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I.-INTRODUCCIÓN
La Ciencia no es nada popular. Por ignorancia de ella casi todo el mundo la menosprecia o la desprecia. No es bienvenida en los salones de clases de los colegios o al menos los estudiantes fruncen las cejascuando se deben abordar los temas duros de la Ciencia. Pero en momentos de gran confusión como el provocado por la actual pandemia ocasionada por el virus SARS-COV-2, causante de la enfermedad que ha sido llamada COVID-19, todo el mundo se vuelve experto en temas científicos y aporta sus opiniones sin reparo. Las opiniones van desde las más fantasiosas e inverosímiles hasta aquellas con una retórica seudocientífica bastante convincente. En las actuales circunstancias en que las «fake news» circulan más rápido que el virus real y se vuelven «virales» en otro sentido, es necesario salir al paso de la única forma en que los Marxistas Revolucionarios podemos acercarnos a la verdad: con el recurso de la Ciencia.
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De manera análoga a como hizo Boccaccio en el siglo XIV cuando escribió su Decamerón, es necesario tomar una pausa en medio de la cuarentena para reflexionar sobre las consecuencias sociales, políticas y económicas de la actual pandemia. Boccaccio tomó como escenario la pandemia conocida como peste negra, quesegún los historiadores había iniciado en el norte de China, pasando después a la península de Crimea desde donde barcos genoveses la llevaron al sur de Italia, entrando desde Sicilia en 1347, para después extenderse por toda Europa entre 1348 y 1351. En su obra, escrita entre 1348 y 1353, 7 mujeres y 3 hombres de la nobleza florentina se autoimpusieron una cuarentena, aunque solo de 10 días, de ahí el nombre de la obra, en una villa a las afueras de la ciudad de Florencia duramente azotada por la enfermedad. Para sobrellevar su encierro, cada personaje debía narrar diariamente una historia sumando 100 cuentos en total 1 .
Pero a diferencia de Boccaccio, quien afirma haberlo hecho «para consolar a los afligidos», nosotros debemos tomar el escenario para denunciar al verdadero enemigo y prevenir a las masas explotadas de la catástrofe que está por caersobre nuestras espaldas.
Para los Marxistas Revolucionarios, un cierto instinto de clase nos induce a pensar que el proletariado mundial y el resto de las masas empobrecidas cargaremos con la peor parte de la actual pandemia. Pero ese instinto no es suficiente para ayudar a nuestra clase, primero a entender y luego a combatir acertadamente la tragedia que se cierne sobre nuestras cabezas. ¿Qué culpa puede tener la burguesía sobre la propagación de un virus al que no controla? ¿Cómo hacerle responsable de un fenómeno a todas luces «natural»? ¿Acaso no ha impulsado el desarrollo de la ciencia médica y aliviado tantos males al ser humano, ricos y pobres? La burguesía de todos los países ha salido a clamar comprensión ante semejante enemigo fuera de control, confianza en ellos de que lograrán derrotarlo y, sobre todo, solidaridad ante los retos económicos que se abren. El clamor generalizado de anteponer el instinto de humanidad ante un enemigo fuera de nuestra especie que nos ataca, se apodera fácilmente de todos y desarma a nuestra clase.
1 Puede consultarse un breve artículo sobre el acontecimiento en Rossend Arqués. La peste negra. La plaga que asoló Florencia. Historia National Geographic, No. 127, Septiembre 2014. Otro material de fácil consulta es: Leticia Martínez Campos. La Muerte Negra. Sociedad Española de Infectología Pediátrica (www.seipweb.es).