Apuntes de la Escuela de comunidad con Julián Carrón Milán, 12 de Mayo de 2010 Texto de referencia: “¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?”, Ejercicios de la Fraternidad de Comunión y Liberación (Rimini 2010), Sociedad Cooperativa Editorial Nuevo Mundo, Milán 2010. Canto: “Il nostro cuore” Canto: “Lela” Carrón: “Sin ti no puedo vivir”: este es el contragolpe, el punto sintético de la vida. Quería comenzar leyendo dos cartas. Son dos reacciones a los Ejercicios. “Querido Julián, decidí escribirte estas líneas, porque para mi vida, lo que ha sucedido en estos días de regreso de Rimini es una experiencia única. Por primera vez he descubierto en mi una conmoción real por todas las cosas que vivía; uso la palabra conmoción porque no encuentro otro término que pueda explicar el asombro lleno de gratitud por el bien del cual soy objeto, y como temperamento y personalidad no soy ciertamente alguien que manifiesta mucho sus sentimientos y emociones, por eso, lo que me acontece es algo que seguramente es generado por Otro: ‘renacer de nuevo’. Esta conmoción delante de las cosas: mis hijas, mi mujer, mis amigos, las personas del trabajo, la realidad toda, llegada hasta las lágrimas que literalmente se asomaban en mis ojos por el agradecimiento por la experiencia de bien hecha en Rimini. Por primera vez he participado a los Ejercicios (por esto quería leerlo) no partiendo del análisis de mi respecto a lo que decías: ‘Aquí no ando bien, esto no lo he entendido todavía, pero ¿por qué?’, pero con el pasar de las horas y escuchándote me descubrí siempre más agradecido por haber sido sobrecogido por este Bien, lieto y deseoso de zambullirme en el mar de la vida”. Me ha impresionado porque es como la descripción literal del inicio del capítulo décimo de El Sentido Religioso: “antes que nada no es el análisis, sino el contragolpe que provoca lo real (en este caso un evento cristiano), después uno –dice don Gius– comienza a identificar los rostros, los trazos de las cosas y después comienza a reconocer el yo”. Dejarse implicar en esto es el acontecimiento cristiano, y puede suceder aunque llegues a los Ejercicios escéptico y enojado dice esta otra carta: “He comenzado los Ejercicios el viernes y el sábado muy escéptico, leía la frase (“¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?”) y decía: ‘No, no es posible, pero ¿qué estoy haciendo aquí?’. No podía ni siquiera soportar a mis amigos. Después comenzaste a hablar de aquel muchacho, el que te replicaba en el aula, también él era escéptico; quizá por esto me quedé paralizado escuchándote: de repente dejé de tomar apuntes y mientras hablabas me sentía siempre más paralizado, cada palabra era una extraña invitación, algo bello. Pian piano me estaba despertando: “ ‘¿Según tu, entonces, la posición más adecuada, el recóndito punto de partida hacia la realidad, es la sospecha?’, ‘Cierto que es la sospecha. Es tan evidente… No pensará acaso que soy tonto’. ‘Entonces, según cuanto me dices, cuando esta mañana tu mamá te puso delante el café para el desayuno, dijiste: Yo no lo bebo hasta que no lo analice químicamente para asegurarme que no tenga veneno’. Todavía recuerdo la reacción del muchacho que, con la cara enojada, alza la mano y dice: ‘¡Son dieciséis años que vivo con mi mamá!’ ”. De golpe me puse a llorar: había alguien que tenía simpatía por mi rabia, por mi escepticismo, por como soy. Regresé al hotel y ya no odiaba a nadie, juro que me quedé sorprendido, no lo podía creer: ‘¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?’. ‘Sí’. Entendí una cosa: siempre pensé que mi problema no fuera la falta de humanidad. Siempre me repetía: ‘¡Híjole, en mi el deseo nunca ha faltado!’. Pero en un hombre hay mucho más: la libertad. Nunca lo había pensado, no basta el deseo de infinito, se necesita también quererlo, se necesita querer renacer. Qué raro: uno puede no querer su propio bien; puede parecer absurdo, pero verdad, yo soy ejemplo de esto. Toda esta dinámica de la libertad la he vivido en primera persona, mientras asistía a los Ejercicios, no se porque me sucedió esto, pero estuvo mejor así. No se me quitó el dolor. Pero sentirse querido en el dolor es mejor que sentir el dolor y ya”.
