Paulita Prueba 1

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rr

M. Victoria

Eibandell Vidal

Introducci6n aIa pragrnatkca

Nueva. edici贸n actual铆z.ada

Edirorial Ariel, S.A. Bat"ce/ona


Diseño cubierta: Nacho Soriano

l.' edición en octubre 1996 O

1996; M. Victoria Escandell Vidal

De¡echos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo: O 1996: Editorial Ariel, S. A. Córcega,270 - 08008 Barcelona

ISBN: 84-344-8220-"1 Depósito legal: 8.35.310

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1996

Inrpreso en España Ninguna parte de esra publicación, incluido el tJiseño de l¡ cubierta, puecle ser reproducida, almacenada o trans¡nitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eJéch.ico, químico, mecifuico, óptico, de grabación o Ce fotocopia, sin perrniso previo del editor.


CapÍruro

1

LA PRAGN¡ÁTTCA 1. ¿Qué es la pragmática. * 2.Tres problemas de pragmátic:a.2.1 .El problema del significado no convencional. 2.2. Sintaxis y contexto. 2.3. Refe3. La necesidad de la pragmática. rencia y deíxis.

-

i.

¿Qué es

la pragmática?

Las primeras páginas de una obra de introducción suelen dedicarse siempre a establecer y definir los conceptos básicos sobre ios que se funda el nuevo campo de estudio. En este caso, la tarea resulta especialmente compleja por varias razones: en primer luga¡, porque ocurre con todas las disciplinas en las primeras etapas de su

-como consolidación definitiva- no sólo hay que caracterizar pormenoriza-

damente el nuevo ámbito, sino que incluso hay que justificar la necesidad de establecerlo; y, en segundo lugar, porque bajo Ia misma rúbrica de pragmática vienen conviviendo desde hace tiempo direcciones de investigación muy diferenciadas. Sin embargo, no parece oportuno convertir el primer capítulo en una mera relación de definiciones, en una confrontación académica quizá estéril- de puntos de vista, o en un relato de los conflictos -y fronterizos entre la pragmática y otros dominios cercanos, como la semántica o la sintaxis, que no contribuiría en modo alguno a aclarar las cosas, y sí a sembrar la confusión. Resulta más interesante y más esclarecedor sugerir al principio una caractenzación intuitiva e informal, que luego se irá elaborando y precisando teóricamente. Las reflexiones sobre el lugar de la pragmática dentro de la iingüística y sus relaciones con otras disciplinas tendrán su lugar en el capítulo 14. Pese a las divergencias en otros aspectos, puede decirse que hay una cierta unanimidad en lo que se refiere al objetivo central de la teoría: se entiende por pragmática el estudio de los principios que regu-


t4

I

INTRODUCCIÓN A LA PRACN4ÁTICA

LA PRAGMÁTICA

lan el uso del lenguaje en la comunicación, es clecir; las condicionei que determin¿rn tanto el empleo cle un enunciado concreto por parte de un hablante concreto en Llna situación comunicativa concretas,l " como slr interpretación por parte clel clestinatario. La pragmática es, por tanto, unar clisciplina que toma en consideración los factores extralingürísticcls qr-re cleterminan el uso clcl lenguaje, preciszrmente toclos aquellos tactores a los que no puede h¿tcer referencia lrn estudir¡ puramente gramaticzrl: nociones como las de etnisor, destinatario, intención cr¡ntuttic¿LLivtL, cttntexto verbal, sitttcLción o cc;nocintiento del numclo van a rcsultar de carpitzrl importanci:r. Lo qr-rc separa a los diferentes enfoques es la clecisión que cada uno de ellos toma acerca de cómo debe interprct¿trse este objetivo: para unos, la pragmática ha de central'se, sobrc toclo, en l¿t relación del signilicado gramatical con el hablante y con los hechos y objetos del mundo que intenta describir; para otros, por ejerrrplo, dcbe tratar de analizar la relación entre la forma de las expresi<lnes y las actitucles de los usuarios. ¿En qué medida es interes¿rnte Lrn estudio de este tipo? ¿Qué ventajas puede reportar en el conocimicnto y la comprensión del lenguaje? Si la pragmálica es realmente ncces¿rria hay que suponer c1ue, sin ella, muchos hechos relevantes queclztt'ían sin explicar o se explicarían de manera inadecuada, sobrecargerndo algún componente de la gramática. En las secciones siguientes presentaremos algunos fenómenos que no pueden ser comprendidos clc una manera completa y adecuada si no es haciendo referencia a elcmentos o principios de orden netamente pragmático. De este modo, eiemplificar€mos los diferentes aspectos qr:e pueden individualizarse dentro de la caracterización anterior, y a \a vez intentaremos dejar p¿Itcnte la necesidad de tomar en consideración esta perspectiva dentro del análisis lingüístico.

de que las lenguas son códigos, y la de que coEstas dos ideas en codificar y descodificar información-, que gomunicarse consiste -la zan de extraordinaria popularidad y difusión, pueden resultar útiles en algunos momentos y para algunos propósitos concretos, pero dibujan sólo un esquema muy simplificado de la comunicación. La realidad se enc¿rrga pronto de demostrar que las cosas no son tan sencillas. Observemos el texto (1):

2.

Ties problemas de pragmática

2.1. Er pRosrrn,tA DEL sIcNIFrcADo

No coNVENcIoNAL

Generalmente solemos dar por sentado que las lenguas naturales funcionan como códigos, es decir, como sistemas que emparejan signos y mensajes de una manera constante: la lengua establece una relación diádica, convencional y arbitraria entre representaciones fonológicas (significantes) y representaciones semánticas (significados). También habitualmente partimos de la base de que, cuando nos comunicamos por medio del lenguaje, lo que hacemos es simplemente codificar información, esto es, elegimos las representaciones fonológicas qlte corresponden al contenido semántico que deseamos transmitir.

(1)

15

Cuando un dipk:mático dice s/, quiere decir'quizá'; cuando dice quiz¿í, quiere decir 'no'; y cuando dice no, no es un diplomático. Cuando una dama dice no, quiere decir 'quizá'; cuando dice quizá, cluiere decir 'sí'; y cuando dice sí, no es una dama.

^

VoLTATRE

El texto representa un ataque frontal a la consideración de la lengua como código, ya qLre afirma que las palabras pueden tener un valor diferente al que les asigna el sistema. Pero, ¿podemos transgredir impunemente las reglas? Antes de dar respuesta a esta cuestión, comparemos el texto (1) con el (2):

(2)

tienes una gloria.

-Aquísé que

quiere usted decir con una gloria Nicia. yo te lo diga. He quesupuesto que no lo sabes...¡ a menos que -dijo rido-Por decir'Aquí tienes Lrn argumento bien apabullante'. gloría no significa 'argumento bien apabullante'l -¡Pero yo uso una palabra, esa palabra significa exactamente lo que-Cuando yo decido que signifique..., ni más ni menos. cuestión es si uno puede hacer que las palabras signifiquen cosas-La tan diferentes. cuestión es, simplemente, quién manda aquí.

-No

-La

Lswrs CaRRorr

Podría decirse que ambos casos tienen en común el presentar usos (no convencionaleso de algunas palabras: en (1), quizá signihca'no'en una ocasión y 'sí' en la otra; y en (2), gloria se emplea con el significado de 'argumento bien apabullante'. Sin embargo, es fácil darse cuenta de que existe un claro contraste entre los dos textos. El segundo resulta inaceptable y absurdo, y no reproduce una posibilidad existente en la nvida realo: todos.sabemos que una persona no puede, por mucho que mande, cambiar arbitrariamente y a su antojo el significado de las palabras, de modo que nos identificamos inmediatamente


16

INT.RODUCCIÓN

ra

A LA PRAGMÁTICA

con la protesta de Alicia. La afirmación de voltaire, en cambio, refleja una situación muy frecuente en nuestros intercambios comunicaticomo usuarios de la lengua, no sentimos nin,ros. De hecho, 'toroi.or, y comprendemos perfectamente lo posibilidad, tal ante gún rechazo que áue autor Francés qüiere decir. Páro, entonces, ¿cómo esposible "l i|tqu. a".lmos y lo q,,e queremos decifho coincidan en alglrnos casos? ; De qué depende? -vólüámós a riuestros'clos textos. Puesto que sólo el primero retrata una posibilidad aceptable, una buena manera de dar respuesta a las cuestiones anteriores consiste en descubrir de qué factores depende esa aceptabilidad ¿En qué radica la diferencia entre las situaciones descritas en (1) Y en (2)? Claramente, án (1) la palabra quizá varía de signifi,cado en primer lugar de acuerdo con quién sea li persona que lo digai no es Io mis*ó qn. sea un diplomltico o una dama. Pero esto no basta' Tenemos' quién ademas, que imaginar, al menos, otros dos factores: de un lado' recibe petición¡que la o pregunta es el interjo..,torJd"l ot.o,,biláI es lá el quizá por respuesta. En ef primer-caso' suponemos qlre el interlo.rio. L. Ln dipiomático de otio país, y que la petición afecta a alguna cuestión de Estado; en el caso de la dama, imaginamos fácilmente que el interlocutor es un caballero y qlre la petición es.amorosa' Con y; con nuestro conocimiento del mundo (en particuertos "le-"ntos, Iat con lo que ,."b"*o, acerca de las misiones de los diplomáticos, y de las obligaciones de las damas en la época de voltaire) logramos llegar a una interpretación que conjuga todos estos factores: por razones áiferentes .n .ád^ .uro, ,.ii los diplomaticos ni las damas deben hablar abiertamente, de mo.{o q.,", .,ruttdo transmiten su intención' lo hacen á; ;" modO'indiré,Ct".q"" les libere de la responsabilidad del uso literal. Ahora bi.", ¿p"i quré imaginamos la situación así, y no de otra manera? La respuesta es simple: porque esta contextualización es tal vezla única que restaura la inteligibiiidad' Está claro que no tendría ningún sentid; que el diplomático utiljzara qtLí1á p-ara rechazar la ceru".Z qu" le ofrecl .,r, u-igo; o que la dama pretendiera responder afirmativamente con quizá a1a inoiente pregunta de su hermana sobre si está lloviendo... En el texto de Lewis carroll, en cambio, ninguna serie de inferencias permite encontrar una explicación tazonable a la arbitrariedad que óomete Humpty-Dumpty: ier el que manda' o -como dice más adeLante- dar unl paga doble a las palabras por su trabajo extra, no autorizan a cambiar las convenciones de una lengua' Lo irnportante del análisis del ejemplo (1) es que muestra que la idea de q"g l" lengua en la comunicación funcion4 colno un código no es adJcuada. Nó hay uná correspondencia biünívoca constante en-

pn¿cuÁrlce

17

tre representaciones fonológicas e interpretaciones. Y, sin embargo -y en contra de lo que pudiera esperarse-, esto no constituye necesariapara obstáculo la comunicación. mente un De hecho, contamos siempre con la posibilidad de que haya una cierta separación entre lo que se dice (entre los significados literales de las palabras que se pronuncian) y lo que se quiere decir (la intención comunicativa subyacente): por eso hablamos con absoluta naturalidad de leer entre líneas, de 7a diferencia en.tre el espírittt y la letra de un texto; o decimos cosas como cuando dije aquello, lo que quería decir en realidad era... Hemos desarrollado complejos mecanismos de !nferel-._!u qr" entran én funóio-

'

namiento automáticamente para hacernos recuperar lo que nuestios inté'rlóóiriores qiLisieron decir a partir.dg lo qlr-_e-iealmewte dijeion. Es tamóS usando constantemente éstrategias que nos conducen a contextualizarlo todo de la mejor manera posible para que encaje y tenga sentido. Al comentar los textos anteriores hemos utilizado informalmente términos como los de inteúocutores, contexto, situación, conocimiento del mundo y del inteñoctttor, intención comunicativa,ífoferenci4 si no tenemos en cuenta estas nociones, hay una parte importante del funcionamiento de la lengua que queda sin explicar, ya que sa-como bemos- la gramática no debe ocuparse de los factores externos al sistema lingüístico mismo.

2.2.

SrNraxrs Y coNTEXTo

Examinemos ahora un segundo hecho. Sabemos que existen lenguas que tienen un orden de palabras en la frase relativamente libre, mientras que el de otras es más bien fijo. En general, la explicación más extendida que suele darse a este fenómeno se funda en el tipo y en el grado de caracterización forrnal de las relaciones de dependen-

cia estructural entre los constituyentes. Se parte del supuesto de que las lenguas tienen al menos dos maneras de marcar estas relaciones: el orden de palabras y la morfología (sea por afijación o por medio de adposiciones). Cada lengua decanta sus preferencias hacia uno de esos procedimientos. Se establece entonces la siguiente correlación: cuanto mejolcaracterizadas estén desde el punto de vista morfológico las relaciones sintácticas, menor necesidad habrá de marcarlas con el orden de palabras. Con estas ideas en mente se dice, por ejemplo, que el latín era una lengua con orden de palabras libre porque las desinencias de caso y de concordancia marcaban suficientemente las relaciones gramaticales; el inglés suele citarse, en cambio, como prototipo de lengua en que las relaciones de dependencia estructural vienen indi-


lfl

LR

INTRODUCCIÓN A I,A PR¿\GfuÍÁTICA

por medio de un orden de palabras relativamente fijo. Para mostr¿rrlo, se aducen ejernplos como los siguientes: c¿rclas

(3) Latín: C¿rius ¿rm¿rt Liviam ('Cayo

ama a Livia')

Liviam amat Amat Caius Liviam Amat Livi¿im Caius Liviam amat Caius Cair-rs

pR¡cuÁrrce

Alrr'a bien, si fueran totalmente equivalentes deberían pocler int,.rt;urrbiarse en todos los contextos; pero esto no es así. gn (O) vcmos ,,,rrro las ccntinuaciones propuestas varían en sll aceptabilidad de rr, r¡cl-(lo con el orclen de palabras de la secuencia precedente. (6)

a.

no la odia Juan ama a María,

Livi¿rm Caius amat

(4)

Inglés: John loves Mary ('Juan ama a María') *-John Mary loves *-Loves John Mary

(5) (r. Juan ama a María b. A María la ama Jr-ran c- Juan a María la ama

#no Pedro no a Rosa

. .t -+- ,'|, i''

b.

""Loves MarY John #Mary ]o''¿es John (= 'María am¿I a Juan') "Mary John loves

Las afirmaciorres anteriores son básicamente ciertas; pero, nuevamente, presentan sólo una faceta de la realidad, lo que las convierte en una verdad a medias. En primer luga¡, aunque semánticamente equivalentes, no es del todo seguro que las frases latinas de (3) fueran tolalmente intercambiables entre sí en todos los contextos y situaciones, como no 1o son los ejemplos análogos de otras lenguas vivas con orden de palabras libre. En segunclo h-rgar, no debería clejar de ser inquietante él hecho de que en las lenguers consideradas de orden de palabras fijo haya un número rel¿rtivamente elevado de constrltcciones gramati.ál"r qn" parecen destjnaclas a flexibilizar el orden de palabras: se trata siempré cle construcciones que pueden expresar el mismo estado de cosas (ei decir, que mantienen las mismas condiciones de verdad), pero que, sin embargo, permiten un orden de constitttyentes diferente' Comencemos ocupándonos del primer aspecto. Los datos del español y cle otras muchis lenguas de orden de palabras relativamente libre, como el polaco o el húngaro, muestran con claridad que no todas las frases q.té .o*purten las mismas condiciones veritativas resultan adecuadas en los mismos contextos. Veamos un ejemplo muy simple' A primera vista se diría que las frases de (5) son equivalentes, ya que clescriben siempre el mismo estado de cosa:s, de modo que no se puede decir que una es verdadera y las otras son falsas sin incurrir en una grave eonLradicción.

l9

A María la ama Juan,

#no la odia no Pedro #no a Rosa

Juan a María la ama.

no la odia #no Pedro #no a Rosa

''

,ti , í ir'' l-' il

(t,. ir

Lo que estos contrastes muestran es que cada uno de los diversos órdenes de palabras trata cada constituyente oracional de forma diferente desde el punto de vista comunicativo. En cada una de las frases de (6) hay una parte del contenido informativo que se presenta como

un hecho establecido (como un conocimiento compartido por los interlocutores), mientras que otra parte se introduce como información (nueva); en (6)a hablamos de Juan, y la información que aportamos se refiere a si odia o ama a María, o si es a María a quien ama; en (6)b lo que no se cuestiona es el predicado (que MarÍa es amada), y se introduce la información sobre la identidad de la persona que la ama; y en (6)c se da por sup.uesta una relación entre Juan y María, y se precisa que es de amor. Ésta no es, ni mucho menos, uná peculiaiid.d a"t español. Las lenguas de orden de palabras libre presentan este mismo tipo de efectos. Las lenguas de orden de palabras menos flexible expresan estos contrastes valiéndose de otros medios gramaticales. El inglés, por ejemplo, suele utilizar las variaciones en la prominencia con que se pronuncian los constituyentes para marcar el centro de atención dentro de la frase. Los ejemplos de (7) son semejantes a los españoles de (ó):

(7) a. b. c.

John rovrs Mary JouN loves Mary John loves Menv


IN'IRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

2()

A la vist¿r dc todo ello, parece claro que puede hablarse de orden cle pzrlabras libre sólo si se adopta Lrna perspectiva formal. Efectivamente, en español no hay ningun4 rggla sintáctica que impida ninguno de ios órdenes de (ó); sin embargo, e! empleo de cada una de las

variantes est/r estrictamente condicionado por el conocimiento previo de l¿r situación. Es verdad, por tanto, que hay una relación, entre grado de caracteriz,acií,¡n morfológica y or:den de palabras. Pero es ilegítimo extraer de ahí la conch-rsión de que, en las lenguas cuyo orden de palabras no viene fijado de manera estricta por Ia sintaxis, todas las variantes posibles son absolutamente equivalentes en todos los contextos v situaciones. Lo que oclure es qlle, mientras algunas lenguas deben contentarse con procedimientos fonológicos (prominencia pror sódica) o gramaticales (cambio de construcción) como medios para expresar diferencias en la estructura informativa de las frases, otras pueden servirse también del orclen cle palabras para establecer esas diterencias. En resumen, si contemplamos los hechos desde un punto de vista general, resulta evidente que incluso algunos aspectos típicamente gramaticalcs, como el orden-de palabras, están deter-mi¡rados po¡ f4ctó59¡ 5lc-1ip9 conle¡riual o situacional, especialmente en lo qtre se re,- fieie al contraste entre la información que se p59s_,e.¡!_a cgmo ggrypartida poi lós interlocutores y la que se Cons'iderá-ñiiÑá, La cuestión no puéde, pties, plantearse e-xclusivamente en términos de corrección gramatical, sino también de adecuación discursiva. Y puesto que para explicar los contrastes existentes vuelve a ser necesario recurrir a conceptos como los d.e inteilocutor, situación, contexto o conocimiento compartido, parece claro que sólo un enfoque pragmático podrá dar cuenta de manera completa de las condiciones que regulan la elección entre las diversas variantes.

2.3.

R¡,rs,nENcre

y n¡,Íxrs

Ocupémonos ahora dei tercer tipo de hechos. Desde el punto de vista de la comunicación, comprender una frase no consiste simplemente en recuperar significados, sino también en identificar referen!eq. No basta con entender las palabras; ha;y que s4ber a qué objetos, hechos o situaciones se refieren. Si alguien me djce:

(8) Si no cierras la puerta, Kiko se escapará clebo iclcntilicar corectamente los objctos del mundo a los qtre aiude la frase. Si no Io hago y cierro una puerta (eqlrivocadao, mi interlocu-

LA

PRAGMÁTICA

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ra'zón- de que no me he enterado de lo que me tor me aclrsará -con es probable que tenga que acabar escaleras abajo ha dicho; además, brrscando al gato. Si Kiko es un loro, seguramente sería la puerta de sr-r jaula la que mi interlocutor cree que debo cerral y no la de la en[r'¿rda. La asignación de referencia constituye, pues, un paso preüo e irnprescindible para la adecuada comprensión de las frases. Es verdad clue la lengua proporciona pistas nada desdeñables: nos dice que el objcto que debe cerrarse pertenece a la clase de los que suelen ser design¿rdos con el nombre de puerta. Pero, en cualquier caso, sólo la situación puede proporcionar los datos necesarios para decidir que el interiocutor se está refiriendo precisamente a aquella puerta que impida de manera más eficaz que Kiko que sea- se escape. Con todo, éste no es el caso-quienquiera más llamativo. Imaginemos que encontramos un papel en el sue'lo con el texto que aparece en (9):

(9)

Te espero mañana donde siempre

Como hablantes nativos del español conocemos rodas las palabras que aparecen en ese mensaje y somos capaces de caracterizar su significado sin especiales dificultades. Aun así, fuera de todo contexto o situación, nos veremos obligados a admitir que no sabemos a qué se refiere el mensaje, ni cuáles pueden ser sus implicaciones. Y es que, para poderlo dotar de todo su contenido, nos falta información, al menos, sobre los siguientes aspectos:

I) il) tn) rv)

¿quién es el yo que promet" .rp"rur? i ¿a quién va dirigido el mensaje? , ¿cuándo es mañana? ¿dónde es donde siempre? i r

,I

Sin conocer todos esos datos, no podemoS decir que estemos en condiciones de interpretar el mensaje hasta sus últimas consecuencias.

Justamente, todos los elemeritSq .g,ue fal-!a_n_ depg_qdgl difepta¡11ente de la situac-ión -c-omunicati-ya: si he encontrado el pápél en la calle, lo más ié"iátó es r"pó"éi que no va dirigido u mi; p.io si lo he encontrado sobre la mesa de mi despacho, lo mejor que puedo hacer es cmpezar a pensar quién me lo envía. Si he estado ausente durante una semana, probablemente me será difícil saber exactamente cuál era el día de la cita; pero si he salido de mi despacho hace diez minutos y al regresar encuentro que han deslizado ese mensaje por debajo de la puerta, estoy obligada a creer que la cita será al día siguiente... Y así con todos los demás elementos.


INTRODUCCIÓN A LA PRq.GMÁTICA

22

Toclas las lenguas tienen formas especialcs para hacer referencia a los clifer:entes elámentos cle la situación: son los deícticos. Entre ellos

los pronombres personales dc primera y segllnsns formas, los demostrativos, l6s posesivos, y debemos contar también los -.,.l-ros; adverbios cle lugar y cle tiempo; y lers fórrnulas de trat¿rmicnverbal l'lexión l¿r cle n'rorfernas de tiempo anaFóricas y catafóriform¿ts las loclas que añadir habríá to. Además, para hacer referencia el cliscurso en qr-re se tls¿ln aqr-reJlas decir, Cas, es no es de cxtrañar toclo ello, Por propi<t cliscurrso. par-tes del algllnas a qrre;ás ¿át gO o/r¡ cle]"Ls or.¿rciones cle una lengua contcngan unidades de este tipo. Una véz más nos encontramos con q1-le una partc importante de la intetpretación cle un gran nútnlcro de enunciaclos clepende ciecisivamente de los factores extr:zLlingiiísticos que configuran el acto comllnic¿rtivo: conocer la identiclacl clel emisor o del clestinatario y conocer las circunstancias de h,rgerr: y tiempo de emisión son requisitos imprescindibles para consegtrir r-rn:r intetpretación plena. Y una vez más, iambién, resulta cvidente clue scilo desde una perspectiva pragmática se podrá tener acceso al tipo de información necesaria para logrzrr este Se encuentran no sólo clar pe¡sonas en todas

objetivo./

3. La necesidad de la pragmática La ctistancia q¡e existe ¿r veces entre lo que literalmn.rr" ," dice y Io que realmente se qtticre clecir, la adecu¿rción de las secttencias grarnaficaies al contexto y a la situación, o la asignación correcta de referente como paso previo para lzi comprensión total de los enunciados Son tres tipos de fenómenos que escapan a una caracterización precisa en términos estrictamente gramaticales. Hemos visto que en la comunicación las Frases pueclen adqr-ririr contenidos signifi-ativos qlle no se enclrentran directamente en el significaclo literil de las palarbr:as que las cornponen, sino que dependen cle los datos que aporta la situación comunicativa en que dichas frases son pronuñciadis. De cste modo, quedan pLlestos de relieve dos hechos ftlndamentales:

I) Ir)

que hay una parle del significado qr,re logramos comunicar que

no es reductible al modelo de un código qlle empareja convencionalmente significantes y significados; y que para caracterizar adecuadamente dicho significado hay qlre tomar en consideración los factores que configuran la situación en que las Frases son emitidas.

LA

PRAGMÁTICA

23

Por otro lado, el ejemplo (9) muestra cómo Lrna pafte muy importrr¡rtcr de lo que se comunica depende directamente de los elementos ,¡rrc configuran la situación. Es cierlo que se puede dar una caracteriz:rción del significado abstracto de los deícticos desde Ltn punto de vistrr semántico; pero esto no nos permitirá indic¿rr a qué día se refiere lrr palzrbra tnñana en Lln enunciado concreto si se desconoce el morrrcnto de emisión. Por tratarse en todos los casos de términos cuya rt'fct'encia se establece por relación a los elementos de la situación contunicatrva, sólo adoptando Lrna perspectiva de tipo pragmático ¡rrrede darse

una interpretación completa de los enunciados en que

)lrrecen estos términos. Así las cosas, una teoría general del lenguaje deberá dar respuesta :rclccuada menos- a las siguientes preguntas: :rl

-al

t) tr) üI) rv) v)

¿Cómo es posible que lo que decimos y lo que queremos cir puedan no coincidir?

de-

¿Cómo es posible que, a pesar de todo, nos sigamos entendiendo? ¿Qué parte de lo que entendemos depende del significado de las palabras que usamos? ¿Qué parte depende de otra cosa? ¿De qué otra cosa?

Estas interogantes, que ponen de manifiesto la complejidad de la i¡rteracción verbal, plantean, a su vez, toda una serie de problemas de ,rrden teórico de largo alcance y de no siempre fácil solución. Estos ¡rroblemas constituyen el centro de interés de la pragmática. Los ejemplos anteriores, además de haber puesto de relieve algunos aspectos diferenci¿rles-y específicos de la pragmática, han tratado de mostrar la utilidad y las posibilidades de un enfoque pragmático: gracias a ellos hemos podido comprobar cómo efectivamente algunos lcnómenos reciben una explicación más completa si se adopta también rrn ptrnto de vista pr;rgmático. No pre.tendo dccir en rnodo alguno que l;r pragmática pueda deba- sustituir a la reflexión gramatical; ni -o t¿rmpoco que haya que mezclar indiscriminadamente ambos enfoques: ¿rl contrario, lo que me gustaría dejar claro es que las explicaciones c1r-re ofrecen la gramática y ler pragmática deben entenderse siempre como complementarias. La perspectiva pragmática aporta diversas ventajas: de un lado, complementay matiza de un modo altamente ehcaz las consideraciones gramaticales; del otro, y si se distinguen con nitidez los dos pungramatical y el pragmático-, contribuye no sólo a dar tos de vista -el precisa de la compleja realidad lingüística, sino sobre una visión más todo a simplificar notablemente la descripción del nivel estmctural.


24

TNTRODUCCIÓN

A LA PRAGMÁTICA

Lecturas recomendadas Sobre la definición de pragntática pueden consultarse el primer capítulo de Levinson (1983), el clásico Morris (1938), o Stalnaker (1972)- Los manuales más conocidos son Levinson (1983) y Leech (1983), pero resultan también utiuna perspectiva históriIísimos los de Green (1989), Latraverse (1987) particular los más recientes, ca-, Mey (1993), Bertuccelii Papi (1993), y en-para como Grundy (1995), Thomas (1995), o Yule (1996). EI estaclo de Ia cuestión más conrpleto y actualizado es el que olrece el manual de la International Pragmatics Association (IPrA, 1994), con sus acldenfia anuales. Dentro del ámbito hispánico, contamos con las introducciones cle Reyes (1990 y 1995). Accesible, pero menos interesante, es Schlieben-Lange (1974). Especialmente recomendables son las páginas dedicadas a la pragmática en Flurford y Heasley (1983) un nivel introdr-rctorio-, en Lyons (1977, 198 1 y 1995), Allan (1986), -para Horn (1988), Hernández Sacristán (1990) y toIoreno Cabrera (1994)' Los manuales introductorios de filosofía del lenguaje (y algunos de lógica) suelen incluir capítulos dedicados a temas de pragmártica: véanse, por ejemplo, Acero, Bustos y Quesada (1982), Hieno S. Pescacio.r: (1980), Garrido Medina (1988) y McCawley (1981). Las antologÍas más importantes sobre esta área de la investigación lingtiística son Cole y Mor:gan (1975), Cole (1978 y 1981), y la más reciente Davis (1991). La de Valdés Viilanr-reva (1991) tiene la ventaja de que contiene traducciones al español de algunos de los trabajos más significativos. Nuyts y Verschueren (1987) es la más extensa bibliografía sobre pragmática. Moeschler: y Reboul (1994) es una enciclopedia especializada. En uno de los apartados de este capítulo hemos presentado un problema de organización del discurso y de reparlo de la información en la estmctur-a sintáctica. Estos aspectos de la interacción entre gramática y pragmática no volverán a aparecer en las próximas secciones. Sobre el análisis del discurso existe una bibliografÍa rnuy extensa, de Ia que destacamos van Dlik(1977b)' Bernárdez (1982), Brown y Yule (1983), Lozano et al. (1982) o Prince (1988). Givón (1979) y Hickey (19e9) están dedicados a la relación entre sintaxis, discurso y estilo. La distinción ya clásica entre inforrnación nueva e información dada se estudia en Prince (1-981), Jiménez Juliá (1986) y Horn (1986). Sobre referencia y deíxis, son útiles los capítulos correspondientes de Lyons (1977), Kerbrat-Orecchioni (1930), Levinson (1'983), Gr:een (1989), o Givón (1989), junto con las secciones II y III de la antología de Davis (1991)' y la obra colectiva de Morel y Danon-Boileaur (1992). En español contamos con los libros de Cifuentes Honrubia (1989) y Vicente Mateu (1994).

CapÍrulo

2

CONCEPTOS BÁSICOS DE PR\GMÁTICA 1. Los componentes <materiales,.

-

1.1.

El ernisor.

1.2.

Ei destinatario'

1.3-E]enunciado'1.4.E]entorno(osituaciónespacio-temporal).-2.Los componentes relacionales. 2.1. La información pragmática. 2.2. l-a intenciór^'. 2.3. La relación social. mántica Y Pragmática.

-

3. significado e interpretación.

-

4.

Se-

En el capítulo anterior vimos que para explicar algunos hechos era necesario recurrir a conceptos como los de emisor, destinatario, Situación comttnicativa, contexlo o información cr:mpartida' Para entender lo que allí se quería decir, bastaba con una comprensión intuitiva de talÁ concepto;. Pero para poder integrarlos en un sistema coherente que permitl dar cuenta de manera sistemática del uso del lenguaje en la cámunicación, es necesario proporcionar una caracterización más de elementos que configuran la situaf.e.ir. de los difere¡rtesestipos del presente capítulo. el cometido Éste iiór, .o-,rnicativa. qLle vamos a proponer está conspragmático análisis de El mocleio elementos: de clases por dos tituido

I) II)

de naturaleza materíal, 'físican, en cuanto que son entidades objetivas, descriptibles externamente; y de natura]eza inmaterial, ya que se trata de los diferentes tipos de relaciones que se establecen entre los primeros'

unos .v otros son parámetros de referencia obligada al estudiar la actividad lingüística.


INTRODUCCION A I-A PRAGMATICA

26

l. Los componentes I

.1. El

"m¿rterialeso

r.:n¡rson

Con el nombre de errtis<¡r se clesigna a la persona qLle produce intencion¿rlmente una expresión lingLiística en Lln n-lon-lento clado, ya sea or¿tlmente o por escrito. El tórmino se ha tom¿rdo de i¿r teoría de la inform¿ición; el concepto, sin etlb¿rrgo, estír atc¡-tí entencliclo clc ttn moclo algo cliferente, porque no sc- refiere a un mero coclilic¿tdor o Lln tlansmisor mecánico de información, sino a un sttjeto reetl, con slls conocimientos, creencias y actitr-rdes , c^paz de establecer tocl¿r una red cle diferentes relaciones con su entorno. La palabra entisor añade algunas precisiones importantes desde el ptrnto de vista pragmático al término hablante, sin duda más habitual en la gramática. Un hablante es ltn sujeto que posee el conocimiento de una determinada lengtt;t, inclepenclientementc de qtre en tln momento cl¿rclo actr-ralice o no ese conocimiento. Cuando un individuo ha iiprendiclo a habiar español, se clice de é1 que es lzablante de e-spañol, y se considcra qlle lo es también en los momentos en que está callado' Un emisor, en cambio, es el hablante qlle está haciendo ttso de la palabr¿r en un deterrninado momento, y lo es sólo cuando emite su mensaje. Mientras qLle la condición de hablante es de carácter abstracto, y usttalmente no se pierde nunca, la de emisor es mucho márs concreta y está en función de una situación y un tiempo precisc)s. Con emisor no nos referinios a Lrna categoría absoluta, sino a una posición determinada por las circunst¿tnc:i¿rs. Está claro que en ia comunicación en forma de diálogo ios interlocutores están constantemente interc¿rmbiando sus papeles, c]e modo qr,re el emisor pasa ¿r ser destinatar-io y viceversa. fncluso si pensamos en tipos de comunicación claramente monologante, es evidente qLle toda intcr-vención tiene un principio y r-rn final, y que estos dos puntos marcan también el inicio v el fin de Ia condición de emisor.

