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Cuando ya ni los números Cuando ya ni los números ni esquemas constituyan la clave de los hombres, y aquellos que ahora cantan o que besan posean mucha más ciencia que un sabio; cuando a una libre vida vaya el mundo y torne de esta vida hacia sí mismo; cuando la luz y sombra nuevamente en claridad auténtica se unan; y cuando en la poesía y la leyenda se halle la historia auténtica del mundo, entonces una mágica palabra ahuyentará a cualquier falsa criatura.
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rector Dr. Arturo Fernández Pérez vicerrector Dr. Alejandro Hernández Delgado
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opción. Revista del alumnado director Francisco Osorio consejo editorial Comisión de redacción Alejandro Campos Benjamín Castro Javier Yoltic Medina Andrea Reed Bernardo J. Sandoval Juan Carlos Téllez Comisión de material gráfico Fernando López Martínez Mariana Mejía María Zilli González difusión cultural y relaciones públicas Karla Ileana Almazán
novalis
comité consultivo Dra. Claudia Albarrán Lic. Aldo Aldama Lic. César Guerrero Dr. Mauricio López Noriega Dra. Lucía Melgar Dr. Pedro Salmerón
Ironía romántica
Joseph M. William Turner, Pescadores en el mar, 1796.
directora escolar M.D.I. Patricia Medina Dickinson
diseño editorial alexbrije + kpruzza cuidado de la edición Sandra Luna impresión Producciones Editoriales Nueva Visión México
Ironía romántica romántica intuición / Javier Martínez Villarroya vindicación de schopenhauer según safranski / Andrés-Miguel Blumenbach el sátiro y la morada de los dioses / Luis Alfonso Gómez Arciniega
d.r. © opción revista del alumnado del itam Río Hondo 1, Tizapán, San Ángel, 01000 México, D.F., Tel./fax 5628-4000, ext. 4669 opcionitam@yahoo.com.mx http://opcion.itam.mx ISSN: 1665-4161 reserva de derechos al uso exclusivo: 04-2002090918011100-102 • Certificado de licitud de contenido: 8812 opción es una revista universitaria sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, en cualquier forma o medio, sea de la naturaleza que sea, sin el permiso previo, expreso y por escrito del titular de los derechos. Los artículos son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el sentir de la revista. Revista indizada por Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (clase). Integrada al Sistema de Información Bibliográfica sobre las publicaciones científicas seriadas y periódicas, producidas en América Latina, el Caribe, España y Portugal (latindex).
Tiraje: 2,000 ejemplares
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{CONTENIDO}
Ironía romántica LITERARIAS 4 A Vladimir Horowitz
REFLEXIÓN 44 Yo, hombre. Yo, anticristo
alejandro campos
maría teresa hernández reyes
89 le romantisme noir
EXÉGESIS 52 Der Müller und der Bach / El molinero y el arroyo
COLUMNAS 97 dinámicas sonoras
28 Una fotografía isabel zapata
1 año
72 Ciencia, Arte y Romanticismo angel kuri morales 77 El sátiro y la morada de los dioses:
32 Delirio a larga distancia ariel miller salazar
El Romanticismo en la obra de Knut Hamsun
40 Wagner’s fine romance pablo piceno
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DESTINO
luis alfonso gómez arciniega
34 Jugar a ser feliz dayan gamboa
Correo electrónico:
País:
andrés-miguel blumenbach
Teléfono (s):
según Safranski 22 Juventino Rosas salma martínez campos
104 El Diario de Helga: Testimonio de una niña en un campo de concentración I Helga Weiss javier yoltic medina
Ciudad:
68 Vindicación de Schopenhauer
103 El hijo eterno I Cristovao Tezza bernardo j. sandoval
Domicilio:
63 Romántica intuición javier martínez villarroya
Nombre:
20 Dios balaichand mukherjee
60 Ozymandias percy bysshe shelley
101 Muss. Retrato de un dictador. El Gran Imbécil I Curzio Malaparte alejandro campos
por
16 La fábula de Rodolfo, el ratoncito provinciano jorge cano
benjamín castro
58 Die liebe farbe / El color predilecto wilhelm müller
Resto del mundo
14 Primer Aliento bernardo magnani blanco
LIBROS 100 Revolución en mente: la creación del psicoanálisis I George Makari
dm Ma
1 semestre
Elegías romanas, xviii
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Deseo suscribirme a opción a partir del número
56 Römische Elegien, xviii /
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wilhelm müller
johann wolfgang von goethe
12 Promesa marco antonio garcía sanchez
carlos spíndola
América del Norte, Centroamérica y el Caribe
10 Desarticulando miguel alejandro santos díaz
. 930
m, 1
Dru an’s
Sudamérica
8 Moscas violeta amapola nava
GRÁFICA OCULAR
República Mexicana
7 Anácrono héctor eduardo chávez
Yo quiero suscribirme
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Ironía romántica
Caspar David Friedrich, Salida de la luna por el mar, 1822.
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{E DITORIAL}
Fragmentos 1. Homenajear a Schlegel cultivando el género del fragmento. Poemas sinfónicos. 2. Romanticismo fragmentado. Irónico en sus líneas. Disperso para mostrar unidad. Escrito para romperse y, en el acto, unirse eternamente. Un Kyrie eleison en tono operístico. Christe eleison con la religiosidad de Palestrina. 3. Goethe detestaba el fragmento. Llamaba a Schlegel un incumplido. Libros inacabados, murmuraba tristemente. Y ahí está El anillo de Wagner, más que acabado. 4. Ante el desorden, Blanchot –crítico francés contemporáneo– arroja claves: “el romanticismo termina mal, es verdad, pero porque él es esencialmente lo que comienza, lo que sólo puede terminar mal, fin que se llama suicidio, locura, decrepitud, olvido.” La sinfonía se suicida con la Novena. Todavía no acaba el suicidio. 5. ¿Qué importa la vida del poeta? diría el estudioso liberal. Es todo diría Schlegel, convertido al catolicismo, burgués olvidado de sus ideales jóvenes. Obeso e irónicamente consistente. Pudo ser ateo, radical e impetuoso. Pudo ser creyente, conservador y perezoso. También la obra lo es todo. Porque vida y obra ya no se distinguen. Brahms está vertido ahí en sus cuerdas tan agudas. 6. “La poesía romántica es entre las artes lo que el ingenio en la filosofía y en la vida la sociedad, el trato, la amistad y el amor. Otras formas poéticas son productos acabados y pueden ser analizados exhaustivamente. El poetizar romántico está siempre en camino, ello justamente constituye su esencia, eternamente formándose, nunca acabada. No puede ser agotada por ninguna teoría, y sólo una especie de crítica adivinatoria podría atreverse a caracterizar su ideal.” El acorde romántico es como una tragedia condensada. 7. Al académico que sólo ve inconsistencias: “Sensibilidad para la ironía sin ironía es ya el abecé de la liberalidad.” Cromatismo. 8. ¿Por qué el fragmento afirma al mismo tiempo pluralidad y totalidad?, ¿cómo puede ser fragmentario y absoluto?: muestra la totalidad interrumpiéndose: “no realiza el todo, sino que lo significa suspendiéndolo, y hasta rompiéndolo.” 9. ¿Quién habla?, ¿qué importa quién habla?, ha dicho alguien qué importa quién habla. A la música absoluta no le importa hablar siquiera. 10. Fragmentos de Novalis que se citan en fragmentos de Schlegel. Poetas románticos con un sólo exceso: el del pensamiento. Unión de poesía y filosofía. Incisión romántica prematura: pensar no es estar “cerca” de la razón OPCIÓN 179 EDITORIAL
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y “lejos” del sentimiento, pensar es batir dicotomías, no distinguir polos, saberse en la paradoja. 11. Maurice Blanchot tituló “El Athenæum” a su ensayo sobre romanticismo. Revista del romanticismo temprano que se interrumpió al sexto número. ¿Qué podía declarar una revista que se sabía muerta el día que nació? Schlegel, como después Nietzsche, sabía que la obra era vida. Su consistencia estaba en su inconsistente devenir. Absolutamente abierto, dispuesto a clavarse una llaga, a evaporase, a morir. ¡Y cómo se disfruta dicha muerte! En cada compás, en cada melodía. Cantabile y deforme. 12. ¿Por qué el ataque frontal de Nietzsche a Wagner? La aventura del romántico operista –decadente, oscuro y sin redención posible– debía ser enterrada, suspendida por el maestro del caos. “Y sólo cuando todos hayáis renegado de mí volveré entre vosotros. En verdad, con otros ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a mis perdidos; con una amor distinto os amaré entonces.” Revivir hoy a Wagner, asesinándolo incesantemente. Süß in Düften mich verhauchen?1
1 De “Liebestod”, aria final
13. “El ‘yo’ del poeta, he aquí por tanto lo que en definitiva sólo importaría, ya no la obra poética, sino la actividad, siempre superior a la obra real, y creadora sólo cuando se sabe capaz de evocar y revocar a la vez la obra en el juego soberano de la ironía. De ello resulta la reanudación de la poesía, no sólo por la vida, sino incluso por la biografía…” 9. ¿Quién habla?, ¿qué importa quién habla?, ha dicho alguien qué importa quién habla. In dem wogenden Schwall,
de Tristán e Isolda de Wagner: “¿O fundirme en sus dulces fragancias?”
in dem tönenden Schall, in des Welt-Atems wehendem All ertrinken, versinken unbewußt2
14. “No puedo dar de mi personalidad ninguna muestra más que un sistema de fragmentos, porque yo mismo soy algo de esa clase; ningún estilo me es tan natural y fácil como el de los fragmentos.” Hablan las melodías modulando infinitamente. 15. La vida como obra de arte. La figura del “artista” es la figura de la impropiedad. Figura que se actualiza sin límites, su límite es lo ilimitado. Paradojas no-retóricas, omnipresentes, escapando del lenguaje, siendo y no siendo simultáneamente. Vértigo absoluto que destruye absolutos. “La ironía es una conciencia clara de la agilidad eterna, del caos infinitamente lleno.” Conciencia clara del caos, ¿clara y caótica? Incontenible: clara en el momento de escuchar el caos, caótica ante el silencio esclarecedor. höchste Lust!3
2 “En el fluctuante torrente,
en la resonancia armoniosa, en el infinito hálito del alma universal, en el gran Todo... perderse, sumergirse... sin conciencia...”
3 “¡supremo deleite!”
16. Homenajear a los irónicos románticos sólo con un gesto. 3} EDITORIAL OPCIÓN 179
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{L ITERARIAS}
Alejandro Campos Estudiante de Economía, itam.
A Vladimir Horowitz
La limpieza de tu acorde, la insistencia de tu trino, desgarradora; la crudeza de tu bajo, tan profundo y lacerante. El trazo de tu escala, puntiagudo; tu ritmo tan romántico y el fin, el corte, me callas. Acento punzante, crescendo sistemático, crece insistente la herida. Abismo que liga frases, melodía siempre inoportuna, cruda y penetrante.
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Tus dedos se alargan como la sangre se resbala por la tecla: blanca desparramada. Golpeteos de corcheas. El deseo salta en compás ternario, y tú tan sereno, como la impasibilidad de la muerte. No te despegues del piano, pues si tus manos se desprenden, ya no puedo aferrarme a la herida, no vuelvas a la vida. Siéntate. No dejes que te aplaudan, succiona nuestra alma, con tu trazo matizado por caídas, ciérranos los ojos y apacíguanos la respiración. Correremos por el laberinto de tus codas, y volveremos al juego de tus terceras jugando a ser verdaderas. Balada, cascada de formas deformas tus notas: cristales y tu cadencia tan inevitablemente repetida, que no hago más que rendirme.
5} LITERARIAS OPCIÓN 179
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Improvisas romántico: con la sabiduría muda y el orgasmo latente, con los dedos tan relajados de ser golpeados y el sonido tan inmanente. Te escucho mejor dormido, te siento cuando te has ido. Horowitz quebradizo, pulso resbaladizo, fina armonía en tus cejas, disonancias perplejas. No dejaré de morir en tu marcha fúnebre, ni dejaré de vivir alargado en tu síncopa, engreído como tu torso erguido, polonesa erizante. En mi epitafio estarán las últimas articulaciones de tus graves, ademanes que trazan a la inclinación humana en tonalidades. No nos abandones Horowitz necesario, adorno honorario, mordente renuente. Nos colgaremos de tu anhelante precisión, y lloraremos a tiempo con tu tempo, brincando siempre al compás de la humana escisión.
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Anácrono
Héctor Eduardo Chávez Estudiante de Economía, itam.
La plasta negra que inunda al cerrar los ojos me baña cuando desnudos nos arqueamos, pero es un mundo mudo, de lejos, que no posee el mismo andar que tú. No es el acto de consagrar: eso es el preludio, el grito agudo de víctima antes del golpe menudo: lo mejor viene después. Ni el ajuar del puntillismo persa que se vuelve todo, que sale y vuelve de nosotros con el hombre nuevo a nuestros pies, ni el cielo ni albor alguno me resuelven como tú, cedro, templo de potros horizontes. Somos de todo piel.
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Violeta Amapola Nava Amante del agua y de las profundidades. Practica la apnea. Química farmacobióloga, udg. Cursa la maestría en Ecología Humana, Cinvestav, Mérida.
Moscas
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quella mañana abrí los ojos. Me despegué las sábanas del cuerpo, que por el sudor se me adherían a la piel. Me incorporé; mi espalda rígida y algo encorvada decía: “Cinco minutos más”. Como autómata, bajé las piernas al suelo; frío, no me gusta usar zapatos. Camino al baño, un paso, otro. “¿Qué, qué carajos es esto?”, pensé. Levanté el pie y lo sostuve con tal de mantener la planta hacia mí. Allí la vi, una cosa blanquecina, pequeña pero rechoncha, embarrada justo allí, abajito de los dedos. Volteé a mi alrededor buscando una explicación, pero encontré algo peor, cientos de larvas arrastrándose, reptando con sus pálidos y gelatinosos cuerpecillos. Una oleada de asco recorrió mi cuerpo. Qué escena más repugnante. Me calcé unas sandalias y con furia pasé sobre ellas, aplastando, macerando, pisoteando. Cada vez que colocaba mi pie encima de ellas sentía el crujir de vísceras que terminaban en una masilla blancuzca con un hilito rojo en algún extremo. Seguí buscando el origen; todas venían de la misma dirección, entraban a la casa desde el patio. Allí, en el centro, una mole negra e informe zumbaba y se retorcía: miles de moscas amontonadas en el piso del patio; de allí surgían también las larvas. Esta vez la arcada de repulsión se acercó terriblemente al vómito. Tomé un jergón viejo y, con odio, comencé a arremeter contra ellas. Arremolinándose, zumbaban a mi alrededor; se iban pero volvían, se negaban a desaparecer. Manotazos al aire, gritos, maldiciones. “Váyanse, qué hacen aquí, muéranse”. Después de varios minutos de lucha, la mayoría había desaparecido y el piso se había vuelto una crema de larvas. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Limpié todo aún con esa sensación de odio, tallando vehementemente, con ansia de desaparecer la loza. No había explicación posible; en el patio no había orín ni heces de perro. De hecho, mi perrita ni siquiera estaba en el patio, ¿a qué habían venido tantas moscas? Los días siguientes, lo mismo; en el patio, moscas, moscas, moscas. No se terminan, no mueren, no tienen fin. —¿Dónde está la perra? —Creo que se escapó, no ha vuelto desde antier. —Cuántas veces debo decirles que no dejen la puerta abierta. Me estaban volviendo loca; cada día, al volver a casa, las volvía a encontrar, más negras y empecinadas que nunca. En una ocasión, decidida, tomé el mismo jergón ya manchado de puntos rojos y negros, con pedazos de alas y patas, y salí gritando con más saña que siempre. “Muéranse, muéranse”. Entonces la sentí: una de ellas se metió a mi boca y bajó por mi garganta. Sentí cómo se acomodaba y se aferraba, no iba a moverse más. Luego entró otra y otra, y otra. Se me comenzó a nublar la vista, luego sólo hubo negro. —Mamá, ¿dónde está mi hermana? —No sé, hija, ayer nomás dejó el jergón allí tirado en el patio, se fue quién sabe a dónde y no ha vuelto –dijo la señora mientras con la palma de la mano y una mueca en el rostro, aplastaba una fea larva que se arrastraba por el fregadero.
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Miguel Alejandro Santos Díaz
Desarticulando
Escritor mexicano nacido en los 70’s. Estudió Letras Clásicas en la unam. Ha obtenido cinco premios literarios en los últimos tres años. Tiene algunos libros inéditos y uno a punto de ser édito, Alud en el sombrero de tu palma. Ahora escribe un recetario de cocina paranormal y un Diccionario de objetos inútiles, mañana quién sabe.
Habrá momento entre ojos y olvido en que dejaremos de mirar “nos” en que pasemos a ser aire de memoria fuego fatuo y perdamos respeto y ganemos arrogancia por lo que dijimos: Amor. Será en algunos días o en horas o en partículas de instante volveremos a ocupar esa forma “correcta” de nocturno embrión túnel sin retorno eje viento que enceniza respuestas.
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Cuando ocurra se anunciará con aves que se dieron nuevos soles, me crecerá otra mano te nacerá otro pie, y al mirar reflejos de “nos”otros ya no habrá soledad sino geografías “don”de caminar.
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Marco Antonio García Sanchez
Promesa
Licenciado en Derecho, itam.
A que me raptas y me llevas al mundo de verdad a que me regresas a la tierra y me dejas oler la arena me enseñas de vuelta los colores y me recuerdas el porqué. enséñame dónde se quedó perdida la belleza y dónde el roció de la lluvia se siente en la piel y te recuerda que vives. quiero quitar el velo del sentido, ver con el sentimiento. que la tierra toque tus pies y en el cielo se pierda la verdad cuando la brisa se vuelve gotas de plata y de tus ojos nace la soledad. que la sensación de la hiel se convierta en el suspiro devuélveme a la pintura, dialogo entre el sentimiento y la razón o tan sólo guíame una vez más a aquel lugar donde las palabras dejan de existir y la eternidad se pierde en un momento efímero.
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Théodore Géricault, La balsa de la Medusa, ca. 1819.
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Bernardo Magnani Blanco Estudiante de Economía, itam.
Primer Aliento
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aría: Escribo aquí, empapado en un sentimiento profundo y embriagante que no termino de entender. El estopor y la confusión me invaden, y sólo puedo comparar esta sensación con el instante en que te conocí. Quizás esa sea la razón por la cual dirijo a ti estas últimas palabras y te regalo las últimas imágenes, el miedo en el resuello final de esta, mi confesión. La sangre escurre por mis muñecas mientras escribo, dibujando la ilusión de que coexisten en mí, durante un instante más íntimo que mi propia noción de ser, el todo y la nada. Soy absoluto y me desvanezco. Nunca encontré más tranquilidad que al ver cómo la luz, maquillada en los ojos de todas mis mujeres, oscilaba entre la vida y la muerte borrándose en los gritos de las gargantas que, bajo el cuchillo en mi mano empuñado, quedaban en jirones. Sentía paz. Al fin descansaban, aunque en mí el sosiego nunca duraba… Jamás entendí de lleno el placer; fui incapaz de aferrarme al único sentimiento que me daba pertenencia. Bebía del cuello tajado la sangre que brotaba irregular, dibujando hermosos patrones carmesí, pero la angustia y el vacío pronto volvían y me sumergía una vez más en la necesidad de ver en alguien más aquella luz taimada. Urgido, tenía que volver a sentir, por breve que fuera el instante, esa enorme sensación de ser y pertenecer. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Mi vida y mi alma jugaron a ser y desvanecerse, como la cal se pierde hecha trizas al ser soplada al aire en una noche tormentosa. Mi vida se perdía en partículas fragmentadas que se ahogaban entre las gotas de lluvia. Nada era imperecedero, nada real y el camino se alargaba y enredaba sólo para volver a empezar. El tiempo no me definía y la duración no existía, sólo el deseo, sólo el placer, sólo la angustia que me obligaba a seguir adelante. Luego te conocí y entendí todo. Me vi en el círculo perdido, atrapado y ciego. No pude dejarte morir porque moriría en ti para siempre, perdido. Mientras termina por agotarse la última gota de sangre que aún me ata a esta mundanidad confusa, sólo quiero que entiendas, cuando hayas terminado de leer estas palabras, que si he decidido suicidarme no es porque no quiera vivir, sino porque quiero existir; hacer mío el único absoluto. Te amo desde el dolor que me define. Permanezco siempre en tu conciencia. Nicolás R.S. 15 de agosto de 1991.
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Jorge Cano Estudiante de Administración, itam.
La fábula de Rodolfo, el ratoncito provinciano El pueblo es necio y pues que paga es justo hablarle en necio para darle gusto. lope de vega
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sta es la fábula de Rodolfo, el ratoncito provinciano. Rodolfo, el ratoncito provinciano, vivía en las catacumbas urbanas: las vísceras de una ciudad o una casa o una cuadra, entre tubos y geografías de paredes acuosas. Hábil con la mandíbula y rápido con la pluma, Rodolfo, el ratoncito provinciano, se dedicaba a escribir “verdades” y “teorías”, como todos los roedores en este mundo inventado. Su lenguaje gozaba de una organización sólida, de un lirismo suave; pero existían más idiomas, lejanos sistemas de comunicación en otros mundos subterráneos. Llegaban las “verdades” y las “teorías” de estas lejanas naciones constantemente por la intermediación de las gaviotas negras que habían podido adaptarse a este bajo mundo y servir a tan necesaria tarea, la de difundir y conectar. La sombra no pesaba. Lo obscuro no molestaba para las tareas, pues los ratones nacían sin ojos: tenían en su lugar dos cavidades sin pelo. Tanto Rodolfo, el ratoncito provinciano, como su pequeña familia de roedores, conocían plenamente toda la estructura que habitaban; su tacto, a pesar de la discapacidad, entendía los tubos, sabía de los caminos; su olfato, fino e inteligente, los ubicaba. Los ratones solían juntarse en una pequeña planicie de concreto a discutir sus “verdades” y “teorías”. Escogían un tema y lo abordaban. Se repite que su lengua era hábil, capaz, pues, de desarrollar silogismos sobre silogismos, conexiones internas que secundaban una conclusión alta, una mejor “verdad”, por lo que a ello se dedicaban estas bestias. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Ahora, es necesario explicar el mote de Rodolfo. Para los efectos de las “verdades” y “teorías”, por supuesto, hay condiciones, categorías y calidades. A pesar de que el universo subterráneo donde vivía Rodolfo, el ratoncito provinciano, era una de las metrópolis más grandes, había una cierta inclinación, férrea y argumentada, de que lo interesante y lo más puro venía de otros centros, como Nueva Drunk y Pradera Gris. Práctica común del grupo de Rodolfo era citar, a modo de base, discusiones remotas, de las mejores tuberías, con autores no locales, para salirse de sí mismos y así, aunque a manera de simulacro, dialogar con las mejores “verdades” y “teorías”, que irremediablemente están en un centro lejano, perfecto, no obstante que en Nueva Drunk se discutía sobre Nueva Drunk, citando a autores de Nueva Drunk;1 lo provinciano estaba implícito en la actitud periférica. ¡Oh, dulce ceguera, todo sea por las “verdades” y las “teorías”! Una vez un ratón quiso abusar de la lengua para producir canciones rancheras, de compleja estructura simbólica, y se lo comieron vivo, entre todos los demás, arrancándole la piel y las extremidades después de increparlo oralmente: iba contra la tradición. En verano, Rodolfo, el ratoncito provinciano, subió a la superficie, con el fin de escribir una “teoría” y una “verdad”, provocado por la moda que de otras tuberías lejanas se imponía (cuatro ratones, ya muertos, eran considerados como ratones clásicos, autoridades inmaculadas). Subió y, habiendo llegado a la superficie, caminó por un terreno seco, una calle.
