizar, perdiéndose la esperanza de poder ganar la guerra. La compra de torpedos Whitehead resultó infructuosa y, la negativa de apoyo en cualquier forma por parte de la república Argentina, nos dejó en las garras del gallinazo chileno.
El escritor Lawrence A. Clayton relata: “Anticipándose a los hechos, los agentes de la Casa Grace, los señores estadounidenses William Grace y Charles Flint, trataron de conseguir para el Perú, lo que hoy llamaríamos armamento de tecnología de punta, antes de que Chile nos declare la guerra el 05 de abril de 1879 y, al poco tiempo de estallar el conflicto, la Casa Grace tenía muy avanzadas las negociaciones para embarcar al Perú estos materiales. Los torpedos Lay y las torpederas Herreshoff fueron los primeros en estar listos”.
El historiador naval Cap. de Frag. Francisco Yábar Acuña señala: “La adquisición de los torpedos Lay y las lanchas torpederas Herreshoff están íntimamente ligados a las negociaciones” que realizó el ministro de hacienda el arequipeño José María Quimper Caballero, “con la casa estadounidense Grace Brothers & Co., pues fueron ellos quienes recomendaron la compra de este tipo de armamento”.
Es necesario recordar que la Casa Grace tuvo sus orígenes en el puerto del Callao y fue una de las pocas empresas extranjeras que apoyó decididamente nuestra causa en la Guerra de Rapiña anglo chilena contra el Perú, llegando a ser proveedora de la Marina de Guerra del Perú de todo tipo de artículos.
El contrato por 10 torpedos Lay fue firmado por el Perú a través de la Casa Grace comprometiéndose a suministrarlos en un plazo de 60 días. El contrato se cumplió en 48 días.
En esta ocasión, la prensa peruana también cometió infidencia dándole a conocer al enemigo la adquisición de dicho material. El diario “El Tiempo” de Iquique
publicó en primera plana la noticia, en su edición del 04 de abril de 1879, dando cuenta que: “El 01 de marzo de 1879 el gobierno peruano había encargado a Estados Unidos de Norteamérica torpedos de última invención y dos lanchitas para lanzarlos, habiéndose contestado que se las remitirán por Panamá”
Argentina deja al Perú en las garras de Chile
Con los aprestos bélicos de Chile tan evidentes, los líderes políticos del Perú recién entienden que la guerra es inevitable, entonces piensan en Argentina, le ofrecen reanudar los contactos para que se adhiera al Tratado defensivo, pero ya Chile la había neutralizado, a costa de ceder un enorme territorio (La Patagonia, parte de la Tierra del Fuego y parte del estrecho de Magallanes) 750,000 Km2 y, no poder ser nunca más un país bioceánico, sumado a la intransigencia boliviana sobre el territorio de Tarija. Argentina dijo ¡NO!
Perú cree en la paz y en la hermandad de América del sur, le propone a la Argentina un Tratado de subsidios con todas las ventajas para esa república. Argentina contestó ¡NO!
Aun así, Perú se aferra a lo que cree, los estrechos vínculos que unen al Perú y Argentina, le solicita que le venda dos de sus blindados, por tercera mano, bajo la premisa que, no habiéndose declarado la guerra, no se rompería el principio de neutralidad. Argentina respondió ¡NO!
Todo será inútil. Los irresponsables tramoyistas políticos peruanos fantasean, sueñan, inventan alianzas imposibles y continúan priorizando sus intereses personales a los intereses de la nación.
“Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú reservado
Señor Aníbal Víctor De la Torre Ministro plenipotenciario en Argentina
Lima, marzo 7 de 1879
…No debe olvidar usted de manifestar que la unión de las tres Repúblicas servirá para evitar la guerra y para facilitar un arreglo ventajoso de las cuestiones de límites de los dos últimos países.
Pero si, por desgracia, ya no abrigase ese Gobierno las ideas y propósitos que nos manifestó en 1873 y 1874 y se negase a perfeccionar su adhesión al Tratado de alianza de 6 de febrero, conviene entonces que usted, bajo otra forma, consiga que nos preste su apoyo en la lucha que irremediablemente vamos a sostener con Chile
La conducta que observa Chile en sus relaciones con las Repúblicas vecinas, cuando se trata de cuestiones de límites y su marcada tendencia a ensanchar su territorio, ejercen tan poderosa influencia en su gobierno y en la
opinión pública de ese país, que no se parará en medios, de cualesquiera naturalezas que sean, para conseguir su objeto.
Están a la vista los preparativos bélicos que hace en gran escala, para emprender una campaña que podría llamarse de conquista, y cuyo término no se puede prever. El Perú, que se halla distante de Chile y que nunca ha tenido ocasión de sostener cuestiones de límites con él, teme con justicia que, si llega a apoderarse definitivamente del litoral boliviano, como lo pretende, tratará de avanzar siempre, con grave peligro del equilibrio americano y de la tranquilidad de sus vecinos.
Tales consideraciones, además de otras, que obligan al Perú a defender a Bolivia en la presente cuestión con Chile, puede hacérselas también la República Argentina, quizá con mayor fundamento que nosotros.
Está, pues, en sus intereses no permanecer indiferente. Si le es imposible dar su adhesión al Tratado, podría aceptar un pacto de subsidios. Conforme a lo que se estableciera en el expresado pacto, la República Argentina y el Perú se comprometerían a proporcionar uno, dos o más de sus buques de guerra, para cualquier cuestión internacional en que se vieran comprometidos, lo que sería de altísima importancia para la paz de este continente y no ofrecería peligro para ninguno de los países, pues ni el Perú tiene intereses políticos en el Atlántico ni la República Argentina en el Pacífico.
Dejo a la ilustración de usted manifestar, con tal motivo, que el tratado de subsidios no quebranta la neutralidad, ni altera tampoco las relaciones internacionales de los países que lo celebran, respecto de una tercera potencia, contra la cual pueda uno de ellos entrar en guerra, según lo establecen los principios del Derecho Internacional. De manera que, no existiendo guerra entre el Perú y Chile, puede la República Argentina ajustar dicho pacto, sin faltar a la neutralidad, si la quiere conservar.
Ahora bien, si ninguno de los medios indicados fuese aceptado por ese gobierno, puede usted proponerle la compra de uno o dos de sus blindados, que sería por tercera mano y consultando las reservas convenientes, mediante siempre la más completa reciprocidad por parte del Perú, de suerte que si más tarde la República Argentina se viera en la necesidad de hacer uso de su escuadra, el Perú estaría obligado a venderle sus mismos buques y a poner, además, a su disposición uno o dos de sus blindados
Debo indicar a usted, para terminar, que las gestiones que se le encomiendan deben ser por conferencias verbales sin dejar constancia por escrito, excepto el caso en que llegue a sentar algún acuerdo.
Queda usted autorizado para hacer uso del cable, a fin de consultar cualquier duda que ocurriera, sirviéndose, si lo creyese necesario, de la clave que existe en su poder, con el objeto de proceder con acierto y con la debida rapidez.
Dios guarde a U.S.
(Fdo.) M. Irigoyen”
La misión Lavalle y la felonía de Joaquín Godoy
El ministro de Relaciones Exteriores del Perú Manuel Irigoyen en su obra: “La Alianza Peruano Boliviana Argentina y la Declaratoria de Guerra de Chile”, documenta la carta que le remite el Cónsul peruano en Valparaíso Luis Enrique Márquez con fecha 04 de marzo de 1879, dando aviso con toda claridad, de las verdaderas intenciones de Chile, el exagerado armamentismo y el futuro incierto de la misión Lavalle Previamente el cónsul peruano en Antofagasta informaba del ataque por turbas chilenas al consulado.
“Consulado del Perú en Antofagasta reservado
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, marzo 4 de 1879
El día de ayer marzo 3, en altas horas de la noche, una turba de chilenos de este puerto, atacó las oficinas del consulado con piedras y feroces amenazas, destrozando el escudo y las puertas del consulado, intentando inclusive llegar hasta mi dormitorio. La policía chilena que se presentó ante el escándalo del populacho solo atinó a observar los hechos con total indiferencia
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
“Consulado del Perú en Valparaíso secreto
Señor Dr. Don Manuel Irigoyen Arias ministro de Relaciones Exteriores - Lima
Valparaíso, marzo 4 de 1879
Sin ninguna de Ud. y por mano ajena, hallándome en cama enfermo, le dirijo ésta para manifestarle lo que pasa en el actual conflicto internacional.
El pueblo de Chile está resueltamente por la guerra con el Perú, y parece imposible que su gobierno resista al ímpetu de las masas. Además, los preparativos bélicos de éste y en especial sus aprestos marítimos, revelan la intención preconcebida y la ejecución de un plan de ataque contra el Perú.
Mañana llegará el señor Lavalle, y hoy tiene lugar un meeting con el objeto de impedir a todo trance que se acepte su mediación. No será extraño que el pueblo que ha estado prorrumpiendo en repetidos "¡mueras!" al Perú, se agolpe al paso de nuestro enviado para ultrajarlo. A pesar del malestar que me tiene en cama, estaré a bordo mañana para acompañar al plenipotenciario, solicitando antes de la autoridad local la protección que debe prestar la fuerza pública al ministro del Perú.
Chile tiene hoy cerca de 4,000 hombres en el litoral boliviano: esto es 2,000 de línea y 2,000 cívicos. Aún enviará fuerzas que hagan llegar el número total a 6,000 hombres. La escuadra se reúne en Antofagasta.
Por el cable comuniqué a S. E. el presidente la próxima salida del capitán de navío Lynch a traer dos blindados de Inglaterra. En el mismo parte indiqué que la prensa se mostraba insultante, y que, en previsión de una sorpresa, no sin ejemplo anterior en nuestras discordias con Chile, debía evitarse que nuestros buques de guerra permanecieran escalonados en la costa.
Para sus gastos de guerra, cuenta este gobierno con el préstamo de cinco millones de pesos, que le han hecho las casas Gibbs y Edward; dinero que se consumirá muy pronto en el costosísimo sostenimiento del cuerpo expedicionario a Bolivia, en la compra de los buques y en el continuo movimiento de la escuadra.
Los blindados “Blanco Encalada” y “Cochrane” han llevado algunos torpedos... En cuanto a este humilde amigo de Ud., espera tener el gusto de verlo muy pronto, si antes la furiosa rotería que hasta en mis puertas grita ¡muera el Perú!, no me deja clavado sobre el escudo consular.
Es posible que la recepción que tenga mañana el señor Lavalle, haga desde luego inútil toda gestión suya, traiga un rompimiento inmediato, y acto continuo el regreso de los funcionarios peruanos. Por si mi carta a S. E. no alcanza al vapor, suplico a Ud. le dé lectura de la presente.
Suyo afmo. y S.S.
(Fdo.) Luis E. Márquez”
“Legación del Perú en Chile
Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
Viña del Mar, marzo 7 de 1879
Los diarios de Santiago han informado con grandes titulares, que por decreto del gobierno chileno con fecha marzo 6 del presente, se movilizó una unidad militar de infantería con el nombre de batallón “Santiago” creada en base a la guardia municipal de Santiago, al mando del teniente coronel Pedro Lagos. Su contingente inicial será de cuatro compañías de 150 hombres cada una, haciendo un efectivo total de 600 hombres. Se presume que su destino será Antofagasta.
También ha sido motivo de noticia en la prensa chilena, la salida el día de hoy marzo 7 hacia Antofagasta, del coronel don Cornelio Saavedra Rodríguez ministro de guerra y marina nombrado jefe del ejército de ocupación de Antofagasta, en compañía del contralmirante Juan Williams Rebolledo nombrado jefe de la escuadra chilena, quien se embarcó con su Estado Mayor compuesto por el capitán de fragata Domingo Salamanca, comisario Nicolás Redoles, capitán de corbeta Alejandro Walker Martínez y el teniente primero Manuel García.
Así mismo han dado cuenta de la llegada al puerto de Valparaíso, de la cañonera “Magallanes” procedente de su viaje a Punta Arenas, su tripulación manifiesta que su estadía es por poco tiempo, preparándose para reunirse con el resto de la escuadra en Antofagasta
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
El cónsul del Perú en Valparaíso da cuenta de la aversión del pueblo chileno a la misión del ministro Lavalle y su deseo de hacer la guerra al Perú:
“Consulado del Perú en Valparaíso secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores Lima
Valparaíso, marzo 8 de 1879
Ya en comunicaciones particulares he manifestado a US que este pueblo miraba con profunda aversión y enojo la misión conciliadora del señor ministro Lavalle; que el anhelo de la guerra al Perú es vehemente en todos los círculos sociales de Chile y, que el tono de la prensa de Valparaíso y Santiago revela la resolución de comprometer a nuestro país en la lucha provocada a Bolivia.
Los azuzadores de la guerra, recelando que este gobierno llegue a ceder a la pacífica instancia de la mediación peruana, decidieron aguijonear al pueblo para ultrajar a los representantes del Perú y, especialmente a nuestro plenipotenciario, el día de su llegada al puerto, como el recurso más fácil y breve de cortar toda relación entre Perú y Chile. Hay aquí el deseo manifiesto de provocar un conflicto con el Perú, y el temor de que la mediación lo demore dando lugar a que entre tanto el Perú se arme.
A la una de la tarde regresamos de a bordo acompañando al enviado del Perú, y desde el muelle al hotel tuvimos que caminar entre dos filas de policías y estrechados a cada paso por una muchedumbre airada y enemiga, como reos que llevan al suplicio… El señor ministro Lavalle salió en el tren de la 5 de la tarde para Santiago.
En la noche del mismo día se verificó el meeting de protesta e indignación contra la misión peruana, a que había sido invitado el pueblo la víspera.
Después de los más torpes e indecentes insultos contra el Perú y sus representantes, lanzados por una turba de seis a ocho mil hombres… se encaminaron al consulado, al cual atacaron a pedradas, con vociferaciones de muerte contra el que suscribe.
Habiendo sido nuevamente amagada mi casa en la siguiente noche… resolví trasladar la oficina de mi cargo a la calle de la Aduana, lugar más al centro del puerto.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Luis E. Márquez”
Mientras la Comisión peruana precedida por el diplomático José Antonio de Lavalle; su hijo, el Tte Hernando de Lavalle como ayudante y, Javier Melecio Casós como secretario, iniciaban las negociaciones para restablecer la paz entre Chile y Bolivia y, evitar que el conflicto envuelva al Perú.
El ministro de Chile en Perú, Joaquín Godoy Cruz, según costumbre chilena, encendía la pradera trasmitiendo informaciones falsas, llenas de odio y perfidia, tal como lo demuestran los telegramas que documenta el historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán:
“Legación de Chile en Perú
secreto nota “Tornillo”
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Lima, marzo 8 de 1879
Salida Callao transporte “Limeña” con tropas y armamento a bordo hacia Iquique. Conveniente captura transporte, porque guarnecido Iquique cuatro mil hombres, más tarde ocupación impondrá grandes sacrificios. Antes ocupación habría sido fácil. Compatriotas residentes habrían sido tantos brazos armados para sostener ocupación.
(Fdo.) Godoy”
“Legación de Chile en Perú
secreto nota “Prensa”
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Lima, marzo 9 de 1879
Creo misión Lavalle trata ganar tiempo, sino logra avenimiento, guerra inevitable. Escuadra peruana en Callao alistándose. Gobierno cree poder contar con blindado italiano. Pienso debemos precipitar solución y obrar pronto, aún sobre transportes peruanos en marcha, si misión Lavalle no promete solución pacífica. Avise resolución. No se divulgue. (Fdo.) Godoy”
“Legación de Chile en Perú
secreto nota “Clavo”
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Lima, marzo 11 de 1879
Noticias fidedignas llegadas desde Bolivia anuncian que se han puesto en marcha para el interior, con dirección litoral, cinco mil hombres. (Fdo.) Godoy”
Al mismo tiempo que el ministro Alejandro Fierro conversaba con Lavalle sobre la propuesta de mediación peruana, escribía a Joaquín Godoy al más puro
estilo chileno traicionera y engañosamente, informándole de las proposiciones del enviado especial:
“Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile
Señor ministro plenipotenciario de Chile en Perú secreto
Santiago, marzo 11 de 1879
Proposiciones enviado especial del Perú han sido rechazadas por miembros de gobierno. Esta situación no puede prolongarse sin positivas desventajas para nosotros. Merced a estos recursos dilatorios, el Perú logrará reforzar sus elementos bélicos y colocarse en mejor situación que la actual. Pida gobierno del Perú declaración oficial que disipe toda duda.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. Fierro”.
“Legación de Chile en Perú secreto nota “Yunque” Señor ministro de Relaciones Exteriores
Lima, marzo 12 de 1879
Continúan aprestos aquí ejército y marina. Trabajos “Independencia” quince días más. Creo conveniente nuestra escuadra esté reunida (Fdo.) Godoy”
“Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile
Señor ministro plenipotenciario de Chile en Perú secreto Santiago, marzo 14 de 1879 Pida neutralidad inmediata (Fdo.) Fierro”.
El incremento de las tropas chilenas en Antofagasta seguía aumentando día a día, ya sea con unidades provenientes de Santiago o formando batallones cívicos con los trabajadores de las salitreras, tal como lo informa el cónsul peruano en Antofagasta.
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, marzo 16 de 1879
En la presente, se ha creado en este puerto, regimiento de artillería N° 2, teniendo como base, compañía de artillería del regimiento de artillería N° 1 que llegó de Valparaíso. Su contingente es dos compañías 150 hombres cada una. Del total, 240 no saben leer ni escribir, regimiento al mando teniente coronel José Velásquez.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
El 17 de marzo de 1879, el ministro Chileno Joaquín Godoy con su increíble y fértil imaginación, remite una nota de reclamo prepotente e insolente al gobierno peruano, insiste en hacer creer que el Perú se preparaba para atacar a Chile con argumentos totalmente falsos y con datos transgiversados fuera de la realidad:
“Legación de Chile en Perú
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú Lima, marzo 17 de 1879
Son notorios los aprestos bélicos que ha empezado a hacer el gobierno de V.E. desde que estalló el conflicto chileno boliviano, el ejército ha recibido considerable aumento, sigue incrementándose y se eleva ya a una cifra que sobrepasa en mucho a la que en estado de paz es requerida por el servicio ordinario.
Una fuerte división (2,000 hombres) bien armada y copiosamente provista de pertrechos ha sido aproximada al territorio que será teatro probablemente del combate que las fuerzas bolivianas se disponen a librar con las de Chile.
Las naves que componen la armada peruana se concentran, se equipan y se aprontan como para abrir una campaña, aumentando aceleradamente sus dotaciones, reforzando su armamento, embarcando municiones, víveres y combustible y, entregándose a frecuentes y no usuales ejercicios.
Nuevos buques acorazados han sido pedidos con urgencia a Europa para engrosar la armada, que durante muchos años de paz internacional se ha considerado suficientemente poderosa.
Las fortalezas que defienden la plaza del Callao y que dan abrigo a la escuadra nacional, se artillan, aglomeran gente para su servicio, acopian materiales, ejercitan diligentemente su artillería y se aprestan en una palabra para sostener combate.
(Fdo.) J. Godoy”
Si el Perú hubiera hecho solo una mínima acción de lo que relata el ministro chileno, Chile no se hubiera atrevido a mover un solo soldado y mucho menos mover una sola de sus naves contra el Perú. Pero el gobierno chileno sabía que lo escrito por su embajador era solo una fantasía, un cuento, una perorata, una fábula de este personaje, mitómano por naturaleza y por crianza.
A pesar que en Antofagasta, el comando chileno tenía pleno conocimiento que no existía ningún peligro con respecto a una reunión de los policías y escasa tropas bolivianas en Calama y, ningún militar en Cobija y Tocopilla; el Crl. Saavedra solicitó autorización a su gobierno para usurpar todo el litoral boliviano, autorización que le fue concedida el 16 de marzo, incluyendo los poblados bolivianos de Chiuchiu y Miscanti
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, marzo 23 de 1879
Por la tarde marzo 20, zarpó escuadra chilena “Blanco Encalada”, “Esmeralda”, “Chacabuco” y “Toltén”; para tomar posición puerto Cobija y “Cochrane” para ocupar Tocopilla, con tropas batallón Artillería de marina.
Día hoy población chilena embanderó ciudad celebrando tropas batallón 2do de Línea y escuadrón Cazadores, habían ocupado poblados de Calama, Chiuchiu, Miscanti y Quillagua. Llegando a “Línea del Loa” frontera con Perú.
(Fdo.) M. Seguín”
El 26 de marzo de 1879, cuando aún se realizaban las conversaciones entre el Perú y Chile, un funcionario de la embajada peruana en Santiago informó al ministro José Antonio de Lavalle, que habían interceptado un mensaje del ministro Alejandro Fierro al ministro de guerra y marina coronel Cornelio Saavedra Rodríguez en Antofagasta de fecha 25 de marzo de 1879 que decía:
“Tenga lista la escuadra, avise si falta algo”.
Esta información hacía ver que las conversaciones por parte de Chile eran simplemente una farsa, tal cual es su costumbre, para darse tiempo de movilizar su escuadra y colocarla en situación de atacar por sorpresa, apenas dieran por finalizadas las conversaciones.
ODIO Y ENVIDIA DE CHILE AL PERÚ
Un sueño anhelado
Habiendo Chile ocupado todo el litoral boliviano y no teniendo Bolivia ningún buque de guerra, ni un transporte armado y sin puertos en el Océano Pacífico, impidió abastecer desde el mar, cualquier concentración de tropas aliadas en el sur de Bolivia; este país sin un ejército operativo y sin líneas de abastecimiento, no podía enfrentar militarmente a un país más armado y organizado como Chile
A partir de ese momento, Chile tuvo una sola preocupación, el Perú. Todo su pensamiento, todas sus fuerzas, todo su odio y envidia, lo dirigieron hacia el Perú, el sueño anhelado de toda su vida; rápidamente transformó Antofagasta en la base de operaciones del ejército expedicionario chileno, donde inicialmente se formaron unidades militares nuevas sobre la base de los trabajadores del salitre y también de los expulsados del Perú.
“Legación del Perú en Chile secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, marzo 26 de 1879
Gobierno de Chile decretó partir fecha, cada batallón de línea se convertirá en un regimiento de línea de dos batallones (600 hombres cada batallón), los que a su vez tendrán cuatro compañías (150 hombres cada compañía.), es decir 1,200 hombres cada regimiento.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
“Consulado del Perú en Antofagasta secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Antofagasta, marzo 27 de 1879
En marzo 26, al regimiento 3° de Línea se les entregó a sus dos batallones, cascos tipo salacot o tropical de corcho y polainas blancas, fabricadas en el Reino Unido
El día de hoy, llegó a este puerto, la cañonera “Magallanes” para reforzar la escuadra chilena.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) M. Seguín”
“Legación del Perú en Bolivia Nota reservada
Señor ministro de Relaciones Exteriores
La Paz, marzo 28 de 1879
En círculos gobierno boliviano en esta capital, se advierte nerviosismo y fuerte temor, debido a rumores posible alzamiento indígena, motivado proclama coronel chileno Emilio Sotomayor después combate de Calama en marzo 23 indicando: “partir ese día, nativos bolivianos no pagaran nunca más tributo indígena que obliga ley boliviana, ya que Chile les traía abolición del tributo y la más amplia independencia de su raza”
Gente del gobierno, asegura que indígenas de las cercanías habían venido a ponerse de acuerdo con los de esta ciudad, todos pronostican que no estamos lejos de un tremendo cataclismo.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J. Quiñones”
Mientras esto sucedía en Bolivia, Chile preparaba sus fuerzas aceleradamente y todo lo que hacía le parecía poco para poder enfrentarse con el Perú con éxito, particularmente sabían que para poder ganar la guerra tenían que vencer en el mar, pero la desconfianza en sus marinos los llevó a tratar de comprar más blindados; tal como lo informa el ministro plenipotenciario del Perú en Francia, el arequipeño Juan Mariano de Goyeneche y Gamio.
“Legación del Perú en Francia Nota reservada Señor ministro de Relaciones Exteriores
París, marzo 29 de 1879
Prensa francesa ha hecho conocer llegada a Paris comisión naval conformada por capitán de navío Luis Alfredo Lynch Solo de Zaldívar y teniente 1ro Luis Ángel Lynch Irwing, la misma se ha puesto órdenes legación chilena en París, a cargo ministro Alberto Blest Gana.
En medios diplomáticos, se asevera que comisión, ha llegado para contratar construcción dos buques tipo “Cañoneras Rendel”, diseñadas por ingeniero naval británico George W. Rendel; similares a compradas por gobierno argentino; además, compra de pertrechos navales, así como desbaratar esfuerzos peruanos adquisición buques y material bélico.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) J.M. de Goyeneche”.
“
Legación del Perú en Chile secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Santiago, marzo 29 de 1879
Prensa Santiago informa Gobierno de Chile decretó partir fecha, auméntese 2do escuadrón en regimiento Cazadores a caballo, con misma dotación de los existentes. También señalan partida transportes “Matías Cousiño” y “Rímac” destino Antofagasta con bodegas repletas carbón inglés.
Tener cuidado posible sorpresa, empleo escuadra chilena sobre nuestros puertos Iquique, Arica o Callao.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) P. Paz Soldán”
El 31 de marzo de 1879, el ministro Antonio de Lavalle dio lectura del Tratado Defensivo con Bolivia al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, haciéndole ver que en nada se refería a Chile, pues era únicamente defensivo. Para Chile solo fue el término de su obra teatral. Con un pasmoso cinismo comenzó a rodar su maquinaria de guerra.
El historiador chileno Pascual Ahumada Moreno describe en su obra volumen III pág. 10 el mensaje cifrado que fue remitido por el ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle el 31 de marzo sobre un posible ataque de la escuadra chilena a Iquique.
“Legación del Perú en Chile (10.18 A.M.) secreto
Lavalle a presidente. - Lima Hfrt-4h4cxf-2cx2-cxf
Traducción: “Temo ataque Iquique”
“Legación del Perú en Chile secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Valparaíso, marzo 31 de 1879
(Fdo.) Lavalle”
Santiago, abril 1 de 1879
Diarios de Santiago y Valparaíso anunciaron día hoy primera plana, que Gobierno de Chile ha pedido el acuerdo del consejo de estado para declarar la guerra al Perú. Noticia ha desatado la noche de ese mismo día en populacho, instintos feroces amenazando con piedras y otras provocaciones casa y oficinas
encargado de negocios. Se solicitó presencia de la policía sin embargo provocaciones continuaron.
En Valparaíso el redactor principal del diario “La Patria” Luis E. Castro, a la cabeza de una turba de este puerto y azuzados por Isidoro Errázuriz, escaló la casa del consulado peruano, arrojó a la calle el escudo para romperlo en pedazos y después quemarlo frente a la iglesia de la Merced. Las autoridades policiales presentes en dicho acto, solo observaban con total indiferencia.
Un diario de Santiago avergonzado de semejantes atentados decía: “Las indignaciones que han roto el escudo del cónsul peruano, o son indignaciones de niño o indignaciones de bárbaros”.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. De Lavalle”
El historiador arequipeño Mariano Felipe Paz Soldán escribe: “Tres días pasaron sin que el ministro de Relaciones Exteriores de Chile contestara a los varios oficios del ministro plenipotenciario del Perú pidiendo explicación acerca de la actitud hostil del pueblo y, de la autorización solicitada para declarar la guerra al Perú”.
Con el característico desparpajo de los rotos, el ministro chileno, atrasando la fecha de respuesta, contestó declarando rotas las relaciones con el Perú, considerándolo como beligerante, remitiendo al mismo tiempo a la Legación los pasaportes del personal diplomático para que abandonen el país.
El cónsul Luis E. Márquez remitía su último informe sobre el armamentismo que hacia Chile en su decisión de apoderarse de las riquezas peruanas de Tarapacá.
“Consulado del Perú en Valparaíso secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Valparaíso, abril 3 de 1879
Diarios de Valparaíso han informado gobierno chileno ha recomprado corbeta “Abtao” por 25,000 pesos, se le está realizando reparación general casco y maquinaria. Oficiales marina chilena indican será artillado con tres cañones 150 Lbs y cuatro 40 Lbs, excelentes cañones comprados en EE UU por ahora senador Benjamín Vicuña Mackenna. También señalan que reparación durará dos a tres meses.
Por decreto Gobierno se convirtió el batallón “Artillería de marina” en regimiento con efectivo 1,200 plazas, a pesar de su nombre en realidad es un regimiento de Infantería.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) Luis E. Márquez”
Antes de dejar la capital chilena, el ministro plenipotenciario del Perú José Antonio de Lavalle remitió su último telegrama al presidente Prado:
“Legación del Perú en Chile Señor presidente Lima
Santiago, abril 3 de 1879
Relaciones rotas hoy. Perú considerado beligerante. Pasaportes recibidos. Salimos mañana.
(Fdo.) A. De Lavalle”
La respuesta de Lima no tardó en llegar
“Señor ministro José Antonio de Lavalle
Retírese decorosa y convenientemente.
Lima, abril 3 de 1879
(Fdo.) Prado”
Esa noche del 03 de abril de 1879, funcionarios de la embajada peruana lograron descifrar tres telegramas que mostraban la perfidia y permanente traición del gobierno chileno:
“abril 2. Williams
Declaración de guerra al Perú. Godoy y Lavalle se retiran mañana. Proceda como en campaña. Godoy me dice: situación escuadra en Callao, la acostumbrada. Atacarla por sorpresa al amanecer sería más seguro. Pero preferible atacarla fuera del alcance baterías. Ejército peruano 6,000 plazas efectivas todas armas. 2,500 gendarmes y policía.
(Fdo.) A. Fierro”
“abril 3. Williams
Se sabe en Lima declaración de guerra. Usted procurará destruir o inhabilitar escuadra peruana. Impedir fortificación Iquique o destruirla. Aprehender transportes, bloquear puertos. Proceder en todo con amplias facultades. Avise partida y propósitos.
(Fdo.) Saavedra”
“abril 3. Presidente.
Escuadra irá Iquique, no Callao. Carta vapor. Iquique 4,000 hombres, 300 caballería. Salida hoy noche.
(Fdo.) Sotomayor”
Lavalle tenía en sus manos un dato importante, Chile, como siempre, quería propiciar un traicionero golpe al Perú, pero Lavalle ya no podía hacer uso del telégrafo y la perfidia se cumpliría al pie de la letra.
El almirante Williams Rebolledo zarpó para Iquique la noche del 03 de abril de 1879, con la fragata blindada “Blanco Encalada” como buque insignia, la fragata blindada “Cochrane”, las corbetas “Chacabuco”, “O’Higgins” y “Esmeralda”; la cañonera “Magallanes” se unió al convoy, después de la partida de la escuadra.
En la noche del 04 de abril de 1879, el cuerpo diplomático peruano en Chile: el Ministro Plenipotenciario José Antonio de Lavalle, su hijo el Tte. Hernando de Lavalle, el secretario Javier Melecio Casós, el Encargado de Negocios Pedro Paz Soldán y Unanue, el arequipeño Tte. AP Felipe La Torre Bueno que se encontraba como agregado naval y el cónsul general Luís Enrique Márquez, viajaron en tren especial a Valparaíso, pasando a bordo de un buque neutral, el vapor “Liguria” de la línea inglesa PSNC, para evitar nuevos ultrajes y hostilidades por parte de las turbas chilenas.
El 05 de abril de 1879, la comitiva peruana se embarcó en el vapor “Ayacucho” también de la PSNC que se dirigía rumbo al puerto del Callao. En esa nefasta fecha, Chile declaraba la guerra al Perú en forma oficial; justificando su conducta, en razones que no estaban fundadas en el derecho, falseando la verdad y presentándolas bajo un aspecto distinto a la realidad. Su objetivo real, conquistar Tarapacá; su sueño anhelado, aniquilar al Perú, y evitar que se levante de sus desgracias en 100 años.
Santiago, abril 5 de 1879
Señor intendente:
En virtud de la facultad que me confiere el número 18 del artículo 82 de la constitución del estado y la ley de 4 de presente.
He acordado y decreto:
El gobierno de Chile declara la guerra al gobierno del Perú. El ministro de relaciones exteriores comunicará a las naciones amigas esta declaración, exponiendo los justos motivos de la guerra; y el del interior la hará llegar a noticia de los ciudadanos de la república mandándola publicar con la solemnidad debida.
Dado en Santiago, el día 5 de abril de 1879:
(Fdo.) A. Pinto B. Prats A. Fierro C. Saavedra J. Blest J. Zegers
“Iquique, abril 5 de 1879
Señor presidente
2 h 20 m. P.M. La escuadra chilena a la vista.
4 h 55 m. P.M. Iquique bloqueado por buques de guerra chilenos. Iquique todo tranquilo. Los negocios todos suspendidos.
(Fdo.) J. Pastor”
Reorganización de la Inteligencia peruana
Con la declaratoria de guerra de Chile al Perú, el personal del servicio diplomático peruano en Chile, el ministro plenipotenciario (embajador), el encargado de negocios, el cónsul general, los cónsules, funcionarios, agentes, agregados militares y navales y, personal de servicio en las principales ciudades de Chile, tuvieron que abandonar el territorio chileno.
Hasta esa fecha, la inteligencia peruana estuvo básicamente en manos del servicio diplomático; sin embargo, en territorio chileno u ocupado por Chile, hubo personajes peruanos y también de otras nacionalidades, incluyendo chilenos, que mantuvieron la corriente de informaciones; esta vez, con el apoyo invalorable de la prensa chilena, que publicaba todo hasta en su más mínimo detalle, de lo que se hacía o proyectaba Chile para la guerra.
Bulnes en su obra sobre la Guerra del Pacífico señala: “El gobierno peruano estaba al corriente de cuanto pasaba en Chile, no solo por sus espías, que eran muchos, sino por la prensa que publicaba todo y, además por un incalificable descuido, el cable submarino entre Valparaíso y el Callao, con ramificaciones en Arica e Iquique, continuaba al servicio del público, el que podía hacer trasmisiones hasta en clave” .
Bulnes también refiere: “Que un caballero peruano le decía algunos años después de la guerra: Nosotros casi no necesitábamos espías residentes en Chile. Nos bastaba tener todos los diarios donde con escrupulosa exactitud, leíamos todos los datos que necesitábamos conocer, y hasta del último soldado que se armaba y que era enviado a campaña, se daba cuenta en la prensa diaria” .
El abogado y político chileno Rafael Sotomayor Baeza, ministro plenipotenciario de guerra en campaña, escribió en su Diario: “Es notable la diferencia que se nota en la conducta de los gobiernos de Chile y del Perú respecto del cable submarino. Las oficinas del Perú están algunas con guardias y solo al servicio del gobierno; en Chile, francas para todos”
En Europa y EE.UU. las redes de inteligencia se mantuvieron e inclusive aumentaron en personal, debido a la necesidad de tratar de adquirir material bélico sin que se entere el enemigo, hacerlo llegar casi todo en la clandestinidad, por la neutralidad (que era de acuerdo a la amistad con el país comprador) de los países productores de armamento; y al mismo tiempo, tratar de evitar por cualquier medio, que el enemigo realice lo mismo.
Las noticias de los embarques chilenos en Europa y los EE.UU., se obtenían por intermedio de los empleados de las compañías de seguros, por los agentes de los corredores marítimos, por los empleados de las aduanas y por las informaciones de los diarios. En esta oportunidad, el Perú tuvo también que organizar redes de inteligencia en los países de Centroamérica como Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala, para el traslado del material bélico que se compraba de Europa o de la costa Este de EE.UU. y pasarlo a través del Canal de Panamá hacia el Océano Pacífico, o por amistad y afines a la causa peruana, hacer las adquisiciones como si fueran para dichos países.
La dama peruana Aurora Meléndez, casada con un comerciante chileno, fue a residir a Valparaíso. Ella era hija del abogado y Teniente Coronel de la Guardia Nacional Manuel Meléndez, 2do jefe de la “Columna Naval” de Iquique, lo cual fue aprovechado por Aurora para remitir información de las tropas chilenas que se embarcaban en Valparaíso hacia el norte.
Ya sea por carta, mediante los vapores de carrera o por medio del telégrafo, por cable submarino; a su padre o a su hermano Joaquín Meléndez que era Subteniente abanderado de la “Columna Naval”. Estas informaciones eran recibidas por el telegrafista peruano Urrutia, en las oficinas del Cable West Coast de Iquique y que, de acuerdo a la importancia las retrasmitía a Tacna, Arica o Lima.
En Antofagasta, los italianos Eduardo Cavallero y Pascual Baburizza que habían trabajado inicialmente en Tarapacá, organizaron la Compañía salitrera “Progreso” y por su lealtad al Perú que los había recibido con los brazos abiertos, apoyaron la causa peruana ante la injusticia chilena; en Caracoles, el italiano José Cerruti tenía un “despacho”, nombre que daban los italianos a un “almacén de abarrotes”, que por razones de negocios, lo amplió poniendo otro “despacho” en el puerto de Antofagasta, que le permitía a él y su familia, desplazarse sin sospechas entre Antofagasta, Caracoles, Pisagua, Iquique y Arica para poder abastecer sus almacenes. Situación que fue aprovechada para llevar información de Antofagasta al comando peruano, teniendo en cuenta su cariño y lealtad al Perú
Prado y la espada de oro
El escritor Jonatan Saona relata: “Al declarar Chile la guerra al Perú y Bolivia, Mariano Ignacio Prado renuncia al título de General del Ejército chileno, y envía a su Edecán el Comandante Carlos Herrera La Puerta en comisión a Chile para entregar la carta de renuncia al General Cornelio Saavedra ministro de guerra chileno. La reunión entre el Comandante Carlos Herrera y el General Saavedra se produjo el 17 de abril”
“Al señor ministro de la guerra de la República de Chile.
Lima, abril 5 de 1879
Señor ministro:
Hoy que Chile ha declarado la guerra a mi patria, la clase de general de división con que el Congreso de esa República tuvo a bien investirme, es incompatible con mis deberes de peruano y mandatario del Perú. Por tanto, renuncio el generalato, dando las debidas gracias por el honor que se me dispensó.
Dios guarde a US.
(Fdo.) Mariano I. Prado” .
“Ministerio de la guerra. Al Excmo. señor general don Mariano I. Prado.
Santiago, abril 17 de 1879.
Acuso a V. E. recibo de la nota en que V. E. se ha servido poner en mi conocimiento que sus deberes de ciudadano y mandatario del Perú le ponen en el caso de hacer renuncia del empleo de general de división con que distinguió a V. E. el Congreso de esta República, en la época en que Chile era la aliada fiel del Perú para rechazar la invasión española en el Pacífico.
Cumpliré con el deber de dar cuenta a S. E. el presidente de la nota de V. E. que me cabe el honor de contestar.
De V. E. atento y seguro servidor. (Fdo.) Cornelio Saavedra”
Pero a lo que Mariano Ignacio Prado no renunció y no devolvió, fue la espada de oro, brillantes, rubíes, y esmeraldas con hoja de Damasco que le entregara el inefable político chileno Domingo Santa María Gonzales.
Golpe al espionaje chileno
En Iquique, el 24 de marzo de 1879, el telegrafista peruano Urrutia había descubierto que el telegrafista chileno que también trabajaba en las oficinas del Cable West Coast American Telegraph de Iquique, era un espía que servía bajo las órdenes del cónsul Chileno Antonio Solari Millas, a través de un telegrama al cual pudo acceder, en el cual el cónsul chileno le informaba al coronel Cornelio Saavedra Rodríguez jefe del ejército de ocupación de Antofagasta lo siguiente:
“Para: C. Saavedra Antofagasta
Iquique, marzo 24 de 1879
Tengo organizado servicio de noticias cuando abandone este puerto, dos cubanos en La Noria, un alemán trasmitirá informaciones.
(Fdo.) Solari”.
El 15 de abril de 1879, la policía peruana y personal de la Prefectura de Iquique, pudo identificar a los dos cubanos y al alemán, los cuales fueron declarados personas “non gratas” y expulsados del país, junto con el telegrafista chileno; de esta manera, quedó desarticulada la red de espionaje chilena en Iquique.
Conociendo el gobierno que entre la población chilena radicada en el Perú existía una red de espionaje y que el propio embajador chileno Joaquín Godoy Cruz era el jefe de esa red; el 15 de abril de 1879, el gobierno peruano emite un decreto expulsando a los ciudadanos chilenos del territorio peruano, dando un plazo de 08 días para que abandonen el país Excepto los que habitaban en el país por más de 10 años, casados con peruanas y sean propietarios de bienes raíces.
El historiador chileno Guillermo Parvex relata: “Esto, sin duda, causó un grave revés a la red de inteligencia chilena, ya que los agentes en el Perú debieron salir rápidamente de todas las ciudades, incluidas Lima y aquellas ubicadas en Tarapacá, donde se estaban realizando los primeros aprestos militares peruanos”.
Según Parvex entre los agentes chilenos que abandonaron el territorio peruano entre el 15 y el 23 de Abril de 1879, la mayoría por ser funcionarios consulares o empleados de los consulados y, otros por ser chilenos de nacimiento fueron: “Manuel Villarán en Arica, Lorenzo del Castillo en Lambayeque, Diego Bruce en Trujillo, Baltazar Castillo en Arequipa, Ramón Rivera Jofré en el Callao, José Lañas en Paita, Antonio Solari Millas en Iquique, Carlos Gonzales en Pisagua y Clemente Torreti en Tacna” .
La salida del ministro chileno Joaquín Godoy Cruz, determinó que el danés Holger Birkedal asuma la jefatura de la ya desarticulada red de espionaje chilena en el Perú; pero que a fines de abril de 1879 observando que era constantemente vigilado, sospechó que podría ser descubierto como espía al servicio de Chile, por lo que decidió viajar a Santiago, pretextando ante sus amistades no tener trabajo en el Perú; quedando descabezada la inteligencia chilena.
Mientras esto sucedía en Chile, los nuevos colaboradores con la inteligencia peruana empezaban su labor titánica de hacer conocer al comando peruano de la preparación chilena para la guerra.
“Valparaíso, abril 10 de 1879
Querido hermano:
Las noticias de los diarios, informan de los nuevos batallones que se están formando en todo el país. Según indican, el 5 del presente se organizó el batallón cívico de “Melipilla” con 300 plazas, al mando del teniente coronel Vicente Balmaceda Fernández, más de la mitad se realizó mediante enganche por la fuerza.
El 6, el municipio de Valparaíso organizó un batallón de infantería denominado “Valparaíso” de 300 plazas en base a dos compañías de la guardia municipal, veteranos en disciplina y en el manejo de armas, al mando del coronel Jacinto Niño y acordaron encargarse de su mantenimiento. Las labores policiales fueron encargadas a los bomberos armados.
El 8, el gobierno nombró como general en jefe del ejército de operaciones del norte al general de división don Justo Arteaga, como comandante general de infantería del ejército de operaciones del norte al general de brigada don Erasmo Escala y como comandante general de caballería del ejército de operaciones del norte al general de brigada don Manuel Baquedano.
El 14, el municipio de Santiago organizó el batallón “Bulnes” de infantería de 500 plazas en base a la policía municipal de Santiago, guardias de cárcel, gendarmes y celadores al mando del teniente coronel José Echevarría Lazo, incluso formó su propia banda de músicos. El municipio se encargará de su equipamiento y mantenimiento mientras dure la guerra.
(Fdo.) Aurora”
Desde Antofagasta, don José, hizo llegar la siguiente nota al mando peruano en Iquique, sobre las actividades del ejército chileno que frenéticamente acumulaban más tropas en ese puerto.
“Antofagasta, abril 28 de 1879
Siguen llegando más tropas chilenas a este puerto, en abril 9, arribó el vapor “Copiapó” trayendo tres cañones de 150 libras para defensa del puerto, 120 hombres del regimiento Granaderos a caballo, 120 caballos, carbón para la escuadra, víveres y pertrechos.
El 17, arribó el regimiento 4to de Línea de 800 hombres al mando coronel Domingo Amunátegui, al día siguiente llegó el regimiento Buin 1ro de Línea de 700 hombres al mando teniente coronel Luis Ortiz.
El 26 llegaron tres transportes conduciendo al batallón Navales de 640 hombres, el batallón Valparaíso de 300 hombres y el 2do escuadrón del regimiento Cazadores a caballo con 250 hombres y 250 caballos
El 28 desembarcaron el batallón Bulnes con 550 hombres, el batallón Zapadores con 400 hombres, el 3er escuadrón del regimiento Cazadores a caballo con 250 hombres, 250 caballos, 50 soldados de artillería y 8 cañones Krupp para el regimiento de artillería N° 2, gran cantidad de víveres, armamento, municiones y vestuario.
(Fdo.) José
Ejército de procesados y condenados
Entre marzo y abril de 1879, el ejército chileno cuadriplicó sus efectivos militares como por arte de magia, ¿cómo pudo suceder esto? El historiador chileno Guillermo Parvex en su obra “Un veterano de tres guerras” nos da la respuesta: “Vale la pena precisar que en los inicios de la guerra con Perú y Bolivia… la gente evadía el enganche y los hombres, que el ejército requería para crear las nuevas Unidades y reforzar las existentes, se escondían en gran medida.
Por esa razón, el gobierno recurrió inicialmente a la mayoría de procesados que estaban encarcelados en los presidios de Santiago, Valparaíso, Los Andes, Talca y Concepción, entre otras ciudades. En ese tiempo, entre marzo y abril del 79, las autoridades les ofrecieron a los procesados la eliminación de sus juicios y a los condenados la remisión de sus penas, a cambio de que prestaran sus servicios a la patria, tal como consta en diversos documentos hechos llegar a los penales.
… Ninguno de ellos desertó ni creó problemas serios de indisciplina… Sin embargo, cuando estaban siendo licenciados se enteraron que mientras combatían por Chile, los tribunales en forma solapada continuaron con sus procesos y en la mayoría de los casos se falló en su contra, por lo que la mayoría de ellos debía volver a las cárceles a cumplir sus penas. Incluso en algunos casos se condenó a soldados que habían muerto en combate meses antes. Esto como es natural, provocó una airada reacción entre los que estaban en esa situación… al volver a Chile… se pusieron en rebeldía… iniciando sus fechorías. Esa es la verdad, que hasta el día de hoy los sucesivos gobiernos han ocultado cobardemente”.
Ayuda de Piérola a los chilenos
Recién comenzada la guerra, un informe de Valparaíso, sorprende a los peruanos, referente al eterno revolucionario el nefasto Piérola, que cual cumpleaños del enemigo, les consiguió armamento, vestuario y municiones para sus tropas.
“Valparaíso, abril 15 de 1879
Querido hermano:
El diario “El estandarte católico” de Santiago, publicó en abril 12, el decreto del gobierno chileno de abril 11, de 1879, de decomiso del armamento y vestuario de guerra de propiedad del gobierno peruano, que existe depositado en los almacenes de la aduana de Valparaíso. Te remito el recorte del periódico.
(Fdo.) Aurora”
El decreto indicaba que: el gobierno de Chile embarga el armamento y vestuario de guerra depositado en los almacenes de la Aduana de Valparaíso, según dicen de propiedad del gobierno peruano; pero que, en la realidad, fueron comprados por el nefasto Piérola para sus aventuras revolucionarias contra el gobierno de Pardo.
Este material bélico fue depositado por Piérola en los almacenes de Valparaíso con conocimiento y aprobación del gobierno chileno, quien colaboró y apoyó las aventuras revolucionarias de este nefasto personaje, a fin de desestabilizar el orden interno del Perú y; en la cual, Piérola solo fue un títere que empleó Chile, en sus propósitos por poner dificultades a los gobiernos peruanos y hacer ver en el extranjero la inestabilidad política del Perú.
El armamento y vestuario a que se refiere el mencionado decreto es el siguiente:
940 fusiles Chassepot rayados cal. 11 mm.
500 fusiles Minié cal. 13.18 mm.
- 1,500 uniformes (chaqueta y pantalón gris)
500 chaquetas para caballería
- 500 cascos de cuero encharolado prusianos tipo Pickelhaube 01 ametralladora
66,000 municiones para ametralladora
100,000 municiones para fusil cal. 11 mm
De este material incautado, el gobierno chileno dispuso que los fusiles y la munición cal. 11 mm pasen a la Guardia Nacional. El 15 de abril de 1879 se entregó al Batallón Cívico Antofagasta N° 1 los 1,500 uniformes gris, además de botas de cabritilla, equipo individual completo con cananas, caramayola y cascos Salacot o tropical de corcho. La ametralladora y su munición pasaron al Regimiento de Artillería N° 2 de Antofagasta. Las 500 chaquetas de caballería fueron entregadas al Regimiento “Carabineros de Yungay” que se encontraba en proceso de organización
Otro informe desde Valparaíso informa sobre la creación de un nuevo Batallón de Infantería.
“Valparaíso, abril 27 de 1879
Querido Padre:
Los diarios de Santiago y Valparaíso, han publicado el día de ayer, el decreto del gobierno chileno organizándose el batallón cívico movilizado “Chacabuco” N° 1 de la guardia nacional, con 4 compañías de 150 hombres cada una, tomando como base, a la brigada cívica de infantería de La Recoleta de esta capital, al mando del comandante Domingo De Toro Herrera.
(Fdo.) Aurora”
Sobre este Batallón “Chacabuco”, el historiador chileno Patricio Greve Moller relata el curioso, pero no menos interesante informe del Tte. Crl. Domingo De Toro Herrera sobre su organización y los problemas que había en ese entonces, que nos hace ver que no todo estaba calculado milimétricamente
“
Señor Inspector de la Guardia Nacional
Santiago, mayo 5, de 1879
Por las cinco listas y el informe del médico de ciudad, que tengo el honor de acompañar a US, se impondrá del crecido número de enfermos que ha tenido este batallón y que la causa determinante de las enfermedades, ha sido la desnudez en que se encuentra la mayor parte de la tropa, pues, muchos de los individuos apenas tienen una mala camisa, están descalzos, y, hasta ayer, que se recibieron las frazadas remitidas por el Señor Besa, dormían casi a la intemperie
También creo oportuno noticiar a US la urgente necesidad que hay de que se haga pronto la remisión de calzado, porque como US sabe bien, la tropa que se disciplina, el movimiento de táctica en marchas y operaciones militares, necesita estar bien calzado, para soportar mejor los rigores del servicio y verse aliviado de las molestias que ha de sufrir por la falta de zapatos.
(Fdo.) D. De Toro”
El mismo autor señala: “Dos días después, el 7 de mayo, la Inspección General de la Guardia Nacional solo envió 444 pantalones blancos como abrigo” Pero al ordenarse que el Batallón pase de servicio en el ejército, “el 13 de mayo se le entregó el vestuario completo de dotación, equipo, calzado, armamento y municiones para el efectivo de 600 plazas.
El 16 de mayo se le entregó los 500 cascos prusianos de cuero acharolado tipo Pickelhaube (del regalo de Piérola), al no alcanzar para todo su efectivo de 600 plazas; a los que faltaron, se les entregó quepís como prenda de cabeza. Los cascos fueron utilizados hasta el 12 de Julio de 1879, que se devolvieron por ser inadecuados y sin ninguna utilidad, por ser solo para presentaciones y desfiles y no para la guerra.
El 01 de julio al batallón “Chacabuco” se le entregó una 2da dotación del vestuario y calzado, más 150 carpas de campaña divisible en dos para su traslado, para cuatro individuos cada una. El 20 de julio los cascos prusianos fueron entregados al batallón Antofagasta N° 1” Lo que demuestra fehacientemente, que todos los historiadores chilenos que afirman que nunca se prepararon para una guerra y que todo tuvieron que comprarlo en el momento, no es más que una gran mentira universal, tan larga como su territorio.
Otras informaciones de Aurora y don José, hacen ver al comando peruano en Iquique que la preparación del ejército chileno es mucho más de lo que se creía como un simple conflicto y, que la guerra iba a ser larga y sangrienta, la ambición chilena iba más allá de un litigio sobre delimitación de fronteras con Bolivia, su objetivo no era solo más riquezas en territorio boliviano y peruano. Todo se preparaba con la máxima condición de que el Perú sea destruido y aniquilado en todo aspecto, para que nunca pueda resurgir y, que el odio y envidia de todo Chile se vea compensado con la desgracia del Perú.
“Valparaíso, mayo 15 de 1879
Querido hermano:
La prensa de Santiago y Valparaíso han informado en abril 29, el decreto del gobierno creando el batallón cívico movilizado de infantería “Legión Extranjera” de 600 plazas compuesto de cuatro compañías. Al día siguiente la creación del batallón cívico movilizado de infantería denominado “Lautaro” de 600 plazas y compuesto de los chilenos repatriados del Perú y residentes del puerto de Valparaíso, formando cuatro compañías, al mando del coronel Mauricio Muñoz.
En mayo 5, fue creada la Intendencia y Comisaría General del Ejército y Armada, con el objeto de proveer víveres, medicinas, forrajes, vestuario y carbón a todo el ejército y, el 7 se creó la Dirección General de Maestranza y Parque de Artillería encargada de la confección, arreglo y acondicionamiento de las diversas municiones y artículos de guerra para la campaña, al mando del coronel Marcos Segundo Maturana Molina.
En mayo 8, el gobierno decretó la creación del escuadrón de caballería denominado “Carabineros de Yungay” N° 1 de 240 plazas, al mando del teniente coronel Manuel Bulnes Pinto, en base al tercer escuadrón del regimiento de caballería “Cazadores a caballo”
En mayo 13, se organizó el batallón cívico movilizado de infantería “Atacama” N° 1 de 400 plazas compuesto de cuatro compañías, al mando del teniente coronel Juan Martínez, en base al batallón cívico movilizado de Copiapó. Al día siguiente se informó que al batallón cívico movilizado “Legión Extranjera” se le cambió el nombre por batallón cívico movilizado de infantería “Cazadores del desierto” (Fdo.) Aurora”
“Antofagasta, mayo 25 de 1879
En mayo 23 llegó a este puerto, procedentes de Valparaíso un convoy formado por los vapores Itata y Rímac, conduciendo al regimiento “Santiago” de 800 plazas al mando del comandante Pedro Lagos, el batallón “Chacabuco” de 600 plazas al mando del comandante Domingo de Toro, la ambulancia “Santiago” N° 1 y la ambulancia “Valparaíso” N° 1 con personal, equipos y material sanitario necesario, también se desembarcó víveres, pertrechos, municiones y forraje para los caballos.
(Fdo.) José
Luxor. Al borde de la guerra con el Imperio Alemán
El 15 de abril de 1879, el ministro plenipotenciario del Perú en Argentina, el abogado arequipeño Aníbal Víctor De la Torre y Vidaurre informaba de un contrabando de armas para Chile a bordo del vapor “Luxor” de la empresa alemana Kosmos:
“Legación del Perú en Argentina
secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Buenos Aires, abril 15 de 1879
El Diario “Libertad” de esta ciudad ha informado que: “El armamento salido de Buenos Aires para Montevideo y allí embarcado en el vapor “Luxor” de la línea de navegación alemana Kosmos, de Hamburgo para Chile, consiste en 2,150 fusiles, 1,244 carabinas Remington y 286,000 municiones” .
Estos pertrechos de guerra se transportaron en 322 cajones, declarados con documentos falsos como carga comercial, con el nombre de "mercaderías" de "charqui y yerba" a la orden del banquero político chileno Agustín Edwards, destinada a Valparaíso, Chile.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. De la Torre”
Un segundo telegrama del ministro plenipotenciario peruano Aníbal Víctor De la Torre y Vidaurre, confirma el contenido de la carga del vapor “Luxor”
“Legación del Perú en Argentina secreto
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Buenos Aires, mayo 9 de 1879
Desembarcados los 322 cajones en puerto Valparaíso, la prensa esa ciudad confirmó que cajones no contenían mercaderías de ningún tipo; sino, armas y
municiones para el gobierno de Chile, capitán del Luxor, Hans Conrad Benhor informó consulado alemán en Valparaíso, desconocer hasta ese momento contenido real de dicha carga.
Gobierno chileno no ha dado declaración alguna al respecto. Vapor Luxor zarpará en unos días con destino Callao.
Dios guarde a V.S. (Fdo.) A. De la Torre”
“El 15 de mayo de 1879, el Luxor llegó al Callao y desembarcó su carga normalmente. El 24 de mayo el gobierno del Perú detiene al barco bajo los cargos de violación de neutralidad al realizar contrabando de armamento para el enemigo El litigio duró hasta diciembre de 1879 Dadas las circunstancias y buscando el nuevo gobierno peruano del nefasto Nicolás de Piérola, una solución al conflicto diplomático que no traía beneficio alguno al país, y poder enfocarse de lleno en la guerra con Chile, el 10 de enero de 1880 emite el siguiente decreto”:
“Nicolás de Piérola, jefe supremo de la República
Considerando:
1° Que la colonia alemana residente en el Perú tiene contraídos merecimientos especiales por su honradez y laboriosidad, y testificando a la República, durante la presente guerra, cordiales simpatías y vivo entusiasmo por su causa.
2° Que interesa al Perú el desarrollo de las nuevas compañías de navegación en nuestras costas, siendo útil por lo mismo el fomentarlas y favorecer su acrecentamiento
En el uso de las facultades de que estoy investido, decreto:
Entréguese a la compañía de navegación entre el Callao y Hamburgo Kosmos, el vapor Luxor, el cual podrá en consecuencia salir libremente del Callao, en cuyas aguas actualmente está surto.
Dado en la casa de gobierno de Lima, a diez días de enero de 1880.
(Fdo.) N. de Piérola (Fdo.) M. Barinaga”
“Como compensación simbólica, el vapor Luxor se dirigió a Ilo, Mollendo y Arica con la bandera de la Cruz Roja y en ese puerto embarcó a 194 enfermos y heridos rumbo al Callao. Luego de ello, el vapor Luxor enarboló la bandera alemana y salió del país Poniendo fin a este incidente que llevó al Perú al borde de una guerra con el Imperio Alemán. Esta salida política fue propuesta por el Nuncio Papal de Lima y aceptada por el gobierno del Perú.
La solución diplomática, fue bien recibida por la opinión pública nacional, así como por el Senado de Hamburgo, que expresó su agradecimiento al ministerio de Relaciones Exteriores del Perú por los términos del acuerdo”
CAPITULO
ESPIAS, MERCENARIOS Y VIDENTES
Captura de saboteadores y espías chilenos
El escritor Guillermo Thorndike relata: “El 05 de mayo de 1879 en el puerto del Callao, durante la reunión en la corbeta “Unión” que tuvo el presidente Mariano Ignacio Prado y los Comandantes de la Escuadra Peruana para dilucidar sobre la posible fecha de salida de la Escuadra hacia el Sur; el Comandante Miguel Grau, informó que días atrás, saboteadores chilenos volcaron latas de kerosene a bordo de la “Independencia” y le echaron fuego. La tripulación pudo controlar el incendio y capturar a los presuntos culpables. Otros saboteadores quemaron el arco monumental de Desamparados, a espaldas de la residencia del presidente”, los cuales fueron capturados por la policía
Desde que se iniciaron las hostilidades chilenas el 05 de abril de 1879, el diario El Comercio de Lima, recibió informaciones de sus corresponsales de guerra, que miembros chilenos de las tripulaciones de los vapores de la PSNC y CSAV, brindan información a su gobierno, sobre las fortificaciones y defensas de los puertos donde acoderaban las naves con destino al norte del continente, aprovechando los continuos viajes y amparándose en que tienen bandera inglesa.
Esto motivó un artículo de dicho diario informando el 25 de abril de 1879 que: “…no hay regla inglesa sobre la presencia de extranjeros en la tripulación de los vapores de la PSNC y CSAV, pero en dichos vapores hay muchos contadores chilenos que es legítimo brinden ayuda a su patria. El gobierno debe actuar como se termina con ello”.
Este diligente artículo y una nota de inteligencia recibida desde Valparaíso, informando de que: “En el vapor Amazonas se dirigen desde Valparaíso a Colombia vía el Callao, dos espías chilenos, Domingo Godoy Cruz y Belisario Vial, bajo el ropaje de diplomáticos ante el gobierno colombiano, con la misión de organizar y dirigir los agentes secretos chilenos en Colombia y Panamá, debiendo llegar a esa en mayo 27”.
El escritor chileno Guillermo Parvex relata: “La cancillería chilena nombró al diplomático Domingo Godoy Cruz como ministro plenipotenciario en Colombia. Su misión principal era asegurar la neutralidad de Colombia y su estado asociado pero soberano, Panamá. Domingo Godoy debía articular en Colombia y Panamá una red de inteligencia que permitiera detectar y boicotear los cargamentos de armas para el Perú y Bolivia, que se trasladasen a través del Istmo. El secretario de la Legación Belisario Vial, se encargaría de dirigir el grupo de agentes secretos chilenos en Colombia y Panamá”
El vapor Amazonas llegó al Callao el 29 de mayo de 1879 con dos días de retraso, mientras el vapor que iba a dirigirse al norte, recién saldría el 04 de junio de 1879.
Al parecer, Domingo Godoy y su secretario, se enteraron que la policía peruana tenía información sobre su verdadera misión y que se había ordenado su detención.
Ante esta situación, Domingo Godoy decidió pedir asilo en el buque de guerra estadounidense Pensacola que se encontraba en la bahía del Callao y, en la madrugada del 30 de mayo lo hizo mediante una nota confidencial, pero el Contralmirante Rodgers le respondió negándole el pedido de asilo. Al día siguiente el 31 de mayo, Godoy y su secretario se trasbordaron al vapor Paita de la compañía inglesa en un bote también con bandera inglesa, por el miedo que tenían de ser capturados por la policía peruana que ya les había colocado una vigilancia para observar sus movimientos.
El 01 de junio a las 08:00 horas y ya con la orden escrita por el mismo presidente Prado, el subprefecto del Callao con la policía, detuvieron a Domingo Godoy y a Belisario Vial, conduciéndolos al vapor Tumbes y alojándolos en una de las cámaras. Inmediatamente se procedió a la apertura de sus equipajes con la presencia de un notario, habiéndose encontrado además de sus prendas personales lo siguiente:
- Un plano del teatro de la guerra
Un mapa editado por El Mercurio de Valparaíso
- Un cuaderno impreso con el censo general del Perú de 1876 con dos cuadros
- Un cuaderno: Noticias del Departamento de Tarapacá y sus recursos
Un derrotero de las costas del Perú
Trece cuadernos impresos, referentes a Arica y Bolivia
- Una letra de 12 libras esterlinas
Tres croquis del combate de la Unión con la Magallanes
- Nueve planos del teatro de la guerra y costas del Perú con la señalización de sus principales puertos, fortificaciones y defensas que habían observado durante la travesía hacia el norte.
Con las claras e irrefutables evidencias encontradas, el gobierno los catalogó como simples espías, despojándolos de su condición de diplomáticos.
El 02 de junio a las 10:00 horas fueron conducidos en un tren expreso hasta Lima y de ahí en otro tren hasta Chicla, luego por la vía de la Oroya hasta Tarma, donde fueron alojados en la casa del diputado Francisco Flores Chicharro.
De esta manera se desarticulaba la red de espionaje chileno en Colombia y Panamá. Los dos espías chilenos estuvieron presos en Tarma hasta el 31 de diciembre de 1879, en que fueron liberados como parte de un canje de prisioneros de guerra entre Perú y Chile, gestiones realizadas por el gobierno británico.
Las Fantasías del español Granja
El historiador chileno Parvex en su obra, relata: “El 02 de mayo de 1879, la inteligencia chilena recibió un informe entregado por el español Matías Granja Nagel, con los antecedentes que le proporcionó una chilena residente en Iquique”.
Según Parvex, “Granja era un espía al servicio de Chile que poseía comercio de telas en Antofagasta, Iquique y Arequipa, lo que le permitía desplazarse sin despertar sospechas”.
Lo curioso de este personaje, es que no existe ningún historiador chileno o extranjero, que indique su colaboración con la inteligencia chilena, salvo Parvex. Inclusive en el libro “Forjadores de Antofagasta-148 años de Historia” editado por el Consejo Regional de Antofagasta Chile, en diciembre del 2014, señala como uno de los personajes importantes de la región, a Don Matías Granja Nagel del cual describe lo siguiente:
“
Español nacido en Barcelona que llegó a Iquique en 1866, junto a su amigo Juan Higinio Astoreca, dedicándose a la explotación del salitre; se traslada al Puerto de Cobija y trabaja en la casa de comercio (que no era de telas) de Juan Sáez. En 1870 se traslada a Santiago y, en Valparaíso se casa con la artista Laura Mounier, pasando su luna de miel en Iquique. Ella regresa a Valparaíso y el adquiere estacas calicheras en Aguas Blancas que fracasan por falta de transporte para sacar el salitre a un puerto en el Pacífico. En 1885 funda una casa comercial para la explotación de sus oficinas salitreras e inclusive llega obtener una concesión en la caleta Coloso, para establecer un servicio de trenes entre sus oficinas salitreras y dicha caleta” .
Es decir, nunca tuvo negocios textiles en Iquique y Antofagasta y, mucho menos en Arequipa, lugar que nunca visitó ni estuvo de paso de acuerdo a los archivos regionales de inmigrantes españoles que se conservan en Arequipa.
Respecto al Informe del 02 de mayo de 1879 refiere que: “… han llegado a Iquique la 1ra y 2da División del Ejército de Tarapacá”. Lo curioso del informe; al parecer, por ser una mujer chilena residente en Iquique, la que proporcionó la noticia, es que en ningún momento se dio cuenta que junto con los Batallones de la 1ra División que desembarcaron en Iquique el 11 de marzo de 1879, también llegó una Batería de Artillería con 04 cañones de bronce de campaña, que, por el volumen de las piezas de artillería, era muy notoria su desembarque.
Otro aspecto que increíblemente no tomó en cuenta dicha informante, es que al día siguiente (25 de marzo) de la llegada de la 2da División a Iquique, esta se desplazó hacia el poblado de El Molle a 10 Km al Sur de Iquique donde organizó su campamento. Otra rareza del Informe es que la mujer chilena confundió al Escuadrón de Caballería “Guías” de tan solo 166 plazas y sin caballos, con todo un Regimiento de Caballería.
En otra parte del informe se señala que: “ … En Arica permanece la 3ra División del Gral. Manuel Gonzales de la Cotera compuesta por los Batallones Puno y Lima, y un Regimiento de caballería que llegó con el Transporte Chalaco”
Definitivamente la informante chilena y el propio Granja daban información falsa, incompleta o desactualizada, ya que la 3ra División no tenía dos Batallones sino tres: el Batallón Puno N° 6, el Batallón Lima N° 8 y el Batallón Ayacucho N° 1; de los cuales, solo el Batallón Lima N° 8 desembarcó en Arica el 06 de abril de 1879 junto con 02 cañones Vavasseur de 250 Lbs, de los cuales nada hablan en el increíble informe.
Los otros dos Batallones de infantería fueron desembarcados en Pisagua junto con el Escuadrón del Regimiento Húsares de Junín de 150 plazas y 48 caballos el 07 de abril, los que en su fértil imaginación los vieron como un Regimiento de Caballería. El 08 de abril, el transporte Chalaco llegó nuevamente a Arica y desembarca los otros 02 cañones Parrot de 150 Lbs que no los había desembarcado antes, por la necesidad de hacerlo lo más rápido posible para evitar que los buques chilenos que bloqueaban Iquique, lo traten de hundir o capturar.
Embarca al Batallón Lima N° 8 y zarpa a Mollendo, donde recogió a la 4ta División al mando del Crl. José Alejo Bezada El 14 de abril fondeó nuevamente en Pisagua y desembarcó al Batallón Lima N° 8 y a la 4ta División del Coronel José Alejo Bezada.
El Fantasioso informe del 02 de mayo indica: “…Se suman a esta fuerza 500 hombres de Infantería conducidos por el Prefecto de Arequipa Coronel Alejo Bezada. Estos hicieron la travesía de a pie vía Moquegua y Tacna, llegando muy maltratados”
Esta información transgiversada, se refiere a la 4ta División del Coronel José Alejo Bezada que fue organizada en la ciudad blanca de Arequipa, conformada por el Batallón Gendarmes de 440 plazas y el Batallón Guardias de Arequipa de 560 plazas, sumando ambos 1,000 hombres. Esta División al parecer fue vista en la fantasía chilena, caminando por Moquegua y Tacna; cuando en realidad se transportaron cómodamente en ferrocarril desde Arequipa al puerto de Mollendo, se embarcaron en el Transporte Chalaco y desembarcaron en Pisagua, como se ha indicado anteriormente.
El historiador militar Gral. Carlos Dellepiane relata: “Luego que la 3ra y la 4ta División estuvieron completas en Pisagua, emprendieron junto con el Escuadrón de caballería Húsares de Junín, la marcha por tierra a Iquique; la División La Cotera tomó el nombre de “División Vanguardia” y la de Bezada se denominó “3ra División” en adelante. Llegadas al lugar de su destino, estacionaron entre Pozo Almonte y La Noria”, a 50 Km al Este de Iquique: es decir, ninguna de las dos Divisiones permaneció en Arica.
El mercenario Silva Montt
Según Parvex: “El cónsul chileno en Iquique, Antonio Solari Millas recomendó ante el ministro de guerra a José Antonio Silva Montt, quien ha proporcionado muy buena información y ser el chileno más conocedor de todo el desierto ha estado mezclado en casi todas las últimas revoluciones del Perú y se ha batido con valor en algunas batallas y encuentros. Conserva todo el cariño y entusiasmo por Chile…”.
Esta recomendación da a entender que su lealtad no era a una ideología, ni el amor a la patria o al suelo que lo forjó, sino exclusivamente al interés personal del dinero; es decir, un auténtico mercenario.
El historiador Parvex relata: “José Antonio Silva obtuvo un muy buen informe de las fuerzas aliadas en Iquique, que entregó el 10 de mayo de 1879 El informe decía: Se ha formado en este puerto el Batallón Iquique… se estima en 300 hombres su fuerza efectiva y se le han puesto a su disposición rifles Remington… A la Columna Naval se le han entregado rifles Peabody… Hay otra Columna denominada Honor Los bolivianos sueltos han formado la Columna Loa… Un Escuadrón de caballería que aún no disponen de rifles”.
De acuerdo con el Archivo del Centro de Estudios Histórico Militar del Perú (ACEHMP), carta del gobierno al Prefecto de Tarapacá del 12 de abril de 1879, se aprueba la organización del Batallón Iquique, pero con armamento de fusiles Chassepot modelo peruano y su munición correspondiente, que había sido desembarcado en la cantidad de 1,000 fusiles por el transporte Limeña el 11 de marzo de 1879 junto con la 1ra División, justamente para poder armar las Unidades Cívicas movilizadas que se iban a organizar en Iquique.
En cuanto a la Columna Naval, también se le entregó fusiles Chassepot modelo peruano y su munición. A la Columna de Honor también se le dotó con fusiles Chassepot modelo peruano En la predicción de Silva Montt sobre los fusiles Remington y Peabody-Martini, estos recién llegaron al Perú (Callao) el 09 de julio de 1879 en el transporte Talismán; es decir, 2 meses después del mencionado informe. En lo referente a la Columna Loa formada por bolivianos residentes en Tarapacá y el Escuadrón de caballería “Castilla”, se organizaron el 03 de julio de 1879, conformando parte de la 5ta División al mando del Coronel Ríos. Esta vez su predicción fue precisa.
Al parecer, Silva Montt podría conocer el desierto, pero nada inteligente respecto al armamento y, por su informe de las Unidades cívicas que se crearon en el puerto de Iquique, no era nada muy bueno como espía, pero sí un excelente profesional como vidente al servicio de Chile.
El historiador Parvex relata: “El 19 de mayo de 1879, José Antonio Silva entrega una detallada descripción de las tropas aliadas en Iquique”. Este informe según el propio José Antonio Silva Montt: “es un resumen de los apuntes del encargado de la resecadora del cantón de Iquique”
Al respecto, la detallada descripción debió indicar que era de las tropas peruanas en Iquique, ya que en esa ciudad y durante la guerra, nunca estuvieron de guarnición tropas bolivianas; pero eso de ser magos o videntes va más allá de todo razonamiento, porque describir a Iquique como un cantón, denominación chilena, es desconocer que en ese momento era una ciudad peruana y no chilena, hacerlo porque su apropiación descarada era su objetivo, es otra cosa.
El informe señala: “Que las fuerzas aliadas (a pesar que solo había tropas peruanas) en la zona suman más de 5,000 hombres” es rayar en la fantasía de Silva Montt, en realidad en todo el departamento de Tarapacá se llegaba a la cifra de 4,452 hombres incluyendo enfermos en el hospital.
Historiadores como Ekdahl que estaba al servicio del gobierno chileno, da 4,252 hombres como efectivo total; Vicuña Mackenna dice que el total alcanza a 4,600 hombres y Bulnes afirma, sin fundamento, que el efectivo era de 7,000 soldados.
El informe continúa: “Las fuerzas que están en Iquique reciben 1 galón de agua diario por plaza y el encargado de la distribución debe apuntar a diario cuando esta es entregada y a que cuerpo va destinada”
De esto se puede deducir, que a José Silva Montt le contaron un cuento de Papá Noel, o él nunca estuvo en Iquique en esa fecha, porque el racionamiento del agua a 1 litro (no galón) diario por persona se hizo no solo para las tropas; sino, para toda la ciudad y, se inició el 09 de abril de 1879, porque los buques chilenos que bloqueaban Iquique querían rendir a la ciudad por sed, y disparaban sus cañones sobre las máquinas condensadoras de agua de la ciudad cuando funcionaban o, contra el tren, que también podía abastecer del líquido elemento a la población.
El 13 de abril de 1879 se redujo la ración a tres cuartos de litro, pero gracias a los ciudadanos Guillermo Billinghurst Inspector de Aguas en Iquique, quien sería presidente del Perú y Alfonso Ugarte Vernal héroe nacional por su intervención en la Batalla de Tarapacá y en la Epopeya del Morro de Arica, conocedores de la región, pudieron aprovechar las instalaciones de la compañía Barrenechea que transportaba salitre líquido desde La Noria hasta las afueras de Iquique por una tubería de 4 pulgadas, la cual limpiaron con agua caliente y vapor; se extraía el agua dulce de Pozo Almonte y Nueva Soledad, 30,000 galones cada 24 horas se transportaba por tren hasta la Noria y de ahí por la tubería Barrenechea hasta la ciudad de Iquique, en las mismas barbas de los chilenos.
A las 09:00 horas del 14 de abril de 1879 Alfonso Ugarte remitía el siguiente telegrama:
Molle, abril 14 Agua es buena. Cañería expedita (Fdo.) A. Ugarte
En Iquique, Billinghurst abrió la llave saliendo agua dulce, solucionando de esta manera el infame abuso de los chilenos contra la población peruana y extranjera que vivía en Iquique.
Para el 19 de mayo de 1879, un mes después, ya no existía el racionamiento de agua, por lo que el resumen del efectivo de las tropas peruanas había variado, sumado esto, a que Silva Montt consideró dos veces a los efectivos de la 2da División, una como si estuviera en la ciudad de Iquique y nuevamente, considerándola de guarnición en La Noria, cuando en realidad su campamento estaba en El Molle; además en Pisagua, en esa fecha solo estaban tropas peruanas: 300 hombres de Batallón Ayacucho N° 1 y 240 hombres de la GN del Batallón Guardias de Arequipa.
Robert Harvey, espía o especulador
Guillermo Parvex, historiador chileno, señala que: “Con la forzada retirada de Birkedal a Chile, fue el inglés Robert Harvey Northey quien quedó a cargo de la red (de espionaje) en Lima y siguió nutriendo al gobierno chileno de precisa información sobre las fuerzas militares y navales peruanas”
En la pág. Web “Biografías Seleccionadas de Proyects.Exeter.ac.uk” respecto a Sir Robert Harvey Northey indican:
“En 1872 Harvey viajo de Inglaterra a Bolivia para trabajar en una mina de cobre en Tocopilla, de los inmigrantes Gwennap Samuel Lean y John José de Lean, bajo un contrato de tres años. En 1875 Harvey se mudó a Iquique, donde se convirtió en una autoridad en la producción de nitrato en la provincia peruana de Tarapacá y uno de los principales salitreros del litoral del Pacífico.
En 1876, tras la nacionalización de la industria del nitrato, Harvey se convirtió en ingeniero Inspector General de Salitreras de la provincia de Tarapacá con un salario de 1,500 Libras esterlinas por año.
Durante la Guerra del Pacífico (1879 1883), Tarapacá fue invadido por los chilenos que capturaron a Harvey en la Batalla de San Francisco y lo encarcelaron en Iquique Su conocimiento de la industria del nitrato peruano sin duda le salvó la vida y los chilenos le ofrecieron su antiguo puesto”
Esto lo confirma el escritor inglés Colin Blakemore que relata: “Tras la ocupación de la provincia de Tarapacá, por el Ejército chileno, Harvey fue tomado prisionero y conducido a Iquique, donde pudo justificar su conducta pro peruana, ante el jefe político y militar de Tarapacá almirante Patricio Lynch, aduciendo lealtad al gobierno que le brindaba trabajo. Así las cosas, en febrero de 1880, por recomendación de Lynch, el gobierno chileno nombró a Harvey Inspector General de Salitreras”
Entonces surge la pregunta ¿Por qué Lynch confió en Harvey, considerando que, si bien era inglés, también era un funcionario del gobierno del Perú?
Francisco A. Encinas historiador chileno señala: “A finales de 1879, la provincia salitrera de Tarapacá fue ocupada por el ejército chileno. Obligado a reanudar en el acto la producción de las salitreras para obtener recursos para financiar la guerra, sin funcionario alguno chileno que conociera por dentro la industria y en la imposibilidad de ocupar a un peruano, confió a Robert Harvey, un simple mecánico sin más antecedentes que lo avalaran que haber sido “Inspector de máquinas” del gobierno peruano, el alto cargo de “Inspector General de Salitreras”, con facultades casi dictatoriales, que no tenía en la antigua inspección peruana” Es decir, no fue por algún servicio que nunca hizo a Chile.
El 26 de junio de 1881, Harvey se casó en Iquique con la señorita Alida María Godefroy Verdugo, dama peruana de una prominente familia franco peruana.
En 1883 Harvey regresó a Gran Bretaña; es decir, Harvey trabajó para el Perú y Chile por exclusivo interés económico, hacerse millonario con la especulación de su puesto como funcionario de Perú y Chile y, en lo cual, no hubo en ningún momento algún ideal para trabajar como espía para alguno de los dos países.
El historiador Parvex indica: “El 15 de mayo de 1879, Harvey informaba sobre las maniobras peruanas para la defensa de Pisagua: Zarpó desde Arica el vapor Chalaco con destino a Pisagua. Transporta un total de 650 hombres. 350 del Batallón Puno y los restantes (300) del Batallón Pisagua. Embarcaron un cañón Vavasseur de 250 Lbs, dos cañones Blackely y dos ametralladoras para la defensa de ese puerto. Las tropas están al mando del General Gonzales de la Cotera”
Este informe plagado de errores y fantasías, se refiere a la llegada del Transporte Chalaco al puerto de Arica el 06 de abril de 1879, transportando desde Lima a la 3ra División al mando del General de Brigada Manuel González de la Cotera, compuesta por 3 Batallones, 1 Escuadrón del Regimiento Húsares de Junín N° 1 con 48 caballos y 4 cañones pesados: dos Vavasseur de 250 libras y dos Parrot de 150 libras.
En Arica tuvieron noticias de la declaratoria de guerra y del bloqueo de Iquique por la escuadra chilena. Rápidamente se desembarcaron 2 cañones Vavasseur y el Batallón Lima N° 8 de 391 plazas Es decir, en Arica se quedaron los dos cañones de 250 Lbs, pero para artillar el puerto de Arica, en ningún momento se los llevó para artillar Pisagua.
El Chalaco transportaba no 650 hombres sino 1,041 hombres de los Batallones Puno N° 6, Lima N° 8 y Ayacucho N° 1; no existía en esa fecha el Batallón Pisagua, salvo que Harvey en vez de Ingeniero haya sido vidente para conocer un Batallón del futuro o era un mago que saco dicho Batallón de la manga, al igual que las ametralladoras, que el Perú aún no las había adquirido, por lo que habría que felicitarlo.
El 07 de abril desembarca en Pisagua el resto de la División, el Batallón Puno N° 6, el Batallón Ayacucho N° 1 y, el Escuadrón Húsares de Junín.
El 08 de abril llegó nuevamente a Arica y desembarca los otros dos cañones Parrot de 150 Lbs, (no eran Blackely como lo afirman en el informe), que no los había desembarcado antes, por la necesidad de hacerlo lo más rápido posible para evitar que los buques chilenos que bloqueaban Iquique, lo traten de hundir o capturar. Embarca al Batallón Lima N° 8.
Luego viajó a Mollendo, donde recogió a la 4ta División al mando del Crl. Bezada y el 14 de abril fondeó nuevamente en Pisagua y desembarcó al Batallón Lima N° 8 y a la 4ta División del Coronel Alejo Bezada El 16 de abril el Chalaco se dirige a Arica y de ahí directamente al Callao.
El historiador militar Gral. Carlos Dellepiane relata: “Luego que la 3ra y la 4ta División estuvieron completas en Pisagua, emprendieron junto con el Escuadrón de caballería Húsares de Junín, la marcha a Iquique” .
Es decir, ninguna de las dos Divisiones se quedó en Pisagua. Esta historia real, se hizo en las narices de la escuadra chilena que bloqueaba Iquique.
Al parecer, por los gravísimos errores de confusión, el desconocimiento de lo que se embarcaba o desembarcaba, las enormes diferencias con la realidad del momento, se podría decir que el informe no fue realizado por Harvey, sino, por algún espía chileno que tomó el alias de “Harvey”, que por su condición de ingeniero era imposible tanta fantasía, o quizás, la desinformación fue obtenida por intermedio de un personaje peruano, por lo que se podría afirmar que fue a propósito, con tal de desorientar al enemigo.
Un cuento o imaginación
De acuerdo a Parvex: “Arica, por su estratégica posición, adquiría cada vez mayor importancia en los planes del alto mando chileno. Existía escasa información sobre sus fortificaciones, características del terreno y fuerzas que la defendían. Por ello en agosto de 1879, se comisionó a ese puerto al agente Harvey. El británico estuvo casi dos semanas en Arica… Nótese que el mando chileno, once meses antes del ataque a ese bastión… ya estaba reuniendo toda la información necesaria para las futuras operaciones militares”
Definitivamente esta decisión hubiera sido lo más razonable, pero no lo hicieron, porque no tenían el coraje necesario y sus políticos, desconfiaban de las aptitudes de sus jefes militares, por lo que el gobierno chileno nombró desde el inicio de las hostilidades, un ministro de guerra en campaña, quien era la persona que tomaba la decisión final, como verdadero General en jefe
El Informe de Harvey señalaba: “Además de fuerzas en tránsito al sur, esta dispone de una guarnición bien equipada y armada”. Lo cual era totalmente falso, ya que, al inicio de la guerra, se reunió en Tacna y Arica algunas columnas de celadores, gendarmes, guardias civiles y voluntarios de la Guardia Nacional para servir de guarnición en el Puerto de Arica, las mismas que son descritas en el informe, pero ningún Batallón de Línea del ejército. Esta guarnición se mantuvo según Vicuña Mackenna, desde el 01 de abril hasta el 07 de abril de 1879.
El 02 de abril de 1879, la legendaria Sociedad Tacneña de Artesanos “El Porvenir” sirvió de base para organizar el Batallón de la Guardia Nacional “Artesanos de Tacna” de 400 plazas, al mando del Dr. José Calixto Hernández con el grado de Crl. de Guardias Nacionales, quien poco después fue relevado por el Crl. Marcelino Varela Barrios, militar de carrera que estaba fuera de servicio reincorporándose al ejército.
El 04 de abril de 1879, se organiza el Batallón de la Guardia Nacional “Granaderos de Tacna” de 218 plazas al mando del Crl. Justo Arias Aragüéz, ambos batallones fueron armados inicialmente con fusiles Chassepot modelo peruano
El 08 de abril se dirigieron los dos Batallones al puerto de Arica, fusionándose con las columnas ahí existentes, quedando de guarnición hasta el combate de Arica.
Por lo que no se entiende como Harvey no podía conocer en el mes de agosto, quienes constituían la guarnición del Puerto, ya que esos Batallones no estuvieron de tránsito hacia el Sur, sino, que se quedaron hasta sucumbir en la Epopeya del Morro.
El informe continúa: “En la explanada superior del mencionado morro ya está emplazada la batería principal, compuesta de 02 cañones de 500 Lbs., otros 02 de 300 Lbs y 03 de 70 Lbs. Se le conoce como “Fuerte Morro” … el morro es un peñón similar al de Gibraltar, lo que lo convierte casi inexpugnable” .
Nuevamente los errores son increíbles, desde el 11 de abril de 1879 en que se iniciaron los trabajos de fortificación de Arica, hasta el mes de agosto, fecha de la información de Harvey, el Fuerte del Morro nunca tuvo cañones de 500 Lbs ni de 300 Lbs, ni siquiera durante la Batalla de Arica; en agosto estaba instalado completamente un Vavasseur de 250 Lbs, dos Parrot de 100 Lbs y tres Voruz de 70 Lbs.
Comparar el Morro de Arica con el peñón de Gibraltar, sobre todo por un ingeniero inglés como Harvey, es tan solo una fantasía o él nunca hizo dicho informe, lo de Gibraltar o Sebastopol fue tan solo inventado después de la Batalla de Arica, por los militares chilenos para magnificar y exaltar a sus tropas ante sus fantasmagóricas defensas y por sus historiadores para sus novelas ridículas.
El informe sigue: “Hacia el Norte se está concluyendo las faenas de tres Fuertes más… San José, Dos de Mayo y Santa Rosa. Por el Sur otros dos Fuertes muy bien montados, llamados Del Este y Ciudadela”
Otra vez aparecen los dotes videntes de casi todos los espías chilenos, ya que en las Baterías del Norte solo estaba emplazada y en parte el Fuerte San José, con un Vavasseur de 250 Lbs, que sin embargo no lo menciona Harvey, esto se mantuvo así hasta noviembre de 1879 en que recién se inició la construcción de los otros Fuertes.
En cuanto a los Fuertes del Sur, nunca hubo ninguno en ningún momento, como Harvey era ingeniero, no se puede explicar cómo podía confundir el Sur con el Este, sin embargo, con su arte de magia y su videncia, pudo saber en agosto de 1879 lo que plasmó recién en noviembre de 1879 por escrito el ingeniero Teodoro Elmore, en su Memorándum al Contralmirante Montero, la necesidad de construir las Baterías del Este y no del Sur, los Fuertes Este y Ciudadela
El informe decía: “Aunque no se hayan concluido los trabajos… es la fortificación más fuerte de América. Se está trabajando en la construcción de pasadizos subterráneos para facilitar el desplazamiento de los defensores”
Como inglés, Harvey podía hablar de Gibraltar, pero de América, debió conocer el Callao que era el puerto mejor fortificado en ese momento y luego lo fue Valparaíso. En cuanto a los pasadizos subterráneos siempre estuvo en la fantasía chilena.
Pisagua, falta de Inteligencia
Parvex Relata: “En octubre de 1879, obtenido el dominio del mar tras la captura del Huáscar, se dio inicios a los preparativos para la invasión de Tarapacá… Se había efectuado por parte de agentes chilenos comisionados por José Antonio Silva Montt, numerosos reconocimientos a la zona y existía consenso que el lugar debía ser Pisagua” .
El Cap. de corbeta de la armada chilena Alexander Tavra Checura en su análisis crítico en función de inteligencia del asalto y toma de Pisagua, me releva de toda explicación, ya que escribe:
“La gran cantidad de errores, omisiones y fallas ocurridas en la conducción de las operaciones, respecto a lo que hoy conocemos como la Actividad de Inteligencia. Por parte de Chile, el Servicio de Inteligencia, tanto a nivel frente bélico como diplomático, era inexistente. Sólo algunas acciones aisladas y esporádicas, impulsadas por iniciativa personal o de algún requerimiento especial, motivaban aisladas tareas en este campo.
La falta de una apropiada Apreciación de Inteligencia, impedía a la Dirección Suprema de la guerra determinar cuáles eran las reales posibilidades del enemigo y las vulnerabilidades que habrían de explotarse. Debido a la inexistencia de un organismo naval de Inteligencia que lo asesorara, el ministro de guerra en Campaña Rafael Sotomayor, carecía de informaciones básicas que le permitieran formarse un juicio correcto respecto a los puntos de desembarco. No existía Inteligencia estratégica y el asesoramiento naval, al respecto, era nulo
Las pocas informaciones con que contaba, ni siquiera podían catalogarse como Inteligencia actualizada ni estimativa de los adversarios. La inteligencia básica fue provista, por dos personas carentes de idoneidad. Su falta de confianza en la capacidad de los profesionales de la guerra y el temor de que la noticia se filtrara permitiendo que el enemigo, en una rápida concentración de sus fuerzas, impidiera el desembarco, le decidieron a no hacerlo.
Tampoco aceptó ningún plan. Sólo hizo traer a su presencia a un antiguo minero que decía conocer bien la zona, don Bernardo de la Barra, quien era patrocinado por Isidoro Errázuriz, secretario general del ministro de guerra, y que recomendaba hacer el desembarco por caleta Junín, reputada por otros como pésimo desembarcadero.
Otras opiniones le sugerían Pisagua, influyendo fuertemente otro antiguo minero, llamado Luis Castro Santa Ana, que estaba sirviendo como Capitán en el regimiento Lautaro. Debido a esta situación, el ministro decidió hacer él mismo la elección del punto de desembarco y guardar absoluta reserva Sólo hizo partícipe de su plan a Condell, que comandaba la Magallanes.
La Apreciación de Inteligencia en que se basó el plan chileno consistía sólo en el testimonio de dos ex mineros que decían conocer la costa. Sin embargo, sus opiniones eran absolutamente divergentes. En la realidad, no cumplió su propósito
Pese a contar con el dominio del mar, no se destacó a ninguna unidad ligera de la Escuadra a practicar un reconocimiento previo de las playas, o desembarcar alguna partida que permitiera formarse alguna idea más actualizada de las características del área objetivo. El ministro tomó una determinación fundamental, basada en su juicio y criterio, sin considerar un estudio previo acerca de las fuerzas enemigas que enfrentarían las propias”
Parvex continúa con su relato: “La información más reciente indicaba al 15 de octubre de 1879… La bahía (Pisagua) estaba defendida en sus extremos norte y sur con un cañón Vavasseur de 250 Lbs, dos cañones Parrot de 100 Lbs y con Baterías de Campaña en el sector conocido como Alto Hospicio, con muy buena visual y campo de tiro”.
El grave error de no conocer lo que tenía el adversario, los hizo pecar de ingenuos, ya que en Pisagua nunca hubo un cañón Vavasseur de 250 Lbs. Si tenía dos cañones Parrot de 100 Lbs, en baterías improvisadas con parapetos de arena, pero con la salvedad que solo uno estuvo correctamente emplazado, el del Sur, Fuerte “Dos de mayo”, que inclusive había realizado ejercicios de tiro; el del Norte, Fuerte “18 de abril”, se le había realizado un montaje muy rápido y sin los debidos cuidados para que fuera inaugurado por el General Buendía el 01 de noviembre; es decir, el día anterior a la invasión.
Dicho cañón que no existía para el 15 de octubre, se desmontó al primer disparo y no por precisión de la artillería chilena, sino, por su mal montaje. En cuanto a las Baterías de Campaña en Alto Hospicio, fue otro invento de los espías chilenos o fue una información falsa dada por peruanos para hacer creer a los chilenos que Pisagua era inexpugnable.
Los Vencedores de Tarapacá
Parvex relata: “El 18 de diciembre de 1879… hizo su ingreso a Arica el ejército comandado por el Gral. Juan Buendía. Matías Granja se encontraba en esa ciudad y dos días después… despachó el siguiente informe:”
“El 18 de los corrientes hizo su ingreso a esta ciudad… el ejército del General Juan Buendía… con poco más de 3,000 hombres, esqueléticos de hambre y fatiga, enfermos y muy pocos de ellos con alguna clase de arma”
Como siempre, a Granja le fallaba la vista o nunca estuvo en Arica en esa fecha o simplemente copió lo que alguien le contó; ya que muchos historiadores hacen conocer la curiosa circunstancia de que los chilenos en la Batalla de Tarapacá, durante su vergonzosa fuga, arrojaban sus fusiles, las prendas de su vestuario y equipo, en la creencia que, cediéndolas voluntariamente, se detendría la furia de la persecución de las tropas peruanas vencedoras
Esas armas, equipos, cananas, inclusive el vestuario, fue empleado por las tropas peruanas, ya que sus fusiles Chassepot eran de mala calidad y se tenía muy pocas municiones, y los uniformes de los soldados peruanos (los tenían más de 8 meses) estaban raídos y sus zapatos u ojotas destrozados, por lo que los cambiaron por las relucientes botas chilenas.
Dellepiane señala: “Incluso muchos chilenos cruzaron el desierto, casi desnudos, como lo afirman sus propios historiadores. La retirada de los peruanos hacia Arica fue brillantemente conducida. El comando chileno dio en esa oportunidad una prueba más de impericia, permitiendo que ella se realizara libremente”.
El ministro de guerra en campaña Rafael Sotomayor, dispuso que 300 jinetes de los regimientos “Cazadores” y “Granaderos” a caballo al mando del Comandante Tomás Yávar que se hallaban en Tiviliche, corten la retirada de los peruanos hacia Arica debiendo hostigarlos durante la marcha. El Comandante Yabar al llegar al poblado de Suca, fue informado por la población que los peruanos habían ya pasado al Norte, cuando en realidad se hallaban todavía en Camiña. Yávar regresó a Tana con las manos vacías, engañado por este falso dato
Las vencedoras tropas peruanas barbudos, harapientos, quemados por el sol ardiente y descalzos, entraron a la ciudad de Arica al mando de sus Jefes y Oficiales que vestían con ropas raídas y zapatos desintegrados Vestían con los despojos del enemigo, chaquetas de zapadores o zuavos o levitas navales de Chile y calzados con botas enemigas
Las tropas del Ejército de Tarapacá, a una sola voz, levantaron sus trofeos y banderas, cada soldado lleva dos y hasta tres rifles sobre su espalda, a “Paso de Vencedores” con la marcha “Ataque de Uchumayo”, de ocho en fondo, se dirigieron a concentrarse frente a la aduana.
El informe decía: “La primera en entrar a la ciudad fue la División Exploradora, compuesta de los Batallones Ayacucho y Provisional de Lima, al mando de su General Bedoya”
Efectivamente Abrió la marcha la 6ta División “Exploradora” con sus Batallones Ayacucho N° 3 y Provisional Lima N° 3, diezmada por el asalto al cerro San Francisco, pero altivos y orgullosos de haber hecho huir a los chilenos del campo de Batalla de Tarapacá; al mando del Coronel Melchor Federico Bedoya (no era General como indica el informe).
El informe sigue: “Después lo hizo la División Vanguardia con los Batallones Lima y Puno, al mando del Coronel Dávila”.
Es correcto, siguió la 4ta División “Vanguardia”, con los valerosos “Cabitos” del Batallón Lima N° 8 al frente, mostrando sus armas y los Comblain arrebatados a los chilenos, haciendo ver que ninguno había perdido su fusil, seguido por el Batallón Puno N° 6 en igual forma, División al mando del Coronel Justo Pastor Dávila.
Es una rareza que Granja no haya visto los fusiles que cargaban los soldados, o estaba corto de vista y sin lentes o nunca estuvo en Arica ese día, para afirmar que: “Uno de cada 20 conservaba su fusil” .
El informe continúa: “Enseguida la 1ra División, con los Batallones Cazadores del Cusco y Cazadores de la Guardia, al mando del Crl. Herrera”. Al parecer, ahora si los distinguió bien. “Le siguió la 2da División, donde están los Batallones Zepita y Dos de Mayo, comandada por el Coronel Andrés A. Cáceres”
Aquí Granja volvió a quitarse los lentes o solo informó lo que les gustaría a sus jefes y no lo que realmente sucedió, porque los bravos del Zepita y los valientes del Dos de Mayo, desfilaron mostrando su estandarte agujereado por las balas chilenas y siete gallardetes y banderolas arrancadas a los Zapadores, al regimiento Artillería de Marina y al Chacabuco. Además, Granja se olvidó que juntos con la 2da División ingresó la Columna de Artillería sin cañones, ya que en Tarapacá lucharon como infantes, lógicamente todo Arica los vio, menos el increíble Granja.
El informe sigue: “Los pasos se los siguió la 3ra División, integrada por los Batallones Celadores de Arequipa y de Ayacucho. Manda el Coronel Bolognesi”
Su falta de conocimiento de las Unidades peruanas deja mucho que desear, ya que en ese momento cualquier ciudadano le hubiera informado con mayor precisión o por último leer los diarios de Tacna y Arica para tener un dato más preciso, ya que la 3ra División la integraban el Batallón Ayacucho N° 2 y el famoso Batallón de la ciudad Blanca de Arequipa “Guardias de Arequipa” (no celadores), con el más importante trofeo de Tarapacá: el estandarte chileno que el soldado Mariano Santos Mateo arranco a los zuavos del 2do de Línea.
El informe dice: “Entró después la 5ta División, compuesta de los Batallones Iquique, Tarapacá, Naval, La Noria, Gendarmes de Iquique y la de los bolivianos Loa. A todos ellos les manda el Coronel Baltazar Velarde” . Otra vez Granja confunde a las unidades peruanas, la 5ta División estaba integrada por el Batallón “Iquique” al mando del Tte. Crl. Alfonso Ugarte Vernal y por Columnas llamadas así por su pequeño número de efectivos entre los que estaban la Columna Tarapacá, Columna Navales, Columna Gendarmes y Columna Loa formada por residentes bolivianos de Iquique; La columna La Noria nunca existió, como siempre, fue un invento de Granja
Los voluntarios de la 5ta División, ingresaron llevando el gallardete de los odiados Cazadores a caballo de Chile, aquellos que asesinaron a los Húsares de Sepúlveda y a los que, con exacta puntería desmontó los valientes de Iquique con tres descargas cerradas haciéndolos huir del campo de batalla, las tropas mostraban sus bayonetas ennegrecidas por la sangre del adversario.
En esta oportunidad, Granja hace afirmaciones totalmente falsas y fantasiosas, porque informar: “Que la unidad más entera es el Batallón Iquique, reducido a 248 plazas de las 580 que tenía… además sin armas ni equipo… y que de las bajas que ha tenido 224 son desertores y 108 de muertos. De los 248 que volvieron, 107 vienen enfermos e inservibles para el servicio”.
Toda esa información es una enorme fantasía o una tremenda torpeza o absoluta falta de criterio, para que una persona de su cultura y conocimientos, según su biografía, pueda afirmar tan alegremente.
Diferentes historiadores peruanos y chilenos afirman que el efectivo del Batallón Iquique que entró en batalla en Tarapacá fue de 300 hombres de jefe a soldado y no 580 como lo afirma Granja. Si entre muertos y desertores según Granja suman 332 más 107 inservibles, que es como él llama a los soldados como si fueran artículos, sumarían 439, entonces como es que su efectivo podía ser solo
300; o estaba trastornado como todo chileno por su odio al Perú, o nunca hizo el indicado informe, que es lo más creíble.
La 5ta División, del cual formaba parte el Batallón Iquique, tenía un efectivo de 896 hombres y en la Batalla de Tarapacá tuvieron un total de 133 muertos y 143 heridos, según los partes oficiales de cada unidad.
En la retirada hacia Arica, el historiador Paz Soldán relata: “De los 3,488 soldados que salieron de Tarapacá, tan solo se perdieron en la retirada 72 soldados, elocuente prueba de la disciplina de ese ejército… y se comprobó la ineptitud y la indolencia de los jefes y oficiales del ejército chileno para perseguirlos, cortarlos y destrozarlos en más de una vez en el largo trayecto de 95 leguas”.
Por último, Granja relata: “seguían restos pequeños de bagajes, del parque y oficiales sueltos”.
Lo que ya de por si es increíble tanta falsedad, es que al final estuvieron los 56 prisioneros chilenos incluyendo una cantinera, resguardados por la Columna Gendarmes de la 5ta División, que por su número era imposible que no los haya visto; y por supuesto no hubo ni siquiera pequeños bagajes, menos parque y, los oficiales, todos desfilaron al frente de sus tropas.
El manco Gordon
El 19 de abril de 1879, la noche siguiente al bombardeo de Pisagua, el Prefecto de Iquique Crl. Justo Pastor Dávila y el alcalde Juan Bernal, habían decidido apoyar a los damnificados de Pisagua; se compró víveres en los almacenes de la ciudad, ayudados por los vecinos que contribuyeron mediante una colecta. Los víveres, además de frazadas, municiones y cuanto se pudo reunir fueron embalados en fardos y llevados en carromatos hasta la estación del ferrocarril.
Mientras las autoridades vigilaban que los bultos se estiben en el vagón de carga, se acercó un poblador conocido como el manco Gordon, saludó dio una simple mirada a los bultos y como quien se dirigía a su casa, se fue por la ribera hacia playa “la Gaviota”; era un personaje simpático que siempre había vivido en Iquique, se desconocía cuando había llegado, que edad tenía y de donde era, pero todo indicaba que era chileno.
En la playa “La Gaviota”, de la oscuridad de la noche salieron dos personas, al parecer pescadores de la zona y excelentes nadadores, eran espías chilenos que todas las mañanas eran recogidos de la isla por la Esmeralda con las últimas noticias importantes de lo que sucedía en Iquique.
Esa madrugada los nadadores llevaron el mensaje del manco Gordon: “Temprano saldrá un tren con víveres y armas para Pisagua”. La Esmeralda esperaba pacientemente, calculando la distancia para que sus cañones comiencen a vomitar sus fuegos, en el momento que el tren empiece la subida de la cuesta. El tren había demorado por haber enganchado un vagón con refugiados a Huatajaya.