1.2. EL ngsrrNar¡Rro Ccrn el nombre de destinqtarlo se designa a la persona (o personas) a la(s) que el emisor dirige su enunciado y con la(s) que-normalmente suele intercambiar su papel en la comunicación cle tipo dialogante. El término destinatario aporta también algunas precisiones a otras denomin¿rciones semejantes. Frente a receptor, la palabra clestinatario sólo se refiere a sujetos, y no a simples mecanismos de descodificación. Por otra parte, tlestinqLtevio se opone a oyettte en el mismo senti-

CONCEPTOS BÁSICOS DE

PRAGMÁTICA

27

tlr¡ en qtte emisor contrasta con hablante: un oyente es todo aquel que

ricne la capacidad abstracta de comprender un determinado cócligo lirrgiiístico; el destinatario es la persona a la que se ha dirigido tin rrrcnsaje. En el caso de hablante y oyente, al tratarse de dos nociones rcilricas que se conciben como la cara y la cruz de una misma realitlrrcl, puede Llsarse i¿r combinación hablante-oyente para hacer reterenr ia al sujeto qlre posee el conocimiento de una lengua. En cambio, por l¿rzones obvias, no puede hablarse de emisor-destincLtario. La intencionalidad se convierle también cn una nota distintiva. No ¡rr-rede considerarse destinatario a un receptor cualquiera, o a Lln oyentc ocasional: alguien que capta por casualidad una conversación no es sr,r destinatario. El destinatario es síempre el receptor elegido por el cmisor. Pero no sólo eso: además, el mensaje está construido específicamente para é1. Este hecho es de czrpital importancia, ya que condiciona en gran medida la forma del mensaje: nc\ es lo mismo hablar a Lrn adulto o a un niño, a un amigo de la infancia o a alguien a quien ¿rpenas se conoce, a un especialista en una materia o a un pr:ofano en clla... Incluso el escritol que ni conoce ni tiene fisicamente presentes ar sus posibles receptores, prefigura una imagen ideal del tipo de personas a quienes le gustaría que estuvier:a dirigida su obra, y se constru¡re un modelo de destinatario. Como veremos más adelante -y puesto que hemos dicho que el mensaje está específicamente constn-rido pensando en el destinatario-, una de las tareas del emisor consistirá en analizar y evaluar adecuadamente las circunstancias que concurren en su interioclrtor para poder ncalcular, con éxito sr-r intervención.

1.3. Er

eNuNcr¿oo

El tercer elemento material que hay que tener en cuenta es el enun-

ciado,la expresión lingirística que produce el emisor. Desde el punto de vistá tísico, un enunciado no es m/rs qlle un estímulo, una modificación del entorno, sea el entorno auditivó (como en la comunicación oral), sea el entorno visual (como en la escrita). Frente a otros términos más generales como mensaje, qttc pueden designar cr-ralqtrier tipo de información transmitida por cualquier tipo de código, el término enunciado se usa específicamente para hacer referencia a un mensaje construido según un código lingüístico. En cuanto a sus límites, éstos están fijados por la propia dinámica del discurso: cada una de las intervenciones de un emisor es un enunciado; dicho de otro modo, su extensión es paralela a la de la condición de emisor. El enunciado está, pórr lánió, enmáiéá-dó-éntre dos


28

INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

por el cambio de emisor. Segúrn esta caraclerización, pueden ser enlrnciados tanto una simple interjección como un libro entero, tanto un sintagma nominal como un párrafo. Ello implica que no hay límites gramaticales a la noción de enunciado; o, más bien, que no pr-rede individualizarse un enunciado utilizando criterios gramaticales. Los únicos criterios que resultan válidos son los de naturaleza discursiv¿r, los qr-ie vienen dados por cada hecho comunicativo particular. Algunos autores han querido establecer un paralelismo errtre oración y enttncicLdo, y han sugerido qlle un enunciado es la realización concreta de una oración. Esta visión es claramente inadecuada- tiene, al menos, la ventaja de-aunque diferenciar con claridad entre oración (r-rnidad abstracta, estmctural, definida segúrn criterios formales, y perteneciente al sistema de ia gramática) y enttnciado (actualización de una oración, unidad del discurso, emitida por Lln hablante concreto en una situación concreta), es decir, entre lo que pertenece al ámbito de la gramática y lo que atañe a la pragmática. Sin embargo, cuenta con un grave inconveniente: considera como enunciados sólo a aquellas expresiones lingüísticas con forma estructural de oración, y no da cabida, por tanto, ni a unidades mayores, ni a unidades menores. Entre las desventajas de este enfoque pueden considerarse las siguientes: pausas, y delimitado

I) utlliza un criterio gramatical para definir un concepto rI) m)

pragmático; sobrecarga innecesariamente el aparato conceptual, al obligarle a buscar nuevos términos para designar a los diversos tipos cle inter-venciones que no tienen forma de oración; y rompe o fragmenta en oraciones lo que el emisor considera como un todo.

El criterio básico perra definir una unidad del discurso debe ser de tipo discursivo, y debe basarse en los eiementos que configuran la propia comunicación: una unidad del discurso no puede tener más límites que los clue establece el emisor y su intención comunicativa, independientemente del grado de complejidad de su reaiización formal. Es cierlo, sin embargo, qlle en muchas ocasiones un enunciado es, de hecho, la realización concreta de una oración; pero éste es sólo un caso particular, una más de las situaciones posibles. La actualización de una oración puede constituir en muchos casos un enunciado, pero no todo enunciado es la actuaTización de una oración. Se establece, de nuevo, una distinción entre Lln concepto gramaticaI (oración) y otro pragmático (erumciado). El vocabulario piagmáti-

CONCEPTOS BÁSICOS DE PRAGMÁTICA

29

,, v;r cobrando entidad e independencia frente a la terminología que u,,urrl¡ncnte se emplea para describir hechos y fenómenos gramati-

, r

,tlr's.

,,

i¡',r

l.¿rs r

diferencias entre oración y enunciado pueden resumirse en el

ir:nte esquema: Oración

.

Enunciado

t'rrlidad abstracta, teórica, no

secuencia lingüística concreta, realizada por un emisor en una situaci<ln comunicativa

'¡,ttl¡

clefine dentro de una teoría grarrratical, con arreglo a criterios de naturaleza gramatical rrnidad de la gramática sr:

su contenido semántico depende clc su estructura, no de sus usos posibles se evalúa en términos forrnales: es

correcta o incorrecta

1.4. Er ENroRNo (o struactótt

se define dentro de una

teoría

pragmática, de acuerdo con crite-

rios discursivos unidad del discurso

su interpretación depende de

su

contenido semántico y de sus condiciones de emisión se evalúa según criterios pragmáticos: es adecuado o inadecuado, efectivo o inefectivo-..

ESpACro-TEMpoRAr)

El cuarto elemento que configura materialmente el acto comunir'¿rtivo es ef entofi,Lo, que en muchos lugares aparece designado como

t't¡ntexto o situación espacio-temporal. Es el soporte físico, el "decorar.l<r, en el que se realiza la enunciación. Incluye como factores princi¡,ales las coordenadas de lugar y tiempo. Pe.ro representa algo más que un mero escenario. En muchos casos, como vimos en el capítulo antcrior, ia situación espacio-temporal es un factor determinante: las cirr:rrnstancias que imponen el aquí y el ahora influyen decisivamenl-e en Ioda una serie de elecciones gramatical"r y q.ládun reflejadas habitr-raimente en la misma forma del enunciado; y, a la vez, constituyen uno de los pilares en que se fundamenta su interpretación. Es habitual utilizar términos corrro entor?zo o contexto para referirse a un concepto sólo parcialmente coincidente con el que acabamos cle definir. Por citar simplemente el caso más conocido para los linguistas, recordemos que Coseriu (1967:313 ss.) habla de contexto extraverbal para referirse al conjunto de ncircunstancias no lingiiísticas que se perciben directamente o que son conocidas por el hablanter, es decig a todo aquello que, física o culturalmente, rodea al acto de enunciación. Entre estos factores, Coseriu distingue los siguientes:


30

INTRODUCC.TÓN

r---_- ---_-l I Lmtsot |

tt

A LA PRAGMÁTICA

Enunciado

->

Enlorno

CONCEPTOS BÁSICOS DL, PRAGM,¿iTICA

3t

L¿rs relaciones qlre se establecen dan lugar a conceptualizacioncs .,rrbjetivas; éstas, a su vez, generan principios, reguladores de la contlrrcta que se objetivan en forma de leyes empíricas (es decir, de r-egulruidacles obserwables de naturaleza no prescriptiva). La existenciate ('stos otros factores se justiÉica en vista de los resultados que produce

.;rr ftlncionamiento. EseuEñtA

2.1.

Los corLponente.s ntateriales de la sítuación conrLü'Licet¡v(L

)..1. La t¡lroRiuacróN pneciuÁrrca

I) II) III) rv) v) r¡l)

contexto f'ísico: nlas cosas que están a la vista o a l¿rs qLle un signo se aclhiere>; contexto empírico: ulos estados de cosas objetivos qlle se conocen por quienes hablan en un lugar y en Ltn momento determinados, aunque no estén a la vistar; contexto natural: utotalidad de contextos empíricos posibles>; contexto práctico u ocasional: ula particular coyuntura objetiva o subjetiva en que ocllrre el discursoo; contexlo histórico: nl¿rs circunstancias históricas conocidas por los hablantesn; contexto cultural: ula tradición cultural de una comunidad".

Es cierto que todos esos elementos contribuyen de manera decisiva a la comunic¿rción. Sin embargo, sólo el contexto físico es un factor (materialn, externo y descr:iptible objetivamente. El resto de los (contextos) corresponden, en realidad, a conceptualizaciones del mundo hechas por los hablantes, y determinadas empírica, social o culturalmente; no son, por tanto, parte del entomo tal y como lo hemos definido etquÍ (esto es, como las coordenadas espacio-temporales veremos que rodean a ia comunicación como acto físico), sino -lo qlle se m/rs adelante- tipos especiales cle relaciones entre los sujetos conrunican y tocio lo demás. Como resumen cle lo dicho hasta aquí puede proponerse el esquema 2.1

2. Los componentes relacionales Más significativos que los propios elementos son las relaciones que cntre ellos se establecen. De hecho, hemos visto cómo incluso algunos rasgos constitutivos de los elementos materiales derivan precisamente cle ios pllntos cle contacto que ios enlazan con otros elementos, de tal manera qr-re queda establecido un conjunto de relaciones que sirye p¿Ira nr¿lrcar los lÍmites de un elemento material.

l

I

Por inforrnación prcLgtttática entenderemos el conjr_rnto de conot imientos, creencias, sllpuestos, opiniones y sentimientos de un indivicluo en un momento cualquiera de la interacción verbai. Emisor y tlcstinatarió, en cuanto sujetos, poseen una serie de e,rperiencias anIt'¡'iores relativas al munclo, a los demás, a lo que les rodea... Hay una intcriorización de la realidad objetiva. Pero no se trata sólo de conot'irnientos; la información pragmática comprende todo lo que constiIuye nuestro universo mental, desdelo más objetivo a ias manías más ¡lcrsonales.

Siguiendo a Dik (1989), puede decirse que la información pragmá-

lic¿r consta de tres subcomponentes:

r) tr) flr)

general: comprende el conocimiento dei mundo, de sus características natnrales, culturales... ; situacionctl: abarca el conocimiento derivado de lo que los in-

terlocutores perciben durante la interacción; y

contextual: incluye lo que se deriva de las e.rpresiones lingüísticas intercambiadas en el discurso inmediatamente precedente.

Hemos clicho que hay una interiorización del mundo, y, por tanto, la infbrmación pragmática es de naturaleza claramente subjetiva; ,'llo no implica, sin embargo, qlre la información pragmática de cada individuo sea radicalmente diferente de la de los otros. De hecho, los i¡rterlocutores sllelen compartir enormes parcelas de información, qure t omprenden los conocimientos científicos, las opiniones estereotipa.l¡.rs o la visión del mundo que impone la pertenencia a una determir¡acla cultura.El lenguaje es, sin ducla, otra de esas parcelas que se suponen conrunes, de modo que los que interactúan suelen partir del supuesto de clLre su conocimiento coincide básicamente, tanto en lo que se refiere ;¡l sistema gramatical como en lo relativo a los conteniclos semánticos ilc las unidades que entran en juego. Esta parcela incluye también t:iertos conocimientos y creencias sobre el uso qlle se presumen comi¡r-re


72

IN'I'RODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

la idea de que tras lo que se dice hay una inAdemás de esa pafte común, la cleterminada. tcncií¡n comunicativa también contiene una interioclltores los de uno de cada información .teoría, sobre el otro, sobre la información pragmática del otro, y sobrc lo que se comparte. La iáea d" que los interlocutores comparten Lrna parcela de información pragmírtica, conocida corno ltipótesis del conocirniento rnuttto, no se h¿r-visio libre de críricas. Sperber y Wiison (1986: 1.3), por ejemplo, sostienen que es prácticzrmente imposible delimit¿rr con precisión tsa parceia y, táb.. todo, saber exactamente qué se comp¿u.te y qué se sabé que se compafte. Para ellos, uno nunca puede estar plenamente ,.g.,.á de lo que sabe el otro, y viceversa, de modo que el éxito de la conversación no puede venir garanfizado por la existencia de ese co-nocimiento compartido. Su propuesta consiste, entonces, en slrstitlrir la hipótesis del conocimiento mutuo por la del entorno cognoscttlv.ocompcLrtido, según Ia cuai lo que ios interlocutores comparten es un coúnto de hechos cuya representación mental dan como verdadera por ser directamente perceptible o inferible. directamente perceptible o inferible es, sin Ahora bien, lo q,ré "r duda, una porción impodante de lo que comparten los interlocutores, pero no es torlo lo qu. comparten. Muchas interpretaciones e-stán baiaclas en Supuestos que se consideran com.ines, a pesar de que no sean mutuamente manifiestos: la referencia a un amigo común ausente no se apoya en ningírn hecho perceptible o inferible, sino en l¿r simple..""rróiu-de que el otro recuerda a la persona e¡r cueslión. La teor^ía del entorno cognoscitivo compartido es, pues, demasiado restrictiva, porque no cia cabida a todo el ámbito de información pragmática que se comparte y que puede ponerse en juego en una interpretación. preténde- garantizar Por otro lado, tampoco esta teoría puede -o el éxito. De hecho, no es ni necesario ni conveniente que una teoría explique con absoluta exactitud qué compaden los interlocutores, ya que éite no sería, ni siquiera, el supuesto del que parten ellos mismos' Como hemos dicho antes, io único que hace el emisor es avanT.ar una hipótesis sobre el otro y sobre su información pragmática; es decir, él que no puede confiar en tener plenas garantías de estar -i.*o sabe(fo ok sobte lo que se es preciso tener una certez del 100 en lo cierto compafie), pero trata de aproximarse en ia mayor medida posible' Lo qr" ," da pór supttesto ,rr"l" ... suficiente para asegurar la inteligibilidad en lo mr,yoiiu de los casos; pero rambién sabemos que no faltan los malentendidos. EIlo indica que la comunicación no se funda en conocimientos falseables, sino en hipótesis gobernadas por Lrna lógica de tipo probabilístico.

CONCEPTOS BÁSICOS

DE PRAGMÁTICA

JJ

p¿u-ticlos, y espcci¿rlmente

ldea del emisor sobre el destrnatar¡o ;,"1.,i..1:g

L

ldea del deslinaLario sobre el emisor Centro de la comun¡cac'ón

EsouEMA 2.2.

Puede aceptarse, pues, sin grandes reparos, la idea de que los intr.r'locutores comparten una parcela de información pragmática de dirncnsiones variables segútn los casos, y que, además, cada uno constluye una hipótesis sobre dicha parcela y sobre la información del , rlrrr. De lo adecuado de estas hipótesis dependerá en gran medida el

,'xito y la comprensión. El punto central de la comunicación, en cambio, se sitúa con mu,lla frecuencia ftiera de esa parcela comúrn: esto oculTe, por ejemplo,

ldea del emisor sobre el destinatario

ffiffi f

toea oet destinatar¡o sobre el emisor Centro de la comunicación

Esous¡rre 2.3


34

IN'l-ROI)t"JCr'llÓN

A LA

PRAGN'IATIC¡\

característico cle transnrisión cle información, en el que el incmisol- intorm¿r al clestin¿rtario cle algo que éste ignora. Ahora bien' coy situada identificada poder ser ch_rso la inform¿rción nlreva clebe comítn' r.rectarnente a partir cle los conocimientos de esa parcela tipo clc ningún (1g7g), tuviórilnros si no Como señala rro.t.l., Aur,ver¿r enttntoclo dice' nos qlle se nllevo lo ligar in[ormación previa er la clr-tc (véase 2'2)' esquema el ciaclo resnltaría ininterprct:rble Terminacia la comunic,¿rci<in con érito, la nllev¿t in¡g¡¡nción tr¿rns2'3)' rniticla pasa a lc)rmar pzrrtc cle l:r pelrcela cotnútn (véase el esqucma cleinterlocutorcs los de y creencias et .,,r,¡.rnto de conocimjcntos la comuposible ql]e hacc ya fnnclament¿rl, papel sempeñ:r, pues, un pornic¿,ción. Y clecimos que es r,rn principio r-egulador de la condtlcta que t¿rnto la propia inlormacitin pragmática como l¿rs teorías sobre el y la ¡orma del enunciado. otro cleterminan y conclicionan

cn

e:l caso

"lrottt..rido

2.2. La txrerucrÓN El segundo tipo cle elemento que consideraremos es la intenciótt' pragmhtica, Se tr¿,ta1le la reüción entre el emisor y su informaciírn siemmanifiesta cle ttn lado, y el clestin¿rtario y el entorno, del otro' Se

pre como una relación dinámica, de voluntad cle c¿rmbio' En este senticl0, sc ha hablado mucho de las relaciones entre irztenck5n v acción. Parret (1980) señala que las perspectivzrs adoptaclas han sido muy cliversas. P¿r¡'¿r lrnos, acciones e intenciones son radic¿rlmcnte cliferentes, en el sentid<l cle que las intencjones no son tipos de pre¿rcciones, sino más bien tipos cle proposiciones' Otros' en cambio' enutnciadc ci¿rsers que mttchas ti.."n poner el énfasi:, en el hecho de ellos se siclos tienen un c¿uácter cle acción precisamente porque tras hov día la es ésta Finalmente tíra un¿r intención que los organi:ra. -y de c¿rutérminos en relación ven dicha po.rr'.,.u más extendida-, otrós distodo clue de hecho partir clel a s¿r/cfcctg: la intención se explica y remarcas las de modo, otro de dicho cllrso es un tipo de acción; intención' la deduce sultaclos cle Ia acción se Efectivamente, tod¿i actividad humana consciente y voluntaLia se concibe sietnpr.e como reflejo de urna determinacia actitud cle un sujelo ante slr entorno. Por tanto, es legítimo tr¿rtar cle- descubrir qtré actitucl hay detrás de r-rn cleterminaclo acto, es decir, pregllntarse cr"iál es l¿r intencionalidad de los actos y decisiones' Ei n-rismo acto de romper ei silencio y hacer uso de la palabra es resultado cle una decisión, cle una elección entre hablar y no hablar. La comunicación humana tiene como tinalidad ftindamental el alcanzar cie¡tos objetivos e¡ relación con otras person¿Is: h¿rbl¿trtros con un¿]

coNcEpros BÁslcos o¡,

ptucntÁrrca

35

,1,'tu-minada intención. Por tanto, si en ltn momento dado utiliz¿rmos ,.1 lcrrguaje es porque hemos considerado qlle puede adaptarse mcir¡r' .r ¡rrrcstros objetivos. El emisoq, al hacer uso de la palabra, pretendc .r( tu¿rr- de alguna manera sobre el estado de cosas preexistente, ya sea ¡,rrla modificarlo de manera efectiva, ya sea para impedir que se lieve ,r c'ubo una modificación previsibie. Ese estado de cosas incluye, claro cst/r, t¿rnto sll propiei posición, como la del interlocutor, como el ent.r'no misrrro. En todo caso, el instrumento utilizado para conseguir la rrrtcr-rción deseada es el lenguaje.

'

Irl término intención no debe entenderse en sLr acepción subjetiva r, ¡rsicológica. Contra el peligro de hacerlo ¿rsí nos advierle Leech ( l()83: i3): "El término meta es más neutro, porqLre no compromete al ustr¿rrio a tratar con problemas como el de la volición consciente o el rlr' la motivación...o Sin embargo, parece que tampoco la noción de meta se libra con l;rt:ilidad de es¿rs connotaciones no deseadas: no acaba de estar muy , llro cómo podría restarse carácter intencional (incluidas volición t onsciente y motivación) al hecho de perseguir una meta o intentar al(:rnzar un objetivo. En el término intención, en cambio, son intere,,rrntcs las ideas etimológicas de dirección, de tendencia, de esfuerzcr lr()r'conseguir algo, qlte ponen de manifiesto la orientación hacia la , onsecución de un determinado fin. L¿r intención funciona como un principio regulador de Ia conductr cn el sentido de que conduce al hablante a utilizar los medios que , orrsidere más idóneos para alcanzar sus fines. Es interesante la distinción que sugiere Parret (1980) entre intención y acción intencional: rnicntras que Ia primera puede ser simplemente privada, interior, y no llegar a manif'estarse externamente, la acción intencional siempre se nranifiesta, y debe entenderse como la puesta en práctica efectiva de r¡rr¿r intención. es, la opción de permanecer callaClaro está que el silencio -esto ,kr o de no seguir hablando-, en cuanto actividad consciente y voluntaria, puede ser también un medio indirecto para conseguir deterrrrinados objetivos. Alguien podría preguntarse qué sentido tiene el , onferir al silencio algtina clase de valor comunicativo. La respr,resta a t^st¿r cuestión parece clara si pensamos en lo dicho anteriormcnte: ( u¿rndo se elige el silencio en lugar de la comunicación, está quedan,lo reflejada aiguna actitud del sujeto ante el entorno,.v, por tanto, potlcrnos inquirir cuál es esa actitud. Ante quien no quiere cooperar halrl¿rndo nos preguntaremos enseguida por qué lo hace: ¿es por miedo?, ,' indiferencia?, ¿para ocultar alguna cosa?... El silencio, pues, tiene auItintico valor comunicativo cuando se presenta como alternativa real ,rl uso de la palabra.


INTRODUCCIÓN A 1-A PRAGMÁTICA

36

no debe entenderse en Lln senDe toclos modos, el término decisiótt que la decisión de

qtle interpretar ticlo den.rasiado limitativo. No hay lotgu-"ttre meáitada' Desde luehablar cleba ser otf sea por una determinada ""^;:;#;ti;i go, puecle haber.t,á'-"'p"tiales en -tr1"es oue habitualmenle esto se serie de circunstancias; pero lo cierto de otro modo' normalhace de mancra rápida y cspontán"u',áltho Pero rro hablar que la de hacerlo' mente es más r"t,.'io ¿Écisibn de opción la seacual casos' y sea de todas [ormas, en cualquiera de lospor la oportuniclad de la decisión eiegicfa, trno siempre puecle alegrarsa por haberla tomado' tomada o, por el conirar:io, lamentarse sentido demasiado estl";i':'{t;"i""" ""determinacla Por otra parte, intención' una tricto la afirmación cle que se habla.con siempre no embargo sin sillnre' porque, aunqtre la intcniión. existc concebida sea que falta ni. ilace puede resultar nitid;r para el sujeto; con árreglo a un plan' gnpríctica puesta con antelación, ni que sea relaciona con la intención conLo que hemos al'cno hasia ahora'se emisor' es decir' entenditla como templada clesdc tl p;;;";'"'ti^ ¿tr cabo un detcrminaclo acto' Ahora el principio que le ;;:;""; ü;;;t; la que se puede contemplar bien, hay,r.u que ádopta el punto de uq""llu y' es también el concepto de intención' i""olrotimiento por parte del vista del destinatar;' ;il;;;ti'do' "t interlácutor constituye' corno han destinatario de la i;i;;iát a" "

#ilil

r"r,rrl'Jfffi;ffd"tdl

;.,"'il¿;.''iri",iolo"*'v"'r"9:,H:?i:l'"t"Tf ;ÍffÍ'i-:i:n: en la correcta interpretlclor

ineludible de las formas utilizadas: es neil;ift;ados pues, con que tue"o*ot"t'i""t"i;t rtt;; l?¿i:i"ütii lu it"""tión concreta con cesario también roX?:tt"H que el'uso del lenguae[o, parece que quecl¿ establecidodel hablante ante el enla actitud ie como actividad -"ttfJ"* i"n"¡u intención. Resulta, por tanto' no torno y responde Jffi.i"l"r"t"j¿a el abordar el es;i"" l"trttt" necesario'reales-' sólo perfectamente üd;;' teniendo á" r"t tudio de to, ,'p.r.ij;:'J:#;, "*isiones los produjo. en cuenta la intención: c{el su;eto que

2.3.

L¡.

Rst-¿.cIÓN

soclAl

en cuenta es la que EI tercer tipo cle reiación que tomaremos pertenecer a una :ii:: socrede ;"ro hecho

entre los int"rto..tio*;;;;i humatt to" t"-'^ estructura social)' clad (es decir, a ya ql:e.;como dijir. ";;;;;;-acron ".-tunáu-"r,tal, Su papet del destinatario' "r, construye su enunclado a la -"áidu mos- el emisor es el grado tanto' por cuenta' Uno cle los factores que ciebe tsn€r en

.ik'J,iti".#

,r, ¡, r,r, i,,¡r sr¡ci¿rr

",:..,:::",':,"'"',:'.u::::,",,,',,,,,,,,,,s,¡,i,tt,,',,1,' nr'lur¿l st'r-ic clc sclccciottcs c¡ttc clctct'rrrirmrr l¿r lr.¡l'¡n¿r clcl crrtr¡rr:i¿rrl,r. I rr t.l r'lr¡ríltrlo 8 volvct'cln()s con rn¿rs clct¿rllc s<tbre estos ¿ispcct.os. t

Signific¿rdo e interpretación l;.1

siiyúl'icurlo (o contenido semántico) es I¿r información codifica-

,l.r t:rr l¿r cxpresión lingtiística. Se trata, por tanto, de un significado del('nnin¿rclo por las reglas internas del propio sistema lingliístico. Como ,,irl)L:nros, lars lenguias como cócligos- establecen rela. -consideradas , io¡rcs ct¡nstantes entre representaciones fonológicas (los significan-

tr.s)

y representaciones semánticas (los significados). La correlación

(':,, pucs, diádica, y puede expresarse con la fórmula ¿Quz significa X?, r¡rrt' conecta una expresión lir-rgüística (X) con un contenido semánti',, (L¡ué). En este sentido, resulta evidente que es la gramática la que

rlt'lrc dar cuenta del significado. La interpretqción, en cambio, pone ya en juego los mecanismos ¡rugmáticos. Puede definirse como una función entre el significado , oclificado en la expresión lingüística utilizada (o contenido semántico), de un lado, y ia información pragmática con que cuenta el destir¡¿ttar:io (con todos sus conocimientos, creencias, hipótesis sobre su irrlcrlocutor, etc.), del otro. Puesto que sabemos que una misma se, rrcncia lingüística una misma oración- puede utilizarse -digamos, r on propósitos discursivos distintos, habrá que buscar la diferencia ¡rrccisamente en 1o que separa una realización particular de otra, es rlecir, en los elementos que configuran cada situación comunicativa. La tarea del destinatario consiste, pues, en intentar reconstruir en , ada caso la intención comunicativa del emisor de acuerdo con los dat()s que le proporciona su infbrmación pragmática. Para ello, evalúa el ( ontexto verbal y no verbal del intercambio comunicativo, buscando lrr intormación suplementaria que necesite para poder inferir un mensir.je adecuado al propósito comírn de Ia comunicación. De este mc¡do, la interpretación establece una relación multívoc¿r ('ntre una expresión lingüística y la situación en que se emitió. Este tipo de relación puede reflejarse en la fórmula ¿QuÉ ntr, quisiste decir (tú) u orao ol¡. cuando dijiste X2, que pone ya en relación al menos , inco elementos diferentes: emisor (tú), destinatario (rne), significado tlc la expresión lingr-iística (l), entorno (el otro día) e interpretación (t¡ué). De actterdo con este planteamiento, la distancia que media entre la intención del emisor y el significado de la expresión que ha utilir.ado, da la medida de lo implícito. Esa distancia es, precisamente, la ,¡ue debe salvar el destinatario apelando a su información pragmática.


INI'RODUCCIÓN A LA PRAGMATICA

CONCEPTOS B1\SICOS DE PRAGIY'IÁTICA

Felación social

¡rrrcsto que se trata _cle categorías discretas, el cambio en alguna cl c: ,'lllrs supone uin cambio en la estructura completa. Frente a esta concepción del contenido semántico se le,u,anta la ide¿r ,lt' significado pragmático. Éste establece una función mnltívoca entre ,'l significaclo gramaticai, de un lado, y el emisoq, el destinat¿rrio y la r;ilrración en que tiene lugar el intercambio comunicativo, clel otro. No .s cl resultado de usar y aplicar reglas convencionales peftenecientes ,rl sistema, sino de poner en frrncionamiento una serie de leyes empíric,s y de principios motivados por el objetivo al que se dirigá el en.in, iuclo. Por ello, las explicaciones pr-agmáticas no son excltrsir¡arnente l,,r'l'nales (como ocllrre en el caso cle las semánticas), sino que cleben ',r'r' básicamente funcionales. Y la entrada en jr-rego de factores no esrrict¿rmente verbales, qlle no constituyen un sistema de oposiciones ¡r'cciso, tiene como consecuencia el hecho cle que las diférencias o ( ir¡nbios no siempre producen un cambio de caiegoría o de unidad, ';irr<r que suponen una gradación de valores dentro de un contint¿um , lt. límites indeterminados. Desde este punto de vista, podemos decir que la pragmática se ocu¡r:rr'á del estudio de los principios que regulan el uio áel lenguaje en l;r comunicación, entendido como el estuclio de todos aquelloi urp".tr¡s del significado que, por depender de f¿ctores extralingüísticos, ,¡rrcclan fuera del ámbito de la teoría semántica (es clecil cle los signilit ¿rclos convencionales). Por ello, puede proponerse provisionalmJnte l.r siguiente ecuación:

i

-> Expresióntingüíst¡ca

EMISOF

>DESTINATARIO

SIGNIFICADO

/ )r 'uu - -

lMPLiclTo anticipa

INTENCION reconstruye

---\

='a, ,*rr*"*rro",o,

\

\) tnformación Pragmática

I nformación pragmát¡ca

EsouPlt¡ 2.4.

En consecuencia, la interpretación concreta de un enunciado en una situación clada no poclrá ser objeto del análisis semántico, ya que para determinarlo es neiesario hacer intervenir elementos ertralingtiísticos' Toclo lo clicho hasta aquí puede resumirse en el esquema 2'4'

4. Semántica y pragmática El significaclo puecle, pues, analizarse como una propiedad constitutiva ¿J tos sig.ros linguísticos, es decil de las expresiones dentro del sistema cle uni lengr-rz,i' a una forma significante le corresponderá un significado. El códi-go establece, por tanto, una íntima relación diádica"entre ambos. Esta relación es de tipo convencional, y está arbitrariamente establecicla, como lo está tambi¿.t el resto del código de la lengua. Ésta es Ia concepción de la semántica que ha sido tradicionalinente utilizacla poro d"r..tbrir el scntido de las unidades léxicas' Para analizar el sentido de las estrlrcturas oracionales es impt'escinclible utilizar el mismo marco de referenci¿r: difícilmente podrían mantenerse alavez la tesis de que la oración (como configuración sinpor tanto, ln signo lingtiístagmártica) es una unidad gramatical -y, ti;-, y ia ictea de que tál estructr-rración carece de un significado asignadt por el sistenia. Éste será necesariamente descriptible en términos formales: de oposición entre la presencia y ausencia de deter-

minados constituyentás, de or.den de palabras, de asignación obligatoria de .,r,o .r*i entonativa de¡erminada... El significado oraóional está gobernaclo por reglas y sólo admite explicaciones formales. Y

39

Pragmática = Significado

rr

l

-

Semántica

En el capítulo 14 volveremos a examinar las relaciones entre nintica y pragmática.

.se-

.ccturas recomendadas

l,os manuales generales de pragmática no siempre dedican *na atención ',rrrc¡nática a la definición de conceptos básicos, pero hay páginas de gran inrt rris en Leech (1983) y Allan (l9só). El capítulo 1 de Bustoi (19g6) c,rncede ':,1)r)cial atención a la noción de contexto, y Sperber y wilson (19gó) la r.eforrrrul:tn dentro de su teoría de la relevancia. Bar-ton (1990) está enter¿rmente de,lir:rclo a la ¡elación entre el contexto y el uso y la interpretación de los enun, rir(l()s no oracionales. Sobre la relación entre oraciones y enunciaclos, véanse l.v,rrs (1977), y Acero, Bustos y Quesada (1982); sobre el problema del recor¡r,t imiento de las intenciones comúnicativas del habiante, ios trabajos de Gri, ('s()bre la teoría del significado, recogidos en Grice (1989).


EL DESARROLLO DE LA PRAGMÁTICA


CapÍruro

3

AUSTIN Y LA FILOSOFÍE ONT LENGUAJE CORRIENTE l. PLrntos de partida. 1.1. La revaiorización del lenguaje tr¿r el verificacionalismo. 1.3. La falacia descriptiva.

corriente. 1.2, Conenunciados - 2. Los rc¿rlizativos. 2.1. La distinción entre oración y enunciado. 2.2. Palabras y ¿tcciones. 2.3. Los infortunios. 2.4. Realizativos fi:ente a constatativos. 4. Conclusión. 3. Locutivo / ilocutivo / perlocutiv<.r.

