EL PAULINO APÓSTOL EN LA COMUNICACIÓN DIGITAL Don Silvio Sassi, ssp Superior General 1. Paulinos de los comienzos y Paulinos de hoy 1.1. Los primeros jóvenes que, a partir de 1914, se agrupan alrededor del P. Santiago Alberione, oyen repetir con frecuencia estas frases: “Si san Pablo volviera al mundo, se haría periodista”; es preferible “construir una iglesia menos, y fundar un periódico más”; “hoy el pueblo no forma su opinión y no regula su vida más que por la lectura diaria de los periódicos”; “la tinta de los buenos escritores es semilla de cristianos como lo era una vez la sangre de los mártires”. El P. Alberione, al repetir estas frases sobre el periodismo y el poder de la prensa, compartía con los jóvenes que le rodeaban la idea y la necesidad de servirse del periodismo y de la prensa con objetivos cristianos: “oponer a la mala prensa la prensa buena”; “usar la prensa para evangelizar”; “con el periódico no hablar sólo de religión, sino hablar de todo cristianamente”. Con sencillez pero con claridad, el Fundador quería compartir con los muchachos un proyecto que él llevaba consigo desde principios de 1900 y que expresa en estos términos: “El mundo necesita una nueva, prolongada y profunda evangelización. (…) Se precisan medios adecuados y almas encendidas de fe. El medio adapto no puede proporcionarlo más que la prensa, y los apóstoles ardientes sólo puede darlos la juventud” (Unión Cooperadores Buena Prensa [UCBS], 20 agosto de 1926, en La primavera paulina, p. 680). Habiéndose formado como sacerdote diocesano, tras un breve periodo de experiencia en la parroquia, el P. Alberione era director espiritual y profesor en el seminario de Alba; para ayudar a los jóvenes sacerdotes que comenzaban su ministerio parroquial, ya había escrito dos libros: Apuntes de teología pastoral (1912) y La mujer asociada al celo sacerdotal (1915). La observación de una pastoral parroquial cada vez más limitada a cultivar la fe en las personas que iban a la iglesia y resignada a constatar cómo muchos ya no sentían la necesidad de creer, constituyó un fuerte estímulo para pensar en un modo diverso de evangelizar. Cuando su obispo le dio el cargo de dirigir el semanario diocesano, Gazzetta d’Alba, el P. Alberione se convenció de que debía comenzar “la predicación escrita junto a la predicación oral”. Así afirma: “Las cuatro piadosas mujeres que comulgan cada mañana, los cuatro jóvenes que se reúnen con el párroco cada noche, no son todo el pueblo, no son toda la gente: muchas otras ovejas quedan fuera del redil. …Las almas hay que salvarlas todas: es preciso que el pastor vaya a ellas; hoy a estas almas se va con la prensa” (UCBS, 3 de diciembre de 1922, en La Primavera paulina, p. 645s); “Una vez bastaba aguardar a la gente en la iglesia; hoy es necesario ir a buscarla en casa, en el campo, en el taller: háganlo así cuantos aman a las almas” (Ib., p. 646).
