Organización Juvenil Española Veteranos de la OJE
Albergue Nacional de Veteranos “Manuel Sáinz-Pardo” 2016
Memoria de la actividad Del 1 al 15 de Agosto de 2016, en Covadonga (Asturias) A este turno de Albergue se le dio el nombre de Manuel Sáinz-Pardo, en memoria y homenaje al veterano que dedicó toda su vida al servicio de la juventud, en especial a la OJE. 1 Memoria del Albergue Nacional de Veteranos de la OJE “Manuel Sáinz-Pardo” 2016. Covadonga
2 Memoria del Albergue Nacional de Veteranos de la OJE “Manuel Sáinz-Pardo” 2016. Covadonga
Presentación Como cada año me complazco en escribir esta pequeña epístola de presentación de la Memoria del Albergue de Veteranos, con la pretensión de hacer de introductor de los estupendos trabajos debidos a Eugenio REY, cronista oficial de nuestra actividad veraniega, y de nuestro incombustible Manolo PARRA, quien, trocado en comentarista, en esta ocasión nos dedica unas páginas deliciosas cargadas de observaciones y salpicadas de oportunas reflexiones. Hacía tiempo que los “Dinos” pretendíamos sentar nuestros reales en tierras astures; por fin lo conseguimos. Nuestro camarada Giuseppe, de la OJE de Asturias, nos abrió la puerta, amablemente, para que pudiéramos acceder a una buena instalación. Le estamos agradecidos. Ello nos ha permitido descubrir, a la mayoría, unos paisajes inéditos. Asturias es un rincón de España verdaderamente cargado de historia, de gentes amables y… ¿por qué no decirlo? buena cocina. Lo cierto es que quedamos satisfechos, no solo por el marco que nos rodeó durante nuestra estancia: el épico Lugar de Covadonga, sino, además, por el trato que recibimos de sus gentes, especialmente las monjitas del refectorio, que cada día nos preparaban nuestro condumio.
Recibimos la visita, más que protocolaria amigable, de nuestro Presidente Nacional, Juanjo, acompañado por José Ignacio, actual Presidente de Honor de la OJE y por Paco Pascual, Secretario General de la Organización, con los cuales tuvimos ocasión de mantener una amigable charla después del ágape preceptivo, naturalmente. Ahí tuvimos ocasión de profundizar sobre nuestro compromiso, como veteranos, para participar el próximo verano en el importante acontecimiento internacional del EUROJAM en el histórico Raso de la Nava de Covaleda. Por último cabe recordar que el nombre con el que bautizamos nuestro albergue en esta ocasión fue el del entrañable y ejemplar camarada Manuel SAINZ-PARDO, del que guardamos un gratísimo recuerdo. Tengo que agradecer a todos los camaradas asistentes a esta alegre actividad veraniega su colaboración para llevar a buen puerto todo cuanto nos propusimos. La experiencia y la buena predisposición de los alberguistas nos permitieron disfrutar de unos días de convivencia verdaderamente enriquecedores. ¡VALE QUIEN SIRVE! Os abraza cordialmente Francisco Caballero Leonarte
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Vida y milagros de un albergue por tierras astures Estas crónicas se escribieron durante la actividad, publicadas inmediatamente en nuestro blog de Trocha: www.trocha.org.es Así empezaba la introducción de la primera crónica: Para todos aquellos que arden y se consumen con el ansia viva por saber de las andanzas de este venerable colectivo, se ha decidido, tras sesudas y acaloradas discusiones, iniciar una transmisión periódica –de frecuencia aún por determinar– que, a modo de diario, trate de recoger algunos aspectos parciales del quehacer de estos voluntariamente autoexiliados por esta Asturias de nuestros amores, entrañable tierra de esta España de nuestros pecados.
Según fuentes bien informadas y dignas de todo crédito, la noche por la planta baja, y en la habitación más exterior, lugar de cobijo elegido inicialmente por Manolo y la Seño, y a los que se sumaron posteriormente Uba y su contraria, Mari Carmen, –que Dios la bendiga–, se detectaron extraños y repetidos ruidos, que, a decir, de Manolo, parecían como estertores de ultratumba, que según manifiesta el afectado, procedían de lo más profundo, de lo más “jondo” de los interiores de Uba. Tal fue la impresión causada, que tanto Manolo como la abnegada Rosa, decidieron, a primeras horas del día, realizar el traslado forzoso al piso de arriba donde inocentemente esperan –si Paco y Titín actuales residentes no lo impiden– tener el descanso con la paz deseada. Día 2
Día 1 Así pues, iniciamos las andadas el primero de agosto de este año del Señor de 2016 con la incorporación de los ocho primeros alberguistas. Tras el acomodo de rigor y el establecimiento del lecho a gusto de los residentes, éstos condujeron sus pasos subiendo los 171 escalones que, a modo de cruel Gólgota, los separan del lugar del refrigerio. Concluido éste, desandaron los 171 los peldaños y dieron con sus huesos en el albergue. Una lectura al plan de actividades, alguna que otra chanza de Titín, concluyeron la jornada.
El día segundo, una vez colocadas las banderas en el lugar asignado, hubo que atacar los 171 escalones para alcanzar el desayuno. De vuelta, descubierta por Cangas de Onís para compras de diversa índole. Un avieso policía municipal, vía notificación de futura multa en caso de reiteración, recordó a los conductores expedicionarios los inconvenientes (200 euracos por coche) de estacionar los vehículos en zonas reservadas a carga y descarga. Repuestos del sofoco, y restablecidos los valores de tensión arterial y de frecuencia cardíaca a valores normalizados por parte de los afectados, dejan Cangas con cierta sensación de alivio. Camino de vuelta a Covadonga, parada obligatoria para el tradicional “auxilio” como da fe la fotografía adjunta. Tras lo cual, los 171 escalones de rigor, el almuerzo nuestro de cada día, dánosle hoy, y capítulo de reparadora siesta. Se incorpora Carlos Ayala, se redacta el presente capítulo, mientras el resto de la tropa –absolutamente todos– salvo Manolo Parra, que Dios guarde, buscando imágenes impresas para formar la base de un futuro “collage”.