1 Gabriel Zaid, El secreto de
la fama, México, Lumen, 2008, p. 23.
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Los sonidos, disímiles al armonioso eco que deja el paseo del agua por las diferentes estructuras metálicas del subsuelo, eran de murmullo y de actividad, de pisadas y risas. Llegó a una pradera. Recorrió amables campos bañados de dorados reflejos, a la luz del sol más sincero que, sin embargo, para él se reducían a hostiles dunas, a simplonas y aburridas carreteras. Los perfumes de la vegetación le causaban alergias intolerables. El cielo, diálogo sin tregua entre hinchadas nubes ambarinas e hinchadas nubes carmesíes, imagen de promesa triste, subjetividad lejana, musa diaria, era, para Rodolfo, el ratoncito provinciano, un tema dado: era negro y ya. Ante su aspecto monstruoso de tumor animado, los insectos huyeron; los perros manchados, que vivían en la calle, también se alejaron. No disfrutó de plática alguna. El olor a estiércol que emanaba de su pelaje causó que una milpa de girasoles enormes se pudriera; las flores se desbarataron, ennegreciéndose lentamente, y matando de hambre, al siguiente día, a una familia de nobles gaviotas de pico guerrero cuya piel, ya consumida, se hizo polvo. Por la noche aconteció, irremediablemente, una lluvia de pétalos amarillos de bugambilia, para contrarrestar el desequilibrio. Una melancolía terrible abrazó el estado de ánimo de nuestro personaje que añoraba los terrenos descritos por sus colegas de Pradera Gris y no este escenario tan pinche. La tesis de las investigaciones de Rodolfo, el ratoncito provinciano, no alteró ninguna “teoría” o “verdad” guardada en la biblioteca de la tubería. Como se había captado en otros trabajos, y en línea con los clásicos de lejanos submundos, Rodolfo, el ratoncito provinciano, llegó a la conclusión de que se trataba de una suerte de desierto, un desierto menor, cabe decir. Era un desierto la vida de arriba. Descripciones de campo análogas podían encontrarse, junto con otros conceptos relevantísimos, en la Enciclopedia de las alcantarillas, publicada meses después.
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Por cuestiones de la Historia, que es bruta, los ratones –como Rodolfo, el ratoncito provinciano− empezaron a dirigir el mundo, por un decreto emitido por ellos mismos, ya que sólo en su lengua podía redactarse la ley universal. Pero en ese momento aconteció un corto circuito intergaláctico −la misma metafísica, que es la ciencia de los sueños, no pudo proponer explicación−, que destruyó todo. Todo negro de repente, pum, y todo se reanudó segundos después, como en un videojuego. Se anuncia que aquí se acaba la fábula de Rodolfo, el ratoncito provinciano.
Joseph M. William Turner, Esbozo para El barco ballenero, 1816-1818.
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Balaichand Mukherjee Fue uno de los escritores de cuentos modernos más representativos de la India. Médico de profesión, viajó por diversos lugares de aquel país, lo que le resultó muy inspirador. Aunque escribía en un lenguaje sencillo, fue capaz de transmitir mensajes significativos a sus lectores.
Traducción de Sonali Datta Nació en West Bengal, India. Tiene estudios de literatura inglesa y español.
1 [N. del T.] Una oblación
de dulces, ofrecido a Dios. 2 [N. del T.] Hombre
perteneciente a la más alta casta.
3 [N. del T.] En India,
la gente cree que Dios sólo escucha el idioma sánscrito. 4 [N. del T.] “Por favor,
dame los votos”.
Dios
E
l tigre atacaba a menudo las casas de la aldea. Todo el mundo estaba perturbado. Los aldeanos mataron al tigre pero al día siguiente vino el otro. Los desamparados fueron en busca de Dios. —Dios, sálvanos del tigre, por favor —Lo haré –Dios les dijo. Después de los aldeanos, a Dios se le acercaron los tigres. —Sálvanos de los seres humanos. Tenemos que escapar de un bosque a otro para no ser molestados por ellos. Los cazadores nos matan brutalmente. Por favor, toma las medidas necesarias. —Lo haré. La pobre madre de Nara también vino. —Padre, dé a mi hijo una novia agradable. Le daré sinni.1 —Lo haré. Entonces vino Harihar Bhattacharya.2 —Le he adorado toda la vida. He sacrificado mucho por usted. Por favor, ayúdeme a derrotar a mi sobrino en el tribunal. —Lo haré. Haren Purokayostho quería ser elegido presidente de la junta del distrito. El sacerdote del pueblo lo ayudó a apelar a dios por once votos. El sacerdote empezó a pronunciar los himnos en sánscrito incorrecto.3 —¡Dehi votong! ¡Ddhi votong!4 —Lo haré. El agricultor levantó los manos hacia el cielo. —Trae la lluvia a nosotros, señor. —Lo haré. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Luego llegó la madre de un niño enfermo. —¡Por favor, cure a mi único hijo! —Lo haré. Su vecina tía Khenti vino corriendo. —Esa mujer desdichada siempre está orgullosa de los trajes nuevos que le regala su marido. Castíguela matando a su hijo. —Lo haré. El filósofo vino. —¡Déjeme conocerlo a usted, Señor Dios! —Lo haré. La gente de China tenía miedo de los japoneses. —Sálvenos de Japón. —Lo haré. El joven poeta de Bengala apareció. —Quiero publicar mis poemas en la revista Probashi. Por favor, dele la orden al editor, el señor Ramananda. —Lo haré. Entonces Dios pidió aceite a su compañero Bramha.5 —Qué hará con el aceite? —Lo necesito. Bramha le dio aceite puro de mostaza. Dios masajeó su cabeza con el aceite y fue a dormir. ¡Todavía está durmiendo!
5 [N. del T.] Otro Dios con
barba larga y blanca, sentado en posición de loto.
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Salma Martínez Campos Estudiante de Historia del Arte y Arqueología, Universidad París 1. Políglota por diversión.
Juventino Rosas
N
ací en Santa Cruz, Guanajuato, pero nunca me sentí de ahí. Yo vengo de la orilla del arroyo del Sauz. En realidad, yo vengo de donde todos los demás hombres en la Tierra vienen también, esto es: del mar, del desierto, del llano, de entre las montañas. Nadie viene de un solo río, sino de todos. ¿O acaso no todas las venas están conectadas a un mismo corazón? “¡Mexicanos, mexicanas!”, exclamaba emocionado el amo de llaves del palacio. Su grito era tembloroso, impregnado de un aire nacionalista, como todo en esa época. Él, como yo, no pertenecía a ese mundillo aristocrático y, sin embargo, ambos éramos personajes clave para el deleite y la imitación europea de aquellos personajes tan notables allí reunidos en esa velada. —¡Su atención, por favor! ¡Silencio! –continuó gritando–. Vamos a escuchar enseguida unas palabras de nuestro honorable y estimado anfitrión, ¡el señor presidente, don Porfirio Díaz Mori! El rumor de los invitados y de las copas cesó en un instante e, ipso facto, estalló un clamor de aplausos. Y, claro, como era un ambiente de confianza, también se escucharon silbidos y aclamaciones halagadoras hacia el general. Toda la élite política mexicana se encontraba aquella noche en el palacio. Todos los científicos y sus esposas eran excelentes simuladores de conversaciones armoniosas, de un ambiente festivo que siempre sabía mantenerse la nota de elegancia, en los fastuosos vestidos y trajes, en el OPCIÓN 179 LITERARIAS
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perfume europeo que impregnaba ese mismo aire nacionalista cuando se volvía a gritar: “¡Mexicanos y mexicanas!”. Justo después de las palabras de bienvenida del general don Porfirio, saldríamos a escena. Íbamos los cinco, con trajes de sastre e instrumento en mano. Los trajes, por supuesto, eran prestados. Debíamos cuidar cada una de nuestras acciones para poder combinar con los grandes señores allí reunidos. Por unas horas seríamos como del mismo mundillo. A causa de nuestra música deveníamos actores esenciales de la majestuosa aristocracia de esa noche. —¡Señor Rosas, le pedí dos violines, no un acordeón! –chistó a mi oído uno de los generales que nos había contratado. En cuestión de minutos, otro achichincle, un jovencito presuroso, regresaba con un violín y se lo entregaba a mi colega. Él, que no era tan hábil con el violín como con el acordeón, hizo gesto descontento, pero sin otro remedio aceptó el violín de las manos del jovencito. Yo no me encontraba menos inquieto que mis compañeros, pues tocaría el piano en vez del violín. Además, el arpista que llevábamos nunca había ensayado con nosotros. Era el año de 1893 y esa noche la señora Carmen Romero de Díaz cumplía sus 19 años. Ella era la segunda esposa del general don Porfirio y en el país se pensaba que era una chamaca cualquiera que había logrado usurpar el lugar de primera dama sólo por el hecho de pertenecer al linaje de los Romero de Terreros, influyentes camaradas del presidente que algún 23} LITERARIAS OPCIÓN 179
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José María Velasco, El Citlaltépetl, 1897.
favor le debían. ¡Claro que así había sucedido todo!, pero la gran pantalla aristocrática que envolvía a todas estas personas les exigía llenar de detalles y cursilerías a la prensa para legitimar su unión. Ya suficientes problemas tenían con las críticas en los periódicos de oposición. Fue el señor Limantour el que tuvo la idea de llevar un grupo para tocar valses en la recepción. ¿Por qué nos escogió a nosotros? Eso ni yo lo supe con certitud. Pensé que sería por la fascinación que un compositor vienés, amigo del señor Limantour, tuvo por un vals mío años atrás: Al lado del Sauz. Le contaba yo del arroyuelo que atraviesa por mi pueblo, el Sauz. También de las tantas partituras que perdí en la corriente, cuando el viento me las arrebataba y se las llevaba sobre las olas del riachuelo. “Über den wellen!” era lo único que me repetía. “Fantástico, como cualquier composición vienesa de vals, ¿cuánto quieres por él?”, me decía. Lo vendí, pues, a este señor austriaco y se hizo muy popular en aquellos años. Todos los integrantes del quinteto éramos indígenas otomíes; veníamos de pueblos lejanos donde no se gozaban todavía las modernidades de la OPCIÓN 179 LITERARIAS
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ciudad, ni las importaciones del viejo mundo, ni de los Estados Unidos. De allá donde los músicos nacemos y aprendemos de otros músicos más viejos que nosotros y donde gustamos de componer a un lado del arroyo, entre las piedras que hacen de senderos o donde sea que nos nazca la inspiración, sin más compromiso o escuela que lo que hemos visto o escuchado, pero, sobre todo, lo que hemos sentido inundar de emoción nuestro corazón. El vals que tocamos aquella noche lo había compuesto recientemente. Diría yo que era un vals de ciudad. Más bien, de calle empedrada de La Lagunilla, donde vivíamos en la época. Era una composición agitada que me hacía recordar los fuertes vientos de otoño, esos que te estiran la piel y te hacen volar todos los harapos. También cabían dentro de esa música los vientos templados que agitaban todo lo largo de mi pueblo Santa Cruz, cambiando sin cesar de dirección, como las faldas de las muchachas pudorosas que evitan a toda costa mostrarnos sus muslos, con las trenzas negras largas, alborotadas cual rehiletes. Esas muchachas presurosas que yo veía volver una y otra vez en mi cabeza al escuchar el vals, aquella noche se llamaban simplemente Carmen, como la esposa del general don Porfirio. Se nos pidió refinarnos lo máximo posible en nuestra actuación, pues el vals estaba enteramente dedicado a la primera dama. Salimos uno a uno, recibiendo un tímido aplauso de entrada. También las miradas dubitativas de las damas más viejas. El traje que llevábamos puesto no disimulaba en absoluto nuestros rasgos. Nuestro pelo brillante, nuestra piel y ojos morenos, la nariz ancha, la sonrisa grande y nuestra corta estatura. Niñas de grandes ojos azulados y vestidos afrancesados, con miles de holanes, miraban curiosas a los músicos otomíes. Pequeñas niñas porfirianas que no acostumbraban conocer lo diverso, ni la pluralidad de realidades que existían fuera de sus casas, en su mismo país. Uno, dos, tres, uno, dos, tres, uno, dos, tres y todos giraban frente a nosotros en la sala. Los enormes candelabros deslumbraban nuestra vista y parecían girar a la par de los danzantes. Pequeñísimos e infinitos destellos de luz nublaban mis ojos. La partitura se me perdía entre tanto brillo, el volumen sólo aumentaba. Involuntariamente tocábamos más y más alto para destacar entre los tacones y el incesante zapateo que aturdía el ritmo de tres tiempos. Sin el acordeón, el sonido de las melodías era más melancólico, más profundo. Proseguimos con Ilusiones juveniles, luego con aquel otro vals que vendí. La gente no dejaba de ovacionarnos. Mi cabeza casi estallaba hacia el final del recital, tanto por el calor como por la emoción que me provocaba el clamor de los aplausos. El apasionante sonido del piano retumbaba en cada agudo por todo mi cuerpo, me llevaba navegando en cada gota de sudor que de mi piel se expulsaba. Momentos que se antojaban eternos. 25} LITERARIAS OPCIÓN 179
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Allí estábamos, tan lejos de ese arroyo, de esas calles, de ese resplandecer del sol en la piel morena que vio nacer nuestra música. En las notas guardaba yo todo eso que me parecía la alegría, pero también se encerraba en ellas la tristeza de aquel imposible que es la eternidad. ¿Será que la música es el refugio, la panacea de creer que la eternidad existe? El vals se acabó, los instrumentos callaron, el silencio regresó. Pero desde que la música existe, el silencio no es más que una fermata, una pausa en la eternidad que continúa. Desde que el río empezó a correr, necio, tratará siempre de dejar huella de su paso; aun cuando no exista más, cuando se haya destruido, quedará una línea de su trascendencia en la tierra húmeda y profunda. Como la de nuestras partituras que, aunque perdidas entre los millones de papeles de la historia, persistirán en los oídos de alguien con tan solo murmurar neciamente la misma melodía. Tanto quisimos celebrar nuestro éxito, que el sabor del vino amargo nos llevó a perdernos. Entre los candelabros y las copas de cristal, mi cara cada vez estaba más roja y mis manos aún temblorosas por el piano. Señoras azuladas, como sus pequeñas infantas de ojos azules, se acercaban a felicitarnos. Yo no escuchaba más que un murmuro femenino y el choque de mis dientes con la copa, luego de mi copa con otras.
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La señora Carmen Romero de Díaz se mostró deleitada con nuestra actuación. Tal fue su agradecimiento, que me ofreció un piano de cola, bellísimo, negro brillante con teclas de marfil. Aprecié la dulce visión de su rostro, tan jovial como cualquier muchacha de la que uno se enamoraría. La indeleble ilusión juvenil quedaría grabada en mí por muchos meses. Embriagado de vino y licores de hierbas, no recuerdo más de esa gala. Después de eso, en mi vida no sucedieron cosas tan importantes que turbaran de tal manera mi espíritu. Mi ocupación siguió siendo la de calmar la tempestad, la marea que invadía mi alma, a través de mi música. Esta preocupación por la eternidad no duró mucho más, pues mi vida se acabó en julio del año de 1894, poco después de haber vendido el hermoso piano que me regaló doña Carmen aquella vez. No sé, tal vez mis huellas cruzarán todavía los senderos de Santa Cruz, quizá en forma de canción junto al arroyo. Así, aunque éste se seque y desaparezca, quedará un indicio que nos dirá que existió y que tan real fue su existencia que se evaporó en canción.
José María Velasco, Hacienda de Chimalpa, 1893.
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Isabel Zapata Nació en la Ciudad de México en 1984. Estudió la licenciatura en Ciencia Política en el itam y la maestría en Filosofía en la New School for Social Research. Es autora del poemario Ventanas adentro. Vive en Morningside Heights, Nueva York, en donde prepara su segundo poemario.
Una fotografía
I.
U
na fotografía: Una mujer parada al centro de una habitación en penumbras. Viste holgadamente, con blusa y pantalón blancos. Lleva el pelo corto. Con la mano derecha sostiene el tubo de una aspiradora (la aspiradora está en el suelo) y con la mano izquierda se toca la nariz. Al fondo de la habitación hay un sillón largo de un color que, por el tipo de fotografía, no se alcanza a distinguir. Del lado izquierdo de sillón hay una mesita, en ella una lámpara con una base de cerámica. Al otro lado hay otra mesa que no se puede ver completa. Frente a la mujer, el borde de una estructura de ladrillos. ¿Una chimenea? De la pared cuelgan varios cuadros de diferentes tamaños, pero en la fotografía solamente puede distinguirse el más grande: una pintura fea de una mujer de perfil, posiblemente alguna santa porque parece orar juntando las palmas frente a su pecho y con los ojos entreabiertos. Lo interesante de la mujer (la de carne y hueso, no la santa) es su gesto de extrañeza. Es natural preguntarse, al ver la fotografía, qué estaba pensando en ese momento o qué había frente a ella que merecía ser mirado así. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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II.
La historia ocurre ahí mismo pero varios años antes de haber sido tomada la fotografía. Es una de esas casas que se empezaron a construir al norte de la Ciudad de México en los años cincuenta. Está habitada por una familia mexicana tradicional. El padre se llama Vicente y trabaja en la industria del gas. Es un hombre callado y dulce. La madre se llama Josefina. Tiene los ojos verdes y la altivez de una muchacha rica de provincia. Patricia es la hermana mayor y cuando la historia ocurre acaba de cumplir diez años. Es de una belleza inquietante. Aurora es un par de años menor que su hermana y sonríe todo el tiempo. De más chica le gustaba jugar en el lodo. Es buena para los deportes y por eso es amiga de los niños de la cuadra, que a menudo la invitan a pasar la tarde. A veces la madre la obliga a llevar a su hermana y entonces todos la pasan mal (especialmente Patricia, que no tiene interés alguno en esos niños). El hermano menor tiene cinco años y también se llama Vicente, pero le dicen Gus de cariño, por gusanito. La gente a veces le pregunta si se llama Gustavo y a Vicente eso le disgusta. En la casa también vive una anciana, Lola, que lleva toda la vida trabajando para la familia de Josefina. Ambas son michoacanas. 29} LITERARIAS OPCIÓN 179
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La historia empieza cuando Vicente contrata como jardinero a Manuel, un joven de Tierra Caliente, Guerrero, que ofrece sus servicios en el corcho de la iglesia. La casa tiene un jardín grande y Manuel se encarga una vez por semana de podar el pasto, barrer las hojas secas, poner abono, eliminar las plagas y sembrar plantas de temporada. Para llegar al jardín, Manuel debe pasar por el comedor donde Patricia se sienta a hacer su tarea por las tardes, de modo que se encuentran cada ocho días. En la habitación donde está el comedor hay una ventana de piso a techo que da a la terraza del jardín que Manuel cuida. Algunas tardes Patricia se queda observando durante un rato cómo el joven corta las ramitas del jazmín. La mirada obstinada de Patricia despierta en Manuel la misma sensación que despierta en todo mundo: una mezcla de intriga y encanto de la que es difícil sacudirse. Un día le sonríe pero la niña responde con una mueca de disgusto y voltea la cara engreídamente. A partir de entonces la observa con desdén pero no le habla, eso sería impertinente. Patricia se siente incómoda de ser observada, así que le devuelve una mirada durísima que va escalando en odio lenta pero establemente. Es costumbre que, después de cumplir su turno de trabajo, Manuel coma en la casa. Cosa buena, porque Lola es una cocinera excepcional. Los platillos mexicanos son su especialidad: corundas, enchiladas morelianas, sopa de lentejas con plátano, frutas en conserva. Lola no tuvo hijos y el temperamento tímido de Manuel le simpatiza. Hasta podría decirse que le tiene cariño. Una tarde lo nota fastidiado. —¿Pues qué traes, m’ijo, que no comes? —Nada, doña, nada.
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Esta conversación se repite durante dos o tres semanas hasta que un día Manuel le pide dinero prestado a Lola. Necesita comprar una pistola. Sin recato alguno le explica que su intención es dispararle a la niña Patricia, “porque a mí nadie va atreverse a verme así”. Lola se queda en silencio, pero en cuanto Manuel sale de la casa le cuenta lo ocurrido a la señora; sus cariños están bien definidos. Josefina enloquece: quiere amenazar al muchacho, llamar a la policía, hacer que lo encarcelen. Pero Vicente tiene el don de la templanza. Al enterarse, se sienta a pensar frente a un plato de ate con queso mientras Josefina, desquiciada, da vueltas por la casa. Vicente toma la decisión unos minutos más tarde y, sin decirle nada a su mujer, toma el teléfono y le llama a su jefe. La conversación es breve. —Necesito que me hagas un favor. Tengo a un muchacho trabajando en mi casa y quiero que me ayudes a darle chamba, pero que sea lejos. ¿Tendrás posibilidad de colocarlo fuera de la ciudad? —Cómo no, mándamelo. ¿Pues qué hizo, mano? —Nada, sólo prefiero que esté lejos. La semana siguiente Vicente se toma la mañana libre y recibe a Manuel en la puerta de la casa. Le cuenta del trabajo y le da para su pasaje. Lola lo ve todo por la ventana. Se despide de él, moviendo ligeramente la cabeza. En la casa no se vuelve a hablar del tema. Nunca vuelven a verlo. III.
La niña Patricia crece y se convierte en la mujer de la fotografía. Conserva la mirada hermosa y aguda. No confía en los jardineros.
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Ariel Miller Salazar Poeta nacido en la Ciudad de México en 1994. Apasionado de la tragedia; laberíntico, entusiasta, nostalgico y afligido.
Delirio a larga distancia
Amanecer cálido que despierta, La Soledad ilusa me abraza con pasión Me abre los pensamientos ver tus ojos azules, Fantasías carmesí se imponen en mi mente Desencadena mi volatilidad ¡Ardiente pasión femenina! ¡Engulle mi egoísmo! ¡Devora la pobreza emocional! El terciopelo rojo te ahoga, Amarra mi latente delirio, Tortura el legado de mi patología, Viola mi decadencia… Tu rostro revienta con belleza ¡Severa y sucia perfección! Mirada punzante que aniquila mi hombría, Labios gangrenados por desdén Sobre tu coraza instalo un perfecto disparate, Se disparan en mi cráneo quimeras Al observar tu precaria sonrisa, Tus desdichadas palabras… OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Joseph M. William Turner, Vista hacia el oriente desde la Giudecca, 1819.
