Revista Cinegramas - Nº.64

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A la izqiiii-rita:

Kelli Gullian

A la cli'rerha:

Odette florelle

Ruth Peterson

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SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año II.—Núm. 64.-Madrici,1 de Diciembre de 1935

uenia, t o d o ese maguo camino as<.^ensional seguido apresuradamente por la p a n t a l l a D e aquel í)arracx)n, primero, a estas salas suntuosas de hoy; de aquellas primeras sombras a estas multitudes que hoy mueve prodigiosamente el cinema; de aquel balbuceo a esta realidad su])erior a todo elogio... Cuarenta años, o la aurora, la gloria y la madurez de im arte que ha adquirido una catiígoría estética en tm espacio de tiempo increíblemente petjueño. U n propósito y una idea .sólo pue<ien valorarse justamente al ccmsiderar el eco que han conseguido y la influencia que han logrado. Del valor de aijuel invento de los hermanos Lumiére puede dar fe—incomparable fe- —lo que el cinema ha v e nido siendo desde aquella fecha lejana^—-más cn el espíritu que cu el tiempo -hasta la hora maravillosa de hoy. L a a c t i v i d a d cinematográfica es hoy ima de las primeras del mundo, y sus posibilidailes no están aún • agotadlas, sino que ca<la v e z se ofrecen con más riqueza . y más variedad de perspec-

ccJrQchncp

'cfnanQh(¿rQfJcó Kl lioiiit'naje «IPI iiiiiiido a los hermanos Luniiére, en el \ L Aniversario del Onenia

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L nombre glorioso de los herma j nos Lumiére pasa estos días por los ambientes cinematográficos. Su v i d a y su mérito, su esfuerzo y su fe, toda su ex(!epcional jerarqiiía de seml)radores, ocupan ahora el ])rimcr phuio de la vida cn torno a la pantalla, al c(mjur<) del X L aniversario del cinema. Es sobradmnente conocida la vida <íc los hermanos lyumicrc. YA\ el pensamient o de todos v i v e la emoción de aquellos días primeros de su invento, en la edad heroica del cinema. I ^ ) <[uc entonces apenas era sino mi esbozo, un apunte, tiene hoy tma realidad tan extraordinaria que en aquellos <has apenas se podía ni sospetíhar.

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tivas. H a y por todo ello un emiK-iontulo temblor <ie gratitud hacia aquel invento de un día, cada v e z que se considera la gloria conseguida después. El mundo cinematográfico — y Francia especialmente— inclinan ahora su homenaje ante la v i d a y la obra de los hermanos L u m i é r e . L a s figuras de éstos se ofrecen a las miliida- de las m u l t i t u d e s cor.

A lo largo de esos cuarenta años que aliora se han cumplido d i í f ü a toda la histuriadel ci-

I . U Í M Urrioa y Kamón t^oñi en un momento, lleno de plastieidad, de la peiruia d e Tony Komán «Ciudad enrantada» rOT. rXNIAGUA

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^—Casimiro Ortas y A u rora G a r r i a l o H R o e n u n a escena eómira d e «Una aventura oriental», editada por Buif^as y Soler, de Barcelona

«Castrito» y F.nrique — * del Campo en una eacena de «Una mujer en pelig r o ) , realización de ]o8¿ Santugini p a r a Atlantic Films

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relieve de lo ejemplar. Nunca una sombra cuajó tan prodigiosamente, ni m m c a un primer paso se hizo tan { i n m t o coronamiento triunfal. Citar los hermanos Luiniííre equivale a recordar tmia la historia d e la pantalla, t o d o lo c o n s t ^ i d » ) en una« etapas de gigantesco esfuerzo. Y tnjuivale, también, a citar todas las espléndidas posibilida<les que caben t o d a v í a en el «cinema y to<lo lo que en éste hay aún de horizonte ilimitado. I n d i n é m o nos hoy, al cumplirse los cuarenta años de la fe<!ha y del inv e n t o glori(»sos, ante el m é r i t o excejx'ional de los hermtuios L u miére, ante su obra cntusia.sta y fervorosa de sembradores.

cinema, hay ahora un hecho que es lección y (;amino: las Repúblicas hispanoamericanas piden y a a nuestra productoras y nuestras distribuidora.s material español... L a calidad cfin-^eguida por nuestro cinema, el eco que t o d o esfuerzo meritorio obtiene siempre, han despertado eee interés. Meditefie sobre esto. I m a g i n ' s e lo que esto puede significar de n u e v o avance magnífico y de horizonte extraordinario para la producción española. Quizá mmca se ha presentado a los ojos y a la consideración de cuantos se interesan por nuestro cinema y lo dirigen y hacen, un hecho de este volumen y de este significado. Quisiéramos que fuese debidamente est'uchada esa v o z que h o y nos llega de América. Porque esa v o z es, en gran parte, esto- -nada más y nada menos que estoel porvenir de nuestro cinema. RoMta dr Cabo, Paquíl a Torres y Samuel Crrapo, en una rarrnn de • I n e r r l i d u m b r r » , editada por lliapania Orbía

Félix dr Poméa y Alberto Barrena en nna eneena de la realización d r Kranriaco FJíaa c i U l a p U n » . qne presenta mañana Cifesa en k pnatalia de Rialto—^

La voz que noM llega de Amériea H e m o s recogido en uno de nue.stros comentarios anteriores el camino que a nuestro <-inema se ofre«!Ía: América. VA idioma—sin t ó p i c ( « tras- j nochados, sin retórica de juegos florales, sin on»- j [>el de dis<-urso hispanoamericano- es una rea- ] lidad que nada ni nadie puede .siLstituir. Y con ; el idioma, hay una identidad de espíritu, una analogía de carácter y de seasibilidad. Bases formidables, insu.-<tituibles, .sobre la.s que a.sentar una corriente cinematográfica his)ianoamericana. Construida la adliesión del público nacional, en r i t m o «meciente una producción *\W quiere llenar las exigeiKáas de nuestnxs meneados, se ofrece una nueva tarea a nuestro cinema: t<sa de i'onseguir el fervor y el interés de los públicos (jue, al otro lado del mar, están, por r a z o n w de Historia y d e raza, mucho más <;erca d e nuestra sen.sibilidad que KÍS de «»tros países extranjeros. Confimiando aíjuel comentario (jue m» hace mucho haciamoa d^Bde wtati uutati «ctualeti del


celebrar en una ciudad de tan intensa vitalidad cinematográfica como Barcelona una E ^ wsición Internacional del Cinema. 8e perfilan y a os asjieí'tos y las orientaciones de ese certamen, y diaiiamente llegan a nosotr(»s sugestiones y ofrecimientos que estimamos en todo su v a l o r . Muy pronto hemos de [>ro<>edcr— y lo haremos público desde nuestras coliunnas al nombramiento de las personalidades (jue han de desempeñar el cai^go de vocéales en el Comité directivo de esta futura Exposición. P r o n t o , también, será la c o n v o c a t o i i a internacional. Es ésta una labor cuya complejidad y cuya dificultad a nadie se le escapan, pero al sei-vicio de la cual nosotros hemos de poner en todo momento nuesi ro máximo fervor cinematográfico. ANTONIO VALERO DE BERNABÉ

Juan de I^nda y ei pequeño «Chispita» rn una eürena de la superproducción española «Kl secreto de Ana María», editada por Sele Capitolio

En los Estudios españoles, U s eániaras ruedan... Xuestro cinema, en tanto, sigue su marcha progresiva y da nuev.a.s ruuestras de su constante actividad. Se filman actualmente varias cintas de interés. En los Estudios Ballesteros, IM señiyritu de Trevelez, dirigida por E d g a r d N e v i l l e . En la Cea, La verbena de la Paloma, dirigida por Perojo. En Aranjuez, Currito de la Cruz, con F e m a n d o Delgado como director, para la nueva productora H i s pania Orbis. En Barcelona, Socias y Parellada, p r o c e d e n t e s d e l campo amateur, realizan su primera cinta profesional:/»t«ríidttwibre, con l l i l d a Moreno en el papel de la protag o n i s t a . . T o d a v í a im nuevo título: Los claveles, el gran saínete que músico Serrano, está siendo llevado al film por la P . C. E., bajo la dirección de Eusebio Fernández A r d a v í n y con el gran Beltrán como operador... Desde todas los puntos de vista—desde el nacional, desde el cinematográfico, desde el social^—•', conforta este espectáculo de la activ i d a d de nuestros Estudios. T o d a esa labor equivale a una gran movilización de dinero y de esfuerzos, de entusiasmos y de actividades. Ea, en fin, vida, demostración evidente de AUI4I «utánlikftxeaUdid.

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En tomo a la Exposieión Intemaeionaldel Qnema

F.I realizador de

Continúa abriéndose paso nuestra idea de

con la artistas Pitar y Ca Torrea

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Farándula»,

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NicoUs Rodríguez, pro4age«it)ta__f de « L a señorita de Trevelez», que bajo la dirección d e Fdaard Noville « « rueda para Atlantic FÜM


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ca.si una barrera infranqueable. El pro dvictor español no puede op<mer al pe.íimismo del empresario o el alquilador francés un solo ejemplo. Jamás ima película española ha sido un éxito comerTiLizANDO la presencia de los decial en Francia. En cuanto al punto de legados extranjeros al Jubile<» vista del alquilador, obligado a doblar Lumiére, los miembros de la Cála película en francés o a limitar su exmara Internacional del F'ilm, cuya creaplotación a 15 cinematógrafos de Franción habia sido de<>idida en los Congrecia y sus colonia.s, cree siempre que el sos de Berlín, Munich y Venecia, han rendimiento que pueda ofrecer no guarcelebrado su Asamblea Constitutiva dudará una proporción equilibrada con los rante laa reuniones celebradas los días gastos que originaria la adquisición de 6 y 7, en presencia de los siguientes dela exclusiva y la preparación de copias. legados: doctor Scheuermsnn y F. BerA pesar de estas dificultades, acaba tram (Alemania); doctor Pilzer (Austria); de realizarse en París un nuevo intento. Dmnarteau, de Jardin y Guillaume (BélEl Studio Camera se ha decidido a pregica); Buruaga y Cervantes (España); sentar Doña Francisquita en una versión Gandera, Loureau, Lussiez y Katisbonne doblada y rotulada. Los concesionarios (Francia); doctor Pilzer (Hungría); Rony la dirección del Studio han querido reeoroni, I^ombardo, Monaco y Michetti forzar su salida con la asistencia de los ( I t a l i a ) ; Ordynshi ( P o l o m a ) ; Anderson y elementos oficiales. A su premiere asisBeglund (Suecia), y Havel, I.«pka y Sitieron el embajador de España en París, rratek (Checoeslovaquia). (Míster Kearel señor Roustan, ministro de Enseñanney asistió a titulo personal a las reuniones para informar a la Federación za el Sf^oi Pietri, el marqués de la T o rres, el duque de Noailles, los embajadoBritánica). res de Portugal y Paraguay, el ex embaDespués de haber regularizado la adjador español Quiñones de León y otra.» hesión de nuevos miembros, la A.sampersonalidades del mundillo oficial, diblea ha proclamado la constitución del)loraático y aristocrático, que batieron finitiva de la C. I . F., y ha de8Ígn<ido palmas—muy correctamente, muy en su directiva en la .siguiente forma: docfunciones con lo que alli representator Scheuermann, presidente (hasta que ban—al final de Doña Fraru-isquita. se celebre el Congreso de 1937 en París) Sin embargo, este nuevo film aspañol, y Félix Gandera, Roncoroni y Andercreado y produci<lo en Rspaña jior aleson, vicepresidentes. manes, no v a a ser tampoco quien prestigie en el mercado francés nuestra pro**Doña Franeisquita", en el Studio Camera ducción. L a Prensa apenas ha señalado el acontecimiento con unaS líneas Pirrrr Chroal (») v (lu rquipo a bordo drl <rPadua>, ronvrrtido en el cKIseneur», En Octubre de 1980 se presentaba en sobre el cual han ide rodarae Ua eaceoM caBiialca de «Les n u t i o ^ del Elaeoeoír» oficiosas y publicitarias. Y cuando vn la Sala Pleyel, de París, la película escrítico se ha decidido a decir unas p; pañola La aldea maldita, de Florián R e y , labras fuera del marco reducido del compromiso de Paris y provincias. Sin embargo, la versión en un programa español, en el que Vicente Esha sido para decir que Doña Francisquita era una francesa de este film, creado y realizado por cudero era—sin publicidad apenas—la máxima película española en la que se manifestaba un? extranjeros en España, ha sido un fracaso < satracción. L a pelicula se sostuvo varios dias en escuela y un estilo simbolista muy de moda en pectacular en Francia, del que el cinema espael cartel, y el éxito de crítica que tuvo no U gró Alemania hace diez o doce años. E.sto, como ñol se ha resentido. ser lo suficientemente activo para procurarle po puede apreciarse, no es un signo favorable a la Antes y después de este segundo intento, los teriores proyecciones en otros cin mas de P; rí.s penetración de la producción española en el merproductores españoles han tratado de dar a coo provincias. L o aldea maldita nació y murió » cado cinematográfico vecino. Que nuestros pronocer a la expectación de París nuevos films esla vida parisina en el Pleyel, sin levantar mayoductores, deseosos de que sus películas se abran pañoles. Pero para llegar a ello hay que sortear res consecuencias que las de llevar a la crítica horizontes más amplios, tocinematc^ráfica la seguridad men buena nota de la exde que España podia ofrecer periencia de estos ejemplos temas importantes al cinema y traten de corregir las defiy de que podríamos aportar ciencias señaladas, antes de algo interesante a la cineque el mal sea irreparable. matografía mundial, con la condición previa de qne antee fuésemos capaces de apoPferre Chenal y so equipo emderamos de la técnica y de la barean en el "Elsenenr" experiencia necesarias a toda baeia lo4 mar<>f del Sur producción con preten-sionee La Cámara Intmiarional drl Film ba edebrado en París <>a Asamblea Con<^ titutiva

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de internacionalidad. En Enero o Febrero últimos, los Artistas A.sociados programaron en el Lord B y ron la versión francesa de La (roüMM molinera. A pesar de que la Casa editora del film de Abadie d'Arrast controlaba la sala en que se proyectaba, éste fué retirado del cartel a los tres o cuatro dias, ante la frialdad con q a e el público de Paris acogía en todas las sesiones la proyección de Tricorne. Posteriorruente, United A r t i t s , gracias a so sitaación favorable m el mercado, logró progranar la pelicula carao relleno te programa en varios cines

