La Voz del Campo / Agosto 2021

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DARINEL HERRERA

¿Te has preguntado alguna vez qué sucedería si repentinamente como sociedad de consumo cambiáramos la connotación de las palabras desecho/merma/basura por una palabra más amigable y económicamente atractiva como recursos B?. ¿Qué pasaría si comenzáramos a resaltar mediáticamente los incontables beneficios sociales, ambientales y económicos que ofrece la transformación y la utilización de los desechos orgánicos como recursos alternativos? ¿Sería esto una solución para que los grandes grupos empresariales dejasen de sobreexplotar los recursos naturales?.

Recursos B y Bioeconomia:

Las nuevas oportunidades se encuentran en aquello que llamamos basura.

Sin duda, me parece que el tratar de cambiar el enfoque negativo que se tiene hacia la palabra desecho, ayudaría mucho a valorar social y económicamente todo lo que hoy llamamos basura. Bioeconomía Durante años, el desconocimiento con respecto a la adecuada gestión de los desperdicios orgánicos derivados de los alimentos, nos ha llevado a pensar como sociedad que las cáscaras, los huesos y los tomates no estéticos no son más que basura. Sin imaginar, el universo de oportunidades que estos representan para la industria y para la humanidad. Miles y miles de toneladas de recursos orgánicos que pudieran ser aprovechados como biocombustibles, materiales de diseño, construcción, y hasta como alimentos alternativos son desechados diariamente desde hace décadas. Lo cual pone en evidencia, que como sociedad no solo no hemos sido lo suficientemente inteligentes para visualizar las oportunidades eco-

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nómicas que estos recursos alternativos representan para nuestras actividad económica y productiva, sino, además, los hemos convertido en un gran problema ambiental llamado emisiones de CO2. En un momento histórico donde los ejes medulares de la economía y la geopolítica se centran en ganarle la batalla al cambio climático a través de la descarbonización de los procesos productivos y de las fuentes de energía. Será necesario migrar lo antes posible hacia un nuevo modelo económico basado en la bioeconomía. Una economía basada en el consumo y la producción de bienes y servicios derivados del uso directo y la transformación sostenibles de recursos biológicos y de los desechos biomásicos que se generan en los procesos de transformación, producción y consumo. Sin duda, en América Latina posee las condiciones y el potencial necesario para implementar y desarrollar este tipo de economías sostenibles, como una alternativa para la diversificación productiva. Principalmente en el medio rural y especialmente en los sectores agrícola y agroindustrial, en donde a nivel regional seguimos siendo el mayor productor y exportador de alimentos del mundo. La biodiversidad (incluida la agrobiodiversidad), especialmente en países megadiversos y con ecosistemas únicos, la capacidad para producir biomasa, no solo para alimentos, y la disponibilidad de desechos agrícolas y agroindustriales son tres ejemplos de recursos biológicos que podrían servir de base para el desarrollo de estrategias nacionales y regionales de bioeconomía.


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