George R.R. Martin
Choque de reyes
TYRION
—La reina tiene intención de sacar de aquí al príncipe Tommen. — Estaban los dos a solas, arrodillados en la penumbra silenciosa del sept, rodeados de sombras y velas titilantes; pese a todo Lancel, hablaba en voz baja—. Lord Gyles se lo llevará a Rosby y lo disfrazará de paje para ocultarlo. Planean teñirle el pelo de negro y decir a todo el mundo que es hijo de un caballero errante. —¿De quién tiene miedo Cersei, de la turba o de mí? —De ambos —dijo Lancel. —Ah. —Tyrion no había tenido noticia de aquel plan. ¿Acaso los pajaritos de Varys habían fallado, para variar? Claro, hasta las arañas echaban una cabezada de cuando en cuando... o tal vez el eunuco estuviera inmerso en un juego más sutil de lo que él imaginaba—. Os lo agradezco, ser. —¿Me concederéis el favor que os pedí? —Puede. Lancel quería un puesto de mando en la batalla que se avecinaba. Una manera espléndida de morir antes de que terminara de crecerle el bigote, pero los caballeros jóvenes siempre se creían invencibles. Tyrion se quedó en el sept un rato después de que su primo se marchara. En el altar del Guerrero, encendió una vela con la llama de otra. «Cuida de mi hermano, cabrón de mierda, que es de los tuyos.» Encendió otra vela al Desconocido, ésta por sí mismo. Aquella noche, cuando la Fortaleza Roja estaba ya a oscuras, Bronn llegó y lo encontró sellando una carta. —Llévale esto a Ser Jacelyn Bywater. —El enano vertió cera dorada caliente sobre el pergamino. —¿Qué dice? —Bronn no sabía leer, de manera que hacía preguntas indiscretas. 712
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