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1.2. Los jóvenes de hoy que desean continuar la misión comenzada por el P. Alberione y por sus primeros muchachos, pueden haber oído decir o haber leído frases como: “Internet está llegando a ser la plaza de la aldea global de hoy”, “La autopista informática transformará nuestra cultura tan drásticamente como la invención de la imprenta de Gutenberg transformó la del Medioevo”; “No podemos pensar hoy en un ciudadano que no sea ciudadano digital”; “redes sociales: puertas de la verdad y de la fe; nuevos espacios de evangelización”; “una nueva evangelización con Internet y las redes sociales”, “una pastoral para la comunicación digital”. Aun sin haber leído frases como éstas, los jóvenes paulinos de hoy están obligados a conocer una serie de vocablos nuevos y a servirse diariamente de tecnologías de comunicación fruto del lenguaje digital: Email, Mailing list, Newsgroup, Chat, Mud, World Wide Web, Yahoo, Galaxy, Google, Web 2.0, Blog, Forum, Wiki, Flickr, YouTube, Friendster, MySpace, Facebook, LinkedIn, Second Life, Twitter, Podcast, Social Network, Web radio, Web tv, Ecommerce, E-learning, Home banking, IPad, Ipod, Tablet, Smartphone, etc. Las formas comunicativas surgidas con el lenguaje digital no han anulado los precedentes mass media (periódicos, libros, revistas, fotografías, música, televisión, cine, publicidad), pero en parte los han transformado y sobre todo los han hecho converger en un uso simultáneo (hipertexto, hipermedia, multimedialidad, etc.). La comunicación actual es mucho más abundante, varia y compleja de aquella con la que el P. Alberione inicia nuestra Congregación. Sin embargo el Fundador, habiendo experimentado a lo largo de su vida el nacimiento y la consolidación de los mass media (fotografía, radio, cine, televisión, publicidad, discos), se convenció bien pronto de que los inventos de comunicación están en continuo cambio y por eso quiso indicar a los paulinos de cualquier tiempo el estar preparados para acoger toda nueva forma de comunicación. Ya en 1938 el P. Alberione precisaba: “La Sociedad de San Pablo busca para su apostolado los medios más fructuosos y más rápidos que el ingenio humano ofrece a la predicación del Evangelio”. En 1960 afirma: “La prensa, el cine, la radio, la televisión constituyen hoy las más urgentes, las más rápidas y las más eficaces obras del apostolado católico. Puede ser que los tiempos nos reserven otros medios mejores”. La indicación constante para la evangelización paulina fue esta: “usar los medios más rápidos y eficaces de cada época histórica”. Juntamente con todas las demás generaciones, los jóvenes paulinos de hoy tienen como objetivo prepararse y dedicarse de por vida a evangelizar en toda la comunicación actual con toda la comunicación, massmedial, multimedial y en red. La Congregación se siente estimulada a progresar por los continuos cambios que caracterizan la comunicación. El propio Fundador nos dio ejemplo comenzando con el periodismo y la prensa, pero apenas fue posible amplió sucesivamente el carisma paulino al uso del cine, de la radio, de la televisión, de los discos, de las imágenes audiovisuales. La evolución de la comunicación es, para el carisma paulino, una constante llamada a la conversión, haciéndolo itinerante, a la vez que sincrónico con los cambios constantes de la comunicación para “predicar a los hombres de hoy con los medios de hoy”. El dinamismo de la comunicación impide que el carisma paulino sea un ideal de otros tiempos, algo ya
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superado; la comunicación es una permanente cura de juventud para el paulino de cualquier período histórico. 2. Proyecto apostólico paulino 2.1. La intuición original del P. Alberione de establecer una equivalencia complementaria entre “la predicación escrita”, mediante la prensa, y la “predicación oral”, típica de la pastoral parroquial, requiere no una simple sustitución de medios, sino la elaboración de un completo proyecto de evangelización en todos los elementos del proceso comunicativo necesario. El carisma paulino, pensado y realizado por el P. Alberione, tiene como modelo inspirador a san Pablo: si se quita en el P. Alberione todo lo referido al Apóstol, no queda nada de su fatiga mental y práctica en dar comienzo a las Instituciones que forman hoy la Familia Paulina. Él mismo subraya con fuerza: “Todos deben considerar come padre, maestro, ejemplar y fundador solo a san Pablo. Lo es de hecho. Por él nació la Familia Paulina, por él fue alimentada y criada, de él ha tomado el espíritu (AD, 2). Observando la progresiva y masiva fuga de las masas de la fe y de la iglesia, el P. Alberione invoca la luz del Espíritu para encontrar una “nueva forma de evangelización” y hace enseguida referencia a la obra desarrollada por san Pablo en la comunidad cristiana de los comienzos: “El apóstol Pablo recorrió el mundo entonces conocido haciendo resonar doquier la buena nueva y reuniendo bajo la