Vol. XXII | 2015 – 2016
Volume XXII 2015 – 2016
GE OR G E M A S O N U NI VE RS ITY
EDITORIAL TEAM 2015 – 2016
Editor Eleana Velasco
Associate Editors Mary González Rahma Maccarone
Peer Reviewer Evelyn Cárdenas
Faculty Adviser Esperanza Román-Mendoza
Hispanic Culture Review is published annually by the students of George Mason University. This publication has been made possible with funding from the George Mason University Office of Student Media. The articles included reflect the opinions of the authors, and not necessarily those of the editors or George Mason University.
Contributions, solicited or not, are accepted in either English or Spanish, but should follow the latest edition of the MLA Style Manual, MLA Handbook or the APA Formatting and Style Guide. See Submission Guidelines at the end of the journal for further information.
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Cover Image: “El Alto” Artist: Juan Manuel García Páez Taken In: El Alto, Bolivia Cover Design: Rahma Maccarone
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ÍNDICE Nota de los editores / Editors’ Note
10
POESÍA / POETRY Verónica Adler Cambio
15
Carolina Perez La confesión
16
Yolanda Arenales Lechuga en las aulas
18
Alessandra De Brito Manetti The Stranger
20
Boris Rozas Low-Cost
22
Jillian Gogel El país de nunca jamás
26
Cynthia García-Dehbozorgi Un día
30
Gabriela Ramírez Ceguera
35
María del Pilar Gorricho Un pasaje como la patria
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TABLE
OF
CONTENTS
Silvia H. Vera-Huesca-Dehbozorgi Entre la Coca-Cola y mi lluvia nocturna
38
Daniel del Teso Sáez Partida y regreso
40
Silvia H. Vera-Huesca Esas lágrimas
42
Martín Morales Quimera
44
Angélika Romero Yo hablo español
46
NARRATIVA / NARRATIVE Benito Pastoriza La víctima
52
Amilcar Bernal Por ahí anda un ratón
58
Eugenia Fernandez-Caro Nada era diferente
64
Rachel F. Miller El diario de Jane Villanova Escobar
74
Luz P. Cordero Tú serás lo que yo no pude ser
80
FOTOGRAFÍAS / PHOTOGRAPHY Juan Manuel García Páez La niña: Morona Santiago, Ecuador
14
Juan Manuel García Páez Al sur: Buenos Aires, Argentina
34
Juan Manuel García Páez Suspención: Quito, Ecuador
48
Ariel Adler Las sillas: Norte Argentino
88
Biografías de los autores / Author Biographies
92
Pautas para el envío de trabajos / Submission Guidelines
94
Formulario de subscripción / Subscription Order Form
107
Nota de las editoras Nos complace presentar la edición de 2016 de Hispanic Culture Review (HCR), dedicada a la experiencia de los estudiantes hispanos en Estados Unidos, en especial a aquellos que a pesar de todo tipo de adversidades, se esfuerzan cada día para alcanzar sus metas universitarias y profesionales. Agradecemos de manera especial a nuestra asesora académica, la Dra. Esperanza Román-Mendoza, por brindarnos cada año su apoyo incondicional y su guía. Igualmente, agradecemos a los integrantes de Mason DREAMers, por inspirarnos con su lucha en nuestra comunidad para que los estudiantes indocumentados tengan acceso a mejores oportunidades educativas en Estados Unidos. Finalmente, agradecemos a Kathryn Mangus, Jason Hartsel y Leslie Steiger de la Oficina de Student Media por su continua motivación y apoyo a este proyecto. Esperamos que disfruten la lectura de estas páginas.
El equipo editorial Mary González Rahma Maccarone Eleana Velasco
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Editors’ Note It is our pleasure to present the 2016 edition of Hispanic Culture Review (HCR), dedicated to the student experience of Latinos in the US, especially those who overcome all types of adversity, and make great efforts to achieve their academic and professional goals. Special thanks to our academic adviser, Dr. Esperanza RománMendoza, for providing us every year with her unconditional support and guidance. We also would like to thank the Mason DREAMers, for inspiring us to fight in our community so that undocumented students have access to better educational opportunities in the US. Finally, we thank Kathryn Mangus, Jason Hartsel and Leslie Steiger from the Office of Student Media for their year-round support and continuous motivation to this project. We are hopeful that you will enjoy reading these pages.
The Editorial Team Mary González Rahma Maccarone Eleana Velasco
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POE SÍA
POE TRY
Juan Manuel García Páez La niña (Morona Santiago, Ecuador)
Cambio Verónica Adler
No voy a poder cambiar Y nunca me van a convencer de que Me voy a convertir en alguien importante Con todas esas cosas, Todavía estoy viva, Todos los problemas que enfrentéA pesar de lo que me rompió La gente que fallé Las noches que lloré La emoción que no sentí Dolor que me consumió... Tengo que admitir que el Monstruo Soy yo, y no... No hice todo lo posible para arreglarlo Y nunca en mi vida diré que Yo voy a cambiar. Nota: ahora leer de abajo hacia arriba.
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La confesión Carolina Pérez
Si te digo, ¿qué harías? Si con el tiempo el peso no se alivia. A pesar de la marcha que empezamos algún día, conscientes e inconscientes a esta travesía. Sin piedad, se atenúa ese anhelo, los colores de los castillos en el cielo Si te digo, ¿qué harías? Si rezamos por el pan de cada día. Levantamos al cielo estas manos vacías. ¡Hambruna! No apagues esta bravía, que ignorantes al óbito inminente, no pensamos dos veces y jugamos con la suerte Si te digo, ¿qué harías? Si lo seguro siempre varía. Soñando con lo que vivimos cada día, esos sueños creados en pesadillas, que no opaquen ese candor de seguir, aunque vivamos el muero sin vivir en mí.
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Si te digo, ¿qué harías? Si cansados llegamos al final de la osadía. Sin poder recuperar lo que fuimos, lo que valía, añorando lo olvidado que nos estremecía. Ahora en un mundo que no pertenecemos, somos náufragos navegando sin remos. Si te digo, ¿qué harías? Si cada noche caemos de rodillas. Sin pensar que esta pena banal aniquilaría el espíritu que algún día sembraría en tierras lejanas, en la tierra prometida. El forastero ciego al cebo de la vida. Si te digo, ¿qué harías? Si nuestros sueños ya no respiran. Mientras nuestras manos sucias y heridas dando a otros el deseado pan de cada día. Si solo vivimos con la visión periférica, ¿Habrá el recorrido valido la pena? Si te digo, ¿qué harías? ¡Oh Dios! ¿Qué harías?
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Lechuga en las aulas Yolanda Arenales
Tú ves libros y yo veo lechugas hojas verdes que me duelen más que a ti los ver sos de Whitman.
Dentro de mí una generación de campesinos, tres semestres llevo arando pensamientos en esta universidad más tuya que mía.
Me duelen los libros que no pudieron leer mis abuelas leo en ellos secretos que solo ellas pueden ver.
Disimulo como si todo fuera normal, gozo del alboroto alegre de la cafetería y pretendo que me preocupan las mismas cosas que a los demás. Te sonrío.
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Pero la verdad es que tengo dentro un ejército de muertos hablándome en esta lengua, la primera que escuché, la que tú no entiendes.
Me dicen que soy distinta, con hambres de sabiduría atrasada por los libros que les fueron negados a ellos; que no me distraiga mirándome al espejo o creyéndome libre en el pasillo de dentrífico del supermercado.
Comienza la clase y veo sus ojos en el pizarrón disfrazados de ecuación lineal, a un lado la pregunta, al otro la solución imperfecta que prometen los libros con hojas de lechuga.
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The Stranger Alessandra De Brito
Often in the shadows of his own land In such a short time can not translate or understand The world is changing gradually And the stranger trying to keep their belief He reaches the unknown Welcome to the new world Jungle, dazzling lights and spotlights The wonder of a new world The charm of achievement However, the beginning of a new path Walk by shifting soils people intoxicating Towards the ecstasy of a new emotion The adventure of the unfortunate
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Solo distant and dim Leading to dazzle Your search for welcoming Looking at each relative comfort recognition You try to remember how to pronounce his name originally He seeks knowledge or he finds it? The stranger learning and notes That along its path it undertakes Among the letter, the scholar is one who seeks and comprising The knowledge to life as proof of evolution The sense of its own revolution.
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LOW-COST Boris Rozas
Como un soldado sin ejército o sin piel sobre la que repiqueteen la lluvia o el desencanto, así me descubro sobre las alas de este avión transoceánico que ha tomado tierra en las pistas de aterrizaje de tu espalda sin saber que su vida, lejos de ser un farol, va camino de convertirse en urgencia.
En esta aduana ya no me han pedido credenciales ni he tenido que envolverme en papel de regalo junto a mi hijo recién acurrucado, por estos hangares el suelo sabe tan frío como la metralleta que me apunta mientras soy un suave fajo tirado entre asientos vacíos. Dormía exhausto en una vaguada de versos blancos
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hasta que oí por megafonía que llegaba a la Terminal que me esperaba, robado el corazón en la despedida incontrolada al viento invadido el espacio aéreo del que se sabe poeta a punto de reencontrarse con las nubes. Mi placebo de hoy es tu cara reflejada en los ventanales que me aturden, salas de espera de compases de ritmo lento como valses de giro continuo hacia las agujas de todos los relojes, donde un equipaje es como un hogar en construcción permanente, cuando una maleta sabe inevitablemente a eterna despedida. Van a sellarme el pasaporte sin apenas mirarme a la cara para ellos solo soy otro animal que viaja por instinto, oculto tras gafas de sol y metros de auriculares
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en silencio, saben que sería algo distinto si quisiera volar con mis auténticas alas de caído y todo me declarara en rebeldía, disgregado entre dos mundos con mi legión de arcángeles mileuristas, sin tasas ni recargos que no vayan en nuestras listas, cuando un duty-free es como la vida misma donde una maleta semeje una bienvenida.
