Historia de la Iglesia tomo 1( siglos 13 -16)

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HISTORIA DE LA IGLESIA I

Universidad Santa Croce (Roma)

LA IGLESIA ENTRE EL MEDIEVO Y LA EDAD MODERNA. A.- El nacimiento del espíritu laico y el progresivo debilitamiento del poder papal: 1. La Iglesia frente a los estados nacionales emergentes. Los siglos XII y XIII constituyen la época clásica de la Cristiandad europea. Queremos significar con este término el conjunto de pueblos que por profesar la misma fe y pertenecer a la misma Iglesia, formaban una amplia comunidad de espíritu y cultura, por encima de la diversidad de los reinos y de sus particularidades nacionales (J. Orlandis). La teoría política medieval consideraba que la Cristiandad constituía una basta unidad, un gran organismo vivo integrador de todos los pueblos cristianos y coronado por dos autoridades supremas, el papa, titular del poder espiritual y el emperador, que ejercía el poder temporal. Función primaria de ambas potestades - cada una en su propio orden era ayudar a los hombres a conseguir su propio fin. La afición al simbolismo de los hombres medievales buscó analogías que expresasen gráficamente esos poderes y sus recíprocas relaciones y las halló en las dos espadas que figuran en el relato de la Pasión según S. Lucas (Lc.XXII,38); en la imagen del sol y de la luna y en otros más. El problema de las relaciones entre las dos potestades rectoras de la Cristiandad fue tratado reiteradamente por los escritores contemporáneos, al hilo de los acontecimientos históricos. Los teóricos de la Cristiandad coincidían todos en aceptar el sistema y la validez de sus reglas de juego, pero disentían, según sus puntos de vista favorables al papa o al emperador, en exaltar la función que, dentro del sistema, competían a uno y al otro. Los partidarios del Pontificado enaltecían la autoridad del papa, fundada en al superior dignidad de su poder espiritual, que no se limitaba al terreno religioso, sino que, "por razón de pecado" o en virtud de la "plenitud de potestad" pontificia, se extendían ampliamente al orden temporal. Los doctrinarios imperiales exaltaban en cambio, el poder del emperador, poder según ellos autónomo, recibido directamente de Dios, que le confería la función directiva de una Cristiandad en que el papa había de quedar relegado al estricto ámbito de las actividades religiosas y del culto divino. El sentimiento de unidad existente durante aquellos siglos en el Occidente Europeo fue un hecho desconocido desde que comenzó la época de los estados y soberanías nacionales. Era natural que papas de todos los lugares europeos ocupasen la Sede de Pedro, o que monjes cluniacenses regentasen obispados de ciudades distintas a las de su país, o que las universidades acogiesen a estudiantes de cualquier parte de Europa. Sin embargo la Cristiandad no llegó a constituir una institución política de rango supranacional, ni los reyes europeos cristianos reconocieron la autoridad imperial en sus dominios y asuntos. El Imperio tuvo su base territorial en las tierras de Alemania e Italia. Los Estados Pontificios, creados por la donación de Carlomagno, estaban protegidos por los emperadores, pero de esa dependencia militar surgirán los problemas respecto a las relaciones entre las dos cabezas de la Cristiandad. Luchas que darían al traste con la idea de unidad. 2.El enfrentamiento entre Bonifacio VIII y Felipe IV de Francia. A finales del siglo XIII, tras un siglos de luchas entre los emperadores y los papas, sobre todo entre Federico II Barbarroja y Gregorio IX (guerra de las investiduras), el Imperio y la Iglesia empezarán a mostrar síntomas de desgaste. La idea unitaria de la Cristiandad Medieval saldría "herida de muerte". Se puede decir que la Cristiandad se fundaba sobre el principio del armónico entendimiento entre las dos potestades, que ejercían la suprema autoridad en el orden espiritual y el temporal. El enfrentamiento arruinó el sistema. Además las circunstancias favorecían el proceso ya que el ocaso del imperio es parejo al desarrollo de los nuevas nacionalidades. El Pontificado buscó la protección secular de Francia y los Anjou sustituyeron a los Staufen en Nápoles y Sicilia. Con ello crecería la influencia francesa sobre el Colegio Cardenalicio, lo que a la larga supondrá una fuente de tensiones con el pontificado. El uso abusivo de armas espirituales llevó consigo un desprestigio de la Iglesia al emplearlas en la consecución de fines políticos. En Alemania germinaría un sentimiento de encono contra Roma y el Papado expresada en la obra "Gravamina nationis germanicae".


Sin embargo, en medio de las crisis, en el seno de la Iglesia se empieza a hablar a finales de este siglo XIII de una nueva edad. Joaquín de Fiore, abad Cisterciense, profetizará el advenimiento de un "papa angélico" que pondrá fin a la época de crisis. Estas ideas difundidas por toda la Cristiandad contribuirán a crear un nuevo clima. En 1292 muerto el papa Nicolás IV la Santa Sede estuvo vacante por espacio de dos años como consecuencia del desacuerdo existente entre los cardenales. Dadas las dificultades, al final se optó por elegir al ermitaño con fama de santidad ,Pedro Morone, de quien se decía que era el papa angélico esperado por todos. Este tomo el nombre de Celestino V, y sólo permanecería en el pontificado por espacio de 5 meses, presentando su renuncia para poder volver a la vida eremita y alejarse así de los problemas de Roma. Se ha dicho que no se veía capaz de resolver y hacer frente a las numerosas dificultades a las que tuvo que enfrentarse. En su decisión influiría el Cardenal Benedetto Caetani, que sería quien le sucedería en el pontificado. El nuevo papa Bonifacio VIII (1294-1303) era un jurista duro de carácter y partidario de la supremacía pontificia, incluso en lo temporal. Sus aspiraciones chocarían con el no menos enérgico Felipe IV de Francia apodado el Hermoso. Nieto de San Luis de Francia, se le considera el primer rey moderno de este país. Felipe supo rodearse de un grupo de consejeros expertos en el recién redescubierto derecho romano, "los legistas" de cuyos conocimientos sacará partido para incrementar su poder. El enfrentamiento entre ambos poderes comenzaría como consecuencia de la Guerra de los Cien años en la que estaba embarcada Francia. El rey pretendió en un momento dado cobrar a los clérigos una serie de subsidios extraordinarios para poder hacer frente a los gastos de la guerra. Los clérigos, que veían amenazado uno de sus privilegios, elevaron sus protestas al papa, quien promulgaría la Bula "Clérigos Laicos", escrita en un tono que le habría de resultar molesto al rey francés. La reacción de Felipe y sus consejeros no se hizo esperar y poco después se procedería a prohibir a los clérigos franceses enviar dinero a Roma. Bonifacio, en una nueva Bula "Ineffabilis Deus", pasaba entonces a exponer la doctrina de la superioridad pontificia. De esta forma el conflicto entre los dos empezaba a ser patente. Aprovechado la situación, los cardenales de la familia Colonna enemigos del papa Bonifacio, fueron llamados y acogidos en la corte del rey francés. Un nuevo suceso vino a complicar aun más la situación. En 1297 Bernardo Saisset, obispo de Pamiers había sido denunciado ante el rey, que le hizo juzgar y condenar por uno de sus tribunales. Por aquel entonces era privilegio del clero el ser juzgado por un tribunal eclesiástico, al igual que ocurría en el caso de los nobles. Bonifacio publicó la Bula "Ausculta filii" en la que con un tono reconciliador pedía al rey que enviase a Saisset a Roma para que fuese juzgado allí por el papa. Además en ella reprochaba la conducta de los que sostenían la independencia y soberanía absoluta del poder real. Y por otro lado, convocaba en Roma un concilio de los Obispos franceses. Felipe y sus consejeros, sin embargo, redactarían de nuevo la bula tergiversándola y dándola después a conocer al pueblo para de esta forma ganarse a la opinión pública frente al papa. En vista de la situación una nueva bula de Bonifacio "Unam Sanctam" expondría la doctrina medieval sobre la autoridad del papa en el orden temporal y espiritual. Y el papa exigió a Felipe que la aceptase bajo pena de excomunión. Pero la reacción de éste fue la de tachar al papa de hereje y perjuro, convocando a la vez un concilio con el fin de deponerle. Mientras tanto, un ejército francés a las órdenes de Guillermo de Nogaret, consejero de Felipe, asaltaría la ciudad de Anagni en donde se encontraba Bonifacio. Allí haría prisionero al Papa y públicamente le abofetearía. El pueblo reaccionó liberando al pontífice, quien publicaría a los pocos días la Bula "Super Petri Solio" en la que excomulgaba a Felipe y desligaba a sus súbditos de la obligación de obedecerle. Poco después Bonifacio moría en Roma impresionado por la ofensa hecha a la persona del Romano Pontífice. Su sucesor Benedicto XI, deseando poner fin a tan lamentables sucesos, anularía las penas canónicas contra Felipe. Clemente V, primer papa de Aviñón, bajo la influencia de Felipe, llegaría incluso a declarar bueno y justo el celo del monarca en el asunto. 3.El exilio de Aviñón. A finales del siglo XIII y principios de XIV se puede situar el comienzo de la Baja Edad Media. En esta época se abre una nueva época de la Iglesia, etapa de crisis profunda. Dicha crisis afectó al pontificado cuyo prestigio sufrió duras pruebas en las que incluso se llegaría a cuestionar la autoridad suprema del Romano Pontífice dentro de la propia Iglesia. Hay que tener en cuenta que la mentalidad popular empieza a ser más secular, más laica. Y es precisamente ahora, cuando también se empieza a plantear al necesidad de una reforma.


Benedicto XI (1303-1304) fue sucedido por un no cardenal, el arzobispo de Burdeos Bertrand de Got, que tomaría el nombre de Clemente V (1305-1314). El nuevo papa rehusó en un principio trasladarse a Roma dado el clima de inseguridad que reinaba en la ciudad como consecuencia de las luchas de las familias aristocráticas romanas por hacerse con el control político de la ciudad. Entonces estableció su residencia en los territorios pontificios en suelo francés situados en Aviñón. Allí vivirían los romanos pontífices por espacio de 70 años en lo que se ha dado en llamar "la Segunda Cautividad Babilónica". Durante esta etapa del pontificado se incrementaría la influencia francesa sobre el mismo. Una de las primeras medidas que adoptaría el nuevo papa, así como los siguientes, fue la de emprender la centralización de los beneficios y cargos eclesiásticos. Para ello hubo necesidad de incrementar la burocracia pontificia, lo que a su vez implicó un aumento de las tasas para poder hacer frente al pago de los salarios. Hay que tener en cuenta que los Estados Pontificios nunca han sido fuente de ingresos sino de gastos. Por supuestos estas medidas se tradujeron en un descontento popular que dio lugar a numerosas críticas. Durante el exilio de Aviñón aun se produjeron nuevos conflictos con el Imperio. Una vez muerto el Emperador Enrique VII en 1314, tuvo lugar una doble elección, la de Federico de Austria por un lado y la de Luis de Baviera por Otro. El nuevo papa Juan XXII (1316-1334), declaró vacante el Imperio y nombró a Roberto de Anjou, rey de Nápoles, vicario imperial para Italia. Luis de Baviera, que había derrotado a su rival, se negó a renunciar, tal y como le pedía el papa, por lo que éste le excomulgó. Entonces Luis reaccionó eligiendo un antipapa, Nicolás V y reuniendo a su vez en su corte a todos los enemigos del Pontificado Aviñonés. Allí acudirían, por ejemplo, los franciscanos espirituales, escindidos de los franciscanos al no aceptar el arbitrio del papa en su polémica a propósito de la tenencia o no de bienes materiales por parte de la orden. El papa había decidido que la orden tendría bienes en usufructo, siendo titular de la propiedad de los mismos la Iglesia. Pero la medida no satisfizo a los espirituales que optaron por separarse de la orden. Masilio de Padua buscó también refugio en el Imperio. Antiguo rector de la Universidad de París, era el autor del "Defensor Pacis". En dicha obra consideraba que la Iglesia, conjunto de fieles que creen en Cristo, tenía que ser una estructura de carácter democrática. Afirmaba que los sacerdotes, habían recibido de Dios por la ordenación el "carácter" sacramental, pero este no confería ni otorgaba ninguna autoridad sobre los fieles. La Iglesia, por lo tanto carecía de cualquier soberanía y se halla en situación de estrecha dependencia con respecto al Estado. Otro refugiado en la corte imperial fue Guillermo de Ockam, franciscano espiritual, que sostenía que en la Iglesia la autoridad suprema debería pertenecer a una asamblea compuesta por los fieles, en la que el papa y la jerarquía serían órganos administrativos encargados del culto y los sacramentos. También Dante y Petrarca manifestaron por aquellos años su parecer sobre el establecimiento del pontificado en Aviñón. El primero, como buen italiano se mostraba partidario de la vuelta del papa a Roma, poniendo fin de esta forma a la cautividad en tierra bárbara. El segundo por el contrario hablaba en favor de Francia defensora de la Iglesia desde la época de Carlomagno, frente a la corrupción de la que fuera capital del Imperio Romano, que tantos cristianos había martirizado. A comienzos del siglo XIV, se extendió la costumbre entre algunos canonistas de exaltar la autoridad del Sacro Colegio, pretendiendo con ello que el Papa tuviese que contar necesariamente con los cardenales para el gobierno eclesiástico y que una "oligarquía" ocupase el lugar de la monarquía pontificia. En 1342, tras la muerte de Clemente VI, en el cónclave que designaría al papa Inocencio VI, todos los cardenales firmaron una "capitulación" por la que aquel que fuera designado papa, se comprometía a asociar a los miembros del Colegio cardenalicio, en todas los actos graves de su gobierno. Estas capitulaciones se renovaron en sucesivas vacantes a lo largo de los siglos XIV y XV. (Ya en Francia existía, en algunos cabildos catedralicios, el derecho a elegir obispo diocesano suscribiendo pactos o capitulaciones entre los electores). 4.El Cisma de Occidente y el conciliarismo. Marsilio de Padua al proclamar la absoluta supremacía del Estado y su independencia con respecto a cualquier concepción de orden metafísico o moral, levaba hasta sus últimas consecuencias una doctrina y un espíritu "el espíritu laico"- que estarán ampliamente difundidos en el siglo XV. A ello hay que sumar el renacimiento del Derecho Romano y el papel desempeñado por los legistas o juristas franceses consejeros de Felipe IV en su lucha contra Bonifacio VIII. No es que fuesen anticristianos o tratasen de crear un estado neutro. Seguían siendo cristianos, al igual que sus reyes, y consideraban la defensa de la religión como el fin principal del Estado. Pero rechazaban el sistema político de la Cristiandad y proclamaban la absoluta independencia del poder real con respecto al Pontificado. A la vez la omnipotencia del poder real se extendía también a los asuntos eclesiásticos y favorecía la configuración de Iglesias "nacionales".


