Revista Cinegramas - Nº.62

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REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año IL-Núm. 62.-Madrid, 17 d« Noviembre de 1935

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E ha r e s u e l t o satisfactoriamente, conforme a los deseos del Gobierno español, el pleito promovido en torno a la proyección de una pelicula de tema español en el E^xtranjero. Como • era de esperar, tratándose de una entidad en la que el amor a España ee tradicional y ha ten i d o manifestaciones bien expresivas, la P a r a m o u n t ha atendido las indicac i o n e s d e nuestro Gobierno y ha dado cuantiU) explicaciones eran necesarias para la solmñón total y satisfactoria del asunto. Todos nos debemos felicitar, como españoles y como amantes del cinema, de que ése haya sido el final de lo que se anunciaba con vientos apasionados.

Sternlierg, su fantasía erradora y su autoridad

Lina Yegroa y Fernantlito U'AIvi eo u n a eacena de cEt octavo mandamieulo), r e a l i z a d a por Francisco Gargallo

Edgar Neviii«, AntoñiU Colonia y Antonio V i c o , realizador y protagonifilait de <KI m a l v a d o Carabel», película rapañola editada por Ufllma

T u nombre M íen(octón era—hay que emplear y a el pretérito, puesto que el mundo de hombres y mujeres que v i v í a en el negativo de la cinta ha muerto baj o el fuego, en presencia de la autoridad representativa de España — , era una cintacreada por Joseph von Sternberg e interpretada en el papel principal por M a r l e n e Dietrich. Dos nombres de auténtica jerarquía artística en el mundo del cinema. ¿Cómo pudo Sternberg, uno de los más altos prestigios del film, creador de cintas que el público y la critica de todos los paises han reconocido como excepcionales, realizar una pelicula cuya proyección en algún país podía significar un riesgo? ¿Pudo pasar inadvertida la posibilidrd de este peligro para los que llevan la responsabilidad de la producción? L a misma jerarquía de Sternberg explica el hecho. E l , en su magnífica—y comprensible^— soberbia creadora, en la gran independencia de su genio, no admite tutelas ni di«ítados. El crea y realiza conforme a su propia f ai\tasia, a su v i sión personalisima—audaz muchaíí veces—de las cosas. ¿Ha^ta dónde le puede llevar e.ste afán


artístico, esta hipersonaiidad? N o es difícil, por esta manera de concebir y de realizar, por (>ste concepto—desde otro punto de vista estimable—de la autoriíla»!, desenfocar a veces iin asunto, situarlo tan fuera de la realidad que caiga y a en la arbitrariedad, en la fantasía caprichosa y excesiva, en la hipérbole y el absurdo. feto ha sido lo ocurrido ahora. Para el ambiente y las costumbres de la nueva cinta, la entidad productora puso a disposición de Joseph von Stemberg

Pierrf Clarel v t;«n»-hiU B«H«-f»««TO« en una escena cómica de «;No me mates!., producción nacional.'edilada por Producciones Cinemalográrir^ Fjtpanolas, que presentará rn breve Castilla Film

Kaqucl Kodri^o y «el Ksludianle» en -Kl niño de las uionjas>>, adaptación cinemaloprálira de la r.-lebrada obra tcalral de Juan l.ópeí .Núñez, realizada por José Buscb {»OT.

EXCLUSIVAS

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\ trios asesores espafioles, encargados de ilustrar ul gran dirp<«tor sobre los perfiles dc la Flspai'ia verdadera. P e r o Stemberg veía la cinta de otro modo; su fantítsia buscaba otros ángulos que se apartaban de la realidad y que según él daban más calidad cinematográfica u la jielícula. N o existían para él Ja.s indicar-¡<tn(:s de los a'^e.sores, y llevó afielante la cinta, guiado exclu.-i¡vanjente por -ÍU potencia imaginativa de gran creador, desvinculado de toda convenien» ia y toda a t a d u r a reales. ¿Cómo fi.scalizar, c ó m o poner trabas a una figura de la autoridad y el crédito cinematográfico de Jtweph von Stemberg? Hubiese equivalido al rompimiento absoluto. Con esa película finalizaba el contrato del director con la prtKluctora. Y é.sta, por lo que juzgaba vuelo excesivo de la fantasía

.\nloñito Vico en un \ momento de «Currito j de la Cruz», cuyo rodaje se realiza bajo la di-1 rerción d r Fernando ' Delgado | (fOT.

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creadora e independiente, y a pesar de lo que el nombre de .loseph von Stemberg significa siempre, no renovó el contrato. Tu fumibre es tentarían fué, por tanto, la íiltimu película hecha por el director de -Marlene para la Paramount.

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l i i a i»lara trayectoria de amor a las eosas de España

«Angelillo» y Pilar Muñoz, protagonistas de la produrrión Filmófono «1.a hija dr luán Simón», c u y o rodaje ha finali/ado

Precisamente j)or la gran tradición de amor a Kspaña que esta Productora tiene, no podía una españolada más quebrar esa línea clara y recta de españolismo auténtico y leal. ¿Recordáis afjuellas finas estampas de España-—ternura, suavidad y emoción—que eran las escenas de Canción de coma? Aquella película, reedizada en


H o l l y w o o d por la misma Productora e interpretada por la genial D o rotea Wieck, era una delicada transcripción cinematográfica de lo español. Difícilmente se podían haber captado con más finura los matices y los fervores de nuestro espíritu... Además, Joinville. N o ea posible olvidar at^uellos primeros Elstudios para cinema hablado en español. De allí salieron unas cuantas películas que han llevado a todo el mundo, limpiamente, nuestro idioma. Allí se formaron artistas y técnicos españoles. ¿Se puede desconocer lo que Joinville—Eistudios en que una Productora extranjera creaba películas en eepañol—significó, para nuestro cinema? BaBtacon recordar al-

Carmen de Lucio, nueva e«lrella que desUca tu personalidad en la película españolaI «La «LA Jiija hiia del |¿enal» realizada por Maroto para ~" Cife«

gunos títulos—Un caballero de frac, Su nodie de bodas, entre ellos—. Basta con recordar algunos noralires nuestros que por ahí pasaron: Imperio Argentina, Miguel Ligero, Rosita Díaz, Carmen Larrabeiti, Piariqueta Serrano, T o n y d ' A l g i , Manuel Rusell, Gabriel Algara, Rosario Pino, José .arguelles, José Isbert, Carlos Díaz de Mendoza, Félix Pomés... En la zona de la técnica, muchos nombres españoles, hoy en excelente actividad en nuestros Estudios, pudieron hacer allí un m a ^ í f i c o aprendizaje, arranque de su labor de daipués... ¿Podía romperse toda esta línea recta y clara de amor a lo español por la interpretación desenfocada de un director con un concepto absorbente y personalísimo de su autoridad? ¿Podía interrumpirse lo que tiene y a solera y fuerza de tradición? T o d a v í a , hace unos cuantos días, elementos enviados por la Paramount venían a España para captar ambientes de Toledo, de El E^scorial, de Aranjuez, de Burgos, de Madrid: fondos españoles para una gran película—El collar de perlas—que interpretarán Marlene Dietrich y Gary Cooper, y que será—sin fantasía ni hipérbole—una fina y noble transcripción cinematográfica de muchos valores estéticos de España... N o se interrumpe, por tanto, ese ritmo de amor a nuestras cosas que caracterizó siempre a la Paramount. Tras el incidente de ahora—resuelto a satLsfacíción de todos—•, tendremos, como antes, ocasiones de ver plasmado en el cinema ese amor de tantas otras veces. ¿Compensación, reparación? N o . Simplemente continuidad de una trayectoria que no podía ser desviada por una alteración pasajera... ANTONIO

V A L E R O DE BERNABÉ


V I . señalaba a Assayas una casa blanca y un poco aislada, en la que el año pasado sufrí una intervención quirúrgica (jue me t u v o varios meses en cama... i

Max O p h i i U , real zador d e « I J f b c ' V d r d i r a u n a de .><ii» úlliinaü fotos a C I . \ K C R A . M \ S V su» Iccíores

.Votas biográficas —Perdóneme Ophüls, pero solamente conozco a usted desde Febrero de 1933, fecha en que el .Studio de l'Etoile estrenó en Paris Liebelei. Su obra posterior la conozco perfectamente; pero desconozco, en cambio, sus primeros pasos en el mundo del arte y su incursión en el cinema. ¿Quiere decirme usted cómo llegó hasta la realización de Liebelei? —Con mucho gusto. A los diez y siete años era reportero en Sarrebnik. A los diez y siete años y tres meses, crítico teatral. U n poco más tarde, y como me aburría un poco mi oficio, me liice actor. Mi primera salida teatral la hice en ima troupe ambulante. Mi primer papel fué escuchar la música que se tocaba detrás de la escena. Era un role mudo, puesto que me limitaba a unos gestos. Sin embargo, poco a j)Oco me fui abriendo camino. Del Teatro-Bra.«serie de verano, de Stugart, pa.sé a los teatros municipales de A i x la-Chapelle, Barmen-Erberfeld y Dortmimd. A mi me enorgullecía el v e r que las ciudades eran cada vez mayores, y los teatros, mejor equipados. En cuanto al resultado, era un poco variable. En Dortmund realicé un traltajo tan malo, que hizo reír a carcajadas a los espectadores. P e r o el director, temiendo menos benevolencia en el público, se negó a dejarme aparecer en escena. Por razones puramente económica.s no pudo despedirme, y trató de utilizarme en ÍIIL'". F.ntonces

MAX OPHÜLS, alemán <MI lora n ' M ¿I

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En su Estudio úe Wuilly

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KMv Assayas, viejo amigo nuestro y ayudante de Max Ophüls, nos había dicho por teléf(mo: liCÍ a Ophüls la crítica que hiciste de su > ignora di tuiti en Nuestro Cinema, y quiere verte. ¿Cuándo quieres que nos encontremos con él? —Cuando tú puedas y él quiera.

¿Qué ha<( 1 urde? Por el momento trabajo en casa. Diez minutos después el timbre del teléfono sonaba en núes tros oídos. E r a Assayas. — A c a b o de hablar con Ophüls. N o s espera a tomar el café en su casa. A las tres te recogeré en el .Marignán, en los Campos Elyseos, para ir junttis a su

F^tiidio ilf

se le ocurrió, no sin que y o opusiese mis m á s vivas protestas, • jue me encargase de la mise en scene, y me roníió la dirección de una comedia italiana de Nicodemi, con dos personajes solamente, con el f i n de limitar los gastos. « D o s años después y o era y a un metteur en scéne de la gran escena clásica alemana, en el Burgtheater, de ^'iena, De aíjuí pasé a la dirección de los Teatros de Francfort y de Breslau, y a I mismo tiempo asumía la dirección de los espectáculos del Grupo de Jóvenes .\otores, de Berlín.

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Primeros pasox en rl "yeine A lat^ tif.s V \ f m t f , un a.scensor rapidísimo 1.a llegada del cine nos elevaba, piso tra.s Isa Miranda, prolagonisla de l a hifsnoradi lutil», fílm de sonoro y parlante sorpiso, hasta el Rstudio prende a Oi)hüls forMax Uphaia, realizado en Italia en q u e . M a x Ophüls mando })arte del grupo v i v e de.sde que llegó a de directores teatrales en los (jue había de apoParís. Ignoro si Ophüls v i v e en el piso número 8, yarse el cine. Su conocimiento de la técnica teaen el 12 o el Ifi. Recuerdo solamente que un motral y del repertorio alemán le pusieron en conmento dt.^pués de descender del a.scensor me endiciones de asumir la dirección de películas, tras contré en un gabinete de trabajo, con una terraza un (rortü aprendizaje cn calidad de «ayudante» de desde la que se dominaba todo el Bosque de Bodirección. L a Ufa, en condiciones todavía de ofrelonia. Precisamente, la lluvia habia reavivado el cer una oportunidad a los jóvenes, le ofretíió a verdor <le lo.s árboles, un p ( x o amarillentos ya, y Ophüls la ocasión de realizar un film de tipo traía hasta nosotros un lejano temblor de tierra independiente, que hizo en colaboraí-ión con mojada. Cuando entró Ophüls en el gabinete


see los mejores momentos técnicos que han salido de los Estudios italianos. Si la película es un folletín por su tema, es un film de un valor indiscutible por la forma en que ha sido realizado.

Erich Kaestner. Se trataba d e un film para niño» y personas mayores, titulado: Entonces, yo •prefiero el aceite de hígado de bacalaa. En él aparecía una gran cantidad de muchachos ejerciendo papeles de grandes personas mediante un resorte automático. En todos los hogares y en todas laa profesiones los niñon acaparan las funciones de sus padres. Pero Iloga un momento en que se cansan y se resignan al aceite de hígado de bacalao. El film, lleno de originalidades, no fué un gran éxito comercial; pero bastó para demostrar que Max Ophuls era un director que conocía a fondo las posibilidades expresivas del cinema.

"Divine" y "L'Ennemie", ton Simoui Berriau D e vuelta o t r a v e z a París, Ophuls se encarga d e la realización <le Divine, primer escenario cinematográfico original de Colette, centralizado por Simone Berriau. Divine no ha sido presentada t o d a v í a al público, y y a Ophuls trabaja en la realización de L'ennemie, de Antoine, interpretada tajnbién por la protagonista de Divine. Esperemos 1 a presentación c a s i simultánea d e estas dos películas, para saber si Ophuls, más familiarizado ya con el idioma de Francia, con sus temas y sus artistas, ha logrado dar düb films ejemplares en la cinematografía francesa, como lo fué Liebelei en la cinematografía alemana.

"La firma amorosa", "La novia vendida" y "Los herederos que rien"

Inmediatamente a la aparición de su primer film se le confió la dirección de IM firma amorosa, una parodia cinematográfica contra el Efte muchacho, en funcione* de hombre de negocioa, es uno de los que renunciaron a cine. A ésta siguió La vxma venser hombre antes de tiempo, y gritó: «Entonces yo prefiero el aceite de hígado de bacalao» dida, del compositor checo Federico Smetana, ópera cómica de un I su versión original, que la casa Gaumont finangénero parecido y contemporáneo a Carmen, a Kspaña, su einema y Calderón ció una versión francesa que, realizó el propio Manon, a Miss Helyett. U n a gran parte de la Ophuls. crítica señala la destreza de Ophuls adaptando Hasta aquí había sido y o quien prq?untaba al cine una obra nmy poco cinematográfica. IMS a Max Ophiils, y él quien respondía. Ahora fué herederos que ríen siguen a La novia vendida, Opbols ra la emigraeión: París él (juien preguntó a su v e z : cronológicamente. Pero el gran éxito de OphüIs, — ¿ Y ustedes qué hacen en España? ¿Qué han VAm la llegíida de l l i t l e r y sus tropas al Gobieréxito popular y éxito artístico, llega con Liebelei. hecho los directores españoles do Calderón? no alemán, los intele<'tuales sospechosos de marComo nos fué posible explicamos a Ophuls la xismo o de origen judío se vieron obligados a sa•bíebelef', en Parí* situación de nuestra cinematografía, su pasado lir de Alemania para no caer en los campos de metliocre, su auge actual y sus brillantes peí concentración. En su doble calidad d e intelecEn los primeros meses de 1933 se proyectan ])ectiva8. tual antifascista y de judío, Ophuls a\)and(m6 un en París dos películas extranjeras que acaparan — Y o , que he puesto en escena en los teatro.s buen día su país natal y se dirigió, como tantos las máximas atenciones del público y la crítica. alemanes El alcalde de Zalamea, IM inda es sueotros, a París. El éxito d e Liebelei le abrió las Una de ellas se titula El presidente fantasma; l& ño y otras obras d e Calderón, sueño con la posipuertas de las producciones francesas de la ha realizado Norman Taurog en los Estudios de bilidad de poder llevar un día a la pantalla, en F o x , y realizó On d volé un homme, film interCalifornia y se proyecta en el Estudio de las l'rsuEstudios españoles y con artistas y paisajes de pretado por Lily Damita y Henri Garat. U n a l i n a s . L a otra la ha realizado Ophuls en los EsEspaña, cualquiera de estas obras. O e o que povez más, el dominio técnico y escénico de Ophuls tudios de Viena; se titula Liebelei (Amoríos, dría hacerse ima película formidable, de gran salvó en parte las desventajas que le ofrecía un tradujeron en e-spañol) y se proyecta en el Sturango internacional, precisamente porque poasunto trivial y un escenario sin ningún interés, dio de l'Etoile, especializado en la presentadría ser eminentemente española. Si conoce usimpuesto por el productor. ción de aquellos films alemanes que siguen la ted una Empresa editora que pueda interesarse trayectoria del clásico cine alemán: Berliner por un asunto semejante, no dude en decirle Alexanderplatz, Pichler Banquier, Emilio y los "La sigaora di tullí" que estoy dispuesto a sacrificar una gran parte detectives, El hombre sin nombre, etc. El nombre de mis honorarios... Tras este film, Ophuls es requerido para hacer de Taurog era conocido en París a partir de Las Si una Empresa española desea dar un gran un film en Italia, como en otro momento lo aventuras de Skipi. El de Max 0|)hüls comenzaba paso en nu( ;tra producción cinematográfica, y a fueron G. W . Pabst, que no quiso hacerlo, y a ser conocido ahora. Liebelei es un film cinemasabe dónde puede encontrar un realizador que Walter Ruttmann, que hizo ima cosa mediocre tográfico lleno de escenas de una gran y profunconoce profundamente los secretos del arte núy sin valor alguno, sobre un pobre tema de P i da emoción sentimental. En cierto modo, es el mero siete y que ama profundamente a Calderón. randello. El asunto que se le encargó a Ophuls precursor de W i l l y Forst. N o hay una sola imaPor mi parte, m e daría por muy satisfecho prono ofrecía gran interés. Ophuls produjo su film gen sin una significación pretendida y lograda. vocando la producción de un film de tal jeraritaliano, sin lograr darle la personalidad ni el Cada cosa tiene su valor propio. Cada decorado quía. interés psicológico y emocional que había dado a es el fondo exacto en el que se mueven sus personajes. Liebelei obtuvo en Paris un éxito tal en

Liebelei.