Leí estas dos cartas al inicio de este trabajo de Escuela de comunidad, porque en cualquier situación nos encontremos esta noche, la cuestión es si mantenemos alguna rendija abierta para dejarnos impresionar. Por lo tanto, el problema no es ser capaces, no estar enojados o cansados: nosotros llegamos aquí pobrecillos como todos, pero no es este el problema. El único problema verdadero es si cuando sucede algo así, me dejo sorprender. No se necesita ninguna otra cosa, se necesita solo dejarse asombrar. En esto consiste la sencillez de la cual hemos hablado (porque ahora, puesto que hemos escuchado las lecciones, tenemos por fin todos los factores y podemos entender que factor de la vida está en juego delante de la realidad). He iniciado así esta noche, porque cada uno de nosotros debe desear esto, como decía la carta anterior: uno debe querer renacer. Intervención: Yo quiero entender que quiere decir educación a la atención y a la aceptación en las circunstancias que estoy viviendo. Carrón:¿Estamos ya en la segunda lección o estamos todavía en la introducción? Intervención: Lo se, pero esta pregunta me nace por una consideración que tu has hecho en la introducción. Cuando tu la primera noche de los Ejercicios dijiste que Cristo resucitado es nuestra esperanza, yo me di cuenta que para mi no era algo verdadero. Te cuento un hecho en el cual se me hizo evidente esto. Precisamente la noche antes de salir para los Ejercicios, fui a la fiesta de doctorado de una colega mía (yo trabajo en la universidad y estudié un doctorado); ella estaba rodeada por muchos amigos que la halagaban y estaba contenta, serena, porque ahora tiene una beca que le permite continuar a hacer el trabajo de investigación en la universidad, además tiene novio… A un cierto punto, durante la fiesta, me comencé a sentir extraña y me descubrí celosa, porque en este momento ella tiene todo lo que yo desearía y que no tengo (yo no tengo la posibilidad de seguir haciendo investigación, además mi vocación no está clara y a veces me parece que mis amistades desvanezcan). Advertí como un sentimiento de temor y me dije: “Pero yo tengo a Jesús que ella no tiene” (ella se declara atea), pero en el momento que pensaba esto (“yo tengo a Jesús”), me di cuenta de que no era verdad, que era falso, que en aquel momento para mi Jesús no vencía. Me siento como en aquel “punto de partida” que tú comentabas la primera noche de los Ejercicios, y me doy cuenta que me toca hacer aquel trabajo que nos reclamabas. Pero yo deseo entender qué quiere decir concretamente para mí esta circunstancia que estoy viviendo. Tú insistías sobre la falta de lo humano, pero ¡a mi me parece que pongo en juego mi humanidad! Hablaste de la educación a la atención y a la aceptación ¿qué es lo que yo no estoy aceptando? Porque me parece que tengo presentes unos deseos que son estructurales, fundamentales: la perspectiva de trabajo, la vocación, los amigos. Yo necesito ayuda porque me doy cuenta que de otra manera vivo enojada hasta el punto que también los demás lo notan, y esto me apena mucho porque Jesús vino para cambiarme la vida. Carrón: Jesús cambia la vida como hemos visto. Te agradezco, porque tu intervención nos hace concientes a todos del inicio de los Ejercicios, es decir, del trabajo que tenemos que hacer (me llegaron muchos otros testimonios de este tipo, que ahora no leo porque el problema ya está claro). ¿Por qué? Porque esto es un ejemplo de lo que decíamos: “¡Cristo ha resucitado! [...] este es el acontecimiento que domina la historia, un evento que ninguna equivocación nuestra o de nuestros hermanos puede eliminar y que todo el mal que pueda suceder no puede cancelar [...]. No hay una novedad más grande (ni siquiera la fiesta de doctorado de tu amiga), no hubo jamás una novedad más grande que el hecho de que Cristo resucitó [...] Nos reunimos en los ejercicios para vivirlos bajo la presión de esta conmoción [...]