Al primer cañonazo, el Gral. Buendía, el Prefecto Crl. Pastor Dávila y los militares que los acompañaban, se dieron cuenta que alguien había pasado la información al enemigo, a pesar de los 11 cañonazos que hizo la Esmeralda sobre el tren, no pudieron conseguir dar en el blanco y, las mujeres y niños, así como la carga a Pisagua pudo llegar a su destino sin novedad.
Días después, mientras el Crl. Pastor Dávila daba instrucciones a la policía para poder dar con los espías chilenos, uno de ellos, manifestó lo que había visto de casualidad la noche del 19 de abril en la playa “la Gaviota”, de inmediato se ordenó la captura del manco Gordon y sus mensajeros, los que fueron detenidos cuando estaban reunidos rumiando la mala puntería de la Esmeralda
Enrique Garland von Lotten
De acuerdo a la información dada por Guillermo Parvex: “Enrique Garland von Lotten, nació en 1851, (no indica donde), su padre fue el inglés Gerald Garland Myers, que se desempeñó como contador en las casas Grace y Gibbs en Chile. Su familia emigró al Perú nombrado gerente de la casa Gibbs en Lima, donde ingresó Enrique Garland como ayudante de contador y es allí, que se enroló como agente de la inteligencia de Chile. A mediados de 1881, Enrique abandonó el servicio y se dedicó de lleno a sus actividades en la casa Gibbs. El 20 de febrero de 1884 contrajo matrimonio con Augusta Farmer. Posteriormente se pierde todo rastro de su persona” .
La realidad establecida en la Revista N° 6 del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas “Linaje del Perú: Los Garland” escrita por Felipe A. Barreda señala lo siguiente: “Enrique Garland von Lotten, nació en Lima en 1850 en la Calle Correo N° 150, después llamado Jr. Lima N° 150, sus padres fueron el inglés Gerald Garland Myers y la dama arequipeña Enriqueta von Lotten y Sierra. Su padre trabajó como contador, en la casa bancaria Anthony Gibbs & Sons en Inglaterra, siendo destacado en 1828 a la ciudad chilena de Valparaíso, pasó a Lima en 1829 en calidad de Comisionado en el Perú. Posteriormente trabajó en Heyworth & Co. como asistente en casa del señor Samuel Lang, en 1832 fue contratado por Charles Crawley para incorporarse a la oficina de Gibbs y Crawley en la ciudad de Arequipa, donde conoció a su futura esposa Enriqueta von Lotten y Sierra”. Es decir, nunca trabajo en la casa Grace.
“En 1841 retorno a Lima, mientras se dedicaba a la contabilidad de la casa Gibbs, a la vez, llevaba a cabo sus propios negocios de comercio y especulación. El 21 de julio de 1848 se casó en Lima en ceremonia religiosa con Enriqueta von Lotten y Sierra. Su vivienda la establecieron en la residencia, ubicada en la calle Correo N° 150. Allí nació en 1850 su primer hijo, Enrique”
Cuando contrajeron nupcias, Gerald contaba 37 años, mientras que Enriqueta frisaba los 22. Su casamiento a la edad de 22 años le permitió a Enriqueta von Lotten dar a luz con éxito a ocho hijos. En lo referente al primogénito, Enrique Garland von Lotten, de 1875 a 1884 se dedicó al negocio de la minería, estableciendo su ámbito de trabajo en diversas zonas en Huarochirí y Chimbote.
El 30 de enero de 1878 entra en sociedad con Guillermo H. Cilley. Ambos formaban parte de la Compañía Americana de Minas, y compartían la propiedad y explotación de la mina “Volcán” ubicada en el cerro Porca Urco, en la diputación de Yauli.
El 19 de setiembre de 1879 compra la mina “Nuestro Señor de los Milagros” en Yauli. Entre 1880 y 1881, adquiere la propiedad de las minas “Soraida”, “Droza”, “Elisa” y la hacienda “Favorita”; lugares donde viajaba constantemente. Por lo que nunca trabajo en la casa Gibbs como ayudante de contador y no pudo dedicarse al espionaje.
Se casó el 05 de setiembre de 1882 con la dama limeña Augusta Farmer y, hubiera podido hacer mayores inversiones y generado mayor riqueza de no haber sido por su temprano fallecimiento el 31 de octubre de 1884, a los 34 años de edad por apoplejía cerebral, dejando un niño de escasos días de nacido Es probable que, por ese motivo, Parvex señala que: “Posteriormente se perdió todo rastro de su persona”
Otras de las cosas curiosas de Parvex, es que relata que el Agente Garland (se refiere a Enrique) remite un documento al Cuartel General chileno el 10 de agosto de 1880, dando cuenta de la nueva situación de las Fuerzas Peruanas, convirtiendo a Enrique Garland de empresario minero en adivino o brujo.
Según el supuesto documento remitido por Enrique Garland se señala que: “Hay dos ejércitos independientes entre sí, el ejército principal que resguarda Lima y otra fuerza importante en Arequipa”. En el mes de agosto las Fuerzas Peruanas estaban organizadas en Ejercito del Norte, Ejercito del Centro y el llamado Segundo Ejercito del Sur, acantonado en Arequipa, al cual se le cambio de nombre por Ejército de Arequipa. Posteriormente cuando se llamó a filas a todos los peruanos de 18 a 60 años de edad, se formó el Ejército de Reserva. Esta organización duró hasta diciembre de 1880
En el informe se dice: “Los Ingenieros del Reino de Austria Máximo Gorbitz y del Perú, Felipe Arancibia, han construido una línea de defensa para defender Lima, al Sur de ésta, en los llanos de San Juan y Miraflores”. En este punto los dotes de mago o adivino que adornan a todos los espías chilenos se dan en su máxima expresión, ya que el inicio de las defensas de Lima se realizó a partir del 19 de noviembre de 1880, cuando el nefasto dictador Piérola recién se da cuenta que el ataque chileno sería desde el Sur y no desde el Norte como él pensaba.
También el informe del 10 de agosto de 1880 dice: “el marino Villavicencio ha construido un fuerte en el cerro San Cristóbal” . Como es posible tal invención y de una persona tan culta como Enrique Garland de informar de fortificaciones que no existían en esa fecha, ya que el Fuerte o Ciudadela Piérola se comenzó a construir a fines de noviembre de 1880.
incluso el 29 de noviembre se dispuso que la artillería para el Fuerte del cerro San Cristóbal sea sacada de las defensas del Callao y de los buques, el 05 de diciembre se trasladó 3 cañones Voruz al Fuerte y el 06 de diciembre se trasladó un cañón Vavasseur de 250 Lbs
El 09 de diciembre, Piérola inauguró con gran pompa la fortificación del cerro San Cristóbal y recién el 27 de diciembre se nombró como Jefe de la ciudadela Piérola al Cap. de Navío Manuel Villavicencio.
Al parecer, el informe nunca existió, o lo fabricaron tiempo después y lo firmaron como redactado por Enrique Garland para sobredimensionar (característica chilena) el trabajo de la inteligencia chilena, o un cuento mejor, el nefasto Piérola que no tenía la menor idea sobre el arte de la guerra lo leyó y, se copió o trató de hacerlo realidad en diciembre de 1880.
Algo curioso y que raya contra la inteligencia humana, es detallar las fuerzas peruanas en dicho mes de agosto como sigue: “La relación de las fuerzas de esta son las que se replican a reglón seguido: (Se hace en forma resumida por su extensión, se puede leer completo en el libro de Parvex págs. 195-196).
Cuerpo Primero con los nombres y grados de su Comandante en Jefe y los Jefes de las 3 Divisiones, su efectivo total y los nombres de los Batallones de cada División.
Cuerpo Segundo con los nombres y grados de su Comandante en Jefe y los Jefes de las 2 Divisiones, su efectivo total y los nombres de los Batallones de cada División.
Tercer Cuerpo (así está escrito) con los nombres y grados de su Comandante en Jefe y los Jefes de las 2 Divisiones, su efectivo total y los nombres de los Batallones de cada División.
Cuerpo Cuarto con los nombres y grados de su Comandante en Jefe y los Jefes de las 3 Divisiones, su efectivo total y los nombres de los Batallones de cada División.
No está aclarada la caballería, pero de artillería su parque lo componen: (lo escriben como una copia fiel del informe que dio el JEM Gral. Pedro Silva, después de las batallas de San Juan y Miraflores el 13 y 15 de enero de 1881, N° de piezas por cada tipo de cañón, incluyendo las piezas que estuvieron en la zona de Monterrico y La Rinconada)”
En el informe se dice que: “el 10 de agosto el Perú dispone de 72 cañones White y 42 Grieve”, si ambos cañones se fabricaban en el país, como podían conocer los espías chilenos que esa era la cantidad de cañones, si la fabricación en serie de los cañones White se inició en junio de 1880, entre ese mes y julio se fabricó solo 17 cañones White y el 28 de Agosto se entregó 08 White más; es decir, cuando entregaron el informe solo disponíamos de 25 White, pero no solo eso, los demás cañones se fueron entregando mes a mes variando la cantidad en cada mes, hasta el 03 de enero de 1881 que se entregó los 16 últimos White.
En cuanto a los cañones Grieve, la cifra de 42 es exacta a la que da el Gral. Silva en su parte de enero de 1881.
Increíblemente los dos documentos se equivocaron en la cifra de 42, porque los documentos oficiales (Jorge Grieve Madge) señalan que solo se construyeron entre abril y diciembre de 1880, 30 cañones Grieve
Definitivamente Enrique Garland no pudo saber todo lo que se manifiesta en el informe del 10 de agosto de 1880, porque la reorganización de las Fuerzas Peruanas se hizo por Decreto del 22 de diciembre de 1880, que se comunica, parcialmente a los Comandantes de los cuatro Cuerpos de Ejército de sus despachos como tales, y el íntegro del Decreto y sus demás disposiciones (Jefes de División, Batallones de cada División y sus efectivos totales) se hacen de conocimiento general, un día después, en la Orden General del Ejército de fecha 23 de diciembre de 1880
Decir que el peruano Enrique Garland era un espía al servicio de Chile, es trastocar la historia, desconocer las vivencias de la familia Garland desde su inmigración al Perú en 1829 hasta la actualidad y, deshonrar el digno apellido de los Garland. Veamos porque: Ya hemos señalado lo referente a Enrique Garland y los motivos por lo que no pudo ser él, quien envió el informe apócrifo del 10 de agosto de 1880
El historiador Gerardo Vargas Hurtado relata: “Al declararnos Chile la guerra, el Comandante Ramón Zavala fue nombrado jefe del Batallón de la Guardia Nacional N° 11, al que, por Resolución Suprema del 28 de mayo de 1879, se le dio el nombre de Lima N° 3 Juan Garland von Lotten, amigo personal de éste y hermano de Enrique, fue nombrado Teniente de la 4ta. Compañía del mencionado cuerpo, pero no pudo trasladarse al teatro de la guerra, Iquique, por haber caído gravemente enfermo cuatro o cinco días antes de su embarque.
Debido a los constantes cruceros que efectuaba la escuadra enemiga en el litoral de la República, se hacía difícil, imposible casi, la comunicación con las ciudades del Sur, particularmente con Arica e Iquique; razón por la cual el Teniente Juan Garland von Lotten, una vez restablecido de sus dolencias, no pudo trasladarse inmediatamente a Iquique, como él deseaba, para incorporarse a su Batallón.
Un día, se enteró que el Batallón Canevaro estaba en vísperas de emprender viaje a Arica; pero como los jefes de este cuerpo se negaran a admitirle en sus filas, alegando que estaba completo el cuadro de oficiales, esperó el día de la partida para presentarse a bordo; y después de insistentes súplicas, consiguió que se le diera de alta como soldado raso; pues lo que deseaba era salir de Lima.
No tardó en llegar a aquel puerto el Comandante Zavala, después de la retirada de Tarapacá, al frente de los pocos sobrevivientes del Lima N° 3, que sirvieron de base, con parte de las columnas iquiqueñas, para formar el Batallón Tarapacá N° 23, de cuya 4ta Compañía, a solicitud del Comandante Zavala, era Juan Garland nombrado Capitán, grado con que peleó defendiendo los parapetos de “Cerro Gordo”, antemural del Morro de Arica, en cuya ocasión, resultó herido, salvando la vida milagrosamente de la masacre de heridos y prisioneros que salvajemente realizaron las tropas chilenas.
Durante su permanencia en Arica, el Capitán Juan Garland asistió a todos los bombardeos de la escuadra chilena; habiendo sido su compañía la que proveyó de combustible a la corbeta “Unión”, junto con soldados del Batallón Arica, el día en
que esta nave rompió el bloqueo del puerto, regresando horas después al Callao, burlando al enemigo.
En la condición de prisionero de guerra, fue trasladado a Chile, ingresando al hospital de la “Providencia”, de Valparaíso, donde fue curado de su herida, permaneciendo en ese país hasta abril de 1881, en que fue puesto en libertad; regresando al lado de los suyos en Lima” .
El 08 de noviembre de 1884 se casó con Isabel da Ponte Ribeyro Aliaga, hija del Embajador brasileño en el Perú. El Capitán Juan Garland no siguió la carrera de las armas, dedicándose al igual que sus otros hermanos a la actividad minera
El 09 de noviembre de 1897, estableció un contrato de sociedad con el ciudadano norteamericano Enrique Price, quien también mantenía expectativas de inversión en dicha actividad; en el contrato ellos muestran su interés en “denunciar y adquirir” pertenencias mineras en el asiento de Posco, ubicado en la provincia arequipeña de Camaná, y principian sus actividades con un capital social de cinco mil soles.
El 18 de julio de 1880, Antonio Garland von Lotten, hermano menor de Enrique Garland, se presentó para formar parte del Ejército de Reserva que se organizó para la defensa de Lima, con el grado de Capitán temporal comandó la 2da Compañía del 2do Escuadrón de la Brigada de Caballería interviniendo en la Batalla de Miraflores.
Sus hermanos Alejandro y Geraldo Garland fundaron la firma “Alejandro Garland y Compañía”, dedicada a la actividad minera. Tenían posesiones mineras en el departamento de Ica, en el grupo cuprífero de Caura. Durante la Guerra de Rapiña Anglo chilena de 1879, estando ocupada Lima por el ejército chileno, el 24 de agosto de 1882, el pirata Lynch impuso una contribución para el mantenimiento del ejército chileno, de un cupo de 2,000 soles plata o su equivalente en billetes fiscales chilenos, a 50 ciudadanos notables de la ciudad de Lima, pago que tenían que hacer en un lapso de 8 días; caso contrario, sus propiedades serían embargadas, saqueadas o destruidas. En la lista del 24 de agosto de 1882 figura Alejandro Garland von Lotten, hermano de Enrique.
Durante el gobierno títere de Miguel Iglesias impuesto por las bayonetas chilenas, Alejandro Garland von Lotten fue desterrado a Chile, junto con Manuel Candamo, José María Quimper entre otros, pudiendo regresar al Perú el 10 de octubre de 1884.
Después de lo leído, alguien con tres dedos de frente podría afirmar tan suelto de huesos que Enrique Garland von Lotten podría haber espiado a favor de los chilenos, para que estos tengan toda la información y sus hermanos ¿puedan ser victimados en los combates? O les puedan embargar sus propiedades ¿sino pagaban cupos? Nunca se ha visto que alguien ayude a los asesinos para hacerle daño a su propia familia, salvo en la mente enferma de algún chileno
Ramón Enrique Bryce López Aldana
Sobre este personaje, Parvex escribe: “Nació en 1856 (no dice dónde) y desde muy joven se dedicó al comercio y la contabilidad. Al iniciarse la Guerra del Pacífico residía en el Perú y se desempeñaba en la casa Grace, incorporándose al servicio secreto chileno a fines de 1879. Iniciada la ocupación de Lima, en 1881, continuó sus actividades comerciales en el Perú en el rubro de importaciones de mercancías y maquinarias. Falleció en 1899, a los 43 años”
En otra parte Parvex afirma: “Se ha podido establecer que Garland y Bryce operaron en forma ininterrumpida desde comienzos de 1880 y hasta el ingreso de las fuerzas chilenas a Lima en enero de 1881”. (En ningún momento indica en que forma, con que documentos o como pudo establecer esa afirmación).
En “Inmigración en el siglo XIX: La Colonia Británica en el Perú” en lo referente a la familia Bryce se señala: “Ramón Enrique Bryce López Aldana nació el 23 de junio de 1856 en el Callao-Perú, bautizado ese mismo día en la Parroquia de San Simón y San Judas del Callao. Sus padres fueron el inmigrante ingles Francis Bryce Weddle y la dama limeña Clementina López Aldana Larriva”
El historiador Alfonso Quiroz Norris relata: “Francis Bryce y su hermano John Bryce al emigrar al Perú formaron la empresa John Bryce & Co, encargada de proveer artículos navales a los vapores que llegaban al Callao. En 1868 se asociaron con William Russell Grace y Michael P. Grace formando la empresa Bryce, Grace & Co. En 1874, ingresó a trabajar en la sociedad Ramón Enrique Bryce López Aldana hijo de Francis; sin embargo, en junio de 1875 los Bryce, dejaron la administración de la empresa y la sociedad con los hermanos Grace, adoptando a partir de esa fecha el nombre de Grace Brothers & Co, cambiando poco después a W.R. Grace & Co.”.
Ramón Enrique Bryce a partir de ese año (1875), se dedicó a trabajar en forma independiente en el rubro de importaciones de mercancías y maquinarias, con el apoyo de su padre Entre 1880 y 1881, que según Parvex, trabajó Enrique Bryce para el servicio secreto chileno, Bryce ya no trabajaba para la empresa Grace, que recién en abril de 1879 inició el aprovisionamiento de material bélico para la marina y el Ejército del Perú.
El 03 de diciembre de 1881 falleció su madre, el 18 de febrero de 1882 se casó en el Callao, con la dama limeña Carmen Gastañeta Espinoza no teniendo descendencia. El 15 de julio de 1886 contrajo matrimonio en 2das nupcias con la dama limeña Rosa Victoria Arróspide Hurtado con quien tuvo 5 hijos. Falleció el 21 de noviembre de 1899 a los 43 años de edad.
Parvex relata que: “Siendo necesaria una información actualizada de las líneas de defensa de Lima, se entregó esa responsabilidad a Ramón Bryce (otro de los agentes chilenos en Lima) … El 2 de noviembre de 1880, partió con su ayudante chino llamado Baltazar López hacia la zona de Pisco e Ica… y en menos de una semana habían realizado un completo levantamiento de información en toda la región… concluida las observaciones… Bryce y López iniciaron el regreso a Lima… oportunidad en que levantaron información sobre el estado de las defensas
de la capital peruana… El informe elaborado por Bryce fue despachado por sobre a través de un tripulante de un vapor ingles de pasajeros desde Chilca a Arica”
Como no indica cuando fue recibida la información por el comando chileno en Arica, lo haremos por etapas. De Lima a Ica hay 300 kms, saliendo el 02 de noviembre por donde no había carreteras y solo caminos de herradura, habrían llegado a Ica el 09 de noviembre, levantando información de la zona y retornando a Lima, llegaron el 16 de noviembre.
Recabando información de las defensas de la capital en 3 días, terminaron el 19 de noviembre, retorno a Chilca, un día el 20 de noviembre, suponiendo que el vapor ingles ya estaba ahí y, partió de inmediato hacia Arica, donde llegaría el 22 de noviembre
Si fuera cierto ese recorrido, pudo suceder dos cosas, el recorrido solo se realizó en el papel o nunca se hizo, porque el desembarco chileno en Pisco del 1er Escalón del ejército fue el 19 de noviembre de 1880, hubiera sido más fácil entregar el informe a las manos del Gral. Villagrán, quien llegó sin conocer la zona de desembarco.
En lo referente al informe, su contenido es apócrifo y no pudo haber sido realizado por Ramón Enrique Bryce, porque él era empresario y comerciante y, no mago o vidente, para informar sobre algo que no había sucedido en la fecha del informe, o fue realizado por otro espía chileno que, si tenía los dotes de mago o vidente, firmando como Ramón Bryce. Veamos porque:
Primero debemos tener presente que en la actualidad si existe la inteligencia predictiva que señala los posibles sucesos en un futuro inmediato o mediato, pero en esa época no se conocía ese tipo de inteligencia. Se hace esta salvedad, porque lo que vamos a analizar no es Inteligencia predictiva, sino, un informe de un mago o vidente.
El Informe señala: “En respecto a la zona de llegada… que entrega una de las mejores facilidades para un desembarque seguro y sin accidentes, ya que las aguas de la bahía Curayacu, son muy calmas todos los días…”. Este informe nunca llegó al comando chileno o no lo tomaron en cuenta, ya que, en el primer Consejo de guerra chileno del 06 de noviembre en Arica, se determinó que el desembarque se haría en dos escalones; el primero desembarcando en Pisco, y el segundo en la caleta de Chilca.
“No hay fuerzas militares en toda la comarca… una que otra patrulla de cuerpos voluntarios, pero no acantonamiento de tropas, ya que todas están en las líneas de San Juan y Chorrillos y Miraflores…”. Aquí comienza la magia de los espías chilenos, ya que, para la fecha del informe, las tropas estaban acantonadas en sus cuarteles de Lima y no en alguna línea defensiva, además que para el nefasto Piérola la invasión chilena se realizaría por Ancón; es decir, en su Plan de Defensa en agosto, no existía las líneas de San Juan, Chorrillos o Miraflores.
“Tienen completamente descartado desembarco en Ancón, pero igual se reservan algunas fuerzas ante esta eventualidad…”. Piérola descartó el desembarcó chileno en Ancón el 20 de noviembre de 1880, al día siguiente,
cuando se enteró del desembarco chileno en Pisco, ordenando que las tropas en Ancón retornen a Lima; sin embargo, el informe lo consideró como si hubieran leído el pensamiento del dictador Piérola un mes antes de los sucesos.
“Las defensas han sido levantadas con muy buenos parapetos, con trincheras y sacos terreros y fosos para impedir el avance de las tropas…”. Realmente el que hizo el informe, estudió para vidente, ya que los fosos se comenzaron a construir en lo que después se llamó reductos, en la línea de Miraflores a partir del 22 de noviembre, cuando el informe ya había sido remitido.
Las trincheras con sacos terreros se comenzaron a trabajar a partir del 25 de diciembre de 1880, cuando ocuparon sus emplazamientos de combate los cuatro Cuerpos de Ejército Peruano en la línea de San Juan, tal como lo señala en su informe el Tte. Reginald Carey Brentón observador británico en el Ejército del Perú: “sábado 25 de diciembre Encontré al Crl. Canevaro, muy ocupado en la tarea de edificar trincheras con su División… y que las obras de tierra que estaban levantando eran de su propia iniciativa”.
Según el informe: “Se mantienen los sembradíos de explosivos que US conoce tan bien y estos están concentrados en los sectores de San Juan y de Santa Teresa…Están entre 300 y 400 mts más adelantadas que las defensas…” Si hubiera sido Ramón Bryce quien hizo el informe, ya que vivía en Lima, sabría perfectamente que para esa fecha (noviembre 1880) todavía no se había realizado el sembrado de minas.
El Tte. Reginald Carey Brentón observador británico asignado al Ejército del Perú, cuando acompañó al Crl. Cáceres a las posiciones defensivas de las fuerzas peruanas el 25 de diciembre de 1880; en su informe respecto a las minas señala: “Había unos 200 ingenieros que se ocupaban principalmente de minar caminos y fuertes. Como estas operaciones se realizaban con gran sigilo, al amparo de la oscuridad, no pude obtener información sobre la posición de estas minas ni su método de explosión… Parecen haber sido depositadas desordenadamente a una distancia de 1,800 a 2,000 mts delante de las líneas peruanas… No atinaron a colocar minas que detuvieran bajo fuego al enemigo, ya cerca de los parapetos. Parecían contentarse con que la explosión de una mina matara 20 o 30 chilenos, aunque no tuviera el efecto de provocar un alto o crear confusión a corta distancia de las defensas, ni interferir mayormente con el avance de los atacantes”.
El informe señala: “Se ha emplazado permanentemente un tren blindado en la línea férrea que corre de Miraflores a Chorrillos. Tiene 04 cañones de 75 y 02 ametralladoras en carros de carguío que han sido reforzados con planchas de fierro…”. Esta parte del informe sí que es bastante raro, aquí no era necesario ser mago o vidente, bastaba con leer los diarios de Lima para saber que el tren no era blindado, por lo que se le llamó “Batería Rodante” y no era uno, sino dos Baterías Rodantes, tal como lo indica Francisco Yabar: “El 21 de octubre de 1880, la Batería Rodante comandada por el Cap. de Fragata Leandro Mariátegui, sufrió una modificación en su organización pues se dividió en dos...
La Batería Rodante ubicada en La Encalada al mando del Tte. 1ro Joaquín Torrico, tuvo 5 cañones, pero ninguna ametralladora, estuvo en la Batalla de Miraflores y solo se retiró del campo después de cerrada la noche y haberse batido vivamente con las vanguardias chilenas… Esta Batería fue abandonada en Lima”.
“… La otra Batería Rodante de Miraflores estuvo al mando del Cmdte. Leandro Mariátegui, tuvo 4 cañones pequeños pero ninguna ametralladora. Durante la Batalla de Miraflores, esta Batería logró penetrar por Chorrillos hasta el centro del ejército chileno, pero su acción no pudo cambiar el curso de la batalla. Herido durante el combate el Cmdte. Mariátegui, hizo enterrar las piezas de artillería en Piedras Gordas para evitar sean capturadas por el enemigo”.
El corresponsal del diario chileno “El Ferrocarril” escribió: “…ya en la estación de Monserrat se encontró cañones montados sobre plataformas, construidos especialmente para resistir el retroceso de las piezas, pero sin blindaje ninguno El número de estos llegaba a cinco…”.
Según el informe: “… no descartan la posibilidad de un desembarco de US por la Achira (La Chira) o Chorrillos o por ambas… emplazando dos baterías en esa dirección”. Nuevamente el espía vidente había soñado, ya que en Chorrillos se terminó la construcción de la Batería “Mártir Olaya” el 31 de diciembre de 1880, la Batería “Provisional” el 01 de enero de 1881 y la Batería de la Caleta “La Chira” fue la única que estuvo lista desde el 21 de setiembre de 1880, que se emplazó en esa fecha contra el bombardeo chileno a la población de Chorrillos; aunque en su sueño contó mal, ya que no había dos baterías sino tres.
Sigue el informe: “… la segunda línea defensiva… en los llanos de Miraflores… comienza en el mismo borde del mar, con un muy buen fuerte de construcción muy sólida que han llamado Alfonso Ugarte”. Realmente es asombroso que el espía vidente chileno pudo saber en noviembre de 1880 lo que Piérola ordenó construir el 03 de diciembre de 1880 y se inauguró el 26 de diciembre de 1880, donde ese día se le puso el nombre de Batería Alfonso Ugarte.
Por tales motivos, el informe tiene todas las características de haberse formulado después de los sucesos que ahí se narran, siendo esta particularidad constante en la mayor parte de los agentes chilenos, desde antes del inicio de la guerra, tal como lo confirman los informes falsos, llenos de odio y exageraciones mezclando la realidad con la fantasía, preparados y remitido por el Ministro plenipotenciario de Chile en Perú el tristemente famoso diplomático Joaquín Godoy Cruz, quien se casó con una peruana con tal de obtener mayores informaciones del estado peruano.
Pero al final de esta fantasía chilena, la pregunta es ¿Cómo pudo Enrique Bryce estar en esta actividad de espionaje más de 20 días de noviembre de 1880 entre Lima Pisco e Ica? Si él se había presentado el 18 de julio de 1880 al llamado para formar parte del Ejército de Reserva para la defensa de Lima, conformando con el grado de Capitán Temporal como comandante de la 4ta Compañía del 2do Regimiento de Artillería de la Brigada de Artillería y sus ejercicios militares se realizaban todos los días desde las 15:30 horas hasta la 17:30 horas.
De acuerdo al Bando de Alistamiento General indicaba: “… todo individuo, sin distinción de clase o posición social inscrito, que sin licencia escrita de su Coronel, faltase cinco días seguidos o diez alternados al ejercicio, será considerado como no inscrito y será irremisiblemente aprehendido y dado de alta en los cuerpos del Ejército activo, sin perjuicio de pagar una multa…”
El espía que engaño a Tirios y Troyanos
Holger Birkedal fue un ingeniero danés que trabajó en Perú desde 1870. Su primera ocupación al llegar a Perú fue realizar el trazado de la línea férrea de Pacasmayo a Cajamarca, en 1871 fue responsable de la instalación de las máquinas chancadoras de las oficinas salitreras de Tarapacá; para, en 1872, volver al diseño de la línea del ferrocarril de Patillos a Lagunas. Ese mismo año implementó las obras de regadío en la Pampa del Tamarugal y dos años más tarde en 1874, ocupó el cargo de ingeniero jefe en la The Guano Loading Co. para lo que debía viajar entre Lima y Huanillos, Pabellón de Pica y Punta Lobos.
En 1875 fue contratado para la instalación de los ductos de abastecimiento de agua desde el Pozo de Dolores hasta el puerto de Pisagua. Durante esos 5 años se había forjado como un excelente ingeniero y sus altos salarios le permitían vivir holgadamente, pero debido a su trato hosco, escasos modales y su forma de vestir normalmente con ropas de trabajo inclusive durante reuniones sociales, motivó que no fuera muy bien visto por la sociedad limeña.
Esto fue advertido por Joaquín Godoy, quien aprovecho esa situación, siendo captado por el servicio secreto chileno desde diciembre de 1875 por 20 pesos al mes, indicando que era un hombre muy hábil e inteligente, que es su amigo hace más de tres años, hombre de su plena confianza y absolutamente leal a la causa chilena. Pero la realidad demuestra que Birkedal se vendió por un plato de lentejas, ya que esa suma era ridícula comparada con lo que ganó por sus servicios al Perú, al cual odiaba debido a que “sufrió un profundo desengaño en sus tratos con algunos personajes de la alta sociedad de Lima que lo menospreciaron, razón por la cual juró vengarse”
A fines de 1876, a solicitud de Joaquín Godoy Cruz, viajo a Chile Birkedal, para colaborar con la Oficina Hidrográfica de la marina, en la confección de mapas de navegación entre Caldera y Callao. Permaneció meses para aportar datos sobre líneas férreas, caminos, aguadas y topografía, entregando a los chilenos toda la información, croquis y apuntes, fruto de años de observación del terreno donde trabajó; así como también, informes sobre las defensas del Callao, aunque en este caso, la mayor parte de los datos fueron desactualizados y otros falsos.
En enero de 1879, Birkedal retornó al Perú, contratado por la Compañía del Ferrocarril Lima a Chancay, renovando su amistad con Joaquín Godoy. Según Parvex: “En febrero de 1879, Godoy formó un equipo de espionaje con el profesor Abelardo Núñez Murúa, quien estaba de paso por el Perú, que viajaba en misión diplomática a EE UU y el danés Holger Birkedal, para obtener información actualizada de las fortificaciones del Callao”.
Esa historia novelesca ya la hemos relatado anteriormente haciendo ver que el profesor Abelardo Núñez nunca tuvo nada que ver con el servicio secreto según historiadores chilenos; que el fantasioso recorrido por las fortificaciones del Callao en febrero de 1879 nunca existió y, que, al parecer, todo fue un invento de Joaquín Godoy, inclusive y por arte de magia, con datos que recién sucedieron en abril de 1880; es decir, el informe tuvo que hacerse después de esa fecha.
Para los primeros meses de 1879, ya el gobierno sospechaba de las actividades de espionaje de Birkedal, para lo cual decidieron el ministro de Relaciones Exteriores y el ministro de Guerra y Marina como una acción de contra inteligencia, mantenerlo vigilado las 24 horas del día mediante un agente que no debería despegarse de su lado, pero sin que sospeche de dicha vigilancia. Para este trabajo fue nombrado el Sgto. Mayor de Ingenieros Antonio Carrasco, convirtiéndose en poco tiempo en su amigo inseparable y compañero de diversión.
Para ganarse su confianza, el Sgto. My. Carrasco le hablaba que él estaba a cargo de varias construcciones en las fortificaciones del Callao y, de vez en cuando le soltaba alguna información falsa pero creíble, que para beneplácito de Birkedal era remitida de inmediato mediante cartas con tripulantes chilenos de la Compañía Inglesa de Vapores que recalaban en el Callao con dirección a Valparaíso, de ahí eran remitidas o trasmitidas por telégrafo al ministro de Relaciones Exteriores en Santiago.
Con la salida de Joaquín Godoy del Perú, Birkedal quedo al mando de los agentes chilenos en Lima; sin embargo, a fines de abril de 1879, Birkedal comenzó a sospechar que podía ser descubierto, y aduciendo ante sus amistades la falta de trabajo en el Perú, se embarcó hacia Chile.
A pesar que Parvex reconoce que el Sgto. Mayor Antonio Carrasco era un agente peruano, de acuerdo con el estilo de muchos historiadores chilenos, trastocando la historia, inventando hechos o fantaseando con la realidad, trata de hacer ver que dicho agente era una persona distraída y que el único afán que tenía era divertirse y gozar de los favores de Birkedal, dándole información real.
A pesar que Birkedal no era bien visto en la sociedad limeña, haber huido del Perú en Abril de 1879 con la cola entre las patas, porque ya se sospechaba como espía a favor de Chile, conociendo que sus informes tenían garrafales fallas, eran desactualizados y normalmente con muchos datos falsos o inventados, el ministro de guerra en campaña José Francisco Vergara, a fines de agosto de 1880, contrató a Birkedal con el grado de Sgto. Mayor de ingenieros del ejército de Chile, dándole la misión de regresar a Lima para recabar información sobre:
a. El sistema de defensa de Lima y sus alrededores.
b. El armamento de los defensores
c. Las baterías y
d. El estado moral de sus tropas y habitantes.
Se le indicó que el informe debería darlo después de terminada la comisión, sin escribir una sola línea desde el campo de los enemigos. Después de meditar varios planes para poder regresar a Lima, cada cual más pintoresco e inaplicable que el anterior, se embarcó en el vapor Lontué el 31 de agosto de 1880 con destino
al Callao, no tuvo mejor idea que en el camino de Valparaíso al Callao fue dibujando y tomando nota de cada puerto, caleta o guarnición peruana que observaba, siendo tan evidente su accionar, fue denunciado de espionaje y obligado a bajar en Chilca; pero antes, tuvo la oportunidad de deshacerse de sus dibujos y apuntes.
Después de 17 días de detenido y al no habérsele encontrado documentos u objetos sospechosos fue dejado en libertad. Pero ya el gobierno había tomado cartas en el asunto, de tal forma que cuando llegó a Lima lo esperaba sonriente y alegre su amigo y compañero de juergas el Sgto. My. Antonio Carrasco con un caballero de nacionalidad noruega llamado Adolfo Beck, conformando un trio de buenos amigos, de aventuras amorosas y noches de bohemia.
Parvex relata: “Lo más curioso es que Carrasco y Beck eran dos espías al servicio de Perú que habían puesto a Mr. Birkedal” Los dos agentes peruanos no se le despegaban para nada, diariamente salían y almorzaban juntos, paseando por toda la ciudad. Prácticamente todas las noches departían en los salones del hotel Maury u otro hotel de primera. Birkedal era el anfitrión y los atendía a cuerpo de rey, con la finalidad de obtener información de las defensas peruanas. Como lo hizo anteriormente; Carrasco y Beck le filtraban datos falsos, fantasiosos o inventados pero creíbles, sobre las fortificaciones o cualquier aspecto militar, por lo cual Birkedal sentía y creía a ciencias ciertas que estaba cumpliendo con su labor.
Según Parvex: “De esta manera recopiló una detallada y precisa información sobre la cantidad y emplazamiento de las cargas explosivas de activación eléctrica, la ubicación de las líneas defensivas, sus características, sus dotaciones, así como la cantidad y calibre de las piezas de artillería. Logró reunir con gran exactitud datos sobre las unidades del Ejército peruano, su nivel de preparación, armamento menor y estado anímico de las tropas” … “Todo lo retenía en su memoria… que es prodigiosa… Lo único que tuvo cuidado de llevar consigo fue un plano de todos los fuertes de Lima, Callao, Chorrillos y demás obras de defensa de los alrededores.”
Para el mes de octubre de 1880, Birkedal comenzó a sospechar que Carrasco y Beck lo estaban engañando, dándole datos falsos; a su vez, los dos agentes peruanos comenzaron a notar que Birkedal tenía cada vez más dudas, por sus preguntas que muchas veces las repetía para ver si había alguna contradicción en la información que le daban. El gobierno peruano decidió no hacerle saber que conocían su condición de espía chileno y le tendieron una trampa, ofreciéndole que, debido a su excelente trabajo como ingeniero en diversas obras durante su estancia en el Perú, formara parte del cuerpo de ingenieros del Ejército del Perú.
Como estaba previsto, Birkedal cayó redondo en la trampa, rechazando la oferta, aduciendo su condición de extranjero. En su nerviosismo por salir lo antes posible del Perú, les manifestó a sus todavía amigos Carrasco y Beck que pensaba regresar a Chile. El gobierno, que le interesaba que la información falsa pueda llegar a manos enemigas, pero con toda credibilidad posible, le pidió que abandonara el país por negarse a servir en el Ejército peruano y, que debía trasladarse a Chilca para tomar el vapor con destino a Panamá; es decir, fuera de
la vigilancia en Lima, dándole la oportunidad de que en Chilca abordara otro vapor, pero con destino a Chile, sin que Birkedal sospechara de las facilidades que se le estaba dando.
Ahora veamos la detallada y precisa información que según Parvex, entregó a fines de octubre de 1880 en Arica, al ministro de la guerra en campaña José Francisco Vergara y al coordinador de los agentes Máximo Lira: “Recopiló una detallada y precisa información sobre la cantidad y emplazamiento de las cargas explosivas de activación eléctrica…”. Al respecto de las minas terrestres, el Tte. Reginald Carey Brentón observador británico asignado al Ejército del Perú, cuando acompañó al Crl Cáceres a las posiciones defensivas de las fuerzas peruanas el 25 de diciembre de 1880; en su informe respecto a las minas señala: “Había unos 200 ingenieros que se ocupaban principalmente de minar caminos y fuertes. Como estas operaciones se realizaban con gran sigilo, al amparo de la oscuridad, no pude obtener información sobre la posición de estas minas ni su método de explosión…”.
Como se puede deducir, en octubre ni se pensaba en las minas y recién se colocaron a partir del 25 de diciembre de 1880, por lo que la información de Birkedal era totalmente falsa
Birkedal informó sobre: “… la ubicación de las líneas defensivas, sus características, sus dotaciones, así como de la cantidad y calibre de las piezas de artillería”
Al respecto, tanto historiadores peruanos, chilenos y extranjeros han señalado que el inicio de las fortificaciones de Lima se realizó a partir del 19 de noviembre de 1880, cuando el nefasto dictador Piérola recién se da cuenta que el ataque chileno sería desde el Sur y no desde el Norte como él pensaba. Es en esa fecha que el nefasto Piérola determina que la defensa de Lima se haría en las Líneas de San Juan y Miraflores y, se comienza la construcción de fuertes dotándola de cañones sacados de los buques y baterías del Callao. Por lo que el informe de Birkedal en octubre fue fantasioso o inventado con los datos falsos entregados por los agentes peruanos.
También señalan que Birkedal: “logró, además, reunir con gran exactitud datos sobre las unidades del ejército peruano…”. Hubiera sido interesante saber que realmente escribió, ya que la organización del Ejército Peruano en Lima, se realizó en febrero de 1880, con las pocas unidades existentes y recién a fines de octubre de 1880, cuando Birkedal informaba de su misión a los chilenos, comenzaron a llegar las unidades organizadas en las diversas provincias del interior del Perú hacia Lima. El 22 de diciembre de 1880 el dictador Piérola reorganiza los llamados Ejército del Norte y Ejército del Centro con el nombre de Ejército de Línea con 04 Cuerpos de Ejercito; por lo que la información de Birkedal solo podría ser con los datos falsos entregados por Carrasco y Beck.
En conclusión, podemos afirmar que Holger Birkedal engañó a los peruanos cuando entregó a los chilenos en 1876, importante información sobre los territorios de Tarapacá, su topografía, trazados ferroviarios, aguadas y pozos. Engañó a los chilenos en febrero de 1879, con el informe apócrifo sobre las
Baterías del Callao y volvió a engañar a los chilenos con el informe de octubre de 1880, con datos falsos filtrados por los agentes peruanos. Engañó al pescador italiano Augusto Paglieri que lo ayudo a escapar de Chilca el 26 de octubre de 1880, ofreciéndole 1,000 pesos por su ayuda y cuando los chilenos le hundieron su lancha, le ofreció darle otra mejor en Arica, lo que nunca cumplió con ambos ofrecimientos, ni Birkedal, ni el gobierno chileno Engañó al periódico Nuevo Ferrocarril en 1882, contándoles una novelesca misión de su trabajo como espía chileno. Y por último Chile quiso engañar a la historia, agregando o quitando párrafos del informe que hizo el pescador italiano al gobierno chileno, sobre las deudas y pagos que nunca le hicieron. En buen castellano, el danés Holger Birkedal engañó a Tirios y Troyanos.
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OPERACIONES DE INTELIGENCIA
Sistemas de Claves
El enclavado de los telegramas remitidos por los diplomáticos peruanos en el extranjero desde 1865, era utilizar el Sistema de Encriptación Alfanumérico (SEA), que era empleado también por los ministerios de Relaciones Exteriores de Chile y de la mayoría de los países sudamericanos.
El Sistema consistía en emplear una tabla con cinco cuadrículas de ancho por cinco cuadrículas de alto, numeradas del 1 al 5 hacia la derecha y hacia abajo, con las letras del abecedario en cada casillero sin considerar la letra Ñ, donde las letras I y J quedaban siempre en el mismo casillero. Las tablas eran diferentes para cada día del mes y estaban guardadas en estricto secreto en una Libreta de
Claves
El método consistía en reemplazar la letra del texto sin codificar por las coordenadas de la tabla correspondiente a la fecha que indicaba la Libreta de Claves, colocando primero el número de la columna y luego el de la fila. Al inicio de la guerra, la separación de los números era de acuerdo con la palabra encriptada; pero para ser más complicado tratar de descifrarla, se empleó los números en grupos de 4,5 o más cifras.
Mientras se mantuvieron las relaciones diplomáticas, los mensajes cifrados fueron enviados por las representaciones consulares respectivas. Tras la declaración de guerra, los espías, agentes o informantes utilizaban la representación de alguna casa comercial local como un informe financiero de carácter confidencial o se remitía con un mensajero. Para su remisión por barco se utilizaba un miembro de la legación diplomática o una persona de confianza.
Para transmitir el mensaje TEMO ATAQUE IQUIQUE se cifraba de la manera siguiente: 44512343 114411145451 42145442145451
El mismo mensaje, pero por grupos de cuatro: 4451 2343 1144 1114 5451 4214 5442 1454 5100.
En diferentes momentos, se pudo descifrar mensajes de los chilenos, por lo que se supuso que ellos también podrían haberlo hecho con los mensajes del Perú. En el caso peruano se concibió otro sistema de claves alterno; esta vez, mediante una combinación de números y letras, empleado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, tal como se puede apreciar en el mensaje cifrado que fue remitido por el ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle el 31 de marzo de 1879, sobre un posible ataque de la escuadra chilena a Iquique
“Legación del Perú en Chile (10:18 A.M.) secreto
Lavalle a presidente Lima Hfrt-4h4cxf-2cx2-cxf
Traducción: “Temo ataque Iquique”
Valparaíso, marzo 31 de 1879
(Fdo.) Lavalle”Flint, Atrapado entre dos frentes
El escritor estadounidense Lawrence A. Clayton en su obra sobre “W.R. Grace & Co. Los años formativos 1850 1930” traducida al castellano por Edición Jorge Ortiz Sotelo relata: “Charles Ramlett Flint nació en Maine - EE.UU., se graduó como Ingeniero financista en el Instituto Politécnico de Brooklyn y, se asoció con William Russell Grace que había fundado la compañía W.R. Grace & Brothers.
De 1876 a 1879 se desempeñó como cónsul de Chile en Nueva York. Adicionalmente, en ausencia del Encargado de Negocios titular, se hacía cargo también de la Legación chilena. Flint un hombre con talento y simpatía, había conocido Chile aprovechando sus viajes a Valparaíso para encargarse de algunos negocios de la Casa Grace.
Pero también conocía bien el Perú y, además era socio de W.R. Grace & Co. considerada como empresa peruana establecida en el Callao. Cuando estalló la guerra, Flint rompió sus vínculos oficiales con Chile enviando su renuncia a Santiago. Durante el agitado intervalo, mientras ponía en orden los documentos de la legación y del consulado para entregarlos a un chileno que se hallaba en Nueva York y por otro, ayudaba a William en la adquisición de material bélico para el Perú, Flint se vio atrapado entre dos frentes”.
Flint en sus memorias escribió: “Para tomar prontas medidas que aseguraran el material bélico y las municiones, debían enviarse muchos telegramas y, antes de terminar de poner en orden los documentos del consulado, recibí una carta de uno
de los empleados de la compañía de telégrafos, en la que ofrecía revelar al cónsul chileno las actividades de un tal Charles R. Flint, en relación con la compra de municiones para el Perú. Ni siquiera sospechaba que lo que me estaba ofreciendo era permitir que mi mano izquierda se enterara de lo que estaba haciendo la derecha”.
El escritor Clayton continúa con su relato: “William Grace estuvo en Inglaterra durante los tensos meses que procedieron a la declaratoria de guerra. Regresó a Nueva York apenas unos días antes del 05 de abril de 1879.
Desde el Perú, Michael Grace había alertado a Flint para que estuviera listo para atender los pedidos de armas y municiones, y el, estaba ya haciendo gestiones para conseguirlas. Tendría que ser creativo para superar un segundo problema, que era transportar el material al Perú a través del Istmo de Panamá que entonces pertenecía a la neutral Colombia.
El prolongado viaje por el Cabo de Hornos era demasiado peligroso, pues con seguridad, los chilenos interceptarían cualquier nave que navegara a lo largo de su costa. Flint hizo unas averiguaciones preliminares y se cercioró que Colombia se mantendría neutral, pero que no lo sería en grado extremo.
El problema era como disimular las municiones adecuadamente para no herir las susceptibilidades colombianas. Su primera prueba fue el envío al Perú de 10 torpedos Lay. Flint se dio cuenta que el hule embalado de manera ordinaria pesaba lo mismo que una o dos capas de hule con un torpedo en medio.
En esos días el Perú adquirió una gran cantidad de hule y con presteza se embarcaron tres torpedos Lay embalados con hule que iban en medio de muchos otros embalajes que si contenían hule. Para pasar los torpedos por Panamá, viajó el Leader del equipo de Lay, W.W. Rowley, tomando el seudónimo H.J. Patchen
El 25 de junio el Cónsul peruano en Panamá informó que ese día viajaba al Callao W.W. Rowley con el supuesto nombre de Patchen, llevando tres torpedos consignados a la casa Grace”.
Los torpedos llegaron al Callao a finales de junio o en los primeros días de julio de 1879. El 06 de julio de 1879 fueron embarcados en el transporte “Oroya” rumbo a Arica. Su armado en Iquique lo hicieron los expertos estadounidenses Stephen Chester y George Haight quienes fueron contratados por la Casa Grace para armar los torpedos Lay y enseñar su uso, junto con el Leader de la Compañía Lay W.W. Rowley
“Flint, también despachó el 13 de mayo de 1879 1,000 rifles Remington en 100 cajones etiquetados como maquinaria agrícola y en agosto de 1879 la munición para esas armas se ocultó en 500 barriles de manteca”.
Burlando de esa manera a la red de espionaje chileno en EE.UU. y en Panamá. Charles R. Flint continuó durante toda la guerra con su misión, aun durante la Campaña de la Breña, y en las mismas narices de los chilenos, sin perder ni un solo envío.
Torpedos para la Armada
El 04 de marzo de 1879, el gobierno de Prado ordenó al 2do vicepresidente José Francisco Canevaro y Valega que se encontraba en Europa, la compra de uno o dos blindados y torpedos. El arequipeño Capitán de Navío Ruperto Damián Alzamora Chaparro, Jefe comisionado en Europa para la compra de artículos navales para la Escuadra, colaboró incesantemente con el 2do vicepresidente en la obtención principalmente de torpedos para la Armada Peruana
Una de las primeras actividades que realizaron, fue la compra el 12 de mayo de 1879 de 06 Torpedos Harvey ofensivos de remolque con sistema de disparo eléctrico, 08 Torpedos Harvey de madera para prácticas y 02 Torpedos Harvey de madera chicos también para prácticas, además de 03 baterías, 01 cable eléctrico de remolque, 01 puente de Wheaton, 01 galvanómetro estático, herramientas y accesorios.
El historiador Francisco Yabar escribe: “El torpedo Harvey se le conocía también como Cometa Marítimo y, en la marina estadounidense y en la británica como Otter (nutria). El torpedo era lanzado desde la cubierta de un buque y se le remolcaba por medio de un cable; gracias a su configuración lograba divergir de la ruta del buque manteniéndose alejado en un ángulo de 45°. Su uso era complicado y se necesitaba de un operador con pericia especial y mucho entrenamiento en jalar el cable con tirones para conducirlo en el mar”.
Por estas razones, se contrató a uno de sus diseñadores, el Cmdte. Frederick Harvey para venir al Perú como instructor de torpedos Harvey, y al torpedista George Futte como su ayudante, ambos llegaron al Callao el 04 de julio de 1879 en vapor comercial
El 17 de mayo de 1879 se embarcaron en el vapor Medway los torpedos de guerra y de práctica, las baterías, cables, herramientas y accesorios, embalados en cajones de madera y dirigidos a la empresa Adolfo Lacharriere & Cía. Las operaciones de compra fueron en estricto secreto que ni los espías chilenos ni sus agentes diplomáticos tuvieron la menor idea y, los torpedos y accesorios llegaron al Callao el 10 de Julio sin novedad. Esta casa de comercio establecida en Lima desde 1849, colaboró con el Perú remitiendo desde Londres y recepcionando en el Callao, gran variedad de artículos como alambre telegráfico, medicinas y otros elementos
La dupla Canevaro y Alzamora lograron a principios de julio de 1879, conseguir la compra de una Lancha Torpedera construida en Inglaterra, de la cual nos referiremos más adelante, pero consiguieron además 21 torpedos sistema Mc Evoy, de tamaño pequeño para botalón. Su inventor fue el Capitán estadounidense Mc Evoy, quien se había instalado en Inglaterra trabajando para la London Ordanance Works, diseñando torpedos y mecanismos eléctricos.
Según Francisco Yabar: “El torpedo Mc Evoy de Botalón, tenía forma de un cilindro que contenía la carga explosiva y cuya parte delantera terminaba en cono truncado donde se alojaba el aparato de inflamación, que era de doble efecto; es decir, que podía activarse por contacto o por medio de electricidad. La carga explosiva pesaba entre 16 y 18 kilos y era de algodón de pólvora húmeda”.
Al parecer, los torpedos fueron remitidos al Perú, en carga separada de la Lancha Torpedera, ya que en un informe del Cap. de Navío Ruperto Alzamora de Setiembre de 1879 manifestaba: “…en el vapor de la línea inglesa que salió de Londres el 18 de julio, se mandaron a Panamá artículos para torpedos de botalón…” y el 13 de octubre de 1879 indicaba que: “…de Inglaterra se enviaban botalones para lanchas torpederas…”.
La remisión de este material bélico salió de Inglaterra con destino a Panamá sin que tuvieran conocimiento la red de espionaje chileno, atravesó el Istmo en ferrocarril y fueron embarcadas hacía el Perú vía Guayaquil, pero una denuncia chilena en ese puerto determinó que una parte de la carga fuera devuelta a Panamá, donde el cónsul chileno trató por todos los medios posibles que fueran embargadas, lo cual no fue aceptado por las autoridades panameñas y quedaron en los almacenes panameños hasta esclarecer su pertenencia.
Francisco Yabar señala: “Finalmente los torpedos que se enviaron de Inglaterra llegaron incompletos al Perú pues en setiembre de 1880, el Cónsul del Perú en Panamá, el Coronel Francisco Larrañaga, descubrió una serie de cajas que contenían torpedos Mc Evoy, baterías, galvanómetros y botalones”.
El informe del Crl Larrañaga al nefasto Piérola decía: “…desde la época del cónsul peruano en Panamá Luis E. Márquez, se dieron por perdidas varias cajas conteniendo torpedos y baterías eléctricas que remitió Canevaro de Inglaterra, estos artículos fueron embarcados en el “Colombia” y “Ayacucho” y fueron denunciados en Guayaquil. La compañía inglesa hizo que los regresasen a Panamá, el caso es que se presentaron dificultades para su entrega. Tan luego como ha llegado a mi conocimiento por casualidad, he gestionado y tengo estos artículos a mis órdenes, esperando el momento oportuno para remitirlos…”.
Lancha Torpedera Alay
La comisión peruana en Inglaterra (Canevaro Alzamora), al no poder conseguir la compra de un buque blindado y ante el pedido del gobierno de Prado por adquirir lanchas torpederas, pudieron en el mes de julio de 1879, realizar la compra de una lancha torpedera (Yatch – Torpedo) de acero, 78 pies de eslora, 12 pies de manga y 5 ½ pies de calado, andar de 18 nudos, construida en 1878 por George Francis Des Vignes en su astillero de Chertsey, Londres; a un costo de 9,000 Libras esterlinas
El 04 de agosto de 1879, el ministro de Relaciones Exteriores informaba al ministro de Guerra y Marina que el cónsul del Perú en Liverpool manifestaba que: “El vapor-torpedo destinado al servicio del Perú ha salido del puerto de Sheerness, ubicado en la isla Sheppey, río Támesis, cerca de Londres con conocimiento de la autoridad local, como buque de recreo perteneciente a un particular, y seguirá su destino próximamente con la derrota y las precauciones convenientes…” Los agentes chilenos en Europa fueron burlados, ya que no tuvieron conocimiento de la salida de la torpedera hacia Nueva York.
El 13 de setiembre de 1879, la torpedera llegó a Nueva York y su arribo fue comentado por el semanario especializado neoyorquino Nautical Gazzete en su edición del 27 de setiembre de 1879 en la cual indicaba: “…ha llegado a este puerto una embarcación Yatch de vapor con destino para el Pacífico, donde probablemente se emplearía como bote de torpedo… Su modelo indica de mucho andar. Nada se ve encima de la cubierta sino la chimenea y una casa pequeña sobre la máquina. Es evidente que se destina para un bote de torpedo y hay un misterio en cuanto su destino. Salió hoy hacia el Sur…”.
Efectivamente, el 27 de setiembre de 1879, el vapor “Ailsa” transportando la lancha torpedera de Canevaro, zarpó de Nueva York con destino al puerto Colón donde llegó el 24 de octubre, siendo recepcionada por el Tte. 1ro Manuel De la Barrera Toledo como Cmdte de la torpedera, el Alférez de Frag. Arístides Vidal y el 4° maquinista José F. López, tripulación que iba a conducir a la Alay (nombre que se dio a la Torpedera) por sus propios medios hasta el Callao; y los agentes de la empresa Dellatorre & Cía., encargados de la operación de compra encubierta de la Torpedera.
Increíblemente, la torpedera peruana había sido anunciada por diarios en EE UU, vista por diferentes agentes de aduanas y corredores de seguro en Londres y Nueva York, transbordada de un vapor a otro, trasmitido decenas de telegramas sobre sus destinos y fechas entre Inglaterra, EE UU, Panamá y Lima; pero, sin embargo, la inteligencia y la diplomacia chilena en Europa y Estados Unidos desconocían su existencia.
Según Parvex: “El ministro plenipotenciario de Chile en Washington, Marcial Martínez Cuadros (y su perfecta red de inteligencia) conocían quienes eran los principales agentes peruanos que gestionaban la secreta adquisición de armas para su país. Por informes entregados por el servicio secreto de Chile en el Perú, se tenía pleno conocimiento de las triangulaciones de venta de pertrechos militares. Gracias al desciframiento de telegramas encriptados despachados desde Lima, se conocía a los principales agentes del Perú en EE UU”.
Lo curioso es que de acuerdo a Parvex, cuando relata: “El caso de la torpedera Alay” señala que: “El 19 de octubre de 1879, Marcial Martínez fue alertado por uno de sus hombres, encubierto como corredor de seguros en el puerto de Nueva York, que en la víspera había zarpado el vapor ingles Colombia transportando pertrechos para el Perú. Los agentes chilenos consiguieron rápidamente los manifiestos de carga, constatando que además de fusiles y municiones, el vapor transportaba una lancha torpedera desarmada... Una moderna unidad clase Herreshoff 1879, adquirida por la Marina del Perú a los astilleros Thornycroft, ubicados en Rhode Island… bautizada como Alay Martínez comunicó esta situación al cónsul chileno en Panamá, Antonio Jiménez, pidiendo la detención y embargo del cargamento”
No se puede entender cómo es que, si la inteligencia chilena era tan perfecta, pudieran dar informes con tantos errores garrafales y con una infantil creencia que todo lo que comunicaban era verdad absoluta. Ya conocemos que el buque que transportaba la torpedera Alay fue el vapor Ailsa y no Colombia, que salió de
Nueva York el 27 de setiembre y no víspera del 19 de octubre (21 días después), que la torpedera era clase Des Vignes 1878 construida en Chertsey y no Herreshoff 1879 construida en Thornycroft; es decir, cualquier cosa menos una información de inteligencia.
Inclusive afirman que: “se logró la incautación de las armas y municiones, que fueron embargadas”; lo que es una afirmación totalmente falsa, ya que, durante toda la guerra de rapiña anglo chilena de 1879, en los puertos de Panamá, nunca hubo incautación ni embargo de material bélico perteneciente al Perú.
El cónsul chileno no tardó en presentar su queja para impedir su salida y, mientras se resolvía, se autorizó para que la torpedera fuera armada y acondicionada para viajar. El 26 de octubre los funcionarios de la Aduana y del ferrocarril calificaron como Fuera de Lugar el reclamo del cónsul chileno y el 02 de noviembre autorizaron el transporte de la Torpedera Alay en el ferrocarril hasta el puerto de Panamá en el Pacífico. Por lo que siempre Panamá será para todos los peruanos un país hermano de verdad y no como un simple cumplido.
La Torpedera Alay llegó a Panamá con sus máquinas en mal estado, ya que, durante la travesía desde Inglaterra, Nueva York y Panamá, nunca le hicieron mantenimiento, la empresa Dellatorre y Cía., realizó las reparaciones necesarias y el 29 de noviembre se autorizaba su salida de Panamá con destino a Manta y Guayaquil, zarpando a las 16:00 horas. La navegación entre Panamá y Ecuador fue muy accidentada, arribando a Manta el 14 de diciembre
Para esa fecha y ante tanto desplante de las autoridades panameñas, el gobierno chileno ya había ordenado la salida del Blanco Encalada, el Loa y el Amazonas al mando del Almirante Galvarino Riveros con la misión de Interferir el tráfico de armas desde Panamá al Perú. A cada buque se le dio una comisión diferente: Al Blanco Encalada capturar o hundir al Rímac, que se sabía que estaba en Panamá cargando armas; al Amazonas con igual comisión, pero su objetivo era una Lancha Torpedo, que había zarpado con la protección de las autoridades panameñas y al Loa destruir las instalaciones para cargar guano en las islas de Lobos.
El Amazonas llegó a Paita el 17 de diciembre y después de haber inspeccionado las lanchas de la bahía, zarpo una hora más tarde con rumbo a Tumbes, donde se reunió con el Blanco Encalada el 22 de diciembre, se sabía que la Lancha Torpedo viajaba sin escolta y con las máquinas descompuestas. El Almirante Riveros ordenó al Amazonas que ingrese al mar territorial de Ecuador, inspeccione la costa norte del río Guayas revisando cada caleta o puerto.
El 23 de diciembre el Amazonas encontró en el muelle del puerto de Ballenitas en Ecuador a la lancha torpedera Alay sin carbón ni víveres y que portaba bandera del reino de Hawái; fue capturada y remolcada mediante un acto de piratería por Thompson en dicho puerto, con la siempre prepotencia chilena usurpando el mar territorial y la soberanía de Ecuador, tomando como prisioneros a los marineros peruanos Marcelino Villamar, Estanislao de la Cruz y José Alvarado que daban seguridad a la embarcación, siendo trasladados a la localidad chilena de San Bernardo.
Los dos oficiales peruanos de la torpedera Alay que se habían dirigido a Guayaquil para adquirir víveres y carbón para seguir su travesía, tuvieron que tomar un vapor comercial hasta Paita, para poder regresar al Perú.
La cancillería ecuatoriana protestó ante la cancillería chilena por estos hechos, indicando que los marinos chilenos se habían extralimitado en sus facultades, pidiendo que Santiago desapruebe la conducta del Comandante del Amazonas y reclamó satisfacciones adecuadas devolviendo a la Alay donde la habían capturado. El gobierno chileno contestó muy suelto de huesos, que en el futuro daría las satisfacciones del caso y, de esta manera con el más vil estilo chileno zanjó el asunto.
Francisco Yabar relata: “Vale la pena mencionar que nuestro representante en Inglaterra logró tomar contacto con la empresa británica Halsey, especializada en construcción de yates y botes a vapor. Esta empresa construyó en 1878 un modelo de torpedera que fue ofrecido al Perú a finales de octubre de 1879; una carta dirigida al Crl. Juan Jara Almonte por esta compañía el 05 de noviembre de 1879 menciona que se habían puesto en contacto con nuestra embajada pero que seguían esperando respuesta sobre la oferta que por esta torpedera habían presentado en *…términos excepcionalmente favorables…* La carta a la que hacemos referencia vino acompañada por un folleto que contiene la descripción de la torpedera y un hermoso grabado”.
“La novedad de esta torpedera es que podía aplicar a una distancia de 300 yardas un líquido inflamable, llamado en el catálogo de ventas fuego griego, por medio de unos tubos especialmente acondicionados. Pero las conversaciones con la empresa Halsey no prosperaron y la torpedera no se compró”.
Tomás Lama, su misión en Centroamérica
El historiador peruano Julio César Abanto Chani relata: “El 12 de abril de 1879 se nombró al diplomático Tomás Lama como nuevo representante del Perú en las Repúblicas de Centroamérica. Lama partió de inmediato hacia su destino y desembarcó en el puerto de Puntarenas en Costa Rica el 27 de mayo de 1879. El objetivo principal de la misión del diplomático peruano fue lograr el reconocimiento y canje de la deuda externa de Costa Rica para obtener armamento (fusiles Remington y municiones del mismo sistema), que de acuerdo a informes recibidos se disponían en Nueva York.
Lama, fue reconocido como ministro residente por el presidente Gral. Tomás Guardia Gutiérrez el 25 de junio de 1879. Luego, se produjo la entrevista entre Guardia y Lama para delimitar los alcances de la misión que lo llevó a San José: Lama le explicó que era necesario la cancelación de la deuda que contrajo Costa Rica con el Perú porque estando nuestro país en una delicada situación financiera no tenía mayores fondos para continuar con la guerra.
Estando el Perú interesado en la adquisición de armamento el presidente Guardia ponía a disposición de Lama la importante dotación de rifles Remington almacenados en Nueva York y de propiedad del gobierno. En este proceso de
negociación, Lama consideró que era más factible conseguir las armas antes de que el dinero de la deuda, por lo que estimó la equivalencia de lo que se le adeudaba al Perú en 5,000 rifles con sus respectivas municiones, siendo su valor de 146,000 soles, aproximadamente.
Para el 23 de junio de 1879 el acuerdo de canje de la deuda por armamento estaba prácticamente cerrado: la suma cancelada ascendía a 159,250 pesos por capital e intereses hasta 1879.
Finalmente, se había fijado para el 01 de julio el envío de la primera remesa de armas y para el 15 de agosto estaría arribando a Panamá la segunda remesa, lo real fue que la deuda quedaba cancelada al proporcionar Costa Rica armas al Perú, quedando formalizada de la siguiente forma:
1. 5,500 rifles Remington, modelo español y bayoneta triangular, 19 pesos fuertes cada uno.
2. Un millón ciento cincuenta mil tiros cal. 11.15 mm., 35 pesos cada millar.
Para entregar este material se tomarían los siguientes pasos:
1. 1,000 rifles y 200,000 tiros, a disposición inmediata de Lama, en el Puerto de Puntarenas.
2. 4,500 rifles y 950,000 tiros, en agosto de 1879 de Nueva York a Panamá. Para agilizar esta remesa, se envió el 28 de junio a un comisionado
Para agosto de 1879, Lama informó que se remitía la primera remesa con 1,000 rifles Remington en el transporte “Limeña” junto a los 200,000 tiros. Este cargamento procedía de Puntarenas Costa Rica, con destino al puerto del Callao y estaba distribuido en 303 cajones: 100 de rifles, 03 de útiles y 200 de cápsulas.
El diplomático peruano esperaba despachar pronto este cargamento y trasladar más armas desde Panamá, por lo que le pedía al canciller, que se revisen cuidadosamente los rifles Remington para definir su legitimidad porque recientemente sufrieron diversas mejoras y otros eran parte de un parque antiguo.
Sobre la segunda remesa, Lama informaba al cónsul peruano en EE UU Carlos Tracy, que partía hacia Nueva York el comisionado Sánchez para recoger y conducir a Panamá 4,500 rifles Remington y 950,000 tiros a disposición del cónsul Luis E. Márquez. Sánchez, secretario privado del presidente Guardia, y el General Vásquez se encargarían de transportar las armas hacia Panamá.
Por su parte, Carlos Tracy comunicó que no eran exactos los datos proporcionados sobre la existencia de 5,000 rifles Remington de Costa Rica en una fábrica de Nueva York y que eran parte para saldar la deuda con el Perú. Por lo que el canciller Irigoyen le pidió a Lama, verificar la veracidad de esta información “a fin de evitar o que se le entregue mal armamento en pago o bien que venga con un retardo que haría difícil y peligroso su transporte”. Lama verificó que la información era falsa, remitiendo la dirección exacta de la fábrica.
En estas gestiones la figura del General hondureño Vásquez fue protagónica, pues acompañó el traslado de armas de la primera remesa hasta Panamá en agosto, figurando como dueño del armamento para no despertar sospechas en los agentes chilenos; por lo que también tuvo que recibir el cargamento proveniente de la segunda remesa de Nueva York en Setiembre.
Para ello, Lama ya le había anticipado al cónsul peruano Luis E. Márquez la llegada de Vásquez a Panamá y estuviese listo para recibirlo. Por esta participación, Lama sugirió a la Cancillería peruana que debía brindarle una compensación a Vásquez (Guardia le había ofrecido 2,000 libras), pero no tenía instrucciones a este respecto. Las armas y municiones llegaron al Callao sin novedad.
Por otro lado, Lama precisó al ministro de Guerra que la casa comercial de Henry Ehrman despachó desde Panamá 58 bultos que incluía un torpedo. El problema radicaba en que no se contaban con los fondos suficientes para el envío en el transporte “Limeña”, ya que se requerían 750 pesos oro americano que no se disponían en el consulado peruano. A pesar de que Lama no estaba acreditado como diplomático en Panamá, creyó de su deber aportar 885 pesos y solucionar el problema
Paralelamente al acopio y transporte de material bélico, Lama se enfrentó a otra misión adicional: había recibido órdenes del Ministerio de Relaciones Exteriores para que obtenga del presidente Guardia la acreditación del ciudadano peruano Simón Zelaya como agente diplomático de Costa Rica en Europa. Esto no era un asunto tan sencillo, ya que Guardia rehuyó a comprometerse, pensando en qué uso le daría el Perú a este puesto diplomático.
Pero, ¿Quién fue Simón Zelaya?; fue un jurista y diplomático, Encargado de Negocios del Perú en el Ecuador entre 1873 1876; en agosto de 1879, Lama obtuvo como respuesta, la negativa del gobierno de Costa Rica.
Tiempo después, Lama recibió una buena noticia desde Costa Rica que pudo compensar la caída de la propuesta Zelaya: el presidente Guardia le ofrecía el apoyo de Manuel María de Peralta, su agente diplomático en Londres y París, para apoyar cualquier coordinación que necesitasen los agentes peruanos en Europa.
La propuesta para que Zelaya obtenga un puesto diplomático en Europa se concretaría recién en 1880 con el apoyo del gobierno de El Salvador y le demandó a Lama mucha paciencia y gestiones ante los diversos presidentes de Centroamérica. Zelaya para ese momento todavía se encontraba en Lima y no se conoce a ciencia cierta si llegó a partir a Roma, su ciudad de destino, para cumplir con las funciones de su nueva posición en medio de la guerra” .
Un panameño con corazón peruano
Un personaje que apoyó decididamente al Perú en la Guerra de Rapiña anglo chilena de 1879, fue don José Antonio Miró Quesada, nacido en Panamá en 1845, se estableció en el Perú a mediados del siglo XIX; en 1871 se casó con la dama limeña Matilde de la Guerra Gorostide. En 1875, Manuel Amunátegui fundador y propietario del diario El Comercio entregó la dirección a José Antonio
Miró Quesada, hasta entonces un reconocido periodista, corresponsal del diario en el Callao y redactor del South Pacific Times
En 1879, al declarar Chile la guerra al Perú, no solo los numerosos corresponsales de guerra del diario El Comercio prestaron ayuda al gobierno peruano con sus informaciones. Su propio director don José Antonio Miró Quesada y el periodista José Rodolfo del Campo, recibieron la misión confidencial del gobierno, de pasar armamento estadounidense a través de Panamá, patria de Miró Quesada, consiguiendo personalmente que el transporte Talismán fuese cargado en tres oportunidades sin dificultad, pese a los esfuerzos de los agentes chilenos de impedirlo ante las autoridades panameñas.
El 24 de abril de 1879 el transporte Talismán zarpa hacia Panamá carga 757 cajones con armas para Bolivia 1,000 carabinas Winchester, 6,000 fusiles Remington y municiones, regresa al Callao el 02 de mayo de 1879
El 13 de mayo de 1879 zarpa nuevamente a Panamá llegando el 19 Embarca 2,200 fusiles Remington, 50 mil tiros para fusil Remington, 200 granadas Palliser para la Marina y al Coronel boliviano Antonio Aramayo, quien compró armas para Bolivia en los EE UU. Parte el 27 de mayo y llega al Callao el 02 de junio.
Zarpó hacia Panamá el 19 de junio y llega el 25. Salió el 03 de Julio fondeando en el Callao el 09 de Julio. En este viaje trajo 880 fusiles Remington, 3 mil fusiles Peabody Martini, 750 mil tiros para fusil Remington, 201,600 tiros para fusil Remington para Bolivia, 580 mil tiros para fusil Peabody, 498 carabinas Evans, 100 mil tiros para carabina Evans, 8,750 tiros para carabina Henry, 10 mil tiros para carabina Winchester y 3,360 tiros para carabina Spencer. Todo esto, gracias al panameño con corazón peruano.
Chipana, operación audaz
Tras el inicio del bloqueo de Iquique por la escuadra chilena, el gobierno de Pinto tuvo la necesidad de abastecer constantemente a sus buques de guerra, paralizados por la terquedad de su jefe, el almirante Williams Rebolledo y su insensato e innecesario bloqueo.
El gobierno chileno dispuso que el transporte Copiapó cargara víveres, carbón, medicinas y pertrechos para su escuadra en Iquique, el itinerario era Valparaíso Caldera Antofagasta Iquique. Según Bulnes: “A razón del descuido del gobierno chileno de tener las oficinas del cable francas para todos, la noticia voló a través del cable submarino hasta Lima”.
El 08 de abril, Prado tratando de aprovechar la información recibida, ordenó que la Segunda División Naval Peruana comandada por el Cap. de Navío Aurelio García y García, conformada por la corbeta Unión al mando del Cap. de Navío Nicolás Portal y la Cañonera Pilcomayo al mando del Cap. de Frag. Antonio de la Guerra, zarparan rumbo al sur con el objetivo de sorprender al transporte Copiapó, a fin de interferir el abastecimiento de la escuadra enemiga y apaciguar el ánimo del pueblo que se exasperaba viendo la inmovilidad de la escuadra peruana.
El 12 de abril los buques peruanos entraban al puerto de Huanillos para recabar información de la escuadra chilena, confirmando la partida del transporte Copiapó de Valparaíso. La operación era audaz, porque la escuadra chilena en Iquique podía cortarles el paso; al decir de Bulnes: “ pero como sucede siempre en la guerra, en que lo imprevisto es la regla y lo que se espera es la excepción” . Los buques peruanos encontraron no al Copiapó que buscaban, sino a la Magallanes que suponían en Iquique.
A las 09:30 horas los vigías de la Unión avistaron a la Magallanes, la caza comenzó de inmediato y a las 11:30 horas los buques peruanos rompieron sus fuegos, gracias a su mayor andar la Magallanes se distanció y a las 14.00 horas logró ponerse fuera del alcance de los cañones peruanos.
A raíz del mal estado de los tubos de la caldera de la Unión, que no pudieron resistir la presión de más de 16 libras de vapor y para evitar su ruptura, se ordenó reducir la velocidad bajando la presión botando el vapor por la chimenea, esta situación fue aprovechada por el Cmdte. Juan José Latorre de la Magallanes para informar falsamente que dos proyectiles habían dado de lleno en la Unión porque habían observado que por la chimenea salía humo blanco.
El parte del Cmdte. Nicolás Portal indica: “… Desde el principio de la caza la circunstancia de navegar al Oeste, de no izar su pabellón ni contestar nuestros fuegos, manifestaban sus deseos de no comprometer combate, empeño que consiguió por parte, aumentando su andar y obligándonos a desviar nuestro rumbo para presentarle el costado…”.
Por su lado el Cmdte. Juan José Latorre manifiesta en su parte: “… las necesidades del momento, me obligaron en estas circunstancias a sacrificar nuestra lancha de vapor…”. En esos días, un artículo publicado por el diario El Mercurio de Santiago señalaba: “… versiones chilenas han manifestado que el comandante de la Magallanes en el momento de mayor peligro, alistó su buque para echarlo a pique y rompió la documentación secreta que llevaba a bordo…”. Solo el mayor andar de su máquina la salvo del desastre. Esa es la razón por lo que prefirió sacrificar su lancha a vapor, a fin de tener menos peso y poder dar mayor velocidad a su huida
Por supuesto que, a usanza de los historiadores chilenos, su huida la consideraron como una triunfal marcha a Iquique y, el encuentro de Chipana, como un estreno digno de las acciones posteriores de su gloriosa marina. Como si fuera digno huir frente al enemigo.
Gonzalo Bulnes reconoce: “La atrevida excursión de la Unión y la Pilcomayo a la retaguardia de nuestra línea naval, marcó más el contraste entre la audacia del enemigo y la inercia de nuestra flota”
Esplendida victoria y lamentable desgracia
En la mañana del 16 de mayo de 1879, los diarios de Lima publicaban el Decreto Supremo por el que Prado asumía el mando de la Fuerzas Terrestres y Navales de la República, como General en Jefe del Ejército y la Armada. El editorial
del diario El Comercio indicaba: “Los buques que forman la 1ra División Naval han recibido orden definitiva de dirigirse al Sur y, con ellos marcha el Transporte Oroya, a cuyo bordo va el señor presidente Mariano Ignacio Prado…”.
Lo raro es que al parecer ningún espía chileno leyó los diarios de ese día, ya que en Chile no hay un solo documento que indique que fueron avisados por su magnífica red de espionaje y nunca supieron de la salida de la Escuadra Peruana, tal como lo afirman los diferentes historiadores peruanos, chilenos y extranjeros.
El 19 de mayo, la Escuadra peruana llegó a Mollendo, para reponer el carbón consumido. El Capitán Cross del vapor Ilo que navegaba a la altura de Mollendo, dio la primera noticia al presidente Prado, sobre la situación de los buques chilenos en el puerto de Iquique, le informó que: “Que en Iquique solo había dos buques de guerra chilenos bloqueando el puerto, la Esmeralda y la Covadonga”.
El 20 de mayo por la tarde, la Escuadra ingresó al puerto de Arica, donde se conoció el telegrama remitido por el Prefecto de Iquique a Pisagua y de allí a Arica:
Iquique, mayo 18 de 1879
Para: Capitán de Puerto de Pisagua Capitán de Puerto de Arica
Aquí Esmeralda Covadonga Transporte La Mar (Fdo.) J. Pastor
De inmediato, Prado se dio cuenta de la ventaja que obtenía nuestra marina, ante el garrafal error de planeamiento del Alto Mando Naval de Chile, convocó a un Consejo de Guerra donde estuvieron el Contralmirante Montero, Los Comandantes Miguel Grau, Aurelio García y García y Juan More. Se acordó atacar de inmediato con el Huáscar y la Independencia a la Esmeralda y la Covadonga. Luego de hundir los buques bloqueadores, los blindados pasarían al puerto de Antofagasta para hundir o capturar los transportes enemigos que allí se encuentren, capitalizando al máximo, la ausencia del grueso de la armada chilena.
El 20 de mayo a las 20:00 horas salieron de Arica el Huáscar y la Independencia rumbo a Pisagua, donde llegaron a las 04:20 horas del 21 de mayo, allí se confirmó la presencia de la Esmeralda, la Covadonga y el transporte La Mar y un telegrama del Capitán de Puerto de Iquique, indicando la presencia de torpedos (minas marinas) en aguas de la bahía:
Iquique, mayo 20 de 1879
Para: Capitán de Puerto de Pisagua
Capitán de Puerto de Arica
Peligro torpedos chilenos bahía. (Fdo.) S. Porras
El 21 de mayo los dos buques peruanos ingresaban a la bahía de Iquique, a las 08:20 horas, el Huáscar abrió fuegos sobre las naves enemigas, las naves
peruanas rompieron el bloqueo de Iquique, el Huáscar hundió a la Esmeralda y recogió a los náufragos chilenos, pero lo que debió ser una espléndida victoria para los peruanos, resultó una lamentable desgracia, pues la Independencia, el mejor buque de nuestra Escuadra, se perdió accidentalmente en Punta Gruesa, tratando de espolonear en aguas poco profundas a la Covadonga que escapaba en cobarde fuga
Condell, el comandante de la Covadonga, al ver que los náufragos de la Independencia se salvaban en botes o nadando, regresó de su fuga y ordenó hacer fuego de cañón y fusilería en forma brutal y salvaje sobre los náufragos peruanos, asesinándolos a mansalva y, hubiera sido una enorme carnicería, sino es por la presencia del Huáscar, Condell nuevamente al estilo chileno huyó en loca carrera perseguida por el Huáscar, que regresó para salvar a los náufragos, muertos y heridos de la Independencia.
El huésped inesperado
El 24 de mayo en Iquique, Miguel Grau había recibido del contralmirante Montero un aviso en la cual informaban: “Que en Antofagasta se encontraban dos transportes chilenos”. A las 15:00 horas fondeó en Iquique la fragata inglesa Turquoise y al ser aniversario de la coronación de la Reina Victoria, Grau pasó a bordo de la fragata para presentar sus saludos al comandante de la nave Después del brindis de protocolo por la buena salud de la Reina, el Capitán Ingles le confirmó a Grau que: “En Antofagasta habían llegado los transportes chilenos Rímac y el Itata desembarcado nuevos batallones chilenos” A las 17:30 horas el Huáscar ya abastecido levó anclas y partió rumbo a Antofagasta.
El 25 de mayo por la mañana se abordó el vapor Valdivia de la Compañía Inglesa y su capitán le confirmó al Cmdte. Carbajal: “La llegada de dos transportes chilenos a Antofagasta desembarcando a más de 2,500 hombres”. Ya en Mejillones de Bolivia ocupado por los chilenos, previo aviso con un parlamentario, se destruyó las lanchas surtas en el muelle y se recogió de una de ellas 25 rollos de cable telegráfico, sin oposición de las tropas chilenas.
En la mañana del 26 de mayo, la guarnición chilena de Antofagasta, se preparaba para un homenaje al asesino de la tripulación de la Independencia Carlos Condell, bajo el título increíble de héroe chileno; es decir, para Chile el mundo al revés; fue en esos momentos que hacía acto de presencia un huésped inesperado. El Huáscar se presentaba frente al puerto de Antofagasta, los marinos peruanos no podían creer lo que veían, las casas de la población llena de banderas chilenas, los soldados corrían en tropel cual rebaño de ganado, atropellándose los infantes, con los de caballería y estos, con las bandas de músicos, mezclándose con la población que también huían desesperados; todos se dirigían hacia las quebradas detrás del puerto para protegerse, la solitaria presencia del Huáscar les daba pavor.
Mientras la Covadonga y el Itata se escondían detrás de 10 mercantes neutrales, el transporte Rímac iniciaba su fuga del puerto, el Huáscar lo persiguió, pero gracias a su mayor andar, el Rímac pudo escapar ileso rumbo al sur.
A las 13:30 horas, el Huáscar estaba nuevamente frente al puerto de Antofagasta, lentamente recorrió la bahía para poder atacar a la Covadonga y al Itata, simultáneamente reconocían sus defensas, tres fuertes con cañones Armstrong rayados de 150 Lbs y 08 piezas de campaña Krupp. Su primer objetivo fue las condensadoras de agua, a las 17:15 horas se inició el combate, bastaron tres cañonazos para destruirlas, los cañones chilenos respondieron buscando afanosamente al monitor peruano que maniobraba como en casa.
De seis cañonazos silenciaron la batería norte y de siete cañonazos callaron la batería sur, a las 19:15 horas y después de 20 minutos del último disparo del Huáscar sin que contestaran los chilenos, el monitor peruano al mando de Miguel Grau se alejó triunfante. Pudo destruir Antofagasta, pero hubiera hecho daño a civiles y neutrales; hundir a la Covadonga y al Itata sin respetar a los vapores neutrales, pero Miguel Grau no era un Rebolledo y mucho menos un Condell, era un marino peruano señor de la guerra; es decir, un caballero a carta cabal
A las 11:00 horas del 27 de mayo, el Huáscar se presentó nuevamente frente a Antofagasta y a solo 600 mts de tierra, lo curioso es que en esta oportunidad no hubo ninguna bandera chilena en las casas de la población, ni en la aduana, ni en los cuarteles del gran campamento militar, las tropas corrían para tomar sus puestos de defensa, pero los cañones permanecieron mudos.
A las 12:00 horas, después de pasar repetidas veces delante de los fuertes chilenos, mientras la Covadonga y el Itata se escondían al centro de los mercantes neutrales; Grau, al ver el temor y falta de coraje del enemigo para combatir, dispuso que dos botes como acción de contrainteligencia, se dediquen a rastrear el cable submarino sin conseguirlo, a las 15:45 horas el mismo monitor con una rastra encontró el cable, el cual fue cortado.
Al salir del Puerto se interceptó el vapor Lima de la compañía inglesa, al ser inspeccionado se encontró los periódicos de Valparaíso que daban cuenta: “Del estrepitoso fracaso de la expedición de la escuadra chilena al Callao y su retorno hacia aguas chilenas”.
El General Justo Arteaga comandante en jefe del ejército chileno del Norte en Antofagasta escribía: “El ataque de este buque, sino ha incendiado, ni derramado sangre ha trastornado y paralizado toda operación y, héchonos gastar más de 2,000 pesos en poner a salvo los víveres y demás objetos que podía destruir el incendio.
Las tropas las hice salir a las quebradas temiendo cayera alguna bomba en sus cuarteles… La población huyó en su totalidad y la escasez de agua fue lamentable”.
El diario El Mercurio de Valparaíso informaba: “¿Dónde está la escuadra chilena? ¿Qué hace? ¿Qué ha hecho? No nos explicamos como sucede que teniendo una escuadra superior a la peruana… el Huáscar posee nuestra costa y ha bombardeado a estas horas Antofagasta.
¿Es invisible cuando le viene en antojo?... Nuestro blindados no encuentran jamás a las naves peruanas; pero los buques del Perú encuentran a los barcos de Chile y, han podido infligirnos horas de mortificación y hasta horas de vergüenza”.
Operación Kosmos
El 24 de febrero de 1879, El ministro chileno en Inglaterra y Francia Alberto Blest Gana, recibió la orden de su gobierno de adquirir 3 millones de cartuchos cal. 11 mm para fusil Comblain. Blest Gana, su secretario Carlos Morla Vicuña y el adjunto naval Cmdte. Luis A. Lynch, desplegaron grandes esfuerzos para la adquisición de la munición requerida y enviarlo a su país, tratando de burlar la vigilancia de los agentes peruanos
Para el 14 de mayo ya disponían de los 3 millones de cartuchos. En esos momentos, solo dos líneas de vapores hacían la travesía al Pacífico: la alemana Kosmos y la inglesa PSNC
El escritor chileno Tte. Crl. Francisco A. Machuca relata: “El señor Blest Gana convino con la compañía alemana Kosmos el transporte a Valparaíso de esta munición, bajo su responsabilidad, asegurando que el cartucho metálico, no es peligroso, ni explosivo. A pesar del convenio, la Kosmos se negó poco después, a perfeccionar el contrato, alegando que el Directorio había consultado a las compañías que aseguran sus naves y cargamentos, las cuales se habían opuesto vivamente a la aceptación de dicha carga” .
En mayo de 1879, la Legación peruana en Alemania ya tenía conocimiento de la actividad realizada por la diplomacia chilena por adquirir y remitir a Valparaíso grandes cantidades de municiones, a través de la Kosmos. El ministro residente peruano en el Reino Unido y Alemania, Carlos Pividal, se apersonó a la Compañía aseguradora de las naves y cargamentos de la Línea Kosmos, haciéndole ver la prohibición de llevar material bélico explosivo y la obligación de mantener la neutralidad por el estado de guerra entre Perú y Chile.
Francisco A. Machuca señala: “El señor Carlos Morla Vicuña de la Legación chilena, se trasladó a Hamburgo para ver el modo de convencer al presidente de la Kosmos, de que el transporte de cartuchos cargados Comblain no implicaba peligro alguno, según certificados expedidos por los jefes de sección del Ministerio de Guerra Belga, informe de las comisiones militares y de la Escuela de Pirotécnica de Bélgica.
El gerente de la Kosmos, a solicitud del señor Morla Vicuña, convocó al Directorio para considerar de nuevo el asunto. La Junta Directiva contesta que es imposible acceder. Los estatutos de la compañía le prohíben expresamente cargar mercaderías explosivas a bordo de sus naves; las compañías en que se halla asegurada la flota de la Kosmos, han convenido en las primas señaladas en vista de esos estatutos, y todo mayor riesgo tendría por fuerza que traer un aumento de las primas estipuladas.
Los comerciantes exportadores embarcan igualmente sus mercaderías en la inteligencia de que los estatutos son observados. Los boletos de pasajeros tienen una cláusula en que se asegura que no habrá a bordo artículo alguno del género del que desea embarcar, la Legación en caso de siniestro, tendría que indemnizar hasta las vidas, por haber violado sus leyes” .
Ante esta situación, Blest Gana viaja a Hamburgo y convence al gerente y a algunos empleados con incentivos bajo el brazo, para que la Compañía proponga “fletar entero a la Legación de Chile uno de sus vapores de 1,200 toneladas de carga, por la suma de 4,000 libras esterlinas”.
Al enterarse la Legación peruana de la nueva propuesta chilena, se pusieron al habla con algunos de los directores de la Kosmos, con mejores incentivos, además de hacerles conocer que el gobierno peruano podría hostilizar a las naves de la Kosmos en sus travesías por las costas peruanas.
Al respecto, Francisco A. Machuca escribe: “El director contestó a nuestro ministro que las cosas habían cambiado con la intervención del Perú; pero que reuniría al Directorio.
Este se negó al arrendamiento; el hecho de conducir elementos de guerra para Chile sería mirado como ofensivo para el Perú y exponía a la compañía a represalias que podrían ser su completa ruina y, si al principio cuando solo se trataba de Bolivia, se había creído aceptable la operación, era porque Chile ocupaba un territorio que creía pertenecerle” . De esta manera, la inteligencia peruana se anotaba un triunfo evitando la salida del material bélico con destino a Chile.
Yate de paseo o Lancha Torpedera
Blest Gana no se dio por derrotado ante el problema con la Línea Kosmos y había decidido ahora remitir una Lancha Torpedera construida por los astilleros Yarrow de Poplar en Isle of Dogs, río Támesis, Londres, como si fuera un Yatch de paseo. Se trataba de una Lancha Torpedera de puerto clase Vedette, de 10 Ton con una velocidad de 16.5 nudos, de combustible carbón y como armamento una ametralladora Hotchkiss y dos torpedos de botalón.
Pascual Ahumada relata: “Se tomaron todas las precauciones imaginables para facilitar su envío a Chile. Se simuló un contrato de orden firmado por Don Juan A. Gonzales y afianzado por el señor C.L., la remesa se hacía a la señora Isidora Goyenechea de Cousiño, a quien se hacía pasar como propietaria de la embarcación de paseo. El yate fue embalado en 23 cajones y embarcado en el Vapor Liguria de la Compañía Inglesa”.
Uno de los estibadores del puerto que trabajaba encubierto para la Legación peruana, dio el aviso; el cónsul peruano en Liverpool informó a la compañía inglesa PSNC del engaño Todo lo hecho por Blest Gana no valió para que la compañía inglesa consintiese en conducirlo a Valparaíso, ya que momentos después de partir, desembarcó los 23 cajones en Birkenhead, en las afueras de Liverpool, declarando que no podía embarcar artículos de guerra y que tenía motivos suficientes para sospechar que dicho Yatch estaba destinado para ese uso.
El cónsul peruano en Liverpool comunicó a fines de julio de 1879 al ministro de Relaciones Exteriores, de las acciones que se habían tomado para impedir la salida de una Lancha Torpedera para Chile y, además, daba cuenta de una mejor noticia: “El vapor torpedo destinado al servicio del Perú ha salido de Sheerness con conocimiento de la autoridad local, como buque de recreo perteneciente a un particular y, seguirá su destino próximamente con la derrota y precauciones convenientes…”. Es decir, la misma táctica, pero esta vez con éxito para el Perú.
Embarques chilenos frustrados
En los primeros días de junio de 1879, los agentes chilenos en Europa, tenían en almacenes no solo municiones sino también, uniformes, armamento, equipos y hasta cañones, tratando de remitirlos por partes y por cualquier buque disponible que admitiera su carga.
Los agentes peruanos en el Reino Unido se enteraron de que los chilenos habían embarcado 122 cajones en un vapor de la línea inglesa PSNC que debería zarpar el 14 de junio.
Hablaron con el agente naviero indicándole que la mercadería de esos cajones era contrabando de guerra, por lo que a última hora fueron desembarcados y los chilenos retiraron la carga de inmediato al conocer que iban a ser embargados.
Como el vapor se dirigía primero al puerto de Burdeos en Francia, los agentes chilenos pensaron que podían embarcar la carga a través de ese puerto. Al respecto Parvex relata un informe de la legación chilena: “Procedimos a borrar todas las marcas de los cajones y dimos a una casa transportadora la comisión de distribuir los bultos, para que por medio de varios comerciantes y dirigiendo los bultos en facturas por separado, los hiciesen aceptar como envíos distintos.
Al mismo tiempo que tentábamos este camino por Burdeos con los bultos que teníamos rehusados, los ensayábamos también por el puerto de El Havre, en donde un vapor de la compañía inglesa recoge carga que conduce a Liverpool, a fin de embarcarla allí en sus vapores para el pacífico. De todos estos medios solo uno ha tenido éxito, por la vía de El Havre”
La carga admitida fue de 38 cajones quedando en sus almacenes 154 cajones. La frustración chilena fue muy amarga y decidieron que solo les quedaba un recurso, transportarlos en vapor por cuenta propia.
El diplomático arequipeño Juan Mariano de Goyeneche y Gamio, ministro plenipotenciario del Perú en Francia, obtuvo la información que el ministro chileno Blest Gana, desesperado por remitir los pertrechos bélicos que se almacenaban en Newcastle (Reino Unido) y en Hamburgo (Alemania) se había reunido con un armador inglés en París, para fletar un vapor de 1,500 Ton que pueda salir en 15 o 20 días.
Blest Gana aceptó el precio y el armador ingles puso a su disposición el vapor “Glenelg” perteneciente a una línea australiana, el itinerario sería Newcastle Hamburgo Valparaíso Sídney en Australia. De inmediato empezó a estibarse la carga en Newcastle.
Juan Mariano de Goyeneche informó al ministro peruano Carlos Pividal en Inglaterra, quien comunicó a las autoridades aduaneras sobre el contrabando de guerra que hacían los agentes chilenos; los que sustentaron que la carga se dirigía a Sídney en Australia.
La Legación peruana en Alemania alertada por Carlos Pividal del itinerario del vapor, hicieron de conocimiento a las autoridades de Hamburgo sobre la carga de material bélico que transportaba el “Glenelg”, solicitando el embargo de la misma de acuerdo a las leyes de neutralidad.
El chileno Francisco A. Machuca relata: “El señor Blest Gana estaba listo para trasladarse con el “Glenelg” a Hamburgo, a embarcar el resto del cargamento, cuando recibió aviso del señor Carlos Morla Vicuña y de los agentes del vapor, que había peligro de detención en aquel puerto. Los agentes del Perú asediaban a las autoridades y a los armadores, formulando numerosos reclamos. Por esta causa, nuestro ministro fletó un vapor chico para trasladar los armamentos de Hamburgo a Newcastle, y transbordarlos al “Glenelg”
De esta manera, el buque podía zarpar rumbo a Valparaíso el 15 de junio Pero los agentes peruanos no dormían.
Hubo interpelaciones en la Cámara de los Comunes acerca de los artículos de guerra que el Gobierno permitiría exportar, y pedían la dictación de reglas severas de neutralidad. El fletador del “Glenelg”, después de una consulta con importantes abogados, no se atrevió a firmar el contrato, pues los propietarios del buque incurrían en fuertes multas si se llegaba a saber que el fletador era el Gobierno de Chile.
El armador ingles propuso que un comerciante de los que conocidamente tienen negocios en la costa del Pacífico, propusiera el negocio, y se le aceptaría. Nuevas diligencias; nuevos trámites; y nueva lucha por desbaratar los trabajos del enemigo, y hacer zarpar el “Glenelg” contratado hacía ya dos meses.
El señor Blest Gana consigue que firme el contrato la casa X y Cía., con lo que cree allanadas las últimas dificultades. Pero las autoridades del puerto exigen orden expresa del Ministerio del Interior para autorizar el zarpe y una fianza doble del valor declarado en el cargamento.
Se obtuvo el permiso ministerial, pero las autoridades aduaneras no encontraron bastante la fianza de la casa X y Cía., y exigieron otra firma. El señor Blest Gana presenta como cofiador al señor C. L. por 64,000 Libras esterlinas, suma doble del valor del cargamento, apreciado en 32,000.
Al fin, después de pagar la comisión de fletamento, las primas a los agentes y las gratificaciones a cuantos intervinieron en debelar los trabajos de los peruanos y, de perder de vista al “Glenelg” en viaje a Valparaíso, el ministro Blest Gana envió el siguiente cablegrama: Londres, julio 3. - presidente de Chile. - Santiago. - Salió Glenelg junio 25. Atrasado autoridades inglesas Anda 10 millas. Toca Estrecho. Llegar 44 días. Blest”
Al día siguiente, el 04 de julio de 1879, el cónsul del Perú en Newcastle, señor W. H. Parker, da la misma noticia a la legación peruana en Londres, Carlos Pividal la retrasmite a Paris, Mariano de Goyeneche hace lo mismo a EE UU y recomienda al Gobierno la captura del buque en el Estrecho de Magallanes. Carlos Tracy se dirige por cable al Cónsul Luis E. Márquez en Panamá, para que transmita el aviso a Lima Por correo se envía la fotografía del “Glenelg” y la relación del cargamento que conduce.
Cargamento transportado por el "Glenelg"
500 toneladas de materiales para telégrafo, muelles y Aduana.
6 cañones de artillería de montaña Krupp de 75 mm, con armones y cureña
8 mil obuses cal 75 mm para cañones Krupp.
10 mil estopines.
8 mil cargas de pólvora
1,000 kilos de pólvora especial.
56 arneses completos de artillería de campaña
50 mil tiros para ametralladora Gatling del ejército.
300 mil tiros para ametralladora Gatling de la marina
1.5 millones de fulminantes para la Guardia Nacional
5 mil kilos de pólvora para artillería de avancarga.
2 mil uniformes de infantería, quepis, pantalón y chaqueta,
1.5 millones de cartuchos para Comblain (cargados)
Varios cajones de granadas Shrapnel y tarros de metralla para artillería
4 mil fusiles Grass marca Styer, nuevos, de carga con cartuchos Comblain. 144 fusiles Comblain nuevos.
2 cañones Armstrong de nuevo sistema para ensayo
2 lotes de armamento por cuenta de vendedores, sin compromiso de compra
1er lote
6 mil fusiles Chassepot de cañón largo cal. 11 mm.
1 mil fusiles Chassepot de cañón corto cal. 11 mm
1.5 millones de cartuchos Chassepot cal. 11 mm.
El armamento fue revisado en Hamburgo por el comandante Lynch y el vendedor se comprometía a transformar los 7 mil fusiles, una vez terminada la guerra, en sistema Comblain.
2do lote
1 batería de 8 cañones de campaña usados (6 Krupp de 78.5 mm y 2 del mismo calibre, de la fábrica Cartsruhe), con las cureñas, carros y accesorios.
1,000 obuses cal 78.5 mm, tarros de metralla y granadas Shrapnel para cada pieza. 91 cajas de espoletas para todos los proyectiles
2 ametralladoras Bávaras sin marca completas cal. 11 mm., 50 mil cartuchos metálicos para las ametralladoras
El presidente Prado recibió la noticia en Arica el 25 de Julio y pudo confirmar lo trasmitido desde Europa con los documentos estrictamente secretos capturados en el transporte “Rímac”
El Contralmirante AP Fernando Casaretto escribe: “El jueves 31 de julio a las 02:50 horas zarpó la corbeta Unión con destino a Punta Arenas, embocando el estrecho en las inmediaciones de Cabo Pilar el 13 de agosto; aun cuando el objetivo de interceptar un buque con armas para Chile no se dio, el hecho del pronto aprestamiento en condiciones logísticas muy duras y el operativo en sí mismo, constituye un notable galardón para su dotación y la Armada.
Navegó la corbeta el integro de la costa chilena de ida y vuelta completando un periplo que, nuevamente, demostró la superioridad profesional de los hombres del mar peruano que hicieron la guerra en 1879”
Sorpresa de la “Pilcomayo” en Tocopilla
La cañonera “Pilcomayo” bajo el comando del Capitán de Navío Carlos Hipólito Ferreyros Senra, zarpó del Callao en comisión al sur el 29 de junio de 1879, arribando a Arica el 02 de julio, llevando un cargamento de 2 mil rifles para el ejército boliviano. El viernes 04 de julio de 1879 la cañonera “Pilcomayo” zarpó hacia el puerto de Pisagua escoltando al transporte “Oroya” al mando del Capitán de Fragata Toribio Raygada Oyarzábal, que conducía tropas a Pisagua desde Arica, arribando a puerto ese mismo día.
El 05 de julio de 1879, la Marina enterada de la presencia de transportes chilenos en puertos de Bolivia, comisionó a la cañonera “Pilcomayo” para patrullar las costas bolivianas. El Comandante Carlos Ferreyros ordenó navegar hacia el puerto ocupado boliviano de Tocopilla, navegando de noche y, entre la costa y los acorazados y corbetas chilenas, arribó la madrugada del 06 de julio a Tocopilla
Siendo las 09:00 horas, sorprendió en el puerto, al mercante chileno “Matilde” y tres lanchas cargadas de víveres y forraje. Luego de comunicar con un parlamentario al muelle, que no bombardearía a la población civil, echó a pique al transporte chileno “Matilde” de cinco cañonazos y destruyó las tres lanchas, no sin antes haberse asegurado que sus tripulantes desembarcaran a tierra.
Luego de esta acción en Tocopilla, el Comandante Ferreyros ordenó zarpar a toda máquina hacia Antofagasta para sorprender al campamento militar chileno ahí acantonado. Sin embargo, a las 12:20 horas, se avistó al blindado chileno “Blanco Encalada” , la corbeta “Chacabuco” y al transporte “Limarí” , que regresaban de cañonear el puerto peruano Pabellón de Pica.
Ferreyros para eludirlos por la manifiesta superioridad numérica, enrumbó a Cobija y luego al norte, alcanzando mar abierto siendo perseguido por el “Blanco Encalada” aventajándolo por cinco millas. La persecución del blindado chileno duró más de 20 horas, hasta las 07:00 horas del día siguiente, hora en que los desalentados marinos chilenos abandonaron su inútil empeño. La “Pilcomayo” arribó y fondeó en Arica el 08 de julio de 1879, con su bandera al tope por su exitosa misión
La acción victoriosa del Comandante Ferreyros con la “Pilcomayo” causó estupor y desazón en Chile, pues contando con superioridad naval abrumadora no pudo lograr una victoria en el mar en corto tiempo, mientras que los marinos
peruanos alargaban la guerra en el mar. Esta afirmación se refleja en el titular de primera plana del diario “El Constituyente” de Copiapó, en su edición del 09 de julio de 1879:
“Qué Decepción: Cuando vivíamos en ese mundo ilusorio, el telégrafo por su rudo laconismo nos dio ayer tan recio sacudón, que nos trajo al mundo real, y apenas volvimos en sí, nos dijo: La Pilcomayo no ha sido alcanzada y el Blanco ha regresado a Antofagasta con las manos vacías. Como se comprenderá esta noticia produjo los efectos del estallido de una bomba... El motivo de tanta escapada, no lo sabemos y con nosotros, todo el país; por lo tanto, esperemos que el tiempo lo dirá”.
