Greys
Concepto Grey Paintings es un proyecto de Pablo González-Trejo para The Floor Barcelona El artista nace en Sancti Spíritus (Cuba): un hecho que marcará su trayectoria vital y creativa, ya que a lo largo de su producción artística experimentará en sus obras con el misterio de la identidad. Desde los años noventa hasta ahora, González-Trejo ha trabajado con dibujos iconográficos de personajes históricos que modificaron tanto la historia colectiva como la historia personal en países sometidos por dictaduras; posteriormente, tanto con las performances Defacing Art Project como con Grey Paintings, insiste en la idea del origen misterioso de la personalidad y la identidad. Como dice el propio artista “lo que somos está basado en las experiencias que hemos vivido, y si la memoria de estas experiencias muta con el tiempo, entonces no somos más que una metáfora de nosotros mismos”. Con Grey Paintings, Pablo González-Trejo trata de dar forma a lo invisible a través de la figuración, que se convierte en ese territorio donde el artista permite que fluya la libertad. Este trabajo, realizado para The Floor, parte de la idea del artista de que existe una dimensión espiritual en la existencia humana: para González-Trejo el arte debe hacer visible aquello que hay más allá de lo que el ojo puede ver. Con estas pinturas, explora el tema de la existencia humana y trata de visualizar esa dimensión que no es ni del sentido, ni del intelecto, ni del corazón, pero que forma parte de los aspectos más íntimos del ser.
Grey Paintings por Jaime Bonet Pastor Entre el 18 y el 20 de octubre The Floor volvió a abrir sus puertas y albergó entre sus singulares paredes la exposición Grey Paintings, del pintor Pablo González-Trejo. El tema dominante de las obras era el de la identidad, su búsqueda y su misterio. A mí personalmente me cautivó “Félix” el retrato de una calavera desfigurada por la pintura, y a partir de ella me gustaría realizar aquí algunas consideraciones. En primer lugar, es de todos conocido que una calavera expresa la caducidad de la existencia y la vanidad de la vida: Vanitas vanitatum, omnia vanitas, dice el Eclesiastés. La muerte, pues, acecha a todos aunque le volvamos la espalda y el cogote, y todos somos ríos que van a dar a la mar: así, la muerte nos iguala, es decir, nos hace idénticos, y la última identidad es la muerte. Pero el autor, sin embargo, no se detiene en esto; él desfigura el rostro de la calavera, deforma la muerte de manera que ésta ya no proporciona la seguridad de una identidad lograda a costa de la vida misma sino un bagaje inquieto de emociones, pensamientos
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y dudas que nacen del abismo interior que todos llevamos dentro, a menudo sin darnos cuenta. Buscar para encontrar y reanudar la búsqueda para seguir buscando sin encontrar nada porque se busca todo –tal es el destino de nuestro peregrinar hacia nosotros mismos y tratar de precisar un origen para que no solo nos funde sino que también nos funda… Y por eso resulta patético rememorar a Hamlet conversando con la calavera de un bufón porque precisamente esa conversación se escurre de nuestras manos o, en la pintura de González-Trejo, de nuestros ojos. ¿Y qué haremos con el abandono, la melancolía y la nobleza delicuescentes que nos evoca el cuadro? ¿Es que todo debe ser captado? No. Pero puede ser útil para percibir, por ejemplo, el sentido de esta calavera desfigurada pensar que, al menos, los huesos son lo que queda de uno mismo al fin y al cabo, el resto de la pantomima. En efecto, el hueso, el tuétano es lo que permanece y he ahí nuestra identidad desfigurada; desfigurada, sí, pero idéntica a sí misma, lograda, encontrada. Y precisamente por desfigurada, muerta y acabada, origen misterioso de identidades renacidas, sucesivamente buscadas y sucesivamente desfiguradas, muertas cada vez y nunca acabadas.