. Sucedió: ¡qué luz, qué respiro, qué esperanza trae a la vida este hecho! [...] Es Su presencia victoriosa en medio de nosotros que nos empuja a continuar nuestro recorrido para resanar la fractura entre el saber y el creer, para que este hecho reconocido por la fe determine la vida más que todo lo demás. En cambio, si este hecho se quedara sólo a nivel piadoso o devoto, sería como si no hubiera existido, porque no tendría toda la densidad de la realidad que es necesaria para cambiar la vida, para incidir en la vida; y entonces nos quedaríamos determinados por todo lo demás (por todo lo que vemos que no va bien), que nos arrastra, que nos confunde, que nos desanima, que nos impide respirar, ver, tocar la novedad que Cristo resucitado ha introducido”. Es la documentación del recorrido que tenemos que hacer, porque estamos delante de una alternativa: o Cristo no resucitó, y entonces, mejor que lo dejemos aquí y nos vayamos a
dormir, o verdaderamente resucitó. Pero esto parece no tocar nuestra vida como un hecho real. Esta es la cuestión: la fractura entre lo que yo afirmo como dado y lo que yo percibo. Y todos los Ejercicios han sido el intento de ofrecer el recorrido que tenemos que acompañarnos a hacer a lo largo de estos meses para vencer esta fractura. Porque, como puedes ver, es sólo si tú estas determinada por la Resurrección que te vuelves libre de todos los celos: cuando tú vives una experiencia de plenitud, puedes prescindir de todo lo demás. Sin hacer este recorrido que nos sugiere don Giussani, permanecen el vacío y la fractura; no porque Cristo no haya resucitado -¡esto no depende de ti y no depende de mi: sucedió, punto!- , sino porque no te determina todavía la vida, porque es como si no tuviera la densidad de realidad que tiene cualquier otra cosa que tocas. Si tu tuvieras la misma conciencia existencial que tuvieron Pedro o María Magdalena frente a Cristo resucitado, tu en la fiesta de tu amiga habrías reflexionado así: “qué lástima que ella célebre sólo esta fiesta, porque habrá una mucho más bella”. Porque sin Cristo resucitado ¿cuánto tiempo durará ésta alegría que tu ahora envidias y de la cual estas celosa? ¿Cuánto tiempo? De hecho ¿Tú no has participado a muchas fiestas en la vida? Y cuantas veces te sorprendiste preguntándote: “pero ¿cuánto durará esta alegría?”. ¡Nosotros queremos que no termine nunca, no esta o aquella fiesta, sino la fiesta total de la vida! Si estamos disponibles a este recorrido, veremos lo que sucede. Espero que tú, dentro de algunas semanas, me lo digas. Intervención: El 16 de mayo tendremos la confirmación de mi hijo. Apenas supimos del gesto con el papa en Roma, nos pusimos a buscar en todas las parroquias de mi pueblo una alternativa para poderla posponer, pero sin éxito y por lo tanto nos conformamos y cerramos el tema. Después, el domingo por la noche regresando de los Ejercicios, tomando un café con mi esposa, nos preguntamos: "pero ¿a nosotros qué nos interesa? ¡Queremos responder a lo que el Misterio nos pide! Por tanto nos preguntamos nuevamente: pero ¿estamos seguros de haber buscado todas las alternativas?”. Ya que para nuestro hijo no había problema, pensamos buscar en las parroquias más lejanas y por fin, después de mucho trabajo, conseguimos posponer la confirmación. También con mucho trabajo, ayer finalmente encontramos la manera de irnos a Roma, toda la familia (somos cinco) nos iremos con cinco transportes diferentes. Tampoco el dinero será un problema. Hoy continuaba a preguntarme: “pero ¿porqué hice esto?”