-

Sin duda, Lrna de las líneas de investigación pragmática más im¡rolllntes dentro del pensamiento contemporáneo es la iniciada por L l.. Aurstin. Sus ideas sobre el interés de estudiar el lenguaje corrienlr, t'orrienzan a fTaguarse alrededor de los años cuarenta, y se cuentan Irov cntre las más influyentes, no sólo dentro del campo de la lingtiístit l, sino especialmente dentro de la filosofia del lenguaje. Intentar extraer los aspectos más relev¿rntes de las doctrinas que

l\rrsl.in expuso sobre todo en,sus clases, seminarios y conferencias rccogidas luego en sus obras póstumas de 1962 y 1970- y resumirl,¡s l'iclmente en unas pocas páginas, no es en ¿rbsoluto una tarea fát il. Pcro antes de exponer sus puntos de vista, es necesario hacer dos ¡rrr,:cisiones: 1) aunque Austin no habla expresamente de pragmática, ,,irr cmbargo podemos incluir sus investigaciones en lo que hoy consirl..'r'¿rmos como tal; y 2) como hemos dicho, Austin no es propiamente rrrr lingtiista, sino un filósofo del lenguaje: no hay que extrañarse, por tiurto, ante el hecho de que su contribución no siga, en principio, los ,:rnrinos habituales en el terreno de la Lingüística, aunque haya servitlo como punto de partida (especialmente a través de Searle) de toda rrrr¿r colriente lingüística de enorme éxito y difusión.


44

1.

AUSTIN Y LA FILOSOF'IA DEL LENGUAJE CORR]ENTE

INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

Los puntos de partida

1.1. Ll

lronrbres. Ahora bien, esa agucleza se ha cenlrado primariamente en l¿rs ocupaciones prácticas de la vida. Si una distinción funciona bien para los propósitos pr-ácticos de la vida ordinaria (1o cual no cleja de ser una haz-ana, pr.res incluso la vida ordinaria está llena de cosas diftciles), entonces es segllro que algo tiene que haber en eila; aunque es de esperar que no sea la mejor forma de ordenar las cosas si nuestros intereses son más amplios o más intelectuales clue los ordinarios. [...] Ciertamente, ptres, el lenguaje ordinario no es la úrltima palabra: en principio, en todo lr-rgar prrede ser complement¿iclo, mejorado y sustituido. Pero, recordemos, es la prirnertt palabra [Austin, 1970: 177].

nEv¡,LonIZACroN DEL LENcUAJE coRRIENTE

Todo el interés que Austin siente por los aspectos del uso lingüístique hoy consideramos pragmáticos ticne su raíz en Lrna ¿rctitucl esco pecial ante el lenguerje de cacla día. La revalorización qr-rc propone Ar,rstin del lenguaje corriente frcnte a los lenguajes filosóficos y cientíl'icos supone un pLrnto de inflexión decisivo en la histor-ia cle la [ilosofía del lenguaje. Como es bien sabido, una buena parte de la filosofía ha declicado su atención a mostr¿rr que las lenguas naturales son altamente imperfectas, y gue, por tanto, no pueden servir como metalengr-raje de las e.specuierciones filosóficas y cientÍficas. Toda materia qlre pretencla elaborar un discurso teririco coherente deberá cr€ar y definir con precisión un lenguaje ineqnívoco, que no se preste a la ambigtiedad, la vagr-redad o las malas interpretaciones que propicia tan a menuclo nuestra lengua de cada día. Frente a esta postura, Austin defiende la tesis de que el Jenguaje qLle usamos en nuestra comurnicación ordinaria es una herramienta que el paso del tiempo ha ido pr-rliendo, hasta hacer cle ella un útii perfectamente adaptado ¿r los fines a los que sirve. Se trata de un instrumento empleado por generaciones y generaciones, qlle lo han ido ajustando paulatinamente a las necesidades de cada momento. En este sentido, las distinsioncs que establcce el lenguaje corriente tienen que

considerarse como lln buen indicativo de que la sociedad que las establece las considera necesarias. L¿r filosolí¿r se obstina en buscar y encontrar problemas donde realmente no los hay. En ocasiones se ha c:riticaclo a Austin atribuyéndole Ia idea de que el lenguaje corriente está bien tal como está, y, por tanto, no debe enmendarse ni modificarse. A este respecto, Austin admite que siempre clebe buscarse Lln lenguaje adaptado a la tarea qlre se deba realizar; pero añade que la base de cualquier lenguaje filosófico o científico debe ser el lenguaje corriente. Las distinciones que ha mantenido el Ienguaje ordinario sirven sobre todo para las cuestiones nprácticas, de la vida; pero no debe despreciarse el hecho de que pueden ser también un buen punto cle partida para la reflexión filosófica, o para elaborar luego distinciones más precisas y más sutiles: Ciertamente, el lenguaje ordinario no puede tener la pretensión de ser la última palabra, si es que existe tal cosa. Pero incorpora, realmente, algo mejor que la MetaFísica de la Edad de Piedra, a saber, y como se dijo: la experiencia y Ia agudeza hercclada de muchas generaciones de

45

Una buena vía de acercamiento a cualquier clase de problema -in, lrridos los problemas específicamente lingüísticos- pasará, pues, ne,,'s¿rriamente, por un examen pormenorizado de las distinciones que cst:rblece el lenguaje de cada día. Y es precisamente observando las

dentro de nnestra lengua cotidiarra como Austin nota altipos de enunciados, lo cual l,' llcvará a formular su teoría de los predicados realizativos.

rlist inciones

l,un¿ls propiedades interesantes de ciertos

I 2. Co¡¡rne

EL vEzuFIcAcIoNALISMo

De otro lado, es especialmente interesante para la lingüística en gent'r'll, y para la teoría del significado en particular, el hecho de que Arrstin se sitúre fuera de la línea en que solían colocarse los filósofos r ,rr respecto a la verdad o la falsedad: para ellos, las proposiciones se ,:utcterizaban siempre como verdaderas o falsas, y sobre estas nocio¡rt's está edificada una buena parte de la lógica y de la filosofía del lenl',r

ta.ie.

Sin embargo, está claro que todas las lenguas tienen una variedad rlt'cstructuras mucho mayor de la que toman en conéideración los filrsr¡foS cuando se ocupan del lenguaje. De oraciones como

(l) a. b. c.

¿Cuándo has llegado? ¡Sal de la habitación inmediatamentel Ojalá dejara de llover...

n,r puede decirse que sean ni verdaderas ni falsas: no pueden evaluar.t'cle acuerdo con su correspondencia o no con la realidad, ya que nin;,,rrrrzr de ellas está pretendiendo reflejar un estado de cosas existente. No tenemos que retroceder muy lejos en la historia de la filosoFía para encontra¡ filósofos dando por sentado, como algo más o menos natural, que la única ocupación interesante de cualquier emisión es ser ver-


46

TNTRoDUCcTóN A LA pRACIMÁTrcA

AIJS'I'IN Y LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

CORRIENT,E

47

o, al menos, falsa. Naturalmente, siempre han sabiclo qtre hzry otros tipos de cosas que decimos (cosas corno imperativos, las expresiones de deseos, exclamaciones), algunas de las cuales han siclo incluso clasificadas por los gramáticos [...]. Per:o, con toclo, los filósofos han dado por sentado qr-re las úrnicas cosas en que están interesaclos son las emisiones qr-re regi.stran hechos o que describen situaciones con verdad o con falsedad. En los tiempos recientes este tipo de postur:a ha siclo plresta en duda [Austin, ]970 217-2181.

' ' \'('r(Lrclcro o falso; hay que valorar también su grado de adecuación 'r l,r" t:i'ctrnstancias en que se emite. De este -oJo, se abre ra puerta ,rl r':;r.rli<l de toda la serie de variabres situacional., q.,. a"*rminan 1,r., , ,rrrcliciones de adecuación de los enunciados

Pol otro lado, sabemos que el patrón normal para ciecidir si r,rn enunciaclo es verclaclero es el de su corresponclencia con los hechos. Ahora bien, como Austin señalar, (ser falso no es corres¡roncler a un

convicción de que los enunciados no son '"1,, v.r'd¿rderos o falsos, nace una idea que es, tarvez, una de las más rrrr¡r,r'lunteS y, sin duda,.una de las que han

dac{er¿r

I1

resultado más fructíferas ' r "rs clesarrolios posteriores: se traá de la idea á; ;; Jl"nguaje no ' " ''¡clusivamente,descriptjvo, ni siquiera por lo qr'" r"..fiere a los ' rrr( i.(los lormalmente dcclarativos. La i.r..ip.ion áe esLados dc ',,''rrs.xistentes en el mundo y la transmisión de información no son 1,r,, rlnicas funciones-del lenguaje: es deci4 *""".ludo puede de_ ',,'rrr¡rcñ.r diferentes funciones, una cre "" j;;;;; las cuales ra única_ ', ,lt'sc¡'ibir un estado de cosas. En otras ocasiones puede ser parte im_ ' rr('r r;rrte del cumplimiento de una acción. Es Io q"L por ejem"."..", !1,,, con la frase sí, quiero dicha en las circunstancias adecuadas: no ,1,..,t'ibe un estado de cosas, sino que realiza.r.r.. u..i¿rr.

Decimos, por ejemplo, qlie Lrn determinado enunciado es e.xagerado,' o vagof o áridof una descripción, un tanto tosca, o desor:ientada, o no mny buena; lrn relato, más bien general o demasiaclo cc¡nciso. En casos como éstr:s es j¡rútil insistir en cieciclir en términos sirrrples si el enun-

Emitir expresiones rituares obvias, en las cir.cunstancias apropiadas, es describir la acción que esramos haciendo, ,i"r1;;;r. 1...1 Tales cxpresiones no pueden, estrictamente, ser mentiras fAustin, rg70: 107I 081.

.o

ci¿rdo es 'verd¿,dero o f¿rlso'fAr-rstin, l97O: 1291.

Hay diversos grados y dimensiones de éxito al hacer enunciados: los enunciaclos se ajustan a ios hechos siempre más o menos la;tamente, de diferentes formas en diferentes ocasiones para diferentes intentos y propósitos. Lo que puecle c¡-re obtengi,r los máximos resultados en una prueba general de conocimicnto, puede qlle en otras circunstanci¿rs obtenga un simple aprobado. ¿Qué pasa, adem¿is, con el amplio númerc¡ de ocasiones en qlle un enunciaclo no es tanto falso (o verdadero) como fuera de lugar, inadecu¿rdo [...]? lAustin, 1970: 129].

Queda, así, perfilado uno de los conceptos que resultarán ftlndamentales en la teoría pragmática: se trata de ia idea de adecu¿tción dei enunciado. No es snficiente con caracter:izar un enlrnci¿rdo dicienclo si

DESCzuPTIVA

l'rirl¿rmente iigada a ra

no-hecho, sino cclrresponder incorrectamente a un hecho, (1970: 128, nota24). Pero es que, además, la correspondencia o no con los hechos no puec{e entenderse se ha veniclo haciendo- como Lrna caracteriz¿rción bipolar; -como que sólo utiliza dos v¿rlores, ni siquiera en el caso evidente de los enr-rnciados más puramente desc¡'iptivos. A la hora de ev¿rlu¿tr la correspondencia de un enunciado con un hecho, el lenguaje corriente reconoce un¿r buena gama de matices uintermeclioso, que el anirlisis filosófico no debería ignorar:

Y tampoco basta con evaluar la verdad de los enunciados de acuerdo con los hechos que pretenden reflejar. Hay que tomar en consicieración, al menos, una va.ri¿rble más: no sólo tiene que tenerse en c-Ltenta el grzrclo de correspondencia con la realiclad; es necesario considerar también el propósito general con que se describe dicha realidad:

I,A I.ALACIA

lrl interés de esta perspectiva radica no en su originaridad

li'güistas esre hecho resulta bastante claro-,,i";;;;l -para hecho de ,rr('sLrpone también un punto de inflexión en la historia de la filosolr'r clcl lenguaje: los filósofos normalmente se ocupaban d"r 1".,j,_,á;" r"rr¿rndo sólo en consideración su faceta descriptiia, ;;;l; propuest'r tlt'A'stin los enunci¿dos-no descriptivos odq,-ri"r"., ¡L ¡rtlo de la retlexión filosófica. ";i;;u. propio 1,,',

' ' l.

Los enunciados realizativos

La orsuNcróN ENTRE onactóu y

ENUNCIADo

Como acabamos de ve¡ Austin comienza por señalar que el estu_ 'tlr, elle se haga del significado ringüístico no debe excluir tocra la ¡'.rrrra de oraciones que no pueden c-onsiderars" rri u"rioáeras n¡ f¿rl_


IN'I'I{0I)IJ(I(]IÓN A LA PRAGMÁ'TICA

sas; per() scguiclamcnte añade una precisión ltundamental: ser verdaclcr'¿rs o l¿rlsas no es Lrna propiedzicl intrínseca de las oraciones, sino de los enurtciados. Es necesario, entonces, establecer una distinción precisa entre ambos conceptos. lJna oración es un tipo de estructura gramatical, abstracta, no realizada. lJn enunciado, en cambio, es la realización concreta de una

AUSTIN Y LA FILOSOFTA DI]L LENGUAJE CORRIEN'I'E

Los enunciados se hacen; Ias palabras o las oraciones se us¿ru. l l:r blamos de ¿¿n enunciado, pero de /as oraciones castellanas. La rri.srrur oración puede usarse para hacer diferentes enunciados (yo digo ulrs mío,; tír dices uEs mío"); puede usarse en dos ocasiones o por dos pcrsonas para hacer el mismo enunciado, pero para eso la emisión debe hacerse con referencia a la misma siluación o evento fAustin, 1970: 121).

oración emitida por un hablante concreto en unas circunstancias determinadas. Con respecto a las oraciones, puede clecirse qtte son elípti.cas, o complrestas, o aliterativ¿rs o agramaticales. [...] Un enunciado se hace, y el llacerlo es L1n evento histórico: 1a emisión, por parte de un detennjnado hablante o escritor, de cleter:rninzrdas palabras (una oración) a Llna alrdiencia, con referencia a una situación, evento, o 1o que sea, históricos [Austin, 1970: 120-121].

IJna oración, en cuanto r-rnidad gramatical, sólo se puede evalllar en términos estrictamente formales (por el orden en que aparecen sus elementos, por su buena o mala formación, por la complejidad de su estructura, etc.), y no en términos de verdad o falsedad. Sí pueden utilizarse, en cambio, los conceptos de verdadero o falso al hablar de enunciados (al menos, de aquellos que pretenclen reflejar un hecho).

El razonamiento de Austin es el siguiente. Si hemos dicho que la verdad se micle evaluando la correspondencia de una descripción con r-especto a los hechos que trata de describir, uno- $.e los factores decisivos para determinaria ser'á de'nátufáieza externa al Ienguaje mismo. Como consecLlencia de ello, es impbsibie considerar que la verdad sea

una noción de naturaleza gramatical, puesto que depende directamente de la situación extralingüística. El problema de la verdad no es, por tanto, un problema del sentido oracional, sino del uso particr-rlar cle una oración determinada, pronunciada por un hablante concreto en determinadas circunstancias. A ello se refiere Austin (1970: 122) cuando dice que (un enlrnciado es 1o que es verdaderor. |{o hay que interpretar demasiado literalmente estas palabrats, en el sentido de que sólo son enunciados las emisiones verdaderas de las oraciones, sino, más bien, como nsólo los enunciados, y no las oraciones, pueden ser verdaderos". Ello no implica, clarr¡ está, que deban serlo. Para Austin, los enunciados son tipos de acciones; las oraciones son tipos de estructuras grarmaticales. Los enunciados están hechos de oraciones; pero cada una de las emisiones de r-rna misma oración constituye un enunciado diferente:

.l,l

PnL,qeRAs Y AccioNES

A parlir de aquella primera intuición desarrollada como crítica de l:r f ¿rlacia descriptiva, Austin va construyendo la teoría de los enunciarealiz.ativos (perf-ormative uttercLnc¿s). El enunciado realizativo tier rnas características propias: r) rr)

ftr) rv)

desde el punto de vista gramatical es una oración declarativa; va en primera persona de singular del presente de indicativo; no se trata de una expresión carente de sentido; pero no puede ser calificada como verdadera o falsa, sino como ¿rdecuada o inadecuada.

Los enunciados realizativos se oponen alos enunciados constatatilr).s, que sí describen estados de cosas y que, por lo tanto, sí pueden t'v¿iluarse en términos de verdad o falsedad.

Como ejemplos de enunciados realizativos pueden considerarse ,lr,xpresiones rituales, como

(2)

a. b. c.

Le pido disculpas Bautizo este barco con el nombre de Lolita Te apuesto cinco duros a que mañana lloverá

Al emitir uno cualquiera de estos enunciados, el hablante no está nlcramente regislrando un estado de cosas, transmitie4do una inForrrración, o describiendo una acción: la está _fa-ciendbY Por ejemplo, t'rrando uno dice Le pido disculpas, no está preténdiendo sirnplemente irrlbrmar a su interlocutor de algo quc éstc ignora; r'calmente esl¿í ahí el nombre de enunciados realizativos- la acción de reelizando -de Es cierto que el enunciado puede, de hecho, infordisculpas. ¡rcdirle nlar a otra persona de cuál es la acción que se está llevando a cabo; ¡rero ésta es sólo una consecuencia secundaria. Los enunciados realizativos se usan para llevar a cabo diferentes tipos de acciones, más o menos ritualizadas o convencionalizadas, uncr no el principal- consiste plecisacle cuyos cpisodios principales -si mente en pronunciar determinadas palabras. De hecho, es difícil im¿r-


\ 50

INTRODUCCIÓN A I-A PRAGMÁTICA

ginar unzr manera de pedir disculpas a alguien qLre no consista en la expresión de una trase semejante a ésta. Y lo mismo oculTe en el caso de una apuesta o de la botadura cle un barco. Ello no significa rearo cstá- que algunas acciones convencionalizadas no se puedan-clalizar sin palabras. Por ejemplo, para apostar a la ruleta no es necesario pronunciar fr¿rse alguna; basta con qlle uno coloque Ia ficha en la casilla con:espondiente al número por el que desea apostar. Precis¿rmente es su car/rcter cle acción, y no de clescripción, lcl que confiere ¿r los entrnciados realiz¿rtivos sus propied¿rdes especiales. Puesto qLre son expresiones no descl'iptivas, no puedcn considerarse ni veldaclcras ni falsas. Y por tormar parte de la realización de Lrna acción, suelen aparecer en primera persona de singular del presente de inclicativo: si el enunciado lleva el verbo en pasado o en otra persona gramatical (I-e pedí disculpas; le piden disctúpas),la lectura realizativa es prácticamente imposible, de modo que sólo se obtiene la interpretación descriptiva. El humor ha explotado a veces el recurso de la posibie ambigr-iedad entre la lectura realizativa y la constatativa, como en el siguicnte chiste:

(3)

EI boxeaclor está recibiendo una paliza considerable de un adversario llancamente agresivo y colérico. En vista de que su inferioridaci es manifiesta y su estado físico es ya lamentable, su prepar¿rclor le aconseja desde el rincón: la toalla! ¡Tira la toalla! -¡Tira El boxeador, medio muerto, responde: no; en tr:do caso, se la daré en la mano, para que no se -Tirársela, enl¿rde todavía más.

Además de tener propiedades externas diferenciadas, los realizativos poseen también condiciones especiales de emisión. Austin (i970: 219-220) precisa al respecto que (las palabras tienen que decirse en Ias circunstancias apropiadas,o,En caso contrario, la emisión y el acto re¿rlizado (plreden fracasar de maneras especialesr, si fal]an de un modo u otro las convenciones que regulan el cumplimiento de dichas acciones. Por ejemplo, en el caso de Le pido disculpas, se espera qlre quie:n pronuncia este enlrnciado realmente quiera disculparse; pero si esto no es así, uno no puede decir en sentido estricto que el enunciado era falso, sino más bien que la petición fue insincera, que no se dijo

albergando los sentimicntos requeridos. Lo mismo ocurre si el que pronr,rncia leu paiabras rituales para la botadura del barco no es la persona que tiene potestad para hacerlo: en este caso, el acto resulta nulo. Y si, cuanclo se apuesta una cantidad, uno no piensa pagar la delrda que pueda contraer, decimos que la apuesta se hizo de mala fe.

AUSTTN

.'

'

i.

y LA FIL6SOFÍ4 Oer

LENGúJE c()l{l{llr,N

ll'

*'

I

Los lrur'oRtuNios

l.a idea de que los enunciados realizativoi, a-pes^ar de no scl lll v('l rl,rtlcros ni falsos, pueden ser inadecuados D desafoftun¿rdt¡s, llt'v;r ,r ¡\r¡stin a desarrollar lá teoría de los infortunios. llemos visto que la emisión de deiermi¡adas palabras es' erl rrrr'r, lrr¡s casos, rrn poro obligado en la realizacian 4e determinado tipo clc ,rr.iones convencionales]pero hernos yi5¡6 lambién que no basta con l,r.' ¡lalabras: éstas tienen que emitirse siem¡)re en, las condiciones rc,¡,,,,i'idur. Un fallo o una violación de cualqrriera.de estas condiciones

,i,, lugar a un infortunio. \eamos, entoncáa, cuáles son las reglas o ,,,r¡cliiiones que, según Austin (i,962: III), seaplican a los actos ritualr¿;rr

los:

1)

Existencia de un procedimienle gsfN'encional --con un etecla emisión de deterto también convárional- que -¿. in¿luya minadas palabras por parte ¿.lerminadas personas y en determinidas circunstancias; -irr,rnrtanbias adedáconcurren deben ser las A.2) las persona, y d¡ue apropiadas para el procedimiento. A.

8.1)

Todos los participantes deben actúú de la forma requerida

tl-2)

por el procedimienlo; y además deben hacerlo así en todos los pasOs necesarlos'

f.1) f

.2)

Cuando el procedirniento requiere Que las personas que lo realizan alberguen ciertos pensamíentos o disposiciones de ánimo, deben tenedos; además los participantes deben comportarse efectivamente de acuerdo con tales pensamientos.

Todos los actos altamente convencionalei se prestan a sufrir infornaturaleza trrrrios; ahora bien, el infortunio será diferefte tanto "1.t}. r()nlo en sus consecuencias según cuáles 5gan la condición o condi, ioncs que no se cumplen. ,.,,..-\\' Sitl fallo está en iut londl.i""e! a (drto "t' si no existe el proce,lirniento, o si no puede ftu.r.r" uá1". rí 1u f-brma en- que se intentó lr.rt crlo), el inlorrünio se d.erom ina mala a{elgggry-gt-p\ogedimie0lp. s, cl tallo atañe a h;H;ñ-rfi;.,^"ár 16'iTós .r-equeridos se llevan ,r t'rtbo incorrectam";té;;h"¿l i i" *"t"'¿iecución de.l procedimien/rr. pn ambos casos, l. éf"r"rr"r.ü q"" :l acto realí,zado es nulo, ", , c¿rrente cle efecto; en este sentido, pue¿ /ecirse que las reglas A y \l

It constituyen una única clase, ya q.r" tu u¡¿lación de una cualquiera

I


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTtCA

52

/-\ '\-

AUSTIN Y LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE CORRIENTF]

(lr¡no vimos más arriba, si la persona que bautiza un barco no cs l.r ¡rt'r-sona autorizada para hacerlo, también nos hallamos ante una

INFORTUNIOS

ABUSOS

SACIERTOS

(r)

(A+B)

I I

I

Acto "hueco"

Acto nulo

./\t"

T.1

B

f .2

I I I

I

L

Malas apelaciones

Malas ejecuciones

Actos insinceros

lncumpl¡m¡entos

/\ 4.1

4.2

tlll l\ila¡as

?

8.1

Actos

8.2

Actos

aplicaciones viciados inconclusos

Esoupu¡ 3.1.

de ellas cla lugar a un mismo tipo de resultado: el acto resulta nlrlo en ambos casos.'A esta clase de infortunios Austin les da el nombre ge-

nérico de desaciertos. .-;.,..-:,:::q&! La violación de laV réglas i) en cambio, da lugar a un tipo distinto de efecto: produce uri"acte"oñ¿¿ecoD, es deci4 un acto aparentemente válido en lá forma exte.rna, pero sin el contenido necesario. Austin llarnaabusos ai conjunto cle los infortunios que producen actos ohuecosr. Las diferentes clases de infortunios quedan reflejados en el esquema 3.1. Según puecle verse en é1, la transgresión de cada una de l¿ts reglas recibe un nombre diferente, excepto en el caso de las violaciones áe la r.egla A.1, para las que Austin no encontró un término adecuado. Veamos .rn ejemplo de cada tipo de infofiunio. El enunciado de (4)

(4)

.53

Me divorcio de ti

puede ser informativo, o puede declarar las intenciones del hablante, pero no pLlede considerarse como un realizativo, ya que en nuestra soói"dad no existe una convención que establezca que esta fórmula sirve para divorciarse. Si se pretendiera utilizar con este fin, su emisión ,".io,rrro violación de la regla A.i, y el resultado sería un acto nulo, sin validez. Sin embargo, repetida tres veces, es Llna fórmula convencional que tiene entera validez, entre los musulmanes.

rrrrrl:r apelación, pero en este caso la regla transgredida es la A.2 (mala ,r¡,lit'ación); el resultado es, nuevamente, un acto sin efecto. l.as malas ejecuciones tienen que ver con la realización de los pa',.:, r'celleridos en la secuencia adecuada. Si el oficiante de una cererrr,,rri¿i de boda invierte el orden de las diferentes partes de que consr,r t.l lrcto, el resultado es una violación de la regla B. I y el acto result,r vici¿rdo. Si, en cambio, omite alguno de dichos pasos (por: ejemplo, ,'l irr[crcarnbio de anillos), se viola la condiciónP 2, y el acto es in' ,,n(:lllso. Ambos infortunios dan lugar también a un acto nulo, en ¡,,uticular cuanto más convencionalizado y regulariz.ado se halle el ¡,rrt:cclimiento: La vida cotidiana ha relajado un poco las exigencias a r.,,tt't'eSpecto, y es relativamente normal que demos por buenos algun, )s ¿rctos mal ejecutados: pensemos, por ejernplo, en la situación en ,¡rrt'iLlguien que acude con regularidad a una tienda se olvida un día ,1,.1 clinero neces¿rrio y el dependiente le permite diferir el pago; a pe',rr¡ clc que falta el paso final, tendemos a considerar que la compra!,('nt¿r se ha efectuado. En cambio, para la Administración pública nrcnos flexible-, cualquiera de estos infortunios, por pequeño que ',,':r, cla lugar a un defecto de forrna que anula de raíz el acto admirsl r'¿rtivo realizado. l,il incumplimiento de las reglas f. 1 y f.2 produce un acto hueco. llt'l cmisor de un enunciado como r r

(,5)

Te felicito por

,.(' e:jpera

tlr

ascenso

que realmente quiera hacer llegar su sincera felicitación a su rrtcr-locutor; pero si en el fondo está lamentando sn buena suerle, el ,r( to es ciertamente válido, pero simulado, insincero: el fallo afecta a l,r condición f. 1. En cambio, cuando se hace una promesa sin la intr'r¡ción de comprometerse arealizar lo prometido, la condición trans¡'rt'clida es la f.2, y el resultado es un incumplimiento. La clasificación de Austin no pretende ser exhaustiva: ni es com¡rlt't:,r, ni las clases de infortunios son mutuamente excluyentes. De he, lro, y en primer lugar, se puede transgredir más de Lrna convención a l;r vcz', y, en segundo iugar, no siempre las diferencias entre las trans¡irr:siones son del todo nítidas. Sin embargo, constituye un buen punt, r cle par-tida para tratar de explicar los tipos de infortunios existentes. Cuando se trata de actos muv convencionalizados, los infortunios ¡rrrcden tener consecuencias que traspasan el ámbito de lo lingüístico v sc adentran en el ter:reno de lo legal. El lenguaje jurídico ha desarrrrllado toda una serie de etiquetas propias para calificar los diferen-


¡\USTIN Y LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

INTRODUCCIÓN A LA PRAGIVIÁTICA

54

tes tipos cle intorlunios. Ante las malas apelaciones a gn procedimiento, la justicia contesta con Lln no ha luLgar; ante las maias ejecrlvimos- qLre se ha producido un defecto de ciones con¿llrye -como la anulación del acto. Por el contrario, siempre es resr_rit¿rdo el forma; ante los abusos (simulaciones, incumplimientos), admite la validez del acto realizaclo, pero reacciona penalizándolo con di['erentes tipos de sanciones.

2.4.

(3) tr. lt.

hay una asimetría si.stemática entre esa forma fprimera persona de singuiar del presente de indicativo] y las otras personas y tiempos dei mis*o u".b,r. El hecho de que haya esta asimetr'ía es precisamente 1¿r nota más característica clel verbo realizativo lAustin, i9ó2: 105]'

En teoría, y sobre el papel, la distinción puede resultar stiFicientemente clara; sin embar.gb, como el pr:opio Austin señala, en la reaiidad las cosas son algo más complejas. Para empezar, hay enunciados realizativos qlte no ip.."."tt en primera persona de singular del presente de indicativo:

(6) a. b.

Se advierte a los pasajeros que...

Por

l¿r

presente, está usted autorizado a...

(7) a. La compañía advierte a los pasajeros qlle... b. Por Ia presente, el Ministerio le concede la autorizact'ón que usted solicitó para... Parece innegable que los enunciados que comienzan como los de (6) V (Z) tiene el mismo derecho que los de (B) a ser considerados rea-

lizativos:

55

Advierto a los pasajeros qlre... Por la presente ie autorizo a...

l)c otr'o lado, un gran número de expresiones en primera person¿r ,1, ',irrsrrl¿rr clcl presente de indicativo no dan lugar a enunciados re¿rlr..,rtivos.'lirl es el caso, por ejemplo, de enunciados que describen ac' r,rr('s lltrbiluales, como los de (9):

(')) (t. l¡.

RgRI-tz¿t'tvos FRENTE A coNSTATATtvos

Austin ha caracterizado los enunciados realizativos como aquellos que están ligaclos a la ejecución de cierlos tipos de actos convencionoles o ritualizados. Frénte a los enunciados constatativos, que describen estados de cosas y se evalúan en términos de verdad o falseclad, los realizativos sólo pueden consiclerarse adecuados o inadeclrados' Otras propieclades formales, como la aparición de los realizativos en primeia p"r*or,^ de singular del presente, contribuyen a_marcar la diierencia entre ambos tipos de enunciados. Austin señala a este respecto que

CORRIENTE

Yo sólo prometo una cosa cuando sé que puedo cumplirla Todos los sábados apuesto 2.000 pesetas en las carreras

l,,n lrr rnisma situación se encltentran los llamados nusos históri|,,,',, () rurnutivos, del presente: (

l0)

\

...r' después de aquello, apelo contra la sentencia...

Iray t¿rrnbién algunos verbos qr-re simplemente funcionan como no dan lugar a enunciados re¿riizativos:

Irr,lrt ;rrlolcs, pero

(ll)

u. Meríodeti lt. Cito: n..."

Nirrgrrrro de los ejemplos de (11) realiza por sÍ mismo el acto que ',r rilrc, sirrrplemente 1o anuncia. '1, ¡\rlr.rrris, se da el caso de que, incluso verbos típicamente realizati\,,',, ( ()nr( ¡ lltnt'Lar, dar el nortbre de..., etc., tienen usos descriptivos no \,r r'r {}l r;rs l)ersonas y tiempos gramaticales, sino tambión en primer,r l)('r's()nl .lc singular del presente: (I

2)

l.l;rrno inflación al exceso de dinero en pos de bienes escasos

lri¡lalnrt'rrl.e, no todos los actos tienen su verbo realizativo corresl,,,rrrlit.nlt': ,lisculparse e insultar son dos tipos de actos; pero, mienrr,r', (lLlc ¡r; rra llevar a cabo la acción de disculparse uno debe decir ,rl¡,,, ¡xrrlt'itlt¡ a Me discttlpo, para insultar a alguien no basta con de, rrlt' /i, irrrrlto, sino que hay que proferir directamente ante él los térrr

rr

n(

)s

ir I jt tr i, rSOS.

l.os t.it'rn¡rlos anteriores han mostrado cómo desde el punto de visr,r l0iln¿rl () qramatical resulta difícil mantener siempre la oposición r, ,rlr¿rrtivo/r onstatativo. La distinción se desdibuja aún mhs si consirlr'r,ilil()s (llt('mLlchos actos se realizan sin que para ello sea necesaria Lr rtilizlr irrr del predicado realizativo. Las acciones realizadas al emirn ('nuncirrrlos como los de (13) pueden equivaler a las de (i4); pero ' r¡ ( I l) rr,, lr;ry realizativo expiícito:


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

5ó (

(

13) {r. b. c. l-l) a. b. c.

¡Girel Yo girar'ía Usted giró demasiado rápidamente

57

t l,ocutivo / ilocutivo / perlocutivo l,a clistinción entre enunciados realizativos y enunciados constal¿rprincipio estaba bien establecida, parece ahora tamb¿rl, :rlsc, especialmente por el hecho de que nllmerosos enunciados quc rr,, sc ajustan a las especificzrciones de los realizativos, presentan, sjn , rrrlxrrgo, muchas de sus características. Ello sugiere la existencia de r rr t'icrto deslizamiento de todos los enunci¿rdos hacia el ter-reno de los r, ,rlizlrtivos, como si todos ellos tuvieran algunos elementos comunes. l,rlt's rasgos comunes parecen clependeri como ya dijimos, del caráct,.r rlc acción qlte, de r-rna manera u otra, poseen todos los enunciados. l',rrticndo de este supuesto, Austin elabora su famosísima tricotomía t' t t ¡ k¡ctttivo/ilocutivo/perlocutivo. lll cLclo locutivo es el que realiz¿imos por el mero hecho de ndecir ,r11,r,,; pero el acto de udecir algo, es en sí mismo una actividad com¡,1,'j:r, que comprende, a su vez, tres tipos de actos diferentes: trvr )s¡ clLle er-r

Le ordcno quc gir.' Le aconsejo que gire

Le ¿rcuso cie haber gir:aclo demasiado deprisa

Una manera de inch-rir todos los casos dentro de la r-nisma teoría consiste en sugeriq como hace Austin, que realmente no hay diferencia entre realiz¿tivos y constatativos. Ei contraste que observamos enrre los ejemplos de (t3) y los de (14) sólo radica en que los de (1a) hael tipo de ácto realizado, mientras que en los de (13) es .*r, "^pií.ito implícito. Podría clecirse, entonces, que es realizativa toda expresión reducible, expanclible o analizable de modo tal que se obtuviera una forma en primera persona cle singular del presente de inclicativo en voz activa [Austin, 1962: 105].

