PALABRAS MENHIRES
PACO ROSSIQUE
CÍRCULO DE BELLAS ARTES
EXPOSICIÓN
Presidente Juan Miguel Hernández León
Área de Artes Plás cas del CBA Laura Manzano
Director Juan Barja Directora de Proyectos y Relaciones Externas Pilar García Velasco Directora de Organización y Desarrollo Corpora vo Lidija Šircelj Directora de Programación Laura Manzano Directora de Publicaciones Carolina del Olmo Directora Económico-Financiera Isabel Pozo
Espacio Sonoro Paco Rossique Diseño Exposi vo Doblemente Montaje Departamento Técnico del CBA CATÁLOGO Diseño Doblemente Fotogra a de la obra: Paco Rossique del autor: José Domingo Nuñez Federico Castro Morales Paco Rossique Textos Luis Francisco Pérez Federico Castro Morales Jonathan Allen José Manuel Costa Colabora RL Producciones © de la obra: Paco Rossique 2016 © de las fotos: los autores © de los textos: los autores Impresión ServiceCom Deposito legal GC 790-2016 ISBN 978-84-617-4418-3
A Coromoto
PALABRAS MENHIRES
PACO ROSSIQUE
CÃrculo de Bellas Artes de Madrid. Sala Minerva Del 20 de Sep embre al 6 de Noviembre de 2016
Paco Rossique Foto J. Domingo NuĂąez
Índice
Créditos .……………………….........…………………………….........................………………………….. Pág 04 Índice .…………………………………………….........………………………………….........................…... Pág 07 Constella on Miroir - Pli Selon Pli - Luis Francisco Pérez …………….............................….. Pág 09 Palabras Menhires, Cuatro Novelas ilustradas. 1, Del Sonido consciente ……..…....……… Pág 13 Paseo interior por la mirada sonora de Paco Rossique - Federico Castro Morales …...... Pág 29 Palabras Menhires, Cuatro Novelas ilustradas. 2, De la Tenacidad casual ……....…....…… Pág 32 Palabras Menhires, Cuatro Novelas ilustradas. 3, Retrato de lo indecible ……........……… Pág 44 Palabras menhires o el dédalo sonoro de la imagen - Jonathan Allen ……………..........…. Pág 57 Palabras Menhires, Cuatro Novelas ilustradas. 4, De la ex nción de los juguetes …....... Pág 60 Palabras Menhires, Concreta …………………………………………………………………......……..…… Pág 73 Palabras Menhires, Estancias ……………………………………………………………………........……… Pág 78 Lo visual, lo textual, lo sonoro - José Manuel Costa ……………………….......…………....……… Pág 80 Nota Biográfica y enlace ............................................................................................... Pág 82
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Paco Rossique Autorretrato
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CONSTELLATION MIROIR - PLI SELON PLI
T
oda producción ar s ca, o toda materialización sica de una estructura simbólica y esté ca, emplazan a la figura del espectador –próxima o lejana, segura u accidentala una consideración de aquello que contempla desde un “juicio” únicamente visual, como si ese espectador no fuera igualmente un avezado lector de la o las texturas que distribuyen y organizan el territorio mostrado de esa concreta referencialidad iconográfica –allí, ciertamente, donde el creador se expresa haciendo suya una precisa mímesis representacional. Leer acompaña siempre al ver, al igual que también se sirve, y ello es importan simo, de una muy singular escucha (el sonido de lo representado) que incide y actúa, de alguna manera alterándolo, sobre el inicial significado otorgado por el ar sta. Abundando en esta idea me atrevo a hacer uso de un documento que, interesadamente, vendría a confirmar este supuesto. El escritor vienés Hugo von Hofmannsthal, tes go privilegiado de una época donde la cultura occidental empezó a sospechar por primera vez de la sinceridad de la palabra y el lenguaje, y en carta dirigida a un amigo ya en la temprana fecha de 1895, escribe lo siguiente:
"Noche y música. El oído, órgano del miedo, no ha podido desarrollarse tan ampliamente como lo ha hecho en la noche o en la penumbra de los bosques y de las cavernas oscuras, según el modo de vida predominante en la era del miedo, es decir, en la más prolongada de todas las eras humanas que jamás hayan exis do: en la luz el oído es menos necesario. De ahí el carácter de la música, arte de la noche y de la penumbra”
Friedrich Nietzsche, "Aurora-Reflexiones sobre los prejuicios morales". Edit. Edaf Madrid 1996. 9
“Las palabras no pertenecen a este mundo, forman un mundo aparte y por sí mismo, un mundo tan completo como el mundo de los sonidos. Todo lo que existe puede ser dicho; y todo lo que existe puede ser puesto en música. Pero nunca se puede decir una cosa completamente tal como es. Por eso, los poemas suscitan una nostalgia tan infructuosa como los sonidos. Mucha gente no lo comprende y se destruye en el intento de querer decir la vida” (2).
Hofmannsthal sabía perfectamente lo que intentaba expresar. Excelente poeta, dramaturgo, narrador y ensayista, debemos agregar otra cualidad admirable: ser el extraordinario libre sta de nada menos que siete de las mejores óperas de Richard Strauss. Desde la brutal y expresionista E l e c t ra d e 1 9 0 8 , c u a n d o a ú n e l I m p e r i o Austrohúngaro soñaba con su inalterable y fes va eternidad, hasta la cínica y desencantada Arabella de 1927, ya rotos todos los puentes e inservibles las lenguas (“las palabras se pudren en la boca”, como él mismo expresó en su admirable Carta de Lord Chandos), y que de una manera tan inquietante y temerosa deja entrever en el horizonte de esta ópera tan inteligente como amarga el ascenso imparable del fascismo nazi.