Como un ejército sin guerra o sin piel sobre la que repiqueteen la rabia o el desencanto, así me transcribo sobre las hojas de este libro en blanco que ha tomado tierra en las pistas de aterrizaje de tu espalda sin saber que su vida, lejos de ser un adiós, va a convertirse en complacencia.
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El país de nunca jamás Jillian Gogel
En serio. . . ¿qué haría si se rompiera el ciclo? ¿Quién soy? Reemplazable. A veces se siente como que el universo nos atrapa, nos mantiene abajo a la derecha donde estamos. ¿No has sentido eso? A veces me siento como si Dios pensara que soy un globo de nieve. ¿A qué me parezco realmente? ¿Al plástico? Pero si soy un globo de nieve, me sacudo. Si esta pequeña burbuja ha de ser mi mundo, mira cómo me tomo el control salvaje, me extenderé a cada milímetro que tengo y voy a ser lo mejor que he visto hasta ahora.
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Usted sabe, yo no creía en Santa Claus. ¿Cómo podría? Pero yo sé que soy Superwoman. Y aún más, he encontrado Neverland. Por favor, mientras todavía tengo este tiempo precioso, ¿puedo contarte un secreto? Más que nada, he descubierto hadas en este lugar. Miles y miles de hadas. Somos el país de las hadas, soy un hada, USTED es un hada. Somos parte de un encantamiento, ambos vivmos por este encantamiento y a través de él y cuanto más lo seguimos, más profundo se convierte. Somos hadas porque nosotros tenemos raíces aquí, son hadas el uno por el otro y, sin embargo, la mayoría de nosotros podemos nombrar lugares de nuestras otras raíces. De hecho, tenemos muchas raíces. Somos hadas porque
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no estamos limitados a esta tercera dimensión, ni a la segunda, ni a la primera. Sabemos que ya hemos trascendido, pero usted tiene que saber que seguimos trascendiendo. Nuestras vidas se extienden infinitamente en tantas direcciones y es por eso que hemos hecho Neverland. Esta es la única isla en la que alguna vez podríamos ver el comienzo de estas extensiones, estos hermosos túneles brillantes que nos llaman a nosotros, que nos llaman a pasar. He estado pensando en esto desde hace tiempo, no es la verdad lo que queremos oír. Tengo que amar la vida que tenía antes, pero yo voy a entrar en los túneles. Yo sería egoísta al negar incluso una parte de mis raíces, así que les acepto como un todo, pero mi vida se mueve hacia adelante, soy un árbol que crece fuerte y rápido hacia arriba, hacia el cielo. Se me ha permitido darme cuenta de que, incluso más allá de Neverland, estoy en el umbral de un
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mundo feliz. Quién sabe lo que el camino por delante pueda depararme, pero por ahora, voy a vencer, llevada de vuelta sin cesar en mi futuro.
Todo sucede por una razón. Lo sé.
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Un día Cynthia Garcia-Dehbozorgi
To my mother. ¿Y las mujeres? ¿Dónde están las mujeres? No lo sé, Sólo veo hombres, Men are all I see. Aquí y allá, it is all the same. Architects, doctores, presidentes, senadores, business men, policemen y demás Wearing pants they all are, as they should be.
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That is what my people say, That is what it should be. And the women, where should they be? Where are the people who look like me? Ahí están, There they are! Mothers, nurses and teachers That is who I should be. That is what my gente say That is the way it should be. I should be a woman who cleans away her hopes, they tell me A mujer who washes away her dreams, me dicen,
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A mujer who tucks away her desires, they force me, A woman who irons forever her own will, qué triste. No, para nada; of course not! ¡Esa no soy yo! It is not me! If I were to wash anything, it would be my own tears as I hold the load of my own dreams, Mis propios sueños, If I were to tuck away anything, it would be a culture of stifling machista traditions If I were to iron anything, it would be my own pantalones, my own dress, my own skirt And so I did, I came to a new country From Aztlán to Los Angeles
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Where things were different, or so they seemed Aquí, I went to la escuela, went to la Universidad, got a trabajo and made my own money, Aquí, I got married, tuve hijos, y me divorcié. Y aquí sigo, continúo, I go on. The land where I come from Mi México lindo, Where La Guadalupe, our virgencita is loved And where La Malinche, the traitor is abhorred, Continues to dance in my heart Continues to echo all the voices of all the mujeres The women who want to iron their own pants and wash their own tears. Un día, One day it will happen.
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Juan Manuel García Páez Al sur (Buenos Aires, Argentina)
Ceguera Gabriela Ramírez
¡Ay! Frío devastador... el llanto gritando se interpuso entre el cielo y la suciedad del suelo, el reloj ahorcándolos, tomo las riendas del juego, suscitó las palabras al viento, imaginando veneno hambriento, despoja la salida de los mil y un sueños.
Como Don Quijote amo, entre locura y realidad, la gélida oscuridad, cegó la verdad corrupta, de la cual el hambre no puedo escapar, deseo o delirio, bendición o peste, bondad o disfraz, sutil engaño de la humanidad.
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Un paisaje como patria María del Pilar Gorricho
El paisaje me ha mirado. Acoge mi condición de corrupta exiliada. Las montañas, las hayas y el arroyo piensan siempre en clave de sol. Fenezco ante la belleza como una apátrida del viento. Hacedora de promesas. Refugiada en la conmiseración de lo inmóvil.
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Y la foto, prepárate para la foto. Formarás parte de esta niebla que baja a tragarse la ofensa de ser visto. Que nadie note la extrañeza de tu sombra entre la altivez del olmo. Que nadie note que no cuadras en el ábaco de la rotación de la natura. En la serena vivencia de permanecer. Ya sabes. Las fotos siempre son testigos de nosotros mismos y mienten. Esas fotos donde parezco tan feliz.
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Entre la Coca-Cola y mi lluvia nocturna Silvia H. Vera-Huesca
La lluvia resonando en el techo de laminilla, como una constante de las noches en Xalapa, me tiene desolada a la distancia . He necesitado de su ruido ausente en mis madrugadas de nostalgia interminable. No puedo dormir. Creo que no volveré a hacerlo nunca.
Incomprendida, busco en mi cansancio la justificación para encontrar absolución en el esperar del nuevo día, que parece nunca llegará. El tic-tac del reloj me cala como la gota al preso castigado; tic-tac… tic-tac mis ojos se acostumbran a la luz. tic-tac los coches pasar. tic-tac la espera de lo que ya no es. tic-tac bienvenida a “América”.
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Me levanto a calmar una sed insaciable, casi tanto como mi espíritu. Tomo una gaseosa de la nevera, levanto el anillo de la lata roja, que deja salir un sonido fresco de su interior, inteligente mercadotecnia; doy un sorbo ahh… uno más.
Me recuesto y suspiro pidiéndole al cosmos y sus súbditos, me permitan cerrar los ojos y acelerar el tiempo detenido en mis pensamientos, mientras el tictac retoma la escena y las sombras crean imágenes de personajes ausentes. Tomo el cobertor y me tapo hasta el último pelo, cuando de pronto la escucho. ¡Es la lluvia! La lluvia ha venido a arrullarme en una lata de CocaCola y yo… simplemente duermo.
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Partida y regreso Daniel del Teso Sáez
I Abriremos la puerta a los desconocidos aunque arrastren los mismos ojos y la soledad de antaño que tú dijiste, no era para nosotros. El silencio de la habitación delataba la extrañeza del aire. El olor de las escamas al Sol expandía la tristeza en la escena. No había nadie a quién acudir, tan solo un rastro de jazz y alcohol se perdía por las hendiduras del suelo. Recuerdo algo más; sí, lo recuerdo, el polvo en los zapatos pesando, las clases interminables de inglés y nostalgia, la vida como una copa abierta a los labios de alegres desconocidas, y esta luz de aquellos años palpitando en los espejos de bastas ciudades americanas
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como un despojo del huerto claro donde aquel niño inmóvil todavía espera tu regreso. II Las tardes en el campus eran frías. El acento extraño de los estudiantes ahogaba tu risa cuando salías de la facultad de letras. Entonces me hablabas de estos pasillos estrechos y de tus años alegres de escuela frente a mi casa antigua. Caminando despreocupados por el campus una reja nos cerraba el paso al final del camino. No ves, que esto es una metáfora que nos persigue, mi vida. Y de la mano huimos cayendo en la soledad de los cuerpos acostados, como si hubiera descanso en la piedra o el cristal del espejo. Y creímos volver a la casa donde los fantasmas jugaban con los niños andando con los brazos en alto para no tropezarse con la muerte.
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Miro los rostros de todos a quienes amo y los retrato en mi mente mientras rezo en silencio que se me permita el volver a lo que es,
lo que siempre será, lo que dejo, lo que me espera tal cual lo dejé alguna vez. Intento ser fuerte y no llorar. Mientras tú te ríes de mí
como para dejarme claro que nada ha valido la pena. Entra la duda
y me cuestiono si habrá valido, la verdad es que ni yo misma lo sé,
esa pregunta será tan retorcida como el pensar que uno tiene que salir del lugar que ama para encontrar lo que sea que busca y llorar por las noches, por los rincones y los pensamientos llorar por nostalgia y llorar para así recobrar fuerzas; pues bien has aprendido la lección que la vida ha querido que entiendas de malas nadie aprecia más el sufrir que aquel que ha de derramar certeras lágrimas.