Sin embaído. La signara di tuiti po-

Ceonre Rigaud en la versión francesa de «Liebelei», la portentosa creació» ^ * de OphOl*

JUAN

Plí^I^AS

Simone Berriau en una escena de «Divínei, film de Ophflls, realiaado en Francia


crmdcmmmia cinta.. Nuostro tiempo y el tiempo pasado L hecho es paradójico y cierto: una época tan llena de porvenir como la nuestra, tan _J ávida de afanes nuevos, está, sin embargo, llena de melancólicas nostalgias del pasado. Ahí está, como una demostración de ello, esa espléndida serie de películas que evocan horas lejanas. Entre ellas, unas, sobre todo, son las preferidas por los realizadores cinematográficos: las del tiempo inmediatamente anterior al nuestro: finales de siglo, comienzos de siglo. Son y a varias las peliculas de ambientes en t o m o a la gran fecha central de 1900, que recoge todo un espíritu y toda una época. A h o r a el cinema cuenta con una nueva creación en que se repite un ambiente lejano. Bdla Adelina es i m a cinta en la que se evoca la v i d a de N u e v a Y o r k en los días finales del siglo. Es siempre difícil en estas producciones dar la sensación perfecta del ambiente. Son muchos los detalles que hay que tener en cuenta. En este aspecto. Bella Adelina es un triunfo rotundo, porque a lo largo d e sus escenas se refleja con gran verdad y con pintoresco colorido la v i d a de N u e v a Y o r k en aquellas horas finales del siglo. Escenaiios, modas y tipos están minuciosamente observados. T o d a la cinta tiene un encanto a r caico, una profunda emoción evocadora. Fragancia de tiempo viejo, fina y encantadora melaneolía de as modas y a olvidadas, d é l a s cartas de amor que un dia encontramos, desvanecidas y románticas, entre las páginas de un libro preferido. Una hora lejana de Nueva York evoeada en una película de hoy L a evocación está conseguida en Bella Adelina con una gran fidelidad y al mismo tiempo con una gracia v i v a , animada y luminosa. E n aquellos días finales de siglo. Osear W i l d e trazaba en la cárcel de Reading su famoso De profundis. Allá, en la fría tierra europea del N o r t e , un escritor español, Ángel

Arriba: un magnífico cuadro de revista en «Bella Adelina». Abajo: la gran actriz en una escena de esla nueva comedia musical, llena de utra fina emoción romántica

Ganivet, se arrojaba a las aguas del Duina... L a nueva cin^a reconstruye calles, ambientes y perfiles de N u e v a Y o r k en 1838. «i Entre sus mejores aciertos de evocación está el de la reconstrucción de los exteriores e interiores del famoso T e a t r o Victoria, hoy desaparecido, situado en la esquina de la calle 42 y de la Séptima Avenida, en el sitio en que actualmente está el T e a t r o Rialto. Con los escenarios, completan la sensación de ambiente los trajes de la época, reproducidos con una fidelidad vista a través de un gusto moderno. Es de un encantador efecto v e r a las girls de aquel tiempo bailar y cantar con corsé. Mervyn L e R o y ha dirigido esta cinta con verdadero gran amor. H a perseguido celosamente los menores detalles que contribuyesen a la gracia acabada de la evocación. Cuando terminó su trabajo fué interrogado en los Estudios acerca de la nueva película y de si la filmación de ella le había dejado contento. —Contento, sí. Contento de cuantos han intervenido en la cinta y de lo que creo que se ha logradlo en ésta. Y contento—perdón por la inmodestia^—hasta Irene Dunne de mí mismo. H e querido hacer i m a cosa disy Donald tinta a las que habitualmente llenan los reperW o o d 8 en torios. Creo que la evocación, por lo menos, está uno de los más bellos conseguida. Aquella época de final de siglo es momentos de encantadora. Encantadora, sobre todo para nosla nueva cinotros, por su romanticismo, por esa emoción rota «Bella mántica que hoy, desde la prosa de nuestros Adelina»


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colocó en la primera linca i.is grnnde* actrices. L l ^ ó el tiempo de las grandes cintas musicale-s: Vampiresas de 1933, Wonder Bar, El altar de la moda... Irene Dunne quiso cantar en una cinta de ese género. Su v o z de oro le aseguraba el éxito. N o consiguió rápidamente, sin embargo, cantar en uno de aquellos films musicales. M e r v y n L e R o y , el gran director, vio en ella, finalmente, la figura ideal para encamar la protagonista de Bella Adelina. Se necesitaba una actriz de gran juventud, de fina belleza, de arte auténtico y d e una voz seductora. Irene Dunne ha sido esa actriz. La romántica emoción amorosa de la película En un establecimiento de bebidas de finales de siglo, la abigarrada concurrencia se divierte viendo cantar a las dos hijíis—Adelina y Nellie—del dueño. Sid, un muchacho que escribe canciones, está perdidímiente enamorado de Adelina. El padre de la muchacha se opone a este amor, porque persona de más autoridad y más poi-venir que el musiquillo pretende a su hija. Obstáculos, peripecias, pasiones. El compositor llega a saber, por una falsa información, que Adelina v a a casarse con el otro pretendiente. El pobre enamorado rompe ima partitura que había escrito j pensando en la muchacha. V i d a íntima de bastidores, con la monotonía de sus ensayos, con la alegría de sus idilios. El amor, naturalmente, vence todos los obstáculos, y la pareja, en el ensayo de una escena de pasión, da a la farsa todo el calor humano de una emoción verdadera. U n beso repetido y largo cierra ese idilio, que ha sabido dominar todos los escollos. Cuando acaba la cinta, una fina emoción romántica queda en el ánimo: la emoción de aquel amor ilusionado y juvenil sobre el fondo arcaico de im ambiente distante. Finales del XI: a través del cinema, nuestro espíritu—prisa y prosa—mira nostálgicamente hacia aquel tiempo iluminado por un romanticismo que nuestras horas apresuradas no pueden y a sentir.

Irene Dunne y Ixtuís Calhern en un muineuto de este nuevo film, oue trae a nuestra hora apresurada de 1935 la emoción lejana y arcaica del Nueva York de finales de siglo

días do 193.'). no podemos contemplar lancoUa.

sin

una inevitable mo-

Irene Dunne, la ereadora de "Bella Adelina" Esta cinta—eminentemente musical, amable—tiene como protagonista a la gran Irene Dunne. Ella es el alma de la pelicula, su alegría, su emoción. Irene Dunne, que tiene una v o z magnífíca, no había, sin emliargo, trabajado en ninguna de esas cintas—Desfile de candilejas, Wonder Bar, La calle 42—, que son exhibición de canciones. L a gran actriz se había formado en el teatro. Desde muy niña estudió música. The Clinging Vine fué la comedia musical que sirvió para su presentación en el teatro. El éxito confirmó muy pronto en ella sus excepcionales méritos de actriz y de cantante. Irene, Sweetheart Time, Showboat, fueron para Irene Dunne sendos y extraordinarios triunfos. Ella era la estrella in.sustituíble de la comedia m\isical. U n románSu v o z magnífica le valió un contrato úv un t i c o pasaje año para cantar ópera en el Metropolitan. Mas de esta cinta, en que Irene cada ambición conseguida se desdob aba en otra. Dunne realiQuiso trabajar en el cinema. Pasó a H o l l y w o o d , za u n a d e y como antes en la comedia musical y en la SUR mejores ópera, triunfó en la pantalla. Irene Dunne se creaciones

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DlRfCTORES : IS I DRO SOCIAS y JUAN PARELIADA OPERAOORfS: ADRIEN PO RCHET % ROBERTO m.m.-\ : FRANCISCO GIBERT M Ú S I C A : ANTONIO MATAS H^mi GODES. DíCORAüCR-ARauíTECTO: gOULANGER DIRECTOR ARTÍSTICO: RAMÓN M. OURB&N DIALOGUISTA: PEDRO P U C H E . LABORATORIO: DISTRIBUCIÓN

CINNAWIONO

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semanales, que para pirulis }'a está bien. Y lo que es el eariño paterno; ahora sus papas se dan cuenta, coincidiendo con la firma del contrato, de que no pueden pasarse más tiempo sin ia compañía de su adorado hijo, a quien están dispuestos a comprarle todos los bocadillos dc chorizo que desee, aunque sean triples. En vista dc lo cual, la tfa Millicent se ha ido con el cuento a los Tribunales, quienes decidirán quién debe eomirarle al niño en lo sucesivo 08 bocadillos de chorizo.

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Pafricia Ellis, veintidós a ñ o s , y escapándose de casa pora montar en los caballitos. [Vamos, niña, un poquito de formalidadi

El regalo de un aamirador a Dolores del Río. Asi se explico la cara de disgusto de ello. {Cuidado que es feo el chuchol lWorner BrosI

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A8 autoridades de Gé_J nova son verdaderamente terribles. Imagínense ustedes que la otra tarde los buenos papas genoveeee se ptisieron el hongo, cogieron a sus hermosos y queridos niños y se encaminaron a un cine donde se tenía que estrenar una pelicula—La pequeña Shirley— de Shirley Temple. Cuando l i b a r o n a las puertas del cinema se encontraron con que las terribles autoridades

(Warner Bros)

Tristán Bernard le ofreció el otro dia un argtimento original a im productor, que se quejaba de la pobreza de escenarios cinematográficos. —^Mi film se llama Sansím y Dalila. Se lo v o y a explicar: Sansón duerme sobre su lecho. Dálila se acerca. Unas largas tijeras brillan entre sus dedos. Se inclina sobre Sansón. Este, en su sueño, hace un pequeño gesto, y Dalila se aleja. Se aproxima otra vez, acechando el mo-

yectaban el tiltimo film de Mae West, el líltimo film de Joan Crawford, el último film de Jean Harlow...

Pero no menos ejemplar es • el caso del pequeño actor i Freddie Bartholomcw. Fred-] die llega a Hollywood a ins-^

Este chistecito francés, de un reportero cn casa dc una "star'S —^¿Es ésta sn fotografía mis reciente? —¡üh, no! Esta es lo menos de anteayer.

Bortón M o c lañe llamando al gracioso q u e le ha quitado la

silla que tenia debajo (Warner Brosi

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Cat>ellera rubio, miroda inquietante, cígorrillo rublo.. ÍHe aqui a una mujer fatal convenciendo ol cobrador de la luz para que vuelva dentro de unos días. (ParamountI

geaovesas habian prohibido la proyección, so pretexto de que Shirley constituía un pernicioso ejemplo para los niñofl. ¿ N o ee espantoso? Si, 8Í. Es m u y espantoso. Los buenos pt^lás genoveses protestaron lo suyo. P e r o en vista de (¡ue n o lee hacían caso, cogieron a sus hermosos y queridos niños y se los llevaron a o t r o ^ cinemas, donde, con la aprobación de las terribles autoridades genovesas, se pro-

tancia dc una t(a suya, para vivir con ella. Sus papas estaban encantados. "Anda, Freddie, vete eon la tía Millleent, que lo pasarás muy bien, y de paso nos ahorraras esos bocadillos dobles dc chorizo que te comes con (an buen apetito." ToUl, que el m u chachito sc fué con la tfa M i llicent. De pronto, el chico se convierte en aetor. Trabaja en "Davis Copperfield" y en "Anna Karenina", y lo contrata la M . - G . - M . , con mil doscientos etneuenU dólares

Los grandes tragedias mundiales. Claudette Colbert y Fred M a c Murroy, o modiodos de mes y sin dinero paro pagarle al cosero. (ParamountI

mentó propicio. ¡Al fin! Sansón duerme profundamente. El productor le miraba asombrado. Bernard Shawj terminó imperturbable: —Entonces Dalila se corta los cabellos...

lo Infancia y lo vejez de las mujeres ofrece desengaños asi. Esta es Myrna loy a lo edad de tres metes. (M.-G.-M.I

Y esta noticia de otro periódico francés: «El Gobierno español pidió a vma gran firma americana de producción que retirara de todas las salas del Extranjero la proyección de T M nombre es terUación, por considerarla injuriosa para algunas instituciones armadas del pais. U n plazo d e cuarenta y ocho horas había sido concedido a este efecto, con la advertencia de que


todos los films de la marca aludida serian prohiy)idos en España, de no obtenerse la satisfacción debida. L a firma atiaba de anunciar que ha ordenado la retirada del film. ¡IJOS españoles son bien susceptibles! O para decirlo como ellos; Les espagnols son bien susceptibles! Mon Dieu! ¿Otro chistecito?

Esla fiH'uesla ha sido realizada entre los maniquíes profesionales de Nueva York: ".Si ustedes pudieran escoger, y sin tener en euenta en esta eonsulta meramente teórica si él es easado o sol-

El director Víctor Fleming retrot o d o cinco segundos antes de dar con sus narices en el dure suelo. (M.-G.-M.I

La puerta se abre y entra el marido. —¿Dónde está tu amante? ¿Dónde se ha escondido ese hombre? ¿Dónde? ¿Dónde? ¡.\h! Estará en el armario, que es el sitio donde se esconden los amantes. .\hre el armario, y allí está el amante. - ¡ . \ b ! Dye, tú. ¿dónde has puesto la eaielilla?

* ~ C o r o l e Lombord o lo mujer que estuvo o punto de estornudar (Poromount)

Magde Evans en un alarde—* de taculfodes o a ver quién se atreve a n e g a r l e condiciones pora triunfar en la pantalla. (M.-G.-M.l

101 crítico de toros, metido (K'asionalmentc a crítico de películas, terminó así la reseña: «Bandidos nuiertos, i Uiitro,»

Alice Faye, encantado de lo vido Bueno, ya veremos cómo boje . de ohf. iFox) i

tero, ¿qué hombre e l e g í rfan para marido?*' Sorpresas de la vida. El senador Hvey Long ha obtenido una aplastante mayoría. Johnny Weissmuller ocupó, a gran distancia, el segundo puesto. Y Oark fiable, el ídolo de Aniériea, se ha tenido que conformar eon el tereero. El puede, al menos, consolarse, ya que Jimmy Durante ni siquiera figura en la lista

O t r o modelo de film corto, que, por fortuna para nosotros, no es de Tristán Bernard. La habitación está a obs-

curas. L a puerta se abre y entra el marido. A la luz de la luna v e dos sombras sobre un diván. ¡Piun! ¡Pum! Dos tiros. Enciende la luz y exclama: — ¡ A t i z a ! ¡Me he eíjuivocado de piso!