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Dayan Gamboa Licenciado en Turismo, Universidad Metropolitana de San Agustín, Mérida. En 2007 obtuvo una mención honorífica en el concurso “Criaturas de la noche” en Saltillo Coahuila. Ha publicado otros cuentos en revistas literarias como Molino de letras, Delatripa, Punto en línea, Crítica, Revista de Literatura Mexicana Contemporánea y Casa del tiempo.
Jugar a ser feliz
M
ana está irreconocible. Lo mismo sucede con Pablo y René, como si me hubieran dado a otros por ellos mientras dormía en el sofá. Le atribuyo esto a la edad y sus desgraciados entresijos; sin embargo, no deja de asombrarme. Al otro lado de la ventana, el sol ilumina un nuevo horizonte. Estoy sentado en la cocina, pierna cruzada, con los túneles en blanco. —Será por tu bien –me dice Mana, en tanto veo a los pájaros sorbiendo los gusanos del jardín. —Exageran –le digo, cambiando de pierna. No falta Pablo que llega en su apoyo: —El papá de Diego ya no lo deja venir a jugar porque lo regañas mucho. Luego de ese tipo de comentarios, agarro la mermelada de naranja junto con el guisado y embarro mis mejillas. Es la única fórmula que me impide echarme a las lágrimas. —¿Ah, sí? –digo–, ni quién quiera verlo. Pablo se va llorando a su recámara para contarle lo ocurrido a René mientras se ponen los uniformes. —Mira cómo están tus hijos —me dice Mana tratando de asear mi rostro, pero la rechazo contundentemente. —¿Hijos? Los he escuchado cuando llaman a la puerta o cuando hablan por teléfono. Nunca me acobardé cuando se trató de defender a mi padre. Es lo que Mana no comprende, como la vanaglorian y por su respeto son capaces OPCIÓN 179 LITERARIAS
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de ahorcar al individuo más noble. No será culpa del ejemplo o de la herencia; es de la calle, de los amiguitos que se meten a tu casa sin dar el buen día obligado para todo ser pensante, sea cual sea su edad y educación. Por cobarde no les he caído a pellizcos porque en estos tiempos ya te pueden meter a la cárcel por corregir a tus hijos con un par de lecciones, y la cárcel… En el instante que los pájaros echan vuelo me dirijo a la bodega. Mana me sigue, vigilando que no me haga daño con los muros y las mesas de decoración. —Me hablas si necesitas algo –me dice. —Bien –le digo abriendo el álbum de los setenta–. Agua y un bizcocho de miel. —Esos los hacía tu madre… Voy por el agua. Veo las fotografías del zoológico, la de Martín y yo jugando carreras en la alberca del tío Enrique, la de mamá y papá celebrando la compra de su primer auto. —Aquí está el agua y unas galletas que Irídea cocinó –escucho decir a Mana. Mete el agua y el plato por un agujero de perro que le hicieron a la puerta para pasarme las cosas. —Seguiré acá. Ya no se me ofrece nada de ella. Pruebo las galletas de la tal Irídea… Son de avena, no tienen manjar ni miel. Las tiro al suelo y pienso que 35} LITERARIAS OPCIÓN 179
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a veces la bodega se me hace grande, con las maderas y las cajas a punto de romperse. —Un cigarro –digo. Mana me lo pasa, con encendedor y cenicero. Hago donas y todavía me salen bien. Permanezco atado a los setenta, con las fotos de Guilmar, Acassuso, López y Santillana; la de Marcela. Yo tenía tantas fotos de ella, pero el día que nos casamos Mana me las echó a la basura. “Basta de esa niña”, me dijo. Afortunadamente pude rescatar una y la guardé detrás de otra donde aparezco con Guilmar. Marcela es hermosa: tez pálida, labios delgados y pecas debajo de los ojos. La conocí en el cumpleaños número cien del abuelo Lucho. Cuando estoy en admiración, oigo que la mujer que quién sabe de dónde sale todos los días, aconseja: —Señora, hay cosas que deben remediarse de inmediato. Imagínese que en el futuro no lo tengan. Yo con la foto de Marcela pegada al corazón y Mana suspirando intensamente. Luego de darle dos ojeadas al mismo álbum, abro el de los ochenta. Mana e Irídea siguen hablando; se les une Consuelo que, como cada semana, ha traído un pastel para mí. Ella cree que sabe de repostería. Yo he querido comentarle que sus regalos son patéticos, pero Mana me lo ha prohibido, tanto que no me permite saludarla. —Ricardo agradece estos detalles. ¿Cómo está Adolfo? —No lo puedo apartar de la computadora. —¿Ya terminó el rompecabezas? —Ni me lo digas, comadre, cinco mil piezas. Me dan ganas de escondérselo pero, como niño, haría berrinche. Siguen y me parece extraño que Mana y Consuelo se traten de comadres. Quizá por la amistad; no le veo otro camino. Me topo con las fotos de Samuel, Valentina y Manuel; la de mis padres comprando su segundo auto, una camionetilla Jeep de segunda mano que trajeron de El Paso; la de Guilmar y yo en una mala briaga. Al avanzar aparece Carolina Ramos, que se parece mucho a Marcela, en su tono, en el corte de cabello. Aunque claro, ella es una mujer de verdad. Son pocas sus fotos, que termino de ver recordando las noches en que entraba por su ventana y, luego de hacer el amor, sentía miedo de que su padre llamara a la puerta. Finalmente llega Amanda, con quien me gusta hablar del futuro. “Todos los legisladores deberían leer a Rousseau antes de querer gobernar”, afirmo. Le fascina la voz de Ronnie James y la música de Zep. Desea ser psicóloga; sabe escuchar sin interrumpir, sin desatención, por lo que se le facilitan las relaciones humanas. OPCIÓN 179 LITERARIAS
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Concluyo con mi padre en tres patas, y no “las tres patas de la noche” con las que Edipo descifró el acertijo de la Esfinge. Cierro el álbum. Las señoras siguen hablando. —En un mes se te va a salir de las manos, comadre. Pego la oreja a la puerta para escuchar pero no entiendo lo que dicen. —Señora… Mana no dice nada por el momento. Pienso: “No hay razón para que el mundo se agite de repente”. Saco el álbum de los noventa, el que tiene estampillas de aviones en la pasta. Lo primero es un recorte de periódico que habla de la muerte de mis padres… Paso el trozo. Ahora embarro mis mejillas con los frijoles negros que están a mi servicio por cualquier eventualidad. En las siguientes fotografías me veo solo recorriendo el país. Después vienen Guilmar, Acassuso y su esposa; Amanda y su novio Quiroz, un estudiante de filosofía. Todos acompañados y yo sin alguien que acabe con mi soledad. Me observo fieramente en el espejo que exigí colgaran a un lado de la gaveta. “Lodo”, digo. Extiendo los ojos para distinguirlos de mi perfecta caracterización… Vuelvo al álbum. Estoy junto a Mana en los matorrales de ciencias políticas, en bahías y diversos lugares. No están Guilmar ni Acassuso; tomaron otros caminos, uno el de los números y otro el de las letras. Ya no está Amanda. Ya no está Marcela y sus pecas: frutos de árbol dador. Ahora está Mana y su espalda curva, su cuello abrupto, sus dolores de muela… Luego viene René en el hospital; Pablo montando un caballo. Pronto venimos los cuatro en todas partes, mas yo en ninguno. Antes de terminar cierro el álbum porque después el cerebro… El cerebro es un panal de abejas asesinas… Fueron injurias de personas de las que nunca hubiera sospechado. ¿Creyeron que lo primero que haría al poner pie en la cárcel sería suicidarme? ¿Pensaron que…? Eso, los niños y los viejos. Pego la oreja a la puerta. Irídea se va a la cocina. Consuelo y Mana siguen ahí con sus bramidos a veces queditos y a veces telúricos. Alcanza la hora en que Pablo y René llegan de la escuela. —A limpiar sus cuartos –les dice Mana. —Obedezcan o no hay feria hoy ni mañana –los amenaza Consuelo. Los niños se pierden. Decido salir de la bodega cuando Consuelo y Mana parecen haberse ido lejos junto con sus voces. Limpio mi cara, abro la puerta y me tiro en el sofá, del lado donde están los botes. Pongo Juega a ser feliz con Estefan Bran. Miro atentamente sin que nadie juzgue mi fanatismo por la transmisión menos popular del país. Está Estefan con su gesto sandunguero y el moño rojo que lleva amarrado en la solapa. 37} LITERARIAS OPCIÓN 179
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La temática del programa es sencillísima: Estefan introduce y al azar toma prestados a seis miembros del público; los sitúa en una estela de teatro proporcionándoles cinco botecillos de pintura, dos pinceles y un espejo de rostro. Simplísimo, el que se pinte la mejor sonrisa en la cara gana un viaje al lugar que desee. Cuando pasan los quince minutos reglamentarios, los participantes son expuestos a los ojos de la audiencia y el público del foro vota para elegir al ganador. Veo placenteramente el final del programa. Entonces, a los pocos segundos que Estefan manda a publicidad diciendo que al regreso dará los resultados de la votación, llegan Mana y los niños. —Despídanse. Siento que Pablo y René me abrazan, fríos. Pienso: “España”. Detrás de eso escucho como voz etérea: “Lodazal”. Por fin aparece Estefan y cuando está por leer el papel que lleva en la mano, la televisión se apaga. Al instante salgo de la casa y subo a una limusina (todo es blanco para mí) mientras, con mi hermosa sonrisa, les digo a Mana y a los niños –que aterrados me observan–: —¡Me voy a Granada!
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Joseph M. William Turner, Claro de luna, 1840.
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Pablo Piceno En julio del presente año obtuvo la Beca de la Fundación para las Letras Mexicanas para asistir al Taller de Creación Literaria, Capítulo Monterrey. Pertenece al Camino Neocatecumenal.
WAGNER’S FINE ROMANCE
1.
se dice que la obra cimbrera de wagner –de la que una vez, cuando le preguntaron (como se suele hacer)/ cuándo cazzo la terminaría dijo con nostalgia que vivía en ella eternamente– se dice, pues que era tan difícil de ejecutar que fue rechazada por años en los célebres teatros de aquella baviera que no es la baviera de hoy cuyo teatro mayor es la allianz arena 2.
lo malo de la locura es que no la cura nada y no la curará / mientras sigan construyendo las escaleritas viendo para arriba y no al revés / carajo: de le corbusier hasta la theory of justice de john rawls / que pobre gringo tampoco es así de fácil ni se trata aquí de darse golpes de pecho con los pechos de la maga recostados en la palma que leerá madame léonie y decir me entiendes? OPCIÓN 179 LITERARIAS
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3.
pobre wagner: dejó de comer / de llorar / de ser / porque nadie quería ya fiar ni de broma a su isolde blanchefleur y la leyenda del amor volátil que era la vida misma de wagner todo para al fin descubrir que su tristan pertenecía a una isla de un mundo que no era este como sería la peste de los grandes románticos. 4.
allende tu ventana te miré pareces dos o tres veces mayor que el goce estético del piss christ de serrano / la verdad 5.
hasta el día en que se animaron a montarla y el pobre tristan o el hombre vestido de tristan que era tristan y wagner y él mismo y todos los hombres a la vez de tan grave esfuerzo se murió completito el mismo mes / o el siguiente de haberse estrenado la obra 41} LITERARIAS OPCIÓN 179
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yo no sé bailar y lo confieso pero tiemblo con el waltzer la todesmusik del místico chopin y se me ocurre que un día me des la mano y recojamos las angustias de la tierra con la balada en sol menor que es un tratado lírico de la existencia de dios. 7.
y entonces sí que se puso bueno el cuento: se resguardó el libreto muy lejos de múnich y viena y de cualquier teatro de primera o segunda al que se le ocurriera presentar la utopía amorosa de wagner, su ópera magna, en un mundo al que no pertenecía como se confirmaría con la muerte del pobre muchachito que qué culpa 8.
ando buscando un bosque detrás de este bosque que huela a tu voz (quiera Dios que no muramos nunca) 9.
esa fue la desdicha de wagner quien vivió eternamente en su obra y nunca despertó de su obra de su irisch kind, de su oed und leer das meer, de su intuición romántica hasta que la suástica lo tomó por bandera y eso queda de la historia de isolde blanchefleur
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los románticos –y josef von eichendorff era un romántico si no estoy mal– tuvieron el afán de regurgitar y plenipotenciar la sangre sobre la res cogitans y la luna dormida sobre la tierra hacía el amor y todo era noche y la noche era un río / cierro cita de eichendorff y sostengo que con más románticos el índice de alcohólicos en suecia y de amoks y de myrtles (en fitzgerald) ivys (en max frisch) y bellas (en stephanie meyer) –eyaculación precoz del fetichismo posmo de la femme fatale / lolita / brigitte bardot / miley cyrus / wrecking ball / vómito– disminuiría indefectiblemente 11.
y me dirá usted que no pero a mí se me hace muy doloroso muy triste lo que le pasó a wagner 12.
y las escaleritas se construirían hacia abajo para ver mejor la constelación estelar de las ciudades que no apagan sus lámparas nunca.
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{R EFLEXIÓN}
María Teresa Hernández Reyes
Yo, hombre. Yo, anticristo
Periodista. Licenciada en Comunicación, Universidad Iberoamericana. En 2008 se integró al equipo de la revista Conozca Más. Editora de Secciones de la revista Esquire Latinoamérica. Imparte clases de redacción y comunicación en el Instituto Educativo Olinca y en el Colegio Tomás Moro.
E
l hombre es el asolador del hombre. En el siglo xvii, la filosofía inglesa destacó este principio fundamental del ser para describir la inevitable condición humana de buscar destruir a la otredad; es decir, paradójicamente, a un fragmento de su propia naturaleza. Para la humanidad no existe peor peligro que aquel que ésta impone sobre sí misma. Aterrada por la develación de la dualidad intrínseca de su existencia, oculta y rechaza aquella porción de su esencia que amenaza con expresar sus instintos y pasiones. Y es, justamente en medio de este panorama desbordante de represión contra sí mismo, que el hombre crea el concepto del mal. La catalogación de “lo maligno” sirve al individuo para confeccionar un modelo del “deber ser”. Por eso creó la figura de Dios. Sin embargo, un ideal positivo no le fue suficiente. Ejerciendo su cualidad de ente siniestro, prefirió la asunción de un sistema cuyos engranajes principales funcionaban –a modo de causa y efecto– mediante la falta, la culpa y el castigo. Para perfeccionar el proceso de mutilación de sus instintos más arcaicos, inventó una antítesis de la figura divina por excelencia: una quimera que despertara horror y desdén; una efigie que encarnaría todos los miedos humanos y las monstruosas posibilidades de la existencia. Como toque final, decidió llamarlo Anticristo. Anticristo, filme de Lars von Trier, retrata la percepción social del mal y lo indeseable. Mediante la gradual y dolorosa distorsión de la conducta OPCIÓN 179 REFLEXIÓN
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de una pareja que pierde a su hijo, el cineasta danés engendra al animal que devora y es devorado –casi de manera innata– por su condición de hombre. Sus personajes no tienen nombre. Ninguna criatura indiferente a las ataduras sociales lo requiere: “El modo en que el lenguaje sigue para rememorar la consecuencia de causas y efectos, consiste en la imposición de nombres y su conexión”, dice Thomas Hobbes en su Leviatán. En el inicio, Él y Ella están únicamente etiquetados bajo la convención social del matrimonio. Después de 104 minutos, el despedazamiento auspiciado por la culpa es irreversible: ella arde en la hoguera que su marido preparó después de asfixiarla. Él, mientras tanto, camina –con la pierna derecha, los genitales y el futuro cercenados– en busca de la redención. I.
Su desgracia inicia por el placer. Al prólogo que muestra a la pareja manteniendo relaciones sexuales mientras su hijo cae por la ventana, le siguen cuatro capítulos de dolor y remordimiento (Grief, Pain, Despair y The Three Beggars) y un epílogo. Después del funeral y de un mes de inconsciencia en el hospital, Ella queda desmembrada por la culpa. Es incapaz de sobrellevar el desconsuelo por su pérdida. Él se obstina en ser el único terapeuta que la trate. Entonces optan por alejarse de lo cotidiano y refugiarse en el Edén, una cabaña en el bosque donde ella solía quedarse para estar con su hijo y escribir su tesis. Pero en aquel espacio nunca llega 45} REFLEXIÓN OPCIÓN 179
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la sanación, sino el alejamiento de lo socialmente aceptable, la manifestación de las pulsiones humanas y, desde luego, la muerte. Tras lo que prácticamente considera “el asesinato” de su hijo, Ella expurga su pecado a través de la sexualidad y la agresión contra sí misma y contra Él. De un momento a otro, sufre ataques de ansiedad que la llevan a entablar violentos encuentros sexuales con su marido y, en ocasiones, a golpearlo. De este modo inicia, en Ella, el desvanecimiento de la represión y la manifestación de lo bestial. El mismo Von Trier lo concibe de este modo: “Pienso que la sexualidad es la parte de los seres humanos que está más cercana a la naturaleza. Y la naturaleza, de algún modo, es peligro. Sí, si la enfrentas contra la civilización, la naturaleza definitivamente es una amenaza”, dijo en una entrevista realizada en julio para la revista Electric Sheep. De ahí las críticas que califican al filme como misógino: a través de actos que parecieran guiados por la locura, Ella comienza a erigirse como la representación de lo malvado y lo mortífero. Se transforma, en pocas palabras, en la personificación de Eva. Con la llegada al Edén se pierde toda conciencia de ley para dar lugar al surgimiento de “lo natural” como lo ominoso y amenazante. Vaya paradoja en un sitio que lleva el mismo nombre que el paraíso terrenal. En el filme, este bosque no es aquel ambiente que funge como refugio del hombre antes de su desobediencia y expulsión del jardín de las delicias. En contraste, es donde se convierte en asesino y suicida. “Si un dios hubiera planeado la creación de un lugar así, donde todo el mundo espera la vida y el 99% de todo está muriendo, entonces no pudo ser un dios. Yo pensé que la idea de la naturaleza era una idea satánica”, dice Lars von Trier. Es así como inicia la ruptura del concepto de lo bondadoso y lo divino: a través la manifestación del espacio natural como un entorno perverso que, además, funge como medio de germinación de la bestia y la ocultación del ser social. A partir del surgimiento de mal como naturaleza, Von Trier pone en jaque a la concepción de Dios. II.
La ley nace del egoísmo. Junto con la equidad, es “una razón y una voluntad artificial”, dice nuevamente Hobbes en Leviatán. Asumiendo la prohibición, un individuo encuentra el único camino para protegerse de otros que desean lo mismo que él. De tener la libertad de violentar a otros, éstos tendrían también la autonomía para hacerlo en su contra. En consecuencia, los sujetos no procuran la supervivencia de los demás, sino la propia. Por eso crea, para autolimitarse, lo que el cristianismo llama “pecado” y el hombre denomina “transgresión”. En el primer caso, el castigo es la penitencia y el exilio del paraíso. En el segundo, la cárcel y la segregación de la colectividad. En ambos ejemplos, el arrepentimiento se eleva como causante del sufrimiento y futuro medio de control y prevención del mal. OPCIÓN 179 REFLEXIÓN
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Sin embargo, en el Edén no hay reglas ni castigos que frenen el surgimiento de lo agresivo y lo mortal porque Él y Ella son, de antemano, ejecutores de la condena que su propia mente ha generado ante la culpa por la muerte de su hijo. Ella, por ejemplo, recuerda haber observado a su hijo caminando por la casa mientras estaba con su esposo y no hizo nada para protegerlo. Él, al principio del filme, afirma: “Yo también estuve ahí”. Acto seguido, asume una responsabilidad que no le corresponde e intenta “curarla” aun cuando ello provoque su propia destrucción. Ahí aparece la desastrosa relevancia de la explotación del terror y el arrepentimiento como forma de dominación: “Se dice que el miedo es sólo pensamiento y no provoca nada porque el pensamiento no es real. Bueno, pues mi tesis, o broma, en esta cinta, es que claro que se vuelve realidad”, dice el cineasta danés. A diferencia de aquellos que acatan la ley de un gobierno con tal de protegerse, los personajes de Anticristo quebrantan las normas aprendidas en sociedad para expiar su pecado. Ella lo ejecuta a través de la ablación de su propio clítoris y la inserción de un rodillo de piedra en la pierna de su marido. Él, mediante la angustiosa contemplación del deterioro de su esposa y aceptando, incluso, su propia mutilación. Con cada acción que los personajes ejecutan para alejarse de lo social, se aproximan al hombre; a ese otro fragmento de su naturaleza que hasta entonces se había visto opacado por la represión. Hacia el final del filme, las provocaciones salvajes de Ella, y la brutalidad con la que Él termina por ahorcarla, culminan con el previamente iniciado proceso de desocultamiento del ser. Sus actos los han hecho acreedores a la expulsión del reino de lo aceptable y lo beatífico, cierto, pero sólo del de aquellos que, como señala Hobbes, guían sus vidas con base en una razón y una voluntad ficticia que demande la aceptación de principios opuestos a las “inconveniencias” de la esencia humana. Para todos ellos, el hombre que retrata Lars von Trier es el detestable, el temido, el malvado. Y, por temor justamente, según el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la sociedad ha gestado a un ser doméstico y enfermo que, sin embargo, guíe sus acciones bajo los mandamientos creados por la única eminencia capaz de enfrentar a su despreciable enemigo: ese que llamamos Satanás. III.
