Hacia la santidad Going to the holyness El CAMINO NUESTRO EN LA TIERRA Nos sentimos removidos, , cada vez que escuchamos en el fondo de nuestro corazón aquel grito de San Pablo: “esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación . Des de hace cuarenta años no hago más que predicar lo mismo. Me lo digo a mí, y os lo repito también a vosotros y a todos los hombres: ésta es la voluntad de Dios, que seamos santos. No tengo otra receta. Para pacificar a las almas, para remover la tierra, para buscar en el mundo y a través de las cosas del mundo a Dios Señor Nuestro, no sé de otra receta que la santidad personal. Por eso siempre digo que tengo un solo puchero. 78 La senda de la oración Me invocaréis y os escucharé. Le invocamos hablándole, dirigiéndonos a El en la oración. Por eso os he de decir también con el Apóstol: que “nuestra conversación está en los cielos. Nada nos puede separar de la caridad de Dios, del amor, del trato constante con el Señor. Hemos comenzado con oraciones vocales, que muchos -probablemente todos, corno yo- hemos aprendido de la boca de nuestras madres: cosas dulces y encendidas a la Madre de Dios que es Madre nuestra. También yo, por las mañanas y por las tardes. no una vez sino muchas repito:¡Oh Señora mía. Oh Madre mía! yo me ofrezco enteramente a Vos. Y en prueba de mi filial afecto! os consagro en este día mis ojos, mi oídos. mi lengua, mi corazón… ¿Qué es esto sino contemplación verdadera, una manifestación de amor? ¿Qué se dicen las gentes cuando se quieren? ¿ qué se dan, qué se entregan? Se sacrifican por la persona que aman y nosotros nos hemos dado a Dios con el cuerpo y con el alma: en una palabra, todo mi ser. ¿Habíais pensado alguna vez cómo se nos enseña en la Obra a amar las cosas del Cielo? Primero una oración. y luego otra. y otra.... ¡hasta que casi no se puede hablar con la lengua, porque las palabras resultan pobres..y se habla con el alma. Nos Sentimos entonces corno cautivos, como prisioneros y así, mientras hacemos con la mayor perfección posible, dentro de nuestras equivocaciones y limitaciones las cosas que son de nuestro oficio, ¡el alma ansía escaparse! ¡Se va! Vuela hacia Dios, corno el hierro atraído por la fuerza del imán. 79«Os libraré de la cautividad, estéis donde estéis. (Jeremías 29) Dejamos de ser esclavos con la oración. Nos sentimos y somos libres volando en un epitalamio de alma encariñada en una canción de amor; hacia la! unión con Dios! Un nuevo modo de existir en la tierra: un modo divino, sobrenatural, maravilloso. Por eso -recordando a tantos escritores españoles del quinientos- me gusta decir: ¡que vivo, porque no vivo; que es Cristo quien vive en mí! . Y siento la necesidad de trabajar en la tierra muchos años, porque Jesús tiene pocos amigos aquí abajo. Desead vivir, hijos míos; debemos vivir mucho tiempo, pero de esta manera, en libertad: con la libertad de los hijos de Dios, que Jesucristo nos ha alcanzado muriendo sobre el madero de la Cruz. A Jesús por María ¿Y cómo hacemos nuestra esa vida? Siguiendo el camino que nos enseña la Virgen Santísima, nuestra Madre: una senda muy amplia, pero que, necesariamente, pasa a través de Jesús.