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Mi autoestima y yo
from OH! Magazine #9
by OH My Chalk!
Para recuperar la autoestima y lograr el amor propio no sirven simplemente algunos tips de autoayuda o palabras de autores famosos. Necesitamos un trabajo terapéutico que nos acompañe a transitar esa búsqueda de valoración personal que hemos perdido en algún lugar de nuestra historia.
Quien no se valora ni se respeta, quien no se ama como es, tiene detalles en su historia que debería conocer con la mayor exactitud posible. Revisar no sólo su pasado sino sus emociones, para entender cómo se ha convertido en quién es y recibir la ayuda necesaria para llenarse de la estima propia para disfrutar su vida. Como terapeuta entiendo que hay una extrema simplicidad en el manejo de algunos conceptos, tips para mejorar la vida y personas que te dicen qué hacer en tres sesiones. Frente a estos ofrecimientos, contactarse con una mirada profunda sobre sí mismo resultaría “una pérdida de tiempo y dinero”. En realidad, muchos de estos tips funcionan cuando se comienza un proceso terapéutico, cuando lo interno se ha despertado y nuestras ganas de ahondar en nuestro bienestar resulta prioridad. El amor propio no es sólo tratarse bien y regalarse cosas. Es enfrentar lo que no hemos podido y lograr crecer auténticos, libres y felices con quienes somos y la vida que elegimos. Cuando entendemos qué nos pasó (allá y entonces y con nuestros sentidos atentos) necesitaremos ayuda para recorrer el camino y permitirnos la confianza, el respeto y el amor a nosotros mismos que merecemos.
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SON TIEMPOS DIFÍCILES, AMARNOS ES URGENTE. Queremos ser amables. Queremos ser miembros de tal grupo. Queremos ser considerados competentes y de confianza. Queremos ser lindos y vernos bien. Queremos las modelos de la revista, los viajes de Instagram y las casas de Pinterest... Queremos fantasías, cosas impuestas, promesas que no podemos cumplir (empiezo el lunes y bajo 20 kilos para llegar al verano o estudio en noviembre y en diciembre apruebo con 10). Y cuando contrastamos con nuestra realidad acabamos frustrados, exigidos y desanimados, lo cual sólo alimenta nuestros problemas de autoestima. La trampa de la comparación con los otros, es otro punto a desarraigar para mejorar nuestra estima: “nunca tendremos las piernas de Dolores Barreiro” le digo a mis pacientes, y es cierto!! Primero porque soy Andrea, segundo porque mido 1,65... Y esta es la idea que comparto para todo. No podemos ser Einstein, ni la Mujer Maravilla, ni Picasso o la Ocampo, ni siquiera puedo ser mi vecino. Soy esta que soy: puedo dar lo mejor de mí y ser mi mejor versión, pero compararme sólo llevará a disminuirme. Mi crítico interior (todos lo tenemos, se llama inconsciente, subconsciente o superYo) es el encargado de representar mis ideales, mis valores morales y culturales y responde a cosas que me han quedado grabadas, tanto familiares como sociales (mandatos) que aprobarán o castigarán lo que es o no “aceptado”. Desde el “estás más gordo”, “no vas a poder” o “sos lento”, las etiquetas de padres, maestros o los clichés culturales, hacen que nuestro amor propio sea constantemente cuestionado por nosotros mismos. En muchas familias, si alguien quiere algo, tiene que ganárselo con su empeño y no siempre hay recompensa, porque se considera una obligación. Muchos de nosotros fuimos criados con la cultura del esfuerzo: “si hago más, valgo más”. Hacer las cosas por deber o porque “hay que hacerlas” sin cuestionarnos, también nos hace perder el eje en nuestra autovaloración porque si no hacemos “sacrificios” parece que no valemos. El esfuerzo, el sobre esfuerzo y el perfeccionismo se combinan muchas veces con la autosuficiencia para dejarnos exhaustos intentando “ser reconocidos” o causar una buena impresión, cuando en realidad pedimos aceptación, atención, que se nos quiera... porque nuestro amor propio no está presente. Esta consciencia de merecimiento y la autoestima están estrechamente ligadas. Cuando creemos que nuestra estima está fuerte, también sentimos que nos merecemos cosas buenas y nos damos cuenta de lo que podemos hacer en nuestra vida. ¿Y qué pasa con los bajones? En realidad, el amor por nosotros mismos es un equilibrio constante, y si decrece o se mueve de su eje, es porque no está enraizado. El amor propio nos permite reconocernos valiosos y dignos, nos ayuda a aceptar nuestros derechos en la vida y todo aquello de lo que somos merecedores. Es nuestra seguridad interior, nuestra capacidad de resolver situaciones desfavorables, de enfrentar la vida con los ojos abiertos.
Como dice mi gran maestro Fritz Perls, “Si te sientes cómodo dentro de ti mismo, ya no te quieres ni te odias, sino que simplemente vives”.
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