(2) Hugo von Hofmannsthal, Vienne 1900, Gallimard Col. “Archives”, 1984 10
En las dos series que en esta muestra presenta Paco Rossique están perfectamente visibles la representación reconocible, el lenguaje, la música y el sonido. En la primera de ellas Palabras Menhires, cuatro novelas ilustradas (Del sonido consciente, De la tenacidad casual, Retrato de lo Indecible y De la ex nción de los juguetes)-, una serie de algo más de ochenta pequeñas obras (acrílico sobre papel tela y técnica mixta), y que muy irónicamente la serie entera parece una lúcida revisión contemporánea de la obra/novela/collage de Max Ernst Femme 100 têtes, hay un ejercicio de doble condición narra va: en la u lización de la imagen y la palabra. Si en la primera condición el espectador/lector es invitado a refugiarse en una situación o trama “decimonónica” tan inquietante como absurda, lo es en la medida que los micro relatos (o novelas de dos o tres frases) exigen al espectador/lector/oyente una par cipación ac va en la distorsión expresiva que el ar sta ha creado en tanto que experimento (inves gación) tan re niano como audi vo. Veamos un ejemplo de lo que estoy intentando hacer entendible. Dentro de la primera de las novelas ilustradas (Del sonido consciente) hay un capítulo en el que vemos a dos afanados obreros, uno con un mar llo y otro con una especie de rueda o torno girándolo como se retuerce el cuello del cisne intentando preparar un piano. Pues bien, la novela que podemos leer en esta obra dice lo siguiente: “El piano preparado que Cage olvidó, es percu do hasta encontrar la solución al dilema: inocular todo sonido en el Arte visible, en la razón y en lo co diano”.
Esta nouvelle perfectamente podría haber respondido, siguiendo sus consignas, a las inteligentes palabras que de Hofmannsthal se han reproducido en el primer párrafo de este escrito: Todo lo que existe puede ser dicho; y todo lo que existe puede ser puesto en música. Pues ciertamente hay mucha música en esta serie (arte importan simo y necesario para Paco Rossique, como lo es también para mí), música que se escucha en tanto que sonido inexpresable. Ello me lleva a recordar una famosa afirmación de Wi genstein (un filósofo de la lengua y de la sospecha) al respecto: “Cuando uno no se esfuerza en expresar lo inexpresable, entonces nada se pierde. Lo inexpresable está contenido inexpresablemente en lo que es expresado” (3).
Palabras Menhires son una manifestación crea va de lo inexpresable. Como si fueran par turas legibles para quien no ha estudiado música, como si los símbolos y marcas del pentagrama, y como bien dijera Rilke, fueran palabras donde la palabra cesa. La segunda serie aquí presentada lleva por tulo Concreta, y al igual que el primer grupo ya analizado, está realizada con la misma técnica, si bien es una serie que posee sustanciales diferencias o singularidades con la anterior.
En un sen do ampliado del término, bien podemos calificar a esta serie de poemas visuales, siempre y cuando estemos dispuestos a aceptar que esta definición es cierta si la contemplamos en su cualidad digamos “filológica”, pero a su vez la niega si la observamos como alteración o desplazamiento de sus valores representacionales, e incluso, y sobre todo, si la interpretamos como acción en nega vo de los rasgos más preclaros que detenta, en un sen do ortodoxo, todo “poema visual”. Concreta lleva a un extraño absoluto el sofis cado juego re niano del poema en tanto que objeto de arte. Por “absoluto” en ende una no escondida brutalidad de lo que se nos presenta, y a su vez por “brutalidad” una decidida defensa -sin contemplaciones- del complejo entramado léxico visual que el espectador, nuevamente, debe leer y escuchar además de ver. Hay un decidido interés en las obras que conforman Concreta a alejarlas lo más posible de la meliflua belleza, por no hablar de una insoportable cursilería, que des lan gran parte de esta prác ca ar s ca tanto en nuestro país como fuera. En realidad era esto lo que deseaba manifestar cuando me refería a estas contundentes obras como “brutales”. Y ciertamente hay también mucha música -o mejor: sonidos- en estos delicados y rotundos trabajos, pero la música se expresaría aquí como una sustan vación de sí misma, o como una fiera presentación de su Absoluto.
(3) Ludwig Wi genstein, Cartas, Encuentros, Recuerdos, Edit. Pre-textos, Madrid 2009 11
En la bella cita de Nietzsche que he transcrito al inicio de este escrito, leemos que la música pertenece a la noche y la penumbra. No importa que también pertenezca al más puro mediodía solar. Lo cierto es que en estas series de Paco Rossique hay una bella y sofis cada nocturnidad que no resulta fácil describirla en su más profunda complejidad. De alguna manera se nos escapa, o huye de nosotros, cuando queremos apresarla intelectualmente, mucho más que visualmente, como si lo inexpresable que estas obras nos quieren decir estuvieran dotadas de la misma dificultad de una fuga de Bach, que en esencia es la voluntad del creador por llevar a la luz la más completa oscuridad. Toda creación ar s ca es, por supuesto, un límite del lenguaje, o debería serlo. Yo calificaría a estas dos series, y si me obligaran a definirlas con una sola frase, como un “límite nocturno del lenguaje”. Por eso he optado por tular este texto, y haciendo un claro homenaje a Pierre Boulez, como una “constelación de espejos” (un instrumento visual, en defini va, una superficie como un cuadro si a eso vamos, y en la que la luz, siempre que la haya y después de incidir, se refleja siguiendo las leyes de la reflexión), pero también porque toda obra es un “doblar por pliegues” (pli selon pli, como tuló Boulez una de sus más bellas y famosas composiciones): un inacabable juego de espejos no menos que el de cubrir y descubrir.
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La obra de arte no es nada más (¡nada menos!) que una luminosa oscuridad. Yo creo que Nietzsche (no he podido averiguar si lo dijo antes o después de su tormentoso idilio con Wagner y Cósima) se refería a esta cualidad cuando decía que la música (toda creación ar s ca, tout court) pertenece a la noche y a la penumbra. En realidad, una forma otra de decir que pertenecen a la luz y a la vida.