W . WeUmao, p r c s r o u d o co el SModio des AKrieuUeurs

Pierre Chenal, realizador de Crimen y castigo para la General Productions, prepara para la misma firma una nueva pelicula basada en Le» Matines del Elseneur, del escritor americno Jack Ijondon. Chenal, cuyo distintivo más caracterizado es dar a sus obras el mayor realismo posible por medio del ambiente en que han de moverse sus personajes, en lugar de botar un velero en un Estudio de París, ha preferido embarcarse, con su equipo de artistas y de técnicos, en un velero auténtico, que le conduce en estos momentos ha-


Caréete y r e r n a i i i l G r a v e ) r e n l r u y dereehn), iie<>n>ejaii d e un iiiaqiiilintlitr «|iie lia de r o n v e r l i r i c g en «muieresK. para que puedan aoliiar e n la orquesta femenina de «Panfare d'amour», f i l m d r R i r h a r d l ' o i l i e r

cia los mares aastralianos. Sol)re el P<uim—devenido por obra y gracia del cinema el Kheneur—, Pierre Chenal y los suyos van a filmar la-s escenas capitales de su nueva pelíciU<i. A su vuelta, se completará en los Estudios las escenas «interiores»; se hará el montaje de unas y otras, y un po<-o después, el público podrá—desde un cinema cualcpiiera—^rcctmstruir una gran parte del crucero que en estos momentos realizan Pierre Chenal y su equipo. En dicho crucero se han enibarcftdo: Chenal, como director; Stiengel, como productor; André Berley, Bergeron, .Tacques Berlioz, Delban, Tsigundo Maki, Lucas Gridoux, L e \ ' i g a n , .Jean Murat y W i n a W'infried. como art¡.stas principales; Bach y Mati-ás, como primeros operadores; Y v o n n e t y Metain. como ingenieros responsables del .sonido, y una respetable v-anúdad de «extras», como marinos apócrifos, a las órdenes de los verdaderos marineros... A todos ellos U « deseamos buen viento marinero y el pleno logro de sus aspiraciones ambiciosas. Un libro: "'^Destino del ciuenia francés", por .^reyH..nner)' E d i t a d o por la S w i é t é FrancaLse d'Eklitions Litteraires et Techniques, acaba de publicar.se un libro titulado DeMin du Cinema Francais, escrito por uno de sus anituadores. El autor lia logrado presentar con mía cierta exactitud las cuestiones rela<^iona<ias con la pobreza y la desorganización de la producción francesa. En cambio, cuando señala los m o t i v o s de su pobreza y justifica sus defcctf)S achacándolos a incompetencias personales, sin olviilar que son siempre las personas quienes hacen o deshacen las cosas, creemos que se equivoca. Igualmente podemos señalar como un error fundamental de principio el capítulo en el ([ue indica el autor las medidas que tomaría si fuese dictador cinematográfico. E J I este momento hay cuatro naciones que tienen un dictador e-special para el cinema: Alemania, Italia, Estados Unidos y la Unión S o v i é t i c a P e r o se da el caso curioso que mientras en tres de estos paises el cinema encuentra cada día nuevas y mayores dificultades en el orden económico, en el otro la cinematografía se desarrolla de una manera lenta, pero segura. El señor A r c y - I I e r m e i y , al pretender eligirse en dictador, debió tener presente que el cinema francés no es un dictador lo que necesita, sino una dictadura especial que le permita abordar nuevos temas y retirar como inservibles y en desacuerdo con el momento actual los que v i e n e utilizando. T o d a s las teorizaciones que hagan abstracción de este hecho fundamental para conducirle por derroteros diferentes son puras utopías. El cine francés, como otros cinemas de primera línea, ha agotado y a sus temas insulsof hasta la exageración, y reftetido sus menages a trois y sus cocfumneries hasta lo infinito, y paralelamente a su crisis económica, hav otra crisis de

S i m o n e B r r r i a u (ru el o - u l r o ^ en u n a e<trcna d r «l>itinr.>, l'ilm franeé» reali/adi» por e l g r a n director Max (IphQls, rttirenado en r l Krmilage. con gran elogio d r c r í tica y p ú b l i c o

contenido no menos i m p o r t ; n t e que no podni resolverse más que de acuerdo con un cambio radical d e sistema. T o d o lo que pretenda encubrir estas realidades serán be lo o nmla literatura, pero no una verdad auténtica. Y el libro de A r c j ' - H e m i e i y , fecundo e n conocimientos cinematográficos, carece de este principio, que y o ccmsidcro elenuuital. Esla semana se han presentado en París once nuevas pelíeulas El viernes 1.5 del actual se estrenaron en París once nuevas películas, cuya ficha damos a continuación: Fanfare d'amour. ( A u b e r t - P a l a c e ) , realizado |u>r Richard Poitier, sobre un escenario de R o bert Tlioereu y l>ogan. Interjtrot ación de B e t t y Stockfeld, Madeleine fJuitty, G a b y Ba.sset, Ix»ubigny, Palau, P i e n e L a r q u a y , y Fernand Grav e y y Carette, disfrazados casi todo el tiempo en dos «agraciada.s y seductoras jóvenes», por obra y gracia del escenarista Amants et roleurs. ( M a r i v a u x ) . Dirección d e R a y m o n d Bernard, sobre una obra de D o n Tristán, su padre. Pierre Blanchard, Florelle, M i chel Simón, Paul Azais, A r l e t t y , Maxúnilienne, etírétera L'appel de la Foret (LM ley de la-angre). (l^es Agriculteurs). L a clásica novela de aventuras, adaptada a la pantalla por W i l l i a m Welhiían, so-

bre una novela de .lack Ixmdon. Clark Gal)le, Ijoretta Y o u n g y Jack Oakie en los primeros y simpáticos papeles. Diríne. (Fjmitagt»). Realización de .Max Ophüls sobre un escenario original de Colette. Interpretación de Simone Berriau, Paul Azais, Gina Manes, Philippe Ilenriat, Georges Rigaud, etc. Retour au paradis. ( O l y m p i a ) . Un film de tipo popular, imaginado j>or André Paul A n t o i n e . y realizado por Serge de Poligny, en la campiña del J u r a Interpretación de Claude Dauphin, Marcel André, E^elman, V i v i a n n e Romance, Fu.ssier-Gir, Simone Delielly... Sous la griffe. (.Moulin-Rouge). Christián Jaque ha dirigido a Coiistaiit R c m y , Jo.sé Noguero, Madeleine Ozeray y R a y m o n d Cordy \WT los telones y pistas de los circos... F i l m de tijio popular, en el que se manifiestan bien claramente Ifs intemiones comerciales de sus prcdu<torcs... Le chemineau. (Imperial P a t h é ) . Fernand vers, realizador de films basados en obras nocidas y reconocidas (Derblay, Las Camelia--, Novela de un joven pobre), bajo la su|)eiTisión de Abel Gance, ha dado al cinc francés una nuev a versión de la obra de Richcpin, con V í c t o r Francen como principal intérjirete. Ainsi finit un amour. (Ely.sée-Gaumcnt). L o s amores de María Luisa y de Neiperg. Paula W e s sely y W i l l y Forst. Un film alenián,.sin importancia alguna. West of the ¡)ecos. (Wá.shington). Un film del Fai-V\'fcst, con Richard D i x y Martha Sleeper. M o v i m i e n t o y carreras. Dinamismo y agili(Íad. Ry your leave. ( W a s h i n g t o n ) . Franli Morgan y Genevieve T o b i n , en una comedia m o d e m a , de tipo doméstico. Doña Francisquita. (Studio Camera). Hans Behrendt, realizador alemán de esta obra de V i ves, interjiretada por Raquel R o d r i g o , Matilde Vázquez, F e m a n d o Cortés y Ant<,nio Palacios. Demasiadas canciones y escaso m o v i m i e n t o . L a Prensa francesa señala su técnica y estilo retrasados. Y ahora, una anéedota para quitamos rl mal gusto de los tftulos extranjeros y los nombres ditteiles Xos la proporciona Le Canard Enehainé (El Pato EncaderuuJo), de donde la trtmscribimos: Charles Boyer, unos días antes de su nueva marcha a H o l l y w o o d , fué al cine que presentaba en París su j>elícula ameri<?ana Corazmes heridos. El público silbó el film de lo lindo. Charles B o y e r silbó también. —Como itsted v e — d i j o más tarde—, el púl)li< o estaba casi enfurecido. Si y o no hubiese silbado habría llamado la atención... Y y o no quería, bajo ningún concepto, que me hubiesen tomado por Charles Bover...

José Noguero

en una esrrna dr «Souti la griffc». de Christián Jaque

Jl A.N P a r t í , 8-15 de Noviembre

PIQUERAS

de 1935.


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O N ocasión d e L o indómita, y al calor ile su é x i t o , la sugestiva figura de Jean H a r l o w sigue imponiendo su boga luminosa. E^ta v e z el reportaje no inventa actualidad orientando la atención sobre determinada figura, sino que la actualidad manda en él y le impone sus personajes. Otra v e z v u e l v e el tema a inscribirse en la órbita estelar de esa gran figura que, c o m o mujer y como artista, ejerce una doble fascinación y cuya armonía proclama el triunfo de los contrastes. Contraste d e su abundante cabellera de plata con la calidad juvenil y dorada de la carne; contraste de sua ojos intensamente azules con la noche sedosa de las pestañas; contraste de su dominadora esbeltez con las curvas acentuadas de la silueta... Conjunto extraño, suntuoso e imponente, en la suma de una armonía indefinible. «Cuando pienso en el pasado de Jean H a r low—ha dicho una escritora especializada en el análisis d e las grandes figuras dei cine—y la v e o tan fragante, tan seductora y tan j o v e n , sin que la desgracia h a y a dejado el menor arañazo en su c a m e de raso, pienso en esas flores de nácar o de cera coloreada que rivalizan en belleza con las flores verdaderas. Y que, por ser artificiales, prolongan su duración, mientras las otras se marchitan.» L a imagen es exacta. En la atmósfera (1(> clima ficticio donde se cultiva la celebridad d e la star, Jean H a r l o w es acaso la que, sin sustraemos los elementos más cálidos y más humanos de su prestigio, «la una m a y o r sensación d e flor artificial, tallatia en nácares o en m á m i o l .

Se afirma que Jean Harlow es la mujer más fotogénica de H o l l y w o o d . Y la más fot(^rafiada. Record fantástico de incalculables superaciones. P o r otro lado, cuatro años de celebridad, pero de celebridad permanente, también representan un record singularísimo entre el frenético desfile d e los miles y miles de kilómetros de celuloide impresionado. Cuatro años de H o l l y w o o d son la vida y la muerte, el triunfo y el fracaso d e innumerables artistas, para los que, un momento, ha sonado el falaz campanilleo de la popularidad y de la gloria. Las excepciones son tres, cuatro, seis casos. Y Jean I l a r l o w entre ellos. Jean H a r l o w , merced a una e n e i ^ a y a una audacia basada en la conciencia del propio valer, renació triunfalmente con todos los subrayados de sus singulares seducciones. Empezaba la v a s t a cadena de éxitos que se extiende desde En el mar de la China hasta La indómita. Y allá a lo lejos de la rata, señalando los momentos de miciación y envuelto en nieblas de olvido, quedaba para siempre aquel terrible tipo de aventurera. A l cabo de cuatro años, el nombre de Jean H a r l o w figura siempre en laa avanzadas de todos los concursos de popularidad. Los maridos frustrados Y , sin embaído, dadas las particularidades psicológicas del público americano.


Nuestra reciente A s o c i a c i ó n j^ana los primeros premios

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os cineastas amateurs de Madrid están de 1 _J enhorabuena H a c e tres meses que se constituían en As(KMa<-i6n; dos, que nos daban a conocer sus primeros films en t m a sesión inaugural, y re<-ientemente han «'onseguido, para dos de aquellos títuhts presenta<ios, el s ^ u n d o y tercer premio en el Concurso Nacional celebrado hace poco en B a r c e l o n a El balance es iiunejorable. IJO difícil v a a ser, de ahora en adelante, no y a superarlo, sin<» (iontinuar en esta línea ascendente, tan brillantemente empezada. N o nos ha sorprendido el é x i t o de los amateurs madrileños. Es más: cuando vimos l<»s films de Real y Rodoreda, decíajnos en estas i m s m a s páginas que los considerábamos dignos candidatos ])ara un Concurso. Ix)s hechos, con ima rapidez inso.spcK'hada, han venido a dam<ts la razón. M t primar film, de Real, y Viéndolas por un agujero, d e Rodoreda, no son, en su aspecto, dos obras cumbres. Pero del primero al último metro es cine; pero cine en toda la extensión de la p a l a b r a ¿Qué más se puede exigir del amateur que por primera v e z se lanza a la aventura? Nos coraplaí'e en extremo el é x i t o obtenido |>or la novel A.sociación de Cine « A m a t e u r » , y mucho más porque en este aspecto Madrid estaba hasta hace poco muy mal situado. N o se concibe que en una ciudad de un millón de habitantes estuviese completamente descuidada, casi podríamos decir virgen, esta importantísima modalidad del celuloide. En todas los países del mundo el cinema amateur e-stá adquiriendo proporciones insospechadas. En España hay millares de mácpiinas que están rodando, y en la mi.sma Cataluña exi.sten pobla<ñones de segunda y tercera categoría, con 15.ÍXX) ó 20.000 almas, que tienen sus A.sociaciones. compuestas [)or una l ^ i ó n de entusiastas aficionados. Madrid, en cambio, teniendo un porcentaje enonne de cineastas—llamémosles «puros»^—que estarían magníficamente emplazados en las Asociaciones de cine amateur, no figuraba para nada

De la película inédita de Daniel Jorro « P o r tierra» de Talavera»

en este concierto mundial. Y al decir que deberían de formar en sus filas, no queremos dar a entender que tenían que estar rodando pre<íisamente, .sino situarse dentro de este ambiente del cambio diario de impresiones, de ideas, de realización y de argumentos, con todos estos mode.stos, pero entusiastas cameramen que tan brillantemente, y con su solo esfuerzo |>ersonal, acaban de ganar unos primeros puestos. En cambio, actualmente, mucha de esta labor de iniciativa se malogra y cae en el o l v i d o . P o r ello, los cineastas madrileños que sienten la emoción del arte en tixlos sus matice.s, sin dejar de pertenecer en sus respectivas A.sociaciones, entendemos que tienen un puesto de honor en la Asociación de Cine « A m a t e u r » , aglutinante que debería de jmitarlos a todos. Deiíimos «puesto de honor», porque idea y realización son cosas complementaria** una de otra, y a que para dai forma a la idea se necesita del artífice que la

Otraa dos escena» del mismo filni

<?onvierta en obra, para que aquélla subsista, y si existe un arte puro en la pantalla, sin limitacicmes de ninguna especie, donde el artista puede plasmar en el lienzo la idea en toda su integridad, es bajo la modalidad del cine amateur, y CÍS [)or ello precisamente que los amantes del celuloide deben de ser los primeros en }>recK'uparse de que (ísta labor individual llcígue a ccmvcrtirse en obra d e conjunto, gracias a la voluntad, al esfuerzo, al interés y a la colaboración de todos. (Cinema nuevo, sí; renovación constante, también; organización de scisiones especializadas, si se quiere. Pero nc» olvídemeos que una de las fuentes c^uc ha de c»ontribiiir a la exaltación de t o d a « e.sta« virtudes del c>eluloide y a la superación de! actual momento cünematcjgráfico ha de ser d c-ine amateur. O t r o día hablaremos d e ello. .