Carlos IV emperador alemán al publicar la "Bula de Oro" 1356, por la que se regulaba la elección imperial establecía que el rey de Alemania sería designado por los 7 príncipes y elegido por el Emperador sin mencionar para nada la confirmación del papa. En Inglaterra desde finales del XIII se oyeron voces contra las reservas pontificias y el sistema de tasas. La hostilidad se incrementó durante el pontificado de Aviñón y la guerra de los 100 años. El estatuto de "Provisores" de 1351 y los estatutos de Praemunire (1353-1393) vinieron de hecho a dejar en manos del monarca la provisión de toda suerte de beneficios eclesiásticos; sancionaron igualmente con penas de reclusión perpetua y confiscación de bienes las apelaciones a los tribunales pontificios contra las sentencias dictadas por tribunales ingleses. Los estatutos, prohibieron todavía la aceptación de las bulas papales y el envío de cualquier suma de dinero con destino al papa. Estas medidas contribuyeron a "nacionalizar" las iglesias locales y a someterlas a la autoridad regia. El concordato de 1418, entre Martín V y la "nación" inglesa, presente en el Concilio de Constanza, vino a sancionar la existencia de una "Iglesia Anglicana", fielmente sumisa al rey desde un siglo antes de la Reforma protestante. En Francia, el espíritu laico y el robustecimiento del poder real dieron vida al Galicanismo. Los setenta años del papa en Aviñón, con la íntima vinculación entre el Pontificado y la monarquía francesa, contuvieron temporalmente las tendencias galicanas, bien visibles ya durante el conflicto con Bonifacio VIII. Mas terminada la época de Aviñón, el Cisma de Occidente fue aprovechado por los reyes franceses para acentuar su autoridad sobre la Iglesia. En los últimos años del siglo XIV y primeros del XV, se reunieron Concilios y "Asambleas del Clero", que trataron de restaurar en todos los terrenos las llamadas "libertades de la Iglesia Galicana", consistentes ante todo de sustraer la Iglesia de la autoridad pontificia, para sujetarla al poder real. Durante el pontificado aviñonés del aragonés Pedro de Luna -Benedicto XIII- el Galicanismo avanzó a pasos agigantados con hechos como "la sustracción de obediencia" del reino de Francia al Papa Luna en 1398, ya en pleno cisma, sin rendir por ello obediencia al Papa de Roma. Y las ordenanzas eclesiásticas de 1407, que han sido llamadas el acto oficial del nacimiento del Galicanismo. El proceso regalista culminó en Francia con la asamblea del clero, reunida en Bourges por mandato de Carlos VII, que promulgó la Pragmática Sanción de 1438. Este texto cata magna del Galicanismo, otorgaba al rey francés un amplio derecho de vigilancia sobre la Iglesia. Quedaba esta, en muchos aspectos, desligada de Roma y sujeta a la jurisdicción de los oficiales reales. Abolidas las reservas beneficiales pontificias, limitados las tasas apostólicas, se suprimieron también los recursos al papa y, con el fin de impedirlos, se introdujeron las llamadas apelaciones ab abusu, procedimiento para someter a los tribunales del rey todos las resoluciones de las autoridades eclesiásticas. La Pragmática Sanción de Bourges, aplicada con más o menos rigor según las épocas, consagró en todo caso un particularismo eclesiástico francés, que perduraría hasta la época revolucionaria. 5. El retorno del papa a Roma y el conciliarismo Aviñón nunca fue considerada como la residencia pontificia definitiva. El papa seguía siendo obispo de Roma. Y nunca se pensó en trasladar de forma definitiva la capital de la Iglesia de Roma a Aviñón. Los territorios italianos de la Iglesia atravesaron un largo periodo de anarquía, la propia Roma estuvo dominada por un exaltado partido popular, cuyo principal representante fue el "tribuno" Cola di Rienzo. La restauración de la soberanía papal en Italia fue obra del Cardenal Gil de Albornoz, antiguo arzobispo de Toledo. Este en varias campañas entre 1351 y 1367 restableció el orden en los Estados Pontificios. Las Constituciones Aegidianae reorganizaron la administración de los territorios de la Iglesia y contribuyeron a consolidar la paz conseguida por las armas. Personajes como Dante solicitaban al papa que pusiera fin al exilio de Aviñón, al igual que Santa Brígida (13031373) viuda, vidente y fundadora, que desde su lejana Suecia natal se había trasladado a Roma a mediados de siglo. Pero sobre todo en esta tarea se distinguió la figura de Santa Catalina de Siena. En 1367 Urbano V regresó a Roma: pero en 1370 muerto Gil de Albornoz e intimidado por las dificultades, regresó a Aviñón, donde murió al poco de llegar. Gregorio IX (1370-1378), instado por Catalina de Siena, decidió abandonar definitivamente Aviñón y fijar la residencia papal en Roma. Entró en Roma en enero de 1377, para morir allí en marzo de 1378. Muerto el papa se abre la crisis más penosa de la historia de la Iglesia: EL CISMA DE OCCIDENTE. El Colegio Cardenalicio formado en su mayoría por franceses sufrió las presiones y amenazas del pueblo romano, quien a toda costa deseaba evitar la elección de un papa francés ante el temor de que éste retornase a Aviñón. La elección recayó en el arzobispo de Bari Bartolomé Prignano, que tomaría el nombre de Urbano VI (1378-1389). Su comportamiento un tanto despótico, dio lugar a tensiones con los cardenales franceses, que abandonaron Roma y


declararon nula la elección. En la Villa de Fondi eligen papa al cardenal Roberto de Ginebra, que toma el nombre de Clemente VII (1378-1394). Automáticamente ambos papas se excomulgan y dan comienzo al cisma en 1384. La Cristiandad confundida se escindió en dos obediencias. El problema se encontraba en la cuestión de la validez o invalidez de la elección de Urbano VI. El rey de Francia consolido el cisma apoyando a Clemente VII, que pasaría a residir de nuevo en Aviñón. Santos como Santa Catalina de Siena o S. Vicente Ferrer llegaron a militar en bandos distintos. En 1409 estando Gregorio XII en Roma y Benedicto XIII -Pedro de Luna- en Aviñón, un grupo de cardenales se reunió en Pisa con el propósito de poner fin al cisma. En el Concilio de Pisa se depuso a los dos papas y se eligió a un tercero el arzobispo de Milán Pedro Filarghi- Papa Alejandro V. Pero la medida no vino más que a agravar la situación pues ahora la Cristiandad contaba con tres papas en vez de dos. El emperador alemán Segismundo decidió tomar cartas en el asunto y de acuerdo con el papa de Pisa Juan XXIII, en 1413 promulgó un Concilio Ecuménico en Constanza. El Concilio de Constanza se reunión en 1414, formado en su mayoría por prelados italianos que por aquel entonces habían abandonado a Gregorio XII, para apoyar a Juan XXIII quien había convocado el concilio con la esperanza de que le ratificaría como único pontífice. Pero en las primeras sesiones se estableció que el sistema de voto dentro del concilio no se haría de forma individual, como era costumbre, sino por países, evitándose de esta manera la supremacía italiana en el concilio. El voto por naciones era común en las Cortes, Parlamentos y Estados Generales de las naciones europeas de aquel entonces. Así pues se establecieron cinco naciones que agruparían a los obispos en sus sólo voto. Estas naciones era: 1.la Inglesa que agrupaba Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales; 2. la Italiana que agrupaba a Italia y las islas del Mediterráneo; 3. Alemania que comprendía Alemania, Austria, Croacia, Hungría, Polonia, Suecia; 4. Francia solamente dicho país; 5. Hispania, que englobaba todos los reinos de la P. Ibérica. El concilio exigió la abdicación de los tres papas. Juan XXIII que aspiraba ser confirmado por el concilio huyó a los dominios de su aliado el duque Federico de Austria. Pero la firma resolución del Emperador Segismundo evitó la disolución del concilio. Así pues, el 6 de Abril de 1415 se aprobaba el decreto Sacrosancta en el que se exponía la propuesta de Juan Gerson, que sostenía que el concilio representa a la Iglesia Católica, es la autoridad de Cristo y a él han de someterse todos los poderes incluso el del papa. De esta manera se establecía la superioridad del concilio sobre el papa. En el decreto Graciano, recogido en los "decretales" y en los comentarios de decretistas y decretalistas, encontraron la base jurídica para apoyar sus argumentos. Hay que tener en cuenta, que todas las situaciones posibles, que se podían dar en la Iglesia desde el papa hereje hasta la relación de autoridad Papa y Concilio Ecuménico, habían sido formuladas en glosas y discutidas en las escuelas. Juan XXIII fue declarado culpable y depuesto del Pontificado, pasando de nuevo a ser el cardenal Baltasar Cossa recluido en un castillo. Gregorio XII deseoso de contribuir a la paz en la Iglesia promulgó la bula de convocación del Concilio de Constanza, otorgándole de esta forma legitimidad, y posteriormente abdicó, pasando a ser el cardenal Angel Correr, obispo de Porto. Benedicto XIII -Papa Luna- negoció con Segismundo sin llegar a ningún acuerdo. Por lo que terminaría refugiándose en la fortaleza de Peñíscola, que hasta su muerte en 1423 sería denominada la nueva Arca de Noé en el diluvio que anegaba a la Iglesia. Posteriormente el concilio eligió papa a Martín V,Otón Colona, en contra de la opinión de Segismundo que pretendía que primero se hiciese la reforma. Durante el concilio se firmó el decreto de Frequens, el 9 de octubre de 1417, por el cual se establecía que el concilio debería reunirse al cabo de 5 años, después a los 7 años y más tarde a los 10, para de esta forma garantizar que no se retrasase la reforma. Otro decreto el Sacrosanta modificaba la Constitución de la Iglesia convirtiéndola en una monarquía parlamentaria. En 1418 Martín V ponía fin al Concilio y retornaba a Italia prometiendo convocar un nuevo concilio en Pavía al cabo de 5 años.


Se puede decir que el Concilio tuvo éxitos como el lograr poner fin al cisma, así como el de elegir un nuevo y único papa, pero como contrapartida en el mismo se aprobaron una serie de decretos que limitaban el poder papal en favor del concilio, dando una constitución conciliarista a la Iglesia. Martín V convocó efectivamente el concilio en la ciudad de Pavía en 1423, pero un brote de peste obligaría a trasladarlo a Siena. Un nuevo concilio habría de ser convocado en Basilea por el papa sometido a fuertes presiones en 1430. El Cardenal Cesarini fue designado en aquella ocasión como legado pontificio. Fallecido Martín V sería elegido papa Eugenio IV (1431-1447). El nuevo pontífice poco partidario del concilio, aprovechando la escasa asistencia al mismo decidió promulgar la bula de disolución del mismo, anunciando al mismo tiempo futuras reuniones del mismo en Bolonia y Aviñón. Mientras tanto, en Basilea se habían planteado una serie de objetivos tales como la supresión de la herejía Husitas (el propio Huss sería condenado a la hoguera pese al salvoconducto imperial); conseguir la paz europea; y lograr la reforma de la Iglesia. Cuando llegó al concilio la bula de disolución la mayor parte de los asistentes se negó a obedecerla y se proclamó legítimo al concilio, reiterando su supremacía en el seno de la Iglesia. El propio legado pontificio, Cesarini, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, solicitaría del papa la revocación de la bula de disolución. Este era un profundo conocedor de la situación de la Iglesia en Alemania, pues había dirigido personalmente la cruzada contra los Husitas en Bohemia. Por otro lado el propio emperador Segismundo, así como el Colegio Cardenalicio llegaron a presionar al papa en favor del Concilio de tal forma, que terminaría revocando la disolución y reconociendo la legitimidad de al asamblea de Basilea. La asamblea de Basilea se había constituido formada por teólogos y canonistas mayoritariamente, pues los prelados apenas constituía entre el 10 y el 20 % de la misma. La gran mayoría eran clérigos regulares o seculares que se incorporaban a la asamblea tras prestar juramento. El concilio se apuntó un nuevo éxito al lograr un acuerdo con los husitas. Además, el reconocimiento de su legitimidad hecha por el papa, dio lugar a que se plantease una reforma a fondo de la Iglesia. Como primera medida pretendieron renovar o modificar la elección pontificia y la composición del Colegio de Cardenales. Intentaron limitar las potestades papales; suprimieron las annatae y otras tasas sin las cuales era imposible mantener a la curia pontificia. En su lugar crearon un aparato administrativo a manera de curia paralela. También proyectarían un Concilio Unionista con los griegos. El propio emperador Bizantino Juan VIII amenazado por los turcos dio todo tipo de facilidades. No obstante el emperador prefirió tratar sobre el concilio con el papa antes que con la asamblea de Basilea, y en común acuerdo con Eugenio IV se decidió que se realizase en una ciudad italiana. Los conciliaristas, sin embargo preferían que éste se realizase en Constanza o en su defecto en Aviñón. En 1436 el papa dirigía a los reyes cristianos un memorial el "Libellus Apologeticus" en el que criticaba los abusos y errores del concilio. Al año siguiente el papa ordenó el traslado del concilio a la ciudad de Ferrara en donde se produciría el encuentro con los griegos, pero la mayoría de los conciliaristas se negaron a obedecer. Tan sólo Cesarini y un grupo de padres acataron el mandato. Entre esos padres se encontraba Nicolás de Cusa famoso por su tratado "De Concordia Catholica" en el que había intentado armonizar la tradición eclesiástica con la doctrina conciliarista y que en adelante iba a prestar eminentes servicios al pontificado. Posteriormente sería designado cardenal y legado papal en Alemania, contribuyendo a la recepción del Humanismo en los países germánicos. Su famosa obra "La Docta Ignorancia" es bien representativa de las corrientes antirracionalistas que aparecieron con fuerza en el horizonte intelectual de finales del medievo. El concilio tras la salida de los padres fieles al papa, abrió un proceso contra Eugenio IV el 25 de junio de 1439 en el que 7 obispos y 300 clérigos depondrían al papa, y a la vez elegirían un nuevo antipapa en un cónclave en el que sólo asistía un cardenal. Pero el nuevo antipapa, Félix V (Amadeo de Saboya) tan sólo sería reconocido por sus súbditos los saboyanos y por los suizos. Eugenio IV por su parte mediante la constitución "Moisés" del 4 de septiembre del mismo año, deponía y excomulgaba a los conciliaristas, condenándoles como reos de herejía y a la vez condenando la doctrina conciliarista. Pero el nuevo Cisma de Basilea, al igual que el concilio se irían poco a poco desintegrando, hasta tal punto que el antipapa terminaría sometiéndose en 1449.