Luis Francisco Pérez Madrid, verano del 2016
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1, Del Sonido consciente
Palabras Menhires, Cuatro novelas ilustradas
Field listening 4, musica silente de la obs naciĂłn. Viviendo solo sobre ese globo perseverante, cada sonido interpreta su propia par tura grĂĄďŹ ca. Recordando a Walter, tes go de la verdad. 14
Escuchar con la parte posterior de sí mismo, sólo enferma con los cuartetos de cuerda y la proyección oculta de los tratados matemá cos, cuyo rastro intenta extraviar en los salones sociales. 15
Vasos sonoros y lo que se desprende. FĂłsil, por mas que sonreĂa. Alineo los milagros disonantes y conservo los sonidos restantes para mĂĄs tarde. 16
ForjarĂĄn los herreros mi traje percu vo y los niĂąos me apedrean al pasar. Me han llegado a lanzar recuerdos, por ver si desaparecĂan con mi contacto. 17
El piano preparado que Cage olvidรณ, es percu do hasta encontrar la soluciรณn al dilema: inocular todo sonido en el Arte visible visible, en la razรณn y en lo co diano 18
El eco es mĂĄs ligero que la sombra. La milenaria madre parece dormida. A veces se presenta desnuda y otras veces los acĂşfenos le revolotean. 19
Saca de sĂ mismo lo mĂĄs propicio, sin permi rse tener miedo a lo atonal, El ruido de sus cĂŠlulas cerebrales se desliza por su tromba marina. 20
Field listening 2, la historia es mĂĄs pesada de lo que habĂamos creido. Se rompe el espejo cuando estoy despierto - mi, me, conmigo - me hablo y escucho. 21
Ninguna nube de ene su quehacer aunque resople, él persiste en la limpieza de oídos y en cada pulsación reparte dos sonidos: uno grave para el sistema sanguíneo, uno agudo para el cerebro. 22
Field listening 1, El que no se ha escondido empo ha tenido. A borbotones maneja el sonido de su respiraciรณn. El prome do concierto viene a visitarle cuando equilibra octavas y sen miento. 23
Field listening 3, mi peso es mi mĂşsica y mis instrumentos presumen del horizonte, como si envolviera su sonido en un abrazo. La palabra se esconde en este reloj de 65 horas. 24
Descarga paralela, fruto del juego y del asombro. El rumor que golpea mis anotaciones invisibles. Par tura gráfica que oculto a los ojos de los pintores. Fábrica de imágenes ruidosas olvidadas al instante. 25
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Operación, disolución, lavado y recomposición, fijación. No está preparado para aguantar tanto sol en los oídos. Contagiado por la prisa de ser el primero en la fila, toma asiento en ciertas sonoridades.
Allí donde se encuentra produce fantasmas. Casi todos conocemos la defensa contra el ruido, pero ninguno sabemos del an doto contra el silencio que, es mulado por la fricción, invade nuestro sudor
Me visto de mi propia sinfonía cada mañana. In mo con los sonidos cegadores y con los que no escucho. No doy respuestas redactadas, pero llevo siempre la mano en los bolsillos.
Tu sonido será de una sólida coherencia. Se protege de las preguntas inocentes tras el frotage de su campana. La sabiduría de usar instrumentos an guos en sonidos nuevos. Y no viceversa.
Precursora del golpe y la caricia tres efectos le telegra an: la per naz ceguera del que no escucha, el paralí co de los acordes y aquel que se esconde en la casa del dinero.
Rompe todos los espejos que no flotan y su sonido es más mecánico de lo predecible. Adversario del trasiego, queda en evidencia en cada retrato.
Los súbditos aullantes separan las sílabas del resto de la osamenta. El eco persistente de sus aullidos resuena más allá de los volcanes durmientes, pero acechantes.
Dilapidación por no haber registrado los sonidos que como guiñoles de mano va regalando. Suena y resuena cada palabra que suelta y se lo hace saber a sus superiores, informando.
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Field listening 5, pesas y sonidos dentro de un tanque de gasolina casi limpio. Tambores de hilo de vidrio y pasos rápidos. Gesto oculto del fantasma de los ecos.
En las Mazmorras del sonido, resopla el intérprete, arqueando las cejas de la casualidad. El olor a ébano atasca las palabras y permanece en el intermedio, entre la asfixia y el parecido.
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Un extraño traslada palabras camufladas. Llamo y me dicen que no estoy en casa. Recuerdo el color de sus mejillas sumergidas, en medio de la sinfonía callada de la claridad.
PASEO INTERIOR POR LA MIRADA SONORA DE PACO ROSSIQUE
L
a escucha y la mirada son dos ac tudes desde las que ha de abordarse la experiencia del conocimiento propuesta por Paco Rossique en esta muestra. No obstante, nada más iniciada la singladura, percibimos la presencia fuerte de la palabra. Será pues un recorrido por los territorios de la imagen, el sonido y el relato. O quizás solo acontecerá lo visual y lo sonoro, porque el texto es un horizonte, una bisagra necesaria para nombrar vacíos, silencios, luces y texturas. Lo cierto y verdad es que nos sen mos atrapados en una trama visual que emerge de las coordenadas del texto, y éste es a la vez reflejo y espejo tenaz empeñado en fijar conceptos e imágenes; y, a su vez, lo escrito es voz y sonido, poema recitado en libertad, sentencia y tulo invocados en ausencia de sombra. El ar sta nos sitúa entre el decir, el contar, la imagen y el sonido. Por ello la escritura es un nadar indiferente en la superficie del espejo que siente Rossique cuando apoya los brazos sobre la corchera de la piscina y se recuerda rellenando de puntos las líneas de su mano, trazando el hilo de la vida, con una profunda conciencia de sí mismo: Perteneces a tus bitácoras, imaginadas o corroboradas en un viaje interior por ese cauce de la existencia del que di cilmente escapamos.