JOSÉ

MARÍA

IXÍBLET


J

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Nuestro público conoce bien la actuac de Ricardo Núñez, en quien el cinema es^ ñol tiene uno de ms nombres más caracterizados y

de más Justo renombre. Cada

nueva película del excelente actor es una demostración más de su gran temperamento, que encaja perfectamente dentro del tono de la actual comedia cinematográfica (onUIO DE HBUIROS)


labeza con curiosidad y exilaman: —¡Mira! ¡Ahí v a Greta (jarbo de riguroso incógnito!

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Y e s q u e l a populari«la<l «drece a \cees ironías.

Por últímo. el amiyo W invitó a cenar. ".\nda, cena eon nosotros, y así conocerás a mi mujer." Mientras la mujer preparaba la comida, el amiyo charló por los codos. Le h a bló de sus trabajos, de sus proyectos, de sus ambiciones. .\l cabo, comprendió que era iin poeo eyoísta hablar sólo de él y se salió eon esla preyunlilá: "¿Y tn, a qué le' d e -

británico D a v i d N i v e n , recientemente contratado p o r Saiuuel G o l d w y n para su pi"óx¡mo film Esplendor. D a v i d N i v e n , en el transcurso de ima escena, debía encender un cigarrillo con la desenvoltura de un verdadero gentleman, detalle que no era posible suprimir, porque para la acción era de una importancia capital. D a v i d

Durante m e d i a hora se le t u v o que enseñar a encendei un cigarrillo con aire distinguido y no c o m o un chico de doce años. Mil dólares ha sido el precio calculado p a i a esta peq u e ñ a lección, teniendo e i cuenta el personal m o v i l i z a do, la ele<ítricidad gastada etcétera. Y , a lo mejor, la cajetilla era de setenta.

i.a historia de la linda actri> que tiene nn admirador de osos que reyalan collares, ha einric/.ado ya a dar la vuelta ai niuiulo. La linda actriz había n o tado qne los reyalos do sn i n condicional iban sTcndo monos Ircciipulcs y nM>nos espléndidos. {entonces la linda actriz se puso a flirtear eon otro admiEl amor o lo esquimal y el amor a lo europeo. Véose la diferencio En el primer coso, el amor es... inaricesi (M.-G.-M,I

Jeanette Mac Donald y Nelson Éddy cantan o voz en grito para obsequiar ai director W . S. Van Dyke, quien al parecer se deleita en .oírlos. Al perecer, nada mós. La procesión va por dentro. (M.-G.-M.) así. O peores. Jean iviepura —¿quién no conocerá a Jean Kiepura? es nn hombre n quien le eneanla saber qne lodo el mundo le conoce. Pues bien: Jean Kiepura se e n c o H i r ó hace poco en .\neva York a un amiyo de la adolescencia. i-I abrazo, el "qué cambiado estás", el " ¿ t e fias casado?" y todas esas cosas.

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rios i n ' c o n v e n i e n t e s para las estrellas de la 'italla. Sabido es q u e a ^-haplin le destrozaron im ^raje en Londres sus admiradores; que a Jeanette Mai I>onald, en París, le estropeó el auto la multitud, > q u e R a m ó n N o v a r r o t u v o qu • gUardaí-cama dos dias comu consecuencia del recibimienexcesivamente apotef>sico ' l e hicieron en Méjico, 'ara e v i t a r t o d o esto, i^'ta Garbo no sale a la ^alle sino convenientemeni • flf'sfigurada con una invadió pehica negra, unas i n ^'rialiloK gafas verdes y u n u\vg£j|il>l© sombrero i;alado

vu('l\i-ii iai

Nuevo método pora determinar la perfección de lo figura femenina, la imagen de la muchacha enfocada correctamente debe corresponder o la figura del vidrio esmerilado del aporoto. Esto que prueban ahora no corresponde. Pero es lo mismo. Quedo contratada. IM.-G.-M.)

Ei ciprés japonés de donde han tomado lo idea de esos sombreritos húsar que tanto llevan ios muchachitas ahora. IM.-G. M.)

avanzó una mano la cerilla y en la otrá^ el cigarrillo. Encendió; pero de una forma tan lamentable, tan falta de naturalidad y elegancia, que el director le rogó que no hiciera el cloum y que sostuviera su cigarrillo eomo t o d o el mundo. N i v e n aseguró que el tabaco no era su vicio y que de eso de encender eigaiTillos éluno sabía absolutamen' nada.

rador. qne aun no había podido pasar de eso: de simple a d mirador, l n "flirt" inteliyent.' y discreto, de uuuln que el admirador primero podía comprender, pero no encontraba motivos para protestar. Cnando lo tuvo ya bien metido en ambiente, la joven actriz empleó su truco final. Su adndrador primero vio que ella lucía un hermoso hrillantp. ¡ Y a ii>nía motivo para protestar! —Esc Imllantp...


perfe<3tainente desconocido. N o hay que decir que Jean Muir fué nuevamente rehusada. E n cambio,. Franchot obt u v o su primer contrato.

dos muchachas se presentaron en los Kstudios de la P a ramount para hacer nn ensayo. Se les hizo la prueba. Después ellas pidieron, eon el corazón anhelante, una respuesta. Esta respuesta fué negativa. Se les comimíeó que los ensayos eran desastrosos y que harían bien en n o pensar en el cinema y dedicarse a labores más serias. Sobre los libros del "stoek" de películas se encuentran todavía estas líneas: Los descubridores de estre" L n ensayo m i s s Jean llas tienen un ojo verdaderaVI a i r . Resultado negativo. mente espeeial.'Haee ya a l Destruido." yuuos años, en Nueva York,; "Un ensayo miss Katharina Hepburn. Resultado n e gativo. Destruido." Es así cómo comenzaron su carrera dos de las más f a mosas estrellas de la pantalla de hov.

Ceclly Courtneidgo y Jack Hi»'' bert, uno de los pocos matrínj"' nios felices de la colonia de W llywood, a pesar del rostro interfecto. (M.-G.-M.)

lionel Barrymore contempla, cuarenta años después, a su primer amor. |Y ésta es aquéllal Esta es, en efecfo.Tomen ustedes ejemplo. jM.-G.-M.)

La Costa Azul fué testigo de su ataque de celos. Klla le dejó terminar. Y despnés: -jAli. pi'ro le iuqiorla este hrillante! ¡.Mira lotjui- me i m porta a nn'!... Se lo (piitó rápidamente y lo arrojó al nuir. Kl. conmovido por esta prnelia, le nnpiló ai día siguiente un hrillante m u -

Jotinny Weissmuller, con Juanita Quigley, actriz de cinco oños. Nosotros, la verdad, las preferimos mós creciditas... (M.-G. M.)

William Henry y Cecilia Parke' dispuestos a extinguir un ince" dio imaginario. Y es que e ' " gente del cine, con tal de retrO' torse, hace lo que sea. (M.-G.-M.I loretta Young con la cara que se debe poner para hablar mal de las amigas. (M.-G.-M.) cho más hermoso y, sobre todo, auténtíeo. Porque el otro era faLso.

Un cronista de esos tienen que descalzarse p^^* escribir dice: « P o r nuestro gusto, F « l * ' no (aqui el nombre de un ^ ' tor español) tiene su pues*"

al lado de Charht. lean Muir ñizo hasta ocho ensayos en diferentes Estudios y todos con el mismo resultado n e g a t i v o . E n si: última prueba t u v o como partenaire a Franchot T o n e , que entonces era un j o v e n

Mauren O'Sullivan y Johnny Weissmuller buscan en et mopü ese sitio del corazón del África salva donde ocurren los aventuras de Tarzán, y donde ellos, por supuesto, no han estado nunco. (M.-G.-M.)

Charlot y Fulano. Fulano y Charlot. N o importa quién ha ir delante.» ¡Sí, hombre! ¿ N o ha importar? ¡Delante debf usted! R. M.

O.


C Ó M O SE L A V A N A ESTRELLA A qué debe

Wenéy Borne, de lo Poromount, lofínuroefe su cutis

Basto admirar el cutis fíno c/e la gentil estrella, para comprender que « s a b e l a v a r s e * c o n un buen jabón de belleza como el Heno de Pravia. Limpie usted los p o r o s , friccionando sin prisa, con la espuma. Verá ¡o que su cutis gana en finura y suavidad.

No h a y ¡abón que más e m b e llezca el,cutis que el Heno de P r a v i a . Úselo; que é s e s e a su ¡abón de todos los d í a s . P a r a dotarlo de las cualidades que reclama el cutis delicado, se han llevado a l límite la pureza de su composición y l a selección de aceites suavizadores. Con razón s e dice del Heno de Pravia que «donde su e s puma muere, l a belleza nace».

PASTILLA,

1,30

Para quien posee el sentido de la higiene moderna, el lavado matinal es también un medio de afínar el cutis. Pero es necesario usar un jabón puro c o m o el H e n o de Pravia, elaborado con aceites escogidos que son a la vez tónico y alimentoJ>ara la piel.

JABÓN HENO DE PRAVIA F U

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N el principio fué el cinema. Esto, que paj rece una salida de pie de banco o, dicho más técnicamente, una paradoja, no lo es si se examina, o quizá lo sea por este solo hecho, y a que las paradojas, si bien se examinan, resulta que no lo son, y en esto se conoce que lo son. En el teatro, en efecto, al menos cuando salió de sus primeros balbuceos, lo primero fué la idea del cine, no como técnica de reproducción, sino como modo de expresión. Los autores concebían sus obras con toda libertad; los directores empezaban cortando esta libertad, que era las alas con las que la obra se les hubiera escapado, y los actores la sujetaban a ras del suelo. Pero la obra huía, volaba, a pesar de todo, y a través de lo siglos, y a pesar de los anacronismos,

necesita la palabra; sin ella desaparece toda la fuerza mágica que hacía colaborar con el autor al público de su tiempo. Es la palabra la que crea todo el otro mundo de poesía imposible de llevar a la realidad. P o r esto el cine tenia que aprender a hablar para ofrecerse en homenaje. Pero aim así, era mucha responsabilidad para lanzarse a l ^ r e m e n t e a la empresa. Mucha responsabilidad; pero era preciso afrontarla.

• •

Hasta ahora se habían trasladado a la pantalla algunas obras dei gran poeta; pero aquella responsabilidad había apartado sus realizadores del contenido total: habían dejado la poesía como cosa sagrada a la que sus manos profanas no jxjdían tocar, y se habían limitado a la anéc-

dota, y a dramática, y a cómica. Pero aquello no era Shakespeare; podía ser la anécdota originaría, del dominio público, a la cual el poeta había dado v i d a con su soplo genial. X o era eso, no era Shakespeare; le faltaba lo principal, lo esencial. Y es que la adaptación se habia hecho a la medida de los actores, no a la del autor; se habían adaptado las obras al actor, DO el actor o actores a las obras. P o r esto desaparecían éstas y su autor, para quedar unos galanes y unas damas parecidos a los de cualquier comedia, y tma comedia escrita aparentemente para aquellos galanes y aquellas damas. £1 espíritu del autor, la imaginación eminentemente cinematográfica de Shakespeare, se desvanecía; cosa rara, precisamente al trasladar sus obras al cinema P e r o es que era mucha responsabilidad dar, al cabo de cuatro siglos, su instrumento propio al genio de Stratford en A V O I L Shakespeare mismo había tenido que adaptarse a las posibilidades de su teatro, y así vemos que en la escena del bosque de El sueño de una noche de verano coloca tmas puertas por donde deben entrar y salir los personajes fantásticos de la obra: Oberon, Titania, Puck y las hadas.