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La conclusión al programa de actividades fue una sesión de cine-fórum, con la proyección de una película con título “Torrejón City”, que tuvo en algunos residentes un efecto diverso: para unos, función terapéutica; es decir, potente inductora del sueño, en tanto que a otra –los más resilientes–, una preocupante tendencia a la autolisis –atentar contra el sistema vascular propio–, en tanto que una tercera e insignificante parte de la audiencia sugería actuar de forma contundente contra el proponente del malhadado film, que no es otro que el camarada Titín. Y así se hace constar a todos los efectos de befa, mofa y escarnio de aquél para el buen conocimiento del anónimo lector. Y esto es todo. Si nada lo impide, desde esta muy noble, leal y geriátrica Agrupación, seguiremos informando. O no…
Día 3 Parece ser, que va a ser, y que está siendo cierto, eso de que algunas historias tienen segunda parte. Esto viene a cuento, querido y anónimo lector, que este relator, a pesar de los pesares, y de todo cuan-
to contratiempo ha tenido que afrontar, sigue aquí, incólume, con unos días más sobre las costillas –loado sea el Señor–, pero con espíritu firme y la pluma -o mejor dicho, con dedos prestos. Esta segunda entrega tiene como hechos reseñables, y que el pudor y buenas formas aconsejan publicar para el buen saber y mejor gobierno de aquellos interesados en los quehaceres de estos desterrados voluntarios transitorios por tierras de Asturias. La tercera jornada se inicia con los preparativos de la visita al museo de Covadonga, uno de los cuales merece destacar por la observación en “petit comité” que realiza Titín acerca de los aromas que desprende Uba, al ser cazado “in fraganti” echándose una buena rociada de agua de colonia. La noticia, lejos de ser comentada entre los expedicionarios, es guardada en sepulcral secreto, aunque el sorprendido informador tiene la gentileza de aclarar a los informandos, que la razón, la única razón capaz de justificar tamaña acción es debida la pérdida de “sex-appeal” por parte del perfumando, para tratar de atraer la atención y despertar ciertos instintos en Mari Carmen, su “contraria”, ergo su amantísima y leal esposa. En la plaza de la basílica se une el camarada José María Tuñón Aza, desplazado desde su natal Oviedo, que nos acompañará en la visita y posteriormente, en su calidad de estudioso e historiador, participará en una charla-coloquio sobre una parte de la historia de España. Al concluir la visita, Eugenio se reencuentra con una joven periodista del diario “La Nueva España” de Oviedo a quien encuentra horas atrás en la casa de Ejercicios, que es lugar donde las monjitas preparan y sirven el condumio diario, dánosle hoy. La moza en cuestión venía a ejercer la profesión, deseosa de entrevistar a unos sacerdotes misioneros que ejercen su ministerio por tierras de Hispanoamérica, quienes, al igual que los Veteranos de la OJE, hacen aquí su reunión anual. Reconocido Eugenio, y saludado por la moza, es preguntado acerca del distintivo de su camisa y del acrónimo que luce bajo el mismo. Responde aquél que es de la OJE, aclarando, por su hubiese dudas, su pertenencia al sector “senior”, (que nunca está de más aclarar las cosas y no sumir al personal en una eterna y desgarradora duda) ¿Será? ¿Qué no será?, etc. 5
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Pues hétenos aquí que cuando el veterano iniciaba una didáctica breve y concisa que fuese comprensible a la intrépida reportera, aparece Manolo Parra, quien es inmediatamente invitado a ejercer su magisterio ante la periodista. Tras unos veinte minutos de exposición, incluida introducción al tema y el correspondiente capítulo de pregunta respuesta y las oportunas anotaciones en su cuaderno, el grupo expedicionario es invitado por la susodicha a posar para una breve sesión fotográfica y como emotivo colofón al inopinado encuentro. El resultado es una foto con un breve comentario informativo sobre el anual encuentro de los Veteranos de OJE, publicado en el periódico La Nueva España el jueves 4 de agosto de 2016. La actividad nocturna consistió en la primera de tres Jornadas de Introducción a la Música preparadas por Eugenio. Esta primera consistió en la audición de diversas modalidades musicales: swing, tradicional cubana y clásica, con interacción entre el presentador-ponente y su muy respetable audiencia, que en momento alguno ocultó sus ansias por saber. Día 4 Al día siguiente la expedición encaminó sus vehículos y pasos a la vecina Ribadesella para visitar el museo dedicado a la cueva de Tito Bustillo, joya de la espeleología descubierta accidentalmente por Tito y sus compañeros en el ya lejano año de 1968. Una parte del grupo giró visita a la Cuvona, otra de las maravillas de la Naturaleza que toma forma de gruta cárstica con una espectacular bóveda iluminada por la luz natural, que dota de especial encanto a tanta estalactita y estalagmita tras doce mil años de paciente deposición del carbonato cálcico disuelto en agua.
La actividad de tarde tuvo un doble enfoque. Por un lado, un reducido grupo, desafiando a una inclemente lluvia se dirige a Cabrales para visitar la Cueva del Queso y degustar el producto estrella de la comarca. Pero la incompatibilidad de horarios entre las horas de visita, la duración de la misma y la distancia a recorrer para regresar a Covadonga, fuerzan a desistir del intento y retornar al albergue. Mas, la apetencia de queso, la imperiosa necesidad de recuperar los niveles hídricos, muy a pesar del aguacero, aconsejan hacer un alto en una aldehuela donde satisfacer las muy vitales, y por tanto, comprensibles necesidades de los viajeros. Y este relator es fedatario que dichas perentoriedades fueron frugalmente colmadas. Antes de la cena asistieron a un concierto de órgano en la colegiata, y más concretamente, en la capilla de San Fernando. Allí, el organista de la basílica, con un instrumento del siglo XVIII, interpretó obras de música barroca escritas por Bach, Caccipoli, Ignacio Echevarría y John Stanley. Cerró la jornada con la preparación de la actividad del día siguiente, a realizar una marcha por la Ruta del Cares, y con un fuego de albergue, tras lo cual, los cuatro inquebrantables e inasequibles al desaliento del dominó midieron por segunda vez sus fuerzas y debilidades. El resultado parcial, por el momento arroja el resultado siguiente: JesúsAntonio 0, Manolo-Uba 2. No hay que lamentar víctimas. Puede ser que podamos seguir informando… puede.
