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II CONGRESO INTERNACIONAL DE EDUCACION: DEBATES Y UTOPIAS LA ORIENTACION VOCACIONAL COMO PRACTICA SOCIAL O DE LO QUE POCO SE HABLA. Lic. Zunilda Ulla Lic. Zulma Lenarduzzi Introducción. El término Orientación remite a intervenciones diversas y a un campo de contornos difusos respecto de las adjetivaciones que se le hagan. En este caso nos referimos a la orientación que, en nuestro país, se denomina, según las circunstancias, vocacional, educacional, ocupacional y/o profesional. En sentido amplio entendemos por orientación a las intervenciones intencionales, de tipo asistencial o preventivas, cuya finalidad es acompañar y prestar ayuda a aquellos sujetos que se encuentran -o se encontrarán- en situación de elegir y decidir su inserción en el mundo del trabajo o en los estudios requeridos para acceder al mismo, como parte de la construcción de sus proyectos de futuro. Si bien es cierto que la intervención orientadora puede ser necesaria a lo largo de toda la vida y en distintos momentos de la misma, los establecimientos educacionales aparecen como ámbitos privilegiados para ayudar a los sujetos a elaborar sus proyectos de futuro relacionados con los estudios y el trabajo. La formación de orientadores, especialmente de aquellos que se desempeñan en el sistema educativo, no puede desentenderse del debate y reflexión de algunas consideraciones que se plantean a continuación. La orientación como intervención. Cuando hablamos de orientación nos referimos, en primer lugar a una práctica. No se trata de una actividad de tipo contemplativo o meramente comprensiva, sino que implica necesariamente una intervención, un tomar parte en un asunto. Desde esta perspectiva, la orientación remite a un corpus teórico. Se trata de la existencia, implícita o explícita, de categorías que permiten describir y comprender, no sólo al sujeto, los grupos y las instituciones, sino también la sociedad, la
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cultura, la economía, etc. y sus interrelaciones. A su vez, estas teorías incluyen cierta concepción acerca del conocimiento, la ciencia, etc., es decir, los supuestos epistemológicos de las mismas. Sin embargo, además de los corpus teóricos que nos permiten comprender las problemáticas que aborda la orientación, toda intervención tiene objetivos o finalidades socio-políticas, aunque no siempre se las exprese o se tenga conciencia de las mismas. Tomando las palabras de Paulo Freire1, es necesario que nos preguntemos: ¿para quién oriento?, ¿a favor de quién o de qué intervengo?, ¿contra qué o quién oriento? En este sentido A. G. Watts2 plantea diferentes alternativas a través de una tabla de doble entrada, según se focalicen los objetivos sobre el individuo o sobre la sociedad, y si se acepta el statu quo o se está interesado en producir cambios en una dirección determinada. Se trata entonces, en cada caso, de: - Propender al cambio institucional/social (radical) - A partir de las características de los individuos hallar el lugar adecuado para cada uno de ellos en la sociedad (conservador/control social). - Provocar cambios en el individuo para que pueda adaptarse a la estructura social (progresivo). - No proponerse a priori ni el cambio individual ni el social, respetando los valores de cada uno de los sujetos (liberal). El reconocimiento de estas diferentes posturas permitirá ubicarse reflexivamente y críticamente frente a la propia tarea orientadora. Asimismo, como en toda práctica social, es inherente a la orientación una ética, es decir, una concepción de lo que se debe y no se debe hacer.
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Freire, Paulo. La pedagogía del oprimido treinta años después. Entrevista publicada en la revista Propuesta Educativa. FLACSO. Año 5 N° 9. Octubre de 1993. 2 Watts, A. G. Socio-political Ideologies and Career Guidance. Bulletin AIOSP. 60/1997.
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Al respecto, Rodolfo Bohoslavsky3 habla de una actitud especial de los orientadores que caracteriza del siguiente modo: - El orientador se enfrenta a una situación humana específica peculiar, nunca a un "caso" o "cuadro". - Posee capacidad de decisión y su autonomía no se halla menoscabada por factores institucionales o individuales. - Manifiesta respeto por el otro como persona, facilitando en los orientandos el ejercicio de la propia autonomía. - Reconoce sus límites y la necesidad de la revisión constante de sus puntos de vista. - Pone a prueba las hipótesis que elabora sobre la situación. - Posee capacidad de comprensión. El 8 de agosto de 1995, en Estocolmo, Suecia, la Asamblea General de la AIOSP aprobó las Normas Eticas4. En las mismas se explicitan las responsabilidades éticas con respecto a los consultantes; actitudes hacia los colegas, asociaciones profesionales y gobierno, y responsabilidades con relación a la investigación y como orientador individual. Desde una postura ética privilegiamos una orientación que favorezca una articulación creativa y crítica con el entorno, a través del conocimiento de sí mismo y el medio socioeconómico y cultural, la autonomía de las decisiones basadas en la información y reflexión, y la preparación para la transición. Además de un corpus teórico y sus supuestos epistemológicos, sus objetivos o finalidades socio-políticas y su planteo ético; la práctica orientadora requiere una estrategia de abordaje, se trata de cómo intervenir. Este cómo incluye metodologías, técnicas y recursos. Sin duda que este aspecto es el más reclamado, sobretodo por aquellos que recién se inician en la orientación. Pareciera que disponer de técnicas soluciona las dificultades de la práctica, que existe cierta neutralidad de las mismas y que se pueden utilizar indistintamente ante cualquier situación.