NOC aspiraba a ser cinema, y lo e r a Shakespeare, Calderón, su contemporáneo, hicieron cinema. L o hicieron sin darle este nombre, pero impulsados de manera irresistible por su genio. N o podiendo poner ante los ojos del público las maravillas que ellos creaban, pedían su colaboración, y s á t i r a m e n t e la obtenían. Shakespeare expresa precisamente esta idea en El sueño de una noche de verano (acto V , escena I ) , durante la representación de una comedia absurda por tma Compañía de aficionados, en las bodas de Teseo e flipólita, en este diálogo: « H i P Ó U T A . — E s el núis descabellado absurdo que haya jamás oido. T E S B O . — L a mejor de estas representaciones no es más que ima ilusión, y la peor no lo será si la imaginación quiere embellecerla H I P Ó L I T A . — E n t o n c e s será preciso que .sea vuestra imaginación la que se encargue de ello, y no la suya. T K B E O . — - S i no pensamos de ellos peor de lo que piensan ellos de sí mismos, pueden pasar por excelentes actores.» EU autor lo ponía t o d o ; los actores y el director de escena mostraban una parte; el público había de poner el resto. L a imaginación del público representaba entonces un gran papel, que fué disminuyendo a medida que avanzaba la técnica de la presentación, hasta que llegó un m o m e n t o en que no siendo ni una ni otra bastante perfectas, fué preciso adaptar, refundir o destrozar—como prefiera el lector llamarlo—la obra original. Pero después llegó el cinema, con todas sus posibilidades, y cuando parecía que su primer homenaje había de ser para los clásicos que lo habian presentido, que lo habian escrito para él sin conocerlo, que habian tenido que pedir al público un esfuerzo para crear su ilusión, v i n o un escritor, y dijo que sí, que el cinema había hecho grandes cosas, pero que t o d a v í a no había hallado a su Shakespeare. ¿Cómo había de hallarlo? ¿Dónde podía buscarle si y a lo tenia, si cuatro siglos antes el gran W i l l no había escrito más que para el cinema? ¿Qué otro vehículo smo éste pcMÜa transportar su desbordante fantasía a la realidad, dándolo todo el autor al público y sin pedirle nada? v e r a i < B eiaeiBatográfica d e «FJ mteP e r o no critiquemos demaMciiede siado al cine por su tardanz a EU genio de Shakespeare


para completar asi el sueño. Era, pues, i n d i s p e n s a b l e un director teatral, que se hubiese encontrado con dificultades de este orden, que también tuviese « v i s i o n e s reservadas», siodcs imposibles d e coloc a , y darle el p o deroso instrument o que es el cinema y entera libertad. •

U a niagniÍH-o « r H - i i u de U a d a p -

tación

cincnialográBca d r «El

B o e ñ o d r nna norhr d r v e r a n o »

lln m o m e n t o d r l a a d a p t a c i ó n a l cinema d r la i n m o r t a l c r e a c i ó n ahakespearíana

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¿Quién se atreveria, no y a a enmendar a Shakespeare—que a eso se han a t r e v i d o tantos que y a no t i e n e importancia—, sino precisamente a t o d o lo contrario y , lo que es peor, con entera libertad, q u e es c o mo decir con enteraresponsabilidad? Quizá en t o d o el mundo n o haya más que un solo nombre capaz de hacerlo, y , en efecto, M a x lieinhardt —que en eso se conoceria su predestinación, si DO en su fama anterior — exigió esta libertad plena, esta entera responsabilidad, t a n t « m i b l e aun ant«s de que le hiera ofrecida. Y con ambas se lanzó a la recreación d e El sueño de una noche de verano. o

Pero eso era hace cuatro siglos. Paulatinamente t uvo el teatro mejores medios para servir la ¡dea del autor, y los usó. ¿ P o r qué no {xindría el cinema t o d o su arsenal en tan glorioso servicio? ¿ Y qué obra mejor que El sueño de una noche de verano, t o d o imaginación, t o d o fantasía, t o d o ingravidez, para ofrecer al genio de Shakespeare, como en un ramillete, todos los fuegos artificiales de su técnica de lo maravilloso? A partir de esta obra, de este verdadero sueño—el sueño es El sueño de una nodte de verano—, Shakespeare estaña en su verdadero ambienté. o

o

N o obstante, esto ofrecia grandes dificultades. E n primer logar, Shakespeare habia ideado su Sueño de una noche de rerano como algo más que una obra teatral; j w o falto de medios para su realización, había tenido q u e limitar su fantasía. Era, pues, preciso, para restituir la obra a su p r i m i t i v a concepción, interpretar la fantasía del autor y la parte de ella que éste pedia a su público. ¿ P o d í a hacer esto i m desconocido, un direct o r acal)ado de presentar al gran W i l l ? D e ninguna manera; era preciso un conotümiento prev i o y antiguo; un director que se hubiera encontrado y a con dificultades parecidas a las que tuv o que vencer, por ima ¡jarte, y por otra, rodear el autor; q u e pudiese interpretarle hacia afuera, dando aquello que Shakespeare puso en su obra, y hacia adentro, restituyendo a ésta aquella parte que el autor había tenido que reservarse.

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P e r o t o d a v í a no hemos dicho q u é clase de sueño es este sueño. N o se t r a t a d e surrealism o , ni de psicoanálisis, que no existían, afortunadamente, en los tiempos en que fué es< rito. El sueño de una noche de verano es una fantasía magnifica, ideada para celel)rar las bodas del conde de Es.«»eji y la viuda del poeta Sidney. E n ella se trata también de unas bodas como fondo de la acción: las bodas del héroe griego Teseo y la reina d e las amazonas, H i p ó lita. Alreiledor de estos personajes centrales se representan los novios en la realiilad. H a y unos amores contrariados, H e n n i s a y Lisandro, q u e se aman; Demetrio, protegido del padre d e H e r misa, »-on el que quiere casarla, y Elena, enamorada dc Demetrio, a la que éste cle.'ideña, que podrían representar las dificultades que los recién casados no han tenido que vencer. Per») hay, además, otros personajes. H a y un matrimonio mal aveni«lo: Oberón, rey de las hadas, y T i t a n i a , la reina, en continua di.sputa, y Puck, el «botones» de Oberon: un duendecillo travieso, del q u e se 8Ír\'e Oberon para burlarse de su es]X)sa, y que t o d o lo enreda. Y con t o d o esto, una Compañía de (^/imicos aficionados m u y malos, que ensayan, y al final representan, m u y mal, un dramón, para celebrar las bodas de Teseo e H i p ó l i t a — c o m o Agu.stin Philipps y los suyos, entre ellos W i l l Shakespeare, representarían El sueño de una noche de verano en las bodas del cí»nde de Essex y Sidney—, y que .se encuentran mezclados en las travesuras dc Puck, que con el j u g o de una flor de pensamiento cambia el corazí)n de los personajes mientras duer-

men en el bosque y hace q o e se enamoren de la primera persona q o e veo al despertar. o

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Esto, q u e en tiempo d e uueBtros padres, con unos personajes grotescos y sin esta intención epitalámica, hubiera podido ser o n v o d e v i l —^perfecto en manos d e Feydean, por ejemplo—, el genio de Shakespeare lo convirtió en El sueño de una nothe de verano, con su fantasía desbordante; en nn poema alado en el que se combina la poesía con la gracia, y ésta, con la profondidad d e pensamiento, con la misma agilidad con q o e combina la mitología helénica de los héroes y semidiosee con la nórdica de las hadas y los silfos. T o d o esto, naturalmente, Shakespeare lo encerró muy bien en sus versos; pero cuando llegó la hora de traducir la acción en eso, en acción, en volúmenes, en figuras y en lugares, se encontró con que las figuras pesaban, los lagares eran imposibles d e trasladar y la acción no era nanea tan v i v a sobre las tablas como en su imaginación. T o d o s sus esfuerzos eran vanos, porque sólo esperando unos siglos podia verlos coronados por el é x i t o . P e r o él, coronando la gloria, alcanzó la inmortalidad, y sus obras han podido esperar, tan frescas como el primer día, los siglos, el cine sonoro y M a x Reinhardt, un viejo conocido suyo éste, que en el cine encontraría la manera de expresar, íntegra o poco menos, la fantasía d e su autor. o

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N o obstante, el cine y la fantasía son dos cosas distintas: la primera es poesía, puede fijarse en un papel, y en ella corre, se mueve, v i v e mil formas a la v e z , obedece al menor soplo de la inspiración. El cine, en cambio, es materia, es técnica, tiene que dar la sensación de ingravidez, d e transparencia, de inmaterialidad, conociendo y respetando todas las leyes de la materia. Con un solo punto de apoyo, Arquímedes prometía levantar el mundtt. P a r a levantar una hada en El sueño de urui noche de verano, para hacerla bailar sobre una tenue hoja cubierta de gotas de rocío, ¡cuántos cálculos, cuántos {q)aratos, qué complicada maquinaria para q u e esto, físicamente imposible, aparezca reall El sueño de una noche de verano es esto: el imposible físico hecho real. P e r o no lo ilógico; porque si existe en nuestra fantasía, ¿por qué ha de ser ilógico? Y si .soñamos con ello, ¿por qué no hemos de desear v e r su realización? o

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En El sueño de una noche de verano, M a x R e i uliardt ha reunido todos los elementos necesarios para conseguir el milagro, t o d o un arte de magia al revés, porque en la.'* artes mágicas las fuerzas son el misterio, y aquí lo único misterioso son los efectos; pero cuyos efectos son los mismos, porque aquí las fuerzas, las máquinas, los técnicos, k) único real, han quedado fuera d e la realidad del fibn. o

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Y j u n t o a todos estos elementos era preciso uno indispensable: el ambiente, la atmósfera, algo que ocultara t o d a v í a más t o d a la maquinaria de producción del milagro, algo que se sustituyese a ella de tal manera, que de estar pres e n t « toda, nadie creyera en su poder; la música, que es, podríamos decir, el elemento que unifica la atmósfera de la sala y la pantalla, que hace, de dos, im solo nmndo, y que, al operaiapar«ut«mante el milagro en la pantalla, lo obra d e un m o d o real en el público, forzando la emo• ción y creando estados de alma que las imágene.^ en la pantalla fijan y no dejan divagar, como siicetle con la música pura de los conciertos. LÜ música, aqui, es una fuerza d i r ^ i d a en un solo sentido y con su traducción clara y precisa en imágenes. En El sueño de una nome de veram la música es de Mendelssohn, el Nocturno \ Scherzo principalmente, que parecen crear y acompañar toda la m a g i a d e las es(*enas del bosque entre las hadas y los mortales en un bellísimo Miel dirigido por Bronislawa Nijiuska hermana del difunto gran bailarín de los Ballet Ru.sos de Diaghilev, y cuya primera figura co reográfica es N i n a Tlieilade, la di.scípula prefc rida de la P a u l o w a . ANOKI.

FERRER


El alma ár los pueblos en el einema

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A cinematt^rafía mejicana da en La sangre

manda mía prueba expresiva de las e.\' plentes calidades que está alcanzando, Si se putlo decir, hace dos siglos, que el estilo era el hombre, hoy, recordando la vieja frase famosa, podemo» de<;ir que el estilo cinematográfico es el pueblo. H a y , efectivamente, una relación directa e inmediata entre la producción cinematográfica de un país y los caracteres de éste, su psicología, su temperamento. ¿Quién duda de que todo el dinamismo, toda la ambición, y a veces hasta toda la infantilidad del espíritu yanqui, han hallado una fiel correspondencia en el cinema americano? Las cintas francesas, por ejemplo, desenfado y sonrisa, reflejan también toda la gracia espumosa y frívola del bulevar. Así, igualmente, en el cinema mejicano van proyectándose los rangos-—fuerza, lucha V pasión—que dan un perfil inconfundible al país. La sangre manda es un claro ejemplo de ello, L a nueva cinta se sale de ese tipismo fácil, de esc colorismo asequible q u e en Méjico amenazaba monopcdizar el espíritu y el tono de la producción cinematíjgráfica. Es una película fuerte, de gran dinamismo, de valentía en el planteamiento de los problemas, que v a de cara al corazón de las cosas, que se enfila directamente hacia la verdad y la humanidad de sus personajes. L a cinta tiene en todo momento un alto valor humano; sus hombres no son puras creaciones imaginativas, sino alma y caracteres vistos en la vida, en la gran cantera de lo real. T o d o en las escenas de IM sangre manda tiene un acento de realidad, bellamente vista y captada.

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El ereador y el reparto dr la pelírula IM sangre manda es, fundamentalmente, creación de .José Bohr, una de las mejores personalidades del cinema mejicano. Suyo es el- argu- > mentó. El ha rlirigido la producción. EU ha m- i terpretado el papel del protagonista. Lógicamen- \ te, por su identiJFicación absoluta de creador con j la oí>ra, ha dado al personaje todo el nervio y \ todo el espíritu con que lo concibió. L a dirección es sobria y expresiva, con una perfecta concepción y ima interpretación acertada de las actuales fórmulas cinematográficas. i V i v o y fuerte, el argumento es eminentemente 1 de cinema, con un ritmo ligero, de emoción y de \ interés, hin pausas, totlo nervio y acción. Direc- í ción e intérpretes han trasladado con gran mñerto ^ a la pehcula esa fuerza dinámica y apasionada del : argumento. E'iguras prestigií)sas del arte mejicani>—Vir- i ginia Fábregas, Elisa Kobles, .Joaquín Busquets, i .Julio Villareal...- at^ompañan a José Bohr en el ' reparto de La sangre manda.

\ lirios m o i i K - i i t o » . luiiv <li>l¡ii tos. (ll- ln inli-rt'«aiil)' ciiilu iiiijiraiiu «I.H Miiiüri- iiiiiiiila». (li-

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1)111' lin«-i- una ri-ria

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i-ióii |ii-r«uiial JoM- IJotir. M--

Im rmorión soeial de "Mji sangre manda'*

i'iindado p o r o t r o » i'\i-rlriite«

El cinema, espejo de nuestro tiempo. De los j sueños, las luchas y las ambiciones de nuestro ; tiempo. Cuando el tiempo pase y se quiera re- j construir nuestra época, habrá que acudir al ci- j nema como al medio mejor de conocer el espíritu | y las inquietudes de la hora actual. j Así, también. La sangre manda viene a ser * un documental excelente de las ideas y las luchas de nuestro tiempo. En ese film se identifican ' acción y contenido social, actual. Pero éste no es | postizo y añadido, sino que es medula y subs- \ tancia de la propia acción, alma y c a m e de ella i misma. 1 ¿Qué es nuestra época sino el imperativo de i lo social, la busca angustiosa y frenética de una | nueva fórmula de convivencia humana? L a i cinta mejicana recoge la gran angustia social; de nuestra hora, lo que en ella hay, a la vez, de j sueño y de lucha, de drama y de esperanza. > Elmoción proletaria, combate entre el que t i e n e ] y el que quiere tener, reflejo del duelo gigantesco i que está hoy planteado, v i v a o tácitamente, entre | dos grandes zonas humanas. El riesgo de estos films de cierto contenido^ social es que en ellos lo social se superponga a"" los demáis valores, haciéndose propaganda, m i - j

a r l i - l a s ili- la

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paiilulla iiii'ji-


tin, tópico fácil, y ahogando bajo su hojarasca proletaria el contenido puramente cinematog.-áfico de la cinta. Evidentemente, una película puede contener una emoción so<Mal; pero ésta debe desprenderse del film como una consecuencia natural, sin violencia y sin esfuerzo. Este peligro está salvado absolutamente en La sangre manda. IJO s w i a l no es en ella una superposición, un añadido, sino la propia emoción de la cinta. Conflicto de amor y lucha social al mismo t i e m p o . Y cuando el conflicto, que ha tenido y a algimas derivaciones dramáticas, v a a hacerse más trágico y violento, la v o z de una verdad superior se alza, como una idea simbólica y salvadora, entre unos y otros, entre los dos enconos. Esta v o z hal)la de la esterilidad de la violencia y del odio cuando bajo el traje y la apariencia distintos-—camisa d e / r o r o blusa de obrero— corre y palpita una misma sangre.