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Y vuelta la burra al trigo, dicen los rústicos de algún pueblín de nuestra España. Pues eso; hétenos metidos de hoz y coz en esta columna para solaz –esperemos– del lector ávido por conocer las andanzas de este alegre club de pateadores de trochas, caminos y “corredoiras” diversas.
pero de imposible realización antes de las doce del mediodía, puesto que la operadora de fogones y facedora de maravillosas y nutritivas viandas, no se incorpora al trabajo antes de las 13 horas. ¿Ande andarán las “fabes”? ¿y las cebollas rellenas? ¿y el lacón? ¿y…? Definitivamente, para este contrariado expedicionario, con este hecho se constata, una vez más, que vivimos en un valle de lágrimas. No somos nada… Retornada la totalidad de expedicionarios al albergue sin bajas y con el personal en casi perfecto estado; es decir, sin daños aparentes en lo físico y lo mental, salvo leve cansancio en los menos entrenados, encaminaron sus pasos al condumio donde dieron buena cuenta de un menú esplendorosa y delicadamente preparado por las monjitas. Algo a lo que nos tienen acostumbrados. Con canciones de ayer, hoy y de siempre concluyó la jornada. Se trata de un viaje mediante una breve selección de canciones con un horizonte temporal que se inicia con recias piezas del FJ, pasando por la OJE de la primera época, y concluyendo con las propias de la OJE actual. Día 6
Día 5 Resulta que la quinta jornada campamental se inicia por parte de unos esforzados e intrépidos caminantes deseosos de patear la Ruta del Cares. Otro sector, renuente a tales esfuerzos, decide, tras la aproximación con vehículos, retornar a Cabrales, donde, tras la oportuna exploración y compras de material diverso, dan con sus posaderas en un “chigre”, –denominación local de la tasca típica asturiana–, donde darán buena cuenta de unas botellas de sidra y chorizo a la ídem. Gran regocijo de los presentes, salvo un contrariado Eugenio, deseoso de meterse al coleto una tapa de “fabes”,
El plan de actividades del día 6 de agosto se inicia con una salida a Fuente Dé por una parte de los alberguistas, mientras que una segunda, formada por Uba, Mari Carmen y Carlos, opta por dirigirse a Llanes. Tras dos horas y media de viaje, parte del primer grupo decide subir al teleférico donde experimentaron el deleite de una vista espectacular en un marco natural de extraordinaria belleza. Una belleza resaltada por la brillantez de una mañana soleada que resaltaba los tonos grisáceos de las moles calcáreas de Picos de Europa con los distintos tonos de verde de la masa forestal circundante. Al llegar al circo, dióse una circunstancia que, por lo extraordinario de su naturaleza, merece ser recogido en esta crónica, aunque, por razones obvias, notificando el hecho única y exclusivamente desde una vertiente estrictamente informativa, que, para interpretaciones, –de haberlas haylas– suponemos al lector con capacidad suficiente para sacar las suyas sin necesidad que el narrador abunde más en el tema y se ciña al mero relato del suceso. 7
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Acaeció que una cabra, marrón, de buen porte, sonriente y generosos atributos, como recoge la imagen adjunta, se acercó a Manolo y, en una primera instancia, le bala unos sonidos ininteligibles al resto de mortales. Ante un impasible Manolo que caminaba en paralelo y muy próximo a la “Seño” –su contraria y amante esposa–, el bicho vuelve a emitir unos sonidos más claros y perceptibles, mientras, de forma simultánea, comienza a restregar su costado contra las piernas del bípedo y sorprendido protagonista. Ante el asombro de propios y extraños, y, en grado sumo del afectado, que, visto el empecinamiento del caprino, aquél comenzaba a mostrar signos evidentes de azoramiento. Se supo, horas después, que el protagonista de este relato tuvo encuentro similar –y a solas– con cabra avileña de Gredos, allá por 2008, con motivo de un ascenso en una actividad del campamento de Hoyos del Espino. De dicho encuentro sólo se tiene noticias del mismo, más allá de cualquier especulación relativa a la realización y conclusión del mismo. Llegados a este punto, cabe sorprenderse de la capacidad de comunicación, especialmente en el reino animal más montaraz, que rebasa fronteras en estos tiempos actuales de zozobra y desconcierto. En cuanto a los de Llanes, la información noticiable está recogida en un suceso que, más allá de lo puramente anecdótico, cabría de calificar como abochornante para sus protagonistas. Según fuentes bien informadas y dignas de todo crédito, tras la comida en un figón de la localidad y su posterior capítulo de café y copa, Uba y acompañante (no se cita la identidad de la fuente por una cuestión de salvaguardar la intimidad de ésta) deciden tomar asiento en la parte posterior de la tasca para ver por TV la retransmisión del descenso del Sella. Y tan interesante debió resultarles la visión del evento deportivo, que cayeron en el más profundo de los sopores, emitiendo unos sonidos graves, profundos, y ladeando periódicamente sus cabezas. Tan entregados estaban a Morfeo que no repararon en ciertos parroquianos, chistosos usuarios del mingitorio, y, en definitiva, relatores de la noticia que nos ocupa. Al parecer, circulan ya por la linda localidad costera ciertas chanzas sobre los protagonistas de este lamentable suceso.
Una divertida película, la Venganza de Don Mendo y la correspondiente ronda de dominó, cerraron la actividad del día. El cómputo total del torneo mantiene a los ganadores del día anterior a la cabeza, con un rotundo 3-1. Esto es todo por ahora. Ya veremos si hay más.
