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Nuevo paradigma de la agricultura: Desarrollo de cultivos que fijen nitrógeno Fuente: interempresas.net Emma Barahona Martín Investigadora Postdoctoral. Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP). Universidad Politécnica de Madrid (UPM)-Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)
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a agricultura sostenible implica el uso de metodologías agrícolas ecológicas. Estas prácticas se aplican gracias al desarrollo previo de innovaciones científicas que deben ajustarse a una serie de condiciones: obtener alimentos de máxima calidad y saludables respetando el ecosistema mediante la utilización óptima de recursos naturales, hacer frente a las necesidades alimentarias actuales y futuras, y generar productos que sean económicamente accesibles para toda la población. Desde la domesticación de los cereales por el hombre durante las revoluciones agrícolas, el maíz, el trigo y el arroz se posicionan como la principal fuente de carbohidratos de nuestra dieta. Actualmente, existen aproximadamente 8.000 millones de personas cuya alimentación depende de forma directa o indirecta de los cereales, lo que implica que la mayoría de los países desarrollados hayan incrementado de manera importante la superficie de tierra destinada al
cultivo del cereal, llegando en 2019 a aproximadamente 730 millones de hectáreas. Pero estas acciones no son suficientes ya que, en cereales, los rendimientos en la producción se incrementan fundamentalmente por la adición en los cultivos de fertilizantes nitrogenados que son sintetizados químicamente. El proceso químico de Haber-Bosch, que permite la conversión de nitrógeno gaseoso (N2) en amoniaco (NH3), fue el impulsor de la revolución verde (1950-1970). El suministro casi ilimitado de fertilizantes nitrogenados industriales obtenidos gracias a modificaciones en este proceso y, por tanto, el aumento en la producción agrícola, ha permitido el sustento de la explosión de población mundial. Sin embargo, no todo son beneficios a la hora de aplicar este tipo de fertilizantes para mejorar el rendimiento de las cosechas; existe un claro daño medioambiental debido a su utilización: consumo masivo de combustibles fósiles no renovables, producción de gases de efecto inver-
nadero, deterioro y contaminación de las cuencas hidrográficas y otros ecosistemas terrestres por el proceso de escorrentía, alterando así la biodiversidad y el ciclo biogeoquímico del nitrógeno. En este punto hay que preguntarse si es posible disminuir, por un lado, la superficie que actualmente se destina al cultivo del cereal y por otro, la aplicación de fertilizantes nitrogenados industriales, a la vez que se aumenta la productividad de la cosecha, para abrirnos camino hacia una agricultura más sostenible. El objetivo de generar plantas que produzcan su propio nitrógeno comenzó en la década de 1970, momento en el que empezó a desarrollarse la tecnología del DNA recombinante. La idea era transferir a los cereales ciertos genes microbianos para que éstos produjesen sus propios fertilizantes nitrogenados, reduciendo así la demanda de fertilizantes industriales. Debido a que se tenía conocimiento parcial de todos los genes que sustentan el proceso de fijación de nitrógeno y de su funcionamiento, después de Sigue en la pág. 10
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NOVIEMBRE 2021