5».

Amor, drama y locha de esta nueva einla mejicana U n hombre j o v e n , que ha v i v i d o bajo el desorden y la frivolidad, cambia su v i d a . Els su propio padre quien le obliga a ello, enviándole a traí)ajar, como un simple obrero, a ima fábrica de la que es propietario. T i e n e allí un día un altercado con otro obrero, y le defiende el Chato IJypez, a cuyas órdenes está.

Mi'uriiis e»cfiui-. d c «••ita IIIH-\ u |i<'líi-iilii iiH-jií-ariii. <|iii- u n e

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rittii Mki'iat

ciiii)-

Entre éste y el señorito metido a obrero se e.stablece una amistad fraternal, q u e hace más hondo el amor naciente entre el muchacho y Lupe, la hermana del Chato IJypez. El padre, ante la obediencia con que el muchacho soporta el ca.stigo y su nueva vida de trabajador, quiere llevárselo y a de alli. P e r o Jo.sé Bolívar, el hijo, no quiere. Prefiere seguir allí, con los obreros, compartiendo sus sueños y sus afanes. Un dia, durante tma discusión <íon el pa<lre sobre los amores con Lupe, el muchacho abandona su casa y se refugia en la de su camarada el Chato López. L a inauguración de un t e a t n ) para obreros, creado por «el señorito». Entre los invitados están los padres. L^n aviso sombri(j llega a! teatro: la madre del Chato López está en trance de muerte. Corre el obrero hacia la madre enferma, y ésta, en sus últimas horas, le dice que él es hijo de don P e d r o Bolívar, el padre del señorito... O d i o y encono, dolor y v e i ^ a n z a en el corazón del obrero. Su madre ha muerto. El Chato López despide de su casa al señorito, que no conocía 1» confesión de la madre desaparecüda. L o s obreros miran ahora con recelo y despego al hijo del propietario. Y un dia, capitaneadlos por el Chato López, intentan asaltar la fimdición, que, según ellos, les pertenece por derecho de trabajo. José es golpeado y ha de regresar a la casa de los padres. El motín crece. I.iOs núcleos proletarios intentan asaltar la residencia de la familia Bolívar. Se está celebrando en ella una fiesta. José se enfrenta c(m el c^ue capitanea los grujKis y le afea su conducta injusta y desleal. El obrero abofetea al señorito. Este no se defiende, ¡Kirque sabe y a que los dos son hermanos y que bajo el traje distinto corre una miiuna sangre. Suena un t i r o . L o ha disparado, contra José, aquel obrero con quien t u v o un altercado al ingresar en la fimdición. El t i r o lo recibe L u p e , que se interpone entre los dos hombres. El muchacho, desesperado, dispuesto a t o d o , t o m a entre sus brazos el cuerpo herido de la novia. G r i t a a los amotinados: —¿Para qué el odio estéril?... ¿ P a r a qué esta violencia msildita?... En todos nosotros corre una misma sangre. ¿Qué importa el traje distinto si somos hermanos? P i d e el padre perdón al muchacho. —Es a ése a quien tienes que pedírselo—dice el hijo, señalándole al Chalo Ixrpez. Y mientras u n a emoción de fraternidad asciende al corazón de todos. Jasé contempla, cou un dolor infinito, el pobre cuerpo de su novia, q u e apenas puede pronunciar y a el nombre del amado.


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Caminaspai^¿ gae ofie Qfyuoo^'íUBk 'faiasuBünudod^m -ratón ^ maoAf^»

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sta llegó a firmar un contrato para interpretar papeles secundarios. Alboreaba ei cinema 11 los comienzos de la sonoridad, pero aun no se daba gran importancia a las voces admirables y diáfanas, y .\mi Sothom, finalizada la fecha del contrato, tuvo que regresar a N u e v a Vork, donde v i v í a su madre, simple )>rofesora de canto, oon sus dos hermanitas. Regresó ilojando on la .Meca del lienzo el compromiso matrimonial. F.l teatro, como contraste, le abrió sus puertas; ol Broadway reprodujo su nombre; pero H o llyw(M(d, Hollywood..., era más que la meta soñada: era un apelativo amoroso. Cuando Ziegfield, el malogrado, nibricalia su seudónimo Sothern en un tubo rojo de luz en la puerta do .sus Follies y on la pieza teatral Sonrisas, llegaban cuatro apremiantes contratos de Ilíjllywood, de cuatro importantísimas productoras, para quo A n n Sothern fuera la estrella de sus musicales. Radio, Paramount, Artistas Asociados y Columbia. Y la enamorada llegó a Hollywot)d, permitiéndose el lujo de ser estrella errante, no comprometiéndose a rodar más que un film para cada Empresa. Roger ftyor, fiel en la espera y en el amor, propuso una boda inmediata; pero... ¿ Y las dos hermanitas, una de ellas compositora on ciernes y la otra novelista, podia Harriette dejarlas? Paííientes los dos enamorados, después de haber triunfado ambos como artistas, se contentaron y signen onteniundoso on una espera íoiitimental. Ann Sothern arrendó una quinta, on la que tiene un magnifico jardin, donde corretean la* tres hermanas en las horas (jue la deja libre su trabajo, d(mde v i v e feliz como una burguesita de cufílquier familia acomodatla del mundo, d o n d e tiene el teatro de sus plácidos y platónicos amores, que siguen siendo tan simples como arpiel día que se con«KÍeron comiendo maíz tostado. Chevalier ha tenido un tiempo tija su amorosa volubilidad en esta sencilla estrellita. Ella, enjustacorresp<mdcncia, no le ha hecho el menor oa.-^o, y sigue siendo fiel al hombre que ha sabido amarla. Su b o d a .será un acontecimiento en esa muchachita rubia quo sonríe a lo Mary Briun y guiña los ojos como T o b v Wing.

lienzo uon el film Columl»ia Ks hora de amamos. L a comxíen los lect(»res de O I N E O R A M A S {K>rque un d í a la [)resentaron como cl último c a p i ú h o de ( l i e v a l i e r . Pintonees, no ha mucho, lo era. H o y ya no lo es. Son leyendas del H o l l y w o o d <iue miente. Aun<iue no t e r ^ o , cmiw on este caso, necesidad de mentir, por existir, en realidad, e.se romance de amor entre Koger P r y o r y la delicada Ann Sothern. Su noviazgf), su (-ompromiso matrimonial no es ima tontería. N o es una banalidad más entre las muchas que se rdutan; pero Roger P r y o r ha permime<'ido tras cortina, mientras su novia, joven y bella, probaba fortuna en las tablas neoyorquinas del Hrttadway ( « m su verdadero nombre, Hurriettc Lake. Su adora<la llarriettc piu-a Koger. auntpie on la puerta de su rawjmno, y bajo luminosa e s l ü l ' i dónde '> plata, permanezca escritoleído i-i docorativo noiobre: .\iui Sothoi u. Si le una pregimtan a Harriette nació—eso lo hemos en el HollyvxKtd Repórter; no sahemos si es enteramente verdad—, contestará que en Culver City. Su novio, q ne está -1 siempre en presencia de las inter\'iús de .su futura, añade a continuación: — K n Vallev Citv North Dakota. Fila insiste on quo Tulvor Cit. . . t r i i artística. Porque la pobre imi. juu inta jovon, la pá •)re e.strol i t a ilusionada, desde que salió de hiqh srhoof. n pretendía hacer otra oosa on su vida quo llegar a estrella del lienzo. Y un Inion día llegó a Culver City, se conpró un sombrero n u e v o y unos zapatos, desgraciadamente un número meni>s de lo que corresp«mdía a sn medida, y se situó al extremo de una enorme cola formada ante una ventanilla, en la que se i * solicitaban «extras» para actuar en un film de la .Metnt - ( l o l d w y n Mayer. ^ f ! El último « e x t r a » d e l a i c ! 1 era un mucha«tho sonrienii <pie ((íinía maiz ttistado y silbaba un fox. Harriette sonrió. FA hizo lo mismo. N o s a b e m o s si cuando Uegartm a la ventanilla para llenar la solicitud, dada la rapi<lez con q u o » e v i v e en Hollywood, ya orim novios y se amaban.

1

El <a.so es (pie han pasado siete años desde a«jueIlrt mañana memorable, y Roger Pryor, que era el j o v e n de la cola, sigue fiel y enamor a d o d e la dulco Harriette. Consiguieron rodar unas es(íenas aquella misma J K K ' I I O de la espera interminable, y ella

I i z q u i r r d a : 1.a

rfnl-

y frmriotta Ann So« la p u e r t a d e s u iDfcalow». donde I r dr 8 u a v r p a z • ron 8 U m a d r e I hrrroanilos

nn día , , „ 3uro rrftiüiir ladaa Ua «arrbaozaa ile loa • don luanes* de Hollywood... .\bajoi Koger Pryor, rl conorido «galán» dr la pantalla, rs, en la vida, rl dirhoso «galán» de Ann Sotliern

A la derecha: He una pertipectiva jardín y la a-aitita Ann Sothern, la «et llita> que aguarda paciente rl día s o b o d a ron Prvor._

Ann Sothern, l i rubia del noviazgo eterno, heroína de I las oomeílias musicales más cbÍ8]>eantes americanas. A i m Sothern, la de la v o z de oro, en la sonoridad, oomo en el color <le.su cabello; la q u e n a c i ó , según ella, en Culver City, una mañana liona de sol.


Un nuevo Concurso de

CINEDRAMAS

lie aqui, l«clor, rinro de 8u« eslretilai) rinem a t o g r á f i r a H preferídaH. Con «us ojos y sus

bocas hemos hecho un «puzzle», colorando esa/4 palies del rostro rn el retrato que no les corresponde. Kl Concurso rs srnrillo y i entretrnido, y consiste rn acertar los nom­ bres de estas cinco rstrrllas y en devolver a cada una de r i l a s la boca y los ojos co­ rrespondientes, recortándolos de la repro­ ducción que va al pie de esla página. Habrá tre» premios uno de cisit pSSStOa, uno de ciltcuenfa y otro de veinticinco—, que s r sortearán rnirr los concursantes qur remitan e l cupón (publicado en otra página de rste número' eon los cinco nombres co­ rrectos. \ . además, esta página eon los cin­ co retratos deliidamenle reconstruidos. A falla de soluciones correctas, se adjudica­ rán los premio» a los que más se aproxi­ men, y en caso de que haya dos o más iguales, se adjudicarán los premios qur l<'corres|»ondan por medio de sorteo

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FIGmAS ¿MJEVAS DE\

ÉÍSEMA

/ es$u§Eleanor Powe^-r-joven, ai^re^ dinámica—ae lajtama la Rema del Ritmo en Ai^Arira. « Tiene, efectivamente, ¿1 las veintidós años de su cuerpo un prodigioso sentido del ritmo, fíaila admirablemente, y es, entré las nuevas figuras del cinema, la que mejor encarna el * J semido alegre y vivaz del baile ^ nuevo.


PIDA SU SEMBLANZA G R A F O L O G I C A Escriba una carta de su puño y letra SOCIEDAD NESTLE A. E. P. A. S e c . ^ J Í - i . V í a Layetana, 41, Barcelona quien le proporcionará un interesante estudio de su carácter a través de su escritura, analizado por J . B. AMIEL de la "Société de Graphologie de Paris". Para obtenerla solo necesita demostrar que es Vd. consumidor de N E S C A O .

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en polvo y en cubitos EL MAS DIGESTIBLE Y APETITOSO DE LOS RECONSTITUYENTES