Con la crisis del conciliarismo se había llegado a poner en tela de juicio la constitución divina de la Iglesia, pero al final la superación de la crisis trajo con sigo la reafirmación de la Primacía del Romano Pontífice. En el Concilio de Florencia (1439) se ponían fin teóricamente al cisma de Oriente. Años más tarde el emperador Constantino XI decretaba la unión con la Iglesia Católica, con la oposición del pueblo y los popes griegos. Pero la unión fue efímera a consecuencia de la caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453 en manos de los turcos, que fomentarían la vuelta a la situación cismática. * * * B.- EL PUEBLO CRISTIANO EN EL FINAL DEL MEDIEVO: 1. Las circunstancias políticas, sociales y psicológicas. La piedad popular. La sociedad europea de los siglos XIV y XV siguió siendo profundamente impregnada por el Cristianismo tan profundamente como en la época precedente. Ahora bien, gano esas apariencias de inalterable continuidad, se encubrían lentas pero irreversibles transformaciones, perceptibles tan sólo en el reducido ámbito de los grupos sociales más dinámicos y que anunciaban el advenimiento de una nueva época. La Baja Edad Media presenta los rasgos peculiares del final de un periodo histórico. Fue una época de transición. Desde el punto de vista político, la Cristiandad Occidental, durante la Baja Edad Media, se hallaba en avanzado proceso de descomposición. Era poco lo que subsistía de la antigua solidaridad cristiana, ahogada por conflictos como la Guerra de los Cien Años y por el auge de las monarquías nacionales. (La vida de la Iglesia no era ajena a su tiempo). El Cristianismo Medieval produce la impresión de haber perdido aquella potencia creadora y aquella fecundidad de la que dio muestras en épocas anteriores. Decae la ciencia teológica, escasean los grandes papas, los grandes fundaciones, los grandes santos, progresan los nacionalismos eclesiásticos, no hay pueblos nuevos que abracen la fe, y hasta la reforma de la Iglesia tantas veces mencionada y solicitada parecía ser una utopía, porque no hay voluntad de realizarla. La religiosidad bajo medieval se hizo más personal, su piedad más interior, su devoción más sentida. La idea de la muerte domina a los hombres de este tiempo (no hay que olvidar que es la época de las grandes epidemias de peste negra que asolan Europa a partir de 1348), a la vez que un afinamiento espiritual les permitía una mayor vivencia de la historia evangélica, y en especial de la Pasión y Muerte de Cristo. La Mística y la Devotio Moderna representan fielmente la vida religiosa del ocaso medieval. El tema de la muerte: La religiosidad popular se sentía más afectada por las desgracias que padecía la Iglesia y, sobre todo, por las extraordinarias catástrofes que se abatieron por entonces sobre la sociedad occidental. Un testimonio del impacto que esas catástrofes dejaban en el ánimo de los pueblos, lo constituye la enorme importancia que alcanzó el tema de la muerte. La peste negra de 1348 fue una catástrofe de tal magnitud que se alteró sustancialmente la situación demográfica, con considerables repercusiones económicas y sociales. Por aquel tiempo, el tema de la muerte estuvo como nunca presente en la literatura, en el arte, en la vida espiritual. Pisa levantó entonces el gran monumento a los muertos, su maravilloso Campo Santo, cuyos muros se cubrieron con los frescos de la "danza de la muerte", un tema que los artistas reproducirían mil veces y que cantarían los poetas en todas las lenguas. La muerte de la "danza" era despiadada, en ella se pintó con tremendo realismo el espectáculo de la corrupción y podredumbre que acompañaba a las grandes epidemias de la época. (Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre). El poeta recordaba la igualdad radical de todos los hombres que establece la muerte, la gran niveladora, que es la manifestación de la Justicia Divina, que a la hora definitiva viene a colmar todas las humanas desigualdades. Por esta época, la Iglesia incorporó a la lista de difuntos la secuencia Dies irae, de Tomás de Celano, y se popularizaron los artes moriendi -artes del buen morir, para uso de los fieles cristianos. La piedad popular: La vida urbana del Bajo Medievo facilitó la aglomeración del pueblo cristiano para escuchar a los grandes predicadores. En Italia, el franciscano San Bernardino de Siena conmovía a muchedumbres y mientras, en una vasta porción del mundo mediterráneo S. Vicente Ferrer (1357-1419), orador y taumaturgo, gozaba de tal autoridad que su palabra decidía el destino de los hombres, ciudades e incluso reinos (Compromiso de Caspe sobre la sucesión a la Corona de Aragón). En París Juan Gersón, canciller de la Universidad y gran doctrinario del conciliarismo en Constanza, desarrolló durante años una intensa tarea de predicación en lengua vulgar, dirigida a auditorios constituidos por gentes de todas las condiciones sociales.


Estas catequesis orientada a la formación de las masas populares, a la ilustración del "devoto pueblo cristiano", contribuyó a hacer más personal el espíritu religioso, mediante la difusión entre los laicos de la práctica de la vida cristiana. Como resultado de la nueva capacidad popular para sentir mejor el dolor de sus pecados y para revivir la Pasión, la confesión sacramental fue más frecuente. La Sagrada Pasión se escenificó dando lugar a representaciones dramáticas, las procesiones. Dentro de esta línea penitencial se difundió la práctica del rezo del Vía Crucis y hasta los cortejos de "Flajelantes" iniciados a raíz de la peste negra. También se incrementó la devoción popular a la Santísima Virgen. María estuvo asociada a la Pasión de Cristo, "compadeció" con su Hijo al pie de la Cruz. La Madre Dolorosa, la Virgen de la Piedad son las advocaciones religiosas típicas de estos tiempos. La Iglesia introduce en la liturgia la fiesta de los Dolores de Nuestra Señora. La influencia de la Pasión y de la Virgen Dolorosa en el arte Bajo Medieval es bien patente. Las cruces se van a levantar en todos los caminos de Europa. La Eucaristía siguió ocupando el lugar de honor en la devoción popular, vasos y custodias se harán más ricos y las procesiones del Corpus Christi pasaron a ser la mayor solemnidad pública de culto cristiano. 2.El misticismo alemán medieval. Las penalidades de los tiempos y las crisis en la Iglesia dejaron su impronta en la piedad popular, contribuyendo al enriquecimiento de la mística. Las regiones renanas de la Alemania Occidental y de los Países Bajos constituyeron el Foco principal de esta corriente de misticismo, cuya primera figura fue el maestro Eckhart (12601327). Este fue un gran místico especulativo y formuló una doctrina oscura y profunda sobre las relaciones de Dios con el alma, en la que existen proposiciones de indudable sabor panteista, algunas de las cuales fueron condenadas después de su muerte. Juan Tauler y Enrique Suso, discípulos de Eckhart, fueron dos escritores místicos plenamente ortodoxos. Tauler, director espiritual muy experimentado, perseguía una finalidad más práctica de mover almas al desasimiento de las criaturas y al total abandono de la Voluntad Divina. Suso fue un escritor espiritual, cuyas obras alcanzaron amplia difusión y que trataba de conducir el alma al encuentro de la Sabiduría Divina, a través del camino de la Santa Humanidad y la Pasión de Jesucristo. La corriente mística se difundió por Alemania y otros países, sobre todo en monasterios y conventos de religiosas. Por la misma época surgió en los Países Bajos otra corriente espiritual, fruto también de aquel clima propicio a una religiosidad más interior y personal , que fue típico del final de la Edad Media: la devotio moderna. La mística y la Devotio tuvieron entre sí evidentes relaciones y puede considerarse a Ruysbroeck el Admirable (1293-1381), muy influido por Eckhart, e inspirador a su vez de Gerardo Groote, como el eslabón intermedio entre la una y la otra. La Devotio Moderna era una forma de piedad fundada en el cultivo de la vida interior y que resultaba apropiada para sacerdotes, religiosos y laicos. La oración personal -no la litúrgica- constituía el fundamento de la espiritualidad de la devotio que, pese al apelativo de moderna, contenía más elementos esenciales que pertenecen al acervo permanente del cristianismo. En esa devotio era fundamental el director espiritual que sostenía y adiestraba en la lucha interior. La obra que refleja más fielmente ese espíritu fue "La Imitación de Cristo" cuyo autor es discutido, pero parece ser Tomás de Kempis. La Imitación enseña a practicar el desprendimiento de las criaturas, para poder encontrar a Cristo y seguirle por el camino real de la Santa Cruz; luego, Jesús hace gustar al alma que le posee la dulzura de su Amor.Tomás de Kempis -latinización de Kempen, su pueblo natal en la Renania- se ordenó sacerdote y formó parte de un capítulo de canónigos regulares, hasta su muerte en 1471. "La Imitación de Cristo" fue escrita originalmente en Latín, pero muy pronto se tradujo a diversos idiomas. La espiritualidad propia de la Devotio Moderna inspiró las fraternidades iniciadas por Gerardo Groote, cuyos miembros fueron llamados "hermanos de la vida común". Su lugar de origen fueron los Países Bajos y de allí se extendieron a Alemania Occidental. Las fraternidades estaban integradas por sacerdotes y laicos, y su organización era flexible y poco centralizada. Los hermanos de la vida común desempeñaron un importante papel en el terreno de la enseñanza, promoviendo la educación religiosa de los jóvenes. Aunque su importancia para la Historia de la Iglesia no se puede comparar con la que tuvieron las grandes órdenes nacidas en los siglos precedentes. 3.La decadencia de la teología y las nuevas tendencias. El nominalismo de Ockam: Desde el punto de vista intelectual los siglos XIV y XV estuvieron dominados por el pensamiento del maestro franciscano Guillermo de Ockam, ferviente imperialista en la polémica doctrinal y política de su tiempo. Ockam fue el principal representante de la "Vía moderna" (la vía antigua era la que seguía la alta Escolástica que estableció la armonía entre fe y razón), llamada también "nominalismo" o "terminismo", cuya teoría del conocimiento afirmaba que la ciencia humana no puede conocer más que lo individual y lo sensible, y negaba toda realidad a los conceptos universales, que serían tan sólo palabras, nombres, nomina. Según Ockam, el entendimiento del hombre, incapaz de demostrar con certeza las verdades religiosas de la existencia de Dios, de su unidad e infinitud, de la espiritualidad en inmortalidad del alma, etc., tan sólo tendría acceso a ellas por la fe en la Redención Divina. Frente a la síntesis armoniosa de la fe y de la razón, el nominalismo escindía interiormente al hombre, al