Día 7 Comienzan las actividades del séptimo día que, por mor del paso del tiempo, se convierte en paso del Ecuador, y al mismo tiempo en jornada de despertar más temprano. La causa, que el avezado lector puede ya imaginar, no son las celebraciones al uso que las sufridas y aguerridas gentes de mar dedican a la iniciática celebración en distintas manifestaciones a todos aquellos que atraviesan el paralelo cero por vez primera. No. En esta ocasión lo noticiable es el motorizado ascenso a los lagos de Covadonga en hora temprana para evitar las restricciones al tráfico en pos de una menor densi-
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dad de humanos por dichos parajes en aras de salvaguardar la tranquilidad de flora y fauna, y tratar así de paliar el nocivo efecto de tanta concentración humana por dichos pagos. Tras los paseos y la toma de fotografías de rigor, a la hora acordada, deciden hacer un alto para proceder al consabido “auxilio” a hora próxima a la del Ángelus. Para el lector nobel, el “auxilio” es detener cualquier atisbo o tentación de realizar actividad física y mental alguna, para centrar la atención en la tarea del merecido descanso y la recuperación de los niveles hídricos, aspecto este de primordial importancia, puesto que las pérdidas de agua –en el peor caso, y de sidra en la “tierrina” que nos aloja– en período estival pueden acarrear serias consecuencias. Además, y atendiendo a recomendaciones no sólo médicas, sino también del más elemental sentido común, siempre es conveniente tener buena cuenta de cuidar cuerpo y espíritu. Mientras unos deambulaban por las alturas, Carlos y Mari Carmen, amantísima contraria de Uba, regresan a sus lugares de origen, hecho este que deja a aquél sumido en un profundo abatimiento. No será éste lo único noticiable del sufrido alberguista; sucesos futuros, muy próximos en el tiempo serán prueba empírica del muy desventurado período que habrá de afrontar el afligido el protagonista de estas líneas. Unos van, y otros vienen. Es la tónica del albergue. Mientras se realiza una actividad lúdica y de compras por Cangas de Onís, y dando cuenta de
un segundo y merecido “auxilio”, se recibe llamada de Nosti informando de su proximidad. Ya en el albergue, y tras la comida, Eugenio y Nosti comienzan una charla informal sobre la OJE de nuestros pecados, plática que se alargará en tiempo y profundidad con la participación del resto de alberguistas, en una temática abordada desde los planos de la retrospectiva y de la introspectiva. También se esbozaron acciones de futuro a realizar a corto plazo. Aspecto a reseñar es la “reválida” y revisita de Nosti y Eugenio a la fuente de los siete caños, cuya primera ingesta realizaron en comandita el pasado mes de marzo con motivo de la inspección previa a las instalaciones del albergue que nos aloja. Así pues, cumplida la misión, sólo queda verificar el efecto del agua del manantial en los osados y sedientos usuarios de la fuente. Tiempo al tiempo… A media tarde, un grupo de residentes sentados a la puerta del albergue, asiste a un hecho sorprendente que deja atónitos a propios y extraños. Resulta que un pequeño Yorkshire, propiedad de un paisano que acostumbra a pasear suelto a las mismas horas, al aproximarse a los alberguistas, cambia súbitamente de rumbo y encamina sus pasos hacia Uba, quien está sentado plácidamente al lado de un poyo que actúa de remate a una especie de balaustrada. El can, sin dudarlo un momento, fija sus ojos en Uba, y sin mediar ladrido alguno, para, levanta uno de sus cuartos traseros – concretamente, el derecho– y alivia su vejiga urinaria sin el más mínimo de los recatos. Como no podía ser de otro modo, un estoico y sorprendido Uba es objeto lógico de chanzas de toda índole, que una norma elemental de cortesía impide relacionar de forma pormenorizada. La actividad del día concluye con una actividad de recorrido de España a través de conocidas canciones regionales.
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Día 8 Si hubiera que calificar a la jornada octava, ésta sería la de la diáspora, puesto que, en este caso, se hizo valer una de las características de flexibilidad en las actividades de este grupo, que es la libertad de acción o voluntariedad de asistencia a las mismas, que no sean las de carácter solemne. Y en virtud de este postulado, unos por un lado, otros por otro, y otros más, Dios sabrá dónde. ¿Ande andarán?... Los marchosos y animados montañeros: la “Seño”, Manolo y Vicente, suben a la Cruz de Priena, donde Manolo vuelve a tener encuentro con cabra muy poco montaraz, cuyas muestras de desear proximidad con Manolo es motivo de mosqueo de Rosa. Y es que la atracción del sector caprino hacia Manolo, o viceversa, comienza a ser preocupante. Unos, a Cangas; otros, Jesús y Mari Ángeles, de excursión por el occidente de Asturias en busca de nuevos parajes y reconfortantes mariscadas. Que Dios los bendiga. La presencia de Giuseppe, artífice del éxito de OJE en Colloto, es motivo, una vez más, de alegría. Una charla entrañable sobre lo que nos ha traído aquí, y motivo que nos desplacemos de aquí a allá, y de allá para acullá por las tierras de España al menos una vez al año, completó un breve capítulo de su estancia, preludio de una audición de diver-
sas piezas de gaita con magistral ejecución. La música fue simultaneada con unos “culines” de sidra procedentes de una caja de botellas con que los alberguistas fueron obsequiados por su gentil visitante… Y es que los de Ferrol son así. Definitivamente, ser de Ferrol imprime carácter. Antes de su partida se realiza el acto de banderas, en el que la armónica de Manolo y la gaita de Giuseppe dieron un toque musical entrañable, y una compenetración digna de encomio pese a no haber ensayado el tema con anterioridad. La vuelta de Jesús y esposa tiene como anécdota de relieve el comentario de ésta respecto a los despistes de su amantísimo esposo, que resume en una lapidaria frase: “Jesús y las rotondas. Se pelea con todas, pero al final, al final; siempre llega.” Huelga comentario. Pero las desventuras de Uba continúan. Pues aparece por el albergue cariacontecido, y con una notable mancha bicolor que ocupa la mitad de un hombro y se extiende hacia un lateral del pecho de su camisa. La causa: una deyección de ave, que, a tenor de la superficie ocupada, debía tener un tamaño respetable. Se cumple el adagio de que “a perro flaco”… La resucitación cardiopulmonar con nociones básicas para poner en práctica mediante desfibrilador externo automatizado fue actividad no programada que impartió Jesús, médico de profesión, y que fue seguida del correspondiente capítulo de ruegos y preguntas más allá de la charla inicial, que sirvió para ampliar conocimientos sobre la práctica médica y el efecto de determinados medicamentos.