Otro modelo de film eorlo, todavía más difíeil:

ilaee diez años que (íreta (iarbo llegó a Hollywood. El productor Louis II. Mayer la había visto un instante'en el film sueco "Costa Berling", y al salir de la sala de p r o ypeeión dijo seneillaniente a sus secretarios: - Hagan venir a esta joven. —¿Cuánto le podemos ofreeer? - Trescientos dólares por semana, y el viaje desde Esti>eolmo por nuestra cuenta, naturalmente. Al presente, cuando ella rueda, esta cifra se multiplica por mil. En efecto. nOO.IKM) dólares es la cantidad que su nuevo contrato le asegura para sus próximos films. I.,a Itadio le pagará dólares .jCOOft por hablar unos minutos por el iiiierúfono. En fin, no hay peligro de que Greta (iarbo tenga que -volver, por ahora, a su antiguo empleo de peluquera. Hespiremos tranquilos. R,

M. G.


BAÑO DE MAE WES' El baño de la bellísima estrella de la Paramount, más que de placer, es baño sedante y confortaaor. ¿Quiere usted que lo sea el suyo? Vierta en él Colonia Añeja o úsela después para friccionarse. La fricción matinal con guante ruso y Colonia Añejo, en el pecho, costados y espalda, evita resfriados y cotarros.

FRASCO, 2,50 • LITRO, 15 PESETAS T

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t ^ ^ i N que ello pueda atribuirse a otra razón ^^J^ que al rnietlo instintivo cpie los padres sienten ante la contingencia de cpie imo de sus hijos abrace l a carrera escénica, temor que, sin duda alguna, tiene su (trigen en la triste enseñanza de tantas vidas deshechas, iiunoladas en I I ara de un arte en el que sólo los elididos con(piistan l a celebridad y l a fortuna, es l o ciert o (jue no hay muchacho d e uno u otro sexo que al exponer a sus familiares el deseo d e enrolarse en las huestes d e T a l l a no encaientre en ellos l a oposición más tenaz, la repulsa más enconada. De ahí que cuando la llama de una firme v o (!ación por el teatro prende en el ánimo de cualquier j o v e n , la iniciación d e su vida artística esté precedida d e l a inevitable ruptura familiar. En las biografía» de las más destacadas cele})ridades del teatro hallaréis la confirmación d e ost a teoría. Todos aquellos artistas cuyo nombre aureoló la fama, lucharim, en sus comienzos, con la ho.stilidaíl (le sus allegados. Paúl Lukas n o podía ser menos. Su decisión (le poner al servicio del teatro sus entusiasmos, su vocación y sus facultades, halló en su padre la más de<íi(íida repulsa. P e r o sigamos paso a paso laa vicisitudes d e Paúl Lukas hasta llegar al (lostíK-ado lugar que hoy ocupa en l a escena V on cl film. Lukas nació d e un m o d o original. V i n o al mundo en un tren que, en el preciso m o m e n t o en que el que más tarde había de ser un célebre artista nacía a la v i d a , hacía .su entrada en la estación de Budapest. El padre de Paúl Lukas era un industrial enriíjuecido, y su m a y o r deseo e r a (\ue su hijo, al (pie profesaba \m amor entráñatelo, continuara su obra comercial. Paúl Lukas, lecir verdad, no sentía en aquellos momentos

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Por«g veces, e n su v i d a p a r l i c u lar, preñada de s o m b r a s , de amarf^as e v o c a ciones, a s o m a la

Konrisa a los la-

bios de P a ú l L u kas. S u espíritu nielanctílico n o es p r o p i c i o a las e x p a n s i o n e s alef!res. l i e aquí, sin embargo.dos f o t o s de Paul l . u k a s , r n las cuales e l |;ran actor s o n r í e . . . \ o h a y que fiar m u c b o e n la s i n ceridad d e e s a s o n r i s a . S o n fotos publicitarias

preferencia determinada por ésta o aquélla actividad. Comprendía que era preciso trabajar, y disponíase a ello sin entusiasmo, sin aJición; i)ero tanqxico sin desgana. I n buen día, sin embargo, las cosas cambiarím. Súbitamente, la pasión d e la escena se des-1 pertó on él, cuando se hallaba en Viena t e i m i nando el curso d e sus estudios. I'or otra parte,, la experiencia de cuatro meses, durante los cua-j les su padre le hizo desempeñar una plaza en su des[)acho, le convencieron bien pronto de que su porvenir no radicaba en seguir las huellas comerciales d e su padre. \(piello no era para él, que, llevado d e su ilusión, })resentía horizontes amplios, triunfos clamorosos en la escena. A partir d e entonces, la hi.storia d e su v i d a giglli/i Í.1 , i i r - n l ü i M f i T - i l ,.11 , ^ i n ' ' l l n i r i w ApC-,

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ñas t o m ó la decisión d e hacerse actor, su padre mostróse hostil, y acabó por denegar t o d o auxilio y a p o y o a (piien d e tal m o d o contravenía sus mandatos. Paúl, cuya afición aiunentaba d e día en d í a p o r la escena, hubo d e abandímar el hogar paterno, iluminado por el afán (le ha<>er realidad .su quimera. Y a era un hombre libro, independiente. Tras d e unos estudios brevísinio> on la A c a d e m i a I)ramáti(ía de Budapest, llegaron los primeros contratos. Modestos, insignificantes. Breves toumées provincianas en Compañías (le p ( K ( ) fuste. F*sto, en 19]3. Más tarde, on l í ) ] 4 , ¡la guerra! Ella, en sus postrimerías, trajo la recímciliación d e padre e hijo en fx^asión en que éste, convaleciente de una g r a v e intoxicación de gases, se encontraba en tm Hospital Militar. A n t e la visión del hijo amado, on inminente [>eligro d e morir, su amor paternal—nunca extinguido—renació, y quiso e v i t a r la contingencia d e que el peligro rondase de nuevo j u n t o a aquella existencia que tanto amaba. Coincidiendo con la mejoría d e Paúl Lukas, habíase organizado Le theatre aux Armées, en el cual actuó poniendo d e relieve sus extraordinarias facultades para el arte dramático, y mereciendo los elogios más entusiastas. Paúl L u kas recibía los plácemes complacidamente, viendo cómo su padre sonreía indulgente y comprensivo ante el triunfo de aquel hijo cuya vocación él se empeñaba en malograr obstinadamente. Y la paz entre padre e hijo .se firmó al mismo tiempo (pie la paz mundial se ((msolidaba. L a guerra terminado.

biilií.i


O t r a v e z las toumées. Durante una de estas obscuras excursiones, \m magnate de la Comedie-Theatre, de Budapest—el primer teatro de la capital^—. t u v o ocasión de v e r trabajar a Paúl Lukas, y el resultado de aquel hecho circunstancial y fortuit o fué ofrecerle un contrato para actuar como protagonista d e Liliom, l a cé ebre comedia de Molnar. Con esta obra se inició la triunfal carrera de Paúl Lukas, que prosiguió ininterrumpida y brillante durante nueve años, en los cuales convirtióse, para el público y para los críticos, en el actor predilecto de todo Budapest. P o r aquel entonces, A d o l p h Zukor, el gran cineasta, recorría Europa en viaje de «investigación». A p e nas vio trabajar a Paúl Lukas advirtió en él facultades extraordinarias—dulzura, expresión, intensidad dramática—, para actuar ante la cámara. Y con esa impetuosidad y esa decisión proverbiales de los grandes financieros yanquis le ofreció un tentador contrato para trabajar en H o l l y w o o d . Paúl Lukas se instaló en California sin demasiado entusiasmo. L a v i d a y el triunfo se le habían rendido, sí, pero no sin haber librado con ella rudos combates que habían ensombrecido su espíritu, alejando de él el optimismo de un triunfo demasiado fácil. Tendría que luchar de nuevo si quería reafirmar brillantemente, ante la cámara, sus prestigios escénicos, obtenidos él sabía bien a costa d e cuánto esfuerzo y cuánta tenacidad. Sus presentimientos no le habían engañado. El triunfo tardó en llegar, después de incontables desfallecimientos, de indecibles amarguras, de terribles momentos de desesperación. N o le entendían. No dar-

acertaban a .

*

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P a ú l L u k a s , c u y o temperamento a r tístico persigue s i e m p r e horizontes inéditos y nuevas p e r s p e c t i v a s , gusta, e n ocasiones, de sentarse e n la silla, para o b s e r v a r e x a c tamente e l ángulo que la c á m a r a •i— h a de captar

FA m i s m o , t a m b i é n , a m a e l arte fotográfico. E n esta foto. Paúl Lukas se dispone, en u n i ó n de Magde E v a n s , h a obtener u n a fotografía d u rante u n descanso e n e l trabajo

le el ROLE q u e él estaba s ^ u r o de interpretar como pudiera hacerlo el mejor. A c t u ó en City Streets, Unfaithftd, Le droit daimer, The vice squad, Anybody's woman, To morrow and to morrovo, Tunder below. La baiser devant le miroir, By Candleligth. Tras estos films, descubierta finalmente por los directores la verdadera personalidad de Paúl Lukas, 11^6 el ROLE soñado: el profesor de Little women. T o d o s cuantos admiran a Paúl Lukas—^y le admiran cuantos aman verdaderamente el arte puro—saben de qué m o d o magistral sabe expresar con una sola mirada, con sólo un ademán, con sólo un gesto, el e x a c t o estado de ánimo que corresponde al m o m e n t o psicológico del personaje que interpreta. N i n g ú n otro actor c o m o él posee ese justo sentido d e la dulzura, de la suavidad, de la melancolía, q u e hace de su arte algo personal e incomparable. L a tristeza de que su v i d a está saturada asoma a sus creaciones para exaltarlas, para ennoblecerlas, para hacer de ellas algo verdaderamente perfecto, insuperable y magnifico. ¡Quién sabe si esa misma melancolía que eternamente le acompaña, es el rico venero artístico de donde extrae la e l e v a d a jerarquía, el rango ]^rócer de su artístico trabajo! RICARDO

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Encamita Serrano D a m a joven

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Mercedes Marlíneie D a m a joven

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^«El C a r b o de Greta• D a m a joven

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«Elisabeth D e l í h j l . D a m a joven

<Lolín> D a m a joven

' N ú m e r o 13> D a m a joven


Alpiimt <l<- lan ilp^taradas pcrnoiíalidadc!- riiirniato^TáfiraA que ronüliluíaii la Cuiiiiüión que fu^ recibida por el presidente del Conitej» \ Minitttro de Hacienda, señor Chapaprieta, ) para la que el ilustre político tuvo las máxima» Htenciones, promesa del brillante porvenir que »e ofrece a luiotra ciiienialo^rafía si el apoyo del Kstado protege^ su esfuerzo v su lalior rOT. COiTES

I.a exención de impneslos al cinema español

niodijicaciones qne se piden a un proyecto de ley JAIS

I

A cinematografía española halló en el señor ("íhapaprieta nn valedor incomparable. Como saben nuestros lectores, el ministro de Hacienda, hoy también presidente del Consej o , llevó a l a Gaceta del 16 de Octubre último un proyecto de ley por el cual se reducen notablemente los impuestos que gravitan sobro el cinema español. Es la primera v e z qtie un ministro se ocupa, en España, de la industria nacional de películas para favorecerla, en lugar dc atosigarla con medidas fiscales de.-^mesuradas e importunas. Industria que nace y quo, además, como la cinematográfica, pue<le llegar, llegará seguramente, a ser uno de los veneros más saneados de nuestra Economía y nuestra Hacienda—sabido es que en los Estados l'nidos la indu.'^tria del cinema ocupa el tercer lugar, después do las del petróleo y alimentación- , mere<íe apoyo, estímulo y paternal asistencia del Estado. ^

E.sto, que es un princij)io elemental do butii gobierno, obligación de sembrar para recoger, el modo mejor y más noble de hacer patria, no acaba de cuajar, por lo que a nuestro cinema se refiere, on las esferas oficiales. Campañas de Prensa, protestas razonadas de los cinematografistas, algunos do los cuales, ante la incomprensión oficial, tuvieron quo su.-pendor el ncg<M'io, resbalaban por los oídos ministeriales (•orno* el agua por la {)ie<lra. Y llegaron las cosas hasta el pimto de que la palabra negocio, aplicada al comercio de filnts, resultaba un sarca.smo. Así lo comprendió el señor Chapaprieta desdo el primor momento; se hizo cargo de la realidad; ofreció, y cumplió. Y ahí está el proyecto do ley ( p i e nos licnKis referido, prui' '(uulmi'n'

de la clara visión económica de un verdadero hacendista. Para transmitirle el agradecimiento y admiriición de la cinematografía española, cl sábado 2 del actual visitaron al señor Cliapapriota don R i cardo M . * Urgoiti, don Ernesto Gtmzález, don Enrique 1). Kodiño, don K o b e r t o Martín, don Jaime Salas, don José (^ampúa, don Manuel Carreras y otros significados elementos de nuestra cinematografía. El ministro ratificó una v e z más stis buenas disposiciones en pro de nuestro cinema, y la Comisión citada le hizo entrega de un informe que, de ser aceptado, modificaría en algunos extremos y completaría en ju.sticia el repetido j)royocto de loy. El sei'ior Quipaprieta, c<m afabilidad e interés (pie nunca agradcneremos bastante, prometió estudiar las modificaciones del informe para incoqiorarlas, si las estima procedentes, al proyecto. Y la C<miisión se retiró, más que esperanzada, convencida de que el cinema español ha encontrado el valedor oficial que necesita. Las modificaciones que la cinematografía española pide al mencionado proyecto de ley son: Primera. Kctroactividad on lo que se refiere a lo.s impuestos. \A) qtie hoy so rei'cmoco injusto e im}>n)cedentc, impn.icdente e injusto era ayer T a n t o , que algunas Casas, como hemos di( 1 tuvieron que cerrar [>or culpa do los gravámeni.-. Y , lo qtu- os más lamentable aún, cerraron precisanuMito las t^asas modestas. Si so exigen los atra.sos, hablomus con claridad, otras Casas modestas se verán en la triste necesidad de cerrar también. Do modo, que la.s ventajas obtenidas V>enef¡ciarían sólo a los fuertes. N o es equitativo

-Segunda. Supresión absoluta de impuestos al nnema espai'iol. Ese 1,50 que se mantiene en el proyecto de ley no vale ni la milésima parte de la satisfacción moral debida a nuestra industria, y , desdo luego, no tiene comparación con los impuestos indirectos que originaría la 8ui)resión del ] ,50 y consiguiente celeridad en ol desarrollo de la industria cinematográfica. I » que la H a cienda perdiese por un lad(», lo recobraría con creces por otro concepto. Y tercera. T r a t o de favor para el doblaje de películas extranjeras realizado en Kspaña y por elementtw espafwles. N o se olvide que la j)ehcula doblada es, hoy por hoy, necesaria en nuestro mercado; sustituye a la española, cuando la c8])añola no puede satisfacer todas las demandas; crea riqueza y da trabajo en nuestro j>aís. Merece, por consiguiente, distinguirse de la extranjera que se proyecte en el idioma original, y seria de justicia cíasifiíarla para los efectos fiscales entre la producción extranjera propiamente dicha y la nacional. Estas son las modificaciones sometidas al señor íTiapaprieta. Las creemos justas, razonables y convenientes para nuestra cinematografía y )ara nuestra Hacienda, que es, en definitiva, a más interesada eu crear una industria floreciente. Confiamos en que el señor Chapaprieta le estimará así. Y ahora, unida a la del cinema e'íjíai'iol, no. tra más desinteresada y ferviente felicitación al ilustre ha<endista, que ha dado el ejempU) d. 1 primer diálogo cordial entre los Poderes públi. v la indu.stria cinematográfica española. A. (í.