Ella es una mujer perversa que osa masturbarse a medianoche en pleno bosque. Es una mala madre que fotografiaba a su hijo, con los zapatos al revés, por no estar al pendiente de él. Él es la mismísima representación del mal; el que se atreve a quemar el cadáver de su mujer como si se tratara de una bruja cualquiera en tiempos medievales. Von Trier es, entonces, y según el orden moral del mundo, un creador de personajes malignos que horrorizan y causan desasosiego en los espectadores de la cinta. Sus imágenes son oscuras y, a pesar de la sangre que brota de los cuerpos heridos 47} REFLEXIÓN OPCIÓN 179
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William Blake, Nebuchadnezzar, ca. 1795-1805.
cuando Él y Ella se enfrentan en una última –y brutal– pelea, un tono azulado inunda el filme de principio a fin. En el inicio, el blanco y negro del prólogo pareciera glacial, de ensueño. Más tarde, el bosque se muestra frío y las superficies ásperas. Incluso el manejo visual de la historia pareciera perverso. Por eso el escándalo, el señalamiento de los personajes como enfermos mentales y la calificación del ambiente como poco artístico y delirante. En Anticristo se observa la triste decadencia del alma humana a través de una paradoja en la que se afirma la vida a través del goce de la sexualidad y la manifestación de los instintos y, a la vez, se niega mediante la asunción de la culpa y el arrepentimiento. “El espíritu puro es la mentira pura”, dice Nietzsche en su propio análisis del mal en El Anticristo. Por el silenciamiento de esta idea, el hombre moderno, según el filósofo, es un ser enfermizo, apaciguado y condenado a que sus impulsos sean considerados como malévolos y reprobables. Entonces debe cerrar los ojos ante sus pasiones y establecer un vínculo falso entre lo “bueno” y los principios ficticios que le aseguren estabilidad y aceptación. Se despersonaliza, en consecuencia, al momento de aceptar como propias las obligaciones de un ser virtuoso por encima de las de un ser en busca del placer. Se deforma el concepto de libertad y se le impone, como forma suave de dominación, una voluntad imaginaria en la que cree ser compasivo, recto y benévolo por elección propia. Vive, a partir de entonces, en un engaño que dice asegurarle la vida eterna. A los cristianos, en el cielo. Al resto de los individuos, en la zona de confort que provee la aceptación social. OPCIÓN 179 REFLEXIÓN
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El hombre niega su condición de hombre y refleja el miedo a sí mismo en las simbolizaciones que construye para significar su vida; en ideales como la figura de Dios. Según la sabiduría popular, éste creó al hombre a su imagen y semejanza. Sin embargo, la deidad reconocida, por ejemplo, por el cristianismo, no es pasional ni iracunda. Por el contrario, es aquella que pone la otra mejilla cuando se le golpea la primera, la que perdona siempre que exista el arrepentimiento, la que funge como redentora y dadora de la vida eterna. “¡Dios, degenerado a ser la contradicción de la vida, en lugar de ser su transfiguración y su eterno sí! ¡En Dios, declarada la hostilidad a la vida, a la naturaleza, a la voluntad de vida! […] ¡En Dios divinizada la nada, santificada la voluntad de nada!”, dice Nietzsche. Así es el ideal del hombre: encarnado en un ser supremo al que tampoco se le permite sentir o ejercer su voluntad pero, paradójicamente, se erige como aquel con autoridad para construir un infierno a donde deben ir los acusados de ejercer el mal. IV.
El hombre abomina lo maligno porque la idea de destruirse a sí mismo le resulta insoportable. La porción de su naturaleza, que considera como “el mal”, lo arriesga a perder el control sobre sí mismo y sobre los demás y, por ende, a sufrir. “El miedo al dolor, incluso a lo infinitamente pequeño en el dolor, no puede acabar de otro modo que en una religión del amor”, dice Nietzsche. Por eso, en el Anticristo de Lars von Trier, Él elige la represión impuesta por una moralidad falsa y, a la vez, expía un pecado engendrado por un Dios igualmente irreal y castrado. Él “no puede” permitirse caer en la locura y la desesperación de Ella. Prefiere, entonces, fingir que un método terapéutico puede salvarlos del infierno de la culpa. Por eso, en el filme también existe la figura del redentor como el desantificador de la naturaleza; no como el sacerdote que Nietzsche señala en su filosofía, sino como un proceso rehabilitador puramente racional que promete la salvación y, sin embargo, es lo que termina por causar la muerte. “Si el Dios que inventa a los seres humanos es el mismo que les dice que van a morir, no es un Dios muy agradable”, dice Von Trier. El hombre, como su ídolo, tampoco es enteramente bueno; su personalidad se compone de algo más. En el filme, Él encarna a la figura del doble. Es, al mismo tiempo, un culpable y un evasor de la culpa. A través de los altibajos en su comportamiento, manifiesta, casi por igual, al falso moralista y al animal salvaje que mata a costa de la supervivencia. Como todo obsesivo, en un inicio pretende guiar sus actos de manera ecuánime y premeditada. Por eso se impone como terapeuta; elige usar la máscara del falso redentor. Sin embargo, conforme evoluciona la historia, el personaje sufre una evidente transformación: deja de ser psicólogo para convertirse en torturador. Él es quien impide la sanación de su esposa: impone 49} REFLEXIÓN OPCIÓN 179
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su presencia y sus razonamientos cuando lo que Ella necesita es asumir el dolor y la pérdida para luego, quizá, recuperarse. Nuevamente, la lógica revela su carácter puramente abstracto y se revela como antítesis de la vida. Ella, por su parte, no encarna a la dualidad sino a la manifestación de la otredad; de todo aquello que nombramos como “pérfido” e “inquietante”. A partir del momento en que enfrenta la muerte de su hijo, comienza a develarse como la mujer que desea y destruye; que vive. Se golpea la cabeza hasta sangrarse y seduce a su marido en un intento por devorarlo y sumirlo en la misma miseria en la que ella se encuentra porque la ansiedad es insoportable. La racionalidad de él y su propia culpa le resultan insostenibles. El animal surge –como sugiriera Sigmund Freud en El malestar en la cultura– a partir del desasosiego generado por la hipócrita sensatez que se intenta imponer sobre su dolor. Mientras mayor es la presión que Él ejerce para silenciar sus instintos, mayor también es el desprecio que Ella siente por él. Surge en la mujer, entonces, el último y más extremo recurso para deshacerse del peso que la oprime y enferma: el exterminio de su propio esposo. V.
En realidad, Él y Ella representan a la totalidad de los hombres. Él como el que aspira a ocultar “al otro”. Ella como la otredad en sí. Ambos como representaciones del mal suprimido bajo la autoridad del bien. En su ensayo Yo es otro, Vicente Quirarte parte de la idea del poeta Arthur Rimbaud para analizar la dualidad del ser en la novela de El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde. Al igual que los personajes de Anticristo, la obra de Robert Louis Stevenson entreteje una historia donde un mismo personaje encarna a lo aceptable –Jekyll– y a lo monstruoso –Hyde–. Ambos parecieran ser igualmente deseables: el primero por atraer la respetabilidad y la admiración; el segundo por asumir y gozar, sin arrepentimientos, los placeres de la vida. Hacia el final del texto, como en la película de Von Trier, la lucha entre ambos deriva en un desenlace aberrante y perturbador.
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Durante su presentación en el Festival de Cannes, Anticristo despertó angustia y horror en la audiencia. La novela de Stevenson, por su parte, se considera una obra psicológica y misteriosa. Ambas construyen imágenes del ser que yace oculto bajo el disfraz de “lo bueno” y deconstruyen lo que socialmente se conoce como “dualidad” para, en su lugar, erigirla como una sola entidad que se compone de sosiego y arrebato; lucidez y locura; vida y muerte. Más allá de eso, ambas obras demuestran que lo que hoy conocemos como dos extremos radicalmente distintos son, para el hombre, igualmente anhelables. Por eso conforman su esencia y, a pesar del castigo, lo maligno resulta atrayente y seductor. El orden moral del mundo ha señalado que en el mal sólo yace la pena. Sin embargo, en su aprehensión también existe la vida. “Todos hemos tenido que elegir el sendero de lo oscuro o, sin intervención nuestra, dar libertad a la parte siniestra –o diferente– que vive dentro de nosotros”, dice Quirarte. A pesar de reprimirlo, todos deseamos a la otredad. Jekyll es, al mismo tiempo, Hyde porque desea y necesita lo que experimenta a través de él. El hombre es el destructor del hombre. Por su fragilidad, no le queda más remedio que aniquilar ese fragmento de su existencia que amenaza con expulsarlo del paraíso de lo social. En una triste y dolorosa manifestación de su debilidad, se niega a sí mismo; silencia a esa alteridad que exige ser escuchada. Pero las máscaras no son eternas; sólo mantienen su firmeza mientras se mantenga la represión ejercida por el orden social. En realidad, todos somos Él y Ella; todos somos delirantes amantes y asesinos que expían el pecado de haber nacido como entes pasionales en un mundo incapaz de enfrentar la totalidad de la condición humana. Inventamos el bien y el mal para alejarnos de nuestra verdadera esencia; esa que en realidad constituye una unidad pero que, en el egoísta manifiesto de negación de la vida, nos hemos empeñado en cercenar. No queda, entonces, más remedio que esperar a que los velos caigan, a que el verdadero ser se manifieste como una triunfante afirmación de la existencia y que el hombre se acepte como hombre. Pero no como el falso retrato de una perfección ficticia, sino como el monstruo y el animal que todos somos bajo la piel; ese que, hasta ahora, lleva el nombre de Anticristo.
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Wilhelm Müller Poeta romántico alemán. Inspiró la musicalización de algunos de sus poemas por parte del músico Franz Schubert. Entre sus obras destacan Canciones de la vida y del amor, Canciones para los griegos y Setenta y siete poesías procedentes de los papeles póstumos de un músico viajero.
Der Müller und der Bach
Der Müller: Wo ein treues Herze In Liebe vergeht, Da welken die Lilien Auf jedem Beet; Da muß in die Wolken Der Vollmond gehn, Damit seine Tränen Die Menschen nicht sehn; Da halten die Englein Die Augen sich zu Und schluchzen und singen Die Seele zu Ruh’. Der Bach: Und wenn sich die Liebe Dem Schmerz entringt, Ein Sternlein, ein neues, Am Himmel erblinkt;
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El molinero y el arroyo*
Traducción de Oliver Manuel Peña Estudiante de Ciencia Política y Administración Pública en El Colegio de México, pianista y barítono. Ha traducido y publicado poesía de Goethe y Rilke. Es miembro del consejo editorial de Ágora, revista estudiantil del Colmex.
El molinero: Ahí donde un corazón fiel de amor se consume, ahí marchitan las lilas de cada arriate; ahí, entre las nubes, debe ir la luna llena, para que no vean así sus lágrimas los hombres; ahí los ángeles se cubren los ojos y cantan, sollozan, arrullan el alma. * [N. del T.] Decimonoveno
El arroyo: Pero cuando el amor de las penas escapa, una nueva estrella brilla en el cielo;
y penúltimo poema del ciclo de canciones Die schöne Müllerin (La bella molinera), musicalizado por Franz Schubert en su D. 795, obra clave para el desarrollo del Lied durante el Romanticismo musical.
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Da springen drei Rosen, Halb rot, halb weiß, Die welken nicht wieder, Aus Dornenreis. Und die Engelein schneiden Die Flügel sich ab Und gehn alle Morgen Zur Erde hinab. Der Müller: Ach Bächlein, liebes Bächlein, Du meinst es so gut: Ach Bächlein, aber weißt du, Wie Liebe tut? Ach unten, da unten Die kühle Ruh! Ach Bächlein, liebes Bächlein, So singe nur zu.
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abotonan tres rosas, mitad rojas, mitad blancas, que no marchitarán jamás en sus espinas; y los ángeles pliegan sus alas y todas las mañanas descienden a la Tierra. El molinero: Oh, arroyo, ¡arroyuelo querido! Es tan bondadosa tu intención; pero arroyuelo, ¿sabes acaso lo que puede hacer el amor? Oh, en el fondo, ¡allá en el fondo donde refresca la paz! Oh, arroyo, ¡arroyuelo querido!, no dejes de cantar.
Eugene Delacroix, boceto deLa Libertad guiando al pueblo, 1830.
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Johann Wolfgang von Goethe
Römische Elegien, xviii
Poeta, novelista y dramaturgo alemán fundador del movimiento romántico. Entre su obra destacan Las desventuras del joven Werther, el poemario Elegías romanas, Fausto y Las afinidades electivas.
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ines ist mir verdrießlich vor allen Dingen, ein andres Bleibt mir abscheulich, empört jegliche Faser in mir, Nur der bloße Gedanke. Ich will es euch, Freunde, gestehen: Gar verdrießlich ist mir einsam das Lager zu Nacht. Aber ganz abscheulich ists, auf dem Wege der Liebe Schlangen zu fürchten, und Gift unter den Rosen der Lust, Wenn im schönsten Moment der hin sich gebenden Freude Deinem sinkenden Haupt lispelnde Sorge sich nach. Darum macht Faustine mein Glück: sie teilet das Lager Gern mit mir, und bewahrt Treue dem Treuen genau. Reizendes Hindernis will die rasche Jugend; ich liebe, Mich des versicherten Guts lange bequem zu erfreun. Welche Seligkeit ists! wir wechseln sichere Küsse, Atem und Leben getrost saugen und flößen wir ein. So erfreuen wir uns der langen Nächte, wir lauschen, Busen an Busen gedrängt, Stürmen und Regen und Guß. Und so dämmert der Morgen heran; es bringen die Stunden Neue Blumen herbei, schmücken uns festlich den Tag. Gönnet mir, o Quiriten! das Glück, und jedem gewähre Aller Güter der Welt erstes und letztes der Gott! OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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Elegías romanas, xviii
Traducción de Oliver Manuel Peña Estudiante de Ciencia Política y Administración Pública en El Colegio de México, pianista y barítono. Ha traducido y publicado poesía de Goethe y Rilke. Es miembro del consejo editorial de Ágora, revista estudiantil del Colmex.
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na entre todas las cosas me parece molesta; otra me es odiosa, me subleva cada fibra con sólo pensar en ella. Quiero a ustedes, amigos, confesarlas: me parece muy molesto estar solo, de noche, en mi lecho; pero es en demasía nefando temer a que, por la senda del amor, las serpientes amedrenten con su ponzoña bajo las rosas del placer, cuando, en el momento más bello, ahí donde se ofrece la alegría, se hunde tu cabeza ante el mortificante silbo que se acerca. Por eso Faustina engendra mi gozo: la cama comparte conmigo; y guarda a quien le es fiel idéntica fidelidad. La presta juventud desea obstáculos tentadores; yo quiero confortarme cómodamente, por largo tiempo, con bienes seguros. ¡Cuánta dicha! Intercambiamos besos francos, sorbemos e infundimos aliento y vida sin temores. Nos complacemos, pues, de las noches largas; escuchamos, apiñados pecho a pecho, tormentas y lloviznas y borrasca. Y cae así cercana el alba; con las horas llegan nuevas flores, ornándonos el día festivamente. ¡Concédanme, romanos,1 la felicidad, y que a cada cual otorgue Dios este bien, el primero y supremo de todos en el mundo!
1 [N. del T.] El original
dice Quiriten, en español quirites, nombre que se daba a los ciudadanos de la antigua Roma.
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Wilhelm Müller Poeta romántico alemán. Inspiró la musicalización de algunos de sus poemas por parte del músico Franz Schubert. Entre sus obras destacan Canciones de la vida y del amor, Canciones para los griegos y Setenta y siete poesías procedentes de los papeles póstumos de un músico viajero.
Die liebe Farbe
In Grün will ich mich kleiden, In grüne Tränenweiden: Mein Schatz hat’s Grün so gern. Will suchen einen Zypressenhain, Eine Heide von grünen Rosmarein: Mein Schatz hat’s Grün so gern. Wohlauf zum fröhlichen Jagen! Wohlauf durch Heid’ und Hagen! Mein Schatz hat’s Jagen so gern. Das Wild, das ich jage, das ist der Tod; Die Heide, die heiß ich die Liebesnot: Mein Schatz hat’s Jagen so gern. Grabt mir ein Grab im Wasen, Deckt mich mit grünem Rasen: Mein Schatz hat’s Grün so gern. Kein Kreuzlein schwarz, kein Blümlein bunt, Grün, alles grün so rings und rund! Mein Schatz hat’s Grün so gern.
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El color predilecto*
Traducción de Oliver Manuel Peña Estudiante de Ciencia Política y Administración Pública en El Colegio de México, pianista y barítono. Ha traducido y publicado poesía de Goethe y Rilke. Es miembro del consejo editorial de Ágora, revista estudiantil del Colmex.
Quiero vestir de verde, de sauces llorones verdes: tanto agrada a mi amada el verde. Quiero buscar una floresta de cipreses, un prado de romeros verdes: tanto agrada a mi amada el verde. Empréndase la caza con júbilo, empréndase por los prados y bosques: tanto agrada a mi amada la caza. La presa que cazo es la muerte misma, al brezal he llamado mi mal de amores: tanto agrada a mi amada la caza. Cávame una tumba en el pasto, cúbreme con hierbas verdes: tanto agrada a mi amada el verde. Sin cruces negras, sin flores de color; verde, ¡todo verde a mi alrededor! Tanto agrada a mi amada el verde.
* [N. del T.] Decimosexto
poema del ciclo de canciones Die schöne Müllerin (La bella molinera), musicalizado por Franz Schubert en su D. 795, obra clave para el desarrollo del Lied durante el Romanticismo musical.
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Percy Bysshe Shelley Poeta y novelista romántico inglés. Entre sus obras más famosas se encuentran Oda al viento del Oeste, A una alondra y La máscara de Anarquía.
Ozymandias
I met a traveller from an antique land Who said: “Two vast and trunkless legs of stone Stand in the desert. Near them on the sand, Half sunk, a shattered visage lies, whose frown And wrinkled lip and sneer of cold command Tell that its sculptor well those passions read Which yet survive, stamped on these lifeless things, The hand that mocked them and the heart that fed. And on the pedestal these words appear: `My name is Ozymandias, King of Kings: Look on my works, ye mighty, and despair!’ Nothing beside remains. Round the decay Of that colossal wreck, boundless and bare, The lone and level sands stretch far away”. OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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Francisco de Goya, La romería de San Isidro, 1819-1823.
Conocí a un viajero de tierras antiguas que dijo: “dos grandes piernas de piedra en el desierto yacen. Cerca, en la arena, un rostro hundido y quebrado. Su ceño fruncido, su labio arrugado, hablan de un hombre duro y cruel, y un escultor que no perdió aquél detalle que sobrevive en la piedra muerta – la mano imita y el corazón alimenta – Y en el pedestal las palabras leen: ‘Soy Ozimandias, rey de reyes, mirad mi proeza, y desesperad!’ Nada cerca se mantiene en pie, Y al rededor del coloso partido, Las vastas arenas se extienden”.
Traducción de Luis Osorio Estudiante de Literatura y Composición en Inglés, St. Edwards University, Austin.
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SOBRE LA OBRA
Se considera que dos factores influyeron al Romántico Percy Bische Shelley a escribir este soneto. El primero, y más tangible, fue la “adquisición” de un busto de Ramsés II por el Museo Británico en 1817, después del diplomático saqueo de su templo mortuorio en Tébas, más de tres mil años después de la muerte del poderoso faraón. En una Inglaterra industrializada y apropiada de un imperio donde nunca se ponía el sol, el descubrimiento de un faraón que probablemente murió creyendo en la eterna hegemonía Egipcia incitó gran reflexión en los Románticos en cuanto al poder de “las arenas del tiempo”, la decadencia de los imperios y la invulnerabilidad de la muerte. En segundo lugar, las múltiples revoluciones y guerras de independencia que se desarrollaron al rededor del mundo en las décadas anteriores a 1818, reforzaron estas ideas anti-imperiales tan prevalecientes en el Romanticismo. SOBRE LA TRADUCCIÓN
Con esta sencilla y literal traducción, se intenta capturar la esencia del Soneto revolucionario que se ha convertido en una de las obras más reconocidas de Shelley, guardando solamente su contenido y su estructura, aunque, inevitablemente, esto implique perder su ritmo y métrica.
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Romántica intuición
Javier Martínez Villarroya Doctor en filosofía por la Universitat de Barcelona, profesor del itam.
Quien no haya experimentado la seducción que la ciencia ejerce sobre una persona, jamás comprenderá su tiranía. victor frankestein
¿
Quién no ha oído una y otra vez aquello de que “yo solo creo lo que veo”? El que lo afirma, además, lo entona de tal modo que parece que cualquiera que se oponga a esta idea no está en su sano juicio. En realidad, la sentencia es perversamente falaz, además de inconsciente y vulgar. La situación es precisamente la opuesta: “yo no creo lo que veo; yo veo lo que creo”. Pensamos en el Romanticismo y pensamos en el infinito: el absoluto y Hegel, el Santo Grial y Wagner, Saturno y Goya, Frankenstein y Mary Shelley, Dionisos y Nietzsche... ¿Qué hay de común en ellos? ¿En qué sentido definieron su época? ¿Desde dónde “vio” el Romanticismo el mundo? ¿Cuál fue su consecuencia primordial? Por definición, cualquier demostración parte de axiomas. Estos, a su vez, o son indemostrables o pueden ser demostrados. Cuando los axiomas son demostrables, entonces remiten a otras premisas que, en algún momento, necesariamente son indemostrables. El corolario de este argumento es 63} EXÉGESIS OPCIÓN 179
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1 M. Heidegger, “On the
essence and concept of phýsis in Aristotle’s Physics B, 1”, en Heidegger, Pathmarks, Cambridge/ Nueva York, Cambridge University Press, 1998, pp. 183-230.
2 I. Kant, Lo bello y lo subli-
me, cap. 1. Recuperado de [http://www.biblioteca.org. ar/libros/89507.pdf], 29 de octubre de 2013, 14:07.