. Me respondí con aquella frase simple que te escuché decir hace un año: “si una cosa te interesa, te mueves”. Percibo que mi corazón me lanza hacia Roma así como un enamorado se lanza a toda velocidad para ir a ver su novia, sin que ningún obstáculo lo detenga. Uno corre si hay un hombre vivo que te espera; yo quiero ir a Roma a abrazar a mi Padre. En esto hoy descubro que mi vida goza dentro la obra de Otro. Esto hace que mi vida se vuelva más sencilla, porque me es suficiente reconocer como Él se esta manifestando (después, tristemente, yo me complico siempre, porque quiero siempre añadir algo mío). Carrón: Exacto. Intervención: Entiendo que en este momento lo más importante que el Movimiento nos esta indicando es el gesto del domingo en Roma; y entiendo que mi peligro es de adherirme de forma ciego: “¡hay que hacer esto!”. Repensando en lo que sucedió en el encuentro del Papa con los movimientos hace algunos años, el próximo domingo en Roma no quiero desaprovechar esta ocasión para mí. Quería pedirte una ayuda en esto. Carrón: Unido a esto les leo un e-mail que me mandaron. “Después de tu invitación a participar a la peregrinación a Roma que hiciste en los Ejercicios yo quise adherirme inmediatamente, aunque se me cambiaban todos los planes, porque la propuesta era para mi; no la podía delegar, renunciar habría significado no quererme. Ahora me doy cuenta que lo que está en juego, es mucho más que confiar en ti (es decir, confiar en alguien que quieres y que es para ti como un padre), sino que esta peregrinación es sobre todo una ocasión para verificar la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida, como siempre nos repites. Yo voy a Roma con esta pregunta: ‘¿Quién eres Tú, Cristo, que me provocas a moverme así, que induces a un pueblo a moverse así?’; sin hacerme esta pregunta me parece que la simple adhesión mecánica no sea una verdadera obediencia”. Sobre esto les cuento un episodio que me pasó la semana pasada y que es una ejemplificación de tantas conversaciones que otros y yo hemos tenido. Precisamente el día que tenía clase en la Universidad Cattolica, un poco antes, don Pino había hecho una reunión con todos los muchachos de la comunidad que no se
habían inscrito todavía para ir a Roma, repitiéndoles todas las razones y desafiándolos de manera conmovedora. Yo lo supe porque durante el receso, muchos, reaccionando a lo que les había dicho don Pino, se me acercaron para discutir si era el caso de ir o no ir. Entonces fui obligado a dar las razones, y me vino a la mente un ejemplo que les quiero contar, porque después de los Ejercicios es más fácil identificar la dinámica de nuestro movimiento. Una muchacha me dice: “todo este año he sido catequista de unos niños que harán su primera comunión exactamente el próximo domingo, y entonces, me parece normal que yo no vaya y me quede aquí”. ¿Ven? Primero uno reduce la realidad, en su primer acercamiento, y después decide sobre una realidad ya reducida. No era necesario darles tantas explicaciones sobre el gesto de Roma, ya las habían escuchado todas, pero le dije: “pero si tu papá tuviera un accidente ese día, ¿tu irías a la primera comunión?”. Se quedo desarmada, porque entendió que frente a una razón de este calibre cambiaba toda la perspectiva. Insistí: “¿Ves? Tu problema es que la razón que el Movimiento te ofrece para ir a Roma no tiene mucha potencia, no es suficiente para que se vuelva razonable el no ir a la primera comunión y para decir a tus niños que tienes algo más importante que hacer, algo que coincide con su bien. Delante de esto yo no quiero decidir por ti, simplemente te digo: mira bien si la razón que te da el Movimiento es suficiente o no para venir”. La libertad de esta muchacha no podía ponerse en juego correctamente porque no había entendido la importancia del gesto, y por lo tanto, la ponía al mismo nivel de los compromisos del catecismo. ¿Ven? La libertad se juega en el descubrimiento de la realidad; si yo en el descubrimiento de la realidad la reduzco, ¿qué