El historiador venezolano Jacinto López escribe sobre la hazaña de la Pilcomayo: “La frágil cañonera peruana “Pilcomayo” había puesto en irrisión el poder de la escuadra chilena; había probado que el dominio del mar era cuestionable; se había burlado de los buques chilenos del bloqueo, pasando impunemente por Iquique, llegando casi hasta Cobija, es decir, que había ignorado con heroico desdén, el señorío de los acorazados chilenos que en Antofagasta e Iquique se habían erigido en dueños absolutos de esas aguas”.
La Escuadra chilena humillada y desairada
Después de permanecer un mes en el Callao reparando las máquinas y limpiando fondos, el Huáscar zarpó rumbo al sur, el 08 de julio llegó a Arica. El Prefecto de Iquique había informado al presidente Prado que: “La escuadra chilena que bloquea el puerto de Iquique, se retira de la bahía todas las noches, dejando solo el Abtao frente al puerto”, otros informes daban cuenta que: “Los buques que bloquean el puerto de Iquique son: el Cochrane, la Magallanes, el Abtao y el transporte Matías Cousiño”.
El 09 de julio a las 14:00 horas, el Huáscar partía rumbo a Pisagua a cumplir una misión secreta, a media noche Grau comunicó a su tripulación la misión que tenían: Sorprender a la escuadra chilena, entrar a Iquique y espolonear al Abtao y alejarse entre el resto de la escuadra chilena.
A las 24:45 horas del 10 de julio, el monitor estaba frente a Iquique, pero no encontraron a ningún buque chileno. Informado desde el Puerto que todos los buques enemigos habían salido en dirección oeste a unas 5 o 6 millas, Grau salió en busca de la escuadra enemiga.
A las 02:30 horas se avistó al Matías Cousiño, se le intimó rendición pero trató de huir, Grau ordenó fuego y al primer disparo se rindió, cuando se disponía capturar la presa, un vigía dio aviso de la presencia de otro buque chileno, Grau ordenó que los tripulantes del transporte se salvaran en los botes porque los iba a hundir; cuando los botes se retiraron, Grau ordenó fuego y cuando ya estaba por hacer un segundo cañonazo, el otro buque avistado se acercaba peligrosamente, era la Magallanes
Grau ordenó lanzarse a toda máquina para atacarlo con el espolón, que le pasó rozando la proa, los dos buques se cañonearon llevando la peor parte la Magallanes.
Grau dirigió al Huáscar tratando de espolonear a la Magallanes hasta en tres ocasiones más, de las que se salvó por escasos metros, El comandante Latorre de inmediato lanzó bengalas pidiendo auxilio al Cochrane. Al respecto, el Cap. A. Castelton comandante del Matías Cousiño expresa en su parte de guerra: “¡Pobre Magallanes! Hasta ahora no me explico cómo pudo escapar de las sorpresas que ha recibido”.
En esos momentos apareció el Cochrane, el Huáscar pasó entre la Magallanes y el Cochrane forzando el paso, haciendo fuego con toda su artillería, ametralladora y fusilería y, se alejó rumbo al norte. El Cochrane y la Magallanes iniciaron una tenaz persecución hasta las 06:40 horas, en que el Huáscar desapareció, al decir de los chilenos se hizo invisible.
Los daños en el monitor fueron leves, solo recibió un proyectil de 115 a estribor casi frente a la torre, que no le causó daño alguno y considerable número de balas de fusil y ametralladora en cubierta y la chimenea con solo dos heridos leves.
Por parte de Chile, el Matías Cousiño casi a pique, la Magallanes con la jarcia de babor rota y agujereado todos sus botes y perforados la amura y la chimenea, el Cochrane con el orgullo denigrado y menospreciado, pero ¿Qué pasó con el Abtao? Simplemente se acobardó, porque estando esa noche frente a Punta Piedras, pudo ayudar al Matías Cousiño por estar más cerca que la Magallanes, pero su comandante el cap. de frag. Aureliano Sánchez Alvaradejo no se movió pretextando que estaba inoperativo por necesitar reparaciones con carácter de urgencia; el miedo al Huáscar lo paralizó
A las 16:00 horas del 10 de julio, el Huáscar entraba triunfante al puerto de Arica y la escuadra chilena regresaba a Iquique, una vez más humillada y desairada con el Matías Cousiño a remolque. El escritor chileno Jorge Hinostroza escribió: “La inconcebible incursión del Huáscar, la desdeñosa prueba de superioridad dada por Grau, hizo enrojecer de vergüenza a los chilenos”.
Un trofeo sorprendente
A partir de la llegada del Contralmirante Montero a Arica el 13 de abril de 1879, dos actividades fueron prioritarias en su acción de Comando; primero, la fortificación de Arica y segundo, la conformación de una red de informantes.
Esta última se integró con diferentes personajes civiles, militares, prefectos, amigos extranjeros y principalmente con los capitanes de los buques de carrera y de la compañía inglesa PSNC Quienes, por amistad con Montero, Grau y otros marinos peruanos, aportaron importantes informaciones sobre el desplazamiento de los buques de la escuadra chilena, que permitieron que los escasos buques de guerra peruanos se enseñorearan en el pacífico, tomando la iniciativa en todo momento, sin tener la superioridad, ni siquiera la igualdad naval
Incursionando a retaguardia de la Línea de Comunicaciones Marítimas del enemigo, hundiendo o capturando sus transportes, bombardeando las defensas de sus puertos fortificados, o cortando el cable telegráfico, dejando en ridículo y humillados a los marinos chilenos
Inclusive, los capitanes de los transportes peruanos, burlaban la vigilancia de la escuadra chilena, ingresando y saliendo de los puertos supuestamente bloqueados, trasladando tropas, víveres, armamento y pertrechos de guerra desde el Callao hasta Panamá por el norte y hasta Tarapacá por el sur.
El 16 de julio de 1879, el presidente Prado que celebraba con Daza y las Tropas bolivianas en Tacna, el Día de la Revolución Independentista de La Paz, recibió dos telegramas, el primero del Prefecto de Iquique que le informaba el bombardeo de la ciudad por la escuadra chilena:
“Prefectura Tarapacá
Señor director de la Guerra Tacna
Iquique, julio 16 de 1879
Buques chilenos Blanco Encalada y Magallanes cañonearon cobardemente sobre población Iquique a discreción desde 6.35 p m. por dos horas. Arrojaron 45 proyectiles.
(Fdo.) L. Lavalle”
El segundo telegrama era de Montero, haciéndole conocer información clave que se había recogido de su red de informantes:
“Señor director de la Guerra Tacna
Arica, julio 16 de 1879
Transportes chilenos se dirigen Antofagasta. Llevan tropas, armamento, víveres y personaje del gobierno.
(Fdo.) L. Montero”
Prado regresó de inmediato a Arica y a media noche se reunió con Miguel Grau, Aurelio García y García, Nicolás Portal y Lizardo Montero. Se analizó la situación y se dio órdenes para que: “El Huáscar y la Unión salgan de inmediato para buscar los transportes chilenos y hostilizar al enemigo en las costas del sur”.
“El Huáscar y la Unión zarparon de Arica a las 03:00 horas del 17 de julio, pasando al medio día frente a Pisagua y a las 17:00 horas frente a Iquique, sin que las naves chilenas que bloqueaban el puerto advirtieran su presencia”.
A las 09:00 horas del 18 de julio estando frente a Mejillones de Bolivia, interceptan al velero ingles Lady Vére de Vére, su capitán ingles confirma que: “En Antofagasta se espera tres transportes con tropas”
En vista que el chequeo del velero ingles había sido observado por la guarnición chilena de Mejillones, los marinos peruanos dedujeron que habían sido descubiertos y los esperarían en estado de alerta en Antofagasta, por lo que decidieron ir más al sur para capturar los transportes enemigos
Entre el 18 y el 22 de julio, Vicuña Mackenna señala: “Los peruanos visitaron cinco puertos chilenos (Mejillones, Chañaral, Huasco, Carrizal Bajo y Pan de Azúcar), destruyeron por completo su movilidad (lanchas y pontones) e hicieron tres presas (fragata Adelaida Rojas, bergantín Sancy Jack y la barca Adriana Lucía) que valían más de 100,000 pesos”.
Lo curioso de los puertos chilenos es que en ninguno se pudo observar banderas chilenas, tal era el temor que tenían a los buques peruanos. El 22 de julio a las 20:00 horas, el Huáscar detuvo al vapor Chala de la Compañía Inglesa de vapores que había salido el día anterior de Antofagasta con destino a Caldera, el Capitán del Chala, amigo de Grau, le informó que:
“En el puerto de Antofagasta se encontraba el transporte chileno Itata en el que habían llegado tropas, pertrechos y una comisión compuesta de varios jefes del ejército presidida por el ministro de Relaciones Exteriores Domingo Santa María Gonzáles y que se esperaba la llegada de otros dos transportes”
Los Comandantes del Huáscar y la Unión acordaron reunirse a la mañana siguiente frente al Morro de Jara para entrar juntos al puerto de Antofagasta. Antes del “Rendez Vous” de las naves peruanas, el transporte chileno Paquete del Maule llevando un batallón de infantería y municiones, tuvo la suerte de pasar de noche y sin luces frente al Morro de Jara y llegar a Antofagasta sin novedad. El otro transporte de mayor calado no tuvo la misma suerte.
En las 06:00 horas del 23 de julio, la Unión llegaba al punto de encuentro para esperar al Huáscar, a las 06:15 horas los vigías de la Unión divisaron humo y se dirigieron a reconocer la nave izando el pabellón peruano, era el transporte chileno Rímac, que de inmediato trató de escapar disparando un tiro con su cañón de 32 Lbs. A las 07:00 horas hizo presencia el Huáscar y a las 10:00 horas estando a tiro de cañón, el Huáscar disparó con el cañón de 300 Lbs. El Rímac al instante se detuvo e izó bandera blanca en el palo trinquete rindiéndose.
El arequipeño, Teniente 2do Felipe La Torre Bueno de la Unión fue el encargado de “tomar posesión del buque a nombre del Perú y remitir a bordo al comandante del buque chileno Luis Ignacio Gana y el pabellón del transporte”. Grau designó como comandante provisorio al Capitán de fragata Melitón Carvajal.
El trofeo fue sorprendente, en el transporte se capturaron el Escuadrón de Caballería Carabineros de Yungay N° 1 al mando del Tte. Crl. Manuel Bulnes de 258 plazas, 215 caballos, 01 cañón de 300 Lbs, 300 fusiles Comblain II con 200 mil tiros, algunas carabinas Winchester, pertrechos, víveres, carbón, forraje, útiles para la ambulancia, dinero y un regalo por las Fiestas Patrias del Perú, un cofre metálico con la correspondencia oficial estrictamente secreta, sin destruir.
A las 15:40 hrs se terminó la toma de posesión del Rímac y todos los buques marcharon en convoy a Arica, donde arribaron el 25 de julio a las 09:30 hrs.
Destacaba en el palo mayor de la corbeta Unión la hermosa y victoriosa bandera peruana y debajo de ésta, la bandera chilena rendida con el escudo invertido.
La crisis que se originó en Chile fue la renuncia del gabinete ministerial de Pinto El ministro de guerra Gral. Gregorio Urrutia renunció al ser injuriado y faltado de obra por la población, el comandante general de la marina Eulogio Altamirano renunció y en carta al ministro del Interior Antonio Varas dijo: “Pobre Chile, Le aseguro que estoy ya creyendo que valemos muy poco como nación”, el Intendente General Francisco Echaurren Huidobro renunció y, el almirante Williams Rebolledo renunció y se retiró del servicio
Lo raro de esta crisis, es que el gobierno chileno eliminó el cargo de Comandante General de la Escuadra y también el del Jefe de Estado Mayor, por la ineptitud de sus oficiales navales, asumiendo la responsabilidad el ministro de la guerra en campaña Rafael Sotomayor Baeza, quien les dio más adelante increíblemente, una conducción más eficiente.
Prensa de Chile, ayuda inesperada al Perú
El 20 de julio de 1879, el vapor de carrera que se dirigía al Callao, dejó al Contralmirante Montero un ejemplar del diario “La Patria” de Antofagasta del 17 de julio de 1879, con noticias de las actividades del Ejercito del Norte en el campamento chileno de Antofagasta. El diario informaba:
“Entre junio y julio de 1879 en el campamento chileno de Antofagasta se suceden alarmantemente las deserciones en el Ejercito del Norte. Solo el batallón Chacabuco tuvo 12 desertores en junio, entre ellos la cantinera Filomena Blanca Pareja y en Julio 16 desertores ¿aburrimiento, cansancio de esperar el combate? Es difícil expresar una opinión.
En vista de la alarmante cantidad de desertores que comienza haberlos más de lo que conviene, el General en jefe ha dictado el siguiente bando:
Art. 1. Todo individuo de tropa que habiendo faltado a dos listas fuere aprehendido a más de un kilómetro de distancia de la ciudad, será tenido por desertor, y en consecuencia condenado a sufrir la pena de muerte
Art. 2. La persona sea cual fuere su sexo o condición que se comunicare con el enemigo, por cualquier medio, será condenado como espía a ser pasado por las armas”.
Otra noticia que destacaba el diario “La Patria” era: “Recientemente se concluyó los almacenes de Depósito General de municiones de guerra y de boca (alimentos) y el Hospital de sangre; así mismo, se inició la construcción del Hospital que lo clérigos de Santiago han obsequiado”.
Y por último una noticia importante pero inesperada que salga en un diario, indicando que: “El transporte Lamar desembarcó un cañón Armstrong de 300 Lbs para la defensa del Puerto”.
Lancha Torpedera Internacional
El 21 de abril de 1879, el dictador boliviano Daza ordenó que: “La lancha a vapor boliviana “Sorata” que realizaba servicios de cabotaje en el lago Titicaca, sea movilizado hasta las aguas del gran Océano”. Por circunstancias de la guerra, se la desarmó en el puerto de Puno y por tren viajó hasta Mollendo, donde se la armó y fue puesta en las aguas del Océano Pacífico. De Mollendo zarpó hacia Arica donde llegó el 04 de julio de 1879 para el servicio del Estado Mayor boliviano, también desempeñó las funciones de vigía en el reconocimiento de los corsarios chilenos y de servicio de transporte.
La lancha a vapor “Sorata” fue vendida al gobierno boliviano el 01 de agosto de 1878 por el agente Guillermo Speedie Debido a su buen desempeño y deseando Daza tener en aguas del Pacífico otro vapor con la bandera boliviana, al parecer se puso de acuerdo con Prado para adquirir a cuenta del gobierno de Bolivia, otra lancha a vapor que era ofertada por el mismo Guillermo Speedie.
A petición del Gral. Juan Buendía, la segunda lancha a vapor fue acondicionada en Iquique como Lancha Torpedera, adhiriendo a su casco de madera un blindaje con cubierta de fierro, sus máquinas forradas con planchas de fierro de 15 mm de grosor y con dos botalones de 15 pies de largo con torpedos.
El 15 de agosto de 1879, los buques chilenos Blanco Encalada, Magallanes e Itata navegaban rumbo norte entre Iquique y la Quebrada de Camarones, cuando avistaron a una lancha a vapor sin bandera que trataba de ganar la costa. El Itata disparó un tiro de cañón y capturó la lancha, se trataba de una Lancha Torpedera Internacional.
Según el interrogatorio realizado por los chilenos para determinar intenciones y responsabilidades, la lancha estaba al mando del ingeniero ingles Scott, la tripulación la formaban el ingeniero estadounidense Juan Schertzer como mecánico, el griego Cosme Espiro como timonel y el jamaiquino Abraham Brown como fogonero.
Los cuatro extranjeros aplicaron las normas de la contrainteligencia ya que la información real o falsa proporcionada por la tripulación fue completamente incongruente, contradictoria y muchas veces hasta exagerada, con lo cual engañaron a los marinos chilenos.
El ingeniero Federico Scott Moore manifestó que su nombre era William A. Scott; declaró que la lancha llevaba dos torpedos Mathison de activación química con tubos de vidrio y clorato de potasa, que los botalones de 15 pies de largo habían sido arrojados al mar, así como los rifles. Que en Iquique había una Lancha Torpedera construida en Inglaterra de 30 pies de largo, con casco de fierro, andar de 12 a 13 nudos, con 04 torpedos eléctricos y, que han llegado al Callao dos Lanchas Torpederas con andar de 18 nudos
El griego Espiro indicó que habían salido de Arica hacía tres días y el fogonero Brown señaló que habían salido de Pisagua la noche anterior a las 21:30 horas con dirección a Iquique. Juan Schertzer declaró que como armamento llevaban dos torpedos fijos con 80 a 90 libras de dinamita, al extremo de cada
botalón de 20 pies de largo y un cajoncito de clorato de potasa, además de tres rifles y que la lancha había sido construida en Inglaterra por el astillero Yarrow
Al final, los chilenos totalmente confundidos aseguraron que los extranjeros eran simplemente aventureros, que habían ofrecido anteriormente sus servicios al gobierno chileno y como no fueron aceptados, se dirigieron a Lima para hacer el mismo ofrecimiento al Perú. Por la parte peruana, se logró intimidar a los chilenos, que terminaron por creer las falsas respuestas y suprimieron el bloqueo a Iquique.
Golpe de mano
El 08 de agosto de 1879, la red de informantes de Montero habían comunicado que: “El “Cochrane” se encontraba en el puerto de Valparaíso desde el 06 de agosto con el objeto de realizar el carenado, limpieza del casco y cambio de los tubos de sus calderas a fin de recuperar su andar de 12 nudos”.
“También se encuentra en el puerto, el vapor “Amazonas”, transporte de 2,000 Ton, comprado por el gobierno chileno a la línea inglesa PSNC en 75,000 Lbs. Se le está armando como crucero auxiliar, instalándole un cañón Armstrong rayado de retrocarga de 151 mm. Su andar es de 13 nudos. El cap. de fragata Manuel Thompson al mando del buque, dispuso que le habilitaran un espolón de abordaje, a cargo de la maestranza del Ferrocarril del Norte”
El 18 de agosto de 1879, llegó a Arica un barco de la PSNC que venía del Sur con dirección al Callao, desembarcando el aventurero Gastón Renault, amigo personal de Prado, quien le informó que: “El Blanco Encalada se encontraba en Antofagasta limpiando fondos y que la guarnición chilena se preparaba para una invasión a Tarapacá”.
En el mismo vapor y en calidad de pasajero estaba el antiguo condestable del Huáscar, John Mc Karry, quien informó a Grau que: “El Blanco Encalada se encontraba en Antofagasta, sin hacerle ningún mantenimiento, a pesar de tener en pésimas condiciones sus calderas y su andar era apenas de 9 nudos”.
Con esas informaciones, Prado pensó en la posibilidad de dar un Golpe de mano sorpresivo con la intención de hacer un daño de consideración al enemigo y evitar la amenaza de un próximo desembarco a las costas peruanas. Para lo cual, con los oficiales navales presentes en Arica, se coordinó un Plan de Operaciones ambicioso, atrevido y por sorpresa.
Grau recomendó enviar con anticipación a un Oficial de su monitor, para realizar un reconocimiento previo de la zona de operaciones. De inmediato se nombró al Alférez de Fragata Ricardo Herrera De la Lama, que con el nombre supuesto de “Jorge Santa María”, se embarcó de civil dirigiéndose al puerto de Antofagasta y cumplir con su misión.
El Plan de Operaciones establecía: El Huáscar realizará un ataque nocturno con torpedos al blindado Blanco Encalada, fondeado en el puerto de Antofagasta a fin de hundirlo o causarle un grave daño. El Oroya regresará a Iquique, comunicará el éxito del ataque y esperará al monitor Manco Cápac y retornará con el monitor llevándole a remolque al puerto de Antofagasta.
El Huáscar permanecerá en Antofagasta atacando a los demás buques enemigos hasta la llegada del Manco Cápac, con el que se procederá a Intimar la rendición al ejército enemigo, en caso negativo, destruirá las maquinas condensadoras de agua. En la suposición de no poder ejecutar el primer objetivo y no poder atacar a los demás buques enemigos, hostilizará al enemigo en cuanto pueda, sin comprometer ninguno de los buques que van a sus órdenes, regresando al puerto de Arica después de uno o dos días de operaciones.
El 22 de agosto de 1879, a las 03:30 horas zarparon de Arica el Huáscar y el Oroya, llegando a Pisagua a las 13:00 horas, después de las coordinaciones salieron a las 16:00 horas, llegando a Iquique a las 20:30 horas. En Iquique junto con los dos torpedos Lay, embarcaron los ingenieros Felipe Arancibia y Stephen Chester. Los torpedos fueron izados a bordo en los pescantes de popa, en el lugar de las falúas del monitor.
Zarpó a la 01:45 horas del 23 de agosto rumbo al Sur, llegando a Punta Jara a las 15:00 horas del 24 de agosto, al atardecer, avistó al vapor Ilo que salía de Antofagasta deteniéndolo. El Cmdte. Carbajal realizó la visita de guerra, regresando con el Alférez de Fragata Ricardo Herrera De la Lama, que era el espía encubierto encargado de tomar los datos de inteligencia necesarios para ejecutar el Golpe de mano con éxito, los informes del Alférez Herrera fueron explosivos, confirmando la nueva crisis del gobierno chileno:
“
En Antofagasta estaban fondeados casi pegados a tierra, los buques chilenos de guerra Magallanes y Abtao, y los Transportes Limari que también está artillado y el Paquete del Maule, todos detrás de 14 mercantes neutrales El objetivo principal, el blindado Blanco Encalada, había salido del puerto a las 16:30 horas del 22 de agosto, ahora se tenía que atacar a los objetivos secundarios.
- El contralmirante Williams rebolledo había levantado el bloqueo naval de Iquique sin conocimiento ni autorización del gobierno chileno el 03 de agosto. El Limarí tuvo que remolcar al Abtao hasta Antofagasta. El mando del Blanco Encalada había sido entregado al Cap. de Navío Juan Esteban López.
La escuadra chilena se había reforzado con el crucero auxiliar Amazonas, un transporte con espolón, veloz y artillado con un cañón Armstrong de grueso calibre y gran alcance. Cerca de Pisagua el Itata capturó una Lancha Torpedera peruana con tripulación extranjera.
Los chilenos ya conocían que la Unión navegaba por las aguas del Estrecho de Magallanes y habían enviado al Loa a interceptarla. Debido a las protestas diplomáticas del Perú, el Opal buque de guerra británico, interceptó al transporte Glenelg a la entrada de Valparaíso, pero todas las armas habían sido transbordadas a buques chilenos y los ingleses encontraron sus bodegas vacías
El ministro de guerra Rafael Sotomayor Baeza está al frente del ejército expedicionario chileno y, se dice que con los pertrechos recibidos avanzará a Tarapacá, cuando el Huáscar sea destruido”
A las 22:15 horas, Grau ordenó al Oroya que permanezca en la entrada del puerto en función de vigilancia.
A las 01:00 horas del 25 de agosto, el Huáscar navegó lentamente en el puerto buscando las naves enemigas durante dos horas, hasta llegar a 400 mts de ellos.
En todas las naves chilenas se notó movimientos, el Abtao pedía que en la playa estén listas lanchas para auxiliar a su gente en caso de sufrir un espolonazo, la Magallanes se cubría cuidadosamente detrás de los buques neutrales; pero en el Limari no se observaba nada, debido a que sus oficiales estaban embriagados y su tripulación había abandonado el buque para hacer lo mismo en las cantinas del puerto, tal como ocurrió en el Rímac
De inmediato se iniciaron las operaciones para lanzar un torpedo contra el Abtao o la Magallanes. Lamentablemente al ser lanzado al agua comenzó a moverse de forma errática por una mala operación de los encargados de gobernarlo, la marea amenazaba con empujar el torpedo contra el casco del Huáscar
Entre el arequipeño Tte. 2do Fermín Diez Canseco Coloma, el Tte. 2do Carlos de los Heros y el aspirante de marina Manuel Elías Bonemaison, lograron desviarlo para evitar el choque, amarrándolo en una falúa al costado del Huáscar En vista que ya estaba aclarando el día, Grau decidió abortar la misión y salir del puerto a las 06:00 horas, se izó la embarcación y se recogió el torpedo.
Lanchas Torpederas Herreshoff
Desde el inicio de la guerra, el gobierno peruano realizó gestiones para adquirir torpederas en el extranjero en el más estricto secreto, encargando a la Casa Grace conseguirlas en los EE. UU. El 14 de mayo se comisionó al Crl. Enrique Lara para agilizar los trámites y con el encargo que el contrato sea por 5 o 6 Torpederas.
El historiador Estadounidense Lawrence A. Clayton relata: “William Grace logró observar la prueba de una de estas lanchas en Long Island y quedó convencido de su utilidad, ordenando la compra de una de ellas y la preparó para remitirla al Perú.
Debido a los 17.98 mts de eslora, era difícil embarcar la torpedera en un transporte comercial. Por lo que la Casa Grace decidió llevarla a Panamá distribuyéndola en 5 cajones a nombre de la empresa guanera Compañía Cargadora del Perú”. Y desde allí fueron transportadas hacia el Callao por los buques transportes de la Armada Peruana.
El 05 de junio de 1879, el Crl. Enrique Lara informó al ministro de Guerra y Marina que: “Se había adquirido una Lancha Torpedo sistema Herreshoff y ordenando la inmediata construcción de cinco más
Habiendo tomado esta determinación después de consultar a los hombres más inteligentes en este ramo, que aseguran que con una flotilla de seis lanchas torpedos Herreshoff bien manejadas, se puede atacar un buque blindado y echarlo a pique”.
El Cap. de Corbeta Jhon Rodríguez Asti indica: “Que la fábrica Herreshoff aparte de la lancha prototipo que se construyó para demostraciones, construyeron cinco ejemplares más, tres para el Perú, una para Rusia y otra para los EE UU… Las tres que se construyeron para el Perú tenían los numerales 53, 55 y 60 en el astillero Herreshoff. La construcción de la primera se terminó en junio de 1879, la segunda en agosto y la tercera en diciembre
Las principales características de la lancha torpedera Herreshoff era: casco de madera contrachapada, forrada con planchas de acero. Podía desarrollar una velocidad de hasta 16 nudos. De gran maniobrabilidad al poder revertir el sentido de la marcha en forma rápida. Encendido de la máquina en poco tiempo y salir a navegar. Eslora de 17.98 mts, manga de 2.13 mts y puntal de 1.52 m, desplazamiento 7 Ton a plena carga, combustible carbón, tripulación 7 hombres, propulsión máquina a vapor de una hélice, armamento 2 torpedos de botalón de 11.5 mts de largo con 100 Lbs de explosivo cada una”.
El Cap. de Frag. Francisco Yabar Acuña señala: “Si bien Prado pidió vender hasta la camisa para conseguir las lanchas, lo cierto es que al Crl Enrique Lara no se le envió un centavo, y solo consiguió durante su estadía en los EE UU que ha crédito se le vendan dos lanchas a través de la Casa Grace. En Europa logró que don Carlos Candamo done 3,000 Libras esterlinas, para pagar a la Casa Grace por las dos torpederas que estaban construyendo y, fracasó en su desesperado intento de conseguir más fondos de los peruanos que vivían allá, ahogándose la posibilidad de pagar la tercera lancha que contrató”.
Según el historiador estadounidense J. A. Grant: “La tercera torpedera se construyó para el Perú, pero no fue entregada a nuestro país, porque el envío fue aparentemente bloqueado por el gobierno norteamericano, así como lo fue la propuesta peruana de adquirir el buque de defensa de puerto “Destroyer” de Ericsson.”
La construcción de las lanchas torpederas Herreshoff en los EE UU no tuvo ninguna interferencia por parte de los agentes, ni por la diplomacia chilena De igual manera su transporte al puerto de Nueva York y su salida hacia el puerto de Colón se realizó sin la mayor inconveniencia. El traslado por ferrocarril y embarque en el puerto de Panamá fue completamente libre, en las narices de los espías chilenos
Solo en el embarque de la 2da lancha Herreshoff, el cónsul chileno en Panamá hizo un reclamo que no fue aceptado por las autoridades panameñas y al parecer fue tal el disgusto y la rabia que sufrió el gobierno chileno, que envió al crucero auxiliar Amazonas para capturar o hundir al transporte peruano Oroya, que cargaba los pertrechos de guerra y la lancha torpedera Herreshoff.
El Amazonas arribó a costas panameñas el 07 de octubre, zarpando al día siguiente después de cargar algo de carbón y víveres en búsqueda de su presa, luego de enterarse para su mala suerte, que el transporte peruano Oroya con la Lancha Torpedera Herreshoff, ya había zarpado y se encontraba a salvo en el Callao.
Por 40 centavos de Salitre
Gracias al acopio de los periódicos editados en Valparaíso y Santiago y, que eran entregados voluntariamente en Arica por los capitanes de la compañía inglesa de vapores (PSNC), es que Montero podía enterarse prácticamente de todo lo que hacía el gobierno chileno, así como los movimientos y desplazamientos de la armada y del ejército chileno.
Así, por ejemplo, después de iniciar una guerra contra Bolivia por haber obligado a la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta de capitales anglo chilena a pagar un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre. Los diarios publicaron: “El gobierno de Chile, promulgó la Ley N° 750 el 12 de Setiembre de 1879, estableciendo un impuesto sobre el salitre equivalente a 40 centavos por cada quintal métrico que se exportaba”; es decir, fue a la guerra por 10 centavos y a los 7 meses lo cuadriplicó a 40 centavos. Para Chile como siempre el mundo al revés.
Así mismo los periódicos informaban que: “… ante la obsolescencia de la corbeta Abtao, el alto mando de la armada chilena, ha decidido retirarle el armamento y dejarlo como transporte de tropas. Un cañón Armstrong de 150 Lbs será instalado en el transporte Loa, dos cañones Armstrong de 150 Lbs, el cañón Parrot de 20 Lbs y los cuatro cañones Whitword de 32 Lbs se instalarán en el puerto de Caldera…”.
Efectivamente, ante la obsolescencia del Abtao, su pésima actuación en los combates contra las naves peruanas, la necesidad de armar otros buques que estén en mejores condiciones de navegación y principalmente, el temor a que el Huáscar bombardee los puertos chilenos, los llevó a esa decisión.
El 18 de octubre de 1879, los diarios chilenos daban la noticia en primera plana de: “… la llegada el día anterior al puerto de Valparaíso del transporte Angamos comprado en Europa con un importante cargamento de armas, en el que destaca una Lancha Torpedo Vedette
Fue construido en astilleros James E. Scott, Greenock para la Cork Steam Packet Co., Cork como vapor mercante con el nombre Belle City of Cork. Dispone de tres mástiles, tiene aparejo de goleta, con casco de hierro de 1,180 Ton y propulsado por dos hélices. Según fuentes de la Armada chilena será convertido en Crucero Auxiliar, armado con un cañón Armstrong de 180 Lbs de largo alcance, más de 7,000 mts y 2 cañones de 40 Lbs, que permitirá bombardear Arica y el Callao”.
El 12 de abril de 1880, los periódicos chilenos informaban: “… la llegada del Transporte Kielder-Castle, comprado por el gobierno chileno y rebautizado como Pisagua, en sus bodegas traía cañones de costa Krupp y Armstrong, cañones de campaña y montaña Armstrong, fusiles Comblain, Grass y Beaumont para el ejército y gran cantidad de municiones”
El 14 de agosto de 1880, los diarios de Santiago y Valparaíso, informaban en letra pequeña y casi escondida entre otras noticias, un decreto del gobierno: “… disolviendo el Batallón cívico movilizado “Cazadores del Desierto” de 600 plazas
por su falta de disciplina y falta de moral en su comportamiento, desde su creación el 29 de abril de 1879 hasta el momento de su disolución ”.
El 03 de noviembre de 1880, la prensa chilena anunciaba con bombos y platillos: “… la compra al contado por parte del supremo gobierno, de los vapores mercantes Chile y Paita de la compañía de navegación inglesa PSNC por 25,000 Libras esterlinas cada uno con todos sus aparejos…”.
El crucero Arturo Prat
El Cap. de Fragata A.P. Jhon Rodríguez Asti relata: “En 1879, pese al interés inicial de Chile por construir dos cañoneras similares a las argentinas, dicho plan fue dejado de lado por las propias autoridades navales chilenas, esto se debió principalmente por el eficaz accionar de los buques peruanos en interrumpir las líneas de comunicaciones y el hostigamiento contra el litoral norte de Chile durante los primeros meses de la contienda.
Esa fue la razón que hizo plantear la necesidad de buscar buques superiores en andar y artillería, y en consecuencia, de distinto diseño a las cañoneras Rendel originalmente requeridas. La imposibilidad de los mandos navales chilenos de lograr la captura de los buques peruanos Huáscar y Unión, que demostraron ser presa difícil para los muy superiores blindados chilenos, fue un factor no previsto en su estrategia de guerra contra el Perú” .
Era necesario diseñar un nuevo tipo de buque que sea imbatible y ponga fin a las correrías del Huáscar y la Unión George Rendel y Sir Edward Reed, lograron combinar una artillería poderosa y gran velocidad, a costa de sacrificar blindaje, y el producto resultante fue un crucero de 1,380 Ton de desplazamiento al cual bautizaron Arturo Prat El 02 de octubre de 1879, la quilla del Arturo Prat fue puesta en gradas del Astillero Elswick, ubicado en Low Walker, el mismo que formaba parte de la Casa Armstrong A pesar de la captura del Huáscar seis días después, su construcción continuó, debido a la tenaz lucha que ofrecieron las otras naves y marinos peruanos en el mar hasta el 15 de enero de 1881.
La construcción del crucero Prat para Chile en astilleros británicos, la pudo conocer la inteligencia peruana a cargo del ministro plenipotenciario Toribio Sanz y el Cap de navío Alejandro Muñoz Sologuren en octubre de 1880, en ocasión de un viaje que el marino realizó a Newcastle con la finalidad de supervisar uno de los 04 cañones que el Perú gestionaba comprar a la Casa Armstrong para montarlos a bordo de los buques que en secreto se hallaban en construcción en Alemania.
Conocida tan importante información, el 16 de octubre de 1880, el Crl. José Jara Almonte, ministro plenipotenciario a cargo de la legación del Perú en Londres, informaba al secretario de Relaciones Exteriores en el Perú, acerca del tema, adjuntando una descripción detallada del buque.
Posteriormente, habiendo recibido instrucciones desde Lima, Toribio Sanz viajó a Londres en enero de 1881, con la finalidad de presentar una nota de protesta ante la Foreign Office, en la que denunciaba la construcción del crucero Prat para Chile en el astillero Armstrong.
Esta gestión, en vista de la neutralidad declarada por parte del Gobierno británico, tuvo los resultados esperados, puesto que se dispuso su permanencia allí hasta que la guerra concluyese. En vista de que la guerra se alargó hasta 1884 y el mantenimiento del crucero Prat en el Reino Unido era oneroso, Chile vendió el crucero Prat al Japón.
OGO -INTELIGENCIA EN EL ISTMO DE PANAMA
Colombia y Panamá apoyan al Perú
Este capítulo está basado en parte del artículo “El Ferrocarril de Panamá y la Guerra del Pacífico” escrita por el historiador ferroviario chileno Harold Middleton Nagel, publicado en el Blog “Trenes del Perú” del Relacionista Público Profesional peruano, MBA e historiador de afición Elio Galessio, el 08 de diciembre del 2014.
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Durante los primeros meses de la guerra, Colombia se declaró neutral en el conflicto sin tener claro que posición adoptaría frente al tráfico de pertrechos militares de las partes beligerantes. Pese a lo anterior, el Gobernador de Panamá se mostró abiertamente favorable a la causa peruana no interviniendo cuando los cargamentos de armas pasaban por su territorio. Esta actitud generó continuas reclamaciones por parte del cónsul chileno Ramón Rivera Jofré
Con la declaratoria de guerra, comenzó una activa guerra diplomática entre ambos cónsules, el peruano por lograr pasar las armas y el chileno por impedirlo amparado en la neutralidad declarada por Colombia” . Para el caso peruano, fueron sus agentes el 2do vicepresidente José Francisco Canevaro y Valega, y el Cap. de Navío Ruperto Damián Alzamora Chaparro en Europa; la casa comercial Grace & Cía. de Nueva York encargada de todo lo proveniente de Estados Unidos, el ministro plenipotenciario en EE UU Carlos Tracy, el Cap. de Navío Luis José German Astete Fernández de Paredes y, el cónsul en Panamá Luis E. Márquez inicialmente y el Crl. Federico Larrañaga desde diciembre de 1879.
“Ya en abril de 1879 zarpaba desde Panamá el transporte Talismán con una remesa de armas para Bolivia, la que entregaba sin problemas en el Callao el 02 de mayo, retornando el 13 del mismo mes por la carga que se acumulaba en Colón llegada desde Nueva York en el vapor Acapulco, tres mil rifles en cien cajas y sus correspondientes municiones compradas por el cónsul boliviano, a las que se le sumaron otros tantos bultos que habían llegado desde Europa en el vapor Pará con fusiles y proyectiles para el Huáscar desde Francia, todo consignado al cónsul peruano en Panamá.
Un primer paso fue su traslado de una costa a otra por ferrocarril, quedando estas armas apiladas en la estación, cuya presencia no pasó inadvertida para el Cónsul chileno, el que en su nota de reclamo fechada el 09 de mayo de 1879 indicaba la presencia de 156 bultos con armas y municiones en la estación del ferrocarril, lo que fue negado por el gobierno panameño al día siguiente, alegando que las averiguaciones hechas no comprobaron la denuncia presentada” .
Las remesas aparecían destinadas al Perú como instrumentos de agricultura, con embalajes de madera, que al trasportarse las cajas del ferrocarril al muelle de la Compañía Inglesa de Vapores, se rompieron dos de ellas, descubriéndose el armamento, lo cual obligó a la referida compañía a declarar que no tomaría esas armas a su bordo
También en mayo de 1879 se descubrió un despacho de la Casa Grace en Nueva York de quinientos barriles de manteca, los que realmente contenían munición para los Remington, pero igual siguieron su camino.
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El Talismán arribó a Panamá el 19 de mayo de 1879, e inmediatamente comenzó el carguío de los pertrechos en la misma bahía de Panamá, a vista de todos y sin que nadie lo impidiese; ésta abierta violación de la neutralidad sería motivo de una nota oficial del Cónsul chileno al Gobierno colombiano en la que indicaba:
“…voy a dejar aquí constancia de los hechos que han ocurrido ayer (21 de mayo de 1879) y que tan vivamente han preocupado a la opinión pública. Se pretendió sorprender a la Compañía de Navegación por Vapor en el Pacífico y embarcar a bordo del Trujillo, con destino al Callao, 50 cajas de rifles. El contrabando de guerra fue descubierto, y el agente de la Compañía en esta ciudad, con una honradez que sobremanera le enaltece, prohibió su embarque, porque los vapores ingleses han sido declarados neutrales en la guerra actual.
Descubiertos en esta primera tentativa, los agentes del Perú y Bolivia, se propusieron embarcar armas en el buque de guerra peruano Talismán que se encontraba fondeado en esta bahía y por desgracia consiguieron realizar su propósito. En la noche del 20 de mayo, poco después de las siete, la lancha número 1 recibió en el muelle americano una cantidad considerable de cajas de rifles y cápsulas, que en la madrugada de hoy condujo al trasporte Talismán, en cuyas bodegas se encuentran actualmente…”.
Esta denuncia fue desatendida por el gobierno panameño, el que nuevamente alegó no tener ninguna evidencia que respaldase la acusación sobre los buques arriba mencionados, no impidiendo la salida hacia el Sur del Talismán con los proyectiles del Huáscar el 21 de mayo llegando al Callao el 02 de junio”
Reclamos del cónsul chileno
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Por la misma fecha, se supo por vía de Europa la salida desde Nueva York del vapor Crescent City con destino a Colón transportando armas para el Perú, arribando a estas costas donde fue denunciado por el cónsul chileno ante el Gobierno de Panamá, el que las desestimó indicando que las armas del Crescent City estaban consignadas a Panamá, específicamente al comerciante local Henry Ehrman, que las indicaba destinadas a Ecuador; con lo cual, no había objeción para su despacho, siendo cargadas en el Chalaco que había arribado el 14 de Junio a la bahía de Panamá. Pese a toda la oposición chilena, cargó en alta mar usando embarcaciones locales y zarpó el 20 de junio, llegando al Callao el 27 del mismo mes
” .
Otras partidas que se recibieron fueron 880 fusiles Remington, 3 mil Peabody, 750 mil tiros de Remington, 201,600 de tiros Remington para Bolivia, 580 mil tiros de Peabody, 498 carabinas Evans, 100 mil tiros de Evans, 8,750 cápsulas Henry, 10 mil tiros de Winchester y 3,360 tiros de Spencer.
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El 24 de junio 1879, arribaba a la costa panameña el transporte Talismán para retirar esta carga y las que se esperaban en Colón el 28 del mismo mes provenientes de Nueva York. Para evitar ser visto ancló en la isla de Otoque, a las afueras de la costa, pero dentro del Golfo de Panamá.
Gestiones secretas ante el Gobierno de Colombia trataron de asegurar su libre tránsito por el istmo y su embarque, cosa que fue a última hora rechazada por el nuevo presidente colombiano, el que cambió su opinión el 02 de julio luego que, según informe escrito del cónsul peruano Luis E. Márquez en el istmo decía:
“…mil afanes y algún sacrificio pecuniario, hemos logrado la autorización reservada del Gobierno de este Estado para el embarque, en el Talismán, de los pertrechos del Perú que aquí existían, los cuales serán enviados a su bordo esta noche...”, con lo que se logró el cometido al zarpar el Talismán con su remesa de armas hacia el Callao pese a la oposición chilena de un acto que abiertamente violaba la neutralidad de Colombia en la guerra.
Otros rechazos habían generado para julio de 1879 como mil doscientos bultos dé armas y pertrechos para el Perú, más los 4,500 Remington Costarricenses que ya habían llegado, haciendo urgente la venida de un transporte para llevarlos al Callao. Para esto se envió al transporte Limeña que llegó el 29 de julio de 1879 a Panamá, comenzando inmediatamente el embarque de los pertrechos militares excepto “... 58 bultos torpedos que trajo de Nueva York hace tres días don F. H. Snyder y que no han tenido lugar de ser enviados de Colón por hallarse confundidos con toda la carga del vapor que los condujo. El señor Snyder sigue su viaje al Callao en el Limeña, dejando asegurado el envío de los torpedos por próximo vapor o transporte...”.
Todas estas operaciones fueron realizadas con la simpatía del presidente colombiano de la época y el abierto reclamo del cónsul de Chile, que por escrito protestó por la protección concedida al referido embarque por las autoridades y la compañía del ferrocarril de Panamá.
Con respecto a esto último, se debe aclarar que justo esa fecha no se encontraba el gerente del ferrocarril de Panamá Mr. Mozley, un abierto defensor de la neutralidad de esta empresa en la guerra, siendo los trabajos de embarque supervisados por don Georges A. Burt, quién extralimitándose en sus atribuciones levantó todas las restricciones y personalmente condujo los lanchones con las armas hasta el lugar de anclaje del transporte Limeña”
Cañones bolivianos y Torpederas peruanas
“Para facilitar el carguío y como medida de contrainteligencia, el cónsul peruano Luis E. Márquez coordinó con las autoridades panameñas y colombianas para que los próximos transportes que viniesen a buscar la carga se dirijan a la isla de Pacheca o de Otoque a 24 millas náuticas de la costa, donde se estaba acumulando las armas y que los periodistas nacionales (peruanos) evitasen de hacer publicaciones referidas al origen de las cargas traídas por los transportes nacionales.
Estas escaramuzas no tan solo afectaban al Perú, en julio de 1879 se despacharon desde Hamburgo 06 cañones Krupp rayados de campaña, con sus respectivos accesorios para Bolivia. Todo esto totalizaba 276 bultos en Colón, para luego cruzar el istmo por ferrocarril y ser embarcados en Panamá hacia el Sur. Esto no fue posible por la falta de un transporte, al declararse estos neutrales en la guerra, quedando todo ello acumulado en la costa.
Para agosto de 1879 ya se habían acumulado en el muelle del ferrocarril en Panamá unas 2,800 cajas con pertrechos, equivalentes a unas 250 toneladas de carga, los cañones arriba mencionados y el bote torpedero Herreshoff llegado en el vapor Colón el 03 de setiembre desde Nueva York a Colón, completamente desarmado, que requería ser traslado a Panamá, y que requerían su despacho hacia el Sur.
El transporte Oroya llegó el 12 de septiembre a Panamá a recoger esta considerable cantidad de armamento que se hizo según informa el Cónsul peruano Luis E. Márquez: “… a pesar de las prevenciones que hice oportunamente a V. S. y al señor ministro de la Guerra para que se le enviara a cargar nuestros elementos de guerra a las islas de Pacheca u Otoque, tomó su cargamento delante de Panamá, a la vista de las autoridades y de los habitantes de dicho puerto.
Tanto por mis instrucciones, como porque los trasportes no estaban a mi disposición sino a la de los comisionados especiales del Gobierno, no me fue dado impedir tan notoria y peligrosa indiscreción. Ella dio por resultado una violenta reclamación del ministro chileno en Bogotá y el grave disgusto del Gobierno general de Colombia, que nos expuso a que se nos prohibiera todo tráfico de armas por el Istmo…”.
Pese a todo, el Oroya cargó a través de la compañía Canevaro 2,836 bultos con pertrechos de guerra, balas de acero para el Huáscar, botalones para lanchas porta torpedos, 6 cañones Krupp para Bolivia, 3 millones de proyectiles para fusil y ametralladora y la 2da lancha Herreshoff de la Casa Grace que la embarcó en partes, zarpó y se fue al Sur llegando al Callao el 30 de septiembre, lo que le salvó de encontrarse con el crucero auxiliar chileno Amazonas que venía en su búsqueda, el que arribó a estas costas el 07 de octubre, zarpando al día siguiente después de cargar algo de carbón y víveres en búsqueda de su presa luego de enterarse que ya había zarpado”
Amenaza chilena por la Torpedera Alay
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El 24 de octubre de 1879 el transporte Ailsa arribó a Colón desde Nueva York con una lancha torpedera para el Perú. Inspeccionada en el mismo buque por los agentes peruanos, quienes se desilusionaron mucho porque según el informe del Tte. 1ro Manuel De la Barrera Toledo:
“… además de carecer de toda clase de útiles, tanto de navegación como de maquinaria, estaba su maquinaria en tal estado de desaseo y abandono, que nos hizo suponer que, desde su prueba en Europa, solo se ocuparon de remitirla a
Colon, desentendiéndose por completo de la parte más importante, esto es, de la conservación de su máquina…”.
Pese a este contratiempo fue despachada a ciudad de Panamá por ferrocarril y recibida en este puerto el 02 de noviembre por la oficialidad peruana encargada de su transporte hacia el Sur, lo que irritó profundamente al cuerpo consular chileno que presentó ese mismo día el reclamo aludiendo que su autorización era una flagrante falta a la neutralidad de Colombia al permitir el paso de una embarcación de guerra por su territorio,
En vista de lo serio de este reclamo, el gobierno colombiano decidió inspeccionar la embarcación para cerciorarse si efectivamente era de guerra, y los peritos evacuaron un informe, en el cual decían textualmente:
“…que examinada la lancha, que fue ensacada con tal fin, encontraron ser una embarcación especial, larga, con una máquina muy poderosa, y sus planchas de construcción delgada como un octavo de pulgada, dándole así una marcha rápida; que su hélice o mariposa es muy pequeña comparativamente al tamaño de la lancha; que no se ha encontrado en ella elemento de guerra alguno; y que, por su capacidad, creen que no puede hacer largos viajes por falta de espacio donde depositar el carbón, ni poderse vivir en ella; que no se puede emplear como remolcador, ni le conocen el uso para que pueda destinársele, porque, su mucho andar puede obtenerse para cualquiera cosa qué se desee; y que nada le encuentran que demuestre ser embarcación de guerra...”
No satisfecho el cónsul chileno con semejante informe, y convencido de que la embarcación era un vapor lanzatorpedos, expuso que: “… él, a nombre de su Gobierno, se constituía responsable de las contingencias y daños que pudieran sobrevenir a causa de la retención, siempre que sus denuncios resultasen injustificados…” y solicitó que se permitiese a una comisión de oficiales torpedistas de la nave de guerra inglesa SMB Osprey, que a la sazón estaba anclada en el puerto, reconocer el vaporcito sospechoso para que diesen un informe, que indudablemente ofrecería todas las condiciones apetecibles de veracidad y de ciencia.
Sin embargo, el gobierno de Panamá, en vez de acceder a lo que se proponía para disipar cualquiera duda, permitió, contra todas las previsiones, el que la embarcación sospechosa zarpase para el Sur el 29 de noviembre de 1879 a las 16:00 horas”
Iniciativa del cónsul peruano
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Otro de los problemas de la carga peruana fue el ferrocarril, como se ha mencionado, su gerente fue mucho menos partidario de colaborar con su causa, dejando algunas veces la carga en Colón y afectando los despachos hacia el Sur, obligando al Cónsul peruano a sobornar funcionarios menores para salir adelante con los despachos como fue en diciembre de 1879, cuando a causa de las lluvias se cortó el puente Barbacoas, interrumpiéndose el servicio entre ambos océanos.
La premura por despachar las municiones rezagadas en Colón lo llevó al nuevo cónsul peruano en Panamá el Crl. Federico Larrañaga contratar trenes especiales que corrieron de noche entre Colón y este puente, donde la carga pasó a la otra orilla del rio al hombro de gente expresamente contratada para tal efecto, para luego cargar las municiones en otro tren especialmente fletado para que hiciese el resto del recorrido hasta Panamá de noche para no ser visto por los espías chilenos.
Para esta fecha ya se había perdido el Huáscar y el resto de los transportes estaban ocupados transportando armas y soldados en la zona de Tarapacá, lo que detuvo los viajes hacia Panamá y se comenzó a usar buques de otras nacionalidades. Ya a fines de abril de 1880 se estaban embarcando armas hacia el Callao en lo que se pudiese, como el vapor Santa Rosa de la Compañía Inglesa del Pacífico, la goleta Colombiana Estrella de 60 toneladas, y la goleta peruana (en realidad era ecuatoriana) Enriqueta de 80 toneladas, que a principios de mayo de 1880 salía con rumbo Sur escapándose de ser apresada por los chilenos que habían fletado al pailebote San Ramón para tal efecto.
Un ejemplo de esto, y de todo lo anterior, es el caso de la barca portuguesa Guardiana la que llegó a Panamá en junio de 1880 a tomar un cargamento de armas peruanas remitidas por la Casa W.R. Grace de Nueva York: 250 cajas con fusiles, 650 cajas con municiones y 16 cajas con munición para ametralladoras Según lo expresado por la autoridad colombiana, que, notificados por el capitán, la carga iba consignada al puerto de Esmeralda en Ecuador en un buque de bandera no beligerante, lo que no afectaba la neutralidad colombiana, autorizándose su zarpe.
Esta fue remolcada por el vapor Bolivia de bandera inglesa hasta las cercanías de Guayaquil, a donde habían llegado el 01 de julio de 1880, desde donde continuaron a Tumbes para desembarcar las armas y despacharlas en mula hacia el interior, evitando de esta manera ser apresadas por el Amazonas que había salido en su persecución el 17 de julio de 1880. ”
El Amazonas regresó a Panamá el 17 de octubre de 1880 con la finalidad de impedir el tráfico de armas hacia el Perú, el que para noviembre de ese año acumulaba unas 150 toneladas de pertrechos sin despacho que habían llegado a Colón desde Nueva York y Europa y que se requerían con urgencia en Perú. La presencia del Amazonas se explicaría en que estos pertrechos eran formalmente declarados en tránsito hacia Guayaquil, con lo que los funcionarios de Panamá no veían impedimento alguno para su salida, pese a que era sabido que desde ahí seguían rumbo Sur. Definitivamente, para Chile la diplomacia con Colombia era una pérdida de tiempo
Para la buena suerte peruana, el Amazonas tuvo que abandonar su guardia el 30 de noviembre de 1880 por falta de provisiones y con el agravante de tener cuatro marinos desertores, lo que permitió reanudar el tráfico de armas hacia el Perú por vía ecuatoriana.
Según Parvex: “Los integrantes del servicio exterior chileno desarrollaban una importante tarea en EE UU y Europa, investigando nuevas adquisiciones de armas por parte del Perú y, en muchos casos, aprovechando su cercanía con autoridades de esos países, realizaban grandes esfuerzos para anular dichas compras”.
Al parecer, en el caso de los EE UU y países de Centro América, no pudieron realizar grandes esfuerzos o quizás ningún esfuerzo, ya que las compras o triangulaciones hechas en esos países no fueron anuladas, a pesar que los pertrechos bélicos que compraba el Perú pasaban por las narices de su cuerpo diplomático y las barbas de sus espías
Juerga y piratería chilena en Panamá
El 17 de octubre de 1879, arribó a Panamá el crucero auxiliar chileno Amazonas, la tripulación desembarcó desaforadamente en el puerto de Panamá. Bebieron licor al estilo de los rotos y se dirigieron a una taberna, lugar en el que continuaron su juerga y en el que había un cuadro del monitor Huáscar. El dueño del negocio les hablaba con entusiasmo y mucho orgullo sobre las hazañas y glorias de la famosa embarcación peruana, hasta que uno de los marineros del Amazonas fastidiado por las expresiones del dueño, le rompió la pintura en la cabeza.
Al sitio concurrió la policía panameña, produciéndose un altercado porque los marineros ebrios se negaban a desalojar el lugar. Este hecho, que parece anecdótico, publicado por la prensa panameña, intensificó un sentimiento anti chileno en la población del istmo y una clara simpatía por la causa peruana
A fines de octubre de 1879, agentes peruanos lograron descifrar un mensaje remitido por el cónsul chileno Ramón Rivera Jofré a su gobierno informando que: “… en el vapor inglés Arequipa de la PSNC, ha llegado comisión peruana fin continuar Europa con destino España, para comprar blindado Numancia y elementos de guerra”.
El colofón del incidente del Amazonas, fue que el 08 de mayo de 1880, fueron detenidos 11 ciudadanos chilenos acusados de piratería y de intentar abordar a la goleta Enriqueta, navío que supuestamente llevaba armas a Perú, utilizando el pailebote San Ramón, que se comprobó fue fletado por el cónsul chileno en Panamá Ramón Rivera Jofré.
Se comprobó también, que la tripulación chilena del pailebote San Ramón fue captada y armada por los chilenos Joaquín Hermida y Guillermo F. Whiting, que a su vez sobornaron a parte de la tripulación de la Goleta Enriqueta para entregarla a los chilenos. Gracias a la intervención del cónsul peruano y las autoridades panameñas que se embarcaron en el primer buque que estuvo expedito, alcanzando a la goleta Enriqueta y al pailebote San Ramón, capturando a los piratas chilenos, que fueron llevados presos a tierra.
OPERACIONES ENCUBIERTAS
Acciones en la prensa nacional y extranjera
Las Operaciones Encubiertas son aquellas que implican procedimientos no convencionales, son planeadas y ejecutadas para ocultar la identidad de su autor, pueden ser operaciones de sabotaje, operaciones psicológicas, pago de periodistas para informar favorablemente, censura de la prensa, pago a personajes para obtener información u obtener su silencio, labores de contrainteligencia, golpes de mano y emboscadas por sorpresa, etc. Su objetivo es cumplir con la misión en secreto y en algunos casos, sin que nadie sepa que incluso ha tenido lugar la operación.
Durante la Guerra de Rapiña anglo chilena, el Perú realizó operaciones encubiertas tanto en su territorio como en el extranjero, con acciones audaces e inesperadas, asestando golpes que alargaron la resistencia peruana por más de cuatro años, algo que jamás había pasado por la mente maquiavélica de los gobernantes chilenos.
El 11 de junio de 1879, el presidente Prado le escribió al vicepresidente La Puerta una carta pidiéndole que cuide la información que publicaba la Prensa y le indicaba: “…la discreción y la prudencia aconseja que debe guardarse la mayor reserva sobre algún suceso y cuidar que nuestra prensa no se aperciba, o por lo menos, que no dé cuenta de ellas al público…”
Esto nos indica que la prensa de la época, particularmente la capitalina como El Comercio, El Peruano, La Opinión Nacional, El Nacional, La Sociedad y La Patria estaban sujetos a la censura del gobierno a través de las acciones siguientes:
a. Ocultando a la opinión pública algunos sucesos o noticias.
b. Publicando algún suceso o Parte militar en forma distorsionada o incompleta.
c. Publicando algunas noticias totalmente falsas.
Esta censura se realizaba para alcanzar los objetivos siguientes:
a. Negar al enemigo información de interés militar.
b. Engañar al enemigo por medio de noticias falsas.
c. Sosegar la opinión pública nacional.
Al respecto Francisco Yabar relata: “En la incursión de Grau al puerto de Antofagasta el 25 de agosto de 1879, al hacer su Parte, no dijo nada sobre el uso de torpedos en la operación, pero la mutilación del parte no fue fortuita, ya que también aparece en la versión que publicó el periódico oficial El Peruano el 10 de setiembre de 1879, obedeciendo a la censura que se practicaba para impedir que el enemigo tome nota del armamento y descubra la táctica que se había empleado en la incursión”.
En la carta que escribió Prado al Gral. Mendiburu el 23 de agosto de 1879, le indicaba: “… cada vez más tengo que deplorar la falta de sigilo en cuanto a las operaciones de la guerra.
Prueba de ello es la circunstancia de ser un hecho generalmente conocido hasta en Chile, cuya prensa se da por enterada, sobre la última expedición de la corbeta Unión. Está visto que entre nosotros es imposible guardar un secreto a pesar de las precauciones que se toman…”
“El 09 de setiembre de 1879, el diario oficial El Peruano publicó una transcripción de la información dada en el diario Opinión Nacional donde el corresponsal confirmó que en Iquique se embarcó el ingeniero Arancibia y el experto Chester a bordo del Huáscar, pero nada se dijo de los torpedos. Aunque en el periódico se dio la noticia de la entrada del Huáscar al puerto de Antofagasta en la madrugada del 25, tampoco nada se mencionó del torpedo y solo se dio la noticia de que”:
“… se destacó un bote al mando del Tte. 2do don Carlos de los Heros, con el objeto de practicar un reconocimiento. Una hora después regresó, cumpliendo satisfactoriamente la importante y peligrosísima comisión que se le había confiado y algo parecido, hizo también, el Tte. 2do Fermín Diez Canseco…”.
El Cónsul peruano en Panamá, Crl. Federico Larrañaga, informó el 05 de enero de 1880 al ministro de Relaciones Exteriores: “… a partir de diciembre 10 de 1879, se subvenciona al periódico “El Hispano Americano” que se edita en esta ciudad, con una mensualidad de 180 soles plata, para defender nuestros intereses y lograr la simpatía de la población a la causa peruana…”. Acción que se logró durante toda la guerra.
El 09 de marzo de 1880, el Cónsul peruano en Guayaquil, Francisco Meneses Otero, solicita autorización para fundar el periódico “La voz del Pueblo” que defienda los intereses del Perú. Con carta del 02 de agosto de 1880 el ministerio de Relaciones Exteriores autoriza la publicación del periódico, remitiendo 50 soles plata mensualmente. Esta acción también resulto exitosa hasta el final de la guerra.
Francisco Yabar relata: “La primera noticia pública de la adquisición de torpedos fabricados por John Ericsson para el Perú apareció en el periódico estadounidense The Times de Nueva York y una traducción del mismo fue remitida por el Crl. Federico Larrañaga al Perú y recibida por Piérola el 05 de octubre de 1880, la traducción decía:
“… durante las últimas semanas han circulado rumores referentes a una notable máquina que, para destinarla a la guerra marítima, ha inventado el capitán John Ericsson, célebre matemático e inventor. En presencia de ella, resulta que es prácticamente inútil el blindaje con que se protege a los buques de guerra. Según la descripción que se hace de la mencionada máquina, es una pieza de artillería, de 40 pies de largo construida en varias secciones para facilitar el embarque, y que arroja un torpedo conductor de una destructora carga de dinamita.
Después se ha dicho que varios de estos instrumentos fueron enviados a Colón, a fines de junio o a principios de julio, para el uso de la Armada Peruana en la guerra actual con Chile. Interpelado el inventor acerca de este hecho, rehusó lo mismo ratificarlo que negarlo…”.
“Una segunda carta de Larrañaga curiosamente fechada el 05 de octubre, incluyó un artículo del periódico panameño Star donde se daba la noticia de las adquisiciones peruanas de un invento de Ericsson:
“… junto a esta carta le envío un artículo que apareció en el “Star” del sábado en inglés, referente al invento de Ericsson. Esta publicación me sorprendió y juzgando que no es conveniente que se divulgue su contenido en las actuales circunstancias, he suplicado a Boyd, y él ha accedido gustoso que no se reproduzca en la edición que va para el Sur, Centro América, Estados Unidos, etc.
El artículo se inclina a creer que el Perú ha adquirido máquinas de las inventadas por Ericsson y yo juzgo prudente que nada se diga acerca de eso. Ya verá Ud. por la descripción que se hace, que la máquina es tremenda, formidable, seguro estoy que le inspirará gran confianza…”.
Torpedos peruanos o minas marinas
En los primeros días de la guerra con Chile, el gobierno se dio cuenta que en el mar se decidiría la guerra, por lo que el presidente Prado además de, tratar de comprar blindados y torpederas, trató de equilibrar el poder naval, con la adquisición de torpedos ofensivos (de botalón o movimiento propio) y la construcción de torpedos defensivos, llamados también torpedos fijos, mecánicos o peruanos, lo que en la actualidad se le conoce como minas marinas, para la defensa de los puertos y playas accesibles a un desembarco.
Todas las minas marinas utilizadas durante la guerra, fueron desarrolladas y construidas en el Perú, se prepararon minas de tipo tronco cónicas de metal y minas de barril de madera reforzados con zunchos de fierro en los extremos, ambos tipos se anclaban al fondo por medio de proyectiles de artillería esféricos, pudiendo tener un sistema de percusión mecánica o eléctrica, la carga explosiva era generalmente de 50 kilos de pólvora común.
Francisco Yabar señala: “Los torpedos fijos (minas marinas) jugaron un papel importante en la defensa del Callao, se invirtió tiempo y dinero en minar zonas de tránsito y bloquear la entrada al Muelle Dársena, a pesar que algunas no funcionaron adecuadamente. Sin embargo, se puede considerar que cumplieron una función disuasiva eficiente pues el enemigo, conocedor de su probable existencia, debió tomar medidas de seguridad extremas que significaron una pérdida en su capacidad ofensiva.
Esto se vio claramente cuando el Cochrane fracasó en su intento de destruir chorrillos en Setiembre de 1880, pues debió alejarse de una zona óptima de bombardeo, para situarse lejos de su blanco ante el temor de encontrarse con un campo marino minado”
A principios del mes de mayo de 1879, el presidente Prado, celebró un contrato verbal con el Crl. estadounidense Josías Harris quien vivía en la Isla San Lorenzo, era dueño de una factoría y una pequeña maestranza
El contrato estipulaba la conversión de una Lancha a vapor en Lancha Torpedera, la fabricación de un torpedo eléctrico de botalón para la lancha y la preparación de 30 torpedos mecánicos (minas marinas) éstas, a un precio de 60 soles de plata cada una.
El 03 de junio de 1879, por disposición del Cmdte Gral de la Marina, se nombró al Cap. de Navío Nicolás Portal para que verifique las obras de Harris; en el informe que presentó en lo relacionado con los torpedos defensivos (minas marinas) encontró que: “… eran de diversas formas hechas de planchas de zinc de diferentes tamaños… hay además varios de barriles de roble con zunchos de fierro en forma de conos truncados que pueden contener unos 100 y otros 150 lbs de pólvora…”.
Al parecer estas minas marinas fueron internadas en los almacenes de la Marina y empleadas durante el bloqueo del Callao, ya que ninguna se utilizó en el Teatro de Operaciones del Sur. Al respecto, Prado le escribió al Gral. Luis La Puerta en carta del 29 de junio lo siguiente:
“… la colocación de minas y petardos en las playas accesibles es, como sabe usted, un recurso poderoso a que debemos apelar a todo trance…”.
Francisco Yabar relata: “Otros intentos se desarrollaron en el Callao, el Tte. 2do Eulogio S. Saldías Peña propuso a principios de julio de 1879, el ensayo de un torpedo defensivo (mina marina) de su invención y pidió se le den facilidades para construirlo en la Escuela de Artes y Oficios o en la Factoría Naval de Bellavista, opinando al respecto el Cmdte Gral de la Marina que resultaba apropiado proseguir con su fabricación “… por ser demasiado sencillo el torpedo (mina marina) que se propone construir, y por consiguiente de poco costo…”.
El Tte. 2do Eulogio Saldías Peña como tripulante del monitor Manco Cápac, estuvo en todos los combates y bombardeos que tuvieron lugar en Arica, fue tomado prisionero después de hundirse el monitor Manco Cápac el 07 de junio de 1880.
Simultáneamente con estos proyectos, el ministro de Guerra y Marina contrató los servicios del Ingeniero del Estado Eulogio Delgado entregándole 2,000 soles como parte de pago para construir 40 torpedos fijos (minas marinas), pero que al final construyó 42
Al respecto Francisco Yabar relata: “La construcción de estos torpedos se realizó en el corralón (almacén) del Muelle Dársena, pero cuando se acabaron los fondos en el mes de agosto, la empresa del Muelle Dársena desalojó al Ingeniero Eulogio Delgado…”.
De los 42 torpedos peruanos (minas marinas), el 05 de julio de 1879 se embarcaron 14 torpedos en el transporte Chalaco con las respectivas instrucciones para su carga, arreglo y fondeo; llegando a Arica el 08 de Julio.
El 23 de agosto zarpó hacia Arica nuevamente el transporte Chalaco, esta vez llevando como parte de la carga, 08 torpedos peruanos (minas marinas) mejorados, al forrárseles con un cilindro de zinc; un atado con 3 piezas de fierro de repuesto para los barriles, 10 estopines para torpedos fijos, 8 agujetillas de fierro, 8 balas esféricas de fierro para los torpedos y 40 estopines para torpedos peruanos
Los 20 torpedos restantes fueron recogidos por la Marina y guardados en el almacén que se halla junto a la torre de La Merced Los cuales fueron empleados como defensa del puerto del Callao durante el bloqueo que efectuaron las naves chilenas.
A finales de noviembre de 1879, el Cap. de Navío Gregorio Miró Quesada, nacido en Panamá, pero peruano de corazón y, hermano del periodista, director y propietario del diario El Comercio José Antonio Miró Quesada, también panameño pero peruano de corazón; siendo Cmdte del monitor Atahualpa, pidió se le proporcione la lancha Urcos o alguna otra embarcación a vapor, para hacer las pruebas con sus torpedos defensivos fuera de la bahía; así como, se nombre una comisión de jefes para que presencien la prueba y eleven un informe al respecto.
La prueba se realizó los primeros días de diciembre siendo exitosa, por lo que los torpedos defensivos de su invención al ser de bajo costo fueron recomendados por el Cmdte Gral de la Marina para que los usen los transportes “… para casos de persecución por el enemigo…”.
El Tte. Crl. Pedro Ruiz Gallo fue un militar e inventor peruano, aunque también se desempeñó como relojero, mecánico, músico, pintor, investigador médico y explorador, considerado uno de los precursores de la aeronáutica moderna y patrono del arma de ingeniería del Ejército del Perú.
Fue el creador del monumental reloj que se ubicó en el Parque de la Exposición, fue inaugurado el 06 de diciembre de 1870 pocos días antes de celebrarse un nuevo aniversario de la Batalla de Ayacucho Cuando el ejército chileno entró a la capital, ya no funcionaba, porque su autor le sacó algunas piezas de las máquinas y los invasores no pudieron reemplazarlas ni ponerlo nunca en marcha. Desarmado, el reloj fue llevado a Chile como botín de guerra.
En 1879, Pedro Ruiz Gallo retorna a la carrera de las armas y tras la pérdida del monitor Huáscar en el combate naval de Angamos y obtenido el dominio del mar por parte de la escuadra chilena, orienta sus esfuerzos a la fabricación de torpedos submarinos semejantes al Torpedo Lay, pero accionados por mecanismos de relojería, para ser usados contra la escuadra bloqueadora, que ya se había presentado frente al Callao.
El 24 de abril de 1880, estando en su casa ubicada en el Callao, en la esquina de las calles México y Sucre, en el momento de poner la carga explosiva en un torpedo de su invención, se produjo una terrible explosión que acabó con su vida, quedando heridos su ayudante Pedro Montoya y un soldado. Toda la prensa capitalina informó sobre la muerte del Tte. Crl. Pedro Ruiz Gallo y su trabajo en la construcción de torpedos, cometiéndose una grave infidencia, haciendo conocer al enemigo la fabricación de este tipo de armas por parte del Perú.
Inteligencia peruana en Europa
A comienzo de 1880, establecida la dictadura del nefasto Nicolás de Piérola, la inteligencia peruana en Europa se reorganizó, teniendo como cabeza de la organización a Carlos Fernández de Piérola y Villena, hijo de Nicolás Fernández
de Piérola y Flores, y Teresa Villena y Pérez. A temprana edad estudió en el Seminario de Santo Toribio de Lima (1861 1865). Viajó a Europa, y en París prosiguió sus estudios en el Liceo San Luis y la Escuela de Minas. Fue testigo del asedio que los prusianos infligieron a la capital francesa en 1870.
Retornó al Perú en 1876 y acompañó a su hermano Nicolás en sus andanzas golpistas. En diciembre de 1879 apoyó a su hermano en el golpe de estado contra el anciano General Luis La Puerta, quien por entonces era el presidente interino por el viaje al extranjero del presidente Mariano Ignacio Prado, en plena Guerra del Pacífico. Instalada la dictadura pierolista, Carlos viajó a Europa como agente financiero del flamante régimen, comisionado para negociar la adquisición de armamentos y dirigir la inteligencia peruana en Europa.
Asumió esta función disponiendo de 200,000 Libras esterlinas para compra de pertrechos militares. El comisionado encargado del dinero de las donaciones para la compra de un Blindado Julio Pflücker y Rico tuvo que someter a la autoridad del nuevo comisionado las 130,000 Libras esterlinas reunidas en la colecta nacional.
Todo se gastará en el nuevo y secreto Plan de Defensa Nacional. Todo cuanto el ministro Quimper organizó antes de la funesta dictadura de Piérola, fue deshecho, desestimado y anulado. En vez de traer armas por las que ya se ha pagado una parte y a veces la mitad de su valor, el gobierno del nefasto Nicolás de Piérola utiliza ese dinero para pagar las letras protestadas por la empresa Peruvian, aumentando el disgusto de los acreedores europeos y, después para pagar una deuda inexistente reclamada por Dreyffus.
Fue secundado por Guillermo Bogardus, Periodista y empresario, que ayudó a Piérola en sus planes revolucionarios, comprando en Gran Bretaña el transporte Talismán de 310 Ton, con el objetivo de trasladar armamentos al Perú para la sublevación de Piérola en 1874.
Bogardus era conocido por la valiente denuncia que hizo contra los consignatarios nacionales y extranjeros del guano, poniendo al descubierto el escándalo financiero por el negociado y el engaño que hacían al estado peruano.
Inclusive, en su momento, denunció a Manuel Pardo y Lavalle y, a su cuñado Barreda, por haber cobrado un millón de francos de comisión por la construcción de las corbetas gemelas Unión y América, por confesión de un agente de los propios constructores, denuncia que cayó en saco roto.
Fue nombrado secretario de la legación peruana en Londres y París, encargado de secundar las acciones financieras para la compra de armamento y boicotear las que hicieran los chilenos.
Toribio Sanz y Saénz de Tejada, diplomático que fue nombrado ministro plenipotenciario en Francia de febrero 1880 a enero 1882 y simultáneamente ministro plenipotenciario en Inglaterra de febrero 1880 a 1883.
Dirigió una excelente red de contrainteligencia, conformando un equipo de agentes peruanos encargados de realizar una estricta vigilancia a los diplomáticos chilenos y agentes de inteligencia de ese país en las principales capitales de Europa a fin de neutralizar su accionar.
Sabotaje en Pacay
Después de desembarcar el ejército chileno en Ilo para iniciar la campaña sobre Moquegua y Tacna. El 10 de marzo de 1880, organizó un Destacamento de 5,000 hombres al mando del Gral. Baquedano de los cuales 900 eran de caballería y el resto de Infantería y artillería formado por la 2da División del Crl. Muñoz con 18 cañones; con la misión de batir a las fuerzas peruanas en Moquegua como primer objetivo y posteriormente avanzar con la caballería en la dirección general del río Locumba y Sama, para preparar el camino del grueso de las fuerzas chilenas hacia Tacna.
El 1er escalón compuesto por toda la caballería, una compañía aligerada del Buin y dos baterías de artillería al mando directo de Baquedano partió de Ilo en la madrugada del 12 de marzo, alcanzando Hospicio a las 22:00 horas, donde el personal y la caballería consumieron toda el agua existente, confiados en que la locomotora con el carro cisterna que al mando del Cmdte Federico Stuven Olmos y su gente se adelantó a la estación Alto del Conde, regresaría al día siguiente con el agua necesaria para el segundo escalón.
El 2do escalón al mando del Crl. Muñoz con la infantería de línea y la artillería, partió de Ilo el mismo 12 de marzo, pero a las 17:00 horas, sin llevar las raciones correspondientes, porque el regimiento 2do de Línea no tenía morrales y sin la provisión individual de agua, por no haber tenido la previsión de haber completado las cantimploras del cual carecían la mayor parte de los soldados del 2do escalón; es decir, una actitud negligente de los oficiales chilenos.
El 2do escalón llegó a los pozos de agua de Hospicio a las 10:00 horas del 14 de marzo (a 48 Km de Ilo), se dieron con la triste realidad que los pozos estaban secos y que el agua había sido consumida por la caballería de Baquedano. En ese momento la tropa con sus cantimploras vacías se desbandó en el mayor desorden, buscando agua en cualquier parte, a pesar de las órdenes, exhortaciones y ruegos de sus oficiales. El Crl. Muñoz ante tal situación, ordenó a su artillería que abriera fuego contra esos centenares de dispersos que se alejaban a todo correr por la llanura completamente desmoralizados, para detenerlos. A duras penas se les pudo contener y recién al día siguiente en el atardecer pudieron saciar su sed.
Todo el desplazamiento chileno había sido espiado por el Escuadrón “Gendarmes montados” al mando del moqueguano Tte. Crl. Juan Jiménez, más conocido como “Huacullani” al mando de 50 jinetes. El subprefecto de Moquegua ingeniero Gaspar Zapata, conociendo el terreno y sabiendo que el agua era un elemento vital, el 12 de marzo se dirigió a la zona de Pacay al Este de Hospicio, donde con ayuda de la población local saboteó la línea férrea, cortándola en las curvas, colocando obstáculos, particularmente en la parte de la bajada de Pacay, sacando los rieles y los durmientes, para descarrilar la locomotora que con seguridad los chilenos mandarían para obtener agua del Alto del Conde.
Ese día 12 de marzo, parte al mando del Cmdte. Stuven para El Conde a las 18:30 horas el tren con un estanque vacío, para volver con agua al alba del siguiente día, a proveer a la División Muñoz que debe llegar en la tarde.
No obstante que en El Conde se encuentran 900 hombres de la caballería chilena, Stuven caminó con todo cuidado. A diez kms, se nota la falta de cuatro rieles, el obstáculo fue reparado en dos horas por la cuadrilla de camineros. Stuven redobla las precauciones; en cada curva, encuentran obstáculos o rieles sueltos que hay que reparar, el reverbero poco alumbra, por la mala calidad de la mecha formada por una tira de trapo; a media noche antes de la bajada de Pacay, se colocan dos vigías en la trompa de la locomotora; se marcha con tanta lentitud por la oscuridad de la noche y la camanchaca existente, que el convoy se detiene.
Aflojadas las palancas de freno, el tren gana en velocidad y es imposible detenerlo al divisar la calzada destruida, sin rieles, ni durmientes. Stuven da contra vapor; a los silbidos de alarma de la bocina, los encargados de la locomotora aprietan las palancas de freno, con lo que evitan la caída del convoy al fondo de la quebrada; pero tal como estaba previsto, el tren con el carro cisterna se descarriló ocasionando varios heridos y contusos entre la gente del Cmdte. Stuven, pero milagrosamente sin ningún muerto. La máquina quedó con la trompa metida en la trocha solo con las dos últimas ruedas en los rieles.
La cuadrilla caminera, se pone a la tarea de levantar la máquina y reparar la vía, a la cual faltan los durmientes y diez rieles tirados al abismo. A pesar de todos los esfuerzos del Cmdte. Stuven y de su gente, reforzada por 25 cazadores que envió Baquedano, solo pudo arreglar los daños ocasionado por el sabotaje de los peruanos al medio día del 15 de marzo partiendo hacia Hospicio, donde lo esperaban las sedientas tropas chilenas.
Muy suelto de huesos, con su clásica formación chilena o por la tartamudez que tenía, Baquedano daba cuenta por telégrafo: “Todo va bien, mucha exageración por la falta de agua. Pronto quedará todo arreglado militarmente”.
Entre el 12 y 14 de marzo, “Huacullani” retardó el avance de las tropas de Baquedano hasta en tres oportunidades, realizando ataques rápidos, violentos y sorpresivos sobre el 1er escalón, manteniéndose a menos de un Km de las avanzadas de la caballería enemiga. El 16 y 17 de marzo Baquedano dio descanso a sus tropas, momentos que aprovechó “Huacullani” para incursionar en campo enemigo, degollando un sargento y tres soldados del Buin que distraídos se dedicaban a comer uvas, apropiándose de los caballos que estaban cuidando.
Operación Almvick-Castle
Esta exitosa acción de sabotaje realizada por la inteligencia peruana, se ejecutó a las 13:00 horas del 11 de abril de 1880; el objetivo, el vapor AlmvickCastle, buque fletado a la naviera Blackwall Line por la delegación chilena, que se encontraba a 25 millas de Hamburgo en el río Elba. Fue una operación limpia, ya que se cumplió con el objetivo de destruir el material bélico que transportaba la nave, pero sin causar ninguna desgracia a la tripulación del vapor.
Estaba cargada con armamento (sables, fusiles, ametralladoras y cañones), municiones, uniformes, equipo de campaña y, la razón principal del esfuerzo por destruir el buque: una maquinaria completa para fabricar cartuchos y los accesorios para cargarlos, que hasta el término de la guerra no pudieron reemplazarla.
Para el mes de marzo de 1880, el ministro plenipotenciario Toribio Sanz y Sáenz, había conformado una red de contrainteligencia que comenzó a dar sus frutos con la vigilancia estricta que se hacía principalmente a Carlos Morla Vicuña y al Cmdte. Lynch. Para fines de marzo ya se conocía la enorme cantidad de pertrechos bélicos que preparaban los agentes chilenos para remitir a su país.
Pero lo que más llamó la atención a la Legación peruana, fue la maquinaria para fabricar cartuchos de todo tipo de munición que habían adquirido los chilenos de segunda mano, pagando un precio superior a una nueva, por la urgencia que se requería y exigía el gobierno de Santiago.
Confirmado el vapor en que se iban a remitir los pertrechos, se comenzó a planear la manera de poder impedir que el barco zarpara hacia Chile; por la vía diplomática no se pudo lograr gran cosa y, además, ya se conocía la fecha de zarpe del buque, por lo que el tiempo se acortaba inexorablemente. Estando los agentes peruanos en establecer una forma de destruir el buque con las armas para Chile; en forma súbita, una cafetera que calentaban estalló, uno de los marinos de la Legación, saltó de júbilo repitiendo varias veces: ¡Eureka, tengo la solución!
Los agentes peruanos reclutaron a uno de los estibadores para que colocara la mayor parte del carbón con que el buque llenaba sus fondos como complemento de carga, próximo a un caldero que servía a una pequeña grúa a vapor en medio del buque, que por la cantidad de carga que se estibaba, su funcionamiento era constante; esto permitió que el calor del caldero, generara una espontánea explosión de gas, combustión que produjo un incendio y que por la naturaleza de la carga, en su mayor parte en cajones de madera colocada sobre el carbón, se generalizó rápidamente en todo el buque, el cual fue varado intencionalmente en la costa vecina del Elba, a fin de que la marea lo cubriese de agua y evitar la explosión que podría ocasionar los estopines y las capsulas fulminantes.
Según Parvex: “Como consecuencia de este siniestro, se destruyó gran parte del armamento y otros pertrechos destinados al ejército de Chile, evaluados en cien mil Libras esterlinas
Según la versión oficial chilena, se trató de un hecho accidental, pero el comandante Lynch sostuvo la tesis de que pudo haber sido una maniobra de agentes peruanos. Sin embargo, prefirió mantener esta sospecha en reserva, porque podía poner en riesgo el pago de los seguros”.
El Cmdte. Lynch tuvo la razón de sostener que se trató de un sabotaje realizado por los agentes peruanos, ya que: “Este incidente llevó a los agentes chilenos a reforzar las medidas de seguridad de los cargamentos, destinando desde ese momento equipos de agentes armados que los resguardaban en todo su itinerario”.
La larga lista de lo que se perdió en el sabotaje, según los manifiestos que revela el historiador chileno Pascual Ahumada consistían:
06 cañones Armstrong de montaña mod. 1880 cal. 63 mm.
- 1,000 proyectiles para cañón Armstrong cal. 63 mm.
18 cañones Krupp de montaña mod. 1880 cal. 75 mm.
- 12 cañones Krupp de campaña mod. 1880 cal 87 mm.
1,000 proyectiles para cañón Krupp cal. 75 mm.
1,000 proyectiles para cañón Krupp cal. 87 mm.
- 2,000 sables de caballería Bakes, con cinturones.
6,000 sables de caballería Henry franceses, con cinturones.
- 3,640 fusiles Gras mod. 1874 cal. 11 mm.
198 fusiles Comblain II mod. 1873 cal. 11 mm.
- 3,000 carabinas Winchester mod. 1873 cal. 10.8 mm.
04 ametralladoras Gatling cal. 11 mm.
Accesorios para cargar cartuchos de ametralladora.
- Una maquinaria completa para fabricar cartuchos.
400,000 estopines de fricción para cañones franceses.
- 8,000 fornituras Godillot completas con porta bayonetas. 1,500 fornituras completas sin porta bayoneta.
- Materiales para uniformes del ejército:
• 8,250 mts de paño azul.
• 12,783 mts de tela gris garancé.
• 20,000 mts de tela de algodón.
• 18,000 mts de tela de hilo.
• 444,000 botones Godillot.
Lo curioso de todo este esfuerzo, fue que, en el informe realizado por Carlos Morla Vicuña a su gobierno, manifiesta que toda la carga estaba asegurada contra todo riesgo en compañías inglesas y, que ya habían manifestado que pagarán lo antes posible dicho seguro; al final, señala textualmente:
“En medio del pesar causado por el siniestro, tengo la satisfacción de hacer presente a V.S. que el país nada perderá, en definitiva, sino el tiempo y la oportunidad del envío”. Es decir, la plata les sobraba, el crédito era abierto y el apoyo del gobierno inglés era total.
Incursión nocturna con doble sorpresa
El Gral. Dellepiane relata: “De manera fortuita, gracias al patriotismo del alcalde y del maestro de escuela de Samegua, que viendo llegar la Columna Muñoz a su pueblo a las 03:00 horas del 22 de marzo de 1880, ensillaron sus “chusquitos” y galoparon a dar parte al Crl. Gamarra, al que alcanzaron a las 04:00 horas informándolo de la presencia de los chilenos”, que al parecer estaban perdidos, por el desorden en que se desplazaban.
El Batallón Atacama al mando del Cmdte. Martínez también se desplazaba en esos momentos, pero en la dirección de Qda del Torata (Guaneros); y al parecer, igualmente extraviados porque sin guía, la oscuridad de la noche y el
desconocimiento del terreno, no encontraban el camino correcto. La realidad era que la infantería de Baquedano se dirigía a sus posiciones de ataque, para desalojar a las tropas peruanas establecidas en cerro Los Ángeles.
A las 02:00 horas del 22 de marzo, el Atacama se reunía en la entrada de la Qda del Torata (Guaneros); de repente, se oyó fuego de fusilería al Oeste entre el punto donde se encontraba el Atacama y el campamento chileno en el Alto de la Villa. Los soldados del Atacama nerviosos por la operación que realizaban, pensaron que habían caído en una emboscada y que los fuegos eran contra ellos. Se produjo una total confusión y la tropa comenzó a disparar a cualquier sitio, porque no veían a sus atacantes, después de grandes esfuerzos, los oficiales pudieron tranquilizar a las tropas, restableciéndose el orden.
Lo que pasaba era que el día anterior, el Crl. Chocano Jefe del Batallón Grau, desde su posición, pudo observar con el catalejo el campamento chileno de Alto de la Villa, comprobando que la caballada chilena estaba paciendo tranquilamente en los alfalfares. Ideó de inmediato la posibilidad de realizar una incursión nocturna por sorpresa a las avanzadas chilenas y poder capturar o espantar a la caballada chilena.
Obteniendo la aprobación del plan, organizó un grupo de asalto con 20 soldados al mando del 3er Jefe del Batallón Grau, el Sgto. Mayor Apolinario Hurtado. A las 24:00 horas del 21 de marzo, el grupo de asalto partió en dirección del campamento chileno y, a las 02:00 horas del 22 de marzo, el Mayor Hurtado y su gente llegaron al potrero de la ceja de Tombolombo, donde estaba la caballada enemiga sin ser detectados por los centinelas chilenos.
El grupo de asalto preparó sus fusiles, hicieron sorpresivamente varias descargas cerradas en rápida sucesión, eliminando a 04 soldados, cayendo herido 01 y siete caballos muertos; el resto de la caballada se espantó saliendo en todas direcciones, produciendo una gran confusión y desorden en el campamento chileno.
Muchos soldados pensando equivocadamente que era un ataque peruano en gran escala, levantaban las manos rindiéndose a la nada, mientras el pequeño grupo de asalto se retiraba silenciosamente, ayudado por la camanchaca existente en la zona, llevando con ellos cuatro prisioneros, cuatro carabinas y algunos caballos
Estos disparos, fueron los que escucharon las tropas del Atacama, quienes fueron también sorprendidos al igual que las tropas del campamento chileno, pensando que era a ellos a los que los peruanos atacaban. Pero con tan mala suerte para las tropas peruanas que no se dieron cuenta de los disparos que habían realizado los del Atacama en su retaguardia, lo que les permitió pasar desapercibidos y atacar posteriormente la retaguardia de la posición defensiva peruana.
Audaz incursión del “Oroya”
A pesar del dominio naval de Chile a lo largo del Pacifico Sur, la Marina Peruana no se paralizó y, realizó varias excursiones con la corbeta Unión y con los
transportes más rápidos que disponía, burlando los bloqueos de los puertos, la presencia de los blindados enemigos y de toda su escuadra, que no entendían como los marinos peruanos navegaban por todo el Pacifico Sur con decisión y audacia.
El último raid que se hizo sobre las costas chilenas, lo realizó el transporte Oroya al mando del Cap. de Frag. Toribio Raygada, zarpó del Callao el 26 de marzo de 1880 a las 04:00 horas, llevando al sur un cargamento de 1,800 fusiles de diversos sistemas y calibres, municiones, 2 cañones Blackely de a 9 Lbs, 2 cañones Blackely de a 4 Lbs, 2 cañones White y 4 ametralladoras para formar el Segundo Ejército del Sur de Perú en Arequipa
Jonatan Saona escribe: “El Oroya recaló en la caleta Chira, lugar donde debía descargar las armas destinadas a la guarnición de Arequipa, muy cercana al sitio donde se encontraban buques chilenos, sin que estos lo viesen. La descarga comenzó inmediatamente, si bien con bastantes dificultades debido a las marejadas, pero con toda la entusiasta ayuda de la población local.
La faena se paró al llegar la noche, momento en que el Oroya zarpó rumbo hacia alta mar donde se mantuvo durante las horas de oscuridad. Al aclarar, nuevamente se dirigió a la caleta donde se reanudó la faena de descarga con rapidez, gracias otra vez a la ayuda de los pobladores, la que daba término a las 17:00 horas. Después de la puesta del sol el Oroya zarpaba hacia alta mar poniendo rumbo al sur, al puerto de Tocopilla”.
A las 10:00 horas del 04 de abril de 1880, el Oroya observó en la Caleta salitrera de Duendes, dos buques que resultaron ser neutrales, uno alemán y el otro inglés, además de un remolcador a vapor con bandera chilena que estaba fondeada, se arrió el bote del Oroya al mando del arequipeño Tte. 2do Fermín Diez Canseco y se tomó como presa la lancha a vapor, colocándola a popa del Oroya para ser llevada a remolque.
El corresponsal del diario la Opinión Nacional embarcado a bordo del Oroya informaba: “Al salir de la Caleta de Duendes, se observó un pequeño vapor sin bandera que emprendía la fuga del puerto de Tocopilla hacia el Sur, pero al ver que la perseguíamos viró en redondo y retornó al puerto pegado a los arrecifes de la costa. Emprendimos nuevamente sobre el puerto, donde permanecimos por espacio de una hora
Caso curioso que se pudo observar, es que en el muelle y en las casas de la población, que parecía totalmente desierta, no tenían ninguna bandera chilena y la guarnición chilena del puerto, simplemente se hizo humo Siendo ya innecesaria nuestra presencia en ese lugar, una vez que la lancha que perseguimos se había varado de popa en la playa para evitar ser capturada, la abandonamos, remolcando la lancha Duende”
Sin más incidentes, el Oroya volvió al norte, llegando a Pisco el 07 de abril y fondeando al día siguiente a las 09:00 horas en el Callao, junto con su presa la lancha Duende, siendo felicitados por una multitud de personas, por el feliz éxito de la expedición. Indudablemente el Comandante Raygada del Oroya, había demostrado en este raid gran valor personal y pericia naval al arriesgarse tan cerca de los buques de la escuadra chilena.
El diario La Patria en su edición del 08 de abril describió la lancha capturada: “…la lancha Duende es una bonita embarcación, de 12 mts de largo más o menos, con capacidad de 15 Ton. Está nueva y en perfectas condiciones. Se asegura que la máquina es de bastante poder y su andar debe alcanzar los 12 nudos…”.
Francisco Yabar señala: “… la lancha capturada por el Oroya en Tocopilla fue llamada primero Duende, por el lugar donde fue capturada, luego se le denominó Oroya, por el buque que la capturó y, finalmente terminó llamándose Tocopilla por el puerto donde recaló el Oroya …”. La lancha fue modificada como Lancha cañonera, artillada con un cañón Preston de 12 Lbs y posteriormente se le instaló una ametralladora, conformando parte de las Fuerzas Sutiles que defendieron el puerto del Callao.
Celada en Locumba
Tras la declaración de la guerra por Chile, se formó con pobladores de Tacna un Escuadrón de Caballería que se puso al mando del Coronel Gregorio Albarracín Lanchipa, más conocido como el Centauro de las Vilcas, el escuadrón tomo el nombre de Escuadrón Tacna, que contaba con unos 50 hombres.
En 1880, ya tenían 130 jinetes, veteranos de la campaña de Tarapacá, buenos caballos y armados con carabinas Winchester y sables de caballería; fue encuadrado dentro del 1er Ejército del Sur con el nombre de “Flanqueadores de Tacna”
Del Crl. Gregorio Albarracín se dice que era un fantasma, un demonio, que aparecía y desaparecía del campo de batalla y, una vez capturado el enemigo lo decapitaba con la inquebrantable hoja de su sable. Que levantaba prisioneros con una sola mano y desde su caballo hacía molinetes en el aire con sus cuerpos antes de lanzarlos por los barrancos. Un paladín en toda regla, cuyo único nombre cundía de pavor al más nutrido contingente invasor.
En los últimos días de marzo de 1880, el ejército chileno, ocupaba Ilo y Moquegua, se alistaba para desplazarse al sur y combatir al ejército aliado en Tacna. Para reconocer el valle de Locumba, dispuso de tres fuerzas de caballería, una por Chironta con 60 jinetes, otra por Sinto con 60 jinetes y la tercera por Locumba con 30 jinetes. En este valle actuaba también por esos días, el escuadrón peruano Flanqueadores de Tacna con 130 jinetes al mando del Crl. Gregorio Albarracín, con el fin de informar a Montero de la aproximación de los chilenos y explorar la cordillera esperando los refuerzos del 2do Ejército del Sur que nunca llegaron.
El 01 de abril de 1880, la avanzada chilena que ingresó por la quebrada de Chironta, ocupó la hacienda Sologuren, después de saquearla la incendiaron y siguieron a las haciendas de Vargas y Maclean, el joven Celestino Vargas fue hecho prisionero, pero el señor Juan Maclean pudo escapar Dirigiéndose a la quebrada de Sagoya donde se encontraba el Coronel Albarracín con su escuadrón, informándolo de la llegada del enemigo.
Cuando el escuadrón de Albarracín llegó a Chironta, ya la avanzada chilena se había retirado, siguiendo Albarracín hasta Locumba, donde dispuso la evacuación de los pobladores, quedándose los 60 Guardias Nacionales del poblado que, aunque mal armados querían contribuir con la defensa del pueblo. De inmediato Albarracín preparó una celada a la avanzada chilena del Tte. Crl Diego Dublé Almeida y su grupo de 30 Cazadores a caballo que habían llegado a la Hacienda Valdivia propiedad del señor Cornejo, a un kilómetro de Locumba.
El escuadrón peruano tomó posiciones en las casas del pueblo, en la zona de la campiña y en una elevación cerca del cementerio, rodeando la plaza de Locumba. Albarracín mandó a la hacienda Valdivia a un Sargento de descendencia italiana que se hizo pasar como cónsul de Italia en Locumba, manifestando al jefe chileno que en el pueblo no había tropas peruanas, que los de la Guardia Nacional habían huido hacia Tacna y que podían entrar a Locumba sin temor.
El falso cónsul regresó al pueblo con el cap. chileno Ramón Rojas Almeida verificando la certeza de lo que les había informado, regresando el capitán quien comunicó que efectivamente en el pueblo no había ninguna autoridad, únicamente un cura y unos cuantos pobladores.
A las 12.00 horas, Dublé y sus Cazadores ingresaron a Locumba, dejando centinelas en la entrada del pueblo para que den aviso de cualquier movimiento extraño que observaran, siendo recibidos por el cura Pio Maldonado párroco de la iglesia de Locumba. El historiador eclesiástico arequipeño sacerdote Carlos Escudero en su trabajo titulado “La Iglesia y el clero de Arequipa en la Guerra del Pacífico”, asegura que: “… fue don Pío Maldonado, el cura patriota de Locumba, que participó en los prolegómenos de la celada preparada por Albarracín en Locumba…”
Este autor nacional afirma que: “… Pío Maldonado, quien gentilmente invito a los oficiales chilenos para almorzar en su casa, en la celada de Locumba, fue finalmente tomado prisionero por las hordas invasoras y conducido a Tacna, de donde escapó para dirigirse hacia Arequipa…”.
El periódico arequipeño "La Bolsa" en su edición del 06 de septiembre de 1880, saludó efusivamente la llegada del Coronel Gregorio Albarracín y del sacerdote Pío Maldonado, a tierras mistianas, indicando: “… y es una coincidencia que ha de favorecer su generoso intento, la de hallarse en esta ciudad al mismo tiempo que arriba a ella el cura de Locumba, coautor sin duda del famoso golpe dado a aquella descubierta chilena mandado por Dublé Almeida, que sucumbió casi toda bajo el sable de los soldados del audaz guerrillero…”.
Apenas se sentaron los oficiales chilenos para almorzar, el cura Pío Maldonado se retiró, momento en que una descarga de carabinas peruanas daba cuenta de los chilenos que cuidaban las cabalgaduras y del centinela en la torre de la iglesia, los oficiales chilenos salieron despavoridos, otra descarga dio cuenta del capitán Ramón Rojas Almeida y del alférez Luis Almarza, milagrosamente el Cmdte. Dublé Almeida no sufrió ninguna herida y raudamente salto sobre su caballo que, a pesar de estar herido en las ancas, picó espuelas y fue el primero en huir dejando a sus tropas abandonadas.
En las calles los caballos enloquecían, arrastran a los Cazadores chilenos que intentan montar para poder escapar, la confusión era enorme, solo tres Cazadores siguieron después a su jefe y en su estrepitosa huida encontraron a otros cinco que se habían fugado a pie sin armamento. La acción duro escasamente 10 minutos, 17 chilenos temerosos y asustados se entregaron prisioneros, 06 yacían muertos, solo 09 escaparon el Tte. Crl. Diego Dublé Almeida y 08 de tropa El escuadrón peruano tuvo la sensiblemente muerte del artesano arequipeño Sgto. 1ro Ángel Mendieta y un soldado herido.
Según la historia chilena, el Cmdte. Diego Dublé Almeida fue sometido a un Consejo de Guerra, del cual fue absuelto porque consideraron que al haber sido sorprendidos almorzando, no había sido un combate en toda regla; lo cual eximía al Cmdte. Diego Dublé Almeida de toda responsabilidad; de haber sido el primero en huir en pleno combate, de haber abandonado a su tropa y de haberse dejado engañar tan torpemente Incluso fue premiado en noviembre de ese año ascendiéndolo a Teniente Coronel efectivo.
Para Chile como siempre el mundo al revés y para confirmarlo, leamos lo que escribe Guillermo Parvex: “El 1 de abril de 1880, una avanzada chilena de treinta soldados de caballería al mando del coronel Diego Dublé Almeyda fue emboscada por tropas peruanas del coronel Gregorio Albarracín en el pueblo de Locumba, al norte de Tacna. Se produjo un combate que concluye con la retirada de Albarracín”. Es decir; solo le faltó indicar, que la fuga de Diego Dublé y ocho de sus cazadores fue un espléndido triunfo chileno, para redondear su fantasía guerrera.
Minado del Puerto del Callao
En los primeros días de Abril, el nefasto Piérola por Resolución Suprema del 13 de abril de 1880, ordenó al Cmdte Gral de la Marina que: “… se ha dispuesto que una comisión de la Secretaría de Fomento se encargue de la custodia y mantenimiento de los torpedos fijos (minas marinas) que se encuentren en custodia de la Marina, los cuales deberán ser entregados cuanto antes; así mismo, dicha Secretaría será responsable de la construcción de torpedos (minas marinas) y del minado del puerto del Callao…”.
El 24 de abril de 1880 con otra Resolución Suprema se constituye: “… una Comisión especial del cuerpo de Ingenieros compuesta de los señores Ingenieros del Estado don Eulogio Delgado, don Alejandro Babruski y don José Marticorena, expertos en temas de minado, fortificaciones, electricidad, etc. Teniendo como misión reconocer elementos útiles para fabricar torpedos… quienes trabajarán a órdenes directas del secretario de Fomento…
Se dispone que los señores Comandantes de los buques de la Armada y los Jefes de las dependencias del Ramo, prohíban en lo absoluto, la publicación de documentos oficiales y otros asuntos, para evitar que se filtre las informaciones que se refieran a las operaciones con torpedos (minas marinas) ”.
A partir de mayo, la Comandancia de la Marina asignó las lanchas Callao y Lima a la Secretaría de Fomento para las operaciones destinadas al minado del puerto; estas se hacían de noche o al amanecer. Entre el 17 de mayo y el 11 de junio se realizó el sembrado de los torpedos fijos (minas marinas) de Harris, de Delgado o los que se construían en el salón de torpedos en la factoría de Guía a cargo del Capitán Manuel del Campo para la Secretaría de Fomento.
El 01 de junio de 1880 mediante una Resolución Suprema se nombró: “… al Ingeniero del Estado Pedro Félix Remy Goncer para que se haga cargo de las reparaciones y conservación en perfecto estado de los torpedos (minas marinas) en custodia de la Secretaría de Fomento…”.
A principios de agosto de 1880, el gobierno decidió colocar una segunda línea de defensa al Muelle Dársena, esta vez a base de torpedos fijos (minas), para lo cual el Cmdte Gral de la Marina dispuso restricciones para que el abastecimiento de víveres para los buques neutrales se realizara por el muelle de fleteros y no por el Muelle Dársena, ya que se tenía información que: “Oficiales de la escuadra enemiga venían en botes de aquellos buques en forma camuflada, para observar la posición de nuestras baterías”.
Así mismo se comunicó a los comandantes de los buques de guerra neutrales que estando el Callao bloqueado, no era prudente concedan permiso a sus tripulaciones.
La Secretaría de Fomento comisionó al ingeniero Eugenio Rurange para que dirija los trabajos con una Sección de Torpedos organizada con 02 guardiamarinas y 11 marineros. Su centro de operaciones fue la barca Anita y la embarcación encargada de fondear los torpedos fijos fue la lancha Callao
El ingeniero Rurange era experto en el tema de los torpedos por haber preparado un torpedo de cobre durante la guerra con España de 1866. Las operaciones comenzaron el 04 de agosto sembrando los torpedos fijos circundando la Dársena a una distancia de 800 a 1,200 mts cerrando el paso a las embarcaciones menores e impidiendo la aproximación de las mayores. La línea de defensa estuvo terminada para fines de setiembre
El 21 de enero de 1881, el jefe de la escuadra chilena contralmirante Riveros, en su informe sobre la destrucción de la escuadra peruana, en lo referente a los torpedos defensivos (minas marinas) sembrados en la bahía, indicó lo siguiente:
“… el enemigo tenía fondeado en la bahía del Callao una gran cantidad de torpedos (minas marinas), he conseguido levantar algunos y se han encontrado todo destruidos y es de suponer que los demás se encuentren en el mismo estado, pues el material con que fueron construidos, zinc, es el menos apropiado para tal objeto…”.