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En este tiempo d e actr¡( standard y d e temperameutos que parecen creados bajo un mismo patrón, Jean H a r l o w , la rubia estrella de la Metro, es una de las actrices que mejor definida tienen su personalidad y q u e más v i g o rosamente acusan a cada n u e va cinta su temperamento. En « L a indómita», la gran actriz realiza una labor de gran calidad artística. Y , como siempre, obtiene un gran triunft» su belleza de mujer rm. HETtO-OOlOVYN-HAYEl


La actualulad cineiíialop^fica en Madrid

I

i \ \ l (;i It x c i o N D I . I O S I s n i)i(»s Dr. CIIWI MITIN. Man •>i(lo i i i i i u u i i r a d i i * Ioh iim|ili<i> ^ iiio(l<Tiios 1 «IikIíii- i'iiiciiiiili>:.'r(ifiro^ i ' f . i i H t n i . ' i l o ^ p o r \n l'.iili.lail iiai'ioMal « l i i ilu'.lriii'* I.íiit'iiialotrrálion-. I « i i u ñ o l a s . S. A . » . \ .-«ll- arlo a>isMVri.ii f i-|irr>fiilai'íoii('-. olic i a l o . arti->la>. ti'-iiiícos («•rxiiiialiilailco rinci i i a t o u r . i f i r a » \ !'r<-ii>a. Ill' ji.|tií lili i z n i p o lie aNÍ-f('iit**- a tan H Í i i i | i á l i c o u i ' t o iii.iiiL'.irut. •iota 11 M a i l r i i l ili- u n o s i i i i i - v o s l.>.luilio.> <|U<••Olí luHüiiíliro oxpiinriiti* ilrl i l f s a r r o l l i i ili* la iniliKtrin >'iii<-iiiuli>:;riil'ira

(i\i inti.i.\ w o t n ) ('*rii|M> (If ji-ioi**n(<'-i a 111 i n (I u u u r a r i ó II iiiifvo «(üiir IldlKHiMMln. ( j i i e v i r i i r a aiiiiH'iitHr la df irraiiil(*-> «'(Mi'-triirriotM'ü (*iiiriiialouráfi('n'< m n* ilrili'ñao, I v^lf fitir\o local, a n i p l i o . ('('hiioiIo ) (•(Milnrtahlr. i's(ú d < | , lail«i lie las niií> iniMlrrna^ ÍM^Ialu<'i<>rir> \ ^afi^facr la*» tifi'r«<irla(lr.<< (le una p(>|Mili>*ta linrriaita

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Duna es una actriz que dudamos en es en llamarla original. E^s una mujercita breve, ágil, bonita, espiritual; de rostro llantes; de labios gruesos, casi abultados, rojos;

llamar nueva. L o que nunca dudaríamos mera magnitud. Y además, porque es una mujercita sumamente amargada, que se ha como una estatua de terra-cotta, de figura encontrado con la vida rota, al asomar por v e z primera su rostro al celuloide. irregular, de ojos negros, garzos y briSteffi Duna nació en Budapest, la interesante ciudad magiar, donde los violines de cutis de bronce y de sonrisa adorable. arrebatan con sus sollozos y estertores melódicos, donde saltan las notas de las zardas Steffi Duna es de las pocas emigrantes femeninas para quien no ha sonreído H o l l y - entre las cuerdas, como epilepsias de la armonía. Steffi Duna es un poco de todo esto. wood, para quien la ciudad loca no ha tenido ese regazo acogedor que brindó a la mayo- Steffi Duna tiene en su cutis obscuro, en su rostro de pómulos anchos, un rasgo etnográría de las mujeres que, como P a t Patterson, la inglesita, hallaron un amor y un hogar. fico de zíngara, rasgo que con su arte de gran actriz se convierte algunas veces en la Steffi Duna es, a pesar de ello, una de las mnjeres más interesantes que deambulan exótica expresión dulzona de la mujer esquimal o en el rasgo perfecto de la beldad por la ciudad. Alrededor de su figurilla grácil, tiene mucbo más atractivo saber que polinésica. TEFFI

hay en su v i d a perfiles de romance truncado.

Steffi Duna cambia, según el film, de caracterización: lo mismo sabe ser « L a Chatita» que una «china» retrospectiva de una P a m p » más o menos mixtificada. Hija de artistas, a los once ai\o8. en Budapest, su ciudatl • ^ natal, ya interpretaba papeles en un cuadro de bailes típicos. Su cuerpo de tanagra, sabe ejecutar, en crispados y raudos movimientos con maestría extraordinaria, las zardas más difíciles. Esto es fácilmente comprensible si tenemos en cuenta la edad en que la estrella comenzó a bailar.

Esto no puede ser aún verdaderamente interesante y curioso para los lectores, porque generalmente no se conoce en España de Steffi Duna otra cosa que su simpático rostro redondito, gracioso, que exhibió, al crear el role « L a Chatita», en el primer film en tecnicolor La Cucaracha. Steffi Duna sale lentamente del anonimato porque es actriz, profundamente actriz, aunque sea una estrella que aun no tenga brillos de pri-

El mismo cuadro zíngaro q u e i b a exhibiendo por Europa su lírico y rapsoda folklore costumbrista, llevó durante diez años a Steffi Duna formando parte del espectáculo; pero la húngara bonita se quedó en B e r l í n , probando forttma en la escena. A d e m á s , la retuvo en la ciudad su compromiso con Francis L e d e rer, el actor checoeslovaco, al que conoció tma noche en el café donde actuaba y del que se enamoró perdidamente. Se prometieron en matrimonio, al mismo tiempo que Francit L e derer rompía su compromiso con Elizabeth Bergner. Wuvder Bar. la obra que con carácter de gran revista llegó el año último a nuestras pantallas, fué la que, puesta sobre la escena, la unió a Kiancis, su voluble enamorado. Unos cambios en la Compañía les separaron, y Steffi detúvose en Londres para estrenar la famosa comedia de Noel Cowards, Words and mngic. El celuloide inglés fué el primero que t o m ó la sonriente expresión de Steffi Duna con las dos obras que le dieron una relativa popularidad: una de ellas Las indiscreciones del amor, en las que sobresalía por el carácter delicado de su interpretación. P a r a ella, la llamada de H o l l y w o o d fué únicamente una exigencia amorosa. U n día cualquiera a bella nómada de Hungría recibió una caita de Lederer, en la que le rogaba volviera a su lado, y asi actuarían juntos en la pantalla. Y allí st dirigió, posiblemente sin pensar en la gloria, soñando únicamente con el amor que creía perdido y que recobraba por un avatar del Destino.

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Su primera pelicula fué El hombre de dos mundos, en los Estudios R . K . O . , con Francis Lederer y EUissa Landi, pelicula aún no visionada en f^spaña. O b tuvo un gran éxito. Sus facciones dulees, reposadas; su expresión adorable. admiró a los altos magnates del Estudio, aimque la nueva fase de su amor

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fuera un nuevo sueño fugaz. Francis Lederer, hoy uno de los gnla-

Eo im» tres pequeñas fotos de la izquierda a p a r e c e Sirfii Duna, de arriba a b a j o , maquillándose, repasando un papel durante un rodaje y jugueteando ron el agua en Malibú. la playa de Hollywood

Ved aqui a Steffi Duna caract e r i z a d a de mujer esquimal, para actuar ante U cámara eom« protagonista de «Él bomb r e de d o s mundos»

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En « { H l , gauc h o ! . , Steffl Duna hace el papel de una aristocrática d a m a castellana, cuya feliz caraclertzación n o s muestra esla foto k.,

nes más discutidos, siente el atractivo de todas esas mujeres que como muñecas refulgentes de bazar pasean por H o l l y w o o d su belleza sintética. Steffi Duna es el ayer que r e t o m a , y aimque la quiere a su manera, prefiere tener aventuras breves e intranscendentes, que no complicarán su existencia de bohemio y de artista, y exhibe su cabellera enmarañada, su truco de coneur, junto a Jean Harlow, A n i t a Loos, las Bennet, y permitiéndose hasta el lujo de censurar a la eximia Katharine H e p bum. Steffi ha rodado después varias películas como heroína, siempre brindando rasgos acusados y personalidades distintas. L a s posibilidades artísticas de miss Duna tienen un franco camino abierto en la pantalla. L a bella híingara muy pronto y a no será una actriz nueva: será una estrella t!mica, que sin parecerse a nadie llegará a nuestra retina por su sensibilidad de escuela europea y por la profunda mirada de sus ojos negros, por la melancolía de su sonrisa saliendo de sus labios rojos. Steffi será siempre nna estrella de un polifacetismo sentimental, del que sabrán sacar muy buenos rendimientos los que elaboran el celuloide americano. CBCIUA

A. MANTUA


//M •4'

En Marta Eggert «¿^ calidades de cantante no obscuref^n las de actriz, ni, recíproca/nenie^ ésta» apagan aquellas otras. Actriz y cantante de extraordinaria sensibilidad, la creadora de * Vuelan mis canciones* es una de las personalidades más comDletuji*de la cinematografía, y cada Jmueva cinUn suya confirma ante el wtran púb^§o ese doble mérito de Marta JJfKb^eimJKCiuta Diva», su nueva <g^-. eion, entina vez más, la pruel nífica de la gran jerarquía atKfica de lu actriz. La música de Bea^i tiene en .Marta Eggert toda su oelleza, toda su emoción romántica (Dlt. O t

HMISIOS)


La Jimia direrliva de la Asociación de Cinema «Amaleur», de la Casa de Cataluña, en Madrid

L

A Asociación de Cine «Amateur» del Casal de J Catalunya, primera y única entidad que cn este importantísimo aspecto del cinema actúa en Madrid, dio, días pasados, su sesión inaugural. Sin vanas promesas ni grandes anímelos, esta A g r u p a i i ó n de entusiastas nos mostró un pequeño curso de cine amateur; y después de haber asistido a la proyección de sus primeros films, podemos afirmar que de hecho existe y a en Ma<lrid esta importantísima modalidad del cinema, que ha de dar días de gloria y esplendor al séj»timo arte. Las primicias de .su .sesión inaugural K(m una bella esperanza de esta afirmación que aquí hacemos, y estamos convencidos de que algún día, cuando el cine owioícur en Madrid ocupe el lugar que le corresponde, deberemos recoger \ recordarla para posibles y futuras orientaciones. .Jorro, Híxloreda y Real eran los cntusia.stas «teloneros» que se lanzaban a la aventura. Y alguno de ellos, o mucho nos equivocamos, o pronto hemos de verle ocupar primeros puestos entre las legiones de entusiastas aficionados que existen en ía Península. Jorro es un enamorado del paisaje. Y tanto como del paisaje, de los monumentos del suelo hispano. Sus doiumentalés presentados en esta sesión, '¿amara, Cuenca y Segovia, son dignos de figurar en la pantalla de cualquiera de nuestros cines de actualidades. Buena fotografía; pero falta (le inciuietud del deseo de lograr efectos nuevos e in.sospechados. En algunos momentos. Jorro, llevado de esta })a,sión (jue debe embargar su espíritu, se recrea en demasía ante el moniunento que tiene delante de sus ojos, y tanto (tomo de sus ojos, de su corazón, y la cámara no tiene la movilidad pre<!Ísa y necesaria. En cambio, en .su Alhama de Aragón lo logra plenamente. Vemos magníficos efectos de luz y de tonalidades, y , por encima de todo, esta cosa que más apreciamos cn la fotografía: (pie deja de serlo porque de tan bellamente lograda y [)or una múltiple variedad de circunstancias, ocupa y a un segimdo plano, y es la emoción del paisaje, en la forma sugestionadora <jue ha saljido verlo el cameraman, la ([xw pasa al lugar priícminente ante la retina de nuestros ojos. Rodoreda pre.senta un film de argumento titulado: Veimt-les per un Jorat (Viéndolas por un agujero). N o s cnciuita, [»or encima de todo, la simplicidad con (pie nos mu(\stra unas escenas familiares intcq)rctadas ])or sus «pc(pics», d e d o s y cuatro años res})ectivamente, un buen dia (iiie se quedan solas en casa y arman el m a y o r de los ""(rotos con sus travesuras iiifantilos. l l a v

momentos de comicidad tan bien logrados, que son dignos de un film de « L a Pandilla». A última hora, el padre que llega, y cuya figura, con gran acierto, no vemos más que entre sombras y por

Oe la película inédita de Daniel Jorro, de Madrid, <SeRovia>

, 1 ihrir y cerrar de puertas, con el consiguiente estupor de las y>equeñaa j ) r o t a g ( m i s t a 8 , ante los azotes que les aguardan. Rodoreda tiene cn sus hijas un elemento magnífico jtara realizar obras de más envergadura, y , .sobre todo, no ha y a de

preocuparse de buscar posibles stars. L a s tiene en su casa y como escogidas entre un concurso. T o d a la película es cine; pero cine de buena l e y , y con detalles y destellos de un gran temperamento. Real, por último, dio a conocer Mi primer film. Para nuestro gusto, es el que puso más alma en la obra realizada. Real, actor y autor al mismo tiempo, nos muestra la ansiedad, los momentos de alegría y emoción al adquirir, y luego poseer y a , la primera máquina de rodaje que tiene entre sus manos. Rodeado de sus familiares, explana los proyectos que le animan y que con ella piensa realisar. Se lanza seguidamente a la calle, y con la máxima ilusión v a y viene, sube y baja, en busca de imágenes, monumentos y escenas cinematográficas. L a obra está y a realizada. En su casa le aguardan con interés, con ansiedad. L a proyección en el lienzo es esperada como lui gran acontecimiento. Pero..., ¡oh, desilusión!, resulta que las imágenes salen difusas; los primeros planos, desenfocados; la gente anda al revés por calles y plazas; los fundidos de edificios se confunden con las barcas de tm estanque, produciendo todo ello un efecto deplorable. Primero, sorpresa, estupor; después, rabia. L o s chicos se ríen de la obra de su padre, hasta que éste, en un momento de v i v a emoción, descompuesto, los brazos caídos, el gesto amenazador después, se dirige al lienzo ({ue le ha abierto los ojos ante una realidad insospechada, y allí, frente a la obra que acaba de hundirse, con lágrimas en los ojos, dice: «¡E^tá bien; pero en el ¡iróximo film y a nos veremos, y a nos veremos!» El momento es de una gran emoción, y Real, como actor, logra traducirlo al público en f o i m a admirable. H a y defectos de montaje y escenas desarticuladas, al lado de unos fundidos tan perfectos,. que y a los (juisieran para sí algunos de núes-' tros laboratorios profebionales. Pero la obra, en conjimto, no sale mal parada, pues a estos p e - : queños defectos, fáciles de corregir, se opone el resumen total, magníficamente logrado. El público salió de la sasión altamente satisfe<;ho; y y a en la calle, parecía que unos a otros, parodiando la frase de uno de los personajes de los films (jue habíamos visto, nos íbamos diciendo: «¡En la próxima nos veremos!» J o H K

De la película inédita de Daniel Jorro, de Madrid, «Castillos de Castilla»

M. P O B L E T


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cinema ij SUÁ aiumaÁote^

ALLAN CROSLAND

E

8TE realizador está representado en tres j épocas distintas del cinema, y , por tanto, su obra ofrece otras tres facetas que correspcmden al momento cinematográfico en que fueron creadas. El séptimo arte tiene sus momentos de decisión e indecisión, exactamente igual que la voluntad de los hombres. Se pronuncia una tendencia, y enseguida se olvida. P e r o se olvida precisamente por haberse pronunciado antes con furor, si se quiere. Si la mancha no existe, no hay por qué borrarla, l ' n a ]>elícula determinada, aun con un subido grado de originalidad, no es capaz de impresionarnos si no se producen otra* .semejantes en contomos, en género y en densidad. Únicamente nos puede iraj>resionar su calidad intrínseca, no su relación o semejanza con otras que no exi.sten de antemaní). Recordamos la impresión que nos causó la proyección de Misterios de África, por ser una de las primera.s de fieras. L a impresión fué ju.sta. Ahora bien; en el momento que empezaron a exhibirse tantas del mismo género la impresión se convirtió en asombro, y el asombro, en eso que podemos llamar «época o momento cinematográfico». L a moda, el furor, el encastillamient o de temas, de géneros y de objetivos. L a época actual es de films históricos. Estos instantes también los aprovecha el productor para buscar el acoplamiento del público, para adivinar sus gustos; tal vez para (;errar una época y abrir un nuevo capítulo de otra. Alian Crosland está representado en tres épocas, y esto no quiere decir que las tres sean definidas. N o todo se ha de basar en la actividad que se despliega en torno a una iniciativa de felices resu tados. Las épocas a qutr nos referimos en Alian Crosland corresponden a la biología del cinema. Son tres estados de permanencia P o r lo tanto, esas tres fechas del cinema dibujan en la v i d a artística de Alian Crosland tres momentos casi equidistantes: la culminación del cinema mudo, la manifestación de los primeros talkies y la madurez del cinema sonoro. L a actuación de Alian Crosland como realizador cinema-

tográfico se perfila con igual fuerza en estos tres momentos. De un lado. El ragabundo poeta, Don Juan y Orgullo de raza; de otro lado, El cantor del jazz, Música, maestro y El general Crack, y <lel lado último, Mcísacre, El caso del perro aidlador, A las doce en punto, Alias Dinamita y Lady Tubbs. En la etapa del cinema mudo podemos incluir también a L'ile d'eponrante, film interpretado por la alegre y traviesa Bebé Daniels y por Richar Dix. Tres semanas, La joumée des dwpcs—¿recordáis a A l m a Rubens, que enloqueció en un sanatorio?— , La bella de Raltimore y Adelante por el principe, una de las últimas películas de la difunta y sensual L i a De Putti.