La relación entre ios enunciaclos de (13) y los de (14) sería, pues, paráfrasis. La idea c1e que en todos los enunciados puede haber un práicaclo realizativo impiícito dio lugar en los años setenta a la lla¡,'rndu hipótesis realiZcLtivi, uno cle los intentos más llamativos cle integrar la pragmática en la sint¿rxis. Sobre ella volveremos en el capítulo sigr-riente (sección 2.2). La iclea de la existencia de un realizativo implícito es, efectivamente, tentadora, porqlte permite unificar el análisis de un buen número cle enr-rncia.t"r, y peimite clar cuenta de manera natural del hecho cle que muchas cle sus propiedades derivan clirectamente de su c¿rrácter clá acción. Ahora bien, el propio Austin reconoce que la equiparación se prest¿r a erTores. Por un lado, resulta evidente que no hay ,-,na equivalencia absoluta entre enllnciados como Estaré allí y Prome' to e.stir allí: sóIo en el prime¡ caso el interlocutor puede preguntar si el enunciado es o ,ro .,nu promesa; y sólo en el primer caso son igualmente adecu¿rdas respuestas como Si lo prometo, o No' pero me propor otro iado, pot'rgo estar allí, o |,tro, pero -hayapreveo que podré ir. Además, entre forconstante correspondencia Llna que no pue.le decirse forma que unarnisma de modo realizado, utto y de maiingtiística tipo gramaiical pré.1"-.tru.se para realizar acciones muy diferentes entre ií, .,.r impeiativo como ¡ÍIazLo! puede utilizarse para ordenar, autorizar, sugerir, exigir, pedia recomendar, advertir... cle

AUSTIN Y LA FI,LOSOFÍA DEL LE,NCIJAJE CORRIENT'I1

,

acto fónico: el de emitir ciertos sonidos; acto feítico: el de emitir paiabras, esto es, secuencias de soni-

dos per-tenecientes al léxico de una determinada lengua; y emitirlas, además, organizadas en una construcción gramatical estructurada de acuerdo con las reglas de una lengua determinada; y acLo rético'. el de emitir taies secuencias con un sentido y una referencia más o menos definidos, es decir, con un significado determinado. En consecuencia, el acto locutivo puede definirse como nla emisión rlr, ciertos ruidos, de cierlas palabras en una determinada construc, ion, y con un cierlo "significado"o (Austin, 1962: 138).

El acto iloctttivc¡ es el que se realiza

al decir algo (al

sayirrg some-

tlrittg). Para saber cuál es el acto ilocutivo realizado en cada momento hay que determinar de qué manera estamos usando el enunciado: Es muy diferente ql-le estemos aconsejando, o meramcnte sugirienclo, o realmente ordenando, o que estemos prometiendo en sentido estricto o sólo anunciando una vaga intención. [...] Constantemente discutimos

preguntando si cierl¿rs palabras determinado acto locutivo- tenían -r-rnhabe¡ sido tomadas como un¿r aprela fuerza de una pregunta, o debían ciación, etc. fAustin, 1962: 143-111f.

Finalmente , el acto perlocutivo es el que se realiza por haber dicho .rlgo (ar saying something), y se refiere a los efectos producidos:

!-


AUS'uN

INTRODUCC{ÓN A LA PRAGMÁTICA

5il

l'l

normalmente, decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los sentirnientos, pensamientos o acciones clel ar-rditorio, o de qr-iien cnrite la expresiiin, o de otras personas [Austin, 1962: 146).

(16) a.

b.

¡r

ligroso

sea

rrr¡rlos:

(l /) u. Los hijos de Juan son rubios [Y todos sabemos que Juan no tiene hijos] momentos de embargo, la emtción me jr_rbila [El emisor ha trastrocado algunas palabras] Está lloviendo [Y no lo creo; de hecho, sé positivamente que hace un sol espléndidol

b. En estos

Me convenció de quc se lo diera a ella

lo des / #Te convenzo de qlle se Io des Te advierto que es peligroso i #Te asrlsto con que es pe-

el

l;unclltc el previsto: es posible no lograr producir el efecto desea_ {r l)t'()(lLrcir efbctos no deseados. ()lr() r).rnto de contacto interesante es el de que todos los enunciay r' sólo ios realizativosse prestan a infortunios. para des"', ,l'r tlichos infoftunios, tienen plena validez las condiciones establetrl'r" arriba para los enunciados realizativos. veomos algunos .r.ri.s r,

Me dijo: nDáselo a ellao Me aconsejó que se lo diera a ella

Te aconsejo que se

;rclo iloctrtivo que se realiza está previamente calculado por

,ll,r¡.;t. ¡rr-cviamente, pero ello no asegura que el efecto logrado

ducicndo rrnos determinados efbctos. Pero es interesante clistinguirio.s porqLre sus propiedades sor-r difclentcs: el acto loctttivo posee signif:icado', el acto iloc:tttiyo posee fuerTa; y el acto perlocutivo logra efectos. Y de hecho, podemos referirnos a ellos como si fueran realidacles independientes:

Con enunciado:; como (15)a estamos simplemente reproduciendo el acto locutivo cle otra persona; (15)b, en cambio, recoge el acto iloctttivo realizado, es decit la fuerza del enunciado; y (15)c hace explícito el acto perlocutivo, el efecto logrado. A partir de esta tricotomía puede reexaminarse el problema de las relaciones entre enLrnciados y acciones. Para empezaÍ, el reconocimiento cle que todo acto locutivo va acompañado de actos ilocutivos y perlocutivos zryuda a explicar que incluso los enunciados menos claramente re¿rliz¿rtivos tengan propiedzrdes que los acercan a las acciones. De hecho, pueclen observarse bastantes puntos de contacto entre los acto.s ilocr-rtivos y los enunciados realizativos, alrnque hay diferencias notables. En primer luga4 es diferente el grado de institucionalización de unos y otros. Además, cuál sea el acto ilocutivo realizado en un enunciado parlicr-rlar depende decisivamente de toda una serie cle factores externos; los realizativos e..<plícitos, por el contrario, resultan inequívocos en cllanto al tipo de acto ilocutivo que realizan porqlre se identitic¿rn con é1. Ello no quiere decir, por supLresto, que la ftrerza iloctttiva de un determinado enunciado no pueda expresarse de forma explícita: Tb ttconseio que se lo des a ella. Esta posibilidad está excluida en el caso de los actos perlocutivos, lo cural explica los contrastes de (1ó):

qo

DEL LENGUAJE coRzutNTE

',()r; (lue sabe siempre cuál era el alcance exacto y la fuer.z-a que ,,, tl:u a sus palabras; los actos perlocutivos pueden intentar cal_

La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya clue los tres se realizan aIa vez. y simr-rltáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos hacienclo en Lln determinado .sentido y estamos pro-

(15) a. b. c.

y LA FILosoF-ÍA

sr rrn. hace referencia a algo inexistente, como en (r7)a, el infora una mala aperación, es decir; a una vioiación de la irl'l A. 1; el resultado no es que el enunciado sea falso, sino que "'rrrlit t rrlo. Por otro lado, cuando ie uririza una palabru " ('n (17)b, r "q.,irrocuáa, el emisor no necesariamente es.órpo.rsable 'i¡rlr(' de haber ,¡rr,'ritl, clecir lo que ha dicho; se trata, simplement", d. ,.ro mala eje_ | ,{ i()., y la regla afectada es ia 8.1; como consecuencia, estamos ante que también resulta nulo. sin embargo, el clestinata''rt, ,r.lr.viciado, tl1'¡¡¡[s a sustituirlo mentalmente de manera automática por ]a seI r¡'r( i¿r correcta: En estos momentos de itibito, la emoción irc "mbar',r l;ir¡irlnrente, el no albergar las creencias o sentimientos requeridos r'r"'l,r'c, como sabemos, un abuso, una transgresión de la condición I I ,'l rrnr-rnciado (17)c es insincero.

L'r.r s.:rsemeja

I (bnclusión l.:rs clistinciones establecidas por Austin son fundamentales en rollll{

l's. u^studios posteriores sobre el significado. Tres son, a nuestro i,r, l¿rs más relevantes apor-taciones áel filósofo británico:

t)

el apoyo a la tesis de que el lenguaje no es sólo descriptivo y, por tanto, no todos los enunciados tienen qlle ser neces¿rriamente o verdaderos o falsos;


TNTRODUCCIÓN

60

A LA PRAGMÁTICA

el estudio de ios enunciados realizativos, que establecen un estrecho vínculo entre lengua.ie y acción siguiendo unas paLrtas de conducta convencionalmente establecidas; y ur) la tricotom ía lo c ut iv o / ilo c utiv o /p eño cut iv o' n)

por encima cle todo ello, hay que señalar que las ideas de Austin .o¡stituy"n, sin duda, el ftindame.rto d" la moderna pragmática, y el punto dá origen al que necesariamente hay que-retornar si se quiere tener Llna visión coÁpleta de Io qr-re representa la incorporación a la teoría gencral del lenguaje de ios principios que rigen las acciones'

CapÍruro 4

SI|ARLE Y LA TEORÍA DE LOS ACTOS DE HABLA

Lecturas recomendadas Dentro del enorme car:dal de publicaciones generado por la obra filosófica cle Austin, pueden destac¿rrse Stüwson (1964a), Warnock (1973) y Holdcroft (197g). Sbi;á (1978) es una antología mtry útil. Como libros de tipo general pueden verse Récanati (Ig7g) y Sbisá (1989); Berrendonner (1982) oFrece una perspectiva crítica. ' Ño hoy que olüdar que al mismo tiempo que la filosotía anglosajr.rna daba lugar a ob.u. .o-o Ausiin (1962), E. Benveniste desarrollaba en Francia ideas miry similares: véase Benveniste (1966), y una aplicación en Anscombre (te7e).

teoría de los actc's de habla.2.l. Fuerza -2.La trtiva y forma lingtiística. 2.2. La hipótesis realizativa. 2.3. Condiciones ,lt'¿rctecuación de los actos ilocutivos.2.4. El problerna cle los actos indi3. Algunas críticas. r ('( to(.

l.

Srrs puntos de partida.

rlr rt

-

l,os trabajos de J. Searle continúan la línea de investigación inilrrlir [)or Austin, integrando sus ideas en un modelo más desarrollarl,, v llcvando hasta sus últimas consecuencias muchas de las intui, tr,n('s apuntadas por el filósofo británico. Aunque Searle está también urrr', (()rc& de la filosofía que de la lingüística, sus teorías supusieron ln,r ('.\traordinaria popularización y difusión de cierlos temas filosófir r., t'ntre los estudiosos del lenguaje, y sirvieron de puente para que iltil( ll()s lingüistas se interesaran por algunos tipos de problemas que lr,r,,lrr cl momento parecían constituir una parcela reservada a los fiI

lr'r',of i l.s.

Sus puntos de

partida

l.a idea que sirve de base a toda la teoría de Searle es el supuesto rlr'tlttC

,I

Hublar una lengua es tomar parte en una forma de conducta (altamente compleja) gobernada por reglas. Aprender y dominar una iengua es (inter alia) haber aprendido y dominado tales reglas lSearle, 1969:22).

la práctica, una extensión de las ideas de Aus"r, ".r en ella una clara identificación entre acción y lent rrr. Sigue habiendo SLr

¡irr;r.ie,

hipótesi,

en el sentido de que el uso del lenguaje en la comunicación se como un tipo particular de acción. De hecho, el propio Sear-

, onc:ibe


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMATICA

62

SEARLE Y I-A TEORTA DH, LOS ACTOS DE I{ABI-A

la teorí¿r clel lenguaje forma pat'te cle una teorízl genela acción, y llcga incluso a afirmar qlle Lln estudio de las propieclades exclusivántente tormales de una lengua no tendría senticlo si tr,, ,ro acompañado cie un cstudio sobre el papel que desempeñzrn ta-

s,rn pecr-rliares de este o aqtrel jtLego. Por: ejemplo, pienso qlre es Lrna rc;1la de los .jr-regos competitivos e1 que cada parte se comprometa a inLenlirr g¿rnar. Obsér-vese a este rcspecto qLre nllestra actitud hacia el eqtripo o hacia el jr-rgador qr-re deliberaclamente pierde la partida es la misma c¡rrc hacia el ecluipo o jugaclor que hace trampa. En ambos casos se vi<-rlrrn las reglas, allnque las reglas sean c1e cliferentes clases.

le- reconoce qr,re

r¿rl cie

,,il

les formas. Pero hav, además, en elia r,rn segundo aspecto qr'le no estaba presente en Austin, o al menos no io estaba cle m¿rnera tan nítid¿r: se trata no sólo ciertos tipos de la idea de que todcL la activid¿rd lingiiística -y dc actos r:itualizados- es convencional, en el senticlo de que está controlada por leglas. Ello daríi como resuitado una extensión tanto de los principios que regulan los diferentes tipos de actos, como de Izrs conset.r"n.iur c¡-re los fallos o las violaciones de tales principios puedan te-

ner en la interpretación v calificación de los actos a los que afectan. La hipótesis de parlida se presentará |-rego de una manera m/rs precisa y detallada: La frtr.ma que tomará esta hipótesis es la de que hablar una lengua consiste en realizar actos de habla, actos tales como hacer ¿rfil-maciones

lstatententsl, dar órdenes, plantear preguntas, hacer promesas, etc', y más abstraclamente, actos tales como referir y predicar; y, en segunclo lugar, que estos actos son en general posibles gracias a, y se ¡ealizan de u.,t"r.lá con, ciertas r:eglas para el uso de los elementos lingtiísticos fSezrrle, 1969: 25-26].

F,l acto de habla

l)r' cste moclo, ei lengnaje o, más apropiadamente, el uso dei lenla comunicación, está sometido a una scrie de rcglas -ello r,, ir¡lplica qlle sean conscientes- qlle gobiernan cr-ralquier emisión lrrrl,irística. Los inforturnios de que hablaba Austin para ios enunciados r,',rlizativos no son sino un caso más de diversos f¿rllos en la correcta ,r¡rlitación de las reglas. Y estos principios reguladores que utiliza el l,.nltt r¿rje no son, en esencia, diferentes de los que se sigllen en todas 1,u,ri('c)n

l,r', rrctividades humanas. l'rLra analizar cualquier tipo de acto ilocutivo, Sgarle (1969) propor, un lqoJ!e.lgF\quc recoge tanto las característica*eformales de l¿i ora-

r'n cilritidalft.omo las condiciones que deben darse en las circrins-

t,urc'i¿rs de

emisión para poder realizar con éxito un determinado tipo

,1, ;lclO.

,' I. FupRze es, la emisión de una oración hecha en las

-esto condiciones apropiadas- es ia unidad mínima de la comunicación iingriística. Lai oiaciones (en cuanto unidades abstractas, no realiz¿r-

clai) no pueden ser ias unidades bársicas cle ia comunicación humana, porque iur'"."., de ia ciimensión funciamental para ello: no han sido procir,rciclas. La noción de acto de habla se convierte, de este modo, en el centro de 1¿r teoría de Searle.

2. La teoría de los actos de habla El uso del lengr-raje está regulado por reglas y principios, al igual

qlle ocLlrre, por ejemplo, con los reglamentos de un juego. Pero no hay qtie olvidar que, jtinto a las reglas propiamente dichas, deben existir áeterminadas actitudes por par'ce de los par-ticipantes. Searle (1969: 43, nola 11) señal¿r a este respecto qLle En la noción de <actuar de acuerdo con las reglasn, intento inciuir las reglas que hacen claro cuá1 es ola meta del juego,' Además, pienso qne existen algr-rnas reglas cmciales para los juegos competilivos qlle no

63

ILOCUTIVA Y F.ORMA LINGÜÍSTICA

Ya que para Searle la noción central es la de acto de habla, habrá ,luc preguntarse cuál es la relación entre ftlerza ilocutiva y forma lini l,rrislica. En este sentido, slr propuesta no puede ser más radical: amlros conceptos están íntimamenie unidos po, ,-r,-tu relación regular y q,{ r onstante. Pues de la misma manera que formzr parte de nLlestr¿r noción de significado de una oración el que una emisión litelai de esa oración con ese signilicado en un cierto contexto constituye la realización de un ¿'rcto de habla particular, así también forma parte de nuestra noción de acto de habla el que exista una oraci(rn (u oraciones) posibles, cuya em.isión, en cierto contexto, constituiría, en virtud de su(s) significaclo(s), una realización de ese acto de habla lSearle, 1969: 27).

Ello implica, por ejemplo, que hay una relación sistemática entre lingtiística iwtperativo y el acto de habla tnandato, o entre ora' tt)n interrogativa y pregunta. La identificación extrema entre fuerza ilocutiva y forma lingüísti,,r tiene importantes consecuencias en la propia estructura de la teor;r del lenguaje. La de mayor alcance es, sin duda, la de desdibujar, de l.r f rrrma


64

IN'TRODIJCCIÓN

A I-A T'RAGMÁTICA

SEARLE Y LA TEORÍA DI,:, I,()S

hecho, la frontera entre semántica v pragmática; o, mejor dicho, la cle incluir una buena parte cle lo que normalmente consideramos pragmático en el terren-o de la semántica: pttesto que la fuerza ilocutiva pasa a ser Lrna parte constituliva de la caracterización sintáctic¿l de las

lstructuras oracionales mismas, el estudio de los actos ilocutivos r-rna parcela cle la semántica.

¡',

¡--j

¡tr.S'

ú 7"

l) rr)

'ttt)

.

F Pr !

?

'rr'r

petición pregunta general (de slno)

si-

43

I

argumentos:

No hay [...] un núrmero definido o indefinido cle ojuegos, o usos del lcngr-raje. Más bien, la ilusión de un número llimitad-o d*e usos está en¡lendrada por Lina enorme falta de clariclad acerca de lo que constituvc los criterios para delimitar un njuegou o uso lingüístico de otro. si rrsir'mos el fin ilocutivo lillouLtioná,y pointl como noción básica, en-..l()nces hay un número más bien limítadc¡ d".osur que se hacen con el\ lcnguaje: decimos a ia gente cómo son las cosas (aitos asertivos); tra-

.,t,

j;i

De acuerclo con esta bipartición, Lln acto ilocutivo se representa de manera genérica como Llna ftinción entre una fuerz¿r iiocutiva (repre-

aserción promesa

,l,r , on los siguientes

lamos de conseguir que hagan cosas (directivos); nos comprometemos

:t hacer cosas (compromisivos); expresamos nuestros sentimientos y

Itctitudes (expresivos); y producimoi cambios a través de nuestras emisiones (declaraciones). A menudo, hacemos más de una de estas cosas t Ia vez.

en clos partes:

u)

valores, según cuál

Así, F_ (p) repres^enta una aserción; p. (p), una promesa, etc. A Jresar de las dificultades q'e supone ei intel¡tar eiaborar una cra,rl¡r ;rción de los diferentes actós iloütivos, Searle (1979:29) propone j .cducción de todos'ellos a cinco categorías principales, dL a.t..-

1.r,

un indicadc¡r proposicional, qve es el contenido expresado por la proposición (en general, la unión de una referencia y una predicación); y un i,dicqcloi, il, Tir"rzo ilocutiva, que muestra en qué sentido (con c¡ué fuerza ilocutiva) debe interpretarse la propodicii]ñ, y, en suma, cuál es el acto ilocutivo que está realizanclo el hablante. Entre los indicadores de fuierza ilocutiva pueden señalarse la curva cle entonación, el énfasis prosódico, el orden de palabras, y, por supuesto, los predicados realizativos'

clif crentes

('l acto ilocutivo representado. Entr.c cstos valores estái los

r'rtit'lIes;

De otro laclo, el significado de cualquier oración podrá analizarse

l)

F(p)

1,, variable ilocutiva F puede tomar

'" ,r

(¡ r

(representado

f

(r)

e

acto de emisión: emitir pal:rbras, morfemas, oraciones; acto proposicional: referir y predicar; y acto ilocutivo: enlrnciar, preguntar, mandar,

65

es

La ciistinción propuesta por Ar-rstin entre oración y enunciado era un intento de mantener: indepenclientes desdc el punto de vista teórico las propie<Iercles puramente lingürísticas, abstractas -entre ellas, po. ,.rp.t"rio, el signitic¿rdo-, y Ias arcciones qlre pudieran realizarse p,rr ¡¡édlo de emisi,ones concretas. Como quecla patente en el texto anierior, para Searle la diferencia que suele establecerse entre semánti.o y piog-ática es artificial y no debe ser mantenida, ya que, en slr ,rpinirr.t,"roda uno c1e los tipos de acto de habla está convencionalmente asociaclo con un¿r determin¿rda estntctura iingtiística. Ello no significa, sin embargo, que Searle no distinga entre cl contenido p..rpnii.iottal y la ftierza ilocr-rtiva. De hecho, en la procltrcción clc un enunciaclo se puecle individr,raiizar tres tipos de actos diterentes: i

por la variable F) y un contcniclo ,¡ ¡¡ variable p):

,¡'ntrrcla

in'ednctibles: por un laclo un estuclio cle los significaclos de las oraciones y por otro tln estudio de las realiz¿rciones de los actc¡s cle habla fSearle' t969: 27).

No hay, por tanto, clos estuclios semánlictls distintos

DE HABLA

lirr cuanto al contenido, cuando la proposición consta de sujeto y realizan también los actós de referir y predica¡, con lá 'lt{' l;r 'epresentación interna de la proposición pr"d. iealizarse como r rr (l), donde R representa la variable de la exiresión referencial sul, rr,, y P es la variable del predicado: rr "lir:¿rdo, se

(

{)

F (PR)

un ejemplo. El mismo contenido , ,', Vt':tmos r sc con

Ir

r

diferentes fuerzas ilocutivas:

proposicional puede uti-

I

I


SEARLE

INTRoDUccIÓN A l-A PRAGMÁTICA

66

(4) a. b. cd.

Juan viene Prometo que Juern "'endrá ¡Oue venga Juan! ¿Viene Juan?

r

Pr (VENrn, Juan) ! (Var.rrn, Juan) ? (Ve¡¡ln, Juan)

está Ia de que perrnite cliferenEntre las ventajas de esta notación ¿" to negación ilocutiva: el ciar con clariclacl la negación proposicionot contraste entre (5)a Y (5)b

(5) a. b.

No Prometo venir Pronreto no venir

(6)a-b (para mayor clarid¿rd' omitiré la represe representa como en y utilizaré s<llo la va-

ptopo'icional' sentación interna del contenidó riable p):

(6) a. b.

'i

(VeNrln, Juan)

-Pr @) Pr (-P)

sin q"" luy'u contenido A veces hay indicadores ilocutivos enunciados como de cional propiamente áicho: es el caso

proposi-

I

lt) rv)

donde

y decisión sobre dóncle empiezan es proposicional; y el contenido dónde acaban ei indicador ilocutivo es la de ('9)a o (9)b colrecta clecir, sobre si sr: representación

tá-^t una

(9) a. Pr (Yo, Vexrn)

b. r

(Yo, Pnoiuerr'n (Yo' Vrurn))

REALTZATIVA

t) un sujeto en primera persona; r) un verbo realizativo abstracto, formacio por rasgos como

(8) a. F b. F (n)

inclicador

67

lti¡tótesis realizativct no es una propuesta de Searle, sino una radical de sus teorías elaborada en los años setenta dentro ,1, I r¡r:rr-co teórico de la semántica generativa. En la década de los seI' rtir sL: habían notado ya algunas inadecuaciones en los primeros los de Chomsky (1957)-: por rlt,rlisis transformacionales -como por qué se desencadenaban las elrrrr¡rlo, no explicaban claramente justificaban o no las diferencias de significado que ltsursl<¡rmaciones; ci, I ri I r'irl)an dos oraciones relacionadas transformacionalm ente. La hi¡r)/r',fi.r de la inmunidad, propuesta en Katz y Postal (1964), que estalrlr,t i;r clue las transformaciones no podían modificar el significado, es nrr irrtcnto de motivar las transformaciones tanto desde el punto de r'l'¡l¡¡ sintáctico como desde el interpretativo. l:t lúpótesis realiuttiva lleva la hipótesis de la inmunidad a sus úlllnr;rs consecuencias. La hipótesiS se conoce con crste nombre precisaurr'ntc porque identifica la parte no proposicional ciel significado de la rrt ¡rción con el acto que el que habla realiza al emitirla, y propugna nlr¡r rcpresentación sintáctica para la fuerza ilocutiva. Toda proposi, tnn ¿rparece dominada en la estmctura profunda por un predicado r,.,rliz¿rtivo abstracto, organizado de la siguiente manera:

una representación como que cleberían recibir respectivamente

Pronteto venir es aiHJii

I-IABI_A

l.t

¡Viva el Betis!

n representa una frase nominal' contenido pr-oposicional e Pero, por or.o tuáo, La cliferenci¿r entre corno resulta nítida: en un enunciado ilocutivo ;;:il;;;

LA TEoRÍA DE Los Acros DE

,r,l,r¡rtrrt:iírn

(.1) cL. iAY!

b.

l,A ntPóTESrs

y

,

[+V1, +realizativol, f+comunicativo], f+lingüístico], y un rasgo específico correspondiente al acto ilocutivo realizado, del tipo de [+asertivo], f+interrogativo], etc., que es la representación semántica de la fuerza ilocutiva de la oración; un objeto directo, que es la oración analizada', y un objeto indirecto referido a una segunda persona, es deci¡ al destinatario.

'Iod¿r esta estructura puede ser elidida opcionalmente. Así, l¿r orar,rr (10)a tendría, según esta hipótesis, una estructlrra como (10)b: (

I0) a. b.

¿Bajan los precios?

Te pregunto si bajan los precios

l.¿ts consecuencias más importantes de este tipo de análisis son que l,r lrrcrza ilocutiva se considera una parte del significado profundo de lrt ()r'ación, y que está asimilada a su estructura sintáctica. Los argurr{'ntos que se esgrimen para def'ender esta propuesta son de natural, ,.,r gramatical y se basan, fundamentalmente, en fenómenos de pro-

,p


68

INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA ST1ARLE

nominaliz¿rcicin y en cic-:rtas restric-ciones dc coaparición de algr"rnas expresiones adverbiales: pueden verse en Ross (1970) o Sadock (1974: cap. 2). Los problemas que plantea se tratarán en la sección 2.4.

2.3.

CoNorcro¡¡es DE ADECUAcIóN DE Los ACTos ll-ocurrvos

Volviendo al modelo propuesto por Searle, hay que señalar que éste distingr-re cuatro tipos de condiciones que gobiernan 1¿r adecuación cle los enunciados. Estas condiüióilé5 son las sigr-rientes:

I) Condiciones de contenido proposicianal: se refieren a las características significativas de la proposición empleada para llevar a cabo el acto de habla". Si se trata de advertir a alguien, el contenido proposicional debe basarse en un acontecimiento o estado futuro; para dar Ias gracias, en cambio, el contenido proposicional debe referirse a un acto pasado hecho por el oyente. u) Contliciones preparatorir¿s: son preparatorias todas aquellas condiciones que deben dar-se para que tenga sentido el realizar el acto ilocutivo. Searle lo ejemplifica diciendo que al ordenar a alguie n que preste atención es preciso tener sobre esa persona algún tipo de ar-rtorid¿id, y además, es necesario que no estuviera prestando ¿rtención antes. Su cumplimiento se presLlpone por el mero hecho de llevar a cabo ese acto.

,*''t:{i*

trl)

Condicione.s de sincericlad: estas condiciones se centran en el psicológico del hablante, y expresan lo que el hablante siente, o debe sentir, al realii:ar el ¿rcto ilocutivo. Searle (1969:72-73) precis;r, en este sentido, que est¿rclo

Esta ley vale independientemente de si el acto es sincero o insincer eslo cs, independientemente de si el hablante tiene o no efectivame el estado psicológico e.xpresado. AsÍ, aseverar, afirmar, enunciar que clrenla como Lrna expresión de creencia de que p.

tv) Condicit¡nes esenciales: son aquellas que caracterizan fi camente el acto r:ealizado. O, dicho de otro modo, la emisión de cie to contenido proposicional en las concliciones adecuadzrs, tal y c aparecen exprcsaclers por lr:s otros tipos de regla, cuenta como la lización del acto

qr"le se

ha pretendido llevar a cabo.

De esta manera se quiere cont¿rr con un dispositivo único, capaz d dar cuenta de los principios que regulan la emisión de todos los ac

ilocutivos en virtud de las diferentes posibilidzrcles de combinación

Y TA r¡,OÚE DE LOS ACTOS DE

HABLA

69

l'' r'r i¡rlrlcs que

los integran- Es interesante señalar que er de Se¿rrle, rr,r', l,r:- rrr¿ilisis de Austin acerca de los dirre.sos tiporil-iito*,rnios y lr'r',r"r's clc un enrrnciado rearizativo, es er primerg.á" ir*",o de ela_ l'r'¡.'¡¡ ¡ilr L:squema válido y ehcaz, que permite realizar

una selección l',', t'['rnentos relevantes de entré aquelros q"; i;;;;.;r,',r.ru situa_ l,rr r on¡ttnicativa. ( ,:rrcl, l¿rs condiciones estipuladas no se cumplen en alguno de los ( r('s, t:l resultado es también ¡r" '|r un cierto tipo dL inforturiio, que va_ rrir ,', rl ratur-aleza y consecuencias de u..,"ido con cuál sea lá regla rrrlrrri'irla. Por ejempro, en el acto de pedia .ro ..,.rrfrrrlJ.orrdr.io' rl,' ',rrrt'r:r'iclad (dese¿r que er_oyenre iearice"l """ d;i;;lnfdu ^c.ion, r'r'i'' rr';r'cnte aquella que se le solicita que haga) da lugar a una emi'r'rr i.sincera. yéste es, sin duda, un iniorturío u^.t"ni" ¿ifbrente de 1"",rr{'se producen ar fallar alguna de ias.r"ai.i""". f.Ji.rutoriur, j1'¡¡¡pls, si el oyente es incapaz r'tr.rr. r' de reaiizar i; ;.;;;; ;;;r" ie pide. I l lr'¡¡rr¡r juega, a veces, con estas condicione;. H;y il;"una región rl, ',r lristes-adivinanza, construidos_ según .t ,ig,iiJ.ri. .rq.r._o. ,O,f_ l''r''rr lc pregllnta a uno ¿Qué hace fatti para encenrrer tma vera?; uno , il lr('r()r'al suele comenzar a enumerar sin éxito los diferentes tipos de trr'.rrr¡rcntos auxiliares utilizados habitualmente para il;;;u cabo tal lr't'| lrrll ante la constante negativa del que propuso la adivinanza, uno :'r rl;r l)o. vencido: la solución correct; opoenrto. La res"ri eu" "stéirritr.l-..rto, |r'|",r;r ro consiste, plles, en decir el nombre de un sino ¡ rr r'\r)r'csar una de las condiciones^preparatorias. La irritación del que ' ' "'rrrctido a esta bromita se justifica ii t"n"-o, en cuenta que, como Searle, larealización de cuarquier tipo de acto ';rlrrr¡¡;r imfiica y prei'!,rr)rLr, en principio, que las condiciones preparatorias se satisfacen. v.rrmos ahora como ejempro compreto la iuructerira.io., a"t ..to ilr,, rrivo de pregunta. De actierdo con el moct"ro,-;;i;;;; Á inti_ rr,urrt'nte ligado a la^estruct:li ill"a?gativa, y presenta ", ei siguiente ,ur,rlrsis (tomado de Searle 1969:74_7il]

'l' ¡

(' t r

t

ttte

l¡rtr,tl. t't

¡

l)

n

nido proposicionar: cuarquier proposición o función proposi-

diciones preparatorias El hablante no,sabe

:

la n¡s5pus5ta), esto

es, no sabe

si la pro_

t','',it irin es verdadera (como en ¿Viene Juan?) o, en el *ro a" la fun_ r,' rrf'oposicional, no conoce la información necesariu j*u compre'¡ r'r l;r proposición (c_omo en ¿euién viene?). Erto si*" iáru ru, p..-

'reales,. En las-preguntas de examen, el habranie sólo desea 'rrrrrrs ,,rlrt.r' si el oyente sabe la respuesta. .l ) No es obvio para ninguno de los dos interlocutores que el rlr.rrle haya de proporcionar lá información sin que ." l. pláu


SEARLE Y LA TEORÍA DE LOS ACTOS DE, FIAB.LA

INTRODUCCIÓN A LA PRq.GMATICA

70

sinceridad: el h¿rblante desea esa infbrmación. conclíción esencia.l: la emisión del enunciado cuenta con-Io r,rn intento de obtener del clyente esa información' Cottclicirin

2.4.

cie

EL eRoeI-g^,{A DE Los ACTos

INDIRECToS

El anirlisis antefior puecle sel en principio, válido para las oracioy nes interrogativas usaclas como peticiones de infol'mación, es cleciS iiteral. sentido en emitidas segírn la piopia terminología cle Searle, en Es*ta situación ejemplifica J c¿rso más simple de significado: aquel quiere decir-exactameny ella con que el h¿rblante emiie una oración i'" Lo q.," dice; en tales circunstancias, lafuerza ilocutiva deriva direcgot¿rmente del conocimiento que el oyente tiene de las reglas qLre oración. biernan la emisión de dicha Ahora bien, es obvio que no todas las oraciones interrogativas se Llsan para preguntar, colrlo también lo es que-no-todos los imperativos realizan efacto ilocutivo de mandar, ni todas las oraciones declarativas tienen la fuerza de aserciones. Hay muchos usos en los que el hablante quiere decir algo ligeramente distinto de lo que realmente expresa: estos usos reciben el nombre de actos de habla indirectos. (11)

a.

b.

¿Podríats hacerme este favor?

Me gustaría que hicieras esto

En (1|)a-b tenernos una interrogativa y una asertiva-desiderativa;

a pesar de qlle reúnen las concliciones formales para sin embargo -y eilo-, Io -ryor parte de ios contextos su emisión no re¿rlizará res"., los acios ilocutivos de pregunta o de mera expresión de pectivamente un deseo: en ambos casos es normal que se interpreten como peticiones. Estamos, plres, ante Lln enunciado que realiza Lln acto ilocutivo diferente del que sll forma lingüística haría preve Los act<ts iiocutivos indirectos constituyen Lrn serio problema para el l¿r teoría, ya qLre debilitan Lrno de sus presupuestos furndamentales: y grainaticai de la exisien.iu d" una relación constante entre forma acto ilocutivo.

,rr.nc que haber, por tanto, algúrn factor capaz de modificar la innliteralo en'f¿lvor de la otra, sin que se produzca por ello rlc los infoflunios señalados. l.,:l;',,, 't",' 1969, Searle sugería como explicación que los ¿rctos de habla r,.t los se prodrrcí;rn cuando las oraciones empleadas estaban sa,.. r"',' ,' 'r, i,.,rdo ulg.,.ro, de l¿rs condiciones necesaria, po.u el acto indirec,,,',', ,,lizlrdo. Generalmente la realización dc un acto indirecto consis,, , rr irrdicar la satisfacción de la condición esencial afirmando o pre,,,,, t,rrrclo una de las otras condiciones: en (1l)a se interroga sobre el de la condición preparatoria de nser capaz de llevar a ,,i,,'l'linriento -i-,,|;L reqtterida,; en (11)b se expresa la condición de sinceacción , (el realmente desea qlre se realice la acción). hablante ,,¡,,1 utro la solución propuesta por los defensores de la hipólado, t)r. para dar cuenta de los acto:; indirectos consistía en ,,,.,,, 'ealizativa '1, qr"re varía es el predicado realizativo abstracto del que der rlrre lo r l¿r oración' Una estructtira como (i2)

. ..- r,.tlción

¡,,,,,1,' (

l2)

¿Puedes ponerte Lln poco más a

de

cómo le es posib[e a1 habiante clecir nna cosa y qLle.er decir esa cosa y algo más. Y puestc.r que eI significzrdo consiste en parle en la intención de*prociucir io..,p.".trió.t en el o¡'ente, una gran p^rte de ese problema L .1. cómo le es posible al oyente el entender el acto de habla indi". recto cuando ia oración qlle oye y entiende significa otra cosa diferente lSearie, 1975: 60].

la

derech¿r?

,,r,.¡l( interpretarse, en principio, bien como una petición de infor-

',

,, r,in, bien como una petición de acción. Según estos autores, esta ,j,,j,1,' i"terpretación procede del hecho de que (12) es una oración es,,','j,'r',.nI-énte ambigua, es decir, remite a dos estructuras profundas '¡,¡,,ri'ntes, representadas en (13)a y (13)b: (

l.l)

a. b.

Yo te pregunto si puedes ponerte un poco más a la derecha Yo te pido que te pongas un poco más a la derecha

resulta claramente insostenible, ya que conduce a afiruna oración con tres posibles lecturas re¿tlizativas remitirÍ¿r a ,,,.,r proftindas, y así sucesivamente hasta llegar ¿r un núestructuras ., ,,, 'rr.r() potenc-ialmente ilimitado de interpretaciones diferentes y de es. .. tLrlas dilerentes. ""'1 L,.r-ino distinto es el que sugieren Gordon y Lakoff (1g7 1), ,,¡.,¡rtzrndo algunas de las ideas de Grice -vé¿rse ei capítr-rlo 5- desde ....', tterspectiva semántico-generativista. Estos autores presentan su t¡il,1 ejemplo los principios que rigen la sincerid¿rd de ,,., ,, r,r tomando como j ,,, ¡,cticiones: si A pide sinceramente a B que éste haga R, entonces ¡,;r hipótesis (lLre

¡

El problema planteaclo por los actos de habla indirectos es el

7l

..il, r'dc' que:

t) A quiere que B haga R; tI) A supone que B puede hacer R;


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁ'I'f(]A

A supone que B está dispuesto a h¿tcer /?; y A supone que B no hará R si no se le piclt: c¡ttc l'r lt;t¡',:r' conjunto de concliciones de sincerid¿rd ctctcrt'lrrilt¡t, ¡l lill v('2, Lln o dé postulados conversatorios. Tonrcmcls ltls t:tttlttt i¡rtl,rs de re son formas diferentes de hacer ttna misntlt 1lt'lit irttr;

a. b. c. d. flo

Quiero qlte saques la basura ¿Puedes sacar la basura? ¿Sacarás la basura? ¿Quieres sacar la basura?

SEARLE

a,

b.

Quiero que vengas + Te pido qlre vengas Dr,cn (a, b, Quanen (¿, R)) -) PEDIR @, b' R) Tengo la intención de venir -+ Prometo venir necrn (a, b, TeNpn INTENCIóN (a, R) -+ PRo*rerr,n \ct, b' R)

;tarde, el propio Searle (1"975:60-61) modifica su teoría y retos análisii realizativos y las propuestas de Gordon y Lakoff sugiriendo una explicación en los sigr"rientes términos:

El hablante comunica al oyente más de lo que clice basándose en ia formación de fondo compartida, tanto lingüística como no lingúística, en los pocleres generales de raciocinio e inferencia del oyenle. ["'] No rce falta sLlponer Ia existencia cle ningún tipo de postulado conversaonal [...], ni de ningún imperativo oculto u otras arnbigüedades simires.

lsta manera, Searle trata de evitar la multipiicidad de estructu: se producen cuando una misma oración se usa para realíz'ar

]-

LA TF.oRÍA n¿ tOS ACTOS DE

FIABLA

73

actos ilocutivos diferentes. Para explicar la interpretación de una interrogativa como

(1ó)

¿Puedes pasarme la sal?

en Searle (I975) se proponen los r)

pasos

que detallamos a continuación:

El emisor me ha preguntado si soy capaz de pasarle Ia sal.

r) Supongo que su comportaíliento es cooperativo y que su

es posible qLle, a pesar de tener formas gl'¿tlllillit:irlt's clis-

todas ellas constituyan peticiones? La respr:cst¿r clt' ( io|clon y (197 1) consiste en decir que esto es posible porclrlc t::ttlrt t¡tl¿t de fleja una de las condiciones de sinceridad: pal'at (14)¡r t's l; par¿r ; It; para (14)c es uI; y para (14)d es rv. De acuerclo c()rr ('sl¿t prohaier una afirmación o una pregunta acerca clc l¿r eo¡rrlición :uación de un acto de habla cuenta como la c.iecrrcirirr rlcr ese habla, cuando la fuerza literal está bloqueada pot'cl c,rltcxlo. ;, sólo pueden hacerse afirmaciones sobre las conclicioltc's b¿r,n el háblante (Quiero X), y típicamente se pregunt¿rtt las con,s basaclas en el oyente (¿Pgedes/quieres X2). Dc cstc ttr,clo se :n los postulados conversacionales que establecen ec¡ lt i v:.tlcncias )rma y acto indirecto:

y

rv)

v)

u) vn)

vrÍ) IX)

x)

enunciado responde ¿ q¡¿ iptención determinada (principio de cooperación). El contexto de la conversación no indica ningún interés teórico en mi habilidad para pasarla sal (información contextual). Además, el emisor probáblernente ya sabe que la respuesta a la pregunta es sí (información contextual). Por lo tanto, su enunciado no debe ser una simple pregunta. Probablemente tiene alguna finalidad ilccutiva ulterior (inferencia a partir de r, lt, trl y rv). Una conáición preparatoiia para cualquier acto ilocutivo directivo es ia ca aóidad del oyente para tealizar el acto en cuestión (teoría de los actos de habla)Por lo tanto, el emisor me ha hecho una pregunta cuya respuesta atirmativa indica que se satisface la condición prepaiatoria para pedirme que pase la sal (inferencia a paftir de t y vr). Sabemos que en la mesa ss ¡tiliza la sal, que las personas se la pasan u.t.s a otras, etc. (conocimientos compartidos). Al aludir a la satisfacción de una condición preparatoria para las peticiones, supongo que rfli interlocutor quiere indicarme las condiciotr"r d" obediencia de una petición (inferencia a partir de vu y vur). En ausencia de ninguna otra finalidad ilocutiva plausible, el emisor está probablémente pidiéndome que le pase la sal (inferencia a partir de v y x).

Finalmente, otros autores, como ¡forgan (1978), sostienen que los actos indirectos son tipos de actos convencionales. Lo convencional en ellos es usarlos pur^ ii".tos cometidos. .Esto significa que Ia lengua está gobernada por dos tipos de convenciones: las propias del sistema lingüistico (comb, por ejempl1l,lv y¿l¡ción entre la forma de las palabras y su significaá"), V las convenciones de uso,'que son de naturaleza óultural'y que t" iitúo., a mitad de camino entre lo radicalmen-

te convencional (la gramática) y lo natural (la pragmátíca),


S[,.ARI-E

rrurRooucctÓN A LA PRecMÁttca

rrto qtte, erl el caso de ¿.PtLecles.pas(Irtrt('la,vtl"'.' ""1".'.,ll';: rlc:l'ir' 'rr .iiS,l".i^ entre el signiticado literal y el clt' .l)('lir l,.,l,l:rnl"l'llrnt rrlrrrr rfer-encia. Pero, sin .í-'bttgo, nuestra intuicitilr

ii:: :

;;i;i;áe inferencizrs pt'lr¡riir'1"": ffi";;;;;; l::.il: rr"rrrl' rr oyente. Li aparente contradicción se cx¡llit "l l' r

I

i-c^-.-*^:..,-

,-,.,,,'i ,rrr' rrlr rlf ,-lfC-¡

cle,l

entre este tipo de prcgrrrrl;r" \ ilrt'r ¡rt'ttlrr' r rrr"lll()s nuv directa. Hay que sltponer, entonces' c¡ttt'l"'' I,il '.rl'.rt.r t'c,;;i^-p;J;r, ,,,,irii p.n..rn. de instirr-rci()n'rli7'rr ittt¡tlr' '|ttttttt' ' ttt.l()' estos casos, Morga" utiliza el nomble clc

-l;;r; .nn""".io"al

c¡r.re

Y LA .IIIORIA DE LoS AcToS DE

FIAI3LA

la fuerza ilocutiva básica de l¿r oración, parece más cosloso,

75

dcs-

punto de vi-sta teririco, que postul¿tr que las oraciones, como urnil,laclcs abstract¿ts, ticnen ttn sentido constantc, mientras que solarncrr- , It" lor cntrnciados, corrlo tLnidades actua.liz¿rcl¿rs, ptrcden tcncl frrcrz¿ry'' ilocutiva, y que ésta depende siempre del contexto. El entoque resulta también insuficiente en algunos otros aspectos iurportantes, como scñ¿ila Franck (1981): clc el

t) La atribr-rción

de <etiquetas>) como actos de h¿rbla a scgmontos parece muy arbitr¿rlia en v¿rrios scntidos: verb¿rl conrportamiento cle

l"us.

r ,tttr r r I (lLte arru¿n, queclan restleltos algunos problctrllr"' t¡r'r ttlitl'' "' t "' tIrisel hecho cle que algunas "^pt"iio""'' a pcsrll r l't

,i"

;;.i.u*i";;r,

r,o f,,ttionan como ¿rctos

i'clir.t l'" "tt

idacl: )" a. ¿Pr-redes de.larme mil pesetas (por fzrvor (ll1r,r l'tt',t ) pesetas ;:. iet"t .up^i de dejarme mil 'l l" r¡rliczr, elorinrerenunciacloresultaunapeticiónn¿lllttlr|,..||''r.r¡lllCzI, '^.::';''';i-'^^-^; tili ti¡ri' por r" ,li oor favor, ':'r rl' l'r" pt'lify,21; -.o*",'t.i^a de acepte la presenci q.l" '

';";';ffi;;;oáu (17)t¡,i,'l'' iizl" J;:,:;:t;; ffi consiste en aFjrmar "n' (l /t,t ,.,,"''l'",.:1: rrrr,r lor-

,

,,^;;;;;á.

s"urt", rnvencionaliz'ada, Y (I7)b, iLrnas

ctrrc:

n'o'

críticas

irrtillitl náiisis de los actos ilocutivos indirectos collslilrrt''' 'l ¡'r llt'tnos ;;;;" el qr-re fro1>ieza la teoría de lo's actos tl'' lr'rl'l'r l:t t tte:r;-.ü;;;; á;l^; *ltt.,io""' que se'han sr-rgc|itlr' ¡r''to ra ,t-r".ry lejos de quedar resuelta satisf¿rctor-i¿llIl('lrl(' scrios ¡'t"l'l''trr;rs' Nóefecto, la propuestulig"" contando con litcllrl v tt';rli"'t'l rtcto e para que una oru"iói tenga su sentido l"'tltÍ;ttttos f"itp"á¿t, debe emitirse en Lln contcxto ¿rclccrl:rtl'r' ,o."j"-ptu,qlleLlnaoracitinimperativalitelr.¿rlrIlt.tllt.It.;rlizlrrrn tl:r(l;r'i; ('ll Lr¿ISo , r.ttar¿ui" si se emite en las circllnstanci¿ts ¿ttlt't l't'r,' si t'sltl es ,i", i^ zu"-a ilocutiva puecle quedar modific¿ttll StI ltlt,ltt;t lilrrliiístitonces es e] conte*to d" ]a emisión -y nO ,q.'"¿.."'minaquéactodehablarealiz¿ll.tll;lt.:,ll.ttt.|ll|.it()ra. ot lrt it.rtr. y. :tt lo cte dacla. Resulta poco económico afirmar clttc t¡rt'' rtt:tlxit ('ollce.r,e' ir-r¿irociaúlemente ttnidos si h-rego hatycorrlt'rl(): l('ll('l'que dcl rqlte esta unión está siempre a merced r,cl i üI rt i.s, I t..; I circr uir un mecanismo q"", i",erminadas r

""

Ir

r

r

cL) la segmentación de la corriente del discurso en actos de habla: la or¿rción gramatical no es la unidad básica del discr-rr.so, porqlle normalmente los actos de habla vienen realizados por más de una oración; y b) la asignación a cada emisión de una, y sólo una, denominación de acto de habla, extraída de r-rn repertorio finito. Resr"rlta también antiintuitivo porque con un solo enunciado solemos realizar a la vez más de un acto de habla.

rr) El restringido vocabulario de la teoría de actos de habla obliga a no tomar en consideración muchos de los f¿ctores que intervielos enunciados. El resultado es Llna categorización demasiado ne., "n simplista. rrr) La teoría de actos de habla es insuficiente para explicar el mecanismo de la interacción. La indeterminación de los actos de habla no es una imperfección de la comunicación humana, sino un requisito previo para permitir un¿r interacción fluida y en constante proceso de elaboración. .- ry) El punto de vista adoptado es demasiado estático, y no pone de manifiesto la naturaleza dinámica y estratégica de la comunicación humana. La lógica interna del desarrollo de la conversación se pierde si se disecciona el discurso en actos de habla. Las unidades del habla no son nhechos consumadosr, sino unidades en construcción. v) La perspectiva es excesivamente unidimensional, y no explica suficientemente los cambios qlre se producen a medida que se habla. Cada intervención se convierte en la base de la reacción siguiente. y1) La noción de contexto en la teoría de los actos de habla es marginal: sólo se apela a él cuando las palarbras nfallanu (casos de ambigtiedad, actos de habla indirectos...). v1i) Hay tres aspectos relacionados con el significado que no están suficientemente exPlicados:


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMATICA

t

cómo se combinan el significado proposicional y el signilicado ilocutivo; cómo funcionan las expresiones deícticas (fuertemente relacionadas con el contexto); Y círmo se explica la vagr-redad en ias lengr-ias naturalcs'

é1 se derivan tt¡clos los Cemás, quizá el principal problema -de inadeclt¿ltlo t¿rntcr abstracción de nivel un is- es d" q.," utiliza jeto qr-re"iestuáia como al tipo de resultados que sería clcsc:rl>lc .b: El significaclo przrgmático no parece e,xistir en abstr¿rc:to, f ttcrit s realizaciones concretas, sino que se construye a partir ctc Ios ele-

situación comunicativa' de los actos de habla ha ¿rhic|t() pcrsteoría la ello, toáo pesar de ,ru, -.ry enriquecedoras y ha aportado soluciones vitlioslts it una parre dL los problemor qi," plantea el estudio del uso clt't livtt clel raje. La magnitud y la importancia que tal avance slt¡'rttso cstá'n hcra de toda controversia. -os que integran cada

CapÍrulo

5

GzuCE Y EL PRINCIPIO DE COOPERACIÓN 2. Su teoría. 2.1. El principio de cooperación y las 1. Puntos de panida. 3. Las implicaturas con' máximas. 2.2. Tipos de contenidos in'rplícitos. versacionales. 3.1. Los incumplimientos de las máximas. 3.2. Implicattu'as y n-ráximas. 3.3. Impiicaturas y contexto. 3.4. Propiedades características de 4. Algunas críticas. las implicaturas conversacionales.

-

uras recomendadas teoría de los actos de habia ha suÉrido diversas moclil'icaciorrt's tlt'sclc su ntación en Searle (1969): hay aportaciones intel-esarrlcs t'tt Slittnpe i), Holdcroft (i978), Bach y gárrrish (1979), Searle, Kicli'r v lli,'rwisch rj, vanderveken (1988), y Tsohatzidis (1994). Searle y Vit¡rtlt'¡ v,'1,,'tr ( l9B5) intento de form¡rlización de varios aspectos de la tcol'Í:t. Solrr.t. l:r lripórealizativa, el texto clásico es Ross (1970); Gazdar (l(n()) l)rt':'('rrlit un¿t a detallada. Sadock (1988) es útil con:ro valoración ¡.1[rlrrrl, l]l '";¡rirt.lso ema dei ftlncionamiento de los realizalivos explícitos st'llitl:t r'tl l{ticana)81) y Searle (1989). Scbre actos indirectos ptteclcrt vt'r'¡i(', {'rrl¡t'()lros' or,'(iSZA), Clark (1979), Fauconnier (1981) y Havcrltitlt' (l()¡1 l) ll;rvcrl:al7g y r9S:q scin aplicaciones de la teoría a datos Y ¡ltr,lrl,'rtt,,', ,1,'l ,':;¡rrtñol.

1. Puntos de partida

r

Si las doctrinas de Searle se podían situar en un terreno fronterimismo es quien propone no zo entre la semántica y la pragmática -él el significado de ttna orahacer distinción entre lo que solemos llamar ción y su fuerza ilocutiva-, las de H. P. Grice, en cambio, pueden incluirse decididamente en la parcela de la pragmática. Grice no se ocupa d9 las re-lagignes entre estmctura gramatical y fu-elza ilocutiva, sino que se centra precisamente en el estudio de los ffincip-¡o_,s Que regulan la interpretación de los,enun-ciadgq, Sqs ideas constituye'n el punto de partüá".dóTá"óoncepción de pragmática más extendida actualmente. Muchas veces los filósofos del lenguaje han puesto de relieve que / los operadores lógicos y sus contraparlidas en las lenguas naturales ,r parecen no tener las mismas propiedades; en particular, han destacado la vaguedad de ias conjunciones, frente a la precisión de las propiedades de los conectores lógicos. El trabajo de Grice nace del deseo I de demostrar que tal separación gs sólo aparente: las conectivas de las lenguas naturales tienen el mismo valor que se describe para los operadores lógicos; ias diferencias de significado que pueden observarse derivan de la intervención de otros factores cle tipo conversacional.lsu modelo trata, precisamente, de identificar y de caracLerizar cuáles son los mecanismos que regulan el intercambio comunicativo y son los añadidoo. responsables de ese

"signiticado


GRICE Y EL PRINCIPIO DF, CIOOPERACION

rango, a las qure Grice, siguiendo a Kant, da ei nc¡mbre de ccLtegorías de cantidad, ct¿aliclcLd, reLación y modalidad. Cada Lrna cle ellas, a slr vez,

Su teoría Et- pnwclpto DE cooPF.t<AcrriN

r r/\'. Nt \'.trr\

ln etecto, Grice proponc Lln ttlt:tlt',t', ,1, I tt¡,rr ¡ltlt ttl ,t 'l' I"lliczr actúl¿l y rige en la convetsltcitlll. ll,r\ r¡rt, l, rr¡ I r' lr r1i ¡ r¡tlt' Cl ¡rtr¡lt, rrrl t,,rr, 'i I I , I rlll l)llso tlr'rt rrlrrrrr proponer )LtJ SLIS ull¿ttlt, [i¡lo:-' (lI al Plulluttsr iearle, clr )callc, 911¿1[¡¡¡ tlll(r:, ,lrr, / iÍnportante en este senticl(); pct() tt,' ll,t\ "l t,lrr 'lrri 'rl lllo,l' r'rlr, ¡ cst¿rtrlece una col'rel¿iciítrt sislt'rttirltr,t ' l' ¡'r 'rr lr¡lr y 'zailoctrtiv¿rqucplzintea tto p()c()s ¡rtr,l,l, trr.r,,l' ',r 'l' rr l"'¡ ¡"' (it'ipof el COntfario, pfopone utlit s(ll i(' tl,' ¡'t tll, llrt, lrt rrr'r rrr'rllv()S, se suponen ¿lceptados tácil-¿lmerrtc l)ol ( ll'llll' ¡r tllr¡ rlr rrr 'l' lrt¡cn 'Ittcios rr '¡ rr l" '¡rr' ( ilicc ll\t st' llrr conversación. tina c:llos lo en z5: 45) llama

principio de

coctpera<'it)rr'.

se subdivide en mílximas más específic¿rs. Vamos a fesumirlas brevemente (cle acuerdo con Grice, 1975: 45-47):

I) Cantidad. Se relaciona obviamente con la canticlad de información clue clebe darse. Comprende las siguientes máximas: e)

b)

clida-- eslLrerzos cle coOpcr':rci<in; y c¿rcltr l);l lt, tl,,lrl' r, , ,,r¡, ¡ , rr ,'llos, cle algúrn lltodo, un prOpósitO o c6n.irrrrl. rlr. ¡rr,,¡,,, rt,, ,,,r,¡¡(', (), Al menos, Llna difección accptarcla por totlos. l. I I rr ',r'l,r rlrr'r rrrrr' ;tlgtl-

nos cle l<>s posibles (movimientosD c()l1v('l:,:l( i,,t¡,¡1, , ,t rr'rrr r" l'',zltclos por inapropiaclos c<>nvers¿rcionalmentc. I't¡tl¡ l;rtrr' r"' I ll"l' ' l' )r rrllllar' L1n princlpio gcneral, qtle cs el qlle se sul)()rt(' (lrr, ,,lr '¡ r\.rrr l" I rrticipantes: Ilaga qtte

sLL

couribtrc:ión a Ia (:ottt'('t\tt( ttttt

, #----. IO. IU fetjttCttLltl pOr el prOpóSittl O lA dirtt't tt¡tt tlt l tttl, t, tttttl't,t "'tttttttlaA' -

if¡n u,l ,r*tri,;rt;,i;*J;.

A pesarr de lo qure

Sur

a) b)

No diga algo que crea falso. No diga algo de lo que no tenga pruebas slrficientes.

ttI) Relación. Contiene una única máxima: nDiga cosas relevantt'so. Efectivamente, se espera de los participantes en la conversación (lilc sus intervenciones se relacionen con aquello de lo que se está halrl¡nclo.

rv) Modalidad. Se relaciona con el modo de decir las cos¿r.s, m¿is (luc con el tipo de cosas que hay qtre decir. Comprencle Llna supermárirrr¿.r: .Sea claro>. Y se complementa con estas otras: u) b) c) d)

fOrmul¿rción en fttrnra tlt'irrr¡rt'l;tlrr''rt ¡rrltliera

et'il, no se trata cle Ltn principio prescriptiv(¡, r.'ll t'l :,t'ttltrl,,lr:rlritlt¿rl tórmino, si no cle Lln plincipio descriptivo: cs si¡rrl)l('rrr('rrl{ rrrr;t coní¡n de racion¿rliclad clue res¡lta básica para cltl('t'l tli',, rrr:'() s('lr ingible y terrga sentido. De hecho, elprincipi{t tl{ t,t,'¡','rrlr'lr'li (l('Grils, en el ltondo, un cielto tipo de (condici(;rl l)l('l);rr,tlori;t ' (l(tc se era qLte los participants5 6bgsr-ven. Cttando los ¡.llrtlit i¡r:rttlt's tto se itan a é1, la conr,ersación es inconexa y ¿rbstlrcl¿r. Ahora bien, que t:il pri¡gipio no Sea prescriptivo ll() iltr¡rlit:r ([tte su rmplimicnto no ptlecla merecer algúrn tipo de s¿ll)ci(ill sr¡t illl: si Lino los interlocLttores cleliberacla y m¿rljntencionaclitrllt'tttc tllrl¿t, cle alt¿t m;iner¿I, de nboicotear, la convers¿lción por nretl io tlt: v'iolacioocasion¿rles o constantes de dicho principio, se cxll()nc ¿r l¿rs proas y itdvertencias de los otros particípantes, e inclurso ¿I ser excluidcl rliálogo por ellos. EI principkt de cooperación se desarrolla en otras normas de menor

que slr contribr-rción sea toclo lo informativa que reqlriera el propósito del diálogo; pero que sll contribr-rción no sea más informativa de 1o necesario.

lr) Cualidad. Esta categoría comprende una sllpermáxima: ulnIr:nte que su contribllción sea verdadera>. Además, se especifica de la siguiente manera:

NUeStfOS intefCanfbiOS Comllnic¿ttivr)s llo r,'rr I l' rr rr¡'rrI rllrr' lllt'en una sucesiiln cle obser-vaciones incont'\it:'!, \ lr" "¡ ll I I I' trrrr rl 'l l" lttclran. Por el contrario, son característic:ttttt'l¡l, .tl r"' r" '| ¡ l I rt rl;r ¡ne-

tivo e,

7c)

Evite la oscuridad de expresión. Evite la ambigiiedad. Sea breve (no sea innecesariamente proiijo). Sea ordenado.

I)uesto qlle los intercambios comunicativos constitlryen sólo un ;rso esp€cial de comportamiento racional, dirigido a un fin, es com¡,ri'nsible que estos principios no afecten exch-rsivamente a las conver-

r

sino que su vigencia pueda comprobarsc también en la conhumana en general. El propio Grice pone ejemplos de sr-r apli,,rt irjn a otras actividades, del estilo de arregiar un coche o hacer un ¡':rstel. Lo auténticamente significativo de este heciro es qLie la activi,l;rtl lingüística no se presenta como algo separado, distinto, del con¡rrrt<r de las acciones que el hombre realiz.a. 'lirmpoco estas máximas deben consider¿rrse normas estrictas clc , r,rrclucta, sino principios descriptivos, de ac:uerdo con los cualcs sc '..rt itines,

,lrrct¿r


lNllirll||

r t lrt¡t \ l \

\r Al\ ilr

\

GRICE Y EL PRINCIPIO DE COOPERACION

'vlrlttilt t'l r',rtrt¡t,rt l¡rt¡rir'ttll Ittrl,ttl',1lr n ,\ ¡rr ,lt ¡ll,r olrlir,,,;rtlo l¡rll;rt ;r l;r t','t,l,r,l rr,, ¡r¡',,1tt, lr l¡'t I lr'lllr'lll(', el r ti¡ro tlc tlt's:rjrtslt'lirr¡itrt',lt( o rllr' lt,r,,'t ll¡l r lnr sc ('sl)('tlr, sitt t'rtrll;rt¡1(), rltl(',11, lr,r', nt¡r\ltlrl'r',r ¡nl ,'l'',, tvrttlits c ll.t cottve¡'s¿l( i(lrt, y srt in( tlttr¡rlnlir,lll lrtlrlilr r rr r tr'rlr¡', t'f ecsctlti(l(), () ci('tlits usltttt irln(':r.,rrr i,rlr'',,, ¡tlil'¡l,rl,t,, rr l,r lit;rv,'tllid t'attsul'csi(itt: c()ttl() (itit t' :,r'tr.rlit, nn ntr'tr'r r, l,r nu',ttr,r r onsiLlecl inl¡act¡l'clc l¿r lt¡iri¡t¡r .\r'rl /rlr'r'r'rl¡r.,¡¡¡,,1 ,¡rt,' ¡¡,,,,1t.;t'lva clicc No tligu rtl¡yt (lttt't'tr'tt lrtlrrt.

signif¡cado

implicaturas llo implicito)

lo dicho

/

\ /\-

no convencionales

convencionales

/

-'-'-

conversacionales noconversacionales

/\/\

generalizadas .'ll'OS Dli coN't'tiNf tx)s IMt't.t( il'(

8l

)ri

particular¡zadas

Esoue ivl¡ 5. I

.

r clistincirin fitncl¿rnrctrl¿rl t'¡r llr l('r)lr rlr' ( irrr,' t,,, l.r r¡r(' ('st¿Ilntrc /() qtte .sa. dit:e y lo t¡ttt' ,st' t'oiltttttit'(t. l,() tlttt' ,,t' tlt('!'( ()r'l'r:sb/tsic¿rmcnte al contcnicl<l ¡rtrr¡rosit iorr,rl rlt'l ,'rurrt r,rrlo, llrl y ;e cnticnde <lc.sde el pr-tnto clc visl¿r lrillir'o, y t's,'v;rlu,rl)l('('n tll)¿r :le tipo vciritativo-condicir¡n¿rl. ltt qttr'.\t'('()unnt¡('rt (,r. lorl:r ll in:ión que se transmite con el cnunc¡ir(l(), l)('tr) (lu('('rr rlilt'rr'nlt'cle tcnido proposicional. Se trata, por tnrrlr¡, tlt' rnt ('()rl('ni(l() inry recibe el nombre de irnpli.caturu. ll.n cl r¡rotlt'lo rlt'(ilitr', l¿rs 1¿¡rzs cleben definirse y explical'sc clc ¿rct¡crclo t'r,r¡ los ¡rt'irrt'ipios lanizan Ia cortrrersación.

principio de cooperación y las máximas que Io desarrollan); y la irrplicatura es no conversacional cuando los pr"incipios en juego son cf c otra natLlraleza (estética, social o moral). Las itnplicntur&s conversucionales pueden se{, a su vez, generalizadas y parficttlarizadrs. Son ryneralizada.s las que no dependen directamente del contexto de emisión; y particularizadas 7as que sí dependen decisivamente de dicho c()ntexto. Más adelante veremos ejempios de los diferentes tipos. Reslrmamos en el esquema 5.1 las clases de contenidos implícitos que

corlvencionales

¡uis detalle cómo funcionan.

;ten dos cl¿rses de implicaturas: no cont)e.ncionaLes

in rytlicat ura s convencionales son aquella.s clr..¡c clcri vir r r cl i lcctaie los significados de las palerbras, y no clc f'¿rctorcs c:o¡rlcxlLrauacionales. En l¿r cc¡nocida fr¿rse

Era pobre, pero honrado 'a una implicatura convencional, ligada al signif icaclr¡ lórico cle acllerdo con ia cual e] segundo predicado se prcsenta no sólo n contraste con respectcl al primero, sino también cr()mo algo ral o inesperado. rnplicaturas no conyen.cioncLles se generan por la intelvención :sta de otros principios, y forman, por ello, un clase b¿rstante depenciiendo de cuál sea la natlrraleza de los principios invor. Se dice qlle la impiicaturra es conversacional cuando los prin-re hay que invocar son los que regulan la conversación (esto

c:i, el

clistingue Grice. Las implicaturas en negrita son las que le interesan a Grice y las cptc suele tomar en consideración la pragmática. Vean'ros ahora con

3.

Las implicatu-ras conversacionales

3.1. Los rNcuptFLIMIENros

DE LAS MÁxIMAS

Al igual que hicieron antes Austin y Searle, también Grice propor)e una caracterización de los diferentes tipos de incumplimiento de l¿rs máximas, y de los efectos y resultados que producen (tomado de Grice, 1975:49):

I) Violación etxcubierta, discreta y sin ostentación, de una máxima. Puede inducir a error a los interlocutores y, por tanto, el haLrlante es responsable de engañar o, al menos, de correr el riesgo de hacerlo. ir) Supresión abierta de las máximas y del principio. El interlocutor claramente se niega a colaborar por no poder hacerlo en la form¿r requerida: *No puedo decir más,. El diálogo queda roto-


lN I li( )l,l l( ( l( )N ¡\ I r\ l'li,\t ,i\1,,\ I l( r\

GRICE Y EL PRINC]PIO DE COOPERACJÓN

(.'ttttllicto (t c(ili,\i(in cnlt'(.('l ('untlrlinti(.trlo rlt. lirs rlili.l'cntes ls, (lll('olrlililr:l t'lt'¡,,i¡ tllllt,l.','lllts t'¡r tlt'lri¡rt('nlr, (lr'oll:ts. ES ¡ror t'jt'rrr¡rlo, <lc llrs silrr;rt iolrt's ('n (llr(. rrr) r,(. pu,', l,.rl;rr tocla 'Itliti irilt t('clu('t i(liI l)()r'(fu(' no st' lit'rrt'll sr¡fit it.¡rlr':. ¡,r rr,'lxrs cle L'irlrrrl.

