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Responsabilidad Social Empresarial

Una necesidad, no un accesorio

Carlos Emiliano Villaseñor Moreno

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cvm2107@gmail.com Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.

Desde antes de la pandemia nos gustaba hacer chistes de que cómo cada año parece ponerse peor y como parece existir una fuerza cósmica decidida a hacernos la vida difícil. La realidad es que nuestra condición actual es el producto de decisiones deliberadas que nos han llevado hasta este punto y que han sido ejecutadas por un largo tiempo.

Por ejemplo, sobre el caso de la actual sequía que actualmente azota el 84% de nuestro país según (los últimos datos de la CONAGUA) es fácil argumentar que la sobreexplotación de los mantos acuíferos mexicanos no hizo sino exacerbar la gravedad de la situación. Esta sobreexplotación, según datos de la Semarnat, en 1975 era de 35 acuíferos y para 2017 ya eran 105 siendo en su mayoría explotados para actividades económicas, sobre todo la agricultura. Otro caso similar son las propias víctimas de la pandemia de COVID-19, las cuales suman alrededor de 229,000. Como sabemos las principales comorbilidades son hipertensión, diabetes y obesidad, mientras que al mismo tiempo somos el principal consumidor de Coca Cola en el mundo. Además, el 94% de las muertes corresponden a personas de bajo ingresos que no tenían la capacidad de entrar en cuarentena, en un país que tiene una de las jornadas laborales más largas del mundo y donde el 57.5% de la población económicamente activa entre 2006 y 2018 no contaba con afiliación a ningún sistema de salud. Podría citar otros mil casos diferentes pero creo que estos dos ejemplos son suficientes para remover la máscara a este ente cósmico y revelar detrás de ella una mezquindad, indiferencia y deficiencias muy humanos tanto en el actuar de las empresas como del gobierno que crean y permiten, en diferentes medidas, escenarios como los que acabo de describir. Por esta razón, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), debe encontrarse en el centro de la redefinición de cómo operan las empresas y de cómo se crea la legislación que regula su actividad. Resposabilidad entendida como un compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente. Se ha vuelto un estribillo recurrente para mí el mencionar que nada, al

Las empresas han existido por demasiado tiempo aisladas ficticiamente en una “ burbuja en la que su única misión ha sido la de generar ingresos”

menos dentro de nuestras sociedades, opera en un vacío, sino en perpetua interacción con un sinfín de dimensiones que deben ser tomadas en cuenta. Las empresas han existido por demasiado tiempo aisladas ficticiamente en una burbuja en la que su única misión ha sido la de generar ingresos, sin ninguna otra consideración ética de ningún tipo pero cada vez es más difícil mantener esa ficción ya que la realidad de la creciente desigualdad, impacto ambiental, discriminación, etc. les toca la puerta cada vez más fuertemente. En México existen ya estándares para la difusión de la responsabilidad social empresarial a través de las Líneas Directrices para Empresas Multinacionales de la OCDE. Además de expandir cada vez las legislaciones que demandan a las acciones de las empresas el tener un enfoque social, como la aprobación de la reciente Ley General de Consulta a las Comunidades y Pueblos Indígenas y Afromexicanas. Sin embargo, las empresas deben considerar este tipo de legislaciones y de lineamientos como una parte fundamental de su desarrollo para poder funcionar correctamente, no como otro obstáculo que se busca evadir e incluso ir más allá de lo que la legislación pueda regular.

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