REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año ll.-Núm. 49.-Madrid,18 de Agosto de 1935
ruvcional
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nuevos, rieitiimont»!, [xiitiuo uno jxnuno y a íiicioron sus ensayos en el cine raudo con obras entonces más que discretas; pero sí nuevos en cuanto a concepción cinematográfica, inquietud artística y deseos renovadores. A l g o , cn fin, de lo que nos está haciendo muiíha falta. I/js tres- -Francisco C a m a - í 3ho, Carlos Fernández Cuen(;a y Antonio Cal-1 .'ache—se preparan a convertir en imágenes! —no a ilustrar con fotografías más o menos Vie.las- /í,7 cura de aldea, La fórmula y Hoy, respectivamente. Ninguno pensó por ahora, y quiera Di(js que no piense jamás, en zarzuelas y comedias. Aguardemos t^onfiados. D e .su talento, de su amor al cine, de sus deseos y de sus ambiciones ha de esperarse mucho; pero no podemos sustraemos a la idea de hacer aquí sobre ellos '•oment:"' i • i de pasada, y im
r i i a r l t o I.euní- y P.erre C l a r e l en la p e l í c u la .-mOOO d u r o s » , a d a p -
tación cincnialográrica de la obra d e Navarro v Torrado (roí. SUPU FILM)
c.\lad> >. .\Iapy Corles, Anioñila Arquea \ «l|;uiias de las Ofympic ({iris en una escena de «Kl paraíso recobrado», graciosa |>eiiciila realizada por .Xavier Güeil en los Kstudios Trilla l.a Kiva
todo lo profimdo que quisiéramos, pftr no pncnr ño litrcreza enjuiciando a priori. Francisco Caraacho—espíritu cultivad o, CUiluiCiUjl (IC los secretos del cine—tiene preparación suficiente p a r a acometer cualquier empresa cinematográfica. N o es el artista que llega a él con ansias de aprender y dominar su técnica. Es el director cuajado que necesita obras donde demostrar sus conocimientos, l ' n sólo film mudo reali'/ó hace años. Zalácaín el arenturero, adaptado de He aquí a Valeriano l.eóii > .Mary del Oarnieii en un uionienlo escénico de «Ks mi l i o n i b r o . que Kenilo Perojo lia llcvatlo H IH paiitalln de un modo irreprochable
una novela de P í o Baroja. En él v i m o s lo que n o podía vei-se entonces en ninguna película es])añola: forma cinemática, aliení-t ico. Y sin I) grandes icLur.-ioó c o n s i g u i ó una b u e n a película. A partir de axjuello, J ' n i n c i s c o Caraacho no ha cesado de estudiar, emjmjado por su vocación entu.siasta. Y hoy, más maduro, más artista, se dispone a filmar El cvra de aldea. Y a sabemos nosotros, y seguramente lo sabe él también, que la quejumbrosa n o v e l a de Pérez P]scricli, cuya versión muda h i z o dar un traspiés en su carrera a Florián K e y , tiene muchas dificul-
Luisa l'rioft y Kamón (^oñi, intérprel«-8 de la película «Ciudad encantada», que Tony Román rueda actualmente para tledric S. L.
CaHÍmiro Ortas, cl graciosísimo actor, en «Poderoso caballero», película de alta comicidad, editada por Iberia Films
(POT. PANIAQUA)
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r Luis (>ómez (Kl l'.Hludianfe) y Antonio Riquelme en cKI niño de laH monjas» (FOT. EXCLUSIVAS DIANA)
Caslel-Rodrigo, l.abra. Puche y «CaHiritot. en una phcena dr la nueva película que rralixa Mariano l.npeyra, « A m o r e n maniobras»
tades para ser convertida en obra cinematográfica; p e r o su inteligencia sabré salvarlas. Buena idea es y a ctmservar por completo el amioiente y la éjioca. V^io hemos d e elogiárselo porque nvmca fuimos partidarios de trasplantar a la a » ; t u a l i d a d hechos remotos, puesto que los perstmajes y el nerv i o dramático de la intriga no son sino producto del ambiente en (pie aquéllos v i v e n . A s í , im conflicto planteado en el siglo . \ i x no se produciría igual que h o y , ni ten-
\ na sola obra dirigió en mudo Fernández ("uenca, la tragedia grotesca de A m i c h e s Es mi hombre, realizada de nuevo por Benito Perojo. Entonces, como ahora, se sintió arrastrado poi el deseo de hacer algo más humano, de más sabor de v i d a que lo que se llevaba a la pantalla por aquellos días, y lo consiguió en parte nada laks, puesto que el film tenía todas las vacilaciones y las inexperiencias de una primera obra; pero en él campeaba como tónica dominante una inquietud muy estimable, promesa de fmtos sazonados que sospechábamos próximos. Un largo silencio siguió a Es mi hombre. Y ahora Fernández Cuenca nos anuncia La fórmula, film en el que pone todas sus esperanzas. Esperamos y deseamos que acierte plenamente, porque ello nos daría, a más de la alegría que como amigos nos corresponde, la satisfacción de encontrar un director que, saliéndose del camino transitado por tantos, abriera
Calvache es, sobre todo, un artista. En estos m o mentos nos dicen que se dispone a filmar Boy; pero no el Boy d e la época muda sonorizada, sino el reflejo exacto de la novela del padre Coloma. O sea: toda la ternura, toda la emoción, todo el sacrificio de Boy en pleno ambiente isabelino, conforme lo escribió el autor. L o mismo que decíamos más arriba respecto a El cura de aldea, lo repetimos ahora. N o s parece muy bien la idea de Calvache y la aplaudimos. L a tragedia sentimental de Boy no podría alentar igual en nuestros días, porque sua costumbres, su moral y su estructura social son otras.
Kl op«-ra<ior Rarreyrr. y XnvMT (püell. realizador de <KI paraíso recobrado», durante el rodaje de unos exteriores
dría entonces la solución que en los días >resentes. P o r esto ha de parecernos muy bien el Juan de l..anda y Lina Yegros, e » una escena de <KI sepensamiento d e creto de Ana María>, producctón nacional de gran envergadura, rodada en los l^tudios Trilla IJL Riva, de Caraacho y sus deBarcelona seos de m o v e r a los personajes en los años en que ei autor los hizo v i vir. .\demás, la longitud de El cura de aldea es ext r a o r d i n a r i a , al igual que todos los novelones de ent«mces,tan ricos de intrigas como ayunos de valor literario, y en él ha de tenderse a comAntonio Moniplet, que acaba de dirigir « H itnibres « contra honi|)rimir, a podar tobres». con Félix de Pomés y José M . ' i.ado, principales | intérpretes de esta nueva película da la frondosidad de episodios que " a(iuí una nueva senda útil se mezclan y entrelazan, sin (pie padezca la lípara futuros realizadores. nea central de la historia. pues, obra de C'on un colaborador tan inmucho trabajo, fteemos, sin embargo, que Franteligente como José Sancisco Caraacho logrará hacer un film digno, y tugini, puede y debe halo que es mejor para los editores: de público. cerlo. \A) de Carlos Fernández ("uenca y a es cosa En cuanto a .\ntonio Calmás ambiciosa. José Santugini—escritor de gravache, director en la época (;ejo, humorista fino e intencionado, (pío ironimuda de I^s vencedores de za de una forma admirable- ha escrito un arguCadirmo en un momento escénico de la película <Ma<lr<- Alegría», que acala muerte, sobre un argumento, IM fórmula, y Carlos Fenii'mdc/ Cuenca ba de filmarse por José Busch en los Estudios Ballesteros mento de A l b e r t o Insúa, y va a interpretarlo en iraágene.< de L a chica del gato, adapPresumimos, aun sin conocei ci I U . H I U . - M lito, Además, nos parecería insensato desdeñar i tación de la comedia de Arniches, creemos sinque esta obra será j)or su alcance algo diferente las posibilidades artísticas que ofrece la evoca- \ ceramentfí que hay en él un realizador capaz a cuanto idiora se trató en el cinc español, algo ción de una época tan interesante como el pe-1 de ganar muchas batallas para la mayor gloinédito /tara nuestras pantallas, llenas de banaríodo isabelino, para pretender cambiarla por \ ria del cine esjmñol. lidades; algo, en fin, dificilísimo de plasmar en esta incolora y falta de pers(mal¡dad. | el film. listo es: el humorisrao en su pura esenPosee, además de un tino tcmjienunculo arCualquier realizador inteligente elegiría sin 5 cia. Nos satisfice y nos alegra el gesto de Fertístico, tres condici(m(íS pre(ña(hsimas: entusiasduda aquélla. Y esto es lo (|ue ha hecho el fu-; nííndez Oieuca, acometiendo empnísa de tantas mo, elegancia de expresión y buen criterio cituro director de Boy. l dificultades—siempre más digna de elogio que n(>mat(jgráfi('(). Asi, pues, tres nuevos nombres vuelven a i n - i la de realizar, según pensaba, un libro de zar ^us películas mudas nos lo descubrieron, a corporarse al cine español. Confiamos plenamenzuela tan teatral cómo el de El caserío—, púas ¡n.s.ir de la limitación de medios n.)turales con t e en su labor. Y ojaJá podamos escribir, no tar- \ sabido es que cre.u- humorismos con imágenes que fueron realizadas. es cosa por muchos intentada y por poquísimos (huido mucho, a la vista de sus obras, el elogio H a b l a en ellas un buen gusto, una distinamplio que nosotros deseamos, y ellos, sin du-¡ conseguida, l^os más, o caen (ni lo insustancial ción artística que no existía en el cine do enda, S(> merecen. \ y anodino o convierten el hiuuorismo en cosa tonces, por la sencilla razón de que todo él grotesíia y baja por no acertar a calibrar sus vaestaba en manos de comerciantes sin la menor F. H E R N Á N D E Z - G I I I B A L 1 lores humanos. • inípiietud de arte en sus cerebros. Y A n t o n i o
J!^TA mujer de ojos profundos, de facciones diñase grabadas a golpes de buril, es í l e l é n Gahagán, reconocida hoy como la mujer más hermosa d e América, E l otro rostro, el que surge de la tiniebla obscura y qne en un magnífico Estudio fotográfico recorta unas facciones severas, es el de ^ l e l v y n Douglas, famoso galán neoyorquino, esposo de Ilelén Gahagán. Buscar paralelismos en el aspecto artístico y estético de estos dos actores de la R a d i o es labor ímproba, irrealizable. N i m c a como en esta oportunidad puede decirse que engañan las apariencias. H e l é n Gahagán es en la realidad una mujer soberbia, esbelta, de belleza clásica, de larga cabellera negra con reflejos azulados, que se desborda como tiniebla ondulante sobre su espalda maravillosa. Helén Gahagán tiene una v o z melódica de soprano dramática, con flexiones graves. Su rostro trágico de raíígos profundos, sus manos largas y su amplia frente denotan una mujer temperamental por excelencia. Revelan im enigma de feminidad, con ángulos de esfinge y de diablesa. Su rostro, enfocado siempre por el objetivo en efectistas primeros planos, surge hierático y arrebatado como el de una sacerdotisa realizando los ritos de un culto imaginario. Helén Gahagán, protagonista de La diosa del fuego, ha realizado en gán, la mujer más bella de Norleaméri ca,
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f/^dudio ck unos- rairos- irá(^Ico? y uñar vidas- símpl-cr.
.Melvyn I) o II g I a <4. destarada figura del rinema yanqui V e s p o s o de Ilelén Gahagán
esta obra un personaje que tiene sus puntos de contacto con aquella A n tinea que soñó la fimtasia grande de Pierre Benoit. H e lén es She, la mujer que espera en el interior de im Continente desconocido la reencamación del hombre que ama, así como Antinea esperaba sobre las arenas sin fin de otro Continente perdido. Y H e l é n Gahagán, para realizar este personaje, ha cubierto su cuerpo estatuario con hierros pesados, ha enrollado su obscura cabellera con bandos de seda pegados a sus sienes, y ante los focos, ante la cámara, ha ofrecido una caracterización simbológica del enigmático misterio de la f e m i r i d a d . Esta es la imponente Helén, que a través de los seis de la R a d i o hemos conocido; la otra, la que v i v e en su apartamento de N u e v a Y o r k , es la mujer más burguesita y menos complicada que pueda tener el cinema. L a historia de H e l é n es simple y en nada paralela al p r o ñ m d o reflejo de sus ojos, a la c m ^ a acusada de sus cejas y al expresionismo que dibuja el rictus de sus labios. Debutó hace ocho años en los escenarios del B r o a d w a y , cantando y actuando con la m a y o r naturalidad. Y el B r o a d w a y fué suyo. Sus luces nerviosas, su imantado parpadeo rasgaron la m o l e negra de un edificio y escribieron, con una caligrafía lumi-
iins/i de gigantes, Helén Gahagán, la reina del Ihoaduay. (Vinsdlidida por la fanie, su nombre llenó las rotativas de la Prensa, y su v o z , agrandada por los alaridos del nucrófono, se escuchó en todos los ámbitos de América. A los cuatro años, una importante oferta de una Empresa europea se llevó a la heroína j o ven y estatuaria, la de los ojos grandes, la del cabello largo, siempre largo, aun batallando contra la mi da y la opinión de los Institutos de Belleza, llelén Gahagán demostraba en ello una vez más su temperamento en mía suprema rebeldía de estética. Europa, con su cerebro más viejo y sus costumbres nús a la antigua usanza, quizá aún la comprendió mejor, y la carrera triunfal de la estrella no tuvo fin. Pero en el fondo, Helén era la muchacha sencilla, modesta, que, acompañada de su madre, hacía una vida en extremo obscura en el interior de los suntuosos hoteles donde se alojaba. A su r ^ e s o a N u e v a Y o r k , para cumplir de nuevo sus compromisos con los empresarios americanos, llegó para ella aquella propuesta, la inesperada propuesta qiK! reciben todos los artis-
i.ii la iniiniiilatl de MI hogar, r i i v u e l t a r n itfdaH v blondas,
tas. Hollywood la reclamaba en su insaciable afán de valores nuevos, y al llegar la visión aniliflén Gahagán, ma<ía, llegó para ella el amor en la fonna de Melvyn Dougla.s, el galán que intentaba abrirse niirnlras « o s í i e n p una r o i i v r r s a c i ó i i paso en los sets K . K . Ü . I f t f f ó n i r a , «•« «»orSe conocieron. Se amaron. Y se casaron. Con prpiiilida» p o r r l i n suuplicidad, sin alardes publicitarios, pensando disrrrlo objetivo fotogrúliro mu(;ho más en su propio amor que en la formidable propaganda que esto tenía que representar para ellos. Hollywood, con su intriga y su chismorreo, se asombró de esta mnjer excepciimal, cuyos paralelismos de vida intima y artística no siguen la misma trayectoria. Helén («ahagán (Mrs. Melvyn Douglas) puedo ser, en el set IM diosa del fuego, cual otra Waikiria de la pantalla, constantemente rodeaíla por una cortina de llamas. Puede sui-gir de la visión su rostro excelso de diablesa, .-u MOUeza inquietante e incomparable, que le ha valido el renombro de la nuichacha más hermosa de Améri(ía. N o obstante, en el hogar, es una nmjercita que cuida los detalles femeninos como no podría hacerlo otra recién casiwia. N o se maquilla, y considera su mayor placer pasear con rado hijito. Esta es Helén Galiagán. la trágica que finge a través de ia pantalla una mujer misteriosa siendo la más soncilla y menos complicada. III-II'MI ( , n h a g á n . Paralelismo clásitío. L a máscara del histrión ailfiniin do u n a íwen ella es una cuestión puramente de objetivo. IIH iiiiijiT y un» a r Helén Galiagiín, la mujer más herm IÍKIH «-éU-bre, e » u n a finge o diosa del fuego, no tiene otros j . • madraza» t o d a r i HaN y t e r n u r a ante mos que arte, maternidad y amor. Mejor sena el liijo a d o r a i i o . <|iie calificíurlos de un triángulo sublimo. iluniiiiH las f f l i r e s h u r a H de su vida iriuiifnl...