matai una hora perdida, se aventinan a entrar por aquellos días en el T e a t r o de los Campos Elíseo.«—entonces simple music-hall—, sé encuentran con una sala casi vacía, con un espectáculo incoherente, frenético, exótico ha.sta la incomprensión, y dasorientados en el primer m o m e n t o , dudan entre si aplaudir o patear, entre si v o l v e r la espalda al escenario con un gesto d e desaprobación o l)ermanecer clavados en las butacas por una fuerza exPero, i n d u d a b l e m e n t e , traña que se desprende del algo más que una fuerte doespectáculo m i s m o . P e r o , sis d e snobísimo debía de haP<k:o a poco, el raro sabor ber en las manos de aqueamargo de aquellas danzas Ikís públicos q u e aplaudiemisteriosas v a penetrando ron la sonrisa luminosa y el en el paladar d e los escasos rostro pigmentado y las cae.sp«:tadores de los Campos deras africanas de Josefina Elí.seos. El espectáwíulo que, Baker, cuando, a despecho durante los primeros insdel paso fatídico de los dias tantes, parece una simple que matan t o d a « n o v e d a d » amalgama de incH)herencias, y del g r i t o soterrado de las de exotismos, de cabriolas gargantas esclerósicas q u e frenéticas, se trueca, al llepretenden aplastar t o d a esgar «d final, en un espectética revolución, otros—^jtáculo de una salvaje y obslosmismos —^|)úblicossiguen cura poesía, de una iüegría • aplaudiendo aún hoy las ca- ioarüum Kakrr, U laaguifica ettlrrlla de ciuuitir-balli «onríiMi IIUUÍBOMJI y re»tro pilineuUido—, ka triunfado delirante, d e una audacia plenanenle en la pantalla sonora r o a la producción <].« Venus negra» deras ultrarritraicas d e Joy de una novedad rítmicas | sefina Baker y todo lo que que no pueden dejar a nadie indiferente, que pro- 5 su arte exótico tiene de raro injerto africano en p«»r entre la fosca maleza de la indiferencia vocan, según los diversos caracteres de los asist r o w i o europeo. Su mismo explosivo triunfo d e tentes, el horror o el entusiasmo. E j i resumen: bulevardiera, como jienetian siempre en ella los entonces—de aquella época postguerrera en la una formidable explosión de pólvora que estalla, signados en la frente por el d e d o d e la voluble íiae y a la palabra «triunfo» empezaba a (;obrar eu forma de cataratas de aplau.sos, sobre las pladiosa Fortuna: con la mirada fija en un jMjrvenir auténtica categoría de dificultad, no su|)crada teas d e los C a m j K i s Eílíseos. venturoso y el corazón dispuesto a la lucha más que \>or unos cuantos escogidos-—es algo que contra la hobtili<lad de las gentes. fuerza a (lensar en la existencia de un extraño seAlgunos días después, esta explosión de pólvoDebut sin ruido, sin publicidad alguna-—cuencreto estético cuya hondura—o superfícialidad— ra se ha transmitido a todo París—y al todo t a el viejo periodist a parisién—; Josefina Baker, e x a c t a esí'apa, aun hoy, a muchas inteligencias. París—. l.'n capricho, un entusiasmo, una relidrelumbrada chiquilla negra que acababa de gión nueva acaban de nacer en la ciudad donde saltar de.xde los destartidados barracones del I l a r ITn periodista parisién—uno de ésos viejos petienen lugar casi t<idos los avanzados alumbralem neoyorquino a la luz cegadora de París, se riodistas que, a través de las vicisitudes políticas mientos eí<pectaí-ulares: se expanden luego, c o m o encuentra perdida entre sus compañeros de o de otra índole, no pretenden ser más que eso: en alas de un misterios*) contagio, por todos los elenco. A u n n o es mém q u e una ignorada vedette «un viejo periodista»—se complace en re<'ordar barritís parismos; acaban, finalmente, por prende las tantas que llegan cada día a Paris, y el d u r a r t e estos días en que, con m o t i v o del é x i t o der en el pecho de todas las clases scciales. esjieí'táculo no da, por otra parte, durante los del film L a Venus tiegra, sonríe a Josefina Baker I>js hipos y los .sollozos—a v e « e s dolorosos, a v e primeros días, ni aun el diuerf» suficiente para la amplia gloria del cinema, aquellos tiem^tos ces cantarines^—de los saxofones, y las danzas pagar los ga.stos. T o d o liacc auirtirav utiíi cutí^sdifíciles—y un |)OCO olvidadcjs ya—en que la ignoalucinadas de estas mujeres de color, alcanzan a rada Josefina v m o a triunfar a París c o n su fa trofe financiera... t<K'ar, p<jr fin, dentro del corazón de h>s euiopeos. l/>s a''<irr»«í<is )M.--cantcr> |iari.-uit> q u e , | K j r mosa Revue Ségre, metiéndt>sc decididamente

' l a n d o , no sólo la sonrisa l u m i n o s a , sino los dientes d e nieve y las piernas sinfónicas y estilizadas de Josefina Baker triunfaron en París — que es tanto como triunfar en Europaentera—, alguien, que se creía autorizado para pronunciarla, pronuinñó la p a l a b r a : snobismo. Y el mundo entero — reloj muf Jias veces de repetición sin cuerda propia para lanzar exactas definiciones—repitió: snobismo.


lina hiperaenaible fibra set;reta, cuya vibración niMÜe había sospe<:hado antes jamás, acaso por la sencilla razón ile que nunca había sido pulsada por nadie. Y , a st'guido—claro es—, la violenta disputa de siempve en t o m o a las cosad—o a las person<is—que logran clavar, en medio de la calma ambiente, e! dardo temblailor de una fuerte conmoción: ditirambos exaltados y burlas incomprensivas, <ita<iues sañudos y fervorosos elogios; toda la gama, en fin, de esa mezcla de repugnancia y de admiración que es necesaria al rotundo triimfo de estos remotos inmigrados de África que, después de una larga permanencia en los Estados Unidos, han >icertado a combinar—en raro cork-tail—las cidencias del tam-tam selvático con los cánticos sonoros de la Biblia. L o s moralistas, naturalmente, se indignar. Robert de Flers, que dirige El Fígaro, deplora con gestos alarmados^—^y probablemente insinceros—este «retorno a la barbarie», esta «obscenidad animal», esta «lubricidad que arrebata a las muchedumbres del Viejo Continente». Pero, a pesar de estos truenos apocalípticos—naturalmente también—, la Revue Négre triunfa Y , con ella, Josefina Baker. Josefina Baker, la Venus negra, acaba por convertirse, no y a en una snpervedette, sino en un símbolo. Un símbolo—presumible final—sobre el que, en adelante, se librarían estas batallas terribles de la moralidad escandalizada, terminando por populai-izar su fama hasta un extremo inverosímil. Destacada como por arte de magia de todas las demás estrellas de color que le disputaban su puesto, Jo.sefina ha conquistado el Viejo Mundo. Ella le ha traído un recio perfume salvaje, una especie de malignidad primitiva, de sensualidad lánguida y desarticulada. Y , al margen y a del colectivismo de la Revue Négre, esta tanagra africana se deja ganar—al tiempo que la gana— por la vieja civilización europea. Día a día se afina y pulimenta en las costumbres occidentales, se pliega a una gracia y a una elegancia modeladas por los siglos, sin perder por eso nada ni de su sabor ácidamente exótico ni de su deliciosa espontaneidad. De ahí esa atraccción extraordinaria, ese secreto poder de su rara personalidad, que somete y subyuga a todos los públicos de E u r o p a El drama de las razas, de sus inadaptaciones al medio, de sus antagonismos, de sus instintos, de su disciplina o indisciplina social, todo esto es lo que Josefina

Baker sugiere con su sola presencia, y ésta es tamí)ién la cuerda profunda que hace vibrar al mismo tiempo en el viejo corazón de Europa la Venus negra de las africanas caderas salvajes y de los desfaile<ientes arrumacos de gata a medio civilizar. Habiendo alcanzado esta mujer de caoba la cima más alta de la popularidad, el cinema —Gargantúa espectacular de nuestro siglo— tenía, naturalmente, que servirse de Josefina Baker. Y de ella se ha servido en efecto. Pero, ¿ha sabido, en cambio, el cinema servir a Josefina Baker, esto es, brindarle el papel exacto, definitivo, que está llamada a intei-pretar como símbolo antagónico, o, si se quiere, como concreción de dos razas, de dos culturas, de dos vibraciones sensuales y espirituales? Veamos... Hasta llegar a su último—y, en un orden de primacía, su primer—film, titulado L a Venus negra, puede decirse que los dos o tres talkies anteriores de Josefina Baker han constituido sólo un nuevo ensayo, en los que sus magnas posibilidades habian quedado poco menos que intmtas. N i en Zouzou, film bien concebido

y airosamente realizado, ni en L a princesa TamTam, ni aun si(|uiera en Miarka, la filie de rimrse, acertaron a comprender por <-ompleto, productores y realizadores, laevohición espiritual y la capacidad expresiva de esta mujer (pie había sabido conseguir fulminantemente la celebridad en París y en el mundo entero, a causa precisamente de esa su mímica prodigiosa e inimitable. Engañados jK>r el espejismo de su aparente superficialidad, los directores cinematcgráficcs sólo habían visto—^y .sólo querían v e r s e n ella una frivola danzarina de color, cuyo arte se concentraba en sus piernas elásticas, en sus caderas armoniosas y en su amplia sonrísa maligna e ingenua. N o habían visto, por ejemplo, que la antigua chiquilla del Harlem africano, picara y desenfadada, en su choque con el alma del V i e j o Continente había adquirido un tal gredo de expresivismo dramático, que urgía confiarle la interpretación de grandes papeles, donde los sentimientos inefables y las pasiones violentas se desenvolvieran de una manera sencilla y , al mi.smo tiempo, míticamente complicada. Porque Josefina Baker, reina efectiva—es cierto—de la loca alegría del jazz-band, del musichall y , en definitiva, de toda esa mentida v i d a bulliciosa de ^ ^ ^ ^ n u e s t r a contemporaIPl^^k,^^ neidad, es también el f m t o directo—y esto ^ ^ ^ ^ J i 2 • IK, no d e b e olvidarse i^^l^Áf*^^^ nunca—de una raza s o j u z g a d a q u e aun tiene sobre sus espaldas la huella triste de su reciente esclavitud; de esa raza que, aun hoy, se v e forzada a e s c o n d e r , entre los sucios barracones del Harlem neoyorquino, el «pecado» de llevar, sobre unas almas posiblemente blancas, el d i s f r a z natural de unas pieles de color. Y este hondo drama racial y secular n o puede olvidarlo hoy, triunfadora del mundo, la chiquilla humil l a d a del Harlem de ayer. I.0 tiene que llevar en su sangre, y en sus entrañas, y en lo hondo de su alma, esta Venus negra, que es, en medio de un mundo insensible a las desI)o8 momentos ile loaelina gracias raciales, como Bak«r en «La Venas neuna v o z esporádica y gra>, la película en qae se afirma que U estrella ha lúgubre de su raza soencontrado el camino de juzgada sí misma, más allá de laa habilidades ) a g i I i d a des de gran bailarina—

Y si—sensualidad y tristeza infinitas-—tal es el fondo desconocido de la Josefina Baker que baila y rie, ¿por qué no dar a esta V e nus de color la ocasión de desarrollar ampliamente ese gran tesoro sentimental que ella arrastra en lo profimdo de su alma? Personaje de tragedia elemental, exacta representante de las pasiones violentas y primitivas, la Baker no era—no es—más que el «personaje a la caza del autor»—la actriz a la caza del director—que busca el encamarse a s í misma, el manifestarse plenamente tal y como es: como una fuerza poderosa de los instintos elementales, como una heroína n ^ a de una también honda tragedia negra, como la misma v o z angustiada,en suma, de esa su propia raza que esconde sus dolores a la sombra del Harlem americano. ¿Habrá encontrado, por fin, este camino de sí misma Josefina Baker, en su último—^y primer— gran film que con el título sugestivo de L o Venus negra se anuncia y a en el cielo cinematográfico? Pronto vamos a saberlo. R U T H DE L A ROSA


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PRENSA "Por los derechos del homlNre"

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W A N D o aparte la tendencia de este film alemán, de la Alemania nazista, y considerándolo exclusivamente en lo que tiene de documento y , sobre todo, en su estilo y técnica cinematt)gráficos, hemos de reconocer que nos hallamos ante una obra maestra. Su director, Ilans Zoeberlein, recuerda a Pabst en sus mejores momentos; un Pabst ortodoxo; un Pabst que, ideológicamente, se pareciera al f Justav TTciky de hoy. Por los derechos del hombre quiere ser un documento imparcial de la post-guerra en Alemania, cuando la desmoralización de la derrota y el espectro del hambre son los dos consejeros que atizan la revuelta popular, explosión de odio sin programa ni j e f e ; comunismo desarticulado, como el que surgió por entonces en Italia y Hungría. Asi se presenta un estado social caótico, que reclanm una mano fuerte para apaciguarlo. ¿Consecuencia? El nazismo. Tal es la idea. Su realización cinematográfica, asombrosa. Cine puro, vibración de imágenes en vertiginosí» desfile de emociones «vividas». Aquí sí que creemos asistir a la proyecí;ión de un documental sin trampa ni cartón; reportaje sensacional de la vida pública y privada de un pueblo en un momento crítico de su existencia: el mitin y el hogar, la revolución y la familia, el ciudadano y el individuo. Paralelo feliz, que, para dar una vúsión completa de la Alemania que .stifría, establece con originalidad y realiza con arte insuperable Hans Zoeberlein, maestro consumado en movilizar masas en escenarios naturales, y en diseñar al mismo tiempo, con sobria y sencilla emoción, dramas íntimos. La fot«»grafia, rica en matices, ayuda al director a componer con elocuencia de luces y sombras este cuadro desgarrador y grandioso de lo que pudo ser Alemania a fines de 1918. L a interpretación, admirable, y como obra de conjuntos, sin estrellas. CAPÍTOL "El ehieo inillonarío" Farsa bufa a cargo de Eddie Cantor. U n viaje a Egipto, para recoger una fabulosa herencia. Tópicos orientales, vistosa coreografía, bellas mujeres y gracia auténtica en la primera parte del film, q u e t e r m i n a con irnos cuadros en color. R o y del Ruth, al principio de la peícula, en algunos planos del puerto, se acuerda de que fué el director de El pequeño gigante y el gran observador de ambiente de Un aventurero ttiidoz. Luego se desliza por el fácil declive de laa películas de espectáculo, en las que se confía

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Kdward

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por lirrrrros

el éxito al número de mujeres guapas y a la variedad de decorados. Por este camino, R o v del Ruth no tiene nada (pie enseñar a los que le han pre<'e<Udo. Etldie Cantor, como siempre, un tipo original, gracioso o bufo, según las circunstancias. Una suerte de Pepe Moncayu en sus buenos tiempos, aquellos de .-Irc, César, o, mejor, de ¡xi corte de Faraón, género teatral y a fenecido en España, y que ahora, con más fastuosidad, pero no mayor enjundia, se asoma a la pantalla. Bí chico millonario distrae. Eso es todo. HAIMIII)-P\RIS "Los misipríos de París" La ¡>opular novela de Eugenio Sué. llevada al celuloide con la misma preocupaci/m artística del folletín original. N o es cinta para MadridParís, donde se han proyectado filins magistrales. Los «misterios» de esta producción fr.mcesa, por su factura y puerilidad. Sím aliciente para comer castañas cn un cine de barrio. El director, Félix de Gandera, se ha limitado a r o d a r , con una (complacencia de mal gusto, la.s escenas más truculentas del folletín, sin presumir siquiera que también en esto género puede hacerse algo que rebase el nivel de la novela por entregas, del lazareto y el dept)sitü judicial. L o mejor del film son los decorados, que reproducen con acierto y vigor el ambiente de la época. IJOS intérpretes corroboran una vez más lo que con miucho menos m o t i v o decía Zorrilla de su Tenorio; « N o ha habido ningún actor que haga bien el Don Juan; claro, como que ni e « carácter, ni tiene lógica, ni consecuencia, ni sentido común, ningún actor del mundo puede estar bien fuera de todo carácter y de toda situación.» RIALTO "La lotería del amor*' Marinos americanos en París. Mucho deseo de divertirse y mayor ingenuidad para lograrlo. Parecen chicos huidos de la escuela, (jue se de dican a hacer travesuras, con recelo de que les

