EL CHINO QUE FUE AL MAR Ayer miércoles 11 de marzo de 2009, escuché por la radio la extraña noticia de un chino que tras quedarse en paro había decidido cumplir su sueño de ver por vez primera el mar. Sin embargo, la noticia está en que no lo logró, cien metros antes de llegar al puerto fue detenido por la policía al estar próximo a una zona peligrosa. Le pagaron un billete de autobús y regresó a casa sin lograr su propósito. Esta mañana, 12 de marzo, busqué información en Internet, hasta que di con la noticia. Si la noticia me llamó la atención era por el punto quijotesco del joven chino, que como el caballero de la triste figura, decide emprender viaje y buscar aventuras. Y luego están todos los valores simbólicos del viaje, del río como vida, del mar como muerte, o como meta o como logro de sus proyectos, que al final y de forma tan extraña se ven truncados, por unas autoridades que sospechan de rebeldía en cualquier acto que se salga de lo cotidiano. Don Quijote sigue vivo. A lo tonto empecé a contar la historia en verso, en un romance, claro, y la primera dificultad era elegir la rima más apropiada, me decidí por la asonante e-o, que en un momento del poema, como siempre, se atascó. La dejé reposar, entre alumnos expulsados, llamadas de teléfono, consultas de profesores de otros centros. viendo que no salía con fluidez tracé la trama entera, esbocé versos mejorables y lo dejé hasta la tarde. A la tarde, lecturas y relecturas del texto, correcciones, adjetivos suprimidos, sustantivos modificados de lugar, luego la tijera, cuatro versos fuera, tres cambiados de sitio, dos dichos de otra manera… hasta que al final sale, yo no sé como sale, pero sale. ROMANCE NOTICIERO DEL CHINO QUE FUE AL MAR Su apellido era Zhang, su nombre no lo dijeron los periódicos. Tenía veintidós años, obrero en una fábrica antigua de un lejano y viejo pueblo. Fue por culpa de la crisis que se quedó sin empleo, sin amor y sin fortuna; y para no perder tiempo se fue camino del mar para cumplir con su sueño. Bordeando el río Yantsé, y sin bolsa ni dinero, solo con sus ilusiones, recorrió más de doscientos kilómetros en diez días. Cuando llegaba a buen puerto un soldado lo detuvo,