sucede? Que mi libertad decide sobre una realidad ya reducida, que entra en conflicto con alternativas que de por sí son incomparables. Entonces no sabemos que decidir. La cuestión es entender el alcance de la realidad. Hay algunos entre nosotros que habían hecho la reservación para ir a ver la Sindone y renunciarán; y otros que la irán a ver mientras estaremos en Roma. Pero les hago la pregunta: ¿Nosotros de la Sindone, o de otras cosas de la vida cristiana, nos interesaríamos si no hubiéramos encontrado el Movimiento? ¿Es clara la contradicción? Quien actúa así seguirá en la confusión más grande, porque aunque se afirmen aspectos bellos y verdaderos, esto no será suficiente para mantener unida la persona al núcleo central de la fe. Por esto nosotros debemos ayudarnos a entender porque vamos a Roma: no vamos a Roma para sostener al Papa, que no tiene necesidad de que nosotros lo sostengamos (es suficiente el Espíritu Santo: “Estaré contigo para que tú puedas sostener a tus hermanos”, dice Jesús a Pedro), ¡sino porque somos nosotros los que tenemos necesidad del Papa! Nosotros queremos ser sostenidos por él, queremos pedir a Dios que nunca se rompa el vínculo con la presencia histórica del Papa, que nos impide turbarnos y caer en la confusión total. Como enseña el protestantismo, basta cortar con este punto histórico, de por sí totalmente frágil, y todo se derrumba. Nosotros vamos para pedir esto, que el Señor y la Virgen nos concedan mantener saldo este vínculo. A los que, dentro y fuera de la Iglesia, piensan que con estos ataques conseguirán cortar este vínculo, nosotros queremos responder con nuestra razón, con nuestra libertad, con nuestra adhesión, con nuestra oración, con nuestro grito a Cristo, ¡que esta unidad para nosotros es sagrada! Por esto vamos a Roma, porque está en juego la fe; no es un gesto piadoso, no es un gesto entre otros, no es un paseo; es que cuando intentan alejarnos, desligarnos de Pedro, nosotros decimos: ¡No! ¿Claro? ¿Es bastante razonable? A este punto que cada uno decida. Como ven, delante de una propuesta de este alcance, a todos se nos pide poner en movimiento la razón y la libertad, no es algo automático como subir a un tapis roulant, sino es darnos las razones para ir a ver al Papa con toda la conciencia y con toda la petición dentro: ¡Que el Señor nos una a este punto en el cual está el ancla histórica de nuestra fe! Intervención: Por primera vez fui a los Ejercicios de la Fraternidad, y fue una experiencia totalmente desbordante al punto que he deseado estar aquí esta noche. Después de los Ejercicios, una pregunta que tenía antes sobre la asamblea de la caridad (en la escuela de comunidad) se me quedó. En uno de los momentos más difíciles de mi vida, en el cual tuve que tomar unas decisiones muy importantes, una muchacha que yo asistía a través del Banco Alimentario me pidió que la fuera a ver. Esto me impresionó, pero yo estaba pasando por un Apocalipsis y por eso le contesté vagamente: “Ok, nos veremos pronto”. Después, distraída por mis cosas y también por mi poca fe en la gracia del Señor presente, demoré muchísimo en ir a visitarla. Cuando me decidí a ir a verla,
la encontré casi lista para ir a abortar su tercer hijo del tercer padre diferente; ya había ido al anestesiólogo. Ella me había llamado y yo no había respondido. Cristo me había llamado y le puse resistencia: no le respondí. Un dolor agudo, una gran desesperación se apoderaron de mí y brotó también la oración para implorar el perdón: “Te ruego Jesús ayúdame, yo Te vi, pero ahora Te veo más claramente”. Contacté a todos los amigos que podían ayudarme: me hicieron propuestas, me ofrecieron soluciones y colaboraciones…salto todo lo demás. Pues bien, hace pocos días mis amigos y yo fuimos al Bautismo de este bebé que ella quiso que se llamara Pedro. “Quise