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Reves r y complicar su propio pasado parece ser el leitmo v de Palabras menhires, un viaje interior e invitación a desnudarnos e interrogarnos para tratar de vislumbrar la verdad desde el engaño. El mo vo central recurrente es, por tanto, la búsqueda interior, el encuentro con aquellas palabras que persisten en el lenguaje, aun cuando éste se diluya en la voz y la palabra arda para evitar extravíos y olvidos, sin consumirse del todo porque antes renace, nuevamente enunciada. Con este escaso bagaje, salivando ideas inconexas en el olvido del abecedario esencial, acudimos con Rossique al balbuceo del mundo, en la vigilia que se abandona ante la certeza del reencuentro con ese sueño que nunca se acaba de recordar y aletea en el túmulo de las mariposas, habitando la sombra, al pie de la sutura que el empo enhebra en el envés del recuerdo. En este reflujo del sueño, en la atonía del vivir monótono, los ecos buscan su eje. En todas las escalas hay par turas, incluso en aquellas en las que se permanece… El nadador compone en el casco del buque que se traviste de horizonte: par tura para un viaje, va cinio de otros naufragios. Negligencia del cartógrafo no haber trazado la línea del contorno, a la sombra del arrecife. Por casualidad usa los rastros que se dejó, en un lugar a buen resguardo, para no olvidar quien era ayer y con nuar con el engaño.
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Recuerdos, memoria… El eco es más ligero que la sombra cuando escuchas los sonidos sanguíneos y corporales: el ruido de tus células cerebrales se desliza por su tromba marina y en tu fluir interno sientes como los pensamientos robados golpean las ideas. En este sacar de sí mismo líneas pretéritas que vuelan, en esta reconsideración de lo que vemos y escuchamos, en este trasiego de palabras, sonidos e imágenes, solo cabe el uso de técnicas apropiacionistas: textos fragmentarios adheridos a la imagen con la fuerza yuxtapuesta del collage, en vecindad con personajes de otro empo rescatados en el aliento de keroseno del transfer, varados en la orogenia insinuada por el frotagge, cau vos en la escorren a fluida del dripping. Incluso en el tatoo, posibilidad temá ca antes que prác ca ar s ca en una piel ya cansada que augura la muerte de la imagen a pesar de la agónica voluntad de reanimación en manos del ar sta-recolector, constructor de avatares. En aquel momento, ni siquiera sospechábamos que las imágenes pudieran agotarse en la mirada y las apariencias llegaran a tornarse engaño.
Y, sin embargo, persiste una memoria de los objetos, percibidos a través de muros de cristal y espejos empañados, mudos y perezosos, empeñados en la creación de nuevas incer dumbres a través de la mancha y la sugerencia de la palabra. Volar sobre textos ya escritos nos obliga a inmiscuirnos en la narra vidad exuberante de las novelas ilustradas de Rossique, opúsculos de una gnoseología apócrifa en la que ensaya diversos modos de inocular todo sonido en el Arte visible visible, en la razón y en lo co diano. Deslizándose entre la asfixia y el parecido, desdeña el acceso a una fábrica de imágenes ruidosas, asedia el sonido como concepto, imagen o vivencia, como esperanza para la creación, cobrando protagonismo en la obra y en la atmósfera sonora en la sala. Una en dad consciente y pluridimensional, que se manifiesta especialmente a través de una par tura gráfica que el ar sta confiesa ocultar a los ojos de los pintores.
La escucha -murmullos, rumores, ruidos-, el sonido capturado y transformado-, el sonido surgido del vacío, lo causal aleatorio, conforman una ilusión de los sen dos que fluye sin figuraciones, como ocurría en aquel instante en el que la apariencia era antes imagen cierta de las cosas que trampantojo, y la imagen exterior percibida por los sen dos coincidía con la elaborada por la consciencia. Sobre la roca elegida para refugiarse y desde la que a ratos vuela, hojeando Musurgia Universalis (Roma, 1650) del jesuita Athanasius Kircher -cuya necesidad de conocimiento le llevó a intentar explicar el mundo- y unas imágenes del Intornarumori (1913) de Luigi Russolo, Rossique repite: El lenguaje te salva del desorden. Se sumerge y nada unos largos más. Luego registrará el sonido de la brisa que corre sobre un dintel inservible que no forma casa.
Federico Castro Morales Sahara 2 - ]Kairouan[, julio de 2016
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2, De la tenacidad casual
Palabras Menhires, Cuatro novelas ilustradas
Canto de tres que revelan la idea madre. El animal que lee todo aquello en lo que se posa siempre atenderรก a sus amantes. Ferocidad hasta en los dientes de leche. 33
Dicen que las muecas esperan escondidas en tu rostro, en el espejo tenaz. Los taquĂgrafos auscultan tus expresiones, mientras rĂes, oculta tras tan invisible ornato. 34
Sinรณnimo de asombro contenido que guardo en un pomo transparente. Miradas de color tenaz aparecen atravesados en cada trayecto por el que paseo. 35
Por casualidad usa los rastros que se dejĂł, en un lugar a buen resguardo, para no olvidar quien era ayer y con nuar con el engaĂąo. 36
Se escondía en las esquinas porque le tenía miedo a las paredes. Pensaba que antes de fijarse en ella, los monstruos se devorarían entre si. 37
Tatoo. Araña y mosca, perfecto guardián. Murallas de papel y de constancia, sobre un pellejo tan romo. Discurso de la dos y color, líneas pretéritas que vuelan. 38
¿Alguien gusta? Amo cada coma y los palíndromos, amo la piel sin imperfecciones. Amo los granos de arena del Faraón. 39
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Algunos sonidos indican que el doctor se ha ido, mientras el periodista crea “Otra gala a lagarto”. Previo paso al desmembramiento de la constancia, siempre hay miradas de hito en hito.
El niño es el único animal que rellena las líneas de puntos a voluntad. Exagera sus gestos mientras finge leer o se disuelve en la paz y en la guerra, como un fantasma me culoso en extremo.
Esta no es una cámara servil ni el peso contra el olor. Sospecho que cada mosca es un agente de seguros, un gendarme o un ejecu vo enchaquetado.
Espero porque te espero, en éste diván somnoliento, mientras las tenaces iras que me rodean, han sido alimentadas con mi aliento.