bandera de la cruz un número inmenso de cristianos. …De aquí resultó natural elegir al apóstol Pablo por protector de la Buena Prensa. Ningún medio de propaganda puede ser hoy más universal y eficaz que el periódico en particular y la prensa en general” (UCBS, 1919). “Si san Pablo viviera, continuaría ardiendo en la doble llama de un mismo incendio: el celo por Dios y por su Cristo y por los hombres de cualquier pueblo. Y para hacerse oír subiría a los púlpitos más elevados y multiplicaría su palabra con los medios del progreso actual: prensa, cine, radio y televisión” (San Paolo, septiembre de 1954). Con la Sociedad de San Pablo, al comienzo, y luego con todas las otras Instituciones, la Familia Paulina “se propone representar y vivir a san Pablo hoy: pensando, entregándose, orando y santificándose como haría san Pablo, si viviese hoy” (Ib.). El paulino y toda la Familia Paulina de cada época histórica tienen por misión “ser san Pablo si viviera hoy”. 2.2. ¿Qué fue lo que fascinó al P. Alberione de san Pablo para indicarlo como modelo del paulino? La fe misionera del Apóstol, que cabe resumir en tres citas. “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20). Presentando su experiencia de fe, san Pablo afirma que tras haber encontrado a Cristo resucitado él considera todo lo demás como “basura” (cfr. Flp 3,8): su vida tiene sentido sólo con referencia a Cristo en un proceso continuo de semejanza, hasta que “Cristo se forme” en él (cfr. Gál 4,19). La experiencia total de Cristo le hace apóstol: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1Cor 9,16), primero a los judíos y después a los paganos: “Me hice todo a todos para salvar de cualquier modo a algunos” (1Cor 9,22).
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La razón de ser para un paulino está no sólo en el compromiso de vivir la fe en Cristo para sí mismo, de modo solitario: “¡yo y mi Dios!”; la fe personal, cuando se la vive profundamente, siente la necesidad del testimonio para compartir con otros el valor de lo que se vive: “yo, mi Dios y el pueblo”. Hay una estrecha relación entre el modo personal de vivir la fe y el deseo de comunicarla a los demás: cuanto más profunda y rica es la fe personal, tanto más se ve uno creativo y motivado para comunicarla a los otros. He aquí por qué el amor al apostolado es el termómetro de nuestra fe y de nuestra vocación paulina: quien no ama el apostolado da a ver que el proyecto de Dios sobre él no entra en el de la Congregación. Dándonos la espiritualidad de Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida, de María Reina de los Apóstoles y de san Pablo, el Fundador quiso unir de modo inseparable el amor a Dios y el amor al prójimo con el apostolado. Nuestra espiritualidad es apostólica; por tanto, cuando en los cursos de ejercicios espirituales, en los retiros, en las meditaciones, en las homilías no se establece la conexión con las consecuencias apostólicas de nuestra fe, no estamos formando apóstoles “paulinos”, sino al máximo creyentes “genéricos”. Los contenidos de nuestra espiritualidad están en las Cartas de san Pablo. 2.3. El Fundador, refiriéndose a la obra de evangelización, presenta a san Pablo que sabe “adaptar” el modo de vivir la fe en Cristo, sea citando las Escrituras para los judíos, sea citando otras categorías culturales para los paganos. Pablo “a los hebreos les daba argumentos sacados de la Sagrada Escritura, porque ellos creían en ella; pero en el areópago usó los argumentos de la razón, citó uno de sus poetas” (Un mes a san Pablo, en El apóstol Pablo, inspirador y modelo, p. 83). Como paulinos, asumiendo el compromiso de testimonio para los demás, no es suficiente pensar la propia fe con argumentos que puedan responder a nuestras preguntas, sino que se necesita elaborar una fe que sea “comprensible” para nuestro público. Los estudios de teología, integrados con las demás ciencias humanas, son instrumento necesario que ayuda a pensar y formular la fe para las personas de hoy. Para “dar razón” de nuestra fe a los demás, es preciso un estudio de la teología que no sea paralelo a la experiencia humana dentro de la que vivimos, sino que sepa transformarse en respuestas a los problemas cotidianos de las personas de hoy con la ayuda de las ciencias humanas. Los contenidos de la fe no atañen sólo a “la doctrina” válida para siempre, sino que se debe saberlos “traducir” en el contexto de cada sociedad y cultura, y para ello necesitamos apoyarnos en las ciencias humanas. La preparación cultural del paulino es indispensable para un apostolado eficaz, considerándola como instrumentos mentales necesarios para transformar la experiencia de fe en contenidos de comunicación. 2.4. Meditando sobre el estilo de evangelización de san Pablo y sobre la originalidad de la evangelización con la prensa y los otros mass media, el P. Alberione eligió para el apóstol paulino el estado de vida de consagrado con los votos religiosos en la vocación complementaria de sacerdote y discípulo.
