HISTORIA DE VIDA Julio Favre
El temple inquebrantable de Julio Favre Se inició como empresario durante el gobierno militar de Velasco, sobrevivió a la hiperinflación en el mandato de Alan García y enfrentó a Sendero Luminoso. A pesar de todas las adversidades, fundó la que es hoy una de las empresas de alimentos más importantes del país. Con esa determinación y fortaleza, Julio Favre Carranza (1948 - 2013) logró cumplir su mayor sueño como empresario: dar trabajo digno a más peruanos.
In memoriam
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Julio Favre con líderes empresariales del país.
“E
sta planta la levantamos en 20 días o en un mes a más tardar. El propósito de Sendero Luminoso es crear el caos, crear el temor. Yo no les tengo miedo, ni mi gente. Yo no voy a permitir que 600 personas se queden sin trabajo por culpa del terrorismo”, aseguraba un exaltado Julio Favre frente a las cámaras de televisión. Corría 1987, uno de los años más álgidos de la violencia en el Perú y la empresa de Favre, avícola Atahuampa, había sido blanco de un ataque terrorista. Pero para el ingeniero las pérdidas
materiales fueron lo de menos. Su mayor preocupación era dejar a sus empleados sin trabajo. Ese fue uno de los motores que lo impulsó a recuperar la fábrica en tiempo récord. “Quizás fue su crianza conservadora la que lo llevó a ser una persona directa, perseverante, de carácter fuerte y desafiante ante los momentos adversos. Esa personalidad lo ayudó a sacar adelante sus empresas ante las diferentes crisis que vivió el Perú en los últimos 40 años”, asegura su hijo, Julio Favre Arnillas.
Su empresa Atahuampa había sido blanco de un ataque terrorista. Pero para el ingeniero las pérdidas materiales fueron lo de menos. Su mayor preocupación era dejar a sus empleados sin trabajo.
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Julio Favre recibiendo la imposición de insignias de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
“Loco” o “comandante” En su oficina de la CONFIEP, Roque Benavides, presidente del gremio, recuerda el carácter férreo del empresario y amigo a partir de un apelativo. “En la CONFIEP, le decíamos el comandante Huayhuaco”, nos dice, en referencia a la valentía de Favre para enfrentarse al terrorismo.
“Por donde iba tenía sus chapas”, asegura su hijo, quien recuerda que en el mundo del automovilismo, deporte que el empresario practicaba, era conocido como “el loco Favre”. Pero detrás de esos apodos, que quizás denotaban una personalidad dura, se encontraba un ser humano realmente preocupado por sus colaboradores y por el desarrollo del país.
“En la CONFIEP, le decíamos el comandante Huayhuaco”, cuenta Roque Benavides, en referencia a la valentía de Favre para enfrentarse al terrorismo.
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“Era de los pocos empresarios, de los que yo conozco, cuya inquietud máxima no era ganar plata, sino generar ingresos para crear empleo. Su gran meta en la vida empresarial era crear más fuentes de trabajo, pero trabajo bueno y digno”, manifiesta Favre Arnillas. Luego de estudiar zootecnia en la Universidad Agraria en 1973, durante el gobierno de Velasco, Favre emprendió el negocio de crianza y venta de pollos. Su primera empresa, Atahuampa, se inició con 13 trabajadores en medio de los arenales de Nuevo Mundo, a 170 kilómetros al norte de Lima, un lugar lleno de carencias —no había electricidad, agua, ni comunicaciones—, pero con metas y objetivos claros.
"El empresario ha cambiado mucho y ahora se interesa no solo por sus ganancias, sino por el capital humano: el propio desarrollo de las personas dentro de la empresa”. -Julio Favre
Pero el gran temple de Favre le permitió hacer empresa durante el gobierno de Velasco, los primeros años de violencia de Fernando Belaunde y el primer gobierno de Alan García. “Los empresarios peruanos estamos muy curtidos por la cantidad de vivencias a las que hemos sobrevivido. Con estas experiencias vividas, el empresario ha cambiado mucho y ahora se interesa no solo por sus ganancias, sino por el capital humano: el propio desarrollo de las personas dentro de la empresa”, aseguraba Favre en una mesa redonda organizada hace algunos años por el PAD. En tiempos difíciles, Julio Favre tuvo el apoyo de sus amigos.
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Julio Favre junto a miembros de la CONFIEP.
“Él ponía los nombres que le gustaban. En ese entonces, yo recién salía de la universidad con todos los conceptos de marketing en la cabeza y le dije: ‘Oye, pero ese nombre es horrible’. Y él me respondió que hiciera mis estudios de mercado. Hice los focus group y resultó que a las personas les gustaba Redondos. Me tuve que quedar callado”, recuerda entre risas Favre Arnillas. A su carácter, empuje y visión innovadora, Favre le sumó un valor fundamental: la preocupación por la educación. “Parte del éxito de cualquier empresa es la educación que les das o les exiges a los que están contigo”, aseguraba.
