Revista Cinegramas - Nº.65

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ulie

Haydon

dwige FeuillĂŠre

Carole Lombard

Diana

Eoson


REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año ll.-Núm. 65.-Madrid, 8 de Diciembre de 1935

rtio'^. d f - J e auostras paginas, c o mfíizá ramos a hablar de este tema. .V )S<if ixts j K i d r i a i u o s d e m o s t r a r muv

lá' límente, por la organizaí-ión intern a de nuestra revista, por esa anticipn ;ión <!ün que el mem)s versado en materias jieriorh.sticas sabe que hay í¿ue iin|)rimir a t o d o periódiiu» e n cuimto alcanza «letenninada t i r a d » : ¡ lodriamos demostrar, repetimos, q m cuando atpiella instancia fué presentada, nosotros teníamos y a impreso el pliego en que hablábamos, por priluora v e z , de <!Sta Kxpo.sición Intern a t i o n a l del (^inema. l'cro no conceJenMJS, realmente, una importancia excesiva a este trámite oficial, a este paso burocrático para la oi-ganización del proyecto. P a i a nosotros, lo q u e tiene verdadero interés y lo q u e da realmente prioridad a la iniciativn es el tiempo en que sobre ésta venimos trabajando, las gestiones realizadas, los pa.sos dados a fin d e asegurar un previo é x i t o al proyeít*). Y en este sentido, contamos con testimonios numerosos, con prueba.~ fehacientes del tiempo en q u e inicia mos nuestros trabajos. Kácilment. .<c comprende que m i jirovtn-to d. este alcance y de esta envenía<lurH no podia ser lanzado ligeramente, alegremente, al conocimiento poj>ul;ir. Estaba y a , al ser hecho público desde nuestras columnas. prc<>cdido de mía lai^a serie dc gestiones, di exploraciones y trabajos a fin d( iisegm-ar, c o m o indicábamos antes, uu é x i t o p r e v i o . Lu labor que llevábamos realizada ' a ai liacei pulioi . i nue.-;:;. an-

't' Anioñíta Colouié, protaüoninlu ér ' la versióii cinemaloüriMica dc < ~ malvado C a r a b e l » . reali/.iida por I dgar Neville, que Mt entrena mañana en el Cine (jillao Kaquel Rodrigo y C:haríto l . e o i i Í H , creadoras de la Casta y la .Susana en l a versión cinematográfica dt* <lji verbena de la Paloma», realizada por Benito Perojo para CifcMi

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vas ni rt-quemores, nuestra publicación viene desarrollando una labor d e fomento y aí-en ainiento.

De la fidelidad con que nos ajustam<is a <»ta norma y del entusiasmo con que llevamos a la práctica ese pro|>ósito, hablan bien elaramente la creciente devo<;ión ¡xipular hacia nuestra revi.sta y el «,s;o de amor que ( / I N W Í U A M A H obtiene en cuantjis entidadtís están interesadas en el einema. Sin exclusivismos ni prejuicios, sin reser-

Y esta labor, fervorosa y tenaz, es la que «picríanios v e r fulminada en e.-'a primera l ' \ xísición lntcrna<ñonal de Cinematografía, [• a (pie habian de desfilar, como en síntesis i.c mos expuesta) rtúteradamente desde nue?triií páginas, los a.spt»ctos nxás .salientes, las páginas más gloriosas y las más nuevas audacias de arte tlel film. Llega aliora a nuestro ( í o n t K ' i m i e n t o que un,; revista barcelom'sa tiene también en gestión un pntyccto del mismo tijx» (pie cl nucstnj. l n \ 0 ( a p a r a d l o , c o m o raa'm de prioridad, el haber f>resentado oficialmente m í a in.stancia id A y u n t a miento d e Ban-elíuia tres dias antes de (pie nos-

OMO es sabido, hace y a unas cuantas semanas q u e desde nuestras páginas v e nimos ocupándonos de la organización en nuestro país de una primera Exjxisición Internacional fiel Cinema. .\1 servicio de esta idea hemos puesto, desde el primer momento, t«Mlo nuestro fervor, t o d o nuestro crédito y nuestra ejecutoria de revista situada jx)r encima de t o d o partiílismo, atenta únicamente a euanto signifique exaltación <lel í i n e m a .

(.armen \ ' Í H n c c , la riccicnte estrella espoñola, «juc <«• ha incorporado a la escena sonora con la nueva versión cinematográfica dc «Currito de la Cruz<. cuyo rodaje ae está finalizando cn los Estudios de .Aranjuez


Mary Amparo Bosch, la bellísima artriz valenriana, i n l é r p r e t c dei 'role» c ó m i c o «Los c l a v e l e s » , y en cuya laÍM>r se lia c o n s a g r a d o

c o m o d e s t a c a d í s i m a fifura «Iel ciDema

Mary Amparo B o s c h , Ramón Cebriáo, Maria Zaldivar, Alberto L ó pez y Anselmo F e r nández, en una escena de la adaptaciÓD cine> m a l o r r á f i c a de cLoa claveles», editada por P. C. E., de Valencia

Juan de 1.4inda en una escena de «El secreto de Ana María*, la nueva s u p e r p r o d u c c i ó n nacional editada por Selecciones C a p i t o l i o

ciativii nos permitía contar para éhta oon un camino despejado y un gran horizonte. Era ello el resultado de una campaña de un año, el eco natural a nuestro entusiasmo por el cinema. El tiempo que lleva de v i d a nuestra publicación fué una siembra constante de estimules, que nosotros aspirábamos a v e r recogidos en esa primera Exposición Internacional. Qoeriamos que fuese ésta al modo de un índice, de una recopi. lación cordial y entusiasta de la dilatada labor realizada por el cinema y de lo que resta aiin por hacer; un esquema de los recuerdos y de las esperanzas del film, de lo que en él es y a historia y de lo que es, todavía, sueño y deseo. U n a visión panorámica de lo que es, de lo que significa esa gigantesca actividad mundial, y , dentro de ella, una especial y amorosa atención hacia el cinema nacional, hoy en una hora tan decisiva e interesante de su historia, situado y a en una ruta de seguridad y de firmeza. P o r todo ello, por lo que llevamos realizado y por lo que tenemos en v í a de realización, apenas, en verdad, hace falta decir que no renunciamos a nuestra iniciativa y que s ^ i r e m o s trabajando en ella con el mismo fervor y desarrollando sus líneas directrices en la forma que nos habíamos señalado. Invocamos para ello—^y quisiéramos que esta v o z pudiese ser bien escuchada y llegase a oídos de ^uien debe estar atento a este tema—no sólo el tiempo que venimos traAurora Carcialooso en bajando en pro de ese proyecto y las numerosas nno de los más graciosos m o m e n t o s de la e importantes gestiones realizadas, sino, además producción española, y sobre todo, nu&stro crédito, nuestra difusión, editada por Bubigaa y nuestra posición de neutralidad entre las disSoler, «Una aventura oriental tintas zonas cinematográficas—fuente fre<uente


magnifica s o l e r a cinematográfica. Muchas páginas d e la historia de n u ^ r a pantalla están unidas al nombre de la gran ciudad. En t o d o m o mento ha habido alli ambientes cinematográficos, medios en que se acusaba poderosamente la presencia del amor al film. Cuenta, además, Bareelona con un magnifico local para un proyecto de este t i p o : su Exposición Internacional, en l a m o n t a ñ a d e Montjuich. A l concebir nuestra idea, la concebimos sobre ese fondo suntuoso y bellísimo de la Eixposición barcelonesa. Así lo hicimos también saber a nuestro público. Seg u i m o s , naturalmente, con

d e e n c o n o s y divisiones—•, nuestra amplitud y nuestra serenidad para situamos ante todo tema o todo pleito de la pantalla, ía estimación que hemos c o n s ^ u i d o en todas laí< Casas-—productoras, d i s t r i b u i d o r a s . Estudios...—que están vinculadas al cinema. ¿Pueden otros invocar estos títulos? ¿Puede lograr las mismas asistencias ima iniciat i v a encauzada y desarrollada por una R e vista de amplio eco nacional, de arraigo y crédito, q u e esa m i s m a iniciativa encauzada y d e s a r r o l l a d a por una publicación puramente local? ¿Se puede desconocer que un proyecto alcanzará m a y o r o menor esplendor según la importancia de su [)unt o de arranque, s ^ ú n las adliesiones con que pueda, d e s d e l u e g o , contar? U n a respuesta leal a estas preguntas afirmará las razones de C I N B G R A H A 8 para l l e v a r a cabo su propósito. N a da nos desviará de esta trayectoria, n a d a nos impedirá la realización de un proyecto amorosamente c o n c e b i d o y para el que hemos hecho y a g e s t i o n e s d e considerable imjxirtancia. Como es s a b i d o , desde el p r i m e r m o mento hemos querido nosotros - y así lo hicimos público- -<jue esta líxposición se celebrase en Barcelona. Ix» a c o n s e j a b a n así razones múltiples. Barcelona es una ciudad de

Hilda Moreno y Rani¿B de Sentmenat en un momento deaincertidumbre», produeeión lliepania O r bis, que en breve será presentada al público

Marcos Redondo y Pilar Torres en una eseena de «1.a Farándula», ^ue se rueda bajo la dirección de . A. Momplet i

ese propósito de celebrar allí la Exposición proyectada, y esperamos que el A y u n t a m i e n t o de la gran ciudad, atendiendo nuestras razones y a la vez velando por el é x i t o y el prestigio que deben acompañar a la realización de la iniciativa, nos conceda las necesarias autorizaciones. P e r o si así no fuese, si se desestimasen por las autoridades barcelonesas las razones que nos asisten, nosotros no alteraríamos nuestro propósito. Cambiaríamos, simplemente, de escenario, de emplazamiento. Esi v e z de Barcelona, Madrid. En v e z de un fondo, la Exposición del Cinema tendrá o t r o . Y contará con las mismas colaboraciones, con los mismos entusiasmos con que desde el primer día ha contado. Creemos, ain embargo, que este proyecto de C I N E O R A M A S podrá ser realizado en Barcelona, y tenemos la confianza y la e.<q)eranza de que así sea. El A y u n t a m i e n t o de aquella ciudad ha de saber atender nuestras razones, que son, al mismo tiempo, la propia conveniencia de aquella capital. N o es indiferente que i m proyecto-—ésfc o el que sea—sea desarrollado y organizado ]u>\ unas u otras personas, por unas u otras entidades. En este caso t;<jncroto, no es indiferente que una iniciativa de tal magnitud .sea desarrollada por C I N E O R A M A S O por otra juiblicación. Del punt o de arranque dependen el resultado y el é x i t o , y esto, la comprensión de esto por el A y u n t a miento bartolones, nos hace creer, confiadamente, que el proye«'to de nuestra revista pueda lograr su realidad en Barcelona, c o m o desde el f>ri 111 r momento habíamos concebido. ANTONIO

V A L E R O DE BERNABÉ


i-oinplclaiiiPiilr

rn «erio nu mayoría dr rdad. Ahora ao le falta más qur dejarse bigote.

<—Beso casto, beso írio, beso en lo frente... |Ay. osle no es como oquel Felipe que tuve el mes pasodol iPoromount)

terrible, seria un peligroso i I ' L T I M A S novedades de la ejemplo páralos niños suizos. | ceasura cinematográfica: En fin, mientras no prohiLos nazis aí-aban de prohiban las ingenuidades de Jean bir en todo el territorio aleIlarlow o de Mariéne l>ie-1 mán tma Silly Symphony, en trich, no hay que apurarse; la que Mickey llevaba un demasiado. i terminado en punta. En Suiza, como antes en Italia, se ha prohibido la [)royección de liiuies de oro, so pretexto de que Shirley Temple, en su y<apel de niña,

easco

han acudido a su casa, para arrancarle sns deelaraeionrs dr "mayor dr rdad". ¿Se va a rasar con Toby Wing, eon la qur, según todos los sintonías, mantiene un noviazgo drsdr haee largo tiempo? ¿Va a abandonar sus rstudios para rranndar su rarrrra dr aetor? Purs ni una eosa ni otra. Jaekir araba de hacer rstas terminantes drrlararionrs: iaekir Coogan araba dr L" \ o se rasará hasta entrar rn posesión de sus le- drntro de varios años. gítimos ahorros, ganados eou Araltará los rstudios rl sudorcito de su frente de qur sigur aetualnirnte rn la niSo prodigio. tnivrrsidad dr California drl Es dreir. qur Jaekir Coo- Sur. 3.* Después de sus exágan purdr, ahora qur araba menes asumirá la dirreeión de rumplir veintiún años, disponrr romo mrjor Ir p a - de una Casa productora. Y 4.'' El sr oeupará rn rezca drl millón dr dólares adriantr dr la administración ganados rn la infancia. (>)n niotifo dr rstr rumpiraños dr su fortuna. Como se vr. ha lomado sensaeionai, I o s reporteros.

lomo el reloj, hijo mío, y que seo lo último vez que te lo tengo que socor de lo coso de préstamos IPoromount)

Durante el año de 1936, i doscientos .sesenta einema-i

— iCorambol jSerd o mf? (ParamountI

Tragedia de dos recién casados que se han Ido a comer a un restauronte y no entienden uno palabra de lo que pone en el menú. ¿A que ocoban pidiendo uno tortilla y un filete con patatos? (ParamountI


—Contra los movimientos sísmicos. — j B r a v o ! Pero..., ¿cómo te las vas a arreglar para que h a y a un terremoto?

.Vi salir de un restaurante, Víctor Franeen, que (>s un joven aetor francés que se está poniendo de moda, fué abordado, días pasados, por una eneuntadora muchacha, de esas que van a la caza del autógrafo. —¡Oh, monsieur Franeen, si usted supiera cuánto tiempo he esperado su firmal—' dijo, al mismo tiempo que le alargaba una estilográfica y un gran álbum abierto por una bella página blanea, decorada eon esle título: " A u t ó qrafo de mi artista predih-.lo".

la joven que quiere triunfar en lo vida, y el viejo que quiere saborear hasta la última gota. He aqui a don Teobaldo echondo una canita al aire. (Warner BrosI

Cecilia Parker se prepara pora controer matrimonio. ( M . - G . - M . l

tógrafos nuevos han sido constnúdos en los Estados Unidos. D e ellos, veinticuatro en N u e v a Y o r k . El record lo tiene el Estado d e T e x a s , con cincuenta y tres salas nuevas. La crisis del cinema.