Ittc:tttrt¡tLirttieu.l() <) violuc:iritt r.tltitt.rln. (ilict, t,rrr¡rl,';r ,'l lt'¡ lnino u¡Irr, tlcsclí:n, clcs¡rrt'r'io'- clr' rr¡ltr rl.' llrs nrir\inr;r.., l)('ro srrjc.ción rltiis. Litr vista clc l¿rs r:it'crr¡lsltrrrcils, lorlr¡ lurcc slrl)()n(.r'(Jllc no i ¿rtltc rtn¿t viol¿rr:irill conro l¿r rlt:sr'¡ illr ('n t, rl:rtlr, ,'l t:tr'¿icter clc la tratrsgrcsii(in; lti tuntp()c() lury rrrrir su¡llt'sirirr tlt. lrr lot¿rlillr.s nrltrinr¿is, clrrc cs l¿r silu¿rcií)n cullri:lt'r'íslit ¡r rl..'l (:ls() il; ni,

conclicioncs p¿rra c¡rrrr lritylr un ('()nllir'lo, como cooper'¿rr; pcro scr clir'ía c¡rrc ckrs¡-rrcciar nentc una de las máximas, Ios intel'locutot;'cs, parit intcnt¿rr rer lo clicho con el principio de c<lopcrarciC;n, strclcn inclin¿rrse a llle el emisor quería dccir algo clificrcnte clc lo c¡rrc cn rcalidad

rllc,

scr cl¿rtt l¿rs

ii alguien parece querer

liciend<¡.

rn¡t licaturas conver-sacionales se gencr¿rn c()m :losis diversas- tres clases de elcmentos: i

información contenida en el enunciacto; los tactores que contjgllran el contexto y l¿r sión; y los principios conversacion¿rles.

b ¡ na

r

l(lo --¿r ve-

l¿r

clc

nplicatura se convierte, así, en el camino neccs¿rri,) píuu (r'erD el allténtico contenido que se ha tratado clc c<trrrurricar (y I a veces, la vigencia de las máximzrs). En términos nr/rs preirnplicatu.ra conversacional puede canlcteriz¿lrsc clc l¿r simanera (tomada de Grice, 1975: 49-50): crrar.rclo mlgrricn dice tplica conversaciona.lmente que q si el emisor está obser-v¿rndo l¿rs 0 por lo menos, el principio de cooperación; lon e[ fin de mantener este supuesto, hay c¡r,rc que el :misor piensa qle q; y :l emisor piensa que tanto él como el dcstirr¿rtlrr.icr sarben que :ste último puede figurarse que la sr-rposiciírrr clc lf cs necese supone que

;aria.

B3

IttpLrcn"turuqs Y MÁxrMAS

Hemos dicho que las implicatr-rras pueden surgir para tender

el

¡ruente necesario entre la aparente violación de una máxima y la presLrnción cle que, a pesar de ello, el principio de cooperación sigue viscnle. En realidad, las cosas son un poco más complejas, de modo que cntre implicatllras y m/rximas puede h¿rber varios tipos de relaciones:

hay implicatura, pcro no hay violación aparente; hay impiicatura, y debe inferirse que se viola una máxima para evitar un conflicto con otra máximzr; y hay implicatura precisamente porqlle se vioia abier-tamente una máxima. Veamos ahora algunos ejemplos de las diferentes situaciones posiE,n el primer caso implicatura respetancio las máximas- nos -huy conversacionales lrallamos ante implicaturas de tipc generalizado: si rrlguien dice Pepe tiene dos hiios entendemos que tiene exactamente tlrt.s, y nO uno O tres. Como ejemplo de las situaciones en que la implicatura lleva a sul)()ner que se viol¿r una máxima para no violar otra de mayor rango, suclen proponerse como casos prototípicos aquellos en que el emisor tl;r menos información de la requerida así, la máxima clc cantidad- con tal de no transgredir -inft-ingiendo, las máximas de cualidad:

(2) A:

qué hora es la película? B: -¿Amedia tarde.

-A

La respuesta de B no es suficientemente informativa, porque no ¡rrrrporciona todos los datos solicitados por A. Ante esta respuesta, A tit.ne que pensar una de estas dos cosas: o bien que ,B no desea cool)crar; o bien que B desea cooperar, pero no puede hacerlo de la mancr¿r reqlleridar por A, ya que carece de información detallada. En este rjltimo caso, se ha producido un conflicto entre dos máximas, la de t:¿rntidad y la de cualidad, que suele resolverse a favor de la úrltima. De lrccho, es normal conceder cierta supremacía a la de cualidad, ya que srrele partirse de la base de que la veracidad del enunciado constituye trn requisito previo e imprescindible para que el mecanismo de infel'cncias pueda funcionar correctamente. En tercer luga¡, dijimos que había implicaturas basadas en el incr-rmplimiento abierlo de alguna máxima. Como ejemplo de la transgresión patente de la primera máxima de cantidad (Que xL contribu-


rI--r

IN'I'RODL¡CCION A LA PRACMÁTICA

GzucE

t sea todo lo infonnativa que requiera el propósito de.l ditík¡g¡), Grt)ropone un ejemplo que hoy es ya clásico: A un profesor le piden un informe sobre uno dc strs cliscípr-rlos que ha solicitado un trabajo relacionado con la lilosolí¿r, en su carta, el profesor no menciona en absoluto esta clisciplina, sino que da otro tipo de información. El profesor ha incumplido claramente la primera m/rxirn¿r cle canyo diría que también la de relación (Diga cosct.s ralevanle,s)-; -y in embargo, ha escrito respondiendo, lo cual elimina l:r posibilidad pensar que no quiere colaborar. Hay que concluir, entonccs, que si escribe nada sobre las dotes como filósofo del candicl¿rto c:s, t;rl vez, 'que no tiene nada bueno que decir. Y esto es, preci.samcntc, lo que :de estar implicando conversacionalmente su carta. En cuanto a la violación de la segunda máxima de c¿rnticl¿rcL (QtLe contribución no sea más inforznativa de lo necesario), hoy clLre conzar señalando que la propia existencia de la máxima es motivo de rtroversia: de hecho, dar más infbrmación no parece, dc entrada, trazón suficiente para pensar que se está transgredienclo el princide cooperación. Grice es consciente de los problemas quc puede ntear el proponer una máxima de esta clase; pero, como a¡:unta él imo, una nsobreinformacióno puede prodr.rcir la confr-rsión entre los lrlocutores, que seguirán 1¿r tendencia nnaturalo de intcrpretar el tnciado como si estuviera dando toda la información neccs;rria, y -l la intormación necesaria. La transgresión abierta de la primera máxima de cualid¿icl (No diga ) qLLe creafalso) da iugar a un amplio abanico de implicatlrras qlre nprenden un gran número de figuras y tropos: las mcrárloras (7i.¿s 'os son rubíes),la ironía (¡Bonita faena me has hecho!) o la hipére (Es el mejor qtte he comido en toda mi vida) pueden explicarse de r manera (para la metáfora, véase el capítLllo il). Los mejores ejempios de violación flagrante de la segund¿r nráxima ;ualidad (No diga algo de Lo que no tenga pruebas sttt''icientes) sueser los de las insinu¿l.ciones: rd

Los Peláez están gastando mucho dinero últimamente: ya

se

sabe, el dinero que se gana fácilmente, se gasta fácilmente... Uno expresa algo que no sabe a ciencia cierta simplemente para ver

I es la reacción de su interlocutor o para inducirle a pens¿tl por nplo, que los negocios de los Peláez no son del todo limpios, que Llyo es dinero (negro), etc.

y EL pRINcIpIo

DE

coopERACIóN

,,J,.r

ya hemos vistoargunos ejempros de ra_üolación abierta de rir rirna de reiación (Diga cosas- rerivantes;). u" ;;;;;;;;;'"" acrucr'rri r.rr ,'l que un brusco cambio de tema t.aá ¿"s'ia;i"-.;;;;;"ración ()r.o rema que se considera menos h¿rci¿r *peligroso,t.-"á;i;,1.o que cr ('rrisor trata de advertir a su interlo.,rto".,d. r" p."J"".iá'i" "., or.u 0.._ no debe escuchar. la conversación qul o"" lnantenien_

;:]lli

"rt;t;;

[-a supermáxima de modaridad (sea craro) puede englobar: varios ¡ros cle transgresiones..Entre ellos hay qu€

,l;rrl. El enunciado 4" (s) es un r,, it¿rl alguien escribe

)

('i

ti-

L Jx..Srru .lemjlo.tart.o.it ;_";rica proliji_ a un contar

La soprano emitió una serie de sonidos que reproducían cerca_

namente las notas de la partitura del

Ari;

;; ¡;;j;;;;

l:r ¡rcr'ífrasis empleada para describir el resurtado de ra actuación ile_ ¿r pensar que lo h,rz,o ra intérprete no podía 1ue ntar en cl st.rrtido más genuino del término. vir

'r-.^Jro

{

.l l''

In¡plrcerunas y coNrexrd que hemos dicho hasta aquí se refiere

las relaciones entre má_ \rrlrs e implicaturas. pero, como apuntamosa más arriba,-hry or.o

ur_ implicaturas qlle conviéne examina¡, y es el;";" reración t'r contexto. De acuerdo con este facto4 Grice distingue entre lz_ I'ltt'ttturas particulariladas implicatu-ras generaliza¿or. i.. _e particula_ t t ,t,l.-s se producen por er hecho de decirág" ;;;;;"iiinu¿o .or_ r.rr, (es deci' su existencia y funcionamieñto "" depená" ,1,'l t.rntexro), mientras que Iu, g"n"*.tia;;r;;;"rñ á-..iriu.mente rr('( ro cle las

,r¡

indepen_

'lr.rrcrnente de cuál r"u.l contex"to en que se emiten. Lis implicatur'r" (lt¡c dependen de la máxima de relaiió" r";ü-r;Jfirti"rl^.tro'1,r.', y:-r que necesitan actuar sobre los conocimienaor'aoarr"*tuares , ,'rrr¡xrrtidos. En cambio, si decimos

(rr)

Juan va a cenar con una mujer

' rr'rlt¡t.tiera que sea el contexto en que se pronuncie, la interpretación rrrrr¡''tli¿lta es aquelra en que la mujÉr ei ni rrr.rporu,-nisu rri;a, nr ''r rrr;rcrre, ni su hermana...: éste.es unno ejemplo ¿" i-áprtut".u l¡ ,¡rlrr- Las impricaturas generalizadas dlpenden *rrr..o_ der significado de l¿rs r'''l'rl''¿is, así que, como er propio Grice reconoce, no es difícir conI r rrrr lirlas con las implicaturis ctnvencionales_


GzuCE Y EL PRINCIPIO

INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

;

4.

PRoptr:t¡ues cARACTERÍsrtc¡rs DE LAS

(B) a. b. c.

IMPLICATURAS

CONVL]RSACIONALES

Las implicatur.as conversacionales presentan alguna-s caracter'ístir'r +,", ti bien aislaclamente no constitttyen una nrLrylzr tot¿rlmente se rbló para cleciclir si algo es o no trna implicatura -Grice nlism<-¡ prr:.po'cionar pueclen sí r visü obligado a adniitirlo-, sin embargo conclicir¡s cle qie realmente nos hallamos ante un tipo cle implícito Grice por propuestas :rs¿rcional. Las propiedacles originalmente 975 57-58) son las siguientes:

r) cancelabiliclad. Las implic¿rturas conversacionales (cspecial,"ír" t", jeneralizaclas) son cancelables, sea añadienclo ¿rl enunciado sea

r que aparecen una cláusr-rla clue las invalide de manera explícila' niiien.lo clicho enlrnciaclo en Lln contexto que incliqr-rc cl¿rramente ei principio cle cooperación. -te se está violanclo c1e m¿rnera flagrante conversacion¡tlcs qlle no implicatltras Las ,r) N<t separabilidad.. , b,..,-,r, en ia violación cle las miximas de manera clependen -dendo erparte el conocimiento del mundo y la situación- del conteni, e*presudo, y no del particul¿rr modo -de expresarlo' no rrri No cr¡iwenc¡onál¡dad. Las implicaturas convers¿rcionalesque las ar ,Áá" parte clel significado convencional de las expresignes : Iigan. ;t- No cleducibiliclad lógica. Las implicatu-ras_ convcrs¿rcionaleslo cle o ,on propleclades lógicam"ente declucibles o inferibles et partir clel hebiern m/rs dlcir, no dep"enden cle lo que se dice, sino i"f,o; ", ro de decir 1o que se dice. v) Indetermínación. Lo que se implica conversaci'tritlt'cnte po," ú,t .i"*o grado de indeterminación, ya que las matlcr¿ts cle conserir restaurar"la vigencia del principio de cooperación y clc l¿rs rnáxiras ptteden ser varias Y diversas. Las propiedades r y rv (cancelabilidad y no tletltt.t:il¡ilitlutl lógica) y.,au"'. a"por^, las implicaturas conversacion¿tlcs clc ottos tioos de por nplicacionás lógicas, q.i" ro son caucelablcs y sí sott clt'tltrcibles (6) cic:nrplo t:l descl'ita La implic¿ltura ¡rrttir róceclimientos Formales. uede cancelarse fácilmente, como en (7):

(7)

Juan va a cenar con una mujer: lll

O¡ COOPERECIÓN

I]7

klaría tiene tres hijos María tiene hijos #María tiene tres hijos, pero no tiene hijos

Por el contrario, la implicatura de cantidad correspondiente a (8)a, rlue es (9)a, se cancela sin dificultades en (9)b:

(9) a. b.

María tiene exactamente tres hijos María tiene tres hijos, y puede que rnás

Por lo que se refiere a la imposibilidad de ser deducidas lógicarrrt:nte, los ejemplos con cuantificadores parecen constituir una buena rr¡t¡cstra de esta característica. De la proposición (10)a se sigue (10)D; ¡rcro la implicatura (10)c, obtenida a partir de la proposición (10)b cn virtr-rd de ia aplicación de las máximas de cantidad, no es una irnpli-

circión legítima desde el punto de vista lógico:

(10) &.

b. c.

Todos los delegados votaron a favor cie la propuesta Algunos delegados votaron a favor de la propuesta No todos los delegados votaron a favor de la propuesta

El rasgo tt (no separabitidad) sugiere la diferencia entre implicatuconversacionales y presuposiciones: las presuposiciones dependen clccisivamente de la aparición de ciertas palabras; las implicaturas, en c¿rmbio, dependen de su contenido, de su significado. Por ello precis¿rmente se dice que la implicatura no puede sep¿Iraise de dicho contcnido. Esto, a su vez, permite predecir que ias sustituciclnes sinonímicas no afectarán al contenido implicado, como se ve en r'¿ls

(11) a.

b. c.

Juan trató de saltar los 2,15 metros Juan intentó saltar los 2,15 metros Juan probó a saltar los 2,15 metros

Todos los enunciados implican que Juan no consiguió superar el listón. Hay que exclui4, por razones obvias, las implicatlrras qlle provienen de la máxima de manera, ya que éstas sí dependen del modo de decir y, por tanto, son sensibles a la sustitución; la impiicatura generada por: (12)a no está presente en (12)b:

st.tylr

(8)a Esto es imposible cuando estamos ante ttr¡¿t clt'cltrtt'iri¡r ltigica: canpttede nplica lógicarnente (8)b, y esta implicaci<in clcrlrtt livrt lt,r elarse como se pretende hacer en (8)c:

(12) a.

b.

La soprano emitió una serie de sonidos que reproducían cercanamente las notas de la partitura del Aria de las Joyas

La soprano cantó el Aria de las Joyas


iN,TRODt]CC]tÓN

A LA PRÁGMÁTICA

)r slr partc, la.s características Iu y tv (no convencionalitlad y no :ibilicla.d lógica) ponen de relieve que las implicaturras conversalcs s<ln propiedades de los enunciados, y no de las orerciones; o, , cle una forma más precisa, son propiedades derivadas clel hecho rLrnciar, y no del significado convencional de lo que se enuncia. :xplica que Llna misna oración pueda dar lugar a nn número no :terminado cle implicaturas diferentes:

3) l

Pcpc es rrn demonic.r

querer decir muchas cosas: que es malo, qlre es malintcnciona-

rre es travieso, que es listo...

rora bien, como adelantábamos más arriba y como se h¿rn ocucle poner de relieve los críticos de Grice, ninguna dc estns prodes constitllye Lrna prueba suficientemente precisa para deterr la existencia de una implicatlrra conversacional. Para empeza4 rcelabilidad no parece ser una propiedad exclusiva de las implias: cle hecho, sabemos que las implicaciones lógicas cle tipo invo pueden cancelarse. De otro lado, y por lo ql-re se rcf iere a la :parabilidad, tampoco resulta una pmeba suficiente, porqlre en Ios casos tampoco las presuposiciones son separables y permi;ustittLción sinonímica, y tanto (14)a como (14)á prcsuponen :

4)

4.

89

Algunas críticas

El principio de cooperación postulado por Grice y ras máximas que complementan se han convertido en un modelo yá clásico dentro de la teoría pragmática. De acuerdo con su formulación no es difícil observar que las normas que regulan el intercambio comunicativo no son distintas de aquel]al q]re operan en todos los otros tipos de actividad cooperativa: la de hablar se configura, por tanto, como una más de las acciones del hombre. Por ello, se considera que, mientras no se demuestre claramente lo.contrario, el principio de cooperación y las máximas están siendo observados por todos ios partióipantes én el diálogo. Y cuando aparentemente esto no es así con respecto sólo a una de las máximas, opera otra estrategia que trata de restituir su cumplimiento, reinterpretando lo dicho, de tal manera que se obtiene, po,r medio de una implicatura conversacional, un nuevo contenido significativo no contradictodo con el principio de c:ooperación. De este modo, la noción de implicntura permitr: cubrir la distancia que separa lo que se dice y lo que efectivamente se comunica (es deci¡, explicar un tipo de significado dei que la semántica no puede dar cuenta). Y, gracias a ello, permite tarnbién simplificar las descripciones sintácticas y semánticas, asignando a los elementos léxicos significados unitarios y estables. A pesar de su interés, el enfoque de Grice resulta, en parte, reduccionista. Hablar no es sólo desarrollar una actividad casi ouramente ./ mecánica deilináda a transmitir una informu.ii"6ul"ti¿ i" i;;;i;; ? m-aner' posible; es de_Cif 19 co¡gis_te qn pro¿ó¡cit.,ri# sin ambigúefl;d fl -' l ¿, ó an tidáú p ré¿'i lázéaa ro s n e c ás árj-os y v¿irtd é¡b-s.*si n é m b áig ; i á1 " seríá él-r-ésuTr¿ño-óbtéñrd¿t p-óa üiiááBlicaóiéñ ésiñCat de las máximas que integran el principio de cooperación. El propio autor se dio cuenta de que su formulación era insuficiente, pero esto no siempre ha sido considerado por alguno-s de sus seguidores. Merece la pena, por tanto, volver a repetir laspalabras de Grice (1975:47): 1o

a. b.

Juan ha dejado de pegar a su mujer Juan ya no pega a su mujer Antes Jiran pegaba a su mujer

rmo solución puecle sugerirse que, para cllrc un¿r inli'r'cncia sea derada una implicatura, hay que tom:.rr las cinco ¡lrrr¡ricclzr.des en nto. Sadock (1978) añade una propied¿rcl rn¿is: lls irrrplicaturas rs úrnicas inferencias reforzables, comparti[-llcs c()n llr rlrcnción de ntenido sin que se produzca redundancia. l-n irrr¡rlic¿rttrt'¿r cle canque se deriva de (15)a pr-rede reforzalscr c'on llr conf inrr¿rción de sin que el resultado sea extraño o inneccs¿u'i¡urre rrlt' ¡'r'cltrndante, no con la de (15)c:

5)

GRICE Y EL PRiNCIPIO DE COOPERACIÓN

a.

b.

Algunos de los chicos fr-reron ...pero no todos ? ...pero no ninguno

ll

He estabiecido mis máximas como si el propósito fuera un intercamlo más efectivo posible; esta especilicación es, por supuesto, demasiado estricta, y el esquema necesita ser ampliado pira introducir propósitos generales como influir u organizar las accionel de

bio de información

otros. ¡r:rr

rn

efe_lp,r!4b=]qr,=co_4rg1iq3¡tg_.oll_s!-dery,e_s._ttca¡fiqa_ram=ierr- y

muJ eqpecialr¡e4te,- establgce¡ {e!-qqi!,adql tip.q-s- i_qlaliél con -dc otlas, p,qrqgt?lr__producir en ellas detg¡ra!¡a{q,s- _e_f_e,ctqs, y consC;ii; así, cieltos qbjgti"oi. Giice senala qu. p""ae úú;;t*; riá*i.r,o, q.,.

-omplementen en esta dirección el modelo por él propuesto:


90

tN'ntoDUCcróN A LA pRAGMÁTrcA

I'fay, por sul)rresto, otras clases cle máxjmas (estéticas, socialcs, morales...) tales cont<.r (sea cortés>, qrre normalmente Son ob.st.r'vacl:rs por los participantcs Lrn el intercambio comunicativo, y que tambiún ltueden generar implicatrrras no convencionales fcrice, 1975: 47].

Con todo pese a los problemas que plantean algrrnas cle sus propuestas-,-y la obra de Grice es hoy Lin pllnto de referenr,i¿r nccesario, ya qlre constituye el punto cle partida de muchos enfrxlucs posteriores. Éstos se han encaminad<-r en dos clirecciones <liltclcrrlcs: unos (1984), Levinson (1,987u) o Sperber y Wilson (1986¿)- han -Horn tratado de simplificar el aparato conceptual, reduciendo crr lri ¡rosible

ei número de mírximas; en c¿rmbio, otros Leech (l!)tt3)- han -como preferido seguir Ia recomendación del propio Grice, y h;rrr tr.at¿rdo de establecer otros principios y máximas complement¿rrios r¡rrc sirvan para dar cuenta cle las dimensiones de la comunicacirilr no contempladas por el modeio original.

Lecturas recomendadas (ir.icc (1975, Además de los trabajos or:iginales de Grice y 1981), reunidos todos en Grice (1989)-, -especiahn.'rrtt., es intere.santc t'l nrirrrcr-o monográfico de la Berkeley Linguistic Society (1990) dedicadcr rr lir olrr'¿r cle este filósofo. Las aplicaciones de la teoría de Izrs implicatllras r:t¡n,"t,¡srrt ir¡nales han sido muy numerosas: Harnish (1976), McCawley (1978), ()rrzrlrrr. (l()79), Atlas y Levinson (1981), Horn (1984 y 1989), y Levinson (19t17¿), (,ntr.('()tr.()s. PLleden verse valoraciont-.s críticas de l¿r teoría cle Grice cn Or.lrs (l()7()), Kiefer (1979), Burton-Roberts (1984) y Kempson (1988¿). El trabajo más representativo sobre implicatlrr¿rs corrvr,¡lt io¡rirl('s cs Karttunc'n y Peters (1979). Sort muchos los puntos en co¡rrírrr ('nlr1,(.slr.concepto y el de presuposición, que no aparece tratado en cslL) lilrr',r ¡r,rrr¡rt, lo cr¡nsideramos un problema de semántica más que de pra¡¡rnriticrr. l,;r rrotirirr cle presuposición se remonta a Frege, y el trabajo clásico rrlis inr¡r,)ttrnt(,r's Strawson (1950). La antología cle Oh y Dinneen (1979) r't'rirrt'irrr¡r,rrt;urlt,s t:ontribuciones y una bibliografía especializad¿r. Par¿r un¿r dcli.'rrsir (l(. rn;r ;r¡rrrrxinr:rción sernántica al tema de la presuposición., véase Burtorr-lt,rlrt.l t:, { l()H')). Incluso aigunos aspectos del hlncionamiento clc lrrs lt.rrlirr,r:, r¡rrt,sc tenían por estrictamente gramaticales han recibido [r'irlirnli('lrlo:i lr,r.,,rrl{r\ t'¡ cl concepto de implicatura: véase Levinson (1987b y l9()l) y llrr,rrr¡i (1,),).1) para la anáfora, y Hawkins (1991) para los artículos. 1978


CapÍrulo

7

SPERBER Y WILSON Y LA TEORÍA DE LA RELEVANCIA 1. Algunos puntos de partida. - 2. El modelo. 2.1. Codificación/descodificación y ostensión/inferencia. 2.2. El proceso de inferencia. 2.3- La rele3. El funcionamiento de la comunicación verbal.3.1. La detervancia. - de las explicatu¡as. 3.2. La determinación de las implicaturas. minación 3.3. ¿Por qué hay implicaturas? ._ 4. Consecuencias de la teoría. - 5. Algunas críticas al modelo de relevancia.

La teoría de la relevancia, formulada por D. Sperber y D. Wilson en varias de sus obras conjuntas y, en particular en Sperber y Wilson (1986a), es hoy en día uno de los modelos más influyentes y más atractivos del panorama general de la pragmática. Se alinea claramente con aquellas teorías que ponen el énfasis en ia idea de que no hay una correspondencia biunívoca y constante entre las representaciones semánticas abstractas de las oraciones y las interpretaciones concretas de los enunciados (esto es, en el hecho de que lo que decimos y lo que queremos decir no siempre coinciden). La diferencia fundamental de este modelo con respecto a otros radica en que pretende ofrecer un mecanismo deductivo explícito para dar cuenta de los procesos y estrategias que conducen desde el significado literal hasta la interpretación pragmática.

1.

Algunos puntos de partida

Al introducir su teoría, Sperber y Wilson parten de dos ideas básicas que se hallan íntimamente unidas entre sí: la de que comunicarse no consiste simplemente en (empaquetar> los pensamientos o ideas en forma de palabras y enviarlos al destinatario para que, al ndesempaquetarlos>, recupere los pensamientos e ideas que estaban en l;t


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁ'IICA

hurltrallll ,te clel emisor; y la de que la comunicación infornr¿rcirirl' ,t" cuerti¿r, cle codificar y descodificar

SpERBER

ll()

L's

sinlple-

oraírt r,le ;Á-r"rp".to al primer punto, observan qtic li't rnilyot (lc pcnt'lt'vittlo rntlv númcro un prr"i"n ttsarse para exprcsar ", sup'estos clisrintós: una oración tan sirrr'le r',r.r, ái;;

1)

lrts

Ayer te vi en el cine

para una cantidard pt-írcticlrtttt'tt[c ilimicmisión r cle situaciones, segírn a,ral"t sean sus conclicioncs clc ¡rloment:l clcstinatario' curáles sc:¿rtl én -"1 sea el emisor, qrríett sea el sugiere qlle la rcptcst:rtt¿-rción seE'llo etc.)' l.rgu. de emisibn, ¿I todós rtica cle una oración'no pued'e corieCponáer exact¿tnlcltte cada en rda uno de los pensamientos ql'le es cap.az de reprcsctrtar n¿rturaleza ltn¿t de de los diferentes -o*"n¡o', ii"o qtt" clebe ser los :ño áat abstracta. Son precisa-"tti" el entorno y el contcxto -;;;;^ ¡grpresental¿¡5. los elementos necesarios para enriquecer Lo que llamalmos reres abstractas )' acercarlas a los pensamientos' cosa que la invqotra es :entación semántica de una orición no concrctod ciüé enunciados rte de se ntido ou. .r'.,t uut" a toclos los la interparalelamcnte, Y, ffi¡-¡;^li;"Ti"i,iif ir""ao csa oraciónsu rep*!9en meramente quedarse -tación cle un enunciado no suele conteotros implícitos llevar ;;i¿; semánticá, sino que puecle os. "'' -"t11i1: cómo ó;; i" que se refiere al segundo aspecto, ya hemos que lo enire !e dice lit-eralnumerosas ocasiones hai "n treiho se salva poque sólodistáncia una ete y lo que se pretende áecir, existencia La inferenciales' ndo"en *^.cha complejos mecanismos de que idea la de contra en -á.rt"r,i¿o, implícitos va directamente Es información' descodificar y codificar runicarse consiste sólo en de un tratara se si como la lengua de ,¡rt"o,o ;;;;"tcribir "l ventajas en lo relativo al grado de expliino-r.oo.t. corrsid".ubles pero trasla,f.¡" il;;;.;; ;;1.; posibilidácles de formarización'' a todas luces inaese mismo esquema ul ,,,o de la lengua resulta Lna descripción adecuacla

uado.

El modelo

.

Coot¡tc¿clÓN/DESCoDIncaclÓ¡t Y osrENSIÓN/wren¡'¡lcte

pone en tunSegún Sperber y Wilson, la comunicación humana en la cobasado uno namiento dos tipos de mecanismos diferentes:

y wILSoN y le tgoúa

DE r_A ntr.r,r,tv NclA

111

dificación y descodificación, y otro basado en la o:;tt:ytsirírz (del latín osTENDERE, 'mostrar, hacer ver') y la inferencia. Al igual c1r-re lo son codificación y descodificación, ostensión e inferenci¿r .s<¡n dos c¿rras de la misma lealidad, y se refieren, respectivamente, a Ia producción y a la interpretación de evidencias o pruebas. Los hr¡manos, por tanto, nos comunicamos por dos medios diferentes: el prinrcri.l; es de tipo convencional , y consiste en uülizar correspondcriEias-io"rptantcs y previa- ¡ .riréñlá?stablecidas entre señales y mensajes; cl,'otro bs de naturalcza 1 ,19 e9_lle_gcio-ngl, y se basa en átraer la atencióntlel intcrlocutor sobre algñn ñéóho concreto para hacerlé véf e inferir el contenid.o qrr. r" i é" quiere comunicar. Dentro de este mod.elo se dice que un hecho esmanifieiib para un individuo en un momento dado sólo si dicho indiíiduo es capaz de representárselo mentalmente y si considera verdadera esa represen'tación. A su vez, se denominará ostensivo a cualquier compodamiento que hace manifiesta Ia intención de hacer manifiesto algo.\ La inferencia es el proceso por el cual se otorga validez a un supuestó sobre /,-"la base de la validez de otro supuesto. En la..comunicación ostensivoinferencial el que comunica p.td..." que hace mutuamente manifiesto a él y al otro"i"';;;7*;ffi"'bstensivo q'üe;'po'r-'-"dio de dióho estímulo, está tratando de hacer manifiesto, o más manifiesto, un conjunto de hechos; el estímulo ostensivo atrae la atención del otro y la enfoca en ia intención del emiso4 tratando de revelar cuál es esa intención. Veamos un ejemplo. Si una persona quiere corr,.unicar a otra que tiene calo¡ puede hacerlo de muchas maneras diferentes. La codificada puede consistir en emitir un entrnciado como:

(2)

Tengo calor

Para descifrar el mensaje, el interlocutor no tiene más que conocer el valor que el código asigna a esa particular secuencia de fonemas. Pero imaginemos ahora que el mismo individuo, sin pronurrcizrr palabra, comienza a abanicarse exageradamente con l¿r nr¿rn() () c()n ur1 periódico; o que se desabrocha visiblemente el cucll<-¡ clc la c¿rrnisrr; o que se sube teatralmente las mangas hasta más arrib¿r clcl coclo. lin todos estos casos, ha producido diferentes tipos de e.stínrrrlos t¡rrt., sirr duda, atraen la atención del otro. Todos ellos son re¿lcciolrr,rs ll()r'l¡urles ante el calof, o formas habituales de mitigarlo. Por cllo, cs [r¿rstan te previsible que quien lo vea actuar así pueda llegar clc ru¿rrrt.r'rr l¡irlrrral a la conclusión de que tiene calo¡, sobre todo no ¡lr'('c-¿runclLle sariamente- si comparte el mismo entorno caluroscr. Pcr{t tórrgasc r:rr cuentá que ninguno de tales estímulos está convencionalnrcnt(' ils()-


INTRODUCCIÓN A T,A PRA(}MA'I'IC;^

un, prrcclc ¿tlxrrit'lr's. p()rque n rxensaje concreto: cle hecho, Llll() ¡rttt:clt: clcs¿rbroc{esmzlyetrsc; o porque cree que va a ire lc a¡r.iclrt; o uno '.",lári-¿J pot'c¡trc la canrisa sencill¿rmente trn rrabaic¡ nl¿rntrtrl t:otl rttás lacilircrnangarse pt.o t"utiár Á"^ót pellgro de mancharse' ":ue la comunicaciO"''" ti""" a c¿rllo con óxit()' Ilr ¡lcrsona a Ia tiene q*e darsc cttcnl^ clc vrtt irts cos¿Is:

lrl¡¿"á'"tii-"r"

intcncion¿rl; ile oue se tra[a de un estímr-rlo

¿r clla; v [ il; ál.h; estímulo va dirigiclo cntorno cortscienteil ñ ", .trru modificaciónlelsobre algúnltttclta c:ottitltrt<l de hemente para atraer

chos.

