7 minute read

Hay suficientes me

¿Hay suficientes metales para la transición?

José Hugo Carmona

Advertisement

hugo@oem.org.mx Maestro en ingeniería, con experiencia en mercados de energía, modelación de escenarios y prospectivas del sistema energético mexicano, evaluación de cadenas de valor del sector hidrocarburos y su transformación.

Afines de la década de 1940, la Comisión de Energía Atómica (AEC por sus siglas en ingles) de Estados Unidos se preocupaba por no poder adquirir suficiente uranio en el mercado privado para cumplir con los requisitos de sus programas de producción de armas nucleares. El suministro inicial de uranio para el proyecto de Manhattan en tiempos de guerra había sido adquirido a finales de 1942 de un almacén en Staten Island, Nueva York, donde lo había enviado en 1940 un empresario belga antinazi. Ese uranio fue suficiente para encender el primer par de reactores en tiempo de guerra, así como algunas armas nucleares. Pero no parecía haber suficiente mineral de uranio para alimentar continuamente al vasto establecimiento que se había construido para proporcionar a Estados Unidos la clave para ser una potencia. Entonces, a partir de abril del año 1948, la AEC comenzó a emitir una serie de “circulares” públicas que ofrecían un precio mínimo garantizado para el uranio y un contrato de compra de 10 años, junto con pagos de bonificación por hallazgos importantes de uranio en los EE.UU. La más recordada fue la “Circular 5”, que estableció precios superiores para este mineral, el cual estuvo vigente desde febrero de 1949 hasta marzo de 1962. Para entonces, la Circular 5 también había producido un par de centimillonarios con una riqueza de más de $100 millones. Uno de ellos construyó el Museo y Jardín de Esculturas Hirshhorn en el National Mall de Washington. Otro donó $500,000 en efectivo a la campaña de Nixon, lo cual era bastante ilegal ya que era un ciudadano extranjero. Así que los especuladores de la Circular 5 retribuyeron a la sociedad, aunque con resultados mixtos. En la actualidad el tema de la transición energética suena por todos lados, se habla especialmente de la revolución de la industria automotriz mediante la implementación de autos eléctricos recargados mediante energía renovable. No se puede llegar a la transición energética sin cobre y otros metales esenciales. El cobalto, extraído para vehículos eléctricos y teléfonos, se puede sustituir, aunque a un costo en rendimiento y vida útil. El litio y las tierras raras, también son minerales prometedores para esta nueva etapa, de ellos se habla ya con mayor frecuencia en foros y seminarios de energía. Pero el cobre, con su alta conductividad, eficiente transferencia de calor y ductilidad es fundamental para motores, transformadores, cableado y, en un mun-

¿Se convertirá el cobre y otros minerales en “ metales codiciados para la transición energética?”

do con mayores temperaturas, se requiere de este mineral en las tuberías del aire acondicionado. Y a medida que América del Norte, Europa y Australia aceleran la transición, su propia producción nacional está en declive a largo plazo. Según CRU, una consultora de materias primas, la demanda de cobre procedente de las energías renovables será de unas 801,000 toneladas en 2022 del consumo global total de unos 25 millones de toneladas. Durante los próximos cuatro años, dice la compañía, los vehículos eléctricos y las energías renovables representarán el 72 por ciento del crecimiento total en la demanda de cobre refinado. Por ahora el tema de la transición energética va viento y popa, sin embargo, probablemente no se han tomado en cuenta todas las materias primas que se requerirán para su implementación. Hay que recordar que dentro de la COP26 se incluyeron muchos compromisos, en especial el impulso de la industria de los vehículos eléctricos, instalación de paneles solares, estaciones de carga y turbinas eólicas, pero nada en absoluto sobre la producción de nuevos materiales y minerales para construirlos. Y como señaló el FMI el mes pasado, “bajo un escenario neto cero los suministros actuales de cobre, litio y platino también son inadecuados para satisfacer las necesidades futuras, con una brecha del 30 al 40 por ciento frente a la demanda”. La respuesta de la industria de los metales ha sido muy impresionante en términos de gráficos de lavado verde en los informes anuales; menos en el desarrollo de nuevos proyectos. No ha habido un anuncio de una nueva mina de cobre nueva importante durante más de dos años. Los mercados lo han notado y los precios del cobre subieron alrededor de un 25 por ciento el año pasado. A cerca de $10,000 dólares por tonelada, el cobre, de acuerdo con la Bolsa de Metales de Londres ha estado “atrasado”, o presentando escasez de suministro físico, durante varios meses. Las existencias de almacén “visibles” actuales son suficientes para el consumo de solo seis días. La escasez de oferta ha puesto en alerta a los mercados del cobre. Una nota de Goldman Sachs a mediados de diciembre de 2022 comentaba: “Seguimos pronosticando que los precios del cobre subirán a 15.000 dólares por tonelada para 2024 e incluso más hasta 2025”. Si los norteamericanos y europeos se toman en serio cualquier transición energética, podrían considerar una “Circular 5” para los metales de transición. O pueden comprar sus autos a los chinos, tal vez con insignias de Tesla.