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… tan mías, tan amargas. Tan llenas de lucha, tan vacías de desaliento. Que no se te olvide que las viste, que las reíste… que las disfrutaste; porque de estas lágrimas que ves ahora, he cosechado frutos, he alumbrado triunfos. ¿Te crees que ha sido fácil, que es fácil, que será? Si no has dejado nunca tu tierra, no sabes lo que se siente. Dejar tu tierra, dejarlo todo por realizar un sueño que no es Y cuando lo peor se vuelve volver y saber que aún no es tiempo.
Veo a mi madre, que intenta no llorar para darme ánimos que no. Inexistente mi Fe, se refugia en nostalgia de mi abuela y su café.
Esas lágrimas
Silvia H. Vera-Huesca
QUIMERA Martín Morales
Es una quimera tu presencia de tiempos lejanos y voces de flores sueltas y lugares de hace años
has olvidado todo de mí como un ciclo interminable, como los milenios que giran o como el final indescifrable, y en todo el proceso te has apoderado del recuerdo como una tormenta incontenible que golpea la piedra suave pero rígida hasta formar en ella tu rostro
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te he buscado en el viento, en la lluvia, en la sombra del atardecer, y en todos lados te encontré, en los rayos de sol que se extienden en tu inocencia, en tu perfume de días nublados, en la divina desnudez de tu piel de nuevo acariciando mis sueños, y en la risa del polvo en desiertos negros de suave ébano
eres una vela que baila y se consume, que brilla con deseos de libertad para justificar que los caminos que atravesamos se hayan separado.
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Yo hablo español Angélika Romero
“Why are you speaking in Spanish?” The redhead in the elevator interrupted. “I’m sorry,” I said. I tightened my lips and bit my tongue, But my head hurt with anger Because language is never something To be sorry about. “I’m sorry” were the only words I could say Without revealing the accent my parents gave me When they came to this country As refugees from a bloody civil war in Nicaragua. I know a thing or two about the harsh economics of language: In 2014, my Mexican roommate Andrea, and I have Master’s in being silent. I have a Ph.D in missed long distance phone calls. And national holidays
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“What are you most afraid of?,” I sometimes ask her. She says “that someone in my family dies and I am not there, That my friends will forget about me if I don’t come home this summer That my Spanish does not sound Mexican enough”. It’s funny how people call us “lucky”, Because Latino universities are made of plastic And the pages of the textbooks are all covered in dust, If not covered in political propaganda. We are “lucky” because we breathe In the so-called “land of the free”, And yet, I have never felt more imprisoned By my nostalgia for being home. “Afortunada” is what they call us back home, But over here, The redhead in the elevator would say, We’re just taking up space. Who knew speaking Spanish Came at such an expensive price.
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Juan Manuel García Páez Suspención (Quito, Ecuador)
NARR ATIVA
NARR ATIVE
La víctima Benito Pastoriza
Caminaba hacia el centro de la universidad pensando en Chaucer, Milton y Shakespeare. Troilus and Cressida, The Canterburry Tales. Paradise Lost, Paradise Regained. The Winter’s Tale, Measure for Measure. Llevaba en la memoria títulos, fechas, compendios de obras, citas y una estructura crítica bien armada de los tres gigantes de las letras inglesas. Sorprendería a los profesores con un giro estableciendo comparaciones con los autores contemporáneos mostrando de esta manera la universalidad y vigencia de los tres monstruos literarios. Su exégesis no solo revelaría una validez profunda de escritos clásicos traídos al presente. De manera ágil también construiría conexiones inmediatas con los escritores de otras literaturas anglohablantes como Alice Munro, Saul Bellow y Patrick White. Novelas contemporáneas, como la última obra de
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John Steinbeck, The Winter of Our Discontent, podrían establecer lazos de intertextualidad con tragedias shakesperianas como The Life and Death of Richard the III. Su cabeza se volvió un torbellino. Tanto qué recordar, tanto qué comparar. En ese momento decidió que lo mejor era tomar un descanso. Se sentó en un banquillo debajo de uno los grandes robles que se alineaban en dirección a la gran entrada del recinto. Le encantaba su universidad. Era hermosa. Había sido construida al estilo gótico a finales del siglo XIX. En ella se había codeado con los mejores estudiantes de literatura, compañeros que él había considerado ser sus mejores profesores. Con ellos discutía a fondo las obras presentadas por los catedráticos. Todo lo mucho que quedaba por analizar se dilucidaba después de clase. Aquellos eran los mejores debates porque se borraban las inhibiciones al profesor no estar presente. Las mejores ideas nacían en esos disentimientos.
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Los maestros de la escuela superior se sorprendieron cuando fue aceptado a la universidad privada que poseía tan enorme prestigio. Clasificada entre las tres mejores de la nación, asombraba que un estudiante hispano de una escuela pública fuera aceptado a dicha institución académica. Creían en el potencial de su estudiante, pero no en los sistemas educativos privados que parecían favorecer a los jóvenes ricos. Otros estudiantes latinos habían intentado hacer su entrada a las llamadas cinco grandes, viendo desafortunadamente sus sueños desmoronarse al recibir los mensajes de rechazo en la pantalla azul. Seguros estaban que sería aceptado a una gran universidad estatal con becas, pero al ser aceptado a un Ivy League, esa noticia causó un increíble regocijo en toda la escuela que duró lo que restaba del año académico. Entonces allí estaba presente. Pobre, latino y de escuela pública. La única riqueza que poseía era su desbordada pasión por la lectura. El entusiasmo por la literatura inglesa comenzó cuando tenía diez años. Jonathan Swift cautivó su imaginario infantil con Gulliver’s Travels. Luego se presentó Carroll Lewis con el maravilloso relato de
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Alices’s Adventures in Wonderland. La adolescencia la vivió llena de intrigas con las narraciones de las hermanas Brönte. A la escena literaria apareció Jane Austin con los personajes femeninos que le permitían conocer la compleja psicología humana. Los padres no se sorprendieron cuando anunció en su primer año de universidad que su especialidad sería letras inglesas. A los siete años la madre antes de salir al trabajo lo ponía a leer en voz alta The New York Times. Por las tardes tenía el ritual con su padre de ir hasta la biblioteca pública para escoger un libro nuevo. Luego de leerlo lo colocaría en su librero por un par de días como exponiendo un premio de su avance intelectual. La literatura norteamericana también le apasionaba porque representaba el retrato artístico del país que lo vio nacer. Leer a John Steinbeck era como mirarse en el espejo. El escritor había nacido en el pueblo de Salinas en California. Él se había criado en Monterey, ciudad costera no muy lejos del pueblo natal del premio Nobel. En varias ocasiones había visitado la casa museo del escritor. Sin que el curador se diera cuenta, acariciaba con cuidado los objetos del escritor. Los libros, los lápices,
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la máquina de escribir. Luego durante un verano visitó la casa de Hemingway en Key West. Allí se dio gusto jugando con la prole de gatos que habían dejado los felinos originales que vivieron con el novelista. Visitó los bares que frecuentaba el escritor y hasta se sintió tentado de tomar un vuelo a Cuba para visitar la casa de San Francisco de Paula. Todas aquellas remembranzas pasaban por su mente en el momento que decidió tomar un descanso antes de llegar a las aulas de humanidades. Recogió su mochila cargada de libros para llegar a clase a tiempo cuando notó a la distancia que la policía de la universidad amontonaba a un grupo de gente. Decidió acercarse por lo insólito de la situación o tal vez porque luego sería algo que podría usar para su curso de periodismo. En un abrir y cerrar de ojos se apareció un policía de la nada que lo empujó al camión. A los quince minutos ya estaba encarcelado con otros veinte jóvenes. Inmediatamente se percató de la similitud. Eran todos de ascendencia latina. La piel canela era la característica que los unía. Había sido encarcelado porque pensaban que era inmigrante indocumentado.
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Muchas veces los hombres se paraban en las esquinas buscando trabajo temporero y estaban dispuestos a hacer cualquier tipo de labor. La universidad los veía como una amenaza o tal vez no iba con la imagen de pulcritud que intentaban presentar a los padres de los futuros estudiantes que querían ver una siempre embellecida y escolástica universidad. Él ahora se había convertido en una víctima más de una redada racial. Allí pasó cuarenta y ocho horas hasta que por fin lo soltaron gracias a la pesquisa de sus padres. Mientras estuvo esperando a cada momento les gritaba a los guardias, I’m an American, I’m a student in this university, I’m an English major, I’m an American, I’m an English major. Por favor, miren que soy americano, soy estudiante de letras inglesas en esta universidad. Pero no. Para ellos él era otro latino sucio más que pretendía quedarse con la ciudad, con el estado y finalmente con el país. Y eso jamás lo iban a permitir. Jamás.
