Buen pagador español

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El Señor no se deja ganar en generosidad, es buen pagador. El mismo Jesús nos dice explícitamente que pagará, en este mundo, en el ciento por uno, además de la vida eterna. "Nuestro Dios se buen pagador", decía San Josemaría, "no se deja ganar en generosidad". La pedagogía divina quiere mostrarnos cómo sabe dar el premio justo a cada hijo suyo. El mayor premio a la mayor generosidad: En la fiesta de la Asunción, la Iglesia nos recuerda lo que dice el Señor a su Madre: "Veni, coronaberis" (Cántico 4-7) "Ven, quiero coronarte emperatriz del universo, "parece tener prisa. Por este haber sabido decir un SI, un fiat, todos los días, a cada mirada a tu Hijo, esta perfecta humanidad y en su mejor momento, que será entregada a la barbarie ya la brutalidad, que acabarán con la vida en la tierra de Jesús. Lo Has sabido decir, con generoso desprendimiento; porque ésta era la Voluntad de Dios, la forma elegida por el cielo para nuestra salvación. Simeón profetizó que la Vida de nuestra Madre, no sería fácil: "Una espada traspasará tu alma". Fue una vida corriente, pero también una santidad creciendo. Una vidente italiana (María Valtorta) pone en boca de Señora, como una corrección: una espada? Un bosque de espadas! "Todos los días, cada mirada al Hijo amado ... Tampoco nuestra vida, aunque corriente, debe ser fácil. El Señor ha dispuesto que en nuestro caminar, haya dificultades, contrariedades, para que al enfrentarnos a ellas, brote en nosotros un acto de generosidad para aceptarlas y si es necesario, agradecerle las: "acrecentado animus in ipsa rerum dificultate "reza una lápida romana. Crecerá el ánimo con cada respuesta afirmativa a lo que nos pide el Señor. La lápida está ante una estatua, sin brazos ni piernas: "Etsi aliquando corpus dilaniatur" aunque a veces el cuerpo se rompa, que parezcan desmesuradas las exigencias divinas, y podemos creer que amenazan destrozarnos. Entonces es la hora de recordar que Dios es buen pagador, y entonces sabremos decir cada "pena": VALE LA PENA !. "Que nos darás cuando nos pides eso", dice Camino. Pensar en el premio no es falta de generosidad. Hay momentos en que es el más adecuado. Nuestro Dios es un juez justo, dice San Pablo, y de alguna manera quiere darnos premios, más que regalos. Quiere que nuestra santidad sea "nuestra" por la colaboración con el Espíritu Santo, a base de nuestras respuestas a sus peticiones, y así podrá darnos premios según el tamaño de nuestra generosidad, premios desproporcionados, proporcionados sólo a su omnipotencia, generosidad y el amor por sus hijos.


La eternidad feliz, no será solamente un regalo, sino la consecuencia de haber sido generosos a las peticiones del Señor. Él quiere llevarnos al más alto. La Iglesia define la santidad como el heroísmo en las virtudes. Para llegar a este heroísmo necesitan actos heroicos, respuestas difíciles. Dios conoce bien cuánto podrán aguantar nuestros hombros; nunca pondrá más peso de éste a cada hijo suyo, pero sí lo que nos haga subir, hasta donde haya dispuesto para cada uno, nuestro PadreDios. Él quiere que todos "llegamos a la santidad". Una de las maneras que tiene el Señor de mostrarnos que es buen pagador es la fiesta de la Asunción de su Madre. La Iglesia no ha dispuesto celebrar ningún día la Coronación de su Madre: probablemente fue inmediata, el mismo día, de la Asunción. A pesar de la cita del principio del artículo, sacada del Cantar de los cantares, la Coronación de nuestra Madre no estuvo presente en la Liturgia ni en la vida de la Iglesia, hasta casi el Renacimiento. Cuando docenas de pintores la han representada. Pero nos recuerda en Rosario, y en la inspiración de tantos pintores, que no sólo se trata en la fiesta de reclamar el cuerpo de María al cielo, sino de investirlo de toda la gloria que el cielo ha querido dar a sus merecimientos casi infinitos. Nuestro Dios es el inmejorable pagador: además del ciento por uno, con "la menta y el comino" de nuestros esfuerzos sabrá hacer un abrazo eterno. "Entra en la felicidad de tu Señor"


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