13 minute read
reportaje Guillem Navas
X-Games, una muesca más en el revólver de
Guillem Navas
Posiblemente, podría ser una historia de amor, un idilio… un amor platónico que llega a buen puerto… un capítulo de una bonita serie… porque lo que ha conseguido Guillem Navas en los pasados X-Games de verano es tan solo una muestra más de que, con pasión, todo puede llegar a conseguirse.
C
Su nombre se suma a los ya medallistas españoles en esta peculiar competición como Edgar Torronteras, Laia Sanz, Alfredo Gómez, Andreu Lacondeguy, Sandra Gómez, Queralt Castellet entre, probablemente, otros.
Existe una línea muy fina entre alzarse quince metros con una moto y caer de pie o estamparte en el suelo. Él cuajó una perfecta recepción en California y vio como uno de sus sueños se hacía realidad: conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos de los deportes extremos. Para unos, su salto ha pasado desapercibido, para muchos otros, por suerte, no. Y es que en España somos pocos los que estamos acostumbrados a poner en valor hitos como el de Navas Petit o recientemente renombrado Bala Perdida. En Estados Unidos todo es más grande, se hacen las cosas de otra manera y hay público para todos los gustos y sentidos. También es cierto que saben venderlo mejor, porque si algo tienen los americanos es que nos venderían un abrigo de visón en pleno desierto del Sahara y, cómo no, lo compraríamos.
Toda bonita historia con final feliz no ha sido nada fácil… más bien turbulenta. Reinventarse hasta la saciedad con el objetivo de mantener intactas las ganas de continuar haciendo lo que más le gusta, subirse a la moto y dar rienda suelta a las percepciones. Caídas ha habido muchas, alzamientos, los mismos o más. Guillem Navas, Lleida, 1997, ha percibido desde su nacimiento un áurea de motor, algo muy común en la mayoría de los protagonistas de nuestros reportajes, aunque con la singularidad de que, desde muy pequeño, sabía que aquello que hacía su hermano le llenaba en todos los aspectos. Y eso era el Freestyle Motocross.
Catorce años mayor que Guillem, Antonio Navas –“quien me cambiaba los pañales porque mis padres trabajaban- se ha ido haciendo un nombre en el siempre singular mundillo del FMX. Sus inicios, como la de casi todos, pasaron por el motocross, pero rápidamente se fue dando cuenta de que su sitio estaba en otro lugar y que le motivaban más los saltos inverosímiles que el codo a codo con 39 rivales en una parrilla de salida por la pugna de ver quién llega primero a meta. Antonio ha mostrado y muestra día a día que la vida de las personas está en constante evolución. Supo leer a la perfección en el momento preciso el hecho de crear una estructura sólida de equipo y lo hizo con el ya extinto InsideFMX reconvertido
en el actual Lleides. Se ha creado un espacio donde se respira estilo libre por todos los costados al lado de su casa y, sobre todo, se ha rodeado de un grupo humano, del todo ‘inhumano’.
El más puro modo americano llevado a la máxima expresión en el sur de Europa o norte de España, como queramos leerlo.
Pero si con Antonio comenzó casi todo para Guillem, antes Antonio Navas Senior (el padre), había tenido mucho que ver: “Yo empiezo en moto a los 4 años, mi padre ya corría en motocross, enduro, la Baja Aragón… vamos, que el motor siempre ha estado muy arraigado a mi casa. Cuando nací comenzaba mi hermano con el motocross y el FMX, por lo que en cuanto tuve algo de uso de razón pedí una moto. Tan solo daba vueltas como un crío los sábados mientras mi hermano entrenaba… en ningún momento pensé en la posibilidad de ponerme a competir”, nos explica en una extensa entrevista telefónica Guillem.
Enganchados a Crusty Demons Of Dirt
Montoliu, otra pequeña localidad leridana, cercana a donde actualmente se encuentra Lleides Park, fue el enclave en el que Antonio Navas y sus amigos, el preparador de pilotos Dani Hernández y el ex piloto Albert Armengol, pasaron horas y horas de adolescencia… en aquellos encuentros de ‘soñadores’ no faltaba el pequeño Navas, que rápidamente se impregna de esos vuelos, en ocasiones sobre la moto y en otras dando rienda suelta a su imaginación, con que su hermano y su cuadrilla pasaban las tardes pensando que aquella podría ser su oficina de por vida… y el futuro les ha dado la razón. “Estábamos enganchados a las pelis de Crusty Demons, yo siempre he subido con la mentalidad de querer hacer más FMX y Freeride que carreras, pero en aquellos tiempos necesitaba del motocross para tener un poco de base. Yo cuando iba por las tardes a aquel lugar en el que tenían una rampa y poco más y veía a mi hermano con sus amigos haciendo trucos, inventando cosas… eso era lo que me apasionaba. De pequeño decía que quería hacer FMX, pero en casa me decían que no… que hiciera motocross. Aún así, se me daba mucho mejor el supercross, porque es más técnico. El motocross es barro, roderas, mangas de 30 minutos más dos vueltas, no encontré mi sitio en ningún momento”, nos admite. Pero lo probó… y mucho. “Comencé en los regionales de mi zona, para pasar al Campeonato de Cataluña y, posteriormente, al de España. Creo que ya fue cuando tenía como 15 años que empecé en el Nacional… un poco tarde, la verdad”. Para no apasionarle el hecho de realizar carreras largas y pesadas, llegó un día que casi lo cambia todo. Y es que Navas Petit se fue a competir y a enseñar sus dotes sobre la moto de cross a China. “Estuve un verano corriendo en China y con el dinero que gané me estuve pagando una temporada del Nacional de España. Regresé a casa y tenía claro que quería invertir en mejorar. Es por ello, que me puse a trabajar duro sobre la moto junto a mi preparador físico, Jordi Zaragoza. Mi hermano pagó las motos y todo pintaba mejor que nunca…”. Sin embargo, los fantasmas de las caídas pesaron en la primera carrera.