establecer en él una violenta dicotomía entre un empirismo racionalista, de una parte y por la otra un ciego fideismo sobrenatural. Ockam y sus discípulos acentuaron también el voluntarismo divino, hasta extremos que ponían en peligro los fundamentos de la moralidad y dejaban al hombre perplejo e incapaz de preguntar por el sentido de las divinas decisiones. En efecto las leyes morales no se fundarían en la perfección y la santidad de Dios, sino tan sólo en su voluntad omnipotente. Las acciones no serían buenas o malas en sí, por su propia naturaleza: las acciones malas lo serían solamente porque Dios las ha prohibido; las buenas, solamente porque Dios las ha mandado. Como puede advertirse, el nominalismo de Ockam, bajo una apariencia de devoto sobrenaturalismo, socavaba la coherencia de la fe y llevaba consigo el germen de las grandes rupturas que amenazarían la propia fe religiosa, en los siglos venideros. El agnosticismo fue otra corriente de la época. Influida por el platonismo y contraria al aristotelismo de Santo Tomás de Aquino, esta corriente afirmaba que la corrupción de la naturaleza humana era consecuencia del pecado. Los grandes autores de esta corriente no fueron heterodoxos aunque sí sus obras. Estos teólogos, llamados reformadores, fueron, por regla general, pesimistas sobre la naturaleza humana. 4. La herejía y la Inquisición. La herejía de Wyclif y Huss. La herejía fue una novedad en Europa en el siglo XII. Hasta entonces se había vivido la unidad de la fe en la Europa Occidental con la única excepción del arrianismo importado por los pueblos invasores. Un tipo de herejías tiene su origen en la exaltación de la pobreza tras la reforma gregoriana, alguno de cuyos frutos dentro de la ortodoxia fueron la aparición de las órdenes mendicantes. Pero dentro de su misma corriente aparecieron también posturas opuestas que al denunciar la riqueza eclesiástica, adoptan una actitud violenta, anticlerical y antijerárquica. Del franciscanismo surgieron grupos de "humillados" o "fraticelli", muy ligados a ciertos "espirituales". LOS VALDENSES fundados por Pedro Valdo o Valdés (rico comerciante de Lyón) tras desprenderse de sus bienes, reunió algunos discípulos que se llamaron "Pobres de Lyón" para predicar el evangelio y la pobreza. Su único error estuvo en que les faltó el profundo sentido de fidelidad a la Iglesia, que tenía S. Francisco. Los Valdenses del Norte de Italia llegaron a ser heterodoxos y rompieron con la Iglesia. LOS CATAROS:fue la gran herejía medieval. Desarrollada en el siglo XII en Italia, pero arraigada sobre todo en el mediodía francés en el Languedoc en donde recibían el nombre de "albiguenses" por la ciudad de Albi uno de los centros principales de la herejía. El catarismo fue el último brote de una antigua corriente herética, ya presente en la Iglesia primitiva, en la que se mezclaban elementos gnósticos con otros de raíz dualista maniquea y que identificaban el mal con la materia creada. Se dividían en dos categorías: 1º un grupo de "perfectos" o "puros" que vivían libres de ataduras carnales y adquirían tal condición en virtud de un rito de iniciación llamado consolamentum; y después la masa de adheridos o creyentes, que no asumían tan rigurosos compromisos y seguían usando de los bienes materiales. Una práctica de los perfectos que a veces se dio, era la "endura", muerte voluntaria por inanición, que consumaba la victoria sobre el cuerpo material. Entre la aristocracia tuvo sus simpatizantes, el propio Raimundo IV de Tolouse fue un solapado favorecedor de la herejía. En 1205 la Santa Sede envió una misión dirigida por el legado papal Pedro de Castelnau a la que se asoció Santo Domingo de Guzmán. El legado excomulgó a Raimundo IV y fue asesinado por un hombre de armas del conde. Entonces el papa Inocencio III convocó la cruzada contra los albiguenses. La represión contra la herejía se llevó a cabo a través de dos medios: la cruzada y la inquisición. La cruzada contra los albiguenses fue una lucha en la que se mezcló lo religioso con intereses temporales. Los caballeros del Norte de Francia acaudillados por Simón de Montfort acogieron el llamamiento papal. Pero a la cruzada antiherética se superponía una empresa de conquista y la nobleza del sur unió sus fuerzas para defenderse de los barones del norte; que pretendían adueñarse de las tierras del mediodía. (Pedro II de Aragón, rey católico y vasallo de la Santa Sede, murió peleando con los albiguenses). Durante 30 años hubo luchas hasta la caída del Castillo de Montsegur último bastión albiguense en 1244. La herejía fue desarraigada por la acción de la Inquisición y en el aspecto político los grandes beneficiarios de la Cruzada fueron los reyes de Francia, que terminaron de incorporar el condado de Tolouse a la monarquía francesa. LA INQUISICION: nacida en el siglo XII como instrumento de defensa de la fe y represión de la herejía. Desde el XII aparece a nivel episcopal. Los obispos habían de detectar a los herejes y entregarlos a la autoridad secular para que les aplicase la pena pertinente. El poder civil participó activamente. Federico II en 1220 promulgó una constitución ofreciéndose como brazo armado de la Iglesia y estableció la muerte en la hoguera como pena al crimen de la herejía.


En 1232 ante la ineficacia de la Inquisición episcopal, Gregorio IX creo la Inquisición pontificia, y la confió a los mendicantes, especialmente a la orden dominicana. La Inquisición nace asociada al renacimiento del derecho romano en el siglo XIII y XIV y por tanto al endurecimiento general de la vida jurídica. Porque ese Derecho Romano contenía una legislación muy severa contra los herejes, que sirvió de pauta al sistema inquisitorial. La Inquisición, sin embargo, se sirvió de un procedimiento que presenta graves defectos como el sistema de denuncias y testimonios secretos y la admisión de la tortura como medio de prueba. La crueldad de la pena por el delito de herejía (la muerte en la hoguera) es patente, y no queda mitigada alegando que la ejecución de las sentencias era de la competencia del brazo secular. 5. Wiclef y Huss. El 4 de mayo de 1415, el Concilio de Constanza condenaba 45 tesis extraídas de los escritos de Wiclef. Este profesor de Oxford, relacionado con la corte inglesa, había desarrollado en sus obras doctrinas teológicas que pueden considerarse como un silabario de las principales herejías que, bajo especie de devolver al Cristianismo su pureza primitiva, estaban latentes en la Cristiandad Europea de la baja Edad Media. Esas ideas, esparcidas a través de los tratados de Wiclef, aparecen, por otra parte, como un anticipo de algunos de los temas predilectos de los reformadores del siglo XVI: el principio de que la Sagrada Escritura es la única fuente de la fe, el rechazo de la Iglesia sacramental y jerárquica y su concepción del misma como invisible "comunidad de predestinados", el sacerdocio común de los laicos, la subordinación de la Iglesia a la Corona y la violenta crítica del papado. Pero fue la doctrina de Wiclef sobre la Eucaristía, negadora de la Transubstanciación y de la Presencia Real, aquella que produjo mayor escándalo. La jerarquía inglesa condenó varias proposiciones de Wiclef, y al influjo de sus enseñanzas se atribuyó la agitación producida en el país por los "lollards", revolucionarios sociales y evangélicos. Cuando en Constanza se lanzaba el anatema sobre sus escritos, hacía veinte años que Wiclef había muerto. Pero la cuestión de su doctrina alcanzaba por aquellos días renovada actualidad con motivo del proceso que el Concilio estaba instruyendo contra el reformador bohemio Juan Huss. Las doctrinas de Wiclef habían sido recibidas en la lejana Universidad de Praga a raíz del activo intercambio intelectual que siguió al matrimonio del rey inglés Ricardo II con Ana, hermana del rey Wenceslao. JUAN HUSS, sacerdote y prestigioso maestro, fue el principal propugnador de las doctrinas de Wiclef y a la vez la genuina encarnación del sentimiento nacional bohemio. En la universidad de Praga Huss recogió en sus escritos y predicación buena parte de las doctrinas de Wiclef, aunque las expuso más confusamente y con mayor moderación. En 1412, las violentas diatribas de Huss con ocasión de la predicación en Praga de las indulgencias de cruzada acabaron en abiertas críticas al papado y al Romano Pontífice. Abandonado por la Facultad de Teología, denunciado por el clero y excomulgado, Huss hubo de abandonar la ciudad de Praga, aunque seguían gozando de gran favor entre la nobleza y el pueblo checos. Al iniciarse el Concilio de Constanza, Huss, provisto de un salvoconducto del emperador Segismundo, se presentó voluntariamente ante la asamblea, deseoso de justificarse y de vindicar su ortodoxia. Pero reducido en prisión, fue sometido a un proceso en el que se le acusó de profesar errores, que Huss rechazó con tenacidad reconocerlos como tales y retractarse de ellos. Despojado de su condición sacerdotal fue condenado como hereje y entregado al brazo secular. El 6 de julio de 1415, Juan Huss murió en la hoguera con gran entereza e invocando el nombre de Jesús. Su muerte produjo una oleada de agitación que terminó en un levantamiento popular, de marcado signo anticlerical. Juan Huss fue honrado como mártir y a la vez como el héroe nacional de los checos, que se negaron a reconocer la soberanía del emperador Segismundo cuando éste heredó el trono de Bohemia. Las guerras husitas se prolongaron bastantes años y los checos rechazaron con éxito varias cruzadas lanzadas contra ellos. Los husitas trataron de fijar una doctrina común en los célebres "cuatro artículos de Praga", que establecían la libertad de predicación, la comunión bajo las dos especies, la secularización de los bienes eclesiásticos y la sanción pública de los pecadores. Pero entre los seguidores de Huss, cada vez se hizo más patente la división entre moderados y radicales. Los moderados fueron llamados "utraquistas", porque la práctica de la comunión bajo las dos especies "sub utraque specie", fue el rasgo que les caracterizó a los ojos de los demás cristianos. Los husitas radicales procedían de las clases populares, y fueron llamados "Taboritas" del monte Tabor, al sur del país donde acostumbraban reunirse. Eran antialemanes, socialmente extremistas y su radicalismo religioso les llevó a constituir comunidades, al margen por completo de la Iglesia Católica. Los "ultraquistas", en cambio, llegaron a un acuerdo con la Iglesia en el Concilio de Basilea, que se concretó en las Compacta, una solución de compromiso que les permitió mantener la comunión bajo las dos especies (el cáliz para los laicos) y algunas otras peculiaridades litúrgicas. El panorama que ofrecía la Iglesia en Bohemia al final de la Edad Media, con la división entre católicos y "ultraquistas", se caracteriza por una nota de ambigüedad, desconocida entonces en el resto de la Cristiandad europea. * * * C.- LA IGLESIA Y EL RENACIMIENTO:


1.El humanismo y el renacimiento. El espíritu de renovación y la tentación del paganismo. Tras la caída del Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) en 1453 y legar éste a Occidente gran parte de sus tesoros procedentes de la cultura griega y latina, surge en el mundo occidental un clima de actividad intelectual, que siente una fuerte atracción por redescubrir la literatura, la filosofía y la arquitectura del mundo Greco-Romano. Es el Humanismo, un movimiento que experimenta un interés polifacético por las realizaciones del hombre en cuanto tal y por las influencias que sobre él ejerce la naturaleza física y geográfica. Hasta aquel momento, la familia, la parroquia, la comarca y el señorío abarcaban toda la vida material y espiritual afectiva y sobrenatural del individuo; los amplios desplazamientos de las cruzadas, las peregrinaciones y, también el comercio y la vida universitaria, empezaron a ampliar hacia lo universal la visión de un mundo estable y bien ordenado, en el que el individuo tenía muy pocas posibilidades de emanciparse del marco de vida en el que nacía, trabajaba, se casaba, y rodeado de los suyos moría. En esta época la imprenta inventada por Gütemberg hacia 1440 permite una mayor difusión cultural. El gusto por la aventura, la libertad de juzgar, y el espíritu crítico se ponen de moda. La moral que orienta la inteligencia da ahora primacía a la existencia terrestre; la belleza plástica y la exaltación de los sentidos introducen, en la gente culta, la tendencia a un hedonismo teórico y práctico, a un predominio de la búsqueda de los placeres sensibles que sazonan la vida. "El fin justifica los medios" llegaría a decir Maquiavelo en el "Príncipe" en 1513. En 1460 la academia romana de Pomponio Lasto, reclamaba el derecho de la naturaleza humana a la felicidad inmediata. Dante, Petrarca y Boccacio fueron los grandes difusores de este movimiento. 2.El humanismo cristiano: el "retorno a las fuentes" S. Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam. El humanismo de Tomás Moro fue más bien moderado. Abogado inglés (1478-1535), muy querido por el pueblo inglés y londinense, su "Utopía" dibuja, tras una amable ficción, un audaz sistema ideal de gobierno, Tomás Moro es el primer laico en acceder al cargo de Canciller de Inglaterra. Padre de familia, lleno de buen humor y de finura, de origen modesto, llega ser admirado por Enrique VIII. Manifiesta un excepcional sentido de la justicia y de fortaleza ante el intento de divorcio por parte del rey; cuando el monarca desea conseguir del clero y de la Corte Pontificia la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón y la posibilidad de casarse con Ana Bolena. El Canciller prefirió verse privado de sus cargos, la pobreza, la soledad, la cárcel, y el martirio antes que negar su fe y admitir por oportunismo el dominio absoluto del rey sobre la Iglesia. En Holanda destaca, mientras tanto, la figura de DESIDERIO ERASMO DE ROTTERDAM (1469-1536), que con sus obras facilita el brote del luteranismo. Helenista y latinista aspiró a liberar a la teología del formalismo esclerótico de la escolástica decadente, reconduciéndola a las fuentes de la fe, es decir la Sagrada Escritura y los Padres. Pero su edición del Nuevo Testamento traducida del texto original y las numerosas publicaciones de obras de los padres de la Iglesia, a pesar de su importancia, no sirvieron para acometer la renovación de la Iglesia, porque no estaban imbuidas de una fe profunda. Erasmo sin esa fe y por su falta de piedad profunda evolucionaría hacia el relativismo pragmático dando lugar a que su "philosophía Christi" no fuese más allá de un moralismo estoico. Sus sátiras contra las personas e instituciones eclesiásticas contribuyeron a preparar el terreno a la reforma protestante, aunque Erasmo se mantuviese fiel a Roma. 3.Los papas del renacimiento. a) Martín V (Odón Colonna), elegido papa a los 49 años en 1417, durante el concilio de Pisa-Constanza, supo reformar la vida de los sacerdotes y de los obispos, preocupándose por la santidad del clero. Restauró en la Ciudad Eterna las basílicas de S. Pedro, S. Juan Laterano y Santa María la Mayor. Durante su pontificado reunió, tal y como se le había pedido en Constanza, un nuevo concilio a los 5 años en Pavía y después en Siena. Otro prelado de 48 años, austero y decidido, Gabriel Gondulmer le sucede en 1431. b) Eugenio IV (1431-1447) continuó la reforma y se opuso al conciliarismo que intentaba elevar la asamblea ecuménica, representación de la Iglesia Universal, por encima de la autoridad pontificia; ayudado por los teólogos Torquemada, Cesarini y Nicolás de Cusa, intentó volver a la unión doctrinal y práctica con los Ortodoxos, quienes buscando ayuda en su lucha contra los turcos facilitaron la unidad teórica. Es un periodo de gran actividad, en el que el papa alienta las obras de Fra Angélico, Donatello, Ghiberti y favorece la reconquista cristiana en el este, donde un intento de cruzada contra el avance de los turcos en los Balcanes fracasa en 1443, y en el oeste, donde el rey Juan II de Castilla, ayudado por el legado Alfonso Carrillo, intenta avanzar hasta el reino árabe de Granada. c) Nicolás V (1447-1455). Tomás Parentucelli, obispo de Bolonia, es elegido papa. Este Pontífice sigue adelante con la reforma, ayudado por el franciscano S.Juan de Capistrano, quien evangeliza Alemania del Centro y del Sur, mientras Nicolás de Cusa enseña el catecismo, la doctrina y la rectitud de costumbres en varios países de Europa del Norte. Superado el cisma del antipapa Félix V (el duque Amadeo de Saboya, elegido en el pseudoconcilio de Pisa), Nicolás firma en Viena (1448) uno de los primeros concordatos con los príncipes, con el fin de regularizar el acceso a