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Bohoslavsky, Rodolfo. Orientación Vocacional. La estrategia clínica. Nueva Visión. Bs. As. 1984. 4 AIOSP. Educational and Vocational Guidance. Bulletin 58/1996.
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A la luz de lo planteado anteriormente, sostenemos que estas creencias necesitan ser revisadas, sin que ello signifique desvalorizar la importancia del conocimiento de diferentes metodologías y recursos. En este sentido podemos afirmar que, cuanto más variada sea la gama de estrategias que maneja un orientador, en mejores condiciones estará para elegir la más apropiada para cada situación, a la luz de una reflexión crítica de sus supuestos. La orientación como construcción histórica. Como toda práctica social, la orientación es contingente a un tiempo y espacio determinado y está atravesada por aspectos valorativos e ideológicos5. Una de las operaciones ideológicas más comunes consiste en naturalizar lo que constituye un proceso de construcción histórica. Por lo tanto, conocer la historia de la orientación es una buena manera de tomar conciencia acerca de los condicionantes económico-políticos, socio-culturales y valorativos que la impregnan. Quizá algunas preguntas permitan adentrarse en la reflexión sobre este aspecto: -Si bien hay antecedentes que se remontan a la historia antigüa, ¿por qué la orientación surge formalmente a principios de este siglo? ¿cuáles fueron los intereses en juego? -Desde los aportes de los institucionalistas, ¿cuál es el mandato fundacional de esta institución que llamamos orientación? -¿Qué cambios se produjeron posteriormente a su surgimiento con respecto a la concepción, supuestos y función social de la orientación? -Qué relaciones podemos establecer entre el origen y las modificaciones posteriores con las características de la estructura socio-política y económica-productiva? -Qué transformaciones se operaron en algunas disciplinas de las que se nutre la orientación y cómo influyeron estos cambios en la práctica orientadora? La orientación y otras prácticas sociales. 5
Ulla, Zunilda. La orientación vocacional: ¿un lugar de tensión? IV Jornadas Nac. de Orientadores Vocacionales de Univ. Nac. Mar del Plata. Nov/97.
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La orientación constituye una práctica social que pretende diferenciarse de la educación y la psicoterapia; aún cuando, en algunos casos, puede identificarse con alguna de ellas (es el caso de la orientación como psicoterapia de objetivos limitados o como educación vocacional) y, en otros, se puede ubicar más o menos cerca de una o de otra. Sobre esta consideración importa destacar, como lo hace O. Menin6 que podemos pensar en el abordaje de la problemática orientadora desde un encuadre psicológico, pedagógico o integral. Rodolfo Bohoslavsky7 nos recuerda que la práctica pedagógica "tiene como contrincante la ignorancia y sus determinaciones" y la psicoterapia "la represión, idealización y negación como defensas...Ambas dimensiones coadyuvan en un mismo propósito: la toma de conciencia" Si bien en nuestro país la tradición del encuadre psicológico en orientación es muy fuerte, han empezado a aparecer otros desarrollos que, sin desconocer la importancia de este abordaje, incorporan la consideración de otras temáticas que enriquecen la tarea orientadora. Tal es el caso de la "orientación de la carrera", "planificación del desarrollo vocacional", etc. El camino por andar. En el Proyecto de investigación, del cual surge esta comunicación, también nos proponemos realizar tareas de extensión aportando a la formación de orientadores en aquellas temáticas que la bibliografía en circulación por lo general no aborda. Así, intentaremos generar los debates pendientes en orientación y explicitar nuestras utopías relacionadas con favorecer, a través de la intervención orientadora, la construcción de ciudadanos críticos, creativos, participativos y solidarios.
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Menin, Ovide. Orientación ¿Cuál orientación? Revista del IICE. Año VI, N° 11, diciembre de 1997. 7 Bohoslavsky, Rodolfo. Obra citada.