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Por ahí anda un ratón Amílcar Bernal
Estaba cortándome el cabello y de repente se detuvo, movió la cabeza (puedo jurarlo) como esos muñecos de partes atornilladas que la giran varias veces en redondo antes de quedar fija en su puesto mirando hacia donde apuntan las tetillas. Sus ojos registraron los rincones de la peluquería de una forma especial que sólo después, cuando me contó esa parte de su historia, concluí que era cara de gato, maneras de gato, de gato cazador. Por ahí anda un ratón -dijo y perdió la calma; se puso tenso como el tahúr al que le avisan que van a llegar los de la oficina de impuestos. Y puesto que noté que ya no estaba cortándome el cabello con la misma destreza habitual, que su tijera se movía caótica, igual que si la impulsara un terremoto, y en mi cabeza aparecían unas discontinuidades que presagiaban la ruina de mi peinado, le sugerí que se
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detuviera. Y eso hizo. -¿Le pasa algo, Alejo? -pregunté. -Sí. ¿Está de afán? -preguntó nervioso. -No. Haga lo que tenga que hacer mientras yo leo –contesté y me levanté para tomar el libro que había dejado junto a mi chaqueta, en una poltrona al lado de la silla de peluquería donde estaba jugándome el pescuezo. Puso las tijeras en la mesa transparente, al frente y debajo del espejo adosado a la pared, acomodó el recipiente del agua con que acababa de rociarme el cabello, se cercioró de que todo estaba en orden allí, y luego se fue. Abrió una media puerta colocada al fondo, de esas que se colocan en los desvanes de techo bajo adonde se entra agachado, y desapareció en el interior. Los otros peluqueros se miraron entre ellos y sonrieron con la condescendencia que se prodiga a los niños traviesos cuando andan en lo suyo. Transcurrieron unos diez minutos y yo no podía
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concentrarme en la lectura; era más interesante el ajetreo invisible de mi amigo que la caída del imperio romano, que sucedía en la página cuatrocientos veintitrés del libro. Probablemente, los dioses protectores de Roma estaban en la peluquería del Olimpo arreglándose las uñas o depilándose las piernas y habían dejado el imperio en manos de los mortales, borrachos, corruptos y derrochadores, con lo cual el fin se aceleraba. Entonces escuchamos un estruendo y un momento después, entre una nube de polvo, Alejo salió con un ratón muerto en la mano, tomado por la cola. La segunda vez que entré a Estados Unidos -es Alejo quien habla. Ya está peluqueándome de nuevo después de botar el ratón a la basura y lavarse las manos-, volví a entrar ilegal, por México, como la primera vez. Uno pagaba tres mil dólares -siguió- a unos coyotes que lo alojaban en una casa pobre de un pueblo llamado Miguel Alemán, a la espera de que la frontera estuviera tranquila y no hubiera riesgo de que al pasar nos descubrieran los guardias gringos, que disparaban a matar. Cuando la ocasión era propicia venían por uno, lo guiaban a través del río Bravo y lo dejaban al otro lado, en el primer pueblo gringo llamado McAllen. 62 | HISPANIC CULTURE REVIEW
Desde allí uno ya se abría solo para el sitio adonde iba. La primera vez estuve en Miguel Alemán sólo una noche. Esa vez fue rápido.
Pausa.
Alejo conecta el secador de pelo, lo ensaya disparando un huracán chiquito hacia el techo y sigue su trabajo. Parece que se apresta a terminar, lo cual no me gusta pues a esa altura ya he dejado de interesarme por la puta vida de los romanos y mi cabeza está a miles de kilómetros al occidente, varios siglos después, en México, con mi amigo peluquero. Pero la segunda vez fue toda una mierda. Pasaron quince días antes de que vinieran por mí para pasar el río. Al parecer había habido un enfrentamiento en la frontera por un asunto de drogas y todo el lugar estaba militarizado. No se podía pasar. Durante esos quince días lo único que hice fue matar ratones en la cueva, con apariencia de casa, donde me habían alojado. No podía salir para no levantar sospechas entre la policía mexicana, y como no había llevado ni un libro para leer me tuve que buscar algún oficio. En la cocina había VOL XXII | 2015–2016 | 63
una estufa de leña para hacer el café, y allí llegaban de noche los ratones en busca de migajas de pan o restos de las galletas que yo comía para ahuyentar el hambre. Para matar el tiempo me dediqué a matar ratones, y casi acabo con ambos. Fui capaz de entender el idioma de sus uñas contra el piso de tierra de la casa, los faros potentes que pueden llegar a ser sus ojos en la absoluta oscuridad… el destino seguro adonde apunta el hambre ratonil. Me acomodaba al lado de la estufa tan quieto que el ratón no se percataba de mi presencia, y cuando él estaba comiendo de mis galletas: ¡zas!, mi mano caía como un gavilán y lo atrapaba por la cola, dos vueltas en el aire y ¡pum!, contra el piso. ¡Uno menos! Me volví un experto. Incluso a veces de día, a plena luz, los capturaba. Llegué a descubrir sus madrigueras y allí también me convertí en su dolor de cabeza: “Alejo, el azote de los ratones de frontera”. Creo que el sindicato de los ratones intercedió ante la aduana gringa, para que los guardias se descuidaran y yo pudiera entrar a los Estados Unidos de América y que no se acabara la especie. Esa segunda vez, ya al otro lado, estuve trabajando en una empresa de fumigación que mataba ratones en Houston, y en mis momentos libres aprendí peluquería. 64 | HISPANIC CULTURE REVIEW
Ocho años después volví a Colombia y monté este negocio pues por aquí no pagan por matar ratones, lo cual es más emocionante que peluquear viejitos peludos, -aseguró mirándome con sorna. Bueno, ya está - sentenció mientras colocaba el espejo de mano detrás de mi cabeza para que yo viera el resultado de su trabajo. Hermanito, me debe doce mil pesos.
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Nada era diferente Eugenia Fernández-Caro
Nada me pareció extraño cuando entró en el aula el primer día de clase. Su vestimenta era la adecuada y tanto su comportamiento como sus gestos eran como los de cualquier adolescente en su primer día de escuela. Lo único que le hacía diferente era una leve cojera que le hacía inclinarse ligeramente hacia el lado derecho. Se sentó y, con la mirada clavada en el interior de su mochila, comenzó a sacar un cuaderno y un pequeño lapicero de carbón con una cabeza de elefante insertada al final del mismo que, supuse, era el borrador. La clase comenzó con las presentaciones. Primero lo hice yo, luego lo hicieron ellos. Les pedí que dijeran sus nombres, el país de dónde procedían y los estudios que hubieran terminado antes de llegar a nuestra escuela. Todos los estudiantes habían nacido, crecido y muerto en El Salvador, Honduras, Guatemala y México, en orden de
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máxima afluencia migratoria primero. Cuando le llegó su turno, dijo su nombre, sin quitar los ojos de la mochila, esta vez en su regazo. No le oí. Le pedí que lo repitiera. Lo hizo. Seguí sin oírle. Lo dijo otra vez. De nuevo, sorda. Su compañera hizo de transmisora. – Se llama Efrán, ¡maestra!. La muchacha estaba a su lado, pegadita a él, como si quisiera que su calor se le pegara a la piel de su compañero. – ¿De dónde viene? Pregunté, – Viene de El Salvador, ¡maestra! – ¡Ah! ¡Pues, muy bien! Efrán, de El Salvador. Dije, torpemente. No me acuerdo por qué. Al terminar la ronda de presentaciones comenzó la clase. El primer paso fue darles un pequeño texto para que leyeran y, después, en sus propias palabras, lo resumieran para los demás. Al tocarle el turno a Efrán dijo que él no había entendido el texto que le tocó. Le pregunté si era porque las palabras eran difíciles
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de comprender o que tenía dificultad en leer. No contestó. Volvió a posar sus ojos en la mochila. Sonó el timbre y todos se levantaron rápidamente cogiendo sus pertenencias, despidiéndose y saliendo de la clase. Efrán recogió muy despacio su mochila, metió el lapicero de carbón y el cuaderno en ella. Se levantó de la silla y dirigiéndose a mí me preguntó si la clase sería así cada día. No entendí la pregunta, le pedí que me aclarara a qué se refería con “así cada día”. Me comentó que él no quería trabajar con nadie, que prefería trabajar solo. Me dijo que había aprendido a leer en Estados Unidos cuando llegó, ya muy mayor y que tenía vergüenza de no hacerlo bien. En Honduras no había aprendido a leer. ¡Qué extraño! Pensé. Dijo que era de El Salvador, ¿Por qué habría ido a la escuela en Honduras? Al día siguiente no vino a clase. Así, por una semana. La de después, vino, pero estuvo ausente. Su mirada iba de la mochila a una pequeña venda que llevaba en la parte exterior de la muñeca izquierda. Tapaba las quemaduras de un tatuaje reciente. Una tortuga. No le hice ninguna pregunta sobre la clase, pero sí sobre 68 | HISPANIC CULTURE REVIEW
si se encontraba bien, tuve la sensación de que se iba a desvanecer. Le mandé salir al pasillo y le pregunté si había comido ese día. Me dijo que no. Saqué de mi bolso diez dólares y se los di, volvió con un bocadillo, un refresco y una barra de chocolate. Me quedé más tranquila. No le vi con ganas de seguir hablando y menos de compartir confidencias conmigo. Pasaron unos días y la confianza de la clase aumentó. Abordábamos la materia con chistes y bromas, pero Efrán sólo compartía ciertos momentos, después volvía a sumirse en su cripta. Un día, en uno de los textos se hablaba de la muerte, del miedo que producía a algunas personas el saber que su vida se acabaría y que habrían de dejar todo lo que hubieran conseguido en este mundo. – A mí no me da miedo la muerte. Yo ya estuve muerto. Dijo. Ese fue el primer día que Efrán habló mirándome a los ojos. Aquella voz tan tajante y segura era imposible saliera de aquél enjuto cuerpo. Los demás se rieron. Yo no. Se me heló la sangre. Él no se ofendió con las risas de los otros. Yo sí. Miró a sus compañeros y algo en su mirada, casi perdida, también les heló la risa. Contó Efrán que cuando tenía catorce
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años, salió a recoger a su perro a un lodazal cercano a su casa dónde un vecino le indicó que había visto al animal por última vez. Salió corriendo. Descalzo, tal cual estaba en casa. Llegó al lodazal y el perro no estaba. O no lo veía. Oyó cómo gemía y vio su morro salir del barro. Cuando se iba a tirar al lodo para sacarlo sintió cómo algo metálico se incrustaba en su cadera. Oyó un ruido sordo que acabó al mismo tiempo en que empezó aquel dolor que le empujó de cabeza y le hizo caer en el barro junto a su perro. Su hermano mayor había salido corriendo tras él, pero no llegó a tiempo. Efrán estuvo más tiempo del que un pulmón y un cerebro humanos pueden aguantar sin oxígeno. Dijo recordar sus pensamientos en aquél momento. Sólo pensaba en su perro y en que no había llenado las garrafas de agua que le había pedido su madre. Le recogió su hermano con la ayuda de tres hombres que trabajaban la tierra no muy lejos de allí, quienes oyeron los desesperados gritos del adolescente. Cuando le sacaron, estaba muerto. Tenía una bala en la cadera. No respiraba y el latido de su corazón se había ido con 70 | HISPANIC CULTURE REVIEW
el perro. Lo llevaron inmediatamente a la casa de la partera, que era lo más parecido a un facultativo en el pueblo. Ella les dijo que lo lavaran y que se lo llevaran limpio a su madre para que lo enterrara en sagrado. Lo metieron en un balde de agua caliente y le quitaron el barro de las ropas y del cuerpo. Su hermano notó que el muchacho estaba muy caliente. Acercó su oreja al pecho y notó movimiento y ruido. Le golpeó fuertemente en las costillas sin descanso hasta que Efrán comenzó a vomitar. Estuvo inconsciente más de tres meses. Le llevaron a un pequeño hospital de Honduras, en su tierra, en su comarca, en El Salvador no había médicos. Tampoco había esperanzas. Su cerebro estuvo sin oxígeno mucho tiempo y sin posibilidad de recuperación. Se equivocaron, Efrán superó la infección que había contraído, la fiebre que le había comido los pulmones, se debilitó tanto que le costó recuperarse más tiempo del que había estado enfermo. Despertó una mañana preguntando por su madre. La enfermera le trajo una pequeña imagen de la Virgen del Cobre y le dijo que esa era la madre que le había salvado. El muchacho la traía en su mano en el momento de ingresar.