los cargos eclesiásticos y la colación de los beneficios correspondientes. Instauró la paz y la seguridad en los Estados Pontificios. Creó la Biblioteca Vaticana e hizo de Roma un impresionante foco de ciencia y artes. d) Calixto III. A mediados del siglo XV, la Iglesia pasa a estar regida por un legista trabajador, austero y firme; el obispo español de Valencia, Alfonso Borgia, elegido Papa Calixto III (1455-1458), quien se olvida del humanismo, ante el avance de los turcos de Mahomet II, y promueve una cruzada europea -acogida con frialdad por los monarcasque acaba con la frágil victoria del príncipe húngaro Juan Hunyade en Belgrado (1456). Preocupado por detectar herejías, protegió a dominicos y franciscanos en sus luchas con laicos y clérigos de la Universidad de París. Entre tanto, los turcos a pesar de la resistencia heroica del emperador bizantino Juan VIII Paleólogo, toman Constantinopla en 1453 y amenazan Hungría. Estos acontecimientos conmueven a Occidente y la angustia, contribuye a que el proyecto de reforma interna pase a 2º plano. Tanto más cuanto que las autoridades civiles francesas y las alemanas exteriorizan frecuentemente sus descontento ante el peso de las impuestos eclesiásticos. El Papa Calixto III, muy poco interesado en el Humanismo y el Renacimiento, deriva hacia el Nepotismo (la influencia familiar en el gobierno de la Iglesia, mediante la concesión a parientes de cargos y beneficios). e) Pío II (1458-1464) encuentra en el Cardenal Nicolás de Cusa un reformador enérgico, un buen teólogo y un hombre de oración; pero Aeneas Silvio Piccolomini, hombre austero y bien diplomático, está muy preocupado por los avances de los otómanos de Mahomet II en los Balcanes; una cruzada húngara y otra albanesa no consiguen detener la sangrienta conquista turca, que pone en peligro la supervivencia del cristianismo en Serbia, en Bosnia y en Epiro. f) Pablo II (1464-1471) frena el nepotismo y reacciona fuertemente contra algunos aspectos deletéreos del humanismo, pero no llega a convocar un concilio general de reforma. g) Sixto IV accede a la Cátedra de S. Pedro (1471-1484), y asume el enorme y pesado cargo espiritual del pontificado con rectitud doctrinal y pastoral, pero la vida de la Corte Pontificia se seculariza, se inspira demasiado en las costumbres regias y principescas de la época. Había sido general de los franciscanos, y poseía buena formación teológica; se dedicó durante su pontificado a fomentar las ciencias y las artes. En estos momentos, la Cristiandad se ha visto aliviada de la presión turca por la muerte de Mahomet II en 1481, y las sangrientas rivalidades dinásticas entre las grandes tribus. El papa Della Rovere eligió varias personas de su familia para los cargos de responsabilidad y emprende una guerra contra Florencia y Venecia y el reino de Nápoles, porque fomentan la insumisión de los Estados Pontificios. Con el fin de mejorar los recursos financieros, tomó medidas poco populares y elevó las tasas que pesaban sobre los nombramientos y beneficios eclesiásticos, las sinecuras y las indulgencias. h) Inocencio VIII (1484-1492), elegido con el apoyo de algunos votos de complacencia del Sacro Colegio, publicó en los comienzos de su pontificado una bula contra las manifestaciones de brujería y magia negra. i) Alejandro VI, Rodrigo Borgia (1492-1503), hombre inteligente y hábil, de gran personalidad, gobernó en los Estados Pontificios como príncipe temporal. Se opuso a las pretensiones territoriales de Francia sobre Italia del Norte, que a través de complejas alianzas matrimoniales había ido a caer en manos de los franceses (Milanesado). Bajo su pontificado finalizó el caso Savonarola. Este dominico italiano nacido en Ferrara, en 1452 y muerto en la hoguera en Florencia en 1498, se había hecho célebre por su reacción contra las tendencias paganas del renacimiento. Cuando el Monarca Francés Carlos VIII intentó en 1494 conquistar Italia, le llegó a considerar instrumento divino para castigar al pueblo y regenerar su patria. Se presentó en Pisa y Florencia al monarca. Se mezcló en política en Florencia y allí mezcló la política con la moral. Su política creó enemistades y sus críticas contra el papa Alejandro VI enemigo de la dominación francesa le llevaron a separarse de la Iglesia. Acusó al papa de Simoníaco y terminó chocando con él por cuestiones administrativas de las casas dominicanas. El papa le llamó a Roma y éste no acudió fingiéndose enfermo. Alejandro VI le excomulgó y Savonarola se burló de la excomunión celebrando Misa y declarando nula la excomunión: "el poder del papa queda sin efecto ante la llamada de Dios". El papa llegó a amenazar a Florencia con ponerla en entredicho si seguía apoyando a Savonarola y a la liga concertada con Francia. Savonarola por su parte trató de reunir un concilio para deponer al papa. Los franciscanos tomaron el papel de oposición al gobierno de Savonarola y propusieron un juicio de Dios a través de una ordalía en la hoguera para demostrar la autenticidad de su profetismo. El método fue condenado por el papa y no se llegó a realizar. Aunque posteriormente Savonarola sería juzgado y condenado a muerte. También fue mérito de Alejandro VI la mediación entre España y Portugal para evitar una guerra, delimitando sus grandes dominios respectivos sobre la navegación, la explotación comercial y la Evangelización en el Nuevo Mundo y en el Extremo Oriente (1493).


j) Julio II (1503-1513). Tras el breve pontificado de Pío III, Julio II presenta las características de un príncipe seglar. Hizo resolver y estudiar a sus secretarios competentes, los asuntos eclesiásticos. También se sirvió de tribunales y despachos que con gran eficacia abordaron los asuntos de gobierno. Destacó también como mecenas, hizo diseñar a Bramante los planos de la nueva Basílica de S. Pedro, encargo a Miguel Angel los frescos de la Capilla Sixtina, y a Rafael los que adornan el palacio Vaticano. Se enfrento en 1511 a un concilio cismático galicano reunido en Pisa -organizado por el rey francésrespondiendo con la convocatoria de un legítimo concilio general en Letrán entre 1512 y 1517 mientras los franceses avanzaban por Italia y obtenían la victoria de Rávena el dos de abril de 1512, tras la cual la situación se les volvió adversa y hubieron de retirarse de Italia. En el concilio los principales capítulos propuestos por los padres fueron: las irregularidades en las elecciones pontificias, la lucha contra la simonía, es decir la administración de los sacramentos previa entrega de un donativo obligatorio; la reforma de la curia romana demasiado numerosa; la restricción de los privilegios y la condena doctrinal del galicanismo práctico de la "Pragmática Sanción" francesa de Bourges (1436). Tras el concilio se concretaron y completaron las cuestiones debatidas. Se condenó, por ejemplo, la doctrina del humanista Pedro Pomponazzi, quien enseña en la Universidad de Padua la teoría del alma universal, herencia del filósofo árabe medieval Averroes. Los padres recuerdan que cada alma, individual e inmortal, es creada directamente por Dios. En el mismo año en que concluye este Concilio V Laterano -decimoctavo concilio ecuménico- el monje sajón agustino Martín Lutero, publicaba sus 95 tesis sobre las indulgencias, fijándolas en las puertas de la Iglesia de Wittemberg. k) León X (1513-1521) prestó a la reforma católica menos atención, pues le preocupaban más las negociaciones con el rey de Francia, para regularizar las relaciones entre la Iglesia en Francia, el rey y la cabeza de la Iglesia en Roma. El concordato de Bolonia (1516) dejaba en manos de Francisco I la iniciativa en el nombramiento y en el control de las rentas sobre el clero en Francia, lo que facilita que el autoritario monarca se considere como cabeza única en el reino; a cambio la Santa Sede aseguró la lealtad duradera de la monarquía francesa, en los difíciles momentos en que se empieza a dividir Europa por obra del luteranismo. * * * D.- EL PRIMER PASO DE LA REFORMA CATOLICA 1.La Iglesia siempre reformada: el sentido del término reforma. A lo largo del siglo XV antes de que se produjese la ruptura de Lutero, hay numerosas tentativas de reforma, aunque nunca fueron globales para toda la Iglesia. Había un afán en la Iglesia por reformarse, purificarse y renovarse espiritualmente, ajustando la vida y las instituciones a las normas evangélicas que ella siempre había predicado. Por esta época se llegó a formar toda una corriente literaria cuyo tema era el de la reforma de la Iglesia. Según Llorca, esos ardientes deseos de reforma, son expresión de vitalidad y revelan la existencia de un ideal. Se solicita la reforma de las costumbres de todo el pueblo cristiano, de altos y bajos, ricos y pobres, clérigos y laicos; la vida pública y privada del clero, especialmente de los que tiene cura de almas; y la curia romana y su régimen fiscal. No todos los que exigían una reforma estaban de acuerdo en el modo de realizarla. Algunos veían en el concilio la panacea de todos los males. Pero los concilios de la época apenas consiguieron avanzaron hacia la reforma. El de 1311 en Vienne estuvo ocupado en el tema de los Templarios.El de 1409 en Pisa no pudo lograr su objetivo de poner fin al Cisma. El de 1414 en Constanza, dividido en naciones, estuvo ocupado en la superación del Cisma de Occidente. El de Basilea de 1431 había terminado en otro cisma. El de Ferrara-Florencia de 1438 trató la unión con los griegos. Tan sólo en el V Concilio de Letrán de 1512 se adoptaron una serie de medidas que no se adoptaron más tarde por falta de una voluntad decidida con una mano fuerte que se impusiese. Por aquel entonces una pléyade de predicadores se afanaban en la reforma del pueblo. Algunos como S. Vicente Ferrer o S. Juan de Capristano fueron itinerantes, otros con residencia fija como Savonarola en Florencia y Juan Geiler en Estrasburgo. 2.La reforma católica en España. Durante la segunda mitad del siglo XV España estaba inmersa en guerras civiles. Esa situación de crisis también afectaba a la moralidad y a la religiosidad de la época. El poder de los eclesiásticos en España era grande, debido a las inmensas riquezas de la Iglesia y a sus numerosos privilegios. El clero disfrutaba de exención de tributos e impuestos y acumulaba grandes propiedades, sobre las que ejercía, a veces, jurisdicción temporal. Los obispos, que solían ser elegidos entre los miembros de las familias aristocráticas, constituían una especie de estirpe guerrera, que


participaba, al frente de sus huestes, en las contiendas civiles, como sucedió en la Guerra Dinástica Castellana entre Isabel I y Juana la Beltraneja. Los Reyes Católicos, que habían puesto especial atención en la reforma del Estado, no podían ser ajenos a la necesidad de controlar una Iglesia demasiado poderosa y a procurar apartar a los obispos de los asuntos temporales. La clave de la reforma era la provisión de beneficios eclesiásticos. Aunque eran los cabildos catedralicios quienes gozaban del derecho de elegir obispo, durante las turbulencias del siglo XV, el Papado había logrado nombrar sus propios candidatos y, prácticamente, imponer este derecho. Desgraciadamente los nombramientos pontificios dejaban mucho que desear y parecía necesario lograr de Roma el reconocimiento de un antiguo privilegio castellano: el derecho de "súplica" en favor del candidato real. El fin de la Reconquista ofreció una ocasión excepcional: en concepto de recompensa, la corona española solicitó del Papa el derecho de Patronato sobre todos los beneficios eclesiásticos del Reino de Granada. Inocencio VIII tuvo a bien concederlo, en 1486, para todos los beneficios mayores. Más tarde, gracias a presiones diplomáticas, consiguieron que la Santa Sede ratificase sus propuestas para los restantes obispados y también un control a perpetuidad sobre algunas rentas de la Iglesia. Pusieron también los Reyes Católicos, sobre todo Isabel, especial interés en reprimir los abusos que afectaban a la Iglesia Española, así como la de Europa. Procuraron "presentar" para los obispados a personas eminentes en moralidad y cultura sin considerar su rango social. Prefirieron miembros del clero regular, por su menor vinculación a los asuntos seculares. Animados por la corte, también las órdenes religiosas procederían a reformarse. En 1491 el Papa Alejandro VI había autorizado a los Reyes Católicos para que reformasen las órdenes monásticas. Esta tarea la comenzó el jerónimo Jiménez de Cisneros, confesor de la reina. En 1459 ocupaba la sede de Toledo. Por otra parte una serie de fundaciones monásticas nuevas, promovidas por los nobles, sobre todo en Castilla, extendieron la observancia religiosa. La reforma disciplinar de los Reyes Católicos no fue todo lo extensa y profunda que hubieran deseado. Saneó las sedes episcopales, cabildos y comunidades religiosas, pero la relajación continuó aunque en menor medida, pues es evidente que se obró un cambio de mentalidad entre los señores eclesiásticos, que comenzaron a desentenderse de los negocios del siglo y a poner más atención en sus propias funciones. Otro problema fue el de los judíos. Tolerados en España por la convivencia medieval, pasaron a convertirse en un problema a causa de la animadversión popular a medida que la reconquista llegaba a su fin. Muchas veces ese odio era acrecentado por la acción de predicadores exaltados. Muchos judíos acabaron optando por convertirse para salvar sus vidas. Hacia finales del siglo XV estos conversos gozaban de gran poder e influencia y eran muchos los que seguían practicando en secreto su antigua religión. Algunos conversos reales e influyentes presionaron para que se estableciese en Castilla un tribunal de la Inquisición, que concedido por el papa, comenzó a funcionar a partir de 1483, siendo posteriormente introducido por Fernando en Aragón. La Inquisición fue un instrumento de la Corona, destinado a mantener, la pureza de la fe; pero las implicaciones de este problema, desbordó la esfera puramente religiosa. En España, carente de unidad política, cuyos súbditos estaban sólo integrados por virtud de una decisión dinástica, una fe común serviría de elemento de unión. La Inquisición contribuiría de manera eficaz a cimentar la unidad española sobre la base religiosa. De hecho la expulsión de los judíos el 30 de marzo de 1492, apenas terminada la guerra de Granada, culminaba en parte el proceso de depuración religiosa. 3.Cofradías y órdenes religiosas en Italia. Novedad y reforma. El clima espiritual de Italia a finales del siglo XV recobró vitalidad a causa en primer lugar de numerosas iniciativas fervorosas, con puntos de partida individuales, que realizan una profunda reforma de las órdenes religiosas. Una nueva rama de los franciscanos surge, retornando al espíritu de pobreza auténtica de los comienzos, bajo el impulso de Mateo Bascio; los capuchinos, alrededor del año 1525, fueron aprobados como orden por la Iglesia; los eremitas camalduenses se agrupan en una congregación alentada por el veneciano Pablo Giustiniani (1476-1528) y constituyen una de esas sociedades de clérigos regulares, compuestas por sacerdotes, que escogen vivir en comunidad para sostenerse mutuamente mediante una regla de intensa vida interior, aunque al servicio de las parroquias y obispos. Su celo atrajo pronto hacia la vida sacerdotal numerosas vocaciones entre la juventud. S. Gaetano de Tiena (1480-1547), prelado veneciano que ha trabajado largo tiempo en la curia romana, dedica su tiempo, además de su servicio al Papa Julio II, a la visita de hospitales, impresionado por las miserias físicas y espirituales de los pobres; con su amigo Gian Pietro Caraffa crea y anima "la Opera del Divino Amore", en la que laicos y clérigos se unen para practicar la caridad fraterna a través de las múltiples obras de misericordia; en 1524, Gaetano de Tiena y Caraffa -éste último entre tanto ha sido nombrado obispo de Chieti- renuncian a todos sus bienes y crean una sociedad de sacerdotes que pronuncian los votos de pobreza, obediencia y castidad, dedicándose a la predicación y a la renovación litúrgica y tomando más tarde el nombre de teatinos. S Antonio Mª de Zaccaría funda entre 1502-1539 a los barnabitas dedicados a servir. S. Jerónimo Emiliano (1486-1537) funda la Congregación de los