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Día 9 El noveno día se inicia con la llegada de Chuso y Alicia, se gira visita a la catedral de Oviedo, tras la cual se pasea por la zona urbana más castiza en busca de un restaurante. Localizado éste, los asistentes ven sometida su paciencia a una dura prueba, causada por la falta de recursos en cocina frente a la demanda del comedor de una decoración tradicional muy agradable y confortable. Resultado: una buena comida asturiana, pero de larga duración…¡¡tres horas!! Es altamente improbable que los asistentes vuelvan a pisar esa casa. Eugenio y Chuso comentan los efectos de la fuente de los siete caños en términos generales, y especulan acerca de su acción en el primero y Nosti tras la revisita a los célebres caños con fama de casamenteros. Alicia es corregida canónicamente por Eugenio respecto de la concreción del grito de los Veteranos a la hora de romper filas, en un lejano día,
desarrollado e impartido por éste. Y es que, querida Alicia, y tú anónimo lector, sabed que cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo. Mas cuando el grajo NO vuela bajo, entonces, la respuesta es cubalibres a destajo. La explicación es obvia: si vuela bajo, cabe colegir que hace frío, y por tanto el remedio son carajillos. Pero, en contraposición, si vuela alto, es fácilmente deducible que hace calor, y, por tanto, –fuera de Asturias, nobilísima tierra de una menos noble sidra–, cubatas a destajo. Una sesión de teatro leído sobre “Los pobres”, sainete de Carlos Arniches puso fin a las actividades programadas del día. Tras lo cual, los ansiosos del dominó sentaron sus reales a batirse el cobre. Dos cierres de 10 y 6 puntos disminuyó la ventaja de los líderes provisionales del torneo, que concluyó con definitivo 4-3 a favor de Manolo y Uba. Los adversarios en tan noble lid, Antonio y Jesús, tras admitir la derrota total, y a tenor de sus comentarios, puede deducirse que los ganadores tuvieron condición de tal por falta de un más que benévolo espíritu combativo de los vencidos Esto es casi todo, por lo que es menester aplicar el dicho italiano que literal y taxativa-mente afirma que finita la música, pasada la fiesta. ¿Habrá más?... puede. Día 10 La décima jornada se inicia con la despedida de Jesús, Mari Ángeles y Vicente, que retornan a su tierra levantina por pagos de Sueca, mientras el grueso de los alberguistas dirige sus coches a Lastres para visitar el museo jurásico de la villa. El programa no puede realizarse a causa de la gran afluencia de visitantes, que impide la realización de la actividad en el tiempo previsto, puesto que una prolongada espera daría al traste con el programa de actividades asignados a dicha jornada. Transidos de dolor, y haciendo de la necesidad virtud, a sugerencia de Chuso, los viajeros deciden reencaminar sus pasos para realizar un alto en la playa de Caravia, donde, frente al Cantábrico, y en la hora habitual con precisión suiza, proceden a darse el merecido auxilio de sidra y bígaros. Mirando al mar, soñé…
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Al pasar por un parque infantil, Uba sube a un andador activado también por brazos haciendo una demostración de todo lo contrario que debe ser un entrenado, elegante y ágil marchador. A él se une un entusiasta Manolo, que entronca mucho mejor en cuanto a satisfacer un mínimo los criterios estéticos. Y como no hay dos sin tres, Paco y Titín sientan sus posaderas en sendos columpios, al arrullo amoroso del empuje de la siempre atenta y abnegada Seño. Para un espectador parcial, estas imágenes resultan de una elocuencia tal que se hace realmente difícil no retrotraerse a la idea, de que, a partir de cierta edad y ciertas actitudes y aptitudes, pensar en la regresión de los saltimbanquis a edades lamentablemente pretéritas. Ya lo dijo Sócrates: Si es que son como niños… Cuando el sol empieza a declinar hace su llegada el temido inspector de campamento, que no es recibido por la escuadra de guardia que mandan las buenas y ancestrales costumbres. Un despiste de los últimos residentes que olvida recoger la llave del albergue hace que Paco y Titín inicien su particular peregrinaje por Covadonga para obtener otra llave de facilite al acceso de los allí residentes, que finalmente se obtuvo. Y aquí hay que retrotraerse al albergue de 2007 en Alcudia, Mallorca, donde Paco, al zambullirse en las tranquilas aguas de la playa, zambuyóse con la llave del coche en el bolsillo del bañador...
..Tras reparar en el incidente, un grupo de abnegados bañistas, camaradas de la víctima, logran rescatar la preciada llave, única disponible en el lugar. Como el inteligente lector podrá deducir, las chanzas de la llave se repitieron como un Gólgota para el infortunado en forma de un doloroso estribillo. La noticia fue rápidamente transmitida vía telefónica a camaradas allende nuestras fronteras, que tenían ruta por tierras de la dulce Baviera. ¿Dónde están las llaves, materile-rile-rile; dónde están las llaves materile-rile-ron? Suenan todavía en los presentes de allí y aquí con monótona languidez. Concluye la jornada con una sesión de chistes...
Día 11 La undécima etapa se inicia con la crítica de Chuso acerca de sus sobresaltos en la noche a causa de los tenebrosos y oscuros ronquidos de Uba, acompañados reiteradamente por voces y aspavientos, que hicieron sospechar a la pobre víctima, que el protagonista de tan turbado sueño estaba 12