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Efraín nos contó que no pudo hacer terapia porque en El Salvador, en su tierra, en su comarca, no había médicos. No había hospitales. Le recuperó la propia vida. El mismo tiempo. Sólo aquello le sacó de aquello. Después de meses de angustia y de tres años más, su primo le animó para que viniera a Estados Unidos con él. Su madre y sus hermanos juntaron el dinero suficiente para darle el dinero del viaje. El de los coyotes. El de los desalmados. El de los asesinos. El de los que engañan. El de los que sangran a sus compatriotas. Emprendieron el camino y llegaron sin novedad a la frontera norte de Honduras con México. Allí esperaron. Seguían órdenes. Esperaban. Así y allí, por varios meses hasta que pudieron pasar la frontera y llegar a la Tierra Prometida. Efrán ya tenía veintiún años. En la larga espera, la idea de llegar y poder aprender a leer y a escribir le reconfortaba. Él sabía que su memoria fallaba de vez en cuando debido a su enfermedad pasada y que su habilidad de expresión se había quedado en nada. No obstante, quería saber lo que ponía en los papeles, le habría gustado leer las notas que la partera tenía pinchadas con un clavo en lo alto de la chimenea de su casucha. Ella podía leer; Efrán, no. 72 | HISPANIC CULTURE REVIEW
Llegaron a Nuevo México y su pierna no quiso seguir adelante. Le habían quitado la bala de la cadera en Honduras. No había hospitales en su tierra, ni en su comarca. En El Salvador no había médicos. Subieron hasta Virginia buscando a unos parientes lejanos. Los encontraron. Les acogieron en su casa. Les informaron de que volviendo del cine a casa, la hermana de Efrán y el novio fueron abatidos a balazos por un ajuste de cuentas entre pandillas rivales. La hermana sobrevivió dos días. Se la llevaron a Honduras porque en El Salvador no había médicos, porque en la comarca que ellos vivían no había hospitales, ni medicinas, ni escuelas, solo dolor, guerras internas, muerte, basura, lágrimas, miedo. Efrán quería saber lo que decían las cartas que sus parientes recibían en el correo, lo que decían los muchos carteles que había en la calle, incluso el nombre de las mismas. Aprendió la equivalencia entre el dólar, los lempiras y los pesos. Le gustaban los números. Le gustaban las letras. Le gustaba estudiar. Le gustaba estar lejos del horror. Lejos de la muerte. Cerca del cielo. Le gustaba estar aquí, con nosotros, decía. Nunca he sabido qué significa el nosotros de Efrán. Me imagino que quiere decir, VOL XXII | 2015–2016 | 73
nosotros, los vivos, los que no hemos muerto, todavía. Buscó información de las escuelas para adultos que había alrededor de la casa de sus parientes y llegó a la que yo enseñaba. Con su cojera. Con sus recuerdos. Le había costado otros cuatro años aprender a leer, a escribir, a hablar, a memorizar, a estudiar y a pasar el GED. Llegó a la universidad, estudió Administración de Empresas. En otros cuatro años. Se comía los libros. De vez en cuando me llamaba para que le corrigiera sus escritos. Escribía muy bien. Había aprendido bien. En la universidad conoció a la que hoy es madre de sus dos hijas. Trabaja como encargado de la plana de etiquetado en una famosa factoría de juguetes. Gana un buen dinero, como él dice. Lo administra bien. Quiere comprarse una casa con jardín, en un lugar apartado del mundanal ruido. Donde lo único que llegue a sus oídos sea el trinar de los pájaros. No el de las balas. No el de las alimañas que se comían los muertos que las maras iban dejando en sus peleas urbanas. Malditas peleas. Inútiles muertes. Horror sin fin. De esto hace ya dos años. Lo vi hace unos días en el Festival de los Cherry Blossom. Ya tiene treinta y seis años. Efrán es el primero 74 | HISPANIC CULTURE REVIEW
de su familia en conseguir su sueño de ir a la universidad. El único de su familia en alcanzar el éxito. El último de su familia en volver a creer en que la vida merece la pena. Los que quedan siguen allí, esperando… la muerte.
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El diario de Jane Villanova Escobar: su viaje a la universidad Rachel F. Miller
4 de octubre de 2011 No sé qué hacer. Siento que debo hacer una cosa al mismo tiempo que otra. Mi mamá siempre me apoya en todo, pero mi papá es diferente. Dice que debo trabajar, ahorrar dinero para apoyar a la familia. Necesitamos todo el dinero que podamos ganar porque somos cinco: mi papá, mi mamá, mis dos hermanos chiquitos y yo. Cuando trato de hablar sobre la universidad, dice que no, que no debo asistir a la universidad, que puedo encontrar trabajo sin un título universitario, como hizo él. “Solo importa que puedas cuidar a la familia y a ti mismo,” dice. A mí no me importa si asisto a la universidad o no, pero cuando estoy entre personas no familiares, estoy confundida. Muchos de mis amigos van a asistir a una universidad. ¿Cómo puedo tomar una posición? Dependo mucho de mi
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familia. Si no tengo el apoyo de mi familia, no voy a querer asistir a la universidad. El otro día estaba hablando con mi maestra de inglés sobre qué debo hacer después de mi graduación. Me gusta mucho el inglés y me interesa enseñarlo como segunda lengua, especialmente para los que vienen a los Estados Unidos y no saben nada de inglés, como mis papás y yo cuando vinimos al principio.
14 de enero 2012 Estoy cansada. Esta semana trabajé 38 horas. No entiendo por qué dicen que Wegmans es un buen lugar para trabajar. El trabajo es exténuante y lo malo es que siempre trabajo a la hora de comer, entonces muchas veces tengo hambre pero no puedo comer. Por ejemplo, el otro día yo estaba trabajando y quería tomar mi receso, entonces pedí a mi jefe que me dejara ir. Me dijo que esperara una hora, que podría tomar mi break a las 7. Pero cuando fueron las 7, estábamos tan ocupados que no podía irme. Había un montón de pedidos de pizza
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y solamente estábamos nosotros tres trabajando aunque debían haber estado cinco.
18 de abril de 2012 Creo que estoy deprimida. No puedo dejar de comer cuando estoy en casa. Odio el trabajo de Wegmans. Trabajo casi de jornada completa pero no me dan beneficios. Me están haciendo trampa,dicen que nosotros los trabajadores somos “un gran familia” y que nos cuidan, pero todo es mentira. A ellos no les importa si trabajo hasta tarde en la noche cuando tengo que trabajar temprano por la mañana al día siguiente. Solamente quieren ganar dinero. Estoy cansada de hacer lo mismo todos los días. Quiero cambiar de departamento pero no me dejan. Mi jefe dice que no puedo cambiar porque no hay suficientes trabajadores en pizza, el departamento en donde trabajo. Siento como si fuera a trabajar aquí para siempre y eso me pone muy triste. No sé qué hacer, o a dónde ir. ¿Debo dejar mi trabajo? Pero me pagan mejor aquí que en otros lugares. A veces pienso en mis amigos que fueron a estudiar a la universidad. ¿Cómo sería diferente mi vida
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si yo hubiera podido asistir a la universidad también?