Clérigos Regulares de Somasca dedicados a la formación de huérfanos y la catequesis de los pobres. Santa Angela de Merici (1470-1540) crea las Ursulinas en un principio dedicadas sin hábito ni clausura, a enseñar a las jóvenes. Otro terreno en el que fructifica la semilla apostólica, fortalecida por una auténtica vida de piedad y de sacrificio, lo constituyeron las cofradías -asociaciones de parroquiales o diocesanas de clérigos y seglares de todos los medios urbanos y todas las profesiones, dedicados a la solicitud por los pobres y las obras de asistencia social. También procuraban practicar de forma metódica la humildad de corazón y una vida de piedad intensa. Una de las más famosas, el Oratorio del Divino Amor, fundada por Héctor Vernazza en Génova en 1497, se extiende rápidamente a Florencia, Nápoles, Milán, Venecia, Verona y Roma. 4.El éxito del Concilio de Letrán. Fue el decimoctavo de los ecuménicos había sido convocado por Julio II como respuesta al conciliábulo de Pisa. Tenía tres fines: poner término al cisma, reformar costumbres y procurar la paz entre los cristianos para emprender una cruzada contra los turcos. Al concilio asistió el primer representante de América, Alejandro Geraldino Obispo de Santo Domingo. El concilio logró la reconciliación con el Emperador Alemán Maximiliano y con Francia que renunciaría a la Pragmática sanción de Bourges (1438). No obstante la reforma de costumbres abordada no se llevó a cabo, como tampoco se llevó a cabo la deseada cruzada. 5.Los judíos en la Edad Media y el antisemitismo. Ya los antiguos emperadores cristianos, como se ve en el código de Teodosio y en el de Justiniano, trataron de restringir los derechos de los judíos en materia de propiedad, de sucesión y en sus relaciones sociales. Restricciones parecidas se encuentran en los concilios de la Francia Merovingia y de la España Visigoda. En estas naciones, a causa de estas medidas violentas adoptadas, en cierto modo para forzar la conversión de los judíos, llegó un momento en que se elaboraron decretos para poner fin a dichas violencias. Así en el año 600 d.C. el Papa Gregorio I promulgo un decreto en el que se prohibía expresamente los actos violentos contra los judíos, aunque en el mismo inculcaba la separación entre cristianos y judíos; Calixto II por la Bula Sicut Iudaeis protegía a los judíos de los ataques de los cristianos. Esta Bula sería más tarde confirmada por Eugenio III, Celestino III, Clemente III y Gregorio IX. No obstante, éste último papa en su compilación "Decretales", daría una fuerza nueva a las disposiciones que restringían los derechos a los judíos. Desde el siglo XII los judíos han de vivir separados del resto de los cristianos en las llamadas juderías o Ghetos. Se les prohibirá en buena parte de Europa el culto público, construir o reparar sinagogas, contraer matrimonios mixtos, desempeñar cargos públicos e incluso se les impone el vestir el traje talar. Gregorio IX y Honorio IV mandaron recoger los libros del Talmud por sus críticas a Cristo. Aunque también es cierto que hubo monarcas que los protegieron y tomaron a su servicio. En Alemania los judíos contaban con protección del Emperador, e incluso desde la segunda mitad del siglo XIII siempre era un hebreo quien ocupaba el cargo de tesorero imperial. En Inglaterra, también en el siglo XIII, la "Carta judaeorum" establecía que las personas y las propiedades de los judíos se encontraban bajo la protección del rey. En Castilla en 1205, el rey Alfonso VIII recibía amonestaciones del papa Inocencio III en las que le decía que parecía amar más a la Sinagoga que a la Iglesia. Con las cruzadas se puede decir que comenzó el antisemitismo. Durante la primera cruzada hubo matanzas de judíos en el año 1096 en el Rhin y el Mosela en Alemania; en 1146 durante la segunda cruzada hubo también matanzas en distintas zonas de Alemania; en 1190 durante la tercera cruzada las matanzas se produjeron en Inglaterra; y en 1190 estas tendrían lugar en Francia durante la cuarta cruzada. Muchos sostienen que el motivo de este odio está en la economía, algunos judíos banqueros solían tener fama de avariciosos y se decía que ejercían la usura en una época en la que el préstamo de dinero con interés estaba mal vista por los cristianos. Estos antes de emprender la cruzada necesitaban dinero para hacer frente a los gastos del viaje por lo que recurrían al préstamo, y a su vuelta se tenían que enfrentar al pago de unos elevados intereses que no siempre podían satisfacer. Sabemos, por ejemplo, que en Francia en 1206 el rey Felipe Augusto les concedió poder cobrar hasta el 43% de interés, pero a veces se exigía el 52%, el 86% más tarde y hasta el 170%. Ottocar de Bohemia llegó a darles libertad para cobrar el interés que quisieran y Alfonso X de Castilla en la "Carta Pragmática" les puso el límite de 3 por 4. A la cuestión económica se sumó además los rumores que periódicamente se difundían a cerca de crímenes espantosos, sacrilegios, ser causantes de pestes, de envenenar fuentes, etc. Todo ello dio lugar a que fueran expulsados


en 1290 de Inglaterra; en 1306 de Francia; en 1298 de Austria y siendo considerados, en ese mismo año, indeseables en Baviera; expulsados de distintas partes de Alemania desde el siglo XIV; de España en 1492 y de Portugal en 1496. No obstante en Italia y sobre todo en los Territorios Pontificios, siempre fueron bien acogidos.

II.- LA RUPTURA DE LA REFORMA PROTESTANTE. A. LUTERO Y EL LUTERANISMO: 1.Raíces de la reforma luterana. (De Jean Paul Savignac). Los principios del individualismo y de la separación entre fe y razón, se encuentran por primera vez en los escritos de la filosofía y teología nominalista de Ockham, como ya hemos visto; por otra parte, el postulado teórico de la separación de lo espiritual -quedaría reducido a la esfera de la vida privada, es decir, de las conciencias- y de lo temporal -que se constituiría en el principal agente de la organización del mundo- se encuentra, de modo pasajero en los escritos de Huss y Wicleff; por lo que se refiere a la visión de la existencia marcada por un cierto pesimismo y relativismo histórico, junto al deseo de un reforma a las condiciones de vida de la Iglesia primitiva, tales ideas se podían leer ya en las obras de Erasmo. Lutero sistematizaría este espíritu y lo aplicaría al terreno de lo práctico. La pregunta esencial de Lutero era esta: ¿Cómo se establecen, de modo auténtico y completo las relaciones entre la Omnipotencia Soberana de Dios y el libre albedrío del hombre?; ¿Cómo puede entender la inteligencia humana esa acción misteriosa y real de la Gracia Divina Santificante en la naturaleza humana embargada por el pecado?. Tales preocupaciones comprendían también la naturaleza y la finalidad última de la Iglesia y sobre todo, ¿cómo transmite la Iglesia de modo infalible -sin errores- el mensaje de la salvación, y por qué es necesaria su mediación?. Lutero pretendía alcanzar evidencias, es decir encontrar un terreno de verdades que se impongan de manera absoluta, obtener de la fe certidumbres que a la fuerza lleven consigo la adhesión del corazón y de la voluntad. Por éste camino, Lutero se apartaría lentamente de los misterios de esa fe, ya que no aceptaba las oscuridades del camino del hombre en la tierra, propias del status viatoris, estado de peregrino, que no alcanzará la paz definitiva -prometida por el Padre Eterno- más que en la vida eterna, al precio de una lucha en la tierra, según la medida de sus fuerzas, y con el mérito, sostenido por la ayuda de la gracia, de una resistencia libre y leal contra el pecado. 2.Martín Lutero: de la crisis espiritual a la rebelión. VIDA:(De Valentín V.P.) Hijo de un campesino sajón dedicado a la minería, recibió formación humanista y nominalista en Ehrfurt en donde estudió letras y derecho. Pero un suceso cambiará repentinamente su vida y el 17 de julio de 1505 ingresa en un convento agustino en Ehrfurt. El 3 de abril de 1507 es ordenado sacerdote. En su primera Misa angustiado por la idea de la aplastante majestad de Dios huye del altar. En 1508 es nombrado profesor de filosofía moral en Wittemberg a la vez que sigue estudios de teología Sagrada Escritura de la mano de Staupitz. Al año siguiente es trasladado de nuevo a Erfurt. Viaja a Roma en 1510 para tratar sobre la fusión de los agustinos no reformados con los reformados a los que él pertenecía (era partidario de la separación de ambas ramas). En la Ciudad Eterna conoce el modo de vida de la Curia, pero esto no disminuyó su fe. Las críticas que más tarde hará a propósito de la Curia y el Pontificado, son fruto de prejuicios anteriores. En 1511 vuelve a Erfurt para prepararse para el doctorado que lograría en 1512. Poco después sería encargado de la cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad de Wittemberg. AÑOS DECISIVOS 1513-1517. (De Jean Paul S.)Atraviesa por estas fechas una crisis, estudiando a S.Pablo y su doctrina de la justificación por la fe, llega a la conclusión de que el hombre está corrompido por el pecado original (Lutero tenía fuertes tentaciones, "Crecía en el la preocupación por ello, ya que la experiencia de la concupiscencia, que consideraba invencible y generadora de una situación permanente de pecado, le acongojaba"(según Vázquez de Prada)."Los deseos desordenados eran considerados por Lutero algo más que una sencilla tendencia de la naturaleza o una huella del pecado original: son algo pecaminoso en sí mismo, algo que por sí mismo connota la perspectiva inevitable de la condenación eterna, si se experimenta vitalmente" (según J.P. Savignac). TURMERLEBNIS (descubrimientos de la Torre). En la torre del convento descubrirá en Romanos I, 17, en donde S.Pablo habla de la Justicia de Dios por la fe. Lutero creyó ver como una luz sobrenatural que la justificación (salvación) de los hombres se verifica por medio de la aplicación de los méritos de Cristo. Por consiguiente las obras del hombre no sirven para nada. El hombre tiene una naturaleza corrompida. Sólo la fe o confianza en la aplicación de los méritos de Cristo realizan la justificación.