Flujo y reflujo del sueño intermitente, fosa y caudal de aquello que se apaga. No daría yo mi primer balbuceo, a la causa que por miedo se acata.
En todas las escalas hay par turas, incluso en aquellas en las que se permanece. Perteneces a tus bitácoras, imaginadas o corroboradas, al acecho de una buena elección que te trastorne.
Notas al margen y en los cantos del papel, apresuradamente escritas en los dinteles, para evitar que los bosques y las casas de muñecas se disuelvan cuando sales de la escena.
Como abejas en abril, acuden las lánguidas esperanzas, inevitablemente golosas, férreas, hirvientes, melosas. Para encontrarse de nuevo que, cruelmente, todo lo que esperaban era cierto.
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Otros sonidos indican que la operadora es muda. Un eco siempre es un ar culo de segunda mano. Pero esta dirección siempre es errónea, para proporcionar una descarga non troppo.
Si lo sé, no tengo opiniones transversales. He llegado hasta aquí mediante la organización, la elevación y la dilapidación. El enemigo heredado pasea por callejuelas paralelas y mi nombre se fija en un reloj, justo dentro.
Trajo dos trofeos de Egipto, esquivando las maldiciones. Le detuvieron en la aduana de entrada, por importar huellas dac lares.
Estampado a mano desaparece tu rostro, sus tuido por la infinita insistencia. Los incontables obstáculos solo sirven para anotarlos, como quien no quiere la cosa, que por otra parte, es cierto.
Trama y texto condenados a entenderse, rellenan su rol minuto a minuto. Y los trayectos pensados de Marche evolucionan por los escudos, conver dos en metal.
Capirote de la visionaria, que iguala mosca y visión, tanto fue el cántaro a la fuente. Ojos, para que os quiero sino para fijar la ocasión.
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3, Retrato de lo indecible
Palabras Menhires, Cuatro novelas ilustradas
Pre y bones ene una idea ďŹ ja. Su bo n es arrastrado en medio del desďŹ le. La que se ensalza es obligada cantante. No hay piedad para el que forma su carcasa de embustes. 45
Pareja de cohecho que se encuentra en punto líquido. Pesadilla metálica en la que los recuerdos se masifican y se desplazan gela nosos por el mercurio, que no dice nada, no obstante. 46
PasĂł su gran adolescencia encerrada estrujando y deformando sus pies, con la Quimera sobre los hombros en sueĂąos que aĂşn perduran. 47
Sus manos aisladas no enen nombre especĂďŹ co y espera por cual decidirse frente al muĂąeco tente eso. Pero antes le llaman por error. 48
No lo vas a sen r este chip que te inoculan nos es mรกs que la con nuaciรณn de otros miles No hay dolor en el desencanto. 49
Mientras que el pensamiento u liza como guía la imaginación, el pánico sólo sabe de lugares comunes, dimes y diretes, rostros y algún que otro palimpsesto. 50
Baño gela noso del que emergerá su reflejo. Una imagen de ajedrez, derribada en los primeros momentos de la par da, asis rá esta noche al baile de los comediantes presidido como mínimo por un paisaje cambiante. 51
Re rado desde hace tres meses de la sociedad, recibe la visita de an guos compaùeros de colegio, que le preguntan por el des no de todas sus parodias sa ricas literarias. Él, que a tantas conspiraciones asis a. 52
Navega el enemigo oculto por la an cuada imaginación. El paisaje marino su habitación de barba blanca. Espuma que queda pendiente de revisión, durante la visita a tantas algas entrevistas.
Par de dos. Tente eso. El camino que tomaste ene eso. La cuchara que elegiste es con la que vas a comer.
Oculto por el miedo al monstruo exterior, es tu doble el que te encierra. La dirección elegida quizás no es tan buena, pues te dobla en marioneta de tus miedos.
Si me dibujo tu nombre a la espalda siempre encontrarás mi camino. Eslabón pretérito el que pretendo y esconderme a ratos, gallo ciego.
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El extraño abandona el escenario, sin terminar de desarrollar su tesis filosófica. Flotan en el aire cuatro preguntas que nadie formuló y una respuesta que servía para responder a todas ellas.
El de ver me llama. Pongo a disposición de todos los presentes mi videncia oscura. La constante escasez de marionetas, fascina a un público cada vez más entregado a los opiáceos.
Pobsesión
La maniobra que pretendo ya está prohibida. No hay señal que me permita expandir mis conceptos por el estadio. Corro, por más que no avanzo, sobre un dintel inservible que no forma casa.
Mi compañía es supers ciosa y cruel. Pretendo enmendarle la plana, pero no se me permite señalar. Carbón en el cerebro, diamante en el bolsillo, pulsos que retaré cuando descienda.
Un extraño extrae la fiebre profé ca que le dominaba. La nada de una careta alquímica falsa. Sus pies desnudos sobre el mármol, crujen como un mueble desvencijado.
Sueña todas las noches con el novio que perdió en la úl ma gran guerra. Palabras camufladas en su úl ma carta. Te veré, por más que no quieras.
Tantas ideas ofreció gratuitamente que estas se acostumbraron a negar su paternidad. Después no se pudo discernir su naturaleza, ni si se trataba de fantasmas o de sombras.
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Máscaras su les y caretas salvajes. Estatuas que parecemos, Astrocitomas. Estado febril del delirio en el que caminamos de lado, sin poner los huevos sobre la herida de la existencia.
No me mires así de esa manera, lanza tus dardos hacia afuera, que la visión del análisis que obtengas será más completo si nunca aciertas.
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Como jugadores de cofia blanca, los mundos habitables se mezclan con todos los reflejos que encuentran a mano y que incluyen absorbiendo en su pastosa verborrea. El miedo dormita en el alma de la des lación.