5 de junio de 2012 Todavía sigo aquí, trabajando en Wegmans. Me parece que vivo aquí. No tengo tiempo ni la energía para pasar tiempo con amigos – ni tengo amigos. Pues, tengo una, pero ella se casó y está ocupada con su trabajo, como yo. Trabaja como entrenadora de debate al mismo tiempo que cuida la casa, cocina y estudia. Está tomando clases online. A veces pienso en tomar clases online, pero con el trabajo, sé que es imposible. Sólo quiero dormir cuando estoy en casa. O comer. No se lo he contado a nadie, pero creo que tengo un problema con la comida. Pues cuando trabajo, estoy tan ocupada que no puedo comer o tengo que trabajar muchas veces cinco horas o más sin comer. Entonces cuando salgo del trabajo, como mucho porque tengo tanta hambre. Creo que también como tanto porque estoy aburrida. Y como estoy trabajando en el departamento de pizza, estoy rodeada de comida y siempre estoy pensando en ella. Por la noche como hasta que siento dolor, hasta que siento que voy a
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explotar. Cuando me despierto en la mañana, todavía me siento llena– entonces me siento mal, y me pregunto, “¿Por qué comí tanto anoche?¿Qué está pasando?”.
12 de septiembre de 2012 No sé cuánto tiempo más puedo sobrevivir en este trabajo. Me dejaron cambiar de departamento, al fin, pero solamente cambié de pizza a subs, que es diferente, con diferentes compañeros de trabajo pero todavía es trabajo de comida y está al lado de pizza. Me gusta más porque he cambiado de horario: puedo trabajar muy temprano (a las 5 o 6) por las mañanas, para hornear el pan. Cuando tengo este turno, sólo trabajo hasta las 2:30 de la tarde, que me gusta más que en el de pizza, en el que tuve que trabajar mucho por la noche. A veces tengo que trabajar por la noche en subs, pero no tanto como antes.
17 de diciembre de 2012 No puedo creerlo: ¡Voy a ir a la universidad! Mi papá al fin me está ayudando. Dice que me va a apoyar con
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el dinero. La universidad está cerca de mi casa, entonces todavía viviré con mi familia, para ahorrar dinero, pero no me importa ¡voy a estudiar! Empiezo en enero. Antes siempre mi padre me decía que no debo ir a la universidad, que puedo trabajar y ganar bastante dinero sin una licenciatura, pero el otro día, le conté cómo me sentía, cómo quería ser maestra y no quería trabajar en un lugar como Wegmans por toda mi vida. Sé que en Wegmans podría tener una carrera, pero el trabajo no es lo que quiero hacer con mi vida. Solo he trabajado por 11 meses, casi un año, pero sé que no puedo continuar en este trabajo. Este año fue el más difícil de mi vida. Antes no quería asistir a la universidad mucho, solo estaba pensando en asistir, pero ahora sé que quiero ir, con todo mi ser. Extraño estudiar, y me emociona pensar que voy a ser una estudiante universitaria. Mi papá me dijo hoy que de verdad quiere que tenga una mejor vida que él, que con una licenciatura voy a tener más oportunidades y opciones sobre lo que quiero hacer en mi vida. Doy gracias a Diosvoy a ser la primera persona de mi familia que asista a la universidad. No voy a desaprovechar esta oportunidad.
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Tú serás lo que yo no pude ser Luz P. Cordero
Ya cada vez falta menos para que termine mi carrera universitaria y sea la única que pueda cumplir el sueño de mi mamá: ver a sus hijos graduarse de la universidad. Mis hermanos cada uno hicieron su vida, como suele suceder en las familias pobres, los más grandes tienen que dejar de estudiar para ayudar a la familia con las cosas de la casa o simplemente dejan de estudiar porque son muy “brutos” y ellos no “nacieron para los estudios”. Hay otros que por circunstancias de la vida no pueden continuar con sus estudios. Ha sido una carrera larga la que he tenido que recorrer para ser el orgullo de la familia y la primera en ir a la universidad ya que mis padres y mis abuelitos no tuvieron esa oportunidad. A veces me siento agotada. Quisiera tomar un tiempo para hacer otras cosas. Además, pienso para
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mí misma, los estudios siempre estarán allí, pero luego me acuerdo de que yo estoy aquí con una meta. La meta no es sólo hacer feliz y orgullosa a mi mamá y a los demás que me rodean, sino también seguir siendo esa esperanza, ese rayito de sol que aún brilla en sus días grises. Soy la única que queda sin casarse y tener hijos, ¡así que esto debo hacerlo yo! Ha sido largo el camino, pues han sido muchos los obstáculos que he encontrado para llegar hasta aquí. No siempre las cosas se tornaron a favor de mi mamá y de nosotros para ayudarnos a llegar lejos, muy lejos. Papi siempre nos decía a mi hermana y a mí que mientras nosotras quisiéramos estudiar, él nos ayudaría y nos pagaría los estudios, siempre y cuando nosotras estuviéramos dispuestas a continuar con ellos. Mi hermana Noemí y yo nunca dudamos de lo que nuestro padre nos decía. Siempre lo decía con tanta seguridad, que ¿por qué ponerlo en duda? Las cosas no siempre eran color de rosa en la casa, pero éramos una familia
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normal; por lo menos, eso era lo que yo pensaba, aunque siempre supe que mi mamá sufría mucho por los engaños y los maltratos que recibía de parte de mi papá. Noemí y yo siempre estuvimos interesadas en estudiar; no éramos perezosas en cuanto a nuestras tareas, siempre soñábamos con llegar a ser un día personas importantes en la vida. Es lo que nuestra mamá siempre nos inculcó en la mente: “ustedes tienen que llegar a ser lo que yo no fui, pero para eso tienen que estudiar y esforzarse porque si no, no llegarán a nada, así como yo”. Estas eran las típicas palabras que salían de la boca de mi mamá para animarnos a que le echáramos ganas a los estudios. Ya estábamos en octavo de primaria y se acercaban las pruebas finales para poder ingresar a la escuela secundaria, un escalón más que subir en el camino de los estudios. Pero una noche sucedió algo que ninguno nos habríamos podido imaginar. La relación entre mis padres estaba deteriorada, pero era algo que yo no veía porque mi mamá siempre quiso el bien para nosotras. Esa noche, esa noche fue la más gris, la más oscura. Todos estábamos en casa mirando televisión y
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mi mamá se dirigió a mi papá con una simple pregunta: “¿Es cierto que estabas en casa de Abigail hoy?” Mi papá se puso muy violento y de repente empezó a golpear a mi mamá. “¿Pero cómo te atreves tú a ponerle un dedo encima?” era lo que pensaba. Mi hermana y yo le suplicábamos a gritos que dejara de golpearla, pero él amenazaba con atacarnos si tratábamos de hacer algo. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue correr a la casa de la vecina y pedirle que por favor viniera a mi casa porque papi iba a matar a mami. Ella corrió a nuestra casa y pudo entonces calmarlo y hacer que él dejara de golpearla. Esa fue una noche larga, muy larga. Mi mamá ya no quería estar con él. Repetía una y otra vez que esa era la gota que había colmado el vaso. Ella pensó que la única solución era divorciarse. Ella no podía soportar más el maltrato y mucho menos si era físico. Fueron a corte; mi mamá no quería que él fuera a la cárcel sólo que ya no viviera más con nosotras. Entonces, el juez dictó sentencia: papi tenía que irse de la casa. Papi quiso disculparse y pedirle perdón a mami, pero ya era demasiado tarde. Ella ya no lo amaba
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porque él causó que ese amor se marchitara. Después de que ya él no vivía en la casa con nosotros aún nos proveía el pan. Todas las quincenas llevaba el dinero que necesitábamos mi hermana y yo, pero solo eso. Nunca quiso, ¿o era que no podía?, proporcionarnos los materiales de la escuela. Él comía todos los días con nosotras, como si aún estuviera viviendo con nosotras, pero un día mami le dijo que eso no podía continuar porque ya ellos no eran esposos. Su reacción fue la peor…. “Si yo no puedo comer aquí, entonces yo no tengo por qué traer nada de dinero aquí”. Pero ¿qué estaba pensando mi papá? ¿Por qué no nos iba a traer comida? ¿Qué íbamos a comer si él era el único sustento de la casa? Mi mamá no trabajaba. Eso a él no le importaba. Ya papi no traía nada a la casa. No traía comida, no nos daba para la escuela. ¿Dónde están las promesas que nos hacía de que si queríamos estudiar él siempre nos ayudaría? Esas palabras se fueron con el amor que mis padres sentían el uno por el otro.
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Fueron días difíciles; muchas fueron las veces que mami no tenía para darnos el desayuno antes de irnos a la escuela, pero eso nunca fue excusa para que ella nos permitiera que nos quedáramos en casa “no haciendo nada”, decía ella. Casi nunca había para comprar cuadernos; y esas veces teníamos que usar los cuadernos viejos del año pasado. –¿Pero por qué, mami, por qué tenemos que usar los mismo cuadernos? Todos en la escuela van con sus cuadernos y sus lápices nuevos. ¿Por qué nosotras no podemos? –Porque no siempre se obtiene lo que uno quiere y hay que hacer sacrificios en la vida. El hecho de que no tengan cuadernos nuevos para ir a la escuela no quiere decir que no pueden estudiar. Sí pueden porque estudiar no depende de si tienen cuadernos nuevos o no, depende del esfuerzo que pongan y eso es lo que ustedes harán. Serán diferentes y la pobreza no hará que dejen de estudiar. Aunque yo no lo entendía entonces, ahora lo entiendo todo. Ahora entiendo que siempre tiene que hacerse un esfuerzo.