3 F. Martínez Marzoa,
Historia de la Filosofía (vol. ii), Madrid, Istmo, 1994, p. 143. 4 F. Martínez Marzoa,
Historia de la Filosofía (vols. i y ii), Madrid, Istmo, 1994. El filósofo español es el representante español más potente de la hermenéutica de corte heideggeriano.
evidente y sorprendente a partes iguales: toda demostración parte de axiomas indemostrables. O lo que es lo mismo, toda razón se fundamenta en un acto de fe. Es imposible ver sin ojos. Y nuestros ojos son nuestros pre-juicios. La tarea del pensador es al mismo tiempo imposible y necesaria: el filósofo debe verse los ojos. Tiene que descubrir los supuestos de su discurso, lo sagrado de su visión del mundo, lo inmutable y fundacional de la cosmovisión de la que es partícipe. La tarea tiene sus riesgos (como Edipo, uno puede acabar arrancándose los ojos). Por esa peculiar misión, la de desvelar las normas del juego al que siempre estamos jugando, al filósofo se le ha llamado aguafiestas. ¿Con qué norma fundamental rompieron los románticos? ¿Qué definió su mirada? ¿Qué, de ella, debemos rescatar? En la Antigüedad, era imposible concebir que algo fuese bello y desordenado al mismo tiempo (o que algo ordenado no fuese bello). Por eso, cosmos y cosmética están etimológicamente emparentados, y, por algo semejante, φύσις significaba esencia y naturaleza a la vez (porque la esencia de una cosa era su naturaleza, y porque toda naturaleza era esencial).1 La historia de la filosofía consiste en explicar cómo el significado unitario de palabras tales derivó en la polisemia esquizofrénica que ahora denotan. La entera historia de Occidente es la enajenación del espíritu respecto de la materia (la traslación de la esencia de lo inmanente a lo trascendente –o transensible–). Cuando el proceso de desmembramiento del mundo llegó a su clímax, esencia y trascendencia devinieron sinónimos. Prácticamente al mismo tiempo, el arte dio un paso más y dejó de buscar una belleza basada en la armonía para perseguir una belleza irreductible: lo sublime. “La noche es sublime, el día es bello”, dice Kant.2 El Romanticismo pinta precisamente ese “constructo sin regla de construcción” que es lo sublime. Si en Grecia había normas que explicaban la armonía de una producción (y, en consecuencia, su belleza), en el Romanticismo la reflexión fracasa en su intento de descubrir el universal que “debe” ocultarse en cada obra romántica y sublime.3 Tal falta de acomodación de la obra a su explicación es lo que le da un aura de “irrealidad” (porque no se acomoda a ninguna explicación es por lo que la obra tiene algo que “no es real”). Cierta lectura de la historia de la filosofía es la que someramente aquí estamos exponiendo.4 En Grecia había límites infranqueables: los dioses. Ellos demarcaban la realidad. Ésta, por lo tanto, estaba contenida por algo que “era y no era” real: lo sagrado. El espacio (y, también, por su lado, el tiempo) era una sucesión de segmentos de línea. Cada segmento tenía inicio y fin y, en consecuencia, no era homogéneo (al menos, el punto inicial y el final diferían del resto de puntos). De algún modo, los dioses eran esos puntos privilegiados de los segmentos que conformaban la realidad. Lo sacro “estaba” en la realidad (definiéndola) y, por lo mismo, había espacios y tiempos “diferentes”. La cueva de Dicte, la fuente de Castalia, el monte Olimpo y el Telesterion de Eleusis, por ejemplo, eran espacios no ordinarios. Del OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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mismo modo, el tiempo también variaba su “densidad” (o lo que es lo mismo: no había relojes universales). Sin embargo, en la Grecia clásica lo sagrado comenzó a cuestionarse, y el ágora se convirtió en el espacio público por excelencia: la semilla de Occidente había sido plantada.5 El fundamento debía ser transparente; las leyes se escribieron, y la plaza transparente sustituyó la impenetrable roca que Cronos había vomitado en Delfos como centro del mundo.6 La progresiva cristianización de Occidente supuso la unión de esos principios esencialmente diversos (los diferentes dioses) en uno solo: el Innombrable. La definición de la realidad ya no estaba en la realidad. Estaba fuera de ella; “por encima” de ella. Las consecuencias no se hicieron esperar. El espacio dejó de contener recovecos mágicos, y el tiempo, meandros cíclicos. Ambos se tornaron infinitos, y el rito devino folklore. La realidad era ya homogénea. Las leyes tenían que ser las mismas para todos. El universo entero debía explicarse por una sola ley inmutable en su comportamiento (también llamada Dios); ella era lo único sagrado del universo, y de ella dependía el mecanismo entero del mismo. Lo sagrado se escapó más allá de las estrellas, y esa sucesión de segmentos que nos sirvió para ilustrar la composición del espacio y del tiempo que tenían los antiguos griegos se esfumó. En su lugar, surgió una línea sin fin de puntos infinitamente divisibles. Todos eran igualmente importantes e indistintamente prescindibles. Ya no había segmentos de línea. Solo un horizonte azulado y alcanzable. La revolución copernicana, la res extensa, el cálculo infinitesimal, el espíritu absoluto, la Ilustración… En tales ideas se reflejó una sola: que la realidad era homogénea y que su principio estaba fuera de ella. Por eso, llegados a ese momento, “dio igual” que la Tierra estuviese o no en el centro (ya la habíamos desposeído de su sacralidad).7 Por eso la Tierra ya no está en el centro. Por eso, durante un rato, el Sol ocupó el centro. Por eso, ahora, ni tan siquiera hay centro. La despiadada locomotora de la Ilustración ha arrasado todos los rincones y praderas del mundo. Los “salvajes” mueren a su paso como búfalos desangrados: “La Tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la Tierra”, le responde heroico el gran jefe indio al gran jefe blanco de Washington. Pero la locomotora continúa avanzando… El Romanticismo aparece como reacción a tal situación. No admite el exilio forzado ni de dioses ni de fantasmas y, de algún modo, quiere regresar al inicio de toda esta historia; a Tales de Mileto y su célebre sentencia: “todo está lleno de dioses”. Todo es sagrado: debemos regresar a los orígenes, dice, porque ser original es volver a los orígenes. Hay que recuperar la tierra que perdimos, el cielo que alguna vez poseímos, el aire que siempre respiramos, la esencia que una vez fuimos, la oscuridad de donde brota toda luz. Se entonaron antiguas canciones, se dibujaron horizontes desdibujados, se escribieron antiguas nuevas lenguas y se actualizaron viejos mitos. El Romanticismo quiso enmendar la ceguera
5 M. Heidegger, El Ser y
el Tiempo, Madrid, fce, 1973. 6 M. Detienne, Los maestros
de verdad en la Grecia arcaica, Madrid, Taurus, 1986.
7 T.S. Kuhn, La revolu-
ción copernicana. La astronomía planetaria en el desarrollo del pensamiento, Barcelona, Ariel, 1996.
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8 El romanticismo es, sin
duda, una expresión “nocturna” del pensamiento humano. Cf. G. Durand, Las estructuras antropológicas del imaginario. Introducción a la arquetipología fundamental, México, fce, 2004.
9 F. Nietzsche, La Gaya
Ciencia, sección 125. Recuperado de http:// es.wikipedia.org/wiki/ Muerte_de_Dios, 29 de octubre de 2013, 14:09.
10 Ese es el término que usa
Felipe Martínez Marzoa.
11 Durand, Mitos y socie-
dades. Introducción a la mitodología, Buenos Aires, Biblos, 2003, p. 47.
del Siglo de las Luces sumergiéndose en las sombras. Así, con noche, se enfrentó a la desacralización del mundo.8 Y entonces vociferó Nietzsche: Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?9
Cuando Nietzsche dice que Dios ha muerto, no habla de religión; habla de algo diferente. Si el desarrollo de la historia de la filosofía consiste en la concentración de la sacralidad del mundo en un punto que vive fuera de él, lo que Nietzsche diagnostica es que ese punto, en este preciso momento, está explotando por los aires. El “más allá” ya no es fundamento. Bienvenidos a la posmodernidad. Bienvenidos a la modernidad en podredumbre.10 Bienvenidos a la pornomodernidad. La implicación última de la homogeneización del mundo es evidente: si todos los puntos son iguales, no hay límites. En el desierto de lo real, todas las cosas son iguales, como granos de arena en el Sahara, como brozas secas en un pajar, como copos de nieve de la Antártida. Por eso, si queremos vivir con principios, estos no los podemos buscar ahí afuera. Ahí afuera, no hay nada. ¿Dónde, entonces, buscar los principios del mundo? El Romanticismo, de algún modo, plantea y responde esa pregunta de forma inocente y sabia, sacrílega y profundamente religiosa, osada e infantil: en el desierto, lo sagrado está en nosotros. Pero, ¿podemos nosotros sostener el mundo entero? ¿No es, acaso, además de soberbio, imposible? Romanticismo y positivismo son hermanos gemelos. Son Dionisos y Apolo encarnados (y, como Caín y Abel, se odian). El Prometeo filántropo del progresismo tiene su lado oscuro: el moderno Prometeo de Shelley. Si para Malebranche la imaginación era “la loca de la casa”, para Baudelaire es “la reina de las facultades”.11 Así, en el siglo xix, inauguramos el estado actual de cosas: la polémica inconclusa entre razón e intuición. Si el progresismo es soberbio, el Romanticismo adopta la misma actitud para enfrentarlo, y responde osado a la orgullosa razón: “Sí, nosotros podemos sostener el mundo; sí, en nosotros podemos encontrar lo sagrado”. Cuanto más potente es el imperio de la razón, con más fuerza renace el impulso del corazón. La pugna entre razón y corazón no ha acabado. Quizás porque estamos demasiado inmersos en ella, no la vemos con la suficiente perspectiva. Sin embargo, ahí está, y un análisis detallado de los siglos xx y xxi nos desvelaría que el conflicto del xix continúa en la actualidad. ¿Razón o intuición? OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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Nuestro reto, como el romántico, consiste en refundar el mundo. ¡En nada más y nada menos que refundar el sostén del mundo! El neocontractualismo de J. Rawls, la hermenéutica francesa, el pensamiento débil de G. Vattimo, la teoría de la relevancia de Wilson y Sperber, el perspectivismo de Viveiros de Castro… Cualquier área de la filosofía actual (filosofía del derecho, metafísica, ética, filosofía del lenguaje, antropología, etc.) toma al individuo o a la comunidad de individuos como punto de partida. El principio está en nosotros y, en eso, el Romanticismo tiene mucho que ver. Sin embargo, el proceso todavía está verde, y nos amarramos a la razón como lo hace un niño miedoso a la mano de su padre. Ya es mayor, pero no se atreve a soltarse. Buscamos el principio en nosotros, pero exclusivamente en nuestra razón. ¿Por qué no aceptamos la intuición como método? ¿Acaso el siglo xx no ha demostrado lo perverso que puede ser un discurso basado en lo sistémico, mecánico, metódico y técnico?12 ¿Acaso no está claro que la objetividad nos aleja del objeto de estudio?13 Porque no nos engañemos, el pecado no es fruto de la intuición; el pecado es fruto de la razón.14 Comenzamos con las palabras armónica-belleza y natural-esencia. Acabemos con otra vieja nueva palabra: arte-técnica.15 En la Grecia antigua, τέχνη significaba una cosa que, como muchas otras, la historia ha dividido esquizofrénicamente en dos: “técnica” y “arte”. Técnica, arte y artesanía no es que se entrelazaran hasta confundirse en un solo concepto: eran un solo concepto. Ciencia y humanidades no se oponían; eran lo mismo; razón e intuición no eran enemigas; eran complementarias. Por ello, quizás, el rito expiatorio que debemos inventar consiste en revalorizar lo que el Romanticismo encumbró: la intuición. Tal vez, entonces, nos acerquemos un poco más al ideal de hombre integral e integrado en el mundo y, en lugar de perdernos en las infinitas perspectivas desde las que las ciencias intentan analizar los objetos, seamos capaces, también, de verlos desde la única perspectiva auténtica: desde el centro de sí mismos. Un absoluto no podrá ser dado sino en una intuición, mientras que todo lo demás surge del análisis. Llamamos aquí intuición a la simpatía por la cual uno se transporta al interior de un objeto, para coincidir con aquello que tiene de único y en consecuencia de inexpresable. El análisis es al contrario la operación que reduce el objeto a elementos ya conocidos, es decir, comunes a este objeto y a otros […] En su deseo, enteramente incumplido, de abarcar el objeto alre- dedor del cual está condenado a dar vueltas, el análisis multiplica sin fin los puntos de vista para completar la representación siempre incompleta, y cambia continuamente los símbolos para perfeccionar la traducción siempre imperfecta. El análisis, pues, se prolonga hasta el infinito. La intuición, en cambio, si es ella posible, es un acto simple.16
12 V. Kemplerer, LTI: La len-
gua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo, Barcelona, Minúscula, 2001. 13 Ricoeur dice que la obra
más famosa de Gadamer no debería titularse Verdad y método, sino Verdad o método. El distanciamiento enajenante permite una aproximación objetiva (científica) al objeto, pero no nos permite comprenderlo: “o bien practicamos la actitud metodológica, y así perdemos la densidad ontológica de la realidad estudiada, o bien practicamos la actitud de verdad, pero entonces debemos renunciar a la objetividad de las ciencias humanas” (P. Ricoeur, Del texto a la acción, Ensayos de hermenéutica ii, Buenos Aires, fce, 2001, p. 95). 14 I. Kant, “Comienzo
presunto de la historia humana”, en Filosofía de la cultura, Madrid, fce, 1997. 15 Aunque no tiene la misma
fuerza que técno-arte, se presta a menos equívocos. 16 H. Bergson, Introducción a la Metafísica, Centro de Estudios Filosóficos, México, unam, 1960, pp. 11-12.
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Andrés-Miguel Blumenbach
Vindicación de Schopenhauer según Safranski
Ensayista y poeta de la unam.
What thing so good which not some harm may bring? Even to be happy is a dangerous thing.
Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes, 1818.
william alexander
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U
no observa el mundo desde la colina del pensamiento vivencial; se adentra en sus laberintos, se encuentra en sus reflejos, siente el calor de la luz del sol tamizado por los vidrios y advierte algo más que vibraciones o resonancias físicas que, templadas, crean la realidad. Un sentimiento opalino recorre el cuerpo entero, lo desdobla hacia dentro, cuidadosamente. ¿Qué es esto?, pregunta la razón. Eso eres tú, responde el espíritu. Y los artificios y bifurcaciones cotidianas se muestran ahora en un caleidoscopio que presiente su limitación, como cuando queremos colmar la sed del mar con un grano de arena o cuando presentimos el cuerpo infinito que somos dentro de su propio aprisionamiento temporal y ambicionamos liberarlo sin la llave del entendimiento. Y así el estudioso inicia el camino del saber y la belleza. Diversos libros le son mostrados y pierde, en el goce estético, aquella partícula dentro de él que le tenía esclavizado a la mera fruición hedonista y a la vanidad. El rumor de un acontecimiento sin precedentes lo cautiva, lo devuelve al arrobo de la vida desnuda, sin arquetipos, sin sociedades e, incluso, sin el trazo seguro que le ha agenciado una personalidad y un carácter terrenales. No puede menos que sentirse seguro al estar de pie sobre las aguas del fenómeno, sin apelar a lógica alguna o al progreso de la historia o a la creciente obliteración del pensamiento en favor del falso hacedor que loa sin el mérito de haber visto; la literatura ha pretendido fugarse con esos profetas que se pierden en la batahola de la autocomplacencia. Arribamos al puerto donde nos espera Schopenhauer, a un tiempo vigoroso y exquisito; el pensador que ha sido ignorado por el siglo que favoreció el historicismo del hombre, que quiso esperar la autorrealización en y por el espíritu absoluto, materializado en el Estado. Faltaría el inevitable decurso del tiempo que todo lo envenena (la sentencia es de Emerson) para entender que afirmaciones así aventuradas, tan generales, son poco menos que sofismas, palabrerías permutadas o juegos del lenguaje. Como si de alguna manera el inmortal rocío de la pluma de Bakunin, Kropotkin o 69} EXÉGESIS OPCIÓN 179
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Andréyev hubiese encontrado las nervaduras de los hechos en los que el sol del pesimismo amanece. Una antigua daga (¿quién es su regente?) ha acariciado en divisiones varias al sentido común al esparcir una peste aciaga que penetra, incluso, en la mente de los más dotados, de donde crecen ideas absurdas tales como: la literatura es diferente a la filosofía o el arte persigue intereses distintos a los de la ciencia. No obstante, tengo por errónea esa fantasía que, verbigracia, Léon Bloy refiere en el cuento Los cautivos de Longjumeau: la de ser la espuma de un río inevitable que dirige la causalidad hacia el delta de un mundo perdido, predeterminado. Por ello, imagino, Rüdiger Safranski decidió convertirse en el amanuense biográfico del rival de Hegel, de Fichte, de Schelling, de Nietzsche y de algunos otros. Una premura por responder las agobiantes dudas que asolan a los hombres ha llevado a ilustres personajes a levantar catedrales de información a las que se la ha dado el mote de conocimiento. Y a esa fronda inaudita, donde se hallan los nidos de los propaladores del mundo, se le ha reservado el espacio que mejor altura y nutrimento requiere para sostener a los auténticos ejemplares del sentido y el movimiento, individuos poco usuales: el crítico, el asceta erótico, el sabio. Lo ha dicho Dryden: por el sufrimiento acariciamos la dicha. Pero no hay motivo suficiente para pensar que las cortapisas al deseo o el advenimiento de cualquier fin conducen al pesimismo, inevitablemente. En esto se equivocan la mayoría de los intérpretes de la obra de Schopenhauer. He comprobado en ocasiones innumerables el total desconocimiento de su obra, carencia natural de las personas que no leen completamente al pensador de Danzig –siguiendo la moderna corriente de reflexionar por los otros y no por ellos mismos, como quería Kant, pese al invariable oro que relumbra en los reflejos del saber hecho parcelas, tal como se estila en nuestra sociedad, tan infantil por referir lo menos. Concebido hace pocos lustros, este libro le granjea a Safranski nota de escritor original; descuella por su lucidez narrativa y plasticidad cronológica; nos descifra la respiración del filósofo cuando paseaba por Frankfurt acompañado de Atman, su perrito de aguas, salpimentando los hechos con los sabores de la reflexión psicológica. Veinticuatro capítulos se han precisado para coronar ese logro. En ello se nos van las noches cuando, al fin, uno puede confesarle al silencio sonoro que nunca ha leído a un pensador con tanto asombro, menos por su incomparable erudición que por las ínsulas a las que su genio llega, y que hacen empequeñecer a un Borges, a un Cansinos Assens o a un Reyes, pues escribir estas líneas sin haber conquistado la cima de El mundo como voluntad y representación sería un oprobio comparable al de falsear las circunstancias para un soneto o un madrigal; de ahí que Virgilio reflexione que la virtud y el apremio se aprenden del virtuoso, y la mera fortuna, del resto de los hombres (Eneida, libro xii). OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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Pero sería imposible trazar una breve historia de este enorme mapa circunscrito en poco más de cuatro centenas de páginas sin hacer acopio del sentido que le prodiga sus perlas: la música: “Schopenhauer nada contra la corriente de su tiempo: no le anima el placer de la acción, sino el arte del abandono. Este ‘filósofo de lo irracional, racional en grado extremo’ (Thomas Mann), diseña una filosofía que invita a inhibir la acción. Su sueño es un mundo transformado en el espejo desinteresado de la música”. El tiempo es el alma del mundo, entendió Pitágoras; la música es tiempo y, según Wallace Stevens, aquella es sentimiento puro y no apariencia de sonido. Pero a su vez, anota Schopenhauer, es la heredera auténtica del Ser, su atributo único. El arte precede al éxtasis de la aniquilación del yo, como el fuego a la luz o el cuerpo al amor. Arthur lo sabía y, ante la indiferencia de sus coetáneos, lo cantó con esplendor meteórico: “¿No desaparece acaso la voluntad –ese ens realissimum schopenhaueriano–, que se expresa en la música, en su propia expresión? ¿No es acaso esa expresión un ensayo de lo que desde la perspectiva de la voluntad es nada, pero desde lo cual es a su vez también nada todo lo que es voluntad? De lo que no se puede hablar, hay que callar (Wittgenstein)”. Schopenhauer penetra el pensamiento tanto como Kazimir Malevich lo hace en la pintura. En la sobriedad del lienzo Blanco sobre blanco (Nueva York, 1918) se presiente el anhelo metafísico, purísimo, del individuo que atestigua la unidad y la pluralidad –esos dos formidables arietes–, hacia un espacio avolitivo e imperturbable. El sujeto del querer transmutado en el sujeto del saber habrá sido emancipado del vasallaje de su ego; sugerentes voces que violentan la seguridad del orden lo nimbarán de un realismo soñador, espejos que aventuran sus reflejos como en ese poema de Góngora: “El sueño (autor de representaciones)/ en su teatro sobre el viento armado/ sombras suele vestir de bulto bello”... y de entender el magisterio del gran liberador: el instante de volvernos correlato con la idea misma en virtud de la música: lo inconsciente vuelto consciente. El albacea de Platón y Kant, el doctor joven que departió jornadas insólitas con Goethe, el desvelador de la esencia con la bravura de su pluma que trastocó diarios y folletones, el heredero de infinitos táleros que conjura la fama y el reconocimiento en el presente (también así pensaba Séneca), el receloso hijo que disfruta la hartura aristocrática, el furibundo asistente de conciertos y óperas, lector de las Upanishads y sabedor de la doctrina del Buda; el eterno solitario que rotura la tranquilidad de cualquier cenáculo como el odio horaciano al vulgo... Así, el Schopenhauer de Safranski no es la gota de agua que aspira volverse el mar sino, por el contrario, el mar que necesita, que quiere (y sabe) ser la gota. ¿Cómo descubrir algo sin irrumpir violentamente en el sentido? Lo ha dicho Lucrecio: los vientos se pugnan en contra pues no hace del cielo sonido, la parte serena. 71} EXÉGESIS OPCIÓN 179
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Angel Kuri Morales Hizo sus estudios de Ingeniería en la Universidad Anáhuac y de Filosofía en la unam. Maestría y Doctorado en Computación en la Universidad de Illinois y en Kennedy-Western, respectivamente. Es profesor en el itam desde 2002. Es aficionado al ajedrez, al cine, a la música, a la física y a la literatura, que disfruta en 4 idiomas.
1 Referencia electrónica:
http://www. chemicalelements.com/ show/mass.html 2 Referencia electrónica:
http://www.youtube.com/ watch?v=asPSmuruIHA
Ciencia, Arte y Romanticismo
E
n julio 4 de 2012 se hizo público el descubrimiento del campo de Higgs a través de la mal llamada “partícula de Dios”. Para lograr este descubrimiento se invirtieron más de 9,000 millones de Euros; colaboraron más de 10,000 científicos de más de 20 países; se estableció una red de más de 20,000 computadoras y se dedicaron millones de horas hombre. Esto, en un período de más de 25 años; desde el diseño de la máquina más compleja de la historia hasta la determinación de la existencia de un nuevo bosón, con una masa de cerca de 125 GEVs (aproximadamente la masa de un átomo de bario1). Labor hercúlea, concebida hace más de 40 años y que culminó con la entrega del Premio Nobel de física el 8 de octubre de 2013 a Higgs y Englert. Sin embargo, al ser cuestionado sobre la utilidad práctica de esta empresa, el Dr. Yoshida, uno de los muchos integrantes del experimento “Atlas” (uno de los dos experimentos que, simultáneamente, hicieron público el descubrimiento) dijo: “Frecuentemente se nos pregunta cuál es la aplicación práctica de cosas como esta. Y la respuesta es que no tenemos la menor idea. Esto es completamente desconocido. Si alguien les dice otra cosa, simplemente no está diciendo la verdad.” 2 El romanticismo se puede entender, históricamente, como una reacción frente a la Ilustración y el Clasicismo. Se busca, constantemente, la búsqueda de la libertad auténtica. En ese sentido fue revolucionario. Una interpretación histórica más intuitiva nos llevaría a la conclusión de que este movimiento, casi por definición, nos conduce al abandono parcial de las reglas de la razón, por una parte, y aquellas de los cánones aceptados, por la otra. En este segundo contexto el romanticismo parece identificarse con las características inherentes del espíritu humano. La exaltación de la individualidad por encima de lo socialmente aceptable. Así lo hace Beethoven en su sinfonía coral, anteponiendo la exaltación a la belleza por encima de las formas sinfónicas clásicas. Así lo hace Cervantes en el Quijote (adelantándose a las épocas identificadas como románticas) al exaltar el OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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espíritu caballeresco en un contexto parcialmente lúdico. Así lo hacen Goethe y Lord Byron. Este último llevando la idea romántica al extremo en sus acciones libertarias que lo condujeron a su muerte prematura. Razón por la cual diría Goethe, refiriéndose a Byron, “Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos”. De manera personal la esencia del espíritu romántico es la que evoca en mí el recuerdo de alguna rima de Bécquer: Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dónde camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!
“Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida…” − nos dice Bécquer − “…habrá poesía”. Y parece implicar que el romanticismo está ligado al misterio de lo desconocido. No solo eso, nos dice. Si lo desconocido desapareciere desaparecería con él la belleza. En este contexto hay una liga inevitable entre el quehacer científico más puro y el espíritu romántico. No es infrecuente que se asocie a los exponentes de la ardua disciplina que conlleva el dominio de las herramientas técnicas que son indispensables para lograr la excelencia científica, con la imagen desaliñada del “genio distraído” (Einstein3 o Gödel,4 por ejemplo). Imagen que, por cierto, se suele asociar también a los cultivadores de otras arduas disciplinas: las que propenden al dominio de las artes (Beethoven5 o David Helfgot6). Lo qué comparten estos genios distraídos de la ciencia con los genios distraídos de la música: la admiración de la belleza por encima de otras metas y su pasión por la excelencia. Cuando pasión y belleza se maridan surgen creaciones llenas
3 Referencia electrónica:
http://www.nobelprize. org/nobel_prizes/physics/ laureates/1921/einsteinbio.html 4 Referencia electrónica: http://www.ias.edu/people/ godel 5 Referencia electrónica: http://www.youtube.com/ watch?v=W-fFHeTX70Q 6 Referencia electrónica: http://www.youtube.com/ watch?v=0vxf5TbfNyc
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7 Referencia electrónica:
http://en.wikipedia.org/ wiki/Subcomandante_ Marcos#Identity 8 Referencia electrónica: http://www.upo.es/depa/ webdhuma/areas/arte/3cb/ documentos/41f.pdf 9 Referencia electrónica: http://www. poetryfoundation.org/bio/ lord-byron 10 Referencia electrónica: http://www.cema.org.mx/ scndr/czdomcr.pdf 11 Referencia electrónica: http://www.biography. com/people/ che-guevara-9322774 12 Referencias electrónicas: http:// www.napoleon-series. org/ins/scholarship98/c_ eroica.html y http:// www.youtube.com/ watch?v=HDlg1NI1Lrs 13 Referencias electrónicas: http://www.salvador-dali. org/museus/figueres/ es_historia.html y http:// www.flickr.com/photos/ andrea_yoly/5347616950/ in/photostream/ 14 Referencia electrónica: http://www.ciudadseva. com/textos/otros/ la_soledad_de_america_ latina.htm 15 Referencia electrónica: http://www. medicinabuenosaires. com/revistas/vol59-99/2/ v59_n2_211_214.pdf 16 Referencia electrónica: http://shakespeare.mit. edu/romeo_juliet/full.html 17 Referencias electrónicas: http://listverse. com/2009/04/27/top-10incredible-time-capsules/ y http://paleofuture. gizmodo.com/19amazing-time-capsulesstill-underground-andwhats-512832682 18 Referencia electrónica: http:// en.wikipedia.org/wiki/ Voyager_Golden_Record 19 Referencia electrónica: http://en.wikipedia.org/ wiki/Contents_of_the_ Voyager_Golden_Record
de libertad. La libertad auténtica que subyace al romanticismo. La libertad que fluye espontánea cuando se desvelan los misterios del universo en el caso de la ciencia; del espíritu humano cuando se exploran las disciplinas artísticas. Cuando hablamos de romanticismo viene a la mente la historia del paladín libertario que abandona la comodidad egoísta por ideales que son, ocasionalmente, difíciles de justificar. El maestro que va a la selva a luchar por los indígenas;7 el jesuita que abandona por siempre su mundo para experimentar la vivencia de una Misión en las tierras altas de Amazonia; 8 el poeta que se dirige a la Grecia de Aristóteles para ver cristalizado su sueño de libertad;9 el médico que arriesga y pierde su vida explorando los caminos intrincados de los antígenos potencialmente letales;10 el luchador libertario que abandona la comodidad de su estatus de bonanza y triunfo por el enaltecimiento de sus ideales.11 Cuando pensamos en romanticismo pensamos, también, en el genio musical que se dejó cautivar por la admiración al genio militar, pero se desenamoró ante la realidad del tirano;12 en el pintor que supo llenar de color el techo de su creación pero desdeñó las costumbres conservadoras que hubieran podido limitar la libertad de su locura;13 en el literato que prefirió recibir el galardón más preciado portando las ropas modestas de su origen campirano que el esmoquin que el protocolo solicitaba;14 en el filósofo que desdeñó la vida por ser fiel a un principio;15 en la pareja que se inmoló en un acto de sacrificio mutuo.16 Nos llega a la mente alguna historia como la siguiente. En el año de 1977 se enviaron al espacio dos ingenios conteniendo, cada uno, una copia del Disco de Oro del Viajero (Voyager Golden Record). Son discos fonográficos que contienen sonidos e imágenes elegidos para representar la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Están dedicados a cualquier forma de vida extraterrestre inteligente, o a futuros humanos, que pudiesen encontrarlos. En sí esto no tiene mucho de original. Es algo análogo a lo que los seres humanos hacemos desde hace mucho cuando preservamos “cápsulas del tiempo” para la posteridad.17 Pero lo extraordinario es que el Viajero no se dirige a ninguna estrella particular. Sabemos que el Viajero 1 estará a 1.6 años−luz de la estrella Gliese 445, actualmente en la constelación de Camelopardalis, en cerca de 40,000 años.18 Los contenidos de este extraordinario disco se describen, por ejemplo, en “Murmullos de la Tierra”.19 Hace 40,000 años, a pesar de las condiciones impuestas por una fría era del hielo, un resistente grupo de cazadores de mamuts emigra hacia la tundra en el sur de Siberia. Allí desarrollan habilidades específicas de los climas cálidos que les permiten poblar el noreste de Siberia y, eventualmente, el norte de América. Distancia análoga a esa, en el tiempo, es la que nos separa del posible descubrimiento del Viajero 1 por los hipotéticos seres imaginados. ¿Y la distancia en el espacio? ¿Qué posibilidad existe de que tal evento ocurra y el disco de oro sea encontrado? Pensemos que un año−luz OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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equivale a casi 10 billones de kilómetros. Para darnos una idea de lo que eso significa consideremos que entre la Tierra y el Sol hay 150 millones de kilómetros. Es decir, Voyager 1 va a pasar a una distancia que es 63,702 veces mayor que la anterior. Dicho de otra manera, sabiendo que el diámetro del sistema solar es de 9,090 millones de kilómetros, Voyager 1 va a pasar a 1,040 “sistemas solares” de Gliese 445. La probabilidad de un encuentro, pues, se antoja ridículamente pequeña. Ocurrirá, si es que ocurre, en un momento en que la raza humana (o su descendencia) difícilmente recordará a los humildes antepasados que enviaron a ese emisario interestelar. Sin embargo, un equipo internacional se dedicó a buscar durante años las muestras más representativas de nuestra cultura y nuestra humanidad. Identificó música, sonidos e imágenes; solicitó mensajes de los habitantes de la Tierra; e incluyó instrucciones para el desciframiento de la información contenida en el disco. “Conózcanos” les dirá a esos seres lejanos e improbables. Esta tarea de recopilación dedicada y cuidadosa implica un enorme orgullo por nuestra esencia humana y un acendrado romanticismo. Aquel que dice que hay consideraciones más importantes que las que nos impone el día−a−día; que debemos estar orgullosos de nuestra estirpe; que podemos hacer cosas extraordinarias porque sabemos cómo. Por la simple manifestación que esa esencia enaltecedora y gallarda nos impone. Richard Wagner, en el curso de veintiséis años (de 1848 a 1874) escribió la música y el libreto de la tetralogía del Anillo del Nibelungo. Las cuatro óperas tienen una duración conjunta de cerca de catorce horas.20 Una mañana de verano de 1986 se levantó Andrew Wiles21 con la determinación de dedicar el tiempo que fuese necesario para demostrarle al mundo la imposibilidad de extender la relación geométrica de los triángulos de Pitágoras a dimensiones superiores.22 En esta labor intelectual de abstracción blanca invirtió más de 7 años de su vida. Un mes antes de morir, Evariste Galois fue liberado del encarcelamiento provocado por su rebeldía ante las autoridades. La noche anterior a su muerte, Galois estaba tan convencido de la inminencia de ésta que la pasó escribiendo cartas a sus amigos y componiendo su testamento matemático. El 30 de mayo de 1832, a primera hora de la mañana, Galois fue herido en un duelo de espadas, falleciendo al día siguiente a las diez de la mañana. Las últimas palabras a su hermano Alfredo fueron: “¡No llores! Necesito todo mi valor para morir a los veinte años”.23 En su romanticismo Chopin dejó que su sentimiento lírico quebrantara la realidad patente. “Rosas, claveles, plumas de escribir y un poco de lacre [...] y en ese instante ya no estoy en mí, sino, como siempre, en un espacio totalmente distinto y asombroso [...] en los espaces imaginaires”. Su preferencia por las piezas de carácter (el nocturno, la balada) es típicamente romántica, como lo es el rescate de géneros clásicos (la sonata, el concierto y el preludio) para tratarlos en forma no convencional. Su nacionalismo
20 Referencia electrónica:
http://www.youtube.com/ watch?v=oCakOmG8bqQ 21 Referencia electrónica: http://en.wikipedia.org/ wiki/Andrew_Wiles 22 Referencia electrónica: http://en.wikipedia.org/ wiki/Wiles%27_proof_ of_Fermat%27s_Last_ Theorem
23 Referencia electrónica:
http://www. biografiasyvidas.com/ biografia/g/galois.htm
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24 Referencia electrónica:
http://www.youtube.com/ watch?v=x18Wxs9Ph64
25 Referencia electrónica:
http://www.youtube.com/ watch?v=qQNpucos9wc
26 Referencia electrónica:
http://fr.wikipedia.org/wiki/ Tensing_Norga
musical se manifestó en la adopción y estilización de formas procedentes de la música folclórica de Polonia, tratando de reivindicar el sentimiento patriótico, justamente en tiempos de opresión rusa.24 Pasarse un peine por la mata desaliñada en un afán de demostrar cierta adecuación a los convencionalismos sociales, preocuparse por rasurar su rostro con algo mejor que un jabón de lavadero, cuidar su lenguaje agreste para no ofender los sentimientos pudorosos de las autoridades. Esas son actitudes que los románticos de corazón ignoran sin darse cuenta. Porque el romanticismo, ante todo, es una forma de vida que encarna el desapego de las convenciones. Porque son esas las que pudieran atar la libertad, coartar la creatividad y amenazar con aplastar el espíritu. Dos haces de luz protónica con un diámetro mucho menor que un cabello humano se mueven dentro de un túnel circular más vacío que el vacío de la superficie lunar, de unos 27 kilómetros de circunferencia, más de 11,000 veces por segundo. En razón de su enorme velocidad, los protones que los componen son, cada uno, más de 7,000 veces más pesados que aquellos que componen los tejidos humanos. Para evitar que estos haces, siguiendo las leyes del Creador, se salgan de las órbitas impuestas en su recorrido, invisibles guantes magnéticos los contienen, los acarician y los guían. Para ello los imanes deben de operar a temperaturas más frías que las del espacio sideral.25 En un momento elegido, Enrico Barvin pulsa un interruptor y los dos haces se hacen cruzar. Los protones que los componen, cuya velocidad es esencialmente la de la luz, chocan con enorme energía. El paciente análisis de miles de millones de estos eventos nos lleva a la conclusión de que ha nacido una partícula que no se observaba desde el momento de la creación del universo. Y, sin embargo, Yoshida declara la inaplicabilidad de estos resultados. Resultados fruto de la labor que ocupó, durante años, las mentes brillantes y el talento de miles de hombres y mujeres en, verdaderamente, todo el mundo. Esta declaración, empero, no debería de sorprendernos. El descubrimiento de una fuerza del universo (literalmente) hasta entonces desconocida trasciende el utilitarismo, declara. Y dice, sin decir, que la búsqueda de la verdad vale la pena sin necesidad de justificaciones. El romanticismo se identifica con una época y con una serie de disciplinas asociadas con un cierto desapego por los vehículos acomodaticios de los mores del momento. En ese último sentido, la realidad que nos circunda, hoy día, es la más romántica posible. Está salpicada de la voluntad inacabable por asomarnos a los misterios y desvelarlos. Los del espíritu y los del mundo, por igual. No para que, como dijera Bécquer, se pierda la poesía. Si no porque detrás de cada misterio existe otro nuevo, más grande. Y porque cada misterio que deja de serlo nos hace sentir más humanos. Tensing26, al conquistar el Everest, pudo haber sido cuestionado acerca del por qué. Y él pudo haber dicho, mirando la montaña: “Porque está allí”. OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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El sátiro y la morada de los dioses:
El Romanticismo en la Luis Alfonso Gómez Arciniega obra de Knut Hamsun Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán. génesis 8:22
Estudia la maestría en Ciencia Política y Filosofía en la Ruprecht-KarlsUniversität Heidelberg. Cursó la licenciatura en Relaciones Internacionales en el itam y tiene estudios en Lengua y Literatura Alemanas por la unam. Ha publicado ensayos en revistas como Astrolabio, Revista Internacional de Filosofía y Estudios. Actualmente coordina una compilación de filosofía política latinoamericana en alemán.
Alguna vez dijo un sátiro que la condición humana es contradicción perpetua. Erguido, priapismo contagiado de arrebato carnal, carnero en su mitad inferior, orejas puntiagudas, testa coronada con cuernos, abundante cabellera, carnes tostadas al vino tinto, domina la esquina derecha del plano un sátiro que ha tenido a bien visitar a una familia de campesinos. Criatura dionisíaca, se ha embriagado toda la tarde. Persiguió ninfas la noche entera: ha seguido con disimulo el perfume de sus cabelleras, las ha observado mientras el agua saltarina de las cascadas baña sus cuerpos, escurriéndose por labios, senos, caderas… hasta desembocar en el oscuro triángulo del sexo. El día es particularmente frío. A lo lejos, el sátiro divisa una choza. Afuera, un campesino labra la tierra. De improviso, se lleva las manos a la boca y sopla para calentárselas. Acto seguido, invita al sátiro a pasar a su humilde morada. Se sientan a comer con otros integrantes de la familia. El campesino sopla la sopa. El sátiro no da crédito a lo que ve y pregunta por qué ha hecho eso. Extrañado, el primero levanta la mirada de su plato y contesta al segundo con bonhomía: “Lo he hecho para enfriar la comida, que está demasiado caliente”. Irascible de nacimiento, el sátiro se siente víctima de una burla y tan sólo espeta: “No puedo considerar un amigo nunca más a un tipo que con la misma acción sopla caliente y frío”. 77} EXÉGESIS OPCIÓN 179
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1 Stephan Wyss, por
ejemplo, señala que su origen hay que rastrearlo más bien en Erasmo de Rotterdam y en su célebre Elogio de la estulticia: “Todo cuanto lleva el necio en el pecho, lo traduce a la cara y lo expresa de palabra. En cambio, el sabio tiene dos lenguas, como recuerda el mismo Eurípides diciendo que una de ellas es la que usan para decir la verdad y con la otra las cosas que consideran convenientes según el momento. Es propio de ellos transformar lo negro en blanco, y, con la misma boca, soplan simultáneamente a lo frío y a lo caliente, porque media gran distancia entre lo que esconden en el pecho y lo que fingen de palabra”. Con ello, Rotterdam se refiere, según Wyss, a una fascinante colección de proverbios y adagios grecolatinos que él mismo tradujo, compiló y buscó interpretar en Adagia. S. Wyss, “Satyr beim Bauern. Über Ambiguität”, Kunsttexte, núm. 3, 2002. 2 Véase Isaiah Berlin, Las
raíces del Romanticismo (ed. Henry Hardy; trad. S. Marí), Madrid, Taurus, 2000.
Un bellísimo óleo del pintor flamenco Jacob Jordaens, en la Alte Pinakothek de Múnich, ha inmortalizado la escena: Satyr beim Bauern. En principio, esta obra ilustra una fábula de Esopo proveniente de la Grecia del siglo vi a.C., aunque otros eruditos ubican su procedencia en latitudes distintas.1 Acaso lo más llamativo sea la sorpresa mutua: un ser dual (el sátiro) se sorprende de la dualidad humana. La multiplicidad señala ambigüedades en el ser que pretendía serlo todo menos contradicción. En ésta reside, empero, el sino de la naturaleza humana. Quien quiera desvelar las oscuridades abisales de la condición humana tendrá que empezar por entender esta característica. Un gran inquisidor del racionalismo, Isaiah Berlin, sostenía que la ironía era precisamente la defensa ante el intento ilustrado de homogeneizar las personalidades humanas: las palabras pueden tener diversos significados.2 Y los pezones trémulos de Hera derramaron la leche por la galaxia... Para la Antigüedad clásica, esa banda luminiscente de astros llamada Vía Láctea es producto de la leche que Hera derramó cuando Zeus colocó a Hércules –fruto de sus amores con la ninfa Alcmena, por cuyas venas corría la sangre de Perseo y, además, era bella como una gacela lunar– en su regazo mientras dormía para que bebiera el alimento que lo haría inmortal. En un arrebato de orgullo femenino, Hera apartó bruscamente al niño y de sus pezones escurrieron gotas que pavimentaron ese camino de estrellas que conduce al Olimpo. Por encargo de Felipe IV, Peter Paul Rubens inmortalizó el momento en El nacimiento de la Vía Láctea, que engalana el Museo Nacional del Prado. Para los antiguos, el cielo era, en pequeña escala, el universo entero. Fueron asignando dioses a cada uno de los fenómenos naturales con la parsimonia con la que el campesino va segando el trigo, con la calma con la que la taiga va mudando de pieles para recibir al invierno. Eruditos físicos modernos podrían ahorrarse todas estas explicaciones pueriles con una sensata fórmula matemática, pero el asombro del hombre primitivo bajo el cielo constelado de estrellas devora los días con mayor fascinación cuando la realidad está poblada por dioses. El mundo se construye desde los mitos, no desde el microscopio de los astrónomos. ¿Cómo ordenar un bosque escandinavo? ¿Cómo atrapar la sinfonía de los violines del grillo en conceptos estrictos? Todo era naturaleza habitada por dioses: el exégeta noruego. Knut Hamsun entendió la tarea del escritor como exégesis de los fenómenos naturales y la representación de la naturaleza contradictoria del ser humano. En esta misma vereda caminarían sus convicciones políticas: la política sólo hace sentido cuando se entiende como apéndice de la poesía que, a su vez, tiene como tarea principal convocar a los dioses de la mitología nacional. Años después, frente al pelotón de especialistas contratados OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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para declararlo loco, el eremita escandinavo habría de recordar aquella tarde remota en que bosquejó sus primeros personajes. Entonces, con muchas canas más, pero con la astucia y elegancia que siempre lo distinguieron, se dio tiempo para darles una lección: les dijo que ninguna de sus figuras literarias podía ser clasificada en un solo tipo ideal. Poco o nada entendieron sus inquisidores. Acostumbrados a acatar órdenes y a moverse toda su vida en las coordenadas de la razón, ellos querían una respuesta. Hamsun les respondió con un enigma. Después de tanto tiempo, los humanos seguían sin entenderlo. Nada nuevo bajo el sol. Como su entrañable teniente Glahn, Hamsun prefería caminar por las espesuras arbóreas atestadas de luciérnagas, escuchar el romper de las olas golpeando los acantilados esculpidos por las manos de Poseidón, acurrucarse en la yerba sintiendo los primeros pasos de Pan, dormir con el sonido del mundo encerrado en un caracol. La razón era una camisa de fuerza obsoleta para la totalidad poética, fuego abrasador naciente en la montaña que va regando de pasión con sus llamas el camino. En este texto se destacarán dos aspectos fundamentales del Romanticismo en la obra del escritor noruego. Ambos están concatenados con las obras de arte descritas supra. Primero, el ser humano es contradictorio por definición. Segundo, la relación del ser humano con la naturaleza es vital y se expresa mediante un vínculo panteísta: todos los fenómenos están transitados por dioses. Los arquetipos hamsunianos son humanos... demasiado humanos: mujeres abnegadas que exploran la malsana delicia de la infidelidad; hombres intachables que, en un arrebato de locura, asesinan; escritores idealistas que descienden a los inframundos de la indignidad y, en el colmo de la realidad superando la ficción, un escritor que apoya la causa nacionalsocialista y termina el resto de sus días en un manicomio. En palabras de Katharina Kanthack-Heufelder: “El hombre es la naturaleza misma. Vive en esa inmanencia natural y paga tributo a la fuerza creadora del universo. En él está la salvación, evolución, religión… la religión de un panteísmo de grandes rasgos biológico y de una inmediatez abrumadora”.3 Antes de adentrarse en la fascinante cosmogonía de Hamsun, vale la pena hacer algunas precisiones. Muchas veces se han trazado los contornos de escritores prodigiosos como ingenuos o indoctos cuando sucumben a la tentación de inmiscuirse en la política. No será el caso de esta aproximación. Aquí se piensa que, para bien y para mal, las decisiones que éstos han tomado, se derivan de una particular forma de concebir al mundo que no debe ser soslayada. No es justificar. Es entender al hombre y a sus circunstancias. Por otro lado, este texto entenderá las decisiones políticas de Hamsun ligadas a la aspiración de volver realidad su cosmos literario. Aunque ya desde Campanella se sabe que las utopías acaban por desangrarse a sí mismas, si se le concede comprensión a la aspiración de reproducir instituciones liberales en sociedad divididas étnicamente –como la iraquí– o a
3 Katharina Kanthack-
Heufelder, “Idee und Form im Werke Knut Hamsuns”, Zeitschrift für Ästhetik und Allgemeine Kunstwissenschaft, vol. 33, núm. 3, 1939.
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reducir el amor a un mero juego de pagos y castigos, insertado en la lógica de la elección racional, ¿por qué no habría de concedérsele la misma licencia a Knut Hamsun? EL IRRESISTIBLE ASCENSO DE LOS DIOSES
El sol de la tarde ilumina el grano que la mano desparrama y cae en los surcos como una lluvia de oro. Llega Sivert y se pone a rastrillar, y luego apisona con el cilindro, y luego vuelve a rastrillar. Allí están el bosque y las montañas, contemplando. Todo es potencia y grandeza. Aquí todo se relaciona y encuentra una finalidad. knut hamsun, la bendición de la tierra
4 Paul Knaplund, “Hamsun:
Triumph and Tragedy”, Modern Age, vol. 9, núm. 2, 1965, p. 168.