Emboscada en Moquegua
Después de la Batalla de Los Ángeles, La División Muñoz fue la última Unidad chilena que desocupó la ciudad de Moquegua el 27 de abril de 1880, para dirigirse a la Zona de Reunión con el grueso del ejército chileno en Locumba; pero la normal
ineficiencia y negligencia de la oficialidad chilena, se les olvidó increíblemente de comunicar dicho desplazamiento a dos destacamentos de caballería; la del Alférez Liborio Letelier con 25 Granaderos y la del Tte. Silva con 20 Granaderos, que desde días antes recorrían las alturas de Candarave robando ganado e incendiando chacras y haciendas.
Enterado el Crl. de la Guardia Nacional Pedro Flores que tenía una hacienda en Moquegua, de la próxima llegada a la ciudad de los dos destacamentos de caballería; se reunió con los señores Cesar Chocano, Domingo Barrios y Gaspar Zapata, también dueños de haciendas en Moquegua, decidiendo organizar al pueblo hombres y mujeres, con las pocas armas (escopetas) que habían escondido del registro chileno, para tratar de emboscar y capturar a las tropas chilenas.
Se formó tres grupos de defensa, el primero al mando del Crl. Pedro Flores y el Sr. Domingo Barrios en la plaza de armas con la mayor parte de las armas; el segundo a cargo del Ingeniero Gaspar Zapata en la zona del potrero y el tercero en reserva a cargo del Sr. Cesar Chocano en el mercado de la ciudad.
El 02 de mayo de 1880, llegó a Moquegua el destacamento del Alférez Liborio Letelier con cerca de 300 cabezas de ganado, producto de sus robos, los dejaron en el potrero al cuidado de unos pocos soldados; el resto se dirigió a la plaza de armas para dar cuenta a sus jefes, ya que pensaban que se encontraban en ese lugar, cegados por su confianza y soberbia no tomaron ninguna precaución, al bajar de sus cabalgaduras, fueron recibidos por varias descargas de escopetas dejando 12 muertos; el Alférez Letelier y 08 soldados se rindieron de inmediato, rogando que no los maten.
Simultáneamente en el potrero los 05 soldados que cuidaban el ganado robado, fueron rodeados y también se rindieron sin disparar un tiro. El destacamento del Tte. Silva que venían por Samegua llegó al Alto de la Villa, pensando encontrar el campamento chileno, al conocer lo sucedido y ver que se acercaba gente armada (según el parte fantasioso del Tte. Silva a sus superiores “como 600 hombres”) tomó la decisión de abandonar a su compañero de correrías y huir del lugar como un vulgar ladrón.
Según algunos historiadores chilenos: “Gracias a su habilidad (para huir lo más rápido posible) y su gran energía (para abandonar a sus compañeros), logró salvar su vida y a sus 20 Granaderos, llegando a Locumba el 04 de mayo”. Elalférez Liborio Letelier y los 13 soldados prisioneros fueron remitidos a la ciudad blanca de Arequipa.
Ataque con minas flotantes
Al saber la escuadra chilena que bloqueaba el puerto del Callao la existencia de minas marinas, que estaba preparando la Marina peruana como medio de defensa del puerto, entro en pánico y nerviosismo, observando en cada momento, movimientos de lanchas sospechosas, torpedos (minas) flotantes y cualquier cosa que se acercaba a sus buques.
En la madrugada del 03 de mayo de 1880, el Huáscar chileno disparó contra un bote desconocido que pretendía acercarse al monitor, sospechándose que era un torpedo. A las 07:00 horas del 05 de mayo de 1880, durante la ronda que hacía por la bahía el crucero auxiliar Amazonas, uno de sus vigías alertó la presencia de:
“… dos pequeñas boyas, sobre las cuales se levantaba un aro, al parecer de fierro, que se encontraban flotando a merced de la corriente, a unos 50 cmts de la superficie del mar…”. En el momento que el Amazonas arriaba una lancha para hacer un reconocimiento de los artefactos, fue atacado por las baterías del Fuerte Pacocha, haciendo huir al Amazonas buscando la protección del resto de la escuadra.
Poco después, la torpedera chilena Guacolda avistó los dos artefactos y, con la ametralladora hundió a uno de ellos, sin que hubiera ninguna explosión, por lo que el otro fue remolcado hasta la isla San Lorenzo para establecer que era exactamente, pero al ser varada en la playa, explotó calculándose que tenía una carga explosiva de 200 Lbs.
Al parecer, fue la única vez que la Marina empleó minas flotantes para atacar a la flota chilena. En vista que la acción ofensiva demostró que no eran muy efectivas, ya que estando a la deriva, el viento y la corriente las podían llevar a cualquier sitio y, se tenía que tener mucha suerte para que puedan chocar con un buque enemigo, ya que eran fácilmente detectadas por los vigías enemigos.
Minas o polvorazos en Arica
Las minas terrestres o polvorazos como las llamaron durante la Guerra de Rapiña anglo-chilena de 1879, era una construcción de uso militar que consistía en un pequeño depósito de explosivos cubierto con piedras, tierra y arena, escondido casi a ras del suelo que los defensores de una posición hacían explotar por medio de dispositivos eléctricos al pasar cerca los atacantes.
Fueron utilizadas por primera vez por las fuerzas peruanas en la Defensa del Morro de Arica, planeada y conducida por el Ingeniero del Estado Teodoro Elmore Fernández de Córdoba. El 03 de abril de 1880, el Crl. Francisco Bolognesi asume el mando de la guarnición de Arica y decide la implementación de la defensa en base a las fortificaciones y el minado en secreto del terreno. A principios del mes de mayo de 1880, el ingeniero Elmore presento un memorándum con el Plan de obras de defensa y el Plan de minado.
Las obras de defensa y el minado solo se podían llevar a cabo en forma rudimentaria, ya que el tiempo no permitía otra cosa y, además se carecía hasta de lo más indispensable. Siendo la mina el arma principal de defensa, era preciso inventar lo que se necesitaba para poder construirlas: pilas, conductores eléctricos y fulminantes, todo faltaba, solo se disponía de 250 quintales de dinamita
El historiador militar Gral. Brig. EP Carlos Dellepiane describe las minas utilizadas en Arica: “Las minas establecidas en la línea de parapetos, en las zonas pasivas existentes entre uno y otro de los fuertes, en el recinto mismo de alguno de
estos, así como en algunos pasajes obligados, estaban constituidas por cargas explosivas de libra y media o de doce o de treinta libras de dinamita. La escasez de fulminantes hizo que se emplearan algunos del servicio de torpedos de la lancha torpedera Alianza y que se improvisaran otros con las substancias químicas que se hallaron en el puerto.
Los conductores eléctricos que debían dar fuego a estas cargas explosivas se improvisaron, por falta de material apropiado, destorciendo un viejo cable de hierro que estaba abandonado en la playa y aislando los alambres, que de él se obtuvieron, con dos capas superpuestas de papel, que los envolvía; estos alambres conductores no llegaron a ser enterrados, pues, en gran parte de su recorrido se hallaban simplemente sobre el suelo. Las pilas que habían de producir la energía eléctrica necesaria para determinar la explosión, fueron también improvisadas con productos químicos y elementos de circunstancias, adquiridas o recogidas en las farmacias de la localidad”
El historiador Gerardo Vargas Hurtado relata: “De acuerdo a la libreta de apuntes o diario que llevaba puntualmente el subprefecto de Arica señor Fermín Federico Sosa… el 27 de mayo de 1880 se activaron todos los trabajos de defensa de la Plaza de Arica para resistir al enemigo… siguió la colocación de minas eléctricas, cargadas con dinamita, en varios puntos estratégicos del campo atrincherado y de la ciudad misma… se colocó en la parte urbana en la calle de San Marcos, frente a la puerta del mercado, donde se guardaban víveres y pertrechos de guerra, una mina cargada con 30 quintales de dinamita; otra en la plazuela frente a la casa del Sr. Juan de Mata Fuentes sita en la calle de Ayacucho donde funcionaban las oficinas del Estado Mayor Divisionario y otra en el muelle
Una carga se colocó a un costado del Hospital de San Juan de Dios, sobre el camino Real que por el lado Sur de ese establecimiento conduce al valle de Azapa. Los alambres que harían estallar estas minas en el momento preciso, partían del Morro, donde funcionaba la planta eléctrica, a la que estaban conectados. Todas las minas en la zona urbana eran meramente destructivas y no de combate. También colocaron minas en las vecindades de los atrincheramientos y en las Baterías del Este y Cerro Gordo”.
Mariano Felipe Paz Soldán señala: “En Arica como en la defensa de Lima, se dio mucha importancia al sistema de minas por medio de baterías eléctricas, olvidando que el acto de hacer volar esta clase de minas requiere toda la serenidad de un cálculo matemático, poco común y, que los hilos que comunican la electricidad están expuestos a los mismos inconvenientes que interrumpen la corriente eléctrica. La experiencia ha demostrado que, de mil minas, las pocas que estallan, producen menos efectos que la descarga de fusilería de un Batallón, aunque es cierto que inspiran más terror” .
En oficio del 10 de mayo de 1880, el ingeniero Teodoro Elmore informa al Jefe de la Plaza de Arica: “… señor coronel, no puedo jamás negar las ventajas de las minas cargadas todas con fulminantes eléctricos, pero advierto a V.S. que no por eso queda asegurado su éxito, porque un solo fulminante en cada mina puede fallar, así como pueden fallar todas si se daña el alambre enterrado…”
Lamentablemente como arma de defensa en Arica, los polvorazos o minas improvisadas, no tuvieron gran efecto, en parte porque muchas no estallaron, pero si influyeron en la moral, ya que el Cmdte chileno Ricardo Castro Jefe del regimiento 3ro de Línea, se paralizó de miedo y detuvo el ataque más de media hora hasta que uno de sus jefes de Batallón lo acuso de cobarde y tomó el mando dirigiendo el ataque recién a la 05:00 hrs.
El Cmdte Luis J. Ortiz Jefe del regimiento Buin 1ro de Línea, fue otro de los oficiales chilenos que no pudo dominar su miedo y temor a los polvorazos; primero, cuando el Crl. Lagos sorteó mediante una moneda que regimiento atacaría al fuerte Ciudadela, el Cmdte. Luis J. Ortiz escondió la moneda al ver que había ganado ese alto honor, pero la cobardía le salió por los poros y, como si estuviera apesadumbrado, felicitó al cobarde del Cmdte. Ricardo Castro por ser su regimiento el que iría en el escalón de ataque.
Sin embargo, a pesar que el Buin pasó a estar en Reserva, el Cmdte Luis J. Ortiz también fue acusado de cobardía, por desviar adrede hacia la izquierda la dirección de su ataque, pensando que esa zona no estaba minada, dejando a los regimientos que realizaban el asalto, sin el apoyo necesario; tal era la influencia moral de las famosas e inofensivas minas o polvorazos.
El subprefecto de Arica Fermín Federico Sosa atribuía el no haber funcionado la red eléctrica que conectaba con los polvorazos preparados, a que los alambres trasmisores habían sido colocados a flor de tierra, en las calles de la ciudad y en los cerros que la rodean, al alcance de cualquier persona o espía chileno, que bastaba con jalarlos para que ya no funcionen.
Para Dellepiane, el cañoneo de la artillería chilena en tierra del 05 de junio y el del 06 de junio tanto terrestre como de la escuadra, dislocó probablemente la mayor parte de los alambres conductores del sistema de minado, que al parecer ese era uno de los objetivos de los dos días de cañoneo, ya que el día del asalto la artillería terrestre y naval no intervinieron; además, al ser las minas improvisadas, así como los fulminantes, no comunicarían el fuego.
El escritor Juan Ortiz Benítes, señala: “que el escenario de guerra exigió a los zapadores improvisados instalar las minas de forma apurada y acelerada ya que el enemigo estaba cerca. Además de ello debemos tener en cuenta el escaso material con el que se contaba para realizar de forma adecuada los trabajos. Con todo ello no es de extrañar que las minas no se hayan colocado con la profundidad que se quiso y estuvieran sencillamente mal colocadas” .
Sorpresa en Chacalluta
El 27 de mayo de 1880, un día después de la Batalla del Alto de la Alianza, el Sldo. Matías Flores, natural de Azapa y cuatro compañeros todos del Batallón Arica llegaron al puerto, informando a Bolognesi de todas las incidencias de la batalla. Que los jefes señalaban a grandes voces que el punto de concentración del ejército aliado era en Pocollay, un poblado a 3 Kms de Tacna.
Desde ese instante, Bolognesi comprendió que el repliegue del ejército aliado hacia Arica ya no se daría, por lo que encomendó al Ingeniero Elmore la destrucción del acueducto de la Estación de Hospicio, el terraplén de la Qda. Escritos, los puentes de Molle y Chacalluta, bloquear la línea férrea del ferrocarril Tacna Arica, y, la colocación de minas en lugares convenientes del camino que une a ambas ciudades, con la finalidad de obstaculizar la marcha del enemigo
El 28 de mayo de 1880, El ingeniero Teodoro Elmore, el Tte. 2do ingeniero electricista de la Armada Pedro Ignacio Ureta de la 1ra División de torpedos y un Sargento del Batallón Tarapacá, salieron de Arica a cumplir con la misión asignada, la cual se cumplió entre el 28 y 31 de mayo, faltando la voladura del puente de Chacalluta y el minado de sus alrededores los cuales se hicieron el 01 de junio.
Ese mismo día del 28 de mayo de 1880 a las 20:00 horas, el Cap. chileno Juan de Dios Dinator salió de Tacna con 50 jinetes del regimiento Carabineros de Yungay que estaban al mando del Alférez Manuel Fornés García con la misión de realizar un reconocimiento a la Estación de Hospicio y tratar de comunicarse con los buques que bloqueaban Arica. Un kilómetro antes de llegar a la estación, la patrulla estacionó, encontrando un carrito de mano. El cap. Dinator con tres Carabineros subieron al carrito y por la línea férrea se dirigieron a la estación de Hospicio sigilosamente.
En la estación se encontraba de servicio el telegrafista peruano Juan E. Ramírez, como seguridad el Stte. Juan de Dios Cornejo y dos soldados del Escuadrón LLuta. El telegrafista percibió el ruido del carrito de mano que se acercaba a la Estación y de inmediato prepararon una emboscada. A 20 mts de la estación se les hizo el alto preguntando ¡quien vive!, al no responder, los peruanos hicieron una descarga intercambiando tiros con los carabineros; al ser la noche casi totalmente oscura, el grupo chileno no pudo ver la cantidad de los atacantes, creyeron que era una patrulla enemiga superior al número de ellos, dieron media vuelta y huyeron en el carrito de mano hasta donde estaba su campamento.
Al alba del 29 de mayo, Dinator se dirigió con el escuadrón completo hacia la desembocadura del rio LLuta, en las proximidades del pago de Chacalluta con la finalidad de comunicarse con los buques bloqueadores; en el camino fueron atacados sorpresivamente en una operación de contra reconocimiento por el Escuadrón peruano LLuta al mando del hacendado Lorenzo Gonzáles y 20 jinetes, desarticulando su formación y haciéndolos que desmonten y formen cuadro para defenderse, aprovechando esa oportunidad para desaparecer de la misma forma en que habían atacado.
De acuerdo al parte del Cap. Dinator lleno de fantasía y exageraciones, el sorpresivo encuentro fue con un escuadrón peruano de 50 jinetes de caballería y algunos de infantería, que al formar en batalla huyeron hacia los cerros. Dinator repuesto del ataque sorpresivo, se dirigió a la playa y después de contactar con sus buques de guerra mediante banderas, un marinero del Cochrane se lanzó al mar y nado hasta la costa, era el marino inglés John Lewis al servicio de Chile, conduciendo una comunicación para el Gral. Baquedano.
El marino ingles regresó al mar, pero la braveza de las olas y el cansancio lo obligaron a regresar a la playa y continuar con los Carabineros hasta Tacna.
Después de haber merodeado por la costa sin encontrar que expropiar (robar) y terminado sus reconocimientos, se dirigieron a las 18.00 horas hacia Tacna, llegando a las 03:00 horas del domingo 30 de mayo dando cuenta que:
El acueducto de Hospicio y el puente de Molle habían sido volados -
El terraplén de la Qda. Escritos, destruido.
La vía férrea bloqueada, con durmientes destruidos y rieles volados en diferentes tramos.
Ese mismo día se dispuso que la compañía de Pontoneros del Cap. Silva Vergara, tres ingenieros militares y el 2do escuadrón del regimiento Carabineros de Yungay al mando del My. Rafael Vargas, partieran con todos los elementos necesarios para reparar los puentes y la línea férrea. El 02 de junio fueron reforzados con el 1er escuadrón del regimiento Carabineros de Yungay y el regimiento Cazadores a caballo.
El 01 de junio Elmore y su ayudante habían destruido el puente de Chacalluta y minado el camino de herradura que cruzaba el río, el trabajo los llevó a culminarlo ya oscureciendo, por lo que determinaron dormir en la zona. El 02 de junio amaneció con la caballería chilena que reconocía el puente destruido y un escuadrón que trataba de bajar al rio para hacer abrevar a sus cabalgaduras.
Teodoro Elmore y el Tte. Pedro Ureta se dirigieron a su observatorio que habían preparado con anterioridad, era un simple matorral de caña hueca en donde estaba la batería de disparo a unos 500 mts de las minas, ambos acordaron que si eran atrapados dirían que su misión era destruir el ferrocarril, pero deberán dar la impresión de que el Morro y la ciudad están llenos de dinamita.
Las minas colocadas en Chacalluta eran dos series de tres cargas de dinamita cada serie, enterradas en cascajos y tierra. En el momento propicio, Elmore activó la batería, estallando solo una carga de cada serie; así y con todo, el estruendo de las dos cargas, la polvareda que levantó y las piedras que volaban por el aire, introdujeron una confusión espantosa, sembrando el desorden y el miedo. Los jinetes, por una parte, los caballos por otra, todos corrían en diferentes direcciones, creyendo que la tierra se los iba a tragar.
Restablecidos del susto, los daños fueron mínimos: un cazador con el brazo quebrado, un carabinero herido en la cara y dos carabineros contusos. El caos surgido con carretas volteadas y más de cien caballos desbocados a consecuencia de dos polvorazos, impresionaron vivamente a las tropas y a los jefes chilenos.
Varias patrullas buscaron por los matorrales a los culpables de la detonación, Elmore y el Tte. Ureta ordenaron que el Sgto que tenía su cabalgadura escapara para comunicar a Bolognesi lo sucedido en Chacalluta, haciéndolo así. Las patrullas chilenas dispararon a matar quedando mal herido el Tte. Ureta quien falleció poco después desangrado, siendo capturado el ingeniero Teodoro Elmore.
Ahí comenzó uno de los mitos inventados y propalados por los chilenos, con el único objetivo de socavar la moral de los peruanos y mismo tiempo hacer creer al mundo entero la gloriosa estirpe guerrera de sus soldados. El pirata Lynch fue el encargado en anunciar al gobierno chileno en telegrama del 04 de junio de 1880 que: “… en Chacalluta hizo explosión una mina… se capturó a los ingenieros principales, Elmore y Arenas (le cambió de nombre a Ureta) … declaran respecto del número y ubicación de las minas…”. (No dice que se refiere a las minas de Chacalluta y hace creer sublimalmente que son de las defensas de Arica).
Esto ha permitido que muchos historiadores chilenos falseando o inventando la historia de la guerra, pusieran a Teodoro Elmore como traidor al informar de las defensa y minas de Arica con tal de salvar su vida. Pero la realidad es otra, tomando los testimonios de los propios chilenos que lo capturaron y sí dijeron la verdad.
El ingeniero Teodoro Elmore fue capturado por el Alférez de Cazadores Enrique Valdez que lo entregó al Cmdte. Rafael Vargas Jefe de los Cazadores y éste al Crl. Lagos y conducido a la prevención por el Cap. Augusto Orrego Oficial del EM del Crl. Lagos, manifestándole que el Alférez Valdez lo había registrado encontrándole una carta y un plano de Chacalluta, que el mismo Elmore había dibujado con indicación de las minas colocadas en ese lugar. Ese plano y sus minas fue cambiado de denominación por Lynch como plano y minas en Arica, acción que fue apoyada por todos los historiadores chilenos como una verdad absoluta, como ya se ha dicho. Todo como parte de su guerra sicológica.
El 11 de julio de 1880, el periódico “El Eco” de Tacna publicó un artículo del Cap. Augusto Orrego, reproducido después en Santiago y Lima, en defensa del amor propio herido y de la vanidad nacional a individuos del ejército enemigo, donde señala respecto al Ingeniero de Estado Mayor don Teodoro Elmore lo siguiente:
“Acompañando al coronel Lagos, tuve ocasión de ver a dicho señor muy poco después de haber sido tomado prisionero. Fui yo mismo el encargado de conducirlo a la prevención… Preguntado por el coronel sobre las defensa y minas de Arica, contestó, que el solo había tenido una parte en los trabajos de defensa en el puerto; pero que le constaba que se habían cumulado allí todos los elementos de destrucción de que podía echarse mano en las guerras modernas. “Ustedes entrarán, me dijo; pero con una pérdida mínima de dos mil hombres”
Es cierto que Elmore debió ser fusilado; y si no lo fue se debió, no a que nos hubiera hecho revelaciones, sino que se convenció el general, como yo mismo se lo expuse, y también el coronel Lagos, que este señor no era un simple ciudadano, sino que formaba parte del escalafón del ejército enemigo y que por consiguiente era militar.
Ahora, respecto a que Elmore nos indicó los medios de evitar las minas, esto es absurdo, más que otra cosa; pues todo el mundo sabe que el fuerte San José, el Dos de Mayo y el Santa Rosa, en la costa, y el Cerro Colorado y el del Este, arriba, volaron; y que lo único que no se inflamó fue el Morro… El coronel Lagos, estoy seguro, ratificará todo lo que aquí expongo.
Tacna, julio 10 de 1880. Augusto Orrego Oficial de estado mayor”
La respuesta del Crl. Lagos ratificando lo dicho por el Cap. Augusto Orrego llegó al día siguiente:
“Pocollai, julio 11 de 1880 Señor don Augusto Orrego Estimado amigo:
He leído su artículo publicado en el “Eco de Tacna” y me apresuro a ratificar en él todo lo que Ud. dice relativamente al ingeniero peruano señor Elmore. Me es verdaderamente doloroso que se imputen a dicho señor, actos de infidencia a su patria y de cobardía. Me hago un deber declarar aquí, que el ingeniero mencionado fue parco y categórico en sus respuestas, prohibiéndome mi propia delicadeza y el respeto a la dignidad ajena, arrastrar al señor Elmore a revelaciones, que cualesquiera que hubieran sido, en nada habrían cambiado mi modo de proceder en todo lo que se relaciona con el asalto de Arica.
Más aún, y se lo repito aquí, me interesó la sangre fría y la serenidad de ese joven, cualidades que un militar sabe siempre apreciar en lo que valen, cualesquiera que sean las personas las posean.
Me es grato suscribirme como siempre. Su atento amigo.
El Francés Carlos Wueguelin
A las tres de la mañana del 07 de junio de 1880 el enemigo se hallaba a una distancia entre 1,500 y 2,500 mts, respecto de los sitiados, los cuales lo esperaban tras los parapetos de sacos de arena. Lagos había extendido su línea de batalla hasta las proximidades de la playa de Quiane, más allá del Fuerte Este; estaba perfectamente seguro del terreno que pisaba, pues a pesar de la oscuridad de la noche, evolucionó con admirable precisión.
¿Tan perfecto era su conocimiento del terreno?, ¿sus reconocimientos habían sido tan exactos y precisos? La realidad era que no había sucedido ni uno ni lo otro, para ello vamos a relatar textualmente como sucedieron los hechos, tal como lo escribió el historiador peruano y ariqueño en 1921 Gerardo Vargas Hurtado, lo que él vivió en la Epopeya del Morro de Arica.
“La forma como las tropas chilenas evolucionaron para ponerse tan cerca de las posiciones peruanas, era que habían sido guiados y colocados en ese sitio por una persona que conocía esos parajes palmo a palmo, como que diariamente traficaba por ellos. Esa persona fue Carlos Wueguelin, expropietario del Fundo Buena Vista, en cuya casa se alojó el Estado Mayor chileno”.
Personaje del cual el historiador chileno Guillermo Parvex no le dedica ni una sola línea y ni una sola palabra en su obra “Servicio Secreto Chileno En la Guerra del Pacifico”, siendo el principal espía sobre el que giró el ataque chileno sobre el Morro de Arica; pero mejor conozcamos la historia.
Pedro Lagos”“Antiguo amigo y ex condiscípulo de Baquedano, Wueguelin se prestó de buen grado para servir de guía al ejército atacante en su viaje nocturno a los cerrillos que quedan frente a las baterías Este y Ciudadela al que separaba de éstas una hondonada, que no tendrá más de 600 mts de latitud, en los que pernoctó, esperando los primeros albores para tomar por asalto, como lo hizo, las baterías Este y Ciudadela
Y esto que decimos de Wueguelin no es aseveración antojadiza nuestra, sino que lo hemos oído contar a él mismo, en ocasión que el vecino ariqueño, ya extinto, don Julio P. Pescetto, y el autor de estas líneas, celebrábamos en casa del primero, en Arica, una conferencia sobre asuntos comerciales. Cuando la conversación versó sobre otro tema, nosotros buscamos el momento propicio para interrogarle, intempestivamente, más o menos en esta forma:
¿Y usted, don Carlos, no tuvo temor de servir de guía al ejército chileno la noche que se preparaba para asaltar a Arica? porque sin quererlo, pudo usted verse envuelto en el combate
-
No, mi amigo; yo bien sabía la hora exacta en que debía tener lugar; y así antes de las 12 de la noche, después de dejar a Lagos instalados en las posiciones que elegí para que pernoctara, mientras llegaba el momento supremo, regresé a mi casa de Buena Vista, desde donde tuve ocasión de contemplar los destellos de los fogonazos de los cañones y de la fusilería de ambos combatientes.
¿De manera que Ud. era amigo de Baquedano?
¡Oh sí!; fui condiscípulo suyo en Chile; y durante los días que fue mi huésped, en mi fundo, hicimos reminiscencias de nuestra juventud.
Estas declaraciones, que jamás pensamos escuchar de labios de Wueguelin, dado su carácter reservado, hosco, confirmaron el rumor público que circulaba en Arica de haber sido este ingrato vecino el guía que condujo por senda segura y colocó al ejército invasor frente a nuestros baluartes. Hacía muchos años que residía en Arica, pero no hemos podido averiguar el momento de su llegada, ni su procedencia…
… este señor, asociado al ingeniero francés Monsieur Petot, tendió la línea telegráfica de Arica a Iquique, por cuenta del gobierno del Perú, a raíz de habernos Chile declarado la guerra; línea que prestó importantes servicios al Ejército peruano que defendió nuestra rica provincia de Tarapacá. (Al parecer fue un espía doble).
Que Wueguelin era chileno, no cabe dudar. Tanto lo era, que el gobierno de la Moneda, en dos o tres ocasiones, le encargó, accidentalmente, la gobernación (subprefectura) de Arica, cargo que solo puede ser desempeñado por chilenos de nacimiento. Sin embargo, tanto en Arica como en Azapa se le conocía con el nombre de “El Francés”, idioma que dominaba a la perfección. Murió nonagenario…”. (Págs. 112 al 115).
En los primeros días de marzo de 1880, se forma una Sección de Torpedistas al mando del Cap. de Fragata Leopoldo Sánchez Calderón Subsecretario de Marina; como Jefe de Sección el Cap. del Ejército Manuel Ezequiel del Campo, los voluntarios Alféreces de Fragata Decio Emilio Oyague Neyra, Carlos Bondy Tellería, Manuel Gil Cárdenas y el ingeniero Manuel José Antonio Cuadros Viñas; poco a poco, se van agregando otras personas que colaboran con la Sección de Torpedista como el Tte. del Ejercito Juan Quintana, el mecánico Constantino Negreiros, el ingeniero Daniel Desmaison, el operario de la Factoría Naval de Bellavista Joaquín Sotelo, el carpintero José Chumpitasi, el mecánico Juan Bianchi, el hacendado Julio Tenaud y los pescadores Manuel Arca y José Morales que se les agregó como matriculados.
Su misión era hundir buques chilenos con torpedos ofensivos (lancha torpedo) con carga explosiva tipo cazabobos, que serían preparados y armados por ingenieros peruanos y aplicados al enemigo por personal de la Marina. A mediados de marzo el Comandante General de la Marina había pedido al director de la Escuela Naval que dejase examinar al Ing. Manuel Cuadros los torpedos Harvey embarcados en el Marañón; para que tenga un mejor conocimiento de los mecanismos existentes para activar la carga explosiva.
A mediados de abril, el Ing. Manuel Cuadros y su personal fue trasladado a los talleres de la Marina en Ancón. Pero hubo un lamentable accidente: el 24 de abril, el mismo día en que murió el Tte. Crl. Pedro Ruíz Gallo por una explosión de dinamita en el puerto del Callao, quien también preparaba un torpedo de su invención, otra explosión acabó con la vida del Alférez de Fragata Manuel Gil Cárdenas y cuatro marineros, quienes estaban en el puerto de Ancón para desempeñar “...una importante comisión de carácter secreto que le había sido confiada de orden superior...” .
Esta importante comisión fue el tratar de operar la lancha torpedo preparada por el Ing. Manuel Cuadros. La explosión debió ser de consideración pues la noticia no pudo ser ocultada a la prensa, pero, a diferencia del caso del Tte. Crl. Pedro Ruiz Gallo, la censura se encargó de eliminar cualquier mención a los torpedos Pero ya los espías chilenos estaban sobre aviso y relacionaron estas dos explosiones con la fabricación de torpedos.
El periódico La Patria informó lo siguiente: “ ... ¡Zambomba! y estalló la pólvora. No se sabe en qué asuntos de dinamita andaban en una fábrica de Ancón que voló por los aires la fábrica y las casas del derredor, dejando un espantoso espectáculo para todos los curiosos que desde ayer han ido al puertecito a observar los escombros...” .
Manuel Cuadros aceptó hacer un segundo torpedo y comenzó a fabricarlo. Este segundo aparato estuvo listo a principios de junio y sin pérdida de tiempo se dispuso aplicarlo sobre algún buque enemigo con el siguiente plan: el torpedo se colocaría en un bote repleto de víveres y su carga explosiva cazabobos, se activaría al retirarse uno de los sacos de alimentos.
La Operación Cazabobos consistía en llevar al Norte la Lancha Torpedo, armada en la caleta de la Punta Doña Pancha (a pocas millas al Sur del Morro de Los Mulatos que cierra la bahía de Ancón) y debía ser conducida navegando al Callao, por el Alférez de Fragata Carlos Bondy. En la madrugada del 11 de junio la comisión, el torpedo y la carga explosiva salieron de Lima en un tren especial rumbo al Norte hasta la estación de Infantas, donde los espera el hacendado Julio Tenaud con su gente para trasladar el torpedo y la carga explosiva a la Caleta Doña Pancha.
Los matriculados Morales y Arca llegaron con los dos botes que se emplearían en la misión recién el 15 de junio debido al mal tiempo; ese día, el fuerte oleaje en la Caleta, impidió preparar la lancha torpedo, al día siguiente se trató de embarcar la carga en el bote pequeño, pero no se pudo, a pesar de haber llegado la ayuda de 25 soldados del Batallón de Infantería N° 75 acantonado en ese lugar, ya que el bote fue destrozado por una ola. Entre el 17 y el 30 de junio, se intentó preparar la lancha torpedo por segunda vez, pero la braveza del mar obligó a suspender la Operación, teniéndose que modificar el Plan Inicial.
El Comandante Sánchez trazó su nuevo plan: la lancha torpedo zarparía del Callao y luego burlaría el bloqueo sin ser visto, debiendo regresar poco después del Norte, simulando ser una lancha de víveres que se dirigía hacia el Callao, dejándose descubrir intencionalmente por el enemigo para que se lance en su persecución, la capture y se produzca la explosión del torpedo.
De acuerdo a este nuevo plan, el 02 de julio se recogieron los explosivos de la estación de Infantas y se llevaron al Callao. La carga explosiva se colocó en la barca Adelaida Rojas y se preparó el torpedo tomándose todas las medidas de seguridad posibles, operación que duró hasta las 18:30 horas y en las que intervinieron Manuel Cuadros, el ingeniero Desmaison, el operario de la Factoría Naval de Bellavista Joaquín Sotelo y el carpintero José Chumpitasi.
A las 22:00 horas salió la balandra cargada de víveres y el torpedo, remolcada por un bote y comandada por el Alférez Bondy, llevando como auxiliar al Teniente Juan Quintana, antiguo Segundo Jefe de la Estación de Vigías de la isla San Lorenzo, y a los matriculados Morales y Arca que tripulaban el bote. A las 03:00 horas del 03 de julio la falta de brisa, la mucha marejada y la espesa neblina paralizó su avance hacia el Oeste, debiendo esperar mejor tiempo para que sea localizada por alguno de los buques chilenos
Por parte de los buques chilenos, el 15 de junio el presidente Aníbal Pinto había trasmitido al pirata Patricio Lynch en Iquique, un informe para que lo retrasmita al jefe de la Armada chilena que bloqueaba el Callao, el informe decía:
“… En Ancón preparando el joven Manuel Cuadros un segundo torpedo a pesar de haber tenido un fin desgraciado el primero. He oído decir que el torpedo es de esta manera: Se compone de una lancha de vela, cargada con comestibles y carneros, y al quitar el último bulto, hay un resorte para reventar el torpedo ” .
El historiador chileno Vicuña Mackenna relata que: “…Nunca se supo quién había mandado a Chile con veinte días de anticipación un aviso tan certero.”
El 22 de junio de 1880 arribó al Callao el transporte armado Loa, traía el mensaje de alerta reenviado por el pirata Patricio Lynch al Contralmirante Riveros siendo retrasmitido a todos los comandantes de las naves que bloqueaban el puerto del Callao; es decir, todos los oficiales chilenos tenían pleno conocimiento de un futuro ataque con torpedos con carga cazabobos por parte de la marina peruana.
El 03 de julio de 1880 a las 10:00 horas se despejó la neblina, pero ningún buque chileno se movió; a las 17:00 horas el transporte armado Loa observó que un bote pequeño trataba de remolcar una barca cargada de víveres, avanzó lentamente hacia la balandra, el pequeño bote al mando de Alférez Bondy fingió veloz huida perdiéndose entre los buques neutrales. De inmediato del Loa se arrió una falúa al mando de un Alférez, la que se dirigió hacia la balandra, dándole una vuelta y reconociéndola por todos lados, un marinero chileno cortó el ancla por temor a que estuviera atada a un torpedo, la abordaron y la remolcaron a un costado del Loa; por un instante se pensó que iba a ser llevada hacia el blindado Blanco Encalada, pero esto no sucedió, la carnada estaba servida
El comandante del Loa, cap. de corbeta Juan Guillermo Peña Urizar y su tripulación, ganados por la gula, sus instintos de rapacidad, incumpliendo órdenes superiores y demostrando su falta de profesionalismo con una ineptitud clásica en los marinos chilenos, principiaron a descargar los abundantes víveres, al sacar el último saco de arroz, soltó el resorte y el mecanismo para hacer explotar la carga de dinamita
A las 17:30 horas explotó el torpedo cazabobos, lanzando una enorme masa de agua y un denso humo negro, la detonación fue terrible, haciendo un boquete entre 12 y 14 pies de largo por 02 de ancho, el Loa levantó su proa y se fue hundiendo de popa en 17 brazas de agua, todo terminó en 07 minutos, desapareciendo para siempre. Se llevó al fondo del mar un cargamento precioso para los chilenos: municiones, 02 grandes cañones Armstrong de retrocarga de gran alcance y 05 de los suyos. Sus bajas fueron 118 fallecidos de 180 tripulantes.
En el parte del Cmdte. Sánchez manifiesta: “El costo total de gastos en la preparación de este torpedo y el de Ancón, incluyendo la compra de las embarcaciones y de víveres, no llega a mil soles en plata y el enemigo a perdido más de 100 vidas y por lo menos medio millón de pesos fuertes, además tuvo que pagar 57 mil Libras esterlinas a la CSAV por la pérdida del buque.
Francisco Yabar comenta: “Envanecidos por las victorias militares, cualquier derrota era impensable para muchos chilenos; por ello, el hundimiento del Loa causó pesar en Chile y sirvió a ciertos intelectuales y hombres del gobierno para inculcar un profundo odio por el Perú y pedir venganza sobre los poblados indefensos de la costa”.
En su pequeño cerebro, los políticos, militares y gentuza inculta chilena, no les cabía que los peruanos hubieran podido hundir una de sus naves de guerra. En el diario El Mercurio de Valparaíso del 10 de julio decía: “… es necesario que nuestra escuadra obre; es necesario que, por lo menos, Chorrillos, que es la mansión de los deleites de los habitantes de Lima, sea reducida a cenizas…”.
El periódico El Ferrocarril de Santiago del 12 de julio en su editorial inculcaba: “… nuestra escuadra debe arrasar sin piedad cuanto esté al alcance de sus cañones, mientras nuestro ejército lleva la desolación y espanto al corazón de sus principales poblaciones…”.
Incluso no falto un sacerdote chileno, el padre Benedicto Spila de Subiaco que escribió un libro considerando: “… que la sociedad peruana es impía y la chilena, por el contrario, merecedora de la Gracia de Dios”.
Pero ante tanta sandez, bastó la respuesta del célebre médico peruano José Casimiro Ulloa, que les cayó como un balde de agua fría, para rebatir todos los falaces argumentos chilenos y, escribió refiriéndose a ellos en el editorial de un diario limeño del 31 de julio: “… los medios de hostilidad más lícitos son delitos de Lesa Humanidad cuando son empleados por nosotros. Los actos de una brutal barbarie, más cobardes y condenados por el mundo civilizado, son grandes hazañas y acciones heroicas cuando la practican soldados chilenos…”.
Operación Destrucción y Engaño
El 04 de julio de 1880, al día siguiente del hundimiento del Transporte artillado Loa se observó desde tierra, que los buques chilenos Amazonas, Huáscar y la torpedera Fresia, empleando buzos hacían lo posible por rescatar los cañones de gran alcance. Para evitar que el enemigo consiga su propósito, se preparó un plan para destruir el casco del Loa El Plan de Operaciones consistía:
Misión
Las Fuerzas Sutiles realizarán la inmediata destrucción del casco sumergido del Loa colocando sobre su cubierta o debajo de sus costados, cargas (torpedos) con dinamita, haciéndolas estallar desde la superficie, para impedir que el enemigo pueda recuperar la artillería de largo alcance y la gran cantidad de munición que transportaba el Loa en sus bodegas.
Organización
1. Comandante de la Operación: Tte. 2do Fermín Diez Canseco Coloma
2. Equipo de ubicación del transporte Loa
- Jefe: Cap. de Navío Juan José Raygada Oyarzabal
Ayudante: Tte. 2do Gervasio Santillana Alvarez
- Ayudante: Alférez de Frag. Enrique Gamero
3. Escuadrilla de Protección
- Lancha cañonera Arno con 2 cañones, 1 ametralladora y 30 hombres
Lancha cañonera Lima con 2 cañones, 1 ametralladora y 30 hombres
Lancha cañonera Urcos con 1 cañón, 1 ametralladora y 20 hombres
Lancha cañonera Oroya con 1 cañón, 1 ametralladora y 10 hombres
Lancha cañonera Resguardo con 1 cañón, 1 ametralladora y 10 hombres
- Lancha cañonera Capitanía con 1 ametralladora y 10 hombres.
4. Lancha sembradora de torpedos: Lancha Callao.
Desarrollo de la Operación
1. Equipo de ubicación del transporte Loa
Ubicará y situará en el plano del puerto del Callao, el lugar en que se haya a pique el vapor chileno Loa, entregándolo al Comandante de la Operación; recomendando, se emplee el método más exacto para determinar con precisión ese punto, (latitud, longitud o buenas marcaciones a puntos conspicuos de la costa con sus respectivas distancias), de tal manera que las Lanchas de las Fuerzas Sutiles lleguen de noche sin perder tiempo tratando de buscar el buque hundido y, que esto se efectúe sin dilación por ser de interés general.
2. Secretario de Marina
Recabar el libramiento del pedido extraordinario de materiales adjunto, formulado por el Interventor de Arsenales, cuyos artículos son necesarios para la construcción de torpedos, para que las Fuerzas Sutiles estén provistas de ellas, para la comisión que de orden superior debe desempeñar el Tte. 2do don Fermín Diez Canseco Coloma.
3. Fuerzas Sutiles
La Escuadrilla de Protección y la lancha sembradora de torpedos saldrá a más tardar a las 19:00 horas del día indicado, en formación acordada y al rumbo destinado de antemano, de acuerdo al Apéndice A: Croquis del Orden de Marcha.
Al llegar al punto del buque sumergido se situarán formando una media luna al Sur, cubriendo del Sur Oeste al Nor Oeste como a 500 mts del buque, mientras que la lancha Callao reconoce el sitio aparente y coloca convenientemente sus cargas explosivas, después de cuya operación y de prenderse las mechas, lanza un cohete a cuya señal se retirará la Escuadrilla, guardando siempre la formación concebida de acuerdo al Apéndice B: Croquis del Orden de Batalla, para estar siempre lista a repeler cualquiera agresión de las lanchas enemigas.
La Operación durará de 3 a 4 horas en todo. De no haber ninguna interferencia por parte del enemigo, las Fuerzas Sutiles podrán adoptar la formación de Orden de Regreso de acuerdo al Apéndice C: Croquis del Orden de Regreso, solo con orden del Comandante en Jefe.
4. Cargas explosivas (torpedos)
Se construirán cuatro cargas explosivas (torpedos), las que serán sencillas y de económica construcción, que se puedan fondear en el mar con toda seguridad y del modo más fácil imaginable; de acuerdo al Apéndice D: Forma de construir y colocar los torpedos o cargas para destruir el casco del Loa
La noche del 09 de julio de 1880 se dio inicio a la Operación Destrucción retornando las Fuerzas Sutiles al puerto a las 07:00 horas del 10 de julio. En el parte y en la bitácora de las naves, solo se indican que en el retorno hubo un enfrentamiento con dos lanchas torpederas chilenas, que, al recibir el fuego de los cañones y ametralladoras de las lanchas peruanas, no tuvieron mejor idea que huir y protegerse con las naves bloqueadoras.
Al parecer las cargas (torpedos) no funcionaron como se esperaba, pero al encontrarlas el enemigo, sospecharon que era una advertencia sobre nuestras intenciones, provocando que nunca más se atrevieron a realizar inútiles intentos para recuperar la carga del Loa
En la obra de Ahumada existe un documento que remite el contralmirante Riveros al gobierno chileno informando: “… es casi imposible que se pueda sacar la artillería del Loa, por ser demasiada la profundidad en que se halla, no siendo posible a ningún buzo poder funcionar…”.
Para el Perú, la Operación Destrucción se convirtió en una Operación de Engaño, gracias a la inoperancia de los marinos chilenos, en especial del contralmirante Galvarino Riveros, Jefe de la Escuadra Chilena y al temor a las minas marinas.
Informaciones de la guerra
En 1880 continuó llegando información al Ministerio de Relaciones Exteriores, sobre noticias de la guerra Nuevos personajes, particularmente de la colonia italiana colaboraban remitiendo sus informaciones hasta Tacna y Arica y, de ahí a Lima a través del telégrafo. Desde Antofagasta ocupada por Chile, apoyaba al Perú Esteban Caverloti, administrador del yacimiento Mariana En Pisagua Benito Cairoli, dueño del único despacho (Almacén de abarrotes) que había en el lugar.
En Tarapacá – Iquique, los peruanos Julio Zavala, sobrino del Crl. Ramón Zavala; el profesor Manuel Paniagua que enseñaba en las escuelitas en Pica y Matilla y, los italianos Juan Baselli, Juan Bacigalupi propietario de la oficina católica, el ingeniero químico Pedro Cavallero, que trabajaba en la oficina San Pablo; Juan Sanguinetti contratista de la oficina San José de Puntuchara, Cesare Sacco propietario de la mina Buena Esperanza y Félix Massardo dueño de la oficina Solferino. En Mejillones del Perú, A. Parodi y C. Daodoro almaceneros y dispensadores de galletas.
El cónsul peruano en Panamá Crl. Federico Larrañaga dio cuenta el 05 de enero de 1880 sobre soborno a hijo del cónsul chileno:
“Legación del Perú en Panamá Nota secreta
Señor ministro de Relaciones Exteriores
Panamá, enero 5 de 1880
Después de despachar un lote de armamento y municiones hacia el Perú, la guardia panameña capturó sospechoso que merodeaba el puerto, entregándolo a nuestra custodia. Se identificó como hijo del cónsul chileno, según indicó estaba necesitado de dinero. Se le dio gratificación 2,000 pesos, obteniendo su silencio de lo que había visto. Ahora es informante nuestro con datos muy precisos.
(Fdo.) F. Larrañaga”
Francisco Yabar relata: “Ante la presencia del enemigo en el mes de abril de 1880, se tomaron varias disposiciones para asegurar el puerto y medidas de seguridad más exigentes (medidas de contrainteligencia) a fin de no darle ventaja al enemigo; particularmente, en lo referente a la dirección de sus tiros sobre nuestro buques y Baterías.
Según el subprefecto del Callao, a pesar de habérsele notificado varias veces, sospechosamente la Factoría inglesa de Chucuito mantenía por las noches encendidas sus luces y, su bandera permanecía izada hasta el amanecer, al parecer, sirviendo como puntos de referencia; así mismo, sus lanchas navegaban de noche, poniendo en riesgo a las Baterías del Sur: La Punta, Santa Rosa, 21 de diciembre y Torre de La Merced”.
En julio de 1880, el cónsul peruano en Guayaquil Francisco Meneses Otero, informaba sobre la llegada de material bélico a Tumbes
“Señor ministro de Relaciones Exteriores
Guayaquil, julio 5 de 1880
Arribó al puerto de Tumbes en junio 28 del presente año, la barca Preciosa, con carga de armamento y municiones, sin novedad. Retornando a Guayaquil en junio 30 (Fdo.) F. Meneses”
A partir del mes de julio, se comenzó a recibir información de peruanos y extranjeros en Tacna y Arica, que remitían las notas a caballo hasta Arequipa y que, cifrados de acuerdo a la clave diplomática, se trasmitían por telégrafo hasta Lima; entre estos personajes estaban:
En Arica, Domingo Pescetto, pertenecía a una antigua y respetable familia de Savona Italia, residió en Arica desde su juventud, fue el último alcalde de Arica, no solo colaboró con sus informaciones sobre el accionar del ejército chileno; sino también, facilitó al Crl. Bolognesi, la cantidad de 4,000 soles para el pago a los soldados peruanos.
Florencio M.M. peruano residente en Arica, trabajó como telegrafista de la compañía Cable West Coast, informando los movimientos chilenos a la ciudad de Arequipa. Tomás Tauffield, peruano residente en Arica, jefe de la oficina de la Compañía Cable West Coast en Arica; informaba las acciones del ejército chileno directamente a la ciudad de Arequipa y desde ahí se remitía a Lima. Su trabajo terminó cuando fue trasladado junto con el telegrafista Florencio M.M. a una de las principales oficinas en Santiago de Chile.
En Tacna, los italianos Gianelli, Cuneo, Bartesaghi, Rafael Rossi, Juan Gaba reconocido constructor de casonas y ranchos y, Tomás Machiavello; los tres últimos fueron agredidos por las hordas chilenas acusándolos de colaborar con la causa peruana, pasando información del ejército chileno. Los informes daban cuenta de los movimientos de tropas, deserciones de tropas chilenas impagas, incluyendo reportes para los diarios de Lima como los señalados por Thorndike:
• “Varias veces han apaleado de noche a comerciantes extranjeros que se entienden con Baquedano”.
• “A un capitán chileno que pretendía forzar a una dama tacneña, lo cosieron a puñaladas”.
•
“Francamente sublevadas, matronas de Tacna arruinaron una parada militar arrojando baldes de agua sucia al altivo estandarte del regimiento Buin”.
Gracias a estas informaciones, se conoció que el batallón Maipú se sublevó en Calama la noche del 21 de agosto, siendo fusilados los cabecillas y que, en Tacna, el alto mando chileno tuvo que ordenar el fusilamiento de soldados del batallón Cazadores del desierto y del regimiento 3° de Línea para evitar una insurrección; sin embargo, 300 hombres del Cazadores de desierto estacionados en Pachía huyeron del campamento chileno tomando el camino a Bolivia, Moquegua y Arequipa. Los valles de Locumba y Moquegua se llenaban de desertores chilenos que prefieren asaltar en los caminos a seguir impagos.
El cónsul peruano en Amberes informó sobre material bélico adquirido por Chile, remitiendo el telegrama siguiente:
“Legación del Perú en Bélgica
Nota secreta
Señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú
Amberes, diciembre 5 de 1880
Zarpó con destino a Valparaíso el vapor inglés “Marnix” de Sainte Aldegonde, con quince cajones de cartuchos para ser cargados y tres cajas con fusiles. (Fdo.) … ”
En los primeros días de diciembre de 1880, el ministro Manuel Antonio Barinaga, le escribió una carta de carácter secreto al cónsul peruano en Guayaquil, haciéndole conocer probables vulneraciones de las claves telegráficas utilizadas en la documentación del gobierno del Perú.
“Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú
secreto
Señor Francisco Meneses Otero cónsul en Guayaquil
Lima, diciembre 9 de 1880
Señor:
Impuesto del oficio de V.S. número 175 de agosto 31 del presente, dispuse que se hicieran las averiguaciones convenientes en la secretaría privada de su S.E. el Jefe Supremo, habiendo manifestado con tal motivo, el señor Espinoza, jefe de esa oficina, que el hecho de haber llegado abierto a manos de V.S. el pliego que se le envió una clave telegráfica, debe prevenir el descuido y para evitar un mal resultado de ese incidente, aumente V.S. ocho en lugar de cinco al usar dicha clave, prevención que supongo se le hará también por dicha secretaría.
(Fdo.) M. Barinaga”
Operación de engaño “La Patria”
Francisco Yabar relata: “El 10 de julio de 1880, el contralmirante Riveros tuvo noticias de que los peruanos preparaban un ataque de torpedos contra el Blanco Encalada y dispuso colocar una guardia permanente de 30 soldados en la isla San Lorenzo, además ordenó hacer estudios para colocar cañones de largo alcance en la isla, con capacidad de ofender al Callao… el 26 de julio solicitó que de Valparaíso se envíen un par de piezas de artillería de esas características”.
En los primeros días de agosto de 1880, Riveros decidió construir un varadero en la isla San Lorenzo para poder carenar sus lanchas torpederas, trabajos que los peruanos estimaron eran fortificaciones. El 07 de agosto de 1880 el Cap. de Navío Luis German Astete se hizo cargo de la Prefectura del Callao y Comandante de las Baterías de la plaza, el 11 de agosto la Batería Dos de Mayo, disparó 6 tiros sobre la isla, para evitar que continúen los trabajos.
Ese mismo día del 11 de agosto de 1880, el dictador Piérola recibió un informe del Crl. estadounidense Josías Harris que vivía en la isla San Lorenzo:
“Actualmente alistan los chilenos la varadura de la isla San Lorenzo para efectuar la limpieza de los fondos de sus botes torpedos. Creo que puedo destruir el uno u el otro de esos botes importantes. No pido ni pago por adelantado ni el apoyo del gobierno, pero confío que, si mis esperanzas tengan buen éxito, recibiré los honores y recompensas que tan importante servicio merece.
Necesito 48 horas para hacer mis preparaciones, de modo que puedo llevar mi idea a cabo en el acto que pongan su lancha en la varadura. Por tanto, ruego que se me concederá audiencia por unos cuantos minutos en que pueda explicar mi idea…”.
El 12 de agosto de 1880, el dictador Piérola verificó el alcance de la artillería de la Batería Tarapacá y ordenó disparar un tiro del cañón Rodman de 500 Lbs sobre la isla; de acuerdo con lo establecido en el Plan de engaño, el periódico La Patria el 13 de agosto publicó un editorial con la idea de que sea leído por los chilenos anunciando: “…que al enemigo le convenía abandonar la idea de construir una Batería en la isla San Lorenzo, pues quedaría dominada por 10 de nuestros cañones de grueso calibre… De la Batería Dos de Mayo se hicieron hoy dos disparos sobre la isla, con uno de los cañones de 12 pulgadas de largo alcance”.
El mismo 13 de agosto Riveros insistió ante el ministerio de guerra y marina la idea de colocar la batería de largo alcance; sin embargo, el gobierno chileno desistió en su empresa. Lo que dio a entender, que el Plan de engaño fue un completo éxito.
Operación Cazabobos–Covadonga
Debido al éxito del hundimiento del transporte armado Loa, la Sección de Torpedistas al mando del Cap. de Fragata Leopoldo Sánchez Calderón, el cerebro que planificó la Operación cazabobos-Loa y el Cap. del Ejército Manuel Ezequiel del Campo, comenzaron a detallar el siguiente ataque.
Esta vez; escogieron el puerto de Chancay, donde los buques chilenos, aparte del bloqueo se entretenían cobardemente en disparar contra el tren de pasajeros, las embarcaciones de los pescadores o sobre la población.
El equipo de ingenieros, a cargo del ingeniero Manuel José Antonio Cuadros Viñas y el mecánico Constantino Negreiros decidieron también cambiar el señuelo, en lugar de la embarcación con comestibles y apetitosas frutas, esta vez sería un bonito bote de paseo muy bien pintado y, la carga explosiva cazabobos estaría en la propia estructura del bote.
El 03 de agosto de 1880, el secretario de Marina solicitó al secretario de Fomento se atienda el pedido del Ingeniero Manuel Cuadros por 500 Kilos de pólvora; al no obtener respuesta, el 07 de agosto se insiste en el pedido; la respuesta, fue la entrega de 350 Kilos de pólvora, cantidad con la que se trabajó la carga cazabobos.
El 03 de setiembre se nombró al Teniente del Ejército Juan Quintana para trasladar la carga explosiva desde el Callao hasta Chancay, pero ese mismo día falleció a bordo de la lancha Lima a causa de un impacto del Angamos De inmediato se nombró al Tte. 2do Decio Oyague Neyra para relevarlo en la comisión de traslado. A pesar de estar enfermo de tuberculosis, dejó de lado su bienestar personal, aceptando la comisión, la cual cumplió a cabalidad, con el apoyo del Cap. Manuel Ezequiel del Campo y el Guardiamarina Luis Olivera.
La comisión trasladó la carga explosiva del Callao a Lima y después hacia Ancón por ferrocarril, llegando el 09 de setiembre En Ancón se embarcaron en un bote a remo hasta Chancay, donde prepararon el señuelo con la carga cazabobos.
El 13 de setiembre de 1880, la cañonera chilena Covadonga que estaba de servicio bloqueando el indefenso puerto de Chancay, recibió la orden de destruir un puente ferroviario, el cual nunca pudo divisarlo; ante tal desilusión, el capitán de corbeta Pablo de Ferrari, comandante de la Covadonga, decidió echar a pique a una lancha y un hermoso bote de paseo que estaban anclados a unos 300 mts del muelle.
A las 10:10 hrs los chilenos iniciaron sus fuegos disparando cuatro tiros sobre el muelle sin tocarlo, llenos de rabia, dispararon 22 tiros sobre la lancha y el bote de paseo hasta las 15:00 hrs, logrando hundir en 5 horas de cañoneo solo a la lancha que era de propiedad de la Casa Grace, errando todos los demás disparos, algunos cayeron en la población sin causar mayores daños y el resto cayó al agua sin poder hundir el hermoso bote de paseo, que seguía anclado desafiante ante el estupor de los artilleros chilenos.
Al no poder echar a pique al pequeño bote de paseo, el comandante Ferrari ordenó al grumete Melitón Guajardo reconociera en un chinchorro el contenido del bote y al no encontrar nada sospechoso lo arrastró hasta el costado de la Covadonga; los chilenos estaban advertidos de tener cuidado con cualquier objeto extraño a raíz del hundimiento del Loa en el Callao dos meses antes.
Pero la codicia y la ambición del comandante chileno pudieron más, que su escasa disciplina y su nula responsabilidad, ordenando que el lujoso bote de recreo sea izado a bordo contraviniendo órdenes superiores.
A las 15:15 horas se procedió a levantarla del agua, en esos momentos la carga explosiva cazabobos estalló produciendo un enorme ruido como si cien cañones dispararan al mismo tiempo, levantando una enorme columna de agua y en solo 2 minutos, la orgullosa Covadonga se hundía para siempre sin pena ni gloria en aguas peruanas.
De los 109 tripulantes de la Covadonga, murieron su comandante y 31 hombres; fueron hechos prisioneros 48 y lograron salvarse en el único bote que quedó de la cañonera 29 personas, de los cuales 12 eran oficiales, los cuales remaron hasta Ancón para ser rescatados por uno de sus buques.
Los chilenos no pudieron reflotar la Covadonga como querían, pues tenía un significado histórico enorme para ellos, por ser un trofeo de guerra al habérsele arrebatado a España; sin embargo, buzos de la Marina peruana y en otros casos, personas particulares, rescataron el ancla, dos cañones Armstrong de 70 libras en 1959, en mayo de 1960 se extrajo del fondo marino otros 4 cañones y, en 1993 un medallón de bronce obsequiado por la juventud de Valparaíso y Santiago, y municiones de diferentes calibres. Una parte se exhibe en el Museo Naval del Callao, otra en el Museo de la Fuerza de Operaciones Especiales (en la Base Naval de Callao) y otra en el Museo de Sitio de la Municipalidad de Chancay.
Así acabaron las correrías de este buque que generó accidentalmente el naufragio de la Independencia, que acribilló a sus sobrevivientes peruanos y, que participó en los bombardeos contra la población indefensa de Ancón y Chancay.
El hundimiento de la Covadonga causó una enorme impresión en el pueblo chileno, no podían entender como los peruanos sin buques ni cañones hundían dos de sus naves de guerra; la prensa y los discursos en las manifestaciones públicas, pedían al gobierno venganza, arrasando con los puertos peruanos y toda población costera al alcance de sus cañones.
El diario “El Ferrocarril” de Santiago aconsejaba: “Dejar al Perú militarmente desarmado es poca garantía, es menester en sus industrias empobrecerlo, escarmentarlo en sus soldados y en las fortunas de sus ciudadanos. Los rencores, el orgullo humillado, el anhelo de venganza acecharán las generaciones del pueblo peruano, hasta que se ofrezca la menor coyuntura para volver a la lucha. Esta hora es menester demorarla; es menester que no llegue. Necesitamos crecer, prosperar, hacernos respetables en este continente donde todos nos odian y anhelan nuestra ruina”. Nosotros le respondemos: “Cada día de tranquilidad en el Perú, es una noche de insomnio para Chile”.
Golpe de mano de las Fuerzas Sutiles
En los primeros días de setiembre de 1880 se conocía que la lancha torpedera chilena Guacolda, se encontraba reparando su casco en el varadero que los chilenos habían construido en la Isla San Lorenzo.
Aprovechando la desazón de los marinos chilenos por el hundimiento de la Covadonga, el Jefe de las Fuerzas Sutiles del Perú Cap. de Frag. Patricio Iriarte, propuso realizar un golpe de mano por sorpresa sobre la Isla San Lorenzo para destruir a la lancha torpedera Guacolda
La Fuerza de Tarea peruana estuvo compuesta por las lanchas cañoneras Arno con 02 cañones Preston de 12 Lbs y 01 ametralladora, Urcos con un cañón Preston de 12 Lbs y 01 ametralladora, remolcando una falúa con tropas; la lancha Capitanía con una ametralladora y la lancha a vapor Callao que remolcaba una falúa con tropas de desembarco de la marina, en total 80 hombres al mando del Cap. de Frag. Patricio Iriarte. El objetivo destruir la lancha torpedera Guacolda, lugar en la Caleta de Presos en la Isla San Lorenzo.
Se preparó un equipo de ingenieros para colocar cargas explosivas en la torpedera chilena y a otro equipo de tropas se les entregó 20 bombas de mano (granadas de mano) rudimentarias, que funcionaban con mecha de 15 segundos después de estar bien encendida.
A las 02:30 horas del 16 de setiembre de 1880, el Cmdte. Patricio Iriarte y los 80 hombres desembarcaron en la Caleta de Presos en el cabezo de la Isla San Lorenzo, sorprendiendo a los centinelas chilenos que vigilaban el muelle; rápidamente los marinos peruanos se dirigieron al varadero, mientras la guarnición chilena retrocedía disparando; durante el combate, apareció el escampavías chileno Princesa Luisa de 120 Ton que había sido convertido en lancha cañonera y, que estaba de servicio de ronda. Las lanchas cañoneras Arno y Urcos la atacaron de inmediato, pero la lancha chilena tenía un armamento superior, un cañón Armstrong rayado de retrocarga de 40 Lbs y dos cañones de 6 Lbs.
En esos momentos llegó la torpedera chilena Fresia en apoyo de la escampavía. Para evitar que las lanchas chilenas destruyan las falúas de desembarco y las lanchas pequeñas, el Cmdte. Iriarte ordenó el retorno de las tropas de desembarco a las lanchas.
Previamente dispuso que sus tropas lancen las bombas de mano (granadas de mano) sobre la Guacolda para incendiarla, en vista que, por el poco tiempo, no se pudo colocar las cargas de dinamita que se habían preparado; lamentablemente ninguna de las bombas de mano funcionó A las 04:15 horas la flotilla de las Fuerzas Sutiles regresó al Callao sin novedad.
Ante el infortunado golpe de mano del 16 de setiembre, el Comandante Iriarte decidió dar un segundo asalto en la madrugada del 17 de setiembre, para destruir a la Guacolda en la Isla San Lorenzo, pero esta vez los chilenos habían reforzado la guarnición de la Isla y la ronda de servicio con el blindado Blanco Encalada
En esta oportunidad, las Fuerzas Sutiles estuvieron al mando del Cap. de Corbeta Juan Salaverry y la Fuerza de Tarea compuesta por las lanchas cañoneras Arno, Urcos y Tocopilla y, la lancha a vapor Callao que remolcaba una falúa con tropas de desembarco de la marina.
A la 01:00 horas del 17 de setiembre de 1880, la Fuerza de Tarea peruana se encontraba a 400 mts del varadero donde se encontraba la Guacolda en reparación, cuando fueron descubiertas por los centinelas chilenos que habían triplicado su guarnición en previsión de un segundo ataque peruano, disparando sus fusiles contra las lanchas peruanas que contestaron de inmediato con fuego de fusil y ametralladoras.
La lancha cañonera Princesa Luisa al escuchar los disparos, atacó a las lanchas peruanas con fuego de sus cañones y ametralladora, al mismo tiempo que pedía el auxilio de la lancha Torpedera Fresia, que llegó de inmediato y, viendo las cuatro lanchas peruanas, lanzó cohetes y luces de bengala pidiendo auxilio al blindado Blanco Encalada que los acompañaba en la ronda de vigilancia.
Al ver el humo del blindado que se acercaba al lugar del combate rápidamente, la Fresia se envalentonó y preparando sus torpedos de botalón embistió a la Urcos que iba a la cabeza de la expedición, pero esta esquivó el golpe mediante una hábil maniobra disparando al centro de la nave enemiga con fusiles y la ametralladora, lo que provocó que dos marinos chilenos a cargo del botalón cayeran al agua, pidiendo socorro y auxilio
La Urcos tuvo la pérdida del maquinista Pedro Luis Estorace de origen italiano pero peruano de corazón, que recibió un balazo en la pierna cayendo al agua desapareciendo en pocos segundos. La Fresia creyendo ver un enemigo menos complicado, se dirigió contra la Tocopilla que logró evadir el ataque con un rápido giro rompiéndole el botalón, disparándole con su ametralladora y fusiles sobre la cubierta de la lancha chilena, causando una herida grave al marinero José L. Castillo que le atravesó una bala en el pecho, sin dañarle los pulmones, pero si fracturando algunos huesos y otro herido, pero leve. La Fresia huyó al amparo de su blindado que ingresaba al centro de la bahía disparando tres tiros que cayeron al agua.
El periodista peruano M. Horta publicó el 17 de setiembre de 1880 en el periódico El Nacional de Lima el artículo siguiente: “… El maquinista de la Urcos Pedro Luis Estorace que en el momento del combate subió a la cubierta para ver como marchaba la lucha, recibió un balazo en una pierna cayendo al agua, en la que desapareció en seguida. Estorace era de origen italiano, pero un buen peruano de corazón. Era tan valiente como inteligente. Hacía poco se había recibido como 2do ingeniero después de un minucioso y severo examen, en el que demostró su competencia y brillantes aptitudes.
Desde el principio de la guerra ha hecho toda la campaña a bordo de la Unión. En el combate de Arica fue uno de los que más trabajó en la reparación de las averías sufridas por la corbeta. Su perdida ha sido sentida en tola la Escuadra, pues era apreciado por sus brillantes dotes. Un compañero que muere en su puesto y en defensa de la patria siempre arranca una lágrima, es un recuerdo que jamás se borra…”. Hoy lo recordamos aquí
Nuevo ataque de la Marina con torpedo peruano
El 23 de marzo de 1880, el Doctor en ciencias, experto en química y matemáticas Enrique Guzmán y Valle se incorporó a la Marina de Guerra del Perú Siendo nombrado como Oficial auxiliar de la Secretaría de la Comandancia General de la Marina, con la finalidad de contribuir con la construcción de torpedos peruanos o minas marinas que puedan ser utilizadas contra el bloqueo chileno del puerto del Callao.
El 29 de setiembre de 1880 el Comandante General de la Marina ordenó mediante oficio al Superintendente de la Factoría Naval de Bellavista: “… que se construya en ese establecimiento las piezas de madera o fierro que mande hacer el Dr. Enrique Guzmán y Valle quien está encargado de una comisión reservada por el Jefe Supremo de la nación…”. El 04 de octubre de 1880, el Comandante General de la Marina dispuso por oficio, que el Comisario de Marina entregue el pedido de materiales hecho por el Dr. Enrique Guzmán y Valle consistente en: “… 450 pies de pino americano, 200 pies de pino Oregón, clavos y soldadura de estaño…”. Para los trabajos que se realizan en la lancha N° 8 de propiedad del Arsenal Naval.
El historiador inglés Clements Markham señala que: “Los peruanos notaron que la flota chilena acostumbraba salir mar afuera por las noches y patrullar la entrada del puerto hasta el amanecer, hora en que regresaban a su apostadero en la isla San Lorenzo; ante esta rutina, se decidió atacar con un peculiar torpedo o mina marina a la flota enemiga”.
Según Markham el plan peruano consistía: “… disponiendo de una lancha grande que lastraron hasta cierto punto, la dotaron con válvulas arregladas de modo que, funcionando automáticamente, pudiese hundir la embarcación a cierta profundidad calculada, bajo la superficie, en el momento oportuno. Colocaron dentro de la lancha un tanque de fierro que encerraba una gran cantidad de pólvora y al que se fijaba una máquina de relojería, lista para soltar un resorte en un momento dado, el cual, golpeando un fulminante debía producir la conflagración de la pólvora del tanque…”.
En la noche del 09 de octubre de 1880, El Alférez de Fragata Benjamín de la Haza y el ingeniero José Antonio Mesones, fueron los encargados de trasladar a remolque el torpedo preparado por el Dr. Enrique Guzmán y Valle hasta el fondeadero de los chilenos en la isla San Lorenzo, dejándolo semisumergido.
A las 05:20 horas del 10 de octubre de 1880, los vigías del blindado Cochrane descubrieron a 200 mts de su proa, una lancha sospechosa semisumergida, enviando un bote a reconocerlo, el temor a que sea un torpedo peruano o mina marina, se decidió que sea cañoneado y hundido por el transporte armado Toltén a una distancia prudente.
Después de una hora de inútil cañoneo sin dar en el blanco, el Toltén informó de no poder hundir la lancha sospechosa, siendo las 09:10 horas estalló sorpresiva y automáticamente el brulote, levantando una enorme columna de agua y humo, escuchándose una fuerte detonación de la carga de dinamita, salvándose en esta oportunidad los buques chilenos por una dosis de buena suerte.
El Dr. Enrique Guzmán y Valle, participó no solo en actividades relacionadas con el armado de torpedos o minas marinas y trampas cazabobos; sino, también en el arreglo y compostura de lanchas torpederas. El 02 de mayo de 1885 por Resolución Suprema, la Asamblea Nacional Constituyente lo premió por sus actividades torpedistas en defensa de la Nación.
Guillermo Bogardus y el Cap. Paul Boyton
Guillermo Bogardus, Periodista y empresario, secretario de la legación peruana en Londres y París, encargado de secundar las acciones financieras para la compra de armamento y boicotear las que hicieran los chilenos; no solo trabajó en Europa, sino también en los EE UU, realizando operaciones encubiertas para encontrar y obtener cualquier medio disponible para hundir a la escuadra chilena.
Así es como contactó con el Cap. Paul Boyton, un irlandés que ganó fama mundial por sus actividades como nadador y haber diseñado un traje de jebe estanco, antecesor de los trajes de buzos de la actualidad; traje que le permitió hacerse propaganda que: “… un hombre puede atarse un torpedo y destruir el más grande blindado a flote. Esto demuestra que la estructura del traje de jebe está designada para ser un importante factor en la guerra naval del futuro…” (Yabar).
Francisco Yabar relata: “El 23 de setiembre de 1880 en Nueva York, Guillermo Bogardus contrató al Cap. Paul Boyton y su socio George Keifer a través de un *Memorándum de acuerdo entre Daniel Raban y John Johnson para hacer el esfuerzo de destruir buques chilenos*. El documento por medidas de seguridad tenía los nombres cambiados, en la cual se indicaba los montos que debía pagar el Perú por cada buque chileno hundido por Boyton”.
“El 01 de octubre de 1880 Bogardus escribe a Piérola parcialmente en clave: “… en fin, lo único pues, de probable importancia que tengo que comunicar a Ud. en este correo es la adquisición de los servicios del célebre bzohszm anxsnm (Capitán Boyton), quien asociado con otros han convenido conmigo en ir allá, por su cuenta, esto es a sus expensas, a operar y preparar actualmente sus ingeniosas cosas que necesitan llevar… En esta materia de zokhbzbhnmed snqodenr (aplicación de torpedos), ya por la clase de personas y la manera de operar, indudablemente puede ser lo más eficaz en este orden… podrá Ud. entenderse en francés…”.
“Una segunda carta fechada el 09 de octubre de 1880, Bogardus anotó en clave que Boyton estaba por zarpar el lunes 11 de octubre con destino al Perú como agente corresponsal del New York Herald con credenciales verdaderas bajo el nombre O. Delaport.
Bogardus recomendó a Piérola construir la lancha que pedía Boyton por considerar que era necesaria para poderlo dejarlo cerca al buque enemigo que iba a atacar y recogerlo después. Bogardus entregó una suma de dinero no especificada a Boyton para el mantenimiento de su familia mientras estaba en el Perú y una carta de crédito para la Casa Grace para que reciba mil soles papel moneda mensual para él y su compañero de viaje”.
El 05 de enero de 1881 el cap. Paul Boyton escribió una carta al nefasto Nicolás de Piérola, haciéndole conocer que en nada atendió sus requerimientos para poder hundir los buques chilenos. Francisco Yabar relata la carta de Boyton:
“… Callao enero 5 de 1881 Al Sr. jefe supremo de la República Mi jefe:
Siento verme obligado a poner en su conocimiento que estoy muy desanimado y descorazonado con motivo de mi actual inactividad
Aseguro a VE que me hiere el alma no haber podido hasta ahora dar un golpe por el Perú.
Cuando salí de Nueva York, el Sr. Bogardus me prometió enviar una lancha a vapor para ayudarme con mis operaciones, es decir para dejarme cerca del enemigo y recogerme después de la explosión. Sin tal lancha mi aparato es casi inútil. Dado el caso que dicha lancha llegase, espero que VE me permitirá usarla y si esta solicitud me es acordada, ruego humildemente que VE nombre para que me acompañen al ingeniero Mac Mahon y al Sargento Mayor Luis Raybaud.
Con una lancha como la pedida y ordenada por el Sr. Bogardus podíamos hacer daño en todo el largo de la costa, pero jamás en el Callao, pues en mi opinión este es el peor punto de ataque porque los buques enemigos están alertas contra los torpedistas.
Hasta ahora no he podido lograr un resultado porque he recibido órdenes contra mis planes, por ejemplo, la expedición a Pisco y Chira.
Si VE no tiene a bien concederme la solicitud en cuanto a la lancha, ruego a VE nos releve del actual servicio y nos permita expedicionar en la costa sur con la balandra y atacar como mejor se pueda.
Prefiero tomar un rifle y batirme lado a lado con la vanguardia del ejército, que permanecer en mi actual posición.
(Fdo.) Paul Boyton…
El 19 de mayo de 1881 el periódico New York Herald informó de la llegada de Paul Boyton a esa ciudad, después de haber estado en el Perú. Al respecto Basadre escribió: “… Nada se llegó hacer, según Boyton, porque no era aparente el buquecito Alacrán que debía conducir los torpedos y porque los acontecimientos se precipitaron al desembarcar el ejército chileno y emprender la campaña de Lima…”.
El Toro Submarino
En el interior de los Talleres del Ferrocarril de Paita ubicado en un rustico galpón y rodeado del mayor secreto, el ingeniero danés Federico Blume Othon daba los últimos toques y ajustes técnicos a la primera nave submarina operativa de la historia, el Toro Submarino.
Federico Blume Othon nació en la isla de Santo Tomás parte de las Antillas Danesas en agosto de 1831. De padre alemán y madre venezolana, estudió en la Escuela Industrial de Berlín y se graduó de ingeniero hidráulico y de ferrocarriles en Hannover. Fue ingeniero jefe de la construcción de varios ferrocarriles en EE UU e igualmente en Chile donde ejecutó el trazo de varias líneas férreas.
En 1857 vino al Perú y dirigió los trazos de los ferrocarriles de Arequipa a Mollendo, de Iquique a La Noria, de Tacna a Arica, de Ancón a Chancay, del Ferrocarril Central y el de Paita a Piura. Realizó también en nuestro país el tendido de las redes de agua potable de Chorrillos y varias obras más. En 1862, invitado a comer a Palacio por el presidente Juan Antonio Pezet conoció allí a la dama arequipeña Juana Enriqueta Corbacho y Tirado, con quien contrajo matrimonio ese mismo año
En 1864 y ante el inminente peligro de una guerra con España, Blume dio forma definitiva a su invento de una nave submarina y lo obsequió al presidente Juan Antonio Pezet entregando los planos y un informe, comprometiéndose a volar personalmente a la escuadra española. Años después al reclamar sus planos, estos estaban perdidos o probablemente los habían robado, ya que poco tiempo después, según algunos historiadores, un español hacía el ensayo de un aparato para navegar debajo del agua que no dio resultado.
En 1879, afincado en nuestro país, casado con dama peruana e hijos igualmente peruanos, Federico Blume tomó gran cariño por el Perú, y como el mejor de los peruanos deseaba fervientemente ver libre a nuestra patria del dominio marítimo que nos imponía el país sureño debido a la supremacía de su armada
El 22 de junio de 1879 inicia la construcción de su nave submarina, invirtiendo 10,000 Soles de su bolsillo, siendo terminado el 12 de setiembre del mismo año. La primera inmersión se realizó en el puerto de Paita el sábado 13 de setiembre de 1879. El 17 de setiembre de 1879, Blume escribe una carta al presidente Prado informándole sobre el submarino de su invención:
“Paita, setiembre 17 de 1879
Excelentísimo señor general Don M. I. Prado Arica
Excelentísimo señor:
“… Por fin el sábado 13 del presente me sumergí cinco veces, navegué debajo de la superficie en la profundidad que deseaba y volví a salir, sin novedad. En el primer ensayo solo el señor don C.D. Parker se atrevió a acompañarme, pero en los últimos se metieron siete hombres más, y todos querían entrar.
Seguro del éxito convidé para el día siguiente al señor don Miguel Manzanares, subprefecto, al señor don Joaquín Guerra, capitán de puerto y al señor don Alejandro Rodríguez y Guerra cuyo certificado incluyo…”. “…”.
“… Al aparato le falta velocidad. Es cierto que no es tan esencial ésta para que se pueda llegar a la quilla sin ser visto y sumergirse cuando es perseguido. Sin embargo, veo que, con seis hombres, no es suficiente la velocidad que obtengo. No ha sido tampoco mi objeto probar ese punto, sino la practicabilidad de navegar y atacar por debajo de la superficie, y eso está más que probado con el tremendo zambullón del domingo…”. Deseándole salud y buen éxito soy de vuestra excelencia atentamente su servidor y amigo. (Fdo.) Federico Blume”
El 22 de octubre de 1879, el transporte “Limeña” zarpó del Callao con dirección a Paita, donde recogió el Toro Submarino para trasladarlo al Callao, donde fondeó el 27 de octubre de 1879 con su valiosa carga. Desde su llegada hasta fin de año el gobierno no hizo nada con respecto al uso del submarino.
Entre enero y marzo de 1880, el gobierno del nefasto Piérola no se interesó en el submarino de Blume, por considerar que su invento no servía. Blume logró en abril de 1880 que el Gral. Mendiburu observe una inmersión y con su ayuda logró que Piérola le preste su apoyo.
Se nombró una comisión y se dispuso de un fondo de 10,000 Soles para la construcción de otro sumergible con características superiores de diseño, eliminando los dos tubos de aire, empleando aire comprimido para que respire la tripulación, como también obtener una mayor velocidad de avance. Lamentablemente el fondo recién fue entregado el 04 de setiembre, fecha en que se dio inicio a la construcción del 2do submarino
El Toro Submarino fue probado en inmersión por el Alférez de Fragata Manuel Elías Bonnemaison con total éxito, convirtiéndose en el primer oficial submarinista de la Marina de Guerra del Perú. Entre abril y setiembre de 1880 se acondicionó al Toro Submarino, 4 torpedos Lay modificados, puestos en parejas con 10 Lbs de dinamita cada uno, dotados de un mecanismo estanco a percusión, permitían soltarlos y utilizar su flotabilidad positiva para adherirlos a la quilla del buque enemigo con la mecha en plena ignición.
En setiembre de 1880 se ordenó el empleo inmediato del Toro Submarino contra los blindados Blanco y Cochrane. El plan consistía en llegar en inmersión hasta los buques enemigos, colocarse bajo la quilla de éstos, luego, soltando las amarras de los torpedos, que por su flotabilidad positiva debían adherirse a la carena de los buques atacados y explotar, mediante una mecha de tiempo; pero éstos se alejaron de la bahía del Callao al haberse producido una infidencia que los alertó del ataque.
Posteriormente, al ser ocupada la ciudad de Lima, el 17 de enero de 1881, el Toro Submarino fue hundido junto con el resto de la Escuadra Peruana. Reflotado por los chilenos fue trasladado a Chile para ser puesto operativo, pero al igual que el reloj de Pedro Ruiz Gallo, nunca lo pudieron lograr.
CAMPAÑA DE LIMA
Inteligencia y Operaciones Especiales
Solo cuando los chilenos desembarcaron en la Bahía de Paracas el 19 de noviembre de 1880, el dictador Piérola dispuso la observación e información de los movimientos del ejército invasor y se ordenó que el Regimiento Cazadores del Rímac al mando del Crl. Pedro José Sevilla Yturralde, hostilizara el desembarco chileno.
En “La Gesta de Lima” se indica: “Las noticias referentes a los constantes cambios de la situación en el área del desembarco chileno, llegaban al comando peruano en forma irregular, y aún contradictoria, porque la observación de los movimientos enemigos estaba confiada a las improvisadas Guardias Nacionales, o a montoneros voluntarios, que carecían de un entrenamiento adecuado y, tanto por su número como en atención a su deficiente armamento, debían evitar una aproximación riesgosa.
No estaban en aptitud para interpretar la cuantía y la calidad de las tropas, a base de las nubes de polvo levantadas durante su marcha, indicaciones de la presencia del enemigo; ni para reconocer la importancia de la artillería o la caballería, mediante la auscultación de la sorda resonancia que su movilización producía en la tierra.
A veces aceptaban como ciertas las impresiones subjetivas de una observación ligera, o magnificaban ciertos signos cuyos contornos se perdían a distancia, o se limitaban a recoger imprecisas versiones de testigo innominados. A tal limitación se agregaron además las desventajas ocasionadas por la carencia de instrumentos ópticos (largavistas) o por la densidad de las neblinas matinales”.
Sabotaje al desembarco chileno
El 19 de noviembre de 1880 a las 08:45 horas, aparecieron los primeros 05 buques chilenos en Paracas; luego aparecieron 12 buques más; 15 de Transporte y 02 de guerra. El jefe político - militar de Pisco, Crl. Manuel Armando Zamudio Vidal, dio aviso a Lima.
Paracas, noviembre 19 de 1880
Señor secretario de Guerra
8.45 a.m. cinco buques chilenos a la vista (Fdo.) M.A. Zamudio
Hasta en esos momentos, no existía ningún plan para atacar al enemigo antes que desembarcaran, el nefasto Piérola solo decía: “Yo tengo mi propio plan”.
Siete buques entraron en la bahía y el crucero auxiliar Angamos fue en dirección al muelle del Puerto
Se producía la invasión que el dictador Nicolás de Piérola Villena, estaba convencido que sería por el norte contrariando la tesis del Crl. Andrés Avelino Cáceres. Del Angamos se desprendió una lancha de parlamento. La intimidación del parlamentario enemigo fue rechazada por el Crl. Zamudio.
Paracas, noviembre 19 de 1880
Señor secretario de Guerra
10.54 a.m. enemigo pide formalmente rendición del Puerto. Se contestó, se romperán fuegos, teléfono va a ser quitado y reemplazado por posta.
(Fdo.) M.A. Zamudio
Pero, poco podía hacer el Crl. Zamudio ante las fuerzas de desembarco chilenas del general Villagrán. A pocas leguas de Pisco las fuerzas chilenas convencidas que no habría mayor resistencia, desembarcaron. El Crl. Zamudio con sus 100 hombres de la Guardia Nacional, armados con vetustos fusiles Minié, hostigó al enemigo lo más que se pudo, a fin de dar tiempo al Cmdte de Ingenieros junto con el personal del ferrocarril para trasladar el material rodante de Pisco a Ica. Conforme avanzaban hacia Ica, saboteaban las comunicaciones, levantando los rieles cada cierto tramo, interrumpiendo la vía férrea, derribando los postes y destruyendo las líneas telegráficas
“
El día 20 de noviembre las tropas chilenas ocuparon la población de Pisco, mientras el capitán chileno ingeniero Arturo Villarroel al llegar a tierra contactó con un inglés de nombre Wedbeck, pero conocido como Martínez quien le informó sobre los explosivos colocados por los peruanos en el puerto. Villarroel con sus pontoneros y con el aviso oportuno, comenzó a desactivar la red de cargas explosivas, tanto en el muelle del puerto de Pisco como en la línea de costa. Según los partes de Villarroel, además encontró enterrado bajo el almacén de Aduanas, cuatro barriles de pólvora licuada y dinamita para la fabricación de polvorazos o minas terrestres” (R. Rubatto). También tuvieron que efectuar los arreglos de los pescantes del muelle, escaleras y rieles del muelle que fueron inutilizados; por su parte, el Cap. de Puerto Portal pudo destruir las embarcaciones menores de la rada y los carros de mano que sobre rieles hacían el servicio del muelle.
El mismo 20 de noviembre, la 2da Brigada chilena al mando del Crl. Amunátegui se dirigió a tomar Ica, pero lo tuvieron que realizar a pie, porque el material rodante había sido trasladado a Ica. Recién el 23 de noviembre, tomaron la ciudad, pero no pudieron utilizar el ferrocarril de inmediato, porque el personal del ferrocarril, saboteó la máquina, ocultó algunas partes de la locomotora y mutiló otras; así la máquina estaba en malas condiciones, sin frenos ni indicador de nivel, la palanca de retroceso no funcionaba, los tornillos estaban flojos, en muchos lugares los abastecedores de aceite estaban malogrados, después de dos días, los chilenos lograron que funcionara a medias, ya que su andar era muy lento y nunca pudieron ponerlo totalmente operativo al 100 %.
Sorpresa nocturna en Herbay Bajo
En los primeros días de diciembre, el Crl. Pedro José Sevilla Yturralde al mando del Regimiento “Cazadores del Rímac” de 250 plazas, de los cuales 150 armados con sables y lanzas y, 100 con carabinas Remington, llegaron a la zona de Cañete El 18 de diciembre de 1880, informado por los montoneros de la zona sobre el itinerario que seguían las tropas chilenas en su avance hacia Cañete, decidió preparar una emboscada esa misma noche en la zona de Herbay Bajo, paso obligado para entrar al valle de Cañete y lugar ideal para detener a las avanzadas chilenas a cargo del regimiento Granaderos a Caballo de 600 plazas, armados todos con carabinas Winchester y sables.
El Crl Sevilla dispuso que el Capitán Juan de la C. Anticona con los 100 cazadores con carabinas y 100 montoneros al mando del subprefecto Victorino Arciniega armados con viejos fusiles y escopetas, ocupen posiciones en la zona de Herbay Bajo parapetándose tras un foso, que existía sobre la izquierda, cubriéndose con una tapia que protegía su lado derecho, el resto de los Cazadores del Rímac permanecerían en reserva, junto con 50 montoneros del agricultor Celestino Conde.
A las 23:30 horas la oscuridad de la noche era densa, acompañada de una tupida camanchaca que envolvía al valle en Herbay y Cañete y, a una gran parte de la planicie; los tres escuadrones del regimiento chileno Granaderos ingresaban calmadamente a la zona de muerte de la emboscada, todos a pie, llevando sus cabalgaduras de las bridas y preparándose para tomar su descanso
Una descarga cerrada de los Cazadores del Rímac y los montoneros, los saca de su letargo y se produce un total desconcierto en el enemigo, la densa oscuridad, el espanto producido en la caballada y las constantes cargas cerradas al romperse los fuegos, determinan que la sorpresa fuera completa, con el Crl Tomás Yávar a la cabeza, los jinetes chilenos montan y huyen desesperadamente hacia una elevación de la planicie por donde habían llegado, a más de una legua Solo una compañía del escuadrón que iba en vanguardia, se cubre lo mejor que puede y responde con disparos a cualquier lugar sobre el enemigo invisible
Al no poder ver el número de tropas peruanas a los que se enfrentaban, y no recibir ningún apoyo del resto de su regimiento, cundió el pánico y con sus oficiales a la cabeza se retiraron precipitadamente tras las huellas de su regimiento. El Crl. Sevilla informaba a Lima sobre la emboscada realizada:
“
(Lima, recibido a las 2.55 a.m.)
diciembre 19 de 1880 Excmo. señor jefe supremo: Después que el subprefecto reocupó a Herbay, se arrojó al enemigo como a una legua de distancia. Me apresuro a proteger la infantería con caballería y después de un sostenido fuego por ambas partes, que duró cerca de una hora, los invasores cedieron el campo, retirándose precipitadamente.
Tengo algunos heridos, y muerto el caballo de un corneta.
(Fdo.) P. Sevilla”.
A las 05:00 horas del 19 de diciembre de 1880, la camanchaca todavía envolvía a Herbay y el valle de Cañete y, la visibilidad era nula; sin embargo, el enemigo totalmente desconcertado ante la emboscada en que cayeron la noche del 18 de diciembre, quería saber que tan fuertes eran las posiciones defensivas que habían establecido las fuerzas peruanas para poder informar a Lynch. El Crl. Yávar Envió otra avanzada, que también fue rechazada y ante la aproximación del Pelotón de Lanceros de los Cazadores del Rímac, el escuadrón chileno pidió auxilio, llegando en su apoyo todo el regimiento Granaderos
El combate duró casi una hora, cuando sin mediar alguna razón, el regimiento Granaderos volvió caras vergonzosamente y se retiró del campo de batalla, dirigiéndose hacia la cima de un cerro que formaba uno de los lados del valle de Cañete.
Según el parte del Crl. Tomás Yávar, jefe del regimiento Granaderos, creyó prudente replegarse ante las fuertes posiciones defensivas peruanas, esperando al grueso de la Brigada Lynch para realizar un ataque en regla con todas las fuerzas de la Brigada. Mientras esto sucedía, el Crl. Sevilla informaba al nefasto Piérola los acontecimientos de su misión:
“(Lima, recibido a las 6.35 a.m.)
diciembre 19 de 1880 Excmo. señor jefe supremo:
El ataque comenzó de nuevo a las 5 a.m. Defendemos nuestras posiciones.
(Fdo.) P. Sevilla”.
Ardid peruano
El Crl. Yávar dio aviso a Lynch, de lo ocurrido en Herbay, sin embargo, este continuó tranquilamente su ruta; sin apresuramiento esperó la salida de la luna, y un par de horas más tarde, el regimiento Artillería de Marina que marchaba a vanguardia llegaba a Herbay; es decir, a la extremidad norte de la comarca desde donde domina a este punto y al valle de Cañete.
A la llegada de Lynch y su Estado Mayor, dispuso un plan de ataque para tomar las posiciones defensivas de los peruanos en Herbay Bajo, el plan consistía en realizar un ataque frontal con los regimientos Artillería de Marina y el 2do de Línea en el escalón de ataque, manteniendo al regimiento Talca en reserva, la artillería fue colocada en los cerros para que apoyen con sus fuegos el avance de la infantería; la hora del ataque se consideró al amanecer.
Pero no hubo más remedio que esperar a que el sol y la brisa descorriesen la impenetrable camanchaca que envolvía a la planicie, Herbay y el valle de Cañete; despejada la neblina a las 10.00 horas, se dio la orden de ataque
La Artillería de Marina y luego el 2do de Línea con sus jefes a la cabeza desplegaron cada uno sus guerrillas de avanzada, descendieron en formación de batalla a Herbay Bajo
Los infantes de marina rivalizaban con los infantes del 2do de Línea con sus gritos de guerra y la adrenalina al máximo para ser los primeros en conquistar las posiciones defensivas de las fuerzas peruanas.
Pero al llegar al foso y las tapias donde se realizó la emboscada peruana, ¡Oh sorpresa! no encontraron un solo soldado peruano. Avanzaron acuchillando con sus bayonetas cualquier escondrijo que protegiera a las tropas peruanas, disparando contra bultos y posibles escondites; pero nadie, encontraba a nadie: el enemigo se había esfumado; es decir, el engaño había sido coronado con el éxito
Lo único que encontraron los infantes chilenos en su feroz ataque guerrero, fue fundas de fusiles, cápsulas de rifle Remington, vainas de todos los calibres y cajones vacíos de municiones; en una palabra, los chilenos conquistaron en su glorioso ataque frontal ¡nada! tomó posesión del campamento peruano, pero, sin encontrar un solo hombre.
Dos horas antes del ataque chileno, los Cazadores del Crl. Pedro Sevilla y los montoneros se habían dirigido sigilosamente hacia Mala, aprovechando la nula visibilidad de la camanchaca, a preparar nuevas emboscadas al enemigo invasor. El Crl. Pedro Sevilla informaba de las acciones realizadas en Herbay al dictador Piérola:
“(Lima, recibido a las 11.50 p.m.)
diciembre 19 de 1880 Excmo. señor jefe supremo. Después de un nutrido tiroteo que duró una hora el enemigo se retiró de nuevo
Esto es tan vergonzoso que me inclino a creer sea una maniobra que encubre otra intención; porque las fuerzas que vinieron contra nosotros consisten en cerca de cuatro o cinco mil hombres de las tres armas y se han retirado apresuradamente.
Tengo un prisionero y otros soldados chilenos que no pudieron seguir a sus compañeros que volaban, se arrojaron al mar. No fue posible sacarlos inmediatamente a consecuencia de lo vertical del cerro.
De las investigaciones a que sometí al prisionero aparece que se llama Estanislao Carrizo soldado del 3er escuadrón del regimiento de Granaderos a Caballo, cuyo coronel se llama Tomás Yávar. Este cuerpo, fuerte de 600 hombres, fue el que tuvimos al frente anoche y cedió el campo a los ciudadanos de Herbay, no soldados, y una parte de la caballería bajo mi mando, las únicas fuerzas nuestras que tomaron parte en el combate.
La división del enemigo salió de Jahuay a las 2 a.m. en este orden: una batería de montaña de cuatro cañones, tres cuerpos de infantería y tres escuadrones de caballería de 200 hombres cada uno.
Los cuatro chilenos que se bajaron a la playa se les persiguen y probablemente se les tomará.
Los chilenos han abandonado en su campo, visitado por nuestra guardia avanzada, algunos barriles de agua, vino y ron, cuartos de carne, aves y otras provisiones, además de muchos otros diferentes objetos, robados probablemente a personas particulares, tales como: silletas, hamacas, ropa, ollas y útiles de cocina, etc., etc.
Después de la escaramuza nuestra guardia avanzada tomó una bandera de campamento y una bandera chilena con su asta, sillas, etc., etc.
Los artículos tomados con el prisionero son: el equipo completo de un caballo, una carabina, un afilado sable y un corvo.
Me es muy satisfactorio poner en conocimiento de V. E. que el Sub Prefecto ha correspondido dignamente a la confianza del gobierno y que los ciudadanos del distrito rivalizaron entre sí en desplegar su patriotismo y entusiasmo.
La 1ra Brigada de caballería ha tenido un comienzo brillante, excelente tropa.
El enemigo tuvo anoche diez caballos heridos y algunas bestias de carga pueden verse muertas en el campo. Con respecto a la pérdida en hombres, los informes de los prisioneros son contradictorios. (Según Vicuña Mackenna “los Granaderos tuvieron 1 herido, 1 prisionero y 5 caballos muertos”).
Nuestras pérdidas de anoche son tres heridos de los ciudadanos, un caballo muerto y tres heridos de caballería.
La infantería chilena consta del Batallón Talca, el 2do de Línea y la Brigada de marina
En este momento se ha tomado del campo enemigo un magnífico caballo y seis bueyes que servirán para racionar nuestras tropas.
(Fdo.) P. Sevilla”Sabotaje camino a Cerro Azul
Después del susto que pasaron los chilenos en Herbay, la Brigada Lynch, se dirigió al valle de Cañete, donde residían en varias haciendas de 70 a 80 ciudadanos británicos, inclusive varios residentes chilenos que no fueron expulsados en consideración a los muchos años de su residencia en el Perú; sin embargo, fueron ellos, ingleses y chilenos, quienes daban información de las fuerzas peruanas
De acuerdo con la costumbre chilena, una vez recibida la información, robaban, destruían las haciendas y sus cultivos, tal como le sucedió a la hacienda Casablanca, fundo principal del Ingles Enrique Swayne y su administrador el Sr. Renwick, a quienes prometieron respetar sus propiedades por ser súbditos ingleses, sin embargo, al retirarse, las tropas chilenas barrieron con todo el ganado vacuno, mulas y caballos que pudieron llevarse. Inclusive al Sr. Renwick criador de potros y yeguas de pura sangre, le mataron dos de las yeguas madres, como agradecimiento por sus oportunos informes a la causa chilena.
Al dirigirse la Brigada Lynch hacia Cerro Azul, según describe el Cap. de Frag. Inglés William Dyke Acland en su informe sobre el ejército chileno: “… marchamos hasta después del anochecer, y nos encontramos en un camino
profundamente inundado, ya sea accidentalmente o adrede, y tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos por cerca de una milla y, dormimos esa noche en un campo húmedo en donde los mosquitos molestaron en exceso; los peruanos dispararon a intervalos durante toda la noche…”.
Los pontoneros chilenos tuvieron que tapar una a una las bocatomas de los canales que el enemigo había roto, desbarrancando las acequias, zanjeando los angostos callejones que separan los plantíos y echando en ellos los cauces del río, inundando el camino hacia Cerro Azul, formando angostos pantanos e imposibilitando el tránsito; todo, bajo los intermitentes disparos que realizaban los montoneros, haciendo más difícil su tarea.
A las 05:00 horas del 21 de diciembre, la Brigada Lynch volvió a intentar llegar a Cerro Azul, esta vez por el viejo camino que estaba seco, información que fue dada por los chinos que se habían incorporado a las fuerzas chilenas, buscando acabar con el esclavismo de sus amos peruanos. Al llegar a Cerro Azul, el pueblo estaba desierto, había sido saqueado por lo chinos.
Emboscadas en el camino del calvario
Lynch había pensado llegar a Mala el miércoles 23 de diciembre, pero los valerosos Cazadores del Rímac, del Crl. Pedro Sevilla, los montoneros del Crl Joaquín Retes y los montoneros de Celestino Conde, le impidieron cumplir al pie de la letra el itinerario que se había fijado.
El Crl. Joaquín Retes conocía como la palma de su mano toda la zona del valle de Mala, entre Bujama y La Rinconada. El camino a lo largo de 5 millas es angosto y sombrío que culebrea entre cañaverales y tupidas plantaciones de platanales, ideal para emboscar a los invasores chilenos no una, sino, varias veces, convirtiéndolo en camino del calvario para el enemigo.
Junto con el Crl Pedro Sevilla, acordaron realizar la emboscada a los Granaderos de Yávar que venían en vanguardia de la Brigada Lynch, en los tupidos matorrales tropicales de Bujama. El 22 de diciembre de 1880, los 100 Cazadores del Rímac con carabinas del Crl. Sevilla, 100 montoneros del Crl. Joaquín retes y 50 montoneros del agricultor Celestino Conde ocupan sus posiciones de emboscada en un recodo del camino de ingreso a Bujama, cubiertos de toda visibilidad por un denso bosque.
Los Granaderos chilenos fueron reforzados con una sección de 25 infantes montados del 2do de Línea; de acuerdo a lo estimado por Lynch, eran suficientes para enfrentarse a las fuerzas peruanas. Después de una larga y pesada marcha desde Asia, los Granaderos ingresaron a la zona de emboscada y, volviendo a cometer el mismo error de Herbay desmontaron En el momento en que se disponían a refrescar el lomo de los caballos quitándoles las sillas, y darse un refrescante descanso, sin atinar a poner centinelas, tronaron las descargas de fusilería de los peruanos desde sus posiciones camufladas en el bosque.
La confusión y el pánico se apoderaron de los chilenos, tratando de calmar a la espantada caballada para poder ensillarlos.
Los 25 infantes del 2do de Línea, trataron de apoyarlos, haciendo un remedo de ataque en la zona boscosa, una segunda descarga de las tropas peruanas los paralizó y no tuvieron mejor idea que dar media vuelta y sumirse al caos entre jinetes y caballos.
Todos querían huir del infierno que se había desatado, unos sin cabalgaduras, otros montados de dos o tres a pelo hasta ubicarse en una pequeña elevación cercana al bosque.
Increíblemente no hubo ningún muerto, muy pocos con heridas leves de fusil, pero si varias docenas de contusos, golpeados y pateados por sus propios caballos. El Crl. Yávar informaba a Lynch sobre el encuentro con las numerosas fuerzas peruanas:
“A la orilla del valle de Bujama, diciembre 22 (miércoles) de 1880:
Señor coronel Lynch:
Desde Asia he encontrado rastros frescos que dan evidente seguridad de la presencia de postas del enemigo. He llegado hasta Bujama, legua y media distante de Mala, lugar de forraje y agua, pero monstruoso, y no se ha hecho esperar la presencia del enemigo puesto que en los momentos en que me disponía a refrescar el lomo de los caballos quitándoles las sillas, y darle de comer a la tropa, se nos hicieron varios disparos desde un bosque tupido inmediato.
Una avanzada colocada en un lugar dominante ha podido ver fuerzas un tanto numerosas. Creo no engañarme asegurando que es el coronel Sevilla que se encuentra en ésta con su fuerza. Como bien pudiera repetirse la escena de noches pasadas, y no pudiendo hacer nada con la caballería por el lugar que ocupan, le agradecería a V. S. me mandara unos 150 infantes para pasar la noche, por ser insuficientes los 25 que me acompañan”.
Dios guíe a U.S.
Tomás Yávar”.
Ante el pedido de auxilio de Yávar, parte de inmediato el regimiento Artillería de Marina hacia Bujama al mando del mismo Lynch, llegan de noche a las afueras de Bujama y al no escuchar disparos ni movimiento de tropas, acampan para dormir.
Al amanecer del 23 de diciembre, Lynch espera la llegada de los regimientos 2do de Línea y Talca y, la Batería de Montaña; ingresan al camino hacia Bujama reuniéndose con el regimiento Granaderos. Las avanzadas dan la alerta indicando que a 2,300 mts se observa movimientos del enemigo, Lynch ordena que uno de los cañones entre en posición y dispare sobre el enemigo, mientras una compañía del regimiento Artillería de Marina se despliega y se lanza al ataque, pero como en Herbay, no encuentran a nadie.
La Brigada retoma la marcha y continúan hacia Mala por una tupida plantación de platanales, a uno y otro lado del camino
Sevilla y Retes golpean nuevamente a la Brigada Lynch, que recibe descargas de fusilería por derecha e izquierda. Nuevo despliegue de compañías, persecución a un enemigo invisible y otra vez capturan ¡nada!, los peruanos se han esfumado.
A 500 mts más adelante, con los invasores chilenos nerviosos y casi descontrolados por los constantes tiroteos, los montoneros de Celestino Conde emboscan esta vez al regimiento Talca
Nuevamente los chilenos se despliegan, lanzan ataques al vacío y no encuentran a nadie, retornan al camino, pero ahora tienen que cargar a los dos muertos y a tres heridos. La Brigada llega a Mala y la encuentra deshabitada.