“Estábamos corriendo en Albaida… En la primera carrera del campeonato de MX2 de 2018, iba detrás de Josep García en la sexta posición y tuve una caída muy fuerte en la última vuelta, rompiéndome el ligamento cruzado anterior. No quería operarme porque estaba en muy buena forma. Seguí montando y entrenando y probé de hacer un quarter pipe pequeño por primera vez. La verdad es que me encantó. Sin embargo, en aquel momento me era imposible prepararme en casa, para montar con más frecuencia. Mi rodilla se convirtió en un problema para el motocross, así que empecé a entrenar más en las rampas. Por supuesto, mi rodilla no mejoró por arte de magia, así que volé a China, corrí durante un mes para ganar algo de dinero, luego volví a casa y me operé para arreglar mi lesión… a la vuelta todo había cambiado porque me pasé al Freestyle”.
Echando la mirada atrás, Guillem es realista y nos comenta que “pude ahorrar 11.000 euros en China y todo fue para hacer el Nacional sin contar con lo que cuestan las motos. Eso sí, vivía en casa de mis padres (Antonio y Teresa Lara), pero la inversión era grande. Correr a ese nivel para estar a la altura de los mejores en España ya es muy caro, complicado. Si le sumas que la motivación en muchas ocasiones no acompañaba, no vale la pena”.
El cambio de disciplina
Seis meses después de la operación, nuestro protagonista comenzó a rodar de nuevo sobre su moto. “Ya en mi primera salida, vi que algo había cambiado. Era 2019 y ya era totalmente un piloto de motocross freestyle. Mi principal objetivo era aprender nuevos trucos y participar en eventos. Edgar Torronteras me llamó para un espectáculo. Yo ya estaba haciendo whips y él organizaba una competición de Best Whip con premios en metálico. Me dijo que, si podía aprender cinco trucos, me ganaría un puesto en el show. Tenía muy poco dinero después de tantos meses sin trabajar debido a la operación, así que decidí que sería una buena idea unirme a la aventura junto a mis compañeros de Lleides. Aprendí los trucos y quedé segundo en el concurso del Mejor Whip, ganando a muchos chicos a los que admiraba en esa disciplina. ¡Por fin había conseguido mi sueño de la infancia de convertirme en piloto de FMX! El resto del año fue genial, con muchos shows de FMX, muchos buenos momentos, aprendiendo más trucos y disfrutando realmente de todo lo que es el Freestyle”.
Cambio de vida, de mentalidad y muchas afirmaciones que desprenden felicidad absoluta: “Ahora voy a cualquier competición de FMX y no tiene nada que ver con las carreras de motocross, no hay ni nervios ni nada. Es algo que disfruto. Mi forma de ver la moto no es a nivel de correr carreras, es otra forma de expresarme, de ver el deporte. Corriendo las carreras me di cuenta de que esa forma de ir en moto no era la que más me gustaba. Cuando empecé a hacer FMX me enamoré del todo…”. A lo que añade: “Ahora entreno mucho más que antes, pero no me lo tomo como un sacrificio, si no como un placer. Me lo paso bien, estoy con mis amigos y no me bajo de la moto. ¿Qué más se
puede pedir?”.
Si en el motocross y el supercross ya es complicado evitar hacerse daño… en el estilo libre todo se multiplica por mucho. Es por ello que el trabajo diario y la templanza dentro de la locura son claves para no morir en el intento: “Estoy viviendo el momento, porque todos estamos predispuestos, hagas la disciplina que hagas, cuando te subes a una moto y vas a tope siempre hay un riesgo de lesión u otro. El FMX es un deporte que tienes que ir masticándolo muy poco a poco, sabes que una caída te puede costar mucho. No hay que correr, hay que saber llevar a cabo cada paso cuando toca y ser muy consciente de lo que haces. No hay que pensar nunca en lo malo. Por desgracia, a veces llega solo…”.