5 Ibid., p. 44.
Cuando el solsticio de verano se aproxima, en los confines del círculo polar ártico se puede observar el sol las veinticuatro horas del día. El fenómeno es conocido como “noches blancas” y fue inmortalizado por Fiódor Dostoievski en una novela. Por aquellas fechas también se celebra la Noche de San Juan. El origen mítico de la fiesta en la que hombres alrededor del orbe se reúnen en torno a una llama se rastrea hasta los celtas. Con la naturaleza como nota dominante, se pretendía que las llamas devolvieran energía al sol para que no se extinguiera y, con él, toda la vida en la faz de la tierra. Algo que recuerda la convicción de ciertos pueblos mesoamericanos de sacrificar corazones humanos al astro solar. Más aún, en la celebración celta del bello fuego –aquelarre ofrecido en honor al dios Belenos–, se hacía pasar al ganado entre las llamas para purificarlo. Aquellas noches llenas de misticismo no debieron ser extrañas para Hamsun, quien seguramente también se regocijaba mirando a los dioses danzar en las brasas, trenzándose éstos con aquellas en una hoguera sin desprenderse hasta acabar hechos cenizas. Sus padres lo dejaron al cuidado de un tío que lo educó con rudeza innecesaria.4 Su salvación fue leer vorazmente. La pesadilla no resultó una pérdida: el niño fue creando mundos que el adulto habitaría en sus ficciones. Cierta tarde, caminando con su hermano Hans en el bosque, encontró un venado que había sido apartado a empellones del rebaño por los perros. Aunque intentaron ayudarlo e incluso lo adoptaron hasta que se recuperó, el venado murió al poco tiempo. Hamsun plasmó el vínculo con el animal en un poema: ¡Atrás ha quedado el hambre! ¡Ningún deseo te tortura más! Reposas quieto en tu tranquila morada. Gustoso, te recibirá un guardián de Sión. Maná y ambrosía te acercará.5
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Ya en sus primeros cuentos, Hamsun reivindicó los trabajos más elementales, poco valorados y en riesgo de desaparecer por la avalancha de las innovaciones técnicas. En Sünde (Pecado), una desamparada chica nórdica lleva flores a las tumbas. Mientras el mundo se rinde al progreso tecnológico, Hamsun hace un elogio del cementerio, cosmos social amenazado. El poder lírico de sus historias es fuerza pictórica que invade la pupila. Hannah, núbil musa noruega, tiene que prostituirse para conseguir el dinero que le hace falta. A diferencia de Sade, Hamsun no encuentra una Juliette enamorada de las delicias de la carne: ve el vestido desgarrado, el cuerpo inflamado, el alma ultrajada. La frase final es lapidaria: “Ahí viene la mujer. Ya no trae flores en el regazo; rosas y camelias reposan en el piso. Si un niño hambriento viniera y las hurtara, dudo que fuera pecado”.6
6 Ulrich Kriehn, Knut
Hamsuns Frühwerk im Kontext: Übergänge vom Naturalismus zur Neuromantik, Edition Kulturwissenschaften, tomo 4, Frankfurt an der Oder, Viademica, 1997, p. 29.
Joseph M. William Turner, Vista de un canal lateral cerca del arsenal, c. 1840.
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POR LA SENDA DE LAS VALQUIRIAS
Hacia el anochecer, Odín hizo traer unas espadas de tan bruñido acero que no se precisaba otra luz. Hler se amistó con su vecino, que era el dios Bragi, ejercitado en la elocuencia y en la métrica. jorge luis borges, los kenningar
7 �Die Edda. Die Lieder der
sogennaten älteren Edda (ed. Hugo Gering), Meyers Klassiker-Ausgaben in 150 Bänden, Leipzig/Viena, Bibliographisches Institut, 1892, p. 150. 8 Ibid., p. 179.
9 Ibid., p. 71.
10 Knaplund, op. cit., p. 170. 11 Josef Rattner y Gerhard
Danzer, “Knut Hamsun oder der Dichter ist weder Weisheitslehrer noch Prophet oder Übermensch”, en Josef Rattner y Gerhard Danzer, Dänemark und Norwegen in Europa: Geistesgeschichtliche und literarische Essays, Würzburg, Königshausen & Neumann, 2004, p. 279.
En la mitología nórdica, Valhalla es un majestuoso salón ubicado en la ciudad de Asgard gobernada por Odín. Los muertos en combate viajan a ese lugar tras su muerte, guiados por las valquirias, quienes curan, deleitan con su belleza y dan a beber ambrosía a los guerreros. Un bosque de follaje dorado, Glasir, se halla ante la gran estancia, que está cubierta con escudos bruñidos.7 La Edda poética, colección de poemas compilados en el siglo xiii a partir de fuentes tradicionales, describe el lugar de reposo de los paladines: “Odín y Saga tomaban gustosamente todos los días del recipiente de oro”.8 Más adelante, la exquisita recopilación de poesía islandesa profundiza en las características de la morada de los dioses: “Conozco Gladsheim, donde la dorada Valhalla destella con bríos de oro; Odín elige todos los días a los héroes que cayeron en las discusiones de acero. Todos los que vienen a Odín son guerreros conocidos y él es quien domina la gran sala. Lanzas decoran la estancia y escudos cubren la sala como tejas; fuentes brotan en las bancas”.9 Como aquellos héroes caídos, Hamsun iniciaría el recorrido a la gloria de vuelta en Escandinavia. Había hecho dos viajes decisivos a Estados Unidos que moldearían su personalidad, reforzarían su vocación y contribuirían a su anglofobia. Fruto de su experiencia, escribió La vida espiritual de la América moderna (Fra det moderne Amerikas Aandsliv), amarga crítica de la vida en aquel país. Al cabo de un tiempo, se hizo a la mar en el Thingvalla y, con escasas coronas en el bolsillo, sólo se detendría hasta llegar al barrio de los trabajadores en Copenhague, Nørrebro. Recién desempacado, lo primero que haría sería volver a escribir. En 1888, después de una “década de frustración” –a la que mucho contribuyeron las estancias en Estados Unidos–, Hamsun probó las dulces mieles del éxito.10 Edward Brandes leyó el manuscrito de Hambre (Sult) y le auguró un excelente futuro. La revista danesa Ny Jord publicó algunos adelantos que fueron bien recibidos. Incluso la prestigiosa y elitista editorial Samuel Fischer tradujo el libro al alemán.11 Sibarita del espíritu, Hamsun se deleitaba viendo a su personaje deambular por las páginas del libro muerto de frío, empeñando botones de su chaleco, malviviendo de artículos para periódicos, rechazando dádivas que atentaran contra su dignidad, enamorándose de una joven desconocida… el hombre contra el mundo y sus circunstancias. El escritor se confunde con el personaje. El péndulo de la historia por fin oscilaba de forma favorable. Cuatro años después publicó Mysterier (Misterios). Hamsun estaba al pie de un acantilado: la espuma del OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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futuro acariciaba sus pies, el viento lo golpeaba con una fuerza casi mística. Sabía que se subía a un tren que sólo se detendría con la muerte. En 1893, Hamsun se trasladó a París y se congeló en una buhardilla. Dormía a ras de suelo y, de día, escribía sentado en una caja, con una placa de mármol para apoyarse. En los meses más negros, se acostaba a las ocho y se despertaba poco después de la medianoche para seguir escribiendo hasta que el día rompiera. Entonces bajaba por un desayuno escueto en las boulangeries del Barrio Latino. Lou Andreas-Salomé, pasión lacerante de Rilke y amor imposible de Nietzsche, lo encontró en la ciudad prodigio mirando las volutas del Sena ascender al Elíseo en las noches de luna clara. La musa de los escritores lo miró y anotó que era “bello como un dios mancebo”.12 En un cuarto barato del Barrio Latino escribió Nueva tierra (Ny Jord). Durante las tardes otoñales, con las notas de acordeones nostálgicos aderezando el bulevar Saint Germain, se paseaba por los bares conociendo todo tipo de personas interesantes. Ahí se topó con Paul Gauguin, Gustav Vigeland y Edvard Munch. Empero, August Strindberg sería quien dejaría una vivísima impresión en su alma.13 Acaso inspirado por el río que le traía recuerdos de sus bosques amados, Hamsun empezó a concebir en la capital francesa Pan (1894). En esta obra, el teniente Glahn, hombre solitario que habita una cabaña en el bosque, tropieza con Edvarda, hija del cacique del pueblo de Sirilund. Ambos protagonizan un romance interrumpido por las convenciones sociales. Todo el universo lírico está aderezado con guiños constantes a deidades mitológicas. La epifanía del teniente Glahn al mirar el jardín de las delicias que lo rodea bien podría recordar los ruegos de la ninfa Clítia enamorada del sol: Quid nunc, Hyperione nate, forma colorque tibi radiataque lumina prosunt?14 El personaje de Hamsun alcanza alturas poéticas dignas de celebrarse: ¡Gracias, Dios mío, por todas las flores que me has permitiendo ver en el mundo! ¡No por las flores lozanas y presuntuosas de los jardines, sino por las flores humildes, que son el ornato del bosque: por esta florecilla violeta, por esta campanilla azul tan tenue, por estos clavelillos salvajes que dan generosamente su perfume, por estas flores anchas, blancas y castas, que ahora se abren en el silencio con un temblor de cálices, que me hace pensar que, en pago de mi amor, me has permitido verlas respirar...15
Su relación con Evarda es idílica y los elementos de la naturaleza se confunden con los cabellos extraviados en la almohada, la piel al rojo vivo por los veranos caniculares escandinavos y los pechos en turgencia irredenta. Hamsun celebra en boca de Glahn a Evarda: “Eres mía y mi corazón se pasa todo el día en calma pensando en ti. Eres la mujer más hermosa del planeta y yo te he besado. A veces, sólo con pensar en ti, con pensar que mi boca te ha besado, me ruborizo de orgullo”.16 Idealizada entre el ensueño de Glahn, pero con los pies en la tierra por
12 Loc. cit.
13 Hamsun, op. cit., p. 214.
14 Ovidio, Metamorphosen
(trad. Michael von Albrecht), Reclam Universal-Bibliothek vol. 1360, Stuttgart, Reclam, 1994, p. 188.
15 Knut Hamsun, Pan (trad.
T. Sandmeier), Múnich, Albert Langen, 1923, p. 31.
16 Loc. cit.
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17 Charles Baudelaire, Les
fleurs du mal, París, Poulet Malassis, 1857, pp. 46-47.
18 [N. del E. ] Presentamos
la traducción del poema La Beauté publicada en Baudelaire. Poesía completa, Barcelona, Ediciones29, 1974, p. 71.
las convenciones sociales, Evarda recuerda por momentos a la musa de los poetas que Baudelaire canta: Je suis belle, ô mortels! comme un rêve de pierre, Et mon sein, où chacun s’est meurtri tour à tour, Est fait pour inspirer au poète un amour Eternel et muet ainsi que la matière. Je trône dans l’azur comme un sphinx incompris; J’unis un cœur de neige à la blancheur des cygnes; Je hais le mouvement qui déplace les lignes, Et jamais je ne pleure et jamais je ne ris. Les poètes, devant mes grandes attitudes, Que j’ai l’air d’emprunter aux plus fiers monuments, Consumeront leurs jours en d’austères études; Car j’ai, pour fasciner ces dociles amants, De purs miroirs qui font toutes choses plus belles: Mes yeux, mes larges yeux aux clartés éternelles!17 [Soy bella, oh, mortales, como un sueño de piedra, y mi seno, donde cada uno se nutrió alternativamente, está hecho para inspirar al poeta un amor, eterno y mudo como la materia. Alardeo en el azul, como una esfinge incomprendida uno un corazón de nieve a la blancura de los cisnes, aborrezco el movimiento que desplaza las líneas, y jamás lloro ni jamás río. Los poetas delante de mis grandes actitudes, que parece tomo prestadas a los más audaces monumentos consumarán sus días en austeros estudios. Pues tengo, para fascinar a estos dóciles amantes, puros espejos que hacen todas las cosas más bellas: ¡mis ojos, mis profundos ojos a las claridades eternas !]18 Hamsun se casó en 1898 y Victoria (Victoria. En kærlighets historie) fue el fruto de esos amores. Con La bendición de la tierra (Markens Grøde), Hamsun miró de frente a los dioses. Un hombre, Isaak, llega a los confines de la tierra de los lapones y erige una ciudad desde el primer tronco hasta el último miembro de la grey. Hace su esposa a una mujer con labio leporino –curiosamente, las lenguas germánicas refieren al conejo cuando designan la deformidad: Hasenscherte–, Inger, que tiene deslices constantes con otros hombres. Es lo normal en los seres humanos, Isaak la mira con compasión. Él tiene metas más grandes; ella es presa de sus propias inseguridades: —Ven, y llévame donde hay grosellas –le había pedido Gustaf. ¿Quién hubiera podido resistir? Corrió a su cuarto, y durante unos minutos OPCIÓN 179 EXÉGESIS
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refrenó sus pensamientos; pero él estaba abajo esperando; la tentación empezaba a morderle los talones; se compuso el peinado, se miró al espejo de todos lados y volvió a salir. ¿Y qué? ¿Quién habría obrado de otro modo? No siempre las mujeres son capaces de distinguir entre un hombre y otro hombre. Inger y Gustaf cogen grosellas y más grosellas en el terreno pantanoso; suben y bajan los montones de tierra y, al hacerlo, ella levanta la falda y deja ver sus torneadas pantorrillas. Inger es débil, sonríe, y no sabe más que decir: —Uno como tú no lo he visto en todos los días de mi vida.19
En 1920 le concedieron el Premio Nobel. En la laudatoria se habló de La bendición de la tierra. Se dijo que era una auténtica “épica del trabajo […] Así como el poeta campesino Hesíodo describió los trabajos del campo, Hamsun ha idealizado al trabajador que dedica toda su vida y todas sus energías a purificar la tierra y a triunfar sobre los obstáculos con los que otros hombres y la naturaleza lo confrontan”.20 MOLOCH O DE CÓMO HACER BAILAR A LOS DIOSES
Pero hay algo peor, incluso para hablar de ello. Yo creía que me llevaba bien con los niños. Venían de vez en cuando para que les escribiera mi nombre en sus pequeños libros, y hacían reverencias y daban las gracias, y todos estábamos contentos. Ahora se me usa para espantar a los niños. Todo eso aparte, dentro de cien años y tal vez menos, los nombres de los niños junto a mi nombre ya se habrán olvidado.
19 Knut Hamsun, Segen
der Erde (trad. P. KlaiberGottschau), Múnich, Albert Langen, 1924, pp. 272-273.
20 Harald Hjärne, “Award
Ceremony Speech. The Nobel Prize in Literature 1920” [http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/ literature/laureates/1920/ press.html], 22 de julio de 2013.
knut hamsun
Moloch, dios de los fenicios, era considerado símbolo del fuego purificante, que a su vez simboliza el alma. Los hebreos y cristianos asimilaron la deidad incorporándola como una divinidad diabólica que devora niños. Europa probaría ese fuego purificante con el estallido de dos guerras mundiales. Desde los eriales escandinavos, el eremita noruego siguió el combate fundacional encarnado en las máscaras antigás y las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Cuando se le cuestionaba por qué apoyaba a los alemanes, respondía con una mezcla de candidez y cinismo: “Soy un germano”.21 En una misiva privada al redactor de Simplicismus, Hamsun escribió: “Tengo simpatía por Francia porque es muy bonita y por Rusia porque, después de los germanos en Europa, será el pueblo del futuro. Sin embargo, no tengo simpatía alguna por Reino Unido que sólo se compone de egoísmo”.22 Empero, La bendición de la tierra ya contenía las notas que, tocadas por la ocarina de los nacionalsocialistas, tendrían que convocar a los dioses germánicos. Sus acérrimas críticas a la democracia y el liberalismo, y su reivindicación de la nación, la ruralidad y sus elogios de la guerra no tardaron en atraer la atención de los jerarcas nacionalsocialistas. En octubre de 1941, Hamsun da lecciones de geopolítica: “Mientras que Reino Unido
21 Rattner y Danzer, op. cit.,
p. 282.
22 Hamsun, op. cit.,
pp. 309-310.
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23 Knut Hamsun, “Antwort
auf die Fragen”, Sten Sparre Nilson, Knut Hamsun und die Politik (trad. F. Nothardt), Villingen, Ring-Verlag, 1964, p. 217. 24 Knut Hamsun, “Die
Rettung Europas liegt in der Hand der Deutschen”, Sten Sparre Nilson, Knut Hamsun und die Politik (trad. F. Nothardt), Villingen, Ring-Verlag, 1964, p. 233. 25 Knut Hamsun, “Knut
Hamsun legt auf dem Pressekongress ein Bekenntnis ab”, Sten Sparre Nilson, Knut Hamsun und die Politik (trad. F. Nothardt), Villingen, Ring-Verlag, 1964, p. 230.
siempre se ha esforzado por debilitar a todos los países de Europa, Alemania procura justamente lo opuesto. Evidentemente, Alemania se beneficiará del nuevo orden de Europa, pues cada país dentro de la alianza es suficientemente fuerte e independiente para valerse por sí mismo y procurar su seguridad”.23 A Roosevelt lo retrata como un francmasón palurdo con la ignorancia típica de los estadounidenses, incapaz de leer las conferencias de Hitler y, por si fuera poco, pavonearse de eso.24 Para 1943, la anglofobia de Hamsun alcanza alturas místicas: Reino Unido deseaba la guerra y Hitler sacó la espada, él era un reformador, un cruzado que quería marcar el comienzo de una nueva era y una nueva vida para todos los países que pudieran beneficiarse de lo mejor de cada miembro de la alianza. [...]. Pueblos y naciones querían luchar y vencer con él. Lo hemos atestiguado por años y días. Ahí está Adolfo Hitler, ese hombre especial que, paulatinamente, ha puesto al mundo de cabeza. [...] ¡Y lo logrará! Con Italia tiene un excelente aliado y tiene al núcleo de las potencias continentales a su alcance. Se arreglarán entre ellos y la guerra habrá terminado.25
Joseph M. William Turner, San Giorgio Maggiore en la madrugada, 1819.
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Aun cuando la derrota parecía inminente, Hamsun siguió confiando en la victoria final. A kilómetros de distancia, Hitler también seguía esperando, desde su búnker, que los hados lo bendijeran con alguna victoria inesperada en el frente del Este. Ambos hombres se habían encontrado ya una vez. No hubo conversación y el silencio se llenó del chirriar de espadas de monólogos egocéntricos: Hitler: Si la batalla decisiva que libramos se pierde, significaría la ruina para todos nosotros. Hamsun: Dígame, ¿por qué debemos vivir los noruegos con esta incertidumbre? ¿Qué pasará con nosotros? ¿Y Suecia? Suecia pertenece a la comunidad germánica, con Alemania y con nosotros. ¡Queremos integrar a Suecia! Sin embargo, nos alejamos constantemente de ellos. Hitler: Todo lo que usted me comenta es realmente insignificante en comparación con las víctimas alemanas. ¿Qué importa todo eso? Las víctimas políticas que su pueblo ha tenido son incomparables en relación con la carga que tiene que soportar el pueblo alemán, sobre todo, cuando se les exija sacrificio de sangre.26
¿Cómo comprender la posición que el escritor adoptó? Probablemente, Hamsun vio en la invasión de Noruega por las botas alemanas una posibilidad de salvación. A río revuelto, ganancia de pescadores; si el mundo giraba con rapidez en aquellos tiempos, era mejor sucumbir ante el pueblo germano que ante los piratas ingleses. Rondaban su mente el bombardeo británico de Copenhague de 1807, el bloqueo de Noruega entre 1807-1814 y el caso Bodö en 1818.27 Quien leyera sus artículos del Afenposten habría advertido que esta tendencia fue fruto de un largo proceso de meditación. Otra explicación podría ser que existiera en él la convicción de poder influir de forma más eficiente en las decisiones del Partido en lo concerniente a Noruega, inmerso en la estructura autoritaria. Hamsun lo dice en Senderos que la maleza oculta: Podría haber intentado huir a Inglaterra, lo que hicieron muchos, y luego volvieron como héroes porque habían abandonado su país, huido de su país. [...] Pensé que como mejor podía servir a mi país era quedándome donde estaba y seguir con mi granja agrícola como mejor podía en esa época de tanta estrechez, cuando en nuestra nación faltaba de todo, y, por lo demás, usar mi pluma a favor de esa Noruega que luego ocuparía un lugar tan alto entre los países germánicos de Europa. Era una idea que me atraía desde el principio. [...] De esa manera pude recordarme que cada uno de los grandes hombres de la cultura noruega habían pasado primero por la germánica Alemania para hacerse grandes en el resto del mundo.28
26 Cit. por Sten Sparre
Nilson, Knut Hamsun und die Politik (trad. F. Nothardt), Villingen, RingVerlag, 1964, Nilson, p. 176.
27 Knaplund, op. cit., p. 171.
28 Knut Hamsun, Por
senderos que la maleza oculta (trad. K. Baggethun y Asunción Lorenzo), Madrid, Nórdica, 2012, pp. 132-133.
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Aunque quedó constancia de que el Nobel noruego buscó reducir penas para quienes corrieron peligro bajo el yugo alemán, se convirtió en un paria para el resto de escritores. Acaso en su posición se unieron dos cosas: pasión por la naturaleza poblada por dioses hecha política y la lucha desenfrenada contra el racionalismo, la visión romántica del mundo.
Cuando Pan despierta, lo habitan la tristeza y el recuerdo de sus viejas hazañas. Tendido bajo un árbol, contempla las estrellas como resabios de algún dios ancestral y espera el llamado de Aurora. Así transcurrieron los últimos días de Hamsun, repudiado por sus compatriotas y sin un solo monumento que celebrara sus gestas literarias. A pesar de las vicisitudes, la vida del escritor noruego se apagó con la convicción de que la belleza de una flor se experimenta como un trance estético. En esto aventaja el campesino al hombre de diario: tiene contacto cotidiano con la grandeza de la tierra. Esta es la victoria final de la poesía sobre la política. El camino de la poesía hecha política, de la belleza labrada en instituciones, del espíritu romántico alentando el camino patriótico de las naciones del mundo que es tortuoso. Para Hamsun, los Estados bien podrían ser floraciones de esa enorme naturaleza de la que todos son parte. Porque cuando se muere, todo se recicla y todo vuelve al origen. El agua de los manantiales sigue esculpiendo la montaña, la estrella fugaz alumbra los montes en silencio, el canto de la cigarra incendia la soledad bucólica. Sus personajes constituyen no solamente radiografías bien logradas de la psicología humana, sino también una épica de la capacidad humana para sobreponerse a situaciones adversas. Las figuras que desfilan por sus páginas no aspiran a ser arquetipos libres de defectos; simplemente son y en esta cualidad reside su poder. Ser contradictorio por naturaleza no impide a los hombres alzarse como pinos para enfrentarse a la vastedad de la tierra confiados en la fuerza de sus brazos. Fue ignorado por los que lo habían galardonado antes de su decisión política, y los jueces lo condenaron a pagar su traición a la patria con el olvido. En Noruega no hay muchas calles o plazas con su nombre. En realidad, no importa mucho; el susurro de las hojas en los bosques sobrevivirá a la herrumbre y el paso del tiempo.
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Francisco José de Goya y Lucientes, El Vuelo de las brujas, 1797
LAS SINRAZONES DE LA RAZÓN
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Le romantisme noir
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Johann Heinrich Füssli, La Locura de Kate, 1741.
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Carlos Schwabe, La muerte y el enterrador, 1900.
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Johann Heinrich Füssli, La pesadilla, 1781.
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Caspar David Friedrich, Ribera con luna oculta por las nubes (Claro de luna sobre el mar), 1836.
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William Bouguereau, Dante y Virgilio, 1850.