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San Pablo se pone en un estado de vida enteramente dedicado a la evangelización y, progresivamente, sabe valorar la ayuda que otros hombres y mujeres creyentes pueden darle en su ministerio. El estado de vida religiosa lo eligió el P. Alberione por dos razones complementarias: “Por una parte llevar almas a la más alta perfección, la de quien practica también los consejos evangélicos y al mérito de la vida apostólica. Por otra parte dar más unidad, más estabilidad, más continuidad, más sobrenaturalidad al apostolado” (AD, 24). El P. Alberione ciertamente no fue el primero que en la Iglesia tuviera la idea de usar la prensa al servicio del Evangelio y de los valores cristianos, pero hasta la fecha es seguramente el Fundador que pensó y actuó con originalidad el compromiso de la evangelización con la comunicación no como una actividad de la pastoral, sino como un “verdadero ministerio sacerdotal”. El Fundador nos ayuda a captar la novedad del carisma paulino distinguiendo entre la actividad de una “prensa buena” que ofrece contenidos religiosos y “el apostolado de la buena prensa”: “Para hacer buena prensa bastan hombres que saben, para hacer en cambio ‘apostolado’ se necesita un corazón y un alma sacerdotales, porque se trata de un apostolado eminentemente sacerdotal” (UCBS, 20 de agosto de 1926, en La Primavera paulina, p. 668s). Habiéndose formado como sacerdote diocesano y habiendo sido formador de sacerdotes para la parroquia, el P. Alberione propone a la Iglesia el “sacerdote escritor”, que no ejerce su ministerio en una parroquia, sino con un periódico, escribiendo libros y sirviéndose luego de los otros mass media. Los paulinos no se encargan de parroquias porque su parroquia está compuesta de los fieles que se valen de todas las formas de comunicación: la parroquia paulina es el mundo de la comunicación; el sacerdote paulino es “sacerdote en la comunicación con la comunicación”. La realización concreta de la evangelización con la prensa la describe el P. Alberione con tres etapas sucesivas, todas necesarias: la redacción, la realización técnica y la difusión. Observando el modo de evangelizar de san Pablo, que se vale de colaboradores, el P. Alberione extiende la evangelización con la prensa al laico consagrado (discípulo paulino), a la religiosa (Hijas de San Pablo) y a los cooperadores paulinos presentando su obra como un “casi sacerdocio” en estrecha unión con el sacerdote paulino. Antes que el Concilio Vaticano II presentara el sacerdocio ministerial y el sacerdocio de todo bautizado con formulaciones teológicas más adecuadas, el Fundador, con las categorías de la teología del tiempo, abre la evangelización con la prensa al sacerdote, al laico consagrado, a la religiosa, a los seglares. Si al apostolado con la prensa se le considera tan claramente no como un “oficio” sino como un “sacerdocio” es porque el P. Alberione está convencido de que la prensa y los otros mass media deben ser tenidos como “medios materiales que pueden producir efectos sobrenaturales”, al menos como “sacramentales” y, a los ojos de la Providencia, también como “sacramentos”, pues las personas pueden conocer con eficacia los contenidos de la fe
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(dogma), aprender a rezar (culto) y dejarse guiar por principios cristianos en la propia conducta personal y social (moral). 2.5. La preocupación de no ser “mercenarios” o “comerciantes” de lo sagrado, sino “testimonios” de la propia experiencia de fe “personal y comunitaria”, nos exige a los paulinos la competencia en los medios de comunicación que utilizamos. El “sacerdocio paulino” traduce en “productos de comunicación” la experiencia de Dios: no cabe la separación entre la propia fe y el producto ofrecido a los demás. Si cualquiera, aun quien profesa otra religión o es ateo o agnóstico, puede vender la Biblia, el paulino merecedor de este nombre considera los productos apostólicos como una emanación de su fe personal, los ‘vive’ en una relación de continuidad. Con un sencillo ejemplo el P. Alberione explica la estrecha relación entre espiritualidad