Pase lo que pase, vamos o hace"^ un chiste. Mary Jone Halsey, Diona Cook y Edna Collohon, son tres muchachos muy intelectuales. Tienen muchos libros en la cabezo. jPero qué grociosos que somos! (M.-G.-M.l

blifo, que ha leído en los periódicos eso de que las versiones dobladas, aun las más perfectas, no pueden evitar las palabras inútiles en el d i á logo y la monotonía en la dicción; que sabe también la i m posibilidad de falsificar la realidad de una voz que contribuye, por su timbre, por su volumen y por su sonoridad a la mejor formaeión del personaje, se declarará partidario de las versiones originales, p r q M f es la pogieiéii inteligente. Lvego se irá • ver eon pre— fereoeia las versiones dobladas, y todos tan contentos.

Diálogo entre dos empresarios judíos que se encuentran a la puerta de las oficinas de una Compañía de Seguros: —¿Contra qué acabas de asegurarte? -—Contra incendio. ¿ Y tú?

Víctor sonrió bondadosamente, y firmó. P e r o , desgraciadamente, tuvo la idea de hojear el á l bum, y vean ustedes lo que leyó en las tUstintas páginas: "Autógrafo de nai artista predileeto." Flnnado: "Albert Prejean." "Autógrafo de mi artista predileeto." Firmado: "Jean Gabin." "Autógrafo de mi artista preterido." Firmado: "Jean Pierre .%umoB(."

jPapál (Yo quiero ser ese t(o del sombrero! (M.-G.-M.l

Y asi hasta dttseientos e u a renta y nueve.

l ' n periódico dice que Elv i r a Popeseo es un milagro de juventud. Un m o d o como otro cualquiera de decirle que tiene cuarenta años.

ee Beery; pero no parece que tenga miiehas probabilidades.

E n la pantalla nunca ocurre la casualidad de que la línea del teléfono esté interceptada.

Además, se tiene ta seguridad de que la persona a quien se llama siempre está. Liia encuesta, nada nueva, pero siempre interesante, se realiza estos días entre los espectadores del Olympia, de París. Coasiste en saber si el público prefiere las versiones originales o las versiones dobladas. El resultado puede anticiparse de antemano. El p ú -

| N o lo dude, coballerol ¡Al dentistal |AI dentista ahorn mismol (Paramount)

La Metro acaba de gastarse varias docenas de miles de dólares rn aniigürdades italianas qur servirán dr aeeesoríos para "Romro y Julieta". Norma Shearer hará la Julieta. E¡ Itemeo no está designado todavía. Suena el nombre de U'alla-

Y . además, nunca se nmrca número c.nmbiado. K . M . (J.


Mae H'eet, gegún la» últimae noticia» de Hollywood, ha resuelto prescindir, en to aueeeivo, de tus caraeteríatiraa 'toilettesi fin de sifclo

Te ofreremos, lectora, en e»«a p i g i n a n n a profusa coleceión de modelo», capónenle ma|nínco d e la actividad y la inventiva de los costureros yanqui"

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O qiif n-tf<le> oyvn, le* tora.-. KJI t! mii, de la-s elegancia.s cinematográfiíiis .-sensacional noticia ha pro«lucido un v e i dadero terremoto, ¡Ahí es nada! Mae West, de.-^pués de conculcar audazmente las leyes «le la Moda y de imponer con denueclo inaudito nuevas normas que no eran, en realidad, sino la resiirre<%ión de viejos cánones, decide un buen dia dar im viraje en redondo y adoptar las tendencias actuales de la elegancia. P o r lo visto, la opulenta «platin»)» no se di6 por satisfecha, al advenir al cine, con .señalar nuevos credos estéticos en la belleza femenina haciendo evolucionar la lín e a — « pretendiénd<»lo, al menos-—hacia la amplitud y exuberancia de sus caderas amplias y fuertes, tan distantes de la silueta efébica y sucinta que una depurada estilización de la mujer habia implantado. Rn realidad, aquella evolución, grata a las damas «llenitas*, tuvo la fugacidad de un relámpago. Su personal sentido de la moda, encauzada hacia las reminiscencias del 1880, t u v o , empero, mejor acogida, y prosperó rápidamerte. Mas, a lo que paretíe, M a e W e s t , mujer de •eraperamento fuerte y de acusada personalidad, complace en d i e t w l ^ e s para experimentar lespués el morboso placer de infringirlas. A h o -

ra, su de("is¡ón de adoptar en «I film en que ahora trabaja los atavíos en boga, ha producido en todos los centros de la elegancia y de la moda un revuelo terrible. w En realidad, la evolución se unció con Ahora soy urM señora, película en la cual Mae exhibió toilettes que si bien conservaban el perfil usual de los atavíos pretlilei't(js dt la célebre staír, n o estaban exentas de las corrientes actuales de la moíla. Pero ahora, s ^ i n las últimas nuevas de Cinelandia, la resolución de Mae e^ la de aceptar íntegramente, sin ninguna personal m<»<lifi<a» ion, las novísimas creaciones de los magnates de la elegancia. Estos confiesan que ima de las influencias más notables y poderosas que se han registrado en los últimos años fué la que la original estrella ejerció con sus asombrosas toHette» de fin de siglo en N o r i d o para pecar. Y ahora .^e preguntan, llenos de ansiedad, a qué fantásticas piruetas se entregará la caprichosa artista cuando se presente al público con el vestuario demier cri que lucirá en su nueva pelicula. Según nos dicen, los bocetos creados para Mae en su próximo film 8<jn de una audacia sin limites; están inspirados en las últimas orientaciones de la moda, y en todfw ellos se advierte el propósito decidido de acentuar hasta el m á x i m o límite posible sus encant(>.-> (MTsfmale.-. H role cuya interpreta«-ión le ha sido encomeudada^—mejor djch^', el que ella misma se ha

*«!j;uad(i, \<\xe> el u giuucnto do la j>o|it ul.i e.- dt- -u ¡-rojiia rninci'va—laliíift a p a i c or como una mujei que aspira, por todos los meilins, a rccuhrai el amor de un hombre (jue empieza en sentir desvío y desamor hacia la inujtr que un día le enloqueció, Imaginad, pue.«, conociendo el «modo de hacer» de la liemiosa creadora de Lady IJOU. hasta qué punto los bcK-etistas de figurines habrán hecho trabajar su fantasía para obtener tm vestuario capaz de superar, si ello es posible, la «vampiresca» exhibición de los rotund o s y pictóricos encantos d e la «diosa» rubia Sin embargo, sabemos que, pese a su concepto, «muy de h o y » , los trajes de Mae West para la película en que ahora trabaja no podrían ser lucidos por otra artista que no sea ella, pues los dibujantes, al crearios, no han olvidado que los vestirá una vedette sui generis, cuyo sello personaJ y característico no dejará de marcar en ellos el inconfundible estilo que ha hecho famosa a Mae. Como hecho CIHÍOSÜ, consignaremos que al ser divulgados los propósitos actualistas de la W e s t , los modistos más célebres, no sólo de Norteamérica, sino del mundo entero, han solicittido merecer la distinción de ser ellos los creadores del vestuario de la célebre revolucionaria de la moda, y hasta alguno—inglés, por más señas, y reputadísimo en Londres (¡para que se fíen ustede>

del temperamento mesurado y flexivo de los hijos de la rubia Albión!)—ha cruzado el charoo y se ha preseatado ante la estrella, alegando que la consolidación de su fama sería total si rstnibía el encargo d e hacerla los trajes para su nuevo film. Pero Mae West, buena patriota, ante todo, h a conferido t a n elevado h<mor a los modistos yanquis. N o sin que el decepcionado costuren) londinense haya puesto el grito en el cielo, a l e a n d o , oon una expresiva y contundente d ñ d é c t i t » , que era un verdadero disparate encomendar un trabajo de tan #dta responsal)ilidad a los modi.>^s yanquis, cuya solvencia artística no |K>día competir, bajo ningt'in concepto, con la espiritual y delicada concepotón que Europa tiene d e las elegancias. En realidaíl, lo que el buen hombre perseguki era simplemente una compensación a ios coantioffoe e inútiles gastos hechos, a{)arte de que, desde nuestro perscmal p i m t o de vista, no le faltaba razón en sus argumentos. P o r cierto que Mae W e s t , harta de sufrir la reiterada e impertinente asiduidad del modisto inglés, lo mandó l y í día con viento fres<-o, empleando para ello las frase» rotundas y exjiresivas d e que la rubia vedette ae sir\-e cuando quiere hacerse enttmder «con claridad».

Desde el «untuoso abrigo de piel hasta U ctoilHte» íntima, paitando por la «teanue» deportiva, tu avidez hallará, de segar», el atavio que satisfaga tu necesidad o lu capricho


D I S T R I B U I D A

POR

EXCLUSIVAS HERRERA ORIA % FEBRER Y BLAY, S.A.

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PRIMERA

PHICÜIA

ANTONIO VICO ELISA RUIZ ROMERO ANTONIO 9?'INARAVILLA' ANA AFL A AA U Z JOSÉ RIVERO CARMEN VIANCE EDUARDO PLORÓTE

ESPAÑOLA

CUYO

COSTE

ELEVA

AL M I L L Ó N

DE

PESETAS


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A v i d a sigue » u marcha inmutable, inalterada. Ei pa-so del tiempo es simplemente una cuestión del reloj de arena de la Humanidad. Grano tras grano se deslizan, pasando así la cabalgata de los días en un desenfrenado galope. El cinema ha sido im factor que viene a fijar los momentos culminantes d e la historia de los pueblos y los hombres: el cinema como reportaje. H o y , las gestas heroicas de Napoleón no serian una cuestión de labor biográfica si el invento de Daguérre. y más tarde el de los L u m i é r e , hubieran hecho su vibración en las humanas mentalidades cien años antes. Así lo demuestra, palpitando aiin en su terrible grandiosidad destructora, el celuloide de los países beligerantes que captó los momentos de la gran guerra europea. El cinema es i m archivo sin fin de acontecimientos y épocas. El cinema como reportaje tiene la ventaja .sobre el cinema farsa de poseer una fuente inagotable tle hechos en la vida misma como tema básico. H o y v e m o s caminar, marchar el tiempo, sin temor a perderlo en la insondable penumbra del pasado, al que jamás se puede retomar. Pasa el hecho. P e r o la acción queda grabada, v i v a , palpitante en el sentido auditivo y visual. Así es el caminar del t i e m p o en la época moderna. L a literatura periodismo y reportaje sigue teniendo el valor imaginativo de la narración. Aun así, ha llegado un momento en que el tnagazine cineraatográfico ha adquirido forzosamente un doble valor. En la actualidad existe completamente resuelto, de una manera perfecta y definitiva, el magazine del cinema americano. n t i m a palabra de lo moderno es IM manha del tiempo, el nuevo libro de la imagen que vendrá a renovar el reportaje chillón y de aceleradas - h a s t a algunas ve<.'es difíciles—visiones que hemos v i s t o hasta hoy. La marcha del tiempo es una revista de Prensa v i v a , en el más justo y propio sentido de la palabra. Es un noticiario que cambia sus planos para que el espectador pueda ver y oír con toda comodidad los últimos acontecimientos captados por el o b j e t i v o de ima forma verdaderamente exclusiva. ^

El trabajo en sus formas más ásperas.

Horan de la vida neoyorquina, tumulliiosH y fehril

El desarrollo en la lucha italo-etíope. Las grandes paradas dc los dictadores H i t l e r y Mu.ssolini. Las actividades ile la Marina inglesa y japonesa, alardes navales de las dos potencias que dominan los mares. Los raids trasoceánicos, hasta el mós insignificante detEÜle, en el avión China Clippers, ave que en su vuelo gigantesco ha fusionado el Oriente con el Occidente, ha unido cl mundo amarillo con la j o v e n y vibnuite población americana.

Las estampas de la lucba italo-etlope |

Mrs. Larsen, John Martín y Louis de Kochement, editores de esa cinta, han confiado el cajttar los más grandes aciontecimientos de América en la mano del experto cameraman doctor Enrich Salomón, mientras en Europa Julián Brian busca aspectos del pueblo ruso que nadie se había atrevido a relatar.

Los últimos dramátiroa adelantos de la (parrra

Qué importa el caminar del t i e m p o , de ese anciano anguloso que m m c a fué niño, que nunca morirá; qué nos importa su marcha inmutable sobre las generaciones, los hombres y la v i d a , si el cinema ha creado im magazitie de la visión que le detiene y le fija; si los hombres han encontrado el sistema de m o v e r una manivela para que el o b j e t i v o t o m e su caminar raudo o lento, según nuestro estado material o moral... La marcha del tiempo es otro avance propulsor del séptimo arte. Es otra renovación del reportaje cinegrafiado. Rs otra reacción que marca im nuevo camino. A l g o que tiene el v a l o r de lo descriptivo y lo real. La marcha del tiempo encadena, detiene la Humanidad, para que las generaciones posteriores vean la audacia de la que se llamó mxa época de tras-guerra, hecha de grandes transiciones hmnanas. Mussolini al pie de las estatuas de la Roma iinperíai

CECILIA

A. MANTUA

Desfiles de excombatienies, sobre el pecho las condecoraciones de la contienda


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PRESENTA MAÑANA LUNES EN EL CINE

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O N el título que antecede, la Alliance finéniatographique Euro{>éenne (sucursal francesa de la Ufa) acaba de publicar un comunicado a la Prensa—en la que se ha levantado ima pequeña polvareda- , en el que dice haber presentado estos días su cincuenta y ocho producción francesa, pioducidas en los Estudios U f a , de Neubabelsberg, en los cinco años últimos. EJX este periodo, la U f a ha dado trabajo a 1.000 artistas franceses y a más de un centenar de autores, escenaristas y realizadores, a quiencjí asegura haber pagado más de veinticinco millones en sus oficinas de Paris. Presentadas las cifras en abstracto, sin señalar las pérdidas o los beneficios que estos veinticinco millones han aportado a la í'fa, el buen Ie«'tor francés podrá creer que la primera mares cinematográfica germana está realizando un gran esfuerzo desinteresado en honor de la producción de películas habladas en francés. Pero cuando se sabe que cada una de estas películapn>duce en F'rancia un promedií» de dos millones de francos y se ha<!e una operación aritmética, multiplicandt» cincuenta y ocho })eliculas \)OT dos millones cada una, t-on la que se obtiene un ingreso de ciento diez y seis millones y unoh ga.stos franceses de producción de veinticimn» millones, .se cr»mprueba objetivamente que la l Jfa no ha obrado tan generosamente t'^mo su su(íursal quiere hacenwis comprender. Esto ai)arte, naturalmente, «le la propaganda naiMonal.socialista que los films Ufa llevan inycítada en sus fotogramas, y que tan finamente han infiltrado en los públicos de Francia, B^dgica y de tod»JS aquellos países en donde .se presentan sus versiones fran(»sa.s. Era necesario hacer este pequeño cálculo para que no levantasen cátedra d e altmlsmo y filantnipía los políticos y U>8 financieros (jue dirigen los destinos de la firma alemana en Berlín y en el Extranjero.