8ori>renda el maestro. Se trata de un intento, nada más que un intento, de S(>ducción en la persona «in<K'ente» de una bailarina, para cuya mmiuiavélica empresa todos los donjuanes delegan en un cinujjañero, que acaba prendándose de una corista, mientras la bailarina célebre, objetivo (le la campaña amorosa, escapa al a.sedio de los muchachos. ElIcKs no habrán(Hmst!guido su proytósito; pero, en cambio, se han gastado los dólares que traían, y emprenden su r(ígreso al puerto, COI) la conciencia triuupiila de no hal)er ofendido a nadie, ni siquiera a la moral, esa viejecita humilde y arrugada a la que todo el mundo, y (íspecialmente los forasteros que van a París le gastan alguna broma. Film de aventuras de juventud desarrollado con gracioso ritmo y una realización e interpretación buenas. T U OLÍ " « r o z a " ("1.a tonnenta") FA Cineclub G. E . C. I . inauguró el sábado 23 su tercera temporada de cinema de selec<í¡ón. Los buenos aficionados la cs{)eral>Hn con interés. El cine estm (t lleno. Cada vez es más nutrida la minoría fpic profiere los films do arte a los de mero osjRH-taculo. Depuración del gusto )Hq>ular, (pie hay (pie atribuir en gran parte a cst«)S cur.sillos de buen cinema organizadcs por G. E. I. Se proyectó Croza, magnífico aguafuerte de la Rusiaprecomunisi a. Iconos y prejuicios pesando .sobre las almas, como las capas de plomo (|uo agobian a los hip«'>critas en el Infierno de Dante. Ho.sqm»dad en la tierra y en el cielo. Y , entro las dos iracundas o implacables amenazas, una mísera pecadora que busca su libora< ¡ón ilefinitivii en l a s t ^ i a s del Volga. V . Petrov compone este amiatooitt n>u m s gos vigorosos y realistas. Kscuela rusa que, (t»n los [)ies en la realidad concreta, sabe remontarse al símbolo. Nuestros grandes pintores del siglo x v n , en simples cuadros de género, ligados a la tierra c(m escenas familiares do cncantad*»ra ingenuidad, en las <pie no faltan representaciones de animales, dieron un tra'íiinto de la Gloria. Realismo tran.sc endenté, que hallamos de nuevo en los films rusos, una de cuyas muestras más iracterí.sticas es Groza. La interpretación es excepcional. Con actores a.sí no hay film que fracase. Aunque todos ellos, dentro de sus resj)ectivos papeles, realizan una creación, todavía queremos destacar a Tarasova—la mujer a la que le niegan el alma—; a Tchouveley—el marido abúlico y borracho—; a Zaroubina^—^la muchacha cuyo espíritu se petrificó en sensualidad—, y a Masalitinova—encarnación cruel y dogmática del matriarcado oriental. A N T O N I O GUZMAN MERIN(J


mu G A R B O ^ ' MARCH m

i PRIMER PREMIO-COPA DE ORO EN'LA BIENNALE OE VENECIA. 1935 La d u l c e h e r o í n a d e la magno o b r a d e Tolstoi, revivida d e m o d o magistral por e l g e n i o d e G r e t a G a r b o . iDom i n a b a a todos c o n su b e l l e z a , p e r o no s u p o d o m i n a r el a m o r q u e la a r r a s t r a b a h a c i a un hombre! [Por él lo s a c r i f i c ó todo..., su hogar..., su hijo..., su v i d a inclusol

mu G A B L E ' HARI.OW MMff B E E R Y m

MARUVIUJIS.

PREMIADA en el FESTIVAL INTERNACIONALflteCINEMA ífeBRUXELAS

Luchas d e o d i o s y p a s i o n e s e n las a g u a s s o m b r í a s d e los m a r e s d e C h i n a , infestados d e p e l i g r o s o s piratas. Terrible t e m p e s t a d e n el mar, y e n e l o l m a d e d o s hombres... | S u e ñ o s d e a m o r e n el c o r a z ó n d e una mujer, h u n d i d a en el c i e n o del e x ó t i c o O r i e n t e !

PRODUCCIONES m MÁXIMO COSTO ^ ÜTRACCIONÍS D[L MÁXIMO VAIOR ESPÍCTACÜ105 DEL MÁXIMO RENDIMIENTO

a^COli/wj/n Cf jljayer

U n a m u c h a c h a c o n s a g r a a l teatro su afición y su v i d a . Miles d e e s c o l l o s s e o p o n e n a su c a r r e r a . . . y a l fin, su triunfo g e n i a l , a p o t e ó s i c o . . . ! U n a l o c u r a d e b e l l e z a , una maravilla d e melodías, una a v a l a n c h a d e c a r c a j a d a s . . .


MBEERY jmiE COOPER

nm LORRE

El circo... c o n sus e m o c i o n e s , sus risas, sus tragedias... Le faltó p o c o p a r a p e r d e r la v i d a ; mas no d e j ó d e luchar p o r el hijo q u e tanto a m a b a . | U n a o b r a m a e s t r a q u e h a c e reír... y h a c e llorar!

''''CBAWFORD^

¡ D e s e o b a el a m o r d e u n a mujer q u e no le c o r r e s p o n d í a , y el a m o r l e e n l o q u e c i ó ! L a c i e n c i a le dio poder s o b r e la v i d a y la muerte,- p e r o la l o c u r a le convirtió e n s u p r e m o enemigo, d e l hombre

O '//I/O

I g n o r ó d i f e r e n c i a s d e c l a s e y posición. H a s t i a d a d e l din e r o y d e lo s o c i e d a d en q u e vivía, le tentó lo aventuro d e un gron amor... Q u i s o vivir su v i d a , ¡unto a un hombre q u e sólo a m o r p o d í a o f r e c e r l a .

sr^« LAUSEIi ^

wJJ'JJki Fugitiva d e las g a r r a s d e la ley... La a c u s a c i ó n , la evid e n c i a , t o d o e s t a b a c o n t r a ella... Y sin e m b a r g o , un h o m b r e confió e n su i n o c e n c i a y la salvó. Emoción, r o m a n c e , risas... |Todo reunido e n u n a p e l í c u l a !

Las c ó m i c a s a v e n t u r a s d e d o s fusileros e s c o c e s e s e n lo India. Los "Tres l a n c e r o s b e n g a l i e s " e n c u e n t r a n su m á s divertida p o r o d i a e n estos " D o s fusileros sin b a l a "

lAmigos y reñidos competidores..., " d e f e n s o r e s " d e l a ley y d e lo " s e g u r i d a d " público..., e n l u c h a c o n los fantasmas! Sus rostros son siempre los mismos; p e r o nuestras c a r c a j a d a s s i e m p r e son n u e v a s

mm, TRACTm

U n c a s o d o misterio impenetrable. U n hombre q u e quis o c o m e t e r el crimen perfecto, b a j o el a m p a r o d e la p r o p i a ley. [Fuerte y e n é r g i c o , s e c r e y ó invulnerable; p e r o le v e n c i ó l a d u l z u r a d e u n a mujer!


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B

EROJO (BENITO)

Nació en Madrid el 14 de Julio de 1897. Terminado el Bachillerato, que cursó con aproTechamiento, decidió entregarse a la actividad que tenía para í t mayores atractivos; el cine. De 1914 d a t a su ingreso en el mundo del celuloide: c o n Pedro Zorrilla j Fernando Delgado hizo m a s cuantas peliculas sirviéndose de una primitiva cimara, que sólo podía contaÉir treinta metro* de iilm. Entonces Petatt trat>ajaba como actor, y creó un pacat^Bte «Peladilla» ^ u e e r a imitaci^^^ ^ S b a r l o t » ; tos titules de estas c i n t a » J H ^ ^ ^ K i o de Tal se enamora de M a n ó o ^ j ^ P f f o t a z o

j

tente tieso», «Peladilla, c ^ f l R o d e punto» r «Peladilla e n el f m o b . En 1917 marchó a París en busca de m a y o r amhiente, y alli trabajó como interprete unas T e c e s , y otras, como sim^e figurante: p e r o decidido siempre « apf«ader los secretos de la técnica c i n c m a \ En Parí» conoció a un director ue le llevó ' a Roma, en donde tra' 'aflos como a c t o r , primero, y luego, inte del realizaidor. De regreso interT i n o en la fundación ilms BenaT c n t e , para l a que dii cintas. Hizo luego o t r a s tres para 'a Film, ani^1*6 algunas m4s en Joinville y P B o U j w o o d , y en 193*^ 16 definiti' T a m e n t e en EspaAa, •nerse ya en nuestro pais de 'dotados suf icicntemente para la >n de películas. Entusiasta de su Perojo ocupa un puesto pr la producción nacional. Está >n Carmen Carreras, hi)a del célebre cómico d^[rtB apellido.

D

E

A PtUeulat

que ha dirigido:

ía sin ventura (en cola' Donatíen), Para toda la Ud de la muerte. Boy, La Iría, El negro que tenía el ^a. La bodega, l'n hombre Niebla. En BerUn: Corazones sin ffem6o. Fl embrujo de Sevilla. En HoBywood: Mamá. En Barceloaa: El hombre que se reía del amor, Susana tiene un secreto. Se ka fugado un presa. I''» Madrid: Malvaloca, El negroque icxia el alma blanca (versión hablada), Cnus mundial. Rumbo al Cairo, Es mi hombre (versióo hablada). La verbena de la Paloma

Ca-

G

(KATHERINE)

E*Utura. 1,58 metro*. Ojos pardos. CabcU» esstaño obscuro.

(JOE E.)

Alias, «Bocazas». Nombre verdadero, Joseph Evan Brown. Nació en Holgate (EsUdo de Ohío) el 3 8 de JtiUo de 1 8 9 3 . Es el séptimo de los hijoa #e un matrimonio anglogermano. Eináezó sus estudios en Toledo de Ohio. «[londe se lad<S iuy] Soña reo. U «troupe» hizo su dabot alosn irco Ringling Brothers; ^durante el verano, y volintfemo para seguir sus via • Tol< eamios. En 190S ^ n b i ó de Compañía, y de resultas de una W i z a que le propinó el director, hul>o de pel^unecer una t e m porada en el hospital. Eó vista de ello, renunció a la actividad circense y se hizo Pelieula* que ha interpretado jugador de «basse-ball», logrando seflaSt. P a u l ^ .con los eq lados El mundo al revés (The Cock-Eyed encontró 1 ^ New-York WorU). Raoul Walsh; La canción del como actor verdadera OesU (Song of the West), Ray Enganó fama cómico right; El neófito, Ray Enright; El poco creaciones y fortuna tigre del tringt (Sit tight), Lloyd Sas af( represenen cón: Nadando en seco, Lloyd Bacon; iperetas. C .Wartuero en tierra (Son of a sailor), taba en geles la comedia musical l.loyd Bacon; El payaso del Circo «TwinUe-flHIkle», en 1928, se le ofre(Th* Circus clown). Ray Enright; El ció la primera oportunidad para apaf|t<^r camptón ciclista (Six Day Bike Rien la pantalla Aunque el film de sil inder), U o y d Bacon; Alibi ¡he, Ray greso en el séptimo arte fué un fracaso, Enright; El sueño de una noche de siguió tsabajando ante la cámara, y no i verano (A Midsummer Night's tardó en consagrarse al cine y abandonar Dream), Max Reinhardt. por completo el teatro. En 1931 firmó contrato de larga duración con los Estudios de la Wamer Bros. Está casado y tiene tres hijo*: Don, Mary y Blizal>eth. Su may ' alegría es no tener que trabajar hogareña. Está " Cor-

MILLE

Nombre verdadero, Katherine Lester. Nació en Vancouver (Canadá) en 1910. Era la hija única del pintor y maestro de escuela Edward Gabriel Lester y de su esposa, Cecile Colani. Quedó huérfana a los siete afios; su padre perdió la vida en acción de guerra, con el ejército canadiense, en Vimy Ridge, y su madre murió de congoja en el hospital de Los Angeles, pocos meses después. El gran director y productor cinematográfico Cecil B. de Mille, que había tenido amistad estrecha con el pa4|g de'I^LL^^j^, adoptó a la huerfaillido. Desde temprana ntió IB atracción del arta^^^^tico, y ^ n buan <xite intervino en t^H|B|»ciones teatrales organizadas en la u H f t d Park Public School, en la H o U y w ^ B c h o o I for Girl* y en la Santa Bárbaní^Mool for Girls, centros docente* ea wR|ue recibiera las sucesivas etapas da Wvducacióo. Bajo la dirección de su pa4K adoptivo jatudió loa diversos aspectoa de la prodMttite cinematográfica. En 1931 cayó e^brtea, y dtirante doa aflos hut>o de hamr cura de raposo. En 1933 se matrículÁ AS el í n s t a t e Artístico de Chicago, en euyas aulas aprendió los secretos de la eactiltura. Un aflo más tarde regresó a Hollywood, decidida a emprrnder la carrera cinematográfica. Tiene a orgullo no haberse valido del nombre ni de las influencias de Cecil B. de Male para lograr el ingreso en los Estudios. Su primer papel íué et de esposa de WaUace Beery en «iViva Víliat» Está soU tera,g afirma que sólo se casará con un actofc.J^ra de ese modo no tener que renuncttr '1 -seguir actuando ante el tomavistaaN|t lo<; Estudio*.

R O W N

O

Y A

(MONA)

Nació en la ciudad de Méjico el 25 de Noviembre de 1912, de padres tráncese», que poseían vastas plantaciones en tierra mejicana. Se educó en colegios españoles y franceses de Méjico, y pronto dominó, además de los dos idiomas correspondientes, el inglés. Fué una buena ahinuia, juiciosa e inteligente; prefería la Historia y la Literatura a la Geocrafia y las Matemáticas: m a s n o por ello ae quedaba retrasada en niofUna clase, h^^rimer deporte cultivado can afán es I v I É I ^ c i ó n , y a

los

PelieuloM que ha interpretadot i Viva Villa!, Jack Conway; Suena el clarín (The trumpet blows), Stephen Roberts; La llamada de la selva (Cali of the wiU). William Wellman; Las Cruzadas (The Crusades), I B. de Mille; Manos sobre la nusa I across tk* table), Hitchel Leilorror en ti cuarto negro ( Black lo. rRov Waiiam Neil.

j i l o s ganó l a ^ H H É H a i c a de '925 se t r a l ^ p W t u s pacía, y en e l X l & o ^ ^ ^ i t t e m ^ ^ sus e s A i o s . itaba, y queria s ^ S ñ unas cuantas c a i i c K e s m u y estimables. Su vocación cam s o f l ó c o n ser estrella cual aprendió a bailar y o ocasión de a p a r a r ante ^vodeviles: p e r o j | ^ ^ ^ & a 1 género de *8 conoció dora onoa

' a

ini

uida, la Corapai||, de Lon trabajan en cintas i primar «talkie» Paría, permaneció vari trato con la Paramount chó hsego a Holirwood Estudios Metro-Gd 193» regresó a F fcrido sigue siendo la que aprovechar sua' viaje». «.