El galpón redondo Ligado siempre a la gestión gremial, Favre fue por largo tiempo presidente de la Asociación Peruana de Avicultura y, posteriormente, de la CONFIEP. En estos cargos no solo demostró su temple y determinación, sino también el carácter innovador que siempre puso en práctica en su vida empresarial. “Mi padre decía que los pavos siempre son bien pavos. Y es que, cuando son bebés, tienden a juntarse
en la esquina del galpón para calentarse, pero terminan matándose entre ellos por la presión. Entonces, a él se le ocurrió hacer un galpón redondo, justamente para que no hubiera esquinas”, asegura Favre Arnillas. Fue así como la empresa dejó de llamarse Avícola Atahuampa, para pasar a ser Redondos, la marca que nació con 13 personas y hoy, con más de 3 mil colaboradores, cría 5 millones de pollos al mes y ha incursionado con éxito en el negocio de pavos y cerdos, no solo a nivel local, sino también regional.
"Le dije: ‘Oye, pero ese nombre es horrible’. Hice el focus group y resultó que a las personas les gustaba Redondos". -Julio Favre, hijo.
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Favre ingresó a estudiar al PAD en 1987, sin pensar que llegaría a ser presidente de su promoción.
Julio Favre fue reconocido en varias ocaciones por su trabajo empresarial.
Por esta razón, en el año 1987, Favre ingresó a estudiar al PAD, sin pensar que llegaría a ser presidente de su promoción. Fue ahí donde pudo recibir una fuente importante de conocimiento para su formación profesional como presidente ejecutivo de la compañía. A pesar del paso de los años, el ingeniero nunca dejó de seguir adquiriendo nuevos
conocimientos. En el 2013, cursó el Advanced Management Program (AMP), lo que le permitió perfeccionar su gestión empresarial y enfrentar nuevos retos. “Yo recuerdo de joven que los sábados él se iba a estudiar al PAD. Llegaba contentísimo por las discusiones que habían tenido, porque era gente con la cual se sentía muy cómodo conversando. A él le Julio Favre concretando reuniones a nivel internacional para el crecimiento de Redondos.
gustó mucho esa experiencia”, afirma su hijo. Pero su verdadero objetivo —crear trabajo de calidad para su país— lo acompañó hasta el último día de su vida. “La gente piensa que el empresario tiene como principal objetivo ganar dinero para sí mismo. Pero no es así: la empresa tiene que ganar dinero para poder seguir creciendo, para seguir desarrollando el país, para seguir creando más trabajo”, afirmaba.
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Más allá de ser el dueño de una de las empresas más importantes del país, Julio Favre siempre se dio el tiempo para cumplir con uno de los roles más importantes de su vida: ser padre. Hizo de todo para velar por el bienestar de cada uno de sus hijos. Incluso, se alejó de ellos para que estén a salvo.
“Fue una crianza un poco complicada para nosotros porque, como él se enfrentó al terrorismo, nosotros teníamos que cuidarnos más de lo que debíamos. Inclusive, él tuvo que tomar la decisión de mandarme a mí al extranjero porque no le quedaba de otra”, recuerda el hijo del empresario. Julio Favre fue una persona fuera de serie y poco a poco sus hijos fueron descubriendo que tenían como padre a un hombre con una personalidad única. “Para nosotros era nuestro papá y en la casa tenía un comportamiento para nosotros normal, pero cuando uno empieza a compararlo con los papás de nuestros amigos, te vas dando cuenta que ese tipo era especial”, cuenta entre risas Favre Arnillas. Para el ingeniero, las muestras de afecto no eran lo suyo, pero sí se encargó muy bien de transmitir valiosas lecciones de vida a sus hijos. “Mi padre nos enseñó a no tenerle miedo a nada. Y que si a uno se le mete en la cabeza una meta, la tiene que lograr. Así de simple”, asegura su hijo. Julio Favre es uno de los empresarios que demuestra que todos los sueños y metas se pueden lograr. Solo hay que ir por ellos, no tener miedo, ni rendirse y trabajar para conseguirlos. Pero, sobre todo, tener en cuenta que el verdadero rol del empresario no termina en generar riqueza para sí mismo, sino bienestar y desarrollo humano para sus trabajadores y el país.
Julio Favre siempre se dio tiempo para compartir buenos momentos junto con sus hijos.
“Mi padre nos enseñó a no tenerle miedo a nada. Y que si a uno se le mete en la cabeza una meta, la tiene que lograr. Así de simple” -Julio Favre, hijo.
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