Raymond Cordy > Alfred Rodé 'Kenlado;, rn una esrena de «Jiianite»

Ea las dos versiones: Aurora: Elissa Landi; Vignerte: Pierre Fresnay; P^ederic: .lohn Ix>dge; Melusine: Marcelle IJogez, y Turacne: Prieur. V'ersión francesa e iiigl<«a, lesjiect ivamente: Rodolfo: Yonnel y Alian .layes; De Boose: Jean Max y Frank Vosper; El íley: .\ndré Dubosc y StíKker; De Marcáis: Ihiylapai de y Homphreis, y De Hagen: Debocourt y Ltmge. Koenigsmark, que fué una siq>erprodnci i('n francesa de tipo internacional cuando se realizó en cine mudo, se anuncia actualmente como uno de los grandes films franceses de la presente U^mporada. Mistinguett resneitará a "Rigellmelir'" Mistinguett, este iuaiaovible símbolo parisino—tan parisino e inamovible < omo la Torre Eiffel—, v a a encamar en el cinema varios episodios de la famosa fautalista Rigoll>0(>he, rival afortunada de Magador, Fuiettc y Pomaré. De Rigoiboche se cuentan una gran cantidad de anécdotas sabro.sísimas. Por ejemplo, la de su nombre de guerra. MLstinguett Illi^ma la ha contado a xui periodista, malí' iosa y (íasti/amento:

La presentaetón d r "Koraifsmarli" lia presentaci<m de la nueva versión de Koenigamark, cuyo dérmtjtage y exteri<»re8 en Europa (Central había |)reparad(» l^eom* Perret antes de su nmerte, y (pie Mauri(íe Toumeur ha (continuado y termínath», se anuncia p a r a el d í a ü de Diciemltre pr()ximo en el Parannurnt. Koenigsmark, basado en la ol>ra de Pierre Benoit, ha sido editad)» en dos versiones írancesa e inghísa , eon (il siguiente reparta»:

Rochrllr Hudaon y iiem^ K O M I en m a ««cieña de i <A t r a r c n Forage»

«Parece ser—lia dicho—que una noche, viendo a dos de sus rivales tirándose de la greña, ella se tordait, y gritó, con toda su fuerza y su picardía: *Ah, f o / (Tegt ñgdbodie!» L a palabra gustó, y desde aquel momento comenzó a señalársele con e l l a Ijord Wanshburry, especie de Mecenas de la épcx^a, la bautizó después con champaña. »En la película—continúa Mistinguett — se verán grandes figuias de la ép<K;a de 1867. Dumas padre, Olivier Metra (rival de Strauss), Sari, Offenbach, G a v a m i , el dandy Stick, el duque de Moray, ¡..udovico Halevy, lord Wanhsburry... CJiristian Jaque se encargará de la realización, y Ren'^ Pujol escribirá los diálogos, (X)n el gracejo que él salíe hacerlo, sobre el escenario de J. de Benac. André I.refaur será, seguramente, quien encamará el personaje de lord Wanshburry, inglés pródigo y filántropo que no duda en lanzar a los pies de R¡goll>oche una lluvia de oro (cien mil uises) por ima sonrisa de la bella, puesto que ella está prendada del elegante Stick. Los productores franceses y las saneioBeti eontra Italia Las sanciones económicas contra Italia votadas el dia 18 del actual en la Comisión de la Sociedad de Naciones han detenido todas las relaciones cinematográficas c*m Italia. I^a Cinematograpkie Fran^aise dice que esto hará perder a los productores franceses más de diez millones de francos. Colin Reval, más atento, sin duda, a .servir líis intereses de los productores franceses que las vidas de miles y miles de hombres que están apagándose en tierras africanas, pide una protesta a la S. D . N . para que el cinema sea colocado en igual categoría que los periódicos, los libros, la música, etc., que, como se sabe, no han sido objeto de sanciones ni represalias. Por muy respetables que sean los intereses de lo» productores de Francia, creemos equivocados los deseos de Colin Reval y de la Cínemaío-" graphie Franfaiee. Cuando anda por medio un asunto tan importante como una guerra ( c o l o nial—que podría convertirse en guerra o conflagración europea—no debe dudarse en sacrificar los diez millones de frajwos que las sanciones puedan arrebatar a la producción francesa. El deseo de colocar al cinema en it;ual categoria que el libro, la música o el periódico, es también exagerado. Esto se ha visto desde hace tiem]>o. I^as censuras y laa Aduanas interaacionales lo saben bien. Pues mientras para enviar


Ivspaña una ])elicula fraiu-esa hay que pagar -ctoiita y cinco pesetas tiro por kilo, los libros en frantíés pueden exportarse sin Aduimas de ninguna clase. En cnanto a la censura, y a .se sabe (pie ao ejerce sus rigores .sobre el libro, mientras se muestra con toda severidad cuando ae trata de una película no conformista. LOS CIXti-CLUBS "La rouf", de Abel (lancr, en el Gne-Club de París El Cine-Club de París, que viene afinnándose como uno de los Clubs más interesantes, debido a su labor de auténtica revisión cinematográfica, ha presentado el día 19 una sesión dedicada a Abel Gance. En ella se presentó, en primer lugar, un viejo film mudo d e U a n c e , interpretado por Max Linder, titulado Au Secaurs, de gran comicidad, y La roue, film mudo también, y uno de los mejores clásicos, no solamente de Abel Gance, sino del cinema francés. Esta sesión pennitió emitir a los espectadores ciertas opiniones sobre Gance y su obra, hábilmente canalizadas—en el sentido artístico y estético—^por Benjamín Fainsilber.

"La melodía del mundo" y "Searfaee", <$n el C l ne-Club de la Femme Dirigido por nuestra compañera en la Prensa Lucie Derain, el Cine-Club de la Fenune ha presentado el dia 20 La melodía del mundo, el ya clásico montaje sonoro de Walter Kuttmaim, y Scarface, de Willian K . Howard, interpretado por Paúl Muni. En este Cine-Club, las polémicas son inferiores a las del CineClub de Paris, no por culpa de los esjectadtjres, sino de a persona encargada de los debates, que sitúa las cosas no siempre con la claridad necesaria. Homenaje de la " C i nematographie Pranfaise" a Luis Lumiére Mistinguefl, la famoM arliitla parisién, que enramará en la

Eí^ta. revista COr-

panulla la vid. de Rigolbo-

p „ r a t i v a francesa, la

che, visla por el caricaturista

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raejorde

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todas cuantas se e d i t a n en Francia, ha publicado tm número especial dedicado al inventor del cinema en el cuarenta aniversario de su invento. En dicho número hay ima gran cantidad de fotografías de realizadores, productores y artistas felicitando a Limiiére: Recuerdos, de Augusto Lumiére; La obra de Louis Lamiere, por A . - P . Richard; IMS etapas de la industria, por P. I I . Harlé; Georges Melies, magicien du cinema, por I I . Langlois; Ferdinand Zecca, por H . Langlois; Del sMn indio ed cinema tirage L. Maurice, por Michaut; Establecimientos Eclair (í^iYJ), A i . Demaria fíSül), Debrie, constructor de material, por M . Epron; Del cine de la feria a la explotación regulada, por Ed. Boutillon; Los pioneros de la industria, por Lucie Derain; lino de la Casa Gaumoni, por R . Bemer; Desarrollo de la explotación en Francia, por M . Lallement; Evoluáón técnica del cinema, por Pierre Autre; Cinema científico y edueativo, por P. Michaut, etc. Este número, editado sobre cien páginas de papel couchet, profusamente ilustradas con,documentos gráfícos de la evolución del cinema, cons tituye una auténtica fuente de documentación .sobre el cine en Francia. Acaso sea útil recordar a la Dirección de la revista que por ser el cinema inventado por Lumiére una fuerza internacional, debió hacer más extenso su homenaje y presentar estudios sobre la evolución de la industria y el arte (.-inematográfico en t»trt>s países.

Ksla siMuana se han presentado oeho nuevas pe— Ifi'iila.s en París El viernes 22 de Noviembre se han prtísentado en París los siguientes films: Les mains d'orlac (Studio L^niversel), nueva versión hecha en I l o l l y w o o d de la novela de Maurice Renard, de la que y a se hizo una película muda producida en Alemania. Peter Ltjrre (el vampiro de M . ) interpreta con justeza este film M . - G . - M . ñourrochon (Paramount). H a y quien asegura firmemente que los films franceses de Paramount son los peores que se producen en Francia. Y o no quiero arriesgar mi responsabilidad en una afirmación parecitla. Sin embargo, estoy dispuesto a certificar que Rene Guissart, principal realizador para Paramount, no es un tiirector genial. Conoce, ciertamente, su oficio; pero no basta. Signoref, Margarita Moreno, Meg L e moimier y André Luguet ciunplen su cometido. Jerome Perreau ( R e x ) . l ' n nuevo film de Gance, interpretado esta v e z por .Milton. En siuna, lo más cómico y lo más grandilocuente del cinema francés ct)gidos de la mano. Así resulta de desigual el nuevo film, en el que Milton pide un dictadfír (bajo Mazarin), que ht)y pudiera ser el conde de la Rocque. Naturalmente, por e s t a y otras causas el film ha encontrado sus tropezones. David Copperfield (Eduard V I I ) . U n a nueva película de (Jeorge Cukor, el realizador de LiÜe Women, en la que, como en aquélla, campea un sentúniento hondo y profmido. Dickens ha sido respetadt» en el fondo y en la forma. Se nota que el cine americano, cuando se ajusta a los modelos en donde se inspira y es menos irreverente con los autores, obtiene mejores resultados. Etina May Oliver, W . C. Fields, Lennox Pawle, R o land Y o u n g , Basil Rathbone, Jessie Ralph, Maureen O'Sullivan, .Madge Evans, Allesabeth Alian, Freddie Bartholomew, Franck L a w t o n , Lionel Barrymore y Lewis Stone, son los intérpretes de esta película M . - G . - M . Shanghai (Ct^lisée). El último film de Charles Boyer rtjdado en H o l l y w o o d antes de su reciente regreso a Francia. L o r e t t a Young es su parfenoire. Film medio, discreto, a g r a d a b l e extcriorroente. A travers l'orage (Olympia). N u e v a versión del film realizado por D a v i d VV. Griffith en 1922, con Richard Barthelmea y L i lian Gish. L a versión actual ha sido realizada por Henry K i i ^ e interpretada por Rochelle Hudson y Henry Fonda. Atmque no representará en el cine sonoro lo que aquélla fué en el mundo, no por eso deja de ser un buen film. Gai mensonge ( O l y m p i a ) . l na buena comedia americana, sin grandes pretensiones, con Francis Lederer, Francés Dee y Benita Hume. Symphonie burlesque (Studio 28). El Studio 28. en donde se estrenó El perro andaluz, de Buñuel, y que fué uno de los primeros cinemas especializados de París, se ha convertido ptKío a poco en tma especie de sala alegre y humtmstica, prtigramando esencialmente los films interpretados por W . C. Fields. El de ahora es una comedia burlesca y caricatural, rica en gags y en e.scenas pimpantes. L y d a K o b e r t y y Jack Oakie, c o n muchos t)trt)s artistas de la ratiio, interpretan este film americano cien i w r cien.

I

Georges Milton, el famoso cómico francés, intérprete de «Jerome Perreau», film de .\bel Canee

En las Aetualidades A señalar esta semana, la presentación de Irene y Federico Julliot-Curie, Premio Nobel 1935, en una llamada inteligente y patética, de la que extraemos estas palabras: «Que nos sea permitido deplorar la falta total de apoyo de parte de los Poderes Públicos a Itis sabios franceses. Sin embargo, la ciencia no cuesta tan cara. Con el precio de un acorazado de guerra moderno se podrían sufragar los gastos de diez laboratorios parecidos al Instituto del Ratlimn durante más de un siglo.» N a d a más. N i nada menos. JUAN

París y Diciembre

PIQUERAS

de 1935.

U i s u Landi en una escena de .Koeniesmarlf, film de l ^ n e e Toumeur para loa filma Richebé

Perret-Maurice


Este cutts ¡a de Paramount laadmirabie finura del estrella cutts cuando se cuidaKit,^

belleza? 'ouma. Es puro " contiene los -^ns finos ace

•-«> esa de/icado eso coO

con acievTK^ , Lávese con H e n o d e .


I

lo que serán o han sido los demás niños, ponpie cadu cual lo ha sido, lo es o lo será por su propia cuenta y a su cuenta y riesgo; p e n ) y o fui un nifio miedoso, un verdadero refinado del miedo, <|iie llegó a hacer del miedo mi placer. En la.>i noches de lun» me gustaba d.irme carne de gallina contemplando fijamente una stmibra y desdoblando de ella fantasma». Desde la ventana de mi dormitorio veía un largo ¡>atio desierto, v en el f<mdo. un edificio con una e.s<alera exterior y una puerta eerrtula al fmal. P o r esta puerta hacía salir cada noche dos o tres espe<;tros, que se desvanecían al contacto de la luz fría de la luna como burbujas de j a b ó n o como el tenue humo de una chimenea en una mañana fría y seca de inviemti. Pasaba de este m o d o muy buenos malos ratos, porque sabia en el fondo que todo arguello eran fantasías. P e r o gozaba y sufría, p(»rque en el fimdo—o más allá, seguramente más allá del fondo de mí mismo—había algo, el último resto de alguien^—del hombre de las cavernas al del siglo x v n i — q u e creta, que sabia que t o d o aquello era real. E.ste resto, atado como un perrito a una cadena para que no hiciera demasiadas tonterias, era lo que y o dejaba en libertad mientras procuraba cerrar los ojos de la razón. Pero si de repente una sombra se hubiese desjirendido realmente de aquella puerta, la razón hubiera abiert-o inmediatamente los ojos, el perrito hubiera sido encerrado en la perrera, y el miedo por placer hubiera sido sustituido por, digámoslo así, un estado de alarma; la razón hubiese entrado en fimciones como en im aparato automático. ¿Qué podría r? ¿ U n malhechor? ¿ U n a persona familiar? Bien. En cada imo de estos casos es evidente que la reacción hubiera sido ílistinta. P e r o supongamos que el individuo en cuestión saliese disfrazado, realizando el tipo de espectro por nosotros imaginado, el espíritu crítico hubiera actuado inmediatamente, y todas las fallas, todas las aproximaciones se hubie.sen precipitado a su encuentro para de-stniir la ilusión. Naturalmente, hablo aqiií del amateur del miedo, no del miedo que nos ataca por sorpresa. & i los films de terror, el público v a a buscar esta sensación. E l , por .su parte, pone la inhibición, hunde la razón en lo más obscuro de su ser y da suelta al último resto del hombre de las cavernas, para quien t o d o era un peligro. P e r o la razón no duerme, dormita solamente, y el ' espíritu (írítico está a l e r t a El espectador, inmóvil, sentado en su butaca, i aislado, a obscuras, la vista levantada en la pantalla, única superficie iluminada en t o d a la sala, experimenta la atracción del m o v i m i e n t o de la acción, m o v i m i e n t o , como si dijéramos, en ráfaga, q u e le absorbe, que se lo l l e v a Sabe, además, que v a a sentir miedo, y ha entrado para sentirlo. L o ha pagado. Es decir, se entrega de antemano y por su propia voluntad. Pero y a lo he dicho: el espíritu crítico v e l a como un perro de guarda, y tiene delante de él, c o m o un hueso, el precio de la entrada. Cualquier falta l o pondrá furioso y dispuesto a una reacción c o n t r a r i a Esta reacción contraria podría ser la agresividad si se tratase d e un m i e d o real; siendo un miedo ficticio, es la burla, la risa. Pero ¿por qué los films terrorificos causan tan a menudo risa? El mecanismo—lo hemos explicado y a al principio^—, la causa, aunque parezca paradójico, es el cre<'iente progreso de la realización cinematográfica. Porque el miedo está dentro del espectador; el realizador, para producirlo, no tiene que hacer otra cosa que despertarlo; pero para hacerlo ha de donnir antes al espíritu crítico; sin esto t o d o el edificio se viene abajo. fiNOKO

'2- -

Hemos dicho que la causa de la m a y o r parte de l o - fracasot; del cine t u las películas tenoríficas es el progreso q u e ha alcanzado, v nada hav más cierto. En realidad, no es el progreso en sí, sino su utilización equivocada. C\iando el einema estaba en sus comienzos, la m á x i m a aspiración fué llevar a la realidad, hacer reales los productos más irreales de la fantasía. L a pnduí*ion


¿I dor d e la crítica; estamos totalmente ocupados en una obra y en e v i t a r que nos la destruyan. P e r o si esta obra, fantasma o monstruo, nos la presentan y a real ante nuestros ojos, la imaginación no tendrá y a nada que hacer, no estará ocupada en su construcción y el espíritu critico se lanzará a jugar con ella y la hará pedazos. El cine padece hoy de ima crisis furiosa de realización; no puede soportar que le digan que tal cosa no se puede realizar, hacer real; y al hacer inútil la imaginación del espectador, da suelta a su espíritu crítico. P o r esto el público se ríe de los films terroríficos, y no precisamente porque estén mal realizados, sino por el solo hecho d e su realización Mal. YJÍ la imaginación del escritor, su creador, y en la del lector, el monstruo está construido únicamente con aquellos elementos que lo hacen anormal, monstruoso; su creación se ha hecho, y el lector la reproduce a base de supresión de unas cosas y deformación de las restantes. F n el cine esto, tan fácil en las ilustraciones de un libro, no es posible. Debajo del monstruo hay un actor; su cuerpo está sujeto a la ley de la impenetrabilidad; no se le puede quitar caine ni deformar su esqueleto; la ctnstrucción del monstrao ha «le haterse sobre un armazón normal, por adición y simulación. Y es así cómo salen mostruos cargados de añadid«38, como los ridículos Frankenstein y su novia, como Nosferaku, como Drácula, como Un I l y d e , como el Fantasma de la Opera, como Quasimodo y tantos otros, verdaderos mascarones que salen a hacer el bú al público, que se ríe d e ellos. H e m o s dicho que era el progreso de la técnica el culpable de t o d o , y esto es absolutamente cierto. H a s t a alguna excepción ncs viene a confirmar la regla. Cuando el cine no tenía las posibilidades actuales, fuera de casos en que caía en verdadera tentación (Ixjn Chaney fué un gran culpable), e v i t a b a la presencia material de los monstruos y la su.stituía por una presencia moral. L a necesidad le daba así el camino de la eficacia, porque no atreviéndose a materializar al monstruo por miedo al grotesco inevitable, ponía al espectador en situación de crearlo por sí mismo con su propia imaginación. Disponía un ambiente enrarecido en la pantalla, y el espíritu del esj^ectador, absorbido, se precipitaba en él. A h o r a sucede todo lo contrario: fabrica un espantapájaros y se lo arroja al público. Y el público se ríe porque le v e todas las trampas. Es el L o b o Feroz en la fábula d e Los tres cerditos; pero un L o b o Feroz hecho d e postizos, con un buen padre de familia haciendo el « c o c o » dentro.

cinematugráfica t o m ó como sinónimo el término v a g o de realización, y el progreso de la técnica no ha aspirado a otra cosa que a llevarlo a sus últimas consecuencias. T o d o se realiza, todo se hace real o se quiere hacer real, y aqui está el frat-aso, porque la realidad es inseparable de la critica. Podemos, por ejemplo, imaginamos un espectro, un monstruo; lo vemos, en conjunto, con los ojos de la imaginación; pero mientras hacemos este esfuerzo, mientras construimos el trasgo, nuestra imaginación está totalmente ocupada en él, y hemos de mantener sujet o , apartado, el espíritu demole-

N o es el monstruo en si el que comunica al públicf) el escalofrío de terror que el espectador busca: es la sensación de su jiresencia, es el ambiente de irrealidad en que el film le sumerge. Cuando el monstruo aparece, la tensión baja o se estaciona, porque su presencia era el climax, el pináculo a que tendía la acción. Si su presencia material se prolonga, cae imnediatamenté el grotes«o sobre él para ;icabí)i i l c (Ic-triM! el i H i i l i i c i i t c t a n laboriosamente elaborado; el miedo huye y el público respira hondo y se ríe. N o es, pues, un problema de realización el que ha de resolver el director en este caso; se t r a t a d e otra cosa totalmente opuesta: se trata de im problema de irrecdización. P e r o ¿cómo? ¡Ah!, eso es cosa s u y a Si y o fuese director, lo primero q u e haria sería no escriV)ir artículos. AN(ÍKL

FEliKAN

Eí Lobo Krroz dr cLog tres cerditos» es uo l>obo Frroz becho de postizas, ron un buen padre dr familia haciendo el «roco« dentro


(unema

E

l. cinema inglós, el v», i dadero c i n e m a inglés nutrido y pujante, tod a v í a no tiene cuatro años. L e falta mucho tiempo para cumplirlos. EU arte nace cuando se manifiesta, y no se manifiesta sin t e n e r categoría artística. El arte siempre ha tenido un pxmto de origen; p e r o el rudimentarismo de este punto de origen no es arte, de la misma manera que tampoco es planta el primer tallo que cria la semilla.

Ivorda y V í c t o r Saville. Elxiste tal d i f e r e n c i a , que nos p a r e c e mentira t o d a v í a la realidad del cinema inglés. Y , sin embargo, el caso es tan p o r t e n t o s a m e n t e ejemplar, que muchos países, en primera fila España, tendrán ue inspirarse en los motóos empleados por los ingleses si quieren imprimir un auge efectivo en su producción.

j

El cinema inglés tiene muchos años, y , sin embargo, intemacñonalmente no ha nacido hasta 1933. l i a nacido tarde, aimque fuerte y bien. Es un cinema hecho y deA recho, d e estatura y grandes c o n t o m o s . ¿EÍi qué consiste esto?... Podría m o s deeir, por decir algo, que en sus realizadores, o que en sus productores, o que en sus capitalistas. P e r o esta a p r e c i a c i ó n se escapa a toda perceptibilidad. El cinem a inglés es frato de una colaboración íntima e inteligente. el primer ejemplo de equilibrio, d e nivel, d e fórmula m i x t a . Y d e persistencia... Vemos peliculas inglesas y no jmdemos decir que nos damos un atracón de cinema puro, como la obra de R o b e r t J. Flaherty, exclusivam e n t e para minorias. Hombres Aran. O como esas otras. El judio Suss, de Ijothar Mendes, y L o ninfa constante, de Basil Dean. T a m p o c o podemos decir que nos lo demos de cinema comercial, c o m o Tenorio de Sleeping, de A n a t o l L i t w a i k ; Compañeros de jatigas, del propio S a v i l l e ; El resucitado, de í l a y e s Hunter, y Mademoiselle Zaza, de T i m Whelan. N o hay muchas comedias, ni mu chos dramas, ni muchas revistas, ni muchas operetas. H a y cine variado, y c o m o tal, bueno y malo. A n t e t o d o , hay cine indeterminado, por estar los términos « a r t e » y «comercio» casi perfectamente compenetrados. A esto se debe, más que a otra cosa, el resui^imiento vertical del cinema británico. A y e r no era nada, y hoy lo es todo. N o tenemos más que comparar aquellas producciones »le George Cooj>er, E. A . Coleby, W a l t e r Semmers..., la raayoria adaptaciones de novelas de Conan I ) o y l e y E d g a r d Wallace, con las últimas obras d e Paul Czinner, Alexander

Vírlor Saville posando! con Me D o n a l d , con i ocasión de un reporta» j je eineniatográfico del i famoso político, a cu- | yas actividades se d e - | dica también | rOT. OAUMONT lUTISH

1

«La canción del crepúsculo» es otra obra de Víctor Saville. F.l r r a l i u d o r inFFLÉA estudia la vida azarosa y poco recom|>riisada de laa grandes «vedettes» d e l teatro. El areumcnto de este fílm estremece por su emoción y |ior su dranMtisnio rOT. ATIAHTIC HIUS

Un momento ár la obra nwwstra de Víctor Haville « V o be sido espía». En rila bncp on estadio profundo del espionaje y de su int e r v e n c i ó n en la Gran Guerra

Vo considero que la habilidad m a y o r de Inglaterra ha estribado en saber e l ^ i r los directores del futuro cinema. Se ha deshecho dc todo lo v i e j o , d e t o d o lo inservible. Y se ha equipado de toda una s e r i e de verdaderos maestros del cinema intemacíonal. A l e x a n d e r K o r d a destaca en primer lugar, realiz a d o r de obras h ú n g a r a s , alemanas, francesas y yanquis. Después, todos: I^othar Mendes, director en Alemania de Amor ciego; en N o r teamérica, de Noche de miste-


ción. Basil Dean, W a l t e r F o r d e , del q u e nos ocuparemos en breve; Paul Czinner, R o b e r t Flaherty, Berthold Viertel, Alfred Hitchcock, Maurice Ellvey (único superviviente del cinema de ayer—Hindle Wakes—, que hoy ha culminado en El vidente), H a r o l d Y o u n g , Zoltan K o r d a y J i m Whelan. Ocupando xm puesto de los más destacados, es decir, en la vanguardia de la producción inglesa, está V í c t o r Saville. M u y bien pudiera ocurrir que a V í c t o r Saville le hubiese hecho triunfar el momentáneo incremento del cinema inglés. Cuando el arte cinematográfico es escaso en un país y una de sus obras conquista celebridad, parece que todos los artistas que están en un mismo plano de cantidad, pero no de calidad, tienen derecho a gozar en la misma medida de los laureles. En V í c t o r Saville no se aprecia esta circunstancia, ni mucho menos. Sus obras pueden equipararse a las mejores realizadas en Francia, Alemania y Norteamérica. Está ahí Yo he sido espía, que si exceptuamos a Cuatro de infantería y Tierra de nadte, es la mejor del género. un film de espionaje, pero no se limita, como en El frente invisiUe, Espías en acción y Fatcdidad, a narrar las aventuras truculentas y arriesgadas de los espías de la Gran Guerra. Es una obra pacifista, audazmente pacifista, cuya acción transcurre en Bélgica. Conrad V e i d t representa a un t i p o repugnante, mientras Madeleine Carroll y Herbert ^^íj|||^^^^ Marshall encaman a los espías belgas,

{>ersü-

guidüs-

Una esrrna dri film dr Víctor Saville «Siempreviva», verdadera fantasía en el terreno de la revista espectacular, que no envidia a ningún film realizado por los yanquis , O T . ATIAKTIC rims

al danzón, todos los bailes desfilan por el escenario con ligereza vertiginosa y con una agilidad cinematográfica que asombra. Víctor Saville ha sido actor teatral, y de aquí la predilección por llevar al lienzo temas teatrales. El ambiente del teatro está completamente, y en todas sus facetas, estudiado en la obra de Saville. Tenemos la historia de una actriz en Siempreviva; la historia de una cantante, splendorosa al principio y doiorosamente triste al final, en L o canción del crepúsctda, y las aventuras d e ima troupe de artistas bohemios y optimistas en Compañeros de fatigas (The g<H>d comf>anions).

Do«puós d e

Siemprerirn

sitúo a Compañeros ríe fatufiu; sobre lao d e m á s pplícnlns p o r su gracia original, p o r «u pinitirc«quisnio y jMjr la fuerte y lograda expresión del ambiente, que actúa en la película como eje y personaje—por encima de la interpretación de Jessie Matthews—central.