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sumido en una soberana y leñera bronca. El inspector, cohabitante de habitación, al parecer, fatiga-do del viaje, manifiesta no haberse enterado de este episodio. Suerte del mozo. Tras el desayuno, el grupo de los intrépidos e inasequibles al desaliento y la fatiga: Manolo, Rosa, Alicia y Chuso inician la marcha a Orandi y Mestes, en tanto que los más sosegados: Paco, Tití, Uba, Rudy y Eugenio deciden atacar cimas menores y se encaminan, cuesta arriba, al mirador de los Canónigos. Las fotos de rigor y unos chistes son motivos que aconsejan a éstos volver tras sus pasos y dirigirse a un merendero, donde, a la hora del Ángelus, se procede a un auxilio extraordinario, sufragada su primera parte por Rudy, el feroz y temible inspector. Una hora después, se unen los otros caminantes en alegre y fraternal francachela. Tarde dedicada por la mayoría al “dolce far niente”; ergo, no pegar bola, como actividad introductoria al cine-fórum en sesión de noche con la proyección de la película “Cruzada en el mar”. Y colorín colorado, la crónica del día se ha acabado. En un futuro por determinar, es probable y posible la continuación de estos breves relatos. Con Dios. Día 12 La duodécima jornada se dedica a conocer la hermosa villa de Ribadesella, desde donde se informa la llegada de cuatro camaradas de Zaragoza, quienes, al igual que los alberguistas en su día, visitan el museo de Tito Bustillo y la Cuevona, a quien se une Rudi en calidad de mero turista. La expedición maña está formada por Jesús C., José Ignacio H., Julia A. y Gloria O. El núcleo más numeroso dedica su tiempo a un placentero paseo por la zona marítima, para, posteriormente proceder al auxilio cotidiano. A la hora de comer recibimos la anunciada visita de cuatro dirigentes de la OJE: jefe nacional, presidente
de honor, secretario general y jefe regional de Andalucía; compartimos, en camaradería, manteles y el cava catalán que tenía reservado Paco para estas ocasiones; tanto Juanjo como José Ignacio felicitan a los veteranos, los invitan expresamente al Eurojam de Covaleda del próximo año e insisten en que en la OJE actual cabemos todos; el coloquio se centra específicamente en la USIA, en la que Veteranos-OJE ya hemos colaborado afanosamente. La jornada de tarde se dedica a actividades diversas en el albergue, mientras Antonio, Eugenio y Uba van a Cangas. Allí, tras las compras y gestiones pertinentes, dan con sus huesos en un bar, donde un animoso Uba decide calmar la sed de una tarde particularmente calurosa con un “gintonic”, Antonio se decanta por una cerveza y un chorizo a la sidra y Eugenio por un whisky. Estaban estos parroquianos dando cuenta del tercer trago cuando aparecen unos suculentos chorizos primorosa y canónicamente servidos en cazuelita de barro, visión a la que los más bajos instintos no puede Uba reprimir, por lo que con su parsimonioso y mecánico proceder, hinca tenedor en la gloriosa vianda con una decisión que para sí quisieran los exterminadores de plagas y calamidades diversas. Vivir para ver y aprender… Y luego algunos de escandalizan de los extraños combinados que caracteriza a los estadounidenses a la hora del yantar. 13
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La sesión de noche se dedica a proyectar dos vídeos homenaje a Boli y Manuel que ocupan su lucero hace ahora un año, quienes fueron entrañables camaradas y compañeros de aventuras campamentales en más de una quincena de veranos consecutivos por distintas tierras de esta España nuestra. La sesión consistió en una introducción al perfil de los homenajeados por parte de Paco, a la que siguió la proyección de sendos vídeos primorosamente realizados por Andrés (Andares), a quien hay que felicitar atendiendo al resultado de su trabajo por su creatividad y paciencia. Esto es casi todo, por lo que es menester aplicar el dicho italiano que literal y taxativamente afirma que finita la música, pasada la fiesta.
Día 13 El día 13, penúltimo de la estancia por tierra astur, se dedica a visitar la impresionante Universidad Laboral, actividad a la que se suma el grupo de Zaragoza. Tras las fotos de rigor para el recuerdo, la comitiva dirige sus vehículos al castro, donde, tras un auxilio reponedor transitorio de fuerzas, los lleva a visitar el castro propiamente dicho. De vuelta al restaurante, gallego para más señas, se comparte manteles. Concluida la comida, despedida de los maños, a los que se les supone de retorno a casa, mientras Rudi, Alicia y Chuso, marchan
para unirse a los actos del Día Nacional en La Vecilla. Buen viaje camaradas. Chuso, guaje, para ti nuestro reconocimiento a tus siempre discretas atenciones, que como es recurrente, están bordadas por un sentido y esmerado espíritu de servicio. Servir es un placer, además de un honor. La jornada concluye con una selección de rancheras mejicanas, que hace las delicias de un Manolo que se bate el cobre al dominó con su abnegada esposa, Rosa, en estos círculos más conocida como la “Seño” Día 14 El décimo cuarto y último día de albergue se reparte entre un paseo matinal por Cangas, con auxilio incluido, al que se suman los maños, y que, supuestamente, el cronista de esta historia suponía ya por tierras de Zaragoza. Entre plato y plato, y al parecer debido a un extraño sortilegio, Uba parece entrar en coma. No se trata de las “ausencias” o “cuelgues” a los que nos tiene acostumbrado el mozo. No; además de éstos, que de haberlos húbolos y muy repartidos a lo largo y ancho de esta quincena. En este caso, la manifestación del afectado se asemejaba más a la ingesta de narcótico, con la particulardad, de no cabecear, aunque en ocasiones, usaba de la mano derecha para apoyar el mentón, en tanto que en otras, un admirable dominio de la musculatura de la nuca, mantenía la cabeza primorosamente erguida. Otro síntoma de alarma entre los comensales es su renuncia al segundo plato. Algo hasta ahora inaudito y jamás registrado por crónicas campamentales dignas de todo crédito. La tarde se emplea en lo que la gente de mar denomina zafarrancho; es decir, retirar toda la ornamentación relativa a la actividad del albergue, recoger el material y dejar las salas en perfecto estado de revista. La anochecida transcurre con charlas entre una ambientación musical. Con la amanecida, del día de la Asunción, los últimos del albergue salen con destino a sus puntos de partida. Expedicionarios, que la Virgen os acompañe en el viaje y tengáis un trayecto tranquilo y dichoso. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. A más ver. 14
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Post scriptum Por Manuel Parra Celaya I VALE QUIEN SIRVE A LO DIVINO Fue un privilegio convivir con ellos. Nosotros, grupo de veteranos de la Organización Juvenil Española, decanos en acampadas bajo el mástil en todas las tierras de España, y un grupo de misioneros, no menos veteranos en tierras de América, de la Asociación de Sacerdotes de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana. Coincidimos a la sombra y amparo de la Santina, en la Covadonga de Don Pelayo.
