Ugh!
Nunca se supo c贸mo Emiliano termin贸 con el vientre partido por una cicatriz de 30 cent铆metros de largo ...
. Tenía veinticinco años cuando me mandaron a la Tierra del Fuego y tiraron mis huesos en un calabozo de reclusión solitaria. Fue el 6 de Agosto de 1905. Un crimen me arrancó de Boedo y me trajeron encadenado a Ushuaia. Yo, José Sojak, el hombre invencible con el cuchillo, el macho que sabe la letra de todos los tangos, terminé acá, donde los vientos disgustan a los navegantes de ayer y hoy, donde la colonia de Sarmiento murió de hambre. En los presidios están los hombres condenados a vivir aislados debido a algún delito cometido. Crimen es una palabra amplia, por eso los presos la dividen jerárquicamente: yo no hablaría ni nunca sería amigo de un ladrón o un violador, no me rebajaría con aquellos cobardes que nunca vertieron sangre. ¿Por qué me encerraron? Contar el proceso no me interesa, pero sepan que reaccioné como lo hubiera hecho cualquiera cuando le hablan mal del pasado de su madre: me insultaron, me arrinconaron y me tuvieron fiero, pero mi facón me salvó. Abrí el cuero de cinco fantoches armados. El presidio me enseñó a vivir con la crema del hampa. Recuerdo la simpatía de Brown; un titiritero cegado por los celos que mató y descuartizó a su mujer en una bañadera. Eran muy divertidas las obras que improvisaba con trapitos y cosas que le daban los presos. Recuerdo la repulsión que me causaban las historias de los clavos en la cabeza y otras crueldades que el Petiso Orejudo hacía después de saciar sus instintos de degenerado con los niños; Godino hablaba sólo conmigo, entre los otros presos se comportaba como una nena perdida. Yo era uno de los pocos que no lo golpeaba ni violaba. Recuerdo al Loco Sturla; a Vinti y sus cuentos violentos; a Serrucho Herns y la caja toráxica buchona, que flotó como un iceberg de carne en los lagos de Palermo. Recuerdo la voz de Gardel que iluminaba los cinco pabellones y cada una de las pequeñas celdas de metro y medio por dos. Y tantos otros muchachos, compañeros en la tumba y en el desmonte. No había maricas entre ellos. Gerardo Maksimenko fue el bandido que más me impactó. Me acuerdo de su mirada asesina cuando insinuaban cosas sobre su hombría. (Maksimenko era un hombre bello y nunca faltaba un incauto haciendo feos comentarios.) Cuando estaba cómodo no paraba de contar fascinantes
UNA ESQUINA OSCURA Y TORVA. UNA LUZ AMARILLA QUE SE ARRASTRA MANCHADA DE SOMBRAS BAMBOLEANTES. CON ELLAS SE ENTREMEZCLAN RISAS PROCACES Y OLOR A ALCOHOL BARATO. ASÍ SON LOS ORÍGENES DEL TANGO.
RUDENCIO DE LAS CASAS ERA GRUESO Y PARECÍA TALLADO EN PIEDRA. NO POR NADA LO LLAMABAN EL PERCHERÓN, AUNQUE SU CONTEXTURA NO LE IMPEDÍA UNA ENDIABLADA ELEGANCIA.
CAÑA
NUNCA HABÍA ESTADO EN EL ABASTO PERO A SUS OÍDOS HABÍA LLEGADO UNA NOTICIA QUE LO INQUIETABA.
UN MOCITO, CASI UN CHICO. SE ESTÁ HACIENDO FAMA ENTRE LA MUCHACHADA.
RUDECINDO OMPON{IA MIEDO, AÚN DONDE NUNCA SE LO HABÍA VISTO. VARIAS ALMAS HABÍAN EXPIRADO BAJO SU PUÑAL ASESINO Y ESA BRAVURA SE REFLEJABA EN CADA UNO DE SUS GESTOS.
VENGO POR ALGUIEN, POR EL MOROCHITO.
UNA MUECA DE HORROR SE APODERÓ DE CADA UNO DE LOS ROSTROS.
¿C... CARLITOS?
ADEMÁS DE SU GUSTO POR LAS ESTOCADAS, RUDENCINDO TENÍA UNAS GENUINAS PRETENCIONES DE CANTOR... Y EN NADA ESTABA DISPUESTO A PERDER.
SÍ, ESE.
MIRE, HOY CARLITOS NO A VENIDO Y NI CREO QUE VENGA. PIERDE EL TIEMPO SI LO ESPERA.
AH, ¿SI?
MOMENTOS DE CONGOJA SE VIVIERON ENTRE LOS PARROQUIANOS CUANDO DE ENTRE LAS SOMBRAS DE LA FRÍA NOCHE EMERGIÓ LA QUERIDA FIGURA DEL GRINGUITO DEL ABASTO.
¡HACETE A UN LADO! Y DAME ESTA COSA.
¡NO TE ATREVAS MALEVO!
TOMÁ ESTO Y CANTATE ALGO, PIBE.
ESTA NOCHE QUIERO APRENDER.
¿CUÁNTAS HISTORIAS SE HABRÁN VENIDO TEJIENDO DESDE QUE SE INSTALARON LOS PRIMEROS GALPONES DEL ABASTO PROVEEDOR?
¿CUÁNTOS SUCESOS DIGNOS DE SER CONTADOS SE PERDIERON EN LAS ENTRAÑAS DEL TIEMPO? LAS SOMBRAS Y LOS MUROS TAL VEZ NOS VAYAN DEVELANDO SUS RECUERDOS.