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Pasó el tiempo y mami pudo conseguir un trabajo como jornalera. Se iba en la mañana muy temprano y regresaba en la noche muy cansada a cocinar para que tuviéramos que comer al día siguiente. Papi… Papi ya era historia. Lo veíamos de vez en cuando pero ya nunca nos volvió a dar nada. Ya no me importaba. Aprendí a conformarme con lo que tenía. Mami volvió a encontrar el amor. Encontró ese hombre bueno que la ayudó y que nos ayudó a nosotras a querer seguir estudiando. Ahora la única que queda estudiando soy yo y a un año de ya casi graduarme de la universidad y ser la primera: la primera en ir a la universidad y ser ese orgullo. Ya solo falta un año para convertirme en la licenciada Ruiz. Ha valido la pena tener que usar los cuadernos del año pasado. Ha valido la pena ir a la escuela con el uniforme viejo. Ha valido la pena seguir adelante para ser la primera en graduarme de la universidad.
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Ariel Adler Las sillas (Northern Argentina)
B I OGR AF ÍAS DE LOS AUTORE S
AUTHOR B I OGR APH I E S
Biografías de los autores / Author Biographies Biografías de los autores
Ariel Adler es un fotógrafo argentino. Ariel Adler is an Argentinian photographer. Verónica Adler tiene 16 años y es alumna en Atholton High School y en la Escuela Argentina de Washington D.C. Su familia siempre le recuerda los largos y animados soliloquios que iniciaba a la hora de la siesta desde los 4-5 meses de edad. Desde entonces, no ha parado de buscar formas de expresar su creatividad única. Aparte de sus estudios, disfruta leer, bucear, pintar, cantar y practicar deportes. Verónica Adler is 16 years old, and she is a student at Atholton High School, and also at Washington D.C.’s Escuela Argentina. Her family always recalls her long and cheerful monologues right before her nap, from the time she was 4-5 months old. Since then, she has not stopped to find ways to express her unique creativity. Besides her studies, she enjoys reading, diving, painting, singing, and playing sports. Yolanda Arenales es autora de varios cuentos de ficción, por los cuales ha recibido numerosos premios en su nativa España. Su novela Desde el Arauco, recibió 94 | HISPANIC CULTURE REVIEW
el prestigioso Premio Diana Novedades, en 1992. Es ciudadana de Estados Unidos desde 2004. Yolanda Arenales is the author of various short fiction stories, for which she has won numerous awards in her native Spain. Her novel, Desde el Arauco, was awarded the prestigious Diana Novedades Prize in 1992. She became a USA citizen in 2004. Amílcar Bernal nació en 1950, en Ibagué, Colombia. Es ingeniero mecánico pensionado y se dedica en un 100% a la lectura de literatura y a los intentos de escribir. Ha ganado menciones y premios en concursos de relatos y poemas en Colombia y el exterior. Algunos de sus escritos han sido publicados en revistas y antologías, virtuales e impresas, de varios países. Ha publicado dos poemarios como premio a concursos en España y Colombia. Amílcar Bernal was born in 1950, in Ibagué, Colombia. He is a retired mechanical engineer, and he is devoted 100% to reading literature, and to his writing attempts. His short stories and poems have received several mentions and awards in writing contests in Colombia and abroad. Some of his works have been published, in digital format and printed magazines, and anthologies in many countries. He has published two books of poems as prizes from contests in Colombia and Spain. Alessandra De Brito tiene un título en Educación con especialización en Negocios. Ha trabajado como maestra de Kindergarten, en escuelas primariars y
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técnicas. Ha publicado artículos sobre pedagogía y ha contribuido con sus poesías en la antología Castaway on land and at sea (2016) de Ediciones Vivara de Brasil. Alessandra De Brito holds a degree in Pedagogy with a specialization in Business. She has worked as a Kindergarten teacher, and at elementary and technical schools. She has published several articles about pedagogy, and she also has contributed with her poems to the anthology Castaway on land and at sea (2016) from Vivara Editions in Brazil. Daniel del Teso Sáez nació en Valencia, España, en 1992. Es graduado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat de València y actualmente cursa allí el grado en Estudios Hispánicos. Ha obtenido varios reconocimientos literarios: Consell Valenciá de Cultura (IV edición del Concurso Literario y de Dibujo), primer premio en Premios de Literatura la Joventut Escriu en Solidari 2011 del Institut Valencià de la Joventut, y en Premis Universitat de València d’Escriptura de Creació de Universitat de València (2015) por su poesía “El mar nos llamaba desde dentro”. Daniel del Teso Sáez was born in Valencia, Spain, in 1992. He graduated in Political and Management Sciences from Universitat de València, where he is currently seeking a degree in Hispanic Studies. He has earned several literary awards, such as the Consell Valenciá de Cultura (IV edition of Concurso Literario y de Dibujo), first prize in Premios de Literatura la Joventut Escriu en Solidari 2011 from Institut Valencià de la Joventut, and in 96 | HISPANIC CULTURE REVIEW
Premis Universitat de València d’Escriptura de Creació de Universitat de València (2015) for his poem “El mar nos llamaba desde dentro”. Juan Manuel García Páez nació en Quito, Ecuador. Trabaja en fotografía y en cine documental. Sus trabajos se enfocan en temas sociales y ambientales, así como la exploración de la condición humana y el movimiento. Obtuvo una licenciatura en Estudios Ambientales en Virginia Commonwealth University y ha realizado proyectos fotográficos en Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina y Estados Unidos. Juan Manuel García Páez was born in Quito, Ecuador. He works in photography and documentary film; focuses on social and environmental themes, as well as the exploration of the human condition and movement. He obtained a B.S. in Environmental Studies from Virginia Commonwealth University, and he has worked in photographic projects in Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina and the US. Cynthia García-Dehbozorgi is a Spanish teacher and writer. In 1985, she and her family moved to Los Angeles from México due to the lack of job opportunities, and because of her mother’s illness. She attended Pitzer College with a full scholarship, and earned a BA in Spanish and Latin American Studies, a MA in Education from Claremont Graduate University, and a second MA in Spanish from Cal State Fullerton. She worked as a bilingual public school teacher in Pomona for sixteen years, and later as a Spanish teacher, and mentor in
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two independent schools. She currently works at the Polytechnic School in Pasadena, California, where she teaches Spanish and advises a group of students called “Latinos Unidos.” Cynthia García-Dehbozorgi es una maestra de español y escritora. En 1985, se mudó con su familia de México a los Ángeles debido a la falta de oportunidades de empleo, pero también para estar cerca de su madre enferma. Estudió con una beca completa en Pitzer Coller y obtuvo su licenciatura en Español y Estudios Latinaomericanos. También obtuvo una maestría en Español de Fulerton Cal State. Por dieciséis años trabajó como maestra bilingüe en una escuela pública, y luego como maestra de español, y mentora en otras dos escuelas independientes. Ahora trabaja en la Polytechnic School en Pasadena, California, donde enseña español y aconseja a un grupo de estudiantes apodados “Latinos Unidos”. Jillian Gogel is a senior at George Mason University, graduating in May, studying Conflict Analysis and Resolution with a minor in Consciousness and Transformation. She has been studying Spanish for almost nine years and hopes to live and work, for even a short while, in various Spanish-speaking countries around the world. She is most interested in the complexity and richness of human consciousness, and is still currently on a mission to capture some of these various perspectives through her poetry and lived experiences. As it was once said, “everyone who takes a journey is already a hero.”