y apostolado paulinos: “Pongamos otro caso: supongamos que un instituto de religiosos lleve vida contemplativa y fabrique chocolate o haga puntillas o trabajos parecidos. Lo que se hace aquí está separado de las obras de piedad, por tanto ésta no produce el apostolado. En cambio, vuestro apostolado debe nacer de la piedad y ser hecho de tal modo que el apostolado mismo alimente la piedad” (A las Hijas de San Pablo 1950-1954, p. 221s). Interpretando el pensamiento del P. Alberione podemos decir que la característica del carisma paulino consiste en traducir toda la experiencia personal de la fe en artículos, libros, imágenes, programas de radio y televisivos, música, obras multimediales y actividades de la comunicación en red. El testimonio de fe del paulino pasa a través de las formas y lenguajes de la comunicación; sin la competencia en comunicación, el paulino es mudo: párroco fallido y religioso genérico. ¿Qué diferencia a un paulino de otro sacerdote, religioso o laico que se valen también de la comunicación para evangelizar? No se trata de querer distinguirse para tener algo que otros no tengan o no hagan, sino de ver que nuestra identidad está expresada sin duda en algunas prioridades: consideramos todos los lenguajes de la comunicación como una oportunidad para evangelizar; la comunicación no es una “parte” del horario, sino nuestro compromiso 24 horas al día y por toda la vida; la comunicación no es un “medio” incompleto que sirve sólo de complemento, sino una “nueva y completa forma de evangelización”; nos servimos de la comunicación no individualmente, sino como proyecto organizado de una comunidad de carácter mundial, continental y local; la experiencia de fe que queremos comunicar se inspira en san Pablo; la propuesta que ofrecemos no es sólo de carácter explícitamente religioso, sino que presentamos todos los aspectos de la vida humana individual y social a la luz del Evangelio. 2.6. Si la comunicación es la mediación necesaria para el carisma paulino, se impone una observación permanente de sus desarrollos para seguir siendo los “apóstoles de hoy”. Simplificando, es posible describir la comunicación actual como un fenómeno complejo en el que conviven los mass media y las formas de comunicación, hechas posibles por el lenguaje digital. Observando a escala mundial el apostolado paulino, cabe describirlo como un amplio empeño en la producción de libros y revistas, una limitada iniciativa en los otros mass media y una presencia todavía modesta en la comunicación en red. 6
Podemos interrogarnos para entender las razones de esta diversa valoración de la comunicación en el actual panorama apostólico paulino. La primera explicación es de carácter histórico: la Congregación comenzó con la prensa (revistas y libros) y se difundió en los varios continentes empezando por la tipografía. Con reconocimiento debemos agradecer a las generaciones de los paulinos que nos han precedido creando, en diversas naciones, una presencia editorial de calidad, apreciada en ámbito eclesial y civil. Bajo el impulso del Fundador, la Congregación amplió su apostolado a la realización de filmes y documentarios, comenzó actividades radiofónicas, discográficas y musicales, televisivas y de producción de audiovisuales. En los casi cien años, ha habido iniciativas apostólicas que tuvieron un verdadero éxito, quedando como importantes jalones históricos (San Pablo Film, apostolado del disco, etc.). Actualmente las actividades apostólicas con estos otros mass media se ven limitadas por las inversiones financieras que requieren, por la concurrencia del mercado y por la escasez de adecuada preparación entre los paulinos. Dejada a la libre iniciativa desde los comienzos, la presencia paulina en la red está ahora organizándose para conjuntar una estrategia global, formar paulinos en algunos ámbitos de esta comunicación, ofrecer determinados servicios (librerías virtuales, e-book, etc.), utilizar la comunicación digital en la redacción, producción y difusión de la editorial de libros, revistas y demás medios, servirse de programas informáticos para la comunicación interna, para la gestión de las actividades