Casi terminaban sus días de encuentro y nosotros los empezábamos apenas, mientras el calor de agosto hacía de las suyas en otros lugares de la Piel de Toro. Nos mirábamos los dos grupos con curiosidad en el refectorio de la Colegiata de San Fernando, próximo al Albergue; poco duró la timidez: varios sacerdotes misioneros sabían de las siglas O.J.E.; uno de ellos nos confesaba que, en su mocedad, había realizado el curso de Jefe de Centuria; otro, hijo de minero, recordaba con alegría el campamento de Riaño en épocas más lejanas…
Hablábamos frecuentemente con ellos y les pedíamos -cómo no- que se acordaran de nosotros en sus oraciones diarias; nos lo prometieron, no sin recordarnos que, precisamente en este Año de la Misericordia, Dios, el Jefe de todos, se siente más inclinado por los pecadores –ellos y nosotros– que por los que blasonan de justos. Oriundos de diversos parajes de España, hablaban con el inconfundible acento de sus tierras de misión; formaban ya parte de aquellos pueblos hispanos, generosamente mestizos, y me di a pensar que representaban la Primera Oleada de esa Evangelización que España llevó más allá del Océano; porque la Segunda Oleada la integran, por ejemplo, las monjitas de la Casa de Oración de la Colegiata, casi todas ellas peruanas o chilenas, de dulce habla española y de hábiles manos en la cocina, a juzgar por el régimen de comidas con que nos deleitaban en estos quince días, a nosotros, acostumbrados a la simplicidad gastronómica de nuestros rudos campamentos y albergues desde pequeños. Estas monjitas hispanas –que no latinas– llevan a cabo la nueva Evangelización, esta vez de allá hacia acá, en correspondencia de servicio y siempre bajo la atenta mirada de Dios, que es, en definitiva, el recolector de las humildes siembras de los seres humanos. Ellas y la cantidad de seminaristas de hablar meloso y tez morena que vienen a poblar nuestros despoblados Seminarios y de curitas que ofician en nuestras desguarnecidas parroquias, ahora que, en los tiempos que corren, la civilización nos ha llegado al bajovientre, como decía nuestro García Serrano. Ahora les toca a ellas y a ellos predicarnos a Cristo, pues, por una serie de circunstancias que es ocioso detallar, lo teníamos muy olvidado. Estos amigos misioneros en Bolivia, Argentina, Nicaragua o Cuba, y estas monjitas y sacerdotes de Perú, Ecuador o Chile, practican nuestro vale quien sirve, el lema de la Organización Juvenil Española de nuestros años mozos y de los chicos y chicas de hoy; y lo hacen a lo divino, como decían nuestros clásicos, pues su servicio va encaminado, no solo a la solidaridad y a la justicia en la tierra, sino, sobre todo, a la salvación de las almas, sin distinción de etnias, como en el Primer Mestizaje, que espero sea seguido por el Segundo, en nuestros lares.
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En la noche de la despedida, compartimos la audición de un concierto de órgano en la Colegiata; haciendo honor al patronazgo de la misma, un cuadro de San Fernando presidía el concierto. Entre las piezas interpretadas, nos explicaron los expertos que algunas de ellas fueron llevadas a América en el siglo XVII; ahora, sonaban para elevar nuestras almas en el siglo XXI, otra vez en viaje hispánico de ida y vuelta. Puse bajo la intersección de San Fernando las intenciones de los veteranos misioneros y las nuestras, más modestas, pero no menos esperanzadas. Nos sentíamos arropados por el mismo Santo y el mismo lema de servicio, allí, bajo los montes de Covadonga, en las Asturias de España.
II LAS RAZONES DE UN ENCUENTRO ANUAL En uno de mis habituales paseos por la plaza del Santuario, que preside la estatua de Don Pelayo, me di a reflexionar acerca de las razones por las que, año tras año, un grupo de antiguos afiliados barceloneses de la Organización Juvenil Española nos empecinamos en mantener los encuentros estivales de Veteranos, los que, cariñosamente, nos llamamos a nosotros mismos dinosaurios (sin querer recordar que los primeros que utilizaron este término para referirse a nosotros lo hicieron clara intención despectiva). Se puede pensar que se trata de una simple –y legítima– añoranza de nuestros campamentos y albergues de nuestra niñez y juventud; ello sería
santo y bueno, porque ni nos avergonzamos ni nos arrepentimos; no obstante, no sería necesario para hacerlo el empleo de tanta logística (¿verdad que se llama así?) volcada para la realización de estas actividades: quizás bastara con una cena anual, prolongada en mil y una canciones de otras épocas para satisfacer los obligados cupos de nostalgia. Por el contrario, además de mantener una actividad casi constante durante el curso y de compartir bocadillo y vaso de vino semanales, nos empeñamos en el difícil arte de la convivencia durante quince días de agosto. ¿He dicho difícil? ¿Acaso no es difícil –y hermosa- la convivencia en el seno de una familia o de una comunidad religiosa? Cada uno es como es, nos repetimos, y lo mejor es que sabemos de sobra los puntos fuertes y débiles de cada personalidad, de qué adolece o en qué destaca el prójimo, elevado a la condición de amigo y de camarada. ¿Camarada? He ahí la clave; dicen los eruditos que la palabra viene de cámara, de estancia donde se comparte descanso y yantar, diálogo e, incluso, riesgo. Apresurémonos a añadir que también ideales, valores por los que ir desgranando la existencia, cuanto más altos mejor, como alguien definió en una bella sentencia: La vida no vale la pena vivirla si no es para quemarla al servicio de una empresa grande. Hemos llegado a la principal de las razones del empecinamiento: sin estar ya integrados en la estructura de una organización juvenil, por pura razón de edad, de calvicies incipientes o conseguidas plenamente, de achaques más o menos solapados, creemos todos que la historia, lejos de ser un gran relato obsoleto, es una continuidad de afanes, de inquietudes, de disputas y de abrazos; hasta las rupturas generacionales no dejan de ser una demostración de esa tradición ininterrumpida. Como decía una vieja canción, la historia es un quehacer de amor, y a ello nos atenemos para calificarnos de tales veteranos. 20
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Amor, que es amistad ya consagrada entre nosotros, y, lejos de ser exclusiva y excluyente, está siempre abierta a quienes dan el paso de compartir estas jornadas de actividad, de alegría y de canción. ¿De canción? Yo no sé, a estas alturas, si los más jóvenes cantan mucho o poco, pero me inclino a lo segundo; a lo mejor, no les deja tiempo para cantar el empleo constante del móvil y sus mensajes constantes… Nosotros sí tenemos tiempo; hemos conservado la necesidad de la canción: de la antigua marcha, que habla de queridas quimeras, de la balada de fuego de campamento, de la alegre evocación de la novia –hoy esposa, madre o abuela–, de las canciones regionales y tradicionales de todas y cada de las tierras de España, en cumplimiento de aquel hermoso texto de Pilar Primo de Rivera: …cuando los catalanes sepan cantar las canciones de Castilla; cuando en Castilla se conozca también la sardana y se toque el txistu; cuando del cante andaluz se entienda toda la profundidad y toda la filosofía que tienen en vez de conocerlo a través de tabladillos zarzueleros; cuando las canciones de Galicia se canten en Levante…, entonces sí habremos conseguido la unidad entre los hombres y entre las tierras de España. Amor, también, y dolor profundo, por esa España, el segundo de los ideales que fundamentan la convivencia; porque el primero, claro está, es Dios, origen y meta trascendente de todos los seres humanos, y principalmente de la legión de pecadores entre quienes reconocemos encontrarnos. Pero, sin darme cuenta, estoy a punto de enumerar esa Promesa, resumen poético y certero de nuestros valores, y sería obvia su repetición a los veteranos: servicio, justicia, libertad, responsabilidad, unidad, universalidad, recuerdo de nuestros ausentes… ¿Ausentes? Sí, y en esta ocasión con la razón reciente de dos huecos en nuestras escuadras. Ni que decir tiene que otra razón es el pasarlo bien, reír, disfrutar de unos días en común: el auxilio del final de la mañana, la marcha de dos veloci-
dades, la excursión y la visita cultural… ¿Y la sensación excelente cuando alguien nos saluda y recuerda sus experiencias juveniles en la OJE? Mas temo aburrir al lector y no estoy seguro de haber logrado aclarar por qué nos empecinamos en estos albergues –ayer acampadas–, a las que invitamos a todos los veteranos de España a compartir el mismo abrazo, la misma amistad, la idéntica y profunda camaradería, nacida hace muchos años y acrisolada por el paso del tiempo, ese que envejece los cuerpos pero no es capaz de arrugar las almas. III LAS CAMPANAS Añoraba el tañido de las campanas. Ocurre que en las grandes ciudades su sonido –si es que existe– queda apagado por el tráfago circulatorio y por otros mil ruidos que ensordecen oídos y conciencias; no así en muchos pueblecitos, donde sigue siendo una voz casi celestial que se semeja, si se acepta, a una especie de toque de diana de las almas.
