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2.4. Fallas y debilidades de las reformas policiales

La reforma policial en República Dominicana: una visión comparada

organizado, careciendo incluso muchos de sus miembros de una verdadera carrera policial, lo que dificulta la profesionalización de la institución. 6) No poseen regímenes disciplinarios suficientemente claros ni mecanismos eficientes y transparentes de control, rendición de cuentas y acceso a la información, a la vez que la coordinación entre las instituciones policiales y los demás componentes del sistema de administración de justicia es ineficaz. (Rico y Chinchilla, 2002)

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Así, hasta el día de hoy estas cuestiones continúan haciendo más necesarios los procesos profundos de reformas policiales, que permitan mejorar realmente su desempeño y recuperar la confianza ciudadana.

2.4. Fallas y debilidades de las reformas policiales

Las principales debilidades de los cuerpos policiales en América Latina corresponden a problemas de formación, equipamiento, uso desproporcionado de la fuerza, corrupción, rigidez institucional, desconfianza ciudadana y apego a doctrinas militares no civilistas (Casas et al., 2018). Ahora bien, en el caso concreto de las reformas, sus principales fallas y/o debilidades residen en (Arias et al., 2012, 20):

1) Ausencia de un diagnóstico institucional integral y adecuado de las policías, por lo que se desconoce casi por completo su cultura institucional, sus bases doctrinales y sus formas de concebir e interpretar su trabajo, sus funciones; sus enrevesadas tramas organizativas, estructuras de mando y dispositivos

Observatorio Político Dominicano, una iniciativa de la Fundación Global Democracia y Desarrollo

operacionales; sus acciones preventivas e investigativas; su estructura de personal, formación y capacitación, carreras profesionales y condiciones laborales; y, por último, sus mecanismos de supervisión y control. 2) Falta de dispositivos políticos e institucionales especializados en la dirección y administración de las policías, porque esas funciones han sido ejercidas por sus cúpulas, sin injerencia político-institucional externa. 3) Desconocimiento gubernamental y político de las prácticas y mecanismos corruptivos de la policía. Los gobiernos y la dirigencia política en general, ignoran los intersticios institucionales muy sofisticados mediante los cuales en buena parte de las policías se ha montado un dispositivo corrupto en función de la reproducción de un sistema de recaudo ilegal de fondos provenientes de actividades irregulares o delictivas, protegidas o reguladas por la institución o por algunos de sus sectores. En ese marco, se desconoce que muchas de las resistencias de los núcleos más activos de la policía a los procesos reformistas responden en gran medida al interés por preservar y reproducir esos dispositivos corruptivos que le aportan una enorme cantidad de fondos de origen ilegal. 4) Una visión política de la reforma policial que la considera un proceso institucional complejo cuyo desarrollo no reportará réditos políticos tangibles e inmediatos. La complejidad deriva de dos cuestiones fundamentales: se trata primero de un proceso largo, que requiere de un desarrollo institucional a largo plazo, que supera la duración de un periodo de gobierno. Segundo, supone un proceso con un alto grado de incertidumbre y con resultados inciertos y difícilmente medibles.

La reforma policial en República Dominicana: una visión comparada

5) Ha primado una visión incremental que considera que la reforma policial consiste en el aumento de los recursos humanos, operacionales y de infraestructura de la institución tal cual está, sin cambios en la organización y en el trabajo policial. Así, esta se limita a mejorar o ampliar el sistema policial existente, su estructura organizativa, bases doctrinales, orientaciones funcionales, equipamiento e infraestructura, personal, dispositivos de formación y capacitación y carreras profesionales, sin atender a las modalidades de policía y su impacto sobre el delito ni el tipo de labor desempeñado. Esta orientación tiene una impronta muy conservadora y continuista, al no cuestionar ni poner en tela de juicio aquel conjunto de aspectos ni indagar sobre la eficacia policial.

A raíz de esto, Arias et al. (2012) estiman que ampliar las bases organizacionales de las policías actuales, cambiar sus bases legales, conformar nuevos dispositivos de control policial o producir cambios en el sistema educativo policial, pero reproduciendo sus prácticas habituales, no constituye bajo ninguna circunstancia una reforma policial, sino una manifestación de voluntad política y el simple desarrollo de un proyecto institucional. La mayoría de las reformas policiales no exhibe un carácter integral, es decir, no implementa de forma conjunta cambios sobre la base, estructura, normativa, funcionamiento, recursos y exigencias ciudadanas sobre los cuerpos policiales, sino que comúnmente se hacen en torno a uno o varios de estos aspectos, mas no a su totalidad. A esto se agrega el hecho de que, a la hora de implementar las reformas policiales, estas se dan en un escenario institucional deficiente, anacrónico y desactualizado orgánica, funcional y doctrinalmente, lo que permite la reproducción de prácticas alejadas de la legalidad y el mantenimiento de un sistema de regulación directa

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e indirecta de actividades delictivas por parte de integrantes o grupos pertenecientes al propio sistema policial.

Por tanto, los referidos autores concluyen al respecto que la reforma policial implica un cambio institucional mucho más amplio y complejo que una simple variación doctrinaria, organizativa y funcional de la institución policial, es decir, reformar la policía supone reformar la política o, en otras palabras, que las autoridades gubernamentales, junto con las instancias competentes de la sociedad civil, elaboren, formulen y desarrollen estrategias inclusivas de gestión de los conflictos y, por ende, aborden la problemática de forma integral y lleven a cabo una reforma institucional efectiva de la policía.

Como bien sostiene Gorgal (2015), a escala regional las reformas policiales se han enfocado en la construcción de soluciones particulares en lugar de la configuración de acciones integrales para resolver el problema de manera definitiva. Usualmente, los gobiernos latinoamericanos prefieren adoptar soluciones cosméticas centradas en el aumento del uso de la fuerza y la vigilancia, en lugar de presentar soluciones integrales a partir de diagnósticos y estudios científicos sobre las situaciones delictivas y criminales existentes. Es por eso que a pesar de una reforma policial ser robusta y las condiciones para el diseño y aplicación ser prometedoras, estas se terminan desinstalando y sus efectos desapareciendo cuando no hay un conocimiento real y profundo del problema previo a presentar e implementar su «solución». Al mismo tiempo, los gobiernos suelen no enfrentar los aspectos estructurales que acompañan el problema de la inseguridad (pobreza, desigualdad, insalubridad, bajos niveles de educación, etc.), los cuales, generalmente suelen superar los excesos, violencia y/o corrupción policial.

Finalmente, entre las principales fallas o debilidades de las reformas policiales también se apuntan: 1) en la mayoría de los países de

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