Lynch decide seguir a San Antonio, teniendo que cruzar el río Mala que tiene tres brazos que corren entre tupidos bosques, el camino es angosto y sombrío que culebrea entre cañaverales, sauces y enormes arboles tropicales, ideal para una emboscada; pero los chilenos están desesperados por salir de esa trampa.
Cruza el grueso de la Brigada y al momento de iniciar el cruce la retaguardia compuesta por 40 infantes del 2do de Línea, se produce una descarga cerrada de fusilería, son los Cazadores de Sevilla y los montoneros de Retes que golpean la retaguardia chilena; la segunda descarga hace que las tropas del 2do de Línea entren en pánico, se atropellan por ganar la orilla opuesta, produciendo que dos de ellos desaparezcan en las turbulentas aguas del río.
La Brigada hace alto en La Rinconada a las 11:30 horas y toman un descanso hasta las 14:30 horas; varios Granaderos de Yávar que se habían adelantado en misión de vigilancia, observaron que en pleno campo una vaca solitaria se alimentaba calmadamente; el instinto de robarla les salió por los poros y se lanzaron a la carrera para cogerla, sin pensar que era una trampa cazabobos dejada por los peruanos; antes de que llegaran a su objetivo, fueron recibidos a tiros por un enemigo invisible, quedando un granadero muerto y dos de los ladrones heridos. Nuevamente un despliegue inútil de uno de los escuadrones sin encontrar a nadie.
Lynch exasperado por el calvario que sufrían sus tropas, con el carácter bárbaro y salvaje de todo chileno, ordenó que la brigada infernal de Villarroel a la que se habían incorporado en Cañete no menos de ochocientos chinos alzados, arrase hasta sus cimientos las pequeñas poblaciones de Mala y San Antonio, lo que fue cumplido al pie de la letra.
Curayacu, la escopeta de tres cañones
Sobre la playa donde desembarcaría el grueso del ejército chileno en la Campaña de Lima, una versión es relatada por el historiador chileno Guillermo Parvex: “El informe elaborado por Ramón Bryce el 02 de noviembre de 1880 indicaba que: Respecto a la zona de llegada se puede afirmar sin temor a errores que entrega una de las mejores facilidades para un desembarque seguro y sin accidentes, ya que las aguas de la bahía Curayacu son muy calmas todos los días y la afectación de los cambios de marea es mínima.
Curayacu está con una guarnición de 20 gendarmes y los trenes funcionan con normalidad y las vías están bien afianzadas. En la casa de estación hay un telégrafo cuya línea llega hasta Ica y Lurín”. Lo real es que Curayacu no es una bahía sino una caleta, nunca tuvo guarnición de seguridad o vigilancia, no llega ningún tren y tampoco tenía estación de telégrafo, además del análisis que se hizo de dicho informe se pudo establecer que no fue hecho por Ramón Bryce.
Otra versión señalada por el escritor chileno Francisco Machuca dice: “Ninguna de estas caletas (Cruz de palo, Cruz de hueso, Curayacu y Pescadores) figuran en las cartas peruanas y chilenas, pero nuestros marinos las reconocieron y recomendaron su utilización”. Lo cual tampoco es cierto, porque dichas caletas si se encuentran en las cartas de navegación de esa época, ya sean peruanas o chilenas.
La versión de Vicuña Mackenna es lo que realmente sucedió, la cual relata: “El Cochrane se adelantó a reconocer las pequeñas bahías gemelas de Chilca que se extienden en un espacio de diez a quince millas hasta dar frente, por el norte, cerca de los islotes llamados de Pachacámac, al valle de Lurín.
Esas caletas se llaman sucesivamente Cruz de palo, Cruz de hueso, Curayacu (que en indio querría decir corral de piedra) y por último una pequeña ensenada que por su oficio denominan los lugareños “caleta de pescadores”, junto a la boca del río Lurín.
Mucho se ha hablado y aun levantado la voz con vanagloria sobre los exploradores que “descubrieron” aquellas caletas, como si éstas no hubiesen existido a la vista y en las cartas y en el continente, probablemente desde la formación del mundo y en noticia de todos los navegantes y pescadores que en ellas desde edades inmemoriales traficaban o vivían.
Mientras el Cochrane hacía aquel sencillo reconocimiento hacia las caletillas del norte, La lancha a vapor del Blanco se hace cargo del reconocimiento cercano de las caletas. Del resultado del reconocimiento, se ha podido averiguar hasta aquí, con seguridad, lo siguiente:
El Lurín desemboca frente al grupo pintoresco de las islas de Pachacámac; entre éstas y el continente hay espacio y fondo suficientes para los buques, y en días buenos, es posible desembarcar en la playa abierta.
Un cañonazo que el Blanco disparará mañana a las 4 a. m. será para los buques del convoy la señal de abandonar el fondeadero (de Chilca) y de dirigirse a la Cruz de Palo y Curayacu, en donde tendrá lugar el desembarque.
Todo esto había tenido lugar el 21 de diciembre, frente a la costa de Chilca, y a la vista de Lurín, es decir, frente a Lima, el día 21 de diciembre, ya era notoria a todos, la vacilación de los ánimos a bordo, porque, según antes dijimos, no había ni podía haber un plan definitivo de desembarco y de campaña acordado de antemano”
Como se puede constatar, a los historiadores chilenos les gusta poner sal y pimienta a sus historias, de acuerdo a sus propias conveniencias; por lo que sobre quien recomendó su utilización como playa de desembarco a la caleta de Curayacu, es solo una escopeta con tres cañones.
Guerra de espías
El 22 de diciembre de 1880, el espía Belisario Mujica, peón chileno que trabajaba más de 12 años en la hacienda de Don Miguel Salinas, se presentó al Puesto de Comando chileno en la playa de Curayacu, informando que en la región de Mal Paso había una avanzada como de 50 hombres de caballería peruana Teniendo conocimiento que por esa zona estaba operando el Regimiento de caballería Cazadores del Rímac al mando del Crl. Pedro Sevilla, el comando chileno dispuso que un escuadrón del regimiento Cazadores a Caballo reforzado con tropas Infantería, se dirija a dicho lugar para reconocer y tratar de sorprender a la fuerza enemiga.
Al amanecer del 24 de diciembre de 1880, al mando del Jefe del Estado Mayor de la II División Chilena Cmdte. Baldomero Dublé Almeyda salió la patrulla compuesta por un escuadrón de 200 Cazadores, dos compañías del regimiento Esmeralda al mando del My. Saturnino Retamales y dos compañías del regimiento 3ro de Línea al mando del My. Gregorio Silva, conducidos por un guía local (peruano), del cual lamentablemente no se ha podido conocer su nombre.
A las 03:00 horas, las fuerzas chilenas atraviesan el pueblo de Pachacámac, el peruano que fungía de guía local y bajo el pretexto de la espesa camanchaca los hace caminar más de lo debido a través de un bosque de platanales y cañas, para después cruzar dos brazos del río por el sector de mayor dificultad.
A las 05:00 horas el guía peruano señaló que pasando el desfiladero que tenían al frente, estaba el lugar donde se encontraban las fuerzas peruanas; los chilenos sin pensar que el guía peruano podía ser un espía, ingresaron al desfiladero sin precaución alguna, siendo sorprendidos con descargas de fusilería a boca de jarro, por los Cazadores del Crl. Sevilla, quienes se habían parapetado a ambos lados del desfiladero, produciéndose un descontrol de la caballería chilena que retrocedía para que los infantes puedan atacar a las tropas peruanas, después de un reñido combate de más de media hora, la avanzada chilena opta por retirarse con dos muertos de infantería, dos de caballería y decenas de heridos entre ellos el My. Gregorio Silva.
En su retirada, buscan al espía peruano para fusilarlo por haberlos llevado a una trampa, pero el anónimo patriota había desaparecido, ganando esta vez en la guerra de espías.
Sorpresa en Pueblo Nuevo
“
El 25 de diciembre de 1880, un pelotón de caballería chilena ocupó Pueblo Nuevo en Cañete, tomando prisioneros a los jefes de la Guardia Urbana, los sometieron a un consejo de guerra, declarándolos culpables de haber atentado
contra el ejército chileno y se prepararon a fusilarlos. Enterado del peligro que corrían esos prisioneros, el Tte. Felipe Santiago Oré Casas al mando de 25 soldados de caballería, que le confió el Sub prefecto de Cañete, Don José Llanos, cargó sorpresivamente por el callejón de San Juan, atacando por distintos puntos, sobre el pelotón de Granaderos que estaba desprevenido, causando zozobra y desconcierto.
Los chilenos solo atinaron a abandonar el lugar y replegarse a la plaza mayor de Pueblo Nuevo, donde opusieron resistencia por varias horas, hasta que fueron desalojados. La acción duró desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde; un capitán chileno y cuatro soldados cayeron prisioneros, además se recuperó 100 reses y 50,000 soles, producto de los robos y cupos que imponían los chilenos a su paso por los poblados peruanos” (Héroes de La Breña).
Espías y Exploradores en la Batalla de Lima
El ejército del Perú en Lima principió a salir de la ciudad, a ubicarse en las líneas defensivas de San Juan y Miraflores, a fines de diciembre de 1880.
El 22 de diciembre, el 4to Cuerpo de Ejército del Crl. Andrés A. Cáceres, era el único que se encontraba en sus posiciones defensivas; el 25 de diciembre, lo hicieron el 1er y 2do Cuerpo de Ejército y, el 30 de diciembre, llegó el 3er Cuerpo de Ejército; incluso los Batallones Canta y Jauja llegaron a Miraflores 5 días antes de la batalla y el Batallón Huanta pocas horas antes de la batalla.
El historiador Paz Soldán indica: “Piérola limitaba su plan de guerra a la simple defensiva. Hubo un solo momento, el 02 de enero, en que se acordó, para el siguiente día, una operación sobre el enemigo; al efecto se dictaron las órdenes y las Divisiones de los Crls. Cáceres y Canevaro estuvieron listas, con mochilas al hombro y, aun se pusieron en movimiento, pero recibieron orden de contramarcha, ignorándose, hasta hoy, la causa”.
A partir de la captura del Crl. Sevilla y sus Cazadores en el combate de El Manzano el 27 de diciembre, Paz Soldán relata: “El servicio de espías y exploradores del campo enemigo, casi no se hacía; llegó el descuido al extremo de ignorarse los movimientos del ejército enemigo, que se encontraba a menos de 10 millas. Las avanzadas y la gran guardia, tan necesarias cuando se tiene cerca al enemigo, se encomendaban a cuerpos reclutas, que no conocían ni el manejo de su arma.
Una de esas avanzadas encontró, por casualidad, como a la una de la mañana, a un individuo no armado; lo mandaron al campamento de la División del Crl. Iglesias; examinado, resultó ser miembro de una de las ambulancias del ejército chileno, que se había extraviado; y dio a saber que desde las 4 de la tarde del día anterior, todo el ejército a que pertenecía estaba en movimiento sobre Chorrillos”. De inmediato Billinghurst comunicó la información al Comando del Ejército mediante un telegrama:
“
enero 13, telegrama de Villa a San Juan a las 3 h. 20 m. señor gral. Silva
Ambulante chileno capturado a la 1 a.m. por avanzada del Batallón Ica, asegura que ejército chileno se puso en marcha ayer a las 4 p.m. (Fdo.) Billinghurst”.
La Inteligencia durante la ocupación
Los historiadores chilenos Rafael Mellafe y Mauricio Pelayo relatan: “Una vez que el ejército chileno entró en Lima y se asentó en ésta, la disciplina, en general, se relajó bastante; lo que dio a la resistencia peruana una oportunidad única de efectuar trabajos de inteligencia Esa misma relajación del control, sirvió para que muchos oficiales peruanos “prisioneros” de los chilenos se escaparan masiva y fácilmente a la sierra peruana…
… Los oficiales chilenos acudían a sitios públicos y sus conversaciones eran ampliamente escuchadas para luego ser trasmitidas. El personal de servicio del Palacio de los Virreyes de Lima, o sea, camareros, cocineros, aseo, etc., era peruano. No es de extrañar que dentro de ese personal hubiese muchos espías infiltrados. Otro actor entró a este juego. Al principio solo colaborando con sitios donde se reunían los espías, luego encubriéndolos, para al final tomar un rol muy activo en la guerra, fue la Iglesia y el clero peruano”. Información y armas empezaron a llegar a la sierra desde el momento mismo de ser ocupada la capital. El diario chileno “La Actualidad” que se editaba en la imprenta que había pertenecido a “El Peruano”, en su edición del 21 de enero de 1881 señala: “Se nos asegura que de noche salen de la ciudad partidas de paisanos, unos con armas que no han entregado a la autoridad, otros a recoger de las muchas que quedan todavía en los campos de batalla; pues según sabemos, hasta la fecha no se han recogido más de seis a siete mil rifles desde Villa a Miraflores. ¿No irán esos nocturnos y recatados viajeros a engrosar las filas de las montoneras en la sierra?
El Tte. Crl. Alejandro Seraylán Leiva señala: “También tomamos conocimiento de que en Lima existía una dama peruana apellidada Astorquiza que fue conviviente del Gral. Lynch. Este le profesaba especial afecto y le confesaba todo. Así ella tenía oportunidad de informar de las actividades del enemigo al Comité Patriótico de la Resistencia que dirigía Monseñor Pedro José Tordoya Montoya y Antonia Moreno de Cáceres; así mismo, había influido y participado para que miembros del Comité se apoderaran del caballo favorito de Lynch y lo remitieran para uso del Crl. Cáceres”.
CAPITULO
LA RESISTENCIA 1881
Honor a José Eusebio Sánchez PedrazaEl dictador Piérola, después de huir vergonzosamente antes que finalizara la Batalla de Miraflores y libre de todo peligro en la hacienda de Chocas a pocas leguas de Lima, firmó el 16 de enero de 1881, un decreto organizando su nuevo gobierno; declarando residencia del gobierno el lugar donde se encontrara al jefe supremo, nombrando secretario general al Cap. de Navío Aurelio García y García y creando dos nuevas jefaturas político-militar.
Así mismo, dio autorización privada al alcalde municipal de Lima Rufino Torrico, con el propósito de reanudar las negociaciones de un armisticio y la paz iniciadas en Miraflores, mediante la intervención del cuerpo diplomático; para lo cual comisionó como su agente confidencial al Dr. Manuel Irigoyen. Pero los plenipotenciarios chilenos José Vergara y su compañero Altamirano, se negaron a la intervención de países neutrales.
Piérola en su afán de no perder el poder de jefe supremo, nombró como enviados extraordinarios y ministros plenipotenciarios y debidamente autorizados a los señores Manuel Antonio Arenas Merino, José Lino Alarco Brediñana y José Eusebio Sánchez Pedraza para buscar arreglos directos.
A fines del mes de enero de 1881, Chile tuvo conocimiento de una circular dirigida al cuerpo diplomático de Lima por el secretario general del dictador, el Cap. de Navío Aurelio García y García fechada en Obrajillo el 20 de enero de 1881
Paz Soldán escribe respecto a dicho documento: “En ese documento demostraba el secretario, que el general en jefe chileno faltó alevosamente al armisticio pactado en Miraflores y califica este acto de perfidia, que era dudosa encontrar aun entre la tribus semisalvajes de África o de la Araucanía y, no extrañaba semejantes procedimientos en los soldados de una nación que como los de Chile fusilaban, a sangre fría y cobardemente, a muchos jefes y oficiales prisioneros; asesinaban a los heridos inermes en el campo de batalla; incendiaban en su totalidad y después de ocupadas, a poblaciones como Chorrillos, Barranco y Miraflores y, que siguiendo esa lógica fatal de la barbarie, tenían que saltar por encima de todo respeto y compromiso militar”.
Los ministros Vergara y Altamirano calificaron a dicha circular, como un acto que probaba la perturbación cerebral del ex dictador cuya autoridad había terminado. Desde ese día se hizo imposible todo arreglo con el gobierno de Piérola. Los ministros chilenos declararon que mejor era negociar con los delegados de una logia y no con los del país.
Paz Soldán señala: “El Dr. Arenas antes de presentar sus credenciales tuvo varias conferencias con Vergara y Altamirano quienes se negaban a entrar a ninguna negociación… manifestaban que Chile deseaba celebrar la paz con cualquier gobierno del Perú, con tal que éste aceptara, sin discusión y ciegamente,
las condiciones que se le imponían”; entre ellas, la cesión territorial de Tarapacá y “si antes no se retiraba la descomedida, irregular y mal acordada circular del 20 de Enero al cuerpo consular”.
Ante los aplazamientos sin razón alguna, contestaciones ambiguas o evasivas, imposiciones y hasta menosprecio que recibían de Vergara y Altamirano, el probo vocal de la Corte Suprema don José Eusebio Sánchez Pedraza renunció por dignidad a la comisión de Piérola, la que, al mismo tiempo, contestó que no estaban autorizados para retirar la circular del 20 de enero.
El gobierno de Chile anunció públicamente que, en vista de los acervos ataques del dictador al ejército victorioso acusándolo por la violación del armisticio y por los desmanes del triunfo, jamás trataría la paz con él; pero si con quien tuviera la autoridad y el poder de hacerlo.
De todo lo dicho, se puede establecer que la negativa chilena para iniciar conversaciones de paz con el gobierno del dictador Piérola era exclusivamente debido a la circular del 20 de enero entregada al cuerpo diplomático de Lima, lamentablemente Piérola regaló el honor del Dr. José Eusebio Sánchez Pedraza en su mensaje de Ayacucho, al señalarlo sin prueba alguna como responsable de la negativa chilena por haber delatado las instrucciones secretas recibidas por los plenipotenciarios peruanos de acordar la paz, sin cesión territorial, cuando los mismos chilenos señalaron que el problema era la circular del 20 de enero.
Increíblemente, por todo lo que representa su accionar en la guerra contra Chile, el Cap. de Navío Aurelio García y García en su memoria a la misma Asamblea informa lo mismo, tal como lo señala Basadre. Caso curioso que los dos personajes estuvieron en la misma Asamblea, los dos denunciaron al probo jurista y fueron los dos que redactaron y firmaron la circular del 20 de enero, causa real de la negativa chilena a iniciar conversaciones de paz, tal como lo comunicaron ellos mismos.
Pero todo no quedó ahí, ya que a raíz de esas dos denuncias, el historiador chileno Guillermo Parvex, le colgó el San Benito de colaborador e informante del servicio de inteligencia chileno al Dr. José Eusebio Sánchez Pedraza, al haber informado a las autoridades chilenas los planes secretos de paz del dictador Piérola, de dar a Chile numerosas concesiones pero excluyendo la cesión territorial, aumentando los elogios a su servicio de inteligencia, que había logrado un triunfo importante al atraer al ilustre abogado, como informante a favor de Chile a través de un tal Silva Montt.
Esta versión totalmente falsa, se puede contrastar con lo que realmente sucedía, ya que, desde el 22 de octubre de 1880, en las conferencias de paz en Arica, la propuesta chilena fue siempre la cesión territorial de Tarapacá por el Perú y de Antofagasta por Bolivia; mientras la propuesta de Perú y Bolivia fue que todo volviera al estado en que se hallaban el 14 de febrero de 1879; es decir, sin cesión Territorial
Lo que significa que las propuestas peruanas y chilenas no eran de ningún secreto para nadie, ni producto de planes recién concebidos, por lo que las dos partes ya conocían casi perfectamente lo que pedían y las conversaciones eran para tratar de llegar a un acuerdo aceptable para las dos partes, lo que no sucedió.
Más aún, Cáceres en sus Memorias escribe: “Cuando se encontraba Piérola en Ayacucho, le escribí desde la Quebrada de Chosica, donde yo estaba con el Ejército que había formado, expresándole, mi deseo de conocer cuáles eran los trabajos que tenía iniciados para conseguir la paz, o cuáles sus planes o proyectos para la continuación de la guerra. Su contestación fue: “Tengo dada mis instrucciones a los señores vocales don Antonio Arenas, don Eusebio Sánchez, don Jorge Loayza y al Crl. Torrico para que traten de la paz con el jefe de la ocupación en Lima.”
“Apenas recibí esta comunicación, escribí a dichos señores preguntándoles, cuál era el estado de las gestiones emprendidas según las instrucciones que habían recibido del señor de Piérola. Manifestando suma sorpresa por mi pregunta, me contestaron asegurándome que no habían recibido comunicaciones de ninguna clase para tratar de la paz con el enemigo y, que tampoco habían sido designados delegados de Piérola”.
Cáceres engaña a la inteligencia chilena
Herido el Crl. Andrés A. Cáceres en la batalla de Miraflores fue llevado a la ambulancia de San Carlos, donde le dieron los primeros auxilios; poco después, ayudado por el Cap. José Miguel Pérez fue trasladado a la ambulancia de San Pedro, siendo atendido por el Dr. Belisario Sosa; además, por el azar del destino, ahí se encontraban sus ayudantes los Capitanes Augusto Bedoya y Joaquín Castellanos, también convaleciendo de sus heridas.
El 17 de enero de 1881, personal del servicio de inteligencia chileno, buscaron en todas las ambulancias al Crl. Cáceres, al llegar a la ambulancia de San Pedro, el personal de servicio negó que estuviera en ese lugar, pensando que lo que querían era llevarse prisionero al Crl. Cáceres.
Al día siguiente, volvieron, pero esta vez eran dos jefes del ejército invasor manifestando que solicitaban hablar con el Crl. Cáceres para presentarle los saludos del Gral. Baquedano y en su nombre darle todas las garantías del caso para su rehabilitación; el Dr. Belisario Sosa y todo el personal de la ambulancia sospechando las verdaderas intenciones de los chilenos, agradecieron sus gentiles palabras, indicándoles que el Crl. Cáceres no se encontraba en esa ambulancia y los invitaron a la sala de pacientes para que verifiquen que ahí no se encontraba; los jefes chilenos satisfechos de las atenciones recibidas se retiraron.
Para evitar esas visitas inoportunas, los jesuitas habían ocultado al Crl. Cáceres en la celda del padre superior Gumersindo Gómez de Arteche y, ahí permaneció hasta que mejoró de sus heridas. Debido a la persistencia del enemigo por tratar de ubicar al Crl. Cáceres y haber sorprendido a un vendedor ambulante que hablaba con acento chileno muy marcado, que vigilaba constantemente a la gente que entraba y salía del convento de los jesuitas; el Crl. Cáceres decidió trasladarse a la mansión de su amigo el Doctor Gregorio N. del Real, en la calle del Quemado, una de cuyas alas estaba alquilada a la embajada del Brasil y en el balcón se ostentaba la bandera de dicho país.
Trasladado en una calesa cerrada burlando la vigilancia del espía chileno, fue atendido por la familia del Dr. Gregorio del Real, donde permaneció hasta los primeros días de abril, mejorando notablemente la herida. Pero para esa fecha ya el enemigo sabía dónde se ocultaba el Crl. Cáceres, por lo que decide cambiar de sitio. El 09 de abril aprovechando la oscuridad de la noche, Cáceres apoyándose en su esposa Antonia Moreno, se preparan para abandonar la casa de la familia del Dr. Gregorio del Real, pero esta vez la salida será a pie, ya que el nuevo destino será su propia casa en la calle San Idelfonso, muy cerca de donde se encontraban.
En el momento que las cornetas anuncian que se dará inicio al toque de queda, la comitiva sale con el Cap. José Miguel Pérez y sus ayudantes Augusto Bedoya y Joaquín Castellanos, justo con el tiempo necesario para llegar a la puerta de su casa, burlando la vigilancia chilena de la embajada y, poco antes que las patrullas chilenas inicien su recorrido por la ciudad.
El 15 de abril de 1881, Viernes Santo, el Crl. Cáceres acompañado del Cap. José Miguel Pérez, tomando las debidas precauciones para no ser reconocidos, se dirigieron a la estación de Viterbo y tomaron el tren ordinario de la sierra, media hora antes de que saliera por la misma ruta dos trenes especiales con tropas chilenas. En Chicla el gobernador les proporcionó dos cabalgaduras llegando a Jauja al día siguiente.
Comité Patriótico de la Resistencia
En marzo de 1881, a iniciativa y presidida por el Arzobispo de Lima, Monseñor Pedro José Tordoya Montoya, nacido en Caravelí Arequipa, se gesta en la Ciudad de los Reyes un movimiento denominado Comité Patriótico de la Resistencia en la clandestinidad, conformado por damas de la capital y valientes patricios de la ciudad, entre las damas estaban: Antonia Moreno de Cáceres, Rosa Elías de Montero, Aurora de la Torre, Teresa de Orbegoso, Laura Rodríguez de Corbacho, Clara Lizárraga, Sra. Nicoletti esposa del dueño del Teatro Politeama, Carmen de Colunga esposa del director del Jardín Botánico y modestas y valientes servidoras, que secundaron los planes del Comité.
Entre los caballeros: Carlos M. Elías padre de la esposa del Contralmirante Montero; Pedro Elguera, Luis Carranza director del diario “El Comercio”; Pedro Manuel Rodríguez Marín, estudiante sanmarquino y secretario del Comité; el italiano Gustavo Nicoletti, Dr. Miguel F. Colunga, Crl. Federico Luna y Peralta, Crl. Agustín Moreno y Vizcarra, Crl. Mariano Muñoz, Cmdte. Ambrosio Navarro, Cmdte. Carlos Herrera La Puerta. Todos actuaban con seudónimos, a Monseñor Tordoya se le conocía con el nombre de “Sócrates” .
Su misión era proporcionar al Ejército de la Breña cuantos recursos de personal, armamento, munición, dinero, pertrechos y vituallas de todo género que les era posible conseguir y sobre todo informes de inteligencia de los movimientos de las tropas enemigas y sobre la situación política del país. El Comité desplegó una actividad intensa en procura de recursos, pues comprendían la urgencia de hacer llegar al Ejército de la Resistencia, los auxilios necesarios, no obstante, el
ambiente peligroso y el clima de inquietud e inestabilidad que reinaba en Lima por la ocupación chilena y el accionar de sus espías
“Otro de los arriesgados colaboradores del Comité Patriótico fue el Dr. Miguel F. Colunga, recolectaba armas y, al caer la noche, las guardaba en el Jardín Botánico, en cuyos amplios terrenos de la calle Mestas (10ª. Cuadra del Jr. Huanta) se había instalado el Museo Raimondi. Era un lugar soledoso, pleno de viveros, muy a propósito para llevar a cabo la importante tarea que se propuso y cumplió a cabalidad”. (De los Reductos a Julcamarca).
“
En cierta oportunidad el Dr. Miguel Colunga pudo obtener cierta cantidad de bayonetas, las cuales fueron enterradas en el Jardín Botánico; para evitar cualquier infidencia, fueron desenterradas entre el Dr. Colunga y la esposa de Cáceres durante la noche, llevadas al teatro Politeama y posteriormente remitidas a Chosica mediante los jóvenes peruanos que viajaba a la sierra para incorporarse al Ejército de La Breña” . (Memorias de la guerra del 79).
Una de las más osadas colaboradoras del Comité, era una morena alta y delgada llamada Gregoria Láinez, que actuaba bajo las órdenes directa de Antonia de Cáceres, cada vez que había que trasladar armas de un sitio a otro, la morena Gregoria se ataba dos fusiles en la cintura, escondidos bajo sus largos vestidos, manteniendo además bajo el brazo, un cesto de municiones ocultas entre las legumbres. Con un desparpajo admirable atravesaba las calles con su carga bélica delante de los soldados chilenos, quienes no sospechaban ni la menor pizca, que era lo que llevaba, hasta llegar al almacén de guerra que era el Teatro Politeama, situado en la calle del Sauce (cda 12 Jr. Lampa).
En otra ocasión, el Comité logró conseguir un cañón, nombrando al Cmdte. Ambrosio Navarro y al exgobernador de Cocachacra, Sr. José Salarrayán, para que lo trasladen a la Sierra, el Cmdte. Navarro no tuvo mejor idea que simular un entierro, artimaña bastante peligrosa pero audaz
Hizo colocar el cañón en un ataúd; los deudos del “difunto” eran los Oficiales vestidos de paisanos, que debían partir con él a cuestas hasta el cementerio, de ahí hasta Chosica y después hasta el campamento del Ejército del Centro. Este ardid tan original, necesitó gran coraje y serenidad, dando buen resultado, pues los chilenos no dudaron ni por un instante que era un “cadáver” el que pasaba por sus narices. No solo transportaron el cañón, sino, también trasladaron un cargamento de armas y municiones que tanto se necesitaba en el Ejército de La Breña.
En julio de 1881, se le encargó al Cmdte. Ambrosio Navarro, traer del Fuerte Chanchamayo cuatro cañones que se encontraban en ese lugar desde la fundación del pueblo de La Merced, cumplida la misión, fue nombrado Jefe de la Brigada de Artillería del Ejército de la Breña.
Otro de los audaces jefes, ducho en las prácticas de trasladar material bélico, era el Crl. Mariano Muñoz, quien constantemente entraba a Lima, extraía de ella armamentos, municiones y pertrechos llevándolos hasta Chosica, burlando continuamente la vigilancia chilena. Al inicio de estas operaciones encubiertas, se consiguió el armamento y municiones que los soldados habían llevado a sus
hogares y que no pudieron ser confiscados por las autoridades chilenas. También sirvió de enlace entre el Ejército de la Resistencia y el Comité Patriótico
“
El Comité notó que para conseguir fusiles y municiones, era más sencillo sobornar a los oficiales chilenos encargados de los almacenes del Cuartel Santa Catalina, quienes inclusive llegaron a tener un listado de los diferentes tipos de fusiles (Peabody, Chassepot y Remington los más baratos y, Comblain y Gras los más caros) con los precios de cada uno, incluyendo su dotación de munición (100 cartuchos), los cuales eran trasladado al local del teatro Politeama, en carretas con doble fondo y de ahí a Chosica, donde llegaban las avanzadas del Ejército de los Kepis Rojos
Fue tanto el entusiasmo de algunos patriotas en la capital, que en cierta circunstancia se apoderaron del caballo favorito del pirata Lynch y lo remitieron para uso del Crl. Cáceres”. (Revista Cáceres)
Igualmente, eficaz fue la cooperación prestada por el acaudalado propietario de la hacienda “Manchay”, Coronel José Arístides Arriz, quien reunía en su hacienda los pertrechos y demás efectos que el Comité enviaba y luego los hacía trasladar al Cuartel General del Ejército de la Breña, con individuos de confianza y bien remunerados
Otro valiente patriota fue el Sr. Ramos, quien ofreció dinero para la compra de armas, según cuenta Antonia de Cáceres en sus “Recuerdos de la Campaña de la Breña”, que ella se negó a recibirle el dinero, por lo que el Sr. Ramos armó por su cuenta a un grupo de licenciados y todos juntos fueron a reforzar al Ejército de la Resistencia.
También narra Antonia de Cáceres que: “En víspera de salir de viaje en su segunda escapatoria de Lima, tuvo una conferencia con Rosita Elías de Montero, de acuerdo con ella y con el Cap. José Manuel Pérez, ayudante de Cáceres, prepararon un Sistema de claves que debían servir al Crl. Cáceres para comunicarse con sus amigos de la capital. Estas claves las llevó bien escondidas, sirviendo prácticamente en toda la campaña de la resistencia”.
En este segundo viaje a la Sierra, Antonia de Cáceres y el Cap. José Manuel Pérez fueron acompañados por una partida de 12 a 15 Jefes y Oficiales que se dirigían a incorporarse al Ejército de la Breña. Los Oficiales los esperaron en la Hacienda Tebes de Don Juan Urmeneta. Iban todos armados, ocultando sus fusiles bajo el poncho que los cubría; además, llevaban sendos sombreros de gran ala que les ensombrecía el rostro. Corrían el riesgo de ser descubiertos y fusilados.
En junio de 1881, el Comité pudo infiltrar en el servicio secreto chileno al Crl. arequipeño Agustín Moreno Vizcarra, a los Cmdtes. Carlos Herrera La Puerta y Federico Vargas, bajo el pretexto de ser “colaboradores”, por ser partidarios de la paz. Estos Oficiales fueron los que pudieron dar el aviso oportuno a Cáceres, sobre la organización de un Destacamento de 100 soldados peruanos al mando de Jefes y Oficiales peruanos con 200 fusiles y municiones, que estaba preparando el gobierno de Francisco García Calderón para reforzar la guarnición de Chicla, contra las avanzadas de Cáceres
El 03 de julio de 1881, el Destacamento partió en un tren especial y al llegar a la estación de Chicla, el tren fue rodeado por los guerrilleros de San Mateo al mando de don Ricardo Mateo Bentín Sánchez, sorprendiéndolos y capturando a dicho Destacamento con sus pertrechos; los Jefes fueron llevados presos a Ayacucho y el resto de Oficiales y la tropa se unió al Ejército del Centro.
En agosto del mismo año, los “colaboradores” peruanos, fueron descartados por el servicio chileno manifestando que la calidad de sus informes no era acorde a lo esperado. Los Cmdtes. Herrera y Vargas se plegaron al Comité Patriótico y, el Crl. Moreno viajó a Ayacucho, al mando del Crl. Arnaldo Panizo Avásolo
El Cmdte. Diego Goyzueta Corzo nacido en Arequipa, fue nombrado en noviembre de 1881 Subprefecto de la provincia de Pomabamba, en varias oportunidades fue comisionado a la capital por Cáceres, llevando importantes comunicaciones al Comité y encargado de la compra de armamento a través del referido Comité.
Cuando el presidente Francisco García Calderón fue enviado a Chile en calidad de prisionero, el arequipeño Crl. Isaac Recavarren Flores, subrepticiamente estableció relación con el Comité Patriótico, consagrándose a colaborar en los trabajos de la Resistencia.
En enero de 1883, el Comité remitió diez cajas con fusiles Peabody y su munición de dotación, trasladándolas hasta el Cuartel General de Cáceres en Tarma, este importante cargamento prendió el entusiasmo en el Ejército de la Breña, haciendo que Cáceres proyectara iniciar la ofensiva sobre Lima.
Inteligencia en La Breña
Uno de los factores más importantes que contribuyó al mejor éxito de la Resistencia, fue el sistema de inteligencia que implantó el Crl. Cáceres. Con los licenciados que regresaban a sus lugares de origen, que ya conocían al enemigo en sus costumbres, vestiduras, armamentos y otros detalles; se formaron en cada comunidad, grupos de informantes, de dos a tres licenciados como máximo, para no entrar en sospechas
Estos informantes, tomaban la apariencia de inofensivos campesinos, llegando hasta los mercados de los diferentes pueblos con algunos productos de sus chacras y, hablando en su idioma, obtenían informaciones sobre el enemigo “Unas veces de disfrazaban de buhoneros o mercachifles que pregonaban sus productos en las plazas públicas o en las calles; a veces aparentaban ser músicos, pulsadores del modesto charango o acompañantes, con su sonora tinya de pellejo de carnero o del más celebrado violinista de la región, o simplemente no simulaban nada” (Huamachuco y el Alma Nacional)
¿Quién iba a sospechar que un pobre indígena chacchador de coca estaba atento a todos los movimientos del enemigo? Información valiosa que luego eran trasmitidos por el sistema de “mensajeros”, “propios” o “Chasquis”, hasta cualquier parte de la serranía donde se encontrara el Tayta Cáceres.
“Esos “mensajeros”, “propios” o mejor conocidos como “Chasquis”, eran conocedores del terreno, baquianos, acostumbrados a transitar en acémilas o a pie, a pleno sol o soportando lluvias torrenciales.
Sabían de rutas y atajos, de caminejos y hasta de encrucijadas para extraviara sus posibles seguidores. Leales al jefe, cumplían al pie de la letra, las órdenes recibidas” (Huamachuco y el Alma Nacional).
El chasqui “Santiago el volador”, fue uno de los integrantes más famoso del Servicio de Inteligencia del Ejército de La Breña. “Fue un “chasqui inteligente, audaz, muy veloz y resistente, se distinguía por su viveza y arrojo. Visitaba frecuentemente el campo enemigo, exponiendo su vida en cada incursión. Conferenciaba en secreto con el Tayta Cáceres y le refería todo lo que había observado y oído decir. Se granjeó la simpatía del Ejército y la admiración de todos. Cuando menos se esperaba, desaparecía misteriosamente; razón por la cual, la tropa lo llamaba Santiago el volador” (Los Héroes de la Breña).
Otro aspecto que dio nueva connotación a la guerra, fue el empleo masivo del elemento femenino, no solo como “Rabonas” (enfermeras, mantenedoras de armas y municiones, cocineras, lavanderas, costureras, zapateras y hasta sepultadoras) que inclusive tomaban las armas de sus agonizantes esposos, hijos, hermanos o novios, para vengar “in situ” al heroico familiar, antes del cobarde y vil “repase” que los chilenos aplicaban a los moribundos.
La mujer andina cumplió positivamente labores de inteligencia, hacían de correo oral y de espías, fingían no hablar el castellano, por lo que podían estar cerca de los oficiales chilenos; cuando el enemigo les pedían información de los lugares donde podían obtener provisiones, oro, joyas o ganado, se convertían en “enlaces” para conducirlos a las quebradas, chacras o campiñas, donde eran eliminados por las guerrillas que los sorprendían emboscándolos; provocando confusiones y desaliento en los mandos chilenos en Lima.
También se valían de audaces artimañas para transportar armamento hábilmente escondidas entre las hierbas de sus carretas; otras veces se transformaban en “cargueras”, arreando las piaras de llamas, burros o caballos, iban y venían cargando alimentos de un lugar a otro, sin que el enemigo sospechara que traían o llevaban nuevas informaciones
En setiembre de 1881, el Cuartel General de Matucana se trasladó a Chosica, Cáceres instaló puestos avanzados, los cuales estaban provistos de cohetes de colores que se utilizaban para comunicar señales de inteligencia, tal como lo indica en el siguiente comunicado:
“setiembre de 1881
Señor coronel jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro
Remito a V.S. un cajón con ciento cincuenta cohetes de colores rojo, azul y amarillo, que se conocen por el color respectivo del papel en que van envueltos, y que distribuirá V.S. convenientemente entre las fuerzas que ocupan los puntos más avanzados, para que sirvan de señales de inteligencia, en el orden siguiente:
Un cohete rojo, lanzado de cualquier punto indica presencia del enemigo; dos o más del mismo color significa ataque o que se han roto los fuegos; un cohete azul significa que cesan los fuegos, dos o más del mismo color, que se retira el enemigo; el color amarillo indica que no hay novedad y que hay vigilancia en el puesto.
(Fdo.) Andrés A. Cáceres” .Entre octubre y diciembre de 1881, algunos Oficiales peruanos al servicio de Cáceres, lograron infiltrarse en el servicio secreto chileno, haciéndose pasar como “colaboradores”, bajo el pretexto que habían firmado un compromiso de no volver a tomar las armas contra Chile. Los Crls. Gonzales, Ramón Benavides, y Alfaro, como también los Cmdtes. Meza y Saavedra; ellos, pudieron remitir informes valiosos de los movimientos de las tropas chilenas, que sirvieron al Estado Mayor de Cáceres, para tomar decisiones adecuadas y favorecer la contra ofensiva que tuvo el éxito deseado. Lamentablemente; al parecer, los informes falsos que comunicaban a los chilenos sobre las fuerzas de la Resistencia, no era lo que esperaban los jefes chilenos y después de un mes, fueron separados.
Solo el Crl. Gonzales pudo permanecer un año, ya que su misión era exclusivamente sobre la situación política, informes que remitía a Cáceres en forma detallada y a los chilenos en forma mascada. Postura que fue descubierta por el enemigo, teniendo que escapar e incorporarse al Ejército de La Breña.
En 1882, se formó el Batallón San Jerónimo N° 10, integrado por montoneros de San Jerónimo y pueblos vecinos, al mando del Crl. Melchor Gonzáles; sus integrantes sobresalieron en dos aspectos importantes, como aguerridos combatientes y por su estilo comediante para conversar, al tener la facilidad de contar fantasías como si fueran ciertas. Se dice que pertenecieron al servicio de Inteligencia de Cáceres; por lo que fueron empleados por el héroe de La Breña, en misiones especiales, como combatir al traidor Vento
Además, tuvieron la misión de infiltrarse en las líneas enemigas, para obtener información de posibles rutas de desplazamiento y poderío bélico; como también, para difundir informaciones falsas en las líneas chilenas a efecto de favorecer el accionar de nuestro Ejército.
Operaciones Especiales de las Guerrillas
Inicialmente y con cierta espontaneidad, los campesinos licenciados después de la Batalla de Miraflores, regresaron a sus lugares de procedencia, organizándose cada comunidad en grupos armados; sobre todo, en las quebradas próximas a Lima.
Hostilizaban a los soldados enemigos durante sus paseos campestres, o cuando se aventuraban en alguna patrulla exploratoria. Partidas montadas se aproximaron audazmente hasta las cercanías de la capital. Lo que era impensable para el comando chileno, que había considerado que después de la Batalla de Miraflores, era imposible cualquier reacción armada.
¡Cuán lejos de la realidad estaban los chilenos cuando creyeron que ya no era posible la resistencia armada! Solo 03 días después de la toma de Lima, esto es, el 20 de enero de 1881, se realizó la primera emboscada en la sierra, en Anchi, San Mateo de Huánchor, cuando el Crl. José Gavino Esponda y una partida de montoneros del lugar, sorprendieron a una patrulla chilena de reconocimiento que exploraba la zona, dando muerte a varios de ellos y huyendo los demás. Diez días después, el 27 de enero de 1881, se reunió en comicios, la ciudadanía de la villa de Acobamba, provincia de Tarma, para pronunciarse a favor de proseguir la guerra contra Chile.
Las guerrillas inicialmente se limitaron a observar y hostigar al enemigo de acuerdo con las instrucciones dadas por Cáceres durante su convalecencia; pero fue después del “Golpe de mano en Chicla” , que Cáceres resolvió dar mayor impulso a la formación de guerrillas, entrenándolas en Operaciones Especiales para golpear y desaparecer. Cáceres en sus memorias describe:
“Estas se constituían en partidas de pocos hombres, teniendo a la cabeza, como jefe, al individuo más prestigioso del lugar donde procedían. Pero cuidábase así mismo, que el cabecilla reuniese las especiales condiciones que impone tal género de lucha.
El jefe designaba sus comandantes subordinados, de acuerdo con la opinión de los integrantes de la partida y, de este modo la gente se sometía gustosa a la más completa obediencia Exigíase a las guerrillas gran rapidez en los movimientos, para dispersarse prontamente ante el peligro y volver a reunirse para caer de improviso sobre el enemigo, teniéndole siempre inquieto y hostigándolo por todas partes.
Sus marchas debían realizarlas por lo general, de noche, acampando o vivaqueando durante el día en alturas inaccesibles o caseríos aislados, donde no pudieran ser fácilmente descubiertas. Debían los guerrilleros eludir todo combate formal y, solo aceptarlo, estando seguros de las ventajas de su posición y superioridad numérica. Sin embargo, no pocas veces contravenían estas ordenanzas, impulsados por sus arrebatos de entusiasmo. El jefe de guerrilla debía estar en primer término y cuidar constantemente del buen trato a la población civil, con cuyo apoyo había de contarse siempre”.
Esta organización probó su eficacia durante tres años en exploraciones, incursiones avanzadas, escaramuzas diversionistas, persecuciones, hostigamiento a las fuerzas en retirada, golpes de mano, asaltos y emboscadas, ataques por sorpresa, sabotaje y otras operaciones que la oportunidad aconsejaba, produciendo en el enemigo un efecto psicológico, que presentía la omnipresencia de las guerrillas detrás de cada piedra, en cada quebrada, en los recodos de los caminos y aun en sus escasos sueños. Durante la Campaña, se utilizó la desinformación del enemigo, la extorsión para la obtención de información, el sabotaje, destruyendo caminos, vías férreas e infraestructura para impedir el paso del enemigo.
El Clero en la Resistencia
El Clero de la Iglesia Católica peruana, tuvo gran relevancia en la guerra contra el invasor chileno, apoyando inicialmente con sus capellanes en las Unidades Regulares del Ejército dándoles el alivio espiritual antes de las batallas, cuidando a los heridos o sepultando a los muertos.
Durante la Resistencia, ayudaron a Cáceres brindando su aporte económico, desde sus modestas parroquias en la sierra. Otros, como el cura Dianderas de Jauja, solían abrir las puertas de su casa para dar hospedaje a los breñeros. Otros, tomando parte activa en la lucha, sirviendo como espías, enlaces y convenciendo a los indígenas a combatir contra el invasor chileno y otros, como combatientes, tomando las armas contra la crueldad, el vandalismo, las violaciones, saqueos y el salvaje asesinato que hacían los chilenos con los pueblos campesinos del Perú.
“Entre los cuales estuvo el cura Chávez, del distrito de Carhuamayo (Tarma); el cura Cárdenas, jefe de guerrilleros en Izcuchaca; el cura Buenaventura Mendoza, en Huaripampa y el cura Eugenio Ríos en Cieneguilla. Uno de los prelados más activos en esta fase de la guerra fue el arzobispo Manuel Teodoro del Valle que organizó una red de comunicaciones entre los pueblos de la sierra mediante el uso de los frailes y Chasquis, aquellos incansables mensajeros de los Andes. Vía esa red de comunicaciones, el Gral. Cáceres estaba al tanto de todo lo que ocurría en la Sierra”. (Fuente chilena).
El arzobispo tenía su Cuartel General en el Convento de Santa Rosa de Ocopa, que durante la contra ofensiva de Cáceres de 1882, se convirtió en hospital, atendiendo a los heridos del Ejército de la Resistencia, los guerrilleros y montoneros y, a los campesinos de los pueblos arrasados por los chilenos.
Incursiones sobre Chosica
Después de la ocupación de Lima por las fuerzas chilenas, su servicio de inteligencia prácticamente se desbandó; al parecer, todo lo planificaron pensando que, ocupada la Ciudad de los Reyes, el Perú pediría la paz, otorgando al invasor chileno todo lo que pedían.
Pero ahí les falló sus planes tan perfectamente elaborados, creyeron que el Perú era la costa y se encontraron con la muralla de los Andes. Su servicio de inteligencia del que tanto se ufanaban, simplemente no existió, no conocían el terreno, ni tenían las cartas geográficas con los pueblos, caminos y senderos de la sierra peruana, no tenían ni la menor idea del espíritu guerrero de nuestros campesinos e indígenas, quienes, transformados en montoneros o guerrilleros, los hicieron morder el polvo de la derrota durante tres años
El historiador chileno Guillermo Parvex reconoce que: “No se ha encontrado documentación que dé cuenta de las actividades del servicio secreto chileno durante los primeros meses de la ocupación de Lima”.
No podían entender cómo es que los guerrilleros se sacrificaban hasta dar la vida, con tal de defender su terruño, su familia y, sucedió lo que jamás pensaron que podía suceder, los guerrilleros vengaban ojo por ojo y diente por diente el salvajismo, la crueldad y la barbarie del soldado chileno; es decir, no tenían información de ningún tipo.
El escritor peruano A. Garate escribe: “Los exploradores que el ejército chileno enviaba delante de sus tropas, en previsión de cualquier sorpresa, solo encontraban intransitables caminos que se abrían siempre hacia los extremos, dejando ver profundas quebradas llenas de grietas y boquerones” Tras esas grietas, cientos de ojos de los indígenas, dueños, amos y señores de las serranías, cuyos resquicios y senderos no eran un secreto para ellos, los seguían por las cumbres esperando la oportunidad de emboscar a los odiados enemigos y desprender sobre ellos el arma más poderosa de las Breñas: Las Galgas.
“El 29 de enero de 1881, el dictador Piérola nombró como Prefecto de Lima al Crl. José Agustín Bedoya Valle, un cargo difícil de cumplir, pues la capital se encontraba ocupada por el enemigo; sin embargo, José Agustín Bedoya aceptó.
Al día siguiente partió rumbo a la Quebrada de Huarochirí con el propósito para organizar un ejército. Lo acompañaron su hijo, el Mayor Manuel Bedoya, los Capitanes Raimundo Mariscal, y Andrés España; los Tenientes Ignacio A. Benavides, Jorge Buckingham y Francisco N. Rivero, el Alférez Eulalio Reina Bazán y 01 ordenanza; todos llevaban su fusil y 50 cartuchos de dotación.
A la provincia de Huarochirí la dividió en dos secciones, sirviendo el río Rímac de línea divisoria; nombró comandante militar de la derecha al Tte. Crl. Francisco B. Segura y de la izquierda al Tte. Crl. Juan Oneti Dirigió una proclama a los pueblos del departamento, estimulándolos a continuar la lucha, de modo que a los 4 días ya tenía un piquete de 20 hombres.
Organizó los servicios de información y de seguridad por medio de los indígenas que se prestaron con el mayor entusiasmo; ordenó la entrega de las armas del Estado que estuvieran en poder de particulares, nombró autoridades en Canta, ordenándoles que acuartelaran a los voluntarios que se presentaran” (Jonatan Saona)
Para el 26 de febrero de 1881, en la sierra de Lima, estaban ya organizadas las columnas de guerrilleros en Huarochirí al mando del Crl José Agustín Bedoya Valle, a quien debe considerarse como precursor o iniciador de la Resistencia de La Breña Conjuntamente con el Tte. Crl. Francisco B. Segura y los párrocos Francisco M. Cabrera e Hilario Gómez, decidieron iniciar la resistencia incursionando sobre Chosica, desde su base en San Jerónimo de Carampoma, vertiente de Santa Eulalia, causando serias pérdidas al invasor.
Además, contaron con la participación del Centauro de las Vilcas, el Crl. Gregorio Albarracín Lanchipa y sus guerrilleros. La temeridad y el arrojo con que acosaba, la ubicuidad de sus maniobras y la velocidad pasmosa que imprimía a sus repliegues el heroico tacneño, conmocionó al ejército invasor. Entre las acciones que realizaron figuran: “ el asalto a un convoy logístico camino a Matucana, la
destrucción de bagajes remitidas a las fuerzas chilenas estacionadas en Chosica y, el incendio provocado a una dependencia militar en Chosica
Así mismo, la desaparición de soldados de paseo, la voladura de un polvorín y frecuentes hostigamientos a los centinelas con disparos de fusil, tanto de día como de noche”. (Los Héroes de la Breña).
Emboscada en Callahuanca
En los primeros días de abril, el Crl. Bedoya fue informado que se preparaba en Lima una expedición chilena, con el objeto de batir las guerrillas de Bedoya y Albarracín que actuaban en las inmediaciones de la Qda de Santa Eulalia. El Crl. Bedoya y Albarracín se encontraban en el pueblo de Callahuanca, en la Quebrada de San Jerónimo, a unos 10 Kms de Chosica.
El 08 de abril de 1881, Bedoya fue informado que la expedición chilena saldría de Lima el sábado 09, en el tren que debía llevarlos hasta Chosica, donde desembarcarían para dirigirse a Moyopampa.
El 09 de abril de 1881, tal como se conocía, salió de Lima la expedición chilena al mando del Cmdte. José Miguel Alcérreca y de ayudante el francés Cmdte. Hilario Bouquet conformado por dos compañías del batallón Buin y 200 jinetes del regimiento Carabineros de Yungay.
Para poder tener información del enemigo, fue comisionado como espía el My. Manuel Bedoya para presenciar el desembarque del enemigo y su paso por el puente que une Chosica con Moyopampa. El My. Bedoya se ocultó detrás de una tapia y pudo contabilizar el efectivo del enemigo calmadamente; terminada su misión, retornó a Callahuanca dando cuenta de su comisión.
Alcérreca al llegar a Santa Eulalia se detuvo para pernoctar. El My. Manuel Bedoya fue enviado junto con un soldado, a inmediaciones de Santa Eulalia para observar los movimientos del enemigo y comunicar cualquier novedad. Obtenida la información requerida a través de pobladores de Santa Eulalia comunicó el siguiente mensaje:
“Mi comandante:
Los chilenos en Santa Eulalia. Yo en Mal Paso. Piensan venir a San Jerónimo a las cuatro de la mañana. Se puede atacar con ventaja. Espero órdenes.
(Fdo.) M. Bedoya”
Durante ese día (09 abril) y la noche, el Crl. Bedoya dispuso que el My. Medina y 20 hombres armados y municionados avancen hasta Santa Eulalia en descubiertas como avanzadas, habiéndose realizado algunos intercambios de disparos con las avanzadas chilenas sin mayores consecuencias.
Las guerrillas de Bedoya y Albarracín conociendo los movimientos del enemigo y el terreno donde se encontraban, prepararon una emboscada en la
garganta de Callahuanca, que se ubica a la entrada de la población de San Jerónimo
El Cmdte. Alcérreca comunicó por telégrafo a su comando en Lima indicando: “Hoy (09 de abril) por ser un poco tarde no intento nuevamente entrar al pueblo por otro camino que me dicen es más accesible”. Simultáneamente, solicitó el envío de refuerzos, en vista que había calculado que las montoneras disponían de 400 hombres aproximadamente.
Al día siguiente, 10 de abril, las fuerzas chilenas se movieron de madrugada y las avanzadas peruanas se replegaron a Callahuanca. El Crl. Bedoya dispuso que se colocara una mina a la entrada del desfiladero, cuya mecha debía ser encendida por guerrilleros cuando hubiera pasado el último soldado chileno; 20 hombres con fusiles de la guerrilla de Albarracín, se situaron en la margen izquierda y 10 hombres del grupo de galgueros debían operar desde las cumbres de la margen derecha.
El plan consistía en dejar penetrar al enemigo al desfiladero hasta ocuparlo en toda su extensión, en ese momento el Crl. Bedoya realizaría un disparo, señal para arrojar las galgas y los tiradores de la margen izquierda disparar sus armas.
A las ocho de la mañana, los chilenos ingresaron al desfiladero, primero la vanguardia con 10 hombres, 06 de infantería y 04 a caballo al mando del Cmdte. Hilario Bouquet, seguía la infantería y al final la caballería, cuando habían llegado a la mitad del desfiladero, sucedió lo imponderable, el Cap. Arístides Méndez de las fuerzas peruanas al cambiar su posición de emboscada por otra mejor, fue visto por el enemigo que estaba a 50 mts; esto provocó contra él un disparo de fusil del enemigo, que los galgueros tomaron por la señal convenida y arrojaron sus galgas que al despedazarse en sucesivos choques contra los flancos de la abrupta garganta, convertíanse en mortal y nutrida metralla.
Los tiradores de la margen izquierda que observaban todo, no tuvieron más remedio que disparar con sus armas, rompiéndose la sorpresa. El enemigo trató de defenderse disparando a cualquier sitio, pero los peruanos eran invisibles, recién se dieron cuenta que habían caído en una trampa mortal y, como si fuera una orden, al unísono, todos dieron media vuelta comenzando a retroceder, atropellándose en su fuga, dejando prisioneros y caballos, abandonando fusiles, municiones, equipo y otros objetos como un magnífico anteojo de campaña, que indudablemente perteneció al jefe de la expedición; copia fiel, de lo que hacen siempre cuando están perdidos.
Los guerrilleros los persiguieron hasta inmediaciones de Santa Eulalia. Los prisioneros fueron remitidos a Canta, pero los chilenos pudieron llevarse a sus 03 muertos y 06 heridos, entre ellos el Cmdte. Bouquet y, decenas de contusos.
El 11 de abril, Bedoya y Albarracín concentraron sus fuerzas en las alturas del desfiladero, presumiendo que los chilenos no cometerían el error de ingresar por el desfiladero. Ese mismo día llegó a Chosica el refuerzo chileno de 100 infantes y 20 carabineros al mando del Cmdte. Basilio Romero Roa, continuando su marcha a Santa Eulalia; reunidas las fuerzas chilenas, tomaron el camino a San Jerónimo. Tal como se previó, las fuerzas chilenas se desplazaron esta vez por las cumbres de los cerros, encontrándose sorpresivamente con las guerrillas, que mejor armadas
con los fusiles y municiones capturados el día anterior, mantuvo a raya a la infantería chilena todo el día, sin que pudieran realizar ningún movimiento
Al final de la tarde, Bedoya fue avisado que la caballería enemiga trataba de forzar el paso por el puente de Callahuanca para caer por la retaguardia de las posiciones peruanas; Bedoya y Albarracín rompieron el contacto con la infantería chilena y se dirigieron al puente, después de cortarlo y cumplida su misión emprendieron el repliegue a Canta en completo orden, sin que fueran perseguidos por el enemigo.
A las 19:20 horas de la noche, el jefe de estado mayor, el Crl. Adolfo Silva Vergara, solicita desde Lima, información “sobre la situación de las tropas chilenas y de las guerrillas enemigas”. A las 20:00 horas de la noche, cuando ya no había ningún guerrillero en San Jerónimo ni en Callahuanca, 30 carabineros con 30 infantes a la grupa, vadearon el río Rímac y flanqueando lo que consideraron como posiciones defensivas peruanas, ocupando los poblados de San Jerónimo y Callahuanca, donde solo había ancianos, mujeres y niños.
A las 20:45 horas de ese mismo día, Alcérreca informa: “que San Jerónimo ha sido finalmente tomada habiendo tenido la columna chilena once nuevas bajas, tres muertos y ocho heridos y los montoneros peruanos “muchos muertos, al decir de los soldados”. Poco después Alcérreca informa que: “el pueblo de Callahuanca está en nuestro poder y los montoneros parece que se han retirado”.
El 12 de abril, a las 15:00 horas, las fuerzas chilenas abandonan el lugar después de haber arrasado e incendiado por orden del Crl. Adolfo Silva Vergara, San Jerónimo, Callahuanca, Santa Eulalia y todo el valle que hay entre esos pueblos, como represalia por apoyar a las guerrillas de Bedoya y Albarracín.
Conspiración en Lima
Con la salida del Crl. Cáceres el 15 de abril de 1881 hacia las Breñas, para iniciar la Campaña de Resistencia; su esposa, Antonia Moreno de Cáceres, inicia una Campaña de Conspiración en Lima, llevada adelante con ejemplar abnegación y patriotismo, con la colaboración del Comité Patriótico de la Resistencia. Conspiración que en gran parte fue posible, por la indesmayable decisión de Antonia Moreno, de apoyar a su esposo en su lucha contra los chilenos.
Como ya se ha dicho, el historiador chileno Parvex, señaló que no existe ninguna documentación durante los primeros meses de la ocupación de Lima, que den cuenta de las actividades del servicio secreto chileno, ya que la mayor parte de su personal, dejo de participar como agentes de inteligencia. Solo quedó al mando el chileno José Antonio Silva Montt y el chino Quintín Quintana.
Dislocado el servicio de inteligencia chileno en Lima, su accionar fue muy pobre, con muchas fallas, desconocimiento de lo que pasaba en la capital, dando golpes fallidos contra la conspiración del Comité Patriótico de la Resistencia y, sin conocimiento alguno de lo que se preparaba en la sierra peruana. Sin embargo, los chilenos no vacilaron en intimidar y perseguir a la esposa de Cáceres con tal de capturarlo a él o, a los miembros de la conspiración.
Antonia Moreno relata en sus memorias: “Un día estando en su casa de San Idelfonso, una patrulla chilena irrumpió sorpresivamente en el patio, preguntando por la esposa de Cáceres, avisada por la muchacha Martina, Antonia se introdujo entre las dos hojas de la puerta del salón, que como todos los de esa época, tenía mampara de cristal grabado, defendida por paneles de madera que se plegaban sobre si mismos a los lados de ésta.
Seguidos por toda la servidumbre, que negaba la presencia de la dueña de casa, los soldados recorrieron toda la casa sin encontrarla, retirándose porque la información había sido falsa”
En otra ocasión, una patrulla chilena con agentes de inteligencia al mando de un oficial, exigía que abran el portón que se encontraba cerrado y trancado con candados, para realizar un registro. Mientras los criados con gran astucia entretenían a los chilenos diciéndoles que las llaves de los candados estaban al fondo; Antonia tomó una manta negra y envolviéndose con ella se escabulló por los techos de los vecinos hasta llegar a una botica que había en la esquina.
Al bajar por la escalera hacia el patio de la botica, se detuvo en un recodo al escuchar voces con acento sureño, justo en el momento que el boticario entraba en el patio, que al verla la reconoció, indicándole que no se moviera de ahí, porque la manzana estaba rodeada y el oficial encargado de apresarla estaba en la botica.
El boticario regresó a su negocio y convenció al oficial para que aprovechando el tiempo se tomara unos traguitos de un vino que le habían regalado. El oficial chileno aceptó y después de varias copas, una de ellas con soporífero, tumbó al chileno en un placentero sueño, lo que aprovechó Antonia para salir de la botica bien arrebozada en su mantón, delante de las narices de su perseguidor.
Cuando los soldados llegaron a la botica para informar al oficial que el dato que le habían dado era falso, no tuvieron más remedio que llevárselo cargado a su cuartel, dando por terminada la misión que les habían encargado. El corolario de esta acción, fue que nunca más se vio a dicho oficial y, al boticario no le pasó nada, porque el oficial chileno, jamás contó que se había pegado una mona en pleno cumplimiento de una misión.
Hermanos contra Hermanos
En abril de 1881, el Comité Patriótico de la Resistencia obtuvo la información a través de don Pedro Elguera, de que: “el ejército chileno había autorizado al gobierno de la Magdalena del Dr. Francisco García Calderón, para que tropas peruanas leales a su gobierno salgan a combatir a los montoneros y guerrilleros que se organizaban en Junín y Ancash; para tal fin, las tropas de García Calderón serían equipadas, uniformadas, armadas y municionadas por los chilenos”.
También se informó que se estaban preparando dos pequeñas expediciones militares, la primera a órdenes del Gral. Manuel Gonzales de la Cotera, escoltando al Crl. Manuel Reyes Santa María, nombrado prefecto de Junín y la segunda, a órdenes del Crl. Isaac Recavarren con dirección a Ancash.
Antonia de Cáceres al ver la cruel triquiñuela de los chilenos para enfrentar hermanos contra hermanos, propuso aprovechar esa magnífica oportunidad para engañar a los chilenos, infiltrando Oficiales y licenciados leales a la resistencia, en los Batallones de la Magdalena, para convencerlos de pasarse al ejército de Cáceres, ya que era lo que precisamente se necesitaba en la Breña, hombres, armas y municiones.
Como siempre, no faltaron los voluntarios para enrolarse en uno de esos batallones y realizar esa patriótica labor. La primera expedición salió el 15 de abril de 1881, al mando del Crl. Manuel Reyes Santa María con 200 hombres, ya que el Gral. Gonzales de la Cotera fue defenestrado por el propio García Calderón; la expedición salió de la estación de Monserrate a la sombra de la expedición chilena de Letelier, se establecieron en Tarma, pero allí sufrieron la sorda hostilidad de la población y el debilitamiento ocasionado por las deserciones, provocadas por los agentes infiltrados del Comité.
El repliegue de las fuerzas chilenas de Letelier hacia Lima, obligó al Crl. Reyes Santa María evacuar Tarma y quedar estacionado en Chicla, con apenas 100 hombres.
La segunda expedición al mando del Crl. Isaac Recavarren, se organizó con 400 soldados (300 de infantería y 100 de caballería); la mayor parte con gente que se encontraban en la isla San Lorenzo como prisioneros de guerra, después de la batalla de Miraflores y, otra parte con voluntarios, entre los que estaban los infiltrados del Comité de la Resistencia.
Recavarren aceptó la propuesta de García Calderón por ser su cuñado y su misión era exclusivamente que el Dpto. de Ancash reconozca el gobierno de García Calderón, en caso contrario, deponer al prefecto Tadeo Terry reemplazándolo con Nicanor Gonzales, hacendado de la costa de Ancash y, que las fuerzas pierolistas del Crl. Aduvire que se encontraban en la zona, se plegaran al gobierno constitucional; todo esto según entendía Recavarren, sin llegar a enfrentamientos o derramamiento de sangre entre peruanos
El 17 de mayo de 1881, la expedición llegó al puerto de Casma, sin encontrar a ninguna autoridad, donde al conocerse que eran peruanos y no chilenos, que, según los rumores, se dirigían a combatir a las montoneras de Cáceres, por lo que fueron víctimas de insultos y agravios por la población.
A fin de poder dirigirse a Huaraz, Recavarren envió un destacamento de 100 infantes y 50 de caballería, al mando del Cmdte. José Lino Uzátegui, hacia el pueblo de Nepeña para conseguir víveres y forraje para las cabalgaduras, pero sin hacer uso de la violencia ni de las armas. La misión se cumplió de esa forma, pero, con la desaprobación de la población que los abucheaba e insultaba
El 20 de mayo, llegaron al poblado de Buenavista donde pernoctaron, al amanecer, los infiltrados del Comité habían logrado la deserción de 53 hombres, todos llevándose su armamento y munición. En su camino hacia Huaraz, las deserciones individuales o las defecciones colectivas, determinaron que solo dispusiera de 200 hombres al llegar a Huaraz.
En una astuta jugada táctica, el prefecto Tadeo Terry, desmovilizó sus fuerzas al acercarse Recavarren; luego las reagrupó y lo cercó, cuando la expedición llegó a Huaraz. Durante el cerco, más de la mitad de las tropas de Recavarren se pasaron a las filas de las guerrillas y montoneras de la Resistencia, como todos lo habían hecho, con su armamento y munición y, los de caballería inclusive con sus cabalgaduras.
Además, las duras críticas realizadas por el cura de Huaraz, Fidel Olivas Escudero, generó resentimiento popular y hostilidad al gobierno de García Calderón, determinando el repudio y la desaprobación de toda la población al régimen de la Magdalena, hecho que motivó para que Recavarren se retire a la ciudad de Lima, llegando el 10 de junio a la capital, sin haber cumplido con su misión y con escasamente menos de 100 desalentados soldados.
Golpe de mano en Chicla
García Calderón no se convencía que las circunstancias no lo favorecían, en su empeño de emplear la fuerza militar para asegurar la adhesión a su gobierno de las provincias del interior del país, por lo que dispuso la salida de una tercera expedición con 300 hombres al mando del Gral. Manuel Gonzales de la Cotera, a fin de proteger a la guarnición de Chicla, que cada día disminuía su efectivo.
Nuevamente, por desavenencias con García Calderón, el Gral. Gonzales de la Cotera fue reemplazado por el Gral. Pedro Bustamante que no aceptó el nombramiento, quedando al final los Coroneles Manuel Carrillo Ariza y, Pablo Venancio Solís, al mando de la expedición. Todos estos cambios en el comando de la expedición, retardaron su salida de Lima; pero lo peor fue, la organización del contingente de tropa, ya que solo se pudo captar a 100 voluntarios; además que, el Comité Patriótico de la Resistencia determinó en esta oportunidad, no infiltrar a sus agentes, con la finalidad de que este nuevo contingente fuera capturado por las tropas de Cáceres, teniendo en consideración, la cantidad de pertrechos bélicos que llevaban, muy necesarios para armar al Ejército de la Resistencia.
Conocida la información por el Comité Patriótico de la Resistencia, del itinerario a seguir por la nueva expedición, le fue comunicado al Crl. Cáceres, quien dispuso la captura de dicho contingente, pero sin empleo de la fuerza. Mientras el Ejército del Centro, ocupaba Yauli y Casapalca, la guerrilla del Cmdte. Ricardo Bentín Sánchez que se encontraba en San Mateo y la guerrilla del Cmdte. Gregorio Albarracín, que estaba en Huarochirí, se unieron y fueron los encargados de realizar la operación por sorpresa y, quienes determinaron dar el Golpe de Mano donde menos los esperaban, en la estación de Chicla.
El domingo 03 de julio, salió en un tren especial de la estación de Monserrate la expedición del gobierno provisional, llegando a Chicla a las tres de la tarde sin novedad. Con rapidez y presteza, el tren fue rodeado por los guerrilleros de Bentín y Albarracín, que desde todas direcciones apuntaban con sus armas a los uniformados de los vagones, que sorprendidos no sabían que hacer. Conminados
a bajar y formar en la estación sin sus armas, indicando el que hablaba, que no iban a disparar para evitar derramamiento de sangre entre peruanos.
Las tropas descendieron de los vagones y se alinearon militarmente en la explanada de la estación, bajando al final los Jefes y Oficiales. Después de largos minutos que parecieron horas, llegó Cáceres con su ayudantina y su escolta y, sin bajar de su cabalgadura, se dirigió dónde estaban los jefes de la expedición, increpándolos duramente por la incorrecta conducta que habían asumido, disponiendo que los conduzcan presos a la ciudad de Ayacucho, para ser juzgados por un tribunal militar.
Después se dirigió a las tropas, exhortándolos a cumplir sus deberes con la defensa de la patria, dándoles la oportunidad de retirarse libremente a sus hogares o incorporarse a la campaña contra el enemigo invasor, porque la resistencia necesitaba de hombres bravos y decididos Los soldados exclamaron fuertemente ¡Viva el Perú! Y casi todos optaron por incorporarse a las filas de la resistencia, al igual que todos los Oficiales sub alternos.
“Entre los prisioneros estuvieron los Coroneles Manuel Carrillo Ariza y Pablo Venancio Solís; el Comandante Manuel Pastor, los Sargentos Mayores Eduardo Illesca y Mariano Salamanca y, tres extranjeros, uno de ellos chileno llamado Jorge Trujillo, residente en el Perú que había servido de espía al enemigo” (Rubén Vargas Ugarte S.J.). El material de guerra incautado fue de 200 fusiles Peabody Martini, 22 cajones de municiones y otros pertrechos de guerra
Ardid y estratagemas en Quebrada Honda
El 15 de abril de 1881, el Gral. Pedro Lagos como comandante en jefe del ejército de ocupación chilena en la ciudad capital de Lima, dispuso que el Tte. Crl. Ambrosio Letelier Salamanca al mando de una división de las tres armas, organizada con 1,070 infantes de los batallones Zapadores, Buin, Esmeralda y Curicó; dos piezas de artillería con 22 artilleros; 150 Granaderos a caballo y 150 Carabineros de Yungay; con un total, según Lynch, de 1,392 hombres se dirigiera a la sierra central con la misión de “exterminar por completo a las partidas de montoneros que operaban en las vecindades de Lima y destruir todo conato de resistencia por parte de los peruanos en Junín y Huánuco”. Letelier y los suyos desobedecieron las órdenes de sus superiores y se dedicaron al más escandaloso pillaje, deshonrando así el honor del uniforme.
Las fuerzas chilenas se trasladaron por ferrocarril hasta Chicla y el 18 de abril a Casapalca, último lugar donde llegaba el telégrafo y el paso obligado para todas las expediciones hacia la sierra Desde ese lugar informó sobre la importancia estratégica de Chicla, solicitando reforzar la guarnición que ahí se encontraba, lo que se hizo con el batallón Bulnes
El 19 de abril, dio inicio a la trasmisión de noticias contradictorias y fantasiosas, informando que las fuerzas que acompañaban a Piérola eran de 300 hombres, después que eran 800 y por ultimo llegaban a 1,000, “por lo que solicitó refuerzos que le permitiesen escalonar algunos puestos militares a lo largo de su
ruta, a fin de cubrir su retirada en caso de emergencia y evitar que las montoneras pudiesen cortar sus comunicaciones”; razón por la que llegaron a Casapalca los batallones San Fernando y 3° de Línea.
La expedición fue dividiéndose en pequeños destacamentos, llegando a sus destinos sin encontrar resistencia, cubriendo un territorio desde Huánuco (norte) hasta Jauja (sur) y desde Chicla (oeste) hasta Tarma (este), prueba de que en ese momento no había resistencia militar organizada.
Letelier se dirigió a Cerro de Pasco, ocupándola el 27 de abril, ahí se encontraba la pequeña fuerza del Crl. José Santos Aduvire, organizada por Piérola, que se retiró con dirección a Huánuco. En los primeros días de mayo, “un destacamento chileno que Letelier envió sobre la dirección Jauja Huancayo, al mando del ciudadano francés al servicio de Chile Tte. Crl. Hilario Bouquet, había llegado a Jauja donde se detuvo.
Desde allí, cumpliendo el mandato de su jefe, impuso a la población de Huancayo un fuerte cupo en dinero y 50 caballos de primera calidad, que debían ser entregados en el perentorio plazo de 48 horas, bajo amenaza de saqueo e incendio de la ciudad en caso de incumplimiento”. (Memorias de Cáceres).
Cáceres que se encontraba en Huancayo con el Batallón Jauja al mando del Crl. Miguel Emilio Luna y Peralta con 100 hombres, se dirigió el 08 de mayo con su pequeña fuerza, a Quebrada Honda a 6 Kms de Jauja, desde donde se mandó patrullas para observar los movimientos del enemigo, simulando que iba a detener el avance chileno, librando un combate.
Las patrullas se movían constantemente de un lugar a otro de las inmediaciones de Jauja, haciendo que el enemigo tuviera noticias de sus emplazamientos, para hacerles creer que las fuerzas peruanas eran más numerosas, de lo que pensaban.
En las alturas hizo transitar centenares de auquénidos con las cabezas cubiertas por la gorra con cinta roja, que ya caracterizaba a los soldados breñeros, de modo que los chilenos creyeron que era abrumador los efectivos de tropa, logrando infundirles temor e inseguridad tales que, abandonando sus propósitos de ocupar Huancayo, optaron por retirarse de Jauja y abandonar la región.
El cupo de 60,000 soles fue entregado al Ejército de la Breña y, el Sgto. Mayor José Manuel Osambela, antiguo oficial del ejército, que, con 25 jóvenes huancaínos, había formado un pelotón de caballería, mediante un golpe de mano se apoderó de los 30 caballos que el alcalde de Huancayo había depositado en la Hacienda La Mejorada para ser entregados al enemigo.
Hostigamiento en Canta y Matucana
“La división comandada por el Tte. Crl. Ambrosio Letelier, que no había hallado oposición al penetrar en las provincias centrales, veíase hostigada al cabo de dos meses por un ejército que en su retaguardia empezaba a surgir de la nada y, dondequiera, por versátiles destacamentos guerrilleros que en forma permanente imponían su presencia.
El ánimo del enemigo decaía cada vez más, debido a las confusas noticias en torno a la proximidad de belicosas montoneras, que no aparecían o se esfumaban apenas se les divisaba y sobre todo, el desconocimiento de cuantos realmente eran”. (De los Reductos a Julcamarca).
Así en la Quebrada de Canta, donde actuaban las montoneras de Gregorio Albarracín y José Bedoya, emboscaron a un destacamento chileno el 17 de mayo de 1881 que se dirigía hacia la capital, conduciendo ganado vacuno y caballar, producto de los robos y cupos que imponía la expedición de Letelier. El destacamento fue eliminado en su totalidad, dejando en poder de las montoneras, el armamento, equipo, municiones y el ganado.
El 23 de mayo de 1881, la montonera dirigida por los hermanos Incháustegui y Mateo Vera de apenas 10 hombres, apareció sorpresiva y osadamente en las narices de la guarnición chilena en Matucana que comandaba el Tte. Crl. José Miguel Alcérreca, ocasionando un serio revuelo entre la tropa enemiga, que desesperada, trató de defenderse creyendo un ataque inminente, pero la montonera se limitó a hacer visible su vigilante proximidad y desapareció al galope Sin embargo, el comandante de la guarnición lo tomó como un pretexto para solicitar a Lima refuerzos ante el ataque sorpresivo de 100 guerrilleros, que nunca existió.
Emboscada en Cajamarquilla
La expedición chilena de Letelier, después de ocupar Cerro de Pasco, destacó una guarnición a la localidad de Huariaca, compuesta de 14 soldados del batallón Esmeralda, al mando del capitán Pedro Letelier del Estado Mayor y del sub teniente Morineti Marín del mismo batallón. Las autoridades comunales de Cajamarquilla fueron comunicados por comuneros de otras poblaciones, que los chilenos de la guarnición de Huariaca habían enviado una avanzada de 10 hombres para robar víveres, ganado y cobrar cupos al pueblo de Cajamarquilla
Reunida la población, decidieron no entregar nada a los chilenos y por el contrario se organizaron y propusieron adelantarse a los hechos, emboscando a los usurpadores antes de que ingresen al poblado.
El 29 de mayo de 1881, se reunieron alrededor de 100 comuneros entre hombres y mujeres y, se armaron con lo único que tenían, sus herramientas de labranza, utilizándolas como armas: rejones, palos, machetes, azadones y hondas; también organizaron un grupo de galgueros. Escogieron un recodo del camino bordeado de unas alturas, donde se parapetaron y esperaron a los chilenos.
Al momento de presentarse la fuerza chilena, fue recibida sorpresivamente con una nutrida descarga de galgas y hondas que produjo la muerte de dos de ellos y algunos contusos por las piedras. De inmediato los comuneros se lanzaron con sus rejones, palos y machetes con vehemencia y coraje sobre los chilenos, totalmente sorprendidos y temerosos, pero sus fusiles eran más poderosos, comenzando a tomar ribetes de carnicería con los comuneros prácticamente desarmados.
A pesar de su enorme capacidad de fuegos, los chilenos mandaron un mensajero pidiendo auxilio al cuartel general de Cerro de Pasco, quien de inmediato envió 30 hombres de refuerzo del batallón Esmeralda en la grupa de 30 jinetes de Carabineros, quienes, al llegar al lugar de la emboscada, atacaron sin piedad, haciendo retroceder a los comuneros hasta su poblado, dejando regados en el campo a más de 50 muertos y heridos de bala, que posteriormente fueron repasados a la más vil costumbre chilena.
Los comuneros que pudieron replegarse hasta el pueblo, se juntaron en la iglesia del lugar, pensando que la casa del “Taita Dios” no iba a ser profanada; pero el salvajismo chileno llegó hasta el extremo de prender fuego al sagrado recinto, donde quedaron inmolados heroicamente más de 50 comuneros patriotas entre hombres y mujeres. “La ideología racista de los chilenos hacía que vieran a los indígenas peruanos con sumo desprecio, aplicando contra ellos las mismas técnicas genocidas que utilizaron para asesinar a los indígenas chilenos” (Cáceres).
La casta de criminales chilenos, en represalia por la rebeldía de la población de Cajamarquilla, incendiaron las casas del poblado donde se refugiaban ancianos y niños, los cuales fueron asesinados por los soldados chilenos cuando lograban salvarse de las llamas; en el lapso de tres horas, los sanguinarios chilenos habían asesinado y mutilado cobardemente a 270 pobladores de Cajamarquilla, entre hombres, mujeres, ancianos y niños.
“En una de las casas se veían los restos de una familia entera asesinada; el padre de familia, muerto a hachazos, a puñaladas su mujer y, destrozados los cráneos de cinco criaturas. En otra casa habían sido encerradas por estos monstruos seis personas en una habitación, eran cuatro mujeres y dos niñas, las que después de ser ultrajadas, sufrieron el espantoso suplicio de la hoguera, pues incendiada la habitación todas perecieron quemadas”. (1ra memoria de Cáceres).
Vilcabamba, morir matando
El 30 de mayo de 1881, la campesina de Vilcabamba Paula Fiada se encontraba en el campo en Maramín pastando a sus ovejas, cuando de improviso se presentó un soldado chileno a caballo; ella sabía por testimonios de primera mano, que el paso de las tropas chilenas estaba marcado con el rastro de mujeres violadas y asesinadas, por lo que siempre llevaba un cuchillo de cocina para su defensa. Cuando el jinete chileno la atacó, ella lo acuchilló y de inmediato regreso a Vilcabamba contando lo sucedido.
La población de Vilcabamba, conocedores del intento de violación contra Paula Fiada y de los sucesos en Cajamarquilla, sobre el salvajismo y la actitud criminal de los soldados chilenos, comprendieron en su cosmovisión de campesino indígena, que era la Pacha Mama la madre tierra, la que estaba siendo mancillada por el chileno; lo que significaba un ataque no solo a la tierra, sino también, a los hombres y mujeres, a sus costumbres y creencias.
El 31 de mayo de 1881, un destacamento del regimiento Carabineros de Yungay, de 12 a 15 hombres al mando del cap. Belisario Troncoso, hizo su ingreso
a Vilcabamba entre las 08 y 09 de la mañana. Los chilenos se sorprendieron que no hubiera ni un alma; ni hombres, mujeres, ancianos ni niños. Lo que pasaba, era que los comuneros secretamente se habían reunido a iniciativa del campesino Máximo Guillermo, se habían puesto de acuerdo para esconderse de la observación del enemigo y, armándose con rejones, azadones, palos y hondas, esperarían la señal para atacar a los invasores.
Los chilenos se dirigieron confiadamente hacia la iglesia, creyendo que la población había huido ante su sola presencia. Rompieron la puerta del templo y se dedicaron a robar los copones de oro y cualquier joya de valor de los santos, en el momento en que uno de los campesinos se había deslizado hasta el campanario, e hizo sonar la campana, señal para el ataque a los ladrones.
Al salir los chilenos con los objetos robados en las manos, se vieron rodeados por más de 50 comuneros, que los recibieron con una lluvia de piedras causándoles serias contusiones, evitando que se llevaran los objetos de valor del templo y, sin que ninguno de ellos pueda disparar con sus armas, solo atinaron a subir en sus cabalgaduras y escapar por el camino de San Miguel de Cuchis, con dirección a Cerro de Pasco Conociendo los campesinos los atajos más cortos, un grupo llegó al lugar llamado Maramín, logrando desmontar a un oficial que, al querer disparar su pistola, le cayó una descarga de piedras que lo tendió sobre el suelo gravemente herido, llorando y suplicando, pedía perdón, fue en ese momento que la campesina Paula Fiada con un certero tiro de piedra tendió al chileno.
Los campesinos de Vilcabamba conocedores de su medio geográfico, lograron alcanzar a los fugitivos en el lugar conocido como Pomapolín, donde desde sus alturas, lanzaron galgas sobre los chilenos, eliminando a dos de sus integrantes, los que quedaron contusos, fueron cayendo uno a uno por las lluvias de piedras que les lanzaban, arrojando sus cuerpos y cabalgaduras a la quebrada de Colpachaca.
El último en caer fue el cap. Belisario Troncoso en el sitio denominado Casharragra, que debido al cansancio de su caballo trató de camuflarse entre las piedras del riachuelo, descubierto fue atacado a palos y pedradas; al escuchar que los campesinos llamaban a Paula Fiada para que le dé el golpe de gracia, comenzó a implorar perdón, arrodillarse y abrazarse de las piernas de uno de los campesinos, gimiendo que no lo mataran; el campesino con un movimiento de sus piernas lo tendió de bruces, lo que aprovechó Paula Fiada para lanzarle una certera piedra en la cabeza, dando fin a la vida del cruel capitán que murió como un cobarde Al resto del destacamento chileno, se le persiguió hasta Pampacancha, pero lograron escapar.
Todos estaban convencidos que el combate no había terminado, que los chilenos volverían con más gente para vengar a sus compañeros muertos; razón por la cual, el campesino Máximo Guillermo junto con otros campesinos, se dedicaron a observar los posibles lugares donde se les podía tender una emboscada. Los sobrevivientes chilenos llegaron a Cerro de Pasco y dieron cuenta de la sublevación de los indígenas de Vilcabamba.
El 02 de junio de 1881, Letelier dispuso que una compañía de 100 hombres del batallón Buin, se dirigiera a Vilcabamba y lo redujera a cenizas. La compañía tomó el camino por las alturas de Cócar, Pichuycancha y Rupaj, donde se detuvieron para establecer los últimos detalles del ataque por sorpresa sobre la población de Vilcabamba; pero, sin darse cuenta increíblemente, que se encontraban al centro de un crecido pajonal, la sorpresa fue para ellos
El líder, Máximo Guillermo, que ya había reconocido dicho lugar, dio la orden inmediata de prender fuego al pajonal por diferentes partes. Cuando los chilenos se dieron cuenta de lo que pasaba, solo les quedó “un sálvese el que pueda”, la compañía del orgulloso Buin, dio media vuelta y entrechocándose unos con otros, huyeron dejando abandonado varias mulas cargadas con abundante munición, así como decenas de fusiles, que lamentablemente los indígenas no podían utilizar por desconocer su manejo.
Los soldados del Buin que llegaron a Cerro de Pasco, indicaron que los habían emboscado alrededor de 1,000 indígenas, por lo que tuvieron que retroceder. Letelier ofuscado por las dos derrotas de sus tropas a mano de indígenas incultos o humanidad degradada como los chilenos los llamaban, según su propia declaración; envió el 05 de junio de 1881, esta vez a un destacamento de las tres armas con 300 hombres al mando del sanguinario francés Hilario Bouquet, quien llegó al pueblo de Vilcabamba a las 12 del día por Armapampa donde emplazó su artillería, iniciando de inmediato un bombardeo y poco después, un ataque de la infantería, realizándose el combate casa por casa e incendiando la población.
Los campesinos presentaron tenaz resistencia sacrificando sus vidas, a sabiendas que sus armas eran herramientas de labranza que no podían oponerse eficazmente contra los cañones y fusiles chilenos. El anciano campesino Juan de Mata Alcántara, con su bastón reforzado de suncho, repartía golpes certeros cayendo a sus pies dos chilenos, hasta que un balazo le destrozó el cráneo La campesina Paula Fiada se daba el lujo de clavar su rejón sobre cada chileno que se atrevía a dar cara para enfrentarla, arengaba a sus compañeros a no dar tregua al invasor, hasta que cinco bayonetas chilenas recién pudieron silenciarla. La campesina Micaela Villegas, logró empujar a un chileno que incendiaba su casa, quemándose atrapado por las llamas que el mismo había iniciado.
Como siempre, los chilenos se mostraron salvajes, en una casa encontraron a tres niños y los soldados sin compasión alguna, los atravesaron con sus bayonetas e incendiaron la casa; al llegar la madre de los niños, la campesina Salomena Javier, se lanzó contra uno de los asesinos, con un cuchillo en la mano, entablándose un desigual combate, muriendo la mujer, pero después de clavar el cuchillo en el pecho del asesino.
La campesina Martina Vincula, defendiendo a sus ancianos padres de los incendiarios chilenos, fue atravesada por una bayoneta chilena, pero al mismo tiempo, Martina pudo clavar su rejón en el estómago del incendiario, sin darse cuenta que por la espalda, otro cobarde asesino chileno, la atravesaba con su bayoneta. En otra casa que se incendiaba, el dueño Carmen Venturo Robles se
abrazó y arrastró al chileno incendiario, al interior de su casa ardiente, pereciendo ambos personajes en la horrible hoguera. La carnicería desatada por los chilenos duró tres días sin respetar niños, mujeres ni ancianos. Peró sus dos derrotas a manos de indígenas de Vilcabamba quedó para siempre en la historia.
Emboscada en San Rafael
Después del salvajismo chileno en Cajamarquilla y Vilcabamba, las tropas enemigas estaban seguras que no iban a tener problemas en los demás pueblos; pero se equivocaron de cabo a rabo, pues surgió la respuesta viril de todos los pueblos de esa zona, que, sin tener mayores medios, con instrumentos de labranza convertidas en armas, oponen tenaz resistencia al invasor.
El joven Pedro Ugarte que pastaba su ganado cerca al rio en San Rafael, observó que un piquete de caballería de 3 soldados chilenos, estaban tomando agua del rio. Los soldados montaron sus cabalgaduras y se retiraron; pero uno de ellos, se quedó agachado, lo cual fue aprovechado por el joven campesino para darle muerte; dando cuenta de inmediato a las autoridades de su pueblo.
El 10 de junio de 1881, los campesinos de San Rafael, precariamente organizados y con rudimentarias armas, pero aprovechando sabiamente las facilidades que le brindaba el terreno accidentado de la zona, prepararon una emboscada mediante el ingenioso procedimiento de preparar y desprender galgas desde los cerros.
Al ingresar con inusitada confianza la avanzada chilena a la zona de muerte, los galgueros lanzaron las galgas sobre el enemigo, causando temor, miedo y confusión entre jinetes y caballos por tratar de salir de la emboscada, ocasionando al enemigo varias bajas entre muertos, heridos y contusos
“Este desigual enfrentamiento no podía durar mucho tiempo; el invasor, inmensamente mejor armado y pertrechado, a costa de mucho esfuerzo, logra vencer la resistencia del noble pueblo de San Rafael, que se enfrentó prácticamente desarmado en el aspecto material, pero en cambio puso de manifiesto su valor y su alto espíritu de patriotismo.
Luego que el invasor logra ingresar a San Rafael, se lanza cobardemente al saqueo de las propiedades y, como feroz represalia, incendia la mayor parte de las casas de sus habitantes, fusilando a hombres, ancianos, mujeres y niños que manifiestan sus protestas por el atropello”. Pero la tradicional paciencia y tranquilidad del campesinado de San Rafael, tendría su recompensa, después de un año.
Sángrar “Hoy o Nunca”Habiendo sido informado Lynch sobre el vandalismo y pillaje que realizaban las tropas chilenas de la expedición a Cerro de Pasco, el 22 de mayo de 1881, ordenó el regreso de la expedición a Lima, orden que no fue obedecida por Letelier,
bajo el pretexto que le faltaba cobrar los cupos a varios poblados peruano y tenía que reconcentrar sus tropas esparcidas entre Cerro de Pasco y Huancayo.
Para proteger su marcha hacia Lima, Letelier dispuso que una compañía del engreído batallón Buin acantonado en Casapalca, se desplace a Cuevas a fin de proteger la ruta de repliegue de la expedición chilena. La fuerza fue de 79 soldados y 03 oficiales al mando del cap. Luis Araneda, en total 83 hombres.
Al llegar a Cuevas y solo haber dos chozas como albergue, dejó a 14 soldados al mando de un sargento y el cap. Araneda siguió hacia Sángrar, ocupando la hacienda de propiedad de Norberto Vento.
Mientras tanto, en Canta, por información de los indígenas de la zona, sabían de estos movimientos de los chilenos, por lo que decidieron preparase ante cualquier eventualidad, reorganizando el Batallón Canta N° 1
Vento recibió el 23 de junio de 1881, una nota de Letelier, amenazándolo con arrasar Canta sino deponía las armas y es entonces, cuando un concejo de guerra, decidió que las pocas fuerzas peruanas debían ir a observar al enemigo cerrando la entrada a Canta por la cordillera de la Viuda y batirlo por sorpresa de ser necesario.
El 24 de junio, el Batallón Canta organizado con dos compañías de 40 hombres cada una, más 60 voluntarios canteños y 40 guerrilleros del sub prefecto Emilio Fuentes, en total 180 hombres, al mando del Crl. Manuel de la Encarnación Vento, partió a la 13:00 hrs de la plaza de armas de Canta por el camino de Obrajillo hacia Cullhuay llegando a las 16:00 hrs.
El 25 de junio, a las 05:00 hrs en el momento que las fuerzas peruanas se alistaban para continuar hacia la cordillera de la Viuda, se presentó en Cullhuay, don Gregorio Romero vecino de Yántac, informando que los chilenos habían ocupado la hacienda de Sángrar, por lo que la fuerza peruana tuvo que cambiar su rumbo con dirección a Sángrar. Siguieron por Jacaybamba y avanzaron hasta la hacienda Oxamachay llegando a las 18:00 hrs, donde pernoctaron.
El 26 de junio por la madrugada, el Crl. Vento envió una patrulla de reconocimiento de 09 hombres como avanzada, hacia el cerro Lacchahual al mando del subprefecto Emilio Fuentes y los canteños Wenceslao Vento, Martín Valderrama, Andrés hidalgo, Hermógenes Bao, Juan Yalán, Ramón Ramos, Cornelio Espinoza y José Bravo.
A las 13:00 hrs al llegar al paraje llamado Colac, observaron a una partida de chilenos de 12 hombres a lomo de mulas, de inmediato la patrulla se separó a ambos lados del camino y esperaron al enemigo para emboscarlos.
Al ingresar los chilenos a la zona de muerte, se oyó por dos veces el estampido de nueve fusiles, cayendo muertos 11 chilenos y un herido, el sldo. José Sepúlveda logrando fugar, pero al voltear la cumbre del cerro Escaparate cayó tendido al suelo, hecho prisionero, manifestó que se dirigían a la estancia Capillayoc de doña Rosa de la Torre “a rebuscarse”; es decir, a robar porque sabían que allí había joyas de oro y plata. Causas del destino, el prisionero falleció y fue enterrado en Capillayoc, el lugar en que quiso cometer sus fechorías.
La mula del prisionero siguió en loca carrera hasta llegar al campamento chileno, pero también por causas inexplicables, el cap. Araneda no le dio la importancia debida al hecho de llegar sin su jinete. Mientras tanto, el grueso de la fuerza peruana llegó a la zona de la emboscada a las 14:00 hrs y sin perder tiempo, coronó las alturas del cerro Escaparate, donde el Crl. Vento, dio descanso a las tropas.
La hija de Cáceres, escritora Zoila Aurora Cáceres refiere en su libro: “Alguien insinuó al Crl. Vento la idea de acampar para esperar el nuevo día; pero el Sldo. Nazario Igreda con voz firme y serena pronunció: ¡Hoy o Nunca! frase que levantó el espíritu de los soldados y todos respondieron ¡Hoy o Nunca!, a lo que el Crl. Vento contestó “Hágase lo que se quiere”. De inmediato se dieron las últimas disposiciones para el ataque, Vento conocedor de la topografía de la hacienda de su padre, decidió dividir sus tropas en tres columnas:
- La primera, bajo el comando del Tte. Marcos Icochea;
La segunda, al mando del propio Crl. Vento; y
La tercera, al comando del Cap. Victoriano Calderón.
Formadas las columnas, a las 16:00 hrs se comenzó a descender del cerro; una tomó la derecha, otra la izquierda y la última el centro. La marcha se hizo de modo que ninguna columna se podía perder de vista mucho tiempo y en silencio, con paso corto, mesurado, para no fatigarse, pues había que partir a la carrera tan pronto como fueran vistos por el enemigo o estuvieran a tiro de fusil
Después de una hora (17:00 hrs), más o menos a 400 mts del enemigo que hasta ese momento no los habían visto, comenzó en forma sorpresiva y decididamente el ataque, los chilenos que en esos momentos se aprestaban a pasar rancho, atolondrados corrieron a tomar las armas que tenían formando pabellones y se atrincheraron en el muro del panteón, de más de un metro de alto
Dos horas después, se hallaban flanqueados, por la izquierda, por los nuestros y entonces, abandonando a escape el muro, se metieron unos dentro de la capilla y otros en una casa de piedra con techo de calamina.
Al ver que el día terminaba y se venía la oscuridad de la noche, el Crl. Vento ordenó el incendio de los techos pajizos para obligar a los chilenos a salir de sus escondrijos. Los de la capilla, entre 12 y 15 soldados, fueron los primeros en tratar de escaparse, siendo cortada su huida por los guerrilleros del subprefecto Emilio Fuentes.
Los guerrilleros amos del combate cuerpo a cuerpo se enfrentaron con sus rejones contra las bayonetas chilenas, dando muerte a seis de ellos, los chilenos no tuvieron mejor idea que arrojar sus fusiles y equipos logrando huir, junto con los de la guarnición de Cuevas que habían llegado en esos momentos en su ayuda. El guerrillero Nazario Chamorro logró agarrar a un enemigo que se escapaba y de un mordisco le arrancó la oreja al chileno, que aterrorizado y aullando se escapó a toda carrera.
“En la casa con techo de calamina, se habían escondido el cap. Araneda, dos oficiales y cinco soldados, quienes, confundidos con el humo del incendio y la
oscuridad de la noche, huyeron hacia Casapalca, siguiendo el curso del riachuelo”. (De los reductos a Julcamarca).
A las 24:00 hrs la victoria en Sángrar coronaba a las fuerzas peruanas. Chile tuvo 17 muertos, 20 heridos, 08 desaparecidos (nunca fueron encontrados) y 02 prisioneros (Sldos. Santos Gonzales Mondaca y Rudecindo Pérez)
Por parte de los peruanos se tuvo 05 muertos (Juan Clímaco Falcón, Práxides Páez, José Valdez Igreda, Doroteo Molina y el arequipeño Clemente Izaguirre) y 38 heridos.
Se capturó 48 fusiles Comblain, abundante munición, diversos pertrechos, caballos, mulas y 800 carneros. Como trofeo una bandera chilena tomada por el guerrillero Hermógenes Bao, llevada a Canta y después donada al Museo Nacional.
Emboscada en Puente Verrugas
El 08 de agosto de 1881, los guerrilleros del Sgto. Mayor José Manuel Osambela, observaron desde una elevación cercana al puente Verrugas, que una patrulla de exploradores chilenos se acercaban al puente, al parecer con la intención de evitar que fuera ocupado por la resistencia peruana.
La guerrilla de inmediato tomo posiciones de emboscada silenciosamente, dejaron que se acercaran y cuando menos lo esperaban, los chilenos fueron sorprendidos por el fuerte tiroteo de los guerrilleros, ocasionándole varios heridos, la fuerza enemiga voltio caras y huyó de inmediato de la zona de combate, dejando en posición del puente Verrugas a la guerrilla peruana.
Esta acción permitió que el 09 de agosto, el Ejército del Centro pueda avanzar con el Batallón Junín y los guerrilleros, hasta el puente Purhuay. El día siguiente, por una orden general se dispuso que el Batallón Junín se denominase en adelante Zepita, en honor al Batallón que tan bizarramente luchó en la batalla de Tarapacá.
El 15 de agosto, los jefes chilenos Letelier y Bouquet, al mando de las numerosas fuerzas que tenían a sus órdenes, hicieron el último esfuerzo para recuperar su dominio en la quebrada de Huarochirí, antes de regresar a Lima.
Empleando la fuerte artillería con que contaban, las fuerzas chilenas intentaron tomar el puente de Purhuay, verificando el ataque por diversos puntos; pero fueron rechazados por el Batallón Zepita, al mando del Tte. Crl Villegas y las guerrillas a órdenes del Coronel Manuel Tafur. Después de escasamente media hora de combate y sin haber ocasionado bajas a los peruanos, pero habiendo consumido gran parte de sus municiones, las fuerzas chilenas emprendieron una vergonzosa retirada con la cabeza baja, ante la primera victoria de una Unidad regular de combate del Ejército de la Resistencia de Cáceres
Operación de engaño “Rearme”
Según el historiador Parvex el 30 de agosto de 1881, el jefe del servicio secreto chileno José Antonio Silva Montt, remitió un informe a Patricio Lynch,
sobre la pequeña fuerza que tenía el presidente peruano Francisco García Calderón bajo su mando en La Magdalena: “secretaría general, Lima agosto 30 de 1881 señor almirante:
Han vuelto los dos propios que mantuve por casi una semana en la Magdalena. Comprobaron in situ que las tropas del presidente García Calderón son muy superiores a las autorizadas expresamente por V.S. Estas están por sobre las 650 plazas, siendo que se les permitieron 400 y, si a éstas adicionamos las 200 plazas que dejaron en Huaraz, se puede asegurar que doblan lo permitido.
Debieron tener un arsenal de 400 fusiles Peabody y si recordamos que le entregaron 200 fusiles Peabody al prefecto de Huaraz, su arsenal no podría contener más de 200 Peabody
Mis propios pudieron comprobar que, pese a lo que se les permitió por nuestro mando, en la pura realidad tienen más de 350 Peabody, y poco más de 300 Remington. O sea que se han aparcado con más del doble de fusiles entregados por la comandancia de Chile. A esa fuerza se le negó la posesión de artillería y, así y todo, tiene en su parque 8 cañones de campaña y 3 ametralladoras, de las que se hicieron subrepticiamente. Eso es cuanto debo informar a V.S.
J. Silva M.A.S.E. el contralmirante don Patricio Lynch. general en jefe del ejército de operaciones en el norte del Perú. (Fondo correspondencia, ministerio de Guerra y Marina, Chile)” .
Además, Parvex relata: “Vistos estos antecedentes entregados por la inteligencia chilena, el 5 de septiembre de 1881, Patricio Lynch, previo aviso a La Moneda, envió una fuerza militar a La Magdalena y procedió a la desmovilización del Batallón peruano que respaldaba al gobierno provisional. Las armas fueron incautadas por las tropas chilenas y se procedió a la disolución de la Unidad”
Si el Informe de la inteligencia chilena fue real y verdadero, se podría inferir que el presidente peruano Francisco García Calderón fue muy inteligente y pudo engañar a las autoridades del gobierno chileno, quienes autorizaron la entrega del armamento a las tropas peruanas; engañó al pirata Patricio Lynch, quién proporcionó el armamento y, engañó al servicio secreto de Chile, que desconocía el rearme que hacia el gobierno de La Magdalena Lynch en sus memorias afirmó: “Que se encontraron roles de revistas por los cuales se demostraba la existencia de dos tercios más del número de soldados permitidos e igualmente que se descubrieron armas, municiones, ametralladoras y cañones, cuya existencia era ignorada por el cuartel general chileno”; es decir, los chilenos estaban ciegos, el servicio de inteligencia fue negligente o la venta del armamento por los oficiales chilenos encargados de los almacenes de reserva estaba en su pleno apogeo.
Operaciones de las Guerrillas del Sur
La resistencia de la Breña abarcó no solo la zona de los Andes; sino también, el Sur y el Norte del Perú. El 01 de setiembre de 1881, la columna guerrillera que mandaba el cubano Crl. Juan Luis Pacheco de Céspedes, que luchaba defendiendo la causa peruana, compuesta de 150 hombres, llegó a Palca en el departamento de Tacna, donde tuvo conocimiento que la caballería y artillería chilena forrajeaban en la cabecera del poblado de Pachía
Por lo que avanzó en esa dirección con la intención de sorprender a los piquetes chilenos, con el objetivo de apoderarse de caballos, armas y pertrechos del invasor.
Al caer la noche del 02 de setiembre, atacó el poblado de Calientes, llamado así por los baños termales del lugar, ocupado por 30 hombres del batallón Rancagua y un piquete de Carabineros los que, mandados por el teniente Arias, después de un breve combate, emprenden la fuga con dirección a Pachía en busca de refuerzos, teniendo durante el combate 09 muertos, varios heridos y 02 prisioneros, capturando también los peruanos 11 sables y 17 caballos.