apostólicas y para una rigurosa administración centralizada, etc. Nos valemos de cuanto logramos ganar con la editorial de libros y revistas como financiación imprescindible para adquirir los instrumentos informáticos necesarios (aparatos, programas y expertos), sosteniendo así la creación y actualización de nuestros sitios con las iniciativas que hasta ahora hemos realizado y para permitir a paulinos jóvenes una especialización en comunicación digital. Sería un verdadero fracaso prescindir de lo que sabemos hacer con la prensa para aventurarnos en un ámbito que –para nosotros– aún no nos permite una financiación significativa. La Congregación necesita servirse de las dos formas de comunicación: continuar en las actividades apostólicas con los mass media e ir adquiriendo cada vez más consistencia en la comunicación digital, invirtiendo sobre todo en formación de paulinos y valorando una coordinación que permita compartir los conocimientos entre las Circunscripciones. 2.7. La introducción de la informática en la Congregación ha tenido, proporcionalmente, los mismos efectos de su aparición y de la progresiva expansión en la sociedad civil: para algunos se ha tratado y se trata aún de una tecnología desconocida, para otros es de uso limitado, para otros de discreta valoración y, en particular para los más jóvenes, de una tecnología fácilmente utilizable, sea como aparatos que como mentalidad. Las generaciones paulinas formadas en la prensa, asimilando el mismo modelo de comunicación masiva y la mentalidad de servirse de un “medio”, han integrado, en tiempos diversos, el cine, la radio, la televisión, los discos, las imágenes, la publicidad, etc. La convicción que acompañaba los cambios era que cambiaba el medio, pero los contenidos
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permanecían idénticos; cambiaba el instrumento, pero el proceso de comunicación era siempre la iniciativa de su autor. Cuando, a partir de 1960, la reflexión sobre el uso social de los mass media hizo de dominio público el hecho de que la comunicación no era sólo un “conjunto de medios” aislados sino que “todos los medios juntos” estaban llegando a ser una “cultura alternativa” a la función pedagógica de la familia, del Estado, de la religión, de los partidos políticos y de las fuerzas económicas, en ámbito católico se reaccionó – por lo general – como en los tiempos de la prensa: “a la cultura mala opóngase la cultura católica”. La oposición frontal se realizó cuidando la cualidad industrial de los productos católicos, recurriendo a la colaboración de personalidades católicas de prestigio y contando mucho en el repunte de la fe gracias al acontecimiento extraordinario del Concilio Vaticano II. En los años sucesivos a la clausura del Vaticano II, fueron haciéndose cada vez más consistentes ciertos fenómenos sociales, culturales, religiosos y comunicativos ya presentes en los años de 1960: secularización, lo post-industrial, lo posmoderno, el bienestar económico, la investigación científica siempre más avanzada, la libertad de pensamiento en la determinación de los propios valores poniendo al centro la persona, etc. La editorial paulina que acompañó al Vaticano II y al periodo posconciliar, se preocupó –por lo general– de potenciar los contenidos editoriales y de diversificar la producción, confiando mucho en “fórmulas editoriales” que habían conocido éxito en el pasado y prestando menos atención a los cambios radicales del público y del proceso de comunicación en la sociedad. El afirmarse de la comunicación digital en la sociedad civil ha hecho cambiar una vez más la comunicación, en cuanto ésta no es una simple “lista de medios para comunicar”, ni sólo una “cultura de masa”, sino una “cultura de la comunicación” que tiene por centro al usuario. El paulino de hoy se encuentra con que debe vivir la fe y comunicarla con dos formas diversas de comunicación, con los mass media y con la comunicación digital, muy consciente también de la convergencia entre las dos, gracias a la informática. Por tanto todas las tecnologías digitales que forman parte de nuestra vida diaria no son un “instrumento” más para el apostolado, sino que requieren un proyecto diferente de formación y de evangelización paulina. 