(Mimo

üaa eacrna dt cEl duque de hier r o » , film histórico llerado a la panU l U c o a verdadera

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pas alemanas. P o r su técnica realista, i>or su tema, por su belleza, por su interpretación y por todos los elementos que integran su bondad cinematográfica, este film ha sido, entre dos o tres, el q u e m a y o r número de protestas contra la guerra ha su.scitado en los espectadores. IJO cual y a quiere decir bastante. L a obra cinematográfica que alcanza su propósito es la obra perfecta. Detrás de Yo he sido espía colocamos a Siempreviva. ¿Se trata de una revista, de una comedia, de un drama?... Siemjnreviva lo es t o d o ; j>ero lo que más sobresale es una cosa: el ritmo. A l hablar de revistas musicales consideramos a L l o y d Bacon, Mark Sandrich, R a y Enright y Bti.sby Berkeley como los únicos maestros del

género. N o s olvidamos de V í c t o r Saville inj u s t a m e n t e o tal v e z por no atribuir a su temperamento, ensayado en el drama puro y en la comedia con excelentes resultados, esa p e c u l i a r i d a d . D e todas ft)rmas, y o v o y a poner de relieve aquí esta habilidad desconocida o, por lo menos, impopular, de V í c t o r Saville. Ea Siempreviva los momentos más interesantes y originales son precisamente los de la revista. Porque no se trata de un espectáculo yanqui, donde todos son cuerpos de mujeres preciosas, decorados fabulosos y juegos de luces verdaderamente fantá.sticos. En L l o y d Bacon, i>or ejemplo, el argumento es un >retexto para hacer revista, y en V í c t o r Saville, a revista es un pretexto para hacer argumento. Harriet Green es una famosa actriz q u e de-<aparece en 1909, sin dejar huella de su existencia. Pasando el tiempc), en 1934, alguien cree ver en Siempreviva (Jessie Matthews) a aquella artista q u e tan misteriosamente pasó a la historia. Víctor Saville hace r e ^ o c e d e r el argumento, de lustro en lustro y con ocasión de una representación teatral, ha.sta 1909, nuevamente. A q u í está, pues, la justificación de la revista, que cambie de forma y ritmo con las vueltas que hace dar a im gigantesco reloj de arena la enigmática actriz Harriet Green. Desde el charlestón al fox y ]

Después del melodrama y de la comedia, V í i tor Saville regresa al tema, con muchas variantes, de Yo he sido espía. Historia de 1914—guerra europea—^y de 1815—congreso» de Viena, fuga de Napoleón de Elba, victoria de sus ejércitos, batalla de W a t e r l o o . . . — . El perfil del tema es semejante, pero casi contrapuesto. En Wellington, Saville no hace otra cosa, por no jKjder o no querer o no saber hacerla, que narrar hechos y dibujar tipos históricos. El duque de hierro, por tanto, es un trozo de Historia. L o contrario que Yo he sido espía. Otras películas de V í c t o r Saville son La dama de la noche. De mujer a mujer, Kitty, Amor sobre ruedas y Friday the 13th (Vn dia aciago^. En el primer escmtinio del plebiscito organizado en Inglaterra por I / m d o n Films, dos obras de V í c tor Saville ocupan el primer lugar después de La vida privada de Enrique VIII y de Catalina de Rusia, ambas respectivamente de K o r d a y de Czinner. E^stas dos obras son: Yo he sido espía y El duque de hierro. IM que prueba que Saville es uno de los tres mejores directores de Inglaterra. Recordando la historia del cinem.a inglés a través de sus más famosas productoras—London Films, Gaumont British y British International Pictures—, no tenemos más remedio que ver, (•(mvencidísimcs, en V í c t o r Saville, al realizador que más directamente ha colaborado con sus valores personales en el resurgimiento del cinema británico.—A. D K L A M O A 1 X 5 A R A


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lA PHDVCCION ESPAÑOLA USADA ÍN LA NOVELA DE

WENCESLAO FERNANDEZ FLOREZ SE PROHIBE FIJAR CARTELES

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ANTOÑITA COLOME y ANTONIO VICO


^ 1 P A L A C I O OE L A MÚSICA "Las Cruzadas"

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BRA, ante todo, espectarular. Este es el fuerte de Cecil B . de Mille. El sabe, como decia Lamartine, que el drama nació del pueblo y para el pueblo. Y que si hay algima clase que lleve su corazón al teatro^—o al cinema—es la clase popular. P e r o aunque el realizador de El signo de la Crm y Cleopatra se apoye en el pueblo o, mejor, en las mayorías de corazón i i ^ e n u o , y las conmueva v deslumbre <íon gran aparato mecánico y extraordinaria ostentación sensorial, t o d a v í a hay que reconocerle una intención artística y un sentido poético de la Histiiria, que se le ha negado con más precipitación que justicia. En IMS Cruzadas, por lo menos, Cecil B . de Mille .se dedica a interpretar aquella irrupción de Occidente en Oriente, con sensibilidad de poeta (jue avizora e intuye, más que con frialdad de historiógrafo que analiza. Inspirado tanto en las leyendas como en las crónicas, nos da de la Terecera Cruzada una visión belicosa y romántica, que puede no estar de acuerdo con los sabios alemanes, pero que contenta a los hombres de sensibilidad no embotada p o r la ciencia oficial. Visión que acaso sea la verdadera, al menos en lo que se refiere al caudillo o<'cidental R i c a r d o Corazón de León, cuyo violento carácter se • ablanda al influjo amoroso y v i e n e a confirmar eu el film la influen¡ cia beneficiosa atribuida a las Cruzada..sobre los europeos, « n u c h o s de los cuales partieron intransigentes y sanguinarios, y volvieron artistas y tolerantes». L a v e r d a d poética predomina sobre la fría y d e s c a r n a d a verdad de los eruditos, y este aliento de arte es un tanto que hemos de apuntar a D e Mille, pese a quienes se empeñan en v e r en él sólo un estupendo animador de «operetas históricas». U n a observación: en el gran concierto de reyes ; que fué aquella Cruzada, hay una arbitrariedad \ de bulto, pero de fuerza cómica iimegable, a costa | de Sancho V I de Navarra. Se le presenta como ' un tipo bufo, cuando la Historia a s ^ u r a que fué un sabio que después de guerrear, como era de I rigor en la época, con sus colegas de Castilla y l ^ n , «se consagró a realizar el bienestar material de su reino y a favorecer las ciencias y las artes». Sin duda. De Mille, pensando en la variedad de caracteres que aconseja el interés dramático, necesitaba, entre t a n t o monarca serio, uno que diera la nota risueña, y eligió para ello a nuestro remoto paisano. Hasta aquí el pensamiento del film. Su realización cinematográfica es asombrosa. ¿Cualidad principal? L a vibración. Es una brillante cabalgada de imágenes que se componen y descomponen con ritmo y brío prodigiosos; ejército de luces y sombras en marcha y asaeteado por cien cámaras a la v e z . N o es posible acudir a todos lado.-. Los detalles escapan en una primera visión. La diversidad de tipos, de atuendo bélico, de jirimoies de observa<;ión e indumentaria, .se acumulan en i m a gama riquísima, que v a desde el y e l m o y el mandoble del caudillo a la ballesta del pe<'hero; desde las naos y galeras, a los arietes y escalas para el salto. T o d a la E d a d Media, guerrera e iluminaila, supersticiosa y penitente.

pasa como un alud por la pantalla, <;( m o mi mundo que surgiera de repente a la invocación de un m a g o . Y , en efecto, arte de magia, y no obra de estudio, pai-ece el asalto a las murallas de San Juan de Acre, recon-strucción fiel y espantosa de lo que seria en aquel tiempo el ataque a una ciudad murada. Y otro m o m e n t o épico es el fcirioso galopar de los escuadrones enemigos, (|uc se encuentran y chocan y desbaratan mutuamente, <-on estruendo y violencia de tempestad cargada de hien-o sobre un bosque de lanzas. Cecil B . de Mille, por la grandeza de sus e.s» tnarios, por la exaltación del héroe, en el que sintetiza el espíritu de la época, y jior el aire, si no mitológico, rebosante de leyenda que les imprime, ha realizado en Las Cruzadas una obra que es al cinema sonoro algo de lo que fueron IMS Nibelungos para el cine mudo. Los intérpretes, a tono con el film. Soberbio, Henrj' W i l c o x o n , el protagonista. Y delicada, bellísima, verdadera princesa de cuento, Ijoretta : Y o u n g . Sería injusto no mencionar también a. l a n K e i t h , Katherine .Mille, Aubroy Smith y ; H e n r y Gordon. L a s ilustraciones musicales, himno .solemne al triunfo de los cruzados, .son dignas del m o t i v o que las inspira. CAPÍTOL "Sequoia" P o e m a de la selva, con imágenes bellísimas. N o hay literatura; t o d o es cinema, es decir, observación de la Naturaleza a través de un temperamento, y esto es lo que distingue a Sequoia de un simple documental. Con elementos reales se construye una anécdota sencilla, que encierra una noble aspiración: las cosas son así, pero debían ser de otro m o d o ; el hombre persigue a las bestias, y ellas, como reacción natural, en legítima defensa, atacan al hombre. El instinto venatorio se v e correspondido por el instintosanguinario: al disparo cobarde respctnde la dentellada feroz. Si empezaran los h o m b r o a d a r ejemplo d e «fraternidad»,tal vez las fieras parlamentarían. N o f a l t a n precedentes: el de San A n t ó n , en la Tebaida, y el do San Francis»o de Asís. ¿Qué esto es ilusión? T a l v e z , P e r o es bello y . por serlo, es arte también. L a reahzación es buena, y la foto, m a g n í f i c a RIALTO "Rataplán" Desde el estreno de Boliche, Francisco Elias, hombre dinámico y menudo, cargado de inquietud, como una chispa eléctrica de energía, no había dado a nuestra producción obra original. Sus esfuerzos se agotaban en una obscura lucha con noticiarios y docimxental&s, en espera de una «oportunidad». Esa oportunidad económica, a la que está condi<'ionadaen el cinema—¡tan caio!— la capacidad creadora de los directores y artistas, en general. Porque un poeta, sobre unas cuartillas, puede crear un mundo de fantasías, y un pintor, c<jn un metro de lienzo y unos colores, tiene bastante

para emular a G o y a U n director cinematográfico, en cambio, con t o d o el ingenio y sensibilidad artí-stica de K i n g Vidor, ha de aguardar pacientemente a que alguien se decida a financiar sus sueños. El arte del cinema, como ningún otro, tiene trabas económicas que explican muchas cosas. U n a de ellas es que Francisco Elias, preparado técnicamente como el dire<'tor que mejor lo esté en España, con agilidad mental y afán de separarse de los caminos trillados, no p r o d u z c a con más frecuencia. Ahora, en Rataplán, halló la oportimidad a que aludíamos, y la aprovecha. El film, gratñoso—('on sal un poco gruesa y tomada a ' menudo de la des-! pensa teatral—y d e i tema nuevo en nuestra cinematografía, tiene, aj mi entender, una cualidad apreciable que descue- i Ua sobre las otras: la habilidad técnica. Francis<'o Elias conoce a fondo—^y las em¡)lea a tiempo—las fK).sibilidades de la t e m a r a y del montaje. Realiza lo que quiere y como quiere. En las últimas escenas de la película, j>or a<iimulación de efectos, descuida el ritmo; pero lo hace en gracia a la m a y o r m o v i l i d a d del film, v i v a z , rápido, cinematográfico, en suma, desde el primero al último fotograma. El protagonista, Félix de Pomés—figura y naturalidad de buen galán americano- , realiza una labor que le coloca en la avanzada de nuestros ac;tores cinematográficos. Se distinguen también Antoñita Colomé, bonita porque sí y graciosa porque Dios quiere; Luis Villasiul, y la pareja de excéntricos, de indiscutible vis cómica, R o m a Taeni y Rafael Señalada. MADRID-PARÍS "Abdul Ilamid" Lucha de la j o v e n Turquía «contra las viejas tradiciones, v abolición definitiva del Califato en 1924. Marco ambicioso, que el dire«:tor K a r l (ininuha sabido llenar con episodios interesantes, en los que resalta la v i d a p r i v a d a del tirano y sus procedimientos expeditivos. El film está presentad»» con suntuosidad y su estilo cinematográfico es irreprochable. N o deí-ae un solo momento el interés y , en progresión bien calculada de efectos dramáticos, se reproduce con visos de realidad uno de los movimientos políticos más interesantes d e la IIi.storia contempo I-anea. Cinta magnífica, con una interpretación e x c e p c i o n a l . F r i t z Korner, en el papel de sultán hist ó r i c o , enloquecido d e m i e d o y de crueldad, realiza, sin duda, la mejor < reación de su a«Unirablc carrera artística. L e secundan Nils Asther, que desde Tempestad al amanecer no había encontrado ocasión (!omo é s t » para lucir su })restancia de galán y sus grande.dotes de actor, y Adrienne A m e s , interesante como mujer y como actriz. ANTONIO

GUZMAN

MERINO


Madeleine Carrol y Clive Hn*ok, Ion dos grandes artistas de la pan­ taUa. en uno de tas más helios mo­ mentos de la cinta * El consejero del rey», nueva r magnífica incorpora­ ción al cinema de los ambientes suntuosos de otro tienifnt


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WANANA LUNES lA OELICIOSA COWEDIA PUNA (íe GRACIA y JUVENTUD;

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mm &.ROBiNso)i/>'«ARy ^ STOR y RICARDO C O R T E Z

can JENNY JU&O y PAUL UORBIGER Bh^^

DISTRIBUIDA

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IIHLM DONDE LA [MOCIÓN Y LA INTRIGA LLÍGAN A SU GRADO MÁXIMO

POR

"E5PAÑA GRÁFICA FILMS"

^ace cerco >^ continúa hab.^. lo vuestra epidermis. 1. A. T. es una nr-»"» Crema acbra a la vez sob '~'« / sobre las glán' i LE una manera o' sobte 1 de sus efectos. (T lo tanto, una tivate. dera, sana, natural,3N E M IM. I . ~ .A. T.M.Ma LA CREMA A. T. Ma.., ^ iTa. da, aún aa las una tonalidad las epidermis epidermis grasas, grasas, v delicada y aterciopelada. ~^'>»»elada. Consigue Consiga retener extraordiidamente los polvos. ~* verano podzé npieciana su agradable

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A T A V I O B I E N H E C H O R


FIGURA9 DE L;^ PANTALLA EUROPEA


Un nuevo concurso

de amORAMAS

CIMÓ'

He aquí, lector, cinco de sus estrellas cínematográflcas preferidas. Con sus ojos y sus bocas hemos hecho un «puzzle», colocando esa« partes del rostro en et retrato que no les corresponde. El Concurso es sencillo y entretenido, y consiste en acertar los nom­ bres de estas cinco estrellas y en devolver a cada una de ellas la boca y los ojos co­ rrespondientes, recortándolos de la repro­ ducción que va al pie de esta página. Habrá tres premios uno de c i e n p e S C t a t , uno de c i n c u e n t a y otro de v e i n t i c i n c o — , que se sortearán entre los concursantes que remitan el cupón (publicado rn otra página de este número) con los cinco nombres co­ rrectos, y. además, esta página ron los cin­ co retratos debidamente reconstruidos. A falta d r soluriones rorrectas, se adjudica-c

rán los premios a los que más se apro^O* men, y en caso de que haya dos o jaás iguales, se adjudicarán los premios q ^ les correspondan por medio de s o r t ^ .