Reorganizados los chilenos con las fuerzas que ocupaban Pachía y debido a una carga dada por los Carabineros de Maipú lograron contener el avance de Pacheco, retirándose por el momento los peruanos tras tener 04 muertos, 02 heridos y perder 24 caballos. El ataque de Pacheco sobre Pachía se iniciaría a las primeras horas del día siguiente.
El 03 de setiembre, el Crl. Juan Luis Pacheco de Céspedes condujo sus guerrilleros al pueblo de Pachía, atacando a la guarnición chilena que lo ocupaba, mandada por el mayor Campos, sosteniéndose el combate desde las 06:00 horas de la mañana hasta las 13:00 horas de la tarde, ocasionando a los chilenos 03 muertos y 08 heridos; momento en que llegaron de refuerzo 4 compañías chilenas del batallón Rancagua que se encontraban en Calana, Pacheco rompió el contacto con las fuerzas chilenas y se dirigió a las alturas que dominaban la población, replegándose posteriormente sin que las tropas chilenas se animaran a perseguirlo.
Chile abandona Chosica
El 26 de setiembre de 1881, el Comité Patriótico de la Resistencia, informó a Cáceres, que en Lima las tropas chilenas al parecer, se preparaban para atacar las avanzadas de las guerrillas en Chosica. El 27 de setiembre, el Comité informó que, debido al constante hostigamiento e incursiones de las guerrillas sobre Chosica, el comando chileno había ordenado a los batallones Maule y Aconcagua que estacionaban en esa población, se replieguen al fundo Quiroz.
Al amanecer del 28 de setiembre, los centinelas de las guerrillas que vigilaban Chosica desde los cerros de los alrededores de la guarnición chilena, dieron aviso de haber observado preparativos del enemigo para replegarse, confirmando la información recibida de la capital.
Al mediar la mañana los centinelas informaron que la guarnición chilena se había embarcado en el tren y abandonado el pueblo; previamente a su retirada, incendiaron el pueblo salvándose únicamente la estación del ferrocarril, gracias a la intervención del superintendente, Mr. Silley, de nacionalidad inglesa.
En los primeros días de octubre, Cáceres trasladó el Cuartel General de la Resistencia, de Matucana a Chosica, instalando puestos de avanzada con cohetes de colores para avisar de cualquier eventualidad, a fin de evitar una sorpresa y, se saboteó la vía del ferrocarril, inutilizándola hasta más allá del pueblo de Chaclacayo
Días antes de realizar el sabotaje a la vía férrea, el contratista del ejército Sr. Pérez, escapó de Lima, conduciendo hasta Chosica una máquina de ferrocarril, en las mismas barbas de los chilenos, la cual prestó valiosos servicios para el transporte y vigilancia de las tropas de Chosica a Chicla.
Acciones de las montoneras del Norte
En 1881 se produjo la invasión chilena al mando del coronel Arístides Martínez a la región norte del Perú, quien en marzo del mismo año envió a la provincia de Pacasmayo una guarnición de 140 efectivos, al mando del sargento mayor Exequiel Villarroel, acantonándose en el poblado de San Pedro. Desde allí se destinó 40 soldados a la villa de Guadalupe, al mando del capitán Chacón y del teniente Narciso Sepúlveda, ocupando las instalaciones de la Escuela de Niñas, cerca de la Plaza de Armas.
Dentro del marco de la Campaña de La Breña, la resistencia lambayecana se inicia coordinando acciones con las de Piura, Cajamarca y La Libertad; sobre todo con la montonera del chotano José Mercedes Becerra; quien había realizado dos golpes de mano contundentes a los chilenos.
El primero fue en el caserío de Mayascón en Pítipo – Ferreñafe, donde emboscó a una patrulla chilena de 12 jinetes, muriendo todos los invasores y apoderándose de la caballada. El segundo fue en el Callejón de Cárcamo en la Quipampa, “que es un callejón natural caracterizado por riscos de roca ígnea a ambos lados, adornado por “chupayas”, especie de piñones que crecen incrustadas en la roca.
Los montoneros de Becerra se emplazaron en las cuevas que se divisan en las alturas de estos peñascos y al ingresar la patrulla chilena, fueron sorprendidos por los disparos y haciendo rodar grandes rocas o “pudingas”, (llamadas galgas en la sierra), muriendo todos los chilenos en la emboscada. El nombre del lugar se debe con seguridad, a algún soldado peruano que luchó en la resistencia contra Chile” (José Maeda Ascensio).
Mientras tanto, los chiclayanos y lambayecanos deciden unir fuerzas para enfrentar a los invasores chilenos. Organizaron una montonera al mando de los guadalupanos Belisario Valera, Manuel Condemarín y Benjamín Zapata; de los chiclayanos Eleuterio Cabezas y José Domingo Soberón y, del piurano Juan Seminario.
El 25 de octubre de 1881, un grupo de 200 montoneros con poco armamento y escasa munición procedentes de Zaña, dirigidos por Belisario Valera (“Chorroca”), Manuel Condemarín y José Domingo Soberón, se infiltraron silenciosamente en la Plaza Mayor de Guadalupe y a las 07:00 horas de la mañana sorprendieron con tiroteos a los invasores. El teniente chileno Sepúlveda reunió a sus hombres en las esquinas de la Plaza Mayor para responder con fuego a los montoneros, en una contienda que duró hasta las 09:00 horas, el cual terminó con la retirada de los montoneros por falta de municiones.
Los chilenos tuvieron tres muertos: el cabo José María Mendoza y los soldados Eugenio Córdova y Tránsito Alfaro, mientras que por los montoneros fallecieron los guadalupanos Manuel Reyes y José del Carmen Castro, resultando herida además una mujer llamada Joaquina.
El mayor Villarroel, desde San Pedro, envió efectivos de caballería e infantería a Guadalupe, pero llegaron cuando todo había terminado. La población guadalupana de aquella época estaba preocupada por las acciones que pudieran tomar los chilenos contra la población en vista de los eventos sucedidos.
Pasado el tiroteo, la situación se complicó aún más. Aquella misma tarde, después que el orden estuviera completamente restablecido, transitaba un sargento chileno por la calle del Panterón (hoy Jr. Junín) frente al taller de zapatería de los hermanos Albújar, se escuchó un disparo que le perforó el quepí, sin causarle ninguna herida.
Inmediatamente el asustado chileno informó a su superior, el teniente Sepúlveda, que los trabajadores del taller, los hermanos Fernando y Justo Albújar Chumioque (zapateros) y su compañero José Natividad Guarniz López (aprendiz de zapatero), fueron los autores del disparo; por lo que se ordenó su captura.
Los acusados negaron la autoría del crimen; pero se negaron a delatar al verdadero culpable, a pesar de la pena de muerte impuesta a ellos. Prefiriendo morir con honor a la causa patriótica antes que vivir como traidores, los tres fueron fusilados el 28 de octubre de 1881, a un costado de la entrada del cementerio antiguo de Guadalupe
En los primeros días de diciembre de 1881, el ejército chileno envió al mayor Eulogio Villareal al mando de 130 soldados con la finalidad de reunir información de los pueblos sobre sus capacidades de víveres, ganado y cupos que podrían imponerse; simultáneamente, buscar y capturar a sus soldados desertores, que día a día se estaba convirtiendo en un grave problema para los jefes chilenos. Las tropas invasoras pasaron por los poblados de Túcume, Jayanca y Motupe, llegando a 10 leguas al sur este de Olmos, robando ganado y víveres, sin encontrar a ninguno de sus desertores.
El 16 de diciembre de 1881, de regreso y cerca del pueblo de Motupe, el destacamento chileno fue emboscado por la resistencia lambayecana que dirigía el montonero José Domingo Soberón, que disponía de una fuerza de 200 hombres armados, unos con fusiles y otros con machetes y puñales.
El ataque fue violento y sorpresivo causándoles algunas bajas, que pusieron en fuga a los chilenos, quienes, al verse superados, abandonando el ganado y los víveres robados se dirigieron hacia Lambayeque, desde donde solicitaron apoyo a la fuerza chilena acantonada en Ferreñafe.
El 18 de diciembre los chilenos regresaron a Motupe encontrándolo abandonado, solo había en el lugar algunos ancianos, el Jefe ordenó que se siguiera las huellas dejadas por los guerrilleros, en el camino 08 patriotas se les enfrentaron en una acción de sacrificio con el fin de que la mayoría de sus compañeros se pusieran a salvo, finalmente estos valientes fueron cercados y ultimados; al ver que les era imposible alcanzar al grueso de la columna patriota, los chilenos regresaron a Motupe y como represalia quemaron el pueblo.
Traiciones y Atentados
El 24 de octubre de 1881, Cáceres recibió aviso del Comité Patriótico, de la pronta salida de considerables fuerzas enemigas hacia las quebradas, lo que motivó que ordenara al Crl. Manuel de la Encarnación Vento Comandante General de la 4ta División acantonado en Canta, estableciera destacamentos guerrilleros en los sitios más apropiados y dominantes, a fin de que, al aparecer el enemigo por esa quebrada, se le pudiera atacar por la retaguardia.
Pero el Crl Vento traicionó a Cáceres y no cumplió ninguna de sus órdenes; por el contrario, incautó 139 fusiles y más de 20,000 municiones que por la ruta de Canta había remitido el Crl. Gómez Silva, delegado secreto de la Resistencia en Lima, quien adquirió esos pertrechos en la misma capital, con dinero que se le entregó para tal objeto.
El Crl. Vento anteponiendo sus intereses personales a los intereses de la nación, se había decidido por la paz con los chilenos a cualquier precio que impusiera el enemigo invasor.
Entre los meses de octubre y noviembre de 1881, mientras los chilenos preparaban una expedición contra el Ejército de la Resistencia, Cáceres recorría frecuentemente sus defensas entre Chosica y Chicla utilizando la línea del ferrocarril, fue en esas circunstancias que recibió un informe de inteligencia del Comité Patriótico, indicando que el alto mando chileno había tomado la decisión de eliminar a Cáceres para desaparecer la organización de la Resistencia armada, ya sea con asesinos extranjeros o el sabotaje de la línea férrea para causar un accidente, aprovechando de sus viajes en el ferrocarril.
Un día de octubre, una de las mujeres indígenas del servicio de inteligencia del Ejército de La Breña llamada Juanacha, que vendía frutas en el campamento chileno de la hacienda Quiroz, se acercó a Cáceres manifestándole que había oído a los chilenos decir: “Que vendría un italiano llamado Antonio Gilesdone para matarlo y, el italiano había respondido: esta vez no se me escapará”, como creen que no hablo castellano, no hacen caso de mí”. Cáceres tranquilizó a la informante, indicándole que tomaría sus precauciones, agradeciéndole por el aviso
“
Esta versión fue corroborada por el ciudadano italiano José Alberto Larco Bruno Conde de Altavilla, quien, como extranjero y amigo de Lynch, tenía fácil entrada a palacio de gobierno. Por casualidad, oyó la misma conversación sospechosa y, su conciencia, su amistad personal con Cáceres y la lealtad al Perú, motivó a comunicarlo a las fuerzas de la Resistencia en Chosica” a través de una carta mediante una persona de confianza.
“
El asesino italiano llegó a presentarse en el campamento peruano, donde fue capturado y puesto en prisión, después de confesar que la orden la había recibido directamente del pirata Patricio Lynch; se le hizo un juicio sumario siendo sentenciado a ser fusilado por ser un espía extranjero; sin embargo, aprovechando que se había ordenado el repliegue del Ejército hacia el interior del Perú, se escapó del campamento peruano” (Antonia de Cáceres).
En otro día, el tren en que viajaban Cáceres, su esposa, sus hijas y su ayudantina se detuvo de forma brusca a la salida de un túnel, todos se bajaron del tren y el maquinista estadounidense, Enrique Tucker, les manifestó que había observado una gran piedra que obstruía el camino, colocada en medio de los rieles, razón por lo que hizo parar el convoy bruscamente; si no, se hubiera descarrilado el tren y muerto todos sus ocupantes. Se retiró la piedra y se continuó el viaje.
Lo que pasaba era, que Antonia de Cáceres había alertado al maquinista, que el Comité Patriótico de Lima había informado sobre la idea de los chilenos de asesinar a su esposo a través de un sabotaje al tren. El cariño de Tucker y su ferviente admiración por Cáceres y por la causa peruana, fue la razón por la cual los Oficiales de su Ayudantina lo habían apodado “Cáceres chico”. Esto motivó que cuando él conducía el tren llevándolo de pasajero, centuplicaba su observación, pudiendo salvarle la vida en más de una ocasión.
En otra oportunidad, fue detenido el tren en la misma forma que la anterior, en la quebrada del Infiernillo, por haber notado Tucker que los rieles habían sido removidos intencionalmente, para que, al salir el tren del túnel, en vez de pasar por el puente, se precipitase al fondo del abismo. El oportuno aviso de Tucker, evitó que se realizara la catástrofe, debido únicamente a su acreditada pericia.
A pesar de la vigilancia que se había establecido a lo largo de la vía férrea, por tercera vez, manos asesinas movieron los rieles desviando la vía hacia el precipicio, al cauce del río Purhuay, pero nuevamente la buena vista y la pericia oportuna de Tucker evitó el desastre, se reparó la línea y se continuó la marcha sin otra novedad.
“Días después se capturó a dos chilenos que fueron sorprendidos en el momento que levantaban los rieles de la línea. Conducidos a Matucana, fueron interrogados y declararon que habían movido los rieles con el propósito de descarrilar el tren y murieran sus ocupantes, cumpliendo órdenes directas del pirata Lynch.
Los dos saboteadores chilenos fueron juzgados sumariamente y ejecutados en cumplimiento de la sentencia” . (Antonia de Cáceres).
En noviembre de 1881, el ahora My José Salarrayán que había desempeñado todo género de misiones por encargo del Comité Patriótico de la Resistencia, pudo sacar del Teatro Politeama dos cañones y dos culebrinas de La Molina, piezas que condujo hasta Cocachacra, para luego trasladarlas hasta Chosica.
A fines de diciembre de 1881, se recibió nuevas comunicaciones del Comité Patriótico de Lima confirmando la próxima salida de la expedición chilena. Así mismo se recibió informaciones de las guerrillas destacadas en las alturas de Chosica, de la aparición de patrullas de exploración enemigas cada vez más numerosas.
Esta situación, sumada a la peste del Tifus que había reducido a la mitad los efectivos del Ejército del Centro y la traición del Crl. Manuel de la Encarnación Vento que abandonó la defensa de la quebrada de Canta disolviendo las tropas a su mando, determinó la evacuación de Chosica hacia Matucana y Junín, para establecer en dicho lugar una nueva Base de Operaciones
En el primer viaje en tren hacia Matucana, se replegó al Escuadrón “Cazadores del Perú” y otras tropas. Dicho Escuadrón que había sido escolta del nefasto ex dictador Piérola, se sublevó en el trayecto, dispersándose gran parte de su personal.
Hecho instigado increíblemente por emisarios secretos del propio Piérola, para socavar la moral de las tropas peruanas; acción comprobada por diferentes historiadores nacionales y extranjeros, lográndose dominar el motín con el fusilamiento de sus principales promotores.
Al mismo tiempo, el Cap. Lara jefe de las guerrillas de Sisicaya, dejaba el paso franco a las patrullas chilenas que reconocían la ruta por ese lugar. “Los guerrilleros que permanecían fieles a la causa nacional, al descubrir su infamia, lo fusilaron; al registrar sus vestiduras encontraron ocultos, dentro de las botas, documentos chilenos que probaban su traición. Su cadáver fue arrojado desde un barranco al abismo”. (Memorias de la guerra del 79).
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LA CONTRAOFENSIVA 1882
Hostigamiento y Escaramuzas diversionistas
Seis meses después de la triste y vergonzosa retirada de Letelier, los chilenos emprendieron una segunda expedición a Junín con el objeto de destruir al Ejército de la Resistencia peruana. El Gral. Cáceres que había recibido desde Lima aviso oportuno del plan chileno, dispuso el reagrupamiento de sus fuerzas entre Chosica y Matucana
Ordenó que, en las quebradas de Canta, Chosica, Sisicaya y Yauyos, fueran erizadas con partidas de guerrilleros de las comunidades de Huarochirí, con la misión de mantener el contacto con el enemigo, informar sobre sus movimientos y retardar su marcha con operaciones de hostigamiento y escaramuzas diversionistas.
El 01 de enero de 1882, Lynch partió de Lima “con una división de las tres armas con 2,665 hombres (fuentes chilenas) organizada con un escuadrón de Granaderos a caballo, dos escuadrones de Carabineros de Yungay, los batallones Maule, Buin 1° de Línea, Pisagua 3° de Línea, Esmeralda 7° de Línea y dos baterías Krupp de montaña”. Realizando un envolvimiento siguiendo la ruta por Caballero, Zapán, Yangas, Sta. Rosa de Quives, Pariamarca, con dirección a Canta, doblando por Lachaqui en la cabecera del río Sta. Eulalia hacia Carampoma y Chicla, con el objetivo de atacar a las fuerzas peruanas por retaguardia
El 05 de enero, partió “una segunda división de 2,409 hombres (fuentes chilenas) compuesta por un escuadrón de Cazadores a caballo, un escuadrón de Carabineros de Yungay, los batallones Lautaro, Tacna 2° de Línea, Chacabuco 6° de Línea, y dos baterías Krupp de montaña, transportadas a lomo de mula” al mando del Jefe del Estado Mayor Gral. José Francisco Gana Castro, desplazándose en tren por el valle del Rímac con dirección a las estaciones de Cocachacra y San Bartolomé para atacar Chosica de frente y seguir hacia Chicla, a fin de encerrar al Ejército de Cáceres.
El Comité Patriótico, comunicó que junto con la división Gana, se había enviado al Tte. José Miguel Varela en su condición de espía personal de Lynch, disfrazado de arriero, con la misión de averiguar los recursos existentes en la región con que podrían contar las tropas chilenas y cualquier movimiento de las guerrillas
Desde los primeros días de enero, por la ruta hacia Canta y Chicla, las guerrillas de Ricardo Mateo Bentín Sánchez y Luís Tello en la quebrada de Huarochirí, las del Cmdte. Ismael Gonzales en la quebrada de Sisicaya, los Mayores Incháustegui y Rivas en la quebrada de Matucana y de Adrián Medina y José Granados en Carampoma, hostilizaron a los chilenos tenazmente; con ataques rápidos, cortos pero violentos; a la vuelta de un recodo, al vadear un río, al atravesar un juncal, sobre los pasos estrechos y los desfiladeros mediante el empleo de las galgas.
Allí aparecían las guerrillas peruanas, cuando menos se les esperaba, sembrando la confusión y ocasionándoles las mayores bajas posibles a las tropas chilenas, retardando la expedición de Lynch.
Emboscada en Carampoma
En Carampoma, localidad del distrito de Huarochirí a 8 leguas de Matucana, el montonero Adrián Medina organizó una de sus clásicas emboscadas. Eligió una quebrada por donde debería pasar las fuerzas chilenas de Lynch, que de paso a Canta debía penetrar por ella, ocultó a sus guerrilleros en las alturas y prepararon las galgas a utilizar.
A la vanguardia de la expedición iba el orgulloso batallón chileno Buín 1° de Línea, en el momento preciso, una descarga de fusilería de los guerrilleros, fue la señal para que comenzara la lluvia de galgas, que al despedazarse en sucesivos choques contra los flancos de las abruptas montañas convertíanse en nutrida metralla.
Los chilenos sorprendidos y aterrados corrían de un lado al otro tratando de protegerse de las caídas de las piedras, atropellándose entre sí y produciendo una gran confusión, algunos disparaban a las alturas sin ver a ningún blanco; al poco rato se sintió un silencio sepulcral, nunca vieron a sus atacantes, pero esta acción les costó 60 bajas al Buín. Solo les quedó enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y contusos y, continuar su camino; esta vez, con la mirada perdida en el horizonte.
Los guerrilleros de Adrián Medina por esta memorable acción, su disciplina y su arrojo, al incorporarse al grueso de las fuerzas del Ejército de la Resistencia, fueron reorganizados como un Batallón de Línea tomando el nombre de Atahualpa, en honor al último inca del Tahuantinsuyo.
Fracaso del plan chileno
Mientras Gana dio un golpe al vacío al llegar a Chosica, Lynch sufría los efectos del rigor de la estación, de las dificultades del terreno, de las inclemencias de la altura y del constante ataque de las guerrillas, llegó a Chicla el 08 de enero con solo la caballería, habiendo dispuesto que la artillería protegida por el Buín, retornen a Lima. Unidas sus fuerzas con las de Gana solo les quedó maldecir su mala suerte; ya que Cáceres conocía perfectamente la situación de ambas columnas chilenas y realizando un movimiento retrógrado se había retirado el 04 de enero a Tarma, escapando de la trampa chilena.
El 09 de enero de 1882, Lynch decidió volver a Lima, dejando el mando de la expedición al Jefe del Estado Mayor Gral. José Francisco Gana, quien reorganiza sus fuerzas en una sola división llamada “División del Centro” con tropas de refresco y provista de mayores elementos. Lynch en sus memorias dice: “Mis tropas se hallaban rendidas por el cansancio, con el vestuario y el calzado en muy mal estado”, además de las bajas que les había infringido los guerrilleros.
El plan chileno de destruir al Ejército de la Resistencia del Gral. Cáceres en la línea Chosica Chicla y cortarle la retirada, había fracasado rotundamente.
La “División del Centro” se organizó con los batallones Lautaro, Tacna 2° de Línea, Santiago 5° de Línea, Chacabuco 6° de Línea, regimiento Carabineros de Yungay, un escuadrón de Cazadores a caballo y dos baterías Krupp de montaña (12 cañones y 4 ametralladoras), con un total de 3,220 hombres; desde Lima se le enviaron 1,250 animales de carga, de ellos 100 mulos y 600 caballos para la artillería y los demás, acémilas de carga.
Gana salió de Chicla el 19 y el 23 llegó a La Oroya, encontrándose con el primer obstáculo, ya que el puente sobre el río Mantaro, había sido destruido por las guerrillas el día 22 de enero, teniendo que vadear el río. El 24 de enero de 1882, la guerrilla del Cap. Domingo Cueto Cornejo, emboscó en Chilguay en las alturas de Tarma, a la vanguardia chilena de Gana, después de media hora de combate y ante la superioridad numérica del enemigo, la guerrilla se replegó por las quebradas existentes, después de haberle ocasionado a los invasores dos muertos y algunos heridos, teniendo por parte de la guerrilla dos heridos de bala.
El 25 llegó a Tarma y creyendo una falsa información de los campesinos, que Cáceres se encontraba con su ejército en esa ciudad, se lanzó al ataque, dando por tercera vez un golpe al vacío, ya que Cáceres se había retirado hacia Jauja. Para no volver a caer en un engaño, destacó una patrulla de reconocimiento de 30 jinetes hacia Jauja, para que tomaran contacto con las fuerzas peruanas; al retornar, informaron que los peruanos ya estaban más al sur.
Desilusionado Gana por no poder acabar con Cáceres; al llegar a Jauja el 01 de febrero, comprendió como Lynch, que no era apto para este género particular de guerra, según los testimonios de la época indican que: “poco hizo para alcanzar a Cáceres”. Renunciando al mando, lo entregó al Crl. Estanislao del Canto Arteaga jefe del batallón Tacna 2° de Línea; mientras él, cabizbajo y meditabundo, tomó el camino a Lima.
Los jefes chilenos, contralmirante Patricio Lynch y el general José Francisco Gana para justificar ante su gobierno, la renuncia al mando de sus tropas y regresar a Lima, fue informar falsamente que las fuerzas peruanas de la resistencia se habían dispersado
Sorpresa en San Jerónimo
La acción retardatriz realizada por Cáceres, tuvo la intención de obligar a las fuerzas chilenas a seguirlo e internarse en terreno desventajoso para sus propósitos, esta acción lo iría desgastando y agotando sus fuerzas. El enorme espacio (factor geográfico) del Teatro de Operaciones, favorecía al pensamiento estratégico de Cáceres.
A finales de enero de 1882, el Sgto. Mayor Telésforo L. De Ortecho, del Batallón Tarapacá, que se encontraba como espía en San Jerónimo, a tres leguas de Huancayo, empleando a los Chasquis, confirmó la noticia del ingreso de avanzadas chilenas en los poblados de Cajas y San Jerónimo.
Cáceres ordenó al Tte. Crl. Celso N. Zuleta realice de inmediato un reconocimiento con medio Escuadrón de caballería, con la misión de tomar contacto con el enemigo y obtener información de sus movimientos.
El Cmdte. Celso Zuleta llegó a San Jerónimo en la media noche del 01 para el 02 de febrero; guiado por De Ortecho, logró sorprender a la patrulla chilena que se encontraba descansando después de haber reunido las requisiciones forzadas que habían impuesto a los pobladores, atacándolos causándoles un muerto y varios heridos, mientras el resto de la patrulla chilena huyó ante el ataque inesperado de los peruanos.
El Cmdte. Zuleta recobró las requisiciones que, en ganado, papas, forraje y otros productos, los invasores habían obligado a la población a entregar. Los pobladores en agradecimiento, le pidieron que llevaran a Cáceres el ganado y los víveres que pretendieron robarse los chilenos. Zuleta y De Ortecho regresaron a Huancayo con el ganado y, los víveres en la carreta que dejaron los chilenos al huir, además de lo más importante, con la información que, Del Canto se proponía cortar la retirada a Izcuchaca del Ejército de la Resistencia e impedir la reunión con las tropas de Ayacucho.
El mismo 02 de febrero de 1882, las guerrillas de Jauja, sabotearon el puente colgante en Muquiyauyo recortando en parte las cuerdas de sujeción, sin poder ser observadas por el enemigo; al querer pasar las tropas del Crl. Eulogio Robles Pinochet, el peso de los soldados más el equipo que portaban hizo que se rompieran y, los chilenos y numerosas acémilas cargadas, cayeron sobre las aguas del rio Mantaro, falleciendo unos por la caída y otros ahogados en el río en número aproximado de 40 hombres. Esto motivó a los jefes chilenos la necesidad de buscar vadear el río Mantaro para poder reunirse con la columna de Del Canto.
El 03 de febrero, Cáceres ordenó otro reconocimiento por un Pelotón del Escuadrón de caballería sobre Cajas y San Jerónimo, retornando sin haber tenido contacto con el enemigo, pero confirmando las noticias del Cmdte. Zuleta. Perfectamente informado Cáceres de los movimientos de los chilenos mediante los espías que se encontraban escalonados a lo largo del valle del Mantaro, decidió que la única táctica viable en las condiciones que se encontraba su retirada, era realizar lo que hoy se denomina una Defensa Móvil, mediante la acción retardatriz de escalonar su defensa para atraer al enemigo hacia la zona de muerte.
El 04 de febrero, las fuerzas peruanas avanzaron hacía Pucará y en las primeras horas del 05 de febrero, el grueso del Ejército de la Resistencia al mando del Crl. Secada, se desplazó hacia las alturas dominantes de Marcavalle para preparar las posiciones defensivas donde se daría batalla al enemigo. A las 07:15 horas el enemigo abrió fuego con su artillería y atacó con el batallón 2° de Línea las primeras posiciones defensivas peruanas a la orilla del río, dando inicio al Primer Combate de Pucará, después de más de media hora de lucha, las tres compañías de infantería peruana y 100 guerrilleros al mando del guerrillero Lindo, se replegaron a la segunda posición de resistencia, los chilenos creyeron que los peruanos se retiraban y lanzaron una carga de caballería que se encontraron contra un desfiladero teniendo que retornar a su posición inicial sin combatir
Esta operación (Acción Retardatriz) se repitió por tres veces, en una serie de combates escalonados y dilatorios hasta el mediodía, en que los chilenos recién se dieron cuenta de la trampa en que estaban entrando, al ver todo el Ejercito de la Resistencia en posiciones defensivas ventajosas sobre las alturas de cuello de Marcavalle listos para combatir; pero a pesar que se les provocaba a continuar la lucha, sucedió lo inverosímil, los chilenos rehuyeron el combate y, dando media vuelta, se replegaron a Zapallanga en total desorganización, dejando sobre el campo abandonados e insepultos sus muertos y tirados considerable cantidad de armamento, municiones y equipos, logrando las fuerzas peruanas una magnífica y esplendida Victoria.
Sierra Lumi, Victoria del Pueblo
En la mañana del 24 de febrero de 1882, se presentó en la población de Comas, un destacamento del regimiento de caballería chileno Carabineros de Yungay, compuesto de 40 hombres; al mando del Tte. Ildefonso Alamos, un empleado de la Comisaría del ejercito Fernando Germaín y el italiano Luis Loero que servía de guía y espía, en expedición de requisa y aprovisionamiento de víveres para la guarnición chilena estacionada en Concepción, manifestando que a su regreso, preparasen el ganado, víveres y 25 jovencitas vírgenes, como cupo que debía entregar el pueblo de Comas.
La población de Comas reunida por su alcalde Luis Chávez en cabildo abierto, nombró por aclamación Comandante Militar de la plaza de Comas al joven de 25 años Ambrosio Salazar y Márquez, al haber manifestado éste desde su arribo a aquel pueblo, el 08 de febrero, que urgía organizar fuerzas y reunir armas, para un ataque sorpresivo a la guarnición chilena de Jauja o de Concepción. El pueblo cansado del continuo saqueo y abuso de los chilenos, resolvió en ese momento, por decisión unánime, presentar batalla al destacamento enemigo a su regreso. Cualquiera que fuese el resultado que se obtuviera en la lucha.
La primera medida adoptada por el joven Ambrosio Salazar y Márquez, para estar enterado del camino que tomaría el enemigo a su regreso, fue enviar Chasquis detrás de éste, a conveniente distancia, siguiéndoles las pisadas hasta el término de su viaje, con la misión de transmitir, a su vez, las noticias a otros Chasquis que, a distancia equidistantes, se iban ubicando en toda la extensión del trayecto, a medida que avanzaba el enemigo en su itinerario.
Este sistema de Chasquis estuvo dirigido por los guerrilleros Santiago Atau y Mateo Garay. La información era vital, para establecer una emboscada en el lugar más estrecho del camino, ya que el enemigo podía haber optado al regreso por cualquiera de las tres vías que dan acceso hacia Comas. Con el procedimiento que se adoptó, se había establecido una línea telegráfica, a la usanza del Imperio Incaico
Los Chasquis anunciaron al cuarto día, que los chilenos regresaban por el mismo camino que los había conducido, arreando 550 animales, entre vacas, bueyes y caballos, 50 arrobas de mantequilla y diversos víveres, después de haber saqueado e incendiado la hacienda Runatullo, donde violaron, torturaron y
asesinaron a la campesina Bartola Ángeles Vásquez que se opuso tenazmente contra el abuso de los chilenos junto con otros campesinos del fundo; es decir, inevitablemente, tenían que volver a pasar por el desfiladero de Sierra Lumi.
El desfiladero de Sierra Lumi tiene más de un km de largo, el camino es estrecho cortado á pico; por el que discurre un río de mucho caudal en invierno, a 200 mts, antes de llegar al puente del río, para pasar al pueblo de Comas, se levantó una trinchera doble, toda de piedra destinada para los expertos tiradores, capitaneados por el guerrillero Manuel Arroyo.
En la parte alta del camino estrecho, que es un despeñadero de varios centenares de metros de extensión, con abundantes piedras de todo volumen; se colocaron 50 hombres, con la misión de arrojar las galgas, en el momento que los chilenos tropezasen con la trinchera preparada. Entre las malezas del otro lado del puente, para ascender a Comas, se emboscaron convenientemente 30 hombres con fusiles Minié, bien provistos de municiones, al mando del guerrillero Jerónimo Huaylinos En la cumbre de Pucapayoc se situó un grupo de mujeres dirigidas por Candelaria Estrada para hacer creer a los chilenos que las doncellas que ellos habían exigido estaban listas.
A las 11:00 horas del 02 de marzo de 1882, el enemigo ingresaba al desfiladero; a las 11:20 horas, por señal convenida, iniciaron los fuegos de fusilería en la trinchera levantada en pleno camino. Se arrojaron las galgas, cuyo efecto fue terrible y desastroso para los chilenos, quienes rodaban al abismo desde el camino cortado á pico, arrastrados por las mismas galgas que, al desprenderse las enormes piedras por lo empinado del cerro, arrastraba diez más en su caída; produciéndose un torbellino espantoso, que, en menos de veinte minutos, quedaron abatidos; más de la tercera parte del destacamento chileno, entre ellos el comisario Germaín, con las piernas fracturadas y el cráneo destrozado
Los que venían atrás y los que aún salieron ilesos de las galgas, optaron por abandonar sus cabalgaduras y las reses que arreaban, para desplegarse en guerrilla en la margen izquierda del rio, desde donde se empeñó un encarnizado combate con los comasinos emboscados entre los arbustos de la margen derecha; después de dos horas de continua lucha, quedaron en el campo 35 chilenos, salvándose solo 05; entre ellos, el teniente Álamo, el guía Loero y tres carabineros.
En la acción los peruanos tuvieron 4 muertos y varios heridos. Las fuerzas guerrilleras recuperaron el botín que habían robado los chilenos, las reses y caballos incautados, los víveres, además de 35 caballos del destacamento chileno con monturas y bridas, 35 carabinas Wínchester y sus respectivas municiones. Este hecho es el más glorioso y significativo de nuestros anales; realizado por el pueblo sin intervención del Ejército. Pueblo que los chilenos llamaban “Humanidad degradada”, que sin embargo esa “Humanidad degradada” los derrotó y aniquiló
Al día siguiente, el Cmdte. Ambrosio Salazar proclamó: “Los 40 chilenos del escuadrón Yungay y sus guías extranjeros, yacen ahora mismo casi en total, al pie del empinado Sierra Lumi, el cual con su encopetada cumbre parece que los estuviera retando, por haber mancillado con su inmunda planta, estas regiones donde no hay guano ni salitre”.
“Estamos solos, (les dice a sus guerrilleros), el Ejército del Centro está a gran distancia (en Ayacucho); no importa, los pueblos del valle del Mantaro y, los del Perú entero, creo que imitarán el ejemplo que ayer les dimos.
Y si no se ponen de pie, solos combatiremos hasta sucumbir. La suerte está echada, porque es preciso que no se nos oculte, que el desquite del enemigo tiene que ser tremendo, sangriento y sin cuartel… Si el enemigo acomete, nos batiremos sin cederle un ápice de terreno y habremos probado al mundo que, en un rincón del Perú, un puñado de patriotas, prefirieron morir peleando, antes que sobrevivir a la humillación inferida por el araucano.”
El jefe chileno Del Canto, pedía insistentemente la rendición de Salazar, la devolución de los muertos en Sierra Lumi y el botín capturado Los mensajeros chilenos fueron recibido a pedradas por los vigías de Ambrosio Salazar y, cuando al fin pudieron trasmitir la nota a gritos, recibieron de los valientes comasinos esta contestación: “A todos los perros chilenos los hemos arrojado al río”.
No hubo más interlocución y al no poder hacerlo directamente por el temor de volver por Comas, Del Canto obligó al alcalde de Concepción, Juan Enrique Valladares, a enviar una nota al jefe de las guerrillas de Comas. Pero Ambrosio Salazar y Márquez, en actitud valiente y altiva que le honra, le respondió el 27 de abril de 1882
:
“Tengo en mis manos el oficio de V.S. en el que tiene a bien proponerme que deponga las armas y entregue a la vez el botín de guerra tomado a los araucanos; así como también el cadáver del oficial chileno muerto en la refriega. Para aceptar tal propuesta sería necesario no ser peruano, no tener sangre en las venas, ni dignidad en el alma; el castigo que se les ha infligido a los salteadores de América, es merecido y, continuaré exterminando araucanos en cuanta ocasión me sea propicia
Si los enemigos vuelven a invadir este pueblo, como V.S. me asegura, mi derrotero está determinado; ellos me encontrarán siempre en el camino del honor y del deber, ¡No me rindo! ni entrego nada de lo que se me exige, puede V.S. así decírselo a su mandante.” Y nunca más volvieron, ni hubo más amenazas
El triunfo de Sierra Lumi de las guerrillas indígenas del Perú contra el ejército chileno, fue de conocimiento continental, pues el parte oficial remitido a Cáceres se reprodujo en el periódico “La Estrella” de Panamá, donde se dijo: “El Perú renace de sus inmerecidos desastres mediante la actitud patriótica de un joven estudiante que triunfó en Comas, destrozando un piquete de caballería de 40 hombres del Escuadrón chileno Carabineros de Yungay”.
El completo éxito de esta emboscada generó, por decirlo así, la épica resistencia de la Breña, contra nuestros implacables enemigos; iniciada y sostenida por un pueblo patriota y su joven caudillo, Ambrosio Salazar y Márquez quien dijo: “En Comas se izó la Bandera del Perú delante del enemigo y, no se arrió jamás”.
Tormenta en los Andes
De acuerdo a las disposiciones de Cáceres para realizar una guerra de desgaste, entre marzo y julio de 1882, los pueblos esparcidos en el valle del Mantaro realizaron ataques, emboscadas, incursiones, golpes de mano, hostigamiento y sabotaje, mediante esporádicos y cortos ataques sobre guarniciones enemigas pequeñas y/o destacamentos que se desplazaban por los valles, en busca de los guerrilleros peruanos que no dejaban huella, pues desaparecían como por arte de magia entre las quebradas de la cordillera, llegando a desesperar al enemigo que no sabía cómo, cuándo ni dónde combatir a las guerrillas peruanas.
Otra medida adoptada por los guerrilleros fue abandonar los poblados, no sin antes llevarse sus pertenencias y ganado a las partes más altas, dejando los cultivos destruidos o vacíos de sus frutos, para provocar en el enemigo la desesperación y el hambre, en lo que ahora se le llama “Tierra Arrasada”. Para tal efecto y con la misión de propagar en las poblaciones del Mantaro la causa patriota y prepararlas para la resistencia mediante acciones de guerrillas, el Gral. Cáceres fue dejando secretamente, escogidos jóvenes Oficiales a lo largo de la ruta de repliegue hasta Ayacucho.
La labor de los agentes de Cáceres era en verdad sumamente riesgosa y más aún, la de aquellos espías que introducía en el campo enemigo. Al respecto un corresponsal de guerra chileno del periódico “El Coquimbo” informaba el 12 de abril de 1882: “Los espías se introducen en nuestros campamentos, cuentan nuestras fuerzas, estudian los menores detalles y vuelven otra vez a dar cuenta de su cometido con toda tranquilidad. Es cierto que este camino es peligroso, demasiado peligroso tal vez para los infelices que se ven obligados a desempeñar la misión de espías en los campamentos enemigos, varios de ellos fueron apresados, torturados y fusilados”.
Las primeras acciones se dieron al inicio del mes de marzo, un escuadrón de Carabineros de Yungay, que regresaba de un patrullaje de requisa y aprovisionamiento de ganado por la provincia de Concepción, con dirección a Huancayo, pasó por el caserío de San Pedro de Saño y al medio día ingresó al poblado de Hualhuas llegando a la plaza del pueblo donde desmontaron para dar descanso a la caballada e iniciar las requisas que iban imponer a dicha población.
La plaza y el poblado en general estaban desiertas, no se veía movimiento de pobladores por ningún lado, los jefes chilenos no entendían lo que pasaba, comenzando a sospechar que se trataba de una emboscada, tomando posiciones de combate en las esquinas de la plaza. A los pocos minutos se comenzó a escuchar el redoblar seco de tambores y el sonido de pututos en las alturas que dominan al poblado, observándose cientos de guerrilleros que animados con gritos belicosos, comenzaron a rodar galgas y lanzar piedras con sus hondas contra los atemorizados chilenos, quienes en su desesperación solo atinaron a montar sus cabalgaduras y huir del poblado.
El 28 de marzo en la localidad de Tongos, Domingo Huaripata y Custodio Damián, informados de la aproximación de 30 jinetes enemigos, organizaron a la comunidad para la defensa preparando una emboscada al ingreso de su comunidad, al llegar los chilenos y ver el poblado desierto quedaron desconcertados, momento que fue aprovechado por la población para sorprenderlos, que en pocos minutos yacían muertos 12 chilenos, huyendo los demás ante la masa de guerrilleros que los masacraban.
El 30 de marzo, a 12 Km al SO de Huancayo, un destacamento chileno del batallón 2° de Línea que custodiaba el puente de Huayucachi, se dispuso a descansar en una cabaña abandonada por sus propietarios, ubicada en la parte oriental de la cabeza del puente, previo establecimiento del servicio nocturno de centinelas.
A las 22:00 horas un ruido estridente de gritos bélicos, descargas de fusilería y lanzamiento de piedras con sus infaltables hondas, puso al enemigo en sus posiciones de combate, observando con estupor que una enorme masa de guerrilleros se descolgaba desde los cerros circundantes provistos de antorchas y que se dirigían hacia el puente de madera con la intención de incendiarlo
La reacción chilena fue inmediata, disparando incesantemente sobre la masa, pero su eficiente defensa se transformó en el transcurso del combate, en temor y espanto al ver que los guerrilleros caídos por sus balas, eran rápidamente reemplazados por otra cantidad mayor con el mismo desprecio por sus vidas
A las 24:00 horas las tropas chilenas se retiraron al otro lado del puente, viendo con terror como los guerrilleros incendiaban el puente y destruían por completo sus partes vitales, iniciándose posteriormente el repliegue de las guerrillas cargando a sus muertos y heridos, con la satisfacción del deber cumplido, a pesar del enorme costo de bajas, que según los partes oficiales chilenos fueron diez veces más de los que ellos tuvieron.
El 03 de abril se produce el primer combate de Ñahuimpuquio, donde la población organizada en guerrillas por el gobernador Alejandro Calderón, derrotan a una sección del batallón Lautaro enemigo, que huyen con dirección a Huancayo. Estas acciones determinaron para que el comando chileno de Huancayo destacara tropas del batallón Lautaro y un escuadrón de Carabineros de Yungay ocupando Acostambo y Ñahuimpuquio.
El 05 y 06 de abril, acatando las órdenes de Cáceres, de hostilizar a las fuerzas chilenas, los guerrilleros de los pueblos aledaños lanzaron un ataque por sorpresa el 05 de abril para tratar de tomar Ñahuimpuquio, produciéndose en ese lugar un segundo combate; el enfrentamiento duró todo el día, a pesar que las primitivas armas de los guerrilleros, rejones, hondas, garrotes y los pocos viejos fusiles, escopetas y revólveres, poco podrían ante el moderno armamento del enemigo.
Otro grupo de guerrilleros iniciaron a últimas horas de la noche, el asedio a la guarnición chilena de Acostambo, ante el doble ataque patriota, los chilenos pidieron auxilio a Pucará y Huancayo. Al amanecer del 06 de abril, los guerrilleros continuaron con el asedio a las guarniciones de Acostambo y Ñahuimpuquio.
A pesar de los combates cuerpo a cuerpo, después de más de una hora de lucha y ante la imposibilidad de equiparar el poder de fuego enemigo, la guerrilla de Acostambo optó por la retirada, los patriotas tuvieron 70 bajas entre muertos y heridos y los chilenos 30 muertos. Tras la retirada de los peruanos, que no fue obstaculizada, la fuerza chilena de Acostambo se replegó a Ñahuimpuquio.
Allí continuaba el combate, los guerrilleros ocupaban las alturas y bloquearon el camino a Pucará, donde trabaron combate con un convoy chileno cargado de municiones, el enfrentamiento duró más de una hora, la oportuna aparición de la caballería enemiga que se replegaba de Acostambo, salvó al convoy chileno del desastre, logrando hacer retroceder a los peruanos.
Las guerrillas peruanas trataron de asaltar Ñahuimpuquio por varios frentes, lanzándose a la lucha cuerpo a cuerpo en actos verdaderamente suicidas, el combate duró hasta las 16:00 horas en que las guerrillas se retiraron El parte chileno consigna que murieron 20 breñeros y solo 10 bajas por parte de ellos, no teniéndose información al respecto por parte de las guerrillas peruanas. Un corresponsal de guerra chileno escribía: “Fue un reñido y sangriento combate, con numerosos muertos y muchos heridos” Este último dato contradice los partes oficiales del invasor chileno
Emboscada en Malpaso
En Jauja, las poblaciones de la margen derecha del río Mantaro se sublevaron en masa, negándose a pagar los cupos que imponía el enemigo, matando a los comisionados que fueron a cobrar las cuotas, preparándose para la defensa de sus tierras. Alarmado el comando chileno, preparó una expedición de castigo compuesta por: “una compañía del batallón Lautaro y medio escuadrón de Carabineros de Yungay al mando del Tte. Manuel Figueroa”. (Fuente chilena).
El 09 de abril de 1882, la expedición chilena ingresó a Huaripampa por el puente de Siclachaca pernoctando en ese lugar. Sin advertir lo que pasaba en su retaguardia, las guerrillas de Huaripampa sabotearon el puente de Siclachaca destruyéndolo, cortando de esta manera toda comunicación de los chilenos con su base en Jauja. Al día siguiente engañados por el espía patriota, teniente gobernador de Parco Estanislao Cóndor, se presentó como presunto delator prometiéndoles conducirlos a LLocllapampa, lugar donde se reunían las guerrillas.
Los chilenos manifestaron a las autoridades locales que saldrían de patrullaje y exigieron para su regreso la entrega de un cupo en dinero, forraje para los caballos y víveres. Apenas salieron las tropas chilenas, el cura Isidro Buenaventura Mendoza Sánchez, envió un Chasqui a LLocllapampa avisando sobre el movimiento del enemigo. En ese lugar los patriotas se preparaban para combatir al mando de los Comandantes de guerrillas José Gabriel Andía Torres, Lucas Hinostroza Anticona y el arequipeño Hilario Concha Moreno, quien como hombre de guerra y experimentado militar concentró a los guerrilleros de las localidades vecinas, conformando el Escuadrón Flanqueadores de Junín
Se acordó emboscar al enemigo en el estrecho denominado Quichko, al pie del cerro Malpaso, sendero angosto de 200 mts aproximadamente En sus alturas se situaron los guerrilleros de Parco, LLocllapampa y Canchapunco preparando las galgas y petardos de dinamita; otro grupo se colocó en las alturas de Shipitayo y un tercer grupo en cerro Canchahuanca, con una diversidad de armas: escopetas, revólveres, rejones, hondas y cuchillos, con la misión de sorprender a los chilenos que pudieran escapar de la emboscada en Malpaso.
El 10 de abril de 1882, guiados por el espía peruano Estanislao Cóndor, el enemigo confiado y soberbio avanzó por Miraflores y Ullusca hacia la trampa. A las 14:00 horas al llegar al sitio denominado Liriohuajlas, el sonido de pututos y el izamiento de la bandera peruana en su cumbre, fue la señal convenida, el enemigo fue sorprendido por una avalancha de galgas y cargas de dinamita lanzadas desde las alturas de Malpaso.
El ataque fue fulminante y demoledor, en pocos minutos más de la mitad de las fuerzas chilenas totalmente aterrorizadas yacían en el fondo del estrecho El Cmdte chileno ordenó el repliegue, no sin antes disparar con su revolver sobre Estanislao Cóndor que murió gritando ¡Viva el Perú! Los caballos aterrados por las cargas de dinamita dificultaron la huida, solo pudieron escapar poco más de 50 chilenos, entre ellos y malherido el Tte. Manuel Figueroa, dirigiéndose al paraje de Chunamante pretendieron vadear el río, pero las turbias corrientes cobraron nuevas víctimas, los sobrevivientes tuvieron que enfrentarse en lucha cuerpo a cuerpo con el Escuadrón Flanqueadores de Junín, quienes después de breve combate, lograron el desbande y huida de los chilenos, que dejaron abandonados sus muertos, sus caballos y pertrechos.
Al llegar a Shipitayo fueron nuevamente sorprendidos por una emboscada preparada por las guerrillas de Parco y Paccha al mando de Rufino Casachagua, pudiendo los chilenos escapar con pocas bajas, gracias a la superioridad de su armamento, dirigiéndose hacia Huaripampa. Al anochecer alcanzaron el camino de Escalera, donde soportaron un nuevo ataque que se les hacía desde el cerro Canchahuanca Amparados por la oscuridad, lograron huir hacia el puente de Siclachaca desesperados y atemorizados, dándose cuenta que estaba destruido.
No pudiendo cruzar el Mantaro, se refugiaron en una casucha abandonada, ante un posible nuevo ataque guerrillero, un voluntario pudo vadear el río y dirigirse a Jauja para pedir auxilio. Al amanecer del 11 de abril, los pocos sobrevivientes pudieron ser rescatados y llevados a Jauja. La victoria peruana en Malpaso, fue un éxito completo.
El comando chileno ofuscado por el triunfo de las guerrillas peruanas, ordenó ese mismo día la salida de una fuerte expedición de castigo, que al no poder pasar por el puente de Siclachaca, intentó el cruce del Mantaro por el puente de Turumanya, encontrándose con la guerrilla de Parco al mando del guerrillero Norberto Mucha, que defendiendo con éxito el puente, rechazó el ataque enemigo y, a pesar de la muerte de su jefe, lograron destruir el puente impidiendo el pase de los chilenos, que solo atinaron en regresar a Jauja con las manos vacías.
Sabotaje y Emboscadas en el Mantaro
En la segunda semana de abril de 1882, el servicio de inteligencia de Cáceres, hizo propalar la falsa información que la vanguardia del Ejército de la Resistencia cruzaba el Izcuchaca rumbo a Huancayo y al mismo tiempo, que se formaba una fuerte base guerrillera en Apata, margen izquierda del Mantaro. Del Canto tomó la decisión de realizar un ataque envolvente contra el peligro más cercano y más fácil; es decir, destruir la base guerrillera de Apata
El 15 de abril de 1882 a las 09:00 horas, las dos columnas chilenas con tropas de las tres armas, convergían sobre el poblado de Apata, pero no pudieron observar la presencia de guerrilleros, dando un golpe en el vacío. Estos ante el avance de fuerzas chilenas con marcada superioridad en número y armamento, habían evacuado el pueblo en la víspera, haciendo fracasar el plan chileno. Del Canto viéndose burlado, optó por regresar a Huancayo dejando el mando de la expedición al Crl. José Antonio Gutiérrez para que regresen a Jauja.
El 16 de abril, Del Canto ordenó al Crl. Gutiérrez que organizara una nueva expedición con 3,000 hombres de las tres armas divididas en tres columnas, para realizar una ofensiva conjunta sobre los focos de resistencia en la margen derecha del Mantaro, cruzándolo por los puentes de Jauja, La Mejorada y Chongos.
Ese mismo día, Gutiérrez enviaba parte a Del Canto, informando que el puente de Jauja había sido destruido por los guerrilleros y que al otro lado del río se había situado una fuerza de guerrillas haciendo flamear la bandera peruana. En la noche del 17 de abril, una partida patriota de 10 a 12 hombres entre los que se encontraban: Teodoro Peñaloza Arauco, Nicéforo y Eulogio Leyva, Tomás y Vicente Gutarra Solís, Enrique Rosado Zárate y Vicente Samaniego Vivas, sabotearon el puente de La Mejorada, dando hachazos en forma rápida y poco a poco, tenía que deshilacharse las fibras porque no eran alambres sino bejucos los que sostenían el puente en sus estribos, de tal forma que con el peso de las tropas chilenas y su artillería, se desplomaría el puente.
Así mismo se organizó la defensa del puente con la guerrilla de Ahuac al mando de Gervasio Villalobos, Victorio Fernández y Pablo Lazo con la misión de impedir la reconstrucción del puente por el enemigo. Simultáneamente, otra partida de patriotas destruyó el puente de Chongos que estaba construido de alambres y cadenas; de esta manera las guerrillas cerraron las tres direcciones de aproximación hacia Chupaca.
El 18 de abril, el grueso de la expedición chilena se presentó frente al puente La Mejorada, con 1,200 hombres de infantería y caballería y 04 piezas de artillería, al tratar de pasar el puente, un piquete de caballería y 30 soldados con sus pertrechos de guerra, el puente se desplomó, cayendo los soldados y los caballos a las torrentosas aguas de Mantaro ahogándose. Los chilenos situaron su artillería en una altura y comenzaron a bombardear a los defensores del puente, mientras sus ingenieros trataron de reconstruirlo, siendo imposible por la decidida actitud de los guerrilleros; por lo que la caballería recibió órdenes de buscar un vado, terminando el día sin hallarlo.
A las 05:00 horas del 19 de abril, la nefasta participación de dos traidores, los hermanos Felipe y Ricardo Ochoa, que sirvieron de guías al enemigo, les permitió conocer el vado por Pilcomayo, que fue atravesado por la caballería, protegiendo el paso de la artillería e infantería, maniobra que demoró varias horas. Los guerrilleros de los diferentes poblados se habían organizado en 08 compañías de 100 hombres cada una, defendiendo 08 sectores de defensa: Molinospata, Quillishuamán, Huacacancha, Carato, Miloalma, Lambrashpata, Yauyo y Vilcaurco.
La mayoría de los combatientes portaban armas primitivas: lanzas, garrotes, hondas, azadones, machetes y rejones, algunas pocas escopetas y algunos jefes tenían revólveres. Los que no disponían de alguna de estas armas, hacían acopio de piedras y cualquier objeto contundente que hiera al enemigo.
A las 10:00 horas se dio inicio a la batalla de Chupaca, dándose la lucha en todos los sectores. Se libraron combates en la línea de Huamanccacca Grande y Huamanccacca Chico donde destacó la figura de la guerrillera Andrea Arauco, así como también en Chongos Bajo, que al parecer fue donde se dio el combate principal, porque años después en ese lugar se encontró cientos de cadáveres de los dos combatientes. Terminando la lucha en Carato
La batalla concluyó a las 16:00 horas, los historiadores se han preguntado: ¿De qué se valieron los patriotas para sostener tan prolongada resistencia? Respuesta: Del amor profundo a su tierra, de su dignidad por sus costumbres ancestrales y su devoción al Tayta Cáceres.
¿Cuáles fueron los errores del enemigo que superiores en número y armamento tardó tanto en doblegar a los patriotas precariamente armados? Respuesta: Su soberbia, desprecio al indígena peruano tratándolo como raza degradada, creencia en su superioridad racial, tal como creían cuando combatían contra los indígenas Mapuches de su país.
Chupaca fue la batalla de mayor duración en la resistencia de los pueblos del Mantaro, duró 6 horas; fue también la más sangrienta y la que produjo más bajas al enemigo, murieron alrededor de 100 chilenos y 200 de sus caballos, razón por la que no tuvo caballería capaz de perseguir a los 200 guerrilleros sobrevivientes, de los 800 que participaron en la lucha.
Ahí se inmolaron la campesina Valentina Melgar y Rosa Pérez, defendiendo el barrio de LLacuaz, quienes habían preparado un perol de agua hirviendo que derramaron sobre los chilenos, defendiéndose además con garrotes hasta que sucumbieron ante las bayonetas enemigas.
Ese mismo día en Uchcopata, tropas del batallón chileno Lautaro cayó sobre la guerrilla Libertad que había salido de Sicaya en apoyo de Chupaca al mando de Joaquina Avila de Lindo, inmolándose en el campo de honor la heroica comandante y todos sus guerrilleros
Esa misma tropa enemiga, guiada por el traidor Mariano Nieva capturó en Pilcomayo a tres guerrilleros que habían participado en el sabotaje del puente La Mejorada, los cueles fueron fusilados en la plaza de Huamanmarca
Cuando se retiró la fuerza chilena, los guerrilleros capturaron a los traidores los hermanos Felipe y Ricardo Ochoa, los amarraron de los pies y de las manos, los arrastraron en caballo y los jalaron hasta el pueblo de Chupaca, para luego ser ahogados en el río Cunas; el otro traidor Mariano Nieva, fue lanzado desde una cumbre a las torrentosas aguas del Mantaro.
El 20 de abril de 1882, las guerrillas de Huaripampa, al mando del cura Isidro Buenaventura Mendoza, prepararon una emboscada en un estrecho desfiladero denominado Escaleras, disponiendo de galgas en las partes altas, grupos de rejoneros y honderos en la entrada y salida del desfiladero
Un grupo de 20 jinetes de Carabineros de Yungay, ingresó al desfiladero sin tomar ninguna precaución, las galgas eliminaron a parte del grupo y los guerrilleros terminaron con la resistencia enemiga pereciendo la totalidad de la tropa enemiga
De la emboscada en Escalera, se pudo rescatar solo 5 carabinas porque el resto quedó inutilizado; las municiones y algunos caballos que sobrevivieron a las galgas. Con las 5 carabinas y 10 escopetas que se disponía en el pueblo, se pudo formar un grupo de fusileros con los mejores tiradores; con los caballos capturados y los del poblado, se improvisó un piquete de caballería de 20 jinetes
Para la defensa de Huaripampa, el cura ahora guerrillero Mendoza, dispuso de tres líneas de defensa. La primera cerca al río, se colocó una avanzada con el grupo de fusileros, en segunda línea, los honderos con la misión de obstaculizar el avance enemigo y, la tercera, en la entrada del pueblo el grueso de la guerrilla con rejones, garrotes y machetes para el combate cuerpo a cuerpo.
En la madrugada del 22 de abril, los chilenos se lanzaron sobre Huaripampa cruzando el Mantaro por uno de los vados, rompiendo la primera y segunda línea de defensa, la caballería patriota de 20 hombres se enfrentó contra toda la caballería chilena, el cura Mendoza derribó a 5 chilenos con su carabina, pero el resto de la caballería patriota fue aniquilada. Los chilenos se dirigieron sobre el poblado, los guerrilleros buscaron de manera desesperada la lucha cuerpo a cuerpo, la única que les posibilitaba el uso de sus primitivas armas.
A las 10:00 horas, los guerrilleros yacían exánimes y confundidos sus cuerpos con los muchos enemigos muertos; cercado el cura Mendoza por el enemigo, se le intimó rendirse, su respuesta fue descargar el último tiro contra el sargento chileno, el resto se abalanzó sobre el cura y lo asesinaron de la manera más cruel, a sablazos le cortaron la mano, le vaciaron los ojos y le cortaron la lengua; hoy sus restos descansan en la Cripta de los Héroes.
Después de robar, arrasar e incendiar el pueblo de Huaripampa, los chilenos continuaron hacia el poblado de Muquiyauyo, para vengarse del apoyo que habían dado a los Huaripampinos, pero se encontraron con una nueva línea de resistencia al mando del guerrillero Mariano Maldonado, quien dispuso la destrucción del puente de Muquiyauyo, el último que quedaba en pie, para evitar ser usado por los chilenos.
Ordenó que todos los ancianos, mujeres y niños evacuaran el poblado dirigiéndose a las alturas. Reunió a los guerrilleros de las comunidades aledañas y preparó emboscadas en cada una de las callecitas estrecha del poblado. Al llegar los chilenos se sorprendieron del silencio y ningún movimiento en Muquiyauyo; de pronto, se desató la tormenta, grupos de 10 a 20 guerrilleros salían de las casas y atacaban los honderos con sus piedras lanzadas como si fueran dardos, otros con sus rejones y lanzas, directamente a los caballos y otros con garrotes, machetes y palos a los jinetes.
Fue una lucha tenaz como sangrienta, pero se impuso el poder del armamento chileno, las calles se llenaron de cadáveres de peruanos, chilenos y decenas de caballos muertos, todos entrelazados entre sí, nadie se rindió y no hubo prisioneros, los heridos fueron repasados de acuerdo a la norma chilena. Después de la lucha, siguió su ancestral costumbre, saquear, incendiar y violar a las mujeres, aunque estuvieran muertas. El invasor plantó campamento en Atishi para descansar de tanta matanza, pero no hubo tal descanso.
Leonor Ordoñez Surichaqui, veterana combatiente de San Juan y Miraflores, como compañera del soldado Felipe Vilcahuamán, había obtenido en su poblado de Huancaní, el apoyo del agente municipal Norberto Santos y del teniente gobernador León García, para formar una columna de 41 guerrilleros, de estos 36 varones y 5 mujeres incluyendo a la heroína; se alistaron bajo sus órdenes, se armaron con sus rejones acerados, hondas, palos y lanzas.
Informada por los sobrevivientes de Huaripampa del lugar donde descansaban los chilenos, decidió sorprenderlos de inmediato. Los chilenos no pensaban que después de tanta matanza, hubiera alguien que se atreviera a desafiarlos, pero no contaban con que el espíritu ancestral de los guerreros incas, de no aceptar la rendición, reinaba en el corazón en toda la sierra peruana.
Ese mismo día 22 de abril de 1882 por la tarde, Leonor Ordoñez y sus 40 guerrilleros, marcharon al encuentro del enemigo. Los vigías chilenos no creían lo que sus ojos veían, no entendían como una pequeña fuerza de guerrilleros peruanos avanzaba decidida al combate, contra más de 500 chilenos que descansaban en Atishi Los contendientes convergieron en el lugar denominado Antoshpampa.
La comandante guerrillera Leonor Ordoñez Surichaqui, portando en una mano la bandera nacional y en otra un rejón vengador, con una manta de piedras amarradas a la cintura para arrojar con la honda, apenas divisó al enemigo, ordenó a su corneta Pedro Tiza, tocar ataque. El choque fue terrible, los guerrilleros se multiplicaban para rejonear la enorme cantidad de enemigos, luchando con una valentía admirable fueron cayendo uno a uno, solo quedó de pie la comandante guerrillera con tres chilenos muertos a sus pies
El enemigo admirando su valentía le intimó rendición, pero ella no quería nada que fuera chileno y embistió matando contra quien le ofrecía perdón, los demás la capturaron y con odio animal la torturaron, la vejaron y la asesinaron con sus bayonetas y corvos, sus últimas palabras fueron ¡Viva el Perú!
Un Comasino a carta cabal
La derrota del enemigo en Sierra Lumi, hizo para los chilenos, odioso el nombre de Comas, a la vez que despertó entusiasmo entre los guerrilleros. El Comandante Ambrosio Salazar y Márquez, deseando aprovechar esa situación, pensó en bajar de sus posiciones inopinadamente y sorprender cualquier destacamento chileno en el valle de Jauja á Huancayo, para contribuir con la guerra de desgate dispuesta por Cáceres
Mas, aislado y desprovisto de información del enemigo, como estaba, era imposible intentarlo, resolvió de acuerdo con sus pocos oficiales, enviar un individuo inteligente, arrojado y valeroso, al mismo tiempo que hábil conocedor de los lugares, para que recogiera noticias sobre la tropa chilena existente en Concepción y San Jerónimo y llevar comunicaciones a algunos compatriotas de esos distritos con el objeto de que se previnieran y estuvieran listos para cooperar con el ataque que se proyectaba.
Como la comisión envolvía peligro grave y era demasiado arriesgada, el Comandante Ambrosio Salazar no quiso, de momento, designar a ninguno: se limitó a reunir 10 de sus mejores guerrilleros, entre los que figuraba Máximo Aguilar, de 30 años de edad, nacido en Comas, criado en Lima y había residido por varios años en San Jerónimo.
Después de hacerles conocer la importancia de la comisión, así como sus peligros, preguntó si algunos se hallaban con ánimo para realizarla; Máximo Aguilar se levantó de inmediato y con voz segura dijo: “Mi comandante, yo deseo ir y le prometo que hare lo posible por que Ud. quede satisfecho”.
Así fue; Máximo Aguilar memorizó la información y el nombre de las personas a quienes debía dárselas y la información que se requería del enemigo para el éxito del ataque por sorpresa que se preparaba. Partió hacia San Jerónimo sin contratiempos, más al ir entregando la información a los patriotas de la localidad, lamentablemente fue reconocido por una señora con la que había tenido muchos problemas en la época que residió en San Jerónimo, por lo que la señora le guardaba profundo rencor; al darse cuenta de la presencia de Máximo Aguilar, malició el motivo de su visita a San Jerónimo y llevó su felonía denunciándolo al jefe del destacamento chileno existente en San Jerónimo.
Es necesario recordar que el resto del escuadrón Yungay, cuyos 38 hombres habían perecido en Sierra Lumi, tenía su guarnición en Concepción al mando de su jefe el mayor Bell y pertenecía a él el grupo destacado en San Jerónimo. Máximo Aguilar fue capturado y conducido a presencia del mayor Bell. Al enterarse el enemigo que Máximo Aguilar venía de Comas, fue suficiente para despertar todo el rencor y odio, que naturalmente existía en el jefe y compañeros de los que habían perecido en Sierra Lumi.
Lo acusaron falsamente de haber victimado al comisario chileno Fernando Germaín y bajo ese pretexto, fue torturado para que confesara ¿a qué había venido, quién lo había mandado y con quiénes se había visto? Máximo Aguilar calló y cerró sus labios a la delación.
La silenciosa terquedad de Máximo Aguilar, llevó hasta el paroxismo la furia de los chilenos, por lo que el 29 de abril de 1882, fue fusilado en el patio de la escuela de San Jerónimo; Máximo Aguilar no quiso que lo vendaran y sereno se colocó al frente del pelotón que había de victimarlo, antes de expirar, sus labios recién se abrieron para pronunciar ¡Viva el Perú!
Incursiones sorpresivas
Antes de la batalla de Chupaca, la población no combatiente, formada por ancianos, mujeres y niños, abandonaron sus hogares arreando sus animales domésticos, llevando sus menesteres de vestir y unos pocos víveres, dirigiéndose hacia Cochangará, zona abrupta de los Andes, convirtiéndolo en un gran vivac.
A esta zona llegaron después los sobrevivientes de los diferentes combates contra los chilenos, con unos pocos caballos. Al poco tiempo comenzó a escasear los víveres para poder alimentarse y, conociendo que los comerciantes de la plaza de Chupaca en su precipitada fuga, habían dejado enterradas sus mercancías en las chacras contiguas, obligaron a los hombres a organizarse en pequeños grupos de voluntarios para incursionar en la zona urbana de Chupaca ocupada por los chilenos.
Su misión fue realizar incursiones sorpresivas con la doble finalidad de rescatar víveres, mercancías y artículos necesarios para la vida en Cochangará y, de ser posible, atacar a pequeños grupos de chilenos para crear confusión y desconcierto en el campo enemigo.
Para la primera quincena del mes de mayo, se habían realizado dos incursiones con resultados exitosos. Para la segunda quincena, el tercer grupo se preparó y organizó con siete guerrilleros: Víctor Palacios Orellana, Martín Condezo, Salvador Arauco, Asencio Cerrón, Pedro Rocha Gómez, Rosendo Cerrón y Pedro Sotomayor
A fin de sorprender a los chilenos en las primeras horas de la noche, el 3er grupo salió de Cochangará a las 14:00 horas; al llegar a la quebrada de Huarisca en un recodo del camino, divisaron una polvareda, por lo que se ocultaron rápidamente en una zanja, pudiendo observar que se trataba de seis soldados chilenos a caballo, probablemente con la misión de explorar el terreno.
A menos de 50 mts del camino, corrían las cristalinas aguas del río Cunasmayor, formando un remanso, cuyas aguas invitaban a un refrescante baño, los jinetes chilenos ni cortos ni perezosos, echaron pie a tierra, cinco de ellos dejaron sus armas, se desnudaron y se lanzaron en el remanso, dejando al sexto cuidando los caballos, el armamento y las ropas.
Los siete guerrilleros salieron de su escondite como demonios que la tierra vomita, sin dar tiempo para nada, acuchillaron al soldado que cuidaba los caballos, se apoderaron de las armas y apuntándolos con sus propias carabinas, obligaron a los cinco chilenos salir del río por la orilla opuesta, compadecidos por la increíble ingenuidad del enemigo, les perdonaron la vida y les ordenaron regresar a su campamento.
Acto que durante la guerra se repitió en diferentes ocasiones, solo y únicamente por parte del Perú; ya que por parte de Chile solo hubo crueldad, barbarie, salvajismo y odio hacia el Perú, desde el inicio hasta el fin de la guerra.
Por la noche, los guerrilleros entraron a Chupaca, desenterraron rápidamente los víveres y mercancías necesarias, cargando todo en los caballos. Al amanecer, cual caballeros de la edad media, ingresaron a Cochangará en sus briosos corceles, su valiosa carga y, la misión cumplida, ante la admiración y aplausos de toda la población.
Rejón contra bayoneta
Entre el 21 y 22 de mayo de 1882, una fuerza chilena de flanguardia de 300 hombres con artillería, se desplazaba en la ruta Acostambo – Tongos – Pazos, siendo hostilizada constantemente por las guerrillas de esas poblaciones.
Cáceres en sus memorias relata: “En Acostambo el enemigo utilizó su artillería, pero las guerrillas situadas en zonas inaccesibles, tuvieron pocas bajas; por lo contrario, las galgas lanzadas por los guerrilleros en los estrechos y desfiladeros, causaban grandes estragos entre la tropa chilena”, tal como sucedió con una columna de caballería enemiga de 20 hombres que al entrar a un desfiladero fue eliminada en su totalidad y, en esta oportunidad sucedió la escena siguiente:
“Dos guerrilleros peruanos, en momentos que intentaban despeñar una gran galga sobre una columna enemiga que desfilaba por la falda del cerro donde aquellos se encontraban, fueron sorprendidos por un soldado chileno que, furiosamente, para impedir el lanzamiento del pedrejón, se abalanzó contra uno de esos guerrilleros y, le atravesó el pecho con su bayoneta
El guerrillero peruano, por su parte y, con la misma furia que era acometido, hundió su rejón en el pecho de su enemigo, quedando ambos en esta actitud unidos y atravesados por sus armas, hasta que otro guerrillero, machete en mano, le cortó la cabeza al chileno” .
Cáceres visitó al guerrillero apellidado Menéndez, cuya herida, a pesar de su gravedad, no fue mortal, felicitándolo por su valor, le recomendó guardar el fusil del chileno, como recuerdo del episodio sucedido.
Operaciones de Reconocimientos
Para ultimar los detalles del Plan de Contraofensiva, Cáceres, dispuso la realización de reconocimientos en fuerza a las avanzadas chilenas que llegaban hasta Marcavalle, para conocer su capacidad de defensa, cantidad aproximada de efectivos del enemigo, refuerzos que pudieran acudir en su apoyo y tiempos en llegar desde La Punta, Zapallanga y Pucará hacia el puesto avanzado de Marcavalle Los reconocimientos serían realizados por columnas de guerrilleros con apoyo de Oficiales del Ejército de Línea.
El 03 de junio de 1882, la guarnición chilena de Marcavalle a cargo de la 5ta compañía con 95 hombres de tropa del batallón Santiago 5to de Línea a órdenes del Tte. Juan Crisóstomo Castro; fue sorprendida por la presencia de una fuerza guerrillera de 100 hombres que bajaban de las alturas de los cerros; las tropas chilenas tomando posiciones defensivas, solicitaron refuerzos a la guarnición de Pucará, acudiendo la 1ra compañía del batallón Santiago con 90 hombres de tropa al mando del Tte. Antonio Alberto Cervantes que tomó posiciones en el flanco derecho.
Después de un breve combate, mientras el oficial peruano tomaba nota del primer reconocimiento en fuerza realizado, los guerrilleros se replegaron a las 10:30 horas con 3 heridos de bala. Por parte del enemigo, un muerto y varios heridos El jefe de la guarnición chilena señaló en su curioso parte: “Fuimos atacados por 500 guerrilleros armados con lanzas, hondas, flechas y rifles, habiéndoles causado 30 muertos y algunos heridos; de nuestra parte, un cabo muerto y un soldado herido. Doy cuenta de haberle tomado tres lanzas al enemigo”.
El 22 de junio de 1882, Cáceres y su ayudantina salieron de Izcuchaca para realizar un reconocimiento de ejecutantes por Acostambo, Ñahuimpuquio, Tongos y Pazos y, al mismo tiempo, organizar a las numerosas columnas de guerrilleros que se encontraban asediando al invasor por todas partes, aunque con muchas desventajas. A los dos días retornó a Izcuchaca. En su oficio al Crl. Morales Bermúdez le solicitó le remita la mayor cantidad de fusiles y carabinas para armar a los guerrilleros de Acoria, que se habían presentado en la cantidad de 600 hombres, todos armados con rejones, lanzas y hondas y, que esperaban la llegada de otras dos compañías de guerrilleros.
Entre el 25 y 27 de junio, el Gral. Cáceres y su ayudantina efectuaron un reconocimiento a Marcavalle y en una acción audaz, logró burlar la vigilancia de las avanzadas enemigas, reconociendo las guarniciones chilenas de Pucará, Zapallanga y La Punta, penetrando en su dispositivo defensivo hasta llegar cerca de Huancayo, donde estaba el grueso del ejército chileno. Regresando a Izcuchaca el 28 de junio.
El 28 de junio por la tarde, las guerrillas que vigilaban Marcavalle, fueron reforzadas con la Columna de Pampas; a las 15:00 horas oficiales a caballo organizaron la guerrilla para un segundo reconocimiento en fuerza, a las 16:30 horas, iniciaron el hostigamiento con disparos a la distancia.
El jefe chileno cap. José Claro Ríos pensó que con sus tropas podría atacar a las guerrillas peruanas, por lo que intentó tomar las alturas desde donde disparaban los guerrilleros. El intento fue fallido por las bajas que sufrió, teniendo que retornar a sus posiciones defensivas y pedir auxilio a la guarnición de Pucará El cap. Diógenes de la Torre Gómez jefe de dicha guarnición, pidió autorización al comandante de las tropas en Zapallanga Sgto. My. Domingo Castillo, el cual dispuso el apoyo a Marcavalle con una compañía de infantería y una pieza de artillería
Llegado a Marcavalle los refuerzos, asumió el mando el cap. Diógenes de la Torre, ocupando posiciones defensivas.
En la mañana del 29 de junio, las guerrillas peruanas renovaron el ataque por diferentes frentes con tal tenacidad que la guarnición chilena hubiera sido aniquilada, de no ser por la oportuna llegada de los refuerzos de Zapallanga que hicieron retroceder a los guerrilleros hasta Pazos, donde las guerrillas tomaron nuevos bríos, haciendo retroceder a los invasores chilenos hasta sus posiciones defensivas en Marcavalle
El cap. chileno Diógenes de la Torre informó en su curioso parte que además de las grandes bajas que se hizo a los guerrilleros (Lo que era totalmente falso), habían capturado “dos lanzas, tres yeguas y un caballo” por lo que habían alcanzado increíblemente una importantísima victoria
El Gral. Cáceres informaba: “El resultado ha sido favorable a nuestra causa. Se ha conseguido un segundo reconocimiento; se ha puesto a prueba el empuje y decisión de nuestras masas guerrilleras y, más que todo, se han hecho serias bajas de la parte del ejército invasor… nuestros guerrilleros, tan solo armados de lanzas, no solo han contenido a los opresores, sino que ha marchado de frente, hasta hacerlos retroceder, dándoles muerte a lanzadas y despedazándolos…el enemigo como de costumbre, ocultó el verdadero número de sus bajas…”
Entre el 02 y 03 de julio de 1882, se realizó el último reconocimiento en fuerza sobre la guarnición de Marcavalle, en esta oportunidad, guerrilleros al mando del Cmdte. Sánchez Toledo, trabaron el día 02 un reñido combate que se prolongó hasta la noche, suspendiéndose solo por la oscuridad reinante. El domingo 03, el ataque fue más enérgico, empleando las guerrillas fusiles Peabody causando varias bajas al enemigo, incluso hubo una lucha cuerpo a cuerpo, teniendo los chilenos que emplear su artillería para poder contener el empuje de los guerrilleros y solicitar refuerzos a la guarnición de Pucará
Al cumplirse los objetivos del reconocimiento, Sánchez Toledo ordenó el repliegue de las guerrillas hacia Pazos, lo que fue aprovechado por el enemigo para recoger a sus muertos, encontrando a uno de ellos con el cuerpo atravesado por 68 lanzazos. En esa acción cayeron prisioneros varios patriotas, entre ellos el Cap. Cosme Curro del cual no se tuvo más noticias.
Los tres reconocimientos en fuerza de las guerrillas y los dos reconocimientos de ejecutantes de Cáceres, fueron el preludio de las magníficas victorias de Marcavalle, Pucará y Concepción. Expulsando a los soberbios chilenos de la sierra peruana
Red de espionaje chileno en Tambo
Mientras Cáceres combatía al enemigo en la sierra central, el gobierno de García Calderón sin ninguna coordinación con el Ejército de la Resistencia, nombró el 30 de marzo de 1882, como Comandante de las fuerzas peruanas en los Departamentos de Cusco y Apurímac al Crl. Belisario Suárez Vargas Ante el desembarque chileno en el puerto de Mollendo el 23 de mayo de 1882 amenazando la ciudad de Arequipa, el gobierno de La Magdalena dispuso que el Crl. Belisario Suarez ocupe la provincia de Islay en el valle de Tambo, para evitar el avance de
las tropas enemigas hacia el interior de Arequipa, con el Batallón Piquiza N° 5, una Batería de artillería y un Pelotón de caballería.
El 26 de junio de 1882, el Jefe del Batallón Piquiza N° 5 Cmdte. Santiago Contreras, informó al Crl. Belisario Suárez que mediante una acción de contra inteligencia, se había logrado desactivar en el valle de Tambo una red de espionaje chileno conformado por mercenarios extranjeros; el italiano Esteban Giordano (vendedor de baratijas), los franceses Luis Mercerón (supuesto sacerdote) y Eduardo Lefebre, quien pudo escapar hacia Arequipa, siendo capturado en esa ciudad. Después de un juicio sumario los tres espías fueron fusilados.
“E.M.G. del ejército del Cuzco y Apurímag
Bto. Sr. coronel comandante en jefe del ejército del Cuzco y Apurímag
B.S.C. Comt.
campamento de Tambo, junio 26 de 1882
Acompaño a U.S. cuatro interrogatorios, tomados al Presbítero Don Luis Mercerón, al italiano Esteban Giordano, al vecino de este lugar Francisco Cuadros y al Cabo 2° distinguido de la 2a. Compañía del Batallón Piquiza N° 5 Pablo Zegarra, con motivo del tránsito de los dos primeros, de la ciudad de Arequipa para el Puerto de Mollendo y las naturales sospechas que imprimió en este Campamento la presencia del Presbítero en los primeros días del mes en curso.
Me refiero muy particularmente a este sacerdote, sobre quien existen ya indicios vehementes, acerca de su sospechosa conducta desplegada en su paso por este Campamento en día 9 y su inmediato regreso sin una verdadera causa disculpable. Por consiguiente, hay fundada razón para que, lejos de poder permitírsele su pase al puerto, debe ser devuelto a Arequipa, para que allí permanezca bajo la acción de la Policía, evitando de este modo el que los enemigos puedan obtener datos seguros acerca de nuestra situación y fuerzas.
Por lo que hace al italiano Giordano, debe ser igualmente devuelto a aquella ciudad, porque se le ha encontrado con el pasaporte que acompaño a US., junto con un pequeño paquete de papeles encontrado al referido sacerdote y que no le pertenece, sino al Francés Eduardo Lefebre, con la raspadura de la palabra que expresaba su Nacionalidad, convertida en Belga, con letra muy distinta, después de haber obtenido el verdadero dueño, el pase de este E.M.G. y cuyo acto envuelve sospechas bien fundadas, que deben esclarecerse en Arequipa haciendo capturar al referido Lefebre, para que declare por qué vino a este Campamento con ese pasaporte, regresándose en el mismo tren, después de dejarlo al italiano Giordano, demostrando este acto ciertas convivencias de un carácter criminal.
El sacerdote Mercerón y el italiano Giordano existen presos en el Cuartel de Artillería.
Dios guie a UD. B.S.C.C en J. (Fdo.) Sant. Contreras”
El supuesto sacerdote francés Luis Mercerón escribió una carta al Crl. Belisario Suárez, en la que sutilmente reconoce su culpabilidad y solicita gracia aduciendo ser sacerdote y extranjero. Curiosamente, intenta apelar a su Cónsul en Arequipa y no a la Jerarquía Apostólica, como tendría derecho, en caso de ser realmente sacerdote, como afirmaba.
“A su señoría coronel Suárez jefe superior y general de las fuerzas en el Tambo
Su señoría sabe muy bien que, por orden superior hasta ahora estoy detenido, preso e incomunicado en el cuartel de artillería.
Así mismo no puede ignorar que en un país civilizado como el Perú lo es y con la Francia, aún el más criminal tiene derecho desde su cárcel de llamar a su Cónsul y comunicar directamente con él. Sírvase pues su Señoría dar órdenes para que pueda yo con facilidad y libremente mandar un telegrama al Sr. Pondignon mi cónsul en Arequipa, informándole de la situación en que me hallo aquí.
Tengo el honor de suscribirme de vuestra señoría
El respetuosísimo servidor
(Fdo.) Luis Mercerón presbítero.
Sacerdote francés, preso incomunicado en este cuartel de artillería del Tambo”. (Arde Lima)
Hienas contra hienas
Cáceres en sus Memorias, menciona que: “…en 1881, las deserciones de las tropas chilenas se manifestaban constantemente, y que presentados en su Cuartel General eran remitidos a las haciendas de la selva de Chanchamayo como peones, lo cual aceptaban de buen grado, siendo el Comandante Diez el encargado de llevarlos a dicha región”. Al respecto Bulnes relata: “...la vida de las tropas chilenas en sus guarniciones de la sierra era muy pesada. Los oficiales y soldados, deseaban que la ocupación terminara cuanto antes y sin excepción, echaban de menos los halagos de la costa o de su lejana Patria. Otra de las causas de las deserciones chilenas, eran los maltratos y el excesivo rigor disciplinario que sufrían los rasos chilenos como parte normal de su vida en los cuarteles. También debido al “trato cruel e inhumano” de sus jefes con las tropas…”
En 1882 el enemigo reconoció un total de 103 deserciones Un día fueron 23 hombres de la guarnición de Junín con su cabo, sargento y el soldado corneta de órdenes. Otro día un pelotón de siete hombres con su sargento. La cifra más alta, 43 corresponde a la guarnición de Cerro de Pasco, la más pasiva de la ocupación; tres del batallón Santiago y cuatro del batallón 2º de Línea. No es difícil imaginar el temor que debió dominar a muchos soldados enemigos cuando recibían la orden de remontar las quebradas que conducían a la Sierra.
El 05 de julio de 1882, la situación se tornaba grave, por lo que el comando chileno decidió enviar un pelotón de los Carabineros de Yungay al mando del Cap. José del Carmen Jiménez para dar caza a los desertores.
Salió de Cerro de Pasco por la dirección de Malanchaca, Huariaca, San Rafael, Huánuco, Chinchao y Tingo María, pues tenían información que los desertores pretendían embarcarse en Tingo María para dirigirse al río Amazonas y llegar al Brasil.
Un poco más delante de Tingo María se encontraba el campamento de los desertores chilenos; el cap. Jiménez se lanzó al asalto, pero no contaba con encontrar una fiera resistencia de los desertores, trabándose un combate entre hienas, con algunas bajas por ambos lados. Los desertores chilenos huyeron hacia la hacienda Vista Alegre y el cap. Jiménez cesó la persecución, contentándose con haber tomado de los desertores: fusiles Comblain, yataganes con sus fornituras, carabinas, sables, bandoleras, monturas, doce caballos de tropa y dos de oficiales. Lo que indicaba que había oficiales entre los desertores.
Fuerzas de guerrillas patriotas que habían detectado el paso de las tropas chilenas se prepararon para combatir al enemigo en la jornada de retorno. El 09 de julio de 1882, los guerrilleros peruanos atacaron con galgas y fuego de fusil sorprendiendo al pelotón chileno en Salapampa, después de un breve combate en que los chilenos tuvieron dos heridos, 17 caballos y 04 mulas muertas. Los chilenos huyen abandonando el material tomado a sus compatriotas desertores En su desesperada huida, los chilenos llegaron a un lugar conocido como El Pedregal, donde habían preparado una emboscada los guerrilleros de Ambo, sorprendiendo al pelotón enemigo, que se salvan de ser destruidos por contar con buenas cabalgaduras, los sobrevivientes retornaron a su base en Cerro de Pasco con escasamente 4 desertores chilenos capturados.
Misión: Vencer y vencieron
Para el mes de junio de 1882, los informes de los espías chilenos al Crl. Del Canto, daban a conocer: “… el enorme peligro que amenazaba a las tropas chilenas, producto del salvajismo, saqueos, asesinatos, incendios de poblaciones indígenas y toda clase de violaciones que habían realizado las expediciones chilenas en la sierra peruana. Hechos que han permitido fortalecer la resistencia peruana, la cual crece día a día con miles de campesinos que no solo defienden al Perú, sino también, a sus familias, sus tierras y sus costumbres” .
El Crl. Del Canto estaba alarmado y pedía diariamente a las autoridades chilenas en Lima, la orden para abandonar la sierra En un telegrama expuso razones de peso: “Pésimas condiciones de salud en los campamentos; cientos de muertos y enfermos por mes, sin contar los cientos de heridos y convalecientes, por la hostilidad casi a diario de las guerrillas peruanas, motivando escases de municiones, falta de víveres; escases de vestuario desde uniformes y zapatos y, sobre todo, una moral que se debilita día a día causando muchas deserciones” Pero el gobierno en Santiago se negaba rotundamente al abandono de la sierra.
Tal era la desesperación del comando chileno, que cometió un grave error; el encargado de trasmitir el telegrama olvidó ponerlo en clave y, los espías peruanos diseminados por toda la sierra interceptaron el mensaje, poniéndolo en conocimiento del Gral. Cáceres.
Lynch en su Segunda Memoria escribe: “Pocos días antes de la ofensiva de julio de 1882 se tomaron informes diversos y por ellos se supo que todos los pueblos del interior se hallaban sublevados, con las instigaciones y auxilios del General Cáceres, quien había distribuido armamento y colocado a la cabeza de los indios a algunos jefes y soldados. El enemigo tenía además establecido un completo espionaje en las ciudades y lugares ocupados por los nuestros...”
La situación llegó a ser insostenible para el jefe de la división chilena del Centro, lo que obligó al Crl. Del Canto dirigirse a Lima para solicitar personalmente la orden de retirada Después de casi un mes de espera, Santiago autorizó la orden para abandonar la sierra por las tropas chilenas. Esta noticia debería mantenerse en estricto secreto.
Sin embargo, la disciplina del ejército chileno que iba de mal en peor, determinó que algún displicente y descuidado soldado chileno encargado de la oficina de correo, volvió a cometer el craso error de comunicar en claro un mensaje para el Crl Del canto indicándole que: “Se autorizaba a Del Canto desocupar Huancayo y el cambio del batallón “2do de Línea” que debía regresar a Lima por el batallón “Miraflores” de reciente formación” Una copia del mensaje llegó a manos del Gral. Cáceres, quien de inmediato convocó a una reunión de Jefes haciéndoles conocer los dos mensajes interceptados y el inicio de la contraofensiva peruana para el 09 y 10 de julio de 1882
El 09 de julio de 1882 a las 05:00 horas, el Ejército de los Kepis rojos y las fuerzas guerrilleras ocupaban sus posiciones de ataque, a las 05:30 horas el Gral. Cáceres llamó al portaestandarte, lo hizo agitar altivamente al viento y al corneta le ordenó tocar ¡Ataque! Cáceres picó espuelas en su caballo y se lanzó cerro abajo, señalando con su espada al enemigo gritando ¡Adelante, Hijos de la Sierra! “Un vocerío profundo retumbó en la hondonada hacia la cumbre y avanzó toda la fuerza hacia el norte y ocupó el valle de un costado a otro. La artillería peruana emplazada en el cerro Curacán comenzó a impactar a las posiciones enemigas. Así se iniciaba la gloriosa acción de la contraofensiva en Marcavalle”.
La 4ta compañía del batallón “Santiago” solamente ofreció una resistencia de 15 minutos, cuando vio a los guerrilleros del Crl. Gálvez y del Crl. Gaspar Carrera que los envolvían por la derecha; abandonando sus posiciones defensivas, en vergonzosa fuga, los soldados chilenos retrocedieron en pánico y arrojaron sus armas para correr mejor; acosados por grandes masas de guerrilleros, amos del combate cuerpo a cuerpo y por las fuerzas regulares nacionales que atacaban en forma coordinada.
La huida de las tropas chilenas, desgraciadamente no los libertó de la muerte, porque en su fuga fueron a dar contra los “rejoneros” de las guerrillas, quienes dieron muerte a más de 40 chilenos De inmediato los guerrilleros se lanzaron a paso de vencedores sobre el siguiente Objetivo: Pucará.
El desaliento cundía en las dos compañías del batallón Santiago y un pelotón de Carabineros de Yungay de 30 hombres que había llegado de Zapallanga para reforzar Pucará; cuando se dieron cuenta que estaban rodeados por todos lados, su instinto de sobrevivencia solo les dio tiempo para huir en desbandada hacia
Zapallanga, pero cayendo nuevamente en las manos de los “rejoneros” del Crl. Domingo Cabrera y los de Izcuchaca al mando del Crl. Miguel Gálvez, que en combate cuerpo a cuerpo, destrozaron la guarnición de Pucará y ocuparon la población
Los restos del batallón Santiago y Carabineros de Yungay de acuerdo a su ancestral costumbre desde que se inició la guerra, tiraron sus armas, equipos, municiones y todo aquello que los haga más ligeros para correr hacia Zapallanga Los guerrilleros pasando el río sostuvieron breve combate con la guarnición de Zapallanga, pero tal era el pavor que tenía el enemigo, que también voltearon caras huyendo en su desesperada carrera hasta el poblado de La Punta
Las pérdidas del enemigo fueron considerables, dejando en los campos de Marcavalle, Pucará y Zapallanga más de 200 muertos del batallón Santiago y de Carabineros de Yungay, entre ellos 5 oficiales y un Jefe, a quienes se les dio cristiana sepultura sin poder conocer sus nombres; se les tomó más de 200 armas entre fusiles y carabinas, cajas de munición, fardos de vestuarios, equipos de campaña, la caja del batallón enemigo con dinero y documentos, mulas de carga y decenas de caballos. Por parte de las fuerzas peruanas hubo 19 soldados muertos y 14 heridos, entre ellos dos Oficiales.
Al respecto, el espía chileno Tte. José Miguel Varela indicó en sus memorias la mayor de las fantasías chilenas: “Los primeros días de julio cerca de 300 soldados peruanos que llevaban como vanguardia o “carne de cañón” a un millar de indios, atacaron la guarnición chilena de Marcavalle. Los infantes chilenos, no obstantes todas sus penas y al estado de abandono en que se encontraban, se agrandaron como leones -lo que siempre vi en la guerra- dejaron de lado el hambre, las enfermedades y la melancolía y actuaron en forma fiera, ordenada y muy coherente la pequeña guarnición chilena tuvo que lamentar como 6 o 7 muertos y una veintena de heridos, pero después de varias horas de desigual combate los peruanos huyeron hacia los cerros, dejando en el campo casi un centenar de muertos y otra cantidad parecida de heridos” .
Es decir, como siempre ha sido para Chile durante toda la guerra, el mundo al revés, donde el pájaro nada y vuela el pez
El sábado 08 de julio de 1882, las fuerzas del Crl. Juan Gastó misionadas para atacar la guarnición chilena de Concepción, llegaron a San Antonio en las alturas del convento de Ocopa. Allí se presentó el joven Crisanto Meza, enviado por el Obispo Manuel Teodoro del Valle del convento de Ocopa, informando que Monseñor Tordoya del Comité Patriótico de la Resistencia en Lima, había comunicado que fuentes fidedignas indicaban: “Que las fuerzas chilenas evacuarían el departamento de Junín de un momento a otro, por haber recibido ya la orden del Gral en jefe, para reconcentrarse en Lima en el más breve plazo”, confirmando la información obtenida por el Gral. Cáceres.
Simultáneamente, con el ataque a Marcavalle, el domingo 09 de julio de 1882, las fuerzas peruanas llegaban a las 15:00 horas a inmediaciones de Concepción sin ser vistas por el enemigo. A las 16:00 horas, el Crl. Gastó dispuso que el Tte. Crl. provisional Ambrosio Salazar y Márquez vencedor de Sierra Lumi,
como conocedor palmo a palmo de la topografía de la ciudad, dirigiera el asalto contra el enemigo invasor
De inmediato Salazar dio la orden de ataque sobre la guarnición chilena de Concepción; mediante un movimiento envolvente, desembocando a las espaldas del enemigo y encerrándolas en un círculo de fuego; con dos columnas ligeras de 50 hombres de tropas de línea al mando del Sgto. My. Luis Lazo, 105 guerrilleros de Comas y 65 guerrilleros de Andamarca al mando del Cmdte. Ambrosio Salazar; 80 guerrilleros de Lastay y 50 de Quichuay al mando del guerrillero Vilca.
350 peruanos dieron inicio al más desigual pero hermoso combate de todos los tiempos. No 2,000 como indican los partes chilenos. Solo las tropas de línea peruanas tenían fusiles Peabody con pocas municiones; las guerrillas disponían de algunos fusiles o carabinas Remington, otros con viejas escopetas y la gran mayoría con rejones, lanzas, hondas y machetes
El enemigo, con un efectivo total de 77 hombres pertenecían a la 4ta compañía del batallón Chacabuco con 03 oficiales y 73 de tropa (más uno del Btn. Lautaro) al mando del Tte. Ignacio Carrera Pinto, todos armados con fusiles Comblain con 100 cartuchos de munición como dotación individual, más varias cajas de munición como reserva; además de sables y revólveres los oficiales; bayonetas y corvos las tropas. Esta guarnición era atendida por dos cantineras chilenas, una de ellas en estado de gestación, además de un niño de 5 años.
Siguiendo una odiosa tradición, la guarnición chilena llenaba de oprobio y miseria a la población con onerosos cupos y, toda clase de víveres y bebidas espirituosas para su alimentación. Pese al natural rechazo de la población, no se registraban actos de violencia o sabotaje contra el enemigo invasor. La posibilidad de un enfrentamiento inmediato contra las fuerzas peruanas era considerada remota, por lo que la fuerza chilena no adoptó ninguna medida preventiva; ya que además contaban con el apoyo del grueso de la División en Huancayo, del cual tenían cierta información de un repliegue en cualquier momento.
A las 16:15 horas, el primero en llegar a la plaza con sus entusiastas guerrilleros fue; el valiente guerrillero Vilca de Lastay Su repentina aparición sorprendió a los chilenos que se encontraban desprevenidos en las calles y en el hotel de italiano Guiolfo “ Allí el Tte. Carrera Pinto degustaba con deleite unas copas de fino licor… ” (declaración del Sr. Guiolfo).
Al escuchar los gritos de guerra de las guerrillas peruanas, corrieron a una esquina de la plaza donde pudieron observar aterrorizados la enfurecida masa humana, irreflexiva y fiera, que bajaban de los cerros por una dirección inesperada y por sorpresa. Los chilenos adoptaron de inmediato una defensa perimétrica alrededor de la plaza, pero carecían de una reserva; lo curioso del caso es que el Tte. Carrera Pinto jefe de la guarnición, escogió inicialmente para sí, el lugar de menos riesgo, contrariando uno de los principios más elementales del liderazgo militar.
“Abrumados los chilenos por las reiteradas embestidas guerrilleras, retrocedieron precipitadamente a guarnecerse en un antiguo caserón conventual, donde también acuartelaban” (Memorias de Cáceres).
Tres mensajeros chilenos fueron enviados a Huancayo pidiendo auxilio y refuerzos, pero fueron eliminados por los honderos peruanos con una lluvia de piedras antes de abandonar el barrio de Alopa y finalmente lanceados por los rejoneros A las 18:30 horas, se procedió a incendiar el convento, con la finalidad de obligar al enemigo a rendirse o salir de allí para batirse en lucha cuerpo a cuerpo; pero los chilenos se mantuvieron ocultos disparando constantemente.
A las 19:00 horas, llegaron las guerrillas de Orcotuna al mando del Cmdte. Teodosio López; los guerrilleros de Mito al mando del Cmdte. Aurelio Gutiérrez; y los guerrilleros de San Jerónimo de Tunán al mando del Cmdte. Melchor Gonzáles; relevando en posición a las tropas de Línea. A las 24:00 horas, los chilenos abandonaron el cuartel en cenizas dejando 15 cadáveres, refugiándose en el local contiguo, el resto de la noche hubo tiroteo intermitente entre ambos bandos.
A las 07:00 horas del 10 de julio de 1882, se comenzó hacer forados en las paredes y dar el último asalto; esta vez, con el apoyo de las 50 tropas de Línea, los guerrilleros de Apata al mando del Cmdte. Andrés A. Ponte y las guerrillas de Paccha al mando del Cmdte. Abel Bedoya y Seijas, que llegaron como refuerzo a esa hora.
Concluida la operación, el enemigo comprendió que su exterminio era inminente, sacaron por una ventana una tela blanca en un palo, en señal de rendición, los guerrilleros confiados se acercaron sin tomar ninguna precaución, pero fueron recibidos traidoramente con una lluvia de balas, causándoles numerosas bajas; tal como lo habían hecho en Tarapacá y en otros combates. Esta innoble acción de chilenos sin honor, produjo tal indignación en los combatientes peruanos, que, en el acto, 50 guerrilleros “ … testigos y víctimas de los crueles atropellos, saqueos, violaciones e incendios de los chilenos, les dieron un furioso asalto ” (Memorias de Cáceres).
“El Tte. Carrera que se encontraba herido, el Stte. Cruz, nueve soldados y las dos cantineras fueron sacados a rastras de su trinchera, llevados a la plaza principal de Concepción y fusilados sin más trámite, tal como ellos acostumbraban hacer con los peruanos en sus vandálicas correrías; las dos cantineras chilenas imploraban perdón a los guerrilleros, quienes sin atender sus suplicas las ultimaron con sus rejones.
A las 09:00 horas todo había terminado. La guarnición chilena de Concepción de capitán a tambor que constaba de 77 hombres fue totalmente exterminada después de 17 horas de combate. Una criatura recién nacida fue salvada viva por don Dámaso Peña. Fue su divisa Vencer y vencieron” (Parte del Cmdte Ambrosio Salazar y Márquez, vencedor de Sierra Lumi y Concepción).
“El soldado chileno que en Concepción se presentó al Gral. Cáceres, tres días después del suceso, pertenecía a la 3ra compañía del Chacabuco, que cuatro días antes de la hecatombe fue relevado por la 4ta compañía; desertó y permaneció oculto en la casa de doña Marta Guevara, su comadre desde años antes, cuando él trabajaba en la línea del ferrocarril de La Oroya” (Pascual Ahumada).
Desesperación chilena
El mismo 09 de julio de 1882, el Crl. Del Canto informaba al Gral. José Francisco Gana Jefe del Estado Mayor de las fuerzas chilenas en Lima, la desesperación y angustia en que se encontraban los oficiales y tropa ante el avance victorioso del Ejército de la Resistencia peruana:
“Ruego a US se sirva impartir las órdenes del caso para que a la mayor brevedad nos transporten a Tarma unos cincuenta a cien mil tiros de infantería para rifles Comblain y Grass, como igualmente los víveres necesarios y forraje para los animales, pues no contamos con ninguno de estos recursos. Me permito manifestar a US. Que cuanto convoy mande, debe venir bien resguardado, pues se me asegura que, en las alturas de Huari, entre Pachachaca y La Oroya hay montoneras y aún un batallón organizado.
Si los víveres y municiones no llegan, la situación del ejército va a ser desesperante; por lo tanto, espero que US se servirá dar importancia necesaria a mi pedido”. (Memoria Militares).
Como se puede observar y es costumbre chilena, el Crl. Del Canto en ningún momento informa de su desastrosa fuga hacia Tarma, tras su derrota en Marcavalle, Pucará y Zapallanga; lógicamente no podía informar sobre el exterminio de la guarnición de Concepción, porque todavía no lo conocía; sin embargo, oculta sus cuantiosas bajas.
Los cañones de Sincos
Después de las derrotas de los chilenos en Marcavalle, Pucará y Concepción y la desordenada fuga de Zapallanga y Huancayo, hablan por sí solas de la ferocidad con que se luchó, pues no hubo perdón para nadie. Al llegar las tropas chilenas a Concepción el día 10 de Julio en la tarde y ver el exterminio de su guarnición, el Crl. Del Canto ordenó a un pelotón de Carabineros de Yungay: “Recorrer en un radio de 1 Km alrededor del pueblo y pasar a cuchillo a todo hombre desde 16 años hasta 50”. La orden fue cumplida a cabalidad, solo que la tropa brutal y cruel, vio a niños y ancianos, todos de esa edad y, a mujeres y hombres, todos del mismo sexo, pues asesinaron a todo ser viviente sin distinción de edad o sexo, con el salvajismo de todo soldado chileno.
El historiador peruano Jesús Ponce Sánchez relata: “La primera acción fue robar las joyas de la Virgen patrona del pueblo, la población quedó pues a merced de la soldadesca chilena, que primero la saqueo totalmente y luego la incendió hasta quedar convertida Concepción en una gigantesca hoguera”.
El 12 de julio, la orden de genocidio se extendió para todos los pueblos por los que pasasen las tropas chilenas en su fuga hacia Jauja, la primera población que ingresaron fue Matahuasi; en su demencial venganza, fusilaron y acuchillaron cruelmente a 38 pobladores entre hombres, mujeres, ancianos y niños lactantes; las casas saqueadas y luego incendiadas, convirtiendo al pueblo en cenizas.
Siguieron de inmediato hacia el poblado de Sincos, pero ahí los chilenos tuvieron una desagradable sorpresa “La población de Sincos, conscientes de su escasez de recursos bélicos, recurre inteligentemente a los medios de fortuna para enfrentarse al odioso invasor. La población, caracterizada por el prestigio de sus pirotécnicos, decide emplear este recurso y se dispone la fabricación masiva de buena pólvora, mientras otra parte de ellos se dedica a construir cañones, pero de maguey, tronco rectilíneo de dura corteza.
