Apuntes de la Escuela de comunidad con Julián Carrón Milán, 12 de Mayo de 2010 Texto de referencia: “¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?”, Ejercicios de la Fraternidad de Comunión y Liberación (Rimini 2010), Sociedad Cooperativa Editorial Nuevo Mundo, Milán 2010. Canto: “Il nostro cuore” Canto: “Lela” Carrón: “Sin ti no puedo vivir”: este es el contragolpe, el punto sintético de la vida. Quería comenzar leyendo dos cartas. Son dos reacciones a los Ejercicios. “Querido Julián, decidí escribirte estas líneas, porque para mi vida, lo que ha sucedido en estos días de regreso de Rimini es una experiencia única. Por primera vez he descubierto en mi una conmoción real por todas las cosas que vivía; uso la palabra conmoción porque no encuentro otro término que pueda explicar el asombro lleno de gratitud por el bien del cual soy objeto, y como temperamento y personalidad no soy ciertamente alguien que manifiesta mucho sus sentimientos y emociones, por eso, lo que me acontece es algo que seguramente es generado por Otro: ‘renacer de nuevo’. Esta conmoción delante de las cosas: mis hijas, mi mujer, mis amigos, las personas del trabajo, la realidad toda, llegada hasta las lágrimas que literalmente se asomaban en mis ojos por el agradecimiento por la experiencia de bien hecha en Rimini. Por primera vez he participado a los Ejercicios (por esto quería leerlo) no partiendo del análisis de mi respecto a lo que decías: ‘Aquí no ando bien, esto no lo he entendido todavía, pero ¿por qué?’, pero con el pasar de las horas y escuchándote me descubrí siempre más agradecido por haber sido sobrecogido por este Bien, lieto y deseoso de zambullirme en el mar de la vida”. Me ha impresionado porque es como la descripción literal del inicio del capítulo décimo de El Sentido Religioso: “antes que nada no es el análisis, sino el contragolpe que provoca lo real (en este caso un evento cristiano), después uno –dice don Gius– comienza a identificar los rostros, los trazos de las cosas y después comienza a reconocer el yo”. Dejarse implicar en esto es el acontecimiento cristiano, y puede suceder aunque llegues a los Ejercicios escéptico y enojado dice esta otra carta: “He comenzado los Ejercicios el viernes y el sábado muy escéptico, leía la frase (“¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?”) y decía: ‘No, no es posible, pero ¿qué estoy haciendo aquí?’. No podía ni siquiera soportar a mis amigos. Después comenzaste a hablar de aquel muchacho, el que te replicaba en el aula, también él era escéptico; quizá por esto me quedé paralizado escuchándote: de repente dejé de tomar apuntes y mientras hablabas me sentía siempre más paralizado, cada palabra era una extraña invitación, algo bello. Pian piano me estaba despertando: “ ‘¿Según tu, entonces, la posición más adecuada, el recóndito punto de partida hacia la realidad, es la sospecha?’, ‘Cierto que es la sospecha. Es tan evidente… No pensará acaso que soy tonto’. ‘Entonces, según cuanto me dices, cuando esta mañana tu mamá te puso delante el café para el desayuno, dijiste: Yo no lo bebo hasta que no lo analice químicamente para asegurarme que no tenga veneno’. Todavía recuerdo la reacción del muchacho que, con la cara enojada, alza la mano y dice: ‘¡Son dieciséis años que vivo con mi mamá!’ ”. De golpe me puse a llorar: había alguien que tenía simpatía por mi rabia, por mi escepticismo, por como soy. Regresé al hotel y ya no odiaba a nadie, juro que me quedé sorprendido, no lo podía creer: ‘¿Puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?’. ‘Sí’. Entendí una cosa: siempre pensé que mi problema no fuera la falta de humanidad. Siempre me repetía: ‘¡Híjole, en mi el deseo nunca ha faltado!’. Pero en un hombre hay mucho más: la libertad. Nunca lo había pensado, no basta el deseo de infinito, se necesita también quererlo, se necesita querer renacer. Qué raro: uno puede no querer su propio bien; puede parecer absurdo, pero verdad, yo soy ejemplo de esto. Toda esta dinámica de la libertad la he vivido en primera persona, mientras asistía a los Ejercicios, no se porque me sucedió esto, pero estuvo mejor así. No se me quitó el dolor. Pero sentirse querido en el dolor es mejor que sentir el dolor y ya”.