1^ Wb^'

(.(19 Pepita Iríarte Eizaguirn D a m a joTen

Carmen Nieva Mant Daaa(o*cn

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(¡Nlarbalína

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María Ruiz Pina Dama

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/Viia Maria Flores D a m a ioTca

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Lolíla Castro Peláez Dama i o * » -

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Conchita Montana DamajovtB

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Nati Forcada Dama

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yo e r a entonces una nuichachii fea. Sí, lector; es Jeanette MacDonald, la bellísima Jeanette MacI>onald, la que habla. ¿Pero es esto posible?, preguntarás quizá con justificado a-sombro. Cierto, cuesta trabajo creerlo; pero la projiia Jeanette l o afirma d e m o do que no deja lugar a dudas. —Deí-ididamente, y o entonces no era guapa. Y lo terrible no era serlo. L o terrible es que y o lo sabía. ¿Entonces? ¿Cuándo? En una ép<K'a en la que por ser todavía muy j o v e n Jeanette no había H i l a d o t o d a v í a al cinema. —Claro que yo^ en m i i K x a experiencia, ignoraba entonces el partido que puede sacarse de una cara femenina, y a q u e n i n g u n a m u j e r es completamente fea, a no ser q u e ella quiera serlo. Como que y o fui la primera sorprendida del é x i t o d e m i primer ensayo (cinematográfico. Y o , que jxir entonces desculirí lo que el maquillaje, la claridad de los focos y la v o luntad de ser bella pue<len lograr. QUE

— N o fui nunca una niña ])rodigio pálida y triste, con largos tirabuzones y un serio vestido de terciopelo ob.scuro con encajes blancos. N o . T o d o l o contrario. Cantaba alegremente. Como un pájaro. El cantar era para mi placer y ne<;esidad. Y cantaba desde muy niña, ("omo q u e , según confesión l>ropia—no o l v i d e el lector que estos renglones son confesiones de estrellas—, no recuerda exactamente cuándo comenzó achantar. ¿ Y a reír, Jeanette? ¿Cuándo comenzó a reír? S e g u r a m e n t e q u e t a m p o c o lo sabe. Y cantaba en todas partes: 11) las bodas, en las fiestas.

res... - P e r o no cantaba tan sólo canciones irlandesas. T a m b i é n me hacían cantar El beso, de A r d i t t i , y el aria de as j o y a s , de Fausto. Sinceramente, no acabamos de adivinar si en estas palabras hay tan sólo im p m rito de vanidad o, por el contrario, una amarga queja. Porque... — P e r o a mi para quien me gustaba cantar era para el v i e j o M . N a t i k . El v i e j o y simpático M . N a t i k , de ojos bondadosos y cabellos blancos, q u e por estar paralític o — eternamente prisionero en su sillón de meda.s—, y o , con una c m e l d a d muy infantil, le llamaba *Ei señor m dante». Y el v i e j o N a t i k , que a diario la colmaba de elogios, un día, con frases proféticss, le auguró un brillante y g l o lioso por\'enir. —¡Cuántas veces, en los m o m e n t o s de abandono y depresión espiritual, he recordado sus palabras y sus consejos! Palabras llenas de fe, y c u y o recuerdo me dev o l v í a n en el acto la perdida fortaleza de ánimo. Y comoquiera que el círculo de su popularidad y su f a m a se i b a abriendo, dilatando cada v e z más, las solicitaciones de l o s amigos para que cantase en banquetes y bautizos llovían materialmente. Y su padre, el «ontratista d e obras Daniel MacDonald, accedía sonriendo o r g u l l o s o . Mientras, la madre e m p l e a b a las libras que a m o d o de regalo la daban en pagar sus lecriones de canto y de baile, jiorque

.\rrilMU Jeanette MaeOonaId, en una idílica escena.—.\bajoi en otro momento escénico, pleno de delicada y fina suntuosidad


(le coqueteria. M e habia a r r a l a d o lo mejor que pude. H a b i a peinado cuidadosamente mis odiados cabellos. Y al subir al estrado, alguien deslizó en mi oído: « M e entusiasman las pelirrojas.» ¡Era el primer piropo! Y el j o v e n al que le gustaban las pelirrojas era guapo. P e r o la R o c a Tarpella está cerca del Capitolio. A l l í , en la primera fila, y con su mirada glacial, estaba la antipática profesora. P o r otra parte, y o , aquel día, me encontraba un poco mal de la garganta. Y para colmo de desdichas, había una endiablada corriente de aire. Comencé a cantar. Quise atacar m i gran aria. Imposible. H a b í a perdido la v o z .

La «onríga seductora de la MacDonald CH, acaso, el más genuino «• nranlo de la incoraparabU creadora de <KI desfile del a m o r » . - E n la siliiHai una bella foto de la célebre estrella

Jeanette también sabía bailar prodigiosamente. Y así, entre risas y canciones, se deslizaba su infancia. Hasta quo un día, un malhadado día, una antigua profesora, irritada por lo que ella consideraba una explotación, demmció a sus padres ante una Junta de protección a la infancia. Y una tarde, Jeanette vio aparecer ante ella a un grupo de señores serios y barbudos, acomjiañados de unas solteronas con aire de sufragistas. Una visión nada grata. Y menos gratos aún sus propósitos. Porque aquella Comisión v e n i a nada menos que a averiguar lo qi hubiera de cierto en la denuncia, y v e r si con el can descuidaba sus conocimientos. F u é un verdadero ex Afortunadamente, no resultó la cosa del toilo mal. la Get»grafía, y t o d o ñié bien. Jeanette no ci infundió puerto de mai con un lago o cosa parecida. .Siguió li^ la Historia, y continuó la cosa como sobre ruedas, y a la imaginación de Jeanette salvaba los baches cultur P e r o iTi^ó la A r i t m é t i c a . Y aquí Jeanette liizo g a l a su enciclopédica ignorancia de la materia. X<i dio, co: vulgarmente se dice, ni golpe. Sin embargo, aquella misión de técnicos dictaminó que la chiquilla no era ni m u y tonta, ni muy lista, ni t a m p o c o dema.-iado ignorante. —-¡Qué su.sto pasé! T o d a v í a no lo he o l v i d a d o . N o hay que decir que cobré un odio feroz a la profe-ora aquella, y m a y o r si cabe a la A r i t m é t i c a . AJ principio no le concedió importancia. P e r o a da que pasaban los años y crecía, Jeanette estaba dÍ8gu.stada con su físico. A q u e l cutis, aquellos c casi rojos. Eran su desesperat-ión. —Hasta entonces y o n o había recibido ningún p i r o p o . Y o ¡ue consolaba diciéndome: «Eres una artista, q u e cantas, y una bonita voz es más importante <pie una bonita fisonomía.» Sin embargo, un día, y o debía cantar en un fiesta de beneficencia, y fué ent ees cuando t u v e m i primer su

P o r aquel entonces se dedicó a bailar, a falt a de cosa mejor, si bien la música y el cant o seguían apasionándola. A l principio estos conocimientos contribuían a darle algo de superioridad sobre sus compañeras, las que la recibieron hostilmente. — M e encontraban fea y pretenciosa. Y o sabia que mis conocimientos musicales eran la causa. Y cuando esto ocurría, y o , para vengarme y reírme, at^entuaba más la nota. L a revelación de la música, de la buena música, la tiene en im concierto de Toscanini. —Tocaban i m a de las maravillosas sinfonías de B e e t h o v e n . A q u e l día, para mi de una emoción indescriptible, supe ló que era sentir el alma de la música. T a m b i é n guarda de aquellos días o t r o gratísimo recuerdo: recobra la v o z , más clara, más amplia q u e nunca. — Y desde enttmces, en el teatro y en el cine, me consagré a la música. Acerca del amor y del matrimonio, Jeanette tenia una idea equivocada. Creía en sus sueños de chiquilla que el amor no era innpatible c(m nada. P e r o la v i d a se ha en;ado de demostrarle lo contrario. P o r eso dice: — Y o no m e casaré nunca, porque sé que es i m p o s i b l e conciliar unacarrera a r t í s t i c a con la d i c h a conyugal. N a t u ralmente, no tendré hijos t a m p o c o . Si bien m e consueporque tengo 1 plan. E l p l a n de éanette es muy sencillo y—^¿por q u é no decirlo? — simpático conmovedor, n día, un dia cualquiera, irá a un orfelinato y adoptará una niña. N o precisamente la más guapa. N i la más bonita. Sino, por el cont r a i i o , aquella que su timidez, hija de su fealdad, la h a y a hecho quedar en segundo térmirque de seguro ecita pensará én se v a a acorPar de ella para quer í a como una hija, 'y aquélla será la eleg i d a . Y si es pelirroja, ¡mejor! — Y cuando la coja de la mano, al verla tan fea, pensaré: « Y o también era c o m o t ú . » LUCIANO

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bace crecer ¿c ver^A^ larcas y froit<loMS« ca|i

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bellos rostros del cinenf(j^ Los

se ve ahora gran p> tación excepcional cor^irm\do p m papel femeninok q^e Loretta magnifica creación ' de ÁifU Gruzada^^yJa Mille. Al servicio de cinerhi^tográ/ica de"^D^ este personaje,.Loretta ^ ha puesto toda su grcct^ sensibilidad, toakju fina compren­ sión de gran actriz muy tle hoy


Mr. l l o m i , gerrntr dr Ui lliüpaiio Tox Film, ron alguno-^ pt-ríodi-^taK ciiieiiialo'ráfiros i|u<- Ir ofrccit-roii, <-nn motivo dr haber sido nomhrado por el Gobierno español Oficial de la Orden de la República, un banquete en la Hostería drl l^atudiantr, d r A k a l á . y a lo« |to»)re« ei uborquio de una rapa e^pañola. eomo homenaje a «u arraigado amor hacia las cot>aa dr nuratra tirrra. M r . lloren, o^pañol «honoria rauM>, ron la rapa español» q u r Ir brindaron lo< p<TÍo<IÍ6la« rinrmatográfico»

KL iVfINISTKO DE INSTRUCCIÓN PlíBIJCA EN LOS ESTUDIOS C. E. A.

VX miniatro dr inatrurrión Pública, aeñor Kardají, ron B<-iii4o Perojo y lo* r<-darl«r<-8 riiemaloeráfiro», drttpurx de asistir al rodaje de una r s r m a dr cl^ «erliena dr la Paloina» (Fot. <:. K. A,)


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que

ef> fea la rnujer amada lur Fiobert Montgoipery, el famoso y -impátioo galán de Tiia frlirirfa)) apnrentr, fictiria, que refleja la paiiialla. la pantalla, no j M i r Robert. en ente momento, ne que se nos debilite aruerda de su fiel esposa, que la galantería, sino no ba estado nunea en otros lM)rfiue ser «fea» en brazos que los suyos Hollyw(M>d y sus alrededores ({uizá suponga sentar plaza de btmita en o t r o rin«-6n del planet a. (•.Comprendéis? I.eios de nosotros la pretensión de lu/.^ar a la señora B e t t y Montgomt^ry c o m o en i m o de eso» cntiipidos e inútiles C/oncursos de belleza que han asolado al mundo y han dado categoría d e Venus a señoritas c c m las piernas torcidas... •

no era {mmunciado ctm cariñt> y admiración más (jue |>or una mujer, no del t o d o jmbre. B e t t y ha sabido siempre ganarse la vida y ha disfnitado del sabro.so placer de la ¡nde])eñ(lencia ..

Kn la v i d a de ttxlo hombre célebre hay, por regla general, una mujer ob.scura- acaso fea, acaso no rica--(jue ha sabido alegrar la etapa cruenta de la lucha pt)r el [xirvenir. l ' n a mujer (jue j)lancha camisas y zun-e calcetines a hurtadillas. Que p(me a disposición del pobre n o v i o , para (jue fume y t o m e café ante los amigotes tjue no le secarán jamás del atolladero, sus ea<;aso8 ahorros, m(>ntMla a m(meda.

Y , por r ^ l a gtaieral, esa mujer obscura (jiie realiza el milagro de ilunúnar una juventud descarriada, se pierde en las tinieblas del o l v i d o (;uando ha cumplido su misión. _ _J

a

P e r o lo cierto e » que Bob Mtmtgomery entá enamorado de una mujer «no bella», y que, jmr añadidura, es su legitima nnijer. ¿ H a y m o t i v o s de desencanto para sus cien mil admiradoras? Creemos que hay i m m o t i v o más para admirarle c o m o hombre, (lesy)ués de admirarle c o m o artista. P o r q u e ser actor de cine, j o ven, rico, apuesto, famoso, y no dejarse deslumhrar [ K ) r los encantos físicos de ninguna Pnpper, es algo (jue merece reflexión y tal v e z m i ajilau.so. Alguna v e z tenía que haber sentido común en H o l l y w o o d y en cien l(?giu«s a la redunda...

Pt>rtjiie la ingratitutl es una ("osa corriente en el archivo sentimental de los hombres famo.sos. -Ahora que hay excej)ci(mes: Kobert Montgomery. Este muchacho no podrá ser feliz, sino al lado de B e t t y , la mujer obscura (jue le sirvió, en sus ]>eores y más dramáticos momentos, de madre, de hennana, de amiga, de novia, t o d o en una pieza... H o y , rico y admirado, B o b sale a tomar el s(i{ de' b l

7(1 (!i su t -¡"'.^a-

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• i. ' as' .