llamarle Pedro como el jefe de la Iglesia” me dijo. Nosotros estábamos ahí con ella y toda su familia (ex presos, drogadictos y más), después hubo los fuegos pirotécnicos y la fiesta con karaoke… ¡Qué milagro, amigos! el Señor está siempre en acción por doquiera, nunca se detiene con el fin de conquistar nuestro corazón. Ayer en la mañana antes de ir a trabajar, mientras picaba unas verduras, dije: “es extraño como en estos días de primavera se aguanta mejor el frío y la lluvia. Cuando es invierno es necesario cubrirse muy bien y uno está casi resignado a la idea del mal tiempo. En cambio en estos días en que aparece el primer calor de la primavera, estamos dispuestos a todo. Y es suficiente un ligero rayo de sol para mantener abiertas de par en par las ventanas”. Sonreí pensando en esto, no porque estoy loca por el verano, sino porque veo la similitud con lo que estoy viviendo: me siento como desvestida, casi desnuda, porque no tengo dinero y mis hijos son tremendos, pero ya no me importa, todo esto se ha vuelto secundario, porque se –de esto estoy cierta- que de un momento a otro llegará el verano, rebosante de todo lo que he deseado y ya no me faltará nada. Ni siquiera la incomodidad de los problemas que me apremian pueden quitar la certeza de que el calor estivo me dará todo lo que necesito. Y todo esto, querido Carrón, me parece fantástico. Carrón:¿Te parece o es? Intervención: Es: es el ciento por uno, no es un delirio místico, porque es desde hace tres años que esto dura. Carrón: A mi parecer tú no tienes delirio místico. Intervención: Ahora en la asamblea sobre la caridad leí que “es justa la caridad, tanto es verdad, que te da el céntuplo aquí, pero tu no lo haces para tener el céntuplo: si haces cálculos para tener el céntuplo, te quema lo poco que tienes”. He aquí, yo aquí me espanté, porque experimento todos los días el ciento por uno, y me parecería deshumano no desearlo… Carrón: No lo puedes no desear. La cuestión es que cuando tú estás bajo la influencia de esta conmoción, tú tienes una relación con la realidad totalmente gratuita y por eso no buscas un beneficio personal. Intervención: Yo tengo una pregunta: (en parte ya la respondiste en los Ejercicios, pero me gustaría entender mejor) ¿qué relación hay entre el hecho de que la vida es un camino y el hecho de que la verificación se da en el instante en que se vive la relación con la realidad? Porque hay tantos instantes en los cuales puedo afirmar que este Tú domina, y también tantos instantes en los cuales este Tú no solo no domina, sino que ni siquiera lo dejo entrar en el horizonte. Y me doy cuenta que cuando reduzco la creatura nueva a la impecabilidad ética, esto no solo me hunde moralmente, sino que se vuelve justificación para no hacer el trabajo; es como si en el fondo pensara: no lo he logrado otra vez. Hago esta observación porque se relaciona a lo que decías cuando afirmabas que la acusación de hipocresía es lo más adecuado, porque el problema no es de inteligencia, sino de moralidad, es decir, de disponibilidad. Pues: me parece que tantas veces es como si los hechos que me suceden, que son el signo de Su presencia, los juzgara con una razón y una libertad que ya están separadas de la relación con Cristo, es decir, afuera de la relación con Cristo, y me doy cuenta que esto me perjudica, porque concibo la relación co Cristo como si no Lo hubiera encontrado, a pesar de que lo encontré. Estudiando la Escuela de comunidad me acordé una respuesta que don Giussani dio: “ninguno entre nosotros es capaz de ser plenamente sí mismo [...] si no extiende la mano y mendiga a Dios el cumplimiento”. Lo percibí también en los Ejercicios como una cuestión muy dramática: la dificultad no es que yo no he tenido el encuentro, sino que en el instante me concibo fuera de la relación con Cristo.
