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jo del público, incapaz de entender pesar de la dificultad que para A DANZA BUTOH A LA LUZ DE CCIDENTE en qué momento los recintos del un ser moderno implica el inicios arte dejaron de dedicarse al regocijo y placer de los hecho de considerarse integral, es decir, en armonía en sus por Laura Irene Zúñiga como sentidos, para fomentar y aplaudir el disgusto. De de su materia, pensamiento y entorno, resulta intole- surgió rable la visualización de un cuerpo literalmente frag- un rechazo a la rápida “occidentalización” a la que la alguna manera, subyace un cometido artístico de tomentado, como el emanado de las generaciones ex- sociedad japonesa se inclinaba; en su expansión hacia dos los tiempos: el de atentar contra la comodidad puestas a la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki. Europa y América, se trata de un proceso inverso de como estilo de vida. El silencio, ya sea para descifrarSer testigo o testimonio de los huesos expuestos, las “orientalización” que ya había comenzado con los lo, propiciarlo, combatirlo o soportarlo, siempre es un venas, los folículos; de la fusión de la piel con los intercambios económicos del siglo XVIII y obtenido reto. órganos visuales y auditivos, de la transformación de su acceso al panorama artístico con el afán orientalista Lo butoh, en su aspiración de trascender lo humade las primeras vanguardias de fines del siglo XIX. los cuerpos en masas uniformes, y aún considerarse no, de purificar lo humano, de devolverlo a la pureza Es, por otra parte, un aprendizaje del silencio co- incorpórea, convierte el baile en deseo de lo absoluto, parte de la raza humana, implica una capacidad intuitiva para llegar a la conclusión de que el Ser es mucho mo medio vital para el diálogo, luego de que las socie- el punto máximo al que puede llegar un cuerpo en la dades sean víctimas y culpables cotidianas de la intole- danza de los pies enterrados es la inmovilidad. Al más que la materia de su cuerpo. Hacer evidente esa fragmentación literal, rescatarla rancia a la voz de los otros. Si bien cada manifesta- igual que otros procesos individuales que se trabajan como prueba del poder y la indolencia ilimitada de ción artística es sobre todo humana y cada obra maes- de lo interno a lo externo, puede ser intolerable desde hombres cuyos pensamientos tra se sobrepone a los regionalismos, las clasificacio- fuera, porque apenas es posible percibir el movimienDemasiado corpóreo, fueron capaces de instaurar nes, teorizaciones y patentes; esta disciplina, a pesar to de esas almas acompañadas por los cuerpos en limitado, hectáreas de desiertos donde de estar principalmente sustentada en una filosofía tránsito. No obstante las pretensiones, se ha instauracompacto. antes hubo sociedades huma- oriental, se conecta con búsquedas que atañen a toda do una estética que, lejos de esos primeros años de Tendré que abrir los poros nas, y lograr que a pesar de la comunidad moderna que ha visto sus castillos ideoló- real repulsión y veto, parece tener éxito por sí misma; Y disgregarme un poco. reconstrucción de los edifi- gicos esfumarse y, aún más importante para el caso, de alguna manera, ya hemos sido educados en el exNo digo demasiado. cios, las familias y los cuerpos desaparecer de su primera plana a la propia figura del tremo del péndulo que ha superado el horror al espaOliverio Girondo, “Restringido propósito” nunca se borren las huellas hombre, para ser sustituida por máquinas inteligentes cio vacío. del vacío impuesto para silen- y misiles. En este entorno, es preciso afinar el concepto de Es de subrayar en esta danza un movimiento es- “espectador” que comenzó a ser cuestionado y desciar es una necesidad de esa danza que asegura un lugar en el escenario a la indefinible esencia humana. pacial sin banderas ni estirpes, a la medida de lo acreditado en los años 60, a raíz de las teorías de GroSi bien, presenciar un espectáculo de danza butoh humano. En aras de una trascendencia necesaria del towski, Stanislavski o Augusto Boal. El desempeño puede causar aversión, no sólo por el aspecto inusual cuerpo, es preciso comenzar con la disolución de las tradicional del que espera en su grato asiento una de algunos cuerpos −no necesariamente jóvenes, no diferencias, ya no hay morfologías continentales ni sucesión de escenas preparadas para su satisfacción habitualmente musculosos, no comúnmente excluido raciales, y mucho menos esa obligada distinción de cedió terreno al “participante” de un hecho artístico. el deterioro de su carne−, sino también por la pacien- género a la que nos han orillado los recientes discur- El silencio, el vacío y la inmovilidad puestos sobre el cia a la que es sometido un espectador occidental y sos gubernamentales. Se puede llegar hasta donde escenario son sólo un camino que el asistente ideal moderno −acostumbrado a las ágiles demostraciones nuestras intensiones de fusión con el cosmos lo per- debe recorrer hacia sí mismo, en un proceso de desade la danza clásica y tradicional−, esta forma de la mitan. En el terreno de las almas, la percepción del rrollo humano que completa el quehacer del bailarín. danza, como muchos otros aspectos de la cultura volumen, la forma y el color no es un tema posible. En la recepción, también debe dejarse de lado oriental, procura una sensibilización que deje atrás ese Ese es el principal motivo del blanco utilizado en cualquier costumbre interpretativa, puesto que la estereotipo de belleza que reduce lo humano a lo cor- muchos de los trabajos de danza butoh. práctica pugna por la búsqueda de un estado original, Ésta, como muchas obras contemporáneas, de- previo a la codificación de las emociones y, por lo poral. En el desarrollo y expansión del butoh, cierto manda una actitud menos pasiva de sus receptores, tanto, previo a su simbolización. Luego de una ardua fenómeno merece una atención importante. Aunque quedó atrás el encanto de la butaca. Es común el eno- técnica depurativa, nunca fácil para un ser so12
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