1996.11.23 Fraternidad Morada del yo LG

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FRATERNIDAD: MORADA DEL YO Apuntes de la intervención de Luigi Giussani en el Consejo Nacional de Comunión y Liberación. Milán, 23 de noviembre de 1996

¿C

ómo podemos acrecentar, de manera que sea cada vez más personal, la dimensión de la misión, como el factor fundamental para cualquier actitud de fe, para cualquier actitud orientada a un objetivo nuevo en la vida? ¿Cómo podemos acrecentar la integridad de la experiencia de fe? Fraternidad y obra. En síntesis, querría abordar el primero de estos sustantivos, "Fraternidad", dejando para la reflexión y para vuestras intervenciones, a partir de vuestra experiencia, el segundo, "obra" (cómo se concibe la obra, qué quiere decir obra, cómo ayudarse recíprocamente en las obras a las que pertenecemos). Ya he dado explicación en otro momento del significado de la palabra 'Fraternidad' mostrando su origen, su objetivo y su modalidad concreta de actuación: pero pedimos a Dios, y procuramos ayudarnos unos a otros concretamente para comprenderla todavía con mayor claridad. 'Fraternidad' es la palabra que ayuda a responder a todos los problemas que atañen al sujeto, y que emergen hoy de la vida de nuestro movimiento. Toda nuestra actividad es misionera, y este aspecto es significativo. La actividad de los responsables últimos es una actividad misionera; y, asimismo, el influjo que uno tiene sobre sus amigos es misionero; la acción que desarrollas con los chavales que te encuentras en la universidad, o que quizá has conocido por casualidad, es misionera. La palabra misión sintetiza las dos categorías que habéis usado al hablar de la integridad de la experiencia de fe, que son: unidad en la concepción y en la actuación de nuestro acontecimiento, y valoración de todo lo que existe, de la vida que nace. Ésta es una experiencia verdaderamente integral: unidad y valoración. Unidad del principio creador de la autoconciencia - y la autoconciencia revela su autenticidad en todas las relaciones que la existencia genera- y valoración. La palabra misión es, a mi entender, la que mejor sintetiza las preocupaciones implicadas en estos dos evidentes ideales. Sin el concepto de misión no se podría percibir la identidad que existe entre estos dos polos: unidad y valoración. La palabra misión es la que salva de un modo más persuasivo la actitud nueva que estas dos palabras definen, en su origen (unidad) y en el objetivo de valorar todo lo que existe. En cualquier caso, yo afirmo que la Fraternidad es una conciencia, entendida como juicio afectivamente comprometido, sostenido y perseguido, y una imagen. Sin ninguna pretensión o presunción digo que la Fraternidad - como he recordado en la última Asamblea de Responsables- ha sido pensada, imaginada y descubierta como la cumbre de nuestra exigencia, como el sujeto más maduro, y que hace madurar más, de la idea de misión. La Fraternidad es la morada del yo. Mediante esta fórmula se identifica la esencia del movimiento con el madurar de la existencia del yo, de la persona. No hay otra indicación tan apremiante como esta observación. Con la palabra "morada" se entiende la condición o el modo fundamental por el que el yo se realiza; este yo que entra en el mundo como un punto-semilla, como un punto que ha sido sembrado, un punto inicial donde todo exige una toma de conciencia y un esfuerzo o intento de explicitar. El concepto de morada indica que no puede darse esta realización del yo, que no puede haber un "yo" existente, más que en la gran hipótesis educativa que Dios prevé al hacerle nacer. Para lo cual cualquier "movimiento" se lleva a cabo para asegurar la madurez de este yo y tiene como objetivo su realización: la primerísima misión, que está en el origen de todo el resto, la


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