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{CO LU M N A S}
Dinámicas sonoras
Lo Absoluto en la cuarta sinfonía de Bruckner.
Lo romántico está ahí donde la vida se celebra. hölderlin
E stamos en la gran sala dorada de la
Musikverein. Claudio Abbado empuña la batuta al frente de la Filarmónica de Viena. Comienza la música. Es la cuarta sinfonía, llamada “Romántica” del compositor austríaco Anton Bruckner (1824-1896). Un triple piano (ppp) en todas las cuerdas crea una atmósfera de creación. Entran los cornos primeros y segundos entonando un tema simple ligado; lo retoman las flautas. Y este evoluciona hasta el crescendo. Con esa secuencia, las cuerdas se liberan. Estalla la armonía. Todo se idealiza. Trompetas y trombones hacen antífona. La toma se amplía, la orquesta toca como en rapto. Claudio Abbado solo deja llevar sus brazos. Se quedan resonando los cornos… El arrebato es general.1 La cuarta sinfonía de Bruckner (18741878) es una obra que contiene todos los elementos propios del romanticismo musical: el misterio, lo medieval, la alegría de
vivir, lo tremendista, el idealismo, lo popular en su sentido más puro, la grandiosidad. El sobrenombre de romántica es, por tanto, justo a sus dimensiones y motivos de expresión. El primer movimiento de la cuarta de Bruckner tiene el título siguiente en alemán: Bewegt, nicht zu schnell, que quiere decir: con movimiento, pero no tan rápido. En su compás 290 comienza su clímax.2 El corno entona el tema del comienzo del movimiento con toda pureza. Luego dialoga con las trompetas. Una ola de misticismo se apodera de la obra. Como en un grito de plena fe y esperanza, la música llega a su máximo poderío. Pareciera un órgano monumental atrayendo las almas de los oyentes. Anton Bruckner era un católico convencido y practicante, más pietista que otra cosa. La música va a seguir evolucionando. La flauta con los timbales y el corno se entremezclan, a la
1 http://www.youtube.com/watch?v=gcBg-tXn0fs
2 Anton Bruckner, Symphonies 4 and 7 in Full Score
Consultado el 3 de noviembre de 2013.
(Editadas por Robert Hass), Dover, 1990, p. 27.
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par de los trémolos de las cuerdas. Los cellos en arco desarrollan las melodías. Vuelve el crescendo. Hay toda una sección de desarrollo hasta llegar a la coda final, donde los cornos franceses se quedan suspendidos como hacia la mayor de las glorias, mientras la orquesta solo azota acordes. En la versión comentada inicialmente se ve cómo Claudio Abbado, al terminar el primer movimiento, es presa del poder que representan estos sonidos. El segundo movimiento, Andante, es muy austero en su composición. De hecho, su evolución es muy lenta, limitándose a llevar la melodía central bajo el amparo de los pizzicatti. Aparentemente, nada pasa en alrededor de diez minutos. La crítica al autor, en el sentido de que es pesada su música, parece tener aquí justificante. Pero, al llegar al final, todo se transforma. Paradójicamente, al llegar a la indicación Langsamer (más lento), todo se transforma. Tenemos otro arrebatado clima. Las cuerdas en acordes ascendentes y descendentes sostienen la armonía. Los metales entonan temas jubilosos. A su término, el timbal pone un ritmo terciario. Luego, todo se hace más lento aún. Solo corcheas del timbal, acompañando al clarinete y a las violas. Claudio Abbado hace la indicación del inicio del silencio. Hay un tiempo para este también. El tercer movimiento, Scherzo, tiene toda la influencia romántica de la fascinación por el pasado. En este caso, de la caballería. Los cornos franceses entonan motivos de caza claramente identificables y hacen trémolos de excitación. Se cierra la primera parte. Pero en el trío del Scherzo, aparece algo inaudito en la música bruckneriana, una especie de regreso a Schubert y su quinteto “La trucha”, esto es: el reino de la melodía popular, simple y llana, armonizada con toda maestría. Para los románticos, precisa-
mente lo popular, su rescate, su difusión y su inclusión eran parte de la misión del arte.3 Una vez que concluye el trío, se repite desde la cabeza (da capo), el movimiento. El cuarto movimiento, Finale, comienza con una secuencia misteriosa de sonidos, hasta evolucionar en un estallamiento orquestal amenazante. Seisillos de los cornos y las trompetas, acompañados de blancas dan la sensación de un dies irae, o día de la ira en el oficio de Réquiem, esto es, de un poder oscuro destructor e implacable. El movimiento va a transcurrir hasta un clímax intermedio en la misma tesitura, los aguerridos motivos se suceden. Y llegamos al final. A uno de los portentos de la creación romántica en toda su extensión. El máximo éxtasis posible convertido en áureos sonidos. Un portentoso crescendo precedido de redobles de timbales y trompetas, trémolos y más trémolos…el alma se desprende de sí… la última página de la cuarta sinfonía de Bruckner es de una simetría y perfección únicas, de la presencia en signos de la idea de lo divino y lo humano fundidos.4 En la versión aquí narrada se ve a un Claudio Abbado en estado de gracia al finalizar la obra. No es para menos. La cuarta de Bruckner es uno de sus vehículos de expresión. El historiador de la ideas, Rüdiger Safransky, nos ha legado una definición magistral de lo que es el romanticismo y el alma romántica, la cual dice lo siguiente: El espíritu romántico es muiltiforme, musical, rico en prospecciones y tentaciones, ama la lejanía del futuro y la del pasado, las sorpresas de lo cotidiano, los extremos, lo inconsciente, el sueño, la locura, los laberintos de la reflexión. El espíritu romántico no se mantiene idéntico; más bien, se transforma y es 3 Alfred Einstein, A short history of music, Alfred Knopf,
1947, pp. 187-190. 4 Anton Bruckner, Op. Cit. P. 150.
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contradictorio, es añorante y cínico, alocado hasta lo incomprensible y popular, irónico y exaltado, enamorado de sí mismo y sociable, al mismo tiempo consciente y disolvente de la forma. Goethe, cuando ya era un anciano, decía que lo romántico es lo enfermizo.5
El espíritu romántico es contradictorio, dice Safransky. Contiene la forma y el fondo, locura y la cordura. No necesariamente tiene que ser lo enfermizo, a decir de Goethe, quizá esa afectación le ha hecho mucho daño al término romántico. Cuando uno escucha una sinfonía como la cuar-ta de Bruckner se posee un panorama muy didáctico de lo que el término significa. Qué tal el concepto de Novalis sobre lo romántico para comprobarlo: “En cuanto doy alto sentido a lo ordinario, a lo conocido dignidad de desconocido y apariencia infinita a lo finito, con todo ello romantizo (Ich romantisiere)”.6
La cuarta de Bruckner, es cierto, es una romantización de lo divino y lo mejor de lo humano. Su poder de sugestión es enorme. Su sola mención puede remitirnos a horizontes infinitos, grandes acciones. La inocente definición del mismo Bruckner es parte de lo romántico: “Una ciudadela de la Edad Media. Amanecer. La diana se oye desde la torre. Las puertas se abren. Los caballeros avanzan con brío montados en orgullosos corceles. La magia de la naturaleza los rodea”.7 Dice el musicólogo Jonathan Kramer, que cuando le preguntaron a Bruckner qué tenía en mente al componer su sinfonía, él mismo dijo que no sabía. Uno se puede preguntar ante tal declaración, ¿se requiere saber en lo romántico? 7 Cfr. Jonathan Kramer, Invitación a la música, Ed.
Vergara, 1993, p.225.
Carlos Spíndola 5 Rüdiger Safransky, Romanticismo, una odisea del
Maestro en Políticas Públicas, itam. Actualmente es
espíritu alemán, Tusquets, 2007, p. 15. 6 Ibíd.
rector de la Universidad José Vasconcelos de Oaxaca.
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Revolución en mente: la creación del psicoanálisis George Makari
H oy en día todo el mundo habla de psico-
análisis, pero es poco lo que se sabe. Se habla del subconsciente y de la psique como si fueran hechos innegables o atemporales; se publican anualmente cientos de libros de autoayuda que expresan con ligereza recetas “psicoanalíticas” para mejorar la vida en simples pasos. Hay “especialistas” que interpretan los sueños para darles un giro “freudiano” a partir del cual se interpretan los problemas que se acarrean desde la infancia (o desde el útero, según sea el caso). Hay fanáticos del “terapiarse”, que buscan la explicación del menor desliz sentimental y del camino que los llevó a cometer los mismos errores. Existe, pues, una actitud hipocondriaca relacionada con conceptos de los que pocas veces se analiza el origen y la validez. La sociedad no solo ha abrazado al psicoanálisis, sino que lo ha reducido a la popularidad. Fuera de los círculos académicos, en donde se contraponen y critican teorías (aunque esto no está garantizado), el psicoanálisis es una práctica ampliamente
aceptada. De aquí la urgencia de esbozar una genealogía de este pensamiento, no sólo con la idea de buscar los orígenes para entenderlos, sino los supuestos y los debates para situarnos. En Revolución en mente, George Makari hace un recorrido detalladísimo de los sucesos que generaron la consolidación de la psicología como ciencia. El autor parte del siglo xix y de los desarrollos de la “nueva psicología” francesa, con tal de explicar los cimientos que permitieron la consolidación de la teoría psicoanalítica elaborada por Sigmund Freud. Describe con detenimiento los debates suscitados a finales de aquel siglo, y las corrientes que se consolidan en los albores del s. xx. Finalmente hace una puntal evaluación del posicionamiento de esta ciencia después de la Segunda Guerra Mundial, y de las preguntas que siguen abiertas en la discusión actual. Enfatizo: no es un texto que haga un análisis laxo, a manera de línea de tiempo, sino uno que se sumerge con brillantez en las coyunturas, los intricados y las ideas. No es una exposición de la teoría freudiana tanto como una elaboración nítida de la mescolanza académica que se afrontó en aquellos años. Por este libro desfilan las OPCIÓN 179 LIBROS
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Muss. Retrato de un dictador. El Gran Imbécil Curzio Malaparte
ideas de Josef Breuer, Eugen Bleuler, Carl G. Jung, Lou Andreas-Salomé, Georg Groddeck, Ernest Jones, Sabina Spielrein, Melanie Klein, Anna Freud y muchas más personalidades que han intervenido críticamente en el desarrollo de esta ciencia. Estamos frente a un libro que dibuja la historia reciente de la mente. Es un proyecto ambicioso, pero excelentemente logrado. Trata uno de los temas históricos que más impacto y más auge han tenido en la contemporaneidad, y por ello es un libro especialmente emocionante. Es un libro al alcance del no-especialista, que no deja cabos sueltos y que esparce con soltura ideas complejas. Dan confianza, sin duda, las credenciales que Makari tiene para hacer un texto como este. Un texto que elabora de forma exhaustiva y clara, que nos hace ver más allá de la técnica. Lo recomiendo ampliamente, y lamento que no haya llegado antes. Se habla, ahora sí, de psicoanálisis.
Benjamín Castro Estudiante de Ciencia Política y Economía, itam.
los gestos no comprometen la conciencia Si la anterior afirmación se formula como
una escapatoria ante la tiranía –o ante lo que Curzio Malaparte denomina el régimen de “autoidolatría” de Benito Mussolini, en tanto que se obliga al pueblo no sólo a obedecer, sino a adorar al “Duce”–, entonces el gesto se presenta como posibilidad liberadora. De ahí que no sorprenda que tanto Muss. Retrato de un dictador, como El Gran Imbécil sean ambos gestos literarios a los cuales es imposible inscribir dentro de una nominación específica. Muss: Ensayo, nota, reflexión. El Gran Imbécil: sátira, cuento, proclamación. Al lector se le muestra evidente el hecho de que el autor no se sujeta a ningún género en particular. Tratado ¿filosófico, sociológico, político, histórico…? Malaparte tiene una habilidad muy particular y que se lee en pocos escritores: nunca compromete el rostro que muestra. El Narrador (¿es una narración lo que leemos?) explota
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para dar paso a los narradores que se multiplican en cada página. En este sentido la lectura de Malaparte es una experiencia rica. Su texto es rico en conceptos, abstracciones, ideas, reflexiones, pero también en metáforas, símbolos y figuras. La multiplicidad de gestos se muestra como conciencia: como un constante riesgo del pensamiento, como una especie de divagación lúcida que encuentra herramientas tanto en la historia, como en la filosofía, como en la política, como en la experiencia personal. Divagación concéntrica. El punto de referencia siempre es la figura de Mussolini. Pero Mussolini luego se transforma en Muss, luego en Hitler, luego en la figura del héroe italiano, luego en el pueblo italiano mismo, luego en el santo, luego en el Gran Imbécil, luego en el muerto. Pivote sobre el cual gesticula el autor partiendo de infinitos puntos distintos. De esta manera, la figura del dictador se ridiculiza al mismo tiempo que se prioriza y se alza. En una especie de ejercicio hegeliano, Malaparte interpreta a la figura de Mussolini como un factor inmanente y omnipresente de su tiempo. La muerte del tirano no sólo es la muerte de un hombre: es un episodio histórico con una simbología inexhausta.
Resulta, entonces, complicado mostrar de qué van textos como estos sin reducirlos en exceso. Muss. Retrato de un dictador es un estudio sobre la psicología del Duce, un análisis sociológico y político sobre el fascismo como un aspecto de la Contrarreforma católica y una reflexión sobre la religiosidad inherente al pueblo italiano. También es una burla y una ridiculización de la figura de Mussolini, una reivindicación de la figura de Cristo y un arranque pasional ante la muerte del dictador. El Gran Imbécil es un relato y una sátira de la caída de Mussolini. Es un cuento sin línea temporal cuyos dos personajes principales –el Gran Imbécil y la gata– son una alegoría de la ridícula vanidad del pueblo italiano, de su obsesión por el escenario. Por último, es la formulación de una solución, solución que el autor ha ejemplificado con su escritura gesticular e imprudente: al tirano no hay que matarlo, hay que burlarse de él.
Alejandro Campos Estudiante de Economía, itam.
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El hijo eterno Cristovao Tezza
La llegada de alguien inesperado puede
cambiar los planes de una vida no planeada. El hijo eterno relata la historia de un hombre casado que se dedica a escribir. Un hombre que se dedica a las letras sin mucho éxito y que por razones que él mismo no puede descifrar, recibe el nacimiento de un niño con síndrome de Down, al cual se niega rotundamente a aceptar. Este libro de excelente prosa hace un viaje por la mente del padre y sus pensamientos más crudos respecto a la experiencia de tener un hijo que lo priva de su idealizada libertad, una libertad que nunca ha tenido. Una historia que logra transmitir las dificultades que se presentan en la crianza de un hijo “distinto” en una sociedad de los años ochenta que no se ha habituado aún a la existencia de individuos con mirada perdida en un infinito presente. Un presente que trae a los padres a vivir con el perpetuo estado de ausencia de un niño que no ve pasar el tiempo, un niño que no envejece y que no da señales de cambio. Un matrimonio que ve
amenazado su futuro por su enajenación en el cuidado del hijo, un padre que es rechazado constantemente por las editoriales y que vive negando la realidad que vive. Cristovao Tezza nos presenta una trama que nos acerca a las profundidades de la conciencia atribulada del padre, una conciencia que si bien es tortuosa y desalmada, es sincera. Es este libro un acercamiento a los pensamientos más oscuros que pueden surgir en la mente de todo humano cuando la vida presenta situaciones o personas que pueden amenazar una forma de vida establecida, pensamientos que son verdaderas expresiones de un ser que se siente atrapado en una realidad que no acepta. Es esta la historia de una vivencia de desesperación latente, una amargura constante y un ferviente deseo de librarse de un yugo. Sin embargo, no todo lo que se piensa se lleva a cabo y el hijo que en un inicio parecía ser una amenaza termina por enseñarle mucho. Un niño que no habla pero que expresa esencialmente. Un padre que encuentra esencia en algo externo, en un ente que no entiende el cambio pero que mira fijamente el presente, que existe y que es. Bernardo J. Sandoval Estudiante de Ciencia Política, itam.
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El Diario de Helga: Testimonio de una niña en un campo de concentración Helga Weiss
En Terezín se escribían muchos diarios, no solo los niños, los escribían también los adultos, porque la gente necesitaba ajustar las cuentas con la situación y empezaba a escribir…
El diario de Helga no es un relato sobre un campo de concentración. La invasión a Praga, las deportaciones, Terezín, Auschwitz, todo es narrado como cuando se platica del dolor, del amor y de las incertidumbres de una vida; con la inocencia de una niña y el terror del Holocausto. Un terror que antes que nada es miedo humano, incertidumbre. Jugar con vecinos se convirtió en no jugar con judíos, la escuela en un “Achtung!” esquizofrénico. Helga veía, sin saberlo, el espíritu del Ahassverus alemán materializándose en las calles; el antisemitismo anunciado con máscara roja.
Y después Terezín… Ya fuere “Januca en la Buhardilla” o las citaciones de transporte, la narración de Helga Weiss nos vuelve cómplices del schleuse1. Su refugio, el diario, nos permite ver una cara que difiere de la del guetto común. En el campo de concentración no solo había enfermedad y frío, también había bailes y esperanza. Entre ilustraciones y aclaraciones al lector, el diario enfrenta hoja con hoja a “El beso”2 y el “Alterstransport”3, a la vida contra la muerte. Una dicotomía con que preferían lidiar antes que con la agonía sola. La reconstrucción de sus hojas de diario no sepultan las huellas del crecimiento de Helga Weiss a lo largo del conflicto. Sus descripciones sobre Auschwitz son aún más profundas y sus imágenes son más nítidas conforme se encrudece el encierro y hacia el abismo del fin de la guerra. Esta primera edición permite a su lector mirar desde dentro los espacios y tiempos de la historia de Helga. Las ilustraciones incluidas, el mapa de Terezín, y, aún más, la entrevista final dotan de un gran dinamismo al testimonio. Con una prosa ligera, el diario consigue comprometer a su copartícipe, el que lo lee, de principio a fin.
1 Forma en que nombraban al robo de alimento o
prendas. 2 Ópera de Bedřich Smetana incluida en sus
narraciones. 3 Transporte de gente mayor.
Javier Yoltic Medina Estudiante de Relaciones Internacionales, itam.
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{CONTENIDO}
Ironía romántica LITERARIAS 4 A Vladimir Horowitz
REFLEXIÓN 44 Yo, hombre. Yo, anticristo
alejandro campos
maría teresa hernández reyes
89 le romantisme noir
EXÉGESIS 52 Der Müller und der Bach / El molinero y el arroyo
COLUMNAS 97 dinámicas sonoras
28 Una fotografía isabel zapata
1 año
72 Ciencia, Arte y Romanticismo angel kuri morales 77 El sátiro y la morada de los dioses:
32 Delirio a larga distancia ariel miller salazar
El Romanticismo en la obra de Knut Hamsun
40 Wagner’s fine romance pablo piceno
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DESTINO
luis alfonso gómez arciniega
34 Jugar a ser feliz dayan gamboa
Correo electrónico:
País:
andrés-miguel blumenbach
Teléfono (s):
según Safranski 22 Juventino Rosas salma martínez campos
104 El Diario de Helga: Testimonio de una niña en un campo de concentración I Helga Weiss javier yoltic medina
Ciudad:
68 Vindicación de Schopenhauer
103 El hijo eterno I Cristovao Tezza bernardo j. sandoval
Domicilio:
63 Romántica intuición javier martínez villarroya
Nombre:
20 Dios balaichand mukherjee
60 Ozymandias percy bysshe shelley
101 Muss. Retrato de un dictador. El Gran Imbécil I Curzio Malaparte alejandro campos
por
16 La fábula de Rodolfo, el ratoncito provinciano jorge cano
benjamín castro
58 Die liebe farbe / El color predilecto wilhelm müller
Resto del mundo
14 Primer Aliento bernardo magnani blanco
LIBROS 100 Revolución en mente: la creación del psicoanálisis I George Makari
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1 semestre
Elegías romanas, xviii
rd Wa
Deseo suscribirme a opción a partir del número
56 Römische Elegien, xviii /
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wilhelm müller
johann wolfgang von goethe
12 Promesa marco antonio garcía sanchez
carlos spíndola
América del Norte, Centroamérica y el Caribe
10 Desarticulando miguel alejandro santos díaz
. 930
m, 1
Dru an’s
Sudamérica
8 Moscas violeta amapola nava
GRÁFICA OCULAR
República Mexicana
7 Anácrono héctor eduardo chávez
Yo quiero suscribirme
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Cuando ya ni los números Cuando ya ni los números ni esquemas constituyan la clave de los hombres, y aquellos que ahora cantan o que besan posean mucha más ciencia que un sabio; cuando a una libre vida vaya el mundo y torne de esta vida hacia sí mismo; cuando la luz y sombra nuevamente en claridad auténtica se unan; y cuando en la poesía y la leyenda se halle la historia auténtica del mundo, entonces una mágica palabra ahuyentará a cualquier falsa criatura.
año xxxiii • diciembre 2013
rector Dr. Arturo Fernández Pérez vicerrector Dr. Alejandro Hernández Delgado
año xxxiii • diciembre 2013
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opción. Revista del alumnado director Francisco Osorio consejo editorial Comisión de redacción Alejandro Campos Benjamín Castro Javier Yoltic Medina Andrea Reed Bernardo J. Sandoval Juan Carlos Téllez Comisión de material gráfico Fernando López Martínez Mariana Mejía María Zilli González difusión cultural y relaciones públicas Karla Ileana Almazán
novalis
comité consultivo Dra. Claudia Albarrán Lic. Aldo Aldama Lic. César Guerrero Dr. Mauricio López Noriega Dra. Lucía Melgar Dr. Pedro Salmerón
Ironía romántica
Joseph M. William Turner, Pescadores en el mar, 1796.
directora escolar M.D.I. Patricia Medina Dickinson
diseño editorial alexbrije + kpruzza cuidado de la edición Sandra Luna impresión Producciones Editoriales Nueva Visión México
Ironía romántica romántica intuición / Javier Martínez Villarroya vindicación de schopenhauer según safranski / Andrés-Miguel Blumenbach el sátiro y la morada de los dioses / Luis Alfonso Gómez Arciniega
d.r. © opción revista del alumnado del itam Río Hondo 1, Tizapán, San Ángel, 01000 México, D.F., Tel./fax 5628-4000, ext. 4669 opcionitam@yahoo.com.mx http://opcion.itam.mx ISSN: 1665-4161 reserva de derechos al uso exclusivo: 04-2002090918011100-102 • Certificado de licitud de contenido: 8812 opción es una revista universitaria sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, en cualquier forma o medio, sea de la naturaleza que sea, sin el permiso previo, expreso y por escrito del titular de los derechos. Los artículos son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el sentir de la revista. Revista indizada por Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (clase). Integrada al Sistema de Información Bibliográfica sobre las publicaciones científicas seriadas y periódicas, producidas en América Latina, el Caribe, España y Portugal (latindex).
Tiraje: 2,000 ejemplares
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