CECILIA
A. MANTUA
DolorrH de Kío, la inHuper a b l e protagon i s t a dr rCor linoH ojos nrgroH>, nurva p r o d u r r i ó n d e W a r n e r Brog Kir»! National
los mienzos de siglo, y allá en Méjico, tialiía en nn convtínto de monjas una chiquilla morena, espigada, de ojos ardientes y sensual belle.1, i i y o nombre, estaba escrito en el libro d e los destinos humanos, tmbia de ser llevado por todos los vientos de la faina por el mundo entero. He llamaba D o lores Asunsolt), habia nacido en IXirango, y como era hija de un hancjuertí y una d a m a de la vieja aristocracia mejicana, alli recibía la instrucción propia de tma muchacha de su clase. T e n í a muy p(K;os años cuando ante sus ojos bellos, que se abrían entimces curiosos, ávidos e ingenuos, a la vida, ésta se le ofreció en tma visión revolucionaria. Comenzaba entonties la célel)re y cruenta revolución mejicana con tt»da su grandeza y barbarie, con su aire novelesco, lleno de autjacia. F^tampas trágicas, t^tampas de horror y de dolor, y donde había el ansia, el anhelo, cl tlcseo de ciuidiiar, de transformar, de .su])vertir todo lo q u e alienta en todas las revoluciones. Y sobre t^ste ftmdo se recortaban, se acusaban fticrte y vigorosa men te bis figuras (•i''!c))n's de !H|n('lbi'< san-
g i i e n t a s jornadas: Porfirio Díaz, Madero, Villa. Y a estos nombres y aquellos recuerdos fué asociado siempre en ella el de una huida trágica de Durango a la ciudad. Y en esta su tierra, que parece transmitir a las gentes t o d o el f u ^ o de sus entrañas, y en este ambiente de lucha, fué creciendo esta singular mujer, cuya primera inquietud y manifestación artística fué el baile. Bailó por v e z p r i mera en ima gran fiesta, y desde entonces abrigó la ilusión d e ser danzarina. E l arte sublime y maravilloso de la danza la aprisitmó entre sus redes de sugestión. Sin embargo, no era como danzarina como Doloras había de conquistar la gloria. P e r o ella entonces así lo creía. A los catorce años, la v i d a se la ofrece de nuevo cn una visión ahora amable, grata, sugestiva, sin luces rojas ni sombras inquietantes; un viaje a Europa. U n paseo por el A t l á n t i c o . Y Un paseo también por todas las ciudades del viejo (continente, «pie se abrían ante sus ojos ctimo maravillosos abanicos. Fué la suya durante esta etapa tma vida brillante y regalada de niña rica mimada por la v i d a y pr»r la suerte. De rt^reso a su patria, y siguiendo Ía trayectoria mencionada, ingresó en tm convento de mojas pM-a completar su instrucción de mujer de m i m do y de sociedad. Y aimque la afición al baile seguía cosquilleándola en líKs pies, una nueva ilusión desplazó a ésta, l ' n a ilusión vulgar, que era también la solución y finalidad de su v i d a de muchacha rica. Se había enamorado de im diplomático argentino Hamadf) Jaime del l í í o , y cuyo apellido había de adoptar más tarde para la pantalla. Y siguiendo la n i t a vulgar tle n o v e l a sentimental, dulzona y de sonrosado color, salió del convento f>ara casarse. Y precisamente en este momento, cuando su v i d a partíce haber entrado en la fase final, cuya huella se hubiera ccmfundido con las otras huellas tan vulgares como la suya, cuando su vida parecía condenada fatalmente a perderse en el finónimo, es cuando se percibe en ella el aleteo, la inquietud de algo nuevo, desconocido, el jialpitar de esa otra v i d a que Dolores lleva-
ba dentro y que comenzaba a bullirle en la sangre. Su destino comenzaba a trazarla la ruta misteriosa del triunfo. ¿C(')nao? L a base económica de su familia comenzó a resentirse cn sm cimientos. El matrimonio tuvo que frenar su tren de vi<ia. Y a no todo eran halagos y comodidades. Y a no era el suyo un suave y delicioso caminar. Surgían de continuo los contratiempos, las asperezas, las dificultades. L a Vida mordía; la I)¡f)Iomacia no les salvaba de sus dentelladas. Pero nada de esto importaba: la otra Dolores se acusaba y a con rasgos vigorosos, dispuesta a vender cara su derrota. ¿Bailando? Bailando y cantando en donde hacía falta. Pero la suerte, esa suerte de Dolores, que nunca la ha aband<mado y en la que hay <pic buscar la razón de muchos de sus éxitos, se la presentó una noche en el café Abel, de Méjico, en forma de un director llamado Edwín Carewe. Edwín Carewe pasaba por Méjico en viaje de bodas con Mary Afkín. Esto no obstante, le i m j ) r e s i o n ó profundamente la mejicanita. Vio en ella, con visión de futuro, una gran estrella. A tal punto, que no vaciló en interrumpir su viaje y regre8 a r precipitadamente a H o l l y w o o d , con el fin de h a c e r l a debutar enseguida. Ocurría esto en Agosto de 1926. Y no tuvo Carewe que esforzarse mucho para conseguirla un contrato en la First N a cional, donde él trabajaba. Pero el debut de Dolo-
res del Río—^ya por entonces se llamaba así—no pudo ser más desafortimado. T r e s p e l í c u l a s . Y t r e s fracasos. Rotundos. Definitivos. T a n t o , que la First Nacional se n ^ a conceder la nueva oportunidad que Carewe pedía, y cuya negativa m o t i v ó la salida de ambos. Pero el gran director no cejaba en su empeño. Parecía como si una v o z misteriosa le aconsejara que era él quien estaba en lo cierto. Cogió a Dolores y se la confió a su amigo Georges Cannous, el célebre fotógrafo de las estrellas, el hombre que con su arte había contribuido tan i>oderosamente a lanzar a tantas sinrs. Y , en efecto, aquel inglés - - c o n indudables antecedentes brujos en su familia—supo crear fotográficamente la Dolores del R í o de hoy, triunfante on todas las pantallas y
cuyo éxito inicial se escribe con este título: El precio de la gloria. Se ha dicho de Dolores dol R í o que su carrera artísti<!a ha sido algo sorprendente. Y se ha dicho también que este éxito es, en cierto modo, inexplicable. Y im parte llevan razón. Pero en parte nada más. Si trazáramos im gráfico, veríamos que la cain lu aiii.stica de Dolores está llena, no de ondulaciones, sino de as censiones tan rápidas como tan rápidos descensos verticales. Y es que, en efecto, es la suya tma carrera desconcertante, porque a pesar de ello, su fama y popularidad mundial no han reflejado esas alternativas. F^ más: se da el ca.so curioso de que entre los títulos siguientes: El precio de la gloria, Ix>s amores de Carmen, IM bailarina de la Opera, Uesurrecciün, IM senda del 9H, liamma. Vengama, Emngelina, Ave del Paraíso, Wonder-Par y Volando hacia Hío Janeiro, tan sólo es pasible, en tma crítica serena e imparcial, el seleccionar dos o tres. F^tonces, ¿cómo se explica su éxito?, preguntan algunos un poco ingenuamente. Muy sencillo. El secreto del éxito de Dolores del R í o radica, nada más y nada menos, que en su personalidad. Porque a Dolores del R í o se la podrá discutir como actriz; pero lo que nadie le podrá, negar es personalidad. Rs personal lo mismo en el éxito qtie en el fracaso. Y es la suya una personalidad fuerte, clara, perfectamente definida. Y sabido es que en arte esto es capital. El poseer el quid divinum de la personalidad es el tener lograda la mitad del éxito. P o r eso su gloria y su triimfo son y serán merecid )s mientras cn ella no se apague la antorclia encendida de su persoí lidad. LUCIANO
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BROS.
DICK P O W E L L ADOLPME MENJOU GLORIA STUART GLENDA FARRELL
FIRST N A T I O N A L
FILMS
Gran idea. Y a pueden empezar a poner en laa vitrinas a algunas de las más famosas estrellas.
Si ustedes quieren salter cómo es ia hija que desearía tener Elissa l^indi, ella misma se lo vn a doeir a uslodes. Eüs—
Menos que suban al avión, pidan ustedes lo que quieran a las estrellas de la pantalla. Betty Furness, por supuesto, se contenta con retratarse junto a un avión que para menor peligro tiene las ruedas dcsbinrliadas
se v e que d a usted bien en fotograiía... P e r o , desengáñese, todos los demás concursantes se parecen más que usted... Ríunón sonrió y dijo simplemente: —!5i. Es inútil. Y o no soy fotogénico.
La r a z ó n social l'apá Bing Oosby-Maniií Dixic U-c ('.ro™by tiene rl gusto de p r e s e n t a r a u s t e d e s sus tres últimas prtMlucciones
i X) que le ha pasado a K a - aseguro que tiene usted pocas probabilidades, aunque nión N o v a r r o sólo tiene antecedentes en ("haplin. Sabido es que ei genial Cliarli. t u v o la humorada de partí cipar en un concurso en el que se buscaba al hombre más parecido a Charlot. El propio actor no pudo conseguir más que el SC<_MIIK1(i premio. P e r o R a m ó n N o v a r r o li.i ido mucho más lejos. R n món N o v a r r o entró lui din i'Ti un café de N u e v a Y o r k vio clavadas en l a pared n u c o o seis fotos, que al pronto le parecieron de él mismo, más o menos favo
La ra/ón do por qué n«) se ha easado todavía Mary Hriaii, a quien llaiiiaii eu lloliyuood In "Soltera iiúinero uno", es bien siMieilIn. Klla neabn de (•xplicarJn n los reporteros i|ii<> han acudido a sn llet)ada a Londres, dimdo va a trabajar en una revista del ^lancliesler: —%Se ha repetido mil veces -ha dicho •i\\u' yo oslaba onaiiiorada. Sin emhan|o. yo, hasta la hora presente, no he tenido ninqniía aventura en mi vida. Kslo no quiere decir «pie no la tendré jamás. La linica ra/.óii de ¡ni solteria consiste en qne no he cneouIrado aiin nna víctima lo snficienleiiienle débil... A .\lur^\ Itriaii se la llegó
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Así. a>.í es como se hacen partidarios del tenis. Carole Lombard. entusiasta de este deporte, y nosotros, entusiastas de Carole Lombard
a lluiiiar la segunda Mary Piekíord. Va ven ustedes con cuanta razón.
La Fimdación Rockefeller ha hecho un donativo de un millón de pesetas para la fundación de un Museo Cinema.
sa, de paso en París, conversa con un amigo italiano. Este le confía su espíritu. Cuando regrese a sn país piensa fundar un hogar feli/.. -Con nlilos, naluralniente. Todos innehaclios. .\o luc gustaría tener nna hija. — . \ mí. sí—.«'ontesta Elissa. V ahora la pregunta, que est4»s dias recogen todos los periódicos de París: --¿Y cómo le gtistaría que fuera esa hija'.' —Como una francesa. —Es decir...
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ii'cido.
K\ dueño le contempló algunos minutos en silencio Después se nccrcó n él v \< dijo: Si
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sosias d e R a m ó n N o v a r r o [lor lo que usted viene, It
Anne Nagel, Lsther Brodelet, Geucva (.awyer, Marión Wclolon e Iris Shun, demostrando, después de una sesión de gimnasia, las excelencias de la cultura física. Ahí las tienen ustedes: ágiles, F U C R D - «onrientes...
—Es de'fir. el eiierpo y el corazón de una mujer; la cabeza y l « conversación de un hombre.
Madame Vallée acaba de v e r frustrado un pequeño triunfo sobre su « á r i d o . Mar-
l.as Hdniirndiirus de Clark Giible vnii a sufrir una treinciida <lecf| i-ión al conlKDUilar a iu íilolo surprendido, con Robert ^lunleunler^ en el Club de Golf de Santa Mónica. K*r que parece un macstrito de escuela es Clark (.rrtrudc .Miehael ha metido el remo... Ustedes perdonen. .\o lo volverenio* a hacer
publicadas por el departamento Comercial de W úsliiiujton. La recaudación tnial de los cinemas de los Kslados ( nid o s eii líKli se eleva a in.72Ti millones de francos. Kn el misino ailo, la eiiiciiiatografia amerieana lia pagadn de impuestos l.'dMI millones de francos. Trabajan en el cine y a i i v p i i •270.1MM) personas, de las euai<. :::t'..INMI lo hacen en las
Cbarles Bulli-rworth mirando al pisto de arriluí, por si acuito rl vecino le tira otra vez el jarrón
cel Vallée, a quien sus contratos cinematográficos llevan constantemente de París a l a n d r e s , de Londres a H o l l y w o o d , etc., se hace acompañar siempre de su mujer. A la vuelta de imo de sus viajes, tm nuevo con trato, esta vez para Berlín, Ahí va la bola. I.as cslrelln» de Hollywood «<• divierten. \ no «e meten rn rl agua ni a la de Irrs
llegaba a casa del feliz matrimonio. El contrato era para la mujer. Triunfalmente la esposa habló al espaso: «Esta vez rae acompañas a Alemania. Tii serás mi invitado.» Su amor propio quedaba satisfecho. Y cuando aim no habían transcurrido cuarenta y oc:ho horas de su estancia en Berlín, a Marcel Vallée Ic fué ofrecido un importante role en Caballeria ligera... Así es la vida. H e aquí un matrimonio que se tendrá que divorciiir
Cuy Standing tocando al piano la serenata con que fasttidia a sus amistades. No se extraficn de la actitud atenta del perrito. Es que es
Hordo
'e va a casar iiii hombre i/iie haee veintidós años estaba empleado en un eireo alemán, en uno de los puesto.^ más modestos, y que hoy g a na en IloilytviMMi. como jefe de la producción l'aramounl, una eanlidad superior a tres millones y medio de pesetas aiiualiiieiile. Krnst Lubitchs -tjue ésle es el hombre -va a contraer m a -
Irinionio. I'ero lui ron una estrella de la paiilalla. ile ulyo le hu de servir ser iiiio de l«»s directores más iiilelit|eiites de Hollywood, ."HU novia es \ ivien (iaye. joven escritora inyiesa. «pie llej|ó H lli>lly\vood, eou Sari \liir¡t/a. hiice Iret año».
El me^ de Agostn es, sin duda, el mes del amor para los actores franceses. Para este me^ se an\mcian nada menos que todas estas bodas: J)ani(íllc Darrieux y Henri Decoin, Odette .Joyeuv y Pierre B r a 3 e u r , Bl anche Montel y JcAn-Picnc Avimont, Claude Dauphin y K o sine Derean... En resumen, oi^e fondo burgués de lo» france.ses...
Juguemos a la esiudísiíi-:i. [ Las cifras siyuienles lian .sid»;
La» duda» del pequeño Spanky. de «La Pandilla», al tener que e*cribir su primera declaración de amor
salas; ¿B.IMNI, en la producción, y tt.lHM), en la distribiieión de films. Para la producción l!)33la producción yanqui gustó I .K(MI iiiiKones de francos. Kn el mismo período, la producción europea exigió un gasto de IdMI millones. La publicidad eiiieiiiatoi|ráfie» en la freii-ia mundial se eleva a 1.5110 millones de fraiu-os. de los cuales l.(l."i(l corresponden n los Kstados ruidos. V nosotros, eon tres euarenla en el bolsillo. II. M . C .
'i P A L A a O D E L A PRENSA ''Amores en Hollywood"
L
A característica de Raoul Walsh, como diJ r ^ t o r , es la agilidad y la ingravidez. Sabe saltar de un tema dramático—de esos respetables temas dramáticos propicios a la tesis con oriflama social, si es preciso—a la divagación más intranscendente. E n el espacio de una semana le hemos v i s t o en ambientes distintos, antipodas po<iriamo8 decir. En Bajo presión, el drama de la lucha del hombre contra la Naturaleza, no soslaya los choques violentos, pero acierta a iluminarlos con un rayo de luz y los trae a primer plano, envneltos en optimismo. Y de un tema así pasa a una comedia frivola, arrevistada y a ratos documental, que se desarrolla en el H o l l y w o o d engañoso y deslmnbrador de los Estudios cinematográficos. D a n d o suelta a su fantasía, regida siempre por el buen gusto—sí, y a só que el llamado «buen gusto» no es la condición del genit»—, Haonl Walsh, en Amores en Hollywood, da realidad artística a una deliciosa fantasía—sueños de la heroína, ficción del film que simula r o d a r s e — y en esta doble trama, la principal y la episódica, maneja con envidiable soltura, sin mezclar los matices, la parte realista y la fantástica, realizando, en cierta manera, dos films a un tiempo. T o d o sin titubeos, sin cansancio: con el largo aliento del que trabaja por placer. E n la interpretación de esta fantasía, que podría titularse sueños, trabajos y triimfo (le una mujer de voluntad, afianza su fama de actriz, tan bella como bien dotada, .Marión Davies, que con Bronnie Crosby^—promoción de K a t h a r i n e Hepburn y Mae West—son los protagonistas del film.
CAPÍTOL "Buque sin puerto" L a acción, a bordo de un trasatlántico. En él v a n Gene R a y m o n d , N a n c y Carrol, Jack Benny. tVank Morgan y otras estrellas de la radio y de la pantalla. E n v e z d e dedicarse a contemplar desde cubierta las melancólicas puestas de sol en el océano, o los soberbios amaneceres, cuando el dios F e b o parece surgir de laa olas como un globo de fuego recién l a v a d o , o , l o q u e 68 más poético aún, el rielar de la luna en las ondas sombrías, etc., etc., (porque este párrafo no hay lector que no se lo sepa d e m e m o r i a ) ; en v e z , digo, de dedicar8© ft ©SOS paciíficos y económicos placeres de la v i d a a bordo, las estrellas, capitaneadas por Benjamín Stoloff, arman la de Dios es Cristo e improvisan una película en la que hay de t o d o : besos, bailes, anjoríos, robos, tiros, muertes y
hasta números de revista con decorados de rosicler. Ganas de complicar la v i d a al sobrecargo. Entre los viajeros de Biupie sin puerto se distinguen N a n c y Carrol y Gene R a y m o n d , aunque, puestos a elegir, nos quedamos con N a n c y . YA bueno de Frank Morgan da salida a im e m b o lado de los que ponen a prueba las facultades de un maestro. P A L A Q O DE LA MÚSICA "Todo eorazón" Erase una j o v e n c i t a muy buena, m u y hacendosa y muy linda, que estaba en vísperas de casarse con el elegifio de su corazón. A conse(Tiencia de un accidente, la pobrecita queda coja, y el n o v i o , sin acordarse de que el propio « R e y Sol», Luis X I V , bebía los vientos por L a Valliére, (|ue tambi('m andaba haciendo reverencias, la abandona (>ruelmente. Fácil es suponer la pena de nuestra heroína. P e r o siempre se ha dicho que no hay mal que por bien no venga. A l n o v i o ingrato y egoísta sustituye \m pretendiente con un corazón más grande y acogedor que el campo de .Mestalla. Y es de v e r los apuros de la ingenua para disimular su defecto, y la generosidad del muchacho cuando lo descubre v lo celebra i-un besos
Joe F,. Rrovn «Boeazaox. y Bronnie Trosliy en un mo mentó rmoeional de <F'I payaso de eireof, produeeión W a r n e r Bros First National del material para U temporada l*>3.'>-.'Mt (rot. VARR<8R SBOSI
y caricias, que parece talmente como si le hubieran invitado a ir gratis al cine. Cuando el idilio llega a ese punto en que laa mamas tienen que despertar tosiendo, aparece la Policía, y por mor de unos miserables dólares, desaparecidos sin arte ni parte del galán, v a n y —¡señores, qne no ha sido él!—lo meten en chi roña. ¿Será desgraciada la mtichacha? Sigue tronando. Esta es una metáfora para indicar qne las desgracias no vienen solas. P o r q u e la j o v e n , queriendo salvar a su amado, lo complica más (le lo que estaba. El muchacho, entonces, piensa en su fuero interno: pase por lo del pie y pase por lo del perro- -la chica tiene vm perro que t o d o lo enreda—; por lo que no paso es porque sea tonta. ( E n este mundo traidor se llama tontos a los buenos, y viceversa.) T o t a l , que el atolondrado pretendiente se marcha. Cero, y van dos. ¿ H a y tal desdicha? Siguen los truenos, con lluvia de lágrimas. (Creo que la frase roe ha salido redonda.) P e r o de.spués de la tempestad viene la calma, segiin puede verse cuando hay tormenta, y según se prueba también en esta pelí(!ula. Nuestra amiga se somete a ima nueva operación, sana del pie, recobra la ospersuiza y , y a lo habrá adivina-
do el lector, el n o v i o (el segundo). ¡ V a y a , menos mal! Raspiramos satisfechos, y suponemos que todo ha de acabar en bodas, o no hay lógica en la vida. De aste argumento tierno y sentimental, que puede ser un folletín, el talento del realizador, D a v i d Butler, y el delicado trabajo de l o s intérpretes, ^^^^^^^^^..^^^ ^ ^ ^ ^ han hecho una co^ ^ ^ ^ ^ ^ H ^ j M ^ ^ j H media amable, de las ^^^pH^g^^^BlS que intri^^K.^^Hl^^^^^^H gan y emocionan mientras h aya público sencillo que lleve al cine su corazón y no sus preocupaciones. Los principales intérpretes son Jeán Parker, Jamtís Dunn, Una Merkerl y Stuart Erwin.
MADKlD-FAItIS
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"!Vo es pecado"
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¿ N o ha de ser petiado? Y pecado mortal de arte ' presentarse por tercera v e z con el mismo pro- ] blema sexua , en el mismo ambiente y con idén- ^ ticos trajes, movimientos y actitudes que cn las í otras dos jielículas: Nacida para pecar y Yo no'. soy un ángel. A juzgar por los tres films que le hemos v i s t o , ; Mae W a « t si(>mpre es la misma, y no se preocupa' si(juiera de disimularlo. l)i('> una nota, y la repite^ con aterradora monotonía: fa, fa, fa, fa... Y así, : vsque ad infinitum, o hasta que se queda afónica. ' Sus films vienen a .ser como una cole(!ción de ] tarjetas postales en la misma / m e . Mientras haya I cliché, habrá tarjetas para i m m d i r el n m n d o , : si es preciso. \ Ve<mios cómo trabaja MÍM> W e s t : se embute \ en vm traje ceñido, brillante y duro como unal coraza; se toca (^m un sombrero, qvie es un dis- > forme escaparate de plumas; se enjoya como una! mallonpiina en día de fiesta; se presenta en el set, ] y echa a andar ante la cámara con un c o n t o n e o ' ])rocaz, iniciación de rumba. L a cámara la sigue • Ivasta (pie sviena la claqueta. Y y a tenemos u n a ' escena. F«ste jviego, repetido un millar de veces, da por resultado una película. Se intercalan v a - ' rios personajes (jue van y vienen en torno a l Mae W e s t y se disputan su aspléndida personilla ¡ y sus ojos ent(»ma-j dos. L a bien nutrida; se defiende en s u ; coraza como puede, y a éste quiero, a i éste no (juiero, l o s ] )one grogys a besos, 1 vasta que la casti- i gadora cae en brazos d e l penúltimo; poríjue el último, lo • que .se dice el últi-j m o , no ha nacido to- : davífl... Y no hay más, ni creo que m m c a h a y a ! más en vm film de Mae Wast. ¡Ah!, se me olvi-daba: los personajes han de vestir c(jmo en los I tiempos del kake-walk, y la película ha de bau- j tizarse eon un título de ascándalo, aunque no i tenga nada (pie v e r con lo que en (illa (K'urre. Después, a rodar por esos chines, para pasmo y ! admiración de los adolescentes. Y a eso le lia- \ man arte. ANTONIO
GUZMAN
MERINO
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Ijalagarse, como esos chicos a quienes constantemente se están dando bombones. L a excesiva dulzura determina, fatalmente, una fatiga. Rsto trajo c:omo consecuencia que los aspectaílores inclinasen su atención hacia lo que entonces apenas les había interesado: hacia el amor, sereno ya, maduro, del matrimonio. Esta clase de amor es, naturalmente, tan viejo como el mundo, iiunque en apariencia haya sido
tesantes de película. En el tranquilo amor matrimonial palpitan nimierosas posibilidadas cinematográficas. L a armonía de esos días serenos puede encerrar más encant o y más interés que el noviazgo turbulento... Creo, en fin, como una síntesis de todas estas palabras mías, que los problemas que hay en la v i d a de los casados son mucho más humanos y más dramáticos que los inquietos idilios juveniles.
técnicos, sin riesgo de engañarse, pueden declarar si el desnudo de esta o de aquella artista será o no será fotogénico. L o s americanos inician ahora las experiencias de comprobación de este método. Cerca de cien artistas han aceptado en lx)s Angeles someterse a la prueba. D e todas ellas, fué declarada la más fotogénica D o rothy Ates, cuyo cuerpo, bajo la acción de los R a y o s X , reimió las máximas calidades cinematográficas... Bella mujer Dorothy Ates. Claro es que si los españoles la v i e sen, dirian que no eran necesarios los R a y o s X para comprobar que era magnífico su cuerpo... Los sueños infantiles de Carole L o m bard Cuando Carole L o m b a r d era niña, su gran sueño era el de poder llegar a ser algún día ima gran a r t i s t a Fredric March
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Ginger Kogers
Myrna Lov
Myrna Loy, intérprete de mujeres casadas <.
M
Ivoy ha interpretado y a varias veces el papel de mujercita casada en stis películas. L o s públicos han visto fre<:uentemente en ella la casada ideal. Y , sin embargo, sabido es que M y m a L o y está soltera. ¿ P o r qué ese entusiasmo popular de la multitud hacia los personajes de casada interpretados por una artista soltera? ¿Por qué interesa en la pantalla el matrimonio, con sus jiroblemas, sus dulzuras y sus amarguras? L a propia M y m a Ijoy ha" intentado dar una re.spuesta a estas preguntas: —Creo—ha dichíj—<j[ue la boga cinematográfica del idilio matrimonial se debe a que el público ha llegado a convencerse que la novela f)uede existir todavía eutre los casados. Jla habido y a tantos relatos, tantas historias, tantos argumentos de novios y amores irreales, que el público ha.llegadü a csmsarse y emYRNA
anulado por el brío y la intensidad del ardiente amor de la juventud. ¥ja la pasión matrimonial, serena y madura, hay, lógicamente, una may o r experiencia, un conocimiento más profundo de la v i d a , de sus gracias y do sus dolores. Desde luego, han desaparecido y a en él las vacilaciones y las in(iuietudes del amor naíiicntc. han cedido los obstáculos de toda pasión de juventud... Mas, en cambio, aquella experiencia, aquel «haber v i v i d o » es una fuente inagotable de emociones para lograr temas y escenas inte-
La íoti»genia y los Hayos X Las gracias y las audaci£is llegan siempre de Norteamérica, país de hipérbole, tierra en constante tensión de novedad. U e aquí la última palabra llegada de allá: la fotogenia del cuerpo humano no se demuestra verdaderamente más que por los Rayos X . . . Así, una piel verdadenmiente fotogénica debe, bajo la acción de los R a y o s X , herir de determinado m o do la sensibilidad de la placa. A la v i s t a del resultado obtenido, los
Tejiia entonces diez años. V i v í a i H o l l y w o o d , y ca(ia tardo, al sahr de la esnuela, se paraba on la unión del bulevar do H o l l y w o o d y la calle W i n e . P o r allí pasaban a aquel 1' hora, en sus coches lujosos, las sta do moda, que regresaban do sus E.studios. L a miK.'hachita las miraba pasar, daslumbrada. Y luego, ante alguna compañera del colegio, contaba su sueño ilusionado: — Más adelante, y o seré también artista. Quiero (pie mi nombre so lea en letras muy grand(!s on !• carteles do cinc... Quiero -^('i con cida en todo el mundo. Sus compañeras do c(jli'gio .se reían. Ivos padres de la muchacha no prestaban la menor ateno¡(')ii aquellas palabras. Pasó el tiempí y aquel sueño de Carole Iximbanl fué un día una magnífica realidad L a redrtte r(?corro hoy -ella misn, al volante do su coche-—el bulevar do H o l l y w o o d , y a veces, al pasni por aquel sitio de la calle Wine, i cuerda, con una incontonihio omoí'ióii, los sueños do aquella chicjuilla que quería ilusionadamente ser st<i La nueva danza de (linger Itoyer^ y Fred Astaire (íingor Kogers y Fred .\stii: incom[)arable pareja creadora en el cinema d o b a i l e s que d e s p u é s recorren todo el mundo—«us últimos grandes éxit o s , desconocidos aún para nuestro público, .son Lfif aleqre divin-cinda \ RÜÍJK, trr -. han croado un t (•(,hno. I>jn/.a 'ic sa lón, el Piriiiliuoestii llamado a dcstoriui a todos los bailes ho - . do moda. L a música ha sillo escrita oor nu gran comjwsitor do hov: I n i n g Berlín. La nueva cinta ( j i n g e r Bogoi> F r e d Astaire llama To;> fíat. So desarrolla en Venecia y en el L i d o . magnífico fondo para u n film de m u n d a n a s elegancias. Con la pareja trabajarán Edward Everet H o r t o n , lOrick Khodos v Eric Hloro. Insaparablos ^ n la labor y en el éxi to, (íinger liogers y h'red Astaire interpretarán, tras esta cinta en que crean o I Piccolino, una nueva película: Sigamos la flota. L i n a diseordia e n liuliywuod En H o l l y w o o d ~< r e c u e r d a n algunas rivalidades que han llegado a hacerse célebres: por ejemplo, a q u e l l a entre Gloria S w a n s o n y P o l a X e g r i , que fué
durante mucho tiempo l a 'omidilla de las residencias y los Estudios cinematográi'icos. Actualmente existe t a m b i é n on Hollywood una profunda discordia entre dos grandes figuras del cinema: entre Charles íiaughton y Fredric March. Fiíi una enemistad tan aguda como las q u o les separaba, cinematogiáficamonto, en IMS vírgenes de Wimpde Street, película en la que un director ingenioso les (mfrentó on sus pa()elos. En la versión americana (lo /yOs miserables, Fredric .March interpreta el papel de V'aljeáUj y Laughtcm, el de Javert... Como so v e . esa rivalidiul es, on lo cinííiuatográíico, fructuosa; poro, sin embarg o , sería de desear (pío un abrazo de reconciliacic'in sellase en la vida real la a m i s t a d de los dos grandes actcjios... Cuando Dolores dol ¡tío oslaba en ol convento Dolores dol Hío, la actriz de maravillosa feminidad en la pantalla, ha recordado aliora algunos días do su infancia, v i v i d a s en la paz profunda de un convento. A l recordar esos días, la star ha h(?cho un brev^e elogio del encanto, do esa rara seducción V ese indotinible sortilegio
^''"^l'!«u b »ii con tiiTcsiM)"!'
"^'^ consiste el ser encantad' Citarme, rharmante, con ese intraducibie sentido quo las dos palabras tienen en francés... •—El encanto, el verdadera canto—habla Dolores del Río— , algo tan bollo \ al mismo ti(>mpo tan simple, quo no .so puodo conseguir sin (íxperiencia. l ' n viejo jiroM bio francés dice que la experieii' ha<;e falta hasta para cortar ol pai Pu*>s bion: hace falta igualm<>nio para que una mují^r sea encantadora, para que posea ese os )ecial a t t i t i v o que tantas veces determin:i triunfo en la vida... Nuestra é j i O ' sin embargo- -cínica, egoísta, (;onuírcianto- , no se presta muy bion para ello. N o hay tiempo para i cosas bellas. L a obsesión del din» .onibanl ro lo llena todo. Y o m e acuerdo, al conjuro de esto, del convento en que pu.-v mis primeros años. H a b í a allí una religiosa a la que nosotras llamábamos «la madre encantadora». N o era joven, ni era bella. Pero y o no he v i s t o nimca a nadie (|uc tuviera tanta dulzura ni poseyese ascendiente tan prodigioso sobre cuantos la trataban. (.Mando había en nosotras alguna pena—pena inocente de chiquilla.s- -, íbamos hacia ella, poniue saliíamos quo nos escucharía y nos consolaría, y algo más im cortante aún: no nos haría aparecer como ridícu as ante nuestros projiios ojos... A lo largo de la vida, al irme enfrentando con toda la dureza y toda la incomprensión de ésta, he jiodido apreciar ol valor inestimable de aquella actitud de «la madre encantadora».
Jolm Ford
la historia drl cinciiia
I
A historia del arte abarca nui_J chas etapas y contiene muchas tendencias. Su inmensidad y su extensión registra las luchas y las conMilsiones de tipo espiritual principalente que el mundo tía sufrido a través de las distintas civilizaciones. Ca- • da civilización contiene muchas escues artísticas, muchos estilos, muchos . muy diversos genios del arte y murha.s maneras de ver y comprender la vida. Desde la prehistoria hasta mies^ tros días, el arte ha acusado el ritmo ^ de su época. L a civilización egipcia tuo un arte que no se pareció en nada de Caldea y Siria, al de Fenicia y Chipre, ni ul griego, ni al romano. De igual forma, dentro de la civilización cristiana, nada se })arecen el te bÍ7/antino y el germánico, el gótico y el bal o c o . el flamenco del siglo x v y el del RenaciV miento... En cada civilización, en cada época, en cada escuela, en caita artista..., lii vida se manifiesta diferentemente. Iguales diferenciacicmes [xidemos apreciar en la corta historia del cinema que en la inmens» y dilatada historia del arte general. Exactamente igual, nada más que muy minúsculas, m u y pequeñas e intervenidas por meses y por años, en v e z de siglos y de civilizatñones enteras. En el cinema hay personas que nos hablan de su historia, que la han v i v i d o y sentido, que la han formado. Si superviviera un hombre extraordinario y fenomenal que nos hablara con referencias personales de las diversas etapas de la historia del arte, ¿habría con quién compar irlo en el cinema? I x ) o t m es sobrenatural; esto último parece facilísimo, y a que cualquier persona, aunque no tenga mucha edad, alcanza a ver los p r i meros años en que el invento de los hermanos L u m i é r e empezó a hacerse famoso. Pero no es tan fácil. N i Charlot nos puede d a r i m i idea de la historia del cinema, jmesto que siempre ha representado un mismo tipo de hombre. H a de ser un realizador (|ue haya trabajado ayer y que trabaje hoy. Además, que su obra sea Hn producto de la evolución del tiempo y <ie su sentido artístico. Es decir, un realizador que se haya adaptado al procaso progresivo del cinema y que se haya orientado sobre su marcha. Y para esto no encontramos otra jiersonalidad en cuya obra repercuta el cinema de tcwlas las éptM^as hasta la actual, que John Ford. Es, f)ues, c(m este realizador con el que tendríamos (lue comparar al supuesto superviviente de la prehistoria de que antes hablábamos. John Ford es un artista <]el cinema complejo de hoy, lo mismo ({ue lo fué del cinema sen<;illo, risueño y superficial de ayer. (•!> P'irtt-iiiil F«*:ic)ii ''e \fMÍiie filé t:itn-
J«>h» Knrd no rs, «leüdi* luego, tan joven romo aparece rn e»ta fotografía. Kl gran animador, uno de los pocot* qur han escrito la historia del cinema yanqui con celuloide, tiene ya cumplidos sus cincuenta años
bien graduado de arquite(>to en la Universidad de Maine. Al terminar su carrera se dedicó a un negocio de cereales; pero en esta profesión no duró ni un año. Su hermano Francis Ford, el famoso Conde H u g o , le llamó a H o l l y w o o d para que trabajara como actor en la Universal City. Fr:incis Ford era actor y íürigía también algunas películas. John optó absolutamente por ser director, y entre las películas que realizó para el cinema mutlo figuran las siguientes: The Iron Horse, Kentiwky Pride, 3 Bad men, The Bliie Eagle, Lightrin, The Shamrock Handicap, The Freeze Oñt, The Walhp, The Big Puvch, JvM País, lAttle Mifs Smiles, The Village Btavcksmith, Face on the Barroom Floor, Thank Yon, Mother Machree, Fonr Sms, Hangman House, Napoleón Barher. Rileij the Cop y Strong Boy. L a etapa del cinema .sonoro la inició en la ? \ ) x - F i l m con Salute y Men Without Women. .lolm Ford es el único realizador que escribe la historia del c:inema ctm celuloitie y que r(?coge en sus obras el ritmo preciso de los meses y de los años que van transcurriendo. I..a vida del Oeste En im principio, todos los anhelos del cinema yan<pii, guiados por sus realizadores con el pri-
mitivismo de sus ideas cinematognificas en formación, consistía en querer reflejar vida. L o epopiéyico y lo heroico tuvo un lugar preeminente en la pantalla; pero lo e p o p é y i c o y lo heroico referido a unas grandes extensiones de campo, de llanuras, de valles incultos, de tierras llenas de mistericis y de praíleras cuajadas de ladrones en pugna con la ley. Esto era lo (jue se viene llamando el Gaste norteamericano. En el cinema no había ])reocu^ H H ^ paciones psicológicas, ni moralas, ni humanas; tamjmco las había técnicas. L a afición y el virtuosismo técnico v i F¿ no años después, procedente de Euroy pa. L a aventura lo era todo, y para ello los realizadores las buscabtuí ccjii mayor pre dilección en el csmipo que en las ciudades. El tema en los films del Oeste era único, exclusivo y genérico: todo rodaba alrededor del crimen, del conato de propiedad privada y del sabotaje. Se ha matado a alguien..., y el tema de la película consistíaen capturar al a.sesino y a sus cómplices. Se han robado tenias las resas del rancho X . . . , y el tema consistía en enccjntrar o matar a los ladrtmtiS. Se han destruido todos los palos y alambres de una linea telefónica que se está tendiemlf)..., y el tema consistía en hallar a los culpables del sabotaje. T o d o a base de lo . mismo en esos films de cow-boys, de cuya permanencia en el cinema nadie mejor nos podría hablar que un especialista como T o m Mix y un realizador de muchos temas, como .lobn Ford. T o m .Mix no ha hecho otra cosa en su vida (pie películas del Oeste, (^onozco una excepción: la interpretación de Dick Turpin, dirigida por ,Iohn G. Blystone. T o m .Mix ha ex])lorado todas las praderas a caballo. Y .lohn Ford las ha explorado con la cámara. Aunque el más auténtico ejemplo tara nosotrgs es .lohn Ford, (pie ha v i v i d o a(|iiela época y no la ha continuado. T o m M i x la v i v i ó y sigue viviéndola. Y aquella época, símbolo de la simplicidad, del primitivi.smo y de la ingenuidad del cinema, no hay (pie v i v i r l a en la actualidad, aumiue nos parezca adorable, sino evocarla como a una cosa irremediablemente perdida en el recuerdo de la Historia. H a y (pie hacer lo que ha hecho John Ford: hay (pie evolucionar, procurando (pie el tiem|)o no nos tome la delantera. En los tiempos de la [)ostgiierra, .lohn Ford produjo películas ilimitadamente, a troquel, sin sentido y sin conocimiento artístico, como el que las improvisa sin ningún temor a la crítica. El herrero de la aldea. El relato del borracho, Corazones de roble. La per.<egnida. Tres hombres malos, El caballo de hierro y Thank Von, entre otras muchas, pertenecen a los primeros tiempos de .I'ilin F n r d .
in "n,t,;,|.gQ^ gj proyectásemos
Ronald Colman ) llelén ¡layes en una o r e n a <!.• « | | ilo<l<.i Arr<tK!.iui(li», cinetersión lieeha por Jolin Ford de la obra de Sinclair J^wis
Kn esta fologrnrín iiodeniüs >er una eseena de «l'erecrinos», en la que Hugo de los viejos films de aparece Francis Ford, el famoso Conde Hugo aventura^, trabajando a Ins órdenes de su hermano John
una de estas viejas cintas y la oíJtnparásemos a las que hoy realiza el veterano metteur en scene, encontraríamos un abismo. El amor maternal y la guerra Liquidada poro a poco la superficiali<lad del < Í I I ( ' J U Í I y a n < { U ¡ , gracias a la influencia intelectual de la vieja Europa, que introduce su savia cinematográfica en América con la emigración de tres o cuatro directores. .lolni Ford aborda temas verdaderamente superiores. La encantadora Circe, Sangre de jnsta. Kl legado trágico, ¡Madre mía!, FA águila azul y Cuatro hijos, son obras que forman una etapa t d a l m e n t e distinta, totalmente contrapuesta a la anterior. John Ford cambia de estilo, de espíritu, de orientación, de técnica y de todo. N o es contM'ido. La pre.<encia de la jiasada guerra le inspira en lo más esencial de su obra. Y no es porque produzca films que revelan la vida en el frente, como Cuatro de infantería y Tierra de nadie. l^»s temas de John Ford son inéditos, tratados por muy pocos directores, y se constituye en especialista de ellos. Cuatro hijos, ¡Madre mía!..., y allá, en el cinema sonoro, Peregrinos, son tres films idénticos. Primero nos muestra a un hogar modesto, lleno de vida: a una madre con sus hijos. Después, a un hogar vacío, lleno de recuerdos tristes por todas partes. Todos los hombres han marchado a l a guerra, y la mujer se queda sola... entre cuatro paredes frías. El amor maternal—y filial—John Ford lo estudia partiendo de l i s impresiones que deja en una casa la proclamación de una guerra. N o es tema central el pacifismo, sino el deseo de analizar toda una serie de emociones de índole psicológica y sentimental. Así vemos a la madre apasionada, junto a la madre rencorosa y resentida. Y apreciamos los instintos de uno, dos y cuatro hijos, con sus distintas maneras de pensar y sentir. L a guerra es un pretexto en John Vord. inteligente c increí))lc teniendo cn cuenta su obra anterior, desposeída del más leve contenido, j)ara estudiar a la,« pei-souas en un estado de excitación emocional. Y para recordamos plasmáticamente lo que es una madre en un momento de dolor y de adversidad.
A través de muchas de sus pelirulas, se deduce de John Ford el deseo de haeer un film de guerra. \ he aquí que no io hará hasta que nos presente «Tierra de nadiet, uno de sus último.< fílms
El John Ford actual John Ford no culmina en ninguna de sus obras posteriores con la implantación de la nueva técnica. John Ford tampoco languidece ni decae en ningi'm momento. Es un verdadero barómetro que sigue la marcha del tienqio ccm una fidelidad admirable. Produce lo mismo que ayer, nada nuis ípic con las exigencias de hoy. Su obra actual es un conglomerado, variada en estilo y en iilea. H e aquí sus films de la etapa sonora: Policios sin esposas; Sota, caballo y rey: Shari, la hechicera; Mar de fondo. El triunfo de la audacia, Tragedia submarina, Hombres sin miedo. El doctor Arrmcsmith, Carne, Peregrinos, Paz en la tierra y Pasaporte a la fama. La obra de John Ford posee una gran calidad, comparable a la de Stenrberg y a la de Lubitsch; comparable a la del más fino y agudo realizador; pero le falta orientación, le falta criterio, personalidad. A l lado de xm tema soljre piratas del mar está la trage«iia submarina; está el drama, con atisbos sociales, sobre la peste; está el film de guerra, manoseado por tantos cineastas con resultados
Kn « C a r i u - > , film de John Ford, Wallaee Beery interpreta un tipo de luchador de «oul» mucho más ingenuo que etde «Champ». Vedle aquí en una escena de aquella iieliruln
negativos, y están las aventuras del gángster intrépido, que no tiembla a la ley ni a las ametralladoras. La facilidad con que John Ford confunde los temas, desorienta. En Pasaporte a la fama, el más reciente film de John Ford, no presentado todavía al público, el cinema adquiere una pureza, una agilidad y un verismo que asombran. Y o diría que, con Sternberg y Mervyn I^e R o y , John Ford es uno de los maestros del mo vimiento, de la agilidad y de la fluidez ciñen tog'áficas.
«Cuatro hijus> {.Four Son»), de John Ford, con «Amanecer», de Murnau, y «F.l séptimocielo-<,de Borzage,es, quizá, la obra que más prestigio y mayor éxito ha conquistado para la Fox-Film
Decididamente, en un realizador de la talla do John l^^ord, que ha dado saltos semejantes, lirincos tan gig ntesees como para trasplantarse en una docena de años desde El caballo de hierro a El doctor Arroicsmith y a Pasaporte a la fama, caben el vigor y la potencialidad suficientes para realizar una gran obra antes de que nt sotros deseemos. A. D E L A M O A L O A R A
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«l** «•amariKlrriu < ^oli<lari(lall ni |ir>-»ii|i-iile il<- la Si-rririii ilr ( iiii-iiias ili- la ri'Mi l i n u r r - f ¡tm t\r (^alallifia. iloii l''.iirM|iir *^;ii'n/ il»- IIii!M,ii:a
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Cuy Kibee, el admirable característico, iniciando en la ciencia piscatoria a uno de sus nietecillos
/patricia Ellis, al abando1 / /nar el Estudio, a requerí' m i e n t o del fotógrafo, muestra el rostro fatigado después de un prolongado rodaje
in Hunter, precedido de su fiel perrillo, haciendo «footing» en la playa de Malibú, próxima a los Estudios de Hollywood
L'na de las grandes pasiones de Ann Dvorak es la natación, que practica diariamente en la piscina de su residencia. jY con que a d m i r a b l e estilo la gran artista hiende el agua c o n sus ágiles brazos de danzarina!
He aqui una nueva fl g u r a de la pantalla, Olimpia de Havilland, saliendo de los Estudios.
El popular «Bocazas» es un «bincha» del cbasket-balU. Vedle aquí charlando con un joven «equipier»
m
Aquí tienen ustedes a James l^agnry disponiéndosr a darse un chapuzón con el depurado estilo de un campeón de natación
El frivolo Dick Powell. «partenaire» índispensabh- en las grandes revistas del film, se distrae con su jierro, inseparable canipañero en sua ocioa
Box Alexander tratando de sellar inútilmente una extra ña amistad entre su do- . go y un pato |,
También (Menda Farrell, la rubia «star», siente gran cari-""* no |>or el raehorro ron que aparece en esla foto r o l S . VABNKt BIOS
Warren Wíilian, riendo gala de su p verbial b u e n h u m o ensaya unos funanb I lismoa en los ja \ nes del F.8tudio
Sus opiniones, sus propuestas, sus observaciones, no deben ser atendidas.» Y en la v i d a de los actores de cine esta limitación desagradable ha litigado a constituir una verdadera tragedia. Cabe preguntarse: L a actitud de H o l l y w o o d , (.habrá sido exagerada y errada? ¿í^xige el buen resultado de la filmación de una jielicula que se condene a actores, muchos de ellos dotados de extraordinario talento, a que sean simples marionnettes en manos de un cerebro que no siempre los comprende ampliamente? Los que han visto ¡tersonalmente filmar una película conocen a ff)ndo el role pasivo del actor, su tremenda sumisión a las órdenes del director, sus dolorosas imitaciones. Con frecuencia, la poca preparación de actores de la pantalla que poseen, no obstante, excelentes cualidades fotogénicas y gran expresión cinemática, ])arecc justificar ampliamente esta severa actitud admitida en los Kstudios. Muchos, que han tratado de rebelarse contra l o q u e les parecía una injusticia y una irracionalidad, han levantado su v o z de protesta, pero inútilmente. Otros han visto, y muy numerosos, su propia carrera y su reputación derruida por la poca comprensión de un dire<'tor, contra quien no tenían m o d o de defenderse.
S
I debe o no el actor de cine ideal ser sólo una especie de autómata en ma nos del director si tiene derecho a inteqiretar libremente su propio pape i a sugerir ideas y observaciones a los responsables por la producción, he aquí un problema que la crítica cinematográfica no ha resuelto definitiva mente. Se trata de cuestiones técnicas y humanas donde no se puede echar man( d e principios indelebles ni aceptar soluciones imilaterales. Sin embargo, la res puesta de H o l l y w o o d ha sido siempre intransigente y negativa. H o l l y w o o d ha tenido i m a sola actitud cuando se lia tratado de resolver tan importante proposición. «VA director de cine es el célebre creador. El actor no debe nunca intervenir para bien o mal en la dirección de una |>elícula. El actor debe ser sólo materia p í i m a , cera maleable en manos del director.
El heelio de (|ue im actor esté contratado en un Kstudio lo obliga casi siempre a aceptar las demandas de ésie, ]WT desagradables o equivocadas que le yiareztian En resolución, la mayoría se ha sometido a la larga, y otros, los menos, han concluido ]M»r retirarse de la pantalla, irse a Europa o regresar al stage. Pero en el crine, así como en los demás órdenes de la v i d a , el talento y la preparación están destinados al éxito contra las mayores dificultades. Siempre hay casos excepcionales en que la fimie voluntad de un individuo acaba ¡)or comiuistarlo. Tal es, sin duda, el caso del notable actor checoeslovaco Francis Lederer. Francis Ixíderer, el intérprete inolvidable de Man of TtDO W<*rld, el genial d(!Scubriniiento del cine eiuopeo, dotado de una de las más exíjuisitas sensibilidades estéticas que la pantalla conoce, es i m o de los primeros astros <pie no ha querido someterse a la ley de H o l l y w o o d . Cuando Ix^derer, el actor del rostro inftuitil y la mirada profunda, vino a H o l l y w o o d , tenía ya ganada una reputación fílmica excepcional. H o llywood no lo recibió con sorpresa porque lo cono(áa y admiraba y a al través de sus grimdes produ<!ci(mes europeas. L a lai^a exj)eriencia de este actor, su admirable preparación teatral, lo colocaron desde el primer m o m e n t o en una situatrión superior, en una posición tal y tan firme que le pennitía enfrentarse a las A'iejas costumbres de los i'.studios, solicitar refonnas y ser escuchado. Al principio .sus protestas no fueron oídas. Pero el é x i t o enorme de su primera })elícula, la demanda tremenda que jM)r él se pen:¡bió enseguida, obligaron a sus contratistas a prestarli la debida aten(!Íón. N o fué sin dolorosas (Uscu siones, y tal v e z aún momentos de disgusto, que Ixíderer logró imponer su v o l m i t a d . Es realmente hoy dia un caso excepcrional en H o l l y w o o d asistir a la filmación de sus películas. Cualquiera que sea el Estudio jiara el (lue trabaje y el director que lo dirija, lAiderer es un verdadero colaborador en la dirección de la pelí(íula, y por ello hay que considerarlo también copartícipe en el éxito. El gran actor lee cuidadosamente el smpt (pie contiene los detalles de la obra estudia los caracteres de los pei-sonajes, la fisicología íntima del i)aj>el <iue v a Í interpretar, y di.scute largamente con el director la forma final de reconstruir los para la pantalla. Después, cuando se pnicede a filmar la película, los menores detalles son so metidos a su ajirobación, y si hay algo que en su opinión debe ser alterado aú; radicalmente, él, en persona, sugiere los cambios sustrejitibles. l ' n o se pregunta: ¿El éxito admirable de los films de este actor no revela d
una v e z para .siempre la ¡U'.titud e q u i v o c a d a <1 Hollywood al desoír por completo la v o z de los actores'? I^a respuesta es sumamente delicada. IxMlcrer es ima verdadera excepción en la colonia cinematográfica. lx)s (jue lo conocen di icrca hnn podido apreciar no solamente su jin paración como actor, sino su espíritu creativo, ^;u amplia cultura, su universal disposición para ti arte y la actividad intelectual. Lederer no es solamente un gran actor de ine, sino, además, un individuo extraordinario, de gran originalidad mental y cualidades supi riores. En todos los órdenes de la v i d a posiM unn originalidad poderosa y refinamientos brillajites. Su comprensión de la psicología humana: su apasionado entusiasmo por el conocimiento último del ser humano, de sus tragedias y dolores; su contribución al mejoramiento de los demás hacen de él un hombre superior, e infortunada mente, es preciso admitir que en el mundo de la pantalla esos hombres superiores, esos actores verdaderamente intelectuales y preparados, ca.si no existen. Entonces, uno llega a la conclusión de que probablemente los productores tienen razón 1 uando creen que el verdadero ró/e del actor es la absoluta sumisión al cerebro creador del director. Es que la mayoría de los actores de H o llywood se o debe todo a ese hombre que permanece en la penumbra y que se llama el director. ¡Cuántas interpretaciones geniales nos han sido dadas por actores mediocres gracias al esfuerzo incalculable del director, (juedando así demostrado cuando más tarde esos mismos a< tores fracasaron lamentablemente cn partes y películas infinitamente más fáciles! Y precisa c(mcluir que en el ca.so de Francis Lederer se trata de im actor que por su admirable preparación no .sólo es act<»r, sino director a la vez. Ijcderer podía probal)lemente obtener enorme é x i t o dedicándose a dirigir películas, y esta maravillosa variedad de cualidades que posee es imo d e los factores deiisivos en el é x i t o de sus películas. Personalmente, el refinamiento y la cultura de Francis I>ederer demuestran bien a las claras que se trata de im hombre superior. N o conoce la pedante satisfacción de sí mismo, que es ln marf;a de fábrica de los genios gloriosos (iel c i luloide. L a jierscmalidad de este genial actoi lleva como adorno primordial esa virtud cumbre entre todas las virtudes, cuna y resumen d' todas las demás: la sencillez. En los sets de cine es afal)le y extremadamente fino, aun con los más humildes empleados del lOstudio. H a b l a con todos, es amal>le y respetuon, sólo tiene palabras de cariño y finura. El futuro do este gran a<;t.or es verdaderiunent e esplendente. P^i la actualidad filma ima película producida por el renombrado productoi' Josse I.,. L a s k y j>ara la Casa F o x F i l m , y tiene y a eimtratos para hacer cinco películas más durante este año en diferejttes Rstudios. IxHlerer no tiene interés en ganar enormes sumas de dinero. |)ero sí trabajar constantemente. Su única preocupación es trabajar en películas que no sean simples entretenimientos para las masas, sino verdaderas obras de arte dignas del interés de la gente preparada. Kn su v i d a privada, l^ederer desarrolla actividades verdaderamente inesperadas. Su manera de ser, sus ideales y ambiciones son enteramente distintos de los ideales y ambiciones de la mayoría de los dt«lumbrantes astros del c i n e m a L a verdadera diferencia entre él y elltjs es ésta: Francis IxHlerer es un iu;tor que jKxsee intensa y profunda v i d a interior. En H o l l y w o o d , mundo artificial, ciudad de extravertidos, este europeo cullo surge como un elemento exóti«;o. Ixjderer no tiene enemigos y sí innumerables admiradores; pero tampoco v i v e le la j)ublicidad y de la popularidmi, enfemuniad inevitable de los seudome(íoros del cinematógrafo. Su enonne huumnismo, su alto valor moral, nos revela este raro ejemplo d e i d e o l ( ^ í a social. L a suprema ambición de Francis Ije-
derer, preocupación fundamental, es el desarrollo y afianzamiento de la paz en el mundo. Ixiderer no solamente colabora intensamente por la paz del mundo, sino que mantiene <le su propio peculio oficinas que se dedican a propagar este bello y grandio.so ideal humano. El hecho de que un a<;tor de cine muestre tan altas inclinaciones, revela que si hay en el mundo vanidoso y m o v e d i z o de la pantalla seres superiores, seres que merecen la admiración y gratitud del m i m d o . P e n ) también tiene uno que admitir, si conoce a fondo a H o l l y w o o d y a la gente del cine, que Francis licderer, el creador inmortal deManofTux) World, The Pursuite of Happiness, Romanee in Manahattan y actualmente en filmación The Gay Decejdion, es un caso verdatleramente extraordinario y una personalidad que no se puede medir por los standards c o m u n e s . — V Í C T O R J o s é . S A B U N I
uenca.
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HI.SSIJ:I{ M
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N o m b r e verdadero, Leila Koerber. N a ció en Cobourg ( C a n a d á ; el 9 de N o v i e m bre de 1871: m u r i ó en Montecito ( c e r r a de S a n U B á r b a r a , California) el 28 de Julio de 1934, a consecuencia de u n a afección cancerosa. Su padre, a l e m á n , era m'isico; su m a d r e . A n n i e A n d e r s o n , pertenecía a familia inglesa. Se dedicó al teatro a los catorce años, adoptando el n o m b r e de u n a tía suya. C o m o p r i m e r a catriz de u n a C o m p a ñ í a modestísima, g a n a b a ocho dólares semanales. D e b u t ó en N u e v a Y o r k con la obra de Ouida « B a j o dos b a n d e r a s » , en M a y o r de 1892. D u r a n t e varios años se distinguió c o m o s o p r a n o de ópera, con quince dólares por s e m a n a . En u n a temporada sin contrato teatral vendió confituras en un puestecito de C o ney Island. A f i r m a d a su personalid.-\d como actriz d r a m á t i c a , firmó un contrato de l a r g a duración y sueldo considerable con los célebres empresarios W e b e r y Fields. E n 1907 actuó con éxito extraordinario en el P a l a c e Theatre. de L o n d r e s . Hizo su p r i m e r a película en 1914 « H l idilio de C h a r l o t » , film de la Keystone, en seis partes, con Charlie Chaplín y M a b e l N o r m a n d . Siguió en el teatro, sin m á s relación con el cine, hasta la aparición de las cintas habladas: se consagró con « A n n a Christie», al lado de Greta G a r b o , y en 1931 g a n ó el premio de la A c a d e m i a de Artes y Ciencias Cinematográficas a la m e j o r interpretación por su t r a b a j o en « L a fruta a m a r g a » (versión i n g l e s a ) . E n 1932 y J933 obtuvo el m á x i m u m de votos (91 por ciento y 74 por ciento, respectivamente) en los concursos entre exhibidores convocados por el Motion Picture H e r a l d . E s t a t u r a , 1,61 bello castaño.