""'ti""<:i¿"

qtre cxistc tttrll intelnción lir de ese primer reconocimiento clc '.ativa, debe inferir: señalacla; y oué infori¡ación está sicndo :;; ;;¿ ;,;nción está siendo señ¿rl¿rcl¿r'

cn crc¿rr rnuestras, por -t¿rnr-(), rmtrnicación ostensiva consiste, ttn hcclro o consobt'e la atención o evidencias que atraigan ma'dctcrtninacla ltnlt clc algo"es : hechos puru .ott"ti'üt O*" está se r:caliclacl c¡ttó a Infiera ¡n la intención de q"" "t'ott" l¿r c¡stensión objetiu"' q"" y con P: cstc nlt¡clo' o referencia perrte' la jii"t-á'^"i0" unzr portlif"t"tttes: iona dos niveles ¿" co^aquel (es dc'cir' señalada ¿it"'ü-""te ;il ;;;;;¿ del atención l¿t atr¿rer de tratado il : hechol,sobre l"t ;;;; de que los hechos h¿rn sido i¡utor);bor otra, I'a iniirmación rlmente señalados' , , r ,- .r .r..r ^.,-,4.-rar irri señalacl¿t y cl clc:l c¿rrácter ¿"i á" r" información #;il; €n teoría' inclcpendientes; rl cie este señalamienioj^pt'"¿"n ser' dc l.s c¿rs()s' el reconomayoría Ia inmónsa

l.i.t,ñ; ;;;, "; r de que tras el "o*po*u*1ento

ltay ttlr¿r intención .egulasueleserunaconcliciónneces¿tt.iarpitrltl¡.t¿rclccu¿rdairrt1ttt'''"tt"tt)c:cr que el :il-,1"1;;ai-,rLo' Eit"Ltt" t""tido'enhav. princi¡'ritt' bast¿rntes protiene' ;;;;; esdmulo ostensivo y c:st..tcgias p.ropios de ,des de éxito, ya q"" lo' mecanismos parece scr rlltlt tctrclencia n-alosía humana juegan a su favor: cr>rrr¡r,r't^nriento en .rodo c¿rt'iit:lct' intencional' l";;;; ;;p"Li"""r conceptualizar un atribuirle ,s cle intenciones, "t'd;;;';i tras un clctct'tllirlaclo gesto rro que reconoce uno si 'ariamente, ,l.t'ga'al ningr-1n ;il;;tó; comunicati"o' "gt"u-ente no lc ostensrv<l

-

SPERBER Y WILSON Y LA TEoRfA DE LA RL,II-.:VANCIA

113

significado y apenas reparará en é1. Es lo que ocLrrre, por ejemplo, ante los ntics>: tan pronto como uno ha percibido quc se trata de movimientos nerviosos de carácter involunt¿rrio, deja de sentir la necesidad de imputarles un significado. Recuérdese el conocido chiste:

. '

Madrid, verano de 1900, estación del Norte. Sube al tren un apuesto caballero. Cuando se ha instaiado en el compartimicnto que le conrsponde, descubre con interés que una hermosísim¿r dama va a ocupar el asiento que se halla enfrente del suyo. Prendado de la belleza de Ia dama, nuestro donjuán le guiña un ojo con aires de seductor. En el mismo momento en que 1o hace, se da cuenta de que Ia dama viene acompañada por su marido, y de que éste ha reparado en su gesto. El caballero tuvo qr-re ir guiñando el ojo hasta San Sebastián.

Codificación/descodificación y ostensióru'inferencia son también mecanismos, en principio, independientes; pero lo cierto es que habitualmente se combinan para reforzarse mutuamente y favorecer la eficacia de la comunicación: nuestro sujeto pueci.: decir ¡Qué calor! , mientras se desabrocha el cuello de la camisa. duda, rfiás interesante- en el Hay, sin embargo, otro sentido -siny ostensión: es aquel en que el que pueden combinarse codificación mensaje codificado funciona como un estímuio ostensivo. En estos casos, el estímulo verbal no codifica directamente el mensaje que se desea transrnitir, sino que oseñala> otra realidad, para que sea el interlocutor quien construya la inferencia necesaria que le permita recuperar la intención comunicativa que hay tras el enu-nciadoConsidérese el ejemplo:

(3)

Esta habitación es un horno

Para que el proceso de comunicación tenga éxito no basta con que el oyente conozca y reconozca el significado lingüístico, codificado; es imprescindible que sea capaz de inferir cuál es el significado que el emisor le quiso dar y, por tanto, el contenido quc quiso transmitir. La estrategia empleada combina codilicación e inl'erenci¿r: sc cocli-

fica un mensaje diferente del que se quierc transmitir parit qttc sit'vit como estímulo a partir del cual el destinatario inficra cl contcniclo c¡urr se quiso comunicar. De hecho, y para empez.ar, si st'a¡rlit:a litcralmente a una habitación nnormal, de una casa, l¿r ¿rf irnr¡c'iírn tlc (.1) cs obviamente falsa. Sin embargo, un proceso de inf'clcrrci¿r lrtlr'r'tt¡tclrr puede recuperar una interpretación pertinente que conclrrzt'ir ir l;t tott secuencia deseada. El camino recorrido es, más o ntctr()s, c'l si¡1rrit'rrlr': nuestro conocimiento general acerca de los hornos irrclrryc ittlr¡r'rtt¡t ción sobre sus características prototípicas, y en parrticrrlat; st¡llt't' l¡r


wrRoouccróN A LA pRacntÁrtca

ratura que sr-rele generarse en ellos cuando están en funcionai; se dice explícitamente qlre la habitación a la que se hace reia es un horno en el sentido de que comparte con ios hornos alpropiedades destacadas, seguramente la de haber alcanzado ta temperatura; si uno estuviera clentro de un horno encendido, r resultaría más que difícilmente soportabie; si lo qlre comparbitación y horno es la alta temperatura, la consecuencia inme's qr-le el que habla tiene calor. descripción de los pasos que recorre la" inferencia, tal y como nos de hacerla, puede resultac a primera vista,:trivial. Pero no anto si pensamos que el contenido que reclrperamos no se ha cionado de una manera directa, que hay una parte importante deja a la interpretación, y qlre, a pesar de todo,,no es clificil obxito. Y se convierle en algo bastante complejo cuando lo que se le no es simplemente describir a posteriori un proceso concreno hace Grice), sino hacer explícito un modelo formal que dé adecuadamente de los mecanismos y de los principios generaexplican la constn-rcción de inferencias. Éste es el propósito de r y Wilson, como veremos en la siguiente sección.

il pnocgso

DE TNFERENCTA

:fecto, uno de los aspectos más destacados de la teoría de la rea es el que :ie refiere al cálculo de las inferencias por parle del tario. Hemos dicho antes que Ia inferencia es el proceso que le aceptar como verdadero un supuesto sobre la base de la verotro supuesto. Ello implica que la inferencia es un proceso qLle adelante estableceremos en qué sentido- un sLrpuesto a -más le otro; o, visto desde un ángulo distinto, es un tipo de relación laza dos supuestos. Un supuesto es cada uno de los pensar que un individuo tiene catalogados como representaciones del nreal" (esto es, representaciones diferentes de las opiniones iles, las ct-eencias, los deseos, etc.). inferencia es, por tanto, Lrn proceso de tipo deductivo, aunque :sariamente ajustado a las estrictas ieyes de ia iógica clásica. r la inferencia extraída es la correcta, eilo no se debe tanto a la de los procesos lógicos que intervinieron, sino más bien a encia de restricciones específicas sobre la formación y confirde supuestos. Y es que la comprensión, como otros mecanisgnoscitivos, funciona por medio de razonamientos heurísticos ramente falseables: en primer luga4 porque el destinatario no ra cerfeza absoluta sobre la intención comunicativa del emisor,

SPERBER Y W1LSOA¡ Y

IE

TEO,AÍ¿ DE LA RELb,VANC]IA

115

sino que debe construir una hipótesis; en segundo h,rgarr, porqr-re, in_ cluso en las mejores condiciones posibles, e-Í desti'J"rio pr,ld" .,o acerlar con esa iltención comunicativa; y, en tercer lugar, porque, incluso habiendo dedr-rcido correctamente cuál es la intención comunicativa, puede construir su inferencia sobre unos supuestos equivocados y llegar a una conclusión inadecuada For lo que se refiere a 7os st'tpue.s/os, hemos dicho qLre son representaciones que un individuo acepta como verdaderas (es decia ,áJgo que uno da,por supuesto'). sin embargo, hay que añadir algunas precisiones más. La primera es que no todos loi supuesto, -ron iglalmente verdaderos, sino que unos se consideror, -á, verdaderos"que otros. La existencia de diferentes grados en la veracidacl de los iupuestos queda demostrada por dos hechos: r)

u)

cuando hay contradicción entre dos supuestos, nos decantamos por el que nos parece más verosío;l; y cuando nos hallamos ante dos posibilidadés, tendemos a eiegir la que nos parece más seguia.

Ahorl bien, ¿de dónde procede el mayor o menor peso de un su_ puesto? Según- Sperber y Wilson, de la propia .historia, del supuesto. En principio, la fuerza de un supuesto-depende de la manera en que éste se ha adquirido: cuando-es fr-uto de lá experiencia directa del individuo, su peso es mayor.rf,e siguen en orden de impoftancia aquellos que han sido transmitidos por otras personas, y en este .uro, lu fuerza del supuesto está en relación directá con el -oyor o menor crédito que le otorguemos a quien nos lo ha transmirido. pero éste es sólo el principio, ya que el peso de los supuestos puede variar con el tiempo y con las circtrnstancias. Es fácil q,.e ,trrcr, cuando obtiene nllevos datos sobre un hecho, modifique un supuesto que re ha comunicado otro; no lo es tanto que uno modifique lo q.,. abquirió por su propia experiencia (n¿cómo no va a ser verdad, si lo ui .o" mis propios ojos?,). La importancia relativa de los supuestos (o el mayor o menor peso que pueden tener) es decisiva a la hor¿r de extraer inferencias: ,i h"mos convenido en que una inferencia produce un supuesto a partir de otro (u otros), parece claro que la primera restricción que actúa sobre las inferencias tendrá que ver con el grado de ftierza dél strpr-resto que le sirve de base. un supuesto cuya veracidad es casi absoluia dará lugar a una inferencia más fuerte que la que pueda obtenerse clc un slrpuesto dudoso. Hasta ahora hemos hablado de las inferencias, pero no hemrs clicho nada acerca del mecanismo que las genera. El modelo de sperberr

,

I

'


IN'I'RODUCCIÓN A LA PRAGMÁ,f.I(:^

ilson

..'.^-r'tlZ un sisterna pl'cser*inudu,

r) n) fv)

de dedllccitl,/(,\, ('Iry;rs tlt,cisiones

fclrtrul .n .ualu estaclio. !,1 nrr,r.;rrrisnr() s(r concibe to'' cliferentes tipos cle sap:rcitlrrtlt's:

: ll"ffi;nto I)

SpERBER

t,A

lrt,n \,\rtr t.r

Ii

cas del nuevo supuesto, y elabora luego tocr¿rs rlrr, rtrr¡rrrr rr, rrrrl,,, u¡¡,¡, ticas que se pueden obtener po..o-di.ración tlt,l

|,rl otros supuestos ya existentes en su memor.i¿r. l,':, rr::,'1r,r,i,,,,,r, , ,,,, combinación reciben el nombre de.efectos-c.r,ri,,¡t'tt',lti,i,"r, ,,,,,,,1'r ,,r de dos tipos: ;,,,;

,;, hrilrrr,,,r,,

l

I?f.lÍft 1a',

cle almacenarr

memol

leel esc.ibir 'Y

r .

ra lnform¿rción clecluctiva contcttirl:t acceso a léxica:

.*lliit

f

tf' l) ' ') u)

t'lt t irtla cntrada

o dc comparar: propieda6ls5 for-rrrul*s'

-^-^,¡ril se colocan algunos supllestos inici¿rlcs' A partír de - rla.mem'-, ln fi1n.ionumientlo deduciivo. En ¡rlimcr ltrgat; lee los t¡rrc sati'sface ":::i::,;es v aplic¿t toclas las reglas dedttctiv¿rs las clecl t cc i' nes obter

lÍ:ffit:;',."lrriuu l,^, ,rgtn,

de los supuestos que han entracl<¡ c.r cr¡ntradic-

difcrentcs: /et)tLctivas son de dos tipos

analíficasl sintéticas'

,/

Y

.^ ,-^^t^^ nrtalílicas,toman como bat",'{rn supllesto único' y l;rs im-Lol::g^t:t^.':.'oro.i,r."., para

son intrínsecas, necesarias y suFicientes en cuestión. En ellas, l4 conclusión obtenida heenf.et l-t-tjí"r. el srado dc certeza del sr.rpuesto sobre el que está ""1t.::t^'^I'; reglas"sintét'tn.r, po,^ su partá, toman como base dos tstrulct?',La..nt?r. v las imoli.o.iot", a 6lüc dan lugar no son inaá los dos supuestos. ¡¿ implicación obtenida es 'u::::t^"::';nrt. t:^":i:^t":i:?uu"a" lo son lo, áos supuesros que le sirven de base; 9?::::j::,,-"i¿o¿".o, la conclusión Éereda el grado de certeza del ,ui:.,T:.:: a?ul, , si ninguno de los d6s suplrestos se tiene por uot. de ia-impticación s5 menor que el más débil

2.3.

t"t]::1:11",i.r*

Le an¡,ve¡¡cre

Lo primero que hay que considera4 por tanto, es si se obticnc¡l <r no efectos conrextuare.r. gr que no toáa la r"r*Á.ió" que reci'ir mos en un momento dado los produce. De la informaciór q,r" n<¡ cl¿r lugar a efectos contexruales de ningún tipo se dir" a;;-;; irrerevante. típicos en los q._," ,r,u informació" cambios 3Lr:"_: :"sos

en et contexto:

".i,.iáLa

r) La informa:i:" l,_r."uo, pero de una naruraleza tal que no :r interacción con permite ninguna crase de ra información previa, mo{o que es imposible derivar impricaciones interesantes de ra de síntesis de ambas: para la inmensa mayoría d" .rorot.or;;;i;;" de ra in_ formación contenida en un enunciado como EI 5 d.e*rJ;-;" lilgt ftte un díct soleado en Kabul. tr) La información ya se conocía, y el nuevo supuesto no moclifi_ cal,a fuerza de los supuestos anterioresl En este momento estri usted le_

I';::r"",H:rlrt los suPuestos'

reforTamienfos: la información nLrev¿r vir.¡rr, ¿r r.rr¡r ¡r, ,rr ,,' p,r.sto previo; y contradicciones:la información nllev¿l crr.rrilit,r, r,nrr,r r,, |,,rl tradicción con los supuestos previos.

En el primdi:caso, er mecanismo elevar.ír cr gr';rrr, rrr, lrr,.l ¿¡r rrr,r .,, puesto afectado; en el segundo, resolverá la c,,i itr.irrlitt irn ,r l¡*,' rlr.l supuesto más fuerte. La interpretación de enunciados pone, pr(:s, (.r rrr;rlr ,, ,rr.(,1 nismo de obtención de implicaciones conl.c,\lrrrrlt,s; rlirrr;r lro rlr. llro modo, toda nueva pieza de información que r" ,,.,1 ,,i,,.,1,...., ,,,,t,,,,,,, ticamente procesada por nuestro sistema áedr,rctivo t.rr rr.l¡rt.i,irr *r¡ l,r:, supuestos contenidos en nuestra mente. No bast¿r, p,r,. t,,r,t,,, t.,¡¡ i¡r1'¡¡ tificar el contenido del enunciado; es imprescindibrc vt.r..si, t.;rlrr, combina con la informació¡r ya conocid;, r";.;,;.",,'"r..,,,,s (,()rrr(,,\st, tuales, de qué clase son dichos efectos (reforzarnic¡rl, , r..¡rlr.rrrlit. ción), t nlé consecuencias generales se derivan de ell<>.

":::t^t r':i:'.'rn r.^¿"r léxicas. Luego, éscribe "T-"Lt:.iguie.rt", ajustes: no Ácribe las redund¡trrci.s; y, si ha "*;^tl1lli"^io",..diclión, la res'elve 6le actrcrdo c'tt l¿r mayor o

I) [)

y wILSoN y re rp,onfR I)tj

:ffi:'iunci ones más imp ortan tes d"| i?;"' *:*::ti:?,j,: jnfbry"i::::;;romáricamente las implicaciones de cualquier dg clerlvar "*- , r r, i-S^--oninnpc ñrra ec ya se con los trp,tó.tot- e^ informaciones que \¡r ":.:":::::..;n rrucv. relación .iw. LCIOII IIUeVil"'tcrurr r . . | Ao -^-l -^-L.o nombre de im' ^^ con el tioo *r cle inferencia se la conoce ieen. A gstr t . n nnutottn al -^ ,t.--^-iporque en esta liZ',lif ,'irirt),o\, ,te9ría :"-^1^"::TT.: )acroru l"tl."riror'o,-r" ," usan en l¡ l¡tgrpretación de ttn enunciacle q':^ .-Uunro 't';ifi"::j';¡¡o .l-,r,^,-+;.,^ ,-r--i,.- -ri---^ imolicaciones analítilas implicaciones deductivo cleriva primero ias

:::"ll:'T:

.::::::^,!

yendo.

:=-


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

La información es claranrente incoherente con respecto al y, además, su ftrerza es tan débil que no lo modi|ica: El libro leyendo en este monlento trata de f:ísica cuántica.

:ariamente, una intormación resulfa relevante en Lln contexto ,ar a efectos contextuales. ;te modo, hemos introducido la noción de relevancla, uno de eptos básicos del modelo de Sperber y Wilson, y el que da a su te'oría. Sin embargo, la car¿rcterización anterior de lo que levante (procir,rcir efectos contextuales) resulta todavía insufirr dos razones: relevancia igual que la certeza de los supuestos- es una de grado, y-al no una propiedad concebible en términos binaí/no; pero, por el momento, no hemos precisado la manera en le determinarse el grado de relevancia de un supuesto; y l relevancia deriva de la relación entre un sr-rpuesto qlre nos do y un contexto; lo que no está especificado es la torma en etermina dicho contexto (es decir, la manera de decidir con a qué contexto una información resulta más o ntenos rele,

resolver el primer problema, Sperber y Wilson sugieren eva:levancia de un supuesto en términos semejantes a los que se rara medir la productividad, es decir, sopesando tanto los cos, los beneficjos. Ello significa que el efecto contextllal obteni1o uno de los parámetros que se deben tomar en considerao no el único. r\o basta con calcular el efecto; es necesario reo también con el esfuerzo que ha sido necesario invertir para cho efecto. te modo, ,la relevancla se configura no tanto como un con.sificatorio, sino más bien como un concepto comparativó: la a no se juzga en términos absolutos, sino en términos relatilen introducirse, entonces, dos precisiones importantes sobre gnifica ser relevante: un supuesto es relevante en Lln contexto

:n la medida en que sus efectos contextuales son amplios; y :n la medida en que el esfuerzo requerido para obtenerlos es requeño. nos ahora al segundo problema. Como hemos visto, en esta contexto es el conjunto de supuestos que se emplea en la inión de un enunciado. Está claro que el contexto es sólo un

SPERBER Y WILSON Y l.A TEORIA DE LA lLlr.l.¡;V N¡tA

lt9

subconjunto (más o menos amplio, r"*:il:i:,s<rs) clclcrnjunrr_r r'_ tal de los supuestos de un indiviciuo en un morrle\11¡ clacl(i. Dclimit¿rr cuál es ese subconjunto restrlta difícil pol varios r)r'tivos. En primer lugar, porque la toialidad de los supuestos dc una ;;;;;;; iunto én cónstante transformación y n.:tl

silT,"tr'Jff

:Tt"^::;;"üTr:j:"::l:

;:r'fr:Tü::tl-"::iia?:liJ;Ft"l;,.*J

vios. En segundo lr-rga¡ porque no parece que he¡y¿ crire* fiables que permitin pred".L qr-ie subcon¡Lrnlo-á; ild#'r;TJttt ? usar en la inierpretacién de un enunciado intes de que-¿rtu 1.^"" .'\ yule MuChos autores, como Brown y lioa:1,É;i;.'#.)emitido' (1983), o Lyons (1977), han propuesto una noción de c;;";";;'::::i:t uild\cialmente distinta. Para ellos, el iontexto está predeü;;";il """" to de la conversación y está formadá prl^:] plícitamente expresados por los enuncia9^"^r,li..^:Oentes.. \i., go, es fácil reparar en que esta caracterización, gue sin dul "*Uu._ es muy útil para otros propósitos, no resulta i"l"=a'JA'"TJda predel conjunto ¿"tenden Sperbei y Wilson, la totalidad"a".-.r.ao ",,",1"mo que intervienán en la interpretación de un enunciado. i^:'rr';;Jtstos 'res son varias: de un lado, porque no explicaría cómo r" duii-ir" contexto pr"."diqe oo*'-1. para la interpretación de un enunciado no -mucha, "tros enun.iudor; y, además, porque está claro que ;J; .o.,'o pi"*isas tipos dJ informa.io., contenidos explícitos. Uno de estos casos es aeLlsl en orr^ a-e se usan los contenidos implícitos de lo que se ha dicho Los problemas que plantea esta objeción rio sg solucj^. añadiendo ál contexto lás cántenidos implícitos del dtü;;;;:."an También son muchos los casos en que, p.;" l;;;";.,'ol;i#,[Tvio' adecuada, es decisivo el acceso a los datos q;:-;;"fid;rcrPrqQción enciclopédica asociad a a las entradas lé'xicas. d"in;;;;"";|lffi:::ti si esto es así, cntr¡nces t¿rmbién es¿r información de[s¡ia fo.parte del contexto. Ahora bien, si admitimos la inclusirin;;-;:;-;:nan puestos, hay al menos una pafte ¿a ."^t"*i;:ú ;; ;L:rl[;::.,l'inarse de antemano, dado que en este ca.so l¿r inter¡¡ci¿16¡ó^ decisivamente de supuest's no contenid;; I; ;;iJHl4,dcPcnde La ampliación clel cáncepto de contexto mas, ya que conduce dc nuevo al punto -, clrc v¿r 9: 11.::9.lel-conte¡,i, un enurrciado n0 a servir de base para la interpretación de cstír f/rv r-'-,.,1,,_ namente predeterminado. Entonces, ¿cómo puede delimitarse el contexto en el snsperber y wlstn? seg,in ellos, el contexio.;!;;;li ilol'oTl|f"# no, sino que el destinatario de un enunciado lo eligg en cadqor,rn to. Dicho de otro modo, el que se decide a interpre¡¿r "n_

.::il"d;" ilH:?::l

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SPERBER Y WILSON Y LE TP,ON.í,,\ DE I,A III.:'I,I|VAN('I^

INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

la relevanc pensanclo en que plrecle ser relevante; para encontrar una cueses --y puesto qrr" ñ"-ot convenido en que la relevancia aqueilos supuestos de , ¿'"ir.d.j, busca entre su conjunto total (esto es, la posible ,le cJnduzcan a la interpretació*más relevante canmayor la produzca ,, .ot t. coste cle proceiamiento mínimo, el cones por tanto'.no Lo daclo, ,d foslUle de efectos contextuales)' lo, sino la presunción de que 1o que se ha dicho es relevanle' mecanismos cognoscitivos tienden a favorecer este tipo

Nnestros interpretación. De toclos los estímulos que recibimos' pro.cesamos que, en principio' nos -, t-,nri mínima parte: precisamente aqr-rella dormían pertectamolineros los qtte 'ece más rele.rante. Se cttenta en funcionamienmolino de su el núdo .,,. ,odu la noche oyenclo (es si^el molino se decir, cesaba ruiclo el si áesperrabán ñ¿ü;" .ábu po. alguna razón imprevista): seleccionaban la información reante y reaccionaban sólo ante ella' Esto no es diferente cle lo clue hacemos todos los días' Pensemos llegan una conversación normal: dl todo el caudal de sonidos que elefísicas, uestros sistemas de audición, con todas sus cliferencias fono'ro.t lu parte relevante, es decir, recuperamos las distinciones i.o, Uái.ot, y hacemos caso omiso de los rasgos no pertinentes' En rrocesamiento de inferencias ocurre erlgo muy parecido: nüestros .fi"o.". secretarios, ofiltran' todo lo que reciben' de ;;;t:;; Io que i.,.,^"á.o qlre nos detengamos en procesar exclttsiv¿rmente :de resultar de algún interéspor eilo, tambiéri en este punto es necesario rel¿rtivizar la noción )ib'orrrlio. Ser relevcLnte no es una característica intllínseca de los relarnciados. Se trata rnás bien de una propiedad que sllrge- de la por una enunciado' el n entre enunciado y contexto, esto es, entre una en supuestos de 'te, y un individuo .o.o .r, particular conjunto alguien ración concreta, por otra. Lo qttt puede ser relevante para no puede o person¿l' otra para Lln momento dado, puede no strlo lo para é1 mismo en otras circunstancias' Á.Ir;; hemos ejemplifi cado cómo nuestros m ec¿rtr is¡.r-r.s heurísticos la que con:ccionan, de entre toda la información que recibcn, srilrl y el de la lrrolirrcrrl dcl el caso entre er¿rn relevante. Ahora bien, presrttolinero Lil esenci¿rl. diferencia una rversación ordinaria hay molino clttc,el usig'tilicir,, él para porque ruiáo, rtención al cese del se irl p"r^¿. y qlle algo va mal; pero está claro c¡rrc t'l nrolinovano mal. p^á¿" ,oi ti ¡nt"niión de ,o*trniro, al molirre rrr t¡rtc ^lgo senun hecho o un fenómeno natlrral pueden resltlt¿rt t't'lt'v¿tntes eS recierta amente porque un individuo es capaz de atl illtrir lt's ttua ¿".ir, de extraer de ellos ói"atot cftcl.s t.ltlcxtuales' u.ralu, El caso"r de la conversación, sin embargo, cs t'lttlit rrltltcnte distinto

t2t

en un sentido. En ella, se parte siempre del strprrcsto rlr-r t¡rrt. sí lrn.y irrtención de comunicar; dicho en términos mh.s prccisos: crrirlt¡rrit.r'ucto de comunicación comunica automátic¿rmcnte un¿r rr.,/l,.s¿,,¡cititt tle ntk'vancia. La presunción de relevancia se tnanil'icsl¿r c:n l:rs clos vcl'ticntes interrelacionadas en que se define l¿r nociír¡ rrrisrrr¿r clc rclcvanciu, es decif en cllanto a los efectos y en ctranto ¿rl c:sfiru'2.<¡. Así, dc rrn lado, se presllme que los efectos obtenidos sel-án srrf icicntcrncntc inrportantes como para que merezca la pena el eslucrzo clc prrrccsar cl enunciado; del otro, se sllpone que el esfuerzo quc habr'/r c¡trc invu'tir' no será mayor de lo necesario para conseguir eftcctos contextualcs interesantes.

La presunción de relevancia no sólo ayuda a explic:rr l:r intcrpretación; actúra también como un principio organizador de la producción de enunciados. El emisor tendrá que seleccic'na4 de entre todos los enunciados posibles, aquel que para su interlocutor pueda dar lugar a mejores efectos con un coste de procesamiento razonablenente bajo. Llegados a este punto, podemos introducir el principio de relevancia, pieza clave del modelo de Sperber y Wilson: Todo acto de comunicación ostensiva comunica la presunción de su propia relevancia óptima fSperber y Wilson, 1986a: 158].

Este principio supone que el que comunica utiliza ei estímulo que le parece más relevante para la persona cuyo entorno trata de modificar. Claro está que uno no siempre consigue ser totalmente relevante; pero, incluso en esos casos, el interlocutor se siente inclinado a pensar que uno ha fracasado en su intento de ser relevante, y no que uno ha intentado no ser relevante. En este sentido, el principio de relevancia debe entenderse no como una máxima que puede segtrirse o violarse estilo de las de Grice-, sino más bien como una generalización -al sobre el funcionamiento de la comunicación ostensivo-inferenci¿rl: se aplica sin excepción, se sigue aunque no se conozca, y no podría violarse ni aun queriendo. Hasta aquí los elementos fundarrrentales de la teoría de Ia reievancia. En la sección siguiente veremos algunas de l¿rs coltsccuencias dc su aplicación al estudio del lenguaje.

3. El funcionamiento de la comunicación verbal Hemos presentado de manera teórica los principios quc orgarnizan los diferentes tipos de comunicación. Sperber y Wilson poncn espccial cuidado en presentar su teoría como un modelo gener:zrl c¡"rc cxplica


INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTICA

SPERBER

icr tipo de comportamiento ostensivo, y no sólo Ia comunica:rbal. De ese modo, quieren mostrar la amplitr-rcl del poder exde su teoría. Veamos ahora con más detalle cómo se analiza unicación verbal dentro de este modelo. enunciado es, desde el punto de vista Físico, un¿r modificación tible clel entorno entorno sonoro, en el caso de la lengua -del ar; del entorno visual, en el caso de la escritura- hecha cle martencional por un emisor. Desde el momento en que lo reconoro un estímulo ostensivo de carácter lingüístico, la mente del rtzirio pone en marcha de manera automática diferentes tipos de os, comenzanclo por el más mecánico de descodificación y sio por otros de naturalez¿r inferencial, desde la desambiguación ignación cle reterente hasta la identific¿rción de la intención del ¿o

.

r nlleva distinción resulta imprescindible en este plrnto: es la lone a expLicattLra e implicatura. Por explicatura Sperber y Willienden el contenido qLre se comunica explícitamente por medio rnciado. Intplicatttra se refiere, en cambio, al contenido que se : y construye basándose en supuestos anteriores. Ahora bien, no Le identificar directamente explicatura. corr contenido descodifi: impliccLtttra con contenido inferido. Es cierto.que las implicaie obtienen por interenciir; pero mostraremos- no es -como cierto que también par¿r recuperar el contenido que explícitase quiere comunicar es necesaria ia intervención de procesos de leza inferencial.

y

>rimera t¿rrea del destinatario para interpretar Lrn enunciado es, ecuperar las explicaturas de dicho enunciado y asignarle una proposicional única. Para ello, el primer paso es, sin duda, des-

lrlo

correctamente. Pero hay otras tareas menores que van a ar el funcionamiento de los mecanismos de inferencia. mos Lrn ejemplo. Si digo ¿Dónde está el gato?

-cle

¡¡ fEORÍA DE r_A REfgy¡¡1_-¡a

123

.;jifi;#$:#

l) desambiguación; rr) asignación de rcferentes; ilI) enriquecimiento, o siones vagas.

".péifi.^.ión

de refers¡g;¿ de 1as expre_

La desambiguación, como hemos visto^ del ejsmpl, ,r_ terioL utiliza Ia inforrnacl¿" q""-rn^ece la "_fl:lr:,,, srtuació¡. si estov probablemente me esté refirienJo"r rn animal.do¡#;;'_1 :L#:i en medio de un carret"." t;;;;;os de cambiarr.,""'-áaj probabie que me este refiiienjo*u de esos di"J;;:'^::j:I ""o que sirven para levanta. así con ,.r,O'lE'i^^ffi:?I::: La desambig"u.iJ" -inrorrecta "l to iu",it"*iu" _,r.ho,

(5)

"l;;;";y

".

al -Pues niño le hemos pLlesto gafas. _iQué nc¡mbre más feol^

La asignación d.e relbrente jéci-sión de ¿l qu¡ co\creto se_ ñala una determinada. -la ilgní.sti,c'.t- recrLricrtente tamUiu" -, lo hzación de información"*p."ri¿.rl ;itu;;;""iísi alguien _" pid", "ri_

(ó)

terlocutor, para entender mi enunciado, no le b¿r.sta, entre otras ton que su diccionario mental le proporcione Lrn¿r lista come las decenas de acepciones dei término gato cn cspañol. Yo, miso¡, he querido referirme sólo a uno de esos t.i¡tos de entide modo que la recuperación de la explicatura lo que he

1,

comttnicad" "*plí:lrlTenre-_ p:riflryr resolver el problenna plantea_ do por ia existencia de varios signifrcados asociadsj¿"rr"qn¡.o ,;*,-r¡_ ficante. Lo primero que deberá fi¿ser es deciclir.ü;;;;;e a qué me estoy refiriendo. peró á".¡rlin es ya Lrn¿r cuestión de inferencia, que sólo la situación y "ru oy"a".i.'u roi., "l ";;;;;p,r"d"., .ot,-,.u combina tos contenido, .eiceptual; ma lingüístico con orro, q.,"-"s-preciso,infurir ..;;;;;"i-;tnre.lLij_ por tanto, un conocjnr]"n.,: complero del Iingü¡stico ("rt .código. A".i,; ,-,n" correcta descodifi cació") .".r,o".o. :],;,"ü;;;;ii las explicaturas de un enunciade, "r';; luficiente-ni sino que se requiere á_üi¿" el con_ curs o d e dif'erentes ,n ru. J." i, i rrf ".".r. ".unir-_ Tias la descodificació" tiene, pues, que enrrar 1,¡Jra-;;;;leto en funcionamiento un p.o."ro ¡¡ferencial q,r" .onr1i-;;';, subta_

ffiff::*t

,A DETERMINACIÓI.I DE LAS EXPLIC,,\TURAS

W1¡S9N

Ciena la ventana

debo decidircuál es exactamente que está claro que -_ul m"nor-;;

nes- mi interlocuror

la ventana que quiere Que cierre, ya i; inmensa mayoda de las siruacio_ ¡e se conte;;zrá con q"" .i.n" Jiálüqrrt"ru

de las ventanas del edificio.