La llamada de GasGas fábrica…
Nos remontamos a aquel fatídico 2020. El mundo estaba en guerra absoluta, o casi, a consecuencia del Covid-19. Recuerdo que la primera vez que oímos hablar de lo que significó en pandemia fue en Corona, California, en un viaje preparado con la familia Navas, Juan Pablo Acevedo y el que suscribe. Disfrutamos del AMA Supercross en Anaheim, pero a la vuelta todo dio un giro inesperado. Cerrajón por todas partes, gente sin trabajo, confinamientos interminables en casa y muertes, muchas muertes. Todo fue negativo, exceptuando la llamada que GasGas le hizo a Guillem Navas: “recibí la llamada el año covid, un espónsor me había fallado y me tuve que pagar la rampa del quarter pipe y su transporte, unos 11.000 euros. Toda esta situación me obligó a irme de la casa en la que vivía de alquiler, venderme las motos y, posteriormente, irme a Suiza a trabajar a un circo, porque no había eventos en ninguna otra parte. Viví en una caravana de 2x2 solo con una cama durante cuatro meses… todo se había complicado mucho. Al volver a España me puse a trabajar en la obra, poniendo tela asfáltica en tejados y un día a la hora del almuerzo, desanimado, sin moto… me llamaron de GasGas y me preguntaron qué necesitaba. Me salvaron el culo, me dieron dos motos y es algo que les agradeceré toda la vida. Ellos me han dado muchas herramientas para que pudiera conseguir una medalla en los X-Games… incluso contar con una moto en USA para saltar… las facilidades con ellos son excelentes”. Pero nada llega porque sí. Antes de todo ello, Guillem Navas ya se había convertido en un auténtico influencer en las redes sociales en general y en TikTok en particular. Sus saltos locos en lugares inimaginables le habían convertido en todo un icono intercontinental. “Un salto en un canal, que me supuso una multa de mil euros, y otras cosillas que fui haciendo tuvieron muy buena acogida en la comunidad virtual y eso, ahora mismo, tiene mucho peso”.
Un mail muy esperado
“Ya hacía dos semanas que habían salido las invitaciones y yo no estaba dentro de los X-Games de verano 2022, llevaba tres años invirtiendo casi el 100% de lo que ganaba en el proyecto. Todo es muy caro y llegó a un
punto de pensar que ya tengo 25 años, lo he dado todo e igual dejo ya de intentar más cosas y sigo haciendo shows sin llegar al top mundial. Un día revisando el mail, mientras bajábamos a un show a Málaga encontré la invitación”. Llevaba tiempo en el punto de mira y llegó el momento de ser uno de los componentes de los X-Games en modalidad quarter pipe high air. ¡Increíble! “Cinco años luchando con mi hermano por traer el quarter a España, hemos ido a unos X-Games y hemos vuelto con una medalla. Hemos demostrado que en Europa podemos estar al nivel de los americanos. Nadie nos quería enviar ningún tipo de información sobre esta modalidad y hemos estado mucho tiempo investigando para conseguirla, luego un año y pico más para construir la estructura y este año no estaba invitado a los X-Games, entré por la lesión de Tyler Bereman y hemos regresado con el bronce. Ahora hay que luchar por poder competir algún día por el oro”.
¿Pero, vale la pena?
Tras subir al podio en la tercera posición en tierras californianas, tan solo superado por el vencedor Colby Raha y el segundo clasificado, Axel Hodges, Guillem Navas regresaba a casa, pero no para descansar y degustar el éxito, si no para seguir con una serie de shows veraniegos que le han llevado a recorrer varias zonas de España en incesantes semanas de viajes, preparaciones y saltos
. La pregunta, una vez lo encontramos más relajado, es fácil… ¿vale la pena?
“No sé si volvería a pasar todo esto. Me he dejado la vida, me olvidé de todo lo que tenía a mi alrededor para conseguir ser un piloto top de freeride… ahora me doy cuenta de que todos los pilotos para estar en la elite han tenido que trabajar mucho. No me han regalado nada, estoy orgulloso, pero el sacrificio ha sido mucho. A diferencia del motocross, este sacrificio, en cierto modo, lo he disfrutado. Al fin y al cabo, es lo que quería. Es cierto que hay un antes y un después de los X-Games. Llevaba tres años sin un duro, diciendo no ‘llego a nada… ya no puedo estar jugando a esto de las motos’… tras el evento han salido algunos sponsors que me ayudan al menos a cubrir los gastos”. Con un largo futuro por delante, Navas Petit, Guillem Navas o Bala Perdida no ha perdido su esencia, ganas y fuerza por mantener vivo su espíritu un tanto ‘punki’. Seguirá flanqueado por los suyos, divirtiéndose y soñando despierto en busca de nuevos retos.
“En estos deportes tienes que aceptar que en un momento u otro se tiene que dejar, pero pienso: ‘que me quiten lo bailao…’ el hecho de haber vivido todo esto con mi hermano ha sido genial. Si a los 40 me retiro y tengo que buscarme la vida fuera de las motos, pues es lo que hay. Si solo miramos el tema económico, no valdría nada la pena. Esto es mucho más que dinero, es pura pasión”.