Josef Koudelka: el arte es sólo sobre emociones P or Óscar E str ada de la Rosa
C U A D E R N O S
E P Í G R A F A
Josef Koudelka. Fotografía Roberto Ortiz Giacomán.
Josef Koudelka:
el arte es sólo sobre emociones
El ojo vertiginoso que vaga. Magnífico don que ha logrado conservar durante 40 años. Jenícek fue el primero que se lo desveló, pero Cartier-Bresson, el experimentado maestro del “momento decisivo”, fue quien le aconsejó como conservarlo. Donde pone el ojo pone la emoción: Koudelka. Sus imágenes son caligramas del exilio, eruditas composiciones estéticas, poesía de la realidad. Nos regala su certera mirada y la antigua luz de la Europa Central. Patrimonio errante, su talento vive y comparte la santísima trinidad checa: Koudelka, Kafka, Kundera. ¿Qué te obsesiona Josef? Vivir Los periodos realmente creativos son aquellos que se viven con intensidad. Pienso que sí. Pierdes la intensidad, pierdes todo. Con las series Gitanos y Exilios logras una estética de la emoción. ¿Qué significa para ti la emoción? Para mí, el arte es sólo sobre emociones. Aquello que te hace llorar o reír, eso es para mí arte. No importa si es pintura o si es música. En tus imágenes hay una gran dosis de dignidad, ¿es intencional? No. Acaricias con la mirada a tus personajes. Si esto existe, no es intencional. Lo fotografiado sólo es el resultado de lo que veo y lo que me interesa. En tus fotografías encontramos rigor espacial, sombras matemáticas y un manejo depurado de la perspectiva. ¿Ser ingeniero te ha ayudado? No lo puedo saber exactamente, pero pienso que la composición fotográfica y las reglas dentro de la ingeniería son las mismas. Simpre debe de haber un equilibrio. Cuando un avión vuela y está en aire, es por que hay un equilibrio, y una imagen debe tener equilibrio.
¿Qué representa para ti lo auténtico? A mí no me gusta ver las imitaciones. Me interesa ver lo original. Sean éstas personas o cosas. Me interesa lo auténtico. Pienos que cada vez es más y más raro encontrar a la gente auténtica. En tus fotos encontramos a ciertos personajes que literalmente van creciendo junto contigo. ¿Regresas a los lugares visitados? Sí, por ejemplo yo he regresado a Checoslovaquia después de veinte años y andaba en esos lugares donde había hecho fotografías de gitanos. Y un gitano que estaba por ahí con un niño me llama y me dice “¿puedes tomarle una fotografía?” Sí cómo no, le dije; volteándose a su hijo le comenta: “Este señor me hizo una fotografía cuando yo era como tú”. Al cabo de una mes me lo encuentro y me dice: “Oye, si alguna vez regresas aquí y yo estoy muerto, te encargo a mi hijo”. Bueno, era realmente extraña su petición. por que este señor tenía 40 años menos que yo. ¡Pensaba que yo soy un monstruo que va a vivir para siempre! (risas). Puede ser que esto sea lo que él pensaba sobre la transformación y la permanencia de la fotografía. Alguna vez le comentaste al fotógrafo francés Frank Horvat que la buena fotografía es aquella con la que puedes vivir. Supongo que tienes fotografías de Cartier-Bresson en tu casa. ¿Tienes obra de alguien más? En los muros de mi casa no hay fotografías originales. Aunque Cartier-Bresson me ha regalado algunas fotografías, no tengo colgada ninguna. Yo funciono de una manera diferente, si veo una foto en alguna revista o periódico, la recorto y la pongo en mi muro. Aquí en Monterrey es lo mismo. En el hotel donde me hospedo siempre me tienen un periódico. Yo no leo, no me interesa leer todas las cosas que pasaron, pero me interesa tener una idea. Por ejemplo, si hay un comentario, una frase, o una foto que me gusta, la recorto; la conservo aparte. Por que en el futuro quiero recordar lo que ha pasado, esa media hora que he recibido viendo el periódico. Acepté esta entresvista por que pienso que tú puedes hacer que surga algo diferente de mí, que yo no lo he formulado, entonces yo lo puedo conservar. Y es lo mismo como vivir un día. La gente pasa un día y no se acuerda de nada. Entonces, ¿qué hace diferente un día de otro? ¿Qué ha sucedido algo o has visto una cosa bellísima? Entonces es esto, recordar lo bellísima que era. Te pasas un año haciendo fotografías y ves tantas cosas, te encuentras tantas situaciones, ¿y que recuerdas de este año? La fotografía tiene este privilegio. Finalmente, si eres fótografo, y buscas estas cosas, entonces no sólo vives la experiencia, también la conservas en forma física. Y si eres bueno, mejor.
Josef Koudelka. Jarabina (Eslovaquia), 1963.
Hay cuatro fotografías tuyas que estarán guardadas en mi memoria y quisiera que las comentaras, te las voy a ir nombrando: La primera es un fascinante baño de luz sobre una gitana muerta, Jarabina, 1963. Bueno, es un poco dificíl para mí y no quisiera extenderme mucho. Es una mujer que tenía diecisiete años y a esa edad ya tenía dos niños, que están sobre ella. Y el padre de los niños la mató. Él se encuentra en la segunda fotografîa, donde aparece con las manos esposadas. Yo pienso que este gitano era una mejor persona que la muerta. Por esta razón, me ha dado rabia en más de una ocasión, cuando en una exposición le llaman “Asesino” a esta fotografía. Para mí, este hombre no era asesino, él sólo ha matado a una persona, pero no es un asesino. Asesino para mí es otra cosa, tiene un significado diferente, no sé si me explique o si se entiende lo que quiero decir, para mí no es un asesino. ¿Esta libre? Sí, esta libre, es una persona muy buena. Ahora que regresé me lo he encontrado de nuevo.