O
Pelicula»
que
lm
Nació en Figeac ( F r a n c i a ) el 28 de A g o s to de 1897. A los ocho a ñ o s , influido por sus lecturas, quería ser detective, y a los diez empezó a soñar con la gloria escénica. Se d a b a con a f á n a escribir d r a m a s , que interpretaba y dirigía él m i s m o con los a m i g o s de su edad c o m o c o m p a ñ e r o de trabajo: no h u b o fiesta escolar ni reunión h o g a r e ñ a de los B o y e r que no a c a bara con un espectáculo debido a Charles. • En los primeros tiempos de la guerra organizó n u m e r o s a s funciones en el H o s p i tal de Figeac, para distraer a los heridos y procurarles un poco de a l e g r í a . L o g r a d a su licenciatura en Filosofía, preparó el ingreso en l a N o r m a l Superior pero aconsej a d o por el actor R a p h a e l Duflos, a quien conoció c u a n d o éste impresionaba un film en u n centro m i n e r o cercano a F i g e a c , se trasladó a P a r í s y asistió durante dos años a los cursos del Conservatorio N a c i o n a l de Música y D e c l a m a c i ó n . D e b u t ó en el teatro c o m o g a l á n de Gabrielle R o b i n n e , sustituyendo a un actor de r e n o m b r e : su m e m o r i a formidable le permitió aprenderse el papel en veinticuatro h o r a s . E l g r a n Firrain G é m i e r le contrató para el T e a tro A n t o i n e , en donde a d q u i r i ó pronta n o m b r a d l a y prestigio sólido. T r a b a j ó e n un par de peliculas m u d a s francesas y m a r chó a los Estados U n i d o s en jira teatral: allí le sorprendió el l a n z a m i e n t o del cine sonoro, y allí hizo sus primeros films h a blados versiones de cintas a m e r i c a n a s . H a actuado luego en A l e m a n i a , en F r a n cia y o t r a vez en H o l l y w o o d . E n M a r z o de 1934 se casó con la actriz inglesa P a t P a t e r s o n , a la que conoció en un v i a j e .
interpretadi,
tured H Anna Ci:,,:., villa i: 3 ilh! Charles B r a -
í
Uiii and B''.'
ver-!ón inglesa. C.oorj;e Hill. F.n C l a r e n c e B r a w n . La ,ikaUlisu (1 lies 1. C h a r l t s F . Hei*i or. Prcsperiáaá f l'roiperíh ) , S a m \ \ . > o d . Ce na a ¡as ocho I Dinni r at ,'ieiil ' G e o r g e C u k o r .
-ti'i
la
Irl
rr.oUador (Tugboat ' • R o y . in difunto diistophtt Bean }
E s t a t u r a , 1,74 bello n e g r o .
metros. O j o s grises. C a -
B i: H (
M
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L
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)
N o m b r e v e r d a d e r o . Estelle Merle O ' B r i e n T h o m p s o n . Nació en H o b a r t ( I s l a de T a s m a n i a ) el 19 de Febrero dt i g i i . Su padre, que m u r i ó de p u l m o n í a tres m e ses antes del nacimiento de la hija, e r a oficial del Ejército inglés. C u a n d o M e r l e tenia siete años m a r c h ó con su m a d r e a B o m b a y ( I n d i a ) , a la casa de L a d y M o n teith, su m a d r i n a , .asistió allí a la escuela y se trasladó al cabo de dos años a C a l cuta, en donde residió, hasta 1930, con sus tíos, y se educó en L a M a r t i n i é r e College llegó a d o m i n a r el francés, el latín y el hindustani. A los diez y seis años ingresó en l a C o m p a ñ í a T e a t r a l de A f i c i o n a d o s , de Calcuta, y t r a b a j ó en n u m e r o s a s pantomimas, distinguiéndose especialmente c o m o b a i l a r i n a . H i z o un viaje a E u r o p a con su tío, y recorrió I n g l a t e r r a . F r a n c i a , Italia y Suecia. N o quiso regresar a la I n dia y se quedó en L o n d r e s . H i z o amistad con M i m í J o r d á n , y ésta le facilitó el ingreso en el g r u p o de bailarinas que a c t u a ban en el Café de P a r í s . P o c o después e m pezó a t r a b a j a r c o m o « e x t r a » en films de la G a u m o n t - B r i t i s h . U n día, en el restaurante de los Estudios, la esposa del g r a n director A l e x a n d e r K o r d a se fijó en ella j la recomendó a su m a r i d o , que la a d j u d i c ó un papel destacado en su segundo film inglés. Su primer t r a b a j o c o m o estrella fué en la versión inglesa de « L a b a t a l l a » . E n el v e r a n o de 1934 m a r c h ó a H o l l y w o o d p a r a actuar con Chevalier en u n a cinta. A n t e s de adoptar el n o m b r e artístico de Merle O b e r ó n usó como bailarina—el suyo verdadero: Estelle T h o m p s o n .
E s t a t u r a , 1,54 metros. O j o s verdosos. Cabellos castaflos.
<gfa
Película»
que
hu
interprelado:
j
. V / a / > i » K M / o a- piu ha (Wedding Rehearsal), .Mtxandtr Korda. Hom-
l'tes de mji)aní'
;Min
L?ontir>e S.igán. La
Enrique \ III ry
La
the
TomorrowJ,
vida privada
de
1 ¡he priíate life of Hen-
liighíJ.
.Mi-xander
Korda.
(The
Battle),
versión
N'ikolaus
Farkas.
.Adelante
batalla
inglesa.
of
con la música (Broken Melodyj. Jack R a y m o n d . Los amores ie Don Juan (The ptivate life of Don Juan ) . .alex a n d e r K o i d a . La pimpinela
escarlata
(The Scarlel l'impernel). Harold Y o u n g F.l cahaltero del Folies Bergi-re (F ' • • ' ' del Kuti.
Pelicula»
que
ha
interpretadot
n Francia: /•/ hcpttre de alta mar Homme du Large).
Marcel l - ' H c r -
l'ier. F.l capitán
Fracassa
taine
.Mberto C a v a k a n t i .
Fracasse).
(Le
capi-
La felicidad (Le bonheur), Marctl I . ' H e r b i e r . La batalla (La hataiUe), N i k o l a u s F a i k a s . El gavilán (L'F.per-t vter). . M a r c o l L ' H e r b i e r . E n .\lemania:J
Incendio Vamourj.
en la Opera (Barcarclle^ Tumultos (Tumultef ) , R o - |
t S i o d m a k . / . F. I no eontestai F. I no répoud pas), Karl Hartl;
V la En:peratriz (Moi el l'Impe¡ce ) . Coratón de apache (Liliom I. 1 ritz L a n g . (Caravan}.
E n . \ m é r i r a : Cai.i E r i k Charrell . U i .
indutduales
(Prívate
H'crldsj,
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g o r y l.a C a v a . Shanghai. Jamt s F l o o d .
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l'hillip Moellcr.
metros. Ojos pardos. C a -
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KIADO F
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N a c i ó en M a d r i d el 6 de D i c i e m b r e de 1918. Recién cumplidos los tres años, quedó h u é r f a n o de padre, su m a d r e se vio y se deseó para sacar adelante tres hijos y una casa. A l f r e d o quería ser actor de cine, y sus precocidades e n c a n t a b a n a todo el m u n d o . E n 1922 asistió a las clases de cierta A c a d e m i a Cinematográfica de la A v e n i d a de Pi y M a r g a l l . en M a d r i d , que dirigía la actriz italiana Flora Rossini. Como todos los intentos para conseguir t r a b a j o en los Estudios de películas result a b a n infructuosos, la m a d r e del futuro actor hizo un esfuerzo s u p r e m o : a costa de toda suerte de privaciones, a h o r r ó mil pesetas, y con esta bas* consiguió producir un film modesto, con asunto escrito por ella m i s m a y realizado por el fallecido L u i s R . A l o n s o . R e v e l a d a s con esta cinta las extraordinarias aptitudes del pequeño actor se le encomendó enseguida u n p a pel que desempeñó gratuitamente— en « L a m e d a l l a del t o r e r o » . C o n el s o b r e n o r r bre de « P i t u s í n » , A l f r e d o H u r t p d o a d q u i rió p o p u l a r i d a d inmediata en cinco años intervino en u n a docena de films. P a r a l i zada la producción de peliculas e n E s p a ña por el advenimiento del cine sonc-ro, y tras de intervenir en u n a cinta rodada en Joinville, se a f a n ó en sus estudios de cultura g e n e r a l y de idiomas, a l t e r n a n d o estas ocupaciones con las de actor teatral y recitador notable. Su reaparición en el cine nacional, ya c o m o g a l á n j o v e n m u y l e j a n o del primitivo « P i t u s í n » , fué en « S i e r r a de R o n d a » , con R o s i t a D í a z y A n tonio P o r t a g o .
E s t a t u r a , 1,67 metros. , Cabello castaño obscuro.
Ojos
pardos.
Película» n
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interpretado:
Lo .w
1 ernando TVll i o r i á n Ki v i. l'.inito t'erojü .-intu; lo. l.a chnv.ila, F l o r i á n 1 Tormes. F l o r i á n I T M,i'iitd. Flonán 1 .l^iíiíu,. ,'m, F l o r i á n K e y . F.n la ti .. R.TiniSn Mártire7
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P e r n i o . Sotvfras de , ' ! - d e Join\ 1 ,n R e v /
zonas glaciales fué Van D y k e en b u 8 c a d e unos seres de espíritu recio, forjad(j en las inclemencias climatológicas de xma región inh ó s p i t a y desolada. Como en otros tiempos con Sombras blancas, quiso exaltar las virtudes de una raza tan fuerte como ingenua, explotada por hombres de otras latitudes, que, lejos de llevarle las ventajas de su civilización, la despeñan hacia el abismo del vicio, contagiándole todo lo que aquella tiene de relajatorio y depravador. Para llevar a cabo su empresa se alejó del bullicio de Hollywood durante un año casi, y una vez en plena convivencia con los esquimales, eligió dos tipos representativos, que más tarde habrían de v i v i r ante la cámara varias páginas de su existencia, basada en ima serie de principios morales tan fuera del alcan(;e de nuastra mentalidad, y, sin embargo, tan lógicos, tan nobles y tan humanos. N o pudo encontrar alimlo mejor que Peter ^reuchen, escritor y explorador noruego, a cuya pluma se debe la obra que V a n Dyke trasladó con tanta propiedad al celuloide, Y así, los dos aventureros, cautivos de esa civilización en cuyos absurdos límites se ahogan sus ideas acerca de la libertad del hombre y su devoción por los fueros de la Naturaleza, emprendienin im día la marcha hacia las heladas planicies que rebasan la bahía de Iíud.son hasta la de Baffin. " Pero no bastaban los aborígenes para encontrar el efecto que ambos perseguían. Era necesario infiltrar en aquella existencia patriarcal y sana de espíritu el virus nocivo; era preciso provocar el drama, y nadie mejor para ello que los hombres blancos. E n la película se hace intervenir a varios actores profesionales: los que tri)ulan el velero del traficante en pieles y los miembros de la Policía canadiense, almas éstas com)rensivas y bondadosas, que compadecidas ante a arbitrariedad que intenta cometerse invocando una justicia poco equitativa, no vacilan en posfxmer sus deberes como representantes dt> la autoridad a los dictados de su conciencia. Dos papeles ingratos hay en el film: el del du. ño del barco—^francamente repulsivo—-y el del inspec:tor do Policía, no tan antipático como aquél, porque su inflexibilidad se cubre con el disfraz de a di.sciplina. Y estos dos tipos, a todas lucas indeseables para quienes no tengan ese concepto del derecho a la vida, igual para todos los hombres sin distinción de color, son los que asumen, respectivamente, el autor y el director de la película. Realizada ésta un poco en familia, no quisieron, por lo visto, que la cosa se divulgara; pero olvidaron algo muy importante, si tenían verdadero i n i r
tés en guardar el incógnit«i: el peligro que significa dejar un retrato en manos de los jefes de propaganda. Y esos retratos, que ilustran estas páginas, fácilmente traerán a la memoria de aquel que haya visto el film la odiosa figura del .traficante y la rígida silueta del inspector.
Cuando en un estreno cinematográfico, al apagaase las luces de la sala finalizado el dascanso, descubran ustedes en la butaca inmediata la presencia do un hombre que, apoyando un papel sobre la rodilla, y lápiz en ristre, se dispone a ^ c r i b i r , tengan por seguro que en el noventa por ciento de los tasos se trata de un periodista que al dia siguiente registrará el suceso desde - de su diario. Si es verdaderamente Ul.. .u . u misión, procurará hacerlo con todos
los elementos de que disponga, l'or regla gen ral, las Casas productoras, en su propio inten suelen enviar al K.xtnmjero, con bastimte anticipación, reseñas y detalles (pie permiten a (juienes a estas actividades dedicamos uuesir is preferencias seguir el rastro de una {lelícul.i desde que empieza su realizaci('m; pero sucede a veces que un cambio de título inmediato al estreno, o cualíjuier otra circimstancia ignorada, le despistan a uno, obligándole a la rel)us(!a de d itos que en ocasiones acaba, forzosamente, en la cabina, haciendo desarrollar la cinta para descubrir en el propio fotograma aquellos íjue merecen especial. ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ d e molde hemos pedido reiterad.im e W W p e s e c n w i i ^ e n en los jmigr ,inas los nombres de cuíuitos intervienen en mi film, (ion ello 8© evitaría ese ga)^(»bateo vertigin' .so en la penumbra, de incomf resultado ca.si siempre, y se hubiesen a !n muchas planchas, tales como llamar « iz» a Jimmy Durtmte. Pero y a que nuestrt hortaciones no encuentran eco favorable erapresarios,
habrá de resignarse el revistero a prosegmr esa fatigosa labor de captaciím en los affiches, en las fotografías (jue (iecoran el vestíbulo, en la pjuitalla o, como antes (juoda dicho, en el mismo gabinet(! de pr()yec(!Íón. H a y oeasi(mes, sin embargo, poco frecuentes, j)or fortmia, en (pie la buena voluntad del informador se estrella contra lo imprevisto. Esto sucedió con Kskimo. N i un carte de pared, ni vma indicacií'm en las colecciones de fotografías que invitase a saciar nuestra curiosidad. La proyección, y graí^'ias. Pero tras el breve título, el nombre del director, \¡m Dyke, y el de los dos indígenas protagonistas: Mala e I v a . Después, un letrero (iestacando la cooperacit'm de una tribu de aborígenes y de la Real Policía .Montada del Canadá. Nada más. A v i a d o hubiese estado en este caso el colecci" nista de fichas cinematográficas si la indÍ8(: ción de los Foreing Departemevts no hubiera 1 cho llegar a sus manos esas fotografías... \ - "TU I . o >fll? \ T . L E S
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(>reta Garbo, con Antonio Moreno, en una escena de «Iji tierra de todos», su segundo film americano
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U2.1. l n día de íiiiale.s de Julio, ,sübie la cubierta dei vapor Drottingholm, una muchacha de veim añoH contempla cómo el gran puerto de Gottenburg .se hace pequeñito en la distancia. Y luego corre a la proa del navio para mirar htu'ia dehutte, hacia la inmensidad azul. ¿Qué le espera al otro lado? ¿ L a gloria? ¿ L a ruina de sus ensueños de arte, tal vez? Ella tiene bajo llave, en el fondo de su baúl, un papel importantísimo: nada menos que tm contrato con una de las Casas productoras de películas más im}>ortant(»i de Holly w«M)d. Pero no puede borrar de su memoria la frialdad indiferente, de.s{)ectiva casi, con que por puro compromiso se le ofreció ese contrato. Fué gracias a un gran amigo, al primero que t u v o fe en su inteligencia para tritmfar en la pantalla: Mauritz Stilleí, un eminente tuiimador de films en Suecia, que la encontró cuando bajo la dirección de Erik Pet.<chler habia aparecido tímidamente en im jirimer trabajo cinematográfico, como «bailista», a la manera de las de Mac Sennett, en la cinta Pedro el vagabundo. Stiller la hizo intérprete principal de La expiación de (¡osla Berling, uno de los mejores ejemplos de la técnica su»M;a; Stiller cimsiguió para ella el papel protagonista de Bajo la máscara del placer, un film alemán de G. W . Pabst. L a cosa fué así: Míster l^iuis B . Mayer, figura pnicmineute de la cinematografía lumíricana, tjstaba de viaje ])or Eurojia, y había llegado a Suecia con el de<;idido profWisito de contratar a Mauritz Stiller para que dirigiera (lelícula^ en Hollywood. Stiller se mostró dispuesto, siempre y cuando se le aceptara tma cimdicióii: contratar también a su protegida. Míster IJOUÍS B . M a y e r vio a la mucrhacha, jiareció estudiar su trabajo en las cintas hechas hasta entonces y no disimuló su enojo; cuahjuiera de las chicas que ptilulabim ¡lor los Estudios de H o l l y w o o d valía tanto, por lo menos, como esta j o v e n sueca. Pero Stiller fué terco; así de .seguro estaba del éxito de la actriz descubierta fior él. Y el productor americano hubo de ctíder, aun<{ue de la peor gana: ella rtícuerda todavía que míster I/iuis B . Mayer ni siipiiera la miró cuando firmaron el cimtrato. Nu. ve días de viaje, y desembarcó en Nueva Y o r k . Era y a el mes de Agosto; tm calor terrible la re<.'il)ía ci. hostilidad. Como Stiller tenía algmios asuntos que despachar en N u e v a Y o r k , hasta Se|)tiembre no \l garon a H o l l y w o o d . En la estación de IJOS Angeles, término de su viaje ¡ « i r ferrocarril, h^s aguardaba un grupo de personalidades del Estudio a que iban destinados; tal recibimiento era para Stiller y no para su acompañante; pero algo corres]Mmdió a ésta, siquiera fue.se como migajas de corrección: im rain de flores y una fotografía, la primera que se le hacía en América. Y llegó a los Estudios, y empezaron surgir los comentarios desdeñosos, que se hacían en v o z alta delante de ella, valiéndose de su desconocimiento del idioma inglés: «Us demasiado alta», decían tmos; «Tiene un rostro inexpresivo», argüían otros; « N o es fotogénica», remataban los más. Y transcurrieron tres meses sin que nadie se volviera a ocupar d e la joven sueca. .\sí ingresó Greta ( i a r b o en el mundo cinematogréfico de H o l l y w o o d . 1921). Greta Garbo ha hecho .su firimera ])elícula. Las pruebas iniciales di.sgustaion a todos, y y a esta ban dt^ididos a mantener el contrato sin que la nmchacha impresa nara ni una sola cinta, cuando Stiller jiidió (pie le permitu rail niaquillar por sí mismo a su protegida y diri^ una prueba más. Y el resultado esta vez fué di tinto. Y se encomendó a la extranjera el pi lapcl femenino de la película Knti naranjo.s, basatla en la novela de Bla> co Ibáñez y dirigida por Mimta Bel! que para hacerse entendei' de i actriz hubo de valerse de los sci v i c i o s , c o m o intérprete, de Sven Borg. Ixjs altos nuu nates del Estudio eiujiey,; )an a mostrar su compl. cen<;ia. «Será un éxito r tiuido, porque es uji verdadera artista», decían encantados. Los jefes de publicidail de los Estudios cn pezaron a invent. biografías de ( Í P ta para las infn maciones de Pren sa, y a todo el m u n d o llegaron las primera^ fot. grafías, en c u v dorsos se pnxli^: ban a la futuí estrella los adjci vos más sorprc; denles. Y claro q fué im éxito; no }i' ' la propaganda, siim por la afirma<,ión de un valor extraordinario. Del principio al fin de la cinta, Gi ta se comía—o le robaba el papel, segiin la terminología de los Estudios- -a su
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l II curioso doruiiirnio gráfico para la hi>toria di- (ireta (iarlio: el primer retrato '(ur de la insigne estrella pusieron en circulación los Estudios de la Metro-Goldwyn-Mayer, a Bnes de 1925, con motivo del lanzamiento de «Entre naranjos», la primera actuación de la actriz sueca en Hollywood