¿Es Juan Ramón Jiménez quien compara las sones de las campanas de una ermita con bandadas de palomas? (¡esta memoria mía!). En todo caso, las campanas del Santuario de Covadonga me invitaban a otra metáfora, esta vez con águilas que tenían sus nidos en los riscos cercanos de los Picos de Europa; acaso las mismas águilas a las que despertó el grito de rebeldía de Pelayo contra lo políticamente correcto de su época, que consistía en sumarse, con conversión hipócrita incluida, a los invasores de España. Estos días de Albergue he vuelto a escuchar con 21
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gozo las campanas, que me invitaban a la oración, a la reflexión, a la alegría; sonaban por primera vez a las ocho de la mañana, casi siempre en medio de la niebla, y he gustado de estar a esa hora, en soledad, en la plaza del Santuario, junto a la estatua del Primer Reconquistador, justo en el momento en que el resto de mis camaradas se estaba despertando; el último toque a las diez de la noche, cuando bajábamos de la cena e íbamos a comenzar la postrera actividad del día. A las horas en punto, las campanadas del Santuario iban precedidas, a modo de contraseña militar, con los compases del Himno de la Santina; luego, sonaban los cuartos, lentos, parsimoniosos; y las llamadas a Misa; y los tres toques cuando, en el curso de la Eucaristía, el celebrante procedía a la Consagración. El eco de los montes amplificaba y distribuía los sones, e invitaba a mirar hacia la Cruz de Priena, allá en lo alto, donde ascendimos algunos veteranos siguiendo el zigzag del sendero en las pronunciadas laderas verdes del monte; también allí, junto a la cruz, recuperándonos del esfuerzo y divisando todo como si fueran maquetas de un juego infantil de muñecas, oímos el sonido de las campanas que, si primero nos animaban en la ascensión, más tarde nos invitaban al descenso hacia el valle. Ahora, todavía con el grato sabor del recuerdo del Albergue de veteranos de la OJE, vuelvo a añorar el tañido de las campanas, y más concretamente las que han acompañado estos días en Covadonga. IV LAS MONJITAS Sonrientes siempre, silenciosas en su trabajo, moviéndose entre las mesas de los comensales, van sirviendo las comidas en el refectorio de la Colegiata de San Fernando, hoy Casa de Ejercicios. Son todas jóvenes y sus rostros y acentos delatan sus orígenes hispanos: las hay peruanas, colombianas, filipinas… Nosotros, acostumbrados al campamental sistema de los proveedores, no nos resignamos a que nos sirvan y no levantamos a devolver los platos y las fuentes de los yantares que nos han cocinado; el premio estriba en oír de sus labios un dulce muchas gracias y en ver su sonrisa. Me las imagino recitando las Horas y rezando y cantando en coro en su pequeña capillita, presidida por la imagen original de la Santina, que ellas guardan y a ellas principalmente protege con su manto.
Con el permiso de la Superiora, también nosotros nos hemos dirigido allí y hemos orado, cada uno por sus intenciones, por las de ellas y por las comunes de nuestra España ante la Reina de Covadonga. Cuando estamos en el refectorio, apenas nos atrevemos a levantar la voz, nosotros, tan jaraneros; nuestras bromas de camaradería son apenas musitadas y, por supuesto, los tacos de ocasión prohibidos; cuando a alguno se le escapa una palabra más fuerte es castigado con una colleja del camarada más próximo… Nos llaman la atención a veces la originalidad de las comidas que nos sirven, algunas con reminiscencia clara de sus países de origen; con todo, comida sana y equilibrada, que algún veterano un poco más glotón puede completar siempre pidiendo reenganche a la hermana más cercana. A lo largo de los días, demostramos nuestra estricta puntualidad en la entrada; damos ejemplo al resto de comensales –clérigos y laicos– al bendecir la mesa sin complejos, bendición seguida del tradicional ¡Buen provecho, camaradas! y el cortés ¡Gracias, jefe! Algunos nos miran con curiosidad, pero pronto se les hacen familiares –y simpáticos– nuestros uniformes y nuestras formas. Quisimos fotografiarnos con ellas, las monjitas, y accedieron gustosas; bello recuerdo el de estos rudos veteranos de la OJE y las esposas de Cristo hospitalarias. Cómo no, les entregamos de recuerdo una metopa con nuestro emblema para que les adorne siempre los recintos de la Comunidad de Siervas de María del Corazón de Jesús, advocación que reúne humildad y trascendencia, servicio y alegría, que Dios las ampare siempre. Nuestro último recado fue que nunca se olvidaran de rezar por nosotros. 22
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