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Jillian Gogel está en su último año y se gradúa en mayo, en la Carrera de Analisis y Resolución de Conflictos, con una concentración secundaria en Conciencia y Transformación, de George Mason University. Ha estudiado español por los últimos nueve años y espera poder vivir y trabajar, aunque sea de tránsito, en varios países del mundo hispanohablante. Le interesa mucho la complejidad y riqueza de la conciencia humana, y su misión es capturar algunas de estas perspectivas en su poesía y sus experiencias. Como dice el dicho: “todo el que inicia un camino ya es un héroe”. María del Pilar Gorricho nació en Logroño (La Rioja ) España, en1961. Es poeta clásica. Ha editado cuatro poemarios y ha participado en diversas antologías clásicas y de verso libre como: Los retazos de mi alma, Los rincones más oscuros, Antología poesía clásica de mundo poesía, Antología de versos desde el corazón y Voces del extremo. Ha colaborado en varias revistas y clubes literarios. Posee varios reconocimientos a sus poemas y como ella misma dice, “¡no escribo poesía para vivir, escribo para no morir!”. María del Pilar Gorricho was born in Logroño (La Rioja ) Spain, in1961. She is a classical poet, and has edited four poetry books, and has been part of diverse classic and free verse anthologies, such as: Los retazos de mi alma, Los rincones más oscuros, Antología poesía clásica de mundo poesía, Antología de versos desde el corazón y Voces del extremo. She has collaborated with several magazines, and literary clubs. She has received several awards for her poems, and like she says: “I do not write to live, I write to not die!” VOL XXII | 2015–2016 | 99
Martín Morales nació en Chihuahua, México. Ha vivido la mayor parte de su vida en Albuquerque, NM, a cuyos paisajes y clima hace referencia en su obra. No fue hasta un viaje de regreso a su lugar de nacimiento, que experimentó el género del realismo mágico, y desde entonces, ha desarrollado pasión por la escritura. Martín Morales was born in Chihuahua, México. He has lived most of his life in the city of Albuquerque, NM, which scenery and weather is referenced in his work. It was not until a trip back to his hometown that he experienced the literary genre of magic realism, and since has had a passion for writing. Benito Pastoriza Iyodo nació en Puerto Rico. Escribe poesía, ficción, ensayos, entrevistas y crítica de libros. Ha recibido innumerables reconocimientos, incluyendo el Premio Ateneo Puertorriqueño, El Premio Chicano Latino, el Premio Julio Cortázar, y el Premio Hispanic Culture Review en la categoría de poesía. Su libro más reciente incluye poesías “Cartas a la sombra de tu piel”, “Elegías de septiembre” y “Prostíbulo de la palabra”; los cuentos Cuestión de hombres and Nena, nena de mi corazón, y una novela El agua del paraíso. Sus obras también han aparecido en revistas literarias y antologías en Estados Unidos, España, México, Chile, Argentina, Australia, Puerto Rico y Uruguay. Benito Pastoriza Iyodo was born in Puerto Rico; writes poetry, fiction, essays, interviews and book reviews. He has been recognized with numerous awards, including the
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Ateneo Puertorriqueño Prize, the Chicano Latino Literary Prize, the Julio Cortázar Prize (Uruguay) and the Hispanic Culture Review Poetry Award. His most recent books include the poems: “Cartas a la sombra de tu piel”, “Elegías de septiembre”, and “Prostíbulo de la palabra”; short stories: Cuestión de hombres and Nena, nena de mi corazón and a novel: El agua del paraíso. His writing also appears in literary magazines and anthologies in the United States, Spain, México, Chile, Argentina, Australia, Puerto Rico and Uruguay. Carolina Pérez está terminando su MAT y su MA en Español en Georgia Southern University. Recibió su licenciatura en Lenguas Modernas/Francés y Música. Es una inmigrante de primera generación oriunda de El Salvador a quien le encantan las lenguas, las culturas, la música, la literatura y la escritura. Carolina Pérez is completing her MAT and MA in Spanish at Georgia Southern University. She received a Bachelor’s Degree in Modern Languages/French and Music. She is a first generation immigrant who immigrated from El Salvador; she has a love for languages, cultures, music, literature, and writing. Gabriela Ramírez La escritura y el arte son parte esencial de su vida; dichos medios la sacaron de una depresión posterior a una cirugía cerebral que enfrentó el 15 de agosto del 2013. Se considera una persona luchadora, entusiasta y capaz. Asegura que es amante de la música y la danza y que practica el ballet clásico. Su fisolofía de vida es ver mucho en lo poco y prolongar los segundos en eternidades.
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Gabriela Ramírez. Writing and art are intrinsic to her life. These mediums lifted her from a depression suffered after brain surgery, back in August 15, 2013. She’s a fighter, an enthusiast, and capable. A music and dance lover who practices classical ballet. Also a fighter, and and enthusiast. Her life’s philosophy is to see the great in the small, and to strecht the seconds into eternities. Angélika Romero es una periodista, poeta y futura abogada de immigración. El poema, “Yo hablo español”, detalla algunas de sus experiencias como Latina en una Universidad privada de Artes Liberales en el noreste de Estados Unidos. Angélika Romero is a journalist, poet, and future immigration lawyer. The poem, “Yo hablo español”, chronicles some of her experiences as a Latina at a private Liberal Arts college in the Northeast. Boris Rozas Nace en Buenos Aires, ArgentinaHa publicado siete libros de poesía: Bagajes del alma (2004), Lleno del mar (2005), Hemisferio Sur (2007), Huyendo de este jardín, me encontré con el viento (2009), Ragtime(2012), Invertebrados (2014) y La senda de las espigas (Antología poética del autor, 2016). Ha recibido más de setenta galardones literarios, entre ellos: Premio Pilar Fernández Labrador (2013), XXXIII Certamen de Poesía Manuel Garrido Chamorro (2012), XLII Justas Poéticas de Laguna de Duero (2013), XVI Certamen Poético “Villa de Ermua” (2010). Actualmente reside en España.
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Boris Rozas was born in Buenos Aires, Argentina. He has published seven books of poetry: Bagajes del alma(2004), Lleno del mar (2005), Hemisferio Sur (2007), Huyendo de este jardín, me encontré con el viento (2009), Ragtime(2012), Invertebrados (2014) and La senda de las espigas (2016) (anthology). He has received more than seventy awards for his work, among them: Pilar Fernández Labrador Award (2013), XXXIII Poetry Contest Manuel Garrido Chamorro (2012), XLII Justas Poéticas de Laguna de Duero (2013), XVI “Villa de Ermua” Poetry Contest (2010). He currently lives in Spain. Silvia H. Vera-Huesca tiene una licenciatura en teatro de la Universidad Veracruzana. Actualmente cursa una maestría en Escritura Creativa en UTRGV. Es miembro de la iniciativa de teatro latino de la Universidad de Texas UTRGV, y del grupo poético WAKE UP, con quienes se ha presentado en Texas, Houston, Nuevo México y Perú. Ha sido panelista en conferencias sobre estudios Méxicoamericanos, como Festiba, Hestec, NACCS y MALCS. Vive en Pharr, Texas donde trabaja como maestra de teatro en una escuela secundaria. Silvia H. Vera-Huesca holds a Bachellor’s degree in Theater from the Universidad Veracruzana. She is currently studying for her Master’s degree in Creative Writing at UTRGV. She is a member of the Latin Theater Initiative for the UTRGV at Texas University, and also member of the poetic groups WAKE-UP, with whom she has performed in Texas, Houston, New México, and Perú. She has participated as a panelist in conferences about Mexican-American Studies, Festiba, Hestec, NACCS and VOL XXII | 2015–2016 | 103
MALCS. She lives in Pharr, Texas, where she works as a theater teacher at a middle school. Eugenia F-C Williams, nació en Madrid. Estudió Psicología Clínica en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Llegó a Estados Unidos en 1998 y continuó con sus estudios universitarios graduándose en General Studies (Ciencias) and Liberal Arts. Está certificada en Phlebotomy, Business Information Technology y Translation. Obtuvo su BA y su MA en Foreing Languages with Concentration in Spanish en la Universidad de George Mason. Actualmente, enseña Spanish for Fluent Speakers para las escuelas públicas de Fairfax y Language Arts GED para las escuelas públicas de Washington, D.C. Su pasión es la poesía, la literatura y escribir acerca de todo. Eugenia F-C Williams was born in Madrid. She studied Clinical Psychology at the Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). She continued her university studies in the US, graduating in General Studies (Sciences) and Liberal Arts, and BA and MA in Foreign Languages with Concentration in Spanish from George Mason University. She is certified in Phlebotomy, Business information Technology and Translation. She teaches Spanish for Fluent Speakers for Fairfax County Public Schools and Language Arts-GED for the District of Columbia Public Schools. Her passion is poetry, literature and write about everything.
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En Mason todos escribimos Los dos textos que incluimos a continuación pretenden ser una muestra de lo que escriben los alumnos de la especialización de Español en la Licenciatura de Lenguas Modernas. Se trata de dos ejemplos del proyecto de escritura creativa de la clase SPAN 370: Spanish Writing and Stylistics escritos por Luz P. Cordero y Rachel F. Miller, dos alumnas comprometidas a los estudios académicos que se graduarán en 2017.
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Pautas para el envío de trabajos HCR acepta trabajos originales e inéditos escritos en inglés o español. Los textos deben relacionarse con el arte, la cultura, la lingüística y la literatura de los países de habla hispana. La revista publica poesía, narrativa corta, ensayo y arte visual. Se aceptarán sólo dos obras por categoría, por autor, salvo en casos especiales en la categoría de fotografía. Envíe cada contribución a https://hispanicculturereview.submittable.com/submit en un archivo formato Word (.doc, .docx). Las contribuciones deben seguir las normas de la guía de estilo utilizada en la disciplina a la que pertenezca en el trabajo, como las del MLA o APA. Extensión de los trabajos: ensayos, incluyendo las notas: 3,000 palabras; narrativas: 2,500 palabras; poemas: 50 versos. Pautas para el arte visual: fotos en formato JPEG con una resolución de al menos 300 puntos por pulgada. Las contribuciones seleccionadas serán publicadas en las versiones impresa y en línea de la revista.
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Submission Guidelines HCR welcomes original and unpublished submissions written in either English or Spanish. Contributions should relate to the arts, culture, linguistics, and literature of Spanish speaking countries. The journal publishes poetry, brief narrative, essay, and visual art. The magazine accepts a maximum of two works per category, per author. Contributors may send their works to https:// hispanicculturereview.submittable.com/submit in a single Word (.doc, .docx) file. Submissions should conform to the latest edition of the MLA Style Manual or the MLA Handbook. Acceptable length of text: essays, including endnotes: 3,000 words; narratives: 2,500 words; poems: 50 lines. Visual art guidelines: pictures in JPEG format, 300 pixels per inch. The selected contributions will be published in the printed and online version of HCR.
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Juan Manuel García Páez El Alto El Alto, Bolivia