PALABRAS MENHIRES O EL DÉDALO SONORO DE LA IMAGEN
E
n un progresivo refinamiento y con una incansable y tenaz síntesis, el ar sta, Paco Rossique en este caso, ha podido profundizar completamente en el misterio de la imagen y su misteriosa relación con la palabra. Ambas, universos propios, sistemas arcaicos en con nua evolución, tan poderosas por sus capacidades de resumir y concretar, las palabras (sonidos conformados en códigos clave) y las imágenes (pantallas que todo lo resumen y especialmente los sonidos conformados…”una imagen vale más que…”) se relacionan para crear y crearnos. En las primeras épocas este ar sta pintor elaboraba grandes franjas de una realidad ensoñada, que podía ser anverso de la vivida (por tanto sá ra o parodia) o proyección ideal de la misma. Solía caracterizar sus cuadros y pinturas murales mediante tulos que eran significantes abiertos, que ampliaban el espectro de la significación en vez de cerrarla, y que aludían a los ejes profundos que organizaban su imagen. No solían ser tulos resúmenes, o meras e quetas, o simples referentes simplistas. Abrían mucho más que la descripción banal de la imagen y sugerían una capacidad fabuladora semejante a la del escritor. Tres décadas después, Paco Rossique ha equilibrado e iniciado en Palabras menhires los términos de esta ecuación para escribir o pintar autén cas narra vas visuales, poemarios de la imagen en función del pensamiento abstracto, de las ideas recibidas, de los refranes y dichos populares que se aproximan a la zona remota de la asociación trascendental, ese lugar o lugares cerebrales que mediante miles de operaciones complejas y simultáneas operan el des no y determinan el sen do de todos los eventos que 57
nosotros, los seres humanos, interpretamos como éxito o fracaso, frustración o sa sfacción, oscuridad o clarividencia. Para alcanzar este nuevo umbral, el ar sta persigue una creación por etapas de cada una de sus estampaciones tratadas, que empieza con la preparación de una serie de fondos. Podría resultar paradójico que el icono, la imagen y su mensaje, fuesen posteriores a su “atmosfera” o tercer plano, contexto defini vo que totaliza esa imagen, pero no olvidemos el mensaje y los valores que defendieron los simbolistas en que el trasfondo era el punto de par da (o retorno) de esa iden dad vaga y transitoria que llamamos “personalidad”. Las cuatro secciones o capítulos de Palabras menhires nos presentan sorprendentes imágenes que hacen individuales mensajes universales, y que integrándose en este fondo pre-creado, funcionan con la yuxtaposición y superposición de elementos. Los protagonistas de Rossique son personajes estándar de textos cien ficos o médico cien ficos del siglo diecinueve que él imprime ( o reimprime si hemos de ser puristas) sobre sus fondos para a posteriori conectarlos, bien a otros detalles impresos o bien al trasfondo, enfa zando marcadamente esa ilación. Se generan así travesías de los sen dos que animan la profundidad espacial.
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El creador recurre a una suerte de teatro de sombras, a los efectos de los dioramas. Vuelve a ser ritero, pues, no se alarmen, Paco Rossique es el úl mo de los riteros de Las Palmas, aunque sus muñecos se muevan con hilos ya realmente invisibles y ocupen el sereno y superior escenario del arte, y no las gastadas tablas de los guiñoles (que también podía ser, ¿por qué no?). El maneja sus hombres y mujeres tere en nuevas e imponentes fantasmagorías de escenas muy cortas pero extrañamente hilvanadas. La contundencia del realismo gráfico, los gestos expedi vos de esos personajes al servicio de la didác ca económicocien fica del siglo diecinueve (todo eso nos ha llevado a lo que somos ahora, una sociedad digital pos-sensorial y peligrosamente “acerebral”) se diluye en las trampas de sus imágenes, en el hecho de que estos varones probos y hembras virtuosas trabajan para la engañosa y peligrosa empresa de la ilusión. El progreso del racionalismo supeditado a los oscuros pasajes del sen do, a las emociones y a las sensaciones que reprimidas o no, nos confunden, nos distraen, nos hacen…oh cosa fatal…perder el empo y no ser produc vos, eficaces. En la primera parte, o capítulo, “El sonido consciente”, el ar sta explora la arque pica tensión entre el silencio y el sonido, la armonía y el ruido, la palabra silente de la intuición y el barullo grabado de la calle. Mezcla, a modo de tulo e indicación escénica, versos de acuñación propia, refranes y frases entresacadas del “verbario” común, eso que se dice y que resuena cuando algo no acaba de encajar en nuestras expecta vas. El sonido ensordecedor de campanas y campanadas, de la megafonía y la amplificación, de los instrumentos
musicales, se perpetua en un inquietante con nuo de silencio, escribiendo, visualizando, un increíble poema visual para sordos reales y virtuales. Un universo mudo-sonoro que impactará especialmente a directores de orquesta, afinadores, músicos, y a todos esos hipersensibles que acaban oyendo la no sintonía de sus palabras, de sus par turas incomprendidas. El sonido con núa percu endo en la segunda sección, “De la tenacidad casual”, que nos conduce a las hermé cas salas de las máscaras y la verdad oculta. Decenas de moscas aparecen tapando bocas y ojos, borrando los rasgos defini vos de una expresión aparentemente real e individualizante, que no es más que la ilusión social que nosotros mismos proyectamos, la máscara más fácil de todas, y detrás de cual fluye contenido, y jamás contento, el autén co yo. La dictadura colec va de la apariencia y la educación, de la inescapable simbología de los gestos que nos tranquilizan. Contra esta situación se alza la “tenacidad oculta” del espejo: “Dicen que las muecas esperan escondidas en tu rostro en el espejo tenaz. Los taquígrafos auscultan tus expresiones, mientras ríes, oculta tras tan invisible ornato.”
La dama se puede ocultar, e incluso a veces hay que dar gracias por la máscara que luce, pues la cara que así oculta no se ve y es una cara terrible.