T e n g a m o s el v a l o r d e (considerar c o m o g e s t o d e hium gusto la supuesta « e x t r a v a g a n c i a » de M<mtgomer>'. Coincidimos- perd(ui con él en la r«^bt^ldía de buscar, en el bazar de bellezas de Cinelandia, algo más (pie imiñe<"ah de \^\o rizado y matpiinaria de reloj. Sobre t(Hlo, para espisa. Ponjue comprendemos tjunbién la admiraciím jnir los rostros loziuios (le muñeca y las curvas (jue inspiran a tontos y sabios por igual. P e r o admirar no es (juerer... j Pensad ( ^ t o : la mayoría de los matrimtmiosj sin fíílicidad- un noventa {H»r ciento casi- purgan la e<jiiiv(H"aci()n de formarse al fuego traidor del entusiasmo físico...

joven

-,

en

B o h Moiilzoinrry, m u c h a cho inirligrnte \ bondadoso, rsposo nimirlo y galán de fama en la pantalla, con l>oroth y Jordán, en una escena de cAmor rabioso»

Se ha indignado M(mtgomery- y c(m razt'm- de las hablillas estú];)idas de al gunas gentes, (jue huleando sin [>ermiso en -o v i d a ftrivada le han supuesto ganas d e divor(úarse de su esyxísa. ¡(íué ]ir(')jimo tan digno de su cretinismo padecemos en la actualidad! Es el juez más parcial e inctmipetente (jue juiede juzgarnos. Poríjue a]>lica la ley de su propia idiotez, y se queda tan frt^cí». Así, se ha dicho: R o b e r t merert una mujer l)ellísinia. más j o v e n que él. incluso, y rica además. P o r algo se llama M o n t g o m e r y y hace soñar a cien mil cabecitas románticas...

Pero la sal d e la v i d a no está nanea donde la sujwme el v u l g o . H a y tjue bu.scarla muy lejos, en la? salinas maravilltisas d e la bondad y del amor verdadero, tjue es el (jue da la paz legítima V la alegría jwrdurable. I "ll amor no es una pasión. L a vanidad de ser ¡tinado jM>r una mujer (jue d(*een todos los demás hombres |)ara sí no es la felicidad t a m p o c o . N o confundamos, señores, la mujer de toda la vida— la breve v i d a - <(in la mujer del m o m e n t o , la q u e puede calmar en tres minutos esa v a n i d a d tle |>osesión tle ima trosa bella tjue puetlen sentir hasta los hombres c o m o B o b .Montgomery...,

B e t t y cree en su maridt>. Y Robert en es|)t)sa. Se comprendtuí, se adivinan, se perdonan mutuamente sus defetttis humanos. ¿ H a y algo más envidiable? Pt)r eso .su hogar irradia un dulce calor tjue no se encuentra en el nido" (Kasional de dos seres imidos |)t)r una v i o lenta atracción de los sentidos. ^ Y el tiempo pasa, y B e t t y y B o b n o saben i lo tjiie es el tormento danttísco de los celos. N i saben lo q u e es el hastío, fiuitasma (jue r o m p e todas las cadenas de la ilusión carnal... Ellos se aman conuí el i»rimer (Ua, en (jue (»lla limpió con su jiañuelo, silenciosamente, una lágrima brotada de los ojos del h(uiibre vencido, convertido en niño frente a la espantosa orfandad de su v i d a . . .

Ixobert .Vhmtgomery es un muchacho d e talento. T a n t o , (jue su wjuilibrio esj>iritual le ha permitido salir a flote de situacitmes difíciles de su carrera. N o le ha deslumhrado ningún é x i t o , ni le ha hecho mella ningiin fracaso, (jue los ha tenido. ( P o r ejemplo, junt(» a ( ¡ r e t a ( í a r b o , en Inspirarum.} N o t^s extraño (jue tam{MM>o le hayan trastornado las (estrellas más famosas, aun en-j trando en la |»eriferia de su .seíhicción decantada. Bob ha visto las orejas al lobo. En la v i d a y , en el amor. Y fK»r eso su s(uirisa- secreto de su triunfo—es la del hombre convencido...

.'iuién e.s B e t t y ? . . . T o d o lo contrario de muchachas (jue llegan a IlollyW(Kid c(m sus iiia •letas colmadas de locas ambi( ioiu^s. I*> una mujer sencilla, inteligente, ialaniosa. Acaso rem í m t e .su si^unda j u v e n t u d . Pero y a hem(»s caído de nuevo tm la vulgaridad, ¿(iué im];H>rta un guarismo en el «del>e» tle una mujer tan espiritual como B e t t y ? * K o b e r t la c(m«KÍ<'» cuando sólo era rico de imaginación. Cuimd' u nombre í n t i m o - - B o b — .

Muiy

cuanto tiene un instante de asueto. Es el hombre (jue ha i n v e n t a d o su felit idad...'

Exclama R o b e r t : « ¿ T e acuerdas, B e t t y ? , . . » B e t t y sonríe. Se acuertla de todos los m«mientt)s- buenos y m a l t » - de la senda recorrida hasta (>ste magnifico |>resente d e la fama y d e la ritjiieza. Y no se astmibra de nada. Ponjue sabe que lo úmco (jue v a l e la jnma en el mundo es su pro-1 pió amor. ¡Este es el fabulo.si» tesoro (jiie le enviditu) las muchachas más Ixuiitas d e H o l l y w(Mid!

Kobert MniiiKonier> sólo e». feliz, >erdaderanirnte feliz, ruando disfruta dr su asueto llevado del brazo por i»u esposa. Betty. Klla es una mujer intrligrntr. simpáUra, buena romo nn milagro de bondad, inrapaz de sentir celos. Por todo ello, y porque Betty no es mujer guapa, ni araso joven, supone el vulgo que el divorcio se hará esperar. Como siempre, el prójimo se equivoca al juzgar por sus propios egoísmo»

Ella IM» (>s Inmita. ¿ Y (jué? Su esjHtso ha tenido cn sus brazos las Venus mtMlemas, morenas o rubias, y siempre ha vuelto a los suyos..., ]M>r(jue en ellos encuentra la V e r d a d . . . Nunca (Mtdrá com|»etir- «MI (>I terreno de un hombre inteligente, un verdadero htmibre—«una buena mujer» c t m una mujer hiiefui... SANTIA(!0

ACriL.AK


G O Y A LUNES LA ROMÁNTICA AVENTURA, SALPICADA DE RADIANTES NOTAS HUMORÍSTICAS.

LA LOTERlA DEL AMOR <Pal> P o t a n o n

^

con " P A T - P A T E R S O N y L E W AYRES

OPERA

LUNESlie^ MARAVILLOSA PEUCULA UISTORICA SEGÚN IA O I ^ A c ^ BENITO \ ILINI

'^níud se aso Él rostro, coi nüoie; además, lim­ pia d e l o d a impureza, si lo d y ^ a con

1 ^ - —

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m WERNER ^I«.RAÜSS y. GUSTAV GRUNDGENS. a t A M C O . R A .

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o todo en el cinema es ficción. A veces, a la farsa, y para que la cinta tenga una emoción de realidad difícilmente sustituible con el artificio, hay que añadir escenas y hechos auténticos. Así, en la cinta hay trozos de vida verdadera, con ese acento humano y palpitante que sólo d a lo positivamente real. Esto ocurrió, hace poco, con imas escenas para la nueva cinta española Currito de la Cruz. Habia qne tra.sladar al lienzo una fiesta campera. Esta, naturalmente, no podia ser «truco», había de ser vista y captada en la propia realidad. P a r a lograr las escenas, marcharon al campo salmantino los elementos principales de la cinta: el director Femando Delgado, el cameranum Enrique Gaertner, Antonio Vico—que interpreta el protagonista—, Elisa Ruiz Romero, la Rotnerito, el torero Maravilla... Oomo es sabido, este diestro interpreta en Currito de la Cruz el papel

de Romerita, uno de los más destacados en la novela famosa de Pérez Lugin. Iban, además, a la fiesta, otros intérpretes de la cinta y unos cuan-

,

enjuto cuerpo d e lidiador— dirige l a fiesta. Se tientan varias vacas y becerras, y se lidian y matan dos sementales. E l d i e s t r o t o r e a y torea, mientras Gaertner, el operador, v a captando c o n la cámara momentos y á n g u l o s d é l a faena. Pases de todos estilos, alegria en el movimiento, temple y suavidad... El público aplaud i a entusiasmado. Femando Delgado, con ese Toxarrón suyo tan conocido de cuantos se mueven en el mundo del cinema, pedia al diestro que no torease tan despacio, porque el público de la cinta, después, iba a creer que aquellas escenas se habian tomado al ra-

tos arabos del popular torero, para quienes la fiesta tenia el doble carácter de su animación t a i m n a y de mostrar cómo se filma una peUcula. Se celebró la fiesta campera en la finca del ganadero don Anastasio Fernández Iglesia. Horas de Umti... I campo y sol, en la serena Terminó la fiesta. Comenzó belleza de los campos salArribaí •.Maravilla, y Kliaa R o n e r a , «la el regreso a Madrid. mantinos. U n público abiRonerito», e a i w l a M c a t o 4e fai E n el ánimo de todos estaba, lirabí «Carrit* de la C n a » . Ea el e í m i garrado y bullicioso llena vivo y brillante, d recuerdo l « «Maravilla» l a r e n d o en C u i p a e e la placita de Campocerrar r a ^ para «Carrito de la C m » . A b ^ de aquellas horas en el campo do: aficionados al cinema «Maravilla», visto p a r cl coricaÉariata salmantino. y aficionados a los toros «Snoa Fué un trozo de vida, tma se mezclan sobre un misemoción d e realidad que dimo escenario, bajo l a tibieza del sol de otoño. fícilmente la ficción d e l a pantalla hubiese Al fondo, las finas ondulaciones del paisaje que podido sustituir. cantó (iabriel y Galán. Maravilla—el

clásico traje campen> sí»bre el

GviLLRRMo

LINHOFF


Para conservar la pureza del cutis es indispensable prescindir de la carne en las comidas

O

p<ir lo menos, reducirla al minimo posible. ¿Que ello significa un tremendo sacrificio? Posiblemente, sobre t o d o , para aquellas mujeres q a e posean el criterio, tan español, d e q u e las comidas han de ser copiosas hasta el hartazgo. Y , sin e m b a r g o , nada tan perjudicial para la salud c o m o una alimentación excesiva. En más de una ocasión nos han llegado cartas de lectoras que demandaban nuestro consejo a c m ; a de este e x t r e m o , y que recnrrian a nosotros en última instancia, no por c o n c e d e r á nuestra opinión una infalibilidad que—¡Dios nos libre d e s^nejante pretensión!—no poseemos, ciertamente, sino con l*;Ég|H <r esjje anza de que nuestro consejo fuera me- ^WL. nos severo q u e el d e las personas anterior-

L» icraria bufa y dMopilantr ár Brrt WTieelrr y Robert W a o h e y há pacato en los rostros bastante bellos -«le estas jóvenes qne les aeompañan, y que. segur a i e n t e , les están resaltando ya bastante «pesadas», Mirisa que las haee aun más bonitas

mente consultadas. T o d a s las misivas denotaban en las comunicantes un temor incontenible de degenerar en anémicas. I liía D O S decía, angustiada: «Mi médico a s ^ u r a que no debo segttir comiend o c a m e si ajtpiro a reducir mi j»eso y a e v i t a r la rojez d e nai cutis; pero y o t e m o debilitarme <-on exceso, ¡f^ak opina usted?» Otra, no menos inquieta, se expresaba asi: «Def>de hace algún tiempo he sujTrimido totalmente de mi régimen alimentiííio la c a m e . Y o , en realidad, me en«•uentro bien, y he I t ^ a d o obtener el peso que corresponde a m i complexión: pero temo que si jtersisto en el m é t o d o , la anemia haga presa en mi tjrganismo. M e gustaría salier qué piensa usted de t o d o esto.» Y en est,<is o pare<'idos términos suelen estar concebidas la m a y o r í a de las cartas del correo de esta Sección. E l l o nos ha m o v i d o a escribir este artículo, tpie no es, ni puede ser, otra cosa que la expresión d e tm criterio inspirado en el confK'imiento de las teorías que en tal sentido han expuesto, en las principales revistas especializadas en la materia, los más repuJaekie Cooper tados y ex[>ertos doctodo a unos amigaitos, eon res. H e m o s de señalar los males asta rodando eoa aa pttfmemm cáamra ante U K I O la <!onveniende j a g a H e o a lifan del q a e c i a de eliminar la cara es argnawatiata, «camene d e las comidas, c o raouin», director, ayudanm o punto inicial de la te y todo lo q a e \úej q a e lielleza del cutis, por


tiwión, realizó cierta v e z una experiencia que, de un m o d o evidente, puso d manifiesto los riesgos a que puede conducir el abuso de la c a m e en las comidas, y que vamos a reseñar aquí como pmeba, la más veraz, de nuestras indicaciones. Durante algún tiempo, sometió a algunos pacientes a un régimen alimenticio a base de c a m e . A l poct) tiempo experimentaron trastornos de toda índole, más o menos graves, segiin las caracteristicas o i ^ n i c a s de cada uno. Ellos y ellas—pues los sujetos elegidos lo eran de ambos sexos—dejaron sentir los primeros síntomas de la perturbación en la piel, que se tornó enfenniza, enn>j e c i d a y llena de imperfecciones que an Marión Marsk -cuya belleza, como puede tí8CU I tu r a l «lucero»de la verse, no tiene pantalla, re- nada que envip o H a u n o s d i a r a la de Rice instante» ¿«o— lo al aparato ha a d o p t a d o , de que se sir- p a r a retratarve para reali- se, esla «pose», zar determi- un poco inrótoda tal nados rjercirios gimnis- pero qur sirve ticott. dr gran a maravilla paefiracia, se- ra destacar la fíún ella, pa- im perab I r sira la ronser- lueta d r la genvat'ión d r la l i l í s i m a mucharha línea Flore • « Rier, guapa y

ser ésta una de las primordiales preocupaciones de toda mujer amante de la pureza y lozania de su tez. El problema—^e siuna g r a v e d a d para la mujer — puede enunciarse así: «¿Qué se debe comer para conservar la belleza?» Pues bien; si se cons u l t a n t o d o s los libros e s c r i t o s acerca de tan importante materia, la síntesis de la s o l u c i ó n será esta: « P r i m e r o , suprimir la c a m e en las comidas. Y luego, a d o p t a r un sistema de alimentación a base de frotas y legumbres». El sabio danés I l i n dhéde, e s p e c i a l i z a d o desde h a c e largos años en cuestiones de regímenes de alimen-

Y, finalntrnte, esla señorita, que tiene un aire de m u j e r fatal r e a I m e ntiimprrsionatite, ha ado|>lado ante rl fotógrafo una actitud ba<«tante sugestiva y una sonrisa perversilla y un tanlo maliciosa, como rorre*p o n d e » sil vampirismo

tes no t e n í a . P u e s bien; todas las impurezas desaparecieron al cabo de algún tiempo, sin otra terapéutica que la de transformar radicahnente el m é t o d o alimenticio seguido hasta entonces. N i alcohol, ni café, ni c a m e . T o d o lo d^nás, incluso el dulce y el pescado, sin demasía, estaba admitido. Claro es que la variación de comidas se h i z o sin brusquedad, suave y prog r e s i v a m e n t e , para evitar une desimtrición excesiva; pero en ningún caso se produjo esa d e b i l i d a d , esa anemia, esa extenuación q u e tantt» inquieta a las lectoras que nos han honrado con sus frej'íin-



I ANCE

Y,( C A R M E N )

Nacií en Madrid el 21 de Junio de 1905. Es madrileña hasta los hueso$, y tiene a gran orgullo haber residido siempre en Madrid, sin otros desplazamientos que las vacaciones estivales y los obligados por sus tareas cinematográficas. Recibió su primera enseñanza en las clases de párvulos de la Escuela Normal de Maestras, y llegada a la adolescencia, decidió abrazar la profesión del Magisterio. Pero a ia mitad de sus estudios hubo de interrumpirlos por enojtms razones familiares: su padre cayó enfermo, con dolencia que se prolongaba meses y meses, y fué preciso que Carmen buscara trabajo para contribuir a la economía casera. Aprobada en examen previo, ocupó en 1920 una plaza de mecanógrafa temporera en la Dirección de la Deuda; unos años más tarde ganó por opos><:>ón un puesto de mayor categoría en .ta Presidencia del Consejo de Ministros. Su ingreso en el cin^ debióse al signo del azar, en Mayo de 1924 fué presentada por amigos familiares a los productores del film «Mancha que limpia», a punto de realizarse, y éstos la invitaron a asistir a la primera sesión: por simple curiosidad de conocer cómo se hace una película, acudió al Estudio de la Films Española, y su llegada coincidió con la noticia de que la actriz encargada del papel principal había sufrido un accidente que la impediría durante algún tiempo actuar ante la cámara. Juzgando a Carmen fotogénica, se le confió el papel a titulo de prueba, a tal punto satisfactoria, que de la fioche a la mañana la linda oficinista convirtióse en estrella del cine español.

^1L

Pelicula*

que ha

interpretado:

Mancha que limpia, José Buchs. La casa de la Troya, Alejandro Pérez Lugfn. La hija del corregidor, José Buchs. El lazarillo de Tormes, Florián Rey. Gigantes y cabezudos. Florián Rey. Tierra valenciana, Mario Roncoroni. La loca de la casa, Luis R. Alonso. Las de Méndex, Fernando Delgado. / Viva Madrid, que es mi pueblo !, Fernando Delgado. El gordo de Navidad, Fernando Delgado. Una mujer española, Mario Roncoroni. El tonto de Lagartera, Agustín G. Carrasco (esta película no llegó a terminarse). Prim, José Buchs. La aldea maldita, Florián Rey. Paloma de mis amores, Fernando Roldan. Currito de la Crut, Fernando Delgado.

LJ

EFEVRE

D

(RENE)

Nació en Niza el 6 de Marzo de 1899. Permaneció en su ciudad natal h.ista cumplidos los seis años: entonces se trasladó con sus padres a París, y en los teatros de que era empresario su abuelo pasó los mejores dias de la infancia. Siguiendo los desplazamientos familiares, residió en diversas poblaciones de Francia: de ello resultó notoria irregularidad en sus estudios, compensada en parte por su afición a la lectura, que le hacía entusiasmarse con las letras, la Geografía y la Historia Natural: en los ejercicios de composición francesa ganó cada curso, sin interrupción, el premio extraordinario. Movido por cierto impulso aventurero, que ni él mismo logró explicarse, decidió lanzarse por sí sólo, sin ayudas familiares ni universitarias, a la conquista del mundo. Durante algún tiempo vivió difícilmente, promiscuando en los oficios más opuestos: de traficante en objetos artiticos a tramoyista de la Opera, de vendedor callejero a agente de negocios. Al final surgió la afición teatral de sus años de niñez y se contrató con una modesta Compañía de cómicos de la legua. En 1920 debuÚ en Paris en el escenario del Fémirut, con una obra de vanguardia: de allí pasó a la Comedie des ChampsElysées, y actuó durante cuatro años a las órdieaes de Louis Jouvet. En 1925 hizo su primera aparición en la pantalla, en la versión al celuloide de uno de sus mayores' éxitos teatrales: «Knock». Su nombre es entonces el último del reparto. Poco a poco fué substituyendo el teatro por el cine, y su consagración definitiva fué con «El millón». Estatura: 1,64 metros. Cabello catggiflo obscuro.

Ojos pardos.

Nombre verdadero: Patil Weisenfreud. Nacio en Viena el 22 de Septiembre de 1897. Muy pocos meses tenía cuando cruzó con sus padres el Atlántico y por haber residido desde entonces en Norteamérica se considera americano cien por cien. Se educó en las escuelas públicas de Nueva York, y a pesar de las interrupciones en sus estudios, determinadas por tareas teatrales, pudo rematar brillantemente su bachillerato. Dasde los once años se gana la vida como actor: actores, y renombrados, fueron sus padres, y sus dos hermanos son músicos prestigiosos. La primera aparición de Paúl en la escena, a la edad mencionada, fué nada menos que caractetixando a un viejo con barba, peluca y un tremendo enrejado de arrugas que le surcaba el rostro. Se presentó ante el público ntoyorquino, en el New York Theatre, coa la obra « W e American», que le dio a conocer como interesantísimo valor dramático. Desde entonces su carrera fué de tritmfo en triunfo y sus primeras salidas a la pantalla enriquecieron el número de sus admiradores Sólo le inerasan los papeles a tos que pueda aportar su personalidad y sus iniciativas, y preBÜe los que tienen origen real, como el héroe de «Soy un fugitivo», como «Scarface», trasunto de Al Capone, o como Pasteur en «El enemigo del hombre». Para satisfa- f cer sus gustos íntimos aprendió a tocar el violín, y es un ejecutante de mérito. Está casado y gusta sobremanera de la vida del hogar. Prefiere la lectura al deporte; no quiere filmar más de dos películas al año y le encintan los viajes, que hace acompim^^^ su esposa.

Estatur negros.

Estatura: 1,63 metros. Ojos pardos. CabeUo^|astaño obscuro.

PeUeula*

que ha

interpretadot

Knock ou le triomphe de la Médecine, Rene Hervil. La boda de la señorita Beulemans (Le mariage de Mlle. Beulemans), Julien Duvivier. El millón (Le million), Rene Clair. Juan de la Luna (Jean de la Lune ) , Jean Choux. Monsieur. Madame et Bibi, Max Neufeld y Jean Boyer. La prometida de mi marido (La fleur d'oranger), Henry Roussell. El trio de la bencina (Le chemin du Paradis). Wilhelm Thiele. Una cliente ideal (Sa meilleure cliente) Piére Colombier. El asno de Buridán (L'ane de Buridan). A. Ryder. Anny, Anny (L'amour en cage). Cari I^mac. Los cinco caballeros malditos (Les cinq tgentleman' maudits), Julien Duvivier. El golpe de tres (Le coup de trois), Jean de Limur. Los esposos escandalosos (Les époux seandaUux), Crtorges Lacombe.

(PAUL)

Petieulat

que ha

interpretadot

El valiente (The valiant). Siete caras (Seven Faces). Scarface o el terror del hampa (Scarface), Howard Hawks. Soy tin fugitivo (I am a fugi•rue from Chaing Gang), Mervyn Le Hoy. El mundo cambia (The World Changts ) , Mervyn Le Roy. /Qu¿ hay, Nellie? (Hi, Nellie!), Mervyn Le Roy. Barreras infranqueables (Bordertown), Archie Mayo. El infierno negro (Black Fury), Michael Curtiz. El doctor S<fcraies (Dr. Soerate), William Dieterle. El enemigo del hombre (The enemy of Man ) , WiUiam Dieterle.

76 metros. Ojos

U N N E (IRENE)

Nació en Louisville (Kentucky) un 20 de Diciembre. Su padre, que durante muchos años había sido capitán y constructor de barcos fluviales, ocupaba en la ciutlad tm cargo del Gobierno. Desde la niñez sintió Irene irresistible inclinación por el canto: sus familiares, lejos de contrariarla en tal vocación, pusieron especial empeño en encauzarla con los mejores maestros del país. Completó sus estudio^, musicales en Chicago, y cuando tenía diez y ocho años se hizo oír por el director de la Metropolitan Opera House, de Nueva York, cuyo escenario es la aspiración suprema de todo cantante en los Estados Unidos. Tanto agradó al director la voz de la bella muchacha, que le asignó un papel en una ópera. Poco propensa a la publicidad, por preferir la vida recatada y tranquila, que cuadra mejor a su temperamento de extraordinaria delicadeza espiritual, Irene tardó en imponer su nombre, y debió su triunfo, subido escalón a escalón, a la realidad fragante de los propios méritos. Ya en la plenitud de su fama como cantante y como actriz, hizo algunas apariciones en films mudos de escasa importancia, y logró su primer gran éxito en la pantalla con «Cimarrón», como «partenaire» de Richard Dix. Ha pertenecido desde entonces a los Estudios de la R. K. O.-Radio: pero en su contrato hay una cláusula que le permite compairtir el trabajo del cine con el teatral. Está considerada como la mejor jugadora de «golf» que hay en Hollywood, y su máxima afición, fuera de la profesional y del deporte aludido, es et estudio de cuestiones dv astronomía. Estatura: 1,62 metros. Ojos azul griJ A » O S . CabelWran^ftft.

Película*

que ha interpretadot

\

\

Cimarrón, Wesley Ruggles. La melodía de la vida (Symphony of six mi- • ¡lions ) , Gregory L a Cava. Trece mu- 1 jeres (Thirteen Women). George A r - j chaímbaud. El secreto de Madame \ Blanche (The Lady). Charles Brabin. i La usurpadora (Back Street). John ^ M. Stahl. Sttngaree o Amor sublime i (Stingaree). William A. Wellman.] Ana Vickers (Ann Vickers), John; CromweII. Este homtne es mío (This i man is mine), John CromweII. Si yo ' fuera libre (If I were free). Elliott j Nugent. La edad de la iru>cencia (The' Age of Innocence). Philip Moeller.' Bella Adelina (Sweet Adeline ) ,Mer- ¡ vyn Le Roy. Roberta, William i A. Seiter.


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tiAHl-

( M adrid). - La canción que solicita de la película Boliche es como s i g u e : Matubú, alma virgen a quien el amor—sus alas de tul— marchitó. — Matabú, — trinadora de risas y fe,—hoy ya no eres tú—lo que ayer.~Yo siento tu dura querella,—tu negro vivir ya sin luz.—/ Ay de ti, Matabú !,—y quiero un consejo ofrecerte:—olvida tu amor de dolor,—Matabú,-—que es tu destino.—Matabú,—quema en ti ese fiero querer—y vuelve a reír—como ayer. 1 O

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i

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¡ADMIRADA! Después de 6 horas d e h a b e r s e a r r e g l a d o la cara Al momento de levantarse del tocador, su cutis está irreprochable. Los jóvenes de la reunión se fifan en usted, y la noche empieza alegre y prometedora.

Estos polvos s e d i f e r e n c i a n d e todos los d e m á s por s u e x t r a o r d i n a r i a finura y p o r s u s n u e v o s y a r d i e n t e s c o l o r e s q u e d a n a l a p i e l eí tono n a t u r a l y s a n o d e l a ¡ u v e n t u d . S o n los ú n i c o s p o l v o s t a m i z a d o s o p r e s i ó n por 5 finísimos t a m i c e s d e s e d a y c o l o r e a d o s c o n e i pigmento extraído d e l a s flores. Pruébelos y notará la diferencia en seguida. E s t u c h e g r a n d e 5 Ptos I d . p e q u e ñ o 3 P t a s .

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A L E S

CARPE

!f-:

Pero o medida que el tiempo transcurre, su cutis va perdien-' do lozanía. Empieza por el brillo de la nariz. La piel ya no tiene el aspecto mate del principio. Los pequeños de ectos salen a relucir, y su pareja termina por ver en usted a una mujer disfinta de la que tan buena impresión le había causa- i do cuando entró. I Otra noche perdida, dice usted al llegar a su cosa, y así va usted perdiendo sus mejores oportunidades, sin comprender la causa de su mala suerte. La próxima vez que voya a un baile, al teatro o a una reunión, apliqúese el Esmalte N a c a r a d o de Rosas «Carpe>, y tal vez con esto cambiará su suerte por completo. El Esmalte N a c a r a d o de Rosas «Carpe> tiene la rara propiedad de borraren el acto todas las imperfecciones del cutis, dejando una piel suave, tersa y mate, la cual se conserva igual durante muchas horas. Aunque se pase toda la noche bailando, su pareja no notará el más pequeño cambio en su rostro, pues este gran embellecedor evita por completo el brillo de la cara, sin resecar la piel en absoluto. Además, tenga en cuenta que el Esmalte N a c a r a d o de Rosas <Carpe», exactamente el mismo producto que se usa en los grandes Estudios para maquillar a las artistas de cine, permite dar a la piel el tono de color que esté más en armonía con el color de su vestido o el ambiente que le rodea. Es, sencillamente, un producto maravilloso que deben usar todas las señoras. El Esmalte N a c a r a d o de Rosas «Carpe>, así como el Colorete Permanente «Carpe» y el Lápiz de Labios Superpermanente «Carpe», se venden en todas las buenas perfumerías y droguerías de España a precios populares.

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