Lecciones sobre el uso de la Evidencia en las Políticas Publicas en el Perú –y sobre el rol de la Alianza Peruana para el Uso de la Evidencia. Por Enrique Mendizabal (miembro del comité directivo de la Alianza) y Daniel Boyco (coordinador de la Alianza en el 2015). Las siguientes lecciones ofrecen una oportunidad de sistematizar lo aprendido por la Alianza, en su conjunto, a raíz de sus actividades durante 2014-2015. No todos entienden lo mismo por ‘evidencia’ Existe un consenso acerca del valor de usar evidencia en la formulación de políticas públicas: es importante porque mejora la calidad de las políticas y sus resultados. Pero, ¿cómo definimos lo que es y no es evidencia? Según Aníbal Velásquez, Ministro de Salud y quién fuera experto en evaluaciones para el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social y USAID, para que la evidencia sea útil para el proceso de hacer políticas, ésta necesita ser científica. Esto implica definir la evidencia como información rigurosamente obtenida. En ese sentido, la evidencia se opone a prejuicios, pasiones e intereses personales o partidarios. Esta definición ha sido prevalente entre la mayoría de investigadores que han participado en los eventos de la Alianza. Para algunos, la metodología rigurosa, entendida como científica, es la única forma de obtener información valiosa para formular políticas públicas de calidad. Esta fue la opinión de los participantes de la academia y de los think tanks de perfil más académico. Pero esto no es compartido por todos. Hemos aprendido de nuestras discusiones que no existe un solo tipo de evidencia utilizada para la política pública. Todo lo contrario, la evidencia puede referirse, por un lado, a data cuantitativa dura hasta, por otro, opiniones subjetivas y percepciones captadas por métodos cualitativos (o incluso, por el boca a boca) que pueden ser sistematizadas e incorporadas al proceso de decisiones (por ejemplo, los testimonios de violencia compilados por el Lugar de la Memoria). Y existen numerosas áreas grises entre ambas. La definición de evidencia, también, varía dependiendo de las disciplinas: en el derecho la palabra tiene connotaciones jurídicas que la caracterizan de forma distinta que en economía o salud. Igualmente, distintas instituciones definen estándares de evidencia o usos de la evidencia que, inevitablemente, influencia su definición. El Ministerio de Economía y Finanzas y el Ministerio de Cultura deben trabajar tanto con evidencias cuantitativas como cualitativas pero les asignan valoraciones y usos distintos a cada una. Existen, finalmente, diversas jerarquías de evidencia. Pero ¿cómo, y por quién, se determinan?