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1929. Otra película: Orquídeas salvajes. Director: Sitbiev F r i n k l i n ; intérpretes: Greta Garbo, Nils Asther, L e w i s Stone. Ha nacido el cine sonoro; esta cinta sólo lleva, como todas las de entonces, acompañamiento musical; pero v a n a empezar inmediatamente los diálogos en la pantalla. Se tiene miedo a la v o z de Greta, com o a la de todos los artistas extranjeros. Y la circunstancia de haber marchado a Suecia de vacaciones pone el nombre de la Garbo cn la picota de los que se afirma no volverán a cimtar en H o l l y w o o d . P e r o fíreta v o l v i ó enseguida, y sustituyó su anterior residencia por una mucho más confortable, de estilo español, en el número L 0 2 7 de C ^ e v y Chase D r i v e , en Beverly Hills. Inmediatamente empezó a trabajar, e hizo dos películas nuevas, sonoras, pero sin diálogos: Tentación, de John Robertson, con Nils Asther, y El beso, de Jacques F e y d e r , con Conrad Nagel y I>ew Ayres, Y debutó en el cine hablado con una de sus interpretaciones más perfectas: Anna Christie, de Clarence Brown, en la que tiene como compañeros a Charles Bickford y Marie Dressler. Sorprende la v o z de Greta Garbo; se dice que es una v o z fea, excesivamente .Magnífica foto de bronca. Pero Greta sigue siendo la misma: admirable. (íreta en «Kl velo liintado». el último 1930, 1931, 1932, Otras dos ])olí<'ulas de Clarenc- Brown: film de la genial acliomance, con Gavín Gordón, e In,<ipiraci<m, con Robert Monttriz sueca, en el que gomery. O o m o no hay ramores matrimoniales de qué echar tuvo por |;alanes a mano, los encargados de las gacetillas de propaganda de los Herbert .Marshall y Ceorge Brent Estudios recurren al misterio impenetrable de la vida priva
La parrja que más rumores matrimoniales ha suscitado en la historia del cine: Greta (^arbo y John (;ilhert, en una escena de la versión muda de «Anna Karenina»
compañero de trabajo, R i c a r d o Cortez, y a consagrado como astro de la pantalla. (íreta se sintió satisfecha; pero acudió a los productores pidiéndoles que no le asignaran mAs papeles de «vampiresa». En vista de ello, su segunda película^—IAI tierra de todos, también tle Blasco Iháñez, bajo la dirección de Fred N i b l o y con Antonio Moreno como galán-—fué también un film de «vampirasa», como lo fueron casi todos los diez y ocho restantes que impresionaría en im total de diez años de cine americano hasta hoy. P e r o la cmnbre del «vampirismo» se alcanzaría en la tercera produ(;ción. El demonio y la came, primer encuentro de Greta con el director Claren ce Brown y c(m el galán John Gilbert. El demonio y la carn^ fué la consagración definitiva de Greta; el mundo entero en: pezó a venerar su nombre. 1927. F n a revista de H o l l y w o o d , que cultiva por lo menud' el chismorreo de tertulias y casinillos, recoge el nmior de qn Greta Garbo y .íohn Gilbert van a contraer matrim<mio. Nadie se sorprende, al contrario, encuentran en esa noticia la explicación lie los idilios apasionados de El demonio y la carne. Para muchos, .sólo una p>isión real pudo llevar a la perfección amorosa que la pareja lució on esa cinta. L a Prensa de tod América y de todo ol orbe repitió con todo lujo de detalles la especie circulada. Hubo quien afirmó haber visto a John Gilbert comprar el anillo de es]>onsales; no faltó cpiien iliera la boda como celebrada, en escapatoria a ima ciudad del Sur. So deshizo ese último rumor; pero se siguió hablando del idilio, sobre todo cuando so .supo que John sería también el galán de la nueva película de la ( í a r b o , Anna Karenina, dirigida ¡lor Edmund Goulding e impresionada luego de siete meses de f o n c jeos entre la actriz que exigía im sueldo de acuerdo con los beneficios de sus films, y los productores, que se resistían a concederlo. 1928. Greta encuentra su doble: Geraldine d e Vorak, una humilde extra (pie tiene figura idéntica a la de la actriz sueca, a la que también se parece notablemente en el rostro. Se contrataba Geraldine para ahorrar trabajo a Greta en la monótona función de probarse trajes, de ensayar peinados, de ajustar efectos de luces e incluso de permaneííer bajo la acción de la cámara en todas las escenas en quo apareciese de espaldas o en la lejanía. Greta está muy contenta por ello, como lo está también de trabajar otra v e z con Lars Hansor, su compatriota y partenaire de La expiación de Gosta Berling. Ahora es en IM mujer divina, su «luinta producción, que dirige otro sueco, Víctor Sjostrom, a quien en el Estudio se obligó a modificar, para m a y o r facilidad fonética, la ortografía dQ su apellido, convirtiéndole en Seastrom. A fines de este año Greta tiene uno de los mayores disgustos d e su vida: ha muerto Mauritz Stiller, su protector inolvidable, el que la llevó a H o l l y w o o d y abandonó el mundo de los v i v o s con el anhelo frustrado de dirigirla en algún film. Greta llora por su maestro y amigo. Y nace un nuevo rumor: que Greta y Stiller estuvieron casados en secreto. Con su séptima película americana v i v e Greta el idilio de la pantalla con un nuevo galán: O m r a d Nagel; es en La dama misteriosa, que realiza Fred N i b l o . Y v u e l v e a trabajar con John Gilbert—^y vuelven a circular los rumores consabidos, naturalmente—en L a mujer ligera, otra v e z bajo las ordo nes de Clarence B r o w n . _^
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da de esta mujer, que, eu el jonáeulo de la gloria, no asi.ste a fiestas, no las (;elebra tampoco en su casa, no se deja ver jior parte alguna. Hace Mntn Hiiri, de (ieorgc Fit/.maurice, con Kamón Novarro; es su j)e<*r f>elícula. Se habla inmediatamente de de<'aden<ia. (Irund Hofel, de Edraimd (ioulding, con mi reparto de estrellas, no es, por culpa del director, lo que se esperal!)a. N i lo es tampoco, j)or la mi.sma causa, SuHun ¡jcnnox, de Clarence Hrown, (;on Clark (Jable como galán. V iüiora se habla de agotamiento total, y son muchos los que empiezan a desdeñar a Greta para ensalzar a Marlene Dietrich, la otra europea hermética. Pero en Cmtio tú we desens, magnifi<:o film de (¡eorge Kitzmauriie, que desconcierta ul público por su a.sunto soqtrendente, extraído de ima obra de Pirandel o, vuelv e Greta a ganar los afectos que empezaban a negársele. Y al año siguiente...
de su arte ])rodigioso: Greta (iarVio. F j i .\mérica la cinta obtiene un éxito relativo, l/is críti<'08—los mismos, naturalmente, que desdeñaron Sous les toits de l'arís y ensalzanm a .Mae West- -<'onsideran como un fracaso la labor de Mamoulián, la de (iilbert, la de (íreta. En Europa, claro está, el film triunfa por .sus foniiidables valores de humanidad, de .sensibilidad, de arte. Y a nadie regatea a (¡reta el primer puesto, por encima de todos los demás, de los rostros femeninos de la pantalla.
1988. Cristina de Síieeia. l ' n gran director: Roubén Mamoulián. Y un galán famoso: John Gilbert. Y una actriz que llega a la 'lunbre
Itolrslawgky, ei gran director, nos ha mostrado en su último film a la Creta genial e insuper a b l e dr siempre. V e d l a aquí con Herbert Marshall
1934. El velo pintado, de Richard Boleslawsky, c<m dos galanes que lo son de Greta por primera vez: Herbert .Marshall y (íeorge Brent. Casi nadie se atreve a lanzar rumores. T a n sólo un periodista americano, que dice saber de muy buena tinta la historia romántica de tm fugaz coqueteo de (Jreta, en Suecia, hax^e muchos años, con Cari Bri.sson, el actor inglés que llegó a Hollywood poco antes. 1935. L a nueva versión de uno de sus primeros fihus, ^nnti Karenina, dirigido esta v e z por Clarence Brown, y con Fredric March como pareja de amor. Y cuando ha terminado esa cinta, la vigésima de su actuación en H o l l y w o o d , y cuando se van a cumplir los diez años justos de su salida de Suecia, vuelve a su patria. Las sirenas envidiosas difunden cautelosamente la falsa nueva de que Greta ha roto sus relaciones con los Estudios americanos y se quedará en E u r o p a A Greta le divierten estas cosas. Y con una sonrisa—esa sonrisa suya sin igual en el mimdo— exhibe un papel: un contrato, firmado pocos dias antes de embarcar, para dos nuevas peliculas, a razón de 250.000 dólares de sueldo por cada una. CARLOS DE M A D R I D
Boca Encantadora P O R su C O L O R N A T U R A L Q U E N O " C H O C A " POR SU P I N T U R A Los labios pintados desagradan a los hombres... Los aue a éstos eitcanta son esos labios suaves, vivos, d e color i\atuTBl... U n color como el que sus labios puedetx tener, si usa el Lápiz que "no pinta": TANGEE Gracias a su propiedad exclusiva, T A N G E E cambia de matii e iiMeitsiiica coit tal periección el color propio que, aun de cerca, tienen un aspecto natural... y seductoi. En la barrita T A N G E E es anaranjado, pero apliqueselo y veré cómo cambia de matiz hasta que adquiere el tono grana que más favorece a su rostro. A d e m á s , suaviza y protege Hay también un tono oscuro: Thealriral.
el SIN R E T O Q U E : L o i l a b i o i iin re t o q u e c a n l i e m p r e p a r e c e n marchiloi 7 a v a l e n t a n «1 r o t l i o
on que V d . sue ostro l i b r e d e p e e lanchas, huellas de vi lela, etc., lo
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El c o l ó r a t e compacto TANGEE lambían cambia de color armoniíando con lu CQlii C a d a eituche oonliene borfa Y e i p « ) 0 .
íl Lápiz de Más Fama
i con el uso de
EN TONOS BLANCO, RACHEL, ROSADO, MORENO, BRONCEADO Y OCRE
EVITA EL ASPECTO PINTARRAJEADO
PINTADOS Evüe el parecer iintarrajeada. A l o i h o m b r e » et d e i a g r a d a e i l e a j p e c l o C O N T A N G E E . Se a v i v a el c o lot natural, t e a l i a la b e l l e t a y evita la a p a r i e n c i a d e pintura
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Sf o. FeOeílCO BONet Aportado 202 Madrid Incluyo en »*lloi de corrao Ptoi 1.50 poro muMIrai óm lópii, roue», compacto y polvos Nombro Colle N° I PoblociOn Proviocio Eicribo cloro y oKvIe el ubre carrodo
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O mismo que a ciertos personajes históricos, J cuyos verdaderos caracteres han sido definitivamente aplastados bajo el viejo-—\ fácil—mito, a los pueblos históricamente viejc también les abruma a veces la pesada losa de su propia leyenda. T a l , por ejemplo, lo que le ocurre a E g i p t o . P a r a el Occidente europeo, E g i p t o no puede ser todavía—ni podrá serlo en mucho tiempo—otra cosa que el imperio milenario de los Faraones, del .Nilo, de las P i rámides, d e las 'umbas tutamkaménicas, de le lemplos de Isis y lie las danzarinas miliauno(;hescas. E n suma, el Egipt o de Aída, con música de Verdi. P o r eso no tendrá nada de extraño que más d e un lector, al reparar en el título que encabeza estas líneas, se pregunte un tanto sorprendido: «¿Cinema en Egipto? Pero cóm o , ¿es q u e en E g i p t o existe acaso una p r o d u c Una bella expresión de Rehidja ción c i n e m a t o Hafiz gráfica?» Pues bien, sí; en Egipto—en el E g i p t o actual, que no es el E g i p t o de los Faraones ni mucho menos el de Aida—existe el cinema y existe una producción cinematográfica propia, si no tan sobresaliente como para imponer.se en los mercados extranjeros con un aire de universalidad, por lo menos en un período de gestar>ión tan [>rometedora como puede serlo en ciertas naci» nes curopeas, <iue a .sí mismas se dan el h¡perbóli(;o titulo de productoras. Y ciertamente hay que convenir en que si con arreglo al antiguo tópico de que un país puede ser cniás o menos cinemat(»gráfico», según el sol y las bellezas naturales de su suelo, E g i p t o debería estar llamado a figurar entre los primeros, y a que su sol, sus exóticos paisajes y hasta sus vestigios arquitectónicos ofrecen a la cámara escenarios inigtialables, mil veces intentados rei>roducir en H o l l y w o o d para ciertos films seudohistóricos. P e r o los realizadores egipcias, con un claro sentido del tiempo presente, han comprendido que hoy ningún arte—y mucho menos el cinematográfico—puede someterse a la horma de los estrechos nacionalismos, y , en su consecuencia, tratan de imprimir a su naciente cinema, no un exótico sello indigenista, sino un am{)lio aire de ecumenicidad. (Único medio—aunque muchos crean otra cosa^— de aspirar a las pantallas no caseras.) En 1920 la producción cinematográfica egipcia puede decirse que no existía todavía. Como en muchos países de Europa, se limitaba por entonces a ciertos reportajes gráficos sobre maniobras del ejército, funerales de algiin personaje político o vistas de tal o cual panorama interesante. Sólo algimos años después, y mediante el esfuerzo de dos jóvenes entusiastas, los hermanos P e d r o y Abraham L a m a , surgió v\ primer film. Un beso en el Desierto, con escenarios y artista y a netamente cinematográficos. El éxito alean zado por la película de estos dos jóvenes reali-
ol marasmo aniquilador de los años anteriores. zadores^—de origen suramericano, aunque instaEsto no obstante, cn el tiempo que media entre lados desde tiempo atrás cn tierras de E g i p t o — mediados do 1982 y finales de 1Ü84 puede señafué ciertamente escaso; y como sus diversas tenlarse alrededor de una docena de films de consitativas superponerse a aquel semidescaladerable éxito, entre los cjue pueden citarse en pribro fueron poco menos que nulas, el público mer lugar: El remordimxento. Expiación, La canegipcio acabó por desinteresarse de la cuestión. ción del corazón. El árbol del juramento y Bosa P e r o justamente cuando los hermanos L a m a , blanca. desalentados por su fracaso, detíiden abandonar En lo que v a de este año de 198,'), lacinomatoel cinema, aparece en l í g i p t o un realizador nagraña egipcia ha llegado a su m á x i m o esplendor. cional de gran experiencia, T o g o Mizrahi, y sin T o g o Mizrahi, aquel primer realizador del Kiotros apoyos que el de su entusiasmo se dispone namo de amateur, procedente de los Estudios a continuar el camino emprendido por sus antealeman&s, cimtinúa aún a la cabeza del nuevo cesores. T o g o Mizrahi, como ayudante de varios movimiento. Sus films Dos delegados y El doctor directores alemanes de cinema que había sido Farahat, comedias de una deliciosa desenvoltura hasta entonces, se hallaba en posesión de los escénica, han llegado a convertirse en dos piezas últimos adelantos técnicoartísticos europeos, y clásicas del cinema egipcio, rodándo.se sin cesar de regreso en su país, se propuso exp otarlos j)or todos los écrans dol territorio. cumplidamente. Con un Kinamo, pequeña cáDespués de su brillante éxito do IA)S hijos de su mara de amateur; con la colaboración gratuita padre, la segunda salida de Youssef W í d i b y no ha de varios artistas escogidos entre sus amigos y tenido el mismo resultado de la anterior, y su amigas, e interpretando él mismo varios papenuevo film. La defensa, está muy lejos de alcímles bajo diversas caracterizaciones, logra dar zar aquella categoría de su producción anterif>r; cima a im film titulado Cocaína, en el que repero, de todos modos, es más que lícito esperar vela c u m p l i d a m e n t e sus g r a n d e s cualidades de d i r e c t o r y de atista. .Mentado, por este primer T ^ ^ ^ — éxito, T o g o Mizrahi comienza pocos meses después un segundo film, 5004, cuyo éxito sin precedentes sacudió a ( d o s los públicos cinematoráficos de E g i p t o . Poro — bnisca conmoción universal—«n este momento surge ol cine sonoro, traslucida de la noche a la mañana todo el orden y los valores ostable<'idos, y la producción egipcia, como todas las jnoducciones de incipiente categoría, queda de nuevo reducida al silencio. Un sueño—o tma sorpresa-—de cuatro años, y en 1982 el cinem a de E g i p t o v u e l v e a resurgir de un m o d o fulminante bajo el impulso de un hombre excepcional y con medios etíonómicos poderosos: YousAly Kassar, creador en la escena del personaje del simpático Barbarín, ba incorporado al «écran» su creación en «Kl portero del inmueble» sef W a h b y . Youssef W a h b y , ídolo de la escena teatral egipcia y espíritu cosmopolita, adapta al cinema su obra dramática TJOS hijos de su padre, da ol papel principal a Colette Darfeuil, realiza el film en Egipto—^pero los pasajes dialogados en un Estudio francés—^y el resultado es un éxito desbordante v definitivo. A la vista de este gran suceso a r t í s t i c o y financiero c o n s e g u i d o por Youssef W a h b y , cada primer actor— sjñritu de imitación ctiyas consecuencias son harto con o c i d a s — q u i s o « t e n e r su film», dándose entonces en E g i p t o ima tan rica como mediocre floración de películas, sin orden ni concierto alguno. Hesultatlo: un apaciguamiento de los fervores levantados por Los hijos de su Youssef Bey W a h b y y .\niina Bisk en «La defensa.. o h r i maestn del cinema egipcio ¡Kuhf y ima nueva caida en
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riamente en su genialidad, por iniaginar.se unos entes insusbtituibles, por erigirle «en cabeza de ratón» y , <:fmio consecuencia de todo ello, por exigir primeros planos, escenas proUmgadas y absoluta libertad de movimientos, aun en contra de la opinión del realizador, que es, en resumidas cuentas, el único responsable del éxito o del fracaso de la pnxlucción. Así, por ejemplo, artistas egi])<'ias de tma belleza y de una fuerza de expresión como Behidja l l a f t z - 4 a Marlene Dietrich de Egipto—, o como la vedette Assia, (jue, sometidas austeramente a las indicaciones de sus respectivos directores, podrían realizar una lalwr admirable, sin tacha algtma, libres en cierto modo de la tutela de aíjuéllos a causa de su temperamento anárquiciamente libertario, perjudican manifiestamente muchas veces la excelencia total de un film .s<')lo por el firurito de lucirse de una manera personal en una o varias escenas determinadas.
una próxima reiiabilitaoión de este hombre activo, modenio, cosmopohta y con gran ex periemÍia (• inematográfica. FA\ cuanto a la parte más importante del cinema — la parte financiera — , l ' ^ i p t o cuenta y a con capitales, Sociedades anónimas y ca[)itulistas que no temen arriesgar sus fondos en empresas cinemáticas, todavía tenidas en ciertos países euntpeos como empresas de p<R-a seriedad o de segura pcnlida. Re<!Íentemente acaba de tmiilarsc la So<;iedad Misr, con un (¡apital inicial de 100.000 libras esterlinas, y la Prosf)eri Film, Anónima también recién fundatla, rueda en sus Estudios La (iandirurah, talkye en el que tiene puestas grandes esperanzas. Krichesky, un capitalista particular que se ha auzado últimamente a financiero cinematográfico, filma en sus Rstudios, bajo la dirección de A l y Kassar, dos comedias: El portero del inmueble y otra to«lavía sin título, a las que seguirán otras varias (jue A l y Kassar tiene en preparación.