Les extraen el blando corazón a los troncos más rectos, los que luego envolvían con cueros frescos de vaca, los ajustaban con reatas (sogas de cuero), que puestos al sol, la contracción hacía el trabajo final de resistencia en el maguey. Por apoyo de cureña, labraron grandes piedras en posiciones fijas y, como apoyo de los mismos, se construyeron caballetes de soporte en parapetos.
Una escogida provisión de cantos rodados (piedras redondas), traídas a lomo de asnos desde el Mantaro, completaron la dotación de metralla. Los paquetes de pólvora adicionales a la primera carga y los taqueadores, así como las antorchas, se hallaban listos, junto a las mechas de ignición. El dispositivo de combate se encontraba dispuesto a operar los novísimos cañones que solo soportaron dos disparos después del primero; por lo tanto, se decide ubicarlos en las dos entradas del pueblo y en las bocacalles que dan a la placita de armas” (La Resistencia de la Breña tomo II).
Un pelotón de 50 chilenos del regimiento Carabineros de Yungay, ignorantes de lo que acontecía en Sincos, deciden atacar la población que creían indefensa; los vigías dan el aviso, las avanzadas de los guerrilleros disparan una granizada de piedras con sus hondas, de inmediato los chilenos cegados por su sed de sangre, dieron respuesta con ráfagas de plomo de sus carabinas, sacan sus sables y se lanzan a todo galope sobre la población abriendo brechas entre los honderos y los rejoneadores. Se había logrado provocar la ira del enemigo.
La sorpresa fue tremenda, los cañones comenzaron a disparar su terrible metralla de cantos rodados, los chilenos desorientados y desorganizados caen muertos o heridos por los fogonazos de los cañones y son rematados por los rejoneadores, los sobrevivientes huyen al desbande, abandonando a sus muertos y heridos. De los 50 genocidas, solo 13 lograron escapar, se tomó 18 prisioneros y el resto fue exterminado
Los defensores de Sincos tuvieron 20 muertos y 50 heridos; 04 de los 15 cañones estallaron, 02 no fueron disparados, los 09 restantes hicieron morder el polvo de la derrota a los sanguinarios Carabineros chilenos. Los 18 prisioneros fueron llevados a la placita de armas y rejoneados por las mujeres del pueblo. Según otra versión, las mujeres dispararon sobre los prisioneros con los dos cañones que no entraron en acción.
Ningún historiador chileno relata esta historia, como muchas otras, quizás por la vergüenza que a su ejército que señalan como jamás vencidos, hayan sido derrotados por una población indígena peruana con armas totalmente artesanales.
Pero que, de acuerdo a su ancestral costumbre, prefieren olvidarse de sus muertos en combate, haciéndolos pasar como muertos por enfermedad, faltando el respeto a la memoria de sus ciudadanos, ya que nunca entendieron que: “Usos son de la guerra, vencer o ser vencidos”
Cecilio Limaymanta Coronel
Derrotados los chilenos el 12 de julio de 1882 en Sincos; Del Canto en su desastrosa huida hacia Tarma y en venganza por las derrotas sufridas, ordena el saqueo, incendio y la destrucción de los poblados de Matamalzo, Ataura y San Lorenzo, asesinando a sus indefensos pobladores. Cáceres ordenó al Crl. Máximo Tafur marchar sobre Tarma con las guerrillas del Cmdte. Julio Chamorro. En vista de la necesidad de comunicarse con los patriotas de Tarma para coordinar el éxito de la ofensiva, deciden conversar con Manuel Antonio LLavería propietario de la hacienda Maco para que los apoye con un “Propio” (mensajero) de confianza, para llevar las órdenes del comando peruano.
Manuel Antonio LLavería eligió a Cecilio Limaymanta Coronel, un modesto campesino de 40 años, pero con una fortaleza de uno de 20 años que trabajaba en su hacienda como “pongo”, a quién se le encomendó llevar importantes órdenes del Gral. Cáceres al alcalde de Tarma Agustín Daniel Zapatel Cárdenas, recomendándole mucha prudencia y reiterándole que el éxito de la operación dependía de él.
En la madrugada del 13 de julio de 1882, Cecilio Limaymanta, llevando las cartas escondidas entre sus ropas, inició su arriesgada misión de “Propio” (mensajero) y luego de más de tres horas de caminata, logró llegar muy cerca de Tarma. Desgraciadamente una patrulla chilena le salió al paso y el mensajero apenas tuvo tiempo de ocultar los papeles debajo de unas piedras en la cumbre del Ogueloma, antes de caer en manos del enemigo.
Hecho prisionero, se rehusó contestar al interrogatorio del enemigo, haciéndoles creer que no hablaba ni entendía el castellano, diciendo: “No Tayta, y otras palabras en quechua”. Cecilio Limaymanta fue conducido a Tarma, al cuartel general chileno (antiguo local del Colegio Nacional “San Ramón”) donde es torturado y flagelado cruelmente para que hablara explicando el motivo de su presencia en las afueras de la ciudad.
Ante su terco y valeroso mutismo, los chilenos decidieron arrojarlo como guiñapo humano, en uno de los calabozos del cuartel que ocupaban en Tarma, ubicado donde actualmente se levanta el edificio del Colegio Nacional “Ángela Moreno de Gálvez”
El día 15 de julio, es sacado de la celda para que haga la limpieza del cuartel, circunstancias en que las tropas chilenas salen del cuartel para enfrentarse a las avanzadas de Cáceres en las alturas de Carhuacatac, cerca de Tarmatambo, donde los chilenos con la moral baja volvieron caras nuevamente huyendo hacia Tarma. Lo que es aprovechado por Cecilio Limaymanta para hacer un reconocimiento de todo el local mientras realiza su faena de limpieza.
La noche siguiente, aprovechando la derrota chilena en San Juan Cruz, y estrechándose el cerco sobre Tarma, dio una nueva muestra de su arrojo; protegido por las sombras nocturnas, Cecilio Limaymanta consiguió escapar de la prisión y buscó refugio en casa de sus patrones, la familia LLavería Lemus, dueños de la hacienda donde él trabajaba; a ellos les informó detalladamente sobre la misión que le habían confiado. Luego de recibir los primeros auxilios para curar sus heridas, alimentos y cambiar sus ropas, marchó cautamente hasta el lugar donde había escondido las cartas, las recogió y emprendió inmediatamente el retorno a Tarma por las vías menos transitadas burlando esta vez la vigilancia de los chilenos.
Pudo así, finalmente, entregar los mensajes en manos de la dama Úrsula LLavería, para que pueda llevarlas al alcalde Zapatel, quien se encontraba preso por los chilenos. La dama patriota y con el valor de las mujeres tarmeñas, se dirigió al local donde tenían preso al alcalde y bajo el pretexto de verificar su salud, pudo entregar los documentos que había traído Cecilio Limaymanta a su destinatario. El alcalde para evitar que los mensajes caigan en manos chilenas, se tragó los documentos, comunicando a los demás patriotas verbalmente por medio de otros mensajeros, las disposiciones del Gral. Cáceres.
“El patriotismo de Cecilio Limaymanta salvó las vidas de los señores: Zapatel, Medina, Peralta, Moya y otros, pues si esos documentos hubiesen caído en poder de los chilenos, fácil es adivinar cuál hubiera sido la suerte de aquellos caballeros Tarmeños” (La Contraofensiva de 1882).
A las 24:00 horas del 17 de julio de 1882, después de varias horas de una fuerte lluvia, protegidos por la espesa neblina que envolvió la ciudad, los caminos y los cerros con sus densos vapores y la oscuridad de la noche, los chilenos huyeron de Tarma en completo desorden: soldados, ganado, bestias, heridos, bagaje, todo iba confundido dejando en su precipitada fuga armamento, municiones, víveres y acémilas, las que fueron tomadas posteriormente por el Ejército de la Resistencia.
A las 16:00 horas del 18 de julio ingresó el Gral. Cáceres a Tarma, donde estableció su Cuartel General, mientras los invasores retrocedían con rumbo a Lima. Entretanto el valeroso Cecilio Limaymanta Coronel, se debatía entre la vida y la muerte a causa de las heridas y golpes recibidos. Gracias a las delicadas atenciones de los dueños de casa y las curaciones realizadas por don Manuel Medina, personaje dedicado a la medicina, salvaron su vida. El pueblo de Tarma y sus autoridades no olvidaron el heroico comportamiento de Cecilio Limaymanta y decidieron premiarle.
Mediante una erogación popular se reunió la suma de quinientos soles de plata, cantidad importante por entonces y, de una medalla recordatoria de parte del Concejo Provincial, que le fue entregada solemnemente por el Contralmirante Lizardo Montero el 15 de agosto de 1882, en circunstancias que éste, investido de la Jefatura Suprema de la República, visitaba la ciudad de Tarma para inspeccionar a las tropas breñeras.
Cecilio Limaymanta, regresó poco después a la hacienda Maco para reanudar sus faenas habituales, dedicándose al cultivo de la tierra.
No se conoce la fecha de su muerte ni tampoco el lugar donde están enterrados sus restos. Todo indica que falleció muy anciano en la hacienda Queta, vecina a Maco.
El 22 de junio de 1987, por Ley N° 24699, el Congreso de la República, lo declaró Héroe Nacional por sus importantes servicios prestados en la Campaña de La Breña, dando el encargo al Ministerio de Guerra, que le erija un Monumento en Tarma; dicha ley también dispuso que el Ministerio de Educación en coordinación con la Municipalidad de Tarma, le rinda homenaje el día 15 de Julio de cada año.
Doble sorpresa en La Oroya
El plan de contraofensiva de julio de 1882 concebido por el Gral. Cáceres, establecía un ataque frontal por la dirección Marcavalle, Pucará, Zapallanga, Huancayo, Jauja y Tarma; un desbordamiento para atacar Concepción y un envolvimiento por las alturas Oeste del Mantaro, Chongos, Chupaca, LLocllapampa, Chacapalca, para atacar La Oroya y destruir el puente sobre el Mantaro, con la finalidad de desalojar las fuerzas chilenas de la sierra central y/o aniquilar totalmente a la división del Crl. Del Canto. Con los Guerrilleros del Rímac hostilizar Chicla y sabotear la línea férrea, para impedir todo refuerzo del enemigo desde Lima.
Se cumplió con éxito desalojar al enemigo de la sierra central, pero poco faltó para que el enemigo fuese completamente aniquilado, debido principalmente por circunstancias inesperadas, de tal gravedad, que hasta puede decirse que hubo traición, según sospechó el propio Cáceres.
“Documentos chilenos son testimonios irrefutables al respecto: El Crl. Del Canto supo en su cuartel de Huancayo, la inminencia de la contraofensiva patriota, pero no a tiempo de emprender en orden la retirada, lo que lo llevó a las derrotas de Marcavalle, Pucará, Concepción y Sincos
El Sgto Mayor Virgilio Méndez, jefe de la guarnición chilena en Chicla, fue informado de que los guerrilleros proyectaban destruir la vía férrea, dándole tiempo para ocupar posiciones defensivas y pedir auxilio por telégrafo al destacamento de Casapalca. El Tte. Francisco Meyer jefe chileno de la guarnición de La Oroya tuvo noticia del desplazamiento de la Columna Tafur con bastante anticipación, lo que le permitió desbaratar el ataque sorpresa de los peruanos y reforzarse con auxilios de Tarma y Cerro de Pasco.
Simultáneamente el Tte. Crl. Manuel R. Barahona, jefe chileno en Tarma conoció asimismo la aproximación de la Columna Tafur, a tiempo de destacar fuerzas para sorprenderlo en Chacapalca”. (Huamachuco el alma nacional).
Pero ¿Qué gente proporcionó tan precisos informes al enemigo? El historiador chileno Pascual Ahumada Moreno publica documentos principalmente chilenos, en que se mencionan que: “Los delatores tenían afinidad y obedecían órdenes del derrotista Miguel Iglesias Pino de Arce de Cajamarca (Cáceres lo llamaba Teniente chileno, porque fue el principal colaborador del invasor chileno), siendo su cabecilla en Junín, el traidor Luis Milón Duarte, dueño de
cuatro haciendas (representante y delegado de Iglesias que le otorgó el grado de coronel de su ejército y además, lo nombró Jefe Superior de la Región Centro), estuvo a un paso de morir ajusticiado por los guerrilleros patriotas. Pudo huir a Lima protegido por las armas chilenas”.
A pesar de las circunstancias inesperadas, los guerrilleros de Chupaca al mando del Cmdte. Arauco, de Sincos al mando del Cmdte. Mesa y de Huaripampa al mando del Cmdte. Toledo; aproximadamente 300 hombres, bajo el mando del Crl. Máximo Tafur Ovalle, Comandante General de la Guerrillas de Junín, llegaron a Chacapalca el 02 de julio de 1882, escogida como posición de ataque. “Después de una penosa travesía por quebradas y serranías, sostenidos por la esperanza de sorprender a la guarnición enemiga” (Huamachuco el alma nacional).
Tafur dispuso de inmediato el avance de las guerrillas del Cmdte. Toledo hacia las alturas cercanas a La Oroya en misión de reconocimiento Los vigías patriotas pudieron observar con sorpresa los aprestos defensivos de los chilenos. “Toledo comprendió que había sido descubierto y, pese a tener conciencia de su notoria inferioridad de equipo bélico, pues solo algunos de sus hombres portaban armas de fuego y aunque eran escasas las posibilidades de éxito… confiaba en la valentía e impetuosidad de sus hombres… (Huamachuco el alma nacional)
A la 01:30 horas del 03 de julio de 1882, Toledo lanza sorpresivo ataque hacia La Oroya desde tres direcciones: de Saraojo, de Huanchán y de Turpán. El ataque desde Saraojo es con tal ímpetu y decisión, que el jefe chileno después de dos horas de combate tuvo que emplear su reserva y pedir auxilio a la caballería que hizo replegar a los guerrilleros. El jefe chileno creyendo haber obtenido la victoria, ordenó a la caballería la persecución de las guerrillas peruanas, descuidando los otros frentes de lucha.
Los ataques desde Huanchán y Turpán lograron doblegar las defensas chilenas ocupando el campamento enemigo, destruyéndolo e incendiándolo A continuación, los guerrilleros se dirigieron al puente, su misión principal, trabándose un fuerte combate con las tropas chilenas que lo protegían, haciéndolas retroceder y huir hacia Chicla.
La caballería chilena al observar el humo del incendio de su campamento retornó apresuradamente, logrando detener el ataque de los guerrilleros peruanos, pudiendo salvar el puente de su destrucción. Las guerrillas de Toledo tuvieron que replegarse a Chacapalca, dando cuenta al Crl. Tafur de los sucesos en La Oroya
Hostigamiento en Chacapalca
Informado el Cmdte. Manuel Barahona en la guarnición de Tarma, sobre las guerrillas peruanas reunidas en Chacapalca, decide atacarla por sorpresa desde dos direcciones; con un pelotón de Carabineros de Yungay al mando del Tte. Tristán Stephan desde Tarma y, con una compañía del batallón Pisagua 3° de Línea al mando del Sgto. Mayor Severo Amengual desde Jauja Advertido el Crl. Tafur por espías de Chiobamba mediante Chasquis, sobre el avance chileno, ocupa las alturas circundantes a Chacapalca
La caballería chilena llegó el 03 de julio de 1882 a Chiobamba, donde fue hostilizado por los guerrilleros del lugar, después de un breve combate, los guerrilleros se replegaron al caserío de Yuclapampa, destruyendo el puente que daba acceso a dicho caserío. Lamentablemente los chilenos al ver el puente destruido buscaron un vado encontrándolo después de varias horas; lo cruzaron y en represalia se dirigieron a Yuclapampa, asaltándola con crueldad, asesinando a más de 50 pobladores entre hombres, mujeres, ancianos y niños, capturando 48 prisioneros
Los Carabineros siguieron hacia Chacapalca, a las 18:00 horas hubo un nuevo ataque de las guerrillas peruanas que le lanzaban galgas desde las alturas; poco faltó para que fugaran sus prisioneros y en represalia, el salvaje chileno Tte. Tristán Stephan ordenó el fusilamiento de los 48 prisioneros. Terminada la masacre, los Carabineros continuaron hasta situarse cerca al poblado de Chacapalca Al respecto, el historiador chileno Gonzalo Bulnes repudia este acto de barbarie diciendo: “esta acción fue manchada con actos de crueldad, que la historia no puede justificar”
En la madrugada del 04 de julio de 1882, el Tte. Tristán Stephan, estando en espera de las tropas del Sgto. Mayor Amengual para realizar el ataque a Chacapalca, fue sorpresivamente atacado por guerrilleros peruanos. Ante tal situación solo atinó a fugar con su pelotón con dirección a Huari, salvándose milagrosamente del aniquilamiento debido a su buena caballada.
Ese mismo día, a las 08:00 horas las tropas de Amengual llegaron a Huari, dando descanso a su tropa, dos horas después reanudó la marcha hacia Chacapalca, justo en el momento que, según versiones chilenas, se asomaban grandes masas de guerrilleros peruanos, por lo que Amengual decidió dar media vuelta y replegarse a Huari, donde permaneció a la defensiva toda la mañana.
A las 14:00 horas, Amengual decidía la retirada a La Oroya aduciendo hallarse escaso de municiones, abandonando a su suerte a los Carabineros de Yungay, pero a causa del destino, justo a esa hora aparecían en el horizonte las tropas de Stephan en las más deplorables condiciones. Al estar la caballería completamente inútil y la excusa ideal de tener pocas municiones, el Sgto. Mayor Amengual decidió abortar la misión que se les había encomendado. Ambas fuerzas, después de reagruparse, finalmente marcharon hacia La Oroya llegando en la madrugada del 05 de julio de 1882.
Sabotaje en Chicla
Al mediodía del 07 de julio de 1882, los guerrilleros de Huarochirí y San Damián, siguiendo las instrucciones del Gral. Cáceres, atacaron a la guarnición enemiga en Chicla, pero esta vez sin contar con el factor sorpresa, por la delación de un traidor. Las avanzadas de reconocimiento pudieron observar que toda la guarnición enemiga se encontraba en sus posiciones defensivas y en esos momentos desconocían que el invasor ya había solicitado auxilio por telégrafo al destacamento de Casapalca.
Aun así, las guerrillas patriotas se lanzaron sobre el enemigo desde los empinados cerros y desde una quebrada sosteniendo el combate durante seis horas, logrando sabotear la línea férrea en diferentes tramos y cortar la línea del telégrafo en varios puntos. Al replegarse, los guerrilleros pudieron apoderarse de 300 cabezas de ganado vacuno que pastaban a orillas del río Blanco y, que servían de abastecimiento para la guarnición chilena.
“Los Informes sobre los ataques sufridos por las guarniciones de La Oroya y Chicla alarmaron sobre manera al comando chileno en Lima, alarma que se transformó en terror cuando el 14 de Julio se recibieron las primeras noticias sobre los desastres de Marcavalle, Pucará, Concepción y Sincos, por carta que remitió el Crl. Del Canto desde Jauja” (Huamachuco y el alma Nacional).
El jefe superior de las fuerzas chilenas de ocupación Patricio Lynch, ordenó de inmediato la salida de una División para estacionarse entre Chosica y Chicla, bajo el comando del jefe de Estado Mayor Gral. José Francisco Gana, con la misión de proteger y agilizar el repliegue de la División Del Canto reparando la vía férrea y reforzando las guarniciones chilenas; pero con la recomendación de evitar en lo posible un choque con las fuerzas del Gral. Cáceres.
Fuga y derrota chilena
En un confuso contexto de órdenes y contraórdenes chilenas sobre los puntos de repliegue, y sin tener conocimiento de una disposición final del comando en Lima para retirarse a La Oroya, Del Canto optó finalmente por concentrar toda su fuerza en Tarma. Desde esta población, el 17 de julio de 1882, con la sensación de estar rodeados por todos lados por las “montoneras ensoberbecidas y triunfantes”, los chilenos sintieron miedo y temor, realizaron una escapada nocturna hacia La Oroya, cargando a sus enfermos en medio del hielo y de la nieve, dando así inicio a su masivo abandono de la Sierra Central que había comenzado como un repliegue terminando en fuga y derrota
“La retirada de la División Del Canto tuvo visos de sálvese quien pueda, realizándose en el más completo desorden a causa del temor continuo de un ataque peruano en masa. Con los tres mil chilenos, huyeron también varios colaboracionistas, principalmente los comerciantes nacionales y extranjeros que los habían abastecido y, los traidores que los habían servido en tareas de espionaje” (Huamachuco y el alma Nacional).
Un anónimo oficial chileno escribió en Tarma la noche del 17 de julio de 1882: “ … Hemos estado a punto de que toda la División hubiese fracasado… Hemos deplorado la muerte de muchos oficiales y soldados sin fruto alguno y, lo que, es más, sin gloria… Nos siguió el enemigo y nos hostiliza todos los días. Hemos tenido varios encuentros y los peruanos están envalentonados y aprovechándose de lo quebrado del terreno… ¡Triste situación es la nuestra! No se ha visto una retirada como la nuestra… En el trayecto de ésta (Tarma) a La Oroya nos ha de atacar en los muchos desfiladeros que hay”
La División Del Canto llegó a La Oroya el 18 de julio, derrotado y con medio millar de enfermos y heridos que eran conducidos en camillas o cargados sobre los hombros por indígenas forzados. Ese mismo día Del Canto informó a Lima pidiendo autorización para abandonar La Oroya, a pesar que todavía no habían llegado las fuerzas de Cerro de Pasco; al parecer, solo le importaba salvar su pellejo. Pedía además auxilio de cholos, chinos u otros para agilizar la evacuación de los enfermos y heridos, y la remisión de tropas frescas.
“En el colmo de la desesperación, en el Parte dirigido a Patricio Lynch el 19 de julio de 1882, el Crl. Del Canto llegó a proponer la comparencia del propio Patricio Lynch en el teatro de la guerra: Desearía que se sirviese venir para cerciorarse personalmente de la crítica situación en que se encuentra la División a mi mando Ignoraba por entonces el derrotado coronel, que el Gral. Gana avanzaba a su encuentro” (Huamachuco y el alma Nacional).
La División al mando del Gral. Gana demoró tres días en llegar desde Lima a Chicla en tren, por el arduo trabajo que tuvo que realizar en la reparación de la línea férrea, saboteada constantemente por los Guerrilleros del Rímac. El 19 de julio llegó a Chicla enviando auxilios en víveres y tropas a Del Canto. Al día siguiente, el Gral. Gana retornó a Lima abandonando la misión y a sus tropas, pretextando mala salud, dejando en el mando al Crl. Martiniano Urriola Guzmán.
El 24 de julio de 1882, pudo llegar desde Cerro de Pasco a La Oroya las fuerzas chilenas al mando del Crl. José Antonio Gutiérrez García que habían sufrido el hostigamiento de las guerrillas peruanas a lo largo de todo el camino. “El Crl. Del Canto, quien acababa de recibir nuevas comunicaciones de Patricio Lynch responsabilizándolo de las estrepitosas derrotas, vaciló en cruzar el puente, ordenando para el 25 de julio la salida en grupos, para evitar la concentración de mucha gente en Chicla, pero al recibir informes de que Cáceres se aproximaba desde Tarma aceleró la fuga, arrasando la población y destruyendo el puente” (Huamachuco y el alma Nacional).
Cáceres en sus Memorias relata: “A la aproximación de nuestras fuerzas fugó el enemigo, después de haber causado inmensos daños a la población indefensa y que no había ejercido contra ellos clase alguna de hostilidad. El pueblo de La Oroya ha quedado reducido a cenizas y el puente cortado completamente. La coincidencia de realizarse a un tiempo nuestra salida y el incendio de La Oroya y fuga del enemigo, me hace presumir que éste ha recibido oportuno aviso”.
“Perdió mucha gente y dejó abandonados por doquier rifles, municiones y equipos, así como ganado vacuno y bestias de silla y carga, todo lo cual fue recogido por los nuestros y oportunamente aprovechado. Siéndome imposible seguir adelante, regresé a Tarma, deplorando que mi plan concertado en Izcuchaca e iniciado con halagüeñas perspectivas, no llegase a su cabal realización”.
Golpe audaz en San Bartolomé
El 17 de julio de 1882, la 1ra compañía (100 hombres) del batallón Buín 1ro de Línea, al mando del Cap. Nicanor Donoso, ocupó el poblado y la estación de San
Bartolomé con la misión de vigilar la línea férrea y el puente Verrugas situado a 5 millas de la estación
El 23 de julio de 1882, 300 Guerrilleros del Rímac dando cumplimiento al plan establecido por el Gral. Cáceres de realizar una estrategia psicológica de desgaste que combinaba el hostigamiento con el sabotaje, prepararon un golpe audaz contra la guarnición chilena de la estación de San Bartolomé, teniendo en cuenta el gran número de enemigos situado a lo largo de toda la vía férrea, en pueblos no muy distantes uno de otro. El ataque tuvo como objetivo la inutilización del puente Verrugas, situado cerca del poblado de San Bartolomé, con la finalidad de entorpecer la retirada de la División Del Canto
A las 01:30 horas del domingo 23 de julio, se dio inicio a la operación cortando en varios puntos la línea telegráfica con Chosica, a las 05:45 horas cuando el enemigo se dio cuenta con estupor que tenía cortada la comunicación, las guerrillas patriotas iniciaron el ataque de hostigamiento disparando desde las alturas, el enemigo sorprendido ocupó sus posiciones defensivas y de inmediato enviaron tres jinetes a Chosica para pedir auxilio, ante el ataque de “1,000 guerrilleros” (fuentes chilenas). Simultáneamente, un Destacamento de guerrilleros atacó al piquete chileno que resguardaba Puente Verrugas, quienes de inmediato voltearon caras y huyeron hacia la estación de San Bartolomé.
El destacamento patriota logró destruir 15 durmientes y procedió a incendiar el puente, considerándolo inutilizado, regresaron a la zona de operaciones, sin dejar vigías en el objetivo principal. A las 08:00 horas las tropas chilenas comenzaron a replegarse ante el avance de las guerrillas que buscaban ansiosamente el combate cuerpo a cuerpo para poder batir al enemigo.
En esos momentos llegó la 2da compañía del Buín (100 hombres) y un pelotón de caballería (30 jinetes), quienes cargaron con fuerza haciendo replegar a las fuerzas patriotas, equiparándose el combate. La lucha siguió por varias horas. A las 13:30 horas, el Gral. Gana en Lima alarmado por la duración del combate, ordenó el refuerzo de San Bartolomé con otras dos compañías del Buín (200 hombres), pero el Sgto. Mayor J. M. Donoso, encargado de cumplir la orden, por temor o miedo, decidió quedarse en Chosica, pretextando que había recibido información que otros guerrilleros se preparaban para atacar Chosica, por lo que solo envió una compañía (100 hombres) para reforzar la defensa de San Bartolomé
Pero nuevamente el destino jugó a favor de Chile, un tren que había salido de Chicla traía en sus vagones los primeros enfermos y heridos de la División Del Canto, protegidos por una compañía del batallón Miraflores y una vanguardia de Carabineros de Yungay al mando del Cmdte. Alcérreca. La vanguardia dio oportuno aviso de la inutilización del puente deteniéndose el convoy. Según versión chilena: “La presencia de aquel tren, fue una verdadera fortuna para los atemorizados defensores, que se batían a la desesperada, porque les iba a llegar como llovido del cielo un inesperado refuerzo”.
Alcérreca desembarcó a sus tropas, efectuaron el ascenso por los cerros para caer a retaguardia de los peruanos, atacando por sorpresa a los Guerrilleros del Rímac, que se vieron superados en número y potencia de fuegos, optando por
replegarse ante un combate en dos frentes. El enemigo antes desesperado, se volvió cruel y vengativo, los pocos prisioneros peruanos fueron fusilados en el acto y los guerrilleros heridos, fueron repasados sin piedad alguna. Los chilenos calificaron el desenlace como resultado milagroso
Según los partes chilenos, el jefe de la guarnición indicó que fueron atacados por “3,000 guerrilleros peruanos”; el Cmdte del Buín señaló que él “pensaba que solo fueron 1,500”; ambos personajes coincidieron que las bajas peruanas fueron 40 muertos y que las bajas chilenas, fueron 4 muertos (un oficial y 3 de tropa) y 10 de tropa heridos. Pero lo que nunca dijeron curiosamente ambos personajes, fue que: “en el tren de los enfermos y heridos de la División Del Canto llegaron a Lima las 14 bajas de combate y 20 extrañamente fallecidos por tifus del Buín el mismo día” (Médico chileno del hospital Dos de Mayo).
Nueva fuga chilena
El coronel Del Canto al llegar a Chicla, fue destituido del mando de su División, entregando el mando al Crl. Martiniano Urriola y remitido a Lima para que informe sobre las gravísimas acusaciones que se le hicieron. Sin embargo, Urriola no se sintió seguro en Chicla porque le atemorizó el ininterrumpido asedio de las guerrillas peruanas.
En un artículo publicado en la prensa chilena editada en Lima “Diario Oficial de Lima” el 01 de agosto de 1882 se informaba que: “ Desde que se inició el movimiento de concentración, Urriola tuvo que luchar con los montoneros apostados en cerros inaccesibles y en desfiladeros escabrosos…”. Fue por ello que no tardó en ordenar la retirada; mejor dicho, la fuga a Chosica, utilizando la vía del ferrocarril, desplazamiento que demoró varios días por el desorden en que se hizo.
Los Guerrilleros del Rímac, obstaculizaron la fuga chilena bloqueando la línea férrea con piedras y realizando ataques sorpresivos de rápida acción. En la crónica chilena del “Diario Oficial de Lima” informaba: “… En todo el trayecto que recorrió de Chicla a Chosica, los montoneros arrojaban piedras de todas dimensiones, más terribles que los fuegos de artillería y, de vez en cuando hacían descargas de fusilería… En otro lugar se le hizo al convoy un fuego más vivo y el Crl. Urriola dio la orden de contestarlo, aunque los soldados le decían que no podían herir al enemigo, que se ocultaba en las sinuosidades del terreno…”.
Cáceres en sus Memorias relata: “Vergonzosa como la de Crl. Del Canto, fue la fuga del Crl. Martiniano Urriola y como aquel, éste pretendió amenguar su fracaso ejerciendo venganza sobre pueblos indefensos: Atroces crímenes cometieron durante su fuga a Lima. La huella de su paso estaba tétricamente señalada por la multitud de cadáveres de pacíficos e inermes pobladores, cruelmente victimados y, por las violaciones, la depredación y el saqueo”.
“Los pueblos de toda la ruta, como Casapalca, Chicla, San Mateo, Tambo de Viso, Surco, Matucana, San Bartolomé y Cocachacra, sindicados como poblaciones donde los montoneros encontraban recursos y desde los cuales se
hostilizaba a los chilenos, fueron completamente destruidos. El Crl. Martiniano Urriola, para castigarlos, los hizo incendiar” (Diario Oficial de Lima).
El 31 de julio de 1882, al término de la jornada, el enemigo lamentaba en Chosica 29 bajas y 20 caballos contusos (versión chilena), pero como siempre, ocultando sus bajas en combate; daban además 50 fallecidos según su versión por tifus. El Crl. Martiniano Urriola, como es costumbre de los oficiales chilenos, abandonó al grueso de su División en Chosica, continuando viaje hasta Lima
El número real de caídos chilenos durante la Campaña de la Resistencia permanecerá como una incógnita, pese a las apariencias de seriedad y de formalidad en la información oficial, por la costumbre que tenían las fuerzas invasoras de ocultar sus pérdidas con gran regularidad y meticulosidad, haciendo pasar sus bajas en combate y sus desertores como fallecidos por enfermedad.
“julio de 1882, fue pues una jornada de brillantes triunfos para la causa de La Resistencia Patriota. No solo se expulsó al enemigo de todo el valle del Mantaro, sino que incluso se le hizo huir hasta Chosica, acción ésta última cuyo mérito debe atribuirse a los Guerrilleros del Rímac” (Huamachuco y el alma Nacional).
Retirada chilena, Realidad o Ficción
La necesidad cada vez más imperiosa del país invasor de poner término a una ocupación ya demasiado larga y que empezaba a ser costosa por el agotamiento de los recursos del país, luego de más de tres años de guerra Preocupaba además a los dirigentes chilenos el elemento de incertidumbre que había introducido la inesperada resistencia de Cáceres, al extremo de haberles hecho considerar en agosto de 1882, luego de la precipitada fuga chilena de la Sierra Central, la posibilidad de un retiro de todas sus fuerzas detrás de la Línea del Sama en el Sur del Perú.
Esto fue ¿realidad o ficción? En 1881 por información del ministro plenipotenciario del Perú en La Paz Bolivia Enrique Bustamante y Salazar, se conoció que el Gral. Boliviano Eliodoro Camacho Mesa y el diplomático chileno Domingo Santa María González habían tenido conversaciones privadas planteando una tregua y la desocupación del territorio peruano a la línea del río Sama
A principios de 1882 y con carácter de SECRETO, la idea fue sugerida por el político chileno Eusebio Lillo Robles al político boliviano Mariano Baptista Caserta, en conversaciones no oficiales, pero si confidenciales, donde se llegó a acordar para después de la tregua, la entrega a Chile del litoral boliviano, a cambio de Tacna y Arica, previo un periodo de ocupación chilena. Después del tratado de paz, debía firmarse uno de alianza con facilidades comerciales para Bolivia. Esta acción de Bolivia, separada de su aliado, fue desbaratado por el ministro estadunidense en ese país Charles Adams.
En julio de 1882, comenzó a ganar simpatizantes en los diplomáticos chilenos, la idea de que sus fuerzas de ocupación se replieguen a la cortadura del río Sama. Según el historiador chileno Bulnes: “Los sucesos de Julio de 1882,
determinaron de que la desocupación se realice, aún no se obtuviera una tregua”. Inclusive Vicuña Mackenna la formuló en el senado chileno indicando que tenía dos partes: “El gobierno debía preparar el abandono de Lima y de todo el norte del litoral peruano; y, en caso que ello no fuera posible, debía dar un ritmo más vigoroso a la guerra para que sirviese de apremio efectivo al enemigo”.
Basadre relata: “El presidente Santa María era decidido partidario de la desocupación, o sea de establecerse en la línea del Sama… A su juicio, prolongar la ocupación no cambiaba la faz de las cosas ni acercaba a la liquidación de la guerra, sino creaba intereses antagónicos”. “con la paz misma, con nuestra moralidad, con nuestro presupuesto y nuestro porvenir”. En agosto de 1882 podía esperarse que el retiro chileno del Perú iba a ser un hecho inminente.
Sin embargo, dos hechos cambiaron el destino; comenzaron a tomar otro giro con la llegada del ministro estadounidense Dr. Cornelius A. Logan, totalmente favorable a los intereses chilenos y, sobre todo, con el “Grito de Montan” dado por el nefasto Miguel Iglesias Pino de Arce, dispuesto a firmar la paz con cesión del Departamento de Tarapacá a Chile a perpetuidad. Al proseguir las hostilidades, Chile no consentía que la guerra terminase de hecho, en una especie de empate
Resistencia patriota en el Norte
En el Norte del Perú, los invasores chilenos habían ocupado algunas de las principales ciudades de la costa. En febrero de 1882, el Contralmirante Montero que no realizó ninguna actividad contra el enemigo, salió de Cajamarca rumbo a Huaraz para dirigirse a Arequipa y organizar el gobierno de García Calderón como primer vicepresidente, dejando como Jefe Superior Político y Militar de los departamentos de Norte al Gral. Miguel Iglesias Pino de Arce, quien inició abiertamente una empresa muy personal, oponiéndose a la continuación de la guerra contra Chile y firmar la paz incondicionalmente.
El 01 de marzo de 1882, seguidores derrotistas de Cajamarca publicaron una Circular a la Juventud con el título de “Esfuerzo Reaccionario”, donde manifestaban que debía terminar la guerra contra Chile porque, según ellos, el Perú estaba vencido y agonizante. El documento estaba firmado por los testaferros Julio S. Hernández y Maximiliano Frías, ya que el autor intelectual era el traidor Miguel Iglesias Pino de Arce.
El 01 de abril de 1882, Miguel Iglesias mediante una proclama, manifestó sin tapujos: “Su decisión de oponerse a la guerra de Resistencia… La urgencia de ajustar la paz con Chile del mejor modo posible… se me presenta fuera de duda”.
Tal aseveración dio pie al historiador chileno Carlos Vicuña para emitir un severo juicio: “Iglesias lanzó el 1° de abril de 1882 su célebre proclama en que manifestaba la necesidad de celebrar la paz con Chile. Es evidente que ya en aquella época estaba en convivencia con el cuartel general chileno”. De esta manera la región Norte dejaba de constituir algún peligro para los chilenos. Todo esto, indica que entre Lynch e Iglesias existió un pacto de no agresión.
Este pacto fue inesperadamente roto por la indisciplina del Cap. chileno Dell’orto del batallón Concepción, quien sin orden alguna y por propia iniciativa, avanzó con un destacamento desde San Pablo donde acampaban, sobre Cajamarca, ocupando la ciudad durante dos días, cometiendo toda clase de abusos, robos y exigiendo cupos. La noche del 28 de junio pobladores de los barrios de San José, San Sebastián y San Pedro atacaron a los chilenos a pedradas, garrotazos y poquísimas armas, obligando al enemigo a fugar precipitadamente hacia su campamento en San Pablo
El pueblo decidió combatir los ultrajes del enemigo invasor, formando columnas de guerrilleros; sin embargo, Miguel Iglesias escribía: “Desgraciadamente, el pueblo inexperto, exaltado por el ultraje que de una pequeña porción del enemigo recibía, exigió combatir y, se ensangrentaron las alturas de San Pablo”. Los Oficiales y tropa del Ejército de Iglesias vieron con preocupación la actitud de su jefe, pero mantuvo el ánimo de luchar contra los chilenos. Ellos y el clamor popular, precipitarían el 13 de julio de 1882 la victoriosa batalla de San Pablo
Dato curioso de ese encuentro fue, que peruanos y chilenos emplearon espías para conocer uno el efectivo de tropas del enemigo y su ubicación en el terreno y; el otro los desplazamientos por donde se realizaría el ataque.
Informaciones que permitieron a los chilenos obtener ventaja en la primera parte del combate, al preparar fuertes posiciones defensivas por donde atacarían los peruanos. Pero pudieron obtener la victoria los peruanos en la segunda parte, mediante el ardid de reunir a la población de San Pablo junto con las tropas, haciendo creer al enemigo que el efectivo de peruanos era mucho mayor (1,000 hombres según los partes chilenos), dando por resultado el desbande y fuga del enemigo.
En la gloriosa acción destacó el Tte. Néstor Pedro Batanero Infantas de tan solo 17 años, quien al frente de solo siete hombres se batió con tal bravura, que contribuyó a dar tiempo que llegara la 2da División y se pudiese obtener la victoria Pero debió pagar el éxito con varios balazos y sin sucumbir, se apoyó en su rifle afirmado a la tierra y de pie, vio a los chilenos huyendo hacia Pacasmayo. Debió haberlo visto, pues murió así, de pie y sus ojos seguían mirando. Se dice que no cayó por una contracción muscular que lo mantuvo erguido apoyado con su fusil en la mano. Fue enterrado empuñando su arma.
Según el parte oficial, las bajas peruanas fueron 51 muertos y 57 heridos; las bajas chilenas fueron 87 muertos, 28 heridos y se les capturó 02 oficiales, 01 practicante de sanidad, 28 de tropa y 02 cantineras.
La batalla de San Pablo originó que Chiclayo se viera libre de la guarnición chilena, la que fue ocupada inmediatamente por 60 guerrilleros del Crl. Becerra. El 01 de agosto, los chilenos decidieron retomar las ciudades norteñas que habían desocupado, organizaron un destacamento con tropas de los batallones Zapadores y Coquimbo, 480 hombres al mando del Sgto. My. Demetrio Carvallo, desembarcando en la madrugada del 02 de agosto en el puerto de Eten dirigiéndose a Chiclayo.
Los 60 guerrilleros se situaron en las bocacalles que daban acceso a la plaza de armas, emboscando franco tiradores en las azoteas de las casas circundantes; una partida de jinetes esperaría al enemigo en avanzada. A las 10:00 horas los batallones chilenos formaron en disposición de ataque y penetraron a la ciudad, viéndose sorprendidos por el nutrido fuego de fusilería que recibieron al llegar a la plaza de armas, el combate se desarrolló calle por calle, después de tres horas, 10 guerrilleros murieron en el combate, pero los otros 50 se retiraron en forma ordenada decididos a continuar con la resistencia.
Traición de Miguel Iglesias
El derrotismo que proclamaba Miguel Iglesias fue encauzado decretando en agosto de 1882, la disolución del llamado Ejército del Norte El 31 de agosto, en la hacienda Montán lanzó un manifiesto, declarando la derrota del Perú y su intención de hacer la paz con el enemigo invasor de acuerdo con sus exigencias; a esta traición se le llamó “El grito de Montán”, pero que recién se hizo público en el Perú el 16 de Setiembre. Para Chile el documento no se mantuvo oculto, pues la prensa de Santiago le dedicaba editoriales favorables, mientras la prensa peruana ni sospechaba de la traición.
Al respecto el historiador chileno Gonzalo Bulnes manifestaba: El Grito de Montán “Fue recibido con una protesta general, casi unánime. No se oyeron sino exclamaciones airadas, gritos de indignación, manos crispadas se alzaron contra el agente del enemigo que se atrevía a desafiar el patriotismo peruano. Si Iglesias hubiera estado a su alcance, el pueblo lo hubiera destrozado”.
Sin embargo, esto no impidió que prosiguiera la resistencia guerrillera en el Norte del Perú. A principios de setiembre, los montoneros de San José siguiendo las directivas de Cáceres prepararon una emboscada al enemigo, que, por informaciones de espías peruanos, se conocía la salida de una patrulla chilena del batallón Talca de San Pedro de Lloc hacía San José. Los montoneros estudiaron el terreno y escogieron un recodo del camino ideal para sus planes.
La sorpresa fue completa, pero debido a la escases de armamento de los montoneros, los chilenos tuvieron dos muertos, algunos heridos y buena parte de la patrulla contusos por las piedras que se arrojaron sobre el enemigo, huyendo hacia San Pedro de Lloc; en venganza, el Cmdte chileno ordenó una expedición de castigo sobre San José. El enemigo al llegar al poblado lo encontraron totalmente abandonado, decepcionados, solo se les ocurrió saquear las casas y luego incendiarlas y destruirlas totalmente. Dos paisanos que se encontraban en las inmediaciones fueron tomados prisioneros y acusados de cómplices de la emboscada, siendo fusilados
La Quebrada de la guerra
El éxito de la resistencia guerrillera del interior de La Libertad, Lambayeque y Cajamarca pronto sería imitado por los de Piura Sin duda, la lucha popular en Piura, tuvo su mayor representación en la montonera de Chalaco. A fines de 1882,
este movimiento campesino planteó como propósitos: la defensa de las tierras de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas.
El historiador Miguel Rázuri relata: “En noviembre de 1882, Los pobladores de la comunidad de Chalaco, al tener conocimiento de los actos vandálicos de la invasión chilena y, haber sido informados que el enemigo se dirigía a su comunidad, se organizaron bajo la dirección de Vicente García, Avelino Calle y Alejandro León, quienes prepararon a los campesinos para la defensa de sus tierras, agrupándose rápidamente hombres, mujeres, ancianos y niños; todos con puñal, machete, hondas y lanzas en mano, y treparon a las alturas de la Quebrada de Pambarumbe.
Una avanzada de tropas chilenas que hasta el momento no habían tenido resistencia alguna, ingresaron a la quebrada, confiados y sin tomar ninguna previsión. De un momento a otro, desde las alturas de la quebrada comenzó a caer una lluvia de piedras sobre los cuerpos de la tropa invasora, quienes por salvar sus vidas se desorganizaron y emprendieron la huida por caminos inhóspitos, muchos perecieron en los desfiladeros. Este lugar hoy se le conoce como la Quebrada de la guerra”. Los chilenos nunca más volvieron a poner la planta de sus botas en la comunidad de Chalaco.
De acuerdo con el historiador Miguel Marticorena: “Los chalacos junto a su reclamación agraria, deseaban deponer al prefecto porque, entre otras razones, se había descubierto que ya no obedecía a Montero sino a Iglesias; es decir, los chalacos estuvieron en contra del “Grito de Montán”, de hacer la paz con cesión territorial. Representaron una forma de nacionalismo popular como había sucedido en otros departamentos peruanos”
La guerra de las emboscadas en el Sur
Desde el mes de junio de 1882, el departamento de Ica y la provincia de Cañete, destacaron entre los principales focos de resistencia nacional. Indios, cholos, negros, mulatos y mestizos formaron los contingentes guerrilleros, de la Resistencia Patriota en el Sur. Patricio Lynch, actuando a la defensiva, con el repliegue de su ejército del Centro hasta Chosica y de su ejército del Norte hacia contadas posiciones costeras, ordenó el 24 de julio de 1882, el repliegue de todas las guarniciones de Chincha Alta, Chincha Baja y Tambo de Mora hacia Ica y en caso extremo una retirada general a Pisco.
Los jefes patriotas de Ica, Pisco, Chincha y Cañete siguiendo las directivas de Cáceres, se encontraban preparando una ofensiva general simultánea, para las primeras horas del 28 de julio de 1882, pero la operación no fue planeada en secreto y los chilenos pudieron conocer con anticipación por delación de colaboracionistas extranjeros, el golpe de las montoneras patriotas.
En la noche del 27 de julio, el enemigo realizó una sorpresiva redada en Ica, logrando capturar a varios de los sospechosos de ser los cabecillas de la revuelta que preparaban, evitando de esta manera el ataque guerrillero a la guarnición de
Ica La ofensiva también se frustró en Pisco, el corresponsal de guerra chileno en esa ciudad informó: “Hacía días que en este pueblo se decía que para el 28 de este mes habría algo grande y, como comprobante a lo dicho, fueron tomados presos tres individuos que se ocupaban de perorar al pueblo, diciéndole que era preciso echar fuera a los chilenos, que, con su sola presencia, insultaban la sagrada patria peruana”. Esos patriotas fueron fusilados, sin que la historia haya registrado sus nombres.
Pero no en todas las guarniciones chilenas habían tomado sus precauciones. Al amanecer del 28 de julio de 1882, un grupo de guerrilleros al mando del comandante Zapata, atacó sorpresivamente la guarnición chilena en Tambo de Mora; después de dos horas de combate, el enemigo fue completamente derrotado, resultó muerto el Cap Cruz Cañas, 02 de tropa y 04 heridos; los sobrevivientes fugaron, unos a Chincha y otros a Pisco.
Una comunicación chilena informó: “… la salvación de estos hombres es providencial y no se concibe cómo han podido escapar. Los montoneros tuvieron algunas bajas, pero no se han encontrado cadáveres”. El Sgto. My. Máximo Correa en Chincha Alta, ese mismo 28 de julio, constató la interrupción de la línea telegráfica realizada por los guerrilleros de Zapata desde muy tempranas horas, en el día recibió la noticia de lo sucedido en Tambo de Mora por boca de los fugitivos.
A las 14:15 horas, Máximo Correa mostrando un gran temor, ordenó abandonar la ciudad de Chincha Alta y el repliegue a Tambo de Mora con todo su efectivo (110 hombres), seguido por los colaboracionistas que también huyeron, siendo hostilizados en su retirada por los guerrilleros de Zapata
El Cmdte. Waldo Díaz jefe del batallón “Lontué” preocupado por el corte del telégrafo a las 02:00 horas del día 28, ordenó al crucero “Angamos” que de Pisco navegara a Tambo de Mora, con el fin de auxiliar o evacuar a la guarnición chilena. Máximo Correa llegó a Tambo de Mora cuando el crucero “Angamos”, ya se encontraba ahí. El mal tiempo impidió la salida del crucero chileno hasta el 29. En el vapor de carrera “Arequipa” de bandera inglesa, se embarcaron rumbo a Pisco buen número de extranjeros y chinos que habían colaborado con el enemigo.
La derrota chilena en Tambo de Mora, alertó al comando de Lima, quien dispuso el 29 de julio el reforzamiento de la guarnición de Cañete con el batallón Zapadores al mando del Crl. Manuel José Jarpa, desempeñándose también como jefe político militar de la provincia de Cañete y asumiendo el mando de División chilena con los batallones Lontué y Curicó y el regimiento de caballería Carabineros de Yungay.
Sorpresa en Sunampe
Así mismo, el 01 de agosto de 1882, se reforzó la guarnición de Ica, con el batallón Rengo al mando del Sargento Mayor Gabriel Alamos Quiroz, con la misión de recuperar las poblaciones de Chincha Alta, Chincha Baja y Tambo de Mora y, restablecer el servicio telegráfico con Pisco. Ante la superioridad numérica y armamento bélico del enemigo, las guerrillas del Capitán Durán y Toribio Sotelo se concentraron en los poblados de Larán y Sunampe, manteniendo estrecha
vigilancia sobre los movimientos del enemigo, con la consigna de atacarlo si se presentasen condiciones favorables
La noche del 05 de agosto de 1882, una patrulla del batallón Rengo, se atrevió a salir en misión de exploración, lo que fue aprovechado por los guerrilleros de Durán y Sotelo para emboscarlos en un recodo cerca de Sunampe; al ingresar los chilenos a la zona de muerte, fue sorprendida con fuego de fusilería, ocasionándole varios muertos y heridos en escasamente 10 minutos Los sobrevivientes chilenos solo atinaron a retroceder desordenadamente y convertir su retirada en una vergonzosa fuga, hasta su cuartel en Chincha Baja
Ofuscado y alarmado el jefe chileno Gabriel Alamos Quiroz por la emboscada a sus tropas, ordenó de inmediato que 200 infantes salieran en plena oscuridad para capturar a las guerrillas peruanas, regresando poco después sin encontrar oposición y con las manos vacías. En venganza, procedió a la acción cruel y salvaje de capturar al azar a cinco pobladores de Chincha Baja fusilándolos en el acto como castigo y ejemplo.
Al día siguiente, el propio Alamos en un acto de barbarie, dirigió una expedición de castigo contra Sunampe como escarmiento por dar protección a los guerrilleros peruanos. El parte oficial del Sgto. Mayor Gabriel Alamos Quiroz de agosto 9 de 1882 al Gral. Gana en Lima, consignaría sin ningún escrúpulo lo siguiente: “… El refuerzo no encontró enemigos, pues sabido es que éstos no esperan el ataque, sino que hacen la guerra de las emboscadas El 6 me dirigí, al mando de 200 hombres, sobre el pueblecillo de Sunampe, foco de los montoneros… hice incendiar el pueblo… solo quedó en pie la iglesia, que me propongo destruir en otra ocasión… pues es preciso que de este pueblecillo no queden ni los cimientos… para quitar el refugio a los montoneros…”.
Holocausto en Monte Jato
Las guerrillas patriotas en Cañete estaban formadas por varias columnas a lo largo de todo el valle, a diferencia de la sierra, los jefes guerrilleros, casi todos, eran militares de carrera, pero en cuanto armamento, era igual que en la sierra, acudían al combate armados los menos con fusiles o escopetas y los más con lanzas, machetes o simples garrotes. Contaban con el apoyo popular de la población y de los hacendados peruanos. Por el contrario, los chilenos disponían de la colaboración de delatores, particularmente de los hacendados extranjeros.
En los primeros días de agosto de 1882, las columnas de guerrilleros de Cañete comenzaron a reunirse en Lunahuaná. El Crl. Manuel José Jarpa, jefe de la guarnición chilena en Cañete, no pudiendo ocultar su profundo temor a que de un momento a otro lo atacasen, se apresuró a enviar un informe en agosto 9 de 1882 a Lynch con sospechas aún más alarmantes:
“
Se me asegura que solo esperan, de un momento a otro, se les una la montonera que está asediando Chosica y una División del General Cáceres, con quien están en comunicación directa, para echarse sobre mi División… se solicita que el crucero Angamos se sitúe en Cerro Azul y se remita refuerzos de caballería
En caso se compruebe la concentración en masa de guerrilleros en Lunahuaná podría replegarme hacia Cerro Azul, para tener expedita la retirada por mar, a menos que reciba auxilio de la capital o de Ica… No se exagera en lo más mínimo los peligros que pudiera correr mi División en el caso no improbable de que se corriesen al Sur, las numerosas montoneras del Centro, protegidas por Cáceres…”.
El 11 de agosto de 1882, los chilenos reforzaron a las tropas de Jarpa, con una compañía (150 hombres) del batallón Rengo, al mando del My. Fuenzalida quedando de guarnición en Cerro Azul. Al mismo tiempo, Lima autorizó el repliegue de la División Jarpa a ese puerto, en caso se comprobase el informe de que la guerrilla alcanzaba los 700 efectivos.
El 13 de agosto, una columna de 200 guerrilleros a pie y a caballo al mando del Sgto. My. José Gutiérrez, se desplazó de Lunahuaná hacia el valle de Ungará situando una avanzada a una legua de distancia en las alturas de Monte Jato, con el propósito de atacar la guarnición chilena de la hacienda Hualcará que disponía de 62 efectivos del batallón Curicó Jarpa informado de este movimiento, se desplazó con 300 hombres de las tres armas y una pieza de artillería para sorprender a las guerrillas peruanas por retaguardia en Ungará
A las 16:00 horas del 15 de agosto, una patrulla de la avanzada guerrillera en misión de exploración se aproximó a la hacienda, siendo descubierta, cruzándose algunos tiros y regresando a su posición inicial, al mismo tiempo que el enemigo solicitaba auxilio a Cañete.
Al mediodía del 16 de agosto, los chilenos llegaron a las alturas que dominan Ungará observando que la guerrilla peruana acampaba a orillas del río y se disponían a almorzar; Jarpa no se atrevió a bajar para atacarlos, pero decidió bombardearlos desde las alturas. Cuando el enemigo empezó el bombardeo, los guerrilleros solo atinaron a buscar refugio por diferentes direcciones. El ataque duró una hora, durante el cual los chilenos dispararon veinte veces.
Gutiérrez y sus guerrilleros cruzaron el río protegido por una partida de fusileros a caballo, que tomando posiciones en los montes ribereños empezó el hostigamiento al enemigo, disparando desde varias direcciones en táctica diversionista. Jarpa no quiso arriesgarse persiguiendo a las guerrillas, bajó hacia el valle y dispuso que la hacienda deshabitada que había servido de cuartel a las guerrillas fuera incendiada, lo que provocó días después la protesta del dueño de la hacienda Enrique Swayne, súbdito inglés. Los chilenos culparon del incendio a los guerrilleros peruanos.
Mientras los chilenos abandonaban Ungará por la ruta que conducía a Hualcará, Gutiérrez escogió solo a los 80 guerrilleros que tenían fusiles y se situó al acecho en las cercanías de la quebrada del Socavón y en los bosques y alturas de Monte Jato para contraatacar al enemigo.
En la tarde del 16 de agosto, las guerrillas patriotas iniciaron el ataque sobre la caballería enemiga que marchaba en descubierta. La infantería y artillería chilena, que iban algo rezagadas, tuvieron tiempo para dejar el camino y desplegarse con el propósito de rodear a los peruanos.
A poco de iniciado el combate, una espesa camanchaca, acompañada de fuerte lluvia, impidió la visibilidad más allá de 30 metros.
Jarpa aprovechó la situación y ordenó a la caballería cargar contra los guerrilleros, mientras la infantería avanzaba por los flancos. Pese a la desesperada situación, Gutiérrez y sus hombres en Monte Jato no rehuyeron el combate, pues ninguno retrocedió, esperando a pie firme el ataque enemigo.
Emulando el sublime ejemplo de los bravos de Bolognesi en Arica, resistieron el ataque enemigo por varios frentes en titánica lucha cuerpo a cuerpo hasta rendir la vida.
El jefe chileno Crl. Manuel José Jarpa, no ocultaría su admiración a aquella heroica resistencia, señalando en su parte oficial de agosto 17 de 1882 lo siguiente: “… Las huestes de Gutiérrez se batieron de una manera excepcional, en su mayor parte pelearon hasta el último y cayeron bajo el filo de nuestros sables, haciendo fuego hasta que eran ultimados… por versiones peruanas se hace subir a 40 o 50 el número de muertos. La caballería continuó la persecución y la muerte hasta que los caballos no pudieron dar un paso más…”.
“La tenaz y rabiosa resistencia me hizo comprender desde el primer momento que el combate no era contra montoneros, sino contra fuerzas veteranas y, no tardé en convencerme de ello cuando entre los muertos se encontró al Sargento Mayor Gutiérrez, un zambo terrible que era jefe de las montoneras de Lunahuaná y, al doctor de ese mismo punto, de nacionalidad italiana, que con su gorra de ambulante (cruz roja), pero con su rifle en la mano a más de sus instrumentos de cirugía, también los acompañaba…”.
Hasta el final, el Crl. Jarpa insistió en citar que en Monte Jato habían participado tropas de Cáceres: “Sé que el enemigo era nada menos que la montonera de Lunahuaná de la División del General Cáceres, aparte de la caballería que era la montonera de este valle…”
Los chilenos en su parte mencionan haber tenido en la lucha 13 bajas y varios caballos muertos y, emprendieron el regreso a La Quebrada, sin dejar de enfrentar la terca e irrenunciable resistencia patriota: “… No bien se efectuó este movimiento, aparecieron en las alturas de 15 a 20 enemigos, que rompieron fuego sobre nosotros. Solo con disparos de cañón pudo lograse la retirada de los peruanos…”. Eran los sobrevivientes de los guerrilleros del Sgto. My. José Gutiérrez, que “terca e irrenunciablemente” como decía el Crl. Manuel José Jarpa, continuaron con la resistencia patriota
El 23 de agosto, el guerrillero Juan García perteneciente a la guerrilla del Cmdte. Salcedo y que se encontraba vigilando a los chilenos, tuvo la desgracia de ser descubierto y capturado por el enemigo; fue juzgado sumariamente y en contados minutos fue condenado a muerte como espía de los montoneros de Lunahuaná. El 25 de agosto fue fusilado en el pueblo de La Quebrada.
Sabotaje y hostigamiento en Ica
Mientras los patriotas luchaban en Monte Jato, las guerrillas de Bernaola y Ríos hostilizaban al enemigo en Ica, en los primeros días de agosto, dificultando el libre tránsito mediante acciones de sabotaje, destruyendo en diferentes tramos la línea férrea entre Ica y Pisco, utilizando explosiones de dinamita
La guarnición chilena de Ica tuvo conocimiento el 10 de agosto de 1882, que las guerrillas peruanas se concentraban en San Juan y El Carmen en número de 100 hombres al mando del Sgto. My. Octavio Bernaola y otra fuerza de guerrillas se preparaba en Tambo de Huamaní al mando del guerrillero Melciado Ríos, para atacar Ica.
El comandante chileno Waldo Díaz, tratando de anticiparse a la acción de los guerrilleros peruanos, ordenó una expedición hacia San Juan y El Carmen con 100 efectivos (30 jinetes de Carabineros y 70 infantes del batallón Lontué, según fuente chilena), al mando del Sgto. My. Máximo Correa
La expedición inició su desplazamiento en la madrugada del 11 de agosto A las 04:30 horas, llegaron frente a San Juan, se desplegó la infantería y se lanzó al asalto; según versión chilena hubo un reñido combate, curiosa versión, pues en San Juan solo se encontraba una patrulla peruana de 12 hombres al mando del Cap. Ormeño quien después de un breve tiroteo se replegó hacia El Carmen. En represalia el My. Correa ordenó el incendio de la población.
El enemigo enardecido de no encontrar a los peruanos en San Juan, se dirigen rápidamente hacia El Carmen llegando a las 08:30 horas, la infantería se organizó para el asalto, pero actuando con exagerado recelo, el My. Correa decide hacer previamente un reconocimiento con un pelotón de caballería, pensando en una posible emboscada de las guerrillas peruanas. Después de interminables minutos que parecían horas, la caballería retornó con un campesino como prisionero, dando la noticia que el pueblo estaba totalmente deshabitado.
El prisionero les dio la falsa información que solo conocía que habían llegado un pequeño grupo de gente extraña a Chavalina y otro grupo a San Jerónimo. Exaltado por la información, el My. Correa hizo fusilar al prisionero y su destacamento lo dividió en dos columnas, una se dirigiría hacia Chavalina y la otra hacia San Jerónimo.
El grupo que partió hacia el poblado hacienda de Chavalina al llegar, ingresaron a bayoneta calada en cada una de las casuchas en su afán de dar con los guerrilleros, pero nuevamente se dieron con la sorpresa que estaba abandonada, por lo que decidieron descansar sin tomar ninguna precaución.
Al medio día, los guerrilleros peruanos atacaron sorpresivamente a la columna chilena, que solo intentó una retirada inmediata, pero los guerrilleros, conocedores del sinnúmero de callejones del poblado hacienda, lograron rodearlos. Dos horas duró el combate, el enemigo desesperado logró salir de la trampa, huyendo hacia San Jerónimo, dejando a diez muertos y llevándose a sus heridos.
En el trayecto fueron hostilizados permanentemente por lo guerrilleros peruanos. El My. Correa que se encontraba en San Jerónimo y que también había dado un golpe al vacío, recibió a los fugitivos y totalmente atemorizado, pues la noticia era que una gran masa de guerrilleros se acercaba para acabar con los invasores, ordenó de inmediato el regreso a Ica donde llegaron a las 17:45 horas.
“En el mes de setiembre se manifestaría el auge de la lucha de la resistencia en Ica. Restablecida la vía férrea entre Ica y Pisco por el enemigo, fue este objetivo, el principal blanco de sabotaje para los guerrilleros, motivo por lo cual, los trenes viajaban siempre con numerosa escolta.
Desde la campiña, viñedos, bosques y desde los cerros, guerrilleros a pie y a caballo hostilizaron continuamente el tránsito del enemigo, pese a contar con armamento muy inferior” (Huamachuco y el Alma Nacional).
El 01 de setiembre de 1882, El Crl. Leoncio Tagle que había relevado al Cmdte. Waldo Díaz por su inoperancia en el comando chileno de la guarnición de Ica, quiso demostrar su severidad, enviando una expedición punitiva contra las guerrillas peruanas de Basilio Espinoza que se encontraban en el poblado de Guadalupe. A las 06:00 horas de ese día salió de Ica al mando del My. Máximo Correa, una compañía de Carabineros de Yungay, con la consigna de: “no tomar prisioneros, eliminar a todo montonero posible, aún a simples sospechosos”.
Los patriotas que realizaban una estricta vigilancia sobre los chilenos con los pobladores que les informaban de todos los movimientos del enemigo, prepararon una sorpresa y planearon un ataque a la guarnición chilena de Ica, cuando parte de la guarnición enemiga haya salido de la ciudad. En efecto, la guerrilla patriota que comandaban Carrera y Escalante, cuya base era el poblado de El Arenal, marchó sobre Ica, sorprendiendo al enemigo que no esperaban que fueran atacados.
El Crl. Tagle escribió en su parte: “… parece que esto obedecía a un plan dado, habiendo llegado su atrevimiento hasta el punto de colocar grandes banderas peruanas casi en la misma población y, hacer gran movimiento y ruido de armas…”. Después de media hora de combate, el enemigo utilizó su artillería, quedando herido el Cmdte. Escalante. Al haberse dado un duro golpe sicológico al enemigo, los patriotas decidieron replegarse a su base.
En la madrugada del día siguiente 02 de setiembre, los guerrilleros patriotas, sabotearon la vía férrea, incendiando dos de los puentes, provocando una detención de emergencia del tren, que había salido de Ica a las 06.00 horas, regresando apresuradamente al notar la presencia de guerrilleros. En ese tren viajaba cabizbajo el jefe chileno saliente, Cmdte. Waldo Díaz, para tomar en Pisco un vapor que lo condujera al Callao.
Sorpresa en Milla 18
Para esos días, la audacia de los guerrilleros no tenía límites, obstinadamente hostilizaban el tránsito del enemigo, a veces siendo derrotados, pero inmediatamente volviendo a presentar combate.
Un testigo ocular chileno escribió: “… Incansables, las montoneras peruanas nos hacían fuego tenaz cuando se les presentaba ocasión… Nos retiramos, pero los montoneros vinieron picándonos la retaguardia y haciéndonos disparos y hasta desafiándonos con sus escaramuzas…”.
El 19 de setiembre de 1882, la guerrilla del Sgto. My. Octavio Bernaola, volvió a la ofensiva, realizando actos de sabotaje a la vía férrea y cortando la línea telegráfica que comunicaba Ica con Pisco. Con la finalidad de mantener en zozobra al enemigo, el 20 de setiembre, una partida de 30 guerrilleros a caballo atacó la ciudad de Ica ocupando el barrio de Luren
Patentizando el coraje y la audacia de los patriotas, desplegaron una enorme bandera peruana, colocándola en la torre de la iglesia. El Crl. Tagle destacó una fuerza de 65 hombres para batir a las guerrillas peruanas, pero sin ningún éxito. Según el parte chileno: “… el tiroteo prosiguió durante todo el día y parte de la noche, aunque sin resultado…”. Al amanecer los peruanos se replegaron ordenadamente.
La noche del 23 de setiembre, la ciudad fue sorprendida por detonaciones con petardos de dinamita en las cercanías del cuartel chileno. El Crl. Tagle ordenó la salida de varias patrullas chilenas, pero estas fueron acosadas por francotiradores emboscados, las patrullas regresaron con las manos vacías. Lo que no sabía el enemigo, era que esa misma noche en forma simultánea, otro grupo de guerrilleros colocaba varias minas en un trecho de la línea del tren cercano a Guadalupe. El plan era volar los vagones en que se movilizaban los chilenos.
El 24 de setiembre a las 07:00 horas, salió el tren de Ica, pero antes de llegar a Guadalupe, el conductor detuvo su marcha al observar movimiento de tierra en ambos lados de la vía férrea y un grupo de guerrilleros que se acercaban en forma hostil; el oficial chileno al mando, ordenó de inmediato que el tren regrese a Ica. Al pasar por cierto punto explotaron a destiempo detrás del tren, dos minas; al parecer, por tener las mechas demasiadas largas, salvándose los pasajeros de una catástrofe por escasos segundos. Si bien no se pudo destruir los vagones, las explosiones destruyeron varios tramos de la vía férrea.
El jefe chileno Crl. Leoncio Tagle al conocer la noticia del sabotaje a la vía férrea, ordenó que desde Pisco salga un tren con una pequeña escolta, conduciendo rieles y durmientes para reparar la vía férrea y, desde Ica parta otra vez el tren con 100 hombres del batallón Lontué y 50 Carabineros de Yungay con el material necesario para secundar los trabajos de reparación.
El tren que partió de Ica al mando del My. Máximo Correa, llegó al lugar del sabotaje a las 10:00 horas, empezando las tareas de reparación. A las 14:00 horas el My. Correa comenzó a intranquilizarse por la tardanza del tren de Pisco que no llegaba. A las 17:00 horas, el telegrafista ambulante le comunicó que la línea había quedado bruscamente interrumpida, lo que hizo pensar erróneamente a Correa, que la guarnición de Ica hubiese sido atacada, por lo que ordenó el retorno a Ica; al llegar, la ciudad estaba en calma y sin novedad, de inmediato los jefes chilenos se dieron cuenta que el ataque de las guerrillas peruanas había sido por el otro lado; es decir, por Pisco.
En efecto, a las 13:00 horas el tren que había salido de Pisco, al llegar al punto denominado Milla 18, de improviso explotó una mina de dinamita entre el Tender y el vagón que venía la tropa, según el parte chileno: “… haciendo volcar la máquina y al vagón con la tropa, pereciendo aplastados por el carro, durmientes, rieles, y barriles de agua que venían en dicho tren, dos soldados del Lontué, un fogonero y dos peones, quedando contusos dos soldados más y casi todos con magulladuras de más o menos importancia, salvándose los demás porque la explosión alcanzó solo uno de los carros, el que conducía el carbón y la leña…”.
En medio de la confusión de las tropas chilenas y un numeroso grupo de civiles que habían aprovechado la salida del tren, apareció una pequeña partida de guerrilleros patriotas a caballo, haciendo huir a los chilenos hacia la hacienda Macacona seguidos por los civiles, los cuales no fueron atacados, por no herir a los civiles que huían junto con los chilenos, Sin embargo pudieron tomar de rehenes al comerciante Picasso y a dos extranjeros, que intentaron escapar por el monte, conocidos personajes que colaboraban con las fuerzas chilenas.
A las 03:00 horas del 25 de setiembre, un fugitivo de la emboscada pudo llegar a Ica, informando la situación de las tropas chilenas en la hacienda Macacona, disponiéndose que 40 Carabineros de Yungay, se dirigieran a la hacienda para rescatar a los fugitivos. Pocas horas más tarde viendo la necesidad de restablecer la comunicación con Pisco, el comando chileno destacó hacia Guadalupe 150 hombres al mando del My. Máximo Correa.
Estando en plena reparación de la línea telegráfica, apareció sorpresivamente una partida de 100 guerrilleros peruanos, avanzando resueltamente y atacando violentamente con un atrevimiento que dislocó las primeras líneas enemigas, causándole varias bajas entre muertos y heridos, pero la superioridad bélica y numérica del enemigo determinó que tras una breve pero sangrienta lucha, los patriotas tuvieron que replegarse, dejando en el campo 20 camaradas muertos.
Según el parte chileno: “… el My Correa indignado por las bajas sufridas, ordenó recoger los muertos peruanos y, en (cruel y salvaje venganza) los 20 cadáveres de los montoneros fueron colgados, de orden del coronel Tagle, en otros tantos postes del telégrafo, en el lugar más próximo al sitio donde se realizó el suceso, a fin de que los que intentasen secundarlos viesen la suerte que les esperaba…”.
El Crl. Leoncio Tagle fue informado por colaboracionistas extranjeros que un contingente patriota procedente de la Sierra había llegado al departamento de Ica para apoyar a los montoneros en su resistencia. En efecto, la guerrilla de Cangallo se cubrió de gloria en todas las acciones que intervinieron.
Esto dio lugar a que el jefe chileno temeroso de un ataque en masa contra Ica o Pisco, escribiera a Lynch el 25 de setiembre, solicitando urgentes refuerzos: “Es indudable que los montoneros crecen en número y espero que V.S., si lo tiene a bien, se sirva ordenar marche a reforzar esta guarnición un batallón más y una compañía de Carabineros”.
El 26 de setiembre de 1882, Lynch dispuso el envío a Ica de una División de más de 1,000 efectivos de las tres armas, los batallones de infantería San Fernando y Rengo, una brigada de artillería y un escuadrón de Carabineros de Yungay, al mando del Crl. Marco Aurelio Arriagada, quien asumiría el mando supremo de las fuerzas chilenas en el departamento de Ica. El 27 de setiembre, Arriagada desembarcó en Pisco, dejando una fuerte guarnición; pasó a Ica por tren, dando descanso a su tropa y decidiendo dar inicio a la campaña contra los montoneros patriotas que se concentraban en el poblado de San José de los Molinos, a partir de la madrugada del 02 de octubre
Guerrilleros de la Sierra en Ica
Espías peruanos (peones de las haciendas y miembros de la resistencia urbana en Ica) informaron al comandante guerrillero Octavio Bernaola sobre la preparación chilena para atacar el 02 de octubre Los Molinos por dos direcciones con 1,037 efectivos de las tres armas. El 01 de octubre de 1882, 300 peruanos adoptaron posiciones defensivas en “Cerrillos”, una elevación de 200 mts de altura que domina al poblado de Los Molinos, parapetándose en peñascos y otras defensas naturales; aunque era inmensa la superioridad enemiga en número y armamento, los guerrilleros aceptaron el combate.
Arraigada tratando de dar un escarmiento a las guerrillas peruanas, cometió el error de dejar en Ica solo 250 hombres, al mando del My. Máximo Carrasco, dirigiendo el ataque sobre Los Molinos con el grueso de su fuerza. Este error fue aprovechado por la guerrilla serrana de Cangallo al mando del guerrillero Manuel Cisneros, para realizar un ataque por sorpresa desde los arrabales del Sur sobre la guarnición chilena de Ica
El Parte del jefe patriota señala: “El día 2 de octubre como a las 4 p.m., la fuerza que comando, de un modo intrépido y arrojado, tomó la resolución de introducirse a Ica y despojar al enemigo de aquella importante plaza…”. Efectivamente, el 02 de octubre de 1882, mientras el grueso de las fuerzas chilenas atacaba Los Molinos; a las 16:00 horas, la pequeña fuerza patriota de 200 guerrilleros de Cangallo, aunque escasamente armados, cargó con tal ímpetu contra el enemigo, que fueron desalojados de sus cuarteles, donde los patriotas colocaron banderas peruanas.
El enemigo sin poder escapar, se replegó al local de la prefectura, donde se parapetó soportando las arremetidas patriotas durante toda la noche con el apoyo de extranjeros El Cmdte. Cisneros relata en su Parte oficial: “… después de haber recobrado nuestro cuartel peruano, tuvimos que retroceder hasta nuestro campamento, con el sentimiento que de que, ya vencido el enemigo, tomaron parte en su protección nuestros enemigos encubiertos, los italianos… Si no estamos en posesión de la plaza, es por la protección que dieron al enemigo estos mal agradecidos extranjeros y por la falta de municiones para sostenernos dentro de la plaza…”.
A las 05:00 horas del 03 de octubre de 1882, llegaban a Ica las primeras tropas chilenas que volvían del ataque a Cerrillos, de inmediato lanzaron un
contraataque sobre las guerrillas peruanas que estaban en Luren, salvando a la guarnición chilena de su completa destrucción. La guerrilla se replegó a su campamento en Córdoba, después de 14 horas de lucha.
El jefe patriota en su Parte informó: “… del número que entró en campaña de nuestra parte nos faltan cuatro hombres y seis heridos que existen en el hospital de sangre; del enemigo, se sabe que se encuentran tendidos en número de 120 y sobre sus cadáveres hemos vivado a nuestra amada patria…”. De acuerdo a la costumbre chilena, solo dieron como bajas en combate a 20 de tropa, pero en días posteriores, dieron cuenta a Lima de 100 bajas por enfermedad (diarreas, disentería, incluso y cosa rara por viruela).
Borrado del escalafón militar
Mientras la resistencia patriota en 1882 se daba en el Norte, Centro y Sur chico del Perú, en el Sur, la inacción de Montero y su nulidad para apoyar las acciones del resto del país con armas y hombres, pudo equilibrarse en parte, al hacer conocer el 09 de noviembre de 1882, el Decreto borrando del escalafón militar al Gral. Miguel Iglesias y que por provenir del gobierno constitucional reconocido por el Ejército de la Resistencia, daba mayor contundencia como respuesta al delito de traición a la patria realizada por dicho oficial.
El Decreto entre los considerandos indicaba:
“Que el delito cometido por el general Iglesias es de mayor gravedad, si se atiende a las circunstancias de guerra con una potencia extranjera, por haber delinquido al tener noticia de la aproximación del enemigo y ser el jefe de armas llamado a repeler la agresión.
Que el jefe que ha observado tan incalificable conducta ha perdido la confianza del Supremo Gobierno y no puede continuar sirviendo en el Ejército de la Republica sin desdoro del honor militar.
Decreto:
Artículo único.- Queda borrado del escalafón militar y privado de su goces, prerrogativas y derechos el General de Brigada don Miguel Iglesias, quien tan pronto como sea habido, será juzgado en el Consejo de Guerra por el delito de traición a la patria, con arreglo a las ordenanzas vigentes.
Dado en Arequipa, a 9 de noviembre de 1882.
(Fdo.) Lizardo Montero”.
Un chileno convertido en Montonero
“
Las pequeñas fuerzas de montoneros en el Sur chico, equipadas con escaso y obsoleto armamento, no dejaron de ser un peligro para las fuerzas chilenas de ocupación, que veían con asombro, aproximarse hasta cerca de sus posiciones, montoneros a caballo que, con audacia y orgullo, mostraban la bandera peruana colocada en una aguda lanza” (Diario La Patria de Lima).
Estas fuerzas de montoneros al mando de los Cmdtes. Bernaola, Ríos, Arciniega y Moyán, hostilizaban constantemente al enemigo, pero no se dejaban sorprender por el invasor, debido al empleo de espías que informaban con la debida anticipación, todo movimiento del enemigo; evacuando sus posiciones ante cualquier intento de ataque sorpresivo, dejando avanzadas en líneas sucesivas de resistencia para retardar el avance enemigo.
Cuando los chilenos se retiraban a sus guarniciones, los montoneros porfiadamente regresaban a sus posiciones que habían evacuado anteriormente y volvían, una y otra vez a hostilizar al enemigo, con operaciones de sabotaje, incursiones sorpresivas y golpes mano en lugares donde menos los esperaban.
Este tipo de guerra produjo en las filas del enemigo numerosas deserciones Uno de esos casos, fue el del soldado Pedro Cabeza del batallón Lontué, que fue fusilado en Ica el 19 de octubre de 1882, al hallársele culpable de deserción en campaña por segunda vez. Pero lo más insólito e inconcebible fue cuando un soldado chileno del batallón Miraflores, desertó para unirse a los montoneros peruanos en Cañete.
¿Qué motivos tuvo este anónimo tránsfuga para tal acción? “Es posible que llegara a la conclusión de que, como otros tantos “rotos”, eran solo carne de cañón que la clase dominante de su país enviaba a una guerra injusta, para beneficio solo de las élites chilenas y no, precisamente para el pueblo chileno.
Sea como fuere, solo se conoce por versiones orales locales, que participó valientemente en varias acciones contra sus ex compatriotas, en una de las cuales, cayó prisionero en Chincha junto con un jefe guerrillero. El 27 de noviembre de 1882, fueron fusilados; el chileno, por traición a la patria siendo borrado de las listas de su unidad y el peruano, por defender a su patria” . (Huamachuco y el Alma Nacional).
La heroína de ébano
Catalina Buendía de Pecho, nació, vivió, creció y murió en el pueblo de San José de Los Molinos, a 20 kms del norte de Ica, tierra generosa extendida casi al pie de la cadena andina y protegida por una elevación denominada “El Cerrillo”. Se casó con el agricultor José La Rosa Pecho con el cual tuvo a su hijo Hilario; era una mujer joven, alta y de imponente belleza de ébano; se dedicó al campo recogiendo algodón en las principales haciendas iqueñas. En noviembre de 1882, los espías peruanos informaron al pueblo que un destacamento chileno se dirigía a Los Molinos por segunda vez en busca de montoneros.
Catalina Buendía de Pecho era una mujer guerrera, luchadora y fuerte, por lo que todos los pobladores entusiasmados por ella, empezaron a trabajar en “El Cerrillo” cavando zanjas, construyendo rústicas trincheras, colocando en ellas elementos primitivos: palos, troncos, espinas, guarangos y otros obstáculos para su defensa, improvisando catapultas y juntando piedras para arrojarlas a las hordas invasoras, inclusive los niños del pueblo colaboran pasando la chicha de jora a todos los hombres y mujeres que trabajaban entusiastamente en la defensa de su pueblo.
Al mediodía del 20 de noviembre de 1882, llegó a Los Molinos el destacamento chileno con más de 300 hombres de infantería, una pieza de artillería y una compañía de caballería, en una formación perfecta, confiados en su poder bélico y en su soberbia, comenzaron ascender “El Cerrillo”, ya que sabían que las opciones de la población eran simplemente rendirse o morir.
Sorpresa se llevaron los chilenos cuando a mitad de pendiente, recibieron una impresionante lluvia de piedras desde la parte alta, que los desconcertó, iniciándose simultáneamente el brusco fuego de escopetas que empezó a causarles bajas; de repente, apareció un desenfrenado tumulto de personas, hombres y mujeres con machetes y lanzas en mano, que se abalanzaron sin temor a la muerte sobre ellos, perder la vida parecía que no les importaba, empezaron a tumbar a los jinetes y seguían avanzando sobre el enemigo alentados por Catalina Buendía que los animaba a la lucha.
Después del breve pero sangriento combate, no les quedó otra a los chilenos que retroceder, Catalina y sus patriotas habían conseguido la victoria, tal vez por la sorpresa que utilizaron al ataque, o por la estrechez del paso que no permitió a los invasores chilenos desempeñarse como deberían Catalina Buendía ondeaba la bandera peruana desde la punta del cerro, entre el júbilo del pueblo, gritando a viva voz: ¡NO PASARÁN! ¡VIVA EL PERÚ!
Mientras el enemigo buscaba como llegar a las posiciones defensivas de los peruanos, ocurrió una traición; un vil ciudadano de ascendencia china apellidado Chan Jhoo Lee, indicó al jefe chileno como llegar a la retaguardia de los peruanos por otro camino, el cual fue utilizado de inmediato por las tropas enemigas. El ataque fue violento y la venganza terrible, asesinando hombres, ancianos y mujeres; cuando ya quedaban solo unos cuantos ancianos y algunas mujeres, el jefe chileno propuso a Catalina Buendía que, para evitar más muertes, respetaría a los sobrevivientes si deponían las armas. Al verse vencidos, Catalina decidió aceptar la propuesta
El jefe chileno le dijo a Catalina: “Sabia es mujer la decisión de tu pueblo, y aunque su situación de vencidos no da derecho a condiciones, te probaré cuán noble somos como vencedores. Di a tu gente que baje el cerrillo en paz que sus derechos serán respetados” (fuente chilena), lo cual hicieron a la orden de Catalina.
Cuando el último de los 25 sobrevivientes había bajado y depuesto las armas se escuchó la voz del oficial: “chilenos, la fuerza es el derecho de los pueblos: La muerte, a lo que los pueblos débiles tienen derecho. Enseñad a esta gente como debieron conquistar el suyo” (fuente chilena).
Apagada la voz del cobarde oficial, inmediatamente se inició una frenética descarga de fusilería sobre los indefensos valientes que exhaustos después de todo el combate, cayeron víctimas de esa infausta traición. Concluido el asesinato a mansalva, el comandante chileno se volvió a dirigir a Catalina Buendía: “Solo los emisarios de paz tienen derecho a que se les respete la vida” (fuente chilena)
Catalina disimulando el dolor que le había causado la asquerosa felonía, sacó una pequeña botella donde tenía veneno proveniente de la fruta piñón y lo vació sobre una tinaja de chicha, luego se la ofreció en señal de paz, diciéndole que
aceptaba la rendición; el oficial sospechaba del acto de la iqueña, por lo que le pidió que bebiera ella primero la ofrenda de paz, a lo que Catalina sin dudarlo y con la mira de vengar a sus valientes que yacían inertes en el campo, tomó serena un trago de la chicha envenenada e inmediatamente la sirvió al jefe chileno y a su tropa que esperaban su turno en correcta formación.
Pero luego se produjeron los estragos, el jefe chileno se desplomó entre estertores y la exclamación general de los invasores fue: “La chicha está envenenada”. Todos los que habían bebido caían al piso en medio de convulsiones. Pero no solo ellos, Catalina Buendía, también rodo por el suelo, el acto heroico fue descubierto y una bala certera en el cuerpo le fue disparada a nuestra heroína y otro soldado le atravesaba el pecho con la bayoneta calada de su fusil. En el suelo sangrando por la herida y envenenada, botando borbotones de sangre por la boca Catalina exclamaba: ¡NO PASARÁN! ¡VIVA EL PERÚ!
De esa manera ofrendó su vida la campesina Catalina Buendía de Pecho, la heroína de ébano, pues hizo lo que tenía que hacer como peruana, murió matando al bárbaro, cruel y salvaje chileno.
Armas para el Perú
En febrero de 1882, el gobierno de Lizardo Montero nombró al médico y diplomático Francisco de Paula Rosas Balcázar como ministro plenipotenciario en Francia e Inglaterra. Al respecto Basadre relata: “Una de las gestiones que efectuó al volver al servicio diplomático fue la de tratar de vender los buques (Diógenes y Sócrates) que el Perú había mandado construir en Alemania con los fondos de los donativos y que se encontraban detenidos en Inglaterra, causando gastos, a su juicio, inútiles”.
En noviembre de 1882, Francisco Rosas logró resolver favorablemente un litigio pendiente entre el Perú y los consignatarios alemanes del guano, obteniendo que se le abonara la cifra de 900,000 marcos. De esta suma pagó la tercera parte al denunciante Armando Moller y 160,000 marcos fueron embargados por orden judicial a pedido de un armador de Hamburgo quien pretendía que el Perú era deudor suyo. De este modo, en diciembre de 1882 pudo el ministro peruano adquirir armamento y municiones, tal como lo indica en la carta de fecha 15 de diciembre de 1882 que remite al delegado del gobierno de Montero en Lima.
“Londres, diciembre 15 de 1882
Al…
Delegado del gobierno…
(…)
… he comprado cuatro mil rifles Remington de primera calidad y cuatro mil cartuchos. Ambos artículos partirán por vapor del 20 del mes corriente para Buenos Aires, en donde se encontrarán cuando llegue este oficio a manos de V.S.
(…)
Existen comprados por el Gobierno, desde fines de 1879, doce cañones de montaña, sistema Krupp, de la mejor calidad, con todos sus útiles, y las municiones necesarias, y seis ametralladoras Nordenfelt, excelentes, provistas igualmente de útiles y municiones. Persuadido de que estas armas pueden ser de la mayor utilidad, he determinado enviarlas también a Buenos Aires, y estoy haciendo los arreglos necesarios para que partan a la mayor brevedad posible. Irán a cargo de una persona de confianza que las entregará al ministro del Perú. (…)
(Fdo.) F. Rosas”El citado cargamento de armas, llegó en efecto a la Argentina siendo recibido por el doctor Cesáreo Chacaltana, quien, a pesar de no haber aceptado el nombramiento de agente confidencial del gobierno de Montero, se dedicó a resolver los problemas conexos con el transporte a Bolivia, ayudado por el cónsul peruano en Buenos Aires Manuel Samanez Ocampo. En Bolivia tuvo la misma labor el ministro plenipotenciario en La Paz Manuel María del Valle.
El 28 de diciembre de 1882, Cáceres recibió el Parte oficial del subprefecto de Cañete Julio Salcedo, Cmdte de los guerrilleros de Cañete en el que daba cuenta del enfrentamiento que se realizó en Lunahuaná el 14 de diciembre: “… luchando cerca de 12 horas con tal denuedo, que el enemigo decía que no se habían batido contra los guerrilleros sino con tropas de línea; con el resultado de 35 patriotas muertos y 30 del lado chileno, además se verificó que un grupo de 50 chilenos habían desertado por haber sido vistos por la ruta de Chimba en forma dispersa…” Con el apoyo de la guerrilla de Yauyos al mando de Francisco Santa Cruz, que llegó a Lunahuaná para reforzar a las guerrillas de Cañete, se ocupó nuevamente Lunahuaná, preparando la renovación de la resistencia en 1883
CAMPAÑA DEL NORTE 1883
Entre Hamburgo y Arequipa
“París enero 1 de 1883
Señor general don Lizardo Montero vicepresidente del Perú
Mí estimado general y amigo:
Con algún atraso ha llegado a mis manos su muy apreciable carta fecha setiembre 16 próximo pasado, que me es grato contestar.
(...)
Aprecio cuán importante nos ha sido y es el envío al país de cuantos elementos de defensa sea posible, y en este sentido desde el principio de esta guerra he puesto empeñoso afán. Usted habrá tenido conocimiento que con el gobierno de la dictadura cesé de tener intervención en estos asuntos, y que queriendo seguir cooperando patrióticamente en todo lo que contribuyera a la defensa del país, entregué al señor Sanz las órdenes necesarias para que recibiera todos los elementos de guerra que tenía comprados y que con otros que negociaba iba a remitir al Perú, cuando tuvo lugar el cambio de gobierno. Supuse que el señor Sanz se apresuraría a hacer el envío de estos elementos; pero con gran sorpresa ha llegado a mi conocimiento que no lo ha efectuado. No dudo que el señor Rosas enmendará esta omisión.
(Fdo.) José F. Canevaro”“Entre 1882 y 1883, diversas expediciones recorrieron el viejo y nuevo continente transportando armas para el Perú. En la mayoría de los casos, el viaje se iniciaba en Hamburgo, donde las armas eran embarcadas. Posteriormente, los elementos bélicos realizaban un transbordo en el puerto de Buenos Aires, para ser enviadas por mar hasta Rosario. Ya en Rosario, la carga se internaba a tierra para ser depositada en Tupiza, Bolivia. Desde allí el armamento era enviado a La Paz vía Oruro. Finalmente, se le trasladaba hasta Puerto Pérez, en el lago Titicaca, para desde allí ser introducido al Perú, llevado a Puno y finalmente transportado a Arequipa en ferrocarril” (Daniel Parodi).
El armamento adquirido por Francisco Rosas llegó a costas americanas en dos diferentes remesas La primera llegó a Buenos Aires los primeros días del mes de enero de 1883 y la segunda, llegó en abril del mismo año.
Los elementos bélicos adquiridos por el Perú encontraron serias dificultades para ser trasladados hasta Arequipa. El principal obstáculo fue la necesidad de obtener la debida autorización del gobierno argentino, que había manifestado su neutralidad frente al conflicto bélico. Lo cierto es que la neutralidad argentina fue más bien aparente, ya que dejo pasar la carga como si fuera maquinaria.
La primera remesa que remitió Francisco Rosas, llegó a Buenos Aires en enero de 1883; en el trayecto por territorio boliviano fue escoltado por el Sargento Mayor del ejército boliviano Benito Corral Alcérreca y pudo recepcionarse en Arequipa en los últimos días de junio de 1883, debido principalmente a la larga travesía terrestre. La carga consistía en 175 cajones conteniendo las municiones contratadas al Sr. Franck, de las cuales llegaron oportunamente 170, cinco quedaron rezagadas y fueron enviadas en la segunda remesa. De los 75 cajones conteniendo 1,500 fusiles Remington, llegaron a Arequipa 50, así como 250 cajones de municiones.
La segunda remesa llegó a Buenos Aires en abril de 1883, recepcionadas en Arequipa en octubre de 1883. En esta oportunidad llegaron 58 bultos, además de los cinco cajones con municiones Franck y los 25 cajones con fusiles Remington. En su envío intervinieron el Crl. José R. De la Puente, el Capitán Lisdoro Benavides y Mariano Felipe Paz Soldán, quien fue nombrado por Lizardo Montero como agente confidencial en Argentina. Parte del armamento llegado a Buenos Aires fue entregado a Bolivia Otra parte que no se pudo remitir, tuvo que ser entregado en febrero de 1884 por Mariano Felipe Paz Soldán a su sobrino Pedro Paz Soldán y Unanue, obligado por las circunstancias, al ser nombrado por el régimen de Iglesias como ministro del Perú en las repúblicas del Plata y Brasil.
Armas, Informaciones y El Infiernillo
En enero de 1883, el Comité Patriótico de la Resistencia, remitió diez cajas con fusiles Peabody y su munición de dotación, trasladándolas hasta el Cuartel General de Cáceres en Tarma, este importante cargamento prendió el entusiasmo en el Ejército de la Breña, haciendo que Cáceres proyectara iniciar la ofensiva sobre Lima.
Según el breñero Daniel De los Heros: “Cáceres proyectaba su campaña en la inteligencia de que el Ejército de Lizardo Montero en Arequipa, superior en número y armamento, marchase sobre las alturas de Tacna, para amenazar por ese lado al enemigo y facilitar de este modo las operaciones contra Lima” Pese a la inercia que mostraba el gobierno de Montero y los informes que remitían el Comité Patriótico de la Resistencia indicando la apatía reinante en Lima señalando que: “… gente acomodada que al comienzo deseaba la guerra, abominaba de la resistencia armada y solo pensaba en poner a salvo sus personas y sus bienes…”.
Esos grupos de poder apoyaron la corriente derrotista consolidando su entendimiento con Iglesias; sin embargo, en el Norte, el departamento de Ancash rechazaba a las autoridades nombradas por Iglesias y con gran entusiasmo y sacrificio comenzaron hacer acopio de primitivas armas de piedra y madera y prepararse militarmente para hacer frente al enemigo.
La Villa de Ocros y sus anexos bajo las órdenes del cura párroco Matías Velásquez y del ciudadano Juan M. Romero se organizaron y entrenaron para combatir a las fuerzas chilenas. Estos preparativos no fueron en vano, pues el 26 de enero de 1883, una fuerza de 60 jinetes chilenos incursionó sobre Ocros exigiendo un cupo de 200 reses fijando el plazo de 24 horas para su entrega.
Conforme al plan que se habían trazado, los pobladores fingieron sumisión, era necesario que el enemigo se confiara para poder sorpréndelo pues sus 25 guerrilleros, precariamente armados, habrían sido pocos para intentar un triunfo, por lo que los patriotas fueron situándose al acecho en las alturas de la quebrada de El Infiernillo, paso obligado en la ruta hacia la costa.
Vencido el plazo, los campesinos solo pudieron entregar 160 reses, exacerbando los ánimos de los chilenos; su jefe en represalia, ordenó el saqueo a discreción y en la mañana del 28 de enero emprendieron el camino de regreso. Mientras tanto el número de guerrilleros emboscados había aumentado con el apoyo de otros comuneros dispuestos a participar en el combate.
El parte patriota señala: “Una vez colocados en sus puestos, vieron al enemigo que se acercaba y entonces se trabó un recio combate, donde las enormes piedras llevaban el mensaje de la muerte, que dio por resultado el triunfo de los nuestros y la derrota del enemigo, que dejo para el ejemplo en el campo de El Infiernillo ocho muertos y recuperado todo lo robado. De no haber sido por la escases de armas y pertrechos, de seguro que habrían quedado allí todos… En el memorable combate del 28, de los nuestros no han salido heridos siquiera…”
Traición en Canta
Cuando Cáceres decidió avanzar sobre Lima, se produjo la incomunicación con la División Vanguardia al mando del Crl. Manuel De la Encarnación Vento que guarnecía Canta. Confusas informaciones de los espías patriotas llegaron a conocimiento de Cáceres, haciendo sospechar de una posible traición. Esto se confirmó cuando el Comité Patriótico de la Resistencia mediante su sistema de espionaje pudo verificar la información comunicando a Cáceres que: “Nicolás de Piérola desde el extranjero y sus correligionarios en Lima, habían decidido secundar la actitud derrotista de Iglesias y el Crl. Manuel De la Encarnación Vento se había aliado con Luis Milón Duarte y los chilenos, declarando la guerra a la Resistencia Patriota”.
El 29 de enero de 1883, Cáceres resolvió de inmediato avanzar sobre Canta y Huarochirí, llegando a Lachaqui el 04 de febrero de 1883, enviando elementos guerrilleros de reconocimiento y su servicio de espionaje hacia Pariamarca y Obrajillo para obtener información de las actividades del Crl. Vento y sus tropas. Es en esta población que las guerrillas patriotas pudieron conocer fehacientemente que el Crl. Vento se había pasado al enemigo.
Además, los informes de sus espías señalaban que: “El 04 de febrero se había realizado una ceremonia y suscrito un Acta indicando que la actual división Vanguardia se denominará a partir de la fecha como división Vanguardia del Ejército Regenerador del Perú. Que se proclama y reconoce presidente provisorio regenerador de la República, al general don Miguel Iglesias. Que el coronel don Manuel De la Encarnación Vento será el comandante general de la nueva división Vanguardia, se proclama como jefe político del centro al coronel don Luis Milón Duarte y como jefe de estado mayor de los ejércitos al coronel don Tadeo Simón Antay”.
El 05 de febrero de 1883, las fuerzas del Crl. Vento se enfrentan a Cáceres en las afueras de Canta, apenas iniciado el bombardeo de la artillería de la Resistencia, se produjo el desbande de las tropas de Vento que en masa se pasaron al lado de Cáceres. Vento de inmediato huyó con alguno de sus partidarios hacia Huamantanga y luego a la hacienda Caballero, donde fue recibido por los chilenos y escoltado hasta Lima. Cáceres ocupó Canta reorganizando la División Vanguardia con nuevos Jefes y Oficiales.
Mientras esto sucedía en los campos de batalla, el Comité Patriótico de la Resistencia haciendo gala de su gran actividad, remitió desde Lima a Canta nuevos envíos logísticos para el Ejército de la Resistencia, consistente en 20 cargas de zapatos y uniformes que se necesitaban con urgencia, además de cierta cantidad de dinero, que sirvió para pagar propinas a las tropas después de mucho tiempo. Así mismo, el servicio de espionaje remitió una versión periodística chilena que indicaba: “El general Cáceres tiene muchos caballeros extranjeros y limeños que se ocupan de darle informaciones y por eso es que sabe todos los movimientos de las tropas chilenas y todo lo que pasa en Lima”.
Incursión contra espías chilenos
El 10 de febrero de 1883, las guerrillas al mando del Crl. José Manuel Jiménez que actuaban entre Moquegua y Tacna, obtuvieron la información de que en las cercanías de Sama se había instalado una base de espionaje chileno, preparando de inmediato una audaz incursión en ese poblado con el objetivo de su eliminación. La misión fue encomendada al ilustre tacneño Tte. Crl. Nicolás Ortiz Guzmán al mando de 50 jinetes del Regimiento Húsares de Junín y una columna de 20 guerrilleros, todos en sus respectivas cabalgaduras
“En la tarde del 14 de febrero, los patriotas llegaron a Camiara, permaneciendo unas horas para dar descanso y alimentación a hombres y cabalgaduras. A las 19.00 horas se emprendió la marcha a Buenavista, punto que alcanzaron al cabo de seis horas. En el tránsito fue capturado un soldado chileno, que confesó haber desertado del escuadrón Las Heras. Por él se supo que el gobernador de Sama apellidado Aguayo, estaba al servicio del enemigo y que los espías descansaban en casa de José Antonio Tellería, un español radicado en la región” (Huamachuco y el Alma Nacional).
A las 02.00 horas del 15 de febrero de 1883, los patriotas en un ataque sorpresivo asaltaron la casa capturando al abogado chileno Rafael Feliú y al comerciante argentino Juan Bustos, sometidos a un interrogatorio, confesaron ambos estar al servicio del espionaje chileno, por lo que fueron fusilados en el acto. Lamentablemente la presencia de las fuerzas peruanas fue conocida por el comando chileno en Tacna el mismo día 15 de febrero, por los informes remitidos por el español José Antonio Tellería, que de inmediato ordenó al Cmdte. Francisco Vargas con 80 jinetes del escuadrón Las Heras eliminen o dispersen a las fuerzas peruanas en Sama, llevando como guía al traidor Aguayo.
En la noche del 15 de febrero, el escuadrón chileno llegó a Pampa Blanca, lugar cercano a Sama, encontrándose con una oscuridad absoluta debida a una cerrada camanchaca; las avanzadas enemigas se dieron frente a frente con los vigías de los Húsares, entablándose un ligero tiroteo sin observarse mutuamente, dando motivo a que ambos contendores dispararan brevemente en forma masiva sobre tumultos que no se distinguían.
Según el parte chileno para evitar causarse bajas entre ellos mismos, no arriesgaron en perseguir a los peruanos, al considerar que los patriotas se esparcían en todas direcciones; mientras las fuerzas peruanas pensando lo mismo de no herirse entre ellos y al haber cumplido con la misión encomendada, decidieron replegarse por grupos en diferentes direcciones para confundir al enemigo. Los chilenos manifiestan haber tenido dos muertos y tres heridos, mientras los patriotas dieron cuenta de cinco muertos, entre ellos, el veterano militar Tte. Crl. Nicolás Ortiz Guzmán que tenía en esos momentos 29 años de servicio en el Ejército del Perú.
Engaño y minas
A fines del mes de febrero de 1883, el Comité Patriótico de la Resistencia informaba a Cáceres: “El traidor Vento se presentó ante Lynch manifestando que tenía fuerzas en Huamantanga, pidiéndole refuerzos de tropas chilenas para atacar la posición patriota. Lynch aceptó propuesta, ha organizado un destacamento de 800 hombres de infantería y caballería al mando crl Juan León García, se dirigen por Carabayllo hacia Quilcamachay sirviendo de guía el traidor”. Advertido Cáceres, preparó una posición defensiva bastante fuerte con sus tropas regulares en la quebrada que daba acceso a Canta y con sus guerrilleros en acecho en los lugares de tránsito forzoso del enemigo, para arrojar sobre éste galgas preparadas de antemano, desgastándolo y tratando de llevarlo dentro del perímetro de la defensa. León García mortificado por no hallar a los partidarios de Vento, acampó en Zapán y Macas y se limitó a enviar piquetes de caballería en misión de reconocimiento.
Una de las patrullas chilenas se encontró con los Guerrilleros del Rímac quienes después de provocar al enemigo, fingieron un repliegue hacia la posición defensiva, pero al darse cuenta el enemigo que los llevaban a una trampa, retrocedieron y se dieron a la fuga hacia su campamento. Al día siguiente en un punto denominado Hornillo cerca de Zapán, hubo otro encuentro entre patrullas peruanas y chilenas con fuego sostenido por ambas partes, huyendo el enemigo al caer herido el jefe que los conducía León García temiendo un inminente ataque a su campamento, sumado a la deserción de 60 hombres de su infantería, evacuó Zapán el 01 de marzo dirigiéndose con celeridad a la hacienda Caballero y a Lima, pensando que era perseguido por las tropas de Cáceres.
Mientras tanto el 04 de marzo, en las afueras de Chosica cerca de Santa Eulalia, una patrulla peruana encontró un piquete de caballería chilena, entablándose una escaramuza que terminó con la fuga del enemigo y la captura de su jefe, sargento 2do Basilio Poblete siendo remitido prisionero a Tarma.