LA CUESTION DE LAS INDULGENCIAS: en 1515 el Papa León X promulgó una Bula con el objeto de recaudar fondos para edificar la Basílica de S. Pedro de Roma. Los fieles que entregaban su limosna, previa la confesión y comunión ganaban la indulgencia concedida por la Iglesia, si cumplían las debidas disposiciones. En Alemania fue designado el Arzobispo de Maguncia, Alberto de Brandemburgo, como recaudador de las limosnas, que además se beneficiaba de una parte de las mismas. Alberto por su parte nombró delegado suyo a Juan Tetzel como predicador de las mismas. En 1516 predicaba en Júteborg, localidad próxima de Wittemberg con bastante éxito. Lutero contrario a aquella predicación trató de contrarrestarle pero fue en vano porque Tetzel seguía atrayendo cada vez más gente. Así pues, en la víspera de Todos los Santos de 1517, fijó en las puestas de la Iglesia de la Universidad de Wittemberg una lista de 95 tesis. En ellas, a vuelta de muchos puntos ortodoxos, incluía una serie de doctrinas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica. En las tesis 6 y 38 negaba el poder de la Iglesia para perdonar los pecados y en la 8, 10 y 13 negaba el purgatorio y por lo tanto las indulgencias. En otras como la 86 llegaba incluso a atacar al papa: "¿Porqué el papa, más rico que Creso, no edifica San Pedro?". Sus tesis se difundieron rápidamente por Alemania en donde existía un cierto malestar respecto a Roma desde la época de la guerra de las investiduras. Conrado Wimpina, rector de la Universidad de Frankfurt opuso a las tesis de Lutero 56 Antithesis y posteriormente Juan Tetzel añadió otras 50. Lutero respondió a Tetzel con un sermón sobre la indulgencia y la gracia, al que siguió el libelo "Libertad de un sermón sobre la indulgencia", refutación de la doctrina católica sobre la penitencia. Posteriormente Juan Eck profesor de teología en Ingolstadt, por petición del Obispo de Eichstätt, compuso sus "Anotaciones" en las que comparaba la doctrina de Lutero con la de Juan Huss. Lutero le contestaría irónicamente al igual que a otros que trataron de explicar sus errores. En 1518 el 18 de abril en Heildelberg, durante el capítulo de la orden, defendió lo que llamó la "teología de la cruz" en la que llegó a afirmar que la libertad humana no es más que un mero nombre; el hombre no puede más que cometer pecados. Posteriormente en el mes de mayo publicó sus Resoluciones sobre el valor de las indulgencias, aclaración de las 95 tesis, que remitió al Papa, mezclando expresiones de reconocimiento de su autoridad y a la vez su absoluta decisión en defender sus opiniones. Alberto de Brandemburgo informó oficialmente al Papa y León X encargó al superior de los agustinos Staupitz que contuviera a Lutero. En 1518 Lutero es llamado a Roma. Pero apeló al Príncipe, Federico el Sabio, elector de Sajonia y éste obtuvo que compadeciera en Augsburgo. La Santa Sede envió allí al cardenal Tomás de Vío llamado Cayetano. Entre el 12 y el 18 de octubre de 1518 Lutero compadeció ante el Cardenal quien intentó hacerle retractarse, pero él se negó en absoluto. Y ante el temor de ser apresado huyó dejando al Papa una apelación notarial "A Papa non bene informato ad melius informandum" (apelación a un Concilio). El Cardenal se quejó ante Federico el Sabio en vano. Roma trató entonces de ganarse a Federico enviándole la rosa de oro a través de Carlos de Miltitz (mayordomo del Papa), quién también trató de ganarse a Lutero. De hecho le animaría a escribir al Papa solicitando concordia cosa que el agustino hizo, pero aunque sumiso no se retractaba de nada. LA DISPUTA CON JUAN ECK: A partir de 1519 Lutero empieza a cuestionar la autoridad papal en favor del Concilio General. Pero posteriormente tras la disputa con Juan Eck en Leipzig llegó a afirmar que los concilios podían equivocarse como ocurrió con Juan Huss. Es más llegó a afirmar que la única fuente de revelación era la Escritura. "El triunfo moral de Eck consistió en obligar a Lutero a definir su verdadera posición frente a la Iglesia y al Romano Pontífice". Llorca-Gª Villoslada. Ante esta toma clara de postura Jorge de Sajonia se afirmó en la fe católica y las universidades de Colonia y Lovaina invocadas como árbitros de la contienda fallaron luego contra Lutero, al igual que harían las de París y Erfurt. Además - y esto pesaba mucho ante los innovadores-, en adelante, ya nadie podía llamarse a engaño, pues todo el mundo sabía hasta dónde llegaba la nueva herejía. 3.Martín Lutero, el reformador; la reforma y los príncipes alemanes. LOS ESCRITOS DE LUTERO: A partir de 1519 y 1520 Lutero y sus seguidores, entre ellos cabe destacar a Melanchton se dedicaron a criticar a la Iglesia a través de panfletos, sátiras, caricaturas y grabados que contribuyeron al éxito de la Reforma. Sus obras más importantes fueron: "A la nobleza cristiana de la nación Alemana", en lengua vernácula; "Sobre la Cautividad Babilónica de la Iglesia" y "Sobre la libertad del hombre cristiano" ambas en latín. La segunda era un ataque a la doctrina tradicional sobre los sacramentos. La tercera una reafirmación de la doctrina sobre la justificación por la fe y sus consecuencias sobre la concepción y organización de la Iglesia. En la primera exponía la doctrina del sacerdocio común de los fieles sin reconocer su esencial diferencia con el sacerdocio ministerial, conferido por el sacramento del Orden. Esto daba lugar al poder laical sobre la Iglesia. De acuerdo con esta doctrina apelaba a los príncipes y magistrados de Alemania a reformar la Iglesia en virtud de su oficio: a acabar con los abusos del poder papal y de la Curia romana; a suprimir el celibato eclesiástico, etc. El príncipe, por mandato de Dios, estaba puesto para el bienestar del pueblo, y, por lo tanto, también para reformar la Iglesia. Ya que el Papa no


lo hacía, eran los príncipes quienes estaban obligados a hacerlo. De esta forma despertó viejas resentimientos contra la administración eclesiástica, obteniendo el respaldo de buena parte del país. El 15 de junio de 1520, la Bula "Exurge Domine" condenaba como heréticas 41 proposiciones de Lutero y le exigía retractarse en el plazo de 70 días, ordenando que sus libros fuesen quemados. La publicación de la bula, por el nuncio papal, Juan Eck, encontró una gran resistencia. El 10 de diciembre de 1520, Lutero arrojaba al fuego la bula que le amenazaba con la excomunión. El 3 de enero de 1521, una nueva Bula "Decet Romanum Pontíficem", sancionaba su definitiva excomunión. EL EDICTO DE WORMS: Carlos V, nuevo emperador, citó a Lutero ante la Dieta reunida en Worms, que conforme al derecho imperial debía proceder contra el incurso de excomunión. La Dieta (parlamento del imperio alemán) empezó presentando al Nuncio los viejos "Gravamina Nationes Germanicae", y tomando pretexto de la agitación popular, los príncipes acordaron que el Emperador oyera a Lutero. El 17 y 18 de abril el joven emperador le invitó a que se retractase y éste se negó apelando a las Sagradas Escrituras y a su conciencia. El 25 de mayo el Emperador buscando poner fin a la polémica entre sus súbditos alemanes,condenaba a Lutero al destierro y que sus libros fueran quemados. Federico de Sajonia, rehusó sin embargo obedecer las órdenes del decreto imperial y fingiendo un secuestro, acogió a Lutero en su castillo de Wartburg, en donde permanecería 10 meses con el nombre de Junker Jorge. Durante el destierro sufriría una fuerte depresión, obsesionado por la idea de poder estar equivocado. Pero continuó adelante en su labor. escribiría obras críticas atacando los votos monásticos, la obligatoriedad de la confesión privada y la misa, a la que calificaba de "vergonzosa idolatría". Su trabajo más importante durante estos meses, fue la traducción del Nuevo Testamento al alemán, rehaciendo la Vulgata a partir de la obra greco-latina de Erasmo de 1516. Dicha obra, aparecida en 1522 y más tarde junto con la traducción del Antiguo Testamento en 1534, tiene gran importancia desde el punto de vista literario, ya que a través de ella se fijarían las normas gramaticales de la lengua alemana. Además pasaría a ser uno de los primeros libros de uso popular en Alemania. LAS REVUELTAS DE WITTEMBERG: Al aplicarse los principios del reformados en esta ciudad de la mano de los estudiantes y campesinos, sobre todo de la secta llamada de los anabaptista dirigidos por Thomas Müntzer, se produjeron una serie de revueltas. Trataban de instaurar "el nuevo pueblo de Dios" al igual que en la ciudad de Zwickau de donde habían sido expulsados. Llegados posteriormente a Wittemberg, Andreas Karlstad, uno de sus líderes, trató de llevar los principios luteranos hasta consecuencias que Lutero no había previsto. Karlstad impuso la "misa evangélica", el matrimonio a los clérigos y favoreció las reivindicaciones extremistas populares. Llamado por Melanchton, Lutero restableció el orden con su palabra y el poder secular: los "fanáticos fueron de nuevo expulsados". Desde entonces continúa trabajando desde esta ciudad protegido por Federico de Sajonia. En 1525 se casa con la exmonja Catalina Bora, con la decepción de su discípulo Melanchton y establece su residencia en el monasterio de Wittemberg. LA DISPUTA CON ERASMO: Erasmo había animado y defendido a Lutero en un principio, había incluso escrito al Elector de Sajonia para que sostuviera al reformador y también había aconsejado al Papa León X que no se precipitara en condenarle. Pero a partir de 1524 su postura hacia Lutero empieza a cambiar. Publica éste año contra Lutero "Diatriba sobre el libre albedrío", defendiendo la libertad humana frente a los innovadores. A la que Lutero respondió en 1525 con otra obra "De Servo arbitrio" que a su vez sería respondida por Erasmo en 1526 con "Hypersaspistes", en la que calificaba de irracional y excéntrico a Lutero. EL PAPA ADRIANO VI (1522-1523) Y CLEMENTE VII (1523-1534): Al acceder al pontificado Adriano de Utrech, envió a Alemania al nuncio Francisco Chieregati para reunirse con la Dieta en Nüremberg 1523. Allí el Nuncio dio a conocer la intención del Papa de reformar a la Iglesia, pero solicitaba a los príncipes que ejecutasen lo estipulado en Worms y luchasen contra la herejía. Los príncipes sorprendidos, ya se habían creado intereses sobre los bienes eclesiásticos prometidos por Lutero, por lo que se limitaron a repetir las quejas de la Nación Alemana y a solicitar un concilio. Clemente VII sucedió a Adriano VI, cuya muerte frustró por el momento las esperanzas de reforma. El nuevo papa enemigo de los concilios envió al cardenal Campeio a la II Dieta reunida en Nüremberg en 1524, solicitando y exigiendo la ejecución del edicto de Worms. Pero fracasado en su empeño, se dedicó entonces a unir a los príncipes fieles al Romano Pontífice. En 1524 se formó la alianza católica de Ratisbona agrupando a los alemanes del sur. Al año siguiente se formó otra liga, la de Dessau, también católica en el centro de Alemania. Por su parte los protestantes crearon la alianza de Gotha-Torgau. LOS LEVANTAMIENTOS: En 1523 se produce el levantamiento de los caballeros, pequeña nobleza deseosa de emanciparse de los príncipes, en especial de los eclesiásticos, tomando partido por "la libertad germánica". La revuelta estaba encabezada por Ulrich de Hütten, Crotius Rubeanus y el condottiero (jefe de mercenarios)Franz de Sickingen. No obstante la revuelta fue un fracaso.


Más importancia tendría la GUERRA DE LOS CAMPESINOS en 1524-1525, quienes dirigidos por Thomas Müntzer, pretendían aplicar a la realidad temporal la doctrina de liberación espiritual que predicaba Lutero. La revuelta comenzó en la zona del Alto Rin y se extendió hasta Alemania meridional (Carintia). Conventos y castillos eran incendiados previo saqueo. Lutero trató de apaciguarlos "Exhortación a la paz" dirigida tanto a príncipes como a campesinos. Pero al continuar los disturbios, dirigió una carta a los príncipes en la que les invitaba a exterminar a los revoltosos, tal y como ocurriría en 1525.(Según Vázquez de Prada, porque Llorca y Gª Villoslada sostienen que tomó partido por los campesinos y cuando estos fueron derrotados entonces se puso del lado de los príncipes). DESARROLLO DEL LUTERANISMO: En 1526 Francisco I de Francia había formado la Liga de Cognac aliándose con el Papa Clemente VII y con Venecia en contra del Emperador Carlos V. Durante la guerra las tropas de Carlos invadieron los Estados Pontificios y en 1527 sus tropas al mando del condestable de Borbón y Jorge Frudsberg saquearon Roma. Entre las tropas había Luteranos que originaron profanaciones y otros abusos. El Emperador cuando se enteró de la noticia lamentaría los sucesos, pero bien es cierto que no había dejado de recurrir a los protestantes alemanes cuando se había visto amenazado por la Liga de Cognac. Ya en 1526, cuando los turcos de Solimán II tras derrotar a los húngaros en Mohacs, Fernando, hermano del Emperador habría de reunir a todos los alemanes ante la doble amenaza de los turcos y los franceses. Para ello se había convocado a la Dieta en Espira y allí a cambio de apoyo, se concedió a los príncipes el derecho de reformar. A partir de entonces comenzaron a organizarse las iglesias territoriales. Prusia, territorio de la Orden Teutónica con su maestre al frente, Alberto de Brandemburgo, abrazaría el luteranismo en 1525. Cuando el peligro turco y el francés se disiparon, Carlos V reunió de nuevo a la Dieta en Espira en 1529, entonces se procedió a anular los acuerdos de la Dieta de 1526 y los príncipes católicos reafirmaron el edicto de Worms. Y se prohibiría el avance de las innovaciones hasta la convocatoria de un concilio. Los príncipes luteranos protestaron por tales medidas y fue allí donde recibieron por primera vez el apodo de "protestantes". LA DIETA DE AUGSBURGO 1530: esta Dieta había sido anunciada ese mismo año de 1530 en Bolonia por Carlos V a donde había acudido para ser coronado emperador por Clemente VII. Allí habían acudido los príncipes alemanes católicos y protestantes, estos últimos con una confesión redactada por Melanchton. Dicha confesión sería admitida por estos hasta la paz de Augsburgo de 1555. Carlos ordenó revisar la confesión por teólogos católicos que la rechazaron publicando una refutación. Melanchton, deseoso de restablecer la unidad, cedió, pero Lutero y los príncipes alemanes no aprobaron sus cesiones. Estos presentaron "la Apología de la confesión augustana" y el emperador, cansado, terminó ordenando a todos volver a la Iglesia antigua, renovando los decretos de Worms y disponiendo la devolución de los bienes eclesiásticos. En 1531 sólo los príncipes católicos aceptaban el nombramiento del Archiduque Fernando de Austria (hermano de Carlos V) como rey de los romanos con derecho al trono imperial, ya que los protestantes, cada vez más distantes, formaban la Liga de Esmalcalda y buscaban por aquel entonces entablar alianzas con Francia e Inglaterra. La situación se volvió favorable a estos cuando en 1532 Solimán II puso cerco a Viena y el Emperador para obtener la ayuda de los príncipes protestantes suspendió las decisiones de la Dieta de Augsburgo en el compromiso de Nüremberg en 1532. PAULO III (1534-1549): el nuevo papa manifestó desde un principio su intención de convocar un concilio en mayo de 1537 en Mantua. Pero los príncipes de la Liga de Esmalcalda se negaron a participar y planearon un sínodo por su cuenta. Esta fue la ocasión de los artículos de Esmalcalda en los que Lutero presentó los 23 artículos de su doctrina. Frente a los protestantes los católicos constituyeron en 1538 la liga de Nüremberg. Entre 1540 y 1544 Carlos V tratando de restablecer la unidad religiosa entre sus súbditos fomentó el encuentro entre teólogos católicos y protestantes a través de los Coloquios religiosos con los que se buscaba armonizar posturas. Durante estos años el Emperador necesitaba ayuda para hacer frente a las nuevas guerras contra los turcos y los franceses. Por fin en 1544 Carlos V y el Papa Pablo III pudieron anunciar la convocatoria del Concilio de Trento para 1545, pero los protestantes se negaron de nuevo a participar en el mismo. El 18 de febrero de 1546, cuando ya estaba en marcha el concilio, se moría Lutero. LA GUERRA DE ESMALCALDA: Carlos V viendo que por la vía pacífica no obtenía los resultados que deseaba, procuró en 1546 en la Dieta de Ratisbona dividir a los jefes de la Liga de Esmalcalda, ganándose al protestante Mauricio de Sajonia y más tarde a otros. Sin embargo serían los protestantes los que iniciaron las hostilidades viéndose amenazados por el Emperador, que les derrotaría en Mühlberg. LA DIETA E INTERIM DE AUGSBURGO: El Papa Paulo III temeroso de un incremento del poder imperial, retiró sus tropas del ejército de Carlos V y ordenó el traslado a Bolonia del Concilio de Trento, lo que disgustaría profundamente al Emperador. Y éste por su parte volvió al proyecto de los coloquios religiosos tratando de solucionar