1,59

metro»,

claro.

PeUeula* que ha interpretadot líl olvidado (L'Oublié). Germaine Dclac; La llama dt amor (The (lame of love). Hai-Tang, Anda qut tt onduUn (Coifftur pour damts). Rene Guissart; El mancebo dt botica (La merveilituse journét), Robert Wyler e Yves Mirande; El osito it Buridán (L'ant ie Buridan), A . Ryder; La panadera (La porttust it pain) , Rene S i: La banca Nemo (La banfut Ntmo), Margneritte VeU; El ttmplo it la moda (Jonny kault couture). versióa francesa de Friscktr wini aus Ranada. Serge de Poligny; La viuda soltera (Les épou* cilibiOaires), versión francesa de Mack'mick Gluckiick, Arthur Robison y Jean Boyer; Caballeria ligera (CainUerie Ugirt), versión francesa de Ltickte Kavalltrit, Werner Horhbaum.


Vjgim señorita acaba <le incorporar a la pantalla 4e bailarina v su belleza extraordinaria. Se l l a a M Harriett Hadden, y ha actoado ya r a an d a i 4|ae pf^oaito llegara o aoaoifoa

H

Dixie Lee y HH esposo, Bing Crosby, poseen a a a aMcaífica residencia, y rn ella, ana piacían, ilaade praeticaa a diario sos « i e r a e i o a —«atorioa

E aquí, amadas lectoras, nuevas indicaciones de la<iélebre estrella Dolores del R í o para el mejor cuidado de la belleza. N o necesitaremos insistir otra v e z aceriía de la solvencia d e la l)ella «profesora», porque bien conocidos son de

todas vosotras sus encantos femeniles. H a c e bien poco, en una pantalla madrileña, ha sido exhibido un nuevo film de esta admirable artista. A lo largo de t o d a la pelicula—^notabilísima en verdad-—, sobre los atractivos de los es<íenarios, sobre los méritos de la interpretación y sobre el interés de la fábula, destacábase vigorosamente la singular belleza de Dolores del R í o , su hechizo peisonal e inconfundible, su dharme incomporable de mujer ágil, elástica, fuerte y sana, independientemente, claro es, de la hermosura «ttt generis con que la Naturaleza quiso dotarla. En las escenas de la piscina de Aguascalientes, en las cuales Dolores del R í o exhibe casi desnuda la armónica perfección de su cuerpo maravilloso, adivínase cómo la gran actriz mejicana rinde culto ferv'oroso a la conservación de sus atractivos. En realidad, t o d o en ella es perfecto, admirable y , k) que es mejor, personalísimo. Desde los cabellos, obscuros, brillantes y sedosos, hasta los pies, q u e se adivinan escrupulosamente atendidos, la figura d e Dolores del R í o denota en todos sus detalles que nos hallamos ante ima mujer que, no sók» por exigencias de su profesión, sino por coasiderar que ello constituye para toda mujer una

obligación inexcusable que

bajo ningún pretexto debe desatender en la medida de sus posibilida<les, hace del cuidado de su cuerjK) un veríladero y entusiasta culto. Ahora, dejemos hablar a Dolores <lel R í o : « D e b o declarar que el cuidado de m i ntstnt es lo que menos m e inquieta de mi cotidiana toilette. N o es ello, <,-omo pudiera creerse, una innn»destia, sino la i i t n v i c - ;


ción de q a e para toda muj r (|ue, como y o , posen nna tez limpia, sana y tersa, el maquillaje no pueda constituir nunca un problema grave. El éxito de él estriba en saber sacar el máximo partido de la más linda particularidad del rostro. A s ^ u r a n — y y o misma lo he comprobado—qne el más sugestivo detalle de mi cara radica en los ojos. (Igualmente se debe desechar, ante esta rotunda afirmación, la menor sospecha de fatuidad, toda vez ((ue los ojos suelen ser el máximo atractivo dc t o das las morenas.) Pues bien: su cuidado r no significa para mi, no y a una preocupa| ción sería, pero ni siquiera levísima. T o - p¿ y] da la atención que les presto consiste en utilizar para las pestañas un buen eosmético—rimmd-—^y en prolongar su diifflyffi mensión con una discretísima raya de láHB||H| piz. N a d a más, sino es atender con la preferencia debida al perfecto depilado H K H de las cejas, cuya linea es siempre exacta e impecable, según podréis observar en mis fotos. El resto de mi maquillaje es tambien 8«}cUlÍ8Ímo. Se reduce a un escrupuloso empolvado del rostro con polvos obscuros, cuyo sobrante quito con un cepillo ad hoc—como todas vosotras hacéis, de seguro—, y a aplicar a mis labios el rouj^ predilecto, dando a la boca la «linea» que mejor se avenga a las particularídades del rostro. Y o he adoptado la que actualmente luzco, por considerar que es la que más me favorece, sj bien he de declarar—aunque esta vez

f

^

('.loria Stuart, Ida L u pino y Marinn Nixon, ocupada* en distintos aspectos de su maquiUoie

La rana y riente W r mosura de esta bella • • c b a e b a débese, entre otras cosas, a su afición al ciclismo, según ella misma asegura. <Si •oo e vero»»

sí me supongáis inmodesta—que para ello no tengo necesidad de reclificaí- excesivamente la configuración natural de mis labios. Como dije al principio, un rostro perfe< to, de piel sana y limpia, no precisa jamás de un maquillaje excesivamente prolijo y complicado, por lo cual debe atenderse preferentemente a lograr ese grado de sanidad y de higiene imprescindible. Y o lo he c o n s ^ u i d o lavándome diariamente con agua templada y jabón de la mejor calidad. Tampoco mis manos y mis pies son objeto de un cuidado excesivo. L o cual no quiere decir loe deje desatendidos ni un solo día. N i siquiera la circunstancia de hacer una intensa v i d a deportiva y de cultivar la danza con gran asiduidad hace necesario que otorgue a mis pies una atención desmesurada. Como no pasa im solo dia sin que emplee en ellos algunos minutos, su estado constante es realmente magnífico. H e aqui el «secreto» método que empleo en la higiene de manos y pies: lavarlos, antes de e n t r ^ a r m e al sueño, eon agua templada y un buen jabón, y hacerles después un pequeño masaje con aceite animal, ligeramente tibio. Para colorearlas uñas de las manos y los pies utilizo el mismo barniz, con objeto de buscar entre ellas cierta armonía de color. Y ahora, para terminar, dos importantísimos consejos a las mujeres morenas: si anheláis que vuestra mirada tenga viveza, brillo y luminosidad, no las solicitéis de ningún producto de perfumería. Pedídselas al reposo. Sólo él puede dar a vuestra mirada el atractivo deseado. Unos ojos fatigados no pueden ser mmca bellos. Hav pues, que dormir todo lo necesario para el perfecto estado del cuerpo y para la peí fecta salud de los ojos. El otro consejo consiste en hacer a las mujeres que, como y o , tienen la piel intensamente morena, ana indicación de gran transcendem ia: no empleéis en vuestro maquillaje el color para las mejflIas.Ensayad un maquillaje a base de un ligerísimo retocado de los ojos; un detenido, pero no intenso, em)K>lvado, y una aplicación ligerisíma del carmín preferido para los labios. Ensayadlo, repito. Quedaréis maravilladas.» Y a lo sabéis, lectoras.


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UN " F I L M " DE

ASESINATO Y

M I S T E R I O . CON UN OESEIILACE ir ir SORPRENDENTE ir i(

CONRAD NAGEL FLORENCE RICE O DUCCIÓN COLUMHÜ


(Madrid).—Tcxiavla no tenemos nada resuelto sobre las cubiertas para encuadernar C I N E G R A M A S . 1.a letra de la canción «Tesoro, ¡ay mi tesoro!», de la película Boiiche, es: Más que el platino y el oro—de más brillo que yo vi; —más que el tbifé», que yo devoro—con sus papilas *suflés>. —es tu pechuga el tesoro- que me quisiera comer.—Más que el risueñor canard, - -es, cuando me hablas a mi, —tu voz divina el tesoro—de más encanto que ol.— Más que el ra-pa-rrás- -de un loro—y la charla de Sanchiz, —tu chamullo es un tesoro—que me hace dormir a mi.—Tesoro, ¡ay mi tesoro! — Yo te quisiera tener—en un tálamo de oro,- ~ maravilla de mujer.—Que *sos vos*, porque te adoro.—Tesoro, ¡ay mi tesoro!—Más que la patria que añoro—y la ilusión de volver, —es tu cariño el tesoro— >nayor que yo ambicioné.

Hollywíxxl (California); a .Myrna I.oy, a Metro-CíoldwynMayer Studios, Culver City (California).

ÑÁMALA

N .VRI zoTAS ( Barcelona ) . •— Muy agradecido a sus «lisonjas-. La letra de la canción «Niñón», de la película Todo por el am'-r, es ci>mo sigue: Un sourire, UH geste, un doux mináis.—• A changer une vie, suf/it parfois.—Le savais-tu, quaná sans fafons.—Tu m'as quitíé. Niñón—mais, a ma voix qui t'implore en vain—seul réponá, helas, lecho loiníain- ne tarde pas, reviensmoi done.- Econté ma chanson- Nmon quand tu me souis.—Tu ravis mon ame et mon coeur est pris.-Au vois mon émoi,—Ninon souris encocore.—Je veus reirouver, Ninon me réves d'or — Ninon quand lu me souris.- Pe titules mes larmes je me seus gueri.— Ninon tu as pris mon coeur.—

PALAC

El. DuKNOK (Tordesillas ) . El domicilio que me pide con tanta amabilidad rs .\ntonio Acuña, I j , Madrid. Rends- tuot ttm sourire, o mon charmant vainqueur. Escriba a l-'ranciska (>cial a Estudios l'fa, Neubabelsberg, Berlín. J. T . M . (AlicanU) envía para Cari Olalquiaga la canción que solicitaba en números anteriores, y que es así: Autufue Iú— me has dejado en el abandono:- aunque tú--has muerto todas mis ilusicmes, en vez de maldecirle- con justo encono,- en mis sueños te colmo,—en mis sueños te colmo- -de bendiciones.—Siento la inmensa pena— de tu extravio:—siento el dolor profundo-—de lu partida.Yo quiero que tú sepas que el llanto mio^ tiene lágrimas negras,— tiene lágrimas negras como mi vida.—Tú me quieres dejar. - Yo no quiero sufrir:contigo me v<yy, mi santa;- contigo me voy, mi santa, aunque me cueste morir. Muchas gracias por sus molestias. R E M É Vir.7. (MálagaCon mucho gusto le doy el reparto que me pide. Madre Alegria: Oirector, José Buchs. Mariquita: Kaquel Rodrigo; Madre Alegría: A n a I ^ y va; Tanito: José Baviera; N e mesio: Gaspar Campos; I.ola: I.aly Cadiemo; ('.loria: Luchy Soto; PtWAawrti.-Antonio Ihéguez; Sor Matraca: Irene Caba.

R. S Á N c H K E C.t>N2Ái.K7

N A O I A K K I > O R ( Tenerife ).— Herbert Marshall no tiene nada que ver con ese cantante de radio. Dorothea Wieck tiene los ojos {tardos y el cabello castaño. H a interpretado las siguientes películas: El abonado no contesta. Rayo de cuero. Canción de cuna. Muchachas de uniforme, (Milagro', Lisselotte y Un secuestro sensacional. Kl «otro» fué Edwin Carewe. Raúl Roulién tiene los oíos pardos y el cabello ca.staño. H a interpretados las siguientes películas: Deliciosa, No dejes la puerta abierta. El fiscal. Volando hacia Rio Janeiro, Eran trece. Granaderos del amor. Primavera en otoño. El último varón sobre la tierra. Asegure a su mujer. Piernas de seda, ta mujer pintada, Paz en la tierra y La alegre divorciada. Jean Parker tiene Veinte años. Se llama verdaderamente Mae (Ireen. IHvorcio en la familia. Dama f>or un dia. El secreto de madame Blanche, El fnrecio de la inocencia y Las cuatro hermanitas son sus principales peliculas. !.<> devuelvo con aumentf> sus cU)gios.

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iíOH.

LORnTA YOUNG. mVf WILCOXON. lAN K< UTHERINE^ MILLE. C.AURREY SMITN. JQSEPU SCUILOKRAUT. ALAN ALE . *

flLM PARAAAOUNT*

(.Ma-

drid).—Hace aproximadamente unos cinco meses que empezaron a publicarse.

ITN

MARAGATO

(.istorga).—

Celia Escudero, Hilarión Eslava, 2, Madrid. Imperio Argentina, Apolonio Morales, i (Chamartín de la Rosa). Antoñita Colomé, Muntaner, 130, Barcelona. Catalina Itórcena, Avenida Parque Metropolitano, 42, Madrid. Jessie Matthews, C a u mond-British Picture Films, House-Wardour Street, Imvidres í Inglaterra). Merle O b e rón, I'aramount Studios, H o llywood (California). Pamela Ostrer, British Lien Film, 76-78 Wardour Street. W . | . ¡.ondres (Inglaterra). JOSÉ

TOMÁS

MARCOS

(Ali-

cante).—Pruebe a escribirla a su domicilio particular, que es Ixjpe de Rueda, q, Madrid. Y a está demostrado que Mariéne Dietrich m> fué la que estuvo cn España. F-sos dos números (jue le faltan tienen que enviar su importe en sellos de Conreos a la Administración. Y felices «Pascuas», don José. PEDRO

bastián, Escriba a T o b y Wing y a Katharine De Mille a P a r a mount Studios

ITSANDE

(San

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SANTIAGO

ORTIZ

(Daimiel).

Escriba a Lina Yegros a Pelayo, 19, Madrid. Imposible contestarle particularmente, por el enonne trabajo que eso supone ITN

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