146. MARTES -La perseverancia requiere una respuesta libre y generosa a la gracia de Dios. -La libertad, en la tierra, tiene siempre sus límites. -Dejarse condicionar por el amor de Dios. S.Josemaría. “Hijas e hijos míos, sé que todos vosotros habéis venido a la Obra porque os ha dado la gana, decididos a entregaros, a quemar las naves, de modo que en el corazón, en el pensamiento y en la voluntad no haya otro afán que Dios y el bien de las almas. Los que lleváis ya algún tiempo en la Obra habéis visto, con agradecimiento, cómo tantas almas se entusiasman y vibran con el espíritu del Opus Dei, que enseñamos y procuramos reflejar en todas nuestras acciones, vulgares y corrientes en apariencia, pero que realmente son heroicas. Me habéis oído decir muchas veces que pitar es algo, pero que perseverar es todo. Por eso os quiero prevenir ahora contra una tentación que quizá sientan algunos hijos míos cuando llega el momento, que necesariamente tiene que venir, de notar que en el Opus Dei hay cruz. Porque Dios nos pide a todos una abnegación plena, y a veces el pobre hombre de barro -de que estamos hechos- se rebela; sobre todo si hemos dejado que nuestro yo se interponga en el trabajo, que ha de ser para Dios. A esos hijos míos, que quizá entonces se encuentran como obligados a llevar la cruz (cfr. Matth. XXVII,12). me gustaría decirles al oído: si scires donum Dei! (Joan IV, 10), ¡si conocieras el don de Dios! Hijo, ¿por qué no lo entiendes?, ¿por qué pareces ignorar el gran regalo que te ha hecho llamándote a su servicio precisamente a ti, cuando hay tantas almas mejores que la tu y más entregadas, que responderían con generosidad más plena? l. En esta última semana de Cuaresma, el Evangelio de la Misa recoge la larga conversación de Jesucristo con los fariseos en Jerusalén, con ocasión de la fiesta de los Tabernáculos. Y cuenta San Juan que, a pesar de la oposición de los escribas y fariseos, al decir estas cosas, muchos creyeron en E1 2. A estos judíos creyentes dirige Jesús la última parte de su discurso: si vosotros permanecéis en mi palabra, sois en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres 3, Palabras que hemos de tener siempre presentes, de modo especial si alguna vez pretendiera insinuarse en nuestra vida un conflicto entre la libertad y la entrega. Nuestro Padre nos puso claramente en guardia frente a este falso dilema. Es lógico, hijas e hijos, que haya límites en nuestra actuación de hijos de Dios, a la vez que nos sentimos y somos verdaderamente libres. Los límites y protecciones de las autopistas, que impiden a los coches salirse del camino, sólo podrían parecer contrarios a la libertad a quien no quisiera verdaderamente llegar a donde conduce la carretera. Unicamente una persona sin juicio quiere que no haya limitaciones en su camino, como un conductor de automóvil que dijera: ¿por qué ponen estas barreras?, y las saltara pasándose al otro lado. Ese hombre no es más libre por eso, pero además atropella la libertad de los otros, y terminará perdiéndose 4 Aseguraremos, con la ayuda de Dios, la perseverancia si día a día respondemos fielmente a las pequeñas exigencias de la entrega. Concédenos, Señor, perseverar en tu servicio para que, a lo largo de los días, el pueblo que te sirve fielmente crezca en número y santidad 5. A VOSOTROS, hijas e hijos míos, la formación que recibís en la Obra, mientras os hace cada vez más sencillos y descomplicados, os da rectitud de criterio, que se traduce en la unidad de vida, y en una gran libertad, con las limitaciones