He aquí en esla folografia, de izquierda a derecha, a Joan Blondell, Cenrge Barness («cameraman»), Richard Barthelmess, con el realizador Al|aa Crosland iroT. waaMaai

crea ambientes raros, sucios, sin esa fluidez histórica de los hechos de gran resonancia. Lucrecia Borgia tiene un alquimista de rostro horripilante y ademanes fatídicos, y un lab( ratorio escondido y lóbrego, donde se preparan los v e nenos, extraídos de serpientes, para matar a sus enemigos. A Don Juan le han obsequiado con una copa de licor. Lucrecia Borgia, aquella Lucrecia Borgia representada por Estelle T a y l o r , le observa apercibida y sonríe con sus labios grueso y su gesto de mujer herida en el amor propio. Don Juan conserva aún las lecciones de su padre. Es listo y avispado. Vierte el licor sobre una flor fragante y plena de savia. L a flor .se arniga, muere, desaparece... Lucrecia Borgia queda contrariada. Don Juan sonríe con un sarca.smo triunfal. Momento bellísimo era éste, de gran mudez y de exquisita expresión, conseguido por el Alian Crosland de los primeros tiempos. En El vagabundo poeta, John Barrymore interpreta el róí« de Francois Villon, junto a Marceljne Day, que hace de Carlotta de Vauxcelles y de Conrad Veidt, que revive el tipo enfermizo y tiránico de Luis X I . Francois Villon es un bohemio alegre e inofensivo. F^scribe sus versos con la inspiración de ima embriaguez de v i n o bebido en jarras de litro. Y los recita ante el público, ante los plebeyos, que le escuchan boquiabiertos, con una indumentaria carnavalesca, subido en el basauíefitode una estatua. A Luis X I llega

Alian Crosland siempre ha sido un realizador conocido, sobre todo por sus films de gran espectáculo. Todos nos acordamos de Alian ('rosland, porque con su nombre nos vienen perfectamente a la memoria aquellas dos obras del cinema mudo Don Juan y El vagabundo poeta. ¿Quién no las recuerda? ,John Barrymore fué el actor más loco del cinema. N o esa locura de Douglas Fairbanks, regocijante y risueña, de gran saltarín y buen acróbata. N i esa otra que el mismo Barrymore interpreta en Reunión, locura de vm príncipe degenerado he<,ho a mandar esclavos. John Barrj-more era un loco embriagado o un loco audaz y libre. Era conquistador de mujeres, violador de doncellas y maestro en adulterios. Su espada se hallaba en todos los duelos y desafíos, y era terrible por su contuma• Maaaaere» es un fílm crudo, cia, su {)r(K'acidad y por realíata,humano... Alian Crossu filo de arma provocaland hace un estudio profundo t i v a y osada. Donde mede los pieles rojas, y ahonda, asimismo, en sus necesidades jor perfilado está este y en sus privaciones, tan oltipo del John Barrj'movidadas de los agentes del Gore retrospe<;tivo es en bierno yanqui encargados de Don Juan y El vagabunüzarioa {ror. VAIMXI M O do poeta. Alian Crosland


su fama de poeta. L e manda llamar. Fan<;!OÍs Villon le dedica Hfi poema .satírico, y el R e y , que llegó a hacerse gran amigo suyo, le condena y manda que se le aplique el mayor martirio a que puedan llegar los verdugos. Alian Crosland se detiene enardecido en unos decorados muy de cinema mudo: mazmorras obscuras, que huelen a chanuisquina de carne humana; cuartos de a.strólogo (Nigel de Brullier), extravagantes y misteriosos, y pasadizos interminables, estrechos y bitimiinosos, donde resuena la v o z v e n g a t i v a de Luis X L Allí es donde le queman el cuerpo con hierros candentes a Franyois Villón... Este es el cinema, heroico y representativo, de la primera época de Alian Crosland. Junto a aquel otro de L a bella de Baltimore-—conflicto entre el Napoleón fuerte y luchador y su hermano Jerónimo, sensible y romántico—y «oigullo de la raza». Con los aullidos atronadores del cinema sonoro. A l i a n Crosland prt)nuncia un viraje en redondo. L a presencia del micrófono es un progreso formidable, pero al mismo tiempo es un retroceso sin tasa y sin medida. El realizador se somete a la sonoridad, porque es la única fonna que encuentra para justificar los primeros ensayos. Producir un film sonoro sin apenas un lucimiento musical y parlante, no trae cuenta ni es lógico. A u n q u e las obras cinematográficas sufriesen una indigestión de diálogo, de música y de ruido excesivo. Alian Crosland o l v i d ó su estimable técnica del cinema silente, para entregarse a otra completamente nueva que le ofrecía mayores horizontes. Y por cierto que no anduvo con rodeos ni con remilgos. El primer film producido en H o l l y w o o d con diálogos, con música y con canciones, fué el suyo: El cantor del jazz, rodado en los Estudios de la W a r n e r Bros con el sistema de sonido Vitaphone e interpretado con A l Jolson, M a y Mac A v o y , W a m e r Oland, Eugene Besserer, O t t o Lederer, Anders Randolf

Un momento del film de A l i a n C r o s l a n d <A las doce en punto», interpretado p o r iUehard Barthelmesa (»OT. WAINS» MOS)

Otra f í i c e n » de

«Kl

caM»

del perro aullador», film dr Alian Crosland. todavía sin refrenar en Madrid

\ .Myrna I^oy. Inmediatamente realizó Música,i maestro, con B e t t y Compson, Arthur L a k e , Joe E. B r o w n (el hoy popular Bocazas), Sally O ' N e i l y la fea y olvidada Luisa Facenza. Se comprende, por lo tanto, que Alian Crosland fué en esta segunda etapa un producto de las circunstancias. Se imponía ante todos los realizadores un período de transición, de amoldamiento..., y ello requería nuevos conocimientos cinematográficos. En Massacre, film digno de su tercera época. Alian Crosland aquilata todas las esencias extraídas d e s u aprendizaje largo y perfecto. T o d o es m o v i m i e n t o y buen sentido c i n e m a t o g r á f i c o . P e r o , ante t o d o , lo que más se observa en Massacre es un afán, un deseo de sobreponerse a los sentimientos v u l gares que arraigan en el cinema. Alian O o s l a n d

quiere llegar más lejos en riqueza a i ^ m e n t a l , y así traza .su historia en una clase y una raza de seres humanos, rica en sugerencias: las tribus de pieles rojas. Su obra tiene argumento; pero los efectos de ese argumento están multiplicados por la presencia de anécdotas y episodios arrancados de una realidad v i v a y reñida entre indios y hombres civilizados. A l final, concede al público las mieles de la buena terminación, y eso es lo único que tiene de defectuoso el film. Ciiatro películas hay en Madrid sin estrenar de Alan (Crosland: El caso del perro avilador, A las doce en punto. Alias Dinamita y Lady Tubbs. T a l v e z sean, con dos que ha terminado ahora en H o l l y w o o d , el cierre de esta tercera etapa, para después impresioníunios con la nueva técnica del cine en relieve y on colores naturales. Es tradición en el realizador neoyorquino el no quedarse atrás ante un descubrimiento renovador. A. D E L AMO A L G A R A


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K aquí un artista que t u v o en sus manos la gloria, y la desdeñó después de haberla saboreado triunfalmente por todos los cinematógrafos del mundo. Roberto R e y fué en los Estudios extranjeros el «niño» mimado. Alcanzó sueldos como no han vuelto a darse a artista alguno, y consideraciones como y a no se estilan en los Estudios. L e reían la popularidad, el éxito y la fortuna. Pero R o b e r t o R e y es un espíritu inquieto y misterioso, como esos poetas de leyendas doradas que disfrutan pisando la alfombra que ellos mismos tejieron con las sedas de sus propias glorias. —Para sentirme feliz—nos dice—me basta con mi «dos cilindros» y con unos ojos de mujer que me miren amantes. —E}80 parece una dolora. —Eso es la pura verdad de mis sentimientos. Me halaga el éxito, lo busco; pero me alegraría poderlo renovar cada mañana. El ayer siempre es fastidioso. —¿Por qué te apartaste tan inopinadamente del cine? —^No lo sé. Fué algo inmeditado. N o puedo decir que fuera hastío, pues el cine tiene toda mi devoción. L o cierto es que me fui separando de los Estudios insensiblemente. Cuando me di cuenta, y a tenía firmados varios compromisos con diversas Empresas teatrales. Hace años, Benito Perojo terminaba su primera película sonora. Un hombre de suerte, en la que R o b e r t o R e y actuaba como protagonista. A I despedirse los dos amigos, R o b e r t o R e y dijo al ilustre director: —Hasta que me vuelvas a llamar, Benito. Esto ocurría en el 1930. D e entonces a hoy, R o b e r t o R e y no ha vuelto a intervenir en cine bajo las órdenes de un director español. Ahora lo hace, y precisamente con Benito Perojo. ¿Verdad que esta curiosa coincidencia exhala un perfume de viejo romance? Porque R o b e r t o R e y , desde que v i n o de América, y aun en América mismo, ha sido requerido con harta frecuencia para trabajar con otros directores españoles. Y él se ha n ^ a d o siempre, como si esperara aquella llamada que selló la despedida de los dos amigos en París. —¡Estaría ascrito!—advierte el exquisito cantante. Un hombre de suerte fué para R o b e r t o R e y una película de suerte. Este film le valió un ventajoso contrato con Paramount. H i z o más películas, todas ellas muy celebradas por el público y por la crítica. Después... Y a hemos dicho que R o b e r t o R e y es un espíritu inquieto y poeta. N o recuerdo quién le ofreció un contrato para quince días en L a Habana. A la sazón, el píús hennano estaba en plena revolución. Y quizá fué esto lo que sirvió de imán para que nuestro artista aceptara el contrato. N i n Kn esta foto, Roberto Rey, gún poeta rechazaría quince días de revolución en un país tan eminentemente soñamagistralmente caracterizado dor como L a Habana. d e Julián, a p a r e c e e n t r e Y allá se encaminó el Julián de L a verbena de la Palonm. Y las quince fimciones «una morena r una rubia, hicontratadas se prolongaron hasta diez y ocho meses de constante actuación. jas del pueblo de .Madrid»

Desde 1930, en que, a las órdenes de Perojo, h i z o el protagonista de «Un hombre d e suerter, Roberto Rey no habia intervenido en cine al mando de un director español. Ahora, también dirigido por Perojo, hace el Julián de tLa verbena»

Diez y ocho meses de inquietudes, de tragedias revolucionarias, de jugarse la v i d a a cada paso, de triunfos. L a amistad le hizo revolucionario. Roberto R e y era el ídolo de aquel público, y dos líderes de la revolución se aprovecharon de esta popularidad para burlar la persecución de los «porristas». El auto de R o b e r t o R e y era como una zona neutral y respetada, y así pudo •tervk a los revolucionarios para trasladarse de un lado a otro, sin despertar sospechas. Un día, R o b e r t o R e y recibió un aviso para que fuera a encontrarse con uno de estos líderes. L o encontró deshecho a balazos; las uñas, separadas de la c a m e ; el pecho, horriblemente apuñalado; la sien, perforada de un tiro.


—Puede usted irse—le dijo un policía que custodiaba el cadáver, insepulto aún, en el mismo lugar donde sintiera apagársele la v i d a . Y cuando R o b e r t o R e y tomaba de nuevo su auto, descubrió en el baquet im aviso, escrito a lápiz, que decía: « N o hemos querido matarle anoche cuando iba contigo. Que te sirva de advertencia.» D e aquella escena queda una lápida erigida a la memoria del muerto sobre los muros de una ermita, testigos del asesinato v i l . L a revolución se convirtió en drama para R o b e r t o R e y . Y añoró el sol de otros países y la gloria de otros escenarios. L a tierra estaba demasiado empapada en sangre para que diera flores de amor. Y el poeta artista se despidió de L a H a b a n a con un sollozo que sólo su corazón pudo escuchar.

nario los cinematógrafos más importantes de Europa y de América, donde hacía presentaciones personales, privilegio reservado a los grandes artistas de fama mundial. Un buen día, R o b e r t o R e y despertó entonando el estribillo de una canción española. Y el alma de España se le metió de nuevo en el corazón. Y y a no pudo sentirse feliz hasta que un barco le fué aproximando a nuestra tierra. Y de nuevo se encontró bajo este cielo azul, que nadie es capaz de dar al o l v i d o después de haberle contemplado tres veces. — ¡ E s verdad!—suspira R o b e r t o R e y . Y y a tenemos de nuevo en España al simpático artista, al inquieto artista, que viene de pasear su arte por casi medio mundo. —^¿Te alegra v o l v e r a trabajar con B e n i t o Perojo? —SI, y mucho. Benito Perojo es el único director esjjañol que y o h e t e nido, y con él obtuve mi primer é x i t o cinematográfico. —^¿Esperabas que tu reaparición en el cinema fuera con ima obra tan eminentemente española como IM verbena de la Paloma? — N o ; pero me encanta que sea £isí. TM verbena de la Paloma es una obra genial, mundialmente conocida. Y mi papel—el simpático Julián—^es admirable. Un pequeño comentario, lector: Se ha djcho y se dice que R o b e r t o R e y tiene un t i p o demasiado elegante para el Julián de La verbena de la Paloma, y es menester salir al paso de dicho reparo. ¿Quién es capaz de sostener que en aquellos días no existían tipos elegantes en los barrios castizos del bajo .Madrid? Precisamente el madrileño siempre fué atildado y presuntuoso en el indumento. El Julián de La verbena de la Paloma no puede ser un zafio, ni un haragán, ni un c h u l o de taberna. E l Julián que creó R i c a r d o de la V e g a es un honrado cajista madrileño, con un corazón como el mundo de grande. Y si en algún m o m e n t o se deja llevar de la ira y se le « v a n » las manos, es porque la coquetería chulona de Susana le pone en ridículo ante Don Hilarión, y un madrileño soporta todas las humillaciones, menos la de quedar en ridículo donde haya faldas. Una cosa es el bajo fondo de Madrid, y otra cosa es el pueblo trabajador, en el que siempre hubo, hay y habrá, el t i p o pulcro, bien vestido y bien hiiblado, que se mata a trabajar horas extraordinarias para disponer de un terno bien cortao >>ipn planchao. - A s í v e o y o el Julián—nos dice R o b e r t o R e y — . .N oble de corazón y limpio de ropa; un poquitín chulo, porque lo requiere el donaire de la época; pero lleno de buena fe y honrao c o m o el que más.

, ' ^ ' : u tipo de «aire» madrileño? — Y c o n perfiles cómicos. — ¿ T e v a lo cómico? —Si repasas mis antecedentes teatrales, me encontrarás interpretando papeles de gran comicidad, incluso con F'austino Bretaño. —Sin embargo, el público te ha clasificado en otro género. —Fs verdad. —Seguramente seguiré con P e r o j o . —¿Título de la nueva película? Un bache en el camino.—Y otro hache en mi información R o b e r t o R e y no quiere hablar de su v i d a particular. I>e he recordado su estancia en París cuando era la atracción de los Estudios P a r a m o i m t ;

¡"^ recordado im festival organizado en í í o l l y w o o d , en el palacio de una lamosisuna estrella, de cuyo acto, seguramente, conservará las tarjetas de conocidos artistas que le requirieron en desafío, rasgo absurdo en aqueHas latitudes, donde la infidelidad conyugal se j u z g a con arreglo a tarifa, ^® hemos recordado infinidad de anécdotas que v a n ligadas a su nombre, ^ nuestras palabras no han conseguido franquear el arca de los secretos galantes deí popularísimo actor. — ¿ N o t e parece que las flores de nuestra intimidad no deben salir del invernadero del corazón?—ha suspirado. — ¿ M e contestas en poeta? — T e contesto en hombre. Sacar a la superficie lo que se ha v i v i d o en la más deliciosa intimidad es m u y poco elegante. L a s famosas relaciones del Tenorio y de Mejía, con el balance de sus aventuras amorosas, son la ofensa más villana que se puede inferir a la mujer. —Conformes; pero el siglo ha impuesto esta nueva literatura, y en particular en los artistas de cine. T o d o artista d e cine que se aprecie en algo debe tener una o varias novelas de escándalos galantes. —Pues y o protesto de esa « m o d a » . Y no te quepa duda que las mujeres españolas coinciden conmigo. ¿Qué pensarían de mí aquellas nuijeres a quien amé si por un estúpido prurito de exhibición lanzara a los cuatro vientos los versos de sus idilifis? —¿Sigues en poeta? —Todas esas anécdotas que me has recordado son falsas. — ¿ L o dice R o b e r t o R e y ? — L o dice el Julián de IM verbena de la Paloma, que es un hombre cabal, y que se mataría con el mundo entero si ese mundo tratara de zaherir a su Susana. —¡Julián, que tienes madre!