Mas con todos estos j)e(pieños lunares—inlierentes a De los artistas cinematotodo arte (pie está en sus cográficos egipcios se impone I J I «vrHclle» AHsia y su d i r e c t o r Cabal repasando el g u i ó n de i t : b a g a r r l el D o r r » mienzos- - , la cinemat<tgrafia hablar aquí en dos términos egipcia se halla en la actualicompletamente contradictodad en marcha definitiva hacia tma ruta hoy raciales que pudieran conferirles un aspecto de rios: uno de elogio y otro de censura. Elogios; por hoy imprevisible. «provincianos» del cinema. Censuras... porque, por lo que tienen de perfectos intérpretes de los (X\\&\ será, (piizá, el secreto que nos revele ¡ay!, en I*^ipto, como en otras latitudes de la papelea (pie se les confían, e8forzán<l«se jmr amoldentro de algunos años? pr<MUic(nón <'inematográfica, los presuntos astros dar su actuación al ritmo de las primeras figuras o estrellas, consagratlos por un p i r de éxitos universales y hasta por desterrar de sus rostros, consecutivos, empiezan por creer demasiado seR l ' T l l D E L A HOSA maneras c indumentarias todos aquellos signos
•Fídoro MAÑANA tUMfS ^INTERESANTE PRODUCCIÓN
LEWIS STONE y EL S E N S A C I O N A L
FILM
LA PELÍCULA DE LAS EMOCIONES
Vg^f
'OICKIÍMOORE
\A\ rubia belleza de Charlotte Sussn es en el «•iiieiiia la enearna«-i('>ii del género a m a b l e - v o ih>>il y o p é r e l a - ( j u e llena lio> las
pantallas
de todo el mundo. 1.a gran uciri/. posee un ni te lleno de >tMlu('rióu femenina,
rico en sr
oibilidad \ en luuiiíe?. ligero y a m a b l e . Fren I r al I inema que prco( upa está e^te otn» r i nema ájíil y desenfadado, lodo sunrisa.s y eleganrias. del que ( liarlotle es hoy uno de nombres mejoro»
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En estos días pasados todis las grandes revistas europeas han publicado numerosas fotografías de las diversas reuniones mundanas que suelen celebrarse en estío, y una de las cuales—el Grand Prix—es aprovechada anualmente por los grandes costureros del Continente para «lanzar» sus novedades de elegancia femenina. Como es lógico, la aparición de estas fot^s es impacientemente esperada todos los años por todas las mujeres de Europa (bueno, por todas las que no han podido asistir por sí mismas a estos grandes certámenes de la Moda), y en ellas, como en un horóscopo infalible, leen o presienten los avatares que la moda femenina ha de sufrir en virtud de aquellas predicciones de los grandes modistos... Frecuentemente, Ta aparición de estas innovaciones, muchas de ellas cerca o dentro y a de los límites de lo excóntrico y lo extravagante, no pasan de ser tentativas, ensayos, «globos sondas» que las grandes firmas de la modistería continental lanzan para comprobar si la atmósfera es o no propicia. Otras veces, las menos, una nueva tendencia alcanza el éxito, y la innovación, unánimemente acatada por Uxlna las mujeres del planeta, inv.ide el mundo triunfal lápidamentc... l'or eso, porque en esa gr.m feria tradicional de mundanas vanidades (pie fué, es y será siempre el (írand P r i x , surge de v e z en cuan do la orientación feliz que trastorna y conculca los hasta enf ees aparentemente innmtables cánones de la el(;gancia; porque de tiempo en tiempo algim modisto genial exhibe sobre la pelouse del famoso hijMKlromo la fórmula maravillosa que viene a revolucionar, con su acierto indudable, las habituales corrientes de la moda, las mujen'itas (pie aman el |)lacer de dar a sus galas un sentido actualista, las que en una palabra se rinden irreflexiva e incondieionalmcnte al demier cri, buscan con avidez en las fotografías del Grand Prix. m(»jor di(»ho. de los acotes del (jr>md P r i x . la nota sensacional, el clou de la saiwn, por decirlo con el término exacto que suele emplearse en el léxico modisteril... Claro es que muchas veces, las más, ese clou no existe, y pretenden ocupar su puesto alguna extravagancia o alguna excentricidad... Y si cada hora trae su afán, cada año esas fotos siembran una nueva in(piietud en las frágiles e impresionables alraita-s femeninas... Cualquier audacia las conturba, cualquier modificación las sobre-
c oge. Est& v e z han sido las faldas quienes han producido su sobre-ilto: —^¿En qué quedamos? ¿Cortas o largas?— pregunta una. —¡Cualquiera sabe!—clama otra. Y añade, con resignación, como el que acepta algo inevitable—: ¡Estos modistos acabarán por volvemob locas! L a cosa no es para tanto; pero forzoso es reconocer que estas lamentaciones están, en cierto m o d o , justificadas. Ciertamente, las instantáneas obtenidas de los bellos mannequins que este año han paseado su hieratica silueta sobre el césped de Longchamp, a nombre de las más gloriosas firmas de la costura europea, reproducen modelos de las tendencias más opuestas en todos sentidos, pero especialmente en lo ([ue atañe a las faldas: largas, cortas, intermedias, amplias, ceñidas, sencillas, complicadamente guarnecidas... ¡Qué sé y o ! Un verdadero maremagnum, en cuyas procelosas y revueltas aguas nadie puede estar seguro de haber hallado la sirte anhelada. Después de lo antedicho, si y o aseguro ahora que el largo de las faldas ha variado bien poco, en realidad, parecerá que bromeo. Y . sin embargo, no es a « í . I^as fotos, en efecto, acusan la más profusa diversidad de largos, pero cada uno de ellos responde exactamente a las características del vestido. Tal vez se observe alguna acentuación en la altura de las faldas de los atavíos de tarde que se han exhibido este año en el (Jrand P r i x ; pero no hay que olvidar que son trajes exclusivamente creailos con la finalidad de lucirlos en los hipódromos, con andares })ausados y majestuosos, \ (pie un potente y lujoso automóvil se ha encargado de llevar y traer al hipódromo a la bella modelo (pie lo lucia. í L a falda, pues, seguirá siendo relativamente corta para loe atavíos deportivos y matinales; de medio largo—abasta el tobillo—^para la tarde, el cock-tail y el paseo vespertino, y francamente largas, hasta llegar a ocultar por completo el pie, para las cenas y las galas nocturnas... ¥M& es ia regla normal. Dentro de ella, el prurito de destacarse puede señalar las mínlificaciones apetecidas, l'ero observando nuestra indicación lograréis a u n tiempo mismo dos sabias finalidades: servir a la Moda, sin detrimento del cada día más indispensable confort. MIOSOTYS
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Itiblioteea de « ¿ í t e ^ / t U l t O A
gesto del señor que, hechas sus compras, no tiene nada que hacer en un estanco. —¿Cuánto la debo?—preguntó secamente. —¿Cómo? — Q u e cuánto la debo. Betty estaba turbada: — U n sobre, cinco céntimos. E l teléfono... ¿Cuántas comunicaciones? —Una. — ¿ U n a sola? —¿Tengo yo el aspecto de ser un hombre i\w ! i quiera engañar y hacer negocios a su costa? — N o . . . N o precisamente... De ningún modo... bccía que una comunicación, veinte céntimos; un sobre, cinco. Xfn sobre, cinco. Y todo junto hace...
—V^einticinco céntimos exactamente. Téngalos u-^ted. Hasta la vista. Pero Betty se situó otra vez frente al conde. — ¿ N o quiere usted alguna otra cosa? Cigarrillcí--. postales, cigarrillos... Tengo muy buenos egipcios —Gracias; yo no fumo más que tabaco americaiU) Hasta luego. — N o ; egipcios, no. Estos vienen de .\mérica. ¿Qi. re usted...? — N o quiero nada, gracias. —Fotografías. ¿No quiere usted fotografías? Las tengo muy bonitas. —-No me interesan. Gracias. .\diós. -Espere, espere; c imprerae u.sted esto. Es m u v
LA A V E N T U U A HE L N A \ ( Í C H E —-Vlerecerías que te diera un par de bofetadas. — D é j a m e en paz, mamá, y, sobre todo, no me hables de mi marido. N o quiero oír hablar más de él. L a señora Vécart apoyó los codos en el mostrad r —¿Pues qué te ha hecho? Vamos a ver. — N a d a ; es pobre como una rata, y encima de e.v. avaro como él solo; eso es lo que le pasa. —Sí; pero puede corregirse más tarde. — ¿ Y entretanto...? —Tiene, además, un corazón excelente. —Está loco de remate. A l cabo de los meses, todavía viene a buscar aquí sus cajones de tabaco para construirse con ellos una casa en el campo. El dice que eso será delicioso en el verano. Pero yo..., yo, la verdad, no tengo la menor gana de pasar el veraneo entre cajas de tabaco. Y , en fin, mi decisión ^ irrevocable. Hace dos meses que no puedo dormir. ¿Y por qué? —Porque se pasa toda la noche ladrando. ^¿Cómo? —Sí, sí; toda la noche ladrando. Con el pretexto de que él no tiene dinero para comprarse un. perro de presa, en cuanto oye un ruido se levanta y empieza: «Guau, guau, guau...» Como si este ladrido familiar le hubiera llamado, Antonio hizo irrupción en el estanco. E r a un hombre en la plenitud de la edad, de aire jovial y con un traje a la moda de hace cinco años. Del inenarrable lazo marrón obscuro de su corbata, vale más no decir nada. A l entrar se precipitó sobre su suegra, la besó las manos y la preguntó si no tenía algún cajón de tabaco para él. L a señora Vécart le mostró un montón de cajas vacias que tenia guardadas en un án guio de la tienda. — ¡ O h , oh!—gritó, alborozado, Antonio—. U a y lo
—f]fí<.iony
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Biblioteca de menos veinte o más. Esto es magnífico. U n a , dos, tres, cuatro, doce, diez y seis... Arlette, querida mía, quince cajas, quince cajas; éste es un buen negocio para nuestra casa de campo. U n o de mis compañeros de trabajo me ha prestado una sierra que me v a a ser útilísima, ya verás tú. Antonio, entusiasmado, se puso a contar inocentes chascarrillos que él se imaginaba interesantísimos. Después pidió una cuerda para atar las famosas cajas de tabaco, y como el embalaje amenazaba con eternizarse, Arlette declaró que tenía muchas cosas que hacer y que, por tanto, se marchaba a la calle. —Escucha, escucha—le suplicó entonces Antonio—; yo me voy contigo. Y al decir esto fué cuando Antonio se fijó por primera vez en el magnífico abrigo de pieles de su mujer.
L A A V E N T U R A DE U N A \ O C H E
tÜve^groUnoA tro de media hora. Pronto, Mizzi, haz el favor de ir a la estación y tráeme a mi hija lo antes posible. Mizzi, encantada de encontrar e.ste pretexto para salir a la calle, se puso a bailar por toda la tienda; tomó el sombrero con la mano derecha, mientras con la izquierda se arreglaba el vestido, y partió sin necesidad de hacerse repetir la ordei.
tilo. Y después, si tú no sabes qué decir, te pones a llorar. Eso hace siempre efecto. Betty abrazó a su «pequeña mamacita», le puso su sombrero atravesado encima de la cabeza, le dijo que estaba muy bonita y la despidió después con cierta autoridad. Apenas la buena señora había vuelto la espalda.
—¿Que no sé lo que digo? ¡ V a y a que sí! Ese es el conde Roberto Marenzi. L e conozco perfectamente bien. Como que viene todos los jueves por la noche a cenar a mi restaurante. Betty no quiso oír más. E n este momento R o berto Marenzi salía de la cabina telefónica y se plantó ante él:
un joven elegante hizo irrupción en el estanco, pidien ; do un sobre y una pluma. Después de haber escrito j una tarjeta, se metió en la cabina del teléfono y pi- i dio una comunicación, en el preciso momento en q u e ; un «botones» del restaurante vecino, gran amigo de \ Betty, llegó a felicitar a ésta por su regreso. j — ¡ O h , oh!—exclamó entonces el pequeño, seña- i lando con el dedo al elegante joven a través del cris- 1 tal de la cabina telefónica—. ¿Sabes a quién tienes \ el honor de ver ahí, Betty? N a d a menos que al con- i de Roberto Marenzi. — ¿ A l conde Roberto Marenzi? Tú no sabes lo que \ dices, amigo mío. '
—Buenas tardes, señor conde. Señor conde, ¿sigue usted bien? — M u y bien—respondió él, sin fijarse siquiera en la joven estanquera—. Adiós. Pero Betty continuó inmutable frente a él. Rápidamente se había dado cuenta de que el honor de su familia dependía de aquel hombre: de que bastaría con retener al conde toda la noche para impedirle su entrevista con su hermana, y desde este instante y a no pensó en otra cosa que en conseguir estorbarle aquella cita. Robeíto, en cambio, que ignoraba todo el pequeño intríngulis de este drama familiar, conservó el
C.\PITULO II
Cuando Mizzi llegó a la estíición, el tren entraba en agujas, y unos segundos después estrechaba la mano de la pequeña Betty, encantadora dentro de su corto traje de sport, con sus grandes ojos cálidos, su fresco cutis y sus labios de púrpura. Mizzi, siempre indiscreta, apenas la hubo saluda-' —Pero oye, oye. ¿Qué clase de abrigo es éste? ¿De do se extendió en consideraciones acerca del por qué dónde lo has sacado? no había venido a buscarla Ja señora Vécart: Arlette le miró de un modo compasivo. — L a verdad, tu mamá esi:á contrariada por cau— E s una sorpresa que me han dado. sa de un abrigo de pieles que no sé de dónde ha sa— ¡ A h ! ¿Sí? ¿Y quién ha sido él? cado Arlette. Es estupendo. Ahora que y o no quie—Mamá. ro decirte nada, porque y a sabes que no me gusta L a señora Vécart, indignada, esbozó un gesto d e armar- líos. protesta; pero su hija no la dejó hablar. L a llegada de Betty emocionó grandemente a la — V a m o s , vamos, mamá—dijo sonriendo—. N o señora Vécart, y hasta la hizo derramar algunas láhay necesidad de hacer esos gestos delante de A n - grimas: pero para consolarla, Betty le enseñó ensetonio. A él se le puede decir todo y... E n fin, ha sido guida sus notas de los exámenes: mamá la que me ha regalado este abrigo. —Espera, espera; mira. Historia, muy bien; M a Antonio puso un rostro alborozado: temáticas, muy bien: Literatura, muy bien... ¿Eh? — E n verdad que es usted una suegra encantado¿Qué te parece? ra. Y voy a creer (jue tiene usted un buen capitalito — M u y bien, muy bien pequeña mia—respondió oculto en algún sitio. Pero puede usted estar tranla señora Vécart—•; tú eres mi único consuelo. quila, querida mamá, porque yo no se lo voy a ir a —¿Qué es, pues, lo que te pasa, mamá? ¿Algún disa m t a r a ningún cobrador de la contribución. En fin, gusto por culpa de .\rleti:e? me alegro por .Arlette. Hasta la vista. ¿V^ienes, A r — N o , nada. lette? — Y a sabes que puedes decírmelo todo. mamá. Y o —Sl; pero antes tengo que decirte... Mira, coge no soy una chitiuilla ya: acabo de hacer mi Bachiese abrigo y llévalo a casa. Y después, voy a decirte... llerato de una manera brillante. Y en el Liceo sé haEsta tarde no me espen.'s para cenar. Me voy al cine. llar la resolución de toi'.os los problemas. Vamos a Me ha invitado una amiga. ver: ¿cuál es el que te acongoja a ti? ¿Qué es lo que Y diciendo esto, a b r a / ó a su madre, la puso frenpasa? te a frente a su marido y salió disparada como una —Pasa que .\rlette st ha peleado con .su marido. flecha, mientras él explicaba a su suegra con la maPasa que ella tiene otro homl)re metido en la cayor naturalidad: beza y... —Usted comprenderá, querida mamá... Esta tar— Y ella quiere dejar al pobre Antonio para marde ella tiene que irse a! cine. Cuando vuelva me concharse con el otro. ¿No es eso? Vamos a ver. ¿Quién tará el argumento del film y yo habré economizado .s él? el precio de mi butaca. ¿No le parece a usted? U n conde. Pero la señora Vécart miró a su yerno de un modo -¿Rico? enigmático. — M u y rico. Es el conde Roberto Marenzi •Oye, oye. ¿Y no has pensado tú nunca en los —Entonces, Arlettt^ será condesa. , agros que corre un marido d i i c deja demíisiada —Sí; si él se casara... Pero... libertad a su mujer? ¿Cómo? ¿El no f « quiere casar con ella? — A l contrario, yo pieusu -..^ u i j i r e en esto, y me —Ni mucho menos. Pero, en cambio, esta noche digo que tengo por esposa a la única mujer del munvan a cenar juntos, y mañana se marchan, juntos do que no es una diablesa. Estov bien seguro de A r también, de viaje. lette. —¡Pero eso no es posiblel H a y que hacer alguna .VIi,zzi, la joven dependienta que se enfadaba siemcosa. T ú tienes que encargarte d e buscar al conde pre con todo aquel que no la miraba en plan de flirt, e impedir que se reídice esa cena, i ú sabes lo orguse plantó delante de la señora \ é c a r t , preguntándollosa que es .\rlette, y si el conde deja esa cita, ella la en qué peletería había comprado aquel abrigo de no querrá oír hablar de él más, y nosotros la habreArlette, porque ella se quería comprar otro igual. mos salvado. Perú la señora Vécart se acordó en este momento — Y a había pensado yo en eso, hija mía. Pero ¿qué de algo que había olvidado hasta entonces, y gritó podría decirle yo a l conde? a 1,1 finada: — ¡ A h , yo no sé! Que hay en el mundo otras mujeres además de .Arlette. ., que va a poner una familia ¡Oh, Dios mío! Con todas estas cosas había ol\ i d a d o que mi pequeña Betty llega en el tren d e n - . al borde d é l a destsperación... y otras cosas pi)r el es-
(OSÉ HKKNANDKZ (Madrid). SoJirita (le algún lector amahle las letras de las canciones siguientes: las que canta Imperio Argentina en la película Melodía de arrabal, con la música de El desfile del amor, y la letra de la canción de la película de dibujos titulada: La selva loca, que cantan en español. MiGUKL VÍA/. (La Palma del Condado).—Escriba a Benito Perojo a C. E . A . . Barquillo, lo, Madrid. (Tcrragotia).—Con muchísimo gusto la doy las direcciones: Vos. Studios, 1401 N . Western A v e . H o llywood (California). Esta dirección es la misma para los dos artistas que la interesan. MAKÍA
.MONTAÑOI.A
SAUIE T E QUIERE (Barcelona).—Muy original. Escriba a estas direcciones: E . A . , Barquillo, 10, y C. 1. K . E . S. A . , .\venida de Eduardo Dato, 34, Madrid, que con seguridad llegará la carta a .sus manos. Muy agradecido por su desinteresado trabajo y por sus elogios.