las divisiones religiosas en Alemania de una vez por todas. Entre 1547 y 1548 en la Dieta de Augsburgo tomaron parte los teólogos de tendencias conciliadoras Julio Von Pflug y Miguel Helding, a quienes se unió el dominico español Pedro de Soto. De los protestantes, el único teólogo de nota que participó en la discusión fue Juan Agrícola. Al fin se convino en la fórmula, que se designó como Interim de Augsburgo, católica en los puntos substanciales del dogma, pero que hacía a los protestantes excesivas concesiones. Pero la solución no satisfizo ni a unos ni a otros. Roma también se opuso. LA PAZ DE AUGSBURGO: en 1550 el nuevo Papa Julio II (1550-1555) convocó por segunda vez el concilio de Trento, cuyas sesiones se reanudaron en mayo de 1551 con la participación de los protestantes. Sin embargo la traición de Mauricio de Sajonia, que aspiraba ser el jefe de la liga protestante, provocó la disolución del Concilio. Mauricio había atacado Innsbruck en marzo de 1552 en donde se encontraba el emperador sin tropas. Carlos V escapó a duras penas. Y tras difíciles discusiones D. Fernando, como representante de Carlos V, y los príncipes alemanes, se llegó a la transacción de Passau (junio de 1552), por la que se suspendía el Interim de Augsburgo y se aseguraba interinamente a los protestantes el libre ejercicio de su religión hasta la próxima Dieta imperial. La Dieta no se celebraría hasta 1555 a causa de las guerras con Francia y los turcos. El Emperador delegó en su hermano Fernando todos los asuntos del Imperio y se retiró al monasterio de Yuste tras abdicar en favor de su hijo Felipe II. En la Dieta se llegó a la paz de Augsburgo. En ella se reconocía la existencia de los luteranos en el Imperio Alemán. Las dos confesiones católica y protestante debían tener completa libertad en su ejercicio dentro del imperio. Los jefes de los territorios podían elegir religión e imponerla a sus súbditos que debían someterse a esta elección, pero si no estaban conformes podían emigrar. Es el principio del ius reformandi, concretado en la expresión "Cuius regio, eius et religio". Solamente se hizo una excepción a este principio, lo que se llamó el reservado eclesiástico, consistente en que los jefes de territorios eclesiásticos, que abrazaban el protestantismo debían abandonar sus territorios, dejándolos en manos de los católicos. Precisamente este reservado eclesiástico dio luego ocasión a largas y sangrientas contiendas. B. DIFUSION Y ESCISIONES EN LA REFORMA PROTESTANTE. 1.La reforma en la Suiza Alemana :Zwinglio. La situación de la Suiza Alemana a principios del siglo XVI era muy semejante a la de Alemania. Los abusos del clero, la penetración de las ideas de Wiclif y Huss, así como las de Lutero dieron lugar a la proliferación de prejuicios contra el papado y algunas prácticas religiosas. Zwinglio, nacido en 1484 en Wilhaus, tenía dos meses menos que Lutero. Cursó estudios en Berna y Basilea, donde tuvo por maestro al humanista Wölflin. En Viena estudió filosofía y en Basilea Teología, bajo la dirección de Tomás Wittenbach. Se ordenó sacerdote en 1506, ejerciendo su sacerdocio en Glaris, en donde intensificó sus estudios exegéticos. En 1516 entró como capellán del santuario de Nuestra Señora de Einsiedeln. En 1518 es nombrado predicador en la Catedral de Qurich. Allí tomando como base el Evangelio predicó contra las indulgencias, ayunos, votos y otras prácticas religiosas y sobre todo contra la relajación religiosa. Por estos años 1518-19 tendrá noticias de los primeros escritos de Lutero. En 1519 inició una campaña más radical contra los llamados abusos de la Iglesia y en favor de la verdadera reforma. Por esas fechas el franciscano de Milán, Bernardino Sansón predicaba la indulgencia de León X. Zwinglio hizo suyas las ideas sobre la justificación por la fe, contra las buenas obras y sobre la Sagrada Escritura como única fuente de la verdad. En 1522 un grupo de ciudadanos empezaron a no guardar de forma pública el ayuno cuaresmal. El obispo de Constanza, a la que pertenecía Zurich, elevó su protesta al Consejo de la ciudad para que amonestase a los culpables de tal desorden, pero Zwinglio en vez de someterse escribió su primer tratado dogmático, "Sobre la elección y la libertad de los alimentos". El obispo recurrió entonces a la Dieta Helvética, reunida en Lucerna. La Dieta dio una disposición general por la que prohibía toda predicación que turbara el orden público, paro en Zurich fue letra muerta. Zwinglio enviaría poco después una súplica al obispo y a la Dieta en su nombre y en el de otros diez sacerdotes solicitando la dispensa del celibato, afirmando que no lo habían podido observar. En 1524 se casó privadamente con la mujer con quien ya vivía en concubinato desde 1522. Posteriormente escribió "Apologéticus Archeteles" en la que se mofaba de la autoridad del ordinario y hacía su propia apología. Esta obra dio lugar a que Erasmo, antes amigo de Zwinglio, le reprendiera. El 23 de enero de 1523 el Papa Adriano VI le dirigía un breve, en el que usaba un tono paternal y pretendía atraerle como a un hijo. Ese mismo año Zwinglio obtuvo del Consejo la celebración de la primera disputa solemne. Para ello compuso 67 tesis, más radicales en conjunto que las de Lutero. En ellas proponía la Escritura como única regla de la fe; a Jesucristo, como único jefe de la Iglesia, por lo cual rechazaba la autoridad del papa y de los obispos; defendía que la Misa no es un sacrificio y negaba la existencia del Purgatorio, el culto de los santos, el celibato y de los votos religiosos. El obispo había enviado a Juan Faber y al teólogo Martín Blantsch, pero con la intención de que no tomaran parte en la discusión. Zwinglio obligó a Faber a intervenir y el Consejo previo


acuerdo con Zwinglio le atribuyó la victoria y le reconoció toda autoridad en asuntos religiosos. Como conclusión de la disputa, se decidió que los predicadores sólo deberían predicar la Sagrada Escritura y que los religiosos podrían abandonar sus conventos y tomar mujeres. Durante la segunda disputa solemne de 1523 se decidió introducir en Zurich la reforma de Zwinglio. Y éste escribió su obra "Introducción a la doctrina Católica", que el Consejo envió a todos los párrocos. El mismo Consejo establecería una Comisión compuesta por el propio Zwinglio y sus más íntimos colaboradores para que velasen por la introducción efectiva de dichas reformas. De esa manera desaparecieron las imágenes en Zurich, se clausuraron monasterios, se desterró la Misa, eliminaron sacramentos y ayunos. En 1525 se introdujo el nuevo culto basado en la predicación y en la cena bajo dos especies, pero como imagen o representación del Cuerpo de Cristo. El bautismo se conservaría como símbolo exterior de entrada el el cristianismo. Zwinglio recogió su reforma en su obra: "De vera et falsa religione" y no mucho después realizó una traducción de parte de la Biblia a la lengua vulgar. La reforma Zwingliana se fue extendiendo por toda Suiza, en 1522 Francisco Kilb la introdujo en Berna. Al año siguiente Ecolampadio, antiguo discípulo de Erasmo, la introducía en Basilea. Un año después otros cantones aceptaban la reforma. Sin embargo hubo cantones que se mantuvieron fieles al catolicismo. En la conferencia de Baden de 1526 se intentó llegar a un acuerdo con ellos. Por el lado católico estuvieron presentes Eck, venido de Alemania; Fabri y Murner; y entre los protestantes Ecolampadio y Haller, pues Zwinglio se negó a asistir. El resultado fue favorable a los católicos, que pusieron en evidencia a los nuevos herejes. Como no se conseguía la unidad a través de las discusiones, los Zwinglianos constituyeron la alianza entre Zurich y Constanza a la que se unieron Berna, Basilea, San Gallen y otras ciudades. Frente a ellos los católicos se unieron en 1529 en la alianza de Wallis contando con el apoyo de Fernando de Austria. Ese mismo año la paz de Kappel salvaguardaba la paz durante algún tiempo. También en este año tuvo lugar la disputa de Marburg organizada por Felipe de Hessen y en la que participaron Lutero y Melanchton por un lado y Zwinglio y Ecolampadio por otro, sin que llegasen a ningún acuerdo. En 1530 Zwinglio presentó en la Dieta de Augsburgo una confesión Zwingliana. El fanatismo de los reformistas suizos, que pretendían forzar a los católicos a aceptar su credo, dio lugar a la ruptura de la paz y al enfrentamiento armado en al batalla de Kappel (2.X.1531) que se saldó con la muerte de Zwinglio y la victoria católica. Una nueva batalla la del Monte Zug (24.X.1531), fue también favorable para los católicos, que impondrían la segunda paz de kappel por la que cada cantón conservaba el derecho a elegir su religión y estableciendo a la vez que en los cantones neutros se conservarían ambas confesiones. Años más tarde en 1536 Bullinger compone la 1ª Confesión Helvética y más tarde en 1564 la 2ª en la que limaba diferencias de cara a la futura unión con los calvinistas, que se produciría en 1566. 2.Calvino y la Confesión Reformada. Nace en 1509 en Noyon, en la Picardía Francesa. Hijo de un modesto funcionario del Obispado de Noyon, cursa estudios de teología y derecho. En 1521 se traslada a París en donde permanecerá por 4 años, destacándose por su rigidez y disciplina, así como por su competencia en los estudios de dialéctica. En 1536 es detenido en Ginebra cuando se dirigía a Estrasburgo. Guillermo Favel introductor de la reforma protestante en Ginebra le pidió ayuda para afianzar la reforma en dicha ciudad. En ese mismo año en la disputa de Lausana defendió con entusiasmo sus doctrinas frente a los católicos. Tras su éxito regresó a Ginebra y sustituyó el culto católico. Compuso los Artículos de la disciplina eclesiástica. Hizo desaparecer imágenes, ornamentos y la propia Misa. Todo se reducía a la predicación, a ciertas plegarias y a la recitación de cantos o salmos. Pero el ambiente social se indispuso contra Calvino y Farel a quienes acusaban de no acomodarse a las costumbres regionales. En 1538 el Gran Consejo estaba compuesto mayoritariamente por elementos contrarios a los innovadores. Calvino les negó la Comunión, tras afearles públicamente su conducta. Y por ello fue desterrado de la ciudad el 23 de abril. Calvino se instala en Estrasburgo y allí dominado por el fatalismo concibe la idea de la predestinación. En 1540 se casa con la viuda de un anabaptista, Ideleta Bure, que ya tenía dos hijos, y con la que tuvo un hijo que se murió a los pocos años. El mismo año de su boda, ganaban las elecciones sus partidarios y estos volvían a llamarle del destierro. Al año siguiente regresó siendo recibido como salvador. Aprovechado el ascendiente impuso a la ciudad una reforma rigurosa y férrea. Su obra "Institution Chrétienne", pasó a ser la norma fundamental de la Iglesia Reformada. Evitando los errores de Lutero de someter a la Iglesia al poder de los príncipes y el de la inutilidad de las buenas obras, que dio lugar a la relajación de las costumbres, Calvino estableció, manteniendo el principio de la justificación por la sola fe, la necesidad de las buenas obras, significan nuestra colaboración a la Obra de Dios. Y también defendió la idea de colaboración Iglesia-Estado por el bien de la fe. Estableció una jerarquía formada por: los pastores encargados de la predicación, los doctores de la enseñanza, los presbíteros de la dirección de la Iglesia y los diáconos de los hospitales y obras de caridad. También organizó la congregación, formada por todos los pastores de la Iglesia de Ginebra, que se encargaba de la jurisdicción sobre temas doctrinales. Y el Consistorio formado por 6 pastores y 12 ancianos, que eran la autoridad suprema de la Iglesia.


Su teoría de la doble predestinación afirmaba la necesidad de una salvación o condena. Establecía que todo lo que ocurre, sucede por necesidad. Defiende la existencia de sólo dos sacramentos: Bautismo y Cena, aunque como signos exteriores o símbolos. Desde 1541 hasta su muerte en 1564 gobernó Ginebra con férrea disciplina. Suprimió todas las fiestas religiosas. Cuatro veces al año se celebraba la Cena. Mantuvo una lucha intensa contra los pastores que trataban de introducir divergencias a su doctrina. Despojó a Ginebra de su carácter democrático. Se libró de todos sus opositores. Quemó en la hoguera al español Miguel Servet por negar el Misterio de la Santísima Trinidad. En 1559 organizó un centro de estudios llamado la Academia a cuyo frente situó a Teodoro Beza, teólogo francés de origen noble, quien convertiría dicha academia en un centro de irradiación internacional. El calvinismo se extendió por Francia (hugonotes), por Hungría, Polonia, Países Bajos, Inglaterra (puritanos) y Escocia (presbiteranos).


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