• •

R o b e r t o R e y es el Julián de La verbena de la Paloma más a tono con las características que le impuso su autor. L o suficiente guapo para enamorar a Susana; lo suficiente hombre para no dejarse arrebatar una mujer; lo suficiente bueno y dócil para dejarse guiar por los consejos de la Seña R i t a , y lo suficiente bien educao para repudrirse de achares sin recurrir a la bravueoneria. Si hubiera existido otro actor más ajustado a este tipo, B e n i t o P e r o j o le hubiera contratado para esta pelicula.

• • H e m o s coincidido con R o b e r t o R e y en la Gran Vía, en el m o m e n t o en que nuestro Julián ponia en marcha su «dos cilindros». — ¿ H a c i a qué puerto enfocas la nave?—le preguntamos. —^Hacia la Ciudad Lineal; v o y al Estudio. — Y o también tengo que ir. ¿Crees que mis ochenta kilos no harán zozobrar a tu coche? — V a m o s a probarlo. A los pocos minutos nos encontramos en plena carretera. —¿Qué piensas hacer después de La ü - ^ r

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FRESNO (MARUCHI) Nombre verdadero, María de Lourdes Gómez Pamo del Fresno. Nació en Madrid el día 14 de Febrero de 1916. Es hija del célebre caricaturista y actor teatral Fernando Fresno. Cuando terminó, en el colegio de las Esjcolapias y con singular aprovechamiento, EL Bachillerato elemental, decidió SEGUIR el universitario para hacer posible su propósito de emprender l u e | g ^ CARRERA de Ciencias QuímicafcSsuprepfc ambición sentida desde la ifl^Mcia. En 1932 asistió por primera vézalos cursos de la Universidad, y pronto destacó su aptitud y su inteligencia, aplicadas a tan áridas cuestiones. Su ilusión, que nada ha hecho variar, es conseguir por oposición una cátedra para compartirla con las investigaciones de latraratorio. Aunque el cine le gustaba sobremanera, M i su calidad de espectáculo, nunca le (Mlumbró la gloria de sus estrellas, 7 tl^s de su pensamiento estaba la idea de il^arecer en el lienzo de plata. Pero en el verano de 1933, los hermanos Alvarez Qi^tero, que buscaban protagonista p a r a ^ I agua en el suelo», su priaron que Maruchi daría enmer film, al a su personaje. Tras de carnació las y vacilaciones, Maruchi muchas acabó ppF aceptar lo que se le ofrecía, 7 tan g r ^ d e éxito obtuvo en esa su primera arentura, que de la noche a la mallana vióse OQttrertida en personalidad sobresaliente W séptimo arte. Entregada de nuevo a sus estudios, hizo otra escapatoria cinematográfica para su segunda película, y volvió a abismarse en las complejas disciplinas universitarias. Siu distracciones preferidas son la lAtura y la música. Estatura, 1 , 6 6 < N E T B . Ojos castaños. CafeeUo rubio. •-•dJ^L.

B

Peliculat

que

ha

interpretado:

hl agua en el suelo, Kusebio Fernández .\rdavfn. Vidas rotas, Eusebio Fernández .\rdavin.

Cabellol^Hk

A ROUX

l

(LUCIEN)

Nació en Toulouse el 21 de Septiembre de 1888, y en su ciudad natal cursó los estudios de Bachiller. Su padre poseía un gran e.'ablecimiento de mercería, y deseaba <.ae su hijo le sucediera en el comercio. Pero la roicación del moz<j*era el arte dramático, y quería marchar a París en busca del triunfo. El padre, lejos de contrariar sus inclinación^», accedió a ellas, y llegó a suministrare un viático de veinte mil francos, cifra cuantiosa a principios del novecientos. Poco después de su llegada a la capital, Lucien intervino como figurante distinguido en una de las primeras películas de carácter histórico que se han realizado: «Britannicus». Mas los técnicos de los Estudios dictaminaron que carecía totalmente de ^ ^ u d e s para la lairar cinematográfica, de abandonar esta parte de sus I L U S Í M I É S . Entonces pensó dedicarse al cantojJ>ero fracasó en un concurso para aficicmados que se celebró en Nogent-Sur-Mame. Como el tiempo pasaba y los veinte mil francos desaparecían, se resignó a aceptar cualquier trabajo en la escena. C o n s ^ i ó que un empresario le confiase un papelito, el último del reparto, en una comedia, y su éxito fué tan rotundo que al día siguiente podía elegir entre los tres contratos que se le ofredan. Ya consagrado como actor cómico de mérito, hizo alguna aparición poco afortunada en films mudos: su triunfo en la pantalla llegó con las películas parlantes, y su LABOR en producciones francesas valióle un contrato por TRES meses con la Ufa: tres meses que se CONVIRtieron en tres años. Está casado, y P O S E E una pequefta finca en Hossegord.

Pelicula*

que

ha

interpretado/

y.pwb

Estatura, 1,72 metros. Ojos pardos. Cabello castaño claro.

Nació en Greenville (Estado de Tejas) el 27 de Octubre de 1900. Concluido su Bachillerato, empezó a estudiar la carrera DE Medicina E N la Universidad de Austin, E N Tejas. Pero el teatro LE subyugaba: SUS actuaciones E N veladas de aficionados valiéronle los éxitos primercs. Declarada la guerra por los Estados Unidos a Alemania, SE alistó enseguida, y vino a Europa, E N donde permaneció veintidós meses. Cantó por prim^^ vez E N público E N una fiesta de cari4|p celebrada en El Havre. Regresó a subáis, y comunicó a su familia la firme decisión de abandonar la carrera para dedicarse al teatro. Con ánimo de no ser gravoso a nadie, trabajó durante una temporada en la industria algodonera de su padre: pero éste, aconsejado por el maestro de música Osear Seagle, autorizó a John para que se trasladase a Nueva York, y le dio mil dólares para los primeros gastos de sus nuevos estudios. Agotada esa cantidad, el muchacho siguió costeándose sus clases con los ingresos que le proporcionaba una plaza de profesor de Francés que consiguió en la Clan Fall High School. Apareció por fin an un escenario de Broadway, con la c o r n e a musical de William Le Barón «Mooolight». Poco después trabó conocimiento con Gloria Swanson, y junto a ella turo su primer papel en el cine, en la cinta «El amor de Sonia», rodada en Nuera York. En 1928 se trasladó a Hollywood, E ingresó en los Estudios de la Fox: primero SE apreció SU voz, y luego su m i g ñ ^ u arte expresivo. Está casado con M M J B B N E Dobbs, D E la que tiene dos hijas; Ij^Beline y Janet. Estkt^^^a.82 metros. Ojos azules.

Noche de redada (Vn soir de rafle). Carmine Gallone Hoy o nunca (La chanson d'une nuil), .Anatol Litwak. Todo por el amor (Tout pour l'amour), Joe May. Un pequeño desliz (La belle aventure). Reinhold Schunzel. Por el mar viene la ilusión (Chateau de revé), Geza von Bolvary. Usted será mi mujer (Vous serez ma femme). Cari Boese. Gedeón, Trampa y Compañía (Ces Messieurs de la Santé). Piére Colombier. líl 96 de Caballería (La garnison amouimse), Max de Vaucorbeil. Fl encanto de una noche (La jeune filie d'une nuit), Reinhold Schunzel. Noche de Mavo (La nuit de Mai), Gustav Ucicky. El billete de mtl (Le billet de mille), André Parant. La mascota (La mascotte), León Mathot. Los misterios de París (Les mystéres de Paris), FéHx Gandéra.

Ihk^

Película*

que

ha

interpretado!

El amor de Sonia (The lotes of Sunya), Albert Parker. La canción del desierto (The Desert Song). Roy del Ruth. La Marsellesa (The captain of the Guard). La usurpadora' (Back Street). John M. Stahl, 5emilla (Seed). John M. Stahl. Confiaba en ti (I believed in you), 1 rving Cummings. Mis labios engaitan (My lips betrav). John Bly.stone. Hollywood conquistado ( Botlomps up ) , David Butler. Música en el aire (Mustc in ihe air ) . Joe May. Seamos oplimistas (Stand Up and Cheer). Hamilton McFadden. La pasión de Vergie Winters (Life of Vergie Winlers), Alfred Santell. La edad de la inocencia (Age of innocence), Philip Moeller. La legión blanca (The white Parade). Irving Cummings. La simpática huerfanita (Curley lop), Irving Cummings.

A N ü I J

(ELISSA)

Nombre verdadero, Elizabeth Marie Zanardi-Landi. Nació en Venecia, de padre italiano y madre austríaca, el 6 de Diciembre de 1904. Repartió los años de su niñez entre Austria, el Canadá, Inglaterra, Alemania, Suiza, Italia. Aprendió a escribir con entusiasmo, y pasaba sus horas componiendo cuentos. Casi tanto como la literatura le atraía la danza: a los ocho años y medio bailó la «Rapsodia húngara», de Listz, en un festival benéfico celebrado en Esmirna. Estuvo en un pensionado inglés durante los tiempos de la guerra. A los quindfc años escribió su primera novela grande, y animada por consejos optimistas, entregóse con afán al trabajo de las letras. Por distraerse intervino en cierta función de aficionados, a la que asistía el «manager» del East Oxford Theatre, quien hasta tal punto se entusiasmó con los méritos interpretativos de la joven escritora, que la convenció para dedicarse a la escena. Hizo su debut en 1923, y no tardó en conseguir viva estimación del público. Apareció en tres películas inglesas mudas, que pasaron sin pena ni gloria, y en 1930 fué requerida por los Estudios Pathé-Nathan para impresionar en París una cinta con Adolphe Menjou. Conoció a Joseph M . Schenck, que le propuso un contrato para Hollywood: por sus compromisos anteriores no pudo firmarlo. Regresó a la capital inglesa, y siguió consagrada al teatro. Fué a Nueva York, representó con gran éxito el drama de Mimingway «Adiós a las armas», acepta M í a oferta de la Fox y se trasladó a CaHfernia. Aprovecha sus ^ o s cinematográfijKs para escribir nowlas, que publica odB||d>ito. EsUtura, I^^Knetros. Ojos verde.. Cabello rubio ;^^^feano.

Películas

que

ha

interpretado:

Mi padre es un fresco (Mon gosse de pére). Jeán de Limur. /;/ carnet amarillo (The yellow ticket), Raoul Walsh. La dama del ¡j (The woman in room 13). Henry King. Kl signo de la Cruz (The Sign of Ihe Cross). Cecil B. de Mille. La máscara del otro (The masquerader). Richard Wallaee. El marido de la amazona (The warrior's kusband), Walter Lang. La lotería del diablo (The Devil's Lottery ) , Sam Taylor. La mujer de mi marido (Sisters under Ihe Shin), David Burton. Te quise ayer (I loved You Wednesday). Henry King. Siempre adiós (Always goodhye). .4 la luz del candelabro (By Candieligkt), James Whale. El conde de Montecristo (The count of .MontecrisU) ) . Rov;. land V . Lee. El hombre de dos mundos (Man of Two Worlds). J. Walter Rub?n.


NDÜSTRIAS

ha inaugurado sus magníficos

Estudios d e Chamartín, que por sus instalaciones y asistencia técnica lo ponen a la vanguardia de los Estudios nacionales. Sociedad neta y exclusívannente espoñola, los Estudios de Chamartín están montados y equipados o la altura de los más famosos del Extran\eTO.

En el Consejo de Administración y Dirección figuran, como Presidente, don José de Ormocheo; Consejero-delegado, don Tomás de Bordegoray, y Director-gerente, don Bernardo de la Torre. -"carecenfiguraston co-

EMATO


Boca Seductora su Color Natural

PBEHTSA

SIN

RECARGARLA

DE

PINTURA

A H O R A , usted p u e d e dar a sus labios el color v i v o Y atrayente q u e los hombres admiran... Evite ese aspecto repulsivo q u e tienen los labios recargados d e p i n t u r a . . . U s e T A N G E E . Se diferencia d e los lápices corrientes p o r q u e no as pintura. Está basado en un principio cientifico q u e le permite intensificar el color natural d e sus labios. T A N G E E cambia d e color. En la barrita es anaranjado, pero apliqueselo Y verá cómo cambia d e matiz hasta q u e a d q u i e r e un tono grana encantador. N o deja rastro d e grasa o pintura... A d e más, T A N G E E suaviza y protege. También hay un fono oscuro: El

Theatrical.

£1 c o t m é t i c o TANGEE embe Uece U i cejai y pestaña!. No irrita, n o tizna, n o r o m p e l a i p e i l a ñ a i . E> i m p e r m e a b l e .

Mi« UNA

uní

S I N R E T O Q U E : L o i l a b i o i l i n retoc(ue c a r i riempre p a r e c e n marchitos f avejentan al rostro. PINTADOS: ETÜe iinleriajeada. A los hombres es d e s a g r a d a este a s p e c t o .

f

C O N T A N G E E : Se a v i v a al c o lor n a t u r a l , r a a l i a la b e l l e í a y e v i t a la a p a r i e n c i a d a p i n t u r a .

J^Mts

rROOUCCION:

I N T E R P R E T E S : WARMCP. OLAND y PAT PATf R S O N ve A ESTE GRAN FILM POLICIACO EM ELCI N E

F

I

L

M

ü N T


RIALTO

*

"Es mi hombre"

I

S

í,

señor, iisí se l i a c e n las adaptaciones:; cogiendo el espíritu de l a o b r a original y animándolo de esencias cinematográ- \ ficas. K n v e z de una traducción servil en imá- í genes, una nueva concepción de la obra. La^j anécdota y caracteres permanecen; ha cambiado ; el medio de expresión, y lo <pie fué v o z en la escena se convierte en luz en la pantalla, ('ambio absoluto de género en un mismo tema, como sería la transformación de un poema lírico en poemas sinfónico. Y aun hay más en este caso: cuando j la tragicomedia de Arniches concluye, el adap- j tador, que ha proc^edido, como quiere el buen ; cinema, por .síntesis, y se halla a m i t a d de ca- j mino, continúa con pulso seguro y rápido, s i n ! desvirtuar los rasgos originales, el tema que l e ; sin'ió de pauta, y lo amplía ha.sta los término."? \ (pie una producción cinematográfica re<piiere \ [taraserlo de veras y no incurrir en lentitud ni reiteraciones. ] Benito Perojo haa c e r t a d o esta v e z ] plenamente, y m e ^ apresuro a recono- i cerlo a.sí. L a adaptación que ha hecho es ejemplar. A c e r t a d a adapta- \ ción y hábil realiza- \ ción, con la ameni-^ dad n a n a t i v a peculiar cn Perojo, al (jue otras! veces he fustigado duramente no por lo que ha-; cía—diré, copiando a Cervantes—, sino por lo i que, podiendo, dejaba de hacer. \ Y la inter})retación corre jiaralela a los otros 1 méritos del film. Valeriano León es el protagonisf !i. Su admirable creación del personaje arniches-j •n la escena se reproduce en la pantalla, p e r o l .auilificada por las exigencias del arte de inter-' pretar películas; es decir, actúa ante la cámara, \ y no ante la «concha». El veterano actor de t e a t r o ' lia saí>i(l(i improvisarse, en una sola obra, actor! de cine. Tránsito brusco, prueba difícil, de l a , que ha salido airoso y , al paret^er, sin gran es- \ fuerzo. Mary del ("annen, encantadora y aseen- i diendo rápidamente al e.strellato. Ricardo N ú - j ñez, on im papel de escasa importancia, tan ex- < célente galán como siempre. i IJOS decorados de .Migiioni, im'is (irigiaalcs (pio< de costumbre. | PALACIO

D E L A MÚSICA

1 "Por unos ojos negros" ('omedia arrevistadn do L l o y d Bacon, el maes-Í tro de ha calle 42, do \ Footlight Parade y de Wonder- liar. X o se supera acpií el ex<''lente director, pese mantiene en .-11 puesto, con lo quo dicho queda (pie lo mejor de la película b"(jn los números de revista; la comedia propiamente dicha es sólo una trama ligera para bordar sobre ella lafi fantasías coreográficas. A b u n d a el film en rasgos de humor y está presentado con esplendidez y buen gusto.

