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Enojo
from OH! Magazine #9
by OH My Chalk!
Una de las bases fundamentales de un proceso de Coaching Ontológico es poder reconocer cuáles son las emociones que nos habitan y, sobre todo, aprender a gestionarlas. A veces, ni siquiera sabemos qué emoción es la que estamos sintiendo. Cuando pregunto en las consultas suelo encontrarme con dos emociones que dominan la mayor cantidad de almas que quieren conocerse.
El miedo y el enojo. Del miedo ya te hablé un poquito en otro de los artículos de la OH! Magazine y esta vez quiero que pongamos el foco en el enojo. Esta emoción se apodera de muchos de nosotros y causa estragos. ¿Sabés cuáles son las frases que más escucho y con las que más me encuentro? Voy a dejarte algunas y fíjate si te identificás:
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→ "Yo ya no quiero enojarme."
→ "Enojarse es peligroso porque al final se arma un lío."
→ "Prefiero no decir nada, porque seguro terminamos peleando."
→ "Cada vez que me enojo salgo perdiendo."
→ "Si no me enojo no logro que me escuchen o que me hagan caso."
Fijate en la primera frase. Lo primero que quiero ofrecerte es que nos salgamos de algunos mitos con respecto a las emociones: no es posible no tenerlas, porque son reacciones biológicas. No es posible no enojarse, no podemos controlarlas, no tenemos la capacidad de apagarlas o dormirlas. Creeme que cuando hacemos esto, solo nos estamos anestesiando y estamos perdiendo posibilidades de crecer emocionalmente y ser más felices. Somos seres humanos y por lo tanto somos emocionales.
La segunda y tercera frase son muy similares. Si creemos esto es porque en el núcleo familiar primario hemos aprendido a resolver enojándonos, bah… en realidad hemos aprendido a NO resolver y por eso perpetuamos el enojo, nos quedamos ahí empacados y nos perdemos la posibilidad de hacer algo diferente.
Esto se da porque hasta ahora no has aprendido sobre comunicación y sobre asertividad. El primer paso es reconocer que todos nos enojamos (por suerte!), el segundo paso es ver qué hacemos con él: si dejamos que la bomba explote y volemos todos por los aires o si resolvemos el intríngulis del momento y salimos victoriosos. Vos, como adulto, decidís.
Si creés que estás atrapado y que no podés cambiar y que es muy difícil o que los demás y las circunstancias no te lo permiten, entonces podés empezar a pensar que esto de enojarte te da una cierta libertad y comodidad que venís experimentado y que en parte no estás dispuesto a soltar.
Si observás la cuarta frase, te invito a bucear cuál es el motivo por el que PERDÉS. Y no creo que sea por el enojo en sí mismo sino porque no aprendiste a mirarlo, buscar el costado resolutivo y te cuesta poner en palabras lo que necesitás y querés SINCERAMENTE. Porque no se trata de perder sino de gestionar y actuar en coherencia con nuestros deseos y nuestras necesidades. Pero… ¿siempre vamos a lograr lo que queremos? No, no siempre, no seamos ilusos, pero no vamos a salir rotos del intento.
Y por último, si creés que tenés que enojarte para que te registren es porque esto también lo aprendiste. Nadie jugaba el rol de asertivo y nadie PEDÍA de manera efectiva para que el otro escuchara. El juego de la escucha hacia nosotros y los otros es un factor crucial para aprender a gestionar nuestro enojo.
Si te enojás y esto sólo causa más dolor y frustración, poné una mano en tu corazón y pregúntate cuán dispuesto estás al cambio. ¿Te animás?
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