Hay estampas bisagra que conectan los mensajes y los dramas de todas las cuatro partes, por si pensamos que Palabras menhires es una pluralidad desestructurada de iconos y mensajes. Así, una referencia serial y visual a Walter Marche en la segunda parte evoca el ya mentado nombre de John Cage en la primera (maestro del silencio, por cierto, alquimista de sus intervalos impercep bles). Un personaje-mago o taumaturgo, que esconde un monstruoso ojo en su vientre, y que pone “…a disposición de todos los presentes (su) videncia oscura”, conecta la tercera parte con la segunda; los ojos que se triplican y mul plican en la úl ma, de nuevo inciden en esta ligazón temá ca y…sonora. Esta obra de Paco Rossique, con su estructura de cuatro partes llenas de actos únicos e irrepe bles posee luego la suavidad gradual y modulada de una composición, fluye simbólicamente como una par tura que se hace audible durante el silencio de su lectura, una lectura que impulsa y nutre cada imagen, una célula sonora que se expande dentro de una célula visual. Yo les recomiendo que vean esta exposición como un libro, que la lean fuera y dentro del catálogo, y que dejen transcurrir unos segundos sin preguntarse qué es qué no es, para que el viejo ritero nos lleve a la magia de su teatro.
Jonathan Allen Las Palmas. A ocho de julio de 2016
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4, De la extinciรณn de los juguetes
Palabras Menhires, Cuatro novelas ilustradas
Ruta sangre, (ilustraciĂłn imaginada para el libro de Umberto Eco, la isla del dĂa de antes). 61
Estรก mรกs claro lo que muestro que el cristal tras el que lo escondo. Cruel museo de esperpento, lecciรณn de Escultura. Obra cruenta del silencio. 62
Juego con lo que me sale de los extremos, cilindro hueco. En alquimia confesa de vidrio, escribiente de las comisuras que ya no tengo. 63
Doble mรกscara presentaba esa mujer a cual mรกs sincera. Pero la que intentaba esconder, era la mรกs perversa. 64
Casablanca a na, cuando no observa, cuando respira su memoria, que ya almacena. Casablanca establece sus ismos y se adormece mecido por el ĂŠxito. 65
Argos y Amargos cruzan sus caras y se intercambian sus pensamientos. ยกHay de aquel que escuche, cuando se ponen ernos!. 66
Cefalรณpodo a ratos, a ratos piedra. Toda caja de pensar termina en erra. 67
Cruce de horas, de animales y todos sus trinos, cruce de jaulas, donde el animal piensa que piensa, mientras su presente cree que encierra la sombra, que sin embargo es la que no estรก presa. 68
La rubia
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Plumas, para que os quiero, piernas de mis disfraces. Si me oculto tras los rastros, no es por cobarde.
Doctor de la intuición, padre perfecto, describe un arco en la noche y mira por el ojo bueno. Lanza dardos de oro sobre tu pensamiento e inmiscúyete en el diagnós co, palimpsesto.
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Todo Mecanismo obligado a comportarse con respeto, dilucida su respuesta sin pensarla. Dependiendo de la carga eléctrica de la que disponga, alterna vamente, o no, en días de asueto.
La crueldad como espectáculo, del que pasea y es paseado. Extraño sistema éste en el que trabaja el que menos ha cobrado.
Aquí en la prisión de un retrato desaparecido, grotesca y capaz condujo sus novelas hacia el final más esperado. Jaula de la que salía a ratos.
¿Y tu me lo preguntas, pez volador? Si no es más caricatura el que escribe que el que vuela por las palabras que este escribió.
El Mariscal de campo que se sabe ganador de la batalla, usa de las armas que encuentra, para olvidar la pregunta que no le agrada.
Doble hueco del paseo interior que desde aquí he hecho. Elegí esta piedra en la que refugiarme y es desde la que a ratos vuelo.
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Las cuatro vocales que tengo en mi nombre serán mi velo, ahora y en la hora del veneno. No pisará mi vuelo la sombra, adornado por esos disfraces que voy teniendo.
Dos pretextos manejo y a veces pienso que los de fuera de esta jaula son quizás los prisioneros
Todos le miran con sus tres ojos y hace que sus escamas sean un espejo, trozo pequeño de ese otro gran espejo por el que indiferente nada.
Nanas de color vocal, cantarte quiero. Pero a veces elijo callar, si con ello diera ejemplo
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Palabras Menhires, Concreta
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Eye
El borde
Esparalda
Bastante claridad
Arena
Bach
Marionetas
Sueño
Amo cada coma
Escalofrio
Homenaje a Ñ
Penetración
Par tura
DURaDERO
Una pregunta
Brain
Nuez moscada
Puntero
Hat
Desconozco
Me lo dices o me lo dices
Preguntas inocentes
Anoto que apunto
Textura
Planta dos
Ano nadado
Esbozos
El orden de los factores
Noche
Silencio
Sueño 2
Arabescoz
Discursión
Read this before
Texto
Mirar con la comida
Parejas de baile
Hágame non
Agitese antes de usar
Rothko para ciegos 75
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Au Futur
Desafinado
Tiña
Palíndromo silábico
Se Vende Razón
El lenguaje te salva
Embísteme despacio
La letra con sangre entra
A desgustar
Autorretrato
Pianista preparado
Escaparar stas
RUtINA
La Sota de ojos
U nidos
Vacamundi
Es rante
La úl ma piel
Noise
Menos es más
El besamanos
Primera parte
To open push up your wings
Epidemia
Mozos de Feria
Girafa
Mis propias
Usted está aquí 2
Mostacho
Educación 1
Usted está aquí
Juez y parte
No te va a faltar
Power
Saturno
Damero
Eclipse
Juego de manos 77
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Palabras Menhires, Estancias
El Album Palabras Menhires, Estancias se puede escuchar y descargar desde
h ps://pacorossique.bandcamp.com/album/palabras-menhires-estancias
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LO VISUAL, LO TEXTUAL, LO SONORO
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H
ay una cues ón que se plantea poco en el a r te , a r r u m b a d a d e s i e m p re e n t re importantes consideraciones visuales y conceptuales. Se trata de una extrañada curiosidad: ¿cómo es que trabajando los ar stas visuales la mayor parte de las veces en un ambiente musical de su gusto (comprobación empírica de algunos años, aunque nunca formalizada), jamás tratan de reproducir en la galería o espacio público algo de ese ambiente en el que nacieron las obras? Dado que esos trabajos no surgieron en el silencio, ¿por qué condenarlos al silencio? Hay varias respuestas posibles, pero no del todo convincentes. En el fondo quizá ene que ver con la separación y la pureza de las diferentes artes enunciada en Hacia un nuevo Laocoonte (1940) de Clement Greenberg. Una concepción, primero Ilustrada (Go hold Ephraim Lessing, 1729-1781) y luego Román ca que acabó dando en uno de los géneros más impuros de la historia occidental: la ópera. Aunque a nadie le extrañó nunca esto. Paco Rossique sí usa el sonido, la música. No es que ponga en sus exposiciones una colección de mp3 con las piezas que inspiraron sus cuadros, la posibilidad más primi va de recreación de un ambiente. Es que realiza su propia música. Una música, digámoslo, muy valorada en sí misma y desde hace años en los ambientes de lo que suele llamarse experimental. Que en realidad no es más que salirse de las formas musicales más trilladas pero no significa en lo absoluto desagradable o inaccesible. Una cosa no ene que ver con las otras.