i >a figura central es Dolores del R í o , que aunipio no poseyera más arte q u e la prodigiosa belleza de sus ojos y el «ello» de t o d a su figura, tendría razones suficientes para merecer de editores y directores la consi<leración de estrella, si no de primera magnitud dramática, de primera fuerza atracitiva. lín P o r unos ojos negros colaboran con Dolores del R í o los buenos actores P a t O'Brien, E d w a r d E v e r e t í l o r t o n y L e o Carrillo. F i l m vistoso, ameno y exornado de esas bellezas femeninas que H o l l y w o o d lanza al mundo en imágenes, afortunadamente, porque si vinieran en... autogiro, serían capaces de inspirar tentaciones de antríipofagia a un contumaz v e g e tariano. HOLLYWOOD

CINEMA

"Rosario, la Cortijera" \ I á l f i c a visión del campo andaluz. Con tempe amento y brío sorprendentes. Y (ron tal fuerza descriptiva, (pie en algunos momentos irrumpe en la sala la emoción de lo real; aquello no es una ficción, es un documento v i v o y un exponente del cinema puro que resulta cuando la cámara se enfrenta con la N a t u r a l e z a y la interpreta^—no la retrata—con sentido artístico y emocionado. L e ó n A r t o l a , de i m tema que pudo caer fácilmente en el tópico y la trivialic ad, en la españolada de acuarela, jipíos de fandanguillos y revuelo d e caireles, logra una estampa noble y serena, con reciedumbre rural, bien ajena a los pastiches de esa Andalucía de colmado al socaire de imas copas de manzanilla. El alma de este film, j)orque tiene alma, rezuma versos de .Machado: Campo,

campo, [campo. Y entre los olivos, los cortijos blancos. Ejemplar orientación de película netamente española osta de Rosario, la Cortijera. P o r ese camino aguardan muchos hallazgos felices y autónomos a nuestra producción. N o hemos de regatear su acierto indiscutible al c o m b a t i d o Artola. El Nifio de Utrera, si no ea un actor eminente, canta, en cambio, m u y bien. Estrellita Castro, natíida para cantar y bailar y arder crepitando en fuego flamenco, tiene también tal intuición de actriz, que no vacilamos en .señalarla desde ahora como a una de nuestras nacientes y más originales estrellas de la pantalla. Los demás intérpretes, entre ellos Alfredo Corcuera, Rafael Duran, Emilio P o r t e s - lamento no recíordar ahora el nombre del <pie hace de traidor, porque está admirable—, m u y bien, sin excepción. L a yjelícula h a servido para inaugurar un cine de barrio, moderno, amj)lio y de tan bella planta que no de.sent(maría en la A v e n i d a del Conde de Peñalver. MADRID-PARI.S "Cien días" Primera producción de los E.studios italianos Tirrenia. A juzgar por ella, más que debut de unos Estudios, diría,se consagración de una larga y afortunada serie de ensayos. P o r q u e este filmi

puede competir con los mejores de la U . F . A . en sus tiempos gloriosos. Y , sin quererlo, acabo d e estableíer una relación, en lo que al estilo se refiere, entre Cien días y los films históricos ale-; manes: propiedad, verismo, documentación y un marco grandioso en el q u e caben los primeros planos y las ¡¡erspectivas; reflejo animado d e una época c!on todos sus elementos, y no el frío detalle de un suceso más o menos célebre y dis-, cutido. L o que no tiene Cien dias, como producción de temperamentos meridionales, es E^^'^^^HBHI^B^^H,-, la parsimonia d e los » d ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ™ films t e u t o n e s . Es más rápido, más v i v o , más ligero de pies, sin que por ellf) pierda la cabeza, es decir, la graveílad que requieren los temas históricos. Si algún reparo podría ponerse a esta obra maestra e inesi)erada en la cinematografía italiana, (pie parecía haberse quedado afónica después de axpiellos gritos estentóreos e insinceros de lasseudo-reconstrucciones históricas (pie culminaron en Cabiria, digo que si algún re))aro podría opimerse a este gran film es su tendencia. Napoleón será todo lo (juc (piicran sus admiradores, menos un pacifista. S a l v o este distingo. Cien dias, coiuo obra d e arte, como espléndida muestra de realización cinematográfica, es lo mejor que habíamos v i s t o hace mucho tiempo: grandiosidad de escenarios, movilización asombrosa de masas, gradatñón y ritmo, t a n t o en lo plástico y exterior como en los clarobscurosy primerosplanos espirituales: acción y pensamiento, imágenes e ideas en perfecta armonía. L a interpetación, como se desprende de l o dicho, es una nota acordada a la sinfonía general. Como es lógico, se destarran las v w e s brillantes, a c a i g o de Werner Krauss ( N a p o l e ó n ) , tal v e z demasiado bnisco y exaltado en algunos momentos; Gustar Grundgens (Fouché), sinuoso, untuoso, melifluo y bribón de t o m o y lomo, y los actores que (encarnan las figuras de T a l l e y r a n d , M e t t e m i c h y Blücher. PRENSA "El último millonario" l'or la alta calidad de su realizador. Rene Clair, mencionamos el estreno de El último milhmario. El gran humorista se ha e q u i v o c a d o esta v e z . P e r o nos abstenemos de cen.surarle, porque el creador d e A nous la liberté o de El millón tiene dereí-ho a im bul de inmunidad en su primer desacierto, no tan r o t i m d o , después de t o d o , que no contenga méritos suficientes para enoi^ullecer a otro que no fu( Konó Cb;ni. 1 >(' lius migajas (caídas d e la mesa de i l o m o r o dijo Ksípiilo (pío había compuesto sus tragedias. Con las migajas de humorismo q u e desperdicia R e n e Clair, muchos dirocu>yi-rrian folióos. ANTONIO

t í l / M A N MERINO

i


E

nuestro número anterior prometíamos a j nuestras lectoras que en vmo de los próximos aportaríamos nuevos datos para la higiene de su rostro. Las circunstancias han pernútido que lo hagamos hoy, con lo que complacemos a algunas lectoras que, en gentiles y amables misivas, nos han rogado no demorar mucho l a continuación de nuestro anterior trabajo. Y a ello vamos, sin más dilaciones. U n simple examen microscópico de la piel proporciona la rápida y exacta visión de su contextura complicada, y ello basta para comprender cuan difícil resulta su conservación y cómo han de ser de prolijos y atentos los cuidados que a su conservación deben dedicarse. U n prestigioso cirujano de estética femenina, interrogado acerca de este importantísimo aspecto de la belleza de la mujer, se expresó en estos términos: « L a mujer, p o r regla general, no suele poseer perfecta la epidermis del rostro, porque habitualmente emplea en su maquillaje product o s

V

June Kni^h realizando sus cotidianos ejercicios de gimnasia, bajo la dirección del profesor dc cultura física d e los Estudios Don Loomis

\0'

V

¿ P i r a t a ? ^Sirena? ¿Ondina? En t o d o caso, Miriam Marsh seri s i e m p r e una m u j e r bellísima y una a r t i s t a admirable

1.

H i t

formados con cuerpos grasos de imposible asimilación, como son la mayoría de las cremas, polvos y aguas de . belleza. \ Todos estos elementos, cotif dianamente aplicados sobre la piel, acaban por hacerla enfermar, toda v e z que la parte inasimilable de sus productos de tocador obstruyen y ciegan los orificios de las glándulas, que necesitan, para su perfecto estado, una higiene y una limpieza de las que la mujer suele prescindir, no por desidia ni por abandono, sino por ignorar a qué nocivos extremos puede llevarlas esa negligencia. L a sumaria limpieza que dedican diariamente a la piel de su rostro no es stificiente, porque la esteriliza la nueva actmiulación de productos grasos. La piel del rostro de la mujer elegante permanece, durante años, sin que una limpieza intensa y decisiva la libren de los gérmenes perniciosos que la agostan y la restan lozania y frag¡mcia. Ksta y no otra es la razón de que carezca del encanto anhelado. T o d a mujer debe proceder de tiempo en tiempo, ni con demasiada frecuencia ni con excesivos intervalos— dos veces por semana es lo ideal—, a una limpieza total, absoluta e intensa, de su rostro, por medio de jabonaduras y cepillados. N o se trata d e emplear jabones vulgares ni cepillos demasiado duros. P o r el contrario, aquéllos deben ser de la mejor calidad, y éstos, suavee y flexibles.» Como demostración la más expresiva de la eficacia de este sistema, aconsejamos a aquellas de nuestras lectoras a quienes el tema de este trabajo resulte interesante que procedan a enjabonar primero el cepillo y a frotar después con éste, no muy fuerte, una parte de su brazo. Realizada esta operación, observen con una fuerte lupa el resultado obtenido. Quedarán atónitas al advertir la gran di^ " ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ferencia que existe entre la ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ parte cepillada y la que


no lo ha sido. L a piel sometida a este higiénico procedimiento no sólo habrá cobrado n u e v a tersura y una idéntica lozanía, sino que su rosada tonalidad evidenciará que la circulación de la sangre, eo aquella parte, se ha intensificado sensiblemente. L a seguridad absoluta de que este sistema es el mejor de cuantos existen para rejuvenecer el rostro, nos l l e v a a aconsejar a nuestras lectoras, aun a aquellas que se crean en posesión de una epidermis impecable, que l o ensayen d u r a n t e algún tiempo. A buen seguro que nos agradecerán la indicación, y no abandonarán jamás su práctica. ¿Cómo realizar ese cepillado?, preguntaréis. Segtin aconsejaba el cirujano cuyas palabras a este respecto acabamos de reproducir, n o debe emplearse un cepillo cual-

I'.ladys Swarthout repite, en e s t a foto, el inagotable y seductor tema gráfico que es una mujer hermosa en «maillot»

después, recobrando la epidermis su t o n a l i d a d normal, y sentiréis una grata sensación de calor, que evidencia la intensificación de la corriente circulatoria por efecto del masaje. l ' n sencillo enjuagatorio con agua tibia pondrá fin a este incomparable sistema de higiene de rostro, eo el caso de que el vuestro posea una epidermis naturalmente grasa. Si, por el contrario, es seca y sensible, unas simples compresas de m a l v a v i s c o la librarán rápid a y suavemente de la inevitable congestión. Congestión—repitámoslo una vez n . s — q u e no es nociva, sino beneficiosa, y que se produce por el efecto lógico del masaje o fricción realizados con el cepillo. L o s maravillosos resultados de este sistema producirán verdadero asombro en aquellas d e nuestras lectoras que se decidan a ponerlo en práctica, l ^ r o e l l o , claro es, a condición de que lo realicen prudente y c(mtinuadamente, no haciendo las fricciones demasiado fuertes, lo q u e p r o d u c i r í a , lógicamente, una i n i t a c i ó n de la epidennis; ni con demasiada suavidad, que haría ridículo y estéril el procedimiento. Buena fe, constancia e ilusión son las cualidades indi.spensables para la eficacia de este m é t o d o . MIOSOTYS

1^,

Primero, la fricción del rostro con un cepillo impregnado d e jabón. Luego, unas compresas de malvavisco. El reriultado, sencillamente maravilloso

quiera, sino i m o especial, suave y flexible, que hallaréis en cualquier perfumería. L o más sencillo es proveerse de un cepillo do dientes, muy suave, del mayor tomaño que en• centréis, y , a ser posible, de forma redonda, e. cual se someterá a una dilatada cocción antes de ser utilizado. El mejor sistema, el más c ó m o d o y tal v e z el de m a y o r eficacia, consiste en mojar el cepillo en agua templada, impregnarlo bien de un jabón dulce y emoliente, y seguidamente aplicarlo sobre el rostro en ligerísimas fricciones, smgularmente en las partes donde se adviertan mayores imperfeccionas y más sensible acumulación de grasas y espinillas. Sobre estos lugares, la frotación debe intensificarse; pero con el fin de no produ<'ir en li piel una irritación excesiva, adquirirá un aspee t o de masaje, muy leve y continuado, evitsüido siempre, con precaución escrupulosa, que en nin gún m o m e n t o las púas del cepillo penetren en los poros cuy a excesiva dilatación se pretende corregir. O t r a cosa de la que hay ([ue huir es de extender la acción del cepillo hasta la zona próxim a a los ojos, pues la piel que está cerca de ellos es de sensibilidad tal que no resistiría, sin quebranto, los efectos de este método. A l t e r m i n a r la operación, vuestro rostro adquirirá una coloración desusada, que—¡tranquilizaos! — desaparece p o c o

Florence R i c e asegura que este m é t o d o de c o r r e r sin a v a n z a r un s o l o p a s o es niagníriro para c o n s e r v a r la línea. La suya es, sin duda alguna, la mejor propaganda del o r i g i n a l procedimiento


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28

RESA, PACO, SEFINI y FKLISA. T E R E S A avanza hacia su padre. Está emocicmadísima. T E R E S A . — ¡ P a d r e mío! D O N Q U I N T Í N sufre una violenta conmoción. Estrecha a su hija entre sus brazos. Entrecortadamente, dice: Q U I N T Í N . — ¡ H i j a mía! ¡Hija mía! ; Perdóname! Do.N Q U I N T Í N quiere arrodillarse; pero T E R E S A se lo impide. T E R E S A ¡ N O , eso, no, padre! U n a cosa sólo quiero preguntarle. ¿Por qué abandonó usted a mi madre? QUINTÍN (abrumado, vacilante).—Por...No sé... porque... Es decir, sl lo sé: porque no creí en su amor. Porque dudé de su lealtad. Como yo nunca supe amar, nunca creí en el amor de nadie. L a amargura de mi vida ha sido no creer más que en la traición de todos. E n la maldad de todos, P A C O . — A h o r a comprendo que le llamen a usted el amargao. Porque a mí me parece que hay que ser al revés: hay que creer que todos le quieren a uno, y alguna vez se acierta. Como, pongo por caso... T E R E S A . — ¡ P o b r e madie! Pero,

Biblioleca

de

en fin, quiérame usted a mí todo lo que no la quiso a ella, y así pagará usted algo de lo que la dejó a deber. Q U I N T Í N . — Y por lo que se refiere a tu abandono... T E R E S A . — C o n m i g o no tiene ustes que disculparse. Otra vez a mis brazos, y nada más. T E R E S A le tieruLe los brazos de nuevo, conmovida, llorando. D O N Q U I N T Í N llora también. Q U I N T Í N . — ¡ H i j a de mi alma! PACO (limpiándose las lágrimas).-—¡La panocha! S E F I N I . — ¡ E s o es una mujer, y no lo que tié uno en casa! T E R E S A . — P a d r e , abrace usted a este hombre (por PACO), que es lo que más quiero. Q U I N T Í N . — ¿ N o me guardas rencor? P A C O . — ¡ Y o qué le voy a guardar a usted! H e nacido en Madrid, hombre. P A C O y D O N Q U I N T Í N se abrazan estrechamente. NÚM. 1 5 2 . Cambio de ángulo. Se abre la puerta y aparece A N G E L I T O con un barril de aceitunas. A N G E L I T O (con cara siniestra ) . —

¡Don Quintín, yo nunca he sido rencoroso; pero en esta ocasión me voy a vengar de lo de la pierna! ¡Ahora mismo se v a usted a comer a la fuerza lo que hay dentro de este barril! Q U I N T Í N (con ira).—¿Qué dices? A N G E L I T O (saca al upeque* del barril).—¡Que se coma usted esto a besos! QUINTÍN (aTERESA).—¿Tuhijo? T E R E S A . — M i hijo. Q U I N T Í N . — ¡ C ó m o le voy a querer! D O N Q U I N T Í N , que ha cogido al ntüo en brazos, lo separa de pronto y se mira el pantalón, sacudiéndose. TERESA (interrogando).—¿Qué es? Q U I N T Í N (con bondad).—Nada, nada. P A C O . — ¡ P o s sí que respetas al abuelo! ANGELITO.—No somos nadie, Don Quintín. Y a lo ve usted, toa la vida presumiendo de valientes, y al final viene un rorro y se desagua en nosotros. .Música. FIN

DOX O U I M I X , E L A M A R G A O

25

rropa, y en este momento lo ve \.NGELiTO. Su rostro se llena de itupor. S E F I N I , en aquel momen. viene también de la sala. liFiNi.—¿Qué te pasa? . V N G E L I T O . — N a d a ; que, ¡al íin!, voy a saber dónde vive el de la aceituna. SEFINI.—¡Pero.. ! NÚM. 137. A N G E L I T O ha salido fuera del local. Ve cómo P A C O se :enta al volante de su lauto*, y . , Pf' junto a él. A N G E L I T O vuel1- precipitadamente al interior, :oma su patinete del guardarropa, vuelve a salir a la calle y parte en persecución del *taxi». NÚM. 138. El portal y acera de la