El 07 de marzo, en un recodo del camino hacia el poblado de San Pedro, utilizado constantemente por las avanzadas chilenas de Chosica, los Guerrilleros del Rímac, colocaron minas (polvorazos), los movimientos extraños y la aproximación de los guerrilleros en el área de Chosica alarmó al jefe chileno, que no tuvo mejor idea que mandar dos compañías de infantería y una de caballería, hacia el poblado de San Pedro, al avance de las tropas chilenas, los guerrilleros contestaron con fuego de fusilería, atrayéndolos hacia la zona minada; de un momento a otro, hicieron explosión las minas, causando considerables bajas al enemigo, que retrocedió desesperadamente a Chosica
El parte de Cáceres señala: “En ese lugar de la explosión se han encontrado fragmentos humanos, charcos de sangre y pedazos de botas. Así mismo se ha visto distinta y claramente que los chilenos en su fuga llevaban siete caballos enjaezados sin jinete, algunos heridos en el gorrón delantero de sus cabalgaduras y cadáveres arrastrados con lazos”.
Operación de distracción
En el mes de marzo de 1883, llegó al Cuartel General de Cáceres en Tarma el Crl. Isaac Recavarren Flores con una pequeña escolta procedente de la ciudad de Arequipa con una carga de 200 carabinas Remington y un pequeño cañón de bronce de a 4, fabricado en la ciudad blanca por el Dr. José Antonio Morales Alpaca Dejando el material bélico en Tarma, Recavarren se trasladó a Canta donde realizó conversaciones con Cáceres estableciendo la necesidad de abrir campaña contra Iglesias.
Recavarren fue nombrado Jefe de la fuerza expedicionaria sobre Huaraz, organizada con el Batallón Pucará de 250 plazas, dos piezas de artillería y las guerrillas del Crl. Leoncio Prado que se le reunirían en el camino; en Huaraz coordinaría con el Dr. Jesús Elías Jefe Político Militar de los Departamentos del Norte para organizar el Ejército del Norte y poder expedicionar sobre Cajamarca para someter a Iglesias.
Debido a la presencia del enemigo en Chancay y Huacho que ponía en peligro el desplazamiento de Recavarren, Cáceres decidió realizar paralelamente una operación de distracción con una División en base a los Batallones Tarapacá y Zepita, el Escuadrón Tarma y 4 piezas de artillería al mando del propio Cáceres, con el fin de poner al enemigo en situación defensiva
El 15 de marzo de 1883, las dos columnas partieron por Huamantanga hasta Sunvilca, de allí Recavarren siguió hacia el Norte y Cáceres hacia la hacienda Palpa, llegando cerca a Chancay el 18 de marzo, el 19 utilizando el tren y en varios viajes, Cáceres adelantó su División hasta Huaral a dos leguas de Chancay. El comando chileno al tener conocimiento del avance patriota creyó que se trataba de las guerrillas del Crl. Leoncio Prado que merodeaba por esos lugares, disponiendo que una compañía (150 hombres) del batallón Aconcagua de guarnición en Huacho, se traslade a Chancay en la corbeta Chacabuco
Al desembarcar los chilenos en Chancay, recibieron la noticia que no eran guerrilleros sino, toda una División del Ejercito de la Resistencia con el Gral. Cáceres a la cabeza, el temor se apoderó del enemigo que la guarnición completa se reembarcó y se dirigió al puerto de Huacho
Puesto en fuga el enemigo, Chancay fue ocupada por el Escuadrón Tarma al mando del Prefecto de Lima Crl. Elías Mujica, por la noche llegó Cáceres con su escolta y al día siguiente 20 de marzo, toda su División. De esta manera el desplazamiento de Recavarren hacia el Norte pudo efectuarse sin novedad, al anularse la acción de la guarnición chilena de Chancay y la amenaza del enemigo en Huacho, esta última guarnición, mediante un simulacro de ataque de una columna guerrillera que realizó en el valle de Huaura.
“Esta Operación de distracción, engañó también al propio Patricio Lynch, al considerar que la toma de Chancay y la amenaza sobre Huacho significaba el inicio de una ofensiva mayor. Por lo que el mismo 19 de marzo ordenó al Crl. Marco Aurelio Arriagada encabezar la contraofensiva, con una división de 1,300 hombres de las tres armas que se trasladarían a Chancay a bordo de un convoy formado por el transporte Amazonas, el monitor Huáscar y la corbeta Chacabuco Las tropas acantonadas en Huacho permanecerían defendiendo ese puerto” (Huamachuco y el Alma Nacional).
Los chilenos se embarcaron la noche del 20 de marzo y llegaron frente a Chancay a las 08:00 horas del 21 de marzo. Cáceres que había recibido la información de la expedición chilena a través del servicio de espionaje del Comité Patriótico de la Resistencia, consideró conveniente emprender la retirada y a las 06:00 horas del 21 de marzo, evacuaron el puerto en dos trenes con dirección a Palpa. Junto con la División patriota evacuaron Chancay todos sus pobladores, temiendo la represalia chilena.
Al llegar Arriagada al puerto y observar que estaba completamente abandonado, temió que fuera una emboscada, por lo que permanecieron a bordo de los buques hasta que se presentaron tres extranjeros informándole sobre la retirada patriota y la evacuación de los pobladores. Arriagada ordenó de inmediato el desembarco de sus tropas, que se vio dificultado por la braveza del mar, motivando que algunas lanchas se voltearan y una se estrellara contra uno de los postes del muelle partiéndose en dos, causando la muerte de dos lancheros, terminando el desembarque recién al día siguiente.
En la noche del 22 de marzo, el jefe chileno ordenó iniciar la persecución contando con el apoyo de falsos guías que le manifestaron ser conocedores de la zona. Tomaron el camino a Palpa y después hacia Huando, donde cesó la persecución. Arriagada se dio cuenta que los falsos guías lo habían llevado por el peor camino y bajo el sol ardiente, ocasionando la muerte de dos soldados del Coquimbo y uno del Pisagua por insolación y más de un centenar con calambres por deshidratación. De inmediato Arriagada hizo fusilar a los falsos guías y ordenó la contramarcha, pretextando ante su comando en Lima que no se atrevió a seguir al Gral. Cáceres porque eran peligrosos los desfiladeros y las escabrosidades del terreno
Apenas iniciada la contramarcha, llegó un mensajero que agravó sus desgracias, al comunicarle que los pobladores que se creyó dispersos, habían atacado a la guarnición que había quedado en el puerto, poniéndola en fuga, destrozando a continuación las casas comerciales de los extranjeros que colaboraban con los chilenos. Arriagada aceleró su regreso y al llegar al puerto y no encontrar a los responsables del ataque patriota, ordenó fusilar cualquier poblador sospechoso sea hombre, mujer o anciano.
No teniendo como calmar su ira, se reembarcó con sus tropas dirigiéndose a Huacho, al desembarcar el 27 de marzo en ese puerto, le informaron que los patriotas marchaban con dirección a Huaraz para atacar a las fuerzas de Iglesias. Un corresponsal de guerra chileno escribió: “Aun cuando la marcha sea penosa, los peruanos son muy capaces de atravesar todo su territorio con tal de batirse con su enemigo…”.
El 28 y 29 de marzo, Arriagada permaneció en Huacho, ocupando a sus hombres en la compostura de la línea telegráfica entre Huacho y Ancón, que habían inutilizado audaces guerrilleros. Burlado y avergonzado Arriagada, el 30 de marzo al final de sus desgracias, se le autorizó regresar al Callao con el resto de su división, dejando una fuerte guarnición en Chancay Basadre escribe: “El jefe chileno fracasó por su propia lentitud, por la movilidad del Gral. Cáceres y por el servicio de información con que espías y vigías ayudaban a este”
Nueva expedición chilena
En los primeros días de abril de 1883, mediante el espionaje del Comité Patriótico de la Resistencia, el Gral. Cáceres recibió la información: “Que Lynch había ordenado la salida de una nueva expedición para destruir al Ejército de la Resistencia y apoyar al Gral. Iglesias para que se consolide como presidente del Perú. Organizó una columna llamada División del Centro al mando del Crl. Juan León García con tres batallones de infantería, 6 piezas de artillería, 100 Granaderos a Caballo y 50 Carabineros de Yungay, en total 2,000 hombres; León García recibió 60,000 soles para comprar a colaboracionistas extranjeros y traidores peruanos. Para el transporte de bagajes y abastecimiento han reunido 130 mulas ensilladas, de las cuales 50 cargan víveres, 25 con equipo médico, 10 con materiales de repuestos y las demás para diversas necesidades, se desconoce itinerario”.
El 07 de abril de 1883, la división de León García se dirigió por Vitarte, Huachipa y Nievería para seguir por las alturas de Punabamba, Quilcamachay, Lachaqui y Canta. El extraordinario celo de los patriotas en las tareas de espionaje, permitió conocer el avance chileno, que fue comunicado de inmediato mediante “propios” a las avanzadas de Cáceres en Santa Eulalia
El Cmdte. Medina preparó a sus guerrilleros y marchó para interceptar a la vanguardia chilena, compuesta por 100 infantes montados del Buín y 100 jinetes del Granaderos a Caballo. En la tarde del 07 de abril, fue avistada la vanguardia enemiga en Chornú, cerca de la aguada de Punabamba. A pesar de ser superados en número, la guerrilla de Medina se lanzó en un sorpresivo ataque sobre el enemigo, entablándose un feroz combate
En un momento los patriotas se replegaron, pero a los pocos minutos volvieron a la lucha con tal ímpetu que sorprendió al enemigo, tal como lo indican en el parte oficial chileno: “… los peruanos volvieron nuevamente al combate, continuándolo algún tiempo con encarnizamiento hasta que, llegando el resto de la división (chilena) y entrando en acción los infantes y parte de la artillería, dispersaron por completo a los montoneros…”.
León García tomó posición de la aguada, desechando la persecución de los patriotas pretextando en su informe: “… la dificultad del terreno, el cansancio de tropa y el mal estado de las cabalgaduras… no salí de ese lugar hasta el día 10 con dirección a Quilcamachay…”. Lo que pasaba era que se mostraba temeroso de volver a fracasar, al extremo de permanecer inactivo en Punabamba durante tres largos días.
Emboscada en Purhuay
“El 10 de abril de 1883, las avanzadas guerrilleras de los patriotas de Huarochirí al mando de Luis Tello, salieron de Yanacoto y atacaron las avanzadas chilenas procedentes de Chosica, ocasionándoles algunas bajas y obligándolas a replegarse desordenadamente hacia Chosica. Después de lo cual, regresaron los guerrilleros a Yanacoto” (memorias de Cáceres).
El Crl. Martiniano Urriola Guzmán Jefe de las tropas chilenas acantonadas en Chosica, recibió la orden de Lynch de reparar con carácter urgente la vía férrea y telegráfica entre Chosica y Chicla que habían sido saboteadas por los Guerrilleros del Rímac (200 hombres) del My. Wenceslao Inchaustegui, a fin de despachar nuevas fuerzas contra Cáceres. Urriola contestó solicitando refuerzos, quejándose de que la permanente hostilidad de las montoneras peruanas le causaba continuas bajas y que el terreno al interior estaba minado, por lo que era peligroso cualquier avance.
Lynch tuvo que aceptar el fracaso del Crl. Urriola y lo reforzó con dos compañías del batallón Chacabuco 6to de Línea al mando del Sgto. Mayor Julio Quintavalla que llegó el 14 de abril a la estación de Chosica por tren. El 15 de abril de 1883, el Sgto. Mayor Quintavalla con las dos compañías del Chacabuco realizaron un reconocimiento en dirección al puente Purhuay, que se vieron dificultados por la presencia de minas automáticas que habían sido sembradas por los peruanos y aunque los chilenos lograron desactivar 15 de ellas otras 4 estallaron con el saldo de 3 chilenos muertos y 7 heridos, a esto se sumó el ataque sorpresivo con fuego de fusilería y cargas de dinamita que los montoneros arrojaban a la columna chilena, que ante la imposibilidad de seguir avanzando huyeron de regreso a Chosica.
El 19 de abril, el Crl. Urriola sufre una nueva decepción, al enterarse que las guerrillas peruanas habían destruido el puente Purhuay fabricado de madera y con 15 metros de longitud, ordenando la salida de operarios con material necesario para su reparación, escoltados por tropas del batallón Miraflores al mando del Cmdte. Pinto Agüero.
Las guerrillas peruanas dejaron que las tropas chilenas ingresaran a la quebrada y cuando empezaban los trabajos de reparación, desataron un nutrido fuego de fusilería que provocó la explosión de tres minas, causando seis bajas en las tropas chilenas. Una vez más, el Cmdte. Pinto Agüero temeroso por las minas, ordenó la retirada, huyendo desordenadamente hacia Chosica, pretextando que el terreno no se prestaba para una adecuada defensa
El Crl Urriola golpeado ante tanto fracaso, organizó un nuevo contingente, esta vez de una fuerza mayor, 329 hombres; 146 del Chacabuco, 175 del Miraflores y 8 jinetes del Granaderos a Caballo, al mando del Sgto. Mayor Julio Quintavalla. Llevando además 40 bueyes por vanguardia en previsión de las minas que aún se encontraban sembradas.
A las 11:30 horas del 20 de abril de 1883, partió la fuerza chilena en tren, con una parte de la tropa a pie para quitar los obstáculos de la vía férrea; a las 15:00 horas a dos millas y media de Purhuay, ordenó la detención del tren y el desembarque de las tropas para emprender la búsqueda de las guerrillas peruanas; la orden de Urriola era: “Coronar las alturas de Purhuay para caer sobre la base guerrillera”. Quintavalla consideró impracticable el ascenso y confiado en su superioridad numérica y de su armamento, decidió emprender el ataque frontal, cruzando el río para penetrar en la posición peruana.
En su desplazamiento, “…se divisó en las faldas de un cerro vecino, a cuatro montoneros peruanos que se encontraban en las inmediaciones de un reducto circular de piedra y que los chilenos supusieron estaban en partida de exploración, con la finalidad de dispersarlos, Quintavalla ordenó a 40 soldados que se adelantaran a realizar algunos tiros creyendo, según sus propias palabras, que ahí no se encontraba mucha fuerza enemiga.
Sin embargo al avanzar la tropa chilena fue sorprendida por una lluvia de balas comprobándose que el grueso de la fuerza peruana se encontraba oculta en los cerros y en el mismo reducto y que esos cuatro hombres solo se habían hecho ver con la finalidad de atraer al enemigo a una emboscada, el jefe chileno ordenó entonces que la restante fuerza del Chacabuco fuera en ayuda de los 40 hombres que ya se batían contra los peruanos, que según cálculo de Quintavalla eran un aproximado de 400 hombres… ” (Wikipedia).
Debido a lo intenso de la lucha, Quintavalla entró en combate con el Miraflores, en un temerario avance que no conducía sino a la derrota, pues los guerrilleros copaban los cerros aledaños. Hora y media duraba el combate cuando la tropa del Miraflores se insubordinó al emprender la fuga a discreción, en procura del tren que se había alejado de la zona de combate. Los soldados del Chacabuco permanecieron en sus puestos hasta que vieron que su jefe Quintavalla huíaal igual que sus compañeros ante la completa derrota y escaparon por el bosque de Santa Ana.
Según cartas particulares peruanas que el compilador chileno Pascual Ahumada Moreno cita en su obra: “… el Chacabuco se mantuvo firme en su posición hasta sufrir fuertes bajas, pero no así el Miraflores que huyó en desorden...”.
Los derrotados fueron llegando a Chosica en grupos aislados, de los 17 soldados del Chacabuco que escaparon por el bosque de Santa Ana, llegaron al día siguiente solo 9, indicando que los demás habían tomado otro camino para evadir la persecución de los peruanos. El parte oficial de los chilenos señalan que tuvieron 29 muertos y heridos, entre los primeros el Stte. José del Carmen Ferrer y un telegrafista peruano de apellido Paiva que acompañaba al enemigo.
El historiador Rubén Vargas Ugarte en su obra "Historia General de la Guerra del Pacífico" cita una carta que el ciudadano inglés Charles Watson (Gerente director de la compañía del Ferrocarril de la Oroya y Mineral de Pasco) dirigió a su amigo Alfred Bushell en la que describe el combate que se realizó en Purhuay:
“Lima, abril 21 de 1883
… Ayer hubo un combate en la línea de La Oroya, más arriba de Chosica entre unos 250 chilenos y el mismo número de peruanos. Aquéllos sufrieron una derrota completa y tuvieron que huir, llevándose 14 heridos y dejando a dos oficiales y 24 soldados muertos o heridos en el campo.
No dudo de que este encuentro se publicará en Chile como otro triunfo, pero puede Ud. estar seguro de que mi noticia es correcta, pues la tengo de una persona que se halló presente y no fue una escaramuza sino una batalla bien organizada que duró una hora y diez minutos, y los chilenos viendo que era imposible soportar el fuego de los peruanos, volvieron la espalda y huyeron, tomando el tren que los esperaba como a una milla de distancia…
(…)
(Fdo.) Ch Watson”
Alfilerazos guerrilleros
Ante la derrota de la División Urriola en Purhuay y paralizado con sus 3,000 hombres en el valle del Rímac, la ineficacia de la División León García inactivo con 2,000 hombres en Punabamba; Lynch decidido a poner término a la resistencia patriota, ordenó la organización de una tercera División al mando del Crl. Del Canto con dos batallones de infantería, dos piezas de artillería y un escuadrón de Granaderos a Caballo con un total de 1,500 hombres; debiendo estas tres Divisiones (6,500 hombres) operar de común acuerdo hasta destruir al Ejército de la Resistencia.
Lynch insistió en la necesidad de que las Divisiones marchen con una vanguardia de reses para hacer estallar las minas sembradas por los montoneros en todos los caminos. La noche del 24 de abril de 1883, la División Del Canto avanzó por Cieneguilla hasta Malpaso donde descansaron. Los patriotas fueron informados puntualmente de la salida de las fuerzas chilenas por el sistema de espionaje del Comité Patriótico de la Resistencia, por lo que el Crl. Ismael Gonzáles Jefe de los Guerrilleros de Huarochirí, dispuso hostilizar al enemigo con 200 hombres en el paso obligado de Balconcillo.
A las 14:00 horas del 25 de abril el grueso de las fuerzas chilenas se acercó a Balconcillo, “Los montoneros atrincherados en el cerro rompieron el fuego sobre
las tropas chilenas, el combate duró más de una hora, causando importantes bajas al enemigo… Muy superiores el enemigo en número, determinó el repliegue de los patriotas hacia su base en Sisicaya…” (Memorias de Cáceres).
El avance enemigo hacia Sisicaya fue muy lento por temor a las minas sembradas en el camino y a pesar de todas las precauciones tomadas por el enemigo, varias lograron estallar causando la muerte de dos soldados y tres gravemente heridos. La defensa de Sisicaya por los Guerrilleros de Huarochirí al mando del bravo Comandante Ismael Gonzales fue apoyado por los dos Inchaustegui con sus guerrilleros, que llegaron desde Matucana para enfrentar al odiado invasor.
El breñero Abelardo Gamarra relata: “… Los patriotas en Sisicaya fueron acometidos por fuerzas considerables, trabándose un reñido combate por 24 horas, sostenido por los guerrilleros de Huarochirí, cuyo patriotismo, decisión y valor desplegados en esa acción en defensa de la patria, superiores son a todo elogio. A pesar de su inferioridad numérica y calidad del armamento, se batieron con tesón y bravura hasta agotar sus municiones, haciendo a los chilenos numerosas bajas y comprar bien caro su triunfo…”.
Los combates en Sisicaya se produjeron entre el 27 y 28 de abril, el 29 las tropas chilenas ocuparon Sisicaya y los pueblos aledaños, imponiendo cupos en dinero y ganado, que fue rechazado por la población; en represalia, Del Canto ordenó el saqueo y la destrucción del poblado, el 30 de abril, el heroico pueblo de Sisicaya quedó reducido a escombros.
Simultáneamente con las acciones de Huarochirí, las guerrillas de Canta con apenas 150 hombres al mando del prefecto de Lima Elías Mujica, hostilizaba a la División León García impidiéndole su marcha a Chicla, pero por desgracia, los chilenos contactaron con un colaboracionista de Iglesias, quien les dio informes precisos sobre las fuerzas peruanas. A las 02:00 horas del 27 de abril, el enemigo marchó por el camino de Obrajillo sobre Huamantanga, donde se encontraban cien guerrilleros, entre ellos, muchos oficiales que luchaban como simples soldados, al mando del Crl. José Mariano Villegas, quienes fueron sorprendidos por el inesperado ataque chileno a las 12:30 horas de aquel día.
A pesar de tan crítica situación, la resistencia peruana se prolongó por tres horas y media. Según el parte chileno: “… fue un reñido combate que duró hasta las 4 p.m. hora en que el enemigo fue rodeado y completamente destruido, dejando en el campo 32 muertos, entre los cuales se contaban doce oficiales… Agotadas las municiones del enemigo fueron tomados prisioneros diez sobrevivientes, siete de ellos oficiales incluido su jefe el Crl. Villegas…”. El Crl. León García sacando a relucir su oscuro salvajismo ordenó el bárbaro asesinato fusilándolos sin más trámite.
“Un pequeño grupo de guerrilleros que se encontraban en Quipán, conocieron esos hechos casi inmediatamente, al parecer, por informe de algún sobreviviente de Huamantanga que logró burlar la persecución enemiga”
“
Eran muy pocos para pretender algún éxito sobre los chilenos, pero se pusieron de acuerdo y decidieron atacarlos dispuestos a morir con honor” (Huamachuco y el Alma Nacional).
“Así, poco antes de caer la noche de aquel 27 de abril, en Huamantanga se libró un nuevo combate que duró cosa de una hora, hasta que al fin fueron derrotados los guerrilleros por la enorme superioridad de fuerza del contrario. En el campo rindieron la vida 20 héroes y sus camaradas, mucho de los cuales fueron heridos, se dispersaron en distintas direcciones, no prosiguiendo el enemigo la persecución a causa de la oscuridad reinante” (Memorias de Cáceres).
Pero ¿quién fue el colaboracionista que informó a los chilenos datos tan exactos? Daniel de los Heros y Pedro Manuel Rodríguez relatan: “El traidor Lara se retiró a Olleros para venir a Lima a recibir el premio de su crimen; pero los habitantes de Olleros, dudando de la lealtad de su jefe, lo tomaron preso y en las pistoleras encontraron los documentos que comprobaban su traición. Lo juzgaron y ejecutaron y su cadáver fue arrojado a un precipicio considerándolo indigno hasta de una sepultura en el panteón”.
“los documentos encontrados en poder de Lara se mandaron a Tarma. Eran notas y planos de Luis Milón duarte, escritos unos en clave, que el doctor De los Heros descifró, en los que se indicaban los puntos por donde debían seguir los chilenos, los compromisos contraídos por Lara para facilitarles el paso y las recompensas que debía recibir por su iniquidad”.
Pese a todo, los guerrilleros de Canta y Huarochirí habían cumplido la misión de retardar la marcha del enemigo, posibilitando la reorganización del Ejército de la Resistencia en Tarma. Elogiándolos, Cáceres recordaría aquellos “reiterados alfilerazos guerrilleros”.
Marcha estratégica al Norte
Desde que las tres Divisiones chilenas iniciaron el movimiento concéntrico sobre la ciudad de Tarma Cuartel General del Ejército de la Resistencia, fue decidido por el Consejo de Guerra realizar una marcha estratégica al Norte del país, para reunirse con las fuerzas del Crl. Recavarren, disuadir a Iglesias de hacer un tratado deshonroso con el enemigo y posteriormente enfrentar a los chilenos.
El 21 de mayo de 1883 el Ejército de la Resistencia inició su desplazamiento hacia Cerro de Pasco, a las 14:00 horas después que el parque y los últimos soldados evacuaron la ciudad, el Gral. Cáceres salió de Tarma. A las 17:00 horas, ingresaron las avanzadas chilenas a la ciudad y a las 18.00 horas el grueso de la División León García.
Abelardo Gamarra relata: “… antes de ingresar a Tarma el grueso de la División chilena, el Crl. León García desprendió un Destacamento que marchando por Chacapalpa y pasando el puente de Huaripampa ocupó la ciudad de Jauja…”.
El 26 de mayo la División Del Canto llegaba a Tarma reuniéndose con León García. Ambas Divisiones, ahora bajo el mando del Crl. Del Canto, sumando 3,334 hombres (Fuente chilena), emprendieron la marcha entre el 27 y 28 de mayo hacia Cerro de Pasco, persiguiendo a las tropas peruanas.
En Cerro de Pasco, Cáceres recibió informaciones del Sr. Jesús Elías, jefe superior del Norte, que se encontraba en Huaraz, haciéndole conocer que Lynch había ordenado salir de Trujillo hacia Huamachuco una División chilena de 950 hombres y tres piezas de artillería al mando del Crl. Alejandro Gorostiaga, para proteger a Iglesias amenazado por las guerrillas patriotas y las fuerzas de Recavarren. Otra información, pero falsa, al parecer fraguada por el enemigo, indicaba que Recavarren se encontraba cerca de Huánuco, perseguido por una División chilena.
Esto determinó que el 29 de mayo el Ejército de la Resistencia reinició su marcha hacia Huánuco llevando como prisioneros a dos chilenos y un espía que habían sido capturados días antes en Cerro de Pasco. Al llegar a la localidad de Huariaca, los prisioneros después de confesar su actividad de espionaje fueron fusilados. A las 11:00 horas del 01 de junio de 1883, Cáceres y su ejército ingresaron a la ciudad de Huánuco, donde tuvieron un merecido descanso. Al día siguiente, los espías peruanos informaron a Cáceres que los chilenos habían entrado a Pasco con 2,000 hombres, 6 piezas de artillería y 150 de caballería.
Mientras Cáceres avanzaba hacia el Norte, el Crl. Guillermo Ferreyros, prefecto de Junín que se encontraba en Izcuchaca, al no observar presencia del enemigo al Sur de Jauja, decidió adelantar sus fuerzas hasta Huancayo, ciudad que ocupó el 31 de mayo. En dicha ciudad Ferreyros agilizó los preparativos de resistencia, pero su actividad se vio entorpecida por los agentes iglesistas, que realizaban labores de espionaje para el enemigo.
A las 15:00 horas del 02 de junio, Del Canto y sus tropas llegaron a Cerro de Pasco. El 04 de junio salieron los chilenos a las 05:00 horas con dirección a Huánuco Ese día, el gobernador del distrito de Pachangura, Churín le escribe al subprefecto de la provincia de Cajatambo-Ancash: “Son las cuatro de la tarde, acaba de llegar doña Juana Soto, vecina de La Lancha y comunica que los chilenos estuvieron ayer en el puente de Alco; esta señora escapó por casualidad, supongo que hoy o mañana estarán en La Lancha” Estas informaciones circunstanciales, realizadas por personas comunes, eran valiosas para conocer la ubicación del enemigo.
Así mismo, el Ejército de la Resistencia salía de Huánuco a las 13:00 horas del 04 de junio, hacia Aguamiro (hoy La Unión). A las 17:00 horas de 07 de junio, llegaron las tropas de Cáceres a Aguamiro, donde descansaron.
“En Aguamiro, Cáceres recibió una nota enviada desde Huánuco por José Manuel Pinzás, dando cuenta de la aproximación del enemigo a esa ciudad y de la nefasta actividad de Luis Milón Duarte, quien amenazó con cupos a los que no colaborasen con los chilenos” (Huamachuco y el Alma Nacional). El 10 de junio de 1883, Cáceres y su pequeño ejército partieron de Aguamiro hacia Huaraz por la ruta de Chavín, llegando a esa ciudad el 12 de junio.
Por su parte, el 11 de junio Recavarren recibía información de Esteban Lasurtegui desde Corongo (distrito de la provincia de Pallasca, departamento de Ancash): “Después de la última nota que tuve el honor de dirigir a U. anoche he sabido que los chilenos permanecen en Angasmarca. Los espías no han podido averiguar el número, pero tengo fundamentos para creer que es una comisión que ha ido a esa hacienda a sacar víveres” (Huamachuco y el Alma Nacional).
El 14 de junio, el mismo Lasurtegui, desde Pallasca le escribe a Recavarren: “Son las seis de la mañana, hora en que vienen avisarme los espías que no hay novedad” (Huamachuco y el Alma Nacional).
Mientras esto acontecía en el Norte; en el Centro, Lynch ordenó el 11 de junio que la División Urriola se traslade a Tarma para apoyar al destacamento chileno que se encontraba en Jauja, con la misión de pasar a Huancayo e inclusive hasta Huancavelica y Ayacucho, con la finalidad de batir a los guerrilleros peruanos y a los que se negasen a reconocer al gobierno del traidor Iglesias.
El 12 de junio, Del Canto y sus tropas llegaron a Aguamiro y el 13 el Crl. Marco Aurelio Arriagada tomó el mando de las dos divisiones chilenas (3,084 efectivos), causando desazón y malestar en la tropa, pues Arriagada tenía fama de ser un táctico mediocre, decayendo la moral de los soldados. Su primera acción fue solicitar urgentemente refuerzos a Lynch, por estar su personal casi totalmente desgastados por la marcha realizada.
El 14 de junio, el Ejército de la Resistencia dejó Chavín, llegando a Huaraz a las 18:00 horas del 15 de junio. El 17 de junio, los espías de Cáceres dieron informes precisos sobre las fuerzas chilenas, cuya vanguardia se encontraba en Olleros, mientras esperaban al grueso muy retrasado, “por estar en un estado calamitoso de postración, agobiados y con más de 400 enfermos y cerca de 500 perdidos, entre rezagados, desertores y muertos por enfermedad o asfixia tras cinco días de dantesca marcha” (Abelardo Gamarra).
Esta información fue corroborada por el Tte. Crl. Ernesto de la Combe que en sus crónicas relata: “Las correspondencias chilenas provenientes de los jefes superiores de Lima y de los diferentes jefes de la expedición que cayó en mis manos en Chacas y que remití al general Cáceres por conducto del subprefecto de Huaraz probaban que las tropas que nos seguían estaban muertas de cansancio y que se hallaban en la imposibilidad de seguir la marcha del ejército del centro, de modo que tanto los jefes de Lima como los de la expedición no hacían sino conjeturar sobre nuestra marcha”.
Decidida la salida del Ejército de la Resistencia de Huaraz para el 18 de junio, Cáceres dispuso que, para dificultar el avance enemigo, el cuerpo de ingenieros al mando del ingeniero Tte. Crl. Teobaldo Eléspuru siembre minas de dinamita en el puente de Pariac a una legua de Huaraz. El Ejército patriota llegó a Yungay el 19 de junio
El 20 de junio, las fuerzas de Recavarren llamado Ejército del Norte, ingresaron a Yungay, procedentes de Huaylas. Al respecto Mariano A. Alcázar informa a Recavarren en esa fecha: “El día de ayer fui a la Pampa a preparar la gente que había de cortar la cuchilla; a las 7 de la noche, de regreso, recibí su
apreciable oficio en que se me comunicaba cortase los puentes y caminos, así es que, la cuchilla de Pampas a Corongo cortada, el puente de Yuramarca cortado completamente como si no hubiese existido. Un desfiladero derrumbado. Se han puesto tres minas. Al ingeniero lo he dejado con sesenta trabajadores, esperando que pasen cien reses para volar el camino”.
Esta fuerza constaba de tres Batallones de infantería, un Escuadrón de caballería y dos piezas de artillería, en total 800 hombres aproximadamente, lamentablemente en su mayoría carecía de instrucción militar.
La infantería era recluta en su mayor parte, excepto el Batallón Pucará de 250 plazas; los reclutas estaban pobremente armados, por lo que se les tuvo que dar los fusiles de los enfermos y fallecidos, sin embargo, no conocían el funcionamiento del fusil. La caballería estaba compuesta por indígenas que apenas podían sostenerse sobre el caballo, solo la artillería tenía personal veterano. A fin de potenciar las fuerzas de Recavarren, se le entregó en refuerzo al Batallón Tarma N° 11 al mando del Cmdte. Julio Aguirre.
El armamento del Ejército del Norte consistía en ese momento de: “40 Winchester, 79 Minié, 30 Remington, 405 Peabody y 30 Spencer; es decir, solo para 584 hombres, la diversidad de tipo y calibre del armamento, hacia más difícil la adquisición de municiones, de las cuales disponían 20,892 para Peabody, 934 para Remington, 1,113 para Spencer y 1,087 para Minié, en total 24,026 balas, cantidad ni siquiera para combatir 30 minutos” (Huamachuco y el Alma Nacional).
La noche del 20 de junio, Cáceres recibió la información que el enemigo ocupaba Carhuaz, ante ese aviso, dispuso que parte de su escolta realizara un reconocimiento sobre Carhuaz “El piquete de la escolta descubrió que efectivamente en Carhuaz se alistaba la recepción para los chilenos, pero ninguno de estos fue visto, pese a que se permaneció una hora en la población. Al cabo, tras reprochar a la población su falta de coraje, la escolta tomó parte de las provisiones que logró conducir a Yungay, destruyendo todo lo demás para dificultar el abastecimiento del enemigo” (Memorias de Cáceres).
Detenida la División Gorostiaga ante la barrera infranqueable que representaba el caudaloso río Santa, solo quedaba que hacer con la División Arriagada; Cáceres propuso burlar a esa fuerza chilena mediante una clásica maniobra por “Líneas interiores”, trasmontando la Cordillera Blanca para salir por Pomabamba, desde donde podrían marchar tanto al Norte como al Sur. El propósito era despistar al enemigo haciéndole creer que se contramarchaba a Junín, mientras la realidad era que se dirigían al Norte.
Ardid de Yungay
A fin de que el ardid fuera completo, se mantuvo en el más absoluto secreto el verdadero plan que solo fue conocido por Cáceres, Recavarren y Secada. Se hizo circular con profusión la marcha del Ejército de la Resistencia hacia Junín. Se ordenó la salida de algunos baqueanos por la ruta de Chacas, Huari y Chavín con
la orden de almacenar víveres y enrolar voluntarios por la ruta que seguirían las fuerzas patriotas en su contramarcha hacia Junín.
El 21 de junio se inició la marcha por la quebrada de Llanganuco, el 22 de junio el ejército entro por un desfiladero a través de un sendero horrendo y al terminar el paso, el ingeniero Tte. Crl. Teobaldo Eléspuru y su gente se encargaron de destruir el serpenteante sendero con cargas de dinamita, impidiendo de esta manera cualquier intento de persecución por el enemigo. A las 15:00 horas las tropas peruanas dominaban las cumbres de la cordillera, continuando hacia Tingo, llegando al campamento a las 21:00 horas El Ardid de Yungay, se iba desarrollando de acuerdo a lo previsto por Cáceres.
Los varios correos que envió Arriagada a Gorostiaga fueron interceptados por los guerrilleros patriotas, de forma que ambos jefes quedaron incomunicados. Las cartas a Lima las llevaron algunos colaboracionistas peruanos, que al final terminaban en manos del Comité Patriótico de la Resistencia.
El mismo 22 de junio Arriagada avanzó hacia Carhuaz donde recibió la noticia de la marcha peruana hacia la Cordillera Blanca. De inmediato mando reconocimientos hacia Yungay, los que confirmaron que el movimiento de Cáceres era contramarchar al Sur y que los caminos del Norte habían sido totalmente destruidos. Arriagada cayó en el engaño y esa misma noche partió con su ejército hacia Quebrada Honda con la esperanza de cortar la retirada del Ejército patriota al salir del Portachuelo de la Cordillera.
“En la madrugada del 23 de junio, al tiempo que entraban las tropas peruanas en Tingo, se presentó a Cáceres un joven patriota apellidado López, portador de un paquete de comunicaciones, que con sus guerrilleros logró arrancar a los correos de Arriagada cerca de Huaraz. Por ellas se confirmó la sospecha de que el plan chileno fue encerrar a los peruanos por dos frentes, en el Callejón de Huaylas, felicitándose el General de haber frustrado completamente ese proyecto” (Memorias de Cáceres).
El historiador chileno Pascual Ahumada reconociendo el genio de Cáceres relata el engaño que sufrieron los chilenos: “Amaneció el 24 de junio y con el alba vino la noticia que toda la División de Cáceres había pasado por el paso de Yungay, con toda anticipación. Para efectuar esta difícil operación de guerra, puso en planta, con toda facilidad, todas las precauciones aconsejadas en semejantes casos:
1° Hizo que su caballería empezase ciertos trabajos de fortificación, destinados a engañar a los espías chilenos.
2° Ocupó todo el frente de la pampa con su caballería, mientras él, con el resto de sus tropas, se lanzó atrevidamente al paso de la cordillera.
3° En la mañana del 22 cortó con dinamita el único y angosto sendero por donde había pasado, en una extensión de 20 mts. En este punto el camino salva un precipicio de 40 metros de altura, a orillas de las lagunas, cuyas aguas cerraron las minas, interceptando el paso quizá por muchos años.
4° En la noche del 23, por medio del contraespionaje, produjo la alarma en el campamento chileno, noticiando su aproximación para hacerlo tomar posiciones e impedirle toda persecución, dado el caso que sospechara su movimiento.
Resultado final, Cáceres pasó al Oriente de la cordillera, quedando las divisiones chilenas al Occidente
Como corolario del engaño a los chilenos, Arriagada para salvar su ingenuidad mando tropas a Quebrada Honda, al llegar al pie de la formidable montaña de nieve, la tropa se amotinó negándose a seguir pensando que la marcha iba a ser espantosa. Esta defección, fue apoyada por el Crl. Del Canto manifestando que: “Debía regresarse a Junín, por donde habían venido”
Arriagada demostrando su total falta de autoridad convocó a una junta de jefes y oficiales que apoyaron a Del Canto. El Crl. Arriagada resolvió la contramarcha a Junín justificando su decisión a Lima indicando en su parte que: “Cáceres, después de un simulacro de fortificarse en Yungay, ha pasado la cordillera por Chacas y se dirige al Sur… (señalando, además) … que su marcha sería lenta porque consideraba que las fuerzas peruanas son capaces de hacer jornadas más largas que las nuestras y con menos fatiga”.
Para tranquilizar su conciencia, Arriagada despachó nuevos correos a Gorostiaga, informándole su contramarcha. Esta vez se valió de naturales del país, pero estos tampoco lograron cumplir su misión, pues en el tránsito fueron sorprendidos unos pocos y fusilados por los guerrilleros de Cáceres, mientras los otros en su mayoría, entregaban los correos directamente al Tayta Cáceres.
Arraigada al tener noticias que ninguno de sus correos había llegado a manos de Gorostiaga, decidió despachar como expresos también, a tres oficiales chilenos, disfrazados de paisanos, pero su manera de hablar los delataba, siendo los tres fusilados como espías. Un último correo, sobrino del Almirante Lynch, tuvo conocimiento de todo ello antes de llegar a Yungay, para evitar le sucediera lo mismo simplemente desertó.
El Ardid de Yungay trastocó todos los planes chilenos para encerrar a Cáceres en el Callejón de Huaylas, por lo que Lynch, sin saber exactamente lo que pasaba con Arriagada y Gorostiaga, sumado a las indecisiones de Urriola; daba órdenes para evitar una catástrofe con sus tropas persiguiendo a Cáceres y su Ejército de la Resistencia, que eran vistos en todas partes, pero jamás eran encontradas, aunado todo ello, a las constantes hostilidades de las guerrillas en el Norte, Sur y Centro del país. Esta desordenada actitud chilena, dio pie a que el espionaje durante la marcha hacia el Norte fuera de primera prioridad.
El 25 de junio, Cáceres y el Ejército de la Resistencia llegaron a Pomabamba El 29 de junio, se dirigió a Urcón, donde sus espías le comunicaron que: “el enemigo se encontraba en Pallasca, que, al saber de su aproximación, Gorostiaga se retiró del lugar, después de saquear la población, incendiarla y asesinar a muchos pobladores que se negaron a entregarle víveres y ganado; entre ellos dos niñas y llevarse presos a otros” (Memorias de Cáceres).
Resistencia en el Centro
A fines de junio, La resistencia en el Teatro de Operaciones del Centro, recibió un informe del Comité Patriótico en Lima indicando que: “Lynch había
ordenado al Crl. Urriola marchar con su División a Cerro de Pasco y al Cmdte. Castillo con su Destacamento de 700 hombres marchar de Huacho a Cerro de Pasco, transportando en 60 mulas 2,300 pares de zapatos, 3,000 camisas, 3,000 calzoncillos, arroz y harina para las tropas de Arriagada”. (Pascual Ahumada).
El 03 de julio, el Crl. Guillermo Ferreyros prefecto de Junín, recibió otra información del Comité Patriótico de Lima indicando que: “Lynch había ordenado que el Sgto. My. Virgilio Méndez al mando de una compañía del batallón Tacna 2do de Línea, una compañía del batallón Miraflores y cuatro piezas de artillería de las tropas acantonadas en Chosica, se dirigieran a Tarma para expulsar de esa ciudad al Montonero Lecca que con solo 14 montoneros se habían apoderado de esa ciudad”.
El 04 de julio, El Crl. Urriola al mando de 800 hombres de las tres armas de su División, salió de Huancayo replegándose hacia Cerro de Pasco, dirigiéndose primero a Concepción. Su vanguardia llegó cerca a dicho poblado, donde escucharon los aires marciales de las cornetas, pututos y tambores de las guerrillas peruanas que al mando del célebre Tte. Crl. Ambrosio Salazar y Márquez se preparaban para la defensa. El solo hecho de oírlos fue suficiente para que la vanguardia chilena, volviera grupas recordando lo sucedido un año antes en aquel pueblo.
El Tte. Crl. Ambrosio Salazar siguiendo las directivas del Crl. Guillermo Ferreyros, organizó un Destacamento con las guerrillas a su mando, un Pelotón de Caballería al mando del Capitán don Benjamín Ugarte el cual constaba de 40 hombres bien armados venidos desde Huancavelica, las guerrillas de los Cmdtes. Gaspar Carrera y Milciades Ríos y, del Sgto. My. Ardiles de la provincia de Jauja. Salazar se dirigió hacia el puente de Chongos, recorriendo todos los pueblos de aquella banda hasta Mito, enrolando particularmente a la gente provista de armas
En Sicaya se adhirieron, las guerrillas encabezadas por Rafael Samaniego, hijo menor de Vicente Samaniego, fusilado por los chilenos en Huancayo el año pasado junto con Rosado y otros. Los de Alayo, Huanchar, Santa Rosa, Ingenio, Quichuay, etc., pueblos situados en la banda oriental del ya mencionado río, acudieron con gran entusiasmo para ayudar en la patriótica empresa. Con este contingente, quedó la fuerza a su mando con un total de 200 hombres.
El objetivo era ocupar de inmediato el sector de Concepción, con el fin de hacerle resistencia al enemigo en su retirada o de aproximarse con todas las fuerzas organizadas hasta las puertas de Huancayo para atacarlo por diferentes direcciones. El Tte. Crl. Ambrosio Salazar dispuso que el Pelotón de Caballería tomando la ruta de la banda occidental del Mantaro, se situase á retaguardia del enemigo, en el morro de San Jerónimo, distante, dos mil metros más o menos, del camino real, por el que los chilenos tenían que pasar de todas maneras, es decir en dispersión o en retirada. Ordenó que una parte de las guerrillas ocuparan el aludido morro, y en la colina próxima al puente de fierro de Concepción, el resto de sus fuerzas
Entre el morro y la colina había una distancia de un kilómetro aproximadamente, extendiéndose a sus pies la pampa de San Jerónimo.
A las 13:00 horas toda la División de Urriola se movilizó hacia Concepción A las 15:00 horas estuvieron los invasores a tiro de fusil de las posiciones que ocupaban las guerrillas patriotas, abriendo fuego cerrado con tan certera puntería causándoles numerosas bajas, por lo que se vieron obligados a retroceder desde media pampa para atrincherarse en la población. Una vez atrincherados, el enemigo desplegó en guerrilla compañía tras compañía tratando de tomar las posiciones defensivas de los patriotas sin que pudieran avanzar ni una pulgada de terreno.
A las 16:00 horas principiaron a hacer funcionar sus ametralladoras, colocándolas en la plaza; al mismo tiempo, 100 hombres de caballería con otros tantos infantes a la grupa se dirigieron por la quebrada de Vitis para atacar la retaguardia patriota. Otra columna chilena se desplegó por el cerro Lastay atacando a los patriotas de flanco.
El Comandante Gaspar Carrera, que durante el choque ocupaba un punto saliente del morro, fue el primero en darse cuenta del movimiento enemigo, por lo que avanzó con sus guerrilleros hasta el dominante Cerro “León” resistiendo la embestida chilena hasta las 19:00 horas en que, aprovechando la oscuridad reinante, los guerrilleros se replegaron hacia el puente de Matinchara, donde se inmolaron José Córdova y 30 de sus guerrilleros para proteger el repliegue del resto de los patriotas.
La caballería enemiga, desorientada al no conocer el terreno, creyó que los guerrilleros habían seguido el camino del llano de Pucapachas y emprendieron al galope la persecución hasta el cruce de los caminos de Concepción y San Jerónimo en un punto denominado Alto Perú, donde después de incendiar algunas chozas y darse cuenta de su error, tomaron el camino recto que conduce a Concepción para reunirse con el grueso de su División
El Crl. Urriola al constatar que el pueblo estaba desierto pues mujeres, niños y ancianos, fueron evacuados a tiempo, a fin de no exponerlos a los desmanes que solían practicar los chilenos. Además de darse cuenta que todos los víveres y ganado habían sido trasladados a otro lugar, dejando al enemigo sin abastecimientos, obligándolos a seguir su retirada hacia Jauja, soportando en su marcha la constante hostilidad de los guerrilleros
Durante toda la noche los guerrilleros picaban la retaguardia chilena con más brío que antes, hasta las inmediaciones de Jauja que ocupó el enemigo a las 07:00 horas del 05 de julio; no se les dejo acampar en ningún sitio, fue una cruzada sin cuartel, después de haber luchado durante cuatro horas, cuerpo a cuerpo. Los patriotas tuvieron 75 guerrilleros muertos y el enemigo más de 40, en el campo y en el pueblo de Concepción.
En todo el camino desde San Jerónimo hasta Matahuasi se encontró más de 30 cadáveres de soldados chilenos y se recogió nueve caballos cansados del enemigo y dos cargas de municiones, en una de las orillas del río “Yucha”.
El 06 de julio, el Cmdte guerrillero Milciades Ríos y su guerrilla sorprendieron a las tropas chilenas en Pacoa, justo en el momento que tomaban su rancho, produciéndose una tremendo alboroto y confusión con la tropa corriendo hacia sus fusiles y los jinetes tratando de colocar las monturas a sus
cabalgaduras, chocándose unos con otros. El ataque de los guerrilleros les ocasionó 5 muertos y más de 30 heridos a causa de su desesperación. Al retirarse la guerrilla dejo en el campo 6 fallecidos, entre ellos el Cmdte. Milciades Ríos.
Sorpresa en Yaután
Por disposición de Cáceres, las guerrillas al mando del Cmdte. Castro en los pueblos de Nepeña y Moro en la costa Norte, se habían fortalecido, realizando constantemente Golpes de mano, interrupción de las comunicaciones y obstaculización del tránsito con la Sierra, contra las guarniciones enemigas instaladas entre Chimbote y Casma
El 02 de julio de 1883, una avanzada chilena de la guarnición de Casma se dirigió en reconocimiento al pueblo de Yaután. Los guerrilleros del Cmdte. Castro prepararon una emboscada en las alturas antes del ingreso al pueblo de Yaután La patrulla chilena al mando del Tte. Reynaldo Boltz, teniendo como guía a un colaboracionista Iglesista ayudante del traidor Milón Duarte, penetraron en el desfiladero sin tomar precaución alguna, el ataque patriota fue sorpresivo, lanzando galgas y dinamitazos, los primeros en caer fueron el Tte. Boltz y el guía traidor, el resto de la patrulla dio media vuelta y huyó sin parar hasta llegar a Casma.
El 05 de julio entraron a Casma las dos compañías del batallón Miraflores con el cadáver del Tte. Reynaldo Boltz y con los 308 enfermos de la División Arriagada, que según el comandante del Cochrane Miguel Gaona: “los males de los enfermos no pasaban de ser simplemente cansancio y temor a las tropas de Cáceres”. Ese mismo día una expedición punitiva chilena desembarcó en Casma con la finalidad de atacar a las guerrillas en Nepeña y Moro.
El 06 de julio, las fuerzas chilenas (una compañía de infantería y una de caballería) al mando del capitán Tristán Stephan, llegaron a Nepeña y se lanzaron al ataque en forma frontal y por retaguardia, dando un golpe al vacío, pues los guerrilleros del Cmdte. Castro, avisados por sus espías del avance chileno, se habían trasladado a Moro por la orilla opuesta del río Samanco. Ofuscado el jefe chileno por el engaño sufrido, realizó una contramarcha forzada para alcanzar a los patriotas en Moro
El Cmdte. Castro y sus guerrilleros comparando sus escasas fuerzas con las del enemigo, optaron por eludir el combate en el pueblo y se concentraron en las afueras, parapetándose a uno y otro lado del camino de la angosta entrada que conducía al pueblo, con la finalidad de no permitir al enemigo o por lo menos, estorbarle el paso a la Sierra.
Mortificado el jefe chileno por que los patriotas se atrevían a enfrentarse en combate a pesar de su pequeño número e inferior armamento, dispuso que su infantería avance en línea en un ataque frontal, siendo recibidos por los patriotas con una descarga de fusilería, los chilenos de inmediato volvieron caras y se retiraron; al parecer, en franca fuga.
Los patriotas sin medir las consecuencias, empezaron a perseguirlos sin tener elementos de caballería, lo que fue aprovechado por el jefe chileno que ordenó un contraataque con su compañía de caballería, produciendo sorpresa, confusión y muerte en la guerrilla peruana, ocasionándole 40 muertos, el Cmdte. Castro a pesar de estar herido pudo evadir la persecución del enemigo.
El jefe chileno, dando rienda suelta a su innato cruel salvajismo, ordenó el saqueo de la población de Moro, el asesinato de sus pobladores sin diferenciar hombres de mujeres, ni ancianos de niños, terminando con la destrucción del pueblo incendiándola por sus cuatro costados. Su afán de venganza y escarmiento lo impulsó a dirigirse a Nepeña a seguir con sus atropellos, saqueos y violaciones, pero que a pesar de tanta desgracia… la resistencia continuaría.
Hostigamiento en Huánuco Viejo
El 9 de julio, en el Teatro de Operaciones del Norte, Arriagada en su retroceso de Huallanca a Aguamiro, al pasar por una quebrada en Huánuco Viejo, fue sorpresivamente atacado desde las alturas por las guerrillas de Francisco Loarte, lanzando galgas, dinamitazos y piedras con hondas a las avanzadas chilenas, ya que no contaban con ninguna arma de fuego; sin embargo, lograron causarle 8 muertos y más de 20 heridos.
El parte chileno solo señala a un par de heridos y de acuerdo a su costumbre, informaron la muerte de 8 soldados, pero por “Soroche” (caso raro), cansancio y falta de oxígeno, no en combate. El encuentro cesó al hacer intervenir los chilenos a su artillería, replegándose los guerrilleros a su campamento.
Pero el descanso de las tropas chilenas fue breve, al oscurecer, la neblina permitió que nuevamente los guerrilleros de Francisco Loarte incursionaran esta vez en el mismo campamento, con los ya conocidos lanzamiento de piedras con sus hondas, causando confusión y nuevos heridos, esta vez por los disparos entre los mismos chilenos.
Esa misma noche se presentaron ante el Crl. Arriagada dos iglesistas, Manuel Aguilar y Julián Lavado, quienes se ofrecieron colaborar con los chilenos, sirviendo de guías para sorprender a los guerrilleros en su campamento. A las 03:30 horas del 10 de julio, una compañía del Buín guiados por los traidores, sorprendieron a los guerrilleros que descansaban cerca a unas ruinas incaicas.
Lo que sucedió fue una matanza, cayendo asesinados por las balas enemigas más de 60 patriotas, solo se salvaron algunos guerrilleros que se dispersaron en todas direcciones. El sacrificio patriota no fue en vano, ya que el enemigo sintiéndose inseguro, siguió su vergonzosa retirada hacia Cerro de Pasco, esta vez, con mayor rapidez.
Resistencia en Pallasca
En la Sierra Norte, la preocupación de Gorostiaga por la proximidad de las tropas de Cáceres, lo obligó a proseguir su retirada a Pallasca el 29 de junio. La
vanguardia chilena de 230 hombres al mando del Cmdte. Alejandro Cruz marchó a Pallasca media hora antes del grueso de las tropas, sin sospechar que el excelente recibimiento en su paso anterior, había dado un cambio radical de 180 grados.
Al acercarse a Pallasca, la vanguardia chilena fue sorpresivamente atacada por los guerrilleros patriotas, armados con fusiles, carabinas, hondas y galgas que fueron lanzadas desde las alturas a la entrada de pueblo. Fue un sangriento y prolongado combate. Los chilenos tuvieron que retroceder derrotados buscando refuerzo del grueso de la División.
Reunidas las fuerzas chilenas, Gorostiaga ordenó un ataque en masa, los chilenos se sorprendieron al ver que los patriotas permanecieron firmes en sus puestos, decididos a sacrificarse en aras del honor nacional, reanudándose la desigual lucha, tanto en las afueras, como en las calles y alrededores de la población y después de varias horas de combate, los patriotas tuvieron que replegarse dejando en el campo de batalla más de 100 guerrilleros muertos
La venganza de los chilenos fue terrible, fusilaron a 6 pobladores indicando que eran cabecillas, tomaron preso al alcalde y a los ciudadanos más notables del pueblo, ordenó el saqueo de las viviendas y terminó incendiando parte de la población y como corolario de tanta barbarie, fusiló a dos niñas, sin que nadie supiera lo que motivó el salvaje asesinato.
El temor a Cáceres, hizo que Gorostiaga mande patrullas de reconocimiento a Mollepata, poblado que consideraba estratégico y con mayores facilidades para su defensa. Los exploradores a su regreso dieron cuenta que los pobladores de Mollepata se preparaban para la resistencia armada, retrasando de esta manera la marcha de su División que se iba a realizar en la mañana del 30 de junio.
Gorostiaga, teniendo la urgente necesidad de conocer el paradero de Cáceres, optó por un método propio de la tradición militar chilena, obligó a la fuerza a servir de espía a uno de los hijos del personaje más notable de Pallasca, dándole 48 horas para para conseguir la información sobre la situación y composición del ejército de Cáceres, caso contrario, serían fusilados sus familiares y el mismo.
Informadas las autoridades y notables de Mollepata sobre las amenazas de Gorostiaga, lo ocurrido en Pallasca y la incontrastable superioridad de las fuerzas chilenas, desistieron de la resistencia armada y decidieron por la evacuación de la población.
A las 06:30 horas del 01 de julio, ingresaron las tropas chilenas a Mollepata, encontrándola prácticamente sin habitantes, motivando que los jefes chilenos ordenaran el saqueo de todas las casas, pero se dieron con la sorpresa que no tenían nada para ser utilizado, ya que los dueños las habían dejado casi totalmente vacías. A las pocas horas llegó el pallasquino que fue obligado a espiar a Cáceres, informando que no había razones para creer en la proximidad del ejército peruano, pues ni siquiera había aparecido por Corongo, ocultando de esta manera, la noticia que el ejército de Cáceres tomaba otra ruta, salvando a su familia del fusilamiento y al ejército patriota de una emboscada por el enemigo.
Ante la falta de información, Gorostiaga decidió adoptar un dispositivo defensivo para evitar una posible aparición repentina del ejército de Cáceres por sus flancos.
Inteligencia de la huida chilena a Huamachuco
En el trayecto a Conchucos, Cáceres recibió comunicaciones del hacendado Pedro J. Porturas y otros patriotas, que los chilenos habían llegado a Mollepata. A las 08:30 horas del 02 de julio, el ejército patriota ingresaba a Conchucos, despachando patrullas de reconocimiento hacia Mollepata y Pallasca, regresando al día siguiente con la información que los chilenos permanecían en Mollepata en actitud defensiva.
El 03 de julio, los patriotas aprovecharon el día para realizar ejercicios de tiro, particularmente con los bisoños reclutas del Destacamento del Norte, quienes nunca habían usado un fusil desconociendo su funcionamiento, consumiéndose una buena cantidad de municiones con resultados negativos en todos sus aspectos.
El mismo día 03 de julio a las 14:00 horas, Gorostiaga ante el temor de dar batalla ante un enemigo creyéndolo superior en fuerzas en Mollepata, ordenó sorpresivamente a sus tropas continuar su contramarcha hacia Huamachuco, con la finalidad de obtener mayores refuerzos más al Norte, sabiendo que tropas al mando del My. Sofanor Parra se acercaban a Angasmarca, mientras que de Trujillo habían salido otros refuerzos al mando del Cmdte. Herminio Gonzales con dirección a Santiago de Chuco
Las tropas chilenas llegaron por la noche a Tulpo donde descansaron y el día siguiente 04 de julio siguieron hacia Angasmarca, donde se les unió el Destacamento de Parra (280 hombres), siguiendo hacia la vaquería de Tres Ríos llegando a las 14:00 horas, lugar donde descansaron.
Entre tanto, la vanguardia patriota, comandada por Jesús Elías, los secretarios Pedro Rodríguez y De los Heros, con el Escuadrón Húsares al mando del Tte. Crl. José Cabrera, llegaron a Mollepata a las 20:30 horas del 03 de julio, informándose que el enemigo había evacuado la población poco antes, “con el objeto de proteger a Iglesias de cualquier ataque”. Versión que propaló el mismo Gorostiaga justificando su huida.
Desde Mollepata, Jesús Elías envió Chasquis a los hermanos Fernando y José Porturas, dueños de la hacienda de Angasmarca, solicitándoles informaciones sobre el paso del enemigo por dicho lugar. A las 17:00 horas del 04 de julio, los hermanos Porturas junto con otros patriotas llegaron a Mollepata dando precisos informes a Cáceres, sobre la retirada chilena hacia la vaquería de Tres Ríos.
Esa misma noche, Cáceres ordenó la concentración del Ejército de la Resistencia en Tulpo; simultáneamente, los hermanos Porturas y Pedro Rodríguez al mando de una patrulla de reconocimiento se dirigieron en busca del enemigo, regresando al día siguiente 05 de julio, con la información: que el enemigo
continuaba su retirada hacia Huamachuco. Así mismo, indicaron que habían obtenido de fuentes confiables, la información que una fuerza de más de 500 chilenos que habían salido de la costa, se acercaban a Santiago de Chuco.
De inmediato Cáceres envió exploradores a Santiago de Chuco, con la misión de averiguar la composición de esa fuerza enemiga. Por la tarde, Cáceres se dirigió con su escolta y acompañantes hacia Angasmarca donde recibió a los exploradores enviados a Santiago de Chuco, los que informaron que: la fuerza enemiga proveniente de la costa sumaba 781 efectivos, con 5 piezas de artillería, buena cantidad de fusiles y municiones y vestuario de repuesto, pero que se encontraban en Porcón.
Poco después, la escolta de Cáceres capturó un correo chileno con una comunicación escrita en clave, el cual fue descifrado inmediatamente por el Dr. Daniel de Los Heros, confirmando que: el Destacamento Gonzales marchaba a reunirse con Gorostiaga; pero esta vez indicaba los puntos por donde iba a desplazarse: Porcón, Tres Cruces, Tres Ríos, Santiago de Chuco y Huamachuco. Cáceres haciendo un cálculo de distancias y tiempos de marcha, planeó un ataque por sorpresa sobre el Destacamento Gonzales en Tres Cruces entre las 14:00 y 15:00 horas del 06 de julio. El desplazamiento de las tropas peruanas que debió realizarse a las 06:00 horas, se retrasó por realizar un castigo a varios soldados del Destacamento Recavarren que intentaron desertar, iniciándose el movimiento recién a las 08.00 horas; la vanguardia a cargo de Recavarren llegó a Tres Cruces a las 15:30 horas, cuando el enemigo ya se había movilizado desde las 15:00 horas; aun así, Cáceres esperó la llegada del Ejército del Centro, que recién lo hizo a las 18:00 horas, frustrándose la ansiada operación por sorpresa.
Sin embargo, Cáceres pensó que aún era posible sorprender al Destacamento Gonzales si se continuaba la persecución a marchas forzadas. La mayoría de los Jefes apoyó esa opinión y a las 19:00 horas se inició el desplazamiento por una escarpada cuesta y luego seguir por una extensa pampa salpicada de pantanos. A medio camino surgió el desastre, la tropa fatigada y con un solo rancho durante todo el día, particularmente los reclutas del Destacamento del Norte comenzaron a dispersarse ante la impotencia de los jefes, produciendo deserciones en masa.
Al llegar a Tres Ríos tras una ininterrumpida marcha de 20 horas sin encontrar al enemigo y al clarear el día, recién se pudo comprobar la magnitud del resultado de esa marcha nocturna, se habían perdido 600 hombres. “Fue este uno de los peores reveses de Cáceres, salió a sorprender un destacamento de 781 chilenos y perdió en el intento 600 hombres, sin causar una sola baja al invasor” (Huamachuco y el Alma Nacional).
El 07 de julio de 1883, la fuerza patriota quedó reducida a 1,000 hombres del Ejército del Centro y 400 del Destacamento del Norte, con un total de 1,400 combatientes con diversos sistemas de fusiles sin bayoneta y escasa munición, artillería de avancarga, dos Escuadrones de caballería incompletos y la Escolta de Cáceres; mientras las fuerzas chilenas de la División Gorostiaga con los refuerzos recibidos desde la costa, acantonada en Huamachuco, alcanzó un efectivo de
2,000 hombres de las tres armas, adecuadamente equipados y pertrechados con abundante munición, artillería con cañones Krupp de retrocarga y un escuadrón completo de caballería.
La Senda del Honor
El 07 de julio, Cáceres dio un merecido descanso a sus tropas y convocó un Consejo de Guerra para determinar las acciones a seguir, asistieron todos los jefes incluido los de Compañía, algunos propusieron la retirada por Santiago de Chuco, otros opinaban que una retirada frente al enemigo en la situación que se encontraba el Ejército sería su completa destrucción, de una manera deshonrosa, hasta que el Crl. Miguel Emilio Luna Peralta Jefe del Batallón Jauja N° 9 alzó su voz sobre los demás exclamando: ¡Más vale morir con honor que retirarse y disolverse cobardemente! Inmediatamente al unísono y por unanimidad se resolvió: Presentar Batalla
“
La lógica incaica parecía repetirse, exactamente a 450 años de haber sido pronunciada, por coincidencia también ante invasores extranjeros: ¡Usos son de la guerra vencer o ser vencidos! (Huamachuco y el Alma Nacional). De inmediato Cáceres dispuso un reconocimiento de las posiciones enemigas en Huamachuco la cual se organizó con el Cmdte. La Combe, el secretario Pedro Rodríguez y el Ingeniero Eléspuru, después de cumplida su misión retornaron al campamento peruano a las 20:00 horas, dando cuenta que el enemigo se encontraba dentro de ciudad y al parecer no esperaban ningún ataque por parte de la Resistencia por considerarlas en un lugar lejano; inclusive, solo tenían vigías por el camino principal.
A las 06:00 horas del 08 de julio de 1883, el Ejército de la Resistencia pasó rancho en Tres Ríos, gracias a los víveres remitidos por los Hermanos Porturas desde Angasmarca, además proporcionaron aguardiente que se distribuyó entre la tropa para que pudiesen soportar el frio gélido de las alturas. Una hora después se inició el desplazamiento hacia las posiciones de ataque en Huamachuco; esta vez, se realizó por el camino de las punas llamado de La Escalerilla, evitando el camino principal que estaba vigilado por el enemigo.
A las 13:00 horas se llegó al Portachuelo de la Cordillera, desde donde Cáceres decidió realizar un reconocimiento a pie por el cerro Cuyulga, junto con los Cmdtes. Grals. Secada y Recavarren y su ayudante Florentino Portugal, pudiendo observar que los chilenos no se habían movido de la ciudad, su caballada pastaba en los potreros aledaños y sus avanzadas estaban únicamente en el camino principal.
Finalizado el reconocimiento, el grupo regresó donde descansaban las tropas peruanas, fue en esas circunstancias que apareció el Jefe Superior del Norte Sr. Jesús Elías con algunos milicianos de Santiago de Chuco para apoyar al Ejército de la Resistencia. A las 14:00 horas las Fuerzas peruanas se dirigieron hacia el enemigo por diferentes direcciones La aparición de las tropas peruanas fue una completa sorpresa para el enemigo, que en forma aparatosa solo atinaban a huir a cualquier parte
“Era una hora de descanso en que parte de la tropa chilena estaba franca, lavando la ropa en el río, la comida era preparada en la plaza y algunos caballos y asnos pastaban al pie del Cuyulga” (Basadre).
El historiador chileno Molinare en su Historia de la batalla de Huamachuco manifestó: “La retirada fue una verdadera fuga, se perdieron 125 caballos, vestuarios, municiones, documentos y otros materiales… ”. Cáceres en sus memorias señala: “Tan pronto como los chilenos nos divisaron en las alturas del Cuyulga, agrupáronse atropelladamente en la plaza y calles contiguas de la ciudad y encamináronse a todo correr hacia el Sazón… por los documentos recogidos se comprobó que el efectivo de las tropas chilenas ascendía a más de 2,000 hombres de las tres armas”.
“El alcalde de la ciudad Manuel I. Cisneros y el Sr. Manuel Ramos se esforzaron por conseguir víveres para las fuerzas peruanas, preparando además un hospital de sangre y proporcionando chasquis, guías e informantes al Gral. Cáceres, servicios estos últimos que fueron cumplidos por indígenas de probada fidelidad” (Huamachuco y el Alma nacional).
En esos momentos se presentó un Chasqui al Gral. Cáceres en el morro de Santa Bárbara, manifestando si tenía alguna comunicación para el Crl. Puga en Cajabamba, ya que estaba llevándole un mensaje de Jesús Elías con carácter urgente. Cáceres leyó el mensaje en la cual se le ordenaba a dicho jefe “que debía ponerse de inmediato en marcha a Huamachuco” Al instante le dio un mensaje oral al Chasqui para que le dijera en su nombre al Dr. Puga: “que en la madrugada del día siguiente 09, debía situarse convenientemente sobre la retaguardia de las fuerzas chilenas, para cooperar al ataque general”.
El día 09 de julio, fue prácticamente un duelo de artillería durante todo el día, ya que, al menor movimiento de tropas de cualquiera de los bandos, se recibía una andanada de cañoneo con la consecuente respuesta del otro bando Al medio día, Cáceres envió una compañía al mando de Recavarren al flanco izquierdo del enemigo, avanzando hasta cerca del panteón en plan de reconocimiento, sin ser advertida por los chilenos, regresando al término de la misión con la información requerida. Al final de este movimiento, los chilenos reaccionaron dando orden a su artillería de: “…incendiar la población para impedir que el enemigo se abasteciese de víveres…” (Parte de guerra chileno). Acto que se cumplió con un bombardeo indiscriminado de la ciudad.
Por la tarde, Cáceres mostraba preocupación ante la ausencia de las guerrillas del Crl. Puga, porque se creía que se encontraba por el camino a Cajabamba, “la realidad era que Puga habiendo quedado totalmente incomunicado, se hallaba muy al Norte por Matará, tratando de incrementar su fuerza de 250 guerrilleros. Además, el enemigo había interceptado los mensajes que habían remitido Elías, Recavarren y otros Jefes al Crl. Puga informándole del movimiento sobre Huamachuco” (Huamachuco y el Alma Nacional).
El Chasqui que partiera el 08 también cayó esa misma tarde en manos de las patrullas chilenas, en el camino de Marcabal a 12 Km. de Huamachuco.
“Pero astuto el Chasqui, aprovechó de la neblina para ocultar el mensaje en un matorral en el momento en que iba ser capturado. En el interrogatorio a que fue sometido, limitóse a declarar que se había extraviado del paraje, siguiendo su hato de ganado; sin embargo, no lo soltaron, sino a la mañana siguiente 09 de julio”
“Inmediatamente recogió el mensaje y prosiguió su viaje, casi sin parar, llegando a Matará donde se encontraba Puga, al amanecer del 10 de julio. El Crl. Puga avanzó entonces a marcha forzada sobre Huamachuco, pero ya no llegaría a tiempo de participar en la batalla” (Memorias de Cáceres).
A las 15:00 horas del 09 de julio, llegaron al campamento patriota 200 hombres, procedentes de Santiago de Chuco, al mando de los señores Santiago Calderón, Los hermanos Porturas, Uceda y otros vecinos notables, con el objeto de prestar servicios auxiliares en el Ejército de la Resistencia, trayendo víveres para la tropa. En vista que el enemigo rehuía el combate negándose a salir de sus trincheras, Cáceres decidió atacar al enemigo en la madrugada del 10 de julio.
El plan consistía en atacar el ala y flanco izquierdo del enemigo que era su parte vulnerable, en combinación con un amago simultaneo por su frente. La caballería y fracciones de infantería amagarían por el camino de Cajabamba. La artillería protegida con compañías ligeras en apoyo de cada columna, manteniendo en reserva los batallones Zepita y Tarapacá; aprobado el plan por los Cmdtes. Grals., se estableció que el desplazamiento a sus posiciones de ataque sería a las 24.00 horas
Cáceres solicitó dos guías al alcalde Manuel Cisneros para el desplazamiento nocturno, quien de inmediato consiguió seis huamachuquinos. A las 22:00 horas se encendieron grandes fogatas para engañar al enemigo que las tropas se encontraban sobre los cerros, pero lamentablemente la enfermedad del Crl. Recavarren con fiebres altas, determinó que Cáceres difiera el ataque por 24 horas.
El 10 de julio de 1883, Gorostiaga a pesar de tener superioridad numérica y de armamento, no decidía que hacer, a las 06:30 horas solo atinó a enviar hacia las posiciones peruanas dos compañías en plan de reconocimiento, las que fueron sorprendidas y arrolladas por las avanzadas peruanas; Gorostiaga ordenó que otras fuerzas apoyaran a su reconocimiento que ya huía a sus posiciones iniciales y como contrapeso nuevas unidades peruanas bajaban a la pampa aplastando a las fuerzas chilenas.
Poco a poco el teatro de la lucha se fue ampliando, “El enemigo seguía destacando fuerzas y yo hacía lo propio quedando de esta suerte completamente empeñado el combate en el llano… jefes, oficiales y soldados rivalizaban en valor y ganaban trecho a trecho terreno al adversario, empujándolo hasta una loma al Sureste del Sazón, donde tornó a resistir con denuedo y desesperada rabia” (Memorias de Cáceres). Hubo por ambas partes un ansia incontenible por combatir.
En esos momentos, Cáceres ordenó a Recavarren entrar en combate con todos sus hombres disponibles, lo que efectuó con bastante brío obligando al enemigo a refugiarse en sus elevadas trincheras del Sazón.
El médico chileno Carlos Vargas Clark presente en el combate describió la situación: “Los peruanos sacan todas sus tropas y nos siguen haciendo retirar llegan al pie de nuestras fortificaciones y los nuestros, fatigados, todavía no se reponen… los más atrevidos están a treinta pasos de nuestras piezas y éstas corren peligro de ser tomadas. La balanza se inclina visiblemente de su lado”.
Después de más de cinco horas de combate “nuestros valientes soldados que alentados y enardecidos por haber hecho retroceder repetidas veces a los chilenos, se lanzaron sobre el cerro que ellos ocupaban, trepando con firmeza y serenidad a pesar del mortífero fuego que les hacían desde sus trincheras. Ya por retaguardia se esforzaba la caballería chilena en contener a parte de su infantería que huía en completa dispersión. (Memorias de Cáceres).
Cuando ya las tropas peruanas escalaban triunfantes el Sazón y se disponían a quebrar la resistencia que oponían los chilenos, sucedió lo irremediable, esta acometida supuso un fuerte gasto de municiones, las que pronto empezaron a escasear y por todo el cerro se empezó a escuchar el grito de ¡municiones! ¡municiones! Todo esto sumado a que en ese mismo momento las piezas de artillería dejaron de disparar para trasladarse a otras posiciones de batería, determinaron el principio del fin. El ataque se paralizó
Gorostiaga se dio cuenta de lo que sucedía y de inmediato ordenó un contraataque con fuego y bayoneta calada; las fuerzas peruanas, inermes, sin municiones, sin arma blanca para luchar cuerpo a cuerpo y en posición desventajosa en la pendiente, se defendían a culatazos. Los chilenos lanzaron su caballería sobre los artilleros que, sin posibilidad de disparar, fueron arrollados. La retirada se hacía inminente, motivando que el ejército sin poder defenderse se dispersara en todas direcciones.
Cáceres, su escolta y los restos del Batallón Tarma se lanzaron en un último esfuerzo contra el enemigo, pero la superioridad era inmensa, el Tarma se inmoló en su totalidad, la escolta quedó destrozada y el héroe de la Breña apenas pudo salvarse gracias a la agilidad y fuerza de su caballo el “Elegante” que saltó un acequión que no pudieron hacerlo sus perseguidores. El enemigo envalentonado y rabioso por la bravura de los peruanos, no respetó a ninguno. Los heridos fueron repasados y los prisioneros fueron fusilados en el mismo campo de batalla.
“Las bajas chilenas fueron alrededor de 500 y las bajas peruanas superaron más de 1,000, considerando los tres días que duró el bárbaro asesinato que hicieron los chilenos. La salvaje venganza ejercida por el enemigo llegó al extremo de no permitir la sepultura de los patriotas muertos en Huamachuco. Solo lograron modesta tumba algunos combatientes que fueron reconocidos por los lugareños y otros que al azar fueron enterrados en grandes fosas comunes, durante las noches y sin dejar señal alguna a fin de evitar ser profanadas
“
”
Cinco días permanecieron los chilenos contemplando aquel escenario macabro, pasando a Cajabamba sólo cuando el hedor de los cadáveres les resultó insoportable. Gorostiaga creyó que así consumaba la deshonra de los patriotas. En su ebria mente fue incapaz de comprender que ellos vivían ya en la inmortalidad de la gloria
”
“Así, pues, Huamachuco se convirtió en lo que Cáceres llamó La Senda del Honor, sostén principal de la voluntad inquebrantable de no doblegarse ante la adversidad y de continuar la lucha contra el invasor y contra los derrotistas” (Huamachuco y el Alma Nacional).
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CAMPAÑA DE LAS BALAS FRIAS 1883
El nuevo Ejército de la Resistencia
Mientras el Gral. Cáceres se dirigía hacia Ayacucho para organizar un nuevo Ejército de la Resistencia y dirigir desde allí la nueva campaña; nuevamente las fuerzas guerrilleras se reorganizaban en el Norte, Centro y el Sur para realizar Operaciones de Hostigamiento y Desgaste contra el invasor, ganando tiempo y espacio para que el 3er Ejército de la Resistencia pueda formarse, armarse y entrenarse, de acuerdo a las directivas emitidas por Cáceres.
“El servicio de Inteligencia se reorganizó teniendo en cuenta la fiel conservación de las costumbres del hombre andino y en concordancia con lo establecido por el Ejército Incaico, utilizando diferentes elementos especializados para la búsqueda de información tales como:
- El Uyaricun : El que siempre escucha
El Uyaricuc Sayak : Oidor, escucha del superior
- El Uyaricuypuni : El que oye escuchando de secreto
El Mucmilla Uyaricuni : El que se hace que no oye
- El Ccamihuapayani : El que espía porfiadamente
El Chapatiani : Espiar en guerra (centinela)
El Chapatiak o Chapa : El que espía en público”
“El combatiente de la Breña, en su mayor parte poblador andino, por sus cualidades propias de introvertido (parco, reservado y desconfiado ante extraños), fue un agente de gran confiabilidad, pues sabía guardar la información con extremado celo y disciplina”.
“Son célebres los llamados *Hisguitos*, o propiamente informantes, que tenían por función hacer conocer a los patriotas las actividades del invasor. Se cuenta que el mismo Cáceres se vestía con ropaje y atuendos indígenas y así, con poncho, sombrero y ojotas, portando su *Chuspa* de coca y sales, se introducía en las filas del enemigo *Chacchando* (masticando), para conocer personalmente sus actividades, a la vez que disimulaba su presencia. De este modo creó su *servicio de inteligencia* en base a Oficiales jóvenes seleccionados por sus condiciones especiales”.
“Los *Hisguitos*, creación de Cáceres y fruto de las casi legendarias acciones de la guerra en la vasta orografía andina, la posteridad los ha identificado como *Los Avelinos*, hoy ligados al folklore andino en festividades como las del pueblo de San Jerónimo de Tunán y de otras regiones de la sierra central, como afectuoso recuerdo a las hazañas épicas del “Brujo de los Andes” (De los Reductos a Julcamarca)
Por otra parte, el clero peruano también realizaba una encomiable labor a favor de la causa patriota, convirtiendo nuevamente el Convento franciscano de Ocopa en asilo y centro de reunión de los comandos guerrilleros; como hospital
para curar a las tropas y guerrilleros que se salvaban del bárbaro repase de los chilenos; los frailes volvieron a realizar labores de espionaje sobre los movimientos chilenos y el acopio de armas y municiones.
La lucha continua
El 23 de julio de 1883, el prefecto Iglesista de Huánuco, Manuel Brañes, hacía conocer el Crl. chileno Arriagada, la reactivación guerrillera en su provincia, indicando que en esa fecha los guerrilleros caceristas habían emboscado y se habían apoderado de un cargamento de víveres que los iglesistas remitían a los chilenos. Así mismo, informó que Jauja estuvo bajo el control de los guerrilleros hasta esa fecha en que se trasladaron a Concepción.
Por esos días, la resistencia en el Sur, estaba a cargo del Crl. Juan Pacheco de Céspedes, llamado “el cubano” por su nacionalidad, se había hecho conocido por sus sorpresivos y exitosos ataques a las guarniciones chilenas en Tacna y Moquegua, pero también, por sus tropelías y excesos contra las poblaciones que no lo apoyaban, que incluso le valieron el exilio y un juicio de extradición que pudo complicar las relaciones diplomáticas entre el Perú y Bolivia. Se presentó ante Montero en Arequipa para formar una columna de guerrilleros y servir como avanzada del ejército para hostilizar al enemigo en Tacna.
Pacheco reclutó un pequeño contingente de 25 jóvenes arequipeños, Montero le entregó 25 caballos, 25 carabinas y 25 sables; ya en tierras moqueguanas, su fuerza se incrementó con voluntarios de Moquegua, Tacna y Tarapacá conformando la Columna Sama-Misti, con un total de 160 guerrilleros a caballo, armados con carabinas y sables, las monturas fueron confeccionadas una parte en Arequipa y otras en Moquegua.
La presencia de la Columna Sama-Misti en los valles de Sama y Locumba, fue comunicada al enemigo por colaboracionistas de Iglesias. El comando chileno alarmado, dispuso la eliminación de esa guerrilla, organizando una fuerza de 150 jinetes de los escuadrones Las Heras y Santa Cruz y 70 infantes montados del batallón Santiago al mando del Sgto. My. Duberlí Oyarzún.
A las 17:00 horas del 01 de agosto de 1883, la fuerza chilena se desplazó de Yaras con dirección a Ilabaya Informantes patriotas dieron el aviso a Pacheco sobre el desplazamiento enemigo, quien de inmediato organizó una emboscada en Coari. La avanzada chilena a cargo de un pelotón del escuadrón Las Heras al llegar a un recodo de la entrada a Coari, fue sorprendida con el fuego de los guerrilleros cayendo al instante 7 chilenos muertos y con la siguiente descarga, 5 enemigos más; el resto, aprovechando la oscuridad de la noche, volteó caras huyendo con sus heridos en dirección al grueso de su fuerza. Después de recoger el armamento, municiones y caballada abandonado por los chilenos, Pacheco y sus guerrilleros se dirigieron hacia Mirave
A las 04:00 horas del 02 de agosto, los chilenos descendieron por la cuesta de Chipe en dos columnas para sorprender en Mirave a la Columna Sama-Misti, pero vigías patriotas advirtieron a tiempo la proximidad del enemigo y abrieron
fuego; realizando una acción retardatriz, se retiraron hacia el bosque, donde acampaba el grueso de la guerrilla. Oyarzún ordenó desmontar a sus hombres y se lanzó al ataque. Pacheco había previsto hacer una defensa en varios tramos, haciendo que la lucha se prolongue por varias horas, atrayendo a los chilenos hacia un sendero angosto, donde había preparado una emboscada.
Oyarzún se dio cuenta que iban hacia una trampa y no quiso exponerse, ordenando la retirada hacia donde habían dejado sus cabalgaduras. A las 19:00 horas viendo que no había ninguna reacción de los guerrilleros, optó por dar cumplida su misión y emprendió el retorno a su base. En su parte de combate escribió: “… ataqué a Pacheco a las 09:00 horas… muchos muertos por parte de los peruanos… nos estaban esperando…”.
El 02 de agosto de 1883, esta vez en la Sierra Central, las guerrillas de Ocopa, Acostambo y Comas incursionaron en Concepción, destruyendo e incendiando el molino y la casa del traidor Iglesista Luis Milón Duarte por colaborar con el invasor chileno.
El 05 de agosto de 1883, el Crl. Urriola informa a Lima: “…que por esos días Cáceres tenía ya a sus órdenes 200 guerrilleros de Yauyos, 200 de Jauja y los 100 soldados estacionados en Izcuchaca, un efectivo total de 500 hombres, con el que nacía el nuevo ejército de la resistencia. Todas estas fuerzas marchan al Sur, pero ignoro si se fortifican en el camino o seguirán sin detenerse hasta Ayacucho…”.
La desmoralización en los jefes chilenos hizo crisis, renunciando a sus cargos el Crl. Arriagada y el Crl. Urriola, renuncia que no fue aceptada por Lynch; pero más que la renuncia, sorprendió a Lynch la noticia de que Cáceres hubiese logrado tan pronto, la hazaña de levantar un nuevo ejército casi de la nada
El 07 de agosto, las guerrillas de la provincia Dos de Mayo, Pomas y El Valle, se rebelan contra las autoridades iglesistas impuestas por el invasor chileno y se concentran en los llanos de Julka; mientras Arriagada ordena que fuerzas de infantería y caballería al mando del Tte. Salvo ocupen Huánuco y el Cerro Jactay.
A las 09:00 horas del 08 de agosto, Los comandantes Baldeón, Francisco Loarte y Rojas realizan un ataque sorpresivo contra las tropas chilenas en Cerro Jactay, después de dos horas de combate, el invasor se repliega hacia la ciudad de Huánuco, estableciendo defensas en los actuales jirones Tarapacá, Leoncio Prado y en el barrio Cashapata Los guerrilleros reagrupándose lanzan un nuevo ataque sobre la ciudad, empujando a los chilenos hacia los suburbios, a las 15:00 horas el enemigo se retira llevándose a sus muertos y heridos.
El héroe de la jornada fue el guerrillero de Chupán Aparicio Pomares “Según testimonios de quienes lo vieron combatir, Pomares fue incansable manejando su rifle minié, usando una certera honda y enarbolando orgulloso la bandera peruana. Fue el alma de una acción a la que asistió con las mejores condecoraciones que podía exhibir un guerrero: heridas de bala y bayoneta. La última de ellas, un balazo en el muslo que lo recibió en Jactay. Fue llevado a Rondos, donde se logró detener la hemorragia, trasladado a Chupán, falleció rodeado de los suyos y envuelto con la bandera que defendió” (Los Héroes de la Breña).
Expedición de rapiña
El 28 de agosto de 1883, Lynch ordena al Crl. Urriola una vez más, organice una nueva expedición hacia Ayacucho, indicándole puntualmente que: “El objetivo principal de esta expedición es destruir la montonera del general Pastor Dávila y estorbar que Cáceres pueda reorganizar con el auxilio de los pueblos de ese departamento nuevas montoneras y, por último, (mal informado) ordenó interceptar un crecido número de armas que según se dice, vienen en camino de Arequipa a Ayacucho”. Urriola no cumplió con ninguno de los objetivos dispuesto por Lynch; por el contrario, exacerbó más los ánimos de la población, dedicándose exclusivamente a incendiar los pueblos y villorrios, sembrar la muerte en la población civil y robar como un vil ladrón.
Urriola salió de Huancayo el 13 de setiembre de 1883, llegó a Huancavelica el 17 de setiembre, donde por primera y única vez, encontró: “Un sistema de quinta columna bien montado, encabezado por espías ingleses y chilenos que habían llegado años antes al Perú y colaboracionistas iglesistas. A esta organización pertenecía el alemán Max Siebert, ingeniero que habiendo estado antes en Huancavelica, llegó con Urriola como consejero de apoyo del ejército chileno” (Huamachuco y el Alma Nacional).
Con la valiosa información confidencial de la “quinta columna”, Urriola y su gente la utilizó para realizar su labor de rapiña, vulgarmente para robar a plena luz del día, joyas litúrgicas, copones, cuadros coloniales y cuanto cualquier cosa de valor existía en las iglesias y conventos de la ciudad. Cuando se enteraron del significado de “Tapados” que se escondían en las iglesias, se dedicaron compulsivamente a buscar dichos “Tapados” y tesoros ocultos, destruyendo altares y pisos de los templos, así como los pasajes secretos existentes entre los templos de San Francisco, Santo Domingo y la Catedral.
Terminado el saqueo, Urriola continuó su camino llegando a Acobamba en la madrugada del 24 de setiembre, al no encontrar ningún poblador, siguió hasta el poblado de Marca, desde donde se podía apreciar el valle de Huanta y al fondo los blancos reflejos de Huamanga (Ayacucho). El 27 de setiembre inició el descenso hacia el valle por precipicios peligrosos y un camino muy estrecho, lo que fue aprovechado por los guerrilleros
Las guerrillas de Congalla, Parisa, Ccehuar, Anccara y los de Pata se congregaron en las alturas de Omaconga y al mando de sus comandantes Manuel Vargas, Basilio Santa Cruz de la Vega y Villantoy decidieron realizar un ataque masivo al invasor chileno, a lo largo de la bajada de Marcas. La configuración del terreno era favorable para soltar grandes rocas y piedras contra las columnas chilenas, y así lo hicieron.
Las “balas frías” (galgas y hondazos) lanzadas por los guerrilleros, mataban, herían y hacían estragos en las filas chilenas, que desesperados solo atinaron a bajar tan rápido como les era posible, sin preocuparse de los heridos o contusos, era un sálvese quien pueda, solo tenían un objetivo, llegar al río Huarpa y cruzarlo para salvar sus vidas
El 01 de octubre, entraron los chilenos a Ayacucho, sin encontrar lo que buscaban, las fuerzas que obedecían a Cáceres se habían retirado 8 días antes hacia Andahuaylas, la división Urriola permaneció en Ayacucho 40 días, realizando la misma labor de rapiña y poniendo cupos, sin avanzar un centímetro en busca del Ejército de la Resistencia.
La permanencia de los chilenos en Ayacucho, se tornó problemático, casi a diario, tenía enfrentamientos en las afueras de la ciudad con los guerrilleros patriotas. Al poco tiempo se vio escaso de toda clase de recursos, en especial, las municiones. Urriola comenzó a mandar correos con carácter urgente, pero ninguno pudo burlar el cerco guerrillero y todas las informaciones quedaban en manos de Cáceres
El comando chileno en Lima, alarmados ante la falta de noticias de Urriola, intentó pasar refuerzos, víveres y municiones por el camino de Ica, pero fracasaron rotundamente, ya que tuvieron que volver a Pisco, a causa de las partidas de montoneros que impedían el paso
Cuando menos pensaba, Urriola fue informado por colaboracionistas de Iglesias, que el nuevo ejército de la Resistencia con Cáceres a la cabeza, se aprestaba para desatar la contraofensiva desde Andahuaylas Incomunicado con Lima y ante el peligro de ser aniquilado, decidió por la fuga
El 12 de noviembre de 1883, las fuerzas de Urriola se retiraron de Ayacucho, mejor dicho, huyeron en desesperada carrera por llegar a Jauja, esta vez, perseguido por el pequeño ejército de Cáceres, que le pisaba los talones. El largo camino de retorno de las tropas chilenas fue un desastre completo.
Maltrechos y frustrados, los chilenos fueron atacados casi diariamente durante su fuga En Huanta, las guerrillas arrojaron galgas y hondazos en un combate de más de dos horas. Al llegar al río Mayocc, encontraron que el puente había sido destruido, teniendo que buscar un vado desesperadamente, ante la presencia de las guerrillas patriotas. Camino a Tocas, los “alfilerazos” de las guerrillas fueron un dolor de cabeza permanente. En Pilcos, se enfrentaron a las guerrillas al mando de un cura que, con un crucifico en la mano los alentaba a acabar con los chilenos.
En Punas, fueron sorprendidos con un repentino ataque con galgas y hondas, causando serias bajas a los chilenos. Para colmo de males, los chilenos fueron sorprendidos a la entrada del vallecito de la población de Pampas por fuerzas guerrilleras, que al son de pututos, pitos y tinyas, se habían apostado en todo lo alto de la garganta, arrojando las “balas frías” (galgas y hondazos) causando numerosas bajas al enemigo.
El 26 de noviembre de 1883, los chilenos llegaron a Huancayo. El derrotado Urriola disolvió lo que quedaba de su División y renunció al mando, ante la creencia de haber sido abandonado a su suerte, entregándolo al Crl. Gutiérrez. Acompañado de los restos del batallón Miraflores, llegó a Lima el 12 de diciembre, ofreciendo un deprimente espectáculo: “Daba pena ver un cuerpo como el Miraflores llevando andrajos en vez de uniforme” (Pascual Ahumada).
El corresponsal de “El Mercurio” de Valparaíso que acompañó a Urriola escribió: “… Así concluyó la expedición de Ayacucho, habiendo salido la división de esa ciudad con ojotas, atravesando todo el camino hasta Jauja, donde nos dieron botas…”. En términos militares “La campaña de las balas frías fue un rotundo fracaso y terminó con una retirada a manotazos” (Huamachuco y el Alma Nacional).
Últimos combates
A pesar de estar ocupadas Arequipa, Moquegua y Tacna por el ejercito invasor chileno, el Crl. Juan Luis Pacheco de Céspedes, más conocido como “El cubano” por su nacionalidad y, su heroica Columna “Sama-Misti”, conformada por un puñado de arequipeños, moqueguanos, tacneños y tarapaqueños, tuvo la valentía, casi suicida, de seguir hostilizando a un enemigo infinitamente mayor en poderío bélico.
Hombre conocedor de cada rincón del desierto y con un excelente servicio de espionaje, cual guerrillero fantasma, era un constante dolor de cabeza para las guarniciones chilenas, que jamás daban con su paradero. Pacheco obtuvo la información que de Tacna habían salido una división al mando del Crl. José Velásquez Bórquez, quedando como jefe político militar el Crl. Soffia, por lo que decidió incursionar en Tacna para tratar de capturar al Crl. Soffia.
“El 10 de noviembre de 1883, Pacheco logró llegar con una pequeña escolta, en forma totalmente inadvertida, hasta el cementerio de la ciudad de Tacna. Disfrazado, tuvo la audacia de interrogar a un vigilante. Por el supo que esa noche, precisamente arribaba el batallón Los Ángeles” (fuente chilena). Por lo que cambió sus planes, decidiendo atacar la guarnición de Pachía.
A las 05:30 horas del 11 de noviembre de 1883, aprovechando la densa camanchaca, Pacheco y sus 90 guerrilleros (no 400 como señalan fuentes chilenas), llegaron por el lado de Calana, hasta las mismas puertas del cuartel chileno, que era defendido por 143 soldados del batallón Los Ángeles al mando del capitán Matías López y un pelotón de 9 jinetes del escuadrón Las Heras al mando del alférez Enrique Stange Aliste
Pacheco dividió a sus guerrilleros en tres grupos, el ataque fue sorpresivo y violento, el Capitán peruano Juan Herrera al mando del primer grupo de guerrilleros, dirigió el ataque principal, silenciosamente llegó hasta la puerta del cuartel enemigo y de un disparo con su pistola derribó al centinela chileno, que no alcanzó a percatarse del peligro que acechaba; el disparo, dio la alarma a la guarnición chilena, que recién se dieron cuenta que estaban rodeados y que los peruanos ingresaban libremente por la puerta del cuartel.
El jefe del destacamento chileno, capitán López, trató de evitar el ingreso de los guerrilleros peruanos, pero una descarga de los guerrilleros de Herrera, paró en seco el intento enemigo, cayendo heridos algunos soldados, incluyendo a su jefe, retirándose con su gente hacia el interior.
El alférez Stange que, desde las caballerizas había observado el ataque peruano, junto a varios de sus jinetes, montaron y se lanzaron desesperadamente a la carga tratando de evitar el ingreso de las guerrillas peruanas y darle tiempo a la infantería para que organice la defensa; pero una certera descarga de los guerrilleros, desmontó a tres de sus jinetes, quedando Stange herido en el brazo, retornando a sus caballerizas. El jinete corneta chileno que había participado en la carga, pudo salir indemne del cuartel, pudiendo pedir auxilio donde se encontraba el grueso de las fuerzas chilenas,
Los otros dos grupos de guerrilleros aumentaron la sorpresa, estrechando al enemigo y disparando desde todas direcciones El combate se prolongó por dos horas y media, durante el cual, el alférez Stange volvió a insistir en lanzar otra carga con los pocos jinetes que le quedaban, siendo acribillados y muertos el alférez y varios de sus hombres.
Sin buscar un triunfo imposible ante un enemigo superior en poderío bélico, los guerrilleros se replegaron hacia Calientes Pacheco y sus guerrilleros cumplieron con el objetivo de hostilizar y crear zozobra e incertidumbre al enemigo soberbio; su ataque dejo 41 bajas enemigas, 18 muertos y 23 heridos; si bien es cierto a un alto costo de la Columna Sama Misti que tuvo 40 muertos, entre ellos al valeroso Capitán Juan Herrera y 24 heridos, demostrando que los peruanos no se rendían.
La ocupación chilena de la ciudad de Arequipa, duró hasta el 21 de diciembre de 1883. A pesar que la ciudadanía arequipeña se había inmolado en los Batallones que se formaron en Arequipa defendiendo el territorio patrio en la Campaña Marítima y en la Campaña Terrestre en Quillagua, Pisagua, San Francisco, Tarapacá, Alto de la Alianza, Arica, San Juan, Miraflores y Campaña de la Resistencia hasta Huamachuco; puso también en su propia tierra, la cuota de sangre mistiana en los sucesos de Yarabamba, Buenavista y Quequeña, cuyos pobladores, formaron un pequeño grupo de resistencia al mando de Mariano Linares Portugal para contener los saqueos que perpetraba el enemigo
El 21 de noviembre de 1883, un piquete chileno de avanzada estableció su cuartel en Quequeña en casa de la familia Buenaventura Rodríguez, desde donde controlaban a los pueblos de Quequeña, Yarabamba, Buenavista y Sogay. Con el pretexto de incautar armas en esos poblados, se dedicaron a confiscar las mercaderías de las tiendas, al robo de cualquier artículo, abusar de cuantas mujeres se le cruzaran en el camino y realizar todo género de arbitrariedades.
El grupo de resistencia de apenas 25 hombres, conformado por pobladores de Quequeña, Buenavista y Yarabamba, armados con algunos rifles, palas de trabajo y garrotes, atacó en la tarde del 22 de noviembre al piquete chileno, produciéndose una terrible refriega con el resultado de la muerte del sargento que la comandaba y de un soldado, huyendo los demás invasores. En el ataque tomaron parte tres valientes mujeres: la señora Zaragoza Velando, profesora de Quequeña y las yarabambinas Lastenia Villanueva y Juana Arenas.
El acto, aunque digno, provocó la bárbara reacción del enemigo, que el 24 de noviembre por la mañana, entro a Quequeña, reuniendo en la plaza principal a 60 varones de todas las edades, procedentes del valle.
Toda la rección chilena, la expedición punitiva, las torturas, la prisión de patriotas, el juicio sumario, la sentencia y su ejecución, fue llevada a cabo ese 24 de noviembre de 1883. 6 prisioneros fueron fusilados y 20 flagelados con 100 azotes, acto que se consumó en el mismo lugar donde murieron los chilenos
Una vez más, en campaña
“El alto mando chileno no estuvo feliz en sus expediciones militares a la sierra del Centro, y recibió más de una vez golpes contundentes que le hicieron vacilar No estaban sus tropas preparadas para una guerra de montaña y de guerrillas que iba desgastando y aminorando su fuerza física y su moral combativa… El efectivo de sus tropas hallábase harto mermado, y lo que es peor, iba cundiendo en ellas el desaliento… La prosecución de la campaña en las sierras andinas, traería consigo el seguro e irremediable agotamiento de las fuerzas invasoras…” (Cáceres).
Con estas consideraciones, Cáceres avanzó con el nuevo Ejército de la Resistencia hasta Tarmatambo, donde recibió la ingrata noticia sobre el pacto suscrito en Lima, entre chilenos y el derrotista de Miguel Iglesias. Ante tal situación inesperada, Cáceres decidió contramarchar a Huancayo, para preparar la nueva estrategia a seguir.
Tenía en mente exigir a Montero el mando del Ejército que creía aun intacto en Arequipa, con la esperanza de que: “el invasor, incapaz de doblegar la resistencia peruana, que desgastaba constantemente sus fuerzas y sin poder contener el descontento que ello causaba en la opinión pública chilena, terminaría por retirarse, accediendo a la firma de un convenio que hubiera respetado el decoro y los intereses del Perú” (Huamachuco y el Alma Nacional).
Pero camino a Huancayo, se frustró definitivamente esa última esperanza al conocer la noticia de la ocupación chilena de Arequipa y Puno, la huida del Contralmirante Montero hacia Bolivia y posteriormente a la Argentina, desde donde partió a Europa. En la última semana de noviembre, Cáceres pasó nuevamente a Ayacucho donde el 31 de diciembre de 1883, escribió a un amigo en Lima:
“… Yo no veo en Iglesias sino a un teniente chileno, que obedece a los propósitos chilenos, que vive bajo la sombra de los chilenos y que, en suma, subsistirá con el aparato de poder que tiene en Lima, tanto tiempo, cuanto el que permanezcan en el territorio nacional, los ejércitos chilenos…” (Pascual Ahumada).
Al año siguiente, Cáceres realizaría la Campaña Constitucional, con su servicio de espionaje interno intacto, esta vez, contra los derrotistas de Miguel Iglesias; pero esa, es otra historia.
EPILOGO
De las investigaciones realizadas, se puede afirmar que, el servicio de inteligencia peruano antes de iniciarse la guerra de rapiña y conquista de Chile contra el Perú, ya se trabajaba básicamente en el campo de la Inteligencia estratégica, que, en esa época, no se conocía como tal; al advertir la ambición expansionista de Chile hacia el Norte (Perú y Bolivia) y hacia el Este (Argentina), desde el gobierno de Ramón Castilla y Marquesado (1845 1851) y posteriormente confirmado durante el gobierno de José Balta y Montero (1868-1872).
Casi toda la información sobre las intenciones de Chile, la compra de armamento y material bélico, era aportada por, los diplomáticos peruanos, embajadores, encargados de negocios, agentes consulares, jefes de comisiones en Europa (Inglaterra, Francia, Alemania, Austria y Bélgica), Centro América (Panamá, Costa Rica y Nicaragua) y en EE UU, trabajando en forma anónima y casi siempre por iniciativa propia, obtenida normalmente de fuente abierta.
Estos personajes, libraron en secreto con prudencia y cautela, innumerables silenciosos combates, en operaciones de Inteligencia y Contrainteligencia, base fundamental de la guerra secreta del Perú. Lograron dar informes precisos sobre la construcción de los blindados “Cochrane” y “Blanco Encalada”, de la cañonera “Magallanes” y del transporte “Toltén”
Se evitó la salida de millones de municiones de puertos ingleses, a través de la Línea alemana Kosmos, como también se impidió el embarque de una lancha torpedera chilena en el puerto de Liverpool. Se frustró el embarque de un importante lote de material bélico que se iba a transportar en un mercante de la línea inglesa PSNC, tanto en el puerto de Burdeos como en El Havre
Se consiguió trasladar desde EE UU hasta Perú, a través de Panamá, dos lanchas torpederas Herreshoff y cañones Krupp para el ejército boliviano, en las mismas narices del espionaje chileno. Se logró que, el crucero “Arturo Prat”, que se construía en Inglaterra, para la armada chilena, permaneciera en puerto inglés, hasta que la guerra concluyese. Los costos de permanencia fueron tan altos que, Chile tuvo que venderlo al Imperio Japones.
Se consiguió despachar desde Panamá, gran cantidad de fusiles, municiones, minas, torpedos y todo tipo de pertrechos bélicos; cuando los puertos peruanos fueron ocupados por el enemigo, se trasladó material bélico desde Europa a través de Argentina y Bolivia.
Se saboteó el vapor Almvick Castle de la naviera Blackwall Line, en el río Elba, fletado por Chile. Se destruyó gran cantidad de material bélico que transportaba la nave por un valor de cien mil Libras esterlinas, sin causar ninguna desgracia a la tripulación. Se hundieron, el transporte armado Loa y la cañonera Covadonga, con sendas cargas Cazabobos
Se organizó el Comité Patriótico de la Resistencia en la ciudad de Lima, que fue una verdadera red de inteligencia y contrainteligencia, llevando informaciones del enemigo al Ejército de la Resistencia, comunicando noticias falsas al enemigo, se convirtió también en apoyo logístico, al proporcionas fusiles,
cañones, municiones y todo tipo de pertrecho bélico para armar al Ejército de la Resistencia. Infiltró agentes peruanos en el mismo corazón del comando chileno en Lima.
Se organizó el sistema de inteligencia en La Breña, que fue el aporte vital para las exitosas campañas ejecutadas por el Brujo de los Andes, Gral. Andrés Avelino Cáceres Dorregaray y su Ejército de la Resistencia, que, cual ave Fénix, resurgía, después que los chilenos creían que lo habían destruido al final de cada campaña. Este sistema empleado en los Andes peruanos, jamás pudo ser penetrado, infiltrado o combatido por el invasor chileno.
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