Josef Koudelka. Francia, 1987.
La segunda foto que me impresiona es donde está la estatua de Lenin sobre una barcaza flotando en el Danubio, para mí, es la mejor de la serie Caos. Te debo decir esto, en el libro lo explico. El director de cine Theo Angelópoulos –un director muy bueno–, me invitó a través de uno de los productores del filme para que realizara la fotografía de La Mirada de Ulises y esta estatua fue hecha especialmente para la película. Esta fotografía pertenece a una exposición que se llama Magnum Cinema, eran fotografías de todos lo periodos del cine. Se expuso en Inglaterra y el crítico del Times escribió esto: “esta fotografía es una muestra de lo que el arte fotográfico es capaz de hacer”. Por ejemplo, en la película hay una secuencia muy bonita, donde hay acercamientos a la estatua, es una secuencia muy larga. El crítico también dice que lo que yo he hecho con la fotografía es muchó mas poderoso que la secuencia. Bueno, yo no quiero decir que esto sea verdad, yo sólo quiero decir que esto es un ejemplo de cómo dos medios pueden tratar una misma realidad de manera diferente. La tercera fotografía es la de los irlandeses orinando en un callejón. La enigmática composición en diagonal es perfecta, tres hombres con abrigo
Josef Koudelka. Irlanda, 1976.
negro en la área iluminada, más uno con abrigo gris en la sombra. La casualidad educada. Este lugar está en un mercado de caballos de Irlanda y… bueno, qué más te puedo decir. La cuarta fotografía, el perro de Koudelka, el inmortal perro de Koudelka. Yo te puedo decir también la historia de la gata de Koudelka (risas). Cuéntamela. En una ocasión estaba en Inglaterra, de esto ya hace bastante tiempo. Yo fotografiaba niños que trabajaban recojiendo acero y hierro, me hice amigo de ellos y me invitaron a una casa. Esta casa era verdaderamente una típica casa inglesa, con fachada de ladrillos. Al entrar a la casa, salió una señora y los niños me pidieron que me presentara con ella. Yo le dije: “Señora” –se llamaba Mrs. Smith– puedo contarla en inglés? Adelante.
I am Josef Koudelka. Koudelka! Oh, I’m so pleaesed to meet you Mr. Koudelka. You know, we used to have a cat named Koudelka. Unfortunately she is dead (risas). Esta señora tenía una hija que estudiaba fotografía, probablemente conocía mis fotografías y le gustaban. Bueno, hablando del perro, esta fotografía tiene una composición buena, pero debo confesarte que yo no miraba a través del visor, el perro huía asustado de mí y yo lo pereseguía con mi cámara, aunque yo también le tenía miedo; era un perro bastante grande. El Principito, de Antonio de Saint Exúpery, decía: “La única patria de un hombre es su infancia”, ¿cuál es la patria de Koudelka? Yo soy de un pueblo de Moravia, pero siento que estoy hecho de un poquito más del sur, algunos kilómetros más al sur. Por una razón simple, las canciones de ahí son mejores; la música y las canciones. Al fin de cuentas son emociones con las que te identificas. Como lo dije anteriormente con el arte, quizá también la patria esté donde están tus emociones. ¿Que le recomedarías a un fotógrafo que comienza? Nada, por que yo no quiero recomendar nada. Pienso que una persona debe descubrir lo que es y comportarse como le gusta. Si alguna gente ve lo que hago, y si esto le sirve a esa persona, está bien; pero yo no quiero dar reglas a nadie. Koudelka, tu país y los comprendidos entre la cordillera de las montañas Cárpatos y el río Danubio, han aportado una cantidad considerable de grandes maestros a la historia de la fotografía mundial. Entre varios te puedo mencionar a los checos: Josef Sudek, Jan Saudek, Miro Svolik y tú, por supuesto. A los húngaros: Robert Capa, Lazslo Moholy-Nagy, Brassaï, Munkácsi y André Kertész. ¿Qué crees que sea lo que da lugar a esta gran tradición? No te puedo comentar mucho, no lo sé. Lo único que te puedo es que yo nunca me interesé de joven en el arte. Nunca tuve curiosidad de hacer un diseño. Solamente descubrí la fotografía y, claro, sé que pertenezco a esta tradición de la que tu hablas, pero no fui educado dentro de ella, puede ser que exista alguna razón en esto que tú comentas, que aporte elementos, pero verdaderamente no lo sé. ¿Qué proyectos estás haciendo ahora? Lo último que he hecho es un libro de fotografías panorámicas sobre Roma. Recientemente, el ministerio de Cultura me ha invitado a Grecia para realizarles un
trabajo. Me preguntaron lo que quería yo hacer y les pedí visitar todo estos lugares mitológicos, lo referente a la historia griega: Olimpia, Acrópolis, todo eso. Voy a permanecer en México dos meses, puede ser que surja o descubra algo, si no, no importa. Lo que quiero hacer por el momento es descubrir un poco de México. Óscar Estrada de la Rosa Monterrey, N.L. México. Enero 2004. Texto original publicado en la Revista Posdata y Revista Cuartoscuro.