NÚM. 139. En la uloge» de F E L I S A . Esta, a toda prisa, se estd vistiendo, ya desmaquillada. Hay un gran desorden en el cuarto por haber tirado las prendas al suelo al desnudarse. S E F I N I , consternado, se halla de pie junto a la puerta. S E F I N I . — ¿ E s t á s segura de que esa que has visto era la hija de Don Quintín? F E L I S A . — C o m o que se ha criao conmigo en la casilla. S E F I N I . — E n t o n c e s , resulta que Don Quintín quiere perforar a su yerno. ¡Mi madre! F E L I S A . — N i más ni menos. S K F I N I . — ¡ P e r o eso es tremen-

te su mirada por la calle. De pronto, su rostro palidece. Gran estupor, seguido de espanto. Abajo, n la calle, se halla Do.v Q U I N 1ÍN, bien plantado sobre sus piernas, mirando fijamente hacia la puerta de entrada de la casa. T E RESA entra precipitadamente al interior. Está trastornada; pero procura disimularlo, por temor a que se entere su tía, que se halla sentada durmiendo al niño. La Ha no se da cuenta de nada. T E RESA queda un momento como clavada en el suelo, ausente, sin saber qué partido tomar. N Ú M . 142. Exterior. Se ve a D Q U I N T Í N atravesar la calle.

casa de P A C O . El ttaxi» para allí, seguido por A N G E L I T O sobre su patinete. De un bar, frente a la casa de P A C O , sale D O N Q U I N T Í N . De pronto, se fija en el *taxi*, y descubre quién es el chófer. Su cara refleja una gran alegría. T E R E S A . — N o tardes. Paquete. P A C O . — L o que me cueste encerrar. •» D O N Q U I N T Í N avanza rápidamente hacia el auto*. Pero éste se aleja ya, y T E R E S A ha entrado en la casa. D O N Q U I N T Í N llega hasla el portal. A N G E L I T O , que lo ha visto todo, se lleva las manos a la cabeza, vuelve grupas, siempre en su patinete, y desaparece veloz.

dísimo! ¡Luego dicen que si el cine y las novelas! F E L I S A . — N a más que nos traiga las señas el Angelito vamos todos a casa de ellos y les descubrimos la verdad. NÚM. 140. En casa de la tía de P A C O . T E R E S A , que acaba de dar de mamar al chico, se levanta de la silla y se lo entrega a su tía. T E R E S A . — A c u é s t e l o , tía, que y a está bien llenito. V o y a ver si viene Paco. N Ú M . 1 4 1 . T E R E S A sale al balcón. Mira hacia la calle. Avanza el bt4sto por encima de la barandilla y mira hacia su derecha. Al no ver a P A C O , deja vagar indiferen-

N Ú M . 143. Cosa. TiiRiiSA tomo una decisión. Rápidamente sal del piso y baja las escaleras. NÚM. 144. Exterior. T E R E S A , i . en la calle, avanza decididamente hacia D O N Q U I N T Í N . T E R E S A . — ¡ B u e n a s , caballero! Q U I N T Í N . — ¿ E s a mí? TERESA.—A usted. Q U I N T Í N . — N o la conozco para nada. T E R E S A . — Y o a usted, sí; que no lo olvidaré en mil años que pasen, y no lo he visto más que una vez. Q U I N T Í N . — ¿ Y qué quiere usted de mf? T E R E S A . — V a usted a saí)erlo


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BibUoteea de

DON Q U I N T Í N , E L A M A R G A O mete en nuestro camino, no nosotros en el suyo: que nosotros no odiamos a nadie. Y si usted tiene veneno en el alma, vayase con él a otra parte y déjenos que vivanos contentos y tranquilos. Q U I N T Í N . — ¿ Y para decirme eso la manda a usted el cobarde de su marido? N Ú M . 1 4 5 . Cambio de ángulo. Continúa la escena. Aparece P A C O detrás de T E R E S A , apartándola ccm dulzura. P A C O . — ¡ O i g a usted, amigo: y o a las mujeres no las memdo a dar conversación a las gallinas! T E R E S A queda aterrarizcuia. Q U I N T Í N . — ¡ A s í me gustan los valientes! P A C O . — N a d a de valientes. Y o soy un hombre nada más; pero tomo las cosas como vienen. Q U I N T I N . — P u e s , por lo pronto, le voy a dar en la cara. P A C O . — ¡ V a m o s a verlo! (Saca un arma.) T E R E S A se lama dando gritos sobre P A C O , interponiéndose entre il y D O N Q U I N T Í N . Acuden algunos transeúntes. NÚM. 1 4 6 . Un taxi», del que bajan a toda prisa F E L I S A , S E F I N I y A N G E L I T O . Se abalanzan sobre D O N Q U I N T Í N , sujetándole. Se ha formado un grupo de gente. S E F I N I . — ¡ Q u i e t o ! ¡ N o toque ustes a ese hombre, D o n Quintín!

Usted viene buscando a mi marido. ¿No es verdad? Q U I N T Í N . — S i es a su marido el que busco, el encontrarme con astas no me interesa, como comprenderá. T E R E S A . — U s t e d busca a mi marido para hacerle mal. Y todo el mal que va para un hombre, se encuentra en el camino, un poco antes de llegar, con la mujer que lo quiere. ¡Por eso viene usted a buscarle a él, y se encuentra conmigo! Q U I N T Í N . — ¡ L a s mujeres, a remendar calcetines! T E R E S A . — A remendar calcetines pa los hombres que tienen vergüenza. Q U I N T Í N . — ¡ A c a b e m o s de una vez, que tengo poca paciencia! TERESA.—Dos palabras nada más. Mire usted, señor lo que hizo mi Paco contra usted no lo hizo con odio. L o hizo por vergüenza. Si usted v a con una mujer y le d a n en la cara, ¿qué hace usted? L o que hizo mi Paco: jugarse el corazón p a que a la mujer no se le

olvide que va con un hombre. Q U I N T Í N . — C o g i é n d o l e a uno desprevenido y aprovechando la ventajita y todo, pa mandar luego a la señora. T E R E S A . — ¡ A mí no me ha mandao nadie, que a mi Paco le sobra corazón. Pero si usted vive emperrao en hacerle daño, yo le digo a usted que no se lo hace! Q U I N T Í N . — ¡ J a , ja! ^ T E R E S A . — ¡ N o se lo hace! Y o no i he tenido en el mundo más cariño que el de este hombre. N i a mi madre he conocido: que y o aprendí a decir madre al oír a las otras niñas llamar a la suya; y a ve usted si es tristeza. E l ha sido para mí madre, padre, marido, hermano..., ¡todo! Hasta que le conocí a él no he tenío cariño ni alegría. ¡Figúrese usted laa puftalás que me tié usted que dar a ral antes de llegarle a él al corazón. Q U I N T Í N . — Y o no vengo a pelear con una mujer. T E R E S A . — N i yo quiero pelear con usted. Pero usted es el que se

Q U I N T Í N . — ¡Soltadme! ¡Cobardes! ¡No me sujetéis! NÚM. 1 4 7 . Dos o tres vecinos entran dentro de la casa a P A C O , que forcejea para desasirse. T E R E S A , con los brazos ceñidos al cuello de P A C O , lo arrastra también hacia dentro. Antes de entrar en la casa maldice a D O N QUINTÍN. T E R E S A . — ¡Maldito sea usted, que viene a robarme mi bien! ¡Maldita sea su alma negra! ¡Maldita su vida mala! ¡Malditas todas sus horas! Q U I N T Í N . — ¡ O s voy a deshacer! S E F I N I (casi al oido de D O N Q U I N T Í N , mientras le sujeta).— ¡Don Quintín, esa mujer que huye de usted echándole maldiciones es su hijal D O N Q U I N T Í N cesa de debatirse. Su cara expresa aún la cólera, mezclada con gran sentimiento de asombro y terror. QUINTÍN.—¿Eh? S E F I N I le suelta. S E F I N I . — S í , señor, su hija. Y a ve usted, la obra de su vida. Quien siembra odios, recoge maldiciones. ( D O N Q U I N T Í N no oye. Su mirada refleja el terror que le acaba de so-

brecoger. Mira a un lado y otro sin conciencia de sus actos.) Q U I N T Í N . — ¡ M i hija! ¿Dices que es mi hija? ¿Cómo lo saljes? ¡Por compasión...! N Ú M . 1 4 8 . D O N Q U I N T Í N andando maquinalmente por urui calle con la misma expresión. NÚM. 1 4 9 . D O N Q U I N T Í N , sentado en el quicio de una puerta, con la cabeza entre las manos. Al cambiar de postura se ve que estd llorando. Pasa una niña, que se fija en D O N Q U I N T Í N . Se detiene, entre curiosa y compadecida. N I S A . — ¿ Q u é le pasa a usted? Q U I N T Í N . — N a d a , hija, nada. N I Ñ A . — ¿ S e ha puesto usted malo? Q U I N T Í N . — N o , gracias, hija; no estoy malo. N I R A . — C o m o le veía a usted llorar así en la calle, tan solo... i

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Q U I N T Í N . — ¡ S o l o ! ¡Eso, sí, hija ahora. N o se apure; y a verá usmía; estoy muy solo! ted. (Lo acaricia...) N I R A . — ¿ N O tiene usted a naQ U I N T Í N (rompiendo a llorar ) . — die? ¡Hija mía! (La besa.) Q U I N T Í N . — N o tengo a nadie. N Ú M . 1 5 0 . Transición. D O N Q I N I Ñ A . — ¡ P o b r e señor! ¡Qué peT Í N llega a la casa donde vive, v na! ¿Quiere usted venir a mi casa? entra en ella. Sube las escaleras Somos mi madre y yo soütas. Vendespacio, abatidísimo. No parece ga usted conmigo, y, si mi madre el mismo hombre. En las pocas quiere, le cuidaremos a usted hasta horas pasadcts ha envejecido unos que se ponga bueno. años. En su aspecto e indumentaria se ve aún el desaliño que ha Q U I N T Í N . — ¡ G r a c i a s , hija, graseguido a su reciente riña y a su cias! vagar sin rumbo. D O N Q U I N T Í N NISA.—^Apóyese usted en mí. Vamos. abre la puerta del piso. Q U I N T Í N . — Y tú, ¿por qué m e | N Ú M . 1 5 1 . Interior del piso. D O N Q U I N T Í N llega a la habitación en compadeces? donde al principio vimos a la reN I Ñ A . — P o r q u e le veo llorar, y cién nacida. La habitación está a dice mi mamá que todo el que lloobscuras. D O N Q U I N T Í N abre la ra es bueno. luz. Se queda asombrado al ver , Q U I N T Í N . — P u e s yo no lo he quién hay alli. Distribuidos por sido, hija mía. la habitación se etuuentran T E N I Ñ A . — L o empezará usted a ser


sa,—a los tres me comeré. L o s C E R D I T O S : Buena la vck a pasar.—Como intentes bajar,—la caldera hirviendo te encontrarás.—¡Ja, ja, ja, ja, jal ¿Quién teme al lobo feroz?—¡Al lobo, al lobol—¿Quién teme al lobo Jerez? ¡Tralla, la. la. lal E L >os tontos que forman un ejemplar del

NO OLVIDE USTED QUE SON

nia). Casada con Harry Joe M A S (Porto).—Me escribe usBrown. ted en un portugués ciento por Gloria Stuart nació en Santa ciento, y, la verdad, no sé si Mónica (California). The Invicontesto bien a sus preguntas. sible Man, Román Scandals, José Mojica nació en San G a - Beloved, I Like it that Way. briel (Méjico), hace treinta y Divorciada de Blaire Gordón. cuatro años. Tiene el cabello Escriba a Universal Studios, negro y los ojos pardos y una Universal City (Caliíomia). estatura de 1,74 metros. H a Madge Evans nació en Los interpretado las siguientes peAngeles (California). Beauíy for liculas: Hay que casar al prínSale, Forever Faifhful, Transcipe. Ladrón de amor. El precontinental Bus. Escriba a Metrocio de un beso. La ley del harén. Goldwyn-Mayer, Culver City Mi último amor. Las fronteras (California). del amor. El catxülero de la noI.x)retta Young nació en Salt che. La melodía prohibida, Et Lalce City (Estado de U t a h ) . rey de ¡os gitanos. Un capitán Se llama verdaderamente Gretde cosacos. La Cruz y la espada chen Y o u n g . The Devil's y El vuelo del amor. EfectivaLove, Mans Castle, Borto BBad. mente, Elisabeth Bergner inDivorciada de Grant W i terpretó Catalirus de Rusia, y ther. Escriba a 20 th Century, Mariéne Dietrich, Capricho ImFox Studios, 1.401 N . Western perial, dos películas de título Ave. distinto, pero de igual arguJoan Crawford nació en San mento. ¿Complacida? Antonio (Estado de Texas). Se llama verdaderamente Billie Cassin. Dancing Lady, ChaiF A G A R E L A (Porto ).—J ames ned, Forsahing all others. Rain. Dunn nació en Louisville (EstaDivorciada de Douglas Fairdo de Kentucky). From Arizobanícs (hijo). Escriba a Metrona to Broadway, Take a chance, G o l d w y n - M a y e r , Culver City Jimmy and Sally. Escriba a 20 (California). th Century, Fox Studios, 1.401 Los repartos que le interesan N . Western A v e . son los siguientes: Volando haSally Eilers nació en Nueva cia Río Janeiro: Belinda de ReYorli. Made on Broadway. zende: Dolores del Rio; Roger Walls of Gold. Desillusión. EsBond: Gene Raymond; Don criba a Metro-Goldwyn-Mayer, Julio: Raúl Roulién; Ginger Studios, Culver City (CaliforBell: Ginger Rogers; Fred A y UNA

LECTORA

D E CINEGRA-

res: I r e d Astaire; Doña Elena: Blanche F"riderici; Señor de Rezende: Walter Waiker. D i rigida por Thomton Freeland. La víctima del dragón: Philo Vanee: Warren William; Bernice: Margaret Lindsay; Sargento Heath: Eugene Pallette; Stam: Robert Barrat; Montágne: George Mecker; Trainor: Arthur Aylesworth; Markham: Robert Me. W a d e ; Mrs. Stam: Helen Ix)well; Doremus: Etienne Girardot. D i r i g i d a por H. Bruee Humberstone. Rumbo al Canadá: Therese: Marie Glory; Bastien: Albert Préjean; Segard: Hubert P r e lier; Hidoux: Pierre Laurel. Dirigida por Julien Duvivier. Le deseo un buen viaje, y quedo agradecido por sus elogios, EDUARDO DÍAZ

(Madrid).—

La letra de la canción de la película Los tres cerditos es: L o s C E R D I T O S : ¿Quién teme al lobo feroz?-—¡Al lobo, al lolntl — ¿Quién teme al lobo feroz?—Tra, la, la, la la. E L L O B O : Tres cerditos veo allí.— ¡Qué banquete para mí!—A la puerta llamaré para ver—si me los puedo comer. L o s C E R D I T O S : ¡Ya eslá el lobo aquíf—Ningún miedo me da a mí.—Mi casita de piedra no ha de ceder,—y no me podrá comer. V.\. L O B O : Pero por la chimenea—utut entrada encontraré.— y así, por sorpre-

LQBo: Soy un corderito-—enfermo y pobrecito.—Dejadme entrar a descansar. L o s C E R D I T O S : ¿Quién teme al lol>o feroz?—¡Al lobo, al lobol—¿Quién teme al lobo feroz?—¡Tra, la, la. la, lal RAÓL

OLGAT

y

EMILIO RIN"

CON (Baeza, Jaén).—Solicitan cambiar corresix>ndencia con lectores de C I N E G R A M A S . Escriban a Imperio Argentina a Cifesa, plaza del Callao, 4, M a drid. Encantado con tener nuevos q)arroquianos». GARY

COOPER.

(Beniajan.

Murcia).—Raúl Roulién nació el 8 de Octubre de 1907 en Río de Janeiro (Brasil). Tiene de estatura 1,76 metros, y el 19 de Septiembre de 1935 se casó con Conchita Montenegro. H a interpretado varias películas; entre ellas. El último varón sobre la tierra. No dejes la puerta abierta, Grarutderos del amor. Volando hacia Río Janeiro, Pierruis de seda. Primavera en oioHo, El fiscal y Paz en la tierra, etc., etc.

([Jlflllil D[ [ M ü (BalHr-MHiérs-Riera) Bal»! t»\ Ctatitil, liittlrii, frafttini», út. il Eifaia 1 Piiitiu»

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