Delbrel, madlein 'alegria de creer' (castellà) llibre

Page 1

MADELEINE DELBREL

Prólogo, por Jean Guéguen 11 Preámbulo, por Guy Lafon 31 «ROMA, MI PAÍS DEL ALMA» En 1952, cuando vivía en Roma, supe cierto día, por una carta de una de sus amigas, que Madeleine Delbrél tenía la intención de venir a San Pedro para traer hasta aquí la inquietud misionera de su tiempo y de su equipo. La carta que anunciaba su llegada la describía como «un corazón dilatado al máximo por el amor del Señor». Corrió la misma «suerte» que el resto de los amigos: reserva de pensión, diligencias ante el Vaticano para conseguir una audiencia... El día previsto no vi a nadie. Algunos días después, entre el correo, «tropecé» con una carta que Madeleine quería enviar a Pío XII y que, de hecho, fue entregada a su destinatario. «Dado que llevo dieciocho años compartiendo la vida de una población no sólo sin fe, sino sin memoria cristiana, y dado que estoy ligada muy profundamente a lo que la Iglesia en Francia supone de nova y de vetera, y estoy persuadida de que nuestra fidelidad exige un impulso misionero cada vez más ardiente, a la vez que un arraigo en la obediencia cada vez más fuerte, he querido venir a Roma en nombre de todas nosotras a pedir al Cristo-Iglesia una doble gracia. »Para que se tratase de un acto de fe, y nada más, llegué a Roma por la mañana, fui derecha a la tumba de san Pedro, ante el altar donde celebráis vuestra misa, permanecí allí todo el día y regresé a París por la noche. »No pensaba tener derecho alguno a pedir audiencia a vuestra Santidad. »Unos amigos que sabían de mi viaje tuvieron la inmensa bondad de pedirla por mí. »Debido a complicaciones prácticas, no he sabido hasta anoche, por una carta acompañada por la tarjeta de la audiencia, que me había sido concedida..., y yo no estaba allí. »No sé qué es mayor en mí si el agradecimiento o el pesar. Lo que me parece imposible es no exponeros ni el uno ni el otro. »Tal vez no sea muy normal escribir así al Soberano Pontífice; pero cuando un padre ha estado esperando a su hijo, y el hijo no se ha presentado, no sería un hijo si no expresase a su padre su gratitud y le presentase sus excusas. »Y al presentároslas, Santísimo Padre, pido a Vuestra Santidad que tenga a bien bendecir-me junto a todos los que llenan mi alma. Madeleine Delbrél» Por el mismo correo, supe de su preocupación por expresar claramente


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.