Carrón: ¿Pero esto qué quiere decir? ¿Cuál es la diferencia entre el niño que se equivoca y el adulto que se equivoca? Que el niño no interrumpe esta unidad, no puede ver ni siquiera su equivocación sin verlo abrazado por la mamá un instante después. En cambio, ¿a nosotros qué nos sucede? Que pensamos que en el fondo debemos arreglárnosla solos. No pertenece a la percepción normal de nosotros mismos lo que para un niño es evidente, es decir que solo no puede. Para nosotros esta etapa es algo que superar. Y pensamos que, como nosotros nos enojamos con nosotros mismos, así se enoja el Misterio con nosotros, y haciendo así proyectamos sobre El nuestra misma medida. Y así interrumpimos la relación. ¿Qué sucede a penas uno te hace mal? Se introduce una distancia. Pasa también con las personas que queremos. Precisamente esto es el daño del mal: afectar aquel vínculo que permite al conocimiento verdadero. Por esto, el verdadero problema no es no equivocarse –si fuera no equivocarse, estaríamos acabados-, el problema es que este vínculo sea más potente, que determine la vida más que nuestra mirada parcial. Lo vemos en Jesús: el mal que él sufre no puede separarlo del Padre. De la misma forma nos quisieran separar del Papa; pero no lo lograrán, y no porque somos más inteligentes, sino porque pedimos que prevalezca Su presencia sobre cualquier posibilidad de error. Intervención: También yo quiero comentarte algo de Roma. Somos una familia con cuatro hijos. El próximo domingo habrá la confirmación de mi tercer hijo. Frente a esto, mi mujer y yo, decidimos inmediatamente que no podíamos ir a Roma. La cuestión cambió porque, el domingo pasado, nuestra segunda hija nos dijo que quería ir a Roma. Sabiendo del afecto que une a mis hijos entre ellos, me quedé muy sorprendido de esta decisión, pero comenté con mi esposa que si su libertad le hace decir: “quiero ir”, es importante que vaya (tanto, pienso dentro de mi, al menos mi hija mayor no irá y se quedará para ayudarnos a vivir este gesto de la Confirmación). El lunes en la noche durante la cena también la hija mayor nos dice que le gustaría ir a Roma junto con sus amigos, dándonos las mismas razones que tú dijiste antes. A este punto, mi mujer y yo tuvimos que rendirnos frente a esta Presencia que se afirmaba tan claramente, y entendimos que la grandeza del gesto de Roma era más grande que cualquier proyecto nuestro, y que el “si” de mis hijas coincidía con el “sí” de mi hijo menor de acoger el Espíritu Santo en la Confirmación. Carrón: Gracias, entonces nos vemos en Roma. Carrón: Para trabajar sobre los Ejercicios, para comenzar a retomar todo cuanto nos dijimos, se necesita partir de la pregunta o de la herida que tenemos dentro, como hemos visto; porque si no censuramos la pregunta, nos daremos mucho más cuenta del contenido del librito. En efecto, cuando tenemos una pregunta, una urgencia en la vida, estamos tendidos al trabajo; cuando escuchamos a los amigos, cuando escuchamos que nos cuentan algún hecho, si tenemos una preocupación y estamos abiertos, todo nos habla más. Se necesita lo humano para entender, y entonces todo se vuelve parte de la aventura del conocimiento y por lo tanto del significado; no tenemos prisa de encajar las respuestas, dejemos abiertas las preguntas para que la respuesta venga de la vida, de la lectura, de la experiencia, de manera que emerja la conveniencia de la fe en las exigencias de la vida. Salió Tracce de Mayo, con el librito de los Ejercicios como suplemento. Tracce es un ejemplo de una mirada sobre la realidad nacida de la experiencia del Movimiento. Ensimismarnos, leer, no solo para saber las noticias, sino para saber como están contadas, para aprender una mirada, ensimismarnos con la modalidad de esta mirada ayuda a aprender una mirada, es decir un juicio diferente, también sobre otras noticias que nos llegan y nos impresionan, de los periódicos, de la televisión, etc, y a no estar desarmados delante de estas noticias sin saber reaccionar en la forma más adecuada. Decía una persona en uno de los e-mails que me han mandado como trabajo que estábamos haciendo, que la encuentra menos desarmada delante de la realidad, y si como aquí no podemos afrontar cada cuestión, comenzar a ensimismarnos con la mirada den la manera de ver las cosas de todos es una parte de esta educación para vencer este dualismo, esta fractura entre el saber y el creer. Lo que a mi apremia es que uno no se quede desarmado, sino que sea capaz de juzgar, porque se juzga, entonces se distingue que hay de verdad, que hay de real, que hay de atendible o no atendible en una noticia que escucha. Tracce es un instrumento fundamental para aprender esta
mirada y la editorial es una ayuda a comprender bien las razones de nuestro ir a Roma a ver al Papa el 16 de Mayo para el Regina Coeli. Nos vemos todos en Roma, ahora pedimos por todos los presentes y los que se conectaron. Gloria.