Los cuadros que aparecen en Palabras Menhires enen una relación con el sonido, de forma muy explícita, tanto en imagen como texto, en la primera de las cuatro novelas ilustradas, Del Sonido consciente. En esta novela, como en el famoso cuadro de Jean-François Millet El Ángelus (1857–59), la protagonista es la escucha. De una campana lejana allí. Aquí de un altavoz, de una jofaina, de una campana … Existe una relación entre lo que vemos y lo que escuchamos en piezas como Stolen Bells, Cefalópodo, Baño de Gela na, Cilindro Hueco, Pre y Bones, Del Sonido consciente y Palabras Menhires. Estas obras siguen en cierta forma a otras anteriores como Caves (2014), Sombra del día después (2013) o Música para palimpsestos (2012), que cumplía una función semejante como parte de una exposición llamada, puede sospecharse, Palimpsestos. Desde luego es música ambiental, no tanto en un sen do es lís co sino muy sico. Los sonidos, que pueden ir desde campanas hasta retazos de conversaciones, golpes de materiales no aparentes, piano o soplos, surgen generalmente bañados en reverberación. En la mencionada Caves, este efecto eran los naturales del fantás co Cenobio de Valerón en Gran Canaria, de una enorme cisterna del siglo XI en Alicante… Grabaciones en las que la reverberación era casi la protagonista.
La reverberación y el eco son la medida sonora del espacio. No solo de su tamaño, sino también de sus caracterís cas geométricas y materiales. Esas funciones son importantes y puede graduarse de forma muy interesante, desde una cercanía susurrante hasta las largas e solemnes reverberaciones de algunas iglesias. Rossique permanece en un espacio intermedio, mentalmente accesible porque lo sen mos en torno nuestro. Por ello mismo es un espacio en el que poder pasear. Es lo que solemos hacer en las exposiciones, aunque limitados a unos límites visuales que aquí se ven ampliados por el mismo sonido. El mero hecho de que junto a algún instrumento tradicional escuchemos ruidos o voces amplifica este sen do de habitar un lugar, un lugar ahora lleno de objetos para la contemplación y de textos alegóricos aunque de orden surrealista. Este mismo texto se ha escrito, claro, antes de instalar la exposición, con los materiales visuales, textuales y s o n o ro s p res entes p ero s o lo id ealmente contextualizados. A la espera de que todos ellos se unan en un momento e mero. Porque esa es otra caracterís ca del sonido: necesariamente se produce en un período, lo determina y se esfuma. Una exposición es, no solo un muestrario de objetos inmutables, sino un evento que ocupa un lugar y un empo. Nuestro empo.
José Manuel Costa. Madrid 2016
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Con una trayectoria de más de vein cinco años como ar sta, el trabajo de Paco Rossique comprende obra pictórica, murales, piezas de arte sonoro, esculturas, obra gráfica, ar culos para revistas, libros de ar sta, ilustración de prensa y comisariado de exposiciones. Su obra pictórica se ha expuesto en Madrid, Jaén, Valencia, Baeza, Irún, Málaga, Biarritz, Ecuador, Tenerife, La Palma, Lanzarote y Gran Canaria.
Paco Rossique Foto Federico Castro Morales
Ha realizado más de una docena de murales exteriores e interiores en Gran Canaria, La Palma, Jaén y Granada, destacando los murales del Teatro Cuyás en Las Palmas de Gran Canaria y los realizados en Jaén y Granada en estrecha colaboración con el Arquitecto D. Francisco Jesús Pérez Chica. Entre sus esculturas más destacadas citamos las que se encuentran en el parque Arrecife, en Lanzarote y en Las Palmas de Gran Canaria en la sede de la F.E.D.A.C. y en el Teatro Cuyás. Ha compuesto piezas de arte sonoro, como las realizadas para la exhibición “90%Agua”, en la Biblioteca de la Universidad Carlos III, 2011 Madrid; la realizada para “Una erra para el futuro: desarrollo sostenible”, en el Museo Elder de la Ciencia y Tecnología Las Palmas de Gran Canaria, la compuesta para la banda sonora de “Territorio y Paisaje insular”. Plan Territorial Especial del paisaje de Gran Canaria. Bienal de Canarias 2009 y "Luján" pieza sonora y vídeo para el "Cuaderno de viaje para una exposición" de José Domingo Nuñez Hernández, dentro de la exposición "Luján Pérez, el hombre y la obra 200 años después" San Mar n Centro de cultura contemporánea, Las Palmas de Gran Canaria, 2015.
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Su música ha sido publicada en varios sellos nacionales como Audiotalaia, RIR, LaBoral, e internacionales como Etched Traumas (Grecia), Rhizome.s (Francia-Portugal), Linear Obsessional (Inglaterra), etc
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