Kazajistán

Una lección en la geopolítica de la energía

Carlos Emiliano Villaseñor Moreno

carlos@oem.org.mx Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.

La generación, transmisión y distribución de energía siempre ha sido política. La centralidad que esta ocupa en nuestras vidas es más notable cuando está ausente, cuando escasea, cuando tenemos que hacer más que mover un interruptor o utilizar la gasolinera más cercana a nuestro hogar para tener acceso a esta. Este último año nos ha dado, como otros antes, una visión de la diversidad de escenarios que la ausencia de la energía puede causar en nuestras vidas y sus causas. Una ruptura en la cadena de suministro como en el caso de la falta de conductores para transportar combustible en Reino Unido, derivada al menos en parte de la reconfiguración geopolítica del Brexit, puede llevar a compras de pánico, largas filas, disrupción de otros sectores económicos, etc. Otro ejemplo es la crisis económica prolongada que en Líbano ha llevado al retiro de básicamente todos los subsidios gubernamentales, lo que en consecuencia ha provocado un alza de los precios energéticos y el desmoronamiento de los servicios básicos. Nos conviene a todos recordar que la energía no existe en una burbuja protegida del resto del mundo. El inicio del 2022 parece empeñado en dejarnos bien clara esta lección en caso de que los eventos que he descrito y otros similares hubieran sido muy crípticos para nosotros. Kazajistán, una nación rica en recursos minerales y que posee el 3% de las reservas de petróleo mundiales, está experimentando desde el 2 de enero el peor conflicto social que ha tenido lugar en su corta vida como una nación independiente, irónicamente debido a un aumento en el precio del combustible. El aumento de los precios fue resultado del retiro por parte del gobierno del precio límite establecido para el combustible lo que tuvo como consecuencia un acelerado incremento en las regiones de mayor consumo. Las protestas iniciales frente al aumento en los precios rápidamente se integró a un movimiento más amplio demandando un gobierno democrático, criticando el curso de acción tomado durante la pandemia, entre otras cosas. En respuesta el gobierno respondió du-

ramente, se han detenido a más de 8000 personas y en un mensaje, ahora eliminado, de un grupo de Telegram gubernamental se aseguraba que los muertos llegaban a 164. Kazajistán corre el riesgo adicional de volverse el escenario de un conflicto internacional derivado de la intervención de tropas rusas en el conflicto como aliados del gobierno bajo el Collective Security Treaty Organization. Rusia comparte una larga frontera con el país y como muchos de los países de la región este opera dentro de su área de influencia. En una situación ordinaria este movimiento pondría al resto de las potencias europeas y a Estados Unidos en al menos un estado de constante vigilancia a la potencial expansión rusa. Sin embargo, bajo las condiciones actuales derivadas de los aparentes esfuerzos de Vladimir Putin por anexar a Ucrania, como lo indican las 100,000 tropas que ha movilizado recientemente, hace que el resto del mundo esté menos dispuesto esperar a que determine cuáles son sus verdaderas intenciones. Esto no quiere decir que Rusia busque una intervención a largo plazo, la propia tensión de la intervención de Ucrania puede ser incentivo suficiente para que no se busque entrar en conflictos adicionales. La dependencia de varias regiones de Europa de los recursos rusos también son un factor a considerar en potencial acción o inacción del lado de sus contrapesos regionales. El conflicto, los actores, las potenciales respuestas, están todas ligadas de una forma u otra a la energía. No pretendo mistificarla o simplificar los eventos actuales reduciendolos a la reacción al comportamiento del sector energético. Mi intención es dejar claro, que mientras haya que preguntarse el quién, el cómo, el para quién, etc. de la generación y distribución de la energía en cualquiera de sus formas, la respuesta tendrá que ser política en algún grado.

Nos conviene a todos recordar que la energía “ no existe en una burbuja protegida del resto del mundo”

This article is from: