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VIII. POR UNA SALIDA CLASISTA DE LA PANDEMIA
Como hemos dicho, el tamaño de la amenaza para el proletariado y las masas pobres es mayúsculo en comparacióncon el que enfrentará la burguesía. Estoy seguro que no llorarán en la misma medida en barrios como Beverly Hill, que en una miserable favela de Río de Janeiro o de la zona conurbada de la Ciudad de México.
El proletariado mundial deberá enfrentar con firmeza esta nueva plaga o será presa del espanto y la desesperación mientras entierra a los suyos.
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La burguesía ya se prepara para rescatar a los suyos de la debacle financiera que se viene. El gobierno de Trump tendrá a su disposición 2.2 billones de dólares, «el paquete de rescate más grande en la historia de Estados Unidos» en palabras del líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer. En contraparte, mientras escribo, ya se registran más de 26 millones de desempleados solo en las últimas cinco semanas y la cantidad de infectados ronda el millón de personas. Cifras que crecen cada día y que reflejan solo a los que tienen derecho de solicitar algún beneficio de desempleo, sin conocerse el tamaño de la tragedia entre el proletariado migrante indocumentado, sin ningún beneficio. Está claro que la burguesía imperialista lanzará a la calle a cualquiera para reducir sus costos por el “paro total” que la salud demanda. La ganancia es primero que las vidas. Y en todo el mundo cada burguesía hace básicamente lo mismo. La pelea por los montos de los rescates ya ha comenzado.
El proletariado mundial no puede enfrentar una cuarentena con hambre y desempleado, es una tarea urgente que debe resolver y exigir a sus direcciones sindicales y políticas acciones para el cese de despidos, reinstalación y pago completo, así como el soporte alimentario a los marginados, como elementales medidas de subsistencia. Debe decidirse a enfrentar con firmeza y en coordinación y solidaridad mundial, la calamidad que apenas comienza. ¡Ahora más que nunca la unidad internacional del proletariado es de vida o muerte! Porque no hay solución local a un problema de esta envergadura y porque aun cuando pase la fase crítica, el escenario pos-pandemia es igual de sombrío.
No puede depositar ninguna confianza en que algún gobierno, del color que sea, le salvará de su tragedia, o vendrá un monopolio con un fármaco mágico a obsequiárselo con ingenuidad; solo sus propias fuerzas le abrirán el camino para una solución definitiva de la pandemia, con fármacos y vacunas libre de patente y gratuitas, con servicios de salud público, con trabajo garantizado. En la medida que sus luchas se fortalezcan será el tamaño de las conquistas y el control que logre de la enfermedad. Pero como anotó Engels, «para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente». Solo la revolución socialista permitirá a la humanidad recuperar su integridad biológica y humana, en el pleno sentido del término. En el camino, el proletariado deberá construir su partido revolucionario que esté dispuesto a acompañarlo hasta ese final.