l^N E N T U S I A S T A D E «ClNEGRAMASí (Alicante 11 v í a para Sonia Niecowa la marcha <le lá {Película/ Viva ht vida!, ()ue solicitó en números anteriores; ésta es: Dicen que la vida es tan (tiste,—dicen que la vida es sufrir.—dicen que la dicha no existe.—Pobre del que así ha de vivir.—La vida toda es un placer.— / Si hasta su nombra es de mujer! Vida del inquieto estudiante,— eres como un himno al querer.— Compañeros ¡ viva la vida !— Hoy es nuestro Abril,—que es hermosa senda florida—con aromas mil. —Compañeros, ¡viva!,—que es nir y amar,—que a un tesoro— del valor de esta vida — nada la puede igualar.—Pobre modistilla encerrada—siempre en ."¡u obscuro obrador.—Dicen que nos ven encorvadas—sobre la diaria labor,—y es que no ven que mi mirar—refleja un sol de libertad.—Juego de los años dorados, lumbre de la más bella edad. Muy agradecido a su amabilidad. SOLICITAN PONDENCIA
CAMBIAK
CORRES-
CINEMATOGR.\FI CA
LOS L E C T O R E S S I G U I E N T E S :
DoU
Miguel López, calle de Alcalá Zamora, número 28, Cádiz. Señorita Isabel Llovet, calle de San Sebastián, número 2, primero, y señorita Kosita l.ópcz, calle de Costa Kica, número, i, tercero, las dos en ("ádiz.
999.999
ADMIRADORES D E ELIS-
1 W I M
•,• ^ • ( ) ^
Mildri'l)
Ks cierto que en la FON d"jó un hueco todavía no ocupado, jiero... en la I'aramount tiene a Marlene, a Claudette Colbert y a Sylvia Sidney, «sitios* muy difíciles de escalar N o obstante, puede usted afirmar cjue es una s'crdadera artista, y. a d e m á s , una artista... que jxjsce una cultura extraordinaria. N A RA .vj I T A ( Valencia ) . —Si es usted tan feísima como dice, hace muy bien en no presentarse al concurso fotogénico. Dentro de pt)co haremos un concurso de «feas», y es])ero recibir su foto. Esta «feísima» señorita solicita de algún lector amable la letra «Como el sol de España», que canta .4 ni;elillo en la {lelícula fíl negro que tenia el alma blanca. Las canciones que me envía y a las recibí de otros lectores Seguramente lo pasaría mejor en su amable compañía. UNO
(Cañete de la respuesta de C I N E G R A -
V OTROS DOS
las Torres).—lea de Un entusiasta MAS.
ÍNSTELA S T U R B E (.Astorga). No tengo noticia del estreno de esa producción española.
I. F. I A L H A B L A (Barcelona ).—Envía para Sonia Niecouxi la canción <iue solicitaba de la película 1:1 tren de lus 8,47, y que es como sigue: Toca llamada el cornetín—y forma al punto el batallón,—trw; un pequeño San Quintín,—tararí, tararí, tararí... ti.—Hay una novia en un balcón—con tantas ganas de botín,—que diera fin del batallón,—tararó..., tararó:.., tararó..., pon.—Te ^usta a ti como a nii.~\S{!—Pues uno sobra, tú o. yo.—/ No!— Que la chica no se achica,-—v miró y marcó— ¡uno..., dos!—Dime por qu¿ los pajaritos cantan.—No s¿.— Dime por qué las nubes se levantan.-—No sé.—Dime por qué las chicas nos aguantan.—Será por ver si tienen la ocasión—de dcirnos un morrón.—Soy el terror del batallón,—y como bestia y adoquín,—el paladín del pelotón.—Tararí, tararí, tararí..., tin.—Toco muy bien el trompet'n,— porque vo ¡orno el biberón— de una nodriza de postín,—tararó, iararó, tararó..., to.—Te gus-
ta a ti como a mí.—¡ S! I—Pues uno Sobra, IA o v o . — ¡ N o ! — Qut, la chica no se achica,—v miró y marcó—¡uno..., dos'~ Dime por qué, etc., etc. Muchas gracias por sus molestias. Puede enviar su importe a la Dirección de C W E G R A M A S . MIGUEL BARRERA
(Tárrega).
Es usted un «ansioso», pues si contestara a todo cuanto me pregunta, necesitaría toda la plana para dejarle satisfecho. Y esto, como comprenderá, no puede ser. N o obstante, le doy algunas respuestas, que creo son las que más le interesan. Siguen esos dos artistas separados: Henry Garat está casado con la bailarina Betty Rowe. Joan Grawford no está casada con Franchot Tone. Los repartos de Tres lanceros bengalies, Turanrandot, princesa de China y .Mascarada son los siguientes: Tres lanceros bengalies: Director: Henry Hathaway. Capitán .Me (iregor: (iary Cooper; Teniente l'orsythe: Franchot T o ne: Teniente Stone: Richard Cronwell: Coronel Stone: .Sir Guy Standing; .Mayor Hamilton: C . Aubrey Smith; Hamzu11a Kahn: Monte Blue; Tania Volkanskaya: líathleen Burke; Teniente liarret: Colín Tapely; Mohamet Kalm; Douglas Dumbrille; Fl Emir: Alsin Tamiroff; Hendricksón: Jameson Thomas; Ram Singh; Noble Johnson; General Woodley: Lumsden H a re; El Gran Visir: J. Carrol Naish; E 1 prisionero: Rollo Lloyd; E l asistente de .Me Gregor: Charles Stevens; .\fridi: Mischa .\ner; L a b a i l a r i n a : N u y i a Kinch.
la Vesscly; E l pintor Heideneck: .\dolf Wolhbruck; E l profesor Cari Ludwig: Peter Petersen; Paul Herrandt: Walter Janssen; Anita Keller: Olga Tschechowa; Cerda: Hilde von Stoiz; L a Princesa: M . Julie Serda-Jun Kerman; E l jardinero Zacarías: Hans Moser. Dirigida por Willy Forst. El reparto de Turandot, princesa de China, es: Princesa Turandot: Kate de Nagy; Kalaf, vendedor de piájaros: Willy Fritsch; Willibald, su criado: Paul Kemp; Miau-Li: Juge List ; E 1 Emperador: Willy Schaeffers; 1.a Emperatriz: Leopoldine Konstantín; E l Príncipe de Samarkanda: Paül Heidemann; E l gran Juez: Aribert Wascher; E l frutero: Gerhard Dammann. D i r i g i d a por G e rhard Lamprecht. Escriba a Mary del Carmen y a A n a María, a C. E . Bar- , quUlo, 1 0 , Madrid. ANTONIO L . DEL PINO
(Jerez
de la Frontera ).—Las direcciones que le interesan son las siguientes: Lupe Vélez, en MetroGoldwyn-Mayer, Culver City (California): Sylvia Sidney, P a ramount S t u d i o s , Hollywood, (California); Imperio Argentina, en C. I . F. E . S. A . , Avenida de Eduardo Dato, 34, Madrid., UNA KMEMCMi\{Madrid).— Y yo deseando que vuelva a tener noticias de usted, que me extraña muchísimo que me conozca. El que compone las planas
de
CINEGRAMAS
es
el
re-
dactor-jefe de la revista, don Luis González Pardo (un artista, ¿verdad?). Completamente El reparto de .Mascarada es el imposible lo referente a lo del siguiente: Leopoldine Dur: PauConcurso fotogénico. Cuando escribo estas líneas se encuentra en Madrid SeñorUa». S e ñ o r a s : j U n buen consclo que igradcct' S á e z d e Heredia, réisl N o pretendáis embelleceros sólo con producios de donde, si usted desea, tocador; deb*is U m b i i n rcconsilluir ruerttro organismo; para ello precisa toméis E U P A R T O L , rtgorliador único' le puede escribir a Espara el s e i o femenino Con el F.UPARt u d i (j s Ballesteros, TOL desaparecerld manchas, rojeces. ^^^^m: espinillas, arrugas prematuras; obtenMiguel de Vargas, i. ^ ^ ^ ^ • F ; dréls un cutis l i m p i o . E U P A R T O L en^^^r'' durecerí vuestros senos, desapareclenCumplidos todos sus ^ ^ ^ ^ ^ do la flacjdez y caimiento de éstos. «encargos». ^ ^ ^ ^ ^ ^ l E U P A R T O L , secreto de T u e s t r a bcllctal EUPARTOL cura molestias y desarreglos m e n s u a l e s derclrléndoos saInd r hermosura. M a d r e s , no abando^ ^ ^ H l néis l a edad critica. .. la pubertad de • vuestras blfltjs; ayudadles con E U P A RTOL. Futuras madres, debéis tomar E U P A R T O L desde el quinto mes; tendréis un rápido y lelli p a r t o , hilos sanos y robustos imetoraréis l a r a u í . Muchas ya conocéis Innumerables servicios prestados por este gran preparado; SI Ii3 Ignoráis, probadlo y os conrencerels.
^^^^^B ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^^^^^•H
L.\
MÁS E N T U S I A S T A
ADMIRADORA
D E RO-
SITA
GiMENO
D Í A Z
(Las Brozas, Cáceres ).—Mi opinión sincera sobre esa película,
es francamente favorable, pues la considero una de las mejores de nuestra producción nacional. Trataré tie sacarla de dudas. Director es el que crea la película con los elementos que han puesto a su alcance. Realizador es el que pone estos elementos. Supervisor es el que una vez terminada la película tevisa ésta, y el que da su visto bueno para proyectarla, ¿entendido? -Muy agradecido por el envío de las canciones. ROSARIO
GUTIÉRREZ
(Cá-
diz).—^La letra que solicitaba de la película La Dolorosa es como sigue: La roca fría del Calvario—se octilta en negra nube.—Por un sendero solitario— la Virgen Madre sube,—camina,—y es su cara morench—flor de azucena—que ha perdido el color ;—en su pecho lacerado—se han clavado—las espinas del dolor.—Su cuerpo vacilante—se dobla al peso de la pena,—pero sigue adelante,—-camina,—y sus labios de hielo—besan el suelo,— donde brota una flor—en cada gota de sangre—derramada—por Jesús el Redentor.—Sombra peregrina,—emblema del amor hecho luz,-^-camina,—camina ligera,—que el hijo la espera—muerto en la cruz.—¡Mujer y madre! De todo el mundo—lo más sagrado.-—Desde una loma del sendero—la Virgen caminante—ve la silueta del madero,—y al Hijo agonizante,—y llora su callado tormento—con un lamento—que no pttede vencer.—Es el grito desgarrado — arratuado — a su carne de mujer.—Divina estrella,—sobre la huella—del humano dolor,—triste, camina,—camina llorosa—la Madre Dolorosa—-del Redentor. EL
COMPADRE MENDOZA
(An-
tequera).—Pues no le puedo complacer, «querido compare», porque esa señorita no nos dio su dirección. 1'EDRO L U Q U E V M A N U E L E S -
(Conde de Gavia, i , Córdoba ).—Desean cambiar correspondencia cinematográfica con lectores de C I N E G R A M A S . TRADA
ELVIRA
DORADO
(Barcelo-
na).—Trataremos de complacerla en lo que nos sea posible. J U A N R O D R Í G U E Z (Madrid
) .
Gary Cooper trabaja para P a ramount Studios, H o l l y w o o d (California), (jue es donde debe escribir, mandando un s e 1J o de 1 0 centavos. Muy agradecido por sus elogios.
. JB, WM^S..
ARTIFICIALc& PLAYA
RLOW RANCHOT TOf^
Lo» «eñores Ar<|uer. Buidas, Soler y Frías, ron uue^tro dirertor, durante «u entancia rn Karrelona. Ituiga« y Soirr han constituido una importante distribuidora que cuenta ron cxrelente material expañol y ron la próxima producción que Caginiiro t>rtas comienza a rodar i « próxima Neinana
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<:oKi:iiirso i i k i o t o i ; k k i a Envíenos pronto su retrato, porque en breve se terminará el plazo de admisión La
gran afluencia d e concursantes
de
a d m i s i ó n d e fotografías. P o r l o tanto, l e a c o n s e j a m o s q u e se a p r e s u r e
ted
a e n v i a r n o s l a s u y a , si e s q u e d e s e a q u e s e
publique
e n optar a los v a l i o s o s p r e m i o s ofrecidos, q u e
que no
alcancen
los
premios
n u m e r o s o s r e g a l o s ( d e los q u e se p u b l i c a r á una dos
P A R A
si
tiene
interés
son los siguientes:
Otros premios I E n t r e las p e r s o n a s
T A R I F A S D E S U S C R I P C I O N ES
y
us-
500 pesetas para DAMA JOVEN 500 pesetas para ACTPIZ DE CAPACTEP 500 pesetas para GALÁN JOVEN 500 pesetas para ACTOP DE CAPACTEP 500 pesetas para ACTPIZ INFANTIL 500 pesetas para A C T O P INFANTIL 1.000 pesetas, PREMIO ESPECIAL para un GALÁN JOVEN, establecido por Estudios Ballesteros Tona Film.
AMAMI De venia en taa buenas perfumerías V droitueríaB yJepuaiiurúM; PRO BEL. S A l*aría. JAI - Barcrtona
nos obligará a cerrar en b r e v e el p e r í o d o
por
las
firmas
cinematográficas
•i F I L M S , S E L E C C I O N E S I R A D I O
FILMS,
CINE
CAPITOLIO, FÍGARO,
CIFESA, W A R N E R
etc.,
anteriores
se
distribuirán
lista o p o r t u n a m e n t e ) , FILMÓFONO, BROS,
dona-
A T L A N T I C
FIRTS
N A T I O N A L ,
etc.
j A los impacientes
Cinedramas;
los r u e g o s q u e
fotografías
muchos nos h a c e n d e q u e
i g u i d a » su r e t r a t o . L a s e l e c c i ó n s e h a c e
{ A p a r e c e todo» l o s <lomín]to«)
recibidas
se
nos
publique
im-
«ense-
por orden de llegada.
i N a d a de grupos ni parejas
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de
i c a d a una
d e ellas. R e p e t i m o s t a m b i é n q u e el e x c e s o d e trabajo
I d e v o l v e r las f o t o g r a f í a s ni sostener c o r r e s p o n d e n c i a
Sí, usted también debe participar Una inteligentísima dama, admiradora d e C I N E G R A M A S , nos d i c e q u e e l l a n o se a t r e v e a p a r t i c i p a r e n este C o n c u r s o d e Rostros F o t o g é n i c o s , p o r q u e n o se c o n s i d e r a ni j o v e n ni h e r m o s a . L e d i r e m o s q u e t a m p o c o l o son la m a y o r parte d e las estrellas. A d e m á s , e s o l o d i r á e l J u r a d o . T o d a p e r s o n a , sin distinción d e edad, p u e d e ganar un p r e m i o e n e s t e Concurso,- e l c i n e n e c e s i t a la estrella tanto c o m o ei g a l á n , la actriz d e c a r á c t e r c o m o el a c t o r infantil. A s í , p u e s , remítan o s su f o t o g r a f í a , d e b i d a m e n t e f r a n q u e a d a , c o n la s i g u i e n t e d i r e c ción: « C I N E G R A M A S , Concurso d e F o t o g e n i a , A p a r t a d o 571, H e r mosilla, 73, M a d r i d . »
con
los
nos i m p i d e concursantes.
CUPÓN Concurso de
Fotogenia d e
C I N E G R A M A S
NOMBRE SEUDÓNIMO (Sí poflc usted seudónimo, entenderemos que no desea qur publiquemos $u nombie CALLE
N.°
POBLACIÓN ESTATURA PELO: C O L O R
PESO OJOS: C O L O R
E S P E C I A L I D A D : (eltja aquella en que desee clasificarse y tache Us dcmási D A M A JOVEN
A C T R I Z DE
CARÁCTER
C A L A N JOVEN
ACTOR
CARÁCTER
......ACIíUZmfANTlL
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TREVIJANO R a c o m e n d a d a s p o r ta elote M é d i c a
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según la fórmula original del c é l e b r e Profesor Julius Curtis Field d e C a l i f o r n i a , la cual ha sido previamente a p r o b a d a por una Junta d e especialistas de la piel.
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