Por su parte, el enriquecimieúo 4o especificación de referencia de


INTRODUCCIÓN A I-A

SpERBER

PRAGMÁTICA

;iones vagas) es el proceso por el cual se completa la informallle no está suficientemente detallada, como oclure en Lln enuncomo

La casa de Pedro es demasiado grande primer lugar, la forma lingtiística no precisa de manera inequíla rélación exacta entre Pedro y la casa: ¿es Ia casa en la casa ive?,"s ¿la casa que posee?, ¿la casa que ha constmido?, ¿la o alqiiludo?, ¿.i. .áso qr-re ástá en trámites de comprar? La lista sibiliclades poária ser interminable. Ademárs, al decir que es declo grande, nos encontramos con Llna nueva vaguedad: demasia' p"- ¿p^.u qué?, ¿para quién? Sólo la información anterior pue,i,lo. i^irrf"ri' etr que sentldo se habla de la casa de Pedro y con :to a qué es iletnlsiado grande. Esa información la suple inmenente el destinatario de ácuerdo con sus conocimientos previos' lvamente, un enriquecimiento inadecuado puede derr lugar a silnes humorísticas: :.tí,1

t

algo bueno para las mosca-s? Orión, Raid, Baygón, Kill-Paff"' -Í"n.*o, he pedido algo bueno; lo que usted me ofrece ¡las matal

-¿Tiene

-Le

nto en el caso de la desambiguación, como en ei de la asignación erencia o en el de enriquecimiento, la decisión que se toma es utomática. Err general nl siquiera somos conscientes de que haya posibilidades: si estamos cambiando una meda, no tenemos qlle ningún esfuerzc para que ndesaparezg¿' de nuestra mente la ión áe .animal domésticá', porque apenas nos damos cuenta de xista; y lo mismo ocurTe con la identificación ile la ventana nco,', o ctn ia determinación exacta de 1a relación entre casa y PerLlnque en este último caso, no basta con la simple información .i<tnal, sino que es imprescindible que haya un conocimiento pre,lo si Ia elección más evidente no hrncion¿I por itlgr-rnn otra razón, t)os en un proceso consciente de decisií:n. Plrcrcc qLle nuestro lr filtra inniediatamente toda la información y sril6 rlos da acce:r <¡tre mejor cumple con los requisitos de l¿r sitrracirin. El princi,,,tir¿rl quá rige esios tres procesos es, lógicarnc'1.., cl de relevanI tlcstinlatariá elige, en cada caso' la opción c¡ttc ir'plica menor r,/() y que, alavez, da lugar a mayores efectrls t:otttcxtttales (esto ,,¡,ció^n que eS más coherente con ,

t,'r

rtlo óptimamente relevante).

el supucsl¡

clc:

t¡ttc el emisor

y

wILSoN y

re

rBoRÍR DE LA

t{tit.tivnNctA

125

Hemos visto cómo incluso un aspecto tan aparcntr'llrcntc objctivo como Ia determinación del contenido explícitanrcntc r:onrt¡nicacli, per. el enunciado trasciende los límites de la mcr'¿r dcscrclilic¿rci<in.y pr.ccisa la intervención de mecanismos inferenci¿rlcs. y, r:onro li" "r',, es"rperar por tratarse de un caso más de conrrrnic¿rci<irr ostcrrsiv¿r, el principio de relevancia el que orienta, todo cl pr'occso hcurístico.

3-2.

Ln te,mRiuruecró¡q DE LAS

TMpLICA.IuRAS

El segundo aspecto que hay que considerar es el que se refiere a la determinación de las implicaturas. Aunque el término procede originalmente de la teoría de Grice, sperber y wilson lo reálaboran, dá-ndole un contenido ligeramente diferente. rJna implicatura es un supuesto dech una representación de algún hecho del mundo a¡s¿l¡--es que el emisor trata de hacer manifiesto a su interlocutor sin l-t expresarlo explícitamente. Las fuentes de las que proceden las implicaturas son de varios tipos: pueden bien tomarse directamente del contexto, bien recuperarse del conocimiento enciclopédico almacenado en la memoria, o bien deducirse por inferencia a partir de las explicaturas y el contexto. Como ejemplo, consideremos el siguiente diálogo:

(9)

A: estado con Juan últimamente? B: -¿Has no me relaciono con delincuentes.

-Yo

La réplica de B no es una respuesta directa a la pregunta de A, en el sentido de que no tiene la forma sintáctica que cabria esperar, del tipo de sí o no, con sus posibles amplificaciones (nSí, el jueves,; nNo, hace más de un año que no nos vemoso). Sin embargo, hay que interpretarla como una respuesta coherente con el principio de rélevancia, de modo que hay que buscar la conexión que la convierte en un enunciado adecuado. Incluso desde Lln punto de vista pLlramente intr-iitivo, resulta cl¿rro que la interpretación que se obtiene necesita tres pasos clcdlrctivos cliferentes. El primer paso consiste en que el destinat¿rrio tiene quc sLlplir algunas premisas, es deci4 el eslabón que falta en el r¿rzon¿ru.ri.nto y que sirve para unir el significado contenido en la prcgrrnta c.n cr que proporciona la respuesta (algo así como un juego qure consistc crr imaginar qué parte falta para que el razonamiento resulte conrplctr). En este caso, la premisa es Juan es un delincuente. El segund' ¡ras' consistirá en combinar la premisa implicada con el supLrcsto cxplícitamente comunicado, para extraer de la combinación de anrbr¡.s r-¡nir


INTRODUCCIÓN A LA PRA(;MA'I'ICA

:lusión coherente. El tercer paso utiliz¿u'ii todos los supuestos an)res para obtener la conclusión im¡rlicltcla general, que ser-virá ro respuesta a la pregunta formulada. Fll proceso puede represene como en

10)

Explicatura: Yo no me relaciono con delincuentes fPremisa implicada: Juan es utt dalincuentel [Conclusión: Yo no nte relaciott() con Juanl fConclusión implicada: No he e.sludt¡ con Juan últimamentel

lomo pone de manifiesto el caso anter.ior; hay diferencias impory las conclusiones. Las premisas implicadas sLlplrestos que debe suplir el que intcrpr.cta el enunciado, ya sea que los recupera directamente del conjunto total de supuestos de nemoria, o bien porque los elabora a partir de esquemas deducti-es entre lars premisas

generales: en este caso, el mismo que funciona en los clásicos sismos del tipo

(11)

Todos los hombres son mortales; Sócrates es un hombre; Iuego Sócrates es mortal.

Lo que parece claro es que la premisa implicada es imprescindible a que se logre una interpretación coherente con el principio de rerncia: gracias a ella el contenido explícitamente comunicado puede :r efectos conte,xtuales con un coste de procesamiento relativarte bajo. Las conclusiones implicadas, por su parte, se deducen automáticarte del proceso de razonamiento anterior, tomando como premisas ,o las explicaturas como, las implicaturas. Al contrario de lo que r-ría en el caso de las premisas, las conclusiones no las tiene que rtar el que interpreta el enunciado, sino quc se obtienen de manerecesaria, como consecuericiá lógica e inevit¿rble de l¿r combinación os supuestos previos. Jremisas y conclusiones tienen algunas propierclaclcs en común. I empezar, tanto las premisas como las concllrsioncs implicadas rparten el hecho de que todas ellas están, c:n cicr-t.o ntodo, prederinadas: el emisor las ha calcr-rlado, ha cont¿rcl, crn cllas, y érp.r. su interlocutor recupere exactamente esas plcrrrisirs (y no otias), re obtenga esas conclusiones (y no otras). l-j,s cicrr . c¡ue el destirio puede e.quivocarse, y suplir una prenrisa ct¡trivocada, como x no es un delincuente. En estos casos, lzr c:orrc:lrrsirin obtenida se va también de manera automática, pero, sirr t.rrrburg(), slls efectos

SpERBER

y

wrLSoN

y

LR

tnonÍe DE LA

RELEVANCTA

127

contextnales son claramente inferiores a los obtenidos con la premisa <correctao, ya qlle no conducen a ninguna conclusión relevante para la pregunta formulada. De hecho, no es del todo legítimo extraer la conclusión He estado con Juan últimarnente a partir clel encadena-

miento

(12)

Explicatura: Yo no me relaciono con delincuentes fPremisa implicada: J¿¿an no es un delincuentef lConclusión: Yo me relaciono con Jttanl

Como consecuencia de lo anterioq, premisas y conclusiones tienen también en común el hecho de que el emisor resulta ser responsable de su veracidad: puesto que sólo recuperando esas premisas -y no otras- se puede obtener una interpretación qtre resulte óptimarnrcnte coherente con el principio de relevancia, el emisor no puedc clr,rclir l¿r menos- albergar en su rnente los strpr-rcstos responsabilidad de -al premisas que constituyen dichas y, a la vez, rro iricnrrir cn rrrr¿r f l¿tgrante contradicción que haría ininterpretable e irrelev¿rntc sLl cnlrnciado.

Finalmente; la particular selección de las premisas y las conclusiones que el emisor ha dejado que aporte el destinat¿rr-ic¡ se convierte en un reflejo bastante fiel de la hipótesis que el emisor se ha fbrmado sobre los conocimientos previos, los supuestos y los recursos que es c¿tpaz de manejar su interlocutor. Cuanto mayores considere qlte son sLt.s posibilidades, mayor podrá ser el implícito; y viceversa. Claro está qrrt' el emisor puede sobrevalorar al otro y creerle capaz de suplir unirs premisas que en realidad desconoce; ahora bien, el error no estará crr los datos que fundamentan el proceso inferencial de cálculo de las irrr plicaturas, sino en el supuesto de que el interlocutor tiene acceso a l¡r información necesaria: incluso en caso de equivocación en este ser¡li do, la línea de razonamiento sugerida por el emisor seguiría siendo v¡.i lida, aunque su oponente no pudiese reconstruirla.

3.3.

¿Pon ouÉ HAY IMPLIcATURAS?

Hemos visto cómo los enunciados pueden expresar explícitanrcttlr' sólo una parte de la información que comunican, y sugerir im¡llft'ltrr mente otra parte, que queda al buen hacer interpretativo del clc¡llttrr tario. La pregunta que cabe plantearse ahora es la siguientc: ¿'tto ltrr bría sido más relevante, más fácil, menos arriesgado y menos (,xl'rtr'\ to a equivocaciones el haber expresado explícitamente el cor¡lrltlrll que se quería comunicar? ¿No habría sido mejor expresar; tilrl lll¡r


INTRODT-ÍCCtÓN

r28

A I',A PRAGMÁTICA

y premls¿ls tras procesar explicaturas mente, la conclusión obtenicla i" "i,r¿' con JLrcn úttintamente)? arlgo i;#;';;; qtt" lu t"sfltsta de B comunica Es fácil notar, #;;;ó' la.bli' Para empezar' más de lo que "^n,"j"'i;:;;j;;ñlmplitatlu' un delincL¿ente p'l.t"'\ es JLrcn c()mo gatorieclad de utilizar Lrna premisa enriquecimiento clt'l sr' losrar ttna interp"iotlO'' relev¿rnteuna "'p*""'-'t iespuesta negativa' tambión ccinteniclo

,o-.,ttitJtlt ^át*a'

c{e

comunic¿rLrnsllpuestocielemisclracercadeJuan,yaqLle.-Com()Vl' el cmis<lt'tttr necesírria' de nroclo qtte mos-- sc tr¿tt¿r cle una plcmisa tt'po"'"biliciatl sobrc clla' c'l('lll DLtecle ncgar qtre oucdan sttgeridos: por '''t clt' Pcro, adcmás, hay otros stlpuestos h¿r Juan qtr" q'" ;";r;;;; Jua'ri' plo, que uno ha 'o"''-';;;i;iá"hi jado cre ser amiso,,;.;;.;"o," +il'^",'3,i;J:[l;Ji [.," "no clcsapÁrcba el comportamlentc insinuacioncs(qnesoncatlsas'c()nsecuencias'explicacionesocxlt'tt to" la reipuesta directa' Nt'¡ siones de las i,"pu;.;:;;'i-'"-p*'¿ttio" iÁptitottttos sólo en un scnlicomo tese que se las poclriu ton'i¿"iar op()n('rr tienen propicdadcs que.las que yo clo mr,ry clébil del ,".l',.,ino, ("tto es' a las implic. ciaramcnte u t^, ptlt'i';''J;T". -ntr"tiontl' ialcular con precisiírtr; turas ufuertes'): en primer lugar' "o '"-p""áen porqlre no son impt'cs' en segttndo t''go', #';:;t';%á"i"tttti"td"t' t"""i l'''got-y al no scr itll cindibles para mantener, la rclevancia; "t' por cuentrt que el destinataiio hace prescindibles-,, son deducciones t"'pott*üitiÁ'ul emisor de haberlas de tt¡propia, de modo d" ;" puecle ni-siquiera sea consciente implicado (", pottJL o"tJ"i"tltor totalictatl ;tinvalida la das ellas); Finalmer't'e' un etror "n ''''tiiJil; l:"r",rorr.iu del enunciaclo' gruao'a" qttt' der razonami*rrrn ni''#;rh;; "i pr'tes' mucho más rica La interpre'utiiti ;;#;*;o""'ultu'tttá tt'ptt"sta totalmente dircc:con la que se obtendría simplemente poiqtt" proccsando un soltt aumenta' relevancia la L¿t ta. En este sentido, tt't"'gtui'Jun'i¿oá de sr-rpuestos' las para enunciado s. hatá manifiesta ';;p""ttos es "-ttt'v' tuerz.acon que ;;i;;';;tti"tt't^l; y;;;-ba¡u contenidos pota it's-"1'u "l premisas y .or,"t.,ri'oJ", i-pfitoa^'' un buen-sistema pzlra rn*: o+'"" supuestos. sin que se le insinuados, l" .'"ii;';;";;i;i?;^' clucir al otro a t.;;; 5."J*rl,l"ración'dichos sobre ellos' responsabilidad pueda imputar apenas ninguna

::l::l* ;;;:

4.

Consecuencias de la teoría

La presentación de la teoría

cle

de la relevancia y la exposición re-

pasar verbal nos han permitido cómo se aplica t il ;;;;;n pragmaanálisis de de este modelo vista a to, o,p"c:tál -at ""üUfes

SPERBER

Y WILSON Y LA TEORÍA DE LA

RELEVANCIA

121)

Irt,.

IJe todo ello, pueden extraerse algunas consecuencias de olclcrr tr.oliccl, que tienen repercusiones importantes sobre la teoría gcncral ,1,'l lcnguaje. LJna de estas consecuenci¿is es la de qr-re comunicación verbzrl .y corrrrrrric¿rción no verbal no son, en el fondo, dos tipos de comunic¿rci<i¡r r:rtlic¿rlmente diferentes. Hemos visto cómo pueden aplicarsc lc¡s rlrisrrros principios tanto a la comunicación qLte se vale de unicl¿rclcs lin¡,rrislic:as como a aquella otra que uLlliz.a recursos no cocli{icackrs. I)c ,.,1r nranera, se puede unific¿rr con cierta f¿rcilidad el ¿rnltlisis clc totkrs l,,s rli{brentes tipos de estímulos que los hum¿rnos utiliz¿rn irrlcnci<¡-

rr;rlrncnte con el fin de comunicarse. De paso, cualquier: nllcvo ¿rvunt', SCrr en el campo de la comunicación ver:bal, sea en el campo clc la , onltrnicación simplemente ostensiva, podrá aportar datos signilicatir

llara las otr¿rs facetas. Ello, a su vez, tiene también algunas consecuencias teóricas inte¡t's¿rntes. La primera es la de mo.strar de forma irrdiscutible que entre Ir'ttlLLa y comunicación no hay una relación de coruespondencia biunívoca. En su interpretación más evidente, la afirmación anterior impli( ir qLre el lenguaje puede ser LLn instmmento de comunicación, pero no decir, no es el único medio- necesario e imt,s ¿/ instrumento -es que la comunicación humana. cle se sirve ¡rrcscindible menos evidente-, induce a penEn su otra interpretación -quizá no sea necesariamente un medio de sru-que es posible que el lenguaje t.omunicación. En cuanto sistema de representación regido por Llna ¡1'amática, el lenguaje parece ser, sobre todo, un instruinento esencial l)¿rra memorizar y procesar información: prueba de ello es que tanto Ios animales como los ordenadores necesitan y manejan alguna clase clc código. En este sentido, el ienguaje-código no sería una facultad exclusivamente humana, y podría concebirse más como una propiedzrd nccesaria de los organismos y de los sistemas que se comunican que como Lln instrumento de comunicación en sí mismo. Lo que sí sería cspecíficamente humano, según Sperber y Wilson, es el uso que nuestra especie hace del lenguaje para comunicarse. Otra consecuencia interesante, conectada con la anterio4 es la de poner de relieve que la comunicación humana sólo ella, frente ¿r otros tipos posibles de comunicación- pone en-ymarcha a la vez las dos clases de procesos comunicativos: el de codificación/descodificación y el de ostensión/inferencia. En este sentido, el diseño dc la teoría refleja claramente una concepción fodoriana de la arquitectura cerebral y cognoscitiva, en la que los procesos de codificación y descodificación utilizan tipos de sistemas cerebrales radicalmente difcrentes de los usados en los procesos de ostensión e inferencia (sobrer esta cuestión volveremos en el capítulo 13). Desde el punto de vista clcl \,(

)s


8

lNrRonriccróN A LA

pr¿qcru,iÁuca

lnte, la conclusión obtenida tras procesar expliczrturas y premisas ito es, No he estado con Juan {Lltirtamente)? Es fácii notar, sin embargo, qlle Ia respuesta de B comr,rnica algo is de 1o quc expresa la conclusión implicada. Para empeza4 l¿¡ oblitorieclad de utilizar una premisa como Jt.nn es tLn clelincuente para yar una interpretacjón relevante supone un enriquecimiento clel ntenido comunicado: además de una respuesta negativa, también se vimrinica Lln slrpuesto del emisor acerca de Ju¿rn, ya qrie )s- sc trala dc una plenrisa nccesaria, dc nrodo clrre el-como cmisor no ecle negar su rcsponsabiliclad sobre ella. Pero, además, hay otros supuestos qrle quedan sugeridos: por ejem), qr-re uno ha roto Llna rel¿rción que tenía con Juan, que Juan ha delo de ser arnigo, que Lrno se ha convertido en Llna persona honr¿rda, e Lrno dcsaprr-reba el comportamiento de Jtian... Todas estas otras ;inuaciones (qr-re son calisas, consecuencias, erplicaciones o extenInes de las implicaturas) se perdet'ían con la respuesta directa. .N{óe que se las podría considerar como implicattrras sólo en un sentimuy débil del término, ya que tienen propiedades gue las oponen .ramente a lers premisas o ¿r las conclusiones (esto es, a las implica'¿rs uftierteso): en primer luga¡ no se pueden c¿rlcul¿ir con precisión; segundo h-rgaq no están predeterminad¿rs, porqlle no son impresrdibles para mantener la relevancia; en terccr lugar al no ser im:scindibles-, son deducciones que cl destin¿rl¿rrio -y hace por cuenta rpia, de modo que no puede responsabilizar ¿J cmisor de haberlas plicado (es posible que el emisor ni siquiera .sca consciente de to; ellas); finalmerrte, Lrn error en su cálculo no invalida la totalid¿rd razonamiento ni moclifica el grado de relr-,v¿rncia del enunciado. La interpretación que se logra resulta, pllLrs, nrrrcho más rica que que se obtendría simplemente con Lina resprrcstlr tot¿rlmente direcEn este sentido, la relevancia aumenta, porquc ¡rtrrce:szindo un solo rnciado se hace manifiesta Lrna gran c¿rnticlacl clt: srtpuestos. L¿r rrza con que el emisor sostiene tales supucstos es rrrtry alla para las :misas y conclusiones impliczrdas, y muy blr ilr ¡r;rtu los contenidos inuraclos, lo cuai le proporciona, de paso, Lrn brrt'rr sistcma para in:ir al otro a te,¡mar en consideración dichc)\ sul)ut'slos sin clue se le :da in-rputar apenas ninguna responsabilid¿rrl soIrrc t'llos. Consecuencias de la teoría

La presentación de la teoría de la relcv¿urt'i;r v lrr ,'xposición de no se aplica a la comunicación verbal nc¡s lr:ur l)('r nrilirlo pasar re-a a los aspectos mírs notables de este nrorlt'|,, rl,'rrrrilisis pragmá-

SPI]RBER Y WILSON Y LA ]'EORÍA Db] t,A

IlIiI,IiV¡\N(:IA

12()

tico. De todo ello, pueden extraerse algr-rnls cr)nscr:rre ntirrs clc orclc,n teórico, que tienen repercusiones importantcs sr¡[;r'c: ll lr:or'íit gerrrcral del lenguaje. Una de estas consecuencias es la de quo Lr()nrullic;-rciíin vcrbal y comunicación no verbal no son, en el fondo, clt.rs ti1-urs clc comunic¿tción radicalmente diferentes. Hemos visto cónlr¡ ¡rrtcclcrr irplicarsc lcis mismos principios tanto a la comunicaciiin (luc sc v¿tle de unidades lingiiísticas conlo a aquella otra qlle trtiliz-¿r lcculso.s no codificados. De esta manerer, se purede unificar con ciclta f'lrt iliclad ei análisis de todos los diferentes tipos de estímulos que los lrr¡nlanos utilizan intencionalmente con el fin de comunicarse. Dc ¡r:rso, cualquier nlrevo avance, sea en el carnpo de la cotnunic¿rciórr verllral, sea en el campo de la comunicación simpiemente ostensiva, poclr a aporlar datos significativos para las otr¿rs facetas. Ello, a su vez, tiene también algunars consecuencias teóricas interes¿intes. La primera es la de mostrar de forma irrdiscutible que entre lengua y comtLnicctción nc¡ hay una relación de correspondencia biunívoca. En su interpretación más evidente, la afirmación anterior implica que el lenguaje puede ser L{n instmmento de comunicación, pero no decir, no es el único medio- necesario e imes e/ instrumento -es que se la comunicación humana. de sirve prescindible interpretación menos evidente-, induce a penotra En su -quízá que posible ei lenguaje no que es sea nece-sqritunente an mcrclio clc¡ sar En cuanto sistema de representación regiclo por un¿l comunicación. gramática, el lenguaje parece ser, sobre todo, un instt-umcntr¡ csctrci¿rl para memorizar y procesar información: prueba de ello es clLlc t¿Int() los animales como los ordenadores necesitan y manejan algttnai clitsc cle código. En este sentido, el lenguaje-código no sería una f¿rcult¿tcl cxclusivamente humana, y podría concebirse más como una propicclatl necesaria de los organismos y de los sistemas qLIe se comunican cltte como Lrn instr-umento de comunicación en sí mismo. Lo que sí serí¿r específicamente humano, según Sperber y Wilson, es el uso quc nlrcstra especie hace del lengr-raje para comunicarse. Otra consecuencia interesante, conectada con la anterior, es l¿r clc sólo elia, lrentc a poner de relieve que la comunicación humana otros tipos posibles de comunicación- pone en-ymarcha a la vez l¿rs dos clases de procesos comunicativos: el de codificación/descoclil'icación y el de ostensión/inferencia. En este sentido, el diseño de la teoría refleja claramente una concepción fodoriana de la arquiteclnla cerebral y cognoscitiva, en 1a que los procesos de codificación y clcscodificación utiiizan tipos de sistemas cerebraies radicalmente clillrentes de los usados en ios procesos de ostensión e inlerencia (soltn' esta cuestión volveremos en el ceipítulo i3). Desde el punto de vislir tlr'l


SpERBER INTRODUCCIÓN A LA PRAGMÁTÍCA

necesariala interpret¿rción de un enunciado comicnza semántica^*:.:*tpor la clescociificación de la representación qu:-^t,"-:^oi']l'e*" y¿l

at¿rrio,

primer p¿s()' el proceso inferencial' i""eq ;;;;;;v; que t" r¿rse sobre la 19i"en un^ propiedad espealiclaci de procesos ," .""ri*,e taábién animal' ni el olenguaje de nente humana, yu qt" ti el nlenguajeplrramente mecáson capacet ¿"^lt *át áUa ¿" la fase : encierra; pero éste es sólo el

ícluinas' lc codi [icación/descodil icación'

lgunas críticas al modelo de relevancia

uno de los más atractivos moclelo de relevancia, pese a ser hoy la pragmática' no.se ha de Lrventes clentro a"f pu?o",,*o-g"""."i gt*ir"o*."L, algunos de sus planteamientos

Tt'#';;.r,tá*

rn ser cliscutibles;

I más

"" "r,. controversia'

r".ción ú¡alaremos los que han sus-

prec-rl'samente el punto de parn ducla el aspecto más polémico es witto"- ru principal debilidad del leneral que adopta" d¡""tf"t^t por ejempló, M"y y Talbot ( 1988)' :lo, según sus críticos -véanse, dL que la teoría es claraill (1988-89), o Walür ¿1%'I- "' iu que parte áel supuesto de que la e recluccionista, en Jt""tiát'¿e mecanismo de piocesamiento de e humana es exclusivamente un tiene una iendencia natural mación qtte, segútn ";-;;;;pt"tiva' del mundo que posee' En iorar constantemeniJá'.o"á.i-i""to en términos de procesal; .o-,r.,i.utión se entiende i;;;; to e intercambic, de información' parte del su,,i'o.oi..f,,-f.r rá¿"..i"nista porque' para empezar nuesconstantemente lo cle que nuestro unico objetivo es mejorar iny mejor más cadavez :oresentación del -;ñ;, ;úu"""u"do que claro parece embargo' Sin es acumular información' humanos los a interÉsa nos que único almacenamos es mejorar que .ronósilo de toda la inlormación de ocasiones nuesnúmero gran tra representaclon oel mundo: en evidente que Resulta fines son más práctit"= V "tat irimediatos' de nuestra actividad coformación no es siempre el punto central o pedimos algo' nuestro icativa: cuando ,.,g"á*o','ordenamos o6tención y transmisión La rivo no es de natur.;;;;;".scitiva. el objetivo básico de tanto' por rformación no puede consiJerarse'

JiH#;;;t""1ü[,,;1o""¿""'

¡municación.

, vez una de i r^-^L' las objecio)omo consecuencia de ello -y ésta es tal tiá¿" a borrar o desdibujar la dimenmás serias-, ".," "ifoqt'" no somos simplemente social de la comuni.^tiOtt' Los humanos

y wtLSoN y re TeoRÍe DE LA nlit.l,t,v

N(:tA

13l

mecanismos que procesan y transmiten infbrnr¿rc i<ir r cl icicn tcrncr r tc; somos también seres sociales que interactú¿rrr, y cluc sc cncuc:lrtr'¿u-l st-rjetos a las normas y convenciones sociales cle la colcctivicl¿¡cl crr la c¡lrc viven. El lenguaje se usa no sólo para aport¿rr inf r.¡l'rr-lación nr-rcva y relevante, o para modificar las creencias del otro; cn múltiplcs oc¿rsiones, lo que se intenta es crea{, mantene6 mostra[ rcforzar o destrtrir relaciones soci¿rles. En el capítuio siguiente prcsentarentos erlgunas soluciones ¿I este probiema. Finalmente, ia concepción exclusivamente proposicional de los suen consecuencia, de la comunicación y de interpretapuestos -y, enunciados- parece válida en la medida en la ción de los que lo sea la atirmación de que el olrjetivo último es la transmisión eficaz de inforrnación. Para tratar de evitar tanto los problemas derivados de una concepción que deja de lado la proyección social, como los que provienen de una noción proposicional de la relevancia, ONeill (1988-S9) propone una modificación del concepto mismo de relevancia. Para dicho auto4 la versión presentada por Sperber y Wilson se basa erróneamente en una lógica de tipo deductivo, cuando sería más interesante y más adecuada a los hechos una noción de relevancla fundada ..r Ln. lógica probabilística. En la teoría probabilística la releuancia se define como sigue: Dado h, /2, es relevante para x si la probabilidad de ¡, dados tanto h como h1, no es la misma que la de ¡ dado sólo lz [O'Neill, 1988-89: 249].

Esta definición toma en cuenta las modificaciones que supone en la probabilidad de un elemento la adición de una nueva variable: si ésta produce un aumento de la probabilidad, entonces se dice que su relevancia es favorable; si produce una disminución, su relevancia cs desfavorable; si no produce ningún carmbio, es irrelevantc. La noción, tal y como se define habitualmente cn la teoría prollabilística, involucra y pone en relación tres elementos clif'crcntcs, nric¡rtras que la de Sperber y Wilson sólo toma en consiclcr¿rc:irirr clos; irnrbas se asemejan, sin embargo, por el hecho de ser clc nutLualcz¿r l)rr). posicional. O'Neill, entonces, considera que no sírlo las ¡'rrrr¡rosit'iorrt's pueden ser relevantes, sino que también pueden scrlo krs objt.tos, los estados de cosas, las acciones y los acontecimient<.¡s cn lr:lrrtirirr tr¡n proyectos, actividades, necesidades o intereses, y proponc ll si¡irrit.rrtt. ampliación de la definición: Dado m, un material z, es relevante para un pr()ycL:to ¡.r si, rlltlos conjuntamente m y m1, laprobabilidad de éxito de p no cs lu rrrisrrr;r r¡rrt. dado sólo z [O'Neill, 1988-89: 255].


IN'IRODUCCIÓN A I,A PRAGMATICA

Veamos un ejemplo senciilo. Si uno trata cle cambiar una r-ueda rchada y tiene una r-ueda de repuesto, tener también Lrn gato resulfavorablemente relevante porque contribuyen decisivamente al éxidel propósito; carecer de él es desfavorablemente relevante porque

minuye notablemente las probabilidades de éxito; y que el coche r rojo es, obviamente, irrelevante. Con este nllevo enfoque, se muestra que tanto los contenidos no >posicionales (objetos, acciones, etc.) como la vertiente social de la llunicación, pueden encontrar un lugar en un marco que tiene el rcepto de relevancia como noción central. O'Neill no presenta, de las formas, una teoría completa, sino una extensión de la noción báa desarrollada por Sperber y Wilson. Un segr-rndo aspecto que puede suscitar críticas es ei relativo a la entación casi exclusivamente interpretativa del modelo: la teoría iere dar cuenta de cómo se interpretan los enunciados, y trata de .allar pormenorizadamente los pasos que sigue el destinatario para rstmir las inferencias que le permitan descubrir la intención de su erlocutor y encontrar una interpretación coherente con el principio relevancia. Pero apenas nada se dice de la faceta contraria, es dede la que se reFiere a ia producción del enunciado por parle del .isor. Sería necesaria una teoría que explicara qué mecanismos invienen en el paso de la intención del emisor a la verbalización de :ha intención, teniendo en cuenta los elementos de la situación cornicativa y la identidad del interlocutor. LIn enfoque de esta clase se rvertiría en LuI complemento natural para el modelo aquí expuesto. A éstas se podría.n añadir otras críticas menores, que tienen que ver .s con aspectos técnicos del modelo que con una concepción genede los hechos. Par¿¡ Roberts (1991), por ejemplo, el principio de reancia es difícil de aplicar, porque no hay un mecanismo preciso que liqure ni cómo se evalíran los efectos contextuales obtenidos y el esrzo de procesamiento invertido en lograrlos, ni cómo se comparan reficios y costes para poder saber si el balance es favorable o no. L embargo, alrnque es cierto que la relevancia es difícil de evaluar ;de un punto de vista teórico, parece innegable que la optimización la relación entre esfuerzo y efectos es una tendencia constante de los los tipos de actividad humana. Por otra par-te, la aplicación del principio de relevancia no garanr que la interpretación obtenida sea realmente la que intentaba nsmitir el emisor: el destinatario puede llegar a conclusiones que le ultan altamente relevantes pañiendo de supuestos equivocaclos que la tienen que ver con los objetivos de su interlocutor. Pero éste no :de considerarse, sin embargo, un defecto del principio mismo: nóe que lo que faila no es la presunción de reievancia, ni la validez del

SPERBER Y WILSON Y

IA TTONÍE DE LA RI:]I,IJVAN(]IA

I 33

lazonamiento implicado por el emisor, sino la sclccci<in dcl contexl<t ¿rdecuado por parte del destinatario; e incluso en este caso, su intcrpretación seguirá los pasos previstos por la teoría. Por otro lado, para M"y y Talbot (1988) no es legítimo construir irna explicación de la comunicación que conecte intenciones y acciorrers, porque eilo presupone un conocimiento de las estructuras cognoscitivas y las representaciones mentales del emisor; sin embargo, no lenemos acceso directo a ese conocimiento. Contra esta idea se puede clccir que la conexión establecida se presenta simplemente como una lripótesis razonable, pero no necesariamente falseable. En realidad, son mayores las ventajas que se obtienen suponiendo que las acciones son reflejo de las intenciones que, por tanto, su estudio puede -y se obtendrían de adoptar una posiconducirnos a ellas-, que las que ción que defendiera que no puede buscarse una racionalidad tras los humanos. A pesar de las críticas a algunos aspectos, puede considerarse que la opinión general que merece el modelo de Sperber y Wilson es clat'¿Lrnente favorable. Ha supuesto una simplificacióri notable de la teoría pragmática; ha supuesto también una profundización interesante c:n todo lo que se refiere al funcionamiento de los mecanismos menlales que inter-vienen en la interpretación de los estímulos ostensivos; y ha sentado las bases para nuevos estudios que puedan ir supliendo srrs posibles deficiencias. ¿rct,os

Lecturas recomendadas D. Sperber y D. Wilson han ido configurando su teorÍa en numerosos trabajos desde finales de los años setenta. Su distanciamiento del modelo de Grice se hace explícito en Wilson y Sperber (1981), y la presentación definitiva de l¿i teoría es el ya citado Sperber y Wilson (198óa). Pueden verse introducciones útiles en Blakemore (1988 y 1992), Récanati (1993) y Wilson (1993). Pueden consultarse también los estudios inciuidos en Kempson (1988b), Moeschler et al. (1994), y los números monográficos de la revista LingtLa -Wilson y Smith (1992 y \993)-, y muy especialmente Wilson y Sperber (1993), qrre introduce una interesante distinción entre codificación de conceptos y cociificación de instrucciones desarrollando ideas de Biakemore (1987). En español, puede destacarse Gar:rido Medina (1990) y Sánchez de Zavala (i990). Aplicaciones recientes de la teoría pueden verse en Smith (1993) sobre la temporalidad, Rouchota (1994) sobre los indefinidos, Leonetti (1996) para la def i-

nitud, Carston (199ó) sobre negación metalingüística, Groefsema (1995) sobre

argumentos irnplícitos, Blakemo¡e (1994) y Escandell-Vidal (1996c) sobre interrogativas, Escandell-Vidal (1995a) sobre la noción de estilo, y Escandell-Vidal (1996b) sobre cortesía.


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