2.8. Toda la actividad de fundación, desde la Sociedad de San Pablo a todas las otras Instituciones de la Familia Paulina, estuvo motivada en el P. Alberione por las palabras de Cristo: “Venid todos a mí”, traducidas con su programa de vida apostólica expresado en el lema: “salvar a los hombres de hoy con los medios de hoy”. La identificación de los “destinatarios” a quienes proponer una evangelización explícita e integral o una propuesta de valores cristianos para interpretar la vida individual y social, es el punto de partida de todo proyecto apostólico paulino. Si la motivación inicial es sobrenatural, porque está tomada del corazón de Cristo, la realización concreta es de carácter histórico, “sociológico”, diría el P. Alberione. “Sintámonos como san Pablo y en san Pablo deudores a todos los hombres, ignorantes y cultos, católicos, comunistas, paganos, musulmanes. Amemos a todos. Para todos es nuestro 8
apostolado”; «¿Comprendemos la misión paulina? La misma debe extenderse a todo y a todos. Es también la misión de Jesucristo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todas las criaturas”» (Vademecum, nn. 1327.1328). Los destinatarios que el Fundador indica a los paulinos de cualquier época son: las grandes masas lejanas de la fe, y los hombres de cultura porque éstos crean opinión en las masas: un apostolado preocupado en “popularizar” la fe y al mismo tiempo hacerla interesante para los hombres de cultura. La primera pregunta que los paulinos deben plantearse cuando empiezan a elaborar un proyecto apostólico es: “¿Cuál es nuestro público?”, “¿a quién queremos llegar?”, “¿con quién pretendemos entrar en comunicación?”. No podemos comenzar a evangelizar porque tengamos ganas de “hablar”, sino porque queremos que nuestra palabra “sea captada por alguien” que luego será libre de adherirse o no. Teniendo en cuenta el fenómeno de la comunicación actual, es necesario completar la cuestión acerca del público preguntándonos: “¿Con qué lenguaje de comunicación, mass medial o digital?”, “¿con qué proceso de comunicación, de “transmisión” por parte de un autor a un público indefinido o de “conversación” que crea igualdad en un intercambio dialógico?”. Los proyectos apostólicos que hemos elaborado hasta ahora son todos para el uso de los mass media, con un proceso comunicativo y pedagógico de “transmisión” de contenidos; falta un proyecto apostólico paulino para la evangelización con los lenguajes de la red, basados todos en la “colaboración” de quien entra en contacto. La red usada como “banco de datos” es fruto de una mentalidad mass medial; la red es sobre todo “conversación”, “intercambio”, “diálogo”, “aporte”. 3. Perfil del paulino apóstol en la comunicación digital. El paulino apóstol en la comunicación digital se forma y actúa fundándose en elementos inmutables del carisma paulino, definidos por el beato Alberione, y en elementos mutables que una necesaria actualización realiza teniendo en cuenta los cambios experimentados en la sociedad, en la cultura, en la comunicación, en la Iglesia y en la Congregación. También el paulino apóstol de la comunicación digital tiene su perfil: una radical experiencia de Dios que moviliza toda su personalidad, asimilando a su modelo san Pablo; la profundidad de su fe le apremia, como a san Pablo, a compartir esa fe con otros; para que su propuesta de fe sea percibida por las personas de hoy, profundiza la teología, las ciencias humanas y la comunicación; su testimonio asume las formas y los lenguajes de toda la comunicación actual; elige un estado de vida consagrada como sacerdote o discípulo porque considera su testimonio como una forma original de ministerio sacerdotal eficaz; proyecta y actúa su testimonio con la comunicación junto con otros, formando una comunidad apostólica; piensa su testimonio con la comunicación escogiendo un público preciso con el que entrar en contacto, poniendo atención